aspectos psicosociales violencia juvenil

188
Mucho es lo que se trata actualmente sobre el preocupante, complejo y de naturaleza multicausal, tema de la violencia relacionada con los y las jóvenes, en nuestra compleja sociedad actual. Más que repetir cifras o estimaciones que pueden servir para agitar banderas que lleven, en última instancia, a alejarnos de estudiar el fenómeno como resultante de un momento histórico, de interacción de múltiples variables, dejemos hablar a quienes tratan de una u otra forma con el fenómeno. ¿Qué se entiende por violencia juvenil? ¿Qué se oculta detrás de la misma? A grandes rasgos se debería distinguir entre la violencia ejercida y la violencia sufrida por los y las jóvenes; principalmente observar la relación que hay entre ambas. Pero también es fundamental considerar la relación entre las conductas agresivas de los y las jóvenes y lo que es la violencia entre los adultos. Violencia ésta muchas veces silenciosa: la omisión o negación a brindar lo que se necesita en un momento dado, los dobles mensajes que se dan desde los medios de comunicación... Estudios y biblioteca 62 SEPTIEMBRE 2003 Aspectos psicosociales de la violencia juvenil. 62 Revista de estudios de Juventud Aspectos psicosociales de la violencia juvenil

Upload: francisco-infantes-gomez

Post on 09-Aug-2015

94 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Mucho es lo que se trata actualmente sobre el preocupante,

complejo y de naturaleza multicausal, tema de la violencia

relacionada con los y las jóvenes, en nuestra compleja sociedad

actual.

Más que repetir cifras o estimaciones que pueden servir para

agitar banderas que lleven, en última instancia, a alejarnos de

estudiar el fenómeno como resultante de un momento histórico,

de interacción de múltiples variables, dejemos hablar a quienes

tratan de una u otra forma con el fenómeno.

¿Qué se entiende por violencia juvenil? ¿Qué se oculta detrás de

la misma? A grandes rasgos se debería distinguir entre la violencia

ejercida y la violencia sufrida por los y las jóvenes; principalmente

observar la relación que hay entre ambas. Pero también es

fundamental considerar la relación entre las conductas agresivas

de los y las jóvenes y lo que es la violencia entre los adultos.

Violencia ésta muchas veces silenciosa: la omisión o negación a

brindar lo que se necesita en un momento dado, los dobles

mensajes que se dan desde los medios de comunicación...

Estudios y biblioteca 62S E P T I E M B R E 2 0 0 3

Aspectos psicosociales de la violencia juvenil.62

Re

vis

ta d

e e

stu

dio

s d

e J

uv

en

tud

Asp

ec

tos

psi

co

soc

iale

s d

e l

a v

iole

nc

ia j

uve

nil

Page 2: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

62R E V I S TA D E

E S T U D I O S

D E J U V E N T U D

Page 3: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Directora

Elena Azpiroz Villar

Coordinación del número

Irene Silva

Diseño Gráfico

Pep Carrió / Sonia Sánchez

Ilustraciones

Angel De Pedro

Edición

© Instituto de la Juventud

Redacción

Consejería Técnica de Planificación y Evaluación

Servicio de Estudios y Documentación

Tel.: 91 363 78 09

Fax: 91 363 78 11

E-mail: [email protected]

ISSN: 0211-4364

NIPO: 208-03-005-X

Dep. Legal: M. 41.8500-1980

Impresión: ARTEGAF, S.A.

Sebastián Gómez, 5. 28026 Madrid

Las opiniones publicadas en éste número corresponden a sus autores. El Instituto de la Juventud no comparte necesariamente el contenido de las mismas.

R E V I S TA D E

E S T U D I O S

D E J U V E N T U D

Page 4: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

El Tema

Introducción

1. Adolescencia y violencia. Tópicos y realidadesJavier Urra ..............................................................................................................................................

2. Diez condiciones básicas para prevenir la violencia desde la adolescenciaMª José Díaz-Aguado ............................................................................................................................

3. Aspectos psicológicos de la violencia en la adolescenciaAna Alvarez-Cienfuegos Ruiz y Fernando Egea Marcos ......................................................................

4. El revés de la violenciaMª Carmen Rodríguez-Rendo ...............................................................................................................

5. Violencia y familiaAlicia Monserrat Femenía y Mª Teresa Muñoz Guillén ..........................................................................

6. Los actores de la violencia escolarIgnacio Avellanosa Caro y Bárbara Avellanosa Peña ............................................................................

7. Las distintas perspectivas de estudiantes y docentes acerca de la violencia escolarCristina del Barrio, Ángela Barrios, Kevin van der Meulen y Héctor Gutiérrez .....................................

8. Adolescencia, grupo de iguales, consumo de drogas, y otras conductas problemáticasMª Nieves Herrero Yuste ........................................................................................................................

9. Ofensores sexuales juvenilesJosé Diaz Morfa .....................................................................................................................................

10.Los significados de la inmigración en el contexto de las relaciones adolescentes: un análisis etnográficoEstela D’Angelo, Piedad Pozo y David Viadero .....................................................................................

11.Prevención de la violencia de género en adolescentesAna Meras Llibre ....................................................................................................................................

12.La conducta violenta en grupos juveniles: características descriptivasAntonio Martín González, Bárbara Scandroglio, Jorge López Martínez, José Manuel Martínez García, Mª Jesús Martín López, Mª Carmen San José Sebastián ....................................................................

Materiales

Páginas

7

11

21

37

45

51

59

65

81

93

131

143

151

159

62Í N D I C E

S E P T I E M B R E 2 0 0 3

Page 5: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

E L T E M A

Page 6: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Debemos ser conscientes de que el fenómeno de

la violencia juvenil no se puede separar de la

violencia “sufrida” por los y las jóvenes, que

debemos considerar siempre el propender a que

se realicen políticas de juventud en todos los

ámbitos que conduzcan a una disminución de las

conductas violentas y que, obviamente conlleven

un aumento del bienestar de la sociedad en su

conjunto.

Detrás de una o un joven violento hay siempre una

persona producto de una sociedad. Esto se refleja

de una u otra manera en todos los artículos de

esta revista.

En este número se presentan artículos que

abordan, desde una perspectiva más general, el

tema de la violencia y la adolescencia, como los

cuatro primeros artículos, mientras que los

siguientes enfatizan algunos aspectos en relación

con la violencia juvenil como: la familia, la escuela,

las drogas, la sexualidad, la inmigración, la

violencia en grupos, la prevención.

La construcción cultural denominada juventud, es

producto de una interacción entre las condiciones

psicosociales y las imágenes culturales que una

sociedad elabora en cada momento histórico. De

ahí la importancia de contextualizar cada momento

histórico las formas de ser joven. Distintos

artículos de esta revista ofrecen una perspectiva a

considerar, a tener en cuenta

especialmente a la hora de elaborar políticas de

juventud ya que todos, de una u otra manera,

tratan el tema de la prevención de la violencia

juvenil.

El tema de la violencia juvenil, de sus tópicos y

realidades, es abordado por Urra, enfatizando que

no habría violencia del adolescente, sino violencia.

El autor se adhiere a los planteamientos de la

violencia como conducta aprendida. Expone Urra

que el joven no es el emisor de violencia, sino el

receptor de la misma. También el autor aborda el

tema de la delincuencia juvenil, de cómo ha

desaparecido la banda pero continúa el

agrupamiento, y de los hijos que agreden en el

hogar. Desarrolla el tema de las respuestas

sancionadoras y plantea lineamientos para la

prevención de la violencia.

En el artículo de Díaz-Aguado se trata de los

aspectos fundamentales a tener en cuenta para la

prevención de la violencia desde la adolescencia.

Las reflexiones y propuestas que en este artículo

presenta la autora han sido desarrolladas a partir

de una larga serie de investigaciones. Díaz

Aguado finaliza enfatizando desarrollar la

democracia participativa e incrementar la

colaboración entre la escuela, la familia y el resto

de la sociedad; así como también plantea

desarrollar programas de prevención de la

violencia a partir de la investigación-acción.

Álvarez y Egea plantean los aspectos psicológicos

de la violencia. Hacen un desarrollo de las

diferentes teorías de la agresividad humana,

resaltando la importancia de las relaciones

tempranas, así como de la adolescencia como

momento evolutivo crucial para la plasmación de la

identidad. Los autores resaltan también la

necesidad de convergencia de las diferentes

disciplinas y modelos teóricos. Egea y Álvarez

también plantean aspectos a considerar para la

prevención y tratamiento de la violencia.

En el artículo de Mari Carmen Rodríguez Rendo,

la autora plantea cómo el mundo de las pulsiones

en los y las jóvenes es activado por un momento

La tarea de elaboración de este número sobre la violencia y la juventud, coordinado

desde el Colegio Oficial de Psicólogos de España, ha requerido considerar la inclusión de

diversos profesionales que, desde distintos ámbitos, como centros públicos o privados,

universitarios, desde la psicología clínica u otras especialidades, pudieran hacer

aportaciones a este complejo tema de la relación entre la violencia y las y los jóvenes. De

allí también las distintas orientaciones teóricas que, si bien pueden por momentos llamar

la atención, siempre puede resultar enriquecedor ampliar los puntos de mira con otros

enfoques. Por considerar que el enfoque de los y las jóvenes debe ser siempre

biopsicosocial, se incluyen artículos firmados no exclusivamente por psicólogos.

Page 7: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

social que a la vez impacta en la historia arcaica

del aparato psíquico, y en la singularidad de cada

sujeto. La autora investiga la violencia como un

síntoma que emerge de la pulsión de muerte ante

la evidente retracción de lo simbólico y el aumento

de la potencia de lo imaginario.

Rodríguez Rendo expone, en un decálogo

imaginario que recrea el ideal narcisista promovido

por la ética de una parte de la sociedad actual, y

sus consecuencias en la dinámica psíquica. En el

artículo también la autora desarrolla el tema de la

llamada de la tendencia a la destrucción, heredera

privilegiada de la pulsión de muerte, que se

presenta como el anverso de esa violencia de la

juventud que desborda a familiares y educadores

en la medida en que se la busca controlar con

penalizaciones sin subjetivarla.

A continuación Montserrat y Muñoz, en el artículo

sobre violencia y familia plantean cómo la familia

puede ejercer sobre sus miembros y descargar en

ellos una violencia que configurará sus

personalidades y sus modos de situarse ante la

vida.

Principalmente esbozan la violencia por omisión,

no por exceso sino por defecto. Muñoz y

Montserrat plantean qué es la violencia de dar

demasiado para no tener que dar. Es la violencia

de permitir sin límite, disfrazando esa permisividad

de actitud tolerante para encubrir el miedo que a

algunos padres les produce vivirse a sí mismos

como seres adultos.

Otro punto importante que señalan es la violencia

que se ejerce desde el grupo familiar cuando éste

no es capaz de actuar conteniendo. En lugar, de

las funciones protectoras que deben ejercer los

padres el joven o la joven quedaría con “huecos

afectivos” que no sabe cómo llenar. Las autoras

plantean que estos huecos algunos jóvenes

intentarán cubrirlos con indumentarias protésicas

(clavos, botas, objetos duros…), corazas con las

que intentar cubrir la fragilidad interna y de paso,

aprisionar los sentimientos de culpa para no tener

que entrar en contacto con ellos. Montserrat y

Muñoz finalizan el artículo con dos ejemplos

clínicos.

En el siguiente artículo I. y B. Avellanosa hacen

una reflexión sobre los agentes de la violencia

escolar. En cada clase, en cada centro existen

alumnos que juegan papeles diferentes alrededor

del tema común de la violencia: unos son

verdugos y otros víctimas. Desde los primeros

cursos niños y niñas se identifican con alguno de

los personajes. Plantean los autores que esta

identificación tiene que ver, fundamentalmente, con

su propia historia y el ambiente familiar. I y B

Avellanosa plantean la posibilidad de formación del

profesorado en técnicas de resolución de conflictos

frente a las situaciones violentas.

Del Barrio, Barrios, Van der Meulen y Gutiérrez, en

el artículo que continúa, trabajan el tema de la

violencia escolar desde las perspectivas de

estudiantes y docentes. Luego de una definición

de los distintos fenómenos, presentan las

percepciones de estudiantes y profesores acerca

de la victimización entre escolares, como tipo

particular de agresión, a partir de diversos

estudios en los que han participado los autores,

que permiten integrar distintas perspectivas del

problema: el estudio nacional incluido en el

Informe del Defensor del Pueblo, un estudio de

caso acerca de la situación en una ciudad y un

estudio retrospectivo acerca de las experiencias de

victimización vividas en el pasado escolar.

En el artículo que continúa, Herrero analiza una

serie de conductas de riesgo, entre las que se

incluye el consumo de alcohol y de otras drogas,

durante la adolescencia y la relación existente

entre las mismas y el grupo de iguales. La autora

también realiza una breve descripción de la

situación actual respecto de los consumos de

drogas entre los grupos de edad más jóvenes y se

describen los principales factores de riesgo y de

protección relacionados con los mismos y con

otras conductas problemáticas. Herrero hace una

especial referencia a la necesidad de generar

espacios para la intervención preventiva durante

esta etapa, aportando algunas de las ideas y

principios que deben ser tenidos en cuenta a la

hora de poner en marcha programas y actuaciones

integrales dirigidas a este sector de población.

A continuación Diaz Morfa desarrolla el tema de

los ofensores sexuales juveniles. Partiendo de su

8

Page 8: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

definición el autor plantea las características de los

jóvenes que han cometido ofensas sexuales, los

tipos de conductas ofensivas; la etiología, y

actualización de los tipos y clasificaciones de

ofensores sexuales juveniles. Díaz Morfa plantea

también las diferencias entre los abusadores

sexuales adultos y los adolescentes; así como

explicita distintas áreas de evaluación, diferentes

aproximaciones terapéuticas. El autor brinda

pautas para la prevención de la recaída y la

investigación sobre la eficacia del tratamiento.

D´Angelo coordina a Pozo y Viadero, quienes

escriben un artículo, partiendo de un análisis

etnográfico sobre los significados de la inmigración

en las relaciones adolescentes. Preguntan, por

ejemplo, ¿cómo dan forma los adolescentes a un

proyecto de vida interactuando en el contexto

social actual? ¿cómo pueden dar forma a un

proyecto de vida que integre al distinto como

interlocutor válido y de pleno derecho? Las autoras

y el autor concluyen, desde una visión

psicopedagógica, que somos los adultos los

responsables de la construcción de la identidad

adolescente sin proyecto vital autónomo, así como

de una violencia no genuina de los y las jóvenes

(actitudes racistas, agresivas, xenófobas…) que

oculta el desconocimiento de lo nuevo, lo distinto.

Meras, en el artículo que continúa, comenta sobre

las creencias y roles sociales presentes en la

juventud, en relación con diversos mitos que dan

origen, perpetúan y justifican la violencia de

género. La autora ha realizado un estudio

descriptivo en institutos madrileños con

adolescentes y jóvenes de edades comprendidas

entre los 15 y 19 años. Plantea la autora que estas

creencias y roles perpetúan la cultura y convierten

a los jóvenes en protagonistas de un drama social

que no terminará si la sociedad no se define

seriamente en un afrontamiento radical del

problema, porque este problema tiene profundas

raíces psicosociales y culturales, de larga

trayectoria histórica y universal.

Coordinados por Martín González, Scandroglio,

López Martínez, Martínez García, Martín López y

San José Sebastián, plantean las características

descriptivas de las conductas violentas en grupos

de jóvenes. El trabajo consiste en la realización de

un análisis descriptivo de carácter cualitativo sobre

algunos aspectos de la violencia juvenil grupal, a

partir del análisis de los resultados de entrevistas

realizadas a un total de 41 jóvenes de la

Comunidad de Madrid con diferentes grados de

implicación en conductas de violencia grupal. Los

autores concluyen que las conductas violentas,

lejos de constituir un fenómeno en el que primen

elementos de irracionalidad o desviación

individual, corresponden a un comportamiento

estructurado en un sistema de normas, actitudes y

recursos conductuales que determinan los

contextos y los motivos que justifican el

comportamiento violento, las repercusiones

positivas que acarrea y las formas para reducir al

mínimo los perjuicios que ocasiona. Dejan patente,

a su vez, que tal sistema se integra, se elabora y

se hace inteligible dentro de una sub-cultura, que

permite dar sentido a las acciones bajo una

determinada visión del mundo y que marca un

proceso socializador que cumple funciones

específicas para la persona que lo asume.

Irene Silva

9

Page 9: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

a) No hay violencia juvenil. Hay violencia.

b) El joven no es el emisor de violencia, es el receptor.

c) El ser humano no nace violento (se aprende).

d) Delincuencia juvenil.

d.1) Ha desaparecido la banda, permanece el agrupamiento.

d.2) Hijos que agreden en el hogar.

e) Respuesta sancionadora.

f) Prevención = Educación.

11

E L T E M A

ADOLESCENCIA Y VIOLENCIA. TÓPICOS Y

REALIDADES

Javier UrraPsicólogo de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y de los Juzgados de Menores de Madrid.

P latón ya se escandalizaba de las

características de la juventud que había en

su época, una constante, que llega hasta nuestros

días.

No se olvide que el adolescente, no debe ser

estudiado como un ente solitario, sino inserto en

una realidad espacial y temporal, que a su

alrededor se encuentra su familia y su contexto,

que no puede ser diagnosticado en un corte

vertical de su vida: «es así», porque tiene una

realidad transversal con un pasado y un futuro (a

veces oscuro). Además los diagnósticos

negativistas que sólo insisten en clasificar y

resaltar los aspectos problemáticos, no sirven para

nada, hay que pronosticar pero aludiendo a lo

positivo, a lo que le motiva, a lo que le engancha

socialmente, para llevarlo a efecto y desarrollar

todas sus potencialidades.

a) No hay violencia juvenil. Hay violencia, del

ser humano, de grupos, de Naciones. Véase ETA;

Argelia; Ejecución de una mujer (otras veces son

hombres o menores que dejan de serlo) en

Estados Unidos país que no ha ratificado la

Convención de Derechos de la Infancia.

Las urbes en que habitan nuestros niños

(habitamos), son agresivas, inhumanas, el rey de

esa selva es el vehículo a motor, se generan

miedos, el niño tiene que ser visto en todo

momento o puede ser atacado por un pederasta,

un psicópata, un secuestrador, un drogadicto, esta

constante alarma social, hace que sean recluidos

en sus cuartos ante una pantalla de T.V.,

ordenador, video-juego. En todo caso hay más

violencia latente que real y más psíquica que

física.

Respecto a los medios de comunicación y

primordialmente a la televisión, es incuestionable

que la «cascada» de actos violentos, muchas

veces sexuales, difuminan la gravedad de los

hechos.

Nada tiene que ver el disparo indiscriminado del

VII de Caballería contra los indios (o viceversa),

que nosotros veíamos, con la brutal carnicería en

la que hoy se deleitan. O anuncios de juguetes

que dejan en la mano del niño la capacidad para

decidir «la vida del otro». O peligrosos como «el

niño será rubio, tendrá los ojos azules». O vídeos

tan esperpénticos como muñecos diabólicos.

Nos rodea un alto grado de zafiedad y mal gusto.

Sin embargo, hemos de reseñar que los menores

que exploramos y que están en Proceso

Page 10: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Javier Urra

12

Delincuencial, son poco consumidores de

televisión, pues pasan su tiempo en los parques,

billares, discotecas…

En todo caso, se desplaza mucha responsabilidad

a los medios de comunicación, cuando hay una

«moda de inmoralidad».

Debe romperse el vínculo violencia / juventud,

véanse para ello los datos de las Memorias de la

Fiscalía General del Estado y compárense por

franjas de edad. Acontece que paradójicamente

los medios de comunicación, hipertrofian lo

minoritario y negativo, olvidando destacar lo

genérico y positivo, como la solidaridad juvenil.

b) El joven no es emisor de violencia, es el

receptor.

Piénsese en los niños maltratados, a veces

físicamente, otras emocionalmente, como cuando

tienen que oír «no sé para qué has nacido» o «yo

te quise abortar» o «no me quites tiempo» o «no

vales para nada». Los que nacen con síndrome de

fetoalcohol u otras drogas, los que aprenden bajo

el lema «la letra con sangre entra», los que tienen

que estar en una cárcel con sus madres, los que

son obligados a traficar («trapicheo») con drogas,

a robar como forma de subsistencia, a prostituirse,

los que trabajan, mendigan, no asisten a la

escuela, porque una sociedad injusta que «no va

bien» lo etiqueta como desheredado, porque hay

padres que de hecho no lo son, que fracasan en la

educación, o inducen al comportamiento disocial,

porque han errado absolutamente al interpretar lo

que significa Patria Potestad. Padres que no

educan coherentemente, tampoco se coordinan

con los maestros, que adoptan una posición

cobarde y errónea no permitiendo que nadie

recrimine a sus hijos sus malas acciones. Padres

que no escuchan, que no conocen las

motivaciones y preocupaciones de sus hijos, que

no saben decir nada positivo de ellos, que pierden

los primeros días, meses y años de sus hijos «se

me ha hecho mayor sin enterarme», que creen

que no se influye sobre ellos, que no educan en la

autoresponsabilidad.

Tenemos una sociedad profundamente injusta,

económicamente fracturada que golpea con el

canto de sirenas del consumo, hay jóvenes que

cuando se les pregunta ¿qué quieres ser de

mayor? Contestan «rico», estos son los frutos de

la denominada y padecida «cultura del pelotazo»,

que lo más que aporta a los jóvenes son zonas de

«copas» para pasar el tiempo. Una colectividad

que ha perdido en gran medida el sentimiento de

trascendencia, de espiritualidad, que rehuye con

pánico la soledad buscada.

Son muchas las personas que quieren modificar

conductas, sin inocular valores.

Nos encontramos ocasionalmente, con que se ha

perdido el respeto intergeneracional, que no es

fácil que cuando entra una embarazada en un

medio de transporte público un joven se levante

para cederle el asiento. Pautas educativas

esenciales, que hemos de retomar desde la razón,

la palabra y la práctica, los más pequeños tienen

que apreciar en sus mayores (en nosotros) ese

respeto a los que nos han antecedido.

c) El ser humano no nace violento (se

aprende).

Existen niños que por causas sociales (anomia,

cristalización de clase, etiquetaje, presión de

grupo, profecía autocumplida), conforman una

personalidad patológica, pero la etiología está muy

lejos de ser cromosómica, lombrosiana…

El estudio del genoma humano demostrará que el

delincuente no nace por generación espontánea, ni

por aberración genética.

Y esto no está interiorizado.

Cuando se detiene a un violador, mucha gente

expresa: ¡No tiene cara de violador!

Fracasamos (a veces) en el proceso de educación,

de socialización, en el proceso por el que nace y

se desarrolla la personalidad individual en relación

con el medio social que le es transmitido, que

conlleva la transacción con los demás. Se forma

una personalidad dura que puede llegar a la

deshumanización, es el etiquetado psicópata (caso

de Javier Rosado –Juego del rol–). Volvamos la

mirada hacia ese niño pequeño ya tirano «lo

quiero aquí y ahora», «no admito órdenes de

nadie…» (viaje iniciático hacia pulsiones primitivas

e incontroladas).

Page 11: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Adolescencia y violencia. Tópicos y realidades

13

En muchas casas al hijo se le alecciona «si un

niño te pega una bofetada, tú le pegas dos».

Y qué decir de esas familias que hablan mal de

todo el que le rodea, que muestran vivencias

negativas de las intenciones ajenas (del vecino, del

jefe, de la suegra), de esos padres que al subirse

al coche se transforman en depredadores

insultantes, de los núcleos familiares que emiten

juicios mordaces contra el distinto (por color, forma

de pensar, procedencia). No se dude,

generaremos intolerantes, racistas, xenófobos.

Algunos educan en la estúpida y miope

diferenciación (nosotros versus los otros), ya sean

los españoles (en el País Vasco), los moros (en

España), etc.

El progreso de esta civilización ha de basarse en

la solidaridad que mostremos a nuestros niños, y

este siglo no ve que la tolerancia sea la

característica que defina a esta sociedad. Y eso

que sabemos que los conflictos adaptativos

hunden sus raíces en la desestructuración del

microsistema familiar, el no buscar apoyo social

fuera de esta unidad, la falta de motivación y

consecuente fracaso escolar, la inadaptación

socioambiental y una cultura que entiende que los

problemas son individuales. En gran medida

educamos a nuestros niños en la violencia, contra

la naturaleza, contra los seres humanos.

Quemamos los bosques, contaminamos el aire,

esquilmamos el mar, exterminamos otras tribus,

otras ideas, otro sentir.

Y aunque hay quien lo discute, tengo clara la

influencia del golpeo catódico de violencia en

series de T.V., dibujos animados, y videojuegos,

violencia gratuita, sin consecuencias, donde gana

el bueno, el que más mata, el guapo con el que el

niño se identifica, revistas donde se mezcla sexo y

violencia, donde se transmite el peligroso criterio,

de que cuando la mujer dice no, quiere decir sí.

Claro que se influye muy negativamente sobre los

niños, claro que banalizan la violencia, la presión

es muy fuerte y ejerce influencia. ¿O es que todos

los empresarios y publicistas están equivocados?

La violencia que nos rodea puede llegar a

insensibilizarnos. El que haya niños violentos es

un mal que está en la sociedad.

Clamamos contra el posicionamiento fariseo que

responsabiliza al joven de sus conductas, cuando

antes no se han adoptado medidas preventivas, y

culpamos a las instituciones que no intervienen

cuando el niño está en peligro, sino cuando es un

peligro.

Los adolescentes sufren en mayor medida que el

resto de la población el rechazo y/o fracaso de los

dos medios socializadores primarios: la familia y la

escuela, que les conduce a contestar cuando se

les pregunta ¿qué haces durante las 24 horas del

día? «Dar vueltas». Y cuántas veces hemos oído

la expresión «no me explico cómo un niño ha

podido hacer eso» (ya sea un destrozo, una

agresión a su madre…), les aseguro que al

terminar la exploración psicológica quedan

meridianamente claras las «razones», que si bien

no son «de obligado cumplimiento», sí resultan

inductoras y decisivas.

No podemos exigir a nuestros jóvenes una

responsabilidad y voluntad en evolución, si antes

no han existido modelos que hayan permitido su

aprendizaje. Haremos bien en preocuparnos por

su futuro desde el presente.

Pese a las múltiples evidencias, siempre habrá

quien para ahuyentar miedos subconscientes, o

para hacerse de oro, encontrando la «piedra

filosofal», verá en el criminal una maldad

ontológica grabada a fuego en el alma, o en su

versión moderna, en el código genético.

d) Delincuencia Juvenil

Ya sea en España, en Liverpool o en Francia,

existe la sorpresa en la sociedad por la frialdad

con que los niños cuentan sus actos violentos y

por la aparente falta de móviles o razones para

efectuarlos.

Estos niños no aquilatan el valor de una vida, su

riqueza, su particularidad, por eso no son

absolutamente responsables de sus actos, porque

no evalúan lo que dañan.

Hemos de diferenciar entre: la imputabilidad,

concepto jurídico, que se establece

cronológicamente; por ejemplo en España lo es

para los mayores de dieciocho años. La

consciencia, que es verificable desde muy corta

Page 12: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

edad, nos permite conocer lo que se hace. La

responsabilidad, que depende de cada sujeto, pero

que en todo caso requiere una maduración

cognitiva y afectiva, lo que conlleva un aprendizaje

(de respuestas alternativas) y un desarrollo (de las

etapas morales, Kohlberg).

Los menores en conflicto y/o riesgo social pueden

ser fácilmente víctimas de fallas graves educativas

y convertirse en agresores. La pérdida de normas,

de límites, la mala adaptación social, la búsqueda

de castigo, el endurecimiento, etc., cursan en falta

de responsabilidad, locus de control externo,

incontinencia a la tentación, carencia de sentido

moral, incapacidad para ponerse en el lugar del

otro, insensibilidad, ausencia de angustia, carencia

de conflicto interior y amoralidad. Estos son

algunos de los tipos de jóvenes que podemos

generar:

1. «Psicopáticos», niños que desde muy

pequeños aprenden a ser duros, a

deshumanizarse, a primar la filosofía de «primero

yo y luego yo», a mantener una actitud tiránica,

distante, incapaz de empatizar, de mostrar perdón,

de transmitir sensibilidad, así con graves errores

los iremos convirtiendo en un «depredador social»,

que busca el nihilismo, hedonismo, el placer

momentáneo, presente, individual, saltándose el

límite de no dañar, o al menos la frontera de «no

dañar a otro ser humano».

2. Niños huidizos, introvertidos e indescifrables,

desconectados mediante cascos de música, que

se refugian en su cuarto, son vividos por padres y

hermanos como distintos, distantes, como un

desconocido alojado en casa.

3. El adolescente 100% grupal, el que vive para

los colegas, se activa sólo con ellos, a veces estos

grupos pueden ser violentos, nocivos, sectarios,

algunos pierden su identidad personal, su

capacidad crítica, prima el padre-grupo.

4. Menores que se convierten en maltratadores de

hermanos pequeños, de la madre, (el padre suele

mostrarse desaparecido), jóvenes que gritan,

golpean, insultan, por razones nimias «voy a llamar

por teléfono y está la vieja, claro la pegué…», las

etiologías son variadas, algunas hunden sus raíces

en el aprendizaje del maltrato.

5. Otros muchachos se hacen con nuestra

involuntaria ayuda drogodependientes, van desde

el que consume habitualmente droga de síntesis,

busca un euforizante, potenciar el «pico» de

subida de adrenalina, hasta el consumidor de

alcohol «tipo nórdico», que mezcla alcoholes,

busca evadirse en el menor tiempo posible, con el

menor gasto posible, los fines de semana

consume y huye de sí mismo, su placer está en

alejar la consciencia de lo que le rodea.

6. Otros menores que estamos creando son los

«enganchados a» (el ordenador, videojuegos… los

que se inician en la ludopatía, los compradores

compulsivos.

En el caso de los videojuegos violentos se realizaron

estudios que demostraron que para menores con

una predisposición y atracción a esta violencia

manejada indirectamente (pero que transmite un

gran poder a quien tiene el mando en su mano) son

de alto riesgo. Estar horas y horas ante uno de ellos

y más si se es menor y definido por sus propios

padres como «huidizo», «difícil de saber lo que

piensa»… es perturbador, el paso al acto es no sólo

posible, sino ocasionalmente probable.

7. Cabe destacar el incremento significativo de la

delincuencia femenina en la población joven que

arremete por motivos ínfimos (a compañeras, a la

propia madre) y que ocasionalmente se agrupan

en bandas de carácter violento. Aun así sigue

siendo constatable en la actualidad en todos los

países que la criminalidad de la mujer en relación

con la del hombre es muy baja, cifrándose

aproximadamente en 1-22. Es manifiesto que la

violencia no es un componente básico en la

conducta femenina, entendemos que el mayor

grado de empatía apreciado en las mujeres, su

facilidad para expresarse emocionalmente, para

preocuparse por las relaciones personales más

que por objetivos profesionales específicos,

facilitan que se muestren menos agresivas. De ser

así (y no lo dudamos) habríamos de emprender la

tarea de educar a los varones contando con esta

realidad.

La única forma operativa de interpretar la

delincuencia, sus tipos y modificaciones es

Javier Urra

Estudios de Juventud nº 62/0314

Page 13: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

entenderla como un proceso evolutivo en el que

interrelacionan múltiples factores tanto personales

como ambientales que se asientan sobre otros

anteriores que conforman la historia del sujeto (El yo

y mis circunstancias Orteguiano). Esta visión

longitudinal y social obliga coherentemente a no

desgajar el diagnóstico de la intervención, sino muy

al contrario realizar un pronóstico con una

orientación educativa. Es desde el criterio de que la

conducta delictiva ha sido aprendida y que la

etiología se concreta en un proceso de socialización

erróneo o inadecuado que podemos arrinconar

conceptos de patología o anormalidad y sin soslayar

la terapia, acentuar una más amplia Educación.

d.1.) Ha desaparecido la banda, permanece el

agrupamiento.

De la banda organizada con el objetivo de

imponerse en una zona o especialidad (tirón…)

con una jerarquía establecida y respetada, con un

líder (recuérdese: “El Torete”), cuyo currículum

dejaba constancia de que se enfrentaba a la

autoridad, a lo instituido, que despreciaban el

riesgo, que repartían el botín, que vivían deprisa,

se ha pasado a tribus urbanas cuyo fin es el

desprecio a los otros, a los distintos (léase

cabezas rapadas, punkies, heavys, etc.), el triunfo

ahora no es el bolso, sino ver al enemigo (recién

conocido) por el suelo (como pegar al núm. 30 que

sale del metro), los instrumentos utilizados,

«locas» (SEAT 124), ganzúas, cizallas, han sido

cambiados por cadenas, bates, puños americanos.

La falta y el delito de hurto y robo, está dando

paso a la agresión, la violencia gratuita e

incontenida, por niños y adolescentes (cada vez

más jóvenes), quienes argumentan que mediante

la violencia se sienten personas y que a través del

miedo de los otros confirman su propia existencia.

Hay una delincuencia de tipo lúdica y de consumo,

más que de miseria o carencial. Los mitos tipo «El

Vaquilla» dejan el testigo a un anonimato en el que

refugiarse. La delincuencia de los desheredados,

de los nacidos en los olvidados rincones de las

capitales, es hoy patrimonio de todas las clases

sociales, del descontento con el porvenir, de la

España futura.

Hace ya bastantes años los chiquillos se

agrupaban para decir somos granujas, luego la

unión daba voz a una banda de ladrones, hoy a

una masa informe donde la unicidad se diluye y el

acto violento no se valora en su justo dolo.

Estas variaciones en niños y jóvenes son el espejo

de una realidad en los adultos que influyen en las

posturas psicológicas y roles que adoptan sus

descendientes. Esa impronta es percibida y

sentida por los niños en el hogar, la escuela, los

lugares de ¿esparcimiento?, los medios de

comunicación.

Estamos creando una conducta social compuesta

de sumativas individuales, que no desarrolla la

afabilidad social ni la vivencia profunda de

sentimientos de ternura y sufrimiento –pathos–;

que no facilita la responsabilización por las

creencias y pensamientos que manifiestan; que no

aboca a instaurar un modelo de ética para su vida

–ethos–; que no provee de las habilidades sociales

y cognitivas para percibir, analizar, elaborar y

devolver correctamente las informaciones,

estímulos y demandas que le llegan del exterior.

Que no asume normas, entendidas como el

conjunto de expectativas que tienen los miembros

de un grupo respecto a cómo debería

comportarse, claro que muchas veces no se puede

atribuir a dos o más personas el calificativo de

grupo, pues no hay ni estructuración, ni

distribución de papeles ni interacción entre ellos.

Esteban Ibarra (Coordinador del Movimiento contra

la Intolerancia) y yo discrepamos, él está

convencido, de que las bandas de «skins» están

perfectamente estructuradas, que se marcan

objetivos, que hay una ideología interiorizada. Yo

creo que en algunos casos es así, pero en otros el

agrupamiento se realiza en busca del padre-grupo,

de sentirse fuerte, de soltar adrenalina.

Detrás hay muchos padres que saben pero callan,

que no se enfrentan (que a veces piensan igual). Y

eso sí algunos adultos con ideologías obsoletas

pero preocupantes que recuerdan cuando Hitler

dijo «una juventud violenta, dominadora, valiente,

cruel, con el brillo en los ojos de la bestia feroz».

Hay otros grupos, como los de apoyo a ETA, que

requieren de un minucioso estudio para valorar el

Adolescencia y violencia. Tópicos y realidades

15

Page 14: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

porcentaje de ideología que los mueve, la

proporcionalidad de marginalidad que los sostiene

y la parte de malestar personal que se debe

atribuir.

Otros, como los «okupas», cuentan con cierta

simpatía o complacencia social, pero son utilizados

con facilidad para extender prácticas de guerrilla

urbana.

La violencia no nace de la razón, aunque acalla a

ésta. La violencia del grupo se potencia de forma

geométrica.

Desde el anonimato, la responsabilidad se diluye.

La «presión del grupo» ejerce una fuerza

desbocada que hace saltar los «topes

inhibitorios». El joven en estos actos se distancia

de la víctima, vive el momento como «lúdico», le

importan los suyos no el «objeto inerte». Existe

una profunda despersonalización.

Es peligrosísimo que desde el analfabetismo

emocional, desde la incapacidad para sentir, se

perciba que la violencia «sirve», por eso precisa,

exige una respuesta inmediata, no violenta, pero sí

poderosa e insalvable.

d.2) Hijos que agreden en el hogar.

En los últimos años, en los Juzgados y Fiscalías

de Menores hemos constatado un preocupante

aumento de las denuncias a menores por malos

tratos físicos (conllevan psíquicos y afectivos) a las

figuras parentales (casi exclusivamente a la

madre). Dichas inculpaciones son presentadas por

vecinos, partes médicos de los hospitales y

puntualmente por la víctima la cual cuando llega a

la Fiscalía de Menores a pedir «árnica» es que ha

sido totalmente desbordada y derrotada, viene con

la honda sensación de haber fracasado y con un

dolor insondable por denunciar a su hijo.

Respecto al perfil, se trata de un menor varón de

12 a 18 años que arremete primordialmente a la

madre. Adolecen hasta del intento de comprender

qué piensa y siente su interlocutor «domado».

Poseen escasa capacidad de introspección y

autodominio «me da el punto, la vena…». Los

tipos caben diferenciarse en: Hedonistas-Nihilistas

(su principio es «primero yo y luego yo», utilizan la

casa como hotel, entienden que la obligación de

los padres es alimentarles, lavarles la ropa,

dejarles vivir y subvencionarles todas sus

necesidades. El no cumplimiento de sus

exigencias supone el inicio de un altercado que

acaba en agresión). Patológicos (bien por relación

amor-odio, madre-hijo, o por dependencia de la

droga, que impele al menor a robar en casa) y

Violencia Aprendida (como aprendizaje vicario

desde la observación, porque el padre pega a la

madre o como efecto «boomerang» por haber

sufrido con anterioridad el maltrato en su propio

cuerpo, la incontinencia pulsional de padres sin

equilibrio, ni pautas educativas coherentes y

estables, cuando su edad y físico lo permiten

«imponen su propia ley» como la han

interiorizado.)

A las penosas situaciones en que un hijo arremete

a su progenitor no se llega por ser un perverso

moral, ni un psicópata, sino por la ociosidad no

canalizada, la demanda perentoria de dinero, la

presión del grupo de iguales… pero básicamente y

sine qua non, por el fracaso educativo y

específicamente en la transmisión del respeto, y si

no, ¿por qué en la etnia gitana no acontecen estas

conductas, muy al contrario se respeta al mayor?

La tiranía se convierte en hábito o costumbre, no

olvidemos que la violencia engendra violencia.

La situación, cuando llega a las Fiscalías y los

Juzgados de Menores suele ser de tan intensa

gravedad, que no cabe otra solución inicial que el

internamiento como paso previo y ya aprovechado

para una terapia profunda y dilatada, que incluya a

las distintas figuras que componen el núcleo

familiar, abordando conflictos, implementando otras

habilidades de resolución de problemas, de

relación,…

e) Respuesta Sancionadora

• La sanción.

Respecto a la institución judicial, la Justicia de

Menores avanza con paso dubitativo, porque no

define si ha de ser sancionadora, rehabilitadora o

protectora de quien entiende. Esta duda

permanente es fiel reflejo de la dicotomía social.

Ha de aprovechar el contacto con la infancia para

conseguir de ésta un mayor respeto y valoración

Javier Urra

Estudios de Juventud nº 62/0316

Page 15: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

mediante la participación activa en cuanto le

afecte. Y ello desde un criterio científico que

atienda a todas sus circunstancias familiares,

sociales y personales (historia vivida,

motivaciones, intereses…). Una intervención que

sea inmediata a los hechos que se le imputan y

mínima dentro de las posibles, garantista,

individual, basada en principios mediadores.

¿Qué ocurre con las bandas? ¿No es verdad, que

es muy difícil castigar la violencia ejercida por

estos individuos, porque no se aclaran

responsabilidades penales? ¿Qué hacer? ¿Se

castiga «solidariamente» a todos. Lo que es

perverso e inadmisible, es que uno por otro,

hechos terroríficos queden sin sanción, la

ciudadanía se siente indefensa.

• La rehabilitación, conlleva una respuesta

individual buscando la modificación de conductas

(violentas) mediante la asunción de culpabilidad,

de responsabilidad, de intención de cambio,

precisa una modificación cognitiva, de percepción,

de «auto-localización».

Trabajar con los inadaptados sociales es buscar su

autonomía (que significa en griego darse una ley a

sí mismo); para ello se han de descubrir los

límites, pues, como dijo Chesterton, «nada

encuentro tan maravillosamente bello como una

ventana. Pero si me dejara llevar por mis

inclinaciones hacia un infinito número de ventanas,

acabaría por no haber paredes e igualmente

acabaría por no haber ventanas».

Ha de primar la búsqueda de los aspectos

positivos con los que cuenta el menor, que permita

ulteriormente instrumentar la interiorización de los

no existentes. Se ha de facilitar la adquisición de

conductas prosociales mediante habilidades para

interactuar, se ha de alimentar la participación

social, el tejido asociativo y la asunción de respeto.

Por ende son profesionales de la conducta

humana quienes han de intervenir para que la

sanción no se quede en ser vindicativa, sino

efectiva, por respeto a la víctima, por prevención

para evitar riesgos a posibles futuros afectados y

por recuperar socialmente al agresor. Porque para

honrar a la víctima, no hay por qué denostar y

deshumanizar al agresor, la sanción no tiene que

ser una pena y menos privativa de libertad en

Centros de Reforma que en alguna ocasión

podrían ser llamados Deformatorio. La respuesta

social, puede imponerse en positivo, hacer más y

mejor por la comunidad, pues nadie que comete

un delito es totalmente insolvente, al menos puede

ayudar a la víctima, realizar actos en su descargo,

regalarle, pedirle perdón.

Estas medidas alternativas pueden ser tan

sorpresivas como que un menor que ha agredido

brutalmente a un dominicano esté durante un año

por las tardes acudiendo a un Centro de

Educación Especial, enseñando y ayudando a un

deficiente mental, probablemente entendiendo que

de los «sub» también se aprende; o realizar una

reparación, como la limpieza de los vagones del

metro manchados de grafittys o la limpieza de los

parques.

Con esta filosofía, mucho más eficaz, se podrá ir

desjudicializando y desinstitucionalizando a la par

que se incrementa el peso de la acción educativa-

comunitaria.

La Ley de Responsabilidad Penal del Menor

5/2000 recoge lo expresado. Se adorna de

flexibilidad y adaptabilidad a cada situación.

Implica a la sociedad y en alguna medida a los

perjudicados y víctimas. Cuenta con un amplio

abanico de medidas no restrictivas de libertad y de

tipología de centros de internamiento. Estimamos

que equilibra correctamente las garantías jurídicas

con las características personales. Compromete de

manera matizada a que padres y tutores

respondan solidariamente de los menores a su

cargo, lo que resulta preventivo para el futuro y

socialmente aplaudido.

Estamos ante una buena Ley que recuerda lo que

decía Jeffery, «más leyes, más penas, más

pericias, más jueces, más cárceles, significa más

presos, pero no necesariamente menos delitos».

Es desde una perspectiva más orientadora y

esperanzada que diagnóstica y agorera, como se

apuesta por una respuesta más psicoeducativa y

laboral y, cuando ha de ser judicial, efectuada

desde una justicia negociada, flexible, tolerante

(las garantías formales en el procedimiento son

Estudios de Juventud nº 62/03

Adolescencia y violencia. Tópicos y realidades

17

Page 16: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

importantes, pero en la evolución del adolescente

y joven ha de primar el derecho al desarrollo de la

personalidad, derecho tan constitucional como el

de no confesarse culpable), una justicia que facilite

los acuerdos e implique a la comunidad.

Muchas veces se fracasa clamorosamente y es un

fracaso institucional, pues los niños tienen un

expediente de protección y acaban en uno de

reforma, mostrando a las claras la incapacidad

para romper la profecía autocumplida que desde

muy temprano, aseguró «será carne de cañón».

Si hemos fracasado en la prevención primaria, no

abortemos la esperanza de la reintegración social.

Seamos intransigentes con una realidad que ubica

la violencia juvenil no sólo en la sección de

sucesos, sino en la de sociedad.

Somos todos sin excepción los que con mayor o

menor responsabilidad debemos implicarnos en

los problemas, que no son individuales aunque

hablemos de temas tan particulares, como las

agresiones o robos dentro de la casa, o la fuga de

la misma. O de otros temas que se etiquetan como

«ilegales», porque esos temas o casos, son

personas, jóvenes, niños, provenientes del norte

de África, sin vínculos, sin horizontes. No

juzguemos conductas, sino sus causas, sus

soluciones.

f) Prevención = Educación

Para combatir la violencia, no hemos de

regodearnos en los congresos que analizan sus

causas, sino en propiciar aspectos y ambientes

sanos y enriquecedores a los más pequeños.

Prevenir, educando a nuestros hijos y al cuerpo

social en su capacidad para decidir, para

conseguir una motivación de logro de un mundo

más humano, más justo, menos agresivo con los

ríos, con los bosques, con los otros pequeños

hombrecitos que componemos este punto en el

Universo y hemos de hacerlo desde lo que somos:

poso de Cultura.

Coincidiremos en que el mundo es según lo

percibimos (si uno mira a los demás, éstos no

existen), sin embargo, son las experiencias, los

modelos en la infancia, los que condicionan la

visión que tenemos del exterior. Del bagaje que ya

tenemos, de los constructos personales con que

contamos y de los que aprendemos se surten las

nuevas conductas.

Por ende más eficaz que aumentar el castigo, es la

prevención de los delitos (no sólo con guardias

jurados) sino mejorando en nuestros niños sus

aptitudes.

Vacunemos a nuestros hijos contra la violencia

desde la cuna. Aquí van algunas pistas.

• Dotemos a los hijos de seguridad y cariño

constante, haciéndoles sentir miembros partícipes

de una familia unida y funcionalmente correcta,

escuchándoles activamente, valorando sus

aspectos positivos, participando en su desarrollo.

Eduquémosles en sus derechos y deberes, siendo

tolerantes, soslayando el lema «dejar hacer»,

marcando reglas, ejerciendo control y,

ocasionalmente, diciendo NO. Ambos padres, de

forma coherente, se han de implicar en la

formación, erradicando los castigos físicos y

psíquicos, consiguiendo respeto, apoyando la

autoridad de maestros y otros ciudadanos cuando

en defensa de la convivencia reprendan a sus hijos.

• Instauremos un modelo de ética, utilizando el

razonamiento, la capacidad crítica y la explicitación

de las consecuencias que la propia conducta

tendrá para los demás. Propiciemos que el niño se

sienta responsable de lo que le ocurra en su vida,

evitando mecanismos defensivos. Potenciemos su

autoestima, la evolución, la capacidad para

ponerse en el lugar del otro. Fomentemos la

voluntad, el esfuerzo, la búsqueda del

conocimiento y el equilibrio, la ilusión por la vida.

Acrecentemos su capacidad de diferir las

gratificaciones, de tolerar frustraciones, de

controlar los impulsos, de relacionarse con otros.

Debemos fomentar la reflexión como contrapeso a

la acción, la correcta toma de perspectiva y la

deseabilidad social.

En la adolescencia el apoyo también ha de ser

próximo, no sólo por la influencia del grupo de

referencia que puede ser benéfico o pernicioso,

sino porque hay que posibilitarles afrontar con

éxito la frustración, más en una etapa en que la

excitación emocional es muy alta y las

Javier Urra

Estudios de Juventud nº 62/0318

Page 17: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

expectativas pueden venir cercenadas por una

sociedad que no busca soluciones, que prefiere

vengarse o entender la agresión como un instinto

innato (Freud) o más recientemente como un

Asesino Nato (Oliver Stone).

Es labor de los padres hablar con sus hijos y

preocuparse por ellos, de conocer su paradero,

saber en cada caso, ¿qué actividades, símbolos,

tiene el hijo?, por ejemplo qué enseñas, navajas,

bates de «base-ball», fanzines, etc.

• El contexto social debería ayudar a que las

familias mantengan una estructura equilibrada,

reduciendo los desajustes, rechazando que los

progenitores se hagan copartícipes de chantajes,

se conviertan en cajeros automáticos, o, por el

contrario, usen a sus hijos como arma arrojadiza

contra el otro progenitor.

• Hay que educar al educador (a quien va a

educar), mediante escuelas de padres, campañas

en los medios de comunicación, etc.,

• Hace falta más imaginación para educar en el

ocio, eludiendo el aburrimiento, el usar y tirar, la

T.V. como canguro. Ayudémosles a buscar

sensaciones nuevas, incentivando la curiosidad por

la tecnología y la naturaleza.

• Hay que utilizar los medios de comunicación

como correcta herramienta de socialización,

propiciar la higiene mental colectiva (hábitos

saludables, valores de sensibilización, utilización

del mediador verbal y de la sonrisa, ponerse desde

pequeño en los zapatos psicológicos del otro),

humanizar las ciudades (asimilar y valorar al

distinto, formar en las aulas para captar y ayudar al

que sufre, ganar parques y lugares de encuentro).

• Acabar con hipocresías del tipo que los

anunciantes que sostienen el deporte sean marcas

de alcohol y tabaco, que transmitamos a los

jóvenes no seáis competitivos y les digamos,

aprueba la selectividad, que les arenguemos con

que debemos abrirnos a todos, mientras Europa

cierra las fronteras a África.

• La experiencia escolar debiera preparar a los

niños para el mundo real y formarles para el

acceso al trabajo, dando una respuesta

individualizada y motivadora.

Impulsaremos que la escuela integre, que trabaje y

dedique más tiempo a los más difíciles.

La realidad terca nos enseña que muchos jóvenes

fracasan desde niños en la escuela y no se

incluyen en ninguna actividad formativa, por lo que

«matan» el tiempo.

• El grupo de amigos no ha de ser un padre

sustitutorio, deberíamos saber quiénes lo

componen y si sus intereses son los propios de su

edad.

• Hay que propiciar la justicia social erradicando el

paro, dando posibilidades de trabajo a los jóvenes.

• Resulta cierto que en momentos de inestabilidad

económica como los que vivimos, la dotación de

medios e infraestructuras en el entramado social

se resiente y ello trunca expectativas, pues sin una

tupida red de servicios sociales la Justicia de

Menores nada puede hacer. Hemos de educar,

responsabilizar gradualmente, implicar a la

sociedad. No se puede ser tan fatalista como

algunos menores lo son. Cualquier niño, por el

hecho de serlo, es reeducable y puede trabajarse

para que no reincida.

• El cuerpo social debería aumentar su fuerza

moral, acabando con el etiquetaje indiscriminado:

«esos son psicópatas, producto de una aberración

genética»; la hipocresía: «pobre niño», de forma

genérica; «a la cárcel», cuando roban mi casette, y

la atonía, al delegar el problema en el Gobierno y

la policía.

• Precisamos más cuerpos de seguridad que

prevengan, (los estadios de fútbol y otras

concentraciones sirven para identificar a jóvenes

con actitudes y vestimentas violentas), pero no se

puede subvencionar los viajes de Ultra-sur, etc.,

que se sienten héroes al llegar a ciudades e ir

custodiados por policías.

• Prevengamos (lo más económico), reduciendo

los factores de riesgo y aumentando los de

protección. Erradicar el niño-producto comercial, al

que vender alcohol o usar en la mendicidad.

Denunciar la violencia que esta sociedad fomenta.

Insertar a los jóvenes y sus ideas en la sociedad.

Impulsar los derechos del niño. Desarrollar una

tupida red de recursos sociales. La vacuna contra

la delincuencia infantil, es, en fin, prevención, amor

Estudios de Juventud nº 62/03

Adolescencia y violencia. Tópicos y realidades

19

Page 18: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

y salud mental colectiva, pues como dijo Pitágoras:

«Educad a los niños y no será necesario castigar a

los hombres».

Permítanme elaborar la “receta” de la vacuna

antiviolencia:

1. Se pone atención al niño desde antes de que

nazca (es el producto, de su calidad va a depender

el resultado).

2. Se le quiere (se le besa con-tacto, se le

escucha, se le hace partícipe).

3. Igual que se vigila una cazuelica y se mueve,

se le va dando autonomía y libertad (desde la

tutela).

4. Se adereza con unas gotitas de buen humor,

capacidad autocrítica y autocontrol.

5. Se va ligando «la salsa» de la socialización del

conocimiento al «otro», del respeto a toda

persona, animal, planta, objeto, de la aceptación

de lo distinto. Se erradica el riesgo de la anestesia

ante el dolor ajeno.

6. Se añade capacidad para aceptar frustraciones,

para diferir gratificaciones.

7. Se retira «del fuego», para que se oxigene con

buenos libros, pintura, teatro. Para que admire y

disfrute de la naturaleza, los animales, para que

desde pequeño haga deporte y se apunte a

grupos (campamentos, etc.) que despierten la

solidaridad.

8. Se prueba y sazona (decir en algún momento

no).

9. Se adorna con posibilidades para que sea

solidario (inclusión en ONG), para que reflexione,

cuál es la razón de la vida.

10. Se presenta en sociedad valorando su

autoestima, recalcando que es y se siente útil.

11. Se sirve en una fuente social donde

prevalezca una higiene mental colectiva. Con unas

pinzas de prevención o lo que es igual de

educación. Educación que es de calado lento, de

generación en generación.

Y tendremos un gran plato, un gran muchacho.

Preocupémonos por el adolescente violento, pero

ocupémonos también por el que está en riesgo

social y desde luego eduquemos a todos los niños

en el afecto, la sensibilidad, y el respeto al otro.

BIBLIOGRAFÍA

Beristain, A. y E. Neuman. (1991), «Criminología y dignidadhumana (diálogos)». Buenos Aires, Depalma.Echeburúa, E. (1994), «Personalidades violentas». Madrid.Pirámide.Eysenck, H.J. (1964), «Crime and Personality», Londres, Routledgeand Kegan [Delincuencia y personalidad, Madrid, Marova, 1976].Garrido, V.; P. Stangeland y S. Redondo. (1999), «Violencia en lafamilia: la mujer maltratada», en Principios de criminología,Valencia, Tirant Lo Blanch.Urra, J. (1994), «Violencia de los hijos a los padres», Papeles delColegio Oficial de Psicólogos, Núm. 59, diciembre.— (1995), «El menor maltratado y/o maltratante», en J. Urra(coord..), Justicia con menores y jóvenes, Madrid, Centro deEstudios Jurídicos de la Administración de Justicia. ColecciónCursos, núm. 17.— (1997), «Psicología Jurídica del Menor», Fundación Universidad-Empresa, Madrid.— (1998), «Niños y no tan niños», Madrid. Biblioteca Nueva.— (2000), «Adolescentes en conflicto. 29 casos reales», Madrid,Pirámide (3ª ed.).— (2002), «Tratado de Psicología Forense», Madrid, Siglo XXI deEspaña Editores.

Javier Urra

Estudios de Juventud nº 62/0320

Page 19: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Las reflexiones y propuestas que en este artículo se presentan han sido desarrolladas a partir de una larga serie

de investigaciones sobre cómo prevenir la violencia desde la adolescencia, realizadas en el marco de sucesivos

convenios con el Instituto de la Juventud (Díaz-Aguado, Dir., 1996; 1998; 2003), que ha publicado en cuatro

libros y dos vídeos los Programas de educación para la tolerancia y prevención de la violencia, así como con

una subvención concedida por el Instituto de la Mujer, que ha publicado en un libro y dos vídeos los programas

Prevenir la violencia contra las mujeres construyendo la igualdad (Díaz-Aguado, 2002; Díaz-Aguado y Martínez

Arias, 2001).

Palabras clave: Prevención de la violencia, Adolescencia, Educación, Empowerment, violencia de género, democracia

participativa, lucha contra la exclusión.

21

E L T E M A

DIEZ CONDICIONES BÁSICAS PARA PREVENIR

LA VIOLENCIA DESDE LA ADOLESCENCIA

María José Díaz-AguadoCatedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación

Universidad Complutense de Madrid

1. Adaptar la educación a los actuales cambios

sociales

La actual Revolución Tecnológica provoca cambios

de tal magnitud en todas las esferas de nuestra

vida (familia, escuela, trabajo, ocio…), que

simbólicamente resulta acertada su coincidencia

con el cambio de milenio; con la representación

del fin de una época y el comienzo de otra.

Cambios que se caracterizan por las fuertes

contradicciones y paradojas, entre:

1) La dificultad para comprender lo que sucede

frente a la gran cantidad de información

disponible.

2) La ausencia de certezas absolutas frente al

resurgimiento de formas de intolerancia que se

creían superadas.

3) La necesidad de relacionarnos en un contexto

cada vez más heterogéneo frente a la presión

homogeneizadora y la incertidumbre sobre

nuestra propia identidad.

4) La eliminación de las barreras espaciales en la

comunicación frente a un riesgo cada vez más

grave de aislamiento y exclusión social.

5) Un superior rechazo a la violencia del que ha

existido en otras épocas, con instrumentos más

sofisticados para combatirla, frente a un riesgo

de violencia que también es hoy superior.

Como reflejo de la necesidad de adaptar la

educación a esta nueva realidad cabe considerar,

por ejemplo, el incremento de las dificultades que

el profesorado de Secundaria describe en los

últimos años, como falta de motivación en el

alumnado, indisciplina e incluso violencia,

estrechamente relacionado con el incremento del

sentimiento de fracaso escolar y la falta de

identificación con dicho sistema que se detecta

entre los/as adolescentes. Ambos reflejan que los

mecanismos tradicionales de control, basados en

la obediencia incondicional al profesorado, ya no

funcionan, probablemente porque su contradicción

con los valores democráticos, sea hoy, en la

sociedad de la información, más evidente e

insostenible que nunca.

Para superar los problemas mencionados con

anterioridad es preciso llevar a cabo cambios

cualitativos muy importantes en los papeles de

profesor, alumno y compañero, así como en la

Page 20: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

María José Díaz-Aguado

22

forma en que se construyen las normas y los

conocimientos desde la escuela; adaptando el

estilo de enseñanza-aprendizaje y el modelo de la

interacción educativa a la diversidad de los

alumnos, superando los obstáculos que de lo

contrario conducen a la discriminación y

garantizando que todos logren un nivel suficiente

de protagonismo y reconocimiento. Los estudios

que hemos realizado reflejan que para lograrlo es

necesario que el profesor ceda a los alumnos

parte del control que habitualmente ejerce sobre la

actividad académica; situación que se favorece

cuando éstos cooperan con sus compañeros en

equipos heterogéneos.

Para comprender la envergadura de los cambios

actuales y cómo afectan también a la educación

familiar conviene tener en cuenta que el concepto

de infancia, como una etapa cualitativamente

distinta de la edad adulta, surge en relación a los

cambios originados por la Revolución Industrial. A

partir de los cuales se reconoce su peculiaridad y

su necesidad de protección, separando a los niños

del mundo de los adultos y de su violencia, a

través de las barreras que supone la familia

nuclear y la escuela. Los cambios actuales,

originados por la Revolución Tecnológica, reducen

la eficacia de dichas barreras, exponiendo a los

niños con demasiada frecuencia a todo tipo de

violencia, y siendo a veces, incluso, utilizados en

su representación. Esta nueva situación cambia la

vida de los niños de múltiples y complejas formas,

incrementando su vulnerabilidad a la violencia,

hasta el punto de temer por lo que se ha

denominado como desaparición de la infancia. En

algunos de los casos de violencia protagonizados

en los últimos años por niños y adolescentes,

ampliamente divulgados por los medios de

comunicación, se refleja que reproducen guiones

imposibles de inventar en dichas edades, que

disponen de una información para ejercer la

violencia a la que hasta ahora no tenían acceso.

Una de las tareas educativas que debemos

emprender actualmente es inventar nuevas

barreras que protejan a la infancia y a la

adolescencia de este nuevo riesgo de exposición a

la violencia.

Conviene tener en cuenta, por otra parte, que

estos cambios afectan de una forma especial a los

y a las adolescentes, puesto que su tarea básica

es construir una identidad diferenciada, elaborar su

propio proyecto vital, averiguando qué quieren

hacer con su vida. Tarea que origina un alto nivel

de incertidumbre que, sumado al que implican los

actuales cambios sociales, puede resultar en

algunos casos muy difícil de soportar;

especialmente cuando no han desarrollado

tolerancia a la ambigüedad, cuando no han

aprendido a vivir el conflicto, la duda, como un

elemento necesario para crecer, cuando se les ha

educado como si existieran certezas, verdades,

absolutas. Por eso, la educación debe ayudar a

superar la tendencia a buscar certezas absolutas,

superación necesaria para la tolerancia, que exige

aprender a relativizar el significado que damos a la

realidad, comprendiendo que es una construcción

nuestra, no la propia realidad, y en la que influye

de forma muy importante la perspectiva desde la

que la realizamos (intereses, situación histórica,

grupo de pertenencia…).

En resumen, y como primera condición, cabe

concluir la necesidad de adaptar la educación a los

actuales cambios sociales llevando a cabo

importantes transformaciones en las dos principales

instituciones educativas creadas en la anterior

Revolución, la Industrial: la familia nuclear y la

escuela tradicional, caracterizadas ambas hasta

hace poco por su aislamiento del mundo exterior:

• La familia nuclear, que se aisló de la familia

extensa, especializándose en el cuidado de

los/as hijos/as, en torno a una figura, la madre,

aislada también de lo que sucedía más allá del

reducido mundo privado en el que transcurría su

vida.

• La escuela tradicional, que se extendió a

sectores cada vez más amplios de la población.

Estructurada en torno a la homogeneidad y

fuertemente jerarquizada, alrededor de la

autoridad incondicional del profesor. En la que

los/as alumnos/as que no encajaban con lo que

se esperaba del alumno medio eran excluidos

de ella.

Page 21: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Diez condiciones básicas para prevenir la violencia…

23

Para prevenir la violencia y mejorar, en general, la

calidad de la escuela y la familia es preciso

adaptar ambos contextos a las exigencias de la

nueva situación, redefiniendo los papeles a partir

de los cuales se estructura la interacción

educativa, incrementando la cooperación entre los

distintos agentes educativos y dando a los

adolescentes un papel más activo en su propia

educación.

2. Luchar contra la exclusión y desarrollar el

sentido del propio proyecto

Desde los primeros estudios longitudinales sobre

el origen de la violencia, se ha observado

continuidad entre determinados problemas

relacionados con la exclusión, tal como se

manifiesta en la escuela desde los 8 o 10 años

de edad, y el comportamiento violento en la

juventud y en la edad adulta. Según dichos

estudios, los adultos violentos se caracterizaban

a los 8 años por: 1) ser rechazados por sus

compañeros de clase; 2) llevarse mal con sus

profesores; 3) manifestar hostilidad hacia

diversas figuras de autoridad; 4) expresar baja

autoestima; 5) tener dificultades para

concentrarse, planificar y terminar sus tareas; 6)

falta de identificación con el sistema escolar; 7) y

abandonar prematuramente la escuela (Glueck y

Glueck, 1960; Coleman, 1982; Conger et al,

1965). Los resultados obtenidos en nuestras

investigaciones con estudiantes de secundaria

sugieren también que la exclusión social puede

estar en el origen de la identificación con la

violencia que se produce en algunos individuos

(Díaz-Aguado, Dir., 1996).

En relación a las dificultades anteriormente

expuestas cabe considerar las conclusiones de los

estudios llevados a cabo en los últimos años sobre

los adolescentes españoles, en los que se destaca

como una de sus principales dificultades la falta de

orientación hacia el futuro. En este sentido, por

ejemplo, se orienta el Informe del INJUVE

“Juventud en España, 2000” (Martín Serrano y

Velarde Hermida, 2001), en el que se observa que:

1) El presentismo parece ser una reacción a la

incertidumbre y al fracaso. La mayoría de

los/as jóvenes (el 66%) está de acuerdo con

la idea de que “el futuro es tan incierto que lo

mejor es vivir al día”. Actitud que se relaciona

con la falta de perspectivas de futuro, puesto

que disminuye cuando: 1) se superan los

estudios primarios y sobre todo cuando se

alcanzan los universitarios; 2) no se tienen

sentimientos de fracaso escolar; 3) se leen

cinco o más libros al año; 4) no se ocupa

mucho tiempo viendo la televisión; 5) y a

partir de los 21 años.

2) El fracaso en los estudios y la incertidumbre

sobre el futuro laboral son las principales

fuentes de preocupación. La respuesta más

frecuente (dada por el 35%) sobre cuál es el

problema personal que más le preocupa es

la ocupación y la responsabilidad profesional

(estudio-trabajo). La experiencia de fracasar

en el colegio o instituto está muy extendida,

puesto que afirmar haberla vivido el 38%;

cifra que supera bastante a la de los que

afirman haber tenido una experiencia similar

en la universidad (el 23%). Para valorar el

significado del fracaso en los primeros

niveles educativos conviene tener en cuenta

que está estrechamente relacionado con el

abandono prematuro de los estudios, y que

el sentimiento de fracaso es más frecuente:

1) entre los chicos, 2) entre los que son

adolescentes en el momento de realizar la

encuesta; 3) y tanto más frecuente cuanto

menor es el estatus socioeconómico. La

integración de estos resultados con los que

se resumen en el apartado anterior ayuda a

entender qué condiciones incrementan en la

actualidad la dificultad de los y las

adolescentes para apropiarse de su futuro.

3) La felicidad como ausencia de

responsabilidades y dificultades de

incorporación al mundo de los adultos. La

infancia es considerada como la etapa más feliz

de la vida debido a la ausencia de

responsabilidades (el 44% la considera la etapa

más feliz; y el 48% como una etapa igual de

Page 22: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

feliz que otra/s). Esta tendencia es claramente

contraria a la que tuvo la generación de sus

padres y madres cuando eran jóvenes, mucho

más orientados a incorporarse a las

responsabilidades adultas.

Los resultados anteriormente expuestos ponen

de manifiesto la relevancia que la lucha contra el

fracaso escolar y la exclusión tiene para mejorar

las condiciones en las que se desarrolla la

adolescencia actual así como para prevenir la

violencia. Las investigaciones realizadas sobre

cómo conseguirlo reflejan la necesidad de llevar

a cabo importantes innovaciones en la forma de

enseñar, que permitan distribuir el protagonismo

académico, el poder. Puesto que esta distribución

del poder tiene, además de su dimensión social,

una dimensión individual de gran significado en

la calidad de la vida de las personas; a la que

suele hacerse referencia en distintos foros

internacionales con el término de

“empowerment”. La educación puede

desempeñar un papel decisivo en el desarrollo

de esta dimensión también en su aspecto

individual, ayudando a que cada alumno y

alumna defina sus propios proyectos escolares,

desarrollando así el poder de controlar y decidir

su propia vida (decidiendo objetivos y medios

para alcanzarlos, incrementando la capacidad de

esforzarse por conseguirlos, superando los

obstáculos que con frecuencia surgen en dicho

proceso…) Conviene tener en cuenta que el

sentido del proyecto mejora la calidad de la vida

de las personas y el riesgo de reaccionar con

comportamientos que deterioran la convivencia

escolar.

Los estudios que hemos realizado reflejan la

eficacia que los procedimientos educativos

participativos, como el aprendizaje cooperativo

en grupos heterogéneos (Díaz-Aguado, 2003),

tienen para incrementar el empowerment del

alumnado, adaptando el estilo de enseñanza-

aprendizaje y el modelo de la interacción

educativa a la diversidad y superando los

obstáculos que de lo contrario conducen a la

discriminación y al comportamiento disruptivo.

3. Superar el currículum oculto e incrementar

la coherencia educativa

Uno de los principales obstáculos que debe superar

la educación para adaptarse a las exigencias de la

sociedad actual es el currículum oculto (Jackson,

1968), característico de la educación tradicional

basada en la obediencia incondicional al profesor,

que trataba de fomentar la sumisión y la

heteronomía a través de tres características de la

vida escolar que es preciso modificar: la

monotonía, el carácter no explícito e indiscutible de

la evaluación y la fuerte jerarquización y

concentración del control en el profesorado. Para

superar las dificultades asociadas a este currículum

oculto, conviene explicitar claramente todos los

aspectos del currículum escolar, para favorecer así

su comprensión por todos los alumnos, y poder

detectar y modificar cualquier característica que

vaya en contra de los objetivos educativos

democráticos que explícitamente se pretenden

conseguir, extendiéndolos a todos los procesos de

enseñanza-aprendizaje, a todas las actividades que

tienen lugar en la escuela; porque a través de todas

ellas se transmiten (bien, regular o mal) las normas

y los papeles que los escolares ejercerán fueran de

ella. Por lo que no parece conveniente limitar la

educación para la democracia o la prevención de la

violencia a una materia o a un determinado

momento del horario escolar. Tomar conciencia de

esta realidad debe ayudar a detectar y superar

posibles contradicciones entre las normas y los

papeles necesarios para una ciudadanía

democrática y los que a veces puede estar

transmitiendo la escuela. Y para superar algunas

de las contradicciones más frecuentes que suelen

detectarse, en este sentido, conviene dar a los

alumnos un papel más activo en su propio

aprendizaje.

4. Prevenir la violencia reactiva y la violencia

instrumental

Para mejorar la convivencia en cualquier contexto

y prevenir desde él la violencia conviene

María José Díaz-Aguado

Estudios de Juventud nº 62/0324

Page 23: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

diferenciar la que se produce de forma reactiva de

la que se utiliza como un medio.

La violencia reactiva es como una explosión, que

surge cuando se experimenta un nivel de tensión o

de dificultad que supera la capacidad de la

persona (o del grupo) para afrontarlo de otra

manera. Origina más violencia al aumentar a

medio plazo la crispación que la provocó; y cuando

se refuerza por permitir obtener a corto plazo

determinados objetivos, pudiéndose convertir así

en violencia instrumental, sobre todo si se justifica

y si se carece de alternativas para lograrlos de otra

forma. De lo anteriormente expuesto se deducen

dos importantes principios de prevención de la

violencia reactiva: 1) desarrollar alternativas en el

sistema (estableciendo cauces) y en los individuos

(desarrollando habilidades) para expresar la

tensión y la dificultad de forma constructiva, sin

recurrir a la violencia; 2) y reducir los altos niveles

de tensión y dificultad que viven determinados

colectivos.

Las personas que utilizan la violencia instrumental,

para alcanzar sus objetivos, suelen justificarla,

dándole apariencia de legitimidad. Este tipo de

violencia tiende a perpetuarse al impedir

desarrollar otros procedimientos más complejos

para conseguir lo que se pretende y al producir un

alto nivel de crispación, provocando una serie de

reacciones de violencia que contribuyen a

legitimarla. Para prevenirla conviene: 1) enseñar a

condenarla, que nunca está justificada la

utilización de la violencia; 2) y desarrollar

alternativas (en los sistemas y en los individuos)

para resolver los conflictos sin recurrir a la

violencia.

De acuerdo a lo anteriormente expuesto, para

prevenir la violencia reactiva y la violencia

instrumental en cualquier contexto educativo

conviene:

1) Disminuir la dificultad y la tensión, mejorando la

calidad de la vida de todas las personas que en

dichos contextos se encuentran.

2) Establecer cauces y procedimientos

alternativos en el contexto educativo (como las

asambleas de aula que podrían llevarse a cabo

en las tutorías) a través de los cuales de forma

normalizada (son que nadie se sienta

amenazado en ellos) puedan expresarse las

tensiones y las discrepancias y resolverse los

conflictos sin recurrir a la violencia (a través de

la comunicación, la negociación, la

mediación…).

3) Desarrollar alternativas en todos los individuos,

habilidades con las que afrontar y expresar la

tensión y resolver los conflictos sin recurrir a la

violencia.

4) Enseñar a condenar la violencia. Para lo cual

los adultos deben renunciar a utilizarla entre

ellos o con aquellos a los que se supone deben

educar. Lo cual es, por otra parte, incompatible

con la permisividad, con la tendencia a mirar

para otro lado cuando surge la violencia en el

contexto educativo.

5. Romper la conspiración del silencio sobre la

violencia y construir la tolerancia desde la

escuela

Como comenzamos reconocer en las últimas

décadas, la violencia puede producirse en todos

los contextos sociales, incluso en aquellos, como

la familia y la escuela, en los que por su

naturaleza educativa resulta más sorprendente su

existencia.

La mayoría de los estudios realizados sobre la

violencia en el contexto escolar se han centrado

sobre todo en una de sus principales modalidades,

a la que se ha denominado con el término inglés

bullyng, derivado de bull, matón) y reflejan que

dicha violencia: 1) suele incluir conductas de

diversa naturaleza (burlas, amenazas,

intimidaciones, agresiones físicas, aislamiento

sistemático, insultos); 2) tiende a originar

problemas que se repiten y prolongan durante

cierto tiempo; 3) supone un abuso de poder, al

estar provocada por un alumno (el matón),

apoyado generalmente en un grupo, contra una

víctima que se encuentra indefensa, que no puede

por sí misma salir de esta situación; 4) y se

mantiene debido a la ignorancia o pasividad de las

Estudios de Juventud nº 62/03

Diez condiciones básicas para prevenir la violencia…

25

Page 24: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

personas que rodean a los agresores y a las

víctimas sin intervenir directamente.

Los intentos de situar la incidencia del bullying

permiten llegar a la conclusión general de que se

trata de un fenómeno que forma parte habitual de

la cultura escolar tradicional, puesto que a lo largo

de su vida en la escuela todos los alumnos

parecen tener contacto con él, en sus distintos

roles, como víctimas, agresores o espectadores (la

situación más frecuente).

Como sucede con cualquier otra forma de

violencia, también la que se produce en a escuela

suele ser el resultado de múltiples influencias, en

torno a las cuales hay que situar su diagnóstico y

prevención. Los resultados obtenidos en las

investigaciones más recientes permiten destacar,

en este sentido, tres características básicas de la

escuela tradicional relacionadas con la

incoherencia entre el currículum explícito y el

oculto:

1) La cultura y el comportamiento del grupo de

iguales. Los compañeros suelen estar

presentes, como observadores, en la mayoría

de los episodios de violencia escolar (Cowie,

2000; Pellegrini, Bartini y Brooks, 1999). En los

estudios sobre el perfil de víctimas y agresores

se observa, además, que la víctima suele estar

fuertemente aislada, sin amigos, y ser bastante

impopular, sufriendo ambos problemas en

mayor medida que los agresores. Conviene

tener en cuenta que la falta de amigos

incrementa el riesgo de comenzar a sufrir

victimización, y que ésta hace que disminuya

aún más la popularidad de quién la sufre y su

aislamiento. Los estudios llevados a cabo sobre

este tema sugieren (Salmivalli et al., 1996) que

la impopularidad de las víctimas puede ser una

de las principales condiciones que lleva a

elegirlas como víctimas, pero que una vez

elegidas el hecho de someterlas a la

víctimización podría activar una “norma” que

“prohíbe” sentir simpatía hacia ellas,

especialmente entre los chicos. De lo cual se

deriva que para prevenir la violencia en la

escuela es necesario intervenir con el conjunto

de la clase, favoreciendo el tipo de relaciones

entre compañeros que inhibe su aparición,

condición que debe ir acompañada de una

mejora en el clima social de la escuela, en la

forma de definir y hacer cumplir las normas y

en la calidad de las relaciones que se

establecen entre profesores y alumnos

(Pellegrini, Bartini y Brooks, 1999).

2) Falta de respuesta y conspiración del silencio.

En el estudio del Defensor del Pueblo (2000)

realizado en España, sobre la violencia en la

Educación Secundaria Obligatoria, se

encuentra que los profesores atribuyen dicho

problema sobre todo a causas personales o

familiares de los alumnos, que están por tanto

fuera de su control. Representación que

dificulta la adopción de medidas destinadas a

prevenirlo desde la escuela. En relación a lo

cual cabe interpretar también la escasa

frecuencia con la que los alumnos comunican al

profesorado los episodios de violencia que

sufren o conocen. Siendo los amigos la fuente

de ayuda principal. La del profesorado se

produce sobre todo cuando se sufren robos,

agresiones físicas y amenazas para intimidar.

Resulta, por otra parte, llamativo que no suela

encontrarse ayuda en ninguna figura ante las

exclusiones, uno de los principales problemas

de la escuela actual. Resultados similares a los

anteriormente expuestos suelen encontrarse en

casi todas las investigaciones realizadas sobre

la violencia entre escolares en los últimos años

realizados en contextos muy diversos. Y en

función de los cuales, la tradicional falta de

respuesta de la escuela ante la violencia que

en ella se produce es considera actualmente

como una condición de riesgo (Batsche y Knoff,

1994). Para explicarlo, conviene tener en

cuenta que esta conspiración del silencio deja a

las víctimas sin ayuda y suele ser interpretada

por los agresores como un apoyo implícito. En

relación a lo cual cabe considerar también que

la violencia entre escolares disminuya cuando

se rompe dicha conspiración, estableciendo

contextos normalizados en los que se trate

sobre la violencia escolar, proporcionando a las

María José Díaz-Aguado

Estudios de Juventud nº 62/0326

Page 25: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

víctimas la oportunidad de recibir ayuda sin ser

estigmatizadas por ello, y a los agresores la de

recibir el tratamiento educativo disciplinario que

requieren. Resultados que llevan a

conceptualizar dichas condiciones como

protectoras frente a la violencia escolar (Smith,

Cowie y Sharp, 1994). Para explicar algunas de

las tendencias anteriormente mencionadas,

conviene tener en cuenta su relación con la

forma tradicional de definir el papel del

profesorado, especialmente en secundaria,

orientado de forma casi exclusiva a impartir una

materia específica dentro del horario previsto

para ella, y según el cual lo que sucede más

allá de dicho tiempo y espacio no es

responsabilidad suya. Características que,

como sugieren los propios profesores, podrían

superarse si recibieran una formación

adecuada que les permitiera afrontar con

eficacia el tipo de problemas que conducen a la

violencia (Boulton, 1997).

3) El tratamiento inadecuado de la diversidad y las

experiencias de exclusión y humillación. El

tratamiento habitual que se da en la escuela

tradicional a la diversidad étnica (Gillborn,

1992), actuando como si no existiera, puede

explicar su escasa sensibilidad para combatir el

acoso racista (humillaciones, generalmente

verbales, asociadas a dicha pertenencia), que

tienen alto riesgo de sufrir los alumnos de

minorías étnicas, especialmente si están en

desventaja académica o socioeconómica

(Troyna y Hatcher, 1992); problema que suele

ser muy difícil de detectar para el profesorado y

que, casi siempre, va más allá de las puertas

de la escuela. Para prevenirlo, es preciso

superar también la conspiración del silencio

respecto a este problema, incluyendo el

tratamiento del racismo en el currículum, dentro

de programas globales que proporcionen

experiencias de igualdad y ayuden a erradicar

la exclusión, una de las principales condiciones

de riesgo de violencia (Troyna y Hatcher, 1992).

Los programas que llevan a cabo este tipo de

medidas son viables y eficaces tanto en

primaria como en secundaria, a través de

vídeos y cuentos específicamente

seleccionados o elaborados para adecuar el

tratamiento del racismo a las peculiaridades de

cada edad (Díaz-Aguado, Dir., 1992; 1996;

2003; Horton, 1991). En relación a la forma de

tratar la diversidad en la escuela tradicional,

actuando como si no existiera, cabe considerar

también que el hecho de tener necesidades

educativas especiales incremente el riesgo de

ser víctima de bullying (Whitney, Nabuzoka y

Smith, 1992). A las diferencias anteriormente

mencionadas habría que añadir otras que

también se ha observado incrementan el riesgo

de sufrir violencia; como, por ejemplo, la de los

niños que contrarían el estereotipo sexista

tradicional (Rivers, 1999); o los que tienen

dificultades de expresión verbal (Hugh-Jones y

Smith (1999), que suelen ser frecuentemente

ridicularizados por ello. Para prevenir todos

estos problemas, es preciso que los programas

de prevención de la violencia incluyan

actividades específicas destinadas a construir

la igualdad, desarrollando habilidades que

permitan detectar y combatir sus obstáculos

más frecuentes (sexismo, racismo, estereotipos

hacia los que tienen necesidades

especiales…), y a conceptualizarlos como una

amenaza al respeto a los derechos humanos.

Los programas que hemos desarrollado

demuestran la posibilidad y eficacia de dichas

intervenciones para mejorar la integración en

clase de todos los alumnos y el clima del aula,

dos condiciones básicas que protegen contra la

violencia e inhiben su aparición en la escuela

(Díaz-Aguado, Dir., 1992, 1994, 2003).

6. Prevenir la violencia a través de los

procedimientos de disciplina

Para mejorar la eficacia educativa de las medidas

disciplinarias y la prevención de la violencia,

conviene tener en cuenta que:

1. Uno de los objetivos de la disciplina es enseñar

a respetar ciertos límites. Los estudios

Estudios de Juventud nº 62/03

Diez condiciones básicas para prevenir la violencia…

27

Page 26: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

realizados sobre este tema reflejan que el

respeto de dichos límites mejora cuando las

normas son claras y coherentes, han sido

elaboradas por todos los miembros de la

comunidad escolar, incluidos los alumnos, y

éstas se aplican a todos según unos principios

previamente aceptados.

2. La impunidad ante la violencia genera más

violencia. La eficacia de dichos límites, y del

contrato social en cuyo contexto se establecen,

se reduce cuando las transgresiones graves

quedan impunes. Conviene tener en cuenta, en

este sentido, que la violencia está siempre más

allá de los límites permitidos en cualquier

contrato social democrático. Y que la impunidad

ante la violencia que a veces se produce en la

escuela (especialmente entre iguales) es un

grave obstáculo para enseñar a combatir este

problema.

3. La sanción debe contribuir a diferenciar entre

agresores y víctimas, superando distorsiones.

Los estudios realizados en contextos muy

diversos reflejan que la impunidad ante la

violencia hace que ésta genere más violencia

debido a que los agresores (y las personas que

se identifican con ellos) la interpretan como un

apoyo implícito, transmitiendo que aunque en

teoría se condena la violencia, en la práctica se

aprueba. Esto hace que las víctimas sufran lo

que ellas mismas describen como una nueva

victimización. Así, la impunidad contribuye a

reforzar dos graves distorsiones que potencian

la violencia, que llevan, en su forma más

extrema, a asociar la conducta del violento con

la del héroe, y, con mucha frecuencia, a

culpabilizar de dicha violencia a la víctima. En

este sentido, una de las funciones de la sanción

es establecer con claridad quién es culpable y

quién no lo es; enseñando a asumir

responsabilidades a quién las tiene y a no

sentirse culpable a quién no lo es.

4. La disciplina debe favorecer cambios

cognitivos, emocionales y conductuales en la

dirección de los objetivos educativos y

estimulando la capacidad de adopción de

perspectivas. Los estudios sobre las

deficiencias psicológicas que caracterizan a los

adolescentes violentos reflejan que éstos

suelen tener, entre otros, los siguientes

problemas: 1) dificultades para comprender las

consecuencias que su conducta produce en los

demás; 2) distorsiones emocionales que les

impiden sentir empatía y les llevan a culpar a la

víctima de su propia violencia; 3) y falta de

habilidades para afrontar la tensión y resolver

los conflictos de forma no violenta. Los

procedimientos de disciplina deberían contribuir

a superar estos tres tipos de deficiencias,

ayudando a que el violento se ponga en el

lugar de la víctima, entienda lo destructiva que

es la violencia, se arrepienta de haberla

utilizado, intente reparar el daño originado y

desarrolle alternativas constructivas para no

volver a recurrir a ella en el futuro en

situaciones similares. La eficacia educativa de

la disciplina mejora cuando estos componentes

son integrados con coherencia dentro de un

proceso global.

5. El respeto a los límites mejora cuando se

aprenden habilidades no violentas de

resolución de conflictos. Para evitar que las

conductas antisociales se repitan conviene

analizar siempre qué función han podido

cumplir y como desarrollar alternativas tanto en

el individuo como en el contexto. Y para

conseguirlo, conviene tener en cuenta que los

adolescentes violentos suelen tener dificultades

para comprender y resolver los conflictos y

tensiones que experimentan; como

consecuencia de lo cual se comportan de una

forma que tiende a obstaculizar no sólo el

bienestar de sus víctimas sino también su

propio bienestar, porque con su violencia

aumentan (por lo menos a medio y largo plazo)

las tensiones y conflictos que originaron su

conducta violenta. Ayudarles a descubrirlo y

enseñarles procedimientos sistemáticos para

resolver de forma más inteligente y justa sus

tensiones y conflictos puede ser, por tanto, un

procedimiento muy eficaz para prevenir la

violencia. Para lo cual es preciso recordar que

dichos adolescentes suelen tener alterado todo

María José Díaz-Aguado

Estudios de Juventud nº 62/0328

Page 27: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

el proceso a partir del cual se analizan y

resuelven en la vida cotidiana los problemas

interpersonales, proceso que incluye las seis

habilidades siguientes, sobre las cuales habría

que centrar la intervención: 1) definir

adecuadamente el conflicto identificando todos

sus componentes e integrando en dicha

definición toda la información necesaria para

resolverlo; 2) establecer cuáles son los

objetivos y ordenarlos según su importancia; 3)

diseñar las posibles soluciones al conflicto y

valorar cada una de ellas teniendo en cuenta

las consecuencias -positivas y negativas- que

pueden tener para las distintas personas

implicadas en la situación; 4) elegir la solución

que se considere mejor y elaborar un plan para

llevarla a cabo; 5) llevar a la práctica la solución

elegida; 6) valorar los resultados obtenidos y, si

no son los deseados, volver a poner en práctica

todo el procedimiento para mejorarlos.

7. Ayudar a romper con la reproducción

intergeneracional del sexismo y la violencia

Los estudios realizados sobre los antecedentes de

la violencia reflejan que la exposición a modelos

violentos, especialmente durante la infancia y

adolescencia, conduce a la justificación de la

violencia y que ambas condiciones incrementan

considerablemente el riesgo de ejercerla. Así, se

ha observado que los adolescentes que reciben

castigos físicos en su familia tienen más riesgo de

agredir físicamente a las personas con las que se

relacionan cotidianamente que los que no sufren

dichos castigos (Strauss y Yodanis, 1996). En la

misma dirección cabe interpretar los resultados

obtenidos en las investigaciones sobre violencia

doméstica, en los que se observa que muchos de

los adultos que la ejercen o la sufren en su pareja

proceden de familias que también fueron violentas.

Es decir, que tiende a transmitirse de generación

en generación (Kauffman y Zigler, 1987; O´Keefe,

1998). Se han detectado, sin embargo, una serie

de características psicosociales, que deben

promoverse a través de la educación, para ayudar

a romper esta trágica cadena: 1) el

establecimiento de vínculos sociales no violentos

que ayuden a desarrollar esquemas y expectativas

sociales básicos alternativos a la violencia; 2) el

rechazo a toda forma de violencia, incluyendo en

él la crítica a la que se vivió en la infancia,

reconociendo a otra(s) personas las emociones

suscitadas; 3) el compromiso de no reproducir la

violencia; 4) y la adquisición de habilidades

alternativas a la violencia que permitan afrontar el

estrés y resolver los conflictos sociales con

eficacia.

