ballent, anahí. la publicidad de los ámbitos de la vida privada

Upload: maria-eugenia-gomez-barbosa

Post on 06-Apr-2018

230 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    1/22

    ALTERIDADES, 1996

    6 (11): Pgs. 53 -74

    La publicidad de los mbitos de la vida privadaRepresentaciones de la modernizacin del hogar en la prensa

    de los aos cuarenta y cincuenta en Mxico

    ANAH BA LLENT*

    In t roducc i n

    Este t rab a jo forma p ar te de u na inves t igac in m sam plia centra da en la relacin entre las t ra ns forma-ciones d e las forma s d el ha bitar dom stico, los cam biosu rba nos y las p olticas es tata les en la ciu da d de M-xico entre los a os de 194 5 y 1960 , que en el plano in-ternaciona l correspondieron a la s egu nd a posguerra. 1

    En cu an to a la poltica y las polticas esta tales en

    Mxico, el concep to de modernizacin fu e un a c lavedel periodo.2 Signific esencialmente la industrializa-

    cin del pas, proceso acelerad o por la Segu nd a Gu erraMun dial y tran sform ad o lu ego en ideologa d e gobiernoen la posguerra, pero tam bin a barc propuestas d ecam bios s ociales y cultu rales, en la poca que Mons ivisha cara cter izad o como el primer gozo del desa rro-llism o (19 77 : 26 8).3 El proceso de industrializacin

    se en contr acompa a do por la intens ificacin d e laconcentracin de poblacin en las grandes ciudades,mismo que se haba iniciado previamente (PerloCohen, 198 1).4 La poblacin urbana, que representa-ba en 194 0 el 35 p or ciento del total, ascen di al 58.6por ciento en 1 97 0. A su vez, se redu jo la poblacin

    ocup ad a en el sector prima rio en b eneficio de los sec-tores secu nd ario y terciario. Este ltimo fu e el qu e enma yor medida incorpor a la poblacin qu e aban dona -

    ba la vida ru ral , ya qu e su crecimiento (en cu an to ama no de obra ocupa da) su per al del sector secun da-rio. Como consecu encia de estos procesos se registrun a consolidacin de las clases m edias urba nas , que

    en 197 0 llegaron a estima rse en u n 20 o 25 p or cientode la p oblacin n acional (De Navarr ete, 197 0: 41).

    Dent ro de es te contexto pueden ser u bicadas lasnuevas polticas estatales referidas a vivienda masi-va, u no d e los s ectores d onde el Estad o intervino en lamodern izacin de las formas de h abitar, proponiendonu evos m odelos de h abitar como los conjun tos mu lti-fam iliares d e alta dens idad para empleados p blicos,que poster iormen te se difu nd ir an tam bin en obras

    privadas.5 Estas iniciativas p blicas fu eron p articu lar-men te emblemticas del periodo, ya que s e propu sie-

    ron a rticu lar tres planos d e modern izacin: las formasdel habitar domstico, la relacin vivienda-ciudad y laind u str ia de la cons tru ccin. Pero la m odernizacindel hab itar doms tico no se limit a esta s intervencio-nes p bl icas n i al apoyo estata l a las ind u str ias vin-culada s a la viviend a, sino qu e inclu y la d ifu sin de

    nu evas representaciones sobre el ha bi tar .Nuestro an lisis ha r es pecial nfasis en el sexenio

    aleman ista (194 6-195 2), como el mom ento inicial deimp acto de las represen taciones d el ha bitar modernoa n ivel ma sivo. No se t rat tan to de un mom ento de

    creacin de representaciones (muchas de ellas ya re-

    gistra ban cierta difu sin en d cadas an teriores), sinode un momento de difusin masiva de las m isma s. Ental sen tido, cabe ind icar qu e el periodo de estu dio es

    slo un o de los mom entos de m odernizacin d el ha -bitar domstico y urbano de la ciudad de Mxico, quese encont r precedido por o t ros , a los qu e ind u da-blemen te se vincu laba .6

    Lo que interesa fu nd am entalmen te a este t rabajoson los cambios cul tura les produ cidos por el nu evocontexto intern aciona l emergente de la gu erra, dond ese insta la la h egemona, en p alabras de Octavio Paz

    * CONICET-FADU, Universidad de Buenos Aires; Programade Cultura Urbana, Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa.

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    2/22

    La pu blicida d en los m bitos d e la vida p rivad a...

    54

    (19 50 : 18 7) de u na civilizacin qu e ya n o (tiene) ri-vales y que confunde su futuro con el del mundo. Lahegemona norteam ericana en el plan o intern aciona l,la a centu acin d e la depen dencia mexican a frente aEsta dos Unidos en cua nto a las relaciones b ilatera -

    les, y la ideologa del des arr ollism o y la m odern izacin

    en el plan o intern o, crearon u n nu evo contexto para lacul tura y para la vida cot idiana. Procesos que yaconta ban con un a o dos dcadas de desarrollo (au nqu este fuera len to y se dirigiera s olam ente a ciertos s ec-tores d e la poblacin), como la tecn ificacin d el hogar,la imp ortan cia creciente de los medios ma sivos de co-mu n icacin (cine, rad io y, a pa rtir de 19 50, televisin),

    la atraccin despertada por los servicios y las formasde vida u rban as, y los consecuentes p rocesos de h o-mogeneizacin cul tura l que estos elementos genera-ban , encont raron u n n u evo contexto de desar ro l lo ,que los estimu laba y aceleraba. De esta forma , la cate-

    gora de lo ma sivo termina ba de insta lars e definitiva-men te como u n elemento constitutivo de nu evos pro-cesos cultu rales, a tra vs de la difu sin meditica deim genes, condu ctas o estt icas.

    Objet o de es t ud io . La publ ic idad

    de l o s m b it o s d e l a v ida p r i vada

    En es te t raba jo se presentar u n a spec to parc ia l deestas problemticas: la difusin de insis tentes ape-laciones a la m odernizacin de las form as de h abitar

    en la pren sa de la poca (diarios, revista s femen inas,de decoracin y arquitectura). Los mbitos privadosadqu ir an en ese entonces un a pa r t icular resona nciap bl ica, caracter s t ica de los mom entos d e camb io,donde la indu stria y el comercio tratan de imp oner su snu evas crea ciones o produ ctos en el merca do, pero enlos que tam bin los potenciales usu arios prestan u napecul ia r a tenc in a u na ofer ta n u eva y , en a lgu noscasos, casi desconocida.

    Examinaremos u na trama de pu blicaciones de dis-tinto tipo, dirigidas a: 1) un p blico am plio (diarios orevistas femeninas comoHortensia, Femenil, Orqudea

    oLa Fam ilia);2) sectores altos no especialistas (Deco-racin); y 3) a u n p blico de profesionales, sobr e todoarqui tectos (Espacios). Tra tarem os de encont ra r loselemen tos comu nes qu e inform en s obre el clima cul-tu ral especfico de ese mom ento de gran des tr an sfor-ma ciones en la sociedad m exican a, pero tamb in de

    observar a los produ ctores cu ltur ales (en este caso, losarqu itectos) reflexiona nd o y crean do en relacin contales t ran sformaciones.

    El proceso de difusin en m edios m as ivos se ap oyabaen u na cons igna qu e se extenda a partir de mediados

    de los a os cu aren ta: la de vivir bien. En otra s pa -labra s, se observa u na exhortacin al apren dizaje dela rt e de vivir b ien, de sa ber vivir, o de vivir m ejor,par a introdu cir distint os trminos emp lead os por losmedios de comu nicacin con los qu e se designa ba u na

    misma idea en tal momento.

    La con signa de vivir bien , como u n a exp ecta tivaesencial de la s ociedad d e consu mo, no se resum a enel ha bitar domstico, sino que condensa ba u na actitudglobal fren te a los ob jetos y s ervicios p rodu cidos por lasociedad. Sin embargo, la vida domstica ocupaba unlu gar fu nd am ental en es ta cons igna. As lo plan teabala revista femen in a Orqudea:...recuerde que vivimos

    como qu eremos . Y todos qu eremos vivir bien, pero h ayque empezar por ten er u n hogar confortable y bello(febrero, 1959 : 40). El hogar se u bicaba a s en el centrode un a serie de tran sformaciones cu ltu rales cuyo ob-

    jetivo era vivir de m an era modern a. Este t rm ino se

    asociaba a u na vida sa lu dab le, confortable, urba na ,que incorporara la tcnica, nu evas pau tas estticas, yu n u so de los locales diferente de los trad iciona les.

    Como se observar en el anlisis, las apelaciones

    se ref ir ieron m s a la tecn ificacin d el h ogar y a lain t roduccin de una decorac in moderni s ta , que ala t r an s fo r m ac in e s t r u c t u r a l de l a ca sa . Con e s t e ltimo trm ino (transformacin estructural de la casa)nos referimos a los elemen tos y d ispositivos qu e desd efines del siglo XIX ha ban incidido en la disp osicin ytipologas de viviend a, m odificand o su conforma cin ,su s u sos , y con e llos , las p au tas cu ltu ra les de l ha -

    bitar d oms tico: in trodu ccin d e servicios p rovedospor red, especificacin de locales sanitarios (cocina yba o) e in corporacin de los mism os al interior de laviviend a, distincin en tre rea s p blicas y privada s d ela casa, y diferenciacin de esta ltima por roles fa-miliares, sexos y edades. Con esta distincin estamosapl icando a las formas d e habi tar u na su gerencia deMarsh all Berma n (198 2), quien, dent ro de la m oder-nidad en tendida como etapa cu ltu ral, distingu e entre

    modernizacin (procesos estructurales) y modernismos(respu esta s cu ltura les a ellos).

    A travs de esta contraposicin (que trataremos de

    probar en la lt ima seccin) , pretend emos formu larpregun tas s obre las cond iciones pa r t iculares en qu ese produ jo la modern izacin de las forma s m as ivasu rban as d e hab itar en Mxico y las cons ecuencias qu eella p u ede ha ber tenido sobre la forma cin de u na cul-tura del ha bitar m oderno. Observaremos tam bin qu e

    en el plano simblico, a travs de la arqu itectura mo-dernista de los a os cu arenta y cincu enta, los a rqui-tectos, como p roductores cu ltura les , elaboraron res-pu es tas a l as profun das t ens iones que animaba n lacul tura de l ha bi ta r de l mom ento , t ens iones qu e no

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    3/22

    Anah Ballent

    55

    lograron resolverse sa t i s fac tor ia -mente en la rea l idad urba na y habi -tacional.

    E l fu t u ro i nm ed i a t o e s t

    ll eno de s o rp re s as

    La m odernidad llegar a t odos, pareceser la ilusin qu e desde distintos sec-tores informa este mom ento. Como essab ido, la d ifu sin de los a vances d ela m odernidad no era u na novedad a

    fines de los a os de 194 0: la a rqui -tectura moderna se difun da en Mxicoa t ra vs de su s referencias europeasy nor teamer icanas desde mediadosde los a os veinte y s e proyectaba o

    construa desde los inicios de la dca-da siguiente (de And a Alan s, 199 0).En los a os treinta revistas popu larescomo La Fam iliaaconse jaban a l p-

    bl ico sobre la con stru ccin de inte-riores mod ern os y sobre las nu evasformas de utilizacin de los espaciosdel habitar, an te la ma nifiesta redu c-cin de su s dimens iones con respectoa las viviend as trad iciona les. Tam bin los electrodo-msticos, el telfono y la radio tenan una fuertepresencia en la prensa desde mediados de los a os

    veinte.7

    Consideran do estos an tecedentes, el momento dela p osguer ra par ece t ener dos carac ter s t icas : 1) laapu esta a la genera lizacin de los beneficios de la m o-dern idad; 2) el nfasis en la velocida d d el camb io tec-nolgico, en u n avance qu e se observaba como a biertoe indefinido. Un aviso de la emisora XEW, La Voz deAmr ica d esde Mxico, conden sa estos elemen tos yes i lu s t ra t iva d e l momen to cul tu ra l de fines de los

    aos cu arenta : fes te ja s us 17 a os de emis iones ra -d iofnicas y pr omete l a pr onta incorpora c in d e l am odu lacin de frecu en cia, la televisin y el facs mil:

    Estam os apena s en el comienzo de un a n ueva poca (. . .)

