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  • 8/3/2019 badiou,_alain_-_la_tica

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    La tica

    Ensayo sobre la conciencia del Mal

    Alain Badiou

    INTRODUCCIN

    Ciertas palabras sabias, mucho tiempo confinadas en los diccionarios y la prosa acadmica,tienen la suerte, o la mala suerte -como una solterona resignada que se transforma, sin comprenderpor qu, en estrella de una fiesta- de salir de repente al aire libre de los tiempos, de ser plebis ypubli-citada, impresa, televisada, mencionada hasta en los discursos gubernamentales. La palabratica, que huele tanto a griego, o a curso de filosofa, que evoca a Aristteles (la Etica a Nicmaco,un best-seller famoso!) est hoy bajo las luces de la escena.

    tica concierne, en griego, la bsqueda de una buena "manera de ser" o la sabidura de laaccin. A este ttulo, la tica es una parte de la filosofa, la que dispone la existencia prctica segnla representacin del Bien. .

    Sin duda son los estoicos los que con ms constancia han hecho de la tica,.no solamente unaparte, sino el corazn mismode la sabidura filosfica. Sabio es aquel que, sabiendo discernir lascosas que dependen de l de aquellas que no dependen, organiza su voluntad alrededor de lasprimeras y resiste impasiblemente a las segundas. Se cuenta, por otra parte, que los estoicos tenanla costumbre de comparar la filosofa a un huevo, cuya cscara era la Lgica, la clara la Fsica y layema la tica.

    En los modernos, para quienes la cuestin del sujeto es, desde Descartes, central, ticaes casisinnimo de moralidad, o -dira Kant de razn prctica (diferenciada de la razn pura, o raznterica). Se trata de las relacione"!; de la accin subjetiva, y de sus intenciones representables, conuna Ley universal. La tica es un principio para el juzgamiento de las prcticas de un Sujeto, seaeste sujeto individual o colectivo. .

    Se observar que Hegel introduce una fina distincin entre "tica" (Sttlichkeit) y "moralidad"(moralitat). El reserva el principio tico para fa accin inmediata, mientras que a la moralidad leconcierne la accin reflexiva. Dir, por ejemplo, que "el orden tico consiste esencialmente en ladecisin inmediata" .1

    El actual "retorno a la tica", toma la palabra en un sentido evidentemente esfumado, perociertamente ms prximo a Kant (tica del juicio) que a Hegel (tica de la decisin).

    En verdad, tica designa hoy un principio en relacin con' 'lo que pasa", una vaga regulacin denuestro comentario sobre las situaciones histricas (tica de los derechos del hombre), lassituaciones tcnico-cientficas (tica de 10 viviente, bio-tica), las situaciones sociales (tica del ser-en-conjunto), las situaciones referidas a los medios (tica de la comunicacin), etc.

    1. Hegel, Phnomnologie de 1 'Esprit, Aubier, Tomo 2, p.32. Toda esta seccin de In Fenol11enologla del Esplrituesdificil, pero ampliamente sugestiva.

    Esta norma de los comentarios y de las opiniones es adosada a las instituciones, ydispone as de su propia autoridad: hay" comisiones nacionales de tica" nombradas por elEstado. Todas las profesiones se interrogan sobre su "tica". Asimismo se montanexpediciones militares en nombre de la "tica de los derechos del hombre".

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    Respecto a la inflacin socializada de la referencia tica, lo que pone en juego elpresente ensayo es doble:-En un primer tiempo, se tratar de examinar la naturaleza exacta de este fenmeno, que es, en laopinin y en las instituciones, la principal tendencia "filosfica" del momento. Se intentar demostrarque en realidad se trata de un verdadero nihilismo y una amenazante denegacin de todopensamiento.-En un segundo tiempo, se disputar a esta tendencia la palabra tica, dndole totalmente otrosentido. En lugar de ligarla a categoras abstractas (el Hombre, el Derecho, el Otro...) se la

    relacionar con situaciones. En lugar de hacer de ella una dimensin de la piedad por las vctimas,se las propondr como la mxima durable de procesos singulares. En lugar de poner all en juegosolamente la buena conciencia conservadora, quedar ligada al destino de lasverdades.

    1EXISTE EL HOMBRE?

    , La "tica", en la acepcin corriente de la palabra, concierne de manera privilegiada los"derechos del hombre" -o, subsidiariamente, los derechos del viviente.

    Se supone que existe un sujeto humano por todos reconocible y que posee" derechos" dealguna manera naturales: derecho de supervivencia, de no ser maltratado, de disponer de libertades"fundamentales" (de opinin, de expresin, de designacin democrtica de los gobiernos,etc.). Estos derechos se los supone evidentes y son el objeto de un amplio consenso. La "tica"consiste en preocuparse por estos derechos, en hacerlos respetar.

    Este retorno a la vieja teora de los derechos naturales del hombre, est evidentemente ligado aldesfondamiento del marxismo revolucionario y de todas las figuras del compromiso progresista quede l dependan. Desprovistos de todas las referencias colectivas, desposedos de la idea de un"sentido de la Historia", no pudiendo esperar ms una revolucin social, numerosos intelectuales, ycon ellos amplios'sectores de opinin, han adherido en poltica a la economa de tipo capitalista y a la democracia

    parlamentaria. En ., filosofia" , han redescubierto las virtudes de la ideologa constante de susadversarios de la vspera: el individualismo humanitario y la defensa liberal de los derechos contratodas las coacciones del compromiso organizado. Antes que buscar los trminos de una nuevapoltica de emancipacin colectiva, adoptaron, en suma, las mximas del orden "occidental" esta-blecido.Al hacerlo, disearon un violento movimiento reactivo, respecto de todo lo que los aos sesentahaban pensado y propuesto.

    1. La muerte del Hombre?

    En aquella poca Michel Foucault haba escandalizado anunciando que el Hombre, concebidocomo sujeto, era un concepto histrico y construido, perteneciente a un cierto rgimen de discursos,

    y no una evidencia intemporal capaz de fundar derechos o una tica universal. El anunciaba el finde la pertinencia;. de este concepto, por el hecho mismo de que e] nico tipo de discurso que ledaba sentido estaba histricamente perimido.

    De igual manera Althusser anunciaba que la historia no era, como pensaba HegeI, el devenirabsoluto de] Espritu, el advenimiento de un sujeto-sustancia, sino un proceso racional reglado, quel nombraba un "proceso sin sujeto", al cual nicamente tena acceso una ciencia particular, elmaterialismo histrico. De ah resultaba que el humanismo de los derechos y de la tica abstracta

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    no eran sino construcciones imaginarias -ideologas- y que era preciso comprometerse en la va quel llamaba de un "antihumanismo terico".

    Al mismo tiempo, Jacques Lacan intentaba sustraer al psicoanlisis de toda tendencia psicolgica y

    normativa. Mostraba que era necesario distinguir absolutamente el Yo, figura de unidad imaginaria,

    y el Sujeto. El sujeto no tena ninguna sustancia, ninguna "naturaleza"; dependa tanto de las leyes

    contingentes del lenguaje, como de la historia, siempre singular, de los objetos del deseo. De ello

    resultaba que toda visin de la cura analtica como reinstauracin de un deseo "normal" era una

    impostura, y que, ms generalmente, no exista ninguna norma de la que pudiera sostenerse laidea de un "sujeto humano" cuyos deberes y derechos la filosofa hubiera tenido la tarea de

    enunciar.

    Lo que estaba de esa manera cuestionado era la idea de una identidad, natural o espiritual, delHombre, y por consecuencia, el fundamento mismo de una doctrina" tica" en el sentido en que hoyse la entiende: legislacin consensual concerniente a los hombres en general, a sus necesidades,su vida y su muerte. O aun: delimitacin evidente y universal de lo que es el mal, de lo que noconviene a la esencia humana.Esto quiere decir que Foucault, Althusser, Lacan, pregonaban la aceptacin de lo que hay, laindiferencia a la suerte de la gente, el cinismo? Por una paradoja que esclareceremos acontinuacin, es exactamente lo contrario:todos eran, a su manera, militantes atentos y valientes deuna causa, mucho ms all de lo que hoy lo son los sostenedores de la "tica" y de los "derechos".Michel Foucault, por ejemplo, estaba comprometido de manera particularmente rigurosa en lacuestin de los presos, y consagraba a ella, dando pruebas de un inmenso talento de agitador y deorganizador, gran parte de su tiempo.Althusser no tena en vista sino la redefinicin de una verdadera poltica de emancipacin. El mismo

    Lacan, adems de ser un clnico 'total", al punto de pasar lo mejor de su vida escuchando a lagente, conceba su combate contra las orientaciones "normativas" del psicoanlisis americano, y la

    subordinacin envilecedora del pensamiento al american way of lije, como un compromiso decisivo.De tal manera que las cuestiones de organizacin y de polmica eran a sus ojos constantementehomogneas a los asuntos tericos.Cuando los que sostienen la ideologa "tica" contempornea proclaman que el retorno al Hombre ya sus derechos nos ha liberado de las" abstracciones mortales" engendradas por "las ideologas",se burlan del mundo. Seramos dichosos si viramos hoy una preocupacin tan constante por lassituaciones concretas, una atencin tan sostenida y tan paciente concentrada en lo real, un tiempotan vasto consagrado a la bsqueda interesada por las gentes ms diversas y ms alejadas, enapariencia, del medio ordinario de los intelectuales, como aquellas de los que hemos sido testigosentre 1965 y 1980.

    En realidad, fue suministrada la prueba de que la temtica de la "muerte del hombre" escompatible con la rebelin, la insatisfaccin radical respecto al orden establecido y el compromiso

    completo en lo real de las situaciones, mientras. que el tema de la tica y los derechos del hombrees compatible con el egosmo satisfecho de las garantas occidentales, el servicio de las potencias yla publicidad. Los hechos son esos.

    La dilucidacin de estos hechos exige que se pase por el examen de los fundamentos de laorientacin" tica".

    2. Los fundamentos de la tica de los derechos del hombre

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    La referencia explcita de esta orientacin, en el corpusde la filosofa clsica, es Kant. Elmomento actual es el de un vasto "retorno a Kant", cuyos detalles y diversidad son, a decirverdad, labernticos. Aqu no tendr en cuenta sino la doctrina "media". Lo queesencialmente se retiene de Kant (o de una imagen de Kant, o mejor aun de los tericos del"derecho natural") es que existen exigencias imperativas formalmente representables, queno han de ser subordinadas a consideraciones empricas o a exmenes de la situacin; queestos imperativos tocan los casos de ofensa, de crimen, de Mal; se aade a eso que "underecho nacional e internacional debe sancionarlos; que por consecuencia, los gobiernos

    estn obligados a hacer figurar en su legislacin estos imperativos y a darles toda larealidad que ellos exigen; de no ser as, est fundado obligarlos a ello (derecho deingerencia humanitaria, o derecho de ingerencia del derecho).

