asturias, un mar idÍlico web · asturias marina, para disparar más de veinte mil fotos y llenarse...

9
ASTURIAS, UN MAR IDÍLICO El fotógrafo Valentín González, hace en este libro un recorrido por el litoral de los 20 concejos de la costa Asturiana, tan cerca del borde marino como le ha sido posible, para presentar una visión en más de 250 fotos de los 207 Kms., en línea recta, de la Asturias marina y que son, en realidad, más de 480 Kms. siguiendo su tortuoso perfil. Ha sido esta una labor que, dedicándole los momentos en que su actividad profesional como fotógrafo se lo permitía, ha requerido más de cuatro años para completarse, varios centenares de visitas a playas y acantilados, decenas de miles de quilómetros en coche y cientos de ellos a pie por la Asturias marina, para disparar más de veinte mil fotos y llenarse de las vivencias y emociones hoy presentadas en este libro. Con este trabajo firma un testimonio gráfico de las insólitas bellezas que se pueden contemplar en este mundo, entre los 4° 30´/ 7° 11´ de longitud oeste y los 42° 53´/ 43° 40´ de latitud norte, en una tierra muy especial llamada Asturias cuya costa está bañada por un mar idílico.

Upload: others

Post on 26-Sep-2020

2 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: ASTURIAS, UN MAR IDÍLICO web · Asturias marina, para disparar más de veinte mil fotos y llenarse de las vivencias y emociones hoy presentadas en este libro. Con este trabajo firma

ASTURIAS, UN MAR IDÍLICO

El fotógrafo Valentín González, hace en este libro un recorrido por el litoral de los 20 concejos de la costa Asturiana, tan cerca del borde marino como le ha sido posible, para presentar una visión en más de 250 fotos de los 207 Kms., en línea recta, de la Asturias marina y que son, en realidad, más de 480 Kms. siguiendo su tortuoso perfil.

Ha sido esta una labor que, dedicándole los momentos en que su actividad profesional como fotógrafo se lo permitía, ha requerido más de cuatro años para completarse, varios centenares de visitas a playas y acantilados, decenas de miles de quilómetros en coche y cientos de ellos a pie por la Asturias marina, para disparar más de veinte mil fotos y llenarse de las vivencias y emociones hoy presentadas en este libro.

Con este trabajo firma un testimonio gráfico de las insólitas bellezas que se pueden contemplar en este mundo, entre los 4° 30´/ 7° 11´ de longitud oeste y los 42° 53´/ 43° 40´ de latitud norte, en una tierra muy especial llamada Asturias cuya costa está bañada por un mar idílico.

Page 2: ASTURIAS, UN MAR IDÍLICO web · Asturias marina, para disparar más de veinte mil fotos y llenarse de las vivencias y emociones hoy presentadas en este libro. Con este trabajo firma

Antonio Pena Galerista

EL TRAJE DE POSEIDÓN

Ahora que ha pasado la última ola de este libro por delante de la cámara, quizá sea un buen momento para hacer alguna corta reflexión sobre mi idea inicial. Cuando todavía no tenía nada válido, me planteé los principios de trabajo que quería mantener para llegar a mi objetivo; una especie de diez mandamientos que me autoimponía como ideario fotográfico con la costa asturiana y que serían el signo distintivo de mi colección. A este ideario le conocíamos en el equipo como “el traje de Poseidón” y es el siguiente:

- EL TRAJE DE POSEIDON -

-1º -Caminar la orilla del mar

-2º -Huir de lo humano

-3º -No manipular imágenes ni entorno

-4º -Huir de las imágenes publicitarias o postales

-5º -No iluminar las zonas artificialmente

-6º -No limitarme a un tipo de luz

Page 3: ASTURIAS, UN MAR IDÍLICO web · Asturias marina, para disparar más de veinte mil fotos y llenarse de las vivencias y emociones hoy presentadas en este libro. Con este trabajo firma

-7º -No limitarme a unas zonas

-8º -Respetar el color natural de la escena y mantener la dominante

-9º -Capturar los adornos del horizonte y su código marino

-10º -Recuperar en las imágenes el primer sentimiento que originó el proyecto.

