ashley amanda 03 - shades of gray castellano.doc

265
Traducción: Maria José Corrección: Gabriela y Conxa Amanda Ashley ** Shades of Gray** ** Shades of Gray** Alexi Limitado por cadenas de plata, el vampiro ha dormido por cientos de años, encerrado en un mundo de dolor y hambre, hasta que la seductora fragancia de la sangre de una mujer le hace volver a su voraz vida. Marisa Excitada por la visión del encadenado vampiro de feria, tropezó en la tienda hacia los brazos del hombre más sorprendente que jamás había visto. Hipnotizada por su abrazo sobrenatural, ella le cree cuando él le jura que lo único que desea beber de ella son sus besos. Grigori 1

Upload: soledad-corpur

Post on 08-Aug-2015

33 views

Category:

Documents


4 download

TRANSCRIPT

Page 1: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Amanda Ashley

** Shades of Gray**** Shades of Gray**

Alexi

Limitado por cadenas de plata, el vampiro ha dormido por cientos de

años, encerrado en un mundo de dolor y hambre, hasta que la seductora

fragancia de la sangre de una mujer le hace volver a su voraz vida.

Marisa

Excitada por la visión del encadenado vampiro de feria, tropezó en la

tienda hacia los brazos del hombre más sorprendente que jamás había

visto. Hipnotizada por su abrazo sobrenatural, ella le cree cuando él le

jura que lo único que desea beber de ella son sus besos.

Grigori

Perdido en las tinieblas, Grigori encontró un nuevo sustento en la luz

del amor de Marisa, y un nuevo propósito en su vida. Sólo él podía

protegerla del mal que acechaba en la noche. Ahora, hambriento de sus

agridulces caricias, él le hace la solemne promesa de enseñarle que no

1

Page 2: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

todos los no muertos son monstruos, y que en algún lugar entre el

blanco y el negro de la perdición, se encuentra el infinito...

2

Page 3: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Sombras grises

Recuerdos de la luz del día calientan mi menteimportunándomeatormentándomecon todo lo que dejé atrás.Mi corazón palpita frío.Toda esperanza se ha ido, yvivo en sombras grises.La luna es mi sol y el sol mi muerte.Debería rendirme al día.La luz del sol, como una bendiciónme conduce a mi guarida donde duermo de su afecto,anhelando su luz y rezando para que nunca me encuentre.Ahora soy una criatura de la oscuridad, cada pesadilla hecha realidad.Temor reencarnadoel terror de la nocheY he venidopor ti.

3

Page 4: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 1

El Ferial de Roskovich era la excusa más pobre y sórdida que Marisa había visto para una feria. El principal reclamo del propietario era alardear de que, dentro de la mayor de sus andrajosas tiendas de campaña, él tenía el cuerpo de un genuino vampiro de Transilvania.

Marisa pagó la arrugada entrada a seis—cincuenta y entonces, evitando los paseos usuales de la feria y los juegos, entró en la gran tienda blanquiazul y desprovista de adornos de la atracción secundaria, junto con las otras almas fuertes que se habían aventurado a salir bajo la lluvia en esa fría y ventosa tarde, víspera de todos los santos.

Ella vagó de atracción en atracción, deteniéndose brevemente para mirar a la mujer barbuda y al hombre de dos cabezas, que era, obviamente, una ridícula falsificación. Paseándose, vio un triste gigante cubierto por un disfraz de leopardo, que le recordaba a Pedro Picapiedra. Había un enano de apariencia rara, un hombre con la piel de reptil y una diminuta mujer que estaba cubierta, de la cabeza a los pies, por sicodélicos tatuajes.

El aire era denso con el olor de la tela mojada por la lluvia, el algodón de azúcar y las palomitas con mantequilla, mostaza y cebollas. Un vendedor, con un delantal amarillo gritaba: “¡Compren perritos calientes! ¡Llévenselos mientras aún queman!”

Marisa se paró cuando llegó a una pequeña tienda, montada dentro de la grande. Un cartel con forma de mano indicaba:

CONDE ALEXI KRISTOV EL MÁS ANTIGUO VAMPIRO QUE EXISTE

Marisa sintió una súbita corriente helada recorriendo su espina dorsal cuando entró en la pequeña tienda. Buenos efectos especiales, pensó. Ella echó una mirada sobre su hombro, esperando encontrar alguna especie de ventilador, pero no vio nada.

Y entonces vio el ataúd. Era una antigüedad, mayor en la parte de arriba que en la inferior. De color pardo oscuro, descansaba sobre una tarima de madera con relieve, en el centro del suelo lleno de aserrín. La tapa cerrada estaba cubierta con rosas rojo—sangre envueltas en vapor artificial.

Quizás había una docena de personas en la tienda. Rodeaban en semicírculo el féretro, hablando en silenciosos susurros. Una niña pequeña tiró con fuerza de la mano de su madre, quien la montó a caballito. Dos chicos adolescentes bromeaban con una preciosa chica, haciendo chistes sobre los no muertos y las criaturas de la noche.

La gente se calló cuando un hombre alto, delgado como un cadáver, vestido con un traje marrón y una vieja corbata antigua, entró en la tienda y se colocó a la cabeza del ataúd. Permaneció allí, sus escuálidas manos dobladas, su expresión sombría, mientras las luces se atenuaban.

—Bienvenidos— dijo el hombre, ejecutando una cortés reverencia. —Soy Silvano

Hablaba con un fuerte acento, pensó Marisa, pero no sabía de dónde era. Húngaro, quizás, o ruso.

—Lo que voy a decir puede chocarles, pero les aseguro que es la verdad. Siglos atrás el conde Alexi Kristov era un despiadado monstruo, un látigo que

4

Page 5: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

diezmaba muchos pequeños pueblos de mi patria natal, Rumania. En esa época, él cazaba a mi familia, devorándolos uno a uno hasta que mis antepasados casi fueron destruidos por completo

Marisa dio un paso hacia atrás, arrastrada por las palabras del hombre. Ella nunca había creído en fantasmas o duendes. No tenía miedo de la oscuridad. No creía en brujas, hechiceros o vampiros.

Pero algo en la voz de ese hombre, en sus palabras, le hacía creer. Sintió cómo se ponía su carne de gallina cuando Silvano hizo una profunda inspiración y comenzó de nuevo a hablar.

—Hace unos cien años, uno de mis antepasados descubrió los restos del palacio del conde. Él hizo que el vampiro se rindiera, ayudado por cadenas de plata.

Muy despacio, Silvano movió las rosas de plástico de la tapa del ataúd. Vaciló, para dar un efecto dramático, conjeturó Marisa, y luego, con una floritura, levantó la tapa, la cual estaba revestida de blanco satén.

—Piensan que parece muerto, —Silvano continuó, con tono sombrío. —Puedo asegurarles que el conde Alexi Kristov está muy vivo. Un siglo sin alimento le ha hecho desamparado y virtualmente sin poder.

Silvano extendió su mano invitándolos. —Por favor, no tengan miedo de acercarse para mirarlo de cerca. No hay

peligro.Marisa permaneció atrás mientras todos echaban un buen vistazo al

conde, y luego, con las piernas blandas como espaguetis, ella subió los dos escalones de la plataforma y miró dentro del féretro.

La cama del ataúd estaba cubierta con el mismo satén blanco que envolvía la tapa. Una cruz de plata, quizás de un pie de largo, estaba asegurada a la parte de debajo de la caja. Varias cruces similares estaban colocadas a cada lado de la cabeza del vampiro.

El vampiro, ataviado con un raído traje negro pasado de moda, estaba amortajado con sus manos a los lados. Ella pensó que era raro que sus manos estuvieran firmemente aseguradas. Una fina cadena de plata se envolvía alrededor de su cuerpo, desde su pecho a sus tobillos. Su piel, que era casi tan blanca como el satén que tenía debajo, era como papel pintado, delgada sobre su cráneo. Pálidas pestañas marrones, descansaban sobre sus hundidas mejillas. Su pelo era largo y lacio, de un deslustrado marrón rojizo.

Definitivamente parecía muerto. Desde hacía mucho tiempo.Sintiendo la mirada fija de Silvano, Marisa levantó la vista. —¿Por qué tus antepasados no le mataron?—Ellos sintieron que la muerte sería demasiado misericordiosa. —¿Misericordiosa?—Esto…—Silvano gesticuló hacia el vampiro. —¿Cómo puedo explicarlo? Él

está aún vivo. Sin sangre humana como sustento, está en un constante tormento.—Una sonrisa, que no era realmente una sonrisa, se insinuó en los labios finos de Silvano. —Él no puede escapar de las cadenas. Las cruces le restan sus poderes. Su alma está atrapada dentro de éste cuerpo. Éste cuerpo muerto.

Marisa se estremeció al mirar de nuevo al vampiro. Silvano casi le había hecho creer que era real. Pero, por supuesto, sólo era un hombre extremadamente flaco en un impresionante escenario.

Ella miró fijamente el pecho del vampiro, silenciosamente contó los segundos. Pasó un minuto. Dos. El hombre no respiraba. Tres minutos. Cuatro.

Un escalofrío recorrió su espalda. Puede que realmente aquello fuera un cadáver.

5

Page 6: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Silvano se volvió hacia una preciosa niña que llevaba una minifalda roja, una blusa sin mangas, calcetines negros de malla y zapatillas de bailarina y que le llamó por su nombre.

Marisa miró a Silvano, que abandonaba la tienda con la niña. Lanzó una mirada a su alrededor y vio que todo el mundo se había ido.

Su corazón latió rápidamente, realmente se había quedado sola con el vampiro. Ella miró fijamente el cuerpo. Podría ser que no fuese humano en absoluto. Probablemente estuviera hecho de cera, como las figuras del museo de Movieland1.

Ella rió con alivio. Eso era, por supuesto. ¿Por qué no había pensado antes en eso? Era sólo una elaborada broma.

Miró sobre su hombro. No vio a nadie. Sintiéndose como una tonta, recorrió los eslabones de la cadena con la punta de sus dedos. Parecía muy real, sólida. Una pequeña fortuna en plata.

Y luego, incapaz de resistir la tentación, tocó la mano del vampiro.No estaba hecho de cera. La piel estaba fría. Tersa y seca, le recordó el

tacto de los antiguos pergaminos. Ella abrió la boca con asombro cuando la piel, parecida al papel, empezó a calentarse bajo la yema de sus dedos. Y luego, muy lentamente, los esqueléticos dedos de la mano izquierda del vampiro se desenroscaron y se extendieron sobre el liso forro de satén.