    La tica es aqu concebida a la vez como capacidad a prioripara distinguir el Mal (yaque en el uso moderno de la tica, el Mal -o lo negativo- est primero: se supone unconsenso sobre lo que es brbaro) y como principio ltimo del juzgar, en particular del juiciopoltico: es lo que interviene muy patentemente contra un Mal identificable a priori. Elderecho mismo es ante todo el derecho "contra" el Mal. Si se exige el "Estado de derecho",es porque l se basta a s mismo para autorizar un espacio de identificacin del Mal (es la"libertad de opinin" la que, en la visin tica, es en primer lugar libertad de designar el Mal) y provee los medios para arbitrar cuando el asunto no est claro (sistemas de precauciones

    judiciales).

    2. Kant, Fondements de la mtaphysique des mceurs.

    Los presupuestos de este nudo de convicciones son claros:

    1) Se supone un sujeto humano general, de modo tal que el mal que lo afecta seauniversalmente identificable (aunque esta Universalidad reciba con frecuencia un nombretotalmente paradojal: "opinin pblica") de tal modo que este sujeto es a la vez un sujetopasivo pattico o reflexible: aquel. que sufre; y un sujeto que juzga, activo, o determinante,aquel que ,identificando el sufrimiento, sabe que es necesario hacerlo cesar por todos los

    medios disponibles.2) La poltica est subordinada a la tica en el nico punto que verdaderamente importa enesta visin de las cosas: el juicio, comprensivo e indignado, del espectador de lascircunstancias.

    3) El Mal es aquello a partir de lo cual se define el Bien, no a la inversa.

    4) Los "derechos del hombre" son los derechos al no-Mal: no ser ofendido y maltratado nien su vida (horror a la muerte y a la ejecucin), ni en su cuerpo (horror a la tortura, a lasevicia y al hambre), ni en su identidad cultural (horror a la humillacin de las mujeres, delas minoras, etc.).

    La fuerza de esta doctrina es, ante todo, su evidencia. En efecto, se sabe porexperiencia que el sufrimiento se ve. Ya los tericos del siglo XVIII haban hecho de lapiedad -identificacin con el sufrimiento del viviente- el principal recurso de la relacin conel prjimo. Que la corrupcin, la indiferencia o la crueldad de los dirigentes polticos seanlas causas mayores de su descrdito, era algo que ya los tericos griegos de la tiranahaban sealado. Las iglesias ya hicieron la experiencia de que es ms cmodo construirun consenso sobre lo que es el Mal que sobre lo que es el Bien: siempre les fue ms fcilindicar lo que no se deba hacer, incluso contentarse con esas abstinencias, que des-

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    enmaraar lo que es necesario hacer. No hay duda, adems, que toda poltica digna de esenombre, encuentra su punto de partida en las representaciones que se hacen las personasde sus vidas y de sus derechos.

    Se podra en consecuencia decir: he aqu un cuerpo de evidencias capaz de cimentar unconsenso planetario y darse la fuerza de su imposicin.

    Sin embargo, es preciso sostener que esto no es as, que esta "tica" es inconsistente, yque la realidad, perfectamente constatab1e, es el desencadenamiento de los egosmos, ladesaparicin o extrema precariedad de las polticas de emancipacin, la multiplicacin de

    las violencias "tnicas" y la universalidad de la competencial salvaje.

    3. El hombre: animal viviente, o singularidad inmortal?

    El centro de la cuestin es la suposicin de un Sujeto humano universal, capaz deordenar la tica segn los derechos del hombre y las acciones humanitarias.

    Hemos visto que la tica subordina la identificacin de este' sujeto al universalreconocimiento del mal que le es hecho. Por lo tanto, la tica define al hombre como unavctima. Se dir: "Pero no! Ustedes olvidan al sujeto activo, aquel que interviene contra labarbarie!". En efecto, seamos precisos: el hombre es aquel que es capaz de reconocerse a

    s mismo como vctima.Esta definicin es necesario declararla inaceptable. Y esto por tres razones principales.

    1). Ante todo, porque el estado de vctima, de bestia sufriente, de moribundo descarnado,asimila al hombre a su subestructura animal, a su pura y simple identidad de viviente (lavida, como lo dice Bichat, no es sino "el conjunto de las funciones que resisten a lamuerte".). Cierto, la humanidad es una especie animal. Es mortal y depredadota. Pero niuno ni otro de estos roles pueden singularizarla en el mundo de lo viviente, En tanto queverdugo, el hombre es una abyeccin animal, pero es preciso tener el coraje de decir queen tanto vctima en general no tiene un valor mayor. Todos los relatos de torturados (4) ysobrevivientes lo indican con fuerza: si los verdugos y burcratas de los calabozos y de loscampos pueden tratar a sus vctimas como animales destinados al matadero y con los cuales

    ellos, los criminales bien alimentados, no tienen nada en comn, es que las vctimas han realmentedevenido animales. Se ha hecho lo necesario para eso. Que algunos, sin embargo, sean anhombres (y den testimonio de ello) es un hecho comprobado; Pero justamente, es siempre por unesfuerzo inaudito, saludado por sus testigos -en quienes suscita un reconocimiento radiante- a lamanera de una resistencia casi incomprensible, en ellos, que no coincide con la identidad devctimas. Ah est el Hombre, si se insiste en pensarlo: en aquello que hace que se trate, como lodice Varlam Chalamov en sus Relatos de la vida en los campos, de una bestia resistente diferentede los caballos, no por su cuerpo frgil, sino por su obstinacin a persistir en lo que es, es decir,precisamente, otra cosa que una vctima, otra cosa que un ser-para-la-muerte, o sea: otra cosa queun mortal.Un inmortal: he aqu lo que las peores situaciones que le pueden ser infligidas demuestran qu es el

    Hombre, en la medida en que se singulariza en el torrente multiforme y rapaz de la vida. Parapensar lo concerniente al Hombre, debemos partir de aqu. De tal manera que si existen los"derechos del hombre", stos no son seguramente los derechos de la vida contra la muerte, o losderechos de la supervivencia contra la miseria. Son los derechos del Inmortal afirmndose por smismos, o los derechos del Infinito, ejerciendo su soberana sobre la contingencia del sufrimiento yde la muerte. Que finalmente todos nosotros muramos y que all haya solamente polvo no cambiaen nada la identidad del Hombre como inmortal, en el instante en el que afirma lo que es acontrapelo del querer-ser-un-animal al que la circunstancia lo expone. y cada hombre, se sabe,

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    imprevisiblemente, es capaz de ser este inmortal, en las grandes o en las pequeascircunstancias,.por una verdad importante o secundaria, poco importa. En todos los casos, lasubjetivacin es inmortal y hace al Hombre. Fuera del cual existe una especie biolgica, un "bpedosin plumas" cuyo encanto no es evidente.

    Si no se parte de ah (lo que se dice muy simplemente: el Hombre piensa, el Hombre est tejidode algunas verdades) si se identifica al Hombre con su pura realidad viviente, se caeinevitablemente en el contrario real de lo que el principio parece indicar. Y a que este' 'viviente" esen realidad despreciable, y se lo despreciar. Quin no ve en las expediciones humanitarias, lasingerencias, los desembarcas de legionarios caritativos, que el supuesto Sujeto universal estescindido? Del lado de las vctimas, el animal hurao que se expone sobre .la pantalla. Del lado delbenefactor, la conciencia y el imperativo. Y por qu esta escisin pone siempre los mismos en losmismos roles? Quin no siente que esta tica volcada sobre la miseria del mundo esconde, detrsde su Hombre-vctima, el hombre-bueno, el hombre-blanco? Como la barbarie de la situacin no espensada sino en trminos de "derechos del hombre" -aun cuando se trata siempre de una situacinpoltica, que requiere un pensamiento-prctico poltico, del cual hay siempre sobre el lugarautnticos actores- se la percibe, desde lo alto de nuestra paz civil aparente, como la incivilizadaque exige de un civilizado una intervencin civilizadora. Ahora bien, toda intervencin en nombre dela civilizacin exigeun desprecio primero de la situacin entera, incluidas las vctimas. Y es por loque la" tica" es contempornea, despus de decenios de valientes criticas al colonialismo y al

    imperialismo de una srdida auto-satisfaccin de los "Occidentales", de la machacona tesissegn la cual la miseria del tercer mundo es el resultado de su impericia, de su propia inanidad,en resumen: de su subhumanidad.2) En segundo lugar, porque si el "consenso" tico se funda sobre el reconocimiento del mal, de ahresulta que toda tentativa de reunir a los hombres en torno de una idea positiva del Bien, y ms an,de identificar al Hombre por un tal proyecto, es en realidad' la verdadera fuente del mal mismo. Eslo que se nos inculca desde hace quince aos, todo proyecto de revolucin, calificada de "utpica"gira, se nos dice, a la pesadilla totalitaria. Toda voluntad de inscribir una idea de la justicia o de laigualdad vira hacia lo peor. Toda voluntad colectiva del Bien hace el Mal (6).

    Ahora bien, esta sofistica es devastadora. Puesto que si se trata de hacer valer, contra un malreconocido a priori, el compromiso tico, de dnde proceder el proyecto de una transformacincualquiera de lo que es? De dnde sacar el hombre la fuerza para ser el inmortal que l es?Cul ser el destino del pensamiento, del que se sabe que, o bien es invencin afirmativa o no es?En realidad el precio pagado por la tica es el de un espeso conservadorismo. La concepcin ticadel hombre, adems de ser, al fin de cuentas, o bien biolgica (imgenes de las vctimas) o bien"occidental" (satisfaccin del benefactor armado), impide toda visin positiva amplia de los posibles.Lo que nos es aqu ensalzado, lo que la tica legitima, es en realidad la conservacin, por elpretendido" Occidente", de lo que l posee. Es asentada en esta posesin (posesin material, perotambin posesin de su ser) que la tica determina el Mal como siendo, de una cierta manera,aquello de lo que ella no goza. Ahora bien, el Hombre como inmortal, se sostiene en lo incalculabley en lo no posedo. Se sostiene en el no-siendo. Pretender impedirle representarse el Bien, ordenarsus poderes colectivos, trabajar por el advenimiento de posibles insospechados, pensar lo quepuede ser en radical ruptura con lo que es, simplemente es impedirle la humanidad misma.3). Por ltimo, por su determinacin negativa y a priori del Mal la tica se prohibe pensar lasingularidad de las situaciones, que es el comienzo obligado de toda accin propiamentehumana. As, el mdico adherido a la ideologa "tica" meditar en reuniones y encomisiones toda clase de consideraciones sobre los "enfermos" concebidos exactamente almodo en que lo es para el partidario de los derechos humanos, la multitud indistinta devctimas: totalidad "humana" de reales subhombres. Pero el mismo mdico no tendrningn inconveniente en que esta persona no sea atendida en el hospital, con todos los

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    medios necesarios, porque no tiene sus papeles o no est matriculado en la Seguridadsocial. Responsabilidad "colectiva", una vez ms, obliga! Lo que aqu es abolido, es quesolamente hay una situacin mdica: la situacin clnica (7), y que no hay necesidad deninguna "tica" (sino una visin clara de esta situacin) para saber que en estacircunstancia el mdico es mdico nicamente si l trata la situacin bajo la regla de loposible maximal: tratar a esta persona que se lo demanda(nada de ingerencia aqu!) hastael fin, con todo lo que l sabe, con todos los, medios que l sabe que existen y sinconsiderar ninguna otra cosa. y si se le quiere impedir curarlo por causa del presupuesto

    del Estado, de la estadstica de la morbilidad o por las leyes sobre los flujos migratorios,que le manden la gendarmera! An su estricto deber hipocrtico sera dispararles. Las"comisiones de tica" y otras divagaciones sin fin sobre los "gastos de salud" y la"responsabilidad gestionaria", siendo radicalmente exteriores a la nica situacinpropiamente mdica, en realidad no pueden sino impedir que se le sea fiel. Ya que serle fielquerra decir: tratar el posible de esta situacin hasta el fin. O, si se quiere, hacer advenir, en lamedida de lo posible, lo que esta situacin contiene de humanidad afirmativa, o sea: intentarser el inmortal de esta situacin.

