benedetti poesÍa 2002 de insomnios y duermevelas (adelanto)

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Mario 2002 De insomnios y duermevelas (Adelanto) Adioses Mario Benedetti Siempre me entristecen los adioses así fueran de santos o de crápulas alguna vez yo los abandonaba otras veces me abandonaban ellos en pleno corazón tengo un catálogo de los que allí pasaron una noche de los que hicieron cola de aburridos de los que en el amor se conmovieron las despedidas saben a burbujas que apenas duran / sólo las usamos como una desazón efervescente que emigra con los pájaros que emigran qué pena / de las manos que he adiestrado sólo una sabe decir adiós y me presta su ayuda si me alejo de tus ojos tus pechos y tus labios Poema extraído de “Insomnio y duermevelas”, libro de poemas de Mario Benedetti. Bocas Mario Benedetti ¿Dónde empieza la boca? ¿en el beso? ¿en el insulto? ¿en el mordisco? ¿en el grito? ¿en el bostezo? ¿en la sonrisa? ¿en el silbo? ¿en la amenaza?

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Page 1: Benedetti POESÍA 2002 de Insomnios y Duermevelas (Adelanto)

Mario 2002 De insomnios y duermevelas (Adelanto)

AdiosesMario Benedetti

Siempre me entristecen los adiosesasí fueran de santos o de crápulasalguna vez yo los abandonabaotras veces me abandonaban ellos

en pleno corazón tengo un catálogode los que allí pasaron una nochede los que hicieron cola de aburridosde los que en el amor se conmovieron

las despedidas saben a burbujasque apenas duran / sólo las usamoscomo una desazón efervescenteque emigra con los pájaros que emigran

qué pena / de las manos que he adiestradosólo una sabe decir adiósy me presta su ayuda si me alejode tus ojos tus pechos y tus labios

Poema extraído de “Insomnio y duermevelas”, libro de poemas de Mario Benedetti.

BocasMario Benedetti

¿Dónde empieza la boca?¿en el beso?¿en el insulto?¿en el mordisco?¿en el grito?¿en el bostezo?¿en la sonrisa?¿en el silbo?¿en la amenaza?¿en el gemido?

que le quede bien clarodonde acaba tu bocaahí empieza la mía

Poema extraído de “Insomnio y duermevelas”, libro de poemas de Mario Benedetti.

Cosas y cositas

Page 2: Benedetti POESÍA 2002 de Insomnios y Duermevelas (Adelanto)

Mario Benedetti

De las diversas cosas y cositasque en un tramo del tiempo fueron míasrescató un relojito que atrasabay en jornadas otoño y poco sueñorecordaba que eran las dos y cuartoen las ventanas de la madrugada.

también hubo un cuaderno de figurasque yo podía colorear a gustoy claro allí inventaba árboles rojoscielo cuadriculado / un bosque enanoy un pavo real de espléndido abanicoque tan sólo se abría en blanco y negro

a veces concurrían pajaritosque eran juguetes con toda su cuerdayo despejaba el puente de mi nucay todavía siento en el pescuezoel terciopelo de unas manos dulcesy el trapo huraño de unas manos hostiles

de las diversas cosas y cositasrescato un disco de los muy antiguoslos de 78 erre pe ememilonga albricia con la voz quebradaque yo ponía cuando estaba a solaspara vencer los miedos del silencio.

Poema extraído de “Insomnio y duermevelas”, libro de poemas de Mario Benedetti.

Cuento breveMario Benedetti

Aquel túnel que había sido del ferrocarril y que llevaba ya varios años de clausura, siempre había tenido para los niños (y no tan niños) de San Jorge un aura de misterio, alucinación y embrujo, que ninguna explicación de los mayores era capaz de convertir en realidad monda y lironda. Siempre aparecía alguno que había visto salir del túnel un caballo blanco y sin jinete, o, en algún empujón de viento, una sábana pálida y sin arrugas que planeaba un rato como un techo móvil y se desmoronaba luego sobre los pastizales. En ambas bocas de la tenebrosa galería, unos sólidos cercos de hierros y maderas casi podridas impedían el acceso de curiosos y hasta de eventuales fantasmas. Pasó el tiempo y aquellos niños fantasiosos se fueron convirtiendo en padres razonables que a su vez engendraron hijos fantasiosos. Un día llegó el rumor de que las líneas del ferrocarril serían restauradas y la gente empezó a mirar el túnel como a un familiar recuperable. Seis meses después del primer rumor fueron retirados los cercos de hierro y madera, pero todavía nadie apareció para revisar los rieles y ponerlos a punto. ¿Recuerdan ustedes a Marquitos, el hijo de don Marcos, y a Lucas junior, el hijo de don Lucas? El túnel había sido para ambos un trajinado tema de conversación y especulaciones, y

