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Mensaje 5 Semana 5: BENEFICIOS DEL PERDÓN Introducción El perdón es uno de los factores cruciales para mantener nuestro corazón sano. Al tomar la decisión de perdonar, liberamos nuestro corazón del sufrimiento, el resentimiento y la amargura. Al negarnos a perdonar nos quedamos amarrados al pasado, a la situación de agravio que vivimos y a nuestro ofensor, de esa forma le otorgamos a nuestros ofensores o enemigos un poder sobre nuestra vida, y la facultad de definirnos: nuestra emocionalidad, cómo nos comportamos y en quiénes nos convertimos. En esas condiciones no hay posibilidad de sanar las heridas emocionales ni restaurar una relación, ni seguir adelante con nuestras vidas; pero el perdón nos devuelve el control de nuestras vidas. El perdón nos devuelve el enfoque esperanzador de la vida al sacarnos de las actitudes y estados emocionales de victimización, conmiseración, culpabilización, rencor, odio y amargura. El perdón aporta una dosis importante de optimismo, esperanza, pasión, energía, satisfacción y contentamiento por la vida. El perdón no modifica el pasado, pero al modificar nuestros sentimientos, nos brinda una nueva perspectiva del futuro: esperanzadora, retadora y emocionante. Este cambio de actitud cambia diametralmente en forma positiva nuestra experiencia de vida. A la larga afecta positivamente nuestra motivación, efectividad y productividad. Desde el punto de vista espiritual, psicológico y fisiológico al perdonar ganamos salud y bienestar. 1. La práctica del perdón mantiene mi cuerpo sano “El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos”. Proverbios 17:22 Es un hecho estudiado por las ciencias médicas y del comportamiento humano, que los estados emocionales afectan positiva o negativamente la salud. La Biblia también expone esa verdad: “El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos”. Por eso en el Nuevo Testamento exhorta a quitar o soltar emociones tóxicas como la amargura, el enojo y la ira, y adoptar una actitud de benignidad, de compasión y de perdón: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, calumnias y toda malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo” (Efesios 4:31-32). La falta de perdón daña nuestra salud La falta de perdón incide en el aumento de las complicaciones psicosomáticas, las enfermedades cardíacas, la menor resistencia a las enfermedades físicas, entre otras complicaciones de salud; pero a su vez el perdón deriva en mejores desenlaces clínicos y mayor competencia para lidiar con el estrés. “La falta de

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Mensaje 5

Semana 5: BENEFICIOS DEL PERDÓN

Introducción El perdón es uno de los factores cruciales para mantener nuestro corazón sano. Al tomar la decisión de perdonar, liberamos nuestro corazón del sufrimiento, el resentimiento y la amargura. Al negarnos a perdonar nos quedamos amarrados al pasado, a la situación de agravio que vivimos y a nuestro ofensor, de esa forma le otorgamos a nuestros ofensores o enemigos un poder sobre nuestra vida, y la facultad de definirnos: nuestra emocionalidad, cómo nos comportamos y en quiénes nos convertimos. En esas condiciones no hay posibilidad de sanar las heridas emocionales ni restaurar una relación, ni seguir adelante con nuestras vidas; pero el perdón nos devuelve el control de nuestras vidas. El perdón nos devuelve el enfoque esperanzador de la vida al sacarnos de las actitudes y estados emocionales de victimización, conmiseración, culpabilización, rencor, odio y amargura. El perdón aporta una dosis importante de optimismo, esperanza, pasión, energía, satisfacción y contentamiento por la vida. El perdón no modifica el pasado, pero al modificar nuestros sentimientos, nos brinda una nueva perspectiva del futuro: esperanzadora, retadora y emocionante. Este cambio de actitud cambia diametralmente en forma positiva nuestra experiencia de vida. A la larga afecta positivamente nuestra motivación, efectividad y productividad. Desde el punto de vista espiritual, psicológico y fisiológico al perdonar ganamos salud y bienestar. 1. La práctica del perdón mantiene mi cuerpo sano

“El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos”. Proverbios 17:22

Es un hecho estudiado por las ciencias médicas y del comportamiento humano, que los estados emocionales afectan positiva o negativamente la salud. La Biblia también expone esa verdad: “El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos”. Por eso en el Nuevo Testamento exhorta a quitar o soltar emociones tóxicas como la amargura, el enojo y la ira, y adoptar una actitud de benignidad, de compasión y de perdón: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, calumnias y toda malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo” (Efesios 4:31-32). La falta de perdón daña nuestra salud La falta de perdón incide en el aumento de las complicaciones psicosomáticas, las enfermedades cardíacas, la menor resistencia a las enfermedades físicas, entre otras complicaciones de salud; pero a su vez el perdón deriva en mejores desenlaces clínicos y mayor competencia para lidiar con el estrés. “La falta de

perdón crónica provoca estrés. Cada vez que la persona piensa en su agresor, su cuerpo reacciona. Reducir la falta de perdón, reduce el riesgo para la salud. De modo que si usted perdona, puede fortalecer realmente su sistema inmunológico” (Dr. Everett Worthington). Según el investigador y médico Don Colbert, los estados emocionales asociados a la falta de perdón, tales como: ira y hostilidad, resentimiento, ansiedad, derivan en padecimientos físicos, tales como: Ira y hostilidad: hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Resentimiento: desordenes autoinmunes, artritis reumatoide, lupus y esclerosis múltiple. Ansiedad: síndrome de colon irritable, ataques de pánico, prolapso de válvula mistral y palpitaciones cardíacas. El perdón, por el contrario, es sanador. Revisemos algunos de los beneficios, según múltiples investigaciones, que genera el perdón sobre la salud:

