bajo el volcán - dias postreros › 2019 › 02 › bajo... · —‘no se puede vivir sin amar’...

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Page 1: Bajo el volcán - DIAS POSTREROS › 2019 › 02 › bajo... · —‘No se puede vivir sin amar’ —dijo M. Laruelle—. Como ese ‘estúpido’ lo escribió en mi casa. —Vamos,
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ElDíadeMuertosde1938esunajornadaaciagaparaelexcónsulbritánicoen México, Geoffrey Firmin, un hombre alcohólico, arruinado por losfantasmas de sumente y de su pasado y cuyos oscuros sentimientos deculpabilidad alimentan una soterrada voluntad de autodestrucción. Incapazdereaccionaralregresodesuexmujer,Yvonne,elcónsuldejaqueellaseacerque de nuevo a su hermanastro Hugh, trotamundos implicado enactividades políticas. Y durante las veinticuatro horas en que transcurre lanovela, en un México que simboliza al tiempo el paraíso y el infiernoterrenales, se suceden alejamientos, malentendidos y encuentrosconflictivos, y hasta violentos, con personajes de toda índole. Un funestoaugurio—un indiomoribundoalbordedeuncamino—da laprimeraseñalde alarma. Mientras Geoffrey, cada vez más ensimismado, naufragalentamente en sus delirios etílicos ante los ojos de Yvonne y Hugh, éstosasistenimpotentesalosestragosdesutrágicacaída.

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MalcolmLowry

BajoelvolcánePubr1.0

riverrun20.06.13

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Títulooriginal:UndertheVolcanoMalcolmLowry,1947Traducción:RaúlOrtizyOrtiz

Editordigital:riverrunePubbaser1.0

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AMargerie,miesposa

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¡Decuantasmaravillas/pueblanelmundo,lamayor,elhombre!/Élenalasdelnotoentrelabruma/cruzalablancamar,sinqueleasombre/lahinchadaoladerugienteespuma./YalaTierratambién,laancianadiosa,/ incansable,inmortal,hadomeñado/consuságilesmulas,yuntaairosa,/queañotrasañolehincanelarado.

Éla lasaves,cabecitashueras, /a losmonstruosdelpontoya las fieras, /ingenioso y sagaz, las redes tiende, / y nadade susmallas se defiende. /Pararendiralanimalqueronda/libreloscampos,conprimorseamaña,/ybajoelyugodomadorsujeta/alresistentetorodemontaña,/alpotrohirsutodecervizinquieta.

El lenguajeadquirió,yelpensamiento /quecorremásqueelviento, / yeltemplevarioenqueelvivirestriba/delhombreenlaciudad.Conhábiltreta/los flechazosdelhieloastutoesquiva /yelchubasco importuno /quenodejanpararacieloraso./Suavancenodetieneazaralguno,/ynohaydolenciaquelesalga al paso / que a soslayar no acierte. / De sólo unmal no escapa: de lamuerte.

SÓFOCLES,Antígona

Now I blessed the condition of the dog and toad, yea, gladlywould I havebeenintheconditionofthedogorhorse,forIknewtheyhadnosoultoperishunder the everlasting weight of Hell or Sin, as mine was like to do. Nay, andthoughIsawthis,feltthis,andwasbrokentopieceswithit,yetthatwichaddedto my sorrow was, that I could not find with all my soul that I did desiredeliverance.

JOHNBUNYAN,GraceAboundingfortheChiefofSinners

Werimmerstrebendsichbemüht,denkónnenwirerlösen.

GOETHE

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I

Dos cadenasmontañosas atraviesan la República, aproximadamente de norte asur,formandoentresívallesyplanicies.Anteunodeestosvalles,dominadopordosvolcanes, se extiende a dos mil metros sobre el nivel del mar, la ciudad deQuauhnáhuac.QuedasituadabastantealsurdelTrópicodeCáncer;paraserexactos,enelparalelodiecinueve,casialamismalatitudenqueseencuentran,aloeste,enelPacífico, las islas de Revillagigedo o, mucho más hacia el oeste, el extremo másmeridionaldeHawaiy,hacia el este, elpuertodeTzucoxenel litoral atlánticodeYucatán,cercadelafronteradeHondurasBritánicao,muchomáshaciaeleste,enlaIndia,laciudaddeYuggernaut,enlaBahíadeBengala.

Losmurosdelaciudad,construidaenunacolina,sonaltos;lascallesyveredas,tortuosasyaccidentadas;loscaminos,sinuosos.Unacarreteraampliayhermosa,deestilo norteamericano, entra por el norte y se pierde en estrechas callejuelas paraconvertirse,alsalir,enunsenderodecabras.Quauhnáhuactienedieciochoiglesiasycincuentaysietecantinas.Tambiénseenorgullecedesucampodegolf,demultitudde espléndidos hoteles y de no menos de cuatrocientas albercas, públicas yparticulares,colmadasporlalluviaqueincesantementeseprecipitadelasmontañas.

Enlasafuerasdelaciudad,cercadelaestacióndelferrocarril,seyergue,enunacolinaligeramentemásalta,elHotelCasinodelaSelva.Estásituadobastantelejosde lacarreteraprincipaly lo rodean jardinesy terrazasque,encualquierdirección,dominan un amplio panorama. Aunque palaciego, lo invade cierta atmósfera dedesoladoesplendor.Porqueyanoesuncasino.Nisiquierasepuedenapostaraunapartida de dados las bebidas que se consumen en el bar. Lo rondan fantasmas dejugadores arruinados.Nadie parece nadar jamás en su espléndida piscina olímpica.Vacíosyfunestosestánlostrampolines.Losfrontones,desiertos,invadidosdehierba.Sólodoscamposdetenissemantienenenbuenestadodurantelatemporada.

Hacia la hora del crepúsculo del Día deMuertos, en noviembre de 1939, doshombres, vestidos de franela blanca, estaban sentados bebiendo anís en la terrazaprincipaldelCasino.Habían jugadoprimeroal tenis, luegoalbillar,y las raquetasenvueltas en fundas impermeables y cautivas en sus prensas —la del doctor,triangular, la del otro, cuadrangular— descansaban frente a ellos en el parapeto.Mientrasseacercabanlasprocesionesquedescendíanserpeandoporlacolinadetrásdelhotel, llegabanhasta ambos los sonidosplañiderosde sus cánticos;volviéronseparaveralosdolientes,alosquesólopudierondistinguirpocodespués,cuandolasmelancólicas luces de sus velas comenzaron a girar entre los lejanos haces de losmaizales. El doctor Arturo Díaz Vigil acercó la botella de Anís del Mono a M.JacquesLaruelle,queahoraseasomaba,absorto,porencimadelparapeto.

Abajo, ligeramente a la derecha, en el gigantesco atardecer encarnado cuyo

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reflejo sangraba en las piscinas desiertas esparcidas por doquier como otros tantosespejismos, extendíanse la paz y la dulzura de la ciudad. Desde donde estabansentados,éstaparecíabastanteapacible.Sóloescuchandoatentamente,comoahoralohacía M. Laruelle, podía percibirse un sonido confuso y remoto —claro y, sinembargo, inseparable del minúsculo murmullo, del sonsonete de los dolientes—como de un cántico que se elevaba para luego caer, y un pisoteo regular —losestallidosygritosdelafiestaquehabíaduradotodoeldía.

M. Laruelle se sirvió otro anís. Estaba bebiendo anís porque le recordaba elajenjo.Unintensoruborteñíasurostroysumanocolocadasobrelabotella,encuyaetiquetaundemonioencarnadoblandíaantesusojosuntridente,temblabaunpocoalasirla.

—Quise persuadirle de que semarchara para se déalcoholiser—dijo el doctorVigil.Titubeóalemplearlaexpresiónfrancesa,yprosiguióensumalinglés—.Peroyo mismo me sentía tan enfermo aquel día, después del baile, que sufría física,realmente.Esoespésimoporquenosotroslosmédicosdebemoscomportarnoscomoapóstoles.Recuerdeque aquel día tambiénustedyyo jugamos al tenis.Puesbien,después busqué alCónsul en su jardín y lemandé unmuchacho para ver si veníaunosminutosatocaramipuerta;seloagradecería;sino,quemeescribieraunanotasilabebidanolohabíamatadoya.

M.Laruellesonrió.—Pero se hanmarchado—prosiguió el otro—.Y sí, pensépreguntarle a usted

tambiénaqueldíasilohabíanbuscadoencasadelCónsul.—Estabaenmicasacuandoustedtelefoneó,Arturo.—¡Oh!,yalosé,peropescamosunahorribleborracheraesanocheanterior,nos

pusimos tan ‘perfectamente borrachos’[1], que me pareció a mí que el Cónsul sesentía tanmalcomoyo—eldoctorVigilmeneó lacabeza—.Laenfermedadnosehallasóloenelcuerpo,sinoenaquellapartealaquesolíallamarsealma,¡pobredesuamigo!¡Gastarsudineroenlatierraenesastragediascontinuas!

M. Laruelle terminó su copa. Levantóse y se dirigió al parapeto; apoyando lasmanos sobre las raquetas, miró hacia abajo, en torno suyo: contempló losabandonadosfrontonesdejai-alaiconlasparedescubiertasdehierba,violasmesasde tenis,muertas,y la fuente,bastantecercanaalcentrode laavenidadelhotel,endondeuncampesinohabíadetenidosucaballoparadarledebeber.Dosamericanos,unjovenyunachica,iniciabanuntardíopartidodeping-pongenlagaleríadelanexoinferior.Cuantohabíaocurridohacíahoyexactamenteunañoparecíaperteneceryaauna era distinta. Se hubiera podido creer que los horrores del presente lo habíanengullidocomounagotadeagua.Peronohabíasidoasí.Aunquelatragediaestabatransformándose en algo irreal y sin significado, parecía que aún era permitidorecordarlosdíasenquelavidapersonalteníaalgúnvalorynoeraunasimpleerrata

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enalgúncomunicado.Encendióuncigarrillo.Lejos,a su izquierda,enelnordeste,más allá del valle y de los contrafuertes en forma de terraza de la Sierra MadreOriental, ambos volcanes, Popocatépetl e Iztaccíhuatl, se erguían majestuosos ynítidos,contraelfondodelcrepúsculo.Máscerca,talvezaunosquincekilómetros,amenoralturaqueelvalleprincipal,distinguióelpueblodeTomalín,anidadotraslaselva, desde la cual ascendía un tenue velo de humo ilícito: alguien quemaba leñapara hacer carbón. Ante sí, del otro lado de la carretera principal, se extendíancamposyboscajesentreloscualesserpeabanunríoyelcaminodeAlcapancingo.Laatalayadeunaprisiónseelevabasobreunbosqueentreel ríoy lacarreteraqueseperdía más adelante, allá donde las colinas purpúreas de un paraíso a lo Dorédesaparecíanenladistancia.Enlaciudad,laslucesdelúnicocinedeQuauhnáhuac,queconstruidoenunacolina sedestacabanotablemente, seencendierondepronto;vacilaronunmomentoyvolvieronaprenderse.

—‘No se puede vivir sin amar’—dijoM. Laruelle—. Como ese ‘estúpido’ loescribióenmicasa.

—Vamos,‘amigo’,despreocúpese—dijoelDr.Vigil,asuespalda.—Pero,‘¡hombre!’¡Yvonnevolvió!Esoesloquenuncapodréentender.¡Volvió

asu lado!—M.Laruelle regresóa lamesa,endondese sirvióybebióunvasodeaguamineraldeTehuacán.Dijo:

—‘Saludypesetas’.—‘Ytiempoparagastarlas’—replicó,absorto,suamigo…M.Laruellecontemplóaldoctorque, recostadoensusilladeplaya,bostezaba;

observó su rostro, su rostro de mexicano imposiblemente apuesto, moreno eimperturbable, los ojos oscuros de mirada bondadosa, inocentes, como los deaquellosniñosoaxaqueños,bellosyansiosos,quevivenenTehuantepec(sitio idealenelquelasmujereshaceneltrabajomientrasloshombressebañantodoeldía)ylasmanos pequeñas y finas y sus delicadas muñecas en las que resultaba casisorprendenteverquedespuntabaunvellonegroyáspero.

—Dejé de preocuparme hace mucho, Arturo —dijo en inglés, quitándose elcigarrillodeloslabiosconsusdedosnerviososyfinos,enloscualesteníaconcienciadellevardemasiadosanillos—.Loqueencuentromás…—M.Laruellesepercatódequesucigarrilloestabaapagadoysesirvióotroanís.

—‘Con permiso’—el doctor Vigil le acercó un encendedor que ardió con talrapidez,quelepareciócomosiyahubieraestadoprendidoenelbolsillodedondelosacó;talfuelacoincidenciaentreademáneignición.OfreciólallamaaM.Laruelle—.¿Nofueustednuncaaquíalaiglesiadelosdesheredados—preguntódesúbito—,dondeestálaVirgendeaquellosquenotienenanadie?

M.Laruellenegóconlacabeza.—Ningunovaallí.Sólolosquenotienenanadie—dijoeldoctorpausadamente.

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Seguardóelencendedorenelbolsilloymirósureloj,enderezando lamuñecaconágilmovimiento—.Allons-nous-en—añadió—‘vámonos’—yserióperezosamenteconunaseriedecabeceosqueparecíaninclinarsucuerpohaciaadelante,hastaquelacabeza descansó entre sus manos. Después se levantó y fue a situarse junto aM.Laruelle en el parapeto, aspirando profundamente—. ¡Ah! Ésta es la hora quemeencanta,conelsolqueseoculta,cuandotodohombreseponeacantary todos losperrosa«ladronear».

M.Laruelleserió.Mientrasconversaban,elcielo,haciaelsur,sehabíacubiertode furor y tempestad; ya los dolientes habían desaparecido de la colina.Adormercidosenlaaltura,loszopilotesflotabanenelairesobresuscabezas.

—Entonces,alasochoymedia;talvezvayaapasarunratoenel‘cine’.—Bueno.Loveréentoncesestanocheenelsitioconvenido.Recuerde:sigosin

creerquesevayamañana—tendiólamanoyM.Laruelle,queleguardabaafecto,laestrechóvigorosamente—.Tratedevenirenlanoche;sino,entienda,porfavor,quesiempretendréinterésporsusalud.

—‘Hastalavista’.—‘Hastalavista’.Solo, juntoa lacarreterapor laquehacíacuatroaños llegódesdeLosÁngeles,

hasta el último kilómetro de aquel viaje largo, insensato y hermoso, también M.Laruelle resistíase a creer que se marcharía. La idea del mañana le pareció casiinsoportable.Sedetuvoindecisosobrelarutaqueseguiríaparallegaracasa,cuandoelautobúsTomalín-Zócalo,pequeñoyrepleto,pasótraqueteandoasuladohacia lafaldade lacolina, rumboa labarranca,antesde iniciarelascensoaQuauhnáhuac.Estanochelerepugnabaseguirelmismocamino.Atravesólacalle,conrumboalaestación.Aunquenoibaamarcharseporferrocarril,antelaideadelapartida,desuinminencia,nuevamente le invadióunaabrumadora tristezay,evitandopuerilmentelasagujas,siguióporlosrieles.Losrayosdelsolponienterebotabanenlostanquesdepetróleoque sehallaban en el pastodel andén.La estacióndormitaba.Lasvíasestabandesiertas;lasseñales,levantadas.Pocodecuantoenellahabíadabaideadequealgunavezallíllegarauntren,pornodecirquedeallísaliera.

QUAUHNÁHUAC

Sinembargo,hacíapocomenosdeunañoqueestelugarhabíasidotestigodeunaseparaciónquenuncaolvidaría.NohabíasimpatizadoconelhermanastrodelCónsulla primera vez que se vieron cuando llegó con Yvonne y el Cónsul a casa deM.LaruelleenlacalleNicaragua,asícomotampoco—ahorapodíaverloclaramente—Hughhabíasentidosimpatíaalgunaporél.ElaspectoestrafalariodeHugh(aunqueelefectodevernuevamenteaYvonnefueentoncestanabrumador,quelaimpresióndeextravaganciano fue tan fuertecomoparano reconocerlo, inmediatamentedespués

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enParián)lehabíaparecidosimplementelacaricaturadeaquelladescripciónamableysemiamargaquedeéllehicieraelCónsul.Asípues,ésteeraelmuchachodelqueM. Laruelle recordaba vagamente haber oído hablar años antes. Le había bastadomediahoraparadescartarlo,clasificándolocomounpelmazoirresponsable,marxistadesalón,vanoytímidoenrealidad,aunqueafectaraposesderománticoextrovertido.EntantoqueHugh,aquienciertamente,ypordiversasrazones,elCónsulnohabía«preparado» para conocer a M. Laruelle, vio en él, sin duda alguna, un tipo depelmazoaúnmásafectado,estetadeedadmadura,célibeinveteradamentepromiscuo,untuoso y dominante con las mujeres. Pero más tarde, al cabo de tres noches deinsomnio había transcurrido una eternidad: el dolor y la perplejidad ante laincomparable catástrofe los había acercado. Durante las horas que siguieron almomentoenquecontestó la llamada telefónicadeHughdesdeParián,M.Laruelleaprendió mucho sobre él: sus esperanzas, sus temores, sus fingimientos consigomismo,susangustias.AlmarcharseHugh,fuecomosihubieseperdidounhijo.

Sininquietarseporsuropadetenis,M.Laruelleascendióelterraplén.Apesardetodo,había tenido razón, sedijoal llegar a lo alto, endonde sedetuvopara tomaraire; había tenido razón después de que el Cónsul fue «descubierto» (aunque,mientrastanto,sobrevinoaquellasituacióngrotescamentepatética,enlacualnohubocónsulbritánico—acasoprimeraocasiónenquesehubieranecesitadounocontantaurgencia—aquienrecurrir);razóneninsistirenqueHughhicieraaunladotodoslosescrúpulosconvencionalesyseaprovecharadelaextrañarenuenciadela«policía»aarrestarlo,delaansiedadque,segúnparecía,manifestabanpordesembarazarsedeéllos policías cuando, en estricta lógica, hubieran debido retenerlo como testigo,cuandomenosdeaquelloaloqueahora,adistancia,podíaaludirsecomo«elcaso»,ytomara,encuantolefueseposible,aquelbarcoqueprovidencialmenteloesperabaenVeracruz.M.Laruellevolviólamiradaalaestación;Hughdejabaunvacío.Enciertosentido,sehabíafugadoconsuúltimailusión.PorqueHugh,alosveintinueveaños,seguíasoñandoconcambiarelmundo(nopodíadecirseenotraforma)mediantesusactos, de la misma manera que Laruelle, a los cuarenta y dos, aún no habíarenunciadoalaesperanzadecambiarloconlasgrandespelículasque,dealgúnmodo,se proponía realizar. Pero ahora esos sueños parecían absurdos y presuntuosos.Despuésdetodo,habíahechograndespelículas,dentrodeloquefueronlasgrandespelículas del pasado. Y, no obstante —lo sabía—, en nada habían cambiado almundo.Decualquiermanera,existíaentreHughyélciertaidentidad:él,comoHugh,ibaaVeracruzy,lomismoqueHugh,ignorabasisubarcollegaríaapuerto…

LarutadeM.Laruelleatravesabalabrantíoscultivadosamediasquelindabanconestrechos senderos de hierbas por donde pasaban los aguamieleros al volver de sutrabajo.Hastaentonces,habíasidoésteunodesuspaseospredilectos,aunquenolohabía recorrido desde antes de las lluvias. Las pencas de los cactos atraían con su

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frescura; aquellos árbolesverdes, iluminadospor la luzdeun sol crepuscular, bienpodían ser sauces llorones sacudidos por ráfagas del viento que se levantaba; enlontananza, al pie de gráciles colinas en forma de hogazas, nacía un lago de luzdorada. Pero ahora algo funesto invadía este atardecer. Sombríos nubarrones seagolpaban en el sur. El sol desparramaba cristal derretido en los campos. En elviolentocrepúsculolosvolcanesadquiríanunaspectoaterrador.Meciendolaraqueta,M.Laruellecaminabaprestamenteconsusbuenoszapatosdetenisqueyadeberíanestar en su equipaje.Nuevamente era presa de un temor: la sensación de ser aquí,despuésdetodosestosañosyensuúltimodía,unextraño.Cuatroaños,casicinco,yseguíasintiéndosecomounvagabundoenotroplaneta.Ynoesqueasícontribuyeraahacermenosdolorosalapartida,aunquepronto,Diosmediante,veríaParísotravez.¡Alfin!Laguerra,salvoensuaspectodañino,noleinspirabamuchossentimientos.Uno u otro bando acabaría ganando. De cualquier manera, la vida sería ardua.Aunque,siperdieranlosaliados,seríamáspenosaaún.Yenamboscasos, la luchaindividualproseguiría.

¡Qué continua y sorprendentemente cambiaba el paisaje! Ahora eran camposcubiertos de piedras y una hilera de árboles secos. El perfil de un arado ruinosolevantaba los brazos al cielo enmuda súplica.Otroplaneta, pensónuevamente, unplanetaextrañoenelque, si semiraraunpocomás lejos,despuésdeTresMarías,podría descubrirse inmediatamente cualquier tipo de paisaje: Costwolds,Windermere,NewHampshire, laspraderasdelEure-et-Loire,hastalasgrisesdunasdeCheshire,hastaelSahara;unplanetaenelcualsecambiabadeclimaenunabrirycerrar de ojos y bastaba tomarse la molestia de pensar en ello y atravesar unacarreterapararecorrertrescivilizaciones;perohermoso—nocabíanegarsubelleza,fatalopurificadora,segúnfueraelcaso:labellezamismadelParaísoTerrenal.

Y,noobstante,¿quéhabíalogradoenelParaísoTerrenal?Pocosamigos.Sehabíahechodeunaamantemexicana,conquienhabíareñido,ydevariosídolosmayasquenopodríasacardelpaís,yademás…

M.Laurellesepreguntósillovería:enocasiones,aunqueraramente,acontecíaenestaépoca; como,porejemplo, el añopasadoenque llovió fuerade temporada.Yaquellosnubarronesenel surerande tempestad.Se imaginóqueolfateaba lluviaypasóporsucabezalaideadequenadaleagradaríatantocomomojarse,empaparsehasta lamédula, y caminar, caminar a lo largode este país agreste con su traje defranelablancauntadoalcuerpo,cadavezmásymásymásempapado.Contemplólasnubes: oscuros caballos veloces erguidos en el cielo. ¡Sombría tempestad que sedesatabaadestiempo!Asíocurríaconelamor,pensó;elamorquellegademasiadotarde.¡Sóloqueaéstenoseguíalacalma,comocuandolafraganciavespertinaoelrayo de sol, lento y cálido, vuelven a la tierra sorprendida! M. Laruelle se alejóapresurandoelpaso.Ysitalamordesúbitonosenmudece,nosciega,nosenloquece

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onosmata—conencontrarleunsímilnovamosacambiarnuestrodestino.Tonnerrededieu!…Condescribircómoeraunamortardíonosesaciabasedalguna.

ComodesdequesaliódelCasinodelaSelva,M.Laruellehabíaidobajandopocoa poco por la colina, la ciudad se alzaba ahora casi inmediatamente a su derecha.Desdeelcampoporelqueatravesabapodíadistinguir,porencimadelascopasdelosárboles, en la falda de la colina, más allá de la silueta acastillada y sombría delPalaciodeCortés, laruedadelafortunaque,yailuminada,girabalentamenteenlaplazadeQuauhnáhuac;creyópoderdistinguirelmurmullodelasrisasqueescapabande las cestas relucientes y, una vez más, la leve embriaguez de las voces quecantaban,seapagabanydesfallecíanhastahacerseinaudiblesenelviento.Hastasusoídos llegaba, a campo traviesa, una melancólica tonada norteamericana: «SaintLouisBlues»oalgoporelestiloqueera,pormomentos,unaoleadamusicalimpelidaporlabrisaysalpicadadeunlejanoparloteoqueparecíanoquebrarse,sinogolpearcontralosmurosytorresdelasinmediaciones;después,conungemido,sumíaseenladistancia.SehallóenelsenderoquellevabaalcaminodeTomalínpasandoporlacervecería.LlegóalarutadeAlcapancingo.Pasóuncochey,mientrasconelrostrovueltoaguardabaaqueseasentaseelpolvo,recordóaquelviajeenautoconYvonney el Cónsul a lo largo del lecho del lago, antaño cráter de inmenso volcán, ynuevamentecontemplóelhorizontequesedesvanecíaenelpolvo,losautobusesquezumbaban enmedio de las tolvaneras, los trémulosmuchachos de pie en la partetraseradeloscamiones,asidosalamuerte,consusrostrosprotegidoscontraelpolvo(y siempre pensó que en esto había unamagnificencia, un simbolismo proyectadohaciaelfuturo,paraelcualunpuebloheroicohabíaadquiridotangrandepreparaciónyaqueentodoMéxicosepodíanvercamionesdesaforadosconsusjóvenesalbañilescon las piernas abiertas plantadas firmemente, cuyos pantalones, al agitarse, lasgolpeabanconfuerza),yviobajolosrayosdesol,enloaltodelacolinaredonda,lascolinasoscurecidasporelpolvoenlascercaníasdellago,cualislasazotadasporunchubasco.ElCónsul, cuyavieja casadistinguíaahoraM.Laruelle en la loma,másalládelabarranca,parecíafelizenaquelentonces,cuandodiscurríaporCholulaconsus trescientas seis iglesias y sus dos peluquerías, «El Toilet» y «El Harem», ydespués,cuandoascendíalapirámideenruinas,delacualafirmabaconorgulloqueeralaTorredeBabeloriginal.¡QuéadmirablementeocultabaloquedebíadeserlaBabeldesuspensamientos!

Enmedio de la tolvanera se acercabandos indios harapientos; discutían con laprofundaconcentracióndeprofesoresuniversitariosdeambulandoenlaSorbonaalaluzdeuncrepúsculoestival.Susvocesy losmovimientosdesusmanos refinadas,aunquesucias,eranincreíblementecortesesydelicados.Suporteevocabalamajestaddepríncipesaztecas;susrostroslassombríasesculturasdelasruinasmayas.

—‘…perfectamenteborracho’.

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—‘…completamentefantástico’.—‘Sí,hombre,lavidaimpersonal’.—‘Claro,hombre’…—‘¡Positivamente!’—‘Buenasnoches’.—‘Buenasnoches’.Desaparecieronenlapenumbra.Laruedadelafortunaseperdiódevista.Envez

deacercarse,lossonidosdelaferiaylamúsicacallaronduranteunrato.M.Laruellevolviólavistahaciaelponiente:caballerodeantañoconraquetadetenisporadargaylámparadebolsilloportaleguilla,pensóporunmomentoenlasbatallasalasquehabría de sobrevivir el alma para vagar por allí. Se había propuesto seguir a laderecha, por otro sendero que, pasando por la granjamodelo en donde pacían loscaballosdelCaminodelaSelva,desembocabadirectamenteasupropiacalle,lacalleNicaragua.Peromovidoporunrepentinoimpulso,diovueltahacialaizquierdaparaseguir por el camino que pasaba por la prisión.En esta su última noche, sintió unconfusodeseodedeciradiósalasruinasdelpalaciodeMaximiliano.

Enelsur,uninmensoarcángel,negrocomotrueno,seagitabadesdeelPacífico.Ysinembargolatempestadcontenía,afindecuentas,supropiaalmasecreta…SupasiónporYvonne(independientementedequehubieraonosidobuenaactriz;éllehabía dicho la verdad al asegurarle que habría sido superior en cualquiera de suspropias películas) había evocado en su corazón, aunque de manera inexplicable,aquellaprimeravezenquesolo,alatravesarlaspraderasdeSaintPrès—adormecidaaldea francesa de remansos, canales y grises molinos abandonados en donde a lasazón se alojaba—, vio surgir lenta y maravillosamente, con belleza infinita, porencimade los camposde rastrojoen losqueabundaban las flores silvestres, surgirlentamentebajo losrayosdelsol,al igualquesiglosantes lashabíanvistoerguirselos peregrinos que erraban por esos mismos campos, las flechas gemelas de lacatedraldeChartres.Suamorlehabíatraídounapaz,portiempodemasiadobreve,queextrañamenteseasemejabaalencantamiento,alembrujodelmismoChartresdehacía muchos años, cuyas callejuelas laterales amaba y desde cuyos cafés podíacontemplarlacatedralquenavegabaeternamentecontralasnubes:sortilegioquenopodíarompernielhechomismodesusescandalosasdeudas:M.LaruellesedirigióconpasoágilhaciaelPalacio.¡TampocoremordimientoalgunoporelinfortuniodelCónsulhabíarotoaquelotrosortilegioquinceañosdespués,aquíenQuauhnáhuac!Dehecho,pensóM.Laruelle,loquedurantealgúntiempovolvióaunirlosaélyalCónsul, aun después de la partida de Yvonne, no fue, ni en uno ni en otro, elremordimiento. Acaso parcialmente fue, más bien, el deseo de aquella engañosacomodidad (tan satisfactoria casi como ejercer cierta presión sobre un dienteadolorido) derivada de la muda simulación, por parte de ambos, de que Yvonne

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seguíaallí.…¡Ah,perotodoestopudohaberparecidorazónsuficienteparaponerelmundo

enteroentreellosyQuauhnáhuac!Y,noobstante,ningunodelosdoslohabíahecho.Yahora,M.Laruellesentíacaersobresushombros,desdeafuera,elpesodeambos,comosi,dealgunamanera,sehubieratransferidoaestasmontañasvioláceasqueseerguíanasuderredor,tanmisteriosasconsusminasdeplatasecretas,tanretiradasy,no obstante, tan cercanas, tan inmóviles; y de estas montañas emanaba una rarafuerzamelancólicaquetratabaderetenerloaquícorporalmente,yeraestafuerzasupropiopeso,elpesodemuchascosaspero,sobretodo,elpesodeldolor.

Pasó por un campo en el que un desteñido Ford azul, ruina total, había sidoempujado cuesta abajo hasta ponerlo tras un seto: habíanle colocado dos ladrillosbajolasruedasdelanterasparaevitarquepartierainvoluntariamente.¿Quéesperas?,quisopreguntarle,sintiendounaespeciedeafinidad,unaternuraporaquellosharaposdeloquefueraunacapotayqueahoraseagitabaalviento…Miamor,¿porquémemarché?¿Porquénomeloimpediste?Aquellaspalabrasescritasenlatarjetapostalde Yvonne que llegó con tanta demora, no iban dirigidas a M. Laruelle; aquellamisma postal que el Cónsul debió de haber dejado intencionadamente bajo sualmohadaenelcursodeesaúltimamañana—pero¿cómopodíasaberexactamentecuándo?—comosihubieracalculadotodo,segurodequeM.LaruelleladescubriríaenelprecisomomentoenqueHugh,enloquecido,lellamaríadesdeParián.¡Parián!Aladerechasealzabaelmurodelacárcel.Arriba,enlaatalaya,apenasvisibleenloaltode losmuros,dospolicíasconbinocularesavizorabanaorienteyponiente.M.Laruelleatravesóelríoporunpuenteydespuéssiguióporunatajo,recorriendounamplio claro del bosque, acondicionando, a todas luces, como jardín botánico.Delsurestesurgíanparvadasqueseamontonaban:pájarosfeos,negros,pequeños,ysinembargo, demasiado largos, semejantes a insectos monstruosos, parecidos a loscuervos,de torpescolas largasyvueloondulante,enérgicoy laborioso.Fustigandocon su vuelo la hora crepuscular, retornaban febrilmente, como cada atardecer, arefugiarseentrelaespesuradelosfresnosdel‘zócalo’,loscuales,hastaquecayeralanoche, resonarían con sus chillidos estridentes, incesantes y mecánicos.Dispersándose,laobscenacohorteenmudecióypasóaladeriva.

CuandoM.Laruellellegóalpalacioyaelsolsehabíapuesto.Apesardesuamorpropio,Laruelledeploróinmediatamentehabervenido.Acaso

aquellos rotos pilares rosados habían estado esperando en la penumbra paradesplomársele encima, y en el estanque, cubierto de lama verdosa, los escalonesarrancados que colgaban de una grapa oxidada, parecían también aguardarlo paracaer sobre su cabeza. La maleza había invadido la capilla maloliente y derruida;salpicadosdeorinessusmuros,endondeacechabanlosalacranes,sedesmoronaban:entablamento en ruinas, triste arquivolta, piedras resbaladizas cubiertas de

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excremento; este lugar, en que antaño floreció el amor, parecía ahora parte de unapesadilla. Y Laruelle estaba cansado de pesadillas. Francia, pensó, nunca debiótrasladarse a México, ni aun bajo el disfraz de los Austria; Maximiliano fuedesafortunado hasta en sus palacios. ¡Pobre diablo! ¿Por qué tuvieron que llamartambiénMiramaraesefatalpalaciodeTrieste;aquelenqueCarlotaperdiólarazónydonde todos los que en él vivieron, desde laEmperatriz Isabel deAustria hasta elArchiduque Fernando, perecieron de muerte violenta? Y sin embargo, ¡cuántodebierondeamarestatierraaquellosdossolitariosdesterradoscubiertosdepúrpura!Seres humanos después de todo, amantes fuera de su elemento, su Edén, sin queningunosupieseporqué,comenzóatransformarseantesusojosenprisiónyaapestara cervecería, quedando, a la larga, como única majestad, la tragedia. Fantasmas.Fantasmas, como en el Casino, vivían aquí ciertamente. Y un fantasma seguíadiciendo:—Esnuestrodestinoviviraquí,Carlota.Miraestegloriosopaísmontañoso;mira sus colinas, sus valles, sus volcanes increíblemente bellos. ¡Y pensar que esnuestro! Seamos buenos y constructivos y hagámonos merecedores de él. Ofantasmasquereñían:—No;teamabasatimismo;amabastumiseriamásqueamí.Noshicisteestodeliberadamente.—¿Yo?—Siempre tuvistegenteque teatendiera,queteamara,quetedirigiera.Escuchasteatodos,menosamí,quetantotequise.—¿Tanto? Tú sólo te quisiste a ti mismo. —No; te quise, siempre te quise, debescreerme,porfavor;debesrecordarcómoproyectábamosiraMéxico.¿Recuerdas?—Sí, tienes razón. Tuve mi oportunidad contigo. ¡Nunca más se presentará unaoportunidad semejante! Y de pronto, allí donde estaban, volvían a llorarapasionadamente.

PeroeralavozdelCónsul,noladeMaximiliano,laqueM.Laruelleasíhubierapodidoescucharenelpalacio:yalreanudarsucamino,encantadodehaberllegadoaltérminodelacalleNicaragua,aunquefueraalextremomásremoto,recordóeldíaenquehabíasorprendidoalCónsulyaYvonne,abrazándoseallí;nofuemuchotiempodespuésdequellegaranaMéxico,pero¡quédiferentelehabíaparecidoentonceselpalacio!M.Laruelleaflojóelpaso.Elvientosehabíacalmado.Abriósuabrigodetweed inglés (comprado, no obstante, en High Life, pronunciado tchlif, Ciudad deMéxico)yaflojósubufandaazulmoteada.Lanocheerainusitadamenteopresiva.¡Yqué silenciosa!Ni un sonido, ni un grito llegaban ahora a sus oídos. Sólo la torpesucción de sus pasos. Ni un alma a la vista. Además, M. Laruelle se sentíaligeramenteescoriado;suspantalonesleapretaban.Estabaengordandodemasiado;yahabíaengordadodemasiadoenMéxico, locualsugeríaotrarazónextravagantequealguna gente podría aducir para levantarse en armas, y que no llegaría a losperiódicos. Con ademán absurdo, agitó la raqueta de tenis en el aire, imitando losmovimientos de un saque y de una contestación: pero pesaba demasiado; se habíaolvidadodelaprensa.Pasójuntoalagranjamodeloasuderecha;losedificios,los

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campos, lascolinasahoraensombrecidasen laoscuridadquecaía rápidamente.Denuevo se hizo visible la parte superior de la rueda de la fortuna, silenciosa eincandescente, en la cima de la colina casi frente a él; luego desapareció tras losárboles.Elcamino,encondicioneslamentablesyplagadodebaches,descendíaaquíabruptamente la colina; se aproximaba al puentecito sobre la honda ‘barranca’. Sedetuvoenlamitaddelpuente;encendióunnuevocigarrilloconelquehabíaestadofumando y se asomó por encima del parapeto. Era demasiado oscuro para ver elfondo,¡peroaquísíexistíanfinalidadyhendidura!Quauhnáhuacera,enesteaspecto,comoeltiempo:pordoquierquesemiraseestabaaguardandoelabismoalavueltadelaesquina.¡DormitorioparazopilotesyciudaddeMoloch!MientrassecrucificabaaCristo—decía lahierática leyenda traídapor elmar— la tierra sehabía abierto entoda esta región, aunque en aquel entonces la coincidencia difícilmente pudoimpresionar a alguien. En estemismo puente el Cónsul le sugirió alguna vez quehiciese una película sobre la Atlántida. Sí, asomado de la misma manera, ebrio(aunquedueñodesí)coherente,untantoloco,untantoimpaciente—fueunadeesasocasionesenqueelCónsulhabíabebidohastalasobriedad—lehabíahabladosobreelespíritudelabismo,sobreeldiosdelatempestad,el‘huracán’que«atestiguabademanera tan sugerente sobre las relaciones entre una y otra orilla del Atlántico».Cualquieraquefueseelsignificadodeloquequisodecir.AunquenofueaquéllalaprimeraocasiónenqueelCónsulyélseasomaronalabismo.Porquesiemprehabíaexistido,hacíasiglos—y¿cómoolvidarloahora?—el«BunkerdelInfierno»:yeseotroencuentroqueparecíaguardarciertaoscurarelaciónconaquél,posterior,enelPalaciodeMaximiliano…¿Acasohabíasidorealmentetanextraordinariodescubriral Cónsul, descubrir que, aquí en Quauhnáhuac, su antiguo compañero de juegosinglés—difícilmentepodíallamarlo«condiscípulo»—alquenohabíavistodurantecasi un cuarto de siglo, vivía y, de hecho, había vivido en su calle, sin que él losupiera, durante seis semanas? Probablemente, no; probablemente sólo fue una deesas insensatas coincidencias que podrían calificarse de «trampa favorita de losdioses». ¡PeroconcuántanitidezvolvióaevocaraquellasvacacionesdeantañoenlasplayasdeInglaterra!

…M. Laruelle, nacido en Languion, Mosela —cuyo padre, rico filatelista deexcéntricas costumbres, sehabíamudadoaParís—solíapasar cuandoeraniño lasvacaciones de verano en Normandía, en compañía de sus padres. Courseulles, enCalvados, a orillas de la Mancha, no era un centro de moda. Todo lo contrario.Algunaspensionesfustigadasporelviento,kilómetrosdedunasdesiertasyelmar,frío.Apesardeello,fueaCourseulles,enelsofocanteveranode1911,dondellególafamiliadelfamosopoetainglésAbrahamTaskerson, trayendoconsigoaunextrañohuérfanoanglo-hindú, soñadoracriaturadequinceaños, tan tímidoy, sinembargo,tancuidadosamentedueñodesí,aficionadoaescribirpoemas,actividadqueelviejo

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Taskerson (quehabía permanecido en Inglaterra) parecía estimular, y que, a veces,estallabaen llantosi semencionabaensupresencia lapalabra«padre»o«madre».Jacques,aproximadamentedelamismaedad,habíasentidoextrañasimpatíaporél.YpuestoquelosdemáschicosTaskerson—seiscuandomenos,casitodosmayoresy,segúnparecía,todosdecastamásrecia,aunque,dehecho,eranparientescolateralesdeljovenGeoffreyFirmin—solíanandarengrupo,dejandosoloalchico,Jacquesloveía con frecuencia. Juntos recorrían la playa con un par de viejos palos de golfprovenientesdeInglaterrayunlastimosopardepelotasdegomaqueellos,eufóricos,arrojarían al mar en su último día de vacaciones. Geoffrey se convirtió en«Frijolillo».Lamadre deLaruelle, para quien, sin embargo, elmuchacho era «esehermosojovenpoetainglés»,loveíatambiénconsimpatía;porotraparte,lamadrede losTaskerson sehabíaencariñadoconel chico francés: como resultadodeello,JacquesrecibióunainvitaciónparapasarelmesdeseptiembreconlosTaskersonenInglaterra, en donde Geoffrey permanecería hasta el inicio del período escolar. Elpadre de Jacques, que pensaba enviarlo a una escuela inglesa cuando cumplieradieciochoaños,diosuconsentimiento.AdmirabaenparticularelporteerguidoyvirildelosTaskerson…YasífuecomoM.LaruellellegóaLeasowe.

EllugareraunaespeciedeversiónadultaycivilizadadeCourseullesenlacostainglesadelnoroeste.LosTaskersonvivíanenunacómodacasacuyojardínposteriorlindabaconuncampodegolfhermosoyondulante,casicontiguoalmar.Parecíaelmar;dehechoeraelestuario,dediezkilómetrosdeancho,deunrío;haciaeloesteun blanco cabrilleo indicaba dónde empezaba el verdadero mar. Las montañasgalesas,esbeltas,negrasyborrascosas,conlacúspideavecescubiertadenieve,porloqueaGeoff le recordaban la India, se extendíanalotro ladodel río.Durante lasemana, cuando se les permitía jugar, el campo de golf estaba desierto: amapolasamarillasydesganadas,seagitabanentrelaespinosavegetaciónmarina.Enlaplayase extendían los restos de un bosque antediluviano entre los que sobresalían feostroncos ennegrecidos y, más lejos, el tope de un macizo faro abandonado. En elestuario había una isla en la que se alzabaunmolinode viento, comocuriosa flornegra,y,enbajamar,podíallegarsehastaellamontadoenburro.SobreelhorizonteflotabaelhumodeloscarguerosprovenientesdeLiverpool,quesedirigíanhaciaaltamar.Reinaba una sensación de espacio y de vacío. Solamente durante los fines desemana se hacía patente cierta desventaja en la localidad. Aunque la temporadallegabaa su finy losgriseshotelesparahidrópatasa lo largode lasavenidas ibanquedándosevacíos,elcampodegolfsellenabatodoeldíaconcorredoresdeBolsade Liverpool que jugaban dobles. Desde lamañana del sábado hasta la noche deldomingo una continuada granizada de pelotas de golf volaba fuera del campobombardeandoeltejado.EntoncesdabagustosalirconGeoffreyalpueblo—queaúnestaba llenodemuchachas sonrientesyatractivas—y recorrer lascallesasoleadas,

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barridaspor elviento,opresenciar alguna funcióndeguiñol en laplaya.O,mejorque todo, navegarpor la laguna enunyateprestadoqueGeoffreymaniobraba conpericia.

Porque—igualquehabíaocurridoenCourseulles—confrecuencia losdejabansolos.Yahora Jacquespodíacomprendermejorporquéhabíavisto tanpocoa losTaskerson en Normandía. Aquellos chicos eran portentosos caminantes. No lesarredraba caminar cuarenta o cincuenta kilómetros al día. Pero lo que parecíamásextraño aún —ya que ninguno había pasado de la edad escolar— es que fueranasimismo portentosos bebedores. En el curso de una simple caminata de ochokilómetrossolíandetenerseenigualnúmerodetabernasybeber,encadauna,unoodoslitrosdepotentecerveza.Hastaelmásjoven,quenocumplíalosquinceaños,seacababasusseis litrosenuna tarde.Ysialgunose indisponíaporesta razón, tantomejor.Así lequedabasitioparaseguirbebiendo.NiJacques,deestómagodébil—aunqueencasaestabaacostumbradoatomarciertacantidaddevino—niGeoffrey,aquien le repugnaba el sabor de la cerveza y asistía a una nueva severa escuelawesleyana,podíansoportaresteritmomedieval.Pero,dehecho,todalafamiliabebíadesmedidamente.ElviejoTaskerson,hombre agudoybondadoso,habíaperdido alúnicodesushijosqueheredaraunmínimodetalentoliterario;cadanochesesentaba,pensativo, en su estudio, dejaba la puerta abierta, y bebía hora tras hora, sus gatossobre el regazo y el diario vespertino con el crujido de cuyas páginasmanifestabalejanoreprochecontralosdemáshijos,quienes,porsuparte,sequedabanbebiendoenelcomedorhoratrashora.LaseñoraTaskerson,diferenteensuhogar—endondeacasosentíamenosnecesidaddeproducirbuenaimpresión—sesentabajuntoasushijos, encendido su hermoso rostro y también, a medias, en actitud de reproche,bebía,sinembargo,regocijadamentehastadejarlosatodosbajolamesa.Ciertoquelosmuchachos le llevaban buena delantera. Y no es que fueran de los que suelenversedandotumbosporlacalle.Paraelloseracuestióndehonorparecermássobriosmientras más borrachos estaban. Por regla general caminaban fabulosamenteerguidos,conloshombrosechadoshaciaatrás,lamiradaalfrente,comoguardiasenservicio;sóloque,alfinalizareldía,lohacíanmuy,muylentamente;ensuma,conelmismo«erguidoportemasculino»que tanto impresionabaalpadredeM.Laruelle.Aunasí,noeraenmodoalgunoinusitadodescubrirporlamañanaatodalafamiliadurmiendo en el piso del comedor.No obstante, ninguno parecía sentirse peor porello.Yladespensasiempreestabaatestadadebarrilesdecervezaquepodíadestaparquien lo desease. Saludables y robustos, los muchachos comían como leones.Devorabaninmensostrozosdepanzadecorderofritayembutidosllamadosnegros,odesangre,unaespeciedeasadurarecubiertadeavenaqueJacquestemíapudieraestardestinadaasuplato,porlomenosenparte:—boudin,¿sabes,Jacques?—,mientrasque Frijolillo, a quien ahora con frecuencia aludían como «el Fermín ése»,

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permanecíasentado,ruborosoyfueradelugar,consuvasodecervezapálidaintacto,esforzándosetímidamenteporconversarconelseñorTaskerson.

Al principio le fue difícil comprender qué hacía «el Fermín ése» con taninverosímilfamilia.NocompartíaningunodelosgustosdelosmuchachosTaskersonynisiquieraasistíaalamismaescuela.Sinembargo,erafácilverquesusparienteshabíantenidolosmejoresmotivosparaenviarloaquí.«Geoffreyandabasiempreconlasnaricesmetidasenloslibros»,demodoqueel«primoAbraham»,cuyaobrateníaunciertoaspectoreligioso,erael«hombreindicadoparaauxiliarlo».Porotraparte,probablementedebíandeestar tanpocoenteradosdelaconductadeloshijoscomolospropiospadresdeJacques:sabíanqueganabanenlaescuelatodoslospremiosdeidiomasydedeportes:seguramentequeestosmuchachos,apuestosyrobustos,eran«precisamenteloindicado»paraayudaralpobreGeoffreyadominarsutimidezyanodesvariarpensandoensupadreyenlaIndia.JacquesabrióplenamenteelcorazóndelpobredeFrijolillo.SumadrehabíamuertoenCachemira,cuandoélaúneraniñoy, aproximadamente al cabo de un año, su padre, que casó en segundas nupcias,desapareció tan sencilla comoescandalosamente.Nadie llegóa saber conprecisiónenCachemira,nienningunaotraparte,loquehabíaocurrido.UnbuendíaascendióalHimalayayseesfumó,dejandoenSrinagaraGeoffreyconsuhermanastroHugh—quealasazóneraunniñodebrazos—yasumadrastra.Después,comosiaquellonohubierabastado,muriólamadrastradejandoalosdoschicosdesamparadosenlaIndia. ¡Pobre Frijolillo! A pesar de lo extraño de su carácter, cualquier gestobondadoso le conmovía realmente. Le conmovía hasta que le llamaran «el Fermínése».YsentíaverdaderoafectoporelviejoTaskerson.M.Laruellepensabaque,asumanera, Fermín sentía afecto por todos los Taskerson y que los habría defendidohastamorir.Habíaensupersonaunairedeindefensiónquedesarmabay,almismotiempo, de lealtad. Y, después de todo, los muchachos Taskerson, con todo y sumonstruosa brusquedad inglesa, se habían esforzado por no excluirlo y pormanifestarle su simpatíadurante aquellaprimeravacación estival en Inglaterra.Noera culpa de ellos que no pudiese beber siete litros en catorceminutos ni caminarochentakilómetrossindesfallecer.Aellossedebía,enparte,elqueJacquesestuvieseaquí para acompañarlo. Y tal vez habían logrado que venciera parcialmente sutimidez. Porque, cuando menos, Frijolillo había aprendido de los Taskerson—asícomoél,asuvez,seloenseñóaJacques—elartede«levantarmuchachas».Solíanentonar, de preferencia con el acento francés de Jacques, una absurda canción dePierrot.Jacquesyélcantabanmientrasrecorríanelpaseo:

OhweallllWALKzewibberleewobberleeWALKAndwealllTALKzewibberleewobberleeTALKAndwealllWEARwibberleewobberleeTIESAnd-look-at-all-ze-pretty-girls-with-wibberlee-wobberleeeyes.Oh

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WeallllSINGzewibberleewobberleeSONGUntilzedayisdawn-ing,And-we-all-have-zat-wibberlee-wobberlee-wobberlee-wibberlee-wibberlee-

wobberleefeelingInzemorning.

Después, el ritual consistía en gritar «¡Hola!» y perseguir a alguna muchachacuya admiración (según lo imaginaban si ella se volvía amirarlos) habían logradodespertar.Sienefectoasíera,ysielloocurríadespuésdelcrepúsculo,lallevabanapasearalcampodegolfqueestaballeno,segúnlafrasedelosTaskerson,de«buenoslugares donde sentarse». Se hallaban éstos entre los bunkers principales, o en laszanjas,entrelasdunas.Porlogeneral, losbunkers,aunquellenosdearena,estabanprotegidosdelvientoyeranprofundos;peroningunotanprofundocomoel«BunkerdelInfierno».ElBunkerdelInfiernoerauntemidoobstáculo,bastantecercanoalacasadelosTaskerson,amitaddelacolinaqueantecedíaalhoyodieciocho.Enciertosentidoprotegíaalcésped,sibienagrandistancia,yaqueestabasituadomuchomásabajoyligeramentealaderecha.Lafosaseabríacomosiquisieraengullireltercertiro de un golfista como Geoffrey—jugador apuesto y grácil por naturaleza— yaproximadamenteeldecimoquintodeunchambóncomoJacques.JacquesyFrijolillodecíanconfrecuenciaqueelBunkerdel Infiernoeraunbuensitiopara llevara laschicas,aunquehabíanconvenidoenque,dondequieraquefueran,noocurriríanadaserio.Engeneral,enaquellode«levantarlas»habíaalgoinocente.Alcabodealgúntiempo, Frijolillo que, por decirlo en términos amables, era virgen y Jacques quepretendíanoserlo,seacostumbrarona«levantar»chicasenelpaseo;lasllevabanalcampodegolfendondeseseparabanyvolvíanaencontrarsemástarde.Porextrañoquepareciera,encasadelosTaskersonseobservabaunhorariorígido.HastaahoraM.LaruellenosabíaporquénosehabíallegadoaunacuerdorespectoalBunkerdelInfierno. Por cierto que nunca tuvo intenciones de espiar aGeoffrey. Pero un día,cuandoatravesabaconsuchica(conlaqueseaburría)eloctavofairwayrumboalaavenidaLeasowe, les sorprendieronunasvocesprovenientesdelBunker.Luego, elclarodelunarevelólainsólitaescenadelaqueniélnisuamigapudieronapartarlavista.Laruellesehabríaretiradorápidamente,peroniélnilamuchacha—ningunodelosdosconscientedelsensibleimpactodeloqueocurríaenelBunkerdelInfierno—pudieron contener la risa. Cosa curiosa,M. Laruelle no recordaba nada de lo quehabíandicho; sóloquedóensumemoria laexpresiónquesedibujóenel rostrodeGeoffrey,iluminadoporelclarodeluna,ylamaneratantorpeygrotescaenquelachicasepusoprecipitadamentedepie,ytambiénrecordabaquedespuésGeoffreyyélsehabíancomportadoconadmirableaplomo.Todosfueronjuntosaunatabernadenombreextraño,algoasícomo«Yanoeslomismo».EraevidentequesetratabadelaprimeravezqueelCónsulentrabaaunbarporiniciativapropia;envozaltapidió

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unJohnnieWalkerparatodos,peroelcantinero,despuésdehaberloconsultadoconel propietario, se rehusó a servirles, y los pusieron en la calle por sermenores deedad. Desgraciadamente, por alguna razón, su amistad no sobrevivió a estas dospequeñas aunque lastimosas frustraciones que, sin duda alguna, fueronprovidenciales.Mientrastanto,elpadredeM.LaruelleyahabíarenunciadoalaideadeenviarloalaescuelaenInglaterra.Lasvacaciones,quehabíansidounfiasco,sedesvanecieron en la desolación y en los ventarrones equinocciales. Hubo unaseparación triste y melancólica en Liverpool y luego un viaje también triste ymelancólicohastaDover;deallí,aisladocomounleproso,zarpórumboaCalaisenelbarcoquecruzabaelcanalbarridoporlasolas…

Conscientedepronto,alescucharunruidoqueseacercaba,M.Laruelleseirguióapenasa tiempoparapoderesquivaraun jinetequesedetuvoenelpuente.HabíacaídolanochecomolaCasadeUsher.Elcaballoparpadeabaantelosbrillantesfarosde un coche —fenómeno musitado hasta entonces en la calle Nicaragua— que,proveniente del centro, avanzabameciéndose comobarco por la horrenda calle.Eljinete estaba tan borracho que iba acostado cuan largo era sobre su cabalgadura,perdidoslosestribos—prodigiosorprendentesisetomabaencuentasuestatura—yapenaslograbaaferrarsealasriendas,aunqueniunasolavezseasióalacabezadelarzónparaenderezarse.Rebelándose,elcaballoseencabritó fieramente, talvez,enparte, temeroso de su jinete, en parte despreciándolo, y se lanzó hacia el auto. Eljinete,quealprincipioparecíaestarapuntodecaerdeespaldas,sesalvódemilagroparasóloresbalarhaciaunladocomoacróbataecuestre;volvióaacomodarseenlasilla, deslizóse, cayó hacia atrás, pero cada vez logró salvarse, no aferrándose a lacabezadelasillasinosiemprealasriendas,queahorasosteníaconunasolamano,losestribossueltosaúnmientras, iracundo, fustigabaalcaballoconelmachetequesacódeunafundalargaycurva.Entretanto, losfarosiluminabanaunafamiliaquebajaba desparramándose por una colina: un hombre y una mujer enlutados, y dosniñospulcramentevestidosaquieneslamujerprotegióenlaorilladelcaminocuandoeljinetepasóvertiginosamentejuntoaellos,entantoqueelhombreserefugiabaenlazanja.Elcochesedetuvo,bajo las lucesyalumbróal jinete,sedirigióhaciaM.Laruelleyatravesóelpuentetrasél.Erauncochepotenteysilenciosodefabricaciónnorteamericana,que sehundíacon firmezaen susmuellesycuyomotor apenas sedejaba escuchar; el chasquido de las herraduras del caballo se oyó con nitidezmientrasseretirabasubiendoporlacalleNicaragua,iluminadaconluzmortecina,ypasó frente a la casa del Cónsul, en donde habría una ventana encendida queM.Laruellenoqueríaver(porque,muchodespuésdehaberabandonadoAdánelparaíso,seguíaardiendolallamaensuhogar)y,cercadelaescuela,alaizquierda,endonderepararon la puerta, y en el lugar enque conoció aYvonne aquel día, conHughyGeoffrey—e imaginó que el jinete no se detendría ante su propia casa, donde se

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amontonabansusbaúlesqueaúnnoacababadehacer,sinoquegaloparíaimprudentealvolverlaesquina,porlacalleTierradeFuegoymáslejosaún,portodalaciudad,con lamiradade terrordequienestáporenfrentarsecaraacaracon lamuerte—ytambién esto, pensó de pronto, también esta loca visión de un frenesí insensato,aunquecontenido,nodeltododesbocado,casiadmirableenciertamanera, tambiénesto,confusamente,habíasidoelCónsul…

M.Laruelleascendiólapendiente:cansado,sedetuvoenlapartedelaciudadalpiedelaplaza.Sinembargo,nohabíasubidoporlacalleNicaragua.Paranopasarpor su propia casa, siguió por un atajo a la izquierda, poco después de la escuela:callejón empinado y tortuoso que daba vuelta a espaldas del ‘zócalo’. La gente lomiraba con curiosidad mientras bajaba por la Avenida de la Revolución con elestorbo de su raqueta de tenis. Siguiendo hasta el fin de esta calle se llegaba a lacarretera principal y al Casino de la Selva.M. Laruelle sonrió: a este paso podíaseguirtrazandoindefinidamentecírculosexcéntricosentornoasucasa.Asuespaldaseguía el torbellino de la feria, a la que apenas se había dignadomirar. El centro,llenodecoloridoaunenlasnoches,estabaprofusamenteiluminado,sibiensóloenpartes,comounabahía.Sombrasimpelidasporelvientobarríanlasaceras.Yenlaoscuridad, algunos árboles aislados, que parecían cubiertos de polvo de carbón,inclinabansusramasbajoelpesodelhollín.Elpequeñoautobúsvolvióapasarasulado,consuruidodechatarra,ahoraconrumboopuesto; frenabaconenergíaen laescarpada pendiente, y no tenía faros posteriores: el último autobús para Tomalín.Pasó ante la ventana delDr.Vigil por la acera de enfrente. ‘Dr.ArturoDíazVigil,Médico Cirujano y Partero, Facultad de México, de la Escuela Médico Militar,Enfermedades de Niños, Indisposiciones Nerviosas’ —¡y con cuánto refinamientodiferíatodoestodelosanunciosquepodíanleerseenlosmingitorios!—‘Consultasde 12 a 2 y de 4 a 7’. Ligera exageración, pensó. Junto a él correteaban losvoceadores que vendían Quauhnáhuac Nuevo, periódico pro-Alemán, pro-Eje,publicado —se decía— por la fastidiosa ‘Unión Militar’. Un avión de combatefrancésderribadoporuncazaalemán.LostrabajadoresdeAustraliaaboganporlapaz. ¿Quiere usted —le preguntaba un anuncio en una vitrina— vestirse coneleganciaya laúltimamodadeEuropay losEstadosUnidos?M.Laruellesiguiócuesta abajo. Delante del cuartel recorrían el tramo de su guardia dos soldadoscubiertos con cascosmilitares semejantes a los del ejército francés y vestidos conuniformes de desteñido púrpura grisáceo, guarnecidos y entrelazados con galonesverdes.Cruzólacalle.Cercadelcineadvirtióquehabíaalgoirregular,quesesentíauna excitación extraña y anómala en el ambiente, una especie de fiebre. Latemperaturahabíabajadoderepente.Yelcineestabaaoscuras,comosiesanochesehubiera suspendido la función. Por otra parte, una multitud, no una cola, sinoevidentemente algunos de los asistentes a la sala que de pronto habían tenido que

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salirdeellaconprecipitación,seagolpabaenlaacera,bajolaarquería,paraescucharunaltoparlanteque, instaladoenuncamión, tocabaestruendosamentelaMarchadeWashingtonPost.De repente estalló un trueno y las luces de la calle se apagaron.Antes,tambiénlaslucesdelcinesehabíanapagado.Vaallover,pensóM.Laruelle.Pero había perdido el deseo demojarse. Puso al abrigo la raqueta de tenis bajo lachaquetayechóacorrer.Unvendavalirrumpióenlacalle,levantandoenvueloasupasoviejosperiódicosysoplandoenlaslámparasdegasolinadelastortilleríashastacasiapagarlas:porencimadelhotel,quequedabafrentealcine,sedibujóelviolentogarabatodeunrelámpago,alquesiguióotrotrueno.Elvientogemía;lamayorpartede la gente, riéndose, corría por todas partes en busca de refugio. M. Laruelleescuchaba los truenos estallando a su espalda, en las montañas. Apenas llegó atiempo.Lalluviacaíaatorrentes.

Sinaliento,seguarecióbajoelpórticoenlaentradadelteatroque,noobstante,parecíamásbienlaentradadealgúnlóbregobazaromercado.Enellaseapretujabanloscampesinosquellegabanconsuscanastas.Antelataquilla,vacíaporelmomentoyconlapuertaentornada,unagallinasolicitabafrenéticamentequeselaadmitiera.Por doquier la gente encendía linternas o fósforos.La camioneta con el altavoz sealejaba en medio de la lluvia y los truenos. ‘Las manos de Orlac’, anunciaba uncartel:‘6y8.30’.‘LasmanosdeOrlac,conPeterLorre’.

En la calle, las luces de los faroles volvieron a encenderse, pero las del teatroseguían apagadas. M. Laruelle buscó un cigarrillo. Las manos de Orlac… ¡Concuántarapidez,pensó,habíahechorevivirensumenteesenombrelosprimerosdíasdelcine,enrealidad,suspropiosdíasdeestudiantetardío,losdíasdelEstudiantedePraga, y Wiene y Werner Krauss y Karl Grüne; los días de la Ufa, cuando unaAlemania derrotada se ganaba el respeto del mundo culto con las películas queproducía.Salvoque,enaquelentonces,ConradVeidthabíaactuadoenOrlac.Cosaextraña: aquella película fue apenasmejor que la actual versión: débil productodeHollywoodquevieraañosatrásenMéxico,oquizá(M.Laruellemiróentornosuyo),quizáenestemismocine.Noeraimposible.Peroenlamedidaenquelarecordaba,ni el mismo Peter Lorre había podido salvarla, y no quería volver a verla. Y sinembargo, ¡qué complicado e interminable relato sobre la tiranía y el asilo parecíareferiraquelcartelque,suspendidosobresucabeza,mostrabaalasesinoOrlac!Unartistaconmanosdeasesino;ésaeralaetiqueta,eljeroglíficodelostiempos.Porqueen realidadera lapropiaAlemania laque,en lahorribledegradacióndel lastimosodibujo,colgabasobresucabeza.O,¿acasosetrataba—porunincómodoesfuerzodelaimaginación—delmismoM.Laruelle?

Ante él se hallaba el gerente del cine ofreciéndole, entre sus manos que lepresentabacomosifueranunacopa—conaquellarelampagueantecortesíaconqueel doctorVigil y todos los latinoamericanos se adelantaban a susbúsquedas en los

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bolsillos—unfósforoparasucigarro.Suscabellos,sinhuelladelluvia,queparecíancasilaqueados,yunfuerteperfumequeemanabadeél,delatabansudiariavisitaala‘peluquería’; estaba impecablemente vestido con pantalones rayados y un abrigonegro,‘muycorrecto’adespechodetruenosyrelámpagos,comolamayoríade losmexicanosdesutipo.Tiróelfósforoconunademánquenodesperdició,porqueloconvirtióensaludo.—Vengaatomarseunacopa—dijo.

—La temporada de lluvias se resiste a terminar —comentó, sonriente, M.Laurelle,mientrasacodazos,seabríanpasohacialacantinaque,sibiencontiguaalcine,nocompartíasupórtico.Alumbrabanlacantina—conocidacomolaCerveceríaXX, que era asimismo el «donde ya sabe» deVigil—, velas colocadas en botellassobreelmostradorytambiénenalgunasmesasdistribuidasalolargodelasparedes.Todaslasmesasestabanocupadas.

—‘¡Chingar!’ —dijo en voz baja el administrador, preocupado, vigilante ymirandoentornosuyo.Enlaextremidaddelapequeñabarra,dondehabíasitioparados, ambos ocuparon, de pie, un lugar—. Sientomucho que la función tenga quesuspenderse, pero los alambres están descompuestos. ‘Chingado’. Cada benditasemana algo se descompone en las luces. La semana pasada fue mucho peor,realmente terrible; sabeusted, contratamosunacompañíadePanamáquepusounaobraparaversiteníaéxitoantesdellevarlaaMéxico.

—Noleimportaque…—‘No hombre’ —respondió el otro, riéndose. M. Laruelle preguntó al señor

Bustamante,quealfinhabíalogradoatraer laatencióndelcantinero,sinoeraaquídondehabíavistolapelículadeOrlac,ysiahoralapresentabannuevamentecomoungranéxito—‘¿uno?’…

M. Laruelle, vaciló: —Tequila —y después corrigió—. No, anís… anís, ‘porfavor,señor’.

—‘Y una… mm… gaseosa’ —dijo el señor Bustamante al cantinero—. ‘No,señor’ —preocupado aún, examinaba la tela del abrigo apenas mojado de M.Laruelle, paseando apreciativamente los dedos sobre ella—. ‘Compañero’, no lahemos vuelto a presentar. Simplemente ha vuelto. El otro día presenté aquí misúltimos noticiarios, créame, los primeros noticiarios de la guerra española, quetambiénvolvieron.

—Sinembargo,veoquetienepelículasmodernas—M.Laruelle(queacababaderechazarunabutacaenelpalcodelas‘autoridades’paralasegundafunciónsiacasolahabía)lanzóunamiradauntantoirónicahaciauncarteldemalgustoque,colgadodetrás de la barra, mostraba a una actriz alemana, cuyas facciones, sin embargo,parecían esmeradamente españolas: ‘La simpatiquísima y encantadora MaríaLandrock,notableartistaalemanaqueprontohabremosdeverensensacionalfilm’.

—‘…unmomentito,señor.Conpermiso’.

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El señor Bustamante salió, no por la misma puerta que habían utilizado alingresar,sinoporunaentradalateralsituadadetrásdelabarra,inmediatamentealaderecha(delaquehabíanretiradounacortina)yquedabadirectamentealcine.M.Laruelle tuvo una visión completa del interior. De allí, exactamente como si lafunción continuase, provenía un estruendoso bullicio de niños chillones y devendedoresquepregonabanpapasfritasy‘frijoles’.Resultabadifícilcreerquetantagente hubiera abandonado sus asientos. Sombrías siluetas de perros callejerosentraban y salían por entre las butacas. Las luces no estaban del todo apagadas;centelleaban, con vacilante brillo color rojizo anaranjado. En la pantalla, donde sepaseaba una interminable procesión de sombras iluminadas por linternas demano,estaba suspendida, mágicamente proyectada al revés, una débil excusa por la«función interrumpida»; en el palcode ‘autoridades’ se encendieron tres cigarrillosconunsolofósforo.Atrás,dondeelreflejodela luzpermitía leer loscaracteresde‘SALIDA’,apenasdistinguiólaansiosafiguradelseñorBustamante,quesedirigíaasuoficina.Afuera,tronabayllovía.M.Laruellesorbióelanísenturbiadoporelagua,queprimerolediounaagradablesensacióndefrescuraydespuésleprodujonáusea.Enrealidad,ennadaseasemejabaalajenjo.Yanosesentíacansadoycomenzabaasentirhambre.Eranlassietedelanoche.PeroVigilyélprobablementecenaríanmástardeenelGambrinusoenelrestaurantedeCharley.Deunplatoescogióuncuartode limón y lo chupó, pensativo, mientras leía un calendario que, cerca de laenigmáticaMaría Landrock, representaba, detrás del bar, el encuentro deCortés yMoctezuma en Tenochtitlán: ‘El último Emperador Azteca’, decía, ‘Moctezuma yHernánCortés,representativodelarazahispana,quedanfrenteafrente:dosrazasydoscivilizacionesquehabíanllegadoaunaltogradodeperfecciónsemezclanparaintegrarelnúcleodenuestranacionalidadactual’.PeroelseñorBustamantevolvíaya,yunadesusmanos,quelevantabaporencimadelamultitudconcentradacercadelacortina,sosteníaunlibro…

M.Laruelle,conscientedesupropiodesconcierto,volvíayrevolvíaellibroentresusmanos.Despuéslopusosobreelmostradorytomóunsorbodeanís.

—‘Bueno,muchasgracias,señor’—dijo.—‘Denada’—respondióelseñorBustamantebajandolavoz;apartóconamplio

ademánuna tétrica columnaque se acercaba trayendounabandejade calaverasdechocolate—.Nosécuántotiempo;quizádos,talveztresaños‘aquí’.

M. Laruelle contempló de nuevo la guarda del libro y luego lo cerró sobre elmostrador.Porencimadesuscabezasgolpeabalalluviaenlaazoteadelcine.HacíadieciochomesesqueelCónsul lehabíaprestadoelmanoseadovolumendedramasisabelinos empastado en cuero. En aquella época Geoffrey e Yvonne estuvieronseparadostalvezcincomeses.Seismástranscurrieronantesdequeellaregresara.EneljardíndelCónsul,sombríos,errabanaladerivaentrelasrosasyelplúmbagoylos

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ceriflores «como preservativos dilapidados» —según lo había firmado el Cónsul,dirigiéndole unamirada diabólica, mirada a la vez, casi oficial, que ahora parecíasignificar:—Yasé,Jacques,quequizánuncamedevuelvasellibro;perosupónquete lo preste precisamente por esa razón, y que un día llegues a lamentarte por nohabérmelo devuelto. ¡Ah! entonces podré perdonarte, pero ¿podrás perdonarte a timismo?Nosólopornohaberlodevuelto, sinoporqueparaentonces,el libroyasehabráconvertidoenemblemadeloqueaúnhoyesimposibledevolver.—M.Laruelletomóellibro.LodeseabaporquehacíaalgúntiemposehabíavenidogestandoenlorecónditodesumentelaideaderealizarenFranciaunaversiónfílmicamodernadela historia de Fausto, cuyo protagonista sería un personaje comoTrotsky: pero, dehecho, no había abierto el volumen sino hasta ese momento. Aunque después elCónsullepidióenrepetidasocasionesqueselodevolviera,Laruellesediocuentadequeno lo teníadesdeelmismodía enquedebiódehaberlodejadoolvidadoenelcine. Bajo la única puerta de celosías de la Cervecería XX que, en el rincón delcostadoizquierdodabaaunacallelateral,M.Laruelleoíaelaguaqueseprecipitabaentorrenteporlosarroyos.Untruenorepentinosacudiótodoeledificioyelsonido,semejantealdelcarbónquesearrojaporuntobogán,sedesvanecióenladistancia.

—¿Sabeusted,‘señor’—dijo,depronto—,queestelibronoesmío?—Lo sé—replicó suavemente el señor Bustamante, casimurmurando—. Creo

queeradesu‘amigo’—tosióconcarraspeodiscretoynervioso,alamaneradeunaappoggiatura—.Su‘amigo’,el ‘bicho’—aparentementesensibleante lasonrisadeM. Laruelle, se interrumpió con tranquilidad—. No quiero decir ‘bitch’, sino el‘bicho’,eldelosojosazules—yluego,comositodavíacupieradudadelapersonasobrequienhablaba,pellizcósubarbayprolongóelademánhaciaabajo,dibujandouna perilla imaginaria—. Su ‘amigo’ ¡ah! el ‘señor’ Firmin. ‘El Cónsul’. El‘americano’.

—No.Noeraamericano—M.Laruelletratódealzarunpocolavoz.Resultábaledifícilporqueenlacantinatodoshabíandejadodehablaryadvirtióquetambiénenelcine reinaba un insólito silencio: la luz se había apagado del todo y,mirando porencima del hombro del señor Bustamante, vio tras la cortina un cementerio deoscuridadapuñaladapordestellosdelámparasdemano,semejantesaondascálidas;losvendedoreshabíanbajado lavoz, losniñosdejaronde reír y llorar, y el escasopúblicopermanecíasentado,connegligencia,aburrido—aunquepaciente—ante lapantallaoscurecidaquedevezencuandoseiluminabaconlassombrasgrotescasysilenciosasdegigantes,lanzasyavesquelarecorrían,yluegooscurecíasedenuevo;los ocupantes del balcón de la derecha, que no se habían tomado la molestia demoverse ni de bajar, eran un friso sólido y sombrío tallado en el muro; hombresserios,bigotudos,guerrerosqueaguardabanelcomienzodelafunciónparaecharunamiradaalasmanosensangrentadasdelasesino.

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—¿No?—dijo en voz baja el señor Bustamante. Dio un sorbo a su ‘gaseosa’mirando el teatro en la penumbra y luego, preocupado nuevamente, recorrió lacantinaconlamirada—.Pero¿entoncessíeracónsuldeveras?Porquelorecuerdomuchasveces,sentadoaquí,bebiendo:Yamenudoelpobretiponoteníacalcetines.

M. Laruelle rió brevemente: —Sí, era el cónsul británico aquí—hablaban enespañol, a media voz, y el señor Bustamante, desesperado de que hubierantranscurridootrosdiezminutossinluz,sedejópersuadirdequedebíatomarunvasodecerveza,entantoqueM.Laruellesólobebióalgosinalcohol.

PeronohabíalogradoexplicaralcortésmexicanoloqueeraelCónsul.Aunquedébiles,lasluceshabíanvueltoaencenderseenelcineylacantina,perolafunciónnosereanudabayM.LaruellesehallósoloenlaCerveceríaXX,sentadofrenteaunacopa de anís, ante una de las mesas del rincón. Su estómago sufriría lasconsecuencias; sólohabíabebido en excesodurante el últimoaño.Seguía sentado,rígido, con el libro de dramas isabelinos cerrado sobre la mesa, contemplando suraquetadetenisapoyadasobreelrespaldodelasillaqueestabafrentealareservadapara el doctor Vigil. Se sentía como si estuviese en una tina de baño después devaciarla: atontado, casi muerto. Si se hubiera ido a casa, ya habría acabado deempacar.PeronisiquierapodíatomarladecisióndedeciradiósalseñorBustamante.Llovía aún, sobre México, fuera de temporada y en la calle crecían las aguassombrías para engullir su ‘zacuali’ en la calle Nicaragua, su inútil torre contra elsegundodiluvio.¡NochedelaCulminacióndelasPléyades!Despuésdetodo,¿quéeraunCónsulparaacordarsedeél?ElseñorBustamante,mayorde loqueparecía,recordaba la era de Porfirio Díaz, la época en que, en los Estados Unidos, cadapueblecillodelafronteramexicanaconservabaun«cónsul».Esmás,habíacónsulesmexicanos hasta en los pueblos a cientos de millas de la frontera. ¿Acaso no sesuponíaqueloscónsulesvelaranporlosinteresesdelcomercioentrelospaíses?PerolospueblosdeArizona,quenisiquieracelebrabanconMéxicooperacionesdediezdólaresentodounaño,teníansuscónsulesmantenidosporDíaz.Claroestáquenoeran cónsules, sino espías. El señor Bustamante lo sabía porque, antes de larevolución, su mismo padre —liberal y partidario de Ponciano Arriaga— estuvodetenido tres meses en Douglas, Arizona (a pesar de lo cual el señor BustamantevotaríaporAlmazán),porordendeunodeloscónsulesdeDíaz.Porlotanto¿acasonoerarazonablesuponer—llegóasugerirsinintencionesofensivasytalveznodeltodoenserio—queelseñorFirminpertenecíaaesaclasedecónsules?Nouncónsulmexicano, claro está, nide lamismacalañade aquéllos, sinouncónsul inglésqueapenas habría logrado convencer a alguien de que le preocupaban los interesesbritánicosenunlugardondeéstosnoexistían(asícomotampocohabíasúbditos)y,sobretodo,teniendoencuentaqueseconsiderabaqueInglaterrahabíarotorelacionesdiplomáticasconMéxico.

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Enrealidad,elseñorBustamantedabalaimpresióndeestarenparteconvencidodequehabíanengañadoaM.Laruelle;dequeelseñorFirminhabíasido,dehecho,una especie de espía o, como decía él, de «escorpía». Pero en ninguna parte delmundoexistegentemáshumananimáspropensaalasimpatíaquelosmexicanos…aunquevotenporAlmazán.El señorBustamante estabadispuesto a compadecer alCónsul, aunque se tratase de un «escorpía»; dispuesto a compadecer, desde loprofundodesucorazón,alapobrealmatemblorosa,solitariaydesheredadaqueaquísesentabaabebernochetrasnoche,abandonadoporsuesposa(aunqueellavolvió,M.Laruelleestuvoapuntodegritarloavozencuello,¡esofueloextraordinario,queellavolvió!)y—recordandosuscalcetines—posiblementeabandonadohastaporsupaís;aquelserquevagabaporlaciudad,sinsombrero,‘desconsolado’yfueradesí,perseguidoporotros«escorpías»que—sinquenuncatuvieraplenacertezadeello,yaquesuponía:oraqueestehombrecongafasoscuraseraunvago,yaquelquesepaseabaporlaotraacera,un‘peón’,oraunniñocalvoconaretesquesemecíamásallá con furia en una hamaca crujiente— guardaban la entrada de cada calle ycallejón,loqueyanisiquieraunmexicanopodíacreer(porquenoeracierto,dijoM.Laruelle)peroqueaúnerabastanteposible,segúnelpadredelseñorBustamantelohubieraasegurado:déjaloquecomienceydescubraalgo,talcomosupropiopadrelehubieraaseguradoqueél,M.Laruelle,nopodríaatravesarlafronteraenuncamiónganadero sin que «ellos» se enteraran en la ciudad deMéxico y que, antes de quellegara, ya habrían decidido lo que harían al respecto. Ciertamente, el señorBustamantenoconocíabienalCónsul,aunqueerasucostumbreandarconlosojosabiertos; pero toda la ciudad lo conocía de vista, y la impresión que daba, o decualquiermodo, laqueprodujoaquelúltimoaño,apartedeser ladeandarsiempre‘muyborracho’,claroestá,eradeunhombrequevivíaencontinuoterrorporsuvida.Una vez había entrado corriendo en la ‘cantina El Bosque’, atendida por la viejaseñoraGregorio,hoyviuda,gritandoalgoasícomo«¡Asilo!»yqueloperseguían;yla viuda,más aterrorizada que él, lo había ocultado en el cuarto del fondodurantemedia tarde. No era la viuda quien le había relatado esto, sino el mismo señorGregorio(antesdequemuriera),cuyohermanoerajardinerodelseñorBustamante;porque lapropiaseñoraGregorioeramitad inglesaoamericanayellahabía tenidoquedarexplicacionesdifícilesal señorGregorioyasuhermanoBernardino.Y,noobstante, aunque el Cónsul hubiera sido un «escorpía», ya no lo era y podíaperdonársele. Después de todo, era ‘simpático’. ¿Acaso no lo había visto en unaocasión,enestamismacantina,dartodosudineroaunmendigoalquesellevabalapolicía?

—…PeroelCónsulnofueuncobarde—interrumpióM.Laruelle,aunquetalvezinconexamente—,almenosnodeesosque seponena temblarpor suvida.Por locontrario,fueunhombreextremadamentevaleroso;dehecho,nimásnimenosque

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unhéroequeganó,porsunotablegallardíaalserviciodesupaísdurante laúltimaguerra,unacodiciadacondecoración.Nitampocofue,contodossusdefectos,hombreviciosoenelfondo.

Sinsaberporqué,M.Laruellepensóqueprobablementehubierapodidoserunaenormefuerzaalserviciodelbien.PeroelseñorBustamantenuncahabíaafirmadoque fuera un cobarde. Casi con reverencia, el señor Bustamante advirtió que sercobarde y temer por su vida son dos cosas enteramente distintas enMéxico. Y elCónsul no era, por cierto, un vicioso, sino un hombre noble. Pero ¿acaso talescaracterísticasydistinguidosantecedentes,comolosquepretendíaM.LaruellequeeranatributosdelCónsul,no lohabríancapacitadoespecialmenteparadesempeñarlas actividades excesivamente peligrosas inherentes a un «escorpía»?Parecía inútiltratar de explicar al señor Bustamante que el empleo del pobre Cónsul erasimplemente una jubilación; que, si bien al principio había tenido intenciones deingresarenelIndianCivilService,dehechohabíaentradoalServicioDiplomáticoyque,porunouotromotivo, lohabíanconfinadoa cargos consulares cadavezmásremotos,hastaqueporúltimoleconcedieronlasinecuradeQuauhnáhuacportratarsede un puesto en el que existían menores probabilidades de que fuera a causarmolestiasalImperioenelquecreíatanapasionadamente—cuandomenosconpartedesupensamiento,segúnlosospechabaM.Laruelle.

Pero¿porquéhabíaocurridotodoesto?,preguntábaseahora.‘¿Quiénsabe?’Searriesgó a tomar otro anís y, al primer sorbo, una escena probablemente bastanteinexacta resurgió en sumente (M.Laruelle estuvoen la artilleríadurante laúltimaguerra, a la cual sobrevivió a pesar de que su oficial fue, durante una época,GuillaumeApollinaire).Reinabaunatranquilidaddemuerteenlalíneadelecuador,peroaunqueelvaporSamaritanhubieradebidoestarallí,seencontraba,enrealidad,muy al norte. Por cierto que, tratándose de un vapor proveniente de Shanghai conrumbo a Newcastle y Nueva Gales del Sur, cargado de antimonio y mercurio ywolfram, había seguido durante algún tiempo una ruta asaz extraña. Por ejemplo,¿por qué salir al Océano Pacífico por el estrecho de Bungo, en Japón, al sur deShikoku,ynoporelMardeChinaOriental?Durantevariosdías,yenformanodeltododiferenteaunaovejadescarriada, en las inconmensurablespraderasverdesdelasaguas,habíanavegadofueradesuruta,lejosdeislasinteresantesydiversas.LaMujerdeLotyElArzobispo.RosarioeIsladeAzufre.IslaVolcánySanAgustín.EnalgúnlugarentrelaRocadeGuyyelArrecifedeEufrosina,sedivisóelperiscopio,ya toda velocidad se dirigieron a popa. Pero cuando emergió el submarino, sedescompusoelbarco.Buquemercantesinarmas,elSamaritannoopusoresistencia.Peroantesdequellegarahastaél latripulacióndelsubmarino,queibaaabordarlo,cambióderepentesucondición.Comoporobrademagia,elcorderoseconvirtióendragón que escupía fuego. El submarino ni siquiera tuvo tiempo de sumergirse.

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Capturaronatodalatripulación.ElSamaritan,cuyocapitánperecióenelcombate,siguiósucurso,dejandoalindefensosubmarinoqueardíacomocigarroencendidoenlavastasuperficiedelPacífico.

YporalgúnoscuromotivoqueM.Laruelleignoraba(porqueGeoffreynosirvióen lamarinamercante, sinoque llegóaellapasandoporelClubdeYates,ynosesabe con qué categoría, en alguna empresa de salvamentos, como teniente naval oquizáenesaépoca,sóloDiossabe,comocapitándecorbeta)fueel responsableengranpartedeeste incidente.Yporeso,opor lagallardíaque implicaba, recibió laOrdenolaCruzBritánicaporServiciosDistinguidos.

Pero, según parece, hubo un leve inconveniente. Porque, aunque declararonprisionerosdeguerraalostripulantesdelsubmarino,cuandoelSamaritan (eraéstesólounodetantosnombresdelbarco,sibienelpredilectodelCónsul)llegóapuerto,pormotivosmisteriososningunodelosoficialesseencontrabaentreellos.Algohabíaocurridoaaquellosoficialesalemanesy loqueaconteciónoerapararelatarse.Lossecuestraron—sedijo—losfogonerosdelSamaritan,quieneslosquemaronvivosenlascalderas.

M. Laruellemeditó sobre esto. El Cónsul amaba a Inglaterra y de joven pudoadherirse al odiopopular contra el enemigo, aunqueeradudoso,yaque en aquellaépocaéstaeraprerrogativadequienesnocombatían.Peroerahombrehonorableyprobablemente nadie supuso ni por un momento que hubiera ordenado a losfogonerosdelSamaritanqueecharanalosalemanesalacaldera.Nadiepodíapensarqueaquélloshubieranobedecidosemejantemandato.Peroeraunhechoqueallí loshabíanmetidoy de nadavalía alegar que era elmejor sitio para ellos.Era precisoinculparaalguien.

De manera que el Cónsul no recibió su condecoración sin que antes se lesometiera a Consejo de Guerra. Resultó absuelto. M. Laruelle no comprendíaclaramenteporquésóloélhabíasido juzgado.Y,noobstante,era fácil imaginaralCónsul como una especie de pseudo «Lord Jim»—aunque algomás lacrimoso—viviendo en exilio voluntario ymeditando, a pesar de su recompensa, en su honorperdido,ensusecreto,eimaginandoquedarmancilladoportalcausadurantetodasuvida.Peronoeraelcaso;lejosdeello.Evidentemente,nolequedóestigmaalguno.Ni tampoco dio muestras de repugnancia al discutir lo ocurrido conM. Laruelle,quien años antes había leído un prudente artículo publicado, al respecto, enParis-Soir. De hecho, hasta llegó a hacer algunas bromas sobre el incidente. —No searrojanalemanesaloshornosconlamanoenlacintura—decía.Nofuesinoendosotresocasionesduranteaquellosúltimosmeses,cuandoborracho,yanteelasombrodeM.Laruelle,nosóloproclamóderepentesuculpaenaquelcaso,sinoqueconfesóelsufrimientohorriblequeestehecholeprodujo.Perofuemáslejos.Ennadainculpóalosfogoneros.Noseleshabíadadoordenalguna.Hinchandolosmúsculosanunció

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cómo,sinayuda,élmismohabíaejecutadoaquellaacción.PeroyaparaentonceselpobreCónsulhabíaperdido casi toda su capacidaddedecir laverdady suvida sehabía convertido en una quijotesca ficción oral. A diferencia de «Jim», habíadescuidadosuhonorylosoficialesalemanesseconvirtieronensimplepretextoparacomprarunabotellademezcal.Asíse lodijoM.Laruelle; tuvierongrotescariñayvolvieronadistanciarse—cuandocosasmásamargasnohabíanlogradosepararlos—yasísiguieronhastaelfin(dehecho,laúltimaépocafueperversaydeplorablementepeorqueninguna,comoañosantesocurrieraenLeasowe).

ThenwillIheadlongflyintotheearth:Earth,gape!itwillnotharbourme![2]

M.Laruelleabrióalazarellibrodedramasisabelinosy,alverlaspalabrasqueparecieran tener lavirtuddesumergirsuspensamientosen lasprofundidadesdeunocéanoydecumplirensuespíritulaamenazaque,ensuangustia,habíaconjuradoalFaustodeMarlowe,seolvidóporunmomentodecuantolerodeaba.SóloqueFaustonohabíadichoesoexactamente.Examinóelpasajeconmayordetenimiento.Faustodijo: «Entonces lanzaréme» y «¡Oh, no, no…!» No estaba tan mal. Dadas lascircunstancias, lanzarse no era tanmalo como clavarse. Labrada en la cubierta decuerodellibrohabíaunafigurasinrostroquecorríallevandounaantorchasemejanteaun largocuelloconcabezade ibissagradoyelpicoabierto.M.Laruellesuspiró,confuso.¿Quéhabíaproducidolailusión?,¿elevasivoparpadeodelavelaacopladoala mortecina —aunque ahora menos débil— luz eléctrica, o tal vez algunacorrespondencia(segúnlegustabaafirmaraGeoffrey)entreelmundosubnormalyloanormalmente sospechoso? ¡Cuánto se deleitaba también elCónsul con el absurdojuego!:sortesShakespeareanae…Ydecuantasmaravillasdehecho,puedeatestiguartodaAlemania.EntraWagner,solus…Icksalustedwatsuggen,Hans.Disskip,datcomed de Candy es als vol, por los sacramentos divinos, van azúcar, almendras,batista et alle dingen, mil, mil ding. M. Laruelle cerró el libro en la comedia deDekkery luego, ante el cantineroque, conel trapobajoelbrazo loobservabaconapacibleasombrocerrólosojosy,volviendoaabrirellibro,hizogirarundedoenelaireyconfirmezalodejócaerenunpasajequeacercóalaluz:

Cutisthebranchthatmighthavegrownfullstraight,AndburnedisApollo’slaurelboughThatsometimegrewwithinthislearnedman,Faustusisgone:regardhishellishfall.[3]

Conmovido,M.Laruellevolvióaponerellibrosobrelamesa,cerrándoloconlosdedosyelpulgardeunamano,mientrasseagachabapararecogerdelsuelo,conla

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otra, un papel doblado que salió volando de él.Recogió la hoja con dos dedos, ladesdobló y la volvió. Hotel Bella Vista, decía. En realidad eran dos hojasextraordinariamentedelgadasqueestuvieroncomprimidasenellibro,largasaunqueestrechasytotalmenteescritasalápizporamboslados,sinmargenalguno.Aprimeravista,noparecíatratarsedeunacarta.Peroerainequívoco,aunenlainciertaluzqueproveníadelamano,mitadencorvada,mitadgenerosaytotalmenteebria,delCónsul:lasegriegas, loscontrafuertesde lasd, las tcomocrucessolitariasaorillasde loscaminos—salvocuandocrucificabantodaunapalabra—,laspalabrasmismasqueseinclinabanagudamentehaciaabajo,aunquelosrasgosindividualesparecíanresistirseal descenso y ascendían, vigorosos, en sentido contrario. M. Laruelle sintióescrúpulos, al darse cuenta de que, en realidad, se trataba de una especie de carta,aunque de tal índole, que el autor indudablemente tuvo pocas intenciones (yposiblementeningunacapacidad)dedesarrollarelulterioresfuerzotáctildeponerlaenelcorreo:

…Noche: y una vezmás el nocturno combate con lamuerte, el cuarto que secimbracondemoníacasorquestas,lasráfagasdesueñoaterrado,lasvocesfueradelaventana,minombrequerepitencondesdénimaginariosgruposquevanllegando—espinetasdelaoscuridad.¡Comosinohubierabastantesruidosrealesenestasnochesde color canoso! No semejantes al desgarrador tumulto de las ciudadesnorteamericanas,elruidoqueproduceeldesvendargigantesagónicos,sinoalaullidodeperroscallejeros,alosgallosqueanuncianelalbatodalanoche,altamborileo,alosquejidosquemás tardehabrándedescubrirse,verdeplumajeacurrucadoen losalambres telegráficosde los jardinesocultos,oavesperchadasenmanzanos—a laeternatristezadelgranMéxico,quenuncaduerme.Encuantoamí,megustaabrigarmitristezaenlapenumbradeantiguosmonasterios,miculpaenlosclaustrosybajolos tapicesyentre lasmisericordiasde inconcebibles ‘cantinas’,dondealfarerosderostro entristecido y mutilados pordioseros beben al despuntar el alba cuya fríabellezadejunquillovolvemosadescubrirenlamuerte.Asíesque,cuandotefuiste,Yvonne,memarché aOaxaca. ¡No hay palabramás triste! ¿Quieres que te relate,Yvonne, aquel terrible viaje: la travesía por el desierto en el angosto ferrocarrilsentado en el potro del asiento de un vagónde tercera clase?, ¿del niño cuya vidasalvamos sumadreyyo sobándole labarrigacon tequilademibotella?, ¿ocómo,cuando entré ami cuarto en el hotel donde una vez fuimos felices, el ruido de lamatanza,abajo,enlacocina,mehizosaliralresplandordelacalle?,¿ycómo,mástarde, encontré aquella noche un zopilote posado en la palangana? ¡Horrores a lamedida de los nervios de un gigante!No,mis secretos son de ultratumba y debenpermanecer como tales. Y así, a veces me veo como un gran explorador que hadescubierto algún país extraordinario del que jamás podrá regresar para darlo aconoceralmundo:porqueelnombredeestatierraeselinfierno.

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ClaroquenoestáenMéxico,sinoenelcorazón.Y,comodecostumbre,estabahoy en Quauhnáhuac, cuando recibí de nuestro abogado la noticia de nuestrodivorcio.Talcomomelomerecía.Mellegarontambiénotrasnoticias:InglaterraharotorelacionesdiplomáticasconMéxico,ytodossuscónsules—aquellos,almenos,quesoningleses—seránretirados.Sonéstos,ensumayoría,gentebuenayamablecuyacalidaddegrado.Novolveréacasaconellos.Quizámevayaacasa,peronoaInglaterra, no a aquel hogar. Así es que, a medianoche, me fui en el Plymouth aTomalínparaveraCervantes,miamigotlaxcalteca,elgallerodel‘SalónOfelia’.YdeallívineaParián,alFarolitodondeestoysentadoahora,enuncuartitovecinoalacantina, a las cuatro ymedia de lamadrugada, bebiendo ‘ochas’ y luegomezcal yescribiéndotetodoestoenunahojadepapelquerobéenelBellaVistalaotranoche,talvezporqueelhechodeverelpapeldelConsulado(queesunatumba)mehierelamirada.Creoconocerbastantedelsufrimientofísico.Perolopeordetodoes:sentirque semuere el alma.Me pregunto si, porque en verdad hamuertomi alma estanoche,sientoenestemomentoalgosemejantealapaz.

¿O acaso es porque al través del infierno hay un camino, como bien lo sabíaBlake,yaunquenolorecorra,enlosúltimostiemposhepodidoverloavecesenmissueños?Fueésteunodelosinsólitosefectosqueenmíprodujeronlasnoticiasdemiabogado.Mepareceverahora,entre losmezcales,esavereda,ymásallá,extrañospaisajes, como visiones de una nueva vida que juntos pudimos haber vivido. Meparece vernos viviendo en algún país del norte con montañas y colinas y aguasazuladas; nuestra casa construida enun estuarioyunanoche, felices el uno con elotro,estamosenelbalcóndeesacasa,contemplandoelaguamásallá,seocultanlosaserraderosentrelosárboles,ybajolascolinas,delotroladodelestuario,hayalgoquesepareceaunarefinería,sóloquesuavizadayembellecidaporladistancia.

Esunanocheveraniegayazulada,sinluna,peroestarde,talvezlasdiezyVenusardefulguranteenplenaluz,porlocualestamosciertamenteenalgúnlugarmuyalnorte y de pie en este balcón cuando, de más allá de la costa, viene el truenoaglutinantedelargotrendecargaconvariaslocomotoras;trueno,porque,aunquedeél nos separe este ancho brazo de agua, el tren corre hacia el este, y el vientocambiante vira ahora desdeunpuntodel oriente y nosotrosmiramoshacia el este,como ángeles de Swedenborg bajo un cielo límpido, salvo, a lo lejos, hacia elnoroeste, en donde, por encima de lejanas montañas cuya púrpura ya se hadesvanecido, flota unamasa de nubes de blancura casi inmaculada que alumbran,desde dentro —como si se hiciera la luz en una lámpara de alabastro— súbitosrelámpagosdorados, aunquenopuedeescucharse su estruendo, sino sólo el rugidodelgrantrenconsusmáquinasyampliosecosdesviados,amedidaquesealejadelascolinashacialasmontañas:yluego,depronto,unbotepesqueroconlasdrizasenaltodobla velozmente el cabo, como blanca jirafa, ágil y majestuoso, dejando

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directamentealazagalaesteladeunlargosurcofestoneadodeplata,quenoparecedirigirse a tierra, sino que ahora se desliza gravemente rumbo a la playa, hacianosotros,y la estelaplateadadel remolino, fustigandoprimeroa lo lejos lasorillasluegoseesparcea lo largode toda lacurvade laplaya,ysucrecienteestruendoyconmoción,unidosahoraaldecrecientetruenodeltren,sequiebranalrebotarcontranuestraplayamientrasquelasbalsas—porquehaybalsasdetroncosflotantes—semuevenalunísonoyestacariciadeplataondulantetodolomeceyloirrita,lotorturay lo excita gallardamente, y luego poco a poco vuelve la calma y en el agua sereflejan los nubarrones blancos y lejanos, y después, en el interior de las nubesblancasenlasprofundidades,estallaelrelámpago,mientrasqueelpesquero,encuyoflancosedesliza,sobreelsurcodeplata,el rollodoradoqueenél refleja la luzdeuna cabina, se desvanece al volver el cabo, silencio, y luego, nuevamente, en elinterior de las nubes de alabastro, blancas, blancas y distantes, más allá de lasmontañas,elmudorelámpagodoradoenlanocheazul,extraterrena…

Ymientras estamos contemplando el espectáculo, de pronto surge ante nuestravistaelremolinodeotrobarcoinvisible,cualgigantescaruedacuyosenormesrayosbarrenlabahía.

(Despuésdevariosmezcales)Desdediciembrede1937cuandotefuiste—ymedicenqueesahora laprimaverade1938—heestado luchandodeliberadamenteencontrademiamorporti.Nomeatrevíaasometermeaél.Meheasidoacadaraízyramaquepuedansalvarmeenesteabismodemivida,peronopuedoengañarmemás.Sihedesobrevivir,necesitotuayuda.Deotramanera,tardeotempranocaeré.¡Ah,si sólome hubieras dejado en recuerdo algo para odiarte, para que así, al fin y alcabo,nomeemocionaraningúnpensamiento tuyoeneste terrible lugarenquemeencuentro! Pero en cambio me enviaste aquellas cartas. A propósito ¿por quémandaste lasprimerasa laWellsFargodeMéxico?¿Nopensastequepodíaseguiraquí?OsiestabaenOaxaca¿queQuauhnáhuacnoseguíasiendomibase?Resultamuy raro. Además, hubiera sido fácil averiguarlo. Y luego, si sólo me hubierasescritoenseguida, todohubiera podido ser diferente—si almenos,movida por lamutua angustia de nuestra separación— sime hubieras enviado siquiera un postalpara apelar simplemente ante nosotros, a pesar de todo lo ocurrido, para dar fininmediatamente al absurdo—de algúnmodo, de cualquiermodo—para decir quenosamábamos,cualquiercosa,unsimpletelegrama.Peroesperastedemasiado—o,al menos, así lo parece ahora, después de Navidad— ¡Navidad! y Año Nuevo, yluegonopudeleerloqueentoncesmemandaste.No:apenassimehesentidounavezlosuficientementelibredeltormento,olobastantesobrioparacaptaralgomásqueelsentido general de cualquiera de estas cartas.Aunque podía entonces y puedo aúnsentirlas. Creo que llevo algunas conmigo. Pero es muy doloroso leerlas; parecenhabersidodigeridashacemucho tiempo.No tratarédehacerloahora.Mepartenel

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corazón.Y,decualquiermodo, llegarondemasiado tarde.Y supongoqueahoranohabrámás.

¡Ay!pero¿porqué,almenos,nosimuléhaberlasleído,porquénosimuléaceptaralgúngalardóndearrepentimientoalverquemelasenviabas?¿Yporquénomandéinmediatamenteuntelegramaounas líneas?¡Ay!¿Porquéno,porquéno,porquéno?Porquesupongoquehabríasvueltoatiempositelohubierapedido.Peroestoesvivir en el infierno. No pude, no puedo pedírtelo. No pude, no puedomandar untelegrama. Me he quedado, en la ‘Compañía Telegráfica Mexicana’, aquí, y enMéxico, y en Oaxaca, sudoroso y trémulo en la oficina de correos y escribiendotelegramastodalatarde,cuandohabíabebidolobastanteparatemplarmipulso,ynohemandadoninguno.Yenunaocasióntuveunnúmerotuyoy,dehecho,tellaméporlarga distancia a Los Ángeles, aunque sin éxito. Y otra vez, el teléfono sedescompuso. Entonces, ¿por qué no voy a los Estados Unidos? Estoy demasiadoenfermo para arreglar lo de los boletos, para sufrir el agotador delirio de lasinterminablesy tediosas llanurasdecactos.Y, ¿paraqué irseamorir a losEstadosUnidos?Tal vez nome importaría queme enterraran allá. Pero creoquepreferiríamorirenMéxico.

Mientrastanto,¿mevestodavíatrabajandoenellibro,tratandoaúndecontestarapreguntastalescomo:existeunarealidadúltima,externa,conscienteyomnipresente,etc.,etc.,quepuedancaptartalesmedios,aceptablesatodosloscredosyreligionesypuedan adecuarse a todos los climas y países? ¿O acaso me encuentras entreMisericordia y Comprensión, entre Chesed y Binah (pero aún en Chesed) —miequilibrio,yelequilibrioloestodo—meciéndose,columpiándosesobreelhorriblevacíoinfranqueable,elomnímodoaunqueirreversiblecaminodelrelámpagodeDiosqueregresaaDios?¡ComosialgunavezhubieraestadoenChesed!Másbiencomoel Qliphot. ¡Cuando debiera haber estado produciendo herméticos volúmenes enversointituladosElTriunfodeHumptyDumptyolaNarizdeVerrugaLuminosa!O,cuandomejormefuera,comoClare,«tejiendo lahorrendavisión»…Hayunpoetafrustrado en cada hombre.Aunque en las circunstancias actuales tal vez sea buenaidea fingir cuando menos que está uno realizando la gran obra personal sobre«SabiduríaSecreta»yentoncespuedeunoalegar, sinuncasepublica,queel títuloexplicaestadeficiencia.

…Pero, ¡aydelCaballerode laTristeFigura!Porque ¡ohYvonne!mepersiguetantoelrecuerdodetuscanciones, tucalory jovialidad, tusencillezycamaradería,tus aptitudes para cientos de cosas, tu fundamental equilibrio, tu desgarbo, tulimpieza igualmente excesiva y los dulces comienzos de nuestro matrimonio.¿RecuerdaslacancióndeStraussquesolíamoscantar?Unavezalaño,losmuertosviven un día. ¡Oh, vuelve a mí como aquella vez en mayo! Los jardines delGeneralifeylosjardinesdelaAlhambra.Ylasombradenuestrodestinocuandonos

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encontramosenEspaña: el barHollywoodenGranada. ¿PorquéHollywood?Yelconventodeallá¿porquédeLosÁngeles?Y,enMálaga,laPensiónMéxico.Ysinembargo,nadapodráocuparjamáselsitiodeaquellauniónqueunavezconocimosylacualsóloCristosabequeaúndebeexistirenalgúnlado.LosabíayaenParís,antesde que Hugh viniera. ¿También esto es ilusión?Me estoy poniendo a llorar. Peronadiepuedeocupartusitio;yadebierasaberaestasalturas(meríoalescribiresto)site quiero o no… A veces siento que me invade una poderosa sensación, celosdesesperantesyasombrososque,alagravarloslabebida,seconviertenenundeseodedestruirmemediantemipropiaimaginación,cuandomenosparanovermepresade…fantasmas…

(Despuésdevarios‘mezcalitos’yelalbaenelFarolito)…Decualquiermanera,eltiempoesfalsocurandero.¿Cómopuedenatreverseahablarmedeti?Nopuedesimaginarlatristezademivida.Asediadosincesar,dormidoodespierto,porlaideadequepuedasnecesitarmiayuda (quenoestoyencondicionesdedarte) comoyonecesitolatuya(quenoestásencondicionesdedarme),viéndoteenmisvisionesyen cada sombra, me sentí obligado a escribir esto, que nunca enviaré, parapreguntarte qué podemos hacer. ¿No es extraordinario? Y no obstante ¿no nos lodebemos, no debemos a ese yo que creamos aparte de nosotros, el intentarnuevamente? ¡Ay! ¿Qué le ha pasado al amor y a la comprensión que una veztuvimos?¿Quéleocurrirá?¿quéserádenuestroscorazones?Elamoresloúnicoqueda sentido en este mundo a nuestras lastimosas sendas: claro que no estoydescubriendonadanuevo.Vasapensarqueestoyloco,perotambiénasíbebo,comosiestuvierarecibiendouneternosacramento.¡Oh,Yvonne,nopodemospermitirqueloqueantañocreamossehundaenelolvidodemaneratansombría!…

Alzatusojoshacialascolinas,parecedecirmeunavoz.Aveces,cuandoveoelavioncito rojo de Acapulco que a las siete de la mañana vuela por encima de lasextrañas colinas (y al que más probablemente oigo recostado, tembloroso,cimbrándomeymuriéndomeenlacama,cuandotodavíaestoyenellaaestashoras)—sólounminúsculorugidoquesealeja—mientrasque,balbuciente,meestiroparaalcanzar la copa demezcal, la bebida de la que nunca puedo creer, aun cuando lallevohastamis labios,queseaverdaderayquehetenidolaadmirableprevisióndecolocarafácilalcance lanocheanterior,piensoqueestarásenél,eneseaviónquecadamañanavuela sobremi cabeza, y quehas venido a salvarme.Luego acaba lamañana,ynovienes.Pero rezoporestoahora:porquevengas.Pensándolobiennoveopor quédeAcapulco.Pero, por amordeDios,Yvonne, óyeme, he rendido lasarmas; en este momento las he depuesto y allí va el avión, lo oí entonces en ladistancia, sólo un momento, más allá de Tomalín — regresa, regresa. Dejaré debeber; cualquier cosa.Memuero sin ti. Por amor deCristo,Yvonne, vuelve amí,óyeme,esungrito,vuelveamí,Yvonne,aunqueseaporundía…

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M. Laruelle comenzó a doblar lentamente la carta, alisando con cuidado losdobleces entre índice y pulgar y luego, casi sin pensarlo, la arrugó. Permaneciósentado ante la mesa con la bola de papel en la mano, mirando, profundamenteabstraído, en torno suyo. Durante los últimos cinco minutos había cambiadoenteramente la escena en el interior de la cantina.Afuera, parecía haber callado latempestad,pero laCerveceríaXXsehabía llenadoentretantodecampesinosqueatodaslucesbuscabanrefugio.Noestabansentadosantelasmesasdesiertas(porquesibienlafunciónnosereanudaba,casitodoelpúblicohabíavueltoalinteriordelteatroque ahora presentaba un aspecto bastante tranquilo, como si presintiera ya lacontinuación del espectáculo) sino amontonados en el bar. Y cierta belleza y unaespeciedepiedadrodeabanestaescena.Enlacantinaardíanaúnsimultáneamentelasvelasyladébilluzeléctrica.Mientraselpisosecubríadecanastas,ensumayorpartevacíasyrecargadasunassobreotras,uncampesinotomódelamanoadosniñasyelcantinerodiounanaranjaa lamáspequeña:alguiensalió, laniñasesentósobre lanaranja, lapuertadepersianasseabrióysecerró.M.Laruelleconsultósureloj—Vigilnovendríaaúnenmediahora—luego,mirólashojasarrugadasqueteníaenlamano.Larefrescantebrisadelairelavadoporlalluviapenetróhastalacantinaporlacelosía.Y era posible escuchar la lluvia que goteaba de los tejados y el agua quecorríaaúnenlascalles,porlosarroyosy,unavezmás,enladistancia,lossonidosdelaferia.Estabaapuntodevolveracolocarlacartaarrugadadentrodellibro,cuando,enpartedistraído,aunqueobedeciendoaunimpulsorepentinoydefinitivo, lapusosobrelaflama.Lallamaradailuminótodalacantinaconunresplandorenelquelasfiguras de la barra (entre las que ahora distinguía —además de las niñitas y loscampesinos, cultivadores de maguey o membrillos, vestidos con holgadas ropasblancasysombrerosdealaancha—avariasmujeresenlutadasqueregresabandeloscementerios y hombres de ropa y rostros oscuros con cuello abierto y corbatassueltas)parecieroncongelarseporunmomento:unmural.Todosdejarondehablarylomiraron con curiosidad, todos salvo el cantinero que, por un instante, pareció apunto de protestar y luego perdió interés cuandoM. Laruelle dejó que lamasa seretorcieraenunceniceroendonde,adaptándoseelegantementeasupropiaforma,sedobló sobre sí misma y —castillo ardiente— se derrumbó, se apaciguó hastaconvertirse en crujiente colmena al través de la cual se arrastraban y volaban laschispas cual diminutos gusanos rojos,mientras que, por encima, restos de cenizasgrisesflotabaneneltenuehumo:hollejosecoquecrepitabalevemente…

De pronto, afuera comenzó a tañer una campana y luego cesó abruptamente elclamor:¡dolente!¡dolore!

Por encimade la ciudad, enmedio de la nocheoscura y tempestuosa, la ruedaluminosagirabaalrevés…

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II

«¡Transportaránuncadáverporexpreso!»Yvonne pensó que la incansable voz que vibraba al lanzar hacia la plaza esta

singularobservacióndesdeelantepechodelaventanadelbarBellaVista,leerataninequívoca y dolorosamente conocida —aunque su dueño permanecía invisible—comoelampliohoteldebalconesfloridos,eigualmenteirreal.

—Pero ¿por qué, Fernando, por qué supones que deban transportar un cadáverporexpreso?

El chófermexicano—también conocido—que acababa de recoger lasmaletas(porque en el minúsculo aeropuerto de Quauhnáhuac no había taxis, sino lapresuntuosa camioneta en la que insistieron en llevarla al Bella Vista) volvió acolocarlasenelpavimento,comoparatranquilizarla:bienséporquéestáustedaquí,peronadielahareconocido,salvoyo,ynolatraicionaré.—‘Sí,señora’—yrióentredientes—.‘Señora…elCónsul’—suspirando,asomólacabezaconciertaadmiraciónporlaventanadelbar—.‘¡Quéhombre!’

—…porotraparte,¡malditasea,Fernando!,¿porquénohabríadeser?¿Porquénohabríandetransportaruncadáverporexpreso?

—‘Absolutamentenecesario’.—…¡sólounmontóndecondenadosrancherosdeAlabama!Y era ésta, otra nueva voz. Así pues, el bar, abierto toda la noche para este

acontecimiento,estaba,a todas luces, lleno.Avergonzada,entumecida,nostálgicayansiosa, renuente a entrar en la cantina repleta, pero igualmente remisa a que elchóferdeltaxilohicieseporella,Yvonne,conlaconcienciaatalextremofustigadaporelvientoyelaireyelviaje,queaúncreíaseguirviajando,seguirentrandoalabahíadeAcapulcoayerporlanoche,enmediodeunhuracándeinmensasmariposasque,espléndidas,seprecipitabanmaradentropararecibiralPennsylvania(lepareció,al principio, como si sacaran barriendo surtidores de papeles multicolores de lacubierta de primera), miró con desconfianza en torno de la plaza (tranquila, enrealidad,enmediodeestaconmocióndemariposasqueseguíanzigzagueandoenloaltoocercadelasportillasabiertasydesaparecíaninterminablementeendireccióndela popa), su plaza que —inmóvil y brillante bajo el sol matutino de las siete,silenciosayreposada—comenzaba,expectante,adesperezarse,consustiovivosylaruedadelafortunaaguardandoenduermevelalafiestavespertinaytambiénconsusviejos taxis que, alineados, esperaban algomás: una huelga para esamisma tarde,segúnlehabíaninformadoconfidencialmente.El‘zócalo’eraelmismo,apesardesuaspectodearlequínadormilado.Elantiguokioscoestabavacíoy,caracoleandobajolos árboles oscilantes, la estatua ecuestre del turbulento Huerta[4], de mirada parasiempreferoz,veíahaciaelvalle,másalládelcual,comosinadahubieraocurridoy

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comosifuesenoviembrede1936ynonoviembrede1938,sealzaban,eternamente,susvolcanes, sushermosos,hermososvolcanes. ¡Ah,qué familiar leera todoesto!Quauhnáhuac, su ciudad de frías y raudas aguas de montaña. ¡Donde se posa eláguila!¿Oacasosignificaba,enrealidad—segúndecíaLouis—,cercadelbosque?¿Cómo había podido vivir sin los árboles, sin las frondosas y relucientesprofundidades de estos antiguos ‘fresnos’? Respiró profundamente; el aireconservaba aún cierta insinuación de aurora, la aurora de esta misma mañana enAcapulco:dedoradosyverdesypúrpurasoscurosquecubríanlasmáximasalturaseibandescubriendo,al replegarse,un ríode lapislázuliendondeelcuernodeVenusardía con tal intensidad que Yvonne llegó a creer que aquella luz podría haberproyectado su sombra palidecida sobre el aeropuerto, y los zopilotes que flotabanperezosos, allá en lo alto por encima del horizonte de color ladrillo, hacia cuyopacíficopresagiohabíaascendidoelavioncitodelaCompañíaMexicanadeAviacióncomominúsculodemoniorojo,aladoemisariodeLucifer,mientrasqueentierra,elconodevientoondeabasufirmedespedida…

Con una lenta y últimamirada abrazó todo el zócalo: la ambulancia vacía quebien pudo no haberse movido desde que ella estuvo allí por última vez, frente al‘ServiciodeAmbulancias’ en el interiordelPalaciodeCortés, un enormecartelónquecolgabaentredosárbolesydecía:‘HotelBellaVistaGranBaileNoviembre1938abeneficiodelaCruzRoja.Losmejoresartistasderadioenacción.NofalteUd.’Pordebajodelcualvolvíanacasaalgunostrasnochadores,pálidosyagotadoscomolamúsicaquesereanudabaenesemomentopararecordarlequeelbaileproseguía;luegopenetróen silencio,parpadeandoymiope, en la repentinapenumbradelbar,perfumadadecueroyalcohol,yelmardeaquellamañanaentróconella,ásperoypuro,consuslargasolasmatutinasqueseacercaban,seerguíanyluegosedeslizabanpara al cabo hundirse en elipses incoloras sobre la arena, mientras que pelícanosmadrugadores que andaban de cacería, girando, se zambullían, se zambullían ygirabanyvolvíanazambullirseenlaespuma,moviéndoseconprecisióndeplanetas,alavezquelasolas,agotadas,volvíanrápidamenteasucalma;alolargodelaplayaseesparcíanlospecios:habíaescuchadoalosmuchachosque,comojóvenestritones,desde sus barquillas mecidas por las ondas que bañaban la antigua Tierra Firme,comenzabanyaasoplarensuslúgubrescaracolasmarinas…

Noobstante,elbarestabavacío.O, mejor dicho, había una persona. Vestido aún con el traje smoking, que no

parecíaparticularmentearrugado,elCónsul,sobrecuyosojoscaíaunmechónclaro,asíasuperillacortaypuntiagudaconunadesusmanosy,sentadooblicuamenteconunpiepuestoenelbarrotedeltaburetevecino,recostadoamediassobreelmostradorpequeñoyangulosoanteelquesehallaba,parecíahablarconsigomismo,porqueelcantinero —muchachillo de piel oscura y bruñida de aproximadamente dieciocho

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años—estabaacortadistancia,frenteauncanceldevidrioqueseparabaelsalón(deotro bar—recordó Yvonne— que da a una calle lateral) y no parecía escucharle.Yvonne permaneció junto a la puerta, silenciosa e inmóvil, mirando hacia ellos,mientras seguían obsesionando su imaginación el rugido del aeroplano, las ráfagasque soplaban cuando el mar quedó a sus espaldas, los caminos que ascendían ydescendían, los pueblecitos que desfilaban sin cesar con sus iglesias encorvadas,Quauhnáhuaccon todassusalbercasdecobaltoquevolvíanaalzarseoblicuamentepara recibirla. Pero el regocijo del vuelo, de montaña sobre montaña, el furiosoembate de los rayos del sol cuando la tierra gira en la penumbra, un río queresplandece, una cañada que, sombría, serpentea allá abajo en la distancia y losvolcanesque,depronto, surgendeleste incandescente,el regocijoy losanhelos laabandonaron. Yvonne sintió que su alma, que había emprendido el vuelo paraencontrarladeestehombre,sedesgarraba.Vioquesehabíaequivocadorespectoalcantinero: después de todo, sí estaba escuchando. Es decir, que si bien podía nocomprender lo que decía Geoffrey (que, advirtió Yvonne, no llevaba calcetines),continuabaesperando—conuntrapoenlasmanos,mientrasrevisabalosvasoscadavez conmayor lentitud— la oportunidad de decir o hacer algo. Dejó el vaso quelimpiaba. Luego recogió el cigarrillo del Cónsul que en la orilla delmostrador seconsumíaenuncenicero,inhalóintensamente,cerrandolosojosenactituddeéxtasisjuguetón, losabrióyapuntó (exhalandoapenaselhumopornarizybocaen lentasoleadas)haciaunaanunciodeCafiaspirinaque,detrásdelaúltimafiladebotellasde‘tequilaañejo’,mostrabaaunamujerenbrassièreescarlatarecostadasobreundiván.—‘Absolutamentenecesario’—dijo,eYvonnesepercatódequelafrase(delCónsul,indudablemente) aludía a lamujer, no a laCafiaspirina. Pero como no atrajera laatención del Cónsul, cerró de nuevo los ojos con la misma expresión, volvió aabrirlos, dejó el cigarrillo donde estaba y, arrojando humo, señaló una vezmás elanunciojuntoalcual,advirtióYvonne,habíauncarteldelcinedellugar,quetansólodecía:‘LasmanosdeOrlac,conPeterLorre’yrepitió:—‘Absolutamentenecesario’.

—Uncadáver,trátesedeunadultoodeunmenor—prosiguióelCónsuldespuésde interrumpirseporunmomentopara reírdeestapantomimay luegoafirmarconcierta angustia—, sí, Fernando ‘absolutamente necesario’ —y es un rito (pensóYvonne),unritoentreellos,comounavezloshuboentrenosotros,sóloquealalargaGeoffreyacabóporaburrirseunpocodelosnuestrosyelCónsulsiguióexaminandoelhorarioazulyrojodelosFerrocarrilesNacionalesdeMéxico.Luego,alzandoderepente los ojos, la vio; con gesto miope escrutó en torno suyo antes de poderreconocerlaallí,depie,talvezunpocoborrosaporqueelsolestabaasusespaldas,conunamano(delaquecolgabasubolsorojo)sobrelacadera,allí,depie,comoellasabíaqueéldebíaverla,medioairosayuntantodesconfiada.

Conelhorarioenlamanoselevantómientrasellaseacercaba:—…¡Diosmío!

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Yvonne vaciló, pero él no hizo esfuerzo alguno por ir hacia ella; en silencio,YvonnesedeslizósobreunbancocercanoaldelCónsul;nosebesaron.

—Sorpresa.Hevuelto…Miaviónllegóhaceunahora.—…cuando llegan losdeAlabama,nohacemospreguntasanadie—sedijode

repenteenlabarra,delotroladodelcanceldevidrio—:¡Venimoscontalonesalados!—DeAcapulco,Hornos…Vinepor barco,Geoff, deSanPedro…porPanama

Pacific.EnelPennsylvania,Geoff…—…¡holandeses bestias! El sol seca los labios y se parten. ¡Por Cristo, qué

vergüenza!¡Loscaballossealejandandococesenelpolvo!Mesublevé.Dispararon.También a ellos les tocó. No yerran el tiro. Primero disparan y luego preguntan.¡Carajo,tienesrazón!Yesmuchodecir.Mepescoaunmontóndecabroneslabriegosynoleshagopreguntas.¡Esoes!…fúmateunmentolado.

