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Beatriz Rojas Instituto M ora El estudio de la producción cartográfica durante el siglo xviii nos permi- te apreciar como se representaba entonces el espacio, pero también como se producía esta forma de conocimiento y con que fines. Seguir las demandas que de este medio de representación tuvo el gobierno vi- rreinal, las dificultades encontradas y las resistencias suscitadas en cier- tos sectores de la administración, resulta doblemente interesante ya que nos enfrenta con los problemas que se planteaba la autoridad y su uso de nuevos medios para conocer mejor y controlar porque, saber es poder... Este trabajo no es de geografía, tampoco pretendo efectuar un estu- dio sobre la producción cartográfica en sí, sino de los usos que se hacen de ellá y de los medios en donde se produce este conocimiento. En algu- na forma es un trabajo de historia política, en donde se busca la apari- ción del concepto de espacio (territorio) administrativo. Concepto que exige la elaboración de croquis, planos o mapas, más o menos bien ela- borados, como un medio de percepción del espacio para controlarlo me- jor tanto política, como económica y socialmente. Así bajo estos cues- tionamientos seguiré dos aspectos de la producción cartográfica: su elaboración y sus usos.1 1 Desde hace algunos años se ha venido estudiando la cartografía como un medio de conocimiento del espacio en primer lugar, pero también como fuente histórica. Encontra- mos trabajos como los de Brian Harley, Harley J.B. y Woodwurd D. (eds.), The History of Cartography, The University of Chicago Press, Chicago and London, 1987. Peter Gould y Antoine Bailly (eds.), Le pouvoir des cartes. Brian Harley et la cartographie, Antropos, Ed. Económica, 1995. East W. Gordon, The Geography behind History, N.Y.- London, W.W. Nor- ton & Company, 1967. Christien Jacob, Géographie et ethnographie en Grèce ancienne, Ar- mand Colin, Paris, 1991. Véase en la revista Relaciones 75 los trabajos de Chantai Cra- maussel y de Salvador Álvarez quienes presentan dos formas de utilizar los mapas como fuente histórica. ARTOGRAFÍA ¿PARA QUE?, NUEVA ESPAÑA 1725-1800 wiksêêêêêêêiî

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Beatriz Rojas In s titu to M o r a

El estudio de la producción cartográfica durante el siglo xviii nos permi­te apreciar como se representaba entonces el espacio, pero también como se producía esta forma de conocimiento y con que fines. Seguir las demandas que de este medio de representación tuvo el gobierno vi­rreinal, las dificultades encontradas y las resistencias suscitadas en cier­tos sectores de la administración, resulta doblemente interesante ya que nos enfrenta con los problemas que se planteaba la autoridad y su uso de nuevos medios para conocer mejor y controlar porque, saber es poder...

Este trabajo no es de geografía, tampoco pretendo efectuar un estu­dio sobre la producción cartográfica en sí, sino de los usos que se hacen de ellá y de los medios en donde se produce este conocimiento. En algu­na forma es un trabajo de historia política, en donde se busca la apari­ción del concepto de espacio (territorio) administrativo. Concepto que exige la elaboración de croquis, planos o mapas, más o menos bien ela­borados, como un medio de percepción del espacio para controlarlo me­jor tanto política, como económica y socialmente. Así bajo estos cues- tionamientos seguiré dos aspectos de la producción cartográfica: su elaboración y sus usos.1

1 Desde hace algunos años se ha venido estudiando la cartografía como un medio de

conocimiento del espacio en primer lugar, pero también como fuente histórica. Encontra­

mos trabajos como los de Brian Harley, Harley J.B. y Woodwurd D. (eds.), The H istory o f

Cartography, The University of Chicago Press, Chicago and London, 1987. Peter Gould y

Antoine Bailly (eds.), Le pouvoir des cartes. Brian Harley et la cartographie, Antropos, Ed. Económica, 1995. East W. Gordon, The Geography behind History, N.Y.- London, W.W. Nor­

ton & Company, 1967. Christien Jacob, Géographie et ethnographie en Grèce ancienne, Ar­

mand Colin, Paris, 1991. Véase en la revista Relaciones 75 los trabajos de Chantai Cra-

maussel y de Salvador Álvarez quienes presentan dos formas de utilizar los mapas como

fuente histórica.

ARTOGRAFÍA ¿PARA QUE?,

NUEVA ESPAÑA 1725-1800

wiksêêêêêêêiî

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La cartografía novohispana

La Corona, desde los primeros años del descubrimiento de América, pi­dió continuamente que se le enviaran informes y relaciones acompañados de mapas. También el gobierno virreinal tuvo este tipo de demanda, con muy diversos fines, como emprender nuevas colonizaciones, formar nuevos curatos o delimitar colindancias. Por lo tanto los archivos virrei­nales contienen un sinnúmero de mapas, planos, cartas, croquis, a los cuales tendríamos que añadir todos los planos que se producían en las diligencias de mercedes y composiciones de tierras y luego en los pleitos agrarios.2 Curiosamente la demanda cartográfica de las jurisdic­ciones administrativas no fue corriente sino hasta la segunda mitad del siglo XVIII.

Esta producción cartográfica no ha sido estudiada sistemáticamente, sin embargo se ha intentado clasificarla bajo diferentes categorías, to­mándose en cuenta la época en que se produjo, los paises donde se ela­boró (Casa de Contratación, Holanda, Francia) las características de la carta ( portulanas, cuadradas),3 inclusive se abrió la rúbrica "indígenas" cuando presentan una clara influencia pictográfica india.4 También se

2 El INEGI ha publicado muchas cartas usándolas como ilustración, sin ningún estu­

dio. Véase por ejemplo, joséM aría Morelos y Pavón. A tlas histórico biográfico, México, in eg i,

1985. La Independencia de México. A tlas histórico, México, ineg i, 1985. En el libro Cartografía histórica del encuentro de dos mundos, México, in eg i-dgig , 1992, se efectuó una síntesis de

la producción cartográfica en los años posteriores al descubrimiento. Los trabajos de

Elias Trabulse, Cartografía Mexicana, México, a g n , 1983 y Ciencia y Tecnología en el N uevo M undo, México, FCE-Colegio de México, 1994, presentan una excelente introducción a la

producción cartográfica novohispana. En el volumen 12 de Handbook o f M iddle American Indians, dirigido por Howard Klein, Austin, University of Texas Press, 1972, se encuen­

tran varios artículos referentes a las Relaciones geográficas del siglo xvi y a los mapas que

las acompañan.

3 Portulanas son los mapas que indican la posición de los puertos y el contorno de

las costas.4 El trabajo de Belén Rivera Novo y Luisa Martín-Merás, Cuatro siglos de cartografía

americana, Madrid, Mapfre, 1992, es muy útil para introducirse en el estudio de la carto­

grafía americana. Robertson, que efectuó un análisis de las "pinturas" que acompañaron

las relaciones grográficas del siglo xvi, propone tomar en cuenta el contenido, los textos,

el material en que se hicieron y el estilo artístico.

