bicentenario de la constituciÓn de cÁdiz. 1812-2012

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Cuadernillo didáctico sobre la época de la Constitución de Cádiz

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BICENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ (1812-2012)

PANEL DE INTRODUCCIÓN

Después de casi cuarenta años de democracia, resulta difícil valorar en su justo término lo que

supone la obra emprendida por los representantes del pueblo español que asumieron, hace ahora dos siglos, el

reto de plasmar legalmente el paso de súbditos a ciudadanos.

Con la presente exposición pretendemos contextualizar cómo, cuándo y por qué surge la

Constitución de 1812 al mismo tiempo que analizamos la oposición con la que es recibida por los grupos

privilegiados y por ciertos sectores retardatarios de la sociedad española de principios del XIX.

La Historia es posible que no sea maestra de la vida pero su conocimiento ayuda, al menos, a

valorar la realidad en la que actualmente nos encontramos en un momento en el que nuestra máxima ley

puede ser cuestionada precisamente porque nos hemos habituado a su uso.

1. ¿Qué es una constitución?

2. ¿Qué ejemplifican cada una de las imágenes de este panel?

3

LO VIEJO: EL ANTIGUO RÉGIMEN

La expresión “Antiguo Régimen” fue utilizada por primera vez durante la Revolución Francesa (1789) para

designar al período histórico y a la sociedad anterior a la etapa revolucionaria con la que se quería acabar.

En la actualidad, la historiografía ha asumido este término, y con él se alude al conjunto de estructuras

políticas, económicas, sociales e ideológicas que se dieron en Europa durante la Edad Moderna, es decir, en

los siglos XVI, XVII y XVIII. Durante este periodo todavía pervivieron, sobre todo en lo social y en lo

económico, muchos rasgos propios de la Edad Media. Su fin llegará con las revoluciones liberales del siglo

XIX y con la revolución industrial, dando paso a la Edad Contemporánea.

Hasta ese momento, distinto en cada país europeo, la herencia más clara de la época medieval se manifiesta

en la existencia de una organización social caracterizada por una marcada desigualdad en función de la

pertenencia a un determinado grupo social o estamento. El clero y la nobleza constituían los grupos más

poderosos de esta sociedad y recibían el calificativo de “privilegiados”, en alusión, precisamente, a los

numerosos privilegios de los que disfrutaban en relación al resto de la población, como la existencia de un

código jurídico propio, la exclusividad del acceso a los cargos públicos o la exención del pago de impuestos.

Las virtudes inherentes a la condición de noble, recogidas por Moreno Vargas en sus Discursos de la nobleza

de España (1622) (1), fueron alimentadas por los propios monarcas, quienes, por una parte, eran conscientes

de la necesidad de fortalecer su poder e imponer su autoridad en todo el territorio que gobernaban, pero, al

mismo tiempo, requerían de su fidelidad para asegurar la estabilidad interna de su reinos, el éxito de sus

empresas imperiales o ultramarinas y su propia continuidad en el trono. Así, en el caso de España, los Reyes

Católicos primero y los Austrias después respetaron los privilegios de nobles y eclesiásticos, sabedores de que

ese era el precio a pagar a cambio de su sumisión política. Esta alianza entre la Corona y los privilegiados

también se pone de manifiesto en la férrea defensa del Catolicismo llevada a cabo por los monarcas españoles,

en el consentimiento de las innumerables tropelías llevadas a cabo por el Santo Tribunal de la Inquisición en

nombre de la persecución de la herejía y, naturalmente, en el propio temor que los hábitos llegaron a

despertar entre la población campesina analfabeta. De todo ello dan buena cuenta los grabados de la serie

Los Caprichos (1799) del célebre Francisco de Goya (2, No hubo remedio y 3, ¡Lo que puede un sastre!)

4

Así pues, la alianza con la monarquía y la propia ignorancia de la población, temerosa de ir en contra de la

organización social deseada por el mismísimo Dios, permitieron al clero y a la nobleza atesorar un gran poder

en la España del Antiguo Régimen. Pero lo cierto es que los privilegiados eran una minoría dentro de la

sociedad y no todos ellos disfrutaban de una holgada situación económica, pues si bien la aristocracia y el

alto clero poseían unos elevados ingresos derivados de la percepción de rentas señoriales y diezmos, los

miembros del bajo clero y los hidalgos vivían de una forma mucho más modesta. Muchos curas y monjes, de

hecho, vivían en la pobreza, rasgo propio de los miembros del tercer estado, pecheros o pueblo llano,

integrado en su mayor parte por campesinos y también, en menor medida, por las clases populares urbanas,

quienes sustentaban con su trabajo y sus impuestos al conjunto de la sociedad, tal y como recogen varios

grabados satíricos de la época (4).

La supervivencia de todos ellos, así como también del propio modelo de organización social descrito,

dependía de los campos, y muy especialmente de los campos castellanos en el caso de nuestro país. Los

campesinos, que en la inmensa mayoría de las ocasiones no disponían de su propia tierra, trabajaban como

jornaleros o arrendatarios en las grandes propiedades de nobles y eclesiásticos bajo las pesadas cargas fiscales

de un régimen señorial que apenas les permitía granjearse su propio sustento. Se trataba, por tanto, de una

agricultura de subsistencia, la cual empleaba técnicas muy rudimentarias (5) y que, además, tenía un

carácter autárquico, pues las malas comunicaciones existentes limitaban considerablemente la posibilidad de

intercambiar los exiguos excedentes generados en años de bonanza. Por esta razón, el comercio interior se

reducía a pequeñas ferias o mercados locales, siendo reseñables, no obstante, algunas honrosas excepciones,

como las Ferias de Medina del Campo, que llegaron a tener proyección internacional (6).

Bajo estas condiciones, los años de malas cosechas, las epidemias o las múltiples guerras en las que se vio

envuelta la monarquía hispánica durante los siglos XVII y XVIII con el consiguiente incremento de la

presión fiscal sobre los campesinos, fueron responsables de hambrunas y situaciones de subalimentación que

diezmaron notablemente la población e impidieron un crecimiento continuado de la misma. No fue hasta la

siguiente centuria cuando los efectos de las crisis de subsistencia periódicas comenzaron a atenuarse merced a

la desaparición de determinadas epidemias y a la mejora de la dieta, circunstancia que fue posible merced a

la expansión de algunos cultivos como el maíz y la patata. En consecuencia, a lo largo del siglo XIX tuvo

lugar un crecimiento demográfico importante, pero mucho menor que en otros países europeos, pues la

pobreza en la que vivía sumida la mayor parte de la población y las pésimas condiciones sanitarias hicieron

posible que se mantuviesen los rasgos más característicos del régimen demográfico antiguo: alta natalidad y

elevada mortalidad.

La incapacidad de la población para mejorar sus condiciones de vida y escapar de la pobreza guarda una

estrecha relación con su vinculación a las grandes propiedades de nobles y eclesiásticos. A diferencia de lo

que ocurrió en otros países europeos como Inglaterra, los propietarios de estos grandes señoríos mostraron un

escaso interés en introducir costosas innovaciones técnicas en sus explotaciones que hubieran permitido una

mejora de la productividad y de los rendimientos con los que comerciar, pues únicamente les preocupaba el

beneficio a corto plazo que podían obtener a través de la percepción de las rentas campesinas. Por otro lado,

existían pocas posibilidades de aumentar la superficie de las explotaciones, ya que durante siglos se dio

prioridad a la extensión de los pastos para la Mesta (7), otra importante fuente de percepción de rentas, en

detrimento de la actividad agrícola. Además, la mayor parte de la tierra estaba amortizada, es decir, no

podía comprarse ni venderse y debía transmitirse en herencia (tierras de manos muertas). Así sucedía con las

tierras de la Iglesia, de los ayuntamientos o de la nobleza, en cuyos patrimonios era habitual la institución

del mayorazgo (transmisión íntegra del patrimonio al hijo primogénito), que en el siglo XVIII se extendió

también a los plebeyos enriquecidos.

Este inmovilismo característico de la aristocracia también impidió rentabilizar la riqueza proveniente de

América. En vez de estimular las actividades productivas, esos bienes fueron dedicados a pagar las empresas

imperiales de la monarquía y a consolidar un modelo social nobiliario en el que los capitales se dedicaban a la

compra de tierras, casas o gastos suntuarios. De este modo, aunque la demanda del mercado americano

estimuló inicialmente el desarrollo de ciertas actividades artesanales en las ciudades, como por ejemplo en el

caso de los gremios textiles de Sevilla, Toledo, Cuenca y Segovia, pronto la falta de apoyos a estas

actividades provocó que el comercio interior y el americano quedasen en manos de los competidores

extranjeros, capaces de ofrecer productos de más calidad y a mejor precio. Los limitados recursos con los que

vivía la mayor parte de la población tampoco estimularon el desarrollo de un tejido productivo local, pues la

demanda de artículos manufacturados era muy limitada.

5

Sin embargo, la importancia del comercio colonial no debe desdeñarse en absoluto, pues fue precisamente

esta actividad la que permitió el desarrollo de la burguesía e impulsó el auge de las manufacturas a lo largo

del siglo XVIII. A finales de esta centuria se decretó la libertad de todos los puertos para comerciar con

América, lo que hizo que a los puertos tradicionales que hasta entonces habían monopolizado este comercio,

Sevilla y Cádiz, se sumaran otros, como el puerto de Barcelona, que canalizó la exportación de los productos

catalanes, generando un proceso de crecimiento económico en el conjunto de Cataluña. Pese a ello, Cádiz (8)

continuó siendo, por el volumen de sus negocios, el gran puerto español en el siglo XVIII, albergando una

burguesía mercantil rica y cosmopolita. Sin embargo, sus negocios eran esencialmente de rexportación: allí

llegaban mercancías de toda Europa que eran embarcadas hacia América en grandes navíos de línea (9), y su

actividad poco influía en la prosperidad del territorio andaluz.