Este planteamiento requiere alguna explicación para que pueda ser entendido con claridad.

-Caminar la orilla del mar significaba hacer las tomas, siempre que fuera posible, desde el límite marino. No desde arriba de los acantilados, sino desde abajo, desde la tierra dejada al descubierto por la marea. No era una renuncia a las tomas desde arriba si lo consideraba apropiado, pero, desde luego, eso no significaba eludir el esfuerzo de llegar a donde llega la tierra en su límite marino. Eso sí, sin correr riesgos heroicos o necios, éste es un trabajo fotográfico y no una proeza deportiva, pero enfrentándome a la dificultad necesaria para no perder tomas o zonas que valoraba como deseables. Casi siempre el esfuerzo de las bajadas mereció la pena, pues se encontraban recompensas visuales que no podía ni suponer y que animaban en el esfuerzo para siguientes zonas. De las 200 zonas señaladas muchas eran fáciles, como las playas, algunas difíciles o muy difíciles; pero casi todas, especialmente en zonas acantiladas, requerían una buena dosis de precaución para no descubrir o despertar peligros ocultos. Para llegar a las zonas no podría acceder desde el mar usando embarcaciones.

-Huir de lo humano significaba algo doloroso: olvidarse de las zonas más habitadas y sus playas, es decir: lo fundamentalmente humano, para presentar la imagen más intemporal posible, lo más natural y pretérito, lo intocado, lo más “ello mismo”. Aquello que cuando estás allí te hace sentirte primitivo, indefenso, precavido, un poco animal, lo que parece que no haya conocido nadie más que tú, lo que hace que sientas que allí estas “tú mismo”. Este planteamiento me hizo pensar que tomaba las fotos de espalda a la tierra y a lo que como humano me era propio: pero en realidad no estaba de espalda a la tierra sino de cara al mar. Estar de cara al mar es también mi propio límite, pues a pesar de que mi familia materna proviene de Cudillero y vivían del mar, a pesar de que sé nadar bien, que he viajado en barco varias veces y de que me encanta la estética costera, el mar, como elemento me resulta tremendamente amenazador. Me da tanto respeto que lo podría considerar un principio de miedo. Si viviera en las cavernas y adorara a los dioses, el mar sería mi más poderoso ídolo. Este principio solo lo aparqué en las contadas ocasiones en que para

Page 4: ASTURIAS, UN MAR IDÍLICO web · Asturias marina, para disparar más de veinte mil fotos y llenarse de las vivencias y emociones hoy presentadas en este libro. Con este trabajo firma

mostrar costa y entorno capté zonas habitadas.

-No manipular imágenes ni entorno significa exactamente eso: no exagerar lo que hay: viento, lluvia... y desde luego, no cambiar cosas naturales de sitio, ramas, palos o piedras para embellecer artificialmente, según criterios temporales, lo que allí se podía ver o encontrar en ese momento. Esto no incluye botellas de plástico u otras cosas que no pertenecen al límite marino y que he retirado de la zona siempre que ha sido necesario.

-Huir de las imágenes publicitarias o postales ha sido una imposición con el fin de evitar fabricar “fotográficamente” imágenes destinadas a ser vendidas por sí mismas, o que incluyeran recursos más publicitarios que puramente creativos o propios de imágenes dedicadas al consumo comercial, por más alto que fuera el criterio de calidad estética que se les aplicase. Este tipo de imágenes en mi opinión no sólo no valen más de mil palabras, sino que parecen ser mudas porque no me dicen nada.

-No iluminar las zonas artificialmente, especialmente dentro de las hermosas cuevas que se encuentran por docenas en esta costa, a veces me ha puesto al borde del pecado con la lista de mandamientos. Pero no lo he hecho. Tampoco he usado nunca luz de relleno para ciertas zonas oscuras, resaltar brillos, primeros planos o como efecto luminoso. El respeto a la incomparable luz del norte, sus particulares ocasos y amaneceres me parece la parte más enriquecedora y la mejor aportación de mi proyecto.

