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BARCELONA Rosario E. Camacho M. Barcelona, la segunda ciudad más poblada de España después de su capital Madrid, se muestra al mundo como una ciudad integradora, no sólo de la gente, sino también de su historia. Barcelona, cuya población llega a superar el millón y medio de habitantes, ha sabido mantener y valorar sus edificios y espacios públicos históricos, conjugándose con la evolución funcional y estética de las obras de Antonio Gaudí y Lluis Domenech i Montaner, entre otros, y tratando de responder a las necesidades de la sociedad acorde al momento. Barcelona ha sufrido, al igual que muchas otras ciudades antiguas, conquistas que marcaron su historia, de manera que la ciudad próspera, poco a poco decaía, sin embargo su peor momento fue en el siglo XV. Más tarde, empieza a recuperar su economía gracias a su integración con el resto de España y el intercambio comercial con América. Posteriormente con la industrialización, Barcelona se convierte en una ciudad que acoge a migrantes de varias partes del país, la ciudad crece y se urbaniza, se desarrolla más el puerto y se extiende una red de vías y parqueaderos subterráneos para facilitar el uso creciente del automóvil. Aparece el sistema de trolebús y se amplifica el sistema de metro. Hacia finales del siglo XX, con la muerte del general Franco, en Barcelona surge un nuevo momento económico, impulsando el desarrollo urbano y cultural, apoyados también en la organización de los Juegos Olímpicos de 1992. Hoy, España constituye un importante destino turístico, admirable por sus maravillosas obras arquitectónicas, donde se destacan la Iglesia de la Sagrada Familia, la Casa Batló, Casa Milá, Parque Güell, el Hospital de San Paul, el Teatro de la Ópera de Barcelona, entre otras. Además el espacio público sigue albergando a miles de barcelonenses, quienes conservan sus tradiciones, como el baile catalán en la plaza. Y son las plazas como la gran Plaza de Cataluña, donde convergen las principales arterias viales de la ciudad, las que toman el protagonismo. La movilidad también ha sido un problema, sin embargo han sido las normativas y el mejoramiento de los varios sistemas de transporte público los que han permitido que la ciudad siga siendo espacio de encuentro.

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Page 1: Barcelona

BARCELONA

Rosario E. Camacho M.

Barcelona, la segunda ciudad más poblada de España después de su capital Madrid, se muestra al mundo como una ciudad integradora, no sólo de la gente, sino también de su historia. Barcelona, cuya población llega a superar el millón y medio de habitantes, ha sabido mantener y valorar sus edificios y espacios públicos históricos, conjugándose con la evolución funcional y estética de las obras de Antonio Gaudí y Lluis Domenech i Montaner, entre otros, y tratando de responder a las necesidades de la sociedad acorde al momento.

Barcelona ha sufrido, al igual que muchas otras ciudades antiguas, conquistas que marcaron su historia, de manera que la ciudad próspera, poco a poco decaía, sin embargo su peor momento fue en el siglo XV. Más tarde, empieza a recuperar su economía gracias a su integración con el resto de España y el intercambio comercial con América. Posteriormente con la industrialización, Barcelona se convierte en una ciudad que acoge a migrantes de varias partes del país, la ciudad crece y se urbaniza, se desarrolla más el puerto y se extiende una red de vías y parqueaderos subterráneos para facilitar el uso creciente del automóvil. Aparece el sistema de trolebús y se amplifica el sistema de metro. Hacia finales del siglo XX, con la muerte del general Franco, en Barcelona surge un nuevo momento económico, impulsando el desarrollo urbano y cultural, apoyados también en la organización de los Juegos Olímpicos de 1992.

Hoy, España constituye un importante destino turístico, admirable por sus maravillosas obras arquitectónicas, donde se destacan la Iglesia de la Sagrada Familia, la Casa Batló, Casa Milá, Parque Güell, el Hospital de San Paul, el Teatro de la Ópera de Barcelona, entre otras. Además el espacio público sigue albergando a miles de barcelonenses, quienes conservan sus tradiciones, como el baile catalán en la plaza. Y son las plazas como la gran Plaza de Cataluña, donde convergen las principales arterias viales de la ciudad, las que toman el protagonismo. La movilidad también ha sido un problema, sin embargo han sido las normativas y el mejoramiento de los varios sistemas de transporte público los que han permitido que la ciudad siga siendo espacio de encuentro.

La Estación de Francia, uno de los lugares más importantes de integración ciudadana, al igual que el mercado de la Boquería, son valorados por ser fortalecedores de esa identidad cultural y urbana de Barcelona, que se demuestra en el mantenimiento que reciben y el uso continuo que se les da, sin quedar aislados de la contemporaneidad, sino siendo parte del escenario de cambio, fortaleciendo la identidad de los ciudadanos. El espacio público no dejó de pensarse, se desarrollaron hermosos jardines y áreas verdes, donde hasta hoy se comparte y se conjugan las diferentes clases sociales. Los barrios tradicionales adquieren carácter, tanto por sus nuevas intervenciones arquitectónicas como el Pez dorado de Frank Gehry en la Villa Olímpica. Es así como una serie de plazas y parques acoge a la ciudad y la distribuye, la vuelve dinámica e interesante, mostrándose al mundo espléndida, casi inquebrantable.

Sin duda, la preservación de los hitos urbanos y arquitectónicos en Barcelona han sido la base de la marcada identidad que posee hoy, que a pesar de sus fallas constituye una fortaleza sobre la cual se puede seguir desarrollando una ciudad innovadora, que responde a los requerimientos de la época tecnológica, sin dejar su esencia.