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  • Bajo el cielo azul de primavera

    Sandra C. Gallegos

  • 2015, Bajo el cielo azul de primavera

    Imagen de portada: Cristina Trujillo

    Portada interior: Natalia de Orellana

    Del texto: Sandra Cerdero Gallegos

    Todos los derechos reservados. El contenido completo de esta obra pertenece a su autora, por lo que queda prohibido el uso oreproduccin indebidos de la misma por cualquier medio, as como su apropiacin con nimo de lucro.

    Primera edicin: mayo de 2015

  • NOTA DE LA AUTORA

    Antes de dar paso a la historia de Max y Tina, quisiera aclarar que, en lo relativo a leyes, me he tomado ciertas licencias para que los acontecimientos se desarrollasende la forma en que yo necesitaba que lo hicieran; de la forma en que los personajes me lo pedan. As pues, ciertos detalles pueden no encajar con la realidad, pero,aunque se trate de una novela realista, esto es una historia de ficcin. Por tanto, cualquier parecido con la realidad es coincidencia, al menos en lo que respecta a lalegalidad vigente.

    Por lo dems, la trama se desarrolla en un lugar sin especificar del Reino Unido, en un tiempo que bien podra ser el nuestro, pero que bien podra no serlo. Bajo elcielo azul de primavera narra, pues, una historia autoconclusiva que podra suceder en cualquier parte del mundo y en cualquier momento.

    Gracias a todos y disfrutad de la lectura.

    Sandra Cerdero Gallegos

  • Para Natalia y Cristina, por sus

    maravillosas portadas.

    Para Isabel, por sus inestimables consejos.

    Esta novela es, tambin, vuestra.

  • Prlogo: Peligro

    Acababan de dar las doce de la noche.

    Oficialmente, la primavera, la estacin de las flores y la naturaleza, ya haba comenzado.

    La estacin de la libertad, se dijo el hombre, respirando profundamente el aroma fro y nocturno de aquel veintiuno de marzo.

    Su plan haba tenido xito. Haba escapado de aquel maldito psiquitrico. Era libre, y se asegurara de seguir sindolo para siempre.

    l no estaba loco. Nunca lo haba estado. Los crmenes que haba cometido estaban completamente justificados. Ellos se lo haban buscado! l slo les haba dado sumerecido.

    Y, a cambio, haba tenido que pasar un ao entero encerrado en un hospital para locos. Se haba visto obligado a convivir con personas que estaban realmente mal dela cabeza, que padecan trastornos realmente serios y entre los que l se senta en peligro. Por si fuera poco, las enfermeras lo trataban como si l mismo estuviesementalmente enfermo cuando, en realidad, era la nica persona cuerda de aquel maldito lugar.

    l slo haba actuado con justicia, como su padre le ense. Con los nios hay que tener mano dura, le deca ste siempre. Y l haba aprendido la leccin y la habaaplicado. Las nuevas generaciones necesitaban un verdadero toque de atencin y eso era exactamente lo que l haba hecho. Por el bien comn, se repeta siempre.

    El hecho de que lo hubieran mantenido encerrado junto a un montn de locos durante un ao entero era un castigo que no se mereca. Por dios! Acaso nadie vea quel haba actuado con propiedad, conciencia y, sobre todo, cordura? De repente se consideraba locos a quienes impartan justicia?

    Sus ojos grises relucieron en la oscuridad. Estaba muy, muy enfadado, y se lo iba a hacer ver a todo el mundo. l los haba librado de unas alimaas y se lo habanrecompensado encerrndolo. Muy bien! Pues ahora sera l quien les devolviera gentilmente el favor.

    Estaba dispuesto a continuar con las enseanzas de su padre. Y esta vez no iba a ponerse lmites

    Esta vez, iba a ir a por todas.

    Aspir una ltima vez el aire primaveral y ech a andar con decisin. Ya saba por dnde deba empezar.

    La primavera la sangre altera, deca el refrn. Y l demostrara que as era

  • Captulo 1: Imaginacin

    Bajo el cielo azul de primavera, a la sombra de un ciprs, Max lea.

    Era veintiuno de marzo, el primer da de la nueva estacin y, casi como para hacer justicia a este hecho, el da haba amanecido soleado y radiante, lo cual erademasiado poco comn en las Islas Britnicas; hasta el da anterior, de hecho, haba estado lloviendo a cntaros. De modo que Max quiso aprovechar para bajar alparque y pasarse toda la maana inmerso en la lectura de un libro, cosa que amaba hacer.

    Le encantaba leer. Era un chico callado y solitario que apreciaba ms la compaa de la pgina escrita que la de ciertas personas. Y no era culpa suya, ciertamente,pues la vida no haba sido fcil para l, pese a que contara nicamente diecinueve primaveras. Motivo por el cual el joven buscaba refugio entre las pginas de un libro:slo as se senta vivo.

    Cuando lea, Max era transportado a otros mundos. Se imaginaba a s mismo metido en la piel de algn caballero que acuda a luchar en una guerra, o en la de unmalvado hechicero que pretenda dominar el mundo, o incluso en la de un pirata que surcaba los siete mares en busca de increbles tesoros.

    Max saba que jams iba a poder cumplir cualquiera de aquellas fantasas, pero no le importaba; con el simple hecho de imaginarlo, l ya era feliz.

    Mucho ms feliz de lo que jams lo haba sido en su vida, realmente.

    Y no era que l fuese mala persona, ni fuese buscando problemas, ni nada por el estilo. Tan slo eran las circunstancias.

    La familia de Max era rica.

    El muchacho iba a heredar una fortuna, lo que, sin tener l absolutamente ninguna culpa, le haba granjeado numerosas enemistades.

    Desde siempre, la gente se haba acercado a Max Winters por puro inters. Los amigos haban probado no ser tales y las chicas slo pretendan convertirse en lanovia del rico heredero. Incluso, cuando paseaba por la calle, Max notaba que personas a las que no conoca de nada lo sealaban y le sonrean, y a veces llegaban aacercarse a l para tratar de entablar conversacin.

    Pero todas ellas, sin excepcin, buscaban lo mismo: su dinero.

    Tantos golpes se haba llevado Max en su corta existencia, tantas decepciones y tantos desatinos, que, sin ser siquiera consciente de ello, haba blindado su coraznpara que nadie, nunca ms, volviera a hacerle dao.

    Y la lectura haba contribuido a alzar esa barrera y a darle un poco de felicidad.

    Al sentirse desgraciado, Max no poda evitar envidiar a los personajes cuyas aventuras lea, pues siempre solan encontrar una amistad verdadera y un amor duradero.El joven era consciente del hecho de que, debido a la riqueza que le corresponda, jams podra obtener algo as. Ya saba que las personas que lo rodeaban, a excepcinde su pequea familia, tan slo pretendan beneficiarse de su fortuna.

    Max nunca tendra amigos de verdad. Nunca vivira una historia de amor tan bonita como las que lea en sus novelas.

    Nunca podra confiar en nadie.

    En nadie excepto en los libros.

    Los libros nunca lo abandonaran. Nunca lo traicionaran. Nunca fingiran ser sus amigos slo para intentar conseguir una parte de su fortuna.

    Un libro era un amigo fiel.

    Mientras, a la sombra del ciprs, devoraba otra historia, Max dese, ms fervientemente que nunca, poder formar parte de una novela.

  • Captulo 2: Ella

    El chico nicamente levant la vista de su libro un segundo, para comprobar la hora en el reloj que presida la entrada del parque.

    Ese segundo le bast para verla.

    Sin querer, Max se qued mirndola. Apenas se dio cuenta de que lo haca, pero el aspecto de la joven, su rostro, su gesto, se le quedaron grabados en el alma, as queno pudo evitar continuar observndola. Apartar los ojos resultaba impensable.

    Ella deba de tener ms o menos la edad de Max. Era una muchacha morena, esbelta, que luca un bonito vestido azul con motivos florales, muy acorde con la estacinque se inauguraba aquel da, y unos sencillos zapatos del mismo tono con un poco de tacn; sin embargo, para protegerse del fro, llevaba un jersey de color rojo, al igualque el lazo con que recoga su cabello oscuro. Iba hablando por el mvil, sonriendo y gesticulando sin parar, y llevaba un bolso colgado del hombro.

    Max no quera ser descarado, pero no poda negar que aquella chica, por alguna extraa razn que no alcanzaba a comprender, haba captado su atencin. Se plante laposibilidad de levantarse del banco en el que se encontraba leyendo, acercarse a ella, presentarse

    Interrumpi sus pensamientos, avergonzado consigo mismo. Cmo se le ocurra considerar siquiera aquello? Acaso se haba vuelto loco? Si lo haca, si sepresentaba como Maximilian Winters, el rico heredero, ella intentara aprovecharse del inters que l le demostraba. Seguramente era como todas las chicas con las quel haba tratado hasta el momento y, slo con escuchar el apellido Winters, a la joven se le iluminaran los ojos y se colgara del brazo de l. S, sin duda lo hara. Porcmo vesta y cmo se mova, Max podra apostar a que aquella muchacha era exactamente igual que todas las que le haban pretendido.

    Adems, l no haca esas locuras. l era tmido y reservado; la vida lo haba vuelto tmido y reservado. l nunca, nunca se atrevera a dar el primer paso.

    Y aunque no se atreviera, siempre iba a salir mal parado. Era su sino. Estaba condenado. Y todo por haber nacido en la familia Winters Qu culpa poda tener l?

    Pese a ello, pese a que saba que su vida nunca iba a cambiar, que siempre iba a estar solo Max continu contemplando a la joven. Era incapaz de resistirse, pues legustaba lo que vea. La chica pareca feliz, alegre, vivaracha, espontnea y, adems, no se poda negar, era bonita. Su pelo castao oscuro y su piel tostada contrastabancon el intenso azul de sus ojos, que Max pudo vislumbrar gracias a que ella se encontraba un poco ms cerca del banco donde l se hallaba. Tambin vio que sus labiostenan el color de las cerezas y oy su risueo tono de voz.

    De pronto, ella se apart el telfono de la oreja y, con un sencillo gesto, lo introdujo en el bolso sin descolgarlo siquiera de su brazo. Cuando levant la vista, lasonrisa segua instalada en el rostro de la muchacha, pero ahora sus ojos buscaban la luz del sol primaveral.

    Max no logr evitar que, cuando ella gir la cabeza, sus miradas se cruzaran brevemente. l la apart con rapidez, devolvindola al libro, pero sin ser capaz de prestaral objeto la misma atencin que minutos antes. Lo cual se deba a que el chico era muy consciente de que la joven haba posado sus azules ojos en l.

    Las tornas se haban cambiado. Ahora, un nervioso Max miraba sin ver la pgina por la que se haba quedado leyendo de su libro, mientras era plenamente conscientede que la muchacha, seguramente al haberlo reconocido como el rico heredero, se diriga con paso firme hacia su asiento. Max trag saliva, nervioso como nunca anteslo haba estado en su vida, y aguard al instante en que ella le hablara

    Pero ese momento no lleg. En lugar de ello, el joven percibi que la chica se sentaba en el mismo banco que l, pero en el otro extremo. Por el rabillo del ojo, Maxpudo ver que, de espaldas a l, la muchacha rebuscaba en su bolso, hasta que extrajo del mismo algo que, como l pudo comprobar, no era sino un libro.

    Pese a su curiosidad, Max no se atrevi a intentar mirar el ttulo. Cuando not que ella se giraba hasta quedar apoyada en el respaldo, l devolvi sus pupilas, una vezms, a la pgina de la que no consegua pasar, y as estuvo durante unos interminables minutos.

