bibliografia clase 1

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  • Programa Latinoamericano de Educacin a Distancia en Ciencias Sociales PLED-CCC 1

    Curso: Teora y praxis en el pensamiento

    de Antonio Gramsci

    Clase N1: A modo de Introduccin: Un primer acercamiento a la vida y

    obra de Antonio Gramsci

    Bibliografa N1: Gramsci

    Santucci, Antonio A. Gramsci, Traduccin de Giovanna Baldi y Jaime Massardo. Santiago: Lom Edicioines, 2005.

    De los autores

    Todos los derechos reservados.

    Esta publicacin puede ser reproducida grficamente hasta 1.000 palabras, citando la fuente. No puede ser reproducida, ni en todo, ni en parte, registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperacin de informacin, en ninguna forma ni por ningn medio, sea mecnico, fotoqumico, electrnico, por fotocopiadora o cualquier otro, sin permiso previo escrito de la editorial y/o autor, autores, derechohabientes, segn el caso.

    Edicin electrnica para Campus Virtual CCC: MARIANO TRAVELLA

    Campus Virtual:

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  • GRAMSCI

    Antonio A. SANTUCCI Ttulo original: Gramsci, Prima edizione: ottobre 1996 Newton & Compton editori, Roma, Casella postale 6214 Traducido del italiano por Giovanna Baldi y Jaime Massardo. SANTUCCI, ANTONIO A. GRAMSCI: TRADUCCION DE GIOVANNA BALDI Y JAIME MASSARDO. SANTIAGO: LOM Edicioines, 2005.

    Advertencia Los ttulos de la obra gramsciana cuyos pasajes aparecen citados en este texto son indicados con las siguientes siglas: CT, Cronache torinesi, 1913-1917, a cura di S. Caprioglio, Torino, 1980. CF, La citt futura, 1917-1918, a cura di S. Caprioglio, Torino, 1982. NM, Il nostro Marx, 1918-1919, a cura di S. Caprioglio, Torino, 1984. ON, LOrdine Nuovo, 1919-1920. a cura di V. Gerratana e A.A. Santucci. Torino, 1987. SF, Socialismo e fascismo. LOrdine Nuovo, 1921-1922, Torino, 1966. CPC, La costruzione del Partito comunista, 1923-1926, Torino, 1971. Q, Quaderni del carcere, a cura di V. Gerratana, Torino, 1975, 4 voll. L, Lettere, 1908-1926, a cura di A. A. Santucci, Torino, 1992. LC, Lettere dal carcere, 1926-1937, a cura di A. A. Santucci, Palermo, 1996, 2 voll.

    Advertencia de los traductores

    Por razones de estilo, pero tambin apoyndonos en una suerte de legitimidad que emana de la propia naturaleza de la circulacin de la obra de Gramsci, hemos preferido conservar en italiano los nombres propios de los artculos, los peridicos, las revistas y los libros citados en el texto. Los diferentes escritos del propio Gramsci, los pasajes de estos ltimos que disponen de un ttulo especfico y los escritos de otros autores La Religione de Benedetto Croce, Gramsci, un uomo, de Palmiro Togliatti o Guida alla grammatica italiana, de Alfredo Panzini, mantendrn tambin su nombre y su sonoridad en su lengua de origen. Para organismos como los Consigli di fabbrica as como que para un conjunto de expresiones o palabras de uso en la vida cotidiana trattoria, maccheroni, bistecca o panini, las que solamente pueden conservan su fuerza y su connotacin cultural en su propia lengua no realizaremos tampoco traduccin alguna. En relacin con algunos de los personajes presentes en el texto con los cuales el pblico espaol o latinoamericano no est necesariamente familiarizado nos hemos permitido incorporar algunos datos sucintos concernientes a su biografa y a su relacin con Gramsci. Estos, as como todos los sealamientos que no comprometen al autor, aparecen sealados en parntesis cuadrados, de la forma [...] . G. B. y J. M.

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    Indice I . Gramsci a fines de siglo 1. Despus del ochenta y nueve 2. Hoy y maana 3. Por qu dos Gramsci? 4. Poltica y verdad 5. Verdad y hegemona 6. La reforma de la poltica 7. Victorias transitorias y derrota aparente II. Cerdea 1. Los Gramsci 2. Primeros estudios y una enfermedad solapada 3. Liceano en Cagliari 4. Hacia el socialismo III. Torino 1. Una beca de estudio 2. Un lingista prometedor 3. Tres escritos importantes 4. LOrdine Nuovo

    5. La escisin de Livorno y el ascenso del fascismo IV. Mosc y Viena 1. El amor en tiempos de la Comintern 2. La lucha contra Bordiga desde Austria

    3. La soledad del hombre y un nuevo diario V. Roma 1. Diputado y secretario comunista 2. La cuestion meridional 3. Una carta a Mosc y el desacuerdo con Togliatti

    4. La condena

    VI. Turi 1. Las Lettere y los Quaderni del carcere 2. Hegemona, sociedad civil, Estado

    3. El fin. VII. Europa, Amrica, Asia... 1. El renacimiento 2. Ms all de los confines

    3. De nuevo en Italia APENDICE Cronologa de la vida de Antonio Gramsci Bibliografa esencial Bibliografa esencial en castellano

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    I. Gramsci a fines de siglo 1. Despus del ochenta y nueve Si se piensa en los ms de diez mil ttulos y en tantas lenguas, comenzando por el Afrikaans, Albanian, Arabic, Bengal, pasando por el Korean, Macedonian, Norwegian, y as hasta el Swedish y Turkish, la masa de la Bibliografa gramsciana internacional recogida por el historiador americano John Cammett hace sentir todo su peso en la acostumbrada pregunta ritual: Se puede decir todava algo nuevo en torno a la figura y a la obra de Antonio Gramsci? Y, sin embargo, la perplejidad dura poco y la respuesta se impone por s misma. Llegados al final de su siglo, se puede decir algo nuevo sobre Gramsci. No para satisfacer a cualquier precio una exigencia de originalidad, ni tampoco porque recientemente hubiesen aparecido cambios espectaculares en la interpretacin historiogrfica o importantes descubrimientos de escritos desconocidos en el pasado. Es probable, al contrario, que el ltimo momento de profunda innovacin en los estudios gramscianos nos lleve a la publicacin de la edicin crtica de los Cuaderni del carcere (1975), la que ha abierto, efectivamente, caminos de investigacin y de profundizacin terica hasta entonces imprevistos. Cierto es que, tambin, con el tiempo, han venido siendo poco a poco esclarecidos los contornos de algunos episodios biogrficos y se dispone adems de textos filolgicamente ms completos y dignos de fe. No obstante, las razones que inducen a mirar hoy a Gramsci con otros ojos son diferentes, exteriores a la reconstruccin de su vida y de sus escritos. Dos en particular son los acontecimientos que han incidido profundamente sobre el contexto tradicional dentro del cual se haba acostumbrado a considerar la contribucin gramsciana a las vicisitudes de la poltica nacional y al pensamiento marxista contemporneo: la crisis del comunismo histrico y la desaparicin del Partido Comunista Italiano. El comunismo es el porvenir prximo de la historia de los hombres y, con ste, el mundo encontrar su unificacin no autoritaria, monoplica, pero no obstante, espontnea, por adhesin orgnica de las naciones (ON, p. 20).1 1989: han pasado exactamente setenta aos desde el auspicio de Gramsci. El movimiento antiautoritario de los estudiantes chinos es ahogado en sangre en la plaza Tienanmen. Nos horrorizamos frente a las masacres de la Securitate de Nicols Chauchescu en Timisoara y en otras localidades de Rumania. Polonia tiene por primera vez un ministro no comunista, Tadeus Mazowiecki. El liberal democrtico Vaclav Havel es presidente de Checoslovaquia. Despus de veintiocho aos se abre una brecha en el Muro de Berln, un acontecimiento erigido en smbolo del cambio de poca. Y, como si no bastase, dos aos ms tarde, la Unin Sovitica, desde la Revolucin de 1917 potencia mxima y faro del comunismo mundial, se disuelve en una confusa Comunidad de Estados Independientes, mostrando, sin remedio, su propia descomposicin poltica, econmica y social. Antes que intelectual, estudioso , escritor , Gramsci ha sido y es un hombre de partido. El problema del partido (...) est en el centro de toda la actividad, de toda la vida, de todo el pensamiento de Antonio Gramsci. Palabra de Palmiro Togliatti, su ms autorizado compaero y colaborador. Otra vez 1989 : el secretario a cargo de ese mismo partido, el P.C.I., anuncia un viraje que preludia, con el XIX Congreso Extraordinario el nacimiento de una formacin poltica poscomunista, el actual Partido Democrtico de Izquierda [Partito democratico della sinistra]. 2. Hoy y maana

    Con tales premisas, la experiencia gramsciana parece definitivamente agotada en una fase histrica concluda para siempre y, an ms, concluda bajo el signo del fracaso total. Difcil, en efecto, pensar en una derrota momentnea, en un movimiento capaz de afrontar, en el corto plazo, sus prximos desafos y batallas en la perspectiva de la

    1 Para las iniciales de las obras de Gramsci citadas en el texto, Cf. p. 3.

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    unificacin comunista del mundo. Por lo dems, los que bajaron las banderas rojas de las torres del Kremlin no fueron las tropas de ocupacin de un ejrcito reaccionario, sino el mismo pueblo que las haba izado. Tampoco al disolverse el PCI intervenan una vez ms leyes excepcionales, anlogas a las que emanaban del rgimen fascista, sino ms bien decisiones autnomas de la mayora de sus dirigentes e inscritos. Y de ninguna manera se estaba volviendo a producir una cacera de intelectuales de izquierda, como en la Amrica del macartismo, en el momento en que, tantos de stos, se esmeraban en repudiar las ideas de Marx y de Lenin ya sea por cuenta propia o incluso en provecho propio. Lejana entonces la atmsfera en la cual la nueva Italia de la posguerra, apenas reflorecida la libertad y la democracia, saludaba con reconocimiento el sacrificio de Gramsci en las crceles de Mussolini y con admiracin el descubrimiento de una obra literaria y cientfica fruto del mismo cerebro al que el Duce se haba propuesto impedir que funcionara por veinte aos. Casi una burla contra un poder desptico. Cierto, frente a la ola de las polmicas actuales suscitadas por las tendencias extremistas de la revisin historiogrfica de los fascismos europeos, con los riegos de ver desnaturalizada o borrada la memoria de pginas luminosas de las vicisitudes de la democracia nacional, aparece todava espontneamente el recuerdo de la leccin moral y humana de Gramsci. Otra cosa es, sin embargo, mostrar la vitalidad de su pensamiento poltico una vez amputado de la perspectiva comunista que lo ha guiado. A primera vista, un acercamiento a Gramsci aparece hoy descartado. Basta con leer su vida y sus escritos con la conciencia de que se trata de documentos que pertenecen a otra poca, dignos, a pesar de todo, de ser conocidos y estudiados. Y, en parte, seguramente es as. Seguir la intensa existencia de este protagonista de la historia del movimiento obrero italiano e internacional desde la crisis de la Primera Guerra Mundial hasta la fundacin del Partido Comunista de Italia y el advenimiento del fascismo, conocer las lneas fundamentales de una tentativa original de repensar y desarrollar crticamente las teoras de Marx en constante confrontacin con las de otros grandes pensadores, recoger la influencia de las ideas gramscianas en el debate ideolgico y poltico en la segunda parte del siglo XX, representa un fascinante viaje por el pasado reciente de la cultura contemporanea. Pero puede Gramsci revelarse tambin un compaero de viaje adecuado para aqul que intente comprender el presente y, quizs, escrutar el porvenir? Probablemente s, a condicin de estipular algunas distinciones. 3. Por qu dos Gramsci