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han clasificado por el espacio que abarcan: mapas globales, regionales, locales, linea de costa. La calidad científica de estas cartas es dispareja, sobre todo en los mapas globales que contienen múltiples errores por las dificultades para fijar longitudes. Algunas imprecisiones surgían porque los geógrafos no se ponían de acuerdo sobre el meridiano del cual hacer partir las longitudes. Estas fallas continuaron mucho más alia de 1569, cuando el matemático y geógrafo flamenco Gerhard Mercator fijó la tabla de latitudes y longitudes que permitió la cartografía de pre­cisión. En Nueva España los progresos de la cartografía científica no se hicieron presentes sino hasta principios del siglo xvm, como señala Elias Trabulse: "[...] La cartografía general del siglo xvin ya utiliza escalas apropiadas de longitud y latitud, las coordenadas se fijan por observa­ciones astronómicas precisas y se utiliza la proyeccción cilindrica referi­da a coordenadas y a un meridiano base [...]"5

Además se adelanta en la representación de ríos y cordilleras, se es­tablecen símbolos tan convencionales como comprensibles. Estos avan­ces tienen diferentes razones, por un lado la Corona adopta una actitud más abierta, cuando durante el xvn había querido que se guardaran se­cretos los adelantos en el conocimiento de los reinos americanos. Ade­más la difusión de los métodos científicos para elaborar cartas más pre­cisas, permitió la elaboración de mejores mapas: los jesuitas colaboraron doblemente a través de la enseñanza en sus colegios y con la propia obra cartográfica de la compañía.6 Más adentrados en el siglo xvm, las diferentes expediciones científicas o de reconocimiento del territorio que se efectuaron en la Nueva España tuvieron un influjo no nada más sobre la producción sino también sobre la recepción de la cartografía. Fi­nalmente la creación del Colegio de Minería, en donde se instauró una clase de geografía en 1801, favoreció la formación de buenos técnicos.7

5 E. Trabulse, 1994, p. 45.

6 Véanse los trabajos de Emest Burrus, La obra cartográfica de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, Madrid, Porrúa Turanzas, 1967 y "Influencia de antiguos jesuitas

mexicanos en la geografía y la cartografía" en Manuel Ignacio Pérez Alonso ed., La com­pañía de Jesús en México. Cuatro siglos de labor cultural (1572-1972), México, Editorial Jus,

1972,1-26.

7 Eduardo Flores Clair, Minería, educación y sociedad. El Colegio de Minería, 1774-1821, tesis para obtener el grado de doctor en historia; México, uia, 1997.

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No obstante esta mejoría, la calidad de la producción cartográfica si­guió irregular, pues se siguieron improvisando cartógrafos, así sucedía con los agrimensores o con todo aquel que tuviera algunos "rudimen­tos" en dibujo. No es extraño encontrar comentarios como el que pro­fesó el capitán Antonio Escobedo, encargado de efectuar unas diligen­cias de tierras en el distrito de Colotlán hacia 1733 cuando dijo:

[...] anduvieron los oficiales a pie por ser la tierra tan intrincada y tan sum a­

mente áspera que se ofrecen parajes que sólo los ángeles pueden atravesar

de una parte a otra. Remito así mismo adjunto con las diligencias un mapa

masorral8 por no haber en estos retiros pintor, ni persona inteligente par

ello [...]9

La colección de mapas que se publicó en la Cartografía histórica de la Nueva Galicia10 ofrece un claro ejemplo de la diversidad en la represen­tación de un mismo espacio, según el momento, según lo que se pre­tende expresar y la persona que realiza el trabajo.

En el siglo xvm la cartografía tomó fuerza y su producción aumentó hacia fines de siglo. Sin embargo esta producción no fue pareja, hubo reinos o provincias más cartografiados que otros, lo que puede corres­ponder a los intereses o preocupaciones del gobierno. Muchos de los mapas que he registrado y que fueron pedidos por la administración, formando parte de algún expediente, son con frecuencia apenas aproxi­maciones a la realidad, ya que lo que se buscaba era indicar la conve­niencia de una nueva creación administrativa, mostrándonos como los intereses particulares pueden repercutir en la elaboración de un mapa. Pues con el fin de lograr o de impedir una creación se manipulaban las distancias, se agrandaban las barreras, los ríos se volvían más cau­dalosos, unos pueblos desaparecían. Es el caso evidente del mapa del

8 Mazorral en el Diccionario de la lengua española significa "burdo" pero también "que

carece de cuadrados".9 En Beatriz Rojas, Los huicholes: documentos históricos, M 'co, c ie s a s -c e m c a , 1991,

p. 80

10 José Antonio Calderón Quijano (coord.), Cartografía histórica de N ueva Galicia, México, u . de g .-e e h a s , 1984.

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distrito de Bolaños de 1753, cuando se solicitó la creación de un nuevo curato.11 Como veremos más adelante, cuando el gobierno tuvo necesi­dad de una mayor precisión, solicité que le enviasen desde España per­sonal más capacitado y menos implicado en los asuntos del país.12

Sobre el uso y fabricación de mapas

En la producción de los mapas es interesante señalar tanto los fines per­seguidos como las condiciones de su elaboración. Estos dos acerca­mientos a la cartografía nos permiten penetrar en el mundo de la admi­nistración virreinal, registrar sus preocupaciones por la organización del espacio, detectar las "herramientas mentales" utilizadas. Y al mismo tiempo los problemas que enfrentaba la elaboración de mapas confia­bles. Para efectuar este seguimiento de la elaboración cartográfica, utili­cé varios expedientes en donde se pedía la elaboración de mapas y se tratan asuntos relacionados con la distribución del espacio administra­tivo, civil o religioso. Estos asuntos se escalonan en el tiempo, lo que nos permite seguir los cambios que se van produciendo. Al seguir un orden cronológico utilicé el material siguiente: 1) El expediente que formó el ingeniero militar Álvarez Barreiro en el recorrido que hizo el general Pe­dro de Rivera por los presidios del norte de la Nueva España en 1725; 2) el expediente formado para crear una parroquia en el real de Bolaños de 1750; 3) el derrotero y los planos que levantó en 1767 el ingeniero mi­litar Nicolás Lafora durante el viaje del marqués de Rubí por el septen­trión novohispano; 4) el expediente que resultó de la Cédula Real del 11 de enero de 1772, en la cual el rey pedía que se levantara un mapa de cada uno de los curatos de los obispados de América; 5) el estudio que se hizo para ver si era pertinente crear un nuevo curato en la villa de Xa-

11 agí, Guadalajara, exp. 210.

12 Es un campo interesante estudiar esta polifacética profesión. Para la Nueva España

el trabajo de Regina Hernández, Ignacio Castera/A rq u itec to y urbanista de la ciudad de México, México, Instituto Mora, 1997, muestra del tipo de actividades que realizaban.

Véase también J. Calderon Quijano "Ingenieros militares en la Nueva España en los si­

glos xvii y xvm", Anuario de estudios americanos, t. vi, 1950.

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lapa en 1772; 6) algunos papeles relacionados con la formación de las Intendencias; 7) el expediente para reformar los gobiernos de Nayarit y Colotlán de 1794 y; 8) el parecer que se pidió a los obispos de Guadala­jara, Michoacán y México en 1800 sobre la conveniencia de crear un obispado en San Luis Potosí. Más algunas referencias a otros asuntos que nos sirven de guía para sopesar el lugar que se daba a la cartografía.

¿Qué usos se da a la cartografía?

