bello, andres - obras completas (vol. 07) estudios filologicos ii (poema del cid y otros escritos)

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OBRAS COMPLETAS DE ANDRES BELLO VII

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  • OBRAS COMPLETAS DE

    ANDRES BELLO

    VII

  • Segunda Edicin, 1986Fundacin La Casa de Bello, Caracas.ISBN 980-214-017-1

  • ESTUDIOS FILOLOGICOSII

  • COMISION EDITORA DE LAS OBRAS COMPLETAS DE

    ANDRES BELLO

    RAFAEL CALDERADIRECTOR

    PEDRO GRASESSECRETARIO

    AUGUSTO MIJARES (1897.1979)ENRIQUE PLANCHART (1894-1953)

    JULIO PLANCHART (1885-1948)

  • FUNDACION LA CASA DE BELLO

    CONSEJO Dnu~cTIvo 1983/1986

    DIRECTOROSCAR SAMBRANO URDANETA

    VOCALESRAFAEL CALDERA

    PEDRO PABLO BARNOLA (1908-1986)PEDRO GRASES

    JOSE RAMON MEDINALUIS B. PRIETO F.

    J. L. SALCEDO BASTARDO

  • ANDRES BELLO

    ESTUDIOS FILOLOGICOSII

    POEMA DEL CIDY

    OTROS ESTUDIOS DE LITERATURAMEDIEVAL

    ESTUDIO PRELIMINARPOR

    PEDRO GRASES

    LA CASA DE BELLOCARACAS, 1986

  • RELACION DE LOS VOLUMENES DE ESTASEGUNDA ED1CION

    1. POESIASII. BORRADORES DE POESIA

    111. F1LOSOFIA DEL ENTENDIMIENTO Y OTROS ESCRITOSFILOSOFICOS

    IV. GRAMATICA DE LA LENGUA CASTELLANA DESTINADAAL USO DE LOS AMERICANOS

    V. ESTUDIOS GRAMATICALESVI. ESTUDIOS FILOLOGICOS 1. PRINCiPIOS DE LA ORTO-

    LOGIA Y METRICA DE LA LENGUA CASTELLANA YOTROS ESCRITOS

    VII. ESTUDIOS FILOLOGICOS II. POEMA DEL CID Y OTROSESTUDIOS DE LITERATURA MEDIEVAL

    VIII. GRAMATICA LATINA Y ESCRITOS COMPLEMENTARIOSIX. TEMAS DE CRITICA LITERARIAX. DERECHO INTERNACIONAL 1. PRINCIPIOS DE DERECHO

    INTERNACIONAL Y ESCRITOS COMPLEMENTARIOSXI. DERECHO INTERNACIONAL II.

    XII. DERECHO INTERNACIONAL III. DOCUMENTOS DE LACANCILLERIA CHILENA (Vol. XX! de la primera edicin deCaracas)

    XIII. DERECHO INTERNACIONAL IV. DOCUMENTOS DE LACANCILLERIA CHILENA (Vol. XX!! de la primera edicin deCaracas)

    XIV. CODIGO CIViL DE LA REPUBLICA DE CHILE (Vol. XII dela primera edicin de Caracas)

    XV. CODIGO CIVIL DE LA REPUBLICA DE CHILE (Vol. XIII dela primera edicin de Caracas)

    XVI. CODIGO CIVIL DE LA REPUBLICA DE CHILE (Vol. XIII dela primera edicin de Caracas)

    XVII. DERECHO ROMANO (Vol. XIV de la primera edicin deCaracas)

    XVIII. TEMAS JURIDICOS Y SOCIALES (Vol. XV de la mimeraedicin de Caracas)

    XIX. TEXTOS Y MENSAJES DE GOBIERNO (Vol. XV! de la pri-mera edicin de Caracas)

    XX. LABOR EN EL SENADO DE CHILE (DISCURSOS Y ESCRI-TOS) (Vol. XVI! de la primera edicin de Caracas)

    XXI. TEMAS EDUCACIONALES 1 (Vol. XVIII de la primera edicinde Caracas)

    XXII. TEMAS EDUCACIONALES II (Vol. XVIII de la primera edicinde Caracas)

    XXIII. TEMAS DE HISTORIA Y GEOGRAFIA (Vol. XIX de la ~ri-mera edicin de Caracas)

    XXIV. COSMOGRAFIA Y OTROS ESCRITOS DE DIVULGACIONCIENTIFICA (Vol. XX de la primera edicin de Caracas)

    XXV. EPISTOLARIO (Vol. XX1II de la primera edicin de Caracas)XXVI. EPISTOLARIO (Vol. XX!V de la primera ~dicin de Caracas)

  • SIGLAS

    O. C.: Obras Completas de Andrs Bello. Caracas, Ediciones delMinisterio de Educacin - La Casa de Bello, 26 vois., 1951-1986.(NOTA DE BELLO): indica que el texto de la nota es de Bello,mientras que el parntesis es de la Comisin Editora.(Nota de Ticknor): indica que tanto el texto de la nota comoel parntesis son de Bello.

  • ESTUDIO PRELIMINAR

  • 1EL POEMA DEL CIDBello empez desde 1823 a estudiar el Poema del Cid,

    y en 1834 haba ya hecho casi todas las correcciones y res-tauraciones con que apareci aquel en el tomo II desus obras (Santiago de Chile, 1881)... Bl fillogo vene-zolano no lleg a dar la ltima mano a su obra... peroaun as, es indudable que merece estudiarse por todos losque se interesan en nuestra literatura espaola. No dejarnstos de encontrar ah slida instruccin, gran conocirnien-to de la lengua y sagacidad poco comn.

    Rufino Jos Cuervo(Carta a E. Teza, 14 setiembre 1887)

    La obra de Bello no se public hasta 1881; de habersehecho la edicin medio siglo antes, creemos que el cursode la investigacin habra sido diferente.

    Colin Smith(Poema de Mio Cid, Madrid, 1976)

    1. El testamento cidiano de Bello

    El 18 de junio de 1863, casi a ios ochenta y dos aosde edad, Andrs Bello, enfermo de parlisis en sus ex-tremidades inferiores, pero en plena capacidad intelec-tual, a veintiocho meses de su fallecimiento, escribadesde Chile una carta a don Manuel Bretn de losHerreros, Secretario de la Real Academia Espaola enMadrid, en la que ofreca a la institucin las investiga-ciones que sobre el Poema de Mio Cid y otros problemasde la literatura medieval espaola haba llevado a cabodesde los das de juventud. Dos aos despus, autorizabala publicacin del documento en la Revista Ilustrada,de Santiago de Chile, de 15 de junio de 1865, a cuatromeses de su muerte, como para dar testimonio pblicodel singular desprendimiento que significaba el obsequiode los resultados obtenidos en uno de los estudios en quehaba pasado una gran parte de mi larga vida. No sa-bemos si el escrito de Bello a la Academia tuvo la res-

    xv

  • Obras Completas de Andrs Bello

    puesta que solicitaba en su parte final, pero el hechode imprimirlo, dos aos ms tarde sin referirse a cartaalguna, nos permite sospechar que no haba recibido nin-guna comunicacin. En los archivos de la institucin nohay registro ni constancia de haberse contestado.

    Se imprimi de nuevo en los Anales de la Universi-dad de Chile (XXVIII. Santiago, enero de 1866, pp. 192-197), a pocos meses de la muerte del humanista. Pareceuna manifestacin de protesta por parte de la Univer-sidad.

    He aqu el texto de Bello:

    Santiago de Chile, 18 de junio de 1863Don Manuel Bretn de los HerrerosSecretario de la Real Academia EspaolaExcelentsimo Seor

    Muy seor mo:

    Por los papeles pblicos, acabo de saber que la Real Acade-mia Espaola se ocupa en varios trabajos importantes, relativosa la lengua y literatura nacional; y dos de ellos me han llamadoparticularmente la atencin, es a saber, un Diccionario de vocesy frases anticuadas, y una nueva edicin del Poema del Cid,con notas y glosario.

    Habiendo pasado una gran parte de mi larga vida en estu-dios de la misma naturaleza, me ha ocurrido la idea, tal vezpresuntuosa, de poder ofrecer a la Real Academia indicacionesque pudieran ser de alguna utilidad para los objetos que, contanto celo, y tan seguro beneficio de las letras castellanas, se hapropuesto ese sabio cuerpo.

    Por lo que toca al Diccionario, creo que uno de los mediosms a propsito para facilitar su formacin es el que proporcio-nan ciertas versiones literales de la vulgata al castellano de lossiglos XII o XIII citadas por el padre Sco en las notas a su tra-

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  • Estudio Preliminar

    duccin de la Biblia. Estos manuscritos, segn el mismo padreSco, existen en la biblioteca del Escorial; y da noticia de ellosen una Advertencia con que termina su Introduccin. Los quehacen al caso son los que seala con la letra A y con los nmeros6 y 8. Yo no conozco de estos manuscritos sino los breves frag-mentos intercalados en las notas, y ellos me han suministradono pequeo auxilio para la inteligencia de las ms antiguas obrascastellanas, porque los glosarios de don Toms Antonio Snchezdejan no poco que desear; y es creble que, si este erudito fi-llogo hubiese tenido a la vista las antiguas versiones de queacabo de hablar, hubiera llenado algunos vacos, particular-mente en su diminuto glosario del Poema del Cid y habra tenidomejor suceso en la explicacin de ciertos vocablos. Pondr unejemplo. El verso 13 del Poema dice as:

    Mezi Mio Cid los ombros1, e engrame la tiesta.

    Snchez conjetura que el verbo engramear, de que pareceno tena noticia, significa levantar o erguir; pero no es as:significa sacudir, conmover, menear, como lo manifiestan repe-tidas veces los citados manuscritos del Escorial; as, traduciendoCommotione commovebitur terra de Isaas, XXIV, 19, se dice enel manuscrito 6: Engrameada ser la tierra con engrameamiento;y Fluctuate et vacillate de Isaas, XXIX, 6, se traduce en elmismo manuscrito: Ondeat vos e engrameat; y Concusrsa suntde Ezequiel, XXXI, 15, se expresa en dicho manuscrito por: seengramearon.

    Yo no tengo noticia de una mina ms rica de materialespara la elaboracin del Diccionario; y aunque es probable que nosea desconocido de los eruditos acadmicos a quienes se haconfiado este trabajo, he credo que nada se perda con indicarla,aun corriendo el peligro de que la Real Academia lo desestimasecomo superfluo.

    Un Diccionario en que las definiciones estuviesen acompa-adas de oportunos y bien escogidos ejemplos ofrecera unalectura hasta cierto punto variada y amena, como no puedenserlo los desnudos y ridos glosarios que conozco de la mismaespecie.

    Por lo que toca al antiguo Poema del Cid, o sea Gesta deMio Cid, que es el ttulo con que su autor o autores lo desig-

    XV

  • Obras Completas da Andrs Bello

    naron, me tomo la libertad de hacer presente a Vuestra Excelen-cia, valga lo que valiere, que tengo un cmulo no pequeo deanotaciones y disertaciones destinadas a explicar e ilustrar aque-lla interesante composicin, que tanto ha llamado la atencinde los eruditos en Inglaterra, Francia y Alemania, y que tantaimportancia tiene sin duda, como Vuestra Excelencia no ignora,para la historia de las letras, y especialmente de la epopeyamedieval. Mi designio haba sido sugerir las correcciones nece-sarias o probables que necesita el texto, que son muchas; mani-festar el verdadero carcter de su versificacin, que, a mi juicio,no ha sido suficientemente determinado, exagerndose por esola rudeza y barbarie de la obra; y aun suplir algunos d~los versosque le faltan con no poco detrimento de su mrito. Me ha servidopara esto ltimo, como para otros objetos, el cotejo prolijo delPoema con la llamada Crnica del Cid, publicada por FrayJuan de Velorado, y que hubiera deseado tambin hacer con laCrnica General atribuida al rey don Alfonso el Sabio, que des-graciadamente no he podido haber a las manos.