    En realidad la medicina burocrtica concebida por la ideologa tica tiene necesidad de"los enfermos" cmo vctimas indistintas o estadsticas, pero es rpidamente desbordadapor toda situacin efectiva y singular de demanda. De ah que la medicina "gestionaria","responsable" y tica" s reduzca a la abyeccin de decidir qu enfermos el "sistema desalud francs" puede 'curar, y cules deben ser reenviados, ya que el presupuesto y laopinin lo exigen, a morir en suburbios de Kinshasa. .'

    4. Algunos principios

    Es necesario rechazar el dispositivo ideolgico de la tica", no conceder nada a la definicinnegativa y victimaria del hombre. Este dispositivo identifica al hombre con un simple animal mortal,es el sntoma de un inquietante conseryadorismo y, por su generalidad abstracta y estadstica

    impide pensar la singularidad de las situacionesSe le opondrn tres tesis:

    . ,

    -Tesis 1: El Hombre se identifica por su pensamiento afirmativo, por las verdadessingulares" de las que es capaz, por lo Inmortal que hace de l el ms resistente y el msparadojal de los animales.

    '.,' "'" '. ., f', :'.'! ..

    -Tesis2: Es a partir de la capacidad positiva para el Bien, o sea, para el tratamiento amplio de losposibles y para el rechazo del principio conservador, aunque fuese la conservacin del ser, que ,sedetermina el Mal, y no inversamente.

    -Tesis3: Toda humanidad cobra races en la identificacin por el pensamiento de situacionessingulares. No hay tica en 'general. Hay slo -eventualmente- tica de procesos en los que se

    tratan los posibles de una situacin.

    Pero entonces surge el hombre de la tica refinada, que murmura: "Contrasentido!Contrasentido desde el comienzo. La tica no se funda para nada sobre la identidad delSujeto, ni siquiera en la identidad como vctima reconocida. Desde el principio, la tica estica del otro, implica la apertura principal al otro, ella subordina la identidad a la diferencia".

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    Examinemos esta pista. Midamos su novedad.

    3) Mdico, anatomista y fisilogo francs del siglo XVIII.4) Henri Alleg, La question, 19S8, No est mal referirse a los episodios de tortura entre nosotros,sistemticamente organizados por el ejrcito francs entre 1954 y 1952)

    5) Varlam Chalamov, Kolyma. Rcit de la vie des champ, Mspero-La Dcouverte, 1980. Este libro, propiamente

    admirable, da forma de arte a la tica verdadera.6). Andr Glucksmann Les Maitres Penseurs, Grasset 1977. Glucksmann es quien ha insistido ms sobre la

    prioridad absoluta de la conciencia del Mal y sobre Ia idea de que el primado catastrfico del Bien era unacreacin de la filosofa. La ideologa "tica" tiene as una parte de sus races en los "nuevos filsofos" de fines delos aos 70.

    7) Ccile: Winter, Qu 'en est-iI de I 'historicit actuelle de la clinique? (a partir de una meditacin de Foucault). Por

    aparecer. Este texto manifiesta, de la manera ms rigurosa posible, la voluntad pensante de reformular, en las

    condiciones actuales de la medicina, la exigencia clnica como su nico referente.

    EXISTE EL OTRO?

    La visin de la tica como "tica del otro", o "tica de la diferencia", toma su punto departida en las tesis de Emmanuel Lvinas ms que en las de Kant.

    Lyinas ha consagrado su obra, despus de un recorrido fenomenolgico (confrontacinejemplar entre Husserl y Heidegger) a destituir a la filosofa en provecho de la tica. A ldebemos, mucho antes que la moda de hoy, una suerte de radicalismo tico.(8)

    1. La tica en el sentido de Lvinas

    Esquemticamente: Lvinas sostiene que, cautiva de su origen griego, la metafsica haordenado el pensamiento siguiendo la lgica de lo Mismo, el primado de la sustancia y de la

    identidad. Pero, segn l, es imposible reunir un pensamiento autntico de lo Otro (y porconsecuencia una tica del lazo con los otros) a partir del despostismo de lo Mismo,incapaz de reconocer a este Otro. La dialctica de lo Mismo y de lo Otro, considerada"ontolgicamente" bajo el primado de la identidad consigo mismo organiza la ausencia delOtro en el pensamiento efectivo, suprime toda verdadera experiencia del otro, y cierra elcamino para una apertura tica de la alteridad. Es necesario, entonces, bascular elpensamiento hacia un origen diferente, un origen no griego, que proponga una apertura radicaly primera al Otro, ontolgicamente anterior a la construccin de la identidad. Es en la tradicin

    judaica que Lvinas encuentra el punto de apoyo de semejante basculacin. Lo que nombra la Ley

    (en el sentido a la vez inmemorial y efectivo que toma la Ley juda) es precisamente la anterioridadfundada en el ser-que-precede-a-lo-Mismo, de la tica de la relacin al Otro, con respecto alpensamiento terico, concebido como sealamiento" objetivo" de las regularidades y de lasidentidades. En efecto, la Ley no me dice lo que es, sino qu es lo que impone la existencia de losotros. Se podra oponer la Ley (del Otro) a las leyes (de lo real).

    Para el pensamiento griego, actuar de manera adecuada supone primeramente un dominio

    terico de la experiencia, para que la accin se conforme a la racionalidad del ser. A partir de ah

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    existen lasleyes de la Ciudad y de la accin. Para la tica juda, en el sentido de Lvinas, todo se

    enraza en la inmediatez de una apertura al Otro que destituye al sujeto reflexivo. El "t" se impone

    sobre el "yo". y ese es todo el sentido de laLey.

    Lvinas propone toda una serie de temas fenomenolgicos donde se experimenta la originalidad

    del Otro, en el centro de los cuales se encuentra el del rostro, la donacin singular y "en persona"

    del Otro por su epifana carnal, que no es la comprobacin de un reconocimiento mimtico (el Otro

    como "semejante", idnticoa m) sino, al contrario, aquello a partir de lo cual yo me compruebo

    ticamente como "consagrado" al Otro en tanto que un aparecer, y subordinado en mi ser a esta

    vocacin.

    La tica es para Lvinas el nuevo nombre del pensamiento, el cual ha girado desde su captura

    "lgica" (principio de identidad) hacia su proftica sumisin a la ley de la alteridad fundadora.

    2. La "tica de la diferencia"

    Sabindolo o sin saberlo, es en nombre de este dispositivo que se nos explica hoy que

    la tica es "reconocimiento del otro" (contra el racismo, que negara a este otro), o "tica delas diferencias" (contra el nacionalismo sustancialista, que querra la exclusin de losinmigrantes, o el sexismo, que negara el ser-femenino), o "multiculturalismo' , (contra laimposicin de un modelo unificado de comportamiento Y de intelectualidad). O,simplemente, la buena y vieja "tolerancia", que consiste en no ofuscarse si otros piensan yactan de otra manera que la suya propia.

    Este discurso del buen sentido no tiene ni fuerza ni verdad. Est vencido de entrada enel enfrentamiento que l declara entre "tolerancia" y "fanatismo", entre "tica de ladiferencia" y "racismo", entre "reconocimiento del otro" y "crispacin de la identidad".

    Por el honor de la filosofa, es ante todo necesario convenir que esta ideologa de un"derecho a la diferencia" , o este catecismo contemporneo de la buena voluntad respectode "otras culturas", estn singularmente alejados de las verdaderas concepciones deLvinas.

    3. Del Otro al Absoluto-Otro

    La objecin capital-pero tambin superficial- que se podra hacer a la tica (en el sentido deLvinas) es la siguiente: qu es lo que compruebala originalidad de mi ab-negacin al Otro? Losanlisis fenomenolgicos del rostro, de la caricia, del amor, no pueden fundar por si mismos la tesis

    antiontolgica (o anti-identidad) del autor de Totalidad e Infinito. Una concepcin "mimtica", queorigine el acceso al otro en mi propia imagen redoblada, esclarece tambin lo que hay deolvido de s mismo en la captura de este otro: lo que yo aprecio es este m-mismo-a-distancia, elque justamente, porque es objetivado por mi conciencia, me construye como dato estable, comointerioridad dada en su exterioridad. El psicoanlisis explica brillantemente cmo esta construccindel Yo en la identificacin al otro -este efecto de espejo (9)- combina el narcisismo (yo mecomplazco en la exterioridad del otro en tanto yo-mismo visible) y la agresividad (yo invisto en elotro mi propia pulsin de muerte, mi deseo arcaico de autodestruccin).

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    Sin embargo, nosotros estamos bien lejos de lo que nos quiere trasmitir Lvinas. Como siempre,el puro anlisis del aparecer fenomnico no puede resolver entre orientaciones divergentes.

    Para eso es preciso la explicitacin de axiomas del pensamiento que decidanuna orientacin.

    La dificultad, que es tambin el punto de aplicacin de tales axiomas, se puede decir as: elprimado tico de lo Otro sobre lo Mismo exige que la experiencia de la alteridad estontolgicamente garantida" como experiencia de una distancia, o de una no-identidad esencial;franquearla constituye la experiencia tica misma. Ahora bien, el simple fenmeno del otro no

    contiene una tal garanta. Y eso simplemente porque es cierto que la finitud del aparecer del otropuedeinvestirse como semejanza, como imitacin, y as reconducir a la lgica de lo Mismo. El otrose me parece siempre demasiado, lo que hace necesariala hiptesis de una apertura originaria a sualteridad.

    Entonces es preciso que el fenmeno del prjimo (su rostro) sea el testimonio de una alteridadradical que sin embargo l no puede fundar por s solo. Es necesario que el Otro, tal como l se meaparece en lo finito, sea la epifana de una distancia al otro propiamente infinita, cuyoatravesamiento es la experiencia tica originaria.

    Quiere decir que la inteligibilidad de la tica impone que el Otro sea de alguna manera sostenidopor un principio de alteridad que trascienda la simple experiencia finita. Este principio Lvinas lollama: el "Absoluto-Otro" ("Tout-Autre"), y es evidentemente el nombre tico de Dios. No hay Otro

    sino en la medida en que es el fenmeno inmediato del Absoluto-Otro. No hay consagracin finita alo no-idntico sino en la medida en que hay consagracin infinita del principio a lo que subsistefuera de l. No hay tica sino en la medida en que hay el indecible Dios.