En el trabajo Cartografía histórica del encuentro de dos mundos se señala que para las autoridades españolas nunca fue un "requisito insoslaya­ble" la existencia de mapas para llevar a cabo "la demarcación política, económica e incluso religiosa del territorio novohispano" y lineas más adelante se reitera: "[...] no existen pruebas de que la delimitación de es­tas provincias-obispados se haya especificado por medio de la cartogra­fía, sino a través del señalamiento de los poblados, ríos, litorales, para­jes y algunos otros elementos del medio geográfico localizados en sus fronteras [...]"13

Es sin duda una situación muy interesante que refleja cómo se con­cebía el territorio, y que estuvo vigente hasta casi fines del siglo xvin. Sin embargo pocos años antes de que terminara este siglo se registra un cambio notorio, cuando la administración sintió necesidad de funda­mentar sus decisiones con apoyo de la cartografía, lo que sin duda obe­decía a una nueva concepción del territorio y a cómo debía organizarse su distribución. Casi sobra recordar que esta nueva actitud coincide con el proyecto de formación de las intendencias en la Nueva España, des­pués de la visita de don José de Gálvez. En el fondo este proceso es re­sultado del pensamiento ilustrado que paulatinamente va ganando terreno en la Nueva España, principalmente en la alta administración virreinal, en cabildos catedralicios con los obispos y en los colegios y se­minarios.

13 Cartografía histórica del encuentro de dos mundos, México, inegi-dgig , 1992, p. 137.

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¿Quién pide que se elaboren los mapas?

Es importante señalar quién pide la elaboración de los mapas y con qué fines, aunque precisarlo es en muchos casos difícil ya que es un aspecto que se ha descuidado, y en los archivos se siguen separando los mapas de los expedientes que les dieron origen y se publicaron sin especifica­ción alguna. Si bien sabemos que muchos mapas se elaboraron por de­manda de la alta administración, habría también que aclarar con qué fines los pidió. Por ejemplo en la visita que efectuó en 1725 el general Pedro de Rivera a los presidios existentes en el septentrión novohispa- no, fue el virrey quien pidió se levantara un conjunto de mapas. Así, en el capítulo 24 de la instrucción que recibió el general se le indicó cómo debía proceder y que información debía proporcionar. Se le pidió que además de señalar la latitud de los presidios que iba a visitar, tendría que anotar en que provincias se encontraban, de que medios de comuni­cación disponían, que indios merodeaban por la región, para que con esta información se pudiera elaborar un mapa que mostrara todas estas circunstancias.14

Lo que dio por resultado la elaboración de seis planos, como lo se­ñaló el ingeniero Alvarez Barreiro que vino de España especialmente para encargarse de esta tarea. Este ingeniero militar señaló que los ma­pas se habían realizado con todo el cuidado posible, por las dificultades que en estas tierras se presentaban, lo que no sucedía en Europa. Pese a ello consideró que se había logrado "lo que hasta ahora no se había con­seguido por falta de ocasión o de cuidado [...]"15

En este caso, los mapas solicitados obedecían a fines estratégicos, de reconocimiento, puesto que se trataba de prevenir las incursiones de in­dios insumisos que poblaban el norte de la Nueva España.

Otro ejemplo de las preocupaciones de la administración, y de lo que esperaba obtener de la cartografía se registra en los dictámenes que se dieron para aprobar la publicación del Theatro Americano o descripción general de los reynos y provincias de la Nueva España de José Antonio de Vi- llaseñor y Sánchez. Varios fueron los motivos que se expusieron para

14 agí, Guadalajara 144. Los mapas en AGI, M apas y planos, México núm. 120.

15 Idem.

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aprobar la publicación de esta obra, compuesta de dos volúmenes, pu­blicado el primero en 1746 y el segundo en 1748. El jesuita Juan Francis­co López, calificador del Santo Oficio, expuso que era importante su publicación, pues con su lectura se podía "[...] dar a la vista (que esto significa Theatro) [...]" lo que con dificultad se podría recorrer. Igual­mente alabó el mapa que formó con la información que había recabado, pues en una sola hoja se podía ver toda la Nueva España, con sus reinos, provincias y ciudades.16

El propio Villaseñor explicó porque el rey había pedido que se escri­biera este "[...] Theatro Geográfico [...]" para tener verdaderas noticias de sus distancias, información que sería útil "para proveer las Mayores urgencias de la Monarquía [...]". Sin duda Villaseñor, al interpretar los deseos del soberano, pensaba en la seguridad del reino. En cambio en el dictamen que emitió el propio virrey para el segundo volumen, se apre­cia interés más allá del puramente estratégico, ya que él ve en esta infor­mación un medio para desarrollar el tráfico y el comercio, útil a la ad­ministración real y también a la eclesiástica; sin olvidar la utilidad que podía dar a los particulares en el desempeño de sus actividades.17

Estas exposiciones señalan los beneficios esperados de las relaciones geográficas y de los mapas, pero no se deja ver todavía un uso preciso; es un medio de conocimiento, no una herramienta. El trabajo de Villa- señor se utilizó ampliamente y durante años se le tuvo como modelo. Pese a las críticas -1772- de José Antonio de Alzate,18 quien lo tachó de extravagante, todavía en 1791 seguía siendo una referencia importante según lo señaló el virrey Revillagigedo al alabar sus méritos: "[...] No puede decirse que haya un mapa exacto de sus verdaderas situaciones, ni otra descripción general de sus pueblos, gentes, riquezas, industria y

16 La información que dio origen al Theatro americano fue levantada por una orden

dada en una Cédula Real del 19 de julio de 1741. El mapa que se cita en este párrafo no

se incluyó en el libro y se encuentra en el ag í (Mapas y planos, México 161) que Ramón

Serrera hizo reproducir en José Antonio Villaseñor y Sánchez, Suplemento al Theatro Americano, Estudio preliminar Ramón Serrera, México, u nam -cisic , 1980.

17 Theatro Americano. Dictamen del marqués de Altamira.

18 "Estado de la Geografía de la Nueva España", en José Antonio de Alzate y

Ramírez, Obras, I Periódicos, edición, introducción, notas e índices por Roberto Moreno de

los Arcos, México, u nam , 1980, p. 109, n. 2.

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comercio que la que dio a luz en los años de 46 y 48 don José Antonio de Villaseñor y Sánchez, Cosmógrafo de este reino [...]"19

Este virrey consideró que pese a sus defectos no se había elaborado otra obra similiar que la superara, y supuso que esto no había sucedido por falta de un hombre inteligente y capaz que estuviera dispuesto a co­rregirla y a actualizarla.

La importancia del Theatro americano y del mapa que lo acompaña, procede sin duda de la detallada información que ofrece de cada uno de las ciudades y pueblos de la Nueva España. Sin embargo la crítica de Alzate es justa, pues contiene muchos errores tanto en el trazado de los ríos como en la localización de los poblados, como por ejemplo el he­cho de que la ciudad de Zacatecas esté situada al norte del trópico de cáncer. Aunque hay que señalar que en el mapa que hizo Villaseñor en 1754 de la provincia de la Compañía de Jesús corrigió algunos errores.

Conforme avanzaba el siglo, la solicitud de mapas para acompañar los informes se hacía cada vez más frecuente. En abril de 1759 el rey pi­dió que se le informara sobre los territorios y términos que cada arzobis­pado y obispado administraban, señalando sus límites y sus colindan- cias por los cuatro vientos, así como las ciudades, villas y lugares que los poblaban. Todo esto acompañado del "plan o mapa del territorio que lo comprende para su mayor inteligencia [...]"20

Es interesante ver la respuesta que dio ese mismo año el obispo de Michoacán Pedro Anselmo Sánchez de Tagle a esta orden por varios motivos: en primer lugar porque señala la carencia de personal capaci­tado para atender esta demanda, segundo porque muestra como para suplir esta falta casi siempre se recurre a geógrafos improvisados, ya que esta ocasión don Pedro Anselmo utilizó los servicios del bachiller don Manuel Ignacio Carranza, que era "el único geográfo que hay en es­tos países por pura curiosidad". Finalmente por que nos muestra como se elaboraba un tipo de mapas que abarcaban un extenso territorio como era el del obispado de Michoacán, utilizando mapas antiguos y

19 En Ricardo Rees Jones, El despotismo ilustrado y los intendentes de la N ueva España, México, UNAM, 1979, p. 102, n. 67.