    Una de las ms importantes adiciones que tena meditadasla paso a noticiar a Vuestra Excelencia.

    Faltaban al manuscrito de Vivar, que sirvi a don TomsAntonio Snchez, algunas hojas, y no tan pocas como aquelerudito imagin, pues, habiendo sido el Poema, como yo creo,una relacin completa de la vida del Campeador, segn las tra-diciones populares, no es creble que le faltasen algunos de sushechos ms memorables, anteriores a su destierro, y que dieronasunto a infinitos romances antiguos. Tales son, entre otros, elclebre duelo del joven Rodrigo, de que result su casamientocon la fabulosa doa Jimena Gmez, el cerco de Zamora y todolo a l concerniente, y el juramento de Santa Gadea. Pero cmollenar estos malhadados vacos? Las crnicas, en que aparecende trecho en trecho fragmentos del Poema, apenas desledo(disjecta membra poetae) no nos suministran lo bastante, aunquea veces nos dan largos trozos en que salta a la vista la versifi-cacin alejandrina de la Gesta. La muestra que voy a dar per-tenece a este ltimo tema, en que, silo tuvisemos ntegro, halla-ramos sin duda un pasaje bellsimo y verdaderamente homrico.

    Rodrigo de Vivar es, entre los magnates de Castilla, el quese atreve a tomar al rey Alfonso VI, asistido de doce caballeroscompurgadores, el juramento de no haber intervendo en la

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  • Estudio Preliminar

    muerte de su antecesor el rey don Sancho, juramento que, segnfuero de Castilla, deba repetirse fasta la tercera vegada. Rodrigolo hace en estos trminos:

    ~Vosvenides jurar por la muerte de vuestro hermano,Que non lo matastes, nin fuestes en consejarlo?Decid: S juro, vos e esos fijosdalgoE el rey e todo ellos dijeron: S jurarnos.

    Rodrigo tom otra vez la palabra:

    ~ReiAlfonso, si vos ende sopistes parte o mandado,Tal muerte murades, como mori el rei don Sancho?Villano vos mate, que non sea fijodalgo.De otra tierra venga, que non sea castellano

    Amen, respondi el rei, e los que con l juraron.

    Es feliz el artificio de variar el asonante para la repeticindel juramento, y hace recordar las dos versiones del mensajedel Eterno Padre en las octavas 11 y 15 del canto primero de laJerusaln del Tasso:

    Es ora Mio Cid, el que en buen ora nasci,Pregunt al rei don Alfonso e a los doce buenos omes:~Vosvenides jurar por la muerte de mi seor,Que non lo matastes, ni fuestes end consejador?Repuso el rei e los doce: Ans juramos nos.H responde Mio Cid; oiredes lo que fabl:Si parte o mandado ende sopistes vos,Tal muerte murades, como mori mi seor.Villano vos mate, ca fijodalgo non.De otra tierra venga, que non sea de Leon.Respondi el rei: Amen; e mudsele la color.Varon Rui Diez, por qu me afincades tanto?Ca hoi me juramentastes, e cras besredes mi mano.Repuso Mio Cid: Como me fizierdes el algo;Ca en otra tierra sueldo dan al fijodalgo,E ansi farn a m, quien me quisiere por vasallo.

    El que cotejare estos versos con la prosa de los captuloscorrespondientes de la Crnica, echar de ver lo pequeas y na-

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  • Obras Completas de Andrs Bello

    turales que son las alteraciones con que los presento, que todavasin duda no reproducen todo el color arcaico del original. Entodo lo que sigue hasta el lugar que en la Crnica correspondeal verso primero del Poema, hay frecuentes vestigios de versifi-cacin. Lo que, segn la Crnica, pas en el coloquio de RuiDaz con sus parciales cuando se le intimid su destierro, me-rece notarse particularmente:

    E los que ac fincredes, quirome ir vuestro pagado.Es ora dijo Alvar Fez su primo corrnano:Convusco irmos, Cid, por yermos o por poblados;Ca nunca vos fallescermos en quanto vivos seamos.Convusco despendermos las mulas e los cavallos,E los averes e los paos,E siempre vos servirmos como amigos e vasallos.Quanto dijiera Alvar Fez todos all lo otorgaron.Mio Cid con los suyos a Vivar ha cavalgado;E cuando los sus palacios vi yermos e desheredados...

    A estas palabras, siguen manifiestamente los primeros versosde la Gesta de Mio Cid, mutilada cual la tenemos:

    De los sos ojos tan fuertemientre llorando,Tornaba la cabeza e estbalos catando.Vi puertas abiertas...

    El asonante es el mismo, y el los del segundo verso de laGesta se refiere claramente a los palacios de la frase anterior dela Crnica, la cual sigue todava mano a mano con la Gesta porcaptulos.

    En vista de lo que prec~de,no creo se me dispute que to-dos estos trozos de versos pertenecieron a una misma obra, laGesta de Mio Cid. Yo no pretendo que el texto de la Crnica,y mis conjeturales enmiendas restablezcan exactamente el de laGesta, aunque no es imposible que hayan acertado alguna veza reproducirlo. Mi objeto ha sido poner a la vista por quespecie de medio se ha operado la transformacin de la formapotica en la prosaica, y dar al mismo tiempo una muestra delauxilio que prestan las Crnicas para completar, enmendar einterpretar el Poema.

    xx

  • Estudio Preliminar

    No debo disimular que no soy del dictamen de aquelloseruditos que miran el romance octoslabo como la forma pri-mitiva del antiguo alejandrino que, segn opinan, no es otra cosaque la unin de dos octoslabos. A m, por el contrario, me haparecido que el romance octoslabo ha nacido de los alejandri-nos o versos largos qu~fueron de tanto uso en la primera pocade la versificacin castellana; primero, porque, segn se hareconocido, no existe ningn cdice antiguo en que la epopeyacaballeresca espaola aparezca en romance octoslabo antes delsiglo XV, al paso que son tan antiguas y conocidas en obras delos siglos XIII y XIV las muestras de versos largos divididos endos hemistiquios como caractersticos de la poesa narrativa;segundo, porque en los poemas asonantados de los troveres fran-ceses, que a mi juicio dieron la norma a los espaoles, la asonan-cia, al revs de lo que sucede en el romance octoslabo, nunca esalternativa, sino continua, aun cuando aqullos empleaban elverso octoslabo, como puede verse en el lindo cuento de Aucasiny Nicolete, que se halla en el tomo III de la coleccin deBarbazn.

    La Real Academia har el uso que guste de estas indica-ciones. Me bastara que su comisin me hiciese el honor detenerlas presentes, aunque fuese para desestimarlas, si las cre-yere infundadas; al mismo tiempo, me sera sumamente lisonjeroque se dignase pasar la vista por algunos de los principales es-critos que haba trabajado con el objeto de dar a luz una nuevaedicin de la Cesta de Mio Cid, empresa iniciada cuarenta aosha, pero que ya me es imposible llevar a cabo. Si la Real Aca-demia aceptase este humilde tributo lo pondra inmediatamentea su disposicin, sometindolo en todas sus partes a su ilustradojuicio.

    Espero que Vuestra Excelencia me haga el honor de con-testar a esta carta, si sus muchas e importantes ocupaciones selo permiten.

    Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos aos.Su ms A. S. S.

    Andrs Bello

    xxi

  • Obras Completas de Andrs Bello

    El texto de esta carta alcanza tonos dramticos, site-nemos en cuenta que se contrae a las investigaciones aque Bello se dedic prcticamente durante medio siglo,desde sus primeros aos de residencia en Londres, a par-tir de 1810, cuando encontr en la biblioteca privada deFrancisco de Miranda, el texto del Poema del Cid, en laobra de Toms Antonio Snchez, Coleccin de poesascastellanas anteriores al siglo XV, Madrid, 1779. Vea aho-ra en su extrema vejez que ya le era imposible llevar acabo la nueva edicin de la Gesta de Mio Cid, que ha-ba intentado en varios momentos de su vida; y ante laperspectiva de que iba a perderse tanto esfuerzo y tan-tas ilusiones, se decide a ofrecer sus ideas a la Real Aca-demia Espaola. En las expresiones de la carta transcritase trasluce el hondo sentir con que presenta como humil-de tributo el fruto de sus largas vigilias.

    Como justificacin de su acto generoso seala Bello lospuntos ms resaltantes de sus hallazgos. En primer lugar,lo que atae al glosario del castellano de los siglos XII yXIII, imprescindible auxilio para la inteligencia de lasms antiguas obras castellanas, para lo cual recomiendalas versiones literales de la Vulgata, existentes en la Bi-blioteca del Escorial, que conoci indirectamente a travsde las notas del Padre Sco a la traduccin de la Biblia,texto que manej Bello en sus das de residencia en Lon-dres. (Tambin estaba en la Biblioteca de Miranda, laedicin del P. Sco, en 10 vols., Valencia, 1791). Lo adu-ce ahora, como referencia a la Academia, ante el anunciode que la institucin se estaba ocupando de la prepara-cin de un Diccionario de voces y frases anticuadas.

    En cuanto al Poema de Mio Cid, confiesa cules fue-ron sus propsitos y en qu aspectos cree haber logradoalguna aportacin de cierta vala, dentro del amplio de-signio de sugerir las correcciones necesarias o probables

    XX

  • Estudio Preliminar

    que necesita el texto, que son muchas, referido el todo,

    naturalmente, a la edicin de Toms Antonio Snchez.

    Y, adems:

    a) Manifestar el verdadero carcter de la versifica-cin y el sistema de asonancia en la rima;

    b) Suplir los versos faltantes;c) Utilizar el recurso de las crnicas para completar,

    enmendar e interpretar el poema;d) Exponer la teora de que el romance octoslabo de-

    riva, en la historia de la literatura castellana, de los ver-sos de los cantares de gesta, y no al revs;

    e) Incluir la vinculacin del Poema, dentro de la epo-peya castellana constituida por la suma de los Cantaresde Gesta.

    Como es natural, en la comunicacin a Bretn de losHerreros, no agota los temas que estudi y dilucid Belloen sus prolongadas indagaciones sobre el Poema del Cidy sobre la literatura medieval. No es un catlogo porme-norizado de noticias, sino el legado ante la Academia deciertos puntos que en conciencia no quisiera Bello se ol-vidasen definitivamente. Ni puede interpretarse comoalarde de erudicin, sino como manifestacin de hondacolaboracin humana a un proyecto que Bello sinti siem-pre como algo entraable. Es casi un ntimo recuento dela vida de un humanista que contempla el riesgo de quequede como cosa intil una buena porcin de sus desve-los. Y los obsequia a la Academia en acto de puro desinte-rs, como final de un prolongado proceso, en el que habrsufrido y experimentado la inquietud de que sus tareasmerecan mejor suerte. Es expresin de una angustia vitaly como tal debe entenderse.

    XX

  • Obras Completas de Andrs Bello

    Si pensamos que el primer anlisis de literatura medie-val impreso por Bello en Londres, data de 1823, prepara-do pacientemente en los aos precedentes, tendremos laexacta interpretacin del gesto que realiza en 1863, albrindar a la Academia, la exposicin esquemtica de losaspectos sobresalientes de su dilatadameditacin sobre unasunto, que tanta importancia tiene, sin duda, para la his-toria de las letras, y especialmente de la epopeya me-dieval.