-No limitarme a un tipo de luz. ¡Eso es! Esto no es el mediterráneo, no es una típica zona de turismo de sol. Aquí, las más de las veces hay nubes, muchas nubes, muchas veces está gris, llueve y nieva. Por supuesto también sale el sol, solo o entre nubes... Limitarme a veraniegos cielos y luminosidades de catálogo, además de una corrupción estética sería ocultar la parte climatológica que hace a esta tierra tan verde y hermosa como es. Tampoco es sólo gris y nublada... Aquí hay de todo y en cualquiera de sus estados luminosos es una encantadora e irresistible tentación, y un reto fotográfico. Gracias a esta condición, he descubierto lo escasas que son las casualidades con la luz y lo difícil que es llegar y besar el santo; pero tantas veces le fui a pedir al mar limosna a su orilla, que aunque a veces me complacía dándome algunos regalos de su naturaleza, que son imposibles de fabricar, ha jugado conmigo como con un pelele, negándome la luz en la época apropiada y dándome lo mejor de sí mismo en la época contraria... aparentemente.

-No limitarme a unas zonas es una buena condición para que no aparezcan en primer lugar, o especialmente resaltadas, las zonas más típicas o conocidas de la costa, playas o acantilados de Asturias y a las que se acude una y otra vez como tópicos; llámense bufones, Silencio, Peñas... Por mi parte he descubierto que ni remotamente esas son las partes más hermosas de la costa.

Page 5: ASTURIAS, UN MAR IDÍLICO web · Asturias marina, para disparar más de veinte mil fotos y llenarse de las vivencias y emociones hoy presentadas en este libro. Con este trabajo firma

-Respetar el color natural de la escena y mantener la dominante del disparo es algo más que no exagerar la saturación de los colores. Porque lo que he pretendido verdaderamente es mostrar la parte de sutiles, abundantes y extraños colores que se muestran a lo largo de la costa en determinados momentos y dentro de cada situación de luz. Hablando para no iniciados en el tema, si buscase un ocaso, no dispararía en ese día con una luz que produce colores prácticamente únicos, llámense rojos o amarillos, sobre fondo azul cielo; eso casi podría lograrlo en cualquier lugar del mundo. Me interesa más el momento en que se forma o se apaga el ocaso, cuando los colores todavía se diferencian y se mezclan con los de la arena y el mar en los reflejos, pero sin perderse completamente y enriqueciéndose los unos con los otros.

-Los dos últimos condicionantes tienen más que ver con una particular idea estética el primero, que se desarrolla a lo largo del libro, y con el sentimiento que dio inicio a todo esto el segundo.

Este traje a medida del que he vestido mi trabajo es sólo uno de los muchísimos trajes posibles que se le pueden hacer al mar, pero no es, desde luego, su ropa interior. El mar se reserva celosamente su intimidad, te obliga a acercarte a él personalmente, a aproximarte con cierto riesgo, a espiarle sin vergüenza. Olor, sonido, brisa... y no sólo eso; también parece reservarse para sí mismo la magnitud de las proporciones de lo que le rodea. Desde el principio he comprendido la enorme dificultad de transmitir el tamaño real de las paredes de los acantilados, su impresionante majestuosidad y su fantástica presencia. ¿Como podría explicar que lo que parece una bucólica y recogida esquina de la costa, es una pared lisa que tiene más de setenta metros de altura?. El mar es como una partitura variable, tocada con instrumentos impredecibles, que nunca suena igual, que siempre sorprende, que te calma la fiera interna o la altera, y para el que, en el concierto de cámara fotográfica que ha sido este libro, yo he intentado ser un virtuoso intérprete marino.

Mi interpretación de esta maravilla marina servirá, tal vez, para que todos aquellos que no pueden acercarse físicamente a estos lugares, se permitan asegurar que existen, que no son un sueño, y que puedan enseñar a los descreídos los insólitos paisajes que yo mismo he podido conocer gracias a este libro. Han de imaginarse lo que no he podido incluir y que el mar se reserva para si mismo, su ropa interior, pero para llenarse de su vida quizá sea suficiente.