20 Óscar Mazín Gómez, El gran Michoacán, México, El Colegio de Michoacán-Gobier-

no del Estado de Michoacán, 1986, p. 21.

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los "delineamientos" que se encontraban en las "medallas" que los his­toriadores del Nuevo Mundo habian integrado en sus obras.21

Dos años después el obispo contaba las dificultades que tuvo para encontrar los mapas de la diócesis. En este detallado informe aparecen los trámites y contratiempos que don Pedro Anselmo enfrentó, ya que los mapas que se localizaron no correspondían a la realidad, pues la ma­yoría se habían basado en "las medallas" del cosmógrafo renacentista Abraham Ortellius y no registraban las "mudanzas" que se habían pre­sentado con el tiempo. Decidido en llevar adelante la empresa, consultó a los "prácticos en caminos, con conocimiento experimental de situacio­nes" y pidió la cooperación de los curas de los distritos que se encontra­ban en los términos norte y sur del obispado, con lo que se logró formar un mapa "cuando no perfectísimo, por lo menos perfecto".22

Para seguir con el registro de quien pide y que se esperaba de los mapas, contamos con la sugerencia que el marqués de Cruillas hizo al marqués de Rubí, para que durante su viaje por el norte de la Nueva Es­paña se hiciera acompañar de un ingeniero que se ocupara de juntar in­formación para elaborar un mapa "de aquellas tierras hasta ahora mal registradas y peor descritas"23 La tarea recayó en el ingeniero Nicolás Lafora, que vino de España especialmente para este cometido. Después de recorrer el norte durante dos años, al regresar a la capital recibió del virrey la orden para que ayudado por el "delineador" Joseph de Urrutia se concentrara en: "concluir los planos, mapas y demás documentos que hubieren trabajado para formar una perfecta idea de la situación y te­rreno, entradas y avenidas de los enemigos y distancias de sus residen- cia [...]"

En estas órdenes se manifiesta nuevamente la necesidad que tenía el gobierno de conocer estas tierras, habitadas por indios rebeldes: encon­tró en los mapas y planos la mejor forma de llegar a una captura del te­

21 Idem.22 Idem. pp. 23-25. Óscar Mazín señala que existe una copia original de este mapa en

el Museo Michoacano de Morelia, que reprodujo en El gran Michoacán, p. 15.

23 Para tener más detalles del viaje del marqués del Rubí, véase Vito Alessio Robles

(ed.), Nicolás Lafora. Relación del viaje que hizo a los presidios internos, México, Pedro Robre­

do, 1939, y en el Archivo General de Indias, Guadalajara 273.

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rritorio, pero en los pedidos no se manifiesta proyecto concreto de refor­ma, ni en su elaboración un fin particular. Aparentemente lo que se pre­tendía era conocer, situar un espacio y localizar un territorio lejano.

En cambio existe una producción cartográfica abundante, elaborada para solicitar la creación de nuevos curatos. Pero esta tiene una proce­dencia diferente y diferentes fines: armar un expediente que convencie­ra de la necesidad de la nueva creación. Los mapas que presentan con frecuencia son de dudosa calidad, aunque con el tiempo mejoran consi­derablemente. Podríamos contrastar el mapa que se levantó en 1736 para pedir la creación de un curato en el Real de Asientos que se disgre­garía del de la villa de Aguascalientes, o el que se formó para pedir la creación de un curato en el real de Bolaños en 1750 y el que se hizo de la villa de Jalapa en 1772. Los dos primeros están hechos con trazos bur­dos, remarcando en el caso de Aguascalientes el río que impide en tiem­po de lluvias que el cura o su vicario asistan al real; en el de Bolaños se exagera la anchura del río y las montañas que circundaban el real como una clara barrera para comunicar con el exterior. En cambio el de Jalapa es un claro y nítido mapa, en donde se señalan con detalle y en colores el territorio que se quiere dividir, con aparente apego a la realidad. Fue elaborado sin ningún costo por el bachiller Antonio Zárate ya que por falta de fondos no se pudo contratar al agrimensor titulado Jph. Martín Hortiz "único perito que en todos estos contornos hay"24

El plano general de los curatos de la N ueva G alicia

Es un hermoso mapa a color elaborado por el agrimensor Anastacio Ponce en 1780, en donde se presentan todos los curatos del obispado de Guadalajara, marcando las cabeceras, los pueblos, las villas y las hacien­das más importantes en cada jurisdicción. Se elaboró en obedecimiento a una Real Orden del 21 de enero de 1772 que abarcaba todos los obispa­dos de la Nueva España, de Filipinas y de Barlovento. Ignoro si se llevó

24 agí, Guadalajara 210. El mapa de Bolaños está en el AGI, M apas y planos, México 645;

el de Jalapa en Nettie Lee Benson Librery Colección, W.B. Stephens núm. 960 .

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a cabo en los otros reinos, pues tan sólo localicé el expediente relativo al reino de la Nueva Galicia en el cual se puede seguir paso a paso cómo se llevó a cabo esta orden; desde la fría recepción que le dio la Audiencia de Guadalajara, hasta los problemas que confrontó su ejecución y final­mente los resultados25 (véase mapa 2).

En la Real Orden se dijo:

[...]e resuelto a consulta de mi conzejo de las Indias, de catorse de octubre

último (entre otras cosas) se prevenga circularmente a todos los Virrelles,

Presidentes y Governadores de aquellos mis dominios hagan formar un

Plan con claridad y separación de todos los Curatos que huviese en las Pro­

vincias de sus Birreinatos y Goviernos respectivamente el que remitan al

nominado mi Conzejo.26

La razón que se expuso para demandar tarea tan descomunal, fue la de reformar los abusos y desórdenes en el pago a los curas de sínodos con fondos de la Real Hacienda y no de los diezmos y demás obvencio­nes como estaba mandado.

En la orden real no se especificó como se iba a realizar este proyec­to. En el caso de la Nueva España se dejó en manos de las autoridades virreinales, quienes para llevarlo a efecto, recurrieron a un procedimien­to similar al que había aplicado Villaseñor y Sánchez para su Theatro americano, pero claramente mejorada muy posiblemente por los conse­jos de José Antonio de Alzate, quien este mismo año publicó en la Ga­ceta un artículo titulado: "Estado de la geografía de la Nueva España y modo de perfeccionarla,,/ en el que señala los procedimientos por los cuales "a costa de un cortísimo y sencillo trabajo veríamos la geografía en un excelente estado", que coinciden con la forma en que se procedió para realizar este proyecto.27

25 Aunque esta orden fue para todo el virreinato de la Nueva España, no se ha locali­zado sino el expediente de la Nueva Galicia, que se encuentra en el AGI, Guadalajara 294.

Los mapas se publicaron en la Cartografía histórica de la Nueva Galicia ya citada.

26 Esta orden viene "Fechada en el Pardo a 21 de henero de mil setesientos setenta y

dos años. Yo el Rei. Por mandato del Rei Nuestro Señor. Don Pedro Garcia Mayoral".

