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22 Autonomía de la banca central y control de la inflación ALEJANDRO DÍAZ-BAUTISTA* Introducción L a reforma del Estado en México y en América Latina ha fomentado la creación o modificación de instituciones federales y estatales que ahora tienen nuevos mandatos y funciones, estructuras, al igual que nuevos me- canismos de responsabilidad y autonomía. En el caso de la economía, los bancos centrales con autonomía administrativa promueven la credi- bilidad de decisiones públicas concediendo fuerza en la toma de sus decisiones. La autono- mía institucional del banco central es el medio de resolver las inconsistencias políticas y del tiempo que se presentan por parte de las pre- siones ejecutivas, legislativas, y políticas de los partidos en el poder, y un ingrediente esencial para tener una política económica encaminada al control de la inflación. El presente estudio tiene como objetivo la relación de la autono- mía de los bancos centrales y la inflación en el mundo. Para evaluar las dimensiones distintas de la relación de la autonomía de bancos cen- trales y la inflación, se han diseñado índices de autonomía para una muestra de 99 países en el mundo. Los resultados muestran que la es- tabilidad del nivel de precios y el control de la inflación presentan cierta relación negativa con el nivel de autonomía que presenta el banco central del país. Los resultados son importan- tes en el sentido que el control de la inflación y la autonomía de la banca central son requisitos para un crecimiento sostenido de largo plazo de la mayoría de los países en el mundo. La autonomía del banco central y el control de la inflación En la búsqueda de fórmulas que llevan a un país a controlar su nivel de inflación se encuen- tra el cederle la responsabilidad de la política monetaria a un banco central independien- te y autónomo, asignándole como objetivo primordial preservar la estabilidad del nivel de precios. Los gobiernos auto limitan su ca- pacidad de utilizar medidas monetarias para alcanzar ciertos objetivos económicos debido a que puedan generar distorsiones inflacionarias. En los últimos años se ha demostrado que la inflación provoca costos económicos y sociales muy onerosos, por lo que existe una tenden- cia en la mayor parte de los bancos centrales y * Alejandro Díaz-Bautista es doctor en Economía por la Universidad de California, Irvine. Profesor-investigador de Economía, Departamento de Estudios Económicos, COLEF. Dirección en México: Blvd. Abelardo L. Rodríguez 2925, Zona del Río, BC, 22320, México. Dirección en Estados Unidos: P.O. Box “L”, Chula Vista, CA, 91912-1257, USA. Email: [email protected] [email protected], agradezco los comentarios de Luis Treviño Garza del Banco de México.

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Autonomía de la banca central y control de la inflación

ALEJANDRO DÍAZ-BAUTISTA*

Introducción

La reforma del Estado en México y en América Latina ha fomentado la creación

o modificación de instituciones federales y estatales que ahora tienen nuevos mandatos y funciones, estructuras, al igual que nuevos me-canismos de responsabilidad y autonomía. En el caso de la economía, los bancos centrales con autonomía administrativa promueven la credi-bilidad de decisiones públicas concediendo fuerza en la toma de sus decisiones. La autono-mía institucional del banco central es el medio de resolver las inconsistencias políticas y del tiempo que se presentan por parte de las pre-siones ejecutivas, legislativas, y políticas de los partidos en el poder, y un ingrediente esencial para tener una política económica encaminada al control de la inflación. El presente estudio tiene como objetivo la relación de la autono-mía de los bancos centrales y la inflación en el mundo. Para evaluar las dimensiones distintas de la relación de la autonomía de bancos cen-trales y la inflación, se han diseñado índices de autonomía para una muestra de 99 países en el mundo. Los resultados muestran que la es-

tabilidad del nivel de precios y el control de la inflación presentan cierta relación negativa con el nivel de autonomía que presenta el banco central del país. Los resultados son importan-tes en el sentido que el control de la inflación y la autonomía de la banca central son requisitos para un crecimiento sostenido de largo plazo de la mayoría de los países en el mundo.

La autonomía del banco central y el control de la inflación

En la búsqueda de fórmulas que llevan a un país a controlar su nivel de inflación se encuen-tra el cederle la responsabilidad de la política monetaria a un banco central independien-te y autónomo, asignándole como objetivo primordial preservar la estabilidad del nivel de precios. Los gobiernos auto limitan su ca-pacidad de utilizar medidas monetarias para alcanzar ciertos objetivos económicos debido a que puedan generar distorsiones inflacionarias. En los últimos años se ha demostrado que la inflación provoca costos económicos y sociales muy onerosos, por lo que existe una tenden-cia en la mayor parte de los bancos centrales y

* Alejandro Díaz-Bautista es doctor en Economía por la Universidad de California, Irvine. Profesor-investigador de Economía, Departamento de Estudios Económicos, COLEF. Dirección en México: Blvd. Abelardo L. Rodríguez 2925, Zona del Río, BC, 22320, México. Dirección en Estados Unidos: P.O. Box “L”, Chula Vista, CA, 91912-1257, USA. Email: [email protected] [email protected], agradezco los comentarios de Luis Treviño Garza del Banco de México.

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gobiernos del mundo a procurar la estabilidad de precios dentro de sus economías, a pesar de que en ocasiones aparentemente esto vaya en contra de otros objetivos que también son importantes como el control del desempleo o la inestabilidad financiera. De acuerdo con el estudio de Treviño (2000), se sostiene la tesis de que un banco central mexicano autónomo mejora el desempeño de su política moneta-ria al preservar la estabilidad de precios en la economía. Así resulta útil mantener mecanis-mos institucionales que creen los incentivos necesarios entre las autoridades y los agentes económicos para que se incremente el nivel de confianza en las políticas del banco central y se genere una dinámica de estabilidad.

La hipótesis del presente estudio es demos-trar que la transparencia de los bancos centra-les y de las entidades públicas en general, es una estrategia que forma parte de la autonomía de éstos, para alcanzar y mantener el objetivo de estabilidad de precios y crecimiento en la economía. Durante las últimas décadas, las economías subdesarrolladas como Argentina, Bolivia, Brasil y México enfrentaron duras cri-sis producto de una inflación creciente, lo que motivo a sus gobiernos a la implementación de nuevos programas para su combate. Estos pro-gramas están basados en teorías heterodoxas, es decir, no sólo atacan la demanda agregada para la reducción de la inflación, sino también buscan aplicar políticas de control de precios para evitar los efectos inerciales que magnifi-can el proceso; ello, como consecuencia de que las teorías ortodoxas ya no son suficientes para su control y reducción. Por tanto, los mecanis-mos de autonomía de los bancos centrales para combate a la inflación son una de las nuevas formas de tratar de controlar la inflación.

