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Alteridades ISSN: 0188-7017 [email protected] Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa México Bartolomé, Miguel; Barabas, Alicia Recursos culturales y autonomía étnica. La democracia participativa de los kuna de Panamá Alteridades, vol. 8, núm. 16, julio-diciembre, 1998, pp. 159-174 Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa Distrito Federal, México Available in: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74781616 How to cite Complete issue More information about this article Journal's homepage in redalyc.org Scientific Information System Network of Scientific Journals from Latin America, the Caribbean, Spain and Portugal Non-profit academic project, developed under the open access initiative

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  • AlteridadesISSN: [email protected] Autnoma Metropolitana UnidadIztapalapaMxico

    Bartolom, Miguel; Barabas, AliciaRecursos culturales y autonoma tnica. La democracia participativa de los kuna de Panam

    Alteridades, vol. 8, nm. 16, julio-diciembre, 1998, pp. 159-174Universidad Autnoma Metropolitana Unidad Iztapalapa

    Distrito Federal, Mxico

    Available in: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74781616

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    Non-profit academic project, developed under the open access initiative

  • ALTERIDADES, 19988 (16): Pgs. 159-174

    Recursos culturales y autonoma tnica.La democracia participativa de los kuna de Panam

    MIGUEL BARTOLOM / ALICIA BARABAS *

    * Profesores-Investigadores del Centro Oaxaca del Instituto Nacional de Antropologa e Historia.1 La investigacin para este ensayo se realiz durante el mes de febrero de 1997 en Kuna Yala, Panam, como parte del

    Proyecto Sobre Autonomas Indgenas que dirigimos en el Centro INAH de Oaxaca. Ello fue posible gracias al apoyo de laSecretara Tcnica del Instituto Nacional de Antropologa e Historia de Mxico. Agradecemos al Movimiento de la JuventudKuna y a los sailas y pobladores de la comunidad-isla de Ustupu su fraterno recibimiento. Los datos y reflexiones que aquexponemos deben mucho a la gentileza de distinguidos intelectuales kunas, entre ellos Dimitri Daz Smith, Bernal Castilloy Jorge Stanley. Nuestro colega y amigo kuna Juan Prez Archibold, director del Instituto Koskun Kalu del Congreso Gene-ral de la Cultura Kuna, ley el primer manuscrito y aval su publicacin. Fueron tambin valiosos la lectura y comentariosde Alcida Rita Ramos.

    Los mineros quieren sacar los mejores rganos

    de la Madre Tierra,qu va a ser de nosotros

    cuando la Gran Madre Duma se seque? Las

    minas secarn a mis hermanos rboles, a mis

    hermanos montes,a mis hermanos ros

    Toms de Len, saila de Ustupu, Kuna Yala

    El propsito de este ensayo es contribuir a difundir yanalizar la experiencia autonmica del pueblo kunade la Comarca de San Blas, territorio que designan conel nombre de Kuna Yala y que actualmente pertenecea la Repblica de Panam. En estos momentos, cuandoen muchos pases de Amrica Latina cobran cada vezmayor fuerza las demandas autonmicas indgenas,la poco conocida autonoma kuna es un ejemplo msde una posibilidad de convivencia intertnica, que norequiere de la homogeneizacin de los grupos socialesque integran un mismo Estado. La experiencia kuna

    CULTURAL RESOURCES AND ETHNIC AUTONOMY. THE PARTICIPATIVE DEMOCRACY OF KUNA PEOPLEFROM PANAMA. The purpose of this essay is to contribute to the propagation and the analysis of the self-rulingexperience of the Kuna people from the region of San Blas in the republic of Panama, territory which its inhabitantshave named Kuna Yala.

    no es extrapolable en forma general a otros mbitos,ya que se ha desarrollado a partir de una combinacinespecfica de instituciones polticas y culturales re-dimensionadas y refuncionalizadas con una singularforma de articulacin con el Estado nacional que loincluye. Lo reciente del proceso de construccin delEstado panameo y la relativa debilidad de sus me-canismos polticos e ideolgicos, orientados haciala hegemona territorial, tambin han contribuido a laactual configuracin autonmica kuna. La conjuncinde ambos factores (presin relativamente dbil y vita-lidad poltico-cultural), han influido en las caracte-rsticas de este sistema de convivencia intertnica. Sinembargo, y ms all de su singularidad, encontramosen l referentes comunes a los procesos y demandasautonmicas de otros pueblos, a quienes los estados-nacionales pretendieron despojar de su cultura eidentidad.1

  • Recursos culturales y autonoma tnica. La democracia participativa de los kuna de Panam

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    Contexto

    Las actuales comunidades del pueblo kuna estnsituadas en un vasto rosario de aldeas asentadas enaproximadamente 360 islas y arrecifes coralinos delcaribe panameo. Si bien los poblados son en su granmayora insulares, los terrenos de labor estn ubicadosen la tierra firme cercana, a la que se desplazan diaria-mente en cayucos de remo para trabajar sus cultivos.El conjunto de tierras insulares y continentales tienenuna superficie de alrededor de 2,357 km2, estn po-bladas por ms de 47,000 personas, distribuidas en49 comunidades, de las cuales slo 10 estn en lacosta de tierra firme.2 La regin es denominada Comar-ca de San Blas, pero tanto los mayoritarios insulares,como los litoraleos la conocen como Kuna Yala, el es-pacio territorial exclusivo del pueblo kuna.3 Este m-bito no incluye la comarca Wargandi, integrada portres comunidades (Wala, Nurra y Morti) establecidasen las vecinas selvas del Darin, aunque mantienenuna definida relacin cultural y poltica con el resto.Tambin hay asentamientos kuna en la Comarca deMadugandi, en el Bayano, y en los ros Chucunaque yTuira. Todos los lugares poblados por kunas son con-siderados tierras de la etnia y reconocidos como KunaNega, la Casa de los Kuna. El resto de las tierras con-tinentales recibe el nombre de Abya Yala, lo que tra-ducen como Continente de Sangre.

    El idioma kuna pertenece a la familia macro-chibcha, y presenta tres variantes dialectales regio-nales (San Blas, Bayano y Paya) inteligibles entre s(Turpana, 1987), lo que facilita la comunicacin gene-ral. No obstante la vitalidad lingstica y cultural, cabeapuntar que la migracin temporal o definitiva es muyfrecuente, ya que para 1990 el 27 por ciento de la po-blacin total viva fuera del territorio tnico.4

    La tenencia de la tierra es preferentemente comunalpero admite diferentes modalidades. Existe la propie-dad privada del solar de la vivienda y de los cocales yaque stos, a pesar de ser plantados en tierras comu-nales, perduran muchos aos, por lo que adquieren el

    carcter de un bien hereditario. La mayor parte de lastierras comunales son trabajadas como parcelas fa-miliares. El producto pertenece a quien trabaj la tierra.Tambin hay propiedades comunitarias, es decir, tierrastrabajadas por un grupo de hombres que destinan loque de ah resulte a algn propsito especfico. Asi-mismo se registran tierras de organizaciones locales,quienes solicitan y obtienen su acceso colectivo a unsector de las tierras comunales para generar fondospropios.

    Algunos de los cultivos ms frecuentes son el pl-tano, el maz, el coco, el arroz, la caa de azcar, layuca y el ame, complementados por numerosos pro-ductos de recoleccin tales como el fruto del rbol delpan, tubrculos y frutas silvestres. La principal fuentede protenas animales es la abundante pesca marti-ma y la cacera de la todava importante fauna de lasselvas de Kuna Yala y del Darin. Se trata de unaeconoma orientada a la autosubsistencia, pero bas-tante eficiente y capaz de generar excedentes comer-ciales.

    En las ltimas dcadas la monetarizacin se ha in-tensificado con la explotacin de la langosta, el turismoy la venta de las artsticas molas (textiles que formanparte de la indumentaria femenina), para satisfacerlas demandas de un creciente mercado internacio-nal. Las islas realizan un comercio de trueque entre scon barcos de motor que pertenecen a las cooperativaslocales y monetario con las embarcaciones colombia-nas, que recorren las islas cambiando productos ma-nufacturados por dlares o cocos, los cuales funcionancomo moneda de intercambio con un valor fijo (12.5centavos de dlar). La mujeres tienen un papel centralen la economa y el control del comercio; inclusoalgunas evidencias (Mckim, 1947) sugieren la exis-tencia previa de clanes matrilineales cuya estructurase ha transformado. En la actualidad, si bien la fi-liacin es bilateral, la residencia es matrilocal y lossolares urbanos y los cocales se heredan por va ma-terna. No obstante este predominio econmico la pre-sencia poltica femenina es minoritaria.

    2 Es evidente que el pueblo kuna se encuentra en un proceso de recuperacin demogrfica, que a la vez exhibe la presenciade una gran vitalidad lingstica y cultural, ya que los registrados en el censo son slo los hablantes y en 1950 eran menosde 20,000 (Rubio, 1956).

    3 Existen alrededor de un millar de kunas en Colombia, que se asientan en el Golfo de Urab, en las localidades de Arquay Cuti (Choc) y en Caimn Nuevo y Caimn Alto (Antioquia) (Morales, 1972). En este pas viven bajo el rgimen territorialde resguardo, y en 1992 se reconocieron 7,500 hectreas a las aldeas de Antioquia (Perafn Simmonds, 1995). Los kunasde Panam conocen y recuerdan a sus paisanos de Colombia pero tienen poco contacto con ellos.