—¿Noteencantanestasmadrugadas?—lamanodelCónsul,sibiennosuvoz,temblabaaldejarelhorario—.Fuma,comolosugeríanuestrovecinodeaquí junto—asomó la cabeza por la división— un… —le impresionó el nombre en latemblorosacajetillaenqueleofrecíauncigarro,queellarehusó—«Alas».[5]

ElCónsuldecíasentenciosamente:—¡Ah,Hornos!…Pero¿porquévenirporelCabodeCuernos?Medicenlosmarinerosquetienelamalacostumbredemenearlacola.¿OacasocapeHornquieredecirCalderas?

—…‘calleNicaraguacincuentaydos’—Yvonneobligóaundiosmoreno,queyateníasusmaletasyhacíaunareverenciaantesdedesaparecermisteriosamente,aqueleaceptarauntostón.

—…—Y¿quétalsiyanovivieraallí?—cuandovolvióasentarseeratallaviolencia

conquetemblabaelCónsul,quetuvoqueasirconambasmanoslabotelladewhiskydelaqueestabasirviéndose—:¿Unacopa?

Yvonne dudó en aceptarla. Pero aceptó: aunque le repugnaba beber por lasmañanas,era indudablequedebíahacerlo:era loquehabíadecididohacer,si fueranecesario:nobeber,solitaria,unacopaaislada,sinomuchasencompañíadelCónsul.Pero, en vez de ello, sintió desaparecer la sonrisa de su rostro que luchaba porcontenerlaslágrimasquehabíaresueltonodejarcorrerporningúnmotivo,pensandoyconscientedequeGeoffreysabíaquepensaba:—Meesperabaesto.Meloesperaba—deprontooyósupropiavozquedecía:—Tómateunayyobrindaré. (Dehecho,esperabacasicualquiercosa.Despuésdetodo¿quépodíaesperarse?Enelbarcoselorepitiódurantetodoeltrayecto;habíatomadoelbarcoporqueabordotendríatiempode convencerse de que su viaje no era irreflexivo ni precipitado, y en el avión, endonde descubrió que era ambas cosas, que debió haberle advertido y que eraabominablementeinjustosorprenderlo).Geoffrey—prosiguiómientrassepreguntabasi tendría un aspecto patético sentada allí, con todos sus discursos meditados con

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esmero,consusplanesysutactoquetanobviamentesedesvanecíanenlapenumbrao leparecían sólo repugnantes (ellamisma seconsiderabaalgo repugnante)pornohaber queridobeber—. ¿Quéhas hecho?Te escribímuchasveces.Te escribí hastaquemicorazónsequebró.¿Quéhashechodetu…

—…vida —provino una voz del cancel de vidrios—. ¡Qué vida! ¡Es unavergüenza! La gente, de donde yo vengo, no se echa a correr. Nos enfrentamos yasí…

—No.ClaroquealnorecibircontestaciónpenséquehabíasvueltoaInglaterra.¿Quéhashecho?Oh,Geoff…¿hasrenunciadoalservicioconsular?

—…fui a Fort Sale. Le clavaban a uno el cuete y le clavaban los Browning.Brinco,brinco,brinco,brinco,brinco,¿ves?¿comprendes?

—MeencontréaLouisenSantaBárbara.Medijoqueaúnseguíasaquí.—…¡y ya lo creo que no puedes, no puedes hacerlo y eso es lo que haces en

Alabama!—Bueno, de hecho sólo he salido una vez—el Cónsul dio un sorbo largo y

temblorosoyluegosesentójuntoaella—,aOaxaca.¿TeacuerdasdeOaxaca?—…¿Oaxaca?—…Oaxaca.…La palabra era como un corazón que se quebraba, un repentino repicar de

campanas sofocadas enmedio del vendaval, últimas sílabas de algún sediento queagonizaeneldesierto.¡SiseacordabadeOaxaca!¿Lasrosasyelgranárbol—¿eraeso?— el polvo y los camiones a Etha y Nochistlán? ¡Y el letrero ‘damasacompañadasdeuncaballero,gratis’!¿O,enlanoche,losgritosdeamordeambos,quealascenderhaciaelantiguoairezapoteca[6]perfumado,sóloeranescuchadosporfantasmas?EnOaxacaseencontraronsólounavez.EllacontemplabaalCónsulque,ordenandolashojassobreelmostrador,parecíanotantoestaraladefensivacuantocambiar mentalmente del papel que representaba para Fernando, al papel querepresentaría para ella que, con asombro, lo observaba. De repente clamó en sucorazón:—seguramentequenosotrosnosomosesto.Estonopuedesernosotros…quealguienmedigaquenoesasí,queestoqueestáaquínopuedesernosotros…—Divorcio.¿Quésignificaba,enrealidad,estevocablo?Enelbarco,lohabíavistoenel diccionario: escindir, desunir. Y divorciado significaba: escindido, desunido.Oaxacasignificabadivorcio.Nosedivorciaronallí,peroelCónsulfueaaquelsitiocuandoellasemarchó,comosihubieradeseadoentrarenelcorazóndelaescisión,deladesunión.Ysinembargo¡sehabíanquerido!Perofuecomosieseamorhubieravagadolejosdeaquípordesoladas llanurasdecactos,perdido,comosi tropezaraycayera,acosadoporbestiassalvajes,comosipidieraauxilio,agonizante,paraalfinsuspirarconunaespeciedepazextenuada:Oaxaca…

—…Lorarodeestepequeñocadáver,Yvonne—decíaelCónsul—esquedebe

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acompañarlounapersonaque loconduzcade lamano;no,perdón.Aparentemente,nodelamano,sinosólodeunboletodeprimeraclase—sonriendo,presentósumanoderechaquetemblabacomosiestuvieseborrandoelgrisdeunapizarraimaginaria—.Son realmente las temblorinas las que hacen insoportable este tipo de vida. Peroalgúndíaacabarán.Sóloheestadobebiendolosuficienteparaquecesen.Nadamásla indispensable bebida terapéutica —Yvonne lo miraba— …pero lo peor es latemblorina,claroestá—continuó—.Despuésdealgúntiempotellegasaacostumbraralootro,yenrealidadmeestáyendomuybien,estoymuchomejordeloqueestabahaceseismeses;mucho,peromuchomejordeloqueestaba,digamos,enOaxaca—eYvonneadvirtióensusojosunextrañobrillofamiliarquesiemprelaespantaba,yqueahorasevolvíahaciaelinterior,alamaneradeaquellossombríosresplandoresdelaslámparasenlasescotillasdelPennsylvaniadurante lasmaniobrasdedescarga,sóloquelamaniobraaquíeradedespojo:Yvonnesintióunrepentinomiedodequeesteresplandor,comoantaño,sevolcarahaciafueraparavolverseencontrasuya.

—Bien sabeDios que ya te he visto en tal estado—decían sus pensamientos,decía su amor en la penumbra del bar—, demasiadas veces para que, de todasmaneras, me sorprenda. Pero ahora existe una profunda diferencia. Es como unasupremanegativa…¡oh,Geoffrey!,¿porquénopuedesvolverhaciaatrás?¿Tienesquequedarteporsiempreyparasiempreenestaestúpidaoscuridad,buscándola,aunahora,allídondenopuedealcanzarte,parasiempreenlaoscuridaddelaseparación,deladesunión?¡Oh,Geoffrey!¿Porquélohaces?

—Peroóyeme,¡malditasea!,noestáenteramenteoscuro—parecíacontestarleelCónsul con amabilidad, mientras sacaba una pipa a medio llenar y con máximadificultadlaencendía,entantoqueYvonneseguíaconsumiradaladelCónsulqueerrabaenelbarsinencontrarlosojosdelcantinero,elcual,graveyaparentandoestarocupado,seeclipsabaenlaoscuridad—,nomecomprendessicreesquecuantoveoes del todo oscuro; y si insistes en creerlo, ¿cómopuedo decirte por qué lo hago?Perosimiraseserayodesolallí,¡ah!,quizátengaslarespuesta.Ve;miracómoentrapor la ventana: ¿québellezapuede compararse a la deuna cantina en las primerashoras de la mañana? ¿Tus volcanes allá afuera? ¿Tus estrellas? …¿Ras Algethi?¿Antares enfurecida en el sur sudeste? Perdóname, pero no. No son tan hermosascomo por fuerza lo es esta cantina que—decadencia de mi parte— acaso no seapropiamente una cantina; pero piensa en todas aquellas terribles cantinas en dondeenloquecelagente,lascantinasqueprontoestaránalzandosuspersianas,porquenilasmismas puertas del cielo que se abrieran de par en par para recibirme podríanllenarme de un gozo celestial tan complejo y desesperanzado como el que meproduce lapersianadeaceroqueseenrollaconestruendo,comoelquemedan laspuertassincandadoquegiranensusgoznesparaadmitiraaquelloscuyasalmasseestremecenconlasbebidasquellevanconmanotrémulahastasuslabios.Todoslos

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misterios, todas lasesperanzas, todos losdesengaños,sí, todos losdesastresexistenaquí, detrás de esas puertas que semecen.Y, a propósito ¿ves aquella anciana deTarascosentadaenelrincón?Antesnopodías,pero¿lavesahora?—preguntabanlosojos del Cónsul mientras recorrían en torno suyo con la lucidez estupefacta yextraviada de un enamorado—, ¿cómo esperas comprender, amenos de que bebascomoyo,lahermosuradeunaancianadeTarascoquejuegaaldominóalassietedelamañana?

Era verdad; resultaba casi pavoroso: en la estancia había alguien más a quienYvonnenoviosinodespuésdequeelCónsul,sindecirpalabra,hubomiradoatrás:losojosdeYvonneseposaronen laancianasentadaen lapenumbra,ante laúnicamesadelbar.Subastóndeacero,conpuñoqueimitabalagarradealgúnanimal,seasía a la orilla de lamesa como si estuviera vivo.De un cordel llevaba sujeto unpollueloalqueocultababajoelvestido,alaalturadelcorazón.Acadamomento,elpollueloseasomabaparaecharatrevidasmiradasdereojo.Laancianalopusocercadesí,sobrelamesa,endondecomenzóapicotearentrelasfichasdedominó,piandosuavemente.Después lo volvió a guardar abrigándolo con ternura bajo su vestido.PeroYvonnemiróhaciaotraparte.Laancianaconelpollueloyeldominólehelabaelcorazón.Eracomounmalpresagio.

—…Hablandodecadáveres—dijoelCónsulsirviéndoseotrowhiskyyfirmandoconmano algomás segura en una libreta, en tanto queYvonne se dirigía hacia lapuerta—personalmente,megustaríaquemeenterraran juntoaWilliamBlackstone—empujólalibretahaciaFernando,alque,porfortuna,nohabíatratadodepresentaraYvonne—.Elquesefueavivirentrelosindios.Sabesquiénes,porsupuesto—depie,vueltoenpartehaciaella,elCónsulobservabaenactituddubitativaestanuevacopaquenohabíatomado.

—…PorDios,Alabama,silaquieres,anda,tómala…Yonolaquiero,perositúladeseas,andatómala.

—‘Absolutamentenecesario’.ElCónsuldejólamitaddesucopa.Afuera,aplenosol,enlaresacademúsicafatigadaprovenientedelbailequeaún

continuaba,Yvonnevolvióaesperary,nerviosamiróporencimadelhombrohacialaentrada principal del hotel, de donde a cadamomento salían, como avispasmedioaturdidas de oculta colmena, trasnochados borrachos, cuando de pronto, correcto,abrupto (ejército y armada), consular, elCónsul, apenas tembloroso ahora, sacódesusbolsillosunpardegafasoscurasyselaspuso.

—Bien—dijo—,todoslostaxisparecenhaberdesaparecido.¿Caminamos?—¿Por qué? ¿Qué le pasó al coche?—era tal su confusión ante el temor de

encontrarseconalgúnconocido,queYvonnecasitomódelbrazoaotrohombrequellevabaanteojososcuros:eraun jovenmexicanoandrajosoqueestabarecargadoen

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uno de losmuros del hotel y al cual dijo el Cónsul con voz en la que había algoenigmático mientras que con su bastón le daba leves golpecitos en la muñeca:‘Buenastardes,señor’.Yvonnecomenzóacaminarrápidamente—.Sí,caminemos.

Cortés, el Cónsul la tomó por el brazo (Yvonne advirtió que al harapientomexicanodeanteojososcurossehabíaunidootro,descalzoyconunojomorado,queantesestuvoreclinadoenlapared,sóloquemáslejos,alquetambiéndijoelCónsul:‘Buenas tardes’, pero no salíanmás huéspedes del hotel y sólo los dos hombres aquienes el Cónsul había dicho cortésmente: ‘Buenas’ se hallaban allí, golpeándoseconelcodo,comosiconelloquisierandecir:Nosdijo‘Buenastardes’.¡Vayatipo!)ycomenzaronacruzaroblicuamentelaplaza.Laferianoempezaríasinomuchomástarde, y las calles —que recordaban tantos otros días de muertos— estaban casidesiertas. Las banderas brillantes y las banderolas de papel destellaban: brillante einmóvil,laenormeruedacavilababajolosárboles.Aunasí,laciudad,porencimayalrededordeellos,estabayarepletaderuidosagudosylejanoscomoexplosionesdevariadoscolores.¡Box!,seleíaenuncartel.‘ARENATOMALÍN’.‘FrentealJardínXicoténcatl.Domingo8deNoviembrede1938.4EmocionantesPeleas.’

Yvonnetratódenopreguntarle:—¿Volvisteachocarelauto?—Enrealidad,loperdí.—¡Loperdiste!—Es una lástima, porque… ¡Mira, caramba! ¿no estás horriblemente cansada,

Yvonne?—Paranada.Másbiencreoqueerestúquiendebeestarlo…—¡Box! ‘Preliminara4Rounds.ELTURCO(GonzaloCalderóndePar.de52

kilos)vs.ELOSO(dePar.de53kilos).’—Enelbarcodormíunmillóndehoras.Ypreferiríacaminar;sóloque…—Noesnada.Sólounasomodereumatismo.¿Oacasoesélsprue?Mealegra

inyectarunpocodecirculaciónaestasviejaspiernas.…¡Box!‘EventoEspeciala5Rounds,enlosqueelvencedorpasaráalgrupode

Semi-Finales.TOMASAGÜERO(el Invencible IndiodeQuauhnáhuacde57kilos,que acaba de llegar de laCapital de la República). ARENATOMALÍN. Frente alJardínXicoténcatl.’

—Lástima de coche, porque habríamos podido ir al box —dijo el Cónsulcaminandocasiexageradamentederecho.

—Detestoelbox.—…Detodosmodos,noseráhastaelpróximodomingo…Oíquehoyhabríauna

especiedejaripeoenTomalín…¿Teacuerdas?…—¡No!AunquelodesconocíatantocomoYvonne,elCónsul,enseñaldeinciertosaludo,

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alzóundedohaciauntipoconaspectodecarpinteroque,pasandovelozasuladoconuna tabla demadera veteada bajo el brazo ymeneando la cabeza, le lanzó—casicantándola—unasonrientepalabraquesonabaalgoasícomo‘¡mezcalito!’

Losrayosdelsolcaían,ardientes,sobresuscabezas,resplandecíansobrelaeternaambulancia cuyos faros se transformaron momentáneamente en cegador espejo deaumento,ybrillabansobrelosvolcanes:Yvonnenopodíaverlosahora.Sinembargo,comonacióenHawaii,yahabíanexistidootrosvolcanesensuvida.Sentadobajounárbol en una de las bancas de la plaza, con los pies apenas tocando el suelo, elescribientepúblicotecleabaruidosamenteensugigantescamáquinadeescribir.

—Elijolaúnicasalida,puntoycoma—dictóelCónsul,alegre,aunquesobrio,alpasarjuntoaél—.Adiós,punto.Otropárrafo,otrocapítulo,otrosmundos…

Todalaescenaquelarodeaba—losnombresdelas tiendasentornoalaplaza:‘LaChinaPoblana’,vestidosbordadosamano,losanuncios:‘BañosdelaLibertad,Los mejores de la Capital y los únicos en donde nunca falta él agua, EstufasespecialesparaDamasyCaballerosySr.Panadero:Siquierehacerbuenpanexijalas harinasPrincesaDonafí’—volvió a impresionarla de talmanera por serle tanextrañamente familiar y; a la vez, tan agudamente ajena después de un año deausencia,deseparacióndepensamientoycuerpoydemaneradeser,quelepareció,porunmomento,intolerable.

—Pudisteutilizarsusserviciosparacontestaralgunasdemiscartas—dijo.—Mira ¿te acuerdas cómo solía llamarlo María? —con su bastón, el Cónsul

apuntó por entre los árboles a la tienda de abarrotes norteamericana que formabaesquina,conelPalaciodeCortés—:PiiiglyWiiigly.

No voy (pensóYvonne apretando el paso ymordiéndose los labios), no voy allorar.

ElCónsullahabíatomadodelbrazo.—Losiento,nuncapensé…Volvieronasaliralacalle:cuandolaatravesaron,Yvonnesealegródelaexcusa

que leofrecía lavitrinade la imprentaparaaliñarseunpoco.Comoantaño,ambospermanecieron mirando hacia el interior. La tienda, contigua al palacio, aunqueseparadadeélporlabrevedistanciadeunacallejueladesoladacomosocavón,abríatemprano. Desde el espejo del escaparate la criatura oceánica que le devolvía sumiradaestabaatalgradoimpregnadaybronceadaporelsolyacariciadaporlabrisamarinaylaespumaque,apesardequehacíalosfurtivosmovimientosdelavanidaddeYvonne,parecíacabalgarsobrelaresaca,másalládeldolorhumano.Peroelsoltornaba el dolor en veneno, y un cuerpo radiante sólo servía para mofarse de uncorazón adolorido;Yvonne lo sabía, aunque aquella bronceada criatura, hija de lasolas, de la orilla del mar y de hierbas peinadas por el viento, lo ignorase. En elescaparate mismo, a cada lado de esta abstraída mirada de su rostro reflejado, sealineaban las mismas invitaciones de boda que recordaba, las mismas fotografías

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retocadas,denoviasextravagantementefloríferas;peroestavezhabíaalgomásqueantesnohabíaadvertidoyhacialocualapuntabaahoraelCónsul,murmurando:—¡Quéextraño!—alavezqueseaproximabaparaverdemáscerca:unaamplificaciónfotográfica mostraba la desintegración de un depósito glacial de una gran roca,hendida por el fuego de los bosques en la SierraMadre.Esta fotografía, curiosa ycuriosamente triste—a la cual el carácter de los demásobjetos expuestos prestabairónicamordacidadadicional—,colgadaatrás, por encimadelvolantede laprensaqueestabagirando,sellamaba:‘LaDespedida’.

Pasaron ante la fachada del Palacio deCortés; luego, del lado delmuro ciego,descendieronpor el risco que lo atraviesa a lo largo.Con su recorrido abrieron unatajohacialacalleTierradelFuegoque,formandounacurvamáslejos,lessalióalencuentro, pero como la escarpa era poco menos que un montón de basura condesechos humeantes, tuvieron que caminar con precaución. Sin embargo, Yvonnerespiraba más libremente ahora que dejaban atrás el centro de la ciudad. Ladespedida, pensó. Después de que la humedad y los desperdicios concluyeran sulabor, las dos mitades separadas de aquella roca reventada se desmoronarían. Erainevitable;asílodecíalafoto…¿Seríaasí,enefecto?¿Acasonoexistíaalgúnmediopara salvar a esa pobre roca, de cuya inmutabilidad nadie, poco antes, se hubieraatrevido a dudar? ¡Ah! ¿quién hubiera osado imaginarla sino como una sola rocaíntegra?Peroaunadmitiendoquesehubieseseparado,¿nohabríamanera—antesdeque se produjese la desintegración total— de salvar cuando menos las mitadesseparadas?Nolahabía.Laviolenciadelfuegoquehabíaresquebrajadolarocahastadividirla, incitabaa ladestrucción independientedecadamitad, anulando la fuerzaque pudo haberlasmantenido comounidades: ¡Oh! pero ¿por qué—merced a quéfantástica taumaturgia geológica—no habrían de soldarse una vezmás las partes?Yvonne ansiaba sanar la rocahendida.Era ellamismaunade las rocasy anhelabasalvar a la otra, para que ambas pudiesen salvarse.Con un esfuerzo superior a su,energía se obligaba a acercársele, vertía sus ruegos, sus lágrimas apasionadas,otorgaba todo su perdón: pero la otra roca permanecía inmutable.—Todo eso estámuy bien—decía— pero ocurre que es culpa tuya; en cuanto amí,me propongodesintegrarmecuandomejormeplazca.

—…enTortú—dijoelCónsul,aunqueYvonnenoleescuchabaahoraquehabíandesembocadoenlacalleTierradelFuego,escabrosacallejuelaestrechaque,desierta,parecíapocofamiliar.Unavezmás,elCónsulsepusoatemblar.

—Geoffrey,tengotantased;¿porquénonosdetenemosatomarunacopa?—¡Geoffrey,porestavezseamostemerariosyemborrachémonosjuntosantesdel

desayuno!PeroYvonnenodijoningunadeestasdoscosas.…¡LacalledelaTierradelFuego!Amanoizquierdasealzaban,muyporencima

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delnivelde lacalle,desigualesacerasdetoscosescalones talladosenlasuperficie.Toda la callejuela, ligeramente encorvada en el centro —donde las cloacas aldescubierto se hallaban colmadas— descendía en agudo declive hacia la derechacomosi,enalgúntemblor,hubieraderrapado.Deestelado,casasdeunpisotechadasdetejasyconventanasoblongasyenrejadas.Parecíanconstruidasaunnivelinferior,no obstante estar al ras de la calle. Del otro lado, por encima de aquellas casas,pasaron frente a tiendecillas aún adormecidas, aunque en sumayoría empezaban aabrirsuspuertaso,comoeraelcasodel‘MolinoparaNixtamal,Morelense’,queyase hallaba abierto; talabarterías, un expendio de leche acurrucado bajo su placa‘Lechería’ (alguien había observado con insistencia que quería decir burdel, peroYvonne no había captado el retruécano),[7] y sombríos interiores atravesados porcordeles de donde pendían diminutas salchichas—‘chorizos’— por encima de losmostradores,enlosquetambiénpodíaadquirirsequesodecabraomembrillosdulcesocacao,yanteelumbraldeunodeloscualessedetuvoelCónsuldiciendo:—‘Unmomentito’—antesdedesaparecer—.Sigueytealcanzo.Notardonada.

Yvonne siguió caminando un poco y luego volvió sobre sus pasos. No habíaentradoenningunadeestastiendasdesdesuprimerasemanaenMéxico,yelriesgode que la reconocieran en la de abarrotes era muy pequeño. Sin embargo,arrepintiéndosedesu tardío impulsodeseguiralCónsulhastaaquel lugar,aguardóafuera, girando, inquieta, como yatecillo anclado. Se alejaba la oportunidad deseguirlo.Unánimodemartirioinvadiósuser.QueríaqueelCónsul,alsalir,lavieraesperando allí, abandonadayofendida.Perovolviéndoseparamirar el caminoquehabían recorrido, se olvidó de Geoffrey un instante… Le pareció increíble. ¡SeencontrabanuevamenteenQuauhnáhuac!AllíestabaelPalaciodeCortés,yallá,enloaltodelrisco,mirandohaciaelvalle,seerguíaunhombreque,porsuaspectodemarcial atención, bien pudiera haber sido elmismoCortés.Almoverse el hombredestruyólailusión.AhoraseasemejabamenosaCortésquealpobrejovenzueloconanteojososcurosreclinadoenlapareddelBellaVista.

—You-are-a-man-who-like-much-Vine!—delatiendade‘abarrotes’surgióhaciala calle apacible una voz gritona y después el estruendo de una risa masculinaincreíblemente llena de buen humor, pero rufianesca—. You are… diablo! —SeprodujounsilencioduranteelcualYvonneoyóqueelCónsuldecíaalgo—.Eggs!—estallónuevamentelavozeufórica—,You…twodiablos!Youthreediablos—lavozcacareó con júbilo—.Eggs!—y luego—,Who is the beautiful layee?… Ah, youare… ah five diablos, you ah… Eggs!—la expresión burlona siguió al Cónsul alreaparecersonrienteeimpávido,enlaaceraamayoralturaqueYvonne.

—EnTortú—prosiguiótomandoelpasodeYvonne,yaquevolvíaasentirsemássereno—; laUniversidad ideal en la que no se consiente que ninguna actividad decualquieríndole(segúnmehaninformadofuentesautorizadas),nada,nielatletismo,

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interfieraconlatareade…¡cuidado!…beber…Surgidodelanada,navegabaelentierrodelniño;aldiminutoataúdcubiertode

encaje seguía la banda (dos saxofones, un guitarrón y un violín que,sorprendentemente, tocaban ‘La Cucaracha’), detrás venían las mujeres,solemnísimas, en tanto que poco más lejos algunos mirones bromeaban y, casicorreteando,levantabanunatolvaneraenlacualsedesparramaban.

Yvonne y el Cónsul se apartaron mientras el modesto séquito se dirigía conrapidezrumboalaciudadyluego,sinmirarse,siguieroncaminando.Laorilladelacalleyanoeratanaltaylaaceraylastiendasquedaronatrás.Alaizquierdasealzabaunpequeñomuro traselcualhabía lotecillosvacíosmientrasque,a laderecha, lascasasseconvertíanenchozasbajasyabiertas,llenasdenegro,carbón.ElcorazóndeYvonne,quehabía luchadocontraunainsufribleangustia,dejódelatirunsegundo.Aunqueresultaseincreíble,seacercabanalsectorresidencial,asupropiorumbo.

—¡Fíjate por dónde caminas, Geoffrey! —pero fue Yvonne quien tropezó alvolver la esquina en ángulo recto de la calle Nicaragua. El Cónsul la contempló,inexpresivo,mientras ella, al levantar lamirada al sol, vio la extraña casa frente aellos casi al final de la calle, con sus dos torres unidas por una pasarela sobre lacumbrera del tejado, a la que alguien más —un peón— miraba también concuriosidad.

—Sí,todavíaestáallí;nosehamovidoniunapulgada—dijoelCónsulypasaronjunto a la casa, a la izquierda, con aquella inscripción en la pared queYvonne noqueríaver;yyaparaentoncesibanporlacalleNicaragua.

—Y, no obstante, la calle parece, en ciertomodo, diferente—Yvonne volvió ahundirseenelsilencio.Dehecho,hacíauntremendoesfuerzopordominarse.Loquenohubierapodidoexplicareraquerecientementeaquellacasanohabíafiguradoensu evocación deQuauhnáhuac.Aveces, en los últimos tiempos, su imaginación lahabíallevadoencompañíadeGeoffreyporlacalleNicaragua,peroniunasolavez(¡pobres fantasmas!) habían llegado a enfrentarse al ‘zacuali’ de Jacques. Ya detiempo atrás se había desvanecido sin dejar huella alguna; era como si la casa nohubieseexistidojamás,talcomopuedeocurrirenlamentedeunasesino:quealgúnpuntoprominenteenloslugarescercanosasucrimen,sevuelvaborroso,demaneraque,alregresaralavecindadquelefueratanfamiliar,nosepaparadóndevolverse.Pero, en realidad, la calle Nicaragua no parecía diferente. Allí se extendía aún,atestadadeenormespiedrassueltasdecolorgris,llenadelosmismoscrátereslunaresyenaquelbienconocidoestadodecongeladaerupciónquelahacíaaparecercomosiestuviesen reparándola—aunque,en realidad,aquí sóloatestiguabachuscamenteelcontinuoeinsuperabledesacuerdoentreelmunicipioylospropietariosrespectoasuconservación ¡calle Nicaragua!… el nombre, a pesar de todo, cantaba como unlamento en el interior de Yvonne: sólo aquella ridícula sacudida que sufrió al

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contemplarlacasadeJacques,podíaexplicarquesesintiera,cuandomenosenpartedesuser,tantranquilafrenteaella.

La calle, larga, sin aceras, se precipitaba, con inclinación cada vezmayor, casisiempreentrealtosmurosporencimadeloscualessobresalíanlosárboles(aunqueenesosmomentoshabíamáschozasasuderecha)hastaque,aunostrescientosmetros,torcíaalaizquierda,endondeaproximadamentealamismadistanciaantesdellegara su casa, volvía a perderse de vista.Más allá, los árboles ocultaban las pequeñascolinas ondulantes. Casi todas las grandes residencias, a su izquierda, se habíanconstruidomuy lejosde la carretera, rumboa labarranca, y así,mirabanhacia losvolcanes que se alzaban al otro lado del valle. Una vez más Yvonne veía en ladistancia lasmontañas al través de una brecha abierta entre dos fincas—pequeñocampoconfinadoporunacercadealambredepúas,enlaqueabundabanaltashierbasespinosasqueparecíahaberamontonadoconviolenciaalgúnvendavalquederepentehubiese dejado de soplar. Allí estaban Popocatépetl e Iztaccíhuatl, lejanosembajadores de Maúna Loa, Mokuaweoweo; pero ahora sombríos nubarronesocultaban su base. El pasto, pensó Yvonne, no era tan verde como debía serlo alterminarlaslluvias;talvezhubieraunasequía,aunqueenlosarroyosacadaladodelcaminosedesbordabaelaguaalprecipitarsedelosmontesy…—Yallíestátambiénél.Tampocosehamovidounapulgada—sinvolverse,elCónsulindicóconlacabezaendirecciónalacasadeM.Laruelle.

—¿Quién?¿quiénnoseha…?—balbuceóYvonne.Miróhaciaatrás:sóloestabaelpeónquesehabíadetenidoparaverlacasayahoraentrabaporuncallejón.

—¡Jacques!—¡Jacques!—Exactamente. En realidad, juntos nos hemos divertido de lo lindo. Pasamos

revistaatodo,desdeelObispoBerkeleyhastaelmirabilisjalapadelascuatro.—Quehacen¿qué?—ElServicioDiplomático—elCónsulsehabíadetenidoyencendíasupipa—.A

vecescreoquerealmentehayquedeciralgoensufavor.El Cónsul se inclinó para dejar caer un fósforo que flotó en las aguas

desbordantes del arroyo, y, en cierto modo avanzaban, hasta se apresuraban:pensativa,Yvonneescuchabaelgolpeteoyelrasparágileirritadodesustaconesqueresonabanenlacalley,asuespalda,lavozaparentementetranquiladelCónsul.

—Porejemplo,sihubierassidoagregadobritánicoenlaEmbajadadeBielorrusiaenZagreben1922 (ysiemprehecreídoqueunamujercomo túhabríahechomuybuen papel como agregado en la Embajada de Bielorrusia en Zagreb en 1922—aunque sóloDios sabe cómo logró subsistir tanto tiempo) podrías haber adquiridocierta, no digo exactamente técnica, sino un talante, una máscara, un modo, encualquiercaso,deplantarenturostro,deunmomentoaotro,unaspectodesublimey

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fraudulentaabstracción.—…—Aunquebienmedoy cuentade cuánto te impresiona; de cómo la imagende

nuestra implícita indiferencia —es decir, de Jacques y mía, quiero decir— teimpresiona, como si fuera más indecente que, digamos, Jacques no debió habersemarchadocuandotútefuisteoquenodebimosinterrumpirnuestraamistad.

—…—Perositú,Yvonne,hubierasestadoenelpuentedeunbarco-trampabritánico

(ysiemprehecreídoqueunamujercomotúlohabríahechomuybienenelpuentedeunbarco-trampa)atisbandoTottenhamCourtRoadporuntelescopio(claroquehabloenlenguajefigurado)díatrasdía,contandolasolas,tehabríasenterado…

—¡Fíjate,porfavor,pordóndecaminas!—Aunque,clarosihubierassidoCónsulenCuernos-vaca,esaciudadmaldecida

porelamorperdidodeMaximilianoyCarlota,entonces,buenoentonces……‘¡BOX!ARENATOMALÍN,ELBALÓNvs.ELREDONDILLO’.—Peronocreohaberterminadoconaquellodelpequeñocadáver.Loqueresulta

enrealidadtansorprendenteesquedebeser inscrito;sí, inscritoenlosregistrosdesalidadelafronteradeEstadosUnidos.Mientrasqueparaél,losgastosequivalenadospasajesdeadulto…

—…—Sin embargo, como pareces no querer escucharme, prepárate, para algomás

quetalvezdebodecirte.—…—Algomás, repito, muy importante que quizá debo decirte.—Sí, ¿de qué se

trata?—DeHugh.Yvonnedijoalfin:—HastenidonoticiasdeHugh.¿Cómoestá?—Estáviviendoconmigo.…‘¡BOX! ARENA TOMALÍN. FRENTE AL JARDÍN XICOTÉNCATL.

Domingo 8 de noviembre de 1938. 4 Emocionantes Peleas. EL BALÓN vs. ELREDONDILLO’.

‘LasmanosdeOrlac.ConPeterLorre’.—¿Qué?—Yvonnesedetuvoviolentamente.—ParecequeestavezestuvoenlosEstadosUnidosenunranchoganadero—dijo

elCónsul con bastante seriedadmientras que, en cierta forma, de cualquiermodo,seguían avanzando, pero ahora con mayor lentitud—. ¡Sólo Dios sabe con quéobjeto!Seguroquenofueparaaprenderamontar,peroafindecuentas,sepresentóhace casi una semana, equipado demanera a todas luces extravagante, parecido aHootS.HartenRiders to thePurpleSage.Aparentemente, se«autoteleportó»o lodeportarondeEstadosUnidosenuncamióndeganado.Nopretendosabercómose

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lasarreglanlosdelaprensaenestosasuntos.O,talvez,setratabadeunaapuesta…De cualquier forma, llegó hasta Chihuahua con el ganado y con algún compinchecontrabandistadearmasoportadordeellasllamado…¿Weber?…nomeacuerdo(detodosmodos,noloconocí)quelopusoenunaviónparaquerecorrieraelrestodelcamino—sonrienteelCónsulgolpeóconsupipaeltacóndesuzapato.—Pareceque,enestosdías,todosvuelanparaverme.

—Pero…peroHugh…Nocomprendo…—Enelcaminoperdiósuropa;peronofuepordescuido,aunquenolocreas,sólo

queenlafronteraqueríanhacerlepagarderechosmásaltosdeloquevalía,asíesquenaturalmente la abandonó allá. Sin embargo, no perdió el pasaporte, lo cual quizáresulteinsólitoporquedealgúnmodosiguetrabajando(aunquenopuedoimaginarmeconquécarácter)paraelLondonGlobe…Porsupuesto,yasabesqueenlosúltimostiempossehavueltobastantefamoso.Eslasegundavezqueleocurre,porsiacasonoteenterastedelaprimera.

—¿Supolodenuestrodivorcio?—logrópreguntarYvonne.ElCónsulnegócon lacabeza.Proseguían lentamenteyelCónsulmirabahacia

abajo.—¿Sélodijiste?ElCónsulpermanecíacalladoycaminabacadavezconmayorlentitud.Alcabo,

habló:—¿Quédije?—Nada,Geoff.—Bueno, ahora, claro, sabe que estamos separados—con su bastón, elCónsul

decapitóunapolvorientaamapolaquecrecíaaorillasdelacuneta.—Pero esperaba que ambos estuviésemos aquí. Supongo que se imaginó que

dejamosde…peroevitédecirlequeeldivorciosehabíaconsumado.Esdecir,creoque lo evité.Quería evitarlo.Simalno recuerdo,honradamente, estaba apuntodedecírselocuandosemarchó.

—Entonces,yanoestáviviendocontigo.ElCónsulestallóencarcajadasqueseconvirtieronenunaccesodetos.—¡Oh,sí!

claro que sí… De hecho, casi me muero con la tensión de sus operaciones desalvamento.Loqueequivaleadecirqueestuvotratandode«curarme».¿Nopuedesverlo? ¿Acaso no puedes reconocer su fina mano italiana? Y casi lo logró,literalmenteydegolpeyporrazo,conalgúnmalévolocompuestodeestricninaqueelaboró.Pero—elCónsulpareciótenerciertadificultad,sóloporunmomento,paracolocar un pie delante del otro—, para concretar más, tenía en realidad mejoresrazonesparaquedarsequeparahacerdesalvadoralaTheodoreWattsDunton.AmiSwinburne —el Cónsul decapitó otra amapola—. Un Swinburne mudo. Habíalogrado olfatear cierta noticia mientras estaba de vacaciones en el rancho y vinosiguiendo lapista como trapo rojo tras el toro. ¿No te lohabíadichoya?…Por lo

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cual(¿notelodijeya?)sefueaMéxico.Al cabo de un rato,Yvonne dijo con voz tan débil que apenas logró oírse a sí

misma:—Puesbien,podremosestartúyyosolos,¿nocrees?—‘¿Quiénsabe?’—Perosidicesqueahoraestáenlacapital—prorrumpió.—Oh,vaadejareltrabajo…puedequeahoraestéencasa.Entodocaso,regresa

hoy, según creo. Dice que desea «acción». ¡Pobre tipo!; está gozando de lapopularidadquellevapuestaestosdías—y,fueraonosincero,elCónsulañadióconbastantesimpatía,oalmenosasíparecióporeltonoenquelodijo—.SóloDiossabecuálseráelfindeesacomezoncillarománticaquetiene.

—¿Ycómocreesquesesienta—deprontopreguntóYvonneconvalor—,cuandovuelvaaverte?

—Sí;puesbien,nohabrámuchadiferencia;todavíanoestiempodequesenote,peroestabaapuntodedecir—prosiguióelCónsulconlavozunpocoronca—,quelosdíasdeexcesos,esdecir,losdeLaruelleymíos,cesaronconeladvenimientodeHugh —atizó el polvo con su bastón, dibujando figurillas durante un minuto, amedida que avanzaba como si estuviese ciego—. El que más se divirtió fui yo,porque Jacques tiene el estómago débil y suele sentirsemal después de la terceracopa, y después de la cuarta se pone a hacer el Buen Samaritano, y a la quintatambiénledaporsentirseTheodoreWattsDunton…Demodoque,pordecirloasí,supe apreciar un cambio de técnica. Hasta tal punto que ahora te agradecería, anombredeHugh,quenoledijerasnada.

—¡Oh!El Cónsul carraspeó.—No es que haya bebidomucho durante su ausencia, ni

tampocoqueestésobriocomounapiedra,segúnpuedesadvertirlofácilmente.—Oh, claro que sí —sonrió Yvonne llena de pensamientos qué ya la habían

arrastrado a miles de kilómetros en loca fuga de todo esto. Sin embargo, seguíacaminando despacio al lado delCónsul.Y deliberadamente, como el alpinista que,encontrándose a la intemperie, levanta los ojos hacia los pinos que coronan elprecipicioyse tranquilizadiciendo:—¡Quéimportaelvacíoqueseextiendeamispies! ¡Cuánto peor sería si me hallase en la copa de uno de aquellos pinos!— seesforzóporarrancarsedeaquelmomento:dejódepensar:opensóunavezmásenlacallerecordandolaúltimaymordazmiradaconquelavio(¡ycuántomásangustiosaleparecióentonceslasituación!)aliniciaraquelfatídicoviajealaCiudaddeMéxico,viendohaciaatrásdesdeelPlymouth—ahoraperdido—que,conestrépito,volvíalaesquinahundiéndoseensusmuellesalpasarporlosbachesysedeteníabruscamenteparaluegoarrastrarse,ydenuevoprecipitarsehaciaadelante,rozando,sinimportardequélado,lasparedes,másaltasdecomolasrecordaba,cubiertasdebuganvilias:ígneasytupidasriberasdeflores.Porencimadeellaspodíanverselascopasdelos

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árboles con sus pesados ramajes inmóviles y, de vez en cuando, entre ellos, unaatalaya—eternomirador de Parián— y aquí, tras los muros, las casas, invisibles,como lo eran también desde lo alto (en una ocasión se tomó la molestia deaveriguarlo)queparecíanestaracurrucadosenel interiordesuspatios,aisladoslosmiradoresflotandoporencimacomosolitariosvigíasdelalma.Nitampoco,entreelencaje de acero forjado de altas rejas que vagamente evocaban a Nueva Orleans,podíandistinguirseconmayorclaridadlascasasencerradasporestosmurosendondeloslápicesdelosenamoradoshabíandejadofurtivasconstanciasdesuscitas,murosque, con frecuencia, ocultaban no tanto unMéxico real, cuanto el sueño de algúnespañolnostálgicodesupatria.Duranteuntrecho,elarroyoseocultóenlatierra,yotra de aquellas chozas bajas construidas al nivel de la calle la miró amenazante,abriendo sus siniestras fauces ennegrecidas en el sitio dondeMaría solía comprarcarbón.Luego,elaguavolvióabrotarbrillandobajolosrayosdelsol,ydelotroladosurgió,atravésdeunabrechaabiertaenlapared,solitario,elPopocatépetl.Sinqueellasedieracuenta,habíapasadolaesquinaylaentradadesucasaestabaalavista.

Lacallecompletamentedesiertaysilenciosaahora(salvoporelmurmullodelosarroyos que brotaban para convertirse en dos pequeños torrentes impetuosos quecompetíanenunacarrera) le recordabavagamentecómo,con losojosdel corazón,antes de que conociera a Louis, cuando en parte imaginaba que el Cónsul habíaregresado a Inglaterra, ella misma había tratado de conservar la imagen deQuauhnáhuac como una especie de vereda firme en donde su fantasma podíadeambularalabrigodelasmarejadasdeunaposiblecatástrofe,acompañadatansóloporsupropiasombraconsoladoraaunqueindeseable.

Después, desde el otro día, Quauhnáhuac le pareció —aunque siempredespoblada— distinta: depurada, sin mácula del ayer, con Geoffrey que, solitario(aunquedecarneyhuesoahora),eraaquísusceptiblede redenciónynecesitabasuayuda.

Geoffreyseencontrabaaquíporcierto;peronosóloestabaacompañado,nosólononecesitabadesuayuda,sinoquevivíaenelcentromismodelaculpadeYvonne,culpaque,atodasluceslosustentabadeformaextraña…

Yvonne asió con fuerza su bolso; en su cabeza se hizo de repente un vacío yapenassefijóenlasmojonerashacialascualeselCónsul—recobradaaparentementesupresenciadeánimo—apuntabaensilencioconsubastón:aladerechasealejabalaveredaqueconducíaalcampoyala iglesitaquehabíanconvertidoenescuela,consuslápidasylabarrahorizontalenelpatioderecreo,ylasombríaentradadelfoso(los altos muros a ambos lados habían desaparecido temporalmente) de la minaabandonadaquecorríapordebajodeljardín.

Toandfrofromschool…Popocatépetl

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Itwasyourshiningday…[8]

canturreóelCónsul.Yvonnesintióquesucorazónsedesgarraba.Unsentimientodepazcompartida,lapazdelasmontañas,parecíaenvolverlos;erafalsa,eramentira,pero,porunmomento,fuecasicomoantaño,cuandoregresaban,delmercadoacasa.Riéndose, Yvonne lo tomó por el brazo y caminaron al mismo paso. Y aquí sealzaban ahora una vezmás losmuros, y su rampa bajaba hacia la calle, en dondenadie había apaciguado el polvo alborotado por los pies descalzos de losmadrugadores y allí, fuera de los goznes, estaba ahora supuerta, caída cercade laentrada,comodehechosiemprehabíayacido,insolente,ocultaenpartetraselsetodebuganvilias.

—Ahora,sí,Yvonne.Ven,querida…¡Yacasiestamosencasa!—Sí.—¡Quéextraño!…—dijoelCónsul.Unrepugnanteperrocallejerolossiguiócuandoentraron.

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III

Latragediaproclamada,mientrasrecorríanlamedialunadelarampa,tantoporlos baches que en ella se abrían como por las altas plantas exóticas —lívidas ycrepuscularesaltravésdelasgafasoscurasdelCónsul—,quesucumbíanpordoquierde innecesaria sed y casi parecían apuntalarse unas contra otras, aunque luchabancomo agonizantes voluptuosos en éxtasis por conservar una última actitud defortaleza o de desolada fecundidad colectiva —pensó vagamente el Cónsul—, latragediaparecíaserexaminadaeinterpretadaporunapersonaquecaminaraasulado,sufriendoporélydiciendo:—Mira:cuánextrañas,cuántristespuedenserlascosasfamiliares.Tocaesteárbolqueantañofueratuamigo:¡ay,queaquelloquehallevadotusangrepuedaconvertirseenalgotanextraño!Miraesenichoenelmuro,allí,enlacasa,dondeCristosigueinmóvil,sufriendo,yteayudaríasiselopidieras:nopuedespedírselo.Consideralaagoníadelasrosas.MiraenelcéspedlosgranosdecafédeConcepta(solíasdecirqueerandeMaría)secándosealsol.¿Puedesreconoceraúnsudulce aroma? Mira los plátanos con sus extrañas floraciones familiares, antañoemblema de vida, hoy símbolo de maligna muerte fálica. Ya no sabes amar estascosas.Ahoratodotuamorsonlas‘cantinas’;débilsupervivenciadeunamorporlavida,quesehaconvertidoenveneno—quenoessóloenteramenteveneno—,yelvenenosehaconvertidoentualimentocotidiano,cuandoenlataberna…

—Entonces,¿tambiénsefuePedro?—Yvonneloasíafuertementeporelbrazo,perosuvozlepareciócasinaturalalCónsul.

—Sí,¡aDiosgracias!—¿Ylosgatos?—‘¡Perro!’—dijoelCónsul,congestoamigableyquitándoselasgafas,alperro

callejeroquefamiliarmenteaparecióasuspies.Pero,alebrado,elanimalvolviósobresus pasos por la rampa—. Aunque me temo que el jardín es un espléndido caos.Durantemeses hemos estado virtualmente sin jardinero.Hugh arrancó un poco decizaña.Limpiótambiénlaalberca…¿Oyes?Hoydebeacabardellenarse—larampase ensanchaba hasta formar un pequeño redondel para luego desembocar por unsendero que atravesaba oblicuamente el angosto talud de césped con sus islas derosales hasta la puerta del «frente»que, dehecho, ocupaba la parte posterior de lacasablancaybaja,techadacontejasimbricadasdecolormacetasemejantesatuboscortados por la mitad. Vislumbrado por entre los árboles, con la chimenea en elextremo izquierdo—de la cual se alzaba un hilo de humo negro—, el bungalowparecióporuninstantecomounabarquillaanclada—.No.Chantajeydemandasporsalarioscaídoshansidomisuerte.Yhormigascortahojasdediversasespecies.Unanoche que salí, robaron la casa.E inundaciones: los drenajes deQuauhnáhuac nosvisitaron no sin dejar algo que hasta últimas fechas apestaba como el Huevo

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Cósmico.Peronoimporta;talvezpuedas…Yvonneliberósubrazoparahaceraunladoeltentáculodeunjazmíntrompeta

cuyasramasobstruíanelsendero.—¡Oh,Geoffrey!¿Dóndeestánmiscamelias?…—¡Sólo Dios sabe! —sobre un arroyuelo seco que dividía el prado y corría

paraleloalacasa,habíaaguisadepuente,unatablacontrahecha.Entrefloripondioyrosaunaarañatejíaunaintrincadatela.Derramandochillidosguijosos,unaparvadade tiránicos papamoscas, en sombrío y vertiginoso vuelo, pasó rasando la casa.YvonneyelCónsulatravesaronlatablayllegaronalporche.

Unaviejaconrostrodenegrognomoaltamenteintelectual—pensabasiempreelCónsul— (acaso querida de algún retorcido guardián de aquella mina que antañoexistió bajo su jardín) surgió de la «puerta del frente» llevando el inevitable«mechudo»,el‘trapeador’o«maridoamericano»porencimadelhombro,raspandoyarrastrando los pies, aunque el raspar y el arrastrar parecían diferenciarse, como sidistintos mecanismos los regularan. —Aquí está Concepta —dijo el Cónsul—.Yvonne:Concepta.Concepta,laseñoraFirmin—laexpresióndelgnomoseiluminóconinfantilsonrisa,conlocualsurostrotransformóseporunmomentoeneldeunaniñainocente.Conceptaselimpiólasmanoseneldelantal:mientrasestrechabaladeYvonne, elCónsul titubeó, viendo ahora, estudiando con sobrio interés (aunque enestepuntosesintiódeprontoconunaborracheramásagradablequeladecualquierotro momento justamente antes de aquella laguna mental de la noche anterior) elequipajedeYvonnequesehallabaenelporche,frenteaéltresmaletasyunacajadesombreros tan adornados con etiquetas, que bien podrían estallar en cierto tipo defloraciónparatambiéndecir,heaquítuhistorial:HotelHiloHonolulu,VillaCarmonaGranada,HotelThebaAlgeciras,HotelPenínsulaGibraltar,HotelNazarethGalilea,Hotel Manchester París, Cosmo Hotel London, S. S. Ile de France, Regis Hotel,CanadaHotelMéxicoD.F.—yahora lasnuevas etiquetas— losúltimos capullos:Hotel Astor NewYork, The TownHouse Los Angeles, S. S.Pennsylvania, HotelMiradorAcapulco,CompañíaMexicanadeAviación.—‘¿El otro señor?’—dijo elCónsul aConcepta, que sacudía la cabeza con enfático deleite—.Noha regresadotodavía.Estábien,Yvonne,supongoquequierestuantiguocuarto.Detodosmodos,Hughestáeneldeatrásconlamáquina.

—¿Lamáquina?—Lasegadoramecánica.—…‘¿porquéno,aguacaliente?’—mientrasConceptasealejabacondosdelas

maletasarrastrandoyraspandolospies,suvoz,festiva,musicalysuave,ascendíaydescendía.

—¡Asíquehayaguacalienteparati;estosíesunmilagro!Del otro lado de la casa, el paisaje tornóse de repente como elmar, amplio y

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acariciadoporlosvientos.Más allá de la barranca, las llanuras ondulaban hasta el mismo pie de los

volcanes, cuyabase seocultaba trasunabarreradebrumaypor encimade la cualalzábanse inmaculadoconodelviejoPopoy,extendiéndosea su izquierda—comounaCiudadUniversitariaenlanieve—,lospicosdentadosdelIztaccíhuatly,porunmomento, Yvonne y el Cónsul permanecieron en el porche, mudos ambos —sinenlazarsusmanosperosírozándoselas—,comosinoestuvieranlobastantesegurosde no estar soñando, cada cual separado del otro en su lejano lecho desolado, susmanos sólo fragmentos arrastrados por el vendaval de sus recuerdos, temerosos amediasdeunirsey,noobstante,tocándoseporencimadelmarqueululaenlanoche.

Muypróximaasuspies,risueña,lapequeñaalberca—sibiencasillena—seguíacolmándose con el agua procedente de una manguera que, conectada a una llave,goteaba;antaño,ambospintarondeazul susparedesyel fondo;el colorapenas sehabladesteñidoy,reflejandoelcielo,remedándolo,elaguaparecíadeintensocolorturquesa.Hughhabíaacicaladolasorillasdelaalberca,peroeljardín,amedidaquesealejaba, se sumíaenuna indescriptibleconfusióndezarzasde lasqueelCónsuldesviolamirada:laplacenterasensaciónevanescentedelaembriaguezsedisipaba…

Distraídamente,miródesoslayoentornoalporchequetambiénceñíaunpocoelladoizquierdodelacasa,lacasaalaqueYvonnenohabíaentradoaúnyporlacual,comosirespondieraalruegodelCónsul,Conceptaselesacercabaahora.Veníaconlavistafijaenlabandejaquellevabasinmirarasuderechaniasuizquierda,nialasplantaspolvosasyvanasquesedesplomabanporencimadelcortoparapeto,nialahamacamanchada,niallastimosomelodramadelasillarota,nialsofádestripado,nia los incómodos quijotes de serrín que reclinaban sus monturas de paja sobre losmurosdelacasa,ycadavezseacercabamásaellosarrastrandolospiesenmediodelpolvo y de las hojas muertas que no había tenido tiempo de barrer del piso demosaicosrojizos.

—Conceptaconocemiscostumbres,¿ves?—elCónsulmiróahoralabandejaenlaquehabíadosvasos,unabotelladeJohnnieWalkeramedioconsumir,unsifón,un‘jarro’conhieloquesederretíay labotelladesiniestroaspecto, tambiénamedias,con una opaca mezcla rojiza cual tinto barato, o acaso jarabe para la tos—. Decualquiermanera, he aquí la estricnina. ¿Quieres unwhisky con soda?…El hieloparece ser en tu honor, de todosmodos. ¿Ni siquiera un ajenjo solo?—elCónsulcambió la bandeja del parapeto a una mesa de mimbre que Concepta acababa desacar.

—¡Diosmelibre!Paramí,no.Gracias.—Entonces,unwhiskysolo.Anda,¿quétienesqueperder?—¡Primerodéjemedesayunaralgo!—…Bien pudo haber dicho que sí, por una vez —con velocidad increíble

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murmuróunavozenesemomentoaoídosdelCónsul—porqueahoraclaropobredeti deseas con ansias emborracharte de nuevo ¿verdad? todo el problema según loestimamos nosotros es que el tan anhelado regreso de Yvonne ¡ay! sólo apartó laangustiamiviejonosirveparanada—seguíacotorreandolavoz—ensíhacreadolasituación más importante de tu vida salvo una es decir esta situación mucho másdecisivaquea suvezoriginaqueparahacerle frente tengasquebebertequinientascopas —reconoció la voz de un agradable e impertinente familiar, tal vez concuernos, pródigo endisfraces, especialista en casuística, que añadió severo—,pero¿acaso eres hombre que se debilite y tome una copa en esta hora críticaGeoffreyFirmin?noloereslucharáscontraelloyahastriunfadodeestatentación¿acasonolohashecho?nolohashecholuegodeborecordártelo¿norehusasteanochecopatrascopayfinalmentedespuésdeunsueñitosabrosoyadeltodosobrionolohiciste?lohiciste¿nolohiciste?lohicistesabemosquelohiciste,sólotomastelobastanteparacorregir tu temblor¡unmagistraldominiode timismoqueellanoaprecianipuedeapreciar!

—En cierto modo pienso que no crees en la estricnina —dijo el Cónsul condiscreto triunfo (aunque sintió inmenso consuelo ante la simple presencia de labotelladewhisky),mientrasservíamediovasode lamezclade lasiniestrabotella.He resistido a la tentación cuando menos dos minutos y medio: mi redención essegura—. Tampoco yo creo en la estricnina, no me vas a hacer llorar de nuevoGeoffrey Firmin, payaso desgraciado, te voy a patear el hocico. ¡Oh idiota!—setrataba de otro familiar y el Cónsul alzó su vaso en prueba de gratitud y bebiópensativolamitaddesucontenido—.Laestricnina—irónicamentehabíapuestounpoco de hielo en ella— tenía un sabor dulzón, algo semejante al casis; tal vezsuministraba cierta especie de estímulo subconsciente que apenas se advertía: elCónsul,aúndepie,eratambiénconscientedeunadébilyvagarecrudescenciadesudolor,despreciable…

—Pero‘cabrón’nopuedesverqueloqueestápensandoesquelaprimeracosaenquepiensas,despuésqueellahallegadoacasadeestemodo,esenunacopaaunquesólo sea una copa de estricnina cuya intrusa necesidad y yuxtaposición anulan supropiainocenciaasíesquevesdebierashacerloantesemejantehostilidad¿acasonodebieras? comenzar ahora conwhiskyenvezde comenzarmás tarde con tequila atodoesto¿dóndeestá?biensabemosdóndeestáesoseríaelprincipiodelfintampococonmezcalqueseríaelfinaunquequizáseríaunfinendiabladamentebuenoperoelwhiskyelnobleañejoysaludablefuegoqueescaldalagargantadelosancestrosdetuesposa‘nació’en1820y‘siguetancampante’yluegobienpodríastomarteunpocodecerveza tambiénesbuenapara la saludy llenadevitaminasporque tuhermanoestará aquí y es todo un acontecimiento y, tal vez sea ésta la razón para tener unfestejo claro que sí y mientras bebes el whisky y después la cerveza podías sin

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embargo limitarte ‘pocoapoco’segúndebesperocualquierasabequeespeligrosotratardehacerlomuyviolentamentepero siguiendo la laborpositivadeHughpararegenerarteclaroquelolograrías—nuevamenteerasuprimerfamiliary,suspirando,elCónsulpusoelvasoenlabandejaconamenazadorafirmezadelamano.

—¿Quéfueloquedijiste?—preguntóaYvonne.—Dijetresveces—repitióYvonneriendo—poramordeDios,tomaunabebida

decente. No tienes que beber ese brebaje para impresionarme… Me limitaré asentarmeaquíyregocijarme.

—¿Qué? —ella sentada en el parapeto, miraba hacia el valle aparentandointeresarseenelpaisajeydisfrutarlo.Eneljardínreinabaunacalmasepulcral.Peroel viento debió cambiar de repente: el Izta se había esfumado, mientras que elPopocatépetl se hallaba casi enteramente oscurecido por columnas horizontales denubes negras, como si fueran líneas de humo dibujadas transversalmente sobre lamontaña por varios trenes que corriesen paralelos—. ¿Quieres repetir eso? —elCónsullatomódelamano.

Se abrazaron —o casi lo pareció— apasionadamente: de alguna parte de loscielos, un cisne, traspasado, cayó pesadamente en tierra. Fuera de la ‘cantina’ ElPuertodelSol,enIndependencia,lospredestinadosyadebíanestaramontonándosealcalordelsol,esperandoaquealzaranlascortinasconestruendodetrompetas…

—No,gracias;seguiréconlaviejamedicina—elCónsulcasisefuedeespaldasensuviejayrotamecedoraverde.Sobrio,permaneciósentadoanteYvonne.Eraésteel momento que tanto anhelara bajo las camas, durmiendo en los rincones de losbares, a la orilla de bosques sombríos, veredas, bazares, prisiones, elmomento enque…—pero elmomento, nonato, se desvaneció: y tras él, aproximábase la ursahorribilisde lanoche.¿Quéhabíahecho?Dormirenalgunaparte,deesonocabíaduda. Tak: tok: auxilio: auxilio: la piscina imitaba el tic tac de un reloj. Habíadormido,¿quémás?Hurgandoenlosbolsillosdelpantalóndesutraje,sumano,sumanosintióeldurofilodeunindicio.Latarjetaquesacóalaluz,decía:

ArturoDíazVigilMédicoCirujanoyParteroEnfermedadesdeNiñosIndisposicionesNerviosas

Consultasde12a2yde4a7Av.RevoluciónNúmero8

—…¿Has vuelto de veras? ¿O sólo viniste a verme?—preguntábale elCónsulcondulzura,mientrasvolvíaaguardarlatarjeta.

—Aquí estoy, ¿no es así? —dijo Yvonne con alegría, incluso con una ligeraentonacióndedesafío.

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—¡Quéextraño!—comentóelCónsul,tratandoamediasdelevantarseparacogerla copa queYvonne, a pesar de él, le había autorizado, y protestó la voz violenta:GeoffreyFirmingrandísimoimbécil,tevoyapatearelhocicosilohaces,sitebebesuntrago,gritaré¡ohidiota!—.Peroconesodaspruebademuchovalor.¿Quétalsi?…¿sabes?,estoyenunlíoterrible.

—Pero creo que te ves espléndida. No tienes idea de lo bien que luces —(absurdamente, el Cónsul había doblado los bíceps y se los palpaba: —¡Fuertetodavíacomouncaballo,pordecirloasí;fuertecomouncaballo!)—¿Cómomeveo?—pareciódecirleYvonne.Desvióunpocoelrostroylomantuvodeperfil.

—¿Notelodije?—elCónsullaobservó—.Hermosa…morena—¿habíadichoéleso?—.Bronceadacomounamora.Tehasestadobañandoenelmar—añadió—.Parece como si te hubieras asoleado mucho… Claro que también aquí ha habidomuchosol—prosiguió—.Comosiempre…Demasiado.Apesardelalluvia…Sabes,nomegusta.

—Enrealidad,sí tegusta—replicóYvonneaparentemente—podríamossaliralsol,¿sabes?

—Bien…ElCónsulseguíasentadofrenteaYvonneenlamecedorarotadecolorverde.Tal

vezsóloeraelalma,pensóemergiendolentamentedelaestricninaparallegaraunaespecie de indiferencia y discutir con Lucrecio, la que envejecía, mientras que elcuerpo era capaz de renovarse muchas veces, a menos que hubiese adquirido uninalterablehábitodesenectud.Yquizáelalmaprosperabaaexpensasdesupropiodolor,asíquelossufrimientosquelehabíainfligidoalalmadesuesposanosólolehabíanaprovechado sinoque,merceda ellos,había florecido. ¡Ah,no sólopor lossufrimientos que él le había infligido! ¿Y aquellos de los que era responsable eladúlteroespectrollamadoCliff,aquelalquesiempreimaginabasólocomounsacoyunpantalóndepijamaabiertoenelfrente?¿Yelniño,quetambiénextrañamentesellamóGeoffreyyqueelmismoespectrolehabíahechoaYvonnedosañosantesdesuprimerviajeaReno,yqueahoratendríaseisaños,sinohubieramuertoalaedadde tantosmeses, hacía tantos años, demeningitis, en 1932, tres años antes de queellos se conocieran y casaran enGranada, enEspaña?Y de cualquiermanera, allíestabaYvonne, bronceaday juvenil, como si fuera intemporal: a los quince, segúnella misma se lo había dicho, era (es decir, aproximadamente en la época en quedebióactuarenaquellaspelículasdeloestequeM.Laruelleasegurabahábilmentenohaber visto, pero de una de las cuales afirmaba que había influido enEisenstein oalguienasí)unachicadequiendecíalagente:—Noesbonita,perovaaserhermosa—: a los veinte seguían diciendo lomismo, y a los veintisiete cuando ya se habíacasadoconélseguíasiendoverdad,según,claroestá,elcriterioconquesevenesascosas: lomismo seguía siendo verdad para sus treinta años; daba la impresión de

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alguienqueaúnvaaser,queacasoestáapuntodeser«hermosa»: lamismanarizrespingada, las orejas diminutas, los ojos cálidos y oscuros, ahora nublados y demiradalastimosa,lamismabocaanchadelabioscarnosos,tambiéncálidaygenerosa,ylabarbaligeramentedébil.EraeldeYvonneelmismorostrobrillanteyfrescoquepodíadesplomarse,segúnsolíadecirHugh,comounmontóndecenizasyvolversegris.Ysinembargo,habíacambiado.¡Ah,sí,enverdad!Demaneramuysemejantealadealgúncapitándegradadoqueyanomandaensubarcoalqueveenlabahíaaltravésdelaventanadeunbar.Yvonneyanoerasuya…Sinlugaradudaalguienlehabíadadoelvistobuenosobresueleganteropadeviajedecolorazulpizarra:peronohabíasidoél.

Derepente,conungestodesuaveimpaciencia,Yvonnesearrancóelsombreroysacudiendosuscabelloscastañosdescoloridosporelsol, levantósedelparapeto.Seinstaló en el sofá, cruzando sus piernas inusitadamente bellas y aristocráticamentelargas. El sofá emitió un desgarrador arpegio de cuerda de guitarra. El Cónsulencontró sus gafas oscuras y se las puso con aire casi juguetón. Pero con lejanaangustia advirtió que ella seguía esperando cobrar valor para entrar en la casa.Consularmente,convozfingidayprofunda,dijo:

—Hughdebellegarprontositomóelprimerautobús.—¿Aquéhorasaleelprimerautobús?—A las diez y media, a las once—¿qué importaba? De la ciudad llegaba el

repicar de las campanas.Amenos, claro está, que pareciera del todo imposible, setemíalahoradellegadadealguien,exceptoquetrajeralicor.¿Yquétalsinohubiesehabidolicorenlacasa,sinosólolaestricnina?¿Lohabríasoportado?Yaestaríaenestos mismos momentos dando traspiés en las calles polvorientas en medio delcreciente calor del día, enbuscadeunabotella; o habríamandado aConcepta.Enalgúndiminutobar,en laesquinadecualquierpolvosocallejón,olvidadosucargo,bebería toda lamañanapara celebrar el regresodeYvonnemientras ella durmiese.Talvez simularía serun islandésoalgúnvisitantede losAndesode laArgentina.Muchomásque la llegadadeHugh,erade temerseeldesenlacequeya loasaltabaconelpasodelafamosacampanaeclesiásticadeGoetheenbuscadelinfantequenohabía idoa la iglesia.Yvonnehizogiraruna solavezel anilloen tornoa sudedo.¿Seguía llevándolopor amoroporunodedos tiposde conveniencia,opor ambascosas?Oh,pobrechica,¿seríaporelbiendeéloporelbiendelosdos?Seguíaeltic-tacdelapiscina.¿Podríabañarseenellaunalmayquedarlimpiaoapagarsused?

—Sonapenaslasochoymedia—elCónsulvolvióaquitarselasgafas.—Tus ojos, amormío… tienen un brillo tal—prorrumpió con esta afirmación

Yvonne:ylacampanadela iglesiaseacercaba:y,repicando,saltóunabarrerayelniñotropezó.

—Un poco de inflamación… Sólo un poco —Die glocke glocke tönt nicht

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mehr… El Cónsul dibujó una figura en uno de los mosaicos del porche con suszapatos de etiqueta en los que sentía sus pies sin calcetines (no porque, según loafirmabaelseñorBustamante,gerentedelcinedelalocalidad,bebiendosehubieraarruinadohastaelpuntodenopodercomprarcalcetines,sinoporquetodasuarmazónestaba a tal grado neurítica por el alcohol, que encontraba imposible ponérselos),hinchadosydoloridos.Noloestaríansinofueseporlaestricnina¡malditobrebaje!yestahorriblesobriedadgélidaytotalenquelohabíasumido.Yvonnehabíavueltoasentarse en el parapeto y se reclinaba contra una columna. Se mordió los labios,absortaenlacontemplacióndeljardín.

—¡Geoffrey,estelugaresunaruina!—Marianaysugranjarodeadaporunfoso,brillanporsuausencia—elCónsul

dabacuerdaalrelojquetraíaenlamuñeca—…Perofíjate,supón,porejemplo,queabandonasunaciudadsitiadaalenemigo,yluego,deunauotramaneravuelvesaellanomuchodespués(hayalgoquenomegustaenmianalogía,peronoimporta,supónquelohaces)luegoentoncesnopuedesesperarquetualmavisitelasmismasfrescasalamedas,oencuentrelasmismasbienvenidasaquíyallá,¿nolocrees?

—Peroyonoabandoné…—Ynodigamos,aunqueesaciudadaparenteseguirsuritmonormal,sibienalgo

derrotada,loadmito,ysustranvíascorranmásomenospuntuales—elCónsulapretóenlamuñecalacorreadesureloj—:¿Eh?

—…¡Miraesepájarorojoenlasramasdelárbol,Geoffrey!Nuncahabíavistouncardenaltangrande.

—No—sinquenadieloobservara,asiólabotelladewhisky;ladestapó,oliósucontenidoycongravedadvolvióacolocarlaenlabandeja,frunciendoloslabios—:Nopodíashaberlovisto.Porquenoesuncardenal.

—Creoqueesuncardenal.Mirasupechorojo.¡Escomountrozodeflama!—era evidente para el Cónsul que Yvonne temía tanto como él la escena que seavecinaba, y que ahora sentía como si algo la arrastrase a seguir hablando sobrecualquiercosa,hastaqueelmomentoperfectamente inoportuno llegara,esemismomomentoenque,sinqueellaloviera,latemiblecampanaalcanzaríaliteralmentecongigantescalenguaprotuberanteeinfernalalientowesleyanoalinfantesentenciado—.¡Allí,sobreelhibisco!

ElCónsulcerróunojo.—Creoqueesunquetzaldecolacolordecobre.Ynotienerojoelpecho.EsunpobresolitarioqueprobablementevivealláporelCañóndelosLobos,lejosdetodosesostiposconideas,demaneraquepuedemeditarsobreelhechodenosercardenal.

—¡Estoyseguradequeesuncardenalqueviveaquímismoenestejardín!—Comoquieras.Trogonambiguusambiguus,eselnombreexacto,segúncreo¡el

pájaro ambiguo! Dos ambigüedades deben constituir una afirmación y héla, pues,

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aquí: quetzal de cola cobriza, no cardenal —el Cónsul tendió la mano hacia labandejaparaalcanzarelvasodeestricninaqueestabavacío,peroolvidandoamediocaminoloqueenélseproponíaservir,oacasoporserunadelasbotellasloquealprincipiodeseara,aunquefuerasóloparaoler,ynoelvaso,dejócaer lamanoyseinclinóhaciaadelanteconvirtiendoasíelmovimientoenunamanifestacióndeinterésporlosvolcanes.Dijo:

—ElviejoPopeyenotardaráensurgirdenuevo.—Porahorapareceestarenteramentesumergidoenespinaca—temblólavozde

Yvonne.Enelmomentodeestaviejabromacomún,elCónsulencendióunfósforoparael

cigarroque,poralgunarazón,nohabíapodidocolocarentresuslabios:alcabodeuninstante,hallándoseanteunfósforoapagado,selovolvióameterenelbolsillo.

Duranteunratopermanecieronfrenteafrentecomodosmudasfortalezas.Elagua,queseguíagoteandoenlaalberca—¡Diosmío,conquémortallentitud!

—colmabaelsilencioexistenteentreambos…Habíaalgomás;elCónsul imaginóseguir oyendo lamúsica del baile, que debió haber cesado ya, demanera que fuecomosiaestesilencioloinvadieraunranciogolpeteodetambores.Parián:tambiénesoqueríadecirtambores.Parián.Erasindudalaausenciacasipalpabledelamúsicaloquenoobstantehacíaparecertanextrañoquelosárbolessemecieranconformeasuritmo,ilusiónqueenvolvíadehorrornosóloaljardín,sinotambiénalasllanurasenlontananzayatodalaescenaantesusojos:elhorrordeintolerableirrealidad.Estonodebesermuydistinto,sedijo,deloquesufrealgúnlocoenaquellosmomentosenque,sentadobenignamenteenlospatiosdelmanicomio,lalocuracesadesúbitodeserunrefugioyencarnaenelcieloquesehaceañicosyentodossusalrededores,enpresencia de lo cual, la razón, ya enmudecida, sólo puede bajar la cabeza. ¿Acasoencuentra solaz el loco en tales instantes, cuando sus pensamientos estallan comobalas de cañón al través de su cerebro en la exquisita belleza del jardín delmanicomiooenlascolinascercanas,másalládelaterriblechimenea?Difícilmente,pensó el Cónsul. En cuanto a esta belleza particular, sabía que estaba tan muertacomo su propio matrimonio e igualmente destrozada. El sol resplandecía ahorafulgurante sobre todo aquelmundo que se presentaba ante sumirada, y sus rayoshacíanresaltarlasiluetadelaarboledaempenachadaenlacimadelPopocatépetlque,semejante a una gigantesca ballena surgiendo de las aguas, se abría paso entre lasnubes; pero nada de esto bastaba para levantarle el ánimo. Los rayos del sol nopodían compartir el peso de su conciencia, de aflicción sin origen. El sol no leconocía.Alláabajo,asuizquierda,másalládelosplátanos,eljardinerodelacasaenquesolíapasarlosfinesdesemanaelembajadorargentino,caminabatirandotajosyreveses sumido entre las altas hierbas, desbrozando el terreno para una pista debadmintony, sinembargo,algo,apesarde lo inocentedeestaocupación,contenía

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unahorribleamenazaencontradelCónsul.Lasmismashojasanchasdelosplátanosque,gráciles,seinclinaban,parecíanleamenazadoramentesalvajes,comolasalasdelospelícanosantesdeplegarse.Eneljardínlosmovimientosdeotrasavecillasrojas,semejantes a botones de rosa animados, le parecieron insoportablemente bruscos yfurtivos. Era como si las criaturas estuviesen atadas a sus nervios con alambressensibles.Cuandosonóelteléfono,sucorazóncasidejódepalpitar.

Dehecho,elteléfonosonabaclaramenteyelCónsulabandonóelporcheparairalcomedor, en donde, aterrorizado por el furioso objeto, comenzó a hablar en elaudífonoy luego, sudando, rápidamenteenelmicrófono—porqueerauna llamadade larga distancia—, sin saber lo que decía, y escuchando con claridad la voz ensordinadeTom,yconvirtiendolaspreguntasensuspropiasrespuestas,temerosodequeencualquiermomentosevertieraaceitehirviendoensustímpanosoensuboca:—Está bien. Adiós…Oh, dime, Tom ¿de dónde provenían esos rumores sobre laplata que aparecieron ayer y fuerondesmentidos porWashington?Mepregunto dedóndevinieron…¿Quélosoriginó?Sí.Deacuerdo.Adiós.Sí,enefecto,terrible.¿Deveras?Losiento.Pero,despuésde todo, sonellos lospropietarios.¿Omeengaño?Adiós, Lo harán probablemente. Sí, de acuerdo, de acuerdo. ¡Adiós; adiós!…—¡Cristo!¿Quéquerráparahablarmeaestashorasde lamañana?¿QuéhorassonenEstadosUnidos?Erikson43.

¡Cristo!…Colgólabocinaalrevésyregresóalporche;Yvonnenoestabaallí;alcabodeuninstante,laoyóenelbaño…

Culpable,elCónsulascendíalacalleNicaragua.Era como si estuviese subiendo con gran esfuerzo por alguna interminable

escaleraentredoscasas.OquizáporelmismoPopeye.Nuncaleparecióquefueratan largo el trayecto hasta la cúspide de esta colina.La calle de adoquines rotos ysueltossealejabaal infinitoen ladistancia,comounavidaagonizante.Pensó:900pesos=100botellasdewhisky=900 ídemde tequilaErgolis:nodebíaunobebertequila ni whisky, sinomezcal. También la calle era como un horno caliente y elCónsulsudabaachorros.¡Lejos!¡Lejos!Noibamuylejos,nitampocoalacimadelacolina.UnsenderosedesviabaalaizquierdaantesdellegaralacasadeJacques,cubiertodefollajes,alprincipioapenasmásanchoqueunaveredaparacoche;luegozigzagueaba,yenalgúnlugaraladerechaenesesendero,aunoscincominutosdecamino, en una esquina polvorienta, aguardaba, fresca, una cantina sin nombre, talvez con caballos atados a la entrada y aquel inmenso gato blanco dormido bajo elmostrador, del cual solía decir un patilludo:—El…mm… ¡trabajó toda la noche,míster,yduermetodoeldía!—yestacantinaestaríaabierta.

Allá iba (la vereda estaba claramente a la vista, con un perro que guardaba laentrada)paratomarenunambientetranquilounpardecopasindispensablesqueensumentenoteníannaturalezadeterminada,yestaríadevueltaantesdequeYvonne

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acabaradebañarse.Tambiéneraposible,desdeluego,queseencontrasecon…Pero,repentinamente,lacalleNicaraguasealzóparaencontrarlo.ElCónsulyacíabocaabajo,enlacalledesierta.…Hugh ¿eres tú, mi viejo, quien tiende la mano a su viejo amigo? Muchas

gracias.Yaque,porcierto,quizátetoqueenestosdíastenderlamano.Ynoesquenomehayaencantadoayudartesiempre.HastaenParísmeencantóaquellavezqueregresaste de Adén con un lío por tu carte d’identité y el pasaporte sin el cualprefieresviajarconfrecuenciaycuyonúmerorecuerdotodavíaesel21312.Talvezmediotantomásgustoenlamedidaenquemesirvióparadistraermedelosenredosde mis propios problemas y lo que es más, comprobó, para mi gran satisfacción,aunque algunos de mis colegas comenzaban precisamente a dudarlo, que aún noestabatandivorciadodelavidacomoparanosercapazdecumplirconprontitudatalesdeberes.¿Porquédigoesto?¡EnparteesparaqueveasquetambiénreconozcocuáncercadeldesastrenosvimosarrastradosYvonneyyoantesdeencontrarte!¿Meestásescuchando,Hugh?…¿quedaaclarado?¿Aclaradoqueteperdono,asícomoencierta forma nunca he podido perdonar del todo a Yvonne, y que puedo seguirqueriéndote como a un hermano y que te respeto como hombre? ¿Aclarado quevolvería a ayudarte, y nodemalagana?Dehecho, desdequenuestroPadre iniciósolo el ascenso de losAlpes Blancos y nunca regresó (aunque el caso fue que setrataba del Himalaya y, con más frecuencia de lo que quisiera, pienso que estosvolcanesme lo recuerdan al igual que este valleme recuerda elValle del Indo asícomoaquellosviejosárbolesdeTaxcoconsusturbantesmerecuerdanaSrinigar,ycomo Xochimilco—¿me estás escuchando, Hugh?— de todos los lugares que vicuandoprimerolleguéaquímerecordóaquellascasasflotantesenelShalimar,quetúnopuedes recordar,y tumadre,mimadrastra,murió, todasaquellascosas terriblesque parecieron ocurrir al mismo tiempo, como si toda la familia política de lacatástrofesurgieradelanada,oquizádeDamchok,paramudarseanuestracasaconequipajeytrebejos)hetenidomuypocasoportunidadesparaactuar,pordecirloasí,comohermanotuyo.Perofíjate;talvezheactuadocomopadre:aunqueentonceserassólo una criatura mareada en el viejo y errante Cocanada de la «Peninsular yOriental». Pero después, cuando volvimos a Inglaterra, hubo demasiados tutores ysustitutosenHarrogate,demasiadosestablecimientosyescuelas,pornomencionarlaguerra,encuyabatalla (porquecomoacertadamente lodices,aúnnohaconcluido)sigoluchandoconunabotellaytambiéntúcontinúascombatiendoenellaconideasque,espero,alalargalleguenasermenoscalamitosasparatideloquefueronparanuestropadrelassuyas,oyaqueenestasandamos,deloquehansidolasmíasparamí.Apartedetodoesto—¿siguesahí,Hugh,tendiendolamano?—deberíahacerteverentérminosnoimprecisos,quenuncacreíniporunmomentoquesemejantecosacomolaqueocurriófueraaocurriroquesiquierapudiesellegaraocurrir.Elqueyo

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haya perdido la confianza en Yvonne no implicaba por fuerza que ella la hubieseperdidoenmí,dequienseteníaunconceptobastantedistinto.Ydequeyoconfiabaenti,porsabidosecalla.Muchomenospudehaberpensadosiquieraquetrataríasdejustificartemoralmente sopretextodequeyomehallaba sumidoen la corrupción:haytambiénciertasrazones,queseránreveladassóloeldíadeljuicio,porlascualesnotedebisteerigirenjuezmío.Ysinembargotemo—¿meestásescuchando,Hugh?—quemuchoantesdeesedía,loquehicisteimpulsivamenteyloquehastratadodeolvidarenlacruelabstraccióndelajuventud,teharáverteatimismobajoaspectosdiferentes ymás sombríos. Con tristeza temo por cierto que puedas, precisamenteporqueerespersonabuenaysencillaenelfondoyrespetasauténticamentemásquelamayorpartedelagentelosprincipiosyreglasquepudieronhaberevitadoaquello,heredar,amedidaqueenvejezcasyquetuconcienciasedebilite,unsufrimientoporellomás abominable que cualquiera de los queme hayas infligido. ¿Cómo puedoayudarte? ¿Cómo detenerlo? ¿Cómo ha de convencer el hombre asesinado a suvictimarioquenoloasediará?¡Ah,elpasadosecolmaconmayorrapidezdeloquesabemos, yDios no esmuy paciente con los remordimientos! Pero ¿sirve de algocuantoestoytratandodedecirte:quemedoycuentahastaquégradofuicausadequetodoestomeaconteciera?¿Sirve,además,admitirqueempujaraYvonneatusbrazosdeaquellamanerafueunaaccióndébil,casiibaadecir,unabroma,queprovocóencambio el inevitable golpe en el cerebro e inundó de serrín el corazón y la boca?Sinceramente,loespero…Sinembargo,mientrastanto,miviejo,dandotraspiés,mimente, bajo la influencia de la estricnina de la últimamedia hora, de las diversasbebidas terapéuticas anteriores, de las numerosas bebidas antiterapéuticas tomadascon el doctor Vigil aún antes (debes conocer al doctor Vigil, no digo nada de suamigoJacquesLaruelleconquienpordiversasrazonesheevitadopresentartehastaahora—por favor recuérdameque recuperemis comedias isabelinasque le presté)del continuo beber durante dos días y una noche aún anteriores, de los setecientossetenta y siete ymedio…pero ¿para qué seguir?Mimente, repito, debe de algúnmodo,porintoxicadaqueesté,comoDonQuijotecuandoeludealgunaciudadporélaborrecida en razón de los excesos que en ella cometiera, tomar un atajo…¿mencionéaldoctorVigil?…

—Vamos,vamos¿quépasaahí?—lavozinglesa«muybritánica»surgióapenasunpocomásarribadesucabeza,dedetrásdelvolante (segúnpodíaverloahoraelCónsul),deuncochemuybajoque,susurrante,sedetuvoasulado:unM.G.Magna,oalgoporelestilo.

—Nada—elCónsul,desúbitosobriocomounjuez,selevantóágilmente—.Nopasaabsolutamentenada.

—¡Vamos, no puede ser; estaba usted tirado cuan largo es en el camino!—elrostro británico, vuelto ahora hacia el Cónsul, era rubicundo, jovial, amable,

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preocupado,porencimadelacorbatainglesaarayasquerecordabaunafuenteenungranpatio.

ElCónsulsacudíaelpolvodesusropas;envanobuscabalasheridas;rioteníaniun rasguño.Veía connitidez la fuente.¿Podría bañarse en ella un alma y quedarlimpiaoapagarsused?

—Aparentementetodoestábien—dijo—,¡muchasgracias!—¡Maldita sea!, pero si digo que estaba usted tirado allí enmitad del camino;

pudehaberlepasadoporencima,¡vamos!¿Hayalgoqueandamal?¿No?—elinglésapagóelmotor—.Dígame,¿nolohevistoantesenalgunaparte?

—…—…—Trinity —el Cónsul se percató de que su propia voz se volvía

involuntariamenteunpocomás«británica»—.Amenosque…—Caius.—PerosillevaunacorbatadeTrinity…—reparóelCónsulenuncomedidotono

detriunfo.—¿Trinity?…Sí.Dehecho,esdemiprimo—elinglésbajólacabezaparaverla

corbataporencimadesubarba,ysurostroencantadoyjovialsesonrojóunpocomás—.VamosaGuatemala…Ésteesunpaísmaravilloso.Lástimadetodoestelíodelpetróleo,¿verdad?Pésimo…¿Estáseguro,amigo,queno tienealgúnhuesorotoninada?

—No.Nohayhuesosrotos—dijoelCónsul.Perotemblaba.El inglés se inclinó hacia adelante como si de nuevo buscase el interruptor del

coche.—¿Seguroqueestábien?EstamoshospedadosenelHotelBellaVistaynonos marcharemos sino hasta esta tarde. Podría llevarle para que echara unasiestecita…¡Hayunbarbastanteaceptable,pero toda lanochehacenunescándalohorrible! Supongo que estuvo en el baile, ¿es por eso? Empieza a sentirse mal,¿verdad?Siemprellevounabotelladealgoenelcocheparacualquieremergencia…No. No de escocés. Irlandés. Irlandés de Burke. ¿Quiere un traguito? Tal vezprefiera…

—¡Ah!…—elCónsuldabauntragoprolongado—.Unmillóndegracias.—Siga…siga…—Gracias—elCónsulledevolviólabotella—.Unmillón…—Bien; felicidades —el inglés volvió a, poner en marcha el motor—.

Felicidades,miviejo.Noseandetirandoenlascalles.¡Vamos,hombre,queunodeestos días lo aplastan o lo atropellan o le hacen algo, caramba! ¡Vaya caminodetestable!¡Quéespléndidotiempo!¿verdad?—agitandolamano,elingléspusoelautoenmarchayascendióporlapendiente.

—Si algúndía se llega ameter en un lío—gritaba elCónsul condesenfado—

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soy…espere,aquíestámitarjeta.—¡Caracoles!…AunquenoeralatarjetadeldoctorVigillaqueelCónsulsosteníaensumano,

tampocoeraporciertolasuya.CortesíadelGobiernoVenezolano.¿Quéeraesto?Elgobierno venezolano le agradecería… ¿De dónde pudo salir esto? “El GobiernoVenezolano le agradecería acusar recibo al Ministro de Relaciones Exteriores.Caracas,Venezuela”.Bueno,puesCaracas…bueno,¿porquéno?

Erguido como Jim Taskerson —pensó, también ya casado, ¡pobre diablo!—,repuesto,elCónsulsedeslizócuestaabajoporlacalleNicaragua.

Enelinteriordelacasaescuchábaseelsonidodelaguadelatinaquesevaciaba:sealiñóconrapidezderelámpago.

InterceptandoaConcepta (aunquenosinantes tenerel tactodeañadira loquellevabalasirvientaunadosisdeestricnina)queibaconlabandejadeldesayuno,elCónsul,conelaspectoinocentedequienhacometidounasesinatomientrassehaceel muerto en una partida de bridge, entró en la recámara de Yvonne, ordenada yreluciente.Un sarape oaxaqueño de colores llamativos cubría la baja cama en queYvonne,amediodormir,yacíaconlacabezaapoyadaenunamano.

—¡Quéhay!—¡Quéhay!Unarevistaquehabíaestadoleyendocayóalsuelo.Inclinándoseligeramentepor

encimadel jugodenaranjayloshuevos‘rancheros’,elCónsulatravesóconosadíaporemocionesdiversaseimportantes.

—¿Estáscómodaahí?—Perfectamente,gracias—sonriendo,Yvonneaceptólabandeja.Setratabadela

revistadeaficionadosalaastronomíaalaquesehabíasuscrito,ydesdelosforros,las enormes cúpulas de un observatorio, cubiertas de una aureola dorada cuyassiluetasoscurassedestacabancomocascosromanos,mirabanburlonasalCónsul—.“Los mayas —leyó en voz alta— estaban adelantadísimos en astronomía deobservación.Peronosospecharonlaexistenciadelsistemacopernicano.”—Tirólarevistasobrelacamaysesentócómodamenteenlasilla,conlaspiernascruzadas,lasyemasdelosdedosrozándoseconextrañasuavidad,elvasodeestricninaenelsuelo,aunlado—.¿Porquéhabríandesospecharlo?…Aunqueloquemeencantasonlosaños«vagos»delosantiguosmayas.¡Ynohayqueolvidarsus«pseudo-años»!Ysusdeliciososnombresparalosmeses.Pop.Uo.Zip.Tzec.Xul.Yaxhin.

—Mac—Yvonnereía—.¿NohayunollamadoMac?—HayYaxyZac.YUayeb:éseeselquemásmegusta, elmesque sólodura

cincodías.—¡AcusorecibodesuatentafechaelprimerodeZip!—¿Peroadóndetellevatodoestoalalarga?—elCónsulsorbíalaestricninaque

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aúnnodabapruebasdesucapacidadcomochaserdelBurke irlandésquequizá sehallabaahoraenelgarajedelBellaVista—.Merefieroalsaber.Unadelasprimeraspenitencias que me impuse fue aprender de memoria la sección filosófica de LaGuerraylaPaz.ClaroqueesofueantesdequepudieraescaparmecomounmonodeSantiago entre los aparejos de la Cábala. Pero luego, el otro día me di cuentarepentinamentedequeloúnicoquerecordabadetodoellibroeraqueNapoleónteníacontraccionesenunapierna.

—¿Novasacomernada?—Yacomí.Yvonne,quedesayunabaconapetito,preguntó:—¿Cómoandaelmercado?—TomestáunpocohartoporqueleconfiscaronalgunaspropiedadesenTlaxcala

oPuebla.Pensóquesesaldríacon la suya.Aquéllosno tienen todavíaminúmero,peronoestoysegurodemisituaciónahoraqueherenunciadoalservicio.

—Asíesque…—A propósito,me debo disculpar por vestir todavía estos trapos que, además,

estántodospolvorientos;espésimo.¡Debíhabermepuestocuandomenosunblazeren tu honor! —el Cónsul sonrió para sí al escuchar su acento que, por razonesimpublicables,sehabíavueltocasiincontrolablemente«británico».

—Asíesque¿deverasrenunciaste?—¡Oh,absolutamente!Heestadopensandoennaturalizarmemexicano,enirmea

vivir entre los indios, comoWilliamBlackstone.Pero para nuestras costumbres dehacer dinero ¿sabes? que son (supongo) misteriosísimas para ti que sólo lascontemplasdesdeafuera…—elCónsulpaseó, tranquilo, lamiradapor loscuadroscolgados en la pared que eran, en su mayoría, acuarelas pintadas por su madre yrepresentaban escenas de Cachemira: un pequeño cerco de piedra gris rodeandovarios abedules y un álamo de mayor altura, tumba de Lalla Rookh, un paisajeagrestemente torrencial,vagamenteescocés,elabra, labarrancadeGugganvir;másque nunca, el Shalimar se parecía al Cam: un paisaje lejano del Nanga ParbatcontempladodesdeelvalledelSindpudoserpintadoaquíenelporcheybienpudieraelNangaParbat pasar por el viejoPopo…—contemplasdesde afuera—repitió—,resultado de tanta preocupación, especulación, previsión, alimentos por divorcio,usufructos…

—Pero…—Yvonnehizoaunladolabandejadeldesayuno,tomóuncigarrillodesuestucheyloencendióantesdequeelCónsulpudieraayudarla.

—¡Yalohabríamoshecho!Yvonnepermanecíaacostada,fumando…elCónsulacabóporoírapenasloque

decía —tranquila, sensata, valerosamente— porque la conciencia de algoextraordinariosurgióensumente.Enunabrirycerrardeojosvio,comosisetratara

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debarcosenelhorizonte,bajouncielolateral,negroyabstracto,laoportunidaddecelebrarunfestíndesesperado(noimportabaquefueseélelúnicoencelebrarlo),quesealejabamientrasque,almismotiempo,seacercabaloquesólopodíaser, loqueera¡BuenDios!susalvación…

—¿Ahora?—dijoenvozbaja—.Peronopodemosirnosasíahora, teniendoencuentalodeHughytúyyoyunacosauotra,¿nocrees?¿Noteparecequeesmuypoco factible?—(porque su salvación pudo no parecer tan inminente si no fueraporqueelwhiskyBurke irlandéssedecidiódeprontoaapretarle,aunquesólofueraimperceptiblemente, las riendas. Era la euforia de aquel instante, aunque seprolongara,laquesesentíaamenazada)—.¿Nocrees?—repitió.

—EstoyseguradequeHughcomprendería…—¡Perosinosetratadeeso!—Geoffrey,estacasasehavueltoenciertomodomaligna…—…Quierodecirqueseríaunajugadabastantesucia…¡Dios!… El Consul adoptó lentamente una expresión destinada a parecer algo

burlona y almismo tiempo confiada, con la que indicaba una terminante sensatezconsular.Porqueesoera.LacampanaeclesiásticadeGoethelomirabadirectamentealosojos;porfortunaestabapreparadoparahacerlefrente.—Recuerdountipoalqueayudé en una ocasión en Nueva York—dijo con fingida indiferencia— de algúnmodo; era un actor sin empleo. «¡Vaya, señor Firmin!»,me decía, «que eso no esnaturel». Así es como lo pronunciaba exactamente: naturel. «El hombre no fuecreadoparaeso»,sequejaba.«TodaslascallessonigualesaestacalleDiezuOnce;enFiladelfiatambién»…—elCónsulsintióquesuacentobritánicoloabandonabayquelosustituíaeldeuncómicodeBleekerStreet—.«PeroenNewcastle,Delaware,¡vamos, que eso sí es otra cosa! Viejos caminos adoquinados…YCharleston: lascosas del antiguoSur…Pero ¡oh,Diosmío! esta ciudad… ¡el ruido! ¡el caos! ¡Sisólo pudiera largarme! ¡Si tan sólo supiera a dónde ir!» —concluyó el Cónsulapasionada,angustiosamente;convoztrémula(aunque,enrealidad,jamásconocióatalpersonajeyTomlehabíarelatadotodalahistoria)yagitándoseviolentamenteconlaemocióndelprimeractor.

—¿Paraquéescapar—concluyóconenteraserenidad—denosotrosmismos?Paciente, Yvonne volvió a recostarse. Pero ahora se estiraba para apagar su

cigarrillo en el plato de un cenicero de pie, alto y gris, con forma semejante a larepresentaciónabstractadeuncisne.Elcuellodelcisnesehabíadespegadounpoco,peroaltocarlo,seinclinógrácilytrémulomientrasYvonnerespondía:

—Estábien,Geoffrey¿quéteparecesiloolvidamoshastaquetesientasmejor?podremosresolverloenunoodosdías,cuandoestéssobrio.

—Pero¡Diosmío!El Cónsul siguió sentado, perfectamente rígido y mirando al suelo mientras

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llegabahastasualmalaenormidaddelinsulto.¡Comosi,comosi,comosiahoranoestuviesesobrio!Sinembargo,enlaacusaciónhabíaunaesquivasutilezaqueaúnnocaptaba.Porquenoestabasobrio.No,noloestaba;noenesteprecisomomento;noloestaba.Pero¿quéteníaqueveresoconlodehacíaunminutooconlodehacíaunahora,parasuponeryafuesequenoestabasobrioahora,o(locualerapeor)queenunoodosdíasibaaestarsobrio?Yaunquenoestuvierasobrioahora,¿porquéartesfabulosas, sólo comparables por cierto con los caminos y esferas de la sagradaCábala,habríapodidovolveraencontrarseeneseestadoalqueanteshabíallegadosólo una vez, ymuy brevemente, esamismamañana, ese estado en el que sólo élpodía, según ella, «enfrentarse a la situación», ese estado fugaz y precioso—tandifícildemantener—deebriedadenquesóloélestabasobrio?¿Quéderecho teníaYvonne,cuandoporellahabíasufridolas torturasdeloscondenadosydela locuradurante veinticincominutos sin tomarse una copa potable, a insinuar siquiera queestaba, según ella, sólo sobrio? ¡Ah, unamujer no podía conocer los peligros, lascomplicaciones,sí,laimportanciadelavidadeunborracho!¿Desdequéconcebiblepunto de vista de la rectitud imaginaba ella poder juzgar lo que era anterior a sullegada?Ynosabíaenabsoluto,nadadeloquesufrierarecientemente,desucaídaenla calleNicaragua,de su aplomo,de supresenciade ánimo,hastade su intrepidezmisma… ¡del whisky irlandés Burke! ¡Vaya mundo! Y lo malo era que habíaestropeadoelmomento.PorqueahoraelCónsulsesentíacapazdedecir(alrecordarqueYvonnedijo:—tal vez tomeunadespuésdel desayuno—con todo lo que esoentrañaba) en unminuto, si no hubiera sido por el comentario deYvonne y, ¡sí! apesar de cualquier forma de salvación: —Sí, tienes razón en todos los sentidos:¡vámonos!—pero¿quién ibaaestardeacuerdoconalguien tan segurodeque ibauno a estar sobrio pasado mañana? Tampoco era, aunque fuese en el plano mássuperficial,queseconocierabienelhechodequenadiepodíadarsecuentacuándoestaba borracho. Igual que los Taskerson: ¡Dios los bendiga! No era él el tipo depersonaaquienseveíahaciendoesesenlacalle.Esverdad,podíahastaacostarseenlacalle,si llegaraasermenester,comotodouncaballero;peronohacereses.¡Ah,vayamundoquepisoteabalaverdadcomopisoteabaalosborrachos!¡Mundollenode gente sedienta de sangre, ni más ni menos! ¿Sedienta de sangre? ¿Le oí decirsedientadesangre,comandanteFirmin?

—Pero, ¡Dios mío!, Yvonne, ya debes saber a estas alturas que no puedoemborracharmepormuchoquebeba—dijocasitrágicamentetomandodeprontountrago de estricnina—. Pero ¿acaso piensas que me gusta embriagarme con estarepugnantenuxvomica o belladona o llámese como sea lo queme daHugh?—elCónsul se levantó con su copa vacía y comenzó a dar vueltas por el cuarto.Teníaconciencianotantodehaberincurrido,poromisión,enalgofatal(noeracomosi,porejemplo,hubiesedesperdiciadosuvidaentera)cuantodealgosimplementeidiotay,

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por decirlo así, triste al mismo tiempo. No obstante, parecía imponerse unareparación.Pensóodijo:

—Bueno,talvezmañanasólobebacerveza.Nohaynadacomolacervezaparareponerse,yunpocomásdeestricnina,yluego,aldíasiguiente,sólocerveza…estoysegurodequenadieseopondráaquebebacerveza.Lamexicanaesparticularmentericaenvitaminas,segúncreo…Porquepuedopreverqueserátodounacontecimientoesta reunión de todos nosotros, y luego, quizá cuando mis nervios vuelvan anormalizarse, dejaré de bebería enteramente.Y después, ¿quién sabe?—se detuvojuntoalapuerta—,¡quizápuedavolveratrabajaryasíterminemilibro!

Perolapuertaseguíasiendounapuertayestabacerrada:ahoraestabaentornadayveía, al través, la botella de whisky abandonada en el porche, ligeramente máspequeñaymásvacíadeesperanzaqueelirlandésBurke.Yvonnenosehabíaopuestoa que bebiera un sorbito: fue injusto con ella. ¿Pero había razón alguna para serlotambién con la botella? ¡No había en elmundo cosamás horrible que una botellavacía! Salvo un vaso vacío. Pero podía esperar: sí, a veces sabía cuándo dejarlo.Regresólentamentealacamapensandoodiciendo:

—Sí: puedo ver las críticas. ¡Últimos informes sensacionales que sobre laAtlántida aporta el señor Firmin! ¡Lo más extraordinario en su género desdeDonnelly! Interrumpidos por sumuerte prematura…Maravilloso. ¡Y los capítulossobrelosalquimistas!ConloscualesquedareducidoaañicoselObispodeTasmania.Sólo que no lo expresarán así exactamente. Está bastante bien, ¿eh? Quizá puedahastaponermeatrabajarenalgosobreCoxcoxyNoé.Además,tengouneditorqueseinteresa:enChicago…seinteresa,peronosepreocupa,simeentiendes;porqueenrealidadesunerrorimaginarquesemejantelibropuedallegaraserpopular.Peroessorprendente, si te pones a pensar al respecto, ¡cómo parece florecer el espírituhumano a la sombra delmatadero! ¡Cómo—para referirme a toda la poesía—nomuylejos,bajoloscorralesdeganado,porescapardeltodoalapestedelosfigonesdelmañana,puedevivirlagenteensótanoslaexistenciadelosantiguosalquimistasdePraga!Sí:vivirentre losbienesyparafernalesdelmismoFausto,entre litargeyágatayjacintoyperlas.Unavidaamorfa,plásticaycristalina.¿Aquémerefiero?¿AlaCopulaMaritalis?¿Oapasardelalcoholalalkahest?¿Puedesdecírmelo?…Otalvez podría conseguirme otro empleo, asegurándome primero, claro está, de haberpuesto un anuncio en ‘ElUniversal’: «¡acompañaré cadáver a cualquier punto delOriente!»

Sentada,Yvonne ojeaba su revista, envuelta en el camisón ligeramente ladeadoquepermitíaverelsitioenquesucálidocolorbroncíneosedesvanecíaenlablancapielde suspechos; susbrazos sobresalíande las sábanasyunamano,vueltahaciaabajo, indiferente, pendía de lamuñeca sobre la orilla de la cama: al acercarse elCónsul, Yvonne volvió hacia arriba la palma de esta mano con involuntario

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movimiento,acasodeirritación,peroquefuecomoinconscienteademándesúplica:eramás:parecíaresumirdeprontotodalaantiguasúplica,todalaextrañapantomimasecretadeincomunicableternuraylealtadesyeternasesperanzasdesumatrimonio.El Cónsul sintió que sus conductos lacrimales se avivaban. Pero tambiénexperimentaba una repentina sensación de extraño desasosiego, una sensación casiindecentedequeél,unextraño,estuvieraenelcuartodeYvonne.¡Estecuarto!Fuealapuertaymiróhaciaafuera.Allíseguíalabotelladewhisky.

Peronohizomovimientoalgunohaciaella;nohizoningúnmovimiento,exceptoponerse las gafas oscuras. Por vez primera sintió nuevos dolores aquí y allí,consecuencia del golpe que se diera en la calle Nicaragua. Vagas imágenes detragediayaflicciónaletearonensumente.Enalgúnlugarrevoloteabaunamariposarumbo al mar: perdida. El pato de La Fontaine se había enamorado de la gallinablanca,perocuandojuntosescaparondeltemiblegallineroaltravésdelbosquehastallegarallago,elpatofueelquenadó:lagallina,alseguirlo,seahogó.Ennoviembrede 1895, con ropa de presidiario, de las dos de la tarde hasta las dos y media,esposado, por todos conocido, OscarWilde permaneció de pie en el centro de laplataformaenClaphamJunction…

AlvolverelCónsulalacamaysentarseenella,losbrazosdeYvonnesehallabanbajolassábanas,entantoquesurostroestabavueltohacia lapared.Alcabodeunrato dijo emocionado, con voz de nuevo enronquecida: —¿Te acuerdas cómo lanoche anterior a tu partida concertamos una cita para cenar en México, como sihubiéramossidounaparejadedesconocidos?

Yvonneseguíamirandoalapared:—Noacudisteaella.—Fue porque a última hora no pude recordar el nombre del restaurante. Sólo

sabíaquequedabaporlaVíaDolorosa.Lodescubrimoslaúltimavezquevisitamosla ciudad. Entré a todos los restaurantes de la Vía Dolorosa buscándote, y al noencontrarte,metoméunacopaencadaunodeellos.

—¡PobreGeoffrey!—DecadarestaurantedebohabertelefoneadoalHotelCanadá.Delacantinade

cadarestaurante.¡SóloDiossabecuántasveces!porquepenséquehabríasregresadoallí. Y cada vez me contestaban lo mismo: que habías salido para encontrarteconmigo, pero que no sabían adonde. Y por último semolestaronmucho. Nomeexplicopor quénoshospedamos en elCanadá envezde ir alRegis:…¿recuerdascómo por mi barba, siempre nos confundían allí con el luchador?…De cualquiermodo,anduvevagandodelacecaalameca,luchando,ycreyendotodoeltiempoquesisólopudieraencontrartelograríaimpedirquetemarchasesaldíasiguiente.

—Sí.¡Sisólopudierasencontrarla!¡Ah,cuántofríohaciaaquellanoche,yquéintenso

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era!¡conunvientoqueaullabaybocanadasdelasbanquetasendondeloschiquillosharapientossepreparabantempranoparadormirenvueltosensusmíserosperiódicos!Y sin embargo, nadie más desheredado que tú, mientras más tarde se hacía yarreciaba el frío y aumentaba la oscuridad y a pesar de ello, ¡todavía no laencontrabas! Y una voz lastimera, gimiendo con el viento, parecía seguirte por lacallealaquellamabaporsunombre:¡VíaDolorosa,VíaDolorosa!Yluego,nosécómo,temprano,alotrodía,inmediatamentedespuésdequesalióparaCanadá—túmismotrajisteunadesusmaletas,aunquenofuisteadespedirlatehallastesentadoenelbardelhotelbebiendomezcalconaquelhieloqueterefrescabaelestómagoytetragabaslassemillasdelimón,cuandoderepenteunhombreconaspectodeverdugoentródelacallearrastrandoalacocinadoscervatillosqueaullabandeterror.Yluegolosoístegritar,quizácuandolosdestazaban.Ypensaste…mejornoteacuerdesdeloquepensasteDespuésdeOaxaca,cuandovolvisteaquíaQuauhnáhuac,enmediodelaangustiadeaquelregreso(bajandoporlascurvasdeTresMaríasenelPlymouth,viendoalláabajoenlalejaníalaciudadentrelabruma,yluegolaciudadmisma,lasmojoneras—tualmapasóarrastrándosejuntoaellascomosipendieradelacoladealgúncaballodesbocado)cuandovolvisteaquí…

—Losgatoshabíanmuerto—dijoelCónsul—cuandoregresé.Pedro insisteenquefuetifoidea.O,mejordicho,elpobredeEdipomurió,segúnparece,elmismodíaquetefuiste;yalohabíatiradoalabarranca,mientrasqueelpequeñoPathosestabaechadoeneljardínbajolosplátanoscuandollegué,yparecíamásenfermoaúnquecuandolorecogimosenlacalle;agonizaba,aunquenadieimaginaraporquémotivo:Maríadijoqueselerompióelcorazón…

—¡Vaya conversaciones alegres! —respondió Yvonne con voz severa yextraviada,vueltoaúnelrostrohacialapared.

ElCónsulescuchósupropiavozquepreguntaba:—¿Teacuerdasdetucanción?No voy a cantarla: el gatito no ha trabajado el gatote no ha trabajado, nadie hatrabaja-a-do—ylágrimasdecongojaleempañaronlavista;rápidamentesequitósusgafas oscuras y hundió el rostro en el hombro deYvonne.—No, peroHugh…—comenzóadecirYvonne.—¡OlvídatedeHugh!—peroélnohabíaqueridodespertarestoniempujarlasobreloscojines;sintióqueelcuerpodeYvonneseponíarígido,seendurecíayseenfriaba.Ysinembargo,suconsentimientonoparecíaprovenirsólodelcansancio, sinodeunasoluciónencaminadaaun instantecompartido,hermosocomoclamordetrompetasresonandoenuncielopurísimo…

Pero ahora también podía sentir, al intentar el preludio, las nostálgicas frasespreparatoriasquerepercutíanenlossentidosdesuesposa,laimagendesuposesión,como aquella puerta cubierta de joyas que el desesperado neófito, rumbo aYesod,proyectapormilésimavezenloscielosparaqueporellapasesucuerpoastral,lacualsedesvaneceparadejarensulugarlentaeinexorablementeladeunacantinacuando,

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enelsilenciosepulcralyen lapaz,seabreporvezprimeraenlamañana.Estaríanabriendo una de ésas ahora mismo, a las nueve de la mañana: y tenía la extrañasensacióndesupropiapresenciaallí,conlastrágicaspalabrasiracundas,lasmismasque pronto pronunciaría y que lo acechaban. También esta imagen se desvaneció:estaba donde estaba, sudando ahora, mirando—sin dejar de tocar con un dedo elpreludio, la pequeña obertura de la inclasificable composición que inmediatamentepodríaseguir—porlaventanahacialacalzada,temerosodequeporellaaparecieraHugh,aquienluegoimaginóverenrealidadenelextremomásdistante,entrandoporla brecha, y luego oír nítidamente su paso en la grava…Nadie. Pero ahora, ahoraqueríairse,deseabamarcharseardientemente,temerosodequelapazdelacantinasemutara en su primera preocupación febril de lamañana: el refugiado político que,discreto,sorbíaenelrincónsuorangecrush,elcontadorquellegaba,consuscuentastétricamentevigiladas,elbloquedehieloqueunbandoleroarrastrabaalinteriorconsuescorpióndeacero,elúnicocantineroquerebana limones,elotro,queconojossoñolientos, clasifica las botellas de cerveza. ¡Y ahora, ahora quería marcharse,sabiendoqueeselugarseestaballenandodegentequeenningunaotrahoraformabapartedelacomunidaddelacantina,gentequeeructaba,queestallaba,quefastidiabaconsusreatasechadasalhombro,conscientetambiéndelosdesperdiciosdelanocheanterior, cajas de fósforos vacías, cascaras de limón, cigarros aplastados como‘tortillas’ycajetillasvacíasquenadabanenmediode inmundiciasyescupitajos.Yahora que el reloj sobre el espejo indicaba las nueve pasadas, ahora que losvoceadores de ‘La Prensa’ y ‘El Universal’ entraban pateando o se encontrabanparadosenlaesquinaenesteprecisomomento,anteelmingitorioasquerosoyrepletodelimpiabotasquellevabansuscajonesenlamanooloshabíandejadoequilibradosentreelmostradorylabarrademetal,ahoraqueríamarcharse!¡Ah!,sóloélsabíalohermosoqueeratodoesto,losrayosdesol,rayosdesol,rayosdesolqueinundabanelbardeElPuertodelSol,quebañabanelberroylasnaranjasocaíanenunasolalíneadorada,comosiestuvieranenactodeconcebiraunDios,quecaíancomounalanzasobrealgúnbloquedehielo…

—Losiento,temonopoder—elCónsulcerrótrassílapuertaysobresucabezallovióunfinopolvodeyeso.DelaparedcayóundonQuijote.Recogiódelsueloallastimosocaballerodepaja…

Yluego,labotelladewhisky:ferozmentebebiódeella.Sin embargo, no había olvidado su vaso, y en su interior estaba vertiéndose

caóticamente una abundante dosis de su mezcla de estricnina, en parte por error,porque había deseado servir whisky.—La estricnina es afrodisíaco. Tal vez surtaefectosinmediatos.Quizánoseaaúndemasiadotarde—alhundirseenlamecedoraverdedecarrizosintióquecasilaatravesaba.

Apenaspudoalcanzar suvasoen laparte izquierdade labandeja,y lo sostuvo

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entre ambasmanos, sopesándolo aunque—porque de nuevo temblaba, no discretasino violentamente, como un enfermo del Mal de Parkinson o de parálisis— fueincapazdellevarlohastasuslabios.Luego,sinbeberdeél,lopusoenelparapeto.Alcabo de unmomento, con el cuerpo sacudido por un violento temblor, se levantódeliberadamente y sirvió de algúnmodo en el otro vaso limpio, que Concepta nohabía retirado, cerca de media cuarta de whisky. «Nació en 1820 y sigue tancampante». Sigue. Nació en 1896 y sigue tan campante. Te adoro, murmuróapretandolabotellaconambasmanosmientraslacolocabasobrelabandeja.Luegoacercó el vaso llenodewhisky a la silla, y pensativo, se sentó con él entre ambasmanos.Después, sin haber bebido tampoco de este vaso, lo colocó en el parapetojuntoalaestricnina.Quedósecontemplandoambosvasos.Asuespalda,enelcuarto,oyólavozdeYvonne.

—…¿YateolvidastedelascartasGeoffreyFirmin?lascartasqueellateescribióhastaquesucorazónsequebró¿porquétequedassentadoallítemblando?¿porquénovuelvesaella?ahoracomprenderádespuésdetodonosiemprehassidoasíquizácuando se aproximaba el fin pero podrías reírte de todo esto podrías reírte de ello¿porquécreesqueestá llorando?noessóloporesoya lehashechoestoantesmiamigo las cartas no sólo nunca las contestaste no contestaste (¿contestaste? nocontestaste¿contestaste?luegoentonces¿dóndeestáturespuesta?aunquenuncalasleíste en realidad ¿dónde están ahora? están perdidas Geoffrey Firmin perdidas oabandonadasenalgunaparteaunquenosabemosdónde.

ElCónsultendiólamanoydistraídamentebebióunsorbodewhisky;podíaserlavozdecualquieradesusfamiliareso…

Hola,buenosdías.En el momento en que el Cónsul lo vio supo que era una alucinación y

permaneció sentado, bastante tranquilo ahora, esperando a que se desvaneciera elobjeto con forma de cadáver que parecía flotar boca abajo en su piscina, con unsombreroenormecubriéndoleelrostro.Asíque«elotro»habíavuelto.Yahorahabíadesaparecido,pensó:no,nodeltodo,porqueaúnhabíaalgoallíqueenciertomodoestabarelacionadoconaquello,oaquí,juntoalcodo,oasuespalda,ahorafrenteaél;no,esotambién,fueraloquefuese,desaparecía:talvezsólohayasidoelquetzaldecola color de cobre que se agitaba en los arbustos, su «ave ambigüa» que ahora,rauda, emprendía el vuelo con crujientes alas, comounapalomavuela rumbo a suhogarsolitarioenelCañóndelosLobos,lejosdelagenteconideas.

—Malditasea,mesientobastantebien—pensódesúbito,mientrasterminabasumedia cuarta.Alargó el brazopara alcanzar labotelladewhisky;nopudo llegar aella,se levantónuevamenteyvolvióaservirseotrodedo—.Mimanoyaesmuchomásfirme—terminóestewhiskyyasiendoelvasoy labotelladeJohnnieWalker,queestabamásllenadeloquehabíaimaginado,atravesóelporchehastaelextremo

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más lejano y los colocó en un aparador.Había en él dos pelotas de golf—.Anda,juegaconmigo, teaseguroquelogrollegaralcéspeddeloctavoentres tiros.Estoymásdeaquelladoquedeéste—dijo—.¿Dequédiablosestoyhablando?Hastayoséqueestoyalardeando.

—Mevoy a quitar la borrachera—regresóyvolvió a servirse unpocomásdeestricninaenelotrovaso;lollenó;luego,delabandejapasóJabotelladeestricninaaalgúnlugarmásprominentedelparapeto—.Despuésdetodo,heestadofueratodalanoche:¿quépodíaesperarse?

—Estoydemasiadosobrio.Heperdidoamisfamiliares,amisángelescustodios.Meestoycomponiendo—añadió,sentándosedenuevoconsuvasofrentealabotelladeestricnina—.Enciertomodo,loquehaocurridoesmuestrademifidelidad,demilealtad;cualquierotrosehabríapasadoesteañodemaneramuydiferente.Almenos,notengoenfermedadalguna—clamabaenelfondodesucorazónconungritoque,sin embargo, parecía terminar en una nota de duda—.Yquizá sea un gran aciertohaber bebido un poco de whisky, puesto que también el alcohol es afrodisíaco.Tampoco debemos olvidar que el alcohol es un alimento. ¿Cómo puede alguienesperar que un hombre cumpla con sus deberes maritales si no se alimenta?¿Maritales?Decualquiermanera,estoyprogresando,lentaperofirmemente.EnvezdesalircorriendoenseguidaalBellaVistaaemborracharmecomolohicelaúltimavezenqueocurrió todoestocuando tuvimosaquella riñadesastrosapor Jacquesycuandohiceañicos el foco,mehequedadoaquí.Cierto, antes tenía el cocheyeramás fácil. Peroheme aquí y novoy a escapar.Y lo que esmás, piensodivertirmeinfinitamentemás quedándome aquí—elCónsul tomóunos sorbos de estricnina yluegocolocósuvasoenelsuelo.

—Lavoluntaddelhombreesinconquistable.NiDiospuedeconquistarla.Se reclinóen la silla.Enelhorizonte, el Iztaccíhuatly elPopocatépetl, aquella

imagendelmatrimonioperfecto,sealzabanahora,clarosyhermosos,bajouncielomatutino de pureza casi íntegra. Lejos, por encima de su cabeza, algunas nubesblancas perseguían ágiles, a una luna pálida y jorobada. Bebe toda la mañana, ledecían,bebetodoeldía.¡Estoesvivir!

También, a enorme altura, advirtió que algunos zopilotes,más gráciles que laságuilas,aguardabanflotandoen loaltocomolospapelesquemadosqueescapandeunahoguerayalosquedeprontosevevolar,meciéndose,haciaarriba.

Lasombradeinmensohastíoloinvadió…ElCónsulsesumióconestrépitoenelsueño.

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IV

DAILY GLOBE intelube londres prensa reportó ayer después acontecimientospreludiocampañaantisemitaprensamex solicitudCTMconfederación trabajadoresmex referente expulsión exmexico comillas pequeños fabricantes textiles judíoscomillas súpose hoy fuentes fidedignas que legación alemana méxico respaldaactivamente campaña y afirma que legación llegó hasta mandar propagandaantisemita deptomex al interior confirmado propaganda posesión periodista localstopsostieneinfluenciajudíosdesfavorablecualquierpaíshabitenyrecalcacomillassu creencia poder absoluto y que logran sus fines sin escrúpulos ni miramientoscomillasstopFirmin.

Releyendo la copia de su último cable (enviado esa mañana desde la OficinaPrincipal de la Compañía Telegráfica Mexicana, esquina San Juan de Letrán eIndependencia, México, D. F.), Hugh Firmin caminaba punto menos quepenosamente—taleralalentitudypesadezdesusmovimientos—porlarampaqueascendíaacasadesuhermano,conelabrigodeésteechadosobreunhombro;metidounbrazocasihastaelcodoen lasasasgemelasde lamochilagladstone,propiedadtambién de su hermano; y la pistola que, en el estuche a cuadros, le golpeabaperezosamente el muslo: ojos en los pies debo tener, así como paja, pensó aldetenerseenlaorilladelprofundobache,yluegosuspendiéronsetambiénsucorazónyelmundo:el caballoamitaddel saltoporencimadelobstáculo, el clavadista, laguillotina y el ahorcado en su caída, la bala del asesino y el jadeo del cañón enEspañaoenChinasecongelaronenlosaires,laruedayelpistón,inmóviles…

Trabajando en el jardín, Yvonne —o algún objeto tejido con filamentos delpasado,queseleasemejaba—producíalaimpresión,apocospasos,deestarvestidapor completo con rayos de sol. Luego se irguió (llevaba pantalones amarillos) yalzandounamanopararesguardarsedelsol,lomiróconojosentornados.

Hughsaltóalcéspedporencimadelbache;librándosedelamochila,sintióunainstantánea turbaciónque lo paralizóy cierta repugnancia en salir al encuentrodelpasado.Alcaerarrojadaenelrústicoasientodescolorido,lamochilavomitóporsutapa un cepillo de dientes calvo, una oxidada maquinilla de afeitar, la camisa deGeoffreyyunejemplardesegundamanodeElVallede laLunaporJackLondon,compradoapenasayerporquincecentavosenlaLibreríaAlemanafrenteaSanborns,enMéxico.Yvonneagitabalamano.

Y él avanzaba (así como en el Ebro se retiraban) con el abrigo prestado queseguíameciéndoseunpoco,echadoamediassobreelhombro,ysusombrerodealaanchaenunamanoyenlaotraeltelegramaarrugado.

—Hola,Hugh.¡Caramba!porunmomentocreíqueerasBillHodson…Geoffreymedijoqueestabasaquí.¡Quégustovolverteaver!

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Yvonnesacudióselatierradelaspalmasdelasmanosyleextendióunadeellas,queHughnoestrechó,nisiquieratocóalprincipio;luegoladejócaer,enaparienciacondescuido,mientrassentíaundolorenelcorazónyleinvadíaunlevemareo.

—¡Quégusto!¿Cuándollegaste?—Hace un rato —Yvonne arrancaba las flores secas de algunas plantas que,

alineadas enmacetas a lo largodeunaparedbaja, parecían serde color carmesíyblancoydespedíanunaromafraganteydelicado;Yvonnetomóeltelegramaqueporalgúnmotivo,letendióHughjuntoalasiguientemaceta—.OíqueestabasenTexas.¿Tehasconvertidoenvaquerodepacotilla?

Echándolohaciaatrás,Hughvolvióaponerseelsombrerodealaanchay,riendo,bajóelrostro,avergonzadoporlasbotasdetacónaltoylospantalonesceñidísimosque llevaba metidos en ellas. —Confiscaron mi ropa en la frontera… Pensabacomprarropanuevaenlacapitalperoporalgunarazónnolleguéahacerlo…¡Tevesespléndida!