    Entonces la joven, que pareca haberse sentado all con el nico propsito de leer un rato, traste de nuevo en su bolso hasta dar con su telfono, que acababa deemitir un leve pitido. Al observarlo, la chica sonri a la par que suspiraba y negaba levemente con la cabeza y, con el mvil en una mano y el bolso en la otra, se levanty ech a correr.

    Olvidndose en el banco lo que la haba mantenido ocupada hasta entonces: su libro.

    Cuando Max se percat de lo que haba pasado, la muchacha era ya apenas un colorido borrn desdibujado en la distancia. Al encontrarse de nuevo a solas, el jovenno pudo contener un suspiro de alivio y, asombrado, se dio cuenta de que su corazn prcticamente haba estado cabalgando en su pecho durante el rato que ella habaestado all, sentada tan cerca de l. Ahora, poco a poco, el ritmo cardaco de Max se ralentizaba para recuperar su ritmo habitual.

    El chico mir el libro. La muchacha se lo haba dejado abierto por una pgina que a l le result extraamente familiar y, movido por la curiosidad y consciente de quenadie lo miraba ahora, Max alarg un brazo para coger el ejemplar y hojearlo.

    Cul fue su sorpresa al descubrir que se trataba del mismo libro que l lea.

    Estaba abierto precisamente por la misma pgina por la que l iba, una en la que apareca una ilustracin de dos chicas que parecan convivir en un piso diminuto, yen la portada, de color rojo, se lea, en letras doradas, el ttulo El futuro est en tus manos.

    Exactamente el mismo libro que Max devoraba en aquel momento.

    El joven estaba boquiabierto. Qu demonios significaba aquello? Acaso era alguna especie de seal divina? Tena su destino algo que ver con el de aquella chica?No, claro que no; aquello sonaba demasiado irreal, demasiado fantstico, demasiado increble

    Sin embargo, Max se encontr con una cuestin todava ms preocupante, si acaso era posible, que todas las anteriores:

    Cmo iba a hacer para devolver el libro a su duea?

  • Captulo 3: Los Summers

    Entr corriendo en casa, ms calmada tras la llamada de socorro de su madre, y casi no tuvo tiempo de cerrar la puerta tras ella, cuando not que algo se asa confuerza a su pierna derecha. No necesit mirar hacia abajo para saber de qu se trataba.

    O, mejor dicho, de quin.

    Tina! llorique su hermanita Agnes. Mam quiere que vuelva a comer verduras! Pero ya las com hace tres das, no quiero comerlas ms!

    Armndose de paciencia, Tina dej su bolso en el recibidor de la entrada y se agach para recoger a su caprichosa hermana. Ella la quera con locura, dara su vida porella, pero opinaba que, entre todos, la haban mimado demasiado. Claro que cmo no iban a hacerlo?

    Agnes no haba conocido a su padre. El da de su nacimiento, seis aos atrs, Tina y su hermano Liam haban acompaado a su madre al hospital en la ambulancia,pero el padre de ambos, debido a que se hallaba en el trabajo, haba tenido que coger el coche.

    Justo aquel da, se produjo un terrible accidente de trfico.

    Simon Summers estaba all.

    No lleg al hospital con vida.

    Tina sacudi la cabeza para alejar de su mente aquellos horribles recuerdos. No era el momento de rememorar el pasado.

    Oye, pequeaja empez, improvisando rpidamente para convencer a Agnes de que hiciera lo que le ordenaba su madre. No basta con comer verduras de tresdas en tres das, sabes? Hay que comerlas todos los das o, al menos, cada dos das. Si no, nunca te hars mayor!

    No? pregunt la nia, mirando a su hermana con sus enormes ojos marrones muy abiertos. No me pondr tan grande como t?

    Si no comes verduras, no asegur Tina. Yo las coma cada da, mam te lo puede decir. Y an lo hago! Estn riqusimas!

    Pues a m no me gustan mascull Agnes, enfurruada. Prefiero las patatas o los espaguetis. O las pizzas!

    Esas comidas tambin estn muy buenas convino Tina, incapaz de mentir a ese respecto. Pero yo no cambiara las verduras por nada. Cuanto ms las comas,ms alta sers de mayor, y adems estars muy sana!

    Pero La pequea se mordi el labio inferior y se retorci las manos. Maurice dice que, si como muchas verduras, se me pondr la cara verde.

    Ese Maurice es un mentiroso solt Tina. Y un envidioso. Sabes por qu te lo dice? Para que no crezcas tanto como l. Seguro que a l le encantan lasverduras, se las come en secreto y no quiere que nadie ms se ponga tan grande como ser l de mayor. Quiere ser el nico que crezca mucho por comer verduras y poreso te dice que te pondrs verde si te las comes. Lo que quiere es ser ms alto que t!

    De verdad? Los ojos de Agnes se abrieron como platos; no dudaba de la veracidad de las palabras de su hermana. Qu mentiroso! Pues no pienso dejar queme gane. Me comer todas las verduras y ser ms alta que l! Mam!

    Agnes se baj de los brazos de su hermana de un salto y corri hacia la cocina, llamando a gritos a su madre para que le devolviera el plato de verduras.

    Con una sonrisa de satisfaccin, Tina recogi su bolso y empez a caminar en direccin a su dormitorio, el cual comparta con la pequea. Ella, Tina, era, de sufamilia, quien mejor saba entenderse con la nia, por lo que haba accedido a permitir que su hermanita, casi desde que era un beb, durmiese en su misma habitacin.Agnes la vea como a una segunda madre, ya que haba ocasiones en que Tina ejerca como tal ms incluso que la progenitora de ambas.

    Lo cual a la joven le pareca comprensible, ya que Debra Summers, desde la muerte de su marido, se haba sumido en un pozo de tristeza del que no lograba salir. Anluchaba con la pena. Tina, por supuesto, tambin haba llorado a su padre en su momento, muchsimo, pero haba sabido reponerse lo suficiente como para cuidar deLiam, que por entonces era slo un nio de siete aos, y de la recin nacida Agnes.

    Desde la muerte de su padre, Tina se haba convertido prcticamente en la cabeza de familia, por delante incluso de Debra. No oficialmente, claro, pero Liam y Agnescasi no se entendan con su madre, mientras que con su hermana mayor se llevaban de maravilla. Debra no se lo tomaba a mal, por supuesto; tan slo lamentaba nohaber sido capaz de superar an la muerte de Simon y no haber disfrutado de la infancia de sus dos hijos pequeos.

    Aunque nunca se lo haba dicho, Tina pensaba que su madre an estaba a tiempo de recuperar la relacin que la una a Liam cuando Simon Summers an viva, ytambin de empezar a llevarse mejor con Agnes y recuperar aquellos seis aos de la vida de la nia que la mujer se haba perdido. Sin embargo, Tina no era tan insensiblecomo para ignorar el dolor de Debra, pues ella misma lo senta an. Slo que ella saba reprimirlo. Dominarlo. No dejarse controlar por l. No como su madre.

    Sumida en estos pensamientos, la muchacha se dej caer en su cama y comenz a hurgar en su bolso en busca de su libro favorito. Siempre lo llevaba con ella, alldonde fuera, pues le encantaba el mensaje positivo que transmita y le gustaba releer sus pasajes favoritos de vez en cuando. Adems, por supuesto, de la dedicatoria.

    Pero, por ms que rebuscaba, Tina no consegua dar con el objeto Empez a preocuparse de veras y vaci el contenido del bolso sobre su cama. Aquel libro habasido un obsequio de su padre y a la chica no le gustara perderlo por nada del mundo.

    Por desgracia, sus temores se confirmaron: El futuro est en tus manos no se hallaba en el interior de su bolso.

    Tina dej caer los hombros, desalentada, y se maldijo a s misma por haber sido tan descuidada. Dnde poda estar su querido libro? Ella haba recorridoprcticamente toda la ciudad aquella maana; poda habrselo olvidado en cualquier parte. El supermercado, el dentista, la confitera, el parque, la oficina

    Oh, mierda exclam, desesperada. Tendra que regresar a todos aquellos lugares uno por uno hasta dar con l

    Si es que daba, claro. A aquellas alturas, era posible que alguien hubiera encontrado el libro y hubiera decidido quedrselo, regalarlo, donarlo o, peor an, daarlo

    Para colmo, al da siguiente ella deba acudir a trabajar, por lo que no tendra tiempo de buscar ms que en la oficina, la cual haba visitado de paso aquella maana, quehaba tenido libre. Y Tina saba que, de haberse dejado all su preciado tesoro, sus compaeros ya la habran llamado para avisarla de su despiste. Ningn nmerodesconocido la haba llamado al mvil y, si alguien hubiera llamado a casa buscndola, Debra ya se lo habra dicho.

  • Por tanto, Tina no se haba olvidado el libro en la oficina.

    Oh, mierda. Dnde podr estar?

  • Captulo 4: La chica de los ojos azules

    El libro reposaba sobre la mesilla de su dormitorio.

    Max lo contemplaba mientras se preguntaba qu hacer con l. Qu hacer, ms bien, para devolvrselo a su olvidadiza duea.

    El chico se alegraba de haber recogido el ejemplar. Si lo hubiese dejado en el banco del parque, a aquellas alturas, seguro que el objeto ya habra desaparecido. Podrahabrselo llevado cualquiera que buscara una nueva lectura, un buen regalo o, simplemente y por desgracia, algo en lo que descargar rabia y de lo que burlarse.

    Desafortunadamente, aquellos que despreciaban los libros y disfrutaban dandolos abundaban en el mundo. Max haba tenido la mala suerte de toparse conmuchsimos de ellos a lo largo de su existencia, pero haba logrado rescatar y proteger a sus amados libros de las garras de aquellas crueles personas.

    l nunca los comprendera. Qu diversin poda encontrarse en romper y destrozar maravillosas historias que dejaban volar la imaginacin? Por qu esa gentedisfrutaba causando semejante dolor a los dueos de los libros, los que realmente saban apreciarlos?

    Max no tena respuesta para aquellas preguntas, pero s que saba una cosa: se alegraba muchsimo de haberse llevado el ejemplar de la chica de los ojos azules. As loprotegera de caer en malas manos y ser daado.

    Y as, adems, tendra una oportunidad de volverla a ver para devolvrselo.

    El muchacho trag saliva cuando aquel pensamiento cruz su mente.

    Qu demonios le estaba pasando? Por qu se haba obsesionado tanto con aquella joven? Era por su oscura melena? Por sus brillantes ojos del color del cielo?Por su radiante sonrisa? Por su risuea y lmpida voz? Por la felicidad que irradiaba cuando l la vio aquella maana? O quiz porque a los dos les gustaba el mismolibro?

    Max se senta muy confuso. No haba razn aparente por la que debiera pensar en ella; ninguna, claro est, al margen del libro. A lo mejor, cavil el chico, mereca lapena conocerla. A lo mejor resultaba ser una buena persona, una a la que no le interesara en lo ms mnimo el dinero de Max, sino slo su amistad. A lo mejor l hacamal al prejuzgarla, pues era posible que ella no fuera como el resto del mundo

    O a lo mejor el joven s que haca bien al meterla en el mismo saco que a la gente convenida. Desengate, Max, se dijo, recriminndose por sus estpidasesperanzas. Por qu no iba a ser esa chica igual que las personas a las que l haba conocido antes? Nada indicaba a Max lo contrario. No la conoca, as que poda estarequivocado, pero, por lo general, el muchacho sola equivocarse al pensar que sus nuevas amistades eran buenas personas.