    4 La migracin puede ser temporal, especialmente de jvenes que van a estudiar a Panam, o definitiva para aquellos queencuentran buenos empleos. Muchos se han desempeado y desempean como empleados de las bases militaresnorteamericanas del canal. As, para 1990 en la ciudad de Panam residan 6,200 kunas, en Arraijn 1,740 y en SanMiguelito 1,235. En Coln vivan 2,167 y en Bocas del Toro 574 empleados en las plantaciones bananeras (censo de 1990,citado en Guionneau-Sinclair, 1995).

  • Miguel Bartolom / Alicia Barabas

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    Proceso histrico

    Quin dijo que estamos cansados de ser indios?

    Yabiliquia, saila dummad kuna

    La historia del pueblo kuna es un proceso presenteen la memoria de la sociedad y relatado por sus sailas(fundamentos) dirigentes como la continuidad de unalucha de opuestos que se van resolviendo en sucesivassntesis, y que siempre comienza a partir de la narracinde mitos cosmognicos. Los cuatro grandes momen-tos claves de esta historia se inician con la lucha deIbeler (Hroe-Sol) contra Piler (Fuego), de la que Ibelersale triunfante e inaugura un orden humano sobre elmundo. La segunda etapa se desarrolla despus deltiempo originario, cuando el pueblo kuna era persegui-do por los hombres hormiga, los hombres murcilagos:los sawi sawi dule, los buge buge dule, los narwashadule, gente extraa de conductas desviadas que dor-man cabeza abajo, se colgaban del mentn y que com-batan a los kuna en las selvas del Darin.5 El tercermomento crtico comienza a partir de la presencia eu-ropea, cuando el saila dummad (cacique general) Igua-salibler los conduce en la confrontacin contra losespaoles que invadan su territorio. El cuarto mo-mento tiene lugar en el presente, a partir de la rebelinde 1925 contra la polica colonial panamea, unos decuyos principales lderes fueran los saila dummaganIguahibiliguia apodado Nele Kantule (sabio conocedorde los Cantos Sagrados) y Olokindipe, tambin llama-do Simral Colman. As, el concepto kuna del devenirtemporal unifica los sucesos mticos y los histricosdentro de una misma totalidad cronolgica que conju-ga distintos eventos.

    La evidencia arqueolgica propone una antiguaocupacin de la regin, ya estructurada como aldeasagrcolas desde hace 2,500 aos. Para la poca de lainvasin europea los descendientes de estas socieda-des poblaban las selvas del Istmo del Darin, asentadosen las riberas de los grandes ros desde el norte deColombia hasta la actual zona del canal. Un cronistadel siglo XVI (Fernndez de Oviedo, 1950) y un pira-ta del XVII (Wafer, 1903), relatan que era un pueblocuyos hombres usaban estuches pnicos de caraco-las o de oro y se adornaban con narigueras del mismometal. A su vez las mujeres, adems de la nariguera y

    otros adornos corporales, recurran slo a una telabordada y colocada bajo los senos, la actual mola, paraidentificarse como gente, o tule, (Reverte, 1961).

    Al parecer sus aldeas agrcolas estaban organizadasen cacicazgos socialmente estratificados, los jefesusaban altas tiaras de plumas y eran transportadosen hamacas por los comuneros. Lucharon contra losespaoles y se aliaron con los piratas, siguiendo laestrategia de aliarse con los enemigos de sus enemigos,que utilizaron muchos pueblos circuncaribes relacio-nados con la presencia inglesa.

    La colonizacin hispana de la regin fue orientadahacia la minera y acompaada por misioneros. En1726 se produjo un levantamiento kuna en contra dela Audiencia de Panam, recurriendo a una alianzacon franceses hugonotes que se haban establecidoentre ellos, y los espaoles se retiraron del rea hacia1790. A pesar de estas relaciones, la sociedad kuna semantuvo relativamente autnoma, ya que aqu nose desarroll un sistema colonial rgidamente estruc-turado. No se lleg a la paz, sino a un estado de guerrasuspendida o tregua interminable, tal como la califi-cara Carlo Severi (1996: 35). De hecho, el litoral caribese mantuvo como una frontera entre la influencia his-pnica y la inglesa (Howe, 1986: 10).

    En el siglo XIX la penetracin cauchera dio lugar auna nueva confrontacin llamada guerra del Chucu-naque, que provoc una migracin masiva de los kunahacia las islas que ahora ocupan (Guionneau-Sinclair,1995). As, se vieron obligados a abandonar no slogran parte del territorio continental, sino tambin sumontaa sagrada, el cerro Dagarkuna junto al roTuira, que era utilizado como necrpolis, lugar de cultoy mbito poltico aglutinador para las reuniones quecongregaban a los lderes de las distintas aldeas.6 Latradicin oral relata que la causa de la migracin fueuna epidemia desatada como resultado del conflictoentre un gran chamn masculino y uno femenino, unnele y una nelegua, as como por la confrontacin congrupos tnicos rivales (Prestan Simn, 1975). De estamanera, la mayor parte de la poblacin se asent en subello, aunque reducido, territorio insular, pero no perdisu estrecha relacin productiva con la tierra firme deKuna Yala.

    La actual lucha por la autonoma se inicia cuandoPanam se separa de Colombia en 1903, pas en el que

    5 Es muy probable que estas referencias a seres de conductas anmalas aludan a los choc y catos, grupos tradicionalmenterivales de los kuna, con quienes competan por el control territorial de las selvas. Es significativo que su humanidad seacuestionada a partir del hecho de que no compartan el estilo de vida sacralizado propio de los kuna.

    6 Dagarkuna es una montaa de unos 2,900 metros de altura. Se considera que ah inici la tierra actual regenerando almundo despus del episodio de destruccin de la tierra, que forma parte de la mitologa cataclismolgica. Se supone quede ella proviene el etnnimo kuna que designa al pueblo tule.

  • Recursos culturales y autonoma tnica. La democracia participativa de los kuna de Panam

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    en 1871 ya se haba creado la Comarca de Tulenegacomo territorio exclusivo de la etnia. La pugna entreambos estados pretendi involucrar a los kuna, consi-guiendo adhesiones coyunturales; as, el saila dummatInanaguia propuso mantener la relacin histricacon Colombia y posteriormente el saila dummat Colmanintent vincularse con el naciente Estado panameo.Como consecuencia de esta divisin interna, durantealgunos aos no pudo sesionar el Congreso Culturalque unifica a los sailas (jefes) y guebur (comuneros) delas distintas islas. La relacin con Panam se intensi-fic crticamente a partir de 1907 con la llegada de mi-sioneros (catlicos y protestantes), y con la legislacinsobre la civilizacin de los indgenas, que establecallevar nios kunas a Panam para educarlos y de-volverlos a sus comunidades como agentes de acultu-racin. La opresin se enfatiz despus de 1915 cuandose cre la Intendencia de San Blas que, de acuerdo conla mejor tradicin colonial, fue encomendada a unaautoridad no tradicional. Esta poca es recordada poruna intensa agresin en contra de la cultura propia,ya que se pretenda integrarlos a un reciente Estado-nacin panameo que se caracterizaba por no ser indioy hablar exclusivamente castellano.

    El intento estatal por extirpar las tradiciones nativasdesemboc en la rebelin de 1925. Los kunas sealanentre sus causas la presencia de los policas coloniales,inicialmente establecidos para proteger a la poblacinde la invasin de colonos negros haitianos, que llega-ron al Darin despus de haber concluido los traba-jos del Canal de Panam en 1914. Estos policas acul-turadores arrancaban las chaquiras winis de losbrazos y piernas de las mujeres, sus narigueras de oro,las molas de la indumentaria local y pretendan ense-arles bailes no tradicionales. El saila de Ustupu, elNele Kantule (sabio cantor), fue uno de los principaleslderes de esta rebelin que determin la muerte de25 policas coloniales, ultimados por un regimientode guerreros kunas formado especialmente para laocasin. Antes del combate bebieron sangre de jabaly despus tuvieron que ser arrancados del estado li-minar en que los coloc haber participado en la vio-lencia. El ltimo guerrero sobreviviente (hoy anciano)vive en la isla de Ustupu y recuerda que bebieron lasangre del corazn de sus enemigos, por lo que nadiepoda mirarlos y los recluyeron durante ocho das enuna isla deshabitada para purificarlos a travs delcanto de los nele, de los saila dirigentes y del humo

    del tabaco de las pipas fumadas por los absoged, cha-manes que dialogan con los espritus.

    Durante la rebelin se proclam la efmera Repbli-ca de Tule, la Repblica de la Gente, que durara slodos das, ya que fue desintegrada como condicin parala firma de un tratado de paz con el gobierno paname-o que se comprometi a no reprimir a los sublevados(Falla, s/f; Herrera, 1987; Howe, 1996). La presenciade R. March, investigador y funcionario norteamerica-no vinculado con la Smithsonian Institution contribuya detener la represin, pues aparentemente logr quelos Estados Unidos enviaran una embarcacin deguerra para rescatarlo, lo que impidi la accin de lasfuerzas del gobierno.7 Los kunas buscaron el respal-do norteamericano, pero alguna historiografa trata depresentar la rebelin como un intento separatistade inspiracin extranjera lidereado por March, ya queel racismo implcito impide aceptar fcilmente que setratara de un movimiento autonmico organizado porlos propios indgenas. Desde la perspectiva kuna elsaila dummad (cacique general) Inakeliginia recuer-da as los eventos:

    La historia no es como la ensean los wagas (extranjeros).

