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218 ACTUALIDAD EN I+D RIA / Vol. 38 / N.º3

La verdadera riqueza de las zonas secas

La verdadera

Biodiversidad

riqueza de laszonas secas

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La verdadera riqueza de las zonas secas

219Diciembre 2012, Argentina

Científicos de 16 países descubrieron que ladiversidad de especies vegetales tiene un efectomuy importante sobre los procesos que regulanel funcionamiento de las tierras secas.

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Hay quien mira, pero no ve. Mira lasplantas, los insectos, el suelo y lasaves, pero no ve la interacción que hayentre ellos. En la naturaleza existe unacomunicación que va más allá de laspalabras; es una interacción de vidaque genera vida y permanencia a tra-vés del tiempo y que, por más que mu-chos no lo vean, nos salva.

Media centena de investigadores de16 países pudieron ver más allá al ob-servar detenidamente la biodiversidadvegetal y su función en el gran es-quema de la Naturaleza. Según descu-brieron, esa diversidad es crucial paraamortiguar los efectos del cambio cli-mático y la desertificación en las regio-nes más secas del planeta.

Los resultados de la investigación, quefue publicada en la revista Science (Vol.335; n.° 6065), indican que la cantidadde especies de plantas está “directa-mente relacionada” con el funciona-miento del ecosistema.

“La vida en la Tierra se basa en múl-tiples flujos de materia y energía, cana-lizados por las interacciones entreinnumerables formas de vida”, explicandos de los investigadores argentinosque formaron parte del equipo de tra-bajo, Donaldo Bran y Juan Gaitán. Los

especialistas del INTA Bariloche, indicanque estudiaron esas complejas relacio-nes mediante 14 variables relacionadascon el ciclo de elementos esencialespara la vida (carbono, nitrógeno y fós-foro, por ejemplo) puesto que son “bue-nos indicadores” del funcionamiento delos ecosistemas y de los servicios queprestan.

En este “primer estudio” a escalamundial en evaluar de forma explícitalas relaciones entre funcionalidad delecosistema y la biodiversidad bajo con-diciones áridas y semiáridas, se ob-servó que “el número de especies deplantas está directamente relacionadocon el funcionamiento del ecosistemay éste, a su vez, con la temperaturaanual en las zonas áridas”, destacanBran y Gaitán.

Las zonas áridas, semiáridas y subhú-medas ocupan el 41 por ciento de lasuperficie terrestre y mantienen a másdel 38 por ciento de la población hu-mana. Allí se encuentran el 20 por cientode los principales centros de diversi-dad vegetal y más del 30 por ciento delas áreas protegidas para aves. Eneste sentido, los 50 investigadores ad-vierten sobre la “elevada vulnerabilidad”de estos sistemas ante cambios ambien-tales y la desertificación.

Según concuerdan, “los modelos decambio climático predicen un aumentode la temperatura media anual de cua-tro grados centígrados en las zonasáridas, semiáridas y subhúmedas parafines del siglo XXI. Nuestros resultadossugieren que ese incremento reduciríala habilidad de los ecosistemas dellevar a cabo múltiples actividades re-lacionadas con el ciclo del carbono, elnitrógeno y el fósforo”. Además agre-gan que la riqueza de especies podríadisminuir y aumentar las áreas afecta-das por la desertificación, hechos queafectarían negativamente la funcionali-dad de los ecosistemas.

Sin embargo, estas posibilidadesson inciertas, ya que la biodiversidadvegetal también podría jugar un rolimportante en estos acontecimientos.“Debido a que la cantidad y calidad delos servicios ecosistémicos dependenen gran medida de la funcionalidad deesos ecosistemas, el aumento de lasespecies vegetales podría mejoraraquellos servicios en las zonas áridas,semiáridas y subhúmedas”, consideranlos investigadores.

Así, la biodiversidad vegetal en esosparticulares ambientes podría ser funda-mental para mantener el carbono, el ni-

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trógeno y el fósforo a la vez que promo-vería la resistencia a la desertificaciónal mantener la fertilidad de los suelos.

La Argentina árida

Más de la mitad del territorio argen-tino (51,5 por ciento) se encuentra bajocondiciones áridas, a las que habríaque agregar un 27,5 por ciento de tie-rras que se encuentran en regiones

subhúmedas y semiáridas. Para los es-pecialistas de Bariloche, este es el mo-tivo fundamental por el cual esnecesario “conservar la biodiversi-dad de esas tierras y, de esta manera,asegurar el mantenimiento de la funcio-nalidad de sus ecosistemas”.