Ahora diré que he vuelto a recorrer algunos lugares tras terminar con las fotos. Me ha costado no llevar cámara, pero he ido yo solo a visitar el hogar marino, a disfrutar yo sólo conmigo mismo y para mí, de su presencia; a provocar recuerdos de lo vivido entonces y de la obsesión que me movía. Y el primer sentimiento de la playa de Valdés, que provocó todo

Page 6: ASTURIAS, UN MAR IDÍLICO web · Asturias marina, para disparar más de veinte mil fotos y llenarse de las vivencias y emociones hoy presentadas en este libro. Con este trabajo firma

esto, apareció multiplicado por el infinito. Sé, estoy seguro de ello, que este monstruo marino que me respiga la piel cuando siento como respira cerca de mí, tiene escrito en alguna parte de su casi eterno diario, iniciado el tercer día de la creación, que durante cuatro años alguien en la frontera Astur, seguramente un loco, acudía tímidamente a acariciar su lomo mientras le observaba con los inquietos ojos de un niño travieso.

Cuando decidí llevar adelante este proyecto no era, realmente, consciente del trabajo que supondría cumplir con todo lo que mi decisión implicaba.

Recorrer la línea serpenteante que separa el mar y la tierra a lo largo de Asturias es un poco más complicado de lo que se pueda pensar viendo estas imágenes. Caminar la costa fotográficamente, por abajo siempre que fuera posible, es una labor más dura de lo que pudiera intuir al principio; pretender quedar, además, satisfecho, es una dificultad añadida. Volver una y otra vez sobre los propios pasos y recorrer los mismos sitios para captar las emociones que pueden quedar perdidas a nuestras espaldas, es algo que complica nuestra intención multiplicando por la cifra que queramos la dificultad. Doscientas zonas seleccionadas, algo más de quinientas bajadas a acantilados o aproximaciones a playas en cuatro años, más de veinte mil disparos, decenas de miles de quilometros en coche - más de cuarenta mil -, y no sé cuantos a pie por las playas y acantilados, pero muchos - yo calculo cerca de quinientos -, para conseguir las imágenes deseadas, me hablan ahora con datos cuantificables de la dificultad real del cumplimiento de mi empeño, y los recuerdos se agolpan en mi cabeza hipnotizándome.

Page 7: ASTURIAS, UN MAR IDÍLICO web · Asturias marina, para disparar más de veinte mil fotos y llenarse de las vivencias y emociones hoy presentadas en este libro. Con este trabajo firma

Los comienzos siempre son difíciles, esto es algo sabido, pero se hacen más dolorosos aun si una vez tras otra te equivocas en los momentos escogidos para hacer las fotos. Cuando ves que no avanzas por no planificar bien las salidas decides tomar nota de los errores y sentarte a planear donde, cuando y como vas a trabajar el próximo día. Son muchos quilometros de costa por delante, muchas fotos y muchas sensaciones que captar, una placentera ansiedad; es una prueba de voluntad, pero no ha de ser una pérdida de tiempo. Así que comienzas a analizar las mareas, el paso solar en las cartas, la hora o las horas del día para esa zona concreta, gris o soleado dependiendo de los contrastes, amanecer o anochecer y empiezas a moverte de forma programada para poder disfrutar con tanta frecuencia como te sea posible de las maravillas que te llegan y eliminar los fallos.

A medida que avanzaba el proyecto, el trabajo demostraba que la experiencia adquirida era un punto a favor. Sorprendía la facilidad con la que tras ver el objetivo a fotografiar podía saber la época, hora y luz deseables y el equipo necesario; entonces los aciertos en cada salida se multiplicaron.

