australophitecus afarencis

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AUSTRALOPITHECUS AFARENSIS: SU SITUACIÓN GEOGRÁFICA CARACTERÍSTICAS GENERALES Hace tres millones de años aparece una nueva especie de homínido que se desarrolla hasta hace un millón de años, el género de los Australopithecus. No se ha encontrado ningún esqueleto completo, pero el estudio minucioso de los fragmentos que tenemos permiten diferenciar ocho especies, citadas y descritas según sus características propias en la tabla de la derecha). Todos estos tipos tienen algunas semejanzas: las más destacadas están en el cráneo, alargado con caja craneana aplanada y de frente huidiza, con un severo prognatismo, y no tiene mentón. Estas características son muy parecidas a la de los póngidos actuales. Eran de baja estatura, rondando 1,1-1,5 metros y con una capacidad craneal de aproximadamente 500 cm 3 . Similar al Homo Sapiens en tener la posición horizontal del agujero occipital y los dientes con forma parabólica. La pelvis es ancha con el ilion extendido hacia los lados y hacia atrás, a diferencia de los cuadrúpedos, permitiendo así la marcha bípeda. Se tiene casi toda seguridad de que alguna de estas especies de Australopithecus dieron lugar con el paso del tiempo al género Homo en África, hace unos 2 millones de años. Por tanto, juega un importante papel en la evolución humana. Samuel Fierro Álvarez [email protected] AUSTRALOPHITECUS AFARENSIS: MORFOLOGÍA Se trata de un Australopithecus que (parece) deriva del Anamensis. Vive entre 4.000.000 y 2.500.000 B.P. Entre los machos y las hembras se presentan diferencias: los primeros tienen una altura aproximada de 1,50 metros y un peso alrededor de 50 kilogramos, mientras que las segundas son más pequeñas, de 1,20 metros de altura y 20 kilogramos menos. Su capacidad craneal está entre los 400 y 500 centímetros cúbicos (en la imagen del cráneo: a, inclinación de la frente; b, surco sobre el torus supraorbitario; c, torus supraorbitario; d, morfología del canino; e, foramen magnum. Los caninos estarían “salidos” de la dentadura, como se muestra en la imagen, comparando con el Sapiens. Su pelvis le permite tener una posición erecta, asemejándose a la humana. Sus brazos alargados en comparación con las patas permite interpretar que tenía actividad en los árboles, de donde recogía fruta o dormía. Su físico sería parecido al de un chimpancé actual (con esto no quiero decir que el origen humano es el chimpancé, solamente que muestran una morfología similar). YACIMIENTO DE HADAR Donald Johanson llega a la región de Afar, en el país de Etiopía, y se dispone a buscar, según sus palabras: Necesitamos un cráneo. Debemos realmente conseguir un cráneo completo”. Para ello, se dispone a buscar en Hadar. En su segunda expedición, en 1974 encuentran un hueso homínido, que formará parte de un esqueleto muy completo. Se le llama Lucy por la canción de The Beatles Lucy in the sky with diamons escuchada a menudo en el campamento. Con una altura de algo más de un metro, estos restos eran los más antiguos datados hasta la fecha, teniendo una cronología de unos tres millones de años, y al que se le llama Homo Afarensis. Rápidamente se deduce que es muy posible que sea un antepasado de los homo. Se sabrá que la zona estará cercana a la unión de las placas tectónicas africana, somalí y arábiga, y en aquellos momentos los volcanes estarían en continua erupción. Al año siguiente de encontrar a Lucy, se descubrirán restos de trece individuos que posiblemente fueran familiares, y de los que se han encontrado 200 fragmentos óseos. Inicialmente, Meles Kassa, un habitante de un poblado cercano y colaborador de la expedición, encuentra una mandíbula. Se descubre un cúbito del doble de tamaño que el de Lucy, pero con una morfología idéntica, por lo que se sabe que pertenece a la misma especie, pero esta vez será un macho (anteriormente ya he citado que los machos tenían un tamaño considerablemente mayor al de las hembras). La necesidad de encontrar un cráneo se ve paliada por un nuevo descubrimiento: un cráneo en perfectas condiciones, grande y robusto, con el hueso occipital, el paladar con algunos dientes, la caraque pertenecerá a un macho Afarensis. Con todos los fragmentos encontrados, los investigadores reconstruyen en 1993 el cráneo de este Australopithecus, como vemos en la imagen. La datación de todos estos restos se realizan mediante tecnología láser a partir de un mineral volcánico. Se ha obtenido una cronología de hace 3,18 millones de años. Se tiene la casi segura certeza de que el proceso de hominización tiene raíces en esta especie. LUCY A la izquierda de estas líneas tenemos a la ya citada Lucy, los primeros restos Afarensis encontrados. Es una hembra de apenas un metro de altura, 20 años de edad y menos de 30 kilogramos de peso. Existe una