Los principales mecanismos institucionales que los bancos centrales utilizan para mantener la estabilidad de precios en la economía son: la autonomía con respecto al gobierno, la rendi-ción de cuentas y la trasparencia. El estudio se centra en elaborar un modelo para estimar la relación empírica y la teoría de acuerdo al grado de autonomía del banco central y la co-rrespondiente estabilidad de precios, dado que la influencia de un banco central autónomo en la política económica, especialmente en la po-lítica monetaria, determina el desempeño de la economía nacional. La estabilidad de precios puede lograrse mejor con un mayor grado de independencia del banco central y la reputa-ción de un banco central puede interpretarse como una función del grado de autonomía.

La inflación en México y comparaciones in-ternacionales

Una preocupación constante de los gobiernos y de la sociedad en general ha sido el control de la inflación. La inflación se puede entender como el incremento generalizado de los pre-cios. Dado que todos somos consumidores, la inflación es un fenómeno que nos atañe a todos. Hablamos aquí de aumentos sostenidos de precios y no de incrementos eventuales, es decir, cuando hay inflación los precios suben día con día, los precios de hoy son inferiores a los de mañana y así continuamente; y no una única vez y se detienen ahí por mucho tiempo. Además, se trata de un incremento en el nivel general de precios, tomando una canasta de productos y no de algunos precios; por ejem-plo, una sequía que provoque una mala cose-cha, y que a su vez, estos productos no puedan ser remplazados con importaciones, sus precios

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se elevarán, pero no quiere decir que haya infla-ción, sino que hubo un cambio en los precios relativos producto de una caída en la oferta de los mismos. Esto es, aquí aumentan unos cuan-tos precios y no todos.

En el México reciente de 1980 a 2000 se vi-vieron etapas de elevada inflación y con ella los mexicanos vieron cómo su poder adquisitivo se perdía con el paso del tiempo.

Gráfica de Inflación en México

599% y Perú para ese mismo año alcanzó una cifra récord de 6 134% según datos del Banco Mundial. Esta situación tampoco ha sido ex-clusiva de los países de América Latina, la gran mayoría de los países del mundo han sufrido de las consecuencias de la inflación, sólo que algunos la han sufrido a niveles estratosféricos, tal es el caso de Hungría, que en 1945 regis-tró índices inflacionarios de hasta 19 800% mensual, y Alemania en 1922 registró una tasa de 314% mensual. Estos casos son de-

CUADRO 1.Inflación en América Latina y Estados Unidos, 1998-2000

(en porcentajes)País Ene-Jun 2000 Anualizada 2000 1999 1998Argentina - 0.40 - 1.10 - 1.80 0.70 Brasil 3.16 14.09 19.98 1.70Chile 2.40 3.70 2.30 4.70Colombia 6.98 9.68 9.23 16.70Costa Rica 4.91 10.50 10.11 12.36Ecuador 65.10 103.70 60.7 43.40El Salvador 3.60 3.10 - 1.00 4.20Estados Unidos 2.42 3.70 2.70 1.60Guatemala 2.98 7.23 4.92 7.48México 4.39 9.41 12.32 18.61Paraguay 5.50 10.30 5.40 14.6Perú 1.69 3.21 3.73 6.01Uruguay 2.74 4.79 4.17 8.63Venezuela 6.80 16.40 20.0 29.90

La inflación en México observa-da con el nivel del índice gene-ral de precios (IGP) desde 1981 ha tenido un comportamiento variado, presentándose los más altos niveles en 1982 y en 1987, con una tendencia a la baja en los últimos años. En 1987, la inflación llegó a más de los 144 puntos porcentuales. Sin embar-go, México redujo la inflación a un poco más de 9% para el año 2000. La inflación no ha sido exclusiva de nuestro país, ya que en América Latina varios países entre los que figuran Brasil en 1990 alcanzó una inflación de 2

finitivamente situaciones extremas derivados de grandes alteraciones en la vida económica de los países. Por otro lado, los países industria-lizados como Estados Unidos han podido controlar la inflación, como lo muestra el siguiente cuadro. Para 2000, Estados Unidos presenta una inflación de 3.7%, mientras que México tuvo una inflación un poco mayor a 9%, y Ecuador presenta una inflación extrema de más de 100 por ciento.

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A lo largo de la historia, la inflación ha pre-sentado diversos comportamientos, esto con relación con la magnitud que han alcanzado las alzas en los precios. Es posible clasificar a la inflación en latente, si su tasa anual de cre-cimiento no es mayor al 4%. La inflación es seria, si crece año con año a un ritmo inferior a 10 por ciento.

Una hiperinflación se da cuando los pre-cios crecen rápidamente en el año, por varios años, sin pasar el 100% anual. La mega infla-ción es cuando el crecimiento anualizado de los precios rebasa el 100% anual, por varios años.1 De acuerdo con estas clasificaciones podemos argumentar que México pasó de ser un país hiperinflacionario en 1987 (159% crecimiento de la inflación de diciembre a di-ciembre), a un país con inflación seria en 1994 (7% crecimiento de diciembre a diciembre). En la actualidad no existe una teoría completa y bien formada sobre la inflación, de ahí que para explicar las causas que dan origen a la in-flación, se intentará mostrar las justificaciones que sustentan la teoría clásica, keynesiana y moderna de la inflación. Estas teorías son las aceptadas y reconocidas en el ámbito mundial como explicativas del fenómeno inflacionario; además, por ser aquellas que, de alguna u otra forma, identifican nuestra realidad económi-ca. Para los clásicos el papel del dinero en la economía es únicamente el de servir como medio de cambio, y nada más. La economía funciona con empleo pleno de recursos y exis-te una flexibilidad de los salarios monetarios con un nivel dado de precios.

Dentro del mercado de dinero se deter-mina el nivel de precios, para lo cual hay que hacer uso de la ecuación de intercambio de la teoría cuantitativa del dinero (MV = PY)

donde M expresa la masa monetaria en cir-culación, V es la velocidad de circulación del dinero, P es el nivel de precios y Y es el nivel de producción. Considerando que V es constante por cuestiones institucionales en el corto plazo (ya sea, por ejemplo, que los salarios se paguen quincenal o mensualmente, esta estructura no cambia en el corto plazo); que el nivel de pro-ducción es fijo en el corto plazo (la economía se encuentra en pleno empleo y no hay cambio tecnológico en el corto plazo); y, que el volu-men de masa monetaria es exógeno (ya que es determinado por las autoridades monetarias); entonces, el nivel de precios se convierte en la variable dependiente de la ecuación. Por tanto, el nivel de precios está determinado por la can-tidad de dinero en circulación. Como mencio-nan Dornbusch y Fischer (1990), en la teoría clásica el nivel de precios es proporcional a la cantidad de dinero. En suma, para los clásicos, todo incremento en la oferta de dinero provo-ca el alza en los precios.