Existe actualmente un extendido consenso en

destacar como una de las causas más importantes

de la violencia de género las diferencias que

todavía siguen existiendo entre las mujeres y los

hombres en estatus y poder (Gerber, 1995). Y que

el sexismo puede ser utilizado para legitimar y

mantener dichas diferencias. En apoyo de la

relación existente entre estos dos problemas cabe

interpretar también el hecho de que al igualarse el

poder entre dos grupos las actitudes intergrupales

suelan mejorar. Cambio que puede ser

considerado como una prueba de la importancia

que tiene construir una sociedad más igualitaria

entre hombres y mujeres, para superar el sexismo

y la violencia de género. Conviene recordar, sin

embargo, que a veces dicha violencia se

incrementa cuando también lo hace el poder de la

mujer, siendo utilizada para perpetuar la

desigualdad anterior por parte de hombres

orientados hacia el control absoluto (Martín

Serrano, 1999). En función de lo cual puede

explicarse la relación que se observa en las

investigaciones llevadas a cabo sobre este tema

entre la forma sexista de construir la identidad

masculina, el rechazo a las actitudes igualitarias y

la tendencia a justificar la violencia contra las

mujeres culpando a la víctima (Caron y Carter,

1997). Problemas que es preciso ayudar a superar

desde la educación.

Por otra parte, para prevenir desde la

adolescencia una de las formas más graves y

frecuentes de violencia de género, la que se

produce en el contexto de las relaciones de pareja,

conviene tener en cuenta, según ponen de

Estudios de Juventud nº 62/03

Diez condiciones básicas para prevenir la violencia…

29

Page 28: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

manifiesto los estudios realizados sobre este tema,

que:

1) La violencia no tarda mucho en aparecer. En un

principio la víctima cree que podrá controlarla.

En esta primera fase la violencia suele ser de

menor frecuencia y gravedad que en fases

posteriores. A veces comienza como abuso

emocional: coaccionando para llevar a cabo

acciones que no se desean, obligando a

romper todos los vínculos que la víctima tenía

antes de iniciar la relación (con amigas, trabajo,

incluso con la propia familia de origen…), y

lesionando la autoestima cuando no se

conforma al más mínimo deseo del abusador.

La víctima intenta acomodarse para evitar las

agresiones, que al principio suelen ser solo de

tipo psicológico. Para prevenir que ésta

situación se haga cada vez más grave, las

personas que rodean a la víctima (padres,

amigas, hermanos…) podrían ayudarle a

percibir su situación sin distorsiones, evitando

la ruptura total con el resto de los vínculos

(familiares, ocupacionales y sociales

previamente establecidos) y ayudándole a

comprender la posible relación entre las

características de la relación abusiva iniciada y

el previsible incremento de la violencia que

puede producirse después.

2) Suele existir un fuerte vínculo afectivo. La

mayor parte de los agresores combina la

conducta violenta con otro tipo de

comportamientos a través de los cuales

convence a la víctima de que la violencia no va

a repetirse; alternando dos estilos opuestos de

comportamiento, como si fuera dos personas

diferentes. En algunas investigaciones se

compara esta mezcla de personalidades con la

del personaje literario Jekill y Mr. Hide,

mencionando que la víctima se enamora del

segundo creyendo que va a lograr que

desaparezca el primero. En estas primeras

fases, una de las principales razones para que

la víctima permanezca con el agresor es la

existencia del vínculo afectivo junto a la ilusión

de creer que la violencia no se va a repetir.

3) Cuando el vínculo afectivo no es suficiente para

convencer a la víctima de que siga con su

agresor, éste suele amenazarla con

consecuencias muy graves. En las fases más

avanzadas, el agresor amenaza a la víctima

con agresiones muy graves si llega a

abandonarle, amenazas que pueden hacer

temer, incluso, sobre la seguridad de los hijos o

de otros familiares.

La investigación realizada sobre este tema (Díaz-

Aguado, 2002) refleja que un adecuado

conocimiento de las pautas descritas

anteriormente por las posibles víctimas puede

contribuir a prevenir la violencia, al alertar sobre el

riesgo que implican las primeras fases e incorporar

el rechazo de la violencia y la victimización en la

propia identidad. Conviene tener en cuenta, en

este sentido, la relevancia que tiene favorecer

dicho conocimiento desde la adolescencia, edad

en la que se producen cambios muy significativos

en la identidad de género y comienzan a

establecerse las primeras relaciones de pareja.

8. Enseñar a rechazar la violencia e insertar

dicho rechazo en una perspectiva más

amplia: el respeto a los derechos humanos

Determinadas actitudes y creencias existentes en

nuestra sociedad hacia la violencia y hacia los

diversos papeles y relaciones sociales en cuyo

contexto se produce (hombre, mujer, hijo,

autoridad, o personas que se perciben como

diferentes o en situación de debilidad, …) ejercen

una decisiva influencia en los comportamientos

violentos. De lo cual se deriva la necesidad de

estimular cambios que favorezcan la superación de

dichas actitudes; entre los que cabe destacar, por

ejemplo:

• La crítica de la violencia en todas sus

manifestaciones y el desarrollo de condiciones

que permitan expresarse y resolver conflictos sin

recurrir a ella. Extendiendo dicha crítica al

castigo físico, como una de las principales

María José Díaz-Aguado

Estudios de Juventud nº 62/0330

Page 29: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

causas que origina la violencia, y sensibilizando

sobre el valor de la comunicación como

alternativa educativa.

• La conceptualización de la violencia como un

problema que nos afecta a todos, y contra el

cual todos podemos y debemos luchar. Y la

sensibilización sobre los efectos negativos que

tiene la violencia no sólo para la víctima sino

también para quién la ejerce, al deteriorar las

relaciones y el contexto en el que se produce.

• El desarrollo de la tolerancia como un requisito

imprescindible del respeto a los derechos

humanos, sensibilizando sobre la necesidad de

proteger especialmente, en este sentido, a las

personas que se perciben diferentes o en

situación de debilidad, situación en la que todos

podemos encontrarnos.

Para modificar las representaciones anteriormente

mencionadas desde la educación, es necesario:

1) Orientar la intervención de forma que favorezca

cambios cognitivos (superando, por ejemplo, el

pensamiento absolutista), afectivos

(estimulando la empatía o rompiendo la

asociación entre violencia y poder) y de

comportamiento (ayudando a adquirir

habilidades que permitan resolver conflictos o

expresar la tensión sin recurrir a la violencia);

con lo que se favorece la incorporación del

rechazo a la violencia en la propia identidad.

Los estudios realizados sobre la influencia de la

educación en los componentes anteriormente

expuestos reflejan que éstos se producen con

una relativa independencia; puesto que: 1) el

desarrollo cognitivo y la enseñanza de

habilidades de categorización y explicación

causal influyen especialmente en el

componente cognitivo; 2) las actitudes que se

observan en los agentes de socialización

(compañeros, padres, profesores) se relacionan

fundamentalmente con el componente afectivo;

3) y las experiencias específicas que se han

vivido en la solución a los conflictos sociales

influyen sobre todo en el componente

conductual. Los programas de prevención de la

violencia deben incluir, por tanto, estos tres

tipos de influencia.

2) Enseñar a detectar y a combatir los problemas

que conducen a la intolerancia y a la violencia,

incluyendo su estudio como materia de

enseñanza-aprendizaje, de forma que se

comprendan como problemas que nos afecta a

todos y a todas (y no sólo a sus víctimas más

visibles); y adquiriendo al mismo tiempo las

habilidades necesarias para no recurrir a la

intolerancia ni a la violencia ni ser su víctima.

3) Educar en la empatía y el respeto a los

derechos humanos. Para prevenir la violencia

es preciso incluir dichos objetivos dentro de una

perspectiva más amplia, estimulando el

desarrollo de: 1) la capacidad para ponerse en

el lugar del otro (adopción de perspectivas),

motor básico de todo el desarrollo socio-

emocional y que en sus niveles más

evolucionados se extiende a todos los seres

humanos; 2) y la comprensión de los derechos

universales y la capacidad de usar dicha

comprensión en las propias decisiones morales,

coordinando dichos derechos con el deber

(también universal) de respetarlos. Al incluir la

violencia dentro de dicha perspectiva,

conceptualizándola como una grave amenaza a

los derechos humanos, se favorece su

comprensión como un problema que nos

afectan a todos, puesto que pone en peligro el

nivel de justicia necesario para que se respeten

también nuestros derechos

9. Utilizar los medios de comunicación en la

prevención de la violencia

Los medios de comunicación nos ponen en

contacto con la violencia de forma casi

permanente. Probablemente por eso son

considerados con frecuencia como una de las

principales causas de la violencia actual,

especialmente de la que protagonizan los niños y

adolescentes. Llegándose a convertir, incluso, en

el chivo expiatorio de un problema que afecta a

toda la sociedad.

Estudios de Juventud nº 62/03

Diez condiciones básicas para prevenir la violencia…

31

Page 30: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Los estudios realizados en torno a este tema

encuentran que:

1) Los comportamientos y actitudes que los niños

observan en la televisión, tanto de tipo positivo

(la solidaridad, la tolerancia…) como de tipo

negativo (la violencia…), influyen en los

comportamientos que manifiestan

inmediatamente después. En los que se

detecta una tendencia significativa a imitar lo

que acaban de ver en la televisión. De lo cual

se deriva la necesidad de proteger a los niños

de la violencia destructiva a la que con

frecuencia están expuestos a través de la

televisión. Pero también la posibilidad y

conveniencia de utilizar la tecnología de los

medios de comunicación con carácter

educativo, para prevenir, por ejemplo, la

violencia.

2) La influencia de la televisión a largo plazo

depende del resto de las relaciones que el niño

y el adolescente establecen; a partir de las

cuales interpretan todo lo que les rodea,

incluyendo lo que ven en la televisión. En

función de dichas relaciones algunos niños y

adolescentes son mucho más vulnerables a los

efectos de la violencia televisiva que otros.

3) La repetida exposición a la violencia a través de

los medios de comunicación puede producir

cierta habituación, con el consiguiente riesgo

que de ello se deriva de considerar la violencia

como algo normal, inevitable; reduciendo la

empatía con las víctimas de la violencia. Para

favorecer la superación de esta tendencia

conviene promover en los niños y en los

jóvenes una actitud reflexiva y crítica respecto a

la violencia que les rodea, también la que les

llega a través de los medios de comunicación.

Los trabajos que hemos desarrollado sobre cómo

prevenir la violencia desde la educación

secundaria nos han permitido comprobar la

eficacia que determinados documentos televisivos

pueden tener para prevenir la violencia, como

complemento de extraordinario valor junto a otros

instrumentos (los textos, las explicaciones del

profesor). Entre las ventajas que los documentos

audiovisuales adecuadamente seleccionados

pueden tener, en este sentido, cabe destacar que:

favorecen un procesamiento más profundo de la

información; logran un mayor impacto emocional;

son más fáciles de compartir por el conjunto de la

clase; y llegan incluso a los alumnos con

dificultades para atender a otros tipos de

información, entre los que suelen encontrarse los

alumnos con mayor riesgo de violencia (que no

suelen leer ni atender a las explicaciones del

profesor).

10. Desarrollar la democracia participativa e

incrementar la colaboración entre la

escuela, la familia y el resto de la sociedad

Para que los adolescentes lleguen a apropiarse (a

hacer suyas) de las herramientas democráticas, no

violentas, es preciso que interactúen en

actividades que les permitan llevar a cabo dicha

apropiación. Para lo cual parece ser imprescindible

que participen activamente en una comunidad

democrática; porque, como señalaba J. Dewey

(1916), para que la democracia pueda ser el

objetivo de la educación debe ser también el

medio. Participación que puede contribuir a

superar una de las dificultades que más preocupa

actualmente a los agentes educativos: la

indisciplina:

"Para adquirir el sentido de la disciplina, de la

solidaridad y de la responsabilidad, la escuela

activa se esfuerza en proporcionar al niño

situaciones en las que tenga que experimentar

directamente las realidades morales, y que

vaya descubriendo, poco a poco, por sí mismo

las leyes constitucionales (…). Elaborando

ellos mismos las leyes que han de reglamentar

la disciplina escolar, eligiendo ellos mismos el

gobierno que ha de encargarse de ejecutar

esas leyes, y constituyendo ellos mimos el

poder judicial que ha de tener por función la

represión de los delitos, los niños tienen la

oportunidad de aprender por experiencia lo

María José Díaz-Aguado

Estudios de Juventud nº 62/0332

Page 31: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

que es la obediencia a una norma, la adhesión

al grupo y la responsabilidad individual"

(Piaget, 1933, pp. 13-14).

Cuando todos los miembros de la comunidad

tienen un papel activo en la creación de las

normas y éstas se conceptualizan como un

instrumento para mejorar el bienestar común, su

incumplimiento deja de representar una mera

desobediencia y pasa a ser comprendido como

una incoherencia (falta de lealtad) con uno mismo

y con el grupo al que uno se siente pertenecer

(Kohlberg, 1984).

El desarrollo de la democracia participativa exige

poner en marcha nuevas y más estrechas formas

de colaboración entre la escuela y la familia,

incrementando la presencia, el poder y

participación de los padres y las madres en la vida

de la escuela. Para lo cual es preciso establecer

nuevos esquemas de colaboración basados en el

respeto mutuo (respecto al papel que cada agente

educativo desempeña), orientando la colaboración

hacia la búsqueda conjunta de soluciones para

afrontar mejor un problema compartido: adaptar la

educación a las exigencias de una sociedad en la

que las dos principales instituciones educativas,

caracterizadas hasta ahora por su aislamiento, ya

no están ni pueden estar aisladas.

Educar para la ciudadanía democrática exige que

la escuela coopere de forma mucho más estrecha

que hasta ahora con el resto de la sociedad,

incluyendo en este sentido no sólo la cooperación

ya mencionada con las familias, sino también con

otros agentes sociales activos en los objetivos de

la democracia (como las organizaciones no

gubernamentales o las administraciones locales,

por ejemplo). Lo cual equivale a reconocer, una

vez más, que la falta de aislamiento de la escuela

respecto al resto de la sociedad, no sólo es el

origen de muchos de sus problemas actuales sino

que puede ser también el origen de sus

soluciones. Para hacer que la balanza se incline

en esta segunda dirección es preciso incrementar

y mejorar la colaboración de la escuela con el

resto de esa sociedad de la que ya no puede estar

aislada.

11. El desarrollo de programas de prevención

de la violencia a partir de la investigación-

acción. El punto de vista de los

adolescentes en situación de riesgo

En un artículo publicado con anterioridad en esta

misma revista (Díaz-Aguado, 1998), se resumen

los principales resultados obtenidos al tratar de

desarrollar las condiciones anteriormente

expuestas, en los Programas de educación para

la tolerancia y prevención de la violencia en los

jóvenes (Díaz-Aguado, 1996). Las investigaciones

realizadas en esta primera fase reflejaron dos tipos

de problemas relacionados con las formas de

violencia más cotidianas que requerían ser

investigados de forma más específica:

1) La violencia de género. Aunque dicha violencia

se incluía dentro de los contenidos

desarrollados en dichos programas, su

tratamiento en las aulas experimentales en las

dos primeras investigaciones llevadas a cabo

en secundaria fue mínimo o incluso inexistente.

El profesorado que participó en estas

investigaciones manifestó que su inclusión

resultaba especialmente difícil de llevar a cabo.

Avanzar en la superación de dichas dificultades,

desarrollando y comprobando programas desde

la perspectiva del género, para poder prevenir

así el sexismo y la violencia contra las mujeres,

ha sido el principal objetivo de la serie de

estudios que acaba de publicar el Instituto de la

Mujer (Díaz-Aguado, 2002; Díaz-Aguado y

Martínez Arias, 2001).

2) Violencia y exclusión en las relaciones entre

adolescentes. En una última investigación, aún

inédita y que próximamente publicará el

Instituto de la Juventud, sobre programas para

prevenir la violencia en la escuela y en el ocio

(Díaz-Aguado, Dir., 2003), hemos observado la

eficacia de las condiciones anteriormente

descritas en contextos más conflictivos que los

estudiados con anterioridad, en los que la

convivencia había llegado a deteriorarse de

forma muy preocupante. Como muestra de

dicha eficacia cabe destacar el cambio

Estudios de Juventud nº 62/03

Diez condiciones básicas para prevenir la violencia…

33

Page 32: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

experimentado en una de las aulas que

participaron en esta última investigación,

compuesta básicamente por repetidores y con

un alto porcentaje de alumnos con conducta

violenta, a la que corresponden los siguientes

protocolos de las entrevistas realizadas a tres

alumnos:

MANUEL (ANTES DE PARTICIPAR EN LOS

PROGRAMAS) "Me han echado de clase

muchas veces por enfrentarme a algunos

profesores. (…) Me faltan al respeto. Abusan

de ser profesores. Como el otro día una

profesora me dijo que la clase estaba mejor sin

mí y yo le dije que si estaba mejor sin mí

entonces también estaba mejor sin ella. (…) Si

me porto mal y hay unas normas que me las

expliquen. podrían intentar hablar conmigo,

llevarme por otro camino. (…) son profesores.

Ellos sabrán cómo, pero no diciéndome esas

cosas porque me incitan a que me ponga

nervioso y empeore todo. Esta clase es

problemática. Todos lo dicen. Nos hemos

juntado la mayoría repetidores. (…) este año

he empezado mal y no creo que tenga

solución. ¿Si tu fueras director del instituto qué

harías para resolver estas situaciones?

Cambiar el modo de dar la clase y echando al

alumno o al profesor. Porque a mí me expulsan

pero a ellos no”.

MANUEL (DESPUÉS DE LOS PROGRAMAS, EN

LOS QUE PARTICIPÓ DE FORMA

INTERMITENTE DEBIDO A LAS

EXPULSIONES): "El ambiente de clase ha

mejorado. En grupos vamos mejor.

Aprendemos más, porque como hay personas

que tienen más nivel sacan mejor nota y al

final todo se acaba pegando. (…) Trabajar en

clase es contagioso. (…) La relación con los

profesores ha mejorado. (…) Me parece bien

que se trate el tema de la violencia en clase,

porque tengo el carácter muy fuerte y me

enfado mucho. Y si me hacen algo…me pongo

nervioso. Depende de con quién me controlo o

no …ya me he dado cuenta que me puedo

perjudicar, me he dado cuenta que aquí en el

instituto no sirve para nada. ¿Por qué te

expulsaron? Por acumulación de partes…no

me echaron por qué sí. Me lo merezco. Me he

dado cuenta de que por hacer el tonto voy a

tener que repetir".

JORGE (DESPUÉS DE PARTICIPAR EN LOS

PROGRAMAS): “El ambiente en clase ha

mejorado mucho. Al principio dábamos mucha

guerra. Hemos mejorado, nos hemos

tranquilizado. Este trimestre todo el mundo se

da cuenta que tiene que aprobar el curso, que

nos pasamos mucho con los profesores. (…)

Creo que el trabajo en grupos ha influido. Nos

conocemos mejor, nos ayudamos a los

deberes, prestamos más atención a la

asignatura, las clases se hacen más divertidas.

(…) Aprendemos más porque todas las dudas

se resuelven entre los cuatro del grupo, no

tenemos que preguntar al profesor. (…) Las

clases eran antes muy aburridas y ahora son

divertidas. (…) En ética hablamos de

problemas de la calle, que tenemos nosotros.

De la violencia en la calle, de los derechos

humanos…a mi me sirve para mi vida. ¿Por

qué? Hablamos de lo que se debe hacer y no

se debe hacer y luego cuando se te presenta

un problema en la calle lo solucionas de otra

manera. Por ejemplo si nos pasa otra vez lo

del bar (una situación de violencia entre

bandas descrita al principio de la entrevista y

vivida antes de tratar en clase el tema de la

violencia) pasamos y nos vamos aunque se

rían, nos da igual, si les plantas cara lo único

que consigues es pelearte y tener más

problemas, es preferible que se rían.”

JAIME (ANTES DE PARTICIPAR EN LOS

PROGRAMAS): “¿Hay situaciones de violencia

en el instituto? Sí, más de una pelea ya ha

pasado, pero no de pandillas, cosas aisladas.

Es que este instituto es muy conflictivo. Este

barrio está dividido en distintas zonas y se

llevan muy mal entre ellas. Los conflictos se

crean fuera del instituto pero se resuelven

María José Díaz-Aguado

Estudios de Juventud nº 62/0334

Page 33: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

aquí, porque claro aquí nos juntamos todos,

hay mucha diversidad ideológica. Racistas y

todo. ¿Qué hace el instituto para resolver estos

conflictos? El Instituto lo que hace es echar a

algunos alumnos y ya está. En esta clase han

acumulado lo peor, casi todos son repetidores

y eso se nota, pero las actitudes en clase son

distintas según el profesor. Hay profesores con

los que no nos metemos.”

JAIME (DESPUÉS DE PARTICIPAR EN LOS

PROGRAMAS): “El trabajo en grupos va

bastante mejor. Se hace más sencillo el

trabajo, porque unos con otros nos podemos

ayudar, en unas materias uno sabe más y

ayuda al resto y en otras al revés… ¿Qué te

parece cómo se han formado los grupos? A ti

te gustaría ponerte con tus amigos, pero la

verdad es que están haciendo los grupos muy

bien compensados y funcionan, yo creo que ha

mejorado el rendimiento del grupo. ¿Todo el

mundo trabaja? Sí, y si alguien se escaquea

se le dice algo y ya está. ¿Quién se lo dice?

Los miembros del grupo. Dentro del grupo nos

ponemos de acuerdo, nos organizamos el

trabajo. (…) La relación con los profesores ha

mejorado y ahora trabajamos más. “

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BATSCHE,G. KNOFF,H. (1994) Bullies and their victims:Understanding a pervasive problem in the schools. SchoolPsychology Review, 23,2, 165-174.

BOLTON,M. (1997) Teacher´s view on bullying: definitions, attitudesand ability to cope. British Journal of Educational Psychology,

67, 223-233.CARON, S.; CARTER, B. (1997) The relationships among sex role

orientation, egalitarianism, attitudes toward sexuality andattitudes toward violence against women. The journal of SocialPsychology, 137 (5), 568-587.

COLEMAN, J. (1982) Psicología de la adolescencia. Madrid:Morata.

CONGER, J.; MILLER, W.; WALSMITH, C. (1965) Antecedents ofdelinquency: personality, social class and intelligence. En:MUSSEM, J.; CONGER, J; KAGAN, J. Readings in childdevelopment and personality. New York: Harper and Row.

COWIE, H. (2000) Bystanding os standing by: Gender issues incoping with bullllying in schools. Aggressive behavior, 26, 85-97.

DEFENSOR DEL PUEBLO (2000) Violencia escolar: el maltratoentre iguales en la Educación Secundaria Obligatoria. Madrid:Publicaciones del Defensor del Pueblo.

DEWEY, J. (1916) Democracy and education. New York: The FreePress.

DÍAZ-AGUADO, M.J. (Dir) (1992) Educación y desarrollo de latolerancia. Cuatro volúmenes y un vídeo. Madrid: Ministerio deEducación y Ciencia.

DIAZ-AGUADO,M.J. (Dir.) (1994) Todos iguales, todos diferentes.Programas para favorecer la integración de alumnos connecesidades educativas especiales. Cinco volúmenes.

DIAZ-AGUADO,M.J. (Dir. (1996) Programas de educación para latolerancia y prevención de la violencia en los jóvenes. Cuatrovolúmenes y dos vídeos. Madrid: Instituto de la Juventud,Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

DIAZ-AGUADO,M.J. (1998) Prevenir la violencia desde la escuela.Programas desarrollados a partir de la investigación-acción.Revista Estudios de Juventud, 42, 63-73.

DIAZ-AGUADO,M.J. (2002). Prevenir la violencia contra las mujeresconstruyendo la igualdad desde la educación. Madrid: Institutode la Mujer. Un libro y dos vídeos.

DIAZ-AGUADO, M.J (2002) Convivencia escolar y prevención de laviolencia. Página web del Centro Nacional de Información yComunicación Educativa.http://www.cnice.mecd.es/recursos2/convivencia_escolar/

DIAZ-AGUADO,M.J. (Dir.) (2003) Programas de prevención de laviolencia y la exclusión social. Madrid: Instituto de la Juventud,Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Tres libros y un vídeo.

DIAZ-AGUADO,M.J. (2003) Educación intercultural y aprendizajecooperativo. Madrid: Pirámide.

DIAZ-AGUADO,M.J.; MARTINEZ ARIAS,R. (2001) La construcciónde la igualdad y la prevención de la violencia contra la mujerdesde la educación secundaria. Madrid: Instituto de la Mujer,Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

GERBER, G. (1995) Gender stereotypes and the problem of maritalviolence. En: Adler, L.; Denmark, F. (Eds.)Violence and theprevention of violence. New York: Praeger.

GILLBORN, D. (1992) Citizenship, race and the hidden curriculum,International Studies in Sociology of Education, 2, 57-73.

GLUECK, S.; GLUECK, E. (1960) Predicting delincuency and crime.Boston: Harvard University Press.

HORTON, a. (1991) The Heartstone Odyssey: exploring the heart ofbullying. En: SMITH,P.; THOMPSON,D. (Eds.) Practicalapproaches to bullying. London: David Fulton.

HUGH-JONES,S.; SMITH,P.K. (1999) Self reports of short-and long-term effects of bullying on children who stammer. British Journalof Educational Psychology, 69, 141-158.

JACKSON, P. (1968) La vida en las aulas. Madrid: Marova (1975).KAUFFMAN, J.; ZIGLER, E. (1987) Do abused children become

abusive parents. American Journal of Orthopsychiatry, 57, 186-192.

KOHLBERG,L. (1984). The psychology of moral development. SanFrancisco: Harper and Row. (Trd. española 1992 Desclee deBrouwer: Bilbao).

MARTIN SERRANO, E.; MARTÍN SERRANO, M. (1999) Lasviolencias cotidianas cuando las víctimas son las mujeres.Madrid: Instituto de la Mujer.

MARTÍN SERRANO, M.; VELARDE HERMIDA, O. (2001) InformeJuventud en España 2000. Madrid: Instituto de la Juventud.

O´KEEFE, M. (1998) Factors mediating the link between witnessinginterparental violence and dating violence. Journal of FamilyViolence, 13(1), 39-57.

ORTEGA, R.; ANGULO, J. (1998) Violencia escolar. Estudios deJuventud, 42, 47-61.

PELLEGRINI,A.; BARTINI,M.; BROOKS,F. (1999) School bullies,victims and aggressive victims. Journal of EducationalPsychology, 91, 216-224.

PIAGET, J. (1933) Los procedimientos de la educación moral. En:La nueva educación moral. Buenos Aires: Losada, 1967. (Fechade la primera edición 1933)

RIVERS, I. (1999) Peer victimisation and life-span development.Paper presented at the Inaugural European Conference on Gayand Lesbian Identities, University College, London, March.Citada por Eslea y Rees, 2001.

Estudios de Juventud nº 62/03

Diez condiciones básicas para prevenir la violencia…

35

Page 34: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

SALMIVALLI,C.; LAGERSPETZ,M.; BJÖRKKQVIST,K.; ÖSTERMAN, D.; KAUKLAINEN, A. (1996) Bullying as a group

process. Aggressive Behavior, 22, 1-15.SMITH,P. COWIE, H.; SHARP,S. (1994) Working directly with pupils

involved in bullying situations. En: SMITH,P.; SHARP,S. (Eds.)(1994) School Bullying. Insights and perspectives. New York:Routledge.

STRAUSS, M.; YODANIS, C. (1997) Corporal punishment in

adolescence and physical assaults on spouses in later life:What accounts for the link? Journal of Marriage and the family,58(4), 825-841.

TROYNA, B.; HATCHER,R. (1992) Racism in children`s lives: Astudy of mainly white primary schools. London: Routledge.

WHITNEY, I.; NABUZOKA,D.; SMITH,P. (1992) Bullying in schools:Mainstraim and special needs. Support for Learning, 7,1,3-7.

María José Díaz-Aguado

Estudios de Juventud nº 62/0336

Page 35: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

El trabajo incide fundamentalmente en los aspectos psicológicos de la violencia. Tras un breve repaso por las

diferentes Teorías de la Agresividad destacamos la importancia de las relaciones tempranas; la enorme

plasticidad del infante humano hace de esta etapa un momento crucial para el desarrollo evolutivo. La

Adolescencia va a definir nuestra identidad, por lo tanto trataremos de definir en vez de clasificar al

Adolescente con conductas violentas. Por último siendo conscientes de la necesidad de convergencia de las

diferentes disciplinas y modelos teóricos en este tema queremos señalar aquellos aspectos que a nuestro

juicio son fundamentales para la Prevención y Tratamiento de la violencia.

37

E L T E M A

ASPECTOS PSICOLÓGICOS DE LA VIOLENCIA

EN LA ADOLESCENCIA

Ana Álvarez-Cienfuegos RuizFernando Egea Marcos

Psicoterapeutas

Introducción

L a psicología ha contribuido a la confusión del

término agresión cuando define como

agresivo un comportamiento con el que se lesiona

intencionadamente a un animal, una cosa u otra

persona. Desde el comienzo debemos distinguir el

concepto de agresión y el de hostilidad. Este

último, proviene del latín “Hostis” igual a enemigo.

La hostilidad carece de la ambigüedad implícita del

término agresión; es siempre destructiva o al

menos tiene como finalidad la destrucción. Es el

sentimiento subyacente o concomitante de la

violencia.

Se define la hostilidad-violencia como una fuerza

motivadora, un impulso consciente e inconsciente

dirigido a procurar daño o destruir algún objeto

animado o inanimado.

1. Teorías sobre la Agresividad

a. Teoría del Aprendizaje: Esta teoría parte del

supuesto básico de que el ser humano viene al

mundo como una “tabla rasa”, y que todos los

patrones de conducta van a ser determinados por

el aprendizaje. El éxito refuerza la acción. Los

niños aprenden sin duda por el éxito a emplear

instrumentalmente patrones de conducta agresiva

para alcanzar determinados fines. El hombre

aprende a controlar sus agresiones en

determinadas circunstancias y a dirigirlas contra

determinadas categorías de personas

consideradas como enemigos por su comunidad.

Aprende a legitimar su agresividad dentro de un

grupo. Esta teoría se mantiene absolutamente

vigente, ya que ninguna otra puede afirmar que el

aprendizaje no influye en el comportamiento

agresivo. La crítica como veremos más adelante

proviene de los etólogos que vuelven a revalorizar

las adaptaciones filogenéticas (lo innato) para

poder explicar en toda su extensión la agresividad.

b. Teoría de la Frustración-Agresión (Dollard y Col.

1939). Esa teoría parte de la no existencia de un

instinto agresivo propiamente dicho. El

comportamiento según Dollard es reactivo. El

patrón de reacción consiste en responder con

agresiones a las frustraciones. Lo que equivale a

promover como innato las vivencias de privación.

Experimentalmente se ha demostrado que las

frustraciones pueden llevar de modo inmediato a la

agresión, sin embargo, se discute el que las

vivencias de privación sean la única fuente de

Page 36: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Ana Álvarez-Cienfuegos Ruiz y Fernando Egea Marcos

38

producción en la edad adulta de una agresividad

más intensa. Esta teoría trae como consecuencia

el que sólo una educación extremadamente

permisiva podría garantizar el desarrollo de

personalidades pacíficas. Este supuesto, como

veremos más adelante, ha sido una de las causas

de producción de patología en vez de prevenirlas.

c. Teoría etológica de la agresividad. El marco de

la teoría etológica es amplio. Parte Lorenz de la

idea de que el comportamiento agresivo

evolucionó al servicio de diversas funciones y que

se halla previamente programado por medio de

adaptaciones filogenéticas que cambian de una

especie a otra. Uno de los hechos más

interesantes a destacar dentro de la psicología

evolutiva de los lactantes, es lo que se ha

denominado el “temor al extraño”. Es un hecho

universal el que los lactantes den señales de

miedo ante personas extrañas en torno al sexto

mes, aun cuando no hayan tenido experiencias

negativas con ellas. Esto es una prueba clara de

cómo nuestro sistema de defensa se activa

primariamente sin necesidad de experiencia

previa. Curiosamente a esta tendencia se oponen

otras igualmente innatas de afectividad amistosa;

esto conduce a alternancia entre movimientos de

afecto (movimientos de orientación, de expresión,

de disposición al contacto) y de rechazo

(comportamientos de huida, como retirarse,

esconderse) y de defensa y ataque (morder,

patear, etc.). Esta timidez ante el extraño, se

desarrolla independiente de cualquier estilo

educativo en todos los niños y en todas las

culturas conocidas. Otro hecho especialmente

significativo, estudiado por Coss, 1972, es que

este mismo temor ante los extraños se producía

en niños sordos y ciegos de nacimiento,

simplemente ante el olor de los extraños.

2. La sociobiología

A mediados de los años 70, el término

Sociobiología acuñado por Wilson va tomando

mayor preponderancia progresivamente. Este

autor nos muestra cómo lo innato se refiere a una

probabilidad evaluable de un determinado rasgo,

que se desarrollará en un ambiente específico. No

a la certidumbre de que el rasgo se desarrollará en

todos los ambientes. Es un modelo fuertemente

interaccionista entre el potencial genético y el

aprendizaje. Así la conducta agresiva, por una

parte es aprendida, especialmente en sus formas

más peligrosas de ataque criminal y acción militar.

Pero al aprendizaje subyace una fuerte

predisposición a caer en una profunda hostilidad

irracional bajo ciertas condiciones definibles.

Asigna a cada medio ambiente una

correspondiente probabilidad de respuestas.

La evolución cultural de la agresión parece guiada

por tres fuerzas:

1. La predisposición genética hacia el

aprendizaje de alguna forma de agresión

comunal.

2. Las necesidades impuestas por el medio

ambiente, en el cual se encuentra la

sociedad.

3. La historia previa del grupo, que le inclina

hacia la adopción de una innovación cultural

en vez de otra.

Por último, podíamos resumir que desde este

punto de vista los seres humanos están

fuertemente predispuestos a responder con odio

irracional a las amenazas exteriores, así como

incrementar su hostilidad para dominar la fuente

de la amenaza. Tendemos a sentir un profundo

temor por las acciones de los extraños, y a

resolver los conflictos mediante la agresión.

LAS RELACIONES TEMPRANAS

Existe un importante consenso en resaltar las

interacciones tempranas del bebé con su entorno

como cruciales en la formación de las primeras

estructuras psicológicas par la posible modulación

de los efectos.

Desde el comienzo de la vida se establece un

diálogo tónico, un contacto piel a piel entre el niño

Page 37: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Aspectos psicológicos de la violencia en la adolescencia

39

y su entorno. Dentro de este sistema de demandas

y respuestas, se dará o no una armonía afectiva y

también desde el comienzo, las fantasías y

proyecciones de los padres acerca del bebé, van a

modular estos intercambios. La madre como

función, tiene, como decía WINNICOTT, el valor de

satisfacer las necesidades urgentes (madre-objeto)

y a la vez proteger, calmar, cuidar emocionalmente

(madre-ambiente).

Si el bebé siente que consume,… agota,… harta…

a la madre objeto, se angustia y no encuentra la

madre disponible, empática y complacida de

tenerle.

La voracidad, el uso incompasivo del objeto, da

lugar a la culpa, y es en las dificultades del

entorno y del bebé para reparar dicha culpa,

donde se encuentra una primera fragilidad del yo

que puede condicionar futuros compartamientos

violentos.

Para resumirlo habría que concluir que dentro del

intercambio corporal (no verbal) entre el niño a la

búsqueda de satisfacción de sus necesidades, y el

entorno que le da respuestas puede surgir una

primera fractura en el voracidad excesiva y la

culpa cuando no pueden ser matizadas por el

entorno. Aquí las expectativas de los padres, su

propia infancia y sus identificaciones juegan un

papel muy importante.

Ponemos algunos ejemplos:

- Una madre identificada con la imagen materna

poderosa y egoísta, para la que el bebé es su

prolongación, sobre todo le controlará con cierta

frialdad afectiva y solo lo percibirá cuando

rechace sus exigencias y se desvíe de sus

planes

- Una madre con una imagen caótica maternal,

tendrá lagunas en su función de contención y le

costará interpretar las señales del bebé,

sintiéndose insegura e insuficiente.

- Una madre identificada con la maternidad

masoquista, sacrificada e hiperprotectora, tratará

a su hijo como un rey-tirano, satisfaciendo todos

sus deseos y ofreciéndole su cuerpo como

posesión.

Ejemplos que representan tendencias en las

identificaciones del papel maternal que no siempre

se dan en estado puro.

Así, el ambiente limita la ansiedad de los primeros

intercambios, satisfaciendo a la vez las

necesidades y conteniendo la angustia (Manzano

2001)

No se puede separar el afecto de los límites. La

violencia reemplaza la satisfacción del intercambio.

Está en el lugar del juego, de la masturbación y

más tarde del trabajo o del arte como actividades

reparatorias.

Es el lenguaje no verbal, la exigencia de ser

entendido por el hecho de existir.

La sensación de poder, el placer del dominio sobre

el otro, la necesidad de existir provocando

inquietud, sustituye a la satisfacción del deseo y

del intercambio, el cuidado del otro y el ponerse en

su lugar.

Como hemos ido describiendo, violencia es por

tanto una forma determinada de la agresión. Es

importante señalar que desde la experiencia

empírica existen diferencias individuales, tanto del

temperamento como de la inteligencia, así como la

predisposición por parte del lactante para

interactuar con su mundo.

La violencia no puede sin más considerarse como

algo que heredamos y que no podamos hacer

nada al respecto. De hecho, la hostilidad excesiva

puede considerase una patología de la

personalidad, transmisible de persona a persona y

de grupo a grupo, y básicamente por el contacto

de los padres con los hijos, y de generación a

generación.

Hacer de los factores hereditarios una sobre-

determinación de la calidad y cantidad de la

hostilidad en las diferentes personas, no se

sostiene desde el punto de vista experimental.

La característica fundamental de los seres

humanos y, por lo tanto, de los niños, es la enorme

plasticidad y capacidad para el aprendizaje, así

como la habilidad para ser condicionados.

El infante humano demanda grandes cantidades

de amor y seguridad, y a través de los cuidados es

como llega a asociar a la madre con sus

Page 38: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

sentimientos de satisfacción. Pero si la aparición

de la madre es asociada con el rechazo, o con la

sobreprotección y dominación, el niño será

condicionado por este tipo de respuesta.

Es importante señalar, cómo el lactante está en

una situación en la que no puede ni luchar ni huir.

En esta situación, el proceso de crecimiento en

una situación de abuso, que no puede ser ni

destruido ni evitado y que además proviene de las

personas, sobre los que el lactante es

absolutamente dependiente, va a ser la antesala

de un miedo y una rabia crónicos.

El proceso lento de maduración del ser humano

también da algunas ventajas sobre el resto de los

animales. Cada persona va a ser influenciada por

sus experiencias, que va a ser parte fundamental

de su propia personalidad. Los primeros

condicionamientos en contra de lo que

generalmente se ha mantenido, van a tener un

efecto muy potente en el futuro de cada ser

humano.

El Adolescente y la Violencia

Observamos que son muchos los orígenes de la

violencia y por lo tanto la idea de que una sola

disciplina o un solo modelo teórico es suficiente

para comprenderla y tratarla resulta ilusorio. La

agresividad es multicausal. Para comprender al

adolescente violento hay que tener en cuenta el

área cognitiva, emocional, conductual y social.

La adolescencia comienza con una forma de

violencia producida por la naturaleza, que son los

cambios físicos de la pubertad. Este es también un

periodo de profundos cambios psicológicos

(pérdidas del mundo infantil, aparición de la

genitalidad). En definitiva, una etapa de

incertidumbre a la espera de alcanzar la identidad

en que el “yo” frágil e inseguro teme quedar

“pegado” a la situación infantil y achaca al entorno

sus dificultades para progresar, haciéndole

intervenir. Ataca buscando unos límites externos

que lo contengan.

Otras veces por miedo anticipado al fracaso busca

como identidad una posición donde no hay

exigencias, ni peligro de fracasar, porque es la

identidad del fracaso mismo (fracaso escolar,

adicciones, marginalidad, violencia). Así la

conducta violenta es una defensa ante amenazas

externas e internas a un yo frágil en peligro de ser

diluido y aplastado en su identidad. La sensación

de no ser considerado como sujeto puede ser

objetiva o fantasmática, presente o anclada en el

pasado (Jeamet 2003).

Estos procesos forman parte de la adolescencia

considerada normal. El adolescente necesita ser

entendido sin explicarse (de ahí la tendencia a la

actuación). El entorno, sin embargo necesita

explicaciones para poder confiar. Es inevitable el

conflicto generacional. Pero lo inquietante es la

posibilidad de que este proceso derive, por una

combinación de factores hacia el trastorno

antisocial y la psicopatía.

Características clínicas del adolescente

violento

La respuesta (violenta o no) ante los estímulos que

nos rodean depende de la percepción de las

situaciones.

El adolescente agresivo se ve a sí mismo en un

mundo amenazante, sus experiencias dolorosas

(abuso, abandono) le han enseñado que el entorno

es hostil.

Hay rigidez en el pensamiento, incapacidad para lo

abstracto y fantasías focalizadas sobre la

violencia.

La emoción fundamental es la desconfianza y la

defensa una imagen que inspira temor

Sus rasgos fundamentales son: Baja empatía,

Excesiva desconfianza, Tendencia a justificar la

violencia, Hipersensibilidad a la proximidad física

(necesita mucho espacio personal), Patente para

ser violento (parece tener permiso) en relación con

un modelo parental, índice bajo de tolerancia a la

frustración

Es muy probable que las características

individuales influyan en el desarrollo de la

conducta antisocial. Especialmente: la

hiperactividad, una deficiencia cognitiva en las

Ana Álvarez-Cienfuegos Ruiz y Fernando Egea Marcos

Estudios de Juventud nº 62/0340

Page 39: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

capacidades verbales y planificadoras, rasgos de

temperamento como la impulsividad, la búsqueda

de sensaciones, la falta de control, un estilo

distorsionado en el procesamiento de la

información social que hace que se perciba de

forma equivocada intenciones negativas en la

conducta de los demás.

Estos rasgos pueden tener substratos biológicos

que suponen una probabilidad como parte de la

causalidad multifactorial (Rutter 2002). Los genes

constituyen una serie de influencias que

establecen una tendencia a desarrollar conductas

antisociales a través de la impulsividad y la

hiperactividad cuando se dan otros factores de

riesgos ambientales.

Entre las características ambientales citaremos las

siguientes:

Las paternidades adolescentes, las familias

grandes, los hogares deshechos, la pobreza etc,

influyen negativamente más por las situaciones de

discordia, depresivas o conflictivas que generan

que por la situación en sí misma.

La crianza en el factor crítico de riesgo. La

hostilidad, el maltrato, la falta de atención… tienen

un efecto importante sobre los vínculos y sobre el

proceso de aprendizaje.

El padre está ausente o fuertemente

desvalorizado. No aparece en ningún caso como

representante de la autoridad, ni de la ley.

La madre es una figura ambivalente, pasa de la

sumisión a la agresividad, del afecto a la

indiferencia, de la rigidez moral a la complicidad.

Esta situación caótica impregna la vida del niño

desde muy pequeño.

La conducta antisocial es un término amplio que

engloba rasgos que en mayor o menor medida se

pueden dar en muchos jóvenes en algún momento

de la vida.

El trastorno de carácter antisocial es sin embargo

una determinada expresión de la conducta

antisocial que se establece ya como una forma

patológica de personalidad y que no debe ser

diagnosticada como tal antes de los 18 años.

El trastorno antisocial se da en una proporción de

doble a uno para los varones.

Puede ser desde leve y modificable a letal e

incurable, siendo este un aspecto fundamental con

respecto a su tratabilidad mediante técnicas

psicoterapéuticas.

Se suele diagnosticar como tal a partir de los 18

años porque al ser la adolescencia un periodo

crítico de la vida y especialmente vulnerable,

ciertos rasgos de violencia y antisociabilidad son

comunes en este momento y pasajeros.

Se dan tres grupos de teorías acerca del trastorno

de carácter antisocial: Las psicogenéticas, las

orgánicas, las ambientales que evidentemente

pueden superponerse y asociarse.

- Psicogenéticas:

Numerosos autores se refieren a carencias y

rupturas en la primera infancia. Para WINNICOTT

por ejemplo la tendencia antisocial es una

conducta de reivindicación frente al sufrimiento y la

carencia.

Para Flavigny las conductas caóticas maternas son

el origen de lo que él llama “discontinuidad

destructora” de las primeras relaciones afectivas:

Hay carencia de narcisismo primario. Más tarde

durante la fase anal, el placer de la retención, del

control, no es posible por el caos y la

imprevisibilidad del comportamiento materno.

Estos factores constituyen para Flavigny el

“estigma psicopático” que predispone a la

conducta psicopática. El entorno puede compensar

o aumentar esta disposición potencial, de aquí la

variabilidad de las evoluciones.

Para otros autores la naturaleza caótica de las

primeras relaciones provoca dificultades en la

dimensión del tiempo: se produce una incapacidad

para pensar en el tiempo vivido. Es como si no

existiera la experiencia (antigua noción de que el

psicópata no “aprende” con los castigos).

- Orgánicas:

La inmadurez neurológica o neuropsicológica se

basa en la hipótesis de que existen desórdenes

neurofisiológicos mínimos (alteraciones en EEG).

No son específicos de la psicopatía sino la

consecuencia del Déficit de Atención que también

parece que se da en la hiperactividad infantil.

Estudios de Juventud nº 62/03

Aspectos psicológicos de la violencia en la adolescencia

41

Page 40: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

- Ambientales:

Hay relación entre las situaciones marginales o

irregulares en las familias y la psicopatía.

Sin embargo falta un cierto rigor ya que los datos

se obtienen sobre delincuentes y delincuencia y

psicopatía no deben confundirse.

Y atendiendo a factores sociales y culturales los

etnólogos se plantean si ciertas sociedades

podrían favorecer la expresión de una conducta

psicopática a través de comportamientos valorados

culturalmente.

El concepto de normalidad o anormalidad social

sobrepasa ampliamente el cuadro de la psicopatía.

Conclusiones

La falta de estudios e investigaciones

multifactoriales en nuestro país contrasta con

numerosos trabajos sobre todo en los países

anglosajones (Inglaterra, EEUU) desde hace veinte

años. Nos parecen importantes y completos los

realizados por Rutter (la conducta antisocial de los

jóvenes). Algunos de los datos que aportamos han

sido obtenidos de Rutter y Giller en estudios de

1983 a 1999.

Los términos conducta antisocial, trastorno

disocial, trastorno de comportamiento o psicopatía

vemos que se superponen y a veces se

confunden. Cada autor nombra las cosas de una

manera, por eso lo que nos hemos planteado es

describir rasgos o aspectos del comportamiento,

sin etiquetar de ninguna manera y reconociendo la

dificultad de un diagnóstico diferencial.

Solamente hay dos cosas muy claras: un

comportamiento antisocial no supone

necesariamente una patología estable. Una

personalidad psicopática no siempre corresponde

a una persona violenta y agresiva, y finalmente:

Es a partir de la edad adulta 18-20 cuando la

persistencia de ciertas conductas antisociales o/y

disociales llevarían a un diagnóstico dentro del

segmento de los trastornos de personalidad.

También nos parece algo importante a tener en

cuenta que la precocidad en la detección de

problemas de hiperactividad y déficits de atención

mejoraría el pronóstico de futuros adolescentes

violentos y luego jóvenes antisociales. Este

indicador (la hiperactividad en la infancia) sí está

destacándose como uno de los factores

psicológicos predisponentes. Otros factores en

relación con el entorno familiar y la calidad de los

vínculos precoces han sido más estudiados,

siendo evidente su importancia.

Las conductas agresivas y desafiantes están entre

los problemas más habituales de niños y

adolescentes que son derivados a consultas

psicológicas. Los varones muestran habitualmente

una mayor frecuencia en estos comportamientos

que las niñas.

Según todos los estudios la edad de inicio de los

problemas es un factor importante. Cuando

empiezan en la adolescencia (lo más habitual), es

menos probable que se mantengan en la edad

adulta. Sin embargo la persistencia y gravedad de

las conductas antisociales parece tener que ver

con un inicio en la infancia e ir asociado a otros

problemas.

Y finalmente nos planteamos hasta qué punto es

tratable el trastorno de conducta y a la vez el

aspecto de la prevención. Algunos estudios ponen

de manifiesto la persistencia de la conducta

antisocial desde la niñez a la edad adulta con una

gran resistencia al cambio, pero al mismo tiempo

otros testimonios avalan que el trastorno es

modificable. A veces cuando el ambiente social,

por ejemplo, es de alto riesgo el cambio de

entorno, favorece el proceso hacia el respeto de

los normas sociales.

Como se deduce de todos los estudios la conducta

antisocial es heterogénea y va desde actividades

arriesgadas, comportamientos agresivos, uso y

abuso de drogas hasta enfrentamientos con la

autoridad y actos delictivos.

Las repercusiones que esto tiene para la

prevención son:

a. La necesidad de prestar atención a una gama

de conductas más amplia que los actos ilegales.

b. La necesidad de intervenir en la niñez temprana

en vez de dejarlo para la adolescencia.

c. La necesidad de tener en cuenta la capacidad

de adaptación a los cambios evolutivos. Uno de

Ana Álvarez-Cienfuegos Ruiz y Fernando Egea Marcos

Estudios de Juventud nº 62/0342

Page 41: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

los momentos más interesantes dentro del proceso

evolutivo, es cuando el niño comienza su

escolarización y por tanto adviene a un mundo

nuevo de relaciones, fuera del marco familiar. El

cómo sea capaz de adaptarse a este mundo social

más amplio, nos va a permitir ver en qué medida

se ha producido esa adaptación al grupo familiar.

Cuando existen graves problemas de adaptación

en estas edades (incluyendo la sobre-

dependencia), deben ser tenidos en cuenta muy

cuidadosamente.

Los niños que repetidamente son “malos” en los

primeros años obviamente necesitan ayuda. En la

misma medida que los considerados

extremadamente buenos. El niño tranquilo, tímido y

adaptativo suele ser profundamente admirado por

los padres y los educadores.

d. Debemos tener en cuenta que las necesidades

de afecto por parte del infante son necesariamente

intensas. La deprivación o la sobre indulgencia,

son los dos errores fundamentales que rompen la

evolución normal de la necesidad de afecto

e. El amor a uno mismo es normal dentro de unos

límites, como una expresión para preservar

nuestro yo. La propia vida de un niño pequeño

depende de la evaluación que de él hagan sus

padres.

Los dos errores fundamentales que causan el

exceso de deseo por el prestigio, son el favoritismo

y el rechazo. Cuando el niño siente que él es el

dueño de la casa, o bien uno de los padres forma

un tandem contra el otro, o incluso, uno de los

padres espera que culmine todas sus ambiciones,

entonces, es cuando el niño es fijado a un potente

patrón de conducta en la que, el adulto va a tener

que ser necesariamente el preferido y el mejor. Su

propio status va ser lo único importante, y

cualquier persona va a ser tenida o como un rival

al que odiar, o un instrumento para su propio

prestigio.

De la misma manera, el niño que es rechazado y

por lo tanto no suficientemente valorado, va a

acarrear a lo largo de su vida un sentimiento de

inferioridad, así como un daño a su propia

autoestima. Este intenso sentimiento va a ser una

fuente inagotable de ira y odio.

La proyección de las ambiciones de los padres, es

la mejor forma de crear una demanda insaciable

de prestigio en el niño.

De hecho todos los padres, en cierta medida,

quieren que sus hijos tengan una cierta ambición,

capacidad competitiva, y éxito, pero existe una

demarcación tenue que lleva hacia el egoísmo y la

rivalidad hostil. Hay que hacer notar que en cierta

medida el bienestar de una sociedad depende de

lo que sus miembros contribuyan, pero en nuestros

modelos actuales el éxito se basa mucho más en

qué medida el sujeto es capaz de “extraer”

bienestar de la propia sociedad.

f. Conflicto entre el sujeto y su conciencia. Como

ya hemos citado, la conciencia es el resultado de ir

internalizando progresivamente el proceso de

socialización, tratando de encontrar un equilibrio

entre los deseos individuales y el bienestar para

los otros. En este aspecto es preciso señalar, que

para enseñar el mejor método es el ejemplo y no

los preceptos. De nada sirve la utilización de

largas charlas si después el ejemplo de resolver

un problema es utilizar la violencia física o

psíquica. Esto provee al niño una técnica para

resolver los problemas para su futuro.

g. El inculcar unos ideales absolutamente

inalcanzables, puede ser altamente destructivo

para la personalidad. Estos pueden ser una fuente

inagotable de sentimientos de vergüenza o de

culpa, que puede dañar enormemente el bienestar.

Es una gran fuente de violencia el desplazamiento

de la venganza de todo tipo de malos tratos, bien

sean conscientes o inconscientes, durante la

niñez. De todas las fuentes, la hostilidad

descargada sobre el hijo es sin duda la fuente más

poderosa hacia el odio y la violencia.

BIBLIOGRAFÍA

1. Cyrulnik, Boris: Los patitos feos. Edit. Gedisa (2002).2. Daniel L, Davis: The aggressive Adolescent. The Haworth Press

(2000).3. Feduchi, L.M: El adolescente y la violencia. Reflexiones clínicas.

Cuadernos de psiquiatría y psicoterapia infantil. Nº 19/20 (1995).4. Jeammet, Philippe: La violencia en la adolescencia: Una defensa

de la identidad. Conferencia pronunciada en la A.P.M. del 31 deMayo de 2003 y publicada en documentos internos en Diciembrede 2003.

5. Gabbard: Psiquiatría psicodinámica en la práctica clínica.Editorial Médica Panamericana (200).

Estudios de Juventud nº 62/03

Aspectos psicológicos de la violencia en la adolescencia

43

Page 42: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

6. Gunderson J., Gabbar G.O.: Psicoterapia en los trastornos depersonalidad. Editorial Ars Médica 2002.

7. Llaufer M. Laufer E: Adolescencia y crisis del desarrollo. Ed.Espays 1988.

8. Manzano, Juan: Las relaciones precoces entre padre e hijos ysus trastornos. Ed. Necodise, 2001 col. Infancia y desarrollo.

9. Moreno, Enriqueta: Violencia y destrucción en la luz de la teoríapsicoanalítica. Revista de Psicoanálisis de Madrid, nº 13 (Mayo1991).

10. Orozco, Eduardo: El poder desctructivo de la libido. Revista depsicoterapia y psicosomática. Nº 4 (diciembre 1998).

11. Psychodynamics of Hostility. Ed. Jason Aronson IC. 1976.12. Rutter M, Giller H, Haggel A. La conducta antisocial de los

Jóvenes. Cambridge University Press 2000.13. Montagú A. La naturaleza de la agresividad humana. Alianza

Editorial. 1978 Universidad.14. Wilson Edward O. Sobre la naturaleza humana. Ed. Fondo de

Cultura Económica 1980.15. Storr Anthony. La agresividad humana. Ed. Alianza 1970.16. Winnicott DW. Deprivación y delincuencia. Ed. Paidos 1990.

Ana Álvarez-Cienfuegos Ruiz y Fernando Egea Marcos

Estudios de Juventud nº 62/0344

Page 43: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Partiendo de la conceptualización freudiana de la dualidad pulsional, este trabajo intenta mostrar cómo el

mundo de las pulsiones en los jóvenes es activado por un momento social que a la vez impacta en la historia

arcaica del aparato psíquico, y en la singularidad de cada sujeto. La violencia es investigada aquí como un

síntoma que emerge de la pulsión de muerte ante la evidente retracción de lo simbólico y el aumento de la

potencia de lo imaginario. El recorrido se inicia en un decálogo imaginario que recrea el ideal narcisista

promovido por la ética de una parte de la sociedad actual, y sus consecuencias en la dinámica psíquica. La

invitación a actuar en detrimento de la reflexión y la pérdida de sentido sufrido por la palabra centra la

continuidad del texto junto con el recuerdo de la noción freudiana de pulsión. Para finalizar se retoma la idea

antropológica del encuentro entre naturaleza y cultura por un lado y por el otro se subraya cómo para Freud la

muerte no es sólo una categoría biológica ya que la pone en relación con la pulsión sexual. La llamada de la

tendencia a la destrucción, heredera privilegiada de la pulsión de muerte, se presenta como el anverso de esa

violencia de la juventud que desborda a familiares y educadores en la medida en que se la busca controlar

con penalizaciones sin subjetivarla.

Palabras clave: Falta. Diferencia. Imagen. Imaginario. Simbólico. Pulsión. Sexualidad. Pulsión de muerte. Subjetivar. Cultura.

Sociedad. Representación. Tendencia a la destrucción.

45

E L T E M A

EL REVÉS DE LA VIOLENCIA

M. Carmen Rodríguez-RendoPsicóloga

Introducción

E ste trabajo tiene como meta dejar de MIRAR

la violencia como signo de una juventud falta

de límites, y dar lugar a las PALABRAS para que

ellas puedan dar cuenta de su revés. Aunque

cerremos los ojos, el imperio del mundo imaginario

somete al cumplimiento de sus propias leyes: la

completud especular y la perfección estética es lo

que marca la moda. La propuesta es una imagen

sin fallo, sin dolor, sin contradicciones.

Desearía que este artículo estimulara la curiosidad

del lector que muchas veces debe sobreponerse a

un discurso que tiende a adormecer su juicio

crítico en una sociedad que exhibe sus carencias

sin reconocerlas como tales, y donde la juventud

está presionada a adaptarse a unos cambios y

transformaciones de tal potencia que su psiquismo

se ve amenazado de forma inevitable.

La mirada del psicoanálisis se va a detener en la

falta, que en muchos casos se expresa en forma

de exceso y en la diferencia, dos conceptos que

junto con la noción de castración permiten acceder

a ese “revés” que se anticipa en el título. La

pulsión de muerte será en esta ocasión la noción

bisagra en torno a la que girarán los otros

elementos conceptuales.

Si la diferencia anatómica de los sexos plantea el

enigma de su resolución, la castración aporta una

forma de respuesta que marca la singularidad del

sujeto. Así como diferencia y castración se

articulan en la teoría freudiana en relación a la

ausencia o la presencia de pene, la noción de

“falta” surgirá en la teoría de Lacan, inaugurando

Page 44: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

M. Carmen Rodríguez-Rendo

46

la dimensión simbólica de ausencia y presencia, y

separándolas de lo real de los cuerpos.

No está de mas recodar que Freud lleva a cabo un

acto de cierta audacia cuando separa la

sexualidad de la genitalidad, así como al

considerar a la muerte como fuerza pulsional

similar a la sexual, subrayando que esta fuerza

pulsional forma parte de la vida psíquica aunque

de forma silenciosa ya que el sujeto padece el

desgarro de la escisión entre la Naturaleza y la

Cultura sin encontrar esa supuesta armonía con el

mundo que lo rodea.

El imperio de la imagen

Entre las carencias que se lucen en los últimos

años figura el no tener tiempo. Ser adulto y con

tiempo libre es sinónimo de adulto fracasado o de

jubilado agrio.

Cabe preguntarse si es ésta la imagen de futuro

que se ofrece a la juventud; y si es así, enfermar

sería una forma de retrasar el encuentro con esa

modernidad que se vende en los soberbios

escaparates de la especie humana. El mandato

del imperio de la imagen podría ser: ¡sea un adulto

de éxito sujetándose a las siguientes exigencias!

1) sea inmortal,

2) sea profesor antes que alumno,

3) esté pendiente de su imagen y de lo que los

otros digan de usted,

4) recuerde que su ser se reduce a su estética,

5) no piense demasiado, si es menester que sea

lo justo para estar al día,

6) no subjetive, no se cuestione ni admita haber

cometido error alguno, podría interpretarse

como signo de debilidad,

7) nunca diga “no sé”, le dejarían fuera del grupo

que suele denominarse “nosotros”,

8) tiene prohibida la tristeza, la depresión y eso

que se llama “perder los papeles”,

9) manténgase en plena forma o lo que es lo

mismo conserve el goce pulsional y su

tendencia a repetir,

10) “no se coma la cabeza y olvide”… etc.

Para conseguir este decálogo el sujeto deberá

violentar su psiquismo para poder llegar muy

arriba, más allá de los límites de la ética narcisista.

Después de este listado de exigencias para el

adulto, no es extraña en la juventud la tentación a

prolongar esa etapa, ni la presencia de cuadros

depresivos, abulias, alcoholismo, toxicomanías,

anorexias, y las llamadas “conductas de riesgo”,

como formas de violencia y de agresividad cuyo

destino es el propio sujeto.

Las instituciones tradicionales (familiar, educativa,

sanitaria) ya no encuentran una respuesta

adecuada ante la emergencia de tendencias

destructivas que se vuelven contra sí mismos ante

una sociedad que lejos de acoger reflexivamente,

empuja y obstaculiza el desarrollo.

El cuerpo y su exhibición como sustitutos de las

palabras no pueden excluirse de los fenómenos de

la cultura, formando parte de esa noción bisagra

en la obra de Freud, la pulsión, alojada en el

interior del sujeto.

Descifrar los síntomas

La práctica psicoanalítica con la juventud es un

gran ventanal que se ofrece a la observación de lo

que la cultura de hoy activa en ella, sus síntomas y

entre ellos, la violencia, encarna la puesta en acto

de la tendencia a la destrucción, la pulsión de

muerte.

Este gran ventanal puede ser utilizado como

espacio donde descifrar el sentido de muchos

trastornos de su vida psíquica, sin dar la espalda

al contenido de su sexualidad y de la muerte

como límite, tan presente en muchos pasajes al

acto.

La necesidad de la satisfacción inmediata, sin

tiempo para la espera, debería ser recogida como

pedido de ayuda de un sujeto que se siente

perdido ante la oferta desmedida de los diferentes

métodos, todos fáciles de conseguir en el

mercado, para quitar el dolor desde el exterior sin

la aparente necesidad de preguntarse.

Lacan decía que lo propio de las verdades es que

nunca se muestran enteras. De igual manera

Page 45: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

El revés de la violencia

47

podríamos afirmar que lo propio de la

individualidad es la diferencia.

El ideal de sujeto promovido hoy está mas

cerca de verdades enteras, de certezas

soldadas en el grupo de pertenencia, que de la

castración y del reconocimiento de la diferencia.

Si lo que falta se recrea en lo que sobra, si la

premisa de que nada falta queda velada por un

supuesto estado de satisfacción obtenido con

una ingesta diversa, fácilmente encontraremos

el exceso andando por la misma acera que la

violencia. ”Borrar la diferencia”, “obturar la falta”

podrían ser mensajes publicitarios de una

modalidad que evita el conflicto a la vez que

precipita hacia él.

Encuentro de lo social, la cultura yla pulsión de muerte

Se podría decir que a partir de la propuesta

psicoanalítica, la muerte ha dejado de ser una

cuestión solamente biológica y a pesar de que no

exista en el sujeto una representación de ella en la

vida psíquica, (puesto que no hay inscripción

psíquica de la muerte), la idea de la muerte ha

sido puesta en contacto con la noción de pulsión

sexual.

1º Recordemos la noción freudiana de pulsión:

Freud define la pulsión como un impulso que

tiende a un fin. Es descripto en el marco de la

sexualidad humana. Consiste en un proceso

dinámico con un objeto errático y variable, con

fines múltiples y fuente somato-psíquica. Al

pensarlo como empuje, se enuncia la noción de

pulsión como fuerza que impacta al sujeto desde

su interior, susceptible de precipitar a dicho sujeto

en actos que permitan una descarga de excitación.

Es decir, la pulsión es siempre activa. La pulsión

abraza al objeto, pero la fuente y el fin no se

superponen.

El fin es calmar la fuente de la excitación y el goce

pulsional consistiría en un insistente retorno a la

fuente.

2º Dualidad pulsional:

Las formaciones del inconsciente son modalidades

discursivas, maneras de hacerse oír de ese

sedimento pulsional del deseo donde la muerte y

la sexualidad buscan un espacio textual. Si la

muerte y lo sexual son fuerzas pulsionales

similares, son la fuente de muchos fenómenos

anímicos. Con la pulsión de muerte el dualismo

pulsional forma parte del aparato psíquico y la

intimidad de la vida del inconsciente se rige por la

alternancia entre la pulsión de vida y la pulsión de

muerte.

3º Encrucijada Naturaleza-Cultura:

El antagonismo entre cultura y vida pulsional es

tratado por primera vez por Freud en 1908.

Antes que él, otros estudiosos habían abordado

este tema. En 1895 era Von Krafft-Ebing, citado

por el mismo Freud, el que escribía: “El modo de

vida de innumerables hombres de cultura

presenta hoy una multitud de aspectos

antihigiénicos, sobrados motivos para que la

nerviosidad se cebe fatalmente en ellos, pues

esos factores dañinos actúan primero y las más

de las veces sobre el cerebro… se han

consumado en los últimos decenios unas

alteraciones que transformaron con violencia la

actividad profesional,…, y todo ello a expensas

del sistema nervioso.” (Freud, La moral

sexual…1908).

No sería pertinente ignorar la actualidad de este

fragmento, puesto que da debida cuenta de cómo

algunas de las conquistas del hombre y su

inscripción en la cultura pueden llegar a enfermar.

4º La negación:

Resulta evidente para muchos que lo pulsional

gobierna la dinámica psíquica de una buena parte

la juventud actual.

La oralidad parece a veces la única forma de vida,

(beber, fumar, comer, no comer, usar fármacos,

etc.) sin embargo para las palabras que abren una

pregunta no queda sitio en la boca.

Page 46: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Una mirada rápida a las sociedades modernas

deja ver sin esfuerzo el ritmo pulsional que barre

los tabúes sexuales y los sustituye por la negación

de la muerte.

Mientras se exhibe la destrucción en los telediarios

y los cadáveres son protagonistas del mundo del

espectáculo informativo, la enfermedad se esconde

como si fuese un defecto y al sufrimiento psíquico

se le prohibe expresarse ya que amenaza la

completud narcisista.

Si bien la negación trabaja para que el contenido

de la representación no llegue a la conciencia, la

aceptación intelectual de lo reprimido no deja

cancelado el proceso represivo. “La afirmación

–como sustituto de la unión– pertenece a Eros, y

la negación –sucesora de la expulsión–, a la

pulsión de destrucción” (Freud, La negación,

1925).

La violencia surge ante la quiebra de las

representaciones como forma de vehiculizar una

salida para la angustia que lejos de ser contenida,

tropieza con el desamparo psíquico y la disolución

del tiempo subjetivo.

El reconocimiento del malestar no se prodiga en el

discurso, mientras la reafirmación de la ausencia

de conflicto resulta sobre abundante.

Lo social activa lo pulsional cuando pone a

disposición de los otros los estímulos para la

acción en detrimento de los estímulos para la

reflexión.

La retracción de la potencialidad simbólica y el

despliegue de la demanda imaginaria están en el

origen de la tendencia a actuar antes de acceder

al pensamiento y marcan el estilo de la sociedad

de hoy.

Pensar ha sido señalado como peligroso, puede

abrir preguntas para las que no siempre haya

respuesta y la descarga motriz que permite una

acción violenta puede transformarse en la

respuesta que asume la identificación a un ideal,

una identificación que ofrece un marco, la

posibilidad de ser alguien aunque sea en contra de

sí mismos.

Debemos recordar que “todas las

representaciones provienen de percepciones, son

repeticiones de éstas”. Por lo tanto, “el pensar

posee la capacidad de volver a hacer presente,

reproduciéndolo en la representación, algo que

una vez fue percibido”. (Freud, La negación, 1925)

5º El pasado:

Masud R. Khan decía: ”Si uno fue bien criado, si

supo aprovechar algunos momentos, y desperdició

otros absurdamente, uno llega a un punto en que

el pasado es el abono mediante el cual se fertiliza

el presente” (Locura y soledad, 1983).

Como la historia no es letra muerta asistimos a

una época en la que la juventud recoge como

portavoz la invitación del entorno a negar la idea

de finitud, a no tolerar la frustración por

considerarse decadente y en suma a relacionarse

con el tiempo en la dinámica del presente, como si

fuera posible tener algún presente sepultando al

pasado. La alternativa que resta será repetir en

lugar de recordar.

Si el pasado no se recoge, la tradición será

sustituída por la premura del hacer: “hacer lo que

uno quiere” ha ido dejando de ser un objetivo por

alcanzar para ser un estado, una forma de vida.

El monstruo posmoderno

A partir de aquí podríamos preguntarnos hasta qué

punto el momento social se puede transformar en

motor generador de angustia, ya que si el estado

del bienestar impone “hacer lo que uno quiere” el

límite se disuelve en la relación con el otro.

Cuando el límite se disuelve y la solución sexual

fracasa, retorna la angustia.

La angustia es uno de los monstruos mas temidos

de la posmodernidad. Cuando su intensidad

amenaza el equilibrio del aparato psíquico, puede

precipitarse una quiebra en el sujeto, un derrumbe

representacional. La violencia sería la

consecuencia de este derrumbe al que hago

referencia.

Los problemas políticos, las guerras, el hambre, el

desempleo, la falta de ideales etc. forman parte del

paisaje de la juventud. A cualquiera de estos

temas se accede sin esfuerzo, mas aún son los

M. Carmen Rodríguez-Rendo

Estudios de Juventud nº 62/0348

Page 47: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

temas los que de forma violenta entran en las

familias y en las vidas de los sujetos a través de

los medios de información y de ocio.

Antes a las imágenes que se nos ofrecían como

espectáculo se les pedía que no fueran reales y

durante mucho tiempo se buscaba que la

representación lo fuera, no de lo real sino de un

orden simbólico que pudiera dar sentido a lo real.

En la actualidad se ha ido desencadenando una

“demanda de realismo que habría de proseguirse

en su exacerbación naturalista. Y que alcanzaría

su más intensa expresión en la imagen televisiva:

pues en ella es la huella audiovisual de lo real la

que manda, imponiéndose por encima y contra

toda lógica de la representación” (González

Requena, 2002).

Podemos suponer que esta “huella” está siendo

cortejada por la violencia ya que esta última se ha

convertido en objeto de consumo.

Las imágenes y las palabras que se muestran o se

exhiben a nuestro alrededor no siempre

asimilables para un adulto, forman parte de un

texto que nos envuelve. Somos protagonistas y

espectadores de una pesadilla que socava el

espacio psíquico desconectando al sujeto del

encuentro consigo mismo.

La relación entre cultura y patología psicosocial no

necesita ser demostrada. “Si bien los elementos

de la organización psíquica no se modifican por las

influencias del mundo exterior, es decir, no alteran

ni su estructura ni su naturaleza, éstos adquieren

diferentes formas de relación según la historia

subjetiva particular y el tipo de cultura dominante…

El sujeto generador de cultura es al mismo tiempo

un efecto condicionado por ella.” (Berenstein,

2002).

De igual manera lo social como elemento

generador de violencia produce un sujeto que se

nutre y alimenta a lo social. Eso que se intenta

destuir fuera, es tan solo un sustituto de algo

interior e inasequible para el sujeto, algo más

próximo al ser que al estar.

Si en cada época de la historia de la humanidad

han habido patologías que fueron metáfora de su

tiempo, podemos afirmar que nuestro tiempo está

poseído por el imperativo de ”acallar la angustia” y

sin embargo ella se presenta cada vez con mayor

voracidad en el vacío donde retorna el

automatismo a la actuación.

La generación anterior a esta juventud, tiene

algunas características que deberíamos enunciar.

En ella encontramos sujetos que no siempre han

accedido a la posición de tales y que en muchos

casos han alargado la estancia en el lugar de

objetos. Otros desconocen la falta como causa

del deseo, y varios han desestimado el valor de

las cicatrices, esas a las que se refiere la teoría

psicoanalítica en términos de castración

simbólica.

Lo simbólico se fue constituyendo en un territorio

poco explorado, por lo tanto las palabras fueron

perdiendo su eficacia, y su valor. Los discursos

inconsistentes poblaron algunos medios de

comunicación, el poder cambió de sitio en las

aulas; antes era patrimonio de los profesores y

luego deviene propiedad de los alumnos.

La generación de los padres se queja del

desprecio paulatino de ciertos jóvenes hacia las

palabras, los libros, las normas, los límites, etc.

Por otra parte la generación que se queja se ha

soldado narcisísticamente en no mostrar el dolor,

ni el fallo. “Es mejor olvidar, el tiempo todo lo-

cura”… y la locura está en la puerta: era mejor

negar que nombrar. Obviar el decir o decir sin que

se note, que no se vea, que no se sepa. Era mejor

olvidar que recordar.

La razón ha ido ocupando tanto sitio que el

cuestionamiento de una idea del otro ha resultado

agresivo y fuera del protocolo. “Tener razón” ha

desalojado a las contradicciones.

La mirada psicoanalítica es la que nos permite

afirmar que esta violencia que asusta responde a

una renegación que se produce en la generación

anterior y cuyo efecto surge en la generación

siguiente. Es el precio que el psiquismo paga

cuando falla una operación primordial: la

castración simbólica.

Si las cicatrices han perdido su valor, la pulsión de

muerte surge y domina. El no reconocimiento de la

ley, como exterioridad internalizada lleva a la

deshumanización, y la ferocidad de muchos actos

denuncian la orfandad psíquica.

Estudios de Juventud nº 62/03

El revés de la violencia

49

Page 48: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Debemos agradecer a Freud la teorización de lo

inconsciente como espacio semántico que permite

la comprensión de los procesos psíquicos,

separándonos de la mirada descriptiva que aunque

minuciosa se pierde en la superficie de los

fenómenos sin entrar en su dialéctica.

Los fenómenos anímicos como los procesos

psíquicos también tienen historia. Al nombrarlos le

restituímos su existencia, y de su reconocimiento

depende el devenir psíquico.

Todo sujeto está dividido e incompleto y es esto lo

que le devuelve al hombre, por encima de su

categoría biológica, su vocación: la humanidad;

pero a la vez es lo que lo sujeta al miedo incluso

de aquello que le hace crecer.

BIBLIOGRAFÍA

- Berenstein, A. “Vida sexual y repetición” Editorial Síntesis. 2002.

- Freud, S: “La moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna”(1908). “Pulsiones y destinos de pulsión”.(1915). “Más Allá delprincipio del placer” (1920). “El Yo y el Ello” (1923). “Lanegación” (1925). Inhibición, síntoma y angustia” (1925-1926). Elmalestar en la cultura” (1929). “Recordar, repetir y elaborar”(1914), Carta abierta a Einstein:”¿Por qué la guerra?” (1933),Obras Completas. Amorrortu editores (1996).

- González Requena, J. “11 de Septiembre: escenarios de laPosmodernidad”. Revista de Cultura Trama y Fondo, Nº 12,2002.

- Lacan, J. El estadio del espejo como formador del yo tal comose nos revela en la experiencia psicoanalítica. Escritos I, SigloXXI editores, (1971). La agresividad en psicoanálisis. Escritos I,Siglo XXI editores, 1994). La Etica del Psicoanálisis. Libro 7.Ediciones Paidós. (1992). Laplanche y Pontalis. Diccionario dePsicoanálisis. Editorial Labor. (1977. Roudinesco-Plon.Dictionnaire de la psychanalyse. Editorial Fayard. (1997)

- Masud R. Khan, M. Locura y Soledad: Entre la teoría y lapráctica psicoanalítica. Lugar Editorial (1991).

M. Carmen Rodríguez-Rendo

Estudios de Juventud nº 62/0350

Page 49: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

En este artículo queremos explicitar que hay una violencia natural y universal que es necesaria para la

supervivencia. La división celular no podría hacerse sin violencia, es necesario que se dé una ruptura para

que la vida siga adelante, es necesario el acto violento del parto para nacer a la vida. Pero violencia no es lo

mismo que odio y agresividad. El odio (también el amor) se refieren y se dirigen a un objeto identificado, la

violencia es una reacción mucho más primaria y elemental y no está vinculada a una relación objetal. La

facultad de crear un vínculo personal se organiza al mismo tiempo que los cuidados parentales y esto se

reproduce, hasta cierto punto, en el período adolescente. La familia puede ejercer sobre sus miembros y

descargar en ellos una violencia que configurará sus personalidades y sus modos de situarse ante la vida.

Hay un tipo de violencia activa, cruel, brutal. Un importante número de niños -uno sólo, ya sería demasiado-

muere a manos de sus progenitores (no podemos ni queremos llamarles padres), otros muchos sufren

agresiones directas, castigos corporales…es la violencia agresiva en estado puro. En esta comunicación

queremos traer a debate, otra clase de violencia, no es la violencia por acción sino por omisión, no por

exceso sino por defecto. Es lo que consideramos actitud violenta hacia los hijos, aunque socialmente pueda

incluso aparecer como entrega. Es la violencia de dar demasiado para no tener que dar. Es la violencia de

permitir sin límite, disfrazando esa permisividad de actitud tolerante para encubrir el miedo que a algunos

padres les produce vivirse a sí mismos como seres adultos. Queremos señalar también lo importante que nos

parece considerar la violencia que se ejerce desde el grupo familiar cuando éste, no es capaz de actuar como

tal, es decir, conteniendo y tramitando la pulsionalidad infantil que, es esa otra violencia que está puesta al

servicio de la vida. En su lugar, las funciones protectoras que deben ejercer los padres, se trasladan,

quedándose el niño/a con “huecos afectivos” que no sabe cómo llenar. Algunos jóvenes intentarán cubrirlos

más adelante con indumentarias protésicas (clavos, botas, objetos duros…), corazas con las que intentar

cubrir la fragilidad interna y de paso, aprisionar los sentimientos de culpa para no tener que entrar en contacto

con ellos. Presentaremos a dos pacientes cuyas coincidencias y divergencias pueden ilustrar las

descripciones teóricas hechas hasta aquí, para poder delimitar este campo del tipo particular de violencia.

Palabras clave: Violencia. Familia. Vínculo. Objeto. Adolescencia. Duelo.

51

E L T E M A

VIOLENCIA Y FAMILIA

Alicia Monserrat FemeniaMª Teresa Muñoz Guillén

Psicólogas

V iolencia y Familia…, términos muy cargados

de contenido que queremos entrelazar y

preguntarnos cómo interactúan y cómo influye esa

inter-actuación en el desarrollo evolutivo de niños y

adolescentes.

En palabras de Bergeret “la violencia es instintiva,

innata, destinada a ser progresivamente integrada

en otras finalidades humanas durante la infancia y

la adolescencia para, de adulto, acceder a un

eficiente y libre ejercicio de las capacidades

amorosas y creativas”.

Etimológicamente violencia es: deseo de vivir. El

diccionario Littré define violencia como “cualidad

de lo que actúa con fuerza”, por esto, la vida es

violencia. No necesariamente implica el deseo de

dañar. Hay una violencia natural y universal que es

Page 50: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

necesaria para la supervivencia. La división celular

no podría hacerse sin violencia, es necesario que

se dé una ruptura para que la vida siga adelante,

es necesario el acto violento del parto para nacer

a la vida. Pero violencia no es lo mismo que odio y

agresividad. El odio (también el amor) se refieren y

se dirigen a un objeto identificado, la violencia es

una reacción mucho más primaria y elemental y no

está vinculada a una relación objetal. Los etólogos

dicen que el ser humano es asesino por

naturaleza, pero que el entendimiento y la razón le

hacen reprimir esos impulsos y que el género

humano tiene la facultad de amar a los demás

mediante el amor a la madre por lo que, la

identificación con un grupo, antes de pasar por esa

fase sería difícil, si no imposible para el niño. La

facultad de crear un vínculo personal se organiza

al mismo tiempo que los cuidados parentales y

esto se reproduce, hasta cierto punto, en el

período adolescente.

En las fases tempranas de la vida, el niño necesita

de un objeto humano para actualizar funciones

mentales y psíquicas sin las cuales no se puede

lograr el proceso de humanización, un objeto

humano que transmita junto con la imprescindible

envoltura afectiva, mediante la cual adquirir

seguridad y confianza, la necesaria transmisión de

una norma que organice la confusión y el

desorden interno de pulsiones que puedan llegar a

atentar severamente el proceso de construcción de

la propia identidad. Ese objeto humano,

básicamente la madre, está incluido en el primer

grupo de pertenencia, esto es: la familia. Las

figuras parentales “externas” van a ir

constituyéndose en los años de infancia como

“objetos internos”, buenos o malos, pero con los

que el adolescente va a tener que mantener

relaciones internas que, a su vez, podrán ser

también buenas o malas.

Sabemos que en el proceso de organización de la

identidad son de vital importancia las

identificaciones que el adolescente ha ido

haciendo a lo largo de su vida, y también sabemos

que los procesos de identificación que se han ido

llevando a cabo en la infancia mediante la

incorporación de esas imágenes parentales,

posibilitarán al adolescente, la forma de elaborar

las difíciles situaciones cambiantes por las que ha

de transitar.

El adolescente, como nos señala A. Aberastury, se

encuentra, y se enfrenta, con los tres grandes

duelos que marcan esta etapa:

a) el duelo por el cuerpo infantil, asistiendo como

espectador impotente a los bruscos cambios

corporales que se dan en su propio organismo.

Es difícil para un adolescente, no sentir los

cambios puberales como transformaciones

violentas en el propio cuerpo,

b) el duelo por la identidad infantil, que da paso a

una inestable identidad convulsionada por los

procesos adolescentes,

c) el duelo por los padres de la infancia, éstos, a

su vez, en duelo por la pérdida del niño/bebé

que se aleja cada vez más de ellos en el inicio

de su camino al mundo adulto.

Una sociedad como la actual que difícilmente

soporta y tolera frustraciones –y un duelo es el

exponente máximo de éstas- no facilita sentar las

bases para que los adolescentes puedan elaborar

los duelos “normales” mencionados. La pérdida es

negada sistemáticamente, impidiendo poder llevar

a cabo el aprendizaje que permitirá poder tolerar la

angustia de castración, que dé paso a la renuncia

a la omnipotencia infantil.

En la clínica nos encontramos cada vez con mayor

frecuencia con una patología relacionada con

conductas violentas y/o agresivas. Los padres

están desbordados y no se “hacen” con sus hijos.

La sintomatología está en relación con conductas

o actividades que bordean el terreno de lo asocial

cuando no, directamente de lo delictivo. Es una

sintomatología que se centra en dificultades en las

relaciones interpersonales, a veces, poco clara,

confusa, indefinida, caracterial…en cualquier caso,

de corte regresivo y narcisista. Se habla de

“personalidades psicopáticas” y de modo mucho

más amplio de “trastornos del comportamiento”.

No sólo en la clínica, también es lo que vemos a

nivel social. Chicos/as con una absoluta

intolerancia a la frustración, con la irritabilidad que

Alicia Montserrat Femenia y Mª Teresa Muñoz Guillén

Estudios de Juventud nº 62/0352

Page 51: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

ello conlleva, y sin apenas capacidad para la

espera. Con un funcionamiento mental más propio

de proceso primario que ya de un pensamiento

más secundarizado y elaborado, por lo que

predominan mecanismos mentales en los que se

utilizan recursos tales como: omnipotencia del

pensamiento, negación, autopercepción de un yo

grandioso, etc. Las relaciones interpersonales que

establecen son de una gran intensidad pero

también de una gran superficialidad, reclamando

constantemente aportes narcisistas.

Niños/as que adolecen de una importante

deficiencia afectiva, en ausencia de figuras

paternas suficientemente sólidas y estables que

permitan poder hacer buenas identificaciones que

den paso a convertirse, posteriormente, en adultos

con capacidad de entender al otro, como otro Yo,

capaz de sentir y de padecer lo mismo que él

mismo, y vivir esta diferenciación Yo-Los Otros,

como un enriquecimiento en lugar de vivir a los

demás como elementos peligrosos y

amenazadores para su frágil identidad.

Creemos que Philippe Jeammet, ha hecho

importantes aportaciones a la comprensión de los

procesos internos que se desarrollan, sobre todo

en el adolescente, que actúa y ejecuta acciones

violentas. La violencia se presenta como un

mecanismo primario de autodefensa de un sujeto

que se siente amenazado, dice Jeammet.

En la negociación y tramitación que todo sujeto

debe hacer entre su mundo psíquico interno y la

realidad externa, la articulación entre ambos

fracasa cuando la respuesta es lo que viene en

llamarse, comportamiento violento. En el

“Compendio de Psicoanálisis” dice Freud que “el

Yo debe su origen y sus más importantes

características adquiridas a la relación con el

mundo exterior real…” de manera que, en ese

intercambio del niño con su entorno -y en el que,

las relaciones afectivas con los objetos amorosos

primarios son de una importancia crucial- se va

organizando y consolidando la estructura de ese

Yo. Si el niño ha recibido los suficientes aportes de

contención y de receptividad afectiva, podrá

organizar un Yo suficientemente estable y seguro

como para no sentirlo amenazado.

Unos apoyos narcisistas sólidos, sin dudas ni

fracturas por parte de los padres en lo que están

transmitiendo a sus hijos, con un fondo de placer y

de confianza que el niño percibe como suyo, y no,

como algo que “debe”, es lo que constituye la base

de una relación segura. Cuanto más sólidos son

estos apoyos, que recargan el narcisismo

estructurante del niño -no el narcisismo

maníaco/omnipotente- más fácil le es entrar en

contacto con un objeto que no amenaza su Yo.

Diferente es la situación del niño que se siente

vacío de una aportación y transmisión afectiva que

le haga sentirse “apegado” (teoría del apego) a un

objeto suficientemente bueno que pueda tolerar

esa “violencia de vida” que el bebé dirigirá hacia la

madre, para que ésta recoja esa violencia, la

metabolice y la desactive, devolviéndosela

transformada en ternura generadora de seguridad.

Es muy frecuente encontrarnos en la actualidad

con padres “asustados”, padres frágiles

narcisísticamente, que no son capaces de incluir a

sus hijos en una normativa que organice límites

(externos e internos) con los que el niño pueda

sentirse protegido y seguro. Actualmente prevalece

un planteamiento de sociedad sin límites y también

de familia sin límites (anecdóticamente señalamos

que en el lenguaje publicitario cada vez es más

frecuente incluir la expresión “sin límites” para

definir la bondad del objeto de consumo a vender:

“placer sin límite” “satisfacción sin límite”, etc), y

cuando no hay límites lo que hay es vacío interno

y sobre todo, confusión. Vacío interno que hay que

llenar compulsivamente de “cosas”, encontrándose

así el adolescente parasitado en su deseo por un

deseo anónimo que, engañosamente identifica

como propio.

La represión, necesaria y saludable, para

organizar el mundo interno se confunde con el

autoritarismo, mezclado con la idea –equivocada-

de que la frustración es contraproducente, e

incluso peligrosa, para el buen desarrollo evolutivo

del niño. En su lugar, se instaura una corriente de

permisividad condescendiente, que lejos de

proteger al niño/adolescente, le va colocando en

situaciones de las que no se puede hacer

responsable. Tiene permiso para hacer actividades

Estudios de Juventud nº 62/03

Violencia y familia

53

Page 52: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

que pueden llegar a ser lesivas, incuso para su

propia integridad física (niños profesionales de las

carreras de motos).

El consumo desaforado de objetos se va

instalando como criterio de vida Así, nos

encontramos con esos niños/as que están en un

permanente reclamo hacia los padres, reclamo no

sólo de objetos materiales, sino también de

costumbres y modos de vida para las que aún no

se dispone de la suficiente capacidad de

comprensión en lo que a significado y

consecuencias puedan dar lugar. Los padres,

inseguros ellos mismos, se transforman en

proporcionadores continuos de cosas y

gratificadores de supuestas necesidades, lo que va

contribuyendo a fraguar la idea de que el Otro no

es sino un medio para conseguir fines. Las

funciones paterna y materna no se transmiten y el

aprendizaje no circula en el campo de conseguir

una verdadera humanización y socialización.

