asunción y renuncia al protectorado del perú a 158 años de distancia

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  • 8/2/2019 Asuncin y renuncia al Protectorado del Per a 158 aos de distancia

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    Pg. 1 LA NACIN Domingo 12, agosto 1979 Secc. 5A Pg. 3

    Asuncin y renuncia al Protectoradodel Per a 158 aos de distancia

    Antes de embarcarse para Guayaquil, San Martn le propuso al virrey La

    Serna la terminacin de la guerra y el reconocimiento de la independenciaperuana. Fue uno de sus tantos esfuerzos para alcanzar ese objetivoPor Carlos Alberto Salas Para LA NACIN BUENOS AIRES, 1979

    esde que el general San Martn

    entr en Lima, el 10 de julio de

    1821, luego de que el virrey y

    sus fuerzas abandonaron la ciudad ca-

    pital, ejerci el gobierno militar de la

    misma, quedando como autoridad civil

    el Ayuntamiento. A instancia de SanMartn el Ayuntamiento convoc el 14

    de julio para el da siguiente a un Cabil-

    do Abierto para que resolviera espont-

    neamente su voluntad por la indepen-

    dencia. Reunido al da siguiente, 15 de

    julio de 1821, el Cabildo Abierto resol-

    vi por aclamacin la independencia

    del Per de la dominacin espaola y

    de cualquier otra extranjera.

    D

    De acuerdo con la resolucin del Ca-bildo Abierto el general San Martn

    proclam, el 28 de julio, en las plazas

    Mayor, La Merced, Santa Ana y la Inqui-

    sicin, la independencia del Per. Cum-

    plidos estos actos quedaba por resolver

    quin se encargara del gobierno polti-

    co de la capital y de los departamentos

    libres del Per. A este efecto una dipu-

    tacin del Cabildo ofrecile a San Mar-

    tn el gobierno del Per, pidindole loaceptara en nombre del pueblo perua-

    no; tambin la Logia Lautaro, creada ya

    en el Per, le pidi que tomara el man-

    do polticoadministrativo para dar

    mejor cumplimiento al objetivo de la

    Expedicin Libertadora, sobre todo te-

    niendo en cuenta que en el Per no se

    encontraba, en ese momento, ningn

    hombre en condiciones favorables para

    asumir el gobierno del pas; por otra

    parte, asumiendo San Martn el mando

    poltico se evitaba la puja por el poder

    que se hubiera desatado entre los pe-

    ruanos y la anarqua consecuente.

    San Martn, al asumir el gobierno ad-

    ministrativo y poltico del Per, quiso

    evitar lo que haba ocurrido en Vene-

    zuela, Cundinamarca, Chile y las Pro-

    vincias Unidas del Ro de la Plata por la

    convocatoria de congresos antes de li-berar sus territorios del dominio ex-

    tranjero.

    Asumi el 3 de agosto de 1821 el

    mando poltico y administrativo del

    Per con el ttulo de Protector, que

    slo el imperio de las circunstancias lo

    obligaron a esta resolucin; solemne-

    mente prometi resignar el gobierno

    en el momento en que el territorio pe-

    ruano fuera libre (1). En realidad estono se cumpli, pues se fue San Martn

    del Per sin haber libertado partes de

    su territorio.

    En carta del 10 de agosto de 1821 le

    dijo San Martn a O'Higgins: Los ami-

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    Pg. 2 LA NACIN Domingo 12, agosto 1979 Secc. 5A Pg. 3

    gos (la Logia) me han obligado termi-

    nantemente a encargarme de este go-

    bierno; he tenido que hacer el sacrifi-

    cio, pues conozco que de no ser as el

    pas se envolva en la anarqua. Espero

    que mi permanencia no pasar de un

    ao, pues usted, que conoce mis senti-

    mientos, sabe que no son mis deseosotros que vivir tranquilo y retirarme a

    descansar (2). Tambin le dijo a O'Hig-

    gins: He asumido en mi persona la au-

    toridad suprema del Per con el ttulo

    de Protector hasta la reunin de un

    congreso soberano de todos los pueblos

    en cuya augusta representacin deposi-

    tar el mando y me resignar a resi-

    dencia... Ninguna otra mira que el bien

    de mis conciudadanos y responder fiel-mente a la responsabilidad que he con-

    trado ante V.E. y ante el gnero huma-

    no, ha podido inducirme a violentar

    mis propios principios, porque habra

    preferido un retiro a la contraccin de

    nuevos deberes (3).