    Era 1937, el ao de la desaparicin de Gramsci, cuando Togliatti lo conmemoraba como hombre de partido ntegro. Y con razn: a la constitucin, y despus a la renovacin y a la organizacin del Partido Comunista Italiano, Gramsci haba entregado sus mejores das. Del partido haba sido secretario general y diputado en el Parlamento. Por estar a su cabeza haba sufrido una condena mortal. Ms tarde, sin embargo, en su ltimo escrito en recuerdo del antiguo compaero, Gramsci, un uomo (1964), ser el mismo Togliatti quien se preguntar si la persona de Antonio Gramsci no ameritara de ser ubicada bajo una luz ms viva, que trascendiera las vicisitudes histrica de nuestro partido. No se trataba de un simple cambio de opinin. En los aos sesenta apareca ya claro que un segundo Gramsci atraa sobre s una atencin superior a la que le estaba reservada a su actividad directa como periodista y militante socialista, como dirigente poltico y como antifascista. A partir de 1947, fecha de la primera publicacin de las Lettere dal carcere, y luego con la edicin progresiva en volmenes separados de los Quaderni, Italia y el mundo entran en contacto con una obra de indudables caractersticas de universalidad. Destinada, en suma, a proyectarse ms all de la breve existencia de su autor. Para comprobarlo, por ahora, es suficiente volverse otra vez espiritualmente hacia la interminable bibliografa internacional, hacia el inters en todos los continentes por aquellos textos pstumos, hacia la investigacin poltica, histrica, filosfica, literaria, antropolgica, inspirada o ligada a conceptos tpicamente gramscianos: hegemona, filosofa de la praxis, nacional-popular,

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    reforma intelectual y moral, revolucin pasiva, guerra de posiciones, bloque histrico y quin sabe cuntas otras. Distinguir dos Gramsci no implica, sin embargo, contraposicin alguna entre el hombre de accin y el pensador, ni mucho menos una hiptesis radical en relacin con cambios de opinin o pertenencia poltica. El hilo de su coherencia ideal y terica en la lucha por la emancipacin de las clases subalternas es, por lo dems, la garanta permanente de una biografa humana e intelectual ejemplar. Tampoco la circunstancia del arresto corta de hecho en dos la experiencia gramsciana. De tal manera que, despus de una dcada de participacin en la vida pblica italiana y en el movimiento comunista internacional, privado de la libertad por la sentencia del tribunal fascista, Gramsci vierte su empeo en la reflexin solitaria de los Quaderni y en el atormentado diario del epistolario carcelar. Si, entonces, el primer Gramsci pertenece ciertamente a una poca delimitada y en muchas direcciones superada, el Gramsci que mayoritariamente cuenta (...) es un autor pstumo cuya obra ha entrado en el crculo de la cultura italiana e internacional en una poca distinta de la que l ha vivido, cuya obra ha podido ser publicada incluso slo porque la poca en la que ha sido escrita la poca del fascismo triunfante ha concludo.2 En resumen, un clsico del pensamiento poltico contemporneo y, pensando en las Lettere, de la literatura clsica del siglo XX. Y se sabe que todo autntico clsico, siendo expresin de un tiempo, resiste a la contingencia y permanece abierto al dilogo con las generaciones futuras. 4. Poltica y verdad

    En este punto se podra afirmar entonces que la prioridad, en un primer momento atribuda por Togliatti al hombre de partido con respecto al intelectual y al escritor debera ser hoy revisada. Y, en efecto, es sta la orientacin que prevalece tanto en la crtica italiana y extranjera. Incluso la tendencia a dejar de lado la accin y los escritos polticos de Gramsci en el perodo legal ha terminado a veces por disminuir ms all de lo necesario o, directamente, por hacer desaparecer la importancia de los elementos de continuidad en relacin con la obra madura. Sin embargo, ms all de los casos en los cuales emerge un manifiesto extravo del examen del pensamiento gramsciano considerado polticamente inocente ,3 es necesario reconocer que, momentos destacados, tales como la participacin en el movimiento torinense de los Consigli di fabbrica y la direccin del Ordine Nuovo, o las intervenciones en los debates de partido que precedieron el congreso de Lyon se encuentran ahora perfectamente fechados y librados solamente a la reconstruccin y a los juicios historiogrficos. Un frescor diferente conservan sus agudas notas en torno a temas permanentes y generales como la cuestin poltica de los intelectuales, el nexo entre filosofa, folklore y sentido comn, o entre Estado y sociedad civil. Con todo, el problema es delicado y presentar a Gramsci con los ropajes de los grandes intelectuales requiere, ante todo, de una cierta cautela, justamente porque la relacin entre intelectuales y poltica es normalmente bastante compleja. Para Julien Benda, autor francs discutido en varias oportunidades en los Quaderni gramscianos, los intelectuales (considerados como sabios) que servan intereses prcticos y polticos y a la propia actividad cientfica, artstica, filosfica, traicionan su propio papel de guardianes de la justicia y de la verdad desnuda.4 Y el tema, que ocupa justamente a Gramsci, se vuelve recurrente en el debate contemporneo. Para Michel Foucault es necesario pensar el problema poltico de los intelectuales no en trminos de ciencia/ideologa sino en los de verdad/poder, por el contrario, la verdadera cuestin poltica no es el error, la ilusin, la conciencia alienada o la ideologa, es la verdad misma5 El crtico americano de origen palestino Edward Sad sostiene que la

    2 GERRATANA, V., Sulla classicit di Gramsci , in Bolletino filosofico, n10, Dipartimento di filosofia dellUniversit della Calabria, 1992, p.181. 3 STUART HUGUES, H., Coscienza e societ, Torino, 1979, p. 105. 4 BENDA, J., La trahison des clercs, Paris, 1927. 5 FOUCAULT, M., Microfisica del potere, Torino, 1982, pp. 27-28.

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    tarea principal del intelectual es la de decir la verdad al poder.6 Pero tambin Sartre, el famoso autor del compromiso (engagement)7 del hombre de cultura, deca que las clases explotadas no tienen necesidad de una ideologa sino de la verdad practicada socialmente.8 Ulteriormente, Hannah Arendt, la estudiosa de filosofa poltica, ha resumido bien lo que ella misma define como un lugar comn:

    Nadie, de hecho, ha dudado jams que verdad y poltica estn en relaciones ms bien encontradas, la una con la otra, y nadie, que yo sepa, ha jams includo la sinceridad entre las virtudes polticas. La mentira siempre ha sido considerada como el necesario y legtimo instrumento, no slo del oficio del poltico o del demagogo, sino tambin del estadista. Porqu es as? Y qu cosa significa esto, de un lado, para la naturaleza y la dignidad del mbito poltico y, del otro, para la naturaleza y la dignidad de la verdad y de la sinceridad? Es, quizs, un componente de la esencia misma de la verdad ser impotente y un componente de la esencia misma del poder el engaar? 9

    En cuanto al lugar comn, Gramsci est de acuerdo. En efecto, l escribe en los

    Quaderni: Es una opinin muy difundida en algunos ambientes (y esta difusin es un signo de la estatura poltica y cultural de dichos ambientes) que, en el arte de la poltica, sea esencial el mentir, el saber esconder de una manera astuta la opinin verdadera y los verdaderos fines a los cuales se tiende, el saber hacer creer lo contrario de lo que verdaderamente se quiere, etc., etc., La opinin es tan arraigada y difundida que, cuando se dice la verdad, nadie la cree (Q. p. 699).

    Sin embargo, Gramsci no comparte un esquema segn el cual la verdad sera patrimonio de la cultura y de la ciencia desinteresada, mientras la poltica debera necesariamente fundarse sobre el engao. Para l, en efecto: en poltica se puede hablar de reserva, no de mentira en el sentido mezquino que muchos piensan: precisamente, en la poltica de masas, decir la verdad es una necesidad poltica (Q, pp. 699-700) 5. Verdad y hegemona.

    Es til tener presente que el concepto de verdad no es unvoco. Para retomar una distincin bastante simple, pero comnmente aceptada y utilizada por Hannah Arendt, existen, en efecto, verdades racionales y verdades de hecho. El primer mbito comprende la verdad matemtica, cientfica, filosfica. Vale decir, aquellos principios generales y abstractos, objeto particular de los anlisis y de los procedimientos epistemolgicos. En la esfera poltica dominan, por el contrario, hechos y acontecimientos y, a pesar de ello, es hacia esta ms modesta verdad de hecho que es necesario mirar. Como el papel, durante la Revolucin Rusa de un hombre llamado Trotsky, que no aparece en ninguno de los libros de historia de la Rusia Sovitica. El ejemplo es contundente, porque demuestra, sea que las verdades de hecho son las ms vulnerables de todos los tipos de verdad racional vistas de conjunto(es ms fcil calumniar a un adversario que negar que dos ms dos son cuatro), sea que la probabilidad que la verdad de hecho sobreviva al asalto al poder es verdaderamente escassima.10 Gramsci, sin embargo, an considerndolo antes que otra cosa en su calidad de intelectual, no solamente no se ocupa de una hipottica verdad racional, sino que tampoco quiere transformarse en simple defensor de la verdad de hecho, ocultada o distorsionada 6 SAD, E. W., Dire la verit. Gli intellettuali e il potere, Milano, 1995, p. 104. 7 Engagement o compromiso. En francs en el original [Nota de los Ts.] 8 SARTRE, J-P., In defesa degli intellettuali , in Luniversale singular, Milano, 1980, p. 53. 9 ARENDT, H., Verit e politica, Torino, 1955, pp. 29-30. 10ARENDT, H., Verit e politica, ed. cit. pp. 34-35.

