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    Hacia una Iglesia en salida - Subsidio Pastoral nº 2 

    Hacia una Iglesia en salida 

    CAMINO DIOCESANO PARA

    LA CONVERSIÓN PASTORAL 

    D S I 2015 - 2016 

    Camino Diocesanopara la Conversión

    Pastoral 

    Hacia unaIglesia en

    salida 

    S P 

    N° 2 

    Diócesis de San Isidro 

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    Hacia una Iglesia en salida - Subsidio Pastoral nº 2 

    Presentación 

    Queridas hermanas y hermanos: 

    En la carta de nuestro obispo, Mons. Ojea: “Hacia una Iglesia en salida.Camino diocesano para la conversión pastoral”, se nos proponen tres etapasque pueden ayudarnos a recorrer este camino de comunión, integrando

    nuestras diversidades diocesanas. 

    En la Cuaresma que estamos comenzando, les proponemos iniciar el se-gundo momento de este camino, que irá preparando la misión intradio-cesana. El lema que acompaña este momento es: “Abriendo nuestro co-razón y nuestra casa”. 

    En el Adviento hemos iniciado la primera etapa. Muchas comunidades,siguiendo la propuesta del primer subsidio, pudieron pensar y descubrirsus fragilidades y limitaciones a la luz del Dios de la misericordia. Otrascomunidades no pudieron hacerlo y están a tiempo para llevar adelanteesta propuesta. La Cuaresma puede dar el marco para esta revisión de la

    vida personal y comunitaria.

    La hospitalidad será el tema del retiro que predicarán nuestros obispos elsábado 12 marzo en el Colegio Marín, siguiendo el texto del evangelio desan Lucas del encuentro de Jesús con Zaqueo (Lc 19,1-10). 

    Para prepararnos con mucha sencillez al retiro, les enviamos este materialque consta de una introducción y dos textos con algunas preguntas quecreemos pueden ayudar a disponernos espiritualmente a este tiempo. 

    Deseando que en esta Cuaresma podamos experimentar la misericordiadel Padre Dios y así vivir una fecunda Pascua, les envío un abrazo fra-terno.

     

    San Isidro, febrero de 2016. 

    P. Carlos Cagnassi Vicario Episcopal para la Pastoral 

    Camino diocesano para la conversión pastoral 

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    RETIRO DIOCESANO 

    “Abriendo nuestro corazón y nuestra casa” 

    Predicado por Mons. Oscar Ojea ypor Mons. Martín Fassi 

    12 de marzo9 a 17 hs 

    Colegio Marín Av. del Libertador 17115, San Isidro 

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    Hacia una Iglesia en salida - Subsidio Pastoral nº 2 

    A nivel Comunitario: 1.  ¿Qué obstáculos encontramos en nosotros para hospedar? ¿Qué cosas

    tenemos que cambiar, mejorar en nosotros? 2.  ¿Qué sentimientos, actitudes, etc. encontramos en nuestra interioridad

    que favorezcan mi disponibilidad para hospedar al OTRO?3.  Pensemos desde nuestra propia experiencia, estilos o modos de

    “hospedar” en nuestras comunidades parroquiales. 

    4. 

    ¿Qué actitudes, sentimientos etc. tenemos que transformar desde locomunitario, para mejorar y/o ampliar nuestro modo de “hospedar”? 

    5.  ¿Quiénes no están alojados en nuestra COMUNIDAD y deberían ser allíhospedados? 

    6.  Utilizando unas palabras de nuestro Papa, las personas que pasaronpor nuestras vidas, por nuestras comunidades, ¿se han ido "nutridas" o"desnutridas". ¿Se han ido cansadas o reconfortas?  

    Camino diocesano para la conversión pastoral 

    En este camino diocesano para laconversión pastoral que estamosrecorriendo empezamos a vivir elsegundo de los tres momentosplanicados: 

    3° MOMENTO “Buscando ser una Iglesia en salida”  

    A partir de la Pascua Visitas entre comunidades 

    1° MOMENTO “Misericordiosos como el Padre”

     

    Desde el Adviento 2015 

    2° MOMENTO “Abriendo nuestro corazón

    y nuestra casa” Cuaresma 2016

    Retiro Diocesano12 de marzo

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    Hacia una Iglesia en salida - Subsidio Pastoral nº 2 

    SEGUNDO MOMENTO “Abriendo nuestro corazón y nuestra casa” 

    Introducción 

    Recordemos que la invitación es “SER UNA IGLESIA EN SALIDA”, no comouna estrategia pastoral o como una acción puntual misionera, sino comoun modo de ser, un estilo de vida cristiano, tanto en lo personal, como enlo comunitario. 