A diferencia de los clásicos, Keynes argu-menta en la teoría general que “la posibilidad de alcanzar el equilibrio entre oferta y de-manda agregada aún con desempleo, es decir, equilibrio sin pleno empleo en condiciones normales”. Pero, ¿cuál es la relación de esto con la inflación?. Para contestar a esto es ne-cesario introducir algunos conceptos como el de capacidad instalada empleada y capacidad instalada ociosa. La primera representa la pro-ducción real de la economía o la oferta total de bienes y servicios; mientras que la segunda, por su parte, refleja la producción potencial, o lo que es lo mismo, la capacidad de respuesta de la economía para incrementar su oferta ante un crecimiento repentino de la demanda. In-dependientemente de lo que ocurra con un in-

1 Definición presentada Ángeles (1990).

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cremento de la masa monetaria, según esta teo-ría, los precios no subirán. En la economía (al no encontrarse en pleno empleo de recursos) existe capacidad instalada ociosa que puede contener el incremento de la demanda. A no ser que, “de manera excepcional” la economía se encuentre el pleno empleo, solamente así, ocurrirá un incremento en el nivel de precios. Por lo tanto, para esta teoría habrá incremen-tos en precios en tanto no exista producción potencial o capacidad instalada ociosa.

Jarque y Téllez (1993) mencionan que en la teoría moderna la inflación se atribuye a tres causas principales, las cuales pueden actuar aislada o conjuntamente: exceso de demanda, impactos en la oferta y componentes inercia-les. El exceso de demanda ocurre debido a un desajuste entre oferta y demanda agregada por un exceso de la segunda y ante una nula posibilidad de crecimiento de la primera para compensar el desequilibrio. El exceso de de-manda ocasiona un alza en el nivel de precios. Pero, ¿cómo es que existe sobredemanda?, la explicación viene dada así, “el déficit del sector público es el componente de la demanda agre-gada que hace que ésta supere las posibilidades de producción de la economía y que ejerza presión sobre los precios”. Esto es debido a que el gobierno puede financiar su gasto por medio de la creación de dinero, lanzando más dinero a la circulación y creando presiones inflacionarias. El brote inflacionario se debe a un incremento en los costos de producción, como lo mencionan Jarque y Téllez (1993), los cuales son ocasionados por dos razones: la de-valuación. Cualquier desequilibrio en balanza comercial que produzca una devaluación del tipo de cambio, ocasionará un incremento

de los precios de bienes de importación, lo que elevará costos productivos y, por tanto, el nivel de precios al trasladarse los primeros a los últimos. Este efecto es de gran relevancia, sobre todo en economías como la mexicana, en donde los bienes intermedios y de capital representaron en 1993, 1994 y 1995, el 88, 88 y 92.3%, respectivamente, del total de las importaciones del país. La otra razón es por incrementos salariales. Si se tienen incremen-tos salariales por encima del crecimiento de la productividad, implica un incremento en costos, pues la relación producto-trabajo ha disminuido, y para mantenerla en el nivel an-terior hay que elevar los precios, creándose así presiones inflacionarias.

Dentro de los componentes inerciales se tienen los mecanismos de propagación según lo muestran Jarque y Téllez (1993). Estos me-canismos son fundamentalmente tres. Uno de ellos es la existencia de mecanismos formales e informales de indización (ex-post). Estos representan aquellos mecanismos que repro-ducirán en la inflación futura la presente, es decir, empresarios, trabajadores y gobierno indexan precios, salarios y tarifas en función de la inflación pasada, lo cual hace que la in-flación futura sea igual o incluso hasta mayor que la pasada. Un segundo mecanismo son los ajustes desfasados de precios. En una eco-nomía los ajustes de precios no se dan en un mismo tiempo, lo que ocasiona presiones en el alza de precios. Un tercer mecanismo son las expectativas de los distintos agentes económi-cos. La toma de decisiones para la fijación de precios con base en que la inflación esperada será aproximadamente igual a la anterior, con-firma las expectativas de un crecimiento en los

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precios. Por lo que la teoría moderna de la in-flación puede ser representada en la siguiente ecuación: Pe = a1w + a2e + a3z

Donde: Pe es la inflación esperada, w es el salario, e es la depreciación del tipo de cam-bio, z son los precios del sector público y a1, a2 y a3 son coeficientes que varían de acuerdo al peso de la variable en la economía y que al sumarse son igual a la unidad.

La ecuación señala los principales costos de producción que provocan la inflación, y dice que para que la inflación esperada (Pe) sea menor a la inflación en el periodo anterior (P-

1), es necesario que por lo menos uno de los

costos sea menor, en tanto que los otros dos, a lo más, deberán ser iguales que en el periodo anterior. Por ejemplo, si P = 4.5% y se busca que (P

-1)> Pe, es preciso que w, e o z < 4.5% (al

decir esto queremos decir que deben indexarse a un valor menor al señalado), eso dependerá de en que quiera anclarse el programa de com-bate a la inflación.

En el caso mexicano de combate a la infla-ción, apoyándonos en esta ecuación, se deci-dió anclar el tipo de cambio (e en la ecuación), es decir, tanto w como z se indexaron al valor de la inflación, lográndose grandes resultados. Según Lustig (1995), la inflación pasó de 157.9 % en 1988 a 7.1 % en 1994.

Según Jarque y Téllez (1993) la inflación causa diversos efectos sobre la economía, den-tro de los cuales podemos señalar las distor-siones administrativas, las distorsiones fiscales y las distorsiones a la asignación de recursos. Aunado a estas distorsiones, podemos agregar el acortamiento en el horizonte de toma de de-cisiones, pues resulta casi imposible el elaborar proyectos de inversión con gran certidumbre en economías con alta inflación.

Las políticas de abatimiento de la inflación

Se clasifican en dos los tipos de políticas eco-nómicas de combate a la inflación, esto de acuerdo a los esquemas teóricos antes men-cionados. Por un lado, tenemos las políticas ortodoxas, las cuales hacen hincapié en el uso de políticas de demanda agregada; es decir, basan su programa de control y combate a la inflación en políticas monetarias y fiscales res-trictivas, ya que para estas políticas tradiciona-les, la inflación es esencialmente un fenómeno monetario. Por el otro lado, están las políticas heterodoxas que consideran que la inflación tiene un importante componente inercial y puede ser causado tanto por desequilibrios en el sector real como por desajustes en la política monetaria. Este componente inercial se mani-fiesta por la forma en como está estructurado el mercado, desde la vía en como se reparte la riqueza, hasta la forma en como se pacta la indexación de los contratos salariales. Estas políticas basan su estrategia antinflacionaria en un ataque directo a los (aumentos de los) precios; ya sea, por la vía de la concertación o a través de mecanismos impuestos por el gobierno, como el congelamiento o control generalizado de los precios (de los bienes, del tipo de cambio, de los salarios nominales y de las tarifas públicas).