La pareja parental, que muchas veces no es

posible sostener unida, pero también muchas

veces, -aun permaneciendo unida- es difusa y

abdica de sus responsabilidades, no transmite con

suficiente claridad el reparto de roles familiares y

éstos quedan confundidos, con lo que la

estructuración edípica, cuando se instaura, lo hace

débilmente. Los padres no quieren ser padres,

sino “amigos” de sus hijos, colocándose así, en un

lugar que no es el que les corresponde, abdicando

y renunciando a ejercer su función de padres, que,

por otra parte, es reclamada por sus hijos.

La sociedad de consumo se presenta como “La

Gran Madre” dispensadora y gratificadora de

necesidades y deseos, y la omnipotencia infantil se

ve así, alimentada en lugar de frustrada. La

capacidad de espera, mediante la que poder

tolerar la demora en la consecución de los

objetivos, no se presenta como una función a

desarrollar y potenciar, sino que queda elidida y se

coloca en su lugar, la urgencia de la satisfacción

inmediata, “aquí y ahora”.

Por otro lado, la invasión excesiva de estímulos,

imposibles de procesar psíquicamente, da origen a

una saturación interna para las que el niño y el

adolescente no tiene aún recursos organizados

con los que poder dar respuesta. La avalancha de

juguetes con los que, a veces, se sepulta

literalmente al niño, dotados de una tecnología

muy por encima de las capacidades de poderlos

comprender, dado que dicha tecnología es

abrumadora y posibilita acciones para las que no

es necesario comprender la base de su

funcionamiento, facilita la creencia de que los

conocimientos y los procesos cognitivos son

secundarios a la ejecución del “acto”,

presentándose éste casi como algo “mágico”.

Cuando un objeto se estropea o rompe, queda

sustituido, casi de inmediato por otro igual o mejor.

Curiosa y paradójicamente, este avance científico

y tecnológico, a veces, en lugar de dar paso a una

apertura de pensamiento en la línea del proceso

de desarrollo maduro y adulto, decimos que –a

veces- en su uso indiscriminado y carente de

reflexión, viene a entroncarse con el más primitivo

e infantil de los funcionamientos mentales: el que

no tolera la renuncia y recurre a la “magia”, como

hacía el hombre primitivo para explicar aquellos

fenómenos que estaban fuera de su alcance

cognitivo.

El conocimiento, la valoración del trabajo y la

teoría que subyace a cualquier desarrollo

científico, quedan relegado al terreno de lo

“desechable” en identificación con los propios

objetos, las más de las veces, también

desechables.

El adolescente violento es un adolescente

profundamente inseguro, que trata de compensar

en una especie de huida hacia delante, un Yo

frágil, dependiente y amenazado en sus límites y,

por lo tanto, en su identidad. Las conductas

violentas se presentan, así, como un intento de

adquirir una identidad grandiosa y fuerte que

resulta ser una pseudo identidad con la que

intentar protegerse de los duelos de fondo, que no

han podido ser elaborados por no haber podido

ser, ni tan siquiera planteados. ¿A qué duelos nos

referimos? Algunos han sido ya mencionados y

son, digámoslo así, duelos evolutivos normales.

Otros tienen que ver con el sentimiento de soledad

y abandono en que se encuentra el niño que no

recibe la cobertura materna/paterna, tanto en su

Alicia Montserrat Femenia y Mª Teresa Muñoz Guillén

Estudios de Juventud nº 62/0354

Page 53: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

versión deficitaria (niño que no recibe nada) como

en la de sobreabundancia (exceso de “otras”

cosas, pero no, ejercicio de la parentalidad).

En ambos casos, la relación entre conducta

violenta e inseguridad interna creemos que es

fuertemente estrecha, propiciando un sentimiento

de vulnerabilidad del Yo. El Yo se siente

amenazado en su identidad, lo que,

paradójicamente, da lugar a una extrema

dependencia del objeto, dependencia que es

sentida como intolerable porque aquello de lo que

se tiene necesidad, es lo que impide la autonomía.

La necesidad del Otro no es sentida como tal, sino

como una invasión, como un poder que el Otro

ejerce sobre el adolescente, sintiéndose éste

amenazado en su integridad personal, desbordado

por la intensidad de sus emociones internas para

las que no encuentra cauce por las que hacerlas

circular. La única salida que encuentran es la

expulsión violenta y desorganizada al exterior,

actuando así, la fantasía de ejercer un control

omnipotente y un dominio sobre la víctima, control

que es el que no puede aplicarse a sí mismo, a su

propio mundo interno. El adolescente violento,

lejos de estar seguro de sí mismo, utiliza el

comportamiento violento como una prótesis

psíquica que viene a intentar cubrir una gran fisura

de estructuración interna. Siguiendo el

pensamiento de Melanie Klein, diremos que son

niños que no pudieron avanzar de la posición

esquizo-paranoide a la posición depresiva lo que

constituye una importante falla estructural. Según

la conceptualización teórica de Balint, serían

niños/as aquejados de lo que él llamó la “falta

básica”.

En cualquier caso, se trata de restaurar, mediante

la posesión y el dominio sobre los objetos

externos, una identidad que se percibe

amenazada. La violencia, pues, se presenta como

una defensa frente a la amenaza que planea sobre

la identidad del sujeto violento.

Para el sujeto violento, el objeto de su violencia,

es decir, el que sufre y padece el acto violento, es

un sujeto “des-subjetivado” es alguien sin

importancia como sujeto, porque se trata, o es

tratado, como un “objeto”. El adolescente violento,

de alguna manera, se vive “en espejo” con su

víctima y se siente amenazado en un destino

similar. Esta amenaza proviene de las experiencias

vividas en donde fue él, el que se vivió a sí mismo

sujeto “des-subjetivado”, o lo que es lo mismo,

como un objeto.

Todos sabemos de la importancia que para el

incipiente ser humano (el bebé) tienen los vínculos

de apego a sus objetos amorosos, es

característico de la especie humana: la

importancia de la duración y la intensidad de estos

vínculos. El bebé es un emisor de pulsionalidad y

reclama todo aquello que venga a aliviar su estado

de displacer. Si no hay un objeto receptor de esa

pulsionalidad que ejerza como continente de la

misma y propicie el placer de la actividad mental,

en sustitución de la autoestimulación física, el niño

precozmente carenciado, desarrollará una

actividad de búsqueda de sensaciones que

conllevan una dimensión autodestructiva. Sin ese

objeto receptor y transformador, la pulsionalidad no

es más que violencia en busca de contención y de

límites. Nos parece muy interesante el

pensamiento de Ph. Jeammet cuando dice que no

existen más que dos vías para sentirse existir. La

vía de las sensaciones y la vía de las emociones.

La de las emociones es la que da lugar a la

interiorización de los afectos modulados por la

calidad del intercambio relacional que haya habido

y da lugar al establecimiento de vínculos. La vía de

las sensaciones se origina como sustituto de los

fracasos relacionales, y la sensación hace

contactos pero no vínculos. ¿No diremos, acaso,

que los comportamientos violentos no vienen

marcados por una búsqueda de sensaciones que

no permiten hacer un lugar a lo emocional?

La violencia más eficaz es aquella que constituye

una violación a las mentes en formación, es decir,

a las de los niños y adolescentes. Así, el niño que

padeció la violencia de no encontrar donde

depositar su insatisfacción y displacer, y recibe en

lugar de la función transformadora una avalancha

de objetos materiales que taponan el acceso a una

capacidad moderada de tolerancia a la frustración,

está insertado -todos lo estamos- en una cultura

de la violencia. Las imágenes de agresión son

Estudios de Juventud nº 62/03

Violencia y familia

55

Page 54: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

demasiados frecuentes en el entorno y, en

ocasiones, dado el realismo con el que se

presentan, es difícil separar ficción de realidad. De

nuevo el límite es muy impreciso.

La familia puede ejercer sobre sus miembros y

descargar en ellos una violencia que configurará

sus personalidades y sus modos de situarse ante

la vida. Hay un tipo de violencia activa, cruel,

brutal. Un importante número de niños –uno sólo,

ya sería demasiado– muere a manos de sus

progenitores (no podemos ni queremos llamarles

padres), otros muchos sufren agresiones directas,

castigos corporales… es la violencia agresiva en

estado puro. En esta comunicación hemos querido

traer a debate, otra clase de violencia, no es la

violencia por acción sino por omisión, no por

exceso sino por defecto. Es lo que consideramos

actitud violenta hacia los hijos, aunque socialmente

pueda incluso aparecer como entrega. Es la

violencia de dar demasiado para no tener que dar.

Es la violencia de permitir sin límite, disfrazando

esa permisividad de actitud tolerante para encubrir

el miedo que a algunos padres les produce vivirse

a sí mismos como seres adultos.

Padres/niños con personalidades infantiles y que

no facilitan el acceso de sus propios hijos a la

madurez, o -al contrario- padres que instalados en

esos posicionamientos infantiles, convierten a sus

hijos en “padres de ellos mismos”. En cualquier

caso, confusión de roles, seducción perversa y

relaciones familiares, unas veces demasiado

adhesivas y pegajosas y otras, ausentes, carentes

de la envoltura que permite poner en marcha la

autoestima narcisista necesaria para actuar como

organizadora y preservadora de la vida.

Recapitulando y recogiendo lo dicho hasta ahora,

queremos señalar lo importante que nos parece

considerar la violencia que se ejerce desde el

grupo familiar cuando éste no es capaz de actuar

como tal, es decir, conteniendo y tramitando la

pulsionalidad infantil que, como ya hemos dicho,

es esa otra violencia que está puesta al servicio de

la vida. En su lugar, las funciones protectoras que

deben ejercer los padres, se trasladan,

quedándose el niño/a con “huecos afectivos” que

no sabe cómo llenar. Algunos jóvenes intentarán

cubrirlos más adelante con indumentarias

protésicas (clavos, botas, objetos duros…),

corazas con las que intentar cubrir la fragilidad

interna y de paso, aprisionar los sentimientos de

culpa para no tener que entrar en contacto con

ellos.

Viñetas clínicas

Presentaremos a dos pacientes cuyas

coincidencias y divergencias pueden ilustrar las

descripciones teóricas hechas hasta aquí y poder

así delimitar este campo del tipo particular de

violencia.

Irene es una adolescente que acude a consulta

traída por su padre a la edad de catorce años.

Margarita viene con su madre y tiene quince años.

Así pues, ambas están atravesando la

adolescencia media y ambas son hijas de padres

separados. El hecho de venir con uno solo de los

padres, sin el otro progenitor, es denunciado como

signo -por parte de ambos- de un resentimiento

hacia el otro cónyuge, que nunca se hizo cargo de

su respectiva hija. Obedecía esto a la mala

relación que había existido entre ellos, y que

persistía después de haberse separado.

El padre de Irene se cansó de ver a su mujer

“tirada en el sofá viendo la TV” mientras él se

ocupaba de todo. La separación se produjo hacía

cuatro años. Durante los tres primeros, Irene le

telefoneaba con frecuencia llorando y pidiéndole

que volviese. Hace un año Irene cambió y se

convirtió en “otra”. Tiene un novio de veintiún años

que no es del agrado de sus padres y con el que

mantiene relaciones sexuales. Está “tirada en la

cama”, dice el padre -igual que su madre- y sus

resultados escolares son deficientes. Coincidiendo

con el cambio que estaba mostrando Irene, su

madre es operada de un cáncer de útero y su

padre se ocupaba y cuidaba de ella, dándose

entonces una mayor aproximación entre ambos.

Contaba cuatro años Margarita cuando sus padres

se separaron. Alrededor de diez cuando su padre

se casó y tuvo otra hija, mientras que su madre se

emparejaba con otro hombre, relación que

Alicia Montserrat Femenia y Mª Teresa Muñoz Guillén

Estudios de Juventud nº 62/0356

Page 55: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

mantiene en la actualidad. Desde entonces el

contacto con su padre ha ido deteriorándose hasta

el punto de que ahora apenas lo ve, si bien acude

con frecuencia a casa de los abuelos paternos. El

padre ha dicho que está esperando que cumpla

los dieciocho años para no tener que hacerse

cargo de sus gastos. De todas formas, con

frecuencia no se responsabiliza de los pagos

estipulados. La madre dice que Margarita es como

su padre, un trasto que no colabora para nada con

ella, y que desde pequeña ha tenido que hacerse

cargo de darle todo como al padre. El actual

trabajo del padre de Margarita, fue gestionado por

la madre, ella siempre ha tenido que “subvencionar

a este hombre, que es como un niño”, manifiesta,

“igual que mi hija”. Mientras que Irene aparenta

tener más edad, Margarita se presenta regordeta y

aniñada, pero denota sus buenos resultados

escolares en una conversación más

intelectualizada.

El motivo de consulta en ambos casos es “el

cambio de carácter violento”, que han

experimentado: de ser niñas dulces y agradables

han pasado a mantener con sus padres relaciones

de peleas, protestas y enfrentamientos continuos,

con episodios de haber -incluso- arrojado objetos

violentamente a los padres y haber tenido que

intervenir para separarlas en peleas con

compañeras.

Irene dice: “hasta los dieciocho años no merece la

pena vivir”.

Margarita fantasea: “cuando sea mayor seré rica,

no necesitaré nada de nadie. A mi padre sólo lo

necesito para que me pase la mensualidad”.

Estas frases evidencian las fantasías negativas

que ambas tienen acerca del significado del

crecimiento, tal y como lo han enunciado diversos

autores.

En el caso de Irene, refleja su fragilidad, y en

compensación, aparecen defensas enmascaradas

en una pseudo adultez y en sus actitudes

violentas. Su salida del mundo infantil a través del

enamoramiento de un chico significativamente

mayor para ella, no es, sino una pseudomadurez.

Cree lograr de esta forma una adaptación social,

intentando borrar la sensación de haber sido

engañada y traicionada por la intolerancia de sus

padres respecto a sus necesidades infantiles

(Meltzer, 1990). Esto supone también una

dificultad en las identificaciones, lo que implica un

obstáculo en el desasimiento de los objetos

primordiales. Desde el punto de vista de las

defensas, utiliza la negación: “Hasta los 18 años

no vale la pena vivir”.

En Margarita, la cuestión es la contraria. En ella,

vemos una imagen de niña que no aparenta los 15

años que tiene. No quiere atravesar el tiempo,

llegará a los 18 para que su padre no siga

haciéndose cargo de ella, económicamente.

También huye de distintas maneras hacia los 18

años, quedando congelada en el tiempo de la

infancia con la fantasía omnipotente de que

crecerá como las flores, y que a esa edad mítica

de los 18 años no necesitará a nadie. “no me

gusta el chalet de mi madre y de Manolo, y para

colmo está mi abuel…, aunque pensándolo bien,

prefiero a mi abuela que a mi madre. Salir de

compras con mi abuela es más divertido, ella dice

que si fuera joven se vestiría en las tiendas en las

que yo voy a comprar mi ropa, mi madre en

cambio, es horrible…sólo piensa en que la ropa no

sea cara…y luego…la vergüenza de ir con ella, es

fea y se viste mal…no”.

Nos interrogamos ¿cómo es el funcionamiento de

estas familias en las que emergen estas chicas

que vienen a consulta, una con catorce años y la

otra con quince, con conductas manifiestas de

actitudes violentas, y con una imagen corporal que

se presenta como de dieciocho -o al contrario en

el caso de Margarita- con una imagen corporal de

niña que empuja en el sentido regresivo?

En ambos casos nos encontramos con una

excesiva permisividad en los vínculos con los

padres y abuelos, que más que padres que

contienen, sostienen y limitan el crecimiento,

constituyen padres con una imagen de seudo

colegas: una madre enferma “tirada” en el caso de

Irene, y un padre ausente y una madre que

suministra manutención, pero no otras cualidades

afectivas primordiales para desarrollarse, en el

caso de Margarita. Tampoco, la abuela de

Margarita se puede sostener con un vínculo capaz

Estudios de Juventud nº 62/03

Violencia y familia

57

Page 56: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

de dar regazo al crecimiento de su nieta, y

aparece como un vínculo que niega las diferencias

de generaciones en esa manera de asemejarse a

una adolescente en sus vestimentas.

Con estos ejemplos queremos ilustrar, aunque

sea someramente, una modalidad relativa al tipo

de violencia del que venimos hablando.

Es importante aclarar que si bien, estos

fragmentos clínicos traen situaciones en las cuales

está en juego la separación de los padres, este

tipo de violencia se da también en situaciones con

padres conviviendo juntos.

En cualquier caso, destacaremos ciertos

elementos característicos:

* Un movimiento de odio que se dirige de uno de

los progenitores al otro quedando el hijo/a

incluido en algún punto de ese recorrido.

* El hijo/a queda adherido al progenitor hacia el

que se dirige el movimiento agresivo,

produciéndose un acople con él, y no es

infrecuente que el odio destinado a el (padre o

madre), haga eclosión en momentos

especialmente importantes para el hijo/a.

Para poder aislar este elemento de violencia que

interviene en estos casos, nos interesa profundizar

en dos cuestiones: cuál es la naturaleza del

conflicto entre los padres y cuál es el lugar o

función del hijo/ a en la economía psíquica de

éstos.

Y a manera de epílogo, dos palabras sobre

nuestro lugar como psicólogos clínicos:

¿Cuál es entonces, la distancia óptima a construir

en el espacio psicológico de nuestras consultas?

Podríamos decir que será intentar ligar esta

violencia, que ha sido conformada en los espacios

privilegiados de las configuraciones familiares, sin

caer en abordajes que violenten a ambos polos a

tratar, perpetuando así la violencia destructiva o

des-subjetivante que no se ha podido simbolizar y

se suelda en pactos patológicos que obstaculizan

la estructuración de un psiquismo en constitución

(el del niño y/o adolescente) fracasando, entonces,

la elaboración de la violencia fundamental de la

que hemos hablado y que es la que está puesta al

servicio de la vida. En lugar de ello, se actúa en el

cuerpo del hijo el odio, máximo exponente del

triunfo del yo sobre el otro.

Es central considerar que el sufrimiento del niño y

del adolescente tiene que ver con el impacto

global que representa su grupo familiar como el

grupo social primario, y desde ahí, lo que emergen

son situaciones en las que niño o adolescente

aparecen cumpliendo el rol de portavoz de las

complejas tramas de esos vínculos, tejidos en

configuraciones de violencia y de no simbolización

de la violencia primaria tal como fue explicitada por

J. Bergeret.

BIBLIOGRAFÍA

• Aberasturi, A. y Knobel, M. La adolescencia normal Paidos 1977.• Bauleo, A (1997) Psicoanálisis y Grupalidad. Clínica de los

nuevos objetos Ed. Paidos.• Bion, W. (1962) Aprendiendo de la experiencia Ed. Paidós.• Jeammet, Philippe Documentos internos A.P.M. Diciembre 2002.• Guignard, F. (2003) “En el núcleo vivo de lo infantil. Reflexiones

sobre la situación analítica”. Ed. Biblioteca Nueva.• Freud, S. (1985) El proyecto de una Psicología para neurólogos

Ed. Amorrortu (1900) La interpretación de los sueños Ed.Amorrortu.

• Green, A. (1993) La nueva clínica psicoanalítica y la teoría deFreud, Aspectos fundamentales de la locura Privada, Ed.Amorrortu.

• Laplanche, J. D. y J. B. Pontalis (1981) Diccionario depsicoanálisis Ed. Labor.

• Monserrat, A. y otros (2000) Trabajo de pensamiento. Desde laperspectiva psicoanalítica Revista A.P.M. Nº 33, octubre 2000.

• Pichon Rivière, E. La Psiquiatría, una nueva problemática delPsicoanálisis a la Psicología Social. Buenos Aires, Nueva VisiónTomo II 1983.

• Utrilla, M. (1999) ¿Son posibles las psicoterapias en lasInstituciones? Ed. Biblioteca Nueva.

Alicia Montserrat Femenia y Mª Teresa Muñoz Guillén

Estudios de Juventud nº 62/0358

Page 57: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Nuestro trabajo es una reflexión sobre los agentes de la violencia escolar. En cada clase, en cada centro

existen alumnos que juegan papeles diferentes alrededor del tema común de la violencia. Unos son verdugos

y otros víctimas. Entre ellos la mayoría de los alumnos, que participan pasivamente con proximidad a los

violentos que expresan sentimientos que ellos no se atreven a reflejar. Desde los primeros cursos niños y

niñas se identifican con alguno de los personajes. Su identificación tiene que ver con su propia historia y el

ambiente familiar.

Los profesores deben conocer a sus personajes para que su papel en el terreno de la violencia pueda permitir

aclarar los sentimientos subyacentes y los roles de sus alumnos. Planteamos la posibilidad de formación del

profesorado en técnicas de resolución de conflictos frente a las situaciones violentas.

59

E L T E M A

LOS ACTORES DE LA VIOLENCIA ESCOLAR

Ignacio Avellanosa CaroPsiquiatra Infantil

Bárbara Avellanosa PeñaPsicopedagoga

E scribimos este artículo dos personas con

prácticas diferentes: una psicopedagoga

que trabaja en un medio educativo y un

psiquiatra que trabaja con niños y adolescentes

a los que atiende en un hospital. Vemos a los

niños y a los adolescentes en dos medios

diferentes, en una situación que podemos llamar

normal y en otra en la que se sobreentiende que

están porque algún problema lo hace necesario.

Nuestros puntos de vista son pues diferentes y,

esperamos, complementarios. Nuestro tema es

uno: la violencia y su expresión en estas

edades.

La violencia forma parte de algo que vemos con

frecuencia. En la calle o en el instituto, en los que

la sufren y en los que la actúan. Violencia que

dificulta las relaciones en la familia o en la

comunidad educativa.

El tema es amplio y complejo y las maneras de

abordarlo varias. Hemos escogido una

aproximación descriptiva que permita reconocer a

los actores del drama.

Secuencia

Alberto es un adolescente alto y fuerte, sabe que

su familia le adoptó cuando era pequeño y al

parecer no ha querido saber nada de su familia

biológica. Con sus padres adoptivos la relación es

difícil desde hace años y cada vez lo es con mayor

frecuencia. A ellos les gustaría que estudiara algo

más, que no fumara y, lo que más, que no tuviera

esa actitud despótica en la casa con la que les

tiraniza y les amarga los días. En el instituto no

plantea problemas porque la institución ha

decidido no tenerlos “mientras él no los cause ”.

Cuando le llamaban la atención porque no atendía

o no hacía los trabajos se ponía provocador y se

llegaba a situaciones desagradables que los

profesores evitan dejándole a su aire mientras no

sea muy molesto. Los padres piensan que los

profesores no le entienden, que son muy exigentes

y no le hacen caso.

En la consulta psiquiátrica donde acude por la

preocupación de los padres, pero no a

Page 58: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

regañadientes, cuenta: “ Ayer nos reímos en el

colegio… hay un chico en mi clase que es tonto y

no se entera de nada y nosotros le tomamos el

pelo. Le quitamos el bolígrafo o el bocadillo y

cuando lo busca nos lo pasamos unos a otros

hasta que se pone a llorar. Luego llega el profesor

y le castiga porque se le encuentra en el suelo

buscando sus cosas. Ayer le metimos en el vater y

le dijimos que íbamos a jugar a la muerte. Es un

juego en el que alguien se tiene que levantar y

agachar deprisa y unas cuantas veces seguidas,

después le aprietas en el cuello y se cae al suelo

como muerto. El no decía que paráramos aunque

ponía un poco cara de miedo, pero se agachaba y

levantaba cuando se lo decíamos. Después

cuando se cayó al suelo, parecía que le había

dado un ataque porque movía los brazos y las

piernas de forma rara. Le dimos unas patadas

para que se despertara y luego nos fuimos todos

corriendo y le dejamos allí y el profesor que se

enteró ha dicho que va a expulsar a Mateo. Yo no

le pegaba; estaba allí, le miraba y me reía porque

era de risa las cosas que hacía con las manos”.

Alberto contaba esto sin al parecer, tener ningún

sentimiento de compasión por el compañero.

Había disfrutado con la experiencia y con poder

compartirla con algunos de sus amigos.

----------

¿Cómo es posible tal expresión de sadismo? Se

ha dicho que los niños son crueles y es cierto.

Con una crueldad que a veces va más allá de la

rabia lógica de algunos momentos o de la

defensa frente a una agresión sufrida. Una

crueldad que implica disfrutar del dolor del otro.

No es algo nuevo. La literatura, el cine, la historia

han hablado de ello. En los grupos sociales

algunos que se sintieron más fuertes o que no se

querían reconocer débiles se convirtieron en

verdugos de otros sin más sentencia que sus

propios sentimientos. Las víctimas lo fueron

porque eran más débiles, más pobres o más

ignorantes. O porque su piel o su religión no eran

las elegidas.

El instituto o el colegio son espacios sociales que

reproducen formas sociales. Como la ciudad o

algunos espectáculos son también lugares que

dan cabida a sentimientos adolescentes llenos de

conflictos.

Cada adolescente es un mundo diferente y

peculiar pero en todos hay algún elemento común

que podemos reconocer: la necesidad de

encontrar su propia identidad.

La búsqueda de la identidad adolescente se hace

imaginándola semejante a la de cualquiera de sus

ídolos, con su peinado y sus gustos, como una

identidad positiva o justo en el lado opuesto como

una identidad en contra de lo que sus padres

querrían para él, a veces alternando entre lo que

admira y lo que teme. Sus compañeros son una

ayuda en esta manera de reconocerse cuando ven

en ellos aquello que le gusta, sus canciones, sus

manías o la manera de vestir y pensar; y pueden

ser un conflicto cuando ven en los otros aquello

que más odian de sí mismos. Cuando agrediendo

al otro parecen superar los conflictos que no

pueden reconocer.

La víctima

Está perdido, es víctima desde que lo recuerda y

los demás lo reconocen porque es más tímido y

tiene miedo; del profesor, de los compañeros de la

hora del recreo que le enfrenta con ellos.

La víctima lleva un cartel que lo anuncia. Frente a

la primera broma, que no esperaba, no sabe como

reaccionar y da pistas al resto; sólo muestra el

sufrimiento y nada de la rabia que también siente.

Algo le sucede; es más débil, más torpe o con

más problemas. Se da cuenta de que es así pero

no sabe cómo solucionarlo. Cada mañana ir al

Instituto es un sufrimiento que sólo él conoce y

además no puede hablar con nadie porque sería

una manera de reconocer su fracaso; ni siquiera

con sus padres porque tampoco quiere que ellos lo

sepan, por miedo o por pudor.

En casa es un chico que habla poco y pasa mucho

tiempo en su cuarto. Si tiene hermanos menores

ellos recibirán la rabia que en el colegio se tragó.

Los padres han sido sobreprotectores. Le han

visto débil y han intentado construirle un mundo

amable. Le han hecho los deberes cuando a él no

Ignacio Avellanosa Caro y Bárbara Avellanosa Peña

Estudios de Juventud nº 62/0360

Page 59: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

le daba tiempo porque temía el castigo y han

llamado a otros padres para buscarle los amigos

que al final no ha tenido. Ignoran muchas de las

cosas que suceden en el colegio y no entienden

por qué pasa tanto tiempo en su cuarto o es tan

agresivo con sus hermanos. Se dan cuenta de que

algo sucede pero piensan que es cosa de la edad

y que ya pasará. Interiormente tienen la sensación

de que su hijo es menor de la edad real que tiene

y están contentos de que así sea aunque no lo

aceptarían si alguien se lo dijera.

Para los profesores pasa desapercibido, no

molesta. No va bien en los estudios pero tampoco

mal y va pasando los cursos sin dar guerra.

Alguna vez le han llamado la atención por su

pasividad y parece reaccionar por poco tiempo.

La víctima lo pasa mal en su papel pero no sabe

cómo salir de él. Opta por acercarse al verdugo

para ver si éste le acepta y así dejar de ser

siempre víctima. No suele dar resultado pero si las

circunstancias le permiten cambiar de papel, la

víctima puede ser más peligrosa que cualquier

verdugo porque a sus víctimas les hará pagar

todos sus sufrimientos.

A la víctima hay que buscarla para ayudarla.

El verdugo

No es buen estudiante y tiene claro que no le

gusta estudiar pero quiere marcar territorio. Es de

los mayores de la clase o tiene aspecto de serlo y,

en cualquier caso, él o ella quieren sentirse

mayores y sus identificaciones son con los de los

cursos superiores. El tabaco, las pastillas,

maquillarse, enfrentarse a los profesores, son

marcas de una identidad conseguida no sin

esfuerzos.

Necesita dos cosas el verdugo: una víctima y un

grupo que le reconozca como autoridad en lo

suyo. Una y otra cosa van unidas. Agredir a la

víctima es avisar de su existencia: o se está

conmigo o se está contra mí y ateneros a las

consecuencias. Es un mensaje que se hace oír en

los primeros días del curso y que le otorga el papel

que deberá defender convirtiéndose en jefe del

grupito y obligándose a serlo y a defenderlo el

resto del curso.

En casa es un chico o chica difícil. Podía serlo ya

desde niño: inquieto, enfadado cuando no se salía

con la suya. Egoísta, en sus demandas no

toleraba las esperas. Cuando quería algo parecía

estar en su derecho de tenerlo inmediatamente.

Su pensamiento reflejaba la omnipotencia que los

demás terminaban por permitirle.

Más adelante, en casa, se peleaba con su madre

a la que podía insultar porque no se sentía querido

y esa noche querer dormir con ella porque tenía

miedo. Con el padre podía tener más respeto

aunque las personas que les conocían pensaban

que más que respeto era miedo a que pudiera

quitarse el cinturón cuando se acababa su

paciencia.

Se ha dado cuenta de que la violencia tiene su

recompensa y que lo que no se tiene se puede

coger si alguien lo permite. Pedirle, por ejemplo,

algo a un compañero para que pueda entrar en su

grupo y sentirse a salvo de sus agresiones o de

las de los otros. Cuando ya se ha adquirido

“prestigio” ni siquiera hay que explicar, sólo saber

a quién se puede pedir.

A veces disfruta con la violencia que ejerce, con

ese sentimiento de poder que desde niño le ha

permitido tener lo que desea, con la sumisión del

otro o con la admiración del grupo que no se

atreve a hacer lo que él pero le anima desde la

distancia.

Para los profesores son alumnos imposibles que

van de colegio en colegio y de expediente en

expediente sin aceptar ninguna autoridad.

Acercarse entrando en el reto que él plantea es

llevar las de perder porque el profesor deberá

controlar sus actos. Si se es duro él lo será más,

si blando lo aprovechará para salirse con la suya.

Intentar acuerdos con él permite pequeñas

treguas que generan esperanzas pronto

decepcionadas.

El verdugo sabe que no necesita ayuda porque

pedirla sería admitir lo que más teme: que su

omnipotencia no es sino el disfraz que le protege

de todos los miedos de los que ni siquiera sabe.

Sólo en el límite del conflicto y cuando ya todo

Estudios de Juventud nº 62/03

Los actores de la violencia escolar

61

Page 60: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

parece estar perdido acepta que a lo mejor está

equivocado.

Los espectadores

Son el grupo que sigue al verdugo. No se atreven

a serlo directamente pero participan de la

ceremonia y a través de ella expresan todos sus

sentimientos agresivos; aquéllos que les acercan

al verdugo. Tienen claro que no quieren ser

víctimas y no tanto que deseen ser verdugos.

Desde una mayor o menor distancia participan de

lo que sucede. Algunos tan cerca que le

disputarán al verdugo el papel principal ocupando

su lugar o aprendiendo los trucos que les

permitirán ejercer de tales en otro contexto

¿quizás en vacaciones?. Los que están más lejos

se sienten mal consigo mismos cuando participan

de la violencia. Les disgustan algunos aspectos o

todos de la violencia que ven pero todavía temen

más poder ocupar el lugar de la víctima y eso les

obliga a mirar para otro lado. Sonríen al verdugo

cuando éste les mira directamente y ayudan a la

víctima cuando nadie les ve. En el mejor de los

casos avisan al profesor de lo que está ocurriendo.

Son el grueso de la clase.

Los héroes

Es palabra mayor la de héroe pero hay que serlo

para plantar cara al verdugo y asumir los riesgos

de ese gesto y tragarse el miedo. Lo más heroico

es saberse con miedo pero con la voluntad de no

permitir que un compañero sea maltratado. No son

muchos y hay que cuidarlos.

En su familia le han hablado de víctimas y

verdugos y eso le ayuda a tener algunas cosas

más claras o quizás no y son sus impresiones de

injusticias cercanas lo que le hace sentirse más

cerca del que es maltratado. Algo probablemente

le distingue y es la virtud de poder ponerse en el

lugar del otro. Puede ser incluso uno que fue

verdugo y que venció el miedo que le llevaba a

agredir y comprende el dolor de la víctima. Con él

pueden contar los profesores para intentar

controlar a los agresores. No, desde luego, para

que haga labores policiales que ni le gustan ni le

corresponden pero sí para, apoyándose en él,

contribuir a que el grupo pasivo entienda la

necesidad de ponerse en el lugar del otro.

Flash back

Un niño de infantil- tres años- entra en su aula

corriendo después del recreo y tira algunos

abrigos. La maestra le pide que los recoja y él no

hace caso. Insiste la maestra diciéndole al niño

que si no los recoge no podrá participar en la

actividad que van a realizar a continuación. El niño

tira los lápices y papeles preparados para dicha

actividad. La profesora vuelve a insistir y el niño la

insulta. Al final le sienta en la silla y él la agrede

con una pataleta.

En un aula de infantil hay una pizarra que se utiliza

como recurso material y didáctico en multitud de

ocasiones. Para los niños este recurso es de gran

interés y atracción y en los breves momentos en

los que la profesora se ausenta de clase ellos

cogen las tizas para dibujar y escribir. Al final

todas las tizas acaban por el suelo rotas

(literalmente hechas polvo). La primera reacción

de la profesora es echar una bronca general

diciendo que no se pueden coger las tizas. No da

ningún resultado, los niños siguen cogiendo las

tizas. Tratando de resolver el conflicto de otro

modo (realmente no hay muchas tizas y es

importante para todos que no terminen por el

suelo) se le ocurre a la profesora dejar unas pocas

tizas para realizar actividades plásticas con ellos y

así disuadirles de usar otras tizas. Esto tampoco

funciona. Ante tal situación la profesora opta por

pedirles ayuda a los niños. Les expone el

problema que se creaba si ellos utilizaban sus

tizas ya que entonces no tendrían material para

poder realizar ciertas actividades que a ellos les

encantaban. La profesora propone que, entre

todos, se den ideas para resolver el conflicto y que

se van a ir anotando en la pizarra para luego elegir

aquellas que parezcan las mejores. Entre las

Ignacio Avellanosa Caro y Bárbara Avellanosa Peña

Estudios de Juventud nº 62/0362

Page 61: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

sugerencias están varias propuestas de comprar

más tizas o de traer otras de su casa. El problema

era que esa mejora sería temporal ya que no

podrían traer tizas siempre que la profesora las

necesitara. Sugieren entonces que tendrían que

traer un bote para meter allí las tizas y explican

cómo debería de ser el bote, con tapa y donde se

debería colocar, el poyete de la pizarra. Se compra

el bote que los niños aceptan y se colocan en él

las tizas. Nunca más volverán a plantear conflicto

las tizas.

Desde los niños más pequeños, desde los

primeros cursos de la enseñanza se van marcando

las características de los personajes que seguirán

actuando como tales si antes alguien no hace algo

para que no sea así. Pronto un niño adopta el

papel de víctima y otro se aprovecha de él.

Cuando, en estas edades, la profesora o el

profesor son conscientes de ello las posibilidades

de que los roles cambien son mucho mayores y

por esto la responsabilidad y el trabajo de

prevención debería comenzar en el comienzo de la

educación.

La violencia escolar es la expresión en un espacio

y un momento concreto de las personalidades del

grupo escolar. Adolescentes que por su propia

edad necesitan confrontarse con ellos mismos y

con los otros; profesores con buena voluntad pero

superados por las circunstancias y que no se

sienten apoyados, familias que confían al colegio

su obligación de educar. Niños pequeños que

tratan de imponer su voluntad.

Si trasladáramos los estereotipos de alumnos aquí

vistos a ciertas situaciones sociales veríamos a los

mismos personajes, víctimas y verdugos, en

cualquier tiempo y lugar. Una parte sirviéndose de

la fuerza para avasallar a un grupo más débil y la

gran mayoría que prefiere pensar que ese

problema no le atañe.

Todo lo que sirve para resolver conflictos

sociales es útil en el medio escolar: la palabra,

el respeto a los otros y a sus opiniones, el

derecho a no ser maltratado ni física ni

psicológicamente.

El método que nosotros proponemos es el de la

clarificación de las conductas y los medios para

conseguirlo, varios. En términos generales se trata

de ir desde la teoría a la práctica concreta.

La teoría

Es todo. Lo que se estudia, lo que se lee y lo que

está de moda o en el candelero y, lógicamente,

depende de la edad. Puede servir un episodio de

la historia de España o la dinámica de la suma y la

resta, siempre que se logre encandilar al auditorio;

esta es la gran dificultad y no cabe explicar aquí

como hacerlo. Suele ser más fácil cuando el tema

es más cercano a los intereses de lo que son sus

conversaciones en el recreo: algún acontecimiento

deportivo o social, una serie televisiva, sus

intereses. Poner orden en esto es encontrar el

espacio de respeto que ayuda a entenderse. Es

también la posibilidad de reconocer a los distintos

personajes de nuestra anterior historia; reconocer

al verdugo, a la víctima y al héroe o a aquéllos que

más se les parecen. En muchos casos, si es

posible, tanto el verdugo como la víctima deberían

recibir una atención específica en salud mental.

Conseguir que estos alumnos acepten esta

recomendación no es sencillo pero es

responsabilidad de los profesores al menos

hacérselo saber a los padres que, con frecuencia,

son o quieren ser ignorantes del problema

La violencia física en edades tempranas es un

modo de expresión de sentimientos que pueden

ser de lo más variado: rabia, pena, miedo,

inseguridad, posesión-poder, e incluso alegría o

excitación.

En estas edades los conflictos, por pequeños que

nos puedan parecer, tienden a resolverse con

violencia física. Sería muy interesante que como

maestr@s y dentro de la función de educadores

integrales tratáramos de educar en la resolución

de conflictos –sin ejercer nuestra autoridad para

terminar el conflicto antes de haber discutido las

características de éste– y, de esta manera, ayudar

a entender que es posible expresar los

sentimientos de otro modo.

La importancia de estos aprendizajes viene dada

porque los papeles que se toman en los conflictos

Estudios de Juventud nº 62/03

Los actores de la violencia escolar

63

Page 62: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

tienden a ser interiorizados y es corriente que en

la adolescencia quede fijada una conducta que

responda a esa idea- ser una víctima o un

agresor- y esto condicione las relaciones con los

otros. No podemos olvidar al grupo de

observadores que, desde su imparcialidad por

miedo o inseguridad, no intervienen en el conflicto

y, en cierto modo, legitiman la violencia de la que

son testigos sin llegar a participar activamente

evitándola.

La práctica

Planteamos como práctica para manejar la teoría

el grupo de trabajo. Un grupo que puede ser de

muchas maneras: grupo de discusión sin más,

grupo de clarificación con trabajos específicos

sobre temas de violencia o relacionados o, el que

más interesante nos parece: grupo que trabaje con

técnicas dramáticas en las que los alumnos

jueguen roles diferentes. Se trata en definitiva de

que puedan llegar a manejar internamente lo que

hemos hablado es el primer problema para

establecer relaciones sociales respetuosas:

ponerse en el lugar del otro. Este tipo de grupo de

trabajo puede formar parte de la educación

general en algunos cursos y hacerse en el centro,

con profesionales del centro, o responder a un

momento conflictivo concreto y ser llevado por

profesionales ajenos. A veces es más fácil,

especialmente para los alumnos algo mayores,

que este tipo de ayudas se den en un medio o con

unas personas ajenas al propio colegio o instituto

porque van a poder expresarse con mayor

tranquilidad.

Seguramente no tiene ningún sentido que

todos los profesores tengan la capacidad y la

oportunidad de ofrecer a sus alumnos estas

prácticas, primero porque no es necesario y

además porque requieren una formación

previa que no todos van a tener; pero sí se

debería garantizar alguna experiencia de este

tipo a lo largo de la enseñanza y

especialmente en el comienzo de la

adolescencia y, desde luego, siempre que una

clase o un grupo plantee problemas serios de

convivencia.

Ignacio Avellanosa Caro y Bárbara Avellanosa Peña

Estudios de Juventud nº 62/0364

Page 63: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Suele verse la violencia en la escuela como un problema en aumento. Sin embargo, las observaciones o

explicaciones a menudo aparecen sesgadas sin diferenciar términos próximos como agresión o maltrato, o

reduciéndolos a una de sus acepciones (agresión física), todo lo cual hace más difícil lograr una comprensión

de los diversos problemas y su distinta relevancia en la situación actual. En este trabajo, tras una definición de

los distintos fenómenos, se presentan las percepciones de estudiantes y profesores acerca de la victimización

entre escolares, como tipo particular de agresión, a partir de diversos estudios en los que han participado los

autores, que permiten integrar distintas perspectivas del problema: el estudio nacional incluido en el Informe

del Defensor del Pueblo, un estudio de caso acerca de la situación en una ciudad y un estudio retrospectivo

acerca de las experiencias de victimización vividas en el pasado escolar.

Palabras clave: violencia escolar, maltrato por abuso de poder, clima de convivencia.

Agradecimientos: Las investigaciones mencionadas han sido financiadas respectivamente por la Oficina del Defensor del

Pueblo junto con el Comité Español del UNICEF, el Ayuntamiento de Alcobendas y la Comunidad Europea, dentro de su

programa TMR (CT97-0139).

65

E L T E M A

LAS DISTINTAS PERSPECTIVAS DE ESTUDIANTES Y

DOCENTES ACERCA DE LA VIOLENCIA ESCOLAR

Cristina del Barrio, Ángela Barrios, Kevin van der Meulen y Héctor Gutiérrez

Universidad Autónoma de Madrid

En los últimos años se menciona una y otra vez en

distintos espacios un supuesto incremento de la

conflictividad, cuando no de la violencia, en los

centros educativos, principalmente en la etapa de

educación secundaria obligatoria. La impresión de

este aumento quedaba bien reflejada en el estudio

nacional incluido en el Informe del Defensor del

Pueblo sobre violencia escolar. La mitad de los

jefes de estudio1 de los 300 centros

representativos examinados así lo señalan aun

cuando la importancia atribuida a estos conflictos

de convivencia es menor que la atribuida a otros

problemas de su experiencia docente (Defensor

del Pueblo, 2000).

Pasa algo curioso con los fenómenos que tienen

que ver con conflictos y la escuela. En muchos

casos producen reacciones que van del

desasosiego hasta la alarma clara, alarma que a

menudo trasciende las paredes de la escuela y

toca los medios de comunicación y las

conversaciones de sobremesa. En otras

ocasiones se encuentran reacciones de

minimización de los problemas que implican

relaciones negativas, o un clima de convivencia

enrarecido, señalando que hay otros problemas

más importantes. El primer tipo de reacciones

aparece más a menudo cuando los episodios de

conflicto suponen conductas violentas,

consideradas más graves, o hay adultos

implicados en el conflicto, normalmente como

objeto de una acción negativa hacia ellos.

Entonces se habla del aumento de la violencia

1El uso de masculino genérico tiene siempre en cuenta lareferencia conjunta a hombres y mujeres, salvo cuando seespecifica las diferencias de género.

Page 64: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

en los centros y se tiende a confirmar dicho

aumento con cualquier conflicto cotidiano.

El segundo tipo de reacciones surge a menudo

cuando el conflicto implica sólo a estudiantes.

Entonces se habla de que son procesos de

desarrollo que ellos tienen que resolver, que así

maduran, y otra serie de justificaciones.

Probablemente uno y otro tipo de reacciones

son un obstáculo para la comprensión,

intervención y prevención de los fenómenos

que las originan. Considerar violencia cualquier

conflicto, cualquier conducta que no se atenga

a normas explicitadas o esperables, cualquier

provocación, cualquier gesto que atente al

necesario respeto entre los miembros de la

comunidad educativa no ayuda a mejorar el

clima de convivencia de un centro. Son

conflictos, pero no necesariamente violentos.

Demasiadas veces se asiste a esta falta de

diferenciación entre conceptos que por

próximos se emplean como sinónimos sin serlo.

Así ocurre con los de agresión, violencia,

maltrato entre pares. En el apartado siguiente

se revisa muy brevemente lo que diferencia

estos conceptos remitiéndose al lector a otros

textos para un mayor detalle (Del Barrio,

Martín, Almeida y Barrios, 2003; De Rivera

2003).

Juntos pero no revueltos: violencia, agresión,

maltrato

La Figura 1 ilustra las relaciones entre diferentes

conceptos. Como se ve, se sitúa la agresión como

un tipo de conducta antisocial, dirigida a hacer

daño a un individuo. Pero además de la agresión,

la conducta antisocial puede adoptar otras formas

como el vandalismo (dirigido a objetivos materiales

no de individuos particulares sino de instituciones,

o bien de los individuos en su papel social,

representando a las instituciones), la disrupción, el

absentismo escolar, la picaresca asociada a los

exámenes, por citar sólo algunas que pueden

encontrarse en el ámbito escolar (Moreno, 2001).

Así, no sería muy apropiado denominar agresión a

una acción destructiva sobre un edificio público, o

una cabina telefónica, aunque sí son conductas

antisociales. Serían agresiones –de tipo indirecto–

si van dirigidas a propiedades de una persona,

porque intentan un daño en ella a través de sus

objetos. Las conductas antisociales se opondrían a

las prosociales, encaminadas a procurar un bien

social, ya sea en individuos particulares ya sea en

la sociedad en general (creación de una fundación

artística). El altruismo, un tipo de conducta

prosocial en el que el bien procurado a otro implica

un sacrificio personal, ha recibido una gran

atención por parte de los estudiosos del desarrollo

social desde enfoques etológicos o socio-afectivos

(Eisenberg y Fabes, 1998; Hinde y Groebel, 1991;

Shaffer, 2000).

Un tipo particular de agresión al que en las dos

últimas décadas se ha dedicado mucha

investigación es la victimización o maltrato por

abuso de poder, conocido en las publicaciones

internacionales con el término bullying, en el que

se profundizará más adelante. Se ha definido en

general como un proceso de abuso de poder que

convierte a una persona o personas en víctima de

otro u otros que buscan –típicamente de modo

reiterado– infligir un daño (físico, verbal o

psicológico) a aquélla, ya sea de un modo más

Cristina del Barrio, Ángela Barrios, Kevin van der Meulen, y Héctor Gutiérrez

Estudios de Juventud nº 62/0366

Figura 1

Diagrama de las relaciones entre los conceptos de

violencia, maltrato, agresión y conducta antisocial.

(Adaptado de Olweus, 1999 y Del Barrio, Martín,

Almeida y Barrios, 2003)

conducta antisocial

agresión

maltrato

maltrato mediante conductas violentas

violencia

Page 65: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

abiertamente intimidatorio o por medio de acciones

indirectas. El caso del maltrato entre escolares se

considera como un caso particular, con el

agravante de producirse entre quienes se

consideran desde muchos criterios, como iguales.

A diferencia de las relaciones niño-adulto, las

relaciones entre pares se sitúan en un mismo

plano horizontal y se definen por su naturaleza

simétrica2. Las innegables diferencias individuales

entre ellos pueden situar a unos en situación de

ventaja frente a otros, que es aprovechada por

algunos para hacer la vida imposible a quien está

en situación de desventaja.

En conclusión, el maltrato es un ejemplo de

agresión que puede adoptar muchas formas, y por

tanto también es un ejemplo de conducta

antisocial. Además, cualquier comportamiento

agresivo o antisocial puede ser violento o no. La

violencia añade la cualidad de la fuerza y supone

una destrucción extrema, no sólo aplicada a los

fenómenos sociales (hay ejemplos en la naturaleza

como el de las tempestades). Por tanto no todas

las agresiones, ni todas las formas de maltrato, ni

todas las conductas antisociales son violentas. Por

ello en el diagrama de la Figura 1, la violencia

atraviesa los otros fenómenos a los que califica

pero los trasciende también. Esta distinción es

particularmente importante porque hay una

tendencia poderosísima a representarse cada uno

de estos fenómenos en su modalidad violenta, la

más visible. Esta imagen prototípica corresponde

sin embargo a la realidad menos frecuente. Pero

es un sesgo muy presente en la literatura

psicológica, junto con la tendencia a representarse

el maltrato y las agresiones en general, como

agresiones físicas. El no reconocer como maltrato,

p.ej. los casos de ostracismo al que se somete a

un niño o niña, o de comentarios jocosos sobre la

figura de una compañera que muestra los primeros

cambios puberales, dificulta la intervención y

prevención en el problema. Si no todas las

agresiones son físicas, tampoco todas las

agresiones violentas lo son: “en la violencia entra

el hacer, pero también el decir, el mirar o el

desear; la realidad que se destruye no siempre es

física y material, sino también se destruyen los

afectos, las conciencias, la convivencia” (Funes,

1995, p. 10, cursivas en el original). Por tanto, la

presión psicológica puede suponer una situación

de enorme violencia, al igual que en el orden

social se ha definido la violencia estructural, que

excede las relaciones interpersonales (Carmichael,

2002; García, 1994).

La victimización entre escolares como relación

En realidad el maltrato es un fenómeno bien

conocido, constatado en contextos diferentes, no

exclusivo de la escuela. Circunscrito al ámbito

escolar transforma la escuela en un lugar inseguro,

al que se evita ir, por no hablar de quienes deciden

transformar su amargura o su rabia en una

agresión contra sí mismos o contra quienes la

originan. Sin embargo, no siempre es visto como

un problema, lo que hace difícil que se actúe para

resolverlo (véanse las creencias y mitos más

habituales en Del Barrio, van der Meulen y Barrios,

2002; Sullivan, 2000).

¿Favorece el contexto escolar la aparición del

maltrato entre iguales? ¿Por qué sería así? El

enfoque etológico ofrece una explicación de la

mano del fecundo trabajo de Robert Hinde acerca

de los distintos niveles de complejidad de las

experiencias interpersonales, en este caso

aplicado a las relaciones negativas. Así, Hinde y

Groebel (1989) consideran la agresión un

fenómeno internamente complejo que, aunque

puede suponer la simple interacción ocasional

entre dos o más personas, p.ej. en el caso de una

pelea en una discoteca, a menudo implica un

intercambio de conductas durante un cierto

período temporal. Así, cuando las interacciones

son muy intensas o repetidas en el tiempo, tienden

a convertirse en una relación interpersonal. Esto

se debe a que la intensidad de los intercambios

interactivos o su repetición continuada crea

Estudios de Juventud nº 62/03

Las distintas perspectivas de estudiantes y docentes…

67

2A nadie se le escapa, y no contradice lo anterior, que unos y otrosescolares pueden destacar con respecto a sus compañeros enaspectos particulares, pero todos ellos comparten frente a otrosestamentos de la comunidad educativa el estatus de alumnado,criterio que los hace iguales a ojos de terceros.

Page 66: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

expectativas acerca de los otros participantes tanto

en ellos como en terceros, quienes ven a los

implicados vinculados por el conflicto que

protagonizan. Como en el escenario laboral,

también el contexto escolar obliga a intercambios

entre los individuos, fijando incluso el tiempo de

duración, de manera que las interacciones son

necesariamente repetidas–intensas o no. Quienes

comparten esos escenarios, laborales o escolares,

construyen relaciones a veces negativas. Estas

pueden ser simétricas, cuando hay una ecuación

entre uno y otro lado del conflicto, p. ej. cuando

hay una historia de mala relación entre dos

compañeros o entre dos pandillas del colegio; o

asimétricas, cuando hay una desigualdad notoria o

sutil entre las fuerzas que uno y otro representan,

p. ej. la victimización de un compañero por la

vulnerabilidad en que le sitúa su condición de

nuevo. Esta expectativa de repetición hace más

opresiva la relación y el hecho de que la víctima

salga de ello por sus propios medios, como señala

Olweus (1993).

Este mismo autor matiza que en ocasiones menos

frecuentes no es precisa la reiteración de las

conductas agresivas para que se instaure una

relación negativa sostenida en el tiempo entre dos

escolares (Olweus, 1999). Una estudiante

universitaria recordaba nítidamente su primer día

en el instituto en que sufrió una novatada por parte

de un grupo de un curso superior. La chica

señalaba en su relato que nunca más a lo largo de

sus seis años en el instituto había vuelto a cruzar

una palabra con nadie de ese grupo, pero que

siempre los tenía presentes como quienes le

habían hecho la vida imposible ese día. Es decir,

un solo incidente (una interacción) había sido

suficiente para establecer una relación perdurable

durante años entre una y otros3.

La obligatoriedad de la asistencia a la escuela y el

hecho de que ésta implique necesariamente

formar parte de un grupo aumenta el malestar

experimentado por quien sufre el maltrato de sus

compañeros, como también ocurre en el marco

laboral. En el caso de la escuela, la vulnerabilidad

es mayor por tratarse de individuos en desarrollo,

en quienes todavía se están construyendo

procesos cognitivos y afectivos en relación con los

otros y necesitan las relaciones con sus iguales

para poner a prueba esos procesos y habilidades

en un entorno menos arriesgado que el de las

relaciones con los adultos, de carácter más

jerárquico.

Aunque las experiencias de maltrato por abuso de

poder en la escuela no son un fenómeno nuevo, su

estudio es más reciente. Sin embargo contamos

en estos momentos con una cantidad considerable

de estudios de distinto tipo cuyo mérito principal ha

sido sacarlo de su invisibilidad, del terreno

conocido, pero escondido en el que se encontraba,

implícito en la mentalidad de las personas. Nuestro

país no se ha mantenido al margen de este interés

como muestra el trabajo realizado a lo largo de

casi los quince últimos años, fundamentalmente de

Fernández (Vieira, Fernández y Quevedo, 1989),

Ortega (1997; 2000) y más recientemente Del

Barrio y Martín (2003). Lo que sigue constituye

una aproximación a este tipo de agresión entre

iguales que convierte la escuela en un lugar para

el desarrollo social y académico de todos sus

miembros a partir de los resultados que hemos ido

encontrando en los diferentes estudios de este

último grupo.

Una radiografía nacional del maltrato

El Informe sobre Violencia escolar del Defensor

del Pueblo (2000) se centra en la incidencia de

este fenómeno entre los escolares de Educación

Secundaria Obligatoria, en especial en los

abusos que protagonizan los alumnos entre ellos,

aunque también se indaga la existencia de

fenómenos sucedidos entre docente y alumno.

Se estudia un total de 3000 alumnos y los

correspondientes jefes de estudio de los 300

centros de ESO públicos, privados y concertados

Cristina del Barrio, Ángela Barrios, Kevin van der Meulen, y Héctor Gutiérrez

Estudios de Juventud nº 62/0368

3Quienes estén familiarizados con la distinción de Bowlby (1969)entre apego (como relación o vínculo, de naturaleza inmaterial) yconductas de apego (acciones concretas que ilustran ese vínculo)encontrarán semejanzas entre la idea de apego y la devictimización como relación interpersonal que supone un vínculoinmaterial entre las personas que se manifiesta en interaccionesobservables pero sin reducirse a ellas.

Page 67: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

examinados. Se determina la incidencia a partir

de cuestionarios que recaban información tanto

del alumno -en su triple perspectiva como testigo,

víctima (siempre y cuando sufra alguna forma de

maltrato) o agresor-, como del docente desde su

doble perspectiva de profesor en su aula y de

jefe de estudios en todo el centro. Se estudia la

relevancia de ciertas variables que pudieren

afectar a la incidencia, en particular el género,

curso, comunidad autónoma, titularidad del

centro y tamaño de hábitat. A diferencia de otros

cuestionarios (Olweus, 1983), tanto el dirigido a

los alumnos como en el del profesorado, se

pregunta por conductas específicas que

representan distintas modalidades de maltrato

entre iguales (véase la Tabla I). Este hecho

permite por una parte recoger información más

exhaustiva, y así distinguir entre agresión directa

como pegar (física) o insultar (verbal), e indirecta:

esconder cosas (física) o hablar mal de otros

(verbal). Por otra parte, permite incluir tipos de

maltrato en los que en principio no se suele

pensar por no resultar prototípicos (p.ej.

exclusión social).

Tabla I

Tipos de manifestaciones de maltrato entre iguales

contemplados en el estudio

Tipo de agresión Ejemplos de conducta en cada tipo de agresión

Exclusión social • Ignorar• No dejar participar

Agresión verbal • Insultar• Poner motes• Hablar mal de otro a sus espaldas

Agresión física indirecta • Esconder cosas• Romper cosas• Robar cosas

Agresión física directa • PegarAmenazas • Amenazar sólo para meter miedo

• Obligar a hacer cosas con amenazas (chantaje)• Amenazar con armas (cuchillo, palo)

Acoso sexual • Acosar sexualmente con actos o comentarios

¿Qué nos dicen los alumnos? –Todas las formas

de abuso entre iguales ocurren en los institutos de

nuestro país, evidentemente no todas en cada uno

de ellos. Su nivel de incidencia difiere como se ve

en la Figura 2, donde además de los datos del

alumnado aparecen los del profesorado que se

comentan en el apartado siguiente. Las

manifestaciones de maltrato que se consideran

más graves (acoso sexual, amenazas con armas y

obligar a hacer cosas bajo amenazas) se producen

con muy poca frecuencia. El alumnado considera

que la agresión verbal (35-39%) y la exclusión

social (11-15%) son las formas de abuso que más

han experimentado, seguidas (en este orden) por

las agresiones físicas indirectas (4-22%),

amenazas para intimidar (10%) y agresiones

físicas directas (5%).

En exclusión social, agresión verbal, agresión

física indirecta y pegar son más los alumnos que

se confiesan agresores que los que se declaran

víctimas. No ocurre lo mismo en conductas más

graves, apareciendo un porcentaje menor de

quienes se señalan autores de ellas.

Lógicamente el porcentaje de quienes observan

estas situaciones abusivas, sean alumnos

testigos o docentes, es mayor que el de quienes

las viven o las perpetran.

En cuanto a la titularidad del centro se reconocen

en los centros privados más víctimas de hablar

mal a espaldas de otros y más agresores que

hacen esto mismo, además de ignorar y poner

Estudios de Juventud nº 62/03

Las distintas perspectivas de estudiantes y docentes…

69

Figura 2

Incidencia (%) de las distintas manifestaciones de

abuso entre estudiantes de Eso referidas por los

propios estudiantes (n=300) que las sufren, llevan

a cabo y presencian, y por el profesorado (n=300)

Page 68: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

motes4. Respecto al género, los chicos agreden

más que las chicas. Ahora bien, la conducta hablar

mal de otro/a se realiza más en las chicas como

agresoras, víctimas y testigos, sin que haya

diferencias de género a la hora de ignorar a otros.

Respecto al curso, las agresiones se sufren en

primero de secundaria en un número

significativamente mayor que la tendencia media,

ocurriendo lo contrario en cuarto. Todos estos

datos confirman los de otros países al constatarse

el maltrato como un fenómeno más bien

masculino, no obstante con un protagonismo en

las chicas de formas indirectas de maltrato, y una

tendencia a disminución a lo largo de la

adolescencia (Björkqvist, Österman y Kaukianen,

1992; Smith et al., 1999).5

Tras el maltrato, la víctima tiende a comunicar

la/s agresión/es sufrida/s sobre todo a sus

amigos (más de un 60%). Cuando se sufren

abusos más graves como amenazas con armas o

acoso sexual, aumenta el porcentaje de quienes

lo cuentan a sus amigos (76% y 79%

respectivamente) y a la familia (más de un

15,7%) o el profesorado (de 10 a 14%). Cuando

la víctima es chantajeada, aumenta el porcentaje

de casos en que la situación se silencia.

Los amigos son quienes fundamentalmente

prestan ayuda a la víctima (60-69%). Los

profesores ayudan en mayor porcentaje cuando

suceden ciertas situaciones de maltrato: robar

cosas, pegar y amenazar a la víctima para

intimidarla. En casos de chantaje, amenazas con

armas y exclusión social, ni siquiera los amigos

acuden a ayudarla (20%). Este dato resulta

coherente con las respuestas de los testigos

acerca de su reacción ante la agresión. Aunque

la mayoría afirma actuar “interviniendo para

cortarlo”, más si la víctima es un amigo (44%)

que si no lo es (33%), o “acudiendo a un adulto”

(10%); otros reconocen que “no hacen nada,

aunque creen que debían hacerlo” (14%) o

contestan que “no hacen nada, no es problema

suyo” (4,4%).

¿Qué nos dice el profesorado? Aunque se

considera que los conflictos en el centro han

aumentado mucho en los tres últimos años (en

relación con el 1999 en el que se está

contestando), las agresiones entre alumnos no son

consideradas el problema más importante (81%).

De entre otros asuntos que le preocupan, el abuso

entre iguales tendría una importancia media. En

opinión de los profesores, se consideran más

importantes las “conductas disruptivas en clase”

(87%).

Respecto a la incidencia del fenómeno, los

docentes declaran más casos de maltrato que los

alumnos, al menos cuando piensan en lo que

ocurre en todo el centro y no sólo en su aula.

Según los profesores, el orden de incidencia de las

formas de maltrato entre alumnos más frecuentes

es: ignorar (85%), agresión verbal (88-90%),

amenazas para meter miedo (78%) y agresión

física indirecta (70-88%).

Aunque, como se ha señalado más arriba, no es

inicialmente un objetivo del estudio, se pregunta a

los profesores (únicamente en calidad de jefes de

estudio) por agresiones por parte del alumnado

hacia el profesorado, así como del profesorado

hacia el alumnado. Los resultados nos indican que

la agresión que los alumnos y alumnas dirigen con

más frecuencia al profesorado es la de tipo verbal

(insultos).

Los docentes otorgan poca responsabilidad

específica a la institución educativa en el origen de

los abusos entre iguales. Esta conclusión se

deduce de las explicaciones que ofrecen del

fenómeno a través de causas externas a ellos

mismos.

Para conocer las estrategias del profesorado en

la detección y resolución del problema se indaga

en sus reacciones ante el fenómeno.

Determinadas agresiones consideradas más

graves (como amenazas con armas y acoso

sexual) se atajan mediante “denuncia en el

juzgado” (5% y 17% respectivamente) o bien,

instrucción del “expediente disciplinario” a través

Cristina del Barrio, Ángela Barrios, Kevin van der Meulen, y Héctor Gutiérrez

Estudios de Juventud nº 62/0370

4Las variables comunidad autónoma y el tamaño del hábitat noresultan significativas. El nivel de confianza utilizado en el análisisestadístico de la diferencia en incidencia en función de las distintasvariables examinadas ha sido p < 0,001.5Nuevos análisis de los datos originales del informe citado, acercade la influencia de la edad y el género se pueden encontrar en DelBarrio, Martín, Montero, Gutiérrez y Fernández (2003).

Page 69: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

del consejo escolar (15% y 50%, respectivamente),

medida habitual para el caso de amenazar para

obligar a hacer algo (23%) y pegar (14%). Otra

serie de conductas de carácter menos grave

(robos, insultos y romper cosas) conducen a

sanciones más leves. Los docentes declaran que

la medida sancionadora interna más frecuente

consiste en “enviar al estudiante al director” para

que éste imponga sanción (entre 40-83%

dependiendo del tipo de agresión llevada a cabo

por el alumno/a). La “reflexión con el alumno”,

“hablar con la clase” y las “conversaciones con la

familia” son las reacciones más frecuentes ante

situaciones de exclusión social, poner motes y

hablar mal de un compañero. A medida que

disminuye la gravedad con la que se perciben las

agresiones, las medidas van desprendiéndose de

carácter punitivo y adquiriendo más carácter

educativo.

El profesorado, ante preguntas relativas a

actividades de prevención, considera que la vía

principal de prevención y solución de conflictos

consiste en conseguir un “clima de convivencia”

trabajando las “tutorías”, “coordinándose con las

familias” y organizando el centro en torno a la

“tolerancia” y el “diálogo”. Las sugerencias que

ofrecen para prevenir no descartan actuaciones

para lograr “mayor control y disciplina”, aunque en

ellas no se menciona la necesidad de la ayuda

externa a través de formación de profesorado,

programas específicos o recursos humanos.

Estudio de un caso

Posteriormente al estudio nacional cuyos

resultados se acaban de resumir, el ayuntamiento

de Alcobendas encarga la elaboración de un

informe que analice la situación de la violencia

entre los jóvenes de su municipio (Serrano, 2001)

con el objetivo de desarrollar políticas para mejorar

la situación y prevenir que la presente se agrave.

Entre otros procedimientos, la investigación, en la

que participan dos de los autores de este artículo,

se sirve de grupos de discusión y entrevistas

individuales a alumnos y personal docente de

cinco centros públicos de la ESO. Aunque a través

de la entrevista se indaga acerca de todo tipo de

conflicto que sea considerado violento, se obtienen

datos concretos relativos al abuso entre iguales

que permiten comprobar el grado en el que los

resultados nacionales se aplican a una ciudad de

la comunidad de Madrid.

La visión de los alumnos.- La mitad de los

escolares entrevistados reconocía haber sido

autores, y la otra mitad víctimas de maltrato entre

compañeros. Si se pregunta por el tipo de

conflictos que se producen, se informa de

manifestaciones agresivas por parte del alumnado

a alumnos y a profesores (en este caso,

básicamente de agresiones verbales), siendo más

frecuentes las dirigidas a sus compañeros. Entre

éstas, destacan las de tipo verbal (insultos,

amenazas y sembrar rumores). De manera

puntual, informan de la existencia de peleas

(agresión física directa), amenazas para meter

miedo y ruptura de material perteneciente a un

compañero/a (agresión física indirecta). Estos tipos

de agresión coinciden con las formas de maltrato

declaradas más frecuentes por los alumnos en el

informe nacional. La exclusión social, que seguía

en frecuencia a la agresión verbal, no se menciona

en el estudio específico de la ciudad. Como se

indicaba antes, al no preguntarse explícitamente

por esta modalidad de maltrato entre iguales no se

obtiene información acerca de ella, quizá por no

considerarla una modalidad de agresión ni en su

forma activa (no dejar participar) ni, mucho menos,

en su forma pasiva (ignorar al otro).

Probablemente, aún resulta más difícil para los

alumnos tenerla en cuenta si, como ocurre en este

caso, se indaga de manera inespecífica aludiendo

a “conflictos violentos”, lo que puede inducir a

pensar en episodios de agresión extrema. Por lo

mismo, se menciona la frecuencia de ataques

(vandálicos) contra enseres, que consisten en la

ruptura de sillas, mesas, puertas, pizarras y

ventanas en las aulas, y otros destrozos en los

lavabos.

En cuanto al maltrato, las víctimas declaran sufrir

agresiones verbales, mientras que los agresores

Estudios de Juventud nº 62/03

Las distintas perspectivas de estudiantes y docentes…

71

Page 70: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

indican que las acciones que cometen son tanto

de tipo verbal como físicas directas. Tal y como

resulta en el informe nacional para éstas y otras

modalidades, se identifican más agresores de ellas

que víctimas. Este dato no podría generalizarse ya

que se ha extraído de un número mínimo de

entrevistas. Pero viene a confirmar lo obtenido en

el informe nacional a partir de una muestra

representativa de todo el estado. Parece indicar la

dificultad (o la resistencia) que muestran las

víctimas de reconocerse como tales en

determinadas agresiones que no se perciben muy

graves, pero sí frecuentes. También como en el

informe nacional, los alumnos y alumnas

entrevistados consideran que los chicos agreden

más que las chicas. Aunque señalan que la

implicación de ellas en agresiones va en aumento.

Respecto a las reacciones de la víctima tras el

episodio, los alumnos dicen que las víctimas lo

comunican a un tercero, a menudo amigo y en

ocasiones, familiar. Este resultado también

coincide con lo obtenido a nivel nacional, aunque

se recordará que un gran porcentaje de escolares

manifestaba no decirlo nunca a nadie. Además, se

informa de algunos casos en que la víctima se

“atreve” a hablar con el agresor. En cuanto a la

reacción de los testigos, la más habitual, según

estos alumnos, consiste en limitarse a contemplar

la agresión sin hacer nada. Consideran que otra

reacción frecuente consiste en apoyar la conducta

del agresor, bien riéndose del acto que se comete

o bien animando a continuar, lo que nuevamente

coincide con lo encontrado por otros autores

acerca de los papeles que desempeñan quienes

observan (Salmivalli, Lagerspetz, Bjorkqvist,

Österman y Kaukianen, 1996). Declaran que

algunos testigos hablan con el agresor o

comunican lo que sucede a terceras personas,

pero consideran esto menos frecuente, datos que

coinciden con otros estudios cualitativos acerca de

las representaciones de este fenómeno en

distintas edades (Van der Meulen, 2003).

En cuanto al papel que ven en los docentes en

relación con la generalidad de los episodios

violentos, consideran que en la mayoría de los

casos no se enteran de lo que sucede. Cuando sí

lo hacen, no todos intervienen. Según los alumnos,

algunos prefieren mantenerse al margen, aunque

hablan de lo que ocurre exagerándolo. De entre

los que intervienen, pocos buscan soluciones

reales. Opinan que, a menudo, los docentes

muestran su apoyo a determinados alumnos y no a

otros, independientemente de su papel en el

episodio. Los alumnos denuncian falta de

habilidades de los docentes para tratar tanto con

alumnos agresores como con víctimas.

Interesa destacar que los alumnos entrevistados

consideran acertadas las actuaciones docentes y

políticas del centro ante la violencia. Estas

preguntas, no incluidas en el informe nacional,

resultan “clave” en el de Alcobendas puesto que la

investigación se llevó a cabo para tratar de

elaborar, a partir de ella, actuaciones dirigidas a

paliar la violencia. Ante los episodios violentos, los

alumnos consideran acertado que los docentes

intervengan por un lado, apoyando a la víctima y

por otro, sancionando al agresor. Respecto a las

sanciones, creen conveniente dialogar con el

alumno o alumna antes de imponer la sanción y

explicar por qué la recibe; piensan que las

sanciones debieran consistir en la colaboración en

tareas del centro (por ejemplo, levantar las sillas

para limpiar las aulas o recoger los papeles en el

patio de recreo) y administrarse lo antes posible; y

que, cuando resulte apropiado, además de la

sanción, se ofrezca ayuda psicológica. Mencionan

que la expulsión ya no se percibe por la mayoría

del alumnado como un castigo. De manera general

y no sólo ante episodios violentos, creen muy

positiva la comunicación frecuente con las familias

de los alumnos/as y piensan que los docentes

deben cuidar las relaciones con todos y cada uno

de sus alumnos, tanto o más que la forma de

impartir su materia y la evaluación.

La visión de los adultos.- A partir de las veinte

entrevistas realizadas al director, jefe de estudios,

orientador y bedel de cada uno de los cinco

centros, aparece la percepción de un aumento de

conflictos que provocan la interrupción de la

dinámica de clase, así como estrés, cansancio,

frustración en el profesorado, lo que conduce a la

Cristina del Barrio, Ángela Barrios, Kevin van der Meulen, y Héctor Gutiérrez

Estudios de Juventud nº 62/0372

Page 71: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

desmotivación docente. Ésta, a su vez, repercute

en los alumnos, generándose un círculo difícil de

romper.

La mayor parte de los adultos prevé que

aumentará el número de conflictos violentos en el

futuro, debido a la falta de prevención, la creciente

desmotivación del alumnado y porque piensan que

la violencia en la sociedad está aumentando. Son

minoría quienes creen que la situación puede

mantenerse tal y como se encuentra o quienes, de

forma optimista, opinan que la violencia tiende a

disminuir porque se trabaja para ello.

Los adultos entrevistados muestran actitudes

diversas ante los conflictos violentos que suceden

en sus centros. Se pudieron identificar cuatro tipos

de actitud entre las respuestas recogidas. Los

educadores implicados que actúan en busca de

soluciones son minoritarios respecto a la mayoría

de los adultos de los institutos, que se reparten

entre los indiferentes que se limitan a cumplir su

labor, quienes critican la situación sin actuar y los

fatalistas, que exageran la realidad y consideran

que la situación no podrá mejorar.

En cuanto al tipo de episodio observado, informan

de agresiones entre alumnos como las

manifestaciones más frecuentes de violencia, en

particular y por este orden, agresión verbal

(insultos, amenazas), robos y de forma más

puntual, peleas.

El estudio también coincide con el informe

nacional en que las agresiones contra el

profesorado son fundamentalmente de tipo verbal,

y en considerar como causas del comportamiento

agresivo factores externos a la institución. La

mayor parte de ellos se refiere a dos de estos

factores: la situación familiar y la desmotivación del

alumno. Se mencionan otros factores, bien por sí

solos, o bien relacionados entre sí: características

personales y pertenencia a grupos violentos. En

cualquier caso, se trata más bien de factores fuera

de su control.

Respecto a las reacciones ante los conflictos en el

aula y el centro, en ocasiones, los docentes o

tutores toman por sí mismos las medidas que

creen adecuadas (“hablar con el implicado o los

implicados”, “analizar la situación”, “notificar a los

padres”). Cuando el suceso es más grave o

repetido, se notifica el episodio a la jefatura de

estudios, siendo menos frecuente que sea la

víctima o un compañero/a testigo de lo ocurrido

quien acuda. Se informa por parte de jefatura de

estudios de las medidas siguientes dependiendo

de la gravedad del acto cometido: a) ante

episodios leves, “dialogar con el alumno” para que

tome conciencia de lo sucedido y/o “mandar que

se realicen actividades extras de ayuda al centro”

(levantar las sillas de la clase, ayudar al conserje,

recoger papeles) o “que sirvan al propio alumno/a

implicado/a” (leer un determinado libro, realizar

una redacción); b) ante un episodio leve reiterado,

“expediente disciplinario” y “actividades extra”; c)

ante episodios graves, una conjunción de las

medidas anteriores o la “expulsión”, pudiendo

también actuar el departamento de orientación.

De manera general, se puede concluir que –al

igual que en el estudio nacional–, a medida que

los episodios se agravan, las medidas resultan de

carácter más sancionador que educativo. Ante

episodios leves, las medidas que se imponen

pierden su carácter sancionador a favor del

educativo. Se observa preferencia tanto en los

alumnos como en los docentes por medidas

reparadoras del daño causado.

A diferencia del informe nacional y en consonancia

con la opinión de los alumnos entrevistados en

Alcobendas, los docentes en esta ciudad

demandan abiertamente ayuda externa.

Prácticamente toda la comunidad educativa

entrevistada informa de que la mayor parte del

personal docente no está preparado para intervenir

y solucionar estos conflictos, y requieren recibir

formación específica, así como adecuar su método

de enseñanza a los intereses del alumnado. Las

soluciones que se proponen para prevenir y atajar

los conflictos violentos señalan diversos agentes

para llevarlas a la práctica como se observa en el

Cuadro 1. Los educadores creen que los

estudiantes también pueden contribuir a la

prevención y solución de los conflictos apoyando a

las víctimas, tratando de establecer buenas

relaciones con el profesorado y asumiendo

responsabilidades dentro de la marcha del centro.

Estudios de Juventud nº 62/03

Las distintas perspectivas de estudiantes y docentes…

73

Page 72: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Cuadro 1

Soluciones propuestas por el personal docente y

de servicios para prevenir y atajar los conflictos

violentos, y agentes de las mismas.

Una mirada atrás: recordando experiencias de

maltrato

En un primer estudio retrospectivo realizado en

España se intenta conocer las experiencias de

adultos con respecto a la victimización por parte

de los compañeros en sus años escolares (Van

der Meulen et al., 2003). Aun teniendo en cuenta

las limitaciones con respecto a la fiabilidad de los

recuerdos, este tipo de investigación es una

oportunidad de conocer la situación de abuso

entre pares en el pasado.

En un primer grupo de los adultos que participaban

se encontraban profesores de secundaria (edad

media 38,8 años), mientras un segundo grupo fue

constituido por estudiantes universitarios (edad

media 22,1 años). Por medio de cuestionarios se

les preguntó si habían sufrido maltrato por parte

de sus iguales en sus años escolares. Más

precisamente, si habían sido victimizados

físicamente (golpeados, robados), verbalmente

(insultados, amenazados) o abusados

psicológicamente (contaban mentiras de ellos,

excluidos socialmente) en qué etapa, primaria o

secundaria, y con qué frecuencia y gravedad. El

criterio para considerar víctimas fue haber sufrido

maltrato por lo menos algunas veces y percibirlo

por lo menos un poco serio. Los resultados

apuntan a que en el grupo de profesores una

tercera parte de las mujeres había sido victimizada

de una o varias formas en la educación primaria,

en el caso de los hombres se trataba de casi la

mitad6. Del grupo de estudiantes, alrededor de un

40% de los varones y las mujeres señala haber

vivido experiencias de maltrato entre iguales. Con

respecto a la escuela secundaria, una tercera

parte de todos los estudiantes y un 19% de todos

los profesores fue victimizado.

Los investigadores encontraron que el tipo de

agresión más sufrido por los considerados víctimas

de acuerdo con los criterios señalados, tanto en

primaria como en secundaria era insultar (80%).

En la escuela primaria, un 46% de las víctimas

indicó haber sido golpeado, y en menor medida

comentaron que habían sido amenazados

verbalmente, excluidos socialmente, que contaban

mentiras sobre ellos (cada uno alrededor de una

tercera parte) y que les habían robado (23%). En

secundaria, a diferencia de la etapa anterior, la

forma de abuso más sufrida después de recibir

insultos era la exclusión social (47%), seguido por

contar mentiras (39%). En menor medida (entre

13%-25%), las víctimas indicaron haber sido

golpeado, amenazado o que les habían robado.

Cristina del Barrio, Ángela Barrios, Kevin van der Meulen, y Héctor Gutiérrez

Estudios de Juventud nº 62/0374

Profesorado: Las soluciones en manos del profesoradopresentan como finalidad última la educación en valores.Los educadores deben tratar de otorgar una atenciónindividualizada al alumno o alumna, ganándose suconfianza y siguiendo su trayectoria académica y familiar.Se otorga a la tutoría un papel destacado. Se informa de lanecesidad de colaborar con las familias de los alumnos,ofreciendo asesoramiento, y con otros compañerosdocentes para coordinar esfuerzos en la educación delalumnado. Se menciona la actualización de la metodologíade enseñanza como otra posible solución.

Conserjes: Se requiere de los conserjes aumentar lavigilancia en pasillos y entrada del centro con el fin deinformar de sucesos ocurridos, así como de la entrada ysalida de estudiantes y otras personas ajenas al centro. Sesugiere que los conserjes lleven a cabo el seguimiento dedeterminados alumnos conflictivos.

Equipo Psicopedagógico: Se considera necesario másapoyo puntual en casos particulares.

Equipo directivo: Las soluciones propuestas se basan enrespaldar al profesorado, fundamentalmente a los tutores,programando y evaluando las tutorías, así comoseleccionando a los tutores de los grupos conflictivos entrelos docentes voluntarios, con experiencia y formaciónpsicológica; dialogar a menudo con las familias; endurecerlas sanciones; y modificar los horarios con el fin de evitarla coincidencia de un gran número de alumnos en lospasillos.

Administración: Se proponen inversiones para mejorar lainfraestructura e incorporar personal no docente conformación específica para paliar los conflictos. Se sugierenmodificaciones necesarias en el sistema educativo:ampliación del currículum, mejoras en los grupos dediversificación y disminución del número de alumnos poraula.

6Téngase en cuenta que el término primaria podría referirse, en elcaso de estos participantes sobre todo los profesores (lógicamentede más edad) al antiguo bachillerato elemental o a la E.G.B. hastalos 14 años. La secundaria en esos años se podría referir albachillerato superior, al B.U.P., C.O.U. o a la F.P. entre los 14 y 18años, siendo por tanto más corta que la secundaria actual.

Page 73: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Otra vez se encuentra que el tipo de maltrato más

vivido es el verbal y en la secundaria también la

exclusión social. Como en esta investigación los

posibles efectos a largo plazo de estas

experiencias se ha comprobado que es justamente

este tipo de maltrato el que se relaciona con

autoestima baja y con sentimientos de soledad en

la vida adulta de las personas.

En un nuevo análisis realizado a partir del mismo

estudio, se observan las estrategias empleadas

por los participantes ante la situación de maltrato.

En la Tabla II aparece su distribución en la

muestra total a no encontrarse diferencias debidas

a las características de la misma. En relación con

esto y previamente se les había pedido que

indicaran si en la propia situación de abuso por

parte de sus compañeros sintieron que podían

hacer algo. Un 30% de todos los participantes

señaló que podían resolver el problema sólo,

mientras que un 24% indicó que podía hacer algo

con alguna ayuda. Por el contrario, también un

30% de la muestra afirmó que no se podía hacer

nada; un 16% contestó que no podían hacer nada

por no tener a alguien que les ayudara.

Tabla II

Estrategias de solución empleadas por adultos que

han sido víctimas de maltrato entre iguales en sus

años escolares.

Estrategia de solución empleada %Ignorar las agresiones 40Evitar la situación 54Faltar a clase 2Tomar las agresiones a broma 24Con ayuda de amigos 25Con ayuda de un profesor 10Con ayuda de la familia / padres 14Dialogar con el agresor/agresores 17Devolver las agresiones 24No enfrentarse a ello 23Otros 11

n 97

Las dos estrategias más utilizadas son evitar la

situación e ignorarla. Se trata por lo tanto de

estrategias en las que la víctima no se enfrenta

con el problema, sino que busca negarlo o evitarlo,

bien física o mentalmente. La evitación absoluta

que supone el absentismo escolar ha sido

mencionada poco. Algo parecido a estas

estrategias de solución es tomar las agresiones a

broma, señalado por una cuarta parte de los

participantes. Con ello se intenta minimizar el

problema como medio de superarlo y como

resistencia a verse como víctimas.

Confirmando lo encontrado en el estudio estatal

también los adultos actuales hablan de una mayor

ayuda por parte de los amigos más que de la

familia y los docentes. El tipo de ayuda recibida no

ha sido especificado en los cuestionarios, por lo

que no se puede saber si se trata de un apoyo

emocional o de una intervención en la situación

ante con los agresores.

Relativamente pocos se han enfrentado

directamente al problema. Sólo un 17% respondió

de modo asertivo a las agresiones, dialogando con

el agresor/a o agresores/as. Este porcentaje bajo

podría ser explicado por medio de las respuestas

que los alumnos actuales, sobre todo a partir de

los 13 años, nos dan cuando se les pide en

entrevistas semi-estructuradas proponer modos de

solución para este tipo de problemas: hay que ser

muy valiente para dirigirte de forma directa a los

que te están haciendo la vida imposible (Del

Barrio, Almeida, van der Meulen, Barrios y

Gutiérrez, 2003). Otra estrategia centrada en el

problema, pero negativo, las represalias dirigidas

al agresor/a o agresores, se señala por una cuarta

parte de la muestra. Otra cuarta parte siguió

indicando que no había ninguna manera de

enfrentarse al problema.

Otro aspecto investigado en el mismo estudio es la

participación activa en el maltrato a otros

compañeros en el pasado escolar (véase la Tabla

III). Como se puede observar, los estudiantes

indican una mayor contribución en cuatro de los

seis tipos de maltrato: robar e insultar –diferencia

causado por los estudiantes varones– y contar

mentiras y excluir socialmente –tanto por los

estudiantes varones como por las mujeres–.

Puede ser que el grupo de adultos mayores ya no

recuerde que realizaban agresiones a sus

compañeros, aunque también es posible que

exista un efecto de cohorte. En su totalidad

Estudios de Juventud nº 62/03

Las distintas perspectivas de estudiantes y docentes…

75

Page 74: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

también se encontró que comparativamente menos

docentes que estudiantes fueron victimizados,

pero hay que tener en cuenta la misma influencia

de la memoria.

Tabla III

Distribución de las formas de maltrato realizadas a

sus iguales por parte de adultos en sus años

escolares según grupo de participantes (docentes

o estudiantes) y género

Docentes Estudiantes

Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total

(%) (%) (%) (%) (%) (%)

Golpear/pegar 18 8 11 24 4* 12Robar 3 3 3 17 4** 10++Insultar 30 16 21 52 21* 36++Amenazar verbalmente 9 3 5 11 1** 6Contar mentiras 36 29 31 51 58 55+

Excluir socialmente 12 18 16 29 29 29++

n 33 67 100 67 76 143

Diferencias entre hombres y mujeres: * p <.001; ** p <.05Diferencias entre docentes y estudiantes: + p <.001; ++ p <.05

También con respecto al género estos datos

retrospectivos confirman la visión ahora existente a

partir de los otros estudios ya mencionados, de

que el maltrato entre iguales es un fenómeno

masculino con respecto a algunos tipos, mientras

que otros son realizados por ambos géneros, y

otros como la maledicencia se experimentan más

por parte de las chicas.

Discusión

Es difícil concluir si la impresión de aumento de los

problemas de violencia corresponde a una realidad

confirmada. Para ello habría que diferenciar el tipo

de fenómeno violento en que se está pensando, y

habría que contar con estudios de incidencia que

permitieran hacer comparaciones precisas. En

muchos casos hay estudios de algunos fenómenos

de tipo agresivo y violento y buena parte de ellos

no son datos representativos que permitan hacer

generalizaciones sólidas. Una excepción a la falta

de estudios es el fenómeno del maltrato por abuso

de poder entre pares, sacado de su invisibilidad,

que no inexistencia, en los últimos 25 años gracias

a la investigación producida fundamentalmente en

los países europeos. En el caso español, y tras los

primeros estudios mencionados, la realidad del

problema salta a partir de lo que describen los

propios estudiantes y el profesorado consultado en

la investigación nacional incluida en el Informe del

Defensor del Pueblo. Según este estudio, en todos

nuestros centros de secundaria existen relaciones

entre los escolares presididas por la humillación y

el abuso de poder. Este problema es señalado por

una proporción no desdeñable de estudiantes de

ESO de todo el estado ya sea como víctimas,

autores u observadores, y por el propio

profesorado, lo que en sí mismo rebate una de las

reacciones que aparecen en muchos centros al oír

hablar del problema, la de señalar la inexistencia

del fenómeno. Los modos en que se ejerce ese

abuso de poder son bien distintos, alcanzando a

más de un tercio de los tres mil estudiantes

estudiados, las humillaciones que se sirven de la

palabra, como son los insultos y los motes

ofensivos, a veces a espaldas del destinatario de

la agresión. También se practica contra los demás

el disponer indebidamente de sus propiedades, en

especial esconderlas como señala una quinta

parte del alumnado, o la exclusión social, que

experimenta hasta un 15% de los participantes. De

modo mucho menos frecuente, se encuentran las

agresiones físicas, las amenazas o el acoso

sexual. La dimensión del problema en nuestro país

no supera la encontrada en otros países, siendo

incluso inferior en algunas manifestaciones. Esta

constatación no puede llevar a minimizar la

existencia de maltrato en sus distintas

modalidades. Ni las primeras descritas más arriba,

por parecer más “leves”, p.ej. la exclusión social, ni

las últimas por su menor frecuencia. A menudo la

misma persona es el blanco de varias de ellas.

También hay que tener presente que la exclusión

social del grupo de pares suele ser recordada

muchos años después del modo más negativo por

quienes la han sufrido, como se encuentra en el

estudio retrospectivo descrito.