—¡Miraquiénlodice!Hugh comenzó a abotonarse la camisa, abierta hasta la cintura, que dejaba al

descubierto, por encima de ambos cinturones, una piel más bien ennegrecida quetostada por el sol; bajo el cinturón inferior acarició la bandolera que corríadiagonalmentealestuchedelapistola,alaalturadelhuesodelacaderaypegadoalapierna derecha por una correa de cuero; acarició la correa (estaba secreta yenormementeorgullosodetodosuatuendo)yluegoelbolsillodelacamisa,dedondesacóunflojocigarrodehojaqueencendiómientrasYvonneledecía:

—¿Quéeseso?,¿elnuevomensajeaGarcía?—LaC.T.M.—HughechóunamiradaalcableporencimadelhombrodeYvonne

—,laConfederacióndeTrabajadoresMexicanosenvióunapetición.Protestancontraciertosenredosdelosteutonesenelpaís.Segúnyo,tienenrazóndeprotestar—Hughpaseólamiradaporeljardín.¿DóndeestáGeoff?¿PorquéestáYvonneaquí?Actúacomosinadahubieraocurrido.¿Noestánseparadosodivorciadosdespuésdetodo?¿Dequé se trata?Yvonne ledevolvió el cableyHugh lodeslizó en el bolsillodelabrigo—.Éste—dijo,poniéndoseelabrigoahoraqueestabaenlasombra—,seráelúltimocablequemandealGlobe.

—AsíesqueGeoffrey…—Yvonne lomiró: estiró laparteposteriordel abrigo(¿acaso sabía que era de Geoff?); las mangas eran demasiado cortas: su miradaparecíadolorosaeinfeliz,aunquevagamentedivertida:suexpresión,mientrasseguíapodandolasflores,lograbaseralavezespeculativaeindiferente;preguntó:

—¿Qué es eso que me contaron de que estuviste viajando en un camión deganado?

—EntréaMéxicodisfrazadodevacaparaqueenlafronteramecreyesentexanoy no me hicieran pagar impuestos. O algo peor—dijo Hugh—, siendo Inglaterra

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personanongrataaquí,sivalelaexpresión,despuésdetodoeljaleodeCárdenasporel petróleo. Por si no lo sabes, estamos —moralmente, claro— en guerra conMéxico…¿dóndeestánuestrorubicundomonarca?

—Geoffrey está durmiendo —dijo Yvonne. ¿No querrá decir durmiendo lamona?,pensóHugh—.Pero¿tuperiódiconoseocupadeesascosas?

—Depende. Es ‘muy complicado’… Mandé mi renuncia al Globe desde losEstadosUnidos,peronomehancontestado…permíteme,dejaquehagaeso.

Yvonne trataba de empujar una rama de buganvilia queHugh no había visto yque,obstinada,invadíaalgunosescalones.

—¿Supongo que te enteraste de que estábamos en Quauhnáhuac? —preguntóYvonne.

—DescubríquepodíamatarvariospájarosdeuntiroalveniraMéxico…Claroquefueunasorpresanoencontrarteaquí.

—¿Noteparecequeeljardínesunaverdaderaruina?—dijodeprontoYvonne.—Me parece espléndido, sobre todo si piensas que Geoffrey no ha tenido

jardinerodurante tanto tiempo—Hugh logródominar la rama…estánperdiendo laBatalladelEbroporloqueacabodehacer…yaparecieronlosescalones;albajarlos,Yvonne hizo un gesto y se detuvo cerca del último para examinar una adelfa queparecíarazonablementevenenosayflorecíaaúnenestaépoca.

—Ytuamigo¿eraganaderootambiénsedisfrazódevaca?—Contrabandista,creo.¿AsíesqueGeofftehablódeWeber?—Hughrióentre

dientes—.Tengolafirmesospechadequetraficaconparque.Decualquiermodo,mepuse a discutir con el tipo en un antro deElPaso y resultó que de algunamanerahabía hecho arreglos para ir hastaChihuahua enun camióndeganado, lo cualmeparecióunabuenaidea,paraluegopodervolarhastaMéxico.Dehecho,despegamosdesde un lugar con un nombre rarísimo comoCusihuriachic, y discutimos durantetodoeltrayecto,sabes…eraunodeestosamericanossemi-fascistasqueestuvoenlaLegiónExtranjeraysóloDiossabequémás.PeroenrealidadsóloqueríairaParián,demodoquenosdejóaquíenelcampodeaviación.¡Vayaviajecito!

—Vamos,Hugh,¡comotodoloqueseteocurre!Abajo,conlasmanosenlosbolsillosdelpantalónylospiesseparadoscomoun

muchacho, Yvonne sonreía. Sus pechos se erguían bajo la blusa bordada de aves,floresypirámides;quizáselahabíapuestoenhonordeGeoff;yalsentirunnuevodolorenelcorazón,Hughmiróparaotrolado.

—Talvezdebímatarenseguidaaeste‘bastardo’,sóloqueelpuercoerabastantebuenapersona…

—AvecespuedeversePariándesdeaquí.Hughsosteníaelcigarrillocomosiloofreciesealairetransparente.—¿Nocrees

que sea inveteradamente inglés de parte de Geoff, o algo por el estilo, el estar

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durmiendoaestashoras?—HughsiguióaYvonneporlavereda—.Mira,ésteesmiúltimocigarrillodemáquina.¿Loquieres?

—Geoffrey estuvo anoche en el baile de la Cruz Roja. El pobre está bastantecansado—mientrasfumabansiguieroncaminandojuntos;Yvonnesedeteníaaquíyalláparaarrancarderaízunpocodecizaña,yderepenteseparóparaexaminarconcuidado un macizo de flores al que estrangulaba con violencia una tosca parrasilvestre—¡Diosmío!pensarqueéstefueunjardínmaravilloso.Comoelparaíso.

—Entonceslarguémonosdeaquí:amenosqueestésmuycansadacomoparadarun paseo—llegó a sus oídos el rebote agonizante de un único ronquido, amargo,aunquemesurado:lavozensordinadeInglaterrasumidaenlargosueño.

Yvonne miró rápidamente en torno suyo, como temiendo que Geoff salieraproyectadoporlaventana,concamaytodo(amenosqueestuvieraenelporche)ytitubeó.—Paranada—contestóanimosayentusiasta—.Vamos—comenzóabajarporelsenderoantesqueHugh—.¿Quéesperamos?

Inconscientemente, Hugh la había estado observando: su cuello y sus brazosmorenos y desnudos, los pantalones amarillos y las intensas flores escarlatas a suespalda,elpelocastañoquerodeabasusoídos,losmovimientoságilesygrácilesdesus sandalias amarillas en las que parecía bailar, flotarmás que caminar.Hugh seapresuróparaalcanzarla,yunavezmássiguieroncaminandojuntos,esquivandounavedelargacolaquedescendíasinbatirlasalasyluegoseposócercadeelloscomoflechaquepierdevuelo.

Adelantándoseycontoneándosemientrasbajabaporlarampacubiertadebaches,el ave traspuso la entrada sin puerta, en donde se le unió un guajolote blanco ycarmesí—pirataqueluchabaporescaparatodavela—paraalfinirrumpirenlacallepolvorienta.Ambosrierondelasaves,peroseabstuvierondeexpresaraquellascosasquepudieranhaberdichoenotrascircunstancias,como:¿quéocurriríaconnuestrasbicicletas?, o ¿recuerdas aquel café de París, con las mesas en las copas de losárboles,enRobinson?

Sedirigieronalaizquierda,alejándosedelaciudad.Bajosuspies,elcaminoseinclinaba en agudapendiente.Al fondo se alzaban colinas de color purpúreo. ¿Porquénohayamarguraenesto?,pensóHugh,¿porquénolahay?,¡peroyalahabía!porvezprimeratuvoconcienciadeaquellootroquelecarcomía,alavezquelacalleNicaragua y losmuros de las enormes residencias que dejaban atrás se convertíancasi en un caos innavegable de adoquines sueltos y baches. Aquí, la bicicleta deYvonnenohabríaservidograncosa.

—Pero¿quéestabashaciendotúenTexas,Hugh?—Cazando oklahomos. Es decir, me fui tras ellos a Oklahoma. Pensé que el

Globedebía interesarseporellos.LuegofuiaeseranchodeTexas.Allímedijeronqueaesostiposdelterregalnoselespermitíacruzarlafrontera.

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—¡Quéentrometidoeres!—Llegué a San Francisco a tiempo para lo deMunich—Hugh miró hacia la

izquierda donde, en lontananza, la atalaya enrejada de la cárcel de Alcapancingoacababadeaparecerconremotasfigurasqueescrutabanelhorizonteconbinoculares.

—Sóloestánjugando.Alapolicíadeaquíleencantaparecermisteriosa,comoati.Y¿dóndeestuvisteantes?CreoquecasinoscruzamosenSanFrancisco.

Una lagartijadesaparecióentre labuganviliaquecrecíaaorillasdel camino—buganviliasilvestre,ahorasuperabundante—,yluegolasiguióunasegundalagartija.Bajolalomaseabríaunacavidadenparteprotegida,acasootraentradaalamina.Aladerecha, loscamposseprecipitabanen ladistancia,volcándoseconviolenciaencada ángulo.Ymuchomás lejos, rodeada por las colmas,Hughpudodistinguir lavieja plaza de toros y volvió a oír la voz de Weber que en el avión gritaba yvociferaba junto a su oído mientras se pasaban recíprocamente la cantimplora dehabanero:

—¡Quauhnáhuac! ¡Es allí donde durante la revolución crucificaban a lasmujeresenlasplazasdetorosyluegolesechabanencimalostoros!¡Vayacosalindade relatar! La sangre corría por los arroyos y en elmercado hacían barbacoa deperro. ¡Primero disparan y después preguntan! ¡Carajo, tienes razón!…— Peroahoranohabía revoluciónenQuauhnáhuacy,enelsilencio, lascolinasdepúrpuraquesealzabananteellos,loscamposyhastalaatalayaylaplazadetorosparecíanhablar,murmurantes,depaz,hastadeparaíso.—EnChina—dijoHugh.

Yvonnesevolvió,sonriente,aunqueconmiradaafligidayperpleja.—¿Quéhaydelaguerra?—preguntó.

—De eso se trata.Me caí de una ambulancia con tres docenas de botellas decervezayseisperiodistasencima,yfueentoncescuandodecidíquepodríasermássaludable ir a California —Hugh miró con desconfianza a una cabra que veníasiguiéndolosporladerecha,precisamentealolargodelbordecubiertodepastoentrelacarreterayunacercadealambre,yqueahora,mirándolescondesdénpatriarcal,permanecía inmóvil—. No, son la forma más baja de vida animal, salvo,posiblemente…¡cuidado! ¡Diosmío, lo sabía!—Alembestir la cabra contra ellos,Hugh sintió el violento impacto embriagador del cuerpo cálido y aterrorizado deYvonnemientras el animal erraba el blanco, derrapaba, y resbalando seguía por lapendiente curva que a la izquierda daba el camino en este punto, por encima delpuentedepiedradepocaaltura,ydesaparecíadespuésdehaberascendidounacolina,arrastrando furiosamente sucabestro—. ¡Estascabras!—dijo rechazandoaYvonneconunenérgicomovimientodesusbrazos—.Auncuandonohayaguerras,piensaenel daño que hacen —prosiguió en medio de un dejo de enervamiento, de mutuadependenciaenlaalegríaquelosembargaba—.Merefieroalosperiodistas,noalascabras. No hay castigo en la tierra para ellos. Sólo elMalebolge… ¡y he aquí el

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Malebolge!El Malebolge era la barranca, la hondonada serpeante a lo largo del campo,

angosta aquí, pero su aspecto imponente lograba apartar sus mentes de la cabra.Sobreellasetendíaelpuentecillodepiedrasobreelquesehallaban.Árboles,cuyascopas crecían hacia abajo, precipitábanse en la cañada ocultando con su follaje elaterradorabismo.Delfondoascendíaladébilrisadelagua.

—Debeseraquí,sialláestáAlcapancingo—dijoHugh—,pordondeBernalDíazysu tlaxcaltecascruzaronparaderrotaraQuauhnáhuac.Soberbionombreparaunaorquesta de baile:BernalDíaz y sus tlaxcaltecas…¿Oacaso no llegaste a abrir tuPrescottenlaUniversidaddeHawai?

—Mnhm—dijoYvonnecontestandosíonoalapreguntacarentedesignificadoyasomándoseconunestremecimientoalabarranca.

—Segúnentiendo,hastaelviejoDíazsemareóalcontemplarla.—Nomeextrañaría.—Nopuedesverlos,peroestárepletodedifuntosperiodistasquesiguenespiando

por el ojo de las cerraduras y convenciéndose de que obran en provecho de losintereses de la democracia. Aunqueme olvidaba de que tú no lees los periódicos.¿Eh?—Hugh rió—.El periodismo equivale a la prostitución intelectualmasculinadel verbo y la pluma, Yvonne. Ése es uno de los puntos en que coincidocompletamenteconSpengler.¡Hola!—Hughlevantólamiradaalpercibirunsonidodesagradablementefamiliar,comoeldemilalfombrassacudidasalmismotiempoenla lejanía: el tumultoparecía emanardel rumbode losvolcanes,quedemodocasiimperceptiblehabíanaparecidoenelhorizonte,ylosiguióenseguidaelprolongadotuang-piingdesueco.

—Tiroalblanco—dijoYvonne—.Yaempezaronotravez.Por encima de las montañas flotaban paracaídas de humo; durante un minuto

ambospermanecieronabsortosencontemplación.Hughsuspiróycomenzóaenrollaruncigarrillo.

—Tuveunamigo inglésque fueacombatiraEspaña,y simurió, supongoquesigue allí—Hugh pasó la punta de la lengua por la orilla del papel y, después deapretarlo, lo encendió; el cigarrillo ardió con rapidez y eficacia—. De hecho, loreportaronmuertoendosocasiones,perovolvióapresentarselasúltimasdosveces.Ya estaba allí en el treinta y seis. Mientras esperaban que Franco atacase, estabatendidoconsuametralladoraenlabibliotecadelaCiudadUniversitarialeyendoaDeQuinceyporprimeravez.Aunquequizáexageroporlodelaametralladora.Nocreoquehayantenidounasola.Eracomunistaytalvezhayasidoelmejorhombrequeheconocido.LeencantabaelvinorosadodeAnjou.TambiénteníaenLondresunperrollamado Harpo. Probablemente no te parezca muy verosímil que un comunistatuvieseunperrollamadoHarpo…¿osí?

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—¿Atisí?Hugh puso un pie en el parapeto y contempló su cigarrillo que, como la

humanidad,parecíaencorvarsemientrasseconsumíaconmáximarapidez.—TuveotroamigoquefueaChina,peronosupoquéhacer;onosupieronqué

hacer con él, así es que también fue a España como voluntario. Lomató un obúsperdidoantesdequeempezaralabatalla.Estosdostiposteníanunavidaperfectaensupatria.Nohabíancometidoningúndelito—Hughguardóunsilencioincierto.

—ClaroquenosotrossalimosdeEspañaaproximadamenteunañoantesdequeempezara,peroGeoffreydecíaqueerademasiadosentimentalismoesodemorirporlosrepublicanos.Enrealidad,dijoqueseríamuchomejorsi losfascistasganaranytodoterminase…

—Ahoracantaotratonada.Dicequecuando losfascistasganen,sólohabráunaespeciede«congelación»delaculturaenEspaña…apropósito,¿esaquellolaluna?…perocongelacióndecualquiermodo.Congelaciónque,esdesuponerse,sehabrádederretirenelfuturocuandosedescubra,¡hazmeelfavor!,queestuvoenestadodeinterrumpidaanimación.Ymeatrevoadecirque,hastaallí,esverdad.Apropósito,¿sabíasqueyoestuveenEspaña?

—No—dijoYvonnesorprendida.—Oh,sí.Precisamentefuealládondemecaídeunaambulanciaconnadamenos

quedosdocenasdecervezasycincoperiodistasencima,cuandotodosíbamosrumboa París. Aquello ocurrió no mucho después de que te vi por última vez. Fuejustamente cuando lo de Madrid empezaba a prepararse pero según resultó, todoparecióacabar,asíesqueelGlobememandóquemelargara…Ycomoimbécil,memarché,aunquedespuésmeenviaronnuevamentealgúntiempo.NofuiaChinasinohastadespuésdelodeBrihuega.

Yvonnelomiróconextrañezaydijo:—Hugh,¿noestaráspensandoenregresaraEspañaahora,verdad?Riendo, Hugh sacudió la cabeza: con ademán meticuloso lanzó su estragado

cigarrilloalabarranca.—¿Cuibono?¿Comopartedelnobleejércitodepadrotesyexpertosqueyavolvieronasupatriaparaponerenprácticalospequeñosescarniosconque seproponendesacreditar todos los acontecimientos encuanto sepongademodanoseryadefensordelcomunismo?‘No,muchasgracias’.Ytambiénacabéconelperiodismo;nosetratadeunapose—Hughmetiólospulgaresbajoelcinturón—.Así, puesto que echaron a los de las Internacionales hace cinco semanas, elveintiochodeseptiembre,paramayorprecisión—dosdíasantesdequeChamberlainllegara a Godesburgo para torpedear con primor la ofensiva del Ebro— y con lamitad del último grupo de voluntarios que siguen pudriéndose en la cárcel dePerpignan,¿cómosuponesquepuedaunoirtantarde?

—Entonces, ¿qué quiso decir Geoffrey con aquello de que «quieres acción» y

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todoeso?…¿Ycuálesesaotrafinalidadmisteriosaparalaquevinisteaquí?—Enrealidadesbastanteaburrida—contestóHugh—.Dehecho,voyavolveral

mar por algún tiempo. Si todo marcha bien saldré de Veracruz aproximadamentedentrodeunasemana.Sabíasquecomocabodebrigadasquesoy,tengoundiploma,¿verdad?Puesbien,hubierapodido tomarunbarcoenGalveston,peroahoranoestanfácilcomoantes.Decualquiermanera,serámásdivertidozarpardeVeracruz.LaHabana,talvezNassauy,luego,yasabes,bajaralasAntillasyaSãoPaulo.Siemprehe deseado echar un vistazo aTrinidad—tal vez un día pueda salir de allí algunadiversióndeverdad.Geoffmeayudóconunpardepresentaciones,peronomás;noquise echarle la responsabilidad. No, simplemente estoy hasta la coronilla de mímismo,esoestodo.Trata,bajocualquiernombre,comolohiceyodurantecincoañosomás,depersuadiralmundodequenosedegüelle,yempezarásapercatartedequehastatupropiaconductaformapartedesusplanes.Tepregunto;¿quésabemos?

YHughpensaba:elvaporNoemijolea,6000toneladas,quesaledeVeracruz lanochede13-14(?)denoviembrede1938,cargadodeantimonioycafé,condestinoaFreetown,ÁfricaOccidentalBritánica,sedirigiráallí,porextrañoqueparezca,desdeTzucox,enellitoralyucateco,ytambiéncondirecciónnordeste:noobstantelocuallograráatravesarlospasosllamadosdelVientoyCorvo,rumboalOcéanoAtlántico,endonde,despuésdemuchosdíasdenover tierra,divisará, a la larga, la recaladamontañosa de Madera: desde donde, esquivando Port Lyautey y manteniéndosecuidadosamenteaunas1800millasdeSierraLeona,alsudeste,librará,consuerte,elestrechodeGibraltar.Dedondeotravez,salvando—esdeesperarardientemente—elbloqueofranquista,proseguiráconmáximacautelaalmarMediterráneo,dejandoapopaprimeroelcabodeGata,luegoelcabodePalos,despuéselcabodelaNao:deallí,antelasislasPitiusassebambolearáenelgolfodeValenciayasí,seguirárumboalnorte,másalládeCarlosdelaRápitaydeladesembocaduradelEbro,hastaque,entrebaoyproa,asomeelrocallosolitoraldeGarraf,endonde,finalmente,todavíabalanceándose, en Vallcarca, a treinta y dos kilómetros al sur de Barcelona,descargará su cargamento de T.N.T. para los acosados ejércitos republicanos yprobablementeloharánvolarenañicos…

Yvonneesasomabaparacontemplarelfondodelabarranca;suscabelloslecaíansobreelrostro:—SéqueGeoffreyparecedetestableaveces—dijo—perocoincidoconélenunpunto:estasideasrománticassobrelasBrigadasInternacionales…

PeroHughsehallabaeneltimón:FermínPatataoColónalrevés:asuspies,lacubiertadeproadelNoemijoleaseextendíaenelsenodedosolasazulesylaespumaestallaba en los imbornales de sotavento, salpicando los ojos del marinero quereparabaunmalacate:enelcastillodeproaelatalayarepetíaelúnicorepiquedelacampanaqueHughtocarahacíauninstante,yelmarinerorecogíasuherramienta:elcorazón deHugh se hinchaba cómo el barco, tenía conciencia de que el oficial de

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turnonollevabasuropablanca,sinolaazulparaelinvierno,peroalmismotiempo,sentíaelalborozo,lailimitadapurificacióndelmar…

Congestoimpaciente,Yvonneechóhaciaatrássuscabelloseirguióse.—¡Sinosehubieranmetido,laguerrahabríaterminadohacemucho!

—«Possíacabólabrigada»—dijoHughdistraídoporqueahoranoeraunbarcoloquetimoneaba,sinoelmundoentero,alcualsacabadelOcéanoOccidentaldesusmiserias—.Si las sendasde la famano llevansinoa la tumba (algunavezhice talincursiónenlapoesía)seaEspañalatumbadonoslleveelrenombredeBretaña.

—¡Papas!Depronto,talvezsinmotivo,Hughriódiscreto:conágilmovimientoirguiósey

saltóalparapeto.—¡Hugh!—¡Diosmío!¡Caballos!—dijoHughmirandodesoslayoyestirándosehastasu

alturamentaldeunmetroochentayocho(medíaunmetrosetentaynueve).—¿Dónde?Apuntabaconeldedo:—Allí.—Claro—dijolentamenteYvonne—,mehabíaolvidado…pertenecenalCasino

delaSelva:losdejanallíparaquepazcanoalgoasí.Siascendemosunpocolacolinallegaremosallugar…

…Enunasuavependiente,ahoraasuizquierda,potrosdebrillantepelambreserevolcaban en el pasto. Yvonne y Hugh dieron vuelta en la calle Nicaragua paraseguirporunsenderoestrechoyumbrosoquellevabaauncostadodeladehesa.Losestablos formaban parte de lo que parecía ser una granja lechera modelo. Seprolongabaéstadetrásdelosestablosalniveldelsuelo,endondegrandesárbolesdeaspecto inglés se alineaban a ambos lados de una avenida herbosa con huellas derodadas.Aciertadistancia,algunasvacasbastantegrandesque,apesardeasemejarsealcuernoslargosdeTexas,teníanuninquietanteparecidoconlosciervos(veoqueyarecuperaste tu ganado, dijo Yvonne), estaban echadas bajo los árboles. Fuera delestablohabíaunahileradecubetasparalechequebrillabanconlosrayosdelsol.Unolordulzóndelecheyvainillayfloressilvestresflotabaeneltranquiloparaje.Yelsolresplandecíaporencimadetodo.

—¿Notepareceunagranjaadorable?—dijoYvonne—.Creoquesetratadeunexperimentodelgobierno.Meencantaríateneruna.

—…en vez de eso, ¿quizá te agrade que alquilemos una pareja de aquelloscaballos?

El alquiler de los caballos les costó dos pesos la hora por cada uno. ‘Muycorrecto’. Los ojos oscuros del mozo del establo brillaron con regocijo al ver lasbotas de Hugh, cuando éste se volvió, ágil, para ajustar los profundos estribos decuerodeYvonne.Hughnosabíaporqué,peroestechamacolerecordabacómoenla

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CiudaddeMéxico,siseparaunoenciertolugardelPaseodelaReformatempranoporlamañana,deprontotodalagentequeestáalavistaparececorrer,riendo,bajolosrayosdelsol,rumboal trabajo,alpasar juntoa laestatuadePasteur…—‘Muyincorrecto’… Yvonne examinó sus pantalones: saltó dos veces la silla. —Nuncahabíamosmontadojuntosacaballo,¿verdad?—Seagachóparaacariciarelcuellodelayeguacuando,oscilantes,iniciaronlamarcha.Erraronporelsenderocuestaarriba,acompañados por dos potros que seguían a sumadre fuera de la dehesa y por uncariñosoperrodelanasblancasyrestregadasquepertenecíaalagranja.Alcabodeun rato el sendero entroncó con la carretera principal. Parecían haber llegado almismoAlcapancingo,especiedeextraviadosuburbio.Laatalaya,máscercana,másalta,florecíaporencimadeunbosqueentreelcualapenasdistinguieronlosmurosdelacárcel.Delotrolado,asuizquierda,aparecíalacasadeGeoffrey,casiunpaisajeavista de pájaro, con su bungalow acurrucado,minúsculo, frente a los árboles, y ellargojardíninferiorqueseprecipitabaconviolenciacuestaabajoyrespectoalcual,paralelos, en distintos niveles que ascendían oblicuamente por la colina, todos losdemás jardinesde lasresidenciascontiguas,cadacualconsupiscinaoblongacolorcobalto,tambiéndescendían,hacialabarranca,mientrasquealolejosseextendíaelterrenoquevolvíaaascenderenloaltodelacalleNicaraguahastaelpromontoriodelPalaciodeCortés.¿SeríaacasoaquelpuntoblancoenlontananzaelmismoGeoffrey?Tal vez para no llegar a un sitio en donde, por la entrada al jardín público, seencontraríancasidirectamenteantelacasa,tomaronaltroteotrosenderoquebajabaaladerecha.HughsealegródeverqueYvonnemontabaalamaneradelosvaquerosy no, según diría Juan Cerillo, «como en los jardines». Dejaron atrás la prisión yHughimaginóqueambosadquiríandimensionesgigantescasenloscuriososgemelosallá en la atalaya. ‘Guapa’, diría uno de los policías. ‘¡Ah!,muy hermosa’ gritaríaotro,encantadoconYvonneyrelamiéndose.Elmundoestabasiempredentrodelosgemelosdelapolicía.Mientrastantolospotros,queacasonosabíandeltodoqueuncamino es el medio para llegar a algún sitio y no, como el campo, algo pararevolcarse o para comer, siguieron descarriándose por ambos lados de la maleza.Luego,comolasyeguasrelincharanconansia,llamándolos,regresaronjugueteando.Después, las yeguas cansáronse de relinchar y así, a su vez, Hugh silbó de ciertaformaqueantaño•aprendiera.Sehabíacomprometidoacustodiaralospotros,perodehechoeraelperroquienvelabaportodos.Adiestradoatodaslucesparadescubrirserpientes,corría tomándoles ladelanteray luego regresabaparaasegurarsedequetodosestabanasalvo,antesdeemprenderdenuevoelgalope.Hughloobservóporunmomento.Resultabadifícilcompararaesteanimalconlosperroscallejerosquedeambulaban por la ciudad, aquellas horribles criaturas que parecían seguir pordoquierasuhermano,comosifueransumismasombra.

—Essorprendente lobienque imitasa loscaballos—dijoYvonnedesúbito—.

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¿Endóndeaprendisteeso?—Ju-ju-ju-ju-ju-ju-ju-jujuiiiii-u—yvolvióasilbar—.EnTexas—¿porquéhabía

dichoTexas?EltrucoselohabíaenseñadoJuanCerilloenEspaña.Quitóseelabrigoy lo puso atravesado sobre la cruz del caballo, al frente de la silla. Cuando,obedientes, lospotrosemergieronde losarbustos,sevolvióparaañadir:—Todosedebealjiii-u.Elagonizantefinaldelrelincho.

Pasaronjuntoalacabra:ferozcornamentaquerebasabaelseto.Nodejabalugaraduda.Riéndose,tratarondedecidirsihabíadadovueltaenlacalleNicaraguaporelotro sendero o en su entronque con el camino deAlcapancingo. La cabra pacía aorillas de un campo y ahora, aunque inmóvil, levantaba hacia ellos una miradamaquiavélica,observándolos.Talvezhayaerradoantes.Perosigoenpiedeguerra.

Elnuevosendero,pacífico,umbroso,cubiertoderodadasy,apesardelasequía,llenoaúndecharcasquereflejabanelcieloconesplendor,errabaentrearboledasysetosdestruidosqueenmarcabancamposindeterminadosyahoraeracomosifuesenunacompañía,unacaravanaquellevase,paramayorseguridad,unpequeñomundodeamorduranteeltrayecto.Mástempranoeldíaaugurabasermuycaluroso:perounsol tibio los calentaba, una suave brisa acariciaba sus rostros, el campo, a amboslados, les sonreía con engañosa inocencia, un susurro amodorrado surgía de lamañana,lasyeguasinclinabanlacabeza,alláestabanlospotros,aquíelperroytodoesunamalditamentira,pensóHugh:rotundamentehemossucumbidoaella;escomosi,enesteprecisodíadelaño,cuandovuelvenlosmuertosalavida(oporlomenosasíloinformaronfuentesfidedignasenelautobús)enestedíadevisionesymilagros,porobradealgúndestinoadverso,nos fueraconcedidovislumbrarporunahora loque nunca ocurrió, lo que nunca podría ser, puesto que la fraternidad ha sidotraicionada, la imagen de nuestra felicidad, de aquello que seríamejor pensar quenuncapudoser.OtraideasurgióenHugh.Ynoobstante,jamásenlavidaesperósermás feliz que ahora. Nunca encontraré paz que no esté envenenada como estosmomentosestánenvenenados…

—Firmin, eres un pobre tipo bonachón —la voz bien pudo provenir de unmiembro imaginario de la caravana, yHugh imaginó ver con toda claridad a JuanCerillo,alto,montadoenuncaballodemasiadopequeñoparasuestatura,porlocual,suspies llegabancasi a tocar el suelo, sin espuelas, sombrerode ala ancha conunlistónechadohaciaatrásyunamáquinadeescribirenunacajaque,pendientedeunacorreaentornoalcuello,descansabaenelpomodelasilla:enlamanolibrellevabauna bolsa con dinero, y unmuchacho correteaba detrás enmedio del polvo. ¡JuanCerillo!EnEspañafueunodeaquellosrarossímboloshumanosdelagenerosaayudaconqueMéxicohabíacontribuido;regresóasupaísantesdeBrihuega.Despuésdeestudiar química, trabajó en Oaxaca en un banco de crédito ejidal, entregando, acaballo, el dineroparahabilitar el esfuerzo colectivode lejanospueblos zapotecas.

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Asaltado con frecuencia por bandidos que criminalmente gritaban ‘¡Viva CristoRey!’, blanco de balas disparadas por enemigos de Cárdenas apostados en loscampanariosdereverberantesiglesias,sulaborcotidianaconsistía,asimismoenunaaventura a favor de una causa humana queHugh fue invitado a compartir. PorqueJuanleescribióunacartaenviadaporentregainmediataenminúsculosobretimbradoconcoraje—lossellosrepresentabanarqueroslanzandoflechasalsol—,leescribióqueestababien,quehabíavueltoasutrabajo,anomásdecientosesentakilómetrosdedistancia,yahora,cadavezqueunamiradaalasmontañasmisteriosassemejabaun lamentoporestaoportunidadperdidaparaGeoffyelNoemijolea,Hughparecíaescucharlavozdesuamigoriñéndole.Eralamismavozquejumbrosaqueantaño,enEspaña, le dijo refiriéndose al caballo que abandonara en Cuicatlán: —Mi pobrecaballodebeestarmordiendo,mordiendo todoel tiempo—peroahora se referíaalMéxicodelainfanciadeJuan,aldelañoenqueHughnació.Juárezhabíavividoymuerto.Ysinembargo,¿eraunpaísconlibertaddeexpresión,respetoalavida,alalibertadyalaluchaporlafelicidad?¿Paísdeescuelasornadasconbrillantesmuralesyenelcualhastaelmáspequeñopobladodelasfríasmontañasposeíasuteatroalairelibreyendondelatierraestabaenmanosdelpueblo,libreparaexpresarsugenionacional? ¿País de granjas modelo: de esperanza?…Era un país de esclavitud endondesevendíaalossereshumanoscomoganado,ylospueblosautóctonos:yaquis,papagos,tomasa-chics,exterminadospordeportacionesoreducidosapeorestadoqueél peonaje, perdían sus tierras en servidumbres o a manos de extranjeros. Y enOaxacaexistíaelterribleValleNacional,endondeelmismoJuan—esclavodebuenafeconsieteañosdeedad—vioaunhermanomayorazotadohastamoriryaotro—comprado por cuarenta y cinco pesos— morir de hambre en siete meses, porquecuando esto ocurría, resultaba más barato al propietario comprar otro esclavo quetenermejoralimentadoalquemoríadeagotamientoalcabodeunaño.TodoestosellamabaPorfirioDíaz: ‘rurales’pordoquiera, ‘jefespolíticos’ycrimen,extirpaciónde las instituciones políticas liberales, y el ejército, máquina de masacres, era uninstrumento de exilio. Juan conoció esto en carne viva, y aún más. Porque luegodurantelarevolución,asesinaronasumadre.Después,Juanmatóasupadre,quienallucharconHuertatraicionólacausa.¡Ah!laculpaylaaflicciónpersiguierontambiénlos pasos de Juan, porque no era católico para que pudiera resurgir limpio delrefrescante baño de la confesión. Y sin embargo, persistía esta trivialidad: que elpasadohabíapasadoirrevocablemente.Yelhombreestabadotadodeconcienciaparalamentarlosóloenlamedidaenquepudieracambiarelporvenir.Porqueelhombre,cadahombre,parecíadecirle Juan,al igualqueMéxico,debe luchar sin treguaporalcanzarlasalturas.¿Quéeralavidasinouncombateyelpasoporelmundodeunextraño?Tambiénlarevoluciónrugeenla‘tierracaliente’delalmadecadahombre.Nohaypazquedejedepagarplenotributoalinfierno…

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—¿Deveras?—¿Deveras?Con dificultad avanzaban cuesta abajo —hasta el perro sumido en soñoliento

soliloquio lanudo avanzaba difícilmente— y ahora llegaban a un río: primer pasohacia adelante, pesado y cauteloso, y luego, el titubeo; después, la marcha ríoadentro,lasacudidadelpiefirmebajoelcuerpoque,detandelicada,producíaciertasensación de ingravidez, como si la yegua nadase o flotase en el aire portando sucargaalaotraorillaconladivinaseguridaddeunCristóbalenvezdeirguiadaporinfalible instinto. El perro nadaba por delante con importante fatuidad; detrás,cabeceandosolemnes,lospotrossacudíanlacabezaconelaguaalaalturadelcuello:losrayosdelsolcentelleabanenelaguamansaque,pocomáslejos,ríoabajo,dondese estrechaba la corriente, estallaba en pequeños oleajes, remolinos y torbellinoscontranegrasrocascercadelaorilla,produciendounefectosalvaje,casicomosisetratarade rápidos;apocadistanciade suscabezas,unarrobado relámpagodeavesextrañas volaba girando sobre sí y descendiendo en rizos a la Immelmann conincreíble velocidad, como libélulas acrobáticas recién nacidas. Espesos bosquescubrían laotra ribera.Másalláde laorilla, ligeramenteempinadaunpocohacia laizquierdadeloqueaparentabaserlaentradacavernosaalacontinuacióndelsendero,erguíaseuna‘pulquería’adornadaenloaltodesusdospuertasgiratoriasdemaderaparecidasaciertadistancia,alosgalonesinmensamenteamplificadosdeunsargentodelejércitonorteamericano,conlistonesdecoloresvivosqueseagitabanalviento.‘Pulquesfinos’,decíanunasletrasdeazuldesteñidoenlapareddeadobedeblancurade ostión: ‘La Sepultura’. Nombre macabro, pero tal vez tema alguna acepciónhumorística.Unindio,sentado,yapoyandolaespaldaenlapared,consombrerodealaanchaechadoamediassobrelafrente,descansabatomandoelsol.Cercadeél,sucaballo,ouncaballo,estabaatadoaunárbol,yHughpudoadvertirdesdedondesehallaban,enmitaddelrío,elnúmerosietemarcadoenlagrupa.Clavadoauntroncohabíaunanunciodelcinedelalocalidad:LasmanosdeOrlacconPeterLorre.Enlaazoteadelapulquería,unaveletadejuguetedelasquepuedenverseenCapeCod,Massachussetts,girabaincansablementeenlabrisa.DijoHugh:

—Tucaballonoquierebeber,Yvonne,sinocontemplarsuimagen.Déjalo.Nolejaleselfreno.

—No lo estoyhaciendo.Yo tambiénmedi cuenta—dijoYvonneconuna levesonrisairónica.

Zigzaguearondespacioal atravesarel río; elperro,nadandocomonutria,habíallegado casi a la orilla opuesta. Hugh sintió que una interrogante flotaba en elambiente.

—…eresnuestrohuésped,yalosabes.—‘Porfavor’—Hughbajólacabeza.

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—…¿QuieresquecenemosfuerayquevayamosaUncine?¿OestásdispuestoaarriesgartealacocinadeConcepta?

—¿Qué,qué?—poralgunarazón,HughrecordósuprimerasemanaenlaescueladeinternosenInglaterra,uñasemanasinsabercómocomportarseniquécontestaralas preguntas, semana en la que sólo lo empujaba la presión de una ignoranciacompartida en salones repletos, actividades, maratones, hasta en aislamientosexclusivos,comocuandoseencontrópaseandoacaballoconlaesposadeldirector,recompensa,seledijo,aunquenuncalogróaveriguarporquécausaselepremiaba—.No;creoquemerepugnaríairauncine,muchasgracias—yserió.

—Es un lugarcillo extraño… podrías encontrarlo divertido. Antes, pasabannoticieros viejos de hace dos años, y no creo que la situación haya cambiado. Ysiemprevuelvenysiguenvolviendolasmismaspelículas.CimarrónylosBuscadoresde Oro de 1930 y ¡oh! el año pasado vimos un documental de viaje; Vengan aAndalucía,amaneradenoticieroespañol.

—¡Vayachiste!—dijoHugh.—Ylacorrientesiemprefalla.—Creohaber visto la película dePeterLorre en algún lugar.Esungran actor,

pero la película es inmunda. Tu caballo no quiere beber, Yvonne. Se trata de unpianista que tiene un complejo de culpa porque cree que susmanos son las de unasesinooalgoasí,yconstantementeselavalasangre.Quizáseanenrealidadlasdeunasesino,peronolorecuerdo.

—Suenatétrico.—Yalosé,peronoesasí.Como al otro lado del río los caballos quisieron beber, Hugh e Yvonne se

detuvieron.Luegosubieronporlaorillaytomaronelsendero.Ahoralossetoseranmásaltosyespesosyenellosseenrollabanlosconvólvulos.Porloqueaesohacía,bien podían imaginar que estaban en Inglaterra, explorando alguna vereda pococonocida de Devon a Cheshire. Poco de cuanto les rodeaba contradecía esaimpresión, salvounoqueotrocónclavedezopilotesaglomeradosen lacimadeunárbol.Después de subir la escarpada colina por un terreno selvático, el sendero seniveló.Prontollegaronaespaciosmásabiertosycomenzaronagalopar.¡PorCristo,qué maravilloso era esto! o, mejor dicho, ¡por Cristo!, cómo quería Hugh dejarseengañar por todo esto, como tal vez debió desearlo Judas, pensó, y helo aquí devuelta,¡malditasea!—siJudastuvoalgunavezuncaballo,osiseloprestarono,loqueesmásprobable, si lo robó,despuésdeaquella ‘Madrugada’de ‘Madrugadas’,arrepintiéndoseentoncesdehaberdevueltolas treintamonedasdeplata—¿quénosimporta eso? haz lo que quieras, le habían dicho los ‘bastardos’— ahora queprobablemente quería una copa, treinta copas (como probablemente las querríaGeoffrey esta mañana) y tal vez aún así habría conseguido algunas a crédito,

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aspirandolosbuenosoloresdecueroysudor,oyendoelagradablerepiqueteodelasherradurasdelcaballoypensando:¡cuánalegrepodríasertodoesto,cabalgandoasíbajoeldeslumbrantesoldeJerusalén!—yentregándosealolvidoporuninstante,desuertequeenverdadera algogozoso—¡quéespléndidopodría ser todosi sólonohubierayotraicionadoaaquelhombreporlanoche,aunquesabíaperfectamentebienque ibayoahacerlo,québuenohabría sido, sinembargo, sóloconquenohubieraocurrido,sóloconquenofueratanabsolutamentenecesarioiraahorcarse!…

Yheaquíporcierto,unavezmás, la tentación, lacobarde serpientecorruptoradel futuro:aplástala, imbécil.SéMéxico.¿Nohasatravesadoel río?EnnombredeDios, ¡muere! YHugh cabalgó sobre una culebramuerta estampada en el caminocomoelcinturónenunpantalóndebaño.OtalvezeraunmonstruodeGila.

Emergieron en los linderosmás remotos de lo que parecía un parque amplio yalgoabandonadoqueseextendíacuestaabajo,aladerecha,oloqueantañofuerauninmensosotoplantadoconaltosárbolesmajestuosos.RefrenaronsuscabalgadurasyHugh,rezagado,siguióporunmomentocabalgandosolo…Lospotrosloseparabande Yvonne, que miraba hacia adelante, al vacío, como insensible a cuanto lescircundaba.Laarboledaparecíairrigadaporarroyosderiberasartificialesobstruidosporlahojarasca—aunqueciertamentenotodoslosárboleserancaducosyenlatierrahabíafrecuentescharcosdenegrassombras—ysurcadadealamedas.Enrealidadsusendaseconvirtióenunadeellas.Alaizquierda,seescuchóelsonidodeunaagujadedesvío;laestaciónnodebíaestarlejos,probablementeocultatrasaquelmontículopor encima del cual cerníase un penacho de humo blanco. Pero los rieles delferrocarril,quesobresalíanenelterrenocubiertodemaleza,brillaronaladerechaatravésdelosárboles;aparentemente, lavíadabaungranrodeo.Cabalgaronjuntoauna fuente seca, llena de ramas y hojas, que se encontraba bajo algunos escalonesrotos. Hugh olfateó: un olor fuerte y crudo que al principio no pudo identificar,perfumabalaatmósfera.Entrabanenelrecintoindeterminadodeloquebienpudierahaber sido un castillo francés. El edificio, semioculto por los árboles, se alzaba alterminarlaarboledaenunaespeciedepatio,ycercábalounahileradecipresesquecrecíantrasdeunaaltamurallaenlacualunaimponentepuertaseabríaanteambos.El polvo soplaba por la abertura.Cervecería Quauhnáhuac: leyó Hugh ahora lasletrasblancas,inscritasenelcostadodelcastillo.LlamóaYvonneagitandolamanopara indicarle que se detuviese.Así pues, el castillo era una cervecería, aunque detipo extrañísimo—de especie tal, que no se había decidido a ser un restaurante-cervecería al aire libre. Afuera, en el patio, dos o tres mesas redondas (qué,probablemente, habían sido colocadas allí para prestar servicio en las visitasocasionalesde«catadores»semioficiales),ennegrecidasycubiertasdehojarasca,sehallabanbajoinmensosárbolesquenoeranlobastantefamiliaresparaidentificarloscomorobles,nitampocoextrañamentetropicales,yqueacasoeran,enrealidad,muy

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viejos, aunque poseían un aspecto indefinible de ser inmemoriales, de que hacíasiglosloshabíaplantadocuandomenosunemperador,conazadilladeoro.Bajoestosárboles,dondesedetuvolacabalgata,jugabaunaniñaconunarmadillo.

Delacerveceríaque,oblongayentrecortada,teníadecercaunaspectodiferente,yqueademásdeemitirdeprontounclamordemolino,parecíaserloenrealidad,yenlacual,semejantesa losrayosde lasruedasdemolinorevoloteabanydeslizábanselos del sol en el agua lanzada por una corriente cercana en donde se reflejaba lamaquinaria misma, salió un hombrecillo extraño con aspecto de guardabosque,cubierto con una visera y trayendo dos tarros espumeantes de oscura cervezaalemana.Nodesmontabanaúncuandoyalestendíalacerveza.

—Diosmío, está helada—dijoHugh—, pero exquisita.—La cerveza tenía unsabor penetrante, mitadmetálico,mitad terroso, como arcilla destilada. Estaba tanfría,quebeberíaproducíadolor.

—‘Buenosdías,muchacha’—Yvonne, tarroenmano, seagachó sonriendoa laniña del armadillo. El guardabosque desapareció para regresar a lamaquinaria porunapuertecillaquecerró,aislandoasíelclamorquedeellaprovenía,comopudierahaberlo hecho un ingeniero a bordo de un barco. La niña estaba en cuclillasabrazando al armadillo y miraba con aprensión al perro que, echado a distancia,seguíavigilandoalospotros,loscualesinspeccionabanasuvezlaparteposteriordelafábrica.Cadavezqueelarmadilloechabaacorrer,comosirodasesobrediminutasruedas,laniñaloatrapabacogiéndoloporlalargacolaenformadelátigoyloponíaboca arriba. ¡Cuán sorprendentemente suave y desvalido parecía entonces! Luegoenderezó una vez más al animal para volver a dejarlo escapar, acaso máquinadestructora, que después de millones de años se veía reducida a este extremo—.‘¿Cuánto?’—preguntóYvonne.

Atrapandootravezelanimal,laniñarespondióconvozaguda:—‘Cincuentacentavos’.—No lo quieres realmente ¿verdad?—Hugh (al igual que el generalWinfield

Scott—pensó—despuésdesurgirdelasbarrancasdeCerroGordo)estabasentadoconunapiernaechadasobreelpomodelasilla.

Yvonneasintióconlacabeza,ensondebroma:—Meencantaría.Eslindísimo.—Nopodríashacerdeélunanimaldoméstico.Tampocololograrálachiquilla:

por eso quiere venderlo —Hugh dio un sorbo a su cerveza—. Algo sé sobrearmadillos.

—Tambiényo—dijoYvonneagitandolacabezaparaburlarseyabriendolosojostandesmesuradamentecomopudo—.¡Todo!

—Entoncesdebessaberquesisueltasesacosaen tu jardín,simplementeabriráuntúnelenlatierraynuncavolverá.

Yvonneseguíaagitandolacabezacongestosemiburlónylosojosmuyabiertos.

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—¿Noesunapreciosidad?Hugh bajó la pierna y permaneció sentado con su tarro puesto sobre el pomo,

contemplandoalanimaldenarizlargaeinquieta,coladeiguanayvientremanchadoe indefenso, juguete de niño marciano. —‘No, muchas gracias’ —dijo Hugh confirmezaalaniñaque,indiferente,noseretiraba—.Nosólonuncaregresará,Yvonne,sino que si tratas de detenerlo, luchará por arrastrarte a ti también al agujero—sevolvióhaciaellaconlascejasarqueadasy,duranteunrato,semiraronensilencio—.ComotuamigoW.H.Hudsonque,segúncreo,lodescubrióacostapropia—añadióHugh. En algún lado a sus espaldas crujió, al caer, la hoja de un árbol, comorepentinapisada.Hughtomóuntragoprolongadoyrefrescante—,Yvonne—dijo—,¿teimportaríasitepreguntasesinrodeossiestásonodivorciadadeGeoff?

Yvonneseatragantóconlacerveza;nosujetabalasriendas,enrolladasalrededordelpomo,ysucaballosesacudiódesúbitohaciaadelanteyluegosedetuvoantesdequeHughtuvieratiempodealcanzarlabrida.

—¿Piensas volver con él, o qué? ¿Acaso ya volviste?—también la yegua deHughhabíadadounpasohaciaadelanteenseñaldesolidaridad—.Perdónameporser tanbrusco,peromesientoenuna situaciónhorriblemente falsa.Desearía saberconprecisióncómoestánlascosas.

—Tambiényo—respondióYvonnesinmirarlo.—Entonces,¿nosabessitehasdivorciadoonodeél?—Oh,mehedivorciado—contestócontristeza.—Pero¿nosabessihasvueltoconél?—Sí.No…Sí.Hevueltoconél,esoes,esoes.Hugh permaneció silencioso mientras caía otra hoja crujiendo, y quedaba

suspendida en lamaleza.—Entonces, ¿no seríamuchomás sencillo para ti si mefuerainmediatamente—lepreguntócondulzura—,envezdequedarmealgúntiempocomo pensaba?…De todosmodos, tenía intención de ir a Oaxaca por uno o dosdías…

Yvonne alzó la cabeza al oír la palabra Oaxaca. —Sí —dijo—, sí lo sería.Aunque,¡oh,Hugh!,noquierodecirlo,sóloque…

—¿Sóloqué?—Sóloque,porfavor,novayasamarchartesinquelohayamosdiscutido.Tengo

tantomiedo.Hughpagólascervezasquecostaronsóloveintecentavos; treintamenosqueel

armadillo,pensópara sí.—¿Oquieresotra?—tuvoquealzar lavozparacubrir elrenovadoclamordelafábricaquerepetía:mazmorras:mazmorras:mazmorras.

—Nopuedoterminarésta.Acábatelatú.Lentamentesepusoenmovimientolacaravana:salieronalpatio,atravesaronla

sólidapuertaysalieronalcaminoqueseextendíamásallá.Comosifuesedecomún

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acuerdo, dieron vuelta a la derecha, alejándose de la estación del ferrocarril. Un‘camión’,provenientedelaciudad,seaproximabaasusespaldasyHughrefrenóelcaballojuntoaYvonnemientraselperropastoreabaalospotrosparaalinearlosenlazanja.Elautobús,Tomalín:Zócalo,desaparecióconestrépitoaldoblarunaesquina.

—EsunodelosmediosdeiraParián—Yvonneapartólacabezaparaevitarelpolvo.

—¿NoeraelautobúsdeTomalín?—Es igual; es elmediomás fácil de llegar aParián.Creoquehayunoqueva

directo,perodelotroextremodelaciudadyporotrocamino:eldeTopalzanco.—Pariánpareceteneralgosiniestro.—Enrealidadesun lugaraburridísimo.Claroestáquees laantiguacapitaldel

estado.Ycreoquehaceañoshuboallíunenormemonasterio.AlgocomoOaxacaalrespecto.Algunasde las tiendasyhasta lascantinassonpartede loqueantañofuehabitacióndelosmonjes.Peroactualmenteesunaruina.

—Me pregunto qué encuentra Weber allí —dijo Hugh. Quedaron atrás loscipresesylafábrica.Alllegardemanerainesperadaaunpasoadesnivel,sinbarrera,dieronvueltaaladerecha,tomandoestavezrumboalacasa.

Continuaron de frente a lo largo de los rieles que Hugh había visto desde laarboleda y por los cuales siguieron casi en dirección opuesta al camino por dondehabían venido. A cada lado se inclinaba un pequeño terraplén hasta llegar a unaangosta zanja, más allá de la cual se extendía un terreno cubierto de maleza. Porencima de sus cabezas los alambres del telégrafo vibraban y gemían: ‘guitarraguitarraguitarra’,locual,talvezerapreferibleamazmorras.Losrieles—víadoble,aunque angosta— divagaban ahora alejándose sin razón de la arboleda y luegovolvían a seguirla paralelamente. Poco más adelante, como para equilibrar lasituación, tornaban a desviarse rumbo al soto. Pero en la distancia, se alejaban denuevo, formando hacia la izquierda una curva de tales proporciones que era deesperarse lógicamente que volvería a entroncar con el camino a Tomalín. Esto erademasiado para los postes telegráficos que, erguidos y arrogantes, se sucedían enlínearectahastaperdersedevista.

Yvonne sonrió.—Tenoto preocupado.En verdad, en esta vía hay un reportajeparatuGlobe.

—Noacabodeentenderelporquédeestamalditavía.—La construyeron ustedes los ingleses. Sólo que se pagaba a la compañía por

kilómetro.Hughserióacarcajadas.—¿Noquerrásdecirquefueconstruidadeestamanera

insensataparacobrarunkilómetroadicional,verdad?—Esloquedicen.Aunquenocreoqueseaverdad.—Bien, bien. Estoy decepcionado. Creía que se trataba de algún delicioso

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caprichomexicano.Sinembargo,daquepensar.—¿Delsistemacapitalista?—yunavezmáshabíaundejodeburlaenlasonrisa

deYvonne.—RecuerdamásdeunchistedelPunch…Apropósito,¿sabíasqueenCachemira

hayunlugarllamadoPunch?(Yvonnemurmuróalgo,negandoconlacabeza)—…Losiento,meolvidédeloqueibaadecir.

—¿Quépiensas deGeoffrey?—Yvonne se decidiópor fin a hacer la pregunta.Inclinada,apoyándoseenelpomodelasilla,lomirabadesoslayo—.Hugh,dimelaverdad.¿Creesquehayaalguna…vamos…esperanzaparaél?—lasyeguasescogíandelicadamentesurutaenesteextrañosendero,lospotrossehabíanalejadomásqueantes, y de vez en cuando se volvían para echar unamirada en la que solicitabanaprobación por su atrevimiento. El perro corría delante de los potros, aunque nodejaba de regresar periódicamente para cerciorarse de que todo estaba en orden.Atareado,olfateabaenbuscadereptilesentrelosrieles.

—¿Terefieresasumaneradebeber?—¿Creesqueyopuedahaceralgo?Hughbajó lamiradapara contemplarunas flores silvestres azules semejantes a

nomeolvides que, de algún modo, habían encontrado lugar para crecer entre losdurmientes de la vía.También estas inocentes tenían suproblema: ¿quéoscuro solhorrendo es ese que ruge y fustiga nuestros párpados a cada minuto? ¿Minutos?Horas,eramásprobable.Talvezhastadías:comolossemáforossolitariosparecíanestar alzados todo el tiempo, acaso resultara tristemente expedito hacer preguntassobrelostrenes.—Habrásoídohablardesuestricnina,comoéllallama—dijoHugh—.Lacuradelosperiodistas.Puesbien,conseguílamezclagraciasaunarecetaquemediountipodeQuauhnáhuacqueteconoceatiyaél.

—¿EldoctorGuzmán?—Sí.CreoquesellamaGuzmán.TratédeconvencerlodequevieraaGeoffrey.

Perosenegóaperdereltiempoconél.Simplementedijoque,segúnsulealsaberyentender, no teníanadani nunca tuvonada, salvo el nodecidirse a dejar debeber.Creoqueestoesbastanteclaroymeatrevoapensarquepuedasercierto.

Losrielessehundieronenlamaleza,queluegoloscubrió,desuertequeahoralosterraplenessehallabanamayoraltura.

—En ciertomodono es la bebida—dijoYvonne de repente—.Pero, ¿por québebe?

—Talvezahoraquehasvueltointempestivamente,dejedehacerlo.—Noparecesabrigargrandesesperanzas.—Yvonne,escúchame.Esevidentequehaymilcosasquedebemosdecirnosyno

habrá tiempo de que digamos gran parte de ellas. Es difícil saber por dóndecomenzar. Estoy casi enteramente a ciegas. Ni siquiera estaba seguro de que te

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hubieras divorciado, sino hasta hace cinco minutos. No sé… —Dirigiéndose alcaballo,Hughhizochasquearlalenguaperotiródelasriendas—.EncuantoaGeoff—prosiguió—notengonilamenorideadeloquehaestadohaciendonidecuántohabebido.Decualquiermanera,nosesabelamitaddeltiempocuándoestáborracho.

—Nopodríasdeciresosifuerassuesposa.—Un momento… Mi actitud respecto a Geoffrey es la misma que adoptaría

respectoacualquierotrohermanoescriba,conunacurdadelosveintemildemonios.PeromientrasestabaenMéxicomedecía:¿Cuibono?¿Paraqué?Denadaserviríadesintoxicarlo por uno o dos días. ¡Por Dios!, si nuestra civilización tornara a lasobriedadporunpardedías,altercero,moriríaderemordimiento.

—¡Vayaconsuelo!—dijoYvonne—.Gracias.—Además, al cabo de algún tiempo piensa uno que si alguien es capaz de

soportarlabebidacomoél,¿porquénodejarlobeber?—Hughseinclinóyacaricióelcaballo—.No,enserio,¿porquénosemarchan?FueradeMéxico.Nohayrazónparaquesiganaquí,¿verdad?Detodasmaneras,Geoffdetestabaelservicioconsular—por un momento Hugh contempló a uno de los potros parado en lo alto delterraplén,cuyasiluetaserecortabacontraelfondodelcielo—.Dineronolesfalta.

—Me perdonarás cuando te haya dicho esto, Hugh. No es porque no quisieravolver a verte. Pero traté de convencer a Geoffrey de que nos marcháramos estamañanaantesdeturegreso.

—Yfueinútil,¿eh?—Talveznohubieraresueltonada,decualquiermodo.Yaintentamosantesese

irse y comenzar de nuevo desde el principio. PeroGeoffrey dijo algo estamañanarespectoacontinuarsu libro…Te juroque ignorosi sigueonoescribiendo;desdeque loconozco,noha trabajadoenélynuncamehadejadoversiquiera loquehahechoy,sinembargo,llevaconsigotodosesostomosdereferencias…yyopensabaque…

—Sí—dijoHugh—.¿Cuántosabeenrealidaddetodosesoscuentosdealquimiaycábala?¿Hastaquépuntoleimportan?

—Esprecisamenteloqueibaapreguntarte.Nuncahepodidoaveriguarlo…—¡PorDios!Nosé…—añadióHughsaboreándosecasiconfruicióndeusurero

—,talvezsedediquealamagianegra.Yvonnesonriódistraídayconlasriendasdiounlevegolpesobreelpomo.Lavía

quedóadescubiertoy,otravez,losterraplenesvolvieronacaeroblicuamente.Enlasalturas navegaban formas escultóricas de nubes como ondulantes conceptos en elcerebrodeMiguelÁngel.Desviándosede los rieles,unode lospotroserrabaen lamaleza.Hugh repitió el ritual del silbido, el potro se lanzó sobre el terraplén y elséquito, reintegrado una vez más, trotó con elegancia a lo largo del pequeñoferrocarrillaberínticoyegoísta.—Hugh—dijoYvonne—,alvenirenelbarcotuve

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unaidea…Nosési…Siemprehesoñadocontenerunagranjadeveras,¿sabes?,convacasypuercosypollos…yunestablorojoysilosytrigalesymaizales.

—¡Cómo!¿SingallinasdeGuinea?Enunaodossemanashastayopodríatenerunsueñosemejante—dijoHugh—.¿Dedóndevienelaideadelagranja?

—Bueno…puesGeoffreyyyopodríamoscompraruna.—¿Compraruna?—¿Tandescabelladoteparece?—Supongoqueno,pero¿dónde?—comolapintaymediadefuertecervezaque

habíabebidoempezabaasurtirunefectoplacentero,Hughestallódesúbitoenunacarcajadaquemásparecióestornudo—.Losiento—dijo—,nopudecontenermeantela imagen de unGeoff sobrio, cavando entre la alfalfa, vestido demezclilla y consombrerodepaja.

—Noporfuerzatendríaquevivirsobrio.Nosoyunmonstruo—tambiénYvonnereía, aunque sus ojos oscuros, que habían estado brillando, se tornaron distantes yopacos.

—Pero, ¿qué tal siGeoff detesta las granjas?A lomejor lo enferma la simplevistadeunavaca.

—Oh,no.Enotrasépocashablábamosamenudodetenerunagranja.—¿Sabesalgodeagricultura?—No —de manera abrupta y deliciosa, Yvonne descartó la posibilidad,

inclinándoseparaacariciarelcuellodesucaballo—.Aunquemedigoquepodríamoscontratar a un matrimonio que hubiera perdido su granja o algo así, para queadministraralanuestra,viviendoenellaalmismotiempo.

—Nunca hubiera pensado que sería un buenmomento histórico para comenzarprosperandocomoterrateniente,perotalvezseaasí.¿Dóndeestaríalagranja?

—Bueno…¿quénosimpediríairalCanadá,porejemplo?—…¿Canadá?…¿Hablasenserio?Bueno,¿porquéno?pero…—Perfectamenteenserio.Habíanllegadohastaelsitioenquelosrielesdescribíanunaampliacurvahaciala

izquierda,ydescendierondelterraplén.Elbosquequedóatrás,peroaladerechadeambos extendíase aún a lo lejos un espeso terreno selvático, en cuyo centro, en loalto,sealzabaunavezmáslaseñalcasiamistosadelaatalayadelacárcel.Poruninstantepudoverseunaveredaqueseguíaloslinderosdelbosque.Seacercaronaellalentamente, siguiendo el curso de los empecinados postes telegráficos quemurmuraban,ydecidieroncontinuarporunarduocaminoentrelamaleza.

—Quiero decir, ¿por qué prefieres el Canadá a Honduras Británica? ¿O hastaTristán da Cunha? Tal vez sean lugares un poco solitarios, aunque creo que sonadmirables para la higiene dental, según me han dicho. Además, está la isla deGough, frente aTristán.Deshabitada.Noobstante, podrían colonizarla.OSokotra,

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queproducía incienso ymirra y donde los camellos trepaban comogamuzas…miislapredilectaenelmarArábigo—peroeltonodevozdeHugh,sibiendivertido,noera del todo escéptico al bordar estas fantasías en parte para sí, ya que Yvonnecabalgaba por delante; era como si, después de todo, se aferrase al problema delCanadá,entantoquehacíaunesfuerzosimultáneoporpresentarlasituacióncomosiparaellahubiese lasmásdiversas solucionesextravagantesyaventuradas.Hugh ledioalcance.

—¿NotehahabladoGeoffreyenestosúltimostiemposdesugentilSiberia?—dijoYvonne—.¿NohabrásolvidadoqueesdueñodeunaislaenColumbiaBritánica?

—¿En un lago, verdad? El lago Pineaus. Ya recuerdo. Pero allí no hay casaalguna,¿osí?Yelganadonopuedepacerconpiñasdeabetoyarcilla.

—Nosetratadeeso,Hugh.—¿Oteproponesacamparenlaislaytenertugranjaenotraparte?—Hugh,escúchame…—Pero supongamos que sólo pudieras comprar tu granja en algún lugar como

Saskatchewan—objetóHugh.Asaltósumemoriaunversoidiotaquecoincidíaconelritmodeloscascosdeloscaballos:

OhtakemebacktoPoorFishRiver,TakemebacktoOnionLake,YoucankeeptheGuadalquivir,ComoYouMaylikewisetake.TakemebacktodearoldHorsefly,AneroidorGravelburg…[9]

—EnalgúnlugarconunnombrecomoInvención—prosiguió—.DebehaberunEmbuste.DehechohayunlugarcomoEmbuste.

—Muybien.Talvezsearidículo.¡Peroporlomenos,esmejorquepermaneceraquí sentados sin hacer nada!—casi llorando, irritada,Yvonne acicateó su caballoque comenzó a galopar con paso breve y salvaje, pero el terreno era demasiadoáspero;Hughtiródelasriendasalllegarjuntoaellayambossedetuvieron.

—Losientomucho;terriblemente—contrito,asiólariendadeYvonne—.Estuvemásimbécilyestúpidoquedecostumbre.

—Entonces, ¿sí crees que sería una buena idea?—Yvonne se avispó un poco,lograndohastaproducirunaimpresiónburlona.

—¿HasestadoenelCanadá?—lepreguntóHugh.—EstuveenlasCataratasdelNiágara.Prosiguieron;Hughseguíasujetándolelarienda.—YonuncaheestadoenelCanadá.PeroenEspaña,untipoamigomío,pescador

franco-canadiense que estuvo con los Mac-Paps, me decía que es el lugar más

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extraordinariodelmundo.CuandomenoslaColumbiaBritánica.—EsloquetambiénsolíadecirGeoffrey.—Bueno,peroGeoffreytiendeaserimprecisoalrespecto.Peroestoesloqueme

dijo McGoff. Él era Picto. Supongamos que desembarcas en Vancouver, lo cualparece razonable. Hasta allí todo va bien. A McGoff no le importaba mucho elVancouver actual. Según él, tiene cierto aspecto a lo Pago-Pago con mezcla desalchichasypurédepapaygeneralmenteunambientebastantepuritano.Todosestánprofundamentedormidos,perosipicasaalguien,surgendelamadrigueraagitandolabanderainglesa.Peroenciertosentido,nadieviveallí.Escomositodossimplementeestuvieransólodepaso.Minanelpaísyselargan.Hacenestallarlatierraenañicos,abatenlosárbolesylosmandanrodandocuestaabajoporelestuariodeBurrard…Encuantoalabebida,selaobstruye—Hughrióentredientes—,selapersigueportodoslados poniéndole trabas acaso favorables. No hay bares sino sólo cervecerías tanincómodasyheladasen lasquesirvenunacerveza tandébil,queningúnborrachínqueserespeteasomaríalasnaricesporesoslugares.Tieneunoquebeberencasa,ycuandoseagotalaprovisión,hayqueirdemasiadolejosparaconseguirunabotella.

—Pero…—yambosreían.—Pero un momento—Hugh levantó la mirada para contemplar el cielo de la

Nueva España. Era un día semejante a un buen disco de Joe Venuti. Escuchó elzumbidodébil,aunquecontinuo,delospostestelegráficosquecantabanensupropiocorazónconsupintaymediadecerveza.Enesteprecisomomento,lomejor,lomásfácilysencilloparecíaserlafelicidaddeestosdosseresenunpaísnuevo.Yloqueimportabaparecíaser,probablemente,larapidezconqueactuaran.HughpensóenelEbro.Asícomoeraposiblederrotarensusprimerosdíasunaofensivameditadaporlargotiempoenrazóndeeventualidadesimprevistasalasquesehabíadadoocasióndemadurar,de lamismamaneraalgúnmovimientodesesperadoyrepentinopodríatriunfarprecisamenteporelnúmerodeposibilidadesquedestruíadeungolpe…

—Lo que hay que hacer —prosiguió Hugh—, es salir de Vancouver lo antesposible. Irse a algún remotovillorriodepescadores enuna ensenaday comprar enseguidaunachozaenelmarparanotenerquepagarsinolosderechosdelitoralde,digamos,ciendólares.Luego,pasarallíesteinviernoaproximadamenteconsesentadólares. Sin teléfono. Sin renta. Sin consulado.Apodérense de un pedazode tierraajena. Invoquenelespíritudesusancestros, lospioneros.Aguadepozo.Cortensupropia leña. Después de todo, Geoff es más fuerte que un toro. Y tal vez puedaentoncessentarseatrabajarensulibroytúvolveratusestrellasyalcambiodelasestaciones;aunqueavecessepuedenadarhastaennoviembre.Yaprendanaconocergente auténtica: pescadores de red, antiguos constructores de barcos, cazadores depieles,ensuma,segúnMcGoff, losúltimoshombres libresquequedanen la tierra.Mientras tanto puedes hacer arreglos en tu isla y averiguar sobre tu granja, que

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durante todoese tiemposehabráconstituidoenunseñuelo, sierescomopienso,ysiguesdeseándola…

—¡Oh,Hugh!Sí…Eratalsuentusiasmo,queHughcasisacudíaelcaballodeYvonne.—Yaveola

choza. Se halla entre el bosque y el mar en lo alto de ásperos guijarros, tiene unembarcaderoquebajaalagua,¿sabes?,cubiertodepercebesyanémonasyestrellasdemar.Tendránqueatravesarelbosqueparallegaralatienda—Hughcontemplólatienda en su mente. El bosque estará empapado. Y a veces se desplomará conestrépitoalgúnárbol.Ydecuandoencuandoselevantarálanieblayesanieblasecongelará.Luegotodotubosqueseconvertiráenunbosquedecristal.Enlasramascreceráncomohojasloscristalesdehielo.Yluego,enbreve,veráselquitameriendasyentonceshabrállegadolaprimavera…

Galopaban…Lallanuraplanaydesnudasustituíaalamalezay,ágiles,andabanamediogalope;pordelantecaracoleabanalegreslospotros,cuandoderepenteelperroseconvirtióenunvellónfugazqueagitabalasancas,yentantoquesusyeguassintrabasyondulantesllegabancasiimperceptiblementeadarzancadaslargas,Hughsepercatódelsentidodelcambio,delagudoplacerelementalquesepercibeabordodeunbarcocuando,alabandonarlasaguasagitadasdelestuario,seentregaaldecliveyalbamboleodealtamar.Un lejanorepiquedecampanasascendenteydescendenteresonóenlontananza,comosivolvieraasumirseenlasustanciamismadeldía.Judashabíaolvidado;masno:enciertomodo,Judashabíasidoredimido.

Galopabansiguiendoelcursoparalelodelcaminodesprovistodesetosyarasdetierra;luego,elrítmicotruenodelosgolpesdeloscascostuvoderepenteunsonidometálicoydisperso:ya ibanchasqueandoporelcaminomismoquesealejabaa laderecharodeandoelbosqueentornoaunaespeciedesalientequeseprecipitabaenelllano.

—YaestamosderegresoenlacalleNicaragua—exclamóYvonneconalegría—,¡casi!

Una vezmás acercábanse a pleno galope alMalebolge, serpenteante barranca,aunque en un puntomuchomás alejado de aquel por donde la habían atravesado;trotaronelunojuntoalaotrasobreunpuentebordeadoporunavallablanca:luego,desúbito,seencontraronenlasruinas.PrimeroentróYvonne.Lasbestiasparecieronobedecermenos a las riendas que a su propia decisión—acaso nostálgica, tal vezhastaobsequiosa—dedetenerse.Desmontaron.Lasruinasocupabanaladerechaunespacioconsiderableen laorilladel caminocubiertodehierba.Cercadeambos sealzabaloqueantañobienpudohabersidounacapillacubiertademalezaquebrotabadelsueloysobrelacualbrillabaaúnelrocío.Pordoquieraseesparcíanlosrestosdeun amplio porche de piedra con barandales bajos y derruidos. Hugh, que habíaperdido el rumbo, ató las yeguas en una columna rota color de roca que se alzaba

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distinguiéndose de toda aquella decrepitud: símbolo que, carente de significado, sedesmoronaba.

—¿Quéestodoesteex-splendor?—dijoHugh.—ElPalaciodeMaximiliano.Eldeverano, creo.Piensoque todoaquel efecto

selvático en el rumbo de la cervecería también formaba parte de sus dominios—Yvonnediomuestras,depronto,desentirseincómoda.

—¿Noquieresdetenerteaquí?—lepreguntóHugh.—Sí.Esunabuenaidea.Meencantaríauncigarrillo—añadióYvonnevacilando

—.PerotendremosquecaminarunpocoparallegaralavistafavoritadeCarlota.—La atalaya del emperador ha visto por cierto mejores días —enrollando un

cigarrillo paraYvonne,Hugh contempló abstraído aquel sitio que parecía estar tanreconciliado con su propia ruina que no afloraba en él tristeza alguna; había avesencaramadasenlastorresderruidasyenlasruinasdemaniposteríapordondetrepabael inevitable convólvulo azul; los potros, cerca de su perro guardián, pastabanhumildementeenlacapilla:noparecíaarriesgadodejarlos…

—MaximilianoyCarlota,¿eh?—dijoHugh—.¿DebióonoJuárezfusilaralbuenhombre?

—Esunahistoriahorriblementetrágica.—Para acabar lo que tenía que hacer, también debió habermandado fusilar al

desgraciadodeDíaz.Llegaron a la cima y después de haberse vuelto, contemplaron el camino

recorrido entre llanura,maleza, vías: el camino aTomalín.Aquí soplabaunvientosecoyperenne.PopocatépetleIztaccíhuatlsealzabanallá,alotroladodelvalle,consuficientepaz;habíancesadolosdisparos.Hughsesintióangustiado.Alveniraestepaíshabíaacariciadoconbastanteseriedad la ideadeescalarelPopo, talvezhastaconJuanCerillo…

—Allíestátulunatodavía—volvióaseñalarla,fragmentoarrancadoalanocheporalgunatempestadcósmica.

—¿No eran maravillosos —dijo Yvonne— aquellos nombres que daban losantiguosastrónomosaloslugaresdelaluna?

—PantanodeCorrupción.Eselúnicoquerecuerdo.—MardelasTinieblas…MardelaSerenidad…Permanecieronelunojuntoalaotra,mudos;porencimadesushombroselviento

arrancabaelhumodeloscigarrillos; tambiéndesdeaquíelvalleseasemejabaaunmar, mar galopante. Más allá del camino a Tomalín, el paisaje ondulaba y hacíarestallarsusbárbarasolasdedunasyrocasentodasdirecciones.Porencimadeloscontrafuertesde lasmontañas,enclavadas lascimasconabetoscomobotellas rotasqueprotegieranunabarda, flotabaunablancaembestidadenubesquebienpudierahaber sido un grupo de rompientes suspendidos. Pero detrás de los volcanesHugh

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podía ver que se acumulaban nubes de tempestad. «Sokotra», pensó, «mi islamisteriosaenelmarArábigo,dedondeproveníaninciensoymirra,yadondenadiehallegadonunca».

Algoenlaagrestefuerzadeestepaisaje,antañocampodebatalla,parecíagritarle—presencia nacida de aquel vigor cuyo grito reconoció todo su ser como algofamiliar, lanzado al viento y por él devuelto (útil contraseña juvenil de valor yorgullo)— acaso apasionada afirmación (aunque casi siempre hipócrita) del alma(pensó) con sudeseode serbueno,dehacer el bien, lodebido.Era comosi ahoracontemplase, más allá de esas extensas llanuras, allende los volcanes, el mismoocéanoancho,azulyondulante,sintiéndoloaúnensucorazón,impacienciailimitada,inconmensurableanhelo.

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V

Trasellos caminabaelúnico ser vivientequecompartiera superegrinación: elperro.Ypocoapocollegaronalmarsalobre.Luego,conalmasbiendisciplinadasllegarona la regióndelnorte y contemplaron, concorazonesansiososde cielo, laimponente montañaHimavat… Lamida por el lago, en ella florecían los lirios, elcáñamo brotaba, las montañas resplandecían, las cascadas jugueteaban, laprimaveraeraverde,blancalanieve,azulelcielo,y losretoñosde los frutoserannubes:yélseguíasediento.Después,lanievedejóderesplandecer;lasfloresdelosárbolesfrutalesconvirtiéronseennubesdemosquitos;elHimalayaseocultótraselpolvo y él sintió más sed que nunca. Luego soplaba el lago, soplaba la nieve,soplabanlascascadas,soplabanloscapullosdelosfrutos,soplabanlasestaciones,soplabanalejándose,yélmismosealejabaarrastradoporunatormentadecapullos,alasmontañasendondeahoracaíalalluvia.Peroestalluviaqueahoracaíaenlasmontañas no mitigaba su sed. Ni tampoco, después de todo, se hallaba en lasmontañas. Se encontraba entre el ganado, en unarroyo.Descansaba, conalgunasjacas que, a su lado, metían las patas en frescos pantanos. Yacía boca abajobebiendo de un lago en que se reflejaban cordilleras de albeantes cumbres, nubesque se amontonaban a una altura de ocho kilómetros detrás de la imponentemontaña Himavat, cáñamos de color púrpura y un villorrio acurrucado entre lasmoreras.Ysinembargo,susedseguíasinapagarse.Acasoporqueestababebiendo,noagua,sinoingravidezypromesadeingravidez—¿cómoeraposiblequebebierala promesa de ingravidez? Acaso porque bebía, no agua, sino certidumbre declaridad—¿cómoeraposiblequebebieracertidumbredeclaridad?¡Certidumbredeclaridad,promesadeingravidez,deluz,luz,luzyotravezdeluz,luz,luz!

…Estallando en su cráneo una inconcebible angustia de horripilante curda, yacompañadoporunapantalladedemoniosque,zumbandoensusoídosloprotegían,elCónsulsepercatódequeenelterriblecasodeserobservadoporlosvecinos,éstosdifícilmenteatribuiríanasusandanzasporeljardínalgúninocenteobjetivohortícola.Nisiquieracreeríanquesólopaseaba.ElCónsul,despiertohacíaunoodosminutosen el porche, al acordarse súbitamente de todo, casi correteaba. También sebamboleaba. En vano procuró dominarse (haciendo extraordinarios esfuerzos poraparentar una indiferencia que dejara traslucir algomás que una insinuación de lamajestad consular) hundiendo más hondamente las manos en los bolsillos,empapados de sudor, de sus pantalones de smoking. Y ahora, olvidándose delreumatismo, corría enverdad…¿Nopodría entonces sospecharse en él, con razón,algún propósito más dramático, como el de haber asumido, por ejemplo, elimpacientecoturnodeunWilliamBlackstonecuandoabandonóalospuritanosparairamorarentrelosindios?¿oelsemblantedesesperadodesuamigoWilsoncuando

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con tanta majestad se separó de la Expedición de la Universidad y desapareció,también en pantalones de smoking, en las más recónditas selvas de Oceanía paranuncamásvolver?No,noeradablesospechartalescosasconrazón.Porloprontosicontinuaraensuactualdirecciónhaciaelfondodeljardín,una—paraélinescalable—cercadealambre,frustraríacualquierescapatoriaalmundodelodesconocido.—Con todo, no seas tan necio como para imaginar que careces de objetivo. Te loadvertimos, te lodijimos,peroahoraque,apesarde todasnuestrassúplicas, tehasmetidoenestadeplorable…—reconociólavozdeunodesusfamiliares,débilentreotrasvocesmientrasproseguíadandotumbosentrelasmetamorfosisdealucinacionesagonizantesyrenacientes,comoaquelqueignoraquelehandisparadoporlaespalda— …condición (prosiguió la voz con severidad): tienes que hacer algo pararemediarla. Por lo tanto estamos guiándote hacia la realización de este algo.—Novoyabeber—dijoelCónsulparándoseenseco—.¿Osí?Decualquiermodo,noserámezcal.—Claroqueno,labotellaestáallídetrásdeaquelarbusto.Recógela.—Nopuedo—objetó.—Estábien;tómatetansólountrago,sóloloindispensable,eltragoterapéutico:talvezdostragos.—¡Dios!—dijoelCónsul—.¡Ah!Bien.Dios.Cristo.—Yluego,podrásdecirquenohayquetomarloencuenta.—No,enefecto.Noesmezcal.—Claroqueno; es tequila. Podrías echarte otro.—Gracias, así lo haré—tembloroso,volvióa llevar labotellaasus labios—.Arrobamiento. Jesús.Asiloensagrado…Horror—añadió—.Detente.Dejaesabotella,GeoffreyFirmin,¿noveseldañoqueteestáshaciendo?—dijootravozasuoído,contal fuerza,quetuvoquevolverse. Ante sí, en la vereda, una pequeña serpiente que le pareció una rama,escurrióseentrelosarbustosyelCónsulpermanecióporunmomentoobservándola,fascinado,al travésde susgafasoscuras.Se tratabadeunaverdadera serpiente,nocabíaduda.Ynoesquelemolestasealgotansimplecomolasserpientes,pensóconcierto orgullo, mirando de frente a los ojos de un perro. Era un perro callejeroinquietantementefamiliar.—‘¡Perro!’—repitiósinqueelcansemoviera…¿peronohabíaocurridoesteincidente,noestabaocurriendoahoracomosifuera,pordecirloasí,hacíaunaodoshoras?,pensóconrapidez.¡Quéextraño!Mirandoasualrededor,dejócaerlabotelladevidrioblancocorrugado(TequilaAñejodeJalisco,seleíaenlaetiqueta) para hacerla desaparecer de su vista, entre lamaleza. Todo parecía habervueltoalanormalidad.Decualquiermodo,reptilyperrohabíandesaparecido.Ylasvocesseacallaron…

Ahora sentíaseencondicionesdeacariciar,porunminuto, la ilusióndequeenrealidad todo era «normal». Probablemente Yvonne dormía: no había por quémolestarlaaún.Ygransuerteeraelhaberrecordadolabotelladetequilacasillena:ahora,antesdevolveraellateníatiempoparaacicalarseunpoco,locualnolehabríasidoposibleenelporche.Enlasactualescircunstancias,beberenelporcheentrañabademasiadas dificultades; era conveniente saber dónde echarse con tranquilidad un

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trago si lo deseaba, sin que lo molestasen, etc., etc… Todos estos pensamientoscruzabanpor sumente—lacual, pordecirlo así, asintiendo, solemne, los aceptabaconmáximaseriedad—mientraspermanecíacontemplandoeljardín.Porextrañoquefuera, no le parecía tan «en ruinas» como antes. Hasta le prestaba cierto encantoadicional un caos semejante al que en él existía. Le agradaba la exuberancia sinretoquesdelavegetacióncircundante.Mientrasque,máslejos,lossoberbiosplátanosque florecían tan rotunda y obscenamente, los espléndidos jazmines trompeta, losperalesvalientesyobstinados,laspapayasplantadasentornoalaalbercaymásallá,elmismobungalowblancoydepocaaltura tapizadodebuganviliasconsupórticoalargadocomolacubiertadeunbarco,producíanpositivamenteunavisióndeorden,una visión que, no obstante, se desvanecía en este momento para convertirse, demanerainadvertida,mientrasélsevolvíaporaccidente,enunavistasubacuáticadélas llanurasy losvolcanesconunsolcolorañilqueardíaconmaticesmúltiplesalsudsudeste. ¿Oeraacasoenelnornoroeste?Contempló todosin tristeza,hastaconcierto éxtasis, mientras encendía un cigarrillo, un Alas (aunque repitiómecánicamenteenvozaltalapalabra«Alas»),yluego,brotandodesufrentecomoagua un sudor alcohólico, empezó a caminar por la vereda que llevaba a la vallamedianeraentreeljardínyelparquepúblicoque,másallá,truncabasupropiedad.

Enestejardín,quenohabíavueltoaverdesdelallegadadeHugh(cuandoocultóla botella) y el cual parecía cuidado con amor y esmero, existían por elmomentoalgunaspruebasdetrabajosinconclusos:herramientas,inusitadasherramientas—uncriminalmachete,un rastrillode formaextraña,que,enciertamanera,empalaba lamente con sus puntas retorcidas y brillantes bajo la luz del sol— se hallabanreclinadas en la valla, así como algo más: un letrero recién arrancado, o tal veznuevo, cuya fazpálidayoblonga lemiraba al través del alambrado. ¿Legusta esejardín?preguntaba…

‘¿LEGUSTAESTEJARDÍN?

¿QUEESSUYO?

¡EVITEQUESUSHIJOSLODESTRUYAN!’

Inmóvil,elCónsulcontempló las letrasnegrasdelcartel.¿Legustaeste jardín?¿Por qué es suyo? ¡Expulsamos a quienes destruyan! Palabras simples, simples yterriblespalabras,palabrasquellegabanhastaelfondodelser,palabrasque,apesardequeeranquizásunjuiciofinalsobrealguien,noproducían,sinembargo,emociónalguna, salvo acaso una agonía descolorida, fría, blanca; agonía tan helada comoaquel heladomezcal que bebiera en elHotelCanadá lamañana en queYvonne semarchó.

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Noobstante,ahoravolvíaabebertequila,sintenerunaideamuyexactadecómohabíaregresadocontantarapideznidecómohabíaencontradolabotella.¡Ah,lasutilfragancia de alquitrán y broma! Sin importarle ahora que le viesen bebióintensamente a tragos largos y después se paró, y en efecto lo había observado suvecino,elseñorQuincey,quealaizquierda,másalládelaszarzas,regabalasfloresalasombradelavallamedianera—separóunavezmásfrenteasubungalow.Sintióseacorralado.Sehabíadesvanecido lapequeñavisióndeshonestadelorden.Sobre sucasa, por encima de los fantasmas del abandono que ahora rehusaban disfrazarse,cerníanselasalasdeinsosteniblesresponsabilidades.Asuespalda,enelotrojardín,su destino repetía con dulzura: —¿Por qué es tuyo?… ¿Te gusta este jardín?…¡Expulsamos a quienes destruyan!—tal vez el letrero no quería decir exactamenteeso—porqueelalcoholavecesafectabaensentidocontrarioelespañoldelCónsul(oquizásel letreromismo, inscritoporalgúnazteca,noestabacorrecto)perocasieraeso.Tomandodeprontounadecisión,volvióadejarcaerel tequilaen lamalezayregresórumboalparquepúblico,esforzándosealcaminarporaparentarquesupasoerafirme.

Y no es que tuviera intenciones de cerciorarse de las palabras del letrero, queciertamente parecía tener más signos de interrogación de los debidos; no, lo quedeseaba, y ahora lo veía con meridiana claridad, era hablar con alguien: le eraindispensable: pero era, simplemente, algo más; lo que quería implicaba algo asícomoasirenestemomentounaoportunidadbrillanteo,másprecisamente,tenerunaoportunidaddeserbrillante,oportunidadexcluidapor laaparición,entre laszarzas,delseñorQuinceyahoraasuderecha,aquiendebíarodearparallegarhastaelpuntoenquesehallaba.Yapesardeello,estaoportunidaddebrillarseconvertíaasuvezenalgomásparecidoaotracosa:enlaoportunidaddeseradmirado;hasta(ypodíacuandomenosagradeceral tequila talhonestidad,porbrevequefuesesuduración)deseramado.Amadoprecisamenteporloqueconstituíaunanuevainterrogante:yyaquesehabíahecholapreguntapodíacontestarla:amadoporsuaspectotemerarioeirresponsable, o más bien por el hecho de que bajo aquella apariencia ardeobviamentelallamadelgenioque,demaneranotanobvia,noesmigeniosino,porextraordinario fenómeno, el demi bueno y viejo amigoAbraham Taskerson, granpoeta,quealgunavezhablócontantoardordemisposibilidadesdejoven.

Yloqueentoncesdeseaba¡ahentonces!(habíadadovueltaaladerechasinmirarel letrero y continuaba su camino siguiendo la cerca de alambre), lo que entoncesdeseaba,pensómirandoanhelantehacialaplanicie—ypodríajurarenestemomentoqueunafiguracuyoatuendo,sinembargo,nopudodistinguirendetalleantesdequedesapareciera,vestíaalgoluctuoso,permanecióconlacabezainclinada,enactituddemáximaangustia,cercadelcentrodeljardínpúblico—loquedeseaspues,GeoffreyFirmin, aunque sea sólo para que te sirva como antídoto de tus alucinaciones

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cotidianas,es¡vamos,hombre!nadamenosquebebertodoeldía,cuandolasnubestevuelvanainvitaraquelohagas;ysinembargo,nodeltodo;nosimplementedeseasbeber,sinobeberenunlugarespecialdeunpuebloenespecial.

¡Parián!… Era un nombre que sugería los mármoles antiguos y las Cícladasbarridasporlosvendavales.¡CómolellamabaelFarolitoenParián,consussombríasvoces de la noche de lamadrugada! Pero elCónsul (que de nuevo dio vuelta a laderecha, dejando tras sí la cerca de alambre se percató de no estar lo bastanteborracho para sobreestimar sus posibilidades de llegar hasta allá; el día brindabademasiadas… ¡trampas! Era la palabra exacta… Estuvo a punto de caer en labarranca,merced a la cual, en una sección no resguardada de esta orilla—en estepunto, el precipicio describía una curva muy cerrada hacia el camino deAlcapancingo, para volver a serpear allá abajo y seguir así la misma dirección,seccionandoeljardínpúblico—seacrecentabasupropiedadenesteentronqueconunquinto ladodeminúsculas dimensiones. Se detuvoy, envalentonadopor el tequila,asomóse por encima de la orilla. ¡Ah, la espantosa sima, el eterno horror de loscontrarios! ¡Tú, abismo inmenso, insaciable glotón, no hagas mofa de mí aunqueparezcaqueansíocaerentretusfauces!Paraesto,siempresetropezabaunoconestaporquería,conestecachivache inmensoe intrincadoquedividía laciudadendosycontinuabaa lo largode todoelpaís,enciertos lugaressimpledesfiladerodeunossetentametrosquesedesplomabaenloqueparecíaserunriachuelorústicodurantelatemporadadelluvias;peroque,ahoramismo,aunquenopodíaverseelfondo,talvez volvía a asumir sus proporciones de Tártaro universal además de letrinagigantesca.Aquínoera,talvez,tanhorripilante:hastasepodríadescenderporél,siasísedeseaba,porpequeñostramos,claroestá,yechándoseunoqueotrofarolazodetequila en el camino, para visitar al Prometeo de las cloacas, que de seguro allíhabitaba. El Cónsul prosiguió su camino con paso más lento. Llegó hasta dondevolvíaaencontrarsealavezfrenteafrenteconsucasayconelsenderoquerodeabaeljardíndelseñorQuincey.Asuizquierda,másalládelavallamedianeraqueahoraestaba a su alcance, los verdes céspedes del norteamericano, que regabaninnumerablesmanguerillas silbantes, descendían siguiendo el curso paralelo de laszarzas. Ni tampoco césped inglés alguno podría parecer más suave y encantador.Abrumado súbitamente por sus sentimientos, así como por un violento ataque dehipo,elCónsulseocultótrasunnudosoárbolfrutalcuyasraícesestabandelladoenqueélsehallaba,perocuyosvestigiosdesombracaíandelotrolado,y,conteniendolarespiración,reclinóseenél.DeestaextrañamaneraimaginóescaparalavistadelseñorQuinceyquetrabajabaunpocomáslejos,peroprontoseolvidódesuvecinoalquedarenespasmódicaadmiraciónantesujardín…¿Aconteceríaalfinyalcabo,yseríaésalasalvación,queelviejoPopeyellegaseaparecermenosdeseablequeunmontón de basura en Chesterle-Street, y que aquella grandiosa perspectiva

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johnsoniana,elcaminoaInglaterra,sevolvieraaextenderenelOcéanoAtlánticodesualma?¡Yquéinsólitosería!¡QuéextrañoseríaeldesembarcoenLiverpool,volveravereledificioLiveraltravésdelalluviecillabrumosa,yaquellalobreguezqueyaolíaacebaderasyacervezaCaegwyrle:loshabitualesbarcosdecarga,biensumidosen el agua, con mástiles armónicamente distribuidos, que, severos, seguíanhaciéndosealamarconlamarea,mundosdeaceroqueocultabansustripulacionesde las mujeres que, llorosas y con las cabezas cubiertas por negros chales,permanecíanenlosmuelles:Liverpool,dedondezarparontanamenudodurante laguerra, bajo órdenes selladas, aquellos barcos trampa, cazadores de submarinos,carguerossimuladosqueenunabrirycerrardeojospodíanconvertirseenalmenadosnavíos de guerra, peligro anticuado para los submarinos, hocicones viajeros delinundoinconscientedelamar…

—¿EldoctorLivingstone,supongo?—Hic—repitió el Cónsul desconcertado por el prematuro redescubrimiento, a

distancia tan corta, de la figura alta, inmaculada, ligeramente cargada de espaldas,concamisakakiypantalonesdefranelagris,consandalias,depelocanoso,completa,digna,propiciaparaanunciosdealgunaaguamineral,quellevabaunaregaderaylocontemplaba con repugnancia al través de un par de gafas con montura de careydesdeelotroladodelavalla—.¡Ah,buenosdías,Quincey!

—¿Qué tienen de buenos?—preguntó con desconfianza el no-galero jubilado,prosiguiendo su labor de regar aquellosmacizos de flores fuera del alcance de lasmanguerasquegirabansincesar.

ElCónsulhizounademánendireccióndelaszarzasyacasoinconscientementehaciasubotelladetequila.—Lovidesdeallá…Ibaainspeccionarmiselva,¿sabe?

—¿Ibaaqué?—elseñorQuinceyloobservóporencimadelaregadera,comosiquisieradecir:¡Lohevistotodo;losétodoporquesoyDios,yauncuandoDioseramuchomayorqueusted, se levantaba, sin embargo, a estas horasy luchaba contraeso, si era necesario, mientras que usted ignora si está despierto todavía o no, yaunquesehayadesveladotodalanochenoestáluchandoparanada,comosíloharíayo, de lamismamanera en que estaría dispuesto a luchar contra cualquier cosa ocontracualquierpersonaalamenorprovocación!

—Yme temo que sea en verdad una selva—continuó el Cónsul—; de hecho,esperoquedeunmomentoaotrosalgadeellaRousseaucabalgandountigre.

—¿Cómo dice? —respondió el señor Quincey, frunciendo el ceño como sihubieraqueridodecir:YDiosnuncabebetampocoantesdeldesayuno.

—Cabalgandountigre—repitióelCónsul.QuedóseelotroobservándoleunmomentoCon lamiradasardónicadelmundo

material. —Era de esperarse —respondió acremente—. Hartos tigres. Hartoselefantes también…¿Podríapedirleque lapróximavezque inspeccionesuselvay

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tengadeseosdevomitar,lohagaensuladodelacerca?—Hic—respondióconsencillezelCónsul—.Hic—gruñó,riéndose,ytratando

desorprenderseasímismo,sediounfuertegolpealaalturadelosriñones(remedioque, por extraño que resultara, pareció surtir efecto)—. Siento haberle dado esaimpresión,sóloesestemalditohipo…

—Asíloveo—dijoelseñorQuincey,yquizátambiénélechóunasutilmiradaalescondrijodelabotelladetequila.

—Ylograciosoes—interrumpióelCónsul—,queentodalanocheapenastoméotracosaquenofueraaguadeTehuacán…Apropósito,¿cómohizoustedparalograrsobreviviralbaile?

El señorQuincey lomiró indiferente y comenzó a llenar de nuevo su regaderaconelaguadeunallavecercana.

—Sólo Tehuacán—continuó el Cónsul—, y un poco de gaseosa. Con lo cualdebiera acordarse de sus buenos manantiales de soda ¿eh?… ¡ji-ji!… sí, heabandonadoelalcoholenestosdías.

Elotroreasumióelriego,recorriendo,severo,lavalla,yelCónsul,sinlamentarsepor tener que dejar el árbol frutal, en el que no había notado adherida la siniestracaparazóndeunsaltamontesdesieteaños,losiguiópasoapaso.

—Sí;ahoranobebosinoagua—comentó—,porsiloignora.—Yodiríaquevaamorirahogado,Firmin—mascullóconimpertinenciaelseñor

Quincey.—Apropósito,viunadeesasculebrillashaceunmomento—dijoelCónsul.El

señorQuinceytosióogruñó,peronodijonada.—Yme hizo pensar…Sabe,Quincey, amenudome pregunto si no hay en la

antigualeyendadelJardíndelParaíso,etc.,algomásdeloquesaltaalavista.¿QuétalsiAdánnohubierasidoexpulsadodeaquellugar?Esdecir,enelsentidodequelocomprendemos…—elnogalerohabíalevantadolavistayloexaminabaconmiradafirmeque,noobstante,parecíadirigirseaunpuntoalgomásabajodeldiafragmadelCónsul—.¿Quétalsisucastigoconsistieraenrealidad—continuóacalorado—,entenerqueseguirviviendoallí, solitario,claroestá,sufriendo inadvertido,aisladodeDios?… ¿O tal vez —añadió de mejor talante—, tal vez Adán fue el primerlatifundista,yDios,dehecho,elprimeragrarista,unaespeciedeCárdenas,…ji-ji…losacóapatadas?¿Eh?Sí—yelCónsulrióentredientes,consciente,además,dequetodoestonoresultabatandivertidoenlasactualescircunstanciashistóricas—,porqueesevidentepara todoelmundohoyendía,¿no locreeustedasí,Quincey?,queelpecadooriginalconsistióensertitulardeunapropiedad…

Elnogaleroasintiómoviendolacabeza,congestocasiimperceptible,aunquenoparecía estar del todo de acuerdo; su ojo realpolitik seguía concentrado en aquelmundo bajo el diafragma del Cónsul quien, al bajar la vista, descubrió que su

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braguetaestabaabierta.¡Licentiavatum,enverdad!—Discúlpeme.J’adoube—dijoymientras se abrochaba continuó riendo, y volvió a su primer tema, sin que, poralgunacausamisteriosa,perdieraelaplomoporsudescuido—.Sí,porcierto…Sí.¡Yclaro estáque laverdadera razón de aquel castigo, esdecir, verse forzadoa seguirviviendoenelParaíso,puedehabersidoqueelpobrediablo¿quiénsabe?aborrecieraen secreto aquel lugar! Que lisa y llanamente lo aborreciera y siempre lo hubieseaborrecido.YqueelViejolodescubriera…

—¿Meloimaginé,oviasuesposaalláarribahaceunrato?—preguntó,paciente,Quincey.

—…¡ynoenbalde!¡Alcarajoconellugarcito!¡Imagínesetodoslosalacranesyhormigas cortahojas… para nomencionar sino unas cuantas de las abominacionesque tuvoquesoportar!¿Qué?—exclamóelCónsul, en tantoqueelotro repetía supregunta—. ¿En el jardín? Sí; es decir, no. ¿Cómo lo sabe? Que yo sepa, estáprofundamentedormida…

—¿Estuvo ausente bastante tiempo, verdad?—preguntó el otro con suavidad,asomándoseparavermásclaramenteelbungalowdelCónsul—.¿Suhermanosigueaquí?

—¿Hermano?¡Oh!¿quieredecir,Hugh?…No,estáenMéxico.—Creoqueacabarápordescubrirqueyaregresó.ElCónsulsevolvióparamirartambiénsucasa.—¡Hic!—repitió,breveyreceloso.—Creoquesalióconsuhermano—añadióelnogalero.—Hola-hola-mira-quién-viene-hola-mi-mosquita-muerta-mi-angustia-minúscula-

in-herba…—enestosmomentos,elCónsul,volviendoaolvidaraldueñodelgato,saludó al animalmientras éste, gris ymeditabundo, con una cola tan larga que laarrastrabaporelsuelo,avanzabaconpasomajestuosoentre lascinias;elCónsulsepuso en cuclillas y comenzó a golpearse losmuslos—hola-bicho-mi-Priapibichito,miEdipichibichito—yalreconoceraunamigo,emitiendounmaullidodeplacer,elgato giró en torno de la cerca restregándose contra las piernas del Cónsul,ronroneando—.MiXicotengatito—alzóseelCónsul.Silbódosvecesmientrasque,asus pies, el gato meneaba las orejas—. Cree que soy un árbol con un pájaroencaramado—añadió.

—Nomeextrañaría—replicóelseñorQuincey,volviendoallenarsuregaderaenlallave.

—Animalesquenopuedencomerseyquesetienensóloporgusto,curiosidadocapricho…¿eh?…segúndecíaWilliamBlackstone…¡habráoídohablardeél,porsupuesto!…—enciertaforma,elCónsulestabaencuclillas,dirigiéndoseenpartealgato,enpartealnogaleroquesehabíadetenidoparaencenderuncigarrillo—.¿OsetratabadeotroWilliamBlakstone?—ahorahablabadirectamentealseñorQuincey,

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quenoprestabaatención—.Esunpersonajequesiempremehagustado.CreoqueeraWilliamBlackstone.ObienAbraham…Decualquiermanera,unbuendíallegóaloqueeshoy,segúncreo…peronoimporta,algúnlugardeMassachusetts.Yvivióallí tranquilamente entre los indios. Al cabo de algún tiempo, los puritanos seestablecieronenlaotramargendelrío.Loinvitaronaqueselesuniera;decíanqueeramássalubre laotraorilla,¿sabe?¡Ah, lagente!, ¡esagentecon ideas!—dijoalgato—,elviejoWilliamnosentíasimpatíaporellos…no,nolasentía…asíesqueregresóavivir entre los indios, ¡palabra!Despuésdesaparecióporcompleto, ¡Diossabrá dónde!… Ahora bien, gatito —el Cónsul se golpeó el pecho con gestosignificativo,yelgato,inflandolacara,arqueadoelcuerpo,retrocedió—,losindiosestánaquí.

—Yalocreoqueestán—suspiróelseñorQuinceycontonoalgoparecidoaldeun exacerbado sargento primero—, junto con todas aquellas serpientes y elefantescolorderosayesostigresdequehablaba.

ElCónsulestallóencarcajadasdesprovistasdehumor,comosiaquellapartedesu alma consciente de que todo esto era en esencia la parodia de un gran hombre,antañoamigosuyo,supieseasimismocuánvacuaeralasatisfacciónqueleproducíatodaestacomedia.—Noindiosdeveras.Ynoquisedecireneljardín,sinoaquí—yvolvióagolpearseelpecho—.Sí;justamentelaúltimafronteradeloconsciente,esoestodo.Elgenio,segúnmegustarepetirse—añadiómientrasselevantaba,arreglabasucorbatay, sinpensarmásenella, alzaba loshombros comoparamarcharse conunadeterminación(tomadaestavezdelamismafuentededondeproveníanelgenioysuinterésporlosgatos)queleabandonóconlamismaceleridadconquelahabíaasumido—…elgenioselasarreglarásolo.

En algún lugardistante repicabaun reloj; elCónsul permaneció inmóvil dondeestaba. —¡Oh, Yvonne! ¿Puedo haberte olvidado ya en este día especial? —diecinueve,veinte,veintiúncampanadas.Segúnsurelojeranlasoncemenoscuarto.Pero no había terminado la campana: repicó dos veces más; dos notas ásperas,trágicas:bing-bong:vibrantes.Elvacíodelairesepoblódemurmullos:¡ay-las!¡ay-las!SignificabaAlas,enrealidad.

—¿Pordóndeandasuamigoenestosdías?Nuncapuedorecordarsunombre…¿Aqueltipofrancés?—acababadepreguntarlehacíaunmomentoelseñorQuincey.

—¿Laruelle?—lavozdelCónsulllegódemuylejos.Sintióunvértigoycerrandolosojosconhastío,seasiódelacercaparadetenerse.LaspalabrasdelseñorQuinceytocaron su conciencia (o de hecho alguien tocaba a una puerta) se apagaron,volvieronagolpearconmayorfuerza.ElviejoDeQuincey;lostoquesdelportóndeMacbeth. Toc, toc: ¿quién es? Gato. ¿Gato qué? Gatoástrofe. ¿Gatoástrofe qué?Gatastrofísico. ¡Cómo!¿Eres tú,mipopogato?¡Espera tansólounaeternidadhastaque Jacques y yo hayamos acabadode asesinar al sueño!Gatábasis a gat-abismos.

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Gatartis atratus… Por cierto, debió suponerlo, era éste el último momento de laretiradadelcorazónhumanoydelingresofinaldelodemoníaco,delanocheaislada,aligualqueelverdaderoDeQuincey—auténticoopiómano,pensóalabrirlosojosydescubrir que miraba directamente hacia donde estaba la botella de tequila—imaginaba el crimen deDuncan y los demás, aislados, ensimismados en profundosíncopeysuspensióndelapasiónterrenal…Pero,¿adondesehabíaidoQuincey?Y¡Diosmío!¿quiéneraestequeseacercabaasurescate,ocultotraseldiariomatutinoy atravesando el césped en donde, como por obra de magia, habían dejado dechorrearlasmangueras,sinoelmismodoctorGuzmán?

SinoeldoctorGuzmán,sinoGuzmán,sinoeraél,nopodíaser,peroera,eraciertamente ni más ni menos la silueta de su compañero de la noche anterior: eldoctorVigil; ¿yquédiablos andaría haciendopor aquí?Amedidaque la figura seaproximaba, elCónsul sintióunacreciente inquietud.SindudaalgunaQuinceyerapacientesuyo.Pero,entalcaso,¿porquénoestabaelmédicoenlacasa?¿Paraquéestemerodeopor el jardín?Sólopodía significaruna cosa: lavisita deVigil habíasido,enciertomodo,planeadaparacoincidirconsupropiaprobablevisitaaltequila(aunqueloshabíaembaucadodelolindotantoalunocomoalotro),conelfin,claroestá,deespiarlo,deobteneralgunainformaciónsobreél,algunapistacuyaíndole—eramuy factible—pudiera encontrarse en las páginas de este diario acusador: «SevolveráaabrirelantiguocasodelSamaritan;créesequeelComandanteFirminsehallaenMéxico».«Firmin,declaradoculpable,esabsueltoylloraenelbanquillo».«Firmin inocente, pero lleva sobre los hombros las culpas delmundo entero». «Elcuerpo de Firmin, ebrio, descubierto en un bunker». Titulares de semejantesmonstruosidadesformáronseinstantáneamenteenlaimaginacióndelCónsul,porqueloqueeldoctorleíanoerasóloElUniversal;erasudestino;perolascriaturasdesuconciencia más próxima no podían ser negadas y parecían también acompañar ensilencio a aquel diariomatutino, haciéndose aun lado (cuando el doctor sedetuvoparamirarasualrededor)desviandolascaras,escuchandoymurmurandoahora:Nopuedesmentirnosanosotros.Sabemosloquehicisteanoche.Pero¿quéhabíahecho?Contodaclaridadvolvióaver(mientrasqueeldoctorVigil,alreconocerlo,acelerabaelpaso,cerrandosuperiódicoyacercándosele)volvióaverelconsultoriodeldoctoren la Avenida Revolución, en donde, por algún ebrio motivo lo visitó a horatemprana, macabro, con sus cuadros de antiguos cirujanos españoles de rostroscabrunos que, extraños, surgían de gorgueras con aspecto de ectoplasma ydesternillábanse de risa ejecutando sus operaciones inquisitoriales; pero ya querecordaba todoestocomounmero trasfondo intenso,aisladodel tododesupropiaactividad,ypuestoqueeracasitodoloquerecordaba,apenaspodíahallarconsueloal no parecer participar en todo aquello, y sin desempeñar algún papel alevoso.Cuandomenos,notantoconsuelocomoelquelehabíadadolasonrisadeVigil,ni

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casitantocomoelquesintiócuandoelmédico,alocuparelespacioqueunmomentoantes abandonara el nogalero, se detuvo y, de repente, le hizo una profundareverencia doblándose sobre la cintura; en silencio, inclinóse una, dos, tres veces,pero dándole así la enorme seguridad de que, después de todo, no había cometidocrimenalgunodegranmagnituddurantelanocheanterior,porlocualseguíasiendodignoderespeto.

Luego,ambosgimieronalunísono.—¿Quét…?—comenzóadecirelCónsul.—‘Porfavor’—interrumpióelotroconvozroncayllevandoasuslabiosundedo

cuidadosamente manicurado, aunque tembloroso, y recorriendo con miradaligeramenteinquietaeljardín.

El Cónsul asintió con la cabeza. —Por supuesto. Se ve tan fresco que estoysegurodequeustednopudoestarenelbaileayerporlanoche—añadióenvozaltaycon lealtad, siguiendo lamiradadeVigil, aunqueQuincey,quedespuésde todonopodía estar tan orondo, seguía brillando por su ausencia.Acaso estaba cerrando lallavecentraldelasmangueras,yquéabsurdohabíasidosospecharun«plan»cuandodemaneratanclarasetratabadeunavisitainformalycasualmenteeldoctoracababade ver a Quincey trabajando en el jardín desde la calzada. Bajó la voz—. Decualquiermodo, ¿puedo aprovechar esta oportunidad para consultarle sobre lo quedebehacerseenuncasolevedekatzenjammer?

Elmédicovolvióaecharunamiradainquietahaciaeljardínycomenzóareírcondiscreción,aunquetodosucuerposecimbrabadegozo:susdientesblancosbrillabanconelsolyhastasuinmaculadotrajeazulparecíareír.—Señor—comenzóy,comoniño, interrumpió su risamordiéndose los labios con losdientes frontales—.SeñorFirmin,porfavor,losiento,peroaquídebocomportarmecomo—volvióamirarentornosuyoa lavezqueaguantaba la respiración—,comounapóstol.Loqueustedquiere decir, señor —prosiguió con más tranquilidad—, es que se sienteadmirablementeestamañana,comogatoenllamas.

—Nodel todo—dijo elCónsul en voz baja, como antes, y a su vezmiró condesconfianza enotradirección,hacia algunosmagueyesque crecíanmás alláde labarrancacomobatallónquetreparaunacolinabajofuegodeametralladora—.Talvezseaunaexageración.Paraexpresarloentérminosmássencillos,¿quéharíaustedenuncasodedeliriumtremenscrónico,dirigido,sistemáticoeineluctable?

Sobresaltóse el doctor Vigil. Una sonrisa medio juguetona se dibujó en lascomisuras de sus labios mientras que, con mano más bien temblorosa, lograbaenrollarelperiódicohastadarlelaformaperfectadeuntubocilíndrico.—Noquiereusteddecirgatos…—dijo,ydescribióconunamano, ante susojos,ungestoágil,circular,ondulanteyrastrero—,sinomásbien…

ElCónsulasintiójubiloso.Porquesumentesehabíatranquilizado.Habíaechado

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una ojeada a aquellos titularesmatutinos que parecían tratar exclusivamente de laenfermedaddelPapaylabatalladelEbro.

—…progresión—conojoscerradosrepitióeldoctorsugestoconmayorlentitud,sus dedos se arrastraban separados, encorvados como garras, y agitaba con unmovimientoidiotalacabeza—.…‘aratos’ydiounzarpazo.—Sí—dijo,frunciendolos labios y golpeándose la frente en señal de fingido horror—. Sí —repitió—.Terriblemente…Talvezlomejorseamásalcohol—ysonrió.

—Sumédicomedicequeenmicasoeldeliriumtremenspuedenoserfatal—informó¡alfin!triunfante,elCónsulalseñorQuincey,queeneseprecisoinstanteseacercaba.

Yalmomentosiguiente(aunquenoantesdequehubieraentreélyeldoctoruncambio de señas apenas perceptible: minúscula torcedura simbólica de la muñecahacialoslabios,porpartedelCónsul,mientraslevantabalavistahaciasubungalow,entantoque,porpartedeVigil,fueunligerogolpeteoproducidoporelmovimientode los brazos que aparentemente se extendían en el acto de estirarse, lo cualsignificaba en el oscuro idioma sólo conocido por los iniciados de la GranHermandaddelAlcohol:—Subeaecharteun tragocuandohayas terminado.—Nodebería, porque si lo hicierame echaría a ‘volar’, aunquepensándolo bien, tal vezvaya…)leparecióbeberdenuevodelabotelladetequila.Y,alcabodeotroinstante,tuvo la impresión de flotar lento y poderoso entre los rayos del sol, rumbo albungalowmismo.Acompañadopor el gatodeQuincey,que en el camino seguía aalgún insecto, flotabaelCónsulenun resplandorambarino.Másalláde lacasaendonde los problemas que le esperaban estaban a punto ya de encontrar enérgicasolución,eldíasedilatabaanteélcomoilimitableymaravillosodesiertoondulantealqueseiba,aunqueenmediodedelicias,ahallarlaperdición;perderse,peronotanenteramente como para no poder encontrar los raros charcos necesarios, o losesparcidos oasis de tequila en los que ingeniosos legionarios de la condenación,incapaces de comprender palabra alguna de cuantas dijese, agitando la mano, leanimarían a seguir, a pesar de estar ahogado, hacia aquel glorioso Parián, yermodonde el hombre jamás tenía sed y hacia el cual sentíase ahora hermosamentearrastrado por efímeros espejismos, más allá de los esqueletos como alambrescongeladosydelosleonesquemerodeanmeditabundos,haciaelineluctabledesastrepersonal, siempre, por supuesto, en medio de delicias; podría ocurrir, después detodo,queeldesastrecontuvieraciertoelementodetriunfo.YnoesqueelCónsulseentristeciese.Todo locontrario.Lasperspectivas rarasveces lehabíanparecido tanbrillantes.Percatóseporprimeravezdelaextraordinariaactividadque,pordoquiera,le rodeabaen su jardín:una lagartija trepabaporunárbol,otraespeciede lagartijabajaba por otro, un colibrí de color verde botella exploraba una flor; enormesmariposascuyosdibujosprecisosehilvanadosrecordabanlasblusasdelosmercados,

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revoloteabanconindolentegraciadegimnasta(demaneramuysemejanteacomolashabíadescritoYvonnecuando la saludaronayeren labahíadeAcapulco, tormentamulticolordecartasamatoriasdespedazadasyarrastradasporelviento,másalládelascabinasdelacubiertaprincipal);hormigasqueconpétalosocapullosescarlatastachonabanlossenderos;mientrasquedearriba,deabajo,delcieloy,talvezdebajotierra provenía un continuo rumor silbante, un rechinido, un cascabeleo, hasta unclangor.¿Dóndeestabaahorasuamigalaserpiente?Probablementeocultaenloaltodeunperal.Serpientequeaguardabaparadejarcaersobreunosusanillos:zapatospara putas.De las ramas de estos perales colgaban garrafas rebosantes de amarillasustanciaglutinosapara atrapar insectos, religiosamente renovadas todos losmesespor el colegio local de horticultores. (¡Qué alegres eran los mexicanos! Loshorticultoreshacíandeesteacontecimiento,comodecualquierocasión,unaespeciededanza:traíanconsigoasusmujeresquerevoloteabandeárbolenárbolrecogiendolasgarrafasyvolviéndolasacolocardondehabíanestado,comositodoaquellofueraun movimiento en algún ballet cómico, para luego tenderse durante horas a lasombra, como si el Cónsul mismo no existiese). Luego comenzó a fascinarle laactituddelgatodelseñorQuincey.Alfinlacriaturahabíalogradocapturaralinsecto,peroenvezdedevorarlo,sindañarleaún,reteníasucuerpocongrandelicadezaentreloscolmillos,mientrasquelasalasluminosasybellasqueseguíanagitándose,porqueel insectonohabíadejadodevolarunsolo instante,sobresalíanacada ladodesusbigotes, abanicándolos. Inclinóse el Cónsul para acudir al rescate. Pero el animalsaltóysepusofueradealcance.Tornóainclinarse,conidénticoresultado.Deestaridícula manera, inclinado el Cónsul, bailando el gato para evitar que le dieranalcance,yconfuriosovueloel insectoenelhocicodelabestia, llegaronalporche.Porúltimo,extendióelgatounagarrapreparadaparaelremate,abriólasfauces,yelinsecto,cuyasalasnohabíandejadodeagitarse,escapóenrepentinoymaravillosovuelo, comode hechopudiera hacerlo el almahumanade las fauces de lamuerte,ascendiendo,ascendiendo,ascendiendo,cerniéndoseporencimadelosárboles:yeneseprecisomomento,elCónsullosmiró.Estabandepieenelporche;losbrazosdeYvonne, cubiertos de buganvilias que arreglaba en un jarrón de barro color azulcobalto.—…Pero suponte que semuestre inexorable.Supónque se oponga a ir…¡cuidado,Hugh!, que tiene espinas, y debesmirar con atención para cerciorarte deque no tenga escorpiones.—¡Hola, tú, Suchiquetal!—gritó con júbilo el Cónsul,agitandolamanomientrasqueelgato,echandoporencimadelhombrounamiradafrígida que evidentemente se traducía en: De todos modos, ni lo quería; pensabadejarloescapar,echóacorrerhumillado,ydesaparecióentre losarbustos—. ¡Hola,Hugh,serpienteemboscadaenlamaleza!———————————————

—Luego entonces, ¿por qué se hallaba sentado en el cuarto de baño? ¿Estabadormido?¿Muerto?¿Desmayado?¿Estabaenelcuartodebañoahoramismoohacía

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mediahora?¿Eradenoche?¿Dóndeestabanlosdemás?Peroahoraoíalasvocesdealgunos de los demás en el porche. ¿Algunos de los demás? Sólo eran Hugh eYvonne, por supuesto, porque el doctor se había marchado. Sin embargo, por unmomento,pudohaberjuradoquelacasaestabarepletadegente;pero¡siaúnerademañana,apenasmediodía,dehecho,sólolas12.15,segúnsureloj!Alasoncehabíaestado hablando con él señor Quincey. —¡Oh!… ¡Oh! —quejóse en voz alta…RecordóquesesuponíaqueestabapreparándoseparairaTomalín.Pero¿cómohabíalogradoconvenceraalguiendequeestabalobastantesobrioparairaTomalín?Y,decualquiermodo,¿porquéaTomalín?

Unaprocesiónde ideas, cualbichosenvejecidos,desfilaronuna trasotrapor lacabezadelCónsul,ytambiénsumenteatravesabayaelporche,comolohicieraunahoraantes inmediatamentedespuésdehabervistoal insectoescapardelhocicodelgato.

Habíaatravesadoelporche—barridoporConcepta—sonriendoenactitudsobriaaYvonne y estrechando lamano deHughmientras se dirigía al refrigerador, y, alabrirlo,nosólosupoquehabíanestadohablandodeélsinoque,demaneraconfusa,por aquel claro fragmento de conversación que alcanzara a oír, comprendiórotundamentesusignificado,comosienesemomento,alcontemplar la lunanuevallevandoelplenilunioentresusbrazos,sehubierasentidoimpresionadoporsuformaíntegra,aunqueelrestoestuvieraensombrasysóloiluminadoporlaluzdelatierra.

Pero,entonces¿quéhabíaocurrido?—¡Oh!—volvióagritaravozencuello—.¡Oh!LosrostrosdelaúltimahorasecerníansobreélyahoralassiluetasdeHugh,YvonneyeldoctorVigilseagitabanymovíanseágilmentecomoimágenesdealgunavieja películamuday sus palabras eran silenciosas explosiones dentro del cerebro.Nadie parecía hacer nada importante; y sin embargo, todo parecía adquirir unamáxima y turbulenta importancia; por ejemplo, cuando Yvonne dijo:—Vimos unarmadillo… —¡Cómo! ¿Y no había espectros tarsios? —contestó y luego Hugh,abriéndole una helada botella deCarta Blanca lanzó la corcholata efervescente alborde del pretil y escanció la espuma en su vaso, cuya contigüidad a la botella deestricninahabía(eraprecisoadmitirloahora)perdidocasitodasusignificación…

PercatóseelCónsulenelcuartodebañodequetodavíalequedabamediacervezaconpocogas; al asir el vaso, supulso erabastante firme, aunque torpe;bebió concautela, aplazando conminucia el problema que pronto, cuando quedase vacío, sesuscitaría.

…—Tonterías—dijoHugh.Yañadióconimpresionanteautoridadconsularque,decualquiermanera,Hughnopodíamarcharseenseguida,almenosnoparaMéxico;quehoysalíasólounautobús,elmismoenquehabíavenido,queyahabíaregresadoalaciudad,yuntrenquenosaldríasinohastalas11.45p.m.

Luego:—Pero,doctor,¿nofueBougainville—preguntabaYvonne(yenrealidad

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resultabaasombrosolosiniestrasyurgentesyenardecidasqueleparecíantodasestasfruslerías en el baño—…no fue Bougainville quien descubrió la buganvilia? —mientrasqueelmédico,inclinadosobrelasfloresdeYvonne,seconcretabaaparecerdespierto y perplejo, sin decir nada, sino con los ojos, en los cuales apenasdejabatraslucirquesehabíatropezadoconuna«situación».