27 José Antonio de Alzate, op. cit., pp. 106-108.

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En la orden girada desde México a la Audiencia de Guadalajara, se especificó como debía organizarse la encomienda. Se pedía que por me­dio de los "despachos de cordillera" se ordenara a los corregidores y a los alcaldes mayores, la elaboración de un mapa de cada uno de los cu­ratos comprendidos en sus jurisdicciones. Los mapas deberían señalar con claridad el territorio que cada curato comprendía, marcando los pueblos, haciendas y ranchos y teniendo cuidado de anotar las distan­cias a las cabeceras. También se pidió la elaboración de un padrón de los habitantes de cada curato.28

Cuando la Audiencia de Guadalajara recibió la orden el 20 de mayo de 1772, se reunió en acuerdo extraordinario y dándole el debido obede­cimiento procedió a "cumplir y executar", para lo cual solicitó la coope­ración del obispo, quien inmediatamente envió a los señores curas car­tas de cordillera por las veredas acostumbradas, para que colaboraran en la ejecución de la Real Orden. En muy corto tiempo, en cuestión de días, se echó a andar el proyecto: ios oficiales reales proporcionaron toda la información disponible sobre los 60 curatos que quedaban com­prendidos en el reino de la Nueva Galicia y los alcaldes mayores, auxi­liados por los curas, procedieron a elaborar los mapas o planos.

La rapidez con que se ejecutó la orden no deja de asombrar, si uno piensa que desde principios de septiembre la Audiencia empezó a re­cibir los mapas. El corregidor del pueblo de Tala informaba el 21 de ju­nio de 1772 que ya había formado el mapa que incluía con el resto de las diligencias, aunque se sintió obligado a pedir disculpas por todos los errores que el mapa tuviera, pues se debía tener presente su falta de práctica en estas tareas y el no contar con ningún perito que lo ayudara en "semejante desempeño".29

El alcalde mayor de Senticpac, una de la más alejadas alcaldías del reino, remitió el mapa y el padrón el 31 de agosto, señalando que había tenido cuidado de señalar las distancias. El de la Barca fue remitido en octubre de 1772, no obstante los contratiempos por el litigio que existía entre los obispados de Michoacán y Guadalajara por la línea divisoria entre ambos.

26 Sevilla a g í, Guadalajara 310.

2‘’ Idem, la in fo rm ac ión de este apartado procede del AGI, Guadalajara 348.

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No todos fueron enviados con igual prontitud. El de la alcaldía de Jerez, compuesta de tres curatos, inició su elaboración el mes de diciem­bre: primero reunió los padrones de cada uno de ellos, después con la ayu­da de "dos hombres peritos" que le dijeron las distancias y los vientos, que resultaron ser los recolectores del tributo, mandó delinear el mapa o plan a Pió Quinto Juárez, quien el 28 de febrero de 1773 le informó al teniente de alcalde mayor de Xerez: "en vista de los documentos que V. md. se dignó remitirme, formé el Plan que los acompaña, van arreglados (geographicamente) a las que declararon los Peritos; y los quatro vientos cardinales a los rudimentos que me acompañan de las mathemáticas".

Los más retrasados, como el alcalde mayor de Aguascalientes en marzo de 1773, suplicaban a la Audiencia que tuviera presente las difi­cultades para cumplir esta comisión. Para mayo de 1773 el corregidor del Real de Bolaños no había remitido ningún documento, lo que llevó a la Audiencia a llamarle la atención. Cuando la Audiencia pudo final­mente reunir el conjunto de los mapas, los pasó el 19 de febrero de 1774 al fiscal para su "definitiva conclusión", quien tardó dos años y medio en dar un dictamen sobre este expediente. En agosto de 1776 el fiscal señaló que era imposible proceder a la elaboración del mapa general por las deficiencias de muchos de los mapas particulares y ponía como ejemplo los de las jurisdicciones de Aguascalientes y de Caxititlán que habían omitido señalar los vientos en que quedaban los pueblos, lo cual no permitía el conocimiento de su situación para formar el Plan Gene­ral. Señaló que faltaba aún el de Guachinango, mas otros defectos lleva­ron a la Audiencia a regresar los expedientes que no estaban completos a sus respectivas jurisdicciones para que los revisaran y completaran.

En España el Consejo de Indias se impacientaba y en Cédula Real del 13 de marzo de 1777 enviaba un requerimiento para que se diera pronto cumplimiento a la Real Orden del 21 de enero de 1772. El proble­ma para llevar a término el ordenamiento real era de diferentes índoles. La administración se mostró ineficaz: ciertamente la tarea no era fácil dada la inexperiencia de los alcaldes mayores en este tipo de labores, y si bien todos los mapas quedaron terminados a principios de 1774, las fallas e imprecisiones no permitieron que a partir de los 60 mapas de los curatos se compusiera el Plan General del obispado de Guadalajara, que era en última instancia la finalidad de todo este largo proceso.

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La falta de señalamiento de los vientos y la colocación de los pobla­dos y demás lugares ad mesura y no ad corpus30 fueron sin duda las fallas técnicas más importantes, por eso cuando en 1776 se procedió a de­volver los expedientes, se precisó que era fundamental que se fijara en los mapas los vientos y los lugares ad corpus y no ad mesura.

Para confirmar la fiabilidad de los mapas, la Audiencia no contó con otro medio que levantar testimonios, para lo cual se interrogó a los veci­nos más capaces de las jurisdicciones. En la Barca fue el notario el encar­gado de certificar la validez del mapa; se le escogió por tener más de treinta años de ejercer este empleo y por haber "andado muchas veces no solamente lo respectivo a esta feligresía sino todo lo que se compone la jurisdicción de la Barca". En Ocotlán fue uno de los dueños de la ha­cienda de Juchitlán el que certificó que en el mapa estaban bien señala­dos los lugares, localizados "ad corpus y no ad mesura".

Los trámites se prolongaron y nuevamente el 13 de noviembre de 1778 el Secretario del Consejo Indias, don Antonio Ventura de Tarenco, llamó al orden a la Audiencia de Guadalajara por no haber concluido el expediente del Plan General, a lo que contestó la Audiencia el 16 de abril de 1779, que ya faltaba tan sólo el Plan de Mazapil, que el resto de los planes o mapas se había ya entregado al agrimensor don Domingo Ponze para que "impuesto en ellos formase el General con la claridad y separación que se previene"

El agrimensor Ponze era un viejo conocedor del territorio de la Nue­va Galicia, que había acompañado a los jueces de tierras y medidas en sus visitas por este reino y había efectuado durante decenios los medi­das y los planos de las mercedes y composiciones. Era sin duda la per­sona más indicada para llevar a término el mapa de la Nueva Galicia, lo que sucedió el 17 de junio de 1780, ocho años después de haberse reci­bido la Real Orden.

Listo para ser remitido a la península, el mapa general tuvo que espe­rar aún cuatro años para ser enviado ya que, por la guerra con Inglaterra, el fiscal aconsejó a la Audiencia que no se tomara el riesgo de perderlo

30 Significa que señalaba por distancia en leguas caminadas y no por la localización

de los lugares.

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por lo cual pospuso el envío. En diciembre de 1783 ordenó el fiscal que el expediente se remitiera a España, aunque faltaban algunos planos parti­culares que don Antonio Ventura de Taranco había pedido que se inclu­yeran, lo que no se pudo hacer por haber muerto el señor Ponze. El grueso expediente y el mapa se remitieron a España en marzo de 1784.

