aunque algunos te desprecien

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Ministerio de Restauración – Hno Alejandro http://hnoalejandro.blogspot.com Aunque algunos te desprecien La historia del Libro de Rut nos ofrece una preciosa enseñanza para reflexionar en este Pentecostés. Rut una mujer moabita que siendo joven y habiendo quedado viuda, decide dejar a su hermana, y acompañar a su anciana suegra, también viuda a un país desconocido cuya cultura le era ajena, pero que además de tener esta conducta compasiva hacia su suegra, anhela formar parte del pueblo de Israel, y tener al Dios de Israel por su propio Dios. ¿Cuántas personas estarían dispuestas a dejarlo todo para seguir a su suegra? ¿Y cuántas personas están dispuestas a dejar una vida de costumbres para seguir a Dios? Rut era una moabita, en términos judíos era una “gentil” , y en términos cristianos era una “carnal” . De alguna forma Moab, representa la carnalidad humana, mientras que Israel representa lo espiritual. ¿Cuántas personas judías o cristianas miran hoy con recelo y/o desconfianza y hasta a veces con cierto grado de superioridad a los que no forman parte de su rebaño? Desde el punto de vista de la antropología uno podría justificar este natural sentimiento de superioridad que tiene cada pueblo frente a los demás. Hasta le han puesto un nombre los científicos sociales, le llaman etnocentrismo, y hace referencia a evaluar la cultura de los otros, desde su propia visión social. Por supuesto que la persona etnocentrista, cree que lo de su grupo cultural es mejor o superior que el de los demás y podría entenderse como que cada uno tiene un afecto especial por su grupo, y se siente que está en el lugar correcto, y se siente mejor. Lamentablemente, muchas veces las personas que desean formar un grupo unido, tienden a desprestigiar a otros grupos para lograr lo que se llama “cohesión grupal”. Es triste pero es una realidad, cuántos grupos se definen “por lo que no son”, nosotros “no somos idólatras” , “no somos carnales” , “no somos esto, no somos lo otro”. Y en este pensar en lo que no somos, nos definimos desde un punto de vista negativo, y nos perdemos la posibilidad de definirnos por lo que somos. Y cuando aprendemos a definirnos y a valorarnos por lo que somos, también aprendemos a proyectar esto hacia los demás, y los valoramos por lo que son. Rut era una moabita, pero por encima de su nacionalidad, era una persona justa y compasiva. Su suegra Noemí, era esposa de uno de los jueces de Israel, que había abandonado el país en época de hambruna para irse al extranjero a buscar mejor suerte. El regreso de Noemí era un regreso de humillación, Noemí que era una persona feliz, había perdido en un período de diez años todo lo que tenía, su país, su pueblo, su esposo, sus hijos y hasta la alegría había desaparecido de su rostro, pero aún así, le quedaba la esperanza y es así que vuelve de regreso a su tierra. Rut tenía claro que iba a sufrir discriminación social, Noemí de alguna forma también, es como cuando uno viaja a otro país lleno de sueños y vuelve deportado, con la ilusión partida y con los bolsillos vacíos. Aún así Noemí volvió y su nuera Rut la acompañó.

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Nadie sabía lo que Dios tenía preparado para Rut, y por prejuiciosos los demás la rechazaban, pero se encontró con gente de bien que la supo valorar y en lugar de aprovecharse de ella la ayudó a superarse y le dio una descendencia gloriosa.