Los datos obtenidos con procedimientos

cualitativos en una población específica confirman

lo encontrado con respecto a las influencias de

género y edad en este problema, y arrojan nueva

Cristina del Barrio, Ángela Barrios, Kevin van der Meulen, y Héctor Gutiérrez

Estudios de Juventud nº 62/0376

Page 75: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

luz acerca de lo que esperan los estudiantes y el

profesorado en términos de intervención y

prevención. Los programas de intervención en la

mejora del clima del centro que pretenden crear

una actitud distinta frente a los malos tratos entre

escolares: prevención, toma de conciencia,

enseñanza de valores desde la práctica diaria de

los mismos, participación de los estudiantes en la

regulación de la convivencia y en la solución de

conflictos, evitar enfoques individualistas y

punitivos en pro de soluciones constructivas y

contacto con las familias. En primer lugar,

conviene actuar “ya” fundamentalmente desde la

prevención, sin esperar a que pase abiertamente

algo, para así disminuir la posibilidad de que vaya

a pasar. El primer paso en la prevención es

promover la reflexión acerca del problema,

teniendo en cuenta el conocimiento disponible

acerca del mismo, en términos científicos y en

términos de creencias de todos los que participan

de la vida de un centro escolar. Son precisos tanto

cursos de formación inicial, como se recomendaba

en el Informe del Defensor como cursos para

procurar recursos a los educadores en activo. En

este sentido se cuenta con un número importante

de estudios que se sirven de variados

instrumentos (cuestionarios, entrevistas

semiestructuradas, análisis de narraciones), y

permiten hacerse una imagen global no sólo de la

situación en la que se encuentran las relaciones

interpersonales en el centro, sino también de cómo

se representan estos problemas los propios

estudiantes. Esta información, junto con las ideas y

valoración del problema por el personal del centro

y si es posible de las familias, debe ser el punto de

partida para tomar conciencia del problema y de

sus soluciones.

En segundo lugar, la existencia de maltrato y el

modo en que se resuelva no son ajenos al clima

de relaciones interpersonales que se respire en un

centro. La escuela proporciona un contexto único

de interacción y relación con compañeros, pero

también con adultos. Las relaciones, en su triple

dimensión conductual, afectiva y cognitiva –es

decir, las conductas convergentes con las de otros

o divergentes de ellas, o su ausencia, así como las

emociones ligadas a esas experiencias y la

reflexión que suscitan–, contribuyen a la

construcción de cada uno/a como ser humano. Los

valores entendidos como la expresión más positiva

de la humanidad, de lo que nos hace superarnos

en nuestro modo de ser humanos, constituyen una

de las áreas educativas más dependientes del

clima de convivencia de cualquier espacio

educativo, evidentemente la familia y la sociedad

en su conjunto, pero también la escuela, y el grupo

de clase concreto. Cada vez está más claro que es

preciso superar una visión centrada en el individuo

y en la estigmatización que le lleve a profecías

autocumplidas, y en cambio favorecer de

concepciones en términos de factores de riesgo y

factores de protección, incluyendo entre éstos, en

el caso del maltrato entre compañeros al grupo

más específico de clase, y el clima de relaciones

entre los distintos miembros de la comunidad

escolar, así como la cultura que presida el centro y

cada aula en relación con este problema y en

general con la convivencia. Se ha señalado que

las expectativas acerca de cómo van a actuar los

demás, el significado y la importancia que se dé a

este problema (y esto es algo que varía de una

clase a otra dentro de un mismo centro) influyen

poderosamente en las actitudes y reacciones ante

el maltrato (Pellegrini, 2002, Salmivalli y Voeten,

2002). El grupo –como red de relaciones– incluye

individuos que desempeñan diferentes papeles

pero se ven afectados por todo lo que hagan los

demás y por su propia pertenencia al grupo.

Pellegrini ha señalado con acierto las motivaciones

que caracterizan a quienes pretenden un papel

dominante en el mismo: un mecanismo de

protección o territorialidad por un lado; por otro, el

mecanismo de sometimiento de los otros dentro

del grupo para afirmar una posición dominante. El

primero se refiere al miedo a perder la cohesión y

el estatus de privilegio que detentan al ver en otro

una amenaza a lo que ya es el grupo; el segundo

describe la compleja dinámica interna de alianzas

y manipulaciones encaminadas a la búsqueda o

mantenimiento del control del grupo. Ambos

explican buena parte de los casos de victimización

dirigida a compañeros recién llegados al grupo.

Estudios de Juventud nº 62/03

Las distintas perspectivas de estudiantes y docentes…

77

Page 76: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

En conclusión, sin menoscabo de la autoridad que

debe tener cada uno de los adultos del centro (no

sólo el personal docente), otro estilo de

convivencia debe presidir las relaciones en los

centros, no sólo entre los estudiantes, también

entre éstos y sus profesores y profesoras. Hablar

de lo que debe hacerse no basta para que los

alumnos vayan adquiriendo conductas más

adecuadas ni construyendo una capacidad de

juicio moral que les permita regir su

comportamiento de forma. Como han señalado

Martín y Mauri (2001), uno de los mecanismos de

influencia educativa más relevantes de la

institución escolar consiste en que su

organización y su cultura enseñan por sí mismas

valores a los alumnos. Lo que se fomenta o se

rechaza de forma explícita o implícita, las normas

que rigen en la institución y en cada aula –tanto

desde el punto de vista de su contenido como del

procedimiento por el que lleguen a establecerse–,

los modelos de comportamiento, los compromisos

que presiden la práctica del centro. Pero además

sabiendo que muchos adolescentes consideran

un delito –o una imprudencia que puede costarles

cara– contar a los adultos los problemas que

tengan con sus iguales, o con los profesores

(Coleman y Hendry, 1999; Moreno y del Barrio,

2000), se puede ofrecer la posibilidad de que

otros alumnos se ofrezcan como personas de

confianza, como intermediarios en la resolución

de conflictos (Naylor y Cowie, 1999). Pero

también en esta confianza por parte de los

iguales, el profesor puede tener una influencia por

lo mismo: un ambiente de respeto, confianza e

igualdad y no de indiferencia, que es lo que

permite muchas veces las situaciones de abuso.

Además, tanto para la prevención como sobre todo

para la intervención, se ha visto en el pasado que

las aproximaciones individualistas, centradas en la

víctima o en el agresor, son poco funcionales o

resuelven sólo parcialmente el problema. El

maltrato entre iguales es un fenómeno de grupos,

y el tratamiento del problema tendrá por lo tanto

que enfocar ese grupo, con actividades de

reflexión acerca de las emociones, la resolución

pacífica de conflictos y el conocimiento mutuo a

través de actividades que potencien el

descubrimiento de nuevas facetas en el otro. Si es

posible estas actividades se llevarán a cabo sin

señalamientos directos, esto es, sin intentar dirigir

el foco hacia una persona en particular para evitar

una doble victimización o para evitar una actitud

resistente en el agresor (Sastre y Moreno, 2002;

Sullivan, 2000).

REFERENCIAS

– Björkqvist, K. Österman, K., y Kaukianen, A. (1992) Thedevelopment of direct and indirect aggressive strategies in malesand females. En K. Björkqvist y P. Niemela (eds.) Of mice andwomen: Aspects of female aggression, pp. 51-64. San Diego,Ca: Academic Press.

– Bowlby, J. (1969) Attachment and loss. Vol. I. Attachment.Londres: Hogarth. Trad. cast. El vínculo afectivo. Buenos Aires:Paidos, 1976.

– Carmichael, C.M. (2002) The mask of violence. Alternativas.Cuadernos de Trabajo Social, 10, 79-89.

– Coleman, J. y Hendry, L. B. (1999) The nature of adolescence.3rd Edition. Londres: Routledge.

– Defensor del Pueblo (2000). Informe sobre violencia escolar: elmaltrato entre iguales en la educación secundaria obligatoria.Elaborado por C. del Barrio, E. Martín, I. Montero, L. Hierro, I.Fernández, H. Gutiérrez y E. Ochaíta, por encargo del ComitéEspañol de UNICEF. Madrid: Publicaciones de la Oficina delDefensor del Pueblo. http://www.defensordelpueblo.es/informes/espec99/maininfoa1.html

– Del Barrio, C., Martín, E., Almeida, A. y Barrios, A. (2003) Delmaltrato y otros conceptos relacionados con la agresión entreescolares, y su estudio psicológico. Infancia y Aprendizaje, 26, 9-24.

– Del Barrio, C., Almeida, A., van der Meulen, K., Barrios, A. yGutiérrez, H. (2003) Representaciones acerca del maltrato entreiguales, atribuciones emocionales y percepción de estrategias decambio a partir de un instrumento narrativo: Scan-Bullying.Infancia y aprendizaje, 26, 63-78.

– De Rivera, J. (2003) Aggression, violence, evil, and peace. En T.Miller y M.J. Lerner (Eds.) Comprehensive Handbook ofPsychology, vol. 5: Personality and Social Psychology. NuevaYork: Wiley.

– Eisenberg, N. y Fabes, R.A. (1998) Prosocial development. EnW. Damon (Ed.) Handbook of Child Psychology, 5ª edición.Nueva York: Wiley.

– Funes, J. (1995) La violència y els violents. Barcelona: Edicionsde la Magrana.

– García Medina, P. (1994) Agresividad y Violencia: MarcoPsicosocial para la Prevención. En Delgado Bueno (Dir.) (1994)Psiquiatría legal y forense. Madrid: Editorial Colex.

– Hinde, R.A. y Groebel, J. (1991) Cooperación y conductaprosocial. Madrid: Visor, 1995.

– Martín, E. y Mauri, T. (1997) La atención a la diversidad en laeducación secundaria. Barcelona: ICE- Horsori.

– Moreno, J.M. (2001) Con trampa y con cartón. Cuadernos depedagogía, 283, 71-77.

– Moreno, A. y del Barrio, C. (2000). La experiencia adolescente: Ala búsqueda de un lugar en el mundo. Buenos Aires: Aique.

– Naylor, P. y Cowie, H. (1999) The effectiveness of peer supportsystems in challenging school bullying: the perspectives andexperiences of teachers and pupils. Journal of Adolescence 22,462-479.

– Olweus, D. (1983) Low school achievement and aggressivebehaviour in adolescent boys. En D. Magnusson, y V.Allen (Eds.)

Cristina del Barrio, Ángela Barrios, Kevin van der Meulen, y Héctor Gutiérrez

Estudios de Juventud nº 62/0378

Page 77: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Human development. An interactional perspective. Nueva York:Academic Press.

– Olweus, D. (1993) Bullying at schools. What we know and whatwe can do. Oxford: Blackwell. Trad. cast.: Conductas de acoso yamenaza entre escolares. Madrid: Morata, 1998.

– Olweus, D. (1999) Sweden. En P.K. Smith et al. (Eds.) (1999),pp. 1-27.

– Ortega, R. (1997) El proyecto Sevilla Anti-Violencia Escolar.Revista de Educación 313, 143-160.

– Ortega, R. (2000) Educar la convivencia para prevenir laviolencia. Madrid: A. Machado Libros.

– Pellegrini, A. D. (2002) Bullying, victimization and sexualharassment during the transition to middle school. EducationalPsychologist, 37, 151-163.

– Salmivalli, C.; Lagerspetz, K; Björkqvist, K., Österman, K. yKaukianen, A. (1996)

– Bullying as a group process: Participant role and their relation tosocial status within the group. Aggressive Behavior, 22, 1-15.

– Salmivalli, C. y Voeten,M. (2002) Connections between attitudes,group norms, and behaviour in bullying situations. Presentado enel Congreso de la International Society for

– Research on Aggression, Montreal, 28-31.8.2002.– Sastre, G. y Moreno, M. (2002) Resolución de conflictos y

aprendizaje emocional. Barcelona: Gedisa.

– Serrano, M. M. (Dir.) (2001) De la violencia infantil a la juvenil:Análisis y prevención de la violencia en las edades escolaresllevados a cabo en el municipio de Alcobendas. Ayuntamiento deAlcobendas. Informe de investigación inédito.

– Shaffer, D.R. (2000) Social and Personality Development, 4th

edition. Belmont, Ca.:– Wadsworth. Trad. cast. de C. del Barrio et al.: Desarrollo social y

de la personalidad, 4ª edición. Madrid: Thomson, 2002.– Smith, P.K.; Morita, Y.; Junger-Tas, J.; Olweus, D.; Catalano, R. y

Slee, P. (Eds.) (1999) The Nature of School Bullying. A cross-national perspective. Londres: Routledge.

– Sullivan, K. (2000). The anti-bullying handbook. Auckland: OxfordUniversity Press.

– Van der Meulen, K. (2003) Cuentos de miedo en la escuela:representaciones acerca del maltrato entre iguales de niños,adolescentes y adultos. Universidad Autónoma de Madrid,Facultad de Psicología. Tesis doctoral inédita.

– Van der Meulen, K., Soriano, L., Granizo, L., del Barrio, C., Korn,S. y Schäfer, M. (2003) Recordando el maltrato entre iguales enla escuela: consecuencias e influencia en la actuación delprofesorado. Infancia y Aprendizaje, 26, 49-62.

Estudios de Juventud nº 62/03

Las distintas perspectivas de estudiantes y docentes…

79

Page 78: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

En el artículo se analizan una serie de conductas de riesgo, entre las que se incluye el consumo de alcohol y

de otras drogas, durante la adolescencia y la relación existente entre las mismas y el grupo de iguales. Se

realiza una breve descripción de la situación actual respecto de los consumos de drogas entre los grupos de

edad más jóvenes y se describen los principales factores de riesgo y de protección relacionados con los

mismos y con otras conductas problemáticas. Se hace una especial referencia a las características de la

adolescencia como etapa evolutiva y a los importantes cambios que afectan al individuo y a su entorno,

analizando su relación con determinados factores de vulnerabilidad frente a los riesgos de aparición de

conductas problemáticas y dedicando una reflexión especial al importante papel que el grupo de iguales juega

durante esta etapa del desarrollo. Para finalizar, se hace una especial referencia a la necesidad de generar

espacios para la intervención preventiva durante esta etapa, aportando algunas de las ideas y principios que

deben ser tenidos en cuenta a la hora de poner en marcha programas y actuaciones integrales dirigidas a

este sector de población.

81

E L T E M A

ADOLESCENCIA, GRUPO DE IGUALES, CONSUMO DE

DROGAS, Y OTRAS CONDUCTAS PROBLEMÁTICAS

Mª Nieves Herrero YusteJefa de Departamento del Plan Municipal contra las Drogas

del Ayuntamiento de Madrid

1. INTRODUCCIÓN

Los consumos de alcohol y de otras drogas y

la evolución que el fenómeno de las

drogodependencias ha experimentado a lo

largo de los años constituyen un importante

foco de interés social. A este interés han

contribuido, entre otros factores, los cambios

experimentados en los hábitos de consumo

que afectan a un sector importante de la

población, especialmente a los grupos de

edad más jóvenes y que se relacionan

principalmente con los espacios de ocio y de

diversión ligados a las largas noches de fiesta

de los fines de semana. Estos cambios

afectan, no sólo al tipo de sustancias

elegidas, sino también a los modos en los que

este consumo se realiza; la concentración de

importantes cantidades de alcohol y de otras

drogas en unas cuantas horas, las masivas

reuniones de adolescentes y jóvenes en

plazas y parques públicos practicando el

denominado “botellón”, la incorporación de las

adolescentes a este tipo de conductas

grupales, la reducción en las edades de inicio

en el consumo de algunas drogas o los

graves riesgos asociados a este tipo de

conductas (accidentes de tráfico,

intoxicaciones graves, etc.) son algunos de los

factores que motivan esta preocupación

social. Por otra parte, la aparición de otras

conductas problemáticas, de tipo antisocial, se

han relacionado con la etapa adolescente, así

como con el grupo de amigos o compañeros y

se producen frecuentemente asociadas a los

consumos de drogas.

Si bien, la mayor parte de estas conductas

tiende a desaparecer con el crecimiento y los

consumos de drogas no pasan, en la

mayoría de los casos, de la simple

experimentación, no podemos obviar el

riesgo añadido que estos hábitos suponen en

una etapa de crisis evolutiva como es la

adolescencia.

Page 79: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Mª Nieves Herrero Yuste

82

2. EL CONSUMO DE DROGAS EN LAADOLESCENCIA

Los estudios y encuestas oficiales sobre el

consumo de drogas arrojan datos que resultan

fundamentales en la monitorización del fenómeno

de las drogodependencias, principalmente en lo

que se refiere a los grupos de edad más jóvenes,

ya que estos datos nos van a dar la pauta de las

tendencias y de la evolución que se va

produciendo en este tema a través de los años.

Algunos de los rasgos que caracterizan esta nueva

conceptualización de los consumos de alcohol y

de otras drogas por parte de los grupos de edad

más jóvenes son los siguientes:

• El grupo de adolescentes presenta prevalencias

de consumo importantes en sustancias como el

alcohol, tabaco y cánnabis, al mismo tiempo que

se mantienen niveles de experimentación con

otras sustancias como la cocaína, las drogas de

síntesis o los tranquilizantes. Según la encuesta

escolar 2000, realizada por el Plan Nacional

sobre Drogas, un 76% de escolares con edades

comprendidas entre los 14 y los 18 años han

consumido alcohol, un 34,4% han probado el

tabaco y un 31% el cánnabis. Los tranquilizantes,

con un 6,8% de experimentación, son la

siguiente sustancia más consumida, seguida del

éxtasis (5.7%), la cocaína (5,4%) y los

alucinógenos (5,2%).

• En la población escolar la edad de inicio en el

consumo se sitúa a partir de los 13 años para el

tabaco y el alcohol, en los 14 años y medio para

el cánnabis y los tranquilizantes y en los 15

años y medio para el resto de las drogas.

• Continúa siendo dominante el patrón de

consumo concentrado en los fines de semana,

durante las horas de ocio y diversión y en

compañía del grupo de iguales. Fenómenos

como el denominado “botellón” del que en tantas

ocasiones se han hecho eco los medios de

comunicación, forman parte de estos patrones de

consumo de los varones y mujeres más jóvenes.

• Al consumo de alcohol se ligan con relativa

frecuencia los consumos de otras sustancias,

especialmente el cánnabis y las drogas de

síntesis. Según datos del Plan Municipal contra

las Drogas del Ayuntamiento de Madrid, entre

los grupos que practican el “botellón” se

aprecian prevalencias importantes de consumo

de otras drogas, además del alcohol,

especialmente cánnabis, drogas de síntesis y

cocaína.

• Se reafirma la tendencia a una igualación en el

consumo entre los sexos en las edades más

bajas, habiendo aumentado de forma importante

entre las mujeres jóvenes el consumo de

sustancias como el alcohol y el tabaco. No

obstante, según los últimos estudios del Plan

Nacional sobre Drogas, se observa un descenso

en el número de mujeres jóvenes (entre 15 y 18

años) que experimentan con la mayoría de las

drogas ilegales.

• La percepción del riesgo relacionada con los

consumos de drogas es baja para algunas

sustancias como el tabaco, el alcohol y el

cánnabis. Por otra parte, los consumos

ocasionales y los realizados durante los fines de

semana son considerados de poco riesgo,

debido a que el grupo de adolescentes

considera que controla la situación durante el

resto de la semana.

• A pesar del importante peso que los consumos

recreativos de drogas tienen entre los y las

adolescentes, es interesante señalar, por lo que

respecta a las motivaciones para “salir de

marcha”, que sólo un 30% refiere que su

principal interés es el consumo de drogas. Por el

contrario, el deseo de reunirse con el grupo de

amigos, con un 96% y el romper con la rutina

diaria, con un 81%, son las razones más

frecuentemente esgrimidas para salir, (Calafat,

2000).

3. ADOLESCENCIA, CONSUMO DE DROGAS Y OTRAS CONDUCTAS DE RIESGO

En los últimos años se ha generado un interés

creciente en torno al conocimiento de la

Page 80: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Adolescencia, grupo de iguales, consumo de drogas, y…

83

adolescencia como crisis evolutiva y su relación

con el consumo de drogas y con otras conductas

problemáticas. La relación entre los consumos de

alcohol y de otras drogas y determinadas

conductas inadaptadas o de riesgo, entre las que

se incluyen las conductas violentas y antisociales

ha sido ampliamente estudiada y resulta fácilmente

observable. Es difícil establecer una relación de

causa-efecto entre ambos tipos de conducta, pero

es evidente la relación existente entre ellas. Díaz

Aguado (1999) señala, a partir del modelo de

Jessor para conceptualizar el riesgo psico-social,

la existencia de una significativa covariación

intraindividual entre diversas conductas de riesgo,

entre las que se incluyen los consumos de alcohol

y de otras drogas, la conducción temeraria, el

absentismo escolar o las conductas violentas.

Otros autores señalan la importancia que los

efectos intoxicantes que algunas sustancias tienen

sobre la agresividad en la especie humana, en

especial el alcohol, las anfetaminas y la cocaína.

En cualquier caso, independientemente de los

efectos farmacológicos de las distintas drogas, es

necesario analizar la relación entre estas

conductas teniendo en cuenta la complejidad de

las mismas y la capacidad de influencia mutua y

de interacción con toda una serie de variables

individuales y de factores de riesgo y protección,

que interfieren y modulan los aspectos puramente

farmacológicos.

Para tratar de ordenar la complejidad de estas

interrelaciones será necesario analizar algunos

aspectos importantes como los factores de riesgo

y protección que influyen en este tipo de

conductas, las características de la adolescencia

como etapa evolutiva que pueden explicar esa

mayor vulnerabilidad frente a las mismas o la

especial relación entre adolescentes y sus grupos

de pertenencia.

3.1. Factores de riesgo y protección

Clayton (1992) define el concepto de factor de

riesgo o de protección como un atributo individual,

condición situacional, ambiente o contexto que

incrementa o reduce la probabilidad del uso o

abuso de sustancias psicoactivas. El concepto de

factor de protección no necesariamente supone el

contrario –en un continuo– de factor de riesgo sino

que se trataría, al menos en algunos casos, de

categorías independientes.

Los diferentes factores de riesgo o de protección

con capacidad de influencia sobre una

determinada conducta no constituyen, al menos

considerados individualmente, la causa o el motivo

unidireccional de la misma sino que actúan en

términos de probabilidad, predisponiendo en un

sentido o en otro. Lo que sí parece claramente

demostrado es que, a mayor presencia de factores

de riesgo existe una mayor probabilidad de que

aparezca una determinada conducta. Por el

contrario, la presencia de factores de protección

puede propiciar la inhibición de una conducta

problema, reducirla o modularla.

Por lo que se refiere a los factores de riesgo y de

protección para el abuso de drogas y otras

conductas problemáticas en adolescentes existe

hoy un amplio consenso entre los investigadores,

habiéndose identificado de forma clara muchos de

ellos. Así, se ha podido observar como la

presencia de determinados factores de tipo

cognitivo, emocional, conductual o ambiental

pueden explicar en una parte importante las

causas de por qué un determinado individuo o

grupo de jóvenes se muestra más vulnerable ante

la oferta de drogas, mientras que la presencia de

otros factores explicaría una mayor resistencia

ante las mismas.

Sin ánimo de agotar este interesante tema, que

requeriría de un amplio espacio, podríamos

agrupar con fines organizativos los factores de

riesgo y protección en las siguientes categorías:

• Factores ligados al contexto social y cultural

amplio; Se incluirían aquí las condiciones

ambientales, sociales y culturales que están

presentes en una cultura determinada y en un

momento histórico dado y que tienen una

capacidad de influencia sobre los consumos de

drogas o sobre otro tipo de conductas de riesgo.

La imagen social de las diferentes drogas, el

Page 81: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

estatus legal de las mismas, los estereotipos

que tan frecuentemente van ligados a su

imagen, etc, conforman un escenario macro-

social capaz de influir, a su vez, sobre aspectos

tan importantes como la percepción del riesgo

sobre el uso de las mismas que tanta influencia

ha demostrado tener sobre su uso. El

tratamiento que los medios de comunicación

hacen de este tema contribuye de modo

importante a generar una determinada imagen

social sobre el alcohol y las drogas, modificando

la percepción sobre las mismas en períodos de

tiempo relativamente cortos. Así, desde los

servicios de atención directa a las familias

(Servicio telefónico de orientación y

asesoramiento familiar del P.M.C.D. del

ayuntamiento de Madrid) puede percibirse en

pocos días o semanas los cambios en la

percepción, por parte de las familias que llaman,

de los riesgos asociados al uso de

determinadas sustancias, a raíz del impacto de

espacios televisivos de gran audiencia. La

alarma suscitada por algunos de estos espacios

se traduce en llamadas y consultas con petición

de información y asesoramiento sobre el tema

tratado. En este sentido, es importante resaltar

también el importante papel preventivo que los

medios de comunicación pueden jugar, tanto en

el tratamiento adecuado de la información sobre

drogas y drogodependencias como en la

difusión de servicios y programas preventivos.

Por el contrario, la publicidad sobre el alcohol y

el tabaco, la permisividad social o la aceptación

del consumo por parte de la sociedad (actitudes

favorables hacia el consumo, estatus legal de las

sustancias) parecen tener una capacidad de

influencia como factores de riesgo. Algo similar

ocurre con la difusión de contenidos violentos o

agresivos a través de los medios de

comunicación. La especial influencia de la

televisión en la difusión de este tipo de

imágenes y escenas pueden promover el

aprendizaje de conductas agresivas de diverso

tipo, especialmente si estas conductas son

exhibidas por personas o personajes con un

importante peso afectivo para el grupo de

adolescentes. La aparición frecuente de

escenas violentas, especialmente en aquellos

medios con una mayor capacidad de influencia,

puede producir una mayor “tolerancia” social

hacia la violencia (lo frecuente tiende a

transformarse en lo normal), dando como

resultado una desinhibición de este tipo de

conductas. Todo esto nos lleva de nuevo a

reflexionar acerca de la necesidad de poner al

servicio de la prevención el enorme potencial

que los medios de comunicación tienen a la

hora de promover actitudes y conductas

contrarias a las descritas.

• Factores ligados al contexto social próximo;

Consideramos aquí aquellos factores que se

enmarcan en el entorno social inmediato al

grupo de adolescentes y que van a tener una

influencia directa sobre su conducta. En este

apartado cabría destacar, como espacios con

una mayor capacidad de influencia, la familia, el

medio escolar, el barrio o el hábitat en el que se

desarrolla su vida y el grupo de iguales.

Analizaremos ahora los tres primeros para

abordar lo referente al grupo en el apartado

referente a “adolescencia y grupo de iguales”.

Entre los factores familiares con una mayor

capacidad de influencia sobre el consumo de

drogas y otras conductas problemáticas se han

citado los relacionados con el estilo educativo de

los padres, las relaciones afectivas y la

comunicación, la conflictividad familiar, las

conductas violentas o agresivas en la familia, el

abuso físico o las actitudes y conductas de los

padres frente al consumo de drogas. Uno de los

constructos más estudiados es el estilo

educativo de los padres (Baumrind 1978),

apareciendo como conclusión más importante el

hecho de que los estilos educativos que

combinan el control firme pero sin rigidez con la

explicación razonada de las normas y la

estimulación de la participación de los hijos en

la toma de decisiones, se muestran como los

más eficaces en la prevención de las conductas

desviadas, incluyendo el consumo de drogas.

Por el contrario, los estilos “autoritario” y

“permisivo” no fomentan la consecución de la

Mª Nieves Herrero Yuste

Estudios de Juventud nº 62/0384

Page 82: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

autonomía y responsabilidad personales y

resultan, por lo tanto, menos efectivos frente al

consumo de drogas por parte de los hijos.

Desde otro punto de vista, la invalidación de la

figura paterna, que tan frecuentemente

encontramos entre los pacientes

drogodependientes varones, explicaría la

dificultad en los hijos para asumir la autoridad y

el valor de la ley y de las normas, hechos muy

relacionados con todo tipo de conductas

disruptivas. A todos estos factores habría que

añadir la capacidad de la familia para adaptarse

a los cambios derivados del crecimiento de los

hijos y para acomodar el estilo educativo a las

exigencias planteadas por este proceso. Esta

capacidad, que se hace especialmente evidente

durante la etapa adolescente por la rapidez de

los cambios que en ella se producen, resulta

absolutamente necesaria para favorecer el

crecimiento y la autonomía personales y para

prevenir, por tanto, la aparición de conductas

problemáticas.

Entre los factores relacionados con el medio

educativo se han destacado la adaptación

escolar, el interés y expectativas sobre los

estudios, el rendimiento escolar, el tipo de

centro y estilo de funcionamiento, la relación del

centro escolar con las familias y con la

comunidad, etc. Se han relacionado las

conductas problemáticas en la adolescencia,

como el consumo de drogas o la delincuencia

con el absentismo escolar, la escasa implicación

en los estudios y un bajo rendimiento

académico. Sin embargo, es necesario analizar

estos resultados teniendo en cuenta la mutua

capacidad de influencia que existe entre ellos.

Es bastante habitual que, también desde el

centro escolar, surjan actitudes de rechazo

frente a los alumnos y alumnas más

problemáticos, actitud que no facilita la

integración de los mismos en el centro sino que

suele provocar un incremento de las conductas

de riesgo, un mayor rechazo hacia el mismo y

hacia los estudios y un sentimiento de exclusión.

Luengo et al. (1999) señalan que el “fracaso” del

adolescente por ajustarse al medio escolar, que

precisamente intenta promover estilos de vida

convencionales y adaptados al medio social, le

coloca en una situación de mayor vulnerabilidad

frente a las conductas desviadas. En este

“fracaso” habría que incluir también otros

factores relativos al propio centro educativo y a

la comunidad escolar, de modo que no pueda

achacarse en exclusiva al propio adolescente

sino que se trataría más bien de un problema

con raíces sociales mucho más profundas.

Por lo que se refiere al barrio o hábitat en el que

se desarrolla la vida de los y las adolescentes,

hay que señalar, como factores con mayor

capacidad de influencia sobre la existencia o no

de conductas problemáticas, las características

del entorno referentes a factores urbanísticos,

equipamientos, apego del vecindario al barrio,

sentimiento de pertenencia al mismo, presencia

de tejido asociativo vivo capaz de generar

apoyos positivos a los grupos de adolescentes y,

desde luego, la facilidad o dificultad para

acceder a las diferentes sustancias de abuso.

• Factores ligados al propio individuo; Entre los

factores individuales relacionados con los

consumos de drogas se han señalado la edad,

factores físicos, factores cognitivos y de

personalidad así como la presencia o no de

determinados valores, actitudes y habilidades

personales. La adolescencia, como etapa crítica

del desarrollo, puede ser considerada como un

factor de riesgo frente al consumo de drogas y

otras conductas problemáticas, no porque

suponga en sí misma una alteración o patología

sino por las características que la acompañan y

que colocan al joven en una situación transitoria

de mayor vulnerabilidad. Como es sabido, los

consumos experimentales de drogas se

producen en un porcentaje importante de casos

durante la etapa adolescente, si bien, en la

mayoría de las ocasiones, éstos no van a

evolucionar hacia un consumo habitual o

problemático.

Se han señalado también (O’Connell, 1989)

otros factores de riesgo personales; factores

físicos como la maduración precoz en las chicas

o la maduración tardía en los varones podrían

Estudios de Juventud nº 62/03

Adolescencia, grupo de iguales, consumo de drogas, y…

85

Page 83: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

influir negativamente en la autoestima de los

sujetos y en una mayor vulnerabilidad frente a la

presión para el consumo; así mismo se ha

hallado una relación entre consumo de drogas y

factores genéticos y constitucionales, factores

psicológicos como problemas de salud mental,

historia de abusos físicos o sexuales, conducta

antisocial, hiperactividad, impulsividad, rebeldía,

disconformidad con las normas, violencia,

agresividad, búsqueda del riesgo y de

sensaciones, etc. Las actitudes favorables hacia

las drogas han mostrado también tener una

influencia sobre el consumo, especialmente si

estas actitudes son compartidas por el grupo o

grupos de pertenencia.

Si bien muchos de estos factores son capaces

también de influir en la aparición de otras

conductas problemáticas, merece especial

mención la importancia que, para el desarrollo

de conductas violentas tiene la dificultad para

colocarse en el lugar del otro y para sentir

empatía; cuando no se ha podido desarrollar

esta capacidad durante la adolescencia, se

produce una mayor tendencia a resolver los

conflictos con los otros de un modo violento o

agresivo.

Por el contrario, parecen actuar como factores

de protección individuales, un temperamento o

disposición positiva, la creencia en la propia

auto-eficacia, las expectativas personales

positivas frente a los estudios o frente al futuro,

la religiosidad, el sentimiento de aceptación y

pertenencia a grupos normalizados o la actitud

positiva frente a las normas sociales. Así mismo,

la capacidad para sentir empatía y para ponerse

en el lugar del otro, que tiene su mejor

oportunidad de desarrollo en la relación con los

iguales, actúa como factor de protección frente a

la violencia, facilitando la resolución de los

conflictos mediante medios más adaptados.

Si bien cada uno de estos apartados requeriría de

un espacio por sí mismo, dada la rica información

que han arrojado los estudios que se han realizado

sobre el tema, me referiré a continuación a

algunas de las características que acompañan la

etapa adolescente así como a la influencia que el

grupo de iguales tiene sobre determinadas

conductas de riesgo, especialmente sobre el

consumo de drogas.

3.2. La adolescencia como etapa de riesgo

Ya he comentado más arriba cómo la aparición de

determinadas conductas problemáticas o de

riesgo, entre las que se incluye el consumo de

drogas, se produce con una mayor frecuencia

durante la etapa adolescente; de igual modo

parece probado el hecho de que, en la mayoría de

los casos, estas conductas tienden a disminuir o

desaparecer con el crecimiento y la salida de esta

fase del desarrollo. Es importante, por lo tanto,

conocer qué está ocurriendo durante este período

de la vida que pueda explicar, al menos en parte,

esa especial vulnerabilidad ante el riesgo.

La adolescencia trae consigo una serie de

cambios a diferentes niveles (cambios físicos,

intelectuales, emocionales…) que van a suponer

una auténtica revolución en todas las áreas de la

vida del joven o la joven. Por otra parte, es

necesario tener en cuenta que estos cambios no

sólo afectan a los individuos sino también, de

modo muy importante, a su entorno inmediato y

principalmente a la familia.

Veamos brevemente algunas de las características

que definen la adolescencia como etapa evolutiva

y que nos permitirán entender las nuevas

necesidades que se plantean en este momento del

desarrollo.

• Cambios a nivel corporal. Con la pubertad

aparecen transformaciones fisiológicas

importantes y rápidas, unidas al despertar y el

empuje de las necesidades sexuales, lo que

constituye un acontecimiento que viene a

derrumbar el equilibrio logrado hasta el

momento, desencadenando una auténtica

revolución interna que propiciará las

transformaciones que van a producirse en el

plano psicológico. La evolución en el plano

psíquico, sin embargo, no siempre sigue el ritmo

Mª Nieves Herrero Yuste

Estudios de Juventud nº 62/0386

Page 84: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

de los cambios corporales, produciéndose una

desarmonía que, en los casos más extremos,

puede incrementar el desequilibrio y generar

otros conflictos. Los consumos de drogas en

adolescentes que atraviesan esta crisis, pueden

alimentar una fantasía de control que alivia

transitoriamente su malestar.

• La adolescencia como época de duelos. Los

cambios que afectan a esta etapa de la vida

suponen logros y adquisiciones importantes,

pero también, paralelamente, se producen

pérdidas que precisan de una elaboración.

Autores como A. Aberastury (1978) describen

tres duelos importantes que deben realizase

durante la adolescencia: El duelo por el cuerpo

infantil perdido, el duelo por el rol y la identidad

infantiles, que obligan a una renuncia a la

dependencia y a una aceptación de

responsabilidades, y el duelo por los padres de

la infancia, a los que persistentemente se trata

de retener buscando refugio y protección. El

dolor psíquico que acompaña a estos duelos

contribuye a configurar el carácter y los cambios

del estado de ánimo típicos de muchos

adolescentes que van a tener también su

influencia en el ámbito de sus relaciones

familiares y sociales y de su conducta. En

algunos casos, el consumo de drogas se

inscribe en el deseo de aliviar o posponer el

dolor que acompaña a estos procesos.

• Cambios en la visión de los padres y otras

figuras de autoridad. La idealización de los

padres y otras figuras como profesores,

parientes, etc., que se mantiene hasta la

entrada en la adolescencia, deja paso a una

visión mas realista de los mismos, a veces con

el “necesario” paso intermedio de ruptura y

desprecio hacia los antiguos modelos infantiles.

Como consecuencia de este proceso se produce

un cierto distanciamiento entre el adolescente y

sus padres, pasando a ocupar sus iguales

(amigos, compañeros) un papel de mayor peso

y convirtiéndose en ocasiones en el refugio y la

sustitución de la relación perdida. Si bien la

capacidad de influencia de los padres y del

medio familiar no tiene por qué desaparecer

completamente durante esta etapa,

especialmente cuando los vínculos familiares

han sido sólidos, es el grupo de iguales el que

asumirá ahora un mayor protagonismo.

• Pensamiento abstracto. Constituye la gran

innovación en lo que se refiere a los cambios a

nivel intelectual. Hasta los 11 ó 12 años el

pensamiento y las reflexiones que hace el niño

se hallan ligadas a lo concreto; lo real y lo

presente van paralelos a la acción y a la

observación directa. Con la aparición del

pensamiento abstracto o formal, el adolescente

puede evadirse fuera de lo real, de lo

directamente observable, trasciende lo actual y

lo concreto, para llegar a reflexionar sobre lo

posible, lo abstracto, el pasado y el futuro. Todo

ello propicia una gran revolución interna que

abre al joven y a la joven el camino de la

reflexión filosófica, religiosa, política, estética,

etc y que algunos autores han denominado

“pubertad mental”.

• Búsqueda de nueva identidad. Durante la

adolescencia se reedita de alguna forma todo el

proceso de identificación progresiva que se

inicia desde el comienzo de la vida y que surge

ahora como una nueva búsqueda que define y

jalona toda esta etapa. Los cambios acontecidos

en todos los planos de la vida, el empuje de los

impulsos sexuales y la pérdida de los modelos

de identificación infantiles obligan al adolescente

a buscar nuevos modelos de identificación que

le faciliten el tránsito hacía un nuevo concepto

de sí mismo como persona adulta. Para lograrlo,

exploran otros lugares de identificación fuera de

la familia. Las amistades entre los iguales

cobran en esta etapa una gran fuerza e

importancia, llenando el vacío que producen las

pérdidas y los duelos infantiles y actuando como

soporte en esa búsqueda de la identidad de

adulto. Si bien en la mayoría de los casos, al

final de la etapa adolescente este proceso se

resuelve adecuadamente mediante el logro de

de una identidad diferenciada y coherente, en

ocasiones se producen fracasos en este

delicado proceso. Una de las posibilidades de

este fracaso lo constituye lo que se denomina

Estudios de Juventud nº 62/03

Adolescencia, grupo de iguales, consumo de drogas, y…

87

Page 85: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

“identidad negativa” (por ejemplo, mediante la

identificación con figuras violentas o

antisociales), lo que estaría en la base de

muchas de las conductas problemáticas en

adolescentes.

3.3. Adolescencia y grupo de iguales

Tal y como he señalado, el grupo de iguales

supone un importante apoyo en ese proceso de

búsqueda de identidad por parte de los y las

adolescentes. Algunos hechos bien conocidos

que se producen en esta etapa, como el

fenómeno del “conformismo grupal” y la búsqueda

de originalidad a través de este conformismo

constituyen un elemento defensivo de apoyo, que

les brinda el sentimiento de pertenencia, la

seguridad y la estima personal que precisan en

esta etapa de tránsito hacia la propia originalidad

y autonomía personales. El grupo de iguales

proporciona al adolescente una serie de ventajas

que van a facilitar la transición hacia el mundo

adulto; da apoyo y seguridad, facilita la

separación de los padres y modelos anteriores,

proporciona unos ideales, intereses y valores, y

presta una “identidad transitoria” que apoya a un

yo todavía frágil. La interacción con los iguales

proporciona una posibilidad única para superar el

egocentrismo infantil y para conocerse a si mismo

y a los demás logrando una nueva perspectiva

social de mayor madurez. Al compartir

sentimientos y comparar puntos de vista con los

compañeros y compañeras se abre un campo

ilimitado a la maduración personal y a la

adaptación social. Sin embargo, también el grupo

puede suponer un riesgo en la medida en que

una tendencia grupal excesiva o un deseo

violento de ruptura con la etapa infantil o los

modelos de autoridad empujen a ello. Así, el

grupo puede inhibir la responsabilidad individual,

favorecer la excesiva dependencia y

conformismo, inhibir la toma de decisiones libre y

personal o facilitar conductas inadecuadas, entre

las que se incluye el consumo de alcohol u otras

drogas y otras conductas problema.

La aparición de estas conductas en la

adolescencia no puede, por lo tanto, interpretarse

de un modo descontextualizado sino que deberá

entenderse desde el significado que adquieren en

el proceso evolutivo. Por otra parte, no debemos

olvidar que los consumos recreativos de alcohol y

de otras drogas entre jóvenes se realizan en un

contexto grupal y juegan muchas veces un papel

socializador. El sentimiento de pertenencia a estos

grupos de iguales facilita el acceso a nuevas

formas de relación y ayuda a tomar distancia del

núcleo familiar y del control por parte del mundo

adulto. El adolescente o la adolescente que

comienzan a consumir en el grupo de amigos

viven la sensación de acceder a algo prohibido,

que escapa a la tutela de los padres o de otras

figuras de autoridad y que proporciona la

posibilidad de compartir nuevas experiencias con

sus iguales, en lugares y horarios que hacen

propios, por contraposición a los del mundo adulto.

Han sido muchos los estudios realizados acerca

de la capacidad de influencia del grupo de iguales

sobre las conductas problemáticas durante la

adolescencia, tratando de averiguar además cómo

se produce y qué tipo de factores intervienen en

este proceso. En general, podemos decir que

existe un consenso generalizado sobre la

importancia de esta capacidad, explicándose la

misma desde diferentes constructos teóricos.

Cabría destacar aquí dos importantes

aportaciones explicativas de este fenómeno, que

resultan complementarias. Por una parte, el

aprendizaje social que se realiza en el grupo de

iguales y los procesos de reforzamiento que se

producen en el seno del mismo suponen un factor

clave en la determinación de toda una serie de

conductas problemáticas. En el párrafo anterior se

da cuenta de algunos de los procesos que actúan

como reforzadores de la conducta de beber o

consumir drogas en contextos grupales. Por otra

parte, hay que tener en cuenta la capacidad del

adolescente para elegir los grupos de pertenencia.

Esta hipótesis señala el hecho de que los y las

adolescentes eligen los grupos de pertenencia en

función de sus conductas previas, de sus actitudes

y de sus valores, de forma que la existencia previa

Mª Nieves Herrero Yuste

Estudios de Juventud nº 62/0388

Page 86: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

de una conducta desviada les haría sentirse más

aceptados e integrados en un grupo de iguales en

el que esa conducta exista y sea valorada por sus

miembros. Por último, es necesario tener en

cuenta el hecho de que también los grupos tienden

a aceptar o a rechazar a determinados individuos

como miembros en función de sus conductas. En

el trabajo socioeducativo con adolescentes de

riesgo realizado en el marco del “Programa de

intervención con menores” del Plan Municipal

contra las Drogas del Ayuntamiento de Madrid se

ha observado cómo, en ocasiones, grupos de

adolescentes consumidores de drogas tienden a

excluir a otros menores consumidores de otras

sustancias o con conductas que consideran

inapropiadas. El consumo de drogas en el grupo

de iguales actuaría, por lo tanto, como una forma

más de cohesión y de identidad grupal, al igual

que sucede con la imagen física (forma de vestir

de llevar el pelo, o portar cualquier accesorio de

identificación), el tipo de música que eligen o

cualquier otra conducta, que defina un estilo de

vida vivido como propio.

Un proceso similar explicaría la aparición de

conductas violentas, como actos vandálicos o

agresiones xenófobas realizadas en grupo, de las

que frecuentemente se hacen eco los medios de

comunicación, que pueden ir asociadas al uso de

alcohol o de otras drogas y que constituyen, en

muchos casos, una forma inadecuada y extrema

de lograr una identidad y cohesión frente a otros

grupos.

4. LA INTERVENCIÓN

La existencia de conductas de riesgo entre los

grupos de adolescentes nos hace necesariamente

reflexionar acerca de cuándo será necesario

intervenir y cómo hacerlo. Los consumos de

alcohol y de otras drogas entre adolescentes o la

aparición de otras conductas problemáticas

asociadas, no siempre son la expresión de una

patología o de un trastorno de personalidad, sino

que suponen la expresión más o menos

exagerada de la inestabilidad emocional que

caracteriza a este período y de la necesidad de

conocer, experimentar y poner a prueba tanto la

propia resistencia como los límites y las normas

familiares y sociales. Como he señalado más

arriba, las conductas de riesgo tienden a

desaparecer con el crecimiento y los consumos de

drogas no suelen pasar, en la mayoría de los

casos, de la experimentación, pero no podemos

minimizar los riesgos que este tipo de conductas

suponen para los adolescentes. Será necesario

por lo tanto generar estrategias de intervención

tendentes a reducir estos riesgos y evitar en lo

posible que las conductas problemáticas se

cronifiquen y deriven en dificultades más graves.

La intervención con adolescentes de riesgo para el

abuso de drogas se ha consolidado en los últimos

años como una importante línea de trabajo con un

espacio propio. Los programas tradicionales de

prevención en el ámbito educativo se realizan

fundamentalmente con grupos de alumnos más

jóvenes, en los que las actuaciones preventivas

tienen una mayor capacidad de influencia. La

etapa adolescente ha sido considerada desde

muchos ámbitos como un período en el que la

prevención era ya inviable y se llegaba demasiado

tarde, de forma que sólo cabía esperar a que el

joven o la joven acudieran a un centro para

solicitar tratamiento una vez consolidada la

situación de drogodependencia. Sin embargo, hoy

tenemos experiencias que demuestran que el

trabajo con adolescentes consumidores de drogas,

en los que concurren además otros factores o

situaciones de riesgo, es difícil pero posible y es

más necesaria que nunca debido a la

generalización del consumo de alcohol y de otras

drogas entre un sector importante de adolescentes

y jóvenes que, por otra parte, presentan un estilo

de vida con un adecuado nivel de integración. En

cualquier caso, las actuaciones y los programas

dirigidos a adolescentes con conductas de riesgo

deberán tener en cuenta algunas cuestiones como

las siguientes:

• El consumo de drogas en la adolescencia

aparece frecuentemente asociado a otras

conductas problemáticas o de riesgo, por lo que

Estudios de Juventud nº 62/03

Adolescencia, grupo de iguales, consumo de drogas, y…

89

Page 87: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

es necesario diseñar programas de intervención

flexibles, que comprendan diferentes conductas

de riesgo en lugar de centrarse sobre un único

problema y que sean capaces de actuar global e

integralmente sobre los sujetos afectados y su

entorno.

• Resulta esencial el conocimiento de los factores

de riesgo y de protección que intervienen en la

vida del adolescente y diseñar una intervención

sobre los mismos que complemente el trabajo

realizado con los propios adolescentes.

• Cuando se trata de menores consumidores

vamos a encontrarnos con un abanico de

situaciones que van a ir desde la simple

experimentación hasta la dependencia, pasando

por distintas formas y patrones de abuso

asociados o no a otras conductas problemáticas.

El abordaje de este tipo de problemas, por lo

tanto, debe realizarse partiendo de las

necesidades del/ de la joven o del grupo de que

se trate.

• El trabajo socioeducativo realizado con

adolescentes en situación de riesgo o con

conductas problemáticas realizado en el propio

medio y la realización de determinadas

actividades con los mismos, se han mostrado

como estrategias útiles a la hora de producir

cambios significativos en la vida de los/las

adolescentes, permitiéndoles defenderse frente

a la presión para el consumo de drogas y

facilitando su integración social. Se trata, no

obstante, de un trabajo a medio y largo plazo,

en el que juega un papel muy importante la

consolidación de los vínculos afectivos que se

crean en el seno de los propios grupos y entre

éstos y los técnicos que realizan la intervención.

La continuidad en el tiempo de este tipo de

programas y actuaciones resulta, por lo tanto,

esencial para el logro de sus objetivos.

• Para abordar adecuadamente la prevención y el

tratamiento de las conductas problemáticas en

adolescentes, entre las que se incluyen el

consumo abusivo de alcohol o de otras drogas,

deberá atenderse de un modo especial a su

familia y al entorno social próximo. Si esto es

importante en adultos, resulta fundamental

cuando se trata de menores, en los que los

contextos sociales, los grupos de pertenencia y

las situaciones de riesgo tienen un peso

fundamental.

• En la intervención con adolescentes debemos

tener siempre presente el momento evolutivo en

el que se encuentran. Los consumos de drogas

y otras conductas problemáticas aparecen

frecuentemente asociados a un conjunto de

problemas relacionados con el proceso de

maduración personal y de integración social. Las

especiales circunstancias que suelen

acompañar a la adolescencia y el significado

que determinadas conductas adquieren en ese

momento crítico del desarrollo son aspectos

fundamentales que no podemos obviar en

ningún caso.

• La disponibilidad de un tiempo importante para

el ocio grupal entre adolescentes aparece

frecuentemente asociada con conductas de

riesgo. La intervención con adolescentes, por

tanto, deberá tener en cuenta este hecho tan

significativo en la actualidad con el objeto de

propiciar espacios para la prevención a través

del ocio, ya sea mediante una educación para

un ocio saludable o mediante la oferta de un

ocio alternativo a los espacios, horarios y

situaciones de riesgo.

• La detección temprana de los problemas de

abuso de drogas por parte de los adolescentes

y la intervención precoz sobre los mismos y

sobre su entorno familiar y social, se muestra

como una estrategia eficaz. Los resultados de la

evaluación en el tratamiento de adolescentes

consumidores de drogas son mucho más

positivos que en el caso del tratamiento de

drogodependientes adultos.

• La orientación y asesoramiento a familias y otros

mediadores sociales sobre los consumos de

drogas y otras conductas problema durante la

adolescencia ha resultado de gran utilidad como

estrategia de prevención. Esta utilidad se ha

observado, no sólo en relación con los

adolescentes concretos por los que se solicita

orientación o asesoramiento, sino como forma

de dotar a las familias y mediadores de

Mª Nieves Herrero Yuste

Estudios de Juventud nº 62/0390

Page 88: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

herramientas operativas que les permitan

abordar con éxito situaciones similares.

• La evaluación, la investigación y la formación

continua de los equipos en el ámbito de la

intervención con menores en riesgo o con

menores drogodependientes deben constituir

una actividad continua de modo que se

garantice la calidad y la adecuación de las

intervenciones.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• Aberastury, A.et al. (1978). “Adolescencia”. Kargieman.• Baumrind, D. (1978). “Parental disciplinary patterns and social

competence in children”. Youth and Society, 9.• Becoña, E. (1999). “Bases teóricas que sustentan los programas

de prevención de drogas”. Plan Nacional sobre Drogas.• Becoña, E. (2002). “ Bases científicas de la prevención de las

drogodependencias”. Plan Nacional sobre Drogas.• Calafat et al. (2000). “Salir de marcha y consumo de drogas”.

Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.• Cancrini, L. (1987). “Hacia una tipología de las

toxicodependencias juveniles”. Comunidad y Drogas.Monográfico nº 1. Mº de Sanidad y Consumo.

• Clayton, R.R. (1992). “Transitions in drug use: Risk andprotective factors”. American Psychological Association.

• Diatkine, R. (1967). “Du normal et du pathologique chez l’enfant”.• Díaz Aguado, M.J. (1999). “Programas de educación para la

tolerancia y prevención de la violencia en los jóvenes”. Volumen1. Fundamentación psicopedagógica. Ministerio de Trabajo yAsuntos sociales

• Erikson, E. (1983). “Infancia y sociedad”. Hormé. Paidos.• Erikson, E. (1968). “Identidad, Juventud y crisis”. Paidos.• Fernández Hermida, J.R., Secades Villa, R. (2002). “Intervención

familiar en la prevención de las drogodependencias”. PlanNacional sobre Drogas.

• Funes, J. (1990). “Nosotros, los adolescentes y las drogas”.Ministerio de Sanidad y Consumo. Delegación del Gobierno parael Plan Nacional sobre Drogas.

• Haley, J. (1985). “Trastornos de la emancipación juvenil”. Paidos.• Herrero Yuste, N. (1997). “Intervención con menores en situación

de riesgo para el abuso de drogas”. Revista de Estudios deJuventud. Instituto de la Juventud.

• Herrero Yuste, N. (1999). “La prevención de lasdrogodependencias a través del ocio en adolescentes”. Ponenciapresentada en los V Encuentros Intercentros PPD. Ministerio deEducación y Cultura. Comunidad de Madrid. Ayuntamiento deMadrid.

• Jessor, R. (1992). “Risk behavior in adolescence: Apsychological framework for understanding and action”.Developmental Review,12.

• Kalina, E. (1088). “Adolescencia y drogadicción”. Nueva Visión.• Luengo Martín, M.A. et al. (1999). “ La prevención del consumo

de drogas y la conducta antisocial en la escuela: Análisis yevaluación de un programa”. Universidad de Santiago deCompostela.

• Megías, E. et al. (2000). “Los valores de la sociedad española ysu relación con las drogas”. Fundación “La Caixa”.

• Martín González, A. et al. (1997). “Comportamientos de riesgo:violencia, prácticas sexuales de riesgo y consumo de drogasilegales”. Entinema.

• Martín Serrano, M. (1998). “Juventud y consumo”. Ministerio deSanidad y Consumo.

• Martínez Rodríguez, J.M. y Fernández Rodríguez, M.N. (1989).“Algunas consideraciones sobre la agresividad en su relacióncon las conductas adictivas”. Revista española dedrogodependencias, 14 241 – 248.

• Muñoz Rivas, M.S., Graña, J.L. y Cruzado, J.A. (2000). “Factoresde riesgo en drogodependencias: Consumo de drogas enadolescentes”. Sociedad española de psicología clínica, legal yforense.

• Navarro, J. et al. (2000). “Factores de riesgo y protección decarácter social relacionados con el consumo de drogas”.Ayuntamiento de Madrid. Plan Municipal contra las Drogas.

• Navarro, J. et al. (1999). “El consumo de drogas y factoresasociados en la Comunidad Valenciana”. Generalitat Valenciana

• O’Connell, D.I. (1989). “Traiting the high risk adolescent: Asurvey of effective programs and intervention”. The Hawortpress, London.

• Otero-López, J.M., Romero, E. Y Luengo, M.A. (1994).“Identificación de los factores de riesgo de la conducta delictiva:hacia un modelo integrador”. Análisis y modificación deconducta.

• Olievenstein, C. (1985). “La toxicomanía”. Fundamentos.• Pons, J. y Berjano, E. (1999). “El consumo abusivo de alcohol en

la adolescencia: un modelo explicativo desde la psicologíasocial”. Plan Nacional sobre Drogas.

• Pichon Rivière (1980). “ Teoría del vínculo”. Nueva Visión.• Recio, J.L., Santos, C., Sánchez, M.A., Escamilla, J.P.,

Barahona, M.J. y Plaza, L. (1992). “Papel de la familia, loscompañeros y la escuela en el abuso de drogas”. Cruz RojaEspañola.

• Reymond Rivier, B. (1970). “El desarrollo social del niño y deladolescente”. Herder.

• Stierlin, H. (1979). “Psicoanálisis y terapia de familia”. Icaria.• Urra, J. (1997). “Violencia, memoria amarga”. Siglo XXI de

España Editores. S.A.• Vega, A. (1989). “Menores, delincuencia y Drogas”. Revista

española de drogodependencias, 14 244-285.• Winnicott, D.W. (1982). “ Realidad y Juego”. Gedisa.• Winnicott, D.W. (1987). “El proceso de maduración en el niño”.

Laia.

Estudios de Juventud nº 62/03

Adolescencia, grupo de iguales, consumo de drogas, y…

91

Page 89: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Se hace una revisión de la literatura sobre los ofensores sexuales juveniles, abordando en primer lugar su

definición, el desarrollo sexual normal, las características de los jóvenes que han cometido ofensas sexuales,

los tipos de conductas ofensivas; la etiología, los temas de salud mental, y actualización de los tipos y

clasificaciones.

Se hace mención sobre poblaciones específicas donde se producen abusos sexuales como por ejemplo, el

incesto entre hermanos; de las chicas, los niños pequeños y los jóvenes con incapacidades del desarrollo que

han cometido ofensas sexuales, ofreciendo diferentes categorías. Se compara a los jóvenes que han

cometido ofensas sexuales versus otros tipos de ofensas y se muestran las diferencias entre los abusadores

adultos y los adolescentes. Se presentan las diferentes áreas de la evaluación y las diferentes aproximaciones

terapéuticas.

Se finaliza, dando pautas para la prevención de la recaída y la investigación sobre la eficacia del tratamiento.

Palabras clave: ofensa, sexual, joven.

93

E L T E M A

OFENSORES SEXUALES JUVENILES

Dr. José Díaz MorfaPsiquiatra-Psicoterapeuta

Presidente AESC. Vicepresidente APTOS

INTRODUCCIÓN

El abuso sexual es ampliamente reconocido como

un problema significativo en la sociedad, y el

alcance del problema puede ser subestimado

porque los ofensores sexuales juveniles que son

conocidos por el sistema pueden representar sólo

una pequeña proporción de los jóvenes que han

cometido tales ofensas. Los estudios de ofensores

sexuales adultos sugieren otra dimensión del

problema: muchos de estos ofensores comenzaron

su conducta sexualmente abusiva en su juventud.

Actualmente se estima que los jóvenes son

responsables de más de una quinta parte de las

violaciones, y de la mitad de los casos de molestia

de niños, cometidos en los Estados Unidos cada

año (Hunter, 2000). La mayoría de los casos de

agresión sexual juvenil parecen involucrar a

perpetradores adolescentes masculinos; sin

embargo, varios estudios clínicos han señalado la

presencia de mujeres adolescentes y jóvenes

prepúberes que se han comprometido en

conductas sexualmente abusivas. La ofensa sexual

juvenil parece atravesar los límites raciales y

culturales.

Los estudios de ofensores sexuales adultos (a los

que se les aseguró que la información que

proporcionaran permanecería confidencial)

también apoya la conclusión de que el abuso

sexual realizado por jóvenes es un problema

grave. Esta investigación sugiere que

aproximadamente la mitad de estos individuos

comenzaron su conducta sexualmente abusiva

antes de la edad adulta (Abel, Mittelman, and

Becker, 1985; Groth, Longo, and McFadin, 1982;

Saylor, citado en Smith and Monastersky, 1986).

Los estudios de adultos jóvenes y adultos que

cometieron ofensas sexuales de jóvenes indican

que la ofensa sexual incluye una amplia gama de

conductas sexuales inadecuadas. Las ofensas

incluían conductas sexuales sin contacto (tal como

exhibicionismo y voyeurismo), molestar a niños, y

Page 90: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

José Díaz Morfa

94

violación (Abel, Osborn, and Twigg, 1993;

Righthand, Hennings, y Wigley, 1989). La

investigación ha mostrado que los problemas de la

conducta sexual exhibidos por estos jóvenes “no

son simplemente incidentes aislados que

involucran normalmente a adolescentes

desarrollándose” (Fehrenbach et al., 1986).

Uno de cada dos ofensores sexuales adultos

comenzaron la conducta sexualmente abusiva de

jóvenes siendo adolescentes.

Knight and Prentky (1993) encontraron que sólo el

37% de los ofensores sexuales adultos en su

muestra tenía registros oficiales que documentaban

las historias de las ofensas sexuales de jóvenes. En

contraste, cuando estos sujetos completaron un

cuestionario generado por ordenador y se les

aseguró que sus respuestas permanecerían

confidenciales, el 55% reconoció que llevaron a cabo

conductas sexualmente abusivas desde jóvenes.

Los costes de la ofensa sexual son substanciales

para las víctimas y la sociedad y para los

ofensores juveniles y sus familias. Además de los

costes humanos en términos de angustia y

sufrimiento emocional y físico, se incurre en costes

financieros elevados como resultado de la

involucración del sistema de justicia criminal y

juvenil en el bienestar del niño y de la intervención

terapéutica (Prentky y Burgess, 1990). Para

minimizar estos costes, son necesarias

intervenciones oportunas y apropiadas.

Una revisión de la literatura sugiere que los

programas desarrollados para satisfacer las

necesidades percibidas de estos ofensores

sexuales jóvenes frecuentemente han aplicado el

conocimiento y las intervenciones diseñadas para

los ofensores sexuales adultos sin considerar los

temas del desarrollo y las necesidades específicas

de los adolescentes. Sólo recientemente hay un

número creciente de estudios empíricos que

enfatizan que, especialmente cuando se dirige a

los jóvenes, la investigación no ha apoyado la

noción de que “una vez se es ofensor sexual,

siempre se es un ofensor sexual” (Association for

the Treatment of Sexual Abusers, 1997b; Becker,

1998). La investigación longitudinal necesaria para

apoyar concluyentemente tal hipótesis no ha sido

aún realizada. (Becker, 1998). Además, hay

importantes distinciones que diferencian a los

ofensores sexuales adultos y juveniles (Association

for the Treatment of Sexual Abusers, 1997b;

Becker, 1998; Bonner, 1997).

La ética del término “ofensor sexual juvenil” ha

sido puesto en duda (Bonner, 1997). El lenguaje

que describe a estas personas jóvenes como

niños o adolescentes que han sido sexualmente

abusivos (más que como ofensores sexuales

juveniles) los hace responsables de su conducta

aunque no sugiere que serán siempre ofensores

sexuales. El lenguaje que enfatiza la conducta más

que a la persona, puede ayudar a evitar las

profecías de auto-cumplimiento, que pueden

contribuir a la conducta ofensora promoviendo la

creencia de que una persona nunca puede ser

más que su pasado. Cuando el pasado incluye la

ofensa sexual, esto puede ser una perspectiva

desesperanzadora y auto-desvalorizadora.

Ya que la mayoría de los artículos y los estudios

en la literatura han utilizado el término “ofensores

sexuales juveniles”, este término será utilizado, a

veces, en esta revisión. Es importante considerar

el impacto del lenguaje y comenzar a hacer los

cambios apropiados.

DEFINICIÓN

¿Quiénes son los ofensores sexuales

adolescentes? (The National Clearinghouse on

Family Violence, 1997)

Ofensor sexual adolescente es definido como

cualquier varón o mujer entre las edades de 12 y

17 años de edad que comete cualquier acto con

una persona de cualquier edad contra el deseo de

la víctima, sin consentimiento, o de una manera

agresiva, explotadora, o amenazante.

Los ofensores sexuales adolescentes vienen de

todos los entornos socioeconómicos, etno-

culturales, y religiosos. También varían

ampliamente en su nivel de funcionamiento

intelectual, su motivación, las víctimas que eligen,

y las conductas que cometen.

Page 91: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

95

Algunos adolescentes abusan sexualmente sólo de

niños más pequeños, otros de víctimas de la

misma edad. Algunos utilizan la fuerza o la

violencia extrema mientras otros engañan,

presionan sutilmente o manipulan a sus víctimas a

la actividad sexual. La mayoría de los ofensores

sexuales adolescentes son conocidos por sus

víctimas.

Algunos adolescentes cometen sólo ofensas

sexuales “sin contacto” tales como voyeurismo

(mirar furtivamente), exponer sus partes privadas a

otros, hacer llamadas telefónicas obscenas,

frotamiento (frotarse contra otros en lugares

abarrotados), o fetichismo (tal como robar ropa

interior). Otros cometen ofensas sexuales “con

contacto” tales como acariciar o penetración con el

pene, el dedo u objetos.

Definir una conducta como que es asalto sexual o

abuso puede algunas veces ser difícil. Es fácil

identificar una ofensa sexual cuando hay un amplio

desfase de edad entre el perpetrador adolescente

y la víctima o el abuso involucra fuerza o

penetración. Pero según el desfase de edad se

estrecha, y si la conducta involucra acariciar o una

ausencia de fuerza o agresión, es necesario

evaluarlo en términos de coerción, consentimiento,

o diferencias de poder.

La coerción ocurre cuando una persona engaña,

presiona, o manipula a otra para que haga algo. Si

las víctimas han sido coercionadas, ellas no han

dado realmente el consentimiento.

Si el perpetrador está en una posición de poder

sobre o tiene responsabilidad con la víctima, la

relación no es igual, así que el consentimiento

realmente no ha sido dado. La ventaja de poder

puede venir de un ofensor que es un hermano

mayor, es la niñera de la víctima, es mayor en talla

física o más fuerte, o tiene mayor madurez mental

o emocional.

¿Qué es una conducta sexualmente abusiva

realizada por los adolescentes?

En común con otros, utilizo el término

“adolescente” para cubrir a todos los niños y

personas jóvenes entre las edades de 8 y 21 años,

aunque más comúnmente la referencia es hasta

las edades de 12-18 años.

Antes de que juzguemos a un adolescente como

“abusivo”, necesitamos tener alguna idea de lo que

constituye una conducta sexual normal. El

desarrollo sexual normal está pobremente

comprendido y los hechos memorables claros

respecto a la conducta sexual, relacionados con la

edad, en las sociedades que cambian

rápidamente, aún tienen que ser identificados

(López, 2003). No obstante, hay un inicio de algún

consenso en la definición de conducta abusiva que

justifica la intervención.

“Abuso” puede ser definido como “el acto sexual

con otra persona que no da o no puede dar

consentimiento informado”. Es un término

negativo, que indica cualquier acto pretendido o

percibido como dañino o humillante, de acuerdo

con la víctima o un extraño afectado. El acto puede

emanar de cualquier fuente (padre, extraño u otro

niño) y varían en modalidad desde leve a grave, ya

involucre o no daño físico.

Esto es donde los actos abusivos se solapan

con “la ofensa sexual”. La única característica

que separa a los dos es que la conducta

ofensiva está categorizada públicamente,

entrando así dentro de una definición legal

específica, que garantiza la intervención de los

sistemas oficiales y que quizás demanda una

respuesta judicial. La ofensa sexual es una

forma de “abuso sexual descubierto” que se

estima que es lo suficientemente serio para

garantizar la respuesta oficial. Así todas las

ofensas son una forma de abuso sexual, pero no

lo contrario. Como veremos después,

probablemente hay más abuso sexual del que

nunca sale a la luz y mucho de éste, incluso

cuando es claramente una ofensa, no es tratada

como tal.

Antes de continuar con las conductas sexuales

abusivas cometidas por jóvenes, deberíamos

aunque sea esquemáticamente, señalar lo que los

expertos consideran como conductas sexuales

normales, desde la primera infancia hasta la

adolescencia.

Page 92: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

DESARROLLO SEXUAL NORMAL

(Children’s Services Practice Notes for North

Carolina’s Child Welfare Social Workers, Mayo 2002)

Primera infancia

• Los niños comienzan a explorar sus cuerpos,

incluyendo sus genitales.

• El toque de la piel es el método primario

disponible que tienen los infantes para aprender

acerca de sus cuerpos, los cuerpos de los otros,

y su sexualidad.

• La respuesta de otras personas a esa

exploración del cuerpo es una de las formas

más tempranas de aprendizaje social.

Niñez

• La mitad de todos los adultos informan haber

participado en juego sexual de niños.

• Los niños expresan interés por los sentimientos

sexualmente excitantes por el toque de sus

genitales, de la misma forma que expresan

interés en la luz de la luna, o una flor

floreciendo. Los niños expresan interés general

por los cuerpos de los otros y pueden tocar. Las

reacciones del adulto pueden enseñar a sentir

vergüenza o que la privacidad es importante

para ciertas conductas.

• La masturbación ocurre naturalmente en chicos

y chicas, y comienza en la infancia. A la edad de

dos o tres años, la mayoría de los niños han

aprendido que la masturbación delante de otros

probablemente les va a colocar en situaciones

embarazosas.

Pre-adolescencia

• Un fuerte interés en la observación (a través de

fotografías, películas, videos, etc.) de los

cuerpos de otras personas.

• Pocos niños llegan a ser sexualmente activos en

la pre-adolescencia. Cuando lo son, usualmente

son iniciados por adultos.

• La actividad o el juego sexual durante esta edad

usualmente representa el uso de sexo para

metas y propósitos no sexuales.

Adolescencia

• La adolescencia en si misma está generalmente

marcada por el reconocimiento de la sociedad

de la capacidad sexual. La forma en que otras

personas reaccionan hacia las características

sexuales físicas del adolescente (vello corporal,

formación de pecho, profundización de la voz,

comienzo de la menstruación) tiene una

profunda afectación tanto sobre el sentimiento

de auto-estima de la persona joven como sobre

el desarrollo de sus habilidades sociales.

• El adolescente desarrolla una consciencia

creciente de ser una persona sexual, y del lugar

y valor del sexo en la vida de uno, incluyendo

opciones tales como el celibato.

• El adolescente puede trabajar hacia una

resolución significativa de la confusión y el

conflicto acerca de la orientación sexual.

• Es durante este tiempo que los individuos son

capaces de unir juntos los aspectos físicos,

afectivos y sociales del sexo y la sexualidad.

• La mayoría de los adolescentes practican

algunos tipos de conductas sexuales interactivas

con otros, como acariciarse, besarse con la

boca abierta, y coito simulado, y otros realizan la

penetración.

CARACTERÍSTICAS DE LOSJÓVENES QUE HAN COMETIDOOFENSAS SEXUALES

Los jóvenes que han cometido ofensas sexuales son

una mezcla heterogénea (Bourke y Donohue, 1996;

Knight y Prentky, 1993). Difieren según la víctima y

las características de la ofensa y una amplia gama

de otras variables, incluyendo tipos de conductas

ofensoras, historias de maltrato infantil, conocimiento

y experiencias sexuales, funcionamiento académico

y cognitivo, y temas de la salud mental (Knight y

Prentky, 1993; Weinrott, 1996).

A pesar de la aparente heterogeneidad de los

jóvenes que han ofendido sexualmente, los

hallazgos de los pocos estudios existentes que

comparaban a jóvenes que cometieron ofensas

sexuales con aquellos que cometieron otros tipos

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/0396

Page 93: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

de ofensas, frecuentemente no han revelado

diferencias significativas entre las muestras

(Becker y Hunter, 1997). Este hallazgo puede

sugerir que el número sustancial de ofensores

sexuales juveniles puede no diferir

significativamente de otros ofensores juveniles,

aunque subgrupos de jóvenes que cometieron

ofensas sexuales difieren de los jóvenes que

cometieron otras ofensas.

CONDUCTAS OFENSIVAS

Conductas sexualmente abusivas y

características de la ofensa.

Las conductas sexualmente abusivas varían desde

las ofensas sin contacto a actos con penetración.

Las características de la ofensa incluyen factores

tales como la edad y el sexo de la víctima, la

relación entre la víctima y el ofensor, y el grado de

coerción y violencia utilizada.

Tabla 1

Característica de la ofensa sexualDominio Característica

Características de • Las niñas son el objetivo más frecuentea, b, c, d, e, f, g, h.la víctima • Las víctimas masculinas representan más del 25% de algunas

muestras e, h, i.

Características de • Las víctimas a menudo son substancialmente más jóvenes que la relación el ofensor, más que compañeros de edad a, b, c, d, e, f, g, h, i.

• Las víctimas usualmente son parientes o conocidos, raramenteson extraños a, c, f, g, h, i.

• Cuidar niños frecuentemente proporciona la oportunidad paraofender b, h.

Uso de la agresión • Aunque los ofensores sexuales juveniles usualmente sonfísicamente menos violentos que los ofensores adultos, puedenasegurarse la sumisión de la víctima a través de la intimidación,amenazas de violencia, fuerza física, o violencia extrema a, j.

• Aproximadamente el 40% de una muestra de 91 jóvenesdemostró agresión expresiva en su ofensa(s) sexual(es)d.

• Los jóvenes que victimizaron a compañeros o adultos tendían autilizar más fuerza que aquellos que victimizaron a niños máspequeñosh.

Disparadores • Algunos de los “disparadores” que han sido descritos comorelacionados con la ofensa sexual incluyen la rabia, elaburrimiento, y los problemas familiaresd.

a Davis y Leitenberg, 1987; b Fehrenbach et al., 1986; c Hunter y Figueredo, 1999; d Miner, Siekert,y Ackland, 1997; e Rasmussen, 1999; Righthand, Hennings, y Wigley, 1989; g Ryan et al., 1996; h

Smith y Monastersky, 1986; i Wieckowski et al., 1998; j Knight y Prentky, 1993; Becker, 1998.

En un estudio de Maine en jóvenes identificados

como que habían cometido ofensas sexuales

(Righthand, Hennings, y Wigley, 1989), más de la

mitad de los actos abusivos involucraban contacto

oral-genital o intentado o realizando la penetración

vaginal o anal.

Conducta criminal no sexual

Los ofensores sexuales juveniles frecuentemente

se comprometen en conducta antisocial y criminal

no sexual (Fehrenbach et al. 1986; Ryan et al.,

1996). Tal conducta puede, de hecho, ser bastante

típica de los ofensores sexuales juveniles,

especialmente aquellos que se comprometen en

asaltos sexuales con fuerza tales como violación e

intento de violación. En una encuesta nacional,

Elliot (citado en Weinrott, 1996) encontró que la

mayoría de 80 jóvenes que revelaron una

conducta de asalto sexual habían cometido

previamente un asalto no sexual grave, mientras

relativamente pocos (7%) habían perpetrado

exclusivamente ofensas sexuales. La conducta

criminal no sexual (violenta y no violenta) está

correlacionada con la violencia sexual repetida por

los ofensores sexuales adultos (Chaffin, 1994;

Hanson y Buissière, 1996) y también puede ser un

factor de riesgo importante para las ofensas

sexuales repetidas por los jóvenes.

ETIOLOGÍA

Historias de maltrato infantil

La experiencia del abuso sexual en la infancia ha

sido asociado con la ofensa sexual juvenil

(Fehrenbach et al., 1986; Kahn y Chambers, 1991;

Kobayashi et al., 1995). Las tasas de ofensores

sexuales juveniles que han experimentado abuso

sexual de niños varía desde el 40 al 80% (Becker

y Hunter, 1997). Sin embargo, no se ha

encontrado consistentemente que tales

experiencias abusivas de los ofensores sexuales

juveniles difieran significativamente de aquellos

otros ofensores juveniles (Lewis, Shanok, y

Pincus, citado en Knight y Prentky, 1993;

Spaccarelli et al., 1997). Además, Smith y

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

97

Page 94: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Monastersky (1986) encontraron que entre los

ofensores sexuales juveniles, en su muestra, había

una relación entre la experiencia en la infancia de

abuso sexual y tasas más altas de reofensa no

sexual pero tasas más bajas de reofensa sexual.

No sorprendentemente, las experiencias de la

infancia de ser físicamente abusado, ser

descuidado, y ser testigo de violencia familiar

han sido asociadas independientemente con la

violencia sexual en los ofensores juveniles

(Kobayashi et al., 1995; Ryan et al., 1996). Las

proporciones de ofensores sexuales juveniles

que han experimentado abuso físico de niños

varia desde el 25 al 50 por ciento (Becker y

Hunter, 1997). Un estudio que compara

ofensores sexuales juveniles con jóvenes que

han cometido ofensas no sexuales sugiere que

los ofensores sexuales pueden tener tasas más

altas de abuso físico en la infancia (Ford y Lisey,

citado en Becker y Hunter, 1997). Cuando los

ofensores sexuales juveniles fueron comparados

sólo con jóvenes que habían cometido ofensas

violentas no sexuales, sin embargo, este

resultado no pudo ser replicado (Knight y

Prentky, 1993). Este último hallazgo sugiere que

la historia de abuso físico está correlacionada

con algún tipo de conducta violenta pero no

necesariamente con conducta sexualmente

violenta.

El papel del maltrato infantil en la etiología de la

ofensa sexual parece bastante complejo

(Prentky et al., 2000). Un reciente estudio

(Hunter y Figueredo, citados en Becker y Hunter,

1997) utilizó varios grupos de comparación y

control para investigar los factores asociados

con la ofensa sexual, tal como la historia de

victimización sexual y el apoyo familiar. El

estudio encontró cuatro variables predictivas de

ofensa sexual: edad más joven en el momento

de la victimización, tasas más altas de

incidentes abusivos, periodo más largo entre el

abuso y el descubrimiento, y un nivel más bajo

de apoyo familiar percibido a continuación del

descubrimiento del abuso.

Cooper, Murphy, y Haynes (citados en Becker,

1998) compararon ofensores sexuales juveniles

que habían sido sexualmente o físicamente

abusados con aquellos que no lo habían sido.

Encontraron que los jóvenes abusados

comenzaron su ofensa sexual 1,6 año más

temprano que el grupo no abusado, tenían dos

veces más número de víctimas, era más

probable que tuvieran tanto víctimas femeninas

como masculinas, y era menos probable que

limitaran su ofensa a miembros de la familia.

Otra investigación sobre varios grupos de

ofensores sugiere que los ofensores con

historias de maltrato comienzan a ofender a

edades más tempranas que otros ofensores

que no fueron maltratados. Por ejemplo, Knight

y Prentky (1993) encontraron que los violadores

que comenzaron a ofender de jóvenes tenían

tasas más altas de descuido emocional de

niños que otros violadores que comenzaron sus

asaltos en la edad adulta. Los molestadores de

niños que comenzaron a ofender de jóvenes

también tenían tasas más altas de experiencias

de victimización sexual a lo largo de toda su

infancia de lo que tuvieron los violadores que

comenzaron su ofensa de adultos. Los

violadores que comenzaron a ofender mientras

todavía eran jóvenes, según se contrastó con

aquellos que comenzaron a ofender en la edad

adulta, tendían a venir de familias donde la

conducta abusiva o sexualmente desviada era

dirigida a otros miembros de la familia. Los

datos pertinentes a un grupo adicional de

ofensores sexuales, que no tenían un registro

oficial de ofensas sexuales juveniles pero que

admitieron tal conducta en una entrevista

confidencial, generada por ordenador, fueron

similares. En este grupo, los ofensores que

comenzaron perpetrando de jóvenes,

contrastados con aquellos que comenzaron de

adultos, tenían tasas más altas en general de

victimización sexual en la infancia, sus

experiencias sexualmente abusivas

comenzaron a edades más tempranas, y los

asaltos sexuales que experimentaron de niños

tendían a ser más severos (por ejem., en una

escala que variaba desde acariciar hasta el

coito).

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/0398

Page 95: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

HABILIDADES Y RELACIONES SOCIALES E INTERPERSONALES

Factores familiares

Además del maltrato infantil, se ha encontrado que

factores como la inestabilidad familiar, la

desorganización, y la violencia son prevalentes

entre los jóvenes que se comprometen en

conducta sexualmente abusiva (Bagley y

Shewchuk-Dann, 1991; Miner, Siekert, y Ackland,

1997; Morenz y Becker, 1995). Los estudios varían

respecto a los porcentajes de estos jóvenes que

vienen de familias intactas. Algunos estudios

(Kahn y Chambers, 1991; Fehrenbach et al., 1986)

han encontrado que menos de un tercio de los

ofensores sexuales juveniles en sus muestras

residieron con ambos padres biológicos.

Graves et al. (citado en Becker, 1998) utilizaron

procedimientos estadísticos (meta-análisis) para

analizar los hallazgos de estudios múltiples que

fueron conducidos durante 20 años y describían

las características de los ofensores sexuales

juveniles. Los análisis resultaron en la

identificación de tres grupos de jóvenes: jóvenes

sexualmente asaltadores, cuyas víctimas eran los

compañeros de los ofensores o mayores, jóvenes

pedófilos, cuyas víctimas eran al menos tres años

más jóvenes que los ofensores; y grupo mixto,

descrito como que incluye jóvenes que perpetraron

más de una clase de ofensa sexual, incluyendo

ofensas sin contacto y con contacto (Weinrott,

1996). Los resultados de Graves et al. (citado en

Becker, 1998) también indicaron que los jóvenes

que cometieron asaltos sexuales contra víctimas

que fueron sus compañeros o mayores era más

probable que vinieran de hogares con un solo

padre (78%) que aquellos que cometieron ofensas

“pedófilas” (44%) u ofensas mixtas (37%). Aquellos

que cometieron ofensas pedófilas, sin embargo,

frecuentemente vivían en familias de adopción o

mezcladas (53%).

Juntos, estos diversos estudios sugieren que

muchos ofensores sexuales juveniles han

experimentado separaciones físicas y/o

emocionales de uno o ambos padres. La causa de

esta separación puede ser inestabilidad familiar,

separación o divorcio parental, o la situación

residencial del joven.

La investigación sobre los factores familiares que

afectan a los ofensores sexuales juveniles también

ha examinado los estilos de comunicación familiar

y los tipos de involucración familiar con el joven.

Los estudios han encontrado que la comunicación

y los comentarios de apoyo que facilitan el diálogo

son limitados en las familias de los ofensores

sexuales juveniles y los ofensores violentos,

mientras que la comunicación negativa, tal como

las afirmaciones e interrupciones agresivas, son

frecuentes (Blaske, Borduin, Henggeler, y Mann,

citado en Morenz y Becker, 1995). No es

sorprendente, que el apoyo y la supervisión

adecuada faltan en las familias de estos jóvenes

(Borduin, Henggeler, Blaske, y Stein, citado en

Hunter y Figueredo, 1999).

En un estudio de comparación de ofensores

sexuales juveniles y otros ofensores juveniles en

dos centros de tratamiento residenciales, los

jóvenes sexualmente asaltadores fueron descritos

como que venían típicamente de familias

“invernadero” intactas que frecuentemente

evidenciaron una patología severa, incluyendo el

maltrato infantil (Bagley y Shewchuk-Dann, 1991).

Aunque los jóvenes sexualmente agresivos

experimentaron menos inestabilidad familiar (así

definido por múltiples cuidadores masculinos

adultos y/o deserciones de la figura de su padre),

sus padres evidenciaron niveles más altos de

estrés marital. Además, las madres y padres de

estos jóvenes tenían más problemas de salud

mental que requirieron intervención, y los padres

evidenciaron tasas ligeramente mayores de abuso

de alcohol. Los padres de jóvenes en el grupo

sexualmente agresivo también eran abiertamente

ambiciosos con sus hijos y excesivamente críticos

con las calificaciones escolares bajas.

Similarmente, Miner, Sieker, y Ackland (1997)

describieron a los ofensores sexuales juveniles

en su muestra como que venían de ambientes

familiares “caóticos”. Cerca del 60% de los

padres biológicos tenían historias de abuso de

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

99

Page 96: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

sustancias, y el 28% tenían historias criminales.

Las madres biológicas, cuando se comparaban

con los padres, era menos probable que

tuvieran historias de abuso de sustancias (28%)

o historias criminales (17%). Las madres, sin

embargo, era más probable tuvieran una

historia de tratamiento psiquiátrico que los

padres (23% versus 13%, respectivamente).

Además, cerca de un quinto de los hermanos

de los sujetos tenían historias criminales, y el

29% de los hermanos biológicos y el 20% de

los hermanastros tenían historias psiquiátricas.

Smith e Israel (1987) encontraron que algunos

padres de jóvenes que abusaron sexualmente

de sus hermanos eran físicamente y/o

emocionalmente inaccesibles y distantes.

También informaron que algunos padres

evidenciaron patología sexual y expusieron a

los jóvenes a sus conductas sexuales.

Similarmente, Miner y Crimmins (1995)

encontraron que los jóvenes ofensores

sexuales parecían estar más desconectados de

sus familias de lo que lo estaban otros jóvenes

y, consecuentemente, podían haber estado

desconectados de posibles fuentes de apoyo

emocional y ser menos capaces de formar

apegos positivos. Esto último se ve apoyado

con el hallazgo de Kobayashi et al. (1995) de

que a más relaciones positivas entre los

jóvenes y sus madres puede estar relacionado

con una disminución de los niveles de agresión

sexual en los jóvenes. Weinrott (1996) informó

que hay una fuerte evidencia de que la

inestabilidad y los problemas familiares en el

apego padre-hijo en la infancia están asociados

con formas más intrusivas de ofensa sexual

juvenil.

Kimball y Guarino-Ghezzi (1996) encontraron

que los jóvenes en su muestra identificados

como molestadores de niños informaron

significativamente más conflicto continuo con

una figura parental de lo que fue informado por

los jóvenes identificados como violadores. Los

violadores era significativamente más probable

que percibieran, más que los molestadores, a

sus padres como que no apoyaban el

tratamiento. Stevenson y Wimberley (1990)

opinaron, “la importancia de las influencias

familiares en la vida del ofensor sexual

adolescente no puede ser subestimada ya que a

menudo es el barómetro de lo que puede o no

puede ocurrir en el tratamiento”.

Relaciones y habilidades sociales

La investigación documenta repetidamente que

los jóvenes con problemas de conducta sexual

tienen déficits significativos en competencia

social (Becker, 1990; Knight y Prentky, 1993).

Las habilidades sociales inadecuadas, pobres

relaciones con los compañeros, y el aislamiento

social están entre las dificultades identificadas

en estos jóvenes (Fehrenbach et al., 1986; Katz,

1990; Miner y Crimmins, 1995). Por ejemplo

Katz (1990) comparó tres grupos

–“molestadores de niños” adolescentes,

delincuentes juveniles que no habían cometido

ofensas sexuales, y un grupo de comparación

reclutado de un instituto local– en varias

medidas de competencia social. Los jóvenes

que habían cometido ofensas de molestia de

niños estaban socialmente más inadaptados que

cualquiera de los otros grupos y evidenciaron

más ansiedad social y miedo a las interacciones

heterosexuales. Miner y Crimmins (1995)

encontraron que los jóvenes que habían

ofendido sexualmente tenían muy pocos apegos

con compañeros y sentían menos apego

positivo hacia sus colegios, comparados con

otros jóvenes delincuentes y jóvenes no

delincuentes. De hecho, afirmaron que ésta y

otra investigación –

“señala hacia la primacía del aislamiento y el

pobre ajuste social como características

distintivas de los ofensores sexuales

adolescentes, indicando que las intervenciones

que maximizan la capacidad para construir

apegos interpersonales afecta potencialmente

a la propensión para comprometerse en

conductas sexualmente abusivas y agresivas”.

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03100

Page 97: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

EXPERIENCIAS Y CONOCIMIENTO SEXUAL

Historias y creencias sexuales

La investigación sugiere que los ofensores

sexuales adolescentes generalmente han tenido

experiencias sexuales consentidas (Becker,

Kaplan, Cunningham-Rathner, y Kavoussi, citados

en Knight y Prentky, 1993; Groth y Longo, citados

en Knight y Prentky, 1993; Ryan et al., 1996). La

investigación también sugiere que algunas veces

sus experiencias han excedido las experiencias de

los jóvenes control que no han cometido ofensas

sexuales (McCord, McCord, y Venden, citado en

Knight y Prentky, 1993). Las experiencias

anteriores con disfunción sexual, más comúnmente

la impotencia o la eyaculación precoz, también han

sido informadas en los ofensores sexuales

juveniles (Longo, citado en Knight y Prentky, 1993).

Un estudio de 1600 ofensores sexuales juveniles

descritos por 90 colaboradores independientes de

30 Estados (Ryan et al., 1996) encontró que sólo

alrededor de un tercio de los jóvenes percibieron el

sexo como una forma de demostrar amor o

cuidado por otra persona; otros percibieron el sexo

como una forma de sentir poder y control (23,5%),

para disipar la rabia (9,4%), o herir, degradar, o

castigar (8,4%).

Excitación sexual desviada

Los estudios de estudiantes de colegios mayores

masculinos y ofensores sexuales adultos han

mostrado que la excitación sexual desviada está

fuertemente asociada con la conducta

sexualmente coercitiva (Barbaree y Marshall,

citados en Hunter y Becker, 1994; Earls y Quinsey,

citado en Hunter y Becker, 1994; Knight y Prentky,

1993). Faltan estudios controlados de la excitación

sexual desviada en ofensores sexuales juveniles,

aunque ha sido informada alguna investigación

relacionada.