—Ahoraquerecuerdo,creoquefueBougainville.Locualexplicaelnombre—comentóHughconactitudpetulanteysentándoseenelparapeto.—Sí:puedesiralaboticayparaquenotemalinterpreten,di:‘favordeservirunatomadevinoquinadooensudefectounatomadenuezvómica,pero’…—eldoctorVigilreíaentredientesydebíadehablarconHugh,yaqueYvonnesehabíaescabullidoasucuartoporunmomento, mientras que el Cónsul, escuchando a hurtadillas, buscaba en elrefrigeradorunanuevabotelladecerveza…luego:—¡Oh!estamañanamesentítanmal en la calle, que tuve que agarrarme de las ventanas—y al Cónsul, mientrasvolvía:—Porfavor,disculpemiestúpidocomportamientodeanoche:¡Oh!portodosladoshehechounmontóndeestupidecesenestosúltimosdías,pero…—levantandosu vaso dewhisky— no volveré a beber; necesitaría dormir dos días enteros pararecuperarme—y luego, mientras Yvonne regresaba, fingiendo estupendamente supapelyalzandoelvasohaciaelCónsul—.¡Salud!:esperoquenosesientatanmalcomo yo. Estaba usted tan perfectamente borracho anoche que hasta pensé que sehabíamatadocon tantabebida.Hastapenséestamañanamandaraunmuchachoallamarasupuertayaveriguarsilabebidanolohabíamatadoya—dijoelDr.Vigil.

Extraño tipo: en el baño, el Cónsul bebía a sorbos la cerveza sin gas. Tipoextraño,buenapersona,decorazóngeneroso,aunqueavecescarentedetacto,salvoen lo que le incumbía. ¿Por qué sería incapaz la gente de llevar la borrachera condignidad?Cuandomenos,élselashabíaarregladoparaserdeferenteconVigileneljardíndeQuincey.Enúltimoanálisisnopodíaunoconfiarennadiecuandosetratabadebeberhasta el fondode labotella.Pensamientoéstequeembargabade soledad.Peronocabíadudardelagenerosidaddeldoctor.Dehecho,alpocorato,yapesardelos indispensables «dos días enteros de sueño», ya los estaba invitando a que leacompañaran aGuanajuato: propuso temerariamente que salieran esamismanocheen auto, para festejar su onomástica, después de una problemática partida de teniscon…

El Cónsul volvió a sorber la cerveza. —¡Oh! —estremecióse—. ¡Oh! —aldescubrir lanocheanteriorqueVigilyJacquesLaruelleeranamigos,sesorprendióunpoco,ycuandoselorecordaronestamañanaleresultómuchomásembarazoso…Decualquiermanera,Hugh rechazó la ideadeunviajede trescientoskilómetrosaGuanajuato,puestoqueestabadecidido—apropósito,¡quésorprendentementebienlesentabaaquellavestimentadevaqueroasuporteerguidoydescuidado!—estabaahoradecididoatomaresetrennocturno;mientrasqueelCónsulhabíarechazadola

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invitaciónporcausadeYvonne.DenuevovioseelCónsulasomadoalparapeto,mirandoabajohacialaalberca—

pequeñaturquesaenclavadaeneljardín.Soissepulcrodo,vivo,yaceamor.Enellasemovían los reflejos invertidosdeavesyplatanares,caravanasdenubes.Briznasdecésped reciéncortado flotabanen la superficie.Lapiscinaestabacasi rebosantedefrescaaguadelamontañaquegoteabadelamanguerarotayagrietadaformando,entodasulongitud,unaseriedesurtidorescentelleantes.

Alláabajo,YvonneyHughnadabanenlaalberca……—‘Absolutamente’ —dijo el doctor junto al Cónsul, en el parapeto,

encendiendoconcuidadouncigarrillo.—Tengo—ledijo elCónsulmirandohacialos volcanes y sintiendoque su desolación ascendía a aquellas cumbres en las queahoramismo,amediamañana,elvientoululanteazotaríalacarayelterrenobajolospiesseríalavamuerta,residuopetrificadoycarentedealma,deextintoplasmaenelquenilosárbolesmásselváticosysolitariosjamásarraigarían—;tengoamiespaldaotro enemigo al que no puedes ver. Un girasol. Me observa y sé que me odia.—‘Exactamente’—dijoeldoctorVigil—,leodiaríamenossidejaradebebertequila.—Sí, pero esta mañana sólo estoy bebiendo cerveza —respondió el Cónsul,convencido—comopodráverloconsuspropiosojos.—‘Sí,hombre’—asintióconlacabeza el doctor Vigil quien, después de algunas copas de whisky (de la nuevabotella),habíarenunciadoanodejarseverdesdelacasadelseñorQuinceyy,audaz,permanecíadepie juntoalpretil,al ladodelCónsul.—Hay—añadióelCónsul—,milaspectosdeestabellezainfernaldelaquehablaba,cadaunoconsustormentospeculiaresytancelosocomounamujerdecualquierestímuloquenoseaelpropio.—‘Naturalmente’—dijoeldoctorVigil—.Peropiensoquesivamuyenseriolodesu‘progresiónaratos’,talveztengaquehacerunviajemáslargoqueestequesehapropuesto—elCónsulcolocósuvasoenelparapeto,mientraseldoctorcontinuaba—.Yotambién,amenosquenosobliguemosanobebernuncamás.Yopienso,‘miamigo’,que laenfermedadnosóloestáenelcuerposinoenaquellapartea laquesolíallamarsealma.—¿Alma?—‘Precisamente’—dijoeldoctorabriendoycerrandolosdedosconagilidad—.¿Perounamalla?Malla.Losnerviossonunamallacomo…¿cómosedice?…aneclecticsystemë.—¡Ah,bien!—respondióelCónsul—.Quiereusteddecirunsistemaeléctrico.—Perodespuésdemuchotequilaelsistemaeléctricoquedatalvez‘unpocodescompuesto’,¿comprende?comoavecesenelcine,¿estáclaro? —¿Una especie de eclampsia por decirlo así? —quitándose las gafas, elCónsul asintió desesperado con la cabeza, y al llegar a este punto, recordó quellevabaunosdiezminutos sin tomarun trago; además, el efectodel tequila casi sehabía desvanecido. Se asomó al jardín y fue como si trozos de sus párpados sehubiesen desprendido y revolotearan dando saltos ante su mirada, mutándose ensombrasy formasnerviosas, sobresaltándoseconel culpableparloteode sumente,

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queaúnnosonabadeltodocomovoces,perovolvían,volvían;seleaparecióunavezmásuna imagende su alma comouna ciudad, pero esta vez era ciudad arrasadayfulminada en el sombrío camino de sus excesos, y cerrando sus ojos calcinados,pensóenelhermoso funcionamientodel sistemadeaquellosqueenverdadvivían,conectadoslosinterruptores,rígidoslosnerviossóloanteelpeligroreal,ytranquilosahoraenunsueñosinpesadillassindescansar,aunqueenreposo:pacíficaaldehuela.¡Cristo!cómorecrudecíaeltormento(ymientrastantoexistíatodogéneroderazonespara suponer que los demás imaginaban que estaba divirtiéndose enormemente) desabertodoesto,ydeestaralmismotiempoconscientedetodoelhorriblemecanismoquesedesintegra,iluminadoaveces,avecesapagado,ahoraconresplandor,cegador,ahora con luz mortecina, con el brillo de una espasmódica batería agonizante, desaberluego,alfinyalcabo,quelaciudadenterasesumíaenlastinieblasendondese hace imposible cualquier comunicación y el movimiento se convierte enobstrucción,amenazanlasbombas,lasideassedispersandespavoridas…

ElCónsulhabíaterminadolabotelladecervezasingas.Sentado,contemplabalapareddelbañoenactitudqueparodiabaladealgunaantiguaposturaparameditar.—Estoy interesadísimoen los locos—¡vayamaneraextrañadeentablarconversacióncon quien acababa de convidarlo a un trago!Y sin embargo, así había iniciado eldoctorlacharlalanocheanteriorenelbardelBellaVista.¿SeríaacasoporqueVigilconsiderabaquesuojoavezadohabíadescubiertola locura incipienteytambién,alrecordarlospensamientosqueanteshabíaabrigadoalrespecto,eragraciosoestodeconcebirlasólocomoincipiente,aligualquequienes,habiendoobservadoelvientoyeltiempotodasuvida,puedenprofetizar,anteuncieloclemente,latempestadqueseavecinaylastinieblasque,surgidasdelanada,vendrángalopandoporloscamposdelamente.Ynoesquesepudierahablardeuncielomuydespejadoenestecaso.Ysinembargo,¡cuántosehabíainteresadoeldoctorenalguienquesentíaquelasfuerzasmismas del universo lo hacían pedazos! ¿Qué cataplasmas poner sobre su alma?¿Quésabíaninclusoloshierofantesdelaciencia,delostemiblespoderesdel—paraellos—malestéril?ElCónsulnohabríanecesitadounojoavezadoparadescubrirenestapared,oencualquierotra,unMene-Tekel-Peresparaelmundo,comparadoconel cual la simple locura era como una gota de agua en un océano.Y no obstante,¿quiénhubieracreídojamásquealgúndesconocidosentado,digamos,enunbaño,enelcentrodelmundo,pensandomíserospensamientossolitarios,pudieradeterminarelsinodetodos,yque,aúnmientraspensaba,eracomosientrebastidoressetiraradeciertas cuerdas y continentes enteros estallaran en llamas, y se avecinase lacalamidad, de la misma manera que ahora, tal vez en este preciso momento, consacudida y rechinido repentinos, se hubiese aproximado la catástrofe, y sin que elCónsul lo supiera, allá afuera se hubiese oscurecido el cielo. O tal vez no era deningunamaneraunhombre,sinounniño—unniñopequeño, inocentecomolofue

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aquelotroGeoffrey—elquepermanecía sentadoen loaltodeundesvánenalgúnladotocandoalgúnórganoyque,altirarcaprichosamentedelosregistros,losreinossedividieranycayeranylasabominacionesllovierandeloscielos;unniñoinocentecomoaquel infantequedormíaenelataúdquese ladeóalpasar juntoaellosenlacalleTierradelFuego…

ElCónsulsellevóelvasoaloslabios,yvolvióasaborearsuvacío;púsolootravezenelpisoqueseguíamojadoporlospiesdelosnadadores:elirresistiblemisterioenelpisodelcuartodebaño.Recordóquelasiguientevezquetornóalporcheconuna botella deCarta Blanca (aunque por alguna razón le pareció que esto habíaocurrido hacía mucho, en el pasado; era como si algo que no podía precisarsobrevinieseparaseparardrásticamenteaaquellafiguraqueregresaba,desímismo,sentado aún en el baño, aunque la figura en el porche, con toda su condenación,parecía ser más joven y tener más libertad de movimientos, libre albedrío, tener,aunque sólo fuera, por el hecho de asir una vezmás un vaso lleno de cerveza, unfuturoconmejoresperspectivas),Yvonne, juvenilybonita con su trajedebañodesatínblanco,merodeaba,depuntillas,entornoaldoctor,quedecía:

—SeñoraFirmin,mesientoverdaderamentedecepcionadodequenopuedavenirconmigo.

ElCónsulyella intercambiaronunamiradadecomplicidadoquecasi lofue,yluegoYvonneestabanadandoalláabajoyeldoctordecíaalCónsul:

—Guanajuato está situado en medio de un hermoso anfiteatro de escarpadascolinas.

—Guanajuato—decíaeldoctor—nome lovaa creer. ¡Cómopuedeestar allí,cualantiguajoyadoradasobreelsenodenuestraabuela!

—Guanajuato —decía Vigil— las calles. ¿Cómo resistir los nombres de lascalles?CallejóndelBeso.Callejónde lasRanasqueCantan.Calle de laCabecita.¿Noresultarepugnante?

—Repelente—dijoelCónsul—.¿NoesGuanajuatoellugardondeentierranalosmuertosdepie?—¡ah!yentoncespensóeneljaripeo,ysintiendoquelevolvíanlasfuerzasgritóaHugh,quienseencontrabasentadoalbordedelapiscinavestidoconloscalzonesdebañodelCónsul—:TomalínestábastantecercadeParián,esesesitioadondeibatucuate.Hastapodríamosirallí.

Y luego, al doctor: —Tal vez usted también pueda venir… Olvidé mi pipafavoritaenParián.Consuertepuedorecuperarla,enElFarolito.

Eldoctordijo:—¡Ayyy!«esuninfierno».EntretantoYvonne,quelevantabaunodelosbordesdesugorradebañoparaoír

mejor,preguntóconhumildad:—¿Nosetratadeunacorrida?—No,deunjaripeo—dijoelCónsul—.Sinoestásmuycansada.

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Peroeldoctor,claroestá,nopodíairaTomalínconellos,aunqueestonuncasediscutió,porqueenestepuntounadetonaciónrepentinayterriblequeestremeciólacasaehizoquelasavesecharanavolar,aterradas,portodoeljardín,interrumpióconviolencialaconversación.TiroalblancoenlaSierraMadre.Antes,mientrasdormía,el Cónsul lo había percibido vagamente. Nubecillas de humo flotaban en lo alto,sobre las rocas, bajo el Popo, al otro extremo del valle. Tres negros zopilotesirrumpieron entre los árboles, rozando el techo con suaves gritos roncos como losestertores del amor. Impulsados con insólita velocidad por elmiedo, casi parecíanzozobrar,manteniéndose juntosperoguardandoequilibrioenángulosdiversosparaevitar una colisión. Luego buscaron otro árbol donde aguardar, y los ecos de losdisparos rebotaron al pasar por encima de la casa, ascendiendo más y más,haciéndose cada vez más distantes, mientras que en alguna parte un reloj repicódiecinuevecampanadas.Lasdoce,ydijoaldoctorelCónsul:—¡Ah,sisóloelsueñodelhechicerodemagianegraensuoscuracueva,al tiempoquesumano(éseeseltrozoquemegusta)tiemblaenfinaldecadencia,fueseeltérminodeestemundotanhermoso; ¡Jesús! Sabes, ‘compañero’: a veces, tengo la impresión de que de verasestáhundiéndosebajomispiescomolaAtlántida.Abajo,abajo,hacia loshorribles‘pulpos’.MeropisdeTeopompo…Ylasmontañasignívomas.—‘Sí’eseltequila—dijoeldoctor,asintiendoconlúgubrecabeceo—.‘¡Hombre!unpocodecerveza,unpocodevino’,peroyabastadetequila.Yabastademezcal.—Yluegomascullaba:—Pero,‘hombre’,ahoraquehavueltosu‘esposa’.(ParecíaqueeldoctorVigilhabíadicho esto varias veces, sólo que cada una de ellas con diferente expresión en elrostro:Pero,‘¡hombre!’,ahoraquehavueltosu‘esposa’).Yluegoyaseiba:—Noeraprecisosercuriosoparasaberquetalvezpudierahaberdeseadomiconsejo.No,‘hombre’;comoledije,anoche,nomeinteresa tantoeldinero…‘Conpermiso’, laborracherano es buena—yuna lloviznadeyeso cayó sobre la cabezadelDoctor.Luego—: ‘Hasta la vista’. —‘Adiós’. —‘Muchas gracias’. —Muchas, muchasgracias.—Siento que no podamos ir.—Diviértase—desde la piscina.—‘Hasta lavista’—luego,otravezelsilencio.

Y ahora estaba elCónsul en el baño, alistándose para ir aTomalín.—¡Oh!—decía—. ¡Oh!…pero¿yaves?,despuésde todonohaocurridonada tanhorrendo.Antetodo,alavarse—temblorosoyvolviendoasudar,sequitóchaquetaycamisa.Dejó correr el agua en el lavabo. Sin embargo, por alguna razónmisteriosa estababajo la ducha en donde esperaba, agonizante, el impacto del agua fría que nuncallegó.Yseguíaconlospantalonespuestos.

Inerme, estaba sentado aún en el baño, observando los insectos de la paredcolocados en ángulos diferentes, como navíos en rada. Serpenteando, una orugacomenzóaacercárseleatisbandoaderechae izquierdaconinquisitivasantenas.Unenorme grillo de pulido fuselaje se agarraba de la cortina y mecíala con leve

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movimiento a la vez que se limpiaba el rostro con un gato, en tanto que sus ojos,clavados en dos cañas, parecían girar en su cabeza. Volvióse esperando encontrarmuchomáscercaalaoruga,perotambiénellasehabíavuelto,desviandoligeramentesusamarras.Ahoraunalacránseleacercabamoviéndoseconlentitud.DeprontoelCónsul se levantó, temblando de pies a cabeza. Pero no era el alacrán lo que leimportaba.Sinoquedesúbitolaslevessombrasdeclavosaislados, lasmanchasdemosquitosaplastados,lasmismascicatricesycuarteadurasdelaparedcomenzabanapulular, así que, por doquiera quemirase, a cadamomento nacía otro insecto quecomenzaba a arrastrarse hacia su corazón. Era como si (y esto resultaba lo másasombroso) todo el mundo de los insectos se le acercase, le arrinconase y seprecipitase sobre él. Por unmomento, la botella de tequila en el fondo del jardínresplandecióensualma,yelCónsul,dandotraspiés,llegóhastasurecámara.

Aquíyahabíacesadoaquelterriblehormigueovisible,peronoobstante—ahoraquesehallabaacostadoenlacama—parecíapersistirensumente,demaneramuysemejantealaanteriorvisióndelmuerto,unaespeciedeherviderodelcual—comodel persistente redoble de tambores percibido por algún monarca agonizante— seaislasedevezencuandoalgunavozsóloenparteidentificada:

—¡Detente,poramordeDios,idiota!Pisaconcuidado.Yanopodemosayudarte.—Quisiera tener el privilegio de ayudarle, de tener su amistad. Trabajaría con

usted.Decualquiermodo,meimportauncominoeldinero.—¡Cómo!¿Erestú,Geoffrey?¿Noteacuerdasdemí?¿DetuviejoamigoAbe?

¿Quéhiciste,muchacho?—¡Ja,ja!deéstanoteescapas.Tendidoenunataúd.Síí.—¡Hijomío!¡Hijomío!Amormío.Tornaamícomounavezenmayo.

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VI

…Nelmezzcodelpuercocammindinostravitaritrovaiin…Hughsedesplomóenelsofádelporche.

Eneljardínaullabanfuertesráfagasdecálidoviento.Refrescadoporlanatacióny por un almuerzo de sandwiches de pavo, con el puro que antes le diera Geoffparcialmente escudado en el parapeto, permanecía observando las nubes queatravesaban con velocidad vertiginosa los cielosmexicanos. ¡Qué rápidas pasaban,conquéexageradarapidez!Amitaddenuestravida,amitaddelpuercocaminodenuestravida…

Veintinuevenubes.Alosveintinueveunhombreestabaensutrigésimoaño.Yélteníaveintinueve.Yahorasabíaalfin—aunquelasensaciónquizálohabíavenidoinvadiendoenelcursodetodalamañana—loqueerasentirelintolerableimpactodeeste conocimiento que pudohaber adquirido a los veintidós, pero que no adquirió,quecuandomenosdebióhaberalcanzadoalosveinticinco,peroquenoobstante,poralgunarazón,tampocoalcanzóentonces:esteconocimientohastaahoraasociadoconserestambaleantesalbordedelatumbayconA.E.Housman,dequenosepuedesereternamente joven: que, de hecho, en un abrir y cerrar de ojos, ya no se es joven.Porque enmenos de cuatro años que transcurrían con tal rapidez que el cigarrillofumado hoy parecía haberse fumado ayer, tendría treinta y tres; en siete más,cuarenta: y en cuarenta y siete, ochenta. Sesenta y siete años parecía un plazocómodamentelargo,peroentoncestendríacien.Yanosoyunprodigio.Yanotengoexcusa alguna para seguirme portando de esta manera irresponsable. Después detodo,nosoyuntipotanarrojado.Nosoyjoven.Porotraparte:soyunprodigio.Soyjoven. Soy un tipo arrojado. ¿No es así? Eres un mentiroso, decían los árbolesagitándose en el jardín. Eres un traidor, mascullaban las hojas de los plátanos. Ytambiénuncobarde,añadieroncaprichosasnotasmusicales,queeranquizáindiciodeque en el zócalo comenzaba la feria.Y estánperdiendo la batalla delEbro.Por tuculpa,dijo el viento.Traidorhasta con tus amigosperiodistas aquienes tegustabadenigraryquesonenrealidad,admítelo,hombresvalerosos.…¡Ahhh!Hugh,comoparadesembarazarsedeestospensamientos,hizogirarelselectordelaradioadiestraysiniestratratandodecaptarSanAntonio.(Enrealidadnosoynadadeesto.Nadahehechoparahacermeacreedoraestaculpa.Nosoypeorquelosdemás…),perofueenvano. Todas sus resoluciones de estamañana eran superfluas. Parecía inútil seguirluchandocontraestospensamientos:eramejordejarlosen libertad.Cuandomenos,por un tiempo alejarían su mente de Yvonne, aunque al fin y al cabo siempre lovolvíanasuimagen.AhorahastaJuanCerillolefallaba,como,enestemomento,SanAntonio:enondasdediferentelongitud,dosvocesmexicanasseinterfirieron.Porquetodoloquehastahoyhashechoesdeshonesto,parecíadecirlaprimera.¿Yquéhay

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de la manera en que trataste al infeliz viejo Bolowski, el editor de música?¿Recuerdas su miserable tiendecilla en Old Compton Street en la vecindad deTottenhamCourtRoad?Hastaaquelloquehas logradocreerqueconstituyeunodetusméritos:tupasiónporayudaralosjudíos,sebasaenciertaaccióndeshonestaquecometiste.Noesdeasombrarse—yaquetancaritativamenteteperdonó—quetú lehayasperdonadosuschanchullos,hastaelextremodeestardispuestoasacaratodalarazajudíadelamismaBabilonia…No;muchometemoquepocodecuantohayentu pasado pueda acudir en tu ayuda para luchar contra el futuro. ¿Ni siquiera lagaviota?,dijoHugh…

¿La gaviota —puro devorador empírico de carroña, cazador de estrellascomestibles—que rescaté aqueldía siendoniño, cuandoatrapada enuna cercadelacantiladosedebatíahastamorir,cegadaporlanieve,yque,aunquemeatacó,logrécon una mano arrastrarla de una pata hasta sacarla indemne, y por un instanteesplendoroso, la blandí frente a los rayos del sol antes de que se remontara a lasalturasconangélicasalasporencimadelcongeladoestuario?

Enlascolinasvolvióareanudarseelcañoneo.Enalgunaregiónululabauntrencualvaporqueseacercase;talvezeraelmismoqueHughtomaríaestanoche.Enelfondodelaalberca,alláabajo,ardíaelresplandordeunpequeñosolquecabeceabaentrelaimageninvertidadelaspapayas.Reflejosdezopilotes,adosmilmetrosdeprofundidad,girabanbocabajoydesaparecían.Unave,cercanaenrealidad,parecíamoverse con saltos repetidos por la cima resplandeciente del Popocatépetl —dehecho, el viento se había calmado, lo cual redundaba en provecho de su puro.TambiénlaradioenmudecióyHugh,volviéndoseaacomodarenelsofá,ladejóenpaz.

Nisiquieralagaviotaeralarespuesta,porsupuesto.Aldramatizarelepisodiodelagaviota,lohabíadesvirtuado.¿Nitampocoaquelmiserablevendedordehotdogs?En aquella áspera noche de diciembre lo encontró en Oxford Street, empujando agrandespenassucarritonuevo—elprimeroquevendíahotdogsenLondres—quedurantemásdeunmeshabíavenidoempujando sinque le compraranuno solo.Yahora, con una familia quemantener y en vísperas deNavidad, andaba a la cuartapregunta. ¡Espectros deCharlesDickens!Tal vez lo que parecía tan terrible era lonuevo delmalhadadocarritoconqueembaucaronalhombre.Pero¿cómoesperaba(habíale preguntado Hughmientras sobre sus cabezas se cernían, incendiándose yapagándose, los monstruosos engaños y se alzaban en torno a ambos sombríosedificiossinalmaenvueltosporelsueñoglacialdesupropiadestrucción,sehabíandetenidoalaalturadeunaiglesiadecuyomuromanchadodehollínhabíanquitadounafiguradeCristoenlacruzparasólodejarcicatrizyleyenda:¿Nosignificaestonada para vosotros que pasáis por aquí?), cómo esperaba vender algo tanrevolucionariocomounhotdogenOxfordStreet?Eracomotratardevenderhelados

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enelPoloSur.No;lasoluciónconsistíaensituarseantelapuertadeunatabernaenalgúncallejónsinsalida;peronodecualquiertaberna,sinoladeFitzroyenCharlotteStreet, repletasiempredefamélicosartistasquebebíanhastamorir tansóloporquesus almas desfallecían, noche a noche, entre las ocho y las diez por no tener alalcancedelamanoalgosemejanteaunhotdog.¡Allíleconveníair!

Y…nisiquieraelvendedordesalchichasfuelasolución;apesardequeyaporNavidad había logrado iniciar un espléndido negocio a las puertas de Fitzroy. Depronto Hugh se enderezó, esparciendo por doquiera la ceniza de su puro. Y, noobstante,¿nosignificanadaelqueyacomienceaexpiar,aexpiarpormipasadotaninmensamente negativo, egoísta, absurdo y deshonesto? ¿No significa nada el queesté dispuesto a sentarme encima de un cargamento de dinamita con destino a losacosados ejércitos republicanos? ¿No significa nada que, después de todo, estédispuestoasacrificarmividaporlahumanidad,aunquenoseaenpequeñosdetalles?¿Nada para vosotros que pasáis?…Aunque no quedabamuy en claro qué diablosesperaba,siningunodesusamigossabíaqueibaahacerlo.EncuantoalCónsul,locreíatalvezcapazhastadealgomástemerario.Yhabíaqueadmitir(yestaideadelCónsul, tan desagradablemente cercana a la verdad, no le repugnaba) que toda laestúpidabellezadesemejantedecisiónquealguientomaseentalépoca,estribabaenelhechodequeerademasiadofútil,queerademasiadotarde,quelosrepublicanosyahabíanperdidoyquesiaquelalguienlograbasalirconvida,nadiepodríadecirdeélquelohabíaarrastradounaoladeentusiasmopopularenfavordeEspaña,cuandohastalosmismosrusossehabíandadoporvencidosylasbrigadasinternacionalessehabían retirado.Muerte y verdad podían hacerse rimar si fuesemenester. TambiénexistíaelviejotrucodedecirleacualquieraquesesacudiesedesuspieselpolvodelaCiudaddeDestrucción,quehuíadesímismoydesusresponsabilidades.Peroleasaltóelútilpensamiento:notengoresponsabilidadalguna.¿Ycómopuedoescapardemímismocuandocarezcodesedeenestemundo?Sinhogar.MaderoaladerivaenelOcéanoÍndico.¿EslaIndiamipatria?¿Disfrazarmedeintocable—locualnoseríatandifícil—eiraprisiónalasislasAndamandurantesetentaysieteaños,hastaque Inglaterra dé libertad a la India? Pero te diré esto: al proceder de esta suertecohibiríasaMahatmaGandhique,ensecreto,es laúnica figurapúblicapor laquesientesrespeto.No;tambiénlosientoporStalin,CárdenasyJawaharlalNehruysólocohibiríaalostresconmirespeto…DenuevotratódecaptarSanAntonio.

La radio respondió ahora con venganza; en la estación tejana daban con talrapidezlasnoticiasdeunainundación,queparecíacomosiellocutormismocorrierapeligrodeahogarse.Otrolocutor,convozmásfuerte,seregodeabaconbancarrotasydesastres, mientras que un tercero refería la miseria que asolaba a una capitalamenazada, con gente que a tropiezos recorría las oscuras callejas cubiertas deescombros, y miles de almas que se precipitaban en busca de refugio entre la

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oscuridad desgarrada de las bombas. ¡Cuán familiar le resultaba aquella jerga!¡Oscuridad,desastre!Ycómosehartabaelmundoconella.En laguerra futura loscorresponsales adquirían inaudita importancia al zambullirse en las llamas paraalimentar al público con sus propios bocados de excrementos deshidratados.Desgañitándose,unavozpregonódeprontolabajadevalores,lasalzasirregulares,los precios del grano, el algodón,metales y lasmuniciones.Mientras como fondo,crepitabaeternamentelaestática¡poltergeistsdeléterypalerosdelaidiotez!Hughseinclinóparaauscultarelpulsodeestemundoquelatíaenaquellagargantaenrejadacuyavozpretendíaahorahorrorizarseantelomismoporlocualsedisponíaadejarseengullirencuantotuvieselaabsolutacertezadequeelprocesodedegluciónduraríalobastante.Haciendogirarelselectorconimpaciencia,Hughcreyóoírderepenteelviolín de JoeVenuti, jubilosa alondrilla demelodía discursiva que se cernía en lacúspide de algún verano todo suyo por encima de toda esta furia abismal, aunquetambién furioso con el salvaje abandonomoderado de aquellamúsica que a vecesseguía aún pareciéndole el aspecto más feliz de Norteamérica. Tal vez estuviesentransmitiendo algún disco viejo, uno de aquellos con poético nombre de Polvo deEstrellasoFlordeManzano;yeracuriosocomprobarcuántodolorsentía,comosiestamúsicasiemprefresca,perteneciesedemodoirreparableaaquelloquehoy,alfinyalcabo,sehabíaperdido.Hughapagólaradioypermaneciórecostado,conelpuroentrelosdedos,contemplandoeltechodelporche.

Segúndecían,JoeVenutinovolvióaserelmismodesdelamuertedeEdLang.Éste hacía pensar en guitarras, y si Hugh llegaba a escribir algún día —como amenudoamenazabahacerlo—suautobiografía(aunquemásbienresultaríainútil,yaque su vida era de aquellas que tal vez se prestan mejor a breves resúmenes enrevistascomo:«Fulanodetaltieneveintinueveaños,hasidoremachador,compositordecanciones,vigilantedecoladeras,fogonero,marino,profesordeequitación,artistadevariedades,directordeorquesta, limpiadorde tocino,santo,payaso,soldadoporcincominutos,yujierenunaiglesiaespiritualista—dedondenodebíainferirseque,lejosdehaberadquiridoalolargodeestasexperienciasunaperspectivamásampliadelavida,tuvieradeellaunaideaalgomásrestringidaquecualquierempleadillodebancoquenuncahubieseasomadolasnaricesmásalládeNewcastle-under-Lyme»)—sialgúndíallegabaaescribirla,pensóHugh,tendríaqueadmitirqueunaguitarrahabíallegadoasersímboloimportantísimoensuvida.

Hacía cuatro o cinco años queno tocabaunaguitarra—yHughpodía tocarlascasidecualquiertipo—ysusnumerososinstrumentosabandonadosconsuslibrosensótanosobuhardillasdeLondresoParís,encabaretsdeWardourStreetodetrásdelbar delMarquis deGranby o del ViejoAstoria enGreek Street, que tiempo atráshabíasidoconvertidoenconvento—yendondesucuentaseguíaaúninsoluta—,encasas de empeño de Tithebarn Street o de Tottenham Court Road, en las que los

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imaginabaesperandooírduranteuntiempo—enmediodetodossussonidosyecos—supesadopaso,yluego,pocoapoco,amedidaqueelpolvoseacumulabasobreellosyquecadacuerdasucesivasereventaba,perdiendolaesperanza;cadacuerdauncable que los ataba a la evanescente memoria del amigo, estallando siempre enprimertérminolacuerdamásaguda,estallandoconruidosemejantealsecodisparode un revólver, o con curiosos gemidos de agonía, o con provocadores maullidosnocturnos,comopesadillaenelalmadeGeorgeFredericWatts,hastaquenoquedabasino la misma faz inerte de la lira enmudecida, caverna silenciosa para arañas ymoscas,ysutilcuellocolado,lomismoquecadacuerdareventadahabíaseparadoaHugh, angustia tras angustia, de su juventud, mientras quedaba el pasado, siluetatortuosa,oscura,palpableyacusadora.Oacasoyaparaahora,muchasveceshabíanrobadoorevendido,ovueltoaempeñarsusguitarras—heredadastalvezporalgúnotro maestro, como si cada una de ellas fuese alguna gran idea o doctrina. Estossentimientos, pensó con alegría, tal vez sentaran mejor a un Segovia exiliado yagonizante,queaun simpleexguitarristade jazz.Pero siHugh,porunaparte,nopodíatocarprecisamentecomoDjangoReinhardtoEddieLango,¡Diosloampare!,comoFrankCrumit,nopodíadejarderecordartampocoquealgunavezhabíatenidofamadeposeergrantalento.Enciertomodoextraño,estafama,comotantasdelascosas que a él se referían, era espuria, ya que obtuvo susmayores éxitos con unaguitarra tenor afinada como ukelele, y de hecho, la tocaba como si hubiera sidoinstrumento de percusión. Y sin embargo, un viejo clásico del Ritmo (disco«Parlophone» intitulado, tersamente, «Yuggernaut») seguía siendo clara prueba deque conun extraño estilo llegó a convertirse enmagode conmociones quepodíanconfundirse con cualquier cosa, desde el expreso de Escocia hasta elefantes quepateabanenelplenilunio.Entodocaso,pensó,suguitarrafuetalvezsurealidadmásauténtica.Y, farsaono,enel fondodecadaunade lasdecisiones importantesquetomó en su vida siempre hubo una guitarra. Porque por una guitarra se volvióperiodista;porunaguitarraseconvirtióencompositordecanciones,yhastaengranparteporunaguitarra—yHughsintióqueloembargabaunardienteylentorubordevergüenza—seembarcóporprimeravez.

Hughempezóaescribircancionesenlaescuela,yantesdecumplirlosdiecisieteaños,aproximadamentealmismotiempoenque,tambiéndevariastentativasperdióla inocencia, la firma judía de Lázarus Bolowski e hijos enNewCompton Street,Londres,leaceptódosdesuscomposiciones.Sumétodoconsistíaensalirlosdíasdefiesta a recorrer durante todo el día las oficinas de los editores demúsica con suguitarra bajo el brazo—yal respecto, sus primeros años le recordaban los deotroartistafrustrado,AdolfHitler—ysusmanuscritosentranscripciónparapianosoloenelestuchedelaguitarraoenunaviejamochilaGlanstonepropiedaddeGeoff.Esteéxito alcanzado en elmedio de lamúsica popular de Inglaterra, lo anonadó y casi

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antes de que su tía se enterara de lo acontecido, abandonó la escuela con suconsentimiento. En esta escuela, donde fungía como secretario de redacción de larevista,progresabaatiroytirón;repetíasequelaodiabaporlosidealesdesnobismoqueenellaprevalecían.Comoenciertogradoreinabaenellaelantisemitismo,Hugh,cuyo corazón se conmovía con facilidad, a pesar de la popularidad que habíaalcanzadoconsuguitarra,buscócomoamigosíntimosajudíosalosquefavorecíaensuscolumnas.SibienyasehabíainscritoenCambridge,dondeentraríaenunoodosaños,enrealidad,nuncatuvolaintencióndeirallá.Poralgunarazóntemíasemejanteperspectiva,puntomenosqueelencerrarseaprepararalgúnexamen.Yparaevitarlo,tuyoqueactuarconceleridad.Segúnloimaginóconciertocandor,suscancionesleofrecíanunamagníficaoportunidaddeindependizarseporcompleto,locualtambiénimplicaba independizarse de antemano del ingreso que, al cabo de cuatro años,comenzaría a recibir de sus tutores públicos, independiente de todos y sin ladiscutibleventajadeundiploma.

Pero su éxito comenzaba a opacarse un poco. Por una parte, se requería unafianza(sutíalahabíapagado)ylascancionesnosepublicaríansinoalcabodevariosmeses. Y cruzó por sumente la idea que resultó sermás que profética: que estascanciones, cada cual con los treinta y dos compases reglamentarios igualmentetrivialesyhastateñidosdeciertapuerilidad—tiempodespuésseavergonzótantodesustítulos,quehastalafechalosconservabaenunsecretocajóndesumemoria—,nobastarían para lograr su finalidad. Pues bien, tenía otras canciones entre las cualesalgunosdelostítulos,«SusquehannaMammy»,«SoñolientoWabash»,«CrepúsculodelMississippi»,«LúgubrePantano»,etc.,erantalvezreveladoresy,cuandomenoseldeuna:«TengoAñoranzadelaAñoranza(desentirañoranzapormipaís)Fox-TrotCantado»:profundo,sibiennodignodeWordsworth.

Perotodoestoparecíaperteneceralfuturo.Bolowskilehabíainsinuadoquelasaceptaríasi…YHughnoquisoofenderlotratandodevendérselasaotros.¡Ynoesque lequedaranmuchoseditoresquever!Pero talvez, talvez, siambascancionesllegaran a ser un éxito, si se vendieran enormemente, si hicieran la fortuna deBolowski,talvezsiunagranpublicidad…

¡Una gran publicidad! Esto bastaba; eso era siempre lo que se requería: senecesitaba algo sensacional, era el grito de los tiempos; así, cuando aquel día sepresentóenlaoficinadelSuperintendentedeMarinaenGarston—Garstonporquesutía se habíamudado del norte de Londres aOswaldtwistle durante la primavera—para enrolarse a bordo del vapor Filoctetes, tuvo al menos la certeza de haberdescubierto algo sensacional. ¡Oh!Hughapreció la imagenpatéticade aquel jovenque se imaginaba a sí mismo como la encrucijada entre Bix Beiderbecke, cuyosprimerosdiscosacababandesaliralaventaenInglaterra,Mozartniñoylainfanciade Sir Walter Raleigh, cuando en aquella oficina estampó su firma en la línea

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punteada;ytalveztambiéneraciertoqueenaquellaépocahabíaestadoleyendoconexageraciónaJackLondon,ElLobodeMar—yahoraen1938habíallegadohastaelvirilValledelaLuna—(supredilectoeraLaChaqueta),ytalvez,despuésdetodo,suamorporelmarfueragenuinoyaquellaexageradainmensidadnauseabundafuerasuúnicoafecto,laúnicamujerdequientendríaquesentircelossufuturaesposa,talveztodoestofueseciertodeaqueljovenquetambiénatisbabadesdelejos,másalláde la cláusula de ayudamutua paramarinos y bomberos, la promesa de ilimitadasdeliciasen losburdelesdeOriente (ilusión,porno llamarladeotra forma);pero loquedesventuradamentecasi leprivóhastadelúltimovestigiodeheroísmofueque,paralograrsusfinessin,pordecirloasí,«escrúpulosniconsideraciones»,Hughhizouna visita previa a la redacción de todos los periódicos localizados en un radio decincuenta kilómetros (y casi todos tenían sucursales en esa región), para darles aconocersuintencióndezarparenelFiloctetesy,contandoconlaprominenciadesufamiliaque,desdelamisteriosadesaparicióndesupadre,constituíaremotamenteunafuente de noticias, junto con el cuento de la aceptación de sus canciones —audazmenteanuncióqueBolowskilaspublicaríatodas—urdióelreportajeyconélobtuvo lapublicidad requerida, contandoasimismo,parapoder forzarles lamanoasusfamiliares,coneltemorqueéstosletendríanalridículoqueresultaríasiquisiesenimpedirleembarcarse,yaqueahoralanoticiaeradeldominiopúblico.Perotambiénhubootrosfactores.AunqueHughloshabíaolvidado.Aunasílosperiódicosapenassehabríandignadoprestaratenciónasuhistoriasinosehubiesepresentadoencadaredacciónarrastrandosumalhadadaguitarrita.Hughseestremecióanteestaimagen.Talvezporestacausalosreporteros—honestospadresdefamiliaengranparte—alver que él realizaba uno de los anhelos que ellos mismos acariciaban en secreto,complacieronaaquelmuchacho tanpropensoahacerel ridículo.Ynoesquealgosemejante se le hubiera ocurrido en aquella época.Muy al contrario. Hugh estabaconvencido de haber sido sorprendentemente listo, y las extraordinarias cartas de«felicitación»que le enviaronde todaspartesbucaneros sinbarco al descubrir quesusvidassehallabanbajolatristemaldicióndelainutilidadpornohabersurcadoconsushermanosmayoreslosmaresdelaúltimaguerra,ycuyosextrañospensamientosurdían con alegría la próxima—bucanerosde los cualesHughmismoera acaso elarquetipo—sólosirvieronparafortalecersuopinión.Volvióaestremecerseporque,despuésdetodo,bienhubierapodidonomarcharseyaquealgunosrobustosparientesrelegados al olvido, con los que nunca antes había contado, acudieron como sibrotasendelatierraenauxiliodesutíaparatratardeimpedirlequezarpase,locualhabrían logrado de no haber sido, por extraño que parezca, por Geoff, que,comprensivo, telegrafió a la hermana de su padre: Tonterías. Considero viajeproyectadoHughlomejorpuedeocurrirle.Enérgicamenteteapremioledesenteralibertad.Puntocapital,consideró,yaqueasísuviajeperdíaahoranosólosuaspecto

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heroico, sino además todoposible sabor de rebelión.Porque, a pesar de que ahoraestabarecibiendotodalaayudadelamismagentedequienporrazonesmisteriosasimaginaba escapar después de haber comunicado sus proyectos al mundo, aún nopodíasoportarunsoloinstantelaideadeque«huíaalmar».Yesto,HughnuncaseloperdonócompletamentealCónsul.

Asípues,aquelmismodía,viernestrecedemayo,enqueFrankieTrumbauer,acincomilkilómetrosdedistancia,grabósufamosodisco«Porningunarazón»,endo(locualllegóaconstituirparaHughunapunzantecoincidenciahistórica),perseguidoportrivialidadesneoamericanasdelaprensainglesa,queyacomenzabaainteresarseconfruiciónporsuhistoriayexpresábaseentérminosqueibandesde:«Compositor-estudiantevuélvesemarino»,«Hermanodeprominenteciudadanoescuchaelllamadodelmar»,«SiempreregresaréaOswaldtwistle»—últimaspalabrasquepronuncióelprodigioso antes de partir—, «Saga de cantor escolar resucita antiguo misterio deCachemira», pasando por, en una ocasión, con oscuro significado: «¡Oh, ser unConrad!»yenotra,conexactitud:«Estudiante,compositordecancionesenvísperasdegraduarse,embarcaconsuukeleleenuncarguero»(porquenoestabaapuntodegraduarse,segúnprontoselorecordaríaunviejomarinero,capazlobodemar),hastalos últimos y más aterradores, aunque, dadas las circunstancias, de valienteinspiración:«NohabrácojinesdesedaparaHugh,dicesutía»,sinsabersinavegabahaciaelesteoeloeste,nitampocosiquieraloquehastaelayudantemásínfimo,porrumores,sabíavagamente:queFilocteteseraunafiguradelamitologíagriega—hijodePeas,amigodeHeracles,cuyaballestacasiresultóserunaposesióntansoberbiaydesventuradacomosupropiaguitarra—,HughzarpórumboaCathayyalosburdelesde Palambang. Pensando en la humillación que su triquiñuela publicitaria le habíadeparadoenrealidad—humillaciónsuficienteensimismaparaenviaracualquieraaunretiroaúnmásdesesperadoqueelmar—,Hughseretorcióenelsofá.Entretantoresultaría apenas exagerado afirmar (¡Con un soberano carajo! ¿Leíste aquelperiódico cabrón? Llevamos a bordo a un duque hijo de puta o algo así) que seencontrabaensituaciónmuyfalsarespectoasuscompañerosdetripulación.¡Ynoesque la actitud de éstos fuera en modo alguno como hubiera podido esperarse! Alprincipio,algunosparecíanestimarlo,aunquealalargaserevelóquepormotivosnodeltodoaltruistas.Sospechaban—yconrazón—queerainfluyenteenelMinisterio.Algunos perseguían motivos sexuales de origen oscuro. Por otra parte, muchosparecían ser increíblemente vengativos y malignos, aunque en ciertos aspectosmezquinos con los que nunca antes había relacionado al mar y a los que desdeentoncesnuncarelacionóconelproletariado.Leíansudiarioíntimocuandovolvíalaespalda. Robaban su dinero.Hasta hurtaron sus pantalones demezclilla e hicieronquevolvieraacomprárselos,acrédito,despuésdehaberseprivadoellosmismosdelpoderadquisitivodesuvíctima.Ensuliterayensumochilademarineroocultaban

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martillos y herramientas.Luego, cuando limpiaba, di gamos, el cuarto debañodelsegundo oficial, algúnmarino joven de súbito y por razonesmisteriosas se volvíazalameroydecíalealgocomo:—¿Tedascuenta,camarada,dequeestástrabajandoparanosotros,cuandosomosnosotroslosquedebiéramosestartrabajandoparati?—Hugh,queentoncesnoadvertíaquetambiéncolocabaasuscamaradasensituaciónfalsa,oíacondesdénestegénerodediscursos.Aceptabalaspersecucionestalcomolevenían.Porlopronto,porquevagamentecompensabanloqueparaéleraunadelasdeficienciascapitalesdesunuevavida.

Estadeficiencialaconstituía,aunqueenunsentidocomplicado,la«blandura»desu nueva vida. Y no porque no fuera una pesadilla. Lo era, si bien de índoleespecialísima, aunque apenas tenía edad suficiente para apreciarla.Yno es que notrabajasehastallenarselasmanosdeampollasyluegotenerlasdurascomotablas.Oque no hubiese estado a punto de perder la razón con el calor y el aburrimientocuandotrabajabaenelmalacatebajolostrópicosocuandoderramabaplomorojoenlascubiertas.Oquetodonofuesemuchopeorquehacerdeesclavodelosmayoresenlaescuela,comohabríasidosinolehubieranenviadoaunaescuelamodernaenlaquenoexistíaesaesclavitud.No,susmanossehabíandespellejado,habíaestadoapuntodeenloquecer,y todoerapeor,enverdad;a loqueseoponíaeraa lascosasnimias,inconcebibles.

Porejemplo,quenosellamaraalcastillodeproa,castillodeproa,sino«cuadradelatripulación»yquenoestuvieraensulugar,sinoenlapopa,bajocubierta.Ahorabien,todossabenqueelcastillodeproadebeestardelanteyllamarsecastillodeproa.Peronosedesignabaaestecastillodeproaconelnombredecastillodeproa,porquenoeraenrealidaduncastillodeproa.Lacubiertasuperiordelapopacubríaloquenoerasinodemaneraevidentísima«lacuadradelatripulación»,segúnladesignaciónqueseledaba,yerancamarotesseparadosjustamentecomoaquéllosenelbarcodelaIsladeMan,condosliterasencadauno,alineadosalolargodeunpasillodivididopor el refectorio.PeroHughnoagradecía estamejoríade condiciones, arduamentelograda.Paraél,elcastillodeproa—¿yenquéotrapartedebíavivirlatripulacióndeunbarco?—significaba,demodoinevitableunúnicocuartoapestoso,situadoenlaproa, con literas en torno de unamesa colocada bajo una lámpara de petróleo quesiempre se mecía, y en donde los miembros de la tripulación reñían, putañeaban,bebíanyasesinaban.YabordodelFiloctetes, la tripulaciónno reñíaniputeabaniasesinaba. En cuanto a beber, su tía le había dicho, al fin y al cabo, con unaaceptaciónrománticadeauténticanobleza:Yasabes,Hugh,quenoesperoquebebassólocafécuandoatravieseselMarNegro.Yteníarazón.Hughnuncallegósiquieraaver de lejos el Mar Negro. Sin embargo, la mayor parte del tiempo bebía café abordo;avecestambiénté;devezencuandoagua;yenlostrópicos,jugodelimón.Aligualquetodoslosdemás.Tambiénestetéfuemotivodeotramolestia.Todaslas

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tardesalsonarrespectivamentelasseisylasochocampanadas,fuesuobligaciónalprincipio, como su compañero estaba enfermo, salir corriendo de la cocina para irprimeroaladespensayluegoalascuadrasdelatripulaciónconloqueeldespenserollamabauntuosamente«eltédelatarde».Contabnabs.Lostabnabseranpastelillosdeliciosos y exquisitos que preparaba el segundo cocinero. Hugh los comía condesprecio.¡ElLobodeMartomando,alascuatrodelatarde,técontabnabs!Yestonoeralopeor.Otrorenglónmásimportanteaúneralacomidamisma.LacomidaabordodelFiloctetes,simplecargueroinglés,era,contrariamentealasafirmacionesdeuna tradición tan firme que hasta entonces Hugh apenas se hubiera atrevido acontradecirlaaunensueños,óptima;comparadaconladesuescuela,endondehabíavivido alimentándose en condiciones tales que ningún miembro de la marinamercante habría tolerado cincominutos, era una fantasía degourmet. Nunca habíamenos de cinco platillos para desayunar en la mesa de los suboficiales, a cuyoservicioselehabíaadscritoalprincipiodemaneraespecial;peroenlas«cuadrasdela tripulación» era casi igualmente abundante. Picadillo americano, arenquesahumados,huevospasadosporagua,ytocino,avena,bistecs,panecillos,todoenunasola comida, hasta en un único plato; Hugh no recordaba haber visto nunca antestantacomida.Porello,tantomássorprendenteleresultóentoncesdescubrirqueunodesusdeberescotidianosconsistíaenecharporlabordacantidadesdeestamilagrosacomida. Se consideraba preferible arrojar al Océano Índico, o a cualquier océano,aquel sancocho que la tripulación no había consumido, que, según corría la frase,«devolverlo a la cocina». Tampoco por esta mejoría de condiciones, lograda congrandesesfuerzos,llegóasentirHughgratitudalguna.Nitampoco,locualresultabamisterioso,parecíasentirlaningunodelosdemás.Porqueloinfamedelacomidaerael gran tópico de conversación:—No se desesperen,muchachos, pronto habremosvueltoacasaendondepuedeunoecharsealgocomestible,envezdeestainmundicia,controzosdepinturaoDiossabequéserá—yHugh,almalealenelfondodesuser,rezongaba con los demás. Sin embargo, halló su nivel espiritual entre loscamareros…

Noobstante, sentíaseatrapado.Tantomáscuantoquesedabacuentadequeenningúnaspecto esencialhabíapodido sustraerse a suvidapasada.Todocontinuabaaquí, aunquebajootra forma: losmismos conflictos, losmismos rostros, lamismagente—imaginaba—queenlaescuela,lamismaíndoledeespuriapopularidadconsuguitarra,lamismaclasedeimpopularidadporquehacíamigasconloscamareroso,lo que era peor, con los fogoneros chinos. El barco mismo parecía un gigantescocampodefútbolmoviente.Ciertoquehabíadejadoatráselantisemitismo,porquelosjudíosdelmundoenteroeran lobastantesensatosparanohacersemarinos.Perosibienalabandonarsuescuelapensótambiéndejarapopaelsnobismoinglés,sehabíaequivocado rotundamente. El grado de snobismo imperante en elFiloctetes era en

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realidadtanfantásticoydetalíndole,queHughnuncalohubieracreídoposible.Elcocineroprincipalconsiderabaasuincansablesegundocomounserdecastadeltodoinferior.Eljefedelatripulacióndespreciabaalcarpinteroyasí,durantetresmeses,aunque tomaban los alimentos en el mismo recinto, no le dirigió la palabra portratarsedeunartesano,mientrasque,asuvez,elcarpinterodespreciabaaljefedelatripulaciónportenerél,Chips,elgradomáximoentrelossubalternos.Elcamareroenjefe,quegustabadevestircamisasarayascuandonoestabadeservicio,manifestabacon todaclaridadeldesprecioquesentíaporel jovial segundodeabordo,el cual,rehusándoseatomarsuvocaciónenserio,seconformabaconvestirunsuéteryunacamisetade toalla.Cuando,para iranadar,elgrumetemás jovenbajóa tierraconuna toalla enrollada al cuello, le riñó con solemnidad el cabodebrigadas (quien apesardellevarcamisasincuelloduro,llevabacorbata),acusándolodeserladeshonradelatripulación.YelcapitánmismocasiseponíanegrocadavezqueveíaaHugh,porque éste, con intención de halagarlo, había dicho durante una entrevista que elFiloctetes era un vapor volandero vagabundo. Vagabundo o no, todo el barco sezarandeabayserevolcabaenmediodeprejuiciosburguesesytabúsdetalíndole,queHughignorabaqueexistiesen.Oalmenos,esocreía.Porotraparte,erafalsoaquellodel zarandeo. Hugh, lejos de aspirar a ser un Conrad, según lo sugirieron losperiódicos, no había leído hasta entonces una sola palabra de aquel escritor. Perosabía vagamente que Conrad insinuaba en alguna parte que en ciertas estacionesdebíanesperarsetifonesenlacostadelaChina.Éstaeralaestación;aquí,unouotrodíadivisaríanellitoralchino.Noobstante,noaparecíatifónalguno.O,silohabía,elFiloctetes ponía buen cuidado en evitarlo. Desde el momento en que salió de losLagosAmargos hasta que se encontró en rada enYokohama, reinó unamonótonatranquilidad de sepulcro. Hugh desmenuzaba herrumbre durante sus penosasguardias. Sólo que, en realidad, no eran penosas porque nada pasaba. Y no eranguardiasnocturnas; trabajabadedía.Y,noobstante, sevioobligadoa fingirsea símismo, ¡pobre tipo!, que algo romántico tenía lo que había hecho. ¡Y bien que lotenía!Habríaencontradofácilconsueloconsultandounmapa.Pordesgracia,tambiénlosmapas le recordaban su escuela en demasía.Así es que, cuando atravesaron elCanaldeSuez,noprestóatenciónalasesfinges,aIsmailianialMonteSinaí;ni,alatravesar el Mar Rojo, pensó en Hejaz, Asir o Yemen. Como la isla de PerimpertenecíaalaIndiaaunqueestuvieratanalejadadeella,siemprelehabíafascinado.Sin embargo, durante todauna tardepasaron frente al terrible paraje, sin que él sediera cuenta.Una estampilla de la Somalia italiana en la que aparecía la efigie deagrestespastores, fue algunavez sumáspreciado tesoro.Doblaronpor elCabodeGuardafuísinquesepercataradeello,aligualquecuando,niñoaún,alostresaños,pasóporallíenladireccióncontraria.DespuésnopensónienelCaboComorínnienNicobar.NienelGolfodeSiam,enPnom-Penh.Talvezniélmismosupoenqué

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pensaba;lascampanasrepicaban,lasmáquinasmurmuraban;videre:videre;ytalvezen lo alto del cielo hubiese otromar en el que el alma abría el surco de su alta einvisibleestela…

Porciertoque,paraél,Sokotranoseconvirtióensímbolosinomuchodespués,ynuncaseleocurrióquepudohaberpasadoadistanciabastantepróximadelsitioenquenaciera,cuandoenelviajederegresonavegaronfrenteaKarachi…Hong-Kong,Shanghai;perolasoportunidadesdebajaratierraeranpocas,yalejadaslasunasdelas otras; nunca podían tocar el poco dinero que tenían, y después de haberpermanecido anclados frente a Yokohama durante todo un mes sin que se lesconcedieraunsolopermisoparabajaratierra,secolmósucálizdeamargura.Ysinembargo,aquellosqueobtuvieronelpermiso,envezderugirenlosbaresquedáronsea bordo cosiendo y contando chistes indecentes queHugh había oído a la edad deonce años.O bien se dieron a compensaciones neutras y torpes.YHugh tampocopudosustraersealfariseísmoinglésdesusmayores.Noobstante,comoabordohabíauna buena biblioteca, bajo la tutela del estibador, Hugh comenzó a adquirir laeducaciónqueunaescuelacostosanofuecapazdesuministrarle.LeyóLasagadelosForsytheyPeerGynt.Tambiénengranparte,graciasalestibador,almabondadosafilocomunistaqueentiemposnormalespasababajocubiertalashorasdesuguardiaestudiando un folleto llamadoLaMano Roja, Hugh renunció a su idea de no ir aCambridge.—Siestuvieraentusituación,iríaaljodidolugar.Sácaleloquepuedas.

Mientrastanto,implacable,sureputaciónlohabíaseguidohastaellitoralchino.Sibien los titularesdelFreePress deSingapur solíanproclamar: «Asesinatode laConcubina del Cuñado», no fue sorprendente hallar al poco tiempo pasajes como:«Mozalbetedecabeza rizadaestabaenelcastillodeproadelFiloctetes ymientrasésteanclabaenPenang,tocabasucomposiciónmásrecienteenelukelele».Noticiasqueahora,deundíaaotro,podríanaparecerenel Japón.Sinembargo, laguitarramisma había acudido al rescate. Y al menos Hugh sabía ahora en qué pensaba.¡Pensaba en Inglaterra y en el viaje de regreso! Inglaterra, de donde tanto habíaanhelado escapar, tornábase ahora en el único objeto de su anhelo, en su tierraprometida; en la monotonía de estar perennemente anclados, más allá de loscrepúsculosdeYokohamacomofalsetesde«Cantandoelblues»,pensabaensupaíscomoel enamoradopiensaen suamante.Noevocabaporciertootrasamantesquepudo haber tenido en su país. Hacía mucho que había olvidado uno o dos idiliosbreves, a pesar de que alguna vez fueron serios. El destello de una enternecedorasonrisa de la señora Bolowski en la penumbra de Compton Street le persiguió enformaalgomásduradera.No:pensabaenloscamionesdedospisosdeLondres,enlos anuncios de los teatros frívolos al norte, en el Hipódromo de Birkenhead: dosfuncionesdiarias,alas6.30yalas8.30.Yenverdescamposdetenis,enelrebotedelaspelotassobreeltersocéspedyensuágilvueloporencimadelared,enlagente

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querecostadaensillasplegablesbebíaté(apesardequepodíaemularlaabordodelFiloctetes),ensugustoreciénadquiridoporlacervezainglesayelquesoañejo…

Pero sobre todo, pensaba en sus canciones, que ahora verían la luz. ¿Quéimportabatodolodemássicuandovolvieraacasa,talvezenesemismohipódromodeBirkenhead,lastocaríanycantaríandosvecescadanocheantesalasrepletas?Osibiennolastarareaban,hablaríandeél.PorquelafamaleaguardabaenInglaterra,noaquel falso renombre que ya había atraído sobre su persona; no notoriedad barata,sinofamareal,famaquesentíaahora,despuésdehaberpasadolasdeCaín,despuésde haber pasado «por el infierno mismo»—y Hugh se convenció de que tal eraverdaderamenteelcaso—quehabíaganadocomoderechoyrecompensa.

PerovinoeltiempoenqueHughpasóenrealidad«porelinfierno».Undía,unpobrecarguerohermanopertenecienteaotrosiglo,elEdipoTirano—decuyotocayopudierahaberleinformadoelestibadordelFiloctetesquesetratabadeotrogriegoendesgracia—,estabaancladoenradafrenteaYokohama,distante,aunquedemasiadocerca,porqueaquellanochelosdosenormesbarcos,girandosincesarconlamarea,gradualmenteseacercarontantoelunoalotroquecasichocaron,yporunmomentoesto pareció estar a punto de ocurrir; a bordo, la popa del Filoctetes hervía deexcitación,yluego,mientraslosbarcosapenassedeslizabanelunojuntoalotro,elcapitánsegundogritóporunmegáfono:

—¡SaludosdelcapitánSandersonalcapitánTelson,ydíganlequelehandadounfondeaderodetestable!

ElEdipoTiranoque,adiferenciadelFiloctetes,llevabafogonerosblancos,habíasobrepasadoelincreíbleperíododecatorcemesesfueradesupuertodeorigen.Poresarazónsumaltrechocapitánnoestabaansiosoenmodoalguno,comoelcapitándeHugh, de negar que su barco fuera un vagabundo volandero de losmares.Ya dosveceshabíadescolladoaestriborlarocadeGibraltar,noparaanunciarelTámesisniMersey,sinoelOcéanoAtlántico,ellargotrayectoaNuevaYork.Yluego,VeracruzyColón,Vancouver,yellargoviajeporelPacíficoparavolveralLejanoOriente.Yahora, cuando justamente todos estaban seguros de que en esta ocasión al fintornaríanacasa,acababanderecibirórdenesdevolverunavezmásaNuevaYork.Sutripulación,especialmentelosfogoneros,estabahartadeesteestadodecosas.Alamañanasiguiente,cuandoambosbarcossehallabanancladosadistanciarazonable,apareció un anuncio en el comedor trasero delFiloctetes en el que se solicitabanvoluntariosparasustituirtresmarinosycuatrofogonerosdelEdipoTirano.Deestasuerte,aquelloshombrespodríanregresaraInglaterraabordodelFiloctetes,quesólollevaba tresmesesenelmar,peroque,enelcursode lasemanaenquezarpasedeYokohama,haríaelviajederegreso.

Ahorabien,másdíasenelmarsonmásdólares,porpocosquesean.Ytresmesesenaltamarsonasimismountiempolarguísimo.Perocatorcemeses(Hughtampoco

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habíaleídoaúnaMelville)sonunaeternidad.NoeraprobablequeelEdipoTiranotuvieraqueenfrentarseamásde seis añosdevagancia:peronunca se sabía;quizátuvieranlaideadetransferirpocoapocolamanodeobramásagotadaanavíosqueretornaranacasa,cuandolosencontrasen,yasímantenerloerrantepordosañosmás.Alcabodedosdíassólosehabíanpresentadodosvoluntarios,unauxiliarderadioyunmarinero.

Hugh contempló elEdipo Tirano que, en su nuevo anclaje, aunque continuabameciéndoseconrebeldía,seacercabacomoalcabestrodesumente,yasíaparecíaelviejovapororamostrandopormomentosuncuarto,otraotrocercade laescollera,paradar la aparienciaenel siguiente instantedehacersea lamar.AdiferenciadelFiloctetes,eraasusojostodoloquedebíaserunbarco.Enprimertérmino,nodabaconsuaparejolaimpresióndeseruncampodefútbol,masadechaparrospostesdemetay redes.Susmástilesycabriaspertenecíana laaltivavariedadde lacafetera.Losprimeroserannegros,deacero.Suchimeneatambiéneraalta,yrequeríapintura.Erasucioymohoso,yasucostadoasomabaelminiorojo.Estabaescoradoababor,yquiénsabesitambiénaestribor.Elestadodesupuentesugeríaunrecientecontacto—¿sería posible?—con algún tifón.Si no era así, poseía el aspectodequeprontoatraería uno. Estaba mellado, envejecido, y, feliz idea, tal vez hasta a punto dehundirse.Ysinembargoalgoteníadejuvenilyhermoso,comounailusiónquenuncamueresinoquesiemprepermanececonelcascosumidoenelhorizonte.Decíasequeeracapazdedesarrollar sietenudos. ¡E ibahastaNuevaYork!Porotraparte, si seenrolabaenél,¿quéocurriríaconInglaterra?Laconfianzaqueteníaensuscancionesno era tan absurda como para inducirlo a pensar que allí su fama seguíaresplandeciendotantodespuésdedosaños…Además,comenzarnuevamentedesdeelprincipioentrañabaunterribleajuste.Ysinembargo,nollegaríaabordomarcadoconelmismoestigma.ErapocofactiblequesunombrehubierallegadohastaColón.¡Ah!,¿quéhabríahechosuhermanoGeoff,que tambiénconocíaestosmares,estasdehesasdeexperiencia?

Pero no podía hacer aquello. Era pedirle demasiado, irritado como estaba porpermanecer inmóvil durante un mes en Yokohama, sin derecho siquiera a bajar atierra.Eracomosienlaescuela,precisamentealestarcercalaclausuradelasclases,lehubierandichoquenohabríavacacioneseseverano,quedeberíaseguirtrabajandocomo de costumbre durante agosto y septiembre. Salvo que nadie le decía nada.Algunavoz íntima le incitaba simplementeapresentarsecomovoluntarioparaquealgúnotro,cansadodelmarymásnostálgicodesupatriaqueél,pudieseocuparsuplaza.HughsealistóabordodelEdipoTirano.

Cuando volvió al Filoctetes un mes después, en Singapur, era una personadiferente.Teníadisentería.ElEdipoTiranonolohabíadesengañado.Sucomidaerapobre.Nohabíamásrefrigeraciónqueunaheladera.Yuncamareroprincipal(¡perro

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desgraciado!)sepasabatodoeldíaensucamarotefumandocigarrillos.Ytambiénelcastillodeproaestabaenelfrente.Yapesardetodoaquello,loabandonócontrasuvoluntad, sin rasgoalgunodignodeLordJim,porerrordealgunaagencia,cuandoestabaapuntoderecogerperegrinosqueibanalaMeca.SehabíadescartadoelviajeaNuevaYork,ysuscompañerosdeviaje,sibiennotodoslosperegrinos, llegaríanprobablementea sudestino,despuésde todo.Exentodel servicio, solitariocon susdolores,Hughsesentíacomounserlastimoso.Ynoobstante,devezencuandoselevantaba apoyándose en un codo: ¡Dios mío, qué vida! No existían condicionesdemasiadobuenasparahombres lobastante endurecidosque las soportaran.Ni losantiguos egipcios supieron lo que era la esclavitud. Aunque, ¿qué sabía él alrespecto?Nomucho.Lascarboneras,abastecidasenMiki—negropuertocarboníferoconcebido para satisfacer la idea que cualquier hombre en tierra tuviese sobre lossueños de los marinos, ya que en él cada casa es un burdel y cada mujer unaprostituta,inclusounaviejabrujaquegrababatatuajes—prontoestuvieronllenas:elcarbónllegabacasihastaelpisodelcuartodecalderas.Hughsólohabíavistoelladoagradable—si acaso lo tenía—del oficio de fogonero. Pero ¿eramejor la vida encubierta?No,enverdad.Tampocoallíhabíamisericordia.Paraelmarinero, lavidaenelmarnoeraunainsensatatriquiñuelapublicitaria.Eraalgoperfectamenteserio.Hugh se avergonzó terriblemente por haberla explotado como si lo fuera.Años deaplastante monotonía, de estar expuesto a toda clase de oscuros peligros yenfermedades, el destino de cada cual a merced de una compañía que sólo seinteresaba por la salud de uno en la medida del riesgo que corría de pagar laindemnización de un seguro, la vida hogareña reducida a una semicópula con laesposa en la estera de la cocina cada dieciocho meses, eso era el mar. Eso, y unsecretoanhelodesersepultadoenél.Yunenormeeinsaciableorgullo.Hughcreíacomenzar a percatarse ahora, aunque remotamente, de lo que había tratado deexplicarle el estibador; el porqué, a bordo delFiloctetes, se le había denostado yadulado con servilismo. En gran parte se debió a que estúpidamente se habíaanunciadocomorepresentantedeunsistemasinentrañasalquealaveztemíanydelque desconfiaban.Y sin embargo, este sistemaofrecemuchosmás atractivos a losmarinosquea losfogoneros,querarasvecessurgenpor losescobenesarespirarelburgués aire superior. No obstante sigue pareciendo sospechoso. Sus métodos sontortuosos.Susespíasandanpordoquier.Losonsacanauno,¡sesabe!,hastaconunaguitarra. Por esta razón, debe leerse su diario íntimo. Hay que vigilarlo, mirar defrentesusdiabluras.Siesmenester,hayqueadularlo,imitarloypretendercolaborarconél.Yél,asuvez,nosadula.Cedeunpuntoenestoyaquello,enasuntoscomolacomida, mejores condiciones de vida, y, aunque primero haya destruido latranquilidadespiritualnecesariaparaaprovecharlas,hastaenbibliotecas.Porquedeestamaneramantieneundominiosofocantesobrenuestraalma.Yporqueestoocurre

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aveces,alvolverseunoservil,derepentesedescubreunodiciendo:—¿Sabes?,estástrabajandoparanosotros,cuandodebiéramosnosotrostrabajarparati—tambiénesoes cierto.El sistema trabajaparauno, comopronto sedescubrirá, cuandovenga lapróximaguerraquetraeráconsigoempleosparatodos—.Peronoteimaginesqueporsiemprepodrássalirteconlatuyaentodastusastucias—repiteunotodoeltiempoenelfondodelcorazón—;dehechotetenemosennuestrasgarras.¡Sinnosotros,enlapazoenlaguerra,lacristiandaddeberáderrumbarsecomounmontóndecenizas!—Hugh advertía lagunas en la lógica de este pensamiento.No obstante, a bordo delEdipo Tirano, casi sin lamácula de aquel símbolo, Hugh no había sido objeto dezalameríasnidevejaciones.Selehabíatratadocomoauncamarada.Yselehabíaayudadocongenerosidadcuandonopodíaconsustareas.Sólocuatrosemanas.Sinembargo,aquellascuatrosemanasabordodelEdipoTirano lo reconciliaronconelFiloctetes.Yasí,preocupábaseamargamenteporquedurantesuenfermedadalguienteníaquehacersutrabajo.Cuandovolvióasuslaboresantesdehaberserestablecido,siguió soñando con Inglaterra y con la fama. Pero se ocupaba sobre todo enperfeccionarelestilodesutrabajo.Rarasvecestocósuguitarraduranteestasúltimassemanas llenas de penalidades. Parecía arreglárselas espléndidamente. Tanespléndidamente que, antes de desembarcar, sus propios compañeros insistieron enhacerlelasmaletas.Conpanrancio,segúndescubriómástarde.

Permanecieron anclados en Gravesend, esperando a que subiese la marea. Alderredor,enlabrumosamadrugada,yaloscorderosbalabancondulzura.Enlamedialuz el Támesis no parecía muy diferente del Yang-tse-kiang. Luego, de pronto,alguienapagósupipagolpeándolacontraelmurodeunjardín…

Hugh no esperó a descubrir si al periodista que había subido a bordo enSilvertownlegustaba tocarsuscancionesensushorasdeocio.Casi loechópor laborda.

Lomismoqueleinspiróaquelactodepocagenerosidad,noleimpidióhallarsucaminoaquellanochehastallegaraNewComptonStreetyalamiserabletienduchadeBolowski.Cerradaahorayoscura.PeroHughcasipudotener lacertidumbredequeaquellascancionesenelescaparateeranlassuyas.¡Cuánextrañoeratodoesto!Casi imaginó escuchar compases familiares que provenían de arriba (sin duda, laseñoraBolowskiloscanturreabaenuncuartosuperior)yluego,mientrasbuscabaunhotel, que toda la gente a su alrededor los tarareaba. También, en el Astoria, estetarareopersistióensussueñosaquellanoche; levantósealalbaparaescudriñarunavezmáselmaravillosoescaparate.Ningunadesuscancionesestabaalavista.Hughse sintió desilusionado sólo por un segundo. Tal vez habían llegado a ser tanpopularesquenopodíadesperdiciarseningúnejemplarparaexhibirlo.AlasnuevedelamañanavolvióalatiendadeBolowski.Elhombrecilloestabaencantadodeverlo.Sí, por cierto, sus canciones se habían publicado tiempo atrás. Bolowski iría a

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buscarlas.Hughesperóconteniendolarespiración.¿Porquétardabatanto?Despuésdetodo,Bolowskierasueditor.Nopodíaser,claroestá,quetuvieradificultadparaencontrarlas.Al fin regresóacompañadoporunayudanteydosenormespaquetes.—Aquí—dijo—estánsuscanciones.¿Quéquierequehagamos?¿Deseallevárselas?¿Oprefierequelasconservemosaúnporalgúntiempo?

Yallí,nocabíaduda,estabanlascancionesdeHugh.MilejemplaresdecadaunasepublicaroncomoloprometióBolowski:eratodo.Nohabíahechoesfuerzoalgunopor distribuirlas. Nadie las tarareaba. Ningún comediante las cantaba en elHipódromodeBirkenhead.Nadie había vuelto a oír jamás una sola palabra de lascanciones del «compositor estudiante». Y a Bolowski le era completamenteindiferentesialguienvolvíaamencionarlasenelfuturo.Lashabíaeditadoyconellohabíacumplidosuobligacióncontractual.Talvezesolecostabaunatercerapartedelaprima.Peroelrestoerabeneficioneto.SiBolowskipublicabaasímilcancionesalañoa losconfiadosbobosqueestabasdispuestosapagar,¿paraqué incurriren losgastos de distribución? Las simples primas le bastaban.Y, después de todo,Hughteníasuscanciones.¿Acasonosabía,explicóleBolowskicongentileza,quenohabíamercado para las canciones de compositores ingleses? ¿Que la mayoría de lascanciones publicadas eran norteamericanas? Muy a su pesar, Hugh sintió que lohalagabaelqueleiniciasenenlosmisteriosdelnegociodecanciones.—Perotodalapublicidad —tartamudeó—, ¿no le sirvieron de nada todos esos anuncios? —yBolowskinegósuavementecon lacabeza.Todaaquellahistoriahabíamuertoantesdequelascancionessepublicaran—.Y¿noseríafácilresucitarla?—murmuróHughtragándosesusbuenasintencionesalrecordaraaquelperiodistaquehabíasacadoapatadas del barco el día anterior: luego, avergonzado, intentó nueva táctica… ¿Talvez,despuésdetodo,enAméricatendríamayoresoportunidadescomocompositor?YpensólejanamenteenelEdipoTirano.PeroBolowskiseburlódelasoportunidadesenAmérica,endondecadameseroeracompositordecanciones…

Noobstante,abrigandodurantetodoestetiemporemotasesperanzas,mirabasuscanciones.Almenossunombreaparecíaenlascubiertas.Ydehecho,enunadeellasse veía la foto de una orquesta de baile. ¡Interpretada con enorme éxito por IzzySmigalkinysuorquesta!Tomandovariosejemplaresdecadauna,volvióalAstoria.IzySmigalkintocabaenelElephantandCastle,yhaciaalládirigiósuspasos,aunquenohabríapodidoprecisarconquéobjeto,yaqueBolowskihabíadejadotraslucirlaverdad: que aunque Izzy Smigalkin hubiera estado tocando en el mismo KilburnEmpire,seguiríasiendoel tipodepersonaquenose interesabaencancionesdelasque no se habían editado partituras para orquesta, a pesar de que a raíz de algúnsecretoarregloconBolowski,lashubiesepresentadoconbastantepocoéxito.Hughcomenzóaconocerelmundo.

Pasó sus exámenes de ingreso en Cambridge, pero apenas si renunció a sus

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antiguasguaridas.Dieciochomesesdebierontranscurrirantesdequepudieseentrar.El periodista al que había echado del Filoctetes le había dicho, sin aclarar susrazones: —Es usted un idiota. ¡Podría hacer que todos los editores de la ciudadcorrieran en pos de usted!—castigado,Hugh consiguió, gracias almismo tipo, unempleoenalgúnperiódico,endondepegaba recortesdeperiódicosparaunálbum.¡Así es que había llegado para eso!No obstante, pronto adquirió cierto sentido deindependencia—aunquesu tía lepagabaelhospedaje.Ysuascensofuerápido.Sunotoriedad le sirvió, si bien hasta entonces nada había escrito sobre el mar. En elfondo,anhelabalahonestidad,elarte,ysedijoqueenelrelatoqueescribiósobreelincendiodeunburdelenWappingOldStairs,había logradoexpresarambascosas.Peroenloíntimodesusernoseapagabanlosrescoldosdeotrosfuegos.Yanoibadeundesacreditadoeditoraotro,mendigandoconsuguitarraysusmanuscritosmetidosen lamochila deGeoffrey.Y, no obstante, una vezmás en su vida volvía a tenerciertasemejanzaconladeAdolfHitler.NosehabíadesconectadodeBolowskiy,enelfondodesucorazón,seviourdiendounavenganzaensucontra.Ciertaformadeantisemitismo privado se convirtió en parte de su vida. Por las noches trasudabaviolento odio racial, aunque a veces atravesaba por sumente la idea dé que en elcuartodelascalderashabíatocadoelfondodelsistemacapitalista,estasensaciónleresultaba inseparable de su odio por los judíos. En cierto modo era culpa de lospobres judíos, no sólo de Bolowski, sino de todos los judíos, que él hubiesedescendidohastaelcuartodecalderasacariciandodesmesuradasilusiones.Losjudíoseran responsables hasta de que existiesen excrecencias económicas como lo era laMarinaMercanteBritánica.Enlossueñosqueacariciabaduranteeldíaconvertíaseeninstigadordeenormespogromsdecaráctergeneralenloscuales,porlomismo,nosederramabaunasolagotadesangre.Ydíaadíaseacercabaasufinalidad.Cierto,entreéstayél,devezencuando,alzábaselasombradelestibadordelFiloctetes.Ocentelleaban las sombras de los estibadores delEdipoTirano. ¿Pero acaso no eranBolowskiy losdesucalaña losenemigosdesupropia raza,ynoeran losmismosjudíos los descastados, los explotados y los errantes de la tierra, al igual que losestibadoresycomoélmismolohabíasido?Pero¿quéeralafraternidaduniversalsilosmarinos llenaban de pan rancio lamochila de un hermano?Y, a pesar de ello,¿adondevolverlamiradaparahallarclarosvaloresderectitud?¿Acasosupadreysumadre no habían muerto? ¿Su tía? ¿Geoff? Pero Geoff, como el fantasma de supropioalterego,andabasiempreporRabatoTombuctú.Además,yaunavezlehabíaprivado de la dignidad de convertirse en rebelde. Recostado en el sofá, Hughsonrió… Porque alguien hubo, ahora recordaba, a cuya memoria, cuando menos,podía haber acudido…Esto le recordó, además, que a la edad de trece años habíasidoporalgún tiempoardiente revolucionario.Y¡extrañavocación!¿nohabíasidoestemismo director de su antigua escuela preparatoria y guía de scouts, elDoctor

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Gotelby, fabuloso y errante tótem de privilegios, iglesia, caballero inglés—¡Diossalve al Rey!— y segura ancla de los padres, el responsable de su herejía?¡Cabroncete! Con admirable independencia el apasionado viejo que domingo adomingopredicabalasvirtudesenlacapilla,ilustróantelosojosdesorbitadosdesuclasecómolosbolcheviques,lejosdeserlosinfanticidasdelDailyMail,seguíanunanorma de vida sólo menos espléndida que la usual entre los integrantes de sucomunidaddePangbourneGardenCity.PeroyaparaentoncesHughhabíaolvidadoasu antiguo mentor. Al igual que hacía mucho olvidó realizar cada día una acciónvirtuosa.Yqueuncristianosonríeysilbaencualquiercircunstancia,yquesiunavezhabía sido uno scout se era para siempre comunista. Hugh sólo recordaba «estarpreparado».YasífuecomosedujoalaesposadeBolowski.

Peroacasofueunasoluciónmáspensadaquelograda…Apesardelocual,pordesgracia, Bolowski se empeñó en presentar una demanda de divorcio acusando aHughdecomplicidad.Aunquequedabaporocurrircasi lopeor.Bolowski loacusótambiéndehabertratadodeengañarloenotrosaspectosaldeclararquelascancionesque le había publicado eran ni más ni menos que plagios de dos númerosnorteamericanos poco conocidos. Hugh quedó estupefacto. ¿Era posible? ¿Acasohabía vivido en un mundo de ilusiones tan absoluto que había ansiadoapasionadamente la publicación de canciones plagiadas, cuya impresión pagó élmismo, o, mejor dicho, su tía, y que, de modo tortuoso, hasta su desengaño alrespecto fuera falso? Según se comprobó, la verdad no fue tan terrible. Y sinembargo, existían bases muy sólidas para la acusación, en lo que a una de lascancionesserefería…

Recostadoenelsofá,Hughlibrabaunaluchaconsupuro.¡DiosTodopoderoso!¡DiosTodopoderoso, azotede lospecadores!Debióhaberlo sabido todo el tiempo.Sabía que lo sabía. Por otra parte, preocupado sólo por la interpretación, parecíacomosisuguitarrapudieraconvencerlodequecualquiercanciónerasuya.Tambiénel que el número norteamericano fuese infaliblemente un plagio, no le auxilió ennada. Hugh estaba angustiado. En esta época vivía en Blackheath y un buen día,cuandolaamenazadelescándaloperseguíatodossuspasos,caminóapieveinticincokilómetroshastallegaralaciudad,recorriendolossuburbiosdeLewishamCatford,NewCross, hasta el OldKent Road, frente, ¡ah!, al Elephant and Castle, hasta elcorazón de Londres. Macabras, sus pobres canciones le perseguían ahora en tonomenor.Deseabaperderse en estosdistritos sin esperanza, asoladospor lamiseria eidealizadosrománticamenteporLongfellow.Anhelabaqueelmundoloengulleraaély a su infortunio. Porque infortunio era lo que sobrevendría. Lo aseguraba lapublicidadqueotrora invocaraenprovechopropio.¿Cómose ibaa sentirahorasutía? ¿Y Geoff? ¿Y la poca gente que había confiado en él? Hugh ideó un últimoprogramagigantesco:envano.Porúltimo,hastalepareciócasiunconsuelosaberque

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sumadreysupadrehabíanmuerto.Encuantoaltutorprincipaldesuescuela,noeraprobablequequisieradarlabienvenidaaunestudiantequeacababadearrastrarseenlos«tribunalesdedivorcio»—palabrasterribles.Laperspectivaparecíalehorrible;lavida,apuntodeacabarse;laúnicaesperanza:alistarseenotrobarcotanprontocomotodohubieseterminado,o,sifueraposible,antesdequetodocomenzase.

Luego,desúbito,ocurrióunmilagro,algofantásticoeinimaginableparalocualhastaestedíaHughnohabíalogradohallarexplicaciónlógica.DeprontoBolowskidesistió de todo. Perdonó a su esposa. Llamó a Hugh y, con máxima dignidad,tambiénleperdonó.Retirólademandadedivorcio.Ytambiénlaacusacióndeplagio.Todo había sido un error, dijo Bolowski. En el peor de los casos, como nunca sehabíandistribuidolascanciones,¿quédañosehabíahecho?Mientrasmásprontoseolvidase,mejor.Hughnopudodarcréditoasusoídos:comotampocopodíadárselohoy, al recordar, ni creer tampoco que, poco después de pensar que todo se habíaperdido y que su vida estaba irremisiblemente arruinada, pudiese, como si nadahubieseacontecido,continuartranquilamente…

—¡Auxilio!Tembloroso, con el rostro en parte cubierto de espuma, Geoffrey estaba en el

umbraldelapuertadesucuartohaciendoseñasconunabrochadeafeitar,yHugh,tirando al jardín su ruinoso puro, se levantó y lo siguió al interior de la casa. Encircunstanciasnormalesteníaqueatravesarestainteresanteestanciaparallegarhastasurecámara(porcuyapuerta,alfrente,abierta,seveíalasegadora)yahora,comoelcuartodeYvonneestabaocupado, tambiéndebíahacerlopara llegarhastaelcuartodebaño.Eraésteunlugardeliciosoysumamenteamplioparaeltamañodelacasa:susventanas,altravésdelascualesseprecipitabanlosrayosdelsol,dabanalacalleNicaragua por el lado de la rampa. Un fuerte perfume dulzón que usaba Yvonne,invadióelcuarto,entantoquelosaromasdeljardínsefiltrabanporlaventanaabiertadelarecámaradeGeoff.

—La temblorina es horrible. ¿Nunca te ha dado la temblorina?—preguntó elCónsulagitándosedepiesacabeza:quitóleHughlabrochaderasurarycomenzóafrotarladenuevoenunatablilladejabóndelechedeburraquehabíaenellavabo—.Sí,lahastenido,meacuerdo.Peronounatemblorinatanmonumental.

—No… ningún periodista ha tenido jamás la temblorina—Hugh dispuso unatoallaentornoalcuellodelCónsul—.¿Quieresdecirlasruedas?

—Éstassonruedasdentroderuedas.—Losientomucho.Yaestamoslistos.Estátequieto.—¿Cómodemoniosquieresquemeestéquieto?—Talvezseríamejorsitesentaras.PeroelCónsultampocosesentó:—¡Por Dios, Hugh, lo siento! No puedo dejar de andar saltando. Es como si

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estuviera dentro de un tanque de guerra. ¿Dije tanque? ¡Jesús!, necesito un trago.¿Quéesesto?—elCónsulempuñóunabotelladestapadadelociónqueestabaenelalféizardelaventana—.¿Aquécreesquesepaesto,eh?Paraelcuerocabelludo—antesdequeHughpudieradetenerlo,elCónsuldiounlargotrago—.Noestámal.Noestá nada mal—añadió triunfante y relamiéndose—. Sabe un poco a pernod. Decualquier manera, un buen hechizo contra las cucarachas galopantes. Y contra lapolígonamiradaproustianadeimaginariosescorpiones.Esperaunmomento,voya…

Hughabrió todas las llaves.EnelcuartocontiguooyóaYvonnequecaminaba,alistándoseparairaTomalín.PerocomohabíadejadolaradioencendidaenelporcheprobablementeYvonnenopodríaoírsinolosruidoshabitualesenuncuartodebaño.

—Dandodando—comentóelCónsul,temblorosoaún,cuandoHughloayudóasentarse—.Enunaocasiónhicelomismoporti.

—‘Sí, hombre’—Hugh, que volvía a frotar la brocha en el jabón de leche deburra,arqueólascejas—.Asíes.¿Tesientesmejor,miviejo?

—Cuando eras niño—castañeteaban los dientes delCónsul—, volviendo de laIndiaenelbarcodelaPeninsularyOriental…enelviejoCocanada.

Hughvolvióacolocarlatoallaalcuellodesuhermano;luego,comosi,distraído,obedecieselasmudasinstruccionesdeGeoff,tarareando,atravesólarecámaraysalióalporche,endondelaradiotocabaahoraestúpidamenteBeethovenenelvientoqueazotabaconfuerzacontraese ladode lacasa.Al regresarcon labotelladewhisky(queconacierto supusoqueelCónsulhabíaocultadoenelaparador)dejóerrar sumiradaporloslibrosdeGeoff,ordenadosconpulcritud—enelcuartoaseadodondenoexistíaningúnindiciodequesuocupanterealizasetrabajoalgunoosepropusiesehacerloenelfuturo,salvolacamaalgorevueltaenlaqueevidentementehabíaestadoacostadoelCónsul—enaltosestantesquecubríanlasparedes:DogmeetRitualdelaHauteMagie,ElCultodelaSerpienteydeSivaenAméricaCentral;deéstos,habíados largos estantes, junto con encuadernaciones de piel color herrumbre y bordesraídos de numerosos libros de alquimia y otros cabalísticos; aunque algunos, queparecíanbastantenuevoscomoLaclavículadelReySalomón,probablementefuerantesoros, el resto era una colección heterogénea: Gogol, el Mahabharata, Blake,Tolstói, Pontoppidan, los Upanishads, un Marston en edición Mermaid, el obispoBerkeley, Duns Scoto, Spinoza, Vice Versa, Shakespeare, las obras completas deTaskerson,Sinnovedadenel frente,El trinquetedeCuthbert,elRigVeday, ¡Diossabráporqué!,PedrilloConejo;—todoseresumeenPedrilloConejo—solíadecirelCónsul.Hughregresósonriendoy,congestograndilocuentedignodeunmesoneroespañol,lellenódewhiskyelvasodelavarselosdientes.

—¿Endóndeencontrasteeso?…¡ah!…¡Mehassalvadolavida!—Noesnada.UnavezhicelomismoporCarruthers.—Hughcomenzóaafeitar

alCónsul,quecasienseguidasetranquilizó.

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—¿Carruthers…aquelcuervoviejo?¿QuéhicisteporCarruthers?—Lesostuvelacabeza.—Peronoestababorracho,porsupuesto.—Borracho,no.Ahogado.Además,fueduranteunarevisión—Hughblandióla

navaja—.Tratadequedartequieto,así.Asíestábien.Él terespetaenormemente…Solía referir gran cantidad de anécdotas tuyas, aunque casi todas eran variacionessobreelmismotema…Ladeaquellavezenquellegastemontadoenuncaballoalcolegio.

—Oh,no…Nolohubieramontado.Cualquiercosamásgrandequeuncorderomeespanta.

—De cualquier manera, allí estaba el caballo, atado en la despensa. ¡Y vayacaballitobronco!Aparentementefueronmenestertreintaysietetiposyelporterodelcolegioparasacarlo.

—¡PorDios!…peronopuedo imaginarqueCarruthers sepusiera tanborrachopara morirse durante una revisión. Déjame ver, en mis tiempos era sólo profesoradjunto. Creo que en realidad tenía más interés en sus ediciones príncipe que ennosotros. Claro que esto era a principios de la guerra, en momentos bastantedifíciles…Peroerauntipoestupendo.

—Enmiépocaseguíasiendoprofesoradjunto.(En mi época. Pero ¿qué significa eso exactamente? ¿Qué hacía uno en

Cambridge—si acaso se hacía algo— para comprobar que el alma era digna deSiegbert de East Anglia… o de John Cornford? ¿Irse de pinta, no asistir a lasconferenciasnialasclases,dejarderemarporelcolegio,engañaralsupervisory,porúltimo, engañarse a sí mismo? ¿Estudiar economía, y después historia, italiano ypasarapenas losexámenes?¿Treparpor la reja—contra laquesentíaunaaversiónindignademarinos—paravisitaraBillPlantagenetenSherlockCourty,asiendolaruedadeSantaCatalina,sentir,adormecidoporunmomento,comoMelville,queelmundolollamabadesdelospuertosapopa?¡AhlascampanasmarinasdeCambridgey sus fuentes a la luz de la luna y sus patios cerrados y sus claustros y su bellezaduradera en la lejana y virtuosa seguridad de sí misma, parecían formar parte, notantodelbrillantemosaicodelaestúpidaexistenciaqueallísevivía(aunquetalvezsehubieralogradomantenerporlosincontablesrecuerdosengañososdetalesvidas)cuantoporelextrañosueñodealgúnvetustomonje,muertohacíaochocientosaños,cuya imponente habitación, fincada sobre pilotes y estacas enterrados en regionespantanosas resplandecieraotroracomoantorcha surgiendodelmisterioso silencioyde la soledad de los fangales! Sueño guardado con celo: No Pise el Prado, y noobstanteestabellezairrealnosobligaadecir:Dios,perdóname.Mientrasunovivíacercadelaestaciónentrelosrepugnantesoloresdemermeladaydebotasviejasenuna choza vigilada por un inválido, Cambridge era el mar al revés; y al mismo

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tiempo,unahorrible regresión;enel sentidomásestricto (apesarde la reconocidapopularidaddequeHughgozaba,oportunidadcaídadelcielo) lamásespantosadelas pesadillas, como si un hombremaduro se despertase de pronto al igual que elinfortunado señorBultitude enViceVersa, para enfrentarse, no a los azares de losnegocios,sinoalaleccióndegeometríaquenohabíapreparadotreintaañosantesyalastorturasdelapubertad.Alberguesycastillosdeproaencuéntransedondeestán,enel corazón. Y sin embargo el corazón enfermaba al correr a todo, galope hacia elpasado, hasta los mismos rostros de la escuela, ahora túmidos como los de losahogados,encuerposrecrecidosydesmadejados,volverotravezatodoaquellodeloque con tantos esfuerzos uno había tratado de huir antes, pero de maneradesmesuradamente inflada. Y por cierto que, si no hubiera sido así, seguiría unoconscientedelaexistenciadelascamarillas,lossnobismos,losgeniosmalogrados,lajusticiaescarnecida,laseriedadvioladaylosgigantescosidiotasvestidosdetweedyamanerados como ancianas, cuya única razón de ser radicaba en otra guerra. Eracomosiaquellaexperienciadelmar,exageradatambiénporeltiempotranscurrido,lohubierarevestidoconelprofundodesajusteinternodelmarineroquenuncapuedeserfelizentierra.Sinembargo,habíacomenzadoatocarlaguitarraconmayorseriedad.Yunavezmás,susmejoresamigosfueronconfrecuenciajudíos:enalgunoscasos,losmismosjudíosquehabíanestadoenlaescuela.Habíaqueadmitirquehabíansidolosprimeros,puestoquellegarondesde1106A.C.Peroahoraparecíancasilaúnicagentevieja comounomismo: sóloellos teníanun sentidode labellezagenerosoeindependiente.Sóloun judíonodesvirtuabaelsueñodelmonje.Yenciertaforma,sóloun judío, con su rica dotaciónde sufrimientoprematuro, podía comprender elsufrimiento de uno, él aislamiento, esencialmente, la pobremúsica de uno.Así escomo enmi tiempo, y con la ayuda demi tía, compré un periódico universitario.Esquivandoloscargosescolares,convertímeenfirmedefensordelSionismo.Comodirector de una orquesta de baile compuesta en sumayoría por judíos, tocando enbailes locales, y conmi propio número «Tres HábilesMarinos», amasé una sumaconsiderable.Fuemiamantelabellaesposajudíadeunconferencistanorteamericanoquevisitaba Inglaterra.También la sedujeconmiguitarraque, como laballestadeFiloctetes o la hija de Edipo, fue mi guía y mi apoyo. Tocábala sin timidez pordoquiera. Ni tampoco me impresionó, ni más ni menos que como un cumplidoinesperadoyútil, el quePhillipson, el dibujante, sehubiese tomado lamolestia derepresentarmeenunperiódicoantagónicoconunainmensaguitarraencuyointeriorseocultabaunniñoextrañamentefamiliar,enroscadocomosiestuvieradentrodeunvientre…)

—Claroquesiemprefueungranconocedordevinos.—En mi tiempo comenzaba a confundir un poco los vinos y las primeras

ediciones —Hugh afeitaba con destreza la barba de su hermano junto a la vena

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yugulary la arteria carótides—.Hágameel favorde traermeunabotelladelmejorJohnDonne,¿quiere,Smithers?…Yasabe,unadelgenuino1611.

—PorDios,¡quégracioso!…¿Ono?¡PobreViejoCuervo!—Erauntipoespléndido.—Elmejor.(…HetocadomiguitarraanteelPríncipedeGales,mendigandoenlascallesen

beneficiode los excombatientes eldíadelArmisticio,he tocadoenuna recepciónofrecidapor laSociedadAmundseny,mientrasarreglaban losañosvenideros,anteuna junta secreta de la Cámara de Diputados francesa. Los Tres HábilesMarinosalcanzaronfamameteóricayMetrónomonoscomparóalosCuatroAzulesdeVenuti.Enaquellaépocanopodíapensarennadapeorquerecibirunaheridaenlamano.Sinembargo,amenudosoñabaquemoríadevoradoporlosleoneseneldesiertomientraspedíaporúltimavezlaguitarra,queseguíarasgueandohastaelfin…Ynoobstantedejé de tocar por mi propia voluntad. De repente, menos de un año después dehaberme salido de Cambridge, dejé de tocar primero en orquestas, luego en laintimidad, y cesé tan completamente que Yvonne, a pesar del tenue lazo queimplicabaelqueellahubieranacidoenHawaii,sindudaalgunaignoraquelleguéatocar,ynadiemediceyacontantoénfasis:Hugh,¿dóndeestátuguitarra?Anda,venatocarnosunatonada.)

—Tengo—dijo el Cónsul—una pequeña confesión que hacerte,Hugh…Hicealgunastrampasconlaestricninamientrasestuvistefuera.

—Thalavethiparothiam, ¿verdad? —dijo Hugh, amenazándole en broma—. Ofuerza obtenida por decapitación. Bueno pues, no tengas cuidado, como dicen losmexicanos;voyaafeitartelapartedeatrásdelcuello.

PeroHughlimpióprimerolanavajaconunpedazodepapelhigiénico,yasomósecongestodistraídoparaverelcuartodelCónsul.Lasventanasdelarecámaraestabanabiertasdeparenpar.Lascortinassemecíanhaciaadentroconmáximasuavidad.Elvientocasihabíacesado.Losperfumesdeljardíneranpenetrantes.Hughoyóqueelvientovolvíaasoplarenotrapartedelacasa—elferozalientodelAtlánticosaturadodeBeethovensalvaje.Peroaquí,delladodesotavento,aquellosárbolesquepodíanverse por la ventana del baño parecían no percatarse de ello. Y las cortinas seocupabanconsupropiabrisasuave.Comolaropadelatripulación,reciénlavadaabordodeunvaporvolanderoyque,colgadaporencimadelaescotillanúmeroseisentre bruñidosmástiles, apenasbaila en el sol de la tardemientras que endeclive,entrebaoypopa,amenosdeunaleguaalgunaembarcaciónindígenaconvelasquegualdrapean violentamente parece luchar contra un huracán, se hinchabanimperceptibles,comosisedirigiesenaotralatitud…

(¿Por qué dejé de tocar la guitarra? No ciertamente por haber comprendidodemasiado tarde el punto de vista del cuadro de Phillipson y la cruel verdad que

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contenía…Están perdiendo laBatalla delEbro…Y sin embargo con gusto habríaconsentidoenseguirtocando,peroeramenesterotraformadepublicidad,unmediode mantenerse en primer plano, ¡como si aquellos artículos semanales para lasNoticias del Mundo no fueran suficiente publicidad! O yo, destinado a ser unaespeciede incurable«objetodeamor»oeterno trovador, juglar, interesado sóloenmujerescasadas—¿porqué?—incapaz,afindecuentas,deamoralguno…¡Pobrediablo!Que,decualquiermanera,yanovolvióaescribircanciones.Mientrasquelaguitarracomofinensí,parecióalalargasimplementefútil;nisiquierayadiversión,ciertamenteunaniñeríaparaguardareneldesván…)

—¿Esdeveras?—Deveras¿qué?—¿Ves allá afuera aquel pobre arce desterrado —preguntó el Cónsul—, que

apuntalanaquellasmuletasdecedro?—No…porsuerteparati…—Unodeestosdías,cuandoelvientosopledeotradirección,sevaadesplomar

—el Cónsul hablaba vacilante mientras Hugh afeitaba su cuello—. ¿Y ves aquelgirasolqueseasomaporlaventanadelarecámara?Todoeldíasepasamirandoamicuarto.

—¿Dicesquesepaseaentucuarto?—Digoquemira.Consaña.Todoeldía.¡ComoDios!(Laúltimavezquelatoqué…RasgueabayolascuerdasenelKingofBohemia,

enLondres.FinascervezasclarasyoscurasdeBenskin.Ycuandodesperté,despuésde pescar una borrachera, encontrar a John y a los demás cantando sinacompañamientoaquellacanciónsobrelacarrerabálgina.Decualquiermanera,¿quées una carrerabálgina?Canciones revolucionarias; falsos bolches—pero ¿por quéantes no había uno oído semejantes canciones? O, ¿cuándo se había visto, enInglaterra cuando menos, tanta espontánea alegría al cantar? Tal vez porque encualquierreunión,unosiemprehabíacantadoparasí.Sórdidascanciones:«Notengoa nadie.» Canciones sin amor: «El que quiero,me quiere»…Aunque John «y losdemás»,noeranporloqueaunoleconstaba,entodocaso,falsos:nomásqueunoque,caminandoenlamultitudalahoradelcrepúsculo,oalrecibirmalasnoticias,oal contemplar injusticias, se volvía y pensaba, no creía, regresaba y preguntaba,decidía actuar… ¡Están ganando la batalla del Ebro! No por mí, tal vez. Y sinembargo no es de sorprender que estos amigos, algunos de los cuales yacen ahoramuertosen tierraespañola,sehubieranaburrido,segúnlocomprendíentonces,conmi rasgueopseudo-norteamericano,a findecuentasni siquieraunbuen rasgueo,yescuchabanporcortesía…desgarrador…)

—Tómate otra copa —Hugh volvió a llenar el vaso de lavarse los dientes,tendióseloalCónsulyrecogióunejemplardeElUniversalqueyacíaenelsuelo—.

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Pienso que un poco más de este lado y en la base del cuello—pensativo, Hughasentabalanavaja.

—Bebidacomunal—elCónsulpasóelvasodelavarselosdientesporencimadesuhombro—.«EltintineodelamonedairritaaFortWorth»—sosteniendoeldiarioconbastantefirmezaleyóelCónsulenvozaltalapáginaeninglés—:«Kinkinfelizenelexilio.»No locreoniyo.«LaCiudadhacerecuentode loshocicoscaninos.»Tampococreoeso,¿túsí,Hugh?…

—Y…¡ah,sí!—prosiguió—.«HuevosquepermanecieronduranteunsigloenunárbolenKlamanthFalls,segúncalculanlosleñadoresporlosanillosdelamadera.»¿Eséstalaclasedebasuraqueescribenustedeshoyendía?

—Casi. O: Japoneses en todos los caminos de Shanghai. Evacúan a losnorteamericanos…Esetipodecosas.Estátequieto.

(Sin embargo, no la había tocado desde aquella fecha hasta este día…No; nitampocohabíasidofelizdesdeaqueldíahastahoy…Unpocodeconocimientodesímismoespeligroso.Y,decualquiermanera,¿acasosinlaguitarraestabaunomenosenprimer plano, se interesabaunomenos por lasmujeres casadas…etc., etc.?Unresultado inmediatodesu renunciaa laguitarra fuesindudaalgunaaquelsegundoviajepormar,aquellaseriedeartículos,elprimeroparaelGlobe,sobreelcabotajeinglés. Luego, todavía otro viaje más, que espiritualmente se tradujo en nada.Terminécomopasajero.Pero losartículos fueronunéxito.Chimeneascubiertasdecostrasalina.Bretañareinadelmar.Despuésconsideróseconinterésmiobra…Porotra parte, ¿por qué me ha faltado siempre verdadera ambición como periodista?Según las apariencias, nunca he logrado dominar esa antipatía por los periodistas,resultadodemiardienteyprematurogalanteoconellos.Además,nopuededecirseque comparto conmis colegas la necesidad de ganarme la vida. Siempre tuvemisingresos. Como corresponsal viajero resulté bastante bueno, y hasta este día sigosiéndolo—aunquecadavezconmayorconcienciademisoledadymiaislamiento—yconsciente tambiéndelextrañohábitodearrojarmeparadespuésretirarme,comocuandounorecuerdaque,despuésdetodo,notieneunolaguitarra…Talvezaburríaa lagenteconmiguitarra.Pero, encierto sentido…¿qué importa?…meuníaa lavida…)

—AlguientecitóenElUniversal—rióelCónsul—,hacealgúntiempo.Metemoqueyaolvidéconmotivodequé…Hugh,¿quétaltegustaría,«conunmodestísimosacrificio»,un«abrigodepielesimportado,bordado,tallagrande,casinuevo»?

—Estátequieto.—OunCadillacpor500pesos.Preciooriginal,200…Y¿quésuponesquequiera

deciresto?«Ytambiénuncaballoblanco.»Diríjaseapartadosiete…Extraño…Pezantialcohólico.Nomegustacomosuenaeso.Peroallívaalgoparati:«Departamentocéntricoconvenienteparanidoamoroso.»O,deotromodo,«Departamento…»

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—¡Ja!—«…serio,discreto…»Hugh,escuchaesto.«Parajovendamaeuropeaquedebe

serbonita,relacionesconcaballeroculto,noviejo,debuenasposiciones…»Según parecía, el Cónsul temblaba tan sólo desternillándose y Hugh, riendo

también,sedetuvoconlanavajaenalto.—Pero los restos de JuanRamírez, famoso cantante,Hugh, siguen vagando de

maneramelancólicadelacecaalameca…¡Ea!,diceaquíquesehanhecho«gravesobjeciones» a la impúdica conducta de ciertos jefes de policía en Quauhnáhuac.«Gravesobjecionespor…»¿quéesesto?…«desempeñarsusfuncionesprivadasenpúblico…»

(«Ascendí el Parson’s Nose», escribí en el libro de visitas del hotelito paraalpinistas en Gales: «en veinte minutos. Encontré que las rocas eran fáciles deescalar». «Descendí el Parson’s Nose», añadió algún inmortal bromista un díadespués, «en veinte segundos. Descubrí que las rocas eran durísimas»… Así queahora,alacercarmealasegundamitaddemivida,sinquienmeanuncieniquienmecante, sinni siquieraunaguitarra, vuelvo almarunavezmás: acaso estosdías deespera se parezcan más a aquel chusco descenso al que hay que sobrevivir pararepetir el ascenso. En la cima del Parson’s Nose, si así se deseaba, podía uno ircaminando por las colinas a casa a tomar el té, al igual que el actor en el autosacramental puede bajarse de la cruz e irse a su hotel para beber unaPilsener.Noobstante,enelascensooeneldescensodelavidasiempreseencuentraunoenvueltopor brumas, frío y amenazas, por la cuerda traicionera y los bloques resbaladizos;sóloque,mientrasseresbalabalacuerda,habíaavecestiempoparareír.Apesardelocualmetemo…Comotemoaunsimplediqueoaescalarmástilesagitadosporelvientoenelpuerto…¿Será tanmalocomoelprimerviaje,cuyadura realidad,poralgunarazón,hacepensarenelranchodeYvonne?Unosepreguntacómosesentiráellacuandoporprimeravezveadegollarunpuerco…Temerosa;ysinembargo,sintemor; sé cómo es elmar; ¿será que vuelvo a él conmis sueños intactos; no; consueñosque,nosiendoviciosos,sonmáspuerilesqueantes?Amoelmar,elpuromarnoruego.Unavezmás,midesilusiónesunapose.¿Quéestoytratandodeprobarcontodo esto? Acéptalo: uno es sentimental, enredoso, realista, soñador, cobarde,hipócrita,héroe,ensuma,inglés,incapazdeseguirlaspropiasmetáforas.Cazadordepenachos y explorador disfrazado. Iconoclasta y explorador. ¡Intrépido pelmazodestruido por nimiedades! ¿Por qué, me pregunto, en vez de creerme apegado aaquella taberna, no me puse a aprender algunas de aquellas canciones, aquellasvaliosascancionesrevolucionarias?Detodosmodos,¿quépuedeimpedirleaunoelaprender otras de esas canciones ahora, canciones nuevas, canciones diferentes,aunquesóloseapararecuperaralgodelaanterioralegríaconsólocantarlasytocarlasen laguitarra?¿Quéhehechodemivida?Relacionesconhombres famosos…Por

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ejemplo,aquellaocasiónenqueEinsteinmepreguntólahora.Esanochedeverano,mientraserrabarumboala tumultuosacocinadeSt.John’sCollege—¿quiénhabíadeserelquedetrásdemísaliódeldepartamentodelprofesorquevivíaenelD4?¿Yquién era también el que caminaba hacia el pabellón del portero?— ¿dónde, alcruzarsenuestrasórbitas,mepreguntólahora?¿EsEinsteinquevieneaobtenerungradohonorífico?¿Yquiénsonríecuandocontestoquenosé?…ysinembargo,mepreguntó.Sí;elgranjudíoquehatrastocadolasnocionesdetiempoyespaciodetodoelmundo,asomóporencimadesuhamacacolgadaentreAriesyelCírculodelPezOccidental, para preguntarme la hora a mí, exantisemita hecho líos y harapientoestudiantedeprimerañoacurrucadoensubataalcomenzaraacercarselaestrelladela tarde. Y volvió a sonreír cuando le indiqué el reloj que ni él ni yo habíamosadvertido…)

—…mejor que si desempeñaran sus funciones públicas en privado, de todosmodos,diríayo—dijoHugh.

—Talvezhayasdadoenelclavoconesoqueacabasdedecir.Osea,queaquellospájaros en cuestión no son la policía en sentido estricto.De hecho, aquí la policíaregular…

—Yaséqueestáenhuelga.—Asíesque,claro,debenserdemocráticossegúntupuntodevista…Talcomo

elejército.Bien,esunejércitodemocrático…Peromientrastanto,estosotrostiposseestánsobrepasando.Lastimaquetemarches.Habríasidounreportajedelosdetuespecialidad.¿NuncahasoídohablardelaUniónMilitar?

—¿Quieresdecirlaorganizaciónespañolaanterioralaguerracivil?—Quiero decir aquí, en este estado. Está afiliada a la Policía Militar, que los

encubre,pordecirloasí,porqueelInspectorGeneral,queeslapolicíamilitarmisma,formapartedeella.YtambiénelJefedeJardineros,segúncreo.

—OídecirqueenOaxacavanaerigirleunanuevaestatuaaDíaz.—…Elhechoes—prosiguióelCónsulbajandounpocoeltonodevozmientras

continuabansuconversaciónenelcuartocontiguo—,queexisteestaUniónMilitar,sinarquistas,ocomosellamen,siteinteresa;amí,enlopersonalno…ysucuartelgeneralestabaantesenlaPolicíadeSeguridaddeaquí,aunqueyanoloestásinoque,segúnheoído,ahoraseencuentraenParián.

AlfinestabalistoelCónsul.Laúnicaayudaadicionaldequehubomenesterfuepara ponerse los calcetines. Vestido con una camisa recién planchada y un par depantalones de tweed con la correspondiente chaqueta que Hugh le había tomadoprestadayqueahoratrajodelporche,permaneciócontemplándoseenelespejo.

Resultaba sorprendente en grado máximo que no sólo pareciera el Cónsulrefrescadoyvivaz,sinoquenotuviesesemblantealgunodedisipación.Cierto,antesno tenía el talantemacilento de un anciano depravado y desgastado: ¿por qué, de

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hecho,habríadetenerlo,cuandosóloeradoceañosmayorqueHugh?Yapesardeello, era como si el destino hubiese fijado su edad en un momento del pasado,imposible de identificar, cuando su persistente yo objetivo, tal vez fatigado demantenerse al margenmientras contemplaba su propia caída, se había, al fin y alcabo,retiradoenteramentedeél,cualelnavíoquepor lanocheabandona labahía.Corríanrelatossiniestrosasícomootroschuscosyheroicossobresuhermano,cuyoprecoz instintopoéticoayudóclaramente aque floreciera la leyenda.Ocurriósele aHughque,afindecuentas,elpobretipoquizásehallaraindefensoenlasgarrasdealgocontralocualtodassusadmirablesdefensaspocoleauxiliaban.¿Dequéservíanal tigreagonizante susgarrasycolmilloscontraelabrazo,digamos,paraempeorarlascosas,deunaboaconstrictora?Pero,segúnlasapariencias,esteimprobabletigrenoteníalamenorintencióndemorirporahora.Porlocontrario,seproponíadarunpaseíto, llevando consigo a la boa constrictora, y hasta simulando creer por algúntiempoquenoexistía.Dehecho,estehombrede fuerzaanormal,deconstituciónyambición oscuras, a quienHugh nunca conocería y al que nunca podría liberar nitampocoencomendaralabondaddeDios,peroalque,asumanera,amabaydeseabaayudar,había logradorecuperarse.Mientrasqueloquesindudahabíadadolugaratodas estas reflexiones era sólo la fotografía que colgaba en la pared (y que ahoraexaminabanambos),cuyapresenciaeneselugardebieradescartarlamayorpartedeaquellos relatos sobre un pequeño carguero disfrazado y ante la cual gesticulabaahoraelCónsulconsuvasoenelquesehabíavueltoaservir:

—Todo lodelSamaritan fueunardid.Veesos cabrestantesypropaos.Aquellaentradanegraqueparecelaentradaalcastillodeproa,tambiénesunfraude…hayuncañónantiaéreocómodamenteocultoallí.Éseesellugarpordondesebaja.Ésaeramicabina…Allíestáelcorredordelcabodebrigadas.EsagalerapodíaconvertirseenbateríaantesdequepudierasdecirCoclogenuspacaMéxico…

—Y,porextrañoqueparezca—aproximóseelCónsulparacontemplarlodemáscerca—recortéesa fotodeuna revistaalemana—y tambiénHughescudriñaba loscaracteresgóticosalpiedelafotografía:DerenglischeDampferträgtSchutzfarbengegen deutsche U-Boote—. Recuerdo que sólo en la página siguiente había unafotografía delEmden—prosiguió el Cónsul—, con «So verliess ich demWeltteilunsererAntipoden»,oalgoporelestilo,enlapartedeabajo.«NuestrasAntípodas»—dioaHughunamiradaquehubierapodidotenercualquiersignificado—.Extrañagente. Pero veo que de pronto te interesas pormis libracos antiguos…Lástima…DejémiBoèhmeenParís.

—Sólomiraba.Miraba,¡porDios!,UnTratadodelAzufre,escritoporMichallSandivogiusi.e.

en anagramaDivi LeschiGenusAmo:El TriunfoHermético o laPiedraFilosofalVencedora,Tratadomáscompletoymásinteligiblequecualquieradeloshastahoy

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escritos,referentealMagisterioHermético;mirabaLosSecretosreveladosoIngresoAbierto al Sub-Palacio del Rey, que contiene el mayor Tesoro en Química jamásdescubierto tan íntegramente, compuesto por famosísimo inglés que seautonombraba Anónimo o Eyraeneo Philaletha Cosmopolita quien, medianteinspiraciónylectura,descubriólaPiedraFilosofalalaedaddeveintitrésañosAnnoDomini1645:mirabaElMusaeumHermeticum,ReformatumetAmplificatum,OmnesSopro-Spagyricae artisDiscipulos fidelissime erudiens quo pacto Summa illa veraqueLapidisPhilosophiciMedicina,quaresomnesqualemcunquedefectumpatientes,instaurantur,invenirihaberiqueat,ContisensTractatusChimicosFrancofurti,ApudHermannum à Sande CIO IOC LXXVIII: el Sub-Mundanes o los Elementos de laCábala,reimpresióndeltextodelAbatedeVillars,Fisio-Astro-Místico,conApéndiceIlustrativodelaobraDemonología,enlacualseafirmaqueexistensobrelatierracreaturasracionalesademásdeloshombres…

—¿De veras? —dijo Hugh, sosteniendo en su mano este último libro,extraordinarioyantiguo(delcualemanabaunolorvenerableyremoto),ypensando—:¡SabiduríaJudía!—mientrasqueunavisiónrepentinayabsurdadelSr.Bolowskienotravida,conuncaftán,luengabarbablancaysolideo,yapasionadamiradafija,depie sobreuna silla de coro enuna especiedeNewComptonStreetmedieval, yleyendounahojademúsicaenlaquelasnotaserancaractereshebreos,aparecíaporconjuroensumente.

—Erekia, el que desgarra con violencia; y aquellos que aúllan largos gritos,Illirikim; Apelki, los guías engañosos que hacen desvariar; y quienes atacan a supresa con trémulo movimiento, Dresop; ¡ah!, y los acongojados que acarrean ladesdicha, Arekesoli; y tampoco debemos olvidar a Burasin, destructores porasfixiante aliento de humo; ni a Glesi, el que brilla, horrible, como insecto; ni aEffrigis,elqueseestremece,horripilante(teencantaríaEffrigis)…nitampocoalosMames,quesemuevencaminandohaciaatrás,nialosquesemuevenarrastrándosede modo especial, Ramisen… —dijo el Cónsul—. Carne desvestida y malignosinterrogantes.Talveznopudierasllamarlosprecisamenteracionales.Perotodoselloshanvisitadoalgunavezmilecho.

Marcháronsetodoscontremendaprisayconexcelentehumorparainiciarelviajea Tomalín. Hugh, que comenzaba a sentir el efecto de lo que bebiera, escuchabacomoensueñoslasdivagacionesdelavozdelCónsul.—Hitler—prosiguió,cuandosalieron a la calleNicaragua (y también esto habría podido servir para uno de susreportajes,sitansólohubieramostradoantesalgúninterés)—,deseabasimplementeaniquilaralosjudíosconelfindeobtenertalesarcanoscomolosquesepodíanhallartrasellos,enlosestantesdesubiblioteca—cuandodesúbitosonóelteléfonoenlacasa.

—No, déjalo que suene —dijo el Cónsul al hacer Hugh ademán de regresar.

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Siguióllamando(porqueConceptahabíasalido)yeltintineoresonabaenloscuartosvacíoscomopájarocautivo;luegocesó.

Mientrascaminaban,dijoYvonne:—¡Vamos,Geoff,no!Nosigaspreocupándotepormí;mesientomuydescansada.

PerosiTomalínquedademasiadolejosparaalgunodeustedes,¿porquénovamosaljardínzoológico?—Contemplóaambosdemanerasombría,directayhermosaconsusojoscándidosbajosusampliascejas,ojosconlosquenocorrespondiódeltodoalasonrisadeHugh,aunquesubocasugeríaelesbozodeotra.Acasointerpretabaenserio el flujo de la conversación de Geoff como buena señal. ¡Y tal vez lo fuera!Calificándola con leal interés o llevándola por la tangente rápida e inquieta conobservacionessobrecambiosimpersonalesosobreelenvejecimiento,lossarapes,elcarbónoelhielo,eltiempo(¿dóndeestabaahoraelviento?despuésdetodopodríantener un día tranquilo y agradable, sin demasiado polvo), Yvonne, reanimada enapariencia por la natación y contemplando cuanto la circundaba como algo nuevo,conmirada objetiva, caminaba con agilidad y gracia e independencia, como si noestuvieseenrealidadcansada;ysinembargoleparecióaHughquecaminabasola.¡Pobre Yvonne tan adorable! Al saludarla cuando estaba lista, había sido como sivolviera a encontrarla después de larga ausencia, pero también fue como unaseparación. Porque la utilidad de Hugh se había agotado, y circunstanciasinsignificantes, de las cuales no era lamenor su propia presencia continua, habíanentorpecido de manera sutil «la intriga» de ambos. Ahora ya sería tan imposiblecomosuantiguapasión,buscarsinengañoestarsoloconella,auntomandoencuentaelinterésexclusivoporGeoff.Hughechóunamiradaanhelantecuestaabajo,porelcamino que habían recorrido esa mañana. Ahora se apresuraban en direccióncontraria.Bien podía estamañana haberse sumido en lomás profundodel pasado,comolainfanciaolosdíasqueprecedieronalaúltimaguerra;elfuturocomenzabaadesenvolverse,elfuturo,triunfante,estúpido,sanguinario,terrible,deguitarrista.Malprotegido contra él,Hugh sintió, advirtió con sumesura de periodista queYvonnellevaba laspiernasdescubiertas,que,envezdesusslacksamarillos,vestíaun trajeblancodepieldetiburónhechoalamedida,conunbotóneneltalley,bajoél,unablusa llamativade cuello alto, comodetalle en algúnRousseau; los taconesde suszapatos rojos, golpeando lacónicos sobre las piedras rotas, no parecían ni altos nibajos,yellaasíaunbolsodebrillantecolorrojo.Alpasarjuntoaella,nadiehabríapodidosospecharsuagonía.Nadiehubieraadvertidosucarenciadefenipreguntadosi sabíaadonde iba,ni sehubieraasombradodequeestuviesecaminandodormida.Cualquierahabríadicho:¡quéfelizyhermosaseve!¡Talvezvayaareunirseconsuamante en laBellaVista!…Mujeres de estaturamediana, de constitución delgada,divorciadasensumayoría,apasionadasperocelosasdelmacho—ángelesparaél,yasearubioomoreno,ynoobstanteinconscientesúcubodestructordesusambiciones

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—mujeres norteamericanas con aquel caminar más bien grácil y ágil, de rostrosinfantilesreciénrestregadosyasoleados,conpieldefinacontexturaderesplandordesatín, con pelo limpio y brillante como si acabaran de lavarlo, pero peinado condescuido,demanosdiminutasymorenasquenomecenlacuna,depiefino,¿cuántossiglosdeopresiónlashanproducido?NolesimportaquiénestéperdiendolabatalladelEbro,porqueesdemasiadoprontoparaqueellasbufenmásfuertequeelcaballodebatalladeJob.Novenenellosignificaciónalguna,sinosóloimbécilesquevanalamuerteporun…

—Siempresedijoque teníanunavirtud terapéutica.Segúnparece,siemprehantenidozoológicosenMéxico…hastaMoctezuma,tipocortés,paseóalrobustoCortésporunzoológico.Elpobrehombrecreyóestarenlasregionesinfernales—elCónsulhabíadescubiertounescorpiónenlapared.