    E l fu tu r o in m ed ia to e s t l len o d e so r p r e sa s . F r en te a l

    magnfico y asombroso desarrollo de la ciencia electrnica,

    l a r ad iod i fu s in q u e h a s t a h ace p o co n o s p a r ec a u n a

    maravil la, resulta un proceso relativamente sencil lo

    (Excelsior18 de s eptiembre, 194 7: 7).

    Se depositaban enormes expectativas en el fu tu ro,pero no se p ens aba en el fu tu ro lejan o (o intem poral)de la u topa, sino en el fu tu ro inm ediato: el futuro es

    hoy, pareca ser el men saje de estos avisos. Eran stasla s concepc iones que fun dam en t aba n y b r i ndabanverosimilitud a las expectativas de vivir mejor y de

    elegir como vivir.

    Ya na d i e p res c i nde d e un a l icuado ra

    (Aviso,La Nueva Revista, no. 2, sept iembre, 194 9)

    Es te clima de confian za en la tecn ologa y el avan ce dela produ ccin indu strial produ can consecuen cias enel ha bi tar y sus representaciones. En tal sent ido, unelemento central lo constituye la tecnificacin del

    h ogar. As, por ejemp lo, observam os qu e en los diariosde fines de los a os cuaren ta au men ta la can tidad de

    avisos relativosa la venta d e electrodomsticos y ar-tculos de confort del hogar, a valad os por la cons ign aHECHO EN MXICO, con su correspondiente yrecientem ent e crea do logotipo del gu ila. E l Pala-ciode Hierro, por ejemplo, publ ici taba sus modernascoc i nas , p l an t eando : Mx i co t am bi n p r oduceart cu los d e lu jo... pero al alcance de tod os (Excels ior,5 de s eptiemb re, 1947 : 10). La Indu stria Elctrica deMxico, S.A. (IEM), por s u pa rte, p ropon a u n a vidamejor en los hogares mexicanos con productosmexicanos (Excelsior, 1o. de agosto, 1949: 9) (fig. 1). 8

    Fig. 1. Int eriores dom inad os p or el confort y la electrificacin. Aviso d eIndu str ias Elctr icas d e Mxico (1949)

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    4/22

    La pu blicida d en los m bitos d e la vida p rivad a...

    56

    Cabe destacar que en m u chos casos se trataba deempresas su bs id iar ias de l as cent ra les nor teamer i -can as (como Genera l Motors, qu e fabr icaba en Mxicolos r efrigerad ores Fr igidaire) o de em pres as conces io-narias (como IEM, concesionaria de Westinghouse).

    Por otra pa r te, la imp ortacin de electrodomst icos

    producidos en Estados Unidos, pese a los intentos delgobiern o mexicano, n o logr ser controlada . De estaforma , en la pu blicida d del mom ento se observa un averdadera guerra entre productores locales , comer-cian tes importadores, su bsidiar ias o concesiona riaspor gan ar e l mercado de las c lases medias u rban asdispuesta s a m odernizar su hogar (y con medios para

    hacerlo).Adem s, m s all d el lu gar en el cua l se fabr icara n

    los produ ctos , l a ima gen d e Es tad os Unidos es ta basiemp re detrs de ellos: eran el smbolo de la m an eraam ericana de vivir.9

    Es innegable que las im genes rei teradas de u naoferta de tecn ologa y con fort cotidian os en diarios yrevistas influan en la transformacin de los imagina-rios sobre el habitar, ya sea a travs de su incorpora-

    cin o cons u mo concretos, como expectativa, o comonovedad inqu ietan te y poco comp rens ible (forma s deconsu mo en el plan o simblico).

    Si los avisos eran capaces de encend er la imagina -cin, pretendiendo que qu ienes n o podan o no que-r an t ran sformar s u h ogar en el de un a fam ilia idealde los aos cua renta o cincu enta, reun ida en s u sala

    junto al televisor y la consola de radio y tocadiscos (fig.

    2) eran inexplicab les s mbolos de atr as o, los precios

    de los electrodomsticos eran capaces de enfriar todafan tas a. En efecto, pese a qu e la venta a plazos se en -contra ba ya genera lizada , los electrodomst icos m simp ortan tes exigan el pago de cu otas s u periores a los100 pesos (datos d e 1952 ).10

    Natura lmente, los a rtefactos p eque os se ofrecan

    por cuo t a s m u cho m s ba j a s .11 Pero presentaban e lproblema de qu e en mu chos casos no eran esencia-les: convendra cargar con la cu ota de u na licu adora,por pequea qu e fu era, cu an do era necesario ah orrarpa ra l legar a ad qu ir i r un refr igerad or? La m odern i-zacin del hogar exiga mltiples reflexiones sobretodo en el caso de u na sociedad qu e apena s se estaba

    incorporand o a l moderno consu mo de ar t culos de lhogar y planteaba una pregunta crucial: por dndeempezar?

    Dos apara tos haban proporc ionado temprana-men te u na relacin costo-beneficio atra ctiva para los

    sectores populares: la mquina de coser (no siempree lc t r ica , pero qu e poda ad apta rse fc ilmente a laelectricida d) y el rad io. Estos son los d os ap ara tos do-mst icos que, cas u almente, regist r el Censo de ed i-

    ficios de 19 39, qu e m ostr la previsible y notab le dife-rencia en tre los promed ios d el pas y los valores delDistr i to Federa l : mient ra s qu e en el pa s exist an 5m quina s de coser por cada 100 h abitantes , en el Dis-trito Federal se registrab an 8 por cada 1 00 h abitantes .En cua nto a r adios, el promedio nacional era de 1.6receptores por cada 100 h abi tantes, mientras que enel Distrito Federal se registra ban 8 por cada 100 . Esto

    significa a proxima dam ente, qu e de ca da 10 fam iliasde l D.F. 4 conta ban con radioen 19 39, an tes de que s e inicia-ra el proceso de indu str ial iza-cin acelerada.

    Para 1 960, el 74 por cientode la p oblacin del D.F. conta bacon r ad io, cifra qu e se elev al91 p or ciento en 1 970 , y el 42

    por ciento cont aba con TV, as-cend iendo al 73 por ciento en1970 (dentro d e estos valores,

    en 19 60 el 28 por ciento contabacon los dos tipos de artefactos,mientras que ta l categora eradel 69 por ciento en 1970) (Se-cretara de Program acin y Pre-su pu esto, 1963 y 1978).12

    Fig. 2. Fa milia tipo de fines de losa os cincu enta, segn la revistaOrqudea , y su escenario natu ral:un a es tancia con m ueblesmoder nos , tocadiscos y televisin

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    5/22

    Anah Ballent

    57

    Esta mos h ac iend o referencia a los apa ra tos qu eha n registra do los censos, au nqu e otros valores pu edendar indirectamente una idea de la extensin de estosprocesos: la p rodu ccin d e apa ratos d omsticos creciacelerada men te entre 19 60 y 19 70: la de refrigerado-

    res (1970) super en m s d e t res veces a la de 19 60;

    la de televisores se quintuplic; la de planchas se du-plic, etctera .13

    Este proceso ocurri en u n periodo en el que, seg ncoinciden los est u dios, p ese a l crecimiento d e la eco-nom a, los sa larios perd ieron p oder ad qu isitivo y lascondic iones de v ida populares empeoraron (DeNavarr ete 197 0, Hewitt de Alcn tar a, 19 77 : 25). Sin

    du da , los prec ios de los a r t culos d e l hogar s e aba -ra taron con b ase en los au mentos de l a produ ccinin du strial y en la creacin de m odelos m s s encillos oportt i les en cier tos ar t efactos, y la apa ricin de u nm er cado de a r t e fac t os u sados . Tam bi n l a ven t a a

    plazos jug u n pa pel fu nd am enta l par a perm it i r e lavan ce de la tecnificacin d el hogar.

    Podremos concluir entonces qu e, al men os en estecam po , la m ode r n idad cu m pl i sus p r om esas? En

    par te , pos ib lemente , au nqu e con u n re t raso de a lgoms de ve in te a os . Pero no es aventu rado su ponerque u na gran can t idad de l 71 por c iento de los po-bladores del D.F. que pa ra 197 0 h aba comprado sutelevisor, lo ha ba h echo con esfuerzo. Y de lo que n oqueda n ingun a du da es que los consu midores cum-pl ieron s u s obl igacion es con la indu str ia y la p u -blicidad. La tecnificacin del hogar (aunque parcial),

    impulsada por el deseo de ser modernos, cambipriorida des de cons u mo fam iliar.

    Con frecuen cia se cons idera a l televisor como elelectrodomst ico cara cter s t ico del per iodo de estu -dio. En efecto, en el caso d e Mxico las emisiones te-levisivas se iniciaron en 1 950 , am plian do el cam po deaccin d e los med ios m as ivos de comu nicacin. En1965, ante el au mento de produ ccin y ventas de tele-visores, la revista Clau dia d e Mxico cons ideraba s u

    obl igacin a cons ejar a las lectoras s obre cal ida des,ma rcas y precios, en la a dqu isicin d e su fiel am igo eltelevisor den t r o de u na o fe r t a am plia qu e descon-

    certaba a los consu midores: Usted debe sa ber esco-gerlo y despu s cu idarlo como a otro m iemb ro de lafamilia. (1o. de octubre, 1965: 68-70).

    Sin emb argo, desde otro pu n to de vista referido ala tecnificacin del hogar, el de la mecanizacin de lastareas domsticas, podramos considerar a la licuadora

    como el smbolo de los electrodomsticos de la pos-guer ra (y por lo ta n to, smb olo de la tecn ificacin d elhogar en tal periodo). Efectivamente, para pasescom o Es t ados Un i dos , que ya con t a ban con c ie r t onivel de tecnificacin antes de la guerra, la licuadora

    seala la difusin del pequeo electrodomstico, es-pecializado y ya n o imprescindible: su giere qu e detr sde ella vendrn mu chos m s, cada vez m s precisos yminuciosos.

    En cam bio, par a los pa ses como Mxico, que en la

    posguerra iniciaba n la tecnificacin ma siva con ba se

    en ingresos fam iliares qu e ind icaban que p odra s eru n proceso lento y dificultoso, la l icua dora era u n ar-tefacto econmico, que p oda incorporars e por su ba jocosto.

    Adem s , en r elacin con los b eneficios d e la tecni-ficac in d e l hogar , su propiedad de ah or rar t rab a johu ma no es evidente. No en todos los cas os es as , pero

    en el de la l icu ad ora, tal carcter s u stitu tivo del tra -ba jo hu ma no, entendido en su sent ido ms la to, esdecir como ahorro de esfuerzo fsico, es claro, ya queperm ite procesar al imen tos s in es fu erzo y en formamu cho m s eficaz que el brazo hu ma no.