    En la empresa de Lvinas, la primaca de la tica del Otro sobre la ontologa terica de lomismo, est completamente unida a un axioma religioso y es ofender el movimiento ntimo de estepensamiento, su rigor subjetivo, creer que se puede separar lo que l une. A decir verdad, no hayfilosofa de Lvinas. Ni siquiera es la filosofa como "sirvienta" de la teologa: es la filosofa (en elsentido griego de la palabra) anuladapor la teologa, la cual, por otra parte, no es una theologa(nominacin aun demasiado griega, que supone la aproximacin de lo divino por la identidad y lospredicados de Dios) sino, justamente, una tica.

    Sin embargo, que la tica sea el nombre ltimo de lo religioso como tal (esto es: de lo que re-ligaal Otro bajo la autoridad indecible del Absoluto-Otro) la aleja aun ms completamente de todo lo quese deja suponer bajo el nombre de "filosofa".

    Digmoslo crudamente: lo que la empresa de Lvinas nos recuerda con una singular obstinacin, es

    que toda tentativa de hacer de la tica un principio de lo pensable y del actuar, es de esencia

    religiosa. Decimos que Lvinas es el pensador coherente e inventiva de un dato que ningn

    ejercicio acadmico de velamiento o de abstraccin puede hacer olvidar: sacada de su uso griego

    (donde ella est claramente subordinada a lo terico) y tomada en general, la tica es una categora

    del discurso piadoso.

    4. La tica como religin descompuesta

    Qu puede devenir esta categora si se pretende suprimir, o enmascarar, su valor religioso,conservando el dispositivo abstracto de su constitucin aparente ("reconocimiento del otro", etc.)?La respuesta es clara: la confusin incomprensible. Un discurso piadoso sin piedad, Una suplenciadel alma para gobernantes incapaces, una sociologa cultural que sustituye, por las necesidades de

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    la predicacin, la difunta lucha de clases.

    Una primera sospecha nos gana cuando consideramos que los apstoles que alardean de latica y el "derecho a la diferencia", visiblemente se horrorizan por toda diferencia un poco marcada.

    Para ellos, ya las costumbres africanas son brbaras, las islmicas dan asco, los chinos sontotalitarios, y as sucesivamente. En verdad, este famoso "otro" es presentable nicamente si es unbuenotro, es decir, qu otra cosa que un idntico a nosotros mismos?Respeto de las diferencias,

    claro que s! Pero bajo la reserva de que el diferente sea demcrata-parlamentario, partidario de laeconoma de mercado, sostenedor de la libertad de opinin, feminista, ecologista... Lo que tambinpuede decirse as: yo respeto las diferencias, en la medida en que resulte claro que quien difiererespeta exactamente como yo dichas diferencias. De la misma manera que no hay libertad para losenemigos de la libertad", igualmente no hay respeto para aqul cuya diferencia consisteprecisamente en no respetar las diferencias. Slo hay que ver la clera obsesiva de los partidariosde la tica ante todo lo se parezca a un musulmn "integrista".

    El problema es que el "respeto de las diferencias", la tica de los derechos del hombre parecen

    definir muy bien una identidad! y que, en consecuencia, respetar las diferencias no se aplica sino en

    la medida en que ellas son razonablemente homogneas a esta identidad (la cual no es,

    despus de todo, sino la de un "Occidente" rico, pero visiblemente en su ocaso). Aun los

    inmigrantes de estos pases nicamente son, a los ojos de los partidarios de la tica,

    aceptablemente diferentes si son "integrados, si ellos quieren la integracin (lo cual, mirado

    ms de cerca, parece querer decir: si ellos desean suprimirsu diferencia). Muy bien podra

    ser que, desligada de la predicacin religiosa que al menos le confera la amplitud de una

    identidad" revelada"; la ideologa tica no sea sino la ltima palabra de un civilizado

    conquistador: "Deviene en lo que soy yo, y respetar tu diferencia".

    5. 'Retorno a lo Mismo

    La verdad es que, sobre el terreno de un pensamiento a-religioso, y realmente contemporneo de

    las verdades de este tiempo, toda la predicacin tica sobre el otro y su "reconocimiento" debe ser

    pura y simplemente abandonado ya que la verdadera cuestin, extraordinariamente difcil, es en

    todo caso la del reconocimiento de lo Mismo.

    Pongamos nuestros propios axiomas. No hay ningn Dios. Lo que tambin se dir: el Uno no es.

    El mltiple "sin Uno" -todo mltiple siendo siempre a su turno un mltiple de mltiples- es la ley del

    ser. El nico punto de detencin es el vaco. El Infinito, como ya lo saba Pascal, es la banalidad detoda situacin Y no el predicado de una trascendencia; puesto que el infinito, como lo ha mostrado

    Cantor con la creacin de la teora de los conjuntos, es, en efecto, la forma ms general del ser-

    mltiple. En realidad, toda situacin, en tanto que ella es, es un mltiple compuesto de una infinidad

    de elementos, de los cuales cada uno es a su vez un mltiple. Considerados en su simple

    pertenencia a una situacin (a un mltiple infinito), los animales de la especie Homo sapiensson

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    multiplicidades ordinarias.Entonces, qu debemos pensar del otro, de las diferencias, de su reconocimiento tico?

    La alteridad infinita es simplemente lo que hay. Cualquier experiencia es despliegue al infinito dediferencias infinitas. Aun la pretendida experiencia reflexiva de m mismo no es en absoluto laintuicin de una unidad, sino un laberinto de diferenciaciones, y Rimbaud ciertamente no seequivocaba al declarar: "Yoes otro" . Hay tanta diferencia entre, digamos, un campesino chino y un

    joven ejecutivo noruego, como entre yo mismo y cualquier otro, incluido yo mismo.

    Tanta, pero tambin ni ms ni menos.

    6. Diferencias" culturales" y culturalismo

    La tica contempornea provoca un gran barullo sobre las diferencias "culturales". Suconcepcin del "otro" apunta esencialmente a este tipo de diferencias. La coexistenciatranquila de las "comunidades" culturales, religiosas, nacionales, etc., el rechazo de la"exclusin", es su gran ideal.

    Lo que en todo caso es preciso sostener es que estas diferencias no tienen ningninters para el pensamiento, que ellas no son sino la evidente multiplicidad infinita de la

    especie humana, la cual es tan flagrante entre yo y mi primo de Lyon como entre la"comunidad" chiita de Irak y los corpulentos cow-boys de Texas.El cimiento objetivo (o histrico) de la tica contempornea es el culturalismo, la fascinacinverdaderamente turstica por la multiplicidad de los hbitos, de las costumbres, de lascreencias. Y especialmente por la inevitable disparidad de las formaciones imaginarias(religiones, representaciones sexuales, formas de encarnacin de la autoridad...) Si lo esencial dela "objetividad" tica se sostiene en una sociologa vulgar heredera directa del asombro colonial antelos salva

    jes, dando por entendido que los salvajes estn tambin entre nosotros (drogadictos de lossuburbios, comunidades de creencias, sectas: todo el aparataje periodstico de la amenazantealteridad interior), a la que la tica, sin cambiar el dispositivo de investigacin, opone su "reconoci-

    miento" y sustrabajadores sociales.Contra estas futiles descripciones (todo lo que se nos cuenta all pertenece a la realidad a la vez

    evidente y por eso mismo inconsistente), el verdadero pensamiento debe afirmar esto: siendo lasdiferencias 10 que hay, y siendo toda verdad un venir-a-ser de lo que an no es, las diferencias sonprecisamente lo que toda verdad destituye, o hace aparecer como insignificante. Ninguna situacinconcreta se deja esclarecer por el motivo del "reconocimiento del otro". Hay, en toda configuracincolectiva moderna, gentes de todas partes que comen diferente, hablan varios idiomas, llevandiversos sombreros, practican diferentes ritos, tienen relaciones complicadas y variables con la cosasexual, aman la autoridad o el desorden, y as va el mundo.

    7. De lo Mismoa las verdades

    Filosficamente, si lo otro es indiferente, es claro que la dificultad est del lado de lo Mismo.Lo Mismo, en efecto, no es lo que es (o sea el mltiple infinito de las diferencias), sino loque adviene. Ya le hemos dado el nombre a aquello respecto de lo cual no hay sino lavenida de lo Mismo: es una verdad Slo una verdad es, como tal_ indiferente a lasdiferencias. Se lo sabe desde siempre, aun si los sofistas de todas la pocas se encarnizanen obscurecer esta certeza: una verdad es la misma para todos.

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    Lo que debe ser postulado en cada uno, y que nosotros hemos nombrado su "ser de inmortal",

    no es ciertamente lo que recubren las diferencias "culturales", tan masivas como insignificantes. Essu capacidad para lo verdadero, o sea para ser esto mismo que una verdad convocaa su propia''mismidad". Es decir, segn las circunstancias, su capacidad para las ciencias, para el amor, lapoltica o el arte, ya que tales son los nombres universales bajo los cuales, segn nosotros, sepresentan las verdades.

    Es por una verdadera perversin, cuyo precio ser histricamente terrible, que se ha credopoder adosar una "tica" al relativismo cultural. Puesto que es pretender que un simple estadocontingente de las cosas pueda ser el fundamento de una Ley.Slo hay tica de las verdades. O ms precisamente: nicamente hay tica de los procesos deverdad, de la labor que hace advenir en este mundo algunas verdades. La tica se debetomar en el sentido supuesto por Lacan cuando habla, oponindose de esta manera a Kanoy a la intencin de una moral general, de tica delpsicoanlisis. La tica no existe. Slo hayla tica de (de la poltica, del amor, de la ciencia, del arte).En efecto, no hay un solo sujeto, sino tantos como verdades hay, y tantos tipos subjetivoscomo procedimientos de verdad.En cuanto a nosotros, sealamos cuatro "tipos" fundamentales: poltico, cientfico, artstico y

    amoroso.Cada animal humano, participando en talo cual verdad singular, se inscribe en uno de loscuatro tipos subjetivos. 'Una filosofa se propone construir un lugarde pensamientodonde los diferentes tipossubjetivos, dados en las verdades singulares de su tiempo coexistan. Pero estacoexistencia no es una unificacin, y es por eso que es Imposible hablar de unaEtica.

    8) Emanuel Lvinas, 'Totalit et Inflni. La Haya, 1961. Se trata de su obra maestra.

    9) Jaques Lacan. Le stade du miroir, encrits, Seuil, 1966.

    LA TICA, FIGURA DEL NIHILISMO

    Que se la determine como representacin consensual del Mal o como preocupacin por elotro, la tica designa ante todo la incapacidad, caracterstica del mundo contemporneo, denombrar y de querer un Bien, Aun es preciso ir ms lejos: el reino de la tica es un sntoma para ununiverso en el que domina una singular combinacin de resignacin a lo necesario y de voluntadpuramente negativa, incluso destructiva. Es esta combinacin la que se debe designar como nihilis-mo.