Con un grito, Marisa se apartó con un salto del ataúd. Se volvió, tropezó y dio un traspié, gritando hasta que cayó sobre sus pies. Se arañó la pierna con la rugosa madera, aterrizando sobre el aserrín con sus manos y rodillas.

Temblando, miró sobre su hombro, en el peor de los casos vería al vampiro levantándose desde su ataúd, sus colmillos descubiertos en una horrible mueca y en el mejor de los casos, vería un hombre normal, sentado y riendo estruendosamente, porque la había asustado, haciendo que perdiera diez años de su vida.

Pero todo estaba quieto dentro de la tienda.Mortalmente quieto.Marisa se arrastró sobre sus pies, retrocediendo como pudo. Mirando hacia

abajo, vio la sangre goteando de una herida superficial justo debajo de su rodilla derecha.

Cogiendo un pañuelo de su bolsillo, limpió la sangre; luego, con una mueca, lo tiró a la papelera y salió precipitadamente de la tienda.

Sangre. Caliente y dulce y fresca. El olor de ella llenó el aire, importunando su nariz, atormentando sus sentidos, despertando una sed que había permanecido dormida por cientos de años.

Sangre.La sangre de una mujer.Su mano vibraba con el recuerdo de la mano de ella, sus dedos eran

calientes y blandos, los latidos de su sangre le llamaban.Él luchó a través de la negrura, un siglo de oscuridad, todos sus sentidos

afilados por el irresistible aroma de la sangre de una mujer.Él flexionó sus manos, sus hombros, lamió sus labios, como el Cazador que

bramaba a la vida.Con esfuerzo, abrió sus ojos. Un lamento por el atropello retumbó

profundamente en su garganta cuando vio las cruces. Tres, todas de plata.

1 Museo de cera de las estrellas, se encuentra en California y en él se pueden ver las figuras de Julia Roberts, Jack Nicholson y muchos más famosos. Se puede acceder en www.movielandwaxmuseum.com

6

Page 7: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Con el retorno de la conciencia, llegó el dolor—el dolor de las cadenas de plata alrededor de él y el rabioso Cazador que no había tenido alimento durante cientos de años.

Ignorando el dolor y al Cazador, se encerró profundamente en sí mismo, llamando a la fuerza de miles de años…

Marisa se despertó con el sonido de sus propios gritos resonando en sus oídos. Respirando rápidamente, encendió la lámpara que tenía al lado de la cama y echó un vistazo a su alrededor, aliviada de encontrarse a salvo en su casa, en su propia cama.

Su mano fue hacia su cuello, sus dedos tocaron ansiosamente la piel de debajo de su oreja izquierda. No parecía haber ninguna marca de mordisco. No había sangre.

—Un sueño, —murmuró —fue sólo un sueño.Pero parecía tan real. La criatura doblada sobre su cama, sus ojos grises

ardiendo de un rojo profano en la oscuridad, sus manos como garras estaban posadas en sus hombros, manteniéndola en el sitio, su largo pelo rojizo frotándose con su mejilla, mientras él se apoyaba en ella, sus colmillos se posaban en su cuello.

Demasiado real, pensó ella, demasiado real.Dejando la luz encendida, se cubrió hasta la barbilla, temerosa de cerrar

los ojos, temerosa de volver a dormir, con miedo de que la pesadilla pudiera encontrarla de nuevo.

7

Page 8: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 2

Marisa volvió a la feria el lunes siguiente por la tarde, después del trabajo, esperando que al ver al vampiro de nuevo, y al asegurarse que aún seguía allí, se vería libre de las pesadillas que habían plagado sus sueños durante las tres noches anteriores. Porque pensaba que el ver a la criatura de nuevo pondría punto y final a sus malos sueños en vez de seguir causando más confusión, recapacitaba mientras aparcaba su coche en un lado de la calle y atravesaba corriendo la fina llovizna que había empezado al atardecer.

Ella se paró cuando llegó al solar, sorprendida al ver que las casetas de comida ya no estaban. Varias de las tiendas habían sido desmanteladas; en la distancia, ella pudo ver a tres hombres bajando un vehículo del Ferry. Otro hombre intentaba conducir a un asustadizo caballo dentro de un remolque. Nadie le prestó atención.

La caseta de las entradas estaba vacía. Un cartel en blanco y negro estaba colocado en la ventanilla. En él se podía leer:

CERRADO HASTA NUEVO AVISO Durante un momento, ella miró fijamente la señal; lanzando una mirada a

su alrededor para estar segura de que nadie estaba mirando, se zambulló en la gran tienda. Estaba vacía. Ella podía oír su corazón, latiendo en sus oídos, mientras se aproximaba a la tienda pequeña.

Respirando profundamente, entró dentro.Esa tienda también estaba vacía. La tarima estaba en el centro, pero el

oscuro ataúd no estaba a la vista.—¿Puedo ayudarla?El sonido de una voz de mujer la sobresaltó. Girando, Marisa reconoció a la

niña que había visto el viernes. La niña que llevaba la minifalda roja, las zapatillas de bailarina, la blusa sin mangas y los largos y balanceantes pendientes rojos. Ese día su apariencia hacía pensar que acababa de regresar de un funeral. El severo vestido negro que llevaba le hacía parecer mayor. Llevaba un pañuelo negro sobre su pelo. Un adornado crucifijo de plata colgaba de una fina cadena de plata alrededor de su cuello. Anchos brazaletes de plata adornaban ambas muñecas.

—He venido a ver al vampiro.La chica la miró con el ceño fruncido. Sus ojos estaban rojos, como si

hubiera estado llorando.—Ah, si— dijo—estabas aquí en la víspera de Halloween ¿no?—Sí.—Marisa lanzó una mirada hacia el centro de la tienda, donde había

estado el ataúd. —¿Dónde está?La niña miró alrededor de la tienda, sus dedos inquietos en el crucifijo.¿Estaba imaginándolo, se preguntó Marisa, o los movimientos de la niña

parecían furtivos, temerosos?—¿Hay algún problema?— Preguntó Marisa.—¿Qué? Oh, no. Lo lamento… el conde no está disponible para visitas.—¿No está disponible? ¿Por qué no?La chica vació antes de contestar, y Marisa tuvo la clara impresión de que

estaba eligiendo sus palabras con mucho cuidado. —El cuerpo está siendo... restaurado.

8

Page 9: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Ya veo, —dijo Marisa.—¿Sabes cuando él... cuando se finalizará la restauración?

La mano de la chica se apretaba sobre la cruz. —Lo siento, pero no se lo puedo decir.

—¿Está Silvano por aquí?La niña miró a Marisa mordazmente; luego expeliendo un profundo y

estremecido suspiro, negó con la cabeza.—Parece que estáis recogiendo.—Si, me temo que un negocio inesperado nos llama. Siento que haya

hecho un viaje para nada. Buenas tardes.—Sí, buenas noches.Marisa miró mientras la niña se iba, luego caminó hacia el centro de la

tienda y se paró ante la vacía plataforma. La niña había dicho que el cuerpo estaba siendo “restaurado”. ¿Qué significaba eso exactamente? ¿Cómo iba uno a restaurar un cuerpo que no estaba bastante muerto?

Ella sintió una repentina frialdad en la base de su cuello, una sobrenatural sensación de que ella no estaba sola. Miró hacia la puerta, pensando que la niña había vuelto, pero no había nadie allí.

—¿Ha venido a ver al vampiro?Marisa se volvió, su corazón dio un salto en su pecho, —Dios mío, me ha

asustado.—Ella miró fijamente al extraño, preguntándose cómo había entrado allí. Ella había estado mirando hacia la puerta. Debería haberlo visto entrar. No era un hombre que pudiera pasar desapercibido.

Su largo pelo negro estaba mojado por la lluvia. Sus cejas eran finas y rectas. Era alto y ancho de hombros, con la constitución de un atleta, aunque su piel era pálida, como si no pasara mucho tiempo al aire libre. Llevaba un voluminoso jersey gris, unos vaqueros negros ajustados sobre sus largas piernas. Había fango en sus botas.

—Perdóneme—dijo. —No era mi intención asustarla.Su voz era baja y profunda y se deslizó sobre su piel como cálido raso.—No importa.Él echó un vistazo alrededor, hacia el lugar donde había estado el ataúd y

ella vio contraerse un músculo en su mandíbula. Y luego, como un lobo olfateando el aire, él levantó la cabeza y las ventanas de su nariz se abrieron.

Marisa se estremeció cuando sus ojos se encontraron con los de él, profundos ojos negros, que parecían probar lo muy profundos que eran su alma y su corazón. El demonio tendría ojos como aquellos. El pensamiento le llegó desde afuera.

—¿Vino para verlo también?— Preguntó ella. —Al vampiro, digo.—Sí.Ella dio un paso hacia atrás, incómoda por estar tan cerca de él, pero sin

saber por qué. —Me han dicho que está siendo restaurado, sea lo que sea que eso signifique.

Una sonrisa tan débil, que ella no hubiera calificado como sonrisa, tocó sus labios. Llenos y sensuales labios. —¿Eso es lo que dicen?

Melisa inclinó la cabeza, encantada por su voz. Nunca había oído algo como eso: bajo, dulce como la miel. La voz de un ángel.

Grigori estudió a la mujer durante un momento, notando que era adorable. Su melena llegaba hasta los hombros y era castaño oscuro, rizada ligeramente; sus ojos eran brillantes y verdes, como las esmeraldas de buena calidad. Sus labios estaban finamente esculpidos, cálidos y generosos. Invitadores. Un jersey

9

Page 10: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

rosa y unos vaqueros negros descoloridos, revelaban una pequeña figura, suavemente redondeada en los lugares adecuados.

—¿Y usted cree en vampiros?—Preguntó él.—Por supuesto que no. Probablemente era un viejo que fue contratado por

unos pocos días— Si, pensó ella, eso era.—Aún así ha vuelto. Me pregunto por qué.—No estoy segura—ella encontró su mirada con desafío en sus ojos. —No

parece usted un hombre que crea en vampiros y que piense que va a chocarse con ellos por la noche, aún así está aquí.

Él arqueó una ceja negra. —¿En serio? Se sorprendería si supiera en lo que creo.

—No lo dudo—replicó Marisa. —Bien... —Ella colocó su bolso en el hombro. —Buenas noches.

Él se quedó parado durante un momento, el distinguido contoneo de sus caderas hasta que ella salió de la tienda. Luego, recordando su reacción al llegar allí, cruzó el suelo y revolvió la basura hasta que encontró un pañuelo desechado. Cerrando sus ojos, respiró profundamente, un estremecimiento de añoranza le recorrió cuando inhaló el aroma de la sangre.