    Observemos una contraportada de la revista El Artede Cocinar(ma yo, 19 50 , fig. 3), don de la l icu ad oraBirtm an , (jun to al libro Como cocinar con los aparatosmodernos) es pr esen tad a como el mejor regalo pa ra

    su Mama cita el Da 1 0 d e ma yo; en las imgenes , lan ie ta obsequia un pas te l a su abu ela , mient ras queel ma r ido regala u na licua dora a su esposa . Segn

    Fig. 3. Da de la Madre en 1950. La licuadora era el mejorregalo segn la revista El Arte de Cocinar.

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    6/22

    La pu blicida d en los m bitos d e la vida p rivad a...

    58

    propone la revista, estaba casi perdind ose nu estraBuen a Cocina Mexicana pu es por falta d e servidu m-bre y uten silios ad ecua dos el Ama de Casa , al planea rsu s Men s, descartaba las buen as frmu las como lasque ofrecemos hoy (p. 12). Gracias a la licuadora, en-

    tonces, el am a de casa mexicana podra preparar con

    menos esfuerzo tamales y atoles, mole o postresde frijol y nu ez: mod ern izacin m edian te, ella podraser m s ama d e casa y m s mexican a que a ntes .Volveremos s obre la l icu ad ora m s ad elan te, ahoratrataremos de abordar, tal como lo anticipa la imagende El Arte d e Cocinar, la relacin qu e se obser va en laprensa entre las representaciones familiares y las de

    los electrodomsticos.

    En fam i li a : m ad re e l ec t rom ecn i ca

    y pad res s i n ba rba

    A mediados de los aos cincuenta, los comerciantes eind u striales d e artculos para el hogar, m u ebles y elec-trodomsticos, comen zaron a realizar an u almente las

    Ferias del hogar, para la exhibicin y venta de pro-du ctos, misma s que contaba n con gran aflu encia dep blico. Las ferias in dicaban el impu lso qu e la indu s-t r ia qu e r a i m pr i m i r a e s t e r am o y p r e sen t aba n l aprodu ccin como u n signo d e progreso del pas (nu estroconocido Hecho en Mxico). En estas ferias asistimosa la pu esta en escena d el espacio domstico como unmerca do n u evo y p rivilegiad o. Como trad iciona l reina

    del espa cio domst ico, la mu jer se t ra ns form en elcentro de las a pelaciones d e la pu blicida d, ya que laventa de infinidad de produ ctos dependa de su eleccin.

    Detengm onos en el car tel de la 3 a. Fer ia (195 9)(fig. 4). En l, lneas de rgido trazado geomtricodisean el cuerpo de u na mu jer con los brazos y laspiernas extendidas. La posicin corporal guarda unacuriosa semejanza con el clebre hombre de Leonar-do de Vinci, smbolo del humanismo renacentista, se-

    mejanza que es poco probable que h aya pas ado des-apercibida p ara el disead or . Pero la m u jer que n osocupa slo en pa r te es hu ma na , como el rostro y las

    piernas se ocupan de recordar. En cambio, su s bra zosse ha n convertido en metal, transforma dos en cu cha-ra y tenedor; en su am plio regazo, sobre su delan tal deam a de casa , acoge los componen tes del hogar moder-no: televisor, cocina , planch a, en tre otros; en su pecholu ce una licua dora.

    El nuevo smbolo del objetivo de vivir mejor, quese t rans formaba en u na obses in m as iva de l a pos-guerra, era u na mu jer mitad h um an a, mitad electro-mecnica: una mu jer-nia cu yo cuerpo se confun dacon los a rtefactos de u na cocina tecnificada .

    Pero en el contexto de los a os cincu enta , el men -sa je de l car te l e ra segura men te bas ta nte m enos s i -niestro del que pod emos p ercibir desde la pers pectivaac t ua l . La i m agen a l ud a a un a r gum en t o de ven t au tilizado con mu cha frecuencia y que ya hem os men -

    cionado: la reduccin del trabajo domstico que im-

    plicab a la tecn ificacin d el hogar, y qu e ben eficiab asobre todo y directamente a la m u jer .

    Ver, al resp ecto el aviso d e lavad oras de IEM, qu ereitera u n m ens aje extendido en los a os cincu enta(fig. 5): Deje qu e Laviem tra ba je por u st ed; en lasim genes , e l am a de casa a ban dona e l espa ntoso ypesa do fu entn lleno de ropa , el delanta l y los h u a-

    rach es Laviem m ediante para p asea r e legante-men te vest ida por la ciu dad.

    Pese a que este lt imo a viso t iene u n asp ecto li-berador, la imagen ominosa de nuestra pequeaFr ank ens t e in ve r ncu l a nos r ecue r da que e l pape l

    t rad iciona l de la m u jer y e l hogar como s u espa c iona t u r a l e s t aban s i em pr e p r e sen t e s de t r s de e s t osavisos . La mu jer de l hogar m oderno era fu nda men-talmente esposa y mad re, au nqu e realizara con menos

    esfuerzo fsico las t ar eas dom sticas. La tecn ificacindel hogar m atizab a, p rodu ca inflexiones en los rolestradicionalmen te femen inos p ero no los tran sformab a.

    Ms a n , t odo e l cam bi o de l hab i t a r dom s t i copropu esto y difu nd ido en la p osguerra (y no slo la tec-nificacin del hogar) recaa s obre la m u jer, con b as e ensu rol tradiciona l como organ izadora d e la vida fam i-liar. Como veremos en el punto siguiente, ella ser la

    encargada de s ugerir , proponer , y, en mu chos casos,llevar a la pr ctica tran sform aciones d el espa cio do-mstico.

    Continua remos con este tema ms adelan te. Ahoraquisiramos puntualizar, de la misma forma en que lohem os t ra tado de ha cer en e l caso de l a mu jer , qu im genes de los res ta ntes in tegran tes d e l a fam i liaapa recen en esta t ran sformacin del ha bi tar .

    Para ello no encontra mos ta nto ap oyo en las fu en-

    tes qu e se r efieren a la tecnificacin del hogar, como enlas referidas a a rqu itectur a y decoracin. As, con res-pecto a los nios, se observa un a gran ins istencia en

    el tema de la recmara del nio: el nio deba tenersu propio espa cio, para d ormir, ju gar y estud iar, conmu ebles a s u escala. Los mu ebles ten dr n qu e iragran dn dose al t iemp o que el los crezcan , acons e-

    jaba la revista Orqudea (en ero, 19 49 : 45 ). Ofrecem osseis recm ara s tipo para las d iferentes edad es de su s

    hijos, ya qu e cada etapa de su vida requiere u n a mu e-blado dist into fun cionalmen te ha bland o (Orqudea,diciembre, 1959: 35).

    s t e e s un t em a que t iene un a h is t o ria bas t an t elarga (como mnimo todo este siglo), aunque limitada

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    7/22

    Anah Ballent

    59

    tearse a fines de los a os cincu enta, cu an do tamb in

    comenzaba a preocupar a las revis tas femenina s e ltema de los rebeldes s in cau sa (Orqudea, septiembre,1959: 3) Tendramos qu e agregar tam bin que en talmom ento emerga u n mercado es pecficamen te dir i-gido a los adolescentes (indu men taria, alimen tacin,esparcimiento, etctera) y comenzaba a definirse el es-

    trato juvenil con cara ctersticas cu ltu rales par ticu la-res (en la m sica por ejemplo).

    Seg n los consejos de los decoradores en la p rensa ,e l adolescente , m s a n qu e e l n io , neces itaba supropio espacio privado, donde dormir, estudiar, recibir

    a los sec tores a l tos , y se re lac iona con la m oderna

    cons tru ccin de la idea d e in fan cia. En todo caso, loque vemos en los aos cincu enta , es su d ifu sin a n ivelmasivo.

    Las d istinta s etapas o edades que ma rcaban cortesen el equ ipam iento infantil, segn Orqudea, eran lassiguientes: el beb, la primera infancia, la edad esco-

    lar y, fin almen te, la etapa juvenil. En tre ellas , el temaque s es n u evo y que comienza a constru irse en esemomento, es el del adolescente: la recmara juvenil(en versin femen ina o ma scu lina ) era u n nu evo temade decoracin y equipamiento, que comenzaba a plan -

    Fig. 4. Tercera Feria del Hogar, Cartel. El ama de casa se tecnifica (o aspira a hacerlo)

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    8/22

    La pu blicida d en los m bitos d e la vida p rivad a...

    60

    carc ter impresionan te a l benf ico in ter io r que mejor

    congrega a la familia ( . . .) Ya no se empaan con t intas

    oscuras esos comedores de nuestras casas, que siempre

    al llegar un ma a na sern el fondo de nu estros mejores

    recuerdos paternales ( . . .) Ya los padres de ahora no

    pu eden esta r excesivam ente ser ios y graves frente a su s

    hijos, a l compa rtir el pan s obre sencillos y alegres ma nte-

    les. No caben a ll escenas de melodram a, la vida r e, y si

    no re, forzoso es h acer qu e ra.

    Fu e r a d e a l l l os cu ad r o s d e a su n to s t e r r ib le s . . .

    Fu era d e all los m u ebles de refectorio... Fuera de a ll los

    tonos s ombros, las cortinas con olor a p olilla, las lmpa -

    ras de comedor tristes y curs is, y fuera de all los a na cr-

    nicos pap s con b arba ! (enero, 1951: 49)

    Prdida de solemnidad en las relaciones fam iliares,desdra ma tizacin d e la vida cotidiana , e im genes tra-dicionales de pa dres con barba que deban ser aba n-

    donadas jun to con todas l as an t icua l las que h abanconstitu ido en el pasa do sus escenarios n atu rales. Esinteresan te remarcar que la revista qu e propona estamodern izacin era u na revista conservadora y cat-

    lica. La inflexin de los roles tr ad iciona les qu e pr opo-na tena u n tras fond o conservad or: flexibilizar, ab lan-dar , ro les pa ra qu e la fami lia p u diera a dap tars e anu evos tiempos. Madres tecnificada s, padr es sin barb a,adolescentes a qu ienes h aba que comprender y nios

    diablillos a los que sera obligacin tolerar y com-placer. Todo esto necesitaba de n u evos m bitos don dedesa rrollarse: los esp acios del ha bitar dom stico deban

    cambiar .Es eviden te que el modelo qu e proponan las revis-

    tas deba mu cho a la expans in del am erican dream registrad a en la posguerra. En la pr ctica, segu ram en-te los padres mantenan el autoritarismo tradicional,las m adres con gran es fu erzo lograban pert rechar sede refrigera dor y TV, y los a dolescen tes s e rebelar anostensiblemente pocos aos ms tarde (con rec-ma ra propia o sin ella).

    Pese a qu e pu eda relativizarse su eficacia p ara in-cidir en las pr cticas fam iliares y sus repres enta cio-nes , en la posgue r r a s e cons t r u y soc ia lm en t e un

    nu evo y gran inten to por controlar la desintegracinde valores tradicionales en la vida social, manteniendola un idad familiar y los definidos roles de s u s m iem-bros . En es te in tento , los esp ac ios dom st icos y l atecnologa a l serv ic io de l hogar a dqu ir an u n pap elcentral :

    En estos t iempos modernos, m uch a d e la felicidad hoga-

    rea depende de la pantalla mgica de un televisor ( . . .)