    Nuestros dirigentes, cansados de tanto odio y de tanta

    muerte, pidieron a Marsh que les ayudara, como Ibeler

    (Sol) busc aliados para destruir el reino de Piler. Marsh

    no haba llorado por la muerte de sus hijos... a Marsh no le

    haban privado de su manera de ser... (Wagua, 1997: 108).

    Los kunas y el Estado panameo

    Cuando en 1904 se crea el Estado panameo, la pri-mera Constitucin de esa naciente comunidad polti-ca no menciona la existencia de pueblos indgenas. Eshasta 1912 que la Ley 56 se refiere a ellos, destacandola necesidad de llevar la civilizacin a los indios quedeben ladinizarse. Sin embargo la rebelin de 1925transforma la perspectiva estatal y en 1928 se reformala constitucin de 1904 agregando que la AsambleaNacional (legislativa) podr crear comarcas territoria-les regidas por leyes especiales. As, en 1938 la Ley Se-gunda crea la comarca de San Blas y en 1952 la Ley18 establece la divisin de regiones indgenas en cuatrocomarcas: San Blas (de los kunas), Bayano-Darin (dekunas y ember), Tabasara (de los guaymes ngoberey buglere) y Bocas del Toro (de los teribe), aunque la

    7 En forma contradictoria, ese mismo ao el gobierno panameo solicit la intervencin de fuerzas norteamericanas parareprimir de manera violenta un movimiento de protesta por el incremento de los alquileres, que fuera una de las primerasprotestas populares en el an recin formado Estado (Soler, 1989: 32).

  • Miguel Bartolom / Alicia Barabas

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    nica que se concreta de inmediato es la de San Blas.8

    En 1953 se promulga la Ley 16 que organiza la co-marca de San Blas. Sin que sea un modelo jurdicopara normar la relacin de los estados con los pueblosnativos, la Ley 16 puede considerarse pionera de lalegislacin indgena en Amrica Latina, en la medidaen que reconoce al pueblo kuna como un sujeto colectivocon derecho a un territorio propio. La misma ley tambinacepta la vigencia de las instituciones polticas nati-vas, con lo que se asume la facultad de autogobiernode la comarca en trminos de la Carta Orgnica del R-gimen Comunal Indgena de San Blas, que pasa a serla ley interna de Kuna Yala. De acuerdo con la tradicinlegislativa presidencialista latinoamericana, la Ley 16impone algunos candados jurdicos, tales como es-tablecer que la Carta tendr fuerza de ley cuando elEjecutivo decida que no entra en contradiccin con laConstitucin y las otras leyes de la Repblica.

    Por la Ley 16 los comuneros de la comarca de SanBlas (Kuna Yala) tienen derecho al usufructo de su zonamartima a travs de una marina mercante propia, ascomo a desarrollar la industria y el comercio autno-mo de la copra. Sin embargo, tanto la salud como laeducacin son responsabilidad del Estado panameo,el que se reserva tambin el derecho de intervenir o ex-propiar reas del territorio kuna con el conocido ar-gumento de la prioridad nacional, as como de darpermisos para las exploraciones y otorgar concesionesmineras, pero indemnizando a la poblacin por losdaos ocasionados. Si bien la ley establece la existen-cia de instancias de gobierno provinciales en el rea,tales como corregimientos e intendencias, que coexis-ten con el gobierno autnomo local, estos funcionariosson kunas elegidos por asamblea y en la prctica suaccin es limitada. La Carta Orgnica determina asi-mismo los lmites de la comarca, la propiedad comunaldel territorio incluido en dichos lmites, la legaliza-cin de la residencia matrilocal, de los sistemas detrabajo colectivo propios y de distintos aspectos de lanormatividad cultural kuna (Guionneau-Sinclair,1991). A pesar de que podra tener mayores alcances,la Ley 16 y la Carta han proporcionado un marco legalposible a la autonoma kuna durante ms de cuatrodcadas.

    En los ltimos aos las instancias polticas deKuna Yala han advertido las limitaciones de la Ley 16

    y se han dedicado a la bsqueda de mecanismos le-gales ms eficientes para la articulacin de la comarcacon el Estado. As, el 15 de junio de 1995, se redacten forma colectiva la Ley Fundamental de la ComarcaKuna Yala, aprobada ntegramente por los delegadosde todas las comunidades de la comarca reunidos enun Congreso General en la isla de Urgandi. En mayode 1997,* dicha ley, que consta de XIII captulos y 77artculos, era estudiada por la Asamblea Legislativapanamea. Las disposiciones finales ponen de mani-fiesto la nunca renunciada voluntad autonmica delpueblo kuna, ya que sealan que esta nueva ley serreglamentada por el Estatuto de la Comarca, el cual,a su vez, ser sancionado por el Congreso Cultural

    8 En 1983 se cre la comarca Ember, pero quedaron fuera de ella unos cuarenta pueblos que quieren ser integrados a esarea territorial. En 1996 se cre la comarca Mandugandi, poblada por los kunas de las montaas. En 1997 se establecela comarca Ngobe-Bugl (de guaymes), en cuyas 600,000 hectreas se encuentra la rica mina de cobre Cerro Colorado.Estas dos ltimas se crearon por la intensa presin indgena a partir de 1990, despus de la invasin estadounidense. Enla actualidad se espera la legislacin sobre la comarca Wargandi, habitada por los kunas de las selvas del Darin.

    * En esta fecha fue redactado el presente artculo (nota del editor).

  • Recursos culturales y autonoma tnica. La democracia participativa de los kuna de Panam

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    Kuna y notificado al poder Ejecutivo panameo parasu conocimiento. Por consiguiente, y aunque an noha sido aprobada por la Asamblea Legislativa, la LeyFundamental rige ya la vida interna de Kuna Yala y suarticulacin con el Estado. En esta ley autogeneradase ratifican la existencia y jurisdiccin de las insti-tuciones polticas propias. El captulo IV seala quelos representantes del Estado y de entidades priva-dasestarn sometidos a la Ley de la Comarca cuando estnen ella. Se establece que la educacin ser bilinge-intercultural y estructurada en forma conjunta entreel Congreso Kuna y las autoridades educativas. Elmismo Congreso dar autorizacin a las rdenes re-ligiosas para hacer proselitismo en la comarca, peropodrn ser expulsadas si atentan contra la religinkuna, la que deber ser enseada en las escuelas.

    En el captulo VI se ratifica la propiedad colectivadel pueblo kuna sobre las tierras delimitadas y es-tablece que su utilizacin y usufructo se realizar deacuerdo a las tradicionales normas locales. Se declaranpatrimonio del pueblo kuna los recursos naturales yla rica biodiversidad regional, estableciendo que todoproyecto de desarrollo cuente con un estudio previo deimpacto ambiental. La cuestin minera es productode especial atencin y se prohiben las explotacionesindividuales, colectivas o estatales sin la autorizacinexpresa del Congreso General. La explotacin tursti-ca de la Comarca se reserva tambin para el pueblokuna y cuenta con una normatividad especfica referi-da a las conductas de los turistas, que deben respetarla cultura local.9 En otros artculos se ratifica el papelpoltico, econmico, administrativo y judicial de lossaila, quienes quedan facultados para recaudar im-puestos, celebrar matrimonios y atender todos losaspectos de la vida colectiva. Por otra parte, si bien seacepta la presencia institucional militar y educativadel Estado en Kuna Yala, tanto los soldados como losmaestros deben ser kunas.

    Dinmica cultural

    La originalidad de la presencia poltica y social de unasociedad nativa se basa en su singularidad cultural. Yel caso kuna es especialmente rico en ese aspecto, ya

    que han podido conjugar un admirable mantenimien-to de pautas culturales propias, con una cada vez mseficiente estrategia de articulacin con el Estado pana-meo y la cultura occidental, de la que ste se asumecomo portador.

    Los kunas han logrado conciliar las epopeyas mticascon el internet, las tradicionales molas con los gradosacadmicos y las pinturas faciales con la administra-cin de empresas. La tradicin propia y la occidentalregional no son necesariamente vividas como anta-gnicas, en la medida en que la segunda es pensada,escogida y traducida en razn de una especfica lgicacultural. En este sentido, se puede proponer que la so-ciedad kuna ha podido ejercer su propia racionalidaden la eleccin de los cambios que la afectan. Este pro-ceso ha sido calificado por Joel Scherzer (1990: 231)como de adaptacin creativa al cambio al advertir lacapacidad kuna por traducir lo nuevo en trminos delo preexistente, logrando as incrementar su reperto-rio cultural sin desvirtuarlo. No se trata entonces deltradicional pueblo avasallado por el abrumador pesoeconmico, poltico, simblico y cultural del sistemacapitalista local, sino de una sociedad notablementedinmica, capaz de generar sus propios cambios enrazn de sus intereses colectivos. Por supuesto queello no excluye la presencia de distintos niveles detensin intercultural, a partir de relaciones sistmi-cas asimtricas, que pueden orientar a muchos indi-viduos hacia la transfiguracin tnica. La culturakuna, como todas las culturas humanas, est en unconstante proceso de transformaciones, pero stastienden a orientarse por la lgica proveniente del propiosistema normativo.10

    De este modo, la misma cosmovisin kuna es to-dava un eficaz instrumento operativo para pensar yactuar sobre una realidad cambiante, que ahora in-cluye la presencia del Estado panameo. Todos los su-cesos deben ser interpretados en funcin del Pabigala,el camino de Paba y Nana, complejo concepto culturalque alude en forma metafrica a la experiencia kunade lo sagrado y que se expresa tanto en conceptoscomo en una vasta tradicin narrativa, que constituyeel ncleo de la teora local del conocimiento. La vi-gencia de Paba y Nana, deidades complementariasque pueden ser entendidas como representantes de

    9 El Congreso General Kuna, reunido en la isla de Achutupu, aprob y public en 1996 un Estatuto de Turismo en Kuna Yala,donde se fijan las normatividades tanto para los desarrollos tursticos (siempre sujetos a la aprobacin de los congresos),como las normas de conducta de los turistas y la proteccin de la naturaleza.