Las políticas ortodoxas son las políticas eco-nómicas que centran su estrategia en el control monetario para reducir la demanda agregada vía políticas fiscales y monetarias restrictivas. La política fiscal es la que comprende ingre-sos, gastos y deuda públicas. Para este caso en especial (de acabar con la inflación), expresa el eliminar el déficit fiscal, es decir, contar con finanzas públicas sanas, para lo cual recomien-

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da reducir el gasto público, incrementar los ingresos públicos mediante impuestos directos o indirectos o incrementos en precios y tarifas del sector público, y planes de financiamiento de la deuda pública de largo plazo.

La política monetaria para el control de la inflación cubre todo lo referente al dinero: su emisión, costo, destino, y demás. Como el fin es reducir la masa monetaria en circulación, esta política señala lo siguiente: Restringir la emisión de circulante por parte del banco central, ya que al estar financiando el gobierno su déficit con dinero nuevo (sin contraparte en producción), se estarán creando mayores presiones inflacionarias y lo que se busca es reducirlas. Emitir bonos y certificados guber-namentales mediante operaciones de mercado abierto, es decir, el proceso consiste en que el gobierno ofrezca los bonos en el mercado de valores para que sean adquiridos por los inver-sionistas y sacar así dinero de la circulación, reduciendo o en su caso, eliminando presiones en el alza de precios. Incrementar el encaje le-gal que consiste en que el gobierno solicite a las instituciones de crédito (los bancos), man-tengan una reserva líquida de dinero a manera de protección, evitando así un mayor volumen de dinero en circulación y con ello disminuir la demanda agregada. De igual manera se pueden restringir los créditos mediante dos vías. Una de ellas consiste en incrementar la tasa de in-terés, lo cual eleva el costo del dinero y reduce su demanda; la otra, mediante restricciones de tipo administrativo, como son la nula apro-bación de créditos y la exigencia de garantías elevadas. La aplicación de estas políticas eco-nómicas llega a tener resultados satisfactorios para el control inflacionario; sin embargo, son altamente recesivas, por lo que su costo de

aplicación es elevado, pues crean desempleo, desalientan la inversión, el crecimiento es nulo o negativo.

El enfoque heterodoxo centra su estrategia en el control de precios, tipo de cambio y sala-rios al considerar la existencia de mecanismos de propagación (componentes inerciales) que validan y magnifican la inflación. Antes de la puesta en marcha de un programa que emplee políticas de este tipo es necesario que el país cuente con unas finanzas públicas sanas, un tipo de cambio real y reservas internacionales compatibles con las metas de estabilidad de precios. Una vez logradas estas precondicio-nes, se sugiere la aplicación de una política de precios, una política cambiaria, una política salarial y una política comercial.

En la política de precios se puede aplicar un congelamiento o control generalizado de los precios, posterior a la realineación de los pre-cios relativos. Para que una política de este tipo tenga éxito, es importante equilibrar los pre-cios de unos bienes en relación con los precios de otros, para establecer un control de precios más justo. En el caso mexicano, por ejemplo, realinearon precios y tarifas del sector público, que al estar tan subsidiados habían quedado rezagados en relación con los precios de otros bienes del sector privado. Además, el control de precios no se realizó solo en los bienes de consumo, sino también en bienes intermedios, procurando así reducir costos productivos. En el caso de México, esto se llevo en un marco de concertación y acuerdo mediante la firma de pactos económicos.

Dentro de los costos productivos señalados por la teoría moderna de la inflación se incluye el tipo de cambio; como tal, esta política señala su congelamiento, es decir, mantener un tipo

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de cambio fijo como anclaje a las presiones inflacionarias, evitando toda devaluación de la moneda, ya que esto acarrearía de nuevo una espiral inflacionaria.

La política comercial para abatir la inflación consiste en la eliminación de trabas al comer-cio exterior, o sea, procurar un mercado libre-cambista, sin restricciones fuertes al comercio. Para ello, se recomienda eliminar permisos a la importación, reducir aranceles y quitar cuotas de importación. Con ello, la oferta de bienes y servicios se incrementa por lo que los precios tenderán a caer además de entrar en compe-tencia los productores nacionales y extranjeros, lo cual obligará al primero a equiparar y equi-librar costos de producción, calidad y precios. Es preciso señalar que dependerá de la magni-tud de la inflación y la rapidez con la cual se desee combatir la misma, el grado con el cual se apliquen las políticas de corte tradicional o heterodoxas para abatir la inflación.

Metas de inflación y la política monetaria

En la última década, un gran número de paí-ses industrializados adoptó un marco para la política monetaria de sus países que se conoce como metas de inflación (inflation targets). Este marco se adopta como una respuesta a las dificultades que se presentan en conducir la política monetaria al utilizar instrumentos de cambio u otros agregados monetarios como el objetivo intermedio principal. Al mismo tiempo observaron al tener un expediente de la inflación y al realizar políticas monetarias más transparentes y responsables, se mejora la credibilidad de la política monetaria. En la práctica, el poder establecer metas de inflación también ha servido como un medio para expli-

car al público los costos de una política mone-taria expansiva y de la necesidad de comprar con derecho preferente cualquier presión infla-cionaria. Hasta ahora solamente algunos países industrializados han instaurado las metas de inflación. Los siete primeros países fueron Nueva Zelanda, Canadá, Inglaterra, Suecia, Finlandia, Australia, y España. Es posible que se puedan establecer metas de inflación en los países en vías de desarrollo. Para poder reducir la inflación, se necesita tener la premisa de que la meta principal de la política monetaria del país debe ser lograr y preservar una tasa de in-flación baja y estable.

La política monetaria afecta la tasa de infla-ción con los retrasos de la duración incierta y de la fuerza que varía. Estos retrasos la hacen difí-cil, si no imposible, para que el banco central controle la inflación sobre una base de período a período. Considerando lo anterior, el primer requisito para que cualquier país considere la adopción de tener metas de inflación es que el banco central debe tener un grado considera-ble de autonomía e independencia. Aunque no es necesario que el banco central tenga autono-mía legal completa, las autoridades monetarias deben tener la libertad para manejar los ins-trumentos de la política monetaria hacia cierto objetivo nominal. Para resolver este requisito, un país no debe demostrar los síntomas de la dominación fiscal, es decir la conducta de la política monetaria no se debe dictar por con-sideraciones puramente fiscales. Esto implica que el préstamo al sector público por el banco central y el sistema de actividades bancarias debe ser reducido o no existente; el gobierno debe tener una amplia base del crédito y no debe confiar en el señoreaje generado por la emisión excesiva. El señoreaje se refiere al in-

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greso del gobierno por creación de dinero. Los mercados financieros domésticos deben poder absorber la colocación de los instrumentos de deuda pública y privada; y la acumulación de la deuda pública debe ser sostenible. Si estas condiciones no se resuelven, los desequilibrios fiscales grandes o prolongados darán lugar a las presiones inflacionistas que reducen la eficacia de la política monetaria en la obtención de cualquier meta nominal y forzarán al banco central a seguir una política monetaria con altas tasas de inflación.