    (que) es lo nico capaz de reun ir a pap , mam y los n ios

    al fina l del da (Claudia de Mxico, octubre, 19 65: 68) .

    am istades (de su mism o sexo) y actua r con u na limi-tad a liberta d de la tu tela familiar.14

    En es tos t extos de d ifu s in d e l ha bi ta r modernotan to la m u jer como el nio a par ecen definidos conclar idad; el joven o ad olescen te comien za a perfilar-

    se; la figura ms desdibujada y men os presente es elhom bre. A diferencia de los r estan tes m iembros de lafam ilia, el h ombr e slo en p art e perten ece a la vida do-

    mst ica: su verdadero lugar es el mun do exter ior , lacalle y el trabajo.De todas forma s , t am bin exis ten ind icios de l a

    aparicin de ciertos matices o inflexiones en el tradicio-nal rol del padre. Por ejemplo, la revista Femenil propo-na m odernizar el comedor (lu gar de encu entro tra dicio-

    na l de la familia) y en su propu esta a rticulaba h bitos,relaciones e imgenes fam iliares y esp acio domstico:

    Ya n o se co locan f r isos n i empan elados de ma dera os-

    curos y arr iba dam ascos o piedras pintada s, ni se da un

    Fig. 5. Aviso de lavarr opas Laviem: la tecn ologa d oms ticacomo liberacin pa ra el am a de ca sa

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    9/22

    Anah Ballent

    61

    Ms all de las consecu encias pr cticas qu e estosm ode los h ayan t en i do en la s oc iedad , de ja r on u naprofu nd a h u ella en el ima gina rio delhabi ta r .

    El m odern i s m o s e i m pon e : e l a r t e

    d e v iv ir m e jo r e n c u e n t r a s u e s t t i c a

    En los a os 40 y 50 se observan diversos s ignos qu eind ican la extens in de u n gusto m odernista en elcam po de la esttica d el ha bitar y los objetos de u so co-tidiano. La revista Femenil, en u na Breve historia d e

    la decoracin in terior en Mxico, explicaba porqu era

    necesaria la incorporacin del gu sto m odernista en elpresente, pese a qu e hab a s ido rechazado en el pasa do:

    Con elementos morbosos, an tisociales, ridos y desnu dos

    de sen sibilidad, producto del desdoblamiento de pas iones

    y libertades, vino a sociado el arte modern o al introdu cir-se en Mxico. En un principio no tuvo mu chos s impati-

    zantes, pero en los ltimos aos por razones econmicas

    y sociales que h an venido afectando las costu mbres y la

    manera de vivir de las familias mexicanas, ha conquis-

    tado te r reno en cas i todos los rdenes . Diar iamen te se

    d em u e len l a s m a n s ion es d e l s iglo p a s ad o , p a r a d e j a r

    lugar a la construccin de casas y de edif icios de apar-

    tam entos al esti lo moderno y las que a n qu edan en pie

    han sido vendidas o rentadas a personas qu e en algun os

    caso s l a s a m u eb lan co n acceso r io s d e e s t i lo m o d e r n o

    (julio, 1949: 10).

    Los elementos morbosos, ant isociales , r idos ydesn u dos d e sen sibilidad y el desdoblam iento d e pa -siones y liber tades as ociad os a la introdu ccin delarte m odern o en Mxico, a qu e se refiere el ann imoredactor de Femenil, eran los h echos polticos revolu -ciona rios. La relacin entre revolucin y arte moderno,el momen to en qu e los artistas y productores cultura-les trataban de vincularse con el nuevo ideario polti-

    co, y no pocas veces llevarlo ms all, como en el casode los arquitectos s ocialista s de la d cada de 19 30,hab a pa sado. El a r te moderno hab a perdido su ca-

    rcter corrosivo (en lo poltico y en lo social); ya no erasinn imo de izqu ierda ni de ra dicalism o poltico (comolo h ab a sido, por ejemp lo, du ran te el gobierno de L-zaro Crdenas). Ms a n, u na modernizacin qu e noapelaba ya a los conflictos de clas e se encon trab a enel cent ro de la poltica de gobierno y era la n u eva ideo-

    loga del Estado mexicano. En ese momento, cuandoya no lo consideraron un mensaje potencialmentepeligroso en el plan o poltico, los s ectores con serva-dores adoptaron el arte moderno e imp u lsar on su ex-tensin a l mun do de los sectores popu lares.

    En l a d i fu s i n d e un a n u eva e s t t i ca h u bo t r e sfigu ra s claves: el arqu itecto, el decorad or y la m u jer(de clase m edia o alta). Los a rqu itectos del mom entocrearon obras qu e se transformaron en para digmas denu evas formas de h abi ta r : por e jemp lo los m u lt ifa -

    miliares de Pan i, o las nu evas cas as del Pedregal. Las

    mujeres buscaron referencias para integrarse a lamoda de u n nu evo estilo de vida que los medios difu n-dan. Segn su s p osibilidad es econmicas, s e acerca-ron a arqu itectos, a decoradores o a los cons ejos sobredecoracin proporcionad os por las r evistas femeni-nas o popu lares .

    La decoracin se pon a de moda a fines de los a os

    cua renta, lo cua l es un ind icador de que era u n m o-men to en qu e exist a , como requ erimiento s ocial , laidea de que haba que t ransformar los inter iores.Exis t an es tudios de renombre , que ac tua ban ya enlos a os treinta , como Elite o Artu ro Pan i (cuyas pers-

    pect ivas de t rabajo se encontra ban mu y prxima s alas de los arqu itectos), y n o pocos im provisa dos qu eaprovechaba n u n n u evo mercado de t raba jo creadopor la dispon ibi lidad d e recur sos y la avidez de m o-

    dernismos de los sectores medios-altos y altos. 15 Nin-gun a revis ta femen ina y prc t icamen te n ingn p e-r i d i co s e p r i vaba n de su pg ina de deco r ac in , yposiblement e la pren sa ha ya sido el medio a travs delcua l ms ha yan influ ido los decoradores en e l ima -gin ario social del ha bitar.

    Es n ecesar io recalcar el papel ju gado por los de-coradores y los periodistas de decoracin com o un es-

    labn in termed io ent re ar qu itectos y p blico: ellos, eneste espa cio interm edio, fu eron los verdaderos tran s-misores de las b ases d e un nu eva esttica (sin entra ren u n juicio de valor sobre los contenidos qu e tran s-mitan).

    En efecto, esta s figura s m an ejaba n los cdigos decomunicacin de las revistas populares (sobre todolas femeninas, ya que la decoracin era u n tem a con-s iderad o de in ters femen ino), y con ba se en e llos

    tenan grand es posibi lidad es d e ser fci lmen te com-pren didos por el pb lico; los arqu itectos, en ca mb io,s iempre ha ban en cont rado grandes d i ficul tades en

    ha cer comprensibles su s ideas, au n en tre sus propiosclientes.Veam os como operaban los decoradores desd e las

    revistas femeninas. Podemos observar en el las unmod elo de ar t culo sobre decoracin, extens o, pocoi lu stra do, explicat ivo y didct ico, qu e pu ede en con-

    t rar se en a lgun as p u bl icac iones de los a os t re in ta(au nqu e no todas incluan d ecoracin, p ero por ejem-plo,La Fam ilia lo ha ca) y de los a os cu aren ta (ver elt ipo de texto qu e se ha ci tado an ter iorm ente prove-niente de Femenil).

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    10/22

    La pu blicida d en los m bitos d e la vida p rivad a...

    62

    Pero este m odelo se s u stituy en los cincu enta porotro que propona u na comu nicacin mu cho ms di-recta: el de imgenes a compa a das por epgrafes ex-plicativos. Esta nu eva tcn ica de p resen tacin de lostemas del ha bi tar en contra ba s u modelo en la forma

    en que se most raba la moda en la indu mentar ia : un

    cdigo que las m u jeres conocan y man ejaba n p erfecta-men te desde h acia dcadas. Has ta el t ipo de lengua jeesta ba em pa ren tad o con el del prt- -porter: de lamisma forma en que s e presenta ba la ropa (expresionestpicas: elegante tailleuren ton os pa s te l , con fa lda

    vase. . . etctera), se mostra ba n las n u evas im ge-nes d el hogar:

    Un precioso comedor de mesa redonda u n ta nto r stica.

    En las r inconeras u na p lan ta y las cor t inas en ga jos de

    diferent es colores. Luce pr ecioso (Orqudea).

    Nad a m s co n f or t ab l e n i e legan te q u e e s t a ca m a m a -

    tr imonial de lnea modernista, con cub recama de lana acua dros y patas tu bu lares. (...) Note la ar mon a existente

    entr e el esta mp ado de las cortina s y el resto del mobilia-

    rio (Orqudea).

    Elegan te, pr ecioso, arm on ioso, sobr io, sen -cillo, fino, delicado, de buen gusto, son adjetivosque se ap lican ind istintam ente a los dos campos: enrigor es m u y difcil definir qu significa cad a u n o deellos, pero toda person a a costum brad a a los cdigosde las revista s femen inas, y a la cons istencia con qu eemplean es tos t rminos , es ta r convencida de qu e

    sabe precisam ente a que alu den.16

    Los epgrafes eran es enciales en esta n u eva form ade ap roxima cin a la difu sin del hab itar. Ellos ens e-a ban a ver: ind icaba n qu era lo que s e deba miraren la fotografa; proporciona ban su clave de lectura.Es f recuente en e llos e l uso de expres iones com o:ntese..., se destaca..., observe..., lo importantees..., etctera. La modalidad anterior a esta (vanselos a rtcu los citados d e Femenil), se basa ba en la ar-

    gum enta cin, es decir, en la exposicin de las ra zonespor las cu ales u n a mbiente deba organizarse de u nama nera o de otra. En los a os cincu enta, en cam bio,

    la pr ior idad recaa sobre la ima gen, pero un a ima-gen que contena ins trucciones para su comprensiny que s e reforzaba con el uso d e los epgrafes.

    Esta forma de comunicacin fue eficaz y contribuya la creacin d e u na nu eva sen sibi lidad estt ica.Basada en la imagen en el reconocimiento visual de

    las forma s y en la incorpora cin d e ciertos tem asbs icos como fu nd am ento del reconocimiento visua l,difcilmen te forma ra u n p blico reflexivo o crticodel habitar, de la misma forma en qu e la d ifu sin dela m oda n o forma crticos de la indu men taria.

    Veamos ahora cuales eran los tpicos que sereiteraba n en cua nto a la nu eva esttica y los nu evosespacios del habitar:

    a) La belleza cre ada p or la tcn ica. ste era u n tema

    mu y difu ndido ya en los a os cua renta . En los avi-

    sos, p or ejemp lo, los electrodomsticos siempre eranbellos o preciosos. Tales calificativos se aplicabana gran ca ntidad de objetos de fu erte imp ronta tcn ica.As, por ejemp lo, las m qu inas de calcu lar Mada s,eran compara das por la pu blicidad con obras a rtsticasde la antigedad. Como se recordar, la nueva belle-za de la tcnica, considerada como su perior a los c-

    non es tra diciona les d e belleza (emblema tizados en elar te gr iego), hab a s ido u n tem a de las vangu ard iasestticas de las primeras dcadas del siglo (por ejem-plo en Marinetti y Le Corbusier). Para los aos cua-renta, el asu nto ha ba perdido su radicalidad y su ca-

    rcter revolu ciona rio con resp ecto a la cu ltura trad i-ciona l , al pu nto de s er u t i lizado por u na pu bl icidadbas tan te poco sofisticada . Su presen tacin en la pren sa

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    11/22

    Anah Ballent

    63

    En cuan to a las imgenes y formas concretas pre-senta das e ran mu y diversas , y exis t a un a gama degustos modern istas mu y amp lia; tan am plia comola var iedad de pr ofes ionales y a ficiona dos qu e ha -ban d ec id ido abocarse a l nu evo mercado de l a de-

    coracin.