—‘¿Alacrán?’—dijoYvonne.—Pareceviolín.—Curiosa ave es el alacrán. Le da lo mismo el cura que el pobre peón…

Realmente es una criatura hermosa. Déjalo. De cualquier manera morirá por supropioaguijonazo.—ElCónsulagitósubastón…

Subieron por la calle deNicaragua, siempre entre los raudos arroyos paralelos,pasaron juntoa la escuelacon lápidasgrisesycolumpioscomohorcas, juntoa losaltos muros misteriosos y setos entrelazados con flores carmesí entre las cuales,emitiendo roncos gritos, semecían pájaros color demermelada. Hugh se alegrabaahoradehaberbebidoalgunascopas,alrecordarcómo,ensuinfancia,elúltimodíade vacaciones era siempre peor si se iba a alguna parte, porque el tiempo, al queentonces había pensado engañar, comenzaba a deslizarse en cualquiermomento enpos de su presa, como sigue el tiburón al nadador. ¡Box! decía un cartel. ArenaTomalín. El Balón vs. el Redondillo. ¿Balón vs. pelota, quería decir aquello?Domingo… Pero eso sería para el domingo,mientras que ellos iban a un jaripeo,propósitoenlavidaquenoameritabasiquieraqueseanunciase.666:leíasetambién,para muda satisfacción del Cónsul, en otros carteles de un insecticida, placas dehojalatadesombríocoloramarillopegadasen lapartebajade losmuros,Hughrióentredientes.HastaahoraelCónsulsehabíaportadodemodoespléndido.Suspocos«tragosnecesarios»(razonablesodesaforados),habíanobradomaravillas.Caminabasoberbiamenteerguido,conloshombrosechadoshaciaatrásyelpechohaciaafuera:lo mejor de todo era su engañoso aspecto de infalibilidad de lo indiscutible, enespecialsiselehacíacontrastarconlaformaenqueHughseveíavestidoconropadevaquero.Vistiendosutweedcortadoconcuidadoalamedida(elsacoqueHughtomara teníamuchas arrugas, y ahoraHugh había tomado otro) y la vieja corbataChagford de rayas azules y blancas, con la afeitada que le diera Hugh, su espesocabello rubiopeinadoconcuidadohacia atrás, subarbacafé ligeramente entrecana

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recién acicalada, su bastón, sus gafas oscuras, ¿quién habría de decir que no era,inequívocamente, una imagen de total responsabilidad?Y si esta figura respetable,hubierapodidodecirelCónsul,parecíaestarsufriendodevezencuandounaligeramutación,¿quéimportaba?¿Quiénloadvertiría?Podíaser(porqueuninglésenpaísextrañosiempreesperaencontrarseconotro inglés)simplementedeorigennáutico.Si no, su leve cojera —obvio resultado de una cacería de elefantes o de algunaantiguarefriegacontrapatanes—loexcusaría.Eltifónseretorcía,invisible,enmediodeuntumultoderotosadoquines:¿quiénestabaconscientedesuexistencia,pornopreguntarquémojonerasdelcerebrohabíadestruido?Hughreía.

“PlingenplangenaufgefangenSwingenswangenatmyside,Pootleswootle,offtoBootle,Nemesis,apleasantride,”

dijo,misterioso,elCónsulyañadióconheroísmo,mirandoentornosuyo:—Realmenteesundíaextraordinariamenteagradableparadarunpaseo.‘Nosepermitefijaranuncios…’De hecho, Yvonne caminaba sola ahora; ascendían en fila india: Yvonne a la

cabeza,elCónsulyHughatrás,adistanciasdesigualese,independientementedeloquepudierapensarsuperturbadaalmacolectiva,Hughloolvidaba,porquesehabíaentregadoaunaccesoderisaqueelCónsulseesforzópornoencontrarcontagioso.Caminaban de esta manera porque un muchachito llevaba, cuesta abajo, pasandojunto a ellos, casi corriendo, algunas vacas, y, como el sueño de algún hindúagonizante, las tiraba de la cola. Luego venían algunas cabras. Yvonne se volvióhacia él y le sonrió. Pero estas cabras eran humildes y de aspecto dulzón, con suscencerrosquerepicaban.Aunquepapáteespera.Papánohaolvidado.Detrásdelascabras,unamujerderostroennegrecidoycrispado,pasójuntoaellostambaleándosebajoelpesodeunacanastallenadecarbón.Trasellagalopabacuestaabajounpeónque llevaba en equilibrio, sobre su cabeza, un inmenso barril de helado yaparentementeatraíaconsusgritos laatenciónde losparroquianos,conesperanzasde éxito que no podía imaginar, ya que parecía tan cargado que le era imposibledetenerseovolverlacabezaenningunadirección.

—Es cierto que en Cambridge —decía el Cónsul mientras galopaba condiscreción sobre el hombrodeHugh—,puedeshaber aprendido algo acercade losGüelfos, etc.… pero ¿sabías que jamás puede transformarse ningún ángel con seisalas?

—Meparecehaberaprendidoqueningúnpájarovuelaconuna…—O que Thomas Burnet, autor de la Telluris Theoria Sacra ingresó a Christ

Collegeen…‘¡Cáscaras!’‘¡Caracoles!’‘¡VirgenSantísima!’‘¡AveMaría!’‘¡Fuego,

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fuego!’‘¡Ay,quemematan!’Con estruendoso y horrísono estrépito, abatióse un avión por encima de sus

cabezas, pasó rozando los atemorizados árboles, empinóse, por un pelo erró unmirador,yalmomentosiguientedesaparecióendireccióna losvolcanes,desde loscualesvolvióaretumbarelmonótonoestallidodelasbalas.

—‘¡Acabóse!’—dijoelCónsulconunsuspiro.De pronto advirtióHugh que un hombre alto (que debió de haber salido de la

calle lateral por la que Yvonne, ansiosa, había manifestado su deseo de quesiguieran),apuesto,dehombroscaídosyfaccionesatezadas—aunqueevidentementesetratabadeuneuropeo,sindudaalgunaexiliado—sehallabafrenteaellos;yeracomo si la totalidad de este hombre, por alguna extraña invención, se alzase paraalcanzar el ala del mismo panamá que levantaba perpendicularmente, porque paraHugh el vacío de abajo parecía seguir ocupado por una especie de aureola o depropiedadespiritualdesucuerpo,otalvezporlaesenciadealgúnsecretoculpablequellevarabajoelsombreroperoqueahoradescubríamomentáneamente,aturdidoyconfuso.Hallábase frente a ellos, aunque sonreía en apariencia sólo aYvonne: susatrevidos ojos azules y saltones expresaban incrédula congoja y sus negras cejascongelábanseenarcosdecomediante:titubeó;luego,estehombrequellevabaabiertala chaqueta y pantalones muy por arriba del estómago, acaso diseñados así paraocultarlo,aunquesólolograbandarelaspectodeunahinchazónadicionalalaparteinferior del cuerpo, se acercó con ojos que brillaban y boca que, bajo su bigotillonegro,torcíaseensonrisaalavezfalsaeinsinuante,y,sinembargo,enciertaforma,protectora—ytambién,deciertomodo,crecientementesolemne—adelantósecomosi fuera impulsado por algún mecanismo de relojería, presentando su mano ybuscandocongraciarseenseguida:

—¡Yvonne!¡Vayasorpresadeliciosa!Oh,hola,Frijolillo…—Hugh,tepresentoaJacquesLaruelle—dijoelCónsul—.Quizámehayasoído

hablar de él de vez en cuando. Jacques, te presento a mi hermano menor, Hugh:ditto… II vient d’arriver… o viceversa. ¿Qué tal, Jacques? Pareces necesitardesesperadamenteuntrago.

—…—…Un momento después, M. Laruelle, cuyo nombre tan sólo hizo vibrar una

lejanísimacuerdaenlamemoriadeHugh,tomabaaYvonneporelbrazoycaminabayaconellaenmitaddelacalle,cuestaarriba.Talvezestocarecíadesentido.PerolapresentacióndelCónsulhabíasidobruscapornodecirotracosa.ElmismoHughsesintió medio herido y por cualquier causa que fuese, experimentó una aterradoratensióncuandoélyelCónsulvolvieronaquedarrezagados.Mientrastanto,decíaM.Laruelle:

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—¿Porquénovamostodosunratoami«manicomio»?¡Seríadivertidísimo!,¿nolocree,Geoffrey…ja…ja…Hugues?

—No—dijodesdeatráselCónsulenvozbajaaHugh,elcual,porsuparte,sesentíacasidispuestoavolverareírse,porqueelCónsulrepetíaunayotravezenvozbajaunaporquería.AmbossiguieronaYvonneyasuamigoenmediodelpolvoqueahora,arrastradoporunvendaval,semovíaenlamismadirecciónqueellos,cuestaarriba, siseando en petulantes remolinos, que se dispersaban como lluvia. Cuandocayó el viento, el agua que se precipitaba en los arroyos era aquí como repentinafuerzaquecorríaendireccióncontraria.

M.Laruelle,caminandopordelante,decíaaYvonneconsumacortesía:—Sí…Sí…Peroelautobúsdeustedesnosalesinohastalasdosymedia.Aún

tienenmásdeunahora.—…Peroestopareceenverdadunmalditomilagro,deltodoinsólito—dijoHugh

—,¿Quieresdecir,quedespuésdetodosestosaños…?—Sí.Fueunaenormecoincidenciaquenosencontrásemosaquí—dijoelCónsul

aHugh,convozquesehabíavueltomonótona—.Peroenrealidadcreoquedeberíanjuntarse,porqueambostienenalgoencomún.Enserio,puedequetegustesucasa;siempreesmoderadamentedivertida.

—Bien—dijoHugh.—Miren,aquívieneelcartero—gritóYvonnevolviendoamediaselrostrohacia

atrásyliberandosubrazodeldeM.Laruelle.Apuntabaalaesquinadelaizquierda,hacia la cúspide de la colina, en donde la calleNicaragua encontraba con la calleTierradelFuego—.Essencillamentesorprendente—dijo,voluble—.LograciosoesquetodosloscarterosdeQuauhnáhuacsonidénticos.Segúnparece,todosprocedendelamismafamiliaypositivamentehansidocarterosporgeneraciones.Creoqueelabuelo de éste lo fue en tiempos deMaximiliano. ¿No es delicioso pensar que laoficina de correos colecciona todas estas pequeñas criaturas grotescas como otrastantaspalomasmensajerasparadespacharlosavoluntad?

¿Porquéeres tanvoluble?,preguntóseHugh:—Deliciosa ideade laoficinadecorreos—respondió con cortesía. Todos observaban al cartero que se aproximaba.PeroHughnuncaanteshabíavistoningunodeestosinsólitoscarteros.Éstenomedíaun metro sesenta, y a cierta distancia parecía un tipo de animal imposible declasificar,aunqueenciertaformaagradable,queavanzabasobrecuatropatas.Vestíaundescoloridotrajedemezclillaycubríasucabezaunaestropeadacachuchaoficial,pero además, según Hugh lo advertía ahora, gastaba unaminúscula perilla. En surostropequeñoymarchito,amedidaqueseavalanzabahaciaelloscaminandocuestaabajoporlacalledeestemodoinhumanoaunqueenternecedor,habíaunaexpresióndeentrañableamistad.Alverlos,sedetuvo,quitóselacarteradelhombroycomenzóadesabrocharla.

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Page 161: Bajo el volcán - DIAS POSTREROS › 2019 › 02 › bajo... · —‘No se puede vivir sin amar’ —dijo M. Laruelle—. Como ese ‘estúpido’ lo escribió en mi casa. —Vamos,

—Hayunacarta,unacarta,unacarta—dijo,cuandollegaronhastaél,ehizounareverencia aYvonne, como si apenas lahubiera saludado lavíspera—,unmensajepara‘elseñor’,parasucaballo—informóalCónsul,mientrassacabadospaquetesysonreíaconpicardíamientraslosdesataba.

—¡Qué!…¿nadaparaelseñorCalígula?—¡Ah!—elcarteroexaminóotrobulto,mirándolosdereojoymanteniendolos

codosjuntoaloscostadosparanodejarcaersumochila—.No—pusolacarteraenelsuelo e inició subúsqueda febril; prontohubocartas esparcidas en toda la calle—.Debeestar.Aquí.Noesésta.Entoncesésta.¡Ay,ay,ay,ay,ay,ay!

—Nosepreocupe,miamigo—dijoelCónsul—.Porfavor.Peroelcarterovolvióabuscar:—Badrona,Diosdado…TambiénHughpermanecióalaexpectativa,notantoporcualquiercomunicación

delGlobe—que,siacasoviniera,llegaríaporcable—sinoaguardandoamedias(conesperanza que, por la apariencia misma del cartero, volvíase deliciosamenteplausible)recibirotrominúsculosobreoaxaqueñocubiertoconestampillasdevivoscoloresconarquerosqueapuntabanhaciaelsol,deJuanCerillo.Escuchó;dealgunaparte,detrásdeunmuro,alguientocaba(mal)unaguitarra,sintiósedeprimido;yunperroladróbruscamente.

—…Fiichbank,Figueroa,Gómez…no,Quincey,Sandoval,no.Por último, el buen hombre recogió sus cartas y haciendo reverencias para

disculparse,desilusionadoprosiguiórápidamentecuestaabajo.TodospermanecieronobservándoloyprecisamentecuandoHughsepreguntabasi laconductadelcarterono formaba parte acaso de alguna gigantesca broma personal, si en realidad no sehabíaestadoburlandodeellos todoel tiempo,aunqueconbenevolencia,sedetuvo,volvió a registrar uno de los paquetes, dio media vuelta y regresó hasta ellos,corriendo,conpequeñosgañidostriunfantesypresentóalCónsulloqueparecíaserunatarjetapostal.

Yvonne, que por ahora se había vuelto a adelantar, hizo unmovimiento con lacabeza,comosiquisieradecir:—Bien,encontrastelacarta,despuésdetodo—yconalegrespasosdebailesiguiócaminandodespaciojuntoaM.Laruelle,remontándoseporlapolvorosacolina.

DosvecesvolvióelCónsullatarjeta,ydespuéslapasóaHugh.—¡Quéextraño!…—dijo.…Era de la misma Yvonne y a todas luces parecía haber sido escrita cuando

menoshacíaunaño.PercatósesúbitamentedequeYvonnedebiódehaberlaenviadopoco tiempodespuésde abandonar alCónsul ymuyprobablemente ignorandoqueésteseproponíaquedarenQuauhnáhuac.Yapesardeelloera la tarjetaquehabíaestado perdida: dirigida originalmente aWells Fargo en la ciudad deMéxico, poralgúnerrorhabíasidoenviadaalextranjero,dehechohabíasufridoseriosextravíos,

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porque tenía losmatasellos de París, Gibraltar y hasta de Algeciras, en la Españafascista.

—No,léela—dijoelCónsulsonriendo.DecíanlosgarabatosdeYvonne:“Querido:¿Porquémemarché?¿Porquéme

dejaste ir? Espero llegar a los Estados Unidos mañana a California, dos díasdespués.Esperoencontrarnoticiastuyas.Teadoro.Y.”

Hugh volvió la tarjeta. Era una fotografía del Signal Peak en El Paso, con suaspectoleoninoylacarreteradeCarlsbadCavernatravesadaenciertopuntoporunpuentecilloprotegidoconblancavallaentredesiertoydesierto.Alolejosveíasequeelcaminoformabaunacurvaydesaparecía.

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VII

Al ladodel ebriomundoque,girandodesaforado,precipitábasea la1.20p.m.hacia laMariposa de Hércules, lo de la casa parecía ser una mala idea, pensó elCónsul.

Eras dos torres los ‘zacualis’ de Jacques, una en cada extremo, unidas por unapasarelaen laazoteaqueeraelgabletedecristalesdelestudiosituadoabajo.Estastorresdabanlaimpresióndeestarcamufladas,casicomoelSamaritan,dehecholashabían fustigado, cebrado de azul, gris, púrpura y bermellón. Pero tiempo eintemperiehabíansecombinadoparaqueelefecto,alcontemplarlodecerca,fuesedeunapagadomalvamonótono.Susápicesa losquese llegabadesde lapasarelapordos escalas gemelas de madera y desde el interior por dos escaleras de caracol,formaban sendosmiradores almenadosde endeble aspecto, cadaunode los cuales,apenas mayor que una garita, era minúscula variante sin techo de los puestos deobservaciónqueenQuauhnáhuacdominabanelvallepordoquiera.

En los almenajes delmirador que se alzaba a la izquierda del Cónsul y Hughcuandosehallaronantelacasa,conlacalleNicaraguaqueseextendíacuestaabajoasu derecha, se les aparecieron dos ángeles de aspecto atrabiliario. Los ángeles,talladosencantera rosa,permanecíanarrodilladosdeperfilunofrenteaotro,ysussiluetas se destacaban contra el fondo del cielo entre las almenas intermediasmientrasqueatrás,enlosmerlonescorrespondientesdelaparteposterior,enactitudsolemneestabansentadosdosobjetossinnombrecomobalasdecañóndemazapánqueatodasluceshabíansidoconstruidosconelmismomaterial.

Elotro‘mirador’carecíadeornamentación,salvolaqueformabansusalmenas,yelCónsulhabíapensadocon frecuenciaqueestecontraste—comoelquesindudaexistía entre ángeles y balas de cañón—correspondía en ciertomodo confuso a lapersonalidad de Jacques. Tal vez fuese también significativo el hecho de que ésteusarasurecámaraparatrabajarmientraselestudio,situadoenelpisoprincipal,habíallegadoaconvertirseencomedordondelacocineraysusparientessolíanacamparamenudo.

Demáscerca,podíaversequeenlatorredelaizquierda,ligeramentemayor,bajolas ventanas de aquella recámara —como matacanes degenerados, habían sidoconstruidasensentidooblicuo,cualmitadesseparadasdeunmismocabrio—habíaninsertadolevementeenlapared,paraproducirunefectodebajorrelieve,unpaneldepiedrabrutacubiertoconenormesletraspintadasdeoro.Estasletrasdoradas,aunquemuygruesas,semezclabandemaneraenextremoconfusa.ElCónsulhabíaadvertidoquealgunosdelosvisitantesdelaciudadsequedabancontemplándolasporespaciodemediahora.Aveces,M.Laruellesalíaaexplicarlesqueenrealidadqueríandeciralgo;queformabanaquellafrasedeFrayLuisdeLeóndelaqueelCónsulnoquería

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acordarseahora.Nitampocosepreguntóporquésehabíaacostumbradomásaestaextraordinaria construcción que a su propia casa, ahora que, precediendo a M.Laruelle(elcual,bromeando,lepunzabapordetrás)seguíaaHughyaYvonnehaciaelinterior,alestudio,porunavezvacío,alquesubíanporlaescaleradecaracoldelatorreizquierda.

—¿No hemos hecho trampa con los tragos? —preguntó, y su ánimo de totaldespegoexpirabaahoraalrecordarquesólohacíaunascuantassemanashabíajuradonovolveraentrarnuncaaestesitio.

—¿Nopiensasnuncaenotracosa?—parecióoírquedecíalavozdeJacques.El Cónsul no respondió y concretóse a entrar en el cuarto familiar, en donde

reinabaelacostumbradodesorden,deventanasinclinadas—matacanesdegeneradosvistosahoradesdeelinterior—y,siguiendoaJacques,loatravesóensentidooblicuohastasaliraunbalcónquedabaalaparteposterior,endondesurgióanteunpaisajede valles y volcanes bañados de sol y sombras de nubes que se arrastraban por laplanicie.

Sin embargo,M.Laruelle bajaba ya conpie nervioso las escaleras.—¡Paramíno!—protestaronlosdemás.¡Idiotas!ElCónsuldiodoso trespasosparaseguirlo,movimientoquepareciócarecerdesentido,apesardeconstituircasiunaamenaza:con expresión vaga levantó la vista para mirar por la escalera de caracol quecontinuabadesdeelcuartohastael‘mirador’situadoenelpisosuperior,ysereunióconHugheYvonneenelbalcón.

—Suban a la azotea, o quédense en el porche; hagan lo que quieran, perosiéntanseensucasa—dijounavozdesdeabajo—.Hayunosgemelosenlamesa…este…Hugues…Nometardonada.

—¿Lesimportaquesubaalaazotea?—preguntóHugh.—¡Noteolvidesdelosgemelos!Yvonne y el Cónsul permanecieron solos en el balcón volado. Desde donde

estaban, la casa parecía enclavada enmitad de un risco que se elevaba en escarpadesde el valle a sus pies.Al volverse veían la ciudad como si estuviera construidasobrelacimadeesterisco,suspendidasobresuscabezas.Mudas,porencimadelasazoteas,lasbarrasdelosvolantinesdelaferiaseagitabanenelairecomogestosdedolor.Perolosgritosylamúsicadelaferiallegabanhastaellosenestosmomentoscontodaclaridad.AlolejosdistinguióelCónsulunaparcelaverde:elcampodegolf,con diminutas figuras que se arrastraban en torno al risco…Escorpiones golfistas.RecordóelCónsullatarjetaquellevabaenelbolsilloyparecióhacerunmovimientohaciaYvonne,deseosodecontarletodo,dedecirlealgotiernoalrespecto,devolverlahacia él, de besarla. Luego se percató de que, sin otra copa, la vergüenza por loocurridoesamañanaleimpediríamirarlacaraacara.—¿Enquépiensas,Yvonne?—dijo—contumentalidadastronómica…—¿eraposiblequefueseélquienlehablaba

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así,enunaocasiónsemejante?¡Porciertoqueno;erasólounsueño!Apuntabaalaciudad—.Contumentalidadastronómica—repitió,aunqueno,nolohabíadicho—.¿Acasotodoesegiraryprecipitarsenoterecuerdalosviajesdeinvisiblesplanetas,delunasdesconocidasprecipitadashaciaatrás?—peronodijonada.

—Por favor, Geoffrey… —Yvonne puso su mano en el brazo del Cónsul—.Créeme,por favor,por favor,quenoquería,noqueríavermearrastradahastaaquí.Finjamosalgunaexcusayvámonos tanprontocomoseaposible…Nome importacuántascopasbebasdespués—añadió.

—Nocreohaberdichonadasobrecopasparaahoraodespués.Erestúquienmehametido la ideaen la cabeza.O Jacques, aquienoigoahora rompiendo (oacasodebieradecir,triturando)hieloalláabajo.

—¿No te queda nada de ternura ni de amor por mí? —preguntó Yvonne derepente,casiconvozlastimosa,volviéndosehaciaél,ypensóelCónsul:Sí,teamo,mequedatodoelamordelmundoporti,sóloqueeseamorparecetanalejadodemí,ytambiéntanextraño,porqueescomosicasipudieraoírlo,comounzumbidoounllanto,perodistante,muydistante,ycomountristemurmulloperdidoquepuedeserqueseacerqueosealeje,nosabríadecirlo—.¿Nopuedespensarenotracosasinoenlascopasquevasabeber?

—Sí—dijoelCónsul(aunque,¿noeraJacquesquienacababadepreguntarleesomismo?)—,sí,sípuedo…¡oh,Diosmío,Yvonne!

—Geoffrey,porfavor…Y,noobstante,nopodíamirarlaalacara.Losbarrotesdelosvolantines,vistosde

soslayo,parecíanleahoracomosiestuvieranmartillandosobreél.—Óyeme—dijo—, ¿me estás pidiendo que haga lo necesario para largarnos de todo esto, o vas acomenzaraecharmeunsermónsobrelabebida?

—Novoyasermonearte,deveras.Nuncamásvolveréasermonearte.Haréloquemepidas.

—Entonces…—comenzóadecirconenfado.Pero una mirada de ternura animó el rostro de Yvonne y el Cónsul volvió a

recordarlatarjetapostalquellevabaenelbolsillo.Debíaserunbuenaugurio.Podíasereltalismánparalainmediatasalvacióndeambos.Talvezhubierapodidoserunbuen presagio si sólo hubiese llegado ayer o si se hubiese recibido en la casa estamañana.Pordesgracianopodíapensarseenellacomosihubiesellegadoencualquierotromomento.¿Ycómohabríadesaber,sintomarseotracopa,sieraonounbuenaugurio?

—Pero he vuelto—parecía decir Yvonne—. ¿No puedes verlo? Aquí estamosnuevamente juntos,somosnosotros. ¿Nopuedesvereso?—sus labios temblaronycasilloraba.

Luegosehallócercadeél,ensusbrazos,peroélmirabaporencimadesucabeza.

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—Sí, puedo verlo —contestó; sólo que no podía ver, sino únicamente oír elzumbido, el llanto, y sentir, sentir la irrealidad—. Te amo. Sólo que… (En loprofundo de mi ser nunca podré perdonarte lo bastante: ¿era eso lo que pensabadecir?)

…Yapesardeello,volvíaapensarlounayotravez,comosifueralaprimera,cuántohabíasufrido,sufrido,sufrido,sinella;ciertamentequenuncaensuvida—salvo cuando murió su madre— había conocido semejante desolación y tandesesperadosentimientodeabandono,dedespojo,comoduranteesteúltimoañosinYvonne.Peronuncacon sumadrepudo sentir esta emociónde ahora: esteurgentedeseodeherir,deprovocarenunmomentoenquesóloelperdónpodíasalvareldía;másbienesedeseocomenzóconsumadrastra,yllegóatalesextremosqueellateníaquegritar:…—¡Nopuedocomer,Geoffrey,lacomidanomepasaporlagarganta!—eraduroperdonar,duro,duro,perdonar.Aúnmásduro,pornodecircuánduroera,teodio.Ahoramismo,depreferenciaacualquierotromomento.AunqueaquíestabaelmomentodeDios,laoportunidadparaestardeacuerdo,paraproducirlatarjeta,paracambiarlotodo;oquedabaaúnsólounmomento…Demasiadotarde.ElCónsulhabíadominadosu lengua.Perosintióquesumentesedividíaysealzaba,como lasdosmitadesequilibradasdeunpuente levadizoqueseuniesenparapermitirelpasodeestosruidosospensamientos.—Sólomicorazón…—dijo.

—¿Tucorazón,querido?—preguntóYvonneansiosa.—Nada…—¡Oh,pobrecitomío!,debesestartancansado.—‘Momentito’—dijo,soltándosedeella.RegresóalcuartodeJacques,ydejóaYvonneenelporche; lavozdeLaruelle

llegabaflotandodesdeabajo.¿Seríaacasoaquídondelohabíantraicionado?Talvezestemismocuartosehabía llenadodel jadeoamorosodeYvonne.Por todoelpisoesparcíanselibros(entreloscualesnoveíasuejemplardedramasisabelinos)y,juntoalsofádelestudioqueestabamáscercadelapared,amontonábanse,hastaeltecho,comosifueraobradealgúnpoltergeist[10]quesehubiesearrepentidoamedias.¿YsiJacques, al aproximarse a ejecutar sus intenciones con el paso violador de unTarquino,hubieraperturbadoestealudenpotencia?Aterradoresdibujosalcarbón,deOrozco, de horripilancia sin par, amenazaban desde la pared. En uno de ellos,ejecutadopormanode indiscutiblegenio,veíanseaunasarpíasquerechinando losdientessepeleabanencimadeuncamastrodestrozado,entrebotellasdetequilarotas.No era sorprendente; al aproximarse para observarlas con mayor detenimiento, elCónsulbuscabaenvanounabotellaintacta.EnvanobuscótambiénenelcuartodeJacques.Allí había un par de vigorososRiveras.Amazonas sin expresión conpiescualpatasdecarnerodabantestimoniodelaunidadexistenteentrelostrabajadoresylatierra.PorencimadelasventanasenformadecabrioquedabanalacalleTierra

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del Fuego, colgaba un cuadro aterrador que antes no había advertido y el cual lepareció a primera vista un tapiz llamado «Los borrachones»—¿por qué no «Losborrachos»?—;asemejábaseenparteaunprimitivoyenparteauncarteldelaépocadelaprohibiciónydenotaba,remotamente,lainfluenciadeMiguelÁngel.Dehecho,el Cónsul advertía ahora que en realidad se trataba de un cartel de la prohibición,aunquedehacíaunsiglooalgoasí,sóloDiossabíadequéperíodo.Losborrachos,egoístasyconrostrorubicundo,eranlanzadosdecabezahaciaabajo,alosinfiernos,en medio de un tumulto de demonios cubiertos de llamas, medusas, y eructabanmonstruos verdes, ora volando en picado como golondrinas, ora torpemente conterriblessaltoshaciaatrás,gritandoentrebotellasqueseprecipitabanyemblemasdeesperanzasdestruidas;enlasalturas,muyarriba,generosos,enpálidovuelohacialaluzqueasciendealoscielos,remontándosedemanerasublimeenparejas,elmachoprotegiendo a la hembra y todos escudados por ángeles con alas de abnegación,volaban los sobrios. Sin embargo, advirtió el Cónsul que no todos andaban enparejas. En la parte superior, algunas hembras solitarias iban protegidas sólo porángeles.Parecíalequeestashembraslanzabanmiradasmedioenvidiosashaciaabajo,contemplando a sus esposos que caían en sentido vertical; los rostros de algunostraicionaban elmás inconfundible alivio.Rió elCónsul, temblando levemente.Eraridículo,peroapesardeello,¿acasohabíadadoalguienunabuenarazónparaqueelbien y el mal no se delimitaran de manera tan simple? En el resto del cuarto deJacques, ídolos cuneiformes de piedra se acuclillaban cual infantes bulbosos: a unlado del cuarto, formaban, incluso, una fila encadenada. Parte del Cónsul siguióriéndose, a pesar de sí mismo y de toda esta exposición de salvajes talentosextraviados,alpensarqueYvonnepudohabersehalladodespuésdelorgasmodesupasiónfrenteaestafiladebebésencadenados.

—¿Quétaltevaporalláarriba,Hugh?—gritóporlaescalera.—CreoquelogréenfocarbastantebienaParián.EnelbalcónYvonneleíayelCónsulvolvióacontemplar«Losborrachones».De

prontoexperimentóunasensaciónnuncaantessentidacontanabsolutacertidumbre.Yeraladeestarenelinfierno.Almismotiempoleinvadióunsentimientodeextrañacalma.Pudodominarunavezmáselíntimofermentodesuinterior,lasturbonadasylosremolinosdelanerviosidad.PodíaoíraJacques,moviéndosealláabajoyprontotomaríaotracopa.Eso leayudaría,peronoeraéseelpensamientoque localmaba.Parián… ¡el Farolito!, repetíase. ¡El Faro, el faro que invita a la tempestad y laenciende!Despuésdetodo,enalgúnmomentodeldía,talvezcuandoestuvieranenel jaripeo, podría separarse de los demás e ir allá, aunque sólo fuera por cincominutos,aunquefueraparatomarseunasolacopa.Aquellaesperanzaloinvadiódeunamorquecasi loconsolabay,enestemomento(puestoqueformabapartede lacalma), del mayor anhelo que jamás hubiera conocido. ¡El Farolito! Era un lugar

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extraño,enverdadunlugarparalasúltimashorasdelanocheylasprimerasdelalba,yqueporreglageneral,comoaquellahorriblecantinaenOaxaca,noabríasinohastalascuatrode lamadrugada.PerocomohoyeraDíade losMuertos,nocerraría.Alprincipio le había parecido diminuta. Sólo después, cuando llegó a conocerla bien,logródescubrircuánextensaerahaciaelfondo,ysupoqueenrealidadsecomponíadenumerososcuartosminúsculos,cadaunomáspequeñoyoscuroqueelanteriorytodoscomunicadossucesivamenteentresí,yqueelúltimoymásoscurodetodosnoeramayorqueunacelda.Antojábanseleloscuartoscomolugaresenlosqueseurdíandiabólicasconspiracionesydondesetramabanatrocescrímenes;aquí,comocuandoSaturnoseencontrabaenCapricornio,lavidadescendíahastaelfondo.Perotambiénaquígrandespensamientosrotantescerníanseenelcerebro;mientraselalfareroyellabrador madrugadores, deteníanse un momento, soñando, en la puerta exangüe…Ahoraloveíatodo:alladodelacantinaelenormedeclivequecaíaala‘barranca’yevocabaaKublaKhan;elpropietario,RamónDiosdado,conocidocomoelElefante,dequienserumoreabaquehabíamatadoasuesposaparacurarladelaneurastenia;lospordioserosdestrozadosporlaguerraycubiertosdellagas,unodeloscuales,unanoche,despuésdequeelCónsullepagócuatrocopas,lotomóporCristoy,cayendoderodillasasuspiesleprendióágilmenteconalfileres,enlasolapadesuchaqueta,dosmedallonesunidosaundiminutocorazónlabradoquesangraba,semejanteaunacerico,conlaimagendelaVirgendeGuadalupe.—¡Yo…este…teregalolaSanta!—viotodoestoysintióquelaatmósferadelacantinasecerrabayasobresucabezaconcertidumbredepesarydemalytambiénconcertidumbredealgomásqueseleescapaba.Aunquelosabía:eralapaz.Volvióaverelalba,quepodíacontemplarconsolitaria angustia desde aquella puerta abierta, en la luz de matices violáceos,mientrasqueen laSierraMadreestallabauna lentabomba—¡Sonnenaufgang!—ylosbueyesuncidosasuscarretasconruedasdemadera,pacientes,aguardabanasusconductores afuera, en el aire puro, fresco y cortante del cielo: tan grande era elanhelodelCónsul,quesualmaestabaentrelazadaconlaesenciadellugarmientraslo asaltaban pensamientos semejantes a los del marino que, al divisar después delargoviajelatenueboyadelpuntodepartida,sabequeprontoabrazaráasuesposa.

Después, volvieron de pronto a la imagen de Yvonne. ¿La había olvidado enverdad?, se preguntó. De nuevo paseó la mirada por el cuarto. ¡Ah, en cuántoscuartos, sobre cuántos divanes, entre cuántos libros habían hallado ellos su propioamor,sumatrimonio,suvidaencomún!;vidaque,apesardesusmuchosdesastresydesu totalcalamidad—ytambiénapesardecualquier tenueelementode falsedadqueporpartedeYvonnehubieseexistidoalprincipio,consubodaqueformabasóloparte del pasado, de sus antecesores angloescoceses, de las visiones de castillosvacíosenSutherlanden losquesilbaban los fantasmas,de lasemanacionesde tíosdesvaídosentierrasbajasquemasticabansupanalasseisdelamañana—nohabía

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sido sin triunfos. Aunque por cuán corto tiempo. Muy pronto comenzó a parecerdemasiadotriunfante,demasiadobuena,comoparaquenofuesehorribleimaginarelperderlayporúltimo,imposibleelsoportarla:eracomosisehubieseconvertidoenelpresagio de sí misma, presagio de que no podría durar, presagio también de unapresenciaquevolvíaaencaminarsuspasosalataberna.Y¿cómopodíaunovolveraempezar desde el principio, como si el café Chagrín y el Farolito nunca hubieranexistido? ¿O sin ellos? ¿Podría permanecer fiel a Yvonne y al Farolito?… ¡Oh,Cristo,farodelmundo!¿Cómo,yconquéciegafe,podríaunoencontrarelcaminodevuelta,lucharenelregreso,ahora,enmediodetumultuososhorroresdecincomilestrepitosos despertares, cadaunomás espantosoque el anterior, de un lugar en elquenisiquieraelamorpodíapenetraryenelque,salvoenlasllamasmásespesas,nohabíavalor?En la pared caían eternamente losborrachos.Perounode los idolitosmayasparecíallorar…

—¡Ay, ay, ay! —dijo M. Laruelle (de modo no muy distinto al del cartero)acercándose, pisando con fuerza al subir por la escalera; cócteles, despreciablecolación.Sinque lovieran,elCónsulhizoalgoextraño; tomó lapostaldeYvonnequeacababaderecibiryladeslizópordebajodelcojíndeJacques.Yvonneregresódelbalcón—.Hola,Yvonne,¿dóndeestáHugh?…sientohabertardadotanto.Vamosalaazotea,¿quieres?—prosiguióJacques.

Enrealidad,lasreflexionesdelCónsulnohabíanduradonisieteminutos.Apesarde lo cual, Laruelle parecía haberse ausentado por más tiempo. Vio el Cónsul,mientras los seguía, mientras seguía a las copas en su ascenso por la escalera decaracol, que además de coctelera y copas había canapés y aceitunas rellenas en lacharola.Talvez,apesardesuseductoraplomo,Jacqueshabíabajado, temerosodetoda aquella situación e incapaz de dominarse. En tanto que estos elaboradospreparativoseransimplesexcusasparahuir.AcasotambiénfuesebastanteciertoqueelpobretipohabíaamadoaYvonne…—¡Oh,Dios!—dijoelCónsulcuandollegóalmirador,dondecasialmismotiemposubióHugh,procedentedelapasarela,trepando(mientrasellosseaproximaban)porlosúltimospeldañosdelaescalera—,¡Dios!,sielsueñodelsombríomagoensucuevahabitadaporvisiones,enelmomentomismoenquetiemblasumanoenúltimadecadencia(éseeselpasajequemegusta)fueraelfinverdaderodeestepuercomundo…Nodebistehabertemolestado,Jacques.

Lequitó losgemelosaHughy,colocadasucopaenunmerlónvacío,entre losobjetos de mazapán, paseó sosegadamente su mirada sobre el paisaje. Pero, cosaextraña,nohabíatocadolacopa.Ylacalmapersistíamisteriosamente.Eracomosise hallasen en algún elevado promontorio de un campo de golf, al comienzo deljuego.¡Quéespléndidohoyoseharíadeaquíaaquelpradoentreesosárbolesalotrolado de la barranca, aquel obstáculo natural que a ciento cincuenta metros dedistanciapodíasuperarseconunbuengolpedecuchara,muyalto…Plock.ElHoyo

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Gólgota.Enlasalturas,unáguilasedejabacaerenelviento.Habíandadopruebasdefaltadeimaginacióncuandoconstruyeronelcampodegolfdelalocalidadhastaallá,lejosdelabarranca.Golf=abismo=golfo.Prometeodevolveríalaspelotasperdidas.Ydeaquellaotraparte,quéextrañocampodegolfsehabríapodidoidear,atravesadoporrielessolitarios,murmuranteconpostestelegráficos,bailandoconinconcebiblesyacimientos en los terraplenes por encima de las colinas, en la distancia, como lajuventud, como la vida misma, el campo se deslizaría por todas estas planicies,extendiéndosemásalládeTomalín,entrelaselva,alFarolito,hoyodiecinueve…yanoeslomismo.

—No,Hugh—dijoajustandolaslentes,perosinvolverse—,JacquesserefierealapelículabasadaenAlastor,querealizóantesdeiraHollywood,yenlaquehizolastomas que pudo en una bañera y, según parece, montó el resto recurriendo asecuenciasderuinasdeviejosdocumentalesdeviaje,yaunaselvaqueaparecíaenIndunkelste Afrika y a un cisne proveniente del final de algún antiguo CorinneGriffith… creo que también Sarah Bernhardt tomaba parte mientras que el poetapermanecíatodoeltiempoenlaplayaylaorquestahacíasusmayoresesfuerzosconelSacreduPrintemps.Creoqueolvidélaniebla.

Conlarisadetodossealigeróalgolaatmósfera.—Peroantesdecomenzara filmar, segúnsolíadecirundirectoralemánamigo

mío,debetenerseideadeloquevaaserlapelícula—lesdecíaJacques,aespaldasdelCónsul, cerca de los ángeles—.Pero después, es otro cuento…En cuanto a laniebla,eseltrucomásbaratodecualquierestudio.

—¿No filmó usted películas enHollywood?—preguntóHugh, que poco antescasisehabíaembarcadoenunapolémicadecarácterpolíticoconM.Laruelle.

—Sí…Peromeniegoaverlas.—¿Peroquédiablosseguíabuscandoél,elCónsul—pensóelCónsul—allá,en

aquellas llanuras, en aquel paisaje tumulario, a través de los gemelos de Jacques?Seríaacasounaficcióndesímismo,delqueantañohabíagozadoconunacosatansimple,saludable,estúpidaysanacomoelgolf,comoloeranporejemploloshoyosinvisiblesque llevaban a altosyermosdedunas, antaño, sí, con elmismo Jacques.Treparyluegocontemplardesdelacimadeunaeminenciaelocéanoconhumoenelhorizonte, y después, lejos, allá, cerca de la banderola en el césped, su nuevo yresplandeciente Silver King. ¡Ozono!… El Cónsul no podía ya jugar al golf: suspocosesfuerzosen losúltimosañoshabíanresultadodesastrosos…Cuandomenos,debíhabermeconvertidoenunaespeciedeDonnedeloscamposdegolf.Poetadelirreemplazable césped. ¿Quién sostiene el banderínmientras hago un hoyo en trestiros? ¿Quién cazami zona zodiacal en la playa? ¿Y quién, en aquel último lancefinal, aunque llegue a aquel hoyo en cuatro tiros, aceptami puntuación de diez atres…aunque tengamás?ElCónsuldejóal fin losgemelos,ysevolvió.Yaúnno

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habíatocadosucopa.—Alastor,Alastor—decíaHugh acercándosele—. ¿Quién es, fue, por qué, y/o

escribióAlastor?—Percy Bysse Shelley—el Cónsul se recargó en el mirador junto a Hugh—.

Otrotipoconideas…EntrelashistoriasquesecuentansobreShelleylaquemásmegusta es aquella en que se deja hundir hasta el fondo delmar… llevando consigo,claroestá,varioslibros…ysequedóallí,antesqueadmitirquenosabíanadar.

—Geoffrey,¿nocreesqueHughdebieraveralgode la fiesta—dijoYvonnedepronto desde el otro lado—, ya que es su último día? En especial si hay bailesindígenas.

Así pues, era Yvonne la que los «sacaba de todo esto», justamente cuando elCónsul se proponía permanecer allí. —No sé —respondió—. ¿No podríamos verbailesindígenasycosasasíenTomalín?¿Querríasir,Hugh?

—Seguro.Claro.Loquedigan—Hughbajódelparapetoconmovimientotorpe—.Todavíaquedaunahoraantesdequesalgaelautobús,¿verdad?

—Estoy segura de que Jacques nos perdonará si nos vamos corriendo —dijoYvonnecasidesesperada.

—Entoncesdéjenmeacompañarlosabajo—respondióJacques,dominandosuvoz—. Esmuy temprano para que la fiesta sea gran cosa, pero debería usted ver losmuralesdeRivera,Hugues,sinolohahechoya.

—¿Novienes,Geoffrey?—volvióseYvonneenlaescalera—.Ven,porfavor—decíansusojos.

—Bueno, las ‘fiestas’nosonmi fuerte.Vayanustedesynosencontramosen laterminal a la hora de salida del autobús. De todos modos, tengo que hablar conJacques.

Peroya todoshabíanbajadoy elCónsul permanecía solo en elmirador.Y, sinembargo,noestabasolo.PorqueYvonnehabíadejadounacopaenelmerlón,cercadelosángeles,ladelpobredeJacquesestabaenunadelasalmenas,yladeHughaun lado del parapeto. Y la coctelera no estaba vacía. Además, el Cónsul no habíatocado siquiera su propia copa. A pesar de lo cual, no bebía ahora. Con sumanoderechasetocóbajolachaquetaelbícepsdelaizquierda.Fuerza…deciertaclase…¿pero cómo infundirse valor?Aquel buen valor festivo deShelley; no, aquello eraorgullo. Y el orgullo invitaba a seguir adelante, ya fuera a seguir adelante hastamatarse,obienhasta«enderezarse»,comoantes,tanamenudo,solitario,conayudade treinta botellas de cerveza y contemplando el techo. Pero esta vez era muydiferente.¿Quéocurriríasiaquílavalentíaentrañaraadmitirladerrotatotal,admitirquenopodíaunonadar,admitirhasta(aunqueporuninstantelaideanopareciódeltodomala) internarseenunaclínicaparacurarse.No; fueracual fuerael fin,nosetrataba de «salir de aquello». En eso, ningún ángel ni Yvonne ni Hugh podían

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ayudarlo.Encuantoalosdemonios,loshabíaensuinteriorasícomoenelexterior;tranquilos por el momento (acaso durmiendo una siesta) seguían no obstanterodeándoloy habitándolo; lo estabanposeyendo.ElCónsul contempló el sol. Perohabíaperdidoelsol:noerasusol.Comolaverdad,eracasiimposibleverlodefrente;noqueríairaningúnladoparaacercársele,nimuchomenos,sentarsefrenteasuluzparaverlodefrente.—Y,sinembargo,loverédefrente—¿cómo?Cuandonosólosementíaasímismo,sinoademáscreíasupropiamentirayvolvíaamentiraaquellasficciones engañosas, entre las cuales no estaba ni siquiera su propio honor. Losengaños de sí mismo carecían incluso de una base consecuente. ¿Cómo entoncespodía tenerla su esfuerzo por ser honrado?—Horror—dijo—.Y sin embargo, nocederé—¿peroquiéneraYo,cómoencontraraquelYo,adóndehabíapasado«Yo»?—.Haga lo quehaga, lo haré deliberadamente—ydeliberadamente, por cierto, seabstuvo de tocar su copa—. La voluntad del hombre es inconquistable. ¿Comer?Debiera comer. Así es que el Cónsul se comió un canapé. Y cuandoM. Laruelleregresó,elCónsulseguíaescudriñandosinbeber…¿haciadóndemiraba?Élmismonolosabía—.¿RecuerdascuandofuimosaCholula—dijo—cuántopolvohabía?

Ambosenfrentáronseensilencio.—Enverdadnoquierohablarcontigo—añadióel Cónsul al cabo de un momento—. Es más no me importaría que fuera ésta laúltimavezqueteviese…¿Meoíste?

—¿Te has vuelto loco? —exclamó por fin M. Laruelle—. ¿Quieres darme aentenderquetuesposahavueltoatulado(ytehevistooraryaullarbajolamesaporello, ¡de veras, bajo lamesa!)… y que la tratas con tal indiferencia y sólo siguespreocupándoteporsaberdedóndevendrálapróximacopa?

Para esta injusticia incontrovertible y espantosa carecía elCónsul de respuesta;alcanzósucóctel,loasióyloolió:peroenalgunaparte,endondepocoserviría,nocedió un cable: no bebió el Cónsul; casi sonrió complacido a M. Laruelle. Bienpuedescomenzarahoraomástardearechazarcopas.Puedescomenzarahora;omástarde.Mástarde.

SonóelteléfonoyM.Laruellebajócorriendolaescalera.ElCónsulpermaneciósentado un rato con la cabeza hundida entre las manos y luego, dejando su copaintacta,dejando,sí,todaslascopasintactasbajóalcuartodeJacques.

M. Laruelle colgó. —Bien—dijo—, no sabía que se conociesen. Se quitó lachaquetaycomenzóadesanudarselacorbata—.Eramidoctor,quepreguntabaporti.Quieresabersitodavíanotehasmuerto.

—¡Oh!…Oh,¿eraVigil?—ArturoDíazVigil.‘MédicoCirujano’…¡Etcétera!—Ah—dijo,desconfiado,elCónsul,paseandosuíndiceporelinteriordelcuello

delacamisa—.Sí.Apenasloconocíanoche.Dehecho,pasóporelrumbodemicasaestamañana.

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Pensativo,M.Laruelle echó a un lado su camisa y dijo:—Vamos a formar unequipoantesdequesemarchedevacaciones.

Sentado,imaginabaelCónsulaquelhorripilanteyfugazpartidodetenisbajolosviolentosrayosdelsolmexicano,laspelotasdetenisagitadasenunmardeerrores,difícil partido para Vigil, pero ¿qué le importaba? (¿y quién era Vigil? el buenhombre parecíale ahora tan irreal como cualquier figura a la que dejaría uno desaludar por temor de que no se tratase de la misma persona a quien uno hubieraconocidoesamismamañana,comoeldobledecarneyhuesodelactoralqueseveríaen la pantalla esa tarde), mientras que el otro se preparaba a meterse bajo unaregaderaque,conaquelextrañodescuidoarquitectónicoporeldecorodelquehacegala un pueblo que ante todovaloriza el decoro, había sido instalada en un rincónespléndidamentevisibletantodesdelaventanacomodesdeloaltodelasescaleras.

—Quiere saber si has cambiado de parecer; si después de todo tú e YvonnequierenirseconélencocheaGuanajuato…¿Porquénovan?

—¿Cómo supo que estaba aquí?—temblando un poco, enderezóse el Cónsul,aunqueporunmomentosesintióasombradodesudominiosobrelasituación:dequeaquí, en realidad existía alguien llamado Vigil que lo había invitado a ir aGuanajuato.

—¿Cómo?… ¡Cómo habría de saberlo!… Se lo dije yo. Es lástima que no sehayanconocidoantes.Esehombrepodríaayudarteverdaderamente.

—Talvezdescubras…que túpodríasayudarleenalgohoymismo—elCónsulcerrólosojosyvolvióaoírclaramentelavozdeldoctor:«peroahoraquehavueltosu‘esposa’…Peroahoraquehavueltosu‘esposa’…Yopodríatrabajarconusted»—¿Qué?—abriólosojos…Peroelabominableimpactoqueentodosuserprodujoenestemomentoelhechodequeaquelmiembrohorriblementealargadoenformadepepino, compuesto de nervios azules y agallas bajo el estómago humeante eimpúdico,hubierabuscadosusplaceresenelinteriordelcuerpodesuesposa,lohizolevantarsetembloroso.¡Quéasquerosa,quéincreíblementeasquerosaeslarealidad!Comenzóadarvueltasporelcuartoyacadapasosusrodillasparecíancederconunasacudida.Libros,demasiados libros.Aúnnoveía elCónsul suejemplardedramasisabelinos.Ysinembargo,había todo lodemás,desdeLes joyeusesbourgeoisesdeWindsor hasta Agrippa d’Aubigné y Collin d’Harleville, de Shelley a Touchard,LafosseyTristanl’Hermite.Beaucoupdebruitpourrien!¿Podríabañarseenellasualmaoextinguirsused?Podría.Ynoobstante,enningunodeestoslibrosencontrabauno de los sufrimientos propios. Ni tampoco enseñaba cómo contemplar unamargaritasilvestre.

—Pero ¿qué te hizo decir a Vigil que estaba yo aquí, si ignorabas que meconocía?—preguntócasiconunsollozo.

M.Laruelle,abrumadoporelvapor,metióselosdedosenlasorejasparaindicar

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quenohabíaoído:—¿DequépudieronhablarVigilytú?—De alcohol. De locura. De la comprensión medular del sombrero de copa.

Nuestras conformidades fueron más o menos bilaterales —el Cónsul, que ahoratemblabayafrancaynormalmente,seasomóporlaspuertasabiertasdelbalcónparacontemplar los volcanes sobre los cuales volvían a flotar nubecillas de humoacompañadaspordetonacionesdefusilería;porunavezlanzóunamiradaapasionadahaciaelmiradorendondeseguíansuscopasintactas—.Reflejosenmasa,perosólolaerecciónderiflesquediseminanmuerte—dijo,mientrasadvertíaquelossonidosdelaferiaaumentaban.

—¿Quéfueeso?—¿Cómoteproponíasdivertiralosdemás?suponiendoquesehubieranquedado

—casi gritaba el Cónsul en su interior, porque conservaba horribles recuerdos delaguadeslizándoseportodosucuerpocomojabónqueescapadetemblorososdedos—¿tomandounaducha?

Y regresaba el avión observador, ¡oh, Jesús!, sí, aquí, aquí, salido de la nada,acercábase zumbando directamente hacia el balcón, sobre el Cónsul, tal vezbuscándolo,estrepitosamente…¡Aaaaaaaah!¡Brrrumm!

M.Laruelle sacudió la cabeza; nohabíaoídoun solo sonido, una solapalabra.Salió de la regadera y pasó a su pequeño rincón cubierto por una cortina, queutilizabacomovestidor.

—¡Quéespléndidodía!,¿verdad?…Creoquevaahabertormenta.—No.De repente, elCónsul se dirigió al teléfono situado también en una especie de

nicho (la casa parecía estar hoy más llena que de costumbre de estos recesos),encontróeldirectorioy,temblandodepiesacabeza,loabrió;noVigil,no;Vigilno,farfullaban sus nervios, sino Guzmán. A.B.C.G. Ahora estaba, sudando,terriblemente.Depronto,enestepequeñonichohizotantocalorcomoencualquiercabina telefónica de Nueva York durante una onda cálida; temblaban sus manosfrenéticamente; 666, Cafiaspirina; Guzmán, Erikson 34. Tenía el número; lo habíaolvidado;elnombreZuzugoitea,ZuzugoiteayluegoSanabriaylesaltarondellibro:Erikson35.Zuzugoitea.Yahabía olvidado el número, olvidado el número, 34, 35,666:volviólaspáginashaciaatrás,cayóunaenormegotadesudoreneldirectorio;esta vez creyó ver el nombre de Vigil. Pero ya había descolgado la bocina,descolgadolabocina,descolgado,habíaselapuestoalrevés,hablandoyempapandoel auricular, elmicrófono, no podía oír; ¿podrían oír ellos?, ¿ya ves?; el auricular,como antes: —‘¿Qué quieres?’ ¿A quién quieres?… ¡Dios! —y gritando, colgó.Necesitaríauntragoparahaceresto.Corrióendirecciónalaescalera,peroamediocamino,estremeciéndose frenético, tornóabajar;yobajé labandeja.No, lascopassiguenalláarriba.Salióal‘mirador’ysebebiótodaslascopasquehabíaalavista.

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Oyómúsica.Derepente,cercadetrescientascabezasdeganado,muertas,congeladasenlamismaposiciónqueladelganadovivo,surgieronenlacolinafrentealacasaydesaparecieron.ElCónsul se acabóel contenidode la cocteleraybajó en silencio,recogióunlibrodebolsilloquesehallabasobrelamesa,sentóseyloabrióexhalandounprofundosuspiro.EraLamachineinfernaledeJeanCocteau.«Oui,monenfant,monpetitenfant»—leyó,«leschosesquiparaissentabominablesauxhumains,situsavais,del’endroitoùj’habite,ellesontpeud’importance».—Podríamostomarnosuna copa en la plaza —dijo cerrando el libro y volviéndolo a abrir: SortesShakespeareanae.«Losdiosesexisten,soneldemonio»,leinformóBaudelaire.

SehabíaolvidadodeGuzmán.Losborrachonesseguíancayendoeternamenteenlasllamas.M.Laruelle,quenohabíaadvertidonada,reapareció,resplandecienteconsuspantalonesblancos,tomósuraquetadelapartesuperiordeunlibrero;elCónsulencontró el bastón y las gafas oscuras, y ambos bajaron juntos por la escalera decaracol.

—‘Absolutamentenecesario’—afuera,detúvoseelCónsulysevolvió.‘Nosepuedevivirsinamar’,eranlaspalabrasescritasenlacasa.Enlacalleno

soplaba el menor viento y ambos caminaron un trecho sin proferir palabra,escuchando sólo el babel de la fiesta que iba en aumento a medida que seaproximabanalaciudad.CalledelaTierradelFuego,666.

M.Laruelle,posiblementeporquecaminabapor labanqueta,parecíaahoramásalto de lo que era, y junto a él, abajo, sintióse el Cónsul por un momentoincómodamente reducido a las proporciones de un enano, infantil. Años antes,cuandoambos eranniños, la situaciónhabía sido inversa; a la sazón elCónsul eramás alto. Pero en tanto que a los diecisiete había dejado de crecer y se habíaestancado en unmetro ochenta,M.Laruelle siguió creciendo al correr de los añoshasta tener una estatura muy superior a la del Cónsul. ¿Superior? Jacques era unchicodequienelCónsulpodíarecordaraúnciertosdetallesconafecto:laformaenque pronunciaba vocabulary por lo cual rimaba con foolery o bible con runcible.Cuchararuncible.Ylogrócrecerhastaconvertirseenunhombrequepodíaafeitarseyquitarseloscalcetinesporsímismo.Peroapenaspodíaafirmarsequeerasuperior.Allá, al correr del tiempo con su estatura de uno noventa, no parecía demasiadoridículosugerirqueseguíasufriendolainfluenciadelCónsul.Sinoeraasí,entonces¿porquéelsacodetweeddeaspectoinglésparecidoaldelCónsul,aquelloszapatosdetenis,carosyexpresivos,delosquepermitencaminarconholgura,lospantalonesinglesesblancosdeveintiúnpulgadasdeancho,ylacamisaquellevabaalainglesayla extraordinaria bufanda que sugería que M. Laruelle había ganado algunacompetencia deportiva en la Sorbona o algo así? Incluso había, a pesar de su levecorpulencia, una especie de ingravidez ex-consular en sus movimientos. ¿Por quéhabríaJacquesdejugaraltenis?¿Hasolvidado,Jacques,cómoyomismoteenseñé

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aquelveranohacemuchotiempo,detrásdelacasadelosTaskersonoenlosnuevoscampos públicos de Leasowe? Precisamente en tardes como ésta. Tan breve suamistady a pesar de ello, pensó elCónsul, ¡qué enorme!, cómoaquella influenciapenetró en todo, cómo penetró en la vida entera de Jacques, influencia que semanifestabahastaenlaeleccióndesuslibros,desutrabajo,enprimerlugar,¿porquéhabíavenidoJacquesaQuauhnáhuac?¿AcasonoeratantocomosielCónsul,desdelejos,lohubiesedeseado,conoscurospropósitospersonales?Elhombrealquehabíaencontradoaquímismohacíadieciochomeses,parecíaser,aunqueheridoensuarteyen su destino, el francés más completamente inequívoco y sincero que hubieseconocido.NitampocoresultabacompatiblelaseriedaddelrostrodeM.Laruelle—elcualveíaahoraconelcielocomofondo,entrelascasas—conciertacínicadebilidad.¿AcasonoeracasicomosielCónsullehubiesetendidounatrampaparahacerlecaeren la deshonra y en la angustia, como si de hecho hubiese querido hasta que lotraicionara?

—Geoffrey—dijo, de pronto,M. Laruelle, tranquilo—, ¿ha vuelto Yvonne deveras?

—Asíparece,¿nocrees?—ambosguardaronsilenciomientrasencendíansendaspipas, y elCónsul advirtióque Jacques llevabaun anilloqueno le habíavisto: unescarabajo de sencillo diseño, tallado en una calcedonia: ignoraba si Jacques se loquitaríaparajugaraltenis,perolamanoenquelotraíatemblaba,entantoqueahoraladelCónsulerafirme.

—Quiero decir que si ha vuelto de veras —prosiguió en francés M. Laruellemientras seguían, cuesta arriba, por la calle Tierra del Fuego—. ¿No ha venidosimplementedevisita, o para verte por curiosidad, confiando enque sólo seguiránsiendoustedessimplementebuenosamigos,etc.,sinotemolestaquetelopregunte?

—Sihedehablarteconfranqueza,memolestabastante.—Comprendebienesto,Geoffrey:piensoenYvonne,noenti.—Comprendemejoresto.Piensasentimismo.—Pero hoy… Puedo comprender que… Supongo que en el baile estuviste

completamenteborracho.Yonofui.Perosiasíocurrió,¿porquénoestásentucasadando gracias a Dios y tratando de descansar y esperando a que se te pase laborrachera, en vez de hacer la desdicha de todos, llevándolos a Tomalín? Yvonnepareceestaragotada.

Las palabras araban débiles surcos de fatiga en la mente del Cónsul, llenaconstantementedeinofensivosdelirios.Sinembargo,sufrancéserafluidoyrápido:

—¿Cómopuedesdecirquesuponíasqueestababorracho,cuandoelmismoVigilte lo dijo por teléfono? ¿Y no sugeriste ahora mismo que llevase a Yvonne aGuanajuatoconél?Talvezimaginasteque,delograrinfiltrarteennuestrogrupoparael viaje proyectado, ella dejaría de sentirse cansadamilagrosamente, aunque quede

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cincuentavecesmáslejosqueTomalín.—Cuando sugerí que fueran no me había dado cuenta enteramente de que

acababadellegarestamañana.—Bueno…semeolvidadequiénfue la ideade iraTomalín—dijoelCónsul.

¿EsposiblequeseayoquiendiscuteconJacquessobreYvonne,sobrelonuestro,deestamanera?Aunque, después de todo, ya lo habían hecho antes—.Pero no te heexplicadoenquéformaentraHugheneljuego…

—…¡Huevos!—¿gritaba acasopor encimade ellos el jovial propietario de los‘abarrotes’desdelaaceradeladerecha?

—¡Mezcalito!—¡Qué!¿Alguiensusurrabaestopasandoasuladoconunatabla,acasoalgúnborrachínamigosuyo,ohabíaocurridoesoestamañana?

—…Ypensándolobien,nocreoquemetomelamolestia.Pronto surgió la ciudad ante susmiradas.Habían llegado al pie del palacio de

Cortés.Cercadeellos,algunosniños(alentadosporunhombrequetambiénllevabagafas oscuras y parecía conocido, al cual saludó el Cónsul) giraban en torno a unpostedetelégrafos,meciéndoseenimprovisadotiovivo,minúsculaparodiadelGranTiovivo de la plaza, en lo alto de la loma.Más arriba, en una terraza del palacio(porquetambiéneraelAyuntamiento)habíaunsoldado,endescanso,conunrifle:enuna terraza aún más alta, erraban los turistas: vándalos calzados de sandaliascontemplandolosmurales.

Desde donde estaban, el Cónsul y M. Laruelle alcanzaban a tener una buenavisióndelosfrescosdeRivera.—Desdeaquílograsunaimpresiónquealláarribanotienen los turistas—dijo M. Laruelle—; están demasiado cerca—apuntaba haciaellosconsuraquetadetenis—.Ellentooscurecimientodelosmuralescuandosevendederechaaizquierda.Enciertomodoparecesimbolizarlagradualcomposicióndela voluntad conquistadora de los españoles sobre los indios. ¿Comprendes lo quequierodecir?

—Sitepararasmáslejos,tepodríaparecerquesimbolizalagradualimposicióndelaamistadconquistadoradelosnorteamericanos,deizquierdaaderecha,sobrelosmexicanos —dijo el Cónsul sonriente y quitándose sus gafas oscuras—, sobreaquellosquetienenquemirarlosfrescosyrecordarquiénloshapagado.

Enelsectordelosmuralesquecontemplaba,seveíaalostlahuicas,muertosendefensa de este valle en donde vivían. El artista los había pintado con atuendoguerrerodemáscarasypielesde leónytigre.Mientras losmiraba,parecíacomosiestuviesencongregándoseen silencio.Después, convertíanseenuna sola figura, eninmensaymalévolacriaturaque,asuvez,lemiraba.Depronto,estacriaturaparecióprecipitarsehaciaadelanteyluegohacerunmovimientobrusco.Bienpodíasur(dehecholoerainconfundiblemente)paraindicarlequesealejara.

—Mira; allá están Yvonne y Hugues saludándote—el Cónsul correspondió al

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saludo,agitandosuraquetadetenis—.Sabes,creoqueformanunaparejaformidable—añadióconunasonrisa,enpartedolorosa,enpartemaliciosa.

Yallíestaban(losveía)laparejaformidable,juntoalosfrescos.Hugh,conunpieenelbarandaldelbalcóndelpalacio,contemplaba,porencimadesuscabezas,acasolosvolcanes;Yvonneestabavueltadeespaldas.Se reclinaba sobreelbarandalquequedaba frente a los murales y luego se volvió a Hugh para decirle algo. Novolvieronasaludar.

M.LaruelleyHughoptaronpornoseguirelcaminodelrisco.Continuaronporlabasedelpalacioyluego,frenteal‘BancodeCréditoEjidal’,volvieronalaizquierdapara ascender por el camino estrecho y empinado que llevaba hasta la plaza. ConesfuerzoarrimáronsealmurodelPalacioparacederelpasoaunhombremontadoacaballo,indiodefinasfaccionesquepertenecíaalaclasedesheredadayvestíaropasblancas,aunquesuciasyholgadas.Elhombrecantabaparasíconalegría.Peroconlacabezahizoungestocortés,comoparaagradecerles.Parecióestarapuntodehablaryfrenósupequeñocaballo—encuyoscostadostintineabandosalforjasycuyaancateníamarcadaconelnúmerosiete—parahacerlocaminarmáslentamente,mientrasellossubíanlacolina.Tocatocasobrecincha.Peroelhombre,queibaunpocomásadelante,nohabló;enlacimaagitólamanoy,cantando,desaparecióalgalope.

El Cónsul se sintió angustiado. ¡Ah, qué daría por tener un caballo y galopar,cantando,lejos,quizáparairaveralseramado,parallegaralcorazóndelasencillezylapazdelmundo!¿acasonoeraesocomolaoportunidadquedeparaalhombrelavidamisma?Claroqueno.Sinembargo,sóloporunmomento,asílepareció.

—¿Qué es lo que diceGoethe sobre el caballo?—preguntó—.«Cansadode lalibertad toleró que le ensillaran y le pusiesen riendas, y por sus penas tuvo quesoportar,hastalamuerte,quelemontasen.»

Enlaplaza,eltumultoerainmenso.Unavezmás,apenaspodíaelunoescucharloqueelotrodecía.Unmuchacho,vendedordeperiódicos,seprecipitósobreellos.‘Sangriento combate enMora de Ebro. LosAviones de los Rebeldes BombardeanBarcelona.EsinevitablelamuertedelPapa’.SobresaltóseelCónsul;estavez,porunmomento, creyó que los encabezados se referían a él. Pero claro está que sólo setratabadelpobrePapa,cuyamuerteerainevitable.¡Comosi lamuertedetodoslosdemásnolofuesetambién!Enmitaddelaplaza,unhombretrepabademaneratancomplicada por un resbaloso poste, que requería para ello de cuerdas y garfios.Elenormetiovivo,cercadelkioscodemúsica,estabapobladoporextrañoscaballosdemadera de largos hocicos que,montados en tubos en forma de espiral, se hundíanmajestuosamentegirandoencírculossemejantesalosdeunpistón.Loschicos,conpatines, asidosa los soportesde la lona, sedejaban impulsarygritabandealegría,mientrasque, aldescubierto, lamáquinaquemovía todoelmecanismomartilleabacomounabombadevapor;luegosilbaron.«Barcelona»y«Valencia»mezclábansea

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losgolpesygritosalosqueparecíanserinsensibleslosnerviosdelCónsul.Jacquesapuntabaa loscuadrosdel tablerocentralquerodeabaporenteroelcírculointeriorcolocado horizontalmente y unido a la cúspide del pilar giratorio del centro. Unasirenarecostadaenelmarpeinabasuscabelloscantandoalosmarinerosdeunbuquede guerra de cinco chimeneas. Un pintarrajo que representaba aparentemente aMedea sacrificando a sus hijos, resultó ser una compañía de monos amaestrados.Desde un valle escocés, cinco ciervos de aspecto jovial los atisbaban, en toda sumonárquica inverosimilitud, y luego desaparecieron. Mientras que un espléndidoPanchoVillaconbigotesdemanubriolosperseguíacomosienellolefueselavida.Peromásextrañoaúneraunpanelquemostrabaaunhombreyunamujer,amantesrecostados a orillas de un río. Aunque infantil y crudo, poseía cierta calidadsonambulesca y también algo de la verdad del sentimiento amoroso. Habíanrepresentado a los amantes curiosamente separados.Y sin embargo, podía sentirseque el uno estaba envuelto en los brazos del otro a orillas de este río y en lapenumbra, entre estrellas doradas. Yvonne, pensó el Cónsul con repentina ternura,¿dónde estás, amormio?Amormío…Por unmomento, creyóla a su lado. Luegorecordóqueestabaperdida;luego,queno,queestesentimientopertenecíaalayer,alosmesesdesolitariotormentoquehabíadejadoatrás.Noestabaperdidaparanada,estaba aquí todo el tiempo, aquí, ahora, o tanto como si estuviera aquí. ElCónsulquisolevantarlacabezaygritardejúbilo,comoeljinete:¡estáaquí!¡Despiértate,havuelto!¡Amormío,mitesoro,teamo!Undeseodeencontrarlainmediatamenteydellevarla a casa (donde seguía oculta en el jardín, inconclusa, la blanca botella de‘TequilaAñejodeJalisco’)paraponerunhastaaquíaesteinsensatoviaje,paraestar,sobre todo, solo, con ella, lo invadió, y un deseo, también, de volver a llevarinmediatamenteungéneronormaldevidafelizconella,unavida,porejemplo,enlacualfueraposibleunafelicidadllenade inocenciacomolaquedisfrutabatodaestagente que le rodeaba. Pero ¿acaso habían llevado jamás una vida normal y feliz?¿Algosemejanteaunavidanormalyfelizhabíasidoposiblealgunavezparaellos?Sí, Y, no obstante ¿qué había de aquella tarjeta postal demorada, ahora bajo laalmohadadeLaruelle?Erapruebadequela torturasolitariahabíasidoinnecesaria,pruebahastadéqueél lahabíadeseado.¿Acasohabríacambiadoalgorealmentesihubiese recibido la tarjetaenelmomentopropicio?Lodudó.Despuésde todo,susotrascartas—otravez,¡Cristo!,¿dóndeestaban?—nohabíancambiadonada.Silashubiera leído como debiera, tal vez. Pero nunca las leyó de esamanera.Y prontoolvidaría loquehabíasidodela tarjeta.Sinembargo,permanecíaeldeseo—comoun eco del deseo deYvonne—de encontrarla, de encontrarla ahora, de revestir susino,eraundeseoquecasiseconvertíaenresolución…Levantalacabeza,GeoffreyFirmin,exhalatuaccióndegracias,actúaantesdequeseademasiadotarde.Peroelpeso de una enormemano parecía presionar su cabeza para impedir que la alzara.

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Pasóeldeseo.Almismotiempo,comosiunanubehubieraoscurecidoelsol,mutóseparaéltodoelaspectodelaferia:eljovialchirridodelospatines,lamúsica,alegreaunqueirónica,lagriteríadelosniñosmontadosensuscorcelesconcuellodeganso,el desfile de extraños cuadros, todo esto convirtióse de repente en algotrascendentalmentetemibleytrágico,lejano,transmutado,comosifueraunaúltimaimpresión de los sentidos de cómo era el aspecto de la tierra, transportada a unaoscura región de muerte, amenazante trueno de irremediable dolor; el Cónsulnecesitabauntrago…

—…Tequila—dijo.—‘¿Una?’ —preguntó con voz aguda el muchacho, y M. Laruelle pidió una

gaseosa.—‘Sí,señores’—elmuchacholimpió lamesa—.‘Untequilayunagaseosa’—

trajo en seguida una botella deElNilo paraM. Laruelle junto con sal, chile y unplatitoconrebanadasdelimón.

El café, situado en el centro de un jardincillo rodeado por una barandilla alextremodelaplaza,entrelosárboles,sellamabaelParís.Y,dehecho,recordabaaParís.Cerca,goteabaunafuentesencilla.Elmozolestrajocamaronesenunplatilloytuvieronquevolveradecirlequetrajeseeltequila.Alfin,llegó.

—Ah…—dijoelCónsul,aunqueloquetemblabaeraelanillodecalcedonia.—¿Deverastegusta?—preguntóleM.Laruelle,yelCónsul,chupandounlimón,

sintióqueelfuegodeltequilarecorríasuespinadorsalcomoelárbolque,fulminadoporunrayo,florecemilagrosamente.

—¿Porquétiemblas?—preguntóleelCónsul.M.Laruelle loobservó, lanzóunamiradanerviosapor encimade suhombro e

hizo como si absurdamente quisiera hacer vibrar las cuerdas de su raqueta,golpeándolas en supie; pero al recordar elmarco, la reclinó congesto torpe en susilla.

—¿Dequétienesmiedo…?—dijoelCónsulburlándosedeél.—Loadmito,mesientoaturdido…—M.Laruellelanzóotramirada,estavezmás

prolongada,sobresuhombro—.Aver,dameunpocodetuveneno—seinclinóydiounsorboaltequiladelCónsulypermanecióinclinadosobrelacopadeterroresconformadededal,quehacíaunmomentoestaballena.

—¿Tegusta?—…Como agua oxigenada o petróleo… Si alguna vez comienzo a beber eso,

Geoffrey,podrásdecirqueestoyacabado.—Eso me ocurre con el mezcal… El tequila, no; es saludable… y delicioso.

Comolacerveza.Buenoparauno.Perosillegoabebermezcalotravez,metemo,sí,queéseseríaelfin—dijoconactitudsoñadoraelCónsul.

—NomdeDieudeNomdeDieu—estremecióseM.Laruelle.

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—NotemesaHugh,¿verdad?—prosiguió,burlón,elCónsula lavezquese leocurrió que toda la desolación de los meses siguientes a la partida de Yvonne sereflejaban ahora en los ojos del otro—. ¿No estás celoso de él, por casualidad,verdad?

—¿Porquéhabríade…?—Pero estás pensando, ¿no es así?, que durante todo este tiempo nunca te he

dichounasolavezsiquieralaverdadsobremivida—dijoelCónsul—,¿noesasí?—No… Porque tal vez en una o dos ocasiones, Geoffrey, sin saberlo, me has

dicho laverdad.No, enverdadquiero ayudar.Pero, comosiempre,nomedasunaoportunidad.

—Nunca te he dicho la verdad.Ya lo sé, esmás que terrible. Pero, comodiceShelley,elfríomundonosabrá.Yeltequilanotehacuradoeltemblor.

—Metemoqueno—diceM.Laruelle.—Pero yo creí que tú nunca temías nada… ‘Otro tequila’—dijo el Cónsul al

mesonero,queseacercócorriendoyrepitiendoconvozaguda—‘¿uno?’M. Laruelle se quedó mirando al muchacho que se alejaba, como si hubiera

deseadodecirle«dos»:—Tengomiedodeti—dijo—,Frijolillo.Despuésde lamitaddel segundo tequilaelCónsuloíadevezencuando frases

familiaresyllenasdebuenasintenciones.—Esdurodeciresto.Dehombreahombre.Nomeimportaquiénseaella.Aunquehayaocurridoelmilagro.Amenosquecorteselasuntoderaíz.

Sin embargo, el Cónsul contemplaba, detrás deM. Laruelle, los barquitos quevolabanacortadistanciadedondeestabansentados:lamáquinamismaerafemenina,grácilcomobailarinadeballet,susfaldasdegóndolasdeacerogirabancadavezmásalto. Por último acabó de girar con un zumbido, dando un tenso chasquido ygimiendo,ycastamentevolvieronabajarsusfaldasyporunmomentoreinólacalmasóloturbadaporlabrisa.Yquéhermoso,hermoso,hermoso…

—Por amor de Dios. Vete a casa y métete en la cama… O quédate aquí. Yoencontraréalosdemás.Lesdiréquenovas…

—Perosivoyair—dijoelCónsul,comenzandoapelarunodeloscamarones—.‘Camarones’,no—añadió—.‘Cabrones’.Asílosllamanlosmexicanos—poniendoambospulgaresenlabasedesusoídos,agitólosdedos—.‘Cabrón’.Tútambién,talvez…Venusesestrellacornuda.

—¿Quéhaydeldañoquehashechoasuvida?…despuésdetodostusaullidos…¡Siharegresado!…Sitienesestaoportunidad.

—Estás inmiscuyéndote en mi gran batalla —dijo el Cónsul contemplando, aespaldasdeM.Laruelle,uncartelcolocadoalpiede la fuente:PeterLorreenLasManos de Orlac: a las 6.30 P.M.—. Tengo que tomarme una o dos copas ahora(siempreycuando,claroestá,quenoseandemezcal)omesentiréaturdidocomotú.

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—Laverdades,supongo,queaveces,cuandohascalculadolacantidadexacta,vesconmayorclaridad—admitióM.Laruelleunmomentodespués.

—Contralamuerte—elCónsulsereclinó,cómodamenteensusilla—.Mibatallaporlasupervivenciadelaconcienciahumana.

—Pero no por cierto las cosas tan importantes para nosotros, menospreciadossobrios, de las cuales depende el equilibrio de cualquier situación humana.Precisamente es tu incapacidad para verlas, Geoffrey, lo que las convierte eninstrumentodeldesastrequetehascreado.TuBenJonson,porejemplo,otalvezfueChristopherMarlowe,tuFausto,veíapelearaloscartaginesesluchandoenlauñadeldedo gordo de su pie. Así es la clara visión a la que te entregas. Todo pareceperfectamenteclaro,porqueesporciertoperfectamenteclaroentérminosdelauñadeldedodelpie.

—Cómete un escorpión endiablado —propuso el Cónsul acercándole, con elbrazoextendido,loscamarones—.Un‘cabrón’endiablado.

—Admitolaeficaciadetutequila…pero,¿tedascuentadeque,mientrasestásluchando contra lamuerte (o loque imagines estar haciendo),mientrasque loquehaydemístico en ti se libera (o lo que imagines que se libera),mientras gozasdetodoesto,tedascuentadelasextraordinariasconcesionesquetehaceelmundoquetienequebregarcontigo;sí,yqueahoramismotehagoyo?

En actitud soñadora,miraba ahora el Cónsul hacia arriba, hacia la rueda de lafortunacercadeellos,inmensa,perosemejanteaunainfantilestructuradeMeccanoenormemente aumentada, con sus vigas y ménsulas de ángulo; en la noche seencendería con sus varillas de acero aprisionadas en el patetismo esmeralda de losárboles;laruedadelaley,quegira;ynopodíaunodejardepensartambiénqueelcarnavalaúnnoestabaenplenaactividad.¡Quéalborotohabríamástarde!Sumiradasedetuvoanteotropequeñotiovivo,tambaleantejugueteinfantilpintadodecoloreslustrosos,yviósedeniño,decidiéndoseaabordarlo,vacilando,perdiendolasiguienteoportunidad, y la siguiente, perdiendo todas las oportunidades hasta que erademasiado tarde. ¿Precisamente de qué oportunidades se trataba? De una radiosituada en alguna parte, provino una voz que cantaba: ‘Samaritanamía, almamía,bebeentubocalinda’,yluegoenmudeció.SonabaaSamaritana.

—Yolvidas loqueexcluyesdeeste…digamossentimientodeomnisciencia.Yenlanoche(meimagino)oentrecopaycopa(queescomounaespeciedenoche)loquehasexcluidoregresa,comosiresintieraesaexclusión.

—¡Vayaquesiregresa!—dijoelCónsulqueyaparaentoncesescuchaba—.Haytambiénotrosdeliriosmenores,meteora,quepuedespescaralvuelo, ante tusojos,comojejenes.Yesto,segúnloquelagentecree,eselfin.Peroeldeliriumtraemensessóloelcomienzo, lamúsicaquerodeaelportaldeQliphoth, laoberturadirigidaporelDiosdelasMoscas…¿Porquéverataslagente?Éstaeslaíndoledepreguntas

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que debiera preocupar al mundo, Jacques. Piensa en la palabra remordimiento.Remuerde.Mordeo.Morderé.¡Lamordida!…Y¿porquéroedor?¿Porquétodoestemorder,todosaquellosroedoresenlaetimología?

—FacilisestdescensusAverno…Esdemasiadofácil.—¿Niegas la grandeza de mi batalla? Aunque gane. Y ciertamente ganaré, si

quiero—añadió elCónsul, consciente de la presencia de un hombre que, cerca deellos,trepadoenunaescalerademano,clavabaunatablaenunárbol.

—Jecroisque levautourestdouxàPrometheusetque les IxionseplaisentenEners.

…¡Box!—Pornodecirnadadeloquepierdes,pierdes,deloqueestásperdiendo,hombre.

¡Idiota! ¡Idiota imbécil!… Has sido aislado de la responsabilidad del sacrificiogenuino…Hastaelsufrimientoquesoportasesengranparteinnecesario.Dehecho,espurio. Le falta la base misma que es indispensable a su naturaleza trágica. Teengañasa timismo.Porejemplo,queestásahogando tus tristezas…PorYvonneypormí.PeroYvonne sabe.Yyo también.Y tú también.QueYvonneno se habríadado cuenta. Si no hubieras estado tan borracho todo el tiempo. Para saber lo queestabahaciendo.Oqueteimportara.Yloqueesmás.Lomismovaaocurrirotravez,idiota,volveráasucedersinotecorriges.Puedoverloescritoenlapared.Hola.

M.Laruelle no estaba allí; había estado hablando solo. ElCónsul se levantó yterminó su tequila.Pero lo escrito estaba allí, en efecto, aunqueno en lapared.Elhombrehabíaclavadosutablaenelárbol:

¿LEGUSTAESTEJARDÍN?

ElCónsulsepercató,alsalirdelParís,dequeestabaenunestadodeembriaguez,pordecirloasí,raroenél.Suspasosseinclinabanhacialaizquierdaynopodíahacerquelollevaranaladerecha.Sabíaenquédireccióncaminaba,hacialaterminaldelosautobuseso,mejordicho,alacantinuchasombríaquequedabaallado,administradaporlaviudaGregorio,queeramitadinglesayhabíavividoenManchester,yalaquedebíacincuentacentavos,mismosque,repentinamente,habíadecididopagarle.Perosencillamente no podía ir en línea recta hasta allí…Ohwe allwalk thewibberleywobberley…

DiesFaustus…ElCónsulmiró su reloj.Tan sóloporunmomento,unhorriblemomentoenelParís,creyóqueeradenoche,queeraunodeaquellosdíasenquelashoraspasandeslizándosealigualqueloscorchosquesemuevensobreelaguatraslapopa,yenquelasalasdelángeldelanochearrastranlamañanaenunabrirycerrarde ojos: pero hoy parecía estar ocurriendo todo lo contrario: eran apenas las dosmenoscinco.Yaeraeldíamáslargoentodasuexperiencia,unavidaentera;nosólonohabíaperdidoelcamino,sinoquetendríatiempodesobraparamáscopas.¡Sitan

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sólonoestuvieraborracho!ElCónsuldesaprobabaenérgicamenteestaembriaguez.Conscientes de su estado, lo acompañaban, jocosos, los niños.Money, money,

moneyfarfullaban.¡O.K.míster!¿Juérharyugo?Secolgabanasuspantalones,ysusgritos se desanimaban, debilitándose y dejaban traslucir su desilusión. Le habríagustadodarlesalgo.Yapesardeello,noqueríaatraermáslaatención.VioaHughyaYvonnequeprobabansusuerteenunpuestode tiroalblanco.HughdisparabaeYvonne observaba; ffut, psst, pfffing; y Hugh abatió una procesión de patos demadera.

Sin que nadie lo viera, el Cónsul tropezó con un puesto (en el que uno podíafotografiarse con su novia, sobre un fondo aterradoramente tempestuoso, verde yespeluznante,conuntoroqueembestíayelPopocatépetlenerupción)ypasóconelrostrovueltoaotraparte,frenteallastimosoConsuladoBritánico,cerrado,dondeelleón y el unicornio desde el escudo de color azul desteñido le contemplaronapesadumbrados. ¡Qué vergüenza! Pero seguimos, a pesar de todo, estando a tuservicio, parecían decir. Dieu et mon droit. Los niños lo habían abandonado. Sinembargo, había perdido el rumbo. Iba llegando al límite de la feria. Cerradas, sealzaban allí misteriosas tiendas de lona, y yacían desplomadas o dobladas. Lasprimeras parecían casi humanas, despiertas, en espera; las otras, tenían el aspectoarrugado y encogido del hombre que, a pesar de estar dormido, anhela, aun en suinconsciencia,estirarlosmiembros.Másallá,enlaslejanasfronterasdelaferia,era,dehecho,DíadeMuertos.Aquílasbarracasdelonaylospuestosparecíanestarnotanto dormidos, cuanto carentes de vida, más allá de cualquier esperanza deresurrección.Yluegovioque,despuésdetodo,habíaendeblesseñalesdevida.

Enunsitioexteriora laperiferiade laplaza,colocadoenparteen labanqueta,levantábaseotrotiovivo«seguro»,queofrecíaunaspectodemáximadesolación.Lassillitasgirabanbajounapirámidedefranjasdemantaquediovueltasdurantemediominutoyluegosedetuvoparaasemejarsealsombrerodelaburridomexicanoquelahabía puesto enmovimiento. Aquí estaba este minúsculo Popocatépetl acurrucadolejos de las vertiginosas máquinas volantes, lejos de la Gran Rueda que existía…¿para quién?, preguntóse el Cónsul. Sin ser para niños ni para adultos, alzábase,vacía, como puede imaginarse desierto el tiovivo de la adolescencia si la juventudsospechaqueofreceunadiversióntanaparentementeinocuayeligeloqueenlaplazamismasetuerceenelipsesagonizantesbajoungigantescodosel.

El Cónsul prosiguió su camino, titubeando aún; creyó haber vuelto a hallar elmundoyluegosedetuvo:

¡BRAVAATRACCIÓN!

10c.MÁQUINAINFERNAL

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leyó, impresionado en parte por cierta coincidencia. Brava atracción. La inmensamáquinaondulante,vacía,quegirabasinembargoatodavelocidadporencimadesucabezaenestasecciónmuertadelaferia,sugeríalafiguradealgúninmensoespíritumalignogritandoen su infierno solitario, retorciendo susmiembrosy fustigandoelairecomoconbatanes.Ocultaporunárbol,nolahabíaadvertidoantes.Lamáquinatambiénsedetuvo…

—…¡Míster!Moneymoneymoney.¡Míster!¿juérjaryugo?Losmalditos chiquillos lo habían vuelto a descubrir; y el precio que tuvo que

pagar para evitarlos, consistió en dejarse arrastrar inexorablemente, aunque concuantadignidadlefueposible,aabordarelmonstruo.Yahora,despuésdepagarsusdiez centavos a un chino jorobado y cubierto con una cachucha de tenis de formareticularyvisera, estaba solo, irrevocabley ridículamente solo enaquelminúsculoconfesonario. Al cabo de un momento, con violentas convulsiones turbadoras, lamáquina se puso en marcha. Los confesonarios, encaramados en el extremo deamenazantes manubrios de acero, emprendían el vuelo y caían pesadamente. Conpotente impulso, la jauladelCónsulvolvióa lanzarse a las alturasyquedóporunmomento suspendida en los aires, pero boca abajo,mientras que la otra cesta que,significativamente, estaba vacía, se encontraba abajo; luego, antes de que pudiesecomprenderestasituación,volvióadescenderdandotumbosydetúvoseunmomentoen el otro extremo, sólo para volver a ser levantada cruelmente hasta la máximaaltura, en donde, durante un interminable, intolerable período de suspensión,permaneció inmóvil.ElCónsul,comoaquelpobre idiotaque traía la luzalmundo,permaneció colgado sobre el vacío, boca abajo, con sólo un fragmento de alambretejidoentreély lamuerte.Allí,porencimade sucabeza,pendíaelmundoconsugentequeseestirabahaciaél,apuntodesalirsedelcaminoparaestrellarsecontrasucabezaosobreelcielo.999.Antesnohabíahabidonadieallí.Sinduda,siguiendoalos niños, la gente se había reunido para contemplarlo. De manera indirecta temaconcienciadenoexperimentarmiedofísicodelamuerte,comoenestemomentonohubieratemidoanadaquepudieradevolverloalasobriedad;talvezeraéstasuideaprincipal. Pero no le gustaba.No era divertido. Sin duda alguna se trataba de otroejemplo del sufrimiento innecesario de Jacques —¿Jacques?—. Y ésta eradifícilmenteunaposicióndignadeunex-representantedelgobiernodeSuMajestad,aunquefuerasimbólica;nopodíaimaginarquésimbolizaba,perosindudaalgunaerasimbólica.¡Jesús!Desúbito,losconfesonarioscomenzaronagirarhorriblementeensentido inverso: ¡Oh!, se dijo el Cónsul, ¡oh!; porque la sensación de la caída eraahora como si quedase horriblemente a su espalda, de manera distinta a todo lodemás,más allá de cualquier experiencia; este girar regresivono se asemejabaporciertoa laspiruetasquesehacenenunavión,endondeelmovimiento terminaenseguidaylaúnicasensaciónextrañaeselaparenteaumentodepeso;comomarinero,

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tambiéndesaprobabaaquelsentimiento,peroéste…¡ah.Diosmío!Todoslosobjetosescapabandesusbolsillos,selossustraían,selosarrancaban,unartículodiferenteencada indescriptible cirquito giratorio, mareante, abismante, retrayente, inenarrable;salían su libreta, su pipa y sus llaves, las gafas oscuras que se había quitado, lasmonedas sueltas de las que no tuvo tiempo ni para imaginar que después de todorecogerían a zarpazos los chiquillos; se le vaciaba, se le hacía girar hasta dejarlovacío.Subastón,supasaporte.—¿Eraaquellosupasaporte?—Ignorabasilohabíatraído consigo.Entonces recordó que sí lo había traído.Ono lo había traído.Aunpara un Cónsul sería difícil hallarse sin pasaporte en México. Ex-cónsul. ¿Quéimportaba? ¡Quevuele!Habíaunaespeciede fierodeleiteenestaaceptación final.¡Quetodovuele!Enparticulartodoloquesuministrabamediosdeingresooegreso,fijaba límites, confería significado o carácter o propósito o identidad a aquellaaterradora maldita pesadilla que se veía obligado a llevar consigo a todas partes,sobre sus espaldas, que deambulaba con el nombre de Geoffrey Firmin, antiguomiembro de la Armada de Su Majestad, después del Servicio Consular de SuMajestad,ymástardeaúnde…Repentinamenteleparecióqueelchinodormía,quelosniños,lagente,sehabíanido,queestoseguiríaparasiempre;nadiepodríadetenerlamáquina…Habíaacabado.

Y sin embargo, no había acabado. En tierra firme, el mundo seguía girandodesaforado: casas, tiovivos, hoteles, catedrales, cantinas, volcanes; resultaba difícilmantenerseenpie.Sepercatódequelagentesereíaensusnarices,pero—locualeramássorprendente—sepercatódeque,unaporuna,ledevolvíansuspertenencias.El niño que tenía su libreta, se la ofreció y, juguetón, se la retiró antes dedevolvérsela.No:todavíateníaalgoensuotramano,unpapelarrugado.ConfirmezaelCónsul le dio las gracias.Un telegrama deHugh. Su bastón, sus gafas, su pipaintacta; sin embargo, no era su pipa predilecta; no estaba el pasaporte. Bien,definitivamente no pudo haberlo traído. Reintegrando los objetos a sus bolsillos,doblóunaesquinacongranvacilación,ysehundióenunabanca.Denuevosecolocólos anteojos oscuros, púsose la pipa en la boca, cruzó las piernas y, amedida quedisminuía la rapidez del mundo, asumió la expresión aburrida del turista ingléssentadoenlosjardinesdelLuxemburgo.

Losniños,pensó,¡quéencantadoresson,enelfondo!Lasmismascriaturasquelohabían asediado pidiéndole dinero, le habían devuelto hasta la más insignificantemoneda y luego, conmovidos por su turbación, se habían escabullido sin esperarrecompensaalguna.Deseóhaberlesdadoalgo.Tambiénlaniñitasehabíaido.Talvezéste,abiertosobrelabanca,fuerasucuadernodeejercicios.Deseónohabersidotanbrusco con ella, anheló que regresara para poder darle el cuaderno. Yvonne y éldebieronhabertenidoniños,habríanpodidotenerniños,pudieronhabertenidoniños,debierontener…

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Enelcuadernodeejerciciospudoentendercondificultad:Escruchesunviejo.ViveenLondres.Vivesoloenunacasagrande.Scroogees

hombre rico, pero nunca da a los pobres. Es un avaro. Nadie quiere a Scrooge yScrooge no quiere a nadie. No tiene amigos. Está solo en elmundo. Theman (elhombre):thehouse(lacasa):thepoor(lospobres):helives(élvive):hegives(élda):hehasnofriends(élnotieneamigos):heloves(élama):old(viejo):large(grande):noone(nadie):rich(rico):¿QuiénesScrooge?¿Endóndevive?¿Scroogeesricoopobre?¿Tieneamigos?¿Cómovive?Solo.Mundo.Sobre.

AlfinhabíadejadodegirarlatierraconelmovimientodelaMáquinaInfernal.Hasta la última casa permanecía inmóvil y hasta el último árbol estaba de nuevoarraigado.Segúnsurelojeranlasdosysiete.Yestabasobriocomounalápida.¡Quéhorrible sensación! El Cónsul cerró la libreta de ejercicios: pícaro Scrooge; ¡quéextrañoencontrárseloaquí!

Soldadosdeaspectojovial,tiznadoscomodeshollinadores,conpasoágildepococarácter militar, recorrían las avenidas en ambos sentidos. Los oficiales,elegantementeuniformados, seguíanen lasbancas, reclinándose sobre susbastonescomosiloshubieranpetrificadolejanospensamientosestratégicos.Unindiocargadorquellevabauncastillodesillas,galopabaporlaavenidaGuerrero.Pasóunlocoquellevaba,aguisadesalvavidas,unaviejallantadebicicleta.Conademánnerviosolacambiaba continuamente de sitio en torno a su cuello. Murmuró algo al oído delCónsul,perosinesperar respuestani recompensa;quitóse la llantay la lanzóhaciaadelante,haciaunpuesto,y luegolasiguió,vacilante,mientrassemetíaenlabocaalgoquesacabadeunacajitadehojalata.Alzólallanta,volviólaalanzaralolejos,repitiendoelproceso,encuyairreductiblelógicaparecíaestarocupadoeternamente,hastaqueseperdiódevista.

ElCónsulsintióqueledabaunvuelcoelcorazónyselevantóamedias.AcababadeveraHughyaYvonneanteunabarraca.Yvonnecomprabauntacoaunaanciana.Mientraséstauntabalatortillaconquesoysalsadejitomate,unminúsculopolicía,de aspecto conmovedoramente miserable (tal vez era uno de los que se habíandeclarado en huelga) con la cachucha de soslayo, pantalones sucios y abolsados,polainas y una chaqueta varias tallasmás grande que la suya, arrancó una hoja delechugayconunasonrisadeextremadacortesíaselaofreció.Resultabaclaroqueseestaban divirtiendo de lo lindo. Comieron sus tacos, sonriendo el uno a la otramientraslasalsaseescurríaentresusdedos;yahorasacabaHughsupañuelo;limpióunamanchaen lamejilladeYvonneyestallaronencarcajadasa lasqueseunióelpolicía. ¿Qué había ocurrido ahora con su conspiración, su conspiración paraalejarlo?Noimportaba.Elvuelcodesucorazónseconvirtióenelfríogolpeaceradode lapersecuciónatenuada tansólopor levealivio;porque¿cómo—siJacques leshabía comunicado suspequeñas inquietudes—podíanhallarse allí, riéndose?Y sin

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embargo, nunca se estaba seguro; y un policía es un policía, aunque estuviese enhuelgayfuesecordial,yelCónsultemíamásalapolicíaquealamuerte.Colocóunguijarro en la libreta de ejercicios de la niña, la dejó atrás, sobre la banca, y seescabullódetrásdeunabarracaparanoencontrarlos.Porentrelastablas,pudomiraralhombrequeestabaalamitaddelpaloensebado,nilobastantecercadelacúspideni tampoco de la base para tener la certidumbre de hallar alivio en alguno de losextremos;evadióunaenormetortugaqueagonizabaentredosarroyosdesangrequecorrían paralelos a la banqueta, frente a un restaurante demariscos, y entró en ElBosque,conpasoseguro,asícomoenunaocasiónanterior,obsesionadodemanerasemejante, había llegado corriendo: aún no había trazas del autobús; tenía veinteminutos,talvezmás.

Empero, laCantinaTerminalElBosqueparecía tanoscuraque aundespuésdehaberse quitado las gafas tuvo que permanecer inmóvil.Mi ritrovai per una boscaoscura… ¿o selva? ¡Qué importaba! La cantina había sido bien nombrada: «ElBosque.»Aunquesumenteasociabaestaoscuridadconcortinajesdeterciopelo,allí,detrásdelsombríomostrador,estabanlascortinasdeterciopeloodepana,demasiadosuciasyllenasdepolvocomoparasernegras,cubriendoenpartelaentradaalcuartotrasero,delquenuncapodíatenerlaseguridadquefueseprivado.Poralgunarazón,lafiestanosehabíadesbordadohastaaquí:ellugar—parientemexicanodelinglés«JugandBottle»,ydestinadoantetodoaquienesbeben«fuera»delestablecimiento,enelquesólohabíaunaraquíticamesadeaceroydostaburetesenelmostrador,elcual,orientadohaciaeleste,sevolvíaprogresivamentemásoscuroamedidaqueelsol, para aquellos que se fijaran en esas cosas, ascendía los cielos, estabadesierto,comosiempre,aestahora.ElCónsulandabaatientas.—SeñoraGregorio—dijoenvozbaja,aunqueconmodulaciónimpacienteyagonizanteensuvoz.Lehabíasidodifícilencontrarsupropiavoz;conurgenciaprecisabaotracopa.Lapalabraresonóen la parte trasera de la casa;Gregorio; no hubo respuesta. Sentóse,mientras que,paulatinamente, las formas que le rodeaban se destacaron con mayor precisión,formas de barriles detrás de la barra, de botellas. ¡Ah, pobre tortuga! Estepensamientofustigóunadolorosatangente.Habíagrandesbarrilesverdesde‘jerez’,‘habanero’, ‘catalán’, ‘parras’, ‘zarzamora’, ‘málaga’, ‘durazno’, ‘membrillo’,alcohol puro a peso el litro, tequila, mezcal, rompope. A medida que leía estosnombres,ycomosiafueraseacercaseelalbaconpasosombrío,lacantinaseiluminóantesuvistayoyóvocesquevolvíanamurmurarlealoído,unasolavozquedecíaporencimadelrugidodelaferia,queseoíaensordina:—GeoffreyFirmin,asíeselmorirasíynadamás,undespertardeunsueñoenunlugaroscuroenelque,comoves,estánpresenteslosmediosdeescapedeotrapesadilla.Perolaeleccióndependedeti.Noseteinvitaaqueusesesosmediosdeescape;sedejaatulibrejuicio;paraobtenerlossóloesnecesario…—señoraGregorio—repitió,yvolvióeleco:—Orio.

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Antaño, en un rincón de la cantina, alguien comenzó alguna vez un pequeñomural imitando el GranMural del Palacio; sólo dos o tres figuras: descascaradostlahuicas amedio acabar.Oyóse el ruido de pasos lentos arrastrándose en la partetrasera; apareció la viuda, pequeña anciana que llevaba un crujiente vestido negroinusitadamente largo y raído. Su cabello, que el Cónsul recordaba canoso, parecíahaber sido alheñado en fecha reciente, o teñido de rojo, y aunque le colgaba condesaliño sobre la frente, rematabaen lanucaconunchongo.Su rostro,perladodesudor, revelaba una extraordinaria palidez cérea; veíase agobiada por el trabajo,gastada por el sufrimiento, y a pesar de ello, al ver al Cónsul brillaron sus ojoscansados, iluminando así toda su expresión con un vago reflejo irónico en el quetambiénsurgieronalavezunaciertadeterminaciónycansadaexpectativa.—Mezcalposiblemente—dijocanturreandoenmalingléscontonoextrañoymedioburlón—.Mezcal imposible—peronohizo ademánalgunode serviruna copaalCónsul, talvez por su deuda, objeción que en seguida quedó resuelta cuando éste puso un‘tostón’ en el mostrador. Ella sonrió casi con socarronería al dirigirse al barril demezcal.

—‘No;tequila,porfavor’—dijoelCónsul.—‘Unobsequio’—letendiólacopadetequila—.Wheredoyoulaughnow?—Istill laugh in ‘calledeNicaraguacincuentaydos’—respondiósonriendoel

Cónsul—.Quiereusteddecirlive,señoraGregorio,nolaugh;‘conpermiso’.—Acuérdate—corrigiólecondulzuraylentitudlaseñoraGregorio—,acuérdate

demiinglés.Bueno,asíes—suspiróysesirvióunacopitademálagadelbarrilenque estaba inscrito con tiza aquel nombre—. A tu amor.What’s my names? —leacercóunplatollenodesalespolvoreadadechileanaranjado.

—‘Lomismo’—elCónsulterminóeltequila—.GeoffreyFirmin.La señoraGregorio le trajo un segundo tequila; durante un rato semiraron sin

decirpalabra:—Asíes—dijoalfin,yvolvióasuspirar;ensuvozseadvertíaciertodejodeconmiseraciónporelCónsul—.Asíes.Debesaceptarlascosascomovienen.Notieneremedio.

—No,notieneremedio.—Si tuvieras a tu esposa, lo perderías todito con ese cariño—dijo la señora

Gregorio; y al comprender que de algúnmodo se reanudaba esta conversación endonde semanas antes la habían interrumpido, tal vez cuando Yvonne lo habíaabandonado por séptima vez aquella noche, descubrió el Cónsul que no deseabacambiaraquellasbasesdesufrimientocompartidoenquesefundabansusrelaciones(porque,enrealidad,Gregoriolahabíaabandonadoantesdemorir)yleinformóquesuesposahabíavueltoyque,dehecho,quizásehallabaamenosdecincuentapasosde donde estaban—.Las dos cabezas están ocupadas con lomismo, así es que nopuedeperder—prosiguiócontristeza.

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—‘Sí’—dijoelCónsul.—Asíes.Situcabezaestáocupadaconotrascosas,nuncapierdeslacabeza.Tu

cabeza, tu vida… todo lo quehay en ella.Cuando era niñanuncapenséque iba avivir como vivo ahora. So naba sueños relindos. Lindas ropas, lindos peinados…«Ahoritatodoesbuenoparamí»,penséunavez:teatros,todo…hoynopiensomásque en dificultades, dificultades, dificultades; y las dificultades vienen… Así es.—‘Sí,señoraGregorio’.

—Claro que era unamuchacha rechula demi pueblo—dijo—.Esto—y lanzóunamiradadespectivaentornoalaoscuracantinucha—,nuncaestuvoenmicabeza.Lavidacambia,¿sabe?,youcanneverdrinkofit.

—Nosedicedrinkofit,señoraGregorio,loqueustedquieredeciresthinkofit.—Neverdrinkofit.Ah,bueno—dijoalavezqueservíaunlitrodealcoholpara

uninfelizpeóndesnarizadoquepenetróensilencioysemantuvodepieenunrincón—,unavidarelindaentregenterelinda,¿yahoraqué?

LaseñoraGregoriopasóalcuartodeatrásarrastrandolospiesydejandosoloalCónsul. Éste siguió sentado por algunos minutos con su segundo tequila doble,intacto.Imaginababeberlo,apesardelocualnoteníafuerzadevoluntadparaestirarelbrazoy tomarlo,comosi se tratasedealgoalgunavezanheladocon tedioypormucho tiempo,peroque—copacolmadaydeprontoasualcance—habíaperdidotodosusignificado.Lavacuidadde lacantinayunextraño tic tac,semejantealdealgúnescarabajo,dentrodeaquelvacío,comenzóacrisparlelosnervios;consultósureloj:sólolasdosydiecisiete.Ensuimaginaciónseviodenuevobebiendosucopa:unavezmás, levolvióafallar lavoluntad.Lapuertadegoznesseabrióunavezyalguien echó una rápida mirada, quedó satisfecho, y salió: ¿era Hugh, o Jacques?Fuera quien fuese, parecía tener las facciones de ambos alternativamente. Alguienmás entró y, aunque un instante después supo el Cónsul que no era así, pasódirectamente al cuarto de atrás, atisbando con mirada furtiva en su derredor. Unahambrienta perra callejera que parecía recién desollada, entró siguiendo al últimohombre;alzólamiradaycontemplóalCónsulconojosvidriososyamables.Luego,echándose sobre su pobre pecho miserable de donde pendían marchitas ubres, seinclinó y comenzó a rascarse. ¡Ah, la invasión del reino animal!Antes fueron losinsectos; ahora éstos volvían a cercarlo, estos animales, este pueblo sin ideas:—‘Dispenseusted,porDios’—murmuróaloídodelaperra,yluego,conintenciónde decir algo amable, añadió inclinándose alguna frase leída o escuchada en suinfanciaoensujuventud—porqueDiosvequétímidoyhermosoeresenrealidad,ylospensamientosdeesperanzaquellevascontigo,soncomoavecillasblancas…

Irguióseydeprontocomenzóadeclamarlealaperra:—Ysin embargo, esedía, ‘pichicho’, estarás conmigo en…—pero ella, dando

saltosentrespatas,huyóaterradaysedeslizópordebajodelapuerta.

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De un solo trago el Cónsul acabó su tequila; luego se dirigió almostrador.—SeñoraGregorio—gritó; esperó, paseando sumirada por la ‘cantina’, que parecíahaberse iluminado mucho más. Y volvió el eco: Orio… ¡Hombre, aquellas locaspinturasdelobos!Sehabíaolvidadodequeestabanaquí.Loscuadrosqueahorasematerializaban(seisosietede tamañoconsiderable)veníanacompletar,endefectodel muralista, la decoración de El Bosque. Precisamente eran idénticos en cadadetalle.Todosmostrabanelmismotrineoperseguidoporlamismamanadadelobos.Loslobosdabancazaalosocupantesdeltrineoatodololargodelbaryaintervalosregularesentornodelcuarto,aunqueenelprocesonieltrineoniloslobossemovíanuna sola pulgada. ¿Hacia qué enrojecido Tártaro, oh, misteriosa bestia? De modoincongruente recordó el Cónsul la cacería de lobos de Rostov en La Guerra y laPaz…¡ah,ydespués,aquéllaincomparabletertulia,encasadelviejotío,lasensacióndejuventud,laalegría,elamor!Almismotiemporecordóhaberoídoqueloslobosnunca cazaban en manadas. Sí, por cierto. Cuántas concepciones de la vida sebasaban en errores congéneres, cuántos lobos sentimos que nos pisan los talones,mientrasquenuestrosverdaderosenemigospasanjuntoanosotrosconpieldeovejas.—SeñoraGregorio—volvióadecir,yvioqueregresabalaviudaarrastrandolospies,aunquetalvezerademasiadotardeynotendríatiempodetomarseotrotequila.

Estiróelbrazoyluegolodejócaer.¡Dios!¡Dios!¿quélehabíaocurrido?Poruninstantecreyóverasumadre.Ahorasentíaqueluchabacontrasuspropiaslágrimas,que quería abrazar a la señora Gregorio, llorar como niño, ocultar el rostro en suregazo.—‘Adiós’—dijo, y viendo un tequila en elmostrador, a pesar de todo, lobebióconrapidez.

LaseñoraGregorioletomóunamanoyselaretuvo.—Lavidacambia,¿sabe?—le dijo mirándolo fijamente—. You can never drink of it. Creo que pronto voy avolveraverloconsuesposa.Mepareceverloriendoenunlugarrelindo—ysonreía—.Muylejos,enun lugarrelindoendonde todasesasdificultadesque tieneahoratendr…—sobresaltóseelCónsul:¿quédecíalaseñoraGregorio?—‘Adiós’—añadióella en español— no tengo casa, no más una sombra. Pero cuando necesite unasombra,misombraessuya.

—Gracias.—Senkyu.—Senkyuno,señoraGregorio,thankyou.—Senkyu.Parecíanohabermorosenlacosta:sinembargo,elabriralCónsulconcautelalas

puertasdepersianacasitropezóconeldoctorVigil.Frescoeimpecable,ensusropasde tenis pasaba con rapidez en compañía del señorQuinceyy del gerente del cinelocal,el señorBustamante.ElCónsul retrocedió temerosodeVigil,deQuincey,dequelovieransalirdela‘cantina’,peroellosparecieronnoadvertirlocuandopasaron

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juntoal‘camión’deTomalín(queacababadellegar)agitandoloshombroscomolosjockeys, a la vez que charlaban sin cesar. El Cónsul sospechó que toda suconversación se refería a él: ¿qué podía hacerse con él?, preguntábanse, ¿cuántostragoshabíatomadoanocheenel‘GranBaile’?Sí,allíestaban,yendoprecisamenterumbo al Bella Vista, para conseguir algunas «opiniones» adicionales sobre él.Revolotearonadiestraysiniestraydesaparecieron…

‘EsinevitablelamuertedelPapa’.

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VIII

Cuestaabajo…—Mete el cloch; acelera —el chófer sonrió por encima del hombro. —O.K.,

Mike—dijo,enprovechodetodos,conacentoirlandés-americano.El autobús, un Chevrolet 1918, avanzaba sacudiéndose con fragor de gallinas

espantadas.No estaba lleno, aunque elCónsul ocupabamucho espacio al estirarseeufórico—borracho-sobrio-liberado;Yvonne ibasentada,neutralperosonriente;decualquiermodo,sehabíanpuestoenmarcha.Aunquenosoplabaviento,unaráfagaagitabalostoldosdelacalle.Prontofueronmeciéndoseenunpesadomardecaóticaspiedras.PasaronjuntoaaltospuestosdeformahexagonalcubiertosconanunciosdelcinedeYvonne:LasManosdeOrlac.Enotrossitiosloscartelesdelamismapelículamostrabanunasmanosdeasesinobañadasensangre.

Avanzabandespacio;pasaronjuntoalos‘BañosdelaLibertad’yjuntoala‘CasaBrandes(LaPrimeraenelRamodeElectricidad)’,recorrieroncualululanteintrusoencapuchadolascallejuelasestrechasyempinadas.Enelmercadosedetuvieronparadejarsubiraungrupodeindiasconcanastasrepletasdegallinasvivas.Losrostrosvigorosos de las mujeres tenían el color oscuro de la cerámica de barro. En losmovimientos que hicieron al acomodarse había cierta pesadez.Dos o tres llevabancolillasdecigarrostraslaorejayotramasticabaunavetustapipa.Aunquesusrostrosjovialesdeídolosantiguossearrugabanconelsol,nosonreían.

CuandoHugheYvonnecambiabandelugarlesdijoelchófer:—¡Miren!O.K.—a la vez que sacaba de debajo de la camisa, en donde habían permanecidoacurrucadas (diminutos embajadores secretos de paz y amor) dos blancas palomashermosasymansas—.Mis…este…mispichonesmensajeros.

Tuvieron que rascar la cabeza de ambas aves que, arqueándose orgullosas,brillabancomosiacabasendecubrirlasconpinturablanca. (¿Acasosabíaél,comoHugh—queconsóloolerlosúltimostitularessehabíaenterado—cuántomáscercaseencontrabaelgobierno,eneseprecisomomento,deperderelEbro,yqueahoraseríasólocosadedíasantesdequeModestoseretiraradeltodo?)Elchófervolvióaguardar los pichones bajo su camisa blanca, que llevaba abierta:—Para que esténcalentitos.O.K.,Mike.Sí,señor—lesdijo—.‘¡Vamonos!’

Al arrancar el autobús con violenta sacudida, alguien se rió; los rostros de losdemás pasajeros se agrietaron lentamente en una expresión de regocijo: el camiónobligabaalasmujeresaconstituirunasólidacomunidad.Elreloj,sobreelarcodelmercado,comoeldeRupertBrooke,indicabaqueeranlastresmenosdiez;peroenrealidad faltaban veinte minutos. Serpenteando y a tumbos llegaron a la arteriaprincipal, laAvenidaRevolución; pasaron junto a unas oficinas en cuyas ventanaspodía leerse,mientras elCónsul cabeceaba en señal de reproche: ‘Dr.ArturoDíaz

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Vigil, Médico Cirujano y Partero’, junto al cine mismo. Tampoco las mujeresparecíansabernadadelabatalladelEbro.Dosdeellas,sinimportarleselalborotonilos rechinidos de las pacientes duelas conversaban, ansiosas, sobre el precio delpescado.Acostumbradas a los turistas, yano se fijabanen ellos.Hughpreguntó alCónsul:

—¿Cómoandalatemblorinadelrajá?‘Inhumaciones’:pellizcándoseconsornaunaoreja,elCónsulindicólarespuesta

enelestablecimientofunerarioquepareciódesfilaragitándoseanteellos,yenelcualunpericoconlacabezaerguidamirabadesdesuperchasuspendidasobrelaentradaenlacualunletrerohacíalapregunta:

¿QuoVadis?Pordondeellosseguíaneracuestaabajo,apasodecaracol,juntoaunaapartada

plaza con árboles enormes y viejos, cubiertos de tierno follaje cual nuevoreverdecimientoprimaveral.Eneljardín,bajolosárboles,habíapalomasytambiénuna cabrita negra. ¿Le gusta este jardín que es suyo? ¡Evite que sus hijos lodestruyan!,decíaunaviso.

…Sinembargo,nohabíaniñoseneljardín:sólounhombresentadoenunabancadépiedra.Estehombreparecía serelmismodiablo,consuenormerostrodecolorrojooscuroysuscuernos,colmillos,ylalenguaquecolgabaporencimadelabarba,conaquellaexpresiónenlaqueseuníanelmal,lalujuriayelterror.Eldiabloalzósumáscara para escupir, se levantó y bamboleóse al atravesar el jardín bailando ytrotando rumboauna iglesiacasioculta tras losárboles.Oíaseel chasquidode losmachetes.Más allá de unos toldos que se alzaban junto a la iglesia, bailaban unadanza autóctona: en los escalones dos norteamericanos, a quienesHugh eYvonnehabíanvistoantes,depuntillas,estirabanelcuelloparaver.

—Enserio—repitióHughalCónsul,queparecíaaceptarsininquietudaldiablo,ycambióconYvonneunamiradadepesarpornohaberpodidoverlosbailesenelZócalo,yahoraerademasiadotardeparasalirse.

—Quodsemper,quodubique,quodabomnibus.Alpiedelacolinaatravesaronunpuentetendidoporencimadelabarrancaque

aquíparecíainfinitamenteserelcolmodelohorrendo.Desdeelcamión,comoenloalto de la gaviamayor de algún velero, podía verse hasta el fondo entre el densofollaje y las amplias hojas que no ocultaban en nada lo pérfido del abismo; susempinadasmárgenesestabancubiertasdebasuraquependíahastadelosarbustos.Alvolverse,Hughvioenelfondo,entrelosdesechos,elcadáverdeunperro;blancoshuesos asomaban a través de la piel. Pero en las alturas cerníase el cielo azul eYvonnesesintiófelizcuandosurgióalavistaelPopocatépetldominandoelpaisajedurante un rato,mientras ascendían la colina que quedabamás adelante.Luego, aldoblarunacurva,desapareció.Porlacolinaserpeabauncaminolargoysinuoso.A

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mitad de la pendiente, en el exterior de una taberna decorada con mal gusto, unhombre con traje azul y cubierto de extraño tocado, mecíase en actitud demansedumbremientrasengullíamediomelón,aguardandoelautobús.Delinteriordeestatabernallamada‘ElAmordelosAmores’,proveníauncanto.Hughvioalgoqueparecía ser un grupo de policías armados bebiendo ante el mostrador. El camiónderrapóy,frenando,atracóenlaorilladelabanqueta.

Abandonandoel‘camióninclinadoyjadeante,elchóferseprecipitóalinteriordela tabernayentretanto subióelhombredelmelón.Salióel chóferyarrojándosealinteriordelvehículocasialmismotiempo,metiólavelocidad.Luegodijo,lanzandoporencimadelhombrounamiradadivertidaalreciénllegado,ymirandodespuésasuspalomasalavezqueacelerabaelcamiónparaquesubieseporlapendiente:

—Seguro,Mike.Seguro.O.K.hombre.ElCónsulsevolvióparaapuntaral‘AmordelosAmores’:—‘VivaFranco’…Éseesunodelostuguriosfascistas,Hugh.—Bueno¿y…?—Creoqueeseatarantadoeshermanodelpropietario.Cuandomenos tepuedo

asegurarunacosa…quenoesunapalomamensajera.—¿Unaqué?…¡Oh!—Aunquenolocreas,esespañol.Los asientos del camión estaban dispuestos a todo lo largo, y Hugh miró al

hombredeltrajeazulque,sentadofrenteaél,hablabasolo,convozpastosayahora,borracho,narcotizado,oambascosas,parecía ir sumidoenprofundo letargo.Enelcamiónnohabíacobrador.Talvezmástardellegaríaunoy,comoeraevidentequedebía pagarse el pasaje al chófer en el momento de bajar, nadie lo despertó. Susrasgos—narizaltayprominenteybarbaenérgica—erandeclaroorigenespañol.Susmanos—unadelascualesasíaaúnelmediomelónroído—eranenormes,hábilesyrapaces.Manos de ‘conquistador’, pensóHugh de súbito. Pero su aspecto generalsugeríanotantoeltalantedeunconquistadorcuanto—eralaideaacasodemasiadoclara de Hugh— la confusión que eventualmente tiende a dominar a los‘conquistadores’.Sutrajeazuleradehechurafinaylachaquetaabiertaparecíabienadaptada a la cintura. Hugh observó sus pantalones de anchas valencianas que,amplios, caían sobre sus zapatos finos. Sin embargo, los zapatos lustrados aquellamañana, aunque suciosahoraconserrínde taberna, estaban llenosdeagujeros.Nollevabacorbata.Suelegantecamisacolorpúrpura,conelcuellodesabrochado,dejabaver un crucifijo de oro. La camisa estaba rasgada y en ciertas partes el faldón seasomabapor encimadel pantalón.Ypor algúnmotivo llevaba dos sombreros, unaespeciedefieltrobaratoqueseceñíajustamentealalaanchadesuotrosombrero.