    Empero, San Martn pudo y debi

    evitar nombrarse Protector a s mismo,

    pues se contaba a su favor con los votos

    del Ayuntamiento y del Ejrcito, lo que

    hubiera tenido sustento popular y de-

    mocrtico su gobierno.

    Al saber O'Higgins de la asuncin del

    gobierno del Per por San Martn le

    dice a ste entre otras cosas: Quisiera

    estuviera usted presenta para darle mil

    abrazos, pero recbalos desde este

    asiento de miserias y trabajos, que aho-

    ra convierte en plcemes la resolucin

    ms grande y sabia de encargarse usted

    del mando del Per. Una nueva vida re-cibe la Amrica meridional en el nuevo

    empeo que han de coronar las glorias

    a que la providencia lo ha destinado. El

    bien ms grande que usted hace a esos

    pueblos es el de regirlos. Se va a econo-

    mizar mucha sangre que la anarqua no

    tardara en derramar en gentes bisoas

    y nuevas en la revolucin. Asegrole

    que ms de una vez he temblado en la

    desconfianza de su resolucin, perodesde ahora confo en que todo se ha

    de acertar (4).

    Como queda expresado, gracias a los

    reiterados ofrecimientos de los perua-

    nos calificados a las presiones de los je-

    fes de la Expedicin Libertadora y al

    propio anlisis de la situacin y necesi-

    dades del Per es que San Martn se ve

    en la necesidad imperiosa de asumir el

    gobierno polticoadministrativo del

    Per con el modesto y comprometido

    ttulo de Protector, pero al asumir elcargo expresa dos compromisos: el pri-

    mero es que esperaba que su perma-

    nencia en el gobierno no pasara de un

    ao, y el segundo, que una vez reunido

    el Congreso Soberano, en l depositara

    el mando y se alejara. Como puede

    apreciarse estos dos compromisos los

    cumpli fielmente aun bajo diversas

    circunstancias que ms adelante sea-

    laremos, pero tengamos presente queasume el protectorado el 3 de agosto de

    1821 y lo renuncia el 20 de septiembre

    de 1822, tras una larga delegacin ad-

    ministrativa en el marqus de Torre Ta-

    gle desde el 19 de enero de 1822 hasta

    su regreso de Guayaquil, el 21 de agosto

    del mismo ao, en que reasume el po-

    der. Y en cuanto al segundo compromi-

    so, diremos que al inaugurar las sesio-

    nes del Congreso Constituyente (con-

    vocado por l) el 20 de septiembre de

    1822, ese mismo da renuncia al Protec-

    torado y se aleja definitivamente del

    Per.

    Tengamos presente que el gran obje-

    tivo de la Expedicin Libertadora era li-

    bertar e independizar al Per del domi-

    nio de Espaa. La expedicin libertado-

    ra no cont con fuerzas suficientes,

    tuvo slo 4500 hombres, sin contar la

    escuadra, los que deban enfrentar aalgo ms de 23000 que tena el virrey

    Pezuela en el Per, por cuya circuns-

    tancia no le aconsejaba a San Martn

    buscar la batalla decisiva sino valerse

    de una tcnica dilatoria, combinada

    con una intensa accin poltica, tratan-

    do de levantar a los pueblos del Per en

    favor de la independencia. Esta situa-

    cin de inferioridad numrica con rela-

    cin a los realistas se mantuvo durantetodo el tiempo en que San Martn per-

    maneci en el Per. El 31 de julio de

    1822, es decir despus de casi dos aos

    de llegar al Per, su ejrcito contaba

    con casi 7900 hombres entre jefes, ofi-

    ciales y tropa (5).