discusión sobre su bipedismo: a partir de las manos y de los pies, algunos autores defienden que caminaba con las rodillas flexionadas, y que pasaba la mayoría del tiempo en los árboles, mientras que otros dicen que caminaba de forma muy semejante a la nuestra y que solo se subirían a los árboles de forma puntual. Se ha encontrado la mandíbula, gran parte de la columna vertebral y costillas y parte de la pelvis y las extremidades. Se trata de una hembra de unos 20 años. SELAM De forma más reciente (año 2000) se descubren restos de una niña de tres años que corresponde con la especie Afarensis que estamos viendo. Se encuentra en Etiopía, cercano a donde se han encontrado los restos anteriores, en el yacimiento de Dikika, en el yacimiento de Hadar. Se le ha dado el nombre de Salem, que significa paz. El esqueleto destaca por su cráneo completo, con dientes de leche, dedos, un pie y una rótula. Un hueso de la garganta permite saber que tenían un saco de aire como los simios actuales, que les imposibilitaría el lenguaje. El omoplato es comparable al de los gorilas. La estratigrafía permite saber que fue sepultada rápidamente después de su muerte (lo que facilita el proceso de conservación de los huesos), por lo que los geólogos explican que pudo morir a causa de una inundación. Los restos encontrados “completan” los de Lucy, pues en este caso tenemos un cráneo prácticamente completo, del que se puede reconstruir la cara. VALLE DEL RIFT Se trata de una zona en el oriente del continente africano donde confluyen varias placas tectónicas. En cierto momento (hace unos 30 millones de años) se originaron cordilleras y cadenas montañosas, acompañado del cambio climático (las montañas impiden el paso de las nueves). Es aquí donde se rastrea con cierta facilidad el proceso de hominización, pues es donde vivían nuestros antepasados. Esto se da porque en esta zona no hay una densidad de selva tan grande como en el este y los homínidos evolucionan adaptándose al nuevo medio. Una teoría aceptada en la actualidad es que sería desde aquí donde los homínidos y otros mamíferos comenzarían a dispersarse. En la zona se han encontrado restos desde los Australopithecus hasta el Homo Sapiens. LOTHAGAM Y KANOPOI Lothagam es una región del norte de Kenia en la que se encuentra una mandibula primitiva en 1967, que parece ser uno de los fósiles más antiguos encontrados hasta el momento. Algunos escritores del pasado siglo lo relacionan con los Afarensis, pero la cronología de 4,4 a 5,8 millones de años atrás (datada por la fauna que hay en los mismos niveles estratigráficos de la mandíbula) y el carácter fragmentario del fósil dificultan su estudio. Se puede tratar de un Ardipithecus. No hay ninguna evidencia similar en la zona, pues todos los restos encontrados, a excepción de esta mandíbula, pertenecen a animales. En Kanopoi, de nuevo al norte de Kenia, una expedición de la Universidad de Harvard se encuentra unos restos bastante completos de un indiviuo, en el año 1965. Las diferentes interpretaciones han llevado a identificarlo como un Afarensis, pero no será hasta 30 años después, en la década de los 90, cuando se establece su especie: un nuevo tipo de Australopithecus, el Anamensis. LAETOLI Es otra de las zonas donde se han encontrado evidencias arqueológicas sobre el Australopithecus Afarensis. Cuarenta kilómetros al sur de Olduvai, en 1976 Mary Leakey y su equipo encuentran un sedimento que tras asentarse las cenizas del volcán Sadiman, muestran las huellas de tres individuos con condición bípeda, conservadas gracias a una suave lluvia tras el poso de las cenizas. Se fechan entre los 3,7 y 3,6 millones de años atrás, gracias a la técnica del Potasio-Argón. Ya se habían encontrado fósiles de una población de primates cerca (23 individuos), que vivieron entre hace 4 y 1 millón de años atrás. Las huellas y el estudio los huesos afirman su condición bípeda. Además, la reconstrucción de un pie del Afarensis permite saber que las huellas pertenecen a estos individuos. De esta manera, se tiene ya la certeza de que el bipedismo era un hecho. La forma de la pisada permite saber que estaban completamente erguidos (la planta forma un arco, no hay dedos prensiles propios de los monos para colgarse de los árboles. Las huellas de estos tres individuos se han podido “individualizar”, es decir, saber que huellas pertenecen a cada Afarensis, así como su disposición. Sabemos que en primer lugar iban dos Australopithecus, mientras que otro de menor tamaño iba detrás siguiendo el mismo rastro de pisadas de uno de los anteriores. Se especula sobre si puede tratarse de una pequeña familia formada por un macho, una hembra y un niño. Junto a estas huellas, hay otras de animales, como conejos, que se entrecruzan con las estudiadas. Para mantener su estado de conservación, se han enterrado de nuevo.

