benito y cantero juan jose - la magia disfrazada o el espiritismo (1886)

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    EL ESPIRITISMO POR E l DOCTOR

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    LA MAGIA DISFRAZADA SEA

    EL ESPIRITISMO POR EL DOCTOR

    D> Juan Jos Benito y Cantero t-'ANNIQO MAGISTRAL DE LA SANTA IGLESIA PRIMADA DE TOLEDO,

    DIRECTOR Y REDACTOR DKL BOLETN ECLESISTICO

    DEL ARZOBISPADO

    CON LICENCIA DEL ORDINARIO

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    M A U R I i : )

    R. VKLASCO, IMPRESOR, CALLE DEL RUBIO, NM. 20 188Q

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  • Es iiropiedad de los herederos del autor.

    Queda hecho el dejisito que marca la ley.

  • CENSURA

    limo. Sr.: Cumpliendo con lo que S. S. I. me tiene ordenado desde el ltimo finado mes de Abril, y habiendo ledo con el debido detenimiento el manuscrito de la obra que, con el ttulo de LA MA-GIA DISFRAZADA 6 SEA EL ESPIRITISMO, ha compuesto elDr. D. Juan Jos Benito y Cantero, Cannigo Magistral de esta Santa Iglesia Primada, debo manifestar que nada he hallado contrario al dog-ma catlico ni la moral cristiana en dicha obra; antes me pare-ce trabajo muy til y digno de la luz pblica. El libro es de mu-cha oportunidad, nutrido de doctrina y muy estudiado: Tertulia-no, San Agustn, Santo Toms, en primer trmino; Surez, Victoria, Belarmino, Oornelio Alpide, Maldonado y otros emi-nentes doctores, son las fuentes principales en que el autor se ha inspirado, habiendo consultado adems los ms famosos apolo-gistas modernos y los escritores ms diestros que han tratado del espiritismo. Dios guarde V. S. I. muchos aos. Toledo, 25 de Mayo de 1885.Dr. Jos Fernndez Montaa.limo. Sr. Vi-cario Capitular.

  • LICENCIA

    do f^ ^ '^^ '"'^ "^e' Gobierno eclesistico del Arzobispado de Tole-eclesr r ^ ^ ^ ^ " ' * ' - ~ ^ ' ^ - -^ ^'- ^''*" Capitular Gobernador con t ( ^^^ "^"^^obispado de Toledo, ha tenido bien decretar

    esta fecha lo siguiente : Por cuanto de nuestra orden ha sido xaminada la obra titulada LA MAGIA DISFRAZADA SEA EL ESPIRI-iSMo escrita por el Sr. D. Juan Jos Benito, Cannigo Magistral

    esta banta Iglesia Primada, y no conteniendo, segn la censu-a, cosa alguna contraria al dogma y la moral de la Iglesia,

    aamos nuestra licencia para su debida impresin y publicacin. 1^0 que de orden del M. I. Sr. Vicario Capitular traslado V. S. para su satisfaccin y efectos consiguientes. Dios guarde V S muchos aos. Toledo, 27 de Mayo de 1885.-Jose Fernndez Montana, Cannigo secretario.-Sr. Cannigo Magistral de la feanta Iglesia Primada Dr. D. Juan Jos Benito y Cantero

  • PRLOGO

    No h muclio tiempo qiio. ni an cruzaba por mi ima-ginacin el pensamiento de escribir el liljro ((uc tengo la honra de ofrecer al pblico; pero se me brind(3 la ocasin para combatir al espiritismo y empec la tarea insertando algunos artculos en el Boletn Edeslsiico del Arzo-lJipado.

    I'-^ to trabajo, que nada vala, lo vieron coij alecto aini-toycarnlosos, y me animaron para que empleara algn i'ato en el estudio del espiritismo con el in de refutarlo.

  • II veces y como por entretenimiento las ms, para em-baucar los curiosos y los crdulos. Y bien merece ser tenida en cuenta la actitud insidiosa con que procura apoderarse de los corazones sencillos, entregndolos, sin que ellos lo conozcan, la servidumbre del demonio.

    El espiritismo es uno de los medios ms potentes de que el infierno se vale en este siglo; es como el ltimo esfuerzo de Satans; es el principio del fin de que nos hablan los Libros Santos. Porque, como La Civiltt dijo un da, c( entre los adversarios del orden sobrenatural,

    . que la soberbia humana trata de eliminar hoy por com-pleto, no es el ms temible el que lo niega, sino el que mejor loremeda.

    Y el espiritismo lo hace maravilla. Suplanta Dios en todas las formas, toma las apariencias de lo sobre-natural, que es precisamente lo que quiere destruir, se asocia las diversas escuelas adoptadas por la filoso-fa, y satisfaciendo, dice La Civiltt, la tendencia propia del hombre hacia lo sobrehumano y lo infinito, en vez de burlar sus esperanzas, las fomenta y las nutre, aunque con mal alimento, y arrancando hipcrita del corazn la idea misma que aparenta inspirar, lo descatoliza y misti-fica, envolvindole entre las redes de la supersticin con su sobrenaturalismo mentido y engaoso.

    Yo creo que puede decirse hoy de los espiritistas lo que dijo Tertuliano de los platnicos: condimentarium omnium heereseon los llama en su libro De Anima, la sal de todas las herejas. Y aunque el divino Platn y el f^nio de Platn sean las frmulas sacramentales emplea-das para ensalzarle, Platn, dice Rulica, es el filsofo, que el Doctor Anglico encuentra las ms veces como

  • III xdversrio en su camino, y contra quien rompe ms ianzas en Ja defensa del dogma cristiano.

    As sucede con el espiritismo: no h llegado me-i-ecer los encomios que el platonismo; pero lo aplauden las escuelas filosficas descredas, por lo mismo que se propone destruir el edificio catlico, no parcialmente negando este el otro dogma, sino completamente y por ^u base, esforzndose en arrancar de raz el rbol majes-tuoso de la revelacin divina, que pretende sustituir con otra muy funesta fraguada en los antros del infierno. iJe alh es de donde h salido la flamante secta, y ella parece haberse dado la llave del pozo del abismo, de que nos habla S. Juan en el captulo nueve del Apocalipsis.

    bierto aquel pozo, salieron langostas la tierra; pero e les mand no hacer dao sino los hombres que no ^ euan la seal de Dios en sus frentes. Estos son los incr-^ u os y malos catlicos, y slo ellos puede seducir el spintismo, insidiosamente y de mala f, los incautos

    y curiosos.

    Por eso conviene precaverse y refutarlos. S. Agustn ^ecia acerca del platonismo y de sus discpulos los Aca-^emicos: toda nuestra polmica debe reducirse de-ender la religin Cristiana contra esos hombres impos: conra Platonem et Acadmicos, impos homines, nobis ^efendenda Christiana religio esU Lo mismo hay que ^acer con el espiritismo; menester es combatirlo y defen-

    der al-catolicismo de sus ataques. Para conseguir el objeto cumplidamente, basta y sobra

    ^on la doctrina de Santo Toms. Y no cause extraeza esta afirmacin ni parezca atrevida; al contrario, el lector

  • IV

    El espiritismo no es nuevo sino en la forma; no es ms que una compilacin de errores muy viejos vestidos le moda. La evocacin de los espritus, suponiendo ver en ellos las almas de los muertos, no es cosa de hoy, y ni an la parla de las mesas, que fu por donde ms trat de significarse la secta en Europa y Amrica, ofrece no-vedad; estaban en el secreto los antiguos nigromantes, adoctrinados por el mismo maestro que los nigromantes-modernos.

    As se comprende cmo las enseanzas de Santo Toms sean bastantes para impugnar los espiritistas y triunfar de ellos. Las extravagancias de la secta cuentan j a siglos y el Santo las haba reputado segn antes fue-ron. Sus dos Sumas no solamente contienen argumentos bastantes para rebatir los errores hasta entonces cono-cidos, sino que con su mirada de guila,

  • V y verdaderamente lo hicieran, y se anticip los sucesos
  • VI Telogos, Filsofos y Apologistas ms notables entre loa ahtiguos como entre los modernos, ni los tratadistas, especiales de ms fama.

    Y como quiera que el espiritismo tiene cierta estruc-tura artificiosamente formada con sus funestos delirios con el fin de seducir ms fcilmente los que no le cono-cen, es preciso examinarlo en ese misterioso mecanismo de que se precia, estudiando primero lo que puede y debe llamarse su modo de ser, y despus las hereticales blasfemias que figuran en su credo, veladas unas veces-con nombres estudiados y pomposos, y descubiertas otras con vanos alardes, conforme hace su objeto.

    Por lo cual v dividido en dos partes el libro. Se trata en la primera de la economa del espiritismo, demos-trando lo efmero de su ser y de su organizacin intrn-seca. En la segunda se refutan sus perniciosos errores,, arrancndole el antifaz y exhibindole como es, saber, padrino afectuoso de la iniquidad y de la mentira.

    En cuanto errores, debo advertir que todos estn tomados de los escritos de Alian Kardec. Y por extraos, que parezcan, como veces sucede, hasta el punto de resistirse el creer que sean de la secta tan desmesurados absurdos, lo son realmente. Y no hay uno solo de los que han de ser refutados en este libro, que no se halle en las obi'as del abanderado espiritista, como el lector podr convencerse, evacuando las citas. El Cielo y El Infierno, el libro De los Espritus, el de Los Mdiums, La Moral Espiritista, El Gnesis, Los Milagros y Las Profecas, y las Obras Fstumas, retratan al espiritismo tal como es^ y de ellas li copiado la letra sus desvarios.

    Despus de las observaciones qae preceden, muy

  • VII

    convenientes para leer con provecho el libro que v hoy la luz pblica, me queda por hacer una manifestacin importante, es saber, que sonuito desde luego este hu-milde trabajo al examen y censura de la Iglesia Catlica, nica Maestra infalible en materia de fe y costumbres. Acepto pues dcilmente su juicio, y estoy dispuesto retractar lo que hubiere escrito, si no estuviera conforme con sus enseanzas.

  • r

  • PARTE PRIMERA

    SGONOMXA X)L 3CSPXRXTXSM0

    CAPTULO PRIMEI\^0

    Brevsima historia del espiritismo.El mesmerismo, el sonambulismo y el espiritismo no son sino tres fases de una misma idea.El por qu de la

    propaganda espiritista.

    Parece un sueo, y es realidad triste, que en pleno siglo XIX y travs de la ilustracin de que se hace alarde, haya formal empeo en retroceder los tiempos de la antigua magia, aquellos das de que la Europa cristiana se doli en su poca, y que resucita hoy, acaso sin darse cuenta, por medio del tan celebrado espiritismo.

    Y que este es la magia han dicho ms menos francamente sus correligionarios, Dupott (1), Arnette (2) y Alian Kardec (3), cuyos testimonios sern consignados oportunamente, puesto que la cuestin se ha de tratar ms de una vez.

    La nueva secta es, al parecer, la encargada de realizar en nuestros dias la profeca del Apstol S. Pablo en

    U) Le Mnffie DeToile,> pgs. 50 y 55. W "Diario liel Mag-netlsm, n. 165. {'1) Libro de los .Mediuma-, c. 4, n. 46o. 2.J, n. Zlfi.

    ' / ' . / I

  • 2

    relacin con la ltima edad del mundo: en los postri-meros tiempos apostatarn algunos de la e, dice el Apstol, dando odos ios espritus delerror y doctrin&s de demonios, que con hipocresa hablarn mentira y ten-drn cauterizada su conciencia (4). La cual prediccin no se refiere solamente al .fin del mundo, dicen los expo-sitores y comentaristas de los libros santos, sino todos los tiempos, afirma entre otros, el P. Sco (5); en cuyo caso pudiera muy bien ser comprendida en las palabras de S. Pablo la flamante secta, cuya procedencia y origen los hombros pensadores hacen venir del infierno.