    Esta permanente debilidad compara-

    tiva con los efectivos espaoles no le

    permiti a San Martn sino realizar ac-

    ciones restringidas y parciales de poca

    envergadura hasta el final de su perma-

    nencia en el Per, donde poco se incre-mentaron sus efectivos con peruanos y

    sin recibir refuerzos de Chile ni de las

    Provincias Unidas, su patria, donde re-

    curri para obtenerlos.

    Adems, el 8 de octubre de 1821 hi-

    cieron crisis las serias desavenencias

    con el almirante Cochrane iniciadas

    desde Chile cuando ste pretendi ser

    el comandante general de la Expedi-

    cin Libertador de Per, y ya en el Permismo se declara como dependiente

    del gobierno chileno y no de San Mar-

    tn, que era el comandante en jefe de la

    expedicin y el gobernador del Per

    con el ttulo de Protector. Tambin qui-

    so inmiscuirse en la direccin de las

    operaciones terrestres, especialmente

    cuando el general Canterac desfil en

    septiembre de 1821 frente a Lima para

    entrar en la fortaleza de El Callao. La

    crisis final fue por haberse apoderado

    ste de los fondos del gobierno perua-

    no y de particulares de Lima que San

    Martn puso a resguardo en los buques

    peruanos Jerezana, La Perla y La Luisa,

    anclados en Ancn, para evitar que ca-

    yeran en poder de las fuerzas realistas

    en caso de que stas tomaran la ciudad

    de Lima, cuando Canterac baj de la

    Sierra y entr en la fortaleza de El Ca-

    llao. Ese da 8, por orden de San Martn,la Escuadra Libertadora abandon el

    Per, restando a las dbiles fuerzas li-

    bertadoras un valioso apoyo para el sis-

    tema de operaciones, de acciones con

    objetivos restringidos, que la diferencia

    de efectivos con las fuerzas realistas le

    aconsej emplear a San Martn. El apo-

    yo de la escuadra lo perdi definitiva-

    mente hasta que San Martn renunci

    al Protectorado del Per el 20 de sep-tiembre de 1822.

    La aplastante derrota y desbande de

    la divisin patriota de 2246 hombres al

    mando del improvisado general Tristn

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    (peruano) y del coronel Garamarra, en

    MacaconaIca, el 741822, que perdi

    todos sus efectivos, sus armas y baga-

    jes, y la derrota del coronel Otero en

    Pasco el 8121821, fueron golpes rudos

    que redujeron los efectivos de un ejr-

    cito de por si muy inferior al realista,

    por cuya causa le era imposible a SanMartn buscar una batalla decisiva con

    tan marcada inferioridad numrica.

    Desde su llegada al Per, y tambin

    por razones estratgicas y diferencia

    sensible de fuerzas a favor de los realis-

    tas, San Martn busca por medio de la

    accin polticodiplomtica conseguir

    pacficamente el gran objetivo que lo

    trajo al Per: su independencia. Su pri-

    mera accin en este sentido fue aceptartratar con el virrey, a travs de repre-

    sentantes de ambos, en busca del reco-

    nocimiento de la independencia del

    Per. Representaron a San Martn el

    coronel Toms Guido y Juan Garcia del

    Ro, en la conferencia realizada entre el

    24 y el 30 de septiembre de 1820 en Mi-

    raflores, la que fracas por negativa del

    virrey a reconocer la independencia

    peruana.

    Ms tarde San Martn busca otra oca-

    sin para lograr la independencia del

    Per por medio de otra conferencia

    con los realistas, ya bajo el gobierno del

    general La Serna como nuevo virrey.