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    por el poder poltico. Esta tarea tradicional del intelectual no le pertenece. Decir la verdadno es para l el primer imperativo moral del honesto hombre de cultura ni ninguna otra cosa que se le parezca. Es una necesidad polticaestrechamente ligada a la principal categora de su pensamiento, la hegemona. En cuanto militante comunista, Gramsci se opone a la hegemona de los regmenes burgueses y autoritarios que ejercitan su dominio sobre el proletariado. En cuanto pensador marxista intenta elaborar una teora hegemnica alternativa, que libere la capacidad de las clases explotadas de dirigir autnomamente el conjunto del cuerpo social y el sistema de produccin econmica. Para combatir al adversario poltico, se necesita, en primer lugar, conocer y comprender los mecanismos a travs de los cuales el poder logra imponerse. En el caso de los regmenes abiertamente autoritarios, el problema de la verdad resulta, en el fondo, secundario. En efecto, por definicin, los dictadores y los grupos oligrquicos no se preocupan de ganar el consenso de las clases dominadas. Por lo dems, no mienten tampoco, no se cuidan de esconder sus intereses y sus fines. Pueden incluso exhibir con sinceridad, prevaricaciones e intentos tirnicos con fines de propaganda y como advertencia para los opositores, puesto que mandan mediante la coercin violenta. Las fuerzas democrtico burguesas se inclinan, por el contrario, a camuflar la verdadera naturaleza de intereses sociales y econmicos contrapuestos. Ocultan, pues, la verdad, con el objeto de obtener un consenso pasivo, que pasa por la libre adhesin o, directamente, por el apoyo participativo. Diferente es el tipo de consenso requerido a la masa revolucionaria, a los futuros actores del autogobierno. Son estos organismospara los cuales Gramsci retiene cuestiones vitales, no el consenso pasivo e indirecto sino aquel que es activo y directo(Q. p. 1771). Y para obtenerlo es indispensable el mtodo de decir la verdadincluso si sta no es un acto de iluminacin desde lo alto(obra solamente de una lite intelectual incontaminada), ni algo que se revele imprevistamente o a la que se llegue pacficamente.11 6. La reforma de la poltica.

    Pero, es verdaderamente posible romper la inconciliabilidad histrica entre verdad y poltica? Gramsci observa que en Italia no ha habido nunca una reforma intelectual y moral que involucrara las clases populares. Ningn fenmeno parangonable a la Reforma Protestante del siglo XVI y a su influencia sobre el espritu pblico. Adems, Renacimiento, filosofa francesa del siglo XVIII, filosofa alemana del siglo XIX, son reformas que tocan solamente a las clases altas y bien seguido solamente a los intelectuales(Q. p. 515). Gramsci piensa entonces que una tarea de renovacin real y de progreso que involucre toda la sociedad hasta sus ms profundas races podr ser asumida por el materialismo histrico, la teora de Marx fundada en la crtica de la economa poltica y el reconocimiento del carcter transitorio de todas las formaciones econmico-sociales. Tambin la reforma cultural, es decir, el ascenso civil de los estratos desfavorecidos de la sociedad est condicionada por la estructura econmica. Porque una reforma intelectual y moral no puede no estar ligada a un programa de reforma econmica, al contrario, el programa de reforma econmica es, justamente, el modo concreto con el cual se presenta cada reforma intelectual y moral (Q. p. 1561). El problema toca desde otro lado tambin el elemento tpicamente poltico, el partido, que a su vez debe y no puede no ser el organizador y el propagador de una reforma intelectual y moral, lo que, en definitiva, significa crear el terreno para un desarrollo ulterior de la voluntad colectiva nacional popular orientada a la realizacin de una reforma superior y total de la civilidad moderna (Q, p. 1560). Intelectual y moral: son estos los adjetivos que denotan el sentido de la hiptesis gramsciana de la reforma de la cultura, de la poltica, de la economa. Y as aflora, entonces, una vez ms, el mtodo de la verdad, objeto de la investigacin intelectual y fundamento de toda concepcin moral. Por lo dems, recorriendo la historia del socialismo moderno y de

    11 GERRATANA, V., Il concetto di egemonia nellopera di Gramsci , in Antonio Gramsci e il progresso intelletuale di massa , Milano, 1995, p. 147.

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    sus errores, es fcil notar como nunca jams se ha intentado una reforma integral prxima a la teora de Gramsci.

    En cada ocasin algo ha faltado. Y as, all donde, al Este, se han verificado transformaciones en las relaciones de produccin, los partidos en el poder han hecho una bosta con la verdad y privado a los intelectuales del derecho a expresarla. En las democracias liberales occidentales, la verdad de los intelectuales de oposicin no ha creado otra cosa que exiguas corrientes de opinin, tan inadecuadas para cumplir reformas sustanciales en el sistema econmico que, al final, han renunciado a todo. Ni siquiera el P.C.I., al menos formalmente el partido ms gramsciano del mundo, ha escapado a la acusacin de practicar una verdad doble. Tanto que sera, quizs, necesario reflexionar sobre el por qu Togliatti, polmicamente acusado de campen de la doblez comunista, concluye su Gramsci, un uomo, escrito un par de meses antes de morir, recordando la verdad implacable que contena la obra gramsciana en lucha no slo por comprender sino por transformar el mundo . 7. Victorias transitorias y derrota aparente.

    Lo expuesto hasta el presente es solamente una de las posibles claves de lectura destinada a establecer si, y en que medida, Gramsci ha permanecido inmune al fracaso de la experiencia comunista histrica. Se puede, ciertamente, proponer otras, quizs ms complejas y sofisticadas. No obstante, el tema de la recuperacin gramsciana de la verdad en la poltica es, sin ninguna duda, de gran actualidad. Por otra parte, tambin la ltima tentativa seria de reformar el socialismo real antes de la debacle, la perestroika de Mikhail Gorbachof tena un eje en la glasnost, la trasparencia en cada sector de la vida asociativa. Lo importante es la verdad, proclamaba claramente el presidente sovitico.12 Casi no es necesario recordar como en Occidente, en aos muy recientes (y con Italia en primera fila), han sido instalados poderosos laboratorios de manipulacin poltica, basados en el control de los medios de informacin y de comunicacin de masas. Se puede, por el contrario, afirmar que stos se han vuelto ms que nunca factores decisivos para el ejercicio de la hegemona y la captura del concenso. A lo que va sumada despus la difundida repulsin provocada por innumerables escndalos polticos, episodios de corrupcin y reiterados actos de intolerancia racial, contaminacin criminal de personajes del poder. Y todava, el transplante de procedimientos virtuales en fenmenos como la guerra y la globalizacin de los mercados financieros, los que vuelven opacas y casi indecifrables las realidades tan concretas que cruzan la existencia de millones de seres humanos. Es natural, entonces, que al final del milenio la esfera poltica se parezca a una entidad extraa y hostil que empuja al desencanto y a la pasividad. Y sin embargo, a pesar de todo, no est dada una solucin a los problemas del presente ni una perspectiva de salida a los que van a venir, fuera del juego de las correlaciones de fuerza poltica. Antonio Gramsci ha sido a menudo descrito como un hombre derrotado. Un perdedor en el lenguaje de hoy. Y tal vez con razn, visto lo tormentoso de sus vivencias humanas y la actual suerte del movimiento al cual haba destinado su propio trabajo intelectual. Es necesario, sin embargo, salir del cuadro de una concepcin cnica de la poltica segn la cual lo que prevalece tiene de todas maneras razn. Y es simple demostrar cunto esta concepcin es miope. Podra, en efecto, decirse todava tales son los vencedores de entonces? De verdad, han tenido razn? Si se piensa en Mussolini, que us poderes despticos para golpear y apagar una de las inteligencias ms penetrantes que rechazaban al rgimen. O a los dirigentes stalinistas rusos, a los cuales un joven sardo jorobado, semidesconocido, haba osado dirigirles una severa denuncia de la pendiente burocrtica y autoritaria sobre la cual comenzaba a deslizarse el partido bolchevique. En pocas distintas, un pas herido condenaba sin apelacin los crmenes fascistas y abra con respeto las pginas de las Lettere dal carcere, el testamento de una derrota personal ya pronta a dar la vuelta al mundo. Mientras en las

    12 GORBACHOF, M., Perestrojka. Il nuovo pensiero per il nostro paese e per il mondo, Milano, 1987, p. 92.

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    calles de Mosc y Leningrado la gente derribaba las estatuas de los protagonistas y los smbolos de un comunismo de palabra, en cinco continentes, intelectuales y militantes alineados del lado de los trabajadores explotados y del pueblo oprimido, enfrentaban el estudio de los Quaderni en la bsqueda de sendas innovadoras de progreso civil, paz, convivencia democrtica. Son estas ltimas, los horizontes de la que Gramsci define como gran poltica, contrapuesta a la pequea poltica (poltica cotidiana, poltica parlamentaria, de corredores, de intriga).

    La gran poltica comprende las cuestiones conexas con la fundacin del nuevo Estado, con la lucha por la destruccin, la defensa, la conservacin de determinadas estructuras orgnicas econmico-sociales. La pequea poltica, las cuestiones parciales y cotidianas que se plantean al interior de una estructura ya establecida para la lucha por la preeminencia entre las distintas fracciones de una misma clase poltica (Q. pp. 1563-64).

    Basta recorrer un peridico para medir las modestas dimensiones actuales tanto

    prcticas como ideales de gran parte de los procesos y de los acuerdos polticos nacionales e internacionales. Y, en efecto, frente a una poltica de corto aliento a la cual muchos han vuelto la espalda, Gramsci no tiene gran cosa que decir. Una cierta inactualidad suya es pues proporcional a la inactualidad de la gran poltica, que va ms all de la simple administracin y no elude temas y transformaciones de dimensin extraordinaria. La justicia, la libertad, la igualdad, claramente, el elemental derecho a la vida, no son captulos de la filosofa moral sino objetivos especficos de la democracia poltica todava no adquiridos en todas partes. Si continuaran permaneciendo al margen, entonces s que las ideas de Gramsci seran definitivamente derrotadas. No est, no obstante, excludo que en tal caso se tratase de una derrota colectiva. Seguro que los artculos para el Avanti! y el Ordine Nuovo como incluso ahora los mismos Quaderni del carcere y las Lettere, requieren una lectura selectiva, al punto de separar elementos fechados, resultados inciertos y provisorios, de instrumentos conceptuales todava vlidos para afrontar problemas actuales. Entretanto, para no cerrar prejuiciosamente el dilogo con uno de los mayores autores italianos del siglo XX, se hace indispensable volver a recorrer las etapas que, de Torino a Mosc, de Viena a la prisin de Turi, llevaron al pequeo Nino de Ghilarza a transformarse en el Gran Gramsci de New York.13 II. Cerdea 1. Los Gramsci.

    La familia es de origen albans, del principado de Gramsh, transplantada luego a Calabria y Campania. Gennaro Gramsci, el abuelo de Antonio es oficial de la gendarmera borbnica establecida en Gaeta. Despus de la unificacin de Italia ser incorporado a los carabineros con el grado de coronel. Haba desposado a Teresa Gonzlez, hija de un abogado napolitano de ascendencia espaola. De su unin nace en 1860 el quinto hijo, Francesco, el cual, despus de terminar el liceo, se inscribir en la Facultad de Jurisprudencia. En 1881, sin haberse todava titulado, gana un concurso en la administracin pblica y deja Gaeta. Es destinado a Cerdea, a Ghilarza, hoy provincia de Oristano, para dirigir el local del Registro Civil. Dos aos despus, Francisco Gramsci desposa con Peppina Marcias, hija de un pequeo propietario sardo, cobrador de impuestos. Alta, agraciada, con grandes ojos oscuros, vestida como una continental, Peppina era socialmente y sobre todo culturalmente ms avanzada que las otras muchachas del lugar.14 En 1884 nace Gennaro. En Ales, donde la familia se ha trasladado, otros tres hijos: dos mujeres, Grazietta, en 1887 y Emma, en 1889, el 22 de enero de 1891, Antonio, Nino para los padres. En Sorgono, cerca de 13 HOBSBAWM, E. J., The great Gramsci , in New York Review of Books, 4 de abril de 1974. 14 PAULESU QUERCIOLI, M., Le donne di Casa Gramsci, Roma, 1991, p. 47.