    En este Segundo Momento, deseamos ayudarnos a reexionar sobre al-gunas actitudes fundamentales que nos dispongan a ser más abiertos,acogedores, receptivos de los otros y, muy especialmente, de las perso-nas que son diferentes, en sus modos de pensar, actuar, vivir, etc.

    Gran parte de nuestra conversión pastoral, que nos ayudará de verdad aser una Iglesia en salida, dependerá de si somos capaces de abrir más el

    propio corazón y nuestra casa, si nos animamos, como dice Francisco, a serhospederos. 

    Puede ser que estemos muy marcados por un modo de ser más cerrado,modo que busca siempre armación del pequeño grupo al que pertenez-co y en el que me siento cómodo junto a aquellos que piensan como yo. Aveces, la propia parroquia, el grupo pastoral, se transforma en una zonade confort que no estamos muy dispuestos a cambiar y mucho menos si espara recibir a personas extrañas a nosotros. 

    Para seguir en un camino de conversión todos debemos dar pasos rmeshacia un cambio de actitudes que nos ayude a ser más abiertos y acogedo-

    res con los otros. Sin miedos a compartir la vida y el Evangelio, desde lastan ricas y diversas experiencias de vida que cada uno de nosotros y nues-tras comunidades parroquiales tiene. Ser una Iglesia en salida implica ani-marse a romper con las seguridades que me garantizan los grupos de per-tenencia cerrados a los demás. Salir es abir…se al otro, al prójimo. 

    La hospitalidad, como sabemos, es la cualidad de acoger y agasajar conamabilidad y generosidad a los invitados o a los extraños.  “Hospitalidad”se traduce del griego loxenía, que signica literalmente: amor, afecto o

    Camino diocesano para la conversión pastoral 

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    Preguntas para el trabajo personal y comunitario 

    En los dos textos que leímos aparece la idea de hospedar como actitudespiritual, como un cierto talante para nuestra vida. Los cristianos somospersonas que estamos llamadas a recibir, a hacer un lugar en nuestra vidaa los hermanos. No se trata solo de invitar a nuestra casa, a nuestra comu-nidad, a nuestro espacio pastoral a alguien, o convidarle nuestro tiempo,

    bienes o servicio. Estamos llamados a hacer todo esto, pero para que seaecaz, debe partir de nuestro corazón, de una preparación interior quehacemos, como María, que concibe primero por la fe en su corazón y lue-go lo hace físicamente. 

    Para que el hecho de hospedar tenga todo su sentido, primero hay quehacer un trabajo interior personal y comunitario, del cual el recibir y brin-dar hospedaje material será la concreción de esa apertura, de ese deseo,de ese "sí" a Dios que le hemos dado en un diálogo personal.

    El recibir o rechazar está también marcado por nuestra experiencia afecti-va. Hay "creencias" que son ltros desde donde uno mira la realidad. Po-demos indagar cuáles son esas creencias para darnos cuenta de las dicul-tades personales y comunitarias para recibir al otro

    Por eso les proponemos algunas preguntas para trabajar a nivel personaly comunitarios y profundizar en este sentido.  

    A nivel Personal: 

    1.  ¿Qué experiencia hemos tenido en lo personal de sentirnos hospeda-dos, recibidos? ¿Qué nos cambió? 

    2. 

    ¿Por quién y cómo me he sentido hospedado? 

    3.  ¿Cómo es mi manera de ser hospitalario y acogedor con los otros? 4.  ¿Qué me ayuda o diculta la apertura a recibir? 5.  A veces escuchamos frases como "Si veo a ... cruzo la vereda". "Los...

    son todos....". "No me gusta que mis hijos se junten con ...." ¿Las hedicho? ¿Qué me provocan escucharlas en otros?  

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    Hacia una Iglesia en salida - Subsidio Pastoral nº 2 

    reta entonces voy perdiendo el amor de mis hijos. Vemos que la hostilidady el temor no sólo se dan con el pobre que está en la calle sino también enlos ámbitos más cercanos a nosotros y por ser tan obvios a veces no lospodemos descubrir. La hostilidad que se crea fruto de la inmadurez, elmiedo, los celos, los resentimientos, los deseos de venganza, las luchas depoder, el ocultamiento de una baja autoestima, aparece como disfrazadoen todo esto. Nos deja paralizados e incapaces de llevar adelante los pro-

    yectos en común con los demás y los objetivos personales que tenemos.Quedamos bloqueados en un estado de aislamiento. Hay obstáculos cla-ves en mí camino de comunicación y acceso a la riqueza de los demás.