En los estudios sobre la autonomía y inde-pendencia del banco central en los países en vías de desarrollo se puede observar que las

autoridades monetarias tienen que considerar varios aspectos.

En particular, en los países en vías de desa-rrollo, la conducción de una política moneta-ria autónoma e independiente debe considerar tres factores. Los factores son el señoreaje, los mercados financieros y el gobierno (cuando el gobierno trata de extraer ingresos mediante re-presiones financieras mediante tasas de interés, además de requerimientos en las reservas in-ternacionales, las políticas de crédito sectorial, y la emisión de deuda pública con sistemas bancarios frágiles. Al observar los datos sobre ingresos por señoreaje, la inflación y el déficit fiscal del gobierno podemos obtener ciertos

Cuadro 2.

Señoreaje, Inflación y Balance Fiscal del Gobierno

Señoraje 2 Inflación IPC Balance Fiscal del Gobierno 3 1980 1992 1980 1980 1992 1980 1980 1992 1980

1991 1995 1995 1991 1995 1995 1991 1995 1995Economías Avanzadas4 0.75 0.32 0.64 7.2 3.3 6.2 -3.8 -4.7 -4.0 Estados Unidos 0.35 0.44 0.37 5.4 2.8 4.8 -3.5 -3.3 -3.4 Alemania 0.48 0.30 0.44 2.9 3.5 3.1 -2.4 -1.6 -2.2 Japón 0.63 0.32 0.55 2.6 0.9 2.2 -3.1 -3.0 -3.1 Países con metas de Inflación (7) 0.59 0.54 0.58 8.0 2.7 6.7 -2.4 -5.7 -3.2 África (19) 1.42 1.31 1.41 19.6 22.2 20.2 -5.2 -4.7 -5.1 Asia (13) 1.53 2.04 1.79 7.6 7.1 7.5 -3.2 -1.3 -2.7 China 3.54 7.75 6.52 6.5 16.1 8.9 -1.8 -1.9 1.8 Asia sin China (12) 1.34 1.57 1.39 7.8 6.5 7.5 -3.3 -1.2 -2.8 Corea 0.79 1.12 0.87 8.5 5.4 7.7 -1.2 0.1 -0.9 Malasia 1.42 3.63 1.97 3.5 3.9 3.6 -6.3 0.8 -4.5 Singapur 1.57 1.22 1.48 2.9 2.3 2.8 5.2 13.1 7.2 Europa del EsteHungría 0.42 4.12 2.52 12.7 23.1 15.3 -1.3 -6.1 -2.5 Polonia 7.01 2.23 5.81 99.5 34.6 83.3 -2.3 -3.9 -2.7 América Latina y el Caribe(15) 3.22 2.37 3.00 251.4 110.1 216.1 -3.3 -0.8 -2.6Argentina 4.58 0.91 3.66 678.5 10.8 511.6 -5.2 0.1 -3.9 Brasil 4.35 7.46 5.13 535.9 1319.6 731.8 -0.7 -0.3 -0.6 Chile 1.70 1.53 1.66 21.8 11.9 19.3 0.9 2.8 1.4 México 3.72 0.69 2.96 61.7 16.8 50.5 -6.8 0.1 -5.1 Medio Oriente (9) 2.37 1.60 2.18 22.9 13.8 20.6 -7.2 -4.3 -6.4Fuentes: datos del International Financial Statistics y World Economic Outlook. 1 Promedio del periodo en porcentajes. 2. Se define como el cambio anual en la base monetaria dividido por el PIB Nominal. 3 Balance del gobierno federal dividido por el PIB nominal. Nota: número de países en paréntesis.

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resultados. Como es de esperarse, el señoreaje es considerablemente mayor en los países en vías de desarrollo que en los industrializados. La relación entre déficit fiscal, inflación y se-ñoreaje varía considerablemente entre regiones y grupo de países. Los países industrializados que adoptan metas de inflación presentan una inflación mucho menor. Es evidente que para los países en vías de desarrollo, no se cumplen todavía los requerimientos fiscales para tener un impacto real de implantar una política mo-netaria autónoma e independiente. Un banco central independiente y autónomo tiene mayor efectividad cuando se requiere en menor grado el señoreaje. Se muestra en el cuadro, que en algunos países de medianos ingresos, no se tie-nen todavía las condiciones para adoptar una política monetaria con metas de inflación.

Marco teórico de la política monetaria y la autonomía del banco central

Para hablar de los alcances en política mone-taria de los bancos centrales es necesario dete-nerse por un momento a pensar sobre el uso mismo del dinero. Son innegables las contri-buciones de autores tales como David Hume quien propuso por primera vez hace casi 250 años el principio de neutralidad de la política monetaria, según la cual los cambios en la can-tidad de dinero tiene una limitada capacidad para influir sobre las decisiones de asignación de recursos de los agentes económicos, de tal suerte que dichos cambios acaban por cau-sar variaciones en el nivel general de precios. Samuelson (1958), en uno de los estudios más importantes de teoría monetaria que se hayan escrito, describe el carácter de los siste-

mas financieros como vehículos para permitir a las personas la realización de transacciones intertemporales. Utilizando una metodología de generaciones traslapadas, demuestra que la existencia del dinero puede contribuir a elevar significativamente el nivel de bienestar social. Sin embargo, Samuelson es sumamente cui-dadoso al distinguir entre el surgimiento del dinero y la subsecuente expansión del medio circulante. Concretamente, el dinero en senti-do estricto, o el sistema financiero visto desde una perspectiva más amplia, son las institucio-nes a través de las cuales las personas pueden ahorrar, lo cual puede facilitar las transferen-cias intertemporales que constituyen una me-jora respecto al status quo en situaciones en las cuales tales transferencias fueran imposibles. En este sentido, se afirma que la existencia de dinero es mejor que la falta del mismo, lo cual no significa que una vez que éste exista, mayores cantidades de dinero mejoran el bien-estar. Es aquí a donde se regresa a la noción de neutralidad de dinero, según la cual, cambios en la cantidad nominal de dinero se traducen en incrementos en el nivel de precios, ello sin mayor beneficio para la sociedad.