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    Nuoro, nueva destinacin de los Gramsci, nacen: Mario, en 1893, Teresina, en 1895 y Carlo, en 1897. Nino frecuenta el Jardn Infantil de las monjas. En 1898, una inspeccin esclarece un pequeo error contable en las cajas del Registro Civil. Francesco Gramsci es despedido del empleo y sin recursos vuelve a Ghilarza con la mujer y los nios. En agosto es arrestado bajo la acusacin de malversacin de fondos pblicos. Condenado a cinco aos y ocho meses permanecer en la crcel, en Gaeta, hasta fines de 1904. Con dedicacin y coraje, Peppina resiste a la desventura. Cose a mquina, plancha, tiene en pensin al veterinario y al teniente de carabineros del lugar. Aos dursimos, de verdadera tormenta domstica, recordar ms tarde Gramsci.

    Seramos capaces de hacer lo que ha hecho mam hace treinta y cinco aos? De enfrentarse, ella sola, pobre mujer, contra una terrible tormenta y de salvar siete hijos? Cierto, su vida ha sido ejemplar para nosotros y esto nos ha mostrado cuanto vale la paciencia para sortear dificultades que parecen insuperables incluso para hombres de gran temple (LC. p. 631).

    2. Primeros estudios y una enfermedad solapada

    Tiene casi ocho aos cuando es inscrito en la primera clase de la escuela elemental de Ghilarza. Crece mal. Una joroba diagnosticada demasiado tarde como tuberculosis vertebral le aflige desde la primera infancia. Estaba todava en Sorgono cuando haba tenido una crisis bastante seria, con convulsiones, hemorragias, sntomas anlogos a aquellos de los graves estados de agotamiento sicofsico que lo atormentaran otras veces en el futuro. Y siempre tratado con terapias aproximativas. De pequeo, nada ms que compresas de alcohol y tensiones en la columna vertebral mediante un busto suspendido al techo. Le suministraba opio un mdico torinense (L, p. 80). Aos despus, en Mosc, curas a base de quinina, que arrastran los consiguientes inconvenientes(L, p. 172). Slo cuando los sufrimientos acumulados en la crcel van a demoler irremediablemente una salud precaria, y ya entrado en la cuarentena, se le abre una luz de explicacin sobre las causas reales y los orgenes lejanos de su propia condicin.

    Yo haba sufrido desde nio el mal de Pott y no logro comprender de donde halla salido ste, del cual he escuchado hablar por la primera vez. Me consta positivamente que mis enfermedades infantiles se debieron a una cada que la empleada domstica ocult a mis padres (...) En 1911, en Oristano en casa de mi to conoc al doctor Cominacini que me haba curado entonces (de nio) y haba tratado de impedir las consecuencias de la catstrofe. Me disgusta tocar este tema, pero tanto mi to como Comancini me dijeron con bastante franqueza (o brutalidad) que la causa de mis desgracias haba sido la falta de inters y la apata de mi padre y que, curado a tiempo, hubiera podido ser salvado (LC, pp. 706-707).

    A pesar del comienzo atrasado en la escuela es alumno diligente, a menudo el

    primero de la clase. Aprueba la escuela elemental con un promedio de diez. No solamente. Trabaja en el Catastro con Gennaro, el hermano mayor, para aligerar las restricciones familiares.

    He comenzado a trabajar a la edad de 11 aos, ganando 9 liras al mes (lo que, por otra parte, significaba un kilo de pan por da) por 10 horas de trabajo al da, comprendida la maana del domingo y me lo pasaba moviendo registros que pesaban ms que yo y muchas noches lloraba a escondidas porque me dola todo el cuerpo(LC, p 622).

    Sin embargo, el agravio ms grande es el de tener que interrumpir los

    estudios, justamente yo, que haba tenido 10 en todas las materias de la escuela primaria, mientras asistan el hijo del carnicero, del farmacutico, del negociante en telas (L, p. 271). En dos aos de ausencia a la escuela estudia un poco, de manera privada. As que, cuando en 1905 el padre est ya en libertad, entra directamente a la tercera clase de la escuela media elemental del instituto Carta-Meloni de Santulussurgiu, un gimnasio comunal, en verdad en

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    muy mal estadoa una veintena de kilmetros de Ghilarza. Tres aos despus, con alguna dificultad (pasa tres materias en septiembre) egresa, en Oristano. 3. Liceano en Cagliari.

    En 1908, Gennaro Gramsci vive en la cabecera de la provincia sarda, es contador en una fbrica de hielo y cajero de la Cmara del Trabajo. En el otoo Nino se reune con l y se inscribe en el liceo Giovanni Maria Dettori, de Cagliari, y va a habitar en una pieza pagada al da. Alquilar luego con el hermano una pieza en la calle Principe Amedeo. El 5 de noviembre expide a Ghilarza la que ser su primera carta conocida: Querido pap, ayer he comenzado a ir a la escuela; los profesores todava no estn todos, pero, sin embargo, han comenzado las lecciones y han dictado parte de los libros que hay que procurarse(L, p. 3). Escribe a los de la casacon aire desenvuelto, ligeramente excitado con la nueva vida. Pide algunas liras para pagar la matrcula; castaas, hongos y huevos en cantidad; los clsicos de Virgilio y Homero. Parece contento, dispuesto a experimentar su independencia reciente y la animacin de la ciudad. Sobre todo logra sentirse un estudiante de verdad, despus de aos escolares precarios y aventurosos. De partida era previsible, pues (y previsto), algn problema en el conocido Dettori. Las notas trimestrales no son sin embargo decepcionantes: suficiente en latn, griego, filosofa, 8 en qumica y en el oral de italiano. Escribe al padre: Como ves he tenido notas discretas y debes tener en cuenta que es el primer trimestre y de Santulussurgiu no he venido con la mejor preparacin. Tiene un solo pesar, poda quizs andar mejor si no fuera que:

    Estuve tres das fuera de la escuela por no haber llevado el diploma justamente en los das de los exmenes trimestrales; de modo que en historia natural no he tenido nota y, en historia, 5; el profesor me ha hecho una reprimenda pero yo no tena culpa alguna porque te he escrito siempre: mndame el diploma y t te haces el sordo (L, p 14).

    Es enero de 1909 y es por ahora slo un adelanto de las prximas incomprensiones

    que terminarn, como lo testimonia en crnica directa el epistolario juvenil, por precipitar las relaciones con el padre al borde de la ruptura. Por aadidura, puede decirse, estn los viejos rencores no adormecidos: la burla de sus coetneos en Ghilarza, mientras Francesco Gramsci estaba en prisin, la sospecha de una cierta negligencia frente al mal que le afliga. Entretanto los estudios prosiguen, incluso entre algunas incertidumbres. Escribe en febrero:

    Al primer examen no puedo absolutamente asistir, porque el programa, en 6 meses lo hemos concludo sin hacer nada de bueno. Es una cuestin de suerte: puedo aprobar todo o puedo reprobar todo de la misma manera: ninguna seguridad, entonces; no quiero que t me hagas despus reproches intiles (L, p.18).

    Despus de algunos das vuelve a asomar la confianza. En la escuela voy discretamente y este trimestre espero andar mejor: incluso esta maana he sido interrogado en latn y griego y he tenido 8 y 7, notas que, dada la severidad del profesor quieren decir algo (L, p. 20).

    En junio es promovido al grado superior. El ao siguiente incluso la desventaja en la

    preparacin de base aparece superada. En 1911, se grada con 8 en todas las materias y 9 en composicin de italiano. 4. Hacia el socialismo.

    Nino hace en Cagliari una vida apartada y de estudio. Escassimo y raro el dinero de casa. La descripcin de sus das magros no dejan espacio a expansiones de la vida de estudiante. Contar al hermano menor, Carlo:

    Recib la primera mesada, despus no recib ninguna otra: estaba totalmente a cargo de Nannaro, que no ganaba ms de 100 liras al mes. Cambiamos de pensin. Yo tena una

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    pequea pieza que haba perdido toda la cal por la humedad y tena una sola ventanita que daba a una especie de pozo, ms bien una letrina que un patio. Me di cuenta en seguida que no se poda avanzar por el malhumor de Nannaro que las tomaba siempre conmigo. Empec no tomando ms el poco caf matinal, luego atrasaba el almuerzo siempre hasta ms tarde y de esta manera, economizaba la cena. Cerca de 8 meses com as una vez al da y llegu al final del tercer ao del liceo, en graves condiciones de desnutricin(LC, p. 116).

    En las cartas de aquellos aos a su padre hay un nico episodio fuera de la

    acostumbrada rutina escolar. Era el 15 de abril, se trata de esto: El 26 de febrero los estudiantes del segundo y tercer ao del liceo harn una excursin a Gspini para visitar las minas de Montevecchio porque estudiamos mineraloga y, en consecuencia, debo ir yo tambin y estoy verdaderamente indecente, con este vestn que tiene ya dos aos y est deshilachado y brillante, por lo tanto, mndame una carta de crdito para alguna sastrera para que me pueda hacer la ropa a tu cargo y despus te ocupas t de reembolsar el dinero a la agencia. Porque yo para ellos no valgo nada. Te ruego de no dejar de hacerlo, porque este mes estoy realmente desesperado. Hoy no he ido a la escuela porque he tenido que cambiarle le suela a los zapatos y me a costado tres liras, he tenido que comprarme el Foscolo que me cost dos liras. No s qu diablos hacer: este carnaval no he salido un momento de casa, en cuclillas en un rincn, amurrado, tanto que Nannaro crea que estaba enfermo (L, p. 32).

    Pasa una semana, de dinero, nada. Nino va de todas maneras a Gspini con la ropa

    que brilla por todas partes. Desilusionado y ofendido, reclama al padre: en Ghilarza estaba indecente (...) ahora que ha pasado otro mes y medio y han crecido las roturas, no solamente indecente sino sucio y harapiento. Y acusa: De todas maneras ahora no estoy ms en Ghilarza y, por lo tanto, todos ustedes no van a poder avergonzarse ms (L, p. 36). En el fondo, un banal conflicto de adolescencia acentuado por la miseria comn en la poca. Sin embargo, en la evocacin de un compaero de clase, la ocasin de aquella excursin a la regin minera revela algo diferente: las huellas de una naciente atencin a la cuestin social. En Arbus, Gramsci es sorprendido en intensas conversaciones con los obreros de la mina:

    Se informaba a propsito de sus condiciones de trabajo, planteaba mil preguntas sobre cmo eran tratados, sobre cmo vivan. En aquel momento comprend que su inters por la excursin era profundamente diferente al nuestro. Nosotros habamos apreciado ante todo los copiosos almuerzos a base de pan y salchicha sarda y de sesos fritos.15

    Acercndose al socialismo durante la conscripcin en Torino, Gennaro Gramsci se

    haba transformado en secretario de la seccin socialista de Cagliari y por su intermedio, Nino haba comenzado a frecuentar el movimiento juvenil, participando en reuniones y discusiones sobre los problemas econmicos y polticos de Cerdea. Entre otros lea Il Viandante, revista del socialista revolucionario Tomaso Monicelli,16 el Avanti!, los artculos de Croce y Salvemini,17 La Voce, de Giuseppe Prezzolini,18 y algunos escritos de Marx. Las partes conclusivas de una composicin escolar sobre el tema Oprimidos y opresores, desarrollado en tercer ao del liceo, muestra como Gramsci tena claros en ese momento los principios del clebre Manifiesto del Partido Comunista.