    10 Este proceso ya haba sido sealado en un estudio pionero sobre la aculturacin kuna realizado hacia 1940, en el que sedestaca que la ausencia de procesos de cambio forzado en gran parte de la reciente historia kuna, les ha permitido elegire integrar selectivamente los elementos culturales externos, tanto materiales como institucionales o ideolgicos (Stout,1947: 109).

  • Miguel Bartolom / Alicia Barabas

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    los principios masculinos y femeninos, est presenteen toda reflexin social, que comienza con su evo-cacin para legitimar al orador y sus palabras. Porejemplo, para planear una estrategia poltica que su-ponga una alianza circunstancial con extranjeros wagaso mergi (estadounidenses), conviene recordar que elmismo Ibeler (hroe cultural, Sol) cas a su propia hijacon Olourgunaliler, el Rey de los Vientos, lograndoas infiltrar a su antagonista. Dentro de esta lgica,los episodios del mito heroico de Tuiren, hroe de lostiempos primigenios que gui a los kuna en los com-bates contra pueblos enemigos que los opriman yasesinaban, sirven para que los sailas destaquen queno se deben tomar decisiones apresuradas, tales comohaber permitido la entrada de la escuela y de la policacolonial a la comarca (Wagua, 1995: 27).

    Similares referencias cosmolgicas se utilizan paraanalizar y actuar ante problemas colectivos, configu-rando un sofisticado sistema normativo que quizs sepueda calificar como mtico-ideolgico. Dentro de estalgica, por ejemplo, la voluntad del Nele Kantule parafomentar que los jvenes salgan de la comarca y vayana estudiar a Panam y otros lugares, se legitima a partirde una revelacin que tuvo cuando descendi a travsdel canto hasta el cuarto nivel del universo (bi li bake),donde encontr un rbol de cuyas ramas iban y vol-van los pjaros que se alimentaban de l; por ello supoque deba enviar a los jvenes pjaros de su pueblo aestudiar fuera, para que ayudaran a su gente a rela-cionarse con el poco comprensible mundo exterior. Enlenguaje metafrico se sigue llamando pjaros a losintelectuales kunas que han estudiado en institucio-nes no-indias. Incluso para la narracin de sucesoshistricos relativamente recientes, tales como la re-belin de 1925, se recurre a referentes mticos. As loexpresa un excepcional documento publicado por elCongreso General de la Cultura Kuna (Wagua, 1997)donde se recoge el reciente testimonio del saila dummadInakeliginia, quien para relatar la rebelin acudeconstantemente a referencias mitolgicas, utilizadascomo claves ideolgicas para entender la accin poltica.Veamos un fragmento del texto:

    ...Yo les quiero dar mi mensaje recordando primero a

    Mago (personaje mtico). l nos va a conducir poco a poco

    al corazn del tema... Es la puerta para entrar a los hechos

    de 1925. Sin Mago y Olokuadule, abuelos de Ibeler (hroe

    cultural, Sol), se nos hara difcil entender la sangre que

    se derram por esta tierra (Wagua, 1997: 108).

    De la misma manera, el concepto de territorio t-nico que reivindican ante el Estado que ahora los in-cluye es entendido como aquella porcin del universoconfigurada como un espacio en el cual los seres quelo habitan (sean plantas, hombres, cerros, ros o ani-males), todos dotados de espritu (purba), estn en ar-mona entre s. Dentro de ese mbito hay numerososkalu o recintos sagrados, en los cuales se desarrollancomunidades espirituales especficas de pjaros, ani-males, plantas, minerales u otros seres, cuyos princi-pios vitales se vinculan estrechamente. En este sentido,la naturaleza de la cual forman parte los seres humanospuede ser entendida como una comunidad espiritual,dentro de la concepcin kuna de lo inmaterial en laexistencia.11 En razn de ello, cuando los sailas hablande nuestros hermanos rboles, de nuestros herma-nos ros no estn recurriendo a una metfora bellapero arbitraria, sino haciendo referencia a una comple-ja concepcin cultural del universo. Dentro de dichaconcepcin la Tierra Primigenia es el cuerpo de la GranMadre, vestida de verde vegetacin y cuyos senos yvagina son los ros que producen y permiten reproducirla vida de hombres y animales. Esa Tierra idlica delos orgenes fue mancillada por los descendientes de laprimera pareja, Piler y Pursobi, quienes con sus con-ductas desviadas corrompieron la naturaleza y envi-lecieron la superficie terrestre hacindola dura y dandoorigen al sufrimiento (Chapin, 1993). Es un deber dela humanidad actual impedir que dichos sucesos serepitan y velar por la armona entre todos los seresespirituales que existen en la Tierra.

    Cuando un kuna dice que no debemos destruir alos hermanos rboles que nos dan su medicina, pa-reciera que se trata de una reproduccin de los dis-cursos ecologistas, pero en realidad constituye unaapelacin al cdigo normativo legitimado a nivel mti-co, que idealmente debe regir la relacin con su medioambiente. As lo haba advertido Mac Chapin (1993) alsealar que el concepto de reserva ecolgica era no-tablemente compatible con la percepcin kuna de la

    11 Existe una concepcin mltiple de los aspectos no visibles de la existencia. Segn E. Nordenskiold (1932: 12) son tres: lapurba (doble, esencia), niga (coraje, arrojo, voluntad) y kurgin (aptitud, inteligencia). Los que crean la comunidad espiritualson las purbas: los animales pueden tener purbas humanas, las plantas tienen purbas generalmente femeninas, los sereshumanos tienen purbas animales. Para el antroplogo kuna Arnulfo Prestn Simn (1980), se puede llegar a tener hastaocho almas, aunque el promedio es seis y en las mujeres cuatro, amparadas por el espritu protector baliwitur. Pero ambosautores coinciden en que minerales, animales, vegetales y seres humanos poseen aspectos no materiales capaces decomunicarse entre s; nuestros propios datos de campo confirman la existencia de esta comunidad anmica.

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    naturaleza, ya que en ella hay la nocin de santuariosde plantas y animales que funcionan como kalu (co-rrales). Estos recintos se relacionan con la concepcinkuna de nega (casa), entendida como fundamento yamparo de la vida de una colectividad de seres anmi-camente vinculados, tal como lo expresa la experienciapoltica contempornea de las Onmaked Nega o Casasde Congreso, concebidas como Kalu Koskun, el recintosagrado de los seres humanos. Todos los seres hu-manos, todos los tule habitamos la Nega Du, la GranCasa universal, pero cada grupo diferenciado tienenderecho a su kalu, a su propio espacio.

    El territorio tnico no es slo el lugar de la vida sinotambin el de la muerte. Dentro de la cosmologa kunano hay una nocin de inframundo, ya que al morirtodos deben emprender un largo viaje por el Ro delCielo hasta llegar a la presencia de Paba y Nana; aun-que ese camino tendr mayores dificultades para aque-llos cuyas conductas sociales fueron imperfectas. Porello, cuando se vela a un muerto, se requiere que unnele le cante durante unas 30 horas el masar igar(canto gua) apropiado, ensendole el camino quellevar su purba hacia el ro.12 Pero cuando alguienmuere lejos de Kuna Yala no sabr encontrar el ca-mino hacia el descanso final: as el territorio propiopermite no slo reproducir la vida, sino tambin ase-gurar el destino de las almas en el supramundo.

    La exposicin de los mltiples aspectos del sistemacultural local escapa a los lmites de este ensayo, perono podemos dejar de mencionar algunos de los meca-nismos sociales de reproduccin de la memoria co-lectiva, que garantizan la continuidad de la dinmicacultural y poltica kuna.