Debido a que este país se caracterizapor su producción agropecuaria, las tie-rras que se encuentran a disposicióndeben ser aprovechadas en forma sus-

tentable. Según la Secretaría de Am-biente y Desarrollo Sustentable de laNación (SAyDS), “las tierras secasproducen el 50 por ciento del valor de laproducción agrícola y el 47 de la ga-nadera, y concentran aproximada-mente el 30 de la población nacional.Las más importantes actividades pro-ductivas se desarrollan en los oasis deriego, que totalizan alrededor de 1,5 mi-llones de hectáreas”. Las tierras secas

Clima de Zonas SecasEn las regiones áridas, semiáridas y subhúmedas existen diferentes tipos

de clima, en relación a las temperaturas medias y a la distribución de las

lluvias. Éstas pueden concentrarse en la estación fría (régimen medite-

rráneo) o en la estación cálida (régimen monzónico) o pueden no tener

una estación de lluvia definida y generalmente se observa una importante

variabilidad entre años. Las regiones áridas también presentan las ma-

yores fluctuaciones diarias de temperatura, que conlleva a restricciones

en el crecimiento de las plantas.

Además, mucha del agua disponible para utilización humana se encuentra

en grandes ríos que se originan en áreas elevadas. Los recursos subte-

rráneos también pueden estar disponibles para acompañar el desarrollo

de las actividades que se llevan a cabo en las regiones. Sin embargo, la

relativamente limitada recarga del agua subterránea depende en gran

medida de la cantidad, intensidad y duración de la lluvia y también de las

propiedades del suelo. Con las prácticas de manejo actuales, gran canti-

dad de lluvia se pierde por evapotranspiración y escorrentía y, como re-

sultado, el agua subterránea se recarga sólo a nivel local por la filtración

a través del perfil del suelo.

(Water and Cereal in Drylands, FAO)

“Es necesario conservar

la biodiversidad de esas

tierras y asegurar

el mantenimiento

de la funcionalidad

de sus ecosistemas”

(Bran y Gaitán).

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concentran a la totalidad de los caprinosy camélidos del país, el 80 por ciento delos ovinos y el 40 de los bovinos.

No obstante, Bran y Gaitán destacanque tanto la Patagonia como otras re-giones áridas del país “han sufrido pro-cesos de degradación que se originanpor actividades humanas como el so-brepastoreo, que interactúa con even-tos climáticos, principalmente sequías”.

Asimismo, el director del Centro deInvestigación en Recursos Naturalesdel INTA, Roberto Casas, advierte que“los ecosistemas producen serviciosque resultan imprescindibles para lavida. Por eso, la transferencia de nu-trientes, el control de la erosión, la pre-servación del hábitat y la provisión delagua dulce se ponen en peligro acausa de la intervención del hombre enestos frágiles ambientes”. En esa línea,indica que “cuando se producen estasalteración del hábitat, se afectan laspoblaciones de flora y fauna, con suconsiguiente reducción o desapariciónde especies” y agrega que “la ganade-ría ovina en la Patagonia es un claroejemplo de una actividad que producecambios en la vegetación y en el suelo,y que incrementa los procesos de ero-sión eólica y desertificación”.

En este sentido, los investigadoresadvierten que “es sumamente difícilcuantificar la pérdida de biodiversidad

que provocan estos procesos”.

Para ello, la SAyDS, el INTA y el Pro-grama de las Naciones Unidas para elDesarrollo (PNUD) participan del pro-yecto Monitoreo Ambiental para Re-giones Áridas y Semiáridas (MARAS)que busca “avanzar en el monitoreo yverificación del estado de la desertifica-ción y de su reversión, no sólo para elterritorio patagónico, sino de alcancemucho más amplio a escala nacional yglobal”.

Según un documento del proyecto,“la degradación de los suelos es unade las principales causas de la pobrezarural y la consecuente migración hacialos centros urbanos. Este proceso seagudiza en las zonas áridas y semiári-das del territorio”.