    15 FIGARI, R., in Gramsci vivo nelle testimonianze dei suoi contemporanei, a cura de M. Paulesu Quercioli, Milano, 1977, p. 23. 16 Tomaso Monicelli haba sido redactor poltico del Avanti !, (1904-1905) y luego del Viandante (1909-1910), en Milano, peridico revolucionario del que Gramsci se har lector [N. de los Ts]. 17 Gaetano Salvemini (1873-1957), periodista, historiador, militante del Partido Socialista hasta el momento en que ste colabora con el gobierno de Giovanni Giolitti. Adversario encarnizado de este ltimo, le dedica dos escritos Il ministro della malavita, y Le memorie di un candidato. Sus escritos van a influir en el joven Gramsci [N. de los Ts.]. 18 Giuseppe Prezzolini, grafista, haba fundado en Firenze, junto con Giovanni Papini, la revista La Voce, que ir a salir hasta 1916 [N. de los Ts.].

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    La Revolucin Francesa ha abolido mltiples privilegios, ha liberado muchos oprimidos, pero no ha hecho ms que sustituir una clase por otra en la dominacin. Sin embargo, ha dejado una gran enseanza: que los privilegios y las diferencias sociales, siendo producto de la sociedad y no de la naturaleza, pueden ser superados.19

    Ya desde Cerdea, entonces, indicios de inclinaciones polticas y culturales, pero

    tambin de futuros intereses de trabajo. Antes an de dejar la isla, el joven Gramsci haba, en efecto, obtenido su primera acreditacin de periodista. Raffa Garzia,20 radical, su profesor de italiano en segundo ao del liceo, era en la poca director y propietario del cotidiano LUnione Sarda. Acepta la colaboracin del alumno, nombrndolo corresponsal de Aidomaggiore, centro de los parajes de Ghilarza. Y as, durante las vacaciones de verano, el 26 de julio de 1910, aparece con la sigla gi el primer escrito impreso de Gramsci, una pequea crnica de poltica local. III. Torino 1. Una beca de estudios.

    Al final del ltimo ao de liceo Gramsci se informa del concurso abierto por el Colegio Carlo Alberto, de Torino: treinta y nueve becas de estudio, reservadas a los jvenes de las antiguas provincias del ex-Reino de Cerdea. Una contribucin de 70 liras mensuales para frecuentar los cursos universitarios del Ateneo torinense. Dos son los requisitos preliminares exigidos para acceder: la pertenencia a una famila no favorecida; promedio alto en las notas de liceo. Nino posea ambos y decide presentar la peticin, que es acogida en septiembre. Por otra parte, no tiene ninguna otra posibilidad de seguir estudiando. Parte, entonces, para Torino en el otoo de 1911. Escribe a Ghilarza: He hecho un viaje discreto, incluso por mar, en el que no he sufrido para nada(L, p. 44). No obstante, est agotado por el esfuerzo realizado para superar los exmenes en el Dettori y prepararse en el verano a los de la Fundacin Albertina. Se encuentra como en un estado de sonambulismo, durante las pruebas de admisin a la beca se desmaya dos o tres veces(LC, p. 117). A pesar todo lo logra y obtiene el subsidio clasificndose noveno. Escoge inscribirse en la Facultad de Letras, en Filologa Moderna. Y de inmediato dificultades viejas y nuevas multiplicadas por la lejana. Torino no es la provincia sarda y, con el costo de la vida citadina, 70 liran no bastan para llegar a fin de mes. Es apenas el 7 de noviembre de 1911 y ya est angustiado. Informa al padre:

    Para comer les dir que una leche cuesta 10 centavos y por 5 centavos un pancito de 25 gramos, aunque para almorzar no menos de dos en la trattoria ms modesta, como aquella en la que coma hasta hace poco y donde me daban un platito de maccheroni por 60 centavos y una bistecca delgada como una hoja y entonces tena despus que comerme 5 7 panini e igual tena hambre como antes: imagina, con las 33 34 liras que me sobraran, sacando los gastos que son indispensables, como la pieza, el aseo, la luz, y debo estar desde la 7 de la tarde en casa porque afuera hay niebla y un fro de perros; y no tengo con que cubrirme (...). Y esto no es nada: mam me ha escrito que ests en Simaxis, entretanto me imagino que no te habrn mandado mis cartas, los documentos no estarn listos y luego se necesita tanto tiempo para que lleguen hasta ac: mientras tanto yo el 15 no los tengo: pierdo el derecho a la excensin de la tasa, pierdo la beca del colegio por retardo en la inscripcin y, tambin, la admisin en la universidad, porque aqu no bromean y ustedes mientras tanto en casa, calentndose las piernas frente a la hoguera(L, pp. 53-54).

    Se perfilan un par de aos de miseria, desgracias, exasperacin en momentos

    tambin injusta por la imperturbabilidad mahometanade los padres. La duea de casa exige la renta, Nino no tiene un peso y se dispone a pasar una Navidad muy esculida y no 19 2000 pagine di Gramsci, a cura di G. Ferrata e N. Gallo, Milano, 1971, v. II. p. 15. 20 Raffa Garzia, profesor de italiano en el Liceo Dettori de Cagliari, autor Il canto di una rivoluzione, [N. de los Ts.].

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    quisiera hacerla an ms con la perspectiva de un vagabundeo a travs de Torino buscando un cuchitril. Por momentos se arrepiente de haber dejado Cerdea para meterse en esta heladera: y lo peor es que la preocupacin del fro no me deja estudiar, porque, o bien me paseo por mi pieza para recalentarme los pies o bien tengo que quedarme arropado porque no logro sostener la lapicera helada(L, p. 59). Un fro que me provoca permanentes encarnizados escalofros. Tanto de ni siquiera poder acudir a la biblioteca y asistir a las lecciones vespertinas para no exponerme al helado vientecillo de la noche que me haca llegar a casa hecho un pedazo de hielo, tanto como para quedarme un par de horas con las mandbulas rechinando(L, p. 63).

    Finalmente, en noviembre de 1913, un desahogo lamentable:

    Querido pap, te escribo con rabia y desesperacin en el corazn; hoy ha sido un da del cual me acordar durante largo tiempo y que, desgraciadamente, no est an terminado. Es intil, me he esforzado desde un mes a esta parte y en estos ltimos das con rabia. Pero ahora, despus de una crisis lacerante me he decidido: no quiero agravar ms an mis condiciones y no quiero perder del todo lo que an puedo conservar. No voy a presentarme a los exmenes porque soy medio loco o medio estpido o estpido del todo, todava no s muy bien. No voy a presentarme a los exmenes para no perder el colegio, para no perjudicarme totalmente, porque, querido pap, desde hace un mes que estudio y me encarnizo y no he obtenido otra cosa que vrtigos y la vuelta del dolor de cabeza desgarrador y una forma de anemia cerebral que me hace perder la memoria, que me desvasta el cerebro, que me hace enloquecer hora por hora sin que logre encontrar respiro ni paseando, ni tendido en la cama, ni extendido en el suelo y, en ciertos momentos, me revuelco como foribundo (L, p. 80).

    Los acentos dramticos de muchas pginas del epistolario juvenil de Gramsci,

    conocido desde hace poco en su integridad, permiten valorar mejor las razones que lo inducirn a abandonar sus estudios universitarios sin haberse titulado. Se ver ms adelante cmo, en efecto, en aquellos aos sobrevienen intereses polticos siempre ms slidos y convincentes. Los mismos que lo unen al grupito de estudiantes junto a los cuales va a dar vida al Ordine Nuovo: Umberto Terracini, Angelo Tasca y Palmiro Togliatti, este ltimo, venido de Torino de Sassari, tambin becado por el Carlos Alberto. Aunque muy activos en el movimiento socialista, los tres lograrn igualmente titularse, Togliatti y Terracini en Derecho, Tasca en Letras. Es probable, por lo tanto, que, ms all de los ideales y del compromiso militante hayan sido ante todo el acoso de las preocupaciones econmicas y la salud, siempre en equilibrio inestable, las que hallan obligado a Gramsci a renunciar a la carrera cientfica. Una decisin dolorosa, postergada continuamente y, ciertamente, causa de una viva desilusin. 2. El lingista prometedor.

    Uno de los mayores remordimientosintelectuales de mi vida es el dolor profundo que le he procurado a mi buen profesor Bartoli de la Universidad de Torino, el cual estaba persuadido que yo era el arcngel destinado a destronar definitivamente a los neogramticos (LC, p. 56).

    En los aos de la crcel, Gramsci evoca as, con una pizca de irona, su pasin

    juvenil por los estudios lingsticos. Haba ya desde haca tiempo tomado el camino de la poltica como profesin. Y antes todava, en la universidad, se haba inscrito en los cursos de literatura italiana de Umberto Cosmo y en los de teora filosfica de Annibale Pastore. En un seminario de derecho romano haba estrechado amistad con Togliatti, que confirmar: Lo encontraba, podra decir, por todas partes donde hubiera un profesor que nos iluminara sobre una serie de problemas esenciales. Sin embargo, la principal orientacin de sus estudios era la lingstica, un inters nunca abandonado del todo. Desde los proyectos de indagacin sobre La questione della lingua in Italia, y Neo-grammatici e neo-linguisti, anotados en el primer cuaderno (1929), hasta las glosas de la Guida alla grammatica italiana, de Alfredo Panzini y a la Note per una introduzione allo studio della grammatica, que componen el ltimo de los

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    Quaderni (1935), la reflexin de Gramsci reaparece de una manera constante. Relacionndose incluso, a menudo, con otros temas que estn en el centro de su atencin, abriendo perspectivas bastante poco usuales, en esa poca, en el pensamiento marxista. A comienzos de 1912 le haba escrito al padre:

    Envo una lista de palabras: que alguien se encargue de traducirlas en sardo (...). Ruego no equivocarse, porque es un encargo de un profesor con el que este ao debo hacer el examen y no querra comprometerme por una tontera. Apenas escritas hzmelas enviar de inmediato, porque son para un trabajo de lingstica del profesor (L, p 61).