—¿Cómoesesodequeesespañol?—preguntóHugh.—Vinierondespuésde laguerradeMarruecos—dijoelCónsul—.Un‘pelado’

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—añadiósonriendo.Lasonrisaaludíaaunapolémicaque,sobreestevocablo,habíatenidoconHugh,

quien lo había visto definido en alguna parte como «iletrado descalzo». Según elCónsul, ésta era sólo una de las acepciones; de hecho, los pelados eran los«encuerados», los «despojados», pero también eran aquellos que no tenían que serricos para despojar a los pobres de verdad. Por ejemplo, aquellos mezquinospoliticastrosdemediopeloque,porsóloocuparuncargoduranteunaño,duranteelcual esperan acumular lo suficientepara abjurar del trabajodurante el restode susdías,haránliteralmenteloquesea,desdelustrarzapatoshastaactuarcomoquiennoes «paloma mensajera». Hugh comprendió por fin que la palabra era bastanteambigua. Por ejemplo, un español podía interpretar que se trataba de un indio, elmismo indioalquedespreciaba,utilizabayembriagaba.Noobstante, el indio, conesetérmino,podíaasuvezdesignaralespañol.Cualquierapodíausarlocomodefinira quien se ofrecía como espectáculo. Tal vez fuera una de esas palabras que, dehecho,sedepuraronconlaconquista,yaquesugeríaporunapartelaideadeladrón,yporotraladeexplotador.¡Recíprocoseransiemprelosvocablosinjuriososconlosqueelagresordesacreditaaquienesvaadestruir!

Después de dejar atrás la colina, detúvose el camión ante la entrada de unaavenida adornada de fuentes que llevaba a un hotel: el Casino de la Selva. Hughdistinguió las canchas de tenis y las siluetas vestidas de blanco que en ellas semovían; los ojos del Cónsul indicaron que allí se encontraban el Dr. Vigil y M.Laruelle.M.Laruelle,siacasoeraél,lanzóunapelotahacialoalto,ledioungolpeconlaraqueta,perocomoVigilladejópasar,rebotóenotrocampo.

Aquí comenzaba de veras la carretera de estilo norteamericano; por Un cortotrecho disfrutaron un camino pavimentado. El ‘camión’ llegó a la estación delferrocarrilquedormía,conlasseñalesalzadasy loscambiavíassoñolientos.Estabacerrada como un libro. Inusitados Pullmans roncaban en un desviadero. En elterraplén dormían los carros tanquesPearce. Sólo permanecía despierto su bruñidobrillo plateado que jugaba al escondite entre los árboles. Y en aquella plataformasolitariaestaríaélmismoestanoche,consualforjadeperegrino.

QUAUHNÁHUAC

—¿Cómotesientes?(conlocualqueríasignificarmuchomásyHughseinclinóhaciaYvonne,sonriéndole).

—Todoestoestandivertido…Igualqueunniño,Hughqueríaquetodosestuviesenfelicesconelviaje.Aunque

hubiesetenidoqueiralcementerio,habríaqueridoquesesintiesenfelices.Peroteníaantetodolaimpresióndeluchar(fortalecidoconunapintadecerveza)enfavordesuescuelaenunacompetenciadeportivadespuésdehabersidoincorporadoalequipoen

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elúltimomomento:cuandoeltemordelcampoenemigo,durocomolosclavosylasbotas, con su línea de postes más altos y blancos, se expresaba con una extrañaexaltación, con un urgente deseo de charlar. La languidez delmediodía pasó a sulado,sindetenerse:ysinembargo,lasdesnudasrealidadesdelasituación,comolosrayos de una rueda, se borraban almoverse hacia altos e irreales acontecimientos.Ahora leparecíaesteviaje lamejorde las ideas.HastaelCónsulparecíaseguirdebuenhumor.Peroprontolacomunicaciónrecíprocasehizovirtualmenteimposible;lacarreteradeestilonorteamericanosealejaba,ondulante,enladistancia.

De pronto, al abandonarla, toscos muros de piedra ocultaron la vista. Ahoratraqueteabanentretupidossetoscubiertosdefloressilvestresenformadecampánulasazul oscuro. Quizá fueran otra especie de convólvulos. De las cañas de maíz,alrededordelaschozastechadasdepalma,colgabaropadecolorverdeyazul.Aquílas flores de brillante azul trepaban hasta las copas de los árboles cubiertos ya decapullosblancos.

Asuderecha,allendeunmuroquedeprontosehizomuchomásalto,extendíaseelmismobosque que habían recorrido aquellamañana.Y aquí, proclamadapor suolor a cerveza, estaba la ‘Cervecería Quauhnáhuac’. Yvonne y Hugh, en torno alCónsul, cambiaron una mirada de estímulo y amistad. El enorme portón seguíaabierto.¡Conquévelocidadpasaronfrentealestablecimiento!Contodo,Hughtuvotiempodevolveraverlasmesasennegrecidascubiertasdehojasy,enladistancia,lafuenteasfixiadadehojarasca.Laniñitaconelarmadillohabíadesaparecido,pero,enel patio, el hombre de la visera con aspecto de guardabosque seguía allícontemplándolos,solitario,con lasmanosdetrásde laespalda.Alo largodelmuroloscipresessehacíanrecíprocascaricias,soportandoelpolvoqueloscubría.

Despuésdelpasoadesnivel,elcaminoaTomalínmejoróduranteuntrecho.Porlas ventanas del caluroso ‘camión’ soplaba una grata brisa refrescante. En lasplanicies,asuderecha,serpenteabaahoralaestrechaeinterminablevíapordonde—¡aunque había veintiún caminos diferentes que pudieron haber tomado!— habíancabalgado lado a lado, al regresar a casa. Y rehusándose para siempre a describiraquella última curva hacia la izquierda, los postes telegráficos se prolongaban enlínearecta…TambiénenlaplazanohabíanhabladomásquedelCónsul.¡Quéalivio,qué jubiloso alivio sintió Yvonne, cuando, después de todo, lo vio aparecer en laterminal!…Perocomolarutavolvióaempeorarenseguida,resultabacasiimposiblepensar,pornodecirhablar.

Traquetearon en terreno cada vez peor. Surgió el Popocatépetl, aparición quegiraba, alejándose y les invitaba a proseguir. De nuevo apareció la barranca enescena,arrastrándose,paciente,asusespaldas,enladistancia.Hundióseelcamiónenun bache con ensordecedor estrépito que hizo aflorar el alma de Hugh hasta suslabios.Yvolvieronahundirseunayotravezenunasegundaseriedebachesaúnmás

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profundos.—Estoescomoviajarenlaluna—tratódedeciraYvonne.Yvonne no podía oír…Hugh advirtió que tenía nuevas arrugas en torno a sus

labios:unafatigaquenohabíaexistidoenParís.¡PobreYvonne!¡Ojaláquetodo,dealgún modo, sea para bien! ¡Ojalá que todos seamos felices! ¡Dios nos bendiga!Ahorasepreguntabasidebíasacardesubolsillointeriorunabotellitade‘habanero’,comprada—enprevisióndealgunaemergencia—enlaplaza,ysidebíaofrecerlisayllanamenteuntragoalCónsul.Peroeraclaroqueaúnnolonecesitaba.Ensuslabiosflotabaunasonrisaquedevezencuandosepaseabaconmovimientoimperceptibledeunladoaotrocomosi,apesardelostumbos,elbamboleoylassacudidasquesininterrupción impelían a unos contra otros, estuviese resolviendo un problema deajedrezorecitandoalgoparasí.

Luego el autobús siseó al recorrer un buen trecho del camino recién embreadoqueatravesabaporunpaisajeplanocubiertodeárboles,endondenielvolcánnilabarranca se ofrecían a la vista.Yvonne se había vuelto, y su claro perfil navegabareflejadoenlaventana.Lossonidosdelcamión,quesehabíantornadomásregulares,tramaronenelcerebrodeHughunsilogismo idiota:estoyperdiendo laBatalladelEbro,tambiénestoyperdiendoaYvonne,porlotantoYvonnees…

Ahorael‘camión’sehallabaalgomáslleno.Ademásdel‘pelado’ydelasviejas,habían subido hombres vestidos con sus mejores ropas domingueras: pantalonesblancos y camisas color púrpura, y también una o dos mujeres más jóvenes que,enlutadas,ibantalvezaloscementerios.Lasavesofrecíanunespectáculolastimoso.Todas se habían sometido por igual a su destino: gallinas, gallos y guajolotes, yaestuvieran en sus canastas obien sueltos.Con sólounoqueotro aleteo esporádicodabanseñalesdevida,yconsusgarrasenfáticasypuntiagudasatadasconuncordeliban acurrucados bajo los asientos en actitud pasiva. Dos pollas espantadas ytemblorosasestabanentreelclochyelfrenodemano,conlasalasmezcladasa laspalancas.¡Pobrescriaturas!¡TambiénellashabíanfirmadosupactodeMunich!UnodelosguajoloteshastateníaunsorprendenteparecidoconNevilleChamberlain.‘Susalud estaráa salvono escupiendo en el interiorde este vehículo’: estas palabras,escritasencimadelparabrisas,continuabanalolargodetodoelautobús.Hughsefijóen diversos objetos del ‘camión’: el pequeño retrovisor rodeado por la leyenda‘CooperacióndelaCruzRoja’,lastrestarjetaspostalesdelaVirgenMaría,clavadasjuntoaél,losdosesbeltosjarroncillosconmargaritascolocadosencimadeltablero,elextinguidordeaspectogangrenado,lachaquetademezclillayelplumero,bajoelasiento sobre el que iba sentado el ‘pelado’, al que se puso a observar cuandollegaronaotrotrechopésimo.

Meciéndosedeunladoaotro,elhombre,quellevabalosojoscerrados,tratabademeterse la camisa dentro del pantalón; luego se abotonó la chaqueta con ademán

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metódico,sibienlosbotonesnocoincidíanconlosojales.PeroHughpensóquetodoestoeraunamerapreparación,unaespeciedegrotescoaliño.Porque,aunsinabrirlosojos,dealgúnmodologróhallaralfinyalcabolaformadeestirarseenelasientocuan largo era. Y también resultaba extraordinario cómo, recostado cual cadáver,dabalaimpresióndeenterarsedecuantoacontecía.Apesardesuestupor,estabaenguardia.Elmediomelónroídoescapódesusmanos,llenodesemillasconaspectodepasas, rodó sobre el asiento; aquellos ojos cerrados lo miraron. El crucifijocomenzabaaasomarseporlacamisayéleraconscientedequeestoocurría.Elfieltroseescapódel‘sombrero’ydeslizósehastaelsuelo,yaunqueéllosabíatodo,nohizoesfuerzoalgunoporrecogerlo.Almismotiempoqueseprotegíacontraunintentoderoboreuníafuerzasparaulterioreslibertinajes.Parallegaraotracantinaquenofueraladesuhermano, tendríaquecaminarderecho.Semejanteprescienciaeradignadeadmiración.

Sólopinos,mazorcasdeabeto,piedras, tierranegra.Noobstante, aquella tierraparecía parchada y aquellas piedras inconfundiblemente volcánicas. Por doquiera,como lo informaraPrescott, aparecían testimoniosde lapresenciayantigüedaddelPopocatépetl. ¡Y allí estaba de nuevo el condenado! ¿Por qué había erupcionesvolcánicas?Lagentepretendíaignorarlo.Porquebienpodíansugerirunaexplicación:bajolasrocas,pordebajodelasuperficiedelatierra,segeneraelvaporconpresióncadavezmayor;porquelasrocasyelagua,aldescomponerse,formangasesquesecombinanconelmaterialfundidodemásabajo;porquelasrocasacuosas,cercadelasuperficie, no pueden reprimir el creciente complejo de presiones, y toda la masaestalla; la lava,alsalira lasuperficie,sedesparrama,escapanlosgasesydeallí laerupción…Peronolaexplicación.No,todoaquelloseguíasiendounmisterio.Enlaspelículas de erupciones siempre se veía a la gente en medio de la inundacióninvasora, deleitándose en su contemplación. Desmoronábanse las paredes,desplomábanse las iglesias, familias enteras huían presa del pánico con todas suspertenencias pero siempre había aquellos que saltaban entre los charcos de lavaderretida,fumandosuscigarrillos…

¡Jesucristo!Nosehabíadadocuentadelorápidoqueiban,apesardelcaminoyde que el ‘camión’ era un Chevrolet 1918, y le parecía que, por esto mismo, unambientemuydistintoreinabaenelvehículo:sonreíanloshombres,parloteabanlasmujeresconsuficienciayreíanentredientes;dosmuchachosqueacababandellegar,colgados por un pelo en la parte trasera, silbaban con alegría, y había camisas decoloresvivos,ylosboletosdeserpentinayconfeti(rojos,amarillos,verdesyazules)columpiábanseenunaroquependíadeltechoytodocontribuíaadarunasensaciónderegocijoycasitornabaaproducirunsentimientodefiestaqueantesnoexistíaallí.

Pero, uno por uno, los muchachos se durmieron, y la alegría fugaz cualmomentáneo rayo de sol, huyó. Candelabros de cacto de brutal aspecto desfilaron

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vertiginosos,asícomotambiénunaiglesiaenruinasllenadecalabazasyventanasenlasquecrecíalahierba.Incendiada,talvez,durantelarevolución,sufachadaestabaennegrecidaporelhumoyteníaunaspectodecondenación.

…Te ha llegado el momento de unirte a tus camaradas, de ayudar a lostrabajadores, dijo a Cristo, que estuvo de acuerdo. Ésa había sido Su idea todo eltiempo; sólo que, hasta que Hugh Lo rescató, aquellos hipócritas Lo habíanmantenido encerrado en la iglesia en llamas en donde no podía respirar. Hughpronunció un discurso. Stalin le dio unamedalla y escuchó con simpatíamientrasHughexplicabaloquepensaba.—Cierto…NolleguéatiempoparasalvarelEbro,perodimigolpe…—MarchóseconlaestrelladeLeninenlasolapayensubolsillouncertificado;HéroedelaRepúblicaSoviéticaydelaIglesiaVerdadera,sucorazónllenodeorgulloyamor…

Hughmiróporlaventana.Bueno,¡quéimporta!Cretino,pendejo.Peroloextrañoesqueel amorera real. ¡Cristo! ¿porquénopodemos ser sencillos? ¡Cristo Jesús!¿porquénohemosdesersencillos,porquénohemosdepodersertodoshermanos?

Autobusesdeextrañosnombres—procesiónprovenientedecaminosvecinales—rozándolesavanzabandando tumbosendireccióncontraria:autobusesaTetecala,aJujuta,aXiutepec:autobusesaXochitepec,aXoxitepec.

A laderecha,elPopocatépetl sealzópiramidal,conun flanco,quesearqueabacomopechodemujer,yelotro,precipitoso,mellado,feroz.Detrásdeél,volvíanaamontonarseenaltoscúmuloslasformacionesdenubes.Iztaccíhuatlapareció…

—Xiutepecanochtitlantehuantepec, Quintanarooroo, Tlacolula, Moctezuma,Juárez, Puebla, Tlampam— ¡bong! rugió de pronto el autobús. Con estruendopasaronrozandoalgunospuerquillosquebrotabanenelcamino,unindioquecolabaarena,unniñopelónconaretesque,adormecido,rascábaseelestómagoalavezquesemecía con vehemencia en una hamaca.Desfilaban letreros inscritos en leprososmuros:‘¡Atchís!¡Instantina!Resfriados,Dolores,Cafiaspirina.Rechaceimitaciones.LasManosdeOrlac.ConPeterLorre’.

En los tramos perpendicularmentemalos el camión traqueteaba y, ominoso, seladeaba. En una ocasión se salió por completo del camino, pero su determinaciónsuperótodoslosobstáculos:unosesentíatranquilodepodertransferirlealfintodaslas responsabilidades propias para así dejarse sumir en una somnolencia de la quehubierasidodolorosodespertar.

A ambos lados se amontonaban setos en suaves pendientes sobre las que sealzaban árboles polvorientos. Sin disminuir la velocidad, precipitáronse en unaserpenteanteseccióndelcamino,estrechayhundida,querecordabatantoaInglaterraque en cualquiermomento podía esperarse ver surgir un rótulo:Public Footath toLostwithiel.

‘¡Desviación!¡Hombrestrabajando!’

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Aullandollantasyfrenos,viraroncondemasiadarapidezhacialaizquierda.PeroHughvioquehabíanestadoapuntodeatropellar aunhombrequeparecíadormirprofundamentebajounsetoaladerechadelcamino.

NiGeoffreyniYvonne,quemirabanamodorradosporlaventanadeenfrente,lohabían visto. A nadie más, en caso de que alguno lo hubiese advertido, parecíaextrañarle que alguien decidiera dormirse, por peligrosa que fuera la situación,tendidoalsolenlacarreteraprincipal.

Hugh se asomópara llamar, vaciló y luegodio ungolpecillo en el hombrodelchófer;elcamiónfrenóalmismotiempoconviolencia.

Guiando su gimiente vehículo con agilidad y asiendo el volante con una solamanoenactitudexcéntrica,elchófersealzóestirándosedesuasientoparaobservarlosángulosposterioresylosdelanteros,ymetióreservaparasalirdeladesviaciónyentrarenlaestrechacarretera.

Elolor a lavez ásperoy cordialde losgasesdel escape seneutralizabaconelaroma del alquitrán caliente—aunque nadie estaba trabajando en ese momento—empleadoenlasreparacionesquesenacíanunpocomáslejos,dondelacarreteraseensanchaba con amplias márgenes de pasto entre el camino y el seto; los obrerosdebían haber abandonado las obras quizás horas antes, y nada podía verse sino lasuavealfombraañilque,solitaria,sudabaycentelleaba.

A orillas del camino, frente a la desviación, apareció ahora, solitaria en unaespeciedebasureroendondecesabanlasmárgenesdepasto,unacruzdepiedra.Bajoellahabíaunabotelladeleche,untubodechimenea,uncalcetínylosrestosdeunavetustamaleta.

Yahora,enelcaminomuchomásatrásaún,Hughvolvióaveralhombre.Conelrostrocubiertoporunsombrerodealaancha,yacíarecostadoenactitudpacíficaconlos brazos tendidos hacia la cruz, a cuya sombra, amenos de diezmetros, habríaencontradounmullidolecho.Cercadeél,humilde,pacíaenelsetouncaballo.

Cuandoélautobússesacudióalvolveradetenerse,el‘pelado’,acostadoaún,casise cayó del asiento. Empero, logró reponerse y pudo no sólo tenerse en pieconservando un equilibrio que mantuvo de manera admirable, sino que ademásconsiguió,medianteunfuertemovimientocontrario,recorrerlamitaddelcaminoalapuerta, con el crucifijo que se había reintegrado a su sitio en torno a su cuello, yasiendolossombrerosenunamanoyloquesobrabadelmelónenlaotra.Lanzandounamiradaquebienhabríapodidomarchitarcualquierintenciónderobarlos,colocócon cuidado los sombreros en un asiento vacío, cerca de la puerta y luego, conexageradoesmero,bajó.Susojos, en losquebrillabaun fulgormortecino, seguíanentreabiertos.Yapesardeellonocabíadudadequeyahabíacaptadoíntegramentelasituación.Tirandoelmelón,dirigiósehaciaelhombre,conpasocauteloso,comosiestuviese saltando obstáculos imaginarios. Pero caminaba derecho y se mantenía

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rígido.Hugh,Yvonne,elCónsulydoshombresmásbajarondelcamiónylosiguieron.

Ningunadelasancianassemovió.Enlacarreterasumidaydesiertahacíauncalorsofocante.Yvonnedejóescapar

ungritonerviosoygirósobresustalones;Hughlaasióporelbrazo.—Notepreocupespormí.Essóloquenopuedosoportar lavistade lasangre,

¡malditasea!Cuandovolvíaasubiralcamión,HughllegóconelCónsulydospasajeros.El ‘pelado’ se cimbraba suavemente sobre el hombre yacente y vestido con las

habitualesropasholgadasdelindio.Empero,nohabíamuchasangrealavista,salvoaunladodelsombrero.Pero el hombre no dormía en paz. Su pecho jadeaba, como el de un nadador

fatigado, su estómago se contraía y sedilataba con rapidezyunade susmanos seabríaysecerrabaasiendoelpolvo…

HughyelCónsulpermanecíanenpie,impotentes,pensandocadacualqueelotroquitaríaelsombrerodelindioparaexponeralsollaheridaquecadaunopensabaqueallí debía haber, y refrenaban semejante acto por común renuencia que era tal vezevasivacortesía.Porquecadacualsabíaqueelotropensabatambiénqueseríamejor,queseríamuchomejorsiunodelospasajeros,aunquefuerael‘pelado’,examinaraalhombre.

Como nadie hacía elmenormovimiento, Hugh se impacientó. Descansaba orasobreunpie,orasobreotro.MiróalCónsulenactitudinterrogante:élhabíavividoenestepaísbastantetiempoparasaberquédebíahacerse,yademásera,entreellos,elúnicoque seencontrabaen situaciónmáspróximaa la representacióndecualquierformadeautoridad.Ynoobstante,elCónsulparecíaperdidoensusmeditaciones.Derepente,Hughseadelantóconmovimientoimpulsivoyseinclinósobreelindio;unodelospasajerosletiródelamanga.

—Sucigarro,señor.—Tíralo—elCónsulsaliódesusopor—.Incendiosforestales.—Sí,estáprohibido.Hughaplastódeunpisotónelcigarrilloyestabaapuntodevolvera inclinarse

sobreelheridocuando,denuevo,elpasajeroletiródelacamisa.—No,no—dijo,dándosegolpecillosenlanariz—.Tambiénesoestáprohibido.—No puedes tocarlo… lo prohíbe la ley—le dijo con énfasis el Cónsul, que

ahoraparecíaquereralejarsetantocomolefueraposible,aunquefueseenelpropiocaballo del indio—. En provecho suyo. De hecho es una ley sensatísima. De otromodopodríasllegaraconvertirteencómplicedespuésdecometidoelcrimen.

Eljadeodelindiosonabacomomarquesearrastraseenalgunaplayacubiertadeguijarros.

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Unaúnicaavevolabaenlasalturas.—Peroelhombrepuedeestarmurien…—susurróHughaGeoffrey.—Dios mío, me siento pésimamente —replicó el Cónsul, aunque en realidad

estabaapuntodeactuarenelmomentoenqueseleadelantóel‘pelado’,elcualpusounarodillaentierrayconlarapidezdeunrelámpagoarrancóelsombrerodelindio.

Todosfijaronlavistaenlacruelheridaabiertaaunladodelacabeza,endondelasangrecasisehabíacoagulado;el rostroenrojecidoybigotudoestabavueltoaotraparte,yantesdealejarseHughvioalgúndinero—cuatroocincopesosdeplatayunpuñado de centavos— que con cuidado le habían puesto al hombre bajo el cuelloabierto de la camisa que, en parte, lo ocultaba. El ‘pelado’ volvió a ponerle elsombrero y, enderezándose, hizo un ademán de desesperanza con lasmanos ahoramanchadasdesangremedioseca.

¿Cuántotiempohabríapermanecidotiradoenelcamino?Hughcontemplóal‘pelado’mientrasvolvíanal‘camión’,yluego,unavezmás,

al indio, cuya vida, mientras hablaban, parecía escaparse. —‘¡Diantre! ¿Dóndebuscamosunmédico?’—preguntóestúpidamente.

Desde el ‘camión’ volvió el ‘pelado’ a hacer el ademán de desesperanza, quetambiéneracomoungestode simpatía: ¿quépodíanhacerellos?,parecía tratardeexpresarles desde la ventanilla, ¿cómo hubieran podido saber al bajarse que nopodríanhacernada?

—Muévanleel sombreroparaquepueda respirarunpoco—dijoelCónsulconvozque traicionabauna lengua temblorosa;Hugh lohizo, aunque conmovimientotanrápidoquenotuvotiempodevolveravereldinero,ytambiénparamantenerel‘sombrero’enequilibriocolocóelpañuelodelCónsulsobrelaherida.

Alto y en mangas de blanca camisa, vistiendo sucios pantalones de pana conaspectodefuelle,metidosensuciasbotasabrochadashastaarriba,acercóseentonceselchóferparamirar.Consucabezadescubiertaydespeinada, su rostro,disipadoyrisueño, aunque de expresión inteligente, su paso vacilante, aunque atlético, habíaalgo solitario y simpático en este hombre al queHughhabía visto dos veces antescaminandosoloporlaciudad.

Instintivamenteinspirabaconfianza.Y,sinembargo,aquísuindiferenciaparecíaextraordinaria;pero tenía la responsabilidaddelautobús,¿yquépodíahacerélconsuspalomas?

Dealgunaparteporencimade lasnubes,unavión solitariodejócaerunúnicohazdesonido.

…—‘Pobrecito’.…—‘Chingar’.Hugh se percató de que estos comentarios habían ido multiplicándose

gradualmenteasualrededorcomounaespeciedeestribillo—porquelapresenciade

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todosellos,aunadaalhechodequeel‘camión’sehubiesedetenido,habíadadolugaraqueseacercasencuandomenosotropasajeroydoscampesinosque,ignorantesdetodo,habíanpasadoinadvertidoshastaahora,loscualesseunieronalgrupoentornoalhombreherido,alqueningunovolvióatocar—untranquilosusurrodefutilidad,susurro de murmullos, en el cual podían estar conspirando el polvo, el calor, elautobús mismo con su cargamento de inmóviles ancianas y pollos sentenciados,mientrasquesóloestasdospalabras,unadecompasión,laotradeobscenodesprecio,seoíanporencimadelarespiracióndelindio.

Elchófer regresóa su ‘camión’conel evidenteconvencimientodeque todosehallabaenorden—salvoelhaberseestacionadoensentidocontrarioenelcamino—comenzóatocarelclaxon,ylejosdequeseprodujeraelefectorequerido,elsusurro,ahora subrayado por el satírico acompañamiento de indiferentes bocinazos, seconvirtióendiscusióngeneral.

¿Tratábasedeunrobo,deun intentodehomicidio,odeambascosas?Quizáelindioveníaacaballodesdeelmercadoendondehabíavendidosusmercancías,conmuchomásdecuatroocincopesosocultosenelsombrero,con‘muchodinero’,asíqueunbuenmediodeevitar sospechasde robohabría sidoabandonar lopocoquehabíandejado.Talveznosetratabaparanadadeunroboysólosehabíacaídodelcaballo.Posiblemente.Imposiblemente.

‘Sí,hombre’,¿peronohabíanllamadoalapolicía?Eraclaroquealguienibayaabuscarayuda. ‘Chingar’.Unodeellosdebiera irpor lapolicíaenbuscadeauxilio.Unaambulancia…laCruzRoja…¿dóndeestabaelteléfonomáscercano?

Peroeraabsurdosuponersiquieraquelapolicíanoestuvierayaencamino.¿Perocómopodíanestarencaminolos‘chingados’si lamitaddeellosestabaenhuelga?No, sólo una cuarta parte estaba en huelga.Ya estarían en camino. ¿Un taxi? ‘No,hombre’,tambiénestabanenhuelga.Pero¿quédeciertohabía—intervinoalguien—en los rumores de que habían suspendido el ‘Servicio deAmbulancias’?De todosmodos,noeraunaCruzRoja,sinounaCruzVerde,ysóloseponíaenmovimientoalrecibiravisos.LlamenalDr.Figueroa. ‘Unhombrenoble’.Peronohabía teléfono.¡Oh!, alguna vez hubo teléfono en Tomalín, pero se descompuso. No; el doctorFigueroateníaunteléfononuevo.Pedro,elhijodePepe,cuyasuegraeraJosefina,yquetambiénconocía—sedijo—aVicenteGonzález,lohabíallevadopersonalmenteporlascalles.

Hugh (quehabía pensadodemanera extravagante enVigil jugando al tenis, enGuzmányen labotellade ‘habanero’que traíaenelbolsillo)yelCónsul tambiéndiscutían.Porqueseguíasiendounhechoquequienquieraquehubiesepuestoalindiojuntoalcamino(aunque,segúntalhipótesis,¿porquénosobrelahierba,juntoalacruz?)yporseguridadhubieseocultadoeldineroenelcuellodelacamisa(aunquetalvezsehabíadeslizadosolo)yprovidencialmentehubieseatadosucaballoalárbol

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en el seto donde ahora pacía (aunque ¿acaso tenía que ser por fuerza su caballo?)estaría probablemente, fuera quien fuese, estuviera donde estuviese (o estuviesen,quienes con tanta sabiduría y compasión habían actuado) buscando ayuda en estosmismosmomentos.

Su ingenuidadera ilimitada.Aunqueelobstáculomáspoderosoydeterminanteparahaceralgoporelindioconsistíaenestedescubrimientodequeaningunodelospresentes le incumbía esto, sino a alguien más. Y, mirando en torno suyo, Hughadvirtióqueestoeraprecisamenteloquetodoslosdemásdiscutían.Nomeincumbe,decíantodos,peroatisí,ytodosagitabanlacabeza,yno,tampocoatisinoaotrapersona,ysusobjecionessevolvíancadavezmásenredadasyteóricas,hastaquealfinladiscusióncomenzóatomaruncarizpolítico.

Estecariz,segúnsepresentó,leparecióilógicoaHugh,quepensabaquesiJosuéhubieseaparecidoenestemomentoparadetenerelsol,nosehabríapodidocrearundisloquemásabsolutodeltiempo.

Ysinembargo,noeraporqueeltiemposehubiesedetenido.Másbiensemovíaadiferentesvelocidades,ylavelocidadconqueparecíamoriraquelhombreproducíaunextrañocontrasteconlavelocidadconquecadacualencontrabaqueeraimposibletomarunadecisión.

Sin embargo, el chófer había dejado de tocar la bocina y estaba a punto decomenzar a hurgar en el motor, y el Cónsul y Hugh, abandonando al agonizante,caminaronhaciaelcaballoque,consusriendasdereata,susillavacíaysusruidosasvainasdehierroquehacíanlasvecesdeestribo,masticabanlosconvólvulosdelsetoconlainocentemiradaquesólounodesuespeciepuedetenercuandoseleobservaconmortalsospecha.Susojos,quesehabíancerradomientrasambosseleacercaban,estabanahoraabiertosconexpresióntraviesayplausible.Teníaunallagaenlacíayenelancaestabamarcadoelnúmerosiete.

—¡Vaya!… ¡Diosmío!…éste debe ser el caballo queYvonney yovimos estamañana.

—¿Deveras?Bueno—elCónsulhizounademáncomosifueraatentar,aunquenolatocó,lacinchadelcaballo—.Quégracioso…Yotambiénlovi.Esdecir,creoquelovi—lanzóunamiradaalindioenelcamino,comositratasedearrancaralgoasu memoria—. ¿Advertiste si traía alforjas en la silla cuando lo viste? Las traíacuandoyolovi.

—Debeserelmismotipo.—Supongo que si el caballo lo pateó hasta matarlo no tuvo la suficiente

inteligencia para dar coces a las alforjas hasta tirarlas y luego ocultarlas en algúnlado,¿no…?

Peroelautobús,sindejardescansarlabocina,arrancabayasinellos.Acercóselesunpocoyluegosedetuvoenunapartemásanchadelcaminopara

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dejarpasoadosexigentesautomóvilesdelujoquehabíantenidoquedetenerseatrás.Hughlesgritóquesedetuvieran,elCónsulsaludóaalguienquetalvezloreconocióa medias, en tanto que los coches, cuyas respectivas placas traseras ostentaban laindicaciónde«Diplomático»,pasaronvertiginosamentesumiéndoseenlosmuellesyrasando los setos hasta desaparecermás adelante enmedio de una nube de polvo.Desde el asiento trasero del segundo coche un terrier escocés les lanzó alegresladridos.

—Elestilodiplomático,sinduda.FueseelCónsulaveraYvonne;losdemáspasajeros,protegiéndoselacaracontra

el polvo, subieron al autobús que había continuado hasta la desviación, en donde,estacionado, aguardó inmóvil como la muerte, cual carroza fúnebre. Hugh corrióhacia el indio. Su respiración se oía más débil y a la vez más laboriosa. UnincontenibledeseodevolveraverleelrostroleinvadióyHughseinclinósobreél.Almismotiempo,lamanoderechadelindiosealzóenademánsemejantealdelciegoquebuscaatientas,yelsombrerosehabíalevantadoenparteyunavozmurmuróogruñóunapalabra:

—‘Compañero’.—…Ya lo creo que me dejarán —dijo Hugh, sin poder apenas explicarle al

Cónsulporqué,al cabodeunmomento.Peroyahabíadetenidoal ‘camión’, cuyomotorvolvióaponerseenmarchaycontemplóalostres‘vigilantes’que,sonrientes,seacercabanpateandoenelpolvo,conlaspistolerasgolpeandocontrasusmuslos.

—Vámonos,Hugh,notedejaránsubiralcamiónconélysólovasalograrquetellevenalacárcelyteenredenentodoestelíosóloDiossabeporcuántotiempo—decíaelCónsul—.Detodasmanerasnosonpolicíasdeveras,sonsóloesospájarosdelosquetehablé…Hugh…

—‘Momentito’—casi en seguidaHugh se encontró debatiendo con uno de los‘vigilantes’(losotrosdoshabíanidodirectamenteaveral indio)mientraselchóferhacíasonarlabocinaconhastíoypaciencia.LuegoelpolicíaempujóaHughhastaelautobús:Hugh,asuvez,loempujó.Elpolicíabajóunadesusmanosycomenzóamanosear lapistolera:se tratabadeunamaniobraquenohabíaqué tomarenserio.ConlaotramanodiounnuevoempellónaHughdemaneraque,paramantenerseenequilibrio, éste se vio forzado a subir al escalón trasero del camión que, en eseinstante, conmovimiento repentino y violento se puso enmarcha con su pasaje abordo. Hugh hubiera salido, sólo que el Cónsul, haciendo un gran esfuerzo, logrómantenerloclavadoenunodelosmontantes.

—No te preocupes, viejo; hubiera sido peor que losmolinos de viento…¿Quémolinosdeviento?

Elpolvoborrólaescena…Ebrio, el autobús prosiguió su curso, tambaleante, en medio de un fragor de

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truenosycañonazos.Hughibasentadoyveíaelpisoquetemblabayseestremecía.…Algosemejanteaun raigóndeárbolconun torniquete,unapiernaamputada

dentrodeunabotamilitar, recogidaporalguienquetratódedesatarlay lavolvióadejarconciertorespetoenelsuelo,enelcamino,enmediodeunnauseabundoolordegasolinaysangre;unrostroqueboqueabapidiendouncigarrillo,volviósegrisyseesfumó;objetosacéfalosconsalientestráqueas,queibansentados,cueroscabelludosque caían, enhiestos, en autobuses, niños amontonados por centenares; objetos quegritaban y ardían; como las criaturas, tal vez, de los sueños deGeoffrey: entre losestúpidos ingredientes de un insensatoTitoAndrónico bélico y los horrores que nisiquiera podían constituir un buen reportaje, pero que en un abrir y cerrar de ojoshabía evocado Yvonne cuando salían, Hugh, moderadamente endurecido, hubierapodidohabérselasarreglado,haberhechoalgo,nohaberhechonada…

Téngasealpacienteabsolutamentetranquiloenuncuartooscuro.Avecespuededarsecoñacalosagonizantes.

Culpable,Hughadvirtió lamiradadeunavieja.Su rostrocarecía totalmentedeexpresión…¡Ah, cuán sensataseranestas ancianasquealmenos sabían loque lasinquietabayhabíantomadounamudadecisióncolectivaparanotenernadaquevercon cuanto había ocurrido! Sin titubeo ni aturdimiento ni alboroto. Con cuántasolidaridad, al sentir el peligro se habían aferrado, abrazándolas, a sus canastas depolloscuando sedetuvieron,y cómosehabíanvueltoparaatisbar e identificar suspropiedades para luego permanecer sentadas, como ahora, inmóviles. Tal vezrecordaban los días de la revolución en el valle, los edificios ennegrecidos, lascomunicaciones interrumpidas, loscrucificadosycornadosen laplazade toros, losperros callejeros en barbacoa en el mercado. En sus rostros no había dureza nicrueldad. Conocían la muerte mejor que la ley, y sus recuerdos eran múltiples.Permanecían ahora sentadas en fila, inmóviles, heladas, sin discutir, sin decir unapalabra,petrificadas.Eranaturalhaberdejadoelasuntoenmanosdeloshombres.Ysinembargo,enestasancianaseracomosienelcursode lasvarias tragediasde lahistoria deMéxico, la conmiseración—el impulso de acercarse— y el terror—elimpulsodeescapar—(segúnseaprendeenlaUniversidad),quelohabíasustituido,hubieransido,reconciliadosporlaprudencia,laconviccióndequeesmejorquedarsedondeseestá.

¿Y los demás pasajeros, las jóvenes enlutadas?…no había jóvenes enlutadas;todas se habían bajado y habían echado a andar; ya que a la muerte a orillas delcamino,nodebepermitírsele interferircon lospropiosplanesde resurrecciónenelcementerio. ¿Y los hombres con camisas de color púrpura que habían observadocuanto ocurrió y que a pesar de ello no semovieron del autobús?Misterio.Nadiepodía ser más valeroso que un mexicano. Pero no era ésta una situación querequiriese valor. ‘Frijoles’ para todos: ‘Tierra, Libertad, Justicia y Ley’. ¿Significa

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algotodoeso?‘¿Quiénsabe?’Noestabansegurosdenada,salvoqueeraunalocuraenredarseconlapolicía,especialmentesinoeralapolicíaregular;ylomismopodíadecirse de aquel hombre que había tirado de la manga a Hugh, y a los otros dospasajerosquesehabíanunidoaladiscusiónentornoalindioyqueahorasedejabancaerdelautobúsquecorríaatodavelocidad,enformagrácilydespreocupada.

Encuantoaél,héroede laRepúblicaSoviéticayde la IglesiaVerdadera,¿quéocurrióconél,viejo‘camarada’?¿quélefalló?Nada.Conelinfalibleinstintodeuncorresponsal de guerra adiestrado en primeros auxilios, había estado alerta ydispuesto a sacar la bolsa azul ymojada, el nitrato de plata, el cepillo de piel decamello.

Había recordado en un instante que en la palabra refugio debía incluirse unamanta adicional o un paraguas o protección temporal contra los rayos del sol. Enseguidasehabíalanzadoenbúsquedadeposiblesindiciosparaeldiagnóstico,talescomoescalerasrotas,manchasdesangre,maquinariasenmovimientoycaballosenreposo.Lohabíahecho,perodenadahabíaservido,pordesgracia.

Y la verdad era que tal vez se tratase de una de esas ocasiones en que no esposiblehacernadaparaayudar.Conlocuallasituaciónsóloempeoraba.HughalzólacabezaymiróaYvonnedesoslayo.ElCónsulhabíatomadosumanoyellaasíaconfirmezaladelCónsul.

El ‘camión’, que corría vertiginoso rumbo a Tomalín, seguía meciéndose ysacudiéndosecomoantes.Otrosmuchachosquesehabíansubidoatrás,silbaban.Losboletos centelleaban con sus colores brillantes. Subieronmás pasajeros que habíanllegadocorriendoacampotraviesa,yloshombressecontemplabanunosaotrosconmiradaaprobatoria;elcamiónsesuperaba,nuncaanteshabíacorridotanaprisa, talvezporquesabíatambiénqueeradíadefiesta.

Un conocidodel chófer, acaso el chófer queharía el viaje de regreso, se habíaunido ahora al vehículo. Deslizábase por el exterior del autobús con pericia deindígena para cobrar los pasajes por las ventanas abiertas. En unmomento en quetuvieronqueascenderunapendiente,sebajóalaizquierdadelcamino,diolavueltaalcamiónporatrásyvolvióaapareceraladerechasonriendocomounpayaso.

Unodesusamigosabordóelautobúsdeunsalto.Ambosseacuclillaronacadaladodelcofrejuntoalosdosguardafangosdelanteros,yconfrecuenciasedabanlamanoporencimadeltapóndelradiador,mientrasqueelprimero,empinándosecongranriesgo,procurabaasegurarsedequeunadelasllantastraserasquehabíasufridoun pequeño pinchazo tuviera la resistencia requerida. Luego, siguió recogiendopasajes.

Polvo, polvo, polvo se filtraba por las ventanas: suave invasión disolvente quellenabaelvehículo.

Depronto,elCónsuldiodecodazosaHughyleindicóconlacabezaquevieseal

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‘pelado’, al que, sin embarco. Hugh no había podido olvidar: el hombre seguíasentado tieso y jugueteaba con algo que traía en el regazo; llevaba la chaquetaabotonada y ambos sombreros puestos, ajustado el crucifijo y con expresión muysemejantealaqueteníaantes,aunquedespuésdelaconductaextrañamenteejemplardequehabíahechogalaenlacarretera,seveíamuchomásrefrescadoyalgosobrio.

Sonriendo,Hughasintióconlacabezayperdióinterés;elCónsulvolvióadarleuncodazo:

—¿Vesloqueveo?—¿Quées?Hughsacudió lacabeza;miró,obediente,haciael ‘pelado’,nopudovernaday

luegovio,sincomprenderalprincipio.Lasmanosde conquistadordel ‘pelado’,manchadasde sangre, lasmismasque

habían traído elmelón, asían ahora un tristemontón de pesos de plata y centavostambiénmanchadosdesangre.

El‘pelado’habíarobadoeldinerodelindio.Además, como en este punto lo sorprendiera el cobrador que sonreía por la

ventanilla, seleccionó con cuidado algunas monedas de cobre entre el montón ytambién sonriente miró a todos los pasajeros, como si esperase algún comentarioacercadelolistoquehabíasidoy,conestedinero,pagósupasaje.

Peronosehizocomentarioalgunoporlasencillarazóndequenadie,exceptoelCónsulyHugh,pareciódarsecuentadelolistoquehabíasido.

Hugh sacó labotellitade ‘habanero’, diósela aGeoff, y éste lapasóaYvonne.Yvonne, que no había advertido nada, estuvo a punto de ahogarse; y así fue desencillo:todossetomaronuntraguito.

…Loqueresultaba tansorprendente,pensándolobien,noeraqueporrepentinoimpulso el ‘pelado’ hubiese robado el dinero, sino que ahora hiciese tan pocosesfuerzosporocultarlo,queabrieseycerrasesindescansolapalmadesumanoenlaqueasíalaplataylasmonedasdecobreensangrentadas,paraqueasípudieseverlascualquiera.

PensóHugh que el hombre no estaba haciendo esfuerzo alguno por ocultarlas,queacasoestabatratandodeconvenceralospasajeros,aunqueellosnosabíannadadeello,dequesuactuaciónsedebíaamotivostanexplicablescomojustosyquetansólo había tomado el dinero para guardarlo en lugar seguro, dado que, como loacababadedemostrar supropioacto,nopodía racionalmentedejárseleabandonadoenelcuellodeunagonizanteenelcaminoaTomalín,alasombradelaSierraMadre.

Yademás,suponiendoquesospechasenqueeraunladrón,susojos,queahorayaestabandel todoabiertos,casialertasy llenosdemaldad,dijeron,aunque lograndodominarse:¿quéesperanzateníael indio,si llegabaasobrevivir,devolveraversudinero? Claro que ninguna, como todos lo sabían. La verdadera policía podía ser

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honorableydefenderlosinteresesdelpueblo.Perosiloarrestabanestosdelegados,estosotrostipos,9menteselorobarían,esoeraseguro,comoahoramismohabríanrobadoalindiosinohubierasidoporsuacciónbondadosa.

Así pues, nadie que en verdad se inquietase por el dinero del indio debíasospechar nada por el estilo o, en última instancia, no debía pensar en ello condemasiada precisión; porque ahora, a bordo del ‘camión’, hubiese optado por nojuguetear más con las monedas pasándolas de una mano a otra, así o bien pordeslizar,así,partedeldineroenelbolsillo,yaunsuponiendoqueelresto llegasearesbalar accidentalmente a su otro bolsillo, así (y esta exhibición era sin duda enprovechoexclusivodeHughydelCónsulyaqueamboshabíansido testigosde loocurrido y eran, además, extranjeros), no debía atribuirse a todo esto significadoalguno,yaqueningunodeestosademanesqueríadecirque fueseun rateronique,después de todoy a pesar de sus excelentes intenciones, hubiese decidido robar eldineroyconvertirseenratero.

Yesto seguía siendoverdad,pasara loquepasase coneldinero,puestoque suposesiónsehabíaconsolidadoyeraclaraypatente,ytodoelmundopodíaenterarsedeello.Esunhechoreconocido,comolodeAbisinia.

Elcobradorsiguiórecogiendolospasajesrestantes,terminóydiolosalchófer.Elautobússiguiócorriendoamayorvelocidad,lacarreteradenuevosetornóangostaypeligrosa.

Cuestaabajo…Elchóferllevabalamanosobreelrechinantefrenodeemergenciamientras entraban por una curva a Tomalín. A la derecha se abría un abismo sinparapeto y desde la cavidad inferior se asomaba una inmensa y polvorienta colinacubiertadechaparralesconárbolesquesedestacabanenlasladeras.

Deslizándose, el Iztaccíhuatl se perdía de vista, pero amedida que descendíangirandosucesivamenteenlascurvas,aparecíaydesaparecíasincesarelPopocatépetl,aunquenuncaconelmismoaspecto,sinooradistante,oraenormeycercano,enunmomento incalculablemente próximo y al siguiente, cuando tomaban una curva,descollandoconsumajestuosaespesuradecamposinclinados,valles,bosques,ysucimaresguardadaporlasnubes,fustigadaporelvientoylanieve…

Luego,unaiglesiablanca,ydenuevoestuvieronenunpuebloatravesadoporunalargacalle,uncallejónsinsalidaymuchoscaminosqueconvergíanenunpequeñolagooestanquequequedabamáslejos,enelcualhabíagentenadandoymásalládelcualseextendíaelbosque.Juntoaestelagoquedabalaterminaldelautobús.

Lostresvolvieronaquedarparadosenmediodelatolvanera,deslumbradosporla blancura, por el resplandor de la tarde.Habíansemarchado las ancianas y otrospasajeros.Deunapuertaproveníanlosgemidosdeunaguitarra,ycercaseescuchabaelrefrescantemurmullodelaguaquecaíadeunacatarata.Geoffindicóelcaminoypusiéronseenmarcharumboala‘ArenaTomalín’.

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Peroelchóferysuamigoibanentrandoaunapulquería.Lessiguióel‘pelado’.Caminabamuyerecto,alzandomucholospiesysosteniendosussombreros,comosiquisiese protegerlos contra un viento que no soplaba, con una sonrisa fatua en suslabios,nodetriunfo,sinocasidesúplica.

Seuniríaaellos;llegaríanaalgúnarreglo.‘¿Quiénsabe?’Quedáronse mirándolos mientras las puertas gemelas de la taberna de original

nombre, ‘TodosContentosyYoTambién’,seguíanmeciéndose.ElCónsuldijoconnobleacento:

—TodosContentosyYoTambién.Incluso aquellos, pensóHugh, que sin esfuerzo flotaban, elegantes, en el cielo

azul por encima de sus cabezas: los buitres, ‘zopilotes’, que sólo esperan laratificacióndelamuerte.

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IX

‘ArenaTomalín’……¡Cómoseestabadivirtiendotodoelmundo,quéfeliceseran,quéfelizeracada

cual! ¡Con cuánta alegría México apartaba de sí, riéndose, su trágica historia, elpasado,lamuertesubyacente!

EracomosiYvonnenuncahubieradejadoaGeoffrey,comosinuncasehubieseidoalosEstadosUnidos,comosinuncahubiesesufridolaangustiadelúltimoaño,era casi como si—pensó por unmomento—volvieran a estar enMéxico por vezprimera;ilógicamente,eraaquellamismasensacióncálidaypunzante,indefinible,deuna tristeza que sería superada, de esperanza—porque ¿no había ido Geoffrey aencontrarlaalaterminaldelosautobuses?—sobretododeesperanza,delfuturo…

Ungigantesonrienteybarbadoquellevabasobreelhombrounblancosarapecondragones de color cobalto lo proclamaba. Dándose aires de importancia recorría agrandespasoslaarenadondesecelebraríaelencuentrodeboxelpróximodomingoeimpulsaba,enmediodelpolvo,loquebienpudierahabersidoel«Cohete»,aquellaprimeralocomotoradeStephenson.

Setratabadeunmaravillosocarritodecacahuates.Yvonnepodíaverelpequeñomotorauxiliarqueenelinteriorfuncionabaconminuciosidadagitando,furioso,loscacahuates. ¡Quédelicioso,québuenoerasentirse,apesarde toda la tensiónydelesfuerzodeldía,delviaje,delautobúsy,ahora,delagraderíadesvencijadayrepletadegente,partedelbrillante sarapemulticolorde la existencia,partedel sol,de losolores,delarisa!

Devezencuandojadeabalasirenadelcarritodecacahuates,eructabalaflautadesu chimenea, chillaba su agudo silbato.Según las apariencias, el gigante noqueríavendercacahuetes.Simplementenopodía resistir la tentacióndehacergaladeestamáquinaantetodos:ved,éstaesmipropiedad,mialegría,mife,hastaquizá(asílehubieragustadoquetodoslosimaginasen)¡miinvento!Ytodosloamaban.

Parasacarlodelaarena,empujóelcarritoquedejóescaparunúltimoaullidoyuneructo triunfante en el preciso momento en que un toro se precipitaba desde unapuertasituadaenelladoopuesto.

Nocabíadudadequetambiénsetratabadeuntoroalegre.‘¿Porquéno?’Sabíaquenoloibanamatar,quesólosalíaajugar,aparticiparenlaalegría.Perolaalegríadeltoroeramesuradaaún;despuésdesuexplosivaentrada,comenzóadarlavueltaal ruedo, lento, pensativo, aunque levantando mucho polvo. Estaba dispuesto adivertirseeneljuegocomocualquieraasupropiacosta,sifuesepreciso,sóloquesudignidadrequeríaprimeroeldebidoreconocimiento.

Noobstante,partedelagentesentadaantelaprimitivacercaquerodeabalaplazaapenas se tomó lamolestia de levantar las piernas al verlo acercarse, en tanto que

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otros, acostados boca abajo sobre el suelo, con las cabezas como si las hubieranechadoaunaespeciedepicotadelujo,noseretiraronniuncentímetro.

Por otra parte, algunos ‘borrachos’ descarriados llegaron prematuramente a laarena y trataron de montarse sobre la bestia. Esto iba en contra de las reglas deljuego: debía sorprenderse al toro de unmodo especial; el respeto de las reglas seimponía y fueron expulsados, tambaleantes, temblorosas las rodillas, protestando,aunquesiemprealegres…

La multitud, más contenta en general con el toro que con el vendedor decacahuates,comenzóaaplaudir.Losreciénllegadossaltabancondonaireporencimade las vallas y manteníanse en maravilloso equilibrio, allá en las barandillassuperiores.Vendedoresambulantesdeconstituciónmusculosa levantabanconúnicadilataciónrobustadelantebrazosuspesadasbandejasrepletasdefrutasmulticolores.Un muchachito, encaramado en la alta horqueta de un árbol, se protegía los ojosmientrasmirabaporencimadelaselvahacialosvolcanes.Buscabaunaeroplanoendirecciónerrónea;zumbandoaparecióéstecualguiónenelazulabismal.Flotabaeltrueno en la atmósfera, y a su espalda, en alguna parte, agitábase un hormigueoeléctrico.

Repitióel torosuvueltaalruedoconpasoque,sibienligeramentemásrápido,seguíaconservandosuconstantemesura,ysólosedesvióunavezcuandouninquietoperritoleladróylehizoolvidaradondeiba.

IrguióseYvonne,sequitóelsombreroycomenzóapolvearselanarizatisbandoporeltraidorespejodelapolveraesmaltada.Éstelerecordóqueapenashacíacincominutos habían estado llorando, y logró ver, por encima de su hombro, elPopocatépetl.

¡Losvolcanes! ¡Qué sentimentalpodíaunoponerse conellos!Ahora se tratabadel«volcán»;porqueen cualquierposiciónque colocara el espejo, nopodíaver alpobre Ixta, el cual, eclipsado, había desaparecido,mientras que el Popocatépetl, alreflejarseenelespejo,parecíamásbelloaúnconsucúspidequebrillabacontraunfondodenubesapiñadas.Yvonnepasóundedosobre sumejillaybajounode suspárpados.Tambiénhabíasidoestúpidollorarfrenteaaquelhombrecilloque,antelapuertade‘LasNovedades’,lehabíadichoqueeran,«segúnelreloj,lastresymedia»,y luego que era imposible telefonear porque el doctor Figueroa se había ido aXiutepec…

—A lamaldita arena, pues—había dicho elCónsul con furia, eYvonne habíallorado.Locualresultabacasitanestúpidocomohabervueltolaespaldaesatarde,noal ver sangre, sino ante la simple sospecha de que existiese. Sin embargo, sudebilidadconsistíaeneso,yrecordabaaquelperroqueyacíaagonizanteenunacalledeHonolulú enmedio de riachuelos de sangre que listaban el pavimento, y habíadeseado ayudarlo, pero en vez de ello, se desmayó, aunque sólo por unminuto y,

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como luego fue tal sudesánimoal encontrarseallí, recostaday solaen laacera—¿quétalsialguienlahabíavisto?—semarchórápidamentesindecirnada,sóloparaverse perseguida por el recuerdo de la infeliz criatura abandonada, así que en unaocasión…pero,¿paraquépensarenaquello?Además,¿nohabíahechocuantolefueposible?No era—claro está— como si hubiesen entrado al jaripeo sin asegurarseantesdequenohabíateléfono.¡Yaunquelohubiesehabido!Segúnlopudoentender,cuando se marchaban ya estaban atendiendo al pobre indio, así es que ahora,pensándolo bien, no podía comprender por qué…Conun golpecillo dio un últimotoque a su sombreroy luegoparpadeó.Como susojos estaban cansados, le hacíanmalas jugadas. Por un segundo había tenido la horrible sensación de que, no elPopocatépetl,sinolaancianaconlosdominósquehabíavistoestamañana,lamirabaporencimadesuhombro.Cerrólapolveray,sonriente,volviósehacialosdemás.

TantoelCónsulcomoHughcontemplabanlaarenaconlúgubremirada.DelastribunascercanasaYvonneprovinieronalgunosgruñidos,algunoseructos,

algunosolés desganados cuando el toro, despuésde espantar unavezmás al perrocondoscabeceosarasdetierracualcurvasquedescribelaescobaalbarrer,siguiódando la vuelta al ruedo. Pero no habíamuestras de alegría ni tampoco aplausos.Algunos de los espectadores sentados cerca de la barrera, cabeceaban, soñolientos.Alguien hacía añicos un sombrero y otro espectador trataba, aunque sin éxito, delanzarleaalgúnamigo,comosise tratasedeunbumerang,unsombrerodepetate.Méxiconosereíadesutrágicahistoria;Méxicoseaburría.Eltoroseaburría.Todosseaburrían,talvezsehabíanaburridotodoeltiempo.Todoloqueocurríaeraqueeltrago que Yvonne tomó en el camión había surtido efecto y ahora comenzaba aperderlo.Enmediodelaburrimiento,eltorodiolavueltaalruedoy,hastiado,seechóenunrincón.

—Igual que Ferdinando…—comenzó a decir Yvonne, todavía en actitud casiesperanzada.

—Nandi—murmuróelCónsul(y¡ah!¿acasonolahabíatomadodelamanoenelautobús?)mirandoalruedodesoslayo,altravésdelhumodelcigarrillo—eltoro.LobautizoNandi,vehículodeSiva,decuyoscabellosfluyeelríoGanges,yaquientambiénseha identificadoconeldiosVédicode la tempestad…yesconocidoporlosantiguosmexicanoscomo‘Huracán’.

—PoramordeCristo,papá—dijoHugh—,gracias.Yvonne suspiró; tratábase, en realidad de un espectáculo fatigoso y detestable.

Los únicos felices eran los borrachos. Asiendo botellas de tequila o de mezcal,tambaleantes, entraron al ruedo y se acercaron aNandi que permanecía recostado;luego,dandotraspiésytropezandoentresí,fueronexpulsadosporvarioscharrosquedespuéstratarondeobligaralinfeliztoroalevantarse.

Peroeltorosenegabaaobedecer.Alfin,unmuchachitoalquenadiehabíavisto

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antes,aparecióylemordiólacola,ycuandoelchicoyacorría,elanimalselevantócon movimientos convulsivos. Al momento lo lazó un vaquero montado en uncaballo de malévolo aspecto. Pronto se soltó el toro, al que sólo habían logradolazarleunapata,yagitandolacabezasealejóhastaque,alverdenuevoalperro,diomediavueltaylopersiguióuntrecho.

De súbito aumentó la actividad en la arena. Ahora todos, montaranpomposamente a caballo o fueran a pie —corriendo o parados o agitando algúnsarapeviejooalgúntapeteosólounharapo—tratabandellamarlaatencióndeltoro.

Ahora lapobrebestiaparecía impelida,arrastradahaciaacontecimientosqueenrealidadnoacabadecomprender,porgenteconlaquedeseahacermigas,hastajugar,y que la seduce alentando ese mismo deseo, gente que (porque en realidad ladespreciaydeseahumillarla)acabaporenredarla.

…Abriéndose camino entre los asientos, el padre de Yvonne se acercabaequilibrándoseycontestandoconalegría,comounniñoalqueseleofreceunamanoamistosa en señal de ayuda; supadre, cuya risa, en el recuerdo, tenía aún aquellasresonancias de calor rico y generoso, y cuya fotografía seguía llevando Yvonneconsigo, endonde aparecía como joven capitán, vistiendoel uniformede laguerrahispano-americana,conaquellosojoscándidosyserios,brillantesbajolascejasaltasyfinas,ybocasensitivadecarnososlabiosquesedibujababajounoscuroysedosobigote,ybarbapartida;supadreconsufatalpruritodeinventor,queantañopartieracon tanta confianza rumbo al Hawai para hacer fortuna cultivando piñas. En estohabía fracasado.Echandodemenos lavidadelejércitoe instigadoporsusamigos,perdióeltiemposoñandoquiméricosproyectos.Yvonneoyódecirquehabíatratadode elaborar cáñamo sintético con hojas de piña, y que hasta había tratado dedomesticarelvolcánquehabíadetrásdesufincaparahacerfuncionarlamaquinariade cáñamo. Solía sentarse en el lanai sorbiendo okoolihao y cantandomelancólicamente melodías hawaianas, en tanto que las piñas se pudrían en loscampos y los indígenas se agrupaban a su alrededor para cantar con él o dormirdurantelatemporadadecosechamientraslaruinaylacizañainvadíanlaplantaciónyagravábanse las deudas del negocio. Ése era el cuadro;Yvonne recordaba poco deaquel período, con excepción de lamuerte de sumadre. Tenía entonces seis años.Avecinábase la Guerra Mundial, junto con la ejecución de la hipoteca y con ellaaproximóse la figura de su tíoMacintyre, hermano de sumadre, rico escocés conintereses financieros en América del Sur, que hacía mucho había profetizado elfracasoasucuñadoyacuyaenormeinfluenciasedebíasinduda,noobstante,queenseguida y ante el asombro general, el capitán Constable se convirtiera en CónsulnorteamericanoenIquique.

¡Cónsul en Iquique!… ¡O en Quauhnáhuac! ¡Cuántas veces trató Yvonne, enmediodelaagoníaquesufrióaquelúltimoaño,deliberarsedelamorquesentíapor

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Geoffrey, y procurando prescindir de él mediante razonamientos, análisis,introspección! —¡Cristo, después de haber esperado y escrito, al principio sóloabrigando esperanzas con todo su corazón, luego urgente, frenética, por últimodesesperada,aguardandoyespiandocadadíaparaversillegabaaquellacarta:ah,ladiariacrucifixióndelcorreo!

Yvonne miró al Cónsul, cuyo rostro pareció por un momento asumir aquellaexpresión meditabunda que recordaba con tanta nitidez haber visto en su padreduranteloslargosañosdelaguerra,enChile.¡Chile!Eracomosiaquellarepúblicadeestupendo litoral,aunquedeestrechaperiferia,endonde todos lospensamientosibanaconvergerenelCabodeHornosoenlaregióndelosnitratos,hubieraejercidocierta influenciaatenuanteen lamentedesupadre.Porque,¿sobrequécavilabaenconcretosupadredurantetodaesaépoca,másaisladoespiritualmenteenlatierradeBernardo O’Higgins, de lo que otrora lo estuviera Robinson Crusoe a sólo unoscientosdekilómetrosdelasmismasriberas?¿Acasosobreelresultadodelaguerramisma, o sobre oscuros convenios comerciales que él mismo iniciara, o sobre lasuertedelosmarinosnorteamericanosvaradosenelTrópicodeCapricornio?No;setrataba de una única idea que no llegó, empero, a producir sus frutos sino hastadespués del armisticio. Su padre había inventado una nueva especie de pipa,complicada hasta la locura, que para limpiarse exigía el desmonte de sus piezasseparadas.Laspipassecomponíandediecisietepiezasaproximadamente,aestosereducíanyasípermanecían,yaquea todas lucesnadie,salvosupadre,sabíacómoensamblarlasdespués.Eraunhechoqueelcapitánnofumabaenpipa.Sinembargo,como siempre lo habían aconsejado y alentado…Cuando su fábrica enHilo ardióseis semanas después de haber sido terminada, regresó a Ohio, en donde habíanacido,ydurantealgúntiempotrabajóenunafábricadealambradosparacercas.

Yyaestaba.Habían lazadoal toromásalláde todaesperanza.Luegouna,dos,tres,cuatroreatasmás,cadacuallazadaconnuevaynotablefaldadecordialidad,loataron. Los espectadores pateaban en las tribunas de madera y aplaudíanrítmicamente,sinentusiasmo.Sí,ahoraseleocurrióaYvonnequetodoesteasuntodeltoroeracomolavida;elnacimientoimportante,laoportunidadjusta,luego,lasvueltas al ruedo,primero tentativas,después seguras,porúltimocasidesesperadas;unobstáculosalvado—hazañadebidamentereconocida—aburrimiento,resignación,derrumbe;luegootronacimientoaúnmásconvulsivo,nuevocomienzo;circunspectosesfuerzos para abrir los ojos en un mundo ahora francamente hostil, el aparenteaunqueengañosoestímulodequienesnosjuzgan,lamitaddeloscualesdormía,losdesvíos hacia los comienzos del desastre por aquelmismo obstáculo insignificanteque antes se habría franqueado con un solo paso, la trampa final en las redes deenemigosdelosquenuncateníaunolacompletacertezadequefuesenamigosmástorpesquedehechomalintencionados,alaqueseguíaeldesastre,lacapitulación,la

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desintegración.…Elfracasodeunacompañíadealambrados,elfracasodealgomenosenfáticoy

decisivo de lamente de un padre, ¿qué valía todo esto a la faz deDios o ante eldestino?La ilusiónobsesivadel capitánConstableconsistióencreerque lohabíandestituidodelejército;ytodopartiódeestadeshonraimaginaria.VolvióamarcharseaHawai,aunquelademenciaqueloretuvoenLosÁngeles,endondedescubrióquesehallabasinblanca,eraestrictamentedecarácteralcohólico.

YvonnevolvióacontemplaralCónsulque,sentado,meditabundoyconloslabiosapretadosparecíaobservarconmiradaintensacuantoocurríaenelruedo.¡Quépococonocíaéldeesteperíododesuvidadeaquelterror,elterror—terrorqueaúnpodíadespertarladenoche—deaquellarepetidapesadilladeobjetosquesederrumban!Sesuponíaqueteníaquesimularunterrorsemejanteaaquélenlapelículasobrelatratadeblancas,lamanoquelaagarrabaporelhombroenunapuertaoscura;oelterrorreal que sintió cuando de hecho se vio atrapada en una barranca con doscientoscaballos despavoridos; no, al igual que el mismo capitán Constable, Geoffrey sehabíaaburrido,quizáhastaavergonzado,detodoesto:haber,paracomenzarcuandosóloteníatreceaños,mantenidoasupadredurantecincoañostrabajandocomoactrizen películas de episodios y enwesterns; bien podía Geoffrey tener pesadillas, sersemejante,tambiénenesto,asupadre,serlaúnicapersonaenelmundoquejamástuvieratalespesadillas,peroqueellalastuviese…NitampocosabíaGeoffreymuchomásdelaficticiaexcitaciónrealnidelfalsoybrillante,aunqueinsípido,encantodelosestudios,nidelpuerilorgullodeladulto,tanacerbocomopatético,yjustificableporhaberseganadolavidaaesaedad.

Junto al Cónsul, Hugh sacó un cigarrillo, lo golpeó sobre la uña del pulgar,advirtióqueeraelúltimodelacajetillaylocolocóentresuslabios.Pusolospiesenelrespaldodelasientoqueestabafrentealsuyoyseinclinóapoyandoloscodosenlas rodillas, contemplando el ruedo con el ceño fruncido.Luego, siempre inquieto,encendióunfósforoparalocualpasósobreéllauñadelpulgar,produciendoasíunchasquido semejante al de una pistola de juguete y lo acercó al cigarrillo,protegiéndolo,entreambasmanosmientrasbajabalacabeza…Atravesandoeljardín,Hughseacercabaaella,bajolosrayosdelsol.Consuandardepavo,susombreroStetson echado hacia atrás, su pistolera, su revólver, su bandolera, sus pantalonesceñidosarremangadosenelinteriordesusbotasdecoradasconintrincadosbordados,habíapensadoYvonne,porsólouninstantequeera—¡dehecho!—BillHodson,elactor-vaquerodequienellahabíasidoladamajovenentrespelículas,cuandoteníaquince años. ¡Cristo, qué absurdo! ¡Qué maravillosamente absurdo! ¡Las islashawaianasnos trajerona estaauténtica chica rústicaquegustade lanatación, elgolf,elbaileyesasimismoexpertaamazona!Ella…Hughnohabíapronunciadoestamañana palabra alguna sobre lo bien que montaba, aunque la había divertido

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secretamente,ynopoco,alexplicarlequesucaballo—milagrosamente—noqueríabeber. ¡Tales regiones existen en unomismo y en los demás, y las dejamos, quizápara siempre, inexploradas! Ella nunca le hizo la menor alusión a su carreracinematográfica;no,niaunaqueldíaenRobinson…PeroeraunalástimaqueHughnohubiese tenido entonces edad suficientepara entrevistarla, si bienno laprimeravez, sí, cuando menos en aquella horrible segunda ocasión después de que el tíoMacintyre lamandóa laescuela,ydespuésdesumatrimonioyde lamuertedesuniño, cuando regresó una vez más a Hollywood. ¡Yvonne La Terrible! ¡Cuídense,sirenas de sarong y chicas seductoras, que Yvonne Constable, la “Muchacha delBump”havueltoaHollywoodporsegundavez!Peroahoratieneveinticuatroaños,yla“MuchachadelBump”sehaconvertidoenmujergarbosayexcitantequelucediamantes,orquídeasblancasyarmiño.Yesmujerquehaconocidoel significadodel amor y de la tragedia, que ha vivido una vida entera desde que abandonóHollywood hace unos pocos años.El otro día la encontré en su casa de la playa:Venuscolordemielsurgidadelasolas.Mientrashablábamoscontemplabaelaguacon sus sombríos ojos soñolientos y las brisas del Pacífico jugueteaban con suespesopelooscuro.MirándolaporunmomentocostabatrabajoasociaralaYvonneConstable de hoy en día con la atrevida amazona, reina de los episodios de ayer,¡pero su torso sigue tan magnífico y su energía es aún sin par! Diablillo deHonolulú, que a los doce años era unamuchacha retozona que lanzaba gritos deguerra,locaporelbéisbol,desobedientecontodos,menosconsuadoradopapáalque apodabaPapatrón, se convirtió a los catorce años en una niña-actriz y a losquince en ladama jovendeBillHodson.Yaún entonces ya eraunadínamo.Altaparasuedad,poseíaflexiblefuerzadebidaaunainfanciadenataciónydeslizadoresen las rompientes delHawai. Sí, aunque ahora no lo crean ustedes, Yvonne se havistosumergidaenlagoscandentes,suspendidaenloaltodeprecipicios,habajadobarrancasmontadaacaballo,yexpertaeneldoblajede“raptosalgalope”.Yvonneríe festivamente hoy en día al recordar aquella niña timorata y tenaz que declaróque, ciertamente podía montar muy bien, y luego, cuando estaba rodándose lapelícula,conlacompañíacontratada,¡tratódesubiralcaballopordondenodebía!Un año más tarde, podía montar al vuelo sin siquiera despeinarse. “Peroaproximadamente en esa época, me rescató de Hollywood”, según lo afirma,sonriente,“contramivoluntad,mitíoMacintyre,queliteralmentemepescóalvuelo,despuésdelamuertedemipadre,¡ymeembarcóparaHonolulú!”Perocuandosehasidola“MuchachadelBump”yestáunaapuntodeconvertirseenla“MuchachadelUmf”alosdieciocho,ycuandounahaperdidoasubienamado“Papatrón”,esduro sentar cabeza en un ambiente estricto y falto de cariño. “El tíoMacintyre”admiteYvonne,“nuncaconcedióunadarmedeprestigioalostrópicos.¡Oh,elcaldode carnero y la avena y el té caliente!”Pero el tíoMacintyre conocía su deber y,

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despuésdequeYvonnehuboestudiadoconunpreceptor,laenvióalaUniversidaddeHawai. Allí —tal vez, dice, “como la palabra ‘estrella’ había sufrido algunamisteriosatransformaciónenmimente”—¡siguióuncursodeastronomía!Altratardeolvidareldolordesucorazónysuvacío,seobligóainteresarseensusestudios,¡yhastasoñóbrevementeenconvertirseenla“MadameCurie”delaastronomía!Ytambién allí, antes de transcurrido mucho tiempo, conoció a aquel niño bien ymillonario,CliffWright.Entróen lavidadeYvonneenunmomentoenqueéstasehallabadesalentadarespectoasus laboresuniversitarias, inquietabajoel régimenestrictodeltíoMacintyre,solitariayanhelantedeamorydecompañerismo.YClifferajovenyalegre,ysuclasificacióndentrodelospartidoselegibleserainsuperable.Esfácilimaginarcómopudoconvencerla,bajolalunahawaiana,dequeloamabaydequedebíaabandonarlaUniversidadycasarseconél.(«Nomehables,poramorde Cristo, de ese Cliff», le escribió el Cónsul en una de sus raras cartas de losprimeros tiempos, «puedo imaginármelo y ya estoy odiando al desgraciado ese:miope y promiscuo, un metro noventa de cartílago y cerdas y sentimiento, consortilegios de voz engolada y casuística».Dehecho, elCónsul lo había imaginadocon cierta astucia:—¡pobre Cliff!, poco pensaba ella en él ahora y trataba de nopensar en aquella muchachita severa consigo misma, cuyo orgullo había sido tanultrajadoporlasinfidelidadesdeCliff—«conairesdehombredenegocios,ineptoycarentedeinteligencia,fuerteypusilánime,comolamayoríadelosnorteamericanos,ágil para esgrimir sillas en las refriegas, vanidoso y que a los treinta años sigueteniendodiezyconvierteelactoamatorioenunaespeciededisentería…»YaYvonneha sido víctima de la “mala prensa” en lo referente a su matrimonio y alconsiguientee inevitabledivorcio;cuantodijo fue tergiversado, y cuandonodecíanada, se interpretaba su silencio de manera equívoca. Y no sólo la prensa lointerpretóconequívocos:“EltíoMacintyre”,diceellacontristeza,“sencillamenteselavólasmanosenloqueamíserefería”.(PobredeltíoMacintyre.Erafantástico,eracasigracioso,eraparadesternillarse,enciertosentido,cuandounolorelatabaalosamigos.¡EllaeraunaConstabledepiesacabeza,nofrutodelladomaterno!¡Quesiga el camino de los Constable! Sólo Dios sabe cuántos, como ella y su padre,habíansidoinvitadosohabíancaídoenlatrampadelamismaíndoledetragediasinsignificado o de semitragedia. Pudríanse en los asilos de Ohio o dormitaban enruinosas salas de Long Island con los pollos que picotean entre vajillas de plataheredada de la familia y teteras rotas que ocultaban collares de diamantes. LosConstable, error por parte de la naturaleza, se extinguían: de hecho, la naturaleza,paraquienyanoresultaútilloqueensínoevoluciona,sehabíapropuestoborrarsuexistenciadelafazdelatierra.Elsignificadosecretodeaquellafamilia,silohabía,sehabíaperdido.)AsíesqueYvonneabandonóHawaiconlacabezaerguidayunasonrisa en los labios, aunque su corazón se hallabamás dolorosamente vacío que

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nunca.YahoraestádevueltaenHollywoodylagentequemejorlaconocedicequeensuvidanotienetiempoparaamoríosyquenopiensaennadasinoensutrabajo.Rumorease en el estudio que las pruebas que han estado tomándole recientementesonpuntomenosquesensacionales. ¡La“ChicadelBump”sehaconvertidoen lamáxima actriz dramática de Hollywood! Así pues, Yvonne Constable, a losveinticuatro años se halla en buen camino, por segunda vez, de convertirse enestrella.

Pero Yvonne Constable no se convirtió en estrella por segunda vez. YvonneConstablenisiquieraestuvoenvíasdeconvertirseenestrella.Sehizodeunagenteque logró manejar cierta publicidad excelente —excelente a pesar delconvencimientodeYvonnedeque lapublicidaddecualquier índoleeraunodesusmáximostemoressecretos—abasedesusprimeroséxitosdepeligrosascabalgatas;recibiópromesas,yeso fue todo.Alcabodealgún tiempo, solitaria recorrióVirgilAvenueoMariposabajolaspalmerassecas,polvorientasyraquíticasdelaCiudaddelosÁngeles,oscuraymaldita,sintenersiquieraelconsuelodequesutragediafuesemenosválidaporsertanrancia.Porquesusambicionesdeactrizsiemprefueronalgoespurias:enciertosentidosufrieronconlosdisloquesdelasfunciones—percatábasedeello—de la feminidadmisma.Almismo tiempopercatábase ahoradeque todaesperanza se había perdido (ahora que había, después de todo, superado aHollywood),percatábasedequeencondicionesdistintashubierapodidoconvertirseenverdaderaartistadeprimeracategoría,hastaenunagranartista.¿Yquéerasinoesomismoahora?(siempreycuandoladirigieranconhabilidad)mientrascaminabao conducía furiosamente su auto a través de su angustia y todas las luces rojas,viendo, como habría podido hacerlo el Cónsul, el letrero en el ventanal delAyuntamientoquede«BaileInformalenelSalónZebra»seconvertíaen«Infernal»,oel«AvisodeBienesRematados»queseconvertíaen«AvisoparaReciénCasados».En tanto que, en el tablero de avisos —«Encuesta pública del hombre sobre lahora»—elenormepéndulodelgigantescorelojazulsemecíasincesar.¡Demasiadotarde!Y ero esto, era esto lo que quizás había contribuido a que su encuentro conJacquesLaruelleenQuauhnáhuacfueseunaexperiencia tandevastadoraysiniestraen su vida. No se trataba tan sólo de que ambos tuvieran como nexo común alCónsul, de suerte que, a través de Jacques, logró alcanzar misteriosamente lainocencia del Cónsul, que nunca había conocido y, en cierto sentido, hastaposesionarsedeella;sóloconélhabíapodidohablarsobreHollywood(nosiemprecon sinceridad, aunque sí con elmismo entusiasmoque emplean entre sí parientescercanosalhablardeunparientealqueaborrecen ¡yconquéalivio!)en términos,comunes a ambos, de desprecio y de fracaso sólo en parte admitido. Además,descubrieronqueambosestuvieronallíelmismoaño,en1932,dehechoenlamismafiestaalaire libreendondesehabíanadado,bebidoycomidobarbacoa;y también

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llegó a mostrar a Jacques lo que siempre había ocultado al Cónsul: las viejasfotografíasdeYvonne laTerriblevistiendocamisasde cueroadornadas con flecos,pantalonesdemontar,botasdetacónaltoysombrerodealaancha,demaneraque,enelasombroylaperplejidadconqueJacqueslahabíareconocidoesahorriblemañana,Yvonnecasillegóapercibirmuestrasdeunmomentáneotitubeo—¡porqueHugheYvonnehabíansufridoporciertounagrotescatransformación!…Ytambién,unavezen su estudio—al que obviamente no vendría el Cónsul—M. Laruelle lemostróalgunas fotos de sus antiguas películas francesas, una de las cuales resultó queYvonne —¡vaya sorpresa!— había visto en Nueva York, poco después de haberregresadoalestedelpaís.Y(tambiénenelestudiodeJacques)estuvoasimismoenNuevaYorkaquellaheladanochedeinviernoenTimesSquare—sehospedabaenelAstor—contemplandolasnoticiaslumínicasquerecorríanlacornisadeledificiodelTimes, noticias sobre desastres, suicidios, bancarrotas, sobre la guerra que seavecinaba, sobre nada, las cuales, mientras ella miraba hacia arriba con toda lamultitud,seapagaronderepente,seperdieronenlaoscuridad,enelfindelmundo,segúnlepareció,endondenohabíamásnoticias.¿Oacasose tratabadelGólgota?Huérfana acongojadaydesposeída, fracasada apesar de sus riquezasyhermosura,caminóaunquenorumboasuhotel,envueltaenelabrigodepieldesupensióndedivorciada, temiendo entrar sola en los bares, cuya tibieza anhelaba y sintiéndosemuchomásdesoladaqueunatrotacalles;mientrascaminaba—ylaseguían,siemprelaseguían—porlaciudadentumecida,brillanteeinhumana—yvolvíaaverlomejorpormenosdinero,oCallejónsinsalidaoRomeoyJulietay luegoleíadenuevo lomejor por menos dinero— aquella horrenda penumbra persistía en su mente,oscureciendoaúnmássusoledaddefalsariqueza,sudesamparomortal,divorciadoyculpable.Lasflechaseléctricasleatravesabanelcorazón,aunquehacíantrampa:ellalo sabía, y cada vez la aterrorizabamás el conocimiento que de ello tenía, que laoscuridad seguía allí, en ellas, y que a ellas pertenecía. A su lado desfilabanagitándose lentos, los tullidos.Pasabanhombrescuyosrostrosdejabantraslucirqueenelloshabíamuertotodaesperanza.Losgolfosvestidosconanchospantalonesdepúrpura,aguardabanenelsitiodondeheladosvendavalesseprecipitabanalinteriordesalonesabiertos.Yportodaspartesaquellaoscuridad,laoscuridaddeunmundodesprovistodesentido,deunmundosinfinalidades—lomejorpormenosdinero—pero en el cual todos, salvo ella, según creía, por hipócritas, por rústicos tullidosdesesperanzadosquefuesen,erancapaces,aunquesólofueraenunagrúamecánicayenunacolilladecigarrorecogidaenlascalles,aunquesólofueraenunbar,aunquesólofueraalabordarla,deencontraralgodefe…LedestindeYvonneGriffaton…Yallí estaba—siempreperseguida—frente a aquelpequeñocinede la calleCatorcequeproyectabapelículasviejasyextranjeras.Yallí,enlasfotos¿quiénhabríadeseraquellafigurasolitariasinoellamismarecorriendolasmismascallesoscuras,hasta

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conelmismoabrigo,sóloquelos letrerosquelarodeabanyseencendíansobresucabezadecían:Dubonnet,AmerPicon,Les10Frattelini,MoulinRouge.—¡Yvonne,Yvonne!—dijo una voz en el momento en que entraba, a la vez que un sombríocaballo, gigantesco, llenando toda la pantalla parecía salirse de ella para lanzarsesobreYvonne:eraunaestatuaantelacualhabíapasadolafigura,ylavoz,unavozimaginariaqueperseguíaaYvonneGriffatonenlascallejuelasoscuras,ytambiénalaotraYvonne,comosihubierapasadosinsiquierarecobrarsualiento,directamentede aquelmundo externo a estemundo de sombras de la pantalla. Era una de esaspelículas que, aunque llegue uno a la mitad, cautivan en seguida al producir lainstantáneaconviccióndequesetratadelamejorpelículaquesehavistoentodalavida; es tan extraordinariamente completo su realismo, que parece importar pocosobre qué verse el relato o quién pueda ser el protagonista, ante la explosión delmomentoparticular,ante laamenaza inmediata,ante la identificacióndelpersonajeperseguido,delobsesionado,enestecaso,YvonneGriffaton,¡ohYvonneConstable!PerosiYvonneGriffatoneraperseguidayacosada—lapelículaparecíatratardelaruinadeunafrancesadecepaaristocráticapertenecienteaunaricafamilia—,ellaasuvezconvertíasetambiénenperseguidoracuandoatientasbuscabaalgo(Yvonne,al principio no entendía qué) en estemundo sombrío.Al verla acercarse, extrañassiluetas se congelaban en las paredes o en los callejones: evidentemente eran lasfiguras de su pasado, de sus amantes, de su único amor verdadero que se habíasuicidado,desupadre;ycomosibuscaraasiloparaprotegersedeellos,entróenunaiglesia.YvonneGriffatonoraba,perolasombradeunodesusperseguidoressedibujóenlosescalonesdelpresbiterio:erasuprimeramante,yalmomentosiguiente,reíahistéricamente: estaba en el Folies Bergères, estaba en la Ópera, la orquestainterpretaba la Zazá de Leoncavallo; y luego jugaba: la ruleta giraba desaforada,volvíaaapareceren sucuarto,y lapelícula seconvertíaenuna sátira, casi enunasátira de sí misma: sus ancestros desfilaban ante ella en veloz sucesión, símbolosmuertosyestáticosdeegoísmosydesastres,perosegúnlaidealizacióndesumenteaparecíancomoheroicos,cansadosydepie,volviendolaespaldaalosmurosdelasprisiones, erguidos: en carros de artillería y con ademanes rígidos, fusilados por laComuna,fusiladosporlosprusianos,erguidosenlabatalla,erguidosenlamuerte.Yahora,elpadredeYvonneGriffaton,quesehabíavistoenvueltoenelcasoDreyfus,venía a burlarse de ella y a hacerle muecas. El sofisticado público reía o tosía omurmuraba, pero en su mayor parte parecía saber lo que Yvonne nunca llegó adescubrir,esdecir:cómoestospersonajesylosacontecimientosenqueparticipabancontribuyeron a la condición actual deYvonneGriffaton.Todo estohabíaquedadoenterradoenlosprimerosepisodiosdelapelícula.Yvonnetendríaquesoportaranteslosnoticiarios,losdibujosanimados,unrollointituladoVidadelpezrojoafricanoyunareposicióndeCaracortadaparaverhastaquépuntoaquelloquepodíaconferir

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algúnsignificado(aunquehastaestoloponíaenduda)asupropiodestino,sehallabasumidoenelpasadodistanteypodía,encuantoellalosupiera,repetirseenelfuturo.Pero loqueYvonneGriffatonsepreguntabaquedabaahoraclaro.Lossubtítuloseninglésloaclarabanporciertoendemasía.¿Quépodíahacerbajoelpesodesemejanteherencia? ¿Cómo podía desembarazarse de este anciano del mar? ¿Acaso estabacondenadaauna interminablesucesiónde tragediasque tampocoYvonneGriffatonpodíacreerqueformasenpartedeunamisteriosa tramaparaexpiarpor lososcurospecadosdeotrosquehabíanmuertohacíamuchoyestabancondenados,yquecontoda franqueza carecían de significado? Yvonne se lo preguntaba. Carentes desentido…y sin embargo, ¿estabaunocondenado?Claro estáque siempre sepodíaidealizaralosinfortunadosConstable:podíaunoverse,oalmenossimularlo,comounadiminutafigurasolitariallevandosobreloshombroselpesodelosantecesores,susdebilidadesydesvaríos(quepodíaninventarsecuandonoexistían)enlapropiasangre,víctimadeoscurasfuerzas—todosloeran,¡erainevitable!—incomprendiday trágica, aunque, al menos, ¡dotada de voluntad propia! Pero ¿de qué servía lavoluntad, sino tenía fe?Ésteera también,yahora loveía, elproblemadeYvonneGriffaton.Eraésteelmismodonquebuscaba,yasíhabíasidosiempre,encualquiercircunstancia,algunafe—¡comosipudieraencontrarlacomounsombreronuevoounacasaparaalquilar!—sí,loqueestabaahoraapuntodeencontrarydeperder,feenalgunacausa,eramejorquenada.Yvonnesintiódeseosdefumaruncigarrilloycuando regresó a la sala, parecía como siYvonneGriffaton hubiera al fin logradotriunfarensuempresa.YvonneGriffatonencontrabasufeenlavidamisma,enlosviajes,enotroamor,enlamúsicadeRavel.LoscompasesdelBolerosecontoneabanredundantes,golpeandoyhaciendosonar los tacones,eYvonneGriffatonestabaenEspaña,enItalia:seveían:elmar,Argelia,Chipre,eldesiertoconsusespejismos,laEsfinge. ¿Qué significa todo esto? Europa, pensó Yvonne. Sí para ella,inevitablementeEuropa,elGranViaje,laTorreEiffel,comosiemprelohabíasabido.Pero¿aquésedebía—siestabadotadaenabundanciadecapacidadparavivir—elqueellanuncaencontrarasuficientelasimplefeenlavida?¡Siesofueratodo!…Enelamordesinteresado…¡enlasestrellas!Talvezfuesebastante.Y,sinembargo,sinembargo,eradeltodociertoquenuncasehabíadadoporvencida,nitampocohabíadejadodeteneresperanzasnidetratar,atientas,dehallarunsignificado,unmodelo,unarespuesta…

El toro siguió dando tirones un rato contra las fuerzas contrarias de las reatas;después, lóbrego se apaciguó, meciendo la cabeza de lado a lado con cabeceosesquivosen la tierra,enelpolvo,donde, temporalmentevencido,aunquevigilante,parecía un insecto fantástico atrapado en el centro de alguna enorme redtemblorosa…Lamuerte,ounaespeciedemuerte,comoocurríacontantafrecuenciaenlavida;yahora,unavezmás,laresurrección.Los‘charros’,queledabannudosos

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pases con sus cuerdas, lo aparejaban para su jinete eventual, fuera quien fuese yestuvieradondeestuviese.

…—Gracias—con ademán casi distraído Hugh pasó la botella de habanero aYvonne.Ellabebióunsorboy,asuvez,lapasóalCónsulquepermanecíasentado,asiendolabotellaenactitudlúgubreentresusmanos,sinbeber.¿Yacaso,nolahabíaencontradoéltambiénenlaterminaldelosautobuses?

Lamirada deYvonne erró en torno de la gran tribuna: por cuanto podía darsecuenta,nohabíaentodaestareuniónotramujer,salvounaindiaviejayretorcidaquevendíapulque.No;seequivocaba.Másabajo,unaparejadenorteamericanosacababadetreparporlasgradas,unamujervestidacontrajesastredecolorgrispalomoyunhombreconlentesdemonturadecarey,unpocoencorvado,conelpelolargosobrelanuca, tenía aspecto de director de orquesta: era la misma pareja que ella y Hughhabían visto antes en el Zócalo, en la esquina de las ‘Novedades’, comprandohuaraches y extrañas sonajas y máscaras, y luego, más tarde, ya en el camión,mirando, desde los escalones de la iglesia, a los indios que bailaban. ¡Qué felicesparecían el uno en el otro!; eran amantes o pasaban su luna demiel. Su futuro seextendíaantelamiradadeambos,puroylibredeestorboscualpacíficolagoazul,yalpensarenestoelcorazóndeYvonnedeprontosesintióligerocomoeldeunniñoqueensusvacacionesdeveranoselevantaenlamañanaydesapareceentrelosrayosdelsol.

DeprontocomenzóaformarseensumentelacabañadequehabíahabladoconHugh. Pero no era una cabaña: ¡era un hogar! Se alzaba sobre potentes pilotes depino,entreelbosquedepinaresydealisosaltos,altos,quesemecían,ydeenormesyesbeltosabedules,yelmar.Unestrechosenderoserpenteabaporelbosquedesdelatiendaentrelasframbuesasdecolorsalmónylasframbuesasconformadededalesylaszarzamorasqueenlasclarasnochesescarchadasdeinviernoreflejabanunmillónde lunas; detrás de la casa había un cornejo en el que dos veces al año florecíaninnumerablesestrellasblancas.Losmacizosylascampanillasblancascrecíaneneljardincillo. Había un amplio porche en donde se sentaban durante las mañanasprimaverales,yunmuellequeseprolongabahastalaorilla.Ambosconstruiríanestemuellecuandobajaralamarea,hundiendounoaunolospostes,enlaplayainclinaday profunda. Poste por poste lo construirían hasta que un día pudieran, desde elextremo del malecón, zambullirse en el mar. El mar sería azul y helado, y ellosnadaríantodoslosdías,ytodoslosdíastreparíanporunaescalerillahastasumuelleyporélcorreríandirectamentehastalacasa.Ahoraveíalacasacontodaclaridad;erapequeña,hechaconplateadastablasdetejamanícurtidasalaintemperieyunapuertaroja y ventanales abiertos al sol. Veía las cortinas que ella misma habíaconfeccionado,elescritoriodelCónsul,suviejasilla(lapredilecta),lacamacubiertade sarapes indios de brillantes colores, la luz amarillenta de las lámparas contra el

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extrañoreflejoazuldelaslargasnochesdejunio,elmanzanosilvestrequeenpartesosteníalaplataformabañadadesolendondetrabajaríaelCónsulduranteelverano,el viento que soplaba entre los ramajes de los árboles sombríos y la marea queazotabalaplayaenlasnochestempestuosasdelotoño;yluegolosreflejoscircularesdel sol en el agua, como los que había descrito Hugh en la ‘CerveceríaQuauhnáhuac’, sóloqueéstos sedeslizarían frente a su casa, sedeslizaríanpor lasventanas, los muros, los reflejos que por encima y detrás de la casa mutaban lasramas de los pinos en verde felpilla; y en la noche, parados en el muelle,contemplaríanlasconstelaciones,EscorpiónyelTriángulo(BootesylaOsaMayor)yluegolosreflejosrotantesseríanlosdelalunaenelaguaaldeslizarsesincesarporlas ripias plateadas sobrepuestas en las paredes de madera, los rayos de luna quetambiénenelaguabordaríansusventanasondulantes…

Y era posible. ¡Era posible! Todo aquello les esperaba. ¡Si estuviera sola conGeoffreyparahablarledeello!Hugh,consusombrerodevaqueroechadohaciaatrásy susbotasde tacónalto sobre el asientode enfrente, parecía ahoraun intruso, unextraño,partedelaescenaqueseveíaalláabajo.Contemplabaelenjaezamientodeltoroconintensointerés,peroalsentirlamiradadeYvonnecerrónerviosamentelospárpados,buscóyencontrósupaquetedecigarrillos,ycorroborómásconsusdedosqueconlosojosqueestabavacío.

En el ruedo los jinetes se pasaban una botella de mano en mano y luego laentregabanalosqueestabanatareadosconeltoro.Dosdelosjinetesgaloparonsinrumbo dando la vuelta al ruedo. El público traía limonada, frutas, papas fritas,pulque. El Cónsul mismo hizo como si fuera a comprar pulque, pero cambió depareceryacariciólabotelladelhabanero.

Másborrachosintervinierondeseososdecabalgarsobreeltoro;perdieroninterés,se apasionaron por los caballos, perdieron también este interés y, ahuyentados, sealejarontambaleantes.

El gigante volvió con su Cohete que eructaba y silbaba, y desapareció comoengullidoporsupropiamáquina.Denuevoenmudeciólamuchedumbre,yeratalelsilencioquecasipodíandistinguirsealgunossonidosquebienpudieranhabersidolosdelaferiadeQuauhnáhuac.

El silencio era tan contagioso como la algarabía, pensó Yvonne; el silencioembarazoso en un grupo engendraba un silencio grosero en otro, que a su vezproducíaunsilenciomásgeneral, sin significado,enun tercero,hastaquesehabíaextendido por doquier. No hay nada en elmundomás poderoso que uno de estossilenciosextrañosyrepentinos…

…lacasa,salpicadadeunaluzbrumosaquellovíadelasalturasatravesandolasminúsculas hojas jóvenes, y luego la neblina que se alejaba por las aguas, y lasmontañasblancasaúndenieve,queaparecíannítidasyperfiladascontraelcieloazul,

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y el humo azul de los leños que ascendía, ondulante, por la chimenea; el techoinclinado del cobertizo de la leña, techado de tejamaníes, sobre el cual caían loscapullos del cornejo, y la leña acopiada hermosamente en su interior; el hacha, eldesplantador,elrastrillo,lapala,elpozoprofundoyfrescoconsufiguravigilante,unpecio,esculturadelmarenmadera,colocadaensupartesuperior;laviejamarmita,lanueva marmita, la tetera, la cafetera, la doble marmita, las cacerolas, el aparador.Afuera,Geoffreyescribíaamano,comolegustabahacerlo,yellapermanecíasentadaanteunescritorio,cercadelaventana,escribiendoenlamáquinaporqueaprenderíaaescribiramáquinaytranscribiríaenpáginaslimpiasyclarastodoslosmanuscritosdeaquella caligrafía inclinada, con aquellas e griegas que le eran conocidas y sus textrañas;ymientras trabajase,veríasurgirdelaguauna focaqueatisbaríaantesdevolver a zambullirse en silencio.Ounagarzaqueparecía de cartóny cáñamoquepasaríaagitandopesadamentesusalasparaposarsemajestuosaenunarocaendondepermaneceríaaltaeinmóvil.Ylosmartínpescadoresylasgolondrinasrevoloteandojuntoa losalerosoencaramándoseenelmuelle.Ounagaviotaquepasaríaposadasobreunmadero con el picobajo el ala,meciéndose,meciéndose con el ritmodelmar…Compraríantodasucomida,segúnlohabíadichoHugh,enalgunatiendamásallá de los bosques, y no verían a nadie salvo a algunos pescadores cuyas blancasbarquillas, en invierno, verían cabecear, ancladas, en la bahía. Ella cocinaría ylimpiaría la casa, y Geoffrey partiría la leña y traería agua del pozo. Y ambostrabajaríany trabajaríaneneste librodeGeoffrey,que ledaría famamundial.Peroporabsurdoquepareciese,estonolespreocuparía;seguiríanviviendoenmediodelasencillez y del amor en su hogar entre los bosques y el mar. Y al subir la mareacontemplaríandesdesumuelleyverían,enelaguaclaraylímpida,estrellasmarinasde color turquesa y bermejo y púrpura, y cangrejillos pardos, pequeños yaterciopeladosquesedeslizaríanentrelasrocascubiertasdelapasybordadascomoacericos en formade corazón.Mientras que, durante los fines de semana, pasaríanporelestuariolosbotesquenavegabancontralacorrientedejandotrassílaesteladesuscantos…

Losespectadoressuspiraronconalivio,hubouncrujidocomodehojarascaentreellos; algo, Yvonne no podía ver qué, había ocurrido en el ruedo. Las vocescomenzaron a zumbar, el aire volvió a hormiguear con sugerencias, elocuentesinsultos,réplicasagudas.

Eltorosealzabasobresuspatasconsujinete,unmexicanogordoydespeinadoque parecía irritarse e impacientarse por cuanto ocurría. También el toro se veíairritado,peroahorapermanecíainmóvil.

Unaorquestadecuerdasenlatribunadeenfrentecomenzóatocar,desentonada,«Guadalajara».Guadalajara,Guadalajara,cantabalamitaddelaorquesta…

—Guadalajara—Hughpronuncióconlentitudcadasílaba.

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Abajo, arriba; abajo, abajo, arriba; abajo, abajo, arriba, estallaban las guitarrasmientraseljinetelosmirabaconfijezayluego,confieraexpresión,asiófirmementelacuerdaquerodeabaelcuellodeltoro,lediountiróny,porunmomento,elanimalhizo loqueparecía esperarsede él: se agitó conviolentas convulsiones, comounamáquinamecedora,ysaltóconlascuatropatas.Peroluegoreasumiósuantiguopasode caminata. Como dejó de participar del todo en el espectáculo, no presentabadificultadalgunaelmontarlo;ydespuésdehaberdadounavueltamajestuosaporelruedo, se encaminó sin vacilar a su corral, abierto por la presión que ejercía lamultitudqueseapiñabaenlasvallas,yporelcualhabíaabrigadosecretosanhelostodoel tiempo,y trotóhacia él conpezuñas súbitamente centelleantes, inocentesycategóricas.

Todos reían como si se tratase de un mal chiste: era una risa acoplada a unadesgraciaulteriorqueenciertomodolaacrecentaba:laprematuraaparicióndeotrotoro que salió del corral expulsado casi a galope por las crueles estocadas yhurgonazosqueledabanparadetenerlo,elcual,alllegaralruedo,tropezóycayódebrucesenelpolvo.

Eljinetedelprimertoro,displicenteycubiertodeoprobio,habíadesmontadoenelcorral:yresultabadifícilnotenerlelástimaalverlejuntoalavalla,rascándoselacabezayexplicandosufracasoaunodelosmuchachosqueconadmirableequilibriosemanteníadepiesobrelabarandillasuperior…

…yquizáestemismomes,sihubieraun tardíoveranillodeSanMartín,estaríaella en el porche contemplandoel trabajodeGeoffreypor encimade suhombroymiraríaelaguaycontemplaríaunarchipiélago,islasdeopalescenteespumayramadehelechoseco—aunquehermosas,hermosas—ylosreflejosdelosalisosque,casidesnudos ahora, proyectarían sus ralas sombras sobre las piedras de brocado conaspectodeacericos,sobre lascualesandaríancorreteandoloscangrejosdebrocadoentrealgunashojasanegadas…

Elsegundotorohizodosdébilestentativasporlevantarseperosevolvióaechar;un jinete solitario atravesó a galope el ruedo, haciendogirar en el aire una reata ygritándolealtoroconvozbronca:—Búa,shúa,búa—otroscharrosaparecieronconmás reatas; el perrito se escabulló de algún sitio y correteódandovueltas; perodenadasirvió.Nadadefinitivoocurrióynadaparecíahacermoveralsegundotoro,alqueataronfortuitamenteendondeestabaechado.

Todosseresignaronaotra largaespera,aotrosilencioprolongadoen tantoquealláabajo,demalaganayconpocoentusiasmo,aparejabanalsegundotoro.

—Miraalviejo torodesdichado—decíaelCónsul—,en lahermosaplaza. ¿Teimportaría si me tomara un traguito, querida, un ‘poquitín’?… ¿No? Gracias.AguardarconinsensatasconjeturaslascuerdasqueinfligenelsupliciodeTántalo…

…ytambiénhojasdoradasenlasuperficie,yescarlatas,yunaverde,queconsu

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cigarrillobailaunvalssiguiendoelcursodelacorriente,mientraselsoldeunotoñoferozsereflejadesdelaspiedras…

—Oesperarconsiete,¿porquéno?,insensatasconjeturaslacuerdaqueinfligeelsuplicio de Tántalo. Cortés el fornido debiera aparecer para el próximo toro,contemplandolohorripilante,Cortésquefueelhombremenospacífico…SilenciosoenunacumbreenQuauhnáhuac.¡Cristo,quérepugnanteespectáculo!

—¿Verdad?—dijoYvonne,yvolviéndoseparaotroladoadvirtióenfrente,bajolaorquesta, al hombre de gafas oscuras al que había visto esa mismamañana en lapuerta del Bella Vista, y al que había vuelto a ver más tarde (¿o acaso lo habíaimaginado?)juntoalPalaciodeCortés—.Geoffrey¿quiénesesehombre?

—Extrañotoro—dijoelCónsul—.Estanesquivo…Allíestátuenemigo,perohoynoquiere jugara lapelota.Seecha…Osólosecae;mira,casisehaolvidadoahoradequeestuenemigo,segúncrees,yasí,loacaricias…Dehecho…Lapróximavezqueteloencuentresesposiblequenoloreconozcascomotuenemigo.

—Esistvielleichtunbuey—murmuróHugh.—Unmarabuey…Sabiamenteidiota.Elanimalseguíaechadobocaarriba,peromomentáneamenteabandonado.Abajo,

lagenteseamontonabaengruposquedisputaban.Losjinetes,quetambiéndiscutían,seguían aullando en el ruedo. Pero no había acción definitiva y aún menos señalalgunadeloquefueraaocurrir.¿Quiénibaamontarelsegundotoro?,parecíaserlainterrogante principal que flotaba en el aire. Pero entonces, ¿qué ocurría con elprimeroqueenelcorralarmabaunjaleodetodoslosdiablosyalquecondificultadlograban evitar que regresase al ruedo? Mientras tanto, las observaciones que sehacíancercadeYvonneeranecodecuantosediscutíaenelruedo.Nohabíandadooportunidadalprimerjinete,‘¿verdad?’‘No,hombre’,nisiquieradebierondarleesaoportunidad. ‘No, hombre’, debieron darle otra. Imposible, estaba anunciado otrojinete.Vero,aunquenoestabapresente,onopodíavenir,oestabapresente,peronoibaamontaronoestabapresente,peroestabatratandodellegaraquí,¿‘verdad’?…ysin embargo, aquello no cambiaba nada ni tampoco daba al primer jinete laoportunidaddevolveraprobarsusuerte.

Los borrachos seguían tan ansiosos como siempre de reemplazar a los actores;unomontabayaaltoro,simulandocabalgarsobreélaunqueéstenosehabíamovidouncentímetro.Fuedisuadidoporelprimerjinete,queparecíamalhumorado,apenasatiempo:eneseprecisoinstanteeltorosedespertóyseenderezó.

A pesar de todos los comentarios, el primer jinete estaba a punto de volver aprobarsuertecuando…no;lehabíaninsultadoatrozmenteyporningúnmotivoibaamontar. Se alejó caminando hacia la valla para seguir dando explicaciones almuchachitoqueseguíaequilibradoenloalto.

Alláabajo,unhombrecubiertoconunenorme‘sombrero’pidióagritosquese

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callasen y agitando los brazos los arengó desde el ruedo. No se entendía si losincitabaaquesiguieranesperandopacientesobienaquepidiesenqueotrojineteseofreciesecomovoluntario.

Yvonne nunca llegó a averiguarlo. Porque ocurrió algo extraordinario, algoridículo,aunqueconlabrusquedaddeunterremoto…

Era Hugh. Dejando su chaqueta en el asiento, había saltado de las tribunas alruedoyahoracorríaendirecciónaltoro,delcual,talvezenbroma,oacasoporqueloconfundían con el jinete previsto, soltábanse las reatas como por obra de magia.Yvonneselevantó:juntoaella,elCónsulsepusodepie.

—¡Cristo,peroquéimbécil!El segundo toro, no indiferente como hubiera podido suponerse, a que lo

desatasen,yperplejoantelaconfusaalgarabíaquesaludólallegadadesuenemigo,se alzó bufando; almontarloHugh inició un enloquecido cakewalk enmedio delruedo.

—¡Malditoestúpido!—dijoelCónsul.Conunamano,Hughtirabadelasriendasyconlaotragolpeabaloscostadosde

la bestia, y lo hacía con una pericia que Yvonne se sorprendía de poder juzgar.YvonneyelCónsulvolvieronasentarse.

El toro saltó a la izquierda, luego a la derecha, con ambas patas delanterassimultáneamente en el aire, como si se las hubiesen atado juntas. Luego cayó derodillas. Volvió a levantarse, feroz; Yvonne se dio cuenta de que el Cónsul bebíahabaneroasuespaldayvolvíaataparlabotella.

—Cristo…¡Jesús!—Notepreocupes,Geoff.Hughsabeloqueestáhaciendo.—Peroquéidiota…—Nolepasaránada.Sabeloqueestáhaciendo.Eraciertoqueeltorosehabíadespertadoporcompletoyhacíacuantopodíapor

tumbarlo.Rascabalatierra,segalvanizabacomounarana,hastasearrastrabasobrela barriga. Hugh seguía asido. Los espectadores se reían a carcajadas y lanzabanvítores, aunque Hugh, que en realidad era indistinguible ahora de cualquiermexicano,veíase serio,hasta torvo.Echábasehaciaatrás, asidocondeterminación,lospiesechadoshaciaafueraylostaconesaguijoneandoloscostadossudorososdelanimal.Los‘charros’atravesaronelruedoalgalope.

—Nocreoquelohagaporlucirse—dijoYvonneconunasonrisa.No,tansólosesometíaaaquellaabsurdanecesidadquesentíadeentregarsea laacción,necesidadque sehabíavisto exacerbadapor este inhumanodíadeholgazanería.Ahora todossuspensamientos ibanponiendoalmiserable torode rodillas:¿Así lesgusta jugar?Asímegustajugar.¿Nolesgustaeltoroporalgunarazón?Muybien,tampocoamíme gusta el toro. Yvonne sentía que estos sentimientos contribuían a endurecer la

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voluntaddeHughparaconcentrarlaenladerrotadeltoro.Y,enciertomodo,sentíapocaansiedadalobservarlo.Entalsituaciónteníaplenaconfianzaenél,aligualquese confía en un piloto de carreras, en un equilibrista o en un limpiador decampanarios.Enparteirónicamente,sentíaunoqueéstaeralaactividadparalaqueHugh estaba más capacitado, e Yvonne se sorprendió al recordar su instantáneopánico de esta mañana, cuando había saltado sobre el parapeto del puente en labarranca.

—Loquearriesga…¡Idiota!—dijoelCónsulbebiendohabanero.En realidad, las dificultades de Hugh apenas comenzaban. Los ‘charros’, el

hombre del ‘sombrero’, el niño que había mordido la cola del primer toro, loshombresdesarapeyharapos,hastaelperritoquevolvióaasomarsepordebajodelavalla,todoscontribuíanaaumentarlas;todosrepresentabanunpapel.

De repente Yvonne se percató de que por el noreste ascendían por el cielonubarronesennegrecidos,ysehizounaoscuridadsiniestraymomentáneadurantelacualsetuvolaimpresióndequeeradenoche,yeltrueno,solitariogruñidometálico,retumbóenlasmontañas,yunaráfagadevientoatravesandolosárboles,losdobló:laescenamismateníaunabellezaextrañayremota:lospantalonesblancosylossarapesde vivos colores de los hombres tentaban al toro y brillaban contrastando con losárboles oscuros y el cielo que se encapotaba, los caballos se transformaroninstantáneamenteennubesdepolvoconsusjinetesque,provistosdelátigosenformade colas de alacrán, se alzaban sobre sus sillas, asomándose, para lanzar la reata acualquier lado, a todos lados, la hazaña imposible, aunque de cierta maneraespléndida,deHugh,enmediodetodoaquello,elmuchachotrepadoenloaltodeunárbol,cuyoscabellosseagitabanlocamenteconelvientosobresurostro.

En medio del vendaval, la orquesta volvió a iniciar «Guadalajara», y el toro,indefenso, bramaba, atrapados sus cuernos en las barandas por entre las cuales loaguijoneabanenloquequedabadesustestículos,hacíanlecosquillasconvaritas,conunmachetey,despuésdequeseviolibreyvolvióaquedaratrapado,conunrastrillodejardín;echábanletambiéntierrayestiércolalosojosenrojecidos;yahoraparecíaqueestacrueldadinfantilnotendríafin.

—Amor mío… —murmuró Yvonne de súbito—, Geoffrey… mírame.Escúchame.Heestado…nohaynadaquenosdetengaaquí…Geoffrey…

ElCónsul,pálidoysinsusgafasoscuras,lacontemplabaconlastimosamirada;estabasudandoytemblabatodosucuerpo.—No—respondió—.No…No—añadiócasihistérico.

—Geoffrey, amor mío… no tiembles… ¿qué temes?… Por qué no nosmarchamosahoramismo,mañana,hoy…¿quépuededetenernos?

—No…—¡Ah,québuenohassido!

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ElCónsulpasóunodesusbrazossobreelhombrodeYvonney,comounniño,reclinólacabezaempapadaensuscabellosyporunmomentofuecomosiunespíritudeintercesiónyternuraflotaseporencimadesuscabezas,protectoryvigilante.DijoelCónsulconhastío:

—¿Porquéno?¡Vámonos,poramordeCristo!¡Vámonosamiles,amillonesdekilómetros,Yvonne,acualquierparte,siempreycuandosealejos!Sóloquesealejos.Lejosdetodoesto.Lejos,¡poramordeCristo!,detodoesto.

…aunindómitocielotachonadodeestrellasqueseenciendenyVenusylalunadoradaal salirel sol,yalmediodíamontañasazulosascubiertasdenievey frescasaguasazulesytoscas…—¿Deverasloquieres?

—¡Quesiloquiero!—Amormío…—parecióleaYvonnequedeprontohablaban,quedeprontose

poníandeacuerdoconpremura,cornoprisionerosquenodisponendemuchotiempo:elCónsul la tomóde lamano.Estaban sentados uno junto al otro, apretándose lasmanosytocándoseloshombros.Enelruedo,Hughtiraba;eltoro,quetirabaporunlado, logró liberarse pero, furioso ahora, embestía contra cualquier parte delburladeroquelerecordaseelcorralqueabandonóenformatanprematura,yluego,cansado, perseguido más allá de toda medida, al encontrarlo, embistió sin cesarcontralapuertaconexasperadaycontinuaamargurahastaque,alvolverlealadrarelperritoquesehallabadetrás,volvióaperderlo…Hughcabalgósobreeltorovencidodandovueltasalruedo.

—No se trata sólo de escapar; es decir, comencemos de nuevo, perode veras,Geoffrey,deveras,enlimpioyenalgunaparte.Podríasercomounrenacimiento.

—Sí,sípodríaser.—Creoqueyasé,yaloveoclaramente,alfin.¡Oh,Geoffrey,creoquealfinlo

sé!—Sí,creoqueyotambiénlosé.Abajo,loscuernosdeltorovolvieronaembestirlavalla.—Amormío…—llegaríanentrenasulugardedestino,enuntrenquecorrería

porunpaisajecrepusculardecamposqueseextendíanjuntoalasaguas,unbrazodelPacífico…

—Yvonne.—¿Sí,querido?—Hecaídomuybajo.—¡Quéimporta,miamor!—…¿Yvonne?—¿Sí?—Teamo…¿Yvonne?—¡Oh,yotambiénteamo!

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—Amadamía…Amormío.—¡Oh,Geoffrey!Podríamosserfelices,podríamosserlo.—Sí…Podríamos.…yenladistancia,másalládelasaguas,lacasita,esperando…Estallódeprontoelestruendodeunaplausoalquesiguióunclamoraceleradode

guitarrasquesedesplegabanenelviento;eltorohabíalogradozafarsedelavallaylaescenavolvíaaanimarse:porunmomentoHughylabestialucharonenelcentrodeunpequeñocirculofijodelqueseretraíanlosdemásquepermanecieronenelruedo;unvelodepolvocubría toda la escena; lapuertadel corral, situada a la izquierda,había vuelto a abrirse y todos los toros, incluso el primero que tal vez era elresponsable de lo ocurrido, se salieron por ella y embestían en medio de vítores,bufandoydesperdigándoseentodasdirecciones.

PorunmomentodesaparecióHugh,queluchabaconsutoroenunrincónlejano;depronto,alguiengritódeaquellado.YvonnesoltóalCónsulysepusodepie.

—Hugh…Algoocurrió.Tambaleante,levantóseelCónsul.Bebiódesubotelladehabanero,ybebióhasta

casiacabársela.Luegodijo:—Nopuedover.Perocreoqueeseltoro.Era aún imposible distinguir lo que ocurría allá, en medio de la polvorienta

confusión de jinetes, toros y reatas.LuegoYvonne vio que sí, que el toro vencidoyacíadenuevo en tierra.Hugh, tranquilo, se alejóde él, hizouna reverencia a losespectadores que vitoreaban y, evadiendo a los demás toros, saltó sobre la valla.Alguienledevolvióelsombrero.

—Geoffrey…—comenzóleadecirYvonneconrapidez—.Noesperoquetú…esdecir…séquevaaser…

PeroelCónsulestabaacabándose labotelladehabanero.Sinembargo,dejóunpocoparaHugh.

…CuandodescendieronaTomalín,elcielovolvíaasucolorazul;losnubarronesseguíanamontonándosetraselPopocatépetl,atravesadassusmasaspurpúreasporlosbrillantesrayosdeunsoltardío,ytambiénsedesparramabansobreotrolagoplateadoque centelleaba, refrescante y fresco, invitándolos.Yvonne no lo había visto, ni lorecordaba.

—ElObispodeTasmania—dijoelCónsul—,oalguienquemuriódesedeneldesiertodeTasmaniatuvounaexperienciaparecida.LalejanaperspectivadelMonteCradle le consoló por un momento, y luego, cuando vio esta agua…Desgraciadamente resultaron ser los rayosdel solque resplandecíanenmillaresdebotellasrotas.

El lago resultó ser el techo roto de un invernadero perteneciente al ‘JardínXicoténcatl’;sólolacizañasedabaallí.

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Peromientras caminaban, la casa seguía en lamente deYvonne: su hogar erareal:Yvonneloveíaaldespuntareldía,enloslargosatardecerescuandosoplabanlosvientosdelsudoeste,y loveíaalcaer lanochebajo la luzde la lunay lasestrellascubiertodenieve:loveíadesdeloalto,enelbosque,conlachimeneayeltechoasuspies,yelmuelleempequeñecido:veíaque,desde laplaya,sealzabaanteella,y loveíadesdeelmardiminuto,enladistancia,asiloyfarofrentealosárboles.Erasóloquehabíanancladoprecariamenteelbotecillodelquehablaran;podíaoírlosgolpesquedabaalestrellarsecontralasrocas;yluegoellamismaloarrastraríahastadondeestuviesefueradepeligro.Ysinembargo,¿porquéteníaqueestarenelcentrodesucerebrolaimagendeunamujerhistéricasacudiéndosecomounamuñecadetrapoygolpeandolatierraconsuspuños?

—¡Adelante!Al‘SalónOfelia’—gritóelCónsul.Unvientoardiente,vientodetempestad,lanzósesobreellosydespuésseabatió;

dealgúnladounacampanatañíasusdesoladostriptongos.Correteaban sus sombraspor la tierra, deslizábanse sobre las paredesblancasy

sedientas de las casas, y por un momento se vieron prisioneras de una sombraelíptica:laruedatorcidadelabicicletadeunmuchacho,quegirabaygiraba.

Desvanecióselasombraenrayadadelarueda,enormeeinsolente.Ahoraenlaplazasuspropiassombrassedirigíanhacialaspuertasgemelasdela

taberna‘TodosContentosyYoTambién’:bajolaspuertasvieronloqueparecíaserelextremo inferior de unamuleta; su propietario discutía tras la puerta. Tal vez unaúltimacopa.Luego,desapareció:tirarondeunadelaspuertasyalgosalió.

Dobladoendos,gimiendobajoelpeso,un indioviejoycojo llevaba sobre lasespaldas,medianteunacorreaatadaenlafrente,aotropobreindioaúnmásviejoydecrépito que él.Llevaba al anciano con lasmuletas, y cadaunode susmiembrostemblababajoestepesodelpasado;llevabalascargasdeambos.

Lostrespermanecieroncontemplandoalindioquedesaparecióconelancianoaldoblarunacurvadelcamino,adentrándoseenlanocheyarrastrandoenelpolvogrisyblancosusmíseroshuaraches.

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—Mezcal—dijoelCónsulcasidistraído.¿Quéhabíadicho?¡Quéimporta!Solo,elmezcalsurtiríaefecto.Peronodebíaserunmezcalenserio,sedijo—.‘No,señorCervantes’—murmuró—‘mezcal,poquito’.