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Australophitecus

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Page 1: Australophitecus Afarencis

AUSTRALOPITHECUS AFARENSIS: SU SITUACIÓN GEOGRÁFICA

C A R A C T E R Í S TIC A S GE N E R A L E S

Hace tres millones de años aparece una nueva especie de homínido que se desarrolla hasta hace un millón de años, el género de los Australopithecus. No se ha encontrado ningún esqueleto completo, pero el estudio minucioso de

los fragmentos que tenemos permiten diferenciar ocho especies, citadas y descritas según sus características propias en la tabla de la derecha). Todos estos tipos tienen algunas semejanzas: las más destacadas están en el cráneo,

alargado con caja craneana aplanada y de frente huidiza, con un severo prognatismo, y no tiene mentón. Estas características son muy parecidas a la de los póngidos actuales. Eran de baja estatura, rondando 1,1-1,5 metros y con una

capacidad craneal de aproximadamente 500 cm3. Similar al Homo Sapiens en tener la posición horizontal del agujero occipital y los dientes con forma parabólica. La pelvis es ancha con el ilion extendido hacia los lados y hacia atrás,

a diferencia de los cuadrúpedos, permitiendo así la marcha bípeda.

Se tiene casi toda seguridad de que alguna de estas especies de Australopithecus dieron lugar con el paso del tiempo al género Homo en África, hace unos 2 millones de años. Por tanto, juega un importante papel en la evolución

humana.

Samuel Fierro Álvarez

[email protected]

A U S T R A L OPH IT EC US A FA R E N S I S : MO R FO L O GÍ A

Se trata de un Australopithecus que (parece) deriva del Anamensis. Vive entre 4.000.000 y 2.500.000 B.P.