En su muestra de 197 ofensores sexuales

juveniles, Schram, Milloy y Rowe (1991)

encontraron que los reincidentes sexuales,

definidos como jóvenes arrestados por una nueva

ofensa, era significativamente más probable que

tuvieran patrones desviados de excitación sexual

que otros ofensores. Similarmente, Kahn y

Chambers (1991) encontraron una tendencia que

asociaba la excitación desviada y la reofensa

sexual, pero no era estadísticamente significativa.

Ambos estudios, sin embargo, se basaban en

juicios clínicos para determinar la existencia de

excitación desviada, más que en medios más

objetivos tales como la evaluación falométrica.

En su revisión del papel de la excitación sexual

desviada en la ofensa sexual juvenil, Hunter y

Becker (1994) observaron la limitada investigación

en este área y alentaron investigaciones

adicionales. Ellos pusieron énfasis en que aunque

la excitación desviada puede ser más de un factor

para los ofensores sexuales que se centran en

niños (particularmente aquellos quienes se centran

en los chicos), la investigación sugiere que los

jóvenes que se comprometen en conducta

sexualmente abusiva son un grupo heterogéneo.

También enfatizaron que el interés sexual y los

patrones de excitación de estos jóvenes son más

cambiantes que aquellos de los ofensores

sexuales adultos y previnieron contra aplicar a los

jóvenes lo que es conocido acerca de excitación

sexual desviada en adultos.

Pornografía

Las investigaciones sobre el papel de la

pornografía en la ofensa sexual juvenil son

limitadas en número. Un estudio (Becker y Stein,

citados en Hunter y Becker, 1994) encontró que

sólo el 11% de los ofensores sexuales juveniles

estudiados dijeron que no utilizaron materiales

sexualmente explícitos. Otro estudio (Wieckowski

et al., 1998) encontró que la exposición a material

pornográfico a una edad joven era común en una

muestra de 30 jóvenes varones que habían

cometido ofensas sexuales. Un estudio

comparativo (Ford y Linney, citados en Becker y

Hunter, 1997) encontró que el 42% de los

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

101

Page 98: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

ofensores sexuales juveniles, comparados con el

29% de los ofensores juveniles violentos (cuyas

ofensas no eran sexuales) y los ofensores

condenados, habían estado expuestos a revistas

sexualmente explícitas, y a pornografía dura.

Los ofensores sexuales juveniles también han

estado expuestos a pornografía a edades más

jóvenes, que varían de entre los 5 a los 8 años.

Tasas altas de exposición a la pornografía también

han sido encontradas para las chicas que han

cometido ofensas sexuales (Mathews, Hunter, y

Vuz, 1997).

FUNCIONAMIENTO ACADÉMICO Y COGNITIVO

Ejecución académica

Los estudios típicamente informan que como

grupo, los jóvenes que ofenden sexualmente

experimentan dificultades académicas

(Fehrenbach et al., 1986; Kahn y Chamber, 1991;

Miner, Sieker, y Ackland, 1997; Pierce, citado en

Bourke y Donohue, 1996). Por ejemplo, Kahn y

Chambers encontraron que más de la mitad de los

jóvenes en su estudio habían evidenciado al

menos uno de los tres tipos de dificultad en el

colegio: conducta disruptiva (destructiva) (53%),

absentismo escolar (cerca del 30%), o incapacidad

para aprender (39%).

Deterioro intelectual y cognitivo

La investigación que se focaliza sobre el

funcionamiento intelectual y cognitivo de los

jóvenes que han cometido ofensas sexuales es

limitada. Los estudios existentes, sin embargo,

sugieren que los deterioros intelectual y cognitivo

son factores que deberían ser estudiados (Awad,

Saunders, y Levene, citado en Knight y Prentky,

1993; McCurry et al. 1998).

Lewis, Shanok, y Pincus (citados en Ferrara y

McDonald, 1996) investigaron los posibles déficits

neurológicos en un grupo de ofensores sexuales

juveniles y un grupo de comparación de jóvenes

que habían cometido ofensas con asalto no sexual

pero violentamente. Se administraron pruebas

psicológicas, y se efectuaron

electroencefalogramas del sueño (EEG’s) cuando

fue posible. Los grupos no difirieron en la escala

completa, verbal, o las puntuaciones de ejecución

IQ. Los ofensores sexuales evidenciaron mayores

dificultades en la prueba de lectura que los del

grupo de comparación (5,59 versus 3,95 por

debajo del nivel del curso, respectivamente). Los

resultados del EEG’s revelaron la evidencia más

directa de los deterioros neurológicos entre los

jóvenes de ambos grupos: 23,5% de los ofensores

sexuales y 3,3% del grupo comparación

evidenciaron un EEG’s groseramente anormal o

convulsiones epilépticas tipo gran mal. El hallazgo

de los deterioros neurológicos en ambos grupos

de ofensores juveniles es consistente con otra

investigación respecto a delincuentes juveniles en

general y ofensores juveniles violentos

específicamente (Ferrara y McDonald, 1996).

La incidencia de los trastornos de déficit de

atención en jóvenes con problemas de la conducta

sexual no ha sido satisfactoriamente estudiado.

Kavoussi, Kaplan, y Becker (1988), sin embargo,

encontraron que de los 58 jóvenes que habían

sido evaluados o tratados en un programa para

ofensores sexuales juveniles ambulatorios,

aproximadamente el 7% satisficieron todos los

criterios diagnósticos para el trastorno del déficit

de atención como se especificaba en el Diagnostic

and Statistical Manual of Mental Health Disorders,

3rd. Edition (DSM-III). Casi el 35% de los jóvenes

evidenciaron algunos síntomas de un trastorno del

déficit de atención. Miner, Siekert, y Ackland

(1997) encontraron que más del 60% de los

jóvenes encarcelados en su estudio exhibieron

conductas hiperactivas e inquietas, y

aproximadamente el 75% fueron identificados

como que tenían problemas de atención,

incapacidad en el aprendizaje, o ambos.

Aunque los estudios que investigan las áreas

específicas de los déficits cognitivos en ofensores

sexuales juveniles están faltando, Ferrara y

McDonald (1996) observaron que la investigación

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03102

Page 99: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

sobre delincuentes juveniles ha demostrado dos

áreas de deterioro: dificultades con las funciones

ejecutivas; tales como planear, abstracción,

inhibición de los impulsos inapropiados, y

flexibilidad cognitiva; y dificultades con el lenguaje

receptivo y expresivo. Los estudios como se

observó anteriormente sugieren que al menos

algunos de los que ofenden sexualmente no

difieren significativamente de los jóvenes que

cometen otros tipos de ofensas y que algunos

ofensores sexuales juveniles experimentan déficits

cognitivos similares a aquellos identificados en

otros grupos de ofensores juveniles. Basado en su

revisión de la literatura, Ferrara y McDonald

concluyeron que entre un cuarto y un tercio de los

ofensores sexuales juveniles pueden tener alguna

forma de deterioro neurológico. Ellos observaron,

“además, es probable que el ofensor sexual juvenil

neurológicamente deteriorado que no es detectado

no logrará el beneficio [óptimo] del tratamiento

debido a problemas en la concentración,

comprensión, y memoria”.

Distorsiones cognitivas y atribuciones

Knight y Prentky (1993) señalaron que algunos

factores observados en los niños abusados (por

ejemplo, empatía reducida, incapacidad para

reconocer emociones apropiadas en otros, e

incapacidad para captar la perspectiva de otra

persona) puede tener relevancia para los ofensores

sexuales juveniles que han sido maltratados. Esta

observación es consistente con la investigación que

indica que las distorsiones cognitivas, tales como

culpar a la víctima, están asociadas con la reofensa

sexual en los jóvenes (Kahn y Chambers, 1991;

Schram, Milloy, y Rowe, 1991).

TEMAS DE SALUD MENTAL

Síntomas y trastornos

Los diagnósticos de trastorno de la conducta y los

rasgos antisociales frecuentemente han sido

observados en poblaciones de jóvenes que han

ofendido sexualmente (Kavoussi, Kaplan, y

Becker, 1988; Miner, Siekert, y Ackland, 1997).

Otros estudios también han descrito otras

características conductuales y de la personalidad

en jóvenes que han ofendido sexualmente, tales

como problemas de control del impulso e

impulsividad en el estilo de vida (Prentky et al.,

2000). Carpenter, Peed, y Eastman (1995)

encontraron que los ofensores sexuales juveniles

cuyas víctimas eran niños más jóvenes tuvieron

puntuaciones más altas en las escalas de

esquizofrenia, evitación y dependencia de la Millon

Clinical Multiaxial Inventory (MCMI) que aquellos

cuyas víctimas eran sus compañeros de edad. Los

estudios también han encontrado tasas más altas

de depresión en jóvenes que han ofendido

sexualmente que en la población juvenil en

general (Becker y Hunter, 1997).

Abuso de sustancias

Los estudios varían ampliamente sobre la

importancia del abuso de sustancias como un

factor en la ofensa sexual entre los jóvenes.

Lightfoot y Barbaree (1993) informaron que las

tasas en las cuales se encontró que los ofensores

sexuales juveniles estaban bajo la influencia de

las drogas o el alcohol en el momento en el que

cometieron sus ofensas variaba del 3,4% hasta el

72%. Aunque el abuso de sustancias ha sido

identificado como un problema para muchos

jóvenes que han ofendido sexualmente (Kahn y

Chambers, 1991; Miner, Sieker, y Ackland, 1997),

el papel del abuso de sustancias en la ofensa

sexual permanece incierto. Lightfoot y Barbaree

(1993) señalaron que las evaluaciones de los

ofensores sexuales juveniles deberían diferenciar

los problemas de abuso de sustancias de la

experimentación “normativa” que es parte del

proceso del desarrollo. Parece que la evidencia

es insuficiente para identificar el abuso de

sustancias como un factor causal en el desarrollo

de la conducta sexualmente abusiva, aunque el

abuso de sustancias tiene un potencial

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

103

Page 100: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

desinhibidor y, si está presente, requiere

intervención.

TIPOS Y CLASIFICACIONES

Categorización de las ofensas

Generalmente es considerado aceptable desglosar

las ofensas sexuales en tres categorías: ofensas

sin contacto, ofensas con contacto, y ofensas

pedofílicas. Este sistema de clasificación se ha

derivado de la literatura adulta, y es utilizada

ampliamente por los investigadores de

adolescentes. El primer grupo es referido como de

ofensas sin contacto e incluye el voyeurismo, el

exhibicionismo, y las llamadas telefónicas

obscenas. En un estudio conducido por Saunders,

Awad, y White (1986), aproximadamente el 36%

de su muestra de 63 ofensores sexuales

adolescentes cometieron estas ofensas sexuales

no violentas. Las víctimas de estas ofensas

bastante a menudo son los compañeros del

perpetrador y adultos (Davis & Leitenberg, 1987).

La segunda categoría, las ofensas con contacto,

incluye caricias, asaltos sexuales, violación, e

intento de violación. Estas ofensas usualmente

conllevan fuerza física y pueden también involucrar

el uso de un arma de fuego. Usualmente son

perpetradas contra mujeres desconocidas que son

de la misma edad o mayores que el perpetrador

(Lewis, Shankok, & Pincus, 1979). Hablando en

general, las víctimas de 12 años de edad o más

son consideradas compañeras de edad, aunque la

edad puede variar dependiendo del investigador.

En un estudio de 35 ofensores sexuales

identificados de un grupo de delincuentes

violentos, el 79% cometieron violación con fuerza y

el 13% cometieron asaltos sexuales (Fagan &

Wexler, 1986).

El tercer grupo, de ofensas pedofílicas o

molestia de niños, incluye las ofensas contra

víctimas de 4 años o más jóvenes que el ofensor

(Deisher, Wenet, Paperny, Clark, & Fehrenbach,

1982); además, la víctima a menudo conoce al

ofensor y podría posiblemente ser un pariente

(Saunders et al., 1986). Aunque varones y mujeres

pueden sufrir ofensas sexuales de niños, según

disminuye la edad de la víctima hay un incremento

en el número de víctimas masculinas (Davis &

Leitenberg, 1987). Es aquí, en las ofensas

pedofílicas en donde se encuentra el grado más

alto de coerción. Más aún, ninguna edad es

inmune a la victimización sexual; las víctimas de

las ofensas sexuales varían en edad desde los 4 a

los 60 años de edad (Lewis et al., 1979).

Tipos y clasificaciones de los adolescentes

masculinos que han cometido ofensas

sexuales

Aunque una variedad de características han sido

identificadas entre los jóvenes que han ofendido

sexualmente, pocos estudios han intentado

clasificar a estos jóvenes de acuerdo con sus

similitudes y diferencias. O’Brian y Bera (Weinrott,

1996) definieron siete categorías de ofensores

sexuales juveniles:

1. experimentadores ingenuos,

2. explotadores de niños infrasocializados,

3. agresivos sexuales,

4. compulsivos sexuales,

5. impulsivos con trastornos,

6. grupo influenciado

7. pseudosocializado.

Graves (citado en Weinrott, 1996) sugirió tres

tipologías: pedófilos, asaltante sexual, e

indiferenciado.

Los jóvenes pedófilos tendían a carecer de

confianza social y a estar socialmente aislados,

molestaban consistentemente a niños mucho más

pequeños (al menos 3 años más jóvenes que ellos

mismos), y molestaban típicamente a niñas. El

grupo de asalto sexual típicamente asaltaban a

compañeros o chicas más mayores. El grupo

indiferenciado se comprometía en una variedad

de ofensas, y las edades de sus víctimas variaba

ampliamente. Este último grupo realizará ofensas

sin contacto (por ejemplo, exhibicionismo) además

de asaltos con contacto. Comparados con los

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03104

Page 101: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

otros dos grupos, comienzan su conducta abusiva

cuando eran más jóvenes, tuvieron los problemas

sociales y psicológicos más severos, eran más

antisociales, y tuvieron familias más

disfuncionales.

Spring (1999) sugiere otra tipología de los

ofensores sexuales juveniles; los que ofenden

contra compañeros o adultos y los que ofenden

contra niños.

Dos subgrupos de ofensores sexuales juveniles

RasgosOfenden contra compañeros o adultos

Ofenden contra niños

Víctimas • Predominantemente • Las mujeres son asaltan mujeres. victimizadas con tasas

• Asaltan mayormente ligeramente más altas.extraños o conocidos • Casi la mitad asalta al

menos a un varón.• Por encima del 40% de las

víctimas son hermanos o parientes.

Patrones de ofensa • Lo más probable es que • Confianza en la oportunidad comentan ofensas en unión y el engaño, particularmente con otra actividad criminal. cuando la víctima es un

• Lo más probable es que pariente.comentan ofensas en áreas • Engaña al niño utilizando públicas. sobornos o amenazándolo

con la pérdida de la relación.

Historia criminal • Lo más probable es que • Son comunes los déficits en y social tengan historias de ofensas la auto-estima y la

criminales no sexuales. competencia social.• Generalmente tienen • A menudo falta las

conducta delincuente y habilidades y atributos desordenada. necesarios para formar y

mantener relaciones interpersonales sanas.

Patrones de • Demuestran niveles más • A menudo demuestran conducta altos de agresión y violencia. señales de depresión.

• Lo más probable es que • Los jóvenes con trastornos usen armas de fuego y severos de la personalidad causen daños a sus víctimas. y/o psicosexuales pueden

demostrar altos niveles de agresión o violencia.

INCESTO ENTRE HERMANOS

Pocos informes han situado específicamente los

temas pertinentes al incesto entre hermanos. Araji

(1997) observó que aunque el incesto entre

hermanos parece ser bastante prevalente, a

menudo es infra informado e ignorado. O’Brien

(1991) comparó ofensores sexuales de hermanos

con ofensores sexuales juveniles cuyas víctimas

eran cualquier niño externo a la familia, adultos,

compañeros, o una mezcla de categorías y

encontró que los ofensores de hermanos tenían

historias de ofensas más serias, era menos

probable que recibieran tratamiento ordenado por

el juzgado, y diferían de los ofensores no

hermanos en varias medidas (incluyendo factores

familiares tales como la presencia de disfunción y

abuso físico).

O’Brien (1991) enfatizó la importancia de “tomar

en serio el incesto entre hermanos” con el título de

su artículo. El comparó 170 jóvenes que

ofendieron sexualmente contra hermanos

(incluyendo hermanastros, medio hermanos, y

hermanos adoptivos) con ofensores extrafamiliares

(aquellos que ofendieron contra niños aparte de

sus hermanos), aquellos que victimizaron

sexualmente a compañeros o adultos, y aquellos

cuyas víctimas pueden haber incluido una mezcla

de hermanos y niños extrafamiliares y/o

compañeros y adultos. Como grupo, los ofensores

de hermanos perpetraron el mayor número de

actos abusivos (un promedio de 18 incidentes,

comparados con 4,2 por ofensores extrafamiliares,

7,4 para los ofensores de compañeros/adultos, y

8,5 para el grupo mixto). La duración de la ofensa

sexual era mayor para los ofensores sexuales

contra hermanos. Cerca del 45% de los ofensores

de hermanos habían estado cometiendo ofensas

durante más de un año, mientras sólo el 23% de

los ofensores extrafamiliares y el 24% de los

ofensores de adultos/compañeros habían estado

ofendiendo durante este periodo. Además, los

ofensores de hermanos era más probable que los

otros que penetraran vaginalmente o analmente a

sus víctimas (46%, comparados con el 28 % de los

ofensores extrafamiliares y el 13% de los

ofensores de adultos/compañeros). Los ofensores

sexuales contra hermanos también era más

probable que tuvieran múltiples víctimas. O’Brien

hipotetizó que los temas específicos, tales como la

disponibilidad de la víctima, la naturaleza de la

relación entre hermanos, y otros factores, pueden

haber contribuido a tales historias de ofensa grave.

A pesar de tales conductas abusivas, sólo

alrededor de un tercio de los ofensores de

hermanos estaba en tratamiento ordenado por el

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

105

Page 102: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

juzgado, comparados con los tres cuartos de los

otros ofensores.

Se observaron factores familiares tales como un

incremento de la tasa de abuso físico entre los

ofensores sexuales contra hermanos (61%,

comparados con el 45% de los ofensores

extrafamiliares y el 37% de los ofensores de

adultos/compañeros). Los ofensores de hermanos

también fueron abusados sexualmente más

frecuentemente por sus padres de lo que lo fueron

otros ofensores, aunque sólo un pequeño número

de ofensores de hermanos habían sido

sexualmente abusados por cualquier miembro de

la familia (incluyendo los padres). Es interesante

destacar que, el 36% de las madres de ofensores

de hermanos y el 10% de sus padres habían sido

víctimas de abuso sexual de niños, comparados

con el 9,1% de las madres de ofensores

extrafamiliares y el 5,5% de sus padres. Las

evaluaciones también sugirieron que la tasa de

disfunción familiar era más alta para los ofensores

de hermanos que para los otros grupos.

CHICAS QUE HAN COMETIDO OFENSAS

Incidencia

Antes de 1986, las referencias en la literatura

profesional para las ofensoras sexuales femeninas

eran pocas y limitadas. Desde entonces, algunas

referencias han aparecido, pero los estudios de

investigación continúan siendo pocos, y los

estudios de chicas adolescentes que abusan

sexualmente son relativamente raros.

La investigación sobre chicas que han cometido

ofensas sexuales ha sido relativamente rara, y los

estudios existentes han estado limitados a

muestras de pequeño tamaño. En su revisión de la

literatura, Lane y Lobanov-Rostovsky (1997)

encontraron que las mujeres representaban el 5-

8% de los ofensores sexuales juveniles en tres

estudios acerca de la incidencia a nivel estatal

conducido en los años 80. Estudios más recientes,

sin embargo, encontraron una incidencia más alta

de ofensas sexuales por chicas jóvenes (English y

Ray, citados en Araji, 1997; Johnson, citado en

Lane y Lobanov-Rostovsky, 1997; Gray et al.,

1997).

Gray et al. (1997) también encontraron una tasa

relativamente alta de chicas preadolescentes que

evidenciaron problemas en su conducta sexual. En

su muestra, el 35% del grupo infantil que

evidenciaron tales problemas eran chicas.

La incidencia de la ofensa sexual puede ser

subestimada para las jóvenes más que para los

varones, quizás a causa de la reluctancia de la

sociedad (e incluso una reluctancia entre los

profesionales) para reconocer que las chicas son

capaces de cometer tales ofensas (Travin, Cullen,

y Protter, 1990).

Características de las ofensoras femeninas y

sus ofensas

Ray y English (1995) compararon a chicas y

chicos en una muestra de jóvenes que fueron

descritos como sexualmente agresivos.

Encontraron que las chicas fueron más

probablemente víctimas de abuso sexual, y más

chicas que chicos habían experimentado múltiples

tipos de abuso. Fehrenbach y Monastersky (citado

en Bumby y Bumby, 1997) encontraron que, en su

muestra, la mayoría de las chicas adolescentes

que victimizaron sexualmente a niños pequeños lo

hicieron mientras estaban cuidando de niños. Los

estudios de chicas en el marco de un ingreso

(Bumby y Bumby, 1997), aunque limitados por una

pequeña muestra, sugieren que factores tales

como la depresión, ideación suicida, ansiedad,

pobre auto-concepto, y victimización sexual en la

infancia son relevantes para las chicas que

comenten ofensas sexuales. Quizás en el estudio

más amplio hasta la fecha, Mathews, Hunter y Vuz

(1997) compararon 67 chicas y 70 chicos que

tenían historias de ofensas y encontraron

similitudes y diferencias significativas: las

conductas de ofensas de las chicas eran similares

a las de los chicos en términos de los tipos de

ofensas cometidas, y ambos tendían a victimizar a

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03106

Page 103: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

niños jóvenes del género opuesto; pero las chicas

típicamente tuvieron ellas mismas experiencias de

victimización más severas.

Ray y English (1995) compararon a chicas y

chicos que fueron descritos como sexualmente

agresivos. Los hallazgos indicaron que las chicas

tendían a ser más jóvenes que los chicos y era

menos probable que hubieran perpetrado actos de

violación (La violación era definida como que

involucraba la fuerza o no consentimiento y

penetración vaginal, oral, o anal con el pene o un

objeto). Aproximadamente el 94% de las chicas en

la muestra habían sido víctimas de abuso sexual,

comparadas con el 85% de los chicos. Un

porcentaje mayor de chicas que de chicos (94%

versus 86%) habían experimentado múltiples tipos

de abuso, incluyendo el abuso sexual, el abuso

físico, el abuso emocional, y/o el descuido.

Todos los niños de la muestra de Ray y English

(1995) evidenciaron una amplia gama de

problemas de conducta mientras estaban bajo la

custodia del estado. Las chicas era

significativamente más probable que robaran y

mostraran ataques de mal genio que los chicos.

También hubo evidencia de que las chicas era más

probable que fueran absentistas escolares. Las

chicas parecían tener habilidades sociales más

adecuadas y más empatía hacia sus víctimas,

mientras los chicos tendían a ser más coercitivos y

sofisticados en su ofensa sexual. El uso de la

agresión sexual parecía ir escalando más en los

chicos que en las chicas. Otra diferencia notable

fue que aunque aproximadamente un tercio de

todos los jóvenes estudiados fueron acusados

legalmente de una ofensa, sólo dos chicas (en

contraste con 93 chicos) fueron acusadas. El

estudio también encontró que las chicas era

significativamente más probable que los chicos

que recibieran evaluación y tratamiento por sus

experiencias de ser abusadas.

Fehrenbach y Monastersky (citado en Bumby y

Bumby, 1997) encontraron que, en su encuesta, la

mayoría de las chicas que victimizaron

sexualmente a niños de 12 años o más jóvenes,

frecuentemente lo hicieron mientras estaban en

una situación de cuidado del niño. En su muestra,

el 53,6% de las chicas adolescentes cometieron

alguna forma de penetración (coito oral, anal, o

vaginal u otras formas de penetración); el 46,4%

realizaron caricias.

Hunter et al. (citado en Bumby y Bumby, 1997)

condujo un estudio descriptivo de 10 chicas que

habían ofendido sexualmente y que estaban en un

programa de cuidado residencial para jóvenes con

problemas emocionales y conductuales. El estudio,

aunque limitado por el pequeño tamaño de la

muestra y la falta de un grupo comparativo, es

informativo. Las chicas tenían tasas altas de uso

previo de los servicios de salud mental (80%).

Muchas tenían una historia de intentos o ideación

de suicidio (60%), escaparse (60%), abuso de

sustancias (40%), enuresis (40%), y/o dificultades

en el aprendizaje (40%).

Todas las chicas informaron una historia de

experiencias de victimización sexual, incluyendo lo

siguiente:

• Todas habían sido sexualmente abusadas por

más de un ofensor, el número de ofensores

variaba de dos a siete.

• La experiencia de la victimización comenzó a

edades tempranas, variando de 1 a 8 años; la

edad media era de 4,5 años.

• Todas las chicas informaron ser sexualmente

abusadas por un varón; el 60% también informó

ser abusada por una mujer.

• El 90% de las chicas informó penetración real o

intento de penetración vaginal, el 60% informó

intento de penetración o penetración anal real,

el 70% informó tener sexo oral efectuado en

ellas, y todas informaron ser acariciadas.

• El 90% informó que se utilizó la fuerza en sus

experiencias de victimización sexual, aunque el

80% informó que experimentaron alguna

excitación sexual durante al menos una de sus

experiencias como víctima.

Respecto a la conducta de su ofensa sexual, estas

chicas informaron lo siguiente:

• Ellas típicamente victimizaron a niños más

jóvenes; las edades de la víctima oscilaban

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

107

Page 104: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

de 1 a 13 años, con una edad media de 5,5

años.

• Sus víctimas lo más frecuentemente eran

extraños (39,4%); otras víctimas eran hermanos

(30,3%), otras parientes (18,2%), y conocidos

(12,1%).

• Ellas tenían fantasías acerca de la conducta

sexual desviada (en el 89% de los casos).

• Su conducta sexualmente ofensiva incluía coito

vaginal (70%), coito anal (10%), sexo oral

(70%), y caricias (100%).

La mayoría de las chicas de esta muestra también

se comprometieron en conductas delincuentes no

sexuales tales como robar y agresión física. La

mayoría no había sido acusada formalmente por

estas conductas.

Los hallazgos de los estudios anteriores son

bastante consistentes con los hallazgos de Bumby

y Bumby (1997) de su muestra de 12 ofensoras

femeninas adolescentes que eran pacientes

ingresadas en un centro psiquiátrico para niños y

adolescentes con trastornos emocionales y

conductuales. De nuevo, las chicas de esta

muestra tendían a seleccionar víctimas jóvenes. A

menudo la mayoría de sus víctimas eran miembros

familares (75%). En contraste con la muestra

estudiada por Hunter et al. (citados en Bumby y

Bumby, 1997), ninguna de estas chicas

victimizaron a extraños. Once de doce chicas

perpetraron sus ofensas cuando proporcionaban

cuidado a niños.

Los problemas de conducta eran comunes: el 75%

había abusado del alcohol, el 58% había abusado

de las drogas, el 58% se habían escapado del

hogar, el 58% habían hecho absentismo escolar, y

el 33% había sido arrestado por robo. Los

diagnósticos psiquiátricos incluían trastornos de la

conducta, trastorno de oposición desafío,

depresión mayor, trastorno del estrés

postraumático, trastorno de ajuste, y dependencia

química. La mayoría (83%) habían recibido

servicios previos de salud mental, el 33% tenía

historias de auto-mutilación, y el 58% había

intentado el suicidio. Los problemas de control de

la rabia fueron descritos como comunes (67%),

como lo fueron la auto-estima baja (100%). Las

relaciones con compañeros eran muy tensas; el

75% de las chicas descritas fueron descritas como

significativamente aisladas socialmente, lo cual

posiblemente está relacionado con la alta tasa de

conducta agresiva hacia los compañeros (67%).

Un número significativo (58%) eran descritas como

sexualmente promiscuas, habiendo tenido muchas

relaciones sexuales con hombres más mayores.

Todas estas chicas habían sido victimizadas ellas

mismas. Tendían a haber sido sexualmente

abusadas por más de una persona. El 75% había

sido físicamente abusada, y el 42% había

experimentado descuido emocional o físico. En

general, sus familias eran descritas como

disfuncionales o caóticas.

Para proporcionar información adicional acerca de

su muestra adolescente, Bumby y Bumby (1997)

compararon 18 ofensoras sexuales femeninas con

un grupo de no ofensoras femeninas, de ofensores

sexuales masculinos, y no ofensores masculinos

de similar edad. Todos los jóvenes eran pacientes

ingresados en una institución psiquiátrica para

niños y adolescentes con trastornos emocionales y

conductuales. Los resultados de las pruebas

psicológicas sugirieron que las ofensoras sexuales

femeninas adolescentes experimentaron varios

síntomas psicológicos y dificultades. Tenían

puntuaciones más altas que las no ofensoras

femeninas en las escalas de desviación

psicopática, paranoia, y psicastenia (neurastenia

obsesiva) de la Minnesota Multiphasic Personality

Index-Adolescent (MMPI-A). Ellas, sin embargo, no

diferían significativamente de los ofensores

sexuales masculinos y los no ofensores

masculinos.

Las ofensoras sexuales femeninas evidenciaron

significativamente más síntomas de ansiedad y

depresión (incluyendo pensamientos y conductas

suicidas) que las mujeres no ofensoras pero no

diferían de los ofensores sexuales masculinos a

este respecto. Las ofensoras sexuales tenían

tasas más altas de fracaso académico (habían

repetido) durante un curso en el colegio) y de

absentismo escolar que los ofensores sexuales

masculinos pero no diferieron de los no ofensores

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03108

Page 105: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

masculinos y femeninos en estas medidas. Aunque

eran frecuentes las conductas delincuentes, las

conductas socialmente inapropiadas, y las ofensas

de estatus entre las ofensoras sexuales femeninas,

la frecuencia no difería significativamente de la que

se encontró en otros grupos, con la excepción de

que las ofensoras sexuales femeninas tenían tasas

más altas de abuso de drogas y promiscuidad

sexual que los ofensores sexuales masculinos.

Además, aunque las tasas altas de victimización

sexual en la infancia ocurrieron a través de todos

los grupos, las ofensoras sexuales femeninas

experimentaron significativamente más abuso

sexual que los otros grupos.

De nuevo, estos hallazgos son informativos,

limitados por el pequeño tamaño de la muestra. Los

autores señalan, sin embargo, que sus hallazgos

son consistentes con la limitada información

disponible. Los autores sugieren que factores tales

como la depresión, la ideación suicida, la ansiedad,

el pobre auto-concepto, y la victimización sexual en

la infancia deben ser objetivados para la

evaluación, y el posible tratamiento, en chicas que

cometen ofensas sexuales.

NIÑOS PEQUEÑOS QUE HAN COMETIDO OFENSAS SEXUALES

Incidencia

En los años 80 después de que el problema de la

ofensa sexual adolescente ganara atención,

conductas similares en niños preadolescentes y

más jóvenes también fueron reconocidas. Las

encuestas recientes sugieren un incremento en la

tasa de niños preadolescentes que evidencian

conductas sexualmente abusivas. Este aparente

incremento puede reflejar una consciencia mayor

del problema. En una extensa revisión de la

literatura pertinente a niños que han sido

sexualmente agresivos, Araji (1997) enfatizó que la

investigación en esta área está en ciernes y

observaron que muchos hallazgos son

simplemente observaciones clínicas.

Características individuales

Los estudios disponibles (Araji, 1997) han

informado agresión sexual en niños tan jóvenes

como de 3 y 4 años; la edad más común de inicio

parece estar entre los 6 y los 9 años. Las chicas

estaban representadas en números mucho

mayores entre estos niños que entre los

adolescentes que han abusado, y estas chicas a

menudo se comprometieron en conductas que

eran tan agresivas como las acciones de los

chicos. Las víctimas de los preadolescentes

tendían a ser muy jóvenes (promedio de edad

entre 4 y 7 años), lo más frecuente eran mujeres, y

típicamente eran hermanos, amigos o conocidos.

Se ha encontrado que los preadolescentes que

han abusado sexualmente tienen tasas altas de

experiencias de victimización sexual (Araji, 1997;

Pithers et al., 1998b) y tasas significativamente

más altas de abuso y experiencias de victimización

por descuido más que aquellas encontradas entre

sus contrapartes adolescentes (English y Ray,

citado en Araji, 1997). También se ha encontrado

en estos preadolescentes que tienen

frecuentemente dificultades académicas y del

aprendizaje y relaciones deterioradas con los

compañeros (Friedrich y Luecke, citados en Araji,

1997; Pithers y Gray, citados en Araji, 1997).

Características familiares

Los estudios descritos por Araji (1997) también

encontraron que las familias de preadolescentes

que habían abusado sexualmente tendían a ser

disfuncionales. Araji concluyó que, “la

evidencia…señala a las interacciones familiares

como fuente primaria del problema”. La

importancia de los factores familiares es apoyada

por la investigación conducida por Pithers et al.

(1998a) que concierne a los cuidadores de 72

niños con problemas de la conducta sexual. Las

familias de estos niños tendían a estar

caracterizadas por altos niveles de pobreza, familia

monoparental, abuso sexual, violencia doméstica,

y estrés en la parentalización.

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

109

Page 106: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios comparativos de preadolescentes y

adolescentes que han comentido ofensas

sexuales

English y Ray (citado en Araji, 1997) estudiaron

271 jóvenes que ofendieron sexualmente

comparando a preadolescentes con adolescentes.

Aunque los investigadores encontraron muchas

similitudes entre los grupos (por ejem., conducta

agresiva previa, problemas psiquiátricos, y niveles

de funcionamiento intelectual), hay diferencias

significativas en la naturaleza de sus ofensas y en

sus actitudes acerca de las ofensas. Los

adolescentes tuvieron tasas más altas de síntomas

depresivos y gestos suicidas, quizás –(según

sugirió Araji)– reflejando las diferencias de

desarrollo entre los grupos. Ambos grupos tenían

un número moderado a un número

moderadamente alto de factores de riesgo

asociados con la ofensa repetida: los factores de

riesgo incluían varias características de los

jóvenes, sus familias y entornos, y sus víctimas.

Las familias de los niños preadolescentes, sin

embargo, evidenciaron significativamente más

problemas, y los niños más jóvenes también

tuvieron niveles significativamente más altos de

aislamiento social y angustia en sus vidas.

TIPOS Y CLASIFICACIONES

Los niños pequeños que tienen problemas con su

conducta sexual son un grupo heterogéneo. Las

descripciones de estos niños típicamente

diferencian la conducta sexual normativa de un

continuum de conductas sexuales abusivas y

progresivamente excesivas (Araji, 1997; Johnson,

1991). Por ejemplo, Johnson (1991) clasificó a

estos niños en cuatro grupos: exploración sexual

normal, sexualmente reactivo, conductas sexuales

extensivas mutuas y perpetradores infantiles.

Los factores que distinguen a estos grupos son los

siguientes:

• La exploración sexual normal es un “proceso de

recogida de información” que involucra a los

niños que observan y tocan los cuerpos de los

otros y prueban los roles de género. El juego

sexual es voluntario y típicamente involucra a

niños de la misma edad. Usualmente es

espontáneo y alegre.

• Los niños sexualmente reactivos han sido

sexualmente abusados, han estado expuestos

a la pornografía, y/o viven en grupos familiares

altamente sexualizados. Las conductas de

estos niños incluyen exposición, toque de

genitales de otros niños o adultos, auto-

estimulación de los genitales o inserción de

objetos, etc. Las emociones asociadas con

estas conductas pueden reflejar confusión y

vergüenza.

• Los niños del grupo de conducta sexual mutua

extensa, participan en conductas sexuales

extensas sobre una base continua, incluyendo

el sexo oral, el coito vaginal y coito anal. No

parecen experimentar ansiedad, culpa,

vergüenza, o confusión, y evidencian poco

deseo de detenerse. La actividad sexual es

mutua; no hay ofensor o víctima. La mayoría

de estos niños han sido previamente

abusados. Algunas veces su conducta sexual

parece como una estrategia de afrontamiento

en familias muy caóticas, disfuncionales, y/o

sexualmente abusivas. Algunos de estos niños

han sido situados en múltiples hogares de

acogida y parecen aferrarse el uno al otro de

esta forma sexual para apaciguar sus

sentimientos de miedo y soledad.

• El grupo perpetrador infantil incluye a niños

que se comprometen en una conducta sexual

impulsiva, compulsiva, y agresiva. Las

conductas sexuales no son mutuas e

involucran coerción, argucias, soborno y

fuerza. Los niños de este grupo a menudo

asocian los sentimientos de rabia y agresión (y

algunas veces furia) con el sexo. Otros

sentimientos asociados con el sexo incluyen

miedo, soledad, o abandono. Estos niños

típicamente han estado expuestos a altos

niveles de violencia sexual (incluyendo el

incesto), promiscuidad, pornografía, y

relaciones sexualizadas.

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03110

Page 107: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Araji (1997) conceptualizó un subgrupo de niños

–“niños sexualmente agresivos”– que son

comparables a los niños del grupo de

perpetradores infantiles de Johnson y están en el

extremo final de un continuum de la conducta

sexual en la infancia.

En un estudio de 127 niños de edades entre 6-12

años que habían evidenciado problemas de la

conducta sexual, Pithers et al. (1998b) identificaron

cinco subtipos: sexualmente agresivos, no

sintomáticos, altamente traumatizados, reactivo

abusivo, y rompedor de las normas.

Los factores que distinguen estos subtipos son los

siguientes:

• Los niños sexualmente agresivos tendían a

tener las tasas más altas de diagnósticos de

trastorno de la conducta. Era más probable que

penetraran a sus víctimas y menos a menudo

eran víctimas ellos mismos de abuso sexual o

físico.

• Los niños no sintomáticos estaban, como el

nombre que la clasificación implica, dentro de la

gama normal en las medidas de la mayoría de

las pruebas. Ellos típicamente no tenían

diagnósticos psiquiátricos, evidenciaron bajos

niveles de agresión en sus conductas sexuales,

y tuvieron muy pocas víctimas. Estos niños eran

algunos de los niños que más probablemente

tienen en su familia extensa personas que han

perpetrado abuso sexual.

• Tanto los niños altamente traumatizados como

los niños reactivos al abuso estaban típicamente

entre los más jóvenes y tenían un número

promedio más alto de víctimas. Estos dos

grupos de niños también habían sido

victimizados por el mayor número de

perpetradores de abuso sexual y físico.

• Los niños altamente traumatizados tenían la

incidencia más alta de diagnósticos psiquiátricos

y trastornos por estrés postraumático. Sus

padres más probablemente que otros padres

informan sentirse menos apegados a sus hijos.

• Los niños reactivos al abuso tenían el periodo

de tiempo más corto entre sus propias

experiencias de victimización personal y el

comienzo de su abuso contra otros. Ellos

experimentaron un alto nivel de maltrato y tenían

un alto número de perpetradores de abuso

sexual. Este grupo tenía una alta incidencia de

diagnósticos psiquiátricos y la incidencia más

alta de trastornos desafiantes oposicionales.

Ocasionalmente utilizaron la agresión durante

sus ofensas.

• El grupo de rompedores de normas incluían un

número más alto de chicas y tenían una

diferencia de tiempo mayor entre sus propias

experiencias de victimización y el comienzo de

su abuso contra otros. Estos niños/as tenían los

niveles más altos de conductas sexualizadas y

agresivas y también era más probable que

externalizaran de formas no sexuales. Tenían el

número más alto de abusadores sexuales dentro

de sus familias extensas.

Entro los cinco subtipos, se encontraron que

ciertos factores están asociados con el número de

víctimas abusadas por estos niños. Los niños que

ellos mismos habían sido abusados por más

perpetradores y los niños que tenían los apegos

deteriorados con sus padres tenían el mayor

número de víctimas.

JÓVENES CON INCAPACIDADES DEL DESARROLLO Y RETRASO MENTAL QUE HAN COMETIDO OFENSAS SEXUALES

En uno de los pocos estudios que se focalizan en

ofensores sexuales adolescentes con retraso

mental, Gilby, Wolf, y Goldberg (1989) encontraron

que la frecuencia de los problemas de la conducta

sexual entre estos jóvenes no diferían

significativamente de la frecuencia entre los

jóvenes con funcionamiento intelectual normal

(definido por los autores como borderline o más

alto). Los investigadores, sin embargo,

documentaron algunas diferencias en los patrones

de la conducta sexual de los dos grupos: por

ejemplo, los jóvenes con retraso mental tenían una

tasa más alta de asaltos sexuales contra

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

111

Page 108: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

compañeros y era menos probable que conocieran

a sus víctimas. Aunque este estudio es informativo,

se necesita investigación adicional para determinar

si los hallazgos pueden ser generalizados a otros

jóvenes con retraso mental que han cometido

ofensas sexuales.

La probabilidad de ser sexualmente victimizado

puede ser un tema especial entre lo jóvenes con

retraso mental y otras incapacidades del

desarrollo. Cowardin (citado en Stermac y

Sheridan, 1993) informaron que las personas

evolutivamente discapacitadas es cuatro veces

más probable que sean sexualmente abusadas

que los no discapacitados. También, los individuos

con discapacidades del desarrollo usualmente no

son alentados a citarse y casarse o a expresar sus

necesidades sexuales (Stermac y Sheridan, 1993).

JÓVENES QUE HAN COMETIDO OFENSAS SEXUALES VERSUS OTROS TIPOS DE OFENSAS

Aunque la investigación es limitada, los estudios

disponibles sugieren que los jóvenes que

comenten ofensas sexuales y los jóvenes que

comenten otros tipos de ofensas comparten

muchas características (Miner y Crimmins, 1995).

Milloy (1994) condujo un estudio comparativo de

59 ofensores sexuales juveniles y otros 132

ofensores juveniles como parte de una encuesta

de evaluación de las necesidades. Ella encontró

que aunque los ofensores sexuales juveniles

tenían algunas características únicas, compartían

muchas más características con lo jóvenes cuyas

ofensas no eran sexuales. En contraste con los

jóvenes cuyas ofensas no eran sexuales, los

ofensores sexuales era más probable que hayan

sido víctimas de abuso sexual, tengan problemas

de salud mental importantes, necesiten educación

sanitaria o de la higiene dental, faltan relaciones

apropiadas con compañeros, y tienen problemas

con la identidad sexual. También tendían a tener

una ejecución académica más adecuada, muy

pocas ofensas y condenas anteriores, y menos

abuso de sustancias. Ninguno de los ofensores

sexuales fue condenado por una nueva ofensa

sexual. Su tasa de recidiva en general era más

baja que aquella de los otros ofensores. Cuando

reofendieron, sus crímenes tendieron a ser no

sexuales y sin violencia. Al final de un periodo de

seguimiento de tres años, sólo el 22% de los

ofensores sexuales tenía historias de ofensa

limitadas sólo a ofensas sexuales. Sólo al 15% se

le había adjudicado múltiples incidentes separados

de las ofensas sexuales. En contraste, el 78%

había sido condenado tanto por ofensas sexuales

como por otros tipos de ofensas. Milloy destacó,

“estos hallazgos sugieren que cuando es utilizada

una perspecitiva longitudinal, la ofensa sexual

entre los jóvenes parece ser solamente un trozo

de un patrón de delincuencia generalizada”.

Más recientemente, un estudio sobre delincuentes

crónicos (Spaccarelli et al., 1997) no encontró

diferencias en cualquiera de las variables medidas

entre 50 ofensores sexuales y 106 jóvenes

arrestados por ofensas violentas pero no sexuales.

Además apoyan los hallazgos que sugieren que

muchos ofensores sexuales juveniles también

cometen otros tipos de ofensas y son difíciles de

distinguir de los delincuentes con una historia no

conocida de asalto sexual.

DIFERENCIAS ENTRE LOS ABUSADORES ADULTOS Y ADOLESCENTES

Hay diferencias significativas entre los ofensores

sexuales adultos y los adolescentes abusivos que

necesitan ser consideradas (Richardson y Graham,

1997).

1. El conocimiento sexual es más pobre en los

adolescentes;

2. las conductas están mucho menos fijadas;

3. las distorsiones cognitivas están menos

plenamente desarrolladas;

4. los adolescentes viven en un mundo social con

diferentes valores, creencias y expectativas;

5. tienden a ser emocionalmente más inestables;

6. el papel de la familia es más crítico con los

adolescentes;

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03112

Page 109: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

7. hay muy pocos incidentes de conducta abusiva

en adolescentes;

8. la personalidad está todavía desarrollándose;

9. las estrategias de perpetración/arreglo son

menos consistentes y sofisticadas;

10. el proceso de abuso está todavía

desarrollándose, por consiguiente limitando los

ciclos de ofensa minuciosos o los procesos de

la recaída que podrían ser objetivados;

11. los factores situacionales y de oportunidad

parecen caracterizar más como factores

precursores y cognitivos internos menos

frecuentemente;

12. muchos adolescentes abusivos (como sus

contrapartes adultas) han sido ellos mismos

abusados sexualmente pero los adolescentes

están temporalmente más próximos a estas

experiencias abusivas; aprendiendo acerca del

sexo que está desarrollándose más

marcadamente;

13. el papel de la fantasía como precursora del

abuso está menos claramente comprendido en

los adolescentes y parece ser menos

significativo;

14. los adolescentes más jóvenes experimentan y

anticipan grados significativos de control

externo de su conducta por los padres o

cuidadores;

15. motivar y comprometer a los adolescentes

requiere una aproximación diferente y

habilidades diferentes y es generalmente más

difícil que con adultos;

16. hay contextos éticos y legales

significativamente diferentes para adolescentes

y adultos.

El desarrollo de un plan efectivo de manejo del

riesgo a través de la supervisión y el apoyo

externo podría incluir trabajar con el abusador y su

familia; educar a otros involucrados en el

tratamiento, cuidado, apoyo y supervisión del

abusador en los principios básicos de la

prevención de la recaída; encuentros regulares de

los profesionales involucrados en el caso para

revisar el progreso; visitar al abusador en el hogar

y revisar discretamente los precursores obvios; por

ejem., niños que pierden el tiempo, la pornografía,

nivel de funcionamiento reducido.

EVALUACIÓN

Evaluación clínica

Con una visión de la naturaleza heterogénea de

los jóvenes que han ofendido sexualmente, se

necesitan evaluaciones comprensivas de los

individuos para facilitar las estrategias de

intervención y tratamiento. Esto incluye la

evaluación de las necesidades de cada joven

(psicológicas, sociales, cognitivas, y médicas), las

relaciones familiares, los factores de riesgo, y las

posibilidades de manejar el riesgo.

Fuentes múltiples de información

Los padres o custodios de los jóvenes deberían

ser involucrados en la evaluación y en el proceso

terapéutico (Morenz y Becker, 1995). Se debería

obtener su consentimiento informado, y deberían

ser claramente informados de los límites de la

confidencialidad (Becker y Hunter, 1997). Las

evaluaciones comprensivas deberían incluir

entrevistas clínicas con los jóvenes y los miembros

de la familia, una evaluación psicológica, y, en

ciertos casos (de acuerdo con algunos),

evaluación falométrica (Bonner et al., 1998;

Morenz y Becker, 1995; Becker y Kaplan, 1993).

Los evaluadores deberían revisar las afirmaciones

de la víctima, los registros del juzgado juvenil, los

informes de salud mental, y los registros escolares

como parte de su evaluación (Becker y Hunter,

1997).

Utilización de pruebas psicológicas

Se han descrito las pruebas psicológicas como

que añaden una “dimensión crítica” para las

evaluaciones comprensivas de los jóvenes que han

ofendido sexualmente (Kraemer, Spielman, y

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

113

Page 110: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Salisbury, 1995). Bourke y Donohue (1996)

observaron que los estudios revelan

consistentemente la heterogeneidad de estos

jóvenes y citaron una amplia gama de trastornos

psicológicos coexistentes para enfatizar la

importancia del uso comprensivo, de métodos

estandarizados de evaluación.

Bourke y Donohue (1996), en su artículo

“Evaluación y tratamiento de los ofensores

sexuales juveniles: Una revisión empírica”, también

observaron que los estudios revelan

consistentemente que los ofensores sexuales

juveniles son una población heterogénea. Por

ejemplo, citaron los hallazgos de la investigación

de que el diagnóstico de ofensores sexuales

juveniles, coexiste con los diagnósticos de

trastornos de la conducta, trastornos de déficits de

la atención/hiperactividad, trastornos de la

personalidad antisocial, trastornos de la

personalidad narcisista, incapacidades del

aprendizaje, trastornos afectivos, trastornos por

estrés postraumático, y abuso de sustancias. Ellos

concluyeron, “la alta tasa de diagnósticos

comórbidos encontrados dentro de esta población,

enfatiza la importancia de la utilización de métodos

sensibles, comprensivos, normalizados, cuando se

evalúa y trata a los OSJs (ofensores sexuales

juveniles)”.

Kraemer, Spielman, y Salisbury (1995)

describieron cuatro dominios primarios que

requieren evaluación: intelectual y neurológico;

funcionamiento y psicopatología de la

personalidad; conductual; y desviación sexual.

Evaluación de la excitación sexual desviada

Para evaluar adecuadamente a los individuos que

parecen evidenciar la excitación desviada, Weinrott

(1998a) acentuó la importancia de utilizar una

medida directa de la excitación sexual de un

individuo, a través de la evaluación falométrica.

Otros, sin embargo, han discutido las potenciales

preocupaciones éticas relacionadas al utilizar la

evaluación falométrica con jóvenes (Bourke y

Donohue, 1996; Cellini, 1995). Otra medida de

evaluación psicofisiológica utilizada con jóvenes

que han ofendido sexualmente es la Abel

Assessment for Interest in Paraphillias [Evaluación

de Abel para el interés en las parafilias] (Abel

Screening, Inc., 1996). La evaluación de Abel es

significativamente menos invasiva que la

evaluación falométrica, y la investigación llevada a

cabo ha mostrado buenos resultados. Sin

embargo, un estudio independiente de la

confiabilidad y validez de la evaluación de Abel

suscitó inquietudes acerca del uso de esta

aproximación de evaluación con jóvenes en este

momento (Smith y Fischer, 1999). La evaluación

de Abel es relativamente nueva, y se necesita

investigación publicada, adicional independiente.

Evaluación del abuso de sustancias

En la evaluación de un joven que ha cometido una

ofensa sexual necesita determinarse si el joven

tiene un problema de abuso de sustancias y, si es

así, si es un factor de riesgo para ofender

sexualmente. Los investigadores y los clínicos han

enfatizado la importancia de utilizar herramientas

de evaluación válidas y confiables para filtrar los

problemas de abuso de sustancias (Becker y

Hunter, 1997; Lighfoot y Barbaree, 1993).

Pruebas del polígrafo

Aunque controvertido, el uso de las pruebas del

polígrafo en los programas de tratamiento de

jóvenes que han sido sexualmente abusivos está

aumentando (National Adolescent Perpetrator

Network [NAPN]. El polígrafo es utilizado para

facilitar descubrimientos más completos de

conductas y monitorizar el cumplimiento del

tratamiento. La National Task Force sobre Ofensas

Sexuales Juveniles ha enfatizado que los

polígrafos deben ser administrados con una base

voluntaria y con el consentimiento informado

(NAPN, 1993). La investigación respecto a la

confiabilidad y validez del polígrafo para la

evaluación de jóvenes que han cometido ofensas

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03114

Page 111: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

sexuales es muy limitada (Hunter y Lexier, 1998), y

algunos investigadores han cuestionado

seriamente su validez (Cross y Saxe, citados en

Bonner et al., 1998; Saxe, Dougherty, y Cross,

citados en Bonner et al., 1998).

Evaluación del riesgo

Pocos estudios empíricos han investigado las

tasas de reofensa sexual entre los jóvenes o los

factores de riesgo asociados con la recidiva. Dos

estudios retrospectivos que investigaron la

frecuencia de las ofensas antes de la remisión de

la ofensa encontraron tasas de ofensa

relativamente altas (Awad y Saunders, 1991;

Fehrenbach, et al., 1986).

TASAS DE RECIDIVA

Los resultados de la investigación que investiga la

recidiva después de que los jóvenes fueran

referidos por ofensas sexuales, típicamente

revelaron tasas relativamente bajas de recidiva

sexual (8 a 14%) (Kahn y Chambers, 1991; Miner,

Siekert, y Ackland, 1997; Rasmussen, 1999;

Schram, Milloy, y Rowe, 1991; Sipe, Jensen y

Everett, 1998; Smith y Monastersky, 1986). Los

estudios también encuentran tasas más altas de

recidiva no sexual (16 a 54%). Las variaciones

metodológicas claramente influencian las tasas de

recidiva (Prentky et al., 1997). Estas variaciones

incluyen temas tales como la definición de recidiva

(por ejem., un nuevo arresto versus una nueva

sentencia), la adecuación de la delincuencia o los

registros criminales, y la duración del periodo de

seguimiento (Prentky et al., 2000).

No obstante, en una revisión en extensión de los

estudios que investigan las tasas de recidiva entre

los ofensores sexuales juveniles, Weinrott (1996)

observó: “lo que virtualmente muestran todos los

estudios, contrario a la opinión popular, es que

relativamente pocos (ofensores sexuales

juveniles) son acusados de un subsecuente

crimen sexual”.

Si esto es debido a la disuasión, humillación, falta

de oportunidad, tratamiento clínico, incremento de

la vigilancia, o metodología de investigación

inadecuada es difícil averiguarlo.

Factores asociados con la recidiva

Varios estudios han descrito las características

identificadas en los jóvenes que han ofendido

sexualmente. Sin embargo, Weinrott (1998b)

informó que muy pocas características han sido

realmente empíricamente asociadas con la

recidiva sexual. Destacó que estas características

incluyen lo siguiente: psicopatología, excitación

sexual desviada, distorsiones cognitivas,

absentismo escolar, una ofensa sexual –conocida-

previa, culpar a la víctima, y el uso de la

fuerza/amenaza. Weinrott también informó que,

contrario a la creencia común, los factores tales

como los déficits de habilidades sociales, falta de

empatía, o negación de la ofensa o intento sexual,

no han sido empíricamente asociados con la

recidiva sexual o simplemente no han sido

investigados. (Esto no quiere decir que las

intervenciones diseñadas para abordar tales

factores, como los esfuerzos para reducir los

déficits en las habilidades sociales o educar a los

ofensores acerca del impacto de la víctima, no son

efectivos en reducir la recidiva sexual, sólo que no

hay evidencia empírica que indique que son

efectivas).

Predicción de la recidiva

Chaffin y Bonner (1998) señalaron que no hay

verdaderos estudios experimentales que

comparen a ofensores sexuales tratados y no

tratados y ningún estudio prospectivo que evalúe

los factores de riesgo o el curso natural de la

ofensa sexual. Los factores que limitan la

exactitud de las predicciones de la recidiva

incluyen la relativa infrecuencia y naturaleza

oculta de la ofensa sexual, periodos de

seguimiento demasiado cortos, e información

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

115

Page 112: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

relevante insuficiente e inadecuada para la toma

de decisiones. Para incrementar la exactitud

predictiva, los profesionales deberían equilibrar la

información histórica y actuarial con información

clínica y situacional (Smith y Monastersky, 1986;

Webster et al., 1997). Prently et al. (2000) han

desarrollado y conducido una prueba inicial de

una agenda de evaluación del riesgo diseñada

para evaluar el riesgo de reofender entre los

ofensores sexuales juveniles. Como señaló Epps

(1994), los problemas potenciales al usar

herramientas de evaluación del riesgo para

predecir la probabilidad de la reofensa de los

ofensores sexuales incluyen las dificultades en la

recogida confiable y válida de información en la

que basar tales instrumentos.

TRATAMIENTO

El tratamiento para los ofensores sexuales

juveniles varía desde instalaciones cerradas,

para pacientes ingresados altamente

estructuradas, hasta programas ambulatorios no

estructurados. El cuidado del paciente ingresado

típicamente está recomendado para los

ofensores sexuales juveniles en las siguientes

situaciones:

(1) las ofensas han sido numerosas y/o han

involucrado a más de un individuo;

(2) se utilizó la agresión durante el asalto(s);

(3) están presentes problemas emocionales y

conductuales severos;

(4) se demostraron actitudes antisociales;

(5) está presente una pobre motivación para el

tratamiento;

(6) está presente una ideación suicida u homicida;

(7) una relación volátil en el hogar amenaza la

seguridad del individuo;

(8) una víctima está presente en el hogar del

ofensor sexual juvenil. Si una víctima está

presente en el hogar, puede ser necesario

separar al ofensor sexual juvenil del hogar

hasta que se establezca un sistema de

monitorización efectivo y ocurra el progreso en

la terapia.

Respecto de la selección paciente

ingresado/ambulatorio, la mayoría de los artículos

publicados han recomendado un programa

comprensivo de tratamiento que consiste en varios

métodos psicoterapéuticos utilizados

concurrentemente.

Quizás en el estudio mejor controlado hasta la

fecha, Borduin, Henggeler, Blaske, y Stein (1990)

compararon la terapia “multisistémica” (un

tratamiento intensivo, multifacetado que se objetiva

en las características del joven y la familia, las

relaciones con compañeros, factores escolares, y

las características de la vecindad y la comunidad)

con la terapia individual en el tratamiento

ambulatorio de dieciséis ofensores sexuales

adolescentes. Utilizando los registros de re-arresto

como medida de la recidiva (sexual y no sexual),

los dos grupos anteriores fueron comparados en

un intervalo de seguimiento de tres años. Los

resultados revelaron que los jóvenes que reciben

terapia multisistémica tuvieron tasas de recidiva

del 12,5% para las ofensas sexuales y del 25%

para las ofensas no sexuales, mientras aquellos

jóvenes que reciben terapia individual tuvieron

tasas de recidiva del 75% para las ofensas

sexuales y del 50% para las ofensas no sexuales.

La National Task Force sobre Ofensa Sexual

Juvenil articuló un conjunto de asunciones que

pretendían reflejar el pensamiento actual relevante

a una respuesta sistémica comprensiva para los

jóvenes que han ofendido sexualmente (NAPN,

1993). Estas asunciones son resumidas como

sigue:

• A continuación de una evaluación total de los

factores de riesgo y las necesidades del joven,

son requeridas intervenciones evolutivamente

sensibles e individualizadas.

• Deberían ser diseñados planes de tratamiento

individualizados y periódicamente reevaluados y

revisados. Los planes deberían especificar las

necesidades terapéuticas, objetivos del

tratamiento, e intervenciones requeridas.

• El tratamiento debería ser proporcionado en el

entorno menos restrictivo necesario para la

protección de la comunidad. Los esfuerzos

terapéuticos también deberían involucrar los

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03116

Page 113: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

métodos menos intrusivos que se puedan

esperar para lograr los objetivos terapéuticos.

• Se deben editar informes escritos del proceso

para la agencia que ha mandado el tratamiento

y deben ser discutidos con el joven y los padres.

El progreso “debe estar basado en objetivos

medibles específicos, cambios observables, y

capacidad demostrada para aplicar los cambios

en situaciones actuales” (NAPN, 1993).

Algunos Estados en USA individualmente también

han trabajado para desarrollar protocolos y normas

apropiadas para intervenciones efectivas con

jóvenes que han cometido ofensas sexuales. Los

programas de tratamiento para estos jóvenes han

proliferado durante la pasada década,

incrementándose desde aproximadamente 20 en

1982 (NAPN, 1988) a más de 680 en 1994

(Freeman-Longo et al., 1994).

Continuum de los modelos de cuidado

Es recomendado para situar adecuadamente tanto

las necesidades de los individuos jóvenes que han

cometido ofensas sexuales y las necesidades de la

comunidad, un continuum de cuidado (Bengis,

1997; NAPN, 1993). Ofrecer una gama de

intervenciones y opciones de situaciones hace

posible proporcionar intervenciones de coste

efectivo mientras se aborda la importancia de la

seguridad de la comunidad. Tal continuum, como

se describió en el Oregon Report on Juvenile Sex

Offenders (Informe Oregón sobre ofensores

sexuales juveniles) (Avalon Associates, 1986),

puede incluir:

• Programas psicoeducacionales especializados,

a corto plazo.

• Programas de tratamiento ambulatorio del

ofensor sexual basados en la comunidad.

• Programas de tratamiento de día.

• Hogares para grupos residenciales o

instalaciones residenciales.

• Escuelas de entrenamiento para situaciones a

corto plazo que proporcionen evaluaciones y

facilitar la buena disposición para el tratamiento

basado en la comunidad.

• Unidades seguras que proporcionen tratamiento

comprensivo, intensivo, incluyendo grupos de

unidad diaria; de dos a tres pequeños grupos

diarios, focalizándose en las habilidades

interpersonales; sesiones semanales sobre una

variedad de tópicos, tales como los temas

acerca de la ofensa sexual, ciclos de estrés,

manejo de la agresividad, y habilidades sociales;

grupos de padres; terapia familiar; tratamiento

individual; terapia por abuso de sustancias, si es

necesario; y otras que puedan ser necesarias.

El Oregon Report recomendaba evaluaciones

individuales, aunque la comprensión de las

evaluaciones podría variar dependiendo de las

necesidades individuales. Tales evaluaciones

guían el abordaje adecuado junto con el continuum

de cuidado y también orienta las intervenciones y

el tratamiento individualizados.

APROXIMACIONES TERAPÉUTICAS

Visión general

Las metas primarias en el tratamiento de jóvenes

que han ofendido sexualmente han sido definidas

ampliamente como de seguridad para la

comunidad (NAPN, 1993), ayudar a los jóvenes a

ganar control sobre sus conductas abusivas e

incrementar sus interacciones prosociales (Cellini,

1995), y prevenir además la victimización, detener

el desarrollo de los problemas psicosexuales

adicionales, y ayudar a los jóvenes a desarrollar

relaciones apropiadas a la edad (Becker y Hunter,

1997). Para lograr estas metas, son

recomendadas intervenciones altamente

estructuradas (Morenz y Becker, 1995). Las

aproximaciones terapéuticas incluyen

intervenciones individuales, de grupo, y familiares.

Aunque la terapia de grupo a menudo es descrita

como el tratamiento de elección y los equipos de

coterapia también son recomendados (NAPN,

1993), falta la evidencia empírica de la

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

117

Page 114: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

superioridad de estas aproximaciones. Las

ventajas y desventajas de estas aproximaciones

han sido descritas en otra parte (por ejem.,

Marshall y Barbaree, 1990; Henggeler, Melton, y

Smith, 1992).

Típicamente el primer paso en el tratamiento

involucra ayudar al joven a aceptar la

responsabilidad por su conducta (Becker y Hunter,

1997). Las áreas de contenido del tratamiento

recomendado incluyen educación sexual,

corrección de las distorsiones cognitivas

(reestructuración cognitiva), entrenamiento en

empatía, clarificación de los valores concernientes

a la conducta sexual abusiva versus conducta

sexual no abusiva, manejo de la agresividad,

estrategias para incrementar el control del impulso

y facilitar el buen discernimiento, entrenamiento en

habilidades sociales, reducción de la excitación

sexual desviada, y prevención de la recaída

(Becker y Hunter, 1997; Hunter y Figueredo, 1999;

NAPN, 1993).

Muchas otras intervenciones relevantes también

han sido documentadas. Otras intervenciones

destacables incluyen entrenamiento en habilidades

vocacionales y de vida básicas, ayuda con

profesionales, resolución de las experiencias de

victimización personal, ayuda con trastornos o

dificultades coexistentes, resolución de la

disfunción familiar y mejora de las relaciones entre

hermanos, desarrollo de relaciones prosociales

con compañeros, habilidades para citarse, y una

identidad sexual positiva (Becker y Hunter, 1997;

Hunter y Figueredo, 1999; NAPN, 1993). La

investigación que compara ofensores sexuales

adolescentes con un grupo de fugitivos de casa

encontró que los primeros eran especialmente

deficientes en su conocimiento general acerca del

SIDA y las prácticas de sexo seguro (Rotheram-

Borus, Becker, Koopman, y Kaplan, citados en

Becker y Kaplan, 1993). Dado este hallazgo, la

importancia de focalizar el tratamiento sobre las

enfermedades de transmisión sexual y el sexo

seguro es obvia. Los líderes en el campo

terapéutico han argumentado que los programas

diseñados exclusivamente focalizados en las

conductas de la ofensa sexual son de limitado

valor y han recomendado una aproximación más

holística (Goocher, 1994).

Aunque las intervenciones psicofarmacológicas,

que incluyen medicamentos que reducen el

impulso sexual, tales como la medroxiprogesterona

y los agonistas de la LHRH, Díaz Morfa (2002) que

se ha encontrado que es efectiva en la reducción

de la ofensa sexual en los ofensores adultos,

pueden tener efectos secundarios importantes.

Tales medicamentos, cuando son utilizados con

jóvenes, pueden tener posibles efectos negativos

sobre el desarrollo y el crecimiento normal.

Consecuentemente, las preocupaciones éticas

relacionadas con el uso de estos medicamentos

con jóvenes son sustanciales (Hunter y Lexier,

1998).

Algunos psicofármacos en ocasiones son

utilizados con jóvenes como parte de una

aproximación terapéutica comprensiva. Por

ejemplo, Hunter y Lexier (1998) y Díaz Morfa

(2002) describen la utilidad de los inhibidores

selectivos de la recaptación de la serotonina

(ISRS) en el tratamiento de los abusos sexuales,

Hunter y Lexier, (1998), y Díaz Morfa (1999),

informaron que los ISRS a menudo tienen efectos

secundarios relacionados con disfunciones

sexuales tales como supresión del deseo sexual y

eyaculación retardada. El papel de la serotonina

en la regulación de la conducta sexual no está

totalmente comprendido. Muchas cuestiones

concernientes a las aproximaciones

psicofarmacológicas permanecen bajo

investigación. Estas cuestiones incluyen qué

jóvenes es más probable que se beneficien de tal

aproximación y en que dosis (Hunter y Lexier,

1998).

Abordando la excitación sexual desviada

La mayoría de los programas que sitúan la

excitación sexual desviada lo hacen a través de la

sensibilización encubierta, una aproximación

terapéutica que enseña a los jóvenes a interrumpir

los pensamientos asociados con la ofensa sexual

pensando en las consecuencias negativas

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03118

Page 115: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

asociadas con la conducta abusiva (Becker y

Kaplan, 1993; Freeman-Longo et al., 1994). Otras

técnicas incluyen varias formas de

condicionamiento conductual y son mucho más

invasivas y aversivas. Tales técnicas suscitan

preocupaciones respecto a la practicabilidad,

efectividad, y/o éticas. La sensibilización vicaria

(SV) es una técnica relativamente nueva que

involucra la exposición de los jóvenes a escenarios

del crimen grabados en cinta diseñados para

estimular la excitación y entonces inmediatamente

mostrar un vídeo que muestra las consecuencias

negativas de la conducta sexualmente abusiva.

Los hallazgos de la investigación preliminar

sugieren que la SV puede ser una aproximación

efectiva para reducir la excitación sexual desviada

en los jóvenes que son sexualmente excitados por

niños prepúberes (Weinrott, Riggan, and

Frothingaham, 1997).

Involucración de las familias

Rasmussen (1999) sostiene que un apoyo

familiar adecuado puede ayudar a reducir la

recidiva y que los programas terapéuticos que

involucran a las familias probablemente son más

efectivos que otros que no las involucran. Como

Gray y Pithers (1993) observaron, sin embargo,

las familias varían en términos de su motivación

y capacidad para facilitar efectivamente el

tratamiento. Gray y Pithers (1993) describieron

estrategias que pueden comprometer la

cooperación de los miembros de la familia e

informaron de aproximaciones que los padres

encontraron útiles:

(1) La información escrita sobre la prevención de

la recaída, las distorsiones cognitivas, y las

consecuencias del abuso sexual;

(2) Videos educativos de abusadores

adolescentes que discuten su proceso de

recaída y la necesidad de que se le den

explicaciones;

(3) Literatura sobre el proceso de recuperación de

las víctimas de abuso sexual;

(4) Referencias a grupos de tratamiento para

adultos supervivientes de abuso sexual;

(5) La oportunidad de ser incluido periódicamente

en sesiones de grupo de abusadores

adolescentes;

(6) Grupos de apoyo para padres de adolescentes

abusivos; y

(7) Atención hacia los intereses de los hermanos

del joven en el proceso de tratamiento.

PREVENCIÓN

Debemos ser cuidadosos con las palabras que

utilizamos para discutir la ofensa sexual

adolescente. La conducta de ofensa sexual sólo es

un aspecto de la vida de la persona joven.

Etiquetar a un joven como “ofensor sexual” puede

tener consecuencias negativas significativas en el

desarrollo. Necesitamos ver la conducta en un

contexto más amplio de la vida y la experiencia del

joven. También necesitamos reconocer que los

adolescentes a menudo adquieren sus ideas

acerca del sexo y la sexualidad de los adultos en

el mundo que les rodea. Actualmente, la

pornografía es una fuente importante de

información acerca del sexo y la sexualidad para

muchas personas jóvenes.

Deberíamos comprender la curiosidad de la

persona joven acerca del sexo y aprender a

reconocer la diferencia entre la experimentación

sexual apropiada y la conducta sexual

problemática.

Ya que muchos adolescentes que ofenden fueron

ellos mismos victimizados, tenemos que reconocer

la importancia de tratar con el daño subyacente

causado por su propio abuso. Si descuidamos

hacerlo así, tendremos poco éxito en el

tratamiento de su conducta ofensiva.

Algunos adolescentes comienzan la ofensa sexual

antes de alcanzar los 12 años de edad. Muchos de

estos niños simplemente están reaccionando a su

propio abuso. Otros pueden copiar la conducta

sexual de la que han sido testigos por parte de sus

hermanos mayores, adultos, o en la pornografía.

Por consiguiente, la identificación y el tratamiento

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

119

Page 116: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

temprano son esenciales para todos los niños

pequeños que han sido abusados.

Necesitamos considerar seriamente toda la

conducta sexual problemática de los niños y

adolescentes. Tener en cuenta a los abusadores,

respecto a su edad, es importante para el

bienestar y recuperación de las víctimas. También

atraer la atención de los abusadores hacia

aquellos que pueden ayudarles a detenerse de

dañarse a si mismos y a otros de nuevo.

Mientras siempre es potencialmente dañino para

las víctimas, alguna conducta de ofensa sexual

puede comenzar por la curiosidad y la

experimentación con niños más pequeños y

hermanos, en ocasiones esto avanza

progresivamente, convirtiéndose en una conducta

abusiva. Los padres y cuidadores deberían estar

atentos y observar las conductas sexuales de los

niños y proporcionar retroalimentación correctora

adecuada inmediatamente.

Hay una necesidad de proporcionar a las personas

jóvenes información apropiada, relevante para su

edad acerca del sexo y la sexualidad. Se debe

poner énfasis no simplemente en el sexo, el control

de la natalidad, o las enfermedades de transmisión

sexual, sino también incluir información acerca de

los sentimientos, la identidad, la intimidad, la

construcción de la relación, citarse, sobre el poder

y el control, acerca del hostigamiento sexual, el

consentimiento, la fuerza, y sobre unas relaciones

sexuales basadas en la confianza y el placer sin

abuso o daño.

El mejor profesor para un niño o adolescente es un

adulto positivo que modele un sentimiento de

igualdad en las relaciones, posea información

exacta acerca del sexo, y esté cómodo/a con su

propia sexualidad. Tal persona debería utilizar un

lenguaje claro, conciso y directo. Utilizar términos

vagos o complicados revela la incomodidad del

adulto y sugiere al joven que hay algo vergonzoso

acerca del sexo.

Los adultos deberían seleccionar cuidadosamente

a las niñeras/os adolescentes, tanto varones como

mujeres, antes de utilizar sus servicios. Contratar

sólo adolescentes maduros y competentes o

adultos. Obtener referencias de otras familias.

Observar cuidadosamente la conducta del niño

alrededor de esta persona, especialmente cuando

vuelve al hogar.

Utilizar los medios de comunicación para eliminar

los estereotipos sexuales dañinos, la sexualización

de los niños y los jóvenes, la explotación indebida

de la sexualidad masculina y femenina, y las

imágenes sexuales violentas.

Los expertos en este campo están de acuerdo

en que hay una necesidad de desarrollar y

apoyar un continuum multi-disciplinario,

coordinado, de cuidado, incluyendo apoyos post-

programa o en la convalecencia de estos

ofensores sexuales adolescentes. Dentro del

continuum del bienestar del niño los

profesionales de la salud mental, los consejeros

de la policía, oficiales de libertad condicional, y

el poder judicial deberían poseer una

comprensión común de la información más

actual disponible respecto a la conducta y

tratamiento de la ofensa sexual del adolescente.

Utilización de un modelo de prevención de la

recaída

Gray y Pithers (1993) aplicaron la prevención de la

recaída al tratamiento y supervisión de los niños y

adolescentes con problemas en su conducta

sexual. Esta técnica requiere que los jóvenes

aprendan a identificar los factores asociados con

un incremento del riesgo de ofensa sexual y el uso

de estrategias para evitar las situaciones de alto

riesgo o manejarlas efectivamente cuando ocurren.

Cuando la prevención de la recaída es aplicada a

los niños, se sitúa un énfasis mayor en la

supervisión externa para prevenir además la

victimización. Faltan estudios empíricos acerca de

la efectividad de esta aproximación.

En la práctica, no se afirma explícitamente el

principio de “sin cura” cuando se trabaja con

adolescentes. Es crucial establecer una motivación

para abordar su conducta y proporcionarles

optimismo acerca de ganar dominio sobre su

problema tanto para ellos como para sus

padres/cuidadores.

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03120

Page 117: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Es útil el uso de analogías y ejemplos simples

para ayudar a explicar los principios básicos de la

recaída y el tratamiento relacionado. Es adecuado

hablar del proceso de “pérdida de control de la

conducta sexual”, en términos de sentimientos,

pensamientos, imágenes en su mente, reacciones

a situaciones y personas, lugares, oportunidades,

decisiones y conductas. Es oportuno describir los

planes de prevención en términos del

conocimiento de cuándo y cómo detenerse de

caminar hacia la víctima potencial, volviéndose y

marchándose. Identificar los precursores del abuso

y el proceso de la recaída antes de que el

adolescente entre en un grupo de tratamiento de

prevención de la recaída, significa que el tiempo

en el grupo no es gastado en preliminares y tiene

en cuenta modelos alternativos de los ciclos del

abuso (por ejem., Bera, 1994; Marshall y Eccles,

1993, Ryan et al., 1987).

Los contextos de la vida en la cual los

adolescentes están localizados son usualmente

diferentes a la de los adultos. A menudo están

todavía en el hogar o son cuidados en los hogares.

Las recaídas en el cuidado son muy comunes. Las

siguientes directrices parecen útiles en el trabajo

con adolescentes abusivos:

• La familia del adolescente debería estar

involucrada en la prevención de la recaída. En la

práctica esto es más efectivo cuando un

programa paralelo para los padres está en

funcionamiento y se establecen reuniones

regulares de los padres y adolescentes.

• Si el adolescente ha sido trasladado del hogar

como resultado de una conducta sexualmente

abusiva, entonces es crítico adoptar una

estrategia similar con los cuidadores.

• La prevención de la recaída debería ser

orientada más conductualmente que con los

ofensores adultos.

• En relación a las dimensiones “internas” y

“externas” de Pithers, debería ponerse más foco

en la dimensión “externa” cuando se trabaja con

adolescentes.

• Los recursos de monitorización tienden a ser

más numerosos y discutiblemente más fiables

con los adolescentes que con los adultos (por

ejemplo padres, cuidadores, escuela, trabajador

social).

• La desviación de las situaciones de alto riesgo

es más factible con los adolescentes (por ejem.,

incremento del uso de tiempo estructurado,

mayor supervisión parental, control sobre la

niñera/o, etc.).

En vista de los muchos estudios que identifican la

delincuencia general y las actitudes y conducta

antisocial entre lo jóvenes que exhiben problemas

de la conducta sexual, Weinrott (1998a) sugirió

que las intervenciones terapéuticas relevantes

empíricamente basadas para los delincuentes

juveniles son utilizadas con aquellos que han

cometido ofensas sexuales.

INVESTIGACIÓN SOBRE LA EFICACIA DEL TRATAMIENTO

Tratamiento especializado para jóvenes que

han cometido ofensas sexuales

Los programas específicamente diseñados para

jóvenes que han ofendido sexualmente han

proliferado, pero la evaluación de estas

aproximaciones especializadas ha sido limitada.

Por ejemplo, la mayoría de los programas se han

desarrollado en su núcleo acerca del “ciclo del

asalto sexual”, pero a pesar del hecho de que el

ciclo del asalto sexual ha estado en uso en el

tratamiento del ofensor sexual durante cerca de 20

años, el modelo no ha sido empíricamente

validado (Weinrott, 1996). Chaffin y Bonner (1998)

alertaron contra la “convicción” de que aquellos

que trabajan en esta área han encontrado la

aproximación correcta y resumido las creencias

acerca de las intervenciones específicas en la

ofensa sexual que pueden ser incluidas en tal

“dogma”. Chaffin y Bonner (1998) y Weinrott

(1996) han observado que actualmente no es

posible decir si un tipo de tratamiento es mejor que

otro, con la posible excepción de que el

tratamiento multisistémico focalizado en la

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

121

Page 118: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

delincuencia parecer ser más efectivo que el

consejo individualizado con jóvenes que han

cometido ofensas sexuales. Un estudio de Lab,

Shields, y Schondel (1993) parece suscitar

cuestiones acerca de la eficacia del tratamiento

especializado para jóvenes que han cometido

ofensas sexuales. El estudio de Kimball y Guarino-

Ghezzi (1996), sin embargo, encontró que los

ofensores sexuales juveniles en tratamiento

específico contra la ofensa sexual demostraron

actitudes más positivas y mayor adquisición de

habilidad que aquellos en un tratamiento no

específico (Los jóvenes en un tratamiento

específico de la ofensa sexual, sin embargo,

recibieron intervenciones más intensas y variadas

que aquellos en un tratamiento no específico de la

ofensa.)

Tratamiento para los jóvenes que son

delincuentes.

Se ha conducido una investigación para evaluar

la efectividad de las intervenciones con jóvenes

que cometen varios tipos de ofensas, no sólo

ofensas sexuales. Ya que la delincuencia en

general y las actitudes y la conducta antisocial

son encontradas frecuentemente en los jóvenes

que han cometido ofensas sexuales, estas

aproximaciones terapéuticas pueden ser

relevantes y efectivas con estos jóvenes. Izzo y

Ross (1990) condujeron un meta-análisis de

200 estudios experimentales o cuasi-

experimentales para evaluar la efectividad de

las intervenciones terapéuticas utilizadas con

ofensores juveniles. Encontraron que entre los

jóvenes no institucionalizados, los tratamientos

que se focalizaron en las habilidades

interpersonales y utilizaron programas

conductuales produjeron efectos positivos.

Otras intervenciones que han sido validadas

con delincuentes crónicos, tales como la terapia

multisistémica y el tratamiento multidimensional

que fomentan el cuidado, también son

aproximaciones prometedoras para jóvenes que

han cometido ofensas sexuales (Borduin et al.,

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03122

Tratamiento para reducir las ofensas sexualesModelos de tratamiento

Areas del objetivo del tratamiento

Relaciones Déficits Distor- Excitación Manejo Conductas Consecuen-sociales de la siones sexual proble- impulsivas/ cias de una

deterioradas empatía cognitivas desviada mático antisociales historiade las personal

relaciones de maltrato en la

infancia

Manejo de la rabia X X XEntrenamiento en asertividad X XTerapia de aversión XGrupo de supervivientes víctimas en la infancia X X X X XReestructu-ración cognitiva X X X X X XSensibilización encubierta XTerapia expresiva X X XIntervenciones familiares X X X X X XTerapia individual y de grupo X X X X X X XIntervenciones multisistema (por ejem. TSM yTFCM) X X X X X XFarmacoterapia X X XDesarrollo de la identificación positiva X X XPrevención de la recaída y ciclos de ofensas X X X XAuto-control y manejo del impulso X X XGrupos de auto-ayuda X X XHabilidades para citarse y educación sexual XEntrenamiento en habilidades sociales XManejo del estrés y la ansiedad X X XEducación y tratamiento sobre el abuso de sustancias X XDesensibili-zación sistemática X XSesibilización vicaria XEntrena-miento en empatía por la víctima X X X X

Page 119: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

1990; Chamberlain y Reid, 1998; Swenson et

al., 1998).

Deserción del tratamiento específico de la

ofensa sexual

Varios estudios de programas de tratamiento del

ofensor sexual han demostrado altas tasas de

deserción del tratamiento (Becker, 1990; Hunter y

Figueredo, 1999; Kraemer, Salisbury, y Spielman,

1998; Rasmussen, 1999; Schram, Milloy, y Rowe,

1991). Las altas tasas de desgaste del tratamiento

son extremadamente importantes. Un estudio de

ofensores sexuales juveniles (Hunter y Figueredo,

1999) y varios estudios de ofensores adultos (por

ejem., Hanson y Buissière, 1998) sugieren que el

fracaso en completar el tratamiento está asociado

con tasas más altas de recidiva tanto para las

ofensas sexuales como para otros tipos de

ofensas.

ESCENARIO TERAPÉUTICO

Segregar versus integrar a los jóvenes que han

cometido ofensas sexuales

Históricamente, tratar a jóvenes que han cometido

ofensas sexuales en un escenario específicamente

diseñado para ofensores sexuales han sido

considerado “óptimo” (Morenz y Becker, 1995). La

literatura, sin embargo, indica que la efectividad de

esta aproximación no ha sido probada. De hecho,

algunos estudios sugieren que otras

aproximaciones pueden ser más beneficiosas.

Milloy (1994) indicó que se han publicado estudios

no controlados que investigan el efecto de la

segregación de los ofensores sexuales juveniles

de la población delincuente en general. Si los

jóvenes que han sido sexualmente abusivos

deberían ser agrupados con jóvenes que han

cometido ofensas no sexuales o con jóvenes que

tienen otros problemas conductuales es un tema

complejo. Existen argumentos tanto a favor como

en contra del uso de unidades de tratamiento

segregado. Entre tanto, la importancia de la

evaluación individualizada y el planeamiento del

tratamiento no pueden ser sobre enfatizados.

Milloy (1994) hizo la pregunta, “pero ¿qué es

tratamiento especializado del ofensor sexual?. Ella

señaló que el tratamiento “especializado” para

ofensores sexuales típicamente incluye

componentes tales como educación sexual,

habilidades sociales, manejo de la agresividad,

aceptación de la responsabilidad por las ofensas, y

empatía por las víctimas. No obstante estos

componentes pueden ser apropiados para los

ofensores juveniles en general.

Como Milloy (1994) señaló, uno de los argumentos

a favor de los programas de tratamiento del

ofensor sexual segregado y especializado es que

estos ofensores frecuentemente intimidan al

personal y a otros residentes a través de sus

conductas manipuladoras, o agresivas. Los

resultados del estudio de Milloy, sin embargo,

sugiere que los jóvenes que cometieron ofensas

sexuales no era más probable que fueran más

explotadores, manipuladores, o agresivos que los

jóvenes que cometieron otros tipos de ofensas. La

frecuencia de las amenazas verbales y físicas no

diferían entre los grupos, y los ofensores sexuales

no presentaron un incremento del manejo de los

riesgos o riesgos de seguridad dentro de la

institución.

En conclusión, Milloy (1994) indicó que se han

publicado estudios no controlados que investigan

el efecto de la segregación de los ofensores

sexuales juveniles de la población delincuente en

general. Ella afirmó, “el hecho, emparejado con los

hallazgos de este estudio, sugiere que la

segregación de los ofensores sexuales juveniles es

una aproximación costosa cuyo valor no está

probado”.

Facilitando la seguridad en los entornos de

tratamiento residencial

Existe el tema de la seguridad de la comunidad

respecto a si un ofensor sexual juvenil permanece

en la comunidad o es situado en una institución

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

123

Page 120: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

segregada o no segregada. La NAPN (1993)

proporcionó recomendaciones específicas para

facilitar la seguridad en instituciones de tratamiento

residencial.

Estas recomendaciones sugieren que tales

programas deberían asegurar lo siguiente:

1. Sistemas basados en un programa diseñado

para la prevención del abuso sexual en un

marco institucional, que incluya (a) políticas y

procedimientos que reflejen un sistema abierto

y seguro que sitúe la seguridad, los derechos

de los niños, y los derechos familiares; (b)

procedimientos para seleccionar, filtrar,

entrenar, y supervisar el personal para

disminuir el riesgo de conducta sexualmente

abusiva; (c) directrices para el personal de

intervenciones con los residentes; (d)

educación en seguridad para residentes; (e)

protocolos que aseguren la seguridad del

entorno; (f) procedimientos que sitúen las

alegaciones o descubrimiento de abuso sexual;

y (g) evaluaciones internas y revisiones

externas.

2. Un fuerte programa estructurado de manejo de

la conducta donde el manejo y el control de la

conducta sea mantenido a través de una

estructura de programa e interacciones

personal/paciente.

3. Un ambiente terapéutico seguro y un ambiente

social terapéutico efectivo.

4. Supervisión del personal cercano basada en

una alta proporción personal-paciente y en una

continua monitorización por el personal de

todas las interacciones. También se pueden

utilizar monitores de vídeo y audio y sensores

en áreas comunes pero no reemplazar la

presencia del personal.

5. Un entorno social terapéutico que incluya un

ambiente seguro de la institución, un espacio

seguro, una fuerte cultura de compañeros, y

una filosofía del programa que sea

completamente consistente.

6. Un programa estructurado, bien equilibrado lo

cual proporciona modalidades desarrolladas

para incidir sobre los problemas de los

adolescentes y que permita muy poco tiempo

no estructurado.

7. Personal altamente entrenado que haya

recibido entrenamiento especializado en temas

de abuso sexual infantil, con énfasis en el

tratamiento de víctimas jóvenes y adolescente

sexualmente abusivo.

8. Un diseño multidisciplinario, multimodal para

incidir sobre los temas terapéuticos tanto de las

víctimas como de los jóvenes sexualmente

abusivos.

9. Un programa de sexualidad humana positiva

que enfatice el desarrollo de actitudes positivas

acerca de la sexualidad, relaciones sanas, y

prácticas sexuales seguras.

10.Evaluaciones continuas del programa planeado.

Otras recomendaciones de la National Task Force

sobre ofensa sexual juvenil (citado en NAPN,

1993) incluyen tener normas claras acerca de los

límites del espacio personal y del contacto. Las

recomendaciones también incluyen tener personal

de noche que permanezca despierto y residentes

monitores tanto aleatoriamente como a intervalos

frecuentes, planeados a lo largo de toda la noche.

Ross y Villier (1993) proporcionaron

recomendaciones más detalladas relacionadas con

los candidatos al programa de filtrado, personal

seleccionado, y unidades de residencia diseñadas

y supervisadas de forma que se maximice la

seguridad de los residentes y del personal.

POBLACIONES ESPECIALES

Tratamiento de los niños pequeños y

preadolescentes con problemas de la conducta

sexual

Gray y Pithers (1993) sugirieron que las conductas

sexualmente abusivas en los niños podrían ser

abordadas más efectivamente objetivando los

factores de riesgo que predisponen al niño a

problemas de conducta sexual o lo que precipita o

perpetúa el problema.