    Ant e esta s itua cin, los a rqu itectos y los estu diosde decoracin m s sofisticados, que consideraban quela decoracin era u na ram a de la arqu itectu ra y nou n p roblema d e bu en gus to reaccionaron comenzan-do a pu blicar en 1 952 la revista Decoracin, dirigida au n p blico de sectores m edios-altos y altos. Seg n su sredactores , la pu bl icac in s e propona rea l izar u na

    llam aba al orden, frente a l avan ce lab oral de decora-dores recibidos p or correspon den cia, de modistospara l as casas , y de seoras r i cas a t rapadas por re -vistas am ericana s como Hous e and Garden. Frente ala difu sin ban al del modernismo, ellos l lam aba n al

    orden a t ravs de su propia propu esta.La opera cin rea lizada por los arqu itectos articula-

    ba a l m enos dos a s pec t os . Po r un lado , fr en t e a laextensin en la socieda d d e ciertos cdigos est ticos,

    creaban elementos de dist incin social . Considera-ban necesario deslind ar cam pos y jerarquizar u n pro-ceso de difu sin que crean an rqu ico: no era posibleque diera lo mismo cons truirse u na casa p royectadapor Max Cet to qu e copiar u n int er ior de House andGarden, o arreglarse con las pobres instrucciones de

    Hortensia. De esta. form a ofrecan a s u s lectores c-digos de gusto e ins tru men tos de apreciacin esttica

    m s sofisticados qu e los elemen tales comenta rios delas r evis tas popu lares , y un a propu es ta de es t t i camodern is ta d i s t in ta de l d i fu nd ido gus to am er ican o(House an d Garden ), qu e era ta n poco persona l y tanpoco tena d e m exican o.

    Por otro lado, reaccionan do contra u n camp o ma -sivizado, hecho en ser ie, y que contena fuer tescomponentes d e t ran scul tura cin (sobre todo de Es-tados Unidos), definan la ident idad de s u profesin

    como n icos intrpr etes de la cu ltu ra m exicana . Unsa ber tan pa rticu lar como sofisticado, rara avis que nose encontraba en las revistas populares ni en las am e-

    r ican as, y qu e, como veremos en el pu nto s iguiente,tam poco podan ofrecer otras p rofesiones .

    P r o d u c t o s m e x i c a n o s p a r a a d m i r a c i n d e l

    m undo: los arquitect os en los aos cincuent a,

    en t r e l os c l ien t e s r i co s y e l Es t ado

    La revista Decoracin reproduca en 1953 el sigu ientedilogo entre u n p rest igioso arqu i tecto y su cl ient aadinerada:

    cotidiana indica que la afirmacin no generaba indig-na cin n i asombro. Por el contra rio, parece alud ir a u nlu gar com n del ima gina rio social. La ban alizacin d eeste tema de las vangu ardias pu ede ser interpretadacomo un ndice de su generalizacin. 17

    b) Los a t r ibut os de la nu eva be l leza : s imp l ic idad,

    senci l lez , prac t ic idad y c omodidad. En relacin conel nu evo concepto de b elleza, se desarr ollaban su s ca-ractersticas distintivas:

    La s impl ic idad carac ter s t ica de la e legancia es la

    nota t pica del decorado modernist a. La lnea es pr ctica

    y recta para dar mayor amplitud y luz al (...) saln (...). Los

    mu ebles son pocos y siempre en sobrio y acogedor acomo-

    do (Hortensia, febrero, 1 949 : 2).

    Sencillez en el hogar m exican o: Conjun to de un a s impli-

    cidad rstica y confortable; comedor sobrio con acertadoscontrastes (Paquita, 12 de s eptiembre, 19 49: 49). 18

    c) Instrum ent os y objet ivos de la nueva belleza: co-

    lores c laros , ambientes a legres y acogedores .

    Hogar vestido de claro: sigue predominan do en el decorado

    modern o del hogar la tonalidad a legre de los t onos claros

    (Paquita, 19 de s eptiembre, 194 9: 51).

    Tonos claros para el hogar: Muebles sobrios y cmodos,

    mu ros b ien apr ovechad os, mesi l las con flores f rescas ,

    etc. Todo claro, acogedor y modern o (Paquita, 1o. de agos-to, 1949 : 48).

    Los mu ebles c la ros , las te las a legres , las forma s pu ras

    caracterizan a es tos comedores m odernos, propios de los

    hogares senci l los . Una comodidad fundamenta l y una

    placentera entonacin de colores son suficientes. Un co-

    medor de un a vivienda de tipo medio no puede s er mu cho

    m s (Femenil, febrero, 19 51: 49 ).

    d) R educc i n de e spa c i os . Este asun to se presentareiteradam ente, de distinta s forma s: desde cmo pro-

    yectar y organizar u na casa peque a; la vida en de-par ta men tos o en a mbientes nicos ; a r t i fic ios paraque el espa cio se perciba como m s am plio de lo querea lmente es ; e l u so de mu ebles p legables o por t -t iles , ha sta la a paricin de u n nu evo t ipo de equipa-miento.19

    Estos eran los principales motivos discursivos quese ofrecan como claves de interp retacin de las im -genes , y posiblemente los elemen tos b sicos qu e cam -biaban la s ens ibilidad del p blico en su apr oxima cinal equipam ient o y los objetos d e u so cotidiano.

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    12/22

    La pu blicida d en los m bitos d e la vida p rivad a...

    64

    cin del mu nd o, como rezaba el slogan con el cual un afbrica de m u ebles prom ocionaba su ofer ta.

    Recordemos qu e el inters por la arqu itectura lati-noam erican a se encontra ba difu nd ido en el plano in-te rna c ional desde fines de l a dcada de los t re in ta ,

    cu an do el pa belln d e Brasil de Lu cio Costa y Oscar

    Niemeyer des lum braba a las mu lt itud es en la Fer iaMundial de Nueva York (1939) . ste haba s ido unhech o sintomtico del inters del modernismo a nivelinterna ciona l por las propu estas regionalista s. Dentrode la m ism a lnea s eran observadas con gran intersla produ ccin es can dinava , por e jemplo, y las pro-puestas mexicanas de los aos cu arenta y cincuen ta.

    Fun dam en t a l m en t e e r an t r e s la s ob r a s qu e con-centraba n la adm iracin del debate interna cional: losmu ltifam iliares d e Pan i, el Pedregal y la Ciuda d Uni-versitaria. En las tr es se d esarrollaba n asp ectos diver-sos de la relacin a rqui tectu ra-cul tura.

    Es ta nocin pu ede desar ro lla r se a t ravs de t resaspectos. El pr imero es qu e, entre los a os cu arentay c incu enta , l a a rqu itec tura mexicana creaba un aser ie de obras qu e se convert ir an en p ara digma s de

    las nuevas formas de habi tar . Los mult i famil iaresde Pan i son u n e jemplo de es ta vocacin m oderni -zadora y moderni s ta qu e se presen ta a f ines d e losa os cua renta . Pero ella n o era la nica opcin de taltipo, ya qu e se trataba de un a interpretacin par ticu-lar de estos procesos. Paralelam ente a la elaboracindel proyecto de los multifamiliares se inicia en Mxicootro desa rrollo inm obiliario de en vergad u ra : el fra c-

    cionam iento residencial Ja rdines d el Pedregal de Sa nAn gel, plan ificado por Luis Bar ra gn (19 48 -50) . ElPedregal podra ser pen sad o como la otra cara de lasoperac iones de Pan i, au nqu e comp ar t i r a con e l lasu na volun tad modernizadora del habitar, llevada ade-lan te a tra vs de otros m ecanismos. En efecto, se tratde u na operacin pr ivada , dest ina da a s ectores al tosy basa da en la vivienda u nifam iliar. Pero apelaba ta m-bin a im genes de viviend as modern as: el est ilo de

    Richard Neu tra, las obras de Max Cetto y Lu is Ba rra-gn marcaron el sel lo de las nuevas acciones. Lapu blicida d s obre el desarr ollo inm obiliario que a pa re-

    ca en los d iarios u tilizaba im genes en las que se re-conoce sin d ificu ltad la Cas a d e la Cas cada (Falling-water o Casa Kauffman) de Frank LL. Wright (c. 1938),u no de los pun tos ms a l tos de la a rqu itec tura do-mst ica modernista en los Esta dos Unidos, y un a delas apu estas m s interesantes y exitosas de a r t icula-

    cin entre tcnica modern a y natu raleza (Excels ior, 4de septiemb re, 1949: 7-8). En la pren sa d el momen toabu nd a la pu bl icidad refer ida a los J ard ines d el Pe-d r ega l, po r lo que pu ede pensa r se que s t e f ue u ndesarrollo inmobiliario muy comentado y que fue

    Fig. 7. Interiores m odernos . Revista Orqudea, 1959

    - No cree u sted , ingeniero, que ese closet...?

    - Arquitecto, seora.- Y no le parecera m ejor que camb iramos es a pu erta,

    ingeniero?

    - Arquitecto, seora.

    - Buen o ingeniero, y el piso de qu va a ser?

    - Arquitecto, seora.

    - Ay ingen iero, no sea u sted modes to! (ma yo, 1953: 32).

    Esta brom a, basa da en la t radicional incomp ren-

    s in de l p bl ico sobre las d ife rencias en t re am ba sprofesiones incomprensin curiosamente montadasobre la certeza d e que el ingen iero era u n p rofesiona l

    mu cho m s ser io y eficaz qu e el arqu i tecto ha baperdido actu al idad en el momento en qu e era pu bl i-cada. Un a o antes, en 1952, se h aba ina ugura do laCiu dad Universitaria: ella era el pun to culminan te deun proceso gestado en los aos cu arenta, por el cua llos arquitectos lograban afirmar su identidad (y con

    ella s u d i s tan c ia d e los ingenieros), a t ra vs d e suaporte en el plan o de la cu ltu ra.

    Los a rqui tectos cosecha ron grandes xitos en losa os de las d cadas de 194 0 y 1950; se t ransforma -ron en au tnticos productos mexicanos p ara adm ira-

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    13/22

    Anah Ballent

    65

    Veam os los efectos estticos de es te modern ism oregionalista en el habitar. La revista Decoracin iro-nizaba sobre las p ropuestas deHouse a nd Garden (verfig. 9): la revis ta a mer ican a decorab a tom an do untema , un color o un a forma y repitind olo ad nauseam:todo deba combina r de u na ma nera directa y clara.

    Frente a esta propuesta homogeneizadora, los arqui-tectos mexicanos apos taban a u n juego mu cho mssu t il, basa do en el contra ste: .

    Una s ala con elemen tos trad iciona les. En la cas a de los

    se o r e s Ram o s s e h an u n id o u n a se r i e d e fac to r e s fa -

    vorables: am plio espa cio, simplicidad d e l nea s, a t inado

    bu en gus to para mezclar e l concep to moderno con e le-

    men tos emp apa dos de t radicin. (. . .) Sobre la piedra os-

    cu r a q u e l a a r q u i t ectu r a d e n u es t r os d a s h a im p u es to

    como buen elemento decorativo, destaca un conjun to de

    mu ebles qu e es u n v ivo recuerdo de l a r tesa na do mexi-

    cano (Decoracin, julio, 195 3: 41 -42).