    Hospitalidad signica también, creación de un espacio libre donde el ex-tranjero pueda entrar y convertirse en amigo. No es cambiar a la gentecomo son, sino permitirles que en el encuentro y en la apertura, en el es-pacio que yo le brindo, él pueda realizar el cambio de ser necesario. Quepodamos ser nosotros instrumentos de cambio para el extraño. Ser hospi-talario no signica que estemos acorralando el prójimo en un rincón, sinodescubrir que hay una amplia gama de opciones para una elección y un

    compromiso que ellos puedan tener. La hospitalidad es la ocasión paraque los otros puedan encontrar a Dios y encontrar su camino. La paradojade la hospitalidad consiste en el hecho de que podamos crear un vacío enque los extranjeros entren y se descubran a sí mismos como criaturas li-bres, todo facilitado en el encuentro. El vacío no va estar ocupado por misino que voy a posibilitar que el otro pueda sentirse también libre. La hos-pitalidad no es una invitación engañosa a que el otro adopte el modo devivir que yo tenga, sino que es una oportunidad que el invitado pueda des-cubrir el modo suyo de ser y sentirse en casa, él mismo. 

    Camino diocesano para la conversión pastoral 

    bondad a los extraños. En latín hospitare, signica “recibir como invitado”.Existen algunas palabras con raíces latinas que están estrechamente rela-cionadas como hospital, hospicio y hostal. El término, contemplala asistencia y la atención de todo aquel que necesita algo. Por lo tanto, lahospitalidad a menudo es asociada con la empatía y la compasión. 

    En cada una de estas palabras, el signicado principal se centra en un an-trión que da la bienvenida y responde a las necesidades de las personas

    que se encuentran temporalmente ausentes de sus hogares. La frase"recibir como invitado" implica al antrión prepararse para cumplir losrequerimientos básicos de un invitado. Los requerimientos de un huéspedson tradicionalmente alimentación, bebidas y alojamiento o refugio.

    La hospitalidad es una virtud o cualidad que consiste en tratar bien, conamabilidad, al prójimo.

    La noción de hospitalidad, en otros sentidos, puede vincularse a la ideade banquete. Un banquete es una comida o una esta que se realiza conel motivo de celebrar, para agasajar u homenajear a alguien. El anftrión,

    por lo tanto, es hospitalario con quien es el protagonista del homenaje. 

    Lo esencial de la hospitalidad, y aquello que queremos poner de relevan-cia en este camino de conversión pastoral, es el hecho de que aquel querecibe, el antrión, será renovado y transformado, tanto en su dinámicadiaria como en su vida comunitaria, por aquel que lo visita. Ser una iglesiaen salida es abrir las puertas de casa para que todos los que quieran visi-tarnos y hospedarse allí, sean para nosotros el vivo reejo del rostro deJesús que quiere habitar en nuestra comunidad en la presencia de aquelque es diferente, de aquel que por uno u otro motivo ha quedado fuera.El desafío de este segundo momento del camino de conversión pastoralsupone reexionar y buscar caminos para transformar nuestros hábitos yactitudes comunitarias y hacer de ellos prácticas que nos conviertan enuna comunidad dispuesta a recibir al otro, al prójimo, a abrir nuestraspuertas y descubrir en quien es hospedado el rostro de la misericordia deJesús. 

    http://definicion.de/empatia/http://definicion.de/empatia/http://definicion.de/cualidades/http://definicion.de/cualidades/http://definicion.de/celebracion/http://definicion.de/celebracion/http://definicion.de/celebracion/http://definicion.de/cualidades/http://definicion.de/empatia/

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    Hacia una Iglesia en salida - Subsidio Pastoral nº 2 

    Propuestas de textos para la refexión 

    Les proponemos dos textos que pueden ayudar a la reexión personal ycomunitaria acerca del aspecto en el que queremos centrar la mirada eneste segundo momento del camino. 

    Homilía del Papa Francisco en Paraguay 

    Texto completo de la homilía del Papa Francisco de la misa que presidió enel Campo de Ñu Guazú, en Asunción el 12 de julio de 2015 en el último día desu visita apostólica (las partes en cursiva son los momentos en los que elPapa improvisó en la homilía). 

