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autor : Carolina Cuesta Las contradicciones del Dr. Sarland La lectura en los jóvenes: cultura y respuesta, de Charles Sarland, México, Fondo de Cultura Económica, 2003. Colección Espacios para la lectura; 302 páginas. “Espacios para la lectura” es una colección de Fondo de Cultura Económica que intenta reunir diversos trabajos, ya sean ensayos o investigaciones, en torno a los problemas que atraviesan la reflexión teórica acerca de la lectura. Si bien se percibe la voluntad editorial de atender a distintas perspectivas disciplinarias en relación con los posibles abordajes de la lectura como objeto de estudio, voluntad pluralista por demás loable, es de señalar también que no todos sus títulos suponen la misma solvencia a la hora de desplegar sus aportes a la prolífica serie de estudios que explicarían en qué consiste la lectura. En este punto interesa señalar otra característica de esta colección basada en el hecho de divulgar investigaciones que hasta el momento se hallaban circulando únicamente por los ámbitos académicos en los que se produjeron. En esta línea de los trabajos desconocidos para quienes se interesan por la investigación sobre la lectura y, más específicamente, sobre la lectura de textos literarios, se inscribe la publicación de La lectura en los jóvenes: cultura y respuesta de Charles Sarland (Doctor en Educación y profesor e investigador de la universidad de East Anglia, Norfolk, Reino Unido). El texto presenta las tesis más relevantes de Sarland que intentarían explicar por qué los jóvenes de su país prefieren leer lo que él denomina “literatura popular” (literatura destinada a un gran público, comercial, menor) y no la valorada por la institución escolar. Con este recorte del problema, Sarland consigue desligarse de debates más vinculados con el valor de la literatura en el campo literario en sentido amplio, ya que no le interesa efectuar un ejercicio de crítica que determinaría la calidad o no de este tipo de producción literaria. Por el contrario, Sarland dirá insistentemente que su estudio se basa en el tipo de lecturas que los jóvenes generan a partir de estos textos sin implicar su mirada de lector “culto” o experimentado, dado que entorpecería el acceso a los significados que estos lectores desplegarían en sus prácticas de lectura. Consciente de la necesidad de presentación que merece su figura como especialista en temas referidos a la lectura y también cubriendo la necesidad de justificar el tipo de investigación que ha desarrollado frente a la comunidad pedagógica inglesa, Sarland comienza su libro con un extenso relato de su formación como educador básicamente en la Inglaterra postacheriana. Así, se dará a conocer como un “maestro formado en los principios del liberalismo inglés con ideas marxistas”, un maestro que creyó en las políticas educativas estatales en tanto su intención de incluir al alumnado juvenil en el juego social y que luego descubrió casi con desencanto que dichas políticas tan sólo tendían a preservar y a ratificar esos valores liberales. En este marco, Sarland historiza el curriculum del Reino Unido y la formación docente en el área de lengua materna para explicar los motivos que subyacen a las selecciones de textos literarios que efectúan los docentes en las escuelas. De este modo, el trabajo despliega un primer eje de análisis que explicaría esa tensión liberal/marxista de su autor: la contradicción. Sarland, lee las contradicciones en las argumentaciones de los docentes que ha entrevistado acerca de las razones para elegir textos, contradicciones que revelarían por un lado, la convicción disciplinadora de esos docentes en tanto que le conceden a la literatura canónica escolar un poder evangelizador y, por otro cierta