Sinembargo,pensóelCónsul,noera simplementequenodebiese,noera sóloeso,no;másbieneracomosihubieraperdidooextraviadoalgoo,mejordicho,noperderprecisamente, no extraviar por fuerza.Eramás como si estuviera esperandoalgo,yluego,comosivolvieraanoesperar.Eracasicomosiunavezmásestuviese(en lugar de encontrarse en el umbral del Salón Ofelia contemplando la tranquilaalberca en que Yvonne y Hugh estaban a punto de nadar) en el negro andéndescubierto,alotroladodelcualcrecíanlascoronillasylasulmarias,yalquehabíaacudido,despuésdebebertodalanoche,pararecibiraLeeMaitlandqueregresabadeVirginiaalas7.40delamañana;habíaacudidoligero,conpasorápidoyenaquelestadodeánimoenqueciertamentesedespiertaelángeldeBaudelaire,deseosotalvezdeesperar trenes,peronodeesperara los trenesquesedetienen;porqueen lamente del ángel no hay trenes que se detengan, y de tales trenes nadie baja, nisiquieraotroángel,nisiquieraunángelrubiocomoLeeMaitland.¿Estabaretrasadoel tren? ¿Por qué estaba elCónsul paseándose por el andén? ¿Era el segundo o eltercertrendelPuentedeSuspensión—¡Suspensión!—elque,segúnelencargadodelaestación,traeríaaLee?¿Quiéneraella?EraimposiblequeLeeMaitlandvinieseensemejantetren.Y,además,todosestoserantrenesexpresos.Losrielessealejabanenla distancia, cuesta arriba. Agitando las alas, un pájaro solitario cruzó las vías enlontananza.Acortadistancia,aladerechadelpasoadesnivel,congelado,erguíaseunárbol cual una mina verde que explotase en el mar. La fábrica de cebollasdeshidratadas junto a los desviaderos se despertó, y luego fueron las compañíascarboníferas. Negro carbón que calienta al blanco: Carbón del Demonio… UndeliciosoaromadesopadecebollaenlascallejuelasaledañasaVavinimpregnabalamadrugada. Cerca,mugrosos barrenderos rodaban sus carretillas o cernían carbón.Hilerasdefarolesapagadoscomovíborasapuntodeatacar,formábanseenelandén.Del otro lado había coronillas y amargones y un bote de basura que cual brasero,ardía, solitario, furioso entre las ulmarias. Lamañana calentaba.Y ahora, uno trasotro,aparecíanlosterriblestrenesenloaltodelhorizontequeresplandecíacomounespejismo: primero el lejano gemido, luego el horrible chorro alargado de negrohumo, un pilar sin base, inmóvil, luegoun casco redondo, como si no siguiera losrieles, comosi fueseporotra ruta,ocomosi sedetuviera ¡ohDios,no sedetiene!Cuesta abajo: Chúcutu-un chúcutu-ún: chúcutu-dos chúcutu-dos: chúcutu-treschúcutu-tres:chúcutu-cuatrochúcutu-cuatro:¡Ay!aDiosgraciasnosedetieneylosrielestiemblan,laestaciónvuelayelhollín,negroybituminoso:líqueti-cot líqueti-

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cotlíqueti-cot:yluegootrotrenchúcutu-unchúcutu-unquevieneenotradirección,meciéndose,silbando,volandoaunmetrodelosrieles,chúcutu-dosconunaluzqueardecontraelfondodelalbachúcutu-treschúcutu-tres,unúnicoojoinútil,extraño,decolorrojodorado:trenes,trenes,trenesyunabrujaqueconlanarizsoplasobreunorganillounaestridentetonadaenremenormanejacadatren; líqueti-cot líqueti-cotlíqueti-cot.Perono llegasu tren;ni tampocoeldeella.Y,noobstante,vendría sindudaalguna,¿nohabíadichoeljefedeestaciónqueseríaeltercerooelcuarto?¿Dedónde?¿Dóndeestabaelnorte?¿Eloeste?Y,detodosmodos,¿norteyoestesegúnquién?…Ydebíarecogerflorespararecibir"alángel,alarubiadoncelladeVirginiaque baja del tren. Pero las flores del terraplén no se dejaban cortar; pegajosas,escupíansavia;lasfloresestabanenelextremoindebidodelostallos,yél(enelladoindebidodelosrieles)casisécayóenelbrasero;lascoronillassedabanenmitaddesustallos;lostallosdélasulmarias—¿oeranreinasdelbosque?—erandemasiadolargos,suramilleteeraunfracaso.¿Ycómoregresarcruzandolosrieles?;aquíveníaotra vez un tren en sentido contrario chúcutu-un chúcutu-un, sobre vías irreales,hollandoelaire;sobrerielesquellevabanaalgunaparte,alavidaideal,otalvez,aHamilton,Ontario…¡Idiota!estabatratandodecaminarsobreunsoloriel,comounniñosobreelbordedelaacera:chúcutu-doschúcutu-dos:chúcutu-treschúcutu-tres:chúcutu-cuatro chúcutu-cuatro:chúcutu-cinco chúcutu-cinco: chúcutu-seis chúcutu-seis:chúcutu-siete chúcutu-siete, trenes, trenes, trenes; trenes que convergían en éldesdetodoslospuntosdelhorizonteycadaunoaullabaporsudemonioamado.Lavidano tenía tiempoqueperder.Entonces¿porquéperdía tantode todolodemás?Conlascoronillassecasantesusojos,enlanoche—momentosiguiente—estabaelCónsulsentadoenlatabernadelaestaciónconunhombrequeacababadetratardevenderletresdientesflojos.¿Sesuponíaqueeramañanacuandoteníaqueesperareltren?¿Quéhabíadichoeljefedeestación?¿SeríaLeeMaitlandaquellaqueagitabalamanoconfrenesídesdeelexpreso?¿Yquiénlanzóporlaventanillaelmontóndepapelessucios?¿Quéhabíaperdido?¿Porquéestabasentadoallíaquelidiotavestidoconunsuciotrajegriscuyospantalonesseabultabanalaalturadelasrodillas,conunapinzadebicicletaysuchaquetagrisylarga,larga,tambiénabultadaylagorradetelagris,ybotasmarrónconsucaracarnosaygrisyespesa,enlaquefaltabantresdientes,talvezlosmismostresdientesdeunlado,ysucuellogrueso,ydecíaacadarato a todo el que entraba:—Lo estoy mirando… Puedo verlo…No se me va aescapar…—Si sólo te quedaras quieto, Claus, nadie sabría que estás loco… Eratambiénlahora,enelpaísdelastempestades,cuandoelrayopelalospostes,señorFirmin, ymuerde los alambres, sí señor…puedes probarlo también después, en elagua, azufre puro… cuando a las cuatro, todas las tardes, del cementerio cercano,precedido por el sepulturero bañado en sudor, con sus pesadas botas, agachado,prógnata y tembloroso, con sus especiales instrumentos de muerte… venía a esta

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misma tabernaaencontrarseconel señorQuattras,corredordeapuestasnegroqueveníadeCodrington,Barbados.

—Soyhombredehipódromoymeeduquéconlosblancos,asíquelosnegrosnome quieren—el señorQuattras, triste y sonriente, temía que le deportasen…Peroaquella batalla contra la muerte había sido ganada, y él había salvado al señorQuattras.Aquellamismanoche—¿fueentonces?—conelcorazóncualunbraserohelado esperaba de pie en el andén de una estación entre las ulmarias bañadas derocío; son hermosas y aterradoras estas sombras en los coches que pasanvertiginosamentejuntoalasvallasycorrencomocebrasporelcaminodepastoenlaavenidadelosroblesoscurosbajolaluna:unasombraúnica,comounparaguas,sedesliza sobre rieles al piedeuna empalizada; portentosdemuertedel corazónquecesadelatir…Desaparece.Devoradoalrevésporlanoche.Ydesaparecelaluna.

C’étaitpendant l’horreurd’uneprofondenuit.Yelcementeriodesiertoa la luzdelasestrellas,abandonadoporelsepulturero,ahoraborracho,queregresaacasaacampo traviesa… —Puedo cavar una tumba en tres días, si me dejan… —elcementeriobajolasalpicadaluzlunardeunúnicofarol,elpastoespesoyprofundoyelobeliscoquesealzahastaperderseenlaVíaLáctea.Jull,seleíaenelmonumento:¿Quéhabíadichoeljefedeestación?Losmuertos.¿Duermen?¿Porqué,sinosotrosnopodemos?Mais toutdort, et l’armée, et les vents etNeptune.Y había colocadocon reverencia las pobres coronillas marchitas en una tumba abandonada… Esoocurrió enOakville. Pero entre Oaxaca yOakville, ¿qué diferencia? ¿O entre unatabernaqueabríaalascuatrodelatardeyotraqueabría(salvoenlosdíasdefiesta)alascuatrodelamañana?¡Nolecuentoembustes,perounavezpor$100hicecavarunacriptaíntegraylamandéaCleveland!

Transportaránuncadáverporexpreso…Rezumandoalcoholporcadaporo,elCónsulpermanecíaenlapuertaabiertadel

SalónOfelia.¡Quécuerdohabíasidoaltomarseunmezcal!¡Quécuerdo!Porqueeralabebidaindicada,laúnicaquedebíatomarentalescircunstancias.Además,nosólose había probado a sí mismo no tenerlo, sino que también estaba plenamentedespierto,volvíaaestardeltodosobrioypodíaresolvercualquierdificultadqueselepresentase.Sinofueraporesascontinuascontorsionesysaltosensucampovisual,cual innumerablespulgasdearena,hubierapodidodecirsequenosehabía tomadounasolacopaenvariosmeses.Loúnicoqueandabamaleraquesentíademasiadocalor.

Una cascada natural estrellábase en una especie de tanque construido en dosplanos: le parecía que el espectáculo era no tanto refrescante como sugerente, enciertomodo grotesco, de alguna especie de último sudor agónico; el nivel inferiorformabaunaalbercaenlaqueaúnnonadabanHugheYvonne.Elaguadeturbulentonivelsuperiorcorríaporunacascadaartificial,másalládelacualseconvertíaenágil

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corriente que serpeabapor la espesa selva para perderse de vista al precipitarse enunacascadanaturaldemayoresproporciones.Después,segúnrecordó,sedispersaba,perdíasuidentidadygoteabaenlabarrancapordiversossitios.Unasendaseguíaelcurso de la corriente al través de la selva, y en cierto lugar desviábase hacia laderecha otra vereda que llegaba a Parián: y al Farolito. Aunque el primer caminotambiénllevabaalugaresricosencantinas.¡SóloDiossabeporqué!Unavez,quizáen la época de las haciendas, Tomalín tuvo cierta importancia irrigatoria. Luego,después del incendio de los cañaverales, se abandonaron los brillantes y factiblesproyectosquesehabíanelaboradoparaconstruiruncentrotermal.Mástarde,vagossueñosdefuerzahidroeléctricaflotaronenlaatmósfera,aunquenuncasehizonadaalrespecto. Parián era un misterio aún mayor. Colonizada en sus orígenes por unpuñadodeaquellosfierosantepasadosdeCervantesylosdesleales tlaxcaltecasquehabíanlogradohacerdeMéxico,auntraicionándolo,algogrande,lacapitalnominaldelestadofueeclipsadaporQuauhnáhuacdesdelaépocadelarevolución,yaunquesiguiósiendounoscurocentroadministrativo,nadielehabíapodidoexplicarnuncaclaramentealCónsulcómohabíalogradosubsistir.Seveíagentequealláiba;poca—recordaba—quevolviese.Claroqueregresaban;élmismohabíavuelto:habíaunaexplicación.Pero,¿porquénohabíaautobúsparahacerelrecorridohastaalláoporquésólohacíalodemalaganayporunaextrañaruta?ElCónsulsesobresaltó.

Cercadeél,algunosfotógrafosacechabanbajonegrascapuchas.Esperabanjuntoa sus maltrechos aparatos a que saliesen los bañistas de los gabinetes. Ahora dosmuchachas vestidas con viejos trajes alquilados, gritaban al acercarse al agua.Pavoneándose en lo alto de un parapeto gris que dividía la alberca de los rápidossuperiores, sus acompañantes, que a todas luces decidían no zambullirse, parajustificarseapuntabanauntrampolínsinescalerasque,abandonado,cualunavíctimaolvidadadealgunacatástrofediluviana,estabaenunpiruldepobreramaje.Alcabode un rato, dando gritos, deslizáronse vertiginosamente por una resbaladilla deconcreto que llevaba a la piscina. Las muchachas, aunque remisas, acabaron pormetersealaguaconrisassofocadas.Nerviosas ráfagasagitaban lasuperficiede lasaguas.Nubesdecolormagentaamontonábansecadavezmásenelhorizonte,peroenlasalturaselcieloestabadespejado.

HugheYvonneaparecieronvistiendogrotescostrajes.Paradosenlaorilladelaalberca,reíanytiritaban,aunquelosrayoshorizontalesdelsolcaíansobreellosconsólidocalor.

Losfotógrafostomaronsusfotos.—¡Vaya!—dijoYvonne—,estoescomolasCataratasdelaHerraduraenGales.—OcomoelNiágara—respondióelCónsul—,circa1900.¿Quétepareceríaun

viajecito en elDoncella de las brumas a setenta y cinco centavos incluyendo losimpermeables?

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Cauteloso,yconlasmanossobrelasrodillas,volvióseHugh.—Sí.Hastadondeterminaelarcoiris.—LaGrutadelosVientos.La‘CascadaSagrada’.Habíaenrealidad,másdeunarcoiris.Aunquesinellos,elmezcal(queYvonne,

claro está, no podía haber advertido) habría dado al lugar un aspecto mágico. Lamagia estaba en las propiasCataratas delNiágara, no en su elementalmajestaddeciudaddelaslunasdemiel;enunsentidoamatorio,cursi,dulzón,hastaindecoroso,que merodeaba en este nostálgico paraje salpicado por la espuma. Pero ahora elmezcalhacíasonarunanotadiscordante,luegounasucesióndequejumbrosasnotasdiscordantes a cuyo son parecían bailar todas las neblinas que se mecían en laselusivassutilezasdeloslistonesdeluz,entrelascintasdeflotantesarcoiris.Eraunadanza fantasmagórica de almas desconcertadas por estos engañosos matices, lascuales, noobstante, seguíanbuscando la permanencia enmedio de lo que era sóloperpetuamente evanescente o se perdía para siempre. O era una danza entre elbuscador y su meta, persiguiendo aquí los alegres colores que había asumido sinsaberlo, y allá esforzándose por reconocer la más refinada escena en la que yaparticipabasinqueacasojamásllegaraapercatarsedeello…

Oscurasespiralesdesombrasyacíanenlacantinadesierta.Echáronseleencima.—‘Otro mezcalito. Un poquito’ —la voz parecía venir de encima del mostrador,donde dos fieros ojos amarillos taladraban la penumbra.Materializáronse la crestaescarlata,lasbarbasyluegolasplumasdemetálicosreflejoscolorverdebroncíneo,pertenecientesaungalloqueestabasobrelabarray,surgiendojuguetóndeatrásdelmostradorCervanteslosaludóconalegríatlaxcalteca.

—‘Muyfuerte.Muyterrible’—cacareó.¿Acaso era éste el rostro que botó quinientos barcos y traicionó a Cristo al

imponerloenelHemisferioOccidental?Peroelaveparecíabastantemansa.Lastresymediabythecock,habíadichoaquelotrotipo.Yaquíestabaelgallo,thecock.Eraungallodepelea.CervantesloestabaadiestrandoparaunapeleaenTlaxcala,peroalCónsulnoleinteresaba.LosgallitosdeCervantessiempreperdían;elCónsulhabíaasistido, borracho, a una pelea en Cuautla; aquellas feroces batallas en miniaturainventadas por el hombre, crueles y destructivas y, sin embargo, en cierto modosuciamente inconclusas, breve cada una cual un coito ejecutado con repugnantetorpeza,leasqueabanyaburrían.Cervantesretiróelgallo.—‘Unbruto’—añadió.

Elestruendoamortiguadodelascataratasllenabaelcuartocomoelfragordelasmáquinas de un barco… Eternidad… El Cónsul, refrescado, se apoyó en la barracontemplando su segundacopadel líquido incoloro conaromade éter.Beberonobeber… Pero sin mezcal, imaginó, se había olvidado de la eternidad, se habíaolvidadodesuviajealmundo,dequelatierraeraunanavefustigadaporlacoladelCabodeHornosycondenadaanollegarnuncaasuValparaíso.Oqueeracualuna

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pelota de golf lanzada a laMariposa de Hércules que un gigante asomado a laventanadeunmanicomioenelinfiernopescabacaprichosamentealvuelo.OqueerauncamiónquehacíasuexcéntricoviajeaTomalínynada.Oqueeracomo…loquefuesedentrodepoco,despuésdelpróximomezcal.

Y sin embargo, aún no había habido un «próximo»mezcal.Allí permanecía elCónsul,comosisumanofuerapartedelacopa,escuchando,recordando…Deprontooyóporencimadelestruendolasvocesclarasydulcesdelosjóvenesmexicanosqueestabanafuera:tambiénlavozdeYvonne,amada,intolerable—ydiferente,despuésdelprimermezcal—queprontohabríadeperderse.

¿Porquéperderse?…Ahoraeracomosilasvocesseconfundieranconeltorrentecegadordelaluzsolarquesederramabaporlapuertaabiertayquealpasarconvertíalasfloresescarlatasenllameantesespadas.Casihastalamalapoesíaesmejorquelavida,podíaestardiciendolaconfusióndevocesmientrasélbebíaahoralamitaddesucopa.

ElCónsuladvirtióotroestruendo,aunqueésteproveníadelinteriordesucabeza:Chúcutu-un: meciéndose, el American Express lleva el cadáver entre las verdespraderas. ¿Qué es el hombre sino unaminúscula alma quemantiene en vida a uncadáver? ¡El alma! ¡Ah! ¿Acaso no tenía ella también sus tlaxcaltecas salvajes ytraicioneros, su Cortés y sus ‘noches tristes’ y, sentado en el interior de su másrecónditaciudadela,encadenadoybebiendochocolate,supálidoMoctezuma?

Elestruendoascendió,desvanecióse,yvolvióaelevarse;lascuerdasdeguitarrasemezclabancon laalgarabíademuchasvocesque llamabanynocantaban,comolas nativas de Cachemira, suplicantes, por encima del estrépito del remolino:—‘Borrrrraaacho’—gemían. Y el cuarto en la penumbra con su luminoso umbraltemblababajosuspies.

—…¿Quéteparece,Yvonne,sialgúndíaescalamosaquelbebé,quierodecirelPopo…?

—¡Diosmío!¿Nohashechobastanteejercicioporun…?—…Sería buena idea endurecer primero los músculos, adiestrarse en algunos

picosmenores.Estaban bromeando. Pero el Cónsul no bromeaba. Su segundo mezcal era en

serio. Sin terminarlo, lo dejó en el mostrador; desde un lejano rincón el señorCervanteslehacíaseñasdequeseacercase.

Unhombrecillo andrajosoqueostentabaunparchenegro sobreunojoyvestíaunachaquetanegra,pero tocadoconunhermoso ‘sombrero’ cuyasborlasdevivoscolorescaíansobresuespalda,parecía,porsalvajequefueseenelfondo,hallarseenun estado de excitación nerviosa casi tan intenso como la de él mismo. ¿Quémagnetismoatraíaaestastrémulasyruinosascriaturashaciasuórbita?Cervantesseadelantóindicándoleelcaminopordetrásdelmostrador,subiódosescalonesycorrió

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una cortina. ¡Pobre tipo solitario!, quería volver a enseñarle su casa. El Cónsulascendió los escalones condificultad.Unpequeño cuartoocupadoporuna enormecamametálica.Riflesenmohecidosenunaperchadelapared.Enunrincón,anteladiminuta Virgen de porcelana, ardía una veladora. Vela sacramental en realidad,derramaba en el cuarto un mortecino resplandor rubescente al través del cristal yformaba un amplio cono amarillo que temblaba en el techo: la mecha ardíadébilmente. —Míster —temblando, Cervantes apuntó hacia ella—. ‘Señor’. Miabuelomedijoquenuncaladejaraapagarse—lágrimasdemezcalaparecieronenlosojos del Cónsul y recordó algo que aconteció en la parranda de la noche anteriorcuando,acompañadodeldoctorVigil, fueronauna iglesiadeQuauhnáhuacquenoconocíayenlaquehabíaoscurosgobelinosyextrañosex-votospintados,unaVirgenpiadosa que flotaba en la penumbra, a la cual rogó con el corazón palpitante depesadumbre para que Yvonne volviera. Sombrías figuras, trágicas y aisladas,merodeaban en la iglesia o permanecían de hinojos…sólo los desamparados y lossolitarios iban allí. —Es la Virgen de los que no tienen a nadie—dijo el doctoracercandolacabezaalaimagen—.Ydelosmarinerosqueestánenaltamar—luegose arrodilló en lamugre y colocando junto a sí su pistola (porque elDr.Vigil ibasiemprearmadoa losbailesde laCruzRoja)enelpiso,dijocon tristeza—:Nadievieneaquí,sólolosquenotienenanadie.

AhoraelCónsul identificabaa estaVirgenconaquellaquehabía escuchado suplegaria y, mientras permanecían ante ella en silencio, volvió a rezar:—Nada hacambiado, y a pesar de la misericordia de Dios, sigo estando solo. Aunque misufrimiento parece no tener sentido, sigo agonizando.No hay explicación paramivida—nolahabíaporcierto,ni tampocoeraesto loquehabíaqueridoexpresar—.Porfavor,queYvonnelogreaquelloconloquehasoñado…¿soñado?…unanuevavidaconmigo…permítemecreer,porfavor,quenotodoesunabominableengañodenosotrosmismos—trató…—. Permíteme, por favor, hacerla feliz, líbrame de estahorrenda tiraníademímismo.Mehehundidomuybajo.Permítemehundirmeaúnmás para que así pueda llegar a conocer la verdad. Enséñame a amar de nuevo, aamarlavida—tampocoesoserviría…—¿Endóndeestáelamor?Permítemesufriren verdad. Devuélveme la pureza, el conocimiento de los Misterios que hetraicionado y perdido. Haz que me quede de veras solo para que pueda orarhonestamente.Permítenos volver a ser felices en algunaparte, pero juntos, aunqueseafueradeesteterriblemundo.¡Destruyeelmundo!—clamódesdeloprofundodesucorazón.LosojosdelaVirgenmirabanhaciaabajoenseñaldebendición,perotalveznohabíaescuchado.ElCónsulapenasnotóqueCervanteshabíatomadounodelosrifles:—Meencantalacaza—despuésdevolveraponerloensulugar,abrióelúltimo cajón de un ropero arrinconado en otra esquina. El cajón estaba repleto delibros,inclusolaHistoriadeTlaxcala,endiezvolúmenes.Locerródeinmediato—.

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Soyunhombreinsignificante,ynoleoestoslibrosparaprobarmiinsignificancia—dijoconorgullo—.‘Sí,hombre’—prosiguió,mientrasvolvíanabajaralbar—comoledije,obedezcoamiabuelo.Medijoquemecasaraconmiesposa.Asíesquellamoamiesposamimadre—sacólafotografíadeunniñoenunféretroylapusosobreelmostrador—.Bebítodoeldía.

—…gafasparalanieveyunalpenstock.Teveríasmaravillosamentecon…HughyluegoYvonnehablabanmientrassevestíanyconversabanenvozaltapor

encimadeloscuartosdebaño,amenosdedosmetros,másalládelmuro.—…sienteshambreahora,¿verdad?—…unpardepasasymediaciruela!—…sinolvidarloslimones…ElCónsulterminósumezcal:todoeraunabromaconmovedora,claroestá,yno

obstante,sibienesteproyectodesubiralPopoeraeltipodecosaqueHughhabríaplaneadoantesdellegar,entantoquedescuidabatantasotrascosas,sinembargo,¿noseleshabríaocurridoacasoque,laideadeascenderalvolcánteníaenciertomodolasignificacióndepasarjuntostodaunavida?Sí,antelamiradadeambosalzábasecontodossuspeligrosocultos,sustrampas,ambigüedades,engaños,portentosocomoloquepodíanimaginar,duranteelpobreespaciobreveeilusoriodeuncigarrillo,queerasupropiodestino…¿osimplementesetrataba¡ay!dequeYvonneerafeliz?

—…¿dedóndesalimos,deAmecameca?—Paraevitarelmaldemontaña.—…aunque, según dicen, se trata de toda una peregrinación. Geoff y yo

pensamoshacerlohaceaños.PrimerosevaacaballohastaTlamacas…—…amedianoche,¡enelHotelFausto!—¿Qué preferirían todos ustedes, coliflores o papizzas?—elCónsul, inocente,

los saludaba, sin bebida, en una cabina, frunciendo le ceño; la cena de Emmaús,pensó,alavezquetratabadedisfrazarsulejanavozdemezcalmientrasexaminabaelmenúquelehabíaentregadoCervantes—.Sopadeventurasosoupeal’Onandeajoyhuevo.

—¿Chile con leche? ¿Oqué te parece un buen filete de huachinango rebozadoconsalsadetártaroyalemanesfritos?

Cervantes les había dado un menú a Yvonne y otro a Hugh, pero amboscompartíaneldeYvonne:—LasopaespecialdelDr.MoisevonSchimdthaus—dijoYvonne,paladeandosuspropiaspalabras.

—Creo que un pitobel enchilado es todo lo que necesito —dijo el Cónsul—despuésdeesosonanes.

—Sólouno—prosiguióelCónsul,temerosodequelasrisotadasdeHughfueranaherirlossentimientosdeCervantes—,peroporfavoranotelosalemanesfritos.Losencuentraunohastaenelfilete.

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—¿Yquéhaydeltártaro?—preguntóHugh.—¡Tlaxcala!—Cervantes, sonriente, discutía entre ellos en su mal inglés, con

lápiz tembloroso—. Sí, soy tlaxcalteca… ¿Le gustan los huevos, señora? Huevospisados.‘Muysabrosos’.¿Huevosdivorciados?Parapescado,rebanadasofileteconchícharos.Vol-au-vent à la reine.Maromas para la reina. ¿O le gustan los huevosdifícilesdecocer,disífilesenpantostado?¿OunarebanadadehígadodelCapitán?¿Ochopitadepopoenpipián?¿Opolloespectraldelacasa?Pichoncito.¿Ounfiletedegolfo,conuntártarofrito,legusta?

—¡Ah,elomnipresentetártaro!—exclamóHugh.—Piensoqueelpolloespectraldelacasaseríaaúnmejor,¿nocreen?—Yvonne

reía a pesar de los obscenos retruécanos que se decían por encima de su cabeza,pensóelCónsul,deloscualesaúnnosepercataba.

—Servidoprobablementeensupropioectoplasma.—Sí; ¿le gustan los calamadres en su tinta? ¿Oatunas? ¿Oun exquisitomole?

¿Tal vez un melón de moda para comenzar? ¿Mermelada de higos? ¿Moras conmierdabejaalaGranDuque?Omelésurpus¿legusta?¿Quiereprimerounchinfish?¿Unbuenchinfish?¿Unpezplateado?Sparkenwein?

—‘¿Madre?’—preguntóelCónsul—.¿Quéesesta‘madre’?¿Tegustaríacomerteatumadre,Yvonne?

—‘Badre, señor’. También es pescado. Pescado de Yautepec. ‘Muy sabroso’.¿Quiere?

—¿Quéteparece,Hugh…quieresesperarelpezquemuere?—Querríaunacerveza.—Cerveza,sí.¿Moctezuma?¿DosEquis?¿CartaBlanca?Alfinsedecidieronporlasopadealmejas,huevosrevueltos,elpolloespectralde

lacasa,frijolesycerveza.Alprincipio,elCónsulsólohabíaordenadocamaronesyunsandwichdehamburguesa,peroserindióalasinstanciasdeYvonne:—Querido,¿novasacomersinoeso?Yopodríadevorarunpotrillo—ysusmanosseunieronporencimadelamesa…

Y luego, por segunda vez aquel día, sus ojos, en una larga, larga miradaanhelante.Tras losojosdeYvonne,másalládeella,elCónsul,porun instantevioGranada y el tren que valsaba proveniente de Algeciras sobre las llanuras deAndalucía,chófetipópetichófetipópeti,elcamino,bajoypolvoriento,quepartíadela estación y pasaba por el antiguo ruedo y el barHollywood y llegaba al pueblo,pasandoporelConsuladoBritánicoyelConventodeLosÁngelescuestaarribahastallegar junto al Hotel Washington Irving (¡No te me puedes escapar, puedo verte,InglaterradebevolveraNuevaInglaterraporsusvalores!),elviejotrennúmerosietequehastaallíllevaba:caelanocheylasimponentescarretelasasciendenlentamenteporlosjardines,searrastranbajolosportales,subenypasanjunioallugardondeel

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eternopordioserotocasuguitarradetrescuerdas,porlosjardines,jardines,jardinespor doquiera, arriba, arriba hasta lasmaravillosas (lacerías de laAlhambra (que leaburría) más allá del pozo donde se conocieron, a la Pensión América; y arriba,arriba, ahora ascendían ellosmismos a los Jardines delGeneralife, y ahora, de losJardinesdelGeneralifea laTumbaMoriscaen lacúspidede lacolina;aquíhabíantenidolugarsusesponsales…

El Cónsul bajó al fin los ojos. ¿Cuántas botellas desde entonces? ¿En cuántosvasos, en cuántas botellas se había escondido, solo, desde entonces?Depronto lasvio, botellas de aguardiente, anís, jerez, Highland Queen, las copas, una babel decopas—queascendíacomoelhumodeltrenaqueldía—construidahastaelcieloyqueluegosederrumbabaylosvasossevolcabanyrompíanseyrodabancuestaabajoporlapendientedelosJardinesdelGeneralife,lasbotellassequebraban,botellasdeoporto, tinto, blanco, botellas de Pernod,Oxygenée, ajenjo, botellas que se hacíanañicos,botellasdesechadasquecaíancongolpesecoenlosterrenosdelosjardines,bajolasbancas,camas,butacasdecine,ocultasencajonesdelosconsulados,botellasdeCalvadosquealcaerrompíanseosehacíanañicos,lasquecaíanenmontonesdebasura,lasqueeranarrojadasalmar,alMediterráneo,alCaspio,alCaribe,botellasqueflotabanenelocéano,escocesesmuertosenlasmontañasdelAtlántico,yahoralasveía,lasolíaatodasellas,desdeelprincipio:botellas,botellas,botellasycopas,copas,copasdeamargoDubonnetodeFalstaff,rye,JohnnyWalker,VieuxWhiskeyblancCanadien,aperitivos,digestivos,demis,losdobles,losnocheinHerrObers,loset glasAraks, tusen taks, las botellas, las hermosas botellas de tequila y las ollas,ollas,ollas,losmillonesdeollasdehermosomezcal…ElCónsulpermaneciósentadocompletamente inmóvil. Su conciencia resonaba apagada por el estrépito del agua.Golpeaba y gemía con la brisa espasmódica en torno al armazón demadera de lacasa,amontonaba,conlosnubarronesdetempestadqueseveíandesdelasventanaspor encima de los árboles, sus atalayas. ¿Cómo podía encontrarse a sí mismo,comenzardenuevo,cuando,enalgúnlugar,talvez,enunadeaquellasbotellasrotaso perdidas, en una de esas copas, se hallaba, para siempre, la clave solitaria de suidentidad?¿Cómovolveratrásybuscarahora,husmearentre losvidrios rotosbajoloseternosbares,bajolosocéanos?

¡Detente! ¡Mira! ¡Escucha! De cualquier manera, ¿cuán borracho o cuánbeodamente sobrio sin embriaguez calculas que te hallas ahora? Primero aquellostragosenlacantinadelaseñoraGregorio,deseguronomásdedos.¿Yantes?¡Ah,antes!Perodespués,ebekautobús,sólohabíabebidounsorbodeHabanerodeHughyluego,eneljaripeo,casiseloacabó.Estofueloquevolvióaemborracharlo,peroconunaembriaguezqueno le agradaba,peor aúnqueen laplaza, labeodezde lainconscienciainminente,delmareo,yeradeesaespeciedeborrachera—¿acasoeraasí?—delaquehabíatratadodelibrarsetomándoseahurtadillasaquellosmezcalitos.

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Page 244: Bajo el volcán - DIAS POSTREROS › 2019 › 02 › bajo... · —‘No se puede vivir sin amar’ —dijo M. Laruelle—. Como ese ‘estúpido’ lo escribió en mi casa. —Vamos,

Peroelmezcal,ahorasepercatabadeello,habíaproducidounefectoenciertomodoajenoasuscálculos.Laextrañaverdaderaqueteníaotracurda.Dehecho,habíaalgocasihermosoenloshorrendosextremosdelacondiciónenqueseencontrabaahora.Eraunacurdacomolamarejadadeunocéanoinmensoyoscuroquefinalmenteseestrellaba contra un vapor a punto de naufragar, impelida por innumerablesventarronesabarloventoquedesdehacemuchosehabíanextinguido.Yatodoestonoresultabatannecesariolibrarsedelaembriaguezcuantodespertarunavezmás,sí,cuantodespertar,tantocomopara…

—¿Recuerdas que esta mañana, Yvonne, cuando cruzábamos el río vimos unapulquería del otro lado, llamada ‘La Sepultura’, o algo así, y que había un indiosentado con la espalda apoyada en la pared, con el sombrero sobre el rostro y sucaballo atado a un árbol, y que en el anca del caballo estabamarcado un númerosiete…

—alforjas……CavernadelosVientos,sededetodaslasgrandesdecisiones,pequeñaCiterea

delainfancia,eternabiblioteca,santuarioqueseadquiereporunpeniqueopornada,¿enquéotrapartepodríaelhombreabsorberydespojarsedetantascosasalmismotiempo?ElCónsulestabadespierto,esverdad,peroenestemomentoaparentementenoestabacenandoconlosdemás,aunquesusvoceslellegabanconsuficientenitidez.El retrete era todo de piedra gris y parecía una tumba, hasta el asiento era de fríapiedra.—Esloquememerezco…Esloquesoy—pensóelCónsul—.Cervantes—llamó,yCervantes,demodosorprendente,aparecióamedias,ocultoenparteporlapared (no había puerta alguna en la tumba de piedra) con el gallo de pelea que,cacareando,simulabaforcejearbajosubrazo:

—…¡Tlaxcala!—…otalvezeraenlagrupa…Alcabodeunmomento,despuésdecomprenderlosapurosdelCónsul,Cervantes

leaconsejó:—Unapiedra,‘hombre’;letraigounapiedra.—¡Cervantes!—…marcado……—límpieseconunapiedra,señor.…También la comida había empezado bien, recordó ahora, hacía uno o dos

minutos,apesardetodoy;—Pendejasalamarinera—habíacomentadoalcomenzaratomarlasopadealmejas—.¡Ynuestrospobressesosyloshuevosqueseechanaperder en casa! —¿no se había sentido lleno de conmiseración cuando apareció,nadandoenexquisitomole,elpolloespectraldelacasa?Habíanestadodiscutiendoacerca del indio que hallaron en el camino y sobre el ratero del camión, y luego:‘Excusado’.Y éste, este últimoConsulado gris, esta Isla Franklin del alma, era el

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‘excusado’. Alejado de los baños, conveniente, y al mismo tiempo al abrigo demiradascuriosas,erasinlugaradudaunapurafantasíatlaxcalteca,obradelmismoCervantes,construidopararecordarlealgúnfríopueblecillomontañosoenvueltoenlabruma. Sin embargo, el Cónsul estaba sentado, todo vestido, y sin mover ningúnmúsculo.¿Porquéseencontrabaaquí?¿Porquéestabasiempre,másomenos,aquí?Lehubieragustadotenerunespejoparahacerseesapregunta.Peronohabíaespejo.Sólo piedra. Acaso era ésta la eternidad por la que tanto escándalo había armado,acasoerayalaeternidad,deltipodeSvidrigailov,sóloque,envezdeserunbañoenelpaísllenodearañas,aquíresultabaserunapétreaceldamonásticaendondeestabasentado—¡quéextraño!—¿quiénsinoélmismo?

—…‘Pulquería’…—…yluegoesteindio.

SEDEDELAHISTORIADELACONQUISTA¡VISITEUD.TLAXCALA!

leyóelCónsul. (Y¿cómoexplicarque, juntoaél,hubieseunabotellade limonadamediollenademezcal,cómolahabíaobtenidocontantarapidez,otalvezCervantes,arrepentido,¡aDiosgracias!,delapiedra,juntoconelcartelturísticoalcualhabíanañadidounhorariodeferrocarrilyautobuses,lahabíatraído…olahabíacompradoélmismoantes,yenesecaso,cuándo?)

‘¡VISITEUD.TLAXCALA!’

’Susmonumentos,sitiosHistóricosydeBellezasNaturales.Lugardedescanso.ElMejorClima:ElAiremásPuro.ElCieloMásAzul’.

’¡TLAXCALA!SEDEDELAHISTORIADELACONQUISTA’.

—…estamañana,Yvonne, cuando cruzábamos el río, vimos esta pulquería delotrolado…—…¿‘LaSepultura’?

—…indiosentadoconlaespaldaapoyadaenlapared…

SITUACIÓNGEOGRÁFICA

EsteEstadoseencuentraentre19°06’10”y19°44’00” latitudNorteyentre0°23’38”y1°30’34”longitudEstedelmeridianodeMéxico.SonsuslímitesalnoresteyalSurconelEstadodePuebla,alOesteconelEstadodeMéxicoyalnoroeste conelEstadodeHidalgo.Suextensión territorial esde4.132kms.cuadrados. Su población es aproximadamente de 220.000 inhibitantes lo cual da una densidad de 53inhibitantes por kilómetro cuadrado. Está situada en un valle rodeado de montañas, entre las cuales seencuentranlasllamadasMatlalcuéyatleIztaccíhuatl.

—…Deseguroteacuerdas,Yvonne,quehabíaesta‘pulquería’.—…¡Quéespléndidamañanafue…

CLIMA

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Intertropicalypropiodelasregionesmontañosas,regularysaludable.Sedesconocelaenfermedaddelamalaria.

—…bien,Geoffdijoqueeraespañol…—…pero¿quémásda?—Paraqueelhombretiradoenelcaminopudieraserunindio,porsupuesto—

dijo el Cónsul desde su retrete de piedra, aunque le resultó extraño que nadiepareciera haberlo oído—. Y ¿por qué indio? Para que el incidente pudiera teneralgunasignificaciónsocialparaél,paraqueaparecieracomounaespeciededíadeljuicio de la Conquista, ¡si me hacen el favor! para que a su vez aquello pudieraparecerunarepercusiónde…

—…cruzábamoselrío,unmolinodeviento…—¡Cervantes!—Unapiedra…¿Quiereustedunapiedra,‘señor’?

HIDROGRAFÍA

RíoZahuapan, afluente del ríoAtoyacy contiguo a la ciudaddeTlaxcala, suministra gran cantidaddeenergíaavariasfábricas;entrelaslagunas,ladeAcuitlapicoeslamásnotableyseencuentraadoskilómetrosalsurdelaciudaddeTlaxcala…Hayabundanciadepalmípedosenlaprimeralaguna.

—…Geoffdijoquelacantinadedondesalióeraunnidodefascistas.‘ElAmorde los Amores’. Lo que creí comprender es que había sido dueño de la cantina,aunquecreoquehavenidoamenosyahorasólotrabajaallí…¿Quieresotracerveza?

—¿Porquéno?Tomémosla.—¿Y qué tal si este hombre tirado en el camino hubiera sido un fascista, y tu

famosoespañoluncomunista?—ensuretretedepiedraelCónsuldiounsorboasumezcal—.No te preocupes, creo que tu ladrón es fascista, aunque de cierta índoleignominiosa,talvezespíadeotrosespíaso…

—Segúnyo,Hugh,penséquesólosetratabadeunpobrehombrequeveníadelmercadodespuésdehaberbebidomuchopulqueysecayódesucaballoyloestabanatendiendo, pero luego lle gamos nosotros y lo robaron… Aunque, sabes, yo noadvertínada…Meavergüenzodemímisma.

—Muéveleunpocoelsombrerohaciaabajoparaquerespireunpocodeaire.—…fuerade‘LaSepultura’.

CIUDADDETLAXCALA

Lacapitaldelestado,delaquesedicequeesigualaGranada,laCapitaldelEstado,delaquesedicequeesigualaGranada,sedicequeesigualaGranada,Granada,laCapitaldelEstado,delaquesedicequeesigualaGranada,esdeagradableapariencia,callesrectas,edificiosarcaicos,climapuroyhermoso,eficienteservicio público de alumbrado y moderno Hotel para turistas. Posee un hermoso Parque Central llamado“FranciscoI.Madero”cubiertodeárbolesagobiadosporlosaños,siendoensumayoríafresnos,jardínvestidopormúltiplesfloresdesingularhermosura;asientospordoquier,cuatrolimpias,asientospordoquier,cuatrolimpiasybienalineadasavenidaslaterales.Duranteeldíalasavescantanmelodiosamenteentreelfollajedelosárboles.Enconjuntoofreceunaspectodemajestademocional,majestademocionalsinqueporellopierda

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su apariencia de tranquilidad y reposo. La calzada del Río Zahuapan,con una extensión de 200metros delongitud, tiene a ambos lados corpulentos fresnos a lo largo del río, en algunas partes se han construidomurallas que dan la impresión de diques, en la parte media de la calzada existe un bosque en donde seencuentran‘senadores’(porcenadores)mercedaloscualestienenmayoresfacilidadeslosexcursionistasqueaélacudenenlosdíasdedescanso.DesdeestacalzadapuedenadmirarselossugestivospaisajesquemuestranalPopocatépetlyalIztaccíhuatl.

—…onopagósupulqueen‘ElAmordelosAmores’yelhermanodelpulquerolosiguióparaexigirleelpreciodelconsumo.Veounaextraordinariaverosimilitudenesto.

…—¿QuécosaeselEjidal,Hugh?—…Un banco que adelanta dinero para financiar el esfuerzo colectivo en los

pueblos… Estos mensajeros desempeñan un cargo peligroso. Tengo un amigo enOaxaca… A veces viajan disfrazados como buenos peones… Por algo que dijoGeoff… Atando cabos… Pensé que el pobre hombre podía ser mensajero delbanco… Pero era el mismo tipo que vimos esta mañana; de todos modos, era elmismocaballo.¿Recuerdassillevabaalforjascuandolovimos?

—Esdecir,creoquelovi…Lastraíacuandocreoquelovi.—…Ahora que me acuerdo, Hugh, creo que hay uno de esos bancos en

Quauhnáhuac,precisamentejuntoalPalaciodeCortés.—…mucha gente a la que no le gustan los Bancos de Crédito ni Cárdenas

tampoco,comoyasabes,nilehacengraciaestasleyesdereformaagraria.

CONVENTODESANFRANCISCO

DentrodeloslímitesdelaciudaddeTlaxcalasealzaunadelasiglesiasmásantiguasdelNuevoMundo.EstelugarfueresidenciadelaprimeraSedeApostólica,llamada“Carolense”enhonordelMonarcaEspañolCarlosV,yfuesuprimerObispodonFrayJuliánGarcésenelañode1526.Endichoconvento,deacuerdoconlatradición,fueronbautizadosloscuatrosenadoresdelaRepúblicaTlaxcaltecayexisteaún,enelladoderechodelaiglesia,lafuentebautismal;fueronsuspadrinoselConquistadorHernánCortésyvariosdesuscapitanes. La entrada principal del convento ofrece una magnífica serie de arcos, y en el interior hay unpasadizosecreto,pasadizosecreto.AlladoderechodelaentradaseyergueunamajestuosatorrequeseestimanotieneparenAmérica.Losaltaressondeestilochurrigueresco(recargado)yestándecoradosconpinturasdelosartistasmáscélebres,comoCabrera,Echave,Juárez,etc.Enlacapilladel ladoderechoexisteaúnelfamosopúlpitodesdedondesepredicó,porvezprimeraenelNuevoContinente,elEvangelio.Eltechodelaiglesiaconventualmuestraentrepañosdecoradosqueformanestrellasdoradas.El techoesúnicoen toda laAméricaHispana.

—…apesardeaquelloenloqueheestadotrabajandoymiamigoWeberydeloquedijoGeoffacercadelaUniónMilitar,sigocreyendoquelosfascistasnotienenaquíningúnamigodignodemención.

—¡Oh,Hugh,poramordeDios!…

PARROQUIADELACIUDAD

LaiglesiasealzaenelmismositiodondelosespañolesconstruyeronlaprimeraErmitaconsagradaalaVirgenMaría.Algunosdelosaltaresestándecoradosconrecargadasobrasdearte.Elpórticodelaiglesiaesdeaparienciahermosaysevera.

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—¡Jajaja!—¡Jajaja!—Sientomuchoquenopuedanvenirconmigo.—PorqueeslaVirgendelosquenotienenanadie.—Nadievieneaquí,sólolosquenotienenanadie.

CAPILLAREALDETLAXCALA

FrentealParqueFranciscoI.MaderopodíanverselasruinasdelaCapillaReal,endondelossenadorestlaxcaltecas por vez primera oraron alDios delConquistador.Ha quedado sólo el pórtico en el que puedeadmirarseelescudopapalasícomolosdelpontificadomexicanoydelReyCarlosV.LahistoriarelataquelaconstruccióndelaCapillaRealseerigióconuncostoqueasciendea$200,000.00.

—Un nazi podrá no ser fascista, pero ciertamente hay muchísimos por estosrumbos, Yvonne. Apicultores, mineros, químicos. Y cantineros. Las cantinas, porsupuesto, son los cuarteles generales por excelencia. Por ejemplo, en laCiudad deMéxico,enelPilsenerKindl…

—PornomencionarParián,Hugh—dijoelCónsulsorbiendosumezcal,aunquenadieparecíahaberleoído,salvouncolibríqueenesemomentoentrózumbandoensu retrete de piedra, aleteó, zarandeóse en la entrada y rebotó casi en el rostro delahijadodelpropioConquistador,Cervantes,quevolvíaapasar,deslizándoseconsugallodepeleabajoelbrazo—.EnelFarolito…

SANTUARIOOCOTLANENTLAXCALA

Es un santuario cuyos campanarios blancos y adornados, de 38.7 metros de altura y estilo recargado,producenunaimpresiónimponenteymajestuosa.Lafachada,ornadaconestatuasdelossantosarcángeles,deSanFranciscoyelepítetode laVirgenMaría.Suconstrucciónsecomponedemadera labradadeperfectasdimensiones,decoradaconsímbolosalegóricosyflores.Fueconstruidaenlaépocacolonial.Sualtarcentralesdeestilorecargadoypreciosista.Lomásadmirablede lasacristía,conbóvedas,ydecoradacongrácilesobraslabradasenlasqueprevalecenloscoloresverde,rojoydorado.Enlapartesuperiordel interiordelacúpulaestánlabradoslosdoceapóstoles.ElconjuntoesdeunasingularhermosuraquenosehallaenningunaotraiglesiadelaRepública.

—…Noestoydeacuerdocontigo,Hugh.Sivolvemosunoscuantosañosatrás…—…olvidando,claroestá,alosmixtecas,toltecas,Quetzalcóatl…—…nonecesariamente…¡Ohsí, losolvidas!Ydicesprimero:el españolexplotaal indio; luego,cuando

tuvo descendencia, explotó al mestizo, luego al español de pura sangre nacido enMéxico,elcriollo;luegoelmestizoexplotaatodoelmundo,alextranjero,alindio,atodos.Luegolosalemanes,losnorteamericanosloexplotaronaél;ahora,elcapítulofinal,laexplotacióndetodosportodos…

SitiosHistóricos—SANBUENAVENTURAATEMPAM

En esta ciudad se construyeron y probaron en un dique las naves usadas por losConquistadores en elataqueaTenochtitlán,lagrancapitaldelImperiodeMoctezuma.

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—MarCantábrico.—Bien,yateoí;laconquistatuvolugarenunacomunidadorganizadaenlaque,

naturalmente,yaexistíalaexplotación.—Bien…—…no,loimportantees,Yvonne,quelaconquistatuvolugarenunacivilización

tan buena, si no mejor, que la de los conquistadores, una estructura de profundasraíces.Noerantribussalvajesonómadasvagabundos…

—¿locualsugierequesihubieransidovagabundosyerrantes,quizánuncahabríahabidoexplotación?

—Tómateotrabotelladecerveza…¿CartaBlanca?—Moctezuma…DosEquis.—¿OMoctezuma?—Moctezumaenlabotella.—Estodoloqueesahora…

TIZATLAN

Enestaciudad,muycercanaalaciudaddeTlaxcala,siguenenpielasruinasdelpalacio,residenciadelSenadorXicoténcatlpadredelguerrerodelmismonombre.EndichasruinaspodíanapreciarseaúnlosbloquesdepiedraenqueseofrecíanlossacrificiosasusDioses…Enlamismaciudad,hacemuchotiempo,estabaelcuartelgeneraldelosguerrerostlaxcaltecas…

—Teestoyobservando…notemevasaescapar.—…nosetratasólodeescaparse.Quierodecir,comencemosdenuevo,deveras

ylimpiamente.—Creoqueconozcoellugar.—Puedoverte.—…dóndeestánlascartas,GeoffreyFirmin,lascartasqueescribióhastaquesu

corazónsequebró…—PeroenNewcastle,Delaware,bueno,esoesalgocompletamentedistinto.…lascartasquenosólonuncacontestaste¿lascontestaste?nolascontestaste¿las

contestaste?nolascontestaste¿lascontestaste?entonces¿dóndeestáturespuesta?…—…pero, ¡ohDiosmío!, estaciudad…¡qué ruido! ¡quécaos! ¡Si sólopudiera

largarme!¡Sisólosupieraadóndepuedeunollegar!

OCOTECULCO

En esta ciudad cerca de Tlaxcala existía, hace muchos años, el Palacio Mexicatzin. En ese lugar, deacuerdoconlatradición,tuvolugarelbautizodelprimerindiocristiano.

—Serácomounvolveranacer.—Estoy pensando en naturalizarmemexicano, en irme a vivir entre los indios,

comoWilliamBlackstone.—LapiernadeNapoleóntemblaba.

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—…pudohaberteatropellado.Debehaberalgomalo,¡qué!No,ira…—Guanajuato…lascalles…¿cómoresistirelnombredelascalles…elCallejón

delBeso…?

MATLALCUEYATL

EstamontañasiguesiendolasruinasdelsantuariodedicadoalDiosdelasAguas,Tlaloc,cuyosvestigiosestáncasiperdidos;porconsiguiente,casinoesvisitadoporlosturistasyserefierequeenestesitio,eljovenXicoténcatl arengó a sushuestes, diciéndoles que lucharan contra los conquistadores hasta el límite de susfuerzas,hastamorirsifuesepreciso.

—…‘nopasarán’.—Madrid.—Tambiénaelloslesdieron.Primerotiranyluegopreguntan.—Puedoverte.—Teestoyobservando.—Notemepuedesescapar.—Guzmán…Erikson43.—Transportaránuncadáverpor…

SERVICIODEFERROCARRILYAUTOBUSES

(MÉXICO-TLAXCALA)

Líneas-MÉXICO-TLAXCALA-TarifaF.C.México-VeracruzSale7.30Llega18.50Llega12.00$7.50F.C.México-PueblaSale16.05Llega11.05Llega20.00$7.75TransbordoenSantaAnaChiautempandeidaodevuelta.

CamionesFlechaRojaSalencadahoradelas5alas19horas.PullmansEstrelladeOrosalencadahoradelas7alas22.TransbordoenSanMartínTexmelucandeidaodevuelta.

…Yahora,unavezmás,susojosseencontraronporencimadelamesa.Peroenestaocasiónhabíaalgosemejanteaunanieblaentreellos,yatravésdelanieblaelCónsul creía ver, no Granada, sino Tlaxcala. Era una blanca y hermosa ciudadcatedralicia aquella que anhelaba el alma delCónsul y que enmuchos aspectos seasemejaba a Granada; sólo que a sus ojos aparecía, al igual que las postales paraturistas,perfectamentevacía.Eraésasumásextrañacaracterísticayalmismotiempolamáshermosa;nadiehabíaenella,nadie—ytambiénenestoseasemejabaaTortú—queinterfieraconelhábitodebeber,nisiquieraYvonneque,segúnparecía,bebíaconél.ElblancosantuariodelaiglesiadeOcotlán,deestilorecargado,erguíaseanteellos:blancastorresconunblancorelojynadiemás.Entantoqueelrelojmismoeraintemporal.Caminando,llevabanblancasbotellasyhacíangirarbastonesyramasdefresno, en el climamejor, más regular y saludable, en el airemás puro, entre loscorpulentos fresnos y los árboles agobiados por los años, a lo largo del parque

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desierto.Caminaron,felicescomosaposdurantelatormenta,cogidosdelbrazo,porlas cuatro avenidas laterales limpias y bien alineadas. Permanecieron, borrachoscomo alondras, en el desierto convento de San Francisco ante la capilla solitariadonde se predicó por vez primera en elNuevoMundo, elEvangelio.En la noche,durmieron en blancas y frescas sábanas entre las blancas botellas en el HotelTlaxcala.Yenlaciudadhabíatambiéninnumerablescantinasblancasendondepodíabeberse eternamente a crédito, con las puertas abiertas y el viento que soplaba.—Podríamos ir directamente allí —decía el Cónsul—, directamente a Tlaxcala. OpodríamospasarlanocheenSantaAnaChiautempan,trasbordando,porsupuesto,alaidayalavuelta,yseguiraVeracruzporlamañana.Claroqueestoimplica…—consultó su reloj— regresar directamente ahora… Podríamos pescar el próximoautobús…Tendremostiempoparabeberalgunascopas—añadiócontonoconsular.

Habíasedisipadolaniebla,perolosojosdeYvonneestabanllenosdelágrimasysurostropálido.

Algo andabamal,muymal.Una cosa, cuandomenos, era cierta: tantoYvonnecomoHughparecían:estarsorprendentementeborrachos.

—¿Quéeseso?¿NoquierenregresarahoramismoaTlaxcala?—dijoelCónsul,convozquizádemasiadopastosa.

—Noeseso,Geoffrey.Por fortuna, Cervantes llegó en ese preciso momento con un platito lleno de

mariscosvivosypalillos.ElCónsulbebióunpocodelacervezaquelehabíaestadoesperando.Encuantoalobebido,lasituacióneraahoralasiguiente,eralasiguiente:unacopalehabíaestadoaguardandoyestacervezanolahabíaterminadodeltodo.Porotraparte,hastahacíapocohabíabebidovariascopasdemezcal(¿porquéno?;lapalabranoleintimidaba,¿eh?)queleesperabanafueraenunabotelladelimonadaya lavezse lashabíabebidoynose lashabíabebido: lashabíabebidoen realidad,pero no en cuanto a Hugh o Yvonne se refería. Y antes de eso había habido dosmezcalesque,alavez,debióynodebióhaberbebido.¿Losospechabanellos?HabíaimploradoaCervantesquecallase.¿Acasoeltlaxcalteca,incapazderesistir,lohabíatraicionado?¿Dequéhabíanestadohablandoenrealidadmientrasélestuvoafuera?ElCónsullevantólosojosdelplatodemariscosymiróaHugh;Hugh,comoYvonne,alavezqueborracho,parecíaestarheridoyairado.¿Quésetraeríanentremanos?ElCónsulnohabíaestadoausentemucho tiempo(pensó),nomásdesieteminutosentotal, había reaparecido lavado y peinado—¡Dios sabe cómo!—, su pollo estabaapenas frío,mientrasque losdemásestabanacabándoseel suyo…¡Et tuBruto!ElCónsulsintióquelamiradaquelanzabaaHughseconvertíaenfríamiradadeodio.Sin alejar de él los ojos con los que lo taladraba, lo vio comohabía aparecido esamismamañanasonriente,elfilodelanavajaafiladobajolosrayosdelsol.Peroahorase adelantaba como para decapitarlo. Luego oscurecióse la visión y Hugh siguió

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avanzando,peronohaciaél.Envezdeello,devueltaenelruedoabalanzábasesobreun buey: ahora había cambiado su navaja por una espada. Tiró una estocada paraobligaraltoroaquecayeraderodillas…ElCónsulluchabacontraunaccesodeferozrabia casi irresistible. Temblando, sólo por este esfuerzo a su juicio—también elesfuerzoconstructivo,porelquenadieleconcederíacréditoalguno,paracambiardetópico—empalóunodelosmariscosconelpalilloyloblandióalavezquesilbabaentredientes.

—Ahorasabesquéclasedecriaturassomos,Hugh.Comemosseresvivientes.Eslo que hacemos. ¿Cómo puedes sentir respeto por la humanidad o tener creenciaalgunaenlaluchasocial?

A pesar de esto, al cabo de un momento Hugh pareció decir, remota ytranquilamente: —Vi una vez una película rusa sobre una sublevación depescadores…Capturaronenunaredauntiburónconuncardumendeotraespecieylo mataron… ¡Esto me pareció un símbolo bastante bueno del sistema nazi que,aunquemuerto,siguetragándosevivosaloshombresymujeresqueluchan!

—Lo mismo ocurre con cualquier otro sistema… Incluso con el sistemacomunista.

—Mira,Geoffrey…—Mira, Frijolillo—el Cónsul oía sus propias palabras—, tener en tu contra a

FrancooaHitleresunacosa,peroteneraActinio,Argón,Berilio,Disprosio,Niobio,Paladino,Praseodimio…

—Mira,Geoff…—…Rutenio,Samario,Silicón,Tántalo,Telurio,Terbio,Torio…—Mira…Tulio,Titanio,Uranio,Vanadio,Virginio,Zenón, Iterbio, Itrio,Circonio,porno

hablardeEuropioyGermanio…¡Hip!…¡yColumbio!…contratiycontratodoslosdemás,esotra—elCónsulacabósucerveza.

De súbito volvió a estallar afuera el trueno con estrépito y se desvaneció alalejarse.

A pesar de lo cual, Hugh parecía decir con voz tranquila, remota: —Mira,Geoffrey. Aclaremos esto de una vez por todas. El comunismo no es para mí,esencialmente, y sea cual sea su fase actual, un sistema. Es tan sólo una nuevaactitud, algoquepodrápareceronoalgúndía tannatural comoel airemismoquerespiramos.Meparecehaberoídoantesestafrase.Ytampocoloquetengoquedeciresoriginal.Dehecho,si tuviesequedecirlodentrodecincoañosquizáfueralisayllanamente frívolo. Pero hasta donde puedo saberlo, nadie ha invocado también aMatthew Arnold en apoyo de los argumentos propios. Así es que voy a citarte aMatthewArnold,enparteporquenocreesquepuedacitaraMatthewArnold.Peroenestoteequivocas.Miideadeloquellamamos…

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—¡Cervantes!—…esunaactitudqueenelmundomodernodesempeñaunpapelanálogoaldel

cristianismo en la antigüedad. Matthew Arnold dice, en su ensayo sobre MarcoAurelio…

—¡Cervantes,porCristo!…—«Lejosdeello,elcristianismoqueesosemperadores tratarondereprimirera,

segúnelconceptoquedeéltenían,algofilosóficamentedespreciable,políticamentesubversivoymoralmenteabominable.Comohombresloconsiderabansinceramentedemodomuysemejanteacomolagentebienequilibrada,entrenosotros,consideraalmormonismo;comogobernantes,loconsiderabandemodomuysemejanteacomolosestadistasliberales,entrenosotros,consideranalosjesuitas.Comounaespeciedemormonismo.

…—«constituidocomounavastasociedadsecretaconoscurosfinessubversivosde

carácterpolíticoysocial,fueloqueAntonioPío…—¡Cervantes!—«La causa eficiente e interna de esta representación estribaba, no cabe duda

alguna, enesto: enqueel cristianismoeraunanuevaactitudenelmundo romano,destinada a obrar en ese mundo como su disolvente: y era inevitable que elcristianismo…»

—Cervantes—interrumpióelCónsul—,¿eresoaxaqueño?—‘No,señor’,soytlaxcalteca;deTlaxcala.—¿Tlaxcalteca?—dijoelCónsul—.Bien,‘hombre’,¿nohayárbolesagobiados

porlosañosenTlaxcala?—‘Sí,sí,hombre’.Árbolesagobiadosporlosaños.Muchosárboles.—YOcotlán.ElSantuariodeOcotlán.¿NoestáesoenTlaxcala?—‘Sí,sí,señor,síelSantuariodeOcotlán’—dijoCervantes,regresandohaciael

mostrador.—¿YMatlalcuéyatl?—‘Sí,hombre’.Matlalcuéyatl…Tlaxcala.—¿Ylagunas?—‘Sí’…muchaslagunas.—¿Ynohayabundanciadepalmípedosenesaslagunas?—‘Sí,señor.Muyfuerte’…EnTlaxcala.—Bien;entonces—dijoelCónsulvolviéndosealosdemás—,¿quétienedemalo

miplan?¿Quélespasaatodosustedes?¿Novasdespuésdetodo,aVeracruz,Hugh?Depronto, en el umbral, unhombre comenzóa tocar airadamente laguitarray

unavezmásseacercóaCervantes:—«FloresNegras» es el nombrede esa canción—Cervantes estaba apuntode

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hacerunaseñaalguitarristaparaqueentrase—.Dice:«Sufroporquetuslabiossólomientenydanlamuerteconunbeso.»

—Dilequesevaya—ordenóelCónsul—.Hugh…‘¿Cuántos treneshaydedíaparaVeracruz?’

Elguitarristacambiódetonada.—Éstaesunacanciónranchera—dijoCervantes—,paralosbueyes.—¡Bueyes! Para bueyes ya hemos visto bastante por hoy.Dile que se aleje de

aquí, por favor —pidió el Cónsul—. ¡Dios mío! ¿Pero qué les pasa a ustedes?¡Yvonne!¡Hugh!…Esunaideaperfecta,delomáspráctica.Novenqueasímatamosdospájarosdeunapedrada…¡Cervantes,unapiedra!…TlaxcalaestáenelcaminoaVeracruz,Hugh,laveracruz…Éstaserálaúltimavezqueteveamos,miviejo…Porcuanto sé…Podríamoscelebrarlo.Vamos,nomepuedesmentir, te estoyviendo…TrasbordoenSanMartínTexmelucandeidaodevuelta.

Aislado,un truenoestallóentrecieloy tierra,precisamentefuerade lapuertayCervantesvinocorriendoconelcafé.Encendióunfósforoparasuscigarrillos:—‘Lasupersticióndice—sonrióyprendióotroparaelCónsul—,quecuandotresamigosprendensuscigarroconelmismocerillo,elúltimomuereantesquelosotrosdos.’

—¿TambiéntienenesasupersticiónenMéxico?—preguntóHugh.—‘Sí,señor’—asintióCervantesconlacabeza—,segúnlacreencia,cuandotres

amigosprendensucigarroconlamismacerilla,elúltimomuereantesquelosotrosdos.PeroenJaguerraesimposible,porquemuchossoldadossólotienenuncerillo.

—Feurstick—dijo Hugh, abrigando una segunda llama para el Cónsul—. Losnoruegostienenunnombremejorparaloscerillos.

Aumentabalaoscuridad;elguitarrista,segúnparecía,estabasentadoenunrincónconsusgafasoscuras;habíanperdidoelautobúsderegreso,siesquehabíantenidointenciones de tomarlo, el autobús que los iba a llevar a casa, a Tlaxcala, pero leparecióalCónsulquea lahoradelcafécomenzódeprontoahablardenuevoconlucidez, brillantemente y con facundia, que estaba, por cierto, en sumejor forma,hechoporelcual—estabaseguro—Yvonne,sentadafrenteaél,volvíaaser feliz.Feurstick, el vocablo noruego deHugh, seguía girando en su cabeza.Y el Cónsulhablabasobrelosindoarios,losiranios,yelfuegosacro,Agni,quebajódelcieloconsusfeursticksacudiendoalllamadodelsacerdote.Hablabadelsoma,Amrita,néctarde la inmortalidad, que alaba todo un libro del Rig Veda, del bhang, acaso muysemejantealmezcalmismo,ycambiandoaquídetópico,condelicadezahablabadearquitecturanoruega,omejordicho,decómolaarquitecturaenCachemiraeracasi,pordecirloasí,noruega;porejemplo,lamezquitadeHamadam,demadera,consusflechasaltasypuntiagudasysusornamentosquependíandelosaleros.HablabadelJardínBorda,enQuauhnáhuac,frentealcinedelosBustamanteydecuántosiempre,poralgunarazón,lerecordabalaterrazadelNishatBagh.ElCónsulhablabadelos

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dioses védicos que propiamente no eran antropomórficos, mientras que elPopocatépetl y el Iztaccíhuatl… ¿o acaso tampoco lo eran ellos? De cualquiermanera,elCónsulvolvíaahablaracercadelfuegosagrado,delfuegosacrificador,dela pétrea prensa para el soma, de los sacrificios de pasteles y bueyes y caballosdurante los cuales el sacerdote entona cánticos vedantas, de cómo los ritos de labebida, simple en sus orígenes, se tornaronmás complicados con el transcurso deltiempo, de cómo el ritual tenia que observarse con meticuloso cuidado, ya quebastaría un solo error—¡ti ji!—para que el sacrificio perdiese su validez. Soma,bhang,mezcal ¡ah,sí!elmezcal,volvíaaabordarnuevamenteese tema,ydeélsealejabacasicontantaastuciacomoantes.Hablabadelainmolacióndelasesposasydel hecho que, en la época a la que se refería, en Taxila, en la boca del Paso deKhyber, la viuda de un hombre quemuriese sin dejar descendencia podía contraermatrimonioporleviratoconsucuñado.DeprontoelCónsuldescubrióqueestablecíaunaoscura relación,apartede lapuramenteverbal, entreTaxilayTlaxcala:porquecuando aquel gran discípulo deAristóteles—Yvonne—,Alejandro, llegó aTaxila,¿acasonosepuso,al igualqueCortés,encomunicaciónconAmbhi,reydeTaxila,quien asimismo vio en la alianza con un conquistador extranjero una excelenteoportunidaddeacabarconunrival,enestecasonoMoctezumasinoelmonarcadePaurave que gobernaba el país entre Jhelma y el Chenab? Tlaxcala… El Cónsulhablaba, como Sir Thomas Browne, de Arquímedes, Moisés, Aquiles, Matusalén,CarlosVyPoncioPilato.HablabaelCónsulademásdeJesucristoo,mejordicho,deYusAsafque,segúnlaleyendadeCachemira,eraCristo…Cristo,quien,despuésdequelobajarondelacruz,marchóseaCachemiraenbuscadelastribusperdidasdeIsrael,ymurióallá,enSrinagar.

Perohabíaunligeroerror.ElCónsulnoestabahablando.Aparentementeno.ElCónsul no había dicho una sola palabra. Todo era una ilusión, un rotante caoscerebraldelquesurgióalalarga,alfinyalcabo,enesemismoinstante,rotundoeíntegro,elorden:

—Laaccióndeunlocoodeunborracho,Frijolillo—dijo—,odeunhombrequese hallaba bajo el reflejo de una violenta excitación, le parecemenos libre ymásinevitableaquienconocelacondiciónmentaldelhombrequeejecutóelacto,ymáslibreymenosinevitableaquiennolaconoce.

Eracomounapiezadepiano,eracomoaquelpequeñopasajeendobemolmenoren las teclas negras; era lo que, más o menos, según recordaba ahora, se habíapropuestorecordarcuandofueal‘excusado’,paratenerloalalcancedelamanoenelmomento requerido; tal vez era también como la cita que hizo Hugh deMatthewArnoldsobreMarcoAurelio,comoesapiezaque tan laboriosamenteaprendióuno,añosatrás,sóloparaolvidarlaprecisamentecuandolaqueríatocarhastaqueundíaseemborrachaba uno de tal modo que los dedos recordaban la combinación, y

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milagrosa,perfectamente,liberabaneltesorodelamelodía,sóloqueaquíTolstóinohabíapronunciadomelodíaalguna.

—¿Qué?—preguntóHugh.—Nadadeeso…Siemprevuelvoalgranoydenuevoabordo lacuestiónenel

puntoenquefueabandonada.¿Dequéotromodomehabríapodidomantenerdurantetanto tiempo en el cargo de Cónsul? Cuando carecemos en absoluto de lacomprensióndelascausasdeunacto(ymeestoyrefiriendo,encasodequetumentese haya desviado al tema de tu propia conversación, a los acontecimientos de estatarde)seanlascausasmalévolasovirtuosasodecualquieríndole,atribuimosalacto,según Tolstói, unmayor elemento de libre albedrío. Según Tolstói, pues, debimoshabersidomenosrenuentesaintervenirdeloquefuimos…

—«Todos los casos, sin excepción, en los que varía nuestro concepto del librealbedríoydelanecesidad,dependendetresconsideraciones»—dijoelCónsul—.Nopuedessustraerteaesto.

—Además,segúnTolstói—prosiguióelCónsul—,antesdejuzgaralladrón(sisetratadeunladrón)tendríamosquepreguntarnos¿cuáleseransusrelacionesconotrosladrones,suslazosdefamilia,sulugareneltiempo,sisabemoshastaeso,surelaciónconelmundoexterior,ylasconsecuenciasquedesembocanenelacto…¡Cervantes!

—Por supuesto que estamos perdiendo nuestro tiempo en descubrir todo estomientras el pobre diablo se muere en el camino —decía Hugh—. ¿Cómo nosmetimos en esto? Nadie tuvo oportunidad de intervenir sino hasta después derealizadoelacto.Ningunodenosotrosloviorobareldinero,segúntengoentendido.Detodosmodos,¿dequécrimenhablas,Geoff?Sihubieseotrocrimen…Yelhechodequenohiciésemosnadapordeteneralladrónnotienenadaqueverseguramenteconnohaberhechoalgoporsalvarlavidadeaquelhombre.

—Precisamente —dijo el Cónsul—. Hablaba, según creo, de interferencia engeneral. ¿Porquédebíamoshaberhechoalgopara salvar suvida?¿Acasono teníaderecho a morir si así lo deseaba?…Cervantes, mezcal; ‘no, parras, por favor…’¿Paraquéinmiscuirseenlosasuntosdelosdemás?Porejemplo,¿porquéhuboquiense metiera con los tlaxcaltecas, que eran perfectamente felices bajo sus árbolesagobiadosporlosaños,entrelospalmípedosdelaprimeralaguna…?

—¿Quépalmípedosenquélaguna?—O, tal vez más específicamente, Hugh, no hablaba de nada… Ya que,

suponiendoquearreglásemosalgo¡ahignoratioelenchi!,Hugh,esoesloquees.Olafalacia de suponer que un punto se comprueba o se refuta argumentando algo quecompruebao refuta algoqueno sediscute.Comoestasguerras.Porquemeparecequeennuestraépoca,encasi todoelmundo,hacemuchohadejadodeexistiralgofundamentaldetrascendenciaparaelhombre…¡Ah,ustedeslagentedeideas!

—¡Ah,ignoratioelenchi!…Porejemplo,todoestodeiralucharporEspaña…¡y

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por la pobre China indefensa! ¿Acaso no puedes ver que hay una especie dedeterminismoeneldestinodelasnaciones?Alalargaparecequeatodaslestocaloquemerecen.

—Bien…Una ráfaga de viento aulló, horrísona, por la casa, semejante a un norte que

merodearaentrelasredesdetenisenInglaterra,haciendotintinearsusaros.—Noprecisamenteoriginal.—HacenomuchotiempofuelapobrecitaeindefensaEtiopía.Antesdeesto,la

pobrecita e indefensa Flandes. Por no decir nada, claro, del pobrecito e indefensoCongo Belga. Y mañana será la pobrecita e indefensa Latvia. O Finlandia. O lafregada. O hasta Rusia. Lee la historia. Vuelve mil años atrás. ¿De qué sirveintervenir en su curso inservible y estúpido?Semejante a una barranca atestada dedesechosqueserpeaatravésdelasedadesydesapareceen…¡PorDios!,¿quétienequevertodalaheroicaresistenciaqueofrecenpobresnacionespequeñaseindefensasque, en primer lugar, se han vuelto indefensas por alguna razón criminal y biencalculada…

—¡Carajo!Yotedijeeso…—…con la supervivenciadel espírituhumano.Nadadenada.Menosquenada.

Países,ycivilizaciones,imperios,grandeshordasperecensinrazónalguna,ysualmay significado perecen junto con ellos para que algún anciano del que quizá nuncahayas oído hablar y que nunca oyó hablar de ellos, que se derrite en Tombuctú ycomprueba la existencia del correlativo matemático del ignoratio elenchi coninstrumentosanticuados,puedasobrevivir.

—¡Cristo!—dijoHugh.—BastaconqueregresesalaépocadeTolstói…Yvonne,¿adondevas?—Afuera.—Luego fue el pobrecito e indefenso Montenegro. La pobrecita e indefensa

Servia. O poquitín antes, Hugh, de tu Shelley, cuando fue la pobrecita Greciaindefensa…¡Cervantes!…Comovolveránaocurrir, ¡por supuesto! ¡O lapobrecitaCórcegaindefensadeBoswell!SombrasdePaoiyMonboddo.Padrotesymariconesendefensadelalibertad.Comosiempre.YRousseau—noeldouanier—sabíaqueestabadiciendotonterías.

—¡Yyoquisierasaberquécarajocreesestardiciendo!—¿Porquénopuedelagenteocuparsedesusmalditosasuntos?—¿Odecirloquepiensan?—Era otra cosa, te lo concedo. La deshonesta racionalización que las masas

hacen del motivo, justificación del vulgar prurito patológico. De los motivos deinterferencia;lamitaddeltiemposetratameramentedeunapasiónporlafatalidad.Curiosidad. Experiencia…muy natural… Pero nada, en el fondo, constructivo en

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realidad, sólo aceptación, ¡una mezquina y despreciable aceptación del estado decosasquenoshalagaalhacernossentirasínoblesoútiles!

—Pero,¡Diosmío!,esprecisamentecontra talestadodecosaspor loquegentecomolosrepublicanos…

—¡Peroconcalamidadesalcabodelalucha!Debehabercalamidades,porquedeno ser así, quienes se inmiscuyeran tendrían que volver atrás y asumir susresponsabilidades,paravariar…

—¡Nadamásdejaquesobrevengaunaguerraverdaderayentoncesveráscómosonenrealidaddesanguinarioslostiposcomotú!

—Esonuncabastaría.TodalagentecomotúquehabladeiraEspañaydelucharpor la libertad… ¡Cervantes!…debería aprenderse dememoria lo que dijoTolstóiacercadeesoenLaguerraylapaz,aquellaconversaciónconlosvoluntarioseneltren…

—Pero,detodosmodos,esofueen…—Quierodecir,cuandoelprimervoluntarioresultóserunfanfarróndegenerado

queteníalaconvicción,despuésdehaberbebido,deestarrealizandoalgoheroico…¿Dequéteríes,Hugh?

—Esgracioso.—Yelsegundoerauntipoquelohabíaintentadotodoyentodohabíasidoun

fracaso. Y el tercero…—Yvonne regresó de súbito, y el Cónsul, que hasta ahorahabía estado gritando, bajó un poco la voz—; un artillero, fue el único que alprincipioleimpresionófavorablemente.Ynoobstante,¿quéresultóser?Unsimplecadetequehabíafracasadoensusexámenes.Todos,ves,inadaptados;todos,buenosparanada;cobardes,micos,lobosmansos,parásitos;todosycadauno,sinexcepción,temerososdeenfrentarseasusresponsabilidades,delucharporsuscausas,dispuestosairacualquierparte,comobienloadvirtióTolstói…

—¿Flojos?—preguntóHugh—,¿AcasoKatamasov,oquienquieraquehayasido,nocreíaquelaaccióndeaquellosvoluntariosera,sinembargo,expresióndetodaelalmadelpuebloruso?…Fíjate,medoyperfectacuentadequeuncuerpodiplomáticoquesimplementepermaneceenSanSebastiánesperandoaqueFrancoganepronto,envezderegresaraMadridparadecirlealgobiernobritánicolaverdaddeloqueestáocurriendorealmenteenEspaña,¡nopuedeestarformadoporflojos!

—¿AcasotudeseodelucharporEspaña,porcualquiersimpleza,porTombuctú,porChina,porlahipocresía,porcualquierpendejada,porcualquierabracadabraqueaunoscuantosatarantadoshijosdelafregadaselespegalaganadellamarlibertad…aunqueenrealidadnoesnadadeeso…

—Si…—SienrealidadhasleídoLaguerraylapaz,segúnlopretendes,terepito,¿por

quénotienesbastantesentidocomúnparaaprovecharsusenseñanzas?

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—Cuandomenos—dijoHugh—laheaprovechadolobastanteparadistinguirladeAnaKarénina.

—Bien, pues Ana Karénina… —interrumpióse el Cónsul—. ¡Cervantes! —yaparecióCervantes con su gallo de pelea que a todas luces dormía profundamentebajosubrazo.

—‘Muyfuerte’‘muyterrible’—dijoatravesandoelcuarto—,‘unbruto’.—Perosegúnlodejéentender,ustedes,montóndepuercos,óyemebien,ninguno

deustedesseocupamejordesuspropiosasuntosensupropiapatria,pornohablardelosdemáspaíses.Geoffrey,querido,¿porquénodejasdebeber?,noesdemasiadotarde—y todas esas cosas. ¿Por qué no es demasiado tarde? ¿Lo dije yo? ¿Quédecía?ElCónsulseoíahablar,casisorprendidoporestarepentinacrueldad,poresavulgaridad. Y en un momento más iba a ponerse peor—. Creía que todo habíaquedadotanespléndidaylegalmentearreglado,quesíerademasiadotarde.Sólotúinsistesenquenoesasí.

—¡Oh,Geoffrey!…¿AcasoeraelCónsulquiendecíaesto?¿Debíadecirlo?…Asíparecía.—Porlo

queatiteconsta,sóloelconocimientodequecertísimamenteesdemasiadotardeesloquememantienevivo…Todosustedes son iguales,Yvonne, Jacques; tú,Hugh,todostratandeinmiscuirseenlavidadelosdemás,deinmiscuirse,deinmiscuirse…¿Por qué había de inmiscuirse alguien con el joven Cervantes aquí presente, porejemplo;porquéhaberledespertadointerésenlaspeleasdegallos?…yprecisamenteeso es lo que está acarreando los desastres que afligen al mundo, para llevar unargumento a sus últimas consecuencias; sí, ¡y vaya argumento!, y todo porque notienenlasabiduríani lasencilleznielvalor,sí,elvalorde tomarcualquierade,detomar…

—Mira,Geoffrey…—¿Qué has hecho tú alguna vez por la humanidad, Hugh, con toda tu oratio

obliquasobreelsistemacapitalista,sinohablarymedrargraciasaélhastahacerquetualmahieda?

—¡Cállate,Geoff,porloquemásquieras!—¡Poresomismoapestaelalmadeustedesdos!¡Cervantes!—Geoffrey, por favor, siéntate —pareció que dijo, aburrida, Yvonne—, estás

dandounverdaderoespectáculo.—Nonoescierto,Yvonne.Estoyhablandomuytranquilamente.Comocuandote

pregunto:¿quédiabloshashechoporalguienquenoseastúmisma?—¿debíadeciresto el Cónsul? Lo estaba diciendo; lo había dicho—; ¿Dónde están los hijos quepude haber deseado? Puedes suponer que pude haberlos deseado. Ahogados. Conacompañamiento del traqueteo demil irrigadores vaginales. ¡Pero fíjate bien, tú almenos no pretendes amar a la «humanidad», ni así de poquito! Tú ni siquiera

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necesitasunailusión(aunquepordesgraciaabrigasalgunas)queteayudeanegarlaúnica función buena y natural que tienes. ¡Aunque, pensándolo bien, tal vez fuesepreferiblequelasmujeresnotuvieranfunciónalguna!

—¡Noseastancerdo,Geoffrey!—Hughselevantó.—Quédatedondeestás—ordenóelCónsul—.Porsupuestoqueveoelromántico

aprietoenqueseencuentranambos.PeroaunqueHughvuelvaaaprovecharlohastaelmáximonopasarámuchoantesdequesedécuentadequeélessólounodeloscientosy tantosmamatetasconagallasdebacalaoyvenasdecaballodecarreras…pujantestodoscomocualquiercabrón,calientescomomacacos,salacescomolobosenbrama.No,unobasta…

Unvaso,porfortunavacío,cayóalsueloysehizoañicos.—Comosiarrancarabesosderaízyluegocolocasesupiernasobreelmuslode

ellaysuspirase.¡Vayadivertidalaquedebenhabersedadoambostodoelsantodíasobándose lasmanosycachondeándose tetasychichis, sopretextode salvarme…!¡Jesús!Pobrecitodemítanindefenso,nohabíapensadoeneso.Pero,¿ven?,todosereduce a algo perfectamente lógico: también yo traigo entre manos mi mezquinaluchapor la libertad. ¡Mami,déjamevolver al lindoburdel!Alládonde tañenesostriques,eltrismoinfinito…

—Cierto,hesentido la tentacióndeproponerlespaz.Mehanengañadoconsusofertas de un paraíso sobrio y sin alcohol. Cuando menos, supongo que por esosrumbos han andado rondando todo el día. Pero ahora he tomadomi decisión, unainsignificante y melodramática decisión, en la medida en que he podido, pero hepodido.¡Cervantes!Quelejosdedesearlo,muchísimasgracias,alcontrario,elijo…Tlax…—¿endóndeestaba?—Tlax…Tlax…

… Casi era como si se encontrase en aquel negro andén descubierto de laestación,adondehabíaacudido—¿deverashabíaacudido?—aqueldía,despuésdehaberbebidotodalanoche,pararecibiraLeeMaitlandqueregresabadeVirginiaalas 7.40 de lamañana, había acudido ligero y con paso ágil, y en aquel estado deánimoenelqueciertamentesedespiertaelángeldeBaudelaire, talvezdeseosodeesperaralostrenes,peronoalostrenesquesedetienen,puesenlamentedelángelnoexistentrenesquesedetengan,ydetalestrenesnadiebaja,nisiquieraotroángel,ni siquieraunángel rubio comoLeeMaitland. ¿Estaba retrasadoel tren? ¿PorquéestabaelCónsulpaseándoseporelandén?¿EraelsegundooeltercertrendelPuentedeSuspensión?…¡Suspensión!…—Tlax…—repitióelCónsul—.Elijo…

Estabaensucuarto,ydeprontoenestecuarto,lamateriasedislocó;unpicaportesehallabaaciertadistanciadelapuertaalaquecorrespondíaSolitaria,unacortinaentróflotandohaciaelinterior,desprendidaysinestarsujetaanada.OcurrióselealCónsulque lacortinahabíavenidoaestrangularlo.Unmetódico relojitodetrásdelbar le volvió a su juicio con su fuerte tic-tac:Tlax: tlax: tlax: tlax…Las cinco y

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media.¿Apenas?—¡Carajo!—profirióabsurdamente—.Porque…—sacóunbilletedeveintepesosylopusosobrelamesa.

—Meencanta—lesgritódesdeafuerapor laventanaabierta.Cervantes seguíadetrás del mostrador, mirándolo asustado y sujetando su gallo—. Me encanta elinfierno.Semehacetardepararegresaraél.Dehecho,voycorriendo,yacasiestoydevueltaenél.

Ycorría,enefecto,apesardesucojera,gritándolesenloquecido,yloraroeraquenohablabaverdaderamenteenserioalcorrerhaciaelbosquequecadaveztornábasemás sombrío y tumultuoso por encima de su cabeza… Sopló entonces desde elbosqueunaráfagadevientoy,lloroso,elpirulrugió.

Detúvose al cabo de un rato: todo estaba en calma. Nadie lo había seguido.¿Acasoerabuenoeso?Sí,eraalgobueno,pensó,conelcorazóndesbocado.Ypuestoqueeratanbueno,tomaríaelcaminodeParián,alFarolito.

Anteél,clivosos, losvolcanesparecíanhaberseacercado.Erguíansedominandola selva y se adentraban en el cielo cada vezmás bajo… sólidos intereses que semovíaneneltrasfondo.

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XI

Crepúsculo. Remolinos de aves verdes y anaranjadas desparramábanse en lasalturas,girandocadavezconmayoramplitudcualcírculosenelagua.Doscerditosalgalopeseperdieronenlatolvanera.ConlagraciadeRebeca,unamujerquellevabaequilibradosobrelacabezauncántaropequeñoyligero,pasóconrapidez…

Luego,despuésquehubierondejadoatrásel‘SalónOfelia’,asentóseelpolvo.Ysucamino,quellevabaalbosqueatravesandoporelestruendodelaguayjuntoalosbañosdonde,temerarios,sedemorabanlosúltimosbañistas,sehizorecto.

Directamente frente a ellos, hacia el nordeste, se erguían los volcanes tras loscualesremontábansesincesaraloscielososcurosnubarrones.

…Latempestad,queyaenviabasusavanzadillas,debíahaberestadomoviéndoseenformacircular:laverdaderaembestidaquedabaporvenir.Mientrastanto,secalmóel viento y volvió la luminosidad, aunque ya el sol se había ocultado tras ellos,ligeramentealaizquierda,enelsudoeste,dondeunresplandorencarnadoseabríaenformadeabanicoporencimadesuscabezas.

ElCónsul no había estado en el ‘TodosContentos yYoTambién’.Y ahora, altravés del cálido crepúsculo, Yvonne, precediendo a Hugh, caminaba adrededemasiadoaprisaparanotenerquehablar.Sinembargo,lavozdeHugh(comoantesesemismodíaladelCónsul)laperseguía.

—Sabesperfectamentebienquenovoyahuiryaabandonarlo—dijoYvonne.—¡PorCristo!¡Estonuncahabríaocurridosiyonohubieseestadoallí!—Probablementehabríaocurridoalgunaotracosa.La selva cerróse sobre sus cabezas y desaparecieron los volcanes. Empero, no

caían aún las tinieblas. Del agua que corría junto a ellos emanaba un resplandor.Brillando como estrellas en la penumbra, enormes flores amarillas con aspecto decrisantemoscrecíanaambosladosdelagua.Labuganviliasilvestre—decolorrojoladrillo en lamedia luz—, y ocasionalmente algún arbusto de blancas campánulasconlaslengüetashaciaabajo,saltabanasuencuentro,ydevezencuandounletreroclavado a un árbol, puntiaguda y desteñida flecha, apuntaba con palabras apenasvisibles:‘alaCascada’.

Más adelante, rejas de arados fuera de uso y algunos chasis retorcidos yherrumbrososdecochesnorteamericanosabandonados,formabanunpuentesobreelaguaqueseguíacorriendoalaizquierda.

Elrumordelascataratasquequedaronatrásconfundíaseconeldelacascadadeadelante. Rocío y humedad impregnaban el aire. A no ser por el fragor, casi sehubiesepodidooírelcrecerde lascosasmientrasel torrenteseprecipitabaentreelfollajehúmedoyespesoquesurgíapordoquierenelterrenodealuvión.

Deprontovolvieronaverelcielosobresuscabezas.Lasnubes,queyanoeran

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rojas, tornáronse de un extraño azul blanquecino, masas profundas y montonesflotantes,comosimásqueelsol,lasiluminaralaluna,yentreellasseguíarugiendoelprofundocobaltoinsondabledelatardecer.

Allá en lo alto volaban majestuosas las aves que ascendían cada vez más.¡InfernalesavesdePrometeo!

Eran loszopilotesqueen la tierradisputanentresíysemancillanconsangreeinmundicias, pero que no obstante son capaces de ascender de esta manera porencimadelastempestadeshastaalturasreservadassóloalcóndorsobrelacimadelosAndes…

Haciaelsudoesteflotabalaluna,preparándoseaseguiralsoltraselhorizonte.Ala izquierda, entre losárbolesque sealzabanallendeel agua, surgíanbajascolinascomolasquehabíaalterminarlacalleNicaragua:purpúreasymelancólicas.Alpiede estos cerros, tan cercanos que Yvonne podía escuchar débiles crujidos, en loscampos inclinadosmovíase el ganado entremaizales de dorado tinte ymisteriosastiendasrayadas.

Anteellos,elPopocatépetlyelIztaccíhuatlcontinuabandominandoelnordeste,aunquedeambospicosquizásfueseahoraelmáshermosolaMujerDormida,consucimadentadacubiertadenievesanguinolentaquesedesvanecíaantesusmiradasalfustigarla las sombrasmás oscuras color de roca, mientras que su cumbre parecíaflotarenelaireentregrumososnubarronesqueascendíansincesar.

¡Chimborazo, Popocatépetl —así decía el poema que gustaba al Cónsul—habíanle robado el corazón! Pero en la trágica leyenda indígena, el Popocatépetlresultabaser,extrañamente,elsoñador:elfuegodesuamorguerrero,quenuncaseextinguióenelcorazóndelpoeta,ardíaparasiempreporIztaccíhuatl,aquienperdiótanprontocomolahuboencontrado,yalaquevelabaensusueñosinfin…

Habían llegado al final del claro, donde el camino se dividía en dos sendas.Yvonnevaciló.Apuntandohacia la izquierda, esdecir, como si fueraderecho,otravetustaflechaclavadaaunárbolrepetía:‘alaCascada’.Perounaflechasemejanteenotroárbolapuntabaendirecciónopuestaalacorriente,auncaminoqueibahacialaderecha:‘aParián’.

Ahora sabía Yvonne dónde estaban, pero la alternativa, los dos senderos,extendíanse ante ella a ambos lados como los brazos —ocurriósele la ideaextrañamentedislocada—deuncrucificado.

De escoger el camino de la derecha, llegarían mucho antes a Parián. Por otraparte,elsenderoprincipal los llevaríaa la largaalmismositio,y(locualconveníamás)pasandocuandomenosporotrasdoscantinas.

Optaronporlasendaprincipal:lastiendasrayadasylosmaizalesdesaparecierondelavistayvolviólamalezaconsuterrosoaromahúmedoyleguminosoquesurgíaenvolventejuntoconlanoche.

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Estecamino(pensóYvonnedespuésdesaliraalgocomounacarreteraprincipalcercanaaunrestaurantecantinallamadoElRonPopo,o‘ElPopo’)cortaba,alseguir—siesquepodíaserconsideradoelmismocamino—enángulorecto,porelbosque,hastaParián,pasandopor‘ElFarolito’,quehubierapodidoserelsombríotravesañodelquependiesenlosbrazosdelcrucificado.

Elestruendodelascataratascercanasresonabaahoracomoeldespertardecincomil gritos de perdices, arrastrado por el viento en una sabana deOhio; sobre ellasprecipitábaseconfuriaeltorrente,alimentadoríoarriba,donde,enlariberaizquierdaquesetransformabadesúbitoenungranmurodevegetación,brotabaelagua,enelcaudalentrematorrales festoneadosdecampanillasdemayoralturaque losárbolesmás altos de la selva. Y era como si la vertiginosa corriente arrastrase también alespíritu, junto con los árboles arrancados de cuajo y los destrozados arbustos endesorden,haciaaquellaúltimacaída.

Llegaron a la pequeña cantina ‘El Petate’. Surgiendo a corta distancia de lasestruendosas cataratas, con su hospitalaria luz que se filtraba por las ventanas ybrillabaenelcrepúsculo,sóloestabanenella(yaladvertirloelcorazóndeYvonnepalpitó y se abatió, volvió a palpitar y a abatirse) el cantinero y dos mexicanos,pastoreso labriegos,reclinadosenelmostradoryatentosasupropiaconversación.Sus bocas se abrían y cerraban sin emitir sonido alguno y sus manos morenastrazabandibujosenelaireconcortesesademanes.

‘ElPetate’, quedesdedondeYvonne estabaparecíauna especiede complicadaestampilla, con sus muros exteriores sobrecargados de los inevitables anuncios deMoctezuma,Criollo,Cafiaspirina,Mantholatum—‘¡noserasquelaspicadurasdelosinsectos!’—eracasicuantoquedaba,segúnleshabíanreferidoaellayalCónsul,delantañoprósperopueblodeAnochtitlán,queséincendióyqueotroraextendíasehaciaeloeste,delotroladodelacorriente.

Enelensordecedorestrépito,Yvonneaguardóafuera.Desdequesaliódel‘SalónOfelia’hastaahora,Yvonnehabíasentidoquelamásabsolutaindiferencialaposeía.PeroahoraqueHughformabapartedelaescenaenla‘cantina’(hacíapreguntasalosdos mexicanos, describía la barba de Geoffrey al cantinero, describía la barba deGeoffreyalosmexicanos,hacíapreguntasalcantinero,elcualcondosdedosimitababurlónunabarbaensurostro)sediocuentadequesereíaconinhumanascarcajadas;al mismo tiempo sintió locamente como si el rescoldo de algo en su interior sehubieseincendiado,comosiacadainstantetodosuserestuvieseapuntodeestallar.

Retrocedióunpaso.Habíatropezadoconunobjetodemaderacercade‘ElPetate’queparecióechárseleencima.Segúnpudoveralaluzqueemanabadelasventanas,eraunajaulaendondehabíaunagranaveacurrucada.

Era un aguilucho al que había espantado y que ahora tiritaba en la humedad ylobreguezde suprisión.La jaulahallábaseentre la ‘cantina’yunárbol chaparroy

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tupido:enrealidad,dosárbolesqueseabrazaban:un‘amate’yun‘sabino’.Labrisarociaba con partículas de agua el rostro de Yvonne. Sonaba el estrépito de lascataratas. Las raíces entrelazadas de ambos árboles amantes corrían sobre la tierrahacialacorrientealaquebuscabanenéxtasis,aunquenolanecesitasenenrealidad;bienpodían las raíceshaberpermanecidoendondeestabanporqueen tornoaellassuperábaselanaturalezaenextravagantefructificación.Allendelosmásaltosárbolesescuchábaseuncrujido,undesgarramientorebeldeyunrechinarcomodecordaje;lasramas,cualbotalones,seagitabansombríasyrígidassobresucabezaconsusgrandeshojasdesplegadas.Unaatmósferadenegraconspiración,comolaqueinvadelabahíaantesdelatempestadcuandoestánancladoslosbarcos,sentíaseenlosárboles,entrelosquefulgióde,repente,alláenloaltodelasmontañas,elrelámpago;ylaslucesdela‘cantina’vacilaronhastaapagarse;encendiéronseysevolvieronaapagar.Peronosiguió el trueno. La tempestad volvía a estar lejos. Yvonne esperó con nerviosotemor:laslucesseencendieronyHugh—¡asíeranloshombres,ohDios!,aunquetalvez ella tenía la culpaporhaberse rehusadoa entrar—se tomaba rápidamenteunacopa con los mexicanos. Y allí seguía el ave, forma furiosa y sombría de alasgigantescas, microcosmos de fieras desesperanzas y sueños, y recuerdo de altosvuelos sobre el Popocatépetl, kilómetro por kilómetro, para descender a través deldesiertoyposarsevigilanteen losárboles fantasmagóricosde losasolados linderosde la montaña. Con mano apresurada y temblorosa Yvonne comenzó a desatar lajaula.Elavesalióaleteandoyseposósobresuspatas,volóalaazoteade‘ElPetate’y luego emprendió el ascenso a través de la penumbra, aunque no al árbol máscercano, como hubiera podido suponerse, sino—Yvonne tenía razón, el aguiluchosabía que estaba libre—hacia las alturas, con un súbito despliegue de sus alas, allímpidocielodesombríoazulprofundo,endonde,enestemismoinstanteaparecióuna estrella. Yvonne no sintió remordimiento alguno. Sólo un inexplicable triunfosecretoyunalivio:nadiesabríajamásqueellalohabíahecho;yluegolainvadióunafurtivaytotalsensacióndepérdidaycongoja.

La débil luz de las lámparas se reflejaba entre las raíces de los árboles; losmexicanos, en el umbral de la puerta, junto aHugh, indicaban elmal tiempo conmovimientosdecabezayapuntabanhaciaelcamino,mientrasqueenel interior,elcantineroseservíaunacopadeunabotellaquehabíasacadodedebajodelmostrador.

—¡No!…—gritóHughparadominarel estruendo—.Noestuvoallíparanada.Busquemosenelotrolugar.

—…—¡Enelcamino!Despuésde‘ElPetate’,elsenderosedesviabaaladerechaypasabajuntoauna

perreraendondeestabaencadenadounosohormigueroqueconelhocicohurgabaenlanegratierra.HughtomóaYvonnedelbrazo.

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—¿Veselosohormiguero?¿Teacuerdasdelarmadillo?—¡Noheolvidadonada!Yvonnecontestóesto,mientrasigualabansuspasossinsaberconprecisiónloque

habíaqueridodecir.Montaracescriaturassalvajespasabanjuntoaellosocultasentrelamaleza, y por doquieraYvonne buscaba en vano su águila con la esperanza devolverlaaver.Laespesuraseaclarabapocoapoco.Pudriéndose, lavegetación losrodeabayenelaireflotabaunhedordecorrupción;labarrancanodebíadequedarmuylejos.Luego,extrañamente,comenzóasoplarunvientecillocálidoydulzónylasendaseangostó.LaúltimavezqueYvonnerecorrióestosparajeshabíaescuchadounchotacabras.Uip-pur-uil,uip-peri-uil,decíaqueensupaíslavozquejumbrosaysolitaria de la primavera, invitándola a volver a casa… ¿adónde? ¿Al hogar de supadre enOhio? ¿Yqué estaba haciendo este chotacabras tan lejos de casa, en esteoscurobosquemexicano?Pero,comoelamorylasabiduría,elavenoteníasedefija;y talvez,comoañadiódespuéselCónsul,preferíaestaraquíquearrastrándoseporCayena,dondesesuponíaqueinvernara.

Ascendieronyseacercaronaunclaroenloaltodeunaloma;Yvonnepodíaverelcielo.Peronolograbadominarse.Elaspectodelcielomexicanosevolvíaextrañoylasestrellasleenviabanestanocheunmensajemássolitarioaúnqueelevocadoporelchotacabrassinnido.¿Porquéestamosaquí—parecíandecir—enlugarindebidoyposiciónindebida,tanlejos,tanlejos,tanlejosdecasa?¿Dequécasa?¿Cuándonohabía ido Yvonne a casa? Pero las estrellas, con su sólo ser, la consolaban. Ycaminando, caminando, sintió que volvía a invadirla la sensación de indiferencia.AhorasehallabanellayHughenunpromontorioquelespermitíaver,porentrelosárboles,lasestrellaspróximasalhorizonteoccidental.

Escorpiónestabaapuntodeocultarse…Sagitario,Capricornio;¡ah!,despuésdetodo, allí estaban en su lugar sus configuraciones, correctas de inmediato,identificadas,consuprístinageometríacentelleante,impecables.Yestanoche,comohacíacincomilaños,saldríanyseocultarían:Capricornio,Acuario,conFormalhautsolitario;Piscis;yAries;TauroconAldebaránylasPléyades.«CuandoEscorpiónseoculta en el sudoeste, las Pléyades se levantan en el nordeste.YCeto, la Ballena,Mira.» Esta noche, como hace muchos siglos, la gente repetía estas palabras, ocerrabasuspuertas,huyendodelasestrellasconacongojadaagoníaoseacercabaaellasparadeciramorosamente:«Aquéllaesnuestraestrella,tuyaymía.»Oconellasseorientabamásalládelasnubeso,extraviadaenlosmaresodepieenelcastillodeproaybañadaporlabrisamarina,desúbitolasmirabamecerse;poníaenellassufeosu falta de fe; dirigía hacia ellas, en mil observatorios, los débiles telescopios encuyas lentes nadaban enjambres de estrellas y nubes de astros oscuros y muertos,catástrofesdesolesquehabíanestallado,o lagigantescaAntaresque rabiabahastaextinguirse,ardienterescoldoperoquinientasvecesmayorqueelsolqueiluminala

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tierra.Ylatierramismaquesiguegirandosobresueje,rotandoentornodeaquelsol,yelsolquegiraentornoalaruedaluminosadeestagalaxia,lasruedasincontables,inconmensurables y cubiertas de joyas de incontables e inconmensurables galaxiasquegiran,giran,giranmajestuosamenteenloinfinito,enlaeternidad,durantetodolocual la vida seguía su curso.Muchodespués de queYvonnemuriese, los hombresseguirían leyendo todo esto en el cielo nocturno, y a medida que la tierra girasedurante aquellas lejanas estaciones y ellos contemplasen las constelaciones queseguían ascendiendo, culminando, poniéndose para volver a surgir—Aries, Tauro,Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra y Escorpión, Capricornio cabra marina, yAcuario,portadorde lasaguas,Piscis,y luego,denuevoy triunfalmente ¡Aries!—¿acasonoseguiríantambiénellospreguntándoselaeterna,lainsolubleinterrogante?:¿para qué? ¿Qué fuerza mueve a esta sublime maquinaria celeste? Escorpión seoculta…Yascienden—pensóYvonne—invisibles tras losvolcanes,aquellascuyaculminación tiene lugar hoymismoamedianoche al ocultarseAcuario; y algunoscontemplaríantodoestoconsensacióndefugacidad,aunquesintiendorefulgirensualmaporunmomentoelbrillodiamantinodelosastros,tocandotodoaquelloqueenlamemoriaesdulceonobleovalerosooaltivo,mientrasenlasalturasaparecerían,volandolevementecomoparvadadeavesrumboaOrión,lasbenéficasPléyades…

Las montañas, que antes habían desaparecido, volvieron a surgir ahora alláadelante,mientrasamboscaminabanporelbosquecadavezmenosespeso.Yellonoobstante,Yvonneseguíaquedándoseatrás.

Alolejos,enelsudeste,elcuernoinclinadodelaluna,pálidacompañeradeesamismamañana,ocultábasealfineYvonnelaobservaba—¡muertahijadelatierra!—con extraña y hambrienta súplica. El Mar de la Fecundidad, con su forma dediamante,elMardelNéctar,pentagonal,yFrascatorioconsumuroalnortequesehabía derrumbado, la gigantesca muralla occidental de Endimión, elíptica en laextremidad poniente; las montañas de Leibniz en el Cuerno del Sur y, al este deProclo, el Pantano de un Sueño. Hércules y Atlas seguían allí, en mitad delcataclismo,allendenuestrosaber…

Lalunahabíadesaparecido.Unaráfagadecálidovientosoplósobreelrostrodeambosyenelnordesteseencendióelrelámpago,blancoydesgarrado;lacónico,eltruenorugió,cualaludensuspenso…

Empinándose, el sendero inclinóse aún más hacia la derecha y comenzó aserpentearentreárbolesdesperdigadosque,altosysolitarios,hacíandecentinelas,yentreenormescactoscuyasespinosasmanosdeinnúmerascontorsionesobstruyeronlavistaporambos ladoscuandoel senderodiovuelta.Habíaoscurecido tanto,queresultó sorprendente no encontrar la noche más tenebrosa en el mundo allende laselva.

Noobstante,elespectáculoquevieronsusojosalsaliralcaminofueaterrador.

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Lasmasasdenegrosnubarronesseguíanascendiendoenelcielocrepuscular.Muchomás arriba, a gran altura, a una altura aterradora, negras aves incorpóreas, queparecíanmás bien esqueletos de aves, flotaban en el aire. Y a lo largo de toda lacúspide del Iztaccíhuatl, oscureciéndolo, soplaban las nevascasmientras que, en labase,apiñábanseloscúmulos.PerotodalaescarpadasiluetadelPopocatépetlselesechaba encima, parecía viajar con las nubes, asomarse al valle, en una de cuyasladerasbrillaba,resaltandomercedalaextrañamelancolíadelaluz,unaminúsculacimarebeldeenlaquehabíaunpequeñocementerio.

Hervíaenelcementeriounamultitudquesóloresultabavisibleporlaluzdelasvelas.

Perodeprontofuecomosiunheliógrafoderelámpagostartamudeasemensajesatravésdelmontarazpaisaje;YvonneyHughdistinguieron,congeladas,lasdiminutasfiguras blanquinegras. Y luego, mientras esperaban el estallido del trueno, lasescucharon: el viento impelía desde las alturas sus débiles gritos y lamentos. Losdolientescantabanjuntoalastumbasdesusdeudos,tocabanensordinasusguitarraso rezaban. Un rumor semejante a un repiqueteo de campanas, un fantasmagóricotintineo,llegóhastasusoídos.

Peroeltitánicorugidodeuntruenoloahogóyretumbandoporlosvallesperdióseen ladistancia.Elaludcomenzaba.Y,sinembargo,noapagaba la luzde lasvelas.Seguían brillando, impávidas, y algunasmovíanse en la procesión.Algunos de losdolientesbajabanenfilaporlaladera.

Yvonnnesintiócongratitudeldurocontactodelcaminobajosupie.Laslucesdel‘HotelyRestauranteElPopo’seencendieron.Enloaltodeunacocheracontigua,unletreroluminosoapuñalabalaoscuridad:Euzkadi.Deunaradiocercanaescapabaconincreíblevelocidadunafrenéticamúsicadejazz.

Estacionadosfueradelrestaurante,formandounafilaanteelcallejónsinsalidaenlalindedelbosque,algunosautosdefabricaciónnorteamericanadabanallugaralgodel aire de espera y retraimiento que en la noche tienen las fronteras; y había, enefecto, una especie de frontera no lejos de allí, donde la barranca, provista de unpuente en las afueras de la antigua capital, marcaba la línea divisoria entre losestados.

Porunmomento, elCónsul apareció sentadoenelporche, cenando tranquiloysolitario. Pero sólo ella lo vio. Yvonne y Hugh se deslizaron por entre las mesasredondas y llegaron hasta el equívoco bar en donde el Cónsul estaba sentado,frunciendo el ceño, con tres mexicanos. Pero nadie sino Yvonne lo advirtió. ElcantineronohabíavistoalCónsul.Ni tampocoelayudantedeladministrador—unjaponés inusitadamente alto que también fungía de cocinero— que reconoció aYvonne. Sin embargo,mientras negaban haberlo visto (y aunque ya para entoncesYvonnehabíadecididoqueélestabaen‘ElFarolito’),elCónsuldesaparecíaencada

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rincónysalíaporcadapuerta.Algunasmesascolocadasenelpisodemosaicoenelexterior del bar hallábanse desiertas y, no obstante, también aquí se hallabaimprecisamentesentadoelCónsul,queseponíadepiealverlosacercarse.Yafuera,en el patio trasero, fue el Cónsul quien empujó hacia atrás la silla en que estabasentadoyadelantóse,inclinándose,arecibirlos.

Dehecho,comoamenudoocurreporalgunarazónentaleslugares, lacantidadde personas que había en ‘El Popo’ no alcanzaba a justificar el número de cochesestacionadosafuera.

Hughdejóerrarlamirada,enparteporlamúsicaqueparecíaprovenirdelaradioenalgunodelosautomóvilesysonabacomoalgoextraterrenoenestesitiodesolado:abismalfuerzamecánicadescarriadaqueprecipitándosealamuerte,quebrantándoseylanzándosecontratemiblesobstáculos,bruscamentecalló.

Elpatiodelacantinaeraunlargojardínrectangularcubiertodefloresymelaza.En la semioscuridad corrían a ambos lados terrazas cuyos arqueados parapetos lesconferían apariencia de claustros. Los dormitorios daban a las terrazas. Condesnaturalizado brillo, la luz del restaurante caía de vez en cuando sobre una florescarlata,sobreunverdearbusto.Doscacatúasdeiracundoaspecto,plumajecoloridoyencrespadoestabanposadasendosarosdeaceroquecolgabanentrelosarcos.

Palpitante, el relámpago fustigó las ventanas por un momento; el viento hizocrepitar las hojas y apaciguóse, dejando un cálido vacío en el que los árboles seagitaron caóticamente. Yvonne se reclinó en un portal y se quitó el sombrero; elestridentechillidodeunadelascacatúaslehizotaparselosoídosconlaspalmasdelas manos, y cuando volvió a retumbar el trueno, las apretó con mayor fuerza,manteniéndolas allí, cerrados los ojos, ausente, hasta que el ruido hubo cesado yllegaronlascervezasqueHughordenó.

—Bien —decía Hugh—, ¡vaya diferencia entre esto y la CerveceríaQuauhnáhuac!…Sí,supongoquesiemprerecordaréestamañana.¡Estabatanazulelcielo!,¿verdad?

—Y el perro lanudo y los potros que nos acompañaban y el río sobre el quevolabanlasaves…

—¿Aquédistanciaestaremosde‘ElFarolito’?—Como a dos kilómetros y medio. Podemos ahorrarnos más de kilómetro y

mediositomamoselatajoporelbosque.—¿Enlaoscuridad?—No podemos esperar mucho si hemos de tomar el último camión para

Quauhnáhuac.Sonmásdelasseis.Yonopuedobeberestacerveza,¿túsí?—No.Sabeametaldecañón…¡demontres!…¡porDios!—dijoHugh—.Vamos

apedir…—Algodiferentedebeber—propusoYvonne,medioirónica.

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—¿Nopodríamostelefonear?—Mezcal—dijoYvonneentusiasmada.Elaireestabatancargadodeelectricidad,quevibraba.—Comment?—Mezcal,porfavor—repitióYvonnesardónicayagitandolacabezacongesto

solemne—.SiemprehequeridodescubrirquéencuentraGeoffreyenél.—‘¡Cómono!’Tomemosdosmezcales.Pero aún no regresaba Hugh, cuando otro camarero, escrutando la penumbra,

trajodoscopasenlabandejaequilibradaenunamano,yencendióotraluz.LasbebidasqueYvonnetomóenlacenayduranteeldía,aunquepocas,pesaban

ensualmacomocerdos:transcurrieronalgunosmomentosantesdequealcanzaralacopaylabebiera.

Enfermizo, tétrico, con sabor a éter, al principio el mezcal no produjo caloralguno en su estómago, sino, como la cerveza, un frío, una sensación de frescura.Pero surtió efecto.Desde el pórtico exterior una guitarra algo desafinada entonaba‘La Paloma’; una vozmexicana cantaba y elmezcal seguía surtiendo efecto.A lalarga tenía la cualidad de una buena bebida fuerte. ¿Dónde estabaHugh? ¿Habría,despuésde todo,encontradoaquíalCónsul?No:Yvonnesabíaquenoestabaaquí.Abarcó de una mirada el ámbito de ‘El Popo’: desalmada muerte atravesada porcorrientesdeaire,quegemíaylatíacualmecanismodereloj,segúnhabíadichoenalgunaocasiónelpropioGeoff:tristeremedodehosteríanorteamericana;peroyanoparecíatanterrible.Tomóunlimóndelamesa;exprimióalgunasgotasensuvaso,yeltiempoqueletomóhacertodoestofueexageradamentelargo.

Derepentesepercatódequesurisaeraforzada;habíaensuinteriorunrescoldo,algoseincendiaba;ytambiénunavezmásseformóensumentela imagendeunamujerquesincesargolpeabasuspuñoscontralatierra…

Perono; no era ella lo que se incendiaba.Era lamoradade su espíritu.Era susueño.Era lagranja,Orión, lasPléyades, la casadeambosaorillasdelmar.Pero,¿dóndeestabaelfuego?ElCónsulfueelprimeroenadvertirlo.¿Quéerantodasestasideas insensatas, pensamientos sin formani lógica?Estiró el brazo para beberse elotromezcal,eldeHugh,yelfuegoseextinguió,loahogóunarepentinaoladeamordesesperadoydeternuraporelCónsul,querecorriótodosuser.

—oscurísimo y despejado con una brisa marina y el murmullo de la resacainvisible, en la profundidad de la noche primaveral brillaban sobre tu cabeza lasestrellas,presagiosdelverano,yrelucíanlosastros;despejadoyoscuro,ylalunanohabía salido; una brisa marina, hermosa y fuerte, y luego la luna menguante sealzaba sobre las aguas, y después, en el interior de la casa, el rugir de invisibleresacaqueresuenaenlanoche…

—¿Qué,tegustaelmezcal?

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Sobresaltóse Yvonne. Casi se había recostado sobre la copa de Hugh; éste,oscilante, estaba parado detrás de ella y tenía bajo el brazo un estuche demanta,enormeyestropeado,enformadellave.

—¿Quédiablostraesahí?—lavozdeYvonnesonólejanayborrosa.Hughcolocóelestucheenelparapeto.Luegopusosobrelamesaunalámparade

pilas.Erauninstrumentodeboy-scoutconaspectodeventiladordebarco,yprovistodeunanillometálicoparapasarelcinturónaltravés.—MeencontréenelporcheconeltipoalqueGeofftratótanmalenel‘SalónOfelia’ylecompréesto.Peroqueríavender suguitarraycomprarunanueva,asíque tambiénse lacompré.Sólo ‘ochopesoscincuenta’…

—¿Paraquéquieresunaguitarra?¿Vasatocarconellala«Internacional»oqué,abordodetubarco?—dijoYvonne.

—¿Cómoestáelmezcal?—volvióapreguntarleHugh.—Comodiezmetrosdealambradodepúas.Casimearrancólatapadelossesos.

Mira,ésteestuyo,Hugh…loquequeda.SentóseHugh.—Metoméuntequilaafueraconel‘hombre’delaguitarra…—Bien—añadió—,endefinitivanovoyatratarderegresaraMéxicoestanoche

y,habiendodecididoesto,hayvariascosasquepodríamoshacerrespectoaGeoff.—Preferiríaemborracharme—dijoYvonne.—‘Comotúquieras’.Seríaunabuenaidea.—¿Porquédijistequeseríaunabuenaideaemborracharse?—volvióapreguntar

Yvonne,porencimadelosnuevosmezcales—.¿Paraquécomprasteesaguitarra?—repitió.

—Paraacompañarme.Talvezparaengañaralagente.—¿Conquéobjetotecomportasdemaneratanrara,Hugh?¿Paraengañarcómoy

aquién?Hughechóhaciaatrás lasillahasta tocarelparapeto,ypermaneciósentadoasí

acariciandolacopademezcal.—EltipodementiraquemeditaSirWalterRaleighcuandosedirigeasualma.

«Laverdadserátugarantía.Ve,puestoquedebomorir.Yengañaalmundo.Dialacortequerelumbraybrillacomoleñapodrida.Dia la iglesiaqueenseña loqueesbuenoynolopractica.Si la iglesiay lacortereplican,entoncesengáñalas.»Cosascomoésas,sóloqueunpocodiferentes.

—Estáshaciendoundrama,Hugh.¡‘Saludypesetas’!—¡‘Saludypesetas’!—¡‘Saludypesetas’!Fumando y copa en mano, Hugh seguía apoyado contra el sombrío portal

monásticoycontemplabaaYvonne.—Pero,por el contrario—decía—,queremoshacer elbien, ayudar,mostrarnos

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fraternalesenladesgracia.Condescenderemoshastavernoscrucificados,bajociertascondiciones.Yestoocurreregularmentecasicadaveinteaños.¡Peroparauninglésesdetanpésimotonosermártirdebuenafe!Podremosrespetarconpartedenuestrainteligencia la integridad, digamos, de hombres como Gandhi o Nehru. Podremoshastareconocerque,porejemplo,sualtruismopodríasalvarnos.Perogritamosdesdenuestro corazón: «¡Echen ese tipejo al río!» O «¡Dejen libre a Barrabás!», «¡ConD’Dwyerhastalamuerte!»¡PorCristo!TambiénparaEspañaresultadebastantemaltonosermártir;claroquedemaneramuydiferente…YsiRusiademostrara…

HughdecíatodoestomientrasYvonneescudriñabaundocumentoqueélmismoacababadeponersobrelamesaparaqueellaloviera.Erasólounsucioygrasientomenúqueparecíahaber sido recogidodel sueloohaberpasado largosmesesenelbolsillodealguien,eYvonneloleyóvariasvecesconalcohólicadeliberación:

«ELPOPO»

SERVICIOALACARTA

Sopadeajo...$0.30Enchiladasensalsaverde...$0.40Chilesrellenos...$0.75Rajasala«Popo»...$0.75Machitosensalsaverde...$0.75MenudoestiloSonora...$0.75Piernadeterneraalhorno...$1.25Cabritoalhorno...$1.25Asadodepollo...$1.25Chuletasdecerdo...$1.25Fileteconpapasalgusto...$1.25Sandwiches...$0.40Frijolesrefritos...$0.30Chocolatealaespañola...$0.60Chocolatealafrancesa...$0.40Cafésolooconleche...$0.10

Todoestoestabaescritoamáquinaencolorazul,ymásabajo—ellalodescifrócon lamismadeliberación—habíaundibujocomopequeña ruedaencuyo interiorestaba escrito: ‘Lotería Nacional Para la Beneficencia Pública’, formando otrocírculo,dentrodelcualaparecíaunaespeciede sellode fábricaque representabaaunamadreacariciandoasuniño.

Ocupabatodoelladoizquierdodelmenúunalitografíadecuerpoenterodeunajovensonrientesobrecuyafiguraseleíaelanuncioque‘enelHotelRestauranteEl

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Poposeobservalamásestrictamoralidad,siendoestadisposicióndesupropietariounagarantíaparaelpasajeroque llegueencompañía’.Yvonneestudió la efigiedeestamujer:rollizaydesaliñada,conpeinadocasialestilonorteamericano,llevabaunvestidolargodetelaestampadamulticolor;conunamanohacíaunademánpicarescomientrasqueenlaotrasosteníaunaristradediezbilletesdelotería,encadaunodelos cuales una vaquera montaba un caballo encabritado y (como si estas diezminúsculas imágenes fueran réplicas de los semiolvidados egos deYvonne que sedespidierandeella)agitabalamano.

—Bien—dijoYvonne.—No;mereferíaalotrolado—dijoHugh.VolvióYvonneelmenúypermaneciómirandoalvacío.ElreversodelmenúestabacasitotalmentecubiertoconlaescrituradelCónsulen

sufasemáscaótica.Alaizquierdadelángulosuperiorleíase:

Recknung

1ronyanís---1.201ronSalónBrasse---.601tequiladoble---.30———2.10

Estaba firmado G. Firmin. Se trataba de una cuenta que, meses antes, dejó elCónsul,unanotitaquecalculóparasí…No,acabodepagarla—dijoHugh,queyaentoncesestabasentadoalladodeYvonne.

Pero debajo de este «recuento» estaba escrito, enigmáticamente: «penuria …inmundicia…tierra»,ymásabajohabíaunincomprensiblegarabatoalargado.Enelcentro del papel leíanse estas palabras: «Cuerda…muerda…recuerda» y luego «defría celda»,mientras que, en el ladoderecho—progenitor y explicaciónparcial deestas extravagancias—, estaba lo que parecía ser un poema en proceso decomposición, tal vez intento de cierta índole de soneto, aunque de disposiciónirresoluta y malograda, y tan borroneado, tachado, deteriorado y cubierto degarabatos—unpalodegolf,unarueda,hastaunagrancajanegraqueseasemejabaaunféretro—quecasillegabanaserindescifrables;acababateniendoestaapariencia:

Someyearsagohestartedtoescape………hasbeen…escapingeversinceNotknowinghispursuersgaveuphopeOfseeinghim(dance)attheendofaropeHoundedbyeyesandthrongedterrorsnowthelensOfaglaringworldthatshunnedevenhisdefense

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ReadinghimstrictlyinthepreteritetenseSpentno……thinkinghimnotworth(Even)……thepriceofacoldcell.TherewouldhavebeenascandalathisdeathPerhaps.Nomorethanthis.SometellStrangehellishtalesofthispoorfounderedsoulWhooncefeldnorth…[11]

Queantañohuyóhaciaelnorte,pensóYvonne.Hughdecía:—‘Vamonos’.Yvonneasintió.Afuerasoplabaelvientoconexcéntricaestridencia.Enalgunapartegolpeabay

golpeabaunpostigosuelto,yelterreroeléctricoenloaltodelacocheraaguijoneabalanoche:Euzkadi…

Encima del letrero, el reloj —¡encuesta pública del hombre sobre la hora!—indicaba: doce para las siete: «Que antañohuyóhacia el norte.»Ya la gente habíaabandonadolospórticosde‘ElPopo’…

Al relámpago—queestallócuandoamboscomenzabanabajar los escalones—siguieron casi simultáneamente salvas de truenos dispersos y prolongados. En elnorteyeleste,loscúmulosdenegrosnubarronesengullíanalosastros;cabalgando.Pegaso ascendía, invisible, por los cielos; pero a mayor altura seguía despejado:Vega,Deneb,Altair;entrelosárboles,haciaeloeste,Hércules:«Yqueantañohuyóhacia el norte», repetía Yvonne. Directamente frente a ellos alzábanse, junto alcamino,condoscolumnasaltasyesbeltas,lasconfusasruinasdeuntemplogriegoalquesellegabasubiendopordosanchosescalones:obienestetemploexistióporunmomento con la exquisita belleza de sus columnas, su equilibrio y proporcionesperfectos,laamplituddeextensióndesusescalonesqueahoraseconvertíanendosrayosdeborrascosaluzque,provenientesdelacochera,atravesabanelcamino,ylascolumnas,dospostesdetelégrafo.

Dieronvueltaytomaronlavereda.Hughproyectabaconsulámparademanounfantasmal blanco de tiro que se dilataba, volvíase gigantesco, se desviaba ytransparentementeseenredabaenloscactos.Angostábaseelsenderoycaminaban,enfila india, Hugh atrás con el luminoso blanco de tiro deslizándose ante ellos ybarriendoelterrenoenelipsisconcéntricasatravésdelascualessaltólafalsasombrade Yvonne, o la sombra de una giganta. Al descubrirlos la luz de la lámpara, seirguieron los órganos de color gris salobre, demasiado rígidos y carnosos paradoblarseconlafuerzadelviento; levantábanseenlentaola interminable, inhumanoparloteodeescamasyespinas.