    «El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto», así dice el Sal-mo (84,13). Esto estamos invitados a celebrar, esa misteriosa comuniónentre Dios y su Pueblo, entre Dios y nosotros. La lluvia es signo de su pre-sencia en la tierra trabajada por nuestras manos. Una comunión quesiempre da fruto, que siempre da vida. Esta conanza brota de la fe, sa-ber que contamos con su gracia, que siempre transformará y regaránuestra tierra.

     

    Una conanza que se aprende, que se educa. Una conanza que se vagestando en el seno de una comunidad, en la vida de una  familia. Unaconanza que se vuelve testimonio en los rostros de tantos que nos esti-mulan a seguir a Jesús, a ser discípulos de Aquel que no decepciona ja-más. El discípulo se siente invitado a conar, se siente invitado por Jesúsa ser amigo, a compartir su suerte, a compartir su vida. «A ustedes no losllamo siervos, los llamo amigos porque les di a conocer todo lo que sabíade mi Padre» ( Jn 15,15). Los discípulos son aquellos que aprenden a viviren la conanza de la amistad. 

    El Evangelio nos habla de este discipulado. Nos presenta la cédula deidentidad del cristiano. Su carta de presentación, su credencial. 

    Jesús llama a sus discípulos y los envía dándoles reglas claras, precisas.Los desafía con una serie de actitudes, comportamientos que deben te-ner. Y no son pocas las veces que nos pueden parecer exageradas o ab-surdas; actitudes que sería más fácil leerlas simbólicamente o

    Camino diocesano para la conversión pastoral 

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    gan un gran don. Cuando cae el obstáculo de la hostilidad se recibe con lahospitalidad grandes dones y promesas cumplidas. Estas historias bíblicasnos ayudan a caer en la cuenta que la hospitalidad es una virtud importan-te. El que hospeda y el invitado pueden revelarse mutuamente regalospreciosos, dándose una vida verdaderamente nueva. Lo dice Juan Pablo IIen la Carta Apostólica Nuevo Mileniun, allí nos remarca al hablar de espiri-tualidad de comunión cuando no dice en el punto número 43 ‘es también

    capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro para acogerloy valorarlo como regalo de Dios como un don para mí, además de ser undon para el hermano que lo ha recibido directamente, en n es saber darespacio al hermano llevando mutuamente la carga de otros’. Este es elregalo y la consecuencia de la hospitalidad. 

    Aunque sabemos que es propio por vocación de nosotros los cristianosque decimos seguir a Jesús, vivir esta espiritualidad de abrirnos a los ex-traños e invitarlos a compartir nuestras vidas, es importante que nos per-catemos de que nuestros sentimientos espontáneos hacia ellos son bas-tante ambivalentes. Por un lado sabemos que Jesús para con los pobres

    era incondicional, para Él eran su prioridad y por otro cuando estas reali-dades de aquellos que son necesitados en los distintos aspectos tocannuestra puerta, nosotros le ponemos la clasicación de que al ser extra-ños hay una cierta situación de inseguridad. Cerramos todo y no espera-mos nada bueno de aquel extraño. Así las personas que no conocemos,que hablan otra lengua, que son de otro color, de otra clase social, quevisten de otra manera, nos infunden temor y hostilidad. Ya nos prepara-mos por las dudas, está de moda que estos extraños sean un peligro po-tencial y correrá por su cuenta que ellos demuestren lo contrario. Por esola ambivalencia, por lado deseamos de corazón ayudar, alimentar a loshambrientos, visitar a los presos, dar cobijo al que va caminando, pero al

    mismo tiempo estamos rodeados por una muralla de miedos de un senti-miento hostil que me hace evitar esas personas a la que deseamos ayu-dar. A su vez este temor y hostilidad también se asocia al mundo invadidopor la competitividad, allí donde me muevo, en el ámbito familiar, con loscompañeros de trabajo, los compañeros de la tarea pastoral. Vemos ysentimos frecuentemente al otro como una amenaza a la seguridad inte-lectual, profesional. No vaya a ser que este compañero de trabajo se llevelos aplausos, con todo lo que a mí me ha costado. También en el ámbitoafectivo, con esto ella queda como la mamá buena y yo como el ogro que

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    Hacia una Iglesia en salida - Subsidio Pastoral nº 2 

    Abriéndonos a nuestros semejantes: desde la hostilidad a la hospitalidad 

    Material tomado del libro "Abriéndonos, los tres movimientos de la vida es-piritual" de Henri J. M. Nouwen (Editorial Guadalupe). 