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03124

Page 121: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Gray y Pithers propusieron las siguientes

aproximaciones:

1. Incrementar las habilidades de auto-manejo de

los niños sexualmente agresivos.

2. Solucionar el trauma resultante de la propia

victimización del niño.

3. Abordar las reacciones compensatorias a

menudo asociadas con la externalización de

emociones difíciles a través de las conductas

problemáticas.

4. Incrementar la extensión hasta la cual los

miembros del equipo de prevención modelan

las creencias preventivas de abuso e interviene

cuando son observadas conductas

relacionadas con el abuso.

Otro componente del tratamiento de niños con

problemas de conducta sexual es el “equipo de

prevención” (por ejem., miembros

seleccionados de la familia, proporcionadores

de cuidados, y los defensores de la comunidad)

(Gray y Pithers, 1993). El equipo de prevención

es de primera importancia cuando interviene

con niños pequeños que no tienen la capacidad

de desarrollo para la auto-monitorización.

Araji (1997) describió diez programas y

prácticas de tratamiento para niños con

problemas de la conducta sexual. Todos los

programas revisados por Araji (1997) incluían

aproximaciones cognitivo-conductuales;

modalidades de tratamiento que involucraban

terapia individual, de grupo, de pareja y familia

(la mayoría de los terapeutas parecen preferir

terapias de grupo). Factores importantes

cuando se interviene con niños que han sido

sexualmente abusivos incluyen abordar los

temas del desarrollo e involucrar a los padres y

a otros cuidadores. Como se observó

anteriormente, Pithers et al. (1998b)

identificaron cinco subtipos de niños con

problemas de la conducta sexual. Su

investigación también reveló algunas

diferencias en cómo los niños según los

subtipos respondían a diferentes tipos de

tratamiento.

Todos los programas revisados utilizaron una

aproximación cognitivo-conductual, aunque

algunos también utilizaron otras orientaciones,

tales como aquellas basadas en las teorías

psicodinámicas y del apego. Las intervenciones

cognitivo-conductuales incluían desarrollo de la

habilidad para promover el afrontamiento

prosocial y resolución del problema, relaciones

interpersonales y conductas sexuales

apropiadas con la edad, y estrategias de

prevención del abuso. En su revisión, Araji

observó que ya que no se había demostrado

que ninguna aproximación terapéutica fuese

superior a otras, el tratamiento que combina

teorías y métodos podría satisfacer mejor las

necesidades de estos niños y sus familias.

Tratamiento de jóvenes con discapacidades

cognitivas o del desarrollo

Intervenciones especiales pueden ser

necesarias para los jóvenes con deterioros

intelectuales o cognitivos. Por ejemplo, los

individuos con dificultades del aprendizaje

pueden no responder bien a las terapias (tales

como las aproximaciones cognitivo-conductual)

que se parecen a sus experiencias negativas en

la clase. Una revisión de la literatura (Stermac y

Sheridan, 1993) encontró escasez de

investigación sobre el tratamiento de adultos y

adolescentes con discapacidades del desarrollo.

La mayoría de los estudios se han focalizado en

los ofensores adultos y han enfatizado las

intervenciones orientadas conductualmente, y la

mayoría de las intervenciones que involucran

adolescentes con discapacidades del desarrollo

que han cometido ofensas sexuales han

utilizado aproximaciones modificadas de los

programas de tratamiento de adultos. Langevin,

Marentette, y Rosati (1996) instaron a los

terapeutas a extenderlo a estos jóvenes y

sugirieron los pasos a dar. Ferrara y McDonald

(1996) proporcionaron una discusión detallada

de las estrategias y técnicas terapéuticas que

pueden ser útiles.

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

125

Page 122: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

CONCLUSIONES

Los hallazgos de la revisión de la literatura indican

que los jóvenes que han cometido ofensas

sexuales son un grupo heterogéneo que, como

todos los jóvenes, tienen necesidades del

desarrollo, pero que también tienen necesidades

especiales y presentan riesgos especiales

relacionados con sus conductas sexuales

abusivas. Los estudios existentes sugieren que

una proporción sustancial de estos jóvenes

desisten de cometer ofensas sexuales a

continuación del descubrimiento inicial de la

ofensa y la intervención terapéutica.

La literatura claramente apoya la importancia de

las intervenciones que son ajustadas al

adolescente, individualmente. Las estrategias de

manejo del riesgo que probablemente van a ser

más efectivas son aquéllas que abordan las

necesidades subyacentes a la conducta del joven y

refuerzan la mayoría de las fuerzas existentes y

apoyos positivos del joven. Aunque no se ha

establecido la eficacia para muchas de las

intervenciones en el ofensor sexual consideradas

estandarizadas y requeridas, hay una amplia gama

de intervenciones con más de una base empírica,

particularmente dentro del campo de la

delincuencia juvenil (tal como la terapia

multisistémica), que puede ser efectiva. También

se debería recordar que algunos jóvenes pueden

requerir intervenciones mínimas una vez que su

ofensa sexual ha sido descubierta.

Finalmente, se debería recordar que aunque la

meta cuando se trabaja con jóvenes que han

cometido ofensas sexuales es ayudarles a detener

sus conductas abusivas, lo primero es que son

niños y adolescentes. Son personas jóvenes que

han cometido ofensas y que merecen cuidado y

atención y una autocomprensión de las causas

subyacentes a sus conductas sexuales abusivas.

BIBLIOGRAFÍA

• Abel, G.G., Mittelman, M.S., and Becker, J.V. 1985. Sexoffenders: Results of assessment and recommendations fortreatment in clinical criminology. In The Assessment andTreatment of Criminal Behavior, edited by M.H. Ben-Aron, S.J.

Hucker, and C.D. Webster. Toronto, Canada: M and M Graphic,pp. 191-205.

• Abel, G.G., Osborn, C.A., and Twigg, D.A. 1993. Sexual assaultthrough the life span: Adult offenders with juvenile histories. InThe Juvenile Sex Offender, edited by H.E. Barbaree, W.L.Marshall, and S.M. Hudson. New York, NY: Guilford Press, pp.104-117.

• Abel Screening, Inc. 1996. Abel Assessment for Sexual Interest:Juvenile Sex Offenders: Therapist Product Information. Brochure.Atlanta, GA: Abel Screening, Inc.

• Araji, S. 1997. Sexually Aggressive Children: Coming ToUnderstand Them. Thousand Oaks, CA: Sage Publications.

• Association for the Treatment of Sexual Abusers. 1997a. EthicalStandards and Principles for the Management of SexualAbusers. Beaverton, OR: Association for the Treatment of SexualAbusers.

• Association for the Treatment of Sexual Abusers. 1997b. Positionon the Effective Legal Management of Juvenile Sexual Offenders.Beaverton, OR: Association for the Treatment of Sexual Abusers.

• Avalon Associates. 1986. The Oregon Report on Juvenile SexOffenders. Salem, OR: Children's Services Division, Departmentof Human Resources.

• Awad, G.A., and Saunders, E. 1991. Male adolescent sexualassaulters, clinical observations. Journal of InterpersonalViolence 6(4):446-460.

• Bagley, C., and Shewchuk-Dann, D. 1991. Characteristics of 60children and adolescents who have a history of sexual assaultagainst others: Evidence from a controlled study. Journal of Childand Youth Care (Fall Special Issue):43-52.

• Barbaree, H.E., and Cortoni, F.A. 1993. Treatment of the juvenilesex offender within the criminal justice and mental healthsystems. In The Juvenile Sex Offender, edited by H.E. Barbaree,W.L. Marshall, and S.M. Hudson. New York, NY: Guilford Press,pp. 243-263.

• Becker, J.V. 1990. Treating adolescent sexual offenders.Professional Psychology: Research and Practice 21(5): 362-365.

• Becker, J.V., and Kaplan, M.S. 1993. Cognitive behavioraltreatment of the juvenile sex offender. In The Juvenile SexOffender, edited by H.E. Barbaree, W.L. Marshall, and S.M.Hudson. New York, NY: Guilford Press, pp. 264-277.

• Becker, J.V.; Harris, C.D. y Sales, B.D. 1993. Juveniles whocommit sexual offenses: A critical review of research. In SexualAggression. Issues in Etiology, Assessment, and Treatment,edited by G.C. Nagayama Hall, R. Hirschman, J.R. Graham andMaira S. Zaragoza, Washington, Taylor & Francis, pág. 215-228.

• Becker, J.V. 1998. What we know about the characteristics andtreatment of adolescents who have committed sexual offenses.Child Maltreatment 3(4):317-329.

• Becker, J.V., and Hunter, J.A. 1997. Understanding and treatingchild and adolescent sexual offenders. In Advances in ClinicalChild Psychology, vol. 19, edited by T.H. Ollendick and R.J.Prinz. New York, NY: Plenum Press, pp. 177-197.

• Becker, J.V., Kaplan, M.S., Cunningham-Rathner, J., andKavoussi, R. 1986. Characteristics of adolescent incest sexualperpetrators: Preliminary findings. Journal of Family Violence1(1):85-97.

• Bengis, S. 1997. Comprehensive service delivery with acontinuum of care. In Juvenile Sexual Offending: Causes,Consequences, and Correction, edited by G.D. Ryan and S.L.Lane. San Francisco, CA: Jossey-Bass Publishers, pp. 211-218.

• Bonner, B. 1997. Child, adolescent, and adult sex offenders:Similarities and differences. Paper presented at the meeting ofthe Association for the Treatment of Sexual Abusers, Arlington,VA, October 1997.

• Bonner, B., and Chaffin, M. 1998. Dyad and family therapy insibling abuse and sibling sexual behavior. Workshop presented atthe Conference on Responding to Child Maltreatment,American Professional Society on the Abuse of Children(APSAC) Advanced Training Institute, San Diego, CA, January1998.

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03126

Page 123: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

• Bonner, B., Marx, B.P., Thompson, J.M., and Michaelson, P.1998. Assessment of adolescent sexual offenders. ChildMaltreatment 3(4):374-383.

• Borduin, C.M., Henggeler, S.W., Blaske, D.M., and Stein, R.J.1990. Multisystemic treatment of adolescent sexual offenders.International Journal of Offender Therapy and ComparativeCriminology 34(2):105-113.

• Bourke, M.L., and Donohue, B. 1996. Assessment and treatmentof juvenile sex offenders: An empirical review. Journal of ChildSexual Abuse 5(1):47-70.

• Bremer, J.F. 1992. Serious juvenile sex offenders: Treatment andlong-term follow-up. Psychiatric Annals 22(6):326-332.

• Bumby, K.M., and Bumby, N.H. 1997. Adolescent female sexualoffenders. In The Sex Offender: Vol. 2. New Insights, TreatmentInnovations and Legal Developments, edited by B.K. Schwartzand H.R. Cellini. Kingston, NJ: Civic Research Institute, pp. 10.1-10.16.

• Camp, B.H., and Thyer, B.A. 1993. Treatment of adolescent sexoffenders: A review of empirical research. The Journal of AppliedSocial Sciences 17(2):191-206.

• Carpenter, D.R., Peed, S.F., and Eastman, B. 1995. Personalitycharacteristics of adolescent sexual offenders: A pilot study.Sexual Abuse: A Journal of Research and Treatment 7(3):195-203.

• Cellini, H.R. 1995. Assessment and treatment of the adolescentsexual offender. In The Sex Offender: Vol. 1. Corrections,Treatment and Legal Practice, edited by B.K. Schwartz and H.R.Cellini. Kingston, NJ: Civic Research Institute, pp. 6.1-6.12.

• Chaffin, M. 1994. Research in action: Assessment and treatmentof child sexual abusers. Journal of Interpersonal Violence 9:224-237.

• Chaffin, M., and Bonner, B. 1998. Don't shoot, we're yourchildren: Have we gone too far in our response to adolescentsexual abusers and children with sexual behavior problems?Child Maltreatment 3(4):314-316.

• Chamberlain, P., and Reid, J.B. 1998. Comparison of twocommunity alternatives to incarceration for chronic juvenileoffenders. Journal of Consulting and Clinical Psychology66(4):624-633.

• Charles, G., and McDonald, M. 1997. Adolescent sexualoffenders. Journal of Child and Youth Care 11(1):15-25.

• Children’s Services Practice Notes for North Carolina’s ChildWelfare Social Workers. From the N.C. Division of SocialServices and the N.C. Family and Children’s Resource Program,Vol. 7, nº 2. Mayo 2002.

• Davis, G.E., and Leitenberg, H. 1987. Adolescent sex offenders.Psychological Bulletin 101(3):417-427.

• Díaz Morfa, J. 1999. Medicación oral para los desórdenessexuales. Revista de Terapia Sexual y de Pareja, nº 3: 44-64.

• Díaz Morfa, J. 2002. Actualización en el tratamientofarmacológico de las parafilias. Psiquiatria Biológica, Vol. 9, nº 2:94-102.

• Dougher, M.J. 1995. Clinical assessment of sex offenders. In TheSex Offender: Vol. 1. Corrections, Treatment and Legal Practice,edited by B.K. Schwartz and H.R. Cellini. Kingston, NJ: CivicResearch Institute, pp. 11.2-11.13.

• Epps, K. J. 1994. Managing sexually abusive adolescents inresidential settings: A strategy for risk assessment. Issues inCriminological and Legal Psychology 21:54-60.

• Fehrenbach, P.A., Smith, W., Monastersky, C., and Deisher, R.W.1986. Adolescent sexual offenders: Offender and offensecharacteristics. American Journal of Orthopsychiatry 56(2):225-233.

• Ferrara, M.L., and McDonald, S. 1996. Treatment of the JuvenileSex Offender: Neurological and Psychiatric Impairments.Northvale, NJ: Jason Aronson.

• Forth, A.E., and Burke, H.C. 1998. Psychopathy in adolescence:Assessment, violence, and developmental precursors. InPsychopathy: Theory, Research, and Implications for Society,edited by D. Cooke, A.E. Forth, and R.D. Hare. Dordrecht, TheNetherlands: Kluwer, pp. 205-229.

• Forth, A.E., Hart, S.D., and Hare, R.D. 1990. Assessment ofpsychopathy in male young offenders. PsychologicalAssessment: A Journal of Consulting and Clinical Psychology2(3):342-344.

• Forth, A.E., Kosson, D., and Hare, R.D. In press. ThePsychopathy Checklist: Youth Version. Toronto, Canada: Multi-Health Systems.

• Freeman-Longo, R.E., Bird, S., Stevenson, W.F., and Fiske, J.A.1994. 1994 Nationwide Survey of Treatment Programs andModels Serving Abuse-Reactive Children and Adolescent andAdult Sex Offenders. Brandon, VT: The Safer Society Programand Press.

• Friedrich, W.N. 1990. Psychotherapy of Sexually AbusedChildren and Their Families. New York, NY: W.W. Norton andCo.

• Gilby, R., Wolf, L., and Goldberg, B. 1989. Mentally retardedadolescent sex offenders: A survey and pilot study. CanadianJournal of Psychiatry 34(6):542-548.

• Goocher, B.E. 1994. Some comments on the residentialtreatment of juvenile sex offenders. Child and Youth Care Forum23(4):243-250.

• Gray, A., Busconi, A., Houchens, P., and Pithers, W.D. 1997.Children with sexual behavior problems and their caregivers:Demographics, functioning, and clinical patterns. Sexual Abuse:A Journal of Research and Treatment 9(4):267-290.

• Gray, A.S., and Pithers, W.D. 1993. Relapse prevention withsexually aggressive adolescents and children: Expandingtreatment and supervision. In The Juvenile Sex Offender, editedby H.E. Barbaree, W.L. Marshall, and S.M. Hudson. New York,NY: Guilford Press, pp. 289-319.

• Groth, N.A., Longo, R.E., and McFadin, J.B. 1982. Undetectedrecidivism among rapists and child molesters. Crime andDelinquency 28(3):450-458.

• Hanson, R.K., and Buissière, M.T. 1996. Predictors of SexualOffender Recidivism: A Meta-analysis. Ottawa, Canada: SolicitorGeneral, Public Works and Government Services.

• Hanson, R.K., and Buissière, M.T. 1998. Predicting relapse: Ameta-analysis of sexual offender recidivism studies. Journal ofConsulting and Clinical Psychology 66(2):348-362.

• Hare, R.D. 1991. The Hare Psychopathy Checklist—RevisedManual. North Tonawanda, NY: Multi-Health Systems.

• Hare, R.D. 1996. Psychopathy: A clinical construct whose timehas come. Criminal Justice and Behavior 23(1):25-54.

• Harris, G.T., Rice, M.E., and Quinsey, V.L. 1993. Violentrecidivism of mentally disordered offenders: The development ofa statistical prediction instrument. Criminal Justice and Behavior20(4):315-335.

• Henggeler, S.W., Melton, G.B., and Smith, L.A. 1992. Familypreservation using multisystemic therapy: An effective alternativeto incarcerating serious juvenile offenders. Journal of Consultingand Clinical Psychology 60(6):953-961.

• Henggeler, S.W., Schoenwald, S.K., Borduin, C.M., Rowland,M.D., and Cunningham, P.E. 1998. Multisystemic Treatment ofAntisocial Behavior in Children and Adolescents. New York, NY:Guilford Press.

• Hoghughi, M.; 1997. Sexual Abuse by Adolescents. En Workingwith Sexually Abusive Adolescents, edit. by Hoghughi, M., Bhate,SR; Graham, F. London, Sage Publications, págs 1-19.

• Hunter, J.A., Jr., and Becker, J.V. 1994. The role of deviantsexual arousal in juvenile sexual offending: Etiology, evaluation,and treatment. Criminal Justice and Behavior 21(1):132-149.

• Hunter, J.A., Jr., and Lexier, L.J. 1998. Ethical and legal issues inthe assessment and treatment of juvenile sex offenders. ChildMaltreatment 3(4):339-348.

• Hunter, J.A., Jr., and Figueredo, A.J. 1999. Factors associatedwith treatment compliance in a population of juvenile sexualoffenders. Sexual Abuse: A Journal of Research and Treatment11(1):49-67.

• Hunter, J.A. 2000. Understanding Juvenile Sex Offenders:Research Findings and Guidelines for Effective Management andTreatment. Juvenile Justice Fact Sheet. Charlottesville, VA:Institute of Law, Psychiatry, & Public Policy, University of Virginia.

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

127

Page 124: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

• Izzo, R.H., and Ross, R.R. 1990. Meta-analysis of rehabilitationprograms for juvenile delinquents: A brief report. Criminal Justiceand Behavior 17(1):134-142.

• Jacobs, W.L., Kennedy, W.A., and Meyer, J.B. 1997. Juveniledelinquents: A between-group comparison study of sexual andnonsexual offenders. Sexual Abuse: A Journal of Research andTreatment 9(3):201-218.

• Johnson, T.C. 1991. Children who molest children: Identificationand treatment approaches for children who molest other children.The APSAC Advisor (Fall):9-11, 23.

• Kahn, T.J., and Chambers, H.J. 1991. Assessing reoffense riskwith juvenile sexual offenders. Child Welfare LXX(3):333-345.

• Katz, R.C. 1990. Psychosocial adjustment in adolescent childmolesters. Child Abuse and Neglect 14(4):567-575.

• Kavoussi, R.J., Kaplan, M., and Becker, J.V. 1988. Psychiatricdiagnoses in adolescent sex offenders. Journal of the AmericanAcademy of Child and Adolescent Psychiatry 27(2):241-243.

• Kimball, L.M., and Guarino-Ghezzi, S. 1996. Sex OffenderTreatment: An Assessment of Sex Offender Treatment Within theMassachusetts Department of Youth Services. Juvenile JusticeSeries Report: No. 10. Boston, MA: Northeastern University,Privatized Research Management Initiative.

• Knight, R.A., and Cerce, D.D. 1999. Validation and revision of theMultidimensional Assessment of Sex and Aggression.Psychologica Belgica 39(2/3):135-161.

• Knight, R.A., and Prentky, R.A. 1993. Exploring characteristicsfor classifying juvenile sex offenders. In The Juvenile SexOffender, edited by H.E. Barbaree, W.L. Marshall, and S.M.Hudson. New York, NY: Guilford Press, pp. 45-83.

• Knight, R.A., Prentky, R.A., and Cerce, D.D. 1994. Thedevelopment, reliability, and validity of an inventory for themultidimensional assessment of sex and aggression. CriminalJustice and Behavior 21(1): 72-94.

• Kobayashi, J., Sales, B.D., Becker, J.V., Figueredo, A.J., andKaplan, M.S. 1995. Perceived parental deviance, parent-childbonding, child abuse, and child sexual aggression. SexualAbuse: A Journal of Research and Treatment 7(1):25-43.

• Kraemer, B.D., Salisbury, S.B., and Spielman, C.R. 1998.Pretreatment variables associated with treatment failure in aresidential juvenile sex-offender program. Criminal Justice andBehavior 25(2):190-202.

• Kraemer, B.D., Spielman, C.R., and Salisbury, S.B. 1995.Juvenile sex offending psychometric assessment. In The SexOffender: Vol. 1. Corrections, Treatment and Legal Practice,edited by B.K. Schwartz and H.R. Cellini. Kingston, NJ: CivicResearch Institute, pp. 11.1-11.13.

• Kramer, S.P., Hurt, R.O., Bench, L.L., Maw, M., and Erickson, S.1997. A study of twelve measures of recidivism with 200 juvenilesex offenders at 5 year followup. Paper presented at theAssociation for the Treatment of Sexual Abusers Conference,Arlington, VA, October 1997.

• Lab, S., Shields, G., and Schondel, C. 1993. Research note: Anevaluation of juvenile sexual offender treatment. Crime andDelinquency 39(4):543-553.

• Laben, J.K., Dodd, D., and Sneed, L. 1991. King's theory of goalattainment applied in group therapy for inpatient juvenile sexualoffenders, maximum security state offenders, and communityparolees, using visual aids. Issues in Mental Health Nursing12(1):51-64.

• Lane, S., and Lobanov-Rostovsky, C. 1997. Special populations:Children, families, the developmentally disabled, and violentyouth. In Juvenile Sexual Offending: Causes, Consequences,and Correction, edited by G.D. Ryan and S.L. Lane. SanFrancisco, CA: Jossey-Bass Publishers, pp. 322-359.

• Lang, R.A., Lloyd, C.A., and Fiqia, N.A. 1985. Goal attainmentscaling with hospitalized sexual offenders. The Journal ofNervous and Mental Disease 173(9):527-537.

• Langevin, R., Marentette, D., and Rosati, B. 1996. Why therapyfails with some sex offenders: Learning difficulties examinedempirically. In Sex Offender Treatment: Biological Dysfunction,Intrapsychic Conflict, Interpersonal Violence. Binghamton, NY:The Haworth Press, pp. 143-155.

• Lee, D.G., and Olender, M.B. 1992. Working with juvenile sexoffenders in foster care. Community Alternatives: InternationalJournal of Family Care 4(2):63-75.

• Lightfoot, L.O., and Barbaree, H.E. 1993. The relationshipbetween substance use and abuse and sexual offending inadolescents. In The Juvenile Sex Offender, edited by H.E.Barbaree, W.L. Marshall, and S.M. Hudson. New York, NY:Guilford Press, pp. 203-224.

• Lipsey, M.W., and Wilson, D.B. 1998. Effective intervention forserious juvenile offenders: A synthesis of research. In Seriousand Violent Juvenile Offenders: Risk Factors and SuccessfulInterventions, edited by R. Loeber and D.P. Farrington. ThousandOaks, CA: Sage Publications, pp. 313-345.

• López, Felix, del Campo, A. y Guijo, V. 2003. Sexualidadprepuberal. Revista de Terapia Sexual y de pareja, Abril, nº 15.

• MacArthur Violence Risk Assessment Study. 1996. ExecutiveSummary. American Psychology Law Society News 16(3):1-4.

• Marshall, W.L., and Barbaree, H.E. 1990. Outcome ofcomprehensive cognitive-behavioral treatment programs. InHandbook of Sexual Assault: Issues, Theories, and Treatment ofthe Offender, edited by W.L. Marshall, D.R. Laws, and H.E.Barbaree. New York, NY: Plenum Press, pp. 363-385.

• Mathews, R., Hunter, J.A., Jr., and Vuz, J. 1997. Juvenile femalesexual offenders: Clinical characteristics and treatment issues.Sexual Abuse: A Journal of Research and Treatment 9(3):187-200.

• McCurry, C., McClellan, J., Adams, J., Norrei, M., Storck, M.,Eisner, A., and Breiger, D. 1998. Sexual behavior associated withlow verbal IQ in youth who have severe mental illness. MentalRetardation 36(1):23-30.

• Milloy, C.D. 1994. A Comparative Study of Juvenile SexOffenders and Non-sex Offenders. Olympia, WA: WashingtonState Institute for Public Policy.

• Milner, J., and Murphy, W. 1995. Assessment of child physicaland sexual abuse offenders. Family Relations 44(4):478-488.

• Miner, M.H., and Crimmins, C.L.S. 1995. Adolescent sexoffenders: Issues of etiology and risk factors. In The SexOffender: Vol. 1. Corrections, Treatment and Legal Practice,edited by B.K. Schwartz and H.R. Cellini. Kingston, NJ: CivicResearch Institute, pp. 9.1-9.15.

• Miner, M.H., Siekert, G.P., and Ackland, M.A. 1997. Evaluation:Juvenile Sex Offender Treatment Program, MinnesotaCorrectional Facility—Sauk Centre. Final report—Biennium 1995-1997. Minneapolis, MN: University of Minnesota, Department ofFamily Practice and Community Health, Program in HumanSexuality.

• Morenz, B., and Becker, J.V. 1995. The treatment of youthfulsexual offenders. Applied and Preventive Psychology 4(4):247-256.

• National Adolescent Perpetrator Network. 1988. Preliminaryreport from the National Task Force on Juvenile SexualOffending. Juvenile and Family Court Journal 38(2):1-67.

• National Adolescent Perpetrator Network. 1993. The revisedreport from the National Task Force on Juvenile SexualOffending. Juvenile and Family Court Journal 44(4):1-120.

• National Clearinghouse on Family Violence Health Promotionand Programs Branch Health Canada. 1997. Adolescent SexOffenders. http://www.hc-sc.gc.ca/hppb/familyviolence/html/adosxof.htm

• O'Brien, M. 1991. Taking sibling incest seriously. In FamilySexual Abuse, edited by M.Q. Patton. Newbury Park, CA: SagePublications, pp. 75-92.

• Pithers, W.D., Gray, A., Busconi, A., and Houchens, P. 1998a.Caregivers of children with sexual behavior problems:Psychological and familial functioning. Child Abuse and Neglect22(2):129-141.

• Pithers, W.D., Gray, A., Busconi, A., and Houchens, P. 1998b.Children with sexual behavior problems: Identification of fivedistinct child types and related treatment considerations. ChildMaltreatment 3(4):384-406.

• Prentky, R. 1995. A rationale for the treatment of sex offenders:Pro bono publico. In What Works: Reducing Reoffending

José Díaz Morfa

Estudios de Juventud nº 62/03128

Page 125: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Guidelines from Research and Practice, edited by J. McGuire.New York, NY: John Wiley and Sons Ltd., pp. 153-170.

• Prentky, R. 1997. Juvenile sex offenders: Assessment,classification and treatment needs. Presentation sponsored bythe Child Abuse Action Network, Topsham, ME, November 1997.

• Prentky, R., and Burgess, A.W. 1990. Rehabilitation of childmolesters: A cost-benefit analysis. American Journal ofOrthopsychiatry 60(1):108-117.

• Prentky, R., and Edmunds, S.B. 1997. Assessing Sexual Abuse:A Resource Guide for Practitioners. Brandon, VT: Safer SocietyPress.

• Prentky, R., Harris, B., Frizzell, K., and Righthand, S. 2000. Anactuarial procedure for assessing risk in juvenile sex offenders.Sexual Abuse: A Journal of Research and Treatment 12(2):71-93.

• Prentky, R.A., Lee, A.F.S., Knight, R.A., and Cerce, D. 1997.Recidivism rates among child molesters and rapists: Amethodological analysis. Law and Human Behavior 21(6):635-660.

• Quinsey, V.L., Rice, M.E., and Harris, G.T. 1995. Actuarialprediction of sexual recidivism. Journal of Interpersonal Violence10(1):85-105.

• Rasmussen, L.A. 1999. Factors related to recidivism amongjuvenile sexual offenders. Sexual Abuse: A Journal of Researchand Treatment 11(1):69-85.

• Ray, J., Smith, V., Peterson, T., Gray, J., Schaffner, J., and Houff,M. 1995. A treatment program for children with sexual behaviorproblems. Child and Adolescent Social Work Journal 12(5):331-343.

• Ray, J.A., and English, D.J. 1995. Comparison of female andmale children with sexual behavior problems. Journal of Youthand Adolescence 24(4):439-451.

• Richardson, G. y Graham, F. 1997. Relapse Prevention. In EnWorking with Sexually Abusive Adolescents, edit. by Hoghughi,M., Bhate, SR; Graham, F. London, Sage Publications, págs.162-176.

• Righthand, S., Hennings, R., and Wigley, P. 1989. Young SexOffenders in Maine. Portland, ME: University of Southern Maine,Public Policy and Management Program, Human ServicesDevelopment Institute, Committee on Child Sex Abuse: ResearchTask Force.

• Ross, J.E., and Villier, M.P. 1993. Safety considerations indeveloping an adolescent sex offender program in residentialtreatment. In Sexual Abuse and Residential Treatment, edited byW.C. Braga and R. Shimmer. Binghamton, NY: Haworth Press,pp. 37-47.

• Ryan, G., Miyoshi, T.J., Metzner, J.L., Krugman, R.D., and Fryer,G.E. 1996. Trends in a national sample of sexually abusiveyouths. Journal of the American Academy of Child andAdolescent Psychiatry 35(1):17-25.

• Salekin, R.T., Rogers, R., and Sewell, K.W. 1996. A review andmeta-analysis of the Psychopathy Checklist and PsychopathyChecklist-Revised: Predictive validity of dangerousness. ClinicalPsychology: Science and Practice 3(3):203-215.

• Schram, D.D., Milloy, C.D., and Rowe, W.E. 1991. Juvenile SexOffenders: A Follow Up Study of Reoffense Behavior. Olympia,WA: Washington State Institute for Public Policy, Urban PolicyResearch and Cambie Group International.

• Serin, R.C. 1996. Violent recidivism in criminal psychopaths. Lawand Human Behavior 20(2):207-217.

• Serin, R.C., Malcolm, P.B., Khanna, A., and Barbaree, H.E. 1994.Psychopathy and deviant sexual arousal in incarcerated sexualoffenders. Journal of Interpersonal Violence 9(1):3-11.

• Sipe, R., Jensen, E.L., and Everett, R.S. 1998. Adolescentsexual offenders grown up: Recidivism in young adulthood.Criminal Justice and Behavior 25(1):109-124.

• Smith, G., and Fischer, L. 1999. Assessment of juvenile sexualoffenders: Reliability and validity of the Abel Assessment forInterest in Paraphilias. Sexual Abuse: A Journal of Research andTreatment 11(3):207-216.

• Smith, H., and Israel, E. 1987. Sibling incest: A study ofdynamics of 25 cases. Child Abuse and Neglect 11(1):101-108.

• Smith, W.R., and Monastersky, C. 1986. Assessing juvenilesexual offenders' risk for reoffending. Criminal Justice andBehavior 13(2):115-140.

• Spaccarelli, S., Bowden, B., Coatsworth, J.D., and Kim, S. 1997.Psychosocial correlates of male sexual aggression in a chronicdelinquent sample. Criminal Justice and Behavior 24(1):71-95.

• Stermac, L., and Sheridan, L. 1993. The developmentallydisabled adolescent sex offender. In The Juvenile Sex Offender,edited by H.E. Barbaree, W.L. Marshall, and S.M. Hudson. NewYork, NY: Guilford Press, pp. 235-242.

• Stevenson, H.C., and Wimberley, R. 1990. Assessment oftreatment impact of sexually aggressive youth. Journal ofOffender Counseling, Services and Rehabilitation 15(2):55-68.

• Swenson, C.C., Henggeler, S.W., Schoenwald, S.K., Kaufman,K.L., and Randall, J. 1998. Changing the social ecologies ofadolescent sexual offenders: Implications of the success ofmultisystemic therapy in treating serious antisocial behavior inadolescents. Child Maltreatment 3(4):330-338.

• Tolan, P., and Guerra, N. 1994. What Works in ReducingAdolescent Violence: An Empirical Review of the Field. Boulder,CO: University of Colorado, Institute for Behavioral Sciences,Center for the Study and Prevention of Violence.

• Tolan, P.H., and Gorman-Smith, D. 1998. Development of seriousand violent offending careers. In Serious and Violent JuvenileOffenders: Risk Factors and Successful Interventions, edited byR. Loeber and D.P. Farrington. Thousand Oaks, CA: SagePublications, pp. 68-85.

• Travin, S., Cullen, K., and Protter, B. 1990. Female sex offenders:Severe victims and victimizers. Journal of Forensic Sciences35(1):140-150.

• Utah Task Force of the Utah Network on Juveniles OffendingSexually. 1996. The Utah Report on Juvenile Sex Offenders. SaltLake City, UT: Utah Task Force of the Utah Network on JuvenilesOffending Sexually.

• Webster, C.D., Douglas, K.S., Eaves, D., and Hart, S.D. 1997.Assessing risk of violence to others. In Impulsivity: Theory,Assessment, and Treatment, edited by C.D. Webster and M.A.Jackson. New York, NY: Guilford Press, pp. 251-277.

• Weinrott, M. 1996. Juvenile Sexual Aggression: A CriticalReview. Boulder, CO: University of Colorado, Institute forBehavioral Sciences, Center for the Study and Prevention ofViolence.

• Weinrott, M. 1998a. Empirically-based treatment interventions forjuvenile sex offenders. Presentation sponsored by the ChildAbuse Action Network and the State Forensic Service, Augusta,ME, August 1998.

• Weinrott, M. 1998b. Recidivism among juvenile sex offenders:Are favorable outcomes only favorable when therapy matters?Handout from Empirically-based treatment interventions forjuvenile sex offenders. Presentation sponsored by the ChildAbuse Action Network and the State Forensic Service, Augusta,ME, August 1998.

• Weinrott, M., Riggan, M., and Frothingham, S. 1997. Reducingdeviant arousal in juvenile sex offenders using vicarioussensitization. Journal of Interpersonal Violence 12(5):704-728.

• Wieckowski, E., Hartsoe, P., Mayer, A., and Shortz, J. 1998.Deviant sexual behavior in children and young adolescents:Frequency and patterns. Sexual Abuse: A Journal of Researchand Treatment 10(4):293-304.

Estudios de Juventud nº 62/03

Ofensores sexuales juveniles

129

Page 126: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

El siguiente aporte se hace desde una visión psicopedagógica de las problemáticas que presentan los y las

jóvenes cuando reclaman, ciertamente no de muy buena manera, su autonomía y su permiso para crecer.

Con la intención de comprender las realidades sociales que ellos y ellas construyen en continua interrelación

con los demás, así como sus aprendizajes (y sus “no aprendizajes”), se opta por escuchar sus propias voces

para interpretarlas desde un marco explicativo de corte integrador, planteamiento imprescindible para

comprender los comportamientos humanos, más aún, cuando éstos se retroalimentan en contextos

comunicativos cargados de incertidumbre. Hoy, estos contextos se perfilan, entre otras muchas variables, con

culturas diversas, vivencias distantes, desencuentros incomprensibles, llegadas sorprendentes, en resumen,

con una inmigración desconocida.

Palabras clave: Inmigración, relaciones familiares, ámbito escolar, adolescencia, construcción de significados, diferenciación

emocional, proyecto de vida, comportamientos dependientes, comportamientos autónomos.

131

E L T E M A

LOS SIGNIFICADOS DE LA INMIGRACIÓN EN

EL CONTEXTO DE LAS RELACIONES ADOLESCENTES:

UN ANÁLISIS ETNOGRÁFICO

Estela D’AngeloProfesora Universidad Complutense de Madrid

Piedad PozoProfesora Instituto “Federico García Lorca” Las Matas (Madrid)

David ViaderoDoctorando. Universidad Complutense de Madrid

C on la intención de escuchar la palabra de las

y los adolescentes, se decide, cual

etnógrafos, un acercamiento a los escenarios

donde la misma cobra sentido y se plasma en

narraciones. Pero, ¿qué tipo de narraciones

resultan de interés? Fundamentalmente, las que

expresen un proyecto de vida con dificultades,

teniendo en cuenta la importancia de observar

cómo comprenden y se comunican con las

dificultades que experimentan los demás. En este

contexto, surge el interés por la palabra del

alumnado de Garantía Social, considerando que

sus narraciones expresan vivencias relacionadas

con una “última oportunidad” o, muchas veces, con

un “camino perdido”. Evidentemente, el paradigma

básico de tratamiento/grupo control no proporciona

los medios para obtener la información perseguida

en este trabajo de investigación, ni tampoco las

unidades de análisis concentradas en individuos

(evaluación de sujetos en forma aislada) permiten

reflejar la complejidad de la interacción que se

pretende investigar (Delgado y Gutiérrez,1994). En

consecuencia, se opta por trabajar desde un

enfoque etnográfico, teniendo en cuenta la

posibilidad que el mismo brinda para buscar,

selectivamente, datos en los escenarios naturales

donde interactúan, de forma personal o a través de

otros, los protagonistas de esta investigación

(trabajo de campo), y traducirlos a unidades de

análisis que expresen los procesos interactivos

(Cook y Reichardt, 1986) de dichos contextos. El

equipo considera adecuado, entonces, interpretar

dichas unidades de análisis a la luz de un

encuadre teórico de corte sistémico y del propio

juicio de valor profesional. Elige una perspectiva

intensiva de descripción densa (Gibaja,1983),

Page 127: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Estela D’Angelo, Piedad Pozo y David Viadero

132

sabiendo que los resultados no son por tanto

generalizables, sino que, buscan ofrecer diferentes

niveles de análisis que ayuden a comprender la

realidad estudiada. El objetivo es la

"comparabilidad y traductibilidad" de los datos más

que la "transferencia directa" a los grupos no

investigados (Goetz y LeCompte,1988).

¿Qué escenarios resultan significativos para los

fines de este estudio? Los grupos de discusión

diferenciados por el tipo de población (por un lado,

entre el alumnado de Garantía Social, por otro,

entre familiares de dichos alumnos, y finalmente,

entre el profesorado de instituto) ofrecen muy

buenas posibilidades para que se exprese la

narrativa de la vida cotidiana de los y las

adolescentes de hoy (sus ideas, sentimientos,

conocimientos, relaciones, etc.). Para dinamizar la

fluidez de la palabra se decide la utilización, en

cada uno de los tres grupos de discusión, de dos

técnicas de participación: la puesta en común de

una entrevista y el comentario de un barómetro de

valores.

1. Posicionamiento que asume el equipo de

investigación respecto de la realidad de los

y las jóvenes de hoy

Para expresar la dirección y complejidad de su

mirada, el equipo investigador recurre a enlazar los

interrogantes considerados fundamentales para

comprender las conceptualizaciones que los y las

adolescentes de hoy configuran respecto a sí

mismos y a sus relaciones con los demás: ¿cómo

es el “hoy” en el que construyen su identidad los

adolescentes?, ¿qué se pretende de ellos en esta

sociedad?, ¿cómo dan forma a un proyecto de

vida interactuando en el contexto social actual? En

este marco, es importante indagar cómo “encajan”

en su cosmovisión la reciente llegada a nuestra

sociedad de jóvenes inmigrantes cuyos

comportamientos, aun procediendo de sociedades

que usan la misma lengua, se diferencian del

“modelo” con el que están acostumbrados a

“negociar” (distintas reacciones culturales,

prioridades e intereses marcados por historias de

vida muy diversas, repertorio de dificultades muy

alejado de los compañeros y las compañeras

habituales, etc.). De modo que, al hilo de esta

realidad intercultural existente, las preguntas

expresadas anteriormente necesitan redefinirse:

¿cómo es el “hoy multicultural” en el que

construyen su identidad los adolescentes?, ¿qué

se pretende en esta sociedad del encuentro entre

jóvenes culturalmente diversos?, ¿cómo dan forma

a un proyecto de vida que integra al distinto como

interlocutor válido y de pleno derecho? La

búsqueda de respuestas a estos interrogantes

será, entonces, el modo de abordar el

planteamiento teórico asumido por el equipo

respecto al fenómeno estudiado, claramente

definido por una visión sistémica e integradora del

desarrollo humano.

1.1. ¿Cómo es la sociedad en la que

construyen su identidad los adolescentes

de “hoy”? ¿Qué aportes incorpora el

panorama multicultural de los últimos

tiempos a esta realidad?

En la adolescencia, en tanto período de transición,

cambio, crecimiento y desequilibrio, se producen

ciertas transformaciones en la posición relativa de

la persona frente a la familia, los iguales y la

sociedad. Tradicionalmente se ha reconocido la

importancia del entorno familiar en el desarrollo del

individuo a lo largo de todas las edades. Sin

embargo, hoy está ampliamente reconocido que

esta importancia reside en la implicación en la

generación del proyecto de vida de los demás: los

comportamientos no se generan tan sólo a nivel

emotivo-cognitivo, sino en su interacción con los

distintos contextos vitales. La familia es uno de

ellos, probablemente el más importante, la

escuela, los compañeros, los amigos…, son otros.

Los y las adolescentes construyen una identidad

propia y, por tanto, diferente a la de las demás,

conquistando autonomía según sus edades. Un

adolescente autónomo, siguiendo a Ríos2(1994),

es aquel que parte de su propia realidad, mide sus

posibilidades y toma decisiones cargando con toda

Page 128: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Los significados de la inmigración en el contexto…

133

la responsabilidad que se derive de sus mismas

decisiones. Desde la perspectiva del ciclo de vida

familiar, tanto la vertiente de la sociología de la

familia (Durvall y Miller, 1985; Hill, 1964) como la

terapia familiar (Carter y McGoldrick, 1989; Halley,

1973; Solomon, 1973), se asume que la

adolescencia no sólo afecta al individuo, sino

también a otros miembros de su red social y, por

tanto, es un acontecimiento normativo que supone

un cambio en el ciclo vital de la familia en el que

se abordan temas como la identidad, el conflicto

dependencia/independencia y se prepara a los

adolescentes para la vida adulta. Todo ello, exige

un cambio en el sistema para poder adaptarse a

las necesidades y demandas de sus miembros y

de la sociedad. Estos cambios no sólo se

circunscriben al contexto familiar, sino que se

extienden a distintos ámbitos donde se comunican

los y las adolescentes, entre ellos el escolar

(Pelegrino et al, 2002). El estilo de

comunicación/relación de la familia y la red social,

determinante para el proceso de diferenciación

emocional de sus miembros, puede oscilar entre

un modo mutual, en el que los límites estarían

claros, habría suficiente apego y afecto con un

espacio de crecimiento para el o la adolescente, a

otro pseudomutual, en el que hay un exceso de

control y parte de la carga emocional de los

sujetos está vertida en los demás miembros de la

familia (Wynne,31991; Wynne et al, 1971).

De modo que, desde esta mirada, se considera

adecuado hacer una revisión del mundo del adulto

de hoy, en tanto un hito fundamental para la

construcción del proyecto de vida de los y las

adolescentes, es decir, describiendo variables que

se consideran determinantes para el largo proceso

por el cual toda persona se diferencia del otro en

busca de su autorregulación. Desde este ángulo,

es importante señalar que, en nuestra cultura, se

ha producido un cambio en relación con el modelo

de autoridad: el adulto, por el mero hecho de serlo,

ya no detenta autoridad, es cuestionado. ¿Qué

consecuencias trae esta situación para el perfil

adolescente actual? La aplicación en nuestra

sociedad del omnipresente modelo educativo que

intenta regular el comportamiento de la prole a

través, prioritariamente, del premio a las conductas

“adecuadas” y el castigo a las “inadecuadas”, ha

facilitado que los mayores pierdan la autoridad

porque el poder lo tiene la juventud. ¿De qué

poder hablamos? El que rechaza el premio o no le

importa el castigo, ante el cual, los adultos

(familiares, profesorado, etc.), como

administradores de premios y castigos, se han

quedado sin autoridad para poner límites y con

una sensación de impotencia que enturbia sus

relaciones con las y los jóvenes. Sin embargo, los

adultos continúan abusando de su poder ¿De qué

abuso de poder hablamos? El que invade las

decisiones y responsabilidades de los demás

(hijos/as o alumnos/as), y no permite, ni

comprende, sus repertorios habituales, generando

en estos, rabia y frustración. Los padres y las

madres, también el profesorado en otros aspectos,

suelen hacerse cargo de decisiones y acciones

que deberían ser propios de los y las

adolescentes, no ayudándoles a aprender a

regular sus propias conductas ni a

responsabilizarse de las consecuencias de sus

actos. Ante el mensaje implícito “tú no puedes, soy

yo quien debo organizarte la vida”, los chicos y las

chicas deben construir su identidad sobre la base

de la incapacidad y la debilidad, y paralelamente,

oponiéndose a un adulto que, hoy, no existe como

referente que sostiene y sabe poner límites

auténticos. La adolescencia es el momento en el

que se niega el apego de los padres y se asumen

posiciones extremas para demostrar que se ha

crecido. De este modo, son consideradas

“normales” muchas de las tormentas emocionales

producidas durante la adolescencia (tal como lo

explican muchas teorías psicológicas), si bien

desde un enfoque sistémico se considera que son

manifestaciones de apego no resuelto: un

adolescente bien diferenciado de los demás, que

haya iniciado en la infancia el proceso de

crecimiento emocional que lo aleja de los padres,

mostrará un crecimiento más tranquilo y ordenado

(Bowen,41991).

En la actualidad se ha desdibujado la jerarquía

que ayuda a la juventud a interactuar con los

adultos en posiciones de poder, a “negociar” e ir

Page 129: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

construyendo una personalidad autónoma. Dentro

de las familias de hoy, por oposición a un

autoritarismo denostado, existe la idea de que los

padres tienen que ser amigos de los hijos, porque

consideran que ello les permitirá entenderse mejor

y a que no existan conflictos generacionales, se ha

producido una “horizontalización” dentro de la

estructura familiar, los subsistemas están al mismo

nivel, lo que provoca un sentimiento de abandono

en los y las adolescentes. Si los padres son

colegas, ¿quién les protege? Di Segni Abiols

(2002) opina que un adolescente debería ser

alguien capaz de autorregularse sobre la base de

sus propias decisiones en ámbitos como el del

estudio y sus relaciones sociales, sin embargo,

llamativamente, han aparecido en las últimas

décadas familias que quieren estar al tanto de

todos y cada uno de los pequeños conflictos

sociales de sus hijos, saber todo lo que ocurre con

sus amigos como si fueran propios, y otros que

consideran que los estudios secundarios e incluso

los universitarios requieren de ellos haciendo

resúmenes, buscando bibliografía, pagando

profesores particulares en una sobreprotección

que no les deja crecer.

Resulta interesante observar que, para las

generaciones pasadas (ahora padres, madres,

profesorado,…), la llegada al mundo adulto

significaba alcanzar unos privilegios, un poder,

acceder a un estatus social. Los y las jóvenes de

hoy consideran que ya no se gana nada, más bien

al contrario: responsabilidades, sacrificio, entrega a

otros, obligaciones…, son valores que,

ciertamente, “cotizan a la baja”, a cuenta de que

no son deseados en esta sociedad tan

cuantificada y cuantificable. Entonces, ¿para qué

se quería crecer antes y para qué se quiere crecer

hoy? Hace unas décadas, dentro de las ventajas

de ser adulto, se contaba con la posibilidad de

obtener informaciones vetadas a la niñez, mientras

que hoy, como las fronteras intergeneracionales se

traspasan con facilidad y se diluyen los límites, la

información se pasa en todas las direcciones: los

datos que antes pertenecían a unas edades (las

actividades propias de la adolescencia, la

trasgresión, entre otras cuestiones), ahora suelen

ser del dominio de todos los integrantes del grupo

familiar, cuestión que provoca una comprensión

descontextualizada de los hechos, nada propicia

para un desarrollo emocionalmente equilibrado.

También hoy es habitual que muchos adultos

digan frases del tipo “Yo a tu edad…”, con la

intención de exigirles a los y las adolescentes

logros que ellos tuvieron en su juventud, sin

analizar que, por un lado, las condiciones

socioeconómicas han cambiado tanto que aunque

pusieran todo su empeño, ahora sería imposible

conseguirlos, y, por otro, que el nivel de control

ajeno que reciben de parte de los adultos (“abuso

de poder”) no les permite aprender a

autorregularse, a conocer sus límites, a planificar

metas y a esperar procesos. Curiosamente,

muchos adultos de hoy guiados, probablemente,

por la tendencia a buscar la eterna juventud y a

evitar cualquier tipo de incomodidad y sufrimiento,

“descubren” que crecer supone excesiva

responsabilidad y algún que otro sacrificio.

Pretenden, por tanto, seguir siendo adolescentes,

y no sólo en su imagen externa, que también, sino

en la dejación de sus responsabilidades, en la

búsqueda de comodidad y placer, en la

satisfacción inmediata de sus deseos, en el

hedonismo como doctrina vital, en la ausencia de

reflexión… Como consecuencia, excluyen todo lo

que atente contra esos principios, contexto nada

propicio para educar a la prole en los principios

que ésta necesita para organizar un proyecto de

vida incipiente: la importancia de la reflexión, el

valor del tiempo, la satisfacción por autorregularse,

la capacidad para anticipar acontecimientos y

analizar consecuencias, la generación de

proyectos propios…

En este marco, muchas son las sociedades, entre

ellas la española, que vivencian la llegada masiva

de inmigrantes, de modo que, atendiendo a las

características que dinamizan las relaciones

actuales, se hace difícil conocer al otro, al distinto,

y reflexionar sobre este fenómeno que hace poco

(años 50, 60) protagonizaban los propios

españoles. No es difícil, entonces, que esta

presencia se perciba como una amenaza a la

tranquilidad: el inmigrante puede ser alguien que

Estela D’Angelo, Piedad Pozo y David Viadero

Estudios de Juventud nº 62/03134

Page 130: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

“viene a aprovecharse de nuestro estado del

bienestar” o que “nos va a quitar lo que nos

pertenece por derecho”. Desde esta cosmovisón,

que no colabora con la organización la historia

inmediata, se propicia un corte con el pasado y se

analiza el fenómeno de manera simplista y lineal.

No se favorece así, que los y las adolescentes

comprendan el sentido de esta movilidad humana

ni que se conozcan, mutuamente, con los

compañeros inmigrantes, menos aún, que

desarrollen alguna relación basada en la

confianza, único camino para llegar a los pilares

que sostienen una sana comunicación escolar, la

tolerancia y la solidaridad. Juzgar a los recién

llegados sin conocerlos, desde los propios

parámetros y sin ponerse en lugar del otro, utilizar

y generalizar tópicos (es difícil salir “absuelto” de

un “juicio” que, a partir de comentarios del estilo

“Todos los alumnos sudamericanos traen un

desfase curricular de dos años”, define incluir

estos alumnos en programas de compensatoria o,

más grave aún, escolarizarlos dos cursos por

debajo de su edad). Esta situación no deja de

tener consecuencias en las escuelas, donde

competencia, sexismo y racismo se disfrazan de

rendimiento académico considerando que, los que

no llegaron a niveles de competencias

determinados, no lo hicieron por su propia

responsabilidad (Belgich,52003). Evidentemente,

éste es un terreno poco abonado para que

generar procesos interactivos, donde los y las

alumnos adolescentes puedan conocerse y

construir una idea más ajustada de la realidad

pluricultural que les ha tocado vivir. Este modelo

relacional trae consecuencias negativas a los y

las adolescentes, pero mucho más a los que son

inmigrantes: si bien, en general, no se dispone de

un espacio y un tiempo para sus historias

personales, familiares y religiosas, menos aún

para el alumnado inmigrante por el aislamiento

que comporta el desconocimiento. Parecería que

este colectivo tiene que olvidarse de lo que es,

para integrarse en una escuela que, sin

pretenderlo, los infravalora y que, en la mayoría

de los casos, produce marginación. Éstos, tienen

que dejar su lengua, sus costumbres, su cultura,

en definitiva parte de su identidad en la puerta del

centro y, una vez dentro, el afán del profesorado

es instruirles, integrarles sin tener en cuenta su

cultura. No se valoran sus capacidades

lingüísticas, de modo que, tal como comenta

Noguerol (2002), la autoestima del alumnado

inmigrante se ve gravemente afectada cuando su

lengua es relegada, ignorada e inclusive

menospreciada (“esas palabras que utilizan no

creo que estén ni en el diccionario”, es una

afirmación paradigmática que, en esta

oportunidad, fue expresada por una bibliotecaria

ante una consulta realizada por un joven

latinoamericano). A menudo, los alumnos

inmigrados no consiguen una competencia

lingüística porque tienen un “handicap”: la

marginación social (Arenas,62002).

Evidentemente, los adultos que coordinan y

gestionan el sistema de la escolaridad cotidiana

tienden a reproducir los valores que la sociedad

ha legitimado en otros ámbitos, en especial, la

comodidad que conduce a responsabilizar a otros

(alumnos, padres, la Administración, etc.) de

acciones compartidas. “No aprovechan lo que se

les ofrece”, “las familias están desestructuradas”,

“Yo no puedo detenerme en enseñarle el idioma,

tengo que dar el programa”, son los comentarios

habituales de un profesorado que prefiere no

reflexionar, y menos con los alumnos, sobre sus

prácticas, frente a los cambios que se han

producido en los últimos años. La presencia de

inmigrantes en la escuela merece un profundo

análisis ya que en los años escolares se forjan la

integración o la marginación.

De acuerdo con Power (2002), se asume que, en

la escuela y en la familia, la juventud tiene que

generar un proyecto de vida autónomo que le

permita comprender el valor de la diversidad, como

un aspecto propio de la naturaleza humana,

aprender a apreciar a los demás y ser capaces de

trabajar junto a otras personas distintas a ellos

mismos, con una religión, un color de piel o una

procedencia étnica diferente.

A continuación, en íntima relación con el punto

anterior, se pretende expresar, como parte del

encaje de respuestas propuesto al inicio, la visión

Estudios de Juventud nº 62/03

Los significados de la inmigración en el contexto…

135

Page 131: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

que el grupo asume respecto, por un lado (1.2.), al

perfil adolescente que la sociedad actual demanda

(sin tener en cuenta, muchas veces, que dicho

perfil se construye en procesos interactivos), y por

otro (1.3.), a la forma que se dibuja en el

comportamiento de los y las adolescentes de hoy

(en íntima relación y complicidad con las

características de nuestra sociedad).

1.2. ¿Qué se pretende de los y las

adolescentes en la sociedad actual? ¿Qué

se espera del encuentro entre jóvenes

culturalmente diversos?

– Que comprendan las características y

propuestas de la sociedad actual, incluida la

numerosa presencia de población inmigrante, y

que establezcan pautas relacionales que “no

traigan problemas”.

– Motivarse para aprender de forma responsable y

autónoma.

– Ser solidarios y tolerantes con los otros

(diferenciarse para ser diferentes en una

sociedad plural).

– Ser ciudadanos y ciudadanas responsables.

– Tener un proyecto de vida autónoma (a nivel

familiar, escolar, de relaciones, de relaciones

amistosas, etc.) y trabajar por él.

– Resolver pacíficamente sus diferencias por

medio del diálogo.

1.3. ¿Cómo dan forma (los y las adolescentes)

a un proyecto de vida interactuando en el

contexto social actual? ¿Cómo pueden dar

forma a un proyecto de vida que integre al

distinto como interlocutor válido y de

pleno derecho?

Les es difícil construir un proyecto de vida

autónomo, ya que, desarrollan pautas relacionales

emocionalmente dependientes.

Por lo tanto, tienen dificultades para:

– resolver las situaciones que se les presentan,

por lo tanto, son proclives a generar más

dificultades que soluciones;

– construir límites claros y definidos (en relación

consigo mismo y con los demás), cuestión que

los inhibe en su autorregulación y respeto a los

demás;

– relacionarse con los demás de forma tranquila:

siempre están intentando no ser débiles frente a

los demás y encontrar débiles a los otros;

– pedir ayuda a los demás, ni reflexionar sobre

cuál sería esa ayuda;

– anticipar sucesos dentro de la cadena de

vivencias propias y, muchas más, los que

pertenecen a situaciones alejadas de su interés

directo, como es el caso de la llegada masiva de

corrientes migratorias;

– prever tiempos y recursos, ni beneficios a corto

y largo plazo;

– responsabilizarse de sus acciones, optando por

culpar y responsabilizar a los demás;

– realizar acciones que no sean a corto plazo y

respondan al principio hedonista;

– tener en cuenta las consecuencias que, en el

ámbito personal, familiar, escolar y social en

general, tienen sus acciones;

– hacerse responsables de sus proyectos vitales y

participar de proyectos sociales.

2. Seguimiento del proceso de investigación

etnográfica

Con la intención de indagar los significados de

la inmigración en el contexto de las relaciones

adolescentes, en este espacio, tal como se

adelantó en el punto 1, se hace un

seguimiento de la información aportada por las

narrativas registradas en cada una de los tres

escenarios seleccionados: un grupo de

discusión entre el alumnado de Garantía

Social; otro grupo, entre familiares de dichos

alumnos y, por último, otro entre el profesorado

de instituto. Las técnicas de participación

utilizadas para dinamizar la discusión fueron,

en todos, la puesta en común de una

entrevista realizada con anterioridad y, en el

caso del primer grupo, el comentario de un

barómetro de valores.

Estela D’Angelo, Piedad Pozo y David Viadero

Estudios de Juventud nº 62/03136

Page 132: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

GRUPO DE DISCUSIÓN Nº 1: Entre alumnos y alumnas queasisten a Garantía Social.

BARÓMETRO DE VALORES:• “Más del 70% de los españoles piensan que los inmigrantes traen

pobreza y delincuencia, y yo estoy de acuerdo”.• “Los racistas y nazis son dos formas más de pensar dentro del

diverso abanico de posturas existentes, por tanto hay queaceptarlas”.

• “Los chicos y las chicas no son sólo diferentes por el cuerpo, sinoque tienen distintas capacidades (su inteligencia es diferente)”.

• “Realizar actividades de ocio y tiempo libre es sólo una forma deentretenimiento para “pijos” y “niños buenos”.

• “El tener el color de piel diferente, o costumbres distintas, essuficiente para que no seamos iguales”.

• “La principal razón de buscar pelea con otros es porque sondiferentes”.

• “No soporto que haya otras personas distintas a mí viviendo enmi pueblo”.

• “El resto de las clases del instituto nos ven diferentes porque secreen superiores”.

• “Ska” y “grafiteros” no merecen mezclarse con los “bacalas” y los“skin”, las tribus han de estar en distintos barrios”.

• “¡Los que no son iguales que yo que se vayan a sus casas!”

ENTREVISTA:• ¿Cómo te ves como alumno? ¿Por qué crees llegaste a Garantía

Social?• ¿Qué expectativas de futuro tienes? ¿A qué te gustaría

dedicarte?• ¿Cómo crees que ha sido tu paso por la escuela y el instituto?

¿Por qué?• ¿Conservas amigos de la escuela? ¿Y del instituto?¿Tienes novia

(o pareja)?• ¿Qué opinan tus amigos de la escuela o instituto?• ¿Qué opinan del programa que estás cursando?• ¿Qué harías si tu mejor amigo te dice que el trabajo (estudio) de

otro es mejor que el tuyo?• ¿Haces actividades que no compartes con tus amigos? (o con

otros grupos de amigos)• ¿Qué actividades haces en casa?¿ De qué estás encargado?• Qué opinión tienen en casa del instituto? ¿Y de la escuela?• ¿Qué te dicen a ti (de su situación)?¿Qué expectativas tienen

sobre ti?• ¿Qué decisiones puedes tomar tú aunque a tus padres no les

guste? ¿Y cuáles tomas?

UNIDADES DE ANÁLISIS REGISTRADASLos alumnos y las alumnas…1. Buscan autoafirmarse (propio del ciclo vital).2. Responden a un perfil de alumno que "pide" y "defiende"

su autonomía ante el profesorado a través decomportamientos que perjudican su propia imagen.

3. Interactúan con adultos que suelen desconfiar de ellos.4. Mantienen con los adultos una comunicación asimétrica.5. Están expuestos constantemente a relaciones de

competencia con los adultos y entre los pares.6. Se mueven en un ambiente que no favorece la

construcción de grupos de pertenencia.7. Tienen que resolver muchas situaciones con autonomía y

seguridad, pero no han desarrollado estas posibilidades.8. Han aprendido comportamientos dependientes en etapas

evolutivas anteriores (tanto en la familia como en laescuela).

9. Se sienten agredidos por lo diferente y lo desconocido.10. Tienen dificultades para ponerse en el lugar del otro.11. No se responsabilizan de las consecuencias de sus actos.12. Manifiestan una tendencia a un procesamiento cognitivo

lineal y convergente.

GRUPO DE DISCUSIÓN Nº 2: Entre padres y madres deadolescentes que asisten a Garantía Social:

ENTREVISTA:• ¿Cómo ha sido la trayectoria escolar de su hijo o hija?• ¿A qué atribuye el fracaso escolar de su hijo o hija?• ¿Ha ido con regularidad al instituto durante la escolaridad de su

hijo o hija?• ¿Qué puede hacer su hijo o hija adolescente, aunque a ustedes

no les guste?• ¿Dedica tiempo al estudio aunque ustedes no se lo indiquen?• ¿Han tenido compañeros de otras culturas durante su

escolaridad?• ¿La presencia de otras culturas ha favorecido o dificultado la

formación de su hijo o hija? ¿Cómo?• ¿Hablan en casa con su hijo o hija sobre el problema de la

inmigración?• ¿Cree que sus comentarios sobre la inmigración influyen en su

hijo o hija?

UNIDADES DE ANÁLISIS REGISTRADASLos padres y las madres…1. Sienten que en el fracaso de su hijo han tenido mucha

culpa la institución escolar (centro, profesores, cambio dela ley…)

2. Reciben información solamente de las malas conductas desu hijo o hija.

3. Prefieren una institución que pueda controlar más a sushijos (más parecida a la de primaria)

4. Asumen responsabilidades que son de los hijos o hijas.Organizándoles el estudio. Excesivo control.

5. Generan comportamientos dependientes en sus hijos.6. Se van adaptando lentamente a los inmigrantes, aunque

creen que bajan el nivel de las aulas.7. Inciden en que sus hijos construyan estereotipos sobre la

inmigración.8. Perciben pocas posibilidades para modificar las conductas

con respecto al estudio de su hijo o hija.9. Consideran que los profesores les ofrecen poca

participación en el instituto.10. Sienten que el fracaso académico de sus hijos está

relacionado con el fracaso laboral-profesional que puedantener en el futuro.

11. Sienten que la escuela no ha respetado la diversidad yaque las dificultades que ha tenido su hijo o hija no hansido atendida.

12. No creen que sus comentarios u opiniones influyan en suhijo o hija, no les escuchan.

GRUPO DE DISCUSIÓN Nº 3: Entre profesores y profesoras deInstituto.

ENTREVISTA:• ¿Qué criterios se utilizan para orientar a un o una alumna a G.

Social?• ¿Cree que sirve para algo?• ¿Qué valoración hace de los programas de G. Social? ¿Y de

compensatoria?• ¿Cómo cree que favorece o dificulta la diversidad de alumnado en

las aulas?• ¿Hay tiempos en el aula para hablar del fenómeno de la

inmigración?• ¿Tiene alumnos o alumnas de otras culturas en su aula? En caso

afirmativo ¿Hay carteles, libros diccionario… de esas culturas?• ¿El profesorado debería conocer con mas detenimiento la cultura

de los y las alumnas distintas a la suya?• ¿En el aula hay tiempo para hablar del mundo vivencial y

emocional de los y las alumnas?• ¿Cómo participan los padres y madres en el IES? ¿Piden muchas

entrevistas? ¿ Y los padres de los inmigrantes?

Estudios de Juventud nº 62/03

Los significados de la inmigración en el contexto…

137

Page 133: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

UNIDADES DE ANÁLISIS REGISTRADASLos profesores y las profesoras:1. Responden a una tradición de trabajo individual de

transmisión del conocimiento.2. Poco consenso entre los profesionales respecto al sentido

del trabajo con la diversidad cultural.3. Tiene sentimientos de insatisfacción: por el tipo de

alumnado, bajo nivel, muy heterogéneo.4. Hay relaciones competitivas y burocratizadas entre el

profesorado y el alumnado.5. Cree que el que termina en estos programas es el

responsable único.6. Afirman que la queja, de padres y alumnos, es injusta, ya

que el sistema les da una nueva oportunidad.7. Piensan que los padres nunca les han puesto límites. Están

abocados a la delincuencia.8. Se comunican poco con las familias de los alumnos y

menos con la de los inmigrantes. Los padres no seinteresan.

9. Sólo los inmigrantes del Este vienen bien preparados.10. No pueden conocer todas las culturas que están viniendo a

España.11. Sienten una sobrecarga en su trabajo al tener12. aulas multiculturales.13. Los inmigrantes no aprovechan los medios que reciben,

profesorado, materiales…14. Tienen que habilitar más aulas para el alumnado que llega

de otros países para que aprendan el idioma antes deescolarizarlos en las aulas ordinarias.

15. Interpreta literalmente las expresiones del alumnado.16. Reconoce la diversidad del alumnado, al tiempo que, al

desarrollar el currículum "privilegia" la homogeneidad.17. Desarrolla poca variedad metodológica.18. Las diferencias cognitivas de los alumnos no constituyen

una preocupación pedagógica.19. Los factores metodológicos no se incluyen entre las

causas del fracaso escolar.

Con posterioridad al registro de estas unidades

de análisis en cada uno de los tres escenarios, se

realizó un entrecruzamiento triangular de las

mismas con el fin de construir categorías

interpretativas que permitiese caracterizar los

significados que los y las adolescentes construyen

respecto a la presencia de inmigrantes en su

entorno. Cabe recordar, que la selección de una

muestra centrada en el alumnado de Garantía

Social respondió a la posibilidad de buscar un

análisis de la situación desde quienes sienten en

su propia experiencia la sensación de reorganizar

(los jóvenes inmigrantes, su vida en un contexto

nuevo; los alumnos de Garantía Social en general,

su proyecto de vida hacia una etapa adulta). Esto

permitió detectar una convergencia entre los datos

que dio lugar a una interpretación más acabada de

los objetos en cuestión (Forni,71993), unos objetos

que, dada su significatividad y recurrencia en cada

uno de los tres colectivos participantes, se

expresan en tres categorías interpretativas, con

sus correspondientes especificaciones:

A-Construcción de la identidad e

interculturalidad

B-Representación de la realidad multicultural

C-Límites y poder en relaciones con pares

inmigrantes

Se analizan, a continuación, algunas

especificaciones de estas categorías

interpretativas.

A-Construcción de la identidad e

interculturalidad

Las expresiones de los tres grupos coinciden en

mostrar un prototipo de adolescente que no ha

podido construir una identidad incluyente, por el

contrario, ante un repertorio distinto al suyo,

surgen dudas y poca confiabilidad. Es decir, se

enfrenta al fenómeno de la inmigración en su

contexto habitual con una visión homogénea y

prejuiciosa respecto a lo distinto: lo propio pasa a

ser lo único válido (porque da seguridad) y no

puede comprender al otro poniéndose en su lugar.

Esta situación, en el marco de una identidad

emocionalmente dependiente (véanse los puntos

1.1. y 1.3.), puede ser propicia para que la

juventud nativa encuentre, en los extranjeros,

“débiles” con quien ejercer el control (a veces con

violencia) que otros le aplican a ellos y ellas.

Desde esta perspectiva, el hecho de la inmigración

facilita sentirse, “momentáneamente”, seguro

(seguridad poco genuina porque no emerge desde

el interior de la persona; corresponde a un “abuso

de poder” de cara a la evaluación de los

compañeros (“tribu” “colegas”,…)). Sin embargo,

esta postura no sería definitiva en tanto un

mediador (adulto o compañero con cierta

autonomía emocional) interviniese para que se

conociesen y se respetasen en busca de un

proyecto de vida más autónomo.

“Sí, somos tontos” (profecías autocumplidas)

(G.D.1, alum.);“sí, somos tontos, los demás

pueden sentirse superiores” (profecías

autocumplidas) (G.D.1, alum.); “y usted cree que

va a poder (aprobar)” (muy bajas expectativas

Estela D’Angelo, Piedad Pozo y David Viadero

Estudios de Juventud nº 62/03138

Page 134: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

hacia los hijos) (G.D.2, fam); “estos son unos

predelincuentes, yo les llamo Garantía Penal”

(G.D.3, prof.); “yo no me presento al examen, por

si suspendo” (G.D.1, alum.); “…y si suspendo…”

(G.D.1, alum.); “yo no valgo para esto” (G.D.1,

alum.); “le he prometido una moto si acaba

Garantía Social” (se refuerza la dependencia con

premios y castigos) (G.D.2, fam.); “los profesores

de Garantía Social hacemos de “misioneros” con

estos chicos” (G.D.3, prof.); “yo con estos negros

no voy” (primera toma de contacto con

compañeros inmigrantes); a la media hora el

mismo chico invita a estos compañeros con un

bocadillo ya que “no habían traído” (G.D.1, alum.);

“ya le digo yo, no todos pueden ir tan bien

vestidos, ni sus madres se preocupan tanto por

ellos como yo” (G.D.2, fam.);“la gente dice que no

es racista, pero si les pasa algo a ellos…” (G.D.1,

alum.); “es que yo no lo entiendo, como la madre

se queda en Marruecos y manda al hijo de 14

años con el padre” (pensamiento simplista

respecto a la inmigración) (G.D.3, prof.).

Jóvenes que han construido una identidad de corte

hedonista y cómodo, que buscan una satisfacción

inmediata y no soportan ningún grado de

incertidumbre ni estrés, se encuentran

imposibilitados, por sí mismos, para reflexionar y

comprender el alcance y los significados de la

inmigración; es más fácil juzgar al otro sobre la

base de lo desconocido.

“Somos jóvenes, ahora tenemos que disfrutar”

(G.D. 1, alum.); “a mí la guerra, no me da de

comer” (G.D. 1, alum.); “de qué me vale a mi

estudiar” (G.D. 1, alum.); “yo de mayor quiero

seguir con mis padres” (G.D. 1, alum.); “le he

hecho un plan con los tiempos que tiene que

estudiar cada asignatura” (impiden la

autoorganización a favor de la comodidad) (G.D.2,

fam.); “qué les voy a pedir si no pueden seguir las

clases” (G.D.3, prof.); “tú me dejas tranquilo y yo

no te molesto” (G.D. 1, alum.); ”todo lo que pide

sabe que se lo compro, solo quiero que estudie”

(sobreprotegen, al eliminar toda dificultad

imposibilitan el compromiso) (G.D.2, fam.); “si lo

paso mal puede migrar para ganar dinero” (pero

los de otros países no pueden migrar a España)

(G.D. 1, alum.); “no te enfades, es broma, pero no

se te ocurra hacérmelo a mí” (G.D. 1, alum.);“yo no

buscaría en la basura aunque me muriera de

hambre” (G.D. 1, alum.); “me estoy rallando” (me

lío) (G.D. 1, alum.); “estoy hasta las narices de

todo” (G.D. 1, alum.); “si no pueden leer un texto,

cómo les voy a pedir que relacionen” (G.D.3,

prof.).

Dado que los y las jóvenes de hoy no pueden

autorregularse con facilidad (véanse puntos 1.1. y

1.2.), tienen dificultades para anticipar

consecuencias y asumir responsabilidades:

dependen excesivamente de lo que consideran

una autoridad instituida en la que delegan sus

responsabilidades. Aportando este repertorio al

encuentro intercultural entre nativos y extranjeros,

existe la posibilidad de cerrar un círculo

comunicativo, en sí mismo agresivo, entre los que

se consideran fuertes y débiles.

“¡Si lo dicen en la tele!” (G.D. 1, alum.); “me quiere

mucho, dice que mataría por mí” (G.D. 2, fam.);

“tengo que fumar un pitillo” (y sale del aula a mitad

de un examen) (G.D. 1, alum.);“ya estaba roto”

(evita explicar que lo acaba de romper) (G.D. 1,

alum.); “si él no hubiese empezado…” (G.D. 1,

alum.); “Le pilló el cambio de ley justo al entrar en

el instituto” (G.D. 2, fam.); “se esfuerzan cada vez

menos, no tienen ninguna motivación” (G.D.3,

prof.); “la culpa es… -de los padres, de la

sociedad, de la inmigración…-“ (G.D. 1, alum.);

“tuvimos muy mala suerte, en su clase había

muchos inmigrantes” (G.D:2, fam.); “cada vez se lo

damos más “mascadito” y lo aprovechan menos”

(G.D.3, prof.); “el que viene sin papeles es que no

se ha preocupado” (G.D. 1, alum.); “el que no

trabaja es porque no quiere, es más fácil robar”

(G.D. 1, alum.); “la mayoría viene a pasar de todo”

(en alusión a la droga) (G.D. 1, alum.); “los que no

tienen papeles, no tienen ningún derecho” (G.D. 1,

alum.).

B-Representación de la realidad multicultural

La construcción de una realidad, en la que “el otro”

(sea nativo o inmigrante) quepa en una relación de

igualdad, salvo en aquellos casos en los que las

representaciones construidas coincidan de una

Estudios de Juventud nº 62/03

Los significados de la inmigración en el contexto…

139

Page 135: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

forma casi mimética, es un objetivo al que

difícilmente pueden llegar los y las adolescentes

sin relacionarse de forma tranquila (intentando no

ser débiles frente a los demás y encontrar débiles

a los otros). Más allá de que en lo cotidiano, los

tres grupos, asuman que toda cultura,

pensamiento o identidad es admisible (que no

valiosa), confundiendo los límites existentes entre

la aceptación de la diversidad y la necesidad de

exigir el respeto de los derechos humanos.

“las chicas son diferentes tanto en cuerpo como en

inteligencia” (G.D. 1, alum.); “cada año los alumnos

tiene menos nivel” (G.D. 3, prof.); “siempre ha

habido quien manda y quien obedece, le he dicho

que no se deje pisar” (G.D.2, fam.); “he tenido

compañeros sudacas y moros” (con la

discriminación implícita en la palabra) (G.D. 1,

alum.); “yo tolero todas las ideologías” (incluidas

las racistas y las xenófobas) (G.D. 1, alum.); “yo le

he dicho que no se meta en nada, pero que si le

pegan que de más fuerte” (G.D.2, fam.).

La dificultad para representar una realidad

multicultural, se nutre de estereotipos y tópicos,

propios de una construcción simplista y lineal de

los fenómenos, que se desprende de la postura

hedonista y escasa en anticipación de

situaciones vivenciales que caracteriza a la

juventud emocionalmente dependiente (véase

punto 1.3.). Otra forma de no comprometerse

con sus proyectos vitales, ni de participar de

proyectos sociales, es buscar “la culpa”, o a los

culpables, fuera de sí mismos, desprendiéndose

de este modo de cualquier responsabilidad.

“Los colombianos son traficantes” (G.D. 1,

alum.); “los del este son mafias que vienen a

robar” (G.D. 1, alum.); “los moros traen hachís y

vienen a robar” (G.D. 1, alum.); “los países

pobres lo son porque se lo han buscado” (no

pueden relacionar con España como país de

emigración) (G.D. 1, alum.); “como sigan

llegando no vamos a tener ni plazas para

nuestros hijos” (referido a los alumnos

inmigrantes) (G.D. 2, fam.); “en Secundaria no

tenemos tiempo para hablar ni de sus vidas ni

de sus culturas, no estamos en Infantil” (G.D. 3,

prof.); “te han educado teniendo manía a los

inmigrantes” (G.D. 1, alum.); “nos enseñan

diferente a las chicas y a los chicos” (G.D. 1,

alum.); “trabajamos los dos todo el día, el ya es

mayor como para cuidarse solo” (G.D:2, fam.);

“la culpa es de los padres que no les saben

poner límites” (G.D. 3, prof.).

C-Límites y poder en relaciones con pares

inmigrantes

Los límites que se establecen en el contexto de la

juventud por parte del mundo adulto (familias,

profesores…), suelen ser difusos; no hay fronteras

entre generaciones ni restricción de las

informaciones en los grupos de iguales, o rígidos;

poca adaptación a los cambios que exige una

sociedad multicultural (véase punto 1.1.). Lo que

genera, en el primer caso, una dependencia

respecto a los grupos de referencia, relaciones

basadas en el abuso de poder, confusión respecto

al lugar que se ocupa en la familia o la escuela, y

en el segundo caso, la rigidez en los límites impide

la comunicación, diluye las responsabilidades

(proyecto de vida) y surge la necesidad de

focalizar en un débil (desubicado, como el

inmigrante) toda la violencia que genera la falta de

flexibilidad del sistema.

“No damos clase, ¿quién se va a enterar?” (G.D.

1, alum.); “pero si no sirve para nada, que

importa” (ante materia de clase) (G.D. 1, alum.);

“ya le he dicho, que si le suspenden yo hablo

con quien haga falta” (dan un poder al

adolescente que no le corresponde) (G.D. 2,

fam.); “es muy importante controlar las

amistades que tienen” (y se lo quitan cuando es

necesario para crecer) (G.D. 2, fam.); “nos

cuestionan a nosotros, antes de reconocer una

falta en sus hijos” (se reprocha fusión entre

padres e hijos) (G.D.3, prof.); “le enseñé el parte

(falta escolar) a mi madre y se partió de risa”

(G.D. 1; alum.); “sólo nos faltaba tener que

aprender árabe” (G.D.3, prof.); “hay que hacer

aulas especiales hasta que aprendan a hablar

(castellano)” (G.D. 3, prof.); “no me fío de lo que

no conozco” (G.D. 1, alum); “que vengan a

recoger tomates, si hacen falta, pero luego que

se vuelvan a su país” (G.D. 1, alum.).

Estela D’Angelo, Piedad Pozo y David Viadero

Estudios de Juventud nº 62/03140

Page 136: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Conclusiones finales

Analizada la situación con una mirada sistémica,

en esta investigación etnográfica constatamos, en

los grupos analizados, la percepción de unas

actitudes aparentemente racistas, agresivas,

xenófobas, discriminatorias…, entre los y las

adolescentes. Sin embargo, esta violencia no

genuina, oculta una realidad de desconocimiento

“del otro”, del distinto, de lo nuevo o lo inestable, y

unida a la construcción de una identidad

hedonista, inmediatista y dependiente (sin proyecto

vital autónomo), impide la relación y comunicación

necesaria para poder conocer e integrar el mundo

multicultural en el que vivimos.

Es necesario un cambio de perspectiva (mirada de

la realidad), y una prevención tanto desde la

organización de las relaciones familiares, sociales

y escolares como desde acciones concretas de

formación del profesorado y de investigación en el

campo de la infancia y adolescencia.

Desde la organización de las relaciones familiares

sabemos que las pautas relacionales (de acuerdo

con la autonomía emocional de la familia y del

resto de los sistemas vinculados al adolescente)

son determinantes para ayudar a la diferenciación

emocional de quienes se comunican en el marco

de la vida cotidiana.

Desde la formación del profesorado, es necesario

la mejora de la calidad y eficacia de la atención

social a la infancia y a la adolescencia, con planes

de formación específicos dirigidos a profesores

que trabajen en este campo.

Desde el campo de la investigación, generar

marcos interpretativos que integren la comprensión

de la inclusión social y la complejidad cultural y

que ayuden a la construcción de la autonomía

emocional y la elaboración de proyectos de vida, a

través del apoyo y seguimiento educativo a

adolescentes en su medio de convivencia.

En definitiva, pensamos que si desde los sistemas

“familiar, escolar y social”, no favorecemos una

comprensión más compleja del mundo que les

rodea, no se les permitirá crecer en su propia

diferenciación y enfrentarse a las incertidumbres

de la vida (procesos migratorios, por ejemplo). Por

tanto, es necesario establecer programas

preventivos que favorezcan la comunicación y la

relación entre los jóvenes y los adultos, que les

permita superar el miedo de conocerse y conocer

a los demás.

BIBLIOGRAFÍA

– Arenas, J., Noguerol, A. et al (2002). “El aprendizaje de laslenguas. Modelos, criterios, prioridades y retos”. Cuadernos dePedagogía, 315, 94-99.

– Belgich, H. (2003). “La infancia violentada. La escuela comotestigo humanizante”. Novedades Educativas, 147, 8-14.

– Bowen; M. (1991). De la familia al individuo. Buenos Aires:Paidós.

– Carter, B. y McGoldrick, M. (1989). The changing family lifecycle. Boston: Allyn and Bacon.

– Cook, T. D. y Ch. S. Reichardt (1982). Qualitative andQuantitative Methods in Evaluation Research, Sage Publications[Trad. esp.: Métodos cualitativos y cuantitativos en investigaciónevaluativa. Madrid: Morata, 1986].

– Chomsky, N. (1996). El nuevo orden mundial (y el viejo).Barcelona: Crítica.

– Delgado, J. M. y J. Gutierrez (1994). Métodos y técnicascualitativas de investigación en ciencias

– sociales. Madrid: Síntesis.– Di Segni Abiols, S. (2002). Adultos en crisis. Jóvenes a la deriva.

Buenos Aires: Ediciones Educativas.– Durvall, E. M. y Miller, B. C. (1985). Marriage and family

development. New York: Harper and Row.– Fishman, Ch. (2001).Tratamiento de adolescentes con

problemas. Barcelona: Piados.– Forni, F. (1993). "Estrategias de recolección y estrategias de

análisis en la investigación social" en Métodos Cualitativos II. Lapráctica de la investigación. Buenos Aires: Centro Editor deAmérica Latina.

– Foucault, M. (1982). Vigilar y castigar. Madrid:Siglo XXI.– García, M. y Peralbo, M. (2001). “La adquisición de la autonomía

conductual durante la adolescencia: expectativas de padres ehijos”. Infancia y Aprendizaje, 24 (2), 165-180.

– Gibaja, R. (1983). La descripción densa, una alternativa en lainvestigación educacional. Río Cuarto: Departamento deCiencias de la Educación. Facultad de Ciencias Humanas.

– Goetz, J. y Lecompte, M. (1988). Etnografía y diseño cualitativo.Madrid: Morata.

– Halley, J. (1973). Terapia no convencional. Las técnicaspsiquiatricas de Milton H. Erickson. Buenos Aires: Amorrortueditores.

– Hargreaves, A. (1996): Profesorado, cultura y postmodernidad.Cambian los tiempos, cambia el profesorado. Madrid: Morata.

– Hill, R. (1964). “Methodological issues in family developmentresearch”. Family Process, 3, 186-206.

– Maceda, P. (1994). La educación ante los grandes cambiosculturales. Madrid: Eurolices.

– Pelegrino, S., García Linares, M. C. y Casanova, P. F. (2002).“Los estilos educativos de los padres y la competenciaacadémica de los adolescentes”. Infancia y aprendizaje, 25 (2),147-168.

– Power, M (2002).”Esto es lo que esperamos para los niños yniñas en nuestras escuelas, estén donde estén en Europa”. EnMuñoz Sedano, A. et al (coord.) La educación Intercultural. Unreto en el presente de Europa. Comunidad de Madrid.

– Ríos González, J.A.(1994).Manual de orientación y terapiafamiliar. Madrid: Instituto de Ciencias del Hombre.

Estudios de Juventud nº 62/03

Los significados de la inmigración en el contexto…

141

Page 137: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

– Solomon, M.A. (1973). “A developmental, conceptual premise forfamily therapy”. Family Process, 12, 179-196.

– Wynne, L. C. et al (1971). “Pseudo-mutualidad en las relacionesfamiliares de los esquizofrénicos”. En Bateson, G. et al.Interacción Familiar. Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo.

– Wynne, L. C. (1991). “Un modelo epigenético de procesosfamiliares”. En Falicov, C. (comp.) Transiciones de la familia.Buenos Aires: Amorrortu editores.

NOTAS:

– Delgado, J. M. y J. Gutierrez (1994). Métodos y técnicascualitativas de investigación en ciencias sociales. Madrid:Síntesis.

– Cook, T. D. y Ch. S. Reichardt (1986). Métodos cualitativos ycuantitativos en investigación evaluativa. Madrid: Morata.

– Gibaja, R. (1983). La descripción densa, una alternativa en lainvestigación educacional. Río Cuarto: Departamento deCiencias de la Educación. Facultad de Ciencias Humanas.

– Goetz, J. y Lecompte, M. (1988). Etnografía y diseño cualitativo.Madrid: Morata.

– Ríos González, J.A.(1994).Manual de orientación y terapiafamiliar. Madrid: Instituto de Ciencias del Hombre.

– Durvall, E. M. y Miller, B. C. (1985). Marriage and familydevelopment. New York: Harper and Row.

– Hill, R. (1964). “Methodological issues in family developmentresearch”. Family Process, 3, 186-206.

– Carter, B. y McGoldrick, M. (1989). The changing family lifecycle. Boston: Allyn and Bacon.

– Halley, J. (1973). Terapia no convencional. Las técnicaspsiquiatricas de Milton H. Erickson. Buenos Aires: Amorrortueditores.

– Solomon, M.A. (1973). “A developmental, conceptual premise forfamily therapy”. Family Process, 12, 179-196.

– Pelegrino, S., García Linares, M. C. y Casanova, P. F. (2002).“Los estilos educativos de los padres y la competenciaacadémica de los adolescentes”. Infancia y aprendizaje, 25 (2),147-168.

– Wynne, L. C. et al (1971). “Pseudo-mutualidad en las relacionesfamiliares de los esquizofrénicos”. En Bateson, G. et al.Interacción Familiar. Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo.

– Wynne, L. C. (1991). “Un modelo epigenético de procesosfamiliares”. En Falicov, C. (comp.) Transiciones de la familia.Buenos Aires: Amorrortu editores.

– Bowen; M. (1991). De la familia al individuo. Buenos Aires:Paidós.

– Di Segni Abiols, S. (2002). Adultos en crisis. Jóvenes a la deriva.Buenos Aires: Ediciones Educativas.

– Belgich, H. (2003). “La infancia violentada. La escuela comotestigo humanizante”. Novedades Educativas, 147, 8-14.

– Arenas, J., Noguerol, A. et al (2002). “El aprendizaje de laslenguas. Modelos, criterios, prioridades y retos”. Cuadernos dePedagogía, 315, 94-99.

– Arenas, J., Noguerol, A. et al (2002). “El aprendizaje de laslenguas. Modelos, criterios, prioridades y retos”. Cuadernos dePedagogía, 315, 94-99.

– Power, M (2002).”Esto es lo que esperamos para los niños yniñas en nuestras escuelas, estén donde estén en Europa”. EnMuñoz Sedano, A. et al (coord.) La educación Intercultural. Unreto en el presente de Europa. Comunidad de Madrid.

– Forni, F. (1993). "Estrategias de recolección y estrategias deanálisis en la investigación social" en Métodos Cualitativos II. Lapráctica de la investigación. Buenos Aires: Centro Editor deAmérica Latina.

Estela D’Angelo, Piedad Pozo y David Viadero

Estudios de Juventud nº 62/03142

Page 138: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Un estudio descriptivo realizado en institutos madrileños con adolescentes y jóvenes de edades comprendidas

entre los 15 y 19 años, nos permite recoger información sobre las creencias y roles sociales presentes en la

juventud, en relación con diversos mitos que dan origen, perpetúan y justifican la violencia de género.