Contemporáneo a las ideas de Samuelson, Phillips (1958) elaboró un artículo con la propuesta que aunque teóricamente el dinero fuera neutral, en la práctica el responsable de la política económica podían utilizar herra-mientas del lado de la demanda agregada para inducir incrementos en el nivel de actividad y empleo. Phillips presenta evidencia que con-dujo a pensar que existió una relación inversa relativamente estable entre el nivel de desem-pleo y la tasa de crecimiento de los salarios en el Reino Unido durante el período 1861-1957.

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Diversas investigaciones posteriores encontra-ron una relación similar entre la tasa de desem-pleo y la de inflación, por lo que esta relación terminó por denominarse la curva de Phillips. La respuesta a este artículo fue muy entusias-ta por parte de los responsables de la política económica en el mundo industrializado. Sin embargo, la experiencia pronto sugirió que la capacidad de la política monetaria y fiscal para reducir permanentemente el desempleo era menor de lo inicialmente previsto. Poco pasó para que tal situación fuese reconocida en la literatura, destacando particularmente los artículos de Friedman (1968) y Phelps (1968). Ambos autores plantearon que cada economía tenía un nivel natural de desempleo, y por extensión un nivel natural para las demás variables reales. Estos niveles correspondían a sus respectivas tendencias de largo plazo, las cuales estaban determinadas por condiciones estructurales como pueden ser la tecnología, los costos de transacción, eventuales rigideces, fricciones en los mercados y demás arreglos instituciones. Por consiguiente, la política mo-netaria sólo podría promover transitoriamente la actividad económica, regresando en el largo plazo a la neutralidad ya planteada por Hume desde siglos atrás.

Durante los años setenta, los investigado-res y los funcionarios públicos parecieron ca-minar por sendas distintas. Los investigadores, partiendo de la convicción de que la política contra cíclica tenía alcances muy limitados, trataron de entender las posibles causas de una curva de Phillips en el corto plazo, y con ello, establecer con más precisión los límites, en magnitud y tiempo, dentro de los cuales el activismo monetario y fiscal pudiera justificar-

se. Por su parte, los responsables de la política económica continuaron instrumentando sus acciones como si la crítica a la curva de Phillips nunca se hubiera presentado.

Por el lado de la teoría, se plantearon nu-merosas explicaciones para la no-neutralidad transitoria de la política de demanda agregada. Entre todas, la más destacada es la propuesta de Lucas (1972, 1996). El autor señaló que partiendo de los fundamentos de la economía neoclásica, debería esperarse que individuos racionales asignaran sus recursos de manera distinta a la que correspondería al equilibrio con perfecta información sólo si éstos carecie-sen de información completa y precisa sobre las decisiones de las autoridades. Es así que si el público anticipa perfectamente cambios en el nivel del dinero en circulación, y la política monetaria es neutral, las variaciones únicamen-te ocasionan cambios en el nivel general de pre-cios. La brecha que existía entre las opiniones de los investigadores y el punto de vista de los funcionarios a cargo de la política monetaria y fiscal durante los años setenta provenía, en buena medida, del hecho de que por un lado Phillips había presentado evidencia a favor de la capacidad de la política activista para redu-cir eficazmente el desempleo, mientras sólo se tenían una serie de argumentos relativamente abstractos que no se apoyan en evidencia con-tundente como para descalificar a la primera. Es por eso que los trabajos seminales de Fried-man, Phelps y Lucas provocaron un intenso trabajo econométrico. El renovado interés por el tema de la independencia del banco central, de acuerdo con Goodhart (1994), descansa sobre la aceptación creciente de una curva de Phillips vertical en el largo plazo, por lo que

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no existe un trade off entre inflación y empleo que pueda ser utilizado con fines de fomentar la ocupación.

De las diferentes perspectivas de trabajo habría que destacar la de Fisher (1995), quien establece la distinción entre independencia de objetivos y de instrumentos. Resulta pertinen-te esta diferenciación para entender la relación entre el gobierno y el propio banco central y, por tanto, hablar del grado de autonomía. Un banco central que establezca sus propios objetivos de política tiene una independencia de objetivos. Mientras que un banco central al que el gobierno le defina unos objetivos a cum-plir y se le otorgue autonomía para elegir los instrumentos necesarios en la consecución de las metas tiene independencia de instrumen-tos. Walsh (1995) utiliza el enfoque de princi-pal-agente para explicar la relación entre el go-bierno y el banco central. El estudio establece contratos entre ambos e incorpora un sistema de estímulos. El objetivo del banco central es mantenerse sobre un nivel de inflación óptimo, así, el banco sería penalizado cuando se aleje de los niveles establecidos, ya que se hace respon-sable de los resultados de la política monetaria. La teoría positivista de la conducta del banco central lo trata como un agente económico que debe resolver un problema de maximización del bienestar social, utilizando para el análisis el instrumental teórico de las expectativas ra-cionales. La maximización del bienestar social se obtiene cuando la inflación presente es cero y el empleo se encuentra en su tasa natural. Alesina (1993) muestra que la independencia del banco central puede tener efectos positivos sobre las variables macroeconómicas en la me-dida en que se logra estabilidad económica y se

reduce el riesgo de variaciones sobre las tasas de interés reales. En suma, niveles de inflación bajos y la mayor disciplina fiscal son más pro-bables de encontrarse en aquellos países que cuentan con bancos centrales más indepen-dientes y autónomos.

Cukierman, Webb y Neyapti (1992) desa-rrollan cuatro medidas de independencia del banco central y exploran su relación con la inflación. Uno es un índice legal agregado de cuatro décadas en 72 países. Los índices son indicadores de la independencia como el índi-ce del volumen de ventas del banco central, un índice basado en un cuestionario a especialistas en 23 países, y una agregación del índice legal y del índice del volumen de ventas. Los resul-tados principales son que cuanto más indepen-diente es el banco central, se tiene una menor inflación en los países industrializados, pero la relación no se aplica para países en vías de desarrollo. Masciandaro y Spinelly (1994) han realizado un esfuerzo por sintetizar los deter-minantes institucionales para la independencia y autonomía del banco central. Algunos de los exponentes recientes del modelo de índices de autonomía de los bancos centrales son autores como Goodman (1992) y Treviño (2000) con un análisis mediante las leyes o estatutos que gobiernan a las instituciones. En diversos es-tudios que se han realizado sobre el grado de autonomía de los bancos centrales se toman diferentes criterios, por ende, el grado de au-tonomía es una característica cualitativa y de-pende en cierto sentido en un grado subjetivo del autor. En la literatura pertinente, diversos criterios se han aplicado para analizar el grado de autonomía del banco central, considerando las características estatutarias de las provisiones

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institucionales y políticas de los bancos cen-trales, de igual forma que el alcance real de la credibilidad del banco para mantener la estabi-lidad del precio.