Este crecimiento económico que caracteriza al siglo XVIII es consecuencia, en última instancia, de la llegada

al trono español de la dinastía de los Borbones. Tras su victoria en la Guerra de Sucesión, Felipe V y sus

sucesores reforzaron el poder de la monarquía implantando en España un absolutismo de corte centralista

similar al francés, lo que les permitió iniciar un ambicioso programa de reformas de tipo económico,

especialmente durante el reinado de Carlos III (1759-1788). El propósito era satisfacer las necesidades

financieras de la Corona y acabar con los problemas de la Hacienda pública, pero esto exigía superar el

atraso técnico en el que estaba sumido el país, lo cual no era una empresa fácil. Así, junto a la liberalización

del comercio colonial, se trató de acometer una reforma agraria que acabase con la gran cantidad de tierras

amortizadas en manos de la nobleza y el clero, se apoyaron propuestas y proyectos para el progreso de la

instrucción pública, para el saneamiento de las ciudades, para la mejora de la red de carreteras, etc. También

se defendieron las prerrogativas del Estado frente a la Iglesia y se animó a los súbditos a desarrollar las

actividades productivas.

Todas estas reformas se sustentaban en una nueva corriente de pensamiento que se difundió por Europa en

el siglo XVIII: la Ilustración. La característica básica del pensamiento ilustrado era una ilimitada confianza

en la razón, la cual, según ellos, no podía ser sustituida ni por la autoridad, ni por la tradición, ni por la

revelación, y todo aquello que la razón no pudiera aceptar debía ser rechazado como engaño o superstición.

En resumen, los ilustrados creían que los hombres, conducidos por su inteligencia, podrían alcanzar el

conocimiento, que constituía la base de la felicidad. Por ello eran firmes partidarios de la educación y del

progreso, es decir, del enriquecimiento del saber y de la progresiva mejora de las condiciones de vida de los

seres humanos.

Los monarcas absolutistas, entre ellos los Borbones españoles, promovieron el desarrollo científico y cultural,

conscientes de que el progreso y la racionalización ilustradas podrían revertir en sus propios intereses, pero

siempre que no atentaran contra la monarquía absoluta. A esto es a lo que se conoce como la etapa del

despotismo ilustrado, cuyo mejor representante en España es, posiblemente, Carlos III, quien para la

aplicación de su programa de reformas tendentes a la modernización y racionalización del Estado contó con

una serie de colaboradores ilustrados como Pedro Rodríguez de Campomanes, el conde de Floridablanca, el

conde de Aranda, Pablo de Olavide, Francisco Cabarrús o Gaspar Melchor de Jovellanos.

Sin embargo, lo que no tuvieron en cuenta estos monarcas es que, por una parte, la aplicación de estas

medidas atacaba directamente a los privilegios seculares de la nobleza y del clero, al tiempo que también el

uso de la razón conducía a cuestionar la propia organización social vigente y el poder absoluto del monarca.

Como atestiguará el propio Goya, el Sueño de la razón produce monstruos (10), aludiendo precisamente al

veneno que las nuevas ideas ilustradas insertarán en el caduco sistema del Antiguo Régimen. La revolución

americana primero y la francesa después, con sus respectivas constituciones y declaraciones de derechos,

señalaron el camino a seguir a un pueblo hambriento y, sobre todo, a una burguesía enriquecida que

codiciaba el poder político. Sus aspiraciones y anhelos verán la luz con la promulgación de la Constitución de

Cádiz.

1. ¿Cuáles eran los diferentes estamentos de la sociedad del Antiguo Régimen? Comenta

brevemente sus características más importantes.

2. ¿Qué factores permitieron el crecimiento económico de Cádiz?

3. ¿Qué defendían los ilustrados?

4. Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué.

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LA MALDITA GUERRA DE ESPAÑA

La Guerra de la Independencia para los españoles (1808-1814), fue denominada por los ingleses Guerra

peninsular y por el propio Napoleón como Maldita guerra de España.

-¿Por qué se llegó a la guerra?:

.Tratado de Fontainebleau (octubre de 1807):

-La España de Carlos IV y de Godoy firma con la Francia de Napoleón la invasión y reparto de Portugal,

aliado de Inglaterra (que estaba en guerra con Francia).

-Napoleón aprovecha el permiso de entrada del ejército francés en España, camino de Portugal, para invadir

la Península.

.Motín de Aranjuez (19-3-1808):

-La decisión de trasladar la corte a Sevilla ante la invasión francesa provocó una revuelta contra Carlos IV y

su favorito Manuel Godoy, apoyada por el príncipe de Asturias.

-La revuelta obligó a Carlos IV a destituir a Godoy y a abdicar a favor de su hijo Fernando VII.

-El 23 de marzo el mariscal francés Murat entra en Madrid.

.Entrevista de Bayona (abril de 1808):

-Napoleón logró la renuncia de Fernando VII y la abdicación de Carlos IV, que fueron retenidos en Francia.

-Napoleón nombró a su hermano José Bonaparte rey de España y de las Américas.

* Los españoles se rebelan contra la invasión napoleónica y la imposición de José Bonaparte como rey de España.

Los españoles entran en escena (la nación entera en armas)

-La insurrección popular (Madrid, 2 de mayo de 1808), ante la salida de los últimos miembros de la familia real

hacia Francia, se extiende por todo el país (Carga de los mamelucos en la Puerta del Sol el 2 de mayo de 1808,

Goya).

-La guarnición francesa aplastará brutalmente la revuelta en la capital (Fusilamientos del 3 de mayo en la

Moncloa, Goya).

-La Junta Suprema Central organiza la resistencia:

-Se forman Juntas Supremas en cada territorio que apelan a la soberanía nacional y a la voluntad del pueblo.

7

-Las Juntas declaran la guerra a Francia y piden ayuda a Gran Bretaña.

-Una Junta Suprema Central, dirigida por Floridablanca, gobernará en nombre de Fernando VII, organizará

la defensa del país y convocará unas Cortes Constituyentes.

-Las ciudades se resisten a la ocupación (Zaragoza, Gerona...):

-Zaragoza (14 de junio) resiste en principio bajo la dirección del general Palafox. En dicho sitio destaca

Agustina de Aragón.

-Gerona resiste bajo la dirección del general Álvarez de Castro

-El pueblo se lanza a una guerra de guerrillas

-La guerrilla es una nueva táctica y una nueva agrupación de combate, que no sustituye la acción de ejércitos

regulares pero que los complementa eficazmente.

-Los hombres que mandan Espoz y Mina, el Cura Merino, el Empecinado y tantos otros guerrilleros llegan a

ser la viva representación del pueblo alzado por su independencia.

-El Ejército napoleónico sufre la 1ª gran derrota en Europa (Bailén, 19 de julio de 1808)

-Por desgracia suya y nuestra, Napoleón no sabía nada de los españoles; su reacción le dejó sorprendido y

desorientado; mil veces maldijo su ocurrencia no por arrepentimiento, sino por haber sido la causa de su

caída, como confesó en su destierro de Santa Elena. Pensaba que los ciento cincuenta mil hombres que había

metido arteramente en España, aparentando que se dirigían a Portugal, serían más que suficientes para

reprimir cualquier resistencia; no fue así, en Bailén capituló un ejército de veinte mil hombres, hecho sin

precedentes que causó una impresión inmensa en Europa (A. Domínguez Ortiz, “España. Tres milenios de

Historia”)

-Los franceses se repliegan hacia el Norte y José I tiene que abandonar la capital.

-Gran Bretaña decide enviar un ejército a la Península.

Llega Napoleón al frente de la Grande Armée

-El 4 de diciembre de 1808 Napoleón entra en Madrid.

-José I vuelve a la capital a principios de 1809, pero “el intruso” ayudado por los afrancesados tendrá poca

capacidad de maniobra.

-Los franceses controlarán toda la península entre 1809 y 1812, a excepción de Cádiz...

Las guerrillas impiden a los franceses el control efectivo del territorio

-En la Península llegaron a combatir más de trescientos mil hombres, los mejores que tenía Napoleón; no

todos franceses, había muchos polacos, italianos y de otras nacionalidades, sin contar los mamelucos que

pintó Goya

-Las cuatro quintas partes de los soldados franceses estaban amenazados por las guerrillas: Era un tipo de

guerra nuevo, una guerra de desgaste que después ha servido de modelo a otras muchas; las guerrillas eran

partidas de cien, quinientos e incluso mil hombres. Sus armas eran la movilidad, el conocimiento del terreno y

la complicidad de la población civil. (Domínguez Ortiz)

Ofensiva hispano-luso-inglesa (1812-1813)

-Coincidiendo con la campaña de Napoleón en Rusia y la retirada de efectivos militares, la ofensiva española,

que cuenta con la ayuda luso-inglesa al mando del general Wellington, obligará a los franceses a irse retirando

progresivamente hacia la frontera pirenaica, tras ser derrotados en las batallas de Arapiles, Vitoria y San

Marcial (mapa).

-La adhesión espontánea y popular de guerrilleros y jóvenes fue una constante en el caminar del ejército de

Wellington por nuestras tierras.

-En el campo de batalla, la suerte de la guerra comenzó a decantarse para las tropas anglo-españolas tras la

victoria en la batalla de Arapiles (1812), tras la cual Wellington se lanzó hacia Madrid y consiguió tomarla a

finales de año. En 1813 incluso estuvo a punto de capturar a José Bonaparte en la batalla de Vitoria, con la

que se puso fin a la ocupación francesa de la península y comenzó la restauración de Fernando VII.

-Los franceses cruzan los Pirineos y Napoleón reconoce a Fernando VII rey de España y de las Indias

(Valençay, diciembre de 1813).

La barbarie francesa y la española

• Las fuerzas francesas entraron en Medina de Rioseco y se entregaron al más horroroso pillaje,

asesinando a los hombres, violando a las mujeres y a las niñas, no respetando ni a las monjas de un convento

que fueron violadas y colgadas de los árboles del convento, mientras que otros religiosos de un monasterio

cercano fueron degollados. Los franceses se comportaron durante la invasión como un ejército de salvajes

irracionales, sin ningún comportamiento humano (David Odalric).