Sus párpados se abrieron al reconocer el olor. Era la sangre de la mujer la que manchaba la tela.

Guardando el pañuelo en su bolsillo de atrás, corrió detrás de ella.Bajo la lluvia, vio como ella se subía en un Honda Prelude último modelo. Y

luego, metió las manos dentro de los bolsillos de sus vaqueros, sin tener conciencia de la luz que atravesaba las nubes, él la siguió hasta su casa.

Marisa tomó una larga y cálida ducha, se roció generosamente con polvos de talco, luego se puso unos estrechos vaqueros, una camiseta y unos calcetines y se enroscó en el sofá. Cambió los canales de la tele durante un minuto, luego apagó el aparato. Alargó la mano para coger un libro, intentó leer, pero después de darse cuenta de que había leído la misma página cuatro veces, arrojó el libro a un lado.

Demasiado intranquila para permanecer sentada, fue a la cocina para prepararse algo de comer, luego, en un capricho, decidió en cambio salir fuera.

Se puso unas botas, y luego cogiendo su bolso y su paraguas, dejó la casa. La lluvia no era más que una fina llovizna ahora, aunque a través de las nubes se cernía la oscuridad en el cielo. Pensó en coger el coche, pero luego decidió que un paseo le haría bien.

Angelo era su restaurante favorito, un pequeño lugar italiano, con manteles de cuadros rojos y velas en viejas botellas de chianti y una atmósfera relajada. Estaba a dos manzanas de su casa y María solía ir a menudo. Los propietarios eran amigos y los espaguetis no tenían rival.

Bajo el toldo del restaurante, Marisa sacudió la lluvia de su paraguas, luego entró y tomó asiento en la parte de atrás del lugar. Sonrió al camarero que le llevó el menú.

Estaba intentando decidir si tomar rigatone o ravioli cuando sintió que estaba siendo observada.

Bajando él menú, miró a su alrededor, sintió que su corazón daba un salto en su pecho cuando vio que el hombre moreno de la feria avanzaba hacia ella.

Él sonreía cuando llegó a su mesa —Hola de nuevo.—¿Qué está haciendo aquí?

10

Page 11: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Puede que buscando compañía en una noche tormentosa. Veo que estás sola. ¿Te importa si me uno a ti?

Por supuesto que le importaba. Ella no sabía nada de él, ni siquiera su nombre.

Lo prudente sería decirle que se perdiera. Eso lo sabía. Sin embargo, de alguna manera se encontró invitándole a tomar asiento.

Lleno de gracia, como una hoja cayendo de un árbol, él se deslizó en la silla que tenía enfrente.

—¿Viene aquí a menudo?— Preguntó Marisa.—No, esta es la primera vez.—Él sonrió. Con una devastadora sonrisa,

revelando unos dientes los suficientemente blancos para un anuncio de dentífrico.—Fortuito, ¿no cree?

Perpleja por sus palabras, Marisa cabeceó. Se alegró cuando llegó Tommy para recoger su pedido.

—Hey, dulces mejillas— dijo el camarero con un guiño. —¿Cómo va eso?Marisa sacudió su cabeza. Tommy era un irremediable galanteador.

Estudiaba contabilidad en la escuela superior, y trabajaba en el restaurante cuatro noches por semana. Estaba bajo la ilusión de que era irresistible.

—Así que…—ronroneó Tommy—¿Qué va a ser?—Rigatoni.—Excelente elección. Rigatoni y una copa de Chianti.Marisa sonrió abiertamente. —Me conoces muy bien.—No tanto como me gustaría.—Replicó Tommy, arqueando sus cejas para

ella.—¿Y qué le puedo traer a usted, señor?—Una copa de vino tinto. Muy seco.—Enseguida—dijo Tommy.Marisa extendió su servilleta en el regazo. —¿No va a comer?—Cené temprano. Sólo paré por un trago.—Oh.—Debe venir aquí a menudo—observó él.—Si, normalmente una o dos veces por semana. Cocinar no es algo que

me apasione, y la comida aquí es buena, y barata.Ella levantó la vista y sonrió a Tommy cuando le llevó su vino.El extraño levantó su copa. —¿Un brindis?—¿Por qué quiere que bebamos?—¿Por los nuevos amigos?Marisa levantó su copa —Por los nuevos amigos.Él la miró por el borde de su copa y ella tragó.—Lo siento, no sé tu nombre, nuevo amigo.—Perdóname. Soy Grigori.—Él extendió su mano.—Marisa Richards.Él tomó su mano con la suya. Su apretón era gentil, aunque firme, su piel

fría.—Encantado, Marisa Richards.Sus palabras se derramaron sobre ella, ricas como el chocolate negro, más

intoxicantes que el vino de su copa.—Bueno, Grigori, ¿a qué te dedicas?—Magia, principalmente. ¿Y tú?

11

Page 12: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¡Magia!..—Ella inclinó provocativamente la cabeza, y luego asintió. Si, fácilmente podía imaginarlo en un escenario cubierto de negro, con una capa de seda agitándose sobre él. —¿Eres mago?

Él se encogió de hombros. —Entre otras cosas.—¿Estás representando aquí, en la ciudad?—No en este momento—Qué pena. Supongo que no podrás enseñarme alguno de tus secretos,

¿no?—Me temo que no.—No pensé que pudieras. Hay alguna clase de juramento de los magos o

algo así, ¿no?—Si—dijo Grigori sonriendo vagamente.—Un antiguo juramento de no

revelar nuestros secretos. No me has dicho en qué trabajas tú.—Le recordó él.—Soy secretaria legal en Salazar y Salazar. El viejo Salazar es mi jefe. Un

tirano donde los haya. —Ella sonrió. —Quizás puedas hacerlo desaparecer.Ella esperó que él riera, o al menos que sonriera un poco. En cambio, él la

contempló durante un rato y luego dijo muy seriamente —Si es tu deseo.No sabiendo qué contestar, ella cambió de conversación. —¿Qué haces cuando no estás trabajando?—Doy largos paseos bajo la luna.—Oh, un romántico.El se encogió de hombros.—Puede que sea que prefiero la noche.—¿Es así? Lo de preferir la noche.—Si—Él hizo un gesto vago con su mano. Fue un movimiento lleno de

gracia, etéreo, ligero. —Mis ojos son muy sensibles a la luz del sol.—Oh.—¿Y qué haces tú cuando no estás trabajando?—Oh, no sé. Leer. Ver películas—Ella le sonrió con complacencia. —Dar

largos paseos por el parque.—¿Por las tardes?—Por las mañanas, me temo. No me gusta caminar por el parque de

noche.—Quizás quieras dar un paseo conmigo alguna tarde y me des la

oportunidad de hacerte cambiar de opinión.—Quizás — Ella le miró por un momento, intentando encontrar la manera

de preguntar con el mayor tacto posible lo que rondaba principalmente por su cabeza. Al final se decidió por la manera directa. —¿No estarás casado o algo así?

Un relámpago de dolor atravesó sus ojos. —No, ya no.—¿Divorciado?—No. Mi mujer y mis hijos están... no están.Era una extraña manera de decirlo, pensó ella. —Lo siento.—Ocurrió hace mucho tiempo.Tommy llevó su cena en ese momento y ella se alegró de la interrupción,

contenta por la oportunidad de cambiar de conversación.Ella pensó que podría ser embarazoso comer mientras Grigori miraba, pero

él se reclinó en su silla, tomando sorbos de vino de su segunda copa. Hablaron poco mientras ella comía. Rehusó a tomar postre y protestó cuando Grigori cogió la cuenta.

12

Page 13: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—No tienes que pagarme la cena —dijo ella.—Después de todo no has comido nada.

—Deseo hacerlo —replicó él, y algo en el profundo timbre de su voz, en el sofocante resplandor de sus ojos, hizo que ella se sonrojara.

Una vez fuera, él colocó la mano de ella en su brazo, con un gesto que sólo podía calificarse como pasado de moda. —Sería un honor que me permitieras acompañarte a tu casa dando un paseo.

Ella le miró de hito en hito, súbitamente alerta. —¿Cómo sabes que vine andando?

Una buena pregunta, reflexionó Grigori. —Estaba detrás de ti en la calle.Marisa se mordió el labio inferior. Ella no recordaba haber oído nada detrás

de ella. Por supuesto, la lluvia podía haber camuflado los pasos de él. Su mano apretó el paraguas. No era mucho como arma, pero era mejor que nada.

La mirada atenta de él se encontró con la de ella. Con el resplandor de las farolas, sus ojos parecían impenetrables, imponiendo silencio. Había una indicación de peligro, de misterio, en ellos.

—No me conoces—dijo él tranquilamente. —Soy un extraño y no crees lo que digo.

—Bueno, estamos en los noventa, ya sabes. Una chica no puede ser demasiado cuidadosa.

—Lo comprendo—Él dio un paso alejándose de ella. —Quizás en otro momento.

—Espera, yo...—Quisiera no resultarte molesto, Marisa.—No, de verdad—Ella se encogió de hombros —Es solamente que, bien, ya

sabes...—Son los noventa—Él le sonrió. Una bella y amplia sonrisa que la dejó

momentáneamente sin respiración. —¿Vamos?Él le ofreció su brazo de nuevo, y ella lo tomó sin miedo, todavía

hipnotizada por el efecto de su sonrisa, y el rico y sexy sonido de su voz.—¿Cuánto hace que vives en la ciudad?—Le preguntó él.—Toda mi vida. ¿Y tú?—He estado aquí sólo unas pocas semanas.—Oh, ¿Negocios o placer?Él la miró de reojo.— Definitivamente ahora es un placer.Él sonrió de nuevo, y fue como si el sol brillara sobre ella. —¿Estás de

vacaciones?—¿Vacaciones?— Él frunció ligeramente el ceño. —No. Estoy buscando… a

un viejo amigo.—¿Cuánto tiempo estarás aquí?—Tanto como me lleve encontrarlo.—¿Cómo sabes que está aquí?—Lo sé.El tono de su voz, la súbita tensión de su brazo bajo la mano de ella, le

hizo alegrarse de no estar siendo buscada por él. Ella tuvo la clara impresión de que no iba a ser una reunión muy feliz.

—Háblame de ti—instó él. —¿Te gusta ser secretaria?—Sí. Es un buen trabajo, incluso aunque mi jefe pueda ser un ogro algunas

veces. Tengo tres semanas de vacaciones pagadas y puedo tomarme libre el día de mi cumpleaños.

—¿Cuándo es?—El 26 de febrero. ¿Y el tuyo?