    Pareciera que frecuentemente vivimos en un mundo poblado de extraños.Asistimos a la búsqueda incesante y cuando no desesperada de un lugar

    que sea hospitalario donde la vida pueda ser vivida sin temor y donde sepueda encontrar una comunidad que pueda contenernos. Un lugar hospi-talario no se reere sólo a un lugar físico, una casa o un refugio, sino alespacio que cada uno de nosotros puede hacerle a aquel ajeno a mi vida,al que está diametralmente opuesto o con aquel a quien no quiero hacerun espacio, al contrario quiero cerrarme. El desafío en nosotros es hacerleun espacio abierto donde ellos puedan despojarse de su extrañeza y lle-gar a ser y sentirlos verdaderamente hermanos.

    Para muchos de nosotros la palabra hospitalidad está asociada con ciertacortesía de convivencia, con una conversación muy amable. Los concep-

    tos bíblicos sobre la hospitalidad son muy ricos. Las anécdotas del antiguoy el nuevo testamento no sólo nos van diciendo lo grave que es la obliga-ción de acoger muy bien al extraño sino también que los invitados traenconsigo dones preciosos que están ansiosos de mostrar a quien los acoge.Por ejemplo los tres forasteros que Abrahán recibió en Mamré a los queofreció agua, pan y un ternero gordo, ellos se revelaron como el Señor yle anunciaron que Sara su mujer le iba a dar un hijo (Génesis 18 1 -5). Tam-bién cuando la viuda de Sarepta ofreció alimento y descanso a Elías queen nombre del Señor le decía que buscara lo que tuviera para poder hacerpan, Elías se revela como hombre de Dios y le ofrece en abundancia harinay aceite y le resucita también al hijo (1 Reyes 17 9- 24) También en el nuevo

    testamento cuando los dos caminantes de Emaús que venían cabizbajos,desesperanzados, casi sin nada que poder entregar, ellos invitan al extra-ño que se les había sumado a su caminata a pasar la noche y a cenar conellos. Este extraño partiendo el pan se hizo reconocer como Señor y Salva-dor. Que regalo les entregó! (Lucas 24 13 – 35). Recordemos también elencuentro de Jesús con la samaritana (Jn 4). 

    ¡ Qué bueno es descubrir en el momento en que la hostilidad se convierteen hospitalidad, estos extranjeros que dan miedo se vuelven invitados yrevelan al que hospeda, las promesas que ellos llevan consigo, les entre-

    Camino diocesano para la conversión pastoral 

    «espiritualmente». Pero Jesús es bien claro. No les dice: «Hagan comoque» o «hagan lo que puedan». 

    Recordemos juntos esas recomendaciones: «No lleven para el camino másque un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero... permanezcan en la casa don-de les den alojamiento» (cf. Mc 6,8-11). Parecería algo imposible. 

    Podríamos concentrarnos en las palabras: «pan», «dinero», «alforja»,«bastón», «sandalias», «túnica». Es lícito. Pero me parece que hay una pa-labra clave, que podría pasar desapercibida frente a la contundencia de lasque acabo de enumerar. Una palabra central en la espiritualidad cristiana,en la experiencia del discipulado: hospitalidad. Jesús como buen maestro,pedagogo, los envía a vivir la hospitalidad. Les dice: «Permanezcan dondeles den alojamiento». Los envía a aprender una de las características fun-damentales de la comunidad creyente. Podríamos decir que cristiano esaquel que aprendió a hospedar, que aprendió a alojar. 

    Jesús, no los envía como poderosos, como dueños, jefes, cargados de le-yes, normas; por el contrario, les muestra que el camino del cristiano es

    simplemente transformar el corazón.

     El suyo y ayudar a transformar el de

    los demás. Aprender a vivir de otra manera, con otra ley, bajo otra norma.Es pasar de la lógica del egoísmo, de la clausura, de la lucha, de la división,de la superioridad, a la lógica de la vida, de la gratuidad, del amor. De lalógica del dominio, del aplastar, manipular, a la lógica del acoger, recibir ycuidar. 

    Son dos las lógicas que están en juego, dos maneras de afrontar la vida yde afrontar  la misión. 

    Cuántas veces pensamos la misión en base a proyectos o programas.

    Cuántas veces imaginamos la evangelización en torno a miles de estrate-gias, tácticas, maniobras, artimañas, buscando que las personas se con-viertan en base a nuestros argumentos. Hoy el Señor nos los dice muy cla-ramente: en la lógica del Evangelio no se convence con los argumentos,con las estrategias, con las tácticas, sino simplemente aprendiendo a alo-jar, a hospedar. 