8

• La respuesta española a la barbarie francesa era igual o peor; el “ojo por ojo” se devolvió hasta el

último extremo. Por ejemplo: Una partida de guerrilleros entró en Villafranca en 1810. Los guerrilleros

capturaron a un destacamento de Granaderos acuartelados en el pueblo, bajo el mando del capitán Phillip

Esclavier. Junto a los franceses había una mujer, que cometió el fatal error de casarse con el oficial. A los

presos les llevaron hasta la plaza, a la mujer la desnudaron y le dieron de palos, la torturaron y le cortaron los

pechos, la metieron en una jaula para que se desangrara hasta morir. A los franceses les cortaron la cabeza y

la empalaron a la entrada del pueblo (David Odalric).

El dolor de Napoleón frente al dolor de los españoles

“Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las

circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa,

complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses... esta maldita guerra me ha perdido

“(Napoleón en Santa Elena)

Consecuencias para los españoles

Las consecuencias materiales de la guerra fueron desastrosas para España. A la gran cantidad de

muertos y el asolamiento de pueblos y ciudades se unieron la rapiña de muchos franceses y también de los

ingleses, cuya deslealtad puede verse ejemplificada en el bombardeo, ordenado por Wellington, de la industria

textil de Béjar que era competidora de la inglesa o en la destrucción de la Real Fábrica de Porcelana del Buen

Retiro en Madrid cuando ya los franceses habían evacuado la ciudad.

-Demográficas: perdida de más de 500.000 habitantes

-Económicas:

.Destrucción de cientos de miles de viviendas.

.Destrucción de infraestructuras: puentes, carreteras...

.Destrucción de parte de la industria y de la agricultura.

.Bancarrota del Estado.

-Culturales: Perdida de una parte importante del patrimonio cultural.

-Sociales: ruptura de la sociedad española en patriotas (rechazan al rey impuesto) y afrancesados (unos 12.000

saldrán de España tras la guerra.

-Políticas:

.España, que ha perdido su poderío naval, pasa a ser una potencia de 2º orden, que será excluida de los

grandes temas tratados en el Congreso de Viena.

.Se pone en marcha el proceso que llevará a la independencia de Hispanoamérica.

¿Surgió algo positivo de la guerra?

-Se fraguó la identidad española.

-Se abrieron las puertas al constitucionalismo.

1. El 2 de mayo de 1808 tiene lugar una insurrección popular que pone en marcha la Guerra

de la Independencia. ¿Contra qué se rebelan los españoles?

2. La Guerra de la Independencia es en parte una guerra de guerrillas. Señala el nombre y el

origen de los 3 jefes guerrilleros más conocidos. ¿Qué eran las guerrillas?

3. ¿Qué documento esencial, para el fin del Antiguo Régimen, surge de las Cortes reunidas en

la única ciudad española que se mantuvo libre de la ocupación francesa durante la Guerra

de la Independencia?

4. Durante la Guerra de la Independencia España formará parte de la Europa napoleónica.

¿Quién es el rey de España durante ese periodo? ¿En qué dos grupos se divide la sociedad

española de la época?

5. Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué.

9

GÉNESIS DE LA CONSTITUCIÓN

CONVOCATORIA A CORTES.

Las abdicaciones de Bayona habían creado un vacío de autoridad en la España ocupada. Pese a que los

Borbones habían ordenado a las autoridades que se obedeciera al nuevo rey José I, muchos españoles se

negaron a hacerlo por verlo como ilegítimo. Para llenar este vacío y organizar la espontánea insurrección

contra los franceses se organizaron Juntas Provinciales que asumieron la soberanía.

Las Juntas Provinciales sintieron desde un principio la necesidad de coordinarse, por lo que se constituye en

septiembre de 1808 la Junta Central que en ausencia del rey legítimo, asumió la totalidad de los poderes

soberanos y se estableció como máximo órgano de gobierno. Fruto de esta nueva situación se convocó la

reunión a Cortes extraordinarias en Cádiz.

La junta Central cedió el poder a un Consejo de Regencia compuesto por cinco miembros de tendencia

conservadora: el obispo de Orense, Saavedra, Castaños, Escaño y Lardizábal. Esta hecho no paralizó la

convocatoria a Cortes. Muchas provincias ocupadas por los franceses no pudieron enviar representantes así

como algunos territorios de ultramar por lo que buscaron suplentes en Cádiz entre descendientes de sus

provincias.

TENDENCIAS POLÍTICAS Y DIPUTADOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ.

Los ciento ochenta y cuatro diputados que juraron la constitución representaban a todas las regiones

españolas y territorios de ultramar. Se reunieron por primera vez el 24 de septiembre de 1810 en la isla de

León en una asamblea constituyente en vez de las tradicionales cortes estamentales.

Estos diputados estaban agrupados en tres grupos muy marcados:

-Liberales, partidarios de la soberanía nacional, querían aprobar una constitución siguiendo el

modelo francés.

-Serviles, absolutistas que defendían la soberanía real y la vuelta al Antiguo Régimen.

-Americanos, autonomistas e independientes que forman grupo aparte. Están infrarrepresentados, el

tema americano no se supo abordar al estar inmersos en el proceso de independencia.

La mayoría de los diputados eran eclesiásticos, representantes de la burguesía como abogados, funcionarios,

profesores, comerciantes, profesiones liberales, también militares y nobles.

Estos diputados y el ambiente revolucionario y patriótico de la cosmopolita ciudad de Cádiz propiciaron que

el ideario liberal pudiera concretarse en la legislación aprobada. Destacaron: Diego Muñoz Torrero, José Mª

Queipo de Llano (conde de Toreno), José Canga, Agustín Argüelles, José Mejía Lequerica, Blas Ostolaza, etc.

10

CONTENIDO DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812.

La primera constitución española se promulgó el 19 de marzo de 1812, el día de San José, por este motivo se

la conoce como "la Pepa".

La constitución se compone de un discurso preliminar, 10 títulos y 384 artículos, que establecen la forma del

Estado, de gobierno y los derechos y deberes de los españoles.

En ella aparece la idea de nación española definida como el conjunto de todos los ciudadanos, sin distinción

entre los españoles de los dos hemisferios.

La nación unitaria se declara libre e independiente.

La forma de Estado será una monarquía en la persona de Fernando VII, pero parlamentaria o

constitucional.

Los principios fundamentales de la Constitución de 1812 son:

- Soberanía Nacional: el poder está en el pueblo a través de sus representantes.

- Derechos fundamentales del individuo:

- Libertad de expresión y prensa

- Igualdad ante la ley

- Derecho a la propiedad

-División de poderes:

-Legislativo- cortes unicamerales

-Ejecutivo- rey

-Judicial- tribunales de justicia

-Sufragio universal masculino indirecto:

-Los diputados se eligen por dos años

-Puede serlo cualquier español mayor de 25 años

-Renta anual proporcionada procedente de bienes propios

-Estado confesional

- La religión oficial y única será la católica

-Igualdad ante la ley:

-Todas las personas podrán acceder a cargo público

-Se valora el talento personal y no el nacimiento o título

-Obligación de pagar impuestos de forma proporcional

-Terminan los privilegios de la sociedad estamental

-Milicia nacional

- Cuerpo armado de voluntarios para defender la constitución.

-Derecho de los españoles a la enseñanza primaria pública y obligatoria.

-Supresión de la tortura.

Otros decretos socioeconómicos fueron la abolición de la mesta, inquisición, gremios, señoríos

jurisdiccionales, mayorazgos y la desamortización de los bienes comunales.

Los liberales gaditanos realizaron reformas para liquidar los fundamentos económico-jurídicos del Antiguo

Régimen y establecer un nuevo orden liberal en España.

Proyección internacional, influencia y divulgación de la Constitución de 1812.

La Constitución de Cádiz es fundamental en la historia de España, es la primera y se inspira en la

constitución francesa de 1791 pero es más avanzada y progresista porque acepta el sufragio universal y una

amplia garantía de derechos. Debemos analizar el texto con perspectiva histórica porque mantiene la

discriminación de la mujer, suspende los derechos ciudadanos a los sirvientes domésticos y mantiene la

esclavitud en los territorios de ultramar.

La guerra de la independencia no permitió llevar a la práctica lo legislado por las cortes y Fernando VII

derogó la constitución en marzo de 1914: " Declaro que mi real ánimo es no es solamente no jurar ni acceder

a dicha Constitución ni a decreto alguno de las Cortes Generales extraordinarias y ordinarias ahora abiertas

y declarar aquellos decretos nulos ahora y en tiempo alguno..."

En 1820 con el golpe de Riego se repuso la constitución y volvió a ser abolida en 1823. La Pepa fue una

referencia para el liberalismo posterior. La Constitución de 1837 fue el resultado de la necesidad de los

liberales en plena guerra carlista, pero pronto dio paso a la Constitución de 1845, directamente escrita por y

para los moderados. La Constitución de 1869 nació sin rey, y derivó también en fracaso político, pero en

torno a ella brilló de nuevo la nostalgia de 1812.. El sueño de la revolución gaditana será de nuevo enterrado

por la generación del 98, que dota al término revolución de una dimensión trascendente. El franquismo

nunca se acordó de 1812 sino de 1808. La épica de la guerra absorbió toda la memoria histórica. La

11

Constitución de 1812 es el punto de partida de una trayectoria constitucional llena de meandros y

desviaciones que conduce a 1978.

Su proyección internacional fue decisiva en otras constituciones de América del Sur y de Europa: Italia,

Portugal. Marcó un hito político en la época como referencia para otros países. Su idealización obedece a que

fue la 1ª constitución que tuvo influencia fuera de nuestras fronteras.

En su divulgación la prensa jugó un papel muy importante porque iba narrando día a día todos los debates

de las cortes y se leían en voz alta, además se hicieron tres tipos de ediciones: en folio, tipo holandesa y

tamaño faltriquera.

Se establece también que se ponga en las fachadas de las iglesias artículos para que la gente vea y reconozca

la importancia de la constitución como algo fundamental para la Nación, como un marco legal distinto al

que existía con la monarquía absoluta.

