ausonia - el libro rosa

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Prólogo

sta edición es solo una pequeña selección de lasmuchas historias que habéis compartido enwww.ausonia.es/aeccE

Cada historia es un pequeño gesto que cuenta vuestra experiencia de lucha. Gracias a vuestros testimonios de apoyo, el Libro Rosa de Ausonia se ha convertido en un libro lleno de experiencia y superación que ayudará a muchas personas a luchar.Muchas gracias a todos por vuestro apoyo con estos testimonios, por vuestros mensajes de prevención en la Red Ausonia y vuestros gestos de solidaridad, incluyendoel casi medio millon de pañuelos rosas que os habéis pues-to. Juntas avanzamos contra el cáncer de mama.

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El principio y el fin de mi historia se los debo a mi hija. Descubrí un tumor en el pecho gracias a un golpe que me dio a los seis meses y que no curaba. Antes de la intervención, ella fue lo que me dio ánimos para luchar con todas las ganas y no caer en el pozo de la depresión. Una vez que todo ha salido bien y que podemos contarlo, he aprendido que las cosas se valoran de distinto modo, que un gesto de cariño o un abrazo a tiempo vale todos los esfuerzos del mundo y que solo cuando te sientes querido y necesitado tu valor es el triple.

Mi pequeña me debe la vida y yo se la debo a ella, y eso nos une mucho más, aunque tengo que decir que me sentí querida y arropa-da por todos (sobre todo por mi marido, pero también por mis padres, suegros, hermanos… a cada uno de ellos le debo algo).

Sonia

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Hola, soy Mila. Ahora hace dos años que fui operada de cáncer de mama. He sido atendida por un equipo estupendo al que quiero dar las gracias, el equipo de oncología del Hospital de Sant Pau de Barce-lona, tan eficiente como humano. He sido tratada con quimioterapia, tumorectomía y radioterapia. Ha sido un camino duro, una carrera de fondo en la que a veces te quedas sin fuerzas. Podría dar caracterís-ticas del tipo de cáncer, etc…, pero después de todo lo que ha pasado me gustaría únicamente dejar un mensaje positivo y de esperanza para todas las mujeres: somos muchas las que hemos superado el cáncer y muchas las que lo vais a superar. Ánimo a todas, y gracias también a todos los que, desde su esfuerzo, ayudan a la lucha contra el cáncer de mama.

Mila

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Es mi historia, pero la enfermedad la ha sufrido mi madre. En una semana cambió todo: le detectaron un tumor muy agresivo, esa misma semana entró en quirófano y le hicieron una mastectomía completa en el pecho. Después llegaron las sesiones de quimio y todo lo que eso conlleva. Lo pasó todo prácticamente sola (yo era más pequeña), pero todos estábamos ahí. Ya han pasado casi 20 años y está estupenda. Ahora tiene 70, está feliz con su vida y siempre dice que de todo se sale y que el cáncer se cura. Es fuerte, muy fuerte, y me lo demuestra todos los días. Un abrazo a todas.

Ana Rosa

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Es genial poder concienciar a las personas de la importancia de esta enfermedad y es un orgullo y placer para mí, y espero que para todos, poder aportar algo a todas aquellas que la sufren, aunque solo sea un “ tranquila, puedes superarlo, lo superarás!”. Gracias a Dios, no he sufrido, ni mi entorno familiar tampoco, cáncer de mama, pero me imagino que no se pasa nada bien. Es duro y se pasa mal, pero hay que ser fuerte y afrontar las cosas con valentía, además de tener el apoyo de los seres queridos para seguir adelante y superar esa dura etapa. Solo me gustaría decir que esto es bastante importante y que merece atención. Gracias a Ausonia y a la AECC por informar a todo el mundo.

Ana

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Soy socia de la AECC. Afortunadamente, no he padecido hasta aho-ra esta enfermedad ni tampoco ninguna mujer de mi familia directa, pero eso no significa que estemos exentas, pues la vida a veces da sorpresas inesperadas. La historia que voy a contar la viví a través de una tercera persona, una chica de mi barrio a la que no conocía de nada y con la que no había hablado nunca, pero a la que veía día tras día, año tras año, luchar contra su enfermedad y procurar seguir con su vida lo más normalmente posible, llevando a sus hijos al co-legio, trabajando, disfrutando de cada momento... Desgraciadamente, al final no pudo vencer en su lucha. Nunca podré olvidar lo que me impactó aquella persona desconocida. Desde el fondo de mi corazón, deseaba que se curara y superara ese duro bache.

Quiero mostrar mi apoyo y mi fuerza a todas las mujeres que estén padeciendo esta enfermedad. Quiero animar también a colaborar con la AECC, para que todos juntos podamos ayudar a vencer esta enfermedad que afecta a tantas mujeres porque, como antes he dicho, nunca se sabe lo que te puede deparar la vida.

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Rosa Martínez

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Hola. Tengo 38 años y hace un año que me diagnosticaron cáncer de mama con metástasis en los huesos. Los primeros días tras recibir la noticia fueron muy duros, solo lloraba y no quería salir de casa. Ahora es diferente, he aprendido a asimilar la noticia y tengo muchas ganas de vivir, de trabajar y de salir con mis amigos. Mi fuerza la saco de mis hijos, de mi marido y de mi familia. Sin ellos, creo que no hubiera salido del pozo. Me encuentro muy bien. He tenido una revisión esta semana y me han dicho que todas las pruebas salen muy bien, que está controlado. Estoy muy feliz....

Cinta Cantons Sancho

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Yo soy hija huérfana de madre fallecida por cáncer de mama. Han pasado ya más de 20 años de aquello y no ha habido ni un día en que no me acuerde de ella. Sé que la ciencia ha avanzado mucho desde entonces y que es una enfermedad que se puede superar. De hecho, la enfermedad quiso acercarse a una gran amiga un año más joven que yo y con mucha fuerza ha conseguido superarla, por ella, por mi madre y por otras mujeres que la han padecido.

Me siento muy solidaria con esta causa y no puedo más que aconse-jaros dos cosas: haceos una revisión periódica de las mamas y disfru-tad cada día de vuestra vida como si fuese el último. Nada ni nadie podrá con nosotras, yo me siento fuerte y protegida por mi angelito de la guarda particular, pero no por ello dejo de ir al ginecólogo. Sed listas y anteponeos a un diagnóstico tardío. Fuerza, salud y mucho amor!

Nieves Leyva Cuesta

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Hola, amig@s. Fui diagnosticada en mayo del 2005. Acababa de cumplir 40 años. Cirugía conservadora y extirpación total de los ganglios, ya que algunos estaban contaminados... Ocho ciclos de qui-mioterapia y 33 sesiones de radioterapia. En febrero del 2006 acabé los tratamientos. Durante el tratamiento, reí, lloré, trabajé y luché con todas mis fuerzas para vivir. Al acabarlo, tenía mucho miedo. En la superación de este miedo, doy las gracias a Nuria, de la AECC. En mi curación, doy las gracias a los médicos, a mi ma-dre, a mi hermano, a Montse, a mis amigos (David, Enma, Juan Carlos...), a la vida… doy gracias a la vida por haberme dado otra oportunidad de vivir una vida distinta, más plena, más llena de vida.

Merche M. Lago

En cuanto acabé los tratamientos, en marzo del 2006, me dio por el baile de salón. Estoy en revisión. La foto que he puesto es de la actuación de este año en junio, en el Teatro de la Danza de Madrid, bailando claqué en la composición que presentó mi profesor para el fin de curso de la escuela de danza a la que voy. He sido muy feliz. Trato de serlo un poco todos los días. Muchas gracias por darme

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esta oportunidad de exponer brevemente lo que me pasó, Ánimo a tod@s, y a mí misma, por haber tenido esta otra oportunidad.

!Besos y abrazos!

Hola, me llamo Raquel. Me diagnosticaron el cáncer el mismo mes en que cumplía 28 años. Todo comenzó cuando me noté un bultito duchándome. ¿Cómo se me iba a pasar por la cabeza que podía ser malo? Aun así, decidí ir al médico ( menos mal!!). Os podéis hacer una idea del shock que supuso el diagnóstico para mi familia y amigos. Nunca se me olvidará el momento en que les tuve que dar la noticia, sobraban las palabras. A todas las que están pasando ahora por esto, no les puedo negar que las pruebas y los tratamien-tos son muy duros, que es muy pesado ir al hospital, que pasas mucho miedo, pero os aseguro que todo ha merecido la pena y que te haces mucho más fuerte. Una de las pocas cosas positivas que puedo sacar de todo esto es haber conocido a la que era mi oncóloga, Encarna Adrover Cebrián, del Hospital de Alicante, que no solo es una doctora excelente, sino también una persona maravillosa. Quiero decirles a todas las mujeres que estén pasando por esto que NUN-CA, NUNCA DEJEN DE LUCHAR. Y también me gustaría

Raquel

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dirigirme a las chicas jóvenes para recordarles que es muy importante explorarse el pecho, porque, si no hubiera sido por eso, yo nunca me habría hecho una mamografía por mi edad y no me habrían detec-tado el cáncer. Agradezco a Ausonia todo lo que hace por nosotras. Un abrazo muy fuerte.

Hola, me llamo Rosa y tengo 45 años. A principios del 2007, tras unas pruebas para analizar un bulto en mi pecho izquierdo, me hicieron el diagnóstico de cáncer de mama. Inicialmente, parecía que afectaba a la piel y que era de grado IV, pero, afortunadamente, tras el análisis de la mastectomía, lo declararon de grado I. Pasé por ocho sesiones de quimio, que por fortuna no llevé mal. Tuve el apoyo de mi marido, de mi hija y, en especial, de una hermana que no me dejaba ni a sol ni a sombra. Gracias a ellos, conseguí no decírselo a mis padres, a los que, por ser muy mayores, quería evitar el dis-gusto. Soy la pequeña de cinco hermanos. Mi abuela materna falleció de cáncer de mama. Por eso, para mi madre hubiera sido una muy

Rosa

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mala noticia. Ella ha fallecido hace tres meses y estoy contenta por haberle evitado ese sufrimiento, aunque lo pasé yo por no poder compartir esos duros momentos.

Tras un año de baja laboral, me incorporé de nuevo al trabajo, con un pelo similar al de la protagonista del anuncio de Ausonia. Recu-peré poco a poco la normalidad (con ayuda de un psicólogo y un psiquiatra, la familia y los amigos). El año pasado me realizaron la reconstrucción de mama con expansor, lo que me hizo recuperar mi feminidad y casi olvidarme de lo que había pasado. Voy a mis revi-siones, paso la ITV, como yo digo, y me dan para un año. Pues nada, a seguir adelante. Valoro mucho el esfuerzo de todas las personas que se involucran y trabajan para que esta enfermedad se erradique, y para que muchas mujeres sientan un apoyo, que no están solas. Yo colaboro con una asociación local, en Alicante. Participo en el desfile de ropa de baño, pelucas y lencería, desde hace ya cuatro años. Animo a todas las mujeres que estén pasando por esto a que se relacionen con otras en una situación similar, y a los familiares les pido apoyo y comprensión en los momentos mas duros. Un beso para tod@s y gracias.

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Hola. Por motivos familiares, he vivido en segunda persona el cáncer de mama. Me pilló sin conocerlo y creí que perdería a ese ser que-rido. Fue el año pasado, yo tenía 15 años y todo el mundo parecía que intentaba engañarnos a mi hermana y a mí diciéndonos que “no era nada”. A esa persona especial (mi madre), la operaron de un bulto cuando tuvo a su primer hijo y después de 26 años la volvían a operar. En casa se notaba que la cosa no iba bien, todos estaban alterados, preocupados. Nadie nos quería contar nada, que era lo que más me fastidiaba. Después de días de mucho calvario, le quitaron el bulto y poco a poco la vida fue volviendo a la normalidad. No ha vuelto a tener ninguna anomalía, de lo cual me alegro. A mi madre le pillaron el bulto a tiempo y por suerte no tuvo que pasar por quimioterapia ni ninguna cosa rara de esas. Ahora sé que gracias a los avances médicos mi madre se salvó y eso pasa a menudo con muchas mujeres. GRACIAS.

Noemí

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En mi familia, más de tres generaciones han padecido cáncer de mama y, en algunos casos, ha sido causa de muerte, por lo que es algo que tengo muy presente, ya que, en cierto modo, pienso que yo puedo ser la siguiente. Por eso, colaboro aportando minutos para la investigación, con la esperanza de que, tanto si por desgracia me tocase a mí, como a otro familiar mío o a cualquier otra persona, existan los suficientes avances para terminar con él lo antes posible.

Lorena

!COLABORAD!

No puedo decir que sepa lo que es vivir una situación en la que alguien cercano a mí haya tenido este problema, ya que todas las mujeres del vídeo (madre, hermana, amigas...) están bien y espero que lo sigan estando por mucho tiempo. Pero si escribo estas líneas es por hacer especial hincapié en la sensación o creencia generalizada de que “ESTO NO ME VA A PASAR A MÍ”. Este es el gran error de nuestra sociedad, esta falsa FE en nuestros destinos. El creernos intocables y omnipotentes nos hace descuidados y vulnerables, hace que las cosas nos cojan desprevenidos y en muchas ocasiones no se llegue

Elena

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a tiempo para poner un remedio. Chicas, no hay que esperar a ver las barbas de nuestro vecino pelar, para poner las nuestras a remojar. El desconocimiento o el ignorar cosas como esta no nos hace inmu-nes. Que Marta Sánchez no sea la única que se deja la piel en esto, que todas tenemos mujeres en nuestra vida que nos importan. Un saludo.

Hola. Mi nombre es Alba y hace siete años que me diagnosticaron un cáncer de mama. Por aquel entonces, tenía 40 años y un hijo de diez. Recuerdo que, cuando abrí el resultado y vi el diagnóstico, el mundo se me cayó encima. Lo primero que pensé fue que quizá se me acababa la vida, y tenía todavía mucho trabajo por hacer aquí. Mi temor más grande era pensar en el sufrimiento que les causaría a mis padres, mi marido y mi familia. Pienso que, para unos pa-dres, ver cómo sufre un hijo es muy duro. Me quedaba también el trabajo de explicarle a mi hijo todo lo que iba a suceder y recuerdo que él me dijo: “Mamá, ¿te vas a morir?”. Yo le contesté que ni pensarlo, que tenía que dar mucha guerra aún.

María Alba Peirot Serrano

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Llegó el momento de la operación y, gracias a Dios, todo salió como esperábamos. Después vino el trauma difícil de la quimio y también la radioterapia. Gracias a la ayuda, la comprensión y el apoyo por parte de mi familia y amigos, conseguí pasar ese difícil año. Ahora ya he pasado los cinco años posteriores de tratamiento y estoy con controles periódicos. Aunque cada vez que llega el momento de rea-lizarlos lo paso muy mal, sé que es por mi bien y quiero tener la esperanza de no tener que volver a pasar por la misma situación.

Desde aquí quiero dar las gracias a todos los que me han apoyado, pero en especial a mis padres, mi marido y mi hijo, porque sé que sin ellos todo habría sido mucho más difícil. Por último, quiero decirles a todas las personas que están en mi misma situación que adelante, que no se den nunca por vencidas y que si necesitan una mano aquí tendrán siempre la mía.

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Afortunadamente, hasta el día de hoy no he sufrido esta enfermedad, ni tampoco nadie de mi familia, pero sí vivo muy de cerca este tipo de enfermedad y otras muchas porque trabajo en un hospital y soy sanitaria. Por supuesto, quiero dar mi apoyo y solidaridad a todas las personas que la sufren y, a la vez, pido a todas las mujeres que no dejen de examinarse y hacerse una mamografía cada año, ya que la detección a tiempo es muy importante. Yo tengo 45 años y me hago las pruebas correspondientes cada año. Hazlo tú también. Un saludo para todas.

Ángela

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En el mes de abril, a través de una revisión ginecológica rutinaria, me diagnosticaron un cáncer de mama. Tenía 31 años y una hija a punto de cumplir dos. Creía que me iba a morir de pena, lloré sin parar esa tarde... Dos días después, me operaron y también pensaba que verme sin pecho era lo peor que me podía pasar en esta vida. Hoy han cambiado muchas cosas, solo me queda una sesión de quimio-terapia y empezar con la radioterapia. Todo se ve distinto, yo intento verlo a través de mi hija, porque ella es la que más me necesita.

Solo quiero deciros que esto se cura, que nunca hay que dejar de luchar. Lucha por lo que quieras, por ti, por tus hijos, tu pareja, tus padres o lo que sea, pero lucha. Son unos meses muy malos en los que llorarás mucho e incluso romperás algún plato. Haz lo que quieras para desahogarte, porque lo necesitas y no debes sentirte culpable por ello, pero, por favor, no te hundas nunca, porque la vida sigue. No te preocupes en malgastarla buscando un porqué. Solo concéntrate en curarte y en volver a tu vida, una vida en la que esta-rán tus seres mas queridos, esos que tantos momentos pasan ahora contigo y que tanto te apoyan. Ellos nunca sabrán ni entenderán lo importante que es ese apoyo, y tú tampoco lo habías sabido realmente hasta ahora, y eso es algo muy bonito. Un beso para todos aquellos que están pasando por este trance, un beso para los familiares y,

Laura Tobarra Martínez

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por supuesto, para todos aquellos que no consiguieron vencer esta lucha y que seguro que os dirían lo mismo que yo: no os hundáis nunca y a luchar, que hoy se puede.