    La CiviUtc Catlica, de grande autoridad en la cuestin atendidos sus excelentes trabajos acerca del espiritismo, dijo sin rebozo:

  • 3 --ni lo exige este trabajo, ni hay por qu tratar do ella en sus detalles, siendo tan conocida; la liar solamente grandes rasgos.

    Mas no hay que perder de vista, para dar conocer desde su origen la secta espiritista, que el magnetismo, el sonambulismo y el espiritismo, no son tres cosas dis-tintas, sino tres retoos de un mismo rbol, saber, la antigua magia. Asi lo declara el sabio jesuta Perrone: el mesmerismo, el sonambulismo artificial y el espiri-tismo, son tres fases de una misma idea que h ido desen-volvindose poco poco hasta llegar manifestarse en su plenitud. No solo le son comunes la mayor parte de los hechos... sino que el espiritismo parece engendrado del mesmerismo como el hijo de su padre (8).

    Es verdad, el magnetismo, el sonambulismo y el espi-ritismo, se identifican; pero los nombres de magnetismo y sonambulismo estn hoy en desuso, y se h hecho general el de espiritismo. Por qu? Porque ya no hay quien defienda en buena lid que se expliquen por cau-sas fsicas y naturales todos los prestigios atribuidos esos sistemas.

    Predomina hoy entre sus adeptos el pensamiento de que no puede ser una causa corprea el agente de todos los fenmenos, sino espiritual inteligente (9). Y esta opinin, dice La Civiltt, ha logrado dar nombre la secta, y ya no se llama magnetismo, ni sonambulismo, sino espiritismo (10),

    Conforme con esta apreciacin el docto P. Zeferino, presenta de la misma manera al espiritismo y lo com-prende bajo el nombre genrico de magnetismo. Enten-demos por magnetismo, dice el sabio Prelado, el con-junto de fenmenos extraordinarios que bajo el nombre

    (8) Geaealojra qualam gpiritamus i meamorismo, veluti proles a uo parete procrala depomlere videtur. De Virtute Religlonia, p. 2, sect. 2, cap. 5, n. SSJ.

    W Allaa Kardec, introduccin al libro de Los Espritus,- par. 4. (W) Paragr. 87, ptg. 279.

  • i de manifestaciones magnticas y espiritistas serealizan principalmente en el hombre, aplicando al efecto varios medios, ya fsicos y materiales, ya morales y espiritua-les . . . El magnetismo vulgar ordinario, contina, es el que emplea medios materiales y sensibles... El magne-tismo trascendental abrzalos fenmenos que se realizan en la evocacin y por la evocacin de los espritus, y es el que se conoce con el nombre de espiritismo (11).

    Lo cual nos demuestra que el espiritismo figura en la historia del magnetismo como la ltima de las tres fases por que h pasado. Pero las dos primeras, aun-que de ms relumbrn y fantasmagora, estn convictas de mentira y superchera, y se h adoptado por lo mismo ese espiritismo, que la secta llama racional, con muchas, mas no con todas las fprmas ridiculas y vanas que antes habia empleado.

    Considerada la historia del espiritismo en sus distin-tos puntos de vista, se observa que son tres los princi-pales: el magnetismo de Mesmr, primero; el sonambu-lismo de Puysgur, Fria y Petetin, despus; el espiri-tismo de Swdemborg, Doglas Ilome y Alian Kardec, ltimamente. Mesmr, Puysgur, Fria, Petetin, Swdem-borg, Cahagnet, la familia Fox, Doglas Home y Alian Kardec, son como el resumen de la historia espiritista.

    Austria, Alemania y Francia, fueron el teatro de los experimentos del referido Mesmr, y en Pars sobre todo, sus tinas, sus cilindros y sus varitas de hierro, llegaron alcanzar gran xito y proteccin, si no entre las Acade-mias ni los sabios, entre los noveleros al menos y el pue-blo incauto. Remedo era todo esto de aquella famosa al-quimia, antes muy en boga y la sazn olvidada; pero el embaucador de Mersburgo logr abrirse paso, y el mes-merismo, fase primera del espiritismo, como reproduc-cin de la antigua magia, empez tomar nombre.

    (11) Filos. Elem., t. 2, c. 4, a. 8, p. 1.

  • 5

    Se present muy luego un discpulo aprovechado de Mesmr, y ya no hubo tinas, ni cilindros conductores, ni varitas metlicas, nada deesto. Se haban hecho viejos tales tratamientos, el espiritismo con el nombre de sonam-bulismo entraba en la segunda fase, y vinieron con ella, primero los pases de manos de Puysgur; despus los mandamientos verbales de Fria; luego las intimaciones puramente mentales de Petetin, y an esto lleg decla-rarse innecesario. La voluntad era bastante, siempre que fuera enrgica; y Dupott lleg afirmar que los fen-menos magnticos podan obrarse largas distancias y hasta en ciudades distintas.

    La secta se iba clareando y daba entender que no necesitaba tratamiento ni procedimiento alguno, lo cual no es extrao. Ya no eran agentes naturales los produc-tores de los hechos magnticos, eran los espritus; y como que estos pueden obrar de cerca y de lejos, no necesitan contacto, ni tinas, ni pases, ni varitas, nada; as quiso demostrarlo y lo demostr twdemborg. Empez con sus visiones y se puso en comunicacin con los espritus, fund en Suecia su nueva iglesia cristiana, y secundado por Cahagnet en Francia, por la familia Fox en Amrica, y por Doglas Ilome en Europa, toc en su tercera fase el espiritismo, evocando en las sesiones las almas de los muertos, nicos espritus que ellos admiten.

    Por supuesto que no faltan estos nuevos magnetiza-dores ni los tringulos, ni los crculos, ni los tesoros, ni los espejos, ni los perfumes, ni el secreto misterioso, ni los acompasados golpes, ni los alfabetos acsticos, ni las tablitas, ni las mesas parlantes, ni los lpices movidos por una mano invisible, y que s yo cuantas cosas ms, pla-gio en su mayor parte do la antigua magia. La Europa si a embargo y la Amrica acariciaron la nueva secta, dndola puesto de honor entre los modernos errores, y iuincjue perdi mucho terreno al ser conocida, todava hace proslitos al amparo del infierno.

  • 6

    Las causas que as lo determinan son muy sabidas, y en mi sentir las principales son estas. De un lado la incredulidad cada da ms creciente, dispuesta siempre rechazar la verdad acogiendo con regocijo el error, so-bre todo el que la puede servir de ariete contra el catoli-cismo; y de otro, el nombre, los atavos, las galas con que se reviste para atraer los bonachones y sencillos, que si se inspiran en creencias catlicas, no las tienen tan arraigadas como han menester.

    La incredulidad h enarbolado una bandera, cuyo lema es este: Guerra, la. Iglesia. Ya lo dijo el renom-brado jesuta de Pars: Los odios religiosos iodos frente la Iglesia, y las sectas todas contra ella (12).

    As es. Cuando so trata del Catolicismo, las escisiones desaparecen por el momento del campo enemigo, sus di-vergencias concluyen por entonces, y se confunden en una idea comn, el odio la religin Catlica, prosigue el gran jesuta (13). Y como ven que el espiritismo, si-mulando piedad, segn le conviene para engaar los jjuenos, es en su fondo profundamente impo y anti-catlico; aunque a escondidas hagan burla, acarician en pblico y le dan asiento en la cofrada cosmopolita que lleva por consigna: Guerra la Iglesia.

    Por otra parte, el estado actual de nuestra sociedad predispone en favor de la secta espiritista. El siglo en que vivimos, por dems novelero y materialista en extremo, est como gastado de los goces, y las gentes de creencias tibias, que alardean de honradas, se sienten asfixiadas por el humo de la concupiscencia y las pasiones; y as los nimos, fcilmente se rinden los halagos de estos nuevos iluminados, que su vez han sabido darse el herr moso nombre de espiritistas. Sin ms que este nombre, creen divisar en ella algunos ilusos elevacin de miras.

    (12) El P. Flix, Confer. 2 del ao 1869. (13) Lugar citado, p. 45.

  • moralidad, religiosidad y dems elementos de ventura de que la sociedad est hoy hambrienta, y se lanzan incons-cientes en alas de la novedad, creyendo encontrarlos.

    Adems, el indiferentismo religioso, que es la llaga social de nuestro siglo, en sentir de pensadores profun-dos, favorece mucho la propaganda espiritista. Esa in-diferencia que lleva en pos de s, dice La.inennn.is, la apata, la pereza y el entorpecimiento universal de las facultades morales (14), devora y corrompe de una ma-nera lastimosa nuestra sociedad. Y los indiferentis-tas, que son muchos, aletargados con el cloroformo es-piritual, que casi sin percibirlo, aspir su alma, vento doctrinse circunferuntur, dice S. Judas (1.5), dejnse lle-var todas partes en brazos de ese funesto indiferen-tismo, cuya consecuencia, escribi Leibnitz, viene ser el ms horrible atesmo, y all se detiene donde encuen-tra un aliado que le halaga, como lo hace el espiritismo prohijando todas las religiones con su maestro Alian Kardec (16).

    Hay tambin otra razn de mucha fuerza y en ella consiste el mayor peligro. Estos adoradores de Satans saben adaptarse todas las condiciones, toman todas las apariencias, mudan de traje cuando les conviene, y se expresan cada uno en su lenguaje. El carcter y las aficiones es lo primero que estudian, y al poltico hablan de poltica, al comerciante de trficos, al sabio de erudicin, al piadoso de piedad, al honesto de hones-tidad, y al vulgo de modo que los entienda: su consigna es esta, ganarse el corazn halagando sus gustos. Se-gn el lugar, las circunstancias y las personas, as se ex-presan los espritus, dice el P. Perrone, y nada les im-porta el hacer declaraciones distintas y hasta contradic-

    (14) Ensayo, introduccin, pg. 33. (15) Carta Catlica,, cap. nico, v. 12. (16) Libro de Los Espritus,- cap. 10, Libertad de conciencia, y en el segfundor

    'Adoracin eiterna.

  • 8

    torias en cuanto religin y moral (17). Y esta observa-cin, acreditada por la experiencia y por la autoridad do Jos sabios, est confirmada por Alian Kardec. Si se fija el lector en las palabras siguientes del maestro funestsimo, quedar convencido. Es menester, dice el orculo, que nos hagamos comprender. Si alguno tiene conviccin fija sobre una doctrina, le separamos de ella, nos servimos muchas veces do sus trminos, y parece que abundamos en las mismas ideas. . . Los espritus hablan segn la opinin de aquellos que les escuchan. .. Apropian su len-guaje las personas, y no hablarn un chino, un mahometano, como lo haran un cristiano (18).

    Mas franqueza no cabe, cada uno su gusto; as es como se expresa el espiritismo.

    Pues bien. Estas y otras mil consideraciones, el apa-rato de que rodea sus funciones la secta espiritista, y el consuelo que pretenden llevar las almas tristes y pro-fundamente apenadas por la perdida de seres queridos, prometindoles evocar sus muertos y conversar dulce-mente con ellos, es lo que da acogida la nueva secta por parte de algunos incautos, que al fin se suelen decir mo-vidos de curiosidad, qu es lo que voy perder con pre-guntar una sonmbula un mdium lo que me pa-rezca y convenga? Y as caminan contentos al lugar del sacrificio sin querer ser vctimas.

    Basta pues con lo expuesto acerca del origen histo-ria del espiritismo y el por qu de la propaganda; sus tendencias y horribles efectos es lo que toca exponer.