Galdós dedicó uno de sus episodios nacionales a Cádiz, donde reproduce el himno de un coro en la procesión

gaditana: " Del tiempo borrascoso que España está sufriendo va el horizonte viendo alguna claridad. La

aurora son las Cortes que con sabios vocales remediarán los males dándonos libertad, respira España y cobra

la perdida alegría que ya se acerca el día de tu felicidad ".

1. Los diputados de Cádiz estaban agrupados en tres tendencias políticas. Cítalas.

2. En la Constitución de 1812 aparece la idea de nación española. Defínela.

3. ¿Se articulan los derechos de la mujer en dicha Constitución?

4. En qué año y por qué motivo se repone “la Pepa” y hasta cuándo está en vigor?

5. Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por

qué.

12

EL ESPÍRITU Y LA LETRA

Título 1º

Art. 1. La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios.

Art. 2. La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni

persona.

Art. 3. La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el

derecho de establecer sus leyes fundamentales.

13

Título 2º

Art. 13. El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es

otro que el bienestar de los individuos que la componen.

Título 3º

Art. 34. Para la elección de los diputados de Cortes se celebrarán juntas electorales de parroquia, de partido

y de provincia.

Título 4º

Art. 168. La persona del Rey es sagrada e inviolable, y no está sujeta a responsabilidad.

Título 5º

Art. 244. Las leyes señalarán el orden y las formalidades del proceso, que serán uniformes en todos los

tribunales; y ni las Cortes ni el Rey podrán dispensarías.

Título 6º

Art. 317. Para ser alcalde, regidor o procurador síndico, además de ser ciudadano en el ejercicio de sus

derechos, se requiere ser mayor de veinticinco años, con cinco a lo menos de vecindad y residencia en el

pueblo. Las leyes determinarán las demás calidades que han de tener estos empleados.

Título 7º

Art. 339. Las contribuciones se repartirán entre todos los españoles con proporción a sus facultades, sin

excepción ni privilegio alguno.

Título 8º

Art. 362. Habrá en cada provincia cuerpos de milicias nacionales, compuestos de habitantes de cada una de

ellas, con proporción a su población y circunstancias.

Título 9º

Art. 366. En todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se

enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también

una breve exposición de las obligaciones civiles.

Título 10º

Art. 373. Todo español tiene derecho a representar a las Cortes o al Rey para reclamar la observancia de la

Constitución.

1. ¿Cómo interpretas el artículo 2 de la Constitución de 1812?

2. ¿Cuál es, según la Constitución del 12 la finalidad del poder ejecutivo?

3. ¿Qué significa que la figura del rey no esté sujeta a responsabilidad?

4. ¿Cómo debe ser el proceso en la administración de justicia?

5. ¿Cuál era el fin de la enseñanza?

6. Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué.

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EL REGRESO DE “EL DESEADO”

EL TRATADO DE VALENÇAY

Tras la Guerra de la Independencia (1808-1814) y con la derrota de los ejércitos napoleónicos y la

expulsión de José Bonaparte, el 11 de diciembre de 1813, se reúnen el conde La Forest, en representación de

Napoleón y el duque de San Carlos, en nombre de Fernando, para firmar el Tratado de Valencia. Un tratado

de Paz y amistad por el que S.M. el emperador de los franceses reconocía el retorno al trono a don Fernando

VII y sus sucesores como rey de España y de las Indias, de acuerdo a la situación anterior a la guerra. Del

mismo modo, se establecía el fin de las hostilidades, un acuerdo comercial entre ambas potencias, el pago por

parte de Fernando VII de una pensión a sus padres, Carlos IV y María Luisa de Parma de treinta millones de

reales anuales, etc.

Este Tratado es fruto de varios factores, por un lado, es consecuencia de las derrotas sufridas en la

Guerra de la Independencia, y especialmente, del deterioro progresivo del ejército francés y de la moral de los

soldados por el continuo acoso de la guerrilla, y por otro lado, el emperador Napoleón, se vio presionado a

claudicar, ante las presión sufrida por la guerra centroeuropea, viéndose forzado a dejar en libertad a

Fernando VII a cambio de la paz entre los dos países.

EL MANIFIESTO DE LOS PERSAS Y EL GOLPE DE ESTADO

Las Cortes se trasladan a Madrid y dicen que para aceptar a Fernando VII como rey, éste debe jurar

la Constitución de 1812.

En marzo de 1814, Fernando VII decidió regresar a España, y en lugar de trasladarse a Madrid,

como las Cortes le habían indicado, prefirió desviarse, primero a Zaragoza (para rendir voto a la Virgen del

Pilar) y más tarde a Valencia. Es aquí donde recibe el Manifiesto de los Persas. Dicho documento, fue

elaborado el 2 de abril de 1814 y redactado por sesenta y nueve diputados absolutistas que ante el

descontento de la situación política española por el exilio de Fernando entregan al rey esta carta a su llegada

a Valencia el 16 de abril, tras unos años de exilio en Valencia.

El objetivo del manifiesto no era sólo la reinstauración del absolutismo, sino que partiendo de la

tradición de la política española, proponían reformas políticas, administrativas y sociales.

El 17 de abril de 1814, el general Elío invitó al monarca a recobrar sus derechos, poniendo sus tropas

a disposición del monarca y llevando a cabo el que es probablemente el primer pronunciamiento de la

historia de España. El Golpe de Estado había sido posible gracias al apoyo recibido por el Rey de parte del

ejército, de la nobleza y del clero reaccionario y, también, de un pueblo llano que creyó firmemente en la

voluntad real, y que por tanto apoyó las medidas reaccionarias al grito de ¡Viva el Rey!¡Muera la

Constitución!

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EL REGRESO DE “EL DESEADO”

El 4 de mayo de 1814, se publica el Decreto de la Restauración del Absolutismo. Dicho documento

fue expedido en Valencia, con el cual el Monarca derogaba la Constitución de 1812 y todos los Decretos

aprobados por las Cortes de Cádiz. Las Cortes, a juicio del «deseado», le habían despojado de su soberanía

desde el mismo día de su instalación. El 5 de mayo de 1814, Fernando VII salió de Valencia y emprendió una

marcha triunfal hacia Madrid. El entusiasmo popular en Madrid ante el retorno del Deseado fue inmenso.

Con el inicio del nuevo reinado de Fernando VII, España volvía al Antiguo Régimen y volvió la

Monarquía Absolutista. Las primeras medidas del Rey se encaminaron a satisfacer las reclamaciones de

quienes apoyaban el golpe. Se eliminó la soberanía nacional y la institución que la representaba, las Cortes

constitucionales. También quedaron derogadas la Constitución de Cádiz y la legislación ordinaria. Se

anularon las medidas desamortizadoras, los inicios de reforma fiscal o la libertad de imprenta. Se

restituyeron los privilegios de la nobleza y de la Iglesia: jurisdicciones, señoríos, edificios, derechos,

mayorazgos, etc. Se restablecieron el Tribunal de la Inquisición y la Mesta, y se permitió incluso el retorno

de la Compañía de Jesús. De toda la obra constitucional de Cádiz sólo permaneció la abolición de la tortura

en el procedimiento judicial, lo que no impidió que en la práctica se siguiera utilizando.

EL CONTEXTO EUROPEO

El golpe de Estado de mayo de 1814 no era un hecho aislado, pues en Europa, la situación era

favorable para la vuelta al Antiguo Régimen. Las potencias vencedoras de Napoleón organizaron en el

Congreso de Viena 1815, donde participó España, un nuevo mapa europeo restableciendo el absolutismo. En

dicho Congreso se adoptó el principio de legitimidad, es decir, la restauración del orden legítimo anterior a la

revolución, así como el principio de intervención, según el cual, las potencias absolutistas, agrupadas en la

Santa Alianza, sofocarían cualquier intento revolucionario que tuviera lugar en cualquier país y que pusiera

en peligro el orden tradicional (el absolutismo). Así, reyes y privilegiados crean la alianza del trono y el altar

para la lucha contrarrevolucionaria.

Fernando VII cuenta con ese apoyo e iniciará una cruenta persecución de liberales, muchos fueron

detenidos o asesinados y otros marcharon al exilio a partir de 1814. Es en ese contexto en el que se inscribe la

involución política española y la primera represión política de la historia contemporánea española.

Los pronunciamientos fueron fracasando por falta de apoyo popular y militar, hasta el 1 de enero de 1820,

cuando Rafael de Riego logró sublevar el ejercito expedicionario que iba a embarcar para América y en

cabezas de San Juan proclamó su pronunciamiento, lo que para desgracia de los fernandinos, terminó con la

jura de Fernando VII de la constitución el Cádiz y el fin del absolutismo.

LAS POSTURAS ANTE EL REGRESO DE FERNANDO VII

Para los LIBERALES, su objetivo era que Fernando VII jurara la Constitución elaborada por las

Cortes de Cádiz. En principio dudaban de las intenciones del rey de aceptar la situación e hicieron lo posible

para que se desplazara directamente a Madrid, donde debía jurar la Constitución, pero antes de eso, el rey

paso por Valencia, ciudad donde recibió el Manifiesto de los Persas.

En el caso de los ILUSTRADOS, fue un sector que apoyó el retorno al absolutismo, bajo la confianza

de que Fernando VII emprendería un programa reformista, y sin llegar a los excesos revolucionarios. El

resto de los ilustrados, desengañados por el inmovilismo de la monarquía de Fernando VII, pasarán a formas

filas de los liberales.

Por último los ASOLUTISTAS, donde nobleza y clero veían en la vuelta del monarca la oportunidad

para regresar al Antiguo Régimen. Ya en la campaña electoral para las Cortes ordinarias, los grupos

absolutistas mostraron un mayor nivel de organización, con una activa intervención de los grupos

eclesiásticos en la movilización de la opinión. Estos sectores mostraron al rey su apoyo incondicional para la

restauración del absolutismo (“Manifiesto Persa”) y movilizaron al pueblo para que mostrase su apoyo al

monarca.