sensibilidad social que apuntaría a incorporar las voces de los alumnos en esas selecciones, a atender sus intereses. Sarland mismo se presenta desde esa contradicción y nos relata cómo se hizo más evidente para él a la hora de ampliar su formación incluyendo en ella la lectura de los estructuralistas, del Barthes de S/Z, de teóricos de la recepción alemanes como Iser o del modelo semiótico de Eco, los trabajos de Althusser, Eagleton, Freire y los más actuales de Henry Giroux. Según Sarland, este recorrido teórico le confirió una mirada cultural en torno al problema de la enseñanza de la literatura y de la lectura que le ha permitido poner en suspenso la tradición iniciada por Leavis hacia las primeras décadas del siglo XX. Esta perspectiva conservadora y meramente valorativa de la literatura estaría caracterizando a la enseñanza de la literatura como disciplina escolar en el Reino Unido. Luego de este extenso alegato, el libro comienza a desarrollar el trabajo de campo que articula toda la investigación. Sarland realiza una serie de entrevistas para los años ‘80 en una escuela pública de Inglaterra que recibe a jóvenes de familias proletarias, desocupados e inmigrantes africanos y asiáticos, como así también a cierta clase media a la que distingue como propietaria de sus viviendas. Aquí, las distinciones socioeconómicas son confusas, cuestión que Sarland aclara, pero que dice incorporar como necesarias para avanzar sobre las dictaminadas por el sistema escolar: alumnos de nivel “bajo”, “medio” y “alto”. Éstas provendrían de arbitrarios exámenes de aptitud que el autor discute en principio pero que luego funcionan en su trabajo en tanto lugar más que cómodo para realizar conclusiones del tipo: “los alumnos de nivel bajo no pueden leer juegos narrativos en los textos”. En realidad, este es uno de los tantos ejemplos acerca de cómo ciertas expectativas que el libro inaugura quedan truncas cuando se avanza en su lectura. Si en su inicio, se halla una voz autoral que pareciera cumplir con las tareas del buen etnográfo, esto es, dar cuenta de su etnocentrismo a la hora de abordar el campo con el que trabajará, sincerar los marcos teóricos en los que se sitúa para luego generar hipótesis, etc., hacia su final el lector ya habrá comprobado que ese campo tan sólo se constituye como una empiria manipulada que le ha servido al investigador para extraer “pruebas”, como él mismo las llama. Sarland reúne a los jóvenes en sesiones que registrará y/o grabará en las que los interroga acerca de los libros que “han elegido para leer”. Estos libros provienen de un corpus que él les ha suministrado y que ratifica, por lo general, elecciones anteriores. Por ejemplo, los alumnos eligen leer Carrie de Stephen King pues han visto su versión cinematográfica, lo mismo ocurre con First Blood de Morrell, texto en el que se basa la película Rambo. Algo similar sucede con The Fog de Herbert que aparece como una lectura adolescente de circulación extraescolar. Además, el corpus está conformado con textos pertenecientes a la literatura infantil y juvenil, es el caso de Stranger with my face de Duncan o Super Gran de Wilson. En el relato de lo ocurrido en cada sesión Sarland analizará la “respuesta” de estos jóvenes de entre 11 y 15 años de edad a estos textos. La “respuesta” es la lectura que ellos efectúan de estos textos y en ella Sarland centra distintos significados que estarían señalando las características del vínculo que los jóvenes establecen con esta clase de literatura. Pero antes de conocer estas respuestas se asiste a lo que Sarland dijo que no haría: se deberá leer el análisis literario que el investigador hace de los textos y los comentarios acerca de qué le han producido como lector. Así, el argumento de los textos es puesto de relieve