Perpetúan la cultura y convierten a los jóvenes en protagonistas presentes y futuro de un drama social que no

terminará si la sociedad no se define seriamente en un afrontamiento radical del problema. Y ha de ser

radical, porque tiene profundas raíces psicosociales y culturales, de larga trayectoria histórica y universal.

Palabras clave: Violencia de género, adolescencia, juventud, estereotipos sexistas, roles sexuales, roles sociales, violencia

doméstica.

143

E L T E M A

PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

EN ADOLESCENTES

Ana Meras LliebrePsicóloga

1. INTRODUCCIÓN

El amor es un hecho en las relaciones humanas

saludables. No es preciso pensar para deducirlo, ni

darlo por supuesto o considerarlo un pre-requisito

de la relación, a pesar de que la evidencia muestre

lo contrario. Tampoco es correcto justificar o

responsabilizar de su ausencia a las sustancias

tóxicas, el estrés, el paro, o las hormonas. El amor

se siente, se percibe, se comunica, se vive.

Un 80% de las chicas y un 75% de los chicos no

relacionan la falta de amor con el maltrato.

Piensan que se puede agredir, hacer sufrir y

causar daño, a alguien que queremos. Esta

creencia, dará base a todos los mitos y actitudes

que enmascaran la violencia de género y

perpetúan la existencia del vínculo violento.

Fundamenta el discurso ideológico que la

acompaña, y que destruye, confunde y enloquece

a quien la padece: las mujeres, adolescentes y

niñas. Es preciso que los adolescentes y las

adolescentes, tomen conciencia de la

incongruencia de este supuesto, y de las

consecuencias devastadoras que tiene sobre la

salud mental y la calidad de nuestras relaciones.

Amar no es golpear, es cuidar y compartir.

Además de esto, no identifican las conductas de

abuso psicológico. El control del tiempo, del dinero,

de la ropa, de las amistades, proyectos,

actividades... la coacción, el chantaje y las

amenazas, e incluso insultar y zarandear a la

pareja no son considerados por ellos actos de

violencia o agresión. De modo que cuando

piensan en maltrato, piensan en agresiones físicas

graves.

En un estudio reciente en la línea de trabajo de la

prevención de la violencia de género, trabajé con

450 adolescentes de varios institutos de la zona

centro de Madrid. Considerando que la violencia

de género tiene su base en pautas culturales de

gran arraigo y trayectoria, las medidas preventivas

que desde todos los foros internacionales se

recomienda, son aquellas dirigidas al

afrontamiento del problema desde su misma raíz:

modificación de las estructuras cognitivas que lo

sustentan. Así, nuestros objetivos en el estudio al

que vamos a referirnos y antes citamos, fueron

averiguar qué actitudes, valores y creencias,

relacionadas con la violencia de género, estaban

Page 139: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Ana Meras Lliebre

144

presentes en la adolescencia. Esto tuvo una doble

finalidad:

– Llamar la atención de los profesionales e

instituciones sobre la violencia de género

presente ya, en las relaciones entre

adolescentes y jóvenes, como una necesidad

urgente que abordar, dada la vulnerabilidad de

este momento evolutivo.

– Diseñar una intervención educativa en la línea

de prevención y sensibilización de este grupo

social, nuestros chicos y chicas, que facilitara la

creación de relaciones humanas saludables y no

violentas.

Recogimos la información a partir de cuestionarios

con preguntas cerradas de respuesta múltiple y

preguntas abiertas que posteriormente fueron

codificadas para su análisis. Otra importante

fuente de información fue el trabajo práctico con

los alumnos/as, y su expresión espontánea en

actividades de debate y rol-playing. Pretendo en

este artículo compartir algunas reflexiones sobre

los resultados obtenidos, que me parecen

importantes en la salud mental y bienestar de la

juventud.

No nos planteamos, ni siquiera se nos ocurre

pensar, que las muchachas adolescentes son

maltratadas por sus compañeros y parejas, porque

el maltrato se asocia a las parejas casadas y con

hijos, y a personas mayores, y tal vez porque ellos

son nuestros chicos y esto de la violencia de

género es una especie de monstruosidad propia

de gente loca, enferma, drogada, poco educada,

etc.

Por otro lado, damos poca importancia a las

relaciones amorosas en la adolescencia.

Pensamos que a esa edad los sentimientos no son

serios, ni profundos, ni tienen ninguna

trascendencia las relaciones de este momento. Tal

vez porque nos identificamos o por falta de

memoria. Pensamos que exageran, que no es para

tanto, que son cosas de la edad. Estamos tan

ocupados en cosas serias e importantes a veces...

Sin embargo, la violencia de género en la

adolescencia, es tan severa o más que la que se

presenta en la vida adulta y con frecuencia, el

comienzo de la relación que será dramática años

más tarde.

Es un momento de “despertares y nuevas

experiencias”. Los sentimientos son extremos e

intensos, se quiere apasionadamente, se confía

ilimitadamente en las buenas intenciones de los

demás, siempre que los demás no sean sus

padres y otros/as adultos/as, frente a los que se

están afirmando. El pensamiento abstracto y la

capacidad de anticipar consecuencias, apenas

empieza a desplegarse. La red social, los amigos y

amigas sustituyen a la familia como grupo de

apoyo y contención. El grupo es la matriz de

acogida donde se pueden compartir las

dificultades y experiencias del desarrollo de los

recién estrenados roles sexuales. La familia no es

consciente aún del proceso de cambio, de la

necesidad de ensayar y reconocerse en un nuevo

cuerpo, con una nueva identidad, con la necesidad

de manejar y canalizar nuevas sensaciones y

deseos, y de integrar una nueva percepción y

conciencia del mundo que aportan los nuevos

procesos de pensamiento. Los adultos pertenecen

a un mundo viejo con otros valores. Sus consejos

e instrucciones dejan de ser válidos. El grupo de

iguales es protagonista, tiene más crédito.

Los chicos y chicas del trabajo al que me he

referido anteriormente, cuando hablan de lo mejor

de su grupo de iguales, hablan de apoyo o de

poder contar los problemas y que te ayuden, de un

hombro donde llorar, “siempre están ahí, me

comprenden, me aconsejan...”

Hablan de confianza, de respeto, de poder

desahogarse, “se puede hablar de todo, incluso de

lo que no se puede decir en casa, mi otra

familia...”

Ambos sexos consideran de forma general que

eso es lo mejor del grupo, en todos los Centros y

niveles académicos.

Las chicas dicen que el grupo les aporta apoyo y

amistad y creen que ellas aportan al grupo, lo

mismo.

Las respuestas de los varones son más diversas

en general, pero la mayoría considera que la

aportación más importante del grupo es la

Page 140: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

seguridad. Sienten que básicamente aportan

amistad.

El amor y la amistad, el apoyo y la escucha, la

comprensión y la confianza en los demás, la

necesidad de compañía y la búsqueda de la propia

identidad, las primeras experiencias de amor y las

primeras experiencias sexuales ligadas a los

valores en los que creen, hacen que la violencia

de género en la adolescencia tenga unas

características tan especiales.

El grupo de iguales es quien presta la ayuda. Sin

ninguna experiencia vital y con las mismas

necesidades y falsas creencias del agresor y la

víctima, difícilmente pueden contener y menos

orientar y comprender lo que sucede. Hablarán

desde todos los estereotipos presentes en la

cultura y serán ellos y ellas sus fieles defensores,

porque así lo creen y no porque lo hayan pensado.

2. PALABRAS Y ACCIONES. LA SOCIEDAD CONSIENTE

Según el último informe de Amnistía Internacional,

de noviembre de 2002, “La Organización Mundial

de la Salud ha alertado de que la violencia de

género es la primera causa de pérdida de años de

vida entre las mujeres de 15 a 44 años, por

encima de las guerras, los accidentes de tráfico o

los distintos tipos de cáncer”.

...”Trasciende culturas, niveles de renta y áreas

geográficas y se produce en todos los países del

mundo. En los últimos tres años el número de

denuncias por malos tratos contra mujeres en

España ha superado las 20.000 por año con

incremento sostenido.”...”Anualmente, más de

medio centenar de mujeres pierden la vida a

manos de sus parejas y ex parejas.”1

Nuestra sociedad acepta intelectualmente los

valores de igualdad, libertad y autonomía. Sin

embargo no se expresan aún en políticas y

acciones congruentes con ellos.

Tendemos a pensar, sobre la violencia de género

en el entorno familiar que:

• Las mujeres víctimas tienen la responsabilidad

de parar al maltratador, conocen los recursos

sociales, tienen el apoyo de la comunidad, la

familia y su red social.

• Los hombres que maltratan están enfermos,

locos, narcotizados o borrachos, por tanto

pueden recibir tratamiento psicológico y

“curarse” Que han tenido una larga historia de

sufrimiento que explica su hostilidad actual. Les

resulta difícil controlar la ira y que ésta es

resultado y defensa ante las agresiones verbales

y conducta femenina.

Y al pensar, sobre la violencia de género en el

entorno familiar, tendemos a olvidar que:

• Las mujeres que han sufrido esta violencia, han

sido aisladas de la red social; que las

agresiones se intensifican ante cualquier signo

de rebeldía o autonomía; que existe un silencio

cómplice en la comunidad por considerar el

problema es de índole privada y que no es un

delito porque son una pareja,... Estas mujeres

se sienten inseguras, tienen miedo, han

centrado toda su vida alrededor de esa persona

y se sienten responsables de lo que pasa. Se

desvalorizan y se consideran inútiles e

incapaces de afrontar la vida por sí mismas.

• Los autores de esta violencia, sólo maltratan a

sus mujeres; que no hay empatía ni

sentimientos de malestar y responsabilidad ante

dicho malestar; que no hay inconsistencia

interna porque los actos están justificados desde

el propio rol de género y desde el silencio

cómplice de la sociedad.

Tendemos a no querer mirar hacia la evidencia

de que no hay ni un sólo rastro del amor en las

relaciones violentas, por más doloroso que le

resulte a la mujer aceptar este hecho.

Todos los adultos mediadores del aprendizaje

social en el entorno de los niños/as y jóvenes

transmitimos nuestra cultura. Luego el primer paso

Estudios de Juventud nº 62/03

Prevención de la violencia de género en adolescentes

145

1Violencia de género en el ámbito familiar y protección de losderechos humanos de las mujeres en España, Informe denoviembre, 2002, Amnistía Internacional.

Page 141: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

en la prevención y protección de la infancia y la

juventud, será revisar nosotros y nosotras, padres,

profesores, profesionales, artistas, intelectuales...

nuestros planteamientos y creencias al respecto.

Somos responsables, no hay excusas.

3. APRENDEN LO QUE VIVEN. ADECUACIÓN A LA CULTURA

El ser humano es un ser altricial, es el único ser

de este planeta que alcanza su desarrollo y

madurez a partir de sucesivas matrices de relación

social, donde se configuran los roles que

estructuran su “Yo”, su identidad.

A partir del nacimiento, todo es nuevo en el bebé.

El mundo le es desconocido, cada respuesta le es

desacostumbrada y cada una de sus actuaciones

necesariamente espontánea y cargada de

originalidad. Le falta la adecuación, en la que le

ayudan los "Yos" auxiliares, los adultos/as a su

alrededor, que con su instinto de pervivencia social

imponen sus esquemas sociales.

El bebé se guiará por estas normas y roles ya

existentes y no por los que él o ella hubiera

creado. Aprenderá lecciones, canciones, poemas,

comportamientos, contenidos no relacionados con

sus necesidades. Vivirá cada vez menos desde

adentro, menos consciente del yo en cuanto centro

activo, mientras la publicidad, las películas, las

canciones y mecanismos sociales de todo tipo y

todas las culturas heredadas imponen sus pautas

y exigencias sobre él y ella.

Tras el desarrollo de la inteligencia y sobre todo la

memoria llegara a construir sus propias "conservas

culturales" y la absoluta sumisión a los

estereotipos sociales.

A partir de aquí, será el átomo social y las redes

sociométricas las que se encargarán de reforzar,

educar y regular el comportamiento, para alcanzar

el objetivo de mantener la estabilidad de las

estructuras sociales. Es decir, no sólo el grupo de

iguales, los amigos/as, sino los grupos de estos

amigos/as y las personas que se relacionan con

ellos/as. Si la cultura se define por los roles que en

ella existen, debemos concluir que esta integración

en la cultura se hace a través de la asunción de

roles.

Existe un conocimiento tácito de lo que es un

padre, un marido, una esposa, una maestra,... esta

cualidad del rol de ser comunicable entre

personas, afecta a la comprensión interindividual e

intercultural. No se explicita, pero todos/as

sabemos qué hacer en la escena, lo que se

espera del rol. Lo llamamos expectación de

conducta o de roles y es la base del aprendizaje

infantil y de las relaciones humanas.

Un chico que quiera cumplir con las expectativas

de su rol tradicional masculino, querrá aparentar

actividad sexual, ser quien tome las decisiones

en la relación de pareja, dominar y controlar las

actividades y comportamientos de ella, sus

amistades, forma de vestir, horarios y probar

constantemente ante su grupo su identidad

sexual y de género, incluso a través de actos

agresivos, por temor a que se le designe en el

grupo como homosexual o poco “varón”.

Esperará que ella renuncie a sus intereses y a

otras relaciones y dé la máxima prioridad a la

relación con él.

Por otro lado, la chica puede ceder a la presión

del grupo e intentar cumplir con las

prescripciones del rol de género femenino

tradicional y desde ahí, creer que puede

cambiar o educar al chico, sentirse responsable

de los problemas y del funcionamiento de la

relación y pensar que jamás encontrará otro

chico que la quiera. Pensará que esos

comportamientos de celos indican lo pendiente

que está de ella y lo que la quiere, que tal vez

tenga razón en lo que dice, empieza a no

entender y a buscar sentido a las acusaciones y

reproches y a disculpar el maltrato tras la

promesa de amor y la afirmación de que la

quiere tanto que no puede evitar lo que hace.

Todo ello la pondrá en riesgo de implicarse en

relaciones potencial o abiertamente violentas.

Hay una parte permisiva y otra prescrita en el rol,

determinada por sus componentes colectivas y

que permitirá entonces un grado de flexibilidad en

Ana Meras Lliebre

Estudios de Juventud nº 62/03146

Page 142: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

cuanto a lo modificable, lo que se puede tolerar

que varíe sin crear conflicto.

Por otro lado, los elementos individuales del rol

también determinan diferente grado de libertad

para su desarrollo. La asunción del rol es la

expresión del menor grado de esta libertad,

seguido de la representación del rol y, finalmente,

la máxima libertad está en la creación de roles.

Esto último, corresponde al máximo grado de uso

de la energía creadora y de la libertad, la creación

de roles desde sus aspectos cognitivos, las

creencias y desde su aspecto activo, las acciones

concretas.

Un sector de la sociedad que dice asumir los

cambios en el rol femenino, lo que ha realizado

en realidad es una adaptación formal del rol, que

no es la respuesta de máxima espontaneidad y

adecuación al cambio, puesto que no modifica la

esencia de la respuesta. Es decir, se acepta que

la mujer trabaje fuera del hogar e incluso que

tenga otras actividades, siempre y cuando el

resto de sus "responsabilidades" estén

atendidas. La modificación se realiza desde la

parte permisiva del rol, no desde la prescrita: el

espacio doméstico en el que se centra la vida

afectiva es responsabilidad de la mujer, el

espacio público relacionado con la inteligencia, la

eficacia y el ejercicio del poder, dominio del

hombre.

Los jóvenes con los que trabajé no sabían qué

eran los roles sexuales cuando se les preguntaba,

pero espontáneamente estructuraban un

sociodrama que expresaba de modo extremo las

actitudes y creencias de dichos roles, tan sólo con

la presencia y planteamiento de las relaciones de

género como tema de trabajo.

4. LA NORMALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA

En los cuestionarios, sobre papel y pensando, los

chicos y chicas identifican la violencia de género y

la violencia familiar. Cuando la ven descrita en

palabras la reconocen. Cuando hablan de ello y

expresan la fantasía que tienen en mente

describen una escena con características muy

definidas:

“Una mujer de unos 38 años y un hombre de

unos 40, en la cocina o en el salón, hay golpes,

sangre, dientes rotos, ella está en el suelo y él

la golpea. Él está en paro, es bajito y gordito.

Los niños ven la escena y ella es tonta porque

estas cosas se ven venir, puede salir de eso si

quiere porque hay sitios donde la pueden

ayudar”.

La mayoría de los varones de 3º de la ESO

que participaron en el estudio piensa que es

un problema que no se da entre los jóvenes y

que se da en mujeres casadas y mayores, a

diferencia de las chicas, que sólo creen esto la

mitad (que ya es bastante). Esta creencia se

mantiene y se extiende a un mayor número, en

el grupo de 4º de ESO, 1º y 2º de Bachiller.

Ambos sexos comparten la creencia de que los

varones tienen dificultad para controlar su

agresividad, y que esto es una cuestión

hormonal.

Es interesante que muchos chicos piensan que

los celos indican mucho afecto, creencia no

compartida por sus compañeras. Esta es otra

idea que se mantiene y extiende en el grupo

de 4º de ESO, 1º de Bachiller, y más, en 2º de

Bachiller.

Todo el estudio está lleno de frases y

experiencias narradas por personas jóvenes

sobre violencia entre jóvenes. Esta respuesta,

entonces, de que la violencia de género sólo se

da en personas mayores, debe preocuparnos si

pensamos en que lo que está sucediendo en

ellos y ellas, no tiene relación con que no vean e

incluso soporten malos tratos, sino con que les

parece normal. Lo han aceptado dentro las

posibles respuestas a dar y a recibir en la

relación con los demás y por supuesto, no

imaginan que la bofetada o los insultos

presentes ahora, correspondan al mismo

fenómeno, que sufre la señora que es noticia en

el telediario por haber muerto de una paliza.

Como vemos, identifican la violencia sobre el

papel y pensando, pero no tienen conciencia de

lo que significa.

Estudios de Juventud nº 62/03

Prevención de la violencia de género en adolescentes

147

Page 143: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

5. LOS MISMOS PATRONES, LAS MISMAS CREENCIAS

Sobre las causas, en las situaciones de agresión

física y verbal, de que los hombres maltraten y las

mujeres soporten la relación

• Los varones piensan mayoritariamente en el

paro, las drogas, el alcohol y/o la enfermedad

mental como causa del maltrato.

• Las chicas consideran más que los chicos, que

el maltratador pierde el control y se pone

nervioso.

• Un 20% de ellas y un 25% de ellos lo relaciona

con falta de afecto.

• Los chicos y las chicas coinciden en que las

mujeres aguantan los malos tratos por miedo, y

por los hijos. Además, ellas piensan en que no

saben dónde acudir, en que están enamoradas,

y tienen baja autoestima. Ellos encuentran muy

de lejos una tercera causa y es que están

enamoradas.

La mayoría en ambos sexos parece entender que

la violencia no es un asunto privado. Al menos en

teoría entienden que la mujer o los hijos no son

una propiedad sobre la que yo pueda actuar a mi

antojo, sino seres libres a los que asisten todos los

derechos humanos y por tanto es responsabilidad

social velar por que se cumplan. ¿Qué piensan

entonces que se debe hacer y qué posibilidades

encuentran de que el vínculo sobreviva?

Mayoritariamente unos y otras, consideran que el

maltratador debería ser encarcelado, y un alto

porcentaje de las chicas considera que debiera

recibir tratamiento.

En general los alumnos tienden a tener más

expectativas de arreglo de la situación de violencia

en la pareja que las alumnas, en algunos grupos

hasta un 70% de los varones. Piensan que

fundamentalmente hablando, entre ellos, con la

familia, con mediadores, podría solucionarse. Unos

pocos piensan en los tratamientos médicos o

psicológicos. Están convencidos de que es una

cuestión de razonar, negociar, prometer...

Volvemos a la idea de la normalización de la

violencia. Piensan que se resuelve hablando

porque creen que debe existir una lógica y una

historia de amor que se puede recomponer desde

la razón: Todo debe partir de un error en la

comunicación, un malentendido, falta de paciencia.

Se presupone la buena voluntad. Observan que

todas las parejas discuten y tienen desacuerdos y

desencuentros y suponen que la violencia es parte

inevitable de las relaciones de pareja. No

perciben la trastienda psicológica de lo que

ocurre, el alcance de la destrucción que causa en

las personas, en especial en las chicas y la

estructura de poder y no de amor en que

descansa el vínculo afectivo. Cuando esto no se

puede percibir, no se puede romper el círculo

vicioso de la violencia y se cae en una situación de

indefensión ya descrita y estudiada por los

profesionales que atienden las situaciones de

violencia de género. Este es uno de los

mecanismos de autoperpetuación de estas

relaciones.

Por otro lado, la postura de encarcelar al

maltratador se adopta desde la distancia y el

intelecto nuevamente: ¿Cómo puedo meter en la

cárcel a una persona que me quiere, y cuyo único

problema es que ha perdido el control (por razón

de sus hormonas...) por culpa de las cosas que le

digo y que puede resolverlo y cambiar con un

tratamiento?

6. EXPERIENCIA Y VIVENCIA DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

La vivencia de ambos géneros ante una

experiencia de agresión, es diferente.

Las jóvenes describen más experiencias de haber

sido maltratadas (casi el triple ) que los chicos. No

podemos concluir que ellas hayan sido más

violentadas que ellos, pero sí que ellas se sienten

así y lo expresan.

Ellas describen violencia física y psíquica, en el

entorno social y familiar, siendo la tristeza y el

miedo, las emociones presentes mayoritariamente,

y la impotencia, la evaluación realizada.

Ana Meras Lliebre

Estudios de Juventud nº 62/03148

Page 144: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Cuando los chicos describen estas experiencias,

hablan de violencia física más que verbal y

psicológica, y describen sentimientos de rabia con

mayor frecuencia que de tristeza. Rara vez dicen

no podía hacer nada, me sentí impotente.

Cuando describen situaciones en las que han visto

violencia contra otros/as, al margen de que

cuentan todos muchas más2, ellas ven más o

cuentan más o lo que es más importante, tal vez

les parece menos normal. Estas serían preguntas

a esclarecer en futuras investigaciones. Los

sentimientos presentes en ellas siguen siendo el

miedo y la tristeza aunque a veces describen

rabia. Rechazan la situación y realizan una

evaluación de impotencia; rara vez justifican o se

muestran indiferentes, actitudes que sí aparecen

en los chicos3, aunque minoritariamente.

Entiendo la impotencia, como proceso cognitivo de

evaluación y no como un sentimiento. En dicho

proceso de evaluación, la persona revisa los

elementos presentes en la realidad exterior

percibida, evalúa sus propios recursos y las

estrategias de afrontamiento disponibles dirigidas

a solucionar el problema. Llega a la conclusión de

que no puede hacer nada frente a esto que ocurre.

Los sentimientos derivados de esta evaluación son

diferentes, en función de las creencias que actúan

como filtro en la percepción, de los valores

implicados en lo que sucede y de las estrategias

de afrontamiento disponibles o que la persona cree

disponibles.

La rabia es un sentimiento que responde a una

evaluación en la que se siente la agresión y se

perciben posibilidades de respuesta, reales o

subjetivas. Se genera una respuesta de lucha y

acción.

La tristeza está relacionada con las pérdidas bien

físicas o bien psicológicas, como son la

autoestima, el respeto por uno mismo o de los

otros, la esperanza, la confianza, el control del

medio, y nuestro significado en el mundo como

personas... la respuesta es la indefensión.

El miedo tiene relación con la amenaza de pérdida

o daño, y con la percepción de no disponer de

recursos para evitarlo o estar al límite. Se toma la

decisión de huir o ninguna y el resultado es el

bloqueo, quedarse paralizado.

La evaluación de impotencia que realizan las

chicas puede estar relacionada con sus recursos

físicos pero sobre todo, con la imagen y confianza

que tienen en sí mismas y con las características

de su rol. Los chicos describen sentimientos de

rabia y rechazo y tienen menos la sensación de

que no pueden hacer nada a la hora de intervenir,

es decir, falta de recursos personales, sociales,

comunitarios... en el afrontamiento del problema:

intervienen, piden ayuda o pasan del tema pero

pocas veces dicen “me sentí muy triste, no podía

hacer nada”, “sentí miedo, me fui de allí corriendo

porque estaba solo y no podía hacer nada”.

7. LO QUE ESPERAN DE UNA PAREJA

Los jóvenes varones de nuestro estudio esperan

de una pareja que les quiera, que esté de acuerdo

con sus ideas, que tenga sus costumbres, que les

comprenda, que se pueda confiar en ella y que

responda como ellos esperan que lo haga una

chica “normal” o una pareja. No parece que exista

una demanda concreta y mayoritaria del grupo.

Podemos, sin embargo, hablar de las respuestas

de las chicas eligiendo los resultados de cualquier

grupo, puesto que mayoritariamente e

independientemente del centro, edad, y nivel

académico, están de acuerdo en elegir apoyo en

sus ideas y proyectos, ser escuchada aunque no

esté de acuerdo, ser tenida en cuenta y respetada,

ser comprendida aunque tenga otro punto de vista,

que tenga confianza en ella y... que les quiera, y

en menor medida, la ternura y la tolerancia.

Entre un 15% y un 25% de las muchachas

esperan que la pareja les dé felicidad, seguridad,

protección y las haga sentirse bien. Esta actitud

estructura una relación no igualitaria por definición.

Se puede esperar de la pareja cuidado y apoyo, la

protección se brinda desde una posición superior y

Estudios de Juventud nº 62/03

Prevención de la violencia de género en adolescentes

149

2 Un 40% de las chicas y un 34% de los chicos, describen escenasde violencia física en el ámbito comunitario mayoritariamente.3 Minoritariamente respecto al grupo, pero si aparece un 5% quejustifica la violencia presenciada, y un 3% se muestra indiferente.

Page 145: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

más fuerte hacia seres desvalidos. Sentamos así

las bases de relaciones de poder, en las que ellas

ceden su capacidad de gestionar sus vidas, su

propia felicidad.

Llama la atención la poca frecuencia con la que

hablan ambos sexos de la reciprocidad en la

relación, “que nos queramos”, “que yo también le

quiera”, “que le comprenda”. Son actitudes de

autoafirmación que expresan la importancia que

dan a sus propios sentimientos y del compromiso

que están dispuestos a sumir en cuanto al dar y

recibir.

8. FRENTE A LOS MITOS, ALGUNAS REALIDADES

Las razones para disculpar y perpetuar la violencia

están presentes, y presentes como corresponde a

sus roles sociales. Nuestros hijos e hijas deben

saber y aprender:

1. Que las parejas pueden tener diferencias y

dificultades y que es normal e incluso saludable

que discutan para gestionar sus conflictos, pero

que en ningún caso es normal la agresión, ni

física, ni sexual, ni psicológica.

2. Que el respeto y la valoración mutua es un pre-

requisito para el amor, siendo lo primero

exigible en toda relación humana, y lo segundo

deseable.

3. Que la agresión es una elección que realiza

quien la ejerce, siempre y en todo caso, porque

siente que puede y tiene derecho a hacerlo.

4. Que la agresión no produce una reducción en

el nivel de tensión existente, sino que al

contrario la incrementa, y es igualmente

controlable por el hombre y la mujer.

5. Que tras un acto de agresión el agresor debe

denigrar a la víctima para mantener su

consistencia interna y, por tanto, la relación

empeorará y las agresiones serán más

repetidas, crueles y duraderas.

6. Que la víctima se sentirá culpable y aceptará la

definición que de sí misma hace el agresor,

para poder disculparlo. A esto le “ayudará”

igualmente, pensar que ella provocó ese

nerviosismo que él no puede contener, y que

no es extraño que las parejas discutan, se

insulten y peguen alguna vez.

7. Que los hombres que agreden no son enfermos

y, por tanto, no se curan.

8. Que no tiene ningún mérito, soportar la

violencia física y verbal de una pareja que no

sabe amar y no se hace responsable de sus

problemas.

9. Que el correcto manejo de la agresividad,

refuerza la autoestima propia y del otro, nos

afirma como personas y produce serenidad y

bienestar.

10. Que el amor, es un hecho, no un supuesto.

Ana Meras Lliebre

Estudios de Juventud nº 62/03150

Page 146: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

El presente trabajo presenta un análisis descriptivo de carácter cualitativo sobre algunos aspectos de la

violencia juvenil grupal, a partir del análisis de los resultados de entrevistas realizadas a un total de 41

jóvenes de la Comunidad de Madrid con diferentes grados de implicación en conductas de violencia grupal.

Los resultados ponen de manifiesto que dicha conducta, lejos de constituir un fenómeno en el que primen

elementos de irracionalidad o desviación individual, corresponde a un comportamiento estructurado en un

sistema de normas, actitudes y recursos conductuales que determinan los contextos y los motivos que

justifican el comportamiento violento, las repercusiones positivas que acarrea y las formas para reducir al

mínimo los perjuicios que ocasiona. Dejan patente, a su vez, que tal sistema se integra, se elabora y se hace

inteligible dentro de una sub-cultura, que permite dar sentido a las acciones bajo una determinada visión del

mundo y que marca un proceso socializador que cumple funciones específicas para la persona que lo asume.

Palabras clave: Juventud, Violencia, Grupos juveniles.

151

E L T E M A

LA CONDUCTA VIOLENTA EN GRUPOS JUVENILES:

CARACTERÍSTICAS DESCRIPTIVAS

Bárbara Scandroglio, Jorge López Martínez, José Manuel Martínez García,Mª Jesús Martín López, Mª Carmen San José Sebastián, Antonio Martín

GonzálezDpto. de Psicología Social y Metodología. Facultad de Psicología.

Universidad Autónoma de Madrid

INTRODUCCIÓN

Pese a que en los últimos cinco años la violencia

juvenil parece no ser ya una prioridad en las

agendas políticas y sociales, derecho que confiere

o revoca, por otro lado, el tratamiento de la

información que realizan los medios de

comunicación de masas, no sería responsable

concluir que el fenómeno en sí se ha convertido en

una colección de anécdotas, o que la investigación

y la intervención han podido dar con una fórmula

mágica que lo explique o lo prevenga.

Nuestro equipo de investigación viene

dedicándose al estudio de la violencia juvenil

grupal desde 1994. El conocimiento adquirido a lo

largo de estos nueve años -materializado en tres

investigaciones transversales y una longitudinal -

nos induce a considerar que en el panorama

actual todavía no es posible hablar de enfoques

globales y explicativos del problema y, aun más,

que todavía no se ha llevado a cabo una adecuada

delimitación y descripción heurística del

mismo.

Por este motivo, consideramos que dar un paso

hacia atrás y volver a preguntarse ‘a qué’ nos

estamos refiriendo al hablar de violencia juvenil

grupal, podría re-afianzar el camino de

comprensión y prevención del fenómeno. De aquí

que el presente trabajo, adoptando un enfoque

descriptivo y fenomenológico, quiera apuntar

algunas sugerencias recogidas a partir de nuestro

último trabajo empírico. En él, se han llevado a

cabo entrevistas semi-estructuradas con 41

jóvenes (3 mujeres y 38 varones), residentes en la

Comunidad Autónoma de Madrid, que exhibían un

distinto grado de implicación en la violencia grupal.

Las personas incluidas en la muestra fueron

seleccionadas mediante el trabajo de un equipo de

captadores, que a través de diferentes medios de

contacto, localizaron a dichas personas, les

Page 147: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03

Antonio Martín González, Bárbara Scandroglio,…

152

plantearon las condiciones de la investigación y

concertaron el momento de la entrevista. Las

entrevistas fueron realizadas en su totalidad por

los miembros del equipo de investigación y

tuvieron una duración media aproximada de 90

minutos. Después de dejar patentes las garantías

de confidencialidad y anonimato y de obtener el

consentimiento expreso de la persona

entrevistada, las sesiones fueron grabadas en

cinta magnetofónica y posteriormente transcritas

para su análisis.

Las anotaciones aquí esbozadas no pretenden ser

ni exhaustivas, ni concluyentes, dado que, por una

parte, necesitan ser completadas con los

resultados obtenidos a partir del abordaje

cuantitativo también desarrollado en el marco de

este proyecto de estudio. Por otra, ambas

perspectivas deben ser integradas en un marco

teórico más amplio que contemple tanto los

determinantes sociales y culturales de la conducta,

como los individuales y psicológicos.

ALGUNOS RESULTADOS DESCRIPTIVOS

Patrones generales

A partir del análisis de los textos de las entrevistas,

podemos delinear tres tipos de enfrentamientos

grupales violentos, diferenciados, aunque

relacionados entre sí. El primer tipo de

enfrentamientos, que constituyen la mayoría, se

encuadra en el contexto de las sub-culturas

juveniles que conforman las llamadas ‘tribus

urbanas’: tales sub-culturas, además de las

inclinaciones estéticas y culturales, asientan

también la orientación ideológica de sus

simpatizantes y, sobre todo, el tipo de relación que

deben mantener con otros grupos, abonando un

terreno fértil para el conflicto. Los rivales, en este

sentido, suelen ser los representantes de los

grupos que se adscriben a ideologías opuestas;

los lugares en los cuales se producen los

enfrentamientos corresponden a las respectivas

zonas de reunión de los grupos y las de ocio o

tránsito; los motivos, finalmente, son soportados

por las antipatías y aversiones designadas por la

sub-cultura de pertenencia y el historial de des-

encuentros previos. Para el segundo tipo de

enfrentamientos, que en cierto sentido se solapa al

primero, tenemos que ampliar el contexto anterior,

para incluir un ámbito más extenso, que

comprende los patrones de ocio juvenil. Los

enfrentamientos, en este segundo caso, se

producen sobre todo durante las horas nocturnas

de los fines de semana y en las zonas destinadas

al disfrute del ocio y son desencadenados con

frecuencia por motivos de roces ocasionales con

desconocidos. Finalmente, los enfrentamientos

que caracterizan el tercer conjunto, se relacionan

con el control y mantenimiento de los negocios

ilegales.

La frecuencia con la que las personas

entrevistadas se implican en enfrentamientos

físicos varía desde quince a veinte al mes, cuando

se encuentran en la fase más ‘activa’, hasta uno o

dos al año en el momento de la transición y el

abandono definitivo de la conducta. En cualquier

caso, podemos decir que la media es de uno o dos

enfrentamientos semanales, coincidiendo

habitualmente con el fin de semana.

Motivos y desencadenantes

De la clasificación anterior, se puede derivar un

marco sub-cultural para la ejemplificación de los

motivos que ocasionan los enfrentamientos

violentos. El motivo más generalizable, de los que

podemos señalar en determinados sectores del

espectro juvenil, es la obtención de ‘respeto’. Éste

y otros motivos señalados, se pueden encuadrar

en los patrones normativos que regulan las

relaciones interpersonales entre jóvenes. Cuando

alguien, casual o deliberadamente, no respeta

alguna de tales normas, como ‘no pisar’, ‘no

empujar’, ‘no dar codazos’, ‘no mirar mal’, ‘no

importunar la chica de otro’, etc., automáticamente

legitima al contrario para que recurra al marco

interpretativo ‘provocación’ y se atenga a sus

consecuencias: el uso de la fuerza física.

La defensa de uno mismo, de ‘los tuyos’ y de ‘lo

tuyo’, contra posibles agresiones, también es un

motivo que justifica el uso de la fuerza física,

Page 148: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

según el principio ‘la mejor defensa es el ataque’.

Sobre todo cuando, efectivamente, el joven o

algún amigo o miembro de su grupo, han sido

víctima de ataques previos. Pero también lo es,

por otro lado, la protección de los negocios

delictivos y la garantía de que se podrá seguir

operando gracias al respeto o temor generado en

el entorno.

Víctimas

Para la designación de una posible víctima, se

puede recurrir a pre-concepciones específicas

sobre su orientación ideológica, sus enemistades y

la mayor o menor propensión al uso de la violencia

que caracteriza el grupo sub-cultural de

pertenencia. En otros casos, sin embargo, las

dinámicas de diferenciación y contraposición que

caracterizan la constitución y mantenimiento de

una identidad grupal, sin emplear recursos sub-

culturales definidos, se basa en el juego ‘fuera-

dentro’ o ‘endo-exo’, donde las víctimas son

aquellos jóvenes que simplemente pertenecen a

un grupo que no es el propio. Finalmente, la

socialización que se produce en determinados

ambientes de ocio, permite la incorporación de

esquemas de convivencia, en los cuales queda

definida tanto la conducta de ‘provocación’, como

la respuesta competente y lícita frente a la misma.

Cuando las víctimas son los representantes de

grupos sub-culturales ideológicamente opuestos,

podemos decir que, para su designación, se

recurre a la creación de ‘mitos’, a la construcción

de categorías con marcados rasgos

estereotípicos de las que se abstrae un prototipo

que acaba ‘borrando’ o des-individuando a la

verdadera víctima. Por estos procesos, la rabia y

el odio que algunos jóvenes mantienen contra

sus posibles víctimas o sus víctimas ‘ejemplares’,

se alimentan, elaboran y sedimentan en las

sesiones de ‘cuenta cuentos’ que se organizan, a

veces diariamente, en los grupos de iguales. Es

ahí donde construyen su ‘guión’, con ‘malos’,

‘buenos’ y, sobre todo, con una ‘misión’, que

permite al joven miembro recibir un ‘papel’ y

satisfacción en su representación grupalmente

organizada.

Percepción de amenaza

Los jóvenes que se implican en conductas

violentas, se sienten más amenazados que los

jóvenes que nunca han tenido enfrentamientos.

Consecuencia de ello es que se ‘organizan’ para

poder moverse más tranquilos por su entorno: se

desplazan con un grupo de iguales, evitan ciertas

zonas en las que se concentran los posibles

‘enemigos’, se encuentran en un estado de alerta

casi permanente, se proveen de armas o

artefactos que las sustituyan.

Para estos jóvenes, la configuración de la ciudad

se fundamenta en un conjunto de criterios

eminentemente sub-culturales: las zonas ‘vedadas’

o ‘peligrosas’, que en determinadas ocasiones son

también de ‘caza’, son las habitadas por miembros

de grupos sub-culturales ideológicamente

opuestos; las elegidas para los momentos de ocio

son las que concentran un mayor número de

locales en los que pueden disfrutar de su propia

estética y su propia música. De alguna forma,

entonces, la amenaza, a pesar de ser ciertamente

‘real’ para la mayoría de ellos, es un producto sub-

cultural, y deriva directamente de la adecuación al

sistema de normas que regula ciertos ambientes,

en los cuales la puesta en entredicho de

determinadas dimensiones de valoración de uno

mismo, como es el ‘respeto’, supone el recurso a

determinadas herramientas para su defensa o

restablecimiento, como son los enfrentamientos

físicos.

La sensación de amenaza es un proceso que

sigue paralelo al de la involucración en la conducta

violenta: a medida que se domina y se controla la

conducta en sí como sus circunstancias, y se

puede acceder a recursos cada vez más eficaces

para ello, entonces disminuye el miedo y se

sustituye por la alerta o el recelo. Por este motivo,

la percepción de amenaza, como veremos, se

relaciona con la auto-eficacia y el control, por un

lado; y el cálculo de las consecuencias, por otro.

Normas

Entre las normas internas al grupo de iguales, la

más fundamental es la de ‘reciprocidad’, que

compromete a los miembros de un grupo a

Estudios de Juventud nº 62/03

La conducta violenta en grupos juveniles: características…

153

Page 149: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

‘responder’ por los demás en los momentos de

necesidad. Esta norma garantiza la seguridad del

joven para que se pueda mover por su entorno

más o menos hostil y, por otro lado, renueva la

percepción de ‘unidad’ o de ‘grupalidad’. Muchos

entrevistados se refieren a la sensación de ‘fuerza’

e ‘invulnerabilidad’ que experimentan cuando salen

con su grupo; ‘beneficio’ que refuerza a su vez la

adhesión a la norma. Los ‘castigos’ previstos por

incumplimiento de la norma pueden ir de la mera

marginación simbólica, a la venganza, pasando

por la exclusión real del grupo. De hecho, en

opinión de algunos jóvenes, es la infracción de

esta norma la que motiva el replanteamiento de la

pertenencia al grupo y la involucración en

conductas violentas, debido a que es muy

probable que los compañeros de un grupo acaben

no respondiendo en algún que otro momento difícil

y la puesta en juego a veces es muy alta. Por otro

lado, algunos también evidencian cómo el estar

‘sometido’ a la norma de reciprocidad acarrea

problemas que, en un momento dado del proceso,

ya no se encuentran en disposición de tolerar. Otra

norma se refiere a la toma de decisiones respecto

a la implicación o no en un enfrentamiento. Si hay

un miembro que ha recibido de una u otra forma

una ofensa, posee el privilegio de decidir si el

grupo tiene o no que vengarle y, aunque sus

compañeros puedan objetar los motivos de la

ofensa, la decisión final le compete. En situaciones

menos meditadas y más circunstanciales, si algún

miembro del grupo se ve implicado en una

discusión que degenera en pelea, o bien activa el

proceso verbal o físicamente, entonces los demás

miembros no tienen otra elección que apoyarle e

intervenir a su lado. Finalmente, el grupo de

iguales sirve como un regulador de la conducta

porque ayuda a calcular las posibilidades de salir

triunfantes de un enfrentamiento y, sobre todo,

suele evitar que algunos de los miembros ‘se

pasen’ y se ensañen contra el adversario. Hemos

detectado solamente una experiencia de auténtica

‘presión’ por parte del grupo para que el

entrevistado respete y se acople a las normas

implícitamente establecidas. Sí es más frecuente

que se permute en una percepción de presión lo

que, al principio, había sido una adhesión libre y

voluntaria; pero en estos casos el joven ya se

encuentra en el proceso de abandono de la

conducta.

Las normas específicas y pragmáticas sobre la

regulación de los enfrentamientos, se refieren a

los aspectos más cruciales de los mismos. La

superioridad numérica impera, obviamente, y tanto

es así que cuando se tiene que organizar una

represalia en venganza de una ofensa, siempre se

busca un número suficiente de acompañantes

para que sea la ‘definitiva’. Si un grupo consigue

dejar patente en su historial de enfrentamientos

que se relaciona con un número suficiente de

‘colegas’ dispuestos a intervenir en los momentos

de necesidad, logra un cierto estatus y ‘respeto’

que, de ahí en adelante, pueden ser garantizados

por la fama más que por los éxitos en sucesivas

peleas. Es, en definitiva, el mito que ha propiciado

que los Skin Head o Nazis fueran el grupo más

temido aunque en raras ocasiones haya sido

demostrado realmente su amplio apoyo numérico.

En cualquier caso, siendo infrecuente conseguir

ayuda para las peleas más allá del círculo de

conocidos, y dependiendo del motivo de la

disputa, se prefieren los duelos a los

enfrentamientos de todo el grupo, evitando que se

derive en batallas campales, en las que es muy

difícil controlar tanto el entorno, como el

adversario y hasta la propia conducta, y que se

ocasionen daños graves. En estas situaciones,

además, es problemático ‘disfrutar’ del encuentro

físico y de la pelea y poder llegar a ‘medirse’ de

verdad con el adversario. Esta modalidad,

finalmente, suele ser preferida por los jóvenes

‘más mayores’. Ahora bien, existe una norma

‘perversa’ que permite no respetar la anterior,

según la cual si el miembro del propio grupo

implicado en el duelo está sucumbiendo, para que

no se deshonre a él y a todo el grupo, entonces se

provoca un ‘todos contra todos’ interviniendo en el

mismo duelo y dando el ‘permiso’ al grupo

contrario para que haga lo mismo. El

enfrentamiento físico en sí suele durar entre el

medio minuto y el minuto; los que duran más son

etiquetados como auténticas hazañas que

Antonio Martín González, Bárbara Scandroglio,…

Estudios de Juventud nº 62/03154

Page 150: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

generan el orgullo de sus protagonistas. Ello es

debido, sobre todo, a que es difícil resistir más

tiempo un enfrentamiento físico, pero también a la

probabilidad de que acudan las fuerzas del orden.

Después de los segundos ‘reglamentarios’ y

dependiendo de la gravedad de lo ocurrido, el

grupo suele alejarse a toda prisa de la zona del

enfrentamiento, y reunirse en algún lugar seguro

para seguir disfrutando del ocio o para ‘hacerse

unas risas’ comentando lo ocurrido. Además del

tiempo, hay otros factores que determinan el final

de la pelea, unos tienen a que ver con la

‘humillación’ de la víctima y otros con los signos

de los daños físicos provocados. En el primer caso

puede ser suficiente que la víctima se encuentre

en el suelo postrada, no contraataque o huya; en

el segundo, y en orden de gravedad, la pérdida de

consciencia, la presencia de sangre y la evidencia

de lesiones graves. Los enfrentamientos en los

que se busca el daño seriamente al adversario, se

circunscriben fundamentalmente a situaciones de

ensañamiento personal debido a la venganza por

acciones previas, o a patrones de comportamiento

individual relativamente estables, percibidos

frecuentemente como desequilibrados por parte de

los propios miembros del grupo. El tema de las

armas es muy delicado y, como cabría esperarse,

también está reglado, aunque de forma poco

categórica: llevar cualquier tipo de arma siempre

supone un problema con las fuerzas del orden,

pero también puede causar daños graves a los

adversarios e implicar consecuencias penales para

los agresores. Por ello, algunos de los jóvenes

prefieren no llevar armas y utilizar simplemente la

fuerza física, o bien hacer uso de las de menor

peligro y mayor contundencia para el doble

objetivo de evitar problemas con las fuerzas del

orden y dejar invalidado para la lucha al

adversario: gases, bates y palos, puños

americanos, cinturones con grandes hebillas de

hierro, cascos, etc. Las pistolas son muy poco

frecuentes, siéndolo las armas blancas mucho

más. Su porte depende en cierto sentido de la

edad y de la moda y, según la opinión de los

entrevistados, está aumentando debido a la

creciente inseguridad.

Es necesario subrayar que estas normas existen

aunque sean bastante lábiles, su aplicación

depende en buena medida de la situación concreta

y de que sean compartidas de forma implícita por

los jóvenes que se ‘mueven’ en ciertos intersticios.

No podemos tampoco generalizar, pero los grupos

que se enfrentan en más de una ocasión suelen

ser siempre los mismos, sus miembros se conocen

entre sí, se ‘sabe con quién se pelea’: es allí

donde podemos decir que con más seguridad las

normas estarán activas y serán respetadas. Ahora

bien, existen también zonas híbridas, de

encuentros fortuitos o de mezcolanzas, donde el

número de grupos es más elevado, se mantiene el

anonimato que preserva de las represalias y las

venganzas, y la inseguridad sobre lo que puede

esperarse del adversario es muy elevada: aquí es

más probable que la infracción de las normas

conlleve resultados mortales a los enfrentamientos.

Finalmente, en aquellos enfrentamientos

provocados por motivos delictivos, como las

deudas por tráfico de drogas, es más probable

todavía que no existan normas que los gobiernen,

que aparezcan pistolas u otras armas y el juego

sea ‘de vida o muerte’.

Consecuencias

Entre las consecuencias positivas, nuestros

entrevistados mencionan la obtención de ‘respeto’.

Dentro de esta categoría más amplia, se

encuentran otras consecuencias más específicas

como son el evitar humillaciones, lograr que ‘no te

pisen’ y no permitir que el adversario se

envanezca. A su vez, el hecho de que se ostente

cierto ‘respeto’, permite poder ‘estar tranquilo en la

calle’, debido a que los ‘adversarios’ raramente se

atreven a provocar. Aunque, en otros casos, para

alcanzar tal objetivo es necesario provocar un

enfrentamiento para defenderse. Por otro lado,

cuando los enfrentamientos son respuestas a una

provocación, entonces suelen tener como efecto

que el protagonista se ‘quede a gusto’ por haber

dado su merecido a quien ‘la estaba buscando’ y

por haber podido expresar su rabia. Finalmente,

las peleas tienen una serie de consecuencias

positivas que repercuten sobre el mismo grupo de

Estudios de Juventud nº 62/03

La conducta violenta en grupos juveniles: características…

155

Page 151: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

iguales: sirven para fortalecer la percepción de

unión y para reconocer a los amigos que de

verdad ‘van a estar ahí’. O simplemente para

‘hacerse unas risas’.

Las consecuencias negativas más contingentes

son, obviamente, las repercusiones físicas y

legales del enfrentamiento. Ahora bien, el margen

en el cual las consecuencias físicas de la violencia

son toleradas es bastante amplio: los jóvenes que

se implican en enfrentamientos suelen tener en

cuenta de antemano ciertas repercusiones físicas,

a veces auténticas ‘heridas de guerra’,

desplazándose, en el cálculo real de tales

consecuencias, hacia los extremos más graves.

Este margen, en cualquier caso, varía con la edad

y la experiencia, hasta que en los jóvenes que

deciden abandonar la conducta, se ha reducido al

mínimo. Otra consecuencia negativa del ejercicio

de la violencia es la proliferación de enemigos

dispuestos a vengarse, en un momento dado, de

las agresiones padecidas (el ‘mal rollo’);

circunstancia que, a su vez, obliga a moverse con

mucha circunspección. Finalmente, los violentos se

encuentran en un estado permanente de

inseguridad porque ‘no saben nunca lo que les

puede pasar’. Tal inseguridad solamente se puede

reducir de dos formas: ganando respeto, y el ciclo

se reactiva, o abandonando la conducta, y el ciclo

se interrumpe.

Existen otras consecuencias negativas, que

ningún violento cita, pero que sí lo hacen

aquéllos que han abandonado la conducta, y que

se refieren al posible arrepentimiento por las

injurias inferidas a las víctimas. Incluso para este

conjunto de consecuencias (‘sentirse mal’, ‘tener

remordimientos’, etc.), existe una serie de

recursos, sobre todo psicológicos, que logran

minimizarlas o evitarlas: crear, como hemos visto,

una imagen estereotipada de la posible víctima

que canalice y aglutine de forma sesgada los

sentimientos de rabia y animadversión, los

justifique, y permita reinterpretar el ataque como

‘cumplimiento’ de una ‘misión’. Cuando la imagen

estereotipada se descompone, y el adversario

empieza a recobrar individualidad, ya el joven se

encuentra realmente a las puertas del proceso

que le llevará al abandono definitivo de la

conducta.

Control

La percepción de auto-eficacia de los jóvenes que

se implican en conductas violentas suele ser

bastante alta, sobre todo si es comparada con la

de aquellos jóvenes que no lo hacen. Ello es

debido, por un lado, a la experiencia adquirida en

sucesivas peleas, que permite conocer las propias

capacidades y fuerza al dominio de técnicas que

las maximicen (acudiendo, a veces, a artes

marciales o musculación) y a la vigilancia del

adversario. Por otro lado, depende de los recursos

que el joven pone en juego para evitar

consecuencias negativas y que se solapan, de

alguna forma, con el control. La auto-eficacia

detiene la doble función de dotar de una mayor

seguridad al joven y, por otro lado, de definir los

límites en los que se puede ‘atrever’.

El margen de control sobre una posible situación

de enfrentamiento depende del cálculo que haga

el joven respecto a elementos externos, según la

probabilidad de que se den las condiciones que

favorecen o dificultan el éxito. En el caso de los

jóvenes que se implican en conductas violentas,

este cálculo puede evitar que decidan implicarse

en un enfrentamiento, pero, aunque el cálculo

permita al joven percibir tener un alto margen de

control, su decisión dependerá de otros elementos.

Hasta nos podemos encontrar con casos extremos

en los que, a pesar de que el joven no esté tan

seguro de poder controlar la situación, otras

consideraciones le llevan a decidir implicarse en

una pelea. Con lo anterior queremos señalar que

esta variable media entre la intención y la

realización de la conducta, pudiendo ser superflua

si los otros elementos considerados por los

jóvenes en su proceso de decisión son muy

extremos.

Ciertamente, los jóvenes violentos intentan reducir

al máximo el margen de riesgo que conlleva un

enfrentamiento: se aseguran un apoyo a través del

grupo y evitan zonas ‘conflictivas’ si se mueven

solos; planifican la pelea si es una represalia

(teniendo en cuenta la fama, el número y los

Antonio Martín González, Bárbara Scandroglio,…

Estudios de Juventud nº 62/03156

Page 152: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

contactos, los movimientos, la dotación en

artefactos y armas del adversario) y se pueden

aliar con otros grupos; evitan zonas y momentos

del día en los que es más probable que acudan las

fuerzas del orden; calculan la conveniencia del

porte de armas y del atuendo; delimitan y

evidencian, además de vigilar cuidadosamente,

aquellas señales que les permiten predecir lo que

puede ocurrir a continuación y anticiparse a los

movimientos del adversario. Podemos afirmar que

el cálculo del margen de control, logra que los

jóvenes ‘preparen’ el terreno para que puedan

ejercer la violencia de forma menos perjudicial,

pero no tanto para que puedan decidir más

acertadamente si implicarse o no en ella. Habría

que añadir, además, que frecuentemente se

encuentran en circunstancias en las cuales no es

posible llevar a cabo ningún cálculo, y tienen que

recurrir, cuando disponen de ellas, a sus

experiencias previas o a los automatismos ya

instaurados; más en general, y nos relacionamos

en este punto con el balance de las consecuencias

negativas de la conducta, la percepción de control

puede ser ficticia e inadecuada.

Parte fundamental del control lo asume el porte y

empleo de armas. Se seleccionan, como queda

indicado en el apartado Normas, para evitar tanto

daños imprevistos o graves, como problemas con

las fuerzas del orden. El porte de armas, en

cualquier caso, se relaciona estrechamente tanto

con la percepción de amenaza, de auto-eficacia y

de control, por un lado, como con el cálculo

diferencial de las consecuencias negativas, por

otro. En este sentido, puede variar a lo largo del

proceso, siendo mucho más probable que se

lleven armas, sobre todo de ataque y ofensa, al

principio; mientras que, al final sólo se mantengan

para defensa en casos extremos.

Pasando a factores más contingentes,

señalaremos los que impiden el desenlace violento

de un conflicto o establecen su término. En el

primer caso, los jóvenes hacen referencia a la

predisposición del adversario de ‘seguir adelante’ o

de evitar el enfrentamiento, reconociendo, por

ejemplo, la superioridad del ‘atacante’. Puede

suceder, también, que algún miembro del grupo no

esté motivado para un enfrentamiento y convenza

a los demás para que lo eviten. En el segundo

caso, como vimos más detalladamente en el

apartado Normas, los criterios que ponen término

a un enfrentamiento, se refieren a la gravedad de

los daños físicos provocados, a la aparición de

armas y al logro del objetivo, esto es, establecer la

superioridad respecto del adversario. Ahora bien,

los jóvenes que se implican en enfrentamientos

violentos reconocen que, en algunas ocasiones, es

muy difícil medir las injurias provocadas a la

víctima y detenerse antes de que sean demasiado

graves.

CONCLUSIONES

A partir del análisis fenomenológico presentado

sobre algunas de las dimensiones de la violencia

juvenil grupal en nuestro contexto, podemos

extraer una serie de observaciones generales de

importante valor heurístico. En primer lugar, dicha

conducta no representa, a la luz de un abordaje

empírico que cumpla los mínimos requisitos de

sistematicidad y validez, un fenómeno generado

por elementos de irracionalidad o desviaciones

individuales, sino como un comportamiento

estructurado en un sistema de normas, actitudes y

recursos conductuales que determinan los

contextos y los motivos que la justifican, las

repercusiones positivas que acarrea y las formas

para reducir al mínimo los perjuicios que ocasiona.

En segundo lugar, tal sistema se integra, se

elabora y se hace inteligible dentro de una sub-

cultura, que permite dar sentido a las propias

acciones bajo una determinada visión del mundo.

En tercer lugar, la adhesión a este sistema por

parte del joven que en ella se implica delinea un

proceso de socialización concreto que conlleva

una funcionalidad tanto para el joven que la asume

como para el grupo en el que se integra. Por

último, dicha conducta se encuadra y cobra

sentido en un contexto social determinado, y

representa un elemento genuinamente derivado y

sustentado por una sociedad a la que los que

intentamos describir, comprender y prevenir la

Estudios de Juventud nº 62/03

La conducta violenta en grupos juveniles: características…

157

Page 153: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

violencia juvenil, pertenecemos. De ahí que

nuestro cometido tenga una doble vertiente:

asumir como sociedad la responsabilidad que nos

compete como promotores indirectos de espacios

en los cuales la violencia tiene sentido y asumir

también la responsabilidad de abrir nuevos

espacios en los cuales deje de tenerlo.

AGRADECIMIENTOS

El proyecto del que se derivan los resultados

expuestos en el presente trabajo ha contado con la

financiación de la Comisión Interministerial de

Ciencia y Tecnología, a través del Proyecto Expte.

SEC97-0267, integrado en el Plan Nacional de

I+D.

Antonio Martín González, Bárbara Scandroglio,…

Estudios de Juventud nº 62/03158

Page 154: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Estudios de Juventud nº 62/03159

M AT E R I A L E S

Selección de referencias documentales sobreVIOLENCIA JUVENIL

Esta relación está formada tanto por libros, como por artículos de revista o documentos de distinta

procedencia, seleccionados en la base de datos de la Biblioteca del Instituto de la Juventud. Corresponde a

referencias posteriores a las recogidas en nuestra anterior Revista de estudios de juventud nº 42 que trataba

sobre el mismo tema.

Caso de estar interesados en alguno de los documentos pueden solicitar copia del material susceptible de

reproducción, según la legislación vigente, así como la realización de otras búsquedas retrospectivas,

dirigiéndose a la BIBLIOTECA DE JUVENTUD. Marqués de Riscal, 16.- 28010 MADRID; Tel.: 913637820-1;

Fax: 913637811; E-mail: [email protected]

Centers, Nathan L.

Inner city youth and drug dealing: a review of

the problem / Nathan L. Centers and Mark D.

Weist. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Journal of Youth and Adolescence. — v. 27, n.

3 (June 1998); p. 395-411

Bibliogr.: p. 409-411

Examen de la literatura científica acerca del tráfico

de drogas y su relación con adolescentes del

centro urbano. Uno de cada seis adolescentes de

esta zona esta mezclado en el tráfico de drogas,

con toda la problemática que conlleva:

toxicomanía, violencia, trastornos emocionales,

etc. Se subrayan los esfuerzos necesarios que se

deben realizar en el plano individual, familiar y

escolar con el fin de paliar el problema.

ISSN 0047-2891

Menores en desamparo y conflicto social /

Eugenio González (coord.). — 2ª ed. corr. y aum.

— Madrid: CCS, 1998

627 p.

Util herramienta para los profesionales que

trabajan con menores en desamparo a fin de evitar

que lleguen al conflicto social. Más de 20

especialistas contribuyen a exponer cuestiones

relacionadas con este tema, que van desde una

visión de los conceptos y causas del

desamparo/conflicto social de los menores, a las

estrategias más modernas de intervención

psicoeducativa.

ISBN 84-8316-179-6

SCHOOL violence: prevalence and intervention

strategies for at-risk adolescents / Kathleen J.

Cirillo… [et al.]. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Adolescence. — v. 33, n. 130 (Summer 1998);

p. 319-330

Bibliogr.: p. 329-330

La violencia es un hecho cada vez más frecuente

en las escuelas norteamericanas. Se intenta

conocer los efectos de la intervención social-

cognitiva en varios grupos de estudiantes,

distribuidos por hábitos y comportamientos.

ISSN 0001-8449

Jornadas sobre Violencia Juvenil Desde Una

Perspectiva Multidisciplinar. 1ª. 1996. Madrid

Page 155: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Violencia juvenil desde una perspectiva

multidisciplinar / [compilación: Carmen Ruidíaz

García]. — Madrid: Edersa, D.L. 1998

119 p. — (Colección de criminología y derecho

penal)

Bibliogr.: p. 111-119

La violencia nace de una interacción de diversos

factores de índole biológico, psicológico y

ambiental. Para combatirla se precisa de una

mentalidad que enfatice la tolerancia, el sentido de

autocrítica, la compasión por el sufrimiento ajeno,

el valor de la vida o la solidaridad. Se demuestra

como los índices de violencia en los jóvenes están

alcanzando dimensiones preocupantes.

ISBN 84-7130-903-3

González García, Ernesto

Televisión y educación / Ernesto González

García. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Crítica. — n. 858 (septiembre-octubre 1998); p.

41-44

Se analiza el alcance del impacto televisivo en la

socialización infantil y juvenil, así como la

configuración de los nuevos hábitos de

pensamiento de acción de los escolares que

propicia el medio televisual. Dentro de estos temas

se observa como la violencia televisiva suscita en

la audiencia juvenil conductas imitativas de

carácter agresivo pero de diverso grado, según las

defensas y el carácter de los receptores.

ISSN 1131-6497

Aquatias, Sylvain

Temps morts et mouvement perpétuel: l'ennui

des jeunes de cité / Sylvain Aquatias. — [S.l.]:

[s.n.], 1998

En: Revue française des affaires sociales. — n. 3

(julliet-septembre 1998); p. 127-137

La sensación de hastío y aburrimiento suele

afectar a los jóvenes de los suburbios. Para

remediarla se debe configurar un tipo de

relaciones sociales que busquen romper con la

monotonía por medio de una mayor valoración del

acontecimiento y mejorando las condiciones de

vida. Sin embargo, la novedad suele constituirse

con alguna acción de peligro, violenta, que

proporciona, además, una mayor sensación de

autoafirmación.

ISSN 0035-2985

Martín Serrano, Manuel

Factores socioantropológicos: significados que

tiene la vinculación que se ha establecido entre

juventud y violencia / Manuel Martín Serrano. —

[S.l.]: [s.n.], 1998

En: Revista de estudios de juventud. — n. 42

(octubre 1998); p. 9-14 La correlación entre

violencia y juventud se ha demostrado como falsa.

Esta investigación examina algunas dinámicas de

naturaleza social y antropológica que llevan a la

inculpación generacional de la juventud.

ISSN 0211-4364

Nebreda, Begoña

Jóvenes, violencia y televisión / Begoña

Nebreda, Alejandro Perales. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Revista de estudios de juventud. — n. 42

(octubre 1998); p. 15-20

En la actualidad existe una gran preocupación en

la sociedad por la influencia de la televisión sobre

los jóvenes. Se plantea el significado de la

violencia televisiva y su influencia en la juventud.

ISSN 0211-4364

Calvo Buezas, Tomás

La violencia racista y xenófoba: una minoría

frente a una mayoría de jóvenes solidarios /

Tomás Calvo Buezas. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Revista de estudios de juventud. — n. 42

(octubre 1998) p. 21-33

Según una encuesta realizada entre jóvenes

en 1997, un 10% se declara racista. A pesar

Materiales

160Estudios de Juventud nº 62/03

Page 156: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

de esta radicalización, un sector mayoritario

de la juventud muestra tendencias más

tolerantes y solidarias, lo que hace pensar

que el racismo ha tocado techo con tendencia

a la baja.

ISSN 0211-4364

Juste Ortega, Mª Gracia

La violencia hacia los hijos dentro del

ámbito familiar: lo que opinan los

españoles / Mª Gracia Juste Ortega, José

Manuel Morales González. — [S.l.]: [s.n.],

1998

En: Revista de estudios de juventud. — n. 42

(octubre 1998); p. 35-46

Tablas

Estudio acerca de los malos tratos infantiles

analizado según tramos de edad. Para su

realización se ha entrevistado a 3.500

españoles de los cuales 2.254 eran padres o

madres. Los resultados reflejan sus actitudes

en el uso de comportamientos agresivos y

autoritarios.

ISSN 0211-4364

Ortega Ruiz, Rosario

Violencia escolar: su presencia en Institutos

de educación secundaria en Andalucía /

Rosario Ortega Ruiz, Juan Carlos Angulo

García. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Revista de estudios de juventud. — n. 42

(octubre 1998); p. 47-61

Tablas y gráficas

Según una investigación realizada entre 2828

alumnos/as andaluces de secundaria se

identifican tres roles: el individuo dominante, el

sumiso y el mero espectador pasivo. Este

fenómeno desarrolla un esquema dominio-

sumisión que se convierte en un tipo de

relación interpersonal con la que es necesario

acabar.

ISSN 0211-4364

Díaz-Aguado Jalón, Mª José

Prevenir la violencia desde la escuela:

programas desarrollados a partir de la

investigación-acción / Mª José Diaz-Aguado.

— [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Revista de estudios de juventud. — n. 42

(octubre 1998); p. 63-73

Bibliogr.: p. 72-73

Se describe el proceso de investigación-

acción que se ha seguido para desarrollar y

comprobar los Programas de Educación para

la Tolerancia y Prevención de la Violencia en

la escuela. El estudio ha demostrado su

eficacia para reducir el riesgo, de que el

alumno recurra a la violencia o sea su

víctima.

ISSN 0211-4364

Díaz-Aguado Jalón, Mª José

Referencias de prensa y televisión sobre

los programas de educación para la

tolerancia y prevención de la violencia en

los jóvenes / Mª José Díaz-Aguado. — [S.l.]:

[s.n.], 1998

En: Revista de estudios de juventud. — n. 42

(octubre 1998); p. 75-77

Recoge reseñas aparecidas recientemente en los

de medios de comunicación sobre este tipo de

programas.

ISSN 0211-4364

Ruiz Calvo, Isabel Mª

Bibliografía y estudios concernientes al

tema / Isabel Mª Ruiz Calvo. — [S.l.]: [s.n.],

1998

En: Revista de estudios de juventud. — n. 42

(octubre 1998); p. 79-83

Bibliografía comentada sobre violencia y juventud

relacionada con los temas incluidos en este

número de la revista.

ISSN 0211-4364

Selección de referencias documentales

161Estudios de Juventud nº 62/03

Page 157: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

SELECCION de referencias documentales,

contenidas en la base de datos de la Biblioteca

de Juventud, sobre violencia juvenil. — [S.l.]:

[s.n.], 1998

En: Revista de estudios de juventud. — n. 42

(octubre 1998); p. 85-92

ISSN 0211-4364

García Galera, María del Carmen

Incidencia de la violencia televisiva en el

proceso educativo infantil / María del Carmen

García Galera. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Cuadernos de realidades sociales. — n. 52

(enero 1998); p. 99-122

Bibliogr.: p. 120-122

Investigación sobre la influencia de la violencia

televisiva en la infancia. Hoy en día la televisión es un

agente socializador que interviene en el desarrollo

individual de las personas. A través de esta

investigación se puede observar que la televisión no

influye de forma homogénea en los niños.

ISBN 84-600-5734-8

León, Magaly

¿Qué hay en medio de los medios?: violencia

vs. democracia: una guerra fría combatida por

jóvenes calientes / Magaly León. — [S.l.]: [s.n.],

1998

En: Jóvenes. — n. 7 (abril-diciembre 1998); p. 110-

118

Análisis sobre los valores de violencia y

democracia en los medios de comunicación que

influyen en el comportamiento de los jóvenes.

ISSN 1405-406X

La premsa envers la violència juvenil i la presó.

— [Barcelona]: Centre d'Estudis Jurídics i

Formació Especialitzada, 1998

8 p. — (Butlletí de difusió de recerques socials i

criminològiques. Invesbreu criminologia; 7)

Se presentan los resúmenes de dos

investigaciones inéditas. La primera estudia la

evolución de la prensa hacia las instituciones

penitenciarias en el periodo comprendido entre

1970 y 1994, a través del examen de 2.548

ejemplares de distintos diarios. El segundo trabajo

analiza qué es lo que denomina la prensa escrita

como "violencia juvenil", con el estudio, durante

veinte años, del periódico de referencia El País.

ISSN 1138-5014

Twemlow, Stuart W.

The application of traditional martial arts

practice and theory to thetreatment of violent

adolescents / Stuart W. Twemlow and Frank C.

Sacco. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Adolescence. — vol. 33, n. 131 (Fall 1998); p.

505-518

Bibliogr.: p. 517-518

Se propone la práctica de las artes marciales

como terapia alternativa a la violencia juvenil. Se

demuestra que ayudan a la construcción del ego y

un buen entrenamiento mejora en control de los

impulsos agresivos, además de ser muy

recomendable para aumentar la coordinación

mente/cuerpo. También se describen ejemplos

clínicos de la aplicación de este programa en

escuelas de artes marciales, residencias de

tratamiento y escuelas públicas.

ISSN 0001-8449

Alonso, César

Compañeros de guerra: violencia en las aulas /

Cesar Alonso, Beatriz León. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Entre estudiantes- n. 73 (octubre-noviembre

1998); p. 53-56

En los centros educativos españoles se están

dando cada vez con más frecuencia casos de

violencia. Según el catedrático Javier Elzo no se

están produciendo más actos violentos que en el

pasado, lo que ocurre es que hay una mayor

sensibilización al respecto, y hoy en día existe una

Materiales

162Estudios de Juventud nº 62/03

Page 158: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

educación más permisiva que provoca que los

jóvenes manejen a los profesores. Lo que sí es

cierto es que un gran porcentaje de estudiantes

afirma ser víctima de malos tratos y agresiones por

parte de compañeros. Se hace necesaria una

erradicación del problema a través de la sociedad

y la familia.

Las MARAS en El Salvador: la experiencia de la

asociación juvenil Homies Unidos. — [S.l.]:

[s.n.], 1998

En: Revista Iberoamericana de Juventud. — n. 4

(enero 1998); p. 68-77

Gráficos

Uno de lo principales problemas de El

Salvador con la violencia juvenil es el de las

pandillas juveniles o maras. Homies Unidos es

una asociación de pandilleros que intenta

ayudar a aquellos que quieren salir del

submundo de las drogas y la violencia, a

través de talleres. Esta asociación trabaja en

colaboración con organismos internacionales y

salvadoreños.

Cánovas, Guillermo

La agresividad en la adolescencia / Guillermo

Cánovas, Marta Burgos. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Hacer familia. — n. 58 (diciembre 1998); p. 39-

46

Educar adolescentes. Coleccionable sobre

problemas y riesgos de la edad

La violencia se ha convertido para muchos

adolescentes en una nueva forma de

comportarse. Según el estudio realizado por la

Universidad de Valencia en 1996, un 34% de los

jóvenes entrevistados de 14 a 16 años,

reconoce incurrir en agresiones físicas. Se

conceptualiza lo que es la agresividad,

averiguando sus motivaciones, y se ofrecen una

serie de pautas para evitar este tipo de

comportamiento.

ISSN 1133-8687

GUIA jurídica contra la violencia, el racismo y

la intolerancia / Movimiento contra la Intolerancia.

— Madrid: Jóvenes contra la Intolerancia, [1999?]

16 p.

Se aportan los conocimientos e instrumentos

jurídicos necesarios, para que jóvenes y

ciudadanos puedan reaccionar eficazmente ante

cualquier manifestación que atente contra los

derechos que salvaguardan la personalidad y

dignidad humana.

JOVENES violentos: causas psicosociológicas

de la violencia de grupo / Concepción Fernández

Villanueva [ed.]; Roberto Domínguez Bilbao, Juan

Carlos Revilla Castro, Leonor Gimeno Giménez. —

[Barcelona]: Icaria, D.L. 1998

383 p. — (Antrazyt; 118)

Bibliogr.: p. 371-383

Serie de investigaciones que relacionan juventud,

grupalidad y violencia. Se analiza la violencia

xenófoba y racista, sostenida por la identidad y la

ideología, y englobada por el deporte, las bandas

juveniles y aquellas manifestaciones violentas

denominadas "inespecíficas". Por medio de

entrevistas de grupo se analizan las narraciones

de los protagonistas, prestando especial atención

al lenguaje, y se destaca que los beneficios que

los jóvenes violentos obtienen de su

comportamiento son de tipo simbólico, aportando

significación a su identidad.

ISBN 84-7426-370-0

Olweus, Dan

Conductas de acoso y amenaza entre escolares

/ Dan Olweus; [traducido por Roc Filella]. —

Madrid: Morata, D.L. 1998

167 p. — (Pedagogía. La pedagogía hoy)

Traducido de: Bullylling at scholl. What we know

and what we can do.

Incluye índices

Bibliogr.: p. 153-158

Los problemas derivados de las situaciones de

acoso y las amenazas son motivo de preocupación

entre profesores, alumnos y familias. Se estudian

Selección de referencias documentales

163Estudios de Juventud nº 62/03

Page 159: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

las causas de estas conductas y se describen los

principales métodos para contrarrestarlas y

prevenirlas. Así mismo se presenta un programa

de intervención, ya puesto en marcha en muchos

colegios, que se ha revelado eficaz en el momento

de hacer frente a comportamientos antisociales.

ISBN 84-7112-427-0

VIOLENCIA, televisión y cine / José Sanmartín,

James S. Grisolía, Santiago Grisolía [eds.]. —

Barcelona: Ariel, 1998

158 p. — (Estudios sobre violencia)

Incluye bibliografías

Se presentan las contribuciones de importantes

científicos de la comunicación social, expertos en

materia de violencia en los medios de

comunicación audiovisual. Además de ofrecer el

panorama de esta problemática, se incluyen una

serie de recomendaciones de tipo práctico

dirigidas a la industria audiovisual, a los padres, a

los educadores y a los políticos. Se presta especial

atención al sector infantil y juvenil por el número

de horas que ven la televisión y la incidencia que

tiene en su formación.

ISBN 84-344-7465-4

[EDUCACION para la paz: material didáctico] /

Cruz Roja Juventud. — [Madrid]: Cruz Roja

Juventud, D.L. 1999

1 caja (pag. var.)

Incluye: Manual de no-violencia, manual de

estrategias de cambio y manual de instrumentos

de cambio

En las sociedades actuales se asiste a un

aumento de los niveles de violencia y a la pérdida

de valores en el sector juvenil. Por ello se justifica

la intervención de jóvenes concienciados que, por

medio de la educación, prevengan las conductas

violentas y doten a los individuos de instrumentos

con los que enfrentarse a los problemas sin

recurrir a la violencia. Para ayudarles en esta tarea

se ofrecen una serie de materiales con el objetivo

de construir un mundo dónde la "no violencia" y la

solidaridad primen en todas las dimensiones.

Feldman, S. Shirley

Conflict negotiation tactics in romantic

relationships in High School students / S.

Shirley Feldman and L. Kris Gowen. — [S.l.]: [s.n.],

1998

En: Journal of youth and adolescence. — v. 27, n.

6 (December 1998); p. 691-717

Bibliogr.: p. 714-717

En las relaciones románticas de los jóvenes

aparecen, con relativa frecuencia, conflictos. Se

estudian las relaciones de 869 estudiantes,

atendiendo, sobre todo, al grado de agresividad y

violencia que emplean en sus discusiones.

ISSN 0047-2891

García Santiago, Angel

La convivencia entre los escolares de

secundaria de Cantabria / coordinación: Luz Paz

Benito/ realización: Angel García Santiago, Juan

Carlos Zubieta Irún. — [Santander]: Gobierno de

Cantabria. Dirección General de Juventud, D.L.

1999

95 p.: tab., gráf.

Incluye anexos

Con los resultados de esta investigación se

pretende lograr que padres y profesores faciliten

una convivencia óptima entre los escolares. Los

ámbitos temáticos que se analizan son: las

relaciones entre escolares, los indicadores de

agresiones, las reacciones ante los

comportamientos violentos, las opiniones y

actitudes hacia la violencia, el rendimiento

académico y los indicadores del entorno social de

los estudiantes.

Durán González, Javier

Una reflexión sobre la violencia en la sociedad

moderna / Javier Durán González. — Madrid:

Instituto de la Juventud, [1998?]

[45] p.: tab.

Ponencia y materiales presentados en las

Jornadas "Medios de Comunicación por y para los

Jóvenes" celebradas en Salamanca, los días 18 y

19 de noviembre de 1998. Dicha ponencia

Materiales

164Estudios de Juventud nº 62/03

Page 160: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

presenta otro tit.: "Deporte y medios de

comunicación: una propuesta educativa. Hacia una

educación crítica y responsable ante los grandes

espectáculos deportivos televisados".

Bibliograf.: p. 44-45

Propuesta para educar sobre los medios de

comunicación a través del deporte en la que se

analizan cuestiones como: los intereses y

presiones que se esconden tras el proceso de

elaboración de los documentos deportivos; los

métodos retóricos que se utilizan para

producirlos; y los efectos que ejercen sobre las

audiencias.

Díaz-Aguado Jalón, Mª José

Prevenir la violencia y educar para la paz en

un nuevo milenio / María José Díaz-Aguado.

— Madrid: Instituto de la Juventud, [1999?]

34 p.

Conferencia inaugural de las Jornadas sobre

Prevención de la Violencia celebradas en Sevilla,

el 4 de febrero de 1999.

Se estudia la situación de la violencia juvenil

en la actualidad incidiendo especialmente en la

prevención de la misma. Para ello se analiza el

papel del conjunto de la sociedad y de los

medios de comunicación en dicha prevención y

los diferentes programas de educación para la

paz y la tolerancia desarrollados en la escuela.

Ferres, Joan

La violencia televisiva / Joan Ferrés. —

Madrid: Instituto de la Juventud, [1999?]

6 p.

Ponencia presentada en las Jornadas sobre

Prevención de la Violencia celebradas en Sevilla,

los días 4 y 5 de febrero de 1999.

Análisis de los efectos de la violencia televisiva

en los espectadores, de cómo éstos la

interpretan y la interiorizan. En definitiva, de

cómo el espectador construye sus propios

valores a partir de los estímulos que le ofrece

la televisión.

Ibarra Blanco, EstebanViolencia e intolerancia en la España de los 90 /Esteban Ibarra. — Madrid: Instituto de la Juventud,[1999?]

5 p.

Ponencia presentada en las Jornadas sobre

Prevención de la Violencia, celebradas en Sevilla,

los días 4 y 5 de febrero de 1999.Descripción del movimiento skin, como grupoviolento en expansión en Europa, incluida España,en la década de los 90. Se abordan aspectoscomo su ideología, su estética y su organizaciónen grupos y redes.

Ladrón de Guevara, Carlos

La prevención de la violencia en la escuela /

Carlos Ladrón de Guevara. — Madrid: Instituto de

la Juventud, [1999?]

4 p.

Ponencia presentada en las Jornadas sobre

Prevención de la Violencia, celebradas el 4 y 5 de

febrero de 1999 en Sevilla.Propuesta de una serie de medidas para que laescuela se convierta en un ámbito de prevención,para formar a ciudadanos que sean capaces dedesenvolverse y de resolver conflictos sinnecesidad de utilizar la violencia.

Sánchez, Mª Esperanza

El papel de los medios de comunicación en la

prevención de la violencia / Mª Esperanza

Sánchez. — Madrid: Instituto de la Juventud,

[1999?]

13 p.

Ponencia presentada en las Jornadas sobre

Prevención de la Violencia, celebradas en

Sevilla, los días 4 y 5 de febrero de 1999.

Partiendo de la idea de que la sociedad vive

inmersa en la violencia y que los medios de

comunicación social se hacen eco de ella,

cuando no la provocan, se realizan algunas

propuestas para que dichos medios

contribuyan a la defensa de la paz, frente a la

violencia.

Selección de referencias documentales

165Estudios de Juventud nº 62/03

Page 161: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

PREVENCION de [la] violencia a través de la

actividad física y el deporte: un modelo de

intervención con jóvenes socialmente

desfavorecidos / Javier Durán González…[et al.].

— Madrid: Instituto de la Juventud,

[1999?]

18 p.

Ponencia presentada en las Jornadas sobre

Prevención de la Violencia, celebradas en Sevilla

los días 4 y 5 de febrero de 1999.

Bibliogr.: p. 12-14

Presentación de un proyecto de colaboración entre

el Instituto Nacional de Educación Física a

Distancia y el programa de Aulas-Taller y Garantía

Social de la Comunidad de Madrid. Su objetivo es

potenciar la actividad física y el deporte como

instrumento integrador y transmisor de valores

sociales entre jóvenes pertenecientes a las capas

más desfavorecidas.

Planella, Jordi

Repensar la violencia: usos y abusos de la

violencia como forma de comunicación en

niños y adolescentes en situación de riesgo

social / Jordi Planella. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Educación social. — n. 10 (septiembre-

diciembre 1998); p. 92-107

Bibliogr.: p. 107

Partiendo de un análisis conceptual de la

violencia y de la agresividad, se indaga sobre el

hecho de conocer si el aumento de la violencia

adolescente responde a un nuevo fenómeno, o

bien siempre ha estado presente y se negaba su

existencia. Se analiza la realidad social de los

adolescentes en conflicto y se proponen algunos

planteamientos pedagógicos para la intervención

socioeducativa.

PROGRAMA de las Jornadas sobre Ideología,

Violencia y Juventud: [celebradas] en Logroño,

los días 18 y 19 de junio de 1998. — Madrid:

Instituto de la Juventud, [1998?]

3 h.

Martín Serrano, Manuel

[Violencia e identidad colectiva] / Manuel Martín

Serrano. — Madrid: Instituto de la Juventud,

[1998?]

31 p.: tab.

Ponencia presentada en las Jornadas sobre

Ideología, Violencia y Juventud celebradas en

Logroño los días 18 y 19 de junio de 1998, en la

mesa redonda "Violencia e identidad colectiva".

Tras presentar una serie de datos procedentes

de investigaciones sobre las identidades

sociales de los últimos sesenta años a nivel

mundial, se aportan datos de estudios

realizados en España sobre la vinculación

entre la producción de identidades colectivas,

consecuencia de la organización autonómica

del Estado, y el desarrollo de actitudes

etnocéntricas, estereotipadas y

discriminatorias.

DOSSIER de prensa: Jornadas sobre Ideología,

Violencia y Juventud, Logroño, 18 y 19 de junio

de 1998 / Guardia Civil, Dirección General. —

Madrid: Instituto de la Juventud, [1998?]

18 h.

Tras presentar el programa de las Jornadas se

describe la situación de las tribus urbanas en

España y se aportan datos estadísticos de la

Guardia Civil sobre delincuencia juvenil en 1997.

Castellá i Clave, Antoni

[Unió de Joves] / Antoni Castellá i Clavé. —

Madrid: Instituto de la Juventud, [1998?]

6 p.

Intervención de la mesa redonda "Los jóvenes

ante la violencia. Opciones de futuro" dentro de las

Jornadas sobre Ideología, Violencia y Juventud

celebradas en Logroño los días 18 y 19 de junio

de 1998.

Reflexión sobre el papel que tiene la justicia en la

prevención e inserción de los jóvenes violentos en

la comunidad y sobre la necesidad de la

aprobación del proyecto de ley de justicia de

menores en España.

Materiales

166Estudios de Juventud nº 62/03

Page 162: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Moreno Hernández, Javier

[La violencia callejera] / Javier Moreno

Hernández. — Madrid: Instituto de la Juventud,

[1998?]

9 h.: gráf.

Comunicación de la mesa redonda "Violencia

e identidad colectiva" presentada en las

Jornadas sobre Ideología, Violencia y

Juventud celebradas en Logroño los días 18

y 19 de junio de 1998.

Datos estadísticos de los años 96 y 97 sobre

los objetivos de la violencia callejera del

entorno de ETA en el País Vasco y Navarra

principalmente: empresas de transporte,

sucursales bancarias, y fuerzas policiales.

[Violencia, juventud y movimientos sociales

marginales]. — Madrid: Instituto de la Juventud,

[1998?]

19 p.

Comunicación presentada en la mesa redonda

"Violencia, juventud y movimientos sociales

marginales" dentro de las Jornadas sobre

Ideología, Violencia y Juventud celebradas en

Logroño los días 18 y 19 de junio de 1998.

Análisis de los aspectos que confluyen en el

origen de las llamadas tribus urbanas y

descripción entre otras de los punks, rockers,

heavies, maquineros, hooligans, skinheads y

okupas. Se estudia sus intereses y

actividades, su ideología, el nivel de

conflictividad, etc,

Zulueta San Sebastián, Endika

Violencia y juventud / Endika Zulueta San

Sebastián. — Madrid: Instituto de la Juventud,

[1998?]

14 p.

Ponencia presentada en las Jornadas sobre

Ideología, Violencia y Juventud celebradas en

Logroño los días 18 y 19 de junio de 1998.

Tras hacer especial hincapié, no tanto en los

actos de violencia protagonizados por los

jóvenes, sino en las situaciones de violencia que

sufren los mismos: falta de trabajo, de vivienda,

la marginalidad, etc.; se pasa a analizar, por un

lado, las escasas ofertas de ocio a la juventud

que desembocan en el binomio drogas y fútbol

y, por otro, el papel de los medios de

comunicación como "educadores" para la

violencia.

Elzo Imaz, Francisco Javier

[Racismo y xenofobia] / Javier Elzo Imaz. —

Madrid: Instituto de la Juventud, [1998?]

10 h.

Comunicación presentada en las Jornadas sobre

Ideología, Violencia y Juventud celebradas en

Logroño los días 18 y 19 de junio de 1998, dentro

de la mesa redonda "Racismo y xenofobia".

En una primera parte se presentan resumidos los

resultados de una investigación realizada a los

jóvenes escolares vascos en el año 1996 y, en una

segunda parte, se analizan de dónde provienen los

riesgos del aumento de las actitudes y

comportamientos racistas y xenófobos de los

jóvenes "normales" europeos en general y de

España en particular.

Moreno Díaz, José Antonio

[Racismo y xenofobia] / José Antonio Moreno

Díaz. — Madrid: Instituto de la Juventud, [1998?]

10 h.: tab.

Comunicación presentada en las Jornadas sobre

Ideología, Violencia y Juventud celebradas en

Logroño los días 18 y 19 de junio de 1998 dentro

de la mesa redonda "Racismo y xenofobia".

Análisis del racismo bajo la perspectiva de la

historia, la administración y la sociedad

españolas. Se añade un anexo con algunos

datos recogidos en una encuesta de 1997

realizada al alumnado de los niveles de

Secundaria, BUP, COU y FP en las 17

Comunidades Autónomas. El analista y redactor

del proyecto y del cuestionario es Tomás Calvo

Buezas y el objetivo es estudiar los

comportamientos racistas y xenófobos de

adolescentes y jóvenes.

Selección de referencias documentales

167Estudios de Juventud nº 62/03

Page 163: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Costa i Badia, Pere-Oriol

[Factores presentes en el fenómeno de las

tribus urbanas: algunas propuestas de

actuación] / Pere-Oriol Costa. — Madrid: Instituto

de la Juventud, [1998?]

6 h.

Ponencia presentada en las Jornadas sobre

Ideología, Violencia y Juventud celebradas en

Logroño los días 18 y 19 de junio de 1998.

En base a un trabajo de investigación realizado

sobre las tribus urbanas en Barcelona y otras

ciudades cercanas se analizan las causas de

dicho fenómeno y una serie de recomendaciones

para la prevención de la violencia ejercida por

estos grupos.

Torres, Mikel

Los jóvenes ante la violencia: opciones de

futuro / Mikel Torres. — Madrid: Instituto de la

Juventud, [1998?]

4 h.

Comunicación presentada en las Jornadas sobre

Ideología, Violencia y Juventud celebradas en

Logroño los días 18 y 19 de junio de 1998.

Desde las Juventudes Socialistas de Euskadi

se incide en la necesidad de que los jóvenes

participen en diferentes asociaciones, bien de

carácter social o político, para colaborar,

trabajar y defender valores como la justicia, la

libertad y la tolerancia. Se añade la educación

como factor indispensable para asumir

colectivamente comportamientos más solidarios

y democráticos.

Ruiz Gómez, Julián

Racismo y xenofobia: una mirada al interior /

por Julián Ruiz Gómez. — Madrid: Instituto de la

Juventud, [1998?]

2 h.

Comunicación presentada en las Jornadas sobre

Ideología, Violencia y Juventud celebradas los días

18 y 19 de junio de 1998 en Logroño.