    Nietzsche ha mostrado muy bien que la humanidad prefiere querer la nada antes que no querernada. Se reservar el nombre de nihilismo a esta voluntad de nada, que es como la otra cara de lanecesidad ciega.

    1. La tica como sirvienta de la necesidad

    Es sabido que el nombre moderno de la necesidad es: "economa". La objetividad econmica -que es preciso llamar por su nombre: la lgica del Capital- es a partir de lo cual nuestros regmenes

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    parlamentarios organizan una opinin y una subjetividad que de entrada est forzada a validar lonecesario. La huelga, la anarqua productiva, las desigualdades, la completa desvalorizacin deltrabajo manual, la persecucin a los extranjeros: todo eso encadena un consenso degradado,alrededor de un estado de cosas tan aleatorio como el clima del da (la "ciencia" econmica es aunms incierta en sus previsiones que la meteorologa) pero en el cual hay lugar para constatar lainflexible e interminable coaccin externa.

    La poltica parlamentaria, tal como hoy es practicada, no consiste en absoluto en fijar objetivosderivados de algunos principios, dndose los medios para alcanzarlos. Consiste en transformar enopinin consensual resignada (aunque evidentemente inestable) el espectculo de la economa. Pors misma la economa no es ni buena ni mala, no es el lugar de ningn valor (salvo el valormercanca, y el dinero como equivalente general). Como tal, "va" ms o menos bien. La poltica esel momento subjetivo, o valorizante de esta exterioridad neutra. Ya que las posibilidades cuyomovimiento pretende organizar estn, en realidad, de antemano circunscriptas y anuladas por laneutralidad externa del referente 'econmico. De tal manera que la subjetividad general esinevitablemente reenviada a una suerte de impotencia malhumorada, cuya vacuidad re cubren laselecciones y las frases hechas de los jefes de partido.

    Desde este primer momento, en la constitucin de la subjetividad contempornea (en trminosde "opinin pblica"), la tica juega su rol de acompaante, puesto que sanciona de entrada laausencia de todo proyecto, de toda poltica de emancipacin, de toda causa colectiva verdadera.Poniendo una barrera en la ruta; en nombre del Mal y de los derechos del hombre, a la prescripcinpositiva de los posibles, el Bien como sobrehumanidad de la humanidad, a lo Inmortal comoamo del tiempo, la tica acepta el juego de lo necesario como zcalo objetivo de todos los juicios devalor.El famoso "fin de las ideologas", que por todos lados se proclama como la buena nueva que elaborael "retorno de la tica", significa en los hechos la adhesin a las chicanas de la necesidad y unempobrecimiento extraordinario del valor activo, militante, de los principios.

    . La idea misma de una "tica" consensual, que parte del sentimiento general provocadopor la visin de las atrocidades, y que reemplaza las "viejas divisiones ideolgicas", es unpotente factor de resignacin subjetiva y de consentimiento a lo que hay. Y a que lo propiode todo proyecto emancipador, de cualquier advenimiento de una posibilidad inaudita, esdividir las conciencias. En efecto cmo lo incalculable de una verdad, su novedad, elagujero que produce en los saberes establecidos, podran inscribirse en una situacin sinencontrar all resueltos adversarios? Precisamente porque una verdad, en su invencin, esla nica cosa que es para todos, no se efecta realmente sino contra las opinionesdominantes, las que siempre trabajan, no para todos, sino para algunos_ estos algunosdisponen, ciertamente, de su posicin, de sus capitales, de sus instrumentos mediticos.Pero sobre todo tienen la potencia inerte de la realidad y del tiempo contra lo que siemprees -como toda verdad- el advenimiento azaroso, precario, de una posibilidad de 10intemporal. Como lo deca Mao-Tsetoung con su simplicidad acostumbrada: "Si ustedestienen una idea, ser necesario que el uno se divida en dos". Ahora bien, la tica sepresenta explcitamente como el suplemento de alma del consenso. La "divisin en dos" leproduce horror (es propio de la ideologa, de les partidarios del pasado...). Ella forma partede lo que impide toda idea, todo proyecto de pensamiento coherente, y se contenta conaplicar sobre situaciones impensadas y annimas el palabrero humanitarista (el cual, ya 10hemos dicho, no contiene en s mismo ninguna idea positiva de humanidad).

    . De igual manera, la "preocupacin por el otro" significa que no se trata, que no se trata

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    jams, de prescribir a nuestra situacin y, en definitiva, a nosotros mismos, posibles todavainexplorados. La Ley (los derechos del hombre, etc.) est desde siempre ah. Ella regla los juicios ylas opiniones sobre lo nefasto que ocurre en otro sitio variable.Pero la cuestin nunca es la de remontar hasta el fundamento de esta "Ley" , hasta laidentidad conservadora que la sostiene.

    Como todos lo saben, Francia, que bajo Vichy ha votado una ley sobre el estatuto de losjudos, y que en este mismo momento vota leyes de identificacin racial, bajo el nombre de"inmigrante clandestino", de un supuesto enemigo interior; Francia, que est subjetivamentedominada por el miedo y la impotencia, es un "islote de derecho y de libertad". La tica es laideologa de esta insularidad, y lo es porque ella valoriza en todo el mundo, con la fatuidadde la "ingerencia" , las caoneras del Derecho. Pero al hacerlo, difundiendo hacia adentroen todo lugar la arrogancia y la satisfaccin temerosa de s, esteriliza todo agrupamientocolectivo alrededor de un pensamiento fuerte de lo que puede (y entonces debe) ser hechoaqu y ahora. Por eso es directamente una variante del consenso conservador.

    Es preciso ver bien, sin embargo, que la resignacin a las necesidades (econmicas) noes el nico, ni el peor, de los componentes del espritu pblico que la tica viene a cimentar.Ya que la mxima de Nietzsche nos impone considerar que todo no-valor (toda impotencia)est trabajada por la voluntad de nada, cuyo nombre es: pulsin de muerte.

    La tica como dominio 'occidental" de la muerte

    Se debera estar ms conmocionado de lo que en general se est, por una, observacinque vuelve constantemente en todos los artculos y comentarios consagrados a la guerraen la ex-Yugoeslavia: all se remarca, con una suerte de excitacin subjetiva, de patticaornamental, que todas estas atrocidades pasan "a dos horas de avin de Pars". Losautores de estos textos son todos partidarios, naturalmente, de los derechos del hombre, de latica, de la ingerencia humanitaria, del hecho de que el Mal (que se crea haber exorcizado con lacada de los "totalitarismos") opera un terrible retorno. Pero de golpe, la observacin pareceincongruente: si Se trata de los principios ticos, de la esencia victimaria del Hombre, del hecho de

    que "los derechos son universales e imprescriptibles", qu nos importa la duracin de un viaje enavin? El "reconocimiento del otro" sera tanto ms intenso si yo tengo a este otro, de algunamanera, casi bajo la mano?

    En este pathosde lo prximo, se adivina el temblor equvoco, equidistante del miedo y del goce,el percibir el horror y la destruccin, la guerra y el cinismo ,finalmente todo cerca de nosotros. Laideologa tica dispone, casi a las puertas de su seguro abrigo civilizado, de la combinacinindignante y deliciosa de un Otro confuso (croatas, serbios, y estos enigmticos "musulmanes" deBosnia) y de un Mal comprobado. Los alimentos de la tica nos son servidos a domicilio por laHistoria.

    La tica se alimenta demasiado del Mal y del Otro para no gozar en silencio, (silencio que es elrevs abyecto de su palabrera) de verlos de cerca. Ya que el nudo que domina internamente a latica es siempre tener que decidir quin muere y quin no.

    La tica es nihilista porque su conviccin subyacente es que la nica cosa que verdaderamentepuede advenirle al hombre es la muerte. Esto es cierto, en efecto, en la medidaen que se nieguenlas verdades, que se recuse la inmortal disyuncin que ellas operan en una situacin cualquiera.Entre el Hombre como soporte posible del azar dejas verdades, o el Hombre como ser-para-la-muerte (o para-la"felicidad: es lo mismo), es preciso escoger. Esta eleccin tambin opera entrefilosofa y "tica", o entre el coraje de las verdades y el sentimiento nihilista.

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    3. Bio-tica

    Sin duda esto esclarece la eleccin privilegiada que hace la tica, entre las "cuestionesde sociedad" de las que nuestro cotidiano se regala -tanto ms porque ninguna de entreellas tiene el menor sentido-, del sempiterno debate sobre la eutanasia.

    La palabra eutanasiapone en claro la cuestin: "cundo y cmo, en nombre de nuestraidea de felicidad, se puede matar a alguien?".Nombra as el nudo estable a partir del cual opera el sentimiento tico. Se sabe del usoconstante que el "pensamiento" tico hace de la "dignidad humana". Pero la combinacinde ser-para-la-muerte y dela dignidad construye precisamente la idea de la "muerte digna".

    Comisiones, prensa, magistrados, polticos, curas, mdicos, discuten una definicintica, sancionada por la ley, de la muerte dignamente administrada.

    Ciertamente, el sufrimiento, la degradacin, no son" dignos", no son conformes a laimagen pulida, joven, bien alimentada que nos hacemos del Hombre y sus derechos.Quin no ve que el "debate" sobre la eutanasia designa sobre todo la falta radical desimbolizacin en que se encuentran hoy la vejez y la muerte? El carcter insoportable de

    su visin para los vivientes?La tica se encuentra aqu en la unin de dos pulsiones que noson sino aparentemente contradictorias: definiendo al Hombre por el no-Mal, luego por la"felicidad" y la vida, est a la vez fascinada por la muerte e incapaz de inscribirla en elpensamiento. El saldo de este balance es la transformacin de la muerte misma en unespectculo lo ms discreto posible, en una desaparicin de la cual los vivientes tienen elderecho de esperar que ella no derogar sus hbitos, estriles, de satisfaccin sinconcepto. Por lo tanto, el discurso tico es a la vez fatalista y resueltamente no-trgico:deja hacer" a la muerte, sin oponerle lo Inmortal de una resistencia.