Hola. La historia no es mía, sino de mi madre. Cuando yo tenía 18 años y ella 48, le diagnosticaron un cáncer de mama, aunque nos lo ocultó hasta tener el resultado de la biopsia. Como ya estaba en tratamiento por una dermatomiositis, nos informaron de que posiblemente no le quedaran más de unos seis meses de vida. Hizo radio y tratamiento con tamoxifeno y, contra todo pronóstico, a los cinco años fue dada de alta del cáncer. Dos años después, en un control rutinario, le encontraron metástasis ósea, que se paró al retomar el tratamiento con tamoxifeno. Diez años más tarde, una metástasis hepática acabó con su vida, pero el hecho de que lograra vivir 18 años a pesar de la previsión inicial de seis meses demuestra que estamos avanzando mucho. Murió con 64 años, después de ver nacer a sus dos nietas y de visitar lugares que nunca creyó que conocería.

Es muy importante el diagnóstico temprano. Yo siempre me he revi-sado y, aunque he tenido un falso positivo que me dio un buen susto,

Mari Carmen

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creo en la prevención y el diagnóstico precoz. No nos podemos rendir!!!

!!!

Hola. Soy una de tantas mujeres que ha sufrido cáncer de mama y que sigue viva, y, sobre todo, en perfecto estado de salud. Yo padecí esta enfermedad con 29 años, por lo que fue una sorpresa. A esa edad, se supone que estás fuera de toda estadística, así que en ese momento de tu vida piensas en muchas cosas menos en el cáncer. Me acababa de casar y mis ilusiones estaban centradas en tener hijos, con lo que la noticia, además del susto que supone, fue un verda-dero mazazo. Hasta aquí llega la parte mala, pero el resultado hasta ahora ha sido magnífico. Me dieron quimio, estuve cinco años en tratamiento con tamoxifeno y con 35 años tuve mi primer hijo. Ahora tengo tres niños adorables que no paran de dar guerra. A estas alturas, puedo decir que el cáncer fue un paréntesis en algunos aspectos de mi vida, pero que se pasa, te curas y tu vida continúa.

Aurora Sánchez Rubio

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Sé que durante el tratamiento hay momentos muy duros, pero las que lo estéis sufriendo pensad que se pasa rápido y que después solo os espera algo mejor.

Un día en la ducha te descubres un bultito en la mama derecha, acudes al médico y, desde ese momento, tu vida empieza a cambiar. Se trata de un cáncer de mama, y además bastante agresivo. Una mujer fuerte, sana, activa, con dos hijas preciosas, una vida emocio-nal equilibrada, 42 años y cáncer de mama. Comienza la película. Operación, 13 de mayo, habitación número 13 del hospital. No soy supersticiosa, pues iba contenta, con ánimos, deseaba que me qui-taran el bicho, que así denominaba yo al bultito que iba creciendo. Después, recuperación de la cirugía y a conocer el mundo de la on-cología ( qué maravilla de especialidad!). Pues nada, seis sesiones de quimioterapia. Ganas de salir corriendo, al ver la medicación que me tenían que poner por mi frágil vena. “Con el miedo que me han dado las agujas siempre”, pensé. Conoces el hospital oncológico y conoces a tanta gente como tú. Y así van pasando los meses, aguantando, con valentía, y siendo más fuerte que el veneno que te inyectan. Al cabo

Francisca Muñoz Muñoz!

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de seis meses, 30 sesiones de radioterapia. Otro espacio, todo frío, solo mi cuerpo y la máquina, impresionante, duro, pero necesario.

Acabamos. Soy feliz de no volver a los tratamientos duros. Vida normal, pero nueva vida. Ahora evitando caer en una depre. Ya no quedan fuerzas, pero el ánimo de la familia, de mis amigas y sobre todo de mi querido compañero me llegan al alma y curan todas mis heridas. Soy fuerte. Y me involucro en ayudar a las demás muje-res que pasan por esto. Me gusta, me siento satisfecha. Y ahora, después de dos años, con las revisiones, siempre al filo de la duda. Depender de los marcadores tumorales, que me vienen alterando la existencia. Y piensas: “Hoy vivo lo que vivo, y estoy manteniéndome, evitando caer”. Los luceros de los ojos de mis hijas son mi faro, mi compañero, mi timón al cual me agarro para seguir navegando por el mar de la vida. Vida que quiero vivir muchos años más.

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Mi historia no tiene el final feliz que todos querríamos esperar. Aún hoy, cinco años después, me cuesta hablar de ello, pero qué mejor manera de ayudar que contando la realidad, tal y como es. La edad, el miedo a la incomprensión, pensar que “eso” nunca te va a pasar a ti... hace que uno no se percate de la necesidad de hacerse revisiones, chequeos y todo aquello que signifique “prevención”. ¿El resultado? Llegar a un callejón sin salida. Esto fue lo que le pasó a mi madre, víctima de una generación marcada por el desconocimiento y el ex-ceso de confianza, y también al resto de nosotros, que caímos en su misma “trampa” y no rompimos esa tela que nos impedía ver la realidad. Cuando quisimos darnos cuenta, era demasiado tarde y las ramificaciones de su cáncer de mama se habían extendido violenta-mente por el resto de su cuerpo y de sus huesos. Aunque su lucha fue incansable durante algo más de dos años, el desánimo se apoderó de ella en algún momento. Partió poco después una calurosa noche de agosto. Aunque la pérdida es irreparable, este episodio nos valió (me valió), para creer firmemente en que la prevención es la única al-ternativa válida para no entrar en el terreno peligroso del cáncer. No importa ser joven y decir “a mí no me va a pasar”, porque no hace distinciones. A pesar de que muchas de nosotras pertenezcamos a nuevas generaciones, algunas siguen teniendo pánico a ir al

Misha

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ginecólogo o a hacerse revisiones de este tipo. Y no puede ser así. Yo ya he empezado a luchar contra el cáncer sin tenerlo. ¿A qué esperas tú?

Me llamo Isabel y tengo 45 años. En noviembre del 2008 me diagnosticaron un cáncer de mama. La primera pregunta que te haces es: “¿Por qué a mí?”. Cuando oyes historias y ves por la tele a gente que ha padecido cáncer de mama, te entristeces, pero nunca piensas que pueda pasarte a ti. Pues sí, se puede vivir en primera persona y ese fue mi caso. Tras dos intervenciones quirúrgicas, pasé por el tratamiento de quimioterapia (seis sesiones). Durante ese tiempo, cogí peso, que aún hoy me sobra, pero también aprendí a valorar, a querer y a dar las gracias. Tengo que dar las gracias a mi pareja, a mi hijo, a mi madre y a mi hermana, que me acompaña-ron en mi lucha, pero también he de agradecer muchas cosas a mis amigas, que no me dejaron pasar por esto sola. Aún no he

Isabel Vázquez Iglesias

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reconstruido la mama amputada y cada vez que me miro al espejo es un recuerdo de lo que ha pasado, de la misma manera que cada vez que veo un anuncio relativo al tema del cáncer de mama no puedo evitar que me salten las lágrimas. La experiencia fue muy dura, pero, como de todo lo malo hay que sacar algo bueno, tengo que decir y gritar que tengo una GRAN FAMILIA y unas GRANDES AMI-GAS, y que en estos casos es importante detectarlo rápido, asumir la enfermedad, luchar contra ella (porque se vence) y continuar ade-lante.

La experiencia que os cuento la he pasado junto a la persona más importante de mi vida y mi ejemplo a seguir: mi madre. Mi madre tiene 65 años y, a principios del año 2007, en una de sus revisiones anuales realizadas por la Junta de Castilla y León para la prevención del cáncer de mama, le detectaron microcalcificaciones en la mama izquierda. Nos cogió de sorpresa, porque no teníamos ni idea de qué significaba esa palabra tan rara. Mi madre se vino abajo; una tía de ella había fallecido hacía 15 años de cáncer de mama y sabía lo duro que había sido para ella. También le afectó mucho el hecho de que ese año yo me casaba en mayo, porque pensó que no iba a

Celina Fernández

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poder asistir a la boda. Pero, tras acudir a la oncóloga Dra. Pedraza, una persona de un trato admirable y mejor profesional, mi madre cambió su forma de pensar y dijo “ADELANTE”, me queda mucho que disfrutar». La verdad es que no se dio por vencida en ningún momento, ni en los ciclos de quimioterapia ni en la radioterapia, y yo creo que cada vez que iba al hospital salía más reforzada. El apoyo por parte de la familia y de los amigos fue fundamental. También conoció a otras mujeres en su misma situación o, por desgracia, en una situación peor que la suya, y el hablar con ellas le sirvió de mucho. Lo más importante para mi madre es que nunca se sintió sola. La verdad es que yo no la dejaba ni un momento y mi padre tampoco. Hoy en día está como una rosa, con su tratamiento y con poco calcio, eso sí, pero va todos los días a la piscina, hace gimnasia dos veces por semana y, por supuesto, sus viajes del Imserso.

Aprovecho la ocasión para dar las gracias a todas las personas que desinteresadamente trabajan para que esta enfermedad se erradique, ya que sin ellos no se habrían logrado tantos avances, y sobre todo a las voluntarias del Hospital de León, por su apoyo incondicional. Un saludo para tod@s desde León.

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La culpa la tuvo el miedo. Si mi madre no hubiese tenido miedo de acudir al médico por si recibía malas noticias, hoy, quizá, no estaríamos lamentando su ausencia. Es muy importante la prevención y no tener miedo, porque el miedo nada cura. Aún recuerdo cuando mi madre me llamó por teléfono para decirme que le habían en-contrado un bulto en el pecho. Lo hizo desde una cabina de la calle, entonces no todo el mundo disponía de teléfono móvil. Su voz inten-taba parecer tranquila, pero nunca supo disimular bien. La espera de los resultados se hizo larguísima y, aunque recuerdo vagamente esa época, las sensaciones eran muy contradictorias. Por una parte, el miedo a la palabra cáncer no te hacía ver lo que realmente sucedía a tu alrededor y, por otra, nunca habíamos vivido una situación igual. Había muy poca información. Hasta entonces, conocías a alguien que tenía un familiar con esta enfermedad o solo veías noticias de famo-sos en televisión que la padecían. Siempre tuvimos esperanzas, pues mi madre nunca nos dijo lo realmente avanzada que estaba la enfer-medad. Le extirparon el pecho al completo y vivió su enfermedad a medias con nosotros. Nos ocultó su metástasis y tarde pudimos reaccionar, pues cuando supimos de su gravedad fue cuando ingresó en un hospital para acabar sus días bajo los efectos de la morfina y sin reconocer a sus hijos o su pareja.

Susana Doménech Castillo

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Desde que supimos de su enfermedad hemos estado muy atentas, tanto mi hermana como yo, a cualquier señal de alarma. Yo, per-sonalmente, me hago exploraciones cada cierto tiempo cuando me ducho o cuando me tumbo a descansar un rato. No me cuesta más que cinco minutos y con ello se previenen sustos futuros. También me he hecho alguna ecografía, pues aún soy joven para una mamo-grafía. No hay que vivir con el miedo en el cuerpo, sino simplemente hacerse una autoexploración de vez en cuando y acudir al médico ante cualquier duda. Con ello prevenimos males mayores.

Supongo que esto lo puede estar leyendo alguna mujer que padezca ya esta enfermedad y desde aquí quiero decirle que comparta sus sentimientos con la gente de su alrededor. Mi madre no lo hizo y, queriendo evitarnos un sufrimiento, lo que logró fue dejarnos una sensación de haberle fallado. La familia está para compartir la carga, ofrecer ayuda, comprensión o simplemente compañía. Tenemos hoy en día una sensación de vacío, pues hicimos nuestra vida sin saber que nuestra madre, quitándole importancia ante nosotros, sufría en silen-cio una enfermedad tan grave y conociendo la consecuencia final. Por eso, animo a aquellas personas que padecen esta enfermedad a que compartan sus sentimientos con su entorno, pues es de sobra conocido que el apoyo de los seres queridos ayuda a la recuperación. Así que lo primero, PREVENCIÓN, y después dejarse querer. De esto se sale, pues el caso de nuestra madre solo se da en pocas

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ocasiones. Actualmente, soy madre primeriza y siento una terrible pena porque mi hijo no va a conocer a su abuela. Es una más de las consecuencias de esta enfermedad... Gracias por dejarme compartir mi experiencia con vosotros.

Mi nombre es Sonia, tengo 38 años y hace cuatro meses que me diagnosticaron un cáncer de mama. En el momento en que me dieron el diagnóstico y me dijeron la palabra cáncer y la palabra quimio, se me vino a la cabeza la cara de mis tres hijas y seguidamente el pensamiento de que me iba a morir. La primera semana, mientras intentaba asimilar la enfermedad y el tratamiento, fue durísima. Solo veía la cara de mis hijas y pensaba en qué pasaría si yo no superaba la enfermedad. Cuando ya me dieron día para empezar el trata-miento y vi en qué consistía, me dije que tenía que aprovechar todo lo que pudiera los días después de la quimio, cuando me encontraba bien, para compartirlos con mis hijas, pues eso era lo único que no

Sonia Torío

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me hacía pensar en la enfermedad. A partir de ese momento, me dije también que tenía que luchar al máximo y que, si muchas mujeres y con peor diagnóstico lo habían superado, yo no iba a ser menos. He pasado la parte más dura del tratamiento y el tumor ha desaparecido. Aún me quedan 12 sesiones de quimio y al final una operación, pero me estoy curando y voy a salir del bache que me ha puesto la vida en el camino. Durante todo el tratamiento he sido muy optimista y he estado lo más animada posible dentro de lo que supone la enfermedad. Ánimos a todas, que hoy en día la medicina está muy avanzada y, aunque el tratamiento no es agradable, se sale y se tira adelante. ÁNIMOS A TODAS LAS MUJERES QUE ESTÉN PASANDO POR ESTE BACHE. QUE SEAN MUY POSITIVAS Y ADELANTE.

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Me siento orgullosa de saber que hay personas en este mundo que se preocupan y luchan por la salud y el bienestar de otras. Desde aquí quiero mostrar mi reconocimiento a todas esas personas que trabajan para la derrota total del cáncer. Gracias por vuestra importante labor!!!

Lola Macías

!!!

Hola. Mi relato va a ser breve, pero espero que pueda servirle de consuelo a alguien que esté en cualquier rinconcito pasando un mal momento. Yo no he padecido cáncer de mama, pero sí mi madre el pasado verano. Al principio, esta enfermedad (de la que muchos no queremos ni mencionar su nombre, para mí es “el bichito”) impresiona, impacta, desmoraliza, atemoriza... Todos los que leéis esto, incluso yo, hemos enterrado a alguien querido por esta maldita enfermedad... y esta es la causa que nos puede llevar a tener todas

Vanesa

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esas sensaciones que antes he citado. Yo, también, en un momento de mi vida, maldije lo que me rodeaba al ver que el cáncer volvía a apa-recer por el umbral de mi casa, pero, gracias a la detección precoz en el caso de mi madre, ahora al “bichito” lo llamo “contratiempo”. Mi consejo es el siguiente: esperad a hablar con vuestro especialis-ta! Ningún tumor es igual y, como se dice por aquí en Andalucía, “cada cuerpo es un mundo”. Hay que intentar ser positivo, aunque en ocasiones cueste trabajo, llevar a cabo aquello que nos haga felices, visitar a los amigos y a la gente que nos quiere. Estas son las mejores medicinas. Pedid ayuda en la Asociación Española Contra el Cáncer, enferm@s y familiares, son una ventana de esperanza, o al menos lo fueron para mí. Mi madre, en este momento, está paseando a su nieta y preparando el almuerzo para cuando yo llegue. Por fin podemos decir: bendita rutina!

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He vivido muy, muy de cerca el cáncer de mama. Hace ya 12 años que se lo diagnosticaron a mi madre. Recuerdo el momento en que mi padre me lo dijo y aún siento aquella extraña sensación de… ¿impotencia…?, ¿nerviosismo…?, ¿incredulidad...? No sé muy bien cómo definirla. Mi madre entonces era muy joven y siempre había sido una persona muy sana y jovial, y me pareció tan injusto… Suerte que era muy constante y consciente con sus revisiones y pudieron diagnosticarlo a tiempo. Le hicieron una mastectomía, estuvo en tratamiento de quimioterapia durante bastantes meses y, posterior-mente, pasó por el largo proceso de reconstrucción. Ha sido muy duro, ha sufrido muchos efectos secundarios por la quimio, no ha vuelto a recuperarse completamente del brazo (también le extirparon los ganglios de las axilas), la menopausia precoz también le ha dejado huella, pero sigue viva, luchando cada día y sin dejar de sonreír. Es increíble la fortaleza que tenemos, no somos conscientes de ella hasta que no llega el momento de sacarla y de seguir... Ella lo ha conseguido y espero que todo el mundo pueda hacerlo. No os saltéis las revisio-nes, buscad el apoyo de la familia y los amigos, y sonreír siempre, que la vida, a pesar de todo, es maravillosa..