    Se trata de una sociedad guiada por la tradicinoral, aunque algunos jefes y muchos especialistas enla manipulacin de lo sagrado conocen un tipo de es-critura ideogrfica que, gracias los trabajos pionerosde E. Nordenskiold, sabemos era ms frecuente a co-mienzos de este siglo. En la actualidad este conoci-miento est restringido a unos pocos especialistas.13

    Sin embargo, la escritura en la propia lengua con ca-racteres latinos no parece ser una prioridad para laintelectualidad kuna, a diferencia de las propuestasde muchos grupos indgenas que ven en la educacinbilinge e intercultural una opcin para el etnodesa-

    rrollo. Aunque el tema no les es para nada desconocidoy existen algunas iniciativas al respecto, resulta qui-zs sorprendente que, a pesar de la gran cantidad demaestros e intelectuales existentes as como del nivelde organizacin poltica de la sociedad, no se hayaconcretado y difundido una escritura en la lenguapropia. Tal vez la respuesta a esta cuestin se encuen-tre en la extraordinaria importancia de la palabra y dela tradicin oral en la cultura. Para los kuna el donde la palabra no es slo reiteracin sino constantecreacin, raramente un mito o un evento de cualquiernaturaleza es narrado por dos personas en formaidntica. La misma eleccin y posicin social de losjefes depende de la capacidad oratoria y de su habilidadpara construir discursos organizados como filigranasde metforas. La metfora tiene un valor fundamen-tal dentro de la estructura discursiva local, tal como loha destacado James Howe (1979: 4) al sealar que...ya que los kunas siembran y cultivan sus metforascuidadosamente, crean jardines simblicos en vez debosques.... Las metforas ayudan a la memoriza-cin en la medida en que impactan emocionalmente alescucha y le proporcionan un referente no slo cog-noscitivo sino tambin afectivo. Resultara sumamen-te difcil conciliar esta riqueza discursiva con las msrgidas normas del lenguaje escrito, aunque, si lo lo-graran, la creacin literaria kuna sera realmente ex-cepcional. El hecho es que la mayora de la poblacinconoce con detalle la historia y las tradiciones propias,que les han sido narradas con gran riqueza expositivaen cada ocasin en que asisten a la Casa del Congreso.La escuela es percibida bsicamente como un mbi-to para aprender el conocimiento de los wagas, de losextranjeros, ya que la sociedad posee sus propios es-quemas de trasmisin cultural educativa, tanto en elmbito familiar como en el colectivo.

    Incluso, para hacer an ms visible el pasado, re-curren a representaciones teatrales comunitarias. Enla isla de Ustupu, durante el mes de febrero, en que seconmemora el aniversario de la rebelin de 1925, ungrupo de jvenes vestidos como soldados colonialesrecorre las calles durante toda la semana, marchan-do y simulando molestar a la gente y en especial a lasmujeres. El da del aniversario son atacados y muertospor otro grupo ataviado como guerreros kuna, quienes,

    12 Existen 12 masar igar utilizados de acuerdo con la edad, sexo y status del muerto, que ensean las formas de subir a losdistintos niveles: caminando, en canoa o volando. En ellos tambin se los describe recurriendo al rico lenguaje metafrico:Se escuchar multitud de voces, de canto, de msica, es Olotataligunigar, armona de tolo, supe, koke, kuli, ted, nono, etc.Multitud que oscila, danza, semejando a una nube de garzas oscilando sobre el mar (Brown, 1996).

    13 El sistema pictogrfico kuna ha sido objeto de diversos anlisis, que coinciden en caracterizarlo como un mtodonemotcnico orientado hacia repertorios lxicos especficos y, por lo tanto, privativo de algunos especialistas. Este artede la memoria extraordinariamente eficaz como lo calificara Carlo Severi (1996: 48), proporciona una informacin visualrelacionada con el aprendizaje y la trasmisin oral. As, la escritura no reemplaza sino que complementa la palabra.

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    al agredirlos, les recuerdan los agravios sufridos hacems de setenta aos. Los adultos desde sus casas y lamultitud de nios que van siguiendo a los actores,tienen acceso de esta manera a una imagen visual delos acontecimientos histricos. Tambin se hacen re-presentaciones teatrales pblicas, con escenografasy vestuarios adecuados, que relatan los momentosclaves de la historia desde la poca prehispnica hastael presente. Todo ello bajo el amparo de la banderakuna, similar a la espaola pero con una svstica enel centro, antiguo smbolo de la cultura, que alude alas actividades de las deidades Paba y Nana. Un relatonarra que Paba y Nana enviaron a cuatro espritushacia los cuatro puntos de la tierra para adquirir co-nocimientos y despus volver al punto de partida. Lasaspas de la cruz sealan los pasos que dieron los es-pritus para regresar al centro. Cabe destacar que lautilizacin de la svstica ha sido objeto de crticas porparte de miembros de la sociedad panamea, quienesla asocian al emblema nazi.

    Dinmica poltica

    En la Casa del Congreso se realiza la democracia

    participativa kuna. Esta tradicin viene de los

    antepasados y si desapareciera los kuna

    quedaramos sin corazn, sin nacin

    Salomn Guerrero, Secretario del Congreso General

    Es poco lo que se conoce sobre el sistema poltico kunavigente en la poca de la invasin espaola. Para elsiglo XVI el cronista Fernndez de Oviedo y Valds(1950) describi la organizacin de los grupos delDarin; si sus descripciones se aplican a los kuna, talcomo ha sido interpretado por algunos autores, el sis-tema poltico se basaba en las jefaturas y su sociedadestaba estratificada en jefes, nobles, comuneros y es-clavos (Nordenskiold, 1938). Hay evidencias de que laguerra desempeaba un papel importante, como loatestiguan las historias actuales de sus tradicionalesrivales choc y catos. Relatos del siglo XVII descri-ben que en el centro de las aldeas exista una casa deguerra, fuertemente construida para resistir asedios.Las referencias del pirata Wafer (1903), quien vivi conlos kuna en ese siglo, hablan de una sociedad conducida

    por urxiganas, jefes guerreros (en dicha poca existanen la costa de San Blas seis de estos jefes que con-trolaban distintas aldeas; cada uno de ellos poda diri-gir un contingente de ms de 3,000 hombres). Por otraparte, hacia 1698-99, Fray Adrin de Santo Toms,quien se relacion con los kunas del sur del Darin, losdescribe viviendo en asentamientos dispersos, sin je-faturas centralizadas ni organizacin social estratifi-cada (citado en Wali, 1989: 24).

    La informacin es ambigua, pero sea cual fuere elsistema prehispnico, es evidente que los kuna de-bieron definir su organizacin poltica durante la po-ca colonial, ya que la situacin contempornea no seasemeja a la que se desprende de los antiguos registros.Tal vez se pueda suponer que la estratificada sociedadesclavista de los cacicazgos fue radicalmente trans-formada por la invasin espaola que inhibi la com-petencia blica por esclavos, obligndolos a redisearsu estructura social buscando un modelo ms igua-litario (Stout, 1949). O tal vez prevaleci el modelo dereferencia proporcionado por los grupos sureos msigualitarios. No se trata de un proceso exclusivo de loskuna, los sistemas de todas las sociedades nativas deAmrica Latina fueron alterados en su esencia por lainvasin, pero en este caso el pueblo kuna logr ejer-cer su propia racionalidad poltica en la redefinicinde un proyecto colectivo.14

    14 No queda claro si la sociedad estratificada de la que habla el cronista Fernndez de Oviedo es la kuna, ya que se refierea distintos grupos, pero si los kunas compartan el modelo de los cacicazgos regionales probablemente la descripcintambin se aplique a ellos. La prdida de poder de los jefes guerreros en el siglo XVII ha sido registrada por D. Stout (1949)cuando comenta un documento de la poca en el que se seala que un jefe que haba acumulado excesivo poder y secomportaba en forma desptica haba sido ultimado por su propio pueblo.

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    En la actualidad la institucin poltica fundamentaldel pueblo kuna es la gran Casa del Congreso, OnmakedNega, que funciona en cada comunidad y que constituyeun centro consultivo, deliberativo y ejecutivo, cvico yceremonial a la vez (la antigua casa de guerra?).Como ya lo sealamos es un recinto sagrado basadoen el concepto de Kalu Koskun, de comunidad espiri-tual humana, de acuerdo al modelo normativo propor-cionado por el hroe fundador Ibeler (Prez Archibold,1997). Si bien todos los seres humanos habitan la GranCasa universal, Nega Du, cada grupo tiene su propiacasa en la que se fundan sus principios territoriales,polticos y sagrados; y la casa del pueblo kuna es laOnmaked Nega, que representa el ncleo ideolgicode la sociedad, sintetizando la existencia colectiva. Aslo propone un autor kuna:

    Hablar de Nega remite y fundamenta la estructura social

    y (permite) decidir entre varias opciones de organizacin,

    produccin, educacin, desde la peculiar manera de ver

    el mundo, al ser humano y a Paba-Nana. Tener su propio

    Nega no significa aislarse de otras naciones, sino es fun-

    damento para una veradera comunicacin, con base en

    iguales oportunidades con los otros (Prez Archibold,

    1997).

    Por ello, su papel no se limita a lo poltico-secular,la Casa funciona como un templo donde la comuni-dad se comunica no slo entre s, sino tambin con lasdivinidades asociadas al orden de la sociedad, que semanifiesta coextenso con el orden del cosmos; es lacasa de los seres humanos pero tambin de las dei-dades Paba y Nana. Onmaked Nega tambin podraser traducido como Casa de Adoracin, en la que se re-produce el modelo ideal de la sociedad; as, por ejem-plo, el poste central es el llamado puar que representaal saila (fundamento) que preside las reuniones de laCasa del Congreso, pero que al igual que sta necesitadel auxilio de los dems, ya que requiere de las lianas,caas y paja para que la estructura se mantenga uni-da. Las hamacas centrales en las que se recuestan lossailas para cantar son consideradas el regazo de laMadre Tierra de la que, los que la invocan, extraen susabidura. De acuerdo a la tradicin nativa las hama-cas, creadas (o nacidas) en los tiempos primigenios enmedio de la sangre, fueron introducidas a la Casa delCongreso por el hroe cultural Tat ipe, esta situacinles confiere una potencia sagrada y las hace aptas slopara los sailas, nadie ms puede utilizarlas (Howe,1979: 8).