    Observemos, ya que estos son los hechos, que 'bio-tica" y obsesin de Estado concerniendo laeutanasia han sido, explcitamente, categoras del nazismo. En el fondo, el nazismo era de cabo arabo una tica de la Vida. Tena su propio concepto de la "vida digna", y asuma implacablemente la

    necesidad de poner fin a las vidas indignas. El nazismo ha aislado y llevado a su colmo el nudonihilista del dispositivo "tico", a partir del momento en que ste tiene los medios polticos para serotra cosa que una charlatanera. A este respecto, la aparicin en nuestros pases de grandescomisiones de Estado encargadas de la "bio-tica" es de mal augurio. Se pondr el grito en el cielo.Se dir que justamente, es respecto al horror nazi que resulta necesario legislar para defender elderecho a la vida y a la dignidad, el hecho que el impetuoso empuje de las ciencias deja ennuestras manos la posibilidad de practicar toda suerte de manipulaciones genticas. Este grito nodebe impresionamos. Es preciso mantener con fuerza que la necesidad de semejantes comisionesde Estado y de semejantes legislaciones indica que, en la conciencia y en la configuracin de losespritus, la problemtica sigue siendo esencialmente sospechosa. El abrazo de "tica" y de "bio" espor s mismo amenazante. De la misma manera que lo es la similitud de los prefijos entre eleugenismo (deshonrados) y eutanasia (respetable). Una doctrina hedonista del "bie:n-morir" no seruna barrera para la potente aspiracin, verdaderamente mortfera, del "bien-generar", instanciaevidente del "bien-vivir

    El fondo del problema es que, de cierta manera, toda definicin del Hombre a partir de lafelicidad es nihilista. Se ve bien que las barricadas erigidas en las puertas de nuestra prosperidadmal hecha, tienen como garanta interna contra la pulsin nihilista, la ridcula y cmplice barrera delas comisiones de tica.

    Cuando un primer ministro, pregonero poltico de una tica de la ciudadana, declara que Francia

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    'no puede acoger a toda la miseria del mundo", se guarda muy bien de decirnos "segn qu criteriosycon qu mtodos, se va a discernir la parte de la mencionada miseria que se habr de acoger deaquella que ser invitada, sin duda en los centros de retencin, a recuperar su lugar de muerte, paraque podamos gozar de nuestras riquezas irrepartibles -las cuales, como se sabe, condicionan a lavez nuestra felicidad y nuestra "tica". De igual manera, es sin duda imposible estabilizar loscriterios "responsables" y evidentemente "colectivos", en nombre de los cuales las comisiones debio-tica harn el reparto entre eugenismo y eutanasia, entre el mejoramiento cientfico del hombreblanco as como de su felicidad, y la liquidacin "en dignidad" de los monstruo)s, de los

    sufrimientos y de los espectculos molestos.El azar, las circunstancias de la vida, el laberinto de las conciencias, combinados en un

    tratamiento riguroso y sin excepcin de la situacin clnica, valen mil veces ms que elpomposo y meditico requerimiento de las instancias de la bio-tica, cuyo terreno de ejerci-cio, y hasta el mismo nombre, no huelen muy bien.

    4. El nihilismo tico entre el conservadorismo y la pulsin de muerte

    Considerada como figura del nihilismo, reforzada por el hecho de que nuestras sociedadescarecen de un porvenir universalmente presentable, la tica oscila entre dos deseos apareados: un

    deseo conservador, que querra que sea reconocida por todos la legitimidad del orden propio anuestra perspectiva "occidental" , esto es: imbricacin de una economa objetiva salvaje y de undiscurso del derecho; y un deseo mortfero, que en un mismo gesto promueve y vela un integraldominio de la vida, lo que bien quiere decir igualmente: consagrar lo que esal dominio "occidental"de la muerte.

    Razn par la cual la tica sera mejor designada -ya que ella habla griego- una "eu-eudnose";un nihilismo beato.

    Todo cuanto puede oponrsele es aquello cuyo modo de ser es el de no ser an, pero de lo quenuestro pensamiento se declara capaz.

    Cada poca -y en definitiva ninguna vale ms que cualquier otra- tiene su propia figura nihilista.

    Los nombres cambian, pero bajo estos nombres ("tica", por ejemplo) se reencuentra siempre laarticulacin de una propaganda conservadora y de un oscuro deseo de catstrofe.Es solamente declarando querer lo que el conservadorismo decreta como imposible, y afirmando

    las verdades contra el deseo de nada, que uno se separa del nihilismo. La posibilidad de loimposible, que todo encuentro amoroso, toda refundacin cientfica, toda invencin artstica y todasecuencia de la poltica de emancipacin, ponen bajo nuestros ojos, es el nico principio -contra latica del bien vivir, cuyo contenido real es decidir la muerte- de una tica de las verdades.

    IV

    LA TICA DE LAS VERDADES

    Es una pesada tarea para el filsofo, arrancar los nombres a quienes prostituyen su uso. YaPlatn padeca todas las penas del mundo por mantenerse firme sobre la palabrajusticiacontra eluso enredado y verstil que de ella hacan las sofistas.

    Sin embargo intentemos, a pesar de todo lo dicho, conservar la palabra tica, ya que tambin,desde Aristteles, aquellas que hicieron un uso razonable componen una larga y estimable

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    progenie.

    1. Ser, acontecimiento, verdad, sujeto

    Si no hay tica "en general", es que falta el Sujeto abstracto, y habra que proveerlo. Nohay sino un animal particular, convocado por las circunstancias a devenirsujeto. O, msbien, a entrar en la composicin de un sujeto. Lo que quiere decir que todo lo que es, su

    cuerpo, sus capacidades, se encuentre, en un momento dado, requerido para que la verdadhaga su camino. Es entonces que el animal humano es intimado a ser el inmortal que noera.Qu son estas "circunstancias"? Son las circunstancias de una verdad. Pero, qu espreciso entender por tales? Queda claro que lo que hay (los mltiples, las diferenciasinfinitas, las situaciones "objetivas por ejemplo, el estado ordinario de la relacin con el otroantes de un encuentro amoroso) no puede definir una tal circunstancia. En este tipo deobjetividad, el animal, universalmente, se desenvuelve como puede. Se debe entoncessuponer que lo que convoca a la composicin de un sujeto es un plus, o sobreviene en lassituaciones como aquello de lo que estas situaciones, y la manera usual de comportarseall, no pueden dar cuenta. Decimos que un sujeto, que sobrepasa al animal (pero el animal

    es su nico soporte) exige que algo haya pasado, algo irreductible a su inscripcin ordinariaen "lo que hay". A este suplemento, llammoslo un acontecimiento, y distingamos al ser-mltiple, donde no se trata de la verdad (sino solamente de opiniones), delacontecimiento(10) que nos coacciona a decidir una nueva manera de ser. Semejantesacontecimientos estn perfectamente testimoniados: la Revolucin francesa de 1792; el encuentrode Elosa y Abelardo; la creacin galileana de la fsica; la invencin de Haydn del estilo musicalclsico... Pero tambin: la revolucin cultural China (1965-1967); una pasin amorosa personal; lacreacin del matemtico Grothendieck de la teora de los Topos; la invencin por Schoemberg deldodecafonismo...

    Entonces, en qu "decisin" se origina el proceso de una verdad? En la decisin derelacionarse de ahora en ms con la situacin desde el punto de vista del suplemento del

    acontecimiento. Designemos esto como una fidelidad. Ser fiel a un acontecimiento, es moverse enla situacin que este acontecimiento ha suplementado, pensando (pero todo pensamiento es unaprctica, una puesta a prueba) la situacin "segn" el acontecimiento. Lo que, bien entendido, yaque el acontecimiento estaba fuera de todas las leyes regulares de la situacin, obliga a inventaruna nueva manera de ser y de actuar en la situacin.

    Est claro que bajo el efecto de un encuentro amoroso, y si quiero serle fiel realmente,debo recomponer de arriba a abajo mi manera ordinaria de "habitar" mi situacin. Si quieroser fiel al acontecimiento "Revolucin cultural", debo en todo caso practicar la poltica (enespecial la relacin con los obreros) de manera completamente diferente de lo que proponela tradicin socialista y sindicalista. De la misma manera, Berg y Webem, fieles alacontecimiento musical que tiene el nombre" Schoenberg", no pueden continuar como si

    nada el neorromanticismo de fin de siglo. Despus de los textos de Einstein de 1905, si soyfiel a su radical novedad, no puedo continuar practicando la fsica en su cuadro clsico, etc.La fidelidad al acontecimiento es ruptura real (pensada y practicada) en el orden propio enel que el acontecimiento ha tenido lugar (poltico, amoroso, artstico, cientfico...).

    Se llama' 'verdad" (unaverdad) al proceso real de una fidelidad a un acontecimiento. Aquelloque esta fidelidad produceen la situacin. Por ejemplo, la poltica de los maostas franceses entre1966 y 1976, que intenta pensar y practicar una fidelidad a dos acontecimientos entreverados: laRevolucin cultural China y Mayo del 68 en Francia. O la msica llamada "contempornea" (nombre

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    tan admitido como faro), que es fidelidad a los grandes Vieneses de comienzos del siglo. O lageometra algebraica en los aos cincuenta y sesenta, fiel al concepto de Universo (en el sentido deGrothendieck), etc. En el fondo, una; verdad es la traza material, en la situacin, de lasuplementacin del acontecimiento. En consecuencia, es una ruptura inmanente. "Inmanente",porque una verdad procede enla situacin y en ninguna otra parte. No hay el Cielo de las verdades."Ruptura", porque lo que hace posible el proceso de verdad -el acontecimiento- no estaba enlos usosde la situacin, ni se dejaba pensar por los saberes establecidos.

    Tambin se dir que un proceso de verdad es heterogneo a los saberes instituidos de lasituacin. O, para utilizar una expresin de Lacan, que es un "agujero" en estos saberes.

    Se llama "sujeto" al soporte de una fidelidad, luego, al soporte de un proceso de verdad. Elsujeto no preexiste para nada a un proceso. El es absolutamente inexistente en la situacin "antes"del acontecimiento. Se dir que el proceso de verdad induceun sujeto.

    Aqu es necesario prevenir que el "sujeto", as concebido,. No recubre al sujeto psicolgico, niaun al sujeto reflexivo (en el sentido de Descartes) o al sujeto trascendental (en el sentido de Kant).Por ejemplo, el sujeto inducido por la fidelidad a un encuentro amoroso, el sujeto del amor, no eselsujeto "amante" descrito por los moralistas clsicos. Porque un tal sujeto psicolgico depende de lanaturaleza humana, de la lgica de las pasiones. Mientras que aquello de lo que nosotros hablamosno tiene ninguna preexistencia" natural". Los amantes entran como tales en la composicin de un

    sujeto de amor, que los excedea uno y a otro.IDe la misma manera, el sujeto de una poltica revolucionaria no es el militante individual,

    ni tampoco, por supuesto, la quimera de una "clase-sujeto". Es una produccin singular queha tenido nombres diferentes (a veces "Partido", a veces no). Es cierto que el militante entraen la composicin de este sujeto, que una vez ms tambin lo excede (es justamente esteexceso el que lo hace advenir como inmortal). .

    As tambin, el sujeto de un proceso artstico no es el artista (el "genio" , etc.). En realidad, lospuntos-sujetos del arte son las obras de arte. El artista entra en la composicin de estos sujetos (lasobras son "las suyas"), sin que se pueda de ninguna manera reducirlas a "l" (y por otra parte, dequ "l" se tratara?).

    Los acontecimientos son singularidades irreductibles, "fuera_de la-ley" de las situaciones. Losprocesos fieles a una verdad son rupturas inmanentes siempre enteramente inventadas. Lossujetos, que son las circunstancias locales de un proceso de verdad ("puntos" de verdad) soninducciones particulares e incomparables. Es con respecto a estos sujetos que -acaso- sea legtimohablar de una "tica de las verdades" .