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Page 1: Aunque Algunos Te Desprecien

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Aunque algunos te desprecien La historia del Libro de Rut nos ofrece una preciosa enseñanza para reflexionar en este Pentecostés. Rut una mujer moabita que siendo joven y habiendo quedado viuda, decide dejar a su hermana, y acompañar a su anciana suegra, también viuda a un país desconocido cuya cultura le era ajena, pero que además de tener esta conducta compasiva hacia su suegra, anhela formar parte del pueblo de Israel, y tener al Dios de Israel por su propio Dios. ¿Cuántas personas estarían dispuestas a dejarlo todo para seguir a su suegra? ¿Y cuántas personas están dispuestas a dejar una vida de costumbres para seguir a Dios? Rut era una moabita, en términos judíos era una “gentil” , y en términos cristianos era una “carnal” . De alguna forma Moab, representa la carnalidad humana, mientras que Israel representa lo espiritual. ¿Cuántas personas judías o cristianas miran hoy con recelo y/o desconfianza y hasta a veces con cierto grado de superioridad a los que no forman parte de su rebaño? Desde el punto de vista de la antropología uno podría justificar este natural sentimiento de superioridad que tiene cada pueblo frente a los demás. Hasta le han puesto un nombre los científicos sociales, le llaman etnocentrismo, y hace referencia a evaluar la cultura de los otros, desde su propia visión social. Por supuesto que la persona etnocentrista, cree que lo de su grupo cultural es mejor o superior que el de los demás y podría entenderse como que cada uno tiene un afecto especial por su grupo, y se siente que está en el lugar correcto, y se siente mejor. Lamentablemente, muchas veces las personas que desean formar un grupo unido, tienden a desprestigiar a otros grupos para lograr lo que se llama “cohesión grupal”. Es triste pero es una realidad, cuántos grupos se definen “por lo que no son”, nosotros “no somos idólatras” , “no somos carnales” , “no somos esto, no somos lo otro”. Y en este pensar en lo que no somos, nos definimos desde un punto de vista negativo, y nos perdemos la posibilidad de definirnos por lo que somos. Y cuando aprendemos a definirnos y a valorarnos por lo que somos, también aprendemos a proyectar esto hacia los demás, y los valoramos por lo que son. Rut era una moabita, pero por encima de su nacionalidad, era una persona justa y compasiva. Su suegra Noemí, era esposa de uno de los jueces de Israel, que había abandonado el país en época de hambruna para irse al extranjero a buscar mejor suerte. El regreso de Noemí era un regreso de humillación, Noemí que era una persona feliz, había perdido en un período de diez años todo lo que tenía, su país, su pueblo, su esposo, sus hijos y hasta la alegría había desaparecido de su rostro, pero aún así, le quedaba la esperanza y es así que vuelve de regreso a su tierra. Rut tenía claro que iba a sufrir discriminación social, Noemí de alguna forma también, es como cuando uno viaja a otro país lleno de sueños y vuelve deportado, con la ilusión partida y con los bolsillos vacíos. Aún así Noemí volvió y su nuera Rut la acompañó.