    La investigacin, por cuenta del profesor de lingstica, Matteo Giulio Bartoli, con el

    cual Gramsci haba mantenido relaciones de amistad y estima recproca va a continuar hasta el ao siguiente: se trataba, particularmente, de verificar races y significados de palabras en logudoresey campidanese. Pequeos signos de una inclinacin naciente. Con todo, es significativo el recuerdo de un joven socialista que haba encontrado a Gramsci en 1916: Cuando lo conoc era un fillogo ms que un revolucionario. Y nuevamente en 1918, participando en una discusin en torno al esperanto en la columna del Avanti!, Gramsci anunciaba la preparacin de una tesis de laurea sobre la historia del lenguaje (CF, p. 612). Testimonio, sta, de una esperanza no del todo muerta de lograr, antes o despus, de concluir los estudios universitarios. Esperanza, sin embargo, tarda, porque mientras tanto haba de hecho nacido una nueva personalidad del escritor. En el panorama plano y grosero de la prensa socialista italiana, en medio de la inercia del pensamiento general, se iba afirmando un sardo solitario, formidable polemista de temas sociales y literarios .21 Y en Torino (y en el mundo) fermentaban tantos acontecimientos formidables que habran en poco tiempo arruinado cualquier residuo de proyecto acadmico. 3. Tres escritos importantes.

    Gramsci pasa las vacaciones del verano 1913 en Ghilarza y en Bosa Marina. En Cerdea adhiere al Grupo de accin y propaganda antiproteccionista promovido por Attilio Deffenu y Nicola Fancello22 (su adhesin es registrada en el nmero de la Voce del 9 de octubre). Asiste tambin a la ceida campaa en la perspectiva de las elecciones del 26 de octubre, las primeras realizadas sobre la base del sufragio universal. Y queda impresionado por la irrupcin en la escena poltica de la masa campesina analfabeta de la isla. Lo escribe al amigo Angelo Tasca, que en Torino habita el mismo edificio de la plaza Carlina donde Gramsci ira a vivir a partir de noviembre, quedndose durante nueve aos. Probablemente su inscripcin en la seccin torinesa del partido socialista remonta a fines de 1913. El ao siguiente se divide entre el empeo universitario y las primeras experiencias polticas directas. Atrasado con los exmenes, logra aprobar cuatro entre la sesin de primavera y la del otoo. En junio, durante la semana rojase pone al lado de los trabajadores y de los estudiantes pertenecientes a la izquierda revolucionaria que participan en la gran manifestacin popular torinense del da 9. La guerra es inminente. En el Partido Socialista se discute la mocin propuesta por la direccin y por el grupo parlamentario: neutralidad absolutapara Italia. En el semanario Il Grido del Popolo, del 31 de octubre 1914, en una rbrica titulada La guerra y las opiniones de los socialistas, Gramsci interviene en el debate con el artculo Neutralita attiva ed operante. Se trata de un texto poltico meditado que, desde las primeras lneas, denota una visin madura del socialismo y una firme autonoma de juicio frente a otras posiciones sobre el problema de la guerra.

    Cul debe ser la funcin del partido socialista italiano (tngase en cuenta, no del proletariado o del socialismo en general) en el momento presente de la vida italiana?

    21 GOBETTI, P., Storia dei comunisti torinesi scritta da un liberale , in Antologia della Rivoluzione liberale , a cura di N. Valeri, Torino, 1948, p. 218. 22 Tanto Nicol Fancello como Attilio Deffenu eran sardos ; Fancello haba publicado en 1913, en el Avanti !, una serie de artculos en contra del proteccionismo. [N. de los Ts.].

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    Porque al partido socialista al cual damos toda nuestra actividad es tambin italiano,

    o sea es aquella seccin de la Internacional Socialista que ha asumido la tarea de conquistar para la Internacional la nacin italiana. Esta tarea suya inmediata, siempre actual, le confiere caractersticas especiales, nacionales, que lo obligan a asumir en la vida italiana una funcin especfica y una responsabilidad. Es un estado en potencia, antagonista del Estado burgus, que va madurando y que intenta, en la lucha cotidiana con este ltimo as como en el desarrollo de su dialctica interna, crearse los rganos necesarios para superarlo y absorberlo. Y en el desarrollo de esta funcin es autnomo, no depende de la Internacional sino para el objetivo supremo que es necesario obtener y por el carcter de clase que debe presentar siempre esta lucha(CT, pp. 10-11).

    Hay que subrayar como, a diferencia de una concepcin marxista tradicional, Gramsci afronta la cuestin nacional desde un punto de vista interno al partido de la clase obrera. La especificidad de la nacin, que integra sin excluir la perspectiva del internacionalismo proletario, es considerada como la realidad histrica y social efectiva dentro de la cual es necesario batirse. La insistencia sobre la neutralidad absoluta de parte del ala reformista del P.S.I. representa un endurecimiento de posiciones de principio, de hecho, defensivas. Declararse genricamente pacifistas no sirve para poner al gobierno italiano frente a sus propias responsabilidades. El concepto de neutralidad es, pues, en s, justo, pero los revolucionarios no deben contentarse de la frmula provisoria neutralidad absoluta sino deben transformarla en otra neutralidad activa y operante. Solamente participando dinmicamente en la fase histrica actual es posible demostrar que la clase en el poder ha fallado completamente en su objetivo, ya que ha conducido la nacin, de la cual se proclamaba su nica representante, a un callejn sin salida Y preparar, por lo tanto, el mximo de condiciones favorables para el sacudn definitivo (la revolucin)(CT, pp. 11-12). A pesar de que Gramsci no tiene la intencin de discutir ninguna otra cosa que el modo de esta neutralidad, despus de su artculo le fue atribuda una cierta fama de intervencionista. Y verdaderamente a travs de las reacciones incongruentes suscitadas por algunos de sus principales escritos de la poca es posible deducir los rasgos inquietos de su pensamiento poltico, en nada conforme con los esquemas usuales y prevalecientes en el partido. Acaecer, de hecho, que La Citt Futura, nmero nico de la Federacin Juvenil Socialista del Piamonte, ntegramente compilada por l mismo en febrero de 1917, lo har sospechoso de adherir a la doctrina neoidealista de Benedetto Croce. A la que seguir, por el artculo del 24 de diciembre de 1917, La rivoluzione contro il Capitale , la acusacin de voluntarismo poco respetuoso de las leyes del materialismo histrico. En las cuatro pginas de la Citt Futura se reflejan las tendencias intelectuales de Gramsci en aquel tiempo. Tre principi, tre ordini, Indifferenti, Margini, resumen las orientaciones polticas de sus primeros aos de militancia socialista. Un ejemplo de clara propensin terica est dado, adems, por la eleccin de pargrafos de otros autores presentados en el peridico: Cosa la cultura, de Gaetano Salvemini, Che cos la vita, del filsofo espiritualista Armando Carlini, La religione, de Croce, definido como en este momento, el ms grande pensador de Europa (CF, p. 21). Justamente en referencia a la Citt Futura, en una pgina autobiogrfica de los Quaderni, Gramsci admitir haber sido entonces tendencialmente ms bien crociano (Q, p. 1233). Sin embargo en una carta de la crcel sugiere el significado de aquel crocianismo juvenil.

    Participbamos en todo o en parte en el movimiento de reforma moral y intelectual promovido en Italia por Benedetto Croce, cuyo primer punto era ste, que el hombre moderno puede y debe vivir sin religin y, se entiende, sin religin revelada o positiva o mitolgica o como se quiera decir. Este punto me parece tambin hoy la mejor contribucin a la cultura mundial que hallan realizado los intelectuales modernos italianos; me parece una conquista civil que no debe ser perdida (LC, pp. 445-447).

    En torno a la religin de la libertad crociana haba surgido el mito de una

    renovacin cultural comn producida bajo el signo del nuevo idealismo, que haba insidido incluso en un espritu agudo como el de Gramsci. Y es en un sentido extraordinariamente

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    vasto y con mucha cautela que es necesario, pues, considerar el momento o el punto de vista o la influencia de Croce.23 Sin embargo, en la renovacin de la cultura italiana bajo la ensea del neoidealismo, un elemento claro y plenamente compartido por Gramsci es aquel de la batalla contra el positivismo. Una polmica que una Croce y Giovanni Gentile, pero que se remontaba tambin al primer autntico terico marxista italiano, Antonio Labriola. A travs de la mediacin de los Saggi sul materialismo storico, publicados por este ltimo a fines del siglo pasado, se haban en efecto moldeado las interpretaciones de la obra de Marx formuladas por ambos filsofos. Interpretaciones diferentes, en algunos aspectos incluso opuestas, que encontraban, no obstante, en el antipositivismo un punto comn. Si por lo dems, para Croce y Gentile la discusin crtica de la doctrina positivista era ante todo de orden especulativo, sta haba asumido con Labriola una clara connotacin poltica. La tradicin reformista del socialismo italiano ya desde los orgenes tena races en el positivismo, el cual vinculaba el progreso histrico y social de la humanidad al desarrollo de la ciencia. En consecuencia, como reflejo poltico, hundimiento de la tctica revolucionaria, parlamentarismo, gradualismo, en la espera que la evolucin cientfica moderna, acrecentando el bienestar general, pusiera trmino a la explotacin y el dominio de clase. Pero adems, para aumentar la confusin, tal actitud era difundida como si coincidiera con el socialismo cientfico de Marx y de Engels, comprendido impropiamente como una concepcin mecanicista de la historia. Se puede decir entoces que en la Citt Futura, Gramsci se mueve en la lnea de Labriola, aunque estableciendo una alianza objetiva con los puntos de vista neoidealistas. Para l la fe ciega en todo lo que acompaa al atributo cientfico, no representa una posicin realmente cientfica, sino slo mecnica, aridamente mecnica(CF, p. 25). El socialismo no est muerto, sino el fatalismo que concibe su realizacin como un proceso automtico de la naturaleza. Es el preludio a las tesis expuestas en el discutido artculo La rivoluzione contra il Capitale, con el cual comenta el ascenso al poder de los bolcheviques. La obra principal de Marx, el Capital, justamente,

    (...) era en Rusia el libro de los burgueses ms que del proletariado. Era la demostracin crtica de la fatal necesidad de que en Rusia se formara una burguesa, que se iniciara una era capitalista, que se instaurara una civilizacin de tipo occidental, antes que el proletariado pudiera ni siquiera pensar en su ofensiva, en sus reivindicaciones de clase, en su revolucin (...) Los bolcheviques reniegan de Carlos Marx, afirmando con el testimonio de la accin cumplida, de la conquista realizada, que los cnones del materialismo histrico no son tan frreos como se podra pensar y como se ha pensado (CF, p. 513).