    2. Definicin formal de la tica de una verdad

    Se llama de manera general tica de una verdad" al principio de continuacin de un proceso deverdad -o, de manera ms precisa y compleja: lo que da consistencia a la presencia de alguien en la

    composicin de un sujeto que induce el proceso de esta verdad.Despleguemos esta frmula.1) Qu debemos entender por "alguien"? "Alguien" es un animal de la especie humana, este tipode mltiple particular que los saberes establecidos designan como perteneciendo a la especie. Eseste cuerpo, y todo aquello de lo que l es capaz, lo que entra en la composicin de un "punto deverdad". Bajo la suposicin de que ha habido un acontecimiento, y una ruptura inmanente en laforma continuadade un proceso fiel." Alguien" es eventualmente esteespectador cuyo pensamiento es puesto en movimiento,

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    capturado y desconcertado por un resplandor teatral, y que de esta forma entra en lacompleja configuracin de un momento de arte. O aquel que constantemente aplicado a unproblema de matemticas, en el momento preciso en el que se opera, despus de la ingratatarea donde los saberes obscurecidos giran sobre si mismos, el esclarecimiento de lasolucin. O aquel amante cuya visin de lo real est a la vez ensombrecida y trastocada,porque se rememora apoyada en el otro el instante de la declaracin. O aquel militante quealcanza, al trmino de una reunin complicada, a decir simplemente el enunciado hasta entoncesinhallable y del cual todos acuerdan que es el necesario para hacerla trabajar en la situacin.

    El "alguien" que as tomado atestigua que pertenece, como punto-soporte, al proceso deuna verdad, es simultneamente l-mismo, ningn otro que l mismo, una singularidadmltiple por todos reconocible y en exceso sobre l-mismo, porque la traza aleatoria de lafidelidad pasa por l, transita su cuerpo singular y lo inscribe, desde el interior mismo deltiempo, en un instante de eternidad.

    Digamos que lo que se puede saberde l est enteramente comprometido en lo que hatenido lugar; no hay, materialmente, nada ms que este referente de un saber, pero todoeso capturado en la ruptura inmanente al proceso de la verdad, de manera que, co-perteneciendo a su propia situacin (poltica, cientfica, artstica, amorosa...) y a la verdadque deviene, "alguien" queda imperceptible e interiormente roto, o agujereado, por esta

    verdad que "pasa" a travs de este mltiple que se sabeque l es.Se podra decir ms simplemente: de esta co-pertenencia a una situacin y al trazado

    azaroso de una verdad, de este devenir-sujeto, el "alguien" estaba incapacitado de sabersecapaz.

    En la medida en que l entra en la composicin de un sujeto, que es subjetivacinde s,el "alguien" existe en su propio no-saber.

    2) Ahora qu es preciso entender por "consistencia"? Simplemente que hay una ley de lono-sabido. Si, en efecto, el "alguien" no entra en la composicin del sujeto de una verdad,sino exponindose "completamente" a una fidelidad post-acontecimiento, el problemaconsiste en saber qu va a devenirel "alguien" en esta prueba.

    El comportamiento ordinario del animal humano depende de lo que Spinoza llama la"perseverancia en el ser" y que no es otra cosa que la persecucin del inters, es decir, de laconservacin de s. Esta perseverancia es la ley del alguien tal como l se sabe. Ahora bien, laprueba de una verdad no cae bajo esta ley. Pertenecer a la situacin es el destino natural decualquiera, pero pertenecer a la composicin del sujeto de una verdad depende de una traza propia,de una ruptura continuada, de la que es muy difcil saber cmo se sobreimprime o se combina conla simple perseverancia en el propio ser.

    Llamamos "consistencia" (o "consistencia subjetiva") al principio de esta sobreimpresin, o deesta combinacin. Dicho de otra forma, la manera en la cual nuestra pasin de matemticos va acomprometer su perseverancia en lo que rompe o contraria esta perseverancia y que es supertenencia a un proceso de verdad .0 la manera en que nuestro amante ser completamente "l-

    mismo" en la prueba continuada de su inscripcin en un sujeto de amor.

    Finalmente, la consistencia es comprometer su singularidad (el "alguien" animal) en lacontinuacin de un sujeto de verdad. O bien: poner la perseverancia de lo que es sabido al serviciode una duracin propia de lo no sabido. .

    Lacan tocaba este punto cuando propona como mxima de la tica: "No ceder sobre sudeseo". Puesto que el deseo es constitutivo del sujeto del inconsciente, es lo no sabido porexcelencia, de manera que "No ceder sobre su deseo" quiere decir: "No ceder sobre lo que

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    de s mismo no se sabe". Nosotros aadimos que la prueba de lo no sabido es el efectolejano del suplemento de un acontecimiento, el agujereamiento de un "alguien" a causa deuna fidelidad a este suplemento desvanecido, y que no ceder quiere decir, finalmente: no cedersobre su propia captura por un proceso de verdad.

    Como el proceso de verdad es fidelidad, si "No ceder" es la mxima de la consistencia -luego, de la tica de una verdad- bien se puede decir que se trata, para el "alguien", de serfiel a una fidelidad.y no lo puede ser sino haciendo servir all su propio principio de continuidad, laperseverancia en el ser de lo que es. Ligando(es justamente la consistencia) lo sabido pormedio de lo no sabido.

    La tica de una verdad, por lo tanto, se pronuncia fcilmente: "Haz todo lo que puedaspara que persevere lo que ha excedido tu perseverancia. Persevera en la interrupcin.Atrapa en tu ser lo que te ha atrapado y roto" .

    La tcnica" de consistencia es siempre singular, dependiente de los rasgos "animales"de alguien. A la consistencia del sujeto que se ha devenido, por haber sido requerido ycapturado por un proceso de verdad, un "alguien" pondr al servicio su angustia y suagitacin; este otro su gran estatura y su flema; tal otro su voraz apetito de dominacin; unotro su melancola; otro su timidez... Todo el material de la multiplicidad humana se dejalabrar, ligar, por una ._' consistencia" -al mismo tiempo que le opone terribles inercias, queexpone al "alguien" a la permanente tentacin de ceder, de volver a la simple pertenencia auna situacin" ordinaria" , de tachar los efectos de lo no sabido. .

    La tica se manifiesta por el conflicto crnico entre dos funciones del material mltipleque hace todo el ser de un "alguien": por una parte, el desplegamiento simple, lapertenencia a la situacin, lo que se puede llamar el principio de inters; por la otra, laconsistencia, la ligazn de lo sabido por lo no sabido, lo que se puede llamar el principiosubjetivo.

    Entonces es fcil descubrir las manifestaciones de la consistencia', esquematizar unafenomenologa de la tica de las verdades.

    10) Alain Badiou, L 'EIre el / 'vnemenl, Seuil, 1988. La teora del acontecimiento exige, en realidad, largos

    recorridos conceptuales que son desplegados en este libro.

    3. La experiencia de la "consistencia" tica

    Demos dos ejemplos.

    1). Si se define el inters como' 'perseverancia en el ser" (que es, recordmoslo, la simple

    pertenencia a las situaciones mltiples), se ve que la consistencia tica se manifiesta comointers desinteresado. Tiene que ver con el inters, en el sentido en que compromete losrecursos de la perseverancia (los rasgos singulares de un animal humano, de un "alguien").Pero es desinteresada en un sentido radical, puesto que se propone ligar estos rasgos auna fidelidad, que a su vez, se. dirige a una fidelidad primera, aquella que constituye elproceso de verdad y que por s misma no guarda ninguna relacin con los "intereses" delanimal, que es indiferente a su perpetuacin y tiene par destino la eternidad.

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    Aqu se puede jugar sobre la ambigedad de la. palabra inters. Ciertamente, elapasionado de la matemtica, el espectador fijado sobre su butaca de teatro, el amantetransfigurado, el militante entusiasta, manifiestan por lo que hacen -por el advenimiento enellos del Inmortal del cual no se saban capaz- un prodigioso inters. Nada podra en elmundo suscitar ms la intensidad de existencia que ese actorque me hace re encontrar aHamlet; esta percepcin por el pensamiento de lo que es ser dos; este problema de geometraalgebraica del que de repente descubro sus innumerables ramificaciones; o esta asamblea en lacalle a la entrada de una fbrica, donde verifico que mi enunciado poltico rene y transforma. Sin

    embargo, respecto de mis intereses de animal mortal y depredador, aqu no pasa nada que meconcierna o de lo cual un saber me indique que se trata de una circunstancia apropiada para m.Estoy ac por entero, ligando mis componentes en el exceso sobre mi mismoque induce el pasajea travs de m de una verdad. Pero de golpe estoy tambin suspendido, roto, revocado: des-interesado. Puesto que no podra, en la fidelidad a la fidelidad que define la consistencia tica,interesarme por m mismo y perseguir mis intereses. Toda mi capacidad de inters, que es mi propiaperseverancia en el ser, est volcada sobre las consecuencias futuras de la solucin de esteproblema cientfico; sobre el examen del mundo a la luz del ser-dos del amor; sobre lo que har demi encuentro, una noche, con el eterno Hamlet; o sobre la etapa siguiente del proceso poltico,cuando la reunin delante de la fbrica se haya dispersado.

    No hay sino una cuestin en la tica de las verdades: cmo voy, en tanto que alguien, a

    continuarexcediendo mi propio ser? Cmo ligar de manera consistente lo que s con los efectosde la captura por lo no-sabido?

    Lo que tambin se puede decir: cmo vaya continuar pensando?Es decir, a mantener enel tiempo singular de mi ser..mltiple, y por el nico recurso material de esteser, el Inmortal que una verdad hizo advenir por mi intermedio a una composicin de sujeto.

    2). Toda verdad, ya lo hemos dicho, depone los saberes constituidos y, en consecuencia, se oponea las opiniones, ya que se llama opiniones a las representaciones sin verdad, los desechosanrquicos de un saber circulante.

    Ahora bien, las opiniones son el cimiento de la sociabilidad. Es de lo que los animales humanosconversan, todos, sin excepcin. No se puede hacer de otra manera: el tiempo que hace; la ltimapelcula; las enfermedades de los chicos; los bajos salarios; las vilezas del gobierno; la actuacindel equipo local de ftbol; la televisin; las vacaciones; las atrocidades lejanas y prximas; lossinsabores de la escuela pblica; el ltimo disco de un conjunto de hard-rock; el mal momento porel que se atraviesa; si haya no demasiados inmigrantes; los sntomas neurticos; los xitos en lainstitucin; las comidas ricas; la ltima lectura; las revistas donde encontrar por poca plata lo que senecesita; los autos; el sexo; el sol... Qu haramos nosotros, miserables, si no hubiera todo esoque circula y se repite entre los animales de la ciudad? A qu silencio deprimente estaramoscondenados? La opinin es la materia prima de toda comunicacin.