13

Page 14: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—El 20 de noviembre.—Escorpio, ¿no?—No creerás en esas tonterías, ¿no?—Preguntó él, obviamente divertido.

—Después de todo estamos en los noventa.—Bien, — dijo ella riendo—no realmente.—Pero lees tu horóscopo en los periódicos cada día.—Bueno, no cada día.—Y rehúyes los gatos negros, echas sal sobre tu hombro para la buena

suerte y jamás pasas por debajo de una escalera.—¿Te estás riendo de mí?—Por supuesto que no.Él sonrió de nuevo, nunca antes había visto ese tipo de sonrisa tan

maravillosamente asombrosa. Y sus ojos, tenía los ojos más bonitos, profundos y oscuros bajo unas densas y negras pestañas. Él era el hombre más atractivo que jamás había visto.

Por un rato, pasearon en silencio. Marisa llevando su paraguas en su mano libre, oyendo el sonido de las gotas de lluvia cayendo de las hojas de los árboles. Ella se sorprendió de que el silencio entre ellos no le hiciera sentir incómoda, pero era un silencio fácil, afable, como si se conocieran de toda la vida en lugar de unas horas antes.

—Bueno, llegamos. Aquí vivo. Gracias por acompañarme a casa.—Ha sido un placer, Marisa Richards— El se inclinó sobre su mano y la

besó de una manera que sólo puede llamarse espléndida. —¿Puedo visitarte?—¿Visitarme? —Ella hizo una mueca ante el uso de ese viejo término. —Sí.

Creo que me gustaría.—¿Mañana por la tarde?Al día siguiente era martes y ella no tenía otros planes para la tarde que

tumbarse en el sofá y ver alguna vieja película de Gary Grant. —Estaría bien.—¿A qué hora sería conveniente para ti?Marisa se encogió de hombros. —¿A las siete es muy temprano?—No.Su atenta mirada se posó en ella, envolviéndola como una teda de seda. —Hasta mañana por la tarde, cara mia.—¿Hablas italiano?—Sí. Y Ruso, francés y un poco de griego.—Siempre he querido aprender una lengua extranjera.—Quizás podría enseñarte.—Creo que eso me gustaría.—A mí también. Buono notte, cara.Su voz se movió sobre ella, mandando pequeñas descargas a su espina

dorsal.—Buenas noches, Grigori.Él hizo una reverencia, luego se dio la vuelta y se marchó; al dejarla, ella

de repente se sintió fría y desolada.

14

Page 15: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 3

Alexi Kristov levantó la cabeza y olisqueó el viento. Chiavari estaba aquí, en la ciudad.

Él miró hacia el apartamento en el que la mujer vivía. No había nadie en casa, pero él sabía que Grigori había estado allí, en ese lugar, no hacía mucho tiempo.

El otro estaba en la ciudad también.Kristov hizo una mueca mostrando todos los dientes, como un lobo. Todos

los jugadores estaban en el mismo lugar, meditó.Y solo uno de ellos podría dejar la ciudad vivo.

15

Page 16: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 4

—Ya ves, —dijo Grigori—no hay nada tenebroso en pasear por el parque en la tarde.

Vestido con un jersey negro de cuello de tortuga y unos vaqueros negros, él parecía una parte de la noche que amaba, pensó Marisa, oscuro y misterioso y un poco peligroso.

—Bien, debo admitirlo, no parece tan terrible cuando estás conmigo.Grigori le sonrió, complacido de que se sintiera a salvo en su presencia,

preguntándose qué pensaría ella si supiera que jamás en su vida había corrido tanto peligro.

—Yo encuentro el caminar por la noche tranquilizador —observó él.—Pudiera ser — dijo Marisa —pero yo aún prefiero el día. Todo parece gris

durante la noche. Echo de menos los colores del día.Grigori se encogió de hombros. —La vida es menos desagradable en las

horas de la noche. Los defectos están menos definidos. Lo malo puede ocultarse entre las sombras.

—Bien, supongo que tienes razón. Pero las cosas son más tenebrosas durante la noche, ¿no crees?

—Quizás.—Él hizo una pausa, la miró con gran intensidad. —¿A qué le temes, Marisa?

Su voz era tan rica como el chocolate, tan oscura y misteriosa como las sombras que les rodeaban.

—No lo sé. Supongo que las cosas habituales. Arañas y serpientes. Estar sola en un lugar extraño.—Ella sonrió con sarcasmo. —Vampiros.

Ella esperó a que él se riera, pero no lo hizo.—¿Alguna vez te has preguntado cómo sería ser un vampiro?—Bueno, no en serio. ¿Por qué? ¿Tú sí?—Una vez, hace mucho tiempo.—Bueno, los vampiros son sólo ficción. Me asusta más lo desconocido que

lo irreal.Lo desconocido... Ella miró hacia Grigori. Él era ciertamente desconocido.

Ella sonrió con embarazo, contenta de que la oscuridad ocultara el rubor que cubría sus mejillas.

—No tienes nada que temer de mí, Marisa. No dejaré que nada te dañe mientras esté aquí.

—Lo dices como si esperaras que alguien llegara e intentara morderme o algo así.

—O algo así — murmuró él bajito.—¿Qué?—Nada.Él cogió la mano de ella. Su piel era tersa y sorprendentemente fría. Ella

pudo sentir la fuerza de sus largos dedos cuando envolvían su mano. Se sintió de nuevo como una adolescente, paseando de la mano con su último novio, sus entrañas agitadas por la excitación mientras esperaba a ver si él la besaría.

Recorrieron una serpenteante senda. Había bancos de piedra situados a lo largo del camino. Había un camino de herradura en el borde exterior del parque. Una gran variedad de árboles crecía de manera regular. Varios puentes de madera, algo estrechos, se extendían de un lado a otro del poco profundo arroyo que atravesaba el centro del parque.

16

Page 17: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

La luna brillaba sobre sus cabezas, reflejándose en el agua como una cinta de plata, retorciéndose entre los bancos cubiertos de hierba. Las estrellas le guiñaban, como si conocieran un secreto.

—Ven, —dijo él—caminemos cerca del agua.Dejaron el sendero e hicieron un camino a través de la hierba húmeda.

Llegaron a la orilla del arroyo, oyendo el susurro del agua cuando pulía las piedras del lecho del río, siempre en movimiento, siempre cambiando en su búsqueda del mar.

—Esto es precioso de noche —observó Marisa.—Como tú.Sólo dos palabras, pero ella sintió cómo su corazón saltaba en su pecho. —

Gracias.—Tienes los ojos más bellos que he visto nunca—continuó él. —Tu piel es

tersa y sin imperfecciones, tu pelo es como una cascada de seda castaña.Marisa miró a lo lejos, sus mejillas se calentaban con placer ante sus

halagos. Sentía que él estaba muy cerca de ella, tan cerca que sus cuerpos casi se tocaban. ¿Intentaría besarla? ¿Ella le dejaría? Él era un extraño. El pensamiento le hizo sentir de repente vulnerable y ella apartó su mano. No había nadie a la vista. Estaba oscuro, y ellos estaban solos, muy solos.

—Marisa.—Sólo su nombre, nada más.Sus ojos eran negros como el ébano, enigmáticos bajo la luz de la luna.

Ojos hipnóticos, tan profundos como el océano; ojos que podían ver en lo más íntimo de su alma, adivinando sus más profundos secretos, otorgándole cualquier deseo sólo si se dejaba caer en sus profundidades.

Ella pestañeó, sintiéndose repentinamente aturdida. —Nosotros..., eh, deberíamos volver—balbuceó ella. —Se hace tarde. —Lo que desees, cara.¿Qué había en sus ojos, en su voz, que tanto la cautivaba? Era fácil creer

que era un mago. Ciertamente parecía haber lanzado un hechizo sobre ella. Ella se acercó a él, remediando que él no la hubiera besado, enfadada

porque no lo hubiera intentado siquiera.—¿Cara?Estaba mal. Era una tontería. Podía ser la mayor estupidez que ella nunca

había hecho, aún así, ella se acercó a él, elevó su cara, su corazón latía en un ritmo loco que jamás había oído antes, él se inclinó y capturó sus labios con los suyos.

Había sido besada antes, y a menudo, pero nunca así. No había palabras para describir la increíble maravilla de su beso, nada en su experiencia podía comparársele. Era como si él hubiera inventado algo enteramente nuevo, algo que a nadie se le había ocurrido antes. Como si hubiera cogido un simple beso y lo hubiera reinventado. Y en ningún momento la abrazó, el único contacto que mantenían eran sus labios que presionaban los de ella.

Cuando él retrocedió, sintió como si alguien le hubiera robado la fuerza de sus miembros, las estrellas del cielo, cualquier aliento de su cuerpo.

Desolada, ella se apartó precipitadamente. Por poco le pregunta qué le había dado, qué era lo que habían compartido. Pero ella no sabía cómo preguntarlo sin que sonara increíblemente estúpido o increíblemente ingenuo.

—Vamos— dijo Grigori ofreciéndole su mano. —Te llevaré a tu casa.—Ahora, pensó, antes de que sea demasiado tarde. Para los dos.

—¿Qué? Oh, sí, a casa.Sintiéndose deslumbrada, ella puso su mano en la de él. No hablaron

mucho durante el camino a la casa. Ella notaba la proximidad de la mano de él cogiendo la suya. Tuvo la fugaz impresión de flotar sobre la vereda.

17

Page 18: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Demasiado pronto, llegaron al edificio de apartamentos.—¿Te veré mañana?—Preguntó mientras subían las escaleras. —Quizás.—Oh.—Abrió la puerta y le miró sobre su hombro. —Bien, buenas noches. —Buono notte, cara.—Buenas noches.Ella permaneció mirándole, preguntándose si la volvería a besar. Por un

momento pensó que lo haría. Esperó que lo hiciera. Rezó por ello.En cambio, se inclinó sobre su mano. —Gracias por pasear conmigo, Marisa. —Yo también lo he disfrutado.Ella esperó un momento, luego, con una sonrisa, entró en la casa y cerró la

puerta. Probablemente era mejor que no la hubiera besado de nuevo, pensó mientras se preparaba para acostarse. Si un beso le había afectado tanto, no quería ni pensar lo que sería hacer el amor con él.

Pero luego, tumbada en la cama, incapaz de dormir, no podía pensar en otra cosa.

Al día siguiente tampoco pudo pensar en otra cosa, incluso durante el trabajo. Delante del ordenador, sólo veía los profundos ojos negros de Grigori. Recordó el sonido de su voz cuando la llamaba cara, el increíble toque de sus labios sobre los de ella, sólo con pensar en eso sentía calor y se estremeció por completo.