− Ayuda a mantener niveles de estrés más bajos − Contribuye a mantener un corazón sano − Disminuye el dolor − Extiende la longevidad

2. La práctica del perdón influye favorablemente en mi salud psicológica

“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, calumnias y

toda malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en

Cristo”. Efesios 4:31-32.

La retención del perdón tiene asociados estados emocionales tóxicos, tales como el sufrimiento (dolor crónico) y resentimiento u odio (enojo cronificado). Estos estados emocionales están cargados de emociones tóxicas que afectan la sanidad psicológica de la persona. Esto es consecuencia de la negación a perdonar y a soltar la situación dolorosa y a la persona ofensora involucrada, lo que hace que el dolor de la herida y el enojo experimentado por la situación se prolonguen en el tiempo más de lo normal. Asociados al dolor (sufrimiento) y el enojo crónico (resentimiento), se desarrolla un perfil psicológico caracterizado por una constelación de estados emocionales tóxicos, tales como: mal humor, irritabilidad, descontento por la vida, conductas agresivas, victimización, entre otras. La disposición para perdonar, libera a la persona del dolor y el enojo asociados a la situación vivida, lo cual trae paz y serenidad a la vida de la persona, devolviéndole la armonía emocional.

3. La práctica del perdón me mantiene espiritualmente sano

“Dios perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos

ofenden”. Mateo 6:12

Toda persona tiene la necesidad de recibir el perdón de Dios, a quien ha ofendido; pero también necesita poder otorgar perdón a otros que le han ofendido o agraviado. Así funciona la economía de Dios. Esa doble necesidad se expresa en la oración del Padre Nuestro: “Dios perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Mateo 6:12). El perdón es un acto que toda persona necesita practicar en dos direcciones: en sentido vertical, invocando el perdón de Dios; y en sentido horizontal, concediéndolo a otras personas. Como creyentes constantemente necesitamos experimentar el perdón en ambas direcciones, si queremos mantenernos espiritualmente sanos. Recibiendo el perdón de Dios para sanar mi vida (dimensión vertical) Quien no ha expresado arrepentimiento delante de Dios, confesándole a Él sus pecado y, en consecuencia, experimentado Su perdón, está en enemistad con Él. “…vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:2). Además si no se ha experimentado el perdón de Dios se está espiritualmente en tinieblas. Esa es la condición del hombre sin Dios:”Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos (alienados) de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón…” (Efesios 4:17-18). 4. La práctica del perdón trae sanidad a mis relaciones

“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere

queja contra otro…”. Colosenses 3:13. El perdón es indispensable en la dinámica de las relaciones interpersonales, si queremos disfrutar de relaciones sanas, funcionales y duraderas. Ninguna relación está exenta de la posibilidad de experimentar dolor. Es imposible controlar la aparición de conflictos, decepciones y ofensas en la relaciones. No en balde la palabra de Dios dice: “Así como el hierro afila hierro, así un hombre afila a otro hombre” (Proverbios 27:17). Así como el hierro le saca filo a otro hierro, así un hombre se afina solo sacando limaduras y asperezas con otro. El conflicto y las desavenencias son intrínsecos a las relaciones humanas, dado las diferencias en personalidad, contexto educativo, experiencias vividas, etc. Sin el perdón las relaciones interpersonales serían un infierno No existe relación duradera sin perdón. Puesto que no vivimos en un mundo perfecto, ni las circunstancias se dan según nuestras expectativas, siempre

está abierta la posibilidad de errar, ofender o dañar a otra persona, por lo que hacemos o dejamos de hacer o dar. En muchos casos la ofensa es más bien percibida que real, pues tiene que ver con las expectativas que una persona tiene de otra, o la evaluación que hace desde sus mapas y paradigmas. Por eso las relaciones saludables conocen de cerca y practican el perdón. Las personas que valoran las relaciones (familiares, hermandad cristiana, amistad, trabajo, etc.) practican el perdón, como una vía para manejar los conflictos, zanjar las diferencias, tratar con el dolor de heridas abiertas y restaurar la relación cuando ésta esté estancada o estropeada. De ahí la importancia de cultivar el hábito de perdonarse mutuamente – perdonaos unos a otros – perdonando cuando se ha sentido ofendido, y pidiendo perdón cuando se está consciente de haber ofendido al otro.