    Siempre acababa decepcionado. Sin excepcin.

    Por qu aquella vez iba a ser diferente?

    Claro que, ahora que lo pensaba, tampoco haba nada que sealara a la joven como una persona interesada. Eso no se poda negar, ya que si Max no la conoca para lomalo, tampoco para lo bueno. En realidad no la conozco de nada, reflexion, posando los pies en la tierra por fin. Ni siquiera me atrev a hablarle y a lo mejor ellas que es de fiar.

    Se pregunt, agobiado, cmo podra hacer para acercarse a la chica. Obviamente, el libro era una buena baza: simplemente, Max esperara a que la muchachaapareciera, carraspeara, le dira que tena su ejemplar y se lo devolvera. Y ella qu hara ella? Cmo reaccionara?

    Oh, pero aquello era demasiado arriesgado, pens Max al instante. l no era as de lanzado. Nunca se haba atrevido a entablar conversacin con nadie; era la gentequien, en busca de su fortuna, se acercaba a l y lo llevaba a su terreno a travs de dulces palabras y viles engaos. Y luego l descubra la verdad y

    Max sacudi la cabeza. No quera volver a pasar por aquello jams.

    Dubitativo, el chico mir en direccin al libro. Hasta entonces no se le haba ocurrido hojearlo. Y aquella era una buena forma de empezar a conocer a su duea, cavilMax, como si una bombilla se le hubiera encendido dentro del cerebro. As que alarg la mano y tom el objeto de la mesilla.

    Sentado en su cama, Max abri el libro por la primera pgina y ley: Tina Summers. Vaya, as que aquel era el nombre de la risuea muchacha de los ojos azules. Acontinuacin, el joven hall una caligrafa mucho ms estilizada que la de ella. Le cost descifrarla, pero cuando lo hizo, Max descubri que se trataba de una dedicatoria:Para mi nia ms querida, con todo el cario del mundo de tu padre, que te querr siempre: Simon Summers.

    As que el libro era un regalo Para la muchacha, Tina (el chico pens que habra de acostumbrarse a llamarla por su nombre), deba de tener un gran valorsentimental. Sin duda Max tena que devolvrselo, pero sus temores seguan ah.

    Se le ocurri que, quiz, lo mejor sera esperar a la joven en el parque, darle el libro nada ms verla y, acto seguido, desaparecer. Seguramente, Max se arrepentiratoda su vida si hiciera eso, pero no se senta capaz de intentar charlar con Tina, conocerla y permitir que ella lo conociera a l. Aquello era ms de lo que poda hacer,pues l no era as.

    O quizs, se dijo Max, lo mejor sera dejar el libro en el banco y esconderse tras algn arbusto, para asegurarse de que sera su duea, Tina, quien lo recogiera. Eso sque sera cobarde, pero, en el fondo, acaso no era l mismo una persona cobarde?

    Cuando Max se acost por fin, lo nico que tena claro era que el da siguiente lo pasara al completo en el parque, si haca falta, esperando a que la muchacha llegarapara que pudiera recuperar su valioso libro.

  • Captulo 5: Bsqueda

    Tina se despert pensando en lo mismo que ocupaba su mente cuando se haba acostado la noche anterior: tena que recuperar El futuro est en tus manos.

    Aquel libro era demasiado importante para ella. No poda darlo por perdido sin ms; no quera. No sin luchar, no sin tratar de encontrarlo por todos los medios. Supadre hubiera deseado que Tina hiciera precisamente eso: remover cielo y tierra hasta dar con l.

    Y ella no iba a rendirse.

    Aquella maana, la muchacha deba acudir a la oficina, donde consegua un buen sueldo a cambio de una jornada completa rodeada de nmeros y haciendo cuentas sinparar. A ella le gustaba hacerlo, pues no se le daban mal las matemticas, pero a la larga resultaba un trabajo demasiado tedioso. Sobre todo para alguien como ella, tandinmica y activa.

    Tina siempre necesitaba estar haciendo algo. No soportaba estar quieta sin aprovechar el tiempo; echarse siestas era algo que no iba con ella por muy cansada queestuviera, as que nicamente dorma por las noches. Siempre ocho horas, ni una ms ni una menos. Ocho horas eran todo lo que su cuerpo requera para ponerse afuncionar de nuevo y exigir hacer algo. Haba sido una suerte que Agnes, desde beb, durmiera ms o menos el mismo tiempo que su hermana mayor, pues as a sta nose le haba alterado el sueo en ningn momento.

    El caso era que, una vez despierta, Tina era incapaz de quedarse quieta.

    Excepto en sus momentos de lectura, que se correspondan con sus breves instantes de paz. Pero tampoco as estaba quieta sin hacer nada, sino que estaba leyendo,desconectado de la realidad y viajando a otros mundos sin moverse de su casa, de modo que estaba haciendo algo. No era ni mucho menos tiempo perdido.

    Y ahora, precisamente cuando Tina estaba releyendo por ensima vez su libro favorito y ms querido lo perda. No se poda ser ms torpe.

    Pero no serva de nada ponerse a llorar. Lo que deba hacer era buscar el libro.

    La joven se puso manos a la obra desde antes de llegar a la oficina. Sali media hora antes para poder pasarse por el parque, lo cual la llevaba a dar un rodeoinnecesario, por lo que alcanzara su lugar de trabajo con el tiempo justo. Por suerte, la confitera no se hallaba lejos, as que Tina pudo visitar ambos sitios en el espaciode unos veinte minutos; los diez restantes los emple en lo que le quedaba de camino hasta la oficina.

    Lo malo fue que, una vez lleg, la chica tuvo que permanecer all metida hasta la hora del almuerzo. Aquello, adems de para avanzar en su trabajo, tan slo le sirvipara confirmar lo que ya sospechaba: su libro tampoco se hallaba en la oficina.

    Tina estaba cada vez ms desalentada. No haba visto el objeto en ninguno de los bancos del parque, ni tampoco a ninguna de las pocas personas que all haba aaquellas horas leyndolo o con l en las manos, as que ella no haba olvidado el libro en aquel lugar. Tampoco en la confitera, tal como le confirm la tendera, a la queconoca desde haca aos.

    Slo restaban el dentista y el supermercado, pero Tina ya no tena ni las ms mnimas esperanzas de encontrarlo all.

    Se pregunt quin demonios habra cogido su ejemplar. Qu habra hecho con l. Por qu no la habra buscado. En la primera pgina del objeto, adems del nombre desu duea, aparecan los telfonos de su casa y de su mvil para que, en un caso como aquel, la persona que hallara el libro pudiera ponerse fcilmente en contacto conella y devolvrselo.

    Pero aquello no haba ocurrido. Ninguna de las personas que podran haber avisado enseguida a Tina lo haba hecho, as que el preciado libro de la muchacha seencontraba en manos extraas y, por tanto, paradero desconocido.

    Tina se estremeci slo de pensarlo. El regalo de su padre en manos extraas.

    Impaciente ante la cola de la cafetera, la joven decidi no almorzar aquel da e intentar llegar al dentista antes de que cerrara.

    Lo consigui, pero, por desgracia, sus sospechas se confirmaron: nadie haba visto all ningn libro titulado El futuro est en tus manos. Sin embargo, la recepcionistaasegur que llamara a las casas de los pacientes del da anterior para preguntar por l. Tina sinti un poco de alivio, pero muy, muy poco. No crea que ninguno de ellosse hubiera llevado su ejemplar y, si lo haban cogido, tampoco tenan por qu decir nada. Quiz decidieran callarse y quedarse con el objeto, sin importarles que en laprimera pgina apareciesen el nombre y el telfono de su duea, adems de una dedicatoria personalizada de Simon Summers.

    Cuando, minutos despus, Tina traspas las puertas del supermercado, el alma se le cay a los pies a la vez que la abandonaban los ltimos resquicios de esperanza.

    Aquel lugar era demasiado grande. Si la chica haba perdido all el regalo de su padre, poda darlo por perdido de forma definitiva. El ejemplar podra estar en cualquierplanta, pues, el da anterior, la muchacha haba subido y bajado dentro del edificio mientras realizaba sus compras, movindose de aqu para all. No era probable quealgn dependiente hubiera encontrado el libro; su deber, como empleado, era llamar sin perder un segundo a la duea del objeto y, una vez ms, nadie lo haba hecho.

    Y si era algn cliente quien lo haba recogido

    En fin, igualmente ella poda darlo por perdido.

    Tina Summers regres al trabajo, a completar su jornada laboral, sin su sempiterna sonrisa grabada en el rostro y con el corazn destrozado.

    No se le pas por la cabeza la idea de volver a mirar en el parque.

  • Captulo 6: Ojal

    No haba venido.

    Tina Summers, la duea del libro, no haba aparecido.

    Max llevaba all desde, ms o menos, las diez de la maana. Le haba parecido que era una buena hora, ni muy temprano ni muy tarde, y que ella podra acudir acualquier hora, ya que el da anterior lo haba hecho en torno al medioda.

    Pero no. Max se haba pasado el da all, saltndose el almuerzo, la sobremesa y hasta la dichosa hora del t, mientras el cielo se iba oscureciendo sobre su cabeza,para poder devolverle el objeto a la chica de los ojos azules, la preciosa y risuea Tina Summers.

    Y ella, por desgracia, no haba dado seales de vida.

    El muchacho se pregunt entonces qu deba hacer. Ya se haba hecho de noche, pareca a punto de llover y l no crea que ella fuera a aparecer por all precisamente aaquellas horas. Lo mejor que Max poda hacer era regresar a casa sin haber completado su misin.

    Se senta extraamente vaco por no haber podido darle el ejemplar a Tina. Era como si aquel hubiese sido su nico cometido y hubiera sido derrotado sin tener laoportunidad de demostrar su vala. Tendra que volverlo a intentar.

    De repente, el joven se dio se dio cuenta de que, inconscientemente, llamaba a la chica por su nombre al pensar en ella pese a que no la conoca.

    Se sinti todava ms extrao.

    Harto de aquel maldito banco y hasta del parque, Max se puso en pie y ech a andar de vuelta a casa, sabiendo que iba a caerle una buena cuando llegara. Le dabaigual; ya estaba inmunizado contra las regainas de su estricta madre. sta estaba empeada en hacer comprender a su hijo lo que verdaderamente significaba heredar unafortuna como la que l iba a recibir. No se quera enterar de que Max ya lo saba. De sobra.

    He pagado el precio muchas veces a lo largo de mi vida, pensaba mientras caminaba, ahora bajo la lluvia que haba comenzado a caer levemente. Ser rico implica notener a nadie. Ser rico es sinnimo de estar solo.

    Si pudiera, a Max le encantara no ser rico. No heredar nada de dinero. No estar destinado a convertirse en una persona solitaria casi por obligacin.

    Porque a l no le interesaba el dinero. Prefera mil veces ser pobre econmicamente, pero rico en amistades, que ser rico econmicamente y pobre en amistades.Ojal pudiera darle la vuelta a la tortilla, dese, suspirando. Ojal pudiera ponerme en la piel de una persona con amigos de verdad, pero sin la herencia que voy arecibir yo. Ojal

    Aquella era la palabra que ms veces acuda a la mente de Max Winters. Toda su vida, de principio a fin, haba estado regida por el hecho de que haba nacido en elseno de una de las familias ms ricas de Inglaterra: los Winters. Por tanto, desde su concepcin, el joven haba estado destinado a convertirse en un hombre rico. Condecir que sus antepasados ms lejanos se apellidaban Golden

    Ojal pudiera retroceder en el tiempo. Ojal pudiera cambiarlo todo. Ojal se pudiera elegir sobre el lugar en el que nacer y la familia que tener. Ojal

    Sin embargo, Max era plenamente consciente de que nada de aquello podra realizarse jams, momento en que sus anhelos eran sustituidos por otros como: Ojaltuviera amigos de verdad. Ojal las personas no fueran todas unas interesadas egostas. Ojal no me juzgaran slo por lo que tengo, sino por lo que soy. Ojal

    Pero aquella vez, a medida que la lluvia arreciaba y lo iba empapando, Max se sorprendi a s mismo aadiendo un nuevo deseo:

    Ojal pudiera tener la amistad verdadera de Tina Summers.