Page 3: Benedetti POESÍA 2002 de Insomnios y Duermevelas (Adelanto)

aunque ahora ya habían pasado la veintena, continuaban (medio en serio, medio en broma) enganchados a la mística del túnel. - ¿Viste que aún ahora, que está abierto, nadie se ha atrevido a meterse en ese gran hueco? - Yo voy a atreverme –anunció Marquitos, con un gesto mas heroico del que había proyectado. A partir de ese momento, se sintió esclavo de su propio anuncio. Menos intrépido, Lucas junior lo acompañó hasta el comienzo (e el final, vaya uno a saber cuál era la correcta viceversa) del insinuante bosque. Marquitos se despidió con una sonrisa preocupada. A los quince o veinte metros de haber iniciado su marcha, se vio obligado a encender su potente linterna. Entre los rieles y la maleza invasora se deslizaban las ratas, algunas de las cuales se detenían un instante a examinarlo y luego seguían su ruta. Por fin apareció una figura humana, que parecía venir a su encuentro con un farol a querosén. - Hola –dijo Marquitos. - Mi nombre es Servando –dijo el del farol. – Dicen que soy un delincuente y por eso escapo. Me acusan de haber castigado a una anciana cuando en realidad fue la vieja la que me pegó. Y con un palo. Mirá como me dejó este brazo. El tipo no esperó ni reclamó respuesta y siguió caminando. Dentro de un rato, pensó Marquitos, le dará la sorpresa a Lucas junior. El siguiente encuentro fue con una mujer abrigada con un poncho marrón. - Soy Marisa. Mucho gusto. Mi marido, o mejor dicho mi macho, se fue con una amante y mis dos hijos. Sé que lo hizo para que yo me suicide. Pero está muy equivocado. Yo seguiré hasta el final. ¿Usted querría suicidarse? ¿O no? - No, señora. Yo también soy de los que sigo. Ella lo saludó con un ¡hurra! Un poco artificial y alejó cantando. Durante un largo trayecto, como no aparecía nadie, Marquitos se limitó a seguir la línea de los rieles. Luego llegó el perro con ojos fulgurantes, que más bien parecían de gato. Pasó a su lado, muerto de miedo, sin ladrar ni mover la cola. El amo era sin duda el personaje que lo seguía, a unos veinte metros. - No tenga miedo del perro. Esta compacta oscuridad lo acobarda. A la luz del día sí es temible. Su nómina de mordidos llega a quince, entre ellos un niño de tres años. - ¿Y por qué no lo pone a buen seguro? - Lo preciso como defensa. En dos ocasiones me salvó la vida. El recién llegado miró detenidamente a Marquitos y luego se atrevió a preguntar: - Usted, ¿vive en el túnel? - No. Por ahora, no. - A usted que anda sin perro, muy campante, sólo le digo: tenga cuidado. - ¿Ladrones? - También ladrones. - ¿Ratas? - También ratas. No dijo nada más, y sin siquiera despedirse, se alejó. El perro había retrocedido como para rescatarlo. Y lo rescató. Marquitos permaneció un buen rato, quieto y silencioso. La muchacha casi tropezó con él. Su gritito acabó en suspiro. - ¿Qué hace aquí? –Preguntó ella, no bien salida del primer asombro. - Estoy nomás. ¿Y usted? - Me metí aquí para pensar, pero no puedo. Las goteras y las ratas me distraen. Tengo miedo de quedarme dormida. Prefiero esta duermevela.

Page 4: Benedetti POESÍA 2002 de Insomnios y Duermevelas (Adelanto)