    (H) Pro ratione lcorum et temjioris ac personarum diversa et contradictoria effa-tiunt circa reli^ionem et ethicam. Loco cilato n. B'ti.

    (IS) Libro de los Mdiums,' cap. '7, nm. 30,1.

  • CAPTULO II

    Lo que es el espiritismo, sns tendencias en el iiden religioso, en el orden moral y en el orden social.depravacin de costumbres y aumento de la

    criminalidad en proporcin de su propaganda

    Despus de haber referido con la brevedad, que es del caso, el origen y la historia de la secta espiritista y las causas ms poderosas de su desarrollo, cumple decir lo que es el espiritismo y sus tendencias. Quien discurra un poco acerca de la naturaleza de la secta y i'eflexione detenidamente de dnde viene y dnde v, se conven-cer muy pronto de la facilidad con que puede ser enga-ado.

    Qu es el espiritismo? Es un preludio de la hereja universal, es la primera etapa de la infidelidad de los postrimeros tiempos, en sentir de pensadores profundos; es, dice el P. Zeferino, una preparacin ms menos le-jana y como una incoacin del misterio de iniquidad que se revelar en los ltimos dias (1); es un engao del dia-blo para pervertir los hombres y concluir, si fuera po-sible, con el reinado de Jess (2).

    Sus tendencias lo dicen claro. Qu se proponen los nuevos sectarios? A dnde van? En el orden religioso,

    (1) Filos. Elem.> t. 2., pg:. 252, (') Confer. Teolgico-Monil celebrada en Salamanca bajo la presidouda de su

    l'relado dijfnalmo en 18 do Marzo de ISni.

    ^ ' ' ' ' ^ ~ 7 < ^

  • 10 la destruccin completa de la fe por la negacin y la duda; en el orden moral, la disolucin general de cos-tumbres, como tributo'al demonio; y en el orden social, al comunismo y ese nihilismo aterrador que llena hoy de luto algunos Estados. Clamarn, al oirlo, los nuevos santones, calumnia! dirn, impostura, no hay tal cosa, somos los regeneradores de la sociedad, somos creyentes, somos honrados.

    Est bien, tal ha sido siempre el grito de los rebeldes la voz de la Iglesia. Quin es entre ellos el que ha di-cho otra cosa? Quiti el que no ha hecho alardes de reli-giosidad y buena fe? Pero todo ello no es ms que vocin-glera y alharacas. El rbol se conoce por sus frutos, dnde estn los del espiritismo? Sus enseanzas cu-les son?

    En el orden religioso. Alian Kardec empieza por negar la divinidad de nuestro Seor Jesucristo, conside-rndolo Enviado de Dios, pero no Dios verdadero. Un Hombre puro, nada ms v el patriarca del espiritismo en el Verbo humanado (3). Y quien socaba por la base el edificio catlico, alardeando de no reconocer Jesucristo como Dios, y suponiendo una superchera su Resurrec-cin -sacrosanta (4), no tiende directamente la des-

    , truccin de la fe y al horrible escepticismo? Negar por completo el orden sobrenatural, quedndose con el nom-bre para no herir de frente el sentimiento catlico; des-trozar la revelacin en su fondo y rerse de ella pre-testo de la revelacin progresiva; burlarse de los milagros con su amigo Flammarin, rechazando aun los que se leen en los Santos Evangelios; pronunciarse, cuando la ocasin se presenta, contra los dogmas catlicos ms menos embozadamente, conforme sus designios con-viene, llegando decir con Alian Kardec de la eterni-

    (3) Obras postumas, cap. 9; lase todo l. (4) Los Milagrea, cap. 15, desaparicin del cuerpo de Jess.

  • 11

    dad de las penas, que sin ella la doctrina de Jess no hubiera encontrado eco y habra sido ineficaz (5), no lleva en derechura la apostasa de la fe por medio de la negacin y de la duda? No es una feersa ridicula estar

  • 12 ellos han llamado el Evangelio segn el espiritismo, apa-rece pura y severa; mas examinada en sus detalles y ei> las enseanzas que dejan traslucir los espritus, cuando-la ocasin les brinda, se v que encierra principios disol-ventes y por dems corruptores, incompatibles con las buenas costumbres.

    Alian Kardec reprueba ms de una vez el suicidio; pero disminuye intencionalmente su culpabilidad y hala-ga no poco al corazn con las dulzuras de otra vida. Cuando el hombre, dice, lucha con la necesidad y se deja morir* de desesperacin... es suicida;... sin embargo, encontrar indulgencia, (1). El suicida, escribe en otra parte, que tiene por objeto apartar la infamia la ver-^ e n z a do los hijos de la familia, no procede bien; mas l as lo cree, y Dios se lo toma en cuenta... atena coa la intencin su falta (8). Hablando del por qu los espi-ritistas no temen la muerte, llega decir: no cabiendo ya duda sobre el porvenir, el temor la muerte no tiene razn de ser, se la v venir con serenidad como libertado-ra; ella es entonces la puerta de la vida y no de la nada (9). Que se nos diga si el espiritista que padece y sufre,, estar muy conforme en prolongar sus padecimientos, cuando en vez de encontrar en la muerte, que le libra de ellos, un penar eterno como castigo su delito, halla la libertad y el consuelo. Y menos an se resignar al sufri-miento, si v atenuada la responsabilidad de haber aten-tado contra su vida, ante ciertos respetos y considera-clones que nada prueban, dice el mismo Rousseau, sino gran cobarda.

    Por eso Dupott, muy querido de'la secta, en armo-na con las inspiraciones de la misma, dijo: Dichoso una y mil veces el que muere de repente con esa muerte re-

    (T) Lib. 4 (le los .Espritus, cap. 1, n. 941. (8) Lib. y cap. citados, n. 949,

    I () El Cielo y el Infierno, cap. 3, n. 10.

  • 13 probada por la Iglesia! Todo el que tiene grandeza de alma, d se quita la vida, desea quitrsela (10).

    Alian Kardec habla luego del divorcio y afirma que es de todo punto preciso en el momento en que acaba el amor entre los cnyuges. Obligar vivir en consorcio conyugal dos personas que no se aman, es inhumano, es cruel, es tirnico. Dgase si es ms caritativo y ma moral, ensea el pontfice de la secta, el unir dos seres que no pueden vivir juntos, que el darles la libertad (11).

    Ya lo sabis mujei'es catlicas. El espiritismo os esti-ma en tanto, que si concluye el amor de vuestros mari-dos ellos as les parece, estn autorizados para aban-donaros y para buscar nuevo amor. Quedis contentas? En cambio vosotras en igualdad de circunstancias podis divorciaros de ellos. Aceptis? queris cargar otra vez eon la infamia y la deshonra que fuera del catolicismo habis tenido y tendris siempre?

    Con respecto otros crmenes, como el asesinato, la venganza, los disturbios entre familias y dems. Alian Kardec los reprueba, siguiendo el sistema de no exhibir-se; mas no es cierto que admite lisa y llanamente esp-ritus perversos, mistificadores, crueles, vengativos y que se complacen en el mal? l es quien asilo afirma de cier-ta clase de espritus: son propensos al mal, dice, y lo ejecutan por el placer de hacerlo, sin motivo la mayor parte de las veces... Dan consejos prfidos, promueven la discordia y la desconfianza, y para engaar mejor, toman todas las apariencias... Los seres quienes animan, son dados todos los vicios y las pasiones ms viles y de-gradantes, tales como el sensualismo, la crueldad, la maulera, la codicia y la srdida avaricia (12). Qu aprendern los discpulos de tan excelentes mstestros?

    Hemos de verlo antes de terminar el captulo; pero

    (10) Bnseaczaa flloaficas del Magnetismo, pgs. 109 y 119.

  • u voy concluir de exponer las enseanzas del espiritis-mo, porque ellas son las que revelan sus tendencias. Lo-susodicho nos dice lo que pretende en el orden religioso' y en el orden moral, cul es su propsito en el orden-social?

    La autoridad, la propiedad y la familia, son como tres-cimientos sin los cuales no hay manera de constituir-sociedad bien ordenada. Esto, an en el sentir de esos estadistas sin Dios, que se cuidan poco del elementa religioso.

    Pues bien, la secta, inspirndose en svi criterio do no manifestarse tal cual es, ninguno de ellos combate abier-tamente; sin embargo, conviene oir lo que deja escapar como al acaso acerca de estos puntos capitales.

    La Autoridad No hay para los espiritistas autoridad legtima que merezca obediencia, cuando se aparta de la ley se aleja del bien. La conciencia ntima niega todo-respeto y toda sumisin voluntaria, dice Alian Kardec, al que hallndose investido de algn poder, viola las leyes y los principios que est encargado de aplicar. NO' hay otra autoridad legtima sino la que se apoya en el ejemplo del bien (13).

    Estas eran las doctrinas de Juan IIs y de Jernimo de Praga, perturbadores profundos del orden social. Qu sera del principio de autoridad, si el que manda perdiera el derecho de hacerse obedecer luego que cometo una falta? Qu autoridad habra inocente ante la rebel-da del non sorviam? Y qu sera de la sociedad entre-gada s misma? Que lo diga el espiritismo con fran-queza.

    Acerca de la propiedad Alian Kardec afirma termi-nantemente que no es posible la igualdad absoluta en la riqueza; pero suscita dudas sobre la fortuna licreditaria, y quiere remontarse hasta su origen, dejando caer algu-

    (13) El Evang. sejjun el E?pir.,> cap. 10, n. 12.

  • 15 as afirmaciones de misteriosa tendencia. Habla de los bienes que nuestros mayores nos legaron, supone que le preguntan, y contesta: remntate hasta su principio, y vers si es siempre puro. Sabes t si fueron fruto de ex-poliacin de injusticia (14)?

    Tal es el clamoreo de los comunistas. No proclaman voz en cuello la revisin de los ttulos do propiedad? No pidi como ellos el clebre Mr. (3m la destruccin de toda superioridad de rango, do fortuna, de autoridad, de inteligencia y de cualquier otra cosa (15)?

    Y en cuanto la familia, cules son las enseanzas del espiritismo? No deja otro lazo al matrimonio sino el amor, as nos lo ha dicho, abriendo de este modo la puerta al divorcio y al abandono de la mujer. Y cmo so concilla con la fcil separacin de los cnyuges el bien-estar y la educacin de la familia? Quin no v la prole en completa ruina desde que se facilita el divorcio casi voluntad de los consortes, cuando falta el amor as se pretexta?

    Resumiendo pues las afirmaciones de la secta, so descubren perfectamente sus tendencias: el excepticismo y la adoracin del demonio en el orden religioso; la de-pravacin de costumbres y la estadstica de los grandes crmenes, como medio de agradar Satans, en el orden moral; el comunismo y el caos, relajando los vnculos de la autoridad, de la propiedad y de la familia, en el orden social.

    Y estas son las enseanzas que se ven traducidas en hechos donde la secta impera. Caprichos, inmodestias, venganzas, divisiones, rompimientos, homicidios, suici-dios, tales son los frutos de aquella planta, tales las se-ales de su malignidad. Son cosas sabidas; entretenerse en demostrarlas, ni siquiera en recordarlas, sera gastar tiempo en balde, dice La Civtt, y ponerse por aadi-

    (14) .Lib. lie los Espir.. 3, cap. 10, n. SOS. (15) Ses. espiritista del o-ia 11 de Junio de 1862.

  • 16 dura en ridculo (16). As se expresaba una publicacin tan formal y tan seria como aquella.