La administración frente a la DEMANDA REAL

Es necesario señalar la actitud que la administración virreinal mostró en la elaboración del Plan General. Sin duda el testimonio más interesante es expresado una vez que el expediente se dio por terminado por el oi­dor Maldonado de la Audiencia de Guadalajara en junio de 1780. El oidor se quejaba del tiempo invertido en este asunto, pues no veía la ne­cesidad de elaborar ningún "mapa geográfico", ya que con un simple "plan, mapa, extracto o lista" se hubiera logrado saber si lo que se co­braba de diezmos era suficiente para pagar a los curas del reino, o si se tenía que recurrir al dinero de la Hacienda Real. Agregaba que ya que había costado tanto trabajo la elaboración del "Mapa general geográfi­co", se remitiera al Supremo Consejo, pues acaso allá sabrían darle "buen uso para otros fines".31

Estos comentarios muestran la poca utilidad que el oidor veía en el mapa general geográfico. Sin embargo la administración tuvo que llevar hasta el final el proyecto aunque nunca entendió con que finalidad se había pedido. Para ella la elaboración de un "Plan escrito en lista" hu­biera sido suficiente para los fines que pretendía y en cierta forma tenía razón. Quizá deberíamos preguntarnos, si realmente las razones ex­puestas por el gobierno superior para la elaboración del mapa general fueron ciertas o si fue tan sólo un pretexto, cuando los fines eran otros. Esto no sería extraño si consideramos que la demanda del Mapa general coincide con el proyecto de formación de intendencias y que conocien­do la oposición que éste acarrearía se buscó cualquier pretexto para pe­

31 agí, Guadalajara 348. En este texto es muy clara la diferencia entre plan o mapa, lo

que no es evidente en otros escritos en donde se usa casi como sinónimo.

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dir su elaboración. Lo que es evidente es que la Audiencia de Guada­lajara consideró inútil este proyecto que tanto trabajo y coordinación requirió.32

Llaman la atención los tiempos, la rapidez con que se efectúan los trabajos y la lentitud con que se llevan los trámites. Es precisamente en la Audiencia donde todo se retrasa, sin embargo esto no debe extrañar­nos si conocemos la lentitud con que cualquier tipo de trámite se reali­zaba. Por estas fechas un oidor recién llegado a Guadalajara, Manuel Silvestre Martínez escribió a don Joseph de Gálvez para proponerle un sistema de trabajo para sacar con rapidez todos los asuntos pendientes. Sin embargo pese al tiempo, a las dificultades y a los contratiempos, po­demos considerar que la empresa fue un éxito que en su tiempo no se supo apreciar. Los mapas de los curatos, aunque no se conservan todos, son una magnífica pintura de la administración eclesiástica del obispa­do de este reino: el mapa general, aunque con bastantes errores, es uno de los más precisos y detallados. Desafortunadamente ignoramos si el Consejo de Indias lo utilizó para definir las intendencias.

C rece la dem anda cartográfica

Con la creación de las intendencias en la Nueva España se dio un paso determinante en la conformación geopolítica de este reino; también re­presentó un momento clave en la comprensión del espacio administrati­vo novohispano. Fue un proyecto largamente meditado y pospuesto en varias ocasiones, pues se dudaba de los beneficios de su aplicación. Por lo cual el gobierno superior, antes de tomar la decisión, pidió informa­ción sobre la forma más conveniente de efectuar los cambios. Ignora­mos los presupuestos bajo los cuales se señaló la comprensión territorial de cada intendencia, sin embargo desde 1774 el virrey Bucareli mandó

32 A través de este expediente se pueden medir los tiempos de la administración, tan­

to de la audiencia como de los alcaldes mayores, la premura con que atendieron la orden, la rapidez con que iniciaron los primeros trabajos, para caer posteriormente en un letar­

go inexplicable.

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elaborar una serie de proposiciones cartográficas para conformarlas. Aunque estos primeros borradores fueron sometidos a cambios, nos muestran como se estaba usando la cartografía para jugar con las deli­mitaciones administrativas como con un rompecabezas.

Un referente importante, ya señalado, fue el Theatro americano elabo­rado por el cosmógrafo de la Nueva España don Antonio Villaseñor y Sánchez en 1746. En 1791 esta obra seguía siendo una referencia impor­tante, el virrey Revillagigedo señaló la importancia de esa Descripción y la necesidad de elaborar otras similares.33 Este tipo de información era requerida cada vez con mayor frecuencia, incluso en la Real Ordenanza de Intendentes se ordenó la elaboración de mapas y de relaciones, lo que consideró Revillagigedo como algo: "tan importante como urgente y no hay duda en que para su logro serán medios oportunos y seguros los mapas topográficos y las relaciones individuales que previenen los artículos 57 y 58//34

El virrey estaba consciente de las dificultades, sobre todo porque los ingenieros con que se contaba en estos reinos se necesitaban para tareas más importantes en la capital, en Veracruz y en las provincias internas. Por lo cual era necesario hacer venir a estos dominios "tres o cuatro ofi­ciales del cuerpo...".35

33 Véase Ricardo Rees Jones, El despotismo ilustrado y los intendentes de la N ueva España, u n a m , México, 1979, pp . 98-105.

34 El artículo 57 de la Real Ordenanza de Intendentes dice: "por unos medios que ase­

guren el conocimiento exacto y local de aquel reyno [...] mando a los Intendentes que, por

ingenieros de toda satisfacción e inteligencia, hagan formar mapas topográficos de sus

provincias en que se señalen y distingan los Términos de ellas, sus Montañas, bosques,

ríos y Lagunas, y que a este fin los Ingenieros a quienes lo encargaren executen sus órde­nes con la exactitud y expresión posibles [...]" en Real Ordenanza para el Establecimiento e instrucción de Intendentes de Exército y Provincia en el Reino de la Nueva España, Madrid,

año de 1786.35 Dictamen sobre las Intendencias del virrey segundo conde de Revillagigedo, 1791

en Idem, pp. 339-340.

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LOS MAPAS: INDISPENSABLE INSTRUMENTO

Quiero señalar el cambio radical que encuentro en la ejecución de un proyecto de reorganización administrativa de las antiguas provincias de Nayarit y Colotlán, en donde ya se ve a los mapas como un elemento determinante para la toma de decisiones.

Durante todo el período colonial los territorios de Nayarit y de Co­lotlán en la Nueva Galicia tuvieron una administración especial debido a la resistencia que los indios coras habían presentado para reducirse. Conforme avanzaba el siglo xviii y el dominio real se afianzaba en la sie­rra del Nayarit, al mismo tiempo que las ideas ilustradas se extendían, el gobierno superior creyó conveniente uniformizar estos distritos con el resto de las jurisdicciones administrativas virreinales, quitándoles los privilegios que disfrutaban. Con este fin, desde la década de los ochen­ta, el gobierno inició una serie de consultas para ver cuáles serían las reformas más convenientes: de eso resultaron varios informes -acom­pañados de mapas de la región- que nos permiten seguir el desarrollo de los diferentes proyectos para reorganizar estas provincias.36

Uno de los informes más importantes fue el realizado en 1790 por el coronel Félix Calleja, quien lo presentó en forma de diario de viaje, en el cual destaca el mapa que elaboró de las provincias de Colotlán y Naya­rit. El mismo Calleja reconoce que en este mapa "no cabe escrupulosa exactitud", pues por las dificultades que se le presentaron no pudo le­vantarlo "geométricamente" porque para ello se necesitaban muchos instrumentos, muchos peones y medidores inteligentes, además de los gastos que esto implicaba. No obstante consideró que su mapa nunca daría "una idea equívoca de la verdadera situación de los pueblos y cur­so principal de los ríos" como sucedía con el que había elaborado el gobernador de Colotlán apenas hacia unos años, que estaba lleno de equivocaciones. En el suyo iban bien marcados los puntos principales, los rumbos y las distancias37 (véase mapa 3).