    Ya en 193 7, el estu dio Elite decorab a viviend as pro-yectada s por Lu is Bar ra gn con combina ciones de

    yute d e Atoyac, telas tejida s a ma no en Gu ad alaja-ra, con chintz ingleses, servicios de vajilla blanco-marfil de Jean Luce de Pars (Arquitectura y Decoracin,no. 1, agosto, 1937: 15-18). Es ind u dab le que la du ra-cin de la Segun da Gu erra, como se plantea en la citasiguiente, impuls esta tendencia a la incorporacinde m ateriales locales:

    La esca sez de telas, de ma teriales, de los elementos qu een general se traan de Europa, como consecuencia de la

    guerra (...) ha hech o a nu estros decorad ores y entre ellos

    a Don Arturo Pani J r., el ms distinguido de todos a n ues-

    tro juicio, volver los ojos y ocuparse de cosas nuestras

    log r an d o a s u n a d ecor ac in m ex ican a d e in flu en c ia s

    mu ndiales. Las telas, las a lfarer as, los dibujos, los bor-

    dad os, los colores br illantes , las m adera s de los trpicos,

    todo ello ha sido empleado con resultados verdaderamente

    prodigiosos (...) Por otra parte, los estilos tradicionales se

    us an adap t ndolos a la vida moderna , conservand o las

    lneas y proporcionan do los tam a os a las cosas de ahora

    (Fmina, jun io , 1946: s / n ).

    La t r a d i cin , en t onces , no e s t ab a a us en t e de l amodern izacin del ha bitar; en todo caso, lo que tal mo-dern izac in propon a e ra un a operac in de recor tesobre la tra dicin, s eleccionan do los elementos que no

    entra ban en con trad iccin con los valores estticos yespaciales m odernistas .

    Adem s, como tam bin plantea la cita an terior, lasoperaciones de tran sformacin que s e realizaban sobrela tradicin era n m ltiples: por ejemplo, se la a dap tab a

    considerado tan innovador como los multifamiliares

    de Pani. Estos son los dos m odelos m s a ltos con quelos arqu itectos presen taba n a la sociedad p arad igmasdel habi tar moderno.

    La segunda articulacin consciente propuesta porlos arqu itectos m exican os entre arqu itectura y cu ltu -ra est const itu ida por la b squ eda de u na inf lexinloca l, m ex icana , pa r a la a r qu it ect u r a m ode r na . Esdecir, por la inmersin de la arquitectura dentro de latemtica de la identidad y de las relaciones en tre tra-

    dicin y moder n idad. Si en Mxico esta a rticulacinent re modern idad y t radic in parece ser un a cons-tan te (al menos como tem a de d ebate) desde los a os

    vein te , en los cu aren ta se t ran sforma en programapr ct icam ente indiscut ido de arqui tectura . Por otrapart e, en tal momen to adqu iere un a validacin m sam plia ya qu e en el debate intern aciona l se produceu na refu nd acin d el modern ism o, e inclus ive de lastradiciones, extendida despu s de la Segu nda Guerra,

    (Bal lent , 19 95a ). En cier ta forma ste es u n m oder-n ismo m en os agres ivo qu e el m aqu inism o de losa os veint e y treint a. Este m odernism o, m s ab ierto ytoleran te, es el qu e logra gener alizars e como gu sto es-ttico en vas tos sectores de la poblacin.

    Fig. 8. Interiores m odernos . Revista Orqudea, 1959

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    14/22

    La pu blicida d en los m bitos d e la vida p rivad a...

    66

    a los requ erimientos d el presente. Otra caractersticade esta tra dicin consista en encontrars e liberada detodo historicismo, de toda nostalgia y de todo gustode an t icu ario no propon a d isfruta r del sabor de loan tigu o, sino del placer de lo artes an al.

    La ar tesan a (recortada de la formas an teriormen -

    te ind icadas ) se presenta ba a s como u na t radic inintemp oral, qu e, como el mod ernism o, conten a ver-dad es esen ciales. Por lo tan to, el contra ste qu e se pro-pona ent re t rad ic in y modern idad era u no de t ipoesttico, que se refera a formas , textura s, m aterialesy colores, pero en cuanto a los conceptos y valores quese man ejaban en cada un o de los campos se conside-

    raba que exista un a coincidencia profu nd a. sta eraun a a proxima cin m odernista a la t rad icin.

    Pese a que def ina mos d e esta m an era la relacinentre modernidad-tradicin, reconociendo las carac-tersticas y lmites qu e tu vo tal apr oxima cin a la tra -

    dicin, es n ecesar io sea lar que n o en todos los pa-ses la a rtesa n a ocup el lugar p rivilegiad o que s e leasign en Mxico en relacin con el modernismo. 20 Porel contrar io, el hech o ha bla de cier tas pa r t icu lar ida-

    des d e este mom ento en Mxico. En tal sen tido es in-negable que Mxico tena una tradicin artesanal ricay densa (cosa que n o ocu rra en mu chos pa ses), perotam bin la tenan Fran cia o Aleman ia en 19 20 cu an dolos a rqu itec tos m oderni s tas se ap ar tab an de libera-dam ente de ella en s u s propu estas . La existen cia ob-

    jetiva d e la tr adicin n o es u n dato s u ficiente pa ra qu elos artistas o los productores culturales la consideren

    en su s obras, ya que es n ecesar io, adems , que exis-tan condiciones cultu rales d e visu alizacin y valoriza-cin d e la m isma . Tales condiciones cu ltura les fueronde diversa nd ole. Por un lado, como ya se h a s ea lad o,los propios derroteros de los m odernism os en el plan ointern aciona l, qu e desde fines de los a os treinta va-lorizaron los en foqu es region alista s. Por otro, la vin cu -lacin de la labor de los disead ores con los planes ypropuestas estatales industrializacin del pas ya

    que la sustitucin de importaciones logr imponerseen el plano d el mobiliario (n o as en el de electrodo-msticos) a partir de 194 8. Pero, en este ca mpo, en el

    que se pens aba en d esarrol lar u na p roduccin localcomo ind icaba Clara Porset, la produ ccin a rtesan al(tena) u n volu men de u n 70 p or ciento y la indu strial,el 30 por ciento resta nte (Porset , 1953: s / n) . Por lotanto, dentro de esta propu esta ap oyada por el Esta-do, la a r tesan a deba ser contemplada como la base

    m s s lida a p artir de la cu al avanzar en la p roduccindel sector local, consideran do, adem s , qu e la reafir-macin de la artesan a como condensa dor de la cu lturana ciona l era u n a su nt o ideolgico que ha ba recorri-do las acciones de los distintos gobiernos a partir de la

    Fig. 9. Irona s obre House an d Garden .Revista de decoracin, 1952

    Revolu cin Mexicana . En consecu encia, ste era u nsector qu e, a d iferencia d el de los electrodoms ticos,poda ser con trolado n aciona lmen te y que, por ello, seprestaba a t ra nsforma rse en escenario de las inqu ie-tu des cu ltu rales locales, plantean do alternativas pro-pias sobre las formas que deban asu mir los procesosde modernizacin de la vida cotidiana. El mobiliario,

    en t al sentido, en el plano de la creacin cu ltura l apli-cada a l mu ndo dom st ico , fu nciona ba como la o t racara d el camp o de los electrodomst icos, au nqu e sevin cu lara con este ltimo. Algo similar ocu rrira en laarqui tectura , un sector que por su propia n atu raleza

    y con stitucin se en contra ba protegido en Mxico delas importa ciones (al men os de las importa cionesdirectas e involu nta rias).

    La i n t eg rac i n de l a s a r t e s y l a

    Es cue l a Mex ican a de Arqu i t ec t u ra

    Esta articulacin modernista entre tradicin y moder-nidad que h emos observado en la d ecoracin interiory en el equipam iento domstico se tran sform en u nacaracter s t ica dist int iva de la arqu itectura mexicana

    en la llamada integracin de las artes, cuyos ejemplosm s son ados se encontra ron en la Ciud ad Universita-ria (1950-1952),21 que cons titu y posiblemente la m sgrand e expresin de la obra p blica aleman ista en laciu dad, y un a obra fu nd am ental para la difu sin delmoderni smo.22 Esta sera la tercera forma d e articula-cin entre arqu itectura y cul tu ra qu e proponan losa r qu it ec t os m exicanos en lo s a os cua r en t a y c in -

    cu enta : la m s alta y comp leja.El nuevo ar te de integracin resuma en una

    coordina cin arqu itectnico-plstica todos los valores

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    15/22

    Anah Ballent

    67

    contemporn eos dentro de un a u nidad. Aun que re-coga la tra dicin mu ralista mexicana (Siqueiros, Ri-vera, Orozco, etctera) se cons ideraba su su peracin,ya qu e elimina ba el divorcio entre s u s res u ltados ylos edificios p blicos en qu e (ha ban sido) ejecuta dos

    (Decoracin, diciemb re, 195 3: 2-4). Si, por u n lado, se

    propona superar tambin las nociones tradicionalesde las dis t inta s a r tes , por otro, inten taba incorporarelemen tos d e la cu ltu ra na cional a los edificios, crean doun modernismo mexicano.

    El tema de la integracin, lejos de ser una cuestinsencilla fu e su ma men te discu tido y expresaba las in-quietudes cul turales del momento. Pensemos, por

    ejemplo, en Diego Rivera pintando murales en una delas obras m s impor tantes de infraes t ruc tura urba -na constru ida por el aleman ism o: la p rovisin d e aguapar a la ciu dad , proveniente del valle del Lerma . Porqu v incu lar a l a r te con u na obra de ingenier a , de

    servicios, qu e n o requiere necesa r iamen te de l? Laintegracin llegaba a pu ntos a los qu e no h aba lle-gado el mu ralism o. Ya n o se trata ba es trictamen te devisibilidad, de apelar a la educacin o al placer de un

    p blico, se asem ejaba a u na su erte de exorcismo pro-du cido por la cu ltura y dirigido a la tcn ica. La int e-gracin plstica, tal como se discuta en los a os cua -renta y cincu enta obedeca a imp erat ivos cul tur alesprofundos.

    Para observar algu na s problem ticas qu e plan teabael tema de la integracin Espacios (1948-1958) es unarevista qu e se presta a dm irablemen te, ya qu e se crea

    en 19 48 con la idea de impu lsar tal concepto, y en s uconsejo directivo reu na a arqu itectos y pintores. 23 Es-

    pacios no s lo in ten taba vincu lar p ls t icamen te a r -quitectura, escu ltu ra y pintu ra: su concepto de inte-gracin era m u cho m s am plio e informab a sobre lasinqu ietudes cul turales del momento:

    Deseamos forma r u n g rup o de t raba jo que no p ierda e l

    t iempo inu ti lmen te en discusiones interesa das (. . .), sino

    que a borde p rob lemas que ten gan pr oyecciones p r c t i-

    cas experimen tales d e inm ediata realizacin. Mxico ya

    ha dado mu estras de organizacin en d ist intos a spectos.

    Cuent a con tcn icos capa ces de colocarlo a la vangua rdiade los pa ses que as piran a un a indu str ializacin. Pinto-

    res como Siqueiros que en su preocupacin de encontrar

    formas de expresin qu e vayan d e acu erdo con el r itmo

    actua l, ha funda do laboratorios en bus ca de nu evos ma-

    ter iales que proporciona n al ar t ista u n h orizonte de po-

    sibilidades infinitas. Los trabajos realizados por la com-

    pa a CyR y la ICA, que ha n l legado a innovar sistem as

    const ruc t ivos , Domu s en e l d iseo de m uebles y Lana s

    Mexican as como indu st r ia tex t i l, pu eden c i ta r se como

    ejemplos de brillante labor (Espacios, 1949, nm. 2: s/ n).