    El trabajo que tiene cincuenta y tantos aos de inicia-do; que ha sufrido y ha alegrado la penuria de Londres;que ha seguido el calvario de lo indito porque se ade-lantaba demasiado a su poca y a las preocupaciones desu tiempo; esta obra gigantesca est, para Bello, a puntode perderse, porque l se ve impotente para publicarla.Siente la congoja de no poder terminar su empresa; sufrela desazn de quedar ignorado su esfuerzo y que seandesaprovechados tantos aos de dedicacin a esta labor;nos habla de su dolor al ver que el Poema haya llamadola atencin solamente a los eruditos de Inglaterra, Fran-cia y Alemania y, en un acto de magnfico y ejemplardesprendimiento, en un rasgo inslito, noble y altsimo,regala sus hallazgos. Los regala en un gesto solemne yemotivo digno remate de su vida de maestro, al ce-nculo de la Academia, al cuerpo de especialistas de Ma-drid, anotando cada punto con firmeza de conviccin, contodo acatamiento hacia las autoridades en la materia, per-suadido de que sirve una causa justa, que ha ocupado suatencin durante un largo medio siglo. Sacrificio insupe-rable que nos embarga el nimo al contemplarlo.

    Por el texto del documento transcrito nos es dable juz-gar la vala que le atribuye Bello para fijar con exactitudel alcance de su pensamiento y la precisin con que sealalos temas que cree haber resuelto; tanto ms importante,

    xxiv

  • Estudio Preliminar

    cuanto que lo escribe al final de su vida, dos aos antesde morir. Nos merece, adems, entero crdito como ltimamanifestacin del pensamiento de Bello.

    Juzgo todava ms conmovedor el anlisis de la situa-cin espiritual de Bello al redactar este documento. Loescribe un ao despus de conocer el acuerdo formal delGobierno de Chile de imprimir la nueva edicin del Poe-ma, segn el texto preparado por l. Ve que la resolucinno se cumple, por lo que nos es lcito suponer que su co-municacin a Bretn de los Herreros, la decide a causade la amargura que le produce el fracaso de la empresa,que ha de estimar como la ltima oportunidad. Por esodice: Ya no es posible llevarla a cabo.

    El informe es en verdad la manifestacin de todos sussecretos respecto al Poema del Cid: los grandes atisbosde sus conclusiones primerizas, desde sus das en Londres,que los aos confirman en su plenitud. Con entusiasmo ymelancola, simultneamente, habla del plan y de la ilu-sin con que se dedic al esclarecimiento de la verdad his-trica. Anota la magistral referencia al paso de los versosde los poemas picos a las Crnicas medievales, forzosapiedra de toque y de contrastacin para todos los investi-gadores modernos. Reivindica la teora de la asonancia,tanto como la de que los Romances derivan de los Poemaspico-heroicos, al desdoblarse en dos octoslabos los ver-sos alejandrinos de los cantares de gesta, descubrimien-to ste atribuido por la crtica a Mil y Fontanals, quienes cierto lo concibe independientemente de la teora deBello, pero en fechas muy posteriores, por cuanto queaparece formulada por el humanista americano en 1823,cuando Mil tena cinco aos de edad. Invoca Bello conlegtimo orgullo que los versos, arrancados por su sagaci-dad de la prosa de la Crnica del Cid, corresponden a laparte inicial perdida del Poema, en lo que, si bien puedehaber un posible desliz en cuanto a las proporciones, que-

    xxv

  • Obras Completas de Andrs Bello

    da, en lo fundamental como acierto inconmovible, a pesardel silencio casi unnime de la crtica posterior.

    En todos estos puntos lo primordial es hacer justiciapara dar a cada uno lo que le pertenezca. Pero es emotivoy trascendente observar el respeto con que Bello elevaeste testimonio a la Real Academia Espaola para quedisponga de todo cuanto ha escrito, silo cree de utilidada los altos fines de la cultura.

    II. Bello y la literatura medieval europea

    El tema

    Me propongo trazar en este prlogo un breve repaso ala significacin que tuvieron los estudios de literatura me-dieval en la vida de Bello. Voy a limitarme a una visinde conjunto, global y, por tanto, necesariamente somera.

    Vistos en su totalidad, los trabajos de Bello constituyenrealmente un hecho extraordinario, puesto que en much-simos aspectos inicia cuestiones absolutamente inditasen la cultura del Viejo Mundo. Hay que suponer y admitiruna base de cultura y una capacidad de anlisis y com-prensin muy considerables en el Bello caraqueo paraque le fuera posible, desde sus primeros das de Londres,desarrollar con tal amplitud y profundidad la captacinde asuntos acerca de los cuales no habra seguramente nisospechado la existencia durante los primeros veintiochoaos de existencia en el solar natal.

    El tiempo de permanencia en la capital inglesa es de-terminante y decisivo en cuanto a la informacin eruditade testimonios, datos y hechos, pero debe haber llevadoBello desde Caracas, en su espritu, un slido fondo deeducacin humanstica, para que haya sido sensible comoreceptor de nuevos conocimientos y haya estado prepara-

    xxvi

  • Estudio Preliminar

    do para darse cuenta de lo que podan llegar a significarsus nuevos derroteros.

    Despus, en sus aos de Chile, volver de vez en cuan-do a estos temas tan gratos a su alma y en los que tantashoras de su vida angustiada de Londres se habrn vistoiluminadas y enriquecidas. Poco aadir en Santiago a susestudios en Londres.

    No alcanzar a dar expresin definitiva a sus investi-gaciones y a sus ideas, pero anudando lo que dej incon-cluso, tanto en los escritos que public en vida como enlos que fueron editados pstumamente, podemos dar-nos cuenta hoy de lo que representaron estas disquisi-ciones para Bello y el nivel excepcional que alcanz ensus pesquisas y en sus juicios.

    El asunto es complejo porque la urdimbre del tejidoque vamos a examinar debe hacerse a menudo con cabossueltos que no nos dan el exacto lmite del objeto quereconstruimos. Sin embargo, hay elementos suficientespara ensayar la sntesis de lo que son las indagacionesde Bello en cuanto a la literatura medieval de Europa.

    Imaginmonos al Bello joven de 28 aos cumplidos,en los primeros das de junio de 1810 al salir de Caracas.Haba terminado a los 19 aos de edad, en 1800, susestudios regulares universitarios en la Universidad cara-quea. Haba recibido el grado de Bachiller en Artes,con aplauso pblico, puesto que fue proclamado el pri-mero de su promocin. Luego las exigencias materialesde la vida y el deber de hermano mayor le haban hechoabandonar la superior graduacin escolar. De los 20 a los28 aos sus ocupaciones fueron las de Oficial de Secre-tara de la Capitana General de Venezuela, dedicadoprincipalmente al trabajo burocrtico, al papeleo de ex-pedientes y a las actividades de un modesto cargo en laplcida Caracas de la primera dcada del siglo XIX. Su

    xxvii

  • Obras Completas de Andrs Bello

    tiempo libre habr sido dedicado sin duda, a las lectu-ras, a los versos juveniles, a las traducciones, a los prime-ros ensayos gramaticales, a la redaccin de la Gaceta deCaracas, y a los proyectos, de empresas de cultura, delas que slo una parte ha sobrevivido a la gran destruc-cin de noticias que la guerra de Independencia ha pro-ducido contra los testimonios literarios de los ltimosaos de la Colonia en Venezuela.

    El Bello lector de los clsicos espaoles, de textosfranceses e ingleses; el autor del estudio sobre las fun-ciones gramaticales del verbo en la conjugacin castella-na; del que, pues y porque como conjunciones consecuti-vas en castellano; el adaptador del Arte de escribir delAbate Condillac; el poeta de aire neoclsico con racesen el humanismo latino y en la literatura de los siglosde oro espaoles; el periodista del rgano oficial de laCapitana y el propulsor de la revista El Lucero; o el au-tor del Calendario Manual y Gua Universal de Foraste-ros; no nos permite deducir ni adivinar al reconstructordel Poema del Cid o al estudioso de las Crnicas medie-vales o al analista de la Crnica de Turpn y de los ro-mances carlovingios o al teorizador de los problemas derima y versificacin en la baja latinidad y en los poemasaurorales de las lenguas romances.

    Antes de trasladarse a Londres, nada nos permite nientrever el erudito en tales asuntos. Es ms; por simplerazonamiento lgico deberamos llegar a la conclusinde que no podan ser objetivos de un hombre por afa-noso que fuese en una ciudad como la de Caracas, queaunque era sede de una Capitana General, y aunquetuviese una brillante sociedad literaria, no poda conocerel campo especializado de la literatura medieval, sobreel que no aparecen rastros ni en las capitales americanasde mayor tradicin de cultura, como Lima y Mxico. Nien la Pennsula haba preocupacin alguna por dichos

    XXVIii

  • Estudio Preliminar

    problemas. Toms Antonio Snchez haba publicado en1779 su famosa Coleccin de poesas castellanas ante-riores al siglo XV en cuatro volmenes, y algunos anti-cuarios haban escudriado en la sociedad medieval al-gunas cuestiones de crtica histrica, pero no se haba di-cho una palabra sobre los grandes interrogantes que to-dava hoy apasionan a la investigacin. De dnde, pues,podra haber llegado noticia a Caracas, para que un jo-ven, por ms atento que fuese al saber, se preocupase delas poesas picas medievales, o de un problema de rimalatino-brbara o de la historicidad de un poema romance?

    Con todo y que la prdida documental ha sido muyconsiderable para los das de la Colonia en Venezuelacomo un sacrificio ms a la Independencia y no el ma-yor, alguna huella habra quedado si estas preocupa-ciones hubiesen existido. Por otra parte, sabemos por elpropio Bello, gracias a las confidencias hechas a su bi -grafo don Miguel Luis Amuntegui, que en las tertu-lias literarias de los Ustriz se presentaban composicio-nes poticas en una suerte de torneo de saln, para reco-gerlas luego en cuadernos no hallados hasta hoy, y pro-bablemente perdidos para siempre; sabemos incluso queel libro al uso como incitante a los concursos literariosera el Parnaso Espaol de Lpez de Sedano, editado ennueve bellsimos tomos; conocemos que se traduca talobra de Virgilio o de Horacio o de Voltaire. Es decir, lasinformaciones son hasta cierto punto minuciosas y, noobstante, no se habla nunca de literatura de la Edad Me-dia, ni espaola, ni menos europea.

    La Biblioteca de Miranda

    Creo decididamente que estas materias fueron unarevelacin para Bello al llegar a la capital de la GranBretaa, o sea, a partir de 1810.

    xxix

  • Obras Completas de Andrs Bello

    En ms de una oportunidad habr escrito que la Bi-blioteca de Miranda podr haber sido el primer lugarincitante de las investigaciones cidianas de Bello. Juzgoque tenemos la prueba documental a mano. Disponemosde ella gracias a los dos Catlogos de las subastas de loslibros de Miranda, realizadas en Londres en 1828 y 1833,por la casa Evans, que edit en facsmil en 1966, con elttulo de Los libros de Miranda, en las colecciones delCuatricentenario de Caracas, con prlogo de Arturo Us-lar Pietri y advertencia bibliogrfica ma ~.

    En efecto, en el lote N9 600 del Segundo Catlogoaparece la obra en cuatro tomos de la Coleccin de poe-sas castellanas anteriores al siglo XV, de Toms AntonioSnchez, que es el punto de partida de las pesquisas ci-dianas de Bello. Su localizacin en los estantes de la bi-blioteca del Precursor de la Independencia habr sido unautntico descubrimiento para nuestro humanista. Lo ad-quiri en la subasta de 1833, M. Bohn por ocho chelines.

    La Biblioteca de Miranda en Grafton Street consti-tuye, sin vacilacin, el primer peldao en la escalada bi-bliogrfica de Bello en sus aos londinenses. No es ex-ceso de imaginacin el suponer el estupor y encandila-miento que habr experimentado el joven Bello, ante lariqueza de volmenes atesorada en la biblioteca de sucompatriota, como fruto de la constante preocupacin ybuen gusto de Miranda por los libros. Bello residi enGrafton Street desde julio o setiembre de 1810 hasta 1813por lo menos; all hizo su vida al amparo y proteccin de

    (1) Los ttulos de los dos Catlogos son los siguientes: Catalogue of thevaluable and extensive Library of the late General Miranda. Part the First whichwill be sold by auction, by Mr. Evans, at his house, N9 93, Pali Mali, on Tues-day, July 22, and two foilowing Days, 1828; y Catalogue of the Second andremaining portion of the valuable Library of the late General Miranda, which willbe sold by auction, by Mr. Evans, at this house, NQ 93, Pali Mali, on Saturday,April 20, and three foliowing Days (Sunday except), 1833. Se reprodujeronen mi edicin los ejemplares de los Catlogos conservados en el Museo Britni-co, donde constan los nombres de los adquirentes de los libros.