EL TRIENIO LIBERAL

1. ¿Cuándo se firma y en qué consistió el Tratado de Valençay?

2. ¿Por quiénes y cuándo fue redactado el Manifiesto de los Persas? ¿Qué supuso este

documento?

3. ¿Cuáles son los aspectos más relevantes del Decreto de Restauración establecido por

Fernando VII?

4. En relación al contexto europeo, ¿qué aspectos favorecieron el golpe de Estado y el

regreso de Fernando VII?

5. Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué.

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EL PRONUNCIAMIENTO DEL 1 DE ENERO DE 1820: SU PROTAGONISTA

El personaje que va a protagonizar el alzamiento será Rafael de Riego y Núñez. Se trata de un militar

español, miembro de la Guardia de Corps, que luchó contra los franceses en la Guerra de la Independencia

(1808-14). Será este conflicto el que marque decisivamente su carácter así como sus opiniones de tipo

político. Para entender su pensamiento es imprescindible conocer que las influencias ideológicas ligadas al

liberalismo revolucionario las adquirió en Francia donde fue trasladado como prisionero de guerra.

En 1819 los acontecimientos se van a suceder rápidamente. El Cuerpo Expedicionario de Ultramar estaba

acantonado en las provincias de Cádiz y Sevilla, en espera de ser trasladado a América. Su misión consistiría

en el restablecimiento del control colonial español frente a la insurrección de las provincias rebeldes. El 1 de

enero de 1820 fue la fecha elegida. Dirigida por el comandante Riego y apoyada por el coronel Quiroga la

operación de sublevación, a favor de la Constitución de 1812, se desarrolló en la localidad sevillana de

Cabezas de San Juan. Dicha operación logró levantar a unos 5.000 soldados, de un total de 20.000, con la

promesa de que no tendrían que embarcar para América. Rafael de Riego pronunció un discurso muy

importante que propició que muchos soldados se sumasen a dicha sublevación. Una de las frases más

importantes fue la siguiente: “Es de precisión para que España se salve que el rey Nuestro Señor jure la Ley

constitucional de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles. ¡Viva la

Constitución!”.

El golpe no triunfó pero tampoco fracasó. Riego recorrió Andalucía, sin apenas resistencia, al frente de una

columna de soldados con el objetivo de favorecer la sublevación. En los dos meses siguientes se sucedieron

diferentes enfrentamientos en los que no hubo más que un muerto. Será a partir de marzo cuando los

pronunciamientos se multipliquen y diferentes guarniciones se sublevarán en la periferia peninsular. El rey

Fernando VII, atemorizado, no quiso hacer frente a la situación y, en cierto modo se puso él mismo al frente

del cambio, aceptando la Constitución de 1812.

FERNANDO VII: EL JURAMENTO DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812

Al triunfar el pronunciamiento de Riego y el proceso revolucionario que dio paso al Trienio Liberal, el rey

Fernando VII intentó salvar el Trono acatando nuevamente la Constitución de Cádiz.

Ahora bien, el sometimiento de la monarquía a las nuevas leyes no impidió que desde un primer momento

utilizase todos los medios puestos a su disposición para que las reformas fracasasen.

Uno de los episodios más importantes que se desarrolló en este período fue el acto de juramento de la

Constitución de 1812. En él, Fernando VII, se comprometió a respetar y defender unas ideas contrarias a su

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forma de entender la forma de gobernar. Un acontecimiento histórico que denotó su falta de escrúpulos y

que derivaría en la utilización de todos los recursos puestos a su disposición para acabar con la propia

Constitución.

“… Españoles: vuestra gloria es la única que mi corazón ambiciona. Mi alma no apetece sino veros en torno de

mi Trono unidos, pacíficos y dichosos. Confiad, pues, en vuestro REY, que os habla con la efusion sincera que le

inspiran las circunstancias en que os hallais, y el sentimiento íntimo de los altos deberes que le impuso la

Providencia. Vuestra ventura desde hoy en adelante dependerá en gran parte de vosotros mismos. Guardaos de

dejaros seducir por falaces apariencias de un bien ideal, que frecuentemente impiden alcanzar el bien efectivo.

Evitad la exaltacion de pasiones, que suele transformar en enemigos á los que solo deben ser hermanos, acordes en

afectos como lo son en religion, idioma y costumbres. Repeled las pérfidas insinuaciones, halagueñamente

disfrazadas, de vuestros emulos. Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional;

y mostrando á la Europa un modelo de sabiduría, orden y perfecta moderacion en una crisis que en otras naciones

ha sido acompañada de lágrimas y desgracias, hagamos admirar y reverenciar el nombre Español, al mismo

tiempo que labramos para siglos nuestra felicidad y nuestra gloria. Palacio de Madrid 10 de Marzo de 1820.”

LOS LIBERALES MODERADOS: PRINCIPIOS Y GOBIERNO

Los liberales moderados tuvieron en la Ilustración su referente pero desde una óptica aristocratizante. Los

principales representantes de este grupo fueron: Argüelles, Istúriz, Martínez de la Rosa y Pérez Castro.

Todos ellos fueron selectivos en sus decisiones y guardaron las formas en sus actuaciones. Sus principios

fueron:

No renunciaron a las reformas, pero las plantearon con un desarrollo lento y pausado.

Para los moderados la monarquía es un aspecto fundamental y esencial.

La Constitución de 1812 es objeto de continuos debates. La mayoría de los integrantes de este grupo

fueron partidarios de una reformulación con la finalidad de eliminar de su articulado aquellos

epígrafes más polémicos.

La libertad es un bien básico, fundamental, para los moderados que no coincidieron en este sentido

con los exaltados en la primacía de este principio.

Sus discursos no se dirigieron a todos los sectores de la población sino que se centraron en los grupos

selectos. Fueron las élites de la sociedad y las personas cultas sus referentes desde esta perspectiva.

Los moderados gobernaron hasta el verano de 1822, siempre con la oposición de los grupos exaltados, con

unos resultados bastante notables, como la disolución de los mayorazgos. En julio de 1822 se desarrolló un

intento de sublevación de la Guardia Real, encabezado por su comandante el general Luis Fernández de

Córdoba. El fracaso de la intentona desacreditó al conjunto del movimiento moderado y la consecuencia más

inmediata fue la dimisión del gobierno encabezado por Martínez de la Rosa y la ascensión de los exaltados al

poder.

LOS LIBERALES EXALTADOS: SUS FUNDAMENTOS

El grupo denominado como “exaltado” constituyó una pieza esencial dentro del movimiento liberal español.

Conceptos como heroísmo, sacrificio, sangre y revolución conformarían el vocabulario fundamental de

aquellos. Dentro de los exaltados nos encontraremos con personas de diferentes clases sociales por lo que

representaron a un amplio conjunto de la sociedad. Los principales representantes fueron: Riego, Quiroga,

San Miguel, Alcalá Galiano y Mendizábal. Su ideología podría resumirse en los siguientes apartados:

Los exaltados defendieron la implementación de las reformas con suma rapidez.

La idea básica que defendieron fue la de la soberanía nacional que para ellos estuvo identificada

como soberanía popular.

El lema de los exaltados “Constitución o muerte” refleja lo que suponía para ellos la Constitución de

1812: algo fundamental e irrenunciable.

La utilización de todo tipo de recursos en la defensa de sus ideas estuvo vinculada con una cierta

demagogia en los discursos que realizaron sus principales representantes.

Mientras que en 1820 el poder va a ser ocupado por los liberales moderados, los exaltados seguirán

defendiendo la revolución y coaccionarán al poder establecido. En este sentido el contrapoder que

ejercerán frente a los moderados se articulará desde las sociedades secretas vinculadas a la masonería, las

sociedades patrióticas, la Milicia Nacional y desde la prensa. Es desde ésta última, la prensa, donde los

exaltados realizaron una crítica feroz a las políticas desarrolladas en España.

Las presiones que ejercieron los exaltados comenzaron a fructificar con el nombramiento en cargos de

cierta importancia de personas defensoras de éstas ideas. No obstante, será a partir del verano de 1822

cuando asciendan definitivamente al poder. Las conspiraciones y divisiones entre ellos así como las

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insurrecciones realistas por diversos puntos del territorio nacional, derivaron en una carencia de

directrices gubernamentales.

LA REACCIÓN REALISTA: SERVILES Y ABSOLUTISTAS

Desde 1821 se van a ir sucediendo diversos intentos de insurrección por parte de los grupos contrarios al

liberalismo. Dentro de este grupo se encontraron los serviles es decir, diputados de las Cortes de Cádiz

partidarios de la vuelta al Antiguo Régimen. Aunque la mayoría de los realistas acataron las modificaciones

introducidas a nivel político desde 1820 por la actitud “colaboracionista” que adoptó el monarca, muchos

grupúsculos comenzaron a desarrollar acciones violentas contra la situación imperante.

Si en un principio las acciones guerrilleras fueron más bien aisladas y no inquietaron al régimen liberal, desde

comienzos de 1821 éstas adquirieron una mayor importancia. Consiguieron dominar una parte del territorio

nacional y en agosto de 1821 se estableció una regencia en la Seo de Urgel. Su pretensión fue establecer un

poder legítimo frente al revolucionario de los liberales. Los integrantes de la misma fueron Bernardo de

Mozo Rosales (uno de los redactores del Manifiesto de los Persas), el arzobispo de Tarragona, Creux (que fue

diputado en las Cortes de Cádiz) y el Barón de Eroles.

Las principales ideas que se proclamaron fueron:

Las indicaciones de la regencia debían ser obedecidas.

El rey Fernando VII volvería a reinar con un poder absoluto.

Las órdenes del monarca carecían de validez puesto que no se encontraba en “libertad”.

Respeto de los fueros territoriales y convocatoria de unas Cortes estamentales.