    Lo que aqu se estaba proponiendo era la integracinarte- indu str ia . Otros ejes tem ticos sobre el mism oconcepto ser an la ar t iculacin en tre arqu itectur a yplaneam iento , l a v incu lac in ent re t radic in y m o-dernidad, y, por su pu esto, la integracin plstica. En

    este programa am bicioso se tra taba de recons tru ir la

    unidad orgnica que (haba imperado) en todas lasgrandes cul tura s: ste era el propsi to de fondo d elproyecto cultural.Espacios planteaba la u topa de vin-cu lar todo con todo. La imp osibilidad de t al p ro-yecto se refleja en los conten idos de la revista : el eclec-t icismo de las elecciones tem ticas y la a u sen cia d eopiniones n icas sobre las d is t intas propu estas .

    En p arte, esta propu esta era u n eco de la u nidadnacional que ya vila Camacho haba propuesto a lasociedad y que s e prolongara com o ideologa del ale-ma nismo. En p alabras d e Chvez Morado:

    Hoy parece qu e se inicia u no de esos p eriodos de acerca -mien to en t re los d is t in tos y aparen temen te d is mbolos

    (s ic) sec to res de l pa s . Frecuen temen te son las dec lara-

    ciones de obreros y patrones qu e coinciden en el empe o

    de crear un a indu st r ia na c ional ; se han es tab lecido re-

    lac iones f ruc t fe ras y mu y prometedoras en t re a lgun as

    industrias a vanzadas y hombres de arte y de cultura. Pero

    ms sa t i s fac to r ias que las p romesas son c ier tos h echos

    que, au nqu e pequeos y aislados, confirman la idea ex-

    pu esta de qu e se avisora u na poca de integracin na cional

    (septiembre, 1948).

    El programa ideolgico tam bin tena comp onen-tes de una reaccin nacionalista, nuevamente, segnCh vez Morad o:

    A estos pa sos les a tr ibuyo el valor de un a ins tintiva m o-

    vilizacin cvica de nuestra nacionalidad amenazada por

    intereses imperialista s (...) En cua lquier lugar del pas se

    encu entra el crculo rojo de la Coca Cola es tam pado en el

    flanco del paisaje con los sellos que se marcan en la carne

    destazada de los mataderos. Este sello es para m el sm-

    bolo de un a n ueva agresin, y as tenemos cine y m sica

    Coca Cola, a rquitectu ra Coca Cola, grfica y pls tica Coca

    Cola (...) Los a rquitectos y los otros artista s s e necesitan .Debemos proyectar en comn, debemos desentraar

    un idos qu es lo verdaderam ente n aciona l y por lo tanto

    un iversa l de nu est ro a r te . Debemos u t i lizar las apor ta-

    c io n es d e l a s c i en c i a s y t cn ica s m o d e r n as p a r a d a r a

    n u es t r o p u eb lo u n a p l s t i c a r ea lm en te n u ev a , b e ll a y

    sobre todo hum ana (ibid .).

    Au n qu e la posicin r eact iva y m ili tant e fren te alimperialism o de Ch vez Morad o no fuera comp ar ti-da (la revista era escen ario de polmicas en cend ida s

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    16/22

    La pu blicida d en los m bitos d e la vida p rivad a...

    68

    sobre todos estos tema s), el avance de Es tados Un idosen la p osqu erra, la veloz mod ernizacin d e la vida u r-bana y domstica producan reacciones en el plano dela cul tura.

    En la prct ica, el tema de la integracin produ jo

    dis t in tas respues tas , en t re l as cua les des taca e l de-

    bate entre las tendencias figurativas (el llamado artesocial), emb lemat izad o en el mom ent o por la bibliote-ca de OGorma n y el estadio trab ajado por Rivera en laCiudad Universitaria, y las abstractas, como la colabo-racin ent re Mrida y Pani en el mu ltifam iliar J u rez. 24

    As, la integracin (en tal expres in ) era m s defen-dida p or los p art idarios del arte figu rat ivo que p or las

    tendencias abstractas. Sin embargo, aun que estas l-timas se mostraban renuentes a hablar de integracina propsito de su s propias obras, porque as ociaba n ta lexpres in al popu lism o e izqu ierdismo de la pr imeratendencia, de hecho tam bin incorporaban pintura s y

    escul turas en su produccin a rqui tectnica.Lo imp ortan te para n u estro an lisis n o es enton ces

    la u niformidad de posiciones s ino el tema qu e recorreel debate, qu e ind ica la forma en qu e los produ ctores

    cul tura les s e ha ban h echo cargo de las dificul tadesdel mom ento.

    Estos in ten tos de ar t iculacin ent re t rad icin ymodernidad, entre arqu itectura y cultura fueron u narespues ta apac igua dora en u n momento de in tensastran sformaciones u rban as y sociales. Qu e el lengua jeforma l pon ga en eviden cia su s contra dicciones n o im-pide que su discurs o explcito ha ya sido aceptado so-

    cialmente, en u n momento vido de respuestas a s usconflictos cu ltu rales: la u topa propu esta por la arqu i-tectura estab a expresand o un a u topa de la sociedad.

    Como se observar en la s iguiente seccin, n o entodos los planos los conflictos genera dos p or la m oder-nizacin p u dieron resolverse con el xi to alcan zadopor el modernismo de los arquitectos mexicanos en elplan o simb lico.

    Exp l ica e s t e ch i s m e

    La frase que encabeza este su bttu lo correspond e a lanovela de Carlos Fu entes, La region m s trans parente(195 8), cuya accin tra ns cur re du ran te el sexenio ale-ma nista. Es pa rte de un dilogo que tiene por escenariou na viviend a popu lar en algu na colonia del noreste dela ciuda d, entre Ga briel, bracero mexican o que tra baja

    en Ca lifornia y su ma dre, sorpren dida por el regalo quesu hi jo que le ha t rado de Estados Unidos

    - Mira: el frasquito lo pones encima de la cosa blanca;

    luego metes ah los frijoles, o las zanahorias, o lo que

    quiera s y al rato es t t odo bien molido, solito en vez de

    que lo hagas t .

    - A ver, a ver.

    - No viejecita, h ay qu e ench u farlo, en la electricidad.

    - Pero si aqu no tenemos luz elctrica, hijo.

    - Ah ca ray. Pues ni modo viejecita, as como m etate. sa lo

    as . Que rem edio (52-53 ).

    Reaparece en escena la l icuad ora au nqu e en c ir -cun stan cias menos favorables que las observadas enla seccin an ter ior . La h istor ia de Fu entes n o es in-verosmil. En efecto, en pleno a u ge de la oferta de loselectrodomsticos sectores populares de la ciudad ca-

    recan d e electricida d. Seg n d atos del BNHUOP, en194 7 el 30 por ciento de las con stru cciones ca recande tal servicio (BNHUOP, 1949). Este tema seguapreocup an do a las au tor idades m u nicipales en 19 61(Gonzlez Navarr o, 1974 : 159), ya qu e se a gravaba con

    el crecimiento de la ciu dad en las colonias qu e se h a-ban formado por invasin de terrenos y en 1970(segn los da tos censa les), apen as el 95 por ciento delas viviend as conta ba con electr icida d, valor qu e se

    e levar a a l 97 por c iento en 19 80. Es tos da t os nosllevan a reflexiona r sob re las ba ses en qu e Mxico es-taba fu nda ndo su modernizacin urb ana en los aoscu aren ta, exam inan do los niveles de provisin de ser-vicios p blicos, que constituyen u n factor fu nd am en-tal para la m odernizacin de la viviend a u rba na . 25

    Recordemos antes el estado del parque habitacio-na l de la ciudad que es tam bin u n dato ilus trativo de

    las ba ses de las qu e par t a l a c iuda d para pensar s umodernizacin. En el Censo de edificios de 1939 un 15por ciento d e los ed ificios des tina dos a viviend a fueroncatalogados como jacales, barracas y chozas, mien-t ras qu e un 17 por c iento cor respond a a depar ta -men tos y vecind ades, a los qu e no es aventu rado su -poner u n grado importan te de precariedad. Es d ecirque casi u n 30 por ciento del parque h abi tacional dela ciu dad era pr cticamen te desech able o exiga fuertes

    inversiones p ara t ran sformarlo en h abi table.En el mismo a o, el su ministro pb lico de agua p o-

    tab le n o alcan zaba a p roveer a la m itad d e los edificios

    existen tes (48 p or ciento); el 21 por cient o de los edi-ficios careca por completo de agua potable, mientrasque el 32 por ciento restante obtena a gua potable in-dividua lmen te (aljibe, pozo artesian o, hidran te, ma na n-tial, etctera). Los edificios qu e conta ba n con alba a -les era n el 53 por ciento del total.26

    Estos valores eran dbiles par a iniciar un procesode m odernizacin de los esp acios dom sticos. Au nqu eel Estado realiz grandes inversiones en servicios p-bl icos en las dcadas s igu ientes, se t rat s iempre deu na carrera contra el crecimiento poblaciona l. A n en

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    17/22

    Anah Ballent

    69

    1960 , slo el 45 por ciento d e las viviend as contab acon gas o electricidad en la cocina , mientra s qu e el 55por ciento resta nte cocina ba con lea , carbn o petr-leo (Secretara de Program acin y Presu pu esto, 196 3).En este ru bro ocurre a lgo similar a lo ind icado pa ra

    la electricida d: en 19 70 a pen as el 80 p or ciento de la

    poblacin con tara con gas o electricidad en la cocina .Con respecto al agua , en 196 0 el 24 p or ciento de

    las viviend as careca d e servicio de a gua ; el 55 p orciento dispona de servicio de agua entu bada dentrode la vivienda y el 21 por cien to del m ismo s ervicio,pero fu era d e la vivien da. Si recordam os las car acte-rsticas que indicamos en la introduccin para la casa

    moderna, observaremos qu e, para 1960, slo la m itadde las u nidad es tena posibil idad de disponer de u nba o en el in terior de la vivien da (53 p or ciento de lapoblacin). Segn los datos censales, el 54 por cientode las viviend as ten a cuar to de ba o con a gua corriente.

    En 1 970 , e l porcenta je de v iv iend as con cu ar to deba o con a gua corriente se elev a u n 6 0 por ciento; ypara 1980 , el 70 p or ciento de las vivienda s conta bancon agua entu bad a den tro de la vivienda . Es decir que

    a n en 1980 h aba un 30 por ciento de viviendas de-ficitarias en es te as pecto.

    Tales datos p u eden u t ilizarse para caracter izar elproceso de m odern izacin de la ciu da d. Al resp ecto,rei teram os an te todo, que el proceso de difu sin denu evas formas de ha bi tar m asivo part i, en los aoscua renta de un a ba se inf raes t ruc tu ra l dbil. Por lotan to, relacionan do estos da tos con los de la seccin

    an terior de este tra bajo, verificam os qu e la difu sin denu evas imgenes del habi tar , au nqu e sin d uda se in-corporaban al imaginario social, no tenan posibilida-des d e ser l levada s a la p rctica por la totalidad de lapoblacin, sino en forma mu y parcial o incompleta.

    En segun do lugar , y pese a los esfuerzos e inver-siones estata les , la a mp liacin de la infraestru cturafu e lenta y hasta los a os 80 estu vo mu y alejada decum plir con los requerimientos d e la p oblacin.

    No es nuestra intencin esbozar una hiptesis deltipo de la reiterada modernismo sin modernizacin,que h an sido ampliam ente deba tidas (Garca Canclini,

    1992: 65-93). En todo caso se trata de poner de m an i-fiesto las particulares condiciones con que se relacionanam bos trm inos en Mxico, dond e observam os qu e laoferta masiva de tecnificacin del hogar y de imgenesmodernistas se da al mismo tiempo que la ampliacinde las ba ses de infraestructu ra.