    El mismo simbolismo de la Casa del Congresoindica que sta es presidida pero no dominada por lossailas. La Guebur Bela Onmaked, Asamblea del Pueblo,

    es la instancia fundamental de la vida poltica a la queconcurren todos los comuneros o guebur. En la Casadel Congreso se discute tanto la vida interna de cadaisla o poblado como las relaciones con las otras comu-nidades y el mundo exterior; pero tambin hay reunio-nes no motivadas por razones coyunturales en las quela sociedad bsicamente reafirma los principios so-ciorreligiosos que guan la vida colectiva. En la mayorparte de las aldeas las reuniones seculares son deasistencia principalmente masculina o macher campi(slo para hombres) y las sagradas incluyen a las mu-jeres, por lo que son llamadas omekan pela las mujeresy todos (Howe, 1979: 7). Existe una creciente tensiny demanda de mayor participacin poltica de las mu-jeres, cuyo papel tradicional ha sido influir en los votosde los hombres de sus casas: pero una prueba de laadaptabilidad del sistema es la reciente designacinde una saila mujer.

    Cada aldea tiene sus propios estatutos organiza-tivos, reglamentos y comisiones especficas, tales comolas dedicadas a la justicia (puksugalu) o la legislacinlocal (kalukoskun). Distintos funcionarios son elegi-dos por el Congreso y contribuyen al desarrollo de lavida colectiva. Cada saila es acompaado por el argar,intrprete y vocero, que debe ser un gran conocedor dela cultura para ser fiel en la traduccin de los cantossagrados que entona el saila. Los guardias locales vo-luntarios, llamados suaribgan, estn encargados demantener el orden en la comunidad y en la Casa delCongreso, convocar a las reuniones y hacer cumplir lasresoluciones del Congreso, portando una especie debastn de mando tallado con figuras sagradas y puri-ficado por el canto de los sailas, quienes as sacralizanese smbolo del poder colectivo.

    Otros funcionarios son los sapin dummagan, encar-gados de dirigir los distintos tipos de rituales o trabajoscomunales. Entre ellos est el inna saila que organi-za el ritual de la pubertad femenina, que tiene una no-table presencia en la cultura. El neg saila se ocupa deorganizar la construccin y renovacin de las viviendasde palma. El igar dummad es el encargado de dirigir lalimpieza de los caminos, el naynu dummad de los tra-bajos en las plantaciones comunitarias y el ur dummadtiene como responsabilidad sumar los esfuerzos parael acarreo de los rboles destinados a la construccinde las canoas o cayucos. Hay posiciones relativamenterecientes que surgieron en la dcada de los cuarenta,como la figura del piskar o fiscal, que se ocupa de losproblemas locales (Howe, 1978). Prcticamente todoslos espacios comunales (los muelles o las precariaspistas de aterrizaje), cuentan con un especialista en-cargado (Orn, 1980), aunque por lo general la ad-ministracin econmica de estas actividades est en

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    manos de las emprendedoras mujeres locales y en es-pecial de aquellas que gozan de mayor prestigio social.La multiplicidad de funcionarios hace que las accionesde los sailas dependan de las decisiones de un crecientegrupo de personas (Howe, 1979), con lo que resul-tan cada vez menos verticales, ya que deben tomar encuenta no slo las opiniones de la asamblea sino las dediversos delegados.

    Este modelo poltico, como todo sistema socioorga-nizativo, presenta distintos niveles de tensiones yconflictos internos, que incluso han dado lugar a lacreacin de facciones intracomunitarias, que desem-bocaron en la divisin y separacin permanente devarias comunidades (Howe, 1986). No es una empresafcil para el pueblo kuna redisear su vida colectiva,especialmente cuando sta se encuentra constante-mente confrontada con las tensiones provenientes delexterior y que se reproducen en su interior, adoptandola forma de facciones. A ello hay que sumar las presio-nes del propio sistema, generadas por las diferenciasgeneracionales, la an escasa participacin polticafemenina o la creciente diferenciacin econmica. Esteproceso tambin es frecuente en las comunidades in-dgenas agrarias mesoamericanas, tradicionalmenteantagnicas entre s y divididas en su interior. Pero, adiferencia de muchas de stas, los kunas han logradogenerar o redimensionar sus mecanismos polticos in-cluyentes, orientados hacia la resolucin de los conflic-tos intercomunitarios y a las relaciones con el exterior.

    La principal institucin que aglutina a todo elgrupo tnico y cuyos orgenes son aparentemente muyantiguos es el llamado Congreso de la Cultura, Onma-ked Nega Namalaket, que a partir de 1973 se reorganizpara hacer frente a las cambiantes coyunturas polti-cas. Dicho Congreso se rene una o dos veces por aoy a l concurren los sailas de todas las comunidadesacompaados por sus argar. Durante seis das cantanlos mitos de origen, las leyendas, las historias, las nor-mas y los problemas del pueblo kuna. En estas asam-bleas los debates son tan importantes, como el refuerzoy la legitimacin de las tradiciones culturales compar-tidas, que se reiteran a travs del canto de los sailasy el anlisis de los argar. Asimismo designan repre-sentantes para realizar reuniones sobre temas espe-cficos (Prez Archibold, 1997). Incluso el Congreso dela Cultura cuenta con instituciones de investigacinpropias, tales como el Instituto de InvestigacionesKoskun Kalu que publica la revista Onmaked, ascomo libros que recogen las tradiciones y la historiaoral. Tambin est vinculado con la Fundacin DobboYala, dedicada a la proteccin del medio ambiente yrelacionada con diferentes organizaciones ecologistasnacionales e internacionales.

    El 25 de febrero de 1945 en la isla de Dupuala sereorganiz y redise el Congreso General Kuna u On-maked Nega Dummat (que haba sido suspendido enlas primeras dcadas del siglo), con la intencin de quefuera no slo una organizacin regional unificadorade la etnia, sino tambin el rgano poltico para las re-laciones con el gobierno panameo.

    El Congreso General acta como una especie deMinisterio de Relaciones Exteriores, con oficinas en laciudad de Panam, pero sigue las mismas normasconsultivas y deliberativas del sistema poltico local.Su mesa directiva est integrada por los mismossailas del Congreso de la Cultura. ste y el CongresoGeneral se pueden constituir en la magna Asambleallamada Kalu Ibaki, entre cuyas funciones est la deelegir a los tres sailas dummagan (lderes generales),que representan a los tres sectores en los que se divideterritorialmente el gobierno kuna (Nargan, Aligandiy Sasard-Mulatupu). Normalmente el secretario delCongreso General es alguien que domina muy bienel castellano, eventualmente un profesionista, pero aligual que todos est supeditado a la autoridad delCongreso de la Cultura, de los saila dummagan y delos congresos locales. Tanto el Congreso de la Culturacomo los congresos locales cuidan que los caciquesgenerales y los funcionarios del Congreso General nopretendan actuar en forma independiente, adjudicn-dose ms representatividad de la que les otorgan lascomunidades. Esto quiere decir que la Asamblea delCongreso General, adems de configurarse como lainstancia poltica global de Kuna Yala, es, en uno de susaspectos, una institucin de intermediacin genera-da por la organizaciones tradicionales kunas para ar-ticularse en forma ms eficiente con el exterior, peroque sigue la misma lgica poltica que stas.

    Es ahora oportuno detenernos en la figura de losprincipales lderes de cada comunidad local; los sailas,que cumplen funciones tanto polticas como religiosas,jurdicas y de promocin social de sus pueblos (Orn,1980). Son elegidos por consenso de la asamblea enforma vitalicia, pero pueden ser removidos de suspuestos si no los ejercen debidamente. En algunas islas(las menos) el proceso no es tan democrtico, ya quela eleccin es decidida por un grupo de notables quie-nes despus lo comunican al Congreso (Howe, 1986:80). Pero, por lo general, cada Casa del Congreso eligea tres sailas, uno principal y dos auxiliares, que actancomo guas de la colectividad y portavoces de su co-munidad ante el exterior. Son a la vez lderes religio-sos que promueven y refuerzan la reproduccin de lacultura kuna (anmardaed, nuestra forma de ser) yde las normas tradicionales (negselegued, forma dellevar la Gran Casa).

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    La tradicin participativa de los congresos haceque la oratoria sea muy valorada en la sociedad kuna,pero no todos son capaces de utilizar y comprender entoda su profundidad el lenguaje metafrico y esotricoal que recurren los sailas.15 Toda asamblea se inau-gura con el canto sagrado del saila, quien durante msde una hora canta episodios mticos, pero tambin re-ferencias a tradiciones histricas o sucesos contempo-rneos que sern tratados en la reunin. En un senti-do los cantos de los sailas se configuran como mapasorales, en los que se describen la geografa, la historia,la mitologa, las normas y la vida de Kuna Yala. Unaespecie de traduccin literaria del canto es realizadapor el argar, cuya habilidad como intrprete radica envincular las tradiciones cantadas con los eventos yproblemas contemporneos, buscando extraer de ellasguas y normas para la accin colectiva. En ocasioneslos sailas son tambin neles, sabios mdicos o adivi-nos, aunque esta condicin de poder proviene del na-cimiento y no se adquiere por aprendizaje.