  • Captulo 7: Diecinueve das

    Desde aquel veintiuno de marzo, Tina y Max estuvieron a punto de cruzarse en numerosas ocasiones y en muy diversos lugares. Claro que ninguno de los dos losaba.

    Cuando Tina llev a su hermano Liam al dentista, Max, abstrado en sus pensamientos, pas por delante de la puerta de la consulta apenas dos segundos despus deque Tina y Liam hubieran entrado. Siempre que Max regresaba a casa cada medioda para comer, la muchacha llegaba al parque, acompaada por su hermana Agnes,pocos instantes despus de que el chico se hubiese marchado. Una vez que a Max se le ocurri pasar por la confitera en busca de algo de picar, pues no habadesayunado aquella maana, Tina se hallaba dentro, hablando con la tendera. El joven estaba tan ocupado decidiendo qu iba a comprar, que no vio a Tina, mientras queella a l s, pero sin reconocerlo.

    Un da, los chicos incluso estuvieron a punto de verse las caras cuando caminaban por la misma calle, cada uno por una acera y en direccin contraria pero uncamin se interpuso entre ambos jvenes justo en el instante en que deberan haberse cruzado.

    De este modo, las vidas de Max y Tina transcurran, aunque no de la forma tan apacible en que a los dos les hubiera gustado. Y no se deba precisamente a la ola deasesinatos que haba surgido de manera repentina en la ciudad, casi al mismo tiempo en que haban vuelto las lluvias, las tormentas y el mal tiempo.

    Tina segua estando muy agobiada. No haba dado con su libro, no haba rastro de l y nadie la haba llamado informndola de que se lo haba encontrado porcasualidad. Por si fuera poco, Liam Summers se mostraba cada da ms hurao e irritable, seal inequvoca de que estaba a las puertas de la adolescencia. A sus treceaos, rehusaba comunicarse, con su hermana mayor y con el mundo en general. En cuanto a la madre de ambos, Debra Summers, incapaz de remontar a pesar de losaos, continuaba sumida en su pozo de dolor y miseria, del que nadie podra rescatarla jams. O eso era lo que Tina pensaba.

    Por raro que pudiese sonar, la nica persona que comprenda a la muchacha era Agnes. La pequea y alegre Agnes, con slo seis aos, era quien traa algo de luz yfelicidad al hogar de los Summers. Tina no poda quererla ms.

    En cuanto a Max, su vida le pareca un aburrimiento. Siempre se lo haba parecido y siempre se lo parecera. Tan slo haba hallado una cosa que crea que podraaportarle sentido: el libro que haba recogido en el parque. O, mejor dicho, su duea.

    Pero aquella ilusin, aquellas ansias de Max de que su vida diera un giro de ciento ochenta grados, se haban esfumado junto con Tina Summers, a la que l ya no habavuelto a ver desde aquel veintiuno de marzo, el primer da de primavera, en que la chica se olvid su ejemplar en el banco del parque donde l lea.

    Max an se preguntaba por qu quera conocerla. Estaba convencido de que la joven sera exactamente igual al resto de personas que se haban acercado a l siempre alolor del dinero. Lo ms probable era que, si el muchacho lograba devolver El futuro est en tus manos a su duea, sta intentara convertirse en la ms ntima amiga delheredero de la fortuna de los Winters, quin saba si aspirando a ser algo ms que eso

    Y, pese a todo, Max deseara poder conocerla. Saber quin era, qu le gustaba hacer, cmo era su familia, qu sitios sola frecuentar, si estudiaba o trabajaba, siprefera el mar o la montaa, si el blanco o el negro

    El chico quera conocer de verdad a Tina y confirmar lo que sospechaba o desmentirlo. La esperanza, se deca siempre a s mismo, era lo ltimo que se perda.

    Mientras tanto, la vida segua adelante, y Max, que no necesitaba ni estudiar ni trabajar pese a desearlo fervientemente, se pasaba los das o bien pensando en cmosera Tina Summers, o bien sumergido de lleno en alguna nueva historia.

    Las semanas, pasadas por agua, fueron sucedindose hasta que, por fin, el destino quiso que Max y Tina coincidieran en el parque diecinueve das despus de suprimer encuentro

  • Captulo 8: Justicia

    Estaba muy satisfecho de s mismo. An no haca ni veinte das que haba escapado y ya haba logrado impartir su justicia en seis ocasiones.

    Cunto las haba disfrutado. Su padre, all donde estuviera, deba de estar orgulloso. Aquellos seis muchachos haban obtenido su merecido por violar las leyes de ladecencia, el decoro y el sentido comn. Cmo se haba atrevido aquella niita a no permitirle el paso con su triciclo! Cmo osaban dos hombres besuquearse enpblico! Cmo demonios consenta la sociedad cosas como aqullas!

    Si su pobre padre levantara la cabeza Menos mal que ya estaba l all para castigar los errores de los dems. Para intentar conducirlos por el camino de la rectitud.Para eliminarlos en caso de que se negaran. Lo que, en su caso, haba sucedido siempre.

    El mundo estaba mejor sin personas como aqullas, sin duda. Haba hecho bien.

    Y sin embargo, una vez ms, l estaba en busca y captura. Aquellos malditos del psiquitrico haban descubierto ya que se haba fugado, por supuesto, yprcticamente haban empapelado la ciudad con carteles en los que apareca l mostrando su gesto de severidad y cordura. As que se vea obligado a no dejarse ver.

    Le resultaba muy complicado vivir en una ciudad en la que todo el mundo estaba prevenido contra l, pero siempre se las haba apaado para robar algo de comida yencontrar lugares secos y clidos en los que descansar. En ese sentido, era un hombre con suerte, ya que la primavera, como cada ao, estaba resultando ser una estacinlluviosa, cosa comn en el Reino Unido. La primavera y todas las dems, de hecho.

    De modo que ah estaba l. El cuerdo en un mundo habitado por locos. El salvador de quienes luego lo encerraban. El justiciero de quienes lo tildaban de chiflado.

    Nadie saba lo que estaba haciendo por el resto del mundo. Nadie se lo iba a agradecer jams. Ni siquiera su querida Diane logr entenderle.

    Y por eso, y con todo el dolor de su corazn, haba tenido que ajusticiarla tambin.

    l era un hombre de principios. No poda traicionarlos, ni por nada ni por nadie. Haba querido mucho, muchsimo a Diane, y tan slo lamentaba el que ella nohubiera podido darle algn hijo al que transmitir sus ideales y que prosiguiera con su misin cuando l faltase, pero haba sido feliz junto a ella. Por eso le haba dolidotantsimo el ver que Diane no pensaba de la manera correcta, que no vea el mundo de la forma en que l lo haca.

    Porque aquello haba significado su muerte.

    Aun as, el hombre no haba dudado. La mano nunca le haba temblado desde que empez a llevar a cabo la justicia de su padre, desde que lo prob. Ni siquieracuando lo hizo por primera vez, con aquellos dos insoportables nios pequeos, ni en la segunda ocasin, cuando su vctima fue su amada, pero equivocada, Diane.

    Era por el bien comn, se repeta. l haca lo correcto, slo que nadie pensaba como l. Nadie estaba tan cuerdo como l. Nadie ms se daba cuenta de que la sociedadactual era un completo error, un cmulo de fallos y taras que haba que arreglar, y el nico modo era eliminando a quienes se negaban a ser llevados por el caminocorrecto.

    As que continu. Continu hacindolo desde el mismo da en que logr huir de aquel maldito hospital para locos. No haba querido darse ni un respiro.

    El mundo necesitaba de su justicia y l estaba dispuesto a drsela.

  • Captulo 9: La invitacin

    Haca muchsimo tiempo que Tina Summers no pasaba por el parque con el nico propsito de descansar y relajarse.

    Ni siquiera poda recordar cundo fue la ltima vez que haba ido sin su hermana. Tan slo saba que, en aquel instante, necesitaba un momento de respiro. Que, apesar de la oposicin de Debra a que su hija mayor saliera sola de casa durante mucho rato debido a los terribles asesinatos que haban tenido lugar en las ltimassemanas, a la joven le haca verdadera falta tomar el aire y distraerse.

    As que, aquel nueve de abril, Tina sali del trabajo justo despus de almorzar, con un libro dentro de su bolso para leer en el parque durante su nico da libre de lasemana, y esta vez se asegurara de no perderlo. Claro que, en esta ocasin, el ejemplar en cuestin no tena para ella el valor sentimental que posea El futuro est en tusmanos. Pero no por ello pensaba descuidarlo; con una prdida haba tenido suficiente.

    Tan distrada iba la muchacha leyendo los preocupados whatsaps que le enviaba su madre y tratando de responderlos, que no se dio cuenta de que alguien estabasaliendo del parque justo en el momento en que ella se hallaba a punto de entrar.

    Tina se choc de bruces con esa persona y, mientras se repona de la impresin, pudo or cmo algunas cosas caan estrepitosamente al suelo.

    Sin apenas detenerse a mirar al preocupado joven de pelo castao que la miraba avergonzado y se deshaca en disculpas, Tina se agach para recoger su mvil y fueentonces cuando se percat de qu era el otro objeto que se haba cado.

    Mi libro! exclam, incrdula, y lo tom.

    Tras incorporarse, la chica abri el objeto y lo hoje para asegurarse de que aquel, y no otro, era su ejemplar, el que Simon Summers le haba regalado y dedicado. Sesenta tan feliz de haberlo recuperado, tan aliviada y emocionada que, sin importarle que alguien pudiera verla, Tina abraz el libro fuertemente contra su pecho mientrassus ojos se inundaban de lgrimas de autntica felicidad.

    Entonces repar en que ese ejemplar no se le haba cado a ella.

    Eres eres Tina Summers, verdad? le estaba diciendo el muchacho castao, que no era otro que Max, en aquel mismo instante, entre tartamudeos y balbuceos.

    Ella, obviando el hecho de que senta los ojos negros de l, profundos como pozos sin fondo, clavados en su rostro, lo mir muy seria y enfadada.

    Si sabes mi nombre, es que has abierto el libro dedujo. Y si has abierto el libro, tienes que haber visto el nmero de telfono que haba escrito en l.

    S, esto Yo

    Por qu no me llamaste para devolverme mi libro? le espet ella, furiosa, sin dejarlo acabar. Es que pensabas quedrtelo? Eso es robar, sabes?

    S, lo s, yo

    Oh, as que lo sabes? Tina saba que estaba siendo muy dura, pero no poda contenerse. Lo sabes y aun as te dio igual quedarte con el libro de otrapersona? Pero t quin narices te crees que eres?

    Ante aquello, Max se qued estupefacto. Jams en su vida le haban hablado as; ms bien al contrario. No supo qu responder, de modo que permaneci en silenciomientras Tina lo regaaba como nunca nadie, ni tan siquiera su estricta madre, lo haba hecho. Desde luego, la chica estaba demostrando que no era como el resto delmundo.