Susana

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En febrero del 2004, un cáncer de mama muy avanzado llamaba a mi puerta. Yo tenía 31 años y estaba recién separada de mi marido. Me pareció que la vida ya había terminado, pero, con la ayuda de mi familia, mis grandes amigos, un amor incondicional y mi forta-leza, salí adelante. Luché con uñas y dientes, y conseguí vencerlo. En octubre del 2008, apareció de nuevo y, por segunda vez y con más fuerza que nunca, empecé a combatirlo. Hoy estoy esperando que me intervengan ya para ponerme la prótesis de silicona definitiva y lucir mi nuevo pecho. Aquí os mando una foto de este verano, para que veáis que nunca debemos perder la sonrisa. Un abrazo para todo aquel que lea mi historia.

Noelia

Estoy contenta de poder participar en esto. Yo no he padecido cáncer, pero sí que lo he vivido muy de cerca. Tanto mi madre como mi abuela, mi abuelo y mi madrina han padecido cáncer y, ahora

Melody

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mismo, pienso a veces que también me puede pasar a mí. Pero, si eso llegara a ocurrir, sé que habría mucha gente que estaría a mi lado. Con esto no sé muy bien qué es lo que quiero decir o llegar a transmitir. He perdido a familiares (a dos exactamente) por culpa del cáncer y sé lo que duele. Viví las lágrimas de mi madre, su operación, los días siguientes y cómo el médico le dijo que tenían que volver a operar. Viví la situación de mi abuela, postrada en la cama, sonriente a pesar de todo, igual que mi madrina. Quiero transmitir confianza y fe. Me gustaría que cualquier mujer que lo padezca supiera que tiene a mucha gente a su alrededor, gente que la quiere y que siempre estará con ella. Ánimos.

Hola. Me hace mucha ilusión formar parte de este libro rosa. Les doy mi apoyo a aquellas mujeres que están pasando por una mala racha como consecuencia del cáncer de mama y les mando desde aquí un fuerte abrazo, mió y de mi bebé, para que luchen, ya que con lucha se sale rápidamente adelante. No padezco cáncer de mama, pero

Paula

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estoy amamantando a un bebé precioso y me acuerdo muchas veces de las que sí tienen ese problema. Un beso muy grande a todas y… QUE EL ROSA NOS UNA SIEMPRE!!!

Yo he vivido mi historia con el cáncer en mi entorno, con mi ma-dre. En una de las mamografías rutinarias anuales, le encontraron un bultito pequeño que, al analizarlo, resultó ser maligno, por lo cual había que operarlo. Pasó de ser una bolita pequeñita que ni se notaba ni le dolía a ser un bulto dos veces mayor en un mes, que fue lo que tardaron desde que se lo encontraron hasta la operación. Al principio, no te haces a la idea. No te puedes creer que le esté pasando eso a tu madre porque para un hijo las madres son muy fuertes y nunca nos las imaginamos enfermas, pero, cuando pasa, lo mejor es ser posi-tivos, pensar que todo va a ir bien y, sobre todo, apoyarles en todo. Tomarlo con positividad hasta el final permite al cuerpo estar fuerte y poder afrontar mejor la situación. Mi madre, aunque con miedo a la operación, lo tomó con valentía y positividad, y la operación, gracias a DIOS, salió muy bien y la recuperación fue muy rápida. Gracias a DIOS, a que cada vez se sabe más sobre la enfermedad y a las revisiones anuales, tengo a mi mamá conmigo,

Raquel

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ahora puede disfrutar de su nietecita y en la recuperación no tuvo que tener quimio, sino solo unas sesiones de radioterapia. Así que, por favor, no creáis que las revisiones anuales son una tontería, llegan a salvarte la vida, porque si lo coges a tiempo es mucho más fácil, muchísimas mujeres se salvan gracias a cogerlo a tiempo. No per-mitáis que, por una dejadez o por miedo a saber si lo tendréis o no, se sentencie vuestra vida, cuando os están dando la oportunidad de seguir viviendo y, si no lo hacéis por vosotras, hacedlo por los que os quieren, que no podrán vivir igual sin vosotras. NO OS DEJÉIS, MIMAOS Y CUIDAOS. Un beso enorme a todas.

¿Cáncer? Qué palabra con una carga tan negativa! ¿Por qué la palabra gripe no la tiene? Toda mi familia lo padeció. Mi abuela paterna lo tuvo de mama, mi padre de pulmón, mi madre de ovarios, mi tía de útero, piel y ahora de riñón. Pero… ¿yo? ¿Por qué yo? Yo tengo hijos, me necesitan, no me puedo enfermar. Todo

Ruth Geiler

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empezó con un tumor de mama en el año 2007, me lo diag-nosticaron el día en que cumplí 43 años. Decidí dar batalla y no dejarme vencer. Mis hijos tendrían el ejemplo de lo que era pelear por la vida. Comprendí que algunos debíamos superar pruebas para transitar por este mundo, y estaba dispuesta a atravesarlas. Dos operaciones y rayos. Luego controles.

¿Pero ahora por qué? ¿Por qué si cumplí al pie de la letra todas las indicaciones médicas? ¿Por qué si aún soy tan joven y tengo tanto por hacer? Un tumor mucho más agresivo y en el mismo lugar. Única opción: extirpar el pecho. Muchas lágrimas, dolor, sensación de impotencia, enojo con el mundo, angustia, desamparo y una decisión: vivir. Recordé las palabras de un conocido que me dijo: “Dios no te pone pruebas que no puedas atravesar”. Me convencí entonces de que una vez más sería capaz de afrontarlo. En abril me extirparon el pecho. Pocas veces en mi vida sentí tanto el amor de quienes me rodeaban: mis hijos, mi pareja, mi hermano, mis amigos, mis compañeros de trabajo… todos estuvieron a mi lado. Sin todos ellos, hoy no estaría escribiendo esto. Fue muy duro ver la imagen que me devolvía el espejo, costó poder mirarme, ni siquiera fui capaz de

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curar la herida, iba todos los días al médico o venía una enfermera a mi casa. Confiaba en que el resultado de la biopsia no requeriría que efectuara quimioterapia, pero me equivoqué. “Cuatro sesiones cada 21 días2, dijo el médico, luego otra droga con igual frecuencia por un año. “Se te va a caer el pelo”. Esa frase retumba aún en mis oídos. ¿El pelo? Ese tesoro que tanto cuidaba, de cuyo color y alisado estaba siempre pendiente, otro símbolo de femineidad que me era quitado. No me alcanzaban las lágrimas para descargarme. Qué difícil era aceptar que, tras perder el pecho, ahora era el turno del cabello. ¿Cómo podría seguir sintiéndome mujer? ¿Cómo podría tener intimidad con mi pareja? ¿Cómo evitaría que me miraran? El primer paso fue seguir el consejo de una amiga que me dio los datos de un lugar donde comprar unos pañuelos muy originales para la ca-beza, adquirir una peluca y distintos accesorios, como cintas elásticas con extensiones de flequillo y pelo largo para usar bajo los pañuelos. Tras eso, me hice un corte muy corto a pocos días de la primera sesión de quimio. La dueña del local donde adquirí mis accesorios me recomendó hacer el curso de Luzca bien e, inmediatamente, le dije “no, no voy a grupos de ayuda”. Entonces me sugirió que viera en Internet de qué se trataba. Días después, seguí el consejo, vi la página, los videos en YouTube y mandé un e-mail. Un día más tarde, llamé por teléfono, me explicaron de qué se trataba y me inscribí. Asistí al curso armada con mi bolsa, en la que llevaba la peluca, los pañuelos y los distintos accesorios que había comprado.

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El ambiente era muy distendido. Había gente de muy distintas edades, algunas muy arregladas, otras dejadas, algunas parecían aba-tidas, otras tenían cara de enfermas… eso que yo no quería tener. Es increíble ver cómo quienes pasamos por esto tenemos una mirada distinta. Quizá cualquier persona que se nos cruza por delante no se detiene a pensar por qué usamos un pañuelo quienes pasamos por esto. Al empezar el curso, se presentaron la maquilladora y Nora. Nos dieron una bolsa con distintos elementos y nos pidieron que nos desmaquilláramos, hecho lo cual, paso a paso, comenzaron a enseñarnos cómo colocar una base, el corrector, los colores de sombras adecuados, cómo disimular ojeras, marcas e imperfecciones, y cuáles eran los puntos de luz. Todas estuvimos muy atentas. La señora que tomaron como modelo parecía la protagonista de Cenicienta: se convirtió en una reina tras seguir los pasos indicados. Luego, nos ex-plicaron cómo ponernos cada tipo de pañuelo y cómo hacer para que la vista de quien teníamos enfrente no se posara en nuestra cabeza, sino en los accesorios, y cuál era el modo más apropiado de lucirlos. Tomaron a varias de nosotras como modelos y nos probaron distintas opciones. No se procuraba mostrar la miseria ni el dolor por el que atravesábamos, sino todo lo contrario, lo que podíamos hacer para recuperar la autoestima y sentirnos tan femeninas como siempre. Al finalizar, en un clima muy distendido, un café dio el toque final al curso. Salimos contentas con un set de maquillaje y muchas ideas para aplicar.

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Antes de la segunda sesión de quimio y en tan solo cuatro días, el cabello perdió fuerza, se convirtió en hilos que se caían en mechones y decidí, no sin lágrimas, pelarme. Si bien siempre me arreglé y maquillé, los consejos y tips del curso comenzaron a ser aplicados. Las cintas sobre los pañuelos, los pañuelos enroscados, la peluca, las extensiones y los distintos accesorios comenzaron a colaborar para que el espejo me devolviera la imagen que quería ver. Cuando uno atra-viesa una situación tan extrema como esta, puede dejarla transcurrir sin hacer nada al respecto o extraer alguna enseñanza. Opté por la segunda posibilidad. Este ha sido un momento de hurgar en lo más profundo de mi ser, de parar la pelota, de barajar de nuevo. Ha sido una nueva oportunidad de replantear la vida, los afectos, las priorida-des. Busqué ayuda en mi psicóloga de muchos años, quien transitó este camino a mi lado, la homeopatía colaboró en mi recuperación, el curso me enseñó que podía siempre lucir mejor, comenzar las clases de pintura me ha hecho descubrir un mundo nuevo en el que los colores y las formas ocupan durante horas mi mente. No creo que yo pueda aportarle mucho al mundo del arte, pero sí que el arte me está ayudando a transitar este momento y a superarlo también. Un trabajo tan estresante como el mío a veces no permite que uno no actúe mecánicamente, todo transcurre, y justamente no se trata de transcurrir, sino de VIVIR. Vivir la dicha de amanecer cada día, de ver a nuestros hijos despertar y de poder salir cada mañana y gritar: “ Estoy viva!”. En un mes reconstruirán mi pecho. Las heridas ya no serán físicas y depende de cada una de nosotras sanar las psíquicas.

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No es fácil, pero tampoco imposible. Si yo pude, creo que pueden todos. Se trata de tener presente que no hay que darse por vencido ni aun vencido y que esto también pasará. Agosto del 2010.

Buenas! Mi historia es la historia de una persona muy importante para mí: MI TÍA. En esa época, poco me enteraba yo de lo que estaba pasando, solamente de que la tía estaba malita. Yo tendría 11 años, más o menos. Soy una de esas personas que empatiza rá-pidamente con las personas que están sufriendo, sea por el motivo que sea, así que allí estaba yo, apoyando, de la manera que podía, a mi tía. ¿Cuál creéis que fue mi apoyo? Pues lo único que podía hacer: ir a visitar a mi tía siempre que tenía ocasión. La verdad es que esta experiencia me unió mucho a ella. La otra ayuda ya la tenía, los médicos la estaban tratando y, aunque perdió un pecho y se la cayó el pelo, ha tenido el resto del tiempo para sobreponerse a ello y poder seguir con su vida Siempre iba a verla (también tengo que hablar de mi madre, que no se separó de ella). Cuando mis amigas iban al cine un sábado por la tarde, yo me iba a verla y a pasar la tarde con ella. Sé que esto no la curó, pero AYUDÓ. Como ya os he dicho, ella fue una de esas mujeres que superan el cáncer (aun cogiéndolo tarde) y, despues de… bufff... pues casi 20 años, ahí está

Vanesa

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dando guerra y con los achaques típicos que va dando el paso de los años. Espero que esta historia pueda dar un rayito de esperanza a todas las personas que estén pasando por esta situación. ÁNIMO Y ESPERANZA. Muchas gracias por haberme dado la oportuni-dad de sacar todo esto de mi interior.

Me agrada la idea de poder hacer entre todas el libro rosa de Auso-nia. Creo que es un detalle muy bonito y me encantaría participar en ello. Yo nunca he vivido una experiencia de cáncer de mama con algún familiar o persona proxima a mí, pero sí puedo asegurar que sé qué es el sufrimiento de tener un cáncer, ya que eso sí lo he podido experimentar y sentir con seres queridos. Sé que es despertarse casa día y sentir que todo aquello acabará, sentirse derrotada y no querer luchar. Por eso, quiero que nunca perdáis la fuerza y las ganas de seguir viviendo día a día, porque creo que es eso lo que te ayuda y te hace seguir adelante. Sobre todo siempre hay que tener una actitud positiva, nunca negativa. Hay que pensar que todo saldrá bién y que, a parte de tus familiares o amigos, hay más gente que te apoya, millones y millones de personas en el mundo. Este LIBRO para mí es como un apoyo al que pueden recurrir todas aquellas mujeres que

Lledó

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lo estén pasando en este momento y que necesiten ver todo el cariño que hay en el mundo. Sin duda, es un libro que desprende fuerza y energía. Y, por encima de todo, ánimos para poder seguir adelante. MUCHA FUERZA! !

Hola a todas. Este es mi humilde granito de arena para apoyar esta causa, que es la de todas. Mi historia comienza hace casi cuatro años. Después de mis constantes revisiones, me tocó vivir la peor experiencia de mi vida: me diagnosticaron cáncer de mama. Yo siem-pre había creído que era una mujer débil, pero entonces me di cuenta de que ante la adversidad me crezco. Sí, perdí un pecho, pero no mis ganas de luchar. Desde el primer momento, estuve con la moral muy alta. Sin pelo, hinchada, cansada, dolorida, etc., pero aquí estoy. Gracias a los adelantos en medicina, gracias a Dios, EL CÁNCER DE MAMA tiene cura, pero, por favor, acudid a vuestras revisiones. Ya estoy cansada de escuchar: “¿Y si me dicen que tengo algo malo? Ay, no, no, qué miedo...”. Esa actitud no nos ayuda ni a nosotras

Teresa

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ni a las personas que intentan ayudarnos. Cuanto antes se diag-nostique, antes comienza el tratamiento. ¿Que es duro? Sin duda, pero a casi cuatro años de mi operación me encuentro genial, con mis revisiones periódicas, pero viviendo, disfrutando de mi familia y amigos. Así pues, id al médico al menor indicio, haceos exploracio-nes, ayudémonos entre todas. No sé si esto lo leerá alguien, pero, con una sola mujer que lo lea y por lo menos le haga pensar en ello un minuto, habré cumplido mi misión. LA VIDA NO ACABA CON UN DIAGNÓSTICO. Yo desde luego estoy muy viva y pretendo seguir así. SOMOS UNAS GUERRILLERAS Y ESTA BATALLA LA GANAREMOS SIN DUDA. Teresa Méndez. UNA MUJER MUY “COMPLETA”, NO ME FALTA NADA. PERDÍ UN PECHO, PERO GANÉ VIDA.

Hola, chicas! Soy una afectada de cáncer de mama y quisiera dar ánimos a todas, porque se puede volver a reír. Incluso estando en el peor momento del tratamiento, hay que reírse, rodearse de la

M.a José

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familia y de los amigos, y disfrutar de lo maravilloso que es estar viva. Desearía que no existiera el cáncer, pero como eso, por ahora, no es posible, solo quiero deciros que os cuidéis y no os olvidéis de la prevención. Un gran saludo.

Tenía 42 años, dos hijos de cuatro y siete años, un marido estupendo y un montón de ilusiones en mi mochila cuando emprendí este viaje tan inesperado por el duro camino de esta enfermedad. Saliendo de la ducha, un bultito pequeño en mi mama izquierda llamó mi atención. Nunca me habían hecho una mamografía, pues, en mi comunidad, el protocolo de prevención te las indica a partir de los 45 años, pero ese bulto no me gustaba y, efectivamente, en apenas tres semanas estaba operada, diagnosticada y con un futuro bastante incierto. El CÁNCER se había cruzado en mi camino y otra senda oscura me aguardaba amenazadora... Las sesiones de quimioterapia y radioterapia durante un año y medio me convirtieron en “otra”, mi aspecto físico cambió, me volví vulnerable y dependiente, pero

María Trancón

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algo dentro de mí me decía que yo podía, que seguía amando la vida y que nada podría impedirme seguir soñando. Mis oncólogos me advirtieron desde un principio de la gravedad de mi enfermedad y de la lucha que se me venía encima, pero lo más difícil de vencer fueron mis propios miedos, el miedo a perder lo que más quería: mis hijos, mi marido, mi madre y mis hermanos, esa familia tan hermosa que fue uno de los pilares de mi “vida” , si es que esa época se puede denominar así... Lo que me producía más dolor era todo el daño que les estaba causando a ellos. No voy a entrar en detalles sobre las fases más cruentas de mi enfermedad, pero, como el ave fénix, puedo decir que estoy resurgiendo de mis cenizas. Han pasado casi cuatro años y el camino continúa, pero dejando cada vez más lejos esos días. Me quedo con el aprendizaje intenso y todo el amor que me brindaron mi familia y amigos más cercanos.