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Ya en Israel, Rut consigue trabajo en el campo pues era la época de la cosecha de cebada, en un campo cuyo dueño resultó ser un pariente de Noemí y consecuentemente del difunto marido de Rut. Existía una costumbre en la antigüedad del pueblo judío, que decía que si en una pareja el marido moría sin dejar descendencia, debía la viuda casarse con un pariente más cercano, quien la haría su esposa y la salvaría de la soledad y la miseria, y tendrían hijos, y le serían contados por herencia al difunto esposo además de llevar su nombre. Fue así que Noemí no dudó en recomendarle a Rut, que iniciara los trámites para esa nueva relación y le recomendó que fuera y se metiera en la cama de Booz, el patrón del campo y familiar de Noemí como ya habíamos dicho, que era por otro lado un hombre viejo, ya entrado en años. Así lo hizo Rut y fue y se acostó en los pies de este hombre, quien se sorprendió a media noche por la compañía inesperada y en lugar de aprovecharse de la situación de la joven mujer caída en desgracia, recordó que había un pariente más joven que sería más conveniente para ella como marido y se comprometió a hablar con él, además de ofrecerle ayuda económica a Rut sin ningún tipo de interés, más que valorar la conducta justa, piadosa, correcta de la joven moabita. Va este hombre entonces y habla con su pariente más joven, quien no tenía problema en comprar los campos de Noemí, pero cuando le hablaron de tomar por esposa a Rut, la joven moabita, enseguida la descartó porque no quería perjudicar su herencia, no quería mezclar su sangre, ni su vida con esa mujer extranjera, moabita y a sus ojos despreciable simplemente por prejuicios, porque en realidad no sabía nada de la vida de Rut, pero igual la discriminaba. La cosa fue que Booz, el dueño del campo se terminó haciendo cargo de Rut quien a pesar de tener dinero, experiencia de los años y no tener compromisos que le impidieran estar con Rut, decidió sacrificar su propio interés en beneficio de la joven moabita , fue justo, hizo lo que tenía que hacer, no se aprovechó de la situación de Rut y fue así que finalmente resulto siendo digno de ella y haciéndose cargo. Noemí estaba muy feliz con su nieto también así que todos felices. Pero la historia no termina aquí, porque esta Rut, esta mujer moabita por la cual la mayoría no daba ni un peso, ni se la jugaban por ella, encontró gente justa que se la jugó, gente que supo valorar su bondad y sus actos de compasión hacia los demás, gente que estuvo dispuesta a darle una mano sin sacar tajada para beneficio propio y que como si todo esto fuera poco, terminó siendo fundamental para la edificación de la casa de Israel porque terminó siendo la bisabuela del rey David y del rey David viene el linaje de Jesús. Nadie sabía lo que Dios tenía preparado para Rut, y por prejuiciosos los demás la rechazaban, pero se encontró con gente de bien que la supo valorar y en lugar de aprovecharse de ella la ayudó a superarse y le dio una descendencia gloriosa. Por eso tu tampoco debes dejar que nadie te discrimine, que nadie te juzgue, que nadie te maltrate por simple preconcepto porque los demás no saben a cuánto puedes llegar en la vida, ni lo que Dios tiene preparado para ti y tu descendencia. Si te discriminan porque vos te lo ganaste, porque has sido una persona que ha obrado mal en la vida es tu problema, aún así puedes arrepentirte correctamente y reenganchar en la carera, pero si

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te discriminan de puro prejuiciosos, pero si eres una persona que se esfuerza por caminar en justicia, por hacer lo correcto y te discriminan por prejuiciosos, prepárate porque Dios puede tener cosas muy importantes para tu vida, y puedes ser de bendición para muchas personas. Tal vez te pase como a Rut que nadie se la jugaba por ella y nadie apostaba un peso, pero Dios no solo que se la jugó sino que además le dio una descendencia de realeza. Asimismo que cada uno de nosotros, aprendamos a conocer a la gente por lo que es, y no por las etiquetas del prejuicio, démonos tiempo para conocer si la persona es justa y bondadosa y no nos apresuremos a sacar conclusiones negativas de los demás, porque nosotros tampoco sabemos cuanto Dios tiene preparado para esa persona. A veces podemos pensar que somos mejores o superiores y podemos mirar por arriba del hombro a los demás, pero cuidado con esta actitud de superioridad porque la Biblia enseña que Dios ama a los humildes y aborrece a los soberbios, que nadie te quite la importancia que tú tienes para sentirse superior a ti, pero que tampoco tu busques disminuir a otros para sentirte más importante; y si alguno de nosotros se quiere sentir mejor, que haga como enseñó Jesús y se ponga a servir a los demás, que el que quiera ser primero se haga servidor de todos y que tampoco nadie te quiera llevar por delante por los cargos, títulos o riquezas que tenga, porque JESÚS nos enseña que somos todos iguales, que somos todos hermanos y que por lo tanto como hermanos debemos tratarnos los unos a los otros. Rut nunca se había imaginado que iba a terminar siendo tan importante para aquellos que la despreciaron, ella nunca pensó que podía llegar a ser la bisabuela del rey David. Nosotros no tenemos que despreciar a nadie porque cada persona es importante para Dios y porque nunca sabemos cuan importante terminará siendo esa persona para nuestra vida y para el Reino de Dios. Que Dios te bendiga, te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti, ti mire con misericordia y te conceda la paz. Feliz Pentecostés para todos!!! Alejandro Andrada (Hno Alejandro)