Después, luchando contra el tráfico de la autopista, se le hacía difícil recordar cómo había pasado el día.

En casa, se puso unos vaqueros y un jersey de la obra el Doctor Jekyll y Mr. Hyde, luego fue a la cocina. Rebuscando en el frigorífico algo para comer, todavía pensaba en Grigori, en el extraño efecto que su proximidad tenía sobre ella. No era sólo que fuera bien parecido. ¿Su voz quizás? Nunca había conocido a un hombre con una voz tan profunda y rica, como un barítono. Pero incluso considerando eso, debía de haber más. Había algo en el hombre en sí mismo. Él radiaba... ¿encanto? ¿Carisma?

Sacudió la cabeza mientras servía ensalada de frutas en un cuenco. No, era algo más. Había conocido a otros hombres encantadores y carismáticos. Era el poder, pensó, un poder latente, mezclado con una potente dosis de puro sex apil. Incluso sentada enfrente de él en Angelo, ella se había dado cuenta de la corriente oculta de poder contenido y de la sensualidad que manaba de Grigori.

Debería haberla llamado, pensó, molesta consigo misma por estar desilusionada porque no lo había hecho y luego recordó que había omitido darle su número de teléfono. Aún así, le había dicho dónde trabajaba. Si él hubiera querido llamar, lo hubiera buscado o llamado a información. Estuvo tentada a llamarle, pero no tenía su número de teléfono. Y luego se le ocurrió que ni siquiera sabía su apellido.

Poniéndose un zumo de naranja, se fue al salón y puso las noticias de la tarde, notando que, como siempre, eran todas malas.

Frunció el entrecejo cuando las cámaras se detuvieron en cuatro cuerpos cubiertos que eran introducidos en la ambulancia. Acercándose, subió el volumen.

—La policía todavía se encuentra en las colinas detrás del zoo de Los Ángeles, donde los cuerpos han sido encontrados por una pareja de adolescentes de la zona. En éste momento, la causa de la muerte no está clara. No hay indicios de lucha. El robo y la violación han sido descartados como motivo. La investigación preliminar del forense indica que una severa pérdida de sangre ha sido la causa de la muerte. Recordarán que el cuerpo de Silvano Roskovich,

18

Page 19: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

propietario de la Feria Roskovich, fue encontrado muerto en condiciones similares en una zanja detrás del recinto ferial, la noche de Halloween. Otros dos cuerpos, todavía sin identificar, fueron encontrados en un callejón la pasada noche. En otras noticias...

Marisa no podía apartar la vista de la pantalla. Silvano estaba muerto. Debió de ser una de las últimas personas que le vio con vida. Eso hizo que se sintiera responsable de alguna manera.

Apagó la televisión, fue a la cocina y puso los platos en el lavavajillas. Yendo al dormitorio reunió su ropa sucia y se fue al cuarto de lavadoras, que se encontraba en la parte de atrás del primer piso del edificio.

Por una vez, tuvo el lugar para ella sola. Estaba añadiendo el detergente a una de las máquinas cuando de repente tuvo la inconfundible impresión de que no estaba completamente sola.

Volviéndose rápidamente, miró a la puerta, la cual se había cerrado detrás de ella. Las ventanas de la pared del fondo parecían mirarla como oscuros y vacíos ojos. No había nadie allí, pero ella no podía sacudirse la impresión de que no estaba sola, que algo la miraba, algo malvado...

Se quedó quieta varios minutos, oyendo los latidos de su corazón en sus oídos, deseando que la vieja y chismosa señora Patteri, o cualquiera de los otros inquilinos se unieran a ella.

Tan rápidamente como había llegado, la sensación del mal se desvaneció. Oyó pasos aproximándose, y luego, el señor Abbott, el casero, entró llevando la fregona y el cubo. Era un hombre alto y delgado, cercano a los sesenta, con un lacio cabello gris, ojos marrones y sonrisa fácil.

—Buenas noches, Marisa—dijo.—Hola, señor Abbott.—No creí que hubiera nadie aquí —siguió —volveré más tarde.—Me iré pronto.—Tómate tu tiempo —le sonrió —me darás la oportunidad de ver el final de

la serie M*A*S*H. —Dejando la fregona y el cubo en la esquina dejó la habitación.En menos de un latido, Marisa salió de la habitación detrás de él. Su colada

podía esperar hasta el día siguiente. 

Grigori permaneció fuera del complejo de apartamentos de Marisa, sus sentidos analizaban la noche. Podía oír las voces del edificio de apartamentos—una vieja pareja discutiendo sobre si ir o no a visitar a su hijo en la cárcel, el llanto hambriento de un bebe, un hombre roncando, el sonido de un estéreo, media docena de aparatos de TV, cada uno en un canal distinto. La fuerza del olor a comida frita y a deshechos humanos aguijonearon las ventanas de su nariz. Y, sobre todo, el aroma de la sangre caliente de seres vivos, el bajo retumbar de sus corazones, llamándole...

Había ido sólo para tener la certeza de que ella se encontraba bien. Se negaba a admitir, incluso para sí mismo, que había otro motivo.

Ella estaba en casa. Podía sentir su fuerza vital, oler la calidez y el ardor de ella. Y luego, justo cuando empezaba a subir las escaleras hacia su apartamento, sintió la presencia de Alexi.

Con sobrenatural velocidad, siguió el rastro de Marisa a la parte de atrás del edificio. Su percepción del otro vampiro era más fuerte allí. La rabia surgió dentro de él, trayéndole el temor de que podía ser demasiado tarde.

19

Page 20: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

La sensación de maldad era más fuerte a medida que se acercaba a la parte de atrás. Vio una sombra separarse de la oscuridad, oyó el tenue sonido de una risa burlona y luego la aparición se desvaneció.

Con un silencioso gemido de frustración, Grigori comenzó la caza. Siguió al vampiro por oscuros callejones y sobre los tejados, nunca capaz de ver más que una visión rápida de su presa. Le persiguió por horas, sin ser capaz de acercarse lo suficiente, pensando a menudo que oía el burlón sonido de su risa. La ira y la frustración aumentaban dentro de él a medida que comprendía que Alexi sólo estaba jugando.

Resistiéndose a rendirse, continuó a la caza de Kristov hasta que las sombras comenzaron a desaparecer.

Maldiciendo suavemente, se volvió, buscando un lugar para descansar antes de que el sol le encontrara.

Marisa se sintió como una tonta por la mañana y también bastante irritada, ya que la blusa que había pensado ponerse para ir a trabajar estaba todavía en el cuarto de las lavadoras.

Refunfuñando acerca de ser una idiota con la imaginación desbocada, corrió a la lavandería y arrojó su ropa en la secadora.

Ya en su apartamento, desayunó, se peinó y se lavó los dientes, luego volvió a la lavandería para recoger su ropa de la secadora. Dobló lo que era necesario, dejando el resto en un montón sobre la cama. Se vistió rápidamente, agarró sus llaves y condujo hacia el trabajo.

Molesta consigo misma, se encontró pensando en Grigori, preguntándose si la hubiera llamado de haberle dado su número o si ella había interpretado en sus breves encuentros más de lo que había.

El día pasó rápido. El señor Salazar estaba llevando un caso importante, y eso significaba una tonelada de papeles. Ese día, ella se alegró, contenta de que la cantidad de trabajo apenas le dejara tiempo para pensar en un hombre de pelo negro y pecaminosos ojos oscuros.

Era tarde cuando finalmente dejó el trabajo. Acababa de desbloquear la puerta del coche cuando vio a Grigori avanzando rápidamente hacia ella. Frunció el ceño, preguntándose qué hacía en la ciudad y, más específicamente, qué estaba haciendo en el aparcamiento de su edificio. Llevaba una chaqueta de cuero negro sobre una camiseta blanca, ajustados vaqueros y botas también negras.

Parecía alto, oscuro y peligroso y se sintió ridículamente feliz al verlo.—Buenas tardes — murmuró—Hola. ¿Qué estás haciendo aquí?—Buscándote.—Oh.—Me preguntaba si podríamos hacer un trueque: Un viaje a cambio de una

cena—Supongo que podríamos arreglarlo. —Replicó Marisa. Deslizándose tras

el volante, alargó la mano y desbloqueó la puerta del pasajero. —Entra.Se sentó en el coche con los brazos cruzados sobre su pecho. Su presencia

pareció llenar el pequeño vehículo. Como siempre, era consciente del poder que radiaba, como el calor de una estufa.

Arrancó el coche y condujo hacia la salida. —¿Qué haces en la ciudad?

20

Page 21: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Cuidando algunos negocios—La mentira salió fácilmente de su boca. Él estaba ahí porque ella estaba ahí. —Es una ciudad extraordinaria. Tantos edificios grandes, tanto cemento y cristal. Tanta gente vagando sin nada en la vida...

—Ya —dijo Marisa. Miró por el retrovisor los diferentes carriles. —Hay una cantidad enorme de gente sin hogar viviendo en la calle. Es muy triste.

—Sí. Hace que anhele mi hogar— Murmuró Grigori.—¿Dónde está?—Italia.—¿Naciste allí?—Sí. Es un país precioso— La tristeza aleteó en las profundidades de sus

ojos. —Hace muchos años que no he ido.—¿Dónde vives ahora? Me refiero a cuando no estás trabajando, supongo

que debes viajar mucho.—Sí. Tengo una pequeña villa en Nápoles, y un apartamento en París.

Cuando estoy... en la carretera, me hospedo en hoteles.—Eso no puede ser muy divertido. Lo de viajar me encantaría, pero pasar

el resto de la vida tirando de una maleta debe hacer que uno envejezca rápido.—Realmente es así. ¿Dónde quieres ir a comer?—No tienes que invitarme —dijo Marisa—Será un placer.—Bien... —Pensó un momento. Conocía un pequeño restaurante en la

parte alta de la ciudad, pero de algún modo el pensamiento de estar sentada junto a Grigori en una pequeña mesa, en un oscuro e íntimo café le trastornaba demasiado. —¿Qué te parece el North Woods Inn?

—Lo que desees.—¿Has comido allí alguna vez?Una débil sonrisa tironeó sus labios. —No.—Es uno de mis lugares favoritos.El coche salió del carril, se notaba que conducía con habilidad y destreza.

Grigori se echó atrás en su asiento, admirándola con el rabillo del ojo. Llevaba una blusa amarillo pálido bajo una chaqueta verde oscuro, y una falda a juego lo suficientemente larga para ser ropa de trabajo y lo suficientemente corta como para enseñar un par de bien formadas piernas.