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Me gustaría lanzar un mensaje de confianza a todas aquellas que estéis pasando por este duro trance: confiad en vuestros especialistas, dejaos querer y sobre todo sed positivas. Y a todas las mujeres que lean mi testimonio quiero decirles que la prevención es la mejor ma-nera de evitar la enfermedad o de detectarla a tiempo. La autoexplo-ración es el mejor instrumento que tenemos en nuestras manos. Ah! Y no nos olvidemos de vivir de forma sana y saludable. Nosotras lo valemos!!!

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Hola a todos. Lo siento, pero mi historia no es de alegría ni de esperanza, porque, en este caso, la persona cercana a mí no consi-guió superarlo. Solo espero que mi experiencia valga para que todas tomemos conciencia de la importancia de la prevención y de no aban-donarnos, y para que dejemos de pensar eso de “ a mí no me va a pasar!”. Los familiares también tenemos que empujar cuando hay alguna sospecha, porque a algunas personas el miedo les paraliza y, a veces, los de su alrededor dudamos durante un tiempo precioso. Mi cuñada tenía 30 años y yo, entonces, estaba embarazada de mi primera niña. Ella era una enamorada de los niños y no disfrutó más que unos meses de su sobrina. No puedo dejar de pensar que

Feli

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deberíamos haberla arrastrado al hospital y no esperar por pruebas que, como no se quejaba, se alargaron más de lo debido. Recuerdo que al principio solo pensábamos que le iban a quitar el pecho; luego, solo rogábamos para que le quitaran los dos y así tendríamos esperanza. Gracias a todos por leerme, y especialmente a Ausonia por proporcionarnos este nexo en común y hacernos ver a los que solo conocemos la peor parte de la enfermedad que hay muchas posibilidades de salir adelante.

Cuando se es joven y la vida parece encaminada, no creemos que algo pueda afectarnos radicalmente. Yo tengo 26 años y no he sufrido cáncer de mama ni de lejos ni de cerca, pero la opción está ahí, porque nunca sabes si te puede tocar a ti o no. Hay muchas razones por las cuales me decidí a escribir estas líneas y la primera es la ilusión por la vida que muestran tantísimas mujeres que tuvieron que superar esta enfermedad. Se mantuvieron fuertes y fueron capaces de decir: “Yo quiero sentirme viva”. La segunda razón es porque cam-pañas como esta nos ayudan, a quienes no hemos pasado nunca por esto, a ser más conscientes de las consecuencias de no cuidarnos, de no tomar en serio nuestra salud y de no pensar en el futuro. Muchas

Karina Sebastiani

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son las personas que viven al día, como si cada día fuese el último sin pensar en el mañana. El aquí y el ahora importan, mantenerse centrado y ser feliz es una medicina rejuvenecedora, pero la prevención no es dañina y ayuda a vivir en armonía también. Hoy pensaba que nada podía salir peor, debo decir que no ha sido un día muy feliz, pero, sabiendo que siempre hay un mañana y que la fuerza de una mujer supera todo obstáculo, me quise unir a esta prueba de fe y de amor, porque no hay nada más bello en este mundo que las ganas de sentirse vivo. Yo me siento capaz de todo, sé que quiero seguir ca-minando por valles y montañas, recorrer mares y envejecer junto a los míos, tropezar las veces que haga falta, pero con la mente siempre en alto, para que siempre me recuerden. Y, cuando me toque mar-charme, después de todo lo aprendido, me recuerden porque siempre dije “yo quiero sentirme viva” y se sientan dichosos de continuar en esta madre tierra tan maravillosa.

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A los 37 años, me detectaron un cáncer de mama. Ya han pasado más de diez años y estoy aquí viviendo el día a día. Eso sí, no he perdido nunca la sonrisa. Me he vuelto más sincera conmigo misma y mis valores han cambiado. Ahora soy yo! No tengáis miedo, es un pulso que hay que ganar. Las mujeres somos fuertes y estamos acostumbradas a luchar. Como dice una amiga mía: “Después de esta guerra, lo demás en la vida son batallitas”. Un beso.

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Montse Pujol i Móra

Hace ahora escasos 16 meses, recibía una llamada a mi móvil de al-guien a quien quiero mucho. Su voz temblorosa al teléfono me hacía pensar que algo no iba del todo bien: “El otro día me noté algo en el pecho… me han hecho una mamografía y... ¿quieres venir a recoger el resultado conmigo?”. Aquellas palabras se clavaron en mi mente y sentí que algo que no habíamos encargado estaba por llegar. Así fue, las pruebas indicaban que la lesión era maligna, que hacía falta

Conchi Benítez

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extirpar y que necesitaríamos quimio y radio. Cuando quisimos darnos cuenta, el cáncer había iniciado el proceso sin habernos pedido permiso, ni a mi madre, ni a mi hermano, ni a mí. Fue difícil ver a mi madre en el quirófano, en la sala de quimio o verla madrugar para ir a darse la radioterapia, pero sin lugar a dudas fue una lección para mí, porque su afán de lucha, de superación y su optimismo me hacían pensar que todo iba a salir bien. Hicieron falta muchos sacos de alegría, de cariño, cajas de besos y abrazos, bolsas de calor e ilusión (y, bueno, algún que otro paquete de pañuelos, jeje). Gracias a la gente que nos rodeaba y a quienes nos echaban un cable desde arriba, el tiempo fue pasando y ahora ya andamos de revisiones. Por el momento, la noche antes de la prueba nos duele un poco la ba-rriga, pero después todo parece ir bien. A los que ahora inician este camino que se cruza en nuestras vidas sin posibilidad de cambiar de itinerario, solo quiero decirles que somos muchos quienes hemos ido dejando nuestras huellas al pasar, y que la mayoría acabamos el camino y nos reencontramos con nuestra vida anterior para continuar con los proyectos que teníamos pensados. Es solo un desvío, pero al final llegamos. Quiero también dar las gracias a quienes estuvie-ron a nuestro lado y a la Asociación Contra el Cáncer de Mama de Córdoba, porque permitieron que mi madre hiciera ese camino muy acompañada y con todo el equipo necesario para no retrasar la llegada a la META.

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Hola a todas esas mujeres luchadoras, valientes y llenas de ilusiones para poder combatir la enfermedad! Me imagino que mi experiencia es como la de todas. En un principio, la sensación es aterradora, pero, seguidamente, te aparece la fuerza, se te levanta el ánimo y coges una energía con la que eres capaz de luchar contra todo a la vez. Son tan intensas las ganas de vivir y de poder compartir junto a tus seres queridos todo lo que has dejado atrás... Te aferras a todo lo que digan para poder salvar eso tan bonito a lo que llamamos VIDA! Yo particularmente fui operada por primera vez en el año 19 9 9 y ahí comienza mi lucha. La segunda vez fue en las dos mamas… a falta de una, fueron dos, en agosto del 2009. Ahora estoy fantásticamente bien, con ganas de VIVIR muchos años y, por supuesto, todo en mi vida es positivo.

Sin embargo, existe otra cara de todo lo bueno que os he contado y es MI HIJA. Con ella, los ánimos y la enfermedad han ido de manera diferente. Fue operada por primera vez con 17 años, una operación muy fea en la que hubo que reconstruirle la mama y cortarle sus conductos mamarios (nunca podrá amamantar a su bebé). Ac-tualmente, tiene 20 años. Con 19, fue intervenida otra vez, concre-tamente en agosto del 2009. Se llevó una semana conmigo: ella se operó el día 13 de agosto y yo el 20. Lo mío no duele, pero lo de mi hija es diferente! Ella es estudiante de cuarto curso en la Facultad de

Auxi!

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Derecho de Granada. Ha sido alumna honorada en su promoción por ser una gran estudiante, reconocida por su gran capacidad intelectual. Estando operada y drenada, tuvo toda la valentía y fuerza de ir a hacer sus exámenes. Ella es una gran triunfadora, no está acomplejada y solo quiere vivir. Quiere ser notaria.

Esta es parte de mi vida, espero que os haya ayudado. Luchad y luchad, la vida es maravillosa, intensa y llena de emociones! Que nunca os destruya el SUFRIMIENTO y no dejéis que os invada el MIEDO. Que tengáis mucha suerte, os lo deseo con todo mi cora-zón.

!Lamentablemente, en mi familia materna ha habido muchos casos de cáncer de mama. Todos han acabado en final feliz, a excepción del de mi tía, que desgraciadamente falleció. No fue directamente por el cáncer de mama, pero de alguna manera tuvo algo que ver. Después de nueve años de haber superado el cáncer, decidió entrar en quirófano para que le reconstruyeran el pecho, ya que le habían extirpado los dos. Se sentía muy mal y se veía como un monstruo por tener una gran cicatriz donde debería estar su pecho. Así que, después de

Leire

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mucho meditarlo, decidió meterse en el quirófano. La operación salió bien y en un primer momento se estaba despertando normalmente de la anestesia, pero, desgraciadamente, entró en shock anafiláctico, quedó en coma y del coma pasó a muerte cerebral. Después de tres años de falsas esperanzas, falleció a causa de un virus. Una de sus hijas veló día y noche por ella. Por desgracia, después de cinco años, la vida quiso que esta hija sufriera el mismo infortunio: le diagnos-ticaron cáncer de mama. Gracias a los médicos y a su optimismo, lo ha superado y, aunque tiene días muy duros por la reconstrucción del pecho, ha vencido ese cáncer.

Desde aquí, yo quiero dar mucho ánimo a todas las personas que padecen este mal o que lo viven de cerca. Con positividad y mucho ánimo se consigue todo. En esta vida nada está perdido, siempre tenemos que luchar por lo que queremos. A ti, prima, te doy la enhorabuena por ser tan valiente, por ser tan luchadora y por afe-rrarte con tantas ganas a este mundo, tienes el cielo más que ganado. Querer es poder y juntos saldremos adelante.

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Hola a todas. Hoy precisamente, Día Mundial del Cáncer de Mama, hace seis meses que me practicaron una mastectomía. En mi caso, no ha sido nada comparado con lo que se esperaba, ya que llevaba algo más de un año y medio notándome el dichoso “bultito”. Lo dejé pasar, no me molestaba, así que nunca pensé que podía ser un tumor, hasta que un día tuve que visitar a mi médico de cabecera para pedir la baja por una rotura de tobillo y le dije: “Mire, tengo un bultito en el pecho, debajo de la axila, al que no sé si debería dar alguna importancia...”. Él, lógicamente, me dijo que claro que había que dársela y me derivó al ginecólogo. El día en que recogí aquel maldito sobre, lo abrí y leí aquello de “lesión sospechosa”, no me podía creer que me pudiese estar pasando a mí. ¿Pero por qué a mí? Pues porque así es la vida, este bicho no entiende de edad (tengo 36 años), ni de nada de nada, te toca y punto. Hoy me siento una privilegiada dentro de las afectadas. ¿Por qué? Porque tengo una compañera de trabajo y de enfermedad que sí que acudió al médico nada más notarse el bulto y en su caso el cáncer ya había pasado al sistema linfático, al hígado..., y su pronóstico es más feo que el mío...

Esta experiencia, esta historia es una LECCIÓN DE VIDA con todas las de la ley. A partir de ahora, haré lo que quiera, diré lo que me apetezca, aprovecharé cada minuto de mi vida haciendo lo que

Sonia Gil

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realmente me gusta y, sobre todo, seguiré diciendo NO cuando no quiera decir SÍ. Lucharé para que el cáncer no sea la causa de dejar a mi hijo de nueve años, lucharé por ser inmortal a esta enfermedad, porque entre todas PODEMOS PLANTARLE CARAAL CÁN-CER.

Me llamo Pilar Fernández Legazpi y vivo en Guadarrama (Ma-drid). A mí hace un año que me detectaron un bulto en el pecho izquierdo. El 4 de julio de este año me operaron,y me quitaron un ganglio de la axila y ese bulto del pecho. Gracias a Dios y a la cien-cia, todo me ha ido muy bien, pues el ganglio dio negativo. El bulto sí que dio positivo, no era muy grande y de categoría I/III, con lo cual me he librado de la quimioterapia, pero he pasado 40 sesiones de radioterapia y ahora me quedan cinco años de tratamiento en pastilla.

Yo no sé si puedo aportar mucho a otras mujeres, pero, bajo mi punto de vista, lo que hay que hacer es no venirse abajo, principal-mente por nosotras y luego por quienes nos rodean. En mi caso, soy viuda, tengo 50 años y un hijo de 21, el cual para mí ha sido una

Pilar Fernández Legazpi

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Hola. Me gusta muchísimo esta idea, muchííísimo. Sufrí un princi-pio de cáncer con 15 años y, como dijo mi médico, ( cuánta razón tenía!), el cáncer te consume si estás por los suelos, porque va con el estado de ánimo. Desde ese día, sigo sonriendo. Con 17 años, se acabó la historia y la sonrisa no me la quita nadie. Un beso.

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gran ayuda y apoyo, pues me ha acompañado a todos los médicos y pruebas, y en mi convalecencia no me ha dejado ni un momento. A mí no me ha cambiado mucho la vida, pero sí un poco la manera de verla, ya que ahora vivo el día a día y siempre en positivo. CHI-CAS, TENEMOS QUE COMERNOS EL MUNDO y sobre todo luchar con todas nuestras fuerzas. A todas aquellas que lo han pasado y que les queda por pasar, les mando mi cariño y mi apoyo, y sobre todo un besote muy grande. MUAC! !

Nora

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Hola, me llamo Rosa y tengo ahora 54 años. Hace ya 13, cuando no estaba siquiera en la edad habitual de hacerme mamografías, descu-brí un nódulo al que fui “persiguiendo” hasta que me diagnosticaron un carcinoma de mama. Mis hijan tenían entonces 20 y 12 años, y me necesitaban mucho, así que no había la menor posibilidad de que me rindiera. También tenía una madre enferma de Alzheimer a la que no podía entristecer con mi dolor. Me operé, seguí mi tratamiento de quimio y radioterapia, y el hormonal de cinco años. Perdí y recuperé el cabello y las pestañas; perdí para siempre la menstruación a los 41 años, pero no supuso un trauma. Poco después llegó la osteoporosis y es otro enemigo al que se puede vencer. Luché en todo momento por no perder la alegría y recibí tanto apoyo, tanto cariño del personal sanitario, de mis amigas y amigos, y de mi familia, que supe que no tenía el menor derecho a dejarme vencer. He conseguido lo que me propuse: ver a mis hijas convertidas en dos mujeres maravillosas, tengo un nieto y espero que lleguen más. Soy feliz, me siento útil y, disculpad la falta de humildad, aprendí a ser una persona mejor, más generosa y más solidaria que hasta entonces. No quiero aburriros más porque mi historia es, por fortuna, solo una más entre las de tantas mujeres que hemos vencido al cáncer. No os obsesionéis, pero no hay que bajar nunca la guardia! Llevemos el lazo rosa cada día en el corazón, queridas amigas.

Rosa María Monzó !

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Hola, soy Montse y tengo 43 años. Con casi 36, me diagnosticaron cáncer de mama en estado II. Hice todo un tratamiento experimental con operación incluida con vaciado de ganglios y, ahora, después de siete años, estoy perfecta, mejor que nunca. A mis 43 años, veo la vida de otra manera, la disfruto de otra manera, y físicamente me encuentro perfecta, tanto por dentro como por fuera. Fue un duro golpe, pero después, cuando ya lo ves desde fuera, te das cuenta de que también te ha aportado cosas positivas, como ver la vida del lado que importa, dar importancia a lo que verdaderamente la tiene y apreciar lo que tienes en el momento sin pensar en lo que te falta. Y una cosa muy importante: durante el año que duró el tratamiento, pude disfrutar de mi hija, que entonces tenía cinco añitos.

Montse

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Ayer hizo cinco años que me operaron de cáncer de mama con ciru-gía conservadora. Después vinieron los tratamientos. Siempre lo llevé bien, tuve mucho apoyo de la familia y sobre todo de mi marido, pero, claro, también tuve bajones. Empecé a pensar en las recaídas y los miedos, hasta que me di cuenta de que no merece la pena vivir con miedo. Hay que hacer vida normal, siempre cuidándose, y no pensar en lo que nos puede venir. En todo ese tiempo, también tuve que asumir que no podría tener hijos (biológicos, claro) y también salí airosa de eso: hoy soy mamá desde hace un año de dos preciosi-dades etíopes, niño y niña, y somos la familia más feliz del mundo.

Solo quiero decir a la persona que esté pasando por estos duros momentos que todo se supera, que tenga mucho ánimo y que ayer me acordé de que cuando me operé, me decían: “Cuando te des cuenta, hará cinco años”. Y es verdad, se pasan volando. Solo hay que disfrutar de lo que tenemos alrededor. Gracias.

Maleni

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Hace un año que me diagnosticaron un cáncer de mama y, aunque fue algo muy duro, decidí continuar con mi vida tal y como estaba. Cuando el tratamiento me lo permitía, iba a la universidad, salía a cenar con mis amigas e incluso salía de fiesta y a pasear todos los días. Siempre tuve una actitud muy positiva con la enfermedad, porque estamos enfermas, pero yo me negaba a ser una enferma. Creo que la lucha que mantuve con la enfermedad para que no afectara a mi vida me ha ayudado a crecer mucho personalmente. Tener cáncer de mama es malo, pero, si lo pillas a tiempo, como es mi caso, y te niegas a que te afecte negativamente, puedes sacar muchas cosas positivas. Al mal tiempo, buena cara. Hay que pensar en positivo: te cae el pelo, pues un cambio de look; engordas, pues te compras más ropa para ir a la moda; estás cansada, pues duermes, que eso rejuvenece la piel, y así con todo. La actitud positiva es lo que nos salva de esta enfermedad, así que mucho ánimo para todas.