junto con algunas lecturas psicoanalíticas y otras del orden de lo simbólico (los personajes que “simbolizan”). Lo que se quiere indicar es que se aprecia ese recorrido teórico literario clásico (por llamarlo de alguna manera) que Sarland ha dicho que maneja, sumado a comentarios impresionistas acerca de su experiencia lectora: los textos intentaban “manipularlo” o “terminaban provocándole placer”. Luego, la respuesta de estos jóvenes es cotejada con la lectura del investigador quien más allá de haber acordado con Barthes que los textos plurisignifican o que la literatura es ideología en términos de Eagleton, acaba situándose más en las posiciones discutibles de los modelos de la estética de la recepción, sobre todo en la versión de Eco de quien toma sus prescripciones para establecer cuándo “hay lectura” y cuando no. Aquí el trabajo de Sarland presenta una gran dificultad metodológica y epistemológica que empaña lo interesante del problema abordado, puesto que se puede afirmar que no existen investigaciones serias que aventuren explicaciones de rigor teórico en torno a las relaciones entre los jóvenes y estos productos de la cultura de masas o como se prefiera denominarlos. En este sentido, Sarland va desplegando en su análisis una serie de tesis parciales interesantes en torno a la dimensión cultural que atraviesa el acto de leer. Por ejemplo, el capítulo en el que desarrolla cómo unas chicas leen Carrie a partir de su construcción de género alcanza una complejidad teórica que permite atender cómo dichas jóvenes inscriben este relato en una serie cultural mayor, esto es, cómo las sociedades determinan qué deben ser las mujeres y cómo deben posicionarse frente a los hombres. Lo mismo ocurre cuando Sarland interpreta las maneras diferentes de ambos géneros a la hora de dar significado a una escena de homosexualidad en The Fog, puesto que se aprecia que el conservadurismo femenino es más permeable a leer este tipo de “desvíos” que el masculino. Pero, Sarland hará sopesar en su sentido de la respuesta la teorización en torno a cómo estos textos, en definitiva, ratifican un orden de cosas cultural, presentan relatos en los que los jóvenes hallan tipificaciones culturales en torno a la sexualidad, el poder, las configuraciones del bien y el mal. De ahí que el vínculo, sus comentarios acerca de si les interesó o no el texto leído refieran tan sólo a si los personajes se conducen correcta o incorrectamente en la trama que los envuelve. Estos comentarios se producen, cabe aclarar, por la direccionalidad de las preguntas del investigador quien de manera recurrente interroga a los jóvenes diciéndoles: “¿y tú harías lo que hizo x personaje?”, etc. Sarland interpretará como hecho positivo estas respuestas confiriéndole ese valor a esta producción literaria: los jóvenes se “reconocen” en estos textos, se “identifican” con ellos y así pueden “aprender” sobre la vida. Y este “aprender” sobre la vida debe ser capitalizado por las escuelas del Reino Unido, pues le permite a los jóvenes incorporar sus identidades en el diseño curricular como motor de aprendizaje, puesto que los alumnos leen tan sólo los textos en los que “se encuentran” (y aquí la adscripción absoluta al modelo de la recepción de Umberto Eco). Entonces, si los alumnos del “nivel bajo” se encuentran en textos como First Blood puesto que se identifican con la marginación que sufre el personaje de Rambo al volver de Vietnam, este texto debe ser incorporado en el canon escolar junto con los clásicos o los considerados alta literatura ya que vehiculizan la posibilidad de leer y no así los otros. En definitiva, Sarland pareciera no resolver aquella contradicción señalada por él mismo al inicio de su libro puesto que este tipo de conclusiones no dejan de inquietar y de generar