    Y bien? dijo Tina finalmente. Vas a explicarme de una vez por qu te has quedado con mi libro durante todo este tiempo?

    Max suspir y busc las palabras adecuadas. Llegaba la hora de explicarse y l no estaba seguro de que fuera a lograr hacerlo bien.

    Vers comenz, despacio, controlando sus nervios. Yo suelo venir mucho a este parque a leer y hace como, no s, tres semanas?, llegaste t y te sentaste ami lado en el banco que yo ocupaba. Entonces saliste corriendo y te olvidaste tu libro en el asiento, y me di cuenta de que, casualmente, era el mismo que yo estabaleyendo; claro que el mo no tiene para m ningn valor sentimental, as que no es lo mismo. El caso es que, bueno, decid guardarlo para que nadie pudiera cogerlo ydestrozarlo, ya que hay mucha gente a la que le gusta hacerlo y En fin, lo que quiero decir es que desde entonces he estado esperando a que volvieras y poder darte tulibro en mano, porque la verdad es que a m se me da demasiado mal relacionarme con la gente y tena miedo de ver cmo reaccionaras si te llamaba por telfono eintentaba quedar contigo para devolvrtelo. As que, bueno Eso es todo.

    Tras aquella parrafada, Max dej escapar el aire. No entenda cmo haba sido capaz de soltar todo aquello sin pestaear, aunque s tartamudeando y balbuceando,como sola pasarle cuando hablaba con alguien que no fueran sus padres o sus abuelos. En fin, al menos ya estaba dicho, se dijo el joven, calmndose. Ahora sloquedaba esperar.

    Tina lo observaba con las cejas alzadas. Aquel chico que tan tmido le haba parecido haba resultado serlo, en efecto, pues as lo demostraba el hecho de que no seatreviera a mirarla a la cara mientras hablaba, que se rascara el pelo castao disimuladamente y que le hubiera dicho todo aquello casi sin pensar, slo por soltarlo y yaest.

    Sin pretenderlo, Tina sonri. Aquel muchacho se haba preocupado por ella, por hacerle llegar su libro, y haba esperado a verla en persona para podrselo devolver.

    Se sinti en deuda con l y se arrepinti de haberle gritado.

    Cmo te llamas? le pregunt.

    Max Max Winters.

    Puedo invitarte a un caf, Max?

  • Captulo 10: Una parte de m misma

    El silencio se haba instalado entre Tina y Max.

    Durante todo el camino, la chica haba estado parloteando acerca de temas triviales, tales como el inusual buen tiempo que haca ese da en Gran Bretaa trastantsimos das de lluvia, o la casualidad de que los dos hubieran estado leyendo el mismo libro aquel da en que ella se sent junto a l en el parque.

    Ahora acababan de servirles sus cafs. Max lo tomaba con leche y azcar, pero Tina lo prefera solo. Durante unos minutos pudieron dedicarse cada uno a susrespectivas bebidas y as, al menos, rellenar los silencios un tanto incmodos que los rodeaban.

    Ninguno de los dos saba bien de qu hablar. Aquella invitacin, aquellos cafs que estaban tomando, no haban entrado jams en sus planes, ni siquiera en los deMax, quien tan deseoso haba estado de conocer a Tina.

    Sin embargo, ahora que tena la ocasin de hacerlo, su timidez lo venca. Como siempre. Claro que l nicamente se haba permitido fantasear sobre la posibilidad deconocer a la joven; jams habra imaginado que aquello se hara realidad. Por lo tanto, Max no haba supuesto que iba a tomar un caf con ella, en una fra pero soleadatarde del mes de abril, as que permaneca callado y, en apariencia, tranquilo. Por dentro estaba muy inquieto y su cabeza bulla en busca de un tema de conversacin.

    Por su parte, Tina beba su caf con nerviosismo. Aquel estaba siendo un da extrao para ella. No slo haba recuperado su libro, sino que haba invitado, de formaespontnea y casi sin reflexionar, al chico que se lo haba devuelto. Tina tena que reconocer que las palabras que l le haba dedicado la haban enternecido, pero ahoracasi se arrepenta de haber actuado tan impulsivamente. Ella no conoca a ese muchacho de nada, por dios. De qu se supona que iban a hablar? No le extraaba que sucapacidad para conversar acerca de lo que fuese en cualquier situacin se hubiese marchado de vacaciones.

    Por suerte o por desgracia, ya no haba marcha atrs. As que qu menos que tratar de entablar conversacin con l, se dijo Tina, dispuesta a pasar a la accin.

    Quiero carraspe. Quiero darte de nuevo las gracias. Por haber guardado mi libro. Lo has mantenido a salvo.

    Le dedic una sonrisa clida y Max no tard ni medio segundo en ruborizarse.

    N-no hay de q-qu respondi, ms nervioso que nunca. Yo Si yo hubiera estado en tu situacin, hubiera querido que hicieran lo mismo por m.

    Claro asinti Tina, comprensiva. El caso es Bueno, este ejemplar es muy importante para m. Supongo que ya sabrs por qu tante.

    Max se sonroj an ms, si es que aquello era posible.

    L-lo siento murmur. S que no debera haberlo ledo, pero Al abrirlo para ver si tena el nombre del dueo es decir, el tuyo, pues

    Fue inevitable complet Tina. Lo entiendo. Es normal. Sera muy difcil no leer la dedicatoria al abrir la primera pgina.

    S, tienes razn.

    Se quedaron de nuevo en silencio. Cielos, pens Tina, no debera haberme lanzado tan pronto a invitarle. Estamos muy incmodos los dos

    Esto T-Tina? mascull Max, sacando agallas de no supo dnde.

    S, Max? le sonri ella, mostrndose amable.

    Yo Bueno Se rasc la oreja, nervioso, y la sonrisa de Tina se ensanch, aunque l no lleg a verlo. Vers, s que te va a sonar muy atrevido por mi partey que no debera pedrtelo, pues en realidad slo soy el chico que te ha devuelto tu libro, pero Bueno, el caso es que me gustara conocerte un poco mejor. Megustara. Si pudiera ser, claro. No quiero que te sientas presionada, yo slo

    Max lo cort Tina, alzando una mano para interrumpir su nueva parrafada. Yo Yo tengo mucho aprecio a ese libro. Mi padre muri hace aos y ese fue unode los regalos ms valiosos que jams me hizo. As que no eres slo el chico que me ha devuelto mi libro, sino el chico que me ha devuelto una parte de m misma.

    El corazn de Max se salt un latido. De verdad Tina le haba dicho eso?

    As que prosigui la joven, creo que no estara nada mal que nos conociramos. Podramos, no s, quedar una vez por semana, aqu o en el parque

    En el parque salt Max enseguida.

    De acuerdo, en el parque ri Tina, y el sonido de su risa fue para Max como el taido de una delicada campana de cristal. Y, bueno, podramos charlar demuchas cosas. No s, de nuestras aficiones, por ejemplo.

    No es mala idea asinti Max. Podemos hablar de libros. Me gusta mucho leer.

    A m tambin. Es mi vlvula de escape.

    En mi caso tambin. Y mi refugio.

    Y el mo!

    Se miraron durante unos segundos, con una sonrisa cmplice y un brillo especial en los ojos. A Max le encantaba lo azules que eran los de Tina. A Tina le parecieronmuy clidos los ojos oscuros de Max.

    Menos mal que ya hemos roto el hielo sonri la muchacha, aliviada. Nos ha costado, pero creo que podremos llevarnos muy bien.

    Espero que as sea dijo Max sinceramente.

    Estoy segura de que as ser!

    Tal como haba prometido, Tina pag la cuenta y Max sinti el impulso de recordarle que era un Winters, o el Winters, mejor dicho, as que no haba necesidad de queella pagara nada. Sin embargo, la joven podra pensar que l estaba tratando de hacerse el interesante, o que la consideraba una pobretona, o cualquier cosa que sera

  • totalmente errnea, de modo que el chico prefiri guardar silencio. Al fin y al cabo, l ya le haba dicho su apellido, as que era cosa de Tina el saber, o no, quines eranlos Winters.

    En el fondo, por supuesto, Max se alegraba de que ella no supiera de su familia. Para el muchacho era un completo alivio poder ser l mismo sin la presin de saberque la otra persona buscaba su favor slo para intentar obtener una parte de su fortuna.

    Sin embargo, a Max le extraaba muchsimo el haber sido capaz de hablar tanto. Pero si l era demasiado tmido, todo el mundo se lo deca. Cmo lo haba hechopara soltarle semejantes parrafadas a Tina? Y justo en el da en que por fin la conoca! Podra haberlo estropeado todo con su torpeza

    Menos mal que ella era comprensiva y clida y sonriente y radiante y muy, muy bonita. Max se descubri, una vez ms, mirndola fijamente mientras ella daba unapropina al camarero. No poda evitarlo, tena que observarla

    Pero no fue lo bastante rpido: ella le vio. Por suerte, no dijo nada al respecto.

    En fin coment Tina, levantndose, y el chico la imit. Encantada de haberte conocido, Max Winters dijo, tendindole la mano. l se la estrech.

    Lo mismo digo.

    Podramos tratar de vernos en el parque algn da. El prximo viernes, por ejemplo, alrededor del medioda. Si te viene bien, claro.

    Me viene bien cualquier da. Max se encogi de hombros, alegrndose, por primera vez en su vida, de estar totalmente desocupado.

    Bien, pues Tina le dedic una ltima sonrisa. Gracias una vez ms por devolverme una parte de m misma. Hasta la prxima, Max.

    l no fue capaz de hablar. Slo la mir mientras ella abandonaba la cafetera. La mir hasta que la joven desapareci de su vista.

    Qu bonita es Tina Summers, se dijo el muchacho, distrado.

  • Captulo 11: Nervios

    Los das comenzaron a ser ms apacibles para Max.

    Casi sin darse cuenta, el chico haba hecho de Tina el centro de su mundo, desplazando a sus amados libros del puesto de honor. Puesto que era la primera vez que eljoven se relacionaba con alguien real, con una persona que no hubiera surgido de las pginas de sus novelas, Tina constitua su mayor novedad, motivo por el cual ahoraMax deseaba, ms fervientemente que nunca, conocerla mejor.

    No se engaaba, pese a todo. Al parecer, Tina no saba que l era el heredero de la familia Winters, pero eso no significaba nada. Si se enteraba, Max tema que seconvirtiera en una chica como las dems, as que no entraba en las pretensiones del chico el hacrselo saber a la joven. Pretenda ocultrselo. Ansiaba que Tina fuese suamiga slo porque ella quisiera, no por puro inters econmico.

    Sin embargo, Max saba que no dependa de l el que ella lo descubriese tarde o temprano. Si l mismo no informaba a la muchacha, cualquiera podra hacerlo, puesprcticamente toda la ciudad lo saba. Lo que l no lograba explicarse era que Tina lo ignorara

    Pero no quera darle vueltas al tema. Max slo quera estar con la chica, nada ms. As que, cada da, el joven se levantaba pensando que ya le quedaba menos tiempopara volver a ver a Tina y se pona muy nervioso slo de pensar en los temas de los que podran hablar. No era capaz de entender por qu estaba tan obsesionado conaquella muchacha si slo la haba visto en una ocasin y apenas haban cruzado unas palabras, pero Max se repeta a s mismo que aquello iba a cambiar. Que seconoceran mejor, que l no le desvelara su secreto y, as, todo marchara como la seda entre ellos.

    Max Winters no pensaba llevarse ni una sola decepcin ms.