«Queantañohuyóhaciaelnorte…»Yvonne se sentía ahora completamente sobria: desvaneciéronse los cactos, y la

vereda—angostaaún—entreinmensosárbolesymaleza,parecíabastantecómoda.

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«Que antaño huyó hacia el norte.» Pero no iban hacia el norte, iban rumbo al‘Farolito’. Ni tampoco huyó entonces el Cónsul hacia el norte; había ido, porsupuesto, como esta noche, al ‘Farolito’. «Acaso con sumuerte habría estallado elescándalo.»Elfollajedelosárbolesproducíaunsonidocomosicayeseaguasobrelacabezadeambos.«Consumuerte.»

Yvonne estaba sobria. Era la maleza, que se movía a su paso con repentinaagilidad,obstruyendoasísucamino,laquenoestabasobria;losárbolesmóvilesnoestaban sobrios; y por último era Hugh quien—ahora lo descubría, sólo la habíatraídohastaaquíparacomprobarlamayorviabilidaddelcamino,elpeligrodeestosbosques bajo las descargas eléctricas que ahora casi caían sobre sus cabezas— noestabasobrio:eYvonneadvirtióquesedeteníabruscamenteyquecerrabalasmanoscontalfuerzaquesusdedosledolían,ydecía:

—Deberíamosapresurarnos;yadebensercasilassiete—yluego,queibaaprisa,quecasicorríaporlavereda,hablandoenvozaltayconexcitación—:¿Tedijequelanocheanterioraldíaenquememarchéhaceunaño,GeoffreyyyoconcertamosunacitaparacenarjuntosenMéxicoyqueélolvidóenquérestaurante,segúnmedijo,yque se fue de restaurante en restaurante buscándome, como ahora lo buscamosnosotros?

‘Enlostalleresyarsenalesaguerratodos,tocanya’,

cantabaHughresignadoyconvozdebajo.—…ylomismoocurriócuandoloconocíenGranada.Hicimoscitaparacenaren

algún sitio cercano a la Alhambra y yo creí que debíamos encontrarnos en laAlhambraperonopudehallarlo,yvuelvoaseryoquienlobusca…laprimeranochedespuésdemiregreso.

‘…todos,tocanya;morir¿quiénquiereporlagloriaoporvendedoresdecañones?’

Volvió a resonar en el bosque una salva de truenos, e Yvonne se detuvo casiparalizada al imaginar ver por un instante a la mujer de los billetes de lotería,sonriéndolefijamenteyhaciéndoleseñasalfinaldelcamino.

—¿Cuántofalta?—preguntóHugh.—Creoqueyacasillegamos.Másadelantehaydoscurvasyunárbolcaídosobre

elcualtenemosquepasar.

‘Adelante,lajuventud;alasalto,vamosya,

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ycontralosimperialismosparaunnuevomundohacer’.

…entonces,creoqueteníasrazón—dijoHugh.Por unmomento hubo tal calma en la tempestad, que paraYvonne—que veía

mecerselasoscurascopasdelosárbolesampliaylentamenteenelvientocontraelcielo tempestuoso—fueunmomentocomoeldelcambiodemarea,enelcual, sinembargo,habíaalgosemejantealacabalgatadeesamañanaconHugh,ciertaesencianocturna de los pensamientos que habían compartido entonces, con un violentoanhelodejuventud,amorydolorporelamor.

Enalgúnlugarcercanoseescuchóunadetonacióncomodearmadefuegoodelescape abiertodeun automóvil, que rompió aquella oscilante inmovilidad, y luegosiguióotra,yotra:—Másprácticasdetiro—dijoHughriéndose;ynoobstanteestossonidos,deefectoconsoladorsiselescomparabaconelmalsanoretumbardeltruenoquesiguió,erandiferentes,terrenos,porqueimplicabanqueestabancercadeParián,queprontosuslucesbrillaríanentrelosárboles;porelresplandordeunrelámpago,claro como la luzdeldía, vieronuna flecha inútil y afligidaque apuntabahacia elcamino por donde habían venido, hacia la incendiada Anochtitlán: y ahora, en laoscuridadmásprofunda,laluzdeHughiluminóuntroncodeárbolalaizquierda,endondeunletrerodemaderaconunamanoqueapuntabalesconfirmóladirección:

‘APARIÁN’

Hugh iba cantando detrás de Yvonne… Comenzó a lloviznar y del bosqueascendióundulcearomadelimpieza.Yahora,aquíestabaellugarenqueelcaminovolvía sobre sí para verse obstruido por un inmenso tronco cubierto de lama quedividíalaveredadelasendaqueYvonnesehabíarehusadoaseguir,yqueelCónsuldebióhaber tomadodespuésdeTomalín.Allí estabaaún laescalaenmohecidaconsuspeldañosampliamenteseparadosenelflancocercanodel tronco,eYvonnecasihabía acabado,de subir por ella cuandoadvirtióque le faltaba la luzdeHugh.Dealgúnmodologrómantenerseenequilibrioenloaltodelsombríotroncoresbalosoyvolvióaverque la luzdeHugh, ligeramenteaun lado,semovíaentre losárboles.Dijoconairedetriunfo:

—Cuidado,novayasaperderelcaminoporallí,Hugh;esalgoengañoso.Ytencuidadoconeltroncocaído.Hayunaescalaporestelado,perotienesquesaltarporelotro.

—Saltemos,pues—dijoHugh—.Debohabermesalidodetucamino.Al oír Yvonne los quejumbrosos lamentos que emitía la guitarra de Hugh

mientraséstegolpeabacontraelestuche,llamó:—Aquíestoy;poraquí.

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‘Hijosdelpuebloqueoprimencadenasesainjusticianodebeexistir;situexistenciaesunmundodepenas,antesqueesclavo,prefieremorir,prefieremorir…’

cantaba,irónico,Hugh.Depronto, comenzó a llover a torrentes:Unviento, cual tren expresobarrió el

bosque en vertiginosa carrera; precisamente delante de ellos estalló el relámpagoentrelosárbolesconsalvajerugidodesgarradordetruenoquehizotemblarlatierra…

Hay,aveces,cuandoestallael trueno,otrapersonaquepiensaporuno,alguienqueponealabrigolosmueblesdenuestropórticomental,cierrayponelospostigosalas ventanas de lamente contra lo que parecemenos aterrador como amenaza quecomodistorsióndel recogimientocelestial,unaestrepitosa locurade loscielos,unaformadecatástrofequelosmortalestienenprohibidoobservardemuycerca:peroenlamentequedasiempreentornadaunapuerta—comosesabequeloshombresenlasgrandes tempestades dejan abiertas sus puertas verdaderas para que por ellas paseJesús— pero el ingreso y la recepción de lo inaudito, la temible aceptación de lacentellaquenuncacaesobreuno,paraelrelámpagoquesiemprecaeenlapróximacalle,paraeldesastrequetanrarasvecesgolpeaenladesastrosahoraprobable,yporesta puertamental Yvonne, que seguía equilibrándose en el tronco, percibió ahoraalgo ominosamente aciago. En el trueno que disminuía acercábase algo como unrumor que no era de lluvia. Era un animal de alguna especie, aterrado por latempestad, y fuera lo que fuese —ciervo, caballo, sin duda tenía pezuñas—acercábase despavorido con seco galope, entre lamaleza; y ahora que estallaba denuevoelrelámpago,yeltruenoseapagaba,oyóYvonneunprolongadorelinchoqueseconvirtióenungritodepánicocasihumano.Yvonneadvirtióqueletemblabanlasrodillas. Trató de volverse, dando voces a Hugh, para bajar la escala, pero sintióperderpieeneltronco;aldeslizarse,procurórecobrarelequilibrio,volvióaresbalarycayóhaciaadelante.Alcaer,unodesuspiessedoblóbajosupesoyleprodujounagudodolor.Almomento siguiente, cuando tratóde levantarse,vio, a la luzdeunrelámpago,al caballo sin jinete.Precipitábasede lado,nohaciaella,yviohastaelúltimode susdetalles: la sillaque sedeslizaba ruidosamentepor lagrupa,hastaelnúmerosietemarcadoenelanca.Altratardelevantarsedenuevoescuchóelgritodesupropiavozcuandoelanimalsedirigióaellayseleechóencima.Elcieloeraunasábana de blancas llamaradas en las que quedaron clavados por un instante losárbolesyelcaballoencabritadoysuspendidoenlosaires…

Eran las cestas de la feria las que remolineaban a su alrededor; no, eran losplanetas,mientras que el sol, ardienteybrillante, giraba en el centro; aquí volvíanMercurio,Venus,laTierra,Marte,Júpiter,Saturno,Urano,Neptuno,Plutón;perono

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eran los planetas, porque no era el volantín, sino la rueda de la fortuna, eranconstelaciones en cuyo eje, cual gigantesco y frío ojo, ardía la Estrella Polar, ygirando,girandoentornosuyoiban:Casiopea,Cefeo,elLince,laOsaMayor,laOsaMenoryelDragón;y,apesardeello,noeranconstelaciones,sino,enciertomodo,millaresdehermosasmariposas,lanavedeYvonneentrabaenlabahíadeAcapulcoenmediodeunhuracándehermosasmariposasquezigzagueabanenloaltoyquesincesarsedesvanecíanporlapopa,sobreelmar,elmarviolentoypuroylaslargasolasdelalbaqueseacercaban,sealzabanysedesplomabanparadeslizarseconvertidasenelipsis incoloras en la arena, hundiéndose, hundiéndose, alguien la llamaba por sunombreenlontananzayellarecordóqueestabanenunaselvaoscurayoyóelvientoy la lluvia precipitándose en el bosque y vio los estremecimientos del relámpagotrepidarentreloscielos,yelcaballo—¡santoDios!,¡elcaballo!…¿yserepetiríaestaescena interminablemente y para siempre?— el caballo, encabritado, suspendidosobresucabeza,petrificadoenelaire,estatua,alguienestabasentadoenlaestatua,era Yvonne Griffaton, no, era la estatua de Huerta, el borracho, el asesino, era elCónsuloerauncaballomecánicodelvolantín,elcarrusel,peroelcarruselsehabíadetenidoyellaestabaenunabarrancaporlacualbajabanestrepitosamenteunmillóndecaballosquesedirigíanhaciaella,yteníaquehuirporlaselvaamiga,asucasa,lacasitadeambosaorillasdelmar.Pero lacasaestabaen llamas, segúnpodíaverloahoradesde el bosque, desde lo alto de los escalones, oía la crepitación, estaba enllamas,todoardía,ardíaelsueño,ardíalacasaynoobstanteallípermanecieronunmomento,Geoffreyyella,enelinterior,dentrodelacasa,apretándoselasmanosytodo parecía estar en orden, en su lugar, la sala seguía allí, con todos sus objetosnaturales,amadosyfamiliares,salvoqueeltejadoestabaardiendoyhabíaesteruidocomodehojassecasquepasaronrozandoporeltecho,estacrepitaciónmecánica,yahora el fuego se extendía precisamente mientras ambos lo contemplaban, elaparador,lassartenes,laantiguamarmita,lanuevamarmita,lafiguradelguardiánenel pozo hondo y fresco, la trulla, el rastrillo, el techo inclinado con sus tejas demadera endonde caían las floresde cornejopero endondeyanovolverían a caerporqueelárbolestabaenllamas,elfuegoseextendíacadavezmásaprisa,ardíanlasparedesconsusreflejosalamaneraderuedasdemolinoproyectabanlosrayosdelsolsobreelagua,lasfloresdeljardínestabanennegrecidasyardían,retorcíanse,seenroscaban, caían, ardía el jardín, ardían el porche en donde solían sentarse en lasmañanasprimaverales,lapuertaroja,lasventanasencajonadas,lascortinasqueellamismahiciera,ardían,ardíalaviejasilladeGeoffrey,suescritorio,yahorasulibro,sulibroardía,laspáginasardían,ardían,ardían,levantábansedelfuegoentorbellinosyesparcíanseincandescentesalolargodelaplaya,yahoraaumentabalaoscuridadysubíalamarea,lamareaseagitababajolacasaenruinas,losbotesdeexcursiónquehabían transportado sus canciones río arriba, navegaban mudos al regreso en las

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aguasdeErídano.Sucasaexpiraba,ahoranohabíaenellasinoagonía.Y, abandonando el incandescente sueño sintióse Yvonne arrebatada hacia las

alturasytransportadahacialasestrellas,enmediodeuntorbellinodeastrosqueseesparcíanenloaltoencírculoscadavezmayores,comoondasenelagua,entreloscuales ahora aparecían, como una grey de aves diamantinas que volasen suave yfirmementehaciaOrión,lasPléyades…

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XII

—Mezcal—dijoelCónsul.Elcuartoprincipalde‘ElFarolito’estabadesierto.Desdeunespejoque,colgado

traselbar, tambiénreflejaba lapuertaabiertaa laplaza,supropiorostro,mudo, lomirófijamenteconojosllenosdeausteroyfamiliarpresagio.

Sinembargo,elsitionoestabaensilencio.Loinvadíaaquellatido:eltictacdesureloj de pulsera, de su corazón, de su conciencia, de algún otro reloj.También, demuyabajo,veníaunlejanorumordehirientesyamargasacusacionesqueélmismolanzabacontrasupropiadesdicha,vocescomodeunaltercado,lasuyamáspotenteque las demás, mezclada ahora a las otras que parecían gemir acongojadas en ladistancia:—¡‘Borracho’,‘Borrachón’,‘Borraaacho’!

Perounadeestasvoces,implorante,eracomoladeYvonne.Seguíasintiendoasu espalda lamiradade ambos, lamiradadeHugh eYvonne en el ‘SalónOfelia’.RechazódeliberadamentetodopensamientosobreYvonne.Bebióserápidamentedosmezcales:lasvocescesaron.

Chupando un limón, hizo el inventario de cuanto le rodeaba. El mezcal lotranquilizabayalavezentorpecíasumente.Paraquecadaobjetollegarahastaéleramenesterque transcurrieranalgunosmomentos.Echadoenunrincóndelcuarto,unconejoblancolerolaunelote.Mordisqueabaconaireindiferentelasteclasmoradasynegras como si tocase un instrumento. Detrás del bar, colgaba de un torniquetegiratoriounahermosacantimploraoaxaqueñacon‘mezcaldeolla’delaquehabíanescanciado sus dos copas. A ambos lados alineábanse botellas de Tenampa,Barreteaga, ‘Tequila Añejo’, ‘Anís doble de Mallorca’, un garrafón violeta con‘deliciosolicor’deHenryMallet,unabotelladecordialdementa,unabotellaaltayestriadade‘AnísdelMono’,encuyaetiquetaundemonioblandíauntridente.Sobreel anchomostrador había platos con palillos, chiles, limones, un cubilete lleno depopotes y un tarro de vidrio en el que se cruzaban las cucharas. En uno de losextremos alzábanse multicolores jarras bulbiformes llenas de aguardiente, alcoholcrudodediferentessaboresenelqueflotabancortezasdecítricos.UncarteldelbailedelanocheanteriorenQuauhnáhuac,clavadojuntoalespejo, le llamólaatención:‘HotelBellaVistaGranBaileaBeneficiodelaCruzRoja.LosMejoresArtistasdelRadio enacción.No falteUd.’Unescorpiónestabaprendidodel cartel.ElCónsulobservóconcuidado todasestascosas.Exhalando largos suspirosdeglacial alivio,contó los palillos.Aquí estaba a salvo; era éste el lugar que amaba: el refugio, elparaísodesudesesperación.

El ‘cantinero’,muchachito diminutoymorenode aspecto enfermizo—hijodelElefante—,conocidocomoelPocasPulgas,conmiradamiopedetrásdeunasgafasconmonturadeconchaescrutabalosdibujosde«ElHijodelDiablo»,episodiosde

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unarevistainfantilTi-to.Yleyendoconsordomurmullo,engullíachocolates.Cuandodevolvió al Cónsul otra copa llena de mezcal, derramó un poco en el mostrador.Continuó su lectura sin limpiarloy siguió refunfuñandoa lavezque sehartabadecalaveras de chocolate para elDía deMuertos, esqueletos de chocolate y carrozasfúnebres, sí, de chocolate. El Cónsul apuntó con el dedo hacia el escorpión de laparedyelmuchacholohizocaerdeunmanotazoirritado:estabamuerto.ElPocasPulgas volvió a enfrascarse en el relato, alzando su pastosa voz masculló:—‘Depronto Dalia vuelve en sí y grita llamando la atención de un guardia que pasea.¡Suélteme!¡Suélteme!’

Sálvame, pensó vagamente el Cónsul en tanto que el muchacho se alejaba deprontoenbuscadecambio, ‘suélteme’,auxilio:pero talvez,comoelescorpiónnoqueríaquelosalvaran,sehabíamatadoconsupropioaguijón.ElCónsulcaminóporelcuarto.Despuésdetratarsinéxitodehacermigasconelconejoblanco,acercósealaventanaabiertaasuderecha.Unabismocasiperpendicularllegabahastaelfondode la barranca. ¡Qué lugar tan oscuro ymelancólico! En Parián,KublaKhan…Ytambién allí seguía el despeñadero (como en Shelley o Calderón, o en ambos) eldespeñaderoquenosedecidíaaderrumbarseporcompleto,taleraladesesperaciónconque,hendido,seasíaalavida.Elabismoeraaterrador,pensóasomándoseparacontemplar de soslayo la roca resquebrajada, tratando asimismo de recordar aqueltrozodeLosCenciquedescribelaenormehacinacolgadadelamasadetierracomosiseapoyaraenlavida,notemerosadecaer,perooscureciendodetodosmodosellugardondehabríadedesplomarsesisezafase.Eraundescensotremendo,espantoso,hastael fondo.Perose leocurrióque tampocoél temíacaer.Mentalmente trazóelsinuoso sendero abismal de la ‘barranca’ a través de los campos y de las minasdestrozadashastallegarasupropiojardín,yluegovolvióaverseestamañanaparadoconYvonneanteelescaparatedelimpresorcontemplandolaimagendeaquellaotraroca.‘LaDespedida’,rocaglacialquesedesmoronabaentrelasinvitacionesdebodaylaruedaquegirabaasusespaldas.Leparecióquetodoaquellohabíaocurridohacíamucho tiempo,queera tanextraño, tan tristey tan remotocomoel recuerdode suprimeramorohastadelamuertedesumadre;cuallastimeraaflicción,peroestavezsinesfuerzoalguno,desvanecióselaimagendeYvonne.

Porlaventana,elPopocatépetlseerguíaconsuinmensafaldaenparteocultaportempestuosos nubarrones; su cima cubría el cielo, y se alzaba sobre la cabeza delCónsul, y directamente en su base estaban la ‘barranca’ y ‘El Farolito’. ¡Bajo elvolcán!PoralgolosantiguossituaronelTártarobajoelmonteEtna,yensuinterioral monstruo Tifeo con sus cien cabezas y sus ojos y voces —relativamente—temibles.

El Cónsul se volvió y llevó su copa a la puerta entornada. Una agonía demercurocromoteñíaelponiente.MiróhaciaParián.Allá,trasunaparcelacubiertade

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hierba,extendíaselainevitableplazaconsujardincillopúblico.Hacialaizquierda,enlaorilladela‘barranca’,dormíaunsoldadoalpiedeunárbol.Casifrenteaél,aladerecha, en un declive, alzábase lo que a primera vista tenía el aspecto de unmonasterioenruinasodeunacentraleléctrica.Setratabadelcuartelalmenadoygrisde la Policía Militar que le había mencionado a Hugh como el supuesto cuartelgeneraldela‘UniónMilitar’.Eledificio,quetambiénincluíalaprisión,loobservabaconunojoamenazanteporentreunarcocolocadoal frentedesubaja fachada:unrelojmarcabalasseis.Acadaladodelportal, lasventanasenrejadasdelasoficinasdel‘ComisariodePolicía’ydela‘PolicíadeSeguridad’mirabanalsitioenqueungrupodesoldadoscharlaban,echadasalhombrosuscornetaspendientesdecordonesde brillante color verde. Otros soldados, con las polainas sueltas, daban traspiésdurantesuguardia.Bajoelportal,enlaentradadelpatio,uncabotrabajabaanteunamesasobrelacualhabíaunalámparadepetróleoapagada.ElCónsulsabíaqueestabaescribiendoalgoencaligrafíainglesa,porqueensuvacilantecaminatahastaaquí—aunquenotanvacilantecomoantesenlaplazadeQuauhnáhuac,sibiendecualquiermodoescandalosa—estuvoapuntodecaerleencima.PorentrelosarcoselCónsuldistinguía, agrupadas en torno al patio, las mazmorras con barrotes de madera yaspectodepocilgas.Enel interiordeunadeellasgesticulabaunhombre.Hacia laizquierdaextendíansepordoquierchozastechadasdeoscurapajayconfundíanseconlaespesuradelaselvaqueportodosladosrodeabaalpueblo,encendidoahoraconlaluzlívidaymonstruosadelatempestadqueseavecinaba.

CuandoregresóelPocasPulgas,elCónsulfuealmostradorarecogersucambio.Simulandonooír,elmuchacholesirviómásmezcaldelahermosaolla.Altenderlelacopa,volcólospalillos.Porelmomento,elCónsulnovolvióaaludiralcambio.Sinembargo,mentalmentetomónotaparapedirlasiguientecopaquecostabamásdeloscincuenta‘centavos’yaentregados.Deestamaneraseviorecuperandosudineropocoapoco.Apesardeloabsurdo,llegóaconvencersedequesóloporestoleeraforzoso quedarse. Sabía que existía otra razón, aunque le era imposible precisarlacobrabaconcienciade ello cadavezque la imagendeYvonne tornabaa sumente.Parecíaenverdadentoncescomosituviesequepermanecerallíporella,noporqueYvonnefueraaseguirlohastaallí—no,yasehabíamarchado,alfinlahabíadejadoirse;Hughpodríavenirperoella,nunca,no;estavezeraobvioqueseiríaylamentedelCónsulnopodíairmásalládeestepunto—sinoporalgunaotracosa.Sobreelmostradorviosucambiodelcualnohabíandeducidoelpreciodelmezcal.Echóseloíntegroenelbolsilloydenuevoseacercóalapuerta.Ahoraseinvertíalasituación:elmuchachotendríaquevigilarloaél.Encontrabaunalúgubrediversiónimaginandoen provecho del Pocas Pulgas—si bien consciente en parte de que el muchacho,enfrascado en la lectura, no lo observaba— que había asumido la expresión deaburrimiento característico de cierto tipo de borrachos, templados con dos copas

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servidasacréditodemalagana,mirandofijamenteantelapuertadeunsalónvacío—expresiónquesimulaestaresperandounaayuda,cualquiertipodeayudaquevieneencamino,amigos,cualquiertipodeamigosqueandanalrescate.Paraéstoslavidaestá a la vuelta de la esquina en forma de otra copa en una nueva cantina. Y sinembargo,nodeseaningunadeestascosas.Abandonadoporsusamigos,comoélloshaabandonado,sabequenada,salvolaaplastantemiradadelacreedor,sehallaalavueltadelaesquina.Nitampocosehafortificadolobastanteparapedirmásdineroprestado,niparaobtenermáscrédito;ni,decualquiermanera,tampocolegustanlasbebidasquesirvenenlacantinadeallado.¿Porquéestoyaquí?diceelsilencio,¿quéhe hecho? repite el eco de la vacuidad, ¿por quéme he arruinado de estamaneradeliberada?—dice,riendoentredientes,eldinerodelagaveta,¿cómohepodidocaertanbajo?,murmuralaavenida,atodolocuallarespuestaera…Laplazanoledabalarespuesta.Elpueblecillo,quelehabíaparecidovacío,sellenabaamedidaquecaíala noche.A veces, algún oficial bigotudo pasaba contoneándose con paso denso ygolpeandosufustecontralosguardapiernas.Lagenteregresabadeloscementerios,si bien la procesión tal vez tardaría aúnunpoco enpasar.Unpelotónde soldadosharapientosmarchabaen laplaza.Seescuchabaunafanfarriadecornetas.Tambiénlospolicías (aquellosquenoestabanenhuelgao losquehabían simuladoestardeservicioenlastumbas,olosdelegados…tampocoerafácilestablecerconnitidezladistinciónentrepolicíasymilitares)habíanllegado.Conalemanesfritos,sinduda.Elcaboseguíaescribiendoensumesa;esto,porextrañoquepareciese,letranquilizaba.Pasaron rozándolo tres bebedores que entraron al ‘Farolito’, con sombrerosadornadosdeborlassobrelanuca,ypistolerasquelesgolpeabancontralosmuslos.Llegarondospordioserosqueseinstalaronensupuestoalasalidadelacantina,bajoelcielotempestuoso.Uno,sinpiernas,searrastrabaenlatierracualdesdichadafoca.Peroelotro,quehacíagaladeunaúnicapierna,manteníaseenpie,rígidoyaltivo,apoyadoen laparedde la ‘cantina’comosiestuvieseesperandoaque lo fusilaran.Luegoestemendigocojoseinclinóhaciaadelante:dejócaerunamonedaenlamanotendidadelotro.Losojosdelprimermendigoestabanllenosdelágrimas.DespuéselCónsuladvirtióquea suextremaderecha,porelmismosenderodelbosquequeélhabía tomado para venir, salían extraños animales semejantes a gansos, aunquegrandescomocamellos,yhombressinpielnicabeza, trepadossobrezancos,cuyasentrañaspalpitantessearrastrabanportierra.Cerrólosojosanteestavisiónycuandovolvióaabrirlos,unhombreconaspectodepolicíapasóllevandouncaballoporlasenda;eratodo.Serió,apesardelpolicía,yluegocalló.Porqueveíaqueelrostrodelmendigo apoyado en la pared se transformaba lentamente en el rostrode la señoraGregorio,yluego,asuvez,eneldesumadre,enelqueaparecíaunaexpresióndeinfinitapiedadysúplica.

Volviendo a cerrar los ojos, de pie, con la copa en una mano, pensó por un

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momento con glacial tranquilidad, indiferente y casi divertida en la horrible nochequeinevitablementeleaguardaba,siguieseonobebiendomuchomás,yensucuartocimbrándose con demoníacas orquestas, en las ráfagas de sueño aterrado ytumultuoso,interrumpidoporvocesqueenrealidaderanladridosdeperros,oporsupropionombre repetido sin cesar por imaginarios gruposque iban llegando, en losmalévolosgritos,eneltañerdelasguitarras,enlosportazos,losgolpes,laluchaconinsolentesarchidiablos,enelaludquederrumbabalapuerta,enlospinchazosdesdedebajodelacamay,siempreafuera,enlosgritos,losgemidos,laterriblemúsica,lasespinasenlaoscuridad;regresóalacantina.

Diosdado, elElefante, acababade entrar por atrás.ElCónsul lovioquitarse lachaqueta negra, colgarla en el armario y luego tentarse en el bolsillo de la camisainmaculadamenteblancabuscandounapipaqueporélasomaba.Sacólaycomenzóallenarlaconelcontenidodeunpaqueteenelqueseleía‘TabacoCountryClubdeElBuenTono’.ElCónsulseacordóahoradesupipa:allíestaba,nocabíaduda.

—‘Sí,sí’,míster—respondióinclinandolacabezaparaoírlapreguntadelcónsul—.‘Claro’.No,mipipa…este…noesinglesa.EsdeMonterrey.Estabausted…esteborrachoundía.¿No,señor?

—‘Cómono’—dijoelCónsul—.Dosvecesaldía.—Estabaustedborrachotresvecesaldía—dijoDiosdado,ysumirada,elinsulto

y el alcance de su rebajamiento invadieron el alma del Cónsul—. Entonces va aregresaralosEstadosUnidos—añadiómientrasbuscabaalgodetrásdelmostrador.

—¿Yo?No.¿Porqué?De prontoDiosdado dejó caer sobre elmostrador un grueso paquete de cartas

atadasconunaliga:—…¿‘essuyo’?—preguntósinrodeos.¿Dónde están las cartas Geoffrey Firmin las cartas las cartas que te escribió

hastaqueserompiósucorazón?Aquí estaban las cartas, aquí y en ningún otro lado: éstas eran las cartas y el

Cónsul lo supo en seguida sin tener que examinar los sobres. Al hablar no podíareconocersupropiavoz:

—‘Sí,señor,muchasgracias’—dijo.—Denada,señor—Diosdadolevolviólaespalda.Larameinutilefatiguevainementunemerimmobile.DuranteunminutoelCónsulnopudomoverse.Nisiquierahacerunademánpara

acercarsealacopa.Luego,sobreelmostradorcomenzóadibujardelado,enellicorque se había derramado, un minúsculo mapa de España. Diosdado regresó y loobservó con interés. —España —dijo el Cónsul, y luego prosiguió—: ¿Usted esespañol,‘señor’?

—‘Sí,síseñor,sí’—dijoDiosdado,observándolo,peroconnuevotonodevoz—.‘Español’.‘España’.

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—Estascartasquemedio¿ve?sondemiesposa…mi ‘esposa’. ‘¿Claro?’Nosconocimos allá. En España. ¿La reconoce, su antigua patria? ¿Conoce Andalucía?EstodeaquíarribaeselGuadalquivir.Detrásestá laSierraMorena.AquíAlmería.Éstas—dijo, dibujándolas conundedo—en elmedio, son lasmontañas deSierraNevada. Aquí está Granada. Aquí fue. En este lugar nos conocimos—el Cónsulsonrió.

—Granada—dijoDiosdado de súbito con pronunciación diferente,más ásperaque la del Cónsul. Observólo conmirada importante, suspicaz y escrutadora, y lovolvióadejarsolo.Luegosepusoahablarconungrupoenelotroladodelacantina.LosrostrossevolvíanparacontemplaralCónsul.

ConlascartasdeYvonne,elCónsulsellevóotracopaauncuartointerior,unodeloscubículosdeesterompecabezaschino.Nolosrecordabaenmarcadosconcristalesopacos,comoa loscompartimentosde loscajerosen losbancos.Enrealidadno lesorprendió encontrar a la anciana tarasca que viera en el Bella Vista esa mismamañana. En el centro de la mesa redonda tenía un tequila rodeado por fichas dedominó.Supollitopicoteabaentreellas.ElCónsulsepreguntósilosdominósseríandeella,obiensisóloleeraindispensabletenerlosconsigodondequieraquefuese.Subastónconelmangodegarracolgabadelamesacomosiestuvieravivo.ElCónsulseleacercó,bebiólamitaddelmezcal,quitóselasgafasyzafólaligadelpaquete.

…«¿Te acuerdas demañana?», leyó.No, pensó; las palabras se hundían en sumente como piedras… Era un hecho que estaba perdiendo contacto con lasituación…Sehallaba separadode símismo, pero se percatabade ello claramentecomosielimpactoderecibirlascartaslehubiesedespertadoenciertomodo,sibientan sólo, por decirlo así, para pasar de un estado de sonambulismo a otro; estababorracho,estabasobrio,estabacrudo:todoalmismotiempo;eranpasadaslasseisdelatarde,y,fueraporestarenelFarolitooporhallarseanteestaancianaenestecuartocubierto de vidrio, donde ardía una luz eléctrica, le pareció haber regresado a lamañana:eracasicomosifueseotraespeciedeborracho,encircunstanciasdiversas,en otro país, a quien le aconteciera algo muy diferente: era como alguien que selevanta,enlamadrugada,medioidiotizadoporellicor,murmurando:—¡Cristo,estoesloquesoy!¡Quéasco!—paradespedirasumujerquesaletempranoenuncamión(aunqueseademasiadotarde)ysobrelamesapuestaparaeldesayunoencuentraunanota:«Perdónameporhabermepuestohistéricaanoche,aunquemehayaslastimadonopuededisculparseexplosiónsemejante,noolvidesmeterlabotelladeleche»,bajolacualpuedeleer,comosifueracasiunareflexióntardía:«Amormío,nopodemosseguir así, es demasiado horrible,me voy…»y, en vez de comprender del todo elsignificadodeesto, recuerdademodo incongruentehaberlecontadoal cantinero lanocheanterior,despuésdemuchosesfuerzos,cómoardiólacasadealguien—yporqué le dijo en dónde vivía, ahora la policía puede averiguarlo… y por qué el

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cantinerosellamaSherlock¡nombreinolvidable!—ytomándoseunacopadeoportoyunvasodeaguaytresaspirinasqueleproducennáuseas,sepercatadequedebentranscurrirtodavíacincohorasantesdequeabranlascantinas,paravolveralamismaapresentarsusdisculpas…Pero,¿dóndepusemicigarrillo?,¿yporquéestámicopabajolatinadebaño?,¿yacasoloqueoífueunaexplosiónenalgúnlugardelacasa?

Y,encontrandosusojosacusadoresenotroespejodelcuartito,elCónsultuvolaimpresiónextrañaypasajeradequehabíasalidodelacamaparahaceresto,quesehabíalevantadodeunsaltoyahoradebíamascullar:—Coriolanohamuerto—o—Confusión,confusión,confusión—o—Creoquefue¡Oh!¡Oh!—oalgoenverdadcarente de sentido como—¡Cubos, cubos,millones de cubos en la sopa!— y queahoravolvería(aunqueestabasentadotranquilamenteen‘ElFarolito’)asumirseenlas almohadas para observar, temblando con impotente terror ante sí mismo, lasbarbasylosojosqueseformabanenlascortinas,ollenarelespacioentreelroperoyel techo, y escuchar desde la calle los suaves pasos del policía eterno yfantasmagóricoquelarecorría…

«¿Teacuerdasdemañana?Esnuestroaniversariodebodas…Noherecibidounasolaletratuyadesdequememarché.¡Diosmío!,esestesilencioloquemeaterra.»

ElCónsulbebióunpocomásdemezcal.«Esestesilencioloquemeaterra…estesilencio…»ElCónsulreleyóvariasvecesestafrase,lamismafrase,lamismacarta,todaslas

letras, vanas como las que llegan al puerto a bordo de un barco y van dirigidas aalguien que quedó sepultado en elmar, y como tenía cierta dificultad para fijar lavista, laspalabrassevolvíanborrosas,desarticuladasysupropionombrelesalíaalencuentro;peroelmezcalhabíavueltoaponerloencontactoconsusituaciónhastaelpuntodequenonecesitabacomprendersignificadoalgunoenlaspalabras,apartedela abyecta confirmación de su propia perdición, de su propia ruina infructífera yegoísta, acaso acarreada al fin por élmismo, con su propio cerebro en angustiosapausaanteestapruebacruelmenteomitidadelascongojasquelehabíaocasionadoaYvonne.

«Es este silencio loquemeaterra.He imaginadoque teocurre todogénerodedesgracias, es como si te hallases lejos, en la guerra, y yo estuviese esperando,esperando noticias tuyas, la carta, el telegrama… pero ninguna guerra tendríasemejantepoderparahelarasímicorazónyaterrarlotanto.Teenvíotodomiamor,todo mi corazón y todos mis pensamientos y mis oraciones.» Mientras bebía, elCónsuladvirtióque laviejacon las fichasdedominó tratabadeatraersuatención,paralocualabríalabocaeindicabahaciaelinteriorconundedo;luegoseponíaagirarsutilmenteentornoalamesaparaacercársele.«Sindudadebeshaberpensadomucho en nosotros, en todo lo que construimos juntos, en el descuido con quedestruimoslaestructuraylabelleza,perosinembargonodestruimoselrecuerdode

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aquellabelleza.Estoesloquemehaobsesionadodíaynoche.Almiraralpasadonosveoencienlugaresconciensonrisas.Llegoaunacalleyallíteencuentro.Denochemedeslizoenellechoyallímeesperas.¿Quéotracosahayenlavidaapartedelapersonaaquienseadoray lavidaquepuedeconstruirseconella?Porprimeravezcomprendoelsignificadodelsuicidio…¡Dios!¡Quéfútilyvacíoeselmundo!Díasllenos de momentos despreciables y empañados se suceden; con amargo ritmorutinariosesiguenuna trasotra lasnoches inquietasasediadasporespectros:elsolbrillasinesplendorylalunasalesinderramarsusrayos.Micorazónsabeacenizayconelllantoylafatigasemeanudalagarganta.¿Quéesunalmaperdida?Eslaquesehadesviadodesuverdaderasendayandaatientasenlaoscuridaddeloscaminosdelrecuerdo…»

LaancianaletirabadelamangayelCónsul—¿habríaestadoleyendoYvonnelascartasdeAbelardoyEloísa?—estiróelbrazopara tocarun timbrecuyapresencia,cortés si bien violenta en estos extraños nichos minúsculos, nunca dejaba deimpresionarle. Al cabo de un momento entró el Pocas Pulgas con una botella detequila enunamanoyotra demezcalXicoténcatl en laotra, yvolvió a llevársela,despuésdellenarleslascopas.ConlacabezahizoelCónsulunaseñaalaanciana,leindicólacopadetequila,bebióselamayorpartedesumezcalysiguióleyendo.Nopodíarecordarsihabíapagadoono.«Oh,Geoffrey,¡concuántaamarguralolamentoahora!¿Porquéloaplazamos?¿Esdemasiadotarde?Deseotenerhijostuyos,pronto,ahoramismo,losquiero.Quieroquetuvidamelleneysemuevaenmí.Quierosentirtu felicidad bajomi corazón y tu tristeza enmis ojos y tu paz en los dedos demimano…»DetúvoseelCónsul:¿quédecía?Serestrególosojosysepusoabuscarsuscigarrillos: ¡Alas!, la trágica palabra zumbó en el cuarto cual bala que le hubieseatravesado.Fumandoprosiguiólalectura:…«Estáscaminandoalbordedeunabismoynopuedoseguirte.Medespiertoymehalloenunaoscuridaden laquesincesardebo seguir mis propios pasos, odiando al yo que eternamente me sigue y se meenfrenta.¡Sipudiésemosresurgirdenuestramiseria,volvernosabuscarelunoalotroy encontrar de nuevo el solaz de nuestros labios y de nuestros ojos! ¿Quién ha deinterponerse?¿Quiénpuedeimpedirlo?»

ElCónsulselevantó—ciertamente,Yvonnehabíaestadoleyendoalgo—ehizouna reverencia a la vieja y salió al bar que, en su imaginación, se había estadollenandodurantetodoesetiempo,peroque,enrealidad,seguíacasidesierto.Sí,porcierto,¿quiénhabríadeinterponerse?Volvióapermanecerenlapuerta,comoantesen otras ocasiones, en la engañosa alborada de color violeta. ¿Quién, por cierto,podríaimpedirlo?Unavezmáscontemplólaplaza.Elmismopelotóndeharapientosparecía seguir atravesándola, como una película interrumpida que se repitiese. Elcabo luchaba aún con su ejerciciode caligrafíabajo el portal, sóloque su lámparaestaba ya encendida. Oscurecía. Los policías no se dejaban ver por ningún lado.

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Aunqueporla‘barranca’,elmismosoldadodormíaaúnbajounárbol;¿oacasonoera un soldado, sino algo diferente? Volvió la mirada hacia otra parte. Negrosnubarronesvolvíanaamontonarseyenlontananzaseescuchabaeldistanteretumbardel trueno. Aspiró el aire asfixiante en el que flotaba una ligera insinuación defrescura.¿Quién,claro,aunahora,habríadeinterponerse?,pensócondesesperación.EnesemismomomentodeseabaaYvonne,queríatomarlaentrelosbrazos,deseabamásquenuncaserperdonadoyperdonar:¿peroadóndeir?¿Endóndelaencontraríaahora?Todauna inverosímil familia de clase indefinidadesfiló ante la puerta: a lacabeza, el abuelo corregía la hora en su reloj, atisbando el del cuartel que, casiinvisible, seguíamarcando las seis, luego lamadre echándose el ‘rebozo’ sobre lacabeza,reía,acasoparaburlarsedelaprobabletempestad(enloaltodelasmontañas,dosdeidadesebriascolocadasagrandistancialaunadelaotraseguíanempeñadasenviolentopartidodeping-ponginterminablementeincierto,acompañandosujuegoconungongbirmano),elpadre,aislado,sonreíaorgullosoenactitudcontemplativa,orahaciendo sonar los dedos, ora sacudiendo un grano de polvo de sus botas negras,limpias y relucientes. Dos hermosas criaturas de límpidos ojos negros caminabanentreambos,asidasdelamano.Depronto,lamayorsoltólamanodesuhermanaycomenzóadarunaseriedecabriolasenellozanocésped.Todosreían.AlCónsullerepugnabaverlos…Alfinsemarcharon,¡aDiosgracias!Angustiadamente,deseabaynodeseabaaYvonne.—¿‘QuiereMaría’?—murmuróunavozasuespalda.

Sólo vio de pronto las bien torneadas piernas de la muchacha que lo hacíacaminarahoraporlasolafuerzaopresivadelacarneadolorida,delalujuriapatéticaytemblorosaaunquebrutal,porentreloscuartuchosconpanelesdevidrio,quecadavezseempequeñecíanyoscurecíanmás,hastaquellegaronjuntoal‘mingitorio’delos «Señores» (en cuya hedionda penumbra estalló un siniestro risoteo), en dondehabía tan sólo un anexo sin luz, nomayor que un armario, y en el cual, sentados,bebíanotramabanalgodoshombrescuyosrostrosnopudover.

Luego se le ocurrió que alguna fuerza criminal y temeraria lo arrastraba y loforzaba a hacer (en tanto que él seguía apasionadamente consciente de todas lasposibles consecuencias y, en cierto modo, tan inocentemente inconsciente), sinprecaución ni conciencia, lo que nunca podría deshacer ni desconocer, y que losacaba irresistiblemente al jardín —que, iluminado ahora con los relámpagos, lerecordabademodoextrañosupropiacasayelPopo,adondehabíapensadoirantes,sólo que este lugar eramásmacabro, el anverso de aquél—, le hacía pasar por lapuertaabiertayluegoentrarenelcuarto—unodetantosquedabanal‘patio’—enelqueaumentabalaoscuridad.

Así pues, esto era todo, el último rechazo estúpido y antiprofiláctico. Todavíaahorapodíaimpedirlo.Noloimpediría.Sinembargo,talvezsusfamiliares,ounadesus voces, tuviese un buen consejo que darle, miró en torno suyo para escuchar;

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erectispútibus.Nosedejóescucharvozalguna.Derepenteseechóareír:habíasidomuy listo al engañar a sus voces. No sabían que estaba aquí. El cuarto mismo,alumbradoporunúnicofocoazul,noerasórdido:aprimeravistaeraunahabitacióndeestudiante.Dehecho, seasemejabamuchoa suantiguocuartodelcolegio, sóloqueésteeramásamplio.Teníalasmismaspuertasampliasyunlibreroenunlugarque resultaba familiar con un libro en el estante superior. En un rincón,incongruentemente, había un sable gigantesco. ¡Cachemira! Imaginó haber visto lapalabra,queluegodesapareció.Talvezlahabíavisto,porqueellibro—porextrañoquepareciese—eraunahistoria españolade la IndiaBritánica.Lacamaestaba endesorden, cubierta de pisadas y hasta de algo que parecían manchas de sangre,aunque tambiénestacamaseasemejabaauncatredeestudiante.Notó juntoaellaunabotellademezcalcasivacía.Peroelpisoeradelosasrojasyenciertomodosufría e implacable lógica anulaba el horror; bebió el resto de la botella.Mientras lamuchacha cerraba las puertas, le hablaba en extraño idioma, acaso en zapoteca y,luego vino hacia el Cónsul, que se percató de cuán joven y hermosa era. Alencenderseunrelámpagosedibujóenlaventanalasiluetadeunrostroqueporunmomentopareció sereldeYvonne.—¿QuieresMaría?—volvióaofrecerseellay,rodeando con sus brazos el cuello delCónsul lo atrajo sobre la cama.También sucuerpoeraeldeYvonne,suspiernas,suspechos,sucorazónquelatíaapasionado;amedida que los dedos del Cónsul recorrían el cuerpo de la muchacha, crujía laelectricidad bajo sus caricias, aunque la ilusión sentimental se desvanecía, estabahundiéndoseenunmar,comosinohubieseestadoallí,habíaseconvertidoenelmar,enunhorizontedesoladodondenavegabavertiginosamenteunenormebarconegro,conelcascoocultodeslizándosehaciaelocaso;obiensucuerponoeranadasinounameraabstracción,unacalamidad,undiabólicoaparatoparaproducirsensacionescalamitosasyenfermizas;eraeldesastre,eraelhorrordedespertarseporlamañanaenOaxacavestidodepiesacabeza,alastresymediadecadamadrugadadespuésdelapartidadeYvonne;OaxacaylanocturnafugadelHotelFranciaquedormitaba,allídondeYvonneyélhabíansidofelices,lahuidadelmismocuartobaratoquedesdelaalturaveíahacia‘ElInfierno’,aquelotro‘Farolito’,elhorrordebuscarlabotellaenlapenumbraynoencontrarla, el buitreposadoen lapalangana; suspropiospasos,insonoros,elsilenciosepulcralfueradesucuarto,demasiadotempranoparaqueseescucharan allá abajo en la cocina los aterradores sonidos y los chillidos y lamatanza; el horror de bajar la escalera alfombrada hasta llegar al inmenso pozooscurodelcomedordesierto(antañopatio),elhundirseenelmullidodesastrede laalfombra, sus pies que se sumían en la congoja cuando, llegado a la escalera, noestabasegurodenohallarseeneldescanso,ylapuñaladadepánicoydehorrordesímismoalpensarenladuchadeaguafríaalláatrás,asuizquierda,lamismaquesólounavezusara,perounalehabíabastado;yelúltimoacercamientomudo,tembloroso

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y respetable, suspieshundiéndoseen lacalamidad (yeraestacalamidad laqueél,con María, penetraba, la única cosa viva en él era este órgano maligno ardiente,hirviente, crucificado… ¡Dios!, ¿es posible sentir sufrimientomayor que éste? Deestesufrimientodebenaceralgo,yloquenaceríaseríasupropiamuerte)porque¡ah!quésemejantessonlosgemidosdelamorylosdelaagonía;ysuspasossehundíanensutemblor,elfríotemblornauseabundo,yeneloscuropozodelcomedorconunaluzmortecinaa lavueltaflotandoporencimadelescritorio,yelreloj—demasiadotemprano— y las cartas no escritas, impotente para escribir, y el calendario queeterno e impotente anunciaba su aniversario de bodas, y el sobrino del gerentedormidoenelsofá,esperandosalirarecibirelprimertrendeMéxico; laoscuridadque,palpable,murmuraba,lasoledadfríaydolorosaenelaltisonantecomedor,rígidocon sus servilletas de color gris blancuzco muertas y dobladas, el peso delsufrimiento y la conciencia mayores (parecía) que el soportado por cualquiersuperviviente;lasedquenoerased,sinoque,congojaylujuria,eramuerte:muerteyotra vez muerte y muerte la espera en el frío comedor del hotel, hablándose a símismo en voz baja, mientras aguardaba, puesto que ‘El Infierno’ aquel otro‘Farolito’, no abría sino hasta las cuatro de la mañana y difícilmente podía unoesperar en la intemperie… (y esta calamidad en que ahora penetraba, era lacalamidad, la calamidad de su propia vida, su esencia misma en la que ahorapenetraba, en donde estaba penetrando, donde había penetrado)… aguardando el‘Infierno’ cuya única lámpara de esperanza pronto brillaría allende las atarjeasdescubiertasy,sobrelamesa,enelcomedordelhotel,difícildedistinguir,unajarradeagua;llevar,tembloroso,tembloroso,lajarradeaguahastasuslabios,peronolobastante cerca, era demasiado pesada, como este peso de congoja —“no puedesbeberdeella”—,sólopodíahumedecer sus labios,y luego (debehaber sido Jesúsquienmemandó esto, después de lodo sóloÉlme seguía) la botella de vino tintofrancéstraídadeSalinaCruz,queaúnestabaallíenlamesapuestaparaeldesayuno,marcadaconelnúmerodecuartodealgúnotrohuésped,descorchadacondificultady(cuidándosedeque el sobrinono loviese) asirla con ambasmanos, ydejar que elbienaventurado licor escurriese por su garganta, sólo un poco, porque después detodounoesinglésyresponsable,yluegorecostarsetambiénenelsofá—sucorazónunfríodolor,cálidoenuncostado—enfríaconchatemblorosadepalpitantesoledad,sintiendo, no obstante, un pocomás el vino, como si el pecho se llenase ahora dehirviente hielo, o como si un hierro al rojo vivo atravesara el pecho, pero de fríosefectos,porquelaconcienciaquevuelveaenfurecersedebajoyhaceestallarnuestrocorazón,ardetanfieramenteconlasllamasinfernales,queunhierrocandenteresulta,encomparación,simpleescalofrío,yel tic-tacdel reloj,consucorazónquepalpitacomo tambor cubierto por la nieve, y hace tic-tac y se estremece, el tiempo seestremeceyseacercaal‘Infierno’,haciendotic-tac,yluego—¡lafuga!—poniendo

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sobre su cabeza la cobija que en secreto había bajado del cuarto del hotel, salir ahurtadillas,pasandojuntoalsobrinodelgerente—¡lafuga!—juntoalmostradordelhotel,sinatreverseamirarsihaycartas;«¡esestesilencioloquemeaterra!»(¿puedeestar allí? ¿soy yo? ¡Ay de ti!, miserable infeliz que te condueles de tus propiasdesgracias,viejobribón)pasandojunto—¡lafuga!—alveladorindígenaqueduermeenel sueloy, apretandoenelpuño lospocospesosque lequedan, conaspectodeindígenaahora,saliralaviejaciudadamuralladaycubiertadeadoquines,pasando,junto—¡la fugapor el pasadizo secreto!—a las cloacas descubiertas en las tristescallejuelas y a los pocos faroles solitarios de mortecina luz, salir a la noche, almilagro de hallar todavía los ataúdes de las casas y lasmojoneras, la fuga por lasacerasresquebrajadas,gimiendo,gimiendo—y¡quésemejantessonlosgemidosdelamoralosdelaagonía!—ylascasastansilenciosas,tanfríasantesdelalba,hastaver brillar, al volver la esquina, ya a salvo, la única lámpara de ‘El Infierno’, quetantoseasemejabaa‘ElFarolito’,yluego,sorprendidounavezmásdehaberpodidollegarhastaallí,paradoenaquelsitio,apoyadoenlapared,conlacobijaaúnsobresucabeza,hablaralosmendigos,alosobrerosmadrugadores,alassuciasprostitutas,alospadrotes,aldesechoybasuradelascallesyalomásbajodelatierra,peroquesehallaban,noobstante,muchomásaltoqueél,bebiendodelamismamaneraqueélhabíabebidoaquí,en‘ElFarolito’contandomentiras,mintiendo—¡lafuga,siemprelafuga!—hastaelalbateñidadelilaquedebierahabertraídolamuerte,yéltambiéndebierahabermuerto,¿quéhehecho?

LosojosdelCónsulsefijaronenuncalendarioquependíasobrelacama.Alfinhabíallegadoalacrisis,crisissinposesión,casi—despuésdetodo—sinplacer,yloquevio,bienpudieraser (noestabasegurodeque lo fuera)uncuadrodelCanadá.Bajo los rayosdeunbrillantepleniluniohabíaunvenadoaorillasdeun ríodonderemaban,enunacanoadeabedul,unhombreyunamujer.Lashojasdelcalendariomostrabanlofuturo,elmessiguiente,diciembre:¿endóndeibaaestarentonces?Enlapenumbraazulosallegóhastaadistinguirlosnombresdelossantosparacadadíadediciembre,impresosbajolosnúmeros:SantaNatalia,SantaBibiana,S.FranciscoJavier,S.Sabás,S.NicolásdeBari,S.Ambrosio:coneltruenoabrióselapuertayelrostrodeM.Laruelleseesfumóenelumbral.

Enel‘mingitorio’unhedorcomodemercaptanoleaplicóamarillentasmanosenelrostroyahora,desdelasparedesdelurinario,sinhaberlasinvitado,volvióaoírsusvocesque,silbantes,legritabanyleaullabanestridentes:—¡Ahorasíquelahiciste,yalahicisteenverdad,GeoffreyFirmin!Ahoraninosotrospodemosayudarteya…de todos modos, mejor sácale todo el provecho posible ahora, la noche es jovenaún…

—¿LegustaMaría?—lavozdeunhombre(elCónsulreconocióquepertenecíaalquehabíareídoentredientes)surgiódelapenumbray,conrodillastemblorosas,el

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Cónsulmiróa suderredor: loqueprimerovio fuerondesganadoscartelonesen lasviscosasparedesiluminadasporunaluzmortecina:‘ClínicaDr.Vigil,EnfermedadesSecretas de Ambos Sexos, Vías Urinarias, Trastornos Sexuales, Debilidad Sexual,DerramesNocturnos, Emisiones Prematuras, Espermatorrea, Impotencia. 666’. Suversátilcompañerodeestamañanayde lanocheanteriorhabríapodido informarleque no todo estaba perdido aún… por desgracia ahora ya estaría en camino haciaGuanajuato.Distinguióenunrincón,sentadoyencorvadoenlatazadelexcusado,aun hombre increíblemente mugroso cuyos pies, cubiertos por los pantalones, noalcanzabanatocarelpisoinmundoycubiertodepapelessucios.—¿LegustaMaría?—volvió a pujar—. Se la mandé. Yo soy su amigo—soltó un pelo—. Mi cuateinglés,siempre,siempre.—¿‘Quéhora’?—preguntótemblorosoelCónsul,alverenel canal un escorpiónmuerto; después de un destello fosforescente, desapareció, onuncaestuvoallí—.¿Quéhoraes?—Sick—respondióelhombre—.Noiterohhalfpast sick by the cock.—Quieredecir, la seis ymedia enpunto.—‘Sí señor’.Halfpastsickbythecock.

606.—Betabelga enchilaba, pitobel enchilado; componiéndose la ropa rióse elCónsul lúgubremente por la contestación del padrote (¿o acaso era una especie dedelator, en el sentidomás estricto del vocablo?). Y quién era el que, antes, habíadichohalfpast treebythecock.¿Cómohabíapodidoaveriguarestetipoqueélerainglés?,preguntóse,mientraslarisadelhombreloseguíaporloscuartosrodeadosdecristales,enmediodelbarqueyaempezabaa llenarse,hasta llegara lapuerta.Talveztrabajabaparala‘UniónMilitar’,ypasabatodoeldíasentado,encorvado,enlasletrinasdelaSeguridadespiandolaconversacióndelosprisioneros,mientrasqueellenocinio sólo era tal vez su oficio complementario. Podría averiguar algo sobreMaría, si ella…peronoquería saberlo.Con todo, elhombre lehabíadadobien lahora. El reloj de la ‘Comisaria de Policía’, con forma de anillo y de imperfectaluminosidad, indicaba, como si acabase demoverse dandoun salto, que eran pocomásdelasseisymedia,yelCónsulpusoatiemposurelojqueseatrasaba.Yyaerabastante la oscuridad. No obstante, el mismo pelotón harapiento parecía seguircruzando la plaza. Sin embargo, el cabo había dejado de escribir. Enfrente de laprisión había un único centinela inmóvil. Una violenta luz recorrió de repente elportalquequedabaasuespalda.Másallá,juntoalasceldas,mecíanseenlaparedlassombras de la linterna de algún policía. Invadían la noche extraños rumoressemejantesalosdelsueño.Elredobledeuntamborqueresonóenalgúnladofueunarevolución, en la calle estalló el grito de alguien a quien asesinaban, unos frenoschirriaronenlontananza,unalmaenpena.Sobresucabezaflotabanlasnotasdeunaguitarra.Enladistanciarepicófrenéticaunacampana.Relampagueó.Halfpastsickby the cock. En la ColumbiaBritánica, en el Canadá, en el frío lago Pineo dondemuchohasuislahabíaseconvertidoenselvadelaurelyalcandía,fresassilvestresy

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acebodeOregón, recordó laextrañacreenciaque tienen los indiosdequeungallocantaanteelcuerpodeunahogado.¡Quéhorrendaconfirmaciónladeaquellanocheplateadahacíamuchosañoscuando,fungiendocomoCónsuldeLituaniaenVernon,acompañó al grupo de salvamento en el bote, y el gallo salió de sumarasmoparacantar sietevecesconestridentegrito!Alparecer, lascartasdedinamitanohabíanperturbado nada; remaban lúgubremente hacia la orilla en la bruma crepuscular,cuando vieron de pronto en el agua algo que sobresalía y que a primera vista lespareció un guante: lamano del lituano que se había ahogado.ColumbiaBritánica,amable Siberia, que no era ni amable ni Siberia, sino inexplorado y tal vezinexplorableParaíso, pudohaber sidouna solución; regresar allá, para construir, sibiennoensuisla,enalgúnotrolugar,unanuevavidaconYvonne.¿Porquénopensóenesoantes?¿OporquénolohabíapensadoYvonne?¿OacasoseríaesoaloqueellaaludióesamismatardeyqueamediascaptólamentedelCónsul?Micasitagriseneloeste.Parecíalehaberpensadoantesenelloamenudoenesteprecisolugarenqueahorasehallaba.Perocuandomenostambiénahoraestoquedabaclaro.Nopodíavolver a Yvonne, aunque lo quisiese. La esperanza de una nueva vida en común,aunqueselavolvieraaofrecermilagrosamente,apenaspodríasobrevivirenlaáridaatmósfera de un enajenado aplazamiento al que, amén de todo lo demás, debíasometerse sólo por brutales razones higiénicas. Cierto, esas razones carecían porahoradebasessólidaspero,porotropropósitoqueseleescapaba,debíanpermanecerinexpugnables.Ahora,todaslassoluciones—inclusoelperdón—tropezabancontrasu enormemuralla china. Volvió a reír, sintiendo una extraña liberación, casi unasensacióndelogro.Sumenteestabadespejada.Tambiénfísicamenteparecíasentirsemejor. Era como si hubiese sacado fuerzas de una última contaminación. Sentíaselibreparadevorarenpazloquelequedabadevida.Almismotiempo,ciertahorrendaalegríaseinsinuabaensuestadodeánimoy,demodoextraordinario,ciertaingrávidamaldad.Teníaconcienciadeundeseoalavezdecompletoolvidosaciadoydeunainocentetravesurainfantil.—¡Ay!—parecióquejarseunavozasuoído—.Mipobrecriatura,enrealidadnosientesningunadeesascosas:sóloestásperdido,sinhogar.

Sobresaltóse.Antesí,atadoaunarbolilloquenohabíaadvertidoantesapesardequesealzabajustofrentealacantinaalotroladodelsendero,pastabauncaballoenla hierba fresca. Algo familiar en el animal le hizo acercarse. Sí… tal como losuponía. Ahora ya no cabía lugar a duda respecto al número siete marcado en lagrupa ni respecto al labrado en el cuero de la silla.Era aquella cabalgadura, aquelcaballo del indio al que primero vio cantando, montado sobre él cuando salía almundo iluminado por los rayos del sol, y al que luego volvió a ver abandonado,agonizante junto a la carretera.Acarició al animal, que sacudió las orejas y siguiópastando imperturbable… tal vez no tan imperturbable; al estallar el trueno, elcaballo, al que misteriosamente le habían vuelto a poner las alforjas, tembloroso

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lanzó un relincho adolorido.A pesar de lo cual, tambiénmisteriosamente aquellasalforjasyano tintinearon.Demodoespontáneo surgió en lamentedelCónsul unaexplicacióndelosacontecimientosdeesatarde.¿Acasonosehabíanmutadoenunagentedepolicíatodasaquellasabominacionesquehabíavistopocoha,enunagentedepolicíaquetraíauncaballoenestadirección?¿Porquénohabríadeseraquél,estecaballo?Habíansidoaquellosvigilantesquesepresentaronestatardeenlacarretera,yaquíenParián,comose lohabíadichoaHugh,estabasucuartelgeneral. ¡CómodisfrutaríaHughtodoestosiestuvieseaquí!Lapolicía,¡ah!,latemiblepolicía—o,mejor,nolaverdaderapolicía,secorrigió—sinoaquellostiposdela‘UniónMilitar’se hallaba en el fondo, demanera que locamente complicada pero en el fondo, noobstante, de todo aquel asunto. De súbito tuvo la certeza. Como si de unacorrespondencia entre elmundo subnormal y el universo anormalmentedelirante ysospechoso que hervía en su interior hubiese surgido la verdad, surgido, empero,comosombraque…

—¿‘Quéhacéisaquí’?—‘Nada’—contestó sonriendo al hombre que tenía aspecto de sargento de la

policíamexicanayacababadearrebatarlelarienda—.Nada.‘Veoquelatierraanda;estoyesperandoaquepasemicasaporaquíparametermeenella’—logróexpresarseen español con brillantez. Sobre el latón de las hebillas en el uniforme delsorprendidopolicíasereflejólaluzqueemanabadelapuertade‘ElFarolito’yluego,mientrassedabalavuelta,enelcuerodesucinturón,desuertequelohizolustrosocomo hoja de plátano y, por último, la reflejaron sus botas brillantes como plataantigua.ElCónsulserió;bastabasólomirarloparasentirquelahumanidadestabaapunto de que la salvaran en seguida.Repitió el chiste,mexicano, no tan bueno eninglés:Ileamthatteworldgoesround,soIamwaitinghereformyhousetopassby,dando golpecillos en el brazo del policía que lomiraba sin expresión con la bocaabiertadeestupor,yletendiólamanoalavezqueledecía:—‘Amigo’.

El policía gruñó y con brusco ademán rechazó la mano del Cónsul. Luego,echándole miradas rápidas y sospechosas por encima del hombro, ató másseguramente el caballo al árbol. El Cónsul se dio cuenta de que en esas miradasrápidashabíasindudaalgoserio,algoque leconminabaahuiranteelpeligro.Unpoco resentido, recordóquede lamisma forma lo habíamiradoDiosdado.Pero elCónsulnosesintiópreocupadonicondeseosdehuir.Nitampococambiódepareceralsentirqueelpolicíaloempujabaala‘cantina’,traslacual,alaluzdelrelámpago,apareció por un instante en el oriente la tempestad que embestía. Al trasponer elumbraldelapuerta,precediéndolo,pensóelCónsulquedehechoelpolicíatratabadesercortésconél.Conágilmovimientosehizoaunladoparainvitaralagenteaquepasaraprimero.>—‘Miamigo’—repitió.Elpolicíaloempujóyambosfueronaunextremodelabarraqueestabavacío.

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—‘Americano, ¿eh?’—dijo ahora con firmeza este policía—. Espérese ‘aquí’.¿Comprende,‘señor’?—ysemetiódetrásdelabarraparadiscutirconDiosdado.

Envano tratóelCónsulde introducir, enbeneficiode suconducta,unacordialnota explicativa para el Elefante, que tenía un aspecto torvo, como si acabase deasesinar a otra de susmujeres para curarle la neurastenia.Mientras tanto, el PocasPulgas, ocioso por el momento y con gesto de sorprendente claridad, deslizó unmezcalsobreelmostrador.Denuevolagentesequedómirándolo.Luegoelpolicíavolvióaenfrentárseledesdeelotro ladode labarra.—Dicenque tienedificultadesparacobrarle—dijoensumal inglés—.Ustednopagóelwhiskymexicano.No lepagóalamuchachamexicana.Ustednotienedinero,¿eh?

—Zicker—dijoelCónsulconscientedequesuespañol,apesardeunpasajeroresurgimiento, había desaparecido virtualmente—. ‘Sí’. ‘Mucho dinero’ —añadióponiendounpesoadisposicióndelPocasPulgas.Vioqueelpolicíaeraunhombreapuesto, de cuello grueso, negro bigote arenoso, dientes brillantes y aires defanfarronería más bien afectados. En este momento se le unió un hombre alto yesbelto,derostrosombríoyrecio,manoslargasyhermosas,vestidoconuntrajedetweeddecorteelegante.MirandodevezencuandoalCónsul,hablóenvozbajaconDiosdadoyelpolicía.Estehombre,conrasgoscastellanosdepuracepa, leparecíaconocidoyelCónsulsepreguntóendóndelohabíavistoantes.Separándosedeél,elpolicía sé inclinóyapoyando loscodosen labarra lehablóalCónsul.—Ustednotiene dinero ¿eh? y ahorita iba a volarsemi caballo—guiñó el ojo aDiosdado—.¿Paraquéqueríaescaparseconelcaballomexicano?Paranopagardineromexicano,¿eh?

ElCónsullomiró.—No.Decididamenteno.Porsupuestoquenoibaarobarmesucaballo.Simplementeloestabaviendo,admirándolo.

—¿Para qué quería ver el caballomexicano? ¿Para qué?—el policía se rió derepente,conauténticojúbilo,golpeándoselosmuslos;eraevidentequesetratabadeunabuenapersonay, sintiendoqueelhielo se rompía, elCónsul rió también.Peroobviamente el policía estaba también bastante borracho, así que resultaba difícildefinirelsentidodesurisa.EntantoquelascarasdeDiosdadoydelhombrevestidode tweed seguían sombrías y ceñudas—. Dibuje el mapa de España—insistió elpolicíadominandoalfinsurisa—.¿ConoceEspaña?

—Commentnon—dijo elCónsul.Así, pues,Diosdado lehabía contado lodelmapa,locualsinembargoeraalgoinocente,inocuo—.Oui.‘Esmuyasombrosa’—no, no era Pernambuco: definitivamente no debía hablar portugués—. Jawohl.‘Correcto,señor’—concluyó—.Si,conozcoEspaña.

—¿Dibujaste un mapa de España, cabrón bolchevique? ¿Eres miembro de lasBrigadasInternacionalesyestásarmandolíos?

—No—respondióelCónsulconfirmezaycortesía,aunquealgoagitadoahora—.

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‘Absolutamenteno’.—Ab-so-lu-ta-mente, ¿eh?—guiñó nuevamente un ojo a Diosdado, el policía

imitólaactituddelCónsul.Saliódedetrásdelmostradorparaacomodarsedenuevodel otro lado, y trajo consigo al hombre lúgubre que no decía una sola palabra nibebía,sinosimplementeestabaallí,consuaspectosevero,comoeldelElefanteque,frente a ellos ahora, secaba con enojo unos vasos—. ¡Muy… —dijo el policíaarrastrandolassílabas,y—:…bien!—añadiócontremendoénfasisalavezquedabaunafuertepalmadaenlaespaldadelCónsul—.¡Muybien!Vamos,miamigo…—invitólo—.Bebe, bebe todo lo que quieras. Hemos estado buscándote—prosiguiócon voz estentórea medio bromeando y con tono de borracho—. Asesinaste a unhombre y huiste por siete estados. Queríamos saber de ti. Descubrimos—¿así sedice?— que desertaste de tu barco en Veracruz. Dices que tienes dinero. ¿Cuántotraes?

El Cónsul sacó un billete arrugado y volvió a metérselo en el bolsillo. —Cincuenta pesos, ¿eh? Puede ser que eso no alcance. ¿Por quién estás? ¿Inglés?¿Español?¿Americano?¿Alemán?¿Ruso?¿EresdelosS.S.?¿Quéhaces?

—InosipikkerdiInglish…hey,¿cómotellamas?—lepreguntóasuespaldaunavoz estridente y, al volverse, el Cónsul vio otro policía vestido de manera muysemejantealprimero,sóloquedemenorestatura,quijadasrobustasydiminutosojoscrueles plantados en un rostro cenizo, carnoso y recién afeitado. Aunque llevabapistolaalcintolefaltabanelíndiceyelpulgarderechos.AlhablarhizounobscenomovimientogiratorioconlascaderasyguiñóelojoalprimerpolicíayaDiosdado,aunque rehuyó la mirada del hombre vestido de tweed—. ‘Progresión al culo’—añadió(porrazonesqueignorabaelCónsul)moviendoaúnlascaderas.

—EselJefedelMunicipio—explicócordialmentealCónsulelprimerpolicía—.Éstequieresabercómotellamas.

—Trotsky—respondió,burlón,alguiendesdeelotroextremodelmostrador,yelCónsul,conscientedesubarba,sesonrojó.

—Blackstone—respondiósolemnemente;yporcierto,preguntósealaceptarotromezcal, ¿acaso no había, vengativo, venido a vivir entre los indios? La únicadificultad era que teníamuchomiedode que estos indios resultaran también genteconideas—.WilliamBlackstone.

—¿De qué lado está usted?—gritó el policía gordo, cuyo nombre era algo asícomo Zuzugoitea—. ¿En favor de quién está?—y repitió el catecismo del primerpolicíaalqueparecíaimitarentodo—:¿Inglés?¿Alemán?

ElCónsulnegóconlacabeza:—No.SóloWilliamBlackstone.—EresJuden—preguntóelprimerpolicía.—No. Sólo Blackstone —repitió el Cónsul meneando la cabeza—. William

Blackstone.Losjudíosrarasvecesestánmuy‘borrachos’.

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—Estás… este… ‘borracho’, ¿eh?—dijo el primer policía y todos se rieron…variosqueevidentementeeransussecuaces,habíanselesunido,aunqueelCónsulnopodíadistinguirlosconprecisión,salvo,inflexibleeindiferente,elhombrevestidodetweed—.Éste es Jefede Jardineros—siguió explicandoel primerpolicía.Yen sutonodevoz se advertíaun temor reverente—.Yo también soy jefe.Soyel JefedeTribunas—añadió, pero casi pensativo, como si quisieradecir—:Soy sólo JefedeTribunas.

—Yyo…—comenzóadecirelCónsul.—Estoy‘perfectamenteborracho’—terminóelprimerpolicía,ytodosvolvieron

aestallarencarcajadas,salvoel‘JefedeJardineros’.—Yyo…—repitióelCónsul,pero¿quédecía?Yenrealidad¿quiéneratodaesta

gente? Jefe de qué Tribunas, Jefe de qué Municipio; sobre todo, Jefe ¿de quéJardines?Con seguridad este tipo silencioso vestido de tweed, de aspecto tambiénsiniestro, aunque aparentemente era el único que no portaba armas entre los delgrupo, no era el responsable exclusivo de todos aquellos jardincillos públicos. Apesarde locual,elCónsulsintió lasombríaprescienciaqueyateníarespectoa losqueinvocabanestaspretensionestitulares.AsociábalosensumenteConelInspectorGeneraldelEstadoytambién,comolehabíadichoHugh,conla‘UniónMilitar’.Sinduda,loshabíavistoaquíantes,enunodeloscuartosoenelbar,perociertamentenotancercacomoahora.Sinembargo,tantagentehacíalloversobreélpreguntasalasque no podía contestar, que acabó por olvidar casi el significado de supresentimiento.Supuso,noobstante,queelrespetadoJefedeJardineros,aquienenestemismomomentolanzóunamudasúplicadeayuda,debíaestar«másarriba»queelmismo InspectorGeneral. Por toda respuesta recibió unamiradamás torva quenunca: al mismo tiempo recordó el Cónsul dónde lo había visto antes; el Jefe deJardinerospudohaber sido supropia imagen, cuandoesbelto,bronceado, serio, sinbarba,en laencrucijadadesucarrera,asumióelViceconsuladodeGranada.Traíaninnumerables tequilasymezcalesyelCónsulbebía todocuanto teníaasualcance,sinconsideraraquiénpertenecía.—Noessuficientedecirqueestuvieronjuntosen‘ElAmordelosAmores’—oyóquerepetíasupropiavoz,contestandotalvezalgunainsistentepreguntarelativaal incidentedeesta tarde,sibienignorabaporquéselahacían—. Lo que importaba es cómo ocurrió todo. ¿Estaba borracho el ‘peón’?…aunquetalvezno,setratabadeun‘peón’.¿Osecayódelcaballo?Talvezelrateroreconocióauncompañerodeparrandaqueledebíaunaodoscopas…

El trueno gruñó afuera de ‘El Farolito’. El Cónsul se sentó. Se trataba de unaorden. Todo se volvía caótico. El bar estaba casi repleto. Algunos de losparroquianos, indiosvestidoscon ropasholgadas,veníande loscementerios.Habíasoldadosandrajososyentreellosaquíyalláunoficialvestidoconelegancia.Enloscuartos de cristales distinguió cornetas y cordones verdes que semovían.Entraron

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varios danzantes que, cubiertos con largas túnicas negras rayadas de pinturaluminosa, representabanesqueletos.Asuespaldahallábaseahoradepieel JefedelMunicipio.TambiéndepieestabaelJefedeTribunas,hablandoasuderechaconel‘Jefe de Jardineros’, cuyo nombre, según descubrió el Cónsul, era FructuosoSanabria. —¡Hola! ¿‘Qué tal’? —preguntó el Cónsul. Volviéndole en parte laespalda, había alguien sentado junto a él, que también le parecía conocido. Teníaaspecto de algún poeta amigo de sus años de escuela. Sobre su noble frente caíanrubioscabellos.ElCónsulleofrecióunacopaqueeljovennosólorehusóenespañol,sino que para hacerlo se puso de pie, moviendo unamano como para rechazar alCónsul,yluegoseretiróalotroextremodelabarra,conrostroiracundo,ocultoenparte.ElCónsulsesintióherido.VolvióalanzarunamudallamadadeauxilioalJefedeJardineros:éste lerespondióconunamiradaimplacable,casidefinitiva.PorvezprimeraolfateóelCónsullatangibilidaddesupeligro.SabíaqueSanabriayelprimerpolicíadiscutíanconsumahostilidadparadecidirloqueharíanconél.LuegolosviotratandodeatraerlaatencióndelJefedelMunicipio.Losdossolosseabrieronpasodetrásdelbarpararegresaraunteléfonoqueantesnohabíanotado,ylocuriosodeesteteléfonoeraqueparecíafuncionarnormalmente.ElJefedeTribunaseraelquehablaba:ceñudo,Sanabriapermanecíaasu ladoya todas lucesdaba instrucciones.Lohacíasinapresurarsey,aldarsecuentadequelallamada—apartedelcarácterquetenía—se referíaa él, elCónsul, con lento, ardienteyangustiosodolor, sintióunavezmáscuánsoloestaba,sintióquecuantolerodeaba,apesardelamultitudydelestrépito que aminoró un poco obedeciendo a un ademán de Sanabria, se extendíacomoeldesiertodelagrismareadelAtlánticoquehacíaunrato,cuandoestabaconMaría,habíasurgidoantesusojosenunconjunto,sóloqueenestaocasiónnohabíavelas a la vista. El ambiente de malicia y liberación se había desvanecido porcompleto. Sabía que en parte había esperado todo el tiempo queYvonne viniese arescatarlo,yahoraestabaconscientedequeerademasiadotarde,dequenovendría.¡Ah,siYvonne(aunquesólofueracomounahija)quecomprenderíayloconfortaría,pudieseestarahoraasulado!Aunquesólofueraparallevarlodelamano,paradirigirsu borrachera rumbo a casa, entre campos de piedra, entre los bosques —sininterferir,claroestá,consusocasionalestragosdelabotellay¡ah,cómoecharíademenos,pordoquieraquefuese,aquellosardientessorbossolitariosquetalvezeranlosmomentosmásfelicesdesuvida!—,comohabíavistoqueloshijosdelosindiosllevaban a casa a sus padres los domingos. Instantánea, conscientemente, volvió aolvidar a Yvonne. Por su cabeza cruzó la idea de que quizá podría abandonar ‘ElFarolito’ solo, sin ninguna ayuda, inadvertido y sin dificultad, porque el Jefe delMunicipioseguíaenfrascadoensuconversación,mientrasquelosotrosdospolicíasestabanvueltosdeespalda,ysinembargonosemovió.Envezdeello,conloscodosenelmostrador,hundióelrostroenlasmanos.

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Conlosojosdelamentevolvióaver«LosBorrachones»,aquellaextraordinariaimagencolgadaenlapareddeLaruelle,sóloqueahoraadquiríaunaspectountantodistinto.¿Acasonotendríaotrosignificadoesecuadro,carentedeintencióncomosuhumorismo,másalláde losimbólicamenteobvio?Vioqueaquellospersonajesconaspecto de espíritus, aparentemente se volvían más libres, más separados, y susnoblesrostroscaracterísticostornabanasermáscaracterísticos,másnobles,mientrasmayor era su ascenso hacia la luz; aquellos seres rubicundos que se semejaban ademonios amontonados, se volvían más parecidos entre sí, más juntos, mássemejantesaunúnicodemoniomientrasmayorerasucercaníaalastinieblas.Talvezestonofueratanridículo.Cuandoélhabíaluchadoporelevarse,comoalprincipiodesu existencia con Yvonne, ¿acaso los «rasgos» de la vida no habían parecidoaclararse, animarse más, los amigos y enemigos volverse más identificables, losproblemasespeciales, lasescenas,yconellosel sentidodesupropia realidad,másseparados de sí mismo? ¿Y no resultó que, mientras más se hundía mayor era latendenciadeaquellosrasgosadisimularse,aobstruirseyresolverse,para,alalarga,transformarseenalgoapenasmejorquehorrendascriaturasdesuhipócritayointernoyexterno,odesulucha,silaluchaexistíaaún?Sí,peroaunquelohubieradeseado,anhelado, este mismo mundo material, por ilusorio que fuese, pudo haberseconvertido en aliado para indicarle el buen camino.En este caso no habría habidorecurrencia,pormediodevocesirrealesyengañosasyformasdedisoluciónquecadavez se asemejaban más a una sola voz, a una muerte más muerta que la muertemisma,sinounainfinitadilatación,unainfinitaevoluciónyextensióndelímites,enque el espíritu era una entidad, perfecta e íntegra: ¡ah! ¿quién sabe por qué fueofrecido al hombre—por acosada que fuese su suerte— el amor?Y sin embargo,teníaqueenfrentarseaello:habíacaído,caído,caídohasta…peroahoramismosepercataba de no haber llegado enteramente hasta el fondo. Todavía no era el fincompleto.Eracomosisucaídasehubiesedetenidosobreunestrechoborde,bordedesdeelquenopodíasubirnibajar,ysobreelcualyacíabañadoensangreymedioaturdidomientrasquealláabajo,enlaslejanasprofundidades,aguardababostezandoelabismo.Ymientrasyacíasobreaquelbordelorodeabanendeliriolosfantasmasdesí mismo, los policías, Fructuoso Sanabria, aquel otro tipo que parecía poeta, losesqueletosluminosos,hastaelconejodelaesquinaylascenizasyescupitajosenelpisoinmundo,porque,¿acasonotodosycadaunodeelloscorrespondían,enformaqueno leeraposiblecomprender (sibien la reconocíademodoconfuso),aalgunafacción de su ser?Y vio con imprecisión, cómo también la llegada deYvonne, laserpiente en el jardín, su disputa con Laruelle y después con Hugh e Yvonne, lamáquina infernal, el encuentrocon la ‘señora’Gregorio, elhallazgode lascartasymuchasotrascosasmás,cómotodoslosacontecimientosdeldíahabíansidosindudacomoindiferentesmatojosalosquesehabíaasidosinconvicciónocomopiedrasque

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sehabíanaflojadoensucaídayseguíanlloviendosobresucabeza.ElCónsulsacóelpaqueteazuldecigarrillosconalasimpresas:¡Alas!Volvióalevantarlacabeza;no,estaba donde estaba y no tenía adónde huir. Y fue como si un perro negro se lehubiesesubidoalaespaldaparamantenerloenlasilla.

El JefedeJardinerosyel JefedeTribunasseguían juntoal teléfono, talvezenespera del número correcto. Quizá estaban llamando al Inspector General; pero,¿suponiendo que hubieran olvidado al Cónsul… suponiendo que no estuviesentelefoneandosobresucaso?RecordólasgafasoscurasquesehabíaquitadoparaleerlascartasdeYvonne,yalatravesarporsumentelafatuaideadeundisfraz,volvióaponérselas.Asuespalda,elJefedelMunicipioseguíaabsorto;ahora,unavezmás,podía marcharse. Con auxilio de sus gafas oscuras, ¿qué podía ser más sencillo?Podíamarcharse…sóloquenecesitabaotracopa;ladelestribo.Además,sepercatódequeloarrinconabaunasólidamasadegentey,paraempeorarlascosas,unhombrecon un sombrero negro y mugroso echado hacia atrás y cinturón de cartucherascolgándolesobreelpantalón,leasíaconafectoporelbrazo;eraelpadrote,elespíadel‘mingitorio’.Encorvadocasienlamismoposturaqueantes,aparentementehabíaestadohablándoledurantelosúltimoscincominutos.

—Miamigoparamí—farfullabaensumal inglés—.Todoséstos,nadapara ti,nadaparamí.Todosestoshombres…¡nadaparatioparamí!Todosestoshombressonhijosdeputa…¡Seguro,tú,inglés!—asióconmayorfirmezaelbrazodelCónsul—.¡Todomí!Mexicanos:¡todotiempoinglés,miamigo,mexicano!Nomeimportanloshijosdeputaamericanos:nosonbuenosparatiniparamí,mexicanotodotiempo,todotiempo,todotiempo…¿eh?

ElCónsul retiró el brazo, pero en seguida le asió alguienmás de nacionalidadincierta,bizcodeborracho,queteníaaspectodemarino.—Malditoinglés—afirmóllanamente a la vez que giraba en su taburete—.Yo soy del condado de Pope—vociferóconlentitudestedesconocidometiendoelbrazobajoeldelCónsul—.¿Quécrees? Mozart fue el que escribió la Biblia. Estás aquí para estar aparte allá. Elhombreaquíen la tierra, será igual,yquehaya tranquilidad.Tranquilidadsignificapaz.Pazenlatierra,detodosloshombres…

ElCónsul liberósubrazo.Elpadrotevolvióaasirlo.Casienbuscadesocorro,miróalderredor.ElJefedelMunicipioseguíaocupado.Enelbar,elJefedeTribunasvolvíaatelefonear;Sanabriapermanecíaasulado,dándoleinstrucciones.Engarzadoenlasilladelpadrote,otrohombrealqueelCónsulcreyónorteamericanomirabadesoslayoporencimadesuhombrocomosiestuvieseesperandoaalguien,ydecía,sibienanadieenespecial:—¡Winchester!Carajo,esoesotracosa.Nomedigan.¡Esoes!ElCisneNegroestáenWinchester.Mecapturaronenelsectoralemándelcampoyenelmismoladodellugarenquemecapturaronhabíaunaescuelaparaniñas.Unamaestradeescuela.Melapegó.Yselaregaloaustedes.Ténganla.

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—¡Ah!—dijoelpadroteasidoaúndelbrazodelCónsul.Hablabaporencimadelacabezadeéste,yvolviéndoseenpartealmarino—.Miamigo…¿Quétepasa?Teheestadobuscandotodoeltiempo.Miinglés,todoeltiempo,todoeltiempo,seguro,seguro.Conperdón.Estehombreestádiciéndomemiamigoparati todoel tiempo.¿Te gusta? Este tipo tiene chorros de lana. Este hombre… bueno o malo, seguro.Mexicanomiamigooinglés.Cabrónamericanohijodeputaparatioparamíoparacualquiertiempo.

ElCónsulbebía inextricablementeconestosmacabrospersonajesde losquenopodía deshacerse. Cuando, en esta ocasión, miró en torno suyo, encontró los ojosminúsculosycruelesdelJefedelMunicipioqueloobservaban.Renuncióatratardecomprenderloquedecíaelmarinoanalfabeto,queparecíamásequívocoaúnqueelsoplón.Consultósureloj:seguíansiendolassietemenoscuarto.Tambiéneltiempo,intoxicadodemezcal,volvíaafluircircularmentesobresímismo.SintiendoquelosojosdelseñorZuzugoiteaseguíanclavadosensucuello,sacódenuevoyconademánimportante,defensivo,lascartasdeYvonne.Conlasgafasoscuraspuestas,Diossabeporqué,leparecíanmásclaras.

—Yloquedelhombreesaparteaquí,haráqueelseñorestéconnosotrostodoeltiempo—bramóelmarino—,ésaesmireligiónresumidaenunascuantaspalabras.Mozart fueelhombrequeescribió laBiblia.Mozartescribióelantiguo testimonio.Concrétateaesoytesentirásbien.Mozarteraabogado.

…«Sin ti estoy desechada, amputada. Soy una proscrita, una sombra de mímisma…

—Me llamoWeber.Mecapturaron enFlandes.Másomenospodríandudardemis palabras. ¡Pero si me capturaran ahora!… cuando llegaron los de Alabamapasamoscontalonesalados.Nohacemospreguntasanadie,porqueallínocorremos.¡Cristo!silosquieren,anden,captúrenlos.PerosiquierenAlabama,aquelmontón—elCónsullevantólavista;Webercantaba—.Sólosoyunca-campesino.Nosénada—hizoun saludomilitar a su imagen reflejadaenel espejo—.Soldatde laLégionEtrangère.

«Allíencontréciertagentedelaquedebohablarte,porquetalvezalpresentarlaante nuestros ojos como una plegaria de absolución, el recuerdo de ellos puedafortalecernos una vezmás para alimentar la llama que nunca podrá apagarse, peroqueardeahoramortecina».

—…Sí,señor.Mozarteraabogado.Ynomesigadiscutiendo.BeboaloqueesapartedeDios.¡Mepondríaadiscutirmisincomprensiblesargumentos!

—…delaLégionEtrangère.Vousn’avezpasdenation.LaFranceestvotremère.AcuarentakilómetrosdeTánger, conbastante estrépito.ElOrdenanzadelCapitánDupont. Era un tejano hijo de puta. Nunca diré su nombre. Ocurrió en el FuerteAdamant.

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—…¡MarCantábrico!……«Naciste para andar en la luz. Si sacas la cabeza fuera del candor celeste

forcejeas en un elemento extraño. Crees estar perdido, pero no es así, porque losespíritusdelaluzteayudaránytelevantaránapesardetimismo,aunapesardetodalaoposiciónquelespresentes.¿Teparezcoloca?Avecescreoestarlo.Posesiónatedela inmensa fuerza dentro de tu alma, devuélveme a la cordura que me abandonócuandomeolvidaste,cuandomemandastelejos,cuandodirigistetuspasoshaciauncaminodiferente,senderodesconocidoquehasrecorridosolo…»

—Demolióallí los torreonesdeaquella fortalezasubterránea.QuintoescuadróndelaLegiónExtranjeraFrancesa.LocondecoraronconlaGranÁguila.SoldatdelaLégionEtrangère—Webervolvióahacerantesuimagenelsaludomilitarygolpeólos talones—. El sol seca los labios y se parten. ¡Por Cristo qué vergüenza! Loscaballossealejandandococesenelpolvo.Mesublevé.Tambiénaelloslestocó.

…«Talvezsoyelsermássolitariodelacreación.Nohalloenlabebidaelespíritudecompañerismoqueencuentrastú,porpocosatisfactorioquesea.Midesdichaestáprisionera en mi interior. Solían clamar pidiéndome ayuda. La súplica que hoy tehagoesmuchomásdesesperada.Ayúdame,sí,sálvamedetodocuantomeenvuelveque,amenazadorytembloroso,estáapuntodederrumbarsesobremicabeza».

—…hombrequeescribiólaBiblia.TienequeprofundizarmuchoparasaberqueMozartescribiólaBiblia.Perotediré,nopuedespensarcomoyo.Mimenteesalgoterrible—decíaelmarinoalCónsul—.Ytedeseolomismo.Deseoquetevayabien.Sóloqueyo,alDiablo—añadióy,víctimaderepentinadesesperación,selevantóysalióhaciendoeses.

—Losamericanosnosonbuenosparamí,no.Losamericanosnosonbuenosparaelmexicano.Esosburros, esoshombres—dijo elpadrote enactitudcontemplativamirando primero al Cónsul y luego al legionario que examinaba una pistola en lapalma de su mano como si se tratara de una brillante joya—. Todo yo hombremexicano.Todoeltiempo,hombreinglés,miamigomexicano—haciendounaseña,llamóalPocasPulgasy,ordenandomáscopas, indicóqueelCónsulpagaría—.Nomeimportaelhijodeputaamericano,noesbuenoparatiniparamí.Mimexicano,todoeltiempo,todoeltiempo,todoeltiempo,¿eh?—declaró.

—¿‘Quiere usted la salvación de México’? —interrogó de pronto una radiocolocadaenalgúnlugardetrásdelbar—.¿‘QuiereustedqueCristoseanuestroRey’?—yelCónsulvioqueeljefedeTribunashabíadejadodetelefonear,aunqueseguíaenelmismositioconelJefedeJardineros.

—No.…«Geoffrey,¿porquénomecontestas?Sólopuedocreerquenohasrecibidomis

cartas. He hecho a un lado todo mi orgullo para rogarte que me perdones, paraofrecertemiperdón.Nopuedocreer,meresistoacreerquehayasdejadodeamarme,

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quemehayasolvidado.¿Oesacasoporquepiensaserróneamentequeestoymejorsinti,queteestássacrificandoparaqueyohallelafelicidadconotro?Amormío,cariño,¿notedascuentadequeesoesimposible?Podemosdarnoselunoalotrotantomásde lo quepuedendarse los demás, podemosvolvernos a casar, podremos construirproyectándonoshaciaelfuturo…»

…—Eresmiamigoparasiempre.Yopagoportiypormíyporéste.Estehombreesmiamigoyamigodeéste—yelpadrotediounacalamitosapalmadaenlaespaldadelCónsul,queenesemomentotomabaunlargosorbodesucopa—.¿Loquieres?

…«Ysiyanomeamasnideseasqueregreseatulado,¿noquieresescribirmeydecírmelo? Este silencio es lo que me mata, la incertidumbre que surge de estesilencioyseposesionademisfuerzasydemiespíritu.Escríbemeydimequelavidaque llevas es la que quieres, que eres feliz o desgraciado, que estás satisfecho oinquieto.Sihasperdidolanocióndemiexistencia,háblamedeltiempo,delagentequeconocemos,delascallesquerecorres,delaaltura…¿Endóndeestás,Geoffrey?Nisiquierasédóndeestás.¡Oh!todoestoesdemasiadocruel.Mepreguntoadóndehemosllegado.¿Enquélugarlejanoseguimoscaminandoasidosdelamano?…»

Levantándose por encima del clamor, la voz del soplón se diferenció…Babel,pensóelCónsul,laconfusióndelenguas,yvolvióarecordar(alavezquereconocíalalejanavozdelmarino,queahoravolvíaahablar)elviajeaCholula:—¿Túmelodicesoyo te lodigo?Japónnoesbuenopara losEstadosUnidos,paraAmérica…‘Nobueno’.Mexicano,‘diezyocho’.TodoeltiempolosmexicanosvanalaguerraporlosEstadosUnidos.Seguro,seguro,sí…Échameuncigarro.Dameuncerillo.Yomexicano,voyalaguerraporInglaterratodoeltiempo…

…«¿Endónde estás,Geoffrey?Si sólo supieradónde estás, si sólo supieraqueaún me amas, hace mucho que estaría contigo. Porque mi vida está unidairrevocablementeyparasiemprealatuya.Novayasapensarnuncaquepordejarmevasaquedarlibre.Deestamanerasólonoscondenaríasaunúltimoinfiernosobrelatierra.Sóloliberaríasalgoquenosdestruiríaaambos.Tengomiedo,Geoffrey.¿Porquénomedicesquéhaocurrido?¿Quénecesitas?Y¡Diosmío!¿quéesperas?¿Quéliberación puede compararse a la del amor? Mis muslos arden en deseos deestrecharte.Elvacíodemicuerponoessinoelhambrequesientodeti.Milenguaestá seca enmi boca por la sed denuestras palabras. Si dejas que algo te ocurra,dañarásmicarneymimente.Ahoraestoyentusmanos.Salva…»

—Losmexicanostrabajan,losinglesestrabajan,losmexicanostrabajan,seguro,los franceses trabajan.¿Paraquéhablar inglés?Yosoymexicano.A losmexicanoslos ven en Estados Unidos como negros… ¿comprende?… Detroit, Houston,Dallas…

—¿‘QuiereustedlasalvacióndeMéxico’?¿‘QuiereustedqueCristoseanuestroRey’?

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—No.Mientrasmetía las cartas en su bolsillo, el, Cónsul alzó la vista. Alguien, que

estabacercadeél,rasgabaconestrépitolascuerdasdeunviolín.Unviejomexicano,desdentadoydebarbaralayalambradaalquedesdeatrásalentabairónicamenteelJefedelMunicipio,tocabacasiaoídosdelCónsulel«StarSpangledBanner».Perotambién le decía algo en secreto, enpésimo inglés:—¿‘Americano’?Éste es lugarpeligrosoparausted.Estos ‘hombres’ son ‘malos’. ‘Cacos’.Malagente lade aquí.‘Brutos’. ‘No bueno’ for aniy-one. ‘Comprendo’. Soy alfarero —continuó,apremiante,conelrostrocercanoaldelCónsul—.Lollevoamicasa.Loesperoalláafuera —el anciano, tocando aún con frenesí, aunque bastante desentonado, semarchóylamultitudleabríapaso,peroellugarquedejóvacíoentreelCónsulyelpadrote, vino a ocuparlo una anciana que, si bien respetablemente vestida con unbello‘rebozo’echadosobreloshombros,secomportabademanerainquietanteynocesabademeterlamanoenelbolsillodelCónsul,elcual,conigualinquietud,selaretiraba, creyendo que quería robarlo. Luego se dio cuenta de que también elladeseabaayudarle.—Noesbuenoparausted—murmuró—.Mallugar.‘Muymalo’.Éstosnosonamigosdelosmexicanos—conlacabezaindicóelmostradorendondeseguíanelJefedeTribunasySanabria—.Éstosnosondela‘policía’.Son‘diablos’.Asesinos.Ésematódiezviejos.Eseotromatóaveinte ‘viejos’—echóunamiradanerviosaasuespaldaparaversielJefedelMunicipiolaobservabayluegosacódedebajodelrebozounesqueletodejuguete.LopusosobreelmostradoranteelPocasPulgasque,mirándolointensamente,masticabaunféretrodemazapán—.‘Vámonos’—susurróaloídodelCónsul,mientrasqueelesqueleto,alquelehabíadadocuerda,bailabadandosaltosantesdedesplomarsefláccidamente.PeroelCónsulsólolevantósucopa.—‘Gracias,buenaamiga’—dijosinexpresión.Luegolaviejadesapareció.Mientras tanto, la conversación en derredor del Cónsul se volvió más absurda ydesenfrenada.Delotrolado,allídondehabíaestadoelmarino,elpadrotemanoseabaalCónsul.Diosdadoservía‘ochas’,alcoholpuroenhumeanteinfusióndehierbas:delaspiezasguarnecidasdevidriossalíatambiénelpunzanteolordelamarihuana.—Todos estos tipos y viejasme dicen este hombremi amigo suyo. ‘¡Ah!,me gustagustagusta’…Youlikemelike?Yopagoporestehombretodoeltiempo—elpadroterechazó al legionario, que estaba a punto de ofrecer una copa al Cónsul—. ¡Yo,amigo del hombre de Inglaterra! ¡Yo para todomexicano! Los americanos no sonbuenos para mí. Estos burros, estos hombres. No saben nada. Yo pago todas tuscopas.Túnoeresamericano.Eresinglés.O.K.¿Lumbreparatupipa?

—‘No, gracias’ —dijo el Cónsul, prendiéndola y mirando con intención aDiosdado,delbolsillodecuyacamisavolvíaasobresalirsuotrapipa—.Daelcasoquesoyamericanoyquemeestánhartandosusinsultos.

—¿‘QuieraustedlasalvacióndeMéxico’?¿‘QuierequeCristoseanuestroRey’?

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—No.—Estosburros.Cabrónhijodeputaparamí.—One, twe, tree, four, five, twelve, sixee, seven… it’s a long, longy, longy,

longy…waytoTipperaire.—Nocheinhabanero…—…Bolchevisten…—Buenas tardes, señores—saludó elCónsul al Jefe de Jardineros y al Jefe de

Tribunas,quevolvíandelteléfono.Estabanjuntoaél.Prontovolvieronadecirseentreelloscosasabsurdas,sinrazón

adecuada:leparecíacontestarpreguntasque,apesardequenoselashubieranhecho,flotaban, no obstante, en el ambiente. Y en cuanto a algunas respuestas que otrosdaban,alvolverse,noencontrabaanadie.Lentamente,elbarsevaciabaparalacena;ysinembargo,unpuñadodemisteriososdesconocidosyahabíanentradoaocuparellugardelosdemás.NingunaideadefugaaflorabayaenlamentedelCónsul.Tantosuvoluntadcomoel tiempoque,desde laúltimavezque tuvoconcienciadeél,nohabíaavanzadocincominutos,estabanparalizados.ElCónsulvioaalguienaquienreconoció:elchóferdelcamióndeesatarde.Habíallegadoaeseestadodeebriedaden que el estrechar lasmanos de todos se convierte en una necesidad. También elCónsulseencontrósaludandoalchófer.—¿Dóndeestánsuspalomas?—lepreguntó.Depronto,obedeciendoaunaseñaldeSanabria,elJefedeTribunasmetiólasmanosen losbolsillosdelCónsul.—Eshoradepagarpor suwhiskymexicano—dijoenvozalta, sacando lacarteradelCónsula lavezqueguiñabaunojoaDiosdado.ElJefe del Municipio repitió su obsceno movimiento giratorio con las caderas.—‘Progresiónalculo…’—comenzóadecir.El JefedeTribunashabía sustraídoelpaquete deCartas deYvonne: lomiró de reojo sin quitar la liga que había puestonuevamente el Cónsul.—‘Chingao, cabrón’—con la mirada interrogó a Sanabriaque, silencioso y severo, volvió a hacer una seña con la cabeza.Del bolsillo de laamericanadelCónsulelJefeextrajootropapelyunatarjetaqueelCónsulignoraballevarconsigo.Lascabezasdelostrespolicíassejuntaronporencimadelmostradorparaleerelpapel.Desconcertadoahora,elCónsulleíatambiénelpapel:

Daily…LondresPrensa.Campañaantisemitaprensamexsolicitud…fabricantestextilescomillas…alemanarespalda…alinterior¿Quéeraesto?…noticias…judíospaíscreencia…poderfinesescrúpuloscomillasstopFirmin.

—No.Blackstone—dijoelCónsul.—¿‘Cómo se llama’? Su nombre es Firmin.Aquí lo dice: Firmin.Dice que es

judío.—Meimportaundemonioquedigaloquediga.MellamoBlackstoneynosoy

periodista.Deveras, soy ‘escritor’, sóloquede asuntos económicos—concluyó elCónsul.

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—¿Dóndeestán tuspapeles?¿Porquéno tienespapeles?—preguntóel JefedeTribunas mientras guardaba en su bolsillo el cable de Hugh—. ¿Dónde está tupasaporte?¿Porquénecesitasdisimular?

ElCónsulsequitólasgafasoscuras.Sinpronunciarunasolapalabra,elJefedeJardineros le presentó, con ademán sarcástico entre índice y pulgar la tarjeta:FederaciónAnarquistaIbérica,decía,Sr.HugoFirmin.

—‘No comprendo’ —el Cónsul tomó la tarjeta y le dio vuelta—. Me llamoBlackstone.Soyescritor,noanarquista.

—¿Escritor?¡Anticrista!¡Sí,cabrón,anticrista!—elJefedeTribunaslearrebatólatarjetaylaguardóensubolsillo—.Yjudío—añadió.QuitólaligadelascartasdeYvonneyhumedeciéndoseelpulgarmiródesoslayolossobres—.‘Chingar’.¿Paraqué cuentasmentiras?—dijo casi con conmiseración—. ‘Cabrón’. ¿Para qué dicesmentiras?TambiénaquídicequetellamasFirmin—pareciólealCónsulqueWeber,el legionario, que seguía en el bar, lo miraba con expresión vagamente perpleja,aunque luegovolvió lamiradahaciaotro lado.El JefedelMunicipiocontemplóelreloj delCónsul que ahora tenía en sumanomutiladamientras que con la otra serascaba con furia entre los muslos.—Aquí, ‘oiga’—el Jefe de Tribunas sacó unbilletedediezpesosde la carteradelCónsul, lo arrugóy luego lo aventó sobre elmostrador—‘Chingao’—haciendoguiñosaDiosdadosevolvióaguardarlacarteraconlosdemásobjetosdelCónsul.Luego,Sanabrialehablóporprimeravez.

—Metemoquetendráqueiralacárcel—dijosimplementeeninglés.Volvióalteléfono.

El Jefe delMunicipio hizo girar las caderas y asió al Cónsul de un brazo. ElCónsulgritóenespañolaDiosdadoy,sacudiéndose,logrózafarse.Llegóaagarrarelmostrador,peroDiosdado,dándoleungolpehizoquelosoltara.ElPocasPulgassepuso a ladrar.De la esquina provino un ruido que sobresaltó a todos: tal vez eranYvonneyHugh,¡alfin!VolvióseelCónsulconrapidez,libreaúndelJefe:peronoera sino la fisonomía enigmática sobre el piso del bar, el conejo que, presa deconvulsionesnerviosas,temblandodepiesacabeza,arrugabalanarizyarrastrabalaspatasenactitudreprobadora.ElCónsulalcanzóaveralaancianadelrebozo:leal,nosehabíamarchado.Lomirabaymovía la cabeza, fruncía el ceño con tristezay elCónsulsepercatóentoncesdequeeralamismaancianadelosdominós.

—¿Para qué mientes? —repitió el Jefe de Tribunas con voz amenazadora—.DicesquetunombreesBlack.NoesBlack—lohizoretrocederaempujoneshacialapuerta—.Dices que eres escritor—volvió a empujarlo—.Túno eres escritor—loempujó con mayor violencia pero el Cónsul no cedió—. No eres escritor, eresespiadoryenMéxicomatamosa losescorpías—algunosmilitarespresenciaban laescenaconinquietud.Losreciénllegadossedividíanengrupos.Dosperroscallejeroscorreteabanentornoalmostrador.Aterrada,unamujerapretócontrasucuerpoasu

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hijo—.Noeresescritor—elJefe loasióde lagarganta—.EresAlCapón.Eresun‘chingao’judío—sacudiéndose,volvióasoltarseelCónsul—.Eresunescorpía.

Como Sanabria de nuevo había acabado de hablar por teléfono, la radio, queDiosdado había puesto a todo volumen, gritó de pronto en español (y el Cónsultradujoparasíinstantáneamente),igualquelasórdenesquesegritanenmediodeunatempestad,lasúnicasquepuedensalvarelbarco:—Incalculablessonlosbeneficiosquelacivilizaciónnoshatraído,inconmensurableelpoderproductivodetodogénerode riquezas originadas por los inventos y descubrimientos de la ciencia.Inconcebibles las maravillosas creaciones del sexo humano para lograr que loshombresseanmásfelices,máslibresymásperfectos.Sinparlasfuentescristalinasyfecundasdelanuevavidaquesiguencerradasaloslabiossedientosdelagentequesigueconsustareasatrocesybestiales.

DerepenteelCónsulcreyóverunenormegalloqueantesusojosagitabalasalas,arañando y cacareando. Levantó las manos y el gallo defecó sobre su rostro. ElCónsul dio un golpe directo en medio de los ojos al ‘Jefe de Jardineros’ queregresaba.—¡Devuélvame esas cartas!—oyó que gritaba su propia voz al Jefe deTribunas,perolaradioahogósuvozyluegountruenoahogólavozdelaradio—.Montóndesifilíticos,montóndegonococos.Ustedesmataronaese indio.Tratarondematarloydehacerlopasarporaccidente—rugió—.Todostomaronparte.Luego,otrosdeustedesllegaronyserobaronsucaballo.Devuélvanmemispapeles.

—Papeles. ¡‘Cabrón’!No tienespapeles—enderezándose,elCónsulvioque laexpresióndel JefedeTribunasadoptaba rasgosdeM.Laruelle,y lagolpeó.Luegoviosupropia imagenenel JefedeJardinerosygolpeóaquel rostro;después,enelJefedelMunicipio,vioalpolicíaalqueHughsehabíaabstenidodegolpearesatarde,y también golpeó aquel rostro.El reloj de afuera dio siete rápidas campanadas.Elgallo agitó las alas ante sus ojos, cegándolo. El Jefe de Tribunas lo tomó por lachaqueta. Alguienmás lo asió por detrás. A pesar de sus esfuerzos, lo arrastraronhacia la puerta. El joven rubio, que había regresado, los ayudó a empujarlo; yDiosdado,quesaltópesadamenteporencimadelmostrador;yelPocasPulgasquelepateabaconsañalasespinillas.ElCónsulasióun‘machete’deunamesacercanaalaentrada y lo blandió con ferocidad. —¡Devuélvanme esas cartas! —gritó—. ¿Endónde estaba ese cabrón de gallo? Le iba a tronchar la cabeza. Dando traspiés ycaminando hacia atrás llegó al camino. Los que ponían sus mesas cubiertas de‘gaseosas’ al abrigo de la tempestad, se detuvieron para contemplar la escena.Lospordioseros volvieron la cabeza con torpe movimiento. El centinela del cuartelpermanecía inmóvil. El Cónsul ignoraba estar diciendo: —sólo los pobres, sólomedianteDios,sólolagenteenlaqueunoselimpialospies,lospobresdeespíritu,losancianosquellevanacuestasasuspadres,ylosfilósofosquegimenenelpolvo,América,talvez;DonQuijote…—seguíablandiendoelmachete(enrealidaderael

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sable,pensó,quehabíavistoenelcuartodeMaría)—sisólodejarasdeinmiscuirte,dejarasdecaminardormido,dejarasdeacostarteconmiesposa,sólolosmendigosylosmalditos—elmachetecayóproduciendounruidometálico.ElCónsulsintióquetropezaba,quesedesplomabadeespaldashastacaerenunmontoncillodepasto—.Ustedesrobaronesecaballo—repitió.

ElJefedeTribunaslomirabadesdeloalto.Sanabriaestabajuntoaél,silencioso,sobándoselamejillaconmacabroademán.—¿Norteamericano,eh?—dijoelJefe—.Inglés.Judío—entrecerrólosojos—.¿Quécarajosandashaciendoporestosrumbos?Eresun‘pelado’,¿eh?Noesbuenoparatusalud.Meheechadoalpicoaveintetipos—dijo con tono mitad amenazante, mitad secreto—. Hemos averiguado… en elteléfono…¿verdad?…quetúeresuncriminal.¿Quieresserpolicía?TehagopolicíaenMéxico.

Tambaleante,elCónsulsepusoenpieconlentitud.Alcanzóaverelcaballoatadoa corta distancia. Sólo que ahora lo veía con mayor nitidez y como un todo,electrificado:enelhocicounareataelpomodemaderapulidadetrásdecuyacintapendían las alforjas, las esterillas bajo la cincha, la llaga y el brillo lustroso en elanca, el número sietemarcado en la grupa, el clavoque, detrás de la hebilla de lamontura, brillaba como topacio a la luz de la ‘cantina’. Tambaleante, se acercó alcaballo.

—Apuritobalazotevoyaabrirdepiesacabeza,‘chingao’judío—amenazóelJefedeTribunasagarrándolodelcuello,mientrasque,asulado,elJefedeJardinerosasentía solemne con la cabeza. El Cónsul se volvió a zafar de una sacudida, ycomenzóatirardesaforadamentedelabridadelcaballo.ElJefedeTribunassehizoaun lado con la mano puesta sobre su pistolera. Sacó su revólver. Con la manodesocupada hizo señales a los posibles curiosos para que se alejaran—. A puritobalazotevoyadestripardepiesacabeza,cabrónpelado—dijo.

—No, en su lugaryonoharía eso—dijo elCónsul tranquilamentemientras sevolvía—.EsunaColt17,¿verdad?Tiramuchasvirutasdeacero.

ElJefedeJardinerosempujóalCónsulfueradelalcancedelaluz,diodospasosadelanteydisparó.Elrelámpagobrillócomounaorugageómetraquebajaseporelcieloy,tambaleándose,elCónsulvioporunmomentosobresucabezalasiluetadelPopocatépetlempenachadodenievecoloresmeraldaybañadodeluz.ElJefevolvióa disparar dos veces y las detonaciones fueron espaciadas, deliberadas. El truenoestalló en las montañas y luego muy cerca. Libre ya, el caballo se encabritó;sacudiendolacabeza,diomediavueltayrelinchandoseprecipitóenelbosque.

AlprincipioelCónsulsintióunextrañoalivio.Ahorasepercatabadequehabíandisparadosobreél.Cayósobreunarodillayluego,gimiendo,bocaabajo,cuanlargoerasobrelahierba.—Dios—observó,perplejo—¡quémanerademorir!

Unacampanaproclamó:

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…¡Dolente…dolore!Lloviznaba. Sobre su cabeza rondaban formas que le asían de lamano, tal vez

tratandoderobarleaúnloquellevabaenlosbolsillos,oquizádeseososdeayudarlo,o simplemente curiosas. Sentía que la vida se le escapaba por la herida como unhígadorebanado,yqueseesparcíaenlafrescuradelahierba.Estabasolo.¿Dóndeestabantodos?¿Oacasonohabíaidonadie?Luegounrostrobrillóenlapenumbra,una máscara compasiva. Era el anciano violinista que se agachaba sobre él. —Compañero…—empezóadecir.Yluegodesapareció.

Luego la palabra «pelado» invadió toda su conciencia. Era la palabra con queHugh describió al ratero: ahora alguien le había lanzado esemismo insulto.Y fuecomosi,porunmomento,sehubieraconvertidoenel‘pelado’,enelladrón…sí,enel ratero de confusas ideas desprovistas de significado de las que había surgido surechazodelavida,elrateroquehabíallevadodosotressombreros,susdisfraces,porencimadeestasabstracciones:ahoralamásrealdetodasellassehallabacerca.Perotambién,alguienlehabíallamado«compañero»,locualeramejor,muchomejor.Esolohacíafeliz.Acompañabaaestospensamientosqueibana laderivaporsumenteunamúsicaquesólopodíaescucharsioíaconatención.¿EraMozart,porcasualidad?LaSiciliana.FinaldelcuartetoenremenorporMoses.No,eraalgofúnebre,talvezGluck,deAlceste.Sinembargo,habíaenaquellamúsicaalgoquerecordabaaBach.¿Bach? Un clavicémbalo que se oía desde muy lejos, en Inglaterra, en el siglodiecisiete. Inglaterra. Las cuerdas de una guitarra, también, alejándose un poco, semezclabanal lejanoclamordeuna cascaday a loque sonaba como los jadeosdelamor.

EstabaenCachemira,losabíaysehallabarecostadoenlaspraderascercadeunarroyoqueserpeabaentrevioletasytréboles,elHimalayaalláalolejos,porloqueresultaba tanto más sorprendente que estuviese a punto de iniciar el ascenso delPopocatépetlencompañíadeHugheYvonne.Yaelloslellevabanalgunadelantera.—¿Puedes cortar buganvilias?—oyó que decía la voz deHugh, y:—Cuidado—respondióYvonne—,tieneespinasydebesmirarconcuidadoparaasegurartedequeno tiene escorpiones.—Nosotros, enMéxico,matamos a los escorpías—mascullóotravoz.Yconesto,desaparecieronHugheYvonne.SospechabaquenosólohabíanascendidoalPopocatépetlsinoqueahoraseencontrabanmuchomásallá.Solitario,caminaba elCónsul con dificultad recorriendo afanoso las laderas, en el rumbo deAmecameca. Con gafas ventiladas para nieve, con alpenstock, guantes y gorro delanacaladohastalasorejas,conpuñadosdeciruelas,pasasynueces,conunfrascollenodearrozque sobresalíadeunade lasbolsasde su saco,y la informacióndelHotelFausto,queseasomabapor laotra,sentíaseabrumadoporelpeso.Nopodíaseguir adelante. Exhausto, desvalido, se desplomaba. Nadie le ayudaría, aunquepudieran hacerlo. Ahora era él quien quería morir a orillas del camino, en donde

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ningúnbuensamaritanosedetendría.Aunqueresultabasorprendentequeresonaraensusoídoseseestallidoderisas,devoces:¡Ah!,alfinlorescataban.Encontrábaseenuna ambulancia que aullaba al atravesar por la selva, precipitándose cuesta arriba,dejandoatrás los límitesde lavegetación, rumboa lacúspide—¡yciertamenteeraésteunmediodellegarhastaallí!—entantoqueaquellasquelerodeabaneranvocesamistosas:ladeJacquesyladeVigilharíanconcesiones,tranquilizaríanaYvonneyaHugh en cuanto a él se refería.—‘No se puede vivir sin amar’—dirían, lo cualexplicaríatodo,ylorepitióenvozalta.¿Cómopudohaberjuzgadocontantadurezaalmundo,cuandoelauxilioestuvoalalcancede lamano todoel tiempo?Yahorahabía llegadoa lacumbre. ¡Ah,Yvonne,amormío,perdóname!Potentesmanos loalzaban. Abriendo los ojos, miró hacia abajo, esperando hallar a sus pies laespléndida selva, las cumbres, el ‘Pico de Orizaba’, la Malinche, el ‘Cobre dePerote’,semejantesaaquellascimasdesuvida,conquistadasunatrasotra,antesdelograrconéxitoestesupremoascenso,sibiendemodopococonvencional.Peronohabía nada: ni cumbres ni vida ni ascenso. Ni tampoco era ésta su cúspide, unacúspideexactamente:noteníasustancia,noteníabasesfirmes.Tambiénesto,fueraloquefuese,sedesmoronaba,sedesplomabamientrasqueélcaía,caíaenelinteriordelvolcán, después de todo debió haberlo ascendido, si bien ahora había ese ruido delavainsinuantequecrepitabaensusoídoshorrísonamente,eraunaerupción,aunqueno,noeraelvolcán,eraelmundomismoloqueestallaba,estallabaennegroschorrosdeciudadeslanzadasalespacio,conél,quecaíaenmediodetodo,enelincontenibleestrépitodeunmillóndetanques,enmediodelasllamasenqueardíaunmillóndecadáveres,caíaenunbosque,caía…

Depronto,gritóyfuecomosiestegritofueraproyectadodeárbolenárbol,comosi sus ecos regresasen y, luego, como si los árboles se cerraran sobre su cabeza,apiñados,secerrasensobresucuerpo,compadecidos…

Alguientirótrasélunperromuertoenlabarranca.

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¿LEGUSTAESTEJARDÍNQUEESSUYO?

¡EVITEQUESUSHIJOSLODESTRUYAN!

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MALCOLM LOWRY (1909-1957) escritor británico. Es autor de dos novelas.Ultramarinas(Ultramarines,1933)anticipaelestiloylostemasdelLowrymaduro:ladobledimensiónrealista-simbólica;elconflictoentresaludycorrupción,graciayculpa;labúsquedadelohumanoenladegradaciónmisma.Bajoelvolcán(UndertheVolcano,1947),porsuparte,esunodelosgrandeslibrosdenuestrosiglo:laobraesunaleccióndemoralinvertida,quenarralacaídadelestadodegraciadeunhombreque se condena a través de la culpa, y su posterior intento de expiación, elremordimientoyelhorrorporsímismo.Elalcoholismodelprotagonista,alter egodelautor,reflejala locuradelahumanidadtotalitariaquehatransformadoel jardíndelEdén (México, donde está ambientada la novela, y elmundo) en un verdaderoinfierno.Es, como ladefinió el autor, la representacióndeuna«máquina infernal»construidaparadestruirlavidahumana.Enlosañossiguientes,Lowrynoconsiguióproducirningunanuevaobraacabadayperdurable.Cabemencionar,noobstante,losrelatosEscúchanos,Señor,desdetumoradacelestial(HearUsOLordfromHeavenThy Dwelling Place, póstumo, 1961), Lunar cáustico (Lunar Caustic, póstumo,1963),Oscurocomolatumbadondeyacemiamigo(DarkAstheGraveWhereinMyFriend Is Laid, póstumo, 1968) y numerosos poemas. La narrativa de Lowry,ampliamenteautobiográfica,seenraizaenunmundoprivado,degraninquietud,enelque se mezclan experiencias de viaje, padecimientos físicos (Lowry murióalcoholizado),sueñosirrealizables,secretossentimientosdeculpayunatormentosavoluntadderedención.LaprosadeLowry,queenglobamaterialesmuyvariados,está

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cargada de alusiones y referencias internas hasta alcanzar efectos polifónicos, y semueve en una gama de tonos ora dramáticos y delirantes, ora cómicos o inclusoautoparódicos.

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Notas

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[1]Todaslaspalabrasentrecomillassimples,estánencastellanoeneloriginal.(N.delT.)<<

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[2]Entoncesconviolenciaclavarémeenlatierra:¡Abretusfauces,tierra!¡Masnoquierealbergarme!<<

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[3]Hancortadolaramaquepudoenderezarse;HanquemadolaramaquedeApoloeslaurelYantañoflorecieraenestehombresabio.HamuertoFausto.Contempladsuinfernalcaída.<<

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[4]Apesardelaafirmacióndelautor,nosetieneconocimientodequehayaexistidoenCuernavacaunmonumentoalgeneralVictorianoHuerta.(N.delT.)<<

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[5]RetruécanointraducibleconlainterjeccióninglesaAlas!,queenespañolequivaleal¡Ay!poético,yelsustantivocastellanoalas.(N.delT.)<<

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[6]AunqueLowryaludeal“fragrantMayanair”,comonoexistenvestigiosmayasenOaxaca,hemosempleadoelgentilicio“zapoteca”,porhabersidoéstalaculturaqueflorecióenaquellaregión.(N.delT.)<<

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[7]Lechery:lujuria.Retruécanointraducible.(N.delT.)<<

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[8]Iryvenirdelaescuela…PopocatépetlEratudíabrillante…<<

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[9]LlévamealRíodelosPescadillos,LlévamealLagodelaCebolla,GuárdatetuGuadalquivir,ConComoquédatepues.ReintégramealviejoTábano,AneroideoGravaburgo…<<

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[10]PoltergeistesunapalabraalemanaqueenEuropaseempleaparadesignarloqueen castellano llamamosEspírituChocarrero. El fantasma que se oculta o desplazaobjetos es asimismo la cosa afantasmada —muebles, viejos trastos— que parecemoverseporunaextrañafuerzainterior.(N.delE.)<<

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[11]Algunosañoshaquecomenzóaescapar………desdeentonces…haestadohuyendoSinsaberquesusperseguidoresmuchohaqueabandonaronlaesperanzaDeverlo(bailar)enlaextremidaddeunacuerdaAcosadopormiradasyporuntropeldehorrores,lenteahoraDeunmundoenllamasquehastasudefensarehuyóimpertérritoAlleerloestrictamenteentiempopretéritoNoperdió……sincreerquevaliese(Siquiera)……elpreciodefríacelda.AcasoconsumuertehabríaestalladoElescándalo.Tansóloesto.AlgunoshantramadoMisteriososrelatosinfernalesdeestaalmaperdidaQueantañohuyóhaciaelnorte…<<

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