Unos minutos después, se detuvo en una plaza de aparcamiento. El edificio estaba diseñado para que pareciera estar hecho de troncos. El tejado estaba pintado como si hubiera nevado.

Grigori le sostuvo la puerta, luego entró detrás de ella. Había una barra de bar a la izquierda. El restaurante se encontraba al final de un gran corredor a la derecha.

Una preciosa morena con un vestido rojo muy corto y medias negras les llevó a una mesa al final de la habitación. Les acercó un cuenco de cacahuetes, el menú y dos vasos de agua.

Marisa alargó la mano, cogió un cacahuete, lo peló y arrojó las cáscaras al suelo. Rió suavemente cuando vio la expresión de Grigori.

—Está bien. Es lo que se espera.—Ah—Miró alrededor, notando que las cáscaras de cacahuete estaban,

realmente, esparcidas bajo cada mesa.Marisa estudió el menú. —¿Qué vas a tomar?—Bistec.

21

Page 22: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Hmmm. No puedo decidirme entre tomar una mariscada o un sándwich turco.

Ella aún trataba de decidirse cuando llegó la camarera para tomarles el pedido.

Grigori pidió un bistec, muy crudo, y un vaso de vino tinto.—La mariscada, supongo— dijo Marisa.Con una inclinación de cabeza, la camarera cogió la carta y se alejó de la

mesa.—¿Vienes aquí a menudo?—Preguntó Grigori.—No realmente. Así que ¿Cuándo volverás a actuar? Me encantaría ver una

de tus actuaciones.—Me temo que no va a ser posible. La exhibición terminó la semana

pasada.—Oh, eso es malo. ¿Qué vas a hacer en adelante?Su mirada oscura la recorrió y ella se ruborizó, preguntándose si sus

palabras traicionaban la decepción de que él dejara la ciudad.—Estoy pensando en tomarme unas vacaciones —dijo él.—¿Aquí?—No pudo disfrazar la esperanza de su voz —¿En Los Ángeles?—Sí —La miró de manera desconcertante. —Aún hay mucho que no he

visto.Ella apartó la vista. Sus mejillas súbitamente cálidas. La llegada de la cena

no pudo ser más oportuna.—No bromeabas cuando dijiste crudo ¿no?— Preguntó Marisa cuando él

cortó el bistec. —Parece que aún pudiera moverse.Él miró el rico jugo rojo que rezumaba de la carne. —Es la única manera de comer un bistec. Pinchó un pedazo corto y grueso

y se lo ofreció.—No, gracias. Prefiero que el mío esté al menos un poco cocinado.—No sabes lo que te estás perdiendo.Ella arrugó su nariz con disgusto. —Sobre gustos... —murmuró, y sintió la mirada de él fija de nuevo sobre

ella.—...no hay nada escrito—contestó él en voz baja.Y tuvo la impresión de que no estaba hablando del bistec...

22

Page 23: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 5

Había un hombre esperándola en el descansillo de fuera de su apartamento cuando llegó a casa del trabajo la noche siguiente. En un principio, ella pensó que era Grigori, pero luego el hombre salió de las sombras y ella se dio cuenta de que lo único que tenían en común ambos hombres era que los dos eran altos.

—¿Puedo ayudarle?— Preguntó Marisa—Espero que sí —Tenía corto cabello rubio, fríos ojos azules, y parecía

estar a mediados de los cuarenta. Una fina cicatriz corría a lo largo de su mejilla derecha. Llevaba un gran crucifijo de plata colgando de una gruesa cadena alrededor de su cuello. —Es usted Marisa Richards, ¿no?

—¿Quién quiere saberlo?—Perdóneme. Mi nombre es Edward Ramsey.Marisa estrechó su mano. El nombre no le decía nada. —¿Qué quiere?—Salvarle la vida.Marisa le miró atónita. ¿Salvar su vida? —Lo siento, creo que está buscando a otra persona.—Estoy buscando a dos... —Una oscura sombra apareció en los ojos del

hombre. —Dos hombres. Y creo que usted los ha visto.—¿Es usted oficial de policía?—No.—Ha debido confundirme con otra.—No lo creo—Sus claros ojos azules se encontraron con los de ella con una

franqueza que era desconcertante. —Usted estuvo en la feria Roskovich el pasado viernes, ¿no?

—Si, pero ¿cómo lo supo?Sus finos labios se curvaron formando la más leve de las sonrisas. —Tengo mis contactos.Marisa cruzó los brazos sobre su pecho. El hombre no tenía nada que la

asustara, aunque ella estaba asustándose por lo misma. —Creo que sería mejor que se fuera ahora.Ramsey mostró sus manos, en un gesto como para confortarla, y ella

observó que la palma de una de ellas estaba cruzada por un tatuaje.—Señorita Richards, no quiero preocuparla, pero me temo que su vida está

en peligro. Serio peligro.—Al grano, primo, que me tienes en ascuas— dijo Marisa.—Muy bien. Si lo que sospecho es verdad, Alexi Kristov está

persiguiéndola.Marisa frunció el entrecejo. —¿Quién?—dijo, preguntándose por qué ese nombre le sonaba tan

familiar. —Alexi Kristov. El conde Alexi Kristov.Marisa miró con los ojos entornados a Ramsey, y luego empezó a reír. —¿Y quién te ha dicho semejante cosa? —¿Cómo?—Es una broma, ¿no? ¿Te ha mandado Grigori?—¿Grigori? ¿Grigori Chiavari?—No sé su apellido.

23

Page 24: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¿Está aquí?—La atenta mirada de Ramsey pasó rápidamente de ella a la puerta.—¿Ahora?

—No—Dio un paso hacia atrás, preguntándose si era seguro abrir la puerta, o si él intentaría entrar.

Miró alrededor del descansillo, esperando ver al señor Abbott regando el césped de delante, como acostumbraba hacer por la tarde, pero no estaba a la vista.

—¿Qué es toda esta tontería acerca de Alexi Kristov? —preguntó, sintiéndose irritable después de un largo y duro día de trabajo. —Está muerto.

Ramsey asintió.—De hecho, es así.—¿Quiere hacerme creer que un vampiro muerto está siguiéndome?Una débil mueca curvó los labios de Ramsey. Pequeñas líneas se formaron

cerca de sus ojos. —Me temo que no los hay de otra clase.Marisa se le quedó mirando. —¿Qué? Oh, de acuerdo, Supongo que los vampiros están muertos, ¿no?—

Dejó escapar un suspiro de exasperación. —Escucha, llegas demasiado tarde para Halloween y demasiado pronto para el día de los inocentes, así que, si me disculpas...

—Señorita Richards… —No creo en vampiros.—Eso no los hace menos reales, no hace que el peligro que corre sea

menor.—Escucha, ignoro si te metes algo o qué es lo que estás vendiéndome,

pero encuentro esto de un increíble mal gusto. Ahora, si me disculpas, he tenido un largo día.

—Señorita Richards, por favor, ¡debe escucharme!—He oído suficiente.—Sin querer realmente darle la espalda, dio un paso

atrás, sus manos apretando el llavero. —Si no sale de aquí inmediatamente gritaré socorro, asesino.

Ramsey la miró de hito en hito durante un momento, luego suspiró con resignación.

—Como quiera— Metiendo la mano en el bolsillo de su abrigo sacó una tarjeta. —Si necesita ayuda, puede encontrarme en éste número. Sólo espero que me llame antes de que sea demasiado tarde.

Se volvió y comenzó a bajar las escaleras. —Si yo fuera usted— anunció sobre su hombro—no dejaría el refugio de mi

casa después de caer el sol, ni caminaría de nuevo en la oscuridad con Grigori Chiavari.

—¿Qué? ¡Espera un minuto!Ramsey interrumpió sus pasos, y luego se volvió para mirarla.—¿Qué quieres decir? ¿Por qué no debo ver a Grigori de nuevo? —Él es uno de ellos.—¿Uno de ellos? ¿Quieres decir un vampiro?Ramsey asintió. —Buenas tardes, señorita Richards. Espero verla de nuevo.Estaba poniendo la cena cuando sonó el teléfono. Supo, incluso antes de

contestar, que era Grigori. La advertencia de Ramsey le quemaba la mente, y por un instante estuvo tentada a colgarle. Luego sacudió la cabeza. Vampiros, de verdad. Sólo la idea era absurda.

—¿Marisa?—Sí, hola.

24

Page 25: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Me preguntaba si te gustaría ver una película.—¿Una película? ¿Ésta noche?—No había creído nada de lo que Ramsey le

había dicho, aunque de repente era reacia a ver a Grigori de nuevo.—¿Algo va mal?—No, nada. Sólo, ah, estoy sorprendida de oírte.Hubo un momento de silencio, y tuvo la misteriosa impresión de que él

estaba leyendo en su mente, que sabía exactamente en lo que estaba pensando, y por qué. Pero eso era ridículo.

Miró fijamente el receptor. —¿Estás todavía ahí?—Sí. Me gustaría mucho verte ésta noche.—Su voz era cálida y espesa y

ricamente pecaminosa, como dulce de chocolate caliente derramado sobre helado de chocolate.

—No estoy de humor para una película.—Ya veo.Hubo un largo silencio. Antes de percatarse completamente de lo que

estaba haciendo, se encontró invitándole a cenar con ella.—Gracias, acabo de cenar, pero me encantaría ir y compartir una copa de

vino contigo—dijo—en una hora.—De acuerdo, te veo entonces.Colocó el auricular en su soporte, muy despacio, luego permaneció de pie,

sacudiendo la cabeza. No había tenido intención de invitarle. ¿Por qué había consentido en verle?

Comió rápidamente, puso los platos en el lavavajillas, pasó un trapo por el fregadero y luego rápidamente ordenó la habitación. Cuando estuvo hecho, cambió sus gastados vaqueros y su camiseta por unos pantalones anchos y un jersey azul de manga corta.

Había terminado de pintarse los labios cuando oyó una llamada en la puerta.

Alisándose el pelo con la mano, respiró hondo y fue hacia la puerta. Miró por la mirilla, para asegurarse de que era Grigori quien estaba detrás.

—Hola, entra.Dio un paso atrás, agudamente consciente de él cuando entró en la

habitación.Vestía de negro, y ella pensó que nunca había visto a un hombre al que

ese color le sentara tan bien. Pero bueno, todos los vampiros vestían de negro, ¿no? Su pelo caía por los hombros. Largo y oscuro, parecía enfatizar los planos y los ángulos de su rostro. Todo lo que necesitaba era una larga capa negra, reflexionó, luego apartó ese pensamiento.