    Tampoco se h de olvidar lo que dijo la faz de Euro-pa el Sr. Arzobispo de Burdeos. Lamentndose el ilustre Prelado de los progresos del espiritismo, le atribuye en-tre otras cosas gran nmero de casos de demencia y una terrible cifra de suicidios (17).

    Pero ms dice an que todo esto, y no dice poco, lo sucedido en los Estados de Amrica en 1848. Apenas die-ron principio las manifestaciones espiritistas, en las que tanta parte tomaron la familia Fox y Doglas Ilome, lle-garon comunicar con los espritus unas quinientas mil personas, y bien pronto se dejaron sentir los efectos: notse un aumento considerable de crmenes, asesinatos, divorcios, locuras y suicidios (18).

    Y tal fu el terror excitado por el espiritismo en los Estados-Unidos de Amrica, que, vistos sus prestigios, sus manifestaciones ruidosas y el aumento de los delitos, acudieron al Congreso de la Nacin los liombres honra-dos, pidiendo con el mayor respeto un axmen detenido de todos los fenmenos fsicos intelectuales de origen dudoso y misteriosa tendencia, que tan frecuentemente se repetan en aquel pas como en toda la Europa, preo-cupando vivamente la atencin pblica; consignando tambin lisa y llanamente que los fenmenos del es-piritismo so siguieron muchas veces locuras permanentes y enfermedades incurables (19).

    Los cuales testimonios dicen mucho, porque son del dominio pblico, los acogi en su da la prensa de toda Europa y no pueden negarse: la fisonoma del espiritismo v dibujada en ellos y lleva marcada su frente con el sello

    (16) El Espiritismo en el mundo'moilerno, traduccin delP Curci, pgf. 276, edic. hago.

    (17) .Carta Pastoral de 18C3. (18) I'orujo, refut. del libro (19) La exposicin literal puede leerse en La Civill, pg-. 61 y sijuientes.

    f

  • 17 del infierno. Ya lo dijo La Civiltti al terminar su Espiri-tismo en el mundo moderno. El demonio quiere un cul-to... y los apstoles, que tienen el cargo de propagar este culto, se llaman espiritistas... su arma principal son sus prestigios (20).

    Tal es el monstruo sin par horrible. Conocidas son sus depravadas tendencias y dainos instintos; el que quiera, que se libre; el que no, nunca podr atribuirlo engao. Esos prestigios cumple examinar al natural y como son en s.

    (30) Obra citada, \i&g. 355 y 56.

  • Cj^PITULO 111

    Prestigios espiritistas: mecnicos, fisiolgicos, de conocisento j suprasensi-liles. Su semejanza 7 casi identidad con los del magnetismo.

    Las armas principales de los espiritistas son sus pres-tigios; alardean de poder mucho con ellos y acarician su sombra no pocos incautos, lo cual hace preciso dar-los conocer en s mismos y en sus causas. Dejo para luego el examen de estas, que merece ser muy serio, y voy ocuparme con los hechos. Mas no es pequea di-ficultad la que ofrece el dar una idea de todos los delirios de la secta en pocas lneas. Dijo, no sin razn, La Civiltt que no hay ninguna especio de fenmenos visibles en el mundo que no llegue reproducir el espiritismo (i).

    Y la verdad es que la luz que refleja la historia so-bre la tina do Mesmr, el rbol de Puysgur, el espejo de Dupott, los espritus de Swcdemborg, las mesas gol-peantes de Fox, los banquillos parlantes do Miln, los mdiums do lome y los lpices y manos invisibles de Alian Kardec, no es difcil encontrar una variedad de fenmenos tan extraordinaria y ms an de lo que el curioso y novelero pudieran desear; pero el re'erii^los uno por uno sera pesado y tampoco es necesario. Es-

    (1) Paragr. 26. p. 93.

  • 19 critores muy ilustrados los han clasificado comprendin-dolos en estas cuatro clases: mecnicos, fisiolgicos, de conocimienlo, y trascendentales suprasensibles; as lo ha hecho entre otros el P. Zeferino (2). Abrazan los me-cnicos la rotacin de mesas, su elevacin y suspensin en el aire, traslacin de sillas y muebles de un lado otro, ruidos, golpes y otros anlogos. Van incluidos en los fisiolgicos los temblores, las convulsiones, el sueo magntico, la disminucin aumento de la sensibilidad, el sonambulismo lcido, la visin audicin por el occipucio, por el epigastrio y otros al tenor de estos. Los de conocimiento abarcan las enfermedades y sus remedios; la intuicin clara del organismo, cual si se descubiera travs de cristales; la vista larga distancia; la penetracin de los pensamientos ms recnditos y adi-vinacin del porvenir; los discursos sobre ciencias que no se han estudiado y. el hablar lenguas desconocidas. 'Os suprasensibles son especiales y propios del comercio con los espritus, dice>l P. Zeferino (3), saber, el recibir respuestas de palabra, por golpes otras seas conven-cionales; revelar el estado de las almas despus de la muerte; hablar en nombre de ste aquel hombre, ya difunto, y escribir pginas enteras sobre las materias que se les consultan. Cul de los mencionados presti-gios deja de poner en juego el espiritismo?

    Se podran presentar por centenares los libros y fo-lletos que tratan de las imposturas de' la secta; pero nin-guno ms autorizado al objeto que Alian Kardec, y l me refiero. Qu dice?

    Acercado los fenmenos mecmcos, no puede estar ms explcito el gran Oriente. Hablando de los hechos espiritistas dice: El efecto ms sencillo, y uno de los pri-meros que se observaron, consiste en el movimiento cir-

    (2) Filos, Elein.,> t. 2, cap. 4, n. 3. (3) Filos. Elem.,> t. 2, c. 4, a. 3

  • ciliar de las mesas fjiratorias... Un nio puede levantar solo una mesa de cien kilogramos . . . Ocasiones hay en que la mesa se destaca enteramente del suelo y se man-tiene en equilibrio en el espacio sin punto de apoyo, le-vantndose tambin algunas veces hasta el techo (4). En otra parte escribe: tde todas las manifestaciones espi-ritistas las ms sencillas y las ms frecuentes son los ruidos y los golpes (5). En estos golpes suelen dejarse oir, contina, la imitacin de los redobles del tambor, fuegos de fila de pelotn, caonazos, 1 rechinar de la sierra, los golpes del martillo, la cadencia de diferentes aires musicales, etc. (6) Qu falta aqu al espiritismo de los fenmenos mecnicos que se le atribuyen?

    Entre los fisiolgicos, son los principales la suspen-sin aumento de la sensibilidad en el estado sonam-blico, la traslocacin aparente de los sentidos de un punto otro, y la vista travs de los cuerpos sea la clarevidencia. Los tiene el espiritismo? Oigamos Alian Kardec. En el sonambulismo, dice, el espritu se per-tenece s mismo completamente, y encontrndose en-tonces los rganos como en estado catalptico, no reci-ben las impresiones externas (7). Si pues el sensorio en este caso no toma impresiones de afuera, segn el maes-tro, la sensibilidad ha de quedar en suspenso como en esas manifestaciones sucede.

    En lo que concierne la trasposicin de los sentidos sea la visin por la frente, por el oido por cualquiera otra parte del cuerpo, escribe: menudo os dicen que ven por la frente, por la rodilla y dems, y os extrais, porque no comprendis que pueda verse sin el auxilio de los rganos... y an ellos mismos creen tener necesi-dad de tales rganos. Pero si les dejaseis en libertad.

    (4) Libro (ie los .Mediaras, p. 2, c. 2, nms. (JO y K). (5) dem itl., c. 5, n. 83. (fl) dem id., c.,'), D. ' . (7) Libro n de los .Espritus, c. 8, n. 42.").

  • 21 comprenderan que ven por todas las partes de su cuerpo^ por mejor decir, fuera del cuerpo (8).

    De modo que, segn el doctor, los espritus nuestros maestros, creen que ven realmente por el cogote por el estmago, por cualquiera parte, y no es extrao; puesto que Alian Kardec afirma que ven por todas partes del cuerpo y aun fuera del cuerpo.

    Pero el espiritismo no alcanza esto slo. Hay otra clase de fenmenos todava ms difciles, saber los de cono-cimiento, los hacen tambin los espritus?

    El diagnstico y curacin de algunos padecimientos; la penetracin del porvenir y de los ms ocultos secretos; el discurrir y hablar Sobre ciencias y lenguas desconoci-das, estn al alcance de la secta espiritista?

    Alian Kardec emite su dictamen acerca de lo que pue-len los espritus en. relacin con las enfermedades y la manera de curarlas, y dice: El espritu del-sonmbulo v el padecimiento y otro le indica el remedio (9). Y ha-blando en otra parto del don de curar, determinadas personas concedido, pregunta; en este caso hay accin magntica solamente influencia de los espritus? Lo una y lo otro (10)i) responde. Es pues indudable que el mo-derno espiritismo trata de curar enfermos y de consolar afligidos.

    En cuanto la penetracin del pensamiento y cono-cimiento del porvenir igase otra vez al pontfice espiri-tista. Pueden saber los espritus nuestros ms recn-ditos pensamientos? Conocen menudo, contesta, an a

  • 22

    nmbulo el fenmeno de la doble vista,, que consiste en ver, oir y sentir ms all de los sentidos (12). El discur-rir sobre temas desconocidos y hablar lenguas no estu-diadas, es frecuente los espritus, contina. Poseen ms conocimientos de los que t piensas, dice Alian Kardec su interlocutor... El espritu adquiere un aumento de ideas en cada una de sus existencias corporales... y por eso revelan conocimientos superiores su grado de ins-truccin (13).

    Respecto la ltima clase de fenmenos, saber, la comunicacin con los muertos, el lenguaje de los signos la sematologia, el de los golpes la tictologa, la escri-tura directa de los espritus la pneumatografa, las ces-tas, las tablitas, el lpiz, todo lo estudia Alian Kardec detenidamente en el libro de los Mdiums. Lanselos ca-ptulos once, doce y trece de dicho libro y la introduccia al de los espritus, y quedar estupefacto quien as lo haga. All ver como la simple evocacin de las almas del otro mundo, vienen desde luego, se deja oir la voz misteriosa, escribe sin saber como el pretendido lpiz, so agita una mano invisible que combina con maestra las letras del alfabeto, dando con ellas sus respuestas, y si se hace necesario, sin el auxilio del mdium ni del lpiz escriben directamente los espritus, dice Alian Kardec, para responder al adepto (U).

    Basta, pues, con lo dicho acerca de los pregonados he-chos del espiritismo. Su historia queda hecha cual aqu se necesita. Y se h de tener en cuenta que por seguir el orden enunciado en la clasificacin de fenmenos, nada he dicho de las visitas de los espritus durante el sue-o (15); dlas muertes aparentes (16); de los aportes que traen los cuerpos de otra parte, presentndolos donde no

    (12) En el miamo Itbro, c. 8, n. 455. (18) dem Id., c. , nma. 431 y 4X5. (14) Libro de loa Baprltus. n. 4. (15) En el miamo libro, c. 8, n. 413 al 18. (16) Libro 1[ de loa Eapiritua, c. 8, nma. 422 al 84.

  • a s -estaban C17); de la bicorporeidad sea el de los hombres dobles, apareciendo la vez en dos puntos diferentes (18), y de algunos otros.

    Tales son los engaos de que se vanaglorian los falsos sacerdotes de la moderna magia. Y no hay uno solo que haya hecho algn estudio de la secta, que no encuentre en ella los aludidos fenmenos.