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  • autor : Carolina CuestaLas contradicciones del Dr. SarlandLa lectura en los jvenes: cultura y respuesta, de Charles Sarland, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 2003. Coleccin Espacios para la lectura; 302 pginas.

    Espacios para la lectura es una coleccin de Fondo de Cultura Econmica que intenta reunir diversos trabajos, ya sean ensayos o investigaciones, en torno a los problemas que atraviesan la reflexin terica acerca de la lectura. Si bien se percibe la voluntad editorial de atender a distintas perspectivas disciplinarias en relacin con los posibles abordajes de la lectura como objeto de estudio, voluntad pluralista por dems loable, es de sealar tambin que no todos sus ttulos suponen la misma solvencia a la hora de desplegar sus aportes a la prolfica serie de estudios que explicaran en qu consiste la lectura. En este punto interesa sealar otra caracterstica de esta coleccin basada en el hecho de divulgar investigaciones que hasta el momento se hallaban circulando nicamente por los mbitos acadmicos en los que se produjeron.

    En esta lnea de los trabajos desconocidos para quienes se interesan por la investigacin sobre la lectura y, ms especficamente, sobre la lectura de textos literarios, se inscribe la publicacin de La lectura en los jvenes: cultura y respuesta de Charles Sarland (Doctor en Educacin y profesor e investigador de la universidad de East Anglia, Norfolk, Reino Unido). El texto presenta las tesis ms relevantes de Sarland que intentaran explicar por qu los jvenes de su pas prefieren leer lo que l denomina literatura popular (literatura destinada a un gran pblico, comercial, menor) y no la valorada por la institucin escolar. Con este recorte del problema, Sarland consigue desligarse de debates ms vinculados con el valor de la literatura en el campo literario en sentido amplio, ya que no le interesa efectuar un ejercicio de crtica que determinara la calidad o no de este tipo de produccin literaria. Por el contrario, Sarland dir insistentemente que su estudio se basa en el tipo de lecturas que los jvenes generan a partir de estos textos sin implicar su mirada de lector culto o experimentado, dado que entorpecera el acceso a los significados que estos lectores desplegaran en sus prcticas de lectura.

    Consciente de la necesidad de presentacin que merece su figura como especialista en temas referidos a la lectura y tambin cubriendo la necesidad de justificar el tipo de investigacin que ha desarrollado frente a la comunidad pedaggica inglesa, Sarland comienza su libro con un extenso relato de su formacin como educador bsicamente en la Inglaterra postacheriana. As, se dar a conocer como un maestro formado en los principios del liberalismo ingls con ideas marxistas, un maestro que crey en las polticas educativas estatales en tanto su intencin de incluir al alumnado juvenil en el juego social y que luego descubri casi con desencanto que dichas polticas tan slo tendan a preservar y a ratificar esos valores liberales. En este marco, Sarland historiza el curriculum del Reino Unido y la formacin docente en el rea de lengua materna para explicar los motivos que subyacen a las selecciones de textos literarios que efectan los docentes en las escuelas.

    De este modo, el trabajo despliega un primer eje de anlisis que explicara esa tensin liberal/marxista de su autor: la contradiccin. Sarland, lee las contradicciones en las argumentaciones de los docentes que ha entrevistado acerca de las razones para elegir textos, contradicciones que revelaran por un lado, la conviccin disciplinadora de esos docentes en tanto que le conceden a la literatura cannica escolar un poder evangelizador y, por otro cierta sensibilidad social que apuntara a incorporar las voces de los alumnos en esas selecciones, a atender sus intereses.

    Sarland mismo se presenta desde esa contradiccin y nos relata cmo se hizo ms evidente para l a la hora de ampliar su formacin incluyendo en ella la lectura de los estructuralistas, del Barthes de S/Z, de tericos de la recepcin alemanes como Iser o del modelo semitico de Eco, los trabajos de Althusser, Eagleton, Freire y los ms actuales de Henry Giroux. Segn Sarland, este recorrido terico le confiri una mirada cultural en torno al problema de la enseanza de la literatura y de la lectura que le ha permitido poner en suspenso la tradicin iniciada por Leavis hacia las primeras dcadas del siglo XX. Esta perspectiva conservadora y meramente valorativa de la literatura estara caracterizando a la enseanza de la literatura como disciplina escolar en el Reino Unido.