    De este modo, se present el da de la cita. Los dos chicos haban quedado en verse en el parque el viernes siguiente a su primer encuentro, el diecisis de abril,aunque sin llegar a concretar una hora ms all del medioda, por lo que Max decidi partir bien temprano y esperar a la muchacha leyendo.

    Sin embargo, una vez se sent en el banco, bajo el sol primaveral que haba decidido regresar al Reino Unido, y abri el libro, Max no fue capaz de leer ni mediapgina. La concentracin se haba esfumado.

    No poda negarlo: estaba nervioso. Mucho. A cada segundo que pasaba, su mente lo convenca ms y ms de que aquello era un error, de que Tina slo estabafingiendo o, si no lo haca ahora, lo hara en cuanto descubriera la identidad de su nuevo amigo. Por qu creer que ella es diferente?, repeta una odiosa vocecita en lacabeza de Max. Por qu no iba ella a acercarse a ti por tu dinero?

    l trataba de eliminar aquella voz, pero entonces la timidez se impona. Qu demonios haces aqu?, le deca. T nunca has hablado con nadie. Qu te hace pensarque vas a lograr mantener una conversacin con una chica? Nunca antes lo has hecho; lo hacan ellas, y lo hacan por inters. As que nunca tendrs amigos de verdad.

    Por desgracia, aquellos pensamientos se haban instalado en la mente de Max y no estaban dispuestos a abandonarla. Y el muchacho se senta cada vez ms y msdominado por sus emociones: por el temor, por el rechazo, por la timidez

    Quiz sera mejor marcharse antes de que Tina llegara y, as, frenar una serie de decepciones antes de que comenzaran a venir una tras otra?

    No. La respuesta lleg a Max de manera instantnea. l no quera. No deseaba seguir doblegndose a tan negativas emociones. Por una vez, iba a ser dueo de smismo.

    Acababa de tomar aquella decisin cuando Tina apareci.

  • Captulo 12: Los libros

    Tina Summers volva a llevar aquel vestido que luca el primer da en que Max la vio.

    l se dio cuenta enseguida. Ella se dio cuenta de que l se haba dado cuenta y sonri para sus adentros mientras caminaba hacia el banco, contenta de haber escogidoaquel atuendo. Dej que una sonrisa aflorase a sus labios en seal de saludo.

    Aunque saba ocultarlo, Tina tambin estaba nerviosa. Nunca antes haba quedado con un chico; claro que no se poda decir que aquello fuese una cita, pues enrealidad no lo era. Tan slo se trataba de dos personas que haban coincidido en una ocasin y haban decidido darse la oportunidad de conocerse mejor.

    En su caso haba sido extrao. Tina haba conocido a muchos chicos, por supuesto, pero haba perdido el contacto con todos ellos en cuanto abandon los estudios yse puso a trabajar para ayudar a su familia. Por tanto, la muchacha nunca haba llegado a tener pareja y no pareca que la cosa fuese a cambiar. Tampoco era algo que aella le interesara de manera especial ni para lo que dispusiese de tiempo.

    Se pregunt qu clase de relacin surgira de aquel encuentro con Max. Sera aquella su primera y ltima reunin? Llegaran a caerse lo bastante bien como paravolverse a ver? Se convertiran en amigos? Deseara Max que tuvieran algo ms?

    La nica manera de descubrirlo era sentndose junto a l e iniciando una conversacin, se dijo Tina. As que hizo lo primero, pero no se le ocurri la manera de llevar acabo lo segundo pese a su innata espontaneidad. Y, por lo visto, a Max tampoco.

    Tras unos minutos de incmodo silencio, la joven se aclar la garganta, dispuesta a acabar con aquella tensin que los invada.

    Esto Max comenz, tratando de eliminar aquella maraa de nervios que le atenazaba el pecho. Yo Creo que ya te dije lo importante que es para m ellibro que me devolviste, pero me gustara saber Bueno, recuerdo que comentaste algo sobre las personas a las que les gusta daar los libros y son como si a ti tepareciera fatal que lo hicieran. Es es as? Estoy en lo cierto?

    Max, que la haba escuchado casi con devocin, asinti repetidas veces con la cabeza e intent buscar las palabras adecuadas para defender su amor por los libros.Tina casi poda ver la parrafada que se avecinaba.

    Sin que ella lo percibiera, aquel pensamiento la hizo sonrer.

    Vers, yo empez Max, con la mirada oscura fija en el suelo. Yo soy una persona muy solitaria. Nunca he tenido amigos verdaderos. Pareci que lecostaba confesar aquello; sus mejillas se tieron de un rubor que lo hacan, a ojos de Tina, muy tierno. As que, bueno, ya que con las personas no lograba tener unarelacin de amistad real, me refugi en los libros. Ellos ellos lo son todo para m.

  • Captulo 13: El futuro est en tus manos

    El resto de la charla transcurri entre sonrisas cmplices y confesiones literarias.

    Max haba ledo muchsimo. Su amplio conocimiento en obras, clsicas y actuales, supona todo un desafo para Tina, que en general se consideraba a s misma unapersona culta. Sin embargo, estaba descubriendo que no saba tanto como ella crea.

    En cuanto a Max, no poda evitar disfrutar de aquel pequeo momento de gloria. Nunca antes haba conocido a nadie a quien pudiera ensear algo; l siempre habasido el muchacho torpe que no aprenda por ms que se le repitiera la leccin, o, al menos, eso era lo que opinaba su madre, la orgullosa seora Elinor Winters.

    Max no era orgulloso en absoluto, pero, por una vez, no poda negar que le gustaba demostrar lo mucho que saba sobre literatura.

    Y estaba encantado de ensear a Tina. Ella pona mucho inters, formulando numerosas preguntas y debatiendo constantemente con l, por lo que ambos estabandisfrutando al mximo de la conversacin, ya que resultaba enriquecedora para los dos.

    A Max no le sorprendi descubrir que El futuro est en tus manos era el libro favorito de Tina. No se deba nicamente al valor sentimental que aquel ejemplar poseapara ella, sino tambin al positivo mensaje que transmita la historia. Pese a que l ya la conoca, Tina decidi contarle de qu iba y Max no quiso detenerla.

    La protagonista es Harper relat la joven. Es una chica que se queda hurfana poco antes de cumplir la mayora de edad y es obligada a vivir en una casa deacogida hasta entonces. Durante ese tiempo, Harper prcticamente es maltratada, vejada y anulada como persona, pues en la casa de acogida no es respetada por nadiey, para colmo, no quieren dejarla marchar cuando ya por fin cumple los dieciocho.

  • Captulo 14: Charlas bajo el sol de abril

    Como si el clima se hubiera puesto de acuerdo con el estado de nimo de Max, los das estaban siendo mucho ms soleados e incluso calurosos, lo cual, sin duda,resultaba extrao tratndose de Gran Bretaa.

    Pero Max no se quej en absoluto; al contrario. Su vida haba cambiado y lo haba hecho para bien, como el tiempo. Ahora, el chico senta que tena algo que hacer,que s haba algo en su aburrida y montona existencia por lo que mereca la pena levantarse de la cama cada da.

    Y no eran slo los libros!

    Sin quererlo, con el paso de los das, Max iba volviendo a ponerse nervioso segn se acercaba el viernes, pero sus ganas de volver a ver a Tina eran sin dudasuperiores. Ella lo haba fascinado como l ya esperaba que lo hiciera desde la primera vez que la vio; de hecho, podra decirse que Tina fascin a Max precisamentedesde aquel instante en que sus ojos la vislumbraron, en el parque, aquel no tan lejano da de marzo.

    La imagen de la muchacha ya se haba grabado a fuego en la mente de Max, cuya alma reclamaba que entablara conversacin con ella de nuevo. Su corazn, adems,arda en deseos de lograr la amistad de la chica.

    Ahora que por fin la tena, o, al menos, empezaba a tenerla, Max no poda creerlo.

    Se senta un tanto inseguro. En toda su vida, l nunca haba contado con un amigo de verdad, de modo que ignoraba la forma en que deba comportarse ahora con Tina.Para colmo, Max no dispona de la opcin de pedir consejo a alguien; hablar con sus padres o sus abuelos estaba ms que descartado. No lo entenderan.

    Pese a todos sus nervios, una vez llegaba el momento de charlar con Tina, el chico se dejaba llevar y la conversacin flua sin necesidad de que nadie la forzase. As lopudo comprobar el siguiente viernes, veintitrs de abril, cuando habl con la joven sobre sus respectivos gustos musicales y, cmo no al tratarse de aquel da, literarios.Incluso manejaron la posibilidad de visitar juntos alguna librera en un futuro no muy lejano!

    Fue entonces cuando, por casualidad, los dos empezaron a encontrarse ms a menudo.

    Max siempre haba odiado permanecer metido en casa da y noche sin tener nada que hacer y soportando las quejas de toda su familia. l no necesitaba ni estudiar nitrabajar, precisamente debido a la familia de la que proceda, y deba reconocer que aquello lo frustraba. Al menos, estudiando o trabajando, Max tendra algo en lo quemantenerse ocupado, ms all de devorar libros y marcharse al parque para seguir devorando libros.

    Por tanto, el muchacho sala cada da sin excepcin y, tras un corto paseo, se sentaba en su banco de siempre, fuera o no viernes. Los das en cuestin en que habaquedado con Tina, Max acudi antes y con una considerable carga de nervios en el cuerpo, pero a partir de ese lunes, en que se top con que la chica se hallaba sentadaen el banco, el joven ya no poda evitar ponerse nervioso todos los das.

    Le extra muchsimo encontrarse all a Tina un lunes, siendo el viernes anterior el tercero que se haban visto. Ella siempre haba parecido ser una chica muyocupada, con miles de cosas que requeran su atencin y ni un solo segundo de respiro; todo lo contrario que Max.

    Pero, si algo sorprendi ms al chico, fue comprobar que ella estaba enfadada.

    Hola, Max salud, intentando sonar relajada, pero la tensin se perciba perfectamente en su voz.

    Hola, Tina correspondi l, repentinamente nervioso. Me alegra que hayas venido. Y era cierto, a pesar de que ignoraba el motivo de su presencia all.

    Tina hizo una mueca.

    Supongo que te estars preguntando qu hago aqu hoy, verdad? Max no tuvo ocasin de contestar, pues ella prosigui sin detenerse: Mi querida mamata hadecidido pedirle a mi jefe que me reduzca la jornada de trabajo pese a la considerable prdida de dinero que eso nos supondra. Est loca buf.

    Max abri los ojos como platos. Aqu vena otra vez. El dinero.

    B-bueno, pero mascull, maldicindose por tartamudear en un momento as. Supongo que, si ha hecho eso, ser porque no supone una gran prdida, no?

    No lo entiendes. No, Max no lo entenda. Vers, en mi familia somos cuatro personas, pero slo mi madre y yo trabajamos. El poco dinero que conseguimoses todo lo que tenemos para sacar adelante a mis dos hermanos, que an son menores de edad.

    Max se pregunt fugazmente cmo sera aquello de tener hermanos. Y de trabajar. Y de tener problemas para llegar a fin de mes.

    Aquel era un mundo que jams podra conocer.

    Y como resulta que soy buena con los nmeros estaba diciendo Tina, consegu un buen trabajo a jornada completa en el que pagan bastante bien, lo justo paraque mis hermanos puedan comer, ir a la escuela y dems. Y las condiciones no eran malas: los viernes me permitan ms libertad a la hora de almorzar, aunque sala unahora ms tarde, y si tena una urgencia poda pedirme la maana o la tarde libre. Pero ahora, por culpa de mi madre se indign, slo trabajar la mitad del da y, portanto, cobrar menos.