Los defensores del fin del liberalismo y la vuelta a un mayor poder por parte del rey cometieron el error de

creer que podían enfrentarse a los liberales en una guerra convencional. Las tropas del general Espoz y Mina

pusieron fin a esta situación. El improvisado ejército realista, carente de oficialidad y casi sin armas no pudo

hacer frente a las tropas regulares. A finales de 1822 la Regencia tuvo que refugiarse en Francia, y desde

entonces el referente de los realistas fue el general Eguía, un realista de la línea dura, que presidió una Junta

que se localizó en Bayona.

Ante estos acontecimientos la guerrilla no cesó en sus actuaciones por diversos puntos del territorio nacional.

En 1822 la Guardia Real, en Madrid, protagonizó un intento de sublevación que fue sofocado gracias a la

intervención de las milicias urbanas. También en la primavera de 1823 las fuerzas absolutistas estuvieron a

punto de apoderarse de Valencia. No obstante, los enfrentamientos entre liberales y absolutistas continuaron

sin un final definitivo. Ante esta situación, fue la actuación de fuerzas militares extranjeras la que decantó

finalmente la contienda.

1. ¿En qué fecha se desarrolló el pronunciamiento de Rafael de Riego?

2. Elige una frase que resuma la jura de la Constitución por parte de Fernando VII.

3. Explica las diferencias entre los liberales moderados y exaltados.

4. ¿Quiénes se opusieron a las ideas liberales? ¿Qué se desarrolló en la Seu de Urgel?

5. Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué.

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LA DÉCADA OMINOSA

LA REPOSICIÓN ABSOLUTISTA

El 7 de abril de 1823, con la aprobación de las potencias que forman la Santa Alianza según lo

acordado en el Congreso de Verona de 1822 (Italia), comienza la invasión de un ejército francés, “Los Cien

Mil Hijos de San Luis”, que al mando de Luis Antonio de Borbón, duque de Angulema y primo del rey

Fernando VII, al que se agregan realistas españoles contrarios al régimen constitucional en un

autoproclamado “Ejército de la Fe”, tiene como objetivo la liberación de Fernando VII “cautivo” del

gobierno constitucional y su reposición como rey absoluto.

Esta intervención pone fin a la primera experiencia de gobierno Constitucional habida en España,

conocida como el “Trienio Liberal”. La expedición francesa que encuentra mas adhesión y entusiasmo que

resistencia, siendo vista mas como liberadora que como invasora ( en contra de lo que se esperaba por parte

de los partidarios del régimen constitucional), llega a Cádiz donde el Gobierno liberal se había refugiado,

librando a Fernando VII (1-10-1823), que es repuesto como monarca absoluto.

Estos hechos marcan el inicio de la última etapa del reinado de Fernando VII, bautizada por la

Historia como “La Década Ominosa” por tener una duración de 10 años (1823-1833) y suponer la vuelta al

mas reaccionario de los absolutismos acompañado de una de una cruel y atroz represión de todo lo liberal y

constitucional, y no solo contra las personas sino también contra toda institución o símbolo que pudiera

recordar siquiera la etapa anterior. De hecho una de las primeras actuaciones de Fernando VII, al día

siguiente de su “liberación, es la promulgación de un decreto aboliendo la Constitución de Cádiz y su régimen

constitucional y otra muestra de este afán represor es la orden de destruir el monumento que se había erigido

años antes en Cádiz en conmemoración a las Cortes de 1812 sobre los restos del muro de San Felipe Neri.

LA REPRESIÓN Y LOS PRONUNCIAMIENTOS

Fernando VII, tras su restablecimiento como monarca absoluto y en real decreto, declara que desde

el 7 de marzo de 1820 había carecido de libertad y que había sido obligado a sancionar leyes y expedir

decretos en contra de su voluntad, considerando “nulos y de ningún valor los actos del gobierno llamado

constitucional, de cualquier clase y condición que sean…”, incluso antes de regresar a Madrid hace llegar al

gobierno (presidido por el marqués de Casa-Irujo) precisas instrucciones o “bases” para proceder a una

drástica depuración antiliberal. En efecto, los años siguientes estuvieron acompañados de una dura

represión, mas severa que la del sexenio (de ahí el calificativo de “ominosa” aplicado a esta etapa), que con

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el devenir de los acontecimientos, no solo va a aplicarse contra los liberales sino también, aunque en menor

medida, contra ultrabsolutas radicales, pues no solo hubo conspiraciones liberales, también las hubo de

ultrarrealistas.

Esta actuación fue tan brutal y continuada que se estima que a lo largo de la década mas de 80.000

personas fueron objeto de algún tipo de depuración, desde cargos y personajes notables y representativos de la

política del Trienio como Rafael Riego (ahorcado en la plaza de la Cebada de Madrid el 7 de noviembre de

1823), pasando por el ejército, sobre el que se decreta su disolución y la depuración de mandos como: José

Martín Diez “El empecinado” (ahorcado en Roa el 20 de agosto de 1825 por su apoyo al pronunciamiento

liberal), empleados de la Administración (Tribunales y Audiencias, Chancillerías, Secretarias,…),

profesionales de la docencia universitaria y de las escuelas como Cayetano Ripoll maestro de Ruzafa

(Valencia), hasta personas de clases populares por haber manifestado opiniones a favor de la obra

constitucional, como sucedió con Mariana Pineda, que acusada de mandar bordar una bandera morada con el

lema “Ley, Libertad e Igualdad” fue ejecutada al garrote vil en Granada el 26 de mayo de 1831.

Acorde con las “bases” e instrucciones dadas por el monarca se creó, al efecto, todo un aparato represor

formado por las “Juntas de Depuración" para la depuración civil, las “Comisiones militares” para delitos

políticos y depuración del ejército, los “Voluntarios realistas” para vigilar y combatir las conspiraciones e

intentos revolucionarios, incluso algunos obispos (Valencia y Orihuela), descontentos por la no

reimplantación de la Inquisición, crearon las denominadas “Juntas de Fe”, para velar por la ortodoxia

religiosa aunque fueron pronto ilegalizadas.

La naturaleza política del Régimen que, durante esta década, se nueve entre un tímido reformismo

con guiños al liberalismo y bruscos virajes hacia el absolutismo, no contenta ni a absolutistas ni a liberales

(“mula blanca, mula negra” como expresaba el propio monarca), surgiendo una variada oposición que va a

someter al régimen a numerosos sobresaltos, tanto desde las filas liberales con desde las mas ultrarrealistas.

De entre las conspiraciones e intentonas realistas apuntamos la del mariscal de campo Joaquín Capape en

mayo de 1824, en respuesta a una muy limitada amnistía proliberal forzada por la presión de los aliados. La

sublevación del también mariscal de campo Jorge Bessieres con un pronunciamiento absolutista ante cuyo

fracaso es fusilado con algunos otros cabecillas, el 26 de agosto de 1825. También hubo conspiraciones

realistas en Granada, Tortosa y Zaragoza, pero posiblemente la mas preocupante es la sublevación realista

ocurrida en Cataluña conocida como la de los “agraviados” o “malcontents”, en 1827, para cuya

pacificación fue necesario que Fernando VII viajase a Cataluña, donde para mediar concede indultos y

medidas económicas favorables.

También por el bando de los liberales menudearon las conspiraciones e intentonas, muchas urdidas

desde el exterior por los exiliados liberales como, la toma de Tarifa en por el coronel Francisco Valdés, el

desembarco en Almería de Pablo Iglesias (1824), el desembarco de los hermanos Antonio y Juan Fernández

Bazán en Guardamar (Alicante) en 1826, la llamada “conspiración de los moderados” dirigida por Espoz y

Mina desde Francia también en 1826, los intentos habidos en 1830 cuando desde el sur de Francia, a través

de la frontera, se hacen incursiones en Navarra (Valdés, Mina, Chapalangarra, coronel de Pablos) y Cataluña

(Milans, Brunet), el desembarco del general Jose Maria Torrijos (ministro de la guerra durante el Trienio

liberal) en las costas de Málaga en 1831, que termino con el fusilamiento de parte de la expedición el 11 de

diciembre o el pronunciamiento de Antonio Rodríguez en Orense a favor de la constitución.

LOS GOBIERNOS DE LA DÉCADA

Repuesto Fernando VII como monarca absoluto y ya de vuelta en Madrid (diciembre de 1823), tras

la anulación del régimen constitucional mediante decreto pone en marcha, con el apoyo de los mas leales

ultraabsolutistas, el restablecimiento del orden político e institucional “legitimista”, anterior al 9 de marzo

de 1820, cuando fue interrumpido por la forzada jura que de la Constitución de 1812 tuvo que hacer el

monarca.

La evolución política de la Década Ominosa (1823 – 1833) nos permite distinguir tres grandes etapas:

La primera, desde abril de 1823, se inicia la intervención de la Santa Alianza con los “Cien mil hijos de San

Luis” y el monarca aún retenido por las Cortes Constitucionales, hasta diciembre de 1823, cuando el rey

regresa a Madrid. En las zonas “liberadas” por el ejército francés y al margen del gobierno constitucional

refugiado en Cádiz, se constituye en nombre del “legítimo” rey y a la espera de su liberación (abril - mayo de

1823) un gobierno provisional legitimista, denominado Junta Provisional de Gobierno de España e Indias,

presidido Nazario Eguía desde Oyarzun (Guipúzcoa). Mas tarde, cuando las tropas invasoras entran en

Madrid, es sustituido por una Regencia, también provisional, creada por el propio Duque de Angulema y

presidida por el Duque del Infantado, Pedro Alcántara de Toledo, que se mantendrá como defensora del

absolutismo hasta la vuelta del rey, poniendo en marcha una dura y estricta depuración y represión contra

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todo aquello suponga el mas leve liberalismo. Desgraciadamente será una constante, en mayor o menor

medida, hasta el final del reinado de Fernando VII.