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  • Estudio Preliminar

    Sarah Andrews, la esposa de Miranda. Nada ms natu-ral que su formacin caraquea y su avidez por los co-nocimientos humansticos le llevaran hacia los estantesde la biblioteca fabulosa. Y nada ms natural tambinque el estudioso del lenguaje y literatura castellana, elprecoz autor de la Anlisis de los tiempos de la conjuga-cin castellana y el lingista en ciernes que haba tradu-cido y adaptado el Arte de escribir de Condillac en susdas de Caracas, se sintiese poderosamente atrado porla compilacin de Toms Antonio Snchez, que ampliabael horizonte de sus reflexiones, sobre la literatura en cas-tellano. Las largas veladas en Grafton Street y los ociosque deba dejarle la Secretara de la misin diplomticade la vacilante Repblica de Venezuela, se llenaban conapasionantes novedades. Podemos conjeturar el entusias-mo con que se habr dedicado al estudio de testimoniosni siquiera presentidos en sus lecturas de Caracas. Esti-mo que no es fantasa el imaginarnos el sacudimiento es-piritual que Bello habr vivido en la raya de sus vein-tiocho aos, al adivinar nuevos elementos de la civiliza-cin europea de su poca y de los tiempos pretritos.

    Si aprendi griego en estos das, habr sido en la es-plndida coleccin de clsicos que posea Miranda y queleg luego a Venezuela. Ello supone largusimas horasde trato con los preciosos volmenes hallados en la man-sin del Precursor2

    (2) Disponemos de dos documentos para atestiguar la amistad y el elevadojuicio de Bello respecto a Miranda: 1. La carta de John Robertson a Bello,fechada en Curazao el 10 de diciembre de 1810, en respuesta a la de recomen-dacin personal que Bello le haba hecho en favor del General Miranda al re-gresar a Caracas: Yo debo a usted mucha gratitud porque me ha proporcio-nado el conocimiento del Sr. Mir-anda, y le doy por ello las gracias ms sinceras.Mi opinin es muy conforme a la de Ud. respecto a este hombre ilustre y nohe necesitado mucho tiempo para reconocer en l el estadista, el guerrero, ellegislador consumado; y 2. En el texto de la autorizacin oficial de la Misinen Londres, de 3 de octubre de 1810, redactada por Bello, recomendando a laJunta de Caracas el regreso de Miranda. Se refiere al trato con Miranda enLondres: nica persona a quien podamos consultar con franqueza y de quien

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  • Obras Completas de Andrs Bello

    Tenemos documentada, para 1814, la primera reco-mendacin en favor de Bello para ser lector del MuseoBritnico. Hay, por tanto, unos aos intermedios desde1810, durante los cuales su hogar de trabajo habr sidola residencia de Miranda. La naturaleza de los hechosnos inclina a aceptar como cosa segura que ha sido alldonde inici sus reflexiones sobre el Poema de Mio Cidy all habr emprendido su tarea de restituir a mayorcorreccin el texto maltratado y ah habr iniciado suvasto proyecto de descifrar los problemas conexos encuanto al lenguaje, los hechos histricos, la relacin conlas historias y crnicas medievales, y tantos otros puntosque constituyen la teora de interpretacin del Cantarde Gesta cidiano ~. Habr continuado, sin duda, por va-rios aos, la frecuentacin de la biblioteca de Miranda,por parte de Bello. Es muy ilustrativo al respecto el he-cho de que despus de 1816, acompaase Bello a Bar-tolom Jos Gallardo hasta la biblioteca de Miranda,donde Sarah Andrews, la fiel viuda del Precursor, le re-gal el valioso ejemplar del Cancionero de Urrea (Lo-groo, 1513), obsequio que tanto agradeci el sabio ex-tremeo.

    Para un ciudadano caraqueo, joven, el traslado aLondres en 1810 habr representado un violento choqueal cambiar de ambiente, de costumbres, con las dificul-tades explicables de un nuevo idioma. No es probable

    hemos observado su conducta domstica, su sobriedad, sus procederes francosy honestos, su aplicacin al estudio, y todas las virtudes que caracterizan alhombre de bien y al ciudadano, persona de la que aade: Con qu oficio-sidad le hemos visto dispuesto a servimos con sus luces, con sus libros, consus facultades, con sus conexiones...

    Desde luego, la mencin de los libros es sumamente significativa para elobjeto de mi glosa.

    (3) Nos llama la atencin, del mismo modo, que haya existido en la bi-blioteca de Miranda, el Orlando innamorato, de Boiardo, riffato da Berni, en laedicin de Giunta, 1545 (lote N9 438, del lcr. Catlogo), cuya recreacin alcastellano emprendi Bello en sus das de Londres.

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  • Estudio Preliminar

    que desde los primeros das de estancia en Londres, Be-llo se decidiese o se sintiese en disposicin de moversecon soltura en una gran metrpoli. Mxime si recordamoslos rasgos de su carcter, introvertido, reservado y hastacierto punto hurao y esquivo. Hay que pensar en unnecesario perodo de adaptacin a una ciudad tan distin-ta y desmesurada, si la comparamos con la Caracas delas postrimeras de la vida colonial.

    Las circunstancias apremiantes en que se desenvol-van los primeros aos londinenses de Bello, con las no-ticias que llegaran de Venezuela en trance de transfor-macin poltica, deban incitar todava ms a quedarserecluido en la casa de Grafton Street. El porvenir inse-guro no poda hallar en Bello mejor compensacin que elsosegado estudio en los textos reunidos por Miranda ensu deslumbrante biblioteca. Luego, los amigos, en par-ticular Blanco White, le llevarn a otros tratos con genteinglesa y podr enfrentarse al duro ejercicio de sobrevi-vir en una ciudad, que habr sido causa, como sabemos,de alegras y sinsabores en la existencia de Bello.

    La prolongada investigacin

    Los primeros contactos con emigrados polticos es-paoles, versados en las letras castellanas como el inquie-to Blanco White, o el violento Antonio Puigblanch o elestupendo extremeo Bartolom Jos Gallardo, o con elbibligrafo y fillogo Vicente Salv, van signados por elrespeto a la vala de la personalidad de Andrs Bello, porsu sabidura y su claridad de juicio. Debe haber dadomuestras de circunspeccin y de talento para haberse ga-nado el prestigio que le reconocen tan notables deste-rrados.

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  • Obras Completas de Andrs Bello

    No vacilo en afirmar que son los conocimientos deBello sobre la literatura medieval la causa eminente dela consideracin que recibe por parte de la comunidadhispanohablante en Londres. Iniciados seguramente talesestudios en la casa de Miranda, prosigue Bello en el Mu-seo Britnico sus prolijas indagaciones que lo convier-ten en uno de los eruditos ms notorios de su poca eneste campo prcticamente virgen. Son los papeles de Be-llo y sus publicaciones lo que nos ilumina el largo pro-ceso de esta investigacin. En cuadernos sencillsimos,casi libretas escolares, iba transcribiendo pasajes de lostesoros manuscritos conservados en los invalorables fon-dos del Museo Britnico. Transcripciones y notas perso-nales con el propsito de tener a mano la argumenta-cin de las ideas que iban afirmndose a medida queavanzaba su laboriossima pesquisa literaria. Creo queeran los primeros ojos de investigador de habla castella-na que miraban estos manuscritos, con nimo de histo-riador de la literatura y con espritu de fillogo. Adivinque este repertorio documental ofreca un panorama des-conocido en asuntos de historia de la cultura; y en elpropio Museo Britnico manej la escasa bibliografa pu-blicada hasta ese tiempo, que Bello refuta con ejemplardiligencia y hasta con un punto de satisfaccin, muy le-gtima por otra parte. Entraba a explorar caminos pocotrillados en ios que poda decir algo personal y nuevo.En Londres inici apenas la publicacin de sus anlisisen las revistas que l mismo contribuy a fundar y a re-dactar: la Biblioteca Americana (1823) y El RepertorioAmericano (1826-1827).

    Pero qued indita la mayor parte de las cosas queaprendi, y de algunas sabemos las tena totalmente re-dactadas, aunque no haya podido divulgarlas, como lamonografa en ingls sobre la Crnica de Turpmn, trabajo

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  • Estudio Preliminar

    que puede fecharse con seguridad a fines de 1822 o acomienzos de 1823.

    Los ms antiguos testimonios documentados que po-seemos acerca de la dedicacin de Bello a los problemasde la literatura pica medieval son las cartas que le es-cribe don Bartolom Jos Gallardo, el mejor conocedorque en esos tiempos tena Espaa de su caudal biblio-grfico. El sabio extremeo lleg a Londres en 1814,como emigrado de la Pennsula ante la ferocidad anti-liberal de Fernando VII. Ignoramos cmo se produjo laamistad con Bello que se nos aparece doblada por el afec-to a su persona y la consideracin por la preparacin yel buen juicio del caraqueo en los temas de literaturamedieval y en asuntos de lenguaje. Lo cierto es que lascartas de 1817 que se han conservado nos dan la segu-ridad de que Bello era considerado como experto enunas materias literarias y lingsticas, que no se apren-den en poco tiempo.

    Dos cartas de Gallardo a Bello son muy significativas,pues en ellas se discuten puntos relativos al Poema deMio Cid, en cuya dilucidacin andaba preocupado el hu-manista caraqueo y que nos indican la profundidad desus inquietudes.

    La primera carta no est fechada, pero ha de ser de5 de enero de 1817, segn lo he demostrado en la intro-duccin a mi obra Libros y Libertad (Caracas, 1974), yen ella contesta Gallardo una pregunta concreta de Be-llo acerca de un personaje del cantar. Esta carta de Ga-llardo supone previas conversaciones y quizs alguna co-rrespondencia perdida, anterior, pues alude a interroga-ciones precedentes a las que Gallardo no haba podidoresponder.

    Transcribo la misiva de Gallardo que se refiere alPoema de Mio Cid:

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  • Obras Completas de Andrs Bello

    [Londres, 5 de enero de 1817]Amigo y dueo:

    V. desea saber quin es El Crespo de Granon, o digamosel caballero del retorcido bigote que en un lance de honra noncat mesura a Mio Cid Campeador: y cuando me lo preguntV., yo contest que al golpe no poda satisfacer su curiosidad,porque no tena la memoria a la mano; la cual en verdad no esla ms fuerte de mis potencias. Pero no vaya V. por Dios acreer que tirando as contra mi pobre memoria, por carambolatiro a hacer el elogio de mi entendimiento: vulgaridad muy co-mn entre los hombres: decir muchos de s propios que tienenmuy mala memoria; pero no haber apenas uno que paladina-mente confiese que tiene mal entendimiento, o psima voluntad.

    No, seor: sino que verdaderamente yo me suelo dejar lamemoria en casa debajo de llave: que mi memoria llamo a misapuntaciones; porque, sea ello indolencia o sea ms no poder,el almacn de especies que haba de cargar a mi pobre chola,se lo doy a guardar a mi gaveta. Y as perder mis apuntes esperder parte de mi alma y de mis potencias; chasco que me hasucedido ms de una vez; y de que Dios le libre a V. (iamn!),porque es amarga cosa.

    Mas, volviendo a los bigotes de nuestro caballero, dgole aV. que he trasteado mis mamotretos; y en las acotaciones parailustracin de nuestros romances antiguos, tengo la satisfaccinde encontrar lo que basta para satisfacer los deseos de V.; comolo hago sin esperar a maana, porque s por experiencia cunejecutivos suelen ser en tales materias los antojos de la curiosi-dad: que mal ao para los de la embarazada primeriza ms linda,mimosa y denguera.