    Luego de este extenso alegato, el libro comienza a desarrollar el trabajo de campo que articula toda la investigacin. Sarland realiza una serie de entrevistas para los aos 80 en una escuela pblica de Inglaterra que recibe a jvenes de familias proletarias, desocupados e inmigrantes africanos y asiticos, como as tambin a cierta clase media a la que distingue como propietaria de sus viviendas. Aqu, las distinciones socioeconmicas son confusas, cuestin que Sarland aclara, pero que dice incorporar como necesarias para avanzar sobre las dictaminadas por el sistema escolar: alumnos de nivel bajo, medio y alto. stas provendran de arbitrarios exmenes de aptitud que el autor discute en principio pero que luego funcionan en su trabajo en tanto lugar ms que cmodo para realizar conclusiones del tipo: los alumnos de nivel bajo no pueden leer juegos narrativos en los textos. En realidad, este es uno de los tantos ejemplos acerca de cmo ciertas expectativas que el libro inaugura quedan truncas cuando se avanza en su lectura. Si en su inicio, se halla una voz autoral que pareciera cumplir con las tareas del buen etnogrfo, esto es, dar cuenta de su etnocentrismo a la hora de abordar el campo con el que trabajar, sincerar los marcos tericos en los que se sita para luego generar hiptesis, etc., hacia su final el lector ya habr comprobado que ese campo tan slo se constituye como una empiria manipulada que le ha servido al investigador para extraer pruebas, como l mismo las llama. Sarland rene a los jvenes en sesiones que registrar y/o grabar en las que los interroga acerca de los libros que han elegido para leer. Estos libros provienen de un corpus que l les ha suministrado y que ratifica, por lo general, elecciones anteriores. Por ejemplo, los alumnos eligen leer Carrie de Stephen King pues han visto su versin cinematogrfica, lo mismo ocurre con First Blood de Morrell, texto en el que se basa la pelcula Rambo. Algo similar sucede con The Fog de Herbert que aparece como una lectura adolescente de circulacin extraescolar. Adems, el corpus est conformado con textos pertenecientes a la literatura infantil y juvenil, es el caso de Stranger with my face de Duncan o Super Gran de Wilson.En el relato de lo ocurrido en cada sesin Sarland analizar la respuesta de estos jvenes de entre 11 y 15 aos de edad a estos textos. La respuesta es la lectura que ellos efectan de estos textos y en ella Sarland centra distintos significados que estaran sealando las caractersticas del vnculo que los jvenes establecen con esta clase de literatura. Pero antes de conocer estas respuestas se asiste a lo que Sarland dijo que no hara: se deber leer el anlisis literario que el investigador hace de los textos y los comentarios acerca de qu le han producido como lector. As, el argumento de los textos es puesto de relieve junto con algunas lecturas psicoanalticas y otras del orden de lo simblico (los personajes que simbolizan). Lo que se quiere indicar es que se aprecia ese recorrido terico literario clsico (por llamarlo de alguna manera) que Sarland ha dicho que maneja, sumado a comentarios impresionistas acerca de su experiencia lectora: los textos intentaban manipularlo o terminaban provocndole placer. Luego, la respuesta de estos jvenes es cotejada con la lectura del investigador quien ms all de haber acordado con Barthes que los textos plurisignifican o que la literatura es ideologa en trminos de Eagleton, acaba situndose ms en las posiciones discutibles de los modelos de la esttica de la recepcin, sobre todo en la versin de Eco de quien toma sus prescripciones para establecer cundo hay lectura y cuando no.

    Aqu el trabajo de Sarland presenta una gran dificultad metodolgica y epistemolgica que empaa lo interesante del problema abordado, puesto que se puede afirmar que no existen investigaciones serias que aventuren explicaciones de rigor terico en torno a las relaciones entre los jvenes y estos productos de la cultura de masas o como se prefiera denominarlos. En este sentido, Sarland va desplegando en su anlisis una serie de tesis parciales interesantes en torno a la dimensin cultural que atraviesa el acto de leer. Por ejemplo, el captulo en el que desarrolla cmo unas chicas leen Carrie a partir de su construccin de gnero alcanza una complejidad terica que permite atender cmo dichas jvenes inscriben este relato en una serie cultural mayor, esto es, cmo las sociedades determinan qu deben ser las mujeres y cmo deben posicionarse frente a los hombres. Lo mismo ocurre cuando Sarland interpreta las maneras diferentes de ambos gneros a la hora de dar significado a una escena de homosexualidad en The Fog, puesto que se aprecia que el conservadurismo femenino es ms permeable a leer este tipo de desvos que el masculino. Pero, Sarland har sopesar en su sentido de la respuesta la teorizacin en torno a cmo estos textos, en definitiva, ratifican un orden de cosas cultural, presentan relatos en los que los jvenes hallan tipificaciones culturales en torno a la sexualidad, el poder, las configuraciones del bien y el mal. De ah que el vnculo, sus comentarios acerca de si les interes o no el texto ledo refieran tan slo a si los personajes se conducen correcta o incorrectamente en la trama que los envuelve. Estos comentarios se producen, cabe aclarar, por la direccionalidad de las preguntas del investigador quien de manera recurrente interroga a los jvenes dicindoles: y t haras lo que hizo x personaje?, etc. Sarland interpretar como hecho positivo estas respuestas confirindole ese valor a esta produccin literaria: los jvenes se reconocen en estos textos, se identifican con ellos y as pueden aprender sobre la vida. Y este aprender sobre la vida debe ser capitalizado por las escuelas del Reino Unido, pues le permite a los jvenes incorporar sus identidades en el diseo curricular como motor de aprendizaje, puesto que los alumnos leen tan slo los textos en los que se encuentran (y aqu la adscripcin absoluta al modelo de la recepcin de Umberto Eco). Entonces, si los alumnos del nivel bajo se encuentran en textos como First Blood puesto que se identifican con la marginacin que sufre el personaje de Rambo al volver de Vietnam, este texto debe ser incorporado en el canon escolar junto con los clsicos o los considerados alta literatura ya que vehiculizan la posibilidad de leer y no as los otros.