Lucía García

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salir de esto. No es solo la medicina la que ayuda, somos noso-tras!

Mi historia es la de todas: dolor, pruebas y zas!, RESULTADO. Hace 20 meses que empecé con todo esto: quimio, radio, trata-miento hormonal, cirugía... y, aunque supongo que esto no se olvida nunca porque cada revisión te lo recuerda, igual que las secuelas que deja, por lo menos puedo decir que lo estoy dejando atrás, que mi vida empieza a tomar otro rumbo y que la palabra cáncer no está siempre en mi mente, porque ya he conseguido dejar sitio para otras cosas.

Quiero transmitir fuerza, valor y ánimos a todas las mujeres que es-tén pasando por la enfermedad y decirles que hay que luchar para

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María

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den escribir la historia de su supervivencia! Y que sonrían! Y felicidades a aquellas que, como yo, pue- !

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Soy una chica de 22 años de Barcelona. En el mes de junio de este año 2010, le diagnosticaron a mi madre esta enfermedad y la verdad es que no es fácil para una chica de mi edad. He tenido que pasar de no tener ninguna responsabilidad a tenerlas todas, y eso es muy duro, pero los médicos nos han dado todas las esperanzas. En el mes de septiembre, la operaron, con éxito, y estamos a la espera del tratamiento, pero estoy segura de que todo saldrá bien. Esto solo es un pequeño lapso de tiempo que pasará más rápido de lo que esperamos. Lo que no voy a hacer nunca es rendirme, tenemos que seguir siempre adelante porque vale la pena, es mejor ver el vaso medio lleno que medio vacío. Mi madre afortunadamente está muy bien, ella siempre ha sido muy positiva y los médicos le auguran lo mejor. Saludos y gracias.

Ser positiva es ver el vaso medio lleno

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En diciembre hará cinco años de mi operación. Me encontré un bultito en el pecho y fui al ginecólogo. Me hicieron una ecografía y la cosa pintaba mal, así que me hicieron una punción. Nunca había llorado tanto en mi vida como en aquellos momentos, algo me decía que el resultado no sería bueno, y acerté. Todo fue muy rápido, en tres semanas me lo habían quitado y ahí empezó mi quimioterapia y, más tarde, la radioterapia. Tuve mucha suerte y mi cuerpo lo aguantó todo tan bien que yo pensaba que un tratamiento así no podía ser efectivo. Pero sí lo fue y, hoy en día, casi cinco años después, doy gracias a mi cirujano y a mis oncólogos, a mis amigos, a mi peluquera, a la que estuve un tiempo sin tener que visitar, y a mi familia, a la que desde aquí pido perdón por los ratos que les hice pasar... En fin, gracias a todos los que me apoyasteis, porque por vosotros merece la pena vivir. Un beso muy fuerte a todas las que lo estáis viviendo ahora, pero aguantad, que en unos meses estaréis tan guapas como antes, o más, y podréis contárselo a otras mujeres que necesitarán vuestro apoyo y experiencia. Hasta siempre.

Mari Carmen

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Me parece estupendo esto de ayudarnos las mujeres en esta historia. Cada una con sus vivencias aporta una esperanza. En mi caso, lo viví en segunda persona. A mi madre se lo diagnosticaron hace cuatro años y ahora es una persona nueva. Recuerdo que nunca se desplomó delante de nadie. Tuvo.una entereza que yo jamás podría haber de-mostrado. Siendo madre soltera y con dos hijos, nunca faltó en ningún momento. A todos nos demostró que era una campeona de pies a cabeza. Cada día es más feliz y yo me siento orgullosa, y disfruto de ella como nunca antes lo había hecho. VIVAN LAS MUJERES SONRÍEN A LA VIDA!

Sara

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Hola, chicas! Estoy encantada de poder aportar mi granito de arena a vuestro proyecto. Tengo 29 años y con 25 me detectaron un bulto del tamaño de un garbanzo. No era nada serio, pero, como tengo antecedentes familiares, no dejo de controlarlo cada año. Un beso muy fuerte a todas las que estáis luchando con uñas y dientes, y mucho ánimo a las familias de las que perdieron la batalla. NO DEJÉIS DE LUCHAR!!!

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Vanessa Vázquez García

14 de noviembre del 2008Queridos amigos y familia:

Una vez llegados a este punto del viaje, tengo que confesar que ni en mis mejores sueños, me hubiese podido imaginar superar la fase de la quimioterapia y radioterapia con nota: sí, nota de alegría ante todo, esa alegría que me habéis aportado cada uno de vosotros en diferentes momentos del proceso... Siempre os estaré eternamente agradecida... Las personas necesitamos, sobre todo cuando estamos débiles e indefensas, el contacto afectivo que nos calme, nos alivie y nos proporcione esa seguridad que no encontramos, y más aún

Manuela

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cuando te diagnostican una enfermedad: todo se derrumba, casi todo lo que te importa, en cuestión de décimas de segundo, deja de tener importancia. Cuando escribí mi primer e-mail, después de la mas-tectomía, no era consciente de que en la mochila, además de todo el equipaje, iba a tener cabida el miedo y el dolor… mucho miedo y dolor, pero no tanto físico como emocional. Miedo a desaparecer, a dejar de existir en mi vida y en las vuestras, a darme cuenta de lo efímero de mi existencia, miedo a lo desconocido, a ponerme en manos de expertos en la materia que me hablaban en chino, pero que me facilitaban la luz a una nueva vida, eso sí, pasando por etapas de dolor, que se han quedado tan solo en molestias. Al fin mi alopecia temporal, mis insomnios por la cortisona, mis malos sabores de boca, mis diarreas y, sobre todo, mis cambios de humor. Una vez más, gracias, mil gracias por compartir mi dolor, mis miedos, mis malos momentos, por hacerlos vuestros, sin vuestro apoyo y vuestra ayuda no hubiese sido tan llevadero. Gracias por estar ahí, a mi lado, siempre.

Alguien entendido en la materia me comentó que, cuando finaliza la quimioterapia, algunos pacientes sufren un bajón, echan la vista atrás y piensan: “ Dios mío! Todo lo que he pasado, no sería capaz de volverlo a pasar”. Y tanto que sí, una y mil veces. Vale la pena el esfuerzo, la lucha diaria, se trata de ir sumando, si no hoy no estaría escribiendo mi historia, la negatividad se hubiera apoderado

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de mis pensamientos más profundos. He entendido que la vida se me escapaba, que al principio la cosa no pintaba nada bien, que no iba a ser nada fácil superar la enfermedad: un cáncer que se llevó una parte de mi ser y que, de no haberlo pillado a tiempo, hubiera tenido un final muy, pero que muy diferente. Pero aquí estoy dando guerra, y espero que por mucho tiempo. En estos meses me he dado cuenta de lo poco que soy y he sentido que la vida es solo un préstamo que tarde o temprano tenemos que devolver, queramos o no, y he llorado, no he dejado de llorar, hasta quedarme sin fuerzas, pero aquí estoy, aprendiendo a encajar mi enfermedad, a convivir con ella de una forma sencilla y natural. Ahora ya sé que habrá un antes y un después, pero lo verdaderamente importante es el durante. Un beso grande. Os quiere, Manuela.

Hola, me llamo Leticia y soy de Galicia. No es muy grande, pero seguro que hay un montón de mujeres con este problema... Pues

Leticia

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bien, yo tengo la suerte de no ser una de ellas, pero no puedo descar-tarlo, ¿verdad? A esas mujeres que tengan o hayan tenido la enfer-medad, quiero darles mi apoyo absoluto y decirles que sigan adelante con todas sus fuerzas, que se apoyen en la gente a la que quieren y que no miren nunca hacia atrás. Las mujeres somos más fuertes de lo que parecemos, no nos vencerán tan fácilmente, pasamos peores cosas en la vida. PODEMOS.

Me detectaron un cáncer de mama hace cinco años y ahora estoy genial. Mi doctora Ana Lluch y su equipo médico, junto a mi fa-milia, me han ayudado a superar este mal trago que la vida me ha hecho pasar. Es muy importante la actitud ante esta enfermedad y sobre todo saber hacer frente a la situación con mucha positividad. Cada día que me levanto, doy gracias por ver el sol y poder disfrutar de todo lo que me rodea, y en especial de mi nieto PAU, que tiene un añito… cuando lo veo se me pasan todos los males habidos y por haber. En fin, chicas, hace un año me detectaron un tumor en la ro-

Pepita Gerona Torres

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dilla, pero era de los buenos, así que me lo quitaron y estoy genial de la muerte. Por lo menos ahora trabajo menos y dedico más tiempo a mi familia y a mí misma: me voy de viajes, voy a ver musicales y hago muchas cosas que antes ni pensaba en hacer. ÁNIMO A TODAS Y A LUCHAR PARA PODER VER EL SOL UN DÍA MÁS..

Un día estaba en la ducha y me noté un bulto. Pensé que eran cosas de la regla, pero, al ver que tras unos días seguía ahí, me fui al médico. Eso que pensé que nunca me podría pasar había llegado. No me lo podía creer: no tengo antecedentes, hago una vida sana, sigo una dieta saludable… ¿por qué a mí? Me pasé una semana llorando, pensando en lo peor, en qué pasaría ahora. Tengo un mari-do estupendo, dos niños maravillosos, mis padres… cuando pensaba en que a lo mejor no podría estar con ellos, no lo podía soportar. ¿Cómo decírselo a mis padres? El decir a unos padres que a su

M.a Ángeles Díez

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hija le pasa algo malo es muy duro, así que decidí decírselo el día antes de la operación y contándoles la mitad de la mitad. Fue en ese momento cuando dejé de llorar, saqué fuerzas que creí que no tenía y opté por la vía quizá más dura, que es luchar y plantarle cara a la enfermedad, y, de momento, así sigo. Una vez confirmado que el bulto era malo, había que operar. Me quitaron el pecho izquier-do, pero no me importó. Fue un alivio saber que ya no tenía el tumor y un alivio aún mayor conocer los resultados posteriores que me informaban de que no se había extendido a ninguna otra parte del cuerpo. Sé que el trago de esperar los resultados es duro y que, a partir de ahora, lo voy a tener que pasar con las revisiones, pero confío en que todo vaya bien. Ahora estoy con la quimioterapia, ocho sesiones en total y ya solo me faltan tres. La verdad es que lo llevo bastante bien, con algún día revuelto, pero poca cosa. Se me cayó el pelo, pero con mis enanos que me ven guapa con todo tampoco me importa. Eso de que te digan “mamá, tú estás guapa con todo, calva, con pañuelo o con peluca”, te hace sonreír a la vida y olvidarte de las cosas superficiales.

Esto ha cambiado mi vida, pero me he propuesto que solo sea una parte de mi vida y no mi vida entera. Sigo hacia delante viviendo el momento, el día a día, sin pensar o preocuparme por algo que pa-sará el próximo mes, ni siquiera la próxima semana. Ahora intento tomarlo todo más tranquilamente, dando importancia a lo que mere-

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ce la pena. Y todo esto lo he conseguido con el apoyo de mi marido, al que quiero como el primer día y que siempre está ahí, de mis dos niños, Pablo y Blanca, que, aunque a veces dan guerra, son lo mejor que me ha pasado, de mis padres, que se están portando como unos campeones ayudándome en todo y no derramando ni una lágrima delante de mí, de mis hermanos, que sé que se preocupan cada uno a su manera y que están para lo que necesite, de mis cuñadas, que son como mis hermanas, y de mi sobrino Mario, que me da unos besos y unos abrazos que valen todo. También, cómo no, tengo que mencionar a mis amig@s y compañer@s de trabajo, que me dan ánimos cada vez que hablo con ellos o leo sus correos. Y una última cosa: LA DETECCIÓN PRECOZ. Es muy importante hacerse todos los años la revisión en el ginecólogo y yo soy de las que piensa que las mamografías deberían empezar a hacerse antes, ya que cada vez son más jóvenes las mujeres que padecen cáncer de mama. Y no os olvidéis de las autoexploraciones mensuales, incluso para las que estamos operadas, pues nos queda otro pecho que hay que vigilar. Un beso para tod@s y mucho ánimo. Disfrutemos de la vida, de lo que somos y de lo que tenemos.

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Hola. Espero que mi experiencia os pueda ayudar. Desde que tuve a mi bebé (lo mejor que me ha pasado), en estos dos años no me ha pasado nada bueno: me echaron del trabajo, la familia paterna no quiso saber nada del niño… Tanto estrés me derivó en hipotiroidismo, ansiedad... y cuando pensaba que todo era un asco, que menuda mala suerte, me noto un bulto en el pecho. ¿Qué más me podía pa-sar? Y, claro, pensé que era malo, sobre todo teniendo antecedentes, como era mi caso. Mientras esperaba los resultados, pensé de todo y nada bueno: que por qué a mí, que no iba a tener fuerzas... todo negativo, vamos. Finalmente, los resultados confirmaron mis sospe-chas: bulto de 4,5 cm con otros pequeños tumores alrededor, por lo que tenían que vaciarme el pecho. Mientras me lo comunicaba el ginecólogo, se me saltaban las lágrimas, seguía pensando en mi mala suerte (además, ese día no me pudo acompañar nadie) y no sabía qué preguntar. Salí llorando de la consulta, llamé a mi marido como pude para decírselo y, al colgar, me dije que no podía seguir llorando, porque tenía que ir a buscar a mi niño y no me podía ver mal. Desde ese momento, no sé cómo, me vine arriba, y hasta ahora. Fue duro decírselo a mi madre, pero me sentí con mucha fuerza y he sido yo la que al final ha animado a toda mi familia. Todo fue muy rápido: operación, tratamiento... El día 4 me dan mi último ciclo de quimio y, aunque pasas unos días malos, luego estás como si nada.

Marta

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Claro está que también tienes bajones y, sin saber por qué, pasas de estar bien a tirarte por los suelos. La verdad es que pensé que iba a ser mucho peor.

Esta es mi historia y, aunque no he querido ver informaciones ni saber nada de otros casos, ahora me encuentro con fuerzas para daros ánimos a todas las que los necesitéis. Espero poder haber aportado algo bueno. Y, como todo el mundo dice, hay que ser positivo, porque de esto se sale. ÁNIMO Y A SEGUIR LUCHANDO.

Hace algo más de diez años, una persona a la que adoraba (mi abuela) se fue de entre nosotros, tras 15 años de convivencia y lucha contra el cáncer de mama. De ella aprendí a perdonar, a ayudar a las personas, a ver que el mundo es más bello si le ponemos una sonrisa, a ver lo maravilloso de una tarde de sol, o incluso de una de lluvia. Aprendí que la familia era lo único que calmaba y sanaba nuestros fantasmas pasados y presentes, y, sobre todo, aprendí a LU-CHAR en todas las situaciones de la vida, porque quizás mañana me pueda tocar a mí o de nuevo a alguien a quien quiera o conozca. Por eso, hay que pronunciarse a favor de esta maravillosa causa que es

Marián Bazaga Carrasco

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la investigación para paliar el cáncer. Gracias por trabajar cada día sobre este campo.

Hola, soy Kampos. Con 38 años, me diagnosticaron cáncer. De esto ya hace seis años y la verdad es que estoy fenomenal. Pasé por la temida quimio y por la radio, pero siempre sin perder el ánimo. Yo doy las gracias a todos lo que han estado a mi lado en todo momento y, especialmente, a mis dos hijos, que siempre han estado conmigo. Nunca dejéis de haceros las revisiones, es algo muy importante para tod@s. Quiero desde aquí dar las gracias a todos los que apoyan esta lucha y darles muchos ánimos a todas las personas que en estos momentos están pasando por esta situación, para que jamás pierdan las esperanzas. Un saludo.

María del Campo

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¿Sabéis? Siempre que veo el anuncio que ponen en la televisión, ese en el que llega una profesora al colegio después de haber superado o estar pasando por un cáncer, y toda su clase se echa encima de ella a abrazarla y lloran... pues lo cierto es que me siento unida a ellos y sin más yo también me pongo a llorar como una tonta. Supongo que todas llevamos un poquito de ese sentimiento dentro de nosotras. Creo que hay que apoyar a todas las mujeres que padecen cáncer y animar a que todas nos sigamos haciendo las revisiones necesarias para prevenirlo. Muchos besos a todas.

Aurora

Estoy muy a favor de esta campaña y muy orgullosa de formar parte de este libro. Me parece una iniciativa interesante, a la vez que muy importante para todas esas mujeres que sufren esta enfermedad tan grande. A todas ellas, les doy todo mi apoyo y mi cariño, ya que necesitan muchos ánimos en estos momentos. Esperemos que pronto

Saray

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haya una solución para esta enfermedad, que la ciencia avance y que, gracias a campañas como esta, podamos hacer más humana a la gente y ponernos en la piel de quien está sufriendo un cáncer. Un saludo.