Con una sonrisa y un saludo ostentoso, le ofreció una botella de merlot.—Gracias. ¿Te gustaría una copa ahora?—Por favor.Somos muy formales, pensó ella. Fue a la cocina y cogió dos copas del

armario. Él permaneció en la entrada, mirando cómo ella vertía el vino. Le alcanzó una de las copas, preguntándose si su sonrisa parecía tan forzada como se sentía.

—¿Por qué brindamos?—Preguntó él.—No lo sé. ¿Un brindis es necesario?Se encogió de hombros. —Puede que no—Con un ligero saludo con la cabeza en su dirección, él

bebió un trago. —Una excelente cosecha —meditó.Marisa tomó un sorbo. Era bueno, mucho mejor a lo que ella estaba

acostumbrada —¿Nos sentamos?

25

Page 26: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Ella fue hacia la sala, consciente de él detrás de ella, siguiéndola. Su cercanía causaba escalofríos en su espina dorsal.

Se sentó en el sofá y sorbió su bebida.El se sentó a su lado, cerca, pero no demasiado, aunque ella era

consciente de cada línea de su cuerpo, de cada respiración. Nunca antes se había sentido tan consciente de otra persona. Incluso sentado, él parecía dominarla.

Grigori bebió su vino despacio, saboreando su sabor, tal y como saboreaba la cercanía de ella. Estaba adorable. Y nerviosa. Podía sentir la tensión que emanaba de ella. Se había sentado en el sofá, con un brazo en el respaldo, y miró la habitación. Su mirada se posó en el periódico que había en la mesa de café.

VAMPIRO ASESINO ACOSA A LA CIUDAD. CUERPO ENCONTRADO EN EL VERTEDERO

Grigori frunció el ceño mientras rápidamente ojeaba la historia, la cual era muy corta y estaba llena de especulaciones. Había ocho cuerpos y habían sido encontrados sin sangre. La prensa, con su usual don para lo dramático, había etiquetado al asesino “el vampiro asesino”, porque era un buen titular, reflexionó Grigori. Si ellos supieran...

—¿Qué piensas de esto?—Preguntó Marisa haciendo un gesto hacia el diario con la copa.

Grigori se encogió de hombros. —La noble prensa—dijo él con una sonrisa fácil. —Seguramente no te

creerás esta tontería acerca de un vampiro sediento aterrorizando la ciudad.—No, pero...—Pero, ¿qué?—Bueno, es como una película de miedo. Quiero decir, el cuerpo de un

supuesto vampiro desaparece de la feria, y luego el propietario es encontrado muerto. Y ahora alguien anda matando gente y sangrándola.

Pensó en Silvano. Le conoció poco, pero era la primera vez que alguien al que conocía había sido brutalmente asesinado. Eso hacía que pareciera personal.

—Sé que es probable que sólo sea otro asesino en serie, pero...—Se estremeció. —Hace que me den escalofríos.

—Estarás a salvo mientras permanezcas dentro después de oscurecer.—Eres la segunda persona que me dice eso hoy.—¿Oh?—La miró con dureza, sus ojos se entrecerraron.—¿Quieres más vino?Grigori asintió.Marisa cogió su vaso y se levantó, él la siguió a la cocina.Apoyando un hombro en el quicio de la puerta, Grigori la miró moverse en

la pequeña habitación. Las paredes eran blancas, los armarios de roble claro. Una pequeña mesa redonda y dos sillas en una esquina. Había una gran planta verde en un tiesto rojo claro, en el centro de la mesa. Alegres cortinas amarillas colgaban de la única ventana.

—¿Quién más te dijo que permanecieras dentro?—No sé quien es. Algún chiflado llamado Ramsey.—¿Qué fue exactamente lo que te dijo?—¿Hay alguna diferencia? Ya te lo he dicho, era sólo un loco.Ella le dio una de las copas, luego se fue a la sala y se volvió a sentar en el

sofá.—Dímelo, Marisa.Su voz era baja, potente, irresistible.

26

Page 27: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Me estaba esperando cuando llegué a casa del trabajo. Dijo que Alexi Kristov estaba siguiéndome y que no debía salir por las noches—Ella rió, pero no había humor en el sonido y tampoco en sus ojos. —¿No es esta la mayor locura que has oído?

Miró a Grigori, esperando que riera y le dijera que tenía razón, que era sólo una tontería. Pero él no estaba riendo.

—¿Qué más te dijo?—Él dijo...—sus dedos temblaban agarrando el pie de la copa. —Dijo que

no debería pasear en la oscuridad contigo nunca más.Grigori se quedó muy quieto. Ella tuvo la impresión de que incluso había

dejado de respirar. —¿Dijo por qué?—No.—Era una mentira, pero no podía persuadirse a sí misma para repetir

lo que Ramsey había dicho. Ella no creía en vampiros, pero sí creía en el mal. Cuidadosamente, puso su copa en la mesita. —Quiero saber qué está pasando.

—Lo imagino, pero no puedo decírtelo.—¿No puedes o no quieres?Grigori se encogió de hombros. —No poder, no querer ¿Cuál es la diferencia?—Ramsey dijo que te conocía. ¿Qué más sabe? ¿Por qué me dijo que no

volviera a verte?—No tienes nada que temer de mí, Marisa.—Eso no es una respuesta— Ella se levantó y se fue al otro lado de la

habitación. —Creo que deberías irte.—Como desees.Colocando su copa en la mesa, se volvió y caminó hacia la puerta. Ella

nunca había visto moverse a nadie como él lo hacía. Se movía sin esfuerzo, como si la gravedad no tuviera control sobre él, como si hubiera una bolsa de aire entre sus pies y el suelo.

Paró junto a la puerta y se volvió para mirarla. —Buenas noches, Marisa. Cierra la puerta detrás de mí.—¡Para! ¡Sólo para!—Se abrazó el cuerpo con las manos en un viejo gesto

de autoprotección. —Quiero la respuesta correcta, y la quiero ahora. ¿Quién eres? ¿Quién es ese Ramsey? ¿Cómo supo él que paseamos por el parque? ¿Es un amigo tuyo? ¿Por qué me dijo que no te viera de nuevo? ¡Maldición, quiero saber qué está ocurriendo!

La miró de manera especulativa. —¿En serio?No confiaba en sí misma para hablar, temerosa de cambiar de opinión si lo

reconsideraba, Marisa asintió.—Mi nombre es Grigori Chiviari. Con eso es suficiente.—¿Y el resto?—No estoy aquí de vacaciones. Estoy cazando al vampiro.Ella quería desesperadamente reír, pero tenía una terrible y deprimente

sensación de que no volvería a reír. —Hablas en serio, ¿no?—Bastante. He estado cazando a Alexi desde hace mucho tiempo.—Pero él es... él es...—Un vampiro, Marisa. Uno muy antiguo, un vampiro muy peligroso.Ella se dejó caer en el sofá. —Eso es imposible. No hay tal cosa...—Me temo que sí.—¿Trabajas con Ramsey?

27

Page 28: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—No exactamente. Pero los dos queremos la muerte de Alexi.—¿Por qué?—Yo tengo mis razones. Tendrás que preguntarle a Ramsey las suyas.—Ramsey dijo que el vampiro está detrás de mí. ¿Por qué? Ni siquiera sabe

quien soy.—Te heriste en la feria, ¿no?—Sí, me arañé. ¿Cómo lo sabes?Él sacudió la cabeza, su grueso pelo negro se movió sobre sus hombros

como una nube de seda oscura. —Eso no importa. Es probable que el olor de tu sangre le despertara.

—Pero, ¿cómo?—Los antiguos vampiros duermen a menudo durante un siglo o dos. Quizás

no fue tu sangre la que hizo que se levantara. Quizás simplemente había descansado lo suficiente. No lo sé.

—Pero el hombre de la feria... Silvano... dijo que el vampiro estaba inutilizado, que no podía escapar de las cadenas ni de las cruces —Miró a Grigori, desesperada por que restableciera su confianza.

—Silvano tenía razón, hasta donde él sabía—Replicó Grigori reflexivamente. —Pero Alexi es bastante más antiguo de lo que Silvano pensaba. No estoy seguro qué puede derrotar a Kristov. Como lo de las cadenas, me pregunto si Alexi hipnotizó a Silvano y luego le ordenó que le liberara.

—¿Pudo hace eso?—Eso y más.La mirada de Grigori se perdió en el vacío, más allá de ella, perdido en sus

pensamientos. Incluso sin alimento durante uno o dos siglos, tuvo que ser fácil para Alexi doblegar a Silvano, forzarle a eliminar las cruces y las cadenas que le tenían prisionero. Y mientras Silvano aún seguía hechizado, Alexi pudo beber de él, y bebió hasta que no quedó más del hombre que una seca cáscara.

Mientras consideraba eso, Grigori supo que aquello era lo que había ocurrido. Pudo recrearlo en su mente, los ojos del vampiro se abrían, su mirada hipnótica se encontró con la de Silvano, su mente doblegó a la del mortal, forzando a Silvano a quitar las reliquias sagradas, liberándole de las cadenas que le tenían confinado. Pudo salir del ataúd, sus dedos esqueléticos sujetaron los hombros de Silvano, inclinando la cabeza del hombre hacia un lado, enterrando sus colmillos en la tierna y fresca garganta de Silvano mientras alimentaba un hambre que había estado creciendo por cientos de años...

—Hablas en serio, ¿no?La voz de Marisa le devolvió al presente. —Bastante.Marisa miró a su alrededor. El cerrojo de chapa de su puerta parecía

lamentablemente inadecuado; las ventanas la hicieron sentirse expuesta, vulnerable.

—Asegúrate de cerrar la puerta cuando me vaya.—Espera—No le creía, no quería creerle. Era completamente imposible.

Aunque se resistía a pasar la noche sola. —Por favor, quédate.—Estarás segura mientras no le invites a entrar.—¿Por qué? ¿Qué le va a mantener fuera? Si todas esas cadenas no

pudieron mantenerle encerrado. Estoy segura de que una endeble cerradura no le dará ningún problema.

—Hay una gran cantidad de creencias acerca de los vampiros, acerca de lo que pueden y no pueden hacer. La mayoría son fábulas para asustar a los niños; unas cuantas son verdad. Alexi no puede entrar en tu casa a menos que le invites. Debe esconderse para refugiarse del sol, aunque, tan antiguo como es

28

Page 29: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

ahora, ya no sucumbe al sueño oscuro. Una cruz ofrecerá tanta protección como la fe en ella del que la lleva. La plata quemará su carne, pero cicatriza rápidamente. Necesita sangre para sobrevivir, aunque pueda estar sin ella durante largos períodos de tiempo.—Hizo una pausa, mientras consideraba qué más le iba a decir. —Algunos vampiros tienen el poder de cambiar de forma; otros tienen el poder de volar.