    Digo, pues, que el pasaje del Poema del Cid sobre querecae la duda de V., debe ser el siguiente, que escrito a mi modo,suena de ste:

    Cuando lo ~ vieron entrar al que en buen hora naci,Levantse en pie el buen rey don Alfons,E el conde don Anric, o el conde don Remond,E desi y adelant, sabet, todos los otrosA grant ondra lo reciben al que en buen hora naci.No s quiso levantar el Crespo de Granon,Nin todos los del bando de infantes de Carrin

    (4) Al Cid. Nota al margen de Gallardo (P. G.).

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  • Estudio Preliminar

    Este Crespo de mostacho es sin duda don Garca Ordez,to de los conde de Carrin, conde de Njera, etc. a quien llamantambin las crnicas don Garca de Cabra por lo que ms ade-lante dir.

    Era ste un rico hombre de sangre real, que envidioso de lasglorias de Rui Daz, siempre le mostr talante desaguisado; ysiendo adems hombre artero y malsn trat en varias ocasionesde malquistarle con los reyes, y aun despechado atent contralos das preciosos de nuestro Campeador.

    El motivo particular de esta malquerencia no le hallo de-clarado en nuestros cronistas. El general es bien manifiesto: RuiDaz era la gala de los caballeros de su tiempo, y a vueltas delaura popular que haba granjeado con su bizarra, debi deganarse tambin la gracia de las damas: la ms celebrada desu tiempo en hermosura y discrecin, la infanta doa Urrucade Castilla, si hemos de creer a los romances viejos, estuvo locade amores por el Cid; y quin sabe si tal vez por despechoamoroso muri la infanta en cabello, porque no pudiendo ser del, no quiso ser de otro? Esta y otras tales circunstancias, al pa-recer insignificantes, en la lozana de la edad significan mucho;y de estas competencias y rivalidades de la juventud suelen en-gendrarse odios y rencores de por vida. Esto con respecto a logaln.

    En cuanto a lo valiente, es muy bizarro el rasgo con queRodrigo de Vivar se anunci al orbe de Marte. Un Papa de Roma,instigado por su avaricia y la ambicin de un prncipe de Ale-mania, celoso del ttulo de emperador con que se dictaba Fer-nando el Magno, cuando el Papa codicioso de engrosar el pegujara San Pedro, conminaba a los castellanos con que le fulminaralos rayos del Vaticano, si el rey y e]1 reino de Castilla y de Lenno pagaban feudo al vicario de Cristo, y al emperador deRomanos... Un concilio estaba convocado en Florencia, e ibaa fallar contra Espaa. Fernando escrupuloso y atemorizadocon los sacros anatemas, reuni a sus hombres de consejo; y elde Rui Daz entonces mancebo (cpiole casi con las propiaspalabras de un historiador espaol) fue el siguiente: Envesepersona al Pontfice que con valor y entereza defienda nuestralibertad; y en presencia del Papa y padres del Concilio declarecun fuera de razn va la pretensin de los alemanes. Esto

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  • Obras Completas de Andrs Bello

    dijo, y echando mano a la espada prosigui: Con esta espadadefender la honra y libertad que mis mayores me dejaron, yhar bueno que cometan traicin todos aquellos que por es-crpulo de conciencia no desechen la yana arrogancia de losque pretenden la sujecin y servidumbre de Espaa. Lo dems(y an esto y todo) V. lo sabe, y los romances lo cantan.

    El motivo ms individual de encono, que no hallo tocadopor los historiadores, a mi parecer es ste. El conde Garc-Ord-ez obtena en la corte de don Fernando el ms alto grado dela milicia que entonces se conoca en los reinos de Castilla y deLen: era alfrez del rey, y adems su paje de lanza. Peromuerto Fernando, sus sucesores no tuvieron a bien continuaral conde en el mismo empleo, el cual fue dado al Cid. Estacausa y la poderossima del mrito relevante que reconoca ensu competidor, concitaron tan encendidamente contra l su re-sentimiento, que por ltimo maquin su muerte. Al efecto armcon otros caballeros, mulos tambin de Rul Daz, una conjura,para, empeando batalla contra los moros, en lo ms trabadode sta, que se hiciesen ellos a la banda de los mahometanos, yjuntos se resolviesen contra Rodrigo, cerrando con l hastaquitarle la vida. Pero los moros mismos, admiradores del Cid,le descubrieron esta horrenda trama; el cual manifestando al reysus cartas, recibi luego las: del rey autorizndole a extraar delreino a los~atentadores contra su vida; como en efecto fueronextraados. Mas Rui Daz, siempre generoso y grande, vencidode los ruegos de la condesa, a quien algunos historiadores ha-cen prima suya, dio a su marido y colegas cartas de favor paraun rey moro de sus tributarios, que les concedi para su moradala villa de Cabra: de donde es el llamar algunos al conde, donGarca de Cabra.

    Pero, amigo mo, ahora hecho de ver que Y. me dir: Muybien, seor: todo eso est de molde, y ya yo me lo saba. Peroqu hay de los bigotes? Qu tenemos de Crespo de Granon?All voy, seor, si Y. me deja llegar.

    Pues ha de saber Y, que ese mismo don Garc-Ordez,conde de Njera: tem, to de los condes de Carrin (que esotro tem ms) y antpoda sempiterno del Cid Campeador esapellidado por algunos cronistas El Crespo. As lo llama Cari-bay, y as tambin Sandoval en la Crnica de los cinco reye~.

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  • Estudio Preliminar

    Los Magos nos enven una estrella que nos lleve aunquesea al portal de Beln, con tal que all encontremos libros ylibertad.

    De Y. entretanto su invariableB. 1. Gall,ardo

    Hoy domingo tantos de tal. Esto va escrito a vuela-pluma.Perdonad las faltas della

    como decan nuestras comedias famosas.La segunda carta de Gallardo a Bello ratifica el eleva-

    do carcter de las investigaciones sobre el Poema y nos daun claro ndice de la orientacin de los trabajos del cara-queo sobre las crnicas en relacin con la poesa pica,as como acerca de la historicidad de la epopeya caste-llana.

    He aqu su texto:

    11 Coburg-Place

    [Londres] 6 de octubre de 1817Amigo y dueo:

    Tengo a Y. insinuadas de palabra mis presuntas de quehaya dos distintas crnicas del Cid impresas. Pues, ahora, losmotivos que me inducen a sta que no pasa an de mera pre-suncin, tengo aqu de apuntrselos a Y. por escrito, paramejor fijar las especies.

    La ms conocida historia del Cid (si historia la quiere V.llamar por cortesa) es la que por mandado del infante donFernando, hijo de doa Juana la Loca, hizo imprimir el abad deCardea por un cdice antiguo, que exista en aquel monaste-rio. Pero es de advertir que esta no era la primera vez que lacrnica de nuestro hroe se vea en estampa: ya en el sigloanterior se haba impreso en Sevilla, el ao de 1498, por los TresAlemanes una Crnica del Cid Ruy-Daz.

    El hecho de estamparse despus la de Cardea, por tan es-pecial encargo, en el siglo XVI, supone: o que no se tena noti-cia de la empresa en el siglo XV, o que la crnica que el infante

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  • Obras Completas de Andrs Bello

    mandaba imprimir, era diferente en todo o en parte, de la im-presa anteriormnte.

    Esta es una incgnita de bibliografa, que no he podidoan despejar, porque no he alcanzado a ver ejemplar ningunodel primer original: ni aun del segundo he logrado la edicinprimitiva. La que yo manej en tiempos, era una reimpresinde Burgos de 1593 por Felipe de Junta: y verdaderamente nos decir si en sus preliminares se da alguna luz para despejo demi incgnita, pues cuando la le, no prestaba tanta atencin alos accidentes bibliogrficos de las obras que manejaba, como alpresente por los empeos literarios en que me he constituido.

    Tampoco parece que vio, ni aun alcanz noticia de la Cr-nica del Cid impresa en el siglo XV, el erudito e ingenioso donT. A. Snchez, antes dejndose llevar del P. Sarmiento (que nosiempre es gua segura) hubo de sealar como primera la edicinde 1552; si bien luego, desconfiando sin duda de la atropelladaerudicin de este docto benedictino, adelant ms la especie, yquiso dar por la ms antigua (si no he apuntado mal) una impre-Sin de 1512. Mas no debi de considerar que esta edicin no pudoser la mandada ejecutar por el infante, el cual era a la sazn tanrapaz, que no poda tener alcance para tales mandamientos. Porlo mismo presumo que esa edicin ha de ser reimpresin de la deSevilla.

    Presumo ms: si de las dos que se conservan en MuseoBritnico y todava no he visto, alguna por dicha ser reimpre-sin de la definitiva. Y pues V. las trae ahora ambas entre ma-nos, he de merecerle que se sirva verlas con esta prevencin, yen su vista me diga si son en realidad obras distintas.

    He sindicado arriba de fbula a la historia del Cid: perono creo haber hablado con toda propiedad; porque no la tengopor fbula, as como quiera, sino por fbula de fbulas. En laspinturas de palacios, no ha reparado Y. tal vez que figurandoel interior de un saln regio, el pintor, como estudiante de arte,no sio pinta el saln, sino que pinta sus pinturas; tocando stasa solo media tina, y en lo dems del cuadro avivando el colori-do y esforzando el claroscuro, para mejor lograr la ilusin pti-ca, y hacernos ver en un mismo lienzo como distinto lo vivo ylo pintado? Pues as imagino yo que pintndonos con color dehistoria las fbulas del Cid, con slo trocar las tintas nos hanquerido dar separados un poema y un cronicn del buen Ruy

    xL

  • Estudio Prelimina?

    Daz, a distincin, como de lo vivo a lo pintado, de lo real a lofantstico, siendo lo uno y lo otro todo un puro trampantojo.

    En efecto, amigo mo, la crnica de nuestro Campeadorapenas se distingue de la de los Paladines: es ella por ella pin-tiparada a la historia de Carlo Magno y los Doce Pares, estu-penda y peregrina

    Historia a la que dio principio y finLa pluma arzobispal de don Turpin.

    Es un libro de caballera, que mereca estar, y estara sinduda, en la biblioteca del incomparable Caballero de la Mancha;sino que los inquisidores de la errtica parvedad, que en elfamoso escrutinio de marras extendieron el ndice expurgatoriode sus libros mal-andantes, debieron de pasarle por alto porreverencia a las veneradas cenizas del honrado caballero deVivar.

    No quiero yo, sin embargo, decir que toda la historia deRuy Daz sea un tejido de patraas. El fondo de ella es verdadindisputable, pero son tantas y tales las puntas que tiene deconseja, que a las veces el ms discreto lector, hallando tan ba-rajada la verdad con el embeleco, no sabe ciertamente a qucarta quedarse. Esto era lo que confunda a nuestro buen com-patriota don Quijote: y esta circunstancia es la que con incom-parable bizarra de pincel nos retrat Cervantes en su fabulosahistoria, donde como el Velzquez de arriba, tan hbilmentepinta lo vivo como pinta lo pintado.

    La historia del Cid es el trnsito, es el trmino medio en-tre el mundo real, y los espacios imaginarios, entre la realidadde las verdaderas crnicas, y las fantasas de las fbulas de losAmadises. Al contemplar yo como de una extraa mezcla deerror y de verdad, como hay en tales libros, han acertado loshombres a aderezar un pasto tan regalado para los espritus, uncebo tan llamativo para la humana curiosidad; y que tantos aosha sido la delicia de tantas naciones: aseguro a V. que por unaparte miro al gnero humano, como condenado a una perdura.ble infancia, entretenerse como un nio con cualquiera baratija:y por otra veo como inagotable la fuente de las investigacioneshumanas.