La gente de la tierra seca

Según asegura la Organización delas Naciones Unidas para la Agriculturay la Alimentación (FAO, por sus siglasen inglés), a escala mundial las tierrasáridas, semiáridas y subhúmedas sonhabitadas por más de dos mil millonesde personas, lo que corresponde acerca del 40 por ciento de la población.“Éstas suelen ser unas de las más po-bres del mundo en las que muchossubsisten con menos de un dólar pordía”, indica el organismo internacional.

“Las zonas secas tienen

potencial para lograr

el crecimiento de las

economías nacionales

y el desarrollo humano

sostenible”

(Ban Ki-Moon).

La verdadera riqueza de las zonas secas

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Asia cuenta con el mayor porcentajede gente que vive en este tipo dezonas: más de 1.400 millones (42 porciento de la población regional), se-guido por África con el 41 por ciento ySudamérica con el 30.

Ante estos números, puede conside-rarse que los habitantes de este tipo deregiones podrían carecer de seguridadalimentaria, ya que las zonas mássecas del planeta tienen mayoresriesgos de iniciar procesos de de-sertificación a raíz del cambio climá-tico y las actividades humanas.

En una entrevista exclusiva con la re-vista RIA (Vol. 38; n.° 2), el represen-tante de la FAO en la Argentina,Alejandro Flores Nava, consideró queuna posible solución podría contemplarel aspecto tecnológico. “Habría que ge-nerar el conocimiento que hace faltapara lograr mejorar productivamenteaquellas áreas que hoy son total-

mente áridas o que tienen un procesode desertificación muy fuerte”, destacó.

En este sentido, el manejo sustentabletambién se torna esencial para alcanzarla seguridad alimentaria y la conserva-ción de la biomasa y la biodiversidad.

Así, la SAyDS coordina el Programade Acción Nacional de Lucha contrala Desertificación (PAN) para contri-buir al desarrollo sustentable en laszonas secas de la República Argentina.Para ello se implementaron programasque analizan la situación de la deserti-ficación y su efecto sobre las poblacio-nes, y que contemplan capacitar,sensibilizar y educar a la poblaciónpara lograr el manejo sustentable enesas zonas y su consiguiente desarro-llo económico, teniendo en cuenta lasparticularidades de cada región.

Por ejemplo, según el documentobase del PAN, “mientras que en la Pa-tagonia el sobrepastoreo es la norma,

La verdadera riqueza de las zonas secas

La biodiversidad

es más importante

que las variables

climáticas.

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tanto para el minifundio como el latifun-dio dedicados a la producción ovina, enla región árida del centro-norte el pro-blema del minifundio, la ocupación detierras fiscales y los problemas de títu-los (tierras comuneras) llevan a una de-gradación del suelo y del bosque, loque disminuye y aún anula la producti-vidad y sume a los pobladores en la po-breza o los obliga a emigrar”.

La ONU, como organismo guía com-puesto por 192 países que trabajanjuntos en pos de la paz y la seguridadde los pueblos, recomienda incluir eldesarrollo de las zonas áridas en laagenda de las diferentes naciones.Para su secretario general, Ban Ki-

Moon, “si logramos reorientar nuestraagenda de desarrollo para incluir el po-tencial de las zonas áridas podemosromper los enlaces que existen ahoraentre pobreza y desertificación, sequíay degradación del terreno”. Es que,según asegura, estas zonas “tienen po-tencial, tanto a largo plazo como en loinmediato, para lograr el crecimiento delas economías nacionales y el desarro-llo humano sostenible”.

Si a estas afirmaciones se les agregaque la biodiversidad que en ellas existepuede mitigar el calentamiento global,entonces podrían contener un potencialde desarrollo aún mayor que el imagi-nado anteriormente.

Ver más allá; no quedarse estancadoen creencias antiguas; reconocer quelos conocimientos cambian y se enri-quecen constantemente son cosas quehabrá que tener en cuenta para traspa-sar las fronteras que imponen los ojosy comenzar a mirar la verdadera ri-queza que tiene la tierra (todas y cadauna de ellas).

Más información:

Donaldo Bran y Juan Gaitán

INTA Bariloche.

Ambos son ingenieros agrónomos y perte-

necen al grupo de Evaluación, Uso y Moni-

toreo de Tierras del área de investigación

en Recursos Naturales del INTA Bariloche.

RIA / Vol. 38 / N.º3

La diversidad es crucial

para amortiguar los

efectos del cambio

climático y la desertifica-

ción en las regiones más

secas del planeta.

La verdadera riqueza de las zonas secas