    Quemando las etapas del curso histrico, modificando por tanto las leyes objetivas, Lenin ha puesto de manifiesto el valor del elemento subjetivo de la voluntad plasmadora de la realidad objetiva(CF, p. 514). Sin dejarse intimidar por la autoridad de Marx, Gramsci atribuye a ciertas incrustaciones positivistas y naturalistas presentes en su pensamiento, el origen del inmovilismo terico y prctico de vastas corrientes del movimiento obrero. Sin embargo, aunque la funcin decisiva del sujeto revolucionario permanecer constante en la elaboracin gramsciana, la desenvuelta crtica juvenil se ver sustancialmente reconsiderada. A comienzos de los aos treinta, a la luz de la derrota del socialismo en Occidente, Gramsci afirmar su acuerdo con el autor del Capital:

    Hay que desplazarse en el mbito de dos principios: 1) el que ninguna sociedad se propone tareas para cuyas soluciones no existan ya condiciones necesarias y suficientes o stas estn, al menos, en vas de aparicin y de desarrollo; 2) el que ninguna sociedad se disuelve o puede ser sustituda si antes no ha desarrollado todas las formas de vida que estn contenidas en sus relaciones (Q, p. 1579).

    En la poca faltaba medio siglo a la crisis terminal del as llamado socialismo real.

    No obstante, al buscar hoy las causas fundamentales de esa crisis, el enunciado precedente aparece como un pasaje de reflexin obligado. 23 GARIN, E., Gramsci nella cultura italiana , in Letture di Gramsci, a cura de A. A. Santucci, Roma, 1987, pp. 23-24.

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    4. LOrdine Nuovo. Despus de 1913 el epistolario gramsciano del perodo torinense se espacia de improvisto. De los dos aos sucesivos no se ha encontrado ninguna carta dirigida a los familiares. En 1916 dir a su hermana Grazietta:

    No habra debido despegarme de la vida as como lo he hecho. He vivido durante un par de aos fuera del mundo; un poco en un sueo. He dejado que se troncaran, uno a uno, todos los hilos que me unan al mundo y a los hombres. He vivido todo por el cerebro y nada por el corazn. Quizs ha sido porque he sufrido mucho del cerebro, la cabeza me ha dolido siempre mucho y he terminado por no pensar ms que en eso. Y no slo en lo que respecta a vosotros nicamente. Sino en toda mi vida. (Desde hace un par de aos no he vivido ms que para mi egosmo, para mi sufrimiento egosta). Me he transformado en un oso, por dentro y por fuera. He actuado como si los otros hombres no existieran y yo fuera un lobo en su cueva. Sin embargo, he trabajado. He trabajado quizs demasiado, ms de lo que mis fuerzas me lo permitan. He trabajado para vivir mientras para vivir hubiera debido reposar, hubiera debido divertirme. Quizs desde hace dos aos no he redo nunca, como nunca he llorado. He tratado de vencer la debilidad fsica trabajando y me he vuelto ms dbil. Desde hace al menos tres aos, no paso un slo da sin un vrtigo o una prdida de equilibrio (L, p. 84).

    Algn rasgo autobiogrfico se puede leer, no obstante, en un largo artculo de junio

    de 1921, para el semanario de la Federacin Socialista Piemontesa del Partido Comunista de Italia, Falce e martello.24 He entrado en la redaccin del Avanti!, el 10 de diciembre de 1915. He sido sin interrupcin redactor del Avanti! desde el 10 de diciembre de 1915 al 31 de diciembre de 1920, cinco aos y veinte das. Y Gramsci agrega haber escrito para el peridico socialista centenas y millares de artculos de fondo, notas en cursiva, notas de crnica, recensiones teatrales . Tantas lneas, reafirma en la crcel, como para poder constituir 15 20 volmenes de 400 pginas (LC, p. 457). Tiene a cargo la rbrica Sotto la mole, la primera en la pgina torinense de la edicin del Avanti! de Milano y desde diciembre de 1918 en la edicin piamontesa del rgano socialista. Recuadros rpidos e incisivos, elegante en el estilo y rico en lenguaje polmico contra la corrupcin poltica, el nacionalismo retrico, la deshonestidad intelectual.25 Sigue comedias y dramas representados en las salas, haciendo conocer a un pblico preferentemente obrero el arte de Pirandello e Ibsen, de Petrolini, Ermete Zacconi y Emma Gramatica. Conmemora en el centenario del nacimiento de Marx, el maestro de vida espiritual y moral, el que despierta las energas positivas dormidas y que debe despertarse para la verdadera batalla(NM, p. 6). El PSI se asoma a la posguerra reforzado. Mientras tanto se difunde en el pas la sensacin de revueltas inminentes de dimensin histrica. Y la aspiracin del movimiento obrero y socialista a hacer como en Rusia asume un caracter excepcional en Torino, la ciudad ms moderna e industrializada de Italia. En esta atmsfera, Gramsci, Togliatti, Tasca y Umberto Terracini deciden dar vida a una revista semanal de cultura socialista (por otra parte, independiente de los rganos de prensa y propaganda del partido). El primer nmero est en venta el primero de mayo de 1919, se llama LOrdine Nuovo. El entusiasmo inicial es grande, los jvenes redactores quieren conquistar el pblico de los obreros cultos, de los estudiantes, de los intelectuales prximos a las ideas socialistas. No obstante la verdadera aventura de la revista, la que terminar por ocupar un puesto singularsimo en la historia del periodismo italiano del siglo XX, se iniciar solamente dos meses ms tarde. He aqu los prembulos en el testimonio del secretario de redaccin Antonio Gramsci:

    24 Cf., Un agente provocatore , in A. Gramsci, Scritti 1915-1921, a cura de S. Caprioglio, I Quaderni de Il Corpo , 1968, pp. 155-161. 25 Cf., Gramsci A., Piove, governo ladro !, a cura di A. A. Santucci, Roma, 1996.

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    Cuando en el mes de abril de 1919, decidimos, entre tres, cuatro o cinco (...) iniciar la publicacin de esta resea LOrdine Nuovo, ninguno de nosotros (posiblemente ninguno...) pensaba cambiar la faz del mundo, pensaba renovar el cerebro y el corazn de multitudes de seres humanos, pensaba abrir un nuevo ciclo en la historia. Ninguno de nosotros (posiblemente ninguno: aunque alguno fantasiara con 6000 suscritos en algunos meses) acariciaba ilusiones rosas sobre la buena realizacin de la empresa. Qu ramos? Qu representbamos? De qu nueva palabra ramos portadores? El nico sentimiento que nos una, en algunas reuniones era el suscitado por una vaga pasin, por una vaga cultura proletaria: queramos hacer, hacer, hacer; nos sentamos angustiados, sin una orientacin, sumergidos en la ardiente vida de algunos meses despus del armisticio, cuando pareca inminente el cataclismo de la sociedad italiana (ON, p. 619).

    En el mismo artculo, aparecido el 14 de agosto de 1920 bajo el ttulo Il programma

    dellOrdine Nuovo , Gramsci explica, entre otras cosas como, en los primeros nmeros de la revista faltaba un programa concreto y una idea central . Esto hasta que junto con Togliatti y con el acuerdo de Terracini, no hubiera sido urdido un golpe de Estado en la redaccin . En el sptimo nmero de LOrdine Nuovo, el 21 de junio de 1919, haba salido la editorial Democrazia operaria, en la cual vena planteada explcitamente la cuestin de las comisiones internas de fbrica, como futuros rganos de poder del proletariado, en un sistema de democracia obrera del mismo gnero del que se estaba tratando de construir en la Unin Sovitica. Esta era la idea del Ordine Nuovo, el problema fundamental de la revolucin obrera , de la libertad proletaria .

    LOrdine Nuovo, se vuelve para nosotros as como para cuantos le seguan el peridico de los Consigli di fabbrica ; a los obreros les gust el Ordine Nuovo (esto podemos afirmarlo con ntima satisfaccin). Y por qu a los obreros les gust el Ordine Nuovo? Porque en los artculos del peridico reencontraban una parte de s mismos, la mejor parte de s mismos (...). Porque los artculos de lOrdine Nuovo no eran fra arquitectura intelectual sino brotaban de nuestras discusiones con los mejores obreros, elaboraban sentimientos, voluntad, pasiones reales de la clase obrera torinense (ON, p. 622).

    En Democrazia operaia, redactada en colaboracin con Togliatti, Gramsci define la

    funcin y el terreno de los Consigli, organismos obreros inspirados en el soviet ruso. Ms que intentar transferir hacia Italia una realidad extraa, sin embargo, Gramsci intenta, ante todo, verificar si en las fbricas italianas, en particular en aquellas torinesas, exista ya algn elemento de semejanza con el soviet, es decir al menos un germen de gobierno obrero. Y piensa poder responder afirmativamente: El Estado socialista existe ya potencialmente en las instituciones de la vida social caracterstica de la clase obrera explotada . Los crculos socialistas, las comunidades campesinas y las comisiones internas de la fbrica, son, en primer lugar, centros de vida proletaria que hay que conectar, coordinar y centralizar. Con el objetivo de promover una democracia obrera para oponerla desde ahora al Estado burgus, de tal manera de sustiturlo en todas sus funciones esenciales de gestin y de dominio del patrimonio nacional(ON, p. 87). En la eleccin de las comisiones internas, participaban exclusivamente los obreros inscritos en el sindicato, el que representaba solamente una parte de la clase obrera. Gramsci propone entonces de ampliar la facultad de elegir los Consigli a todos los trabajadores, a los obreros, a los tcnicos, a los empleados, en suma, a todos los protagonistas del proceso de produccin. La funcin de los Consigli no deba, de hecho, agotarse en la tradicional contratacin salarial o en la defensa de los derechos de los obreros en el lugar de trabajo. A la vieja consigna Todo el poder de la fbrica a los comits de fbrica se le sustitua otra, bastante ms avanzada: Todo el poder del Estado a los Consejos obreros y campesinos (ON, p. 89). El 13 de septiembre de 1919, LOrdine Nuovo publica el manifiesto Ai commissari di reparto delle officine Fiat Centro e Brevetti. Con la nmina de los comisarios, las comisiones internas de estas fbricas tienen a partir de este momento una nueva fisonoma. Los obreros de los otros establecimientos torinenses se mueven en la misma direccin. El movimiento

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    consejal, al cual nuestro peridico no ha contribudo poco despierta un inters creciente. Incluso los industriales torinenses se preguntan cul puede ser el objetivo al cual esto tiende, qu programa se propone realizar la clase obrera torinense. (ON, p. 208). En el intertanto, el PSI se encamina a deliberar con el congreso de Bologna del 5-8 de octubre, la adhesin a la Internacional Comunista. La constitucin de los Consigli di fabbrica a travs de la eleccin de los comisarios de servicio es discutida por los organismos sindicales y polticos torinenses, (desde mayo Gramsci es miembro de comisin ejecutiva de la seccin socialista local). El primero de noviembre es aprobada por la asamblea de la federacin metalrgica, el 6 de diciembre por la seccin del PSI. Tambin el congreso extraordinario de la Camera del lavoro, aprobar un voto favorable a los Consigli. En el Ordine Nuovo del 24-31 de enero de 1920, Gramsci publica el Programma dazione della sezione socialista torinese. La polmica con la tendencia burocrtica y reformista del partido es explcita.

    En este ltimo perodo de vida poltica nacional e internacional se ha demostrado que no hemos sido capaces de dar una direccin firme y precisa a la lucha de clases que lleva a cabo el pueblo trabajador italiano: la actividad del partido se confunde con la actividad del grupo parlamentario, con una accin, es decir, o puramente reformista y oportunista o absolutamente vaca de todo contenido concreto que sirva para educar en el sentido revolucionario indicado por el Congreso de Bologna, a los ms vastos estratos de la poblacin para hacerla solidaria con la causa y el programa de la revolucin proletaria (ON, p. 399).