    Yerdaderamente tal es nuestra naturaleza: todo lo que pue-de sernos objeto de placer, puede ser objeto de apetito; y otro

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  • Obras Completas de Andrs Bello

    tanto, consiguientemente, puede contribuir al recreo intelectualdel hombre. Concluyamos pues (con salva paz de los cejijuntospreceptistas) que el secreto de regalar a los ingenios es tan ricoy tan vario, como son innumerables los medios de regalar a lospaladares, desde los gustos sencillos con que nos brindan losfrutos y dems manjares que la naturaleza ha preparado en suinmensa oficina como los exquisitos que los confecciona el artede Como. A este respecto, pues, imagino yo que son infinitoslos gneros de literatura.

    Pero, amigo, aqu advierto que me iba dejando llevar poresos aires, como Sancho en el Clavileo. Volvamos a nuestrohroe; y hablemos ahora de su poema, o llammosle romance oromancero.

    Llmole as, porque en mi opinin nuestros romances no hantenido otro origen, que ritmos de esa especie. Estos son de sunaturaleza intercisos; y cortndolos por la cesura, resultan ver-sos al aire de los nuestros romances si como ligando de dos endos los pies de nuestros romances (mxime los antiguos), ten-dremos versos largos al tono de los alejandrinos.

    Favorece a esta idea la observacin que Y. habr hecho ennuestros ms antiguos poemas, donde se sigue una fuente derimas hasta agotarla, hasta mudar asunto, o hasta imaginar allector cansado ya de la repeticin de un mismo son; en cuyo casomudaban luego registro. Taraceado as! el poema del CidCampeador, resultar como naturalmente dividido en una co-leccin de romances.

    Pero en qu tiempo se escribi este poema? me ha pre-guntado varias veces. Si hemos de creer al arcipreste don Julin,o a lo que escriben que escribi ste (porque yo, en habiendoal medio lo que llaman los italianos carta~pcora,rancia, de mo-nasterio, o cosa tal, siempre me temo trocatinta) si hemos decreer, digo, lo que nos cuentan barbas honradas, el poema delCid se escribi cuando la mojama de este infatigable vencegue-rras casi andaba todava por selvas y montes, acaballada sobreBabieca, ganando victorias contra los moros de aquende.

    Con efecto, don Julin segn los cronistas fue arcipreste kleSanta Justa de Toledo, y habindose hallado en la famosa bata-lla de Almera (donde, segn relatan viejas leyendas, se gan elSanto Grial) escribi despus en celebridad de tan sealadavictoria, obtenida en 1147, un poema conocido con el ttulo del

    xLii

  • Estudio Preliminar

    Prefacio de Almera. En este poema celebra el arcipreste lasproezas de su compatriota Alvar Fez de Toledo, apellidado elsegundo Cid Campeador; y a este propsito dice lo siguiente:

    Tempore Roldani si tertius Alvarus esset,Post Oliverum fateor sine crimine rerumSub /uga francorum fuerat geus agarenorum,Nec socii chan /acuissent monte pereinpti.Nullaque sub coelo melior fuit hasta sereno.ipse Rodericus, mio Cid semper vocatus,De quo cantatur quod ab hostibus haud supenatus~,Qui domuit mauros, comites domuit quoque nostrosHunc extollebat...

    La referencia que en estos versos se hace al poema del Cid,est saltando a los ojos. Ahora bien; mo Cid, sabe Y. que murien 1099, o circumcirca; luego la cuenta no falla (si las partidasson ciertas). Esto es lo ms terminante que puedo decir a Y. porahora acerca de la antigedad del poema del Cid.

    Pero qu albricias me dar Y., amigo mo, si le doy noticiade otro poema del Cid (que yo he visto, y que he ledo), diversodel que Y. est leyendo? Con las mismas que yo le adelanto paracuando me proporcione un ejemplar, me doy por satisfecho;y gracias! para entonces. El libro es rarsimo, y tanto que a nohaberle yo mismo tenido en mi mano, dudara de su existencia:ninguno de los amigos y curiosos a quienes he hablado de l, hanalcanzado a verle. Su autor es Jimnez-Aillon: las seas del libro,un tomo en 49 impreso a mediados del siglo XVI.

    Y hteme, amigo, que burla-burlando me encuentro conque son las once de la noche. Esta, pues, queda para maana,y yo de Y. siempre afectsimo amigo y 5. S.

    B. 1. Gallardo

    P. D. De la nota que y. me ha encargado de libros de manejoque se hallen en el Museo, por el pronto, Aguilar, Tratado de lajineta: que por ahora basta, porque del primer brinco no creo quepretenda V. hacerse caballero de ambas sillas, gala y flor de gala-nes de otros tiempos.

    XLiii

  • Obras Completas de Andrs Bello

    Los trabajos publicados en LondresLos estudios que Bello divulg durante su. estancia

    en Londres referentes al Poema o respecto a cuestionesestudiadas alrededor de la literatura medieval son lossiguientes:

    1. Noticia de la obra de Sismondi sobre la Literatu-ra del Medioda de Europa; reftanse algunas opinionesdel autor en lo concerniente a la de Espaa; averguasela antigedad del Poema del Cid; si el autor de este Poe-ma es el que pretende don Rafael Floranes; juicios deSismondi demasiado severos respecto de los clsicos cas-tellanos; extracto de su obra relativa al Quijote. En laBiblioteca Americana, t. 1, Londres, 1823, pp. 42-60.

    2. Qu diferencia hay entre las lenguas, griega i la-tina por una parte, i las lenguas i~omancespor otra, encuanto a los acentos i cantidades de las slabas, i quplan debe abrazar un tratado de prosodia para la lenguacastellana. En la Biblioteca Americana, t. II, Londres,1823, pp. 24-40. Inserto en Obras Completas, Caracas,vol. VI, pp. 331-350.

    3. Uso antiguo de la rima asonante en la poesa la-tina de la Edad Media, i en la Francesa; i observacionessobre su uso moderno. En El Repertorio Americano, t.III, Londres, 1827, pp. 21-33. Inserto en Obras Comple-tas, Caracas, vol. VI, pp. 351-364.

    4. Etimologas. En El Repertorio Americano, t. II,Londres, 1827, pp. 59-60. Se incluye en el presente tomo.

    Con ello adelanta Bello las primeras investigacionesde sus acertados conocimientos acerca de esta vastsimaindagacin.

    He aqu la enumeracin de los puntos estudiados porBello en Londres, con la acuciosidad, exactitud y clari-dad de visin que caracterizan cuanto escribi en vida:

    XLiV

  • Estudio Preliminar

    1. La reconstruccin del Poema del Cid, tan maltra-tado por la incuria de los copiantes. Lleno de erratasque lo desfiguran.

    2. Estudio de los problemas planteados por el poema:a) Existencia de la epopeya castellana; b) Influenciafrancesa originaria; c) Fuentes germnicas; d) La pre-tendida influencia rabe; e) Historia y fbula en el Poe-ma; f) Nombre del Poema; g) Sistema de asonancias;que slo han sido rectificados en pequea parte por lah) Problema de autor; i) Partes del Poema; j) Mtrica;k) Restauracin de partes perdidas o desfiguradas; 1)Los poemas picos y las Crnicas; 11) Las Crnicas comorecurso enmendatorio del Poema; m) Problemas de Gra-mtica; n) Las voces arcaicas; ) Teora de los Roman-ces. En cada uno de estos temas tuvo atisbos geniales,que slo han sido rectificados en pequea parte por lacrtica posterior, armada con un bagaje cientfico del queBello ciertamente no dispuso.

    3. Estudio de la Crnica de Turpn, con sus proble-mas de texto, autor, fecha, lugar de composicin, e in-tencin de la obra. Lo escribi en ingls. No lo publicen Londres, sino ms tarde y parcialmente en castellano,en Chile. De esta investigacin dice Menndez Pelayoque Bello determin antes que Gastn Pars y Dozy, lapoca, el punto de composicin, el oculto intento y aunel autor probable. Y aade que Dozy escribi de unmodo tan semejante al de Bello en argumentos y con-clusiones, que sin temeridad puede creerse, no slo queel famoso orientalista holands tuvo a la vista el trabajodel grande y modesto profesor americano, sino que lo ex-plot ampliamente, aunque tuvo buen cuidado de nocitarle ni una vez sola.

    4. Anlisis de la pica medieval francesa. Bello enel Museo Britnico haba estudiado en manuscritos

    XLV

  • Obras Completas de Andrs Bello

    chansons que al decir de Mnendez Pidal eran lecturaentonces peregrina aun entre los franceses. Manej Be-lb las siguientes chansons: Charlemagne, Girard de Via-ne, Sige de Narbonne, Brutus, Garin le Loherain, Aimeride Narbonne, Bauves de Commarcis, Chevalier au Cyg-ne, Viaje de Carlomagno a Constantinopla, Guillermo deOrange, Ogier le Danois, Viaje de Carlomagno a Jerusa-ln, Guido de Borgoa, etc. Estudi perfectamente la in-fluencia francesa sobre la pica medieval espaola.

    5. Estudio de rima y versificacin en lengua latina yde sta a las lenguas romances, hecho con singular pe-netracin y pasmoso acierto.

    Es suficiente lo sealado para percatarse del enormecampo de investigacin de Bello, en cuanto a literaturamedieval. El juicio de Menndez Pelayo es justo: Enlas cuestiones relativas a los orgenes literarios de laEdad Media y a los primeros documentos de la lenguacastellana, Bello no slo aparece muy superior a la crticade su tiempo, sino que puede decirse sin temeridad quefue de los primeros que dieron fundamento cientfico aesta parte de la arqueologa literaria.

    Quiero aducir, tambin, el testimonio de un granamericano, Enrique Pieyro, referido al estudio en Lon-dres sobre el Poema del Cid: Si el trabajo se hubiesepublicado cuando lo proyect y comenz a ejecutarlo,cuando acuda diariamente al Museo Britnico a reunirsus materiales y a copiar el inmenso nmero de extrac-tos y apuntes que se llev a Chile, hubiera ocupado in-mediatamente ese modesto hijo de Venezuela el primerpuesto entre los sabios de Europa dedicados al estudiode la literatura de las naciones latinas durante la EdadMedia.

    XLVI

  • Estudio Preliminar

    De Londres a Santiago de Chile

    Con todo el bagaje de ideas y anotaciones elaboradasy acumuladas en sus largos diez y ocho aos en Londres,parti para Chile en febrero de 1829, a recomenzar la vi-da, acompaado de su segunda esposa y de sus hijos. EnSantiago habr de permanecer desde 1829 hasta su muer-te en 1865. Qu suerte le cupo a sus investigaciones so-bre la literatura medieval? Las nuevas Repblicas his-pnicas no eran desde luego, tierras propicias para par-ticipar del inters de Bello por esas empolvadas antigua-llas, en literatura y lengua de la Edad Media. Ni si-quiera en el Viejo Mundo, a pesar de los siglos de tradi-cin de alta cultura, eran cosas que en ese momento sus-citasen mayor atencin. Cmo iba a despertarse en losnuevos Estados hispanoamericanos, recin emancipados!Adems, Bello comprenda que su misin era otra, porlo menos en sus ocupaciones inmediatas: la educacin, ycon ella la propagacin de unos principios culturales quediesen fisonoma propia a las Repblicas que acababande ganar su derecho a la vida independiente. Era msurgente hacer llegar a la conciencia pblica los Principiosdel Derecho de Gentes que enmendar un verso del Poe-ma del Cid estropeado por los copistas desde su primeraredaccin hasta la transcripcin de Per Abbat; convenamucho ms preservar el idioma castellano, amenazado deconvertirse en una multitud de dialectos irregulares, li-cenciosos, brbaros, embriones de idiomas futuros, porlas desfiguraciones hijas del aislamiento y la incultura,que discutir si en la baja latinidad existan versos de rimaasonante; deba darse antes a los pueblos de Amricaunos Principios de la Ontologa y Mtrica de la LenguaCastellana, que un estudio sobre la versificacin irregu-lar en la epopeya romance.