Entre los machos y las hembras se presentan diferencias: los primeros tienen una altura aproximada de 1,50

metros y un peso alrededor de 50 kilogramos, mientras que las segundas son más pequeñas, de 1,20 metros de

altura y 20 kilogramos menos. Su capacidad craneal está entre los 400 y 500 centímetros cúbicos (en la imagen

del cráneo: a, inclinación de la frente; b, surco sobre el torus supraorbitario; c, torus supraorbitario; d, morfología

del canino; e, foramen magnum. Los caninos estarían “salidos” de la dentadura, como se muestra en la imagen,

comparando con el Sapiens. Su pelvis le permite tener una posición erecta, asemejándose a la humana. Sus

brazos alargados en comparación con las patas permite interpretar que tenía actividad en los árboles, de donde

recogía fruta o dormía. Su físico sería parecido al de un chimpancé actual (con esto no quiero decir que el origen

humano es el chimpancé, solamente que muestran una morfología similar).

YA C I MI E N TO D E H A D A R

Donald Johanson llega a la región de Afar, en el país de Etiopía, y se dispone a buscar, según sus palabras:

“Necesitamos un cráneo. Debemos realmente conseguir un cráneo completo”. Para ello, se dispone a buscar en Hadar.

En su segunda expedición, en 1974 encuentran un hueso homínido, que formará parte de un esqueleto muy completo. Se

le llama Lucy por la canción de The Beatles Lucy in the sky with diamons escuchada a menudo en el campamento. Con

una altura de algo más de un metro, estos restos eran los más antiguos datados hasta la fecha, teniendo una cronología de

unos tres millones de años, y al que se le llama Homo Afarensis. Rápidamente se deduce que es muy posible que sea un

antepasado de los homo. Se sabrá que la zona estará cercana a la unión de las placas tectónicas africana, somalí y arábiga,

y en aquellos momentos los volcanes estarían en continua erupción.

Al año siguiente de encontrar a Lucy, se descubrirán restos de trece individuos que posiblemente fueran familiares, y

de los que se han encontrado 200 fragmentos óseos. Inicialmente, Meles Kassa, un habitante de un poblado cercano y

colaborador de la expedición, encuentra una mandíbula. Se descubre un cúbito del doble de tamaño que el de Lucy, pero

con una morfología idéntica, por lo que se sabe que pertenece a la misma especie, pero esta vez será un macho

(anteriormente ya he citado que los machos tenían un tamaño considerablemente mayor al de las hembras). La necesidad

de encontrar un cráneo se ve paliada por un nuevo descubrimiento: un cráneo en perfectas condiciones, grande y robusto,

con el hueso occipital, el paladar con algunos dientes, la cara… que pertenecerá a un macho Afarensis. Con todos los

fragmentos encontrados, los investigadores reconstruyen en 1993 el cráneo de este Australopithecus, como vemos en la

imagen.

La datación de todos estos restos se realizan mediante tecnología láser a partir de un mineral

volcánico. Se ha obtenido una cronología de hace 3,18 millones de años. Se tiene la casi segura certeza

de que el proceso de hominización tiene raíces en esta especie.

L U C Y

A la izquierda de estas líneas tenemos a la ya citada Lucy, los primeros restos Afarensis encontrados.

Es una hembra de apenas un metro de altura, 20 años de edad y menos de 30 kilogramos de peso.

Existe una discusión sobre su bipedismo: a partir de las manos y de los pies, algunos autores defienden

que caminaba con las rodillas flexionadas, y que pasaba la mayoría del tiempo en los árboles, mientras

que otros dicen que caminaba de forma muy semejante a la nuestra y que solo se subirían a los árboles

de forma puntual. Se ha encontrado la mandíbula, gran parte de la columna vertebral y costillas y parte

de la pelvis y las extremidades. Se trata de una hembra de unos 20 años.

S E L A M

De forma más reciente (año 2000) se descubren restos de una niña de tres años que corresponde

con la especie Afarensis que estamos viendo. Se encuentra en Etiopía, cercano a donde se han

encontrado los restos anteriores, en el yacimiento de Dikika, en el yacimiento de Hadar. Se le ha

dado el nombre de Salem, que significa paz.