Hola. Me llamo María Isabel y hace un mes que fui diagnosticada de cáncer de mama. Me acabo de poner el segundo ciclo de quimio-terapia y luego llegará la operación, la radioterapia... Pero, a pesar de todo, estoy feliz por seguir aquí y poder contároslo. Ahora vivo cada día como si fuera el último e intento disfrutar de las cosas que antes pasaban desapercibidas en mi vida: carpe diem (aprovecha el mo-mento). Esa ha sido mi máxima toda mi vida y, ahora, aún más. Tengo 41 años y dos hijos, Claudia y Julio, de nueve y cuatro años respectivamente. Por ellos voy a luchar como solo una madre sabe hacerlo. Y, por supuesto, por mi marido, por mi madre y por mi hermano. Ellos son los que me animan en los momentos más duros.

María Isabel Traverso García

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A finales del mes de agosto del 2009, cuando me estaba duchan-do, se me cayó la esponja, la cogí junto a mi pecho y noté un bulto justo al lado del pezón. Pensé: “ Uf! Esto no es normal”. Estaba de vacaciones. Al cabo de tres o cuatro días, volví a casa, llamé al ambulatorio, me dieron hora y, unos días después, fui a hacerme las mamografías. Justo el 29 de septiembre, el día de mi cumpleaños, me llamaron para decirme que había que repetir las “mamos”. Me di un gran susto y ya empecé a sospechar que algo no iba bien. A partir de ahí, empezaron pruebas y más pruebas. El 20 de octubre del 2009, me dieron el diagnóstico: cáncer de mama. El mundo entonces se paró de golpe y todo empezó a girar y girar, y yo ahí en

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Ahora me miro al espejo y veo una mujer luchadora, una mujer que le planta cara a la muerte y que no se dejará vencer fácilmente. Estoy segura de que ganaré la batalla.

Montserrat

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medio sin entender nada. Estaba acompañada por mis dos amigas y ellas también se quedaron heladas. Lloré, di la noticia a mi marido, a mi hijo y a mi padre (80 años). Además, era mi segunda vez con problemas graves: con 23 años tuve un linfoma de Hodgkin. Ahora tengo 53 años.

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Hola, me llamo Irene y tengo 16 años. La verdad es que no he vivido nunca o no he sabido de nadie que haya tenido este tipo de cáncer. Al leer las muchas de las historias que hay en este libro, decidí unirme a este gran proyecto en solidaridad y apoyo a todas las mujeres que tienen este problema. Por eso, desde donde les estoy escribiendo, les trasmito la máxima fuerza y alabo su valentía, porque pasar por algo así debe de ser muy duro. Tienen que luchar cada día contra esa enfermedad, porque merece la pena hacerlo. Por todo ello, les digo a todas las mujeres que son las mejores por superar algo así. Solo por eso se merecen que todos nos solidaricemos con ellas. Mucha fuerza y animo!

Irene

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Hola, amigas. Mi historia es un poco diferente, pero a la vez muy parecida a la de muchas mujeres que estamos aquí. Hace unos 25 años, mi madre se murió de un cáncer de pecho (entonces no ha-bían los mismos avances que hoy en día). Poco después, a mí me diagnosticaron un cáncer linfático. Me operaron y luché muchísimo. No importa que se te caiga el pelo, no importan los efectos de los medicamentos, no importan las estrías, porque realmente todo eso con el tiempo desaparece. Lo que realmente importa es luchar, tener muchas ganas de vivir, por ti y por las personas que te rodean, reírte mucho, porque la risa cura y ayuda a que suban las defensas. Creedlo, amigas, a mí me daban un año de vida y, después de luchar durante unos tres años, aquí estoy. Recuerdo cuando mi pediatra-oncólogo me dijo: “Esto es un éxito para mí, porque eres la primera persona que curo de lo que tenías, y un éxito para ti, porque estás viva”. Se me puso la piel de gallina, porque, después de toda la lucha, por fin ESTABA CURADA!

Elena Cano Torres

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No tenéis que vivir con miedo a las recaídas. De esto hace ya casi 24 o 25 años y yo siempre digo que he creado anticuerpos contra el cáncer. Jamás pienso en volver a tenerlo, pero, si algun día fuera así, volvería a luchar como una leona. Tengo que dar muchas gracias a mi abuela Asunción, porque estuvo a mi lado en todo momento, luchó conmigo y siempre me apoyó y me cuidó. Yo sé que mi madre, desde dondequiera que esté, también está muy orgullosa de mí y de todas esas mujeres que están luchando, ganan y ganarán la batalla. Un beso muy fuerte, amigas, para todas vosotras. SE PUEDE, CREEDLO, SE PUEDE GANAR.

Mi nombre es Arancha, tengo 32 años y tengo cáncer de mama. Me lo diagnosticaron en abril, cuando mi peque tenía cuatro meses. En principio es un golpe muy duro, y más con un bebé tan pequeño. No sabes si vas a poder ocuparte de él, ni cómo va a ser la quimio-terapia, que al principio da mucho miedo, pero siempre he sido una persona muy optimista y así me lo tomé. Ahora ya he terminado

Arancha García López

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con la quimioterapia, no ha sido tan duro como me imaginaba, he podido ocuparme de mi peque todos los días, salir a pasear y, me-nos algún día en que me encontré más cansada o con alguna náusea, no he tenido efectos secundarios graves. Ahora estoy esperando para operarme la semana que viene y luego vendrá la radioterapia, pero la primera fase ya está superada y el tumor, que en un principio medía 7 cm, ha desaparecido por completo. Animo a todas las mujeres a tener mucha fuerza y optimismo, y, como me dijo mi oncóloga, cuando termine este año 2010, lo tacharé del calendario y a seguir con mi vida normal, y viendo crecer a mi hijo.

Hola, me llamo Natalia. Yo hace tres años que pasé un cáncer de mama y, bueno, para mí fue un año malo, pero quiero deciros que se puede superar. Hay que tener mucha fuerza y, en compañía de los que te quieren, se va pasando. Yo, gracias a Dios, lo superé y ahora estoy genial, con mis revisiones, mi medicación, etc. Lo único que les digo a aquellas mujeres que lo están pasando ahora es que sean

Natalia Lázaro Pardo

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En mi familia sufrimos el cáncer de mama en la persona de mi madre, lo cual fue muy duro, pero, a la vez, nos hizo unirnos mu-cho más. Cuando a mi madre le diagnosticaron el cáncer de mama, ella se puso en contacto con una asociación de la zona que da apoyo y que nos enseñó que, como su lema dice, “no estás sola” Desde ese momento, toda la familia pasó a formar parte activa de la misma y tengo que decir que es muy gratificante ver a la gente hacer una piña

Marta Romero Colmenero

fuertes, que el pelo crece, que la enfermedad no puede con nosotras y que hay que tener pensamientos positivos.

Espero que mi pequeña historia pueda ayudar a otras personas. Ya veréis como pronto van sacando cosas para poder pasarlo mejor, hay grandes personas que investigan para que eso suceda. Un fuerte abrazo para todas y gracias a Ausonia por esta iniciativa que te da la oportunidad de poder expresar tus sentimientos y también por todo lo que hacen para ayudar en las investigaciones. GRACIAS.

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María de Juan

y luchar una junto a otra, tanto informando sobre la prevención como dando fuerza para salir adelante. En fin, lo único que tengo que decir es que ADELANTE, QUE QUEDA MUCHO POR VIVIR Y QUE TODAS JUNTAS PODEMOS AYUDARNOS. Todos en la familia estamos unidos para apoyarnos. Mucho ánimo.

Cada día intento aprender más para poder aportar un granito de arena a cada cosa que veo y poder formar así una enorme playa en la que la vida como mujer sea más fácil. Mi tía padeció cáncer de mama y lo que siempre he admirado de ella es su gran sonrisa y su fortaleza. Cada día, aunque el cáncer la destrozara o empeorara, su sonrisa era más y más grande. Cada día se hacía más fuerte y nunca,

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Hola a todas. Todo empieza, en mi caso, por un pellizco en la mama, hacia adentro, cerca del pezón. Yo misma alerté al ginecólogo, ya que no me gustaba nada y no me parecía normal. Efectivamen-te, se confirmó que era un carcinoma ductal infiltrante, cáncer de mama. Tras la operación, me recomendaron que me sometiese a quimioterapia y a radioterapia, más un tratamiento con tamoxifeno durante cinco años. Os prometo que jamás hice más caso a nadie en mi vida. Lo estoy haciendo todo. Lo pasé muy mal y aprendí que aquí, en este mundo, nadie se queda, pero que cada uno tiene su hora y que la mía afortunadamente aún no había llegado. Desde el día del diagnóstico, ya han pasado cinco años y me encuentro muy bien. Feliz, por poder ver todos los días a mis pequeñas crecer (ya tienen nueve y 11 años), por sentir el aire en mi cara, por ver cómo el sol sale para mí también. Por todos los amigos que me

Carmen María

nunca, nunca se cansó de luchar, porque la vida es escalar, pero al final la vista es genial. Ella siempre dice que las mujeres somos es-peciales, que nos cuidamos unas a otras y que podemos conseguir lo que nos propongamos, porque somos mujeres y, por tanto, fuertes.

!Luchad!

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Hola! Mi nombre es Tere, soy gallega y una de las muchas mujeres a las que nos ha tocado luchar contra esta enfermedad. Por suerte, puedo decir que soy una superviviente. Con 28 años me encuentro yo misma el bultito en el pecho y, cuando me diagnostican el cáncer, no me lo podía creer. Mis sentimientos fueron totalmente de terror, pues cómo me podía sentir cuando ya había perdido a mi madre con 13 años a causa de la misma enfermedad. Pasé por la quimio, la operación y la radio, y, después de cinco años, estoy muy contenta de haberlo superado,porque ahora más que nunca sigo teniendo proyectos

Tere Picos !

quieren, por mi marido... por mi gente. Recuerdo que lo pasé muy mal físicamente, pero con una gran paz interior. Jamás me quise comparar con ninguna otra mujer, ni con las que habían sanado, ni con las que ya no están. Esta era mi lucha y la de nadie más. Creo que así debemos ver nuestras vidas. Fuerza. Eso resume esta historia.

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de futuro e ilusiones, una de las más grandes la ansiada asignación de un peque adoptado en Colombia. Yo no puedo ser mamá biológica, pero estoy segura de que seré una de las mejores mamás del mundo. Esta dura experiencia te hace vivir las cosas de otra manera, más intensamente, y ya no le das importancia a tonterías (a veces se sufre por cada chorrada…). Mi humilde consejo a las mujeres que algún día tengan que pasar por esto es que intenten no perder NUNCA la sonrisa, ni en los peores momentos (a mí mantener un buen estado de ánimo me ayudó mucho), y que durante el tratamiento sigan manteniendo sus ilusiones y sus ganas de vivir sin pensar en ningún final. No sabemos cuánto nos queda por vivir. Por eso y porque vida solo hay una, a vivirla y a disfrutarla lo mejor que se pueda. Querría también dar las GRACIAS a mi AMOR, mi marido, mi amigo y mi compañero de vida y de batalla. Sin ti no sé cómo lo hubiese superado. Gracias por quererme tanto y que sepas que nos queda mucho por vivir juntos. TE QUIERO! !

Gloria de LunaYo sí lo pasé, hace ya siete años, y, aunque no me olvido de ello ni un solo día, he aprendido a vivir con ese miedo, que mucho me temo que no desaparecerá nunca. Cada año me hacía mis revisiones, no fallaba nunca. Una operación para extirpar un nódulo benigno;

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todo bien... al principio. Luego, una segunda operación, y ahí ya apareció. Seis meses de quimioterapia y ya no sé cuántas sesiones de radio. Aunque parezca una tontería, lo peor de todo era perder mi pelo... qué gracia, el pelo! Yo me encontraba bien, estaba fuerte y perder el pelo me delataba delante de todo el mundo y eso no me gustaba. A lo mejor fue eso lo que me hizo afrontarlo con un “no me pasa nada, esto pasará, es temporal”,y sobre todo siendo po-sitiva, porque de lo que das, recibes, y eso es totalmente cierto. No puedo decir que soy la misma persona que antes de mi “afectación”, porque creo que ahora soy un poco mejor. Estoy orgullosa de mí, de cómo afronté todo el proceso, pero sobre todo estoy orgullosa de tener una familia como la que tengo y de la que espero poder disfrutar cada día, durante mucho tiempo. Si te toca a ti, recuerda que de lo que das, recibes. El buen rollo “cura”.

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Estefanía Ruiz

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Me gustaría dar las gracias a Ausonia y la AECC por darme la oportunidad de colaborar en su campaña de lucha contra el cáncer de mama. Y, sobre todo, gracias por tener en cuenta a los blogs. Creo que nuestra labor cada día es más importante y que cada vez el mundo del blog tiene más seguidores, sobre todo por la cercanía y la subjetividad que cada blogger aporta sobre todos los temas que exponeen su página. En mi blog, Con dos tacones, mis seguidoras y yo he-mos conseguido crear una pequeña comunidad que va creciendo cada día y en la que cada una expone su opinión y aporta su experiencia. Por eso me ha encantado compartir con ellas (mujeres entre los 16 y los 65 años) la campaña informativa y preventiva de Ausonia y la AECC. Desgraciadamente, todos hemos sufrido o estamos sufriendo cerca algún tipo de cáncer. En mi caso, dos personas a las que adoro han sufrido cáncer de mama. Una se ha curado y está estupenda, y la otra no. Pero también es cierto que, cuando se lo detectaron a esta última, ya estaba demasiado extendido. Quizá si se hubiese hecho mamografías a menudo se lo hubiesen detectado antes. Pero siempre decía que no tenía tiempo para hacerse pruebas. Por eso yo he que-rido desde mi blog aportar mi granito de arena y animar a las mu-jeres a hacerse mamografías, aunque dé pereza, aunque no tengamos tiempo. Porque es fundamental detectarlo cuanto antes. Y también es fundamental cuidarse un poquito, comer mejor, moverse un poco. Y si comprando Ausonia aportamos un minuto de investigación contra el cáncer de mama, pues mucho mejor, porque minuto a minuto se

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consiguen grandes cosas. La respuesta en mi blog ha sido espectacular. Mucha gente ha contado su historia y parece que están convencidas de la importancia de la prevención y el diagnóstico precoz. Ha sido un placer ponerme el pañuelo rosa y ponérselo a mi hija de cinco años, porque nunca es demasiado tarde para empezar a cuidarse y para colaborar en causas así.

Ana LozanoBuenos días/tardes. Es un honor para mí poder estar aquí por una causa como la lucha contra el cáncer de mama, una enfermedad que poco a poco ha dejado de ser un tema tabú y se ha convertido en una lucha para todos. Tener un blog es como tener una ventanita al mundo desde la que puedes comunicar y compartir con mucha gente ideas o proyectos. Poder participar desde un blog dando a conocer esta colaboración entre Ausonia y la Asociación Española Contra el Cáncer es muy enriquecedor, porque las personas se implican, te dan sus impresiones en sus comentarios y ves como todo el mundo se vuelca, abre su corazón y te cuenta sus propias vivencias con la enfermedad. Son personas anónimas que ponen su granito de arena con toda la ilusión del mundo en forma de pañuelo rosa o de lazo en su blog. Los blogs son una nueva forma de comunicación que se ha

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instaurado entre nosotros y nada mejor que poder aprovecharla para dar noticias como esta. Ojalá todos nuestros post fueran para decir que juntas avanzamos contra el cáncer de mama.

Paula OrdovasPonerme el pañuelo rosa de Ausonia y sumarme a la lucha contra el cáncer de mama ha sido la andadura bloguera más especial que he vivido. Nunca había visto nada igual. La movilización virtual ha sido enorme y el color rosa se ha extendido con más fuerza que nunca por toda la blogosfera: pañuelos cubriendo cabezas de mil maneras han sido los protagonistas de fotos en blogs, Facebook y demás redes sociales. Los seis consejos clave para reducir el riesgo de padecer esta enfermedad se han deslizado de blog en blog y de muro en muro, y el vídeo y proyecto han sido visualizados y arrastrados entre bloggers que, de forma instantánea, se han sumado a la lucha y al lazo virtual más grande del mundo. Las lectoras de mi blog se unieron a esta campaña sin pensárselo dos veces, compartiendo enlaces y llevándose el mensaje para difundirlo en sus respectivos blogs. Realmente esta

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iniciativa de Ausonia y la AECC está sirviendo, y mucho, paraconcienciarnos de que prevenir esta enfermedad está en nuestras ma-nos. Muchas de las lectoras no conocían la información y no eran conscientes de que llevando una vida saludable y mejorando la alimen-tación se reduce el riesgo de padecer cáncer de mama. Cada persona cuenta, cada uno de nosotros es importante en esta causa y puede comenzar su propia cadena de prevención. ¿Te subes al tren?

RosaNo me gusta hablar de esto, más bien lo evito. Sin embargo, hoy me ha llegado una invitación de vuestra página y voy a compartir mi experiencia. Tengo 46 años. A los 40 me hicieron mi primera mamografía por pura casualidad y descubrieron mi primer cáncer de mama. Me quitaron un trozo de pecho, los ganglios de la axila y me dieron quimioterapia durante casi ocho meses. Después vino el calvario de las pruebas, esas idas y venidas en la cuerda floja, hasta que cuatro años más tarde aparecieron de nuevo microcalcificaciones y, dos años después, coincidiendo con el principio de este año en curso, una nueva biopsia detectó que el cáncer se había reproducido otra vez.