    El saila representa el pensamiento de su comunidaden la medida en que es un profundo conocedor de las

    normas que rigen la vida colectiva. Puede hablar porellos y eventualmente representarlos, pero slo cuandolas decisiones a tomar supongan aplicaciones directasde normas preexistentes; sin embargo no puede repre-sentar o decidir por su pueblo ante cuestiones coyun-turales, las que requieren del acuerdo consensado dela asamblea de todos los comuneros.

    Como es frecuente en los sistemas intertnicos,el Estado panameo desconoce el funcionamiento delsistema poltico nativo y pretende recurrir a los sailascomo interlocutores exclusivos, creyendo que poseenel poder de representar a sus pueblos y decidir porellos. El Estado reconoce legalmente la existencia delos sailas, pero pretende asumirlos como funcionariospropios asignndoles incluso salarios, de acuerdo a laarcaica, pero todava eficiente, estrategia colonial dela indirect rule. Han logrado corromper a algunos, conlos consiguientes conflictos internos pero, en general,su intensa vinculacin con lo sagrado los obliga a man-tenerse como guas legtimos de sus pueblos.

    Los sailas de mayor prestigio pueden acceder a lacondicin de saila dummat que traducen como caciquegeneral, tambin en este caso los congresos localeseligen la terna (principal y auxiliares) siendo su liderazgopoltico-religioso reconocido por varias comunidadeslocales que los aceptan como jefes. En ocasiones estereconocimiento puede provenir de todo Kuna Yala,preservando siempre la autonoma de cada comuni-dad. De hecho, aunque en la actualidad existen estossaila dummagan, no se podra aseverar que constitu-yen un poder poltico-cultural centralizado, ya que sulegitimidad proviene de ser depositarios de la memoriahistrica de su pueblo y no de ser considerados re-presentantes de ste, puesto que todas las decisionesdeben ser tomadas por el Congreso General.

    Los sailas se relacionan con otros especialistas tra-dicionales a quienes consultan ante problemas colec-tivos, destacando la vinculacin de la sociedad conlo sagrado. ste es el caso de los absoged, lectores odialogadores, chamanes especializados que puedencomunicarse con los espritus de la naturaleza a travsdel humo del tabaco de sus pipas y tratar as enfer-medades o procesos sociales patolgicos en los queintervengan seres espirituales. A su vez los innadule,seran los curadores en sentido estricto, ya que recurrena la llamada medicina verde (hierbas) para sus te-rapias. El encargado de hacer la bebida ritual de caa

    15 De acuerdo con Joel Sherzer (1990) existen distintos tipos de tule kaya, de lengua de la gente. El saila kaya, lenguaje delos jefes tambin llamado lenguaje de Dios, que es la lengua ritual de los sailas. El suar nuchu kaya, o lenguaje de losfetiches-chamanes nuchus usado para comunicarse con los espritus que poseen a estas pequeas figuras de madera y elkantule kaya que podra ser considerado el lenguaje chamnico. Adems existen tipos de habla especiales usados por losnarradores de historias, por los argar intrpretes, por las mujeres, ome kaya, etctera.

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    de azcar, la chicha fuerte, es el kandur o inna sobatque no slo conoce su manufactura sino que tambinsabe los cantos que acompaan la fermentacin. Todosellos pueden aconsejar y ser aconsejados por los saila.

    Respuestas polticas a las crisis

    Para los kuna las relaciones con el Estado han sidomuchas veces conflictivas, empeados en mantener yhacer ms eficiente su status jurdico autnomo. Lahistoria reciente de las relaciones intertnicas localespuede mostrar, a travs de dos ejemplos, las estrate-gias polticas construidas por los kunas y su CongresoGeneral para enfrentarse al Estado en situacionescrticas que ponan en peligro el territorio y su auto-noma. stos son el caso de la represa del Bayano enel Darin y un proyecto turstico en Kuna Yala.

    La poltica econmica desarrollista llevada a cabopor el gobierno de Panam se expres en la planifica-cin y ejecucin de grandes proyectos de infraestruc-tura. Para los kunas del ro Bayano, empeados enmantener su estilo de vida tradicional y renuentes aaceptar a los waga, la historia de su crisis comienza en1956, cuando los entonces sailas del Congreso Gene-ral firmaron un acuerdo con el presidente, aceptan-do que fuera construida la presa del Bayano; igno-raban que ello supona la prdida del 80 por ciento delas tierras de la Reserva bajo el agua. El proyecto seinici en 1968 y el gobierno, as como la Corporacinencargada de la obra, se vieron obligados a aceptarla existencia de la Ley 16 y a consultar a las autori-dades de la Reserva. Pero los nuevos sailas no pudieronrenunciar al compromiso contraido por sus anteceso-res, a pesar de que las comunidades estaban en desa-cuerdo y no toleraban la tala de rboles y la cacerapracticada por extraos. De todas maneras, entre 1973y 1975, se llev a cabo la relocalizacin de la mayorparte de la poblacin kuna del Bayano: cerca de milpersonas pertenecientes a siete comunidades (Wali,1989: 62).

    Las estrategias de defensa de los kuna se estruc-turaron desde el comienzo a travs del Congreso Ge-neral. Entre 1972 y 1985 negociaron incansablementecon el gobierno y con la Corporacin del Bayano paraobtener la demarcacin de nuevas fronteras territorialesque mantuvieran su continuidad y la indemnizacinpor los rboles frutales que se les haba prometido en1968. El Congreso General nombr una Comisin detres sailas, dos secretarios generales y un grupo rota-tivo de sailas de las comunidades que viajaba frecuente-mente a Panam para entrevistarse con las autoridades,expresar la posicin lograda por consenso del Congreso

    y reportar las contrapuestas del gobierno. La efectividadde la gestin kuna qued demostrada en 1974 cuandoel general Torrijos, junto con enviados del Banco Mundial,asistieron a una reunin del Congreso General enIkanti. All el presidente les prometi que sus derechossobre la tierra seran preservados. La promesa parecicuajar en el Acuerdo de El Faralln firmado entre loskuna y la Corporacin del Bayano en 1976. El orga-nismo encargado del Proyecto se comprometa a com-pensarlos por las tierras perdidas y a comenzar lastareas de demarcacin de la nueva Reserva inmediata-mente despus de la inundacin del reservorio, ademsde proteger los bosques de los madereros y cazadoreswaga, junto con una polica forestal kuna integradapor hombres de todas las comunidades. Sin embargo,el Acuerdo de Fuerte Cimarrn, firmado en 1977, in-dica que no se haba cumplido, ya que los sailas insis-tan ante Torrijos en las mismas demandas.

    La lentitud de las gestiones los llevaron a realizaracciones de fuerza, como el bloqueo del importantepuente del Bayano durante varios das. Todava hasta1984, ya fuera en acciones dirigidas por sailas localeso por el Congreso General en su conjunto, los kunascontinuaban tomando caminos para protestar por elincumplimiento de los compromisos. La misma estra-tegia fue utilizada contra las compaas madererasconcesionadas por el gobierno, a las que se les embar-gaba maquinaria y madera, cuando no pagaban losimpuestos a las comunidades o eran sorprendidascortando ms all de la cuota.

    La capacidad de convocatoria del Congreso Generaly la perseverancia de sus lderes consiguieron que en1980 el Tesoro Nacional los indemnizara por los rbo-les frutales perdidos durante un lapso de ocho aos.La delimitacin de la nueva Reserva debi esperar hasta1996 para ser finalmente legalizada con el nombre deMadugand, un hroe histrico kuna, dado que el go-bierno evada la resolucin en tanto concesionaba acompaas madereras y permita la exploracin delterritorio por parte de compaas petroleras.

    Alaka Wali (1989: 131) concluye que los kunas con-siguieron resolver sus principales problemas internosderivados de la construccin de la presa, reestructu-rando el funcionamiento del Congreso General y lasatribuciones de los sailas para negociar con el gobierno.Incrementaron notablemente la frecuencia de las asam-bleas del Congreso y en ellas se trataron los problemasde la demarcacin, las indemnizaciones y los ultra-jes de los waga. Tambin fueron invitados funciona-rios y autoridades del gobierno o de la Corporacin delBayano para discutir los puntos de la negociacin,aunque sin abandonar la forma ritualizada de expresinpropia de la Casa del Congreso. Los sailas comisionados

  • Recursos culturales y autonoma tnica. La democracia participativa de los kuna de Panam

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    y el Congreso General debieron dar cuentas minuciosasde las negociaciones en torno a la demarcacin y deluso de los fondos que requeran esas gestiones, mismosque provenan de una aportacin colectiva de las in-demnizaciones recibidas por los rboles frutales. Lasituacin generada por la relocalizacin deriv enla formacin de facciones en el interior de las comu-nidades; no obstante, el Congreso General fue un ve-hculo capaz de crear un propsito comn y una soli-daridad colectiva, que les permiti actuar en formaconjunta para la defensa de su territorio y su auto-noma. Resulta significativo recordar que en esa pocaera poco frecuente la organizacin de afectados porgrandes represas en defensa de sus intereses, y muchomenos frecuente que stos se valieran de sus propiasinstituciones, reestructurndolas en funcin de obje-tivos pblicos emergentes.