36 Algunos de estos informes fueron publicados por Ma. del Carmen Velázquez,

Colotlán: doble frontera contra los bárbaros, México, 1961, u n a m .

37 Sin duda se refiere Calleja al elaborado por el corregidor don Pedro Antonio Trelles

Villa de Moros en 1783 del cual se encuentra una copia en el AGN. El mapa que elaboró

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M a p a 3. Jurisdicción de Colotlán, 1793. C artografía h is tó r ica de la N i u G a lic ia , p. 267.

(marcado sin autor y posible factura del coronel Calleja).

BEATRIZ

RO

JAS

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Un nuevo informe fue preparado en 1792 por el coronel Simón de Herrera y Leyva y por el mismo Calleja, en donde se incluyeron varios mapas. Toda esta serie de informes permitió al virrey plantearse la posi­bilidad de una distribución de los territorios de estas provincias. Para llevarla a cabo tomó parecer en varias instancias de la administración virreinal. Los dictámenes fruto de esta consulta fueron muy variados, pero en lo que sí todos coincidieron fue en la necesidad de disponer de mapas para poder formarse una idea precisa del terreno que se quería reorganizar. Así, a la consulta que el virrey hizo a la audiencia de Gua- dalajara, ésta le respondió en abril de 1793 que no podía decidir mien­tras no dispusiera de algún mapa de las provincias de Colotlán y Nayarit y de las subdelegaciones inmediatas, pues la Real Audiencia no contaba con ninguno.38 Un gran cambio se había dado en la Audiencia en un corto período, ya que ahora sentía necesidad de los mapas que ha­cía pocos años veía como un estorbo. El virrey, atendiendo a esta de­manda, ordenó a don Miguel Constansó en julio de 1793 que le remitie­ra a la brevedad posible los tres planos de las Provincias de Colotlán y Nayarit y del corregimiento de Bolaños, que se hallaban en su poder, para remitirlos a la Audiencia. Así se podría opinar con conocimiento de causa si sería útil o perjudicial, que todos o algunos de los pueblos de esas provincias se agregaran a las subdelegaciones más inmediatas.

El virrey recibió un detenido análisis del corregidor de Bolaños en enero de 1794, en el cual se mostró favorable a la formación de una nue­va subdelegación sin creer conveniente ni la desmembración de los pue­blos ni la agregación de otros, porque sería "mezclar la fruta buena con la mala".39 Esta era lá opinión más generalizada, pues a ella se adhirie­ron también Félix Calleja y Simón de Herrera y Leyva, aunque alegan­do otro tipo de razones. Para ellos los impedimentos geográficos eran los que desaconsejaban la desmembración.

Las opiniones encontradas retardaron la decisión del virrey Revilla- gigedo, quien al abandonar la Nueva España dejó este asunto inconclu­

Calleja muy posiblemente sea el que se encuentra en el Archivo General de Simancas que

se reprodujo en la Cartografía histórica de la Nueva Galicia, p. 265.

38 AGI, Guadalajara 393, f. 222 v.

39 agí, Guadalajara 393, f. 227

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so. Su sucesor, el marqués de Branciforte, insistió en echarlo a andar nuevamente, cuando cuatro años después de su llegada envió varios re­querimientos a la Audiencia de Guadalajara. Finalmente se retomó el expediente y se decidió proceder a la división pero el asunto de los ma­pas seguía siendo una traba. Por lo tanto la primera orden que dio el fis­cal de Guadalajara el 29 de abril de 1799, fue la de que se formasen dos mapas:

por un Geómetra aprobado con presencia de los autos informes y mapas

que contienen, distribuyendo convenientemente las subdelegaciones y par­

tidos sin detenerse en las demarcaciones actuales, sino en señalar las pro­

porciones y oportunas para los importantes fines a que se espera.40

Pero, nuevamente, la administración virreinal tuvo que reconocer que para elaborar los planos que se requerían hacían falta medios sufi­cientes. El fiscal de la Audiencia de México aceptó la explicación del de Guadalajara de que no se disponía ni de persona capaz de efectuar esta división, ni de los fondos para levantar los mapas necesarios a la com­prensión del problema; que por lo tanto debían basarse en el plano que había levantado el subdelegado Antonio de Evia.41 Pero al revisar el ex­pediente y los mapas en él contenidos, el oidor Munilla de la audiencia de México, se dio cuenta que era imposible trabajar con ellos para se­ñalar la división, por lo cual consideró que era imperativo formar uno nuevo en donde se señalara con diversos colores las nueve subdelega­ciones entre las cuales se dividirían los territorios de Colotlán, Nayarit y Bolaños. Y esto sólo se podría realizar sobre el terreno, para fijar con exactitud los rumbos y las dimensiones.42

40 agí, Guadalajara 393

41 El mapa de Evia puede ser el Plano topográfico de la Provincia de Zacatecas elabora­

do en 1797 por Juan Antonio de Evia, que se encuentra en AGN. Este mapa es una mues­

tra de como se utilizaba la cartografía en estos años, ya que se incluyen las subdelegacio­

nes de Aguascalientes y de Juchipila para mostrar la pertinencia de su anexión a Zaca­

tecas.

42 agí, Guadalajara 393, ff. 549-550.

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Por lo cual Francisco Javier Borbón, fiscal de lo civil de la Audiencia de México, concluyó en marzo de 1804 que si bien lo mejor era dividir el Nayarit y Colotlán entre las subdelegaciones vecinas, era necesario elaborar dos mapas, uno demostrativo del terreno y pueblos que abar­ca cada subdelegación y el otro demarcando las subdelegaciones, corre­gimientos y provincias con el terreno y pueblos que deberían quedar en cada una. Se buscó un agrimensor en la capital, pero como los miembros de esta profesión eran muy escasos se recibieron tan sólo negativas y disculpas: Mariano Zúñiga de Ontiveros dijo que no podía efectuar el pedido del fiscal por una debilidad de vista que le impedía "operación geométrica ninguna". José Mazo y Aviles que era titulado de la capital, estaba encargado de la obra del Santo Desierto y no regresaría hasta su conclusión. Finalmente se entregó todo el expediente a Esteban Gonzá­lez, quien después de revisarlo contestó que no podía hacer el mapa con las divisiones que se le pedían sin efectuar un reconocimiento del terre­no, ya que los mapas que se le habían enviado discordaban con uno que él había formado hacía tiempo, de las inmediaciones de aquel país.43

Estos contratiempos incomodaban a la administración que estaba convencida de la necesidad de dividir estas provincias como lo señaló el oidor Sagarzurieta cuando dijo de manera notable:

el mejor medio que debe adoptarse es el de la división de los habitantes de

dicha Provincia y de la de Colotlán, pues la separación material de distritos

y linderos trasciende los ánimos, destruyendo aquellas especies de interés

común, que impera la comprensión de un territorio, juzgado y gobierno,

como lo esta acreditando diariamente la experiencia pues cuanto más se es­

trechan las relaciones sociales, entre los de un mismo distrito, tanto se ale­

jan del interés y empeños que tocan a otro territorio y que no tienen más

origen que la comunidad de un mismo suelo

y continua con mucha lucidez

una vez divididas las provincias en algunas porciones de Colotlán y Naya­

rit, no sólo se dividirán también los ánimos de sus habitantes acomodán-

43 Idem, p. 555-556.

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dose sus costumbres al gobierno inmediato que se les señalará a los de los

moradores de los distritos que se les agrega, sino que también se apagará

en ellos elación44 que regularmente causa en los hombres la forma de un

particular gobierno, cuando por ella se eren singularizados entre los demás

pueblos, como sucede actualmente en Colotlán y Nayarit.