    Esta s itu acin t iene cons ecuencias para la t ran s-formacin del habitar popular. Por ejemplo, la adquisi-cin d e electrodomsticos se convirti en u n elemen tode distincin s ocial, au n entre los sectores popu lares(u rba n os). Tomem os ejemplos extrados de Los H ijos

    de Sn chez (dcad a d e los cincu ent a), qu e se refierena h abi tantes de vecind ades:

    Enton ces l empez a su b i r econmicamen te . Los her -

    ma nos de Ru felia asist ieron a la secun daria y los pap s

    comenzaron a arreglar la casa . Primero un a estu fa de gas,

    luego el comedor, la tele, literas para que durmieran los

    mu cha chos.. . h as ta qu e se volvieron los Rockefeller del

    bar r io . Y conforme fueron s ub iendo fueron de jando de

    ha blar a las dem s gentes (210).

    Y cuan do tienen a lgun a cosa n ueva, algn apara to nu evo,

    haga de cuenta que ascendieron u n escaln; se les su be,

    se ponen mu y pedantes, se dan un paquete que, vlgame

    Dios! (...) All los que tenan cama, colchn y ropero ya

    eran alguien. Cua nd o yo viv all Ana era d e las de la alta

    porque era la portera y las d os hijas esta ban trabajando.

    (...) Ahora los de la alta son J u lia y Guillerm o porqu e ya

    tienen televisin (316).

    Poseer estos elementos era m u y imp ortan te, posi-blemente m s d e lo que lo son en el presente. Au nqu e

    no siempr e fu ncionar an : du ran te el sexenio de Ale-m n los apa gones eran mu y frecuen tes , y los e lec-t rodoms t icos ma rcados con la cons igna Hecho enMxico eran en m u chos ca sos d e ma la calidad. Noe r an da t os d e la v ida co t id i ana , s i no qu e t en an e lau ra de los produ ctos escasos .

    Adem s, estos test imon ios se ref ieren a persona sque, mejoran do su s condiciones econmicas, n o cam-

    biaban su vivienda por otra d e mejores condiciones in-fraestru ctur ales, sino que actu alizaban su mobiliarioo incorporaba n confort al hogar, a tra vs d e la adqu i-sicin d e m u ebles y electrodomst icos. Elegan u naal te rna t iva d e mejoram iento de s u s cond ic iones d evida. Y en u n m edio de ba jos s alarios, ren tas congela-das en muchos casos y una ofer ta amplia encu an to a m obiliario y electrodoms ticos, la eleccinera raciona l. Una n u eva cas a conseguida sin a poyo

    estata l es s iempre u n b ien lejan o, mientra s qu e lapos ib ilidad d e acceder a u n te levi sor genera lmen tese encu ent ra prxima (a t ra vs de cu otas , c rditos ,

    etctera).En todo caso , el problema radica en e l momen toh istrico en qu e se plante la modern izacin del ha-bi tar a nivel masivo, que marc las coordenadascu l tura les qu e la d efinir an . En Mxico, tal procesose produ jo en relacin con las p au tas de la sociedad d e

    consu mo y , den t ro de e llas , quin pu ede pr ivars ede cier tas condiciones de confort o de consumoau nqu e en ltima instan cia, sea n prescindiblespara cons truir u na casa moderna ? La consigna delmom ento , como se observ en la secc in a nt er ior ,

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    18/22

    La pu blicida d en los m bitos d e la vida p rivad a...

    70

    y que a n hoy fu n ciona es vivir bien y cada u nola i n t e r p r e t a d e acu e r do a su s r ecu r sos y pos i b ili-dades .

    Con respec to a l Es tado pu ede segu i r se u n ra zo-na miento pa recido. Observand o el caso de los m u lti-

    fam iliares en la d cada d e los cua renta, u n observador

    del presente se encu entra tenta do de pregu nta rse porqu, en lugar de constru ir conju ntos h abi tacionalesgigan tescos, el Estad o no s e dedic a la p rovisin deservic ios b s icos , qu e presen tab an n ive les a toda slu ces deficitar ios. La pr egun ta, en real idad , es an a-crnica y en tal momen to no se formu laba en esos tr-minos. Por las ci rcunstancias par t iculares del de-

    sa rrollo histrico de Mxico, la m odern izacin u rba -na m s rad ical se produjo en u n m omento en que laideologa d el estad o n o slo en Mxico, sin o a n ivelgenera lizado, era la intervencin d irecta en m lti-ples as pectos d e la ciud ad : servicios, viviend a, plan es

    reguladores, etctera. Los des ajus tes y contra diccio-nes qu e se observan en Mxico eran p rodu cto del climaideolgico en qu e se r eal izaban (o al men os esta banfuertemente condicionadas por l ) . Tal cl ima haca

    mu y difci l jerarqu izar pr ior idad es, porqu e plan tea-ba qu e el Esta do tena que resolver bu ena parte d e losproblemas u rban os .27

    ste es u n tema qu e el traba jo deja a bierto, ya qu eno pu ede avanzar ma s qu e sobre hiptesis cuya veri-ficacin exigira de una historia de mayor duracin. 28

    En todo cas o , la impos ib i lidad de f ij a r pr ior idadesclaras dentro de las p au tas d e la sociedad de consu mo,

    nos a yuda a imaginar ese m omento ver t iginoso, fas-cin an te y terrible, en el qu e llegaba n a la vez, la edi-ficacin de alta d ens idad, la licu adora , la luz elctricay la decoracin moderna.

    Notas

    1 Ana hi Ballent (199 5b). Por problemas de extens in, en

    esta ponencia no se ha incorporado gran parte de la bi-

    bliografa secundaria uti l izada en la investigacin, que

    puede cons ultars e en el trabajo completo.2

    Sobre el contexto p oltico y social, ver, entr e otros Medina(197 9), Zablud ovsky (1985), Loyola (198 6) y Medin (1990 ).3 Sobre el des arrollo del proceso d e indu str ializacin ver:

    Torres (1984) y Garza (1985).4 La concent racin se observ especialmente en la ciud ad

    de Mxico, cuya poblacin creci entre 19 40 y 195 0 a la

    tasa m s alta de s u historia 5.7 por ciento an ua l y en

    valores absolutos pas de 1.7 a 3 millones de habitantes.5 Aun que n o faltaron an tecedentes de intervencin estatal

    en vivienda du ran te el cardenismo (Perl Cohen, 1979 y

    1981), y exis t ie ron tam bin a cc iones m s modestas en

    periodos an ter iores, concordam os con Garza y Schtein-

    gart (1978) que el inicio de la intervencin del Es tad o en

    el sector vivienda, de manera sistemtica, sostenida y sig-

    nificativa a nivel cua ntitat ivo, pued e u bicarse en tre fines

    de la dcada de los cu aren ta y principios de la de los cin-

    cuen ta. Los au tores (1978: 67-68) distinguan (has ta 197 8)

    tres etapa s funda ment ales dentro de los plan es de vivienda

    en el pas. La primera corresponda al periodo 1950-1963,

    con el predom inio del ISSSTE y del IMSS, cen tra do en la

    construccin de vivienda para empleados pblicos y una

    produccin m edia de 3,400 vivienda s a nu ales.6 Esqu em ticamen te, el pr imero fue el porfir iato (periodo

    en qu e se incorporaba n a la ciuda d nu evas t ipologas de

    vivienda destinada s a los s ectores a ltos chalets, casas

    de departamentos, etctera, con la consecuente creacin

    de nu evos espacios urba nos colonias J u rez, Roma.. .)

    y el segundo se desarroll entre los aos veinte y treinta

    (caracter izado por la incorporacin de lenguajes arqui-

    tectnicos m odernizadores, como el Art Dco, y luego laarquitectura moderna, produciendo importantes inflexio-

    nes en las tipologas de vivienda y de edificios pblicos,

    introduciendo el plan eamiento u rban o, etctera) .7 De Anda Alans (1990: 86-87) ubica a mediados de los

    a os veinte los inicios de la difu sin en la pren sa diaria de

    apa ratos y ens eres elctr icos de u so domstico que pu -

    dieron tran sforma r la h abitacin de la familia mexican a

    en u na conforta ble vivienda al m odo am ericano, s egn

    se alaban los avisos de la poca. Sobre algu nos a spectos

    de d i fu s in de la t ecn i ficac in d e l hogar , ver tam bin

    AA.VV. (1992).8

    En el mismo sentido, Sanitar ios Monterrey transforma-ba e l consu mo de ar te fac tos de l hogar en un a empresa

    patritica, afirmando que proteger a la industria nacional

    es h acer patr ia (Hoy, 22 de octu bre, 1949: 82) .9 As recrea esta situ acin J os Emilio Pacheco en Las ba-

    tallas en el des ierto (1981 ), novela a mb ientada a fines de

    los a os cu arent a. All, el nio protagonista, acostu mbra do

    a su dieta tradicional de pozole, birria, tostadas de pata,

    e tc tera , p ru eba por p r imera vez los san dwichs flying

    saucers, invento culinario norteamericano preparado en

    u n ap a r a to ad h oc, en casa de J im, su amigo nor teame-

    ricano-mexicano:

    Un m illn de gracias, s eora. Todo estu vo muy rico de-veras . Voy a decirle a mi ma m que compre el as ador y me

    ha ga platos voladores. No ha y en Mxico, int ervino por

    primera vez J im. Si quieres te lo traigo ahora qu e vaya a

    los Estados Unidos (1981: 30)

    El Hecho en Mxico, entonces, produca consecuencias

    am bigua s: por un lado acercaba e l un iverso de la p ro-

    duccin industrial, pero por otro pona en evidencia todos

    los p roductos incluidos en ese u niverso que no l legaba n

    a l y que en cam bio eran m oneda corr iente en Esta dos

    Unidos.

  • 8/3/2019 Ballent, Anah. La publicidad de los mbitos de la vida privada

    19/22

    Anah Ballent

    71

    14 Con res pecto al ltimo as pecto, para evitar qu e el excesivo

    celo matern o desvirtu ara los objetivos de la recm ara del

    joven, Orqudea sab iamente recomenda ba: no escoja Ud.

    los cu adros qu e adornen s u cu arto, eso djelo al gus to de

    ellos (enero, 1959: 45).15 En las crn icas de S alvador Novo de esa poca (recopila-

    das como los p eriodos pres idenciales de Avila Ca ma cho y

    Alemn ), el tema de la decoracin es desta cado. Su de-

    corador predilecto, hecho sintomtico entre los sectores

    altos, es Arturo Pani. En sus crnicas abundan descrip-

    ciones de est e tipo: (...) J orge (Rub io) cons tru y un a ca sa

    de piedra de la mayor originalidad, a la vez rstica y refi-

    nad a , en qu e juegan los mater ia les m s a u tn t icos la

    p iedra , la losa , las v igas con gus to y confor t , con e l

    mejor aprovecha miento del paisaje, y que Arturo Pan i ha

    decorado y amu eblado con su reconocida, sobria y origi-

    na l elegan cia, acu diendo l tambin a las telas y los co-

    lores ms autnticos (Novo, 1994: 587).

    16 El reda ctor de la secc in Decorac in de Mujeres del

    Hogar, l levaba al extremo esta asimilacin de moda fe-

    men ina y habitar , al proponer tres a mbientes decorados

    que a rmonizaran con el color de cab ello de la du ea de la

    casa : colores clidos pa ra u na morena ; contras te oscuro

    par a u na ru bia, colores regios p ara el pelo plateado:

    En este cu arto he