    Tu madre lo habr hecho por algo sugiri Max. Es decir, imagino que habr algn motivo por el que ha querido que En fin, tampoco es asunto mo seinterrumpi al sentir que estaba metindose donde no le llamaban.

    No te preocupes lo calm Tina al ver su turbacin. Desde luego que hay un motivo, pero a m me parece absolutamente absurdo.

    No es nada grave?

    A ojos de mi madre, s suspir ella. Cree que puedo convertirme en la siguiente vctima del asesino fugado del psiquitrico

    Lo dijo con total tranquilidad, pero Max se inquiet; jams haba odo hablar sobre aquello a nadie. Claro que l nunca hablaba con nadie, pero eso era otro tema.

    Quin? inquiri. A quin te refieres?

    No has visto los carteles? cuestion Tina a su vez. Est por todas partes. Ven.

  • Se levant, hacindole un gesto para que la siguiera, y l obedeci. La muchacha se dirigi a la salida del parque y, una vez all, cruz la calle y seal la pared, donde

    haba numerosos carteles con la fotografa de un anciano con pinta de ser algo cascarrabias. Max prest atencin al rostro que mostraba la imagen.

    No le haba visto nunca confes.

    Lleva ya un mes, ms o menos, fugado del psiquitrico en el que estaba internado narr Tina. Desde entonces se le busca, pero ms an desde quecomenzaron a aparecer tantsimas personas muertas en la zona de la ciudad en la que l vivi durante aos. Se cree que fue l quien las mat porque ya hizo lo mismoantes de que lo ingresaran. Tres veces: con su esposa y con dos nios pequeos.

    Max trag saliva mientras lo recorra un escalofro. El rostro de aquel hombre bien poda ser parte de aquellas imgenes terrorficas que, de forma inconsciente,aparecen en tu cerebro cuando ests a punto de dormirte y, entonces, no puedes pegar ojo. A Max eso le suceda muchsimo y estaba convencido de que esa mismanoche le volvera a pasar.

    Da miedo murmur, y luego se sonroj al darse cuenta de que haba dicho aquello en voz alta delante de Tina.

    Dices que nunca habas odo hablar de l rememor la chica, ajena a la preocupacin de Max. Cmo es posible? Es que no lees la prensa ni ves las noticias?

    En realidad, no respondi l. Slo leo libros, porque la prensa siempre viene cargada de malas noticias, y detesto la televisin. Ni siquiera tengo ordenador.

    Sonri a modo de disculpa ante el gesto incrdulo de ella.

    Hasta yo puedo permitirme un ordenador coment Tina segundos despus.

    No es que no pueda, es que Max consider contarle la verdad sobre su identidad. Rechaz la idea de inmediato. Es que no me interesa.

    Tina pareci asombrarse an ms, pero para bien. Le devolvi la sonrisa y se despidi de l dicindole:

    Eres toda una caja de sorpresas, Max Winters.

  • Captulo 15: Nacido para matar

    Su plan estaba saliendo a la perfeccin.

    El mundo cada vez estaba menos infestado de gente descarriada e irrespetuosa. Los que haban traicionado las leyes de la decencia y las tradiciones ancestralesestaban siendo castigados de la peor de las maneras.

    Y todo gracias a l.

    Se senta muy, muy orgulloso. No poda dejarse ver a la luz del da, pero aquello era lo de menos. Es el precio a pagar, se repeta siempre.

    Adems, el salir nicamente de noche tena sus ventajas.

    Mucha gente regresaba a casa a las tantas de la madrugada. A solas. Sin vigilar por dnde iban. En ocasiones, incluso, totalmente borrachos. Y sas eran lasoportunidades que l aprovechaba sin dudar ni un instante

    No slo para matar a sangre fra, cosa que el hombre amaba y disfrutaba como nunca haba amado y disfrutado ninguna otra cosa; tambin robaba. Ya que no podasalir a comprar como cualquier persona, entraba en los establecimientos en mitad de la noche, ya fuera para buscar algo de comida, ropa de abrigo o un paraguas, si esque la lluvia apretaba. E incluso complementos para ocultarse y no ser reconocido si alguna vez se vea obligado a salir a la luz del da.

    Lo extrao era que el tiempo haba cambiado. El sol haba decidido instalarse en las Islas Britnicas durante aquel mes de abril y l estaba convencido de que lo habahecho como muestra de que su padre, all donde estuviera, le enviaba seales de estar contento con su trabajo. Lo ests haciendo bien, hijo, deca. Sigue as. Estoyorgulloso de ti.

    Palabras que nunca, jams, haba dicho en vida. No a l pero s a su hermano.

    Perdido en sus pensamientos mientras vagaba en mitad de la noche, el hombre rechin los dientes al recordar a su hermano. Aquel enano malnacido Le haba robadoel puesto en su habitacin, en su mesa y hasta en el corazn de sus padres, por no hablar de la sagrada misin que su progenitor le haba estado enseando hastaentonces, a pesar de la oposicin de su religiosa y siempre temerosa madre.

    l haba respondido bien a las enseanzas. l haba captado enseguida el mensaje que su padre pretenda transmitirle. l era un buen discpulo pero su hermanoresult ser mejor. Aprenda ms rpido, asimilaba las cosas inmediatamente y no dudaba en ponerlas en prctica cuando se le requera que lo hiciera. S, el endiabladocro lo haba superado en el pasado.

    Pero ahora, su hermano estaba ms que muerto desde haca aos y slo quedaba l para cumplir la voluntad de su padre.

    Antes siempre vacilaba cuando deba llevar a cabo ciertas misiones que su progenitor le encomendaba para ponerlo a prueba. Aquel haba sido su gran fallo, aquello enlo que su hermano lo haba superado, y l lo saba; motivo por el cual ahora jams titubeaba cuando de asesinar a algn irrespetuoso transente se trataba.

    Adems, le encantaba.

    Le encantaba sorprenderlos en mitad de la oscuridad. Le encantaba inmovilizarlos y sentir sus forcejeos. Le encantaba leer el terror en sus gestos y en susmovimientos, ya que jams los atacaba de frente, aunque le gustara ver el miedo bailando en sus ojos, sin duda. Le encantaba percibir cmo intentaban gritar cuando elbrillo de su cuchillo reluca en la penumbra nocturna.

    Pero, sobre todo, le encantaba hundir el arma en sus cuerpos y sentir cmo la vida los abandonaba lentamente

    Era en aquellos instantes cuando se daba cuenta de que l haba nacido para matar.

  • Captulo 16: Poco a poco

    Las agradables charlas bajo el cielo azul de primavera se convirtieron en una constante para Max y Tina.

    Ahora se vean cada maana, compartan impresiones y confidencias cada vez ms personales y, luego, Max acompaaba a Tina a su oficina, donde se separaban paraalmorzar, l en casa y ella con sus compaeros de trabajo.

    En el trayecto de vuelta, avanzando con las manos en los bolsillos de sus vaqueros negros, Max pensaba. Pensaba en esa melena negra que tanto ansiaba acariciar. Enesos ojos azules en los que adoraba bucear. En esa brillante sonrisa que iluminaba sus das ms que el sol. En esos gestos inconscientes que lo conquistaban sin que l sepercatara siquiera. En esa clida y alegre Tina Summers que estaba conociendo poco a poco.

    Por desgracia, el camino se le haca muy corto al muchacho cuando se dedicaba a recordar a la chica, de modo que siempre llegaba a casa demasiado pronto o eso lepareca a l.

    Sobre todo cuando all le esperaban los continuos reproches de su madre.

    Maximilian! lo llam sta en cuanto l entr en el recibidor.

    Resultaba increble, se dijo Max, irritado. Pareca que la mujer tuviera un radar para detectar a su hijo a medida que ste se aproximaba al hogar y, as, poder empezara regaarlo enseguida, nada ms el joven traspasara el umbral.

    Demasiado frustrante.

    Maximilian repiti Elinor Winters, esta vez en un tono de voz ms bajo. Max la observ mientras cerraba la puerta de la calle; el rostro de su madre resultaba tanadusto y severo como siempre. Sabes que detesto que llegues a estas horas. Se puede saber qu demonios provoca que te retrases siempre a la hora de almorzar?

    Vivir, mam suspir Max, cansado.

    Qu clase de respuesta es esa! exclam la mujer, indignada. Estoy harta de tus desplantes y tus malos modales. Las cosas van a cambiar radicalmente en estacasa!

    Sin poderlo evitar, Max dej escapar otro suspiro mientras, hastiado, caminaba por el pasillo en direccin a las amplias escaleras que lo conduciran a su dormitorio.Nada le garantizaba que Elinor no lo fuese a seguir hasta all, pero al menos l se sentira seguro, a salvo, y, tarde o temprano, podra cerrar la puerta y aislarse delmundo, tal como le gustaba hacer da tras da.

    Y en los ltimos tiempos, lo haca con mayor frecuencia.

    Esto no va a seguir as, Maximilian lo amenazaba la seora Winters, imparable. Voy a impedir que sigas saliendo a la calle t solo y te pierdas por ah hastapasada la hora del almuerzo. Tenemos que comer todos juntos! No podemos faltar ni a almuerzos, ni a cenas, ni mucho menos al t; somos una familia!

    Lo de siempre, se repeta Max mentalmente, impasible. Y cmo explicarle a su madre que l ya no se senta parte de una familia que esperaba demasiado de l y nole daba opcin a escoger por s mismo?

    Tienes que aprender a anteponer la familia a tus deseos, Maximilian insista Elinor. Todos nosotros lo hemos hecho antes que t, y t eres quien va aheredarlo todo, as que debes estar preparado. Te hemos educado para que entiendas la vida que te ha tocado vivir y seas capaz de llevarla, as que no entiendo que noests cumpliendo con tu deber! Todos, absolutamente todos debemos hacerlo, y t ms que nadie! Eres el heredero!

    Ya me he enterado, mam! grit Max, girndose hacia la mujer.

    En aquel brevsimo momento de silencio, el chico no hubiera sabido decir quin estaba ms sorprendido: si la seora Winters o l mismo.

    Ya s que tengo una responsabilidad enorme prosigui, envalentonado. Ya s que voy a heredarlo todo y que para ti es ms importante la familia que lo queyo desee. Pero, mam, de verdad no se te ha ocurrido nunca pensar que, quiz, para m la familia no es tan importante como lo es para ti?

    Elinor lo observ con el horror reflejado en el rostro.

    Pero qu ests diciendo!

    Lo que digo es que quiero elegir se explic Max. Todo esto me ha venido impuesto desde que nac; yo no lo ped, pero no me entiendas mal, porque agradezcotenerlo. Es slo que, por haber nacido Winters, por tener lo que tengo, debo renunciar a otras muchas cosas que me importan ms. Quiero tener amigos, mam confes, anhelando un mnimo de comprensin por parte de Elinor. Si salgo todos los das es porque me apetece conocer gente, relacionarme, hacer amigos. Cosa quenunca, jams, he podido hacer porque t no queras que lo hiciera la acus. Por tu culpa, estoy a las puertas de la veintena y no tengo a nadie. As quecomprenders que desee vivir un poco a mi aire y buscarme yo mismo la vida.

    Tras soltar todo aquel discurso, Max contuvo el aliento mientras le sostena la mirada a su madre, tan negra como la suya propia. El joven no poda creerse quehubiera dicho todo aquello; no poda creerse que se hubiera enfrentado, tras tantos aos de opresin y obediencia, a la implacable seora Winters.