    XLVII

  • Obras Completas de Andrs Bello

    Y as procedi. Salvo tres cortos artculos publicadosen 1834, y siete aos despus, un cuarto captulo en 1841en El Araucano; adems de dos artculos en El Crepscu-lo, en 1843, Bello no toc esos temas, que tanto le habanapasionado y que tantas horas e ilusiones guardaba desu vida en Londres. La mayor parte de lo que conoce-mos se ha impreso pstumamente, salvo una larga Memo-ria que insert en los Anales de la Universidad de Chile,publicacin que bien merece una glosa.

    En la lejana Nueva York, un profesor hispanista nor-teamericano, George Ticknor, haba dado a las prensasen 1849, en tres gruesos volmenes, una Historia de la Li-teratura Espaola, en lengua inglesa, traducida muy pron-to al castellano. Fruto de largas reflexiones y de un pro-vechoso peregrinaje por libros, bibliotecas y pases, elMaestro de la Universidad de Harvard haba dado a co-nocer un texto orgnico de interpretacin de las letrashispnicas. En la p. 112 del primer tomo cita a Bello, deun modo titubeante (the writer, who, 1 believe, is DonAndrs Bello. . .), a propsito de la tesis del asonantelatino, que Bello haba sostenido en El Repertorio Ame-ricano. Es ms; le aade algo que a Bello le habr dolidoen el alma, ya que juzga equivocado a Raynouard, el granromanista francs, por haber seguido a Bello (Raynouard,in the Journal des Savants, made the same mistake withthe writer in the Repertorio; probably in consequence offollowing him).

    Es de creer que en 1849, Bello habr lamentado com-probar que en un libro magistral se citase una parte delo que eran sus ideas, por tanto tiempo guardadas, y en-tonces public en los Anales de la Universidad una seriede artculos intitulados Observaciones sobre la Historiade la Literatura Espaola, de Jorge Ticknor, ciudadano

    XLVIII

  • Estudio Preliminar

    de los Estados Unidos dirigidas a la Facultad de Filoso-fa y Humanidades ~.

    Hace un cumplido elogio del libro de Ticknor, queno creo inadecuado citar en parte. En el mismo elogio,justifica Bello su rplica. Dice:

    La necesidad de una obra de esta especie se haba hechosentir largo tiempo en el estudio de la literatura espaola; y noscomplacemos en anunciar que Mr. Ticknor ha llenado del modoms satisfactorio este vaco. No slo ha concentrado, juzgadoy rectificado cuanto se haba escrito sobre el mismo asunto den-tro y fuera de Espaa, sino que, a lo ya conocido, aade de supropio caudal multitud de datos biogrficos y bibliogrficos queestaban al alcance de pocos y que ha sabido traer a colacincon mucha oportunidad y discernimiento. Los aficionados a lasletras castellanas hallarn en el erudito norteamericano un juezinteligente, capaz de apreciar lo bello y grande bajo las formaspeculiares de cada pa~y cada siglo; tan ajeno del rigorismo su-perficial que califica las producciones del ingenio por las reglasconvencionales de un sistema exclusivo, como de las ilusionesde aquellos que se saborean, no slo con lo tosco y brbaro, sinohasta con lo trivial y rastrero, si pertenecen a pocas o gnerospredilectos: descarros uno y otro nada raros, el primero en lossiglos anteriores al nuestro, y el segundo en nuestros das. Perolo que ms realza esta obra es, a mi juicio, la parte histrica, elencadenamiento filosfico de los hechos, la sagacidad con quese rastrean las fuentes, la lucidez con que se pone a nuestravista el desarrollo del genio nacional con los varios ramos deliteratura. La seccin relativa al drama es la de ms ampliasdimensiones; y la que el autor parece haber tratado con especialatencin y esmero.

    Superfluo sera, y hasta presuroso de mi parte, expresar estejuicio sobre lo que ha obtenido tan general y honrosa acepta-cin en todo el mundo literario, si no me hubiese inducido aello el deseo de dar a conocer entre nosotros, donde la lengua yliteratura castellanas se miran con inexcusable desdn, la obrams a propsito para convencerlo de injusto.

    (5) Se publicaron en seis entregas: 1) Anales, tomo IX, 1852, pp. 197-217;2) tomo IX, pp. 485-505, 1852; XI, pp. 93-113, 1854; XI, pp. 259.262, 1854; XLI,pp. 627-644, 1855, pp. i bis-8, bis, 1858

    XLIX

  • Obras Completas de Andrs Bello

    No se crea, por lo dicho, que adhiero a todas las opinionesdel autor. En el discurso que tengo el honor de presentar a laFacultad de Humanidades, y en los que probablemente le se-guirn, me propongo contravertir algunas de sus deducciones yjuicios. Mis observaciones se referirn a la primera seccin de laHistoria, que abraza toda la literatura castellana desde fines delsiglo duodcimo hasta principios del decimosexto.

    Traduce algunos pasajes de Ticknor y luego pasa alanlisis pormenorizado de los puntos controvertidos: sonlos mismos que haba tratado en sus pocas publicacionesde Londres y los que haba simplemente anotado en losseis artculos publicados en Chile. Es ms, en uno delos temas ms estimados por Bello, el de la Crnica deTurpn, echa mano de su trabajo de 1822-1823, redacta-do en Londres, en ingls, que haba permanecido indito.Un cuarto de siglo haba transcurrido desde su elabora-cin en Londres hasta su utilizacin en Chile, motivadapor la Historia de un norteamericano! Es curioso el dra-ma de Bello en estas disciplinas de alta erudicin!

    Ticknor acogi con beneplcito y respeto las Observaciones de Bello. En la Biblioteca Pblica de Boston,donde se conservan los papeles del extraordinario profe-sor de Harvard, he podido ver ejemplares de los nmerosde los Anales de la Universidad de Chile, contentivos delos artculos de Bello, con breves notas marginales deTicknor. Que la admiracin a Bello fue el corolario deesta noble controversia, nos lo prueba la carta de Tick-nor a Bello, la nica que conocemos entre ambos gran-des hombres, motivada por la muerte de Juan Bello, hijode nuestro humanista, nacido en Londres en 1825, pri-mer fruto del matrimonio con Isabel Dunn. Juan Bellollev una vida de poltico inquieto, como buen literatoromntico, y falleci en Nueva York el 16 de septiembrede 1860, a los treinta y cinco aos de edad, cuando hacaunas semanas que haba sido designado Encargado de

    L

  • Estudio Preliminar

    Negocios de Chile en los Estados Unidos. Ticknor le es-cribe a don Andrs Bello, el 19 de octubre, la siguientecarta que habr llenado de emocin los 79 aos del ilus-tre caraqueo:

    Boston, Estados Unidos19 de octubre de 1860.

    Mi querido seor:

    Don Pedro Pablo Ortiz, nuestro excelente y leal amigo,que est prximo a irse a Chile no sin mucho sentimiento,me da una oportunidad para escribir a usted, y me estimula ahacerlo. No hay, sin embargo, sino un asunto sobre el cual puedohablar a usted ahora, o sobre el cual puede orme: nuestros dospases han sufrido una prdida con la muerte del hijo de usted,que tan bien sirvi a ambas naciones como el importante lazoque una sus relaciones diplomticas respectivas. Apenas, sinembargo, puede discurrirse as en presencia de usted, que haexperimentado una prdida tanto mayor. Pero, entre sus con-suelos, espero que usted tomar en cuenta la simpata de mu-chos a quienes jams ha visto o conocido personalmente, y dealgunos que no conocieron a su lamentado hijo. Yo mismo soy unode estos ltimos. Haba esperado ardientemente verle en Bostonen este verano, y l haba proyectado venir. Pero Diis aliten visum.El muri en Nueva York por extranjeros honrado y por extranje-ros llorado y yo no pude conocer personalmente a un joven aquien habra estimado, no slo por sus propios mritos, sinopor los de su padre.

    Renovando mis apreciaciones de simpata y respeto, quedo,mi querido seor, muy sinceramente suyo.

    Jorge Tk~knor

    Con qu resignado placer habr recibido esta francaexpresin de dolor de parte de un hombre tan eminentecomo Ticknor!

    *0 *

    Bello no public en vida nada ms sobre la literaturamedieval europea. Todo lo que conocemos, aparte de loreseado, es de edicin pstuma, hecha por los Amun-

    LI

  • Obras Completas de Andrs Bello

    tegui, albaceas espirituales de la obra del sabio huma-nista. Hoy podemos rehacer el pensamiento que no pudoexpresar en vida, el cual seguramente lo hemos recibidosin su ltima redaccin.

    Comenzado su trabajo antes de los treinta aos deedad, Bello muere a los ochenta y cuatro sin haber dadolos retoques definitivos a su valiossima labor de recons-truccin del Cantar y a sus disquisiciones para resolverlos problemas suscitados por el Poema. Estoy convencidode que el conocimiento del texto editado por Toms An-tonio Snchez fue para Bello un estmulo de vastas con-secuencias, ya que no tan slo emprendi el anlisis de losproblemas concretos que el Cantar de Mio Cid plantea,sino que comprendi muy sagazmente que no puede re-solverse nada en el poema castellano, sin antes encontrarexplicacin a un gran nmero de cuestiones de literaturamedieval europea, que acomete e intenta esclarecer mien-tras permanece en Londres. El pensamiento de Bello res-pecto al Cantar de Mio Cid, no debe considerarse desglo-sado del resto de sus trabajos acerca de la literatura me-dieval, de los cuales el Poema fue el centro, a cuyo al-rededor desarroll Bello un caudal de riqusimas obser-vaciones 6

    Es de lamentar que no le fuera posible en ningn mo-mento sistematizar en una gran obra todo lo que lleg aproducir en prolijos artculos de carcter muy vario: des-de el ensayo periodstico hasta la monografa exhaustivasobre un tema preciso.

    (6) Menndez y Pelayo en carta de 26 de febrero de 1886, escribe a MiguelLuis Amuntegui, quien le haba remitido el tomo de Opsculos literarios y cr-ticos, correspondiente a las Obras Completas de Bello, y afirma que tal volu-men ha acabado de confirmarme en la idea de que Andrs Bello se adelanten muchos aos a una porcin de ideas (sobre el origen de la rima, sobre laepopeya caballeresca, etc., etc.,) que hoy pasan por muy avanzadas entre losms doctos cultivadores de la filologa neolatina y de la historia literaria de lostiempos medios. (Amuntegui Solar, Archivo epistolar, t. II, p. 681).

    LII

  • Estudio Preliminar

    No es difcil, sin embargo, seguir la va de estudio deAndrs Bello a propsito del Poema. Basta examinar larelacin cronolgica de sus escritos y analizar los cambiosque se producen en su pensamiento, el cual en lneas ge-nerales, est ya perfectamente elaborado en Londres. Po-cas cosas ms aade en Chile, en donde su labor serms de divulgacin que de investigacin ~.

    Pocos meses antes de su muerte, recibe Bello en San-tiago la edicin paleogrfica del Poema del Cid, incluidoen el vol. 57, de la Biblioteca de Autores Espaoles, queeditaba don Manuel Rivadeneyra en Madrid. Dicho to-mo intitulado Poetas castellanos anteriores al siglo XV,reproduce la coleccin y el prefacio de Toms AntonioSnchez, de 1779, continuada por Pedro Jos Pidal, con-siderablemente aumentada e ilustrada a vista de los c-dices y manuscritos antiguos, por don Florencio Janer,quien elabora las copiosas notas al Prefacio y al Poema.

    (7) En Chile, Bello publica los siguientes trabajos:1) Literatura Castellana. En El Araucano, de Santiago de Chile, en 1834 y

    1841. Habla fundamentalmente del Poema del Cid y ampla las ideas expuestasen su trabajo de crtica a la obra de Sismondi (1823). Se incluye en -el presentevolumen.