    En definitiva, Sarland pareciera no resolver aquella contradiccin sealada por l mismo al inicio de su libro puesto que este tipo de conclusiones no dejan de inquietar y de generar

  • preguntas o incomodidad acerca de la posicin ideolgica que suponen. Porque aunque la investigacin no contemplara el anlisis de las lecturas que estos jvenes podran haber hecho de otros tipos de textos literarios, seguramente de un canon escolar ingls, resulta difcil no dejar de apreciar en estas tesis de Sarland cierto determinismo social que puede verse, adems, cuando a lo largo del libro insistentemente el autor hace comentarios en torno a cmo estn escritos estos textos, al hecho de que por su sencillez permiten ser ledos, etc. Pareciera que Sarland no puede escapar de las trampas en las que caen varios estudios de impronta pedaggica que dicen ubicarse en miradas culturales que rescataran a los sujetos de las objetivaciones de sus aptitudes, capacidades, etc., pero que luego incurren en las demagogias de homologar el hecho de repensar las prcticas de enseanza en funcin de la facilitacin. Es decir, que una cosa es plantear una investigacin que tome como problema la lectura de textos pertenecientes a estas literaturas destinadas a un gran pblico por parte de jvenes y, de este modo, estudiar cmo son ledas en tanto sus modos de constituirse y otra es disear una investigacin que tiende a comprobar la supuesta validez de hiptesis referidas a las posibilidades de acceso a los bienes culturales, valga la redundancia ms accesibles, por parte de los jvenes. La primera posibilidad de investigacin se halla en el libro de Sarland y es lo que lo hace ms interesante. En esa lnea de trabajo el autor se libera de lgicas clasificatorias segn el modelo terico que cite y produce conocimiento en torno a este tipo de literatura en un movimiento muy interesante que consiste en desvincularla de la literatura en tanto institucin para estudiarla ms bien como relato popular, como parte de las ficciones que toda cultura occidental pone en circulacin por medio de diferentes productos o formas de la narracin (TV, cine, ancdotas, mitos, etc.). Pero esta decisin que permitira evitar el sesgo evaluativo para con este tipo de literatura, y as superar las discusiones estriles acerca de su calidad, se ve empaada como ya se ha sealado por ese anlisis literario entre estructuralista y esencialista, anticuado si se permite el trmino, que lleva a Sarland ms por los caminos de los juicios que de la comprensin terica del problema que intenta abordar. Hay demasiada confianza en los modelos terico literarios propios de los 70 y 80, demasiada adscripcin a que las teoras de la recepcin han explicado el fenmeno de la lectura de textos literarios con sus categoras de lectores implcitos o de encuentros ideolgicos entre autores y lectores que indicaran lecturas ajustadas o desajustadas de los textos. En definitiva, el trabajo de Sarland carece de cierta actualizacin terica necesaria, hoy por hoy, a la luz de los avances de investigaciones que abordan el problema de la lectura a partir del estudio de lectores reales desde perspectivas socioculturales que l mismo dice asumir, pero que socavaran varias de sus presunciones.

    (Actualizacin agosto - septiembre - octubre - noviembre 2003/ BazarAmericano)