El esqueleto destaca por su cráneo completo, con dientes de leche, dedos, un pie y una rótula. Un

hueso de la garganta permite saber que tenían un saco de aire como los simios actuales, que les

imposibilitaría el lenguaje. El omoplato es comparable al de los gorilas. La estratigrafía permite

saber que fue sepultada rápidamente después de su muerte (lo que facilita el proceso de

conservación de los huesos), por lo que los geólogos explican que pudo morir a causa de una

inundación.

Los restos encontrados “completan” los de Lucy, pues en este caso tenemos un cráneo

prácticamente completo, del que se puede reconstruir la cara.

VAL L E D E L R I FT

Se trata de una zona en el oriente del continente africano donde confluyen varias placas tectónicas. En cierto momento (hace

unos 30 millones de años) se originaron cordilleras y cadenas montañosas, acompañado del cambio climático (las montañas impiden

el paso de las nueves). Es aquí donde se rastrea con cierta facilidad el proceso de hominización, pues es donde vivían nuestros

antepasados. Esto se da porque en esta zona no hay una densidad de selva tan grande como en el este y los homínidos evolucionan

adaptándose al nuevo medio.

Una teoría aceptada en la actualidad es que sería desde aquí donde los homínidos y otros mamíferos comenzarían a dispersarse.

En la zona se han encontrado restos desde los Australopithecus hasta el Homo Sapiens.

L O T H AGA M Y KA N O PO I

Lothagam es una región del norte de Kenia en la que se encuentra una mandibula primitiva en 1967, que parece ser

uno de los fósiles más antiguos encontrados hasta el momento. Algunos escritores del pasado siglo lo relacionan con

los Afarensis, pero la cronología de 4,4 a 5,8 millones de años atrás (datada por la fauna que hay en los mismos niveles

estratigráficos de la mandíbula) y el carácter fragmentario del fósil dificultan su estudio. Se puede tratar de un

Ardipithecus. No hay ninguna evidencia similar en la zona, pues todos los restos encontrados, a excepción de esta

mandíbula, pertenecen a animales.

En Kanopoi, de nuevo al norte de Kenia, una expedición de la Universidad de Harvard se encuentra unos restos

bastante completos de un indiviuo, en el año 1965. Las diferentes interpretaciones han llevado a identificarlo como un

Afarensis, pero no será hasta 30 años después, en la década de los 90, cuando se establece su especie: un nuevo tipo de

Australopithecus, el Anamensis.

L A E TO LI

Es otra de las zonas donde se han encontrado evidencias arqueológicas sobre el Australopithecus Afarensis. Cuarenta kilómetros al sur de Olduvai, en 1976 Mary Leakey y su equipo

encuentran un sedimento que tras asentarse las cenizas del volcán Sadiman, muestran las huellas de tres individuos con condición bípeda, conservadas gracias a una suave lluvia tras el poso de

las cenizas.

Se fechan entre los 3,7 y 3,6 millones de años atrás, gracias a la técnica del Potasio-Argón. Ya se habían encontrado fósiles de una población de primates cerca (23 individuos), que vivieron

entre hace 4 y 1 millón de años atrás. Las huellas y el estudio los huesos afirman su condición bípeda. Además, la reconstrucción de un pie del Afarensis permite saber que las huellas

pertenecen a estos individuos. De esta manera, se tiene ya la certeza de que el bipedismo era un hecho. La forma de la pisada permite saber que estaban completamente erguidos (la planta

forma un arco, no hay dedos prensiles propios de los monos para colgarse de los árboles.

Las huellas de estos tres individuos se han podido “individualizar”, es decir, saber que huellas pertenecen a cada Afarensis, así como su disposición. Sabemos que en primer lugar iban dos

Australopithecus, mientras que otro de menor tamaño iba detrás siguiendo el mismo rastro de pisadas de uno de los anteriores. Se especula sobre si puede tratarse de una pequeña familia

formada por un macho, una hembra y un niño.

Junto a estas huellas, hay otras de animales, como conejos, que se entrecruzan con las estudiadas. Para mantener su estado de conservación, se han enterrado de nuevo.