Algunas localizaciones requerían varias tomas, luces diferentes y técnicas y formatos distintos; La decisión de retornar a un lugar concreto la tomé unas cuantas veces dada la riqueza de muchas zonas y nunca me arrepentí de ir una y otra vez al mismo sitio. A veces la dificultad de acceso a un punto determinado de esta frontera marina hacía agotador el desplazamiento con el equipo necesario, una tarea que dado que el ochenta por ciento del trabajo lo hice solo, era la parte física del asunto. Reconozco aquí que al principio no había pensado que la capacidad física pudiera ser tan importante, especialmente cuando, falto de movilidad con los equipos a la espalda y el trípode y accesorios, tenía que bajar a algunos acantilados especialmente agresivos y... subirlos después. Muchas zonas de la costa difícilmente son accesibles a personas de cierta edad o en unas condiciones físicas poco aceptables. Este no ha sido sólo un duro ejercicio fotográfico sino también y muy fundamentalmente, físico. En este ejercicio mental, estético y físico a aparecido en ocasiones el miedo; un miedo que obligaba a la prudencia sensata. El peligro de un accidente en la soledad de algunos de los muchos puntos escondidos por los que me he movido, hizo que el miedo a una caída desde la altura o un resbalón inoportuno de los tantos que tuve, acompañados de alguna que otra caída que afortunadamente nunca tuvieron más consecuencia que unos arañazos o un moretón, me obligara a ser especialmente precavido; la precaución en semejantes lugares es el mejor compañero, porque incluso estando acompañado, nadie podría subirte con un pie roto desde Punseo, Choureo, el Destillo... y otras cuarenta más que se me ocurren. Y si es cierto que podrían pedir ayuda, no es menos cierto que no hay manera de sacarte del acantilado mientras esta llega y ahí el mar sube muy rápido y lo cubre todo. He de insistir en que en

Page 8: ASTURIAS, UN MAR IDÍLICO web · Asturias marina, para disparar más de veinte mil fotos y llenarse de las vivencias y emociones hoy presentadas en este libro. Con este trabajo firma

muchos de los lugares que aquí muestro, la precaución es el mejor amigo. Desde luego el vértigo no sería casi nunca un buen compañero, especialmente en la zona occidental donde se suceden los acantilados de forma casi continua y las bajadas a la base son peliagudas y en ocasiones agotadoras. Yo defino las fotos de la costa con un símil deportivo y las llamo carreras de velocidad. Las amenazadoras mareas por una parte, el tramo costero a recorrer, a veces muy dificultoso; la luz apropiada para disparar y hasta la luz necesaria para poder volver a subir desde los acantilados, cosa que lamenté no calcular y que sufrí un anochecer en mi propia carne, hacen que esas cortas distancias relativas se conviertan en una constante lucha contra el reloj, más aún cuando la idea fundamental de estas fotos era hacerlas siempre que fuera posible “desde abajo” y a la orilla del mar, en un contacto claro y físico permanente con el objeto de mi deseo. Excepto cuando la toma era claramente desde arriba, concretamente en algunos detalles que no quería perder, incluso las fotos con teleobjetivos de 500 mm. se hicieron desde abajo, a la vera del mar y de sus olas.

Todas estas dificultades que se fueron presentando en el día a día, aunque previsibles en su conjunto de una forma general, en ocasiones puntuales se volvieron desesperantes, pero nunca llegaron a hacer que el deseo de volver una y otra vez al encuentro con la costa Astur se apagase. La belleza de los lugares a los que teníamos que acceder extremando los cuidados, para robarle al mar el botín de cada día, compensaba con creces el esfuerzo que nos pedía como pago. Así es que he tenido el placer de vivir muchas horas, llenas de satisfacciones y buenos recuerdos, en el límite hacia el norte de esta frontera salvaje que es la idílica costa del mar de Asturias. Valentín González

Page 9: ASTURIAS, UN MAR IDÍLICO web · Asturias marina, para disparar más de veinte mil fotos y llenarse de las vivencias y emociones hoy presentadas en este libro. Con este trabajo firma

El libro impreso y encuadernado que se presenta en esta página es el primer ejemplar, o maqueta, del mismo. Aún no se ha producido la impresión en tirada comercial del libro, por lo que, aunque completamente acabado, no está a la venta, pero seguimos interesados en encontrar una editorial o institución que decida su publicación. TAMAÑO DE PÁGINA: 29X37 cms. NUMERO DE PÁGINAS: 270