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Acabo de terminar la quimio, tengo menos pelo que mi marido, ya no tengo la mama izquierda, pero, bueno, no sé qué pasará ahora… Ya van dos, con sus correspondientes tratamientos, duros, durísimos, y aquí estoy, expresando lo que me ha pasado en pocas palabras, porque lo que importa es que lo estoy haciendo, que estoy viva y que dos veces lo he superado, dos!!! Solo puedo deciros que lo mío se ha cogido ambas veces a tiempo, por extraño que parezca, que no he tenido metástasis y que se supera todo, por duro que sea. No sé por qué razón me ha pasado esto, ya que soy la primera en la familia. Solo sé que es la vida que me ha tocado vivir… Nunca dejéis de haceros pruebas, que yo sé por mi propia experiencia que da miedo, pero el síndrome del avestruz no vale. Es importante ser valiente.

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MercéMi historia empieza aquí, pero espero que continúe por muchos años, ya que yo voy a luchar por ello. Hace una semana que me han diagnosticado un tumor maligno en el pecho. Como es de esperar, en el momento en que me lo dijeron me puse a llorar y pasé muy mal día, pero le pedí a mi marido que me dejara tener mi día de luto y que después me levantaría con la cabeza bien alta y solo mi-rando hacia adelante. Así lo hice: al día siguiente ya no me quité la

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sonrisa de la cara, y no lo pienso hacer. Tengo dos niños pequeños, un marido que me quiere y una familia y amigos que están conmigo desde el primer día... así que tengo mucho que hacer y mucho por lo que seguir adelante. Hablo del tema sin miedo, sin pudor. Bromeo con mis amigas; ellas ya me han regalado incluso un turbante para la cabeza para cuando con la quimio, que en breve empezaré, se me caiga el pelo. Mis hijos son los únicos que no lo saben, pero se lo iré explicando al mayor poco a poco y que él se lo explique a su hermana con sus palabras, pero sin miedo, lo justo para que pueda entender por qué yo me encuentro mal un día o por qué mamá se ha quedado sin pelo, sin hacer un drama de ello. Las mujeres somos muy luchadoras y tengo fe en los avances que en este apartado se han dado, así que combinando las dos cosas espero seguir dando guerra por mucho tiempo. Os iré contando cómo me van las cosas, pero estoy segura de que podré daros buenas noticias. Ya veréis como vosotras también a mí.

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Pilar Martínez Berenguer

Esta es la foto que me hicieron en julio. Hacía unos días que me habían hecho tratamiento de quimio, ya se me había caído el pelo y llevaba (y llevo) peluca. ¿Y esa sonrisa…? Pues lo cierto es que han sido unos meses muy duros, me detectaron el tumor en marzo, mi día a día cambió, tuve que dejar el trabajo e irme a vivir a casa de mi hermana. Ahora, en noviembre, estoy en tratamiento de radiote-rapia, casi acabando y bastante recuperada. Como decía, esa sonrisa es producto de tener a mi lado a muchas personas que me han hecho ver que me quedan muchas cosas por hacer en este mundo. Tengo 42 años, mi madre también padeció esta enfermedad y en poco tiempo murió, eran otros tiempos... Me he acordado muchísimo de ella. Ahora solo pienso en acabar de recuperarme, volver a hacer pla-nes, aunque no de futuro, porque he visto que cada día es diferente, cada día es un regalo.

Deseo que las personas que estén pasando por esto tengan un obje-tivo, una ilusión, algo por lo que luchar; eso te hace seguir adelante. Gracias a todos los que invertís unos segundos en iniciativas, apoyo... y un gran abrazo para todas las que luchamos contra esta enferme-dad.

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María Xosé SoutoMi experiencia, amigas, es muy sencilla, y a la vez me está dando buen resultado. Después de un calvario de pruebas y más pruebas, mi doctora me llamó y, tímidamente, me dijo que tenía un cáncer en la mama izquierda, pero que veía indicios de que la derecha taba también “contaminada”… Le dije que me ponía en sus manos y que por si las dudas me quitara las dos. Me fui sola a la calle (pues quise recibir la mala o buena noticia sola) y me dije: “María Xosé, te tienes que preparar”. Pedí un psiquiatra, pues yo me asustaba de mi actitud ante un problema que supuestamente se casaba con la muerte. En principio, fui a mi casa a dar la noticia. Me encontré a mi viejito (80 años) preparando la comida y a mis hijos expec-tantes. Me preguntó el abuelo: “¿Qué? ¿Cómo te ha ido?”. “Papá, tengo cáncer, pero eso no significa que la vida no siga...” Todos, mi padre y mis hijos se refugiaron en soledad a llorar. Les llamé. Di un puñetazo encima de la mesa y les dije que me iba a curar y que para eso me tendrían que ayudar, y hacer su vida como si nada hubiese pasado. Coincidió con los proyectos de vacaciones de mis hijos y les dije que nada ni nadie podría cambiar nuestras vidas. Preparán-dome para la operación (por cierto, un día antes del Mundial de Fútbol), me corté mi preciosa melena y me dejé el pelo como la teniente O’Neil.. Salí bien de la intervención. Prometí que, si estaba consciente, iría a la sala del Clínico para animar a la selección. Con mi bandera y un pulpo Paul de peluche, celebré la victoria con todos

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los médicos y enfermeras. Colgué mi foto en la red social Facebook y ahí comenzaron mis ánimos. Con los drenajes, me quise ir a mi casa para poder disfrutar de la playa (soy una amante del mar). Me hizo mucho bien, pues las heridas me cicatrizaron estupenda-mente. En el mes de agosto, me llamaron para las seis sesiones de quimioterapia. Iba siempre maquillada, con mi PC y me ponía a charlar con otros pacientes que me preguntaban muchas cosas: que si vomitaba (jamás), que si me cansaba, etc. Les contestaba que sí, que claro que me cansaba, que era normal, pero les puse el ejemplo de cuando quieres dejar de fumar, que no debes pensar en el cigarrillo. Ahora tan solo me queda una sesión y luego la radioterapia. La suerte que he tenido es que todo mi entorno, tanto el familiar como el de los amigos, está conmigo para lo que yo quiera hacer. Cuando quiero estar sola, respetan mi soledad. Cuando necesito pasear y ponerme guapa, me acompañan. En definitiva, hay que asumir la enfermedad y llevar un tratamiento nada agradable, pero,en la vida todo pasa y esto pasará, y nunca hay que coger impulso para atrás. Lo que me ilusiona de todo esto es que luego tendré un pelo más bonito y unos senos reconstruidos preciosos.

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MI CONSEJO ES QUE UNA TIENE QUE HACER LO QUE LE APETEZCA EN CADA MOMENTO SIN QUE NADIE PIENSE POR ELLA, CONTANDO, POR SUPUES-TO, CON EL APOYO INCONDICIONAL DE LA FAMILIA Y LOS AMIGOS, QUE SON MUY IMPORTANTES.

Francisca Llacer LlorcaHace un año, en una de mis revisiones anuales, me detectaron algo que no tenía <<visos de normalidad>>. Resonancias, punciones y biopsia por arpón dieron el resultado de un carcinoma en mi pecho izquierdo. Tuve la suerte de que me lo detectaron muy a tiempo. Solo media 7 mm y además era de tipo hormonal. El examen de mi ganglio centinela también fue favorable: no había afectación. El resultado es que no tuve que pasar por la quimio, aunque sí por un período de radioterapia y, por supuesto, por cinco años de tamoxi-feno, de los que ya casi he pasado uno. Y me encuentro estupenda-mente. Mi conclusión y mi mensaje para todas vosotras es que no tengáis miedo a las mamografías. Conozco ese miedo a la sala de espera y a la espera de los resultados, y os aseguro que muchas veces es más fácil enfrentarse a un diagnóstico de cáncer que a esa tremenda incertidumbre. Así fue en mi caso. Tuve la suerte de dar con un ci-

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rujano estupendo que me dejó el pecho casi, casi como lo tenía antes de todo... y mi vida realmente se encuentra muy poco afectada por aquello. Mucho ánimo para todas vosotras!!! Todas estamos en la misma lucha. Todas luchamos contra nuestros miedos...

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Garbiñe

Mi experiencia no va a variar mucho con respecto a la del resto de mujeres que tienen o han tenido cáncer de mama, aunque sí que tuve complicaciones, como estar sin mi familia y la muerte de mi marido en pleno tratamiento de radioterapia. No tuve a mi fa-milia conmigo, pero tengo tanta, tanta suerte, que tuve a tod@s mis amig@s pendientes de mí, por lo tanto no puedo quejarme.

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Quise pasarlo sola y no demostrar que me encontraba mal. Una sonrisa perpetua en mi cara hizo el resto, porque no soy buena mintiendo, jajaja. No tuve problema con la pérdida de la mama ni con la caída del cabello. Yo decía que tenía una gripe que me iba a durar un poco más que al resto. Llegaba a la quimio contenta y al final hubo chicas que se atrevieron a decirme que no sabían si lle-vaba el mismo tratamiento que ellas, porque estaban mal y yo tan contenta. Les dije que lo pasaba tan mal como ellas, pero que había decidido que no se me notara. Cuando llegaba a un sitio donde no había sol, me despojaba de mi gorra y mi pañuelo, y cuando alguien me miraba con pena, pensaba que era más feliz que ellos, porque había aprendido que la vida hay que vivirla al momento, ya que no sabemos dónde vamos a estar en el siguiente segundo; nos puede caer una maceta en la cabeza y se acabó. El cáncer es una experiencia, una segunda oportunidad y te hace ver las cosas importantes de la vida, esos pequeños momentos felices de los que está compuesta la vida, desde ver a tus hijos crecer (para quien los tenga, yo tuve dos abortos y no quise intentarlo más), tu pareja, familia y amigos que están contigo, hasta simplemente ver una flor que está preciosa en su plenitud, aunque sepamos que en nada se marchitará (como yo no pienso marchitarme, disfruto de la flor en su plenitud), una puesta de sol, un cuadro, un libro, música, un paisaje y, sobre todo, mirar el mar, que me encanta. No soy de ir a la playa, pero me encanta el agua, quizá porque soy piscis y eso es lo que dicen, que al ser un

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horóscopo de agua, nos atrae ese elemento. La vida es solo una, por eso hay que vivirla y no preocuparnos antes de tiempo, porque nos perdemos disfrutarla y después no ha sido nada.

Hace un mes, me vi otro bultito en la mama que me quitaron y la gente de mi alrededor se preocupó tantísimo, incluida mi fa-milia, que ahora me quieren resarcir del tiempo que no estuvieron conmigo, hasta las amig@s y compañer@s de trabajo también. La única que no se preocupó antes de tiempo fui yo. Estaba dispuesta a otra quimio y radio, y a luchar, luchar y luchar. Nadie sabe de su capacidad de lucha y de la fuerza que tiene hasta que las necesita. Yo creí que con optimismo y una sonrisa lo llevaría mejor, y así fue. La vida me ha dado duro y, hasta cuando casi tiraba la toalla, algo fuerte salía otra vez de mí y saltaba con más ánimo y con las ideas más claras para seguir adelante. Bien, es cierto que el fallecimiento de mi marido casi me hunde, pero pensé que yo no debía irme todavía, porque tenía cosas que hacer y porque soy enfermera y tengo pacien-tes con cáncer de mama (incluido algún hombre, que lo pasan peor además, porque tienen una enfermedad de mujeres) que siguen mi ejemplo, hasta el punto de que me han superado en optimismo y, aunque algunas tienen la vida más complicada porque se han quedado sin trabajo, vienen a verme y a contarme cómo les van las cosas. En el centro ya me envían a toda persona con cáncer de cualquier tipo para que hable con ella y por eso no debía irme tan pronto. Tengo

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Maria ChicaMi mayor apoyo a todas las mujeres luchadoras, a todas las que sueñan, a las que siguen riendo y dando ánimos, a las que no se rinden y cada día miran al mundo con una sonrisa. Gracias por ser como sois, a pesar de estar pasando por esos momentos llenos de miedos. Os puedo decir que cada día me siento más orgullosa de ser mujer. Con todo mi cariño.

un cometido muy importante en esta vida. Hay que vivir al minuto, la vida es corta. Besos a tod@s l@s compañeros de enfermedad y a los familiares y amig@s. Ahora tengo preparadas ya unas charlas de cáncer de mama.

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CristinaMe quiero sumar a esta lucha como mujer, hermana, hija, tía, sobri-na y como una parte de miles de historias a las que, aunque no seas parte directa, tienes la necesidad de apoyar. Tenemos que concienciar-nos de lo importantes que son las revisiones y la prevención. Se de-bería hablar con naturalidad del cáncer, hacer que la gente lo conozca y que la ignorancia no sea una barrera para comprender y poder apoyar y animar a las personas que lo sufren. Quizá esta ignorancia de la que hablo me provoca en muchos casos no saber qué decir, ni cómo animar a alguien que lo padece. Me gustaría poder acercarme y decir: “Aquí estoy yo para apoyarte y ahí fuera hay mucha gente más”. Gracias a Ausonia, ahora conozco un poco más sobre esta en-fermedad y me sumo a todo aquello a lo que puedo acceder dentro de mis posibilidades. Desde aquí, me gustaría mandar muchos ánimos para cuando tengáis aquellos momentos de soledad, para que sigáis luchando y ayudando a tanta gente al compartir vuestras historias. Un abrazo.

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Maite Hola, chicas! Yo no he padecido cáncer, pero me enfrento a vuestras duras vidas cada día con la misma tristeza que tenéis a veces voso-tras. Desde mi puesto de trabajo como enfermera, es duro conectar la quimio a mujeres cada vez más jóvenes y con tantos proyectos de vida pendientes... Además, colaboro cada año con la AECC y tengo tres familiares con dicho diagnóstico. Por todo ello, os transmito un abrazo de paciencia para poder soportar tanta presión, una tirita de sonrisas para cubrir la pena y un empujón de ánimo para decir bien fuerte que DE TODO LO QUE SE ENTRA SE SALE. SED FUERTES, PRINCESAS!

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MayteMe parece maravilloso crear un libro que pueda ayudar de alguna manera a mujeres que están pasando por este trance. Yo lo viví hace cuatro años. Recuerdo el inicio como una pesadilla: un diagnóstico que apenas podía creer (<<¿cáncer, yo?>>). las pruebas que cada vez lo confirmaban más, la operación, el miedo… Cada vez que iba a la consulta a por un nuevo resultado, la noticia era peor que la anterior, me parecía estar en un pozo del que no lograría salir. Y, por fin, los

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ángeles que me sacaron de ese pozo: mis oncólogos! Si vierais qué fuertes, qué inteligentes! Ellos fueron mi primera esperanza y por ellos superé la quimio sin problemas. No tenía miedo, estaban conmigo. Y la cosa no terminó ahí: después conocí a los doctores de radioterapia, personas maravillosas también, con toda la esperanza del mundo para mí. Así pues, aunque el inicio fue terrible, recuerdo los tiempos del pañuelo y de la radioterapia con alegría, rodeada de las mejores personas del mundo. Por eso, mi mensaje es: confiad en vuestros médicos, ellos os rescatarán del pozo. Besos.

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José M.a Paré BarrioDe cada 100 cánceres de mama, 9 9 son de mujeres y uno de hom-bres. Yo soy tan chulo, que me quedé con uno de hombres. Hace ya 17 años de eso, pero me extraña que nunca se mencionen los casos de hombres. Les agradezco la posibilidad de poderme expresar e in-formar de que, por desgracia, también padecemos esta enfermedad. Reciban un saludo cordial y fraternal.

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JorgeHola, me llamo Jorge y vivo muy de cerca la enfermedad. Quiero deciros que no dejéis de luchar, porque, como leéis, esto se puede ganar. Pero, con vuestro permiso, me gustaría decir unas palabras a los familiares que, como yo, viven la enfermedad sin tenerla dentro. Tenemos que ser un mar de calma, llorar en silencio, aguantar sus enfados, respirar cuando el miedo a lo desconocido te ahoga, sacar las fuerzas que tú mismo no sabías que tenías cuando ves cómo la persona que más quieres se derrumba, para que ella no note nada, que ya tiene bastante. Quiero deciros también que el amor hacia ellas es como una armadura impenetrable que nos dará la fuerza que necesitamos para estar a su lado y ser ese apoyo tan importante que necesitan. Volveremos a ser sus príncipes valientes para que se sientan otra vez mujeres de bandera, arropadas y queridas… que se sientan ellas mismas! Por todo eso, yo os digo que luchéis a su lado hasta que la enfermedad desaparezca. Gracias a todos por estar ahí.

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InésMi nombre es Inés, tengo 65 años y hace tres que me operaron de cáncer de mama. El tumor medía 1,5 cm y fue detectado a tiempo por la mamografía anual. Como crecía muy rápido, me sacaron el tumor y llevaron a cabo un vaciamiento axilar. Conservo la mama, hice tratamiento de quimioterapia y radioterapia, y ESTOY CURADA. El cáncer se quedó en el Hospital Argerich donde me operaron… y todo gracias a haberlo detectado a tiempo! En la foto n.o 1 estoy con peluca, en la n.o 2 con el pelo que recién me estaba creciendo y la tercera foto es ya actual. En esa tengo el cabello reco-gido, pero ya llega hasta la mitad de la espalda. Creció en dos años y medio. Por eso, les digo a las personas que estén pasando por ese momento que, aunque la enfermedad al principio desespera, no se aflijan porque el pelo crece muy rápido. Los tratamientos son sopor-tables, por lo tanto no hay que abandonarlos nunca. Confíen en sus médicos, PORQUE SE PUEDE SALIR DE ESTO! MUCHA FUERZA Y FE. Mil besitos a todos.