    Otra situacin conflictiva se gener hacia 1972,cuando el gobierno panameo, a travs del Institutode Turismo, pretendi construir un gran centro tursticoen el mar, a 5 kilmetros al norte de la isla-comunidadde Ro Sidra en Kuna Yala. El proyecto del Turicentropresentado por la compaa Comtec/Tourconsul in-clua un gran hotel y casino construido sobre un bancode coral, as como diversos servicios tursticos. La obrarequera de ms de 1,300 empleados, para quienes seplaneaba crear un asentamiento en la cercana tierrafirme. El proyecto, que sera financiado por el BancoMundial e inversionistas privados, implicaba la cons-truccin de un aeropuerto internacional, una centralde comunicaciones y una planta generadora de elec-tricidad (Snchez, 1975: 17).

    El Congreso General fue informado en varias oca-siones sobre el proyecto, pero no lo objetaron explcita-mente e incluso los saila dummat le dieron al organis-mo turstico un permiso escrito para realizar estudiosde factibilidad. Sin embargo, cuando los ingenieros sepresentaron, el saila de Ro Sidra dijo no estar notifica-do y neg su autorizacin para los trabajos. Mediaronvarias asambleas donde sailas, tcnicos y funciona-rios debatieron el proyecto y sus impactos sobre KunaYala. Finalmente, al saber que se afectara tambintierra firme, la Omnaked Nega decidi no aceptarlo, yaque implicaba destruir la pista de aterrizaje y derribarnumerosos cocales (Snchez, 1975: 19). La obra fuecancelada.

    La crisis generada destac, por una parte, los in-tentos de manipulacin del gobierno y la empresa paraobtener del Congreso General una autorizacin que no

    provena del acuerdo de la Asamblea General y, porotra, mostr los conflictos de intereses entre los kunasque estaban montando una pequea infraestructuraturstica en algunas islas y que se veran afectados porel proyecto y los kunas de islas no susceptibles de de-sarrollarse tursticamente, que pensaban resultarbeneficiados con nuevos empleos. Estas tensiones in-ternas se vieron reflejadas en el Congreso General, yla ambigua actuacin de los sailas fue muy criticada,cuestionando el papel que jugaron (Snchez, 1975: 20).

    Es posible que el debilitamiento coyuntural del sis-tema poltico, cuyos lderes demostraron ser manipu-lables por los intereses del megaproyecto, haya tenidocomo consecuencia la reestructuracin del CongresoGeneral llevada a cabo en 1973, de la que surgieronnuevas esferas de gestin pblica que limitaron el poderde los sailas, distribuyndolo en las comunidades lo-cales. En lo que toca al turismo, la toma de decisionesno fue dejada ya a voluntades particulares o sectoriales,sino que se reglament internamente. As, el captuloVII de la Ley Fundamental de la Comarca (1995) es-tablece que el desarrollo turstico slo puede ser con-trolado por kunas. Actualmente existen hotelesecolgicos en Nargan, Wichubwala, Nalunega, Cart-Sugtupu y Aligand, manejados de acuerdo con un re-glamento de proteccin ambiental y cultural que buscareflejar las concepciones locales.

    El estilo poltico

    Hasta el presente toda agrupacin u organizacinkuna, dentro o fuera de Kuna Yala, est orgnicamen-te vinculada con el sistema poltico tradicional. El Mo-vimiento de la Juventud Kuna, creado en 1972 e inte-grado por estudiantes que radican en la ciudad dePanam, siempre ha mantenido una slida relacintanto con sus comunidades de origen, como con loscongresos locales a los que asisten para exponer susproblemas. En la ciudad existe tambin la Asociacinde Estudiantes Universitarios Kunas que aglutina aunos 550 jvenes pjaros de todo Kuna Yala, amnde algunos residentes en Chiriqu y Bocas del Toro, estaorganizacin tambin est relacionada con el Congresode la Cultura. Dentro del mismo sistema de relacinestructurada se encuentra la Asociacin de EmpleadosKunas de las Bases Militares (del Canal de Panam)cuyo presidente concurre y consulta a los sailas en loscongresos.16 Por distintas razones varios miles de kunas

    16 El Nele Kantule realiz en 1931 un acuerdo con las autoridades estadounidenses para que los kunas que lo desearanpudieran trabajar en las instalaciones civiles y militares que rodeaban el Canal.

  • Miguel Bartolom / Alicia Barabas

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    migran en forma temporal o definitiva a la ciudad dePanam, pero all se han concentrado en cuatrobarrios, cada uno de los cuales tiene una organizacinlocal, entre cuyas funciones se encuentra la rela-cin con el Congreso de la Cultura y el Congreso Ge-neral, adems de mantener la vinculacin con susrespectivas islas de origen.

    Lo hasta aqu expuesto no supone un panoramaidlico de las relaciones entre los kuna y el Estado pa-nameo, ya que su articulacin est sujeta a constan-tes tensiones y negociaciones. De hecho, la vinculacines asimtrica tanto a nivel poltico como cultural. Peroa pesar de las presiones hacia la transfiguracin t-nica que reciben los jvenes, y que en ocasiones de-semboca en la negacin de su mundo (Chapin, 1993),el sistema poltico kuna trata de no perderlos y man-tenerlos en relacin no slo con su organizacin tradi-cional, sino tambin con su cultura. Un ejemplo de estopudimos observarlo en la Casa del Congreso de Ustupudurante la realizacin de un Congreso de la Juven-tud Kuna, cuando el saila Lombardo de Wargandi, queasista a la reunin como invitado, recrimin en formaamistosa a uno de los expositores por hablar como unwaga (extranjero) con palabras sin sabor, que soncomo un viento que golpea el rostro y que no nos dejannada...; con ello aluda al lenguaje poltico radicalpero occidentalizante y sin referencias sagradas utili-zado por el ponente, que no respetaba la estructuradiscursiva tradicional. Este hecho no responde slo aun purismo ideolgico sino a una deliberada estrategiacultural, ya que las rupturas de los sistemas discursi-vos tienden a transformar los esquemas interpreta-tivos presentes en los modelos culturales, modificandola relacin entre el lenguaje y la experiencia cultural(Hammel, 1995).

    Resulta difcil calificar en forma sinttica el marcoinstitucional que regula la vida colectiva kuna. Si lareferimos a distintas formas histricas de convivenciasocial podramos hablar de una democracia teocrticaparticipativa: democracia en la medida en que la sobe-rana radica en el pueblo, teocrtica,17 ya que sus l-deres son especialistas poltico-religiosos, y participa-tiva puesto que la colectividad no delega su autoridaden sus representantes, sino que recurre al consensode la asamblea. Ms all de su legitimidad y eficaciainterna, el sistema se caracteriza por la plasticidad yadaptabilidad estratgica, que le han permitido articu-larse eficientemente con el mundo exterior sin perdersu singularidad. Incluso han logrado tener diputadosy representantes en la Asamblea Legislativa paname-

    a, aunque su desempeo no siempre ha correspondidoa las expectativas colectivas. Sin embargo, la autono-ma tule, soada por los saila dummagan Nele Kantule,Simrad Colman y los rebeldes de 1925, se est alcan-zando, ya no a travs de la confrontacin armada sinode la tenacidad cultural y poltica del pueblo kuna.

    Entre las muchas posibilidades de reflexin queofrece el anlisis del caso kuna, quisiramos destacarque la aparente utopa de las autonomas tnicas enAmrica Latina aparece aqu de forma concreta, comouna dimensin de lo posible. Si bien los distintos con-textos tnicos y polticos latinoamericanos no son ho-mogneos, por lo que cada situacin supone un tipoespecfico de negociacin entre los estados y los pueblosnativos, el caso kuna exhibe que una de la estrategiaspara la articulacin de la diversidad en las formacionesestatales multitnicas puede ser la configuracin deautonomas. Los kuna poseen una autonoma cons-titucionalmente reconocida desde hace casi mediosiglo y, a pesar de lo que temen algunos sectores po-lticos y militares latinoamericanos, no han preten-dido ni pretenden separarse de Panam. En la medidaen que las relaciones con el Estado ofrezcan el necesariorespeto por el derecho a la autodeterminacin y el ma-nejo de los recursos territoriales locales, que permitaa las sociedades nativas conservar la capacidad deorientarse hacia fines propios, la convivencia intert-nica en el marco de sociedades plurales se demuestraviable. En lugar de incrementar como suele argu-mentarse los potenciales niveles de conflicto, lasautonomas representan una alternativa de futuro v-lida para el rediseo de los arbitrarios modelos estata-les uninacionales, que se construyeron sobre las plu-riculturales formaciones sociales latinoamericanas.

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    17 El concepto de teocracia se presta a confusiones ya que con frecuencia se asocia a formaciones estatales altamenteestratificadas como las mesoamericanas del periodo clsico. Sin embargo es menos comn relacionarlo con sociedadestribales como la guaran, donde tanto los jefes de familias extensas (tyy ru) como los lderes comunitarios son oporavas,chamanes cantores de lo sagrado, que buscan mantener el equilibrio de la sociedad con el cosmos (Bartolom, 1991).

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