    Esta dilatada conferencia se inicia en

    Punchauca el 3 de mayo de 1821, da en

    que se inician las negociaciones, inclu-

    yendo la entrevista de San Martn con

    el virrey La Serna. La conferencia entre

    los representantes del virrey y los deSan Martn, luego se traslad la sede

    por razones de comodidad a Miraflores

    y finalmente termina sesionando a bor-

    do de la fragata Cleopatra en El Callao

    sin haberse logrado el propsito de que

    se reconozca la independencia del

    Per, despus de 110 das de infructuo-

    sas deliberaciones

    Tratos con CanteracComo San Martn no tena las fuerzas

    necesarias para terminar exitosamente

    la guerra en el Per, busc por otro

    procedimiento pacfico la tan ansiada

    independencia peruana. Para ello el 11

    de diciembre de 1821, es decir siete me-

    ses despus del fracaso en Punchauca,

    se dirige confidencialmente y en acta

    oficial a general Canterac, mostrndole

    la desventajosa situacin de las armas

    espaolas en Amrica y proponindole

    el cese de la guerra y el reconocimiento

    de la independencia del Per (10). Can-terac contestle el 20 de diciembre dis-

    crepando algunas noticias y conceptos

    expresados en la carta de San Martn;

    empero le dice: El no hallarme faculta-

    do por el seor virrey para la negocia-

    cin que usted me insina en su favore-

    cida del 11 del presente, me priva de la

    satisfaccin de entablar desde luego un

    armisticio conciliatorio, pero no dudo

    que dentro de poco podr manifestar austed tener la autorizacin de dicho su-

    perior para ello. Ms adelante le ex-

    presa que los esfuerzos fueron intiles

    pues V.E. se obstin en exigir condicio-

    nes que no estaban en la esfera de

    nuestras facultades y de consiguiente

    ha sido preciso recurrir, como V.E. mis-

    ma dice, a que las armas decidan la

    contienda... (11).

    Gratificacin y conflictosEl 21 de noviembre de 1821 la Muni-

    cipalidad de Lima acord, para que se

    repartiera entre los jefes del Ejrcito

    Libertador, la cantidad de quinientos

    mil pesos en propiedades confiscadas a

    espaoles; y dispuso tambin que a los

    oficiales y soldados de la Expedicin se

    les dieran tierras en los lugares que

    ellos eligieran de residencia en las pro-

    vincias.El encargado de la distribucin fue el

    general San Martn, quien resolvi re-

    partir las propiedades por valor igual

    entre los favorecidos, que fueron: Aldu-

    nate, Alvarado, Arenales, Borgo, Ciri-

    lo Correa, Foster, Guido, Garca del Ro,

    Las Heras, Toms Heres, Lemos, Luzu-

    riaga, Monteagudo, Enrique Martnez,

    Miller, Necochea, Paroissien, Santiago

    Snchez, Guise y Dehesa. Esta equitati-va distribucin irrit a ciertos jefes que

    se crean con ms mritos que otros y

    cre resentimientos contra San Martn,

    los que se vieron aumentados por la

    pasividad que tuvo el Protector al no

    atacar al general Canterac que baj de

    la Sierra, desfil frente a Lima el 10 de

    septiembre de 1821, entr sin ser ata-

    cado en la fortaleza de El Callao y luego

    volvi a la sierras el 17 de septiembre

    de 1821 seguido de una dbil e ineficaz

    persecucin al mando de Las Heras.

    Este descontento de algunos jefes, porla inaccin de San Martn contra Cante-

    rac, origin un principio de conspira-

    cin contra el Protector, denunciado

    por el coronel colombiano Heres, jefe

    del Batalln Numancia neogranadino

    que se haba pasado a las fuerzas liber-

    tadoras. Tras una investigacin ordena-

    da por San Martn no pudo comprobar-

    se la denuncia, como es natural, por la

    negativa de los comprometidos; esteingrato episodio ocurri en octubre de

    1821 y dej en el Protector mucha

    amargura provocada por compaeros

    con quienes haba compartido sacrifi-

    cios y glorias durante muchos aos (6).

    Consecuente con estos episodios pidie-

    ron su separacin del Ejrcito, Las He-

    ras, Enrique Martnez y Necochea.