    Toca examinar ahora si el magnetismo, que no fu sino la primera etapa del espiritismo, segn est demos-trado, produjo en su da estos prestigios. Si as ha suce-dido, la causa es la misma; porque efectos idnticos requieren causas idnticas. Mas no son stas las que hoy se buscan. Luego que sean conocidos los resultados del magnetismo, como lo son los del espiritismo, entrar la comparacin, se ver si hay entre unos y otros semejanza, quedar establecida la verdad histrica de los hechos, y entonces procede investigar sus causas.

    No voy hablar por mi cuenta en la cuestin. Alian Kardec, Dupott y Debreyne, van ser los guas en este campo inmenso.

    Cuando trata Alian Kardec de las manifestaciones fsicas del espiritismo, supone que proceden del magne-tismo y dice: el magnetismo es sin duda alguna el prin-cipio de los fenmenos; pero no como generalmente se entiende,,., hay otra causa (19).

    Yo prescindo hoy de esa causa, que l lleg confesar no poda ser otra sino los espritus; pero lo cierto es que declara uno mismo el principio de los fenmenos fsi-cos del magnetismo y del espiritismo; y ante la identi-dad de principio, por el que no se entiende aqu sino la causa eficiente de tales hechos, es muy lgico inferir que en el orden fsico al menos, que l se refiere, el espi-ritismo y el magnetismo se identifican.

    (H) Libro da los Mdiums, p. 2. c. 5, nma. 96,9" y 98. (18) En el mismo llhro, c. "i, lase todo. (19) Libro de los Mdiums,> c. 40, observacin al nm. 19.

  • 24

    Dupott es uno de los grandes maestros del magne-tismo; vamos oir lo que dice acerca de sus fascina-ciones. Y dice tanto, que yo no s lo que al oirlo en-gendrar su lectura, si .sorpresa, miedo, reprobacin horror. Si se fijan los lectores en el siguiente parraito, lo encontrarn por dems lindo. Qu me importa, escla-ma Dupott, que un nigromante indio egipcio tenga el poder de evocar las sombras, de fascinar toda una reu-nin, de curar engendrar tal cual enfermedad?... No tengo yo tambin poder para curar con simples pases magnticos las enfermedades y para producir efectos be-nficos malficos?... Pudense, contina, suspender en alto los cuerpos materiales por medio de la accin del magnetismo humano?S.Pueden algunos sugetos to-mar en el estado .magntico posturas gimnsticas ha-cer movimientos inexplicables por las leyes de la anato-ma?S.Pueden ver con ojos cerrados y escuchar distancias.inconmensurables lo que all se diga?S. Puede el lcido hablar lenguas que nunca aprendi y ensear ciencias que jams estudi?S.Puede vol-verse intangible al fuego al veneno?S.Puede po-nerse en comunicacin con los muertos, proponerlos sus dudas y escuchar sus respuestas?S.Puede pegar golpes distancias inmensas?S.Puede arrojar pie-dras lugares remotsimos y hechizar, del modo que refieren los libros de la magia, tierras, jardines, ganadon y hombres?S-Puede hacerse de modo que una mul-titud reunida toque y coma objetos reales en la aparien-cia, pero ilusorios en realidad?S.Puede el liombre por medio del magnetismo tener duendes sus rdenes y obtener servicios de ellos?SrPuede, en fin, en-gendrar lluvias, vientos, granizo, y hacerlos cesar su albedro?S. (20).

    As se explica Dupott, uno de los ms caracterizados

    (20)

  • 25 doctores de la secta: dgasenos si sus patraas tienen no parecido con las del espiritismo. Pero, falta todava Debreyne, tan esforzado batallador contra el magnetismo como era defensor Dupott. Qu dice el mdico trapen-se acerca de las imposturas magnticas?

    Debreyne hace un resumen de los tratamientos de la accin magntica, y los condensa en estos trminos: Ya h ms de sesenta aos que existe en Europa y parti-cularmente en Francia y Alemania una clase de sa-bios que reconocen y admiten en la especie humana una influencia extraordinaria y tan prodigiosa, que es superior todas las leyes fsicas y fisiolgicas conocidas hasta aqu. Esta influencia anormal, que se ejercita sobre ciertas personas en condiciones y circunstancias dadas, se atribuye la accin de un fluido animal imponderable, trasmisible do un cuerpo otro, y puesto en juego por medio de actos y procederes diversos, tales como toca-mientos, frotaciones, gestos, miradas, palabras y una firme voluntad. Este fluido sometido c la voluntad huma-na, produce en ciertas personas delicadas fenmenos muy variados, casi en el siguiente orden: bostezos, pesadez, espasmos, convulsiones... soporacin, somnolencia, sus-pensin completa de las funciones do los sentidos, insen-sibilidad exterior... perspicacia, lucidez, intuicin... vista y conocimiento de las personas ausentes, determinacin y curacin de las enfermedades por los que no han estu-diado medicina, la vista por la frente, por el occipucio, por el epigastrio, por las puntas de los dedos... la comu-nicacin de los pensamientos sin seas ni palabras; final-ment el olvido absoluto, al despertar, de cuanto pas du-rante el sueo sonambulismo. Estos son, en compendio, los fenmenos extraordinarios que constituyen con mati-ces infinitamente variados el estado que hoy se llama magnetismo animal (21),

    (21) Examen fllosfloo, fisiolgico y moral del magnetismo animal, consderaclo-ne preliminares.

  • 26 Luego no hay por qu abrigar duda. La fisonoma

    del espiritismo y la del magnetismo es una misma. Com-parados los prestigios de uno y otro, la identidad sustan-cial entre ambos resulta demostrada. Y no sin razn dijo el sabio Perrone: Los fenmenos del sonambulismo magntico se diferencian de los del espiritismo en que los del magnetismo se verifican en el hombre, y los del espiritismo fuera del hombre. Se distinguen tambin ordinariamente en la forma y modo de obrarlos. Por lo dems, excepcin hecha de esta exterior y accidental di-ferencia, es bien claro que el magnetismo y el espiritismo convienen sustancialmente y se identifican, y as lo de-claran lo mismo los magnetistas que los espiritistas (22).

    Cualquiera, pues, que forme juicio acerca de los pres-tigios del espiritismo y los del magnetismo, descubrir al primer golpe de vista identidad sustancial entre unos y otros. Mas, qu hay acerca de la verdad de los hechos? Se ha dudado y se duda hoy por algunos si son ciertos no, existen realmente? Esto voy examinar conti-nuacin.

    (22 Difi'erunt al) invcem sonam bulismus magneticus spiritigmo in suis phseno. menis: quoil sciUoet pliiEnomena magnetici sonambuUsmi sint in homine, pneumatis-mi vero seu spintismi sint extra hominsm. Differunt prajterea ac discriminantur ple-rumque ratione formoo seu modi et gradus operandi. Ceterum, seposita ejusmodi extrnseca et accidentali dfferontia, patet, magnetismun animalem seu mesmeris-mun ac spiritismun quoad substantiam plae nter se convenire, imo et identioari-prout vel ipsi magnetologi et pneumatologi aperte fatentur. De Virtute relig., p. 2, sect. 2, art. 2, nms. 665 y 66.

  • CAPTULO IV

    "Verdad liistrica d los prestigios espiritistas.Oriteri del P. Zeferino en este panto.Liberatore, Bizouar, Ferrse, lonberi, Bellanger, Sector Sos-tan, lafontaine, todos conformes con la verdad de los hechos.Testimonio

    de La CiviUt, apo7ado en los sabios ms famosos de nuestro siglo

    Los fenmenos de la secta espiritista en las dos prin-cipales pocas de su desarrollo, saber, ki del magnetis-mo perfeccionado' en el sonambulismo y la evocacin de los espritus por los mdiums, conocida hoy con el nombre de espiritismo, son sabidos de todos y no hay uno solo que no los haya leido con admiracin y con sor-presa. Pero qu hay en esto? Es cierto lo que se dice? Son verdad todos esos prestigios no son ms que im-postura y charlatanismo.?

    Esto es lo primero que ocurre preguntar, y por cierto que la cuestin no es balad sino capitalsima. Si los he-

    6hos se fundan solamente en la alucinacin y embauca-miento, desprecio merecen, no otra cosa; pero si son positivos, se hace preciso bajar ante ellos la cabeza y uscar una causa suficiente explicarlos. Prescindo hoy de las causas y me concreto los efectos, son de todo punto exactos los fenmenos de que el espiritismo se en-vanece?

    Es innegable que ha habido inters grande en hacer

  • 28 -

    un mero juguete del espiritismo, sin querer ver otra cosa sino presticligitacioncs ridiculas en todas sus manifesta-ciones. Las escuelas racionalista y materialista, que no admiten la existencia de los espritus ni del mundo sobre-^ natural, ante la realidad de lo que estaban viendo y ase-diadas por las cobortes de espritus que se les venan en-cima, antes de claudicar conviniendo en su existencia, se decidieron por negarlos, recibindolos con burlas y sarcasmos, lo cual no ha impedido que utilizaran los hechos contra el catolicismo, cuando la ocasin era pro-picia. El espiritismo sacaba ms partido de las bufona-das y la farsa que de la formalidad y de lo serio, ysQ aco-mod perfectamente esa clase de guerrillas, que le de-jaron campo libre entre los bobalicones y los crdulos, apartando la vez de su estudio los hombres de talento, quienes lo miraban con desdn, permitindole entre tanto propagarse sus anchas. Se hace pues preciso penetrar en el fondo de la secta y ver si son no son ciertos los prestigios que acaricia.

    Dos extremos conviene evitar en este punto: ni el reconocerlo todo como verdadero, sera discreto; ni el negarlo todo como falso, es admisible. Lo que deca de la antigua magia el clebre telogo Victoria, puede re-petirse con sobrada razn del espiritismo, que no es sino la moderna magia. No todas las obras que se atribuyen los magos, son vanas y fingidas, afirmaba aquel sabio,, las hay que tienen real y verdadera existencia (1).

    As es ciertamente. En el espiritismo ni es todo ver dad, ni todo impostura. Cabe s su parte la ficcin y la mentira; pero reclama indudablemente la suya la his-toria y la realidad. Hay hechos falsos y completamente supuestos; pero los hay verdaderos y fuera de toda duda>

    Son muchos los testimonios que dan fe de los fen-menos espiritistas, ora en su primera fase magntico-

    (1)

  • 29

    onamblica, ora en la segunda en que vino ya la evoca-cin de los espritus. Porque no se ha de olvidar que si los procedimientos son distintos, la cosa es sustancial-mente la misma. El espiritismo y el magnetismo, dice Perrone, refirindose Dupotet, deben ser considerados -como dos formas de una sola cosa y como dos fases del mismo orden de acontecimientos (2). Ambos van ser examinados, vendrn pruebas del uno y del otro, el lec-tor reflexionar ante ellas y llevar luego su nimo la verdad de algunos hechos.

    El P. Zeferino Gonzlez, hablando del espiritismo, es-cribe las siguientes palabras: La existencia y realidad de los fenmenos no puede ponerse en duda i'aconamene, so pena de abrir la puerta al excepticismo histrico (3).

    Como el susodicho se explica Liberatore en sus cono-cidas Instituciones Filosficas. No faltan, dice, quienes niegan los hechos..^ pero son muchos ms los que los ad-miten. Y en verdad que por punto general no podemos desecharlos sin menospreciar la autoridad de testigos idedignos, lo cual no sera prudente (4). Bizouard escri-bi una obra que titula Des Rapports de V homme avec le Demon, y all d por ciertos muchos de esos grandes prestigios con que el espiritismo hace ruido (5). Y es tal la confianza que merece este libro al mencionado P. Ze-ferino en relacin al objeto, que llega decir: el que quiera convencerse de ello (de la verdad de los fenme-nos espiritistas) lea la obra citada de Bizouard, en donde hallar los hechos con todas las circunstancias y condi-ciones de autenticidad (()).