En este contexto, la reputación de un ban-co central se puede interpretar en función del grado de autonomía. Sin embargo, en estos estudios ha llegado a ser evidente que el or-den de los bancos centrales en términos de su grado respectivo de autonomía no es único. Hay diversos estudios que tratan de medir la autonomía de manera empírica como Parkin y Bade (1988); Alesina (1989); Alesina y Grilli (1991), Grilli/Masciandaro/Tabellini (1991), Alesina/Summers (1991/1993), y Kronberger Kreis (1990). La siguiente tabla muestra una categorización de la autonomía del banco cen-tral mediante por países.

Se muestra la diversidad de los valores en los índices de autonomía del banco central en países industrializados. A pesar de la diferencia en los valores para evaluar la autonomía de los Bancos Centrales, en algunos se mantiene el mismo lugar en su nivel de autonomía. Trevi-ño (2000) realiza una comparación del índice de Cukierman, Webb y Neyapti (1992) con su índice y observa cómo los bancos centrales de los países del sudeste asiático se mantiene en los mismos lugares. En el siguiente cuadro se muestra un índice de autonomía construido por Treviño (2000) para economías desarrolla-das y economías emergentes. Como menciona Treviño (2000) se puede observar una clara diferencia entre los bancos centrales de las eco-nomías desarrolladas con los de las economías en desarrollo.

País/Autonomía Bade y Parkin Alesina Grilli/Masciandaro/ Alesina/Summers (1988) (1989) Tabellini (1991) (1991/1993) Alemania 1 1 1 1Suiza 2 1 2 1Japón 3 2 8 2.5Estados Unidos 4 2 2 1.5Holanda 5 3 4 2.5Bélgica 6 3 7 3Canadá 7 3 3 2.5Suecia 8 3 3 3Dinamarca 9 3 6 2.5Francia 10 3 7 3Inglaterra 11 3 8 3Italia 12 3.5 9 3.25España 13 4 9 3.5

CUADRO 3. Comparación de la autonomía del banco central

para países industrializados en estudios internacionales

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Treviño (2000) menciona que dentro de los criterios para construir y evaluar el índice de autonomía de los bancos centrales se toma en cuenta si la institución nombra al Goberna-dor del banco central, la duración del cargo del Gobernador o cabeza del banco central, la duración de la junta de gobierno del banco central, la existencia de renovación del Go-bernador del banco central, el desfase entre el periodo del Gobernador y el del gobierno, el crédito directo al gobierno federal, el grado de intervención del gobierno en asuntos de política monetaria, el grado de intervención del gobierno en la determinación de la política cambiaria y la determinación de metas u ob-jetivos concretos de la política monetaria. La unión monetaria europea y el tratado de Maas-tricht, pone recientemente en relieve la impor-tancia de la reputación y el grado de autono-

mía de los bancos centrales a nivel mundial. En particular, como la influencia de la autonomía del banco central en la política econó-mica, especialmente en la política monetaria, puede determinar el funcionamiento de la economía nacional en su totalidad al poderse lograr los objetivos de abatimiento de la inflación. La opinión que prevalece en la discusión político-económica sobre la autonomía del banco central es doble. Primero, se piensa que la estabilidad de precios se puede asegurar de mejor manera al contar con un banco

CUADRO 4.Índice de Autonomía de Bancos Centrales

Economías Índice Economías ÍndiceDesarrolladas de autonomía Emergentes de autonomía

BCE 0.88 Chile 0.69Suecia 0.89 México 0.67Alemania 0.82 Brasil 0.55Estados Unidos 0.81 Argentina 0.52Noruega 0.80 Uruguay 0.51Suiza 0.79 Perú 0.49Francia 0.75 Bolivia 0.45Grecia 0.79 Venezuela 0.43Canadá 0.69 Indonesia 0.36Australia 0.64 Tailandia 0.36Austria 0.64 Corea 0.34Finlandia 0.63 Malasia 0.34Dinamarca 0.61 Singapur 0.27Irlanda 0.59 Colombia 0.19Bélgica 0.56 España 0.52 Japón 0.48 Reino Unido 0.42

central autónomo e independiente de otros en-tes políticos y burocráticos. En segundo lugar, se piensa que una política monetaria orientada a la estabilidad por parte de un banco central, de ninguna manera se encuentra en contradic-ción con la meta de alcanzar el pleno empleo y el control a la inflación. Podemos pensar que hay una relación positiva significativa entre la estabilidad relativa del precio y el grado relati-vo de autonomía de sus bancos centrales. De igual forma, se puede pensar que otros agrega-dos macroeconómicos importantes como (la cantidad de dinero, las tasas de interés, el PIB y el índice de desempleo se correlaciona con el grado de autonomía del banco central), y en el caso de una política monetaria orientada a la estabilidad económica, los países con un alto grado de autonomía del banco central tienden a cumplir las metas de pleno empleo.

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Análisis empírico de la autonomía del banco central y el control de la inflación

El análisis empírico considera una compara-ción internacional entre la relación cercana que hay entre el grado de autonomía del banco central y la estabilidad de precios, en términos de la inflación. El siguiente cuadro ilustra esta relación para diversos países basados en la graduación de la autonomía del banco central elaborada por Treviño (2000) y ampliada para el presente estudio a 99 países. Los datos pre-sentan una relación cercana entre la autonomía

del banco central de un país y la estabilidad relativa de precios. El conflicto de la meta de la estabilidad de los precios y de pleno empleo, ejerce una influencia sobre el grado de auto-nomía del banco central en la resolución de problemas macroeconómicos. El resultado em-pírico muestra que la inflación y el índice de autonomía para 99 países tiene una correlación de –0.188. Por lo que se pueden considerar a países con épocas de tensión económica des-pués de choques de precio, como países donde se tiene poca efectividad de parte de los bancos centrales.

CUADRO 5.Índice de autonomía (I.A.) e Inflación por país.