    Se sabe la fortuna que hoy tiene este trmino, y que algunos ven ah el enraizamiento de lodemocrtico y de la tica. Se sostiene frecuentemente que lo que cuenta es "comunicar", que toda

    tica es "tica de la comunicacin". 11 Si se pregunta: comunicar, es cierto, pero qu? Es fcilresponder: las opiniones sobre el despliegue total de los mltiples que este mltiple especial, elanimal humano, experimenta en la empecinada determinacin de sus intereses.

    Opiniones sin un gramo de verdad. Ni tampoco de falsedad. La opinin est ms ac de 10verdadero y de 10 falso, justamente porque su nico oficio es ser comunicable. Por el contrario, loque determina un proceso de verdad no se comunica. La comunicacin es apropiada nicamentepara las opiniones (e, insistimos: no podramos prescindir de ella). En todo 10 que concierne a lasverdades se requiere que haya encuentro. Lo Inmortal del que soy capaz no podra ser suscitado en

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    m por los efectos de la sociabilidad comunicante, debe ser directamentecapturado por la fidelidad.Lo que quiere decir: roto, en su sermltiple, siguiendo el trazado de una ruptura inmanente yfinalmente requerido, aunque ms no fuese sin saberlo, por el suplemento de un acontecimiento.Entrar en la composicin del sujeto de una verdad 1610 puede ser del orden de aquello que a uno leocurre.

    As lo atestiguan las circunstancias concretas en donde alguien es capturado por una fidelidad:encuentro amoroso; un poema que sbitamente sienten dirigido a ustedes; teora cientfica cuyabelleza, primeramente indistinta, los subyuga; inteligencia activa de un lugar poltico La filosofa

    no es una excepcin, ya que cada uno sabe que para mantener el inters-desinteresado, es precisohaber encontrado, una vez en la vida,-Ia palabra de un Maestro.

    ) De repente, la tica de una verdad es todo lo contrario de una "tica de la comunicacin". Es unatica de lo realsi es verdad que, como lo sugiere Lacan, todo acceso a lo real es del orden delencuentro. Y la consistencia, que es el contenido de la mxima tica: "i Continuar!", no va sino amantener el hilo de este real.

    Se lo podra formular as: "No olvides jams lo que has encontrado". Pero sabiendo que el no-olvido no es una memoria (ah, la insoportable y periodstica "tica de la memoria"!). El no-olvidoconsiste en pensar y practicar el acomodamiento de mi ser-mltiple al Inmortal que l detenta, y queel atravesamiento de un encuentro ha compuesta en sujeto.

    Lo que en un antiguo libro habamos formulado as: "Ama lo que jams creeras dos veces".Porque la tica de una verdad se opone de manera absoluta a la opinin y a la tica a secas, queno es ms que un esquema de opinin. Y a que la mxima de la opinin es: "No amen sino lo quecreen desde siempre".

    11) Jurgen Habermas, Theorie de lagir communnicationel, Fayard, 1987. Habermas intenta extender la

    racionalidad democrtica" integrando la comunicacin en los fundamentos mismos de su antropologa. Desde

    este punto de vista participa, desde el borde opuesto al de Lvinas, de lo que se podra llamar la subestructura

    filosfica de la corriente "tica".

    12). Alain Badiou, Thorie du sujet, Seul, 1982. Este libro contiene en sus "lecciones finales", los desarrollos

    sobre la tica del sujeto, pero en verdad son un poco diferentes de lo que se dice ac.

    4 - Ascetismo?

    Es la tica de las verdades asctica? Exige de nosotros un renunciamiento? Estedebate es, desde el alba de la filosofa, esencial. Interesaba ya a Platn, resuelto a probarque el filsofo, hombre de lasverdades, es "ms afortunado" ,que el tirano que goza, y que,en consecuencia, el animal sensible no renunciaa nada esencial consagrando su vida a lasIdeas. o

    o Llamamos "renunciamiento" al hecho que se deba ceder sobre la persecucin de

    nuestros intereses, persecucin que, excluida la verdad, hace la totalidad de nuestro ser-mltiple. Hay renunciamiento cuando una verdad me captura? Sin duda que no, ya que estacaptura se manifiesta por intensidades de existencia inigualables. Se les puede dar nombres: en elamor hay dicha; en la ciencia, hay alegra. (en el sentido de Spinoza: beatitud intelectual); en lapoltica, hay entusiasmo; y en el arte, placer. Estos" afectos de la verdad" , al mismo tiempoque sealan la entrada de alguien en una composicin subjetiva hacen vanas todas lasconsideraciones acerca del renunciamiento. La experiencia lo muestra hasta el hartazgo.

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    Pero la tica no es del orden d la pura captura. Ella regla la consistencia subjetiva, enla medida en que su mxima es "Continuar!". Ahora bien, nosotros hemos visto que estacontinuacin supone un verdadero desvo de la "perseverancia en el ser". Los materiales denuestro ser-mltiple se subordinan a la composicin subjetiva, a la fidelidad a una fidelidad,ya no ms a la persecucin de nuestro inters. Esta desviacin equivale aunrenunciamiento?Es preciso decir que aqu hay un punto propiamente indcidible. "Indecidible" quiere decirque ningn clculo permite decidir si hay o no renunciamiento esencial.

    -Por un lado, es cierto que la tica de las verdades impone una distancia tal respecto de lasopiniones que se la puede considerar propiamente asocia/. Esta a-sociabilidad es reconocida desdesiempre: son las imgenes de Tales que cae en un pozo porque busca penetrar el secreto de losmovimientos celestes; el proverbio: "los enamorados estn solos en el mundo"; el destino apartadode los grandes revolucionarios; el tema de la "soledad del genio" ,etc. En el ms bajo nivel es elsarcasmo contemporneo contra el "intelectualoso", o la representacin inevitable del militantecomo "dogmtico" o "terrorista". Ahora bien, la a-sociabilidad se paga con una constante restriccinen cuanto a la persecucin de los intereses, porque esta persecucin est precisamente reglada porel juego social y por la comunicacin. Aqu no se trata tanto de represin (aunque evidentementeexiste y puede tomar formas extremas) como de una discordancia insuperable, propiamenteontolgica,13 entre la fidelidad post-acontecimiento y el transcurso normal de las cosas, entre

    verdady}aber.--Por otro lado, es preciso reconocer que el' 'm-mismo" compra'" metido en la composicin subjetivaes idnticoa aqul que persigue su inters: para nosotros no hay dos figuras distintas del "alguien".Son los mismos mltiples vivientes los que son requeridos en todos estos casos. Esta ambivalenciade mi composicin-mltiple, hace que el inters no pueda ms ser claramente representable comodistinto del inters-desinteresado. Toda representacin de m-mismo es la imposicin ficticia de unaunidad a sus componentes mltiples infinitos. Que esta ficcin sea en general cimentada por elinters, no hay duda alguna. Pero como los componentes son ambiguos (son ellos los mismos quesirven para ligar mi presencia en una fidelidad), es posible que, aun bajo la regla del inters, launidad ficticia se subordine como tal a un sujeto, al Inmortal, y no al animal socializado.

    En el fondo, la posibilidadde que algn ascetismo sea requerido por la tica de las verdades,

    proviene de que el esquema del inters no tiene otra materia para unificar ficticiamente que aquellaa la cual la tica de las verdades da consistencia. De ah que el inters desinteresado pueda serrepresentado como inters a secas. Cuando ste es el caso, no se podra hablar deascetismo: el principio del inters gobierna, en efecto, la prctica consciente.

    Pero no se trata sino de una simple posibilidad y en ningn caso una necesidad. Enefecto, no olvidemos que falta mucho para que todoslos componentes de mi ser-mltiplesean comprometidos en su conjunto, tanto en la persecucin de mis intereses como en laconsistencia de un sujeto de verdad. Siempre puede ocurrir que la brutal requisitoria de talo cual componente "dormido", ya sea bajo la presin socializada de los intereses o para laetapa en curso de una fidelidad, desestabilice todos los montajes ficticios anteriores pormedio de los cuales organizo la representacin de m-mismo. En consecuencia; lapercepcin del inters-desinteresado, como inters a secas puede deshacerse, serrepresentable la escisin y el ascetismo venir a la orden del da, tanto como la inversa: latentacin de ceder, de retirarse de la composicin subjetiva, de romper un amor porque undeseo obsceno se impone; traicionar una poltica porque se ofrece el reposo del "serviciode los bienes"; reemplazar la exasperacin cientfica por la carrera por los crditos y loshonores, o regresar al academicismo bajo la fachada de una propaganda que denuncia elcarcter "superado" de las vanguardias.

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    Poro entonces, la llegada del ascetismo es idntica al descubrimiento de un sujeto deverdad como puro deseo de si. El sujeto debe de alguna manera continuar por sus propias fuerzas,ya sin la proteccin de las ambigedades de la ficcin representativa. Es el punto propio de loindecidible: este deseo del sujeto de perseverar en su consistencia es comparable al deseo delanimal de asir su suerte socializada? Nada, una vez all, exime del coraje. Uno se armar, si sepuede, del optimismo de Lacan, cuando escribe: "El deseo, lo que se llama el deseo [Lacan hablaaqu de lo insabido subjetivo] basta para hacer que la vida no tenga sentido si produce uncobarde." 14

    13). Alain Badiou, L 'EIre el 1 'vnemenl, op. cit. Un elemento considerado por la opinin es siempre tomado enun conjunto construible (que se deja aprehender por las clasificaciones). Mientras que el mismoelemento,considcrado a partir de un proceso de verdad, es tomado en un conjunto genrico (grosso modo:escapando a todas las clasificaciones establecidas).14. Lacques Lacan, crits, Seuil, B- 782

    EL PROBLEMA DEL MAL

    Subrayamos ya hasta qu punto la ideologa tica contempornea se enraza en la evidencia

    consensual del Mal. Hemos invertido este juicio determinando el proceso afirmativo de las verdadescomo ncleo central, tanto de la composicin posible de un sujeto, como del advenimiento singular,para el "alguien" que entra en esta composicin, de una tica perseverante.

    Quiere decir que es necesario recusar toda validez a la nocin del Mal y reenviarla en bloque asu evidente origen religioso?

    A/ La vida, las verdades, el Bien

    Aqu no haremos ninguna concesin a la opinin segn la cual habra una suerte de "derechonatural" fundado, en ltimo anlisis, sobre la evidencia de lo que perjudica al Hombre..

    Restituido a su simple naturaleza, el animal humano debe ser considerado del mismo modo quesus compaeros biolgicos. Este masacrador sistemtico persigue en los gigantes hormigueros queedific intereses de supervivencia y satisfaccin ni ms ni menos estimables que los de lostopos o de las cicindelas. El animal humano se ha mostrado el ms taimado de los animales, el mspaciente, el ms obstinadamente esclavo de los deseos crueles de su propia potencia. Sobre todosupo poner al servicio de su vida mortal la capacidad que le es propia, y que consiste en ubicarsesobre el trayecto de las verdades de manera que le advenga una parte de Inmortal. Es lo que yadejaba presentir Platn, cuando indicaba que su famoso prisionero evadido de la caverna yencandilado por el sol de la Idea, tena como deber volver a la sombra y hacer que sus compaerosde servidumbre se beneficien de aquello que, en el umbral