Análisis del racismo y la xenofobia desde el interior

de cada ser humano, desde la capacidad que tiene

para justificar racionalmente lo injustificable si eso

conviene a los sentimientos.

Salcedo Muñoz, Benito

Racismo, ideología y actitudes de los grupos

racistas e inmigración: situación y evolución /

Benito Salcedo Muñoz. — Madrid: Instituto de la

Juventud, [1998?]

16 h.

Ponencia presentada en las Jornadas sobre

Ideología, Violencia y Juventud celebradas en

Logroño los días 18 y 19 de junio de 1998.

Estudio del desarrollo de las sociedades

multiculturales y la presión inmigratoria en los

años 90 en Europa occidental destacando el

caso español. Se aportan una serie de datos

procedentes de una investigación del CIS para

explicar las causas de la violencia racista y

xenófoba y los distintos grupos que la

encabezan.

Nieto Rodríguez, Manuel

Conclusiones de las Jornadas sobre Ideología,

Violencia y Juventud: Logroño, 18 y 19 de junio

de 1998 / Manuel Nieto Rodríguez. — Madrid:

Instituto de la Juventud, [1998?]

9 h.

Pascal Lizarraga, Mariano

[Violencia e identidad colectiva] / Mariano

Pascal Lizarraga. — Madrid: Instituto de la

Juventud, [1998?]

6 h.

Comunicación presentada en la mesa redonda

"Violencia e identidad colectiva" dentro de las

Jornadas sobre Ideología, Violencia y Juventud

celebradas en Logroño los días 18 y 19 de junio

de 1998.

Descripción de la situación de la Universidad

Pública de Navarra, de la coacción y violencia

utilizada por un sector reducido del alumnado, y de

las juventudes de Jarrai y su identidad como

grupo.

Materiales

168Estudios de Juventud nº 62/03

Page 164: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Reyzabal, Mª Victoria

Educar para la responsabilidad / Mª Victoria

Reyzábal, Mª Antonia Casanova. — Madrid:

Cáritas Española, 1998

En: Cáritas. — n. 383 (abril 1998); p. 17-28

Suplemento Cáritas nº 383

Bibliogr.: p. 28

Reflexión sobre la educación como elemento

preventivo fundamental para combatir la violencia

en las aulas. Se presentan una serie de actitudes

y métodos educativos idóneos que deben trabajar

los padres y docentes con los niños y

adolescentes.

ISSN 1138-2139

ARE rural gang members similar to their urban

peers?: implications for rural communities /

William P. Evans… [et al.]. — Thousand Oaks

(California): Sage Publications, 1999

En: Youth and Society. — vol. 30, n. 3 (March

1999); p. 267-282

Tablas

Bibliogr.: p. 280-282

Estudio comparativo entre las bandas juveniles

urbanas y las que actúan en el medio rural.

Presentan algunas diferencias como es el hecho

de que en el medio urbano los adolescentes

suelen tener amigos o conocidos en las bandas y

son amenazados para pertenecer a las mismas.

Además viven cada día la violencia en su

entorno y en la propia escuela. Aparte de señalar

algunas de estas diferencias se analizan las

implicaciones de este fenómeno en las

comunidades rurales y posibles programas y

actuaciones de prevención.

ISSN 0044-118X

Bosworth, Kris

A computer-based violence prevention

intervention for young adolescents: pilot study

/ kris Bosworth, Dorothy Espelage, and Tracy

DuBay. — San Diego: Libra, 1998

En: Adolescence. — vol. 33, n. 132 (winter 1998);

p. 785-795

Tablas

Bibliogr.: p. 794-795

Existen varias investigaciones estadounidenses

que se proponen utilizar la tecnología como un

instrumento para enseñar a los adolescentes a

resolver los conflictos sin violencia. Es el caso del

proyecto piloto "SMART Talk", una herramienta

multimedia que enseña a controlar las situaciones

de enfado y de cierta agresividad utilizando, entre

otros recursos, juegos, entrevistas de valoración

interactivas, y dibujos animados.

ISSN 0001-8449

Fernández García, Isabel

Manifestaciones de violencia en la escuela: el

clima escolar / Isabel Fernández García. —

Madrid: Movimiento Junior de Acción Católica,

1998

En: Movimiento Junior en Marcha. — n. 129 (julio-

agosto 1998); págs. centrales

Separata nº 51

Tras señalar algunos de los factores-causas

de la agresividad en el ámbito de la escuela,

se analizan diferentes tipos de hechos

violentos destacando la violencia

interpersonal entre los alumnos. Por último, se

sugieren una serie de propuestas de

intervención que desde los centros y las

autoridades educativas deberían llevarse a la

práctica para erradicar el fenómeno de la

violencia en el ámbito escolar.

HACIA un foro de intercambio de experiencias

juveniles en la prevención de la violencia / Cruz

Roja Juventud. — [S.l.]: [s.n.], 1999

En:. Entrejóvenes. — n. 54 (enero-marzo 1999); p.

11-14

Cruz Roja Juventud ha iniciado el programa

de Prevención de Conductas Violentas en

Jóvenes. Con él se pretende implementar las

Selección de referencias documentales

169Estudios de Juventud nº 62/03

Page 165: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

bases para trabajar la educación para la paz

desde la perspectiva de la no violencia. En

este marco se celebraron las Jornadas de

Reflexión contra la Violencia donde se

trataron temas como el carácter de invención

humana de la guerra, la labor de las

asociaciones juveniles, el papel de los medios

de comunicación y la violencia en las aulas.

Rodrigo, Miquel

Los medios de comunicación: ¿producen o

reflejan la violencia? / Miquel Rodrigo, Anna

Estrada. — [S.l.]: [s.n.], 1999

En: Entrejóvenes. — n. 54 (enero-marzo 1999); p.

17-18

El debate sobre la violencia de los medios de

comunicación genera dos opiniones: las que

los ven con parte de responsabilidad en el

aumento de la violencia o las que

simplemente los ven como un espejo de la

violencia ya existente. Se concluye con que

ninguna de las dos opciones es válida por

completo, ya que intervienen multitud de

factores en los comportamientos violentos.

Hernández, Araceli

¿Por qué son violentos los jóvenes? / Araceli

Hernández. — [S.l.]: [s.n.], 1999

En: Entrejóvenes. — n. 54 (enero-marzo 1999); p.

19-20

En muchas ocasiones el comportamiento

agresivo y violento es una respuesta que

obedece a la necesidad de experimentar

nuevas emociones, bien por rebeldía, bien por

sentimiento de inferioridad. Sin embargo, más

probable es que el agresor haya sido objeto de

malos tratos en su infancia. Un niño maltratado

tiene una alta probabilidad de ser un

adolescente y adulto maltratador. A estos

factores cabe añadir el debilitamiento de ciertos

valores humanos como la solidaridad, el

respeto a la diversidad, etc.

La VIOLENCIA juvenil en el Senado / Redacción.

— [S.l.]: [s.n.], 1999

En: Entrejóvenes. — n. 54 (enero-marzo 1999); p.

25-26

La violencia gratuita se extiende entre los jóvenes

de 14 a 17 años, generalmente pertenecientes a

clases acomodadas, que utilizan la agresividad

como forma de diversión. La Comisión de Justicia

del Senado ha elaborado un informe donde se

estudia esta situación. Las soluciones ante este

fenómeno giran alrededor de la intervención

educativa en la familia, las pandillas y la escuela,

además del control de la violencia de los medios

de comunicación.

Avià, Salvador

La mediación: un enfoque distinto en la

resolución de conflictos / Salvador Avià. — [S.l.]:

[s.n.], 1999

En: Entrejóvenes. — n. 54 (enero-marzo 1999); p.

27

La mediación es una práctica eminentemente

práctica y participativa. El mediador facilita el

proceso de dialogo y ofrece vías a los

protagonistas del conflicto para que resuelvan sus

problemas. Experiencias como las del Ulster

demuestran la viabilidad de esta práctica.

Una NUEVA cultura para los jóvenes / José

Hurtado Sánchez, ed. — Sevilla: Area de Cultura,

Ayuntamiento, D.L. 1999

140 p.: tab.

Ciclo de conferencias "Una nueva cultura para los

jóvenes del siglo XXI" celebradas en Sevilla, los

días 3-6 de noviembre de 1998.

Análisis de la juventud de cara al nuevo milenio

desde varias perspectivas. Se estudia el concepto de

juventud y los comportamientos y actitudes propios

de los jóvenes de los noventa. Se señala también el

problema de la violencia, el fenómeno religioso y el

sentido de ciudadanía entre los jóvenes.

ISBN 84-95020-46-7

Materiales

170Estudios de Juventud nº 62/03

Page 166: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

MATERIALES de apoyo al programa "Convivir

es vivir" / [dirección y coordinación, José Luis

Carbonell Fernández; coordinación técnica, Ana

Isabel Peña Gallego]. — 3ª ed. — Madrid:

Dirección Provincial del Ministerio de Educación y

Cultura de Madrid, 1999

4 v.

Contiene: v.1. Programa para el desarrollo de la

convivencia y la prevención de la violencia escolar

- v.2. Estrategias para la solución de los conflictos

- v.3. Aprender a vivir juntos - v.4. Mejorar la

convivencia, una tarea de todos: buenas prácticas

Recursos didácticos del programa para el

desarrollo de la convivencia en centros

educativos de la Comunidad de Madrid. Los

objetivos generales del programa son: mejorar

los niveles de convivencia en el centro escolar

y en su entorno más próximo, mediante una

coordinación interinstitucional de actuaciones y

recursos; y, prevenir la aparición de actos

violentos dentro y fuera de la institución

escolar.

ISBN 84-930494-1-7 (T.I.)

ISBN 84-930494-0-9 (T.II)/84-930494-2-5 (T.III)/84-

930494-3-3(T.IV)

NIÑOS y violencia. — Florencia: Centro

Internacional par el Desarrollo del Niño de

UNICEF, 1999

24 p.: il.

Innocent Digest, nº 2 (abril 1999)

Monográfico sobre la violencia, tanto intrafamiliar

como extrafamiliar, que sufren los niños en el

mundo. Se añade el manifiesto de la

Convención sobre los Derechos del Niño de

1989 y ratificado en 1997, que ofrece principios

y normas para proteger a los niños de la

violencia y para tratar a los que ejercen dicha

violencia.

Marcus, Robert F.

A gender-linked exploratory factor analysis of

antisocial behavior in young adolescents /

Robert F. Marcus. — [S.l.]: [s.n.], 1999

En: Adolescence. — vol. 34, n. 133 (spring 1999);

p. 33-46

Tablas

Bibliogr.: p. 45-46

Análisis de los factores que intervienen en los

comportamientos antisociales de los adolescentes.

En este estudio se determina que, entre otros

factores que inducen a comportamientos violentos

y al consumo de drogas y alcohol, el género es

uno a tener en cuenta.

ISSN 0001-8449

¡CUIDADO!: los niños están viendo / Jo

Groebel… [et al.]. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Fuentes Unesco. — n. 103 (junio 1998); p. 4-9

La primera encuesta internacional sobre la relación

de los niños y adolescentes con los medios de

comunicación, realizada por la UNESCO, confirma

la importancia de la televisión en la vida cotidiana

de los jóvenes y su influencia en conductas

agresivas. Se propugna una educación que ayude

a interpretar la imagen y a usar racionalmente este

medio.

ISSN 1014-5494

Bjarnason, Thoroddur

Human agency, capable guardians, and

structural constrains: a lifestyle approach to

the study of violent victimizacion / Thoroddur

Bjarnason, Thordis J. Sigurdardottir and Thorolfur

Thorlindsson. — [S.l.]

: [s.n.], 1999

En: Journal of youth and adolescence. — v. 28, n.

1 (february 1999); p. 105-119

Bibliogr.: p. 118-119

Si bien los factores estructurales repercuten en el

índice de violencia presente en la sociedad,

también existen otros factores que influyen,

además, en el grado de victimización de los

violentos. Los padres que actúan como guardianes

de todas las situaciones en las que se puedan

encontrar sus hijos pueden perjudicarles. Si, en el

Selección de referencias documentales

171Estudios de Juventud nº 62/03

Page 167: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

futuro, estos jóvenes realizan acciones delictivas o

violentas, el comportamiento anterior de los padres

contribuirá a que se intensifique su propia

victimización.

ISSN 0047-2891

Díaz, Francisco A.

La violencia entre iguales o "bulling escolar" /

Francisco A. Díaz. — [S.l.]: [s.n.], 1999

En: Misión joven. — n. 269 (junio 1999); p. 49-55

La violencia en los centros escolares va en

aumento, provocando que este hecho preocupe

cada vez más a padres y educadores. Se

analiza su extensión y consecuencias,

proponiendo estrategias para reconocer cuando

se está dando e intervenir ante estas

conductas.

Etxebarria Mauleon, Xabier

Educación para la no violencia / Xabier

Etxebarria Mauleón. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Escuela y utopía. — n. 75 (diciembre 1998); p.

I-VIII

Separata.- Tomado de "Educadores", n. 180

En esencia, la no violencia es la alternativa a

utilizar una violencia que se puede tomar como

justificada. Se tratan las dimensiones de la

vida en las que hay que utilizar esta no

violencia y se describen las grandes líneas de

una educación en y para la no violencia.

Brezina, Timothy

Teenage violence toward parents as an

adaptation to family strain: evidence from a

national survey of male adolescents / Timothy

Brezina. — [S.l.]: [s.n.], 1999

En: Youth & society. — vol. 30, n. 4 (June 1999); p.

416-444

Tablas

Bibliogr.: p. 441-444

Análisis de la actitud violenta que muchos

adolescentes muestran hacia sus padres. Se

confirma a través de varios estudios que

dicha violencia es una respuesta a la tensión

familiar y al trato negativo que los

adolescentes reciben por parte de sus

progenitores; ello puede conducir a

conductas antisociales y criminales

posteriores.

ISSN 0044-118X

Gunnar Bernburg, Jón

Adolescence violence, social control, and the

subculture of delinquency / Jón Gunnar

Bernburg, Thorolfur Thorlindsson. — [S.l.]: [s.n.],

1999

En: Youth & society. — vol. 30, n. 4 (June 1999); p.

445-460

Tablas

Bibliogr.: p. 458-460

Estudio que analiza si la violencia, más que

ser en sí misma una subcultura, forma parte

de una subcultura general, la de la

delincuencia. Además se confirma la relación

entre las actitudes violentas por un lado, y las

actividades ilegales, el alcoholismo y el

tabaquismo, por otro. Se añade, también, que

las formas de control social afectan a la

violencia de la misma manera que a otras

formas de delincuencia. La investigación

recoge una muestra de estudiantes de

secundaria islandeses.

ISSN 0044-118X

Santa Cruz, Juan Carlos

El conflicto familiar como fuente embrionaria

de violencia social / Juan Carlos Santa Cruz. —

[S.l.]: [s.n.], 1999

En: Encuentro. — n. 48 (1999); p. 36-39

Bibliogr.: p. 39

A través de una investigación realizada entre

120 familias de sectores medios y populares

Materiales

172Estudios de Juventud nº 62/03

Page 168: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

de la ciudad de Managua, se analizan las

relaciones entre los miembros de dichas

familias. En la mayoría de los casos, se

reconoce que predomina o han predominado

formas violentas en la resolución de

conflictos, particularmente entre padres e

hijos. El conflicto, como tal, no se suele

resolver a corto plazo, sino que se posterga;

así que a medio plazo, se transforma en

violencia social.

ISSN 0424-9674

Romero, Lorenzo

Contra la violencia: un nuevo discurso para

una nueva práctica / Lorenzo Romero. — [S.l.]:

[s.n.], 1999

En: Encuentro. — n. 48 (1999); p. 77-83

Bibliogr.: p. 83

Análisis sociológico y filosófico del fenómeno

de la violencia en la actualidad. Se trata de

una violencia interna que se multiplica y se

desplaza sobre el diferente, el débil, sobre la

misma naturaleza. Se añade la importancia

de una nueva reflexión de los movimientos

feministas, juveniles e indígenas que retoman

la ética para sentar las bases del proyecto

moral de una nueva sociedad no violenta,

como alternativa a la sociedad actual.

ISSN 0424-9674

Habed, Nora

La formación de la personalidad violenta /

Nora Habed. — [S.l.]: [s.n.], 1999

En: Encuentro. — n. 48 (1999); p. 84-89

Bibliogr.: p. 89

Análisis de la persona violenta desde el punto

de vista de la psicología evolutiva y de la

importancia de las experiencias de relación y

de comunicación que se estructuran durante

la infancia y la adolescencia en la formación

de la personalidad del individuo.

ISSN 0424-9674

Díaz, Francisco A.

Agresividad y violencia juvenil: un problenma

educativo / Francisco A. Díaz. — [S.l.]: [s.n.],

1999

En: Misión Joven. — n. 272 (septiembre 1998); p.

5-12

Se definen y diferencian los términos violencia,

agresividad y conflicto, además de analizar

psicológicamente la agresividad humana. A partir

de aquí, se estudia la violencia juvenil en

particular, incluyendo sus factores de riesgo, así

como el tipo de intervención educativa que debe

dar la familia y la escuela.

Elzo Imaz, Francisco Javier

¿Juventud violenta o violentada?: valores y

violencia juvenil / Javier Elzo. — [S.l.]: [s.n.],

1999

En: Misión joven. — n. 272 (septiembre 1999); p.

13-28

Se tratan tres aspectos fundamentales de la

violencia juvenil. En primer lugar, el panorama

general del estado de la cuestión, incluyendo

modalidades de violencia juvenil, en el ámbito

escolar y sobre la violencia en adolescentes y

jóvenes; en segundo, los valores de los jóvenes; y,

por último, se estudian formas de prevenir la

violencia, detallando una serie de pautas

educativas.

Sáez, Pedro

¿Es posible educar en la no-violencia?:

propuestas desde el aula / Pedro Sáez. — [S.l.]:

[s.n.], 1999

En: Misión joven. — n. 272 (septiembre 1999); p.

29-53

Se abordan algunas cuestiones

terminológicas, en base a la experiencia

educativa de la no-violencia en jóvenes.

También se plantean las dificultades y retos

que debe afrontar una educación de este tipo,

Selección de referencias documentales

173Estudios de Juventud nº 62/03

Page 169: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

sobre todo en el seno de la enseñanza

reglada. Por último, se señalan algunas pistas

a tener en cuenta en el momento de concretar

las tareas de los educadores, dentro y fuera

de las aulas.

Marinas, Marina

La escalada de violencia skin refuerza a los

okupas / Marina Marinas. — [S.l.]: [s.n.], 1999

En: Temas para el debate. — n. 61 (diciembre

1999); p. 50-54

El aumento de la violencia neonazi, con más

de veinte asesinatos y millares de agresiones

en España, ha favorecido el reagrupamiento

de los grupos de la izquierda antisistema para

combatir el fascismo. Se analiza esta nueva

situación, prestando atención a la

conformación esencialmente juvenil de los

grupos de izquierda autónoma y observando

como la confrontación entre skin y okupas

proviene de la tibieza política, por parte del

Estado, para atajar el problema de los skin

ultraderechistas.

ISSN 1134-6574

INFORME del Defensor del Pueblo sobre

violencia escolar: tablas y gráficos de

resultados. — [Madrid]: [Defensor del Pueblo],

[1999]

124 p.: gráf.

La VIOLENCIA escolar afecta al 30% de los

alumnos de Secundaria. — [S.l.]: [s.n.], 2000

En: Escuela y utopía. — n. 80 (ene. 2000); p. 4

Resultados del informe de 1999 difundido por

el Defensor del Pueblo sobre la violencia en

los centros escolares de Secundaria. Según

este informe las agresiones verbales son las

más frecuentes, las amenazas e intimidaciones

alcanzan el 8% de los casos y las agresiones

físicas el 5%.

REINCIDENCIA i delinquència juvenil. —

Barcelona: Centre d'Estudis Jurídics i Formació

Especialitzada, 1999

4 p.

Corresponde a la pub. "Invesbreu criminologia".- n.

12 (nov. 1999)

Resumen de cuatro investigaciones realizadas en

Canadá y Estados Unidos sobre la reincidencia

en los juzgados de menores. De cada

investigación se aportan los siguientes datos:

fuente, título, objetivos más destacables,

metodología, análisis de los resultados y

conclusiones más relevantes.

INFORME del Defensor del Pueblo sobre

violencia escolar. — [Madrid]: [Defensor del

Pueblo], 1999

372 p.

Bibliogr.: p. 359-372

Estudio en el que se analizan los

siguientes aspectos: investigaciones sobre

la violencia escolar en Europa, modelos de

intervención ante el maltrato entre iguales

en el contexto escolar, el tratamiento

jurídico de la violencia contra menores y

las actuaciones de las administraciones

educativas en España. Se incluyen

además los resultados de una

investigación realizada entre alumnos de

educación secundaria de todo el territorio

español cuyo objetivo es señalar la

incidencia del maltrato entre iguales.

Díaz, Guillermina

El tren de los adolescentes / Guillermina Díaz,

Rebeca Hillert. — Buenos Aires: Lumen-

Humanitas, cop. 1998

191 p. — (Minoridad y familia)

Análisis del fenómeno de la adolescencia desde

varios puntos de vista: características

sociológicas y psicoanalíticas de los

adolescentes, las modas, la violencia en las

aulas y las relaciones sexuales.

ISBN 950-724-813-7

Materiales

174Estudios de Juventud nº 62/03

Page 170: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Fernández García, Isabel

Prevención de la violencia y resolución de

conflictos: el clima escolar como factor de

calidad / Isabel Fernández. — 2^ ed. — Madrid:

Narcea, 1999

228 p. — (Educación hoy)

Bibliogr.: p. 199-204

Tras señalar las causas de la agresividad escolar,

se ofrecen distintas estrategias de intervención en

la práctica educativa y se analizan los distintos

ámbitos de actuación. Esta información se

completa con anexos en los que se recogen

instituciones y organismos relacionados con el

tema, así como cuestionarios para abordar y

detectar diferentes problemáticas.

ISBN 84-277-1256-1

Asensi Díaz, Jesús

La violencia en la escuela / Jesús Asensi Díaz.

— [S.l.]: [s.n.], 2000

En: Crítica. — n. 873 (marzo 2000); p. 8-11

La institución escolar es un fiel reflejo de lo que

acontece en la sociedad. Por ello, la violencia

también se manifiesta en la escuela, donde los

casos más extremos provienen del mundo

anglosajón y Francia. Se analizan los diversos

elementos de la violencia en el medio escolar: el

agresor, la víctima, el lugar, así como otros

factores, desde la relación profesor-alumno a la

participación de los estudiantes en el medio

escolar.

ISSN 1131-6497

Gómez-Jarabo, Gregorio

Violencia: antítesis de la agresión: un recorrido

psicobiológico, psicosocial y psicopatológico

para llegar a la justicia / Gregorio Gómez-Jarabo

/ 1999. — [S.l.]: [s.n.], 1999

358 p.

Incluye bibliografías

Análisis de las causas fundamentales de la

violencia y la agresividad. En este caso, se atiende

al importante significado biológico que ofrece la

agresividad como modelo de comportamiento

antagónico con la expresión violenta. Se expone

que las circunstancias personales ya sean de tipo

psicológico, endocrino o neurológico, son

componentes fundamentales pero que no justifican

lo esencial: la voluntad de individuo.

Navarro Michel, Mónica

La responsabilidad civil de los padres por los

hechos de sus hijos / Mónica Navarro Michel;

prólogo de Francisco Rivero Hernández. —

Barcelona: José María Bosch editor, 1998

194 p.

Bibliogr.: p. 175-194

Estudio exhaustivo de la jurisprudencia referente a

la responsabilidad que deben tener los padres

respecto a sus hijos. Se atiende a todas las

cuestiones que suscita un tema que abarca varios

campos jurídicos y en el que se cruzan problemas

como la patria potestad, la responsabilidad civil,

etc. Se observa cómo esta responsabilidad

protege los derechos de las víctimas de los hechos

provocados por menores, y su efectividad para

atajar diversos problemas como el de la violencia y

la delincuencia juvenil.

ISBN 84-7698-486-3

Gunter, Barrie

Violence on television: an analysis of amount,

nature, location and origin of violence in British

programmes / Barrie Gunter and Jackie

Harrinson. — Londres: Routledge, 1998

330 p.: tab.

Incluye índices y apéndice

Bibliogr.: p. 304-316

Conjunto de investigaciones sobre el efecto que

tiene la violencia presente en los medios de

comunicación, en especial la televisión, sobre la

psicología de los individuos. Se apuntan las

dificultades que se pueden tener en el momento

de evaluar el grado de violencia de los programas

televisivos. Posteriormente, se intenta desentrañar

la naturaleza de la violencia presente en la

programación y sus consecuencias para las

Selección de referencias documentales

175Estudios de Juventud nº 62/03

Page 171: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

personas, prestando especial atención a sus

efectos sobre los más jóvenes.

ISBN 0-415-17260-8

JEUNESSE, violences et société. — Paris: La

documentation française, 1998

92 p.

Monográfico de la rev. "Regards sur l'actualité", nº

243 (jui.-ao

Bibliografía

Análisis sociológico de diferentes aspectos

de la violencia juvenil: la pertenencia de

adolescentes y jóvenes a bandas callejeras y

el sentimiento de hombría, la influencia de la

televisión, y la violencia en la escuela y en el

fútbol.

SEMINARIO sobre Prevención y Respuestas

a los Infractores Jóvenes [Futura Ley de

Justicia Juvenil]. — San Sebastián, 1998

30 p. — (Eguzkilore: Cuaderno del Instituto

Vasco de Criminología; 12)

Bibliografía

Contiene: Policía y prevención de la

delincuencia / Juan María Atutxa Mendiola.

Prevención de la violencia por consumo de

alcohol y drogas / Javier Elzo. Perfiles

sociológicos de los menores y jóvenes

infractores / Carmen Ruidíaz García. Los

menores infractores ante la Ley Orgánica

Reguladora de la Justicia de Menores / Víctor

Sancha. Minoría de edad y derecho penal

juvenil: aspectos político criminales / Isabel

Sánchez García de Paz

Estudio de varios aspectos sobre la

prevención de la delincuencia entre los

jóvenes: el papel de la policía, la relación

entre el consumo abusivo de drogas y

alcohol y determinadas actitudes violentas, el

perfil sociológico de los menores infractores,

la Ley de Justicia de Menores conforme se

recoge en el Anteproyecto de 1998 y la

revisión de la minoría de edad y el derecho

penal juvenil.

Dupaquier, Jacques

La violence en milieu scolaire / Jacques

Dupãquier. — Paris: Presses Universitaires de

France, 1999

107 p.: tab. — (èducation et formation. Enfants et

adolescents en difficulté)

Informe sobre la violencia escolar en Francia entre

los años 1996 y 1998. Se estudian, entre otros, los

siguientes aspectos: las distintas manifestaciones

de la violencia escolar, identificación de los autores

y víctimas de dicha violencia, y los factores

económicos y sociales que inciden en dicho

fenómeno. Finalmente, se analiza la crisis del

sistema escolar francés y se propone una serie de

actuaciones desde la Administración para combatir

dicha situación.

Guillotte, Alain

Violence et éducation: incidents, incivilités et

autorité dans le contexte scolaire / Alain

Guillotte. — Paris: Presses Universitaires de

France, 1999

238 p.: gráf. — (èducation et formation.

L'éducateur)

Bibliogr.: p. 229-238

Análisis del concepto de violencia escolar según

las distintas explicaciones propuestas por las

diferentes ciencias humanas. Se añade una

reflexión sobre el papel del educador y sobre

posibles medidas de intervención para combatir la

violencia en el medio escolar.

PREVENCION de la violencia, construcción de

la paz / Iolanda PÁmies…

[et al.]. — [S.l.]: [s.n.], 2000

En: Entrejóvenes. — n. 58 (enero-febrero 2000); p.

23-33

Incluye: DAPHNE: prevención de la violencia /

Iolanda PÁmies.- Estudiar hechos, evitar sucesos /

Esteban Ibarra.- Por las personas inmigradas / Loli

Martínez…

Se abordan diversas cuestiones relacionadas con

el fenómeno de la prevención de la violencia, entre

Materiales

176Estudios de Juventud nº 62/03

Page 172: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

ellas, se destacan diversos programas destinados

a prevenirla y que inciden en divulgar una cultura

de paz para los más jóvenes. También se destacan

los últimos resultados del Informe Raxen, además

de diversas campañas a favor de los derechos de

las personas inmigradas.

Flanner, Raymond B., Jr,

Preventing youth violence: a guide for parents,

teachers, and counselors / Raymond B. Flanner,

Jr. — New York: Continuum, 1999

137 p.

Indice

Bibliogr.: p. 127-130

Análisis de distintas teorías sobre las causas de la

violencia juvenil y de las situaciones de riesgo

relacionadas, sobre todo, con la personalidad del

individuo y que pueden abocar a dicha violencia:

problemas de autoridad, depresión, consumo de

drogas y desórdenes de conducta. Además, se

propone una serie de orientaciones o

recomendaciones para la prevención de la

violencia entre los jóvenes.

ISBN 0-8264-1148-7

Lotz, Roy

Sociability, school experience, and delinquency

/ Roy Lotz, Leona Lee. — [S.l.]: [s.n.], 1999

En: Youth and society. — v. 31, n. 2 (December

1999); p. 199-223

Bibliogr.: p. 220-223

Algunos adolescentes se sienten atraídos por

actividades puramente hedonistas que conducen a

comportamientos delictivos. Esta conducta se

achaca a experiencias negativas de sociabilidad

en la escuela. Con el fin de prevenir estas

situaciones, se estudia el efecto del medio escolar

en los jóvenes, centrándose en los aspectos que

tienen que ver con las relaciones humanas. Los

resultados indican como el grado de sociabilidad

es un fuerte predictor de comportamientos

antisociales.

ISSN 0044-118X

Moreno Olmedilla, Juan Manuel

Comportamiento antisocial en los centros

escolares: una visión desde Europa / Juan

Manuel Moreno Olmedilla. — [S.l.]: [s.n.], 1998

En: Revista iberoamericana de educación. — n. 18

(septiembre-diciemb re 1998); p. 189-204

Bibliogr.: p. 203-204

La violencia escolar atrae cada vez más a los

medios de comunicación provocando una "gran

alarma social". Se conceptualiza el término de

violencia escolar, se analizan las diferentes

categorías de comportamiento antisocial y, por

último, se trata la respuesta educativa a través de

programas concretos contra la violencia. En las

conclusiones se intentan desterrar los estereotipos

en los que se incurre al tratar este fenómeno.

ISSN 1022-6508-X

JOVENES, intolerancia y violencia. — [S.l.]:

[s.n.], 2000

En: Presencia joven. — n. 13 (2000); p. 4-6

Reflexión sobre el crecimiento de la violencia

juvenil en el momento actual y de su mayor

repercusión por parte de los medios de

comunicación. En base a algunos estudios de

1999, se aporta una serie de datos sobre la

extensión de actitudes intolerantes entre la

juventud española.

López, Roberto

Las causas de la intolerancia / Roberto López.

— [S.l.]: [s.n.], 2000

En: Presencia joven. — n. 13 (2000); p. 7-10

Análisis de los motivos socioculturales que llevan

a que la frustración de los excluidos, de los

jóvenes especialmente, se convierta en violencia.

Se estudia principalmente el caso de la violencia

racista y xenófoba, y las formas de poder

combatir estas actitudes, fomentando valores

como la solidaridad y el respeto a todo ser

humano.

Selección de referencias documentales

177Estudios de Juventud nº 62/03

Page 173: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

García, Fran

Pequeños tiranos / Fran García. — [S.l.]: [s.n.],

2000

En: La revista de los voluntarios y de las ONG. —

n. 24 (abril 2000); p. 16-21

Cada vez es más frecuente que padres de

familia se sientan amenazados por las

exigencias o comportamientos de sus hijos. Lo

que antes se creía un comportamiento de

familias desestructuradas, se está

generalizando. Cada vez más progenitores

piden ayuda a las autoridades o a algún

mediador privado para que se haga cargo de

sus vástagos.

Dubreil, Bertrand

Les adultes doivent donner l'exemple / Bertrand

Dubreil. — [S.l.]: [s.n.], 2000

En: Mouv'Ance. — n. 83 (avril 2000); p. 6-7

El actual discurso sobre la violencia escolar

expone la dificultad del medio escolar para

mantener su función socializadora. Este

cometido debe ser restaurado por medio de la

creación de auténticos equipos de docentes,

dotados de una pedagogía de la comunicación

que establezca un diálogo permanente con los

estudiantes.

ISSN 1167-993X

Sénore, Dominique

La violence Á l'école est investie par la science

/ Dominique Sénore. — [S.l.]: [s.n.], 2000

En: Mouv'Ance. — n. 83 (avril 2000); p. 8-9

El INRP de Lyon estudia el fenómeno de la

violencia escolar, además de proponer líneas de

actuación para combatir actos de vandalismo

realizados por jóvenes. Por otro lado, el Gobierno

francés, junto a L'ANCE, esta coordinando un

nuevo plan de actuación contra la violencia en los

centros educativos.

ISSN 1167-993X

ADOLESCENCIA y juventud hoy. — [S.l.]: [s.n.],

2000

En: Revista de Pastoral Juvenil. — n. 377 (nov.

2000); p. 19-30

Cuadernillo central

Material didáctico que presenta las

características de los adolescentes y jóvenes de

hoy en día destacando aspectos como la

violencia propia de algunas tribus urbanas y el

papel del alcohol en las relaciones sociales de

los jóvenes.

Jornadas Absentismo, Fracaso Escolar y

Conductas de Riesgos en Adolescentes. 2000.

Oviedo

Jornadas "Absentismo, fracaso escolar y

conductas de riesgos en adolescentes",

Oviedo, 24 y 25 de octubre. — Madrid:

INJUVE, 2000

1 v. (pag. var.)

Contiene: 7 jornadas, ponencia-resumen de las

jornadas y conclusiones de las mismas.

Análisis de la interrelación entre absentismo,

fracaso y conflicitividad escolar en la etapa de

Educación Secundaria. Se estudian sus

causas, sus consecuencias, y las medidas y

estrategias de intervención para solucionar y

prevenir dicha problemática.

Spenciner Rosenthal, Beth

Exposure to community violence in

adolescence: trauma symptoms / Beth

Spenciner Rosenthal. — [S.l.]: [s.n.], 2000

En: Adolescence. — vol. 35, n. 138 (summer

2000); p. 271-284

Bibliogr.: p. 281-284

Esta investigación realizada entre

adolescentes de Nueva York estudia la

relación entre la violencia existente en la

comunidad donde se reside y los traumas y

problemas psicológicos que conlleva a dicho

grupo de edad.

Materiales

178Estudios de Juventud nº 62/03

Page 174: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

La VIOLENCE: une histoire naturelle, un

paradoxe culturel, un défi pour l'éducation / une

étude de la commission psycho-pédagogique de

l'ANCE. — [S.l.]: [s.n.], 1999

En: Communautés educatives. — n. 109 (déc.

1999)

Monográfico

Análisis de la violencia en los centros escolares

desde una perspectiva psicológica, política,

histórica, institucional y filosófica. Se estudia,

finalmente, la posibilidad de una educación sin

violencia.

La VIOLENCE, comment faire face?: [actes des

journées d'études nationales de l'ANCE des

22,23 et 24 mai 2000 à Lyon]. — [S.l.]: [s.n.],

2000

En: Communautés éducatives. — n. 112 (sept.

2000)

Monográfico

Bibliografía

Tras analizar el concepto de violencia y su relación

con la educación, se realiza una serie de nuevas

propuestas sociales para combatir la violencia

entre los jóvenes y adolescentes, especialmente

en los centros escolares.

Fernández Villanueva, Concepción

¿Jóvenes violentos o ideologías violentas? /

Concepción Fernández Villanueva. — [S.l.]: [s.n.],

2000

En: Crítica. — n. 878 (septiembre-octubre 2000); p.

33-34

La violencia de los jóvenes esta íntimamente

ligada a la de los adultos. Esto significa que si un

joven comete actos violentos no los realiza por

serlo sino porque detrás de esos actos hay una

ideología que trasciende la edad. Se explican las

variables de la violencia social desde el punto de

vista de la psicología social.

ISSN 113-6497

Bayona Aznar, Bernardo

Rituales de los ultras de fútbol / Bernardo

Bayona Aznar. — [S.l.]: [s.n.], 2000

En: Sociedad y utopía. — n. 15 (mayo 2000); p.

275-298

Bibliogr.: p. 295-298

Las habituales explicaciones sociológicas que se

da al fenómeno de hinchas jóvenes de fútbol

(ultras), no suelen dar cuenta de aspectos muy

relevantes y resultan insuficientes para explicar la

amplia gama existente de estos grupos. Este

análisis pretende centrarse en su actuación,

interpretando las hinchadas en referencia a su

propio contexto normativo y como subcultura

juvenil en que la violencia constituye un ritual

simbólico.

ISSN 1133-6706

EDUCAR en la noviolencia: propuestas

didácticas para un cambio social / Pace e

Dintorni; coordinación de la edición española

Mercedes Mas. — Madrid: PPC, D.L. 2000

206 p. — (Educar práctico; 42)

Material y recursos didácticos para conocer,

reflexionar y elegir modelos de referencia para el

crecimiento hacia la edad adulta y favorecer la

participación no-violenta de los jóvenes en la vida

social y política de su entorno.

ISBN 84-288-1615-8

Martínez Muñoz, Marta

Representaciones sociales de los adolescentes

madrileños sobre la violencia / [autora, Marta

Martínez Muñoz]. — Madrid: Plataforma de

Organizaciones de Infancia, 2000

56 p.

Este informe se enmarca en el proyecto

"Formación de formadores en la prevención de la

violencia junto a niños/as, jóvenes y grupos

sociales desfavorecidos en cinco países de la UE"

auspiciado por la iniciativa "Daphne" y coordinado

por el Bureau International Catholique de l'Enfance

(BICE).

Selección de referencias documentales

179Estudios de Juventud nº 62/03

Page 175: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Bibliogr.: p. 56

Investigación sobre el fenómeno de la violencia

desde el punto de vista del discurso -opiniones,

concepciones, imágenes y representaciones- que

los adolescentes de 12 a 16 años madrileños

mantienen sobre las diferentes manifestaciones de

la violencia en la sociedad actual. En este estudio

no se pretende medir magnitudes sino realizar un

acercamiento al discurso social de los adolescentes

haciéndoles partícipes de la consulta.

ISBN 84-669-3582-8

Cesare, Donna de

Los Maras: la exportación de pandillas de Los

Angeles a El Salvador / Donna de Cesare. —

[S.l.]: [s.n.], 2001

En: Planeta humano. — n. 35 (enero 2001); p. 30-

41

Con la exportación masiva de jóvenes de Estados

Unidos a sus países de origen en Latinoamérica

se ha exportado también el fenómeno de las

pandillas. Tan sólo en El Salvador 30.000 jóvenes

pertenecientes a bandas juveniles han causada ya

tantas víctimas como la guera que azotó durante

12 años al país. Se comenta como la solución a

este problema pasa por abordar en serio las

necesidades de la juventud.

ISSN 1138-9648

Ibarra Blanco, Esteban

Violencia y Ley Penal del Menor / Esteban

Ibarra. — [S.l.]: [s.n.], 2001

En: Temas para el debate. — n. 76 (marzo 2001);

p. 16-17

A propósito de la creación de la Plataforma

Ciudadana para la Reforma de la Ley Penal del

Menor, se comenta cómo se debe reelaborar esta

ley para que proteja tanto al menor agresor como

al menor víctima. Aparte, se critica la falta de

medios que existen para llevar a cabo sus

objetivos reeducadores y reinsertadores.

ISSN 1134-6574

Cardoso García, Honorio-A.

Fracaso escolar, violencia y absentismo en la

escuela obligatoria / Honorio-A. Cardoso García.

— [S.l.]: [s.n.], 2001

En: Revista de estudios de juventud. — n. 52 (mar.

2001); p. 9-14

Análisis de los tres problemas que con facilidad se

pretenden asignar a la escuela: fracaso, violencia y

absentismo. Éstos se describen como tres facetas

de una misma realidad: la imposición de la escuela

para la realización de los principios del Estado

moderno democrático. De esta imposición y en los

actuales momentos de crisis y acoso contra ese

Estado democrático surge la violencia en la

escuela y contra la escuela, y los problemas antes

señalados.

ISSN 0211-4364

Pérez Collera, Arturo

Conflictividad escolar: tipos, causas y

respuestas / Arturo Pérez Collera. — [S.l.]: [s.n.],

2001

En: Revista de estudios de juventud. — n. 52 (mar.

2001); p. 15-22

Análisis de las conductas problemáticas en la

escuela, agrupadas en cuatro bloques: violentas,

disruptivas, intimidatorias y de rendimiento,

siendo las más generalizadas las dos últimas.

Tras negar la utilidad y la consistencia de análisis

causales culpabilizadores (juventud violenta, mal

sistema educativo, despreocupación familiar o

profesorado incompetente) se propone un

conjunto de respuestas institucionales a tratar

por los centros y a apoyar por las

administraciones educativas.

ISSN 0211-4364

AVALUACIO d'un programa de tractament per a

joves violents. — [S.l.]: [s.n.], 2000

En: Invesbreu. — n. 17 (nov. 2000); p. 1-8

Bibliogr.: p. 8

Materiales

180Estudios de Juventud nº 62/03

Page 176: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Evaluación de un programa de tratamiento

para delincuentes sexuales atendidos desde

1998 en el centro educativo L'Alzina,

dependiente de la Dirección General de

Medidas Penales Alternativas y Justicia Juvenil

de la Generalidad de Cataluña.

ISSN 1138-5014

Myers, Michell A.

The impact of violence exposere on african

american youth in context / Michell A. Myers,

Vetta L. Sanders Thompson. — [S.l.]: [s.n.], 2000

En: Youth and society. — n. 2 (December 2000); p.

253-267

Bibliogr.: p. 265-267

Las estadísticas indican que la violencia es el

mayor problema de salud para los jóvenes

afroamericanos. Se estudia, a través de

diversos análisis, de qué forma la violencia

repercute como factor de estrés entre estos

jóvenes. Se discuten las formas de tratar estas

patologías.

ISSN 0044-118X

YOUTH dating violence / William H. James… [et

al.]. — [S.l.]: [s.n.], 2000

En: Adolescence. — n. 139 (Fall 2000); p. 455-

465

Bibliogr.: p. 464-465

Estudio sobre 37 adolescentes que participan

en un programa alternativo en un instituto de

enseñanza media. Se investiga la violencia

psicológica en sus relaciones sociales:

insultos, daño a sus pertenencias, celos de

sus compañeros, etc. Muchos de los jóvenes

declararon también ser objeto de violencia

física de forma continuada. Los datos vienen

a corroborar que la agresividad es un

problema que debe ser redirigido para

mejorar la efectividad en su tratamiento y

prevención.

ISSN 0001-8449

VIOLENCE et délinquance des jeunes / sous la

direction de Catherine Samet. — Paris: La

Documentation Française, D.L. 2001

190 p. — (Société)

Aproximación histórica, filosófica y psicológica de

la violencia juvenil. Se describe además el

tratamiento judicial, legislativo y social a los

menores delincuentes en Francia.

ISBN 2-11-004757-7

Ortega Ruiz, Rosario

Aciertos y desaciertos del Proyecto Sevilla

Anti-Violencia Escolar (SAVE) / Rosario Ortega,

Rosario del Rey. — [S.l.]: [s.n.], 2001

En: Revista de educación. — n. 324 (ene.-abr.

2001); p. 253-270

Gráficos

Bibliogr.: p. 269-270

Análisis y evaluación del proyecto SAVE, un

programa de intervención educativa desarrollado

entre 1996 y 1999 en 26 centros escolares de

primaria y secundaria de Sevilla, y cuyo objetivo es

la prevención del maltrato entre compañeros y la

violencia escolar.

ISSN 0034-8082

Mújica Herzog, Enrique

Aún es tiempo de atajar la violencia escolar /

Enrique Mújica Herzog. — [S.l.]: [s.n.], 2001

En: Trabajo social hoy. — monográfico (1er.

semestre 2001); p. 52-61

Análisis de la violencia escolar en España a través

de la investigación realizada a instancias del

Defensor del Pueblo en 1999. Se señalan las

modalidades del maltrato en los centros escolares,

los niveles en que se producen los abusos y la

actitud del profesorado. Se añade una serie de

recomendaciones, dirigidas fundamentalmente a

las administraciones con competencias o

responsabilidades educativas, para combatir la

violencia escolar.

ISSN 1134-0991

Selección de referencias documentales

181Estudios de Juventud nº 62/03

Page 177: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

ANGRY adolescents who worry about

becoming violent / Marcia E. Silver… [et al.]. —

[S.l.]: [s.n.], 2000

En: Adolescence. — vol. 35, n. 140 (Winter 2000);

p. 663-669

Tablas

Bibliogr.: p. 667-669

Estudio que investiga a un grupo de adolescentes

con comportamientos de riesgo, preocupados por

su tendencia a conductas agresivas. Entre las

características de estos adolescentes se observan

sus tendencias depresivas e incluso suicidas y sus

difíciles relaciones familiares y con otros individuos

de su edad.

ISSN 0001-8449

Prieto V., Víctor Manuel

La violencia escolar vista dentro del contexto

social / Víctor Manuel Prieto V. — [S.l.]: [s.n.],

2000

En: Surgam. — n. 466-467 (may.ago. 2000); p.

105-111

Descripción de cuatro categorías de análisis de la

violencia en la cotidianidad escolar y el caso

concreto del estudio de esta problemática en

Colombia, a través del Observatorio sobre

Violencia y Convivencia Escolar de la Universidad

Pedagógica Nacional.

ISSN 0210-1955

Regidor, Ricardo

¿Qué televisión ven nuestros hijos? / Ricardo

Regidor. — [S.l.]: [s.n.], 2001

En: Hacer familia. — n. 89-90 (jul.-ago. 2001); p.

72-77

Presentación y análisis de algunos de los

resultados del informe de la Confederación de

Usarios CEACCU sobre la televisión y la infancia.

Se analizaron en profundidad varios programas

infantiles de TVE 1, la 2, Antena 3 y Tele 5,

comprobando la calidad de cada uno de ellos y las

dosis de sexismo, violencia y racismo que pudieran

contener.

ISSN 1133-8687

Tyrode, Yves

Les adolescents violents / Yves Tyrode,

Stéphane Bourcet. — París: Dunod, D.L. 2000

195 p. — (Enfances)

Indice

Bibliogr.: p. 189-192

Análisis de la violencia juvenil desde la prevención

y las técnicas terapéuticas. Se abordan los

siguientes aspectos: el psiquismo del adolescente,

el papel del medio escolar y familiar, las conductas

adictivas asociadas a la delincuencia juvenil y los

actos de violencia cometidos por los adolescentes

contra otras personas y contra sí mismos.

ISBN 2-10-004563-6

Rosenberg, Marshall B.

Comunicación no violenta: el lenguaje de la

compasión / Marshall B. Rosenberg. —

Barcelona: Urano, D.L. 2000

222 p.

Bibliogr.: p. 219-222

Reflexión sobre cómo utilizar el poder del lenguaje

para poder evitar conflictos y alcanzar soluciones

pacíficas. Se describen algunas técnicas de

comunicación utilizando el concepto de empatía y

de compasión, entendida ésta última como el

saber escuchar los sentimientos y necesidades de

los demás y saber expresar los nuestros sin

causar perjuicios.

ISBN 84-7953-366-8

Train, Alan

Agresividad en niños y niñas: ayudas,

tratamiento, apoyos en la familia y en la

escuela / Alan Train. — Madrid: Narcea, D.L. 2001

187 p. — (Educación hoy)

Bibliogr.: p. 186-187

Descripción de las teorías sobre la agresividad,

sus causas y sus manifestaciones, tanto en la

Materiales

182Estudios de Juventud nº 62/03

Page 178: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

escuela como en el hogar. Se ofrecen recursos,

estrategias y consejos prácticos para que los

adultos analicen y comprendan mejor el mundo del

niño agresivo.

ISBN 84-277-1353-3

Trianes Torres, Mª Victoria

La violencia en contextos escolares / Mª Victoria

Trianes Torres. — [Archidona] [Málaga]: Aljibe,

[2000]

171 p.

Visión del problema de la violencia escolar

ajustada al contexto de los países desarrollados

y alejada de todo análisis simplista que culpe

sólo al alumno o a su familia. Se consideran las

múltiples causas originadoras de estos

comportamientos, se ofrecen alternativas

preventivas, a la vez que se presentan los

últimos datos de este fenómeno en el contexto

europeo.

ISBN 84-95212-73-0

Delgado Ruiz, Manuel

La violència com a recurs i com a discurs /

Manuel Delgado Ruiz. — [Barcelona]: Generalitat

de Catalunya, Secretaria General de Joventut,

1999

20 p. — (Aportacions; 7)

Ponencia de las Jornadas de Reflexión sobre la

Violencia celebradas los días 21 y 22 de octubre

de 1999 en la sede de la Secretaría General de

Juventud.

Bibliogr.: p. 20

Análisis de la violencia desde un punto de vista

sociológico y antropológico. Se describe la función

de la violencia en todas sus formas para explicar

las causas de la misma y así proponer medios

para combatirla.

ISBN 84-393-5020-1

Seminario Internacional Complutense Conducta

Antisocial, Violencia y Drogas en la Escuela. 1999.

Madrid

Seminario Internacional Complutense

Conducta Antisocial, Violencia y Drogas en la

Escuela = Complutense International Seminar

Antisocial Behavior, Violence and Drugs in the

School: Madrid, October 1999 / [Juan Luis Recio

Adrados, Orlando Rodríguez, eds.]. — [Madrid]:

[Agencia Antidroga], D.L. 2000

125 p.: gráf.

Bibliografía

Estudio sobre la convivencia social y la calidad de

la educación, según los datos estadísticos

disponibles, en el que se analizan los métodos

más eficaces de prevención de la delincuencia

juvenil y del abuso de drogas.

ISBN 84-451-1920-6

Jornades de Reflexio sobre la Violencia. 2ª. 1999.

Barcelona

Segones Jornades de Reflexió sobre la

Violència: Barcelona, 21 i 22 d'octubre de 1999.

— Barcelona: Generalitat de Catalunya, Secretaria

General de Joventut, 2000

96 p. — (Espais de reflexió; 1)

Reflexión sobre el fenómeno actual de la

violencia en general, y la juvenil en particular, y

sobre el papel de la educación, tanto formal

como informal, como medio preventivo y de

reinserción.

ISBN 84-393-5231-X

Los PROBLEMAS de convivencia escolar:

un enfoque práctico / Federación de

Enseñanza de Comisiones Obreras. — Madrid:

Federación de Enseñanza de Comisiones

Obreras, 2001

187 p. + 1 Cd-rom. — (Publicaciones de la

Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras.

Política educativa; 4)

Bibliografía

Marco teórico sobre la violencia en los centros

escolares españoles en los últimos años y

descripción de algunos programas de actuación

educativa para la mejora de la convivencia

escolar.

Selección de referencias documentales

183Estudios de Juventud nº 62/03

Page 179: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Seara Ruiz, José María

Radiografía de los grupos ultras en

acontecimientos deportivos / José María Seara

Ruiz, Damián Sedano Jiménez. — Madrid:

Ministerio del Interior: Dykinson, 2001

186 p.: il.

Bibliogr.: p. 175

Descripción de la violencia generada dentro y

fuera de los recintos deportivos por parte de

grupos radicales, aficionados al fútbol, en Europa y

América Latina desde los años ochenta hasta el

momento actual.

ISBN 84-8155-820-6

DETECCION y prevención en el aula de los

problemas del adolescente / Dirección y

coordinación Carmina Saldaña. — Madrid:

Ediciones Pirámide,

2001

242 p.: gráf., tab. — (Psicología)

Incluye anexos

Bibliogr.

Análisis de la problemática que afecta a la

adolescencia, discerniendo entre el adolescente

normal y aquel que tiene una conducta adaptativa

problemática. Se exponen diversos problemas que

pueden ser causa de sufrimiento para los

adolescentes y preocupación para los docentes:

superdotación, depresión, suicidio, ansiedad,

sexualidad, absentismo escolar, violencia en la

escuela, consumo de drogas, conducta delictiva,

esquizofrenia y trastornos de personalidad.

ISBN 84-368-1601-3

Cerezo Ramírez, Fuensanta

La violencia en las aulas: Análisis y propuestas

de intervención / Fuensanta Cerezo Ramírez. —

Madrid: Pirámide, 2001

165 p: tab. — (Colección Ojos Solares. Sección

Tratamiento)

Bibliogr.: p. 161-165

La violencia en los centros de enseñanza sólo

llega al conocimiento de los mayores cuando el

problema está muy arraigado y su repercusión es

dramática. El presente estudio trata de orientar al

profesorado y a las familias que demandan

información y pautas precisas para controlar esta

situación. Se plantean intervenciones operativas y

analíticas y se diseñan instrumentos para su

detección temprana y propuestas eficaces de

intervención.

ISBN 84-368-1541-6

González Méndez, Rosaura

Violencia en parejas jóvenes: Análisis y

prevención / Rosaura González Méndez, Juana

Dolores Santana Hernández. — Madrid: Pirámide,

2001

110 p.: tab. — (Psicología)

Bibliogr.: p. 105-110

Analiza un problema de gran relevancia social

como es la violencia que afecta a los jóvenes en

sus primeras relaciones. Se exponen los

antecedentes que pueden conducir a las

relaciones a una situación de riesgo y las vías por

las que puede hacerse una labor de prevención en

el ámbito educativo. Asimismo, se analizan datos

obtenidos a partir de una extensa muestra de

jóvenes de ambos sexos que revelan sus propias

experiencias.

ISBN 84-368-1615-3

Violencia entre iguales en escuelas andaluzas:

un estudio exploratorio utilizando el

cuestionario general europeo TMR / Joaquín

Mora Merchán… [et al.]. — [S.l.]: [s.n.], 2001

En: Revista de Educación. — n. 325 (mayo-agosto

2001); p. 323-338

Bibliogr.: p. 337-338

El estudio y la prevención de la violencia

escolar debe realizarse de forma coordinada.

Así, la exploración y el análisis de fenómenos

como el del maltrato entre iguales debe ir

seguida de medidas de intervención educativa.

Para ello es necesario que los instrumentos de

medida definan adecuadamente el problema,

estén bien diseñados y analicen los datos con

Materiales

184Estudios de Juventud nº 62/03

Page 180: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

rigurosidad. Se presenta aquí un modelo

altamente consensuado por los expertos que

podría ser útil a toda clase de muestras de

chicos/as europeos.

ISSN 0034-8082

Etxeberria Balerdi, Félix

Violencia escolar / Félix Etxeberria Balerdi. —

[S.l.]: [s.n.], 2001

En: Revista de Educación. — n. 326 (septiembre-

diciembre 2001); p. 119-144

Bibliogr.: p. 142-144

La violencia escolar es la resultante de

diversos factores y de múltiples influencias, por

ello es necesario examinar esa realidad desde

una perspectiva múltiple, analizando aspectos

legales, escolares, psicológicos, familiares,

individuales y sociales. Aporta pautas para el

profesorado y ofrece recomendaciones a

diferentes niveles. Asimismo establece una

actuación conjunta de las entidades locales,

escolares y familiares, con el fin de prevenir el

problema de la violencia escolar y la resolución

de los conflictos existentes.

ISSN 0034-8082

Rey, Rosario del

El programa de ayuda entre iguales en el

contexto del proyecto sevilla antiviolencia

escolar / Rosario del Rey, Rosario Ortega. —

[S.l.]: [s.n.], 2001

En: Revista de Educación. — n.326 (septiembre-

diciembre 2001); p. 297-310

Programa de intervención educativa llevada a

cabo en dos centros de Sevilla, con el objetivo

de mejorar la convivencia y disminuir la

violencia entre escolares. Dentro del proyecto

se desarrollan tres líneas de actuación para

trabajar con los escolares en riesgo: los

círculos de calidad, la mediación en conflictos

y los programas de ayuda entre iguales.

ISSN 0034-8082

Díaz-Aguado Jalón, Mª José

Génesis y desarrollo de los comportamientos

de los jóvenes con problemas de conducta en

centros de menores / María José Díaz-Aguado

Jalón, Rosario Martínez Arias, Gema Martín

Seoane. — Madrid: Ministerio de Trabajo y

Asuntos Sociales, 2002

453 p.: gráf., tab. — (Estudios; 41)

Incluye anexos

Bibliogr.: p. 363-376

Investigación en treinta centros de menores, con

distinta tipología en su régimen de funcionamiento,

sobre las condiciones de riesgo y de protección

frente a la violencia en los jóvenes de 15 a 18

años institucionalizados, la calidad de vida de los

adolescentes y del equipo educativo en el centro,

así como el clima social y laboral. De los datos

extraídos de los cuestionarios cumplimentados por

las dos poblaciones de estudio, adolescentes y

educadores, se deduce que valoran positivamente

la calidad de vida en los centros, aunque señalan

como objeciones las normas y disciplina que

regulan la convivencia. Finalmente se presentan

recomendaciones sobre las medidas que pueden

ayudar a prevenir situaciones de violencia.

ISBN 84-7850-995-X

Hernádez de Frutos, Teodoro

La violencia bullying en las relaciones de

género entre escolares de Navarra / Teodoro

Hernández de frutos. — [S.l.]: [s.n.], 2000

En: Revista Internacional de Sociología. — Tercera

Época n. 27 (septiembre-diciembre 2000); p. 73-

103

Bibliogr.: 100-103

Expone los resultados de una investigación

realizada en Navarra sobre el fenómeno de la

violencia en estudiantes de la ESO de entre 12 y

16 años que contrasta con otros estudios similares

realizados en Europa y Estados Unidos. Esta

agresividad se caracteriza por ser un fenómeno

repetitivo entre agresor y agredido. Se miden

también las relaciones de género dentro del

ámbito general de relación entre chicos y chicas,

Selección de referencias documentales

185Estudios de Juventud nº 62/03

Page 181: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

así como las diferentes formas de actuar con

violencia de unos y otras. Concluye con la

búsqueda de una resolución de todas las partes

implicadas.

ISSN 0034-9712

TALKING about the silent fear:

adolescents´experiences of violence in an

urban high-rise community / Lisa Sweatt… [et

al.]. — [S.l.]: [s.n.], 2002

En: Adolescence. — v. 37, n. 145 (spring 2002); p.

109-120

Bibliogr.: p. 119-120

Presenta los testimonios de jóvenes americanos,

que opinan a través de entrevistas, sobre la

inseguridad y violencia de su entorno. Se

pretenden utilizar los resultados de las encuestas

en el desarrollo de programas de apoyo a la familia

para la prevención de la violencia en núcleos

urbanos de gran crecimiento.

ISSN 001-8449

Megías Valenzuela, Eusebio

Violencia juvenil y consumos: Sintomas

culturales con una génesis participada /

Eusebio Megías Valenzuela / [1999?]. — [S.l.]:

[s.n.],

1999

2 h.

Estudia el fenómeno de la violencia y sus posibles

causas. Además de los elementos biológicos o

psicopatológicos, existen otros condicionantes

sociales que desencadenan comportamientos

violentos. Los jóvenes tienen necesidad de

pertenencia a un grupo; este afán de inclusión y

autoafirmación conlleva, a menudo, rituales que

incluyen el consumo de sustancias que relajan el

control ético y favorecen las actitudes violentas.

Comas Arnau, Domingo

Comportamiento, elección y riesgo: los

mecanismos de la violencia en la sociedad

tecnológica avanzada / Domingo Comas Arnau /

[1999?]. —

[S.l.]: [s.n.], 1999

7 h.

Distingue entre dos tipos de violencia: la

tradicional, relacionada con bajos niveles de

desarrollo y problemas de pobreza y marginación,

y las nuevas formas de violencia que surgen con la

modernización y el cambio social. Los programas

preventivos de violencia escolar sólo sirven para

combatir los modos de violencia tradicional, pero

no son válidos para atender la agresividad de

jóvenes de clase media con todas las necesidades

escolares y materiales cubiertas, pero con grandes

carencias de valores y de atención familiar, salvo

en lo material.

Jones, Gerard

Matando monstruos: por qué los niños

necesitan fantasía, super-héroes y violencia

imaginaria / Gerard Jones, prólogo de Lynn

Ponton. — Barcelona: Ares y Mares, 2002

285 p.

Se plantea un análisis positivo de los juegos

violentos, que tanto atraen a la infancia actual,

afirmando que éstos pueden ayudar a confiar en

sus propias intuiciones y a potenciar su desarrollo

personal y emocional. Se argumenta que las

fantasías y la imaginación de los más pequeños no

hace más que adecuarse a la sociedad en la que

se desenvuelven y ya no son válidos en la

actualidad los cuentos de hadas, pues son

representativos de otra época.

ISBN 84-8432-376-5

Jornadas sobre Prevencion de la Violencia Juvenil.

1ª. Almería

Prevención de la violencia juvenil / Encarna Bas

Peña [editora]. — Almería: Instituto de Estudios

Almerienses. Departamento de Juventud de la

Diputación, 2001

135 p.: gráf., tab. — (Actas; 44)

Recoge las ponencias desarrolladas durante las

jornadas sobre el tema de la violencia, abordado

Materiales

186Estudios de Juventud nº 62/03

Page 182: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

desde diferentes perspectivas como son la familia,

el centro educativo y la comunidad. La mayor parte

de las aportaciones se muestran de acuerdo en

que la educación es el primer instrumento para

vencer la desigualdad, que en muchos casos es el

desencadenante de la violencia.

ISBN 84-8108-246-5

La NUEVA ley penal del menor y la intervención

socioeducativa / Jaume Funes… [et al.]. —

Barcelona: Fundació Pere Tarrés, 2001

En: Educación social. — n. 18 (mayo-agosto 2001)

Número monográfico

Incluye: La nueva ley penal juvenil: una lectura en

clave educativa y que intenta ser ilusionada /

Jaume Funes.- La ley 5/2000 en el ámbito de la

protección a la infancia y adolescencia: un proyectil

dirigido a la línea de flotación/ Manel Capdevila.-

Educar en un centro abierto de justicia juvenil/

Isidre Carbonel…

Bibliogr.: p. 99

Presenta las diferentes posturas ante la nueva

ley penal del menor. Mientras unos apuestan por

la respuesta educativa y la intervención a partir

de recursos alternativos, otros opinan, que se

trata de una respuesta blanda e incomprensible

para la problemática de violencia y delincuencia

juvenil, y alegan la falta de previsión y dotación

de recursos necesarios para la correcta

aplicación de la ley.

ISSN 1135-8629

Violencia y escuela: miradas y propuestas

concretas / Julieta Imberti (compiladora); Nelson

Cardoso… [et al.]. — Buenos Aires: Paidós, 2001

206 p. — (Cuestiones de educación; 39)

Los protagonistas de los distintos escenarios de la

violencia escolar nos cuentan su experiencia y

hacen un análisis de los factores de riesgo que

promueven las conductas agresivas y de las

actuaciones que pueden paliar o prevenir la

misma.

ISBN 950-12-6136-0

Educar la convivencia para prevenir la

violencia / Rosario Ortega Ruiz (coord.)… [et

al.]. — Madrid: Antonio Machado Libros, D.L.

2000

306 p. — (Aprendizaje en práctica; 3)

Bibliogr.: p. 303-306

Presenta propuestas para abordar el problema

de la violencia en los centros escolares y

expone un programa de trabajo desarrollado

en un conjunto de centros docentes de

Andalucía.

ISBN 84-7774-172-7

Latorre Latorre, Ángel

Educación para la tolerancia: programa de

prevención de conductas agresivas y violentas

en el aula / Ángel Latorre Latorre, Encarnación

Muñoz Grau. — Bilbao: Desclée De Brouwer, D.L.

2001

120 p. — (Aprender a ser)

Bibliogr.: p. 117-120

Programa que trata de conseguir, a través de

psicólogos, padres y profesores, que la

mediación, la negociación y el consenso sean

procedimientos habituales en el centro escolar

con el objetivo de erradicar las conductas

agresivas y violentas de los alumnos.

ISBN 84-330-1645-8

Tobeña, Adolf

Anatomía de la agresividad: de la violencia

infantil al belicismo / Adolf Tobeña. — Barcelona:

Galaxia Gutenberg, 2001

351 p.

Bibliogr.: p. 329-350

Estudio que invita a reflexionar sobre por qué

los hombres recurren a la violencia con

demasiada frecuencia, o cómo interaccionan

biología y entorno para formar el

temperamento explosivo o conciliador de los

individuos. Trata de éstas y muchas otras

cuestiones relativas a los resortes combativos

del cerebro humano.

ISBN 84-8109-329-7

Selección de referencias documentales

187Estudios de Juventud nº 62/03

Page 183: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Sanmartín, José

La mente de los violentos / José Sanmartín. —

Barcelona: Ariel, 2002

171 p.

Intenta explicar las causas que provocan

comportamientos violentos. Para ello analiza los

componentes biológicos, la relevancia de las

experiencias vividas en la infancia, la relación con

la familia o los compañeros, y las circunstancias

sociales en las que se encuentre el individuo.

ISBN 84-344-1244-6

Cava, María Jesús

La convivencia en la escuela / María Jesús

Cava, Gonzalo Musitu. — Barcelona; Buenos

Aires; México: Paidós, D.L. 2002

370 p. — (Papeles de Pedagogía; 57)

Se ofrece a los profesionales de la educación

con adolescentes un instrumento útil para

mejorar la convivencia entre éstos. Para ello se

presenta el programa "Convivir". cuyo fin es

disminuir los problemas relacionados con la

violencia en las aulas y de alguna forma

prevenirlos, a través de que los alumnos se

conozcan más a sí mismos, así como

desarrollar sus habilidades comunicativas, su

capacidad para reconocer y expresar

sentimientos, etc.

ISBN 84-493-1303-1

Verdú, Vicente

Malas chicas / Vicente Verdú. — [Madrid: El País,

2002]

2 h.

Artículo de prensa de El País.es

Analiza la agresividad y violencia en escuelas

norteamericanas y australianas por parte de los

jóvenes. Hace distinción de los recursos utilizados

entre chicas y entre chicos para propiciar estos

conflictos.

Encuentro Nacional de Promotores (1º. 2001.

Meztitla, Morelos, México)

Programa Juvenil de Prevención Integral:

Primer Encuentro Nacional de Promotores: 29

al 1 de noviembre-diciembre 2001, Meztitla,

Morelos. — [México]: Secretaría de Seguridad

Pública, 2001

106 p.: fot.

El Programa se dirige a la población mexicana de

entre 12 y 29 años de edad y tiene como objetivo

conocer aspectos, tales como inquietudes,

problemas, motivaciones e intereses que llevan a

los jóvenes a conductas delictivas y adicciones,

aportando además propuestas para prevenir estas

conductas.

Juventud,violencia y sociedad en América

Latina / Yuri Chillán Reyes (dir.). — [Méjico]:

Organización Americana de Juventud, 2002

234 p.: graf. — (Colección Millenium. Estudios de

Juventud; 2)

Recoge las conclusiones del Encuentro

Internacional celebrado en Cartagena de Indias,

del 16 al 19 de Julio de 2001, sobre los problemas

que atañen a gran parte de la juventud de ésta

zona iberoamericana. Los ponentes expusieron

casos de sus zonas respectivas analizando las

causas que llevan a la violencia cada día más

creciente y sus posibles soluciones.

ISBN 968-5524-18-8

Salas, Antonio

Diario de un skin: un topo en el movimiento

neonazi español / Antonio Salas. — Madrid:

Temas de Hoy, 2003

340 p. — (En Primera Persona)

Una más de las experiencias que se llevan a cabo

por periodistas para conocer de primera mano la

verdad de los criptomovimientos políticos,

religiosos o de otro carácter que proliferan en la

sociedad. Durante un año, el protagonista y

narrador de los hechos vive el día a día de un

grupo neonazi relatando, desde la maniobra de

acercamiento e infiltración en el grupo, hasta los

pensamientos ideológicos que les sustentan como

organización.

ISBN 84-8460-250-8

Materiales

188Estudios de Juventud nº 62/03

Page 184: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Colaboran en este número

Ana Alvarez-Cienfuegos Ruiz

Licenciada en Psicología - Universidad

Complutense de Madrid. Diplomada en Psicología

Clínica – Instituto Internacional. Miembro de

S.E.P.Y.P.N.A (Sociedad española de psiquiatría y

psicoterapia del niño y el adolescente). Analista en

Formación (A.P.M.). Responsable del Servicio de

Psicología Infanto-Juvenil de la Colaboradora

médica de Banesto. Psicoterapeuta (consulta

privada).

Bárbara Avellanosa

Maestra de educación infantil y psicopedagoga.

Ignacio Avellanosa

Psiquiatra de niños y adolescentes y responsable

de la Unidad de psiquiatría infantil del Hospital

Clínico de Madrid.

Ángela Barrios

Becaria FPI del Dpto. de Psicología Evolutiva y de

la Educación de la Universidad Autónoma de

Madrid. Ha sido investigadora contratada por la

Universidade do Minho (Portugal) para el proyecto

europeo sobre Maltrato por abuso de poder entre

iguales en la escuela. Participó en el Informe del

Defensor del Pueblo sobre violencia escolar. Está

investigando acerca de las representaciones

adolescentes de las medidas previstas en la Ley

del Menor.

Estela D’Angelo Menéndez

Doctora en Ciencias de la Educación por la

Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Especialidad Psicopedagogía. Experta en

Intervenciones Sistémicas por la Facultad de

Medicina de la UCM. Realizó sus estudios de

licenciatura y diplomatura en el sistema

universitario argentino y en el español. Durante las

últimas dos décadas ha guiado su línea de

investigación hacia temas relacionados con los

aprendizajes infanto-juveniles en distintos

escenarios sociales, atendiendo, principalmente, a

la expresión de la diversidad social, cognitiva y

emocional de esta población. Dentro de este

campo es autora de distintos materiales

bibliográficos y especialista en procesos de

formación permanente.

Desarrolló su profesión en instituciones de

Argentina y España. Destaca su función en

equipos psicopedagógicos y dirección en

instituciones educativas que actúan en el ámbito

de la protección social. Actualmente se

desempeña como profesora de la Facultad de

Educación de la UCM y lleva adelante distintos

procesos de formación en universidades y centros

de formación del profesorado. Es fundadora y co-

directora del grupo de investigación LECCO que,

preocupado por la enseñanza del lenguaje escrito

centrado en la comunicación, lo forman profesores

universitarios, alumnos, equipos docentes y

asesores de formación. Participa en distintos

programas de la Asociación Española de

Educación para la Salud (ADEPS) y es presidenta

de la Asociación Española de Lectura y Escritura

(AELE).

Cristina del Barrio

Profesora titular del Dpto. de Psicología Evolutiva y

de la Educación, en la Facultad de Psicología de la

Universidad Autónoma de Madrid. Ha dirigido el

equipo de la UAM participante en el proyecto

europeo sobre Maltrato por abuso de poder entre

iguales en la escuela. Con E. Martín, con quien ha

dirigido el equipo que elaboró el Informe del

Defensor del Pueblo sobre violencia escolar, ha

coordinado el Dossier sobre Convivencia y

Conflictos publicado por Infancia y Aprendizaje.

Autora de La comprensión infantil de la

enfermedad: un estudio evolutivo (Barcelona:

Anthropos) y con A. Moreno, A la búsqueda de un

lugar en el mundo: la experiencia adolescente (Bs.

Aires: Aique).

Mª José Díaz-Aguado

Catedrática de Psicología de la Educación de la

Universidad Complutense. En 1997, año Europeo

contra el Racismo, el Instituto de Migraciones y

Autores

189Estudios de Juventud nº 62/03

Page 185: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Servicios Sociales (del Ministerio de Trabajo y

Asuntos Sociales) le otorgó el Premio

Extraordinario por la Erradicación del Racismo, la

Xenofobia y el Antisemitismo. De 1994 a 1996 fue

representante de España en la Comisión Europea

de Expertos contra el Racismo y la Intolerancia del

Consejo de Europa. Y en 2000, Asesora del

Proyecto Educación para la Ciudadanía

Democrática del Consejo de Europa, designada

directamente por dicho Consejo. Entre sus

publicaciones cabe destacar por la relación con el

tema de este número: Aprendizaje cooperativo y

educación intercultural. Madrid: Pirámide, 2003.

Prevenir la violencia contra las mujeres

construyendo la igualdad. Programa para

Educación Secundaria. Madrid: Instituto de la

Mujer. Un libro y dos vídeos, 2002. Convivencia

escolar y prevención de la violencia. Página Web,

Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Centro

Nacional de Información y Comunicación

Educativa. Prevención de la violencia y lucha

contra la exclusión desde la adolescencia. Tres

libros y un vídeo (con tres programas) Madrid:

Instituto de la Juventud. Programas de educación

para la tolerancia y prevención de la violencia en

los jóvenes. Cuatro libros y dos vídeos. Madrid:

Instituto de la Juventud, 1996.

José Díaz Morfa

Doctor en Medicina, Psiquiatra, Psicoterapeuta.

Presidente de la Asociación Española de

Sexología Clínica (AESC). Fundador y

Vicepresidente de la Asociación para la

Prevención y Tratamiento de las Ofensas Sexuales

(APTOS). Director del Curso de Terapia Sexual y

de Pareja, desde 1984, y del Curso sobre Abusos

Sexuales e Incesto, desde 1997, en la Asociación

Española de Sexología Clínica. Director de la

Asociación Española de Psicodrama Integrativo

(AEPI). Co-director del Centro de Psicodrama

Triádico (CPT). Miembro fundador de la

Federación Española de Asociaciones de

Psicoterapeutas (FEAP). Miembro didacta del

Instituto Español de Psicodrama Psicoanalítico

(IEPP). Exprofesor asociado de psiquiatría y

psicología médica de la Universidad Complutense

de Madrid. Autor del libro Prevención de los

conflictos de pareja. Olalla Ediciones. Madrid,

1998. Reeditado por Desclée Brower, 2003. Co-

autor y coordinador de la enciclopedia Mi primera

biblioteca de iniciación sexual y afectiva. 4 tomos.

Editorial Libsa. Madrid, 1995.

Fernando Egea Marcos

Psicoterapeuta. Licenciado en Psicología Social.

Diplomado en Psicología clínica. Psicoanalista en

Formación de la A.P.M. Fellow Youth Services.

American University Washingoton D.C.

Coordinador de Psyche.

Héctor Gutiérrez

Profesor asociado del Dpto. de Psicología

Evolutiva y de la Educación, en la Facultad de

Formación del Profesorado y Educación de la

Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido becario

CAM de la UAM para el proyecto europeo sobre

Maltrato por abuso de poder entre iguales en la

escuela. Participó en el Informe del Defensor del

Pueblo sobre violencia escolar. Le interesan los

enfoques cualitativos en el estudio del maltrato

entre escolares.

Nieves Herrero Yuste

Licenciada en Filosofía y Letras, especialidad de

Psicología, por la Universidad Complutense de

Madrid. Profesora especializada en Pedagogía

Terapéutica ( Título del Ministerio de Educación y

Ciencia, expedido en Madrid, el 26 de Junio de

1979). Desde 1975 a 1987 se ha desarrollado en

el campo de la Psicología Clínica, especialmente

en el trabajo con niños y adolescentes

problemáticos y con sus familias. Desde Enero de

1.987 hasta la actualidad la actividad laboral se ha

centrado en el campo de las drogodependencias.

Los diez primeros años como psicóloga y directora

del Centro de Atención a las Drogodependencias

de Vallecas (Ayuntamiento de Madrid) y desde

1996 hasta la actualidad como Responsable

Técnico del Plan Municipal contra las Drogas del

mismo Ayuntamiento. Paralelamente, ha

desarrollado una importante tarea docente,

participando en numerosos foros sobre

Autores

190Estudios de Juventud nº 62/03

Page 186: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

drogodependencias y otros problemas de la

infancia y adolescencia. Ha participado en la

realización de estudios, investigaciones y otras

publicaciones sobre drogodependencias y es

autora de diversos artículos sobre el tema.

Ana María Merás Llibre

Licenciada en Psicología. Master en salud mental y

técnicas psicoterapéuticas. Diplomatura en Magisterio.

Coordinadora del Equipo Educativo del Programa

Youthstar. Profesora en Módulos de Orientación

Profesional. Diseño e impartición de Cursos de

Desarrollo Personal. Diseño e impartición de Curso de

Formación para Formadores. Profesora en Módulos de

Orientación Profesional. Técnica responsable de

ejecución de un programa de Prevención de la Violencia

de Género, gestionado por la FMP para el Ayuntamiento

de Madrid.. Despacho profesional de psicología

encuentro y psicoterapia. Desde 1998 y hasta la

actualidad trabaja para el IRSE en el proyecto de

gestión del Hogar Funcional Cantón de Santa María,

coordinado y supervisado por el Servicio de Infancia del

Ayuntamiento de Vitoria.

Kevin van der Meulen

Profesor asociado del Dpto. de Psicología

Evolutiva y de la Educación, en la Facultad de

Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid.

Ha sido investigador contratado por dicho

departamento y por la Universidad de Munich para

el proyecto europeo sobre Maltrato por abuso de

poder entre iguales en la escuela. Ha trabajado en

enfoques retrospectivos y narrativos acerca de

esta temática.

Alicia Monserrat Femenia

Licenciada en Psicología por la Univ. Nacional de

Córdoba (Argentina). Profesora de Enseñanza

Secundaria Normal y Personal y Especial de

Psicología por la misma. Maestra Normal Nacional

en el Colegio Santa Rosa de Lima de la ciudad de

San Juan (Argentina). Cursos de doctorado en la

Univ. Complutense de Madrid. Profesora en la

Universidad Nacional de Córdoba. Psicóloga en

las siguientes instituciones: Coordinadora de

(ACNUR) Org. Para Refugiados en Salud Mental

Madrid. 1978-1979. Psicóloga del Servicio

Psicopedagógico de la Junta Municipal de

Villaverde, Ayuntamiento de Madrid. 1982-1985.

Centro de Planificación Familiar “Salud y Mujer”,

coordinación del área de Salud Mental. Madrid.

1987-1990. I.M.A.I.N. (Inst. Madrileño Atención a

la Infancia) 1994-1996. Turno de Adopciones

Internacionales. Madrid. 1.996 hasta la actualidad.

Miembro Fundadora de la A.P.O.P (Asoc.

Psicoterapia Operativa Psicoanalítica). Presidenta

desde 1997 hasta la actualidad. Miembro

Fundadora de A.N.E.F.F. (Asoc. Nuevo Espacio:

Familias sin Fronteras) y Vocal de la Junta

Directiva, desde 1997 hasta la actualidad.

Psicoterapeuta y psicoanalista de niños y adultos

en consulta privada, desde 1980 hasta la

actualidad. Publicaciones: “El Aborto y la

Sexualidad Femenina desde una perspectiva

Psicoanalítica” A.E.N.. Madrid 1990. “Intervención

en la Escuela. Participación de los Padres”..

Madrid. 1991. Dos libros infantiles dirigidos a

Niños y a Padres, de 3 a 5 años, LIBSA.1998.

Rosario Morales Moreno.

Licenciada en Psicología Nº Col PV03304.

María Teresa Muñoz Guillén

Licenciada en Filosofía y Letras, Diplomada en

Psicología Clínica Colegiada en el Colegio Oficial

de Psicólogos de Madrid desde su creación en el

año 1980 y anteriormente en el Colegio de

Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras de

Madrid, en la Sección de Psicología. Su actividad

profesional fundamental es el ejercicio del

Psicodiagnóstico y, sobre todo de la Psicoterapia,

dentro del campo del Psicoanálisis, tanto con

niños y adolescentes como con adultos.

Acreditada por la Federación Española de

Asociaciones de Psicoterapeutas como:

Psicoterapeuta Psicoanalítico, Psicoterapeuta

Psicoanalítico Didacta, Psicoterapeuta de Niños y

Adolescentes, Psicoterapeuta Didacta de Niños y

Adolescentes. Miembro ordinario de la Sociedad

Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y

el adolescente (S.E.P.Y.P.N.A). Miembro del

Instituto de Psicoanálisis de la Asociación

Autores

191Estudios de Juventud nº 62/03

Page 187: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Psicoanalítica de Madrid. Vocal de la Junta

Directiva de la Federación Española de

Asociaciones de Psicoterapeutas (F.E.A.P). Vocal

de la Junta Directiva de la Sección de Psicoterapia

Psicoanalítica de la FEAP. Vocal de la Junta de la

Sección de Psicología Clínica y de la Salud del

Colegio de Psicólogos de Madrid. Coordinadora

del Grupo de trabajo Infanto-Juvenil dependiente

de la Sección de Psicología Clínica del COP.

Participa en numerosos congresos y seminarios y

ha publicado artículos en libros y en revistas

especializadas.

Piedad Pozo Luna

Licenciada en Psicología por la Universidad

Complutense de Madrid (UCM). Realizó estudios

de Diplomatura en Magisterio con especialidad en

las áreas de Matemáticas y Ciencias, Educación

Infantil y Pedagogía Terapéutica. Experta en

Intervenciones Sistémicas por la Facultad de

Medicina de la UCM. En la actualidad cursa

estudios de doctorado en la Facultad de Educación

de la UCM. Desarrolló su profesión en la Función

Pública como docente en todos los niveles

educativos a lo largo de veintiún cursos, de los

cuales, doce a cargo de adolescentes. Los dos

últimos, con alumnos del Programa de Garantía

Social, en el Instituto Federico García Lorca, de

Las Matas (Madrid). Se desempeñó como asesora

de formación en centros de formación permanente

del profesorado de la Comunidad de Madrid.

Forma parte del grupo de investigación LECCO

realizando, en este contexto, actividades de

formación permanente.

Carlos Puchol Aliaga

Licenciado en Psicología por la Universidad de

Valencia. NºCol.PV06924. Diplomado en Nutrición

y Dietética por la Universidad de Navarra. Master

en Psicología Jurídica impartido por el Colegio de

Psicólogos de la Comunidad Valenciana.(2001-

2003). Profesor en el curso de formación continua

“Dietoterapia- Aspectos Psicologicos de la Dieta”

realizado en el Hospital General de Valencia, 16

de octubre y 6 de noviembre de 2000. Educador

en el Centro de Reeducación Colonia San Vicente

Ferrer de Burjassot, desde el 11 de enero de 2001

al 15 de octubre de 2002. Psicólogo en el Centro

de Reeducación Mariano Riberade Burjassot

(Valencia), desde el 1 de noviembre de 2002.

M. Carmen Rodríguez-Rendo

Psicóloga, nº de colegiada: M-4623.

Psicoanalista, Psicoterapeuta psicoanalítico

didacta de la F.E.A.P. Ex- Profesora y Jefe de

prácticas clínicas de E.P.N.A.- Posgrado de la

Universidad Pontificia de Comillas (1978- 2002).

Miembro de la Fédération des Ateliers des

Psychanalise (Paris)/ Federación de Ateliers de

Psicoanálisis. Miembro de la Asociación

Española de Neuropsiquiatría. Vicepresidenta de

A.E.P.P.I.A. (Asociación Española de Psicología y

Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia)

Miembro de APICE. Inicia su recorrido como

Psicoterapeuta y Psicoanalista con niños y

adolescentes en Bs. As. en 1969, en el Hospital

Braulio Moyano y el Hospital Penna de la ciudad

de Buenos Aires. 1970 Inicia la práctica clínica

privada con niños, adolescentes y adultos. 1976

Inicia su actividad docente en Madrid en el

Grupo Quipú de Psicoterapia. 1978 Jefe de

Prácticas Clínicas y Profesora de “Teoría del

Inconsciente” e “Introducción al pensamiento de

Lacan” en la Escuela de Psicología Clínica de

Niños, Adolescentes y Adultos. Posgrado de la

U.P.C.O, hasta julio del 2002. 1980-2003

Supervisora de psicoterapeutas y psicoanalistas

hasta la actualidad. 1981 Continúa su formación

como psicoanalista en París, 1982-2003 Publica

varios artículos en Madrid, París y Bs.As.

Participa en reuniones científicas y congresos, y

es invitada como profesora y ponente en varias

organizaciones. Dirige desde 1998 su seminario

privado sobre: El discurrir imaginario de la

transferencia.

Raquel Suárez Fernández

Licenciada en Derecho, Miembro del Servicio

Jurídico de Cavastur, Asesora jurídica de la

Federación de AA. VV. de Mieres, Presidenta de la

Asociación de Mujeres Vecinales “Muyeres n’el

Camín”, Título superior de Inglés, Técnico en

Autores

192Estudios de Juventud nº 62/03

Page 188: Aspectos Psicosociales Violencia Juvenil

Gestión Inmobiliaria, Programador de Aplicaciones

Microinformáticas.

Asunción Tejedor Huerta

Psicóloga, Auxiliar de Psiquiatría Infantil y Master

en Diagnóstico y Terapia. Coordinadora de la

Comisión de Psicología Jurídica del COPPA.

Miembro del Grupo de Trabajo de Intervención

Psicológica en Desastres. Miembro de la Sección

de Psicología Clínica y de la Salud de la

Delegación de Asturias del COPPA. Coordinadora

de Formación del COPPA. He trabajado con

psicóloga en consulta privada. Asistencia a

numerosos cursos relacionados fundamentalmente

con la Psicología Jurídica (mediación, periciales

judiciales). Asistencia a congresos sobre

Psicología Jurídica. Periciales para el Tribunal de

Justicia desde 1994 hasta la actualidad. Ponente

en la charla-coloquio “Asociacionismo de la Mujer”.

Ponente en la mesa redonda “Mujer y

Asociacionismo”. Docente del “Curso de formación

de Cuidadores de Enfermos de Alzheimer”.

Selección para el “Curso de formación de

Cuidadores de Enfermos de Alzheimer”.

Universidad Autónoma de Madrid

Bárbara Scandroglio, Jorge López Martínez, José

Manuel Martínez García, Mª Jesús Martín López,

Mª Carmen San José Sebastián y Antonio Martín

González

Los autores de este trabajo forman parte de un

equipo de investigación vinculado al Departamento

de Psicología Social y Metodología de la

Universidad Autónoma de Madrid y coordinado por

el Prof. Antonio Martín González. Desde el

referente de la Psicología Social Aplicada, e

integrando abordajes cualitativos y cuantitativos,

desarrollan en la actualidad diferentes líneas de

trabajo, entre las que se encuentra el estudio de

los comportamientos de riesgo juveniles, con

especial atención a la violencia grupal juvenil.

Javier Urra

Psicólogo de la Fiscalía del Tribunal Superior de

Justicia y de los Juzgados de Menores de Madrid.

Asesor de U.N.I.C.E.F. Defensor del Menor de

1996 a 2001.

David Viadero Jorganes

Licenciado en Psicopedagogía, con especialidad

Orientación Escolar, por la Universidad de Deusto

y Diplomado en Magisterio de Educación Infantil

por la Escuela Universitaria de Magisterio de la

Universidad de Cantabria. Experto en

Intervenciones Sistémicas por la Facultad de

Medicina de la Universidad Complutense de

Madrid (UCM). Actualmente, realiza el segundo

año de estudios de Doctorado en la Facultad de

Educación de la UCM.

Ha llevado a cabo la dirección y desarrollo de

diversas actividades de ocio y tiempo libre con

adolescentes. En la actualidad realiza tareas de

formación a docentes de diversos niveles

educativos en centros de formación permanente

del profesorado y participa en diversas actividades

de investigación organizadas por el grupo de

investigación LECCO y la Asociación Española de

Lectura y Escritura (AELE).

Autores

193Estudios de Juventud nº 62/03