    (2) Gloria; vertunt Mesraerismo... quod sit garmen, Spiritismus varo ut planta. . . Ha ut sp'sctari del^eant uti duoe forma; sen plm sea... uiiius ejusdamque rei, ejuadem-lue 'abstantialis factorum ordiuis. Ita Dupotet, etc. Da v:rtute rellgion8,> pg. 2, SBOt. 2, n. 666.

    (3) tFilos. Elem.. t. 2, pftg. 237 nota. (4) Inst. 2, pg-. 155. (5) Tom. 5, pgs. 33,31, 44, ete. &g. citados.

  • - 3 1 -

    Perrone abriga tal convencimiento acerca de la reali-dad de los sucesos, que, despus de haber demostrado la. verdad histrica de los prestigios magnticos, llegado el caso de hacer igual demostracin con los espiritistas, dice: Prescindimos de probar en una proposicin la verdad de los fenmenos del espiritismo, como lo hemos verificado con los del magnetismo, porque son de con-viccin ms irmo y ms conocidos los que tienen rela-cin con el primero, que los del segundo (7).

    Y hablando de los enredos espiritistas, especialmen-te de aquellos que ms han llamado la atencin de Ios-curiosos, saber, la elevacin de las mesas, la suspen-sin en el aire de grandes moles, el cambio de los mue-bles de una parte otra y su completo destrozo sin agen-te alguno visible, que sea capaz de tales cosas, dice el profundo telogo; Varones respetabilsimos han dado- conocer en sus escritos la historia de estos fenmenos con todas las circunstancias de lugar, tiempo y testigos. que los presenciaron, en Amrica, en Alemania, en Fran-cia, en Suiza y en Italia; de tal manera, que la verdad histrica de los acontecimientos de ningn modo puede ponerse en duda (8).

    De los ms salientes y celebrados, conviene saber^ la vista al travs de cuerpos opacos y la prediccin de sucesos que tienen lugar largas distancias, cual si se vieran presentes, hay testigos centenares, y todos res-petabilsimos, que los refieren como positivos, sin que falte en la narracin ninguna de las reglas que pueda

    (1) HBBO cst ratio quare propoaitionem non constituerimus ad hiatorlcam splrillgml factorum veritatem indicandam; prout prccstitimus aii-entes de magnetismo; quia mempo adhuc firiniora sunt ac notiora quaj ad spiritismum spectaut, qufiiii quo.' ad magnetismum. y6g. 2, sect. 2, nota al nmero 6J0.

    (S) Horum autem phoonomenorum cum suia omniljus adjunctis, loci, temporls. teetium adgtantium, historiam nobls exliibeut in scriptis suis publico ndltis, viri gravissimi in America foederati, in Oermania, in Helvetia, in Anglia, in Oalllis, in Italia; adco ut veritas ipsorum histrica nullo pacto in dubium revocari posslt. Li-l)ro intes cU., pg. 2, sect. 2, n. 695.

  • 81 exigir el ms aquilatado criterio para adquirir conven-cimiento. Puede leerse entre ellos Mirville (9), Des Mousseaux (10) y Pailloux (11), y ante el relato y cir-cunstancias de que nos dan cuenta en las obras y ca-ptulos abajo citados, queda en el nimo la conviccin ms firme de la verdad de los hechos.

    En lo que concierne la penetracin del pensamiento, al conocimiento de las cosas ocultas y hablar lenguas ignoradas, son muchos y acreditados los escritores que refieren los hechos como testigos presenciales, aseguran-do que los estudiaron con el ms delicado criterio. Ah estn, entre otros, Loubert, Bellnger y el Dr. Rostan, quienes cito de propsito, porque despus de haber sido de los ms incrdulos, concluyeron por defender con ca-lor la verdad de los prestigios. Consltese los indicados Loubert (12) y Bellnger, en las obras y captulos que me refiero (13), y surgir la admiracin ante los fenme-nos de que dan cuenta, los cuales, atendidas las pres-cripciones de la crtica no pueden negarse, por ms que su admisin venga causar, yo no s si estupor si indig-nacin.

    Acerca de la traslocacin cambio de los sentidos de una parte otra, como la visin por los codos por el occipucio y la audicin por la rodilla por el epigastrio; aunque es cierto que estos fenmenos se han recibido y se reciben an con burlas y sarcasmos, cosa nada extra-a, si se considera que en el orden natural y ordinario ja-ms podrn tener cabida tales hechos; tambin lo es que hablan de ellos afirmando que los presenciaron en com-paa de otros testigos fidedignos, hombres tan autoriza-dos como Lafontaine, el precitado Loubert, el Journal

    (9) Cuestin des esprits. ch. 2, pg-. 25 y gig-ulentes. (10) Moeurs et prntiges des dmona, ch. 19. (11) Le Magnetisme et le apiritlsme, pg. 250 y siguientes. (12) Le Mag'netisme et le sonambulisme devaut les corps sarans, la ooftr da Rome

    t Us theolog^iens, Para 181-1. (13) Le Magnetisme, puf. 91 y siguientes.

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    du tnagnet y muchos ms. Puede consultarse el Arte de ynagnetizar del primero, pg. 156 y siguientes (14); el tomo ITJ del aludido Diario, pgs. 482 hasta la 87 (15), y la obra antes citada de Loubert; su lectura desvanece toda duda acerca de la verdad de los prestigios.

    Cualquiera comprender que sera cosa fcil ir acu-mulando pruebas en cuestin tan manoseada, de la cual slo la biblioteca mesmeriana contaba en poca ya le-jana ms de mil quinientas obras de esta ndole. Y en los dias en que daba luz el sabio Perrone su erudito tratado De virtule religionis deque vitiin oppositis, nomi-natim vero de Mesmerismi, Sonamhulismi ac Spiritisrai recentiore superstitione, ms de los muchos folletos y publicaciones peridicas que estudiaron tan importante punto, pasaban de dos mil los escritores que lo haban tratado expresamente (16)-. siendo muchsimas las obras que se lian editado, algunas en Espaa y muchas fuera de ella desde la indicada fecha hasta hoy en pro y en contra del espiritismo.

    Basta pues con los argumentos presentados para persuadirse de que los prestigios espiritistas, aunque de farsa no tengan poco, de verdad tambin tienen mucho.

    Mas si algo faltara para formar convencimiento, resta por citar un nombre respetable que ha tratado de los embaucamientos del magnetismo y del espiritismo con reflexin, con estudio y con calma. La Civiltt Catlica, h ah el nombre de la publicacin sesuda en que he de apoyarme. Consulte el lector la preciosa obrita de La Ci~ viltt El Espiritismo en el mundo moderno (17), y nada ms desear para convencerse como es desgraciada-

    (14) -L'Art. de magnetisor,. pg-. 156. (15) Journal du mognet.,. tom. 15. (16) Pra;ter libells et collectionas peridicas magno numero hoc auper argumaato

    onscripta, ad do coque plura miUia reoenseri posseut. (H) Traduccin del P. Curci, edicin de'Lugo lbl3.

  • s -mente cierto mucho de lo que se cuenta del espiritismo. Abriendo el mencionado libro en sus pargrafos 16 al 21, pgs. 47 hasta la 73, se ver con cunta claridad llega demostrar la verdad de los iiechos.

    Los tribunales, la prensa, las academias, la ciencia, la incredulidad, la buena fe, todo viene all en comproba-cin de la realidad de los prestigios, y aparecen confor-mes con ellos hombres de distintas creencias y aspira-ciones encontradas y de todas las condiciones sociales; hombres, en fin, de probidad, de competencia cientfica, y completamente desinteresados en afirmarlos. Los Fa-raday, los Cuvicr, los Laplace, los Franklin, los Orfila, los Brausseais, los Arago,- los Panizza, los Orioli, los Oioffroy, los Ilusson, los Gregory, eminencias son todos ellos pertenecientes diferentes escuelas, formando en primeva fila entre los astrnomos, fsicos, qumicos y mdicos de nuestro siglo. Es decir, que son por sus con-diciones cientficas de los ms competentes para decidir sobre los discutidos fenmenos del espiritismo.

    Pues bien, todos han pensado acerca de los hechos, los han trado al campo de la discusin, los han exami-nado en sus pequeos detalles, se han convencido, y en pos del convencimiento vino la declaracin. Todos han reconocido la verdad de muchos casos lo mismo del magnetismo que del espiritismo, declarando su vez la superchera en otros. Puede acaso suponerse en esos gi-gantes de la ciencia falta de criterio para discernir la verdad de la mentira, ni en ese crculo de tan contra-rias tendencias un acuerdo convenido para engaar los dems?

    Y si entre los seglares han levantado la voz en apoyo do los hechos del espiritismo hombres tan ilustres como los indicados y otros que? aqu no caben, ah estn entre los eclesisticos notabilidades de la talla del Cardenal Gousset, el P. Ventura, Mons. Sibor, el P. Carli, Pian-cini, Palloux, Monticlli, Tizzni, Guillois y otros mu-

  • S a -chos. Unnimemente convienen, despus de los ms pro-fundos y severos raciocinios, en que no puede negarse la existencia real y positiva de dichos fenmenos.

    En ese libro se leen tambin informes concienzudos de corporaciones y comisiones cientficas encargadas de exclarecer la verdad, como el de la Real Academia de Ciencias de Berln en 1818 que los d por sentados, pro-poniendo premios para los que estudien bien sus causas: el de la Real Academia de Medicina de Pars en 1831, y los que emitieron las comisiones de Prsia, Rusia y Di-namarca, declarndolos verdaderos.

    Preciso es por tanto afirmar con el Padre Zeferino, que sera no slo imprudente sino temerario y absurdo negar la autenticidad de hechos que tienen en su apoyo el testimonio do magistrados, obispos, sacerdotes, mdi-cos, profesores, sabios, escritores y hombres de todas clases y condiciones (18).>

    No caben en la cuestin ni ms testimonios, ni ms autorizados. Hay (ue rendirse ante ellos y confesar con el referido P. Zeferino, que en los experimentos y sesio-nes, algunas veces y acaso con frecuencia relativa, tie-nen lugar fraudes, colusiones, exageraciones, manipula-ciones de prestidigitadores y hasta alucinaciones de la imaginacin; pero las leyes del criterio histrico no per-miten poner en duda la realidad y autenticidad en muchos casos de los fenmenos atribuidos al magnetismo, tanto vulgar como trascendental espiritista (19). Podr, recaer alguna duda sobre este aquel hecho especial, dice La Civiltt; mas no ser posible admitirla ra.zona.hle~ mente respecto al conjunto de los hechos que se atribu-yen al espiritismo (20).)'

    Si pues los prestigios son verdad en determinados

    (18) .Filos. Elem.. t 2, p&g. M8. (19) Filos. Elem.. t. 2, pg. 148. (80) Lib. cit., pg. -73.

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    casos, es nesario inquirir sus causas. Si las encontra-mos en el orden de la naturaleza, ser preciso decir que el espiritismo es conforme sus leyes y que puede expli-carse con arreglo ellas; pero si en el orden natura! no hay solucin para esos fenmenos, y en el sobrenatu-ral no se halla otro medio sino el comercio con el diablo, es menester confesar que el espiritismo ha venido del in-fierno y que all volver con sus adeptos.

    Lo cual corresponde averiguar en los inmediatos ca-ptulos. Demostrar en los primeros la imposibilidad de explicar en el orden natural los principales prestigios del espiritismo: tratar de probar en los siguientes que no son los buenos espritus ni las almas de los muertos quienes intervienen en ellos sino el demonio.