    2) Origen de la epopeya romancesca. En El Crepsculo de Santiago deChile, el 10 de julio y 1 de septiembre de 1843. Se incluye en el presentevolumen.

    3) Observaciones sobre la Historia de la Literatura Espaola, de JorgeTicknor, ciudadano de los Estados Unidos, dirigidas a la Facultad de Filosofay Humanidades. Ya referido. Se incluyen en el presente volumen.

    Los siguientes son escritos de Bello, editados pstumamente, encontradosentre sus manuscritos, pertenecientes a distintas pocas, casi todo ellos incom-pletos y con muchos de sus prrafos incluidos en otros estudios, segn ma-nifiesta Miguel Luis Amuntegui. Creo que hay que aesignarse a reproducir n-tegramente los textos, aunque haya reiteraciones.

    4) El Poema del Cid, en Revista Chilena, t. IX, Santiago, 1877. Es partede un trabajo que se incluye en el presente volumen.

    5) La Gesta de Mio Cid, poema -castellano del siglo XIII. Nueva edi-cin corregida e ilustrada por Don Andrs Bello. Editado en Obras Completas,t, II, Santiago, 1881. Es la -base del presente tomo.

    6) Del ritmo j metro de los antiguos. Obras Completas, t. VIII, Santiago,1885. Se recogi en el vol. VI de las Obras Completas, Caracas, pp. 397-416.

    7) Del ritmo latino-brbaro. Obras Completas, t. VIII, Santiago, 1885. Seinsert en el vol. VI de las Obras Completas, Caracas, pp. 365-377.

    LIII

  • Obras Completas de Andrs Bello

    Lleva ao de edicin, 1864. Bello falleca en Santiago el15 de octubre de 1865 y es bien sabido que en sus lti-mos aos de vida yaca vctima de parlisis.

    Con todo, tiene nimo para escribir la siguiente nota:La reciente publicacin del tomo 57 de la Biblioteca Espa-

    ola de Rivadeneyra, ha satisfecho una necesidad largo tiemposentida, proporcionndonos una copia del nico manuscrito quese conoce del antiguo Poema del Cid, enteramente correcta, esdecir, purgada de las inexactitudes que han dejado en ella todoslos editores, tanto nacionales como extranjeros, de aquella cle-bre antigualla, sin exceptuar el primero y ms estimable deellos, don Toms Antonio Snchez. En efecto un solo cdicees el que citan y el que han consultado cuantos hablan de estapreciosa joya de la primitiva literatura castellana; y tanto erams de sentir que no pudiera contarse con su entera exactitud,debiendo ella ser la base de todo estudio satisfactorio de las an-tigedades y orgenes de la literatura. El seor don FlorencioJaner, a cuyo cargo ha estado la publicacin del sobredicho

    8) Del ritmo acentual y principales especies de versos en la poesa mo-derna. Obras Completas, t. VIII, Santiago, 1885. Se insert en el vol. VI delas Obras Completas, pp. 487-505.

    9) La rima. Obras Completas, t. VIII, Santiago, 1885. Se incluy en elvol. VI de las Obras Completas, Caracas, pp. 445-486.

    10) Romances del ciclo carlovingio. Obras Completas, t. VIII, Santiago,1885. Se incluye en el presente tomo.

    11) Romances derivados de las tradiciones britnicas y armoricanas. ObrasCompletas, t. VIII, Santiago, 1885. Se incluye en el presente tomo.

    12) Sobre el origen de las varias especies de -versos usados en la poesamoderna. Obras Completas, t. VIII, Santiago, 1885. Se insert en el vol. VI delas Obras Completas, Caracas, pp. 421-443.

    13) Versificacin de los romances. Obras Completas, t. VIII, Santiago,1885. Se incluy en el vol. VI de las Obras Completas, Caracas, pp. 417-420.

    14) Teora del ritmo y metro de los antiguos segn don Juan Mara Maury.Obras Completas, vol. V, Santiago, 1884. Se insert en el vol. VI de las ObrasCompletas, Caracas, pp. 379.396.

    15) Notas de mtrica histrica, latina y romance. Obras Completas, vol. V,Santiago, 1884. Se incluy en Obras Completas, vol. VI, Caracas, pp. 507-520.

    16) Notas sobre versificacin latina. Obras Completas, vol. VI, San-tiago, 1883. Se insert en Obras Completas, vol. VI, Caracas, pp. 521-528.

    17) Notas sobre Berceo. Obras Completas, vol. y, Santiago, 1884. Seinsert en Obras Completas, vol. VI, Caracas, pp. 529-539.

    18) Notas sobre Boscn. Obras Completas, vol. y, Santiago, 1884.Se insert en el vol. VI de Obras Completas, Caracas, pp. 541-546.

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  • Estudio Preliminar

    tomo 57, es el que nos ha procurado esta satisfacci&n, y cuyodiscurso preliminar, en la parte relativa al Poema del Cid, es elque va a suministrarnos las observaciones que nos atrevemos apresentar a nuestros lectores castellanos de uno y otro hemisfe-rio, con la esperanza de contribuir en alguna manera al mejorxito de los trabajos futuros, caso de que nuestras indicacionesmereciesen ocupar un momento la atencin de los que con msamplios recursos que nosotros no se desdeasen de rectificarlas.

    Obtenida una copia exacta, cual nos parece la concienzu-damente elaborada por el seor Janer, tenemos que deplorar elestado verdaderamente lastimoso en que ha llegado a nosotrosuna produccin tan interesante; manca, y plagada, en la parteque nos resta, de cuantos vicios han podido acumular en ella eltranscurso de los aos, las varias manos por las cuales ha tenidoque pasar, la incuria, algunas veces el deseo de exaltar las proe-zas del hroe, y casi siempre una crasa ignorancia. La bellezay sublimidad de no pocos pasajcs, nos hacen sentir ms viva-mente lo que falta y lo que ha sido tan monstruosamenteadulterado.

    Acaso sea sta la ltima expresin de Bello en rela-cin con su prolongado y paciente trabajo dedicado alPoema.

    Bello mantuvo siempre la ilusin de ver editada suinvestigacin sobre el Poema de Mio Cid.

    III. Los intentos de publicacin

    Bello parte de Inglaterra para Chile en febrero de1829. Lleva en su equipaje el tesoro de sus escritos ynotas sobre su proyecto de edicin del Poema del Cid,con los estudios relacionados con el vastsimo panoramade trabajos sobre la literatura medieval europea. En msde una oportunidad recordar en Santiago las prolijasinvestigaciones sobre esta parte de la historia literaria,hechas en pases donde tenamos copiosos documentos amano, muchos de ellos inditos, que constituyen el re-

    LV

  • Obras Completas de Andrs Bello

    sultado de las horas de paciente indagacin en el MuseoBritnico. Es lgico que en Chile no dispusiese de nuevasinformaciones para ir completando la ilusin que mani-fiesta en las primeras palabras con que inicia el Prlo-go, que redact en 1862: Hace muchos aos que meocurri la idea de dar a luz una nueva edicin del Poemadel Cid.. ..

    Los manuscritos de Bello eran conservados celosa-mente en su escritorio, de lo cual tenemos una emotivaalusin en la carta que le escribe su hijo mayor, CarlosBello Boyland, desde Sevilla, el 4 de mayo de 1849, alrecordar la visita que haba hecho a la catedral de Bur-gos, donde contempl extasiado, el cofre carcomido delCid, impresin que lellevaba a cada instante a aquel e$tudio, donde en cierto cajnque yo conozco, existe aquel poema restaurado con tanto esmeroy sagacidad.

    El humanista vivi dedicado en sus primeros aos deChile a sus mltiples ocupaciones pblicas, como cola-borador de las tareas administrativas y polticas del go-bierno y como maestro de la juventud de su nueva pa-tria. Lgicamente iban quedando en un segundo plano,como ocupacin, las disquisiciones sobre el trasfondo pi-co de la Europa de la Edad Media, pero en ningn mo-mento olvid las tareas a que dedic tanto tiempo y tantoentusiasmo en sus das londinenses, aunque tenga el con-vencimiento de que su obra de erudito y humanista pa-recer a muchos ftil y de ninguna importancia. No hayduda de que Bello tuvo conciencia clara de que sus es-critos contenan aciertos vlidos, de los cuales senta le-gtimo orgullo y le dola que los historiadores y crticosque le haban sucedido en Europa y en Amrica, igno-rasen lo que dejaba resuelto en los originales que se man-tenan inditos.

    LVI

  • Estudio Preliminar

    Esto explica que en diversas oportunidades intentasever impreso su trabajo, que es lo que vamos a ver enesta parte del presente Prlogo. Paralelamente a estapreocupacin principal, debemos tener en cuenta las su-cesivas publicaciones parciales de algunos avances de suestudio. Ya hemos enumerado las inserciones en El Arau-cano, en El Crepsculo y en los Anales de la Universidadde Chile, de algunos escritos entre 1834 y 1858. Hemosde ver cmo abre el corazn a la esperanza ante la ini-ciativa de su discpulo Jos Victorino Lastarria en 1862,tanto como por las noticias que le llegaron, en las postri-meras de su vida, de parte de la Real Academia Espao-la, donde los ms devotos humanistas espaoles, Jos Joa-qun de Mora y Manuel Caete rompieron lanzas paraque la gran empresa de Bello llegase a verse publicadacon todos los honores.

    Vamos a dar los datos que poseemos relativos a losintentos de edicin, todos frustrados, pues su inmensotrabajo sobre Poema y los problemas conexos no habrde ver la luz sino en 1881, diez y seis aos despus de sumuerte. Constituye, en verdad, un drama en la biografadel humanista.

    1. Parece que en 1834, vio la posibilidad de que seimprimiese, segn refiere el profesor Baldomero Pizarro,quien fue el encargado de cuidar la edicin de 1881 enel volumen II de las Obras Completas, auspiciadas por laUniversidad y el gobierno de Chile. En el informe al Se-cretario del Consejo de Instruccin Pblica, en el que dacuenta de su trabajo como Corrector de pruebas, elProfesor Pizarro afirma que el texto del Prlogo de Belloque inserta en el volumen, es anterior a 1834, como unapresentacin del original de la obra de Bello, preparadapara ser impresa. En efecto, la redaccin de estas pginascorresponde a la explicacin de las directrices y la for-ma de edicin del Poema (Crnica del Cid con notas; el

    LVII

  • Obras Completas de Andrs Bello

    texto del Cantar con las notas; y los apndices sobre laepopeya medieval; sobre el lenguaje; la versificacin y elglosario final). O sea, un volumen perfectamente orde-nado, listo para la imprenta.

    Ignoramos hasta qu punto gozaba de algn amparoeditorial la obra de Bello, as preparada en 1834.

    2. En 1846, el editor y librero, bibligrafo y gramti-co, Vicente Salv, amigo de Bello en los das del exilioen Londres, con quien mantena activa correspondencia,desde que se haba establecido en Pars, en 1830. Bello,desde Santiago le consulta sobre la posible edicin. Sal-v contesta el ofrecimiento del original de la obra de Be-llo para ser impreso, en los siguientes trminos:

    Pars, 18 de octubre de 1846[A A. Bello]

    Mucho me alegrara de ver ese trabajo de usted sobre elPoema del Cid, del que ya me hizo usted alguna indicacin enLondres; pero nunca aconsejar a usted que lo publique, a noestar decidido a sacrificar los gastos de la impresin, porqueson muy contados los que compran obras de esta clase, y asestoy seguro de que no se despacharn cincuenta ejemplares endiez aos. Adems sera necesario que hiciera usted en esa la im-presin, por no haber aqu nadie que la cuide con la debidaescrupulosidad. Yo estoy abrumado de atenciones, y mi cabezanecesita descansar por algn tiempo, separndose de todo tra-bajo que la fatigue. Por eso, pienso retirarme a Valencia elao prximo para acabar all mis das, rodeado de toda mifamilia, pues mi hijo saldr tambin de