    La Iglesia es madre de corazón abierto que sabe acoger, recibir, especial-mente a quien tiene necesidad de mayor cuidado, que está en mayor di-

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    Hacia una Iglesia en salida - Subsidio Pastoral nº 2 

    cultad. La Iglesia, como la quería Jesús , es la casa de la hospitalidad. Y cuán-to bien podemos hacer si nos animamos a aprender el lenguaje de la hos-pitalidad, del acoger. Cuántas heridas, cuánta desesperanza se puede cu-rar en un hogar donde uno se pueda sentir recibido.  Para eso hay que te-ner las puertas abiertas sobre todo las puertas del corazón. 

    Hospitalidad con el hambriento, con el sediento, con el forastero, con el

    desnudo, con el enfermo, con el preso (cf. 

    Mt 

    25,34-

    37) con el leproso,con el paralítico. Hospitalidad con el que no piensa como nosotros, con elque no tiene fe o la ha perdido  y a veces por culpa nuestra. Hospitalidadcon el perseguido, con el desempleado. Hospitalidad con las culturas dife-rentes, de las cuales esta tierra paraguaya es tan rica. Hospitalidad con elpecador porque cada uno de nosotros también lo es . 

    Tantas veces nos olvidamos que hay un mal que precede a nuestros peca-dos. Hay una raíz que causa tanto pero tanto daño y que destruye silen-ciosamente tantas vidas. Hay un mal, que poco a poco, va haciendo nidoen nuestro corazón y «comiendo» nuestra vitalidad: la soledad. Soledadque puede tener muchas causas, muchos motivos. Cuánto destruye la vi-

    da y cuánto mal nos hace. Nos va apartando de los demás, de Dios, de lacomunidad. Nos va encerrando en nosotros mismos. 

    De ahí que lo propio de la Iglesia de esta madre, no sea principalmentegestionar cosas, proyectos, sino aprender a vivir la fraternidad con los de-más. Es la fraternidad acogedora el mejor testimonio que Dios es Padre,porque «de esto sabrán todos que ustedes son mis discípulos, si se amanlos unos a los otros» ( Jn 13,35). De esta manera Jesús, nos abre a una nue-va lógica. Un horizonte lleno de vida, de belleza, de verdad, de plenitud. 

    Dios nunca cierra horizontes, Dios nunca es pasivo a la vida,  nunca es pasi-

    vo al sufrimiento de sus hijos. Dios nunca se deja ganar en generosidad.Por eso nos envía a su Hijo, lo dona, lo entrega, lo comparte; para que

    aprendamos el camino de la fraternidad,  el camino del don. Es denitiva-mente un nuevo horizonte, es una nueva Palabra para tantas situacionesde exclusión, disgregación, encierro, aislamiento. Es una Palabra que rom-pe el silencio de la soledad. 

    Y cuando estemos cansados o se nos haga pesada la tareade evangelizar  es bueno recordar que la vida que Jesús nos propone, res-

    Camino diocesano para la conversión pastoral 

    ponde a necesidades más hondas de las personas, porque todos hemossido creados para la amistad con Jesús y para el amor fraterno(cf. Evangelii Gaudium 265). 

    Hay algo que es cierto, no podemos obligar a nadie a recibirnos, a hospe-darnos; es cierto y es parte de nuestra pobreza y de nuestra libertad. Perotambién es cierto que nadie puede obligarnos a no ser acogedores, hos-

    pederos de la vida de nuestro Pueblo. Nadie puede pedirnos que no reci-bamos y abracemos la vida de nuestros hermanos especialmente la vidade los que han perdido la esperanza y el gusto por vivir. Qué lindo es imagi-narnos nuestras parroquias, comunidades, capillas, donde están los cris-tianos, no con las puertas cerradas sino como verdaderos centros de en-cuentro entre nosotros y con Dios. 

    La Iglesia es madre, como María. En ella tenemos un modelo. Alojar, comoMaría, que no dominó ni se adueñó de la Palabra de Dios sino que, por elcontrario, la hospedó, la gestó, y la entregó. 

    Alojar como la tierra que no domina la semilla, sino que la recibe, la nutre

    y la germina. 

    Así queremos ser los cristianos, así queremos vivir la fe en este suelo para-guayo, como María, alojando la vida de Dios en nuestros hermanos con laconanza, con la certeza que: «El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierradará su fruto». Que así sea.