  • CAPITULO V

    Cansas de los prestigios espiritistas, indicacin sumarsima de los modernos sistemas con que se pretende explicarlos en el orden natural, su insuficiencia. Los fluidistas 7 los animistas.Multiplicidad, variedad 7 encontrado carc-ter de los hechos.Imposibilidad que su diversidad envuelve para esponerlos por causas naturales.Le que al efecto suponen las fuerzas latentes da la

    naturaleza

    Puede afirmarse fundadamente acerca de los presti-gios del espiritismo, que salvos los casos frecuentes de engao y superchera, los hay ciertos y positivos. Cules son sus causas? Son naturales sobrenaturales? Esto es lo que corresponde averiguar.

    En la primera poca del espiritismo, cuando slo era conocido con el nombre de magnetismo, se trat de ex-plicar sus hazaas por medio de mil y mil sistemas pro-cedentes del orden do la naturaleza, procurando arran-car las ciencias sus secretos, fin de darse cuenta de tales fenmenos por medio de causas naturales.

    La teora expontnca de Littr sea su sistema de la alucinacin, que cree ver lo que no v; la hiptesis mec-nica de Faraday acerca del movimiento de las mesas gi-ratorias, no por la efusin del fluido, sino por la accin muscular imperceptible; el fluido elctrico y el nervioso zoomagntico; el estado morboso del cuerpo humano

  • 37

    y la excitacin de las facultades orgnicas; el dualismo del cerebro de Gregry,.dividido dice l, en dos mitades, constituyendo cada una de ellas un cerebro completo independiente, para la vigilia el uno y el otro para el sueo; la reverberacin del pensamiento de Gorres refle-jando en el magnetizado como en un espejo las voliciones del magnetizador; la sugestin muscular do Braid, se-gn el cual los movimientos ejecutados por medio de los msculos determinan eficazmente el curso de la voluntad en el que duerme; las facultades, que supone Benvenuti latentes en el alma; tales fueron los principales sistemas que se sacaron plaza para explicar dentro de los prin-cipios de la ciencia los hechos ruidosos del espiritismo, llamado hasta entonces magnetismo y sonambulismo. Los cuales sistemas, cuya explicacin no es del caso en un re-ducido tratado del espiritismo, pueden ser estudiados, elementalmente al menos y al tenor de los conocimientos que cada uno exige, en el libro antes citado E Espritis~ mo en el mundo moderno. En el se van examinando una porua las mencionadas hiptesis, y se encuentran man-cas insuficientes para explicar cientfica y razonadamen-te por causas del orden natural todos los fenmenos del espiritismo. (1). Dan veces razn de este del otro he-cho, pero del conjunto n, lo cual es bastante demostrar su falsedad. Porque como dice Alln Kardec, hablando de la hiptesis de las causas fsicas: Lo que caracteriza una teora como verdadera, es el poder dar razn de todo; si un solo hecho viene contradecirla, esa teora es fal-sa (2).

    Los magnetistas, no obstante que son los espi ritistas en el primer perodo, segn se declaran fluidistas ani-"niistas, as se deciden por el fluido por las fuerzas la-tentes del alma, como causa de los fenmenos; y por eso

    (1) Hiptesis Botire las causas de los fenmenos mesmrcos, pg. 110 200-' (8) Lib. d loa Mdiums, pg. 1, c. 4, n. 4a.

  • voy pasar la vista, siquiera sea ligeramente, por los dos -sistemas.

    Lo primero que se ha de averiguar acerca del fluido es si existe. Porque sabido es que entre los hombres de ciencia esto an se discute. As es que Muller, Littr, Jac--qus, Roy Second, D'Orient, Des Mossaux y otros mu-chos, se niegan admitirlo (3), Y si son ilustres los sa-hios que lo defendieron, dice La Ciui, no menos ilus-tres son los que lo refutaron con muy poderosas razo-nes (4). Mas concdase en buen hora la existencia del fluido, cul es su naturaleza? Menester es conocerla; porque segn ella sea, as sern sus efectos. Est ya de-finida la naturaleza de ese fluido? Cul es y cmo se llama? Dicen unos que es el elctrico bitico; otros que el nervioso; stos que el Od, aqullos que el Spirod, alguno que el msculo motor, otro que el ter; cul es por fin?

    No se sabe. Y cabe en tal caso atribuir efectos deter-minados un fluido no determinado? Pero supngase que, aquilatada su existencia, llegue un dia ser cono-cido, qu habrn adelantado al objeto sus defensores? Nada. Por sutil, por imponderable, por tenue que parez-ca, al fin ha de ser materia dicho fluido, con lo cual la dificultad acrece, porque sera preciso decir que la ma-teria discurre, que piensa, que habla, que es libre, pues-to que as se v lisa y llanamente en los fenmenos magnticos y espiritistas. Es esto admisible? Pues tam-poco el fluido como causa de los hechos. Podr serlo de algunos, mas de todos no. Y en eso consiste su deficien-cia, en que no alcanza explicar la totalidad de ellos.

    Y de las fuerzas latentes del alma 'qu diremos? Ya ^1 sabio Blmes habl de ellas. Hay en el espritu hu-mano,dice el escritor insigne,muchas fuerzas que

    (3) Vase la nota que trae Perrone, pg. 2, sect. 2, De virtute religlonis al ntm mero 4"9.

    (4) Obra antea citada, pg. 40.

  • 39

    permanecen en estado de latentes, hasta que la ocasin las despierta y las aviva; el que las posee, no lo sospecha siquiera (5). Pero cul es la ocasin que d lugar en este caso desarrollar esas fuerzas? Porque os cosa sabida que en el sonambulismo magntico la sensibilidad que-da de tal manera en suspenso, que el sonmbulo nada percibe ni siente de los objetos presentes (6). Es decir, que en el estado de sonambulismo jams funcionan los sentidos exteriores, ni comunican impresin alguna. En lo cual se fundan los patronos de las fuerzas latentes para afirmar que se desarrollan en virtud del fluido sin el concurso de los rganos (7).

    Pero la asercin es gratuita y sin fundamento. Prime-ro, porque segn queda expuesto, ni la ciencia ha conve-nido en la existencia del fluido, ni su naturaleza es cono-cida, ni su modo de obrar. Segundo, porque el alma, aten-didas las condiciones de su ser, no tiene del mundo ex-terior ms conocimientos que los trasmitidos por los sentidos, y no puede extenderlos una sola cosa de las que no percibe; as lo dice la letra Liberatore (8). Lue-go si el fluido y su naturaleza son controvertibles, y el alma nada puede saber en el estado presente de cuanto pasa exteriormente sino por medio de los sentidos, c-nio ha de producir los fenmenos que tales conocimien-tos su ponen, sin causa determinada que ponga en accin las fuerzas latentes y sin el auxilio de los rganos, los cuales quedan sin ejercicio en el sonmbulo respecto al mundo visible?

    Adems, si esas fuerzas latentes son propias del alma humana y tienen virtud para tales hechos, por qu ha astado tantos aos [ociosa y en la dilatada serie de los

    (5) El Criterio. cap. 22, pg-. 22. (6) Lafontaine L' art. de mag-netiser, pg-. 70 y siguiontea. ) Delence en su controversia con Billot. (8) Omnis cognitlo Incipit senu ac proinde se extendere nequit ad eaquiE a rebus

    *usu perceptls nuUa ratione differuntur. Inst. t. 2, p. 1511.

  • 40

    siglos no los ha producido sino asocindose al demonio? Por qu esas fuerzas no se encuentran indistintamente en todas las almas, puesto que les son esenciales, y s solamente en las prohijadas por la secta?

    Queda pues demostrada la inadmisibilidad de tal sistema, y si alguno desea razonamientos ms profun-dos, ya so han indicado las fuentes donde puede estu-diarlo fondo.

    Acerca de las causas fsicas y naturales pocas consi-deraciones bastan para convencerse do su impotencia en relacin con los prestigios del espiritismo.

    Todo agente obra segn su ser, esto es axiomtico; operari enim sequitur esse, dicen los filsofos, la opera-cin sigue al ser. Nunca puede obrar vina causa, sea la que fuere, sino en proporcin con las fuerzas de su na-turaleza: natura enim est principium octionis et opcra-tionis rei intime inhrerens, ensea Perrone (9), adoptaa-do la definicin de los escolsticos. Es decir, que la na-turaleza es la base y el principio de la virtud operativa en todos los seres; que cada uno obra segn sus condi-ciones esenciales y no de otro modo; que esta operacin es ntima, exclusiva, propia, dice Santo Toms, de cada ente conforme su esencia. Esta es la fuente de la ope-racin, y mientras ella permanece en su identidad de eV, idntica ha de permanecer tambin en su modo de obrar, uniforme, fija y constante en sus efectos, Es esta identidad la que se deja ver en los fenmenos del espiritismo?

    Al contrario. El carcter de los fenmenos espiritis-tas, dice La Civiltt con gran razn, es el no tenerlo ex-clusivamente propio (10). As es ciertamente. No son ni este ni el otro hecho, ni de esta de la otra clase los que el espiritismo presenta, sino tan variados y comple-jos que en el orden de la naturaleza no cabe explicar-

    (9) Prielect, Theol., t. 2. p. 401. (10) Obra citada, par. 86, p. 98.

  • 41 los. Una causa natural no puede tener sino una sola vir-tud operativa, determinada y concreta, por lo cual no lo 08 dado pi'oducir sino los mismos fenmenos, y stos tampoco su voluntad y capricho, como en el espiritismo sucede, sino precisa ineludiblemente. En el orden fsico, puesta la causa en las condiciones ortiinarias, sigue ne-cesariamente el efecto. Aplicad el fuego ala lea seca, y la quemar; derramad aceite en el agua, y sobrenadar. Hgase una vez, dos, y mil, el resultado ser siempre el mismo. Por qu? Porque as lo.exigen las propiedades de su naturaleza, las que propende irresistiblemente; no puede ni podr jams despojarse de ellas. Cmo no sucede lo mismo con los prestigios espiritistas, si pro-ceden do causas fsicas y naturales? Por qu hoy s y maana n? Por qu en circunstancias idnticas el resultado no es el mismo?

    Pero es ms, y conviene notarlo. Esa multiplicidad de hechos de que se envanece la secta su merced y su gusto, no slo presentan variedad, sino que son en oca-siones de tan encontrado carcter, ((ue sera preciso suponer en la causa productora propiedades tan mlti-ples y contrarias como se revelan en ellos, lo cual impli-ca en el terreno de la ciencia; se ha de renunciar se-alarles causa en el orden de la naturaleza. Que impli-ca lo primero'bajo el punto de vista cientfico, no tiene du-da; porque si es verdad que entre los embaucamientos fiel espiritismo lo mismo se cuentan puramente fsicos nue de inteligencia, preciso sera admitir una causa ma-terial y fsica, libre su vez inteligente, lo cual es ab-surdo. En cuyo caso no queda medio; descartar de los hechos todos los que se han clasificado con el nom-we de fenmenos de conocimiento, en los que se deja ver un agente inteligente; si esto no es posible, por-gue contra ello est la experiencia, te ha de acudir luera de las causas materiales, desecliando los enuncia-dos sistemas como insuficientes explicarlos.

  • 42

    Adems, qu proporcin puede establecerse dentro de las leyes fsicas entre una causa material, cualquiera que sea, y entre los fenmenos que el espiritismo produ-ce? Cul de las leyes de la materia podr explicar ja-ms, dice Liberatore, la traslocacin de los sentidos, co-mo la vista por el epigastrio, el oid por la rodilla, el gusto por la espalda, y otros fenmenos por el estilo? El sentido, en el hecho de ser un rgano, contina el fd-sofo, v siempre fijo su peculiar sensorio, y requiere fsica y necesariamente su especial estructura (11). Lo cual es tan cierto que lo vemos nosotros mismos; puesto que ninguno de ellos v ms all de su propio objeto. El ojo no oye, ni v el oido, y es porque cada uno tiene su crculo y no puede salir de l.