La segunda va desde diciembre de 1823, con el regreso del rey a Madrid, hasta agosto de 1826,

cuando las recomendaciones dadas por el propio duque de Angulema para que suavice y controle la represión

e intransigencia política contra los liberales, e incluso las del propio Rey de Francia, Luis XVIII y hasta las

de la propia Santa Alianza, que pide moderación por temor a que los excesos represores provoquen el

estallido de una nueva revolución, fuerzan al monarca a remodelar el gobierno. Este toque de atención va a

suponer un pequeño giro hacia posturas y gobiernos mas reformistas (cese como ministro de Estado del ultra

absolutista y antiliberal Víctor Damián Sáez), que sin dejar de ser claramente absolutistas, se muestran

dispuestos a introducir tímidas reformas, obligados por las circunstancias que aconsejan modificar el viejo

orden político que por sus convicciones políticas, aunque siempre van a tener enfrente a los sectores mas

integristas del absolutismo (Eguía, Calamorde,…).

Todo se va a desarrollar bajo la personal y directa supervisión real, que nombra o cesa ministros y

gobiernos sin fiarse mucho de ninguno los dos sectores, formando gobiernos donde se amalgaman

representantes de ambas facciones, pero siempre con políticas claramente absolutistas donde la mas leve

proclividad liberal del sector de los moderados es rápidamente neutralizada, al igual que lo son las

propuestas de los ultramontanos por parte de los absolutistas mas moderados. Esta estrategia conlleva, en

ocasiones, de una rápida sucesión de gobiernos mas o menos absolutistas o reformistas contrapesados entre

ambas tendencias (Carlos Martínez de Irujo -Marques Casa Irujo-, Narciso Heredia y Bejines – Duque de

Ofalia-, Francisco Cea Bermúdez, Pedro Alcántara de Toledo - Duque del Infantado-).

Esta forma de gobernar, cuyo fin era mantener como orden “legítimo” un trasnochado y agónico

absolutismo monárquico, es inviable, no contentando ni a los mas absolutistas ni a los reformistas y por

supuesto a los liberales, que siguen siendo objeto de una feroz represión, tachada de meliflua por los sectores

mas intransigentes, que cada vez se sienten mas “agraviados” por la política de Fernando VII.

La tercera va desde 1826 hasta la muerte del rey en 1833, con los gobiernos de González Salmón,

Duque del Infantado y Cea Bermúdez, en la que se asiste a una progresiva crisis política del absolutismo

cuya inviabilidad supondrá su sustitución por un nuevo orden político liberal-moderado. Durante esta etapa,

y en un último intento de mantenerse, el régimen absolutista opta por un tímido reformismo político mas

obligado por las circunstancias que por su voluntad. La crisis portuguesa de 1826, la marcha de las tropas de

la Santa Alianza en 1828 y sobre todo la revolución parisina de 1830 que supone el cambio político en

Francia y la quiebra del sistema de la Europa de los Congresos, hacen ver que en caso de insurrección liberal,

no será posible una segunda restauración, siendo por tanto necesario introducir algunas reformas políticas

que en ningún caso habrían e ser muy profundas para evitar la reacción de los ultraabsolutistas, que ante el

más mínimo cambio se sienten amenazados y agraviados. Esto obliga a precarios equilibrios en la práctica

política y en la composición de los gobiernos entre los denominados absolutistas “fernandinos” y los

absolutistas “puros” , cada vez mas cercanos a Carlos María isidro, hermano del rey y pretendiente a la

sucesión, que a partir de 1830, con el nacimiento de la princesa Isabel y la publicación de las “Pragmática

sanción”, ve peligrar sus planes radicalizando su postura.

LA SITUACIÓN ECONÓMICA

El panorama económico de España en este periodo es desolador. Primero la guerra de la

Independencia, con su reguero de destrucción y sufrimiento, después el Trienio liberal, que además de

aislamiento y rechazo supuso la animosidad y hostilidad por parte de la Europa de los Congresos, que

alimenta la conspiración y rebeldía absolutista, y por si fuera poco, la mayor parte de las colonias

americanas culminan ahora su de independencia (las últimas batallas por la emancipación –Junín y

Ayacucho- sucedieron en 1824). Todo ello supuso importante pérdida de recursos económicos, unos

cuantiosos gastos y un considerable e inútil esfuerzo militar, al no conseguirse mantener la soberanía en

aquellos territorios.

Sin quitar trascendencia a ninguno, posiblemente la pérdida del imperio americano fue el hecho de

mayor repercusión en la economía de la década. La emancipación colonial privó a España de un soporte

económico básico al perderse el principal mercado exportador para buena parte de las manufacturas

(textiles, metalúrgicas,…), paralizarse el comercio de ultramar y carecer de productos de importación (café,

cacao, azúcar, tabaco, algodón,…), como metal precioso para las cecas, que al tener que disminuir las

acuñaciones provocan escasez de dinero circulante. En definitiva, el resultado de la pérdida de los territorios

americanos marca la imposibilidad de reconstruir una economía ya muy maltrecha por la Guerra,

iniciándose un largo periodo de crisis y seria depresión.

Uno de los efectos más dañinos de la crisis es la continuada caída de los precios por la falta de

demanda, agrandada por la escasez de dinero disponible y la pérdida del mercado americano. Deflación que

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afectó tanto a las actividades agrarias como al sector industrial que al ver disminuir sus ingresos y ventas

disminuye, a su vez, la producción, proceso que por el contrario coincide con un incremento en las rentas de

la propiedad agraria y de la presión fiscal (reformas de Martín Garay a finales del Trienio) dada la situación

de la Hacienda estatal. Hechos que además de provocar malestar entre el campesinado, con brotes de

bandolerismo agrario, desincentiva la inversión y desanima a los empresarios. A ello se une el lamentable

estado de los caminos, que junto con la creciente inseguridad, paraliza el comercio interior derivándose hacia

una economía de mera subsistencia, empeoramiento las condiciones de vida del español medio cercanas al a

miseria. Como exponente de esta situación valga un ejemplo: en la propia Administración pública donde los

funcionarios además de cobrar muy poco lo hacen tarde, se llegó a dar el caso de “autorizar a los marineros de

la marina de guerra a que puedan pescar desde los barcos para que tuvieran algo que comer”.

En esta situación y dado el estado de las arcas públicas, la reforma de la Hacienda pública y su

sistema contributivo es imprescindible, para ello Fernando VII nombra al gallego Luis López Ballesteros

ministro de Hacienda (1823 -1832), con cuya gestión restituye el tradicional sistema de contribuciones

indirectas, del que se excluían las rentas de los propietarios y señores de la tierra e introduce por primera vez

en la historia de la Hacienda española el presupuesto, para controlar el gasto público. También fueron

iniciativas suyas el Código de Comercio (1829), el Tribunal de Cuentas, el Banco del San Fernando y la

creación de la Bolsa (1831). Su obra fiscal no produjo transformaciones fundamentales en el reparto de las

cargas tributarias al no conseguir la tributación de los privilegiados, pero al menos consiguió aliviar la

situación de penuria de la Hacienda estatal aumentando la recaudación y disminuyendo el gasto, al tener

que ajustarse a los presupuestos, pero en 1827 la insurrección realista (“revuelta de los agraviados o

malcontents”) disparó los gastos militares colapsando de nuevo la Hacienda.

Uno de los problemas mas graves al que se enfrentó la Monarquía absolutista de la década fue la

extrema dificultad para conseguir préstamos y créditos en el exterior, al haber decidido el Rey no reconocer

la deuda del Trienio, y solo cuando la reconoció, pudo acceder a préstamos exteriores a cambio de elevados

intereses, cuya amortización resulta tan costosa que al final de la década el Estado está sumido de nuevo en

una situación de inoperancia económica que imposibilita incluso la continuidad del absolutismo, que por

miedo a subvertir el sistema del Antiguo Régimen, no había sido capaz de llevar a cabo las reformas sociales

y económicas necesarias dejando intactas cuestiones fundamentales, como la no contribución de los señoríos,

los diezmos, mayorazgos y propiedades eclesiásticas.

LA CUESTIÓN SUCESORIA

En mayo de 1828 fallece la tercera esposa del rey, Mª Josefa Amalia de Sajonia, sin haber tenido

descendencia, asunto que ya preocupa en la corte habida cuenta que el rey tiene 45 años y una mala salud.

No tarda en contraer nuevas nupcias, esta vez con su sobrina, Mª Cristina de Borbón Dos Sicilias, el 11 de

diciembre de 1829. Enlace no bien visto por los absolutistas “puros y apostólicos” que tenían la esperanza de

que el hermano del rey, Carlos Maria Isidro, alcanzase el trono no tardando mucho, pues el rey seguía sin

descendencia. Peor recibieron la noticia del pronto embarazo de la reina que en caso de llegar a feliz término

pondría en peligro sus planes, y mas cuando por orden del rey, por si acaso si lo que venía era niña, se publica

el 31 de marzo de 1830 la “Pragmática sanción” que aunque ya había sido promulgada por Carlos IV en

1789 nunca había sido publicada, anulándose con ello la Ley Sálica borbónica, en vigor desde Felipe V, que

impedía reinar a las mujeres. Además en la Corte se rumoreaba que la nueva reina simpatizaba con las ideas

liberales.

Tanto el infante Carlos con sus partidarios no admiten la “Pragmática sanción” y tachan de

traidores a los que apoyan la decisión real. Tal es su zozobra de verse apartado del trono si el rey tenía

descendencia, que apelan al rey francés Carlos X que comunica a Fernando VII su indignación por dicha

pragmática (Arias Texeiro, secretario de Estado señala que la repuesta fue un castizo “que se metiese en sus

calzones , que el Rey lo era de España”). Al ver que la solicitada intervención no es posible y menos cuando la

revolución parisina del verano de 1830 depone al Borbón francés, los partidarios del infante Carlos

(apostólicos y absolutistas puros) inician toda una trama de conspiraciones y forcejeos palaciegos para

conseguir la abolición de la citada pragmática.

Por estas razones el nacimiento de la infanta Isabel, el 10 de octubre de 1830, a la que enseguida se

proclamó princesa de Asturias, fue recibido con “alegría” por unos (los liberales) y con mucho pesar por otros

(absolutistas intransigentes) y mas cuando nace la segunda hija del rey en enero de 1832, la infanta Luisa

Fernanda, pues con ello las opciones a ocupar el trono del infante Carlos se tornan mas remotas.