País Inflación I.A País Inflación I.A(%) . ( de 0 a 1) (%) . (0 a 1)Argentina 4% (2001 ) 0.52 Germanía (Alemania) 1.3% (2002 ) 0.82Armenia 3.1% (2000 ) 0.1 Ghana 25% (2001 ) 0.1Aruba 4% (2000) 0.1 Grecia 3.6% (2002) 0.88Australia 2.8% (2002 ) 0.6 Guatemala 7.6% (2001) 0.1Austria 1.8% (2002 ) 0.88 Haití 14% (2001 ) 0.1Azerbaijan 2.6% (2002 ) 0.1 Honduras 9.7% (2001) 0.1Bahrain 1.5% (2001 ) 0.1 Hong Kong -1.6% (2001 ) 0.75Bangladesh 5.8% (2000 ) 0.1 Hungría 5.3% (2002 ) 0.1Barbados 3.5% (2001 ) 0.1 India 5.4% (2002 ) 0.1Belarusia 46.1% (2001 ) 0.1 Indonesia 11.5% (2001) 0.36Bélgica 1.7% (2002 ) 0.88 Iran 17.3% (2002 ) 0.1Belice 1.7% (2001 ) 0.1 Irak 60% (2001 ) 0.01Benin 3% (2001 ) 0.1 Italia 2.4% (2002) 0.88Bolivia 2% (2001 ) 0.1 Jamaica 6.9% (2001) 0.1Bosnia Herzegovina 5% (2001 ) 0.1 Japón -0.9% (2002) 0.48Botswana 6.6% (2001) 0.1 Jordán 3.3% (2002 ) 0.1Brasil 7.7% (2001) 0.55 Kazakhstan 8.5% (2001 ) 0.1Bulgaria 5.9% (2002.) 0.1 Kenya 3.3% (2001 ) 0.1Burma 20% (2001) 0.1 Kiribati 2.5% (2001 ) 0.1Burundi 14% (2001) 0.1 Corea, Sur 2.8% (2002 ) 0.34Camboya 1.6% (2000) 0.1 Libia 13.6% (2001 ) 0.1Camerún 2% (2000 ) 0.1 Liechtenstein 1% (2001) 0.8Canadá 2.2% (2002) 0.69 Lituania 0.8% (2002 ) 0.1Cabo Verde 3% (2001) 0.1 Luxemburgo 1.6% (2002 ) 0.88Central African Republic 3.6% (2001 ) 0.1 Malasia 1.5% (2001 ) 0.34Chad 3% (2000 ) 0.1 México 6.5% (2001 ) 0.67Chile 3.5% (2001 ) 0.69 Mongolia 11.8% (2000 ) 0.2China -0.8% (2002) 0.1 Netherlands (Holanda) 3.4% (2002 ) 0.88Colombia 7.6% (2001) 0.19 Nueva Zelanda 2.6% (2001 ) 0.7

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Comoros 3.5% (2001 ) 0.1 Pakistán 4% (2001 ) 0.1Congo 358% (2001) 0.01 Paraguay 7.2% (2001 ) 0.4Costa Rica 12.1% (2001) 0.1 Perú 1.5% (2001 ) 0.49Dinamarca 2.3% (2002 ) 0.88 Philippines (Filipinas) 6% (2001 ) 0.4Djibouti 2% (2001 ) 0.1 Rusia 16.2% (2002 ) 0.1Dominica 1% (2001 ) 0.1 Singapur 1.5% (2001 ) 0.27Republica Dominicana 5% (2001 ) 0.15 Somalia 100 % (2001) 0.01Ecuador 22% (2001 ) 0.1 Sud África 5.8% (2001 ) 0.2Egipto 2.3% (2001) 0.19 Spain (España) 3% (2002 ) 0.52El Salvador 3.8% (2001) 0.1 Sri Lanka 14.2% (2001 ) 0.1Ecuatorial Guinea 6% (2001 ) 0.1 Suecia 2.2% (2002 ) 0.89Eritrea 15% (2001 ) 0.1 Switzerland (Suiza) 0.5% (2002 ) 0.79Estonia 3.7% (2002) 0.1 Tailandia 1.6% (2001) 0.36Etiopía 6.8% (2001) 0.1 United Kingdom (Inglaterra) 2.1% (2002 ) 0.42Faroe Islands 5.1% (1999) 0.1 United Status (Estados Unidos) 2.8% (2001) 0.81Fiji 3% (2000) 0.1 Uruguay 3.6% (2001) 0.3Finlandia 1.9% (2002 ) 0.88 Uzbekistán 23% (2001 ) 0.1Francia 1.8% (2002 ) 0.75 Venezuela 12.3% (2001) 0.43French Guiana 2.5% (1992) 0.1 Vietnam -0.3% (2001 ) 0.1French Polynesia 1.5% (1994) 0.1 Zimbabwe 100% (2001) 0.1Georgia 5.2% (2002 ) 0.1 Fuentes: datos del International Financial Statistics y World Economic Outlook.

La inflación para los países desarrollados va normalmente de 1 a 4%, mientras que para los países en vías de desarrollo se observa una in-flación de 5% a 60% en 2001. Las inflaciones nacionales varían en casos individuales como el de Japón, China y Hong Kong donde se ve una deflación o caída de precios, hasta varios países del tercer mundo donde se tienen casos de hi-perinflaciones con bajos niveles de autonomía como Zimbabwe y Somalia. Los resultados nos muestran que la correlación negativa entre la inflación anual y la autonomía de la banca central para mas de cien países en el mundo. Esto comprueba que si el índice de autonomía es mayor, siendo que un índice mayor signi-fica más autonomía, la inflación será mucho menor. Se comprueba la hipótesis del presente estudio que era demostrar que la autonomía de los bancos centrales es una estrategia para

alcanzar y mantener el objetivo de estabilidad de precios en las economías modernas.

Comentarios finales

El estudio demuestra que las economías que presentan mayor autonomía de sus bancos cen-trales presentan inflaciones menores. La teoría explica que como primer paso para fomentar el crecimiento económico es el combate a la inflación, es decir, el aplicar políticas de tipo contraccionista, para después, una vez alcan-zados los niveles deseados de inflación, aplicar políticas de tipo expansionista que fomenten la inversión y la creación de empleos y lograr una economía con crecimiento sostenido. Todo diseño de política económica, ya sea ortodoxa o heterodoxa, es el resultado de un análisis previo y exhaustivo de las condiciones por las

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cuales atraviesa la economía en cuestión, esto si se quieren obtener resultados satisfactorios.

México presenta actualmente una clara desaceleración de la oferta y demanda inter-nas, al mismo que la inflación anualizada se ha reducido en los últimos años. Esto hace prever que se pueden alcanzar las metas al tener la inflación mas baja en los últimos 30 años por debajo de 3.5% anual. Una de las causas de la tendencia inflacionaria a la baja, es el sesgo restrictivo de la política monetaria, la desace-leración, y el tipo de cambio. En respuesta al descenso de la inflación y la desaceleración, las tasas de interés reales se han reducido, alcan-zando sus niveles más bajos en la historia. Al-gunos factores sociales que puede determinar que no se cumplan los objetivos de inflación es que no se aprueben las reformas estructurales que requiere el país, como la reforma fiscal y energética. Finalmente, la mayor autonomía de los bancos centrales surge como un nuevo elemento para el control de la inflación.

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