    Es verdad que el mdico Van-Helmont, admirador entusiasta del magnetismo, sea el espiritismo en su pri-mera etapa, refiere que encontrndose un dia en xtasis, observ que la facultad de discernir se le habia trasla-dado al epigastrio, como si su inteligencia se hubiera establecido en l, y no entenda, ni saba, ni imagi-naba nada por la cabeza. Admirbame, deca, que mi imaginacin hubiese abandonado el cerebro, ocioso ya y vaco (12).

    No so ha do extraar que as se explique quien discurre por el estmago, sin cabeza y vaco el cerebro. No tena necesidad de decirnos su estado; bastante se le conoca por lo peregrino de sus afirmaciones. De la inteligencia por el estmago slo podemos decir lo que Debreyne de la vista por el occipucio. La vista por el occipucio y sin la ayuda de los ojos (13) es un absurdo que se debe des-echar como contrario las leyes de la fsica y de la or-

    (U) Cm sensuB ex ipso quod facultas est orgnica, afflia sit sensorio peculiari, ejusque structuram pliiaica necessitato prajsumat. Inst. 2, p. 151.

    (12) Fisiologa, Medicina y Metafsica del magnetismo, pgs. 51 y 52. (13) oPensain. do un creyente, p. 285.

  • 3 ganizacin animal^ y sobre todo como contrario al senti-do comn.

    Como no hay funcin vital sin rgano, ni digestin sin estmago, ni respiracin sin pulmn, tampoco puede ha-ber verdadera vista sin ojos, ni audicin sin aparato audi-tivo, ni sabor sin paladar. Porque las sensaciones exte-riores no se completan ni se perfeccionan en el alma sola, ni en el cerebro solo, dice el jesuta aludido, sino en los rganos propios de cada uno de los sentidos (14). De lo cual so deduce que donde falta el organismo de un sen-tido, no puede experimentarse la sensacin que a l corresponde; y de aqu es que fsica y naturalmente ha-blando, no os posible la vista por el estmago, el oido por la rotlilla, el olfato por los dedos, y otros hechos anlo-gos. Estos y otros muchos no pueden explicarse, asegu-ra Libcratore, sino por la intervencin de una causa inteligente oculta (lo).

    Sabemos que so presenta como argumento de gran fuerza en pro de la visin sin necesidail del rgano de la vista lo que sucede en el sonambulismo natural y oi'di-nario. Tienen la sensibilidad en suspenso, nos dicen, est concentrada, no reciben itppresiones externas, y ven no obstante. Sus actos, su agilidad, su destreza as lo indican.

    Debrcyne, notabilidad mdica de quien antes se ha ha-blado, contesta y dice: Estos (los sonmbulos naturales), realmente o ven aunque tengan los ojos abiertos Si muestran tener mucha destreza y agilidad en sus carre-ras nocturnas, es precisamente porque no ven la ignorancia del peligro es lo que les d esa seguridad. Y . pesar de su pretendida lucidez, es cierto, contina, l e caen muchas veces y se matan (16).

    (14) Seneatio eiterna non perflcitur in sola anima neciue in cerebro so'.o, sed in ^fganis propriis sin^'ulorum seusuum. Metaphisica spacialls,. prop. 6.

    (15) Inst., t. 2, p. 151, ('6) Pensara, de un cievento catlico, p. 285.

  • 44

    Acerca de la adiv\nacin de los pensamientos ms re-cnditos y de los ms profundos secretos qu puede decirse? Qu ley de la naturaleza podr dar cuenta de ellos?

    Ya los estoicos admitieron en el hombre como facul-tad natural, dice Cicern (17), la previsin del porvenir, pero l se burlaba de ellos y los combata; as puedo verse* en casi todos los captulos del citado libro. Y nadie extrae que Cicern se burlara; porque qu causa fsica y ma-terial podr dar explicacin, ensea Liberatore, de la penetracin del pensamiento y de las cosas ocultas, sien-do as que nuestras percepciones vienen todas de los sentidos, y que no pvieden extenderse por lo mismo nuestros conocimientos ni una sola de aquellas cosas que no percibimos? (18). N, esto no es posible, dice el abate Frere; la manifestacin del porvenir no es una fa-cultad inherente la naturaleza humana procede de un espritu superior al hombre (19).

    En lo que se refiere la vista largas distancias y travs de grandes moles; la posesin de idiomas que jams se han estudiado, y otros fenmenos que el espi-ritismo nos cuenta, ^{u causas pueden alegarse para darles explicacin satisfactoria en el orden de la natu-raleza?

    Ninguna. Ellos declaran, ha' dicho el P. Zeferino, de acuerdo con el esclarecido jesuta arriba citado, la pre-sencia y la intervencin de agentes intelectuales, y estos son los espritus (20).

    Y no vale decir como algunos de la secta, que si hoy no, maana podrn explicarse por cualquiera otra causa natural desconocida eso? fenmenos. Esta dificultad no

    (ni De DivinatoTie, \iX>. 2, c. 52. (18) Ad quam legem raaterite revocabitur renuntiatio rerum occuUarum, cm

    omnig costra cgnit'io incipiat a sensu, ac proinde se extendere neqoeat ad ea quw rebuB sensu perceptis nuUa ratione differunlur? In8t.,> t. 2, p.'.151.

    (19) Examen del magnetismo, p. 1, c. 1, a. 8. (20) Filos, Blem.,> t. 2, p. 244.

  • 46

    tiene razn de ser, y no es mi nimo ofender nadie, al repetir con Pailloux que las fuerzas desconocidas de la naturaleza no son sino el recurso de los ignorantes (21). Podemos no llegar conocer hasta donde se extiende la virtud operativa de la naturaleza; continuarn ocultas para nosotros algunas de esas que llaman los naturalistas sus fuerzas positivas; pero de las negativas todos sabe-mos. Lo que la naturaleza puedo hacer, lo har; lioy, ma-ana otro dia, segn la ordenacin divina; poro lo que no puede hacer, no lo har nunca, y esto sucede con muchos de los prestigios espiritistas. Son de tal ca-rcter, que excluyen y excluirn su explicacin por causas naturales, lioy, maana y siempre. El por qu, dicho est. Lo que es contrario hoy la naturaleza y condiciones esenciales do los seres, ha de serlo siempre, mientras permanezca su identidad esencial. Ya podrn pasar mil aos mil siglos, pero lo (|ue no puede sor, no ser. Y nunca, jams podr ser que la materia discurra, ni que una causa material est dotada de propiedades contra-rias, que mutuamente se excluyen,-cual sera preciso para darse cuenta de las arteras del espiritismo. Si la na-turaleza va descubriendo en ocasiones nuevas fuerzas, que dan la explicacin de algunos fenmenos, estos no salen de su esfera de accin y se comprenden ante su causa-lidad y eficiencia; pero demostrado est el por qu tal explicacin no puede tener cabida en relacin con ese abigarrado conjunto de los manejos espiritistas.

    Preciso es, pues, concluir diciendo en general de las causas naturales relacionadas con el espiritismo, lo que el clsico Victoria deca de la magia: Hacen algunas cosas los magos, que no tienen explicacin por las causas naturales... Estas y otras anlogas, manifiesto es que no pueden proceder sino de una causa inteligente. Tal es

    (21) Les forces inconnues de la nature ne aont que la ressource dos ing-norants. l-'S Maguetiame, ote, entret. 1.

  • 46

    el parecer do todos los platnicos^, como de Porrlo^ Jm-blico, Plotino y otros C2'2).

    Sin duda que los sectarios de la nueva magia se hallan tan convencidos como el telogo Victoria de que ni hoy, ni maana, ni nunca, pueden ser explicados los hechos de que se envanecen, por causas naturales. Por lo cual y para no verse en el caso de claudicar ante la insulicioucia de sus celebrados sistemas, han apelado los espritus, considerndolos como los agentes de los prestigios.

    Hablando Alian Kardcc de las preguntas que hacen los mdiums, y de las respuestas por conducto de las mesas ])arlantes, dice: Se oljtuvieron respuestas sucesi-vas por medio de las letras del alfabeto. Dando el objeto mvil cierto nmero de golpes correspondientes al n-mero de orden de cada letra, se llegaba iormular pala-bras y frases que convenan con las )reguntas antes he-chas. La precisin de las respuestas y su correlacin con las preguntas, i)roduieron la admiracin. El ser miste-rioso que respoiida de este modo, [reguntado por su naturaleza, declar que era un espritu genio: dioso un nombre y suministr diversos indicios tlesu identidad {i'i).

    Consta, por tanto, de los arginncntos expuestos, que no son l pueden llegar ser las fuerzas de la naturale-za las que producen los fenmenos es[)iritistas, sino que ])roccden de los espritus; pero (pi clase do espritus? Son las almas de los difuntos, como pretenden ellos? Acaso los santos ngeles? Ni stos ni aqullas. Que no son capaces de tales cosas las almas de los muertos, lo ver el lector muy luego.

    (2) NonuuUa lu-flteutur maj,'i qato per virtutam natur.ilem uoa invoniuutur... licc et id {onus alia, manit'estum osl nisi ab iatullectu iiroticisci non wsso,.. Et liajc est senteutia omniuin platonicoram, ut Porijliirii, Jamlilici, Plotini i,^ t alirum. Ue-lecticjnes Tliuologica!, UI.- -Da irte raiigioa, n. 9.

    {') Introduccin, parag. 4.

  • C/PTULO VI

    Las almas de los muertos no son ni pueden ser las que intervienen en los prestigios espiritistas.Dootrina de Viotoria, Perrone, S. Agustn, Santo Toms, Suarez, Delro j Tertuliano.Porfirio, filsofo gentil, entre los antiguos;

    Paillous, entre los modernos

    Si los fenmenos del espiritismo son una verdad y no cabe explicarlos por causas naturales, preciso es bus-carles solucin fuera de la naturaleza, y as lo liaco el pontfice de la secta. Penetra en el mundo de los espri-tus y supone que las almas de los muertos intervienen en los hechos. Es as realmente? Son las almas de los difuntos las ([ue contestan alas evocaciones?

    Victoria es quien responde hablando de la magia. No hay duda alguna, dice, en que las alnias de los finados jams se mezclan en las obras de los magos (1).

    Cierto. Los muertos nunca intervinieron en los pres-tigios do la magia, ni intervienen ni intervendrn en los del espiritismo, y la prueba es sencilla.

    Las almas de los que murieron, ensea el aludido telogo, estn en el cielo en el purgatorio, en el infierno. Las que moran en el cielo, aunque pueden des-cender la tierra y ayudar los mortales, no lo hacen

    (1) Sine (lubio animic ilefunotorum nuruquaai se misceat operilius magorum, oDe-Arte Mgica. > n. l^.

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    sino con permiso de Dios. Las que padecen en el purga-torio, no salen de all, y si el Seor por gracia especial se lo concede, vienen pedir los sufragios de los vivos, no mezclarse en las cosas de los hombres. Las que estn en el inlierno, ni perjudican ni aprovechan los que vivi-mos en la tierra, porque ni an con la ayuda de los de-monios pueden dejar aquel lugar. Y aunque se cuentan apariciones, tengo por lo ms probable, contina, que el alma, una vez en los infiernos, nunca sali do ellos. . . Y so debe ci^eer con la mayor confianza, que si algu-nas son ciertas, no proceden de los muertos sino de los demonios (2).))

    La verdad es esta, y no hay sino pura doctrina cat-lica en el argumento del profundo Victoria,