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ZairaHola. Me llamo Zaira, tengo 25 años y qué puedo decir que ya no esté escrito… Fuerza, lucha y adelante! Enhorabuena a todas aquellas personas que se paran un momento y colaboran con este tipo de asociaciones, gracias a todas aquellas personas que hacen posible el diagnóstico y que salvan vidas, y a todas las que en el anonimato cran nuevos fármacos y nuevos estudios. No puedo decir nada más que GRACIAS y, a todas aquellas familias que, como la mía, lucharon contra el cáncer con mayor o menor éxito, de una u otra manera,

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ADELANTE! !Ma. Carmen Hola! Yo quiero animar a todas esas personas que, directa o indi-rectamente, están pasando por esta enfermedad. En febrero hará tres años que me detectaron un cáncer de mama. Fue muy duro asimilar esas seis letras, pero gracias al apoyo y al ánimo que me dieron tanto mis familiares como mis amig@s pude superar todos los trata-mientos recibidos. Solo quiero decir que sí, se pasa mal, pero se pasa. Sed muy positivos y pensad que esto es una prueba más en la vida. Actualmente me encuentro muy bien. Doy todo mi apoyo a

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MartaPor suerte, no he tenido ninguna experiencia directa con el cáncer, pero no puedo pasar por esta web y leer esto sin dejar personalmente un mensaje de ánimo para todas las personas que han luchado, luchan y, por desgracia, lucharán contra esta enfermedad. Me parece admirable. No valoramos nuestra vida, todo lo que tenemos, cómo estamos... hasta que no hay un caso así. Cuando conocí a mi chico, hace ya cuatro años y algo, hacía dos años que su abuelo había muerto a causa de un cáncer, su madre acababa de superar un cáncer y su abuela estaba luchando también contra él... Este último estaba muy avanzado y, en poco menos de un mes, su abuela moría, no había podido con él. Fue una gran pérdida para mi chico. Yo creo que los que no hemos pasado por ello no tenemos ni idea de lo que es, de lo que realmente se sufre, de lo que sufren los que están alrededor del enfermo poniéndole buena cara y animándole, cuando por dentro están

quien lo necesite. He aprendido que la VIDA es muy bonita, por ello disfruto de ella cada segundo. Mil besos para todos y mucho ánimo.

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destrozados. Y la persona que lo padece siente el dolor, la duda sobre su vida, sus fuerzas en duda... realmente no sabes si eres lo suficien-temente fuerte. Reconozco que no sé mucho del tema, porque, como os digo, no lo he vivido directamente. Pero admiro inmensamente a la gente que lo sufre, que siente ese dolor, esas dudas… Creen que es-tán solos, pero detrás hay millones de personas sufriendo lo mismo, personas haciendo obras benéficas para estos casos, personas enviando mensajes de apoyo como aquí...

Mucha fuerza a todos: a los que lo estáis sufriendo actualmente, a los que lo sufristeis en su día y a los que, por desgracia, lo podáis sufrir algún día. Lamentablemente, hoy en día, un cáncer es algo muy “común”... Acabo de escribir algo horrible, pero es cierto. Fuerza y ánimo. Para la vida sois alguien, para alguien sois la vida. LU-CHAD! Un besito.

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Eva María Hola, campeonas! Después de haber perdido a mi madre hace ya 13 años a causa de un cáncer, tan solo quiero daros no solo un voto de confianza en la fuerza de la mujer, sino también en la esperanza de que esta enfermedad, sea del tipo que sea, tenga alguna vez una cura indolora. Sin más palabras… MUCHOS ÁNIMOS A TODAS!!

Núria Baños PérezHola, me llamo Núria y tengo 55 años. Me diagnosticaron un cáncer de mama en el 2006. Siempre había acudido a todos mis controles médicos, el último en el 2005. Hacia primeros de año, me noté unos bultos y enseguida pedí hora para el ginecólogo. Tardé cuatro meses en tener cita. No estaba asustada, ya me habían operado de un tumor benigno en el 89. La doctora me envió con urgencia a hacerme pruebas. En 15 días estaba diagnosticada y a la semana operada. Tenía tres tumores malignos, por lo que me hicieron una mastectomía radical y me vaciaron los ganglios. Después me dieron ocho sesiones de quimio. Esto fue lo peor de todo, lo pasé muy mal, sobre todo por la pérdida del pelo. No tuve en ningún mo-mento miedo a morir, solo pensaba en conocer a mi tercer nieto, ya que mi hija estaba embarazada de cuatro meses, y además tenía

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una hija pequeña de 13 años. Después de todo esto, hice un crucero para animarme. Lo pasé tan bien, que desde entonces he hecho cin-co. He viajado mucho y estoy haciendo todo aquello que había dejado para más adelante. Sigo mis controles y medicaciones con todas las secuelas, pero ahora soy optimista. Mi único miedo es que alguna de mis tres hijas o de mis tres hermanas pase por todo lo que yo he tenido que pasar.

Mi mensaje para todas las que ahora estén pasando por ello es que se puede salir adelante. Es duro, pero te permite disfrutar de los momentos buenos que la vida te ofrece y, sobre todo, dejar de preocuparte por las cosas que no tienen importancia y a las que, sin embargo, se la damos. Ah, y en situaciones como esas descubres a qué personas le importas de verdad, te salen los buenos amigos. Ánimo a todas. Un beso y un fuerte abrazo.

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Silvia AlonsoMe llamo Silvia, tengo 16 años y, después de ver tres casos de cáncer en mi familia, me siento muy identificada con cualquier campaña contra el cáncer e intento colaborar y aportar mi granito de arena. Mi convivencia con un cáncer comenzó cuando a mi madre le diagnosti-caron cáncer de mama hará tres años. Es entonces cuando lo ves día a día, con todos sus efectos y consecuencias, y cuando te das cuenta realmente de lo que es un cáncer. Yo creo que lo más importante cuando estás al lado de una persona con cáncer es hacerle sentirse muy querida, quitarle responsabilidades de encima, ayudar y animar en lo que se pueda, y hacerle saber que cuenta con todo tu apoyo. Es importantísimo que la familia y los amigos muestren su compren-sión, su amor y su ayuda, que es algo que parece secundario, pero es vital. Y, como de cada mala experiencia se puede sacar algo bueno, el truco está en buscarle la parte positiva. Para mí ha sido muy duro, pero creo que me ha hecho madurar como persona, afrontar mis problemas con más seguridad y convertirme en una persona mucho más fuerte. Actualmente, con 16 años me ha salido un bulto en un pecho, tal como empezó el cáncer de mi madre, y estoy a la espera de hacerme unos análisis para saber si vuelvo a reencontrarme con esta enfermedad.

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Conchi Martínez MartínCONCHI por ROCÍO:

No tengo cáncer, pero sí mi hermana. Quiero contaros su historia y agradecerle los meses que llevamos luchando juntas, y yo aprendiendo de ella. En agosto del 2010, le descubrió su hija jugando un bulto en el pecho. Tranquilamente, se vistió y vino a mi casa. Juntas nos fuimos a ver a nuestro hermano, que es médico, y de allí al hospital: salimos ese mismo día con la eco y la mamografía hechas, ella muy serena. Más pruebas, resonancias, punciones, biopsias, etc., y llegó el momento de dar la noticia, comunicada por nuestro propio hermano: <<Tienes un nódulo no sano>>. El impacto fue menor para ella, que solo lloró cinco minutos y enseguida preguntó cuál era el siguiente paso. Primero la quimio: gracias a Dios, con una pastillita para los nervios, cuatro o cinco horas de sueño... así pasaron las sesiones. Los efectos secundarios evidentemente aparecieron: se quedó calva. Pues de viaje a por una peluca y de compras. La peluca es tan espectacular que todo el mundo le dice que está más guapa que antes. Le encan-taban los gorros, pero le daba vergüenza ponérselos; ahora tiene una colección para un museo. No todo ha sido un camino de rosas, los efectos secundarios han sido dolorosísimos, pero, cuando desaparecían, al día siguiente ya era todo alegría y normalidad. Yo soy superner-viosa, perdí el sueño, vómité… pero delante de ella era la sonrisa eterna y unas castañuelas. El día que se enteró de mi malestar, vino a

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hablar conmigo y me dijo: “Si yo no tengo secuelas, ¿por qué las tienes tú? Yo me voy a curar, solo es cuestión de tiempo”. Durante estos meses, los tres hermanos nos hemos unido muchísimo e, in-cluso, hemos superado viejos rencores y nos morimos de risa juntos de nuestras tonterías. El jueves pasado la operaron; había disminuido tanto el tumor con la quimio que no lo encontraban. Me llamó por teléfono desde la sala de reanimación como si no pasara nada. Al día siguiente, quisieron darle el alta, pero no lo hicieron porque les preocupaba que todo fuese tan bien, ni sangró el drenaje. Salió el sábado, ni una apendicitis hubiera sido tan fácil. Ya está preparada para lo siguiente; le da igual, sea más quimio, radio o lo que sea. Hoy, duchándola, hemos acabado las dos en la ducha, VIVA LA VIDA! Ella dice que sabe que se va a curar y, si lo piensa, quiénes somos los demás para contagiarle nuestros miedos. Espero que esto sirva no solo para las enfermas, sino también para sus familiares, que a veces desesperamos. Besos para todos.

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Isabel Casado Polo Mi nombre es Isa y tengo 56 años. Mi historia comienza a la vez que en el vientre de mi hija empieza a gestarse lo que sería mi fuente de energía, de fuerza y de ganas de vivir: mi primera nieta, AINHOA. A finales del 2009, en una de mis revisiones anuales, me detectaron cáncer de mama. Me armé de valor y pedí que me hicieran todas las pruebas en el menor tiempo posible, pues no quería anular mi viaje a Madrid, lugar en el que vive mi hija. El problema fue que el mismo día en que vería a la sangre de mi sangre en una ecografía tendría también que darle la mala noticia a mi hija. Pasado este mal trago, volví a Córdoba, donde yo vivo, y esperé a que llegara el día de la operación. No se me olvidará, ese día mi habi-tación parecía una verbena, pues mi tres hijas y mi hijo no hacían nada más que hacerme reír e incluso mi compañera de cuarto, que no podía parar de llorar, consiguió olvidarse de por qué estaba allí. Tras muchas horas de larga espera, salí del quirófano y allí estaban todos, esperando impacientes, pero llenos de amor, solo había que ver sus caras. Ahora solo me quedaba asumir que ya no tendría mi pecho, pues la enfermedad llegó con más mala idea de la que incluso el doctor esperaba. Sí, perdí un pecho, pero me devolvieron la VIDA. Durante el tratamiento de quimioterapia, iba y venía a Madrid, hacía y deshacía la maleta una y otra vez, pero quién era ese tratamiento para impedirme a mí ver nacer a esa niña de ojitos

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azules. Y así fue, nació la que sin saberlo me daba el gran poder para combatir a la “c” mayúscula. Durante la espera de su venida, pensé en toda la gente que no ha podido derrotar a este enemigo y en aquellas que, cada vez más, sí que lo vencen, y pueden “vivir para ver”. Toda historia tiene su moraleja y la mía es: busca algo en lo que creer y por lo que luchar; lucha, vence y, sobre todo, sigue viviendo.

Creu Hola, soy Creu. Me diagnosticaron un cáncer de mama con 29 años y con un niño de 18 meses, al cual aún seguía dándole el pecho. Jamás podré olvidar la llamada de mi tío dándome la noticia, ni la carita de mi bebé preguntándose por qué su madre no dejaba de llorar y de gritar. Después de cuatro meses pensando que lo que tenía era una mastitis, cambié de médico y descubrimos rápidamente que era un tumor que me ocupaba todo el pecho y que tenia metástasis en la axila. Saber que le había estado dando ese pecho a mi hijo me aterraba, hasta que me confirmaron que los conductos de la leche no estaban afectados. Fue un año y medio horrible: primero cinco meses de quimio durante todas las semanas, después la temible operación, 30 sesiones de radio y, para rematar, una vacuna durante un año. La sensación de despertarme y verme <<mutilada>>, porque es

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así como me sentía en esos momentos, fue muy dura, pero, gracias a Dios, tengo una familia maravillosa: un marido comprensivo que estuvo siempre a mi lado, en los malos momentos y en los muy malos, unos padres a los que les debo que cuidaran de mi hijo du-rante mi convalecencia, y unas hermanas que estuvieron pendientes de mí en todo momento. Mi hijo va a cumplir seis años y desde hace años sabe lo de mi enfermedad. Lo ha entendido perfectamente y creo que ver cómo ha reaccionado me ha hecho sentir muy orgullosa de él. Él fue mi razón de vida y de superación. Ahora, después de casi cuatro años, ya estoy pensando en tener otro bebé. Este año es el definitivo: si todo sale bien, le daremos un hermanito a Guillem y me reconstruiré el pecho.

Desde mi experiencia, quiero dar ánimos a todas aquellas personas que padecen esta enfermedad y decirles que deben asumirla y luchar con todas sus fuerzas. A mí me enseñó mi fuerza interior, me enseñó lo que realmente vale en la vida y me enseñó a valorar mejor las cosas.

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AnabelSoy Anabel, tengo 29 años y hace cuatro que me diagnosticaron un cáncer de mama. Me gusta mucho dormir en verano en el suelo y boca abajo, y, estando así, una noche me noté un bulto en el pecho y se lo comenté a mi madre. Pensaba que sería un bulto de grasa o algo así, jamás pensé que pudiera ser un tumor, ya que aparte de que era muy joven, en mi familia no había habido ningún caso antes. De hecho, mi caso, me han dicho que es muy raro y me han llegado in-cluso a hacer un estudio genético. Fui al médico y me dijo que tenía que hacerme un mamografía. Cuando llegué a la sala de mamógra-fos, me dijeron que me iban a hacer una simple ecografía, que era muy joven para hacerme una mamografía (tenía entonces 24 años). Mientras el radiólogo me hacia la eco, me dijo que tenía que hacerme la mamografía y una biopsia. Le dije que sí, que me hiciera todas las pruebas que creyese oportunas, pero yo seguía sin imaginarme que podía ser un tumor. Cuando me hicieron todas las pruebas, recuerdo que el radiólogo me dijo que en 20 días tendría los resultados y, en efecto, en 20 días, coincidiendo con mi 25 cumpleaños, el 16 de octubre, tenía la cita con el cirujano directamente, el cual sería el que me daría la noticia. Os podéis imaginar mi reacción y la de mis padres, que estaban allí conmigo. Nunca se me olvidará cuando salí del quirófano y vi a mi abuelo llorando. Le dije que no llorara, que no pasaba nada y que me iba poner bien. Rápidamente pusieron

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todo en marcha y en noviembre ya me estaban operando. No tenía metástasis, estaba bastante localizado. Recuerdo que mi madre lloraba muchísimo y que yo le decía que no se preocupara, que mientras no lo tuviera por el resto del cuerpo, si me tenían que cortar un pecho, pues no pasaba nada; no sería ni la primera ni la última mujer a la que se lo hacían, cuando yo pudiera me lo reconstruiría y ya está, pero esto no valía para consolarla. De hecho, cuando ingresé en el hospital, me preguntó otro paciente que de qué me iban a operar y yo dije que de un tumor, y… uffffffff, qué bronca que me echó mi madre por decir eso! Pero era la pura y cruda realidad. La operación fue todo un éxito, me quitaron un cuadrante y el ganglio centinela. Una vez hecho esto, comencé con la quimioterapia, luego con la ra-dioterapia y, por último, con el tratamiento hormonal, con el que sigo a día de hoy y del que me queda todavía un año.

Tengo que decir que durante todos mis tratamientos lo llevé siempre muy bien, hice cosas que no hacía antes de estar así. Tenía mis días, porque la quimio era muy agresiva, pero yo no paré de salir con las amigas, con la familia, de viajar... Una anécdota que recuerdo mucho es cuando me tuve que rapar el pelo: mi madre lloraba a mares mientras mi mejor amiga Ana y mi hermana Marta me rapaban la cabeza, y yo me reía a carcajada limpia y le decía a mi madre que por Dios no llorase porque el pelo crecía. Mi madre, en todo su intento porque lo llevara bien, me compró una peluca, pero me

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negué a ponérmela. No me veía con ella. Yo iba con mis pañuelos, gorros y gorras, y tan solo me la puse una vez, porque con mi cuarta sesión de quimio me fui a los carnavales y me quedaba bien con el disfraz. La psicóloga de la Asociación Contra el Cáncer de mi ciudad me pedía que fuera a ver a mujeres más mayores que yo a las que les pasaba esto, ya que estaban hundidas y yo, como estaba tan estupenda, según la psicóloga, podía mostrar al resto de señoras que no era tan difícil, que solo había que ser positiva, como era yo. Tengo que agradecer enormemente el apoyo de mi padre y mi madre, de mi hermana, mucho más joven que yo y que maduró a marchas forzadas por mi enfermedad, y de mi mejor amiga, Ana, porque siempre estuvieron conmigo y lo siguen estando a día de hoy.

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