- ¿Y por qué no retrocede? - Sería darme por vencida. - ¿Quiere que la acompañe? - No. - ¿Necesita algo? - Nada. - Me sentiré culpable si la dejo aquí, sola, y sigo caminando. - No se preocupe. A los solos vocacionales, como usted y yo, nunca nos pasa nada. - ¿Puedo darle un beso de adiós? - No, no puede. Caminó casi una hora más sin encontrar a nadie. Se sentía agotado. Le dolían todas las bisagras y el pescuezo. También las articulaciones, como si fuera artrítico. Cuando llegó al final, había empezado a lloviznar. Se refugió bajo un cobertizo, medio destartalado. De pronto una moto se detuvo allí y cierto conocido rostro veterano asomó por debajo de un impermeable. Era Fernández, claro, viejo amigo de su padre. El de la moto le hizo una seña con el brazo y le gritó: - ¡Don Marcos! ¿Qué hacés ahí, tan solitario? - Eh, Fernández. No confunda. No soy don Marcos, soy Marquitos. - No te hagas el infante, che. Nunca vi un Marquitos con tantas canas. ¿O te olvidás que fuimos compañeros de aula y de parranda? - No soy don Marcos. Soy Marquitos. - En todo caso, Marquitos con Alzheimer. - Por favor Fernández, no se burle. Acabo de salir del túnel. Lo recorrí de cabo a rabo. - Ese túnel vuelve locos a todos. Deberían clausurarlo para siempre. - No soy don Marcos. Soy Marquitos. Justamente voy ahora en busca de mi viejo. - Sos incorregible. Desde chico fuiste un payaso. Tomá, te dejo mi paraguas. La moto arrancó y pronto se perdió tras la loma. Mientras tanto, en el cobertizo, sólo se oía una voz repetida, cada vez más cavernosa: - ¡Soy Marquitos! ¡Soy Marquitos! Por fin, cuando emergió del túnel un caballo blanco, sin jinete, y se paró de manos frente al cobertizo, Marquitos se llamó a silencio y no tuvo más remedio que mirarse las manos. A esa altura, le fue imposible negarlo: eran manos de viejo.

Cuento extraído de “Insomnio y duermevelas”, libro de poemas de Mario Benedetti.

ManiquíMario Benedetti

Se enamoraba de los maniquíessu desnudez indemne / tan carnaltan mulata / tan hembra / tan posibleera tan noble que no le importabaque no tuviera corazón ni ombligo

especialmente el maniquí más bellolo contemplaba con angustia lisay él buscaba piedad en las arrugasde sus propios remansos y deseos

Page 5: Benedetti POESÍA 2002 de Insomnios y Duermevelas (Adelanto)

el maniquí más bello / arrinconadoes un escaparate de babeltodavía lo mira imperturbabley él no puede olvidarse de esos ojos

Poema extraído de “Insomnio y duermevelas”, libro de poemas de Mario Benedetti.

OtoñoMario Benedetti

Aprovechemos el otoñoantes de que el invierno nos escombreentremos a codazos en la franja del soly admiremos a los pájaros que emigran

ahora que calienta el corazónaunque sea de a ratos y de a pocopensemos y sintamos todavíacon el viejo cariño que nos queda

aprovechemos el otoñoantes de que el futuro se congeley no haya sitio para la bellezaporque el futuro se nos vuelve escarcha

Poema extraído de “Insomnio y duermevelas”, libro de poemas de Mario Benedetti.

PalabrasMario Benedetti

En cada libro que leosiempre encuentro una palabraque sobrevive al olvidoy me acompaña

son palabras que a menudome defienden de la pálidaunas parecen de cuarzootras de lata

yo las prefiero milongasy hasta un poquito canallaspues si se vuelven decentesquién las aguanta

Poema extraído de “Insomnio y duermevelas”, libro de poemas de Mario Benedetti.

Poemas a la intemperieMario Benedetti

Page 6: Benedetti POESÍA 2002 de Insomnios y Duermevelas (Adelanto)

Los poemas de uso a cielo abiertousan vocales como mariposasdiptongos como caracolesinterjecciones como trinos

el aire que absorbieron noche a nochey a sus anchas respiran en sus coplaslimpian el tedio de los estribillosy flamean como buscando el mar

poemas al aire libre son de nubellevan su pedacito de universoy si un pájaro vuela en sus palabrases porque el corazón abrió la jaula

Poema extraído de “Insomnio y duermevelas”, libro de poemas de Mario Benedetti.

Rabia portátilMario Benedetti

De todos mis agobios el peores la rabia portátil esa locaque suele desplegarse ante indefensospara probar el ser de su soberbia

a esta altura del trompo giratorionadie quiere morir de certidumbrepara eso están los diestros de la pálidao los profesionales del suicidio

ya no sé quién es quién ni dónde es dóndepero los fundadores de la inquinapromueven tanta quiebra que he encargadoun brebaje de amor en la farmacia

Poema extraído de “Insomnio y duermevelas”, libro de poemas de Mario Benedetti.