En esta situación el 14 de septiembre de 1832 el rey, que estaba en el palacio de la Granja, cae gravemente

enfermo hasta el punto que se toma la decisión de que la reina Mª Cristina se haga cargo del gobierno. Esta

circunstancia va a ser aprovechada por algunos de los cortesanos carlistas, que a través del ministro

Francisco Tadeo Calomarde, convencen a la reina que lo mejor para España es que el siguiente rey fuese

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Carlos el hermano del rey, ya que otra posibilidad implicaría una posible guerra civil y que presionase en este

sentido al monarca. El rey medio agonizante y sin tener clara conciencia del hecho, fiado por la presencia de

la reina y ante varios ministros, accede a firmar el “Decreto de derogación de la Pragmática sanción” que se

acuerda mantenerlo en secreto hasta la muerte del Rey. Pero el secreto dura poco, y se dice que gracias a la

decidida intervención del hermano menor del rey, Francisco de Paula (liberal y masón) y de su esposa Luisa

Carlota que se presentan en el palacio de la Granja, junto con un grupo de liberales, se logró desbaratar el

plan, episodio que se conoce como “los sucesos de la Granja”.

A partir de ese momento grupos de liberales influyentes deciden intentar predisponer a su favor a la

Reina, que en esos momentos estaba de Regente, para conseguir a través de ella un cambio ministerial que

sea afecto a mantener la Pragmática sanción.

Restablecido el monarca y consciente del alcance de lo ocurrido nombra un nuevo gobierno a cuyo

frente coloca a Francisco Cea Bermúdez que, con el apoyo de la reina y una amnistía general para los

liberales, consigue el 31 de diciembre de 1832 la anulación del Decreto derogatorio de la Pragmática

Sanción, lo que supone la pérdida para el infante Don Carlos de toda posibilidad de heredar la corona, siendo

la infanta Isabel jurada como heredera por las Cortes en mayo de 1833.

El 29 de setiembre de 1833, a las cuatro de la tarde, fallece, a la edad de 49 años, Fernando VII dejando en

herencia a su hija de tres años una guerra civil (1ª guerra carlista) y las bases para establecer un nuevo

régimen político, guerra que en sus diferentes fases se prolongará hasta 1876.

1.-

6.-

1. ¿Qué consecuencias tuvo para el Trienio Liberal y para España la decisión del Congreso

de Verona de enviar a nuestro país a los “Cien mil hijos de San Luis”?

2. Describe el alcance de la represión antiliberal y cita los pronunciamientos liberales

habidos en la década

3. Esquematiza las tres etapas de gobiernos de la década

4. Indica las consecuencias que tuvo la independencia de las colonias americanas para la

economía española durante la década.

5. Expón, brevemente, la cuestión sucesoria planteada a finales del reinado de Fernando

VII

6. Elige una imagen que consideres que resume el contenido del panel y escribe por qué.

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IMÁGENES E IDEOLOGÍAS

Los cambios que se experimentan a lo largo de los siglos XVIII y, especialmente, XIX conocidos

genéricamente como revolución, afectan tanto a la agricultura como a la demografía, la industria y, en

consecuencia, a la política; también influyeron en el mundo de la imagen. Una mejora en las condiciones de

vida en general permitió el acceso a la cultura a un mayor número de personas y, si aún no es posible hablar

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de una sociedad de masas, sí que hay un deseo de adoctrinar a través de las imágenes a una población cada

vez menos homogénea y más dividida en fracciones de clase con intereses diversos.

Los grabados en sus diferentes formas: xilografía (con una matriz en madera), calcografía (realizado sobre

plancha de cobre a la punta seca, al aguafuerte o a la aguatinta) y, más tarde, la litografía (sobre piedra

litográfica) fueron los medios empleados por los grupos de presión para difundir sus ideología y aquí no

establecemos diferencias entre las obras maestras de referencia inexcusable en la Historia del Arte y los

grabaditos populares de mayor importancia cultural que artística.

Respondiendo a los intereses ilustrados, Francisco de Goya editó en 1799 su serie de Los Caprichos en los que

criticaba, entre otras cosas, a la sociedad estamental como ocurre con las asnerías Tú que no puedes (1) y Asta

su abuelo (2) pero aún no había llegado el momento de la agitación visual. Fue con la invasión napoleónica

cuando se trató de movilizar, por todos los medios posibles, la conciencia de la población española contraria

a su pérdida de identidad como nación. Se defiende a una monarquía que ha sido engañada por las mentiras

francesas (3, Recevimiento en Bayona) y se cargan las tintas contra Godoy a quien, a toro pasado, se le acusa

de ser el causante de nuestras desgracias políticas (4, Napoleón y Godoy) En muchos casos los grabados se

acompañan de versitos, a veces simples ripios, que acentúan el carácter didáctico de la ilustración.

En otros casos, la llamada a las armas no se realizaba, curiosamente, desde el pueblo o sus dirigentes sino a

través de un heraldo que obedece a los intereses británicos y que echa en cara al resto de los estados de

Europa su incapacidad de reacción ante el rapto de una España dormida (5, Despierta, España) a quien

Napoleón impone un rey: su propio hermano. La inquina se desata contra el emperador de los franceses (6,

Napoleón) y contra José Bonaparte a quien se hace depositario de algunos de los vicios más odiados –

entonces- para los españoles: la bebida (7, Cada cual tiene su suerte, la tuya es de borracho hasta la muerte,

1814) y el juego (8, Ni es caballo, ni yegua ni pollino en el que va montado, que es pepino). También se rechazan

las normas, como la Constitución de Bayona y el resto de las medidas tomadas por el “gobierno intruso” (9,

Napoleón trabajando por la regeneración de España la cual, representada en un patriota, le paga, agradecida, el

beneficio) que atacan los pretendidos principios inalienables de la Nación española.

El enfrentamiento bélico encontró en Goya su mejor representante pero, aunque sus dibujos sean en su

mayor parte coetáneos a los acontecimientos, sus grabados de los Desastres de la guerra (10, ) no fueron

publicados hasta mucho más tarde. Y el comportamiento del pueblo español no aparece en ellos menos

criticable que el de los soldados franceses. Goya comienza a pensar por su cuenta y su discurso ideológico no

está al servicio de ninguna causa partidista. El pueblo en armas pretendía el derrocamiento de “Pepe

Botella” tal como graba Masferrer, ya en 1817, a partir de un dibujo de Salvador Mayol (11, Levantamiento

simultáneo de las provincias de España contra Napoleón) al mismo tiempo que un grupo, más o menos

legítimo, de sus representantes se empeñaba en la realización de una obra legislativa de nuevo cuño: La

Constitución de 1812, que pronto comenzó a ser criticada por su inspiración francesa (12).

Mientras duró el enfrentamiento no pareció preocupar mucho el asunto porque era prioritario acabar con el

Imperio (13, Fiesta de toros en España o el matador corso en peligro y Caricatura española que representa la

ventaja sacada por Napoleón de la España, 14) con ayuda de Portugal (15, Para ver esta función , la España e

Inglaterra se juntan al Portugal con estrecha y firme unión y 16 Los despojos del águila francesa entre España y

Portugal) aunque quizá también por su desconocimiento por parte de la mayoría del país.

El retorno del “Deseado” provocó el enfrentamiento entre dos maneras contrapuestas de ver el futuro de

España: los partidarios del absolutismo frente a quienes deseaban una versión autóctona del

constitucionalismo liberal. El triunfo de los reaccionarios se produjo tanto por convicción de los sectores

beneficiados del Antiguo Régimen y de notables masas campesinas, más atrasadas culturalmente que la

burguesía industrial y comercial, como una imposición de las potencias triunfadoras sobre la Francia

napoleónica (17). Así que Fernando VII gobernó de 1814 a 1820 anulando la Constitución del 12, que era

vista por sus partidarios como el demonio (18) que amenazaba su posición de predominio.

Enterrada la letra, tal como interpretó acertadamente Goya en su Murió la Verdad (19) quedó latente su

espíritu (20, Y si resucitará?) en el corazón de los sectores liberales que vieron en los intentos de sofocar la

rebelión de las colonias americanas la fuerza militar para enfrentarse a los absolutistas. Si el levantamiento

de Riego fracasó en primera instancia, no ocurrió así con el deseo de libertad que termina triunfando e

imponiendo la Constitución a quienes se oponían a ella, especialmente el clero (21, El enfermo por la

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Constitución) aunque el recurso al ejército dio paso a un intervencionismo de la milicia en los asuntos

políticos que va a lastrar la historia contemporánea española. Durante tres años (1820-23) el liberalismo

parece dominar (22, Entierro de los serviles) pero el aparente sometimiento de Fernando VII fue una simple

maniobra dilatoria hasta la intervención de la Santa Alianza y la llegada de los Cien Mil hijos de San Luis

que posibilitaron la imposición absolutista que iba a durar diez ominosos años en los que ya no iba a quedar

mucho espacio para la crítica.

BICENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ

(1812-2012)

DEPARTAMENTO DE GEOGRAFÍA E HISTORIA

MIGUEL ÁNGEL AGUADO DE LA FUENTE

JOSÉ ANTONIO LUENGO GALLEGO

LUIS LIQUETE PÉREZ

ROBERTO CONTRERAS CARPINTERO

RICARDO CORDERO GARCÍA

YOLANDA GUTIÉRREZ MARTÍN

COORDINACIÓN

ARTURO CABALLERO BASTARDO

1. ¿Qué critica Goya en sus grabados Los Caprichos de 1799? Estudia, también, las tres

imágenes del panel: Lo viejo: El Antiguo Régimen

2. ¿Qué se critica de José Bonaparte?

3. ¿Qué actitud toman los españoles ante las medidas legales tomadas para ellos por

Napoleón?

4. ¿Quiénes ayudan a España en su lucha contra Napoleón?

5. ¿Cómo es vista, en la ilustración 18, la Constitución de Cádiz por un sector de

españoles? ¿De qué sector político se trataba?