    Pero ah estaba l. Y lo haba hecho. Le haba sucedido, ms o menos, como aquella vez en que habl y habl sin parar con Tina, cuando logr por fin encontrarla paradevolverle su preciado libro. En aquella ocasin, opinaba Max, los nervios lo haban traicionado, causando que soltara una riada de palabras que apenas haba conseguidocontener.

    Y ahora, de nuevo, le haba ocurrido debido a la ira. Debido a que la paciencia que haba tenido soportando las broncas de su madre se haba esfumado.

    Max apenas poda creerlo.

    Y Elinor Winters, por lo visto, tampoco.

    Maximilian mascull, perpleja. T Ests cambiando.

    El muchacho no pudo evitar sorprenderse ante la reaccin de la mujer. Haba esperado que sta le gritara todava ms, que se pusiera histrica, incluso que lo

  • insultara.

    Cualquier cosa menos aquello.

    Pero, puesto que ya lo haba dicho todo, Max se gir, dejando a la seora Winters plantada en mitad del pasillo, todava boquiabierta, y subi las escaleras con prisapor llegar a su habitacin. Una vez all, el joven cerr la puerta a sus espaldas y se dej caer en la cama. Se senta, de repente, muy cansado.

    Pero tambin se senta bien consigo mismo. Por fin le haba plantado cara a su madre. Por fin le haba hecho ver cules eran sus deseos e intenciones en la vida!Ahora, Max slo esperaba que la mujer se lo tomara bien y lo aceptara poco a poco, e incluso que ayudara a su hijo a hacrselo entender tambin al resto de su familia.Si el chico haba convencido a Elinor, probablemente con su progenitor, Martin Winters, no tuviera mayores problemas, pero los padres de ste eran otro cantar.

    Sin embargo, en el momento en que la imagen de una Tina Summers feliz y alegre, con un brillo de orgullo en la mirada ante lo que l acababa de hacer, se instal en sumente, Max decidi dejar de preocuparse por sus parientes. Su madre tendra que aceptar, tarde o temprano, que l escogiera su propio camino, de modo que, de quserva seguir preocupndose por el tema?

    Por el momento, el muchacho prefera fantasear, imaginar la reaccin que tendra Tina si l le contara todo aquello, soar con que ella se mostraba orgullosa y contentapor l E incluso se atrevi a figurarse que ella lo besaba en la mejilla.

    Pese a que estaba completamente a solas en su habitacin, Max se ruboriz.

    Quizs Elinor Winters tena razn respecto a su hijo, despus de todo.

    Quizs era cierto que, poco a poco, Max estaba cambiando.

  • Captulo 17: Nueva sensacin

    Aquel viernes, treinta de abril, Tina se separ de Max a las puertas de las oficinas donde ella trabajaba, como haban venido haciendo a lo largo de toda la semana.

    A la joven no le gustaba aquel nuevo horario que se vea obligada a respetar desde que su madre interfiri en su trabajo, pero se resignaba. Se consolaba dicindoseque, al menos dispona de ms tiempo para almorzar junto a sus compaeros y ya no andaba tan estresada de un lado para otro.

    Adems, ahora Tina poda pasar las maanas en el parque, charlando con Max y tomando el aire. Su idea principal haba sido aprovechar para hacer compras,preparar la comida, limpiar la casa, encargarse de coger citas para el dentista de sus hermanos

    Pero Debra Summers se lo haba impedido.

    Para hacer eso, ya estoy yo aqu cada maana le haba dicho a su primognita. No es necesario que te sigas encargando de nada ms; no eres t la madre deLiam y Agnes, sino yo. Y ya es hora de que empiece a actuar como tal, ya que slo trabajo los fines de semana, y de que t empieces a comportarte como una hermanamayor. Vive un poco, hija.

    Al principio, Tina no haba querido aceptar aquel cambio. A ella le gustaba su papel de madre-hermana, pues adoraba a Agnes y consegua, aunque a duras penasltimamente, entenderse con Liam. Aparte, a la chica no le supona ningn esfuerzo llevar a cabo las tareas del hogar los sbados y domingos o al salir del trabajo entresemana.

    Claro que, por otro lado, la joven no poda evitar alegrarse. Aquel cambio en la actitud de su madre implicaba una mejora. Debra haba requerido mucho tiempo, pero,por fin, pareca haber asumido la muerte de su marido y haba comenzado a sobreponerse. Demasiado haba tardado, segn el parecer de Tina, pero trataba de ponerseen el lugar de su madre y comprenderla. La mujer, en un solo da, haba ganado una hija, s, pero tambin haba perdido a su esposo, al hombre al que amaba, motivo porel cual nunca haba querido celebrar los cumpleaos de Agnes.

    Pero la pequea no tena culpa de que el da de su nacimiento se viera empaado por el fallecimiento de Simon Summers, por lo que Tina se haba encargadopersonalmente de que los cumpleaos de su hermana fueran acontecimientos dignos de ser recordados.

    Ahora que su madre iba a encargarse por completo del cuidado de sus dos hijos pequeos, la muchacha se preguntaba qu hara Debra cuando se acercara el sptimocumpleaos de Agnes. Si la mujer insista en no celebrarlo, la hermana mayor de la nia tomara cartas en el asunto una vez ms.

    Por el momento, Tina se contentara con aprovechar las maanas disfrutando de la compaa de Max Winters, el chico que le devolvi una parte de s misma.

    Durante el almuerzo, la joven se encontr incapaz de prestar atencin a la charla de sus compaeros de trabajo, ya que su mente volva una y otra vez a las maanascompartidas con Max. Sin quererlo, Tina pensaba mucho en el muchacho, en su timidez y en sus gestos, en el modo en que expresaba su amor por la literatura y en loretrado que se mostraba cuando ella intentaba saber ms de l.

    Ella reconoca que, a veces, era demasiado curiosa, pero con Max le resultaba imposible controlarse. Era un chico tan reservado, que la joven ansiaba saberlo todosobre l. Qu ocultaba cuando frunca el ceo, qu decida no revelar cuando sonrea, qu escondan aquellos profundos ojos negros que cada vez la volvan ms loca

    Tina se sobresalt cuando aquel pensamiento apareci en su cabeza y tuvo que disimular de cara a sus compaeros. Sin embargo, cuando trat de rechazar aquellaidea, la chica se dio cuenta de que no poda hacerlo, ya que no se trataba de una simple idea o un pensamiento fugaz, sino una sensacin. Una sensacin tan poderosa,que lleg a asustarla.

    Su turbacin fue tal, que se vio obligada a excusarse para tratar de poner en orden sus ideas. Sin importarle las miradas de asombro de sus compaeros, Tina salicorriendo en direccin al bao y, una vez all, se asegur de echar el pestillo antes de pararse a reflexionar con calma.

    Qu demonios le estaba pasando? Qu era aquella nueva sensacin que invada todo su ser? Qu quera decir? Cundo se haba originado?

    Y, lo ms importante: qu tena que hacer la chica para deshacerse de dicha sensacin?

    Tina respir hondo una, dos, tres veces, e intent pensar con claridad para dar con una solucin. Con respuestas, ms bien, se corrigi la joven mentalmente. Encuanto tuviera respuestas, hallara la solucin.

    Ignoraba qu le estaba pasando, pero saba que ya no era la misma de antes: la misma Tina que adoraba cuidar a sus hermanos y cuya nica preocupacin era darlesde comer; la misma Tina que slo anhelaba disponer de un poco de paz para poder relajarse perdindose entre las pginas de un buen libro. Ella ya no era esa Tina.Haba cambiado.

    Y estaba segura de que su transformacin era debida a esa maldita sensacin cuyos origen y naturaleza ella desconoca. Lo poco que Tina saba acerca de ella era quese haba instalado en su pecho y la inundaba, llenndola ms y ms, y que, desde luego, resultaba placentera.

    Pero tambin poda acabar resultando un problema. Tina estaba contenta consigo misma; con la que era antes, no con la Tina que estaba sintiendo aquello. Ella odiabalos cambios, incluso los ms mnimos. Estaba habituada a su rutina, a ser siempre una muchacha alegre, dinmica y luchadora que jams se renda, que disfrutaba porigual de los suyos y de los breves ratos a solas. Una chica que peleaba, con uas y dientes, por un maana ms digno, por un futuro mejor, pero no para s misma, sinopara su familia.

    Y sin embargo, desde que esa joven haba conocido a Max Winters no haca an ni un mes, toda su vida se haba puesto patas arriba.

    Tina se sorprendi al descubrir lo mucho que unas cuantas charlas con el tmido muchacho que le devolvi su libro la haban cambiado. No, ella ya no era la misma desiempre, y lo probaba aquella sensacin que se expanda por su pecho. Una sensacin liberadora que haca que Tina se sintiera plena, pero que no evitaba queexperimentara tambin la tristeza y la confusin por haberse transformado sin enterarse siquiera.

    En cuanto al significado de aquella sensacin, Tina lo ignoraba por completo. Slo se le ocurra, y esto lo poda asegurar, que estuviera relacionada con Max. S, pensla chica: ah se haba originado todo. Desde que conoci a Max, desde que l le devolviera El futuro est en tus manos y ella siguiera el impulso de invitarlo a tomar uncaf para agradecrselo.

    En ese instante haba cambiado todo. Un simple segundo, un amable gesto, una sencilla invitacin y nada volvi a ser como antes.

  • La pregunta principal, se dijo Tina, perdida en sus cavilaciones, era si el cambio resultara ser para bien o para mal.

    Intentando contener todo aquello que senta, tanto lo nuevo como lo de siempre, Tina respir hondo, se encogi de hombros y se dispuso a trabajar.

    Slo el tiempo lo dira.

  • Captulo 18: Sweet child of mine

    Aquella tarde, Max se dedic a hacer lo que ms le gustaba, por encima incluso de devorar libros: fantasear.

    En aquella ocasin, sin embargo, el chico estaba tan contento que decidi poner msica. As dara uso a la enorme cadena que Martin y Elinor Winters le habanregalado dos Navidades atrs y a la que l sola ignorar la mayor parte del tiempo. No porque no valorara el detalle de sus padres, sino porque apenas estaba en casa.Siempre prefera salir a la calle.

    Pero aquel viernes, treinta de abril, an aguardaba a Max una larga tarde en la que no tena absolutamente nada que hacer. Ya haba estado en el parque con Tina, aquien no volvera a ver hasta el lunes. El joven evit pensar en sus deseos de hacer algo til, de estudiar una carrera o conseguir un buen trabajo, pues aquellos no eran niel momento, ni el lugar de elucubrar sobre ello. An le costara bastante hacer ver a su madre que quera ser l mismo quien mandara sobre su propia vida; Max no iba alograr que, en un solo da, la seora Winters aceptara dos cosas que ella consideraba imposibles.

    De modo que el muchacho encendi la cadena de msica, escogi su CD favorito de Guns N Roses, el grupo que ms le gustaba desde siempre, y se tumb en lacama. Las canciones fueron pasando, una tras otra, mientras Max inventaba un milln de escenas llenas de felicidad y alegra que protagonizaban Tina y l mismo.

    Paseos a la luz de la luna, romnticas cenas al aire libre, atardeceres que robaban el aliento La imaginacin de Max no tena lmites. Siempre, en todos sus ensueos,Tina lo miraba intensamente con aquellos radiantes ojos azules que le quitaban el hipo, rea a carcajadas a causa de algo ingenioso que l haba dicho, lo tomaba de lamano con total y absoluta confianza y, entonces entonc