El expediente fue hasta Madrid, en donde el ministro que hizo de fiscal opinó en agosto de 1806 de manera puramente técnica, que las di­ficultades se presentaban por la falta del mapa demostrativo que per­mitiera comprobar si la división que había efectuado el subdelegado de Fresnillo era pertinente y que desde Madrid era difícil formarse una idea de las circunstancias de estos arreglos. Por lo cual la decisión se de­jaba en manos del virrey. Pero ni el tiempo ni las circunstancia permi­tieron al virrey en turno dar por terminado este expediente. Nayarit y Colotlán no fueron desintegrados. Sin embargo podemos apreciar como la administración colonial había adquirido una nueva apreciación del espacio, en donde las demarcaciones tomaban un nuevo sentido y no se tomaban con ligereza, sino que tenían que ser fundamentadas.

Hacia fines de siglo deben haberse presentado varios asuntos simi­lares, en donde la necesidad de delimitar el espacio hacía indispensable la utilización de mapas. Así ocurrió en 1800, cuando se pensó en fundar tres nuevos obispados, uno de ellos con sede en San Luis Potosí. El fis­cal encargado de este asunto mandó consultar a los obispos de Guada­lajara, Michoacán y al arzobispo de México y pidió a cada uno de ellos enviar un informe con un plan sencillo de todos los territorios de sus diócesis, situando claramente sus términos y las distancias entre sus ca­beceras y las capitales de México, Puebla y Valladolid. Todo esto acom­pañado de un mapa realizado por un perito agrimensor.45

Los tres obispos tardaron en responder y no fue sino hasta 1804 que bajo presión del fiscal contestaron casi todos en los mismos términos. El obispo de Guadalajara, que por esas fechas se encontraba realizando su visita pastoral, contestó desde Aguascalientes el 25 de mayo, que por él

44 Altivez, soberbia en Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Ma­

drid, Espasa Calpe,1984.

45 Nettie L. Benson Library. Colección W. B. Stephens 960.

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hubiera resuelto ese asunto con prontitud, pero que no había consegui­do una "mano diestra" que hiciera el mapa y la única persona capaz en "estos países" no estaba disponible.46

Por Valladolid respondió el cabildo, porque el obispo San Miguel acababa de fallecer, dando cuenta del estado del expediente. El obispo había avanzado los trabajos: recabó "hechos y noticias" y mandó traer de la corte de México todas las "cartas geográficas" que había disponi­bles para tomarlas como referencia y hacer el mapa corogràfico que se le pedía. Había encomendado la elaboración del mapa a fray Vicente Santa María, quien era lector jubilado del convento de San Francisco en la ciudad de Valladolid, por tener experiencia en este tipo de trabajos.47 Sin embargo, al recibir el obispo las Tablas de Longitudes y Latitudes observadas por el barón de Humboldt y del astrónomo Ferrer en que se determina la verdadera posición de las capitales y de otros puntos im­portantes de esta Nueva España, se percató que los trabajos del francis­cano quedaban invalidados, entonces solicitó al joven Juan Martínez de Lejarza la elaboración de un nuevo mapa del obispado que terminó en marzo de 1805.48

No es extraño el cuidado que el obispo San Miguel puso en la elabo­ración de este mapa, pues fue una de las primeras personas que fomen­taron la Ilustración en la Nueva España, pero este interés lo mostró tam­bién el arzobispo de México, quien en marzo de 1805 al presentar su pa­recer sobre la creación del obispado, señaló la necesidad de un mapa "enteramente exacto", por lo cual pedía licencia para que el rector del colegio de Tepozotlán don Christoval de Mendoza, que tenía muy "bien

46 El expediente que consulté se encuentra en la Biblioteca Nettie Lee Benson, perte­

nece a la colección García manuscrito 292 y contiene sólo un mapa, sin que podamos sa­

ber quién lo realizó y bajo orden de cuál obispo.

47 El cabildo de Valladolid se refiere a un trabajo histórico y cartográfico sobre la Co­

lonia de Nuevo Santander que le encargó el Conde de Sierragorda, con el objeto de es­

cribir su historia, "el qual executó con toda la exactitud que le fue posible".

48 Martínez de Lejarza tenía apenas 19 años cuando se le encomendó la elaboración

del mapa del obispado, era colegial de la escuela de Minería y alférez de milicias. Años

más tarde en 1822, publicó Análisis Estadístico de la Provincia de Michoacán, alabado por

Lucas Alamán como la obra perfecta en su ramo. Véase Xavier Tavera Alfaro, Juan ¡osé M artínez de Lejarza. Un estudio de luz y sombra, México, in a h , 1979.

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vistos estos territorios" con la ayuda de un geográfo, localizara cada pueblo, lo que daría por resultado un mapa:

exacto de este Arzobispado, que servir de la mayor utilidad, así para este

obgeto, como para muchos otros negocios, no menos del Arzobispado

como del Virreinato, pues los que hay hasta ahora, no expresan la localidad

individual de Pueblos de que necesitan, como sucede en el que V.E. me ha

dirigido.49

El asunto del obispado de San Luis Potosí, permite mostrar como los mapas se habían vuelto un instrumento indispensable para la adminis­tración colonial, aunque no se había resuelto el problema de su factura por falta de personal.

Reflexión final

Es necesaria una recapitulación para determinar cuales fueron los cam­bios que se efectuaron durante el siglo xvm en la factura y los usos de la cartografía y lo que esto muestra sobre el estado de la administración vi­rreinal. La demanda de mapas por las autoridades siempre existió, sin embargo en el siglo xvm ésta creció con mayores exigencias y con fines más determinados; pero no pudo ser satisfecha por falta de personal ca­lificado. Esto se debe sin duda al retraso científico y técnico señalado por José Antonio de Alzate, quien comparaba los excelentes mapas de que se disponía para Europa, Asia y África, frente a las deficiencias de los de la Nueva España.

Aunque se tuvo conciencia de estas carencias y se intentó remediar­las, los resultados no fueron satisfactorios y vemos como a mediados del siglo xvm se sigue usando el mapa de Ortellius, y el de Villaseñor y Sánchez sigue siendo un referente importante a fines de siglo, pese a que se conocen sus defectos. Por eso, cuando aparece el mapa de Hum- boldt recibe una magnífica acogida. La evidencia de este retraso la ve­

49 bnlb , Colección García, manuscrito 292.

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mos al comparar los mapas que se producían en Europa en esos años con los novohispanos.

Sin duda los defectos de la cartografía novohispana vienen del me­dio en donde normalmente se elabora: agrimensores, alcaldes mayores, curas de pueblo y seminaristas aplicados. Los alumnos de la escuela de minería aparecen tardíamente, pues la cátedra de geografía se fundó en 1801 y no se impartió por mucho tiempo. Este retraso se hizo más evi­dente cuando las reformas impulsadas por el gobierno confrontaron a la administración virreinal con la necesidad de una mejor comprensión del territorio que tenía a su cargo.

Cuando para dividir o conformar un territorio se piensa primera­mente en reforzar los intereses del Estado, como bien lo señaló el oidor Sagarzurieta, es cuando la cartografía se convierte en una herramienta indispensable.