    En una carta del 31 de diciembre de

    1821 de San Martn a O'Higgins le dice

    a ste: Las Heras, Enrique Martnez y

    Necochea me han pedido su separacin

    y marchan creo para sa. No me acusa

    la conciencia haberles faltado en lo

    ms mnimo, a menos de que se quejen

    de haber hecho partcipe a todos los je-

    fes del ejrcito y marina en el reparto

    de los quinientos mil pesos. Segn he

    sabido, no les ha gustado que los no tan

    rancios veteranos, como ellos se creen,

    fuesen igualados a Snchez, Miller, Al-dunate, Borgoo, Foster, Guise, Dehesa

    y otros jefes, cuya comportacin ha

    sido la ms satisfactoria. En fin, estos

    antiguos jefes se van disgustados, pa-

    ciencia (6). Tras estos acontecimientos

    parece que en San Martn principi a

    madurar la idea de separarse de la vida

    pblica debido a la ingratitud de sus

    compaeros de armas, y ms tarde a

    otras circunstancias que analizaremos.

    Misin del comandanteAntonio Gutierrez de la FuenteSan Martn, al preparar un nuevo

    plan general de operaciones en mayo

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    Pg. 4 LA NACIN Domingo 12, agosto 1979 Secc. 5A Pg. 3

    de 1822 contra las ropas espaolas que

    el virrey La Serna tena en el Cuzco, y

    para que una divisin argentina a orga-

    nizarse con la cooperacin de Buenos

    Aires, Mendoza, Catamarca, La Rioja,

    Santa Fe, San Luis, San Juan, Crdoba,

    Santiago del Estero, Tucumn, Salta y

    Jujuy, atacara por el norte argentino encolaboracin con las fuerzas principa-

    les que desde Arequipa llevaran su ata-

    que hacia el Cuzco, envi desde Lima el

    20 de mayo de 1822 al comandante de

    la Fuente para solicitar y coordinar

    este propsito; llev este enviado pre-

    cisas instrucciones y notas para los go-

    bernadores de Buenos Aires (general

    Martn Rodriguez), Busto, de Crdoba;

    Urdiniea, de San Juan, etc.; las ins-trucciones llevaron fecha del 16 de

    mayo de 1822 (7).

    Esta misin larga y difcil de lograr

    precisaba bastante tiempo para su rea-

    lizacin, y por la fecha que la divisin a

    rdenes del general Alvarado se embar-

    c con las fuerzas principales en El Ca-

    llao, 16 de junio de 1822, era ya mate-

    rialmente imposible su colaboracin

    como lo haba previsto San Martn en

    el plan de operaciones que l traz. La

    misin del comandante De la Fuente

    fracas por la falta de colaboracin de

    las provincias, en especial de Buenos

    Aires.

    Ofrecimiento del LibertadorBolvar y aceptacinComo consecuencia de la coopera-

    cin de la divisin Santa Cruz con que

    San Martn auxili a la gran Colombia yque triunf en Riobamba y Pichincha,

    con fecha 17 de junio de 1822 Bolvar le

    dice a San Martn, en carta desde Quito,

    su agradecimiento a los benemritos li-

    bertadores del Per que han venido

    con sus armas vencedoras a prestar su

    poderoso auxilio en la campaa que ha

    libertado tres provincias del sur de Co-

    lombia. Ms adelante, ofrece al Per los

    ms fuertes auxilios. Luego le dice quela guerra de Colombia est terminada y

    que su ejrcito est pronto a marchar

    donde quiera que sus hermanos lo lla-

    men y muy particularmente a la patria

    de nuestros vecinos del sur (Per) (8).

    San Martn contest a Bolvar el 13

    de julio de 1822 aceptando el ofreci-

    miento de cooperacin del ejrcito de

    Colombia para terminar la guerra en el

    Per. En su carta, entre otras cosas le

    dice: El Per es el nico campo de ba-talla que queda en Amrica y en l de-

    ben reunirse los que quieran obtener

    los honores del ltimo triunfo contra

    los que ya han sido vencidos en todo el

    continente. Yo acepto la oferta genero-

    sa de V.E. se sirve hacerme en su despa-

    cho del 17 del pasado: el Per recibir

    con entusiasmo y gratitud todas las

    tropas de que pueda disponer V.E. a fin

    de acelerar la campaa y no dejar elmenor influjo a las vicisitudes de la for-

    tuna; espero que Colombia tendr la sa-

    tisfaccin de que sus armas contribu-

    yan poderosamente a poner trmino a

    la guerra del Per.