    Para Gramsci, la seccin torinense debe encargarse de empujar el partido a

    promover la formacin de Consigli obreros y campesinos en toda la pennsula cortando toda forma de colaboracin con los industriales y el Estado burgus. La solucin de los urgentes problemas del actual perodo slo puede ser encontrada en un poder puramente proletario, en el Estado obrero(ON, p. 400). Se necesita, en definitiva, que la consigna Todo el poder a los soviet asuma un significado real e inmediato. Es ahora evidente para todos que la accin de los comisarios de taller y de los Consigli es la preparacin a la revolucin comunista de la sociedad. La rplica patronal no se hace, pues, esperar: el 28 de marzo se proclama el cierre de los establecimientos metalrgicos de Torino. Los industriales ponen como condicin para reanudar las faenas el trmino del movimiento de los Consigli. Pero los obreros defienden con firmeza las nuevas instituciones en las fbricas y contraatacan con una huelga de un mes, a la cual adhieren ms de doscientos mil trabajadores. El grupo del Ordine Nuovo se alnea en favor de la lucha obrera, la cual, sin embargo, no logra extenderse a nivel nacional. La huelga concluye as con una sustancial afirmacin de los industriales y el reabsorbimiento de una buena parte de las conquistas obtenidas por los Consigli. El 8 de mayo, con La forza della rivoluzione, Gramsci evoca la labor de esos das. El Estado haba puesto a disposicin de los industriales decenas de miles de soldados en pie de guerra. Agentes provocadores rompedores de huelgas, periodistas pagados infundan pnico y entregaban noticias falsas.

    La clase obrera no pudo oponer ninguna otra cosa que la media hoja cotidiana del boletn de la huelga y su energa de resistencia y de sacrificio. Los obreros metalrgicos resistieron un mes sin salario, muchos sufrieron hambre, tuvieron que empear en el Monte de Piedad sus muebles, hasta los colchones y las sbanas; tambin la otra parte de la poblacin trabajadora sufri privaciones, miseria, desolacin: la ciudad estaba como asediada, la poblacin trabajadora tuvo que soportar todos los males y las incomodidades de un asedio cruel e implacable. La huelga termin en una derrota; la idea que haba sostenido a los luchadores fue ridiculizada hasta por una parte de los representantes de la clase obrera; la energa y la fe de los dirigentes en la huelga fue calificada de ilusin, de ingenuidad, de error, hasta por una parte de los representantes de la clase obrera (ON, pp. 518-519).

    Ningn apoyo vino, en efecto, al movimiento torinense, ni de parte de la

    Confederazione generale del lavoro ni de la direccin socialista. Por lo dems, bloqueado

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    en el juego interno de las fracciones maximalista y reformadora, el PSI no pareca en absoluto en condiciones de encaminar y dirigir un proceso verdaderamente revolucionario. La necesidad imperiosa de reformar a fondo el partido, incluso al precio de una escisin, era, desde hace tiempo sostenida por el grupo comunista abtencionista organizado en torno al Soviet, semanario fundado por Amadeo Bordiga. Por el momento, Gramsci y sus compaeros ordinovistas continan todava a travs de la crtica al reformismo, por el camino del PSI, la educacin y la propaganda comunista entre las masas. A pesar de que el movimiento de los Consigli hubiese quedado en la fortaleza obrera de Torino y ningn representante del Ordine Nouvo formara parte de la delegacin socialista italiana enviada a Mosc, al segundo congreso de la Internacional Comunista (19 de julio-7 de agosto), el proyecto poltico elaborado por la revista gramsciana obtiene el importante aval de Lenin. Sin embargo, mientras se encontraban an en Rusia algunos de los ms altos dirigentes del PSI, comienza en Italia la lucha que llevar a la derrota definitiva la tentativa revolucionaria del 19-20. El rechazo de los industriales a tratar los aumentos de salarios pedidos por los sindicatos metalrgicos, provoca la ocupacin de las fbricas del sector en la regin entera. Por un mes, ms de medio milln de obreros armados como podan, se emparan de los establecimientos tratando, al mismo tiempo, de mantener la produccin. En Torino, los Consigli asumen el poder y disciplinan el trabajo en las fbricas. En Lombarda, en Luguria, en Toscana, en Emilia, pero tambin en algunos centros meridionales, los obreros siguen el ejemplo de la capital piamontesa, intentando darse una organizacin autnoma. Las tesis de Gramsci pareceran encontrar, finalmente, plena correspondencia en los hechos. Sin embargo, con el paso de los das el frente patronal logra mantenerse compacto mientras el obrero, fruto de fuerte disenciones internas, se desagrega. El movimiento resiente de nuevo la ausencia de direccin poltica central de parte del PSI. En la vertiente sindical prevalece luego la tendencia a superar los desacuerdos con la mediacin del gobierno. Entre desacuerdos y contradicciones, incertitudes y desbordes extremistas, la revolucin es sometida a votacin y rechazada por el consejo general de la Confederazione del lavoro. Con un compromiso sancionado por el Primer Ministro Giovanni Giolitti,26 se termina la ocupacin de las fbricas y, a principios de octubre de 1920, los obreros vuelven en todas partes al trabajo. Los Consigli son derrotados. Para Gramsci, en la actual fase poltica nacional e internacional, la formacin del partido comunista no puede seguirse postergando. El PSI se ha transformado en un conglomerado de partidos; se mueve y no puede no moverse perezosamente y tardamente . Por otra parte, est expuesto continuamente a transformarse en terreno de fcil conquista para aventureros, carreristas, ambiciosos sin seriedad y capacidad poltica. Los acontecimientos acaecidos en la historia reciente explican la paradoja por la cual en Italia son las masas las que empujan y educan el partido de la clase obrera . Mientras ste no es otra cosa que un pobre notario que registra la operaciones cumplidas espontaneamente por las masas. Pero al interior del PSI ha nacido ya un partido comunista al cual no le falta sino la organizacin explcita, la centralizacin y una disciplina propia para desarrollarse rpidamente. Sobre las bases de las tesis aprobadas en el segundo congreso de la Internacional Comunista, contrarias a aquellas del ala reformista, se necesita operar de tal manera que en el menor tiempo posible sea constituda la fraccin comunista del partido socialista italiano. Esta tiene que volverse de nombre y de hecho, Partido Comunista Italiano, seccin de la III Internacional Comunista(ON, pp. 659-661). El 24 de diciembre aparece el ltimo nmero del Ordine Nuovo semanal. Desde el primero de enero de 1921, LOrdine Nuovo, con Gramsci como director, se transformar en cotidiano, reemplazando la edicin torinense del Avanti!. 5. La escisin de Livorno y el ascenso del fascismo.

    El 28 y el 29 de diciembre de 1920, Gramsci haba participado en el acuerdo de Imola en el cual se constituy la fraccin comunista del PSI. Y en el seno de esta as llamada fraccin de Imola se haba inmediatamente delineado la preminencia del grupo 26 Giovanni Giolitti (1842-1928), poltico liberal piamonts ; gobierna Italia entre 1882-1883 y, casi sin interrupcin, entre 1902-1914. Encontr un amplio apoyo en el Partido Socialista Italiano [N. de los Ts].

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    guiado por Bordiga, desde haca tiempo organizado a nivel nacional y favorable al distanciamiento del partido. El 14 de enero de 1921, en vsperas del XVII congreso del Partido Socialista, Gramsci publica en el Ordine Nuovo el artculo Il Congresso di Livorno.

    En Livorno ser finalmente evaluado si la clase obrera italiana tiene la capacidad de darle forma desde sus filas a un partido autnomo de clase, ser finalmente comprobado si las experiencias de cuatro aos de guerra imperialista y de dos aos de agona de las fuerzas productivas a nivel mundial han servido para hacer conciente a la clase obrera italiana de su misin histrica (SF, p 39).

    Vencida la cautela inicial, la lnea bordigeana, sostenida cada vez ms por la

    autoridad de Lenin, ser, en lo sucesivo, compartida abiertamente por Gramsci. La separacin que sobreviene en Livorno entre comunistas y reformistas tendr especialmente este significado: la clase obrera revolucionaria se separa de aquellas corrientes degeneradas del socialismo que se han podrido en el parasitismo estatal (...). La clase obrera revolucionaria afirma su repudio a esa forma espuria de socialismo: la emancipacin de los trabajadores no puede venir a travs de las prevendas arrancadas para una aristocracia obrera con compromisos parlamentarios y con chantages ministeriales; la emancipacin de los trabajadores puede venir slo de una alianza de los obreros del norte y de los campesinos pobres del sur para abatir al Estado burgus, para fundar el Estado de los obreros y los campesinos (SF, pp. 40-41).

    En el congreso se enfrentan tres corrientes: aquella maximalista unitaria, contraria a

    la escisin con los reformistas y favorable a la Internacional; la reformista; la comunista. La corriente maximalista, guiada por Giacinto Menotti Serrati, apoyaba el programa mximo del partido, a travs de la accin revolucionaria por el derrocamiento inmediato del orden capitalista y la aplicacin integral del proyecto socialista. Los serratianos obtienen 98.028 votos; los reformistas 14.659; los comunistas 58.783. El 21 de enero, los comunistas, entre los cuales la fraccin astencionista bordigeana y el grupo piamonts del Ordine Nuovo, abandonan el teatro Goldoni, sede del congreso. Reunidos en el cercano teatro San Marco discuten la constitucin del Partido Comunista de Italia, seccin de la III Internacional. Jefe indiscutido del nuevo partido es Amadeo Bordiga. Gramsci, que en Livorno no ha tomado la palabra, es elegido al Comit Central pero excludo del Ejecutivo. Su ubicacin poltica no est todava bien definida. Joven (tiene treinta aos) y poco conocido en el partido, tiene ante todo, por sus intervenciones culturales y tericas en el Avanti! y el Ordine Nuovo, fama de intelectual. El fascismo se organiza y avanza. Gramsci comienza a examinar las caractersticas y las posibles salidas en relacin con las permanentes incertitudes polticas del PSI. Qu cosa es el fascismo visto a escala internacional? Es la tentativa de resolver los problemas de la produccin y de intercambio con las ametralladores y los tiros de revlver(SF, p. 101). En Italia, la violencia reaccionaria desencadenada simultneamente por todo el territorio nacional, ha determinado automticamente una cantidad de esfuerzos simultneos revolucionarios de parte de las masas agredidas(SF, p. 88). En la ausencia de un centro poltico en condiciones de organizar y orientar al proletariado, devolver golpe a golpe los ataques de las escuadras fascistas significa sin embargo aventurarse en una espiral con salidas imprevisibles. Por otro lado, los socialistas creen an poder oponerse a la clase burguesa, que organiza y desencadena su violencia por todas partes, con la protesta en el Parlamento y la consigna que deplora la barbarie fascista (SF, p. 104).