    Este generoso ofrecimiento de Bo-

    lvar fue uno de los motivos que lleva-

    ron a San Martn a Guayaquil, y en rea-

    lidad Bolvar slo puso a disposicin de

    San Martn tres batallones con 1080

    hombres, haciendo todos los esfuerzos

    posibles, segn le dice San Martn al

    general Miller en carta fechada en Bru-

    selas el 19 de abril de 1827. Como pue-

    de apreciarse, esta escasa ayuda no era

    la necesaria para terminar la guerra en

    el Per, ni responda a los artculos 1 y

    2 del tratado de unin entre Per y Co-

    lombia firmado en Lima el 6 de julio de

    1822, representado por el Dr. Bernardo

    Monteagudo y Joaqun Mosquera, res-pectivamente.

    San Martn sigue buscando laindependencia del PerSin el poder suficiente de fuerzas

    para derrocar al ejrcito realista y lo-

    grar la independencia del Per, San

    Martn, el 14 de julio de 1822, antes de

    embarcarse para Guayaquil, le escribe

    al virrey La Serna proponindole la ter-minacin de la guerra y el reconoci-

    miento de la independencia del Per;

    para el caso de ser aceptada su proposi-

    cin ofrece varias ventajas a los miem-

    bros del ejrcito realista, a los espao-

    les que se les confisc sus bienes, al

    resto de los espaoles residentes, como

    tambin a Espaa en sus futuras rela-

    ciones comerciales con el Per. Le ex-

    pone al virrey la situacin de la Amri-

    ca ya libre y que slo en algunas pro-vincias del Per quedan fuerzas realis-

    tas sin esperanza de ser auxiliadas des-

    de Espaa ni de Amrica.

    El virrey La Serna, desde el Cuzco con

    fecha 8 de agosto de 1822, le contesta

    rechazando la proposicin, y en su ex-

    tensa carta, entre otros aspectos, le

    dice a San Martn: Es consiguiente la

    imposibilidad en que me hallo de admi-

    tir las proposiciones que V.E. se sirvehacerme: pues siendo el primer artcu-

    lo de ellas reconocer la independencia,

    para lo cual de ningn modo estoy au-

    torizado y, (9) como puede apreciarse,

    la va conciliatoria estaba cerrada y la

    independencia total y efectiva de todo

    el territorio peruano deba lograrse por

    las armas y San Martn no las tuvo sufi-

    cientes para lograrla en ese momento.

    En vista de los fracasos de lograr la

    independencia peruana, San Martn

    tomo otro camino con el propsito de

    lograrla; para ello decidi enviar a Eu-

    ropa una misin.

    (1) Mariano Felipe Paz Soldn. Historia del Per

    Independiente, pg. 99, edicin 1868.(2) Archivo de Vicua Mackenna. S. Mant. Mitre,

    Historia de San Martn, tomo II, pg. 69.

    (3) Juan Maria Gutirrez. La Estatua de San Martn,

    pg 208, y Jos Pacfico Otero. Historia del Liberta-

    dor don Jos de San Martn, tomo II, pg. 293.(4) Carta de O'Higgins a San Martn del 6 de agosto

    de 1821. Archivo de San Martn, vol. LXI.

    (5) Mariano Felipe Paz Soldn. Historia del Per In-

    dependiente, pg. 326.

    (6) Pap. de O'Higgins. Arch. Vicua Mackenna

    (orig). El general San Martn, pg. 4142, por Vicua

    Mackenna; Paz Soldn en Historia del Per Inde-

    pendiente, pg. 225, y Mitre en Historia de San Mar-

    tn, pg. 12 a 115, cap. XXXIII.

    (7) Historia del Per Independiente, M F. Paz Sol-

    dn, pg. 291294.

    (8) Ibidem, pg. 301.

    (9) Museo Histrico Nacional, San Martn su corres-

    pondencia 18231850, 3 edicin, pg. 7174, Bs. Ai-

    res, 1911.