—¿Qué pasa con lo de cruzar el agua y no reflejarse en un espejo?—Nada más que fábulas, como la ridícula idea de que si envuelves al

vampiro en una red o llenas el ataúd con semillas, se sentirá forzado a desatar todos los nudos o recoger todas las semillas a razón de una por año antes de que pueda dejar su sepultura.

—¿Qué me dices acerca de que el ajo repele a los vampiros?Él sacudió su cabeza. —Eso les molesta tanto como a ti.Le miró de manera suspicaz. —¿Cómo sabes esas cosas?Él se deslizó por el suelo hacia ella. Allí, parecía alto y peligroso e

invulnerable. —Te lo dije, he estado cazándole durante mucho tiempo.—Ramsey dijo...—Respiró profundamente, preguntándose si iba cometer

una equivocación fatal. —Dijo que tú eras uno de ellos, un vampiro.—¿En serio?Ella esperó a que él lo negara, su corazón latía fieramente. —¿Es verdad?Consideró la verdad y optó por la mentira. —No.Rió, la tensión huyó de ella. Por supuesto, él no era un vampiro.—¿Por qué no te juntas con Ramsey?La expresión de Grigori abundaba de irónica diversión. —De alguna manera, trabajamos juntos. El caza de día y yo lo hago por la

noche.—¿Te importaría pasar la noche aquí? Realmente, no me quiero quedar

sola.Grigori la miró largamente. Era una mujer preciosa, blanda y llena de

curvas, bella de una manera tranquila que él encontraba de lo más atractiva. —Si estás segura.

Le miró, se daba cuenta que era poco menos que un extraño, y se preguntó si estaba haciendo lo correcto.

Se sentó en la gran butaca cercana al sofá, y estiró las piernas.Su presencia hacía parecer pequeña la habitación, haciendo que fuera

repentinamente difícil respirar. Incómoda, buscó el mando y encendió la televisión.

“...los cuerpos fueron encontrados temprano esta tarde en un barranco de La Habra. La policía está participando en la identificación de las dos mujeres para comunicarlo a sus parientes más cercanos. En otras noticias...”

Marisa miró fijamente la pantalla. —No —susurró. —Otra vez no.—Miró a Grigori. —Es todo por mi culpa.—No.Cabeceó, con los ojos llenos de lágrimas. —Lo es.—dijo tajantemente —Sé que lo es.Esperó que él dijera algo, esperando que pudiera borrar su culpabilidad,

pero él no la estaba mirando. Miraba fijamente la puerta, todo su cuerpo tenso, como si estuviera preparado para volar.

29

Page 30: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Y entonces ella lo sintió, la misma sensación de mal que había experimentado antes.

—¿Qué es eso? ¿Qué ocurre?Se puso en pie en un único y fluido movimiento. —Cierra la puerta detrás de mí.—¿Dónde vas?—Sólo haz lo que te he dicho—dijo bruscamente, y luego se marchó.Con el corazón latiendo fuertemente, Marisa cerró la puerta, y luego

deslizó la cadena de seguridad en su sitio. Demasiado nerviosa para sentarse y esperar, fue al fondo de la habitación, asegurándose de que las ventanas estaban cerradas y aseguradas. Corrió las cortinas del dormitorio y la cocina, corrió las cortinas del salón, revisó de nuevo la cerradura de la puerta. Y luego desesperada por hacer algo, se sentó en el sofá, tiró de la manta peluda de Mickey Mouse hasta su barbilla, y miró fijamente la puerta.

Se había convencido a sí misma de que el mal que había sentido en la lavandería la otra noche, no había sido más que el producto de su imaginación, pero ahora sabía que había sido real. Y que tenía un nombre.

Alexi Kristov.

30

Page 31: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 6

Grigori bajó veloz por las escaleras hasta la calle, luego se paró en la acera, con todos sus sentidos alerta.

—¡Alexi, muéstrate!—Se dio la vuelta hacia el sonido de una suave risa que le llevó una ráfaga de viento. —¡Alexi, maldito seas, muéstrate!

—Estoy aquí.Grigori se giró, todo su cuerpo tenso, preparado para el ataque.Una fina niebla gris se materializó fuera de las profundas sombras de la

noche, fundiéndose en la forma de un hombre, un hombre al que Grigori reconocía demasiado bien.

—Alexi.El conde se inclinó por la cintura. Parecía un aristócrata del antiguo

mundo, con una camisa blanca de mangas amplias abierta por la garganta, estrechos calzones negros y negras botas de piel blanda.

—Grigori, mi viejo amigo. Nos volvemos a encontrar.Grigori sacudió su cabeza secamente. No había sentido temor en cientos

de años, desde la última vez que se había encontrado con Kristov.La fría y gris mirada de Alexi le recorrió con atención, sintió como si por su

espina dorsal pasara hielo. —¿Nunca te rendirás?—Nunca.Una risa burlona surgió de la garganta de Kristov. —Me temo que esa tonta tenacidad a la que llamas honor puede significar

tu destrucción.—Quizás. ¿Cómo escapaste de Silvano?Un sonido de mofa escapó de Kristov. —Una tarea fácil, te lo aseguro. Descansé por cien años, estrechamente

vigilado, así que no tuve que inquietarme por ser destruido—Una sonrisa cruel deformó sus labios. —Era un tonto pensando que podía tenerme en contra de mi voluntad. Estúpido mortal. Su tontería le costó cara. ¿Sabes que Ramsey está en la ciudad?

Grigori asintió.—Te tendré—dijo Kristov, sus ojos brillaban con confianza. —Cuando esté

preparado os tendré a los dos.—No.—Oh, sí—Dijo Alexi con total y completa confianza. Miró hacia el

apartamento de Marisa y se relamió. —Y a la mujer, también.—No. Deja a la mujer sola. Esto es entre tú y yo.El conde sacudió la cabeza. —Fue el aroma de su dulce sangre lo que me despertó de mi sueño. No

descansaré otra vez hasta haberla tenido, hasta que su sangre alimente mi hambre y caliente mi alma. Ella me servirá bien, ¿no crees?

—¡Terminemos esto ahora!—No, es demasiado pronto. Me temo que necesito un poco de diversión

después de mi largo descanso, y tú y Ramsey me la vais a proporcionar. Y la mujer…—Alexi se relamió…—ella me proporcionará otra clase de diversión.

—¡No!—Un profundo rugido surgió de la garganta de Grigori mientras embestía hacia delante, con los colmillos descubiertos y las manos como garras extendiéndose hacia la garganta de Alexi. Sintió un agudo dolor cuando Kristov le

31

Page 32: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

golpeó, sus uñas cruzaron la cara de Grigori, abriendo cinco profundas heridas que se extendieron desde la línea del pelo hasta la mandíbula de Grigori.

Grigori sacudió la cabeza, arrojando con fuerza la sangre de sus ojos.—¡Alexi!—Bramó el nombre del vampiro, desatando su dolor y su ira, pero

Kristov se había ido, como si nunca hubiera estado allí.Jurando en voz baja, fue por las escaleras hasta el apartamento de Marisa.Después de preguntar quién era, ella abrió la puerta, sus ojos se

ensancharon con horror cuando vio la sangre goteando de su cara. —Grigori, ¿qué ha pasado?—Alexi es lo que ha pasado.—¿Estaba aquí? Cerró la puerta con un portazo y echó el cerrojo.—Ahora se ha ido.—¿Estás seguro?Grigori asintió.Sobre sus piernas temblorosas, Marisa fue al cuarto de baño. Tiró de la

toalla de la barra y la empapó en agua fría, luego volvió al salón. Grigori estaba sentado en el sofá, mirando fijamente la puerta.

Sentándose a su lado, comenzó a limpiar la sangre del rostro de Grigori. —Probablemente necesitará puntos—comentó, entonces, mientras miraba,

las profundas heridas que marcaban sus mejillas comenzaron a cerrarse. Era como ver una película a cámara rápida, pensó, la manera en la que el músculo y los tejidos se unían.

—Esto...—Se levantó y le dio la espalda, la toalla cayó, descuidada, de su mano. —No es posible.

—Me temo que es muy posible—replicó Grigori.—Luego es verdad—murmuró. —Todo es verdad. Todo lo que me contó

Ramsey. Todo lo que dijo.—¿Estás bien?—No lo sé —Miró su cara. —Es verdad, ¿no? Tú eres uno de ellos.Grigori asintió. Hubiera preferido que ella no supiera la verdad, pero eso no

iba a ser una ayuda por ahora. Consideró borrarle la memoria, pero mientras lo pensaba, decidió que sería mejor si ella estaba completamente enterada del peligro que le rodeaba.

—Pareces un poco pálida —comentó Grigori. —Creo que estarías mejor sentada.

—Sí —dijo —creo que tienes razón.Él la cogió justo antes de que se golpeara contra el suelo.Grigori se sentó en el suelo del dormitorio de Marisa, apoyó la espalda en

el tocador y la miró dormir. Se había despertado de su desmayo débil, y él había insistido que se fuera a la cama. Ella no había discutido. Él sabía que esa era la manera mortal, buscar refugio en el sueño.

La manera mortal. Había sido un vampiro demasiado tiempo, era duro recordar un tiempo en la que había sido otra cosa, un tiempo en el que había sido un mortal, con una casa y una familia...

Poniéndose de pie, fue hacia la ventana y retiró las cortinas.La oscuridad le esperaba fuera, llamándole silenciosamente. Ven, parecía

decir el viento de la noche, ven y comparte la noche conmigo.Era tentador, pero le había prometido a Marisa que se quedaría con ella.Miró a la distancia, sus pensamientos viajaron siglos atrás, volviendo al

tiempo en el que había sido un marido y un padre. Cerró los ojos, y la imagen de Antoinette apareció en su mente, tan fresca y viva como si la hubiera visto hacía sólo unas horas—pelo negro como el cielo de medianoche, ojos verde—azulados,

32

Page 33: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

tan cambiantes como el mar. Y sus hijos—Antonio y Martina—tan jóvenes, tan inocentes.

Sus manos se cerraron en apretados puños, sus uñas se clavaron en la carne de sus palmas, mientras recordaba la última vez que les había visto, sus cuerpos desmadejados como muñecas de trapo sobre sus camas, sin sangre, sin vida. Alexi Kristov estaba en el marco de la puerta, con su boca manchada de carmesí, sus ojos rojos y febriles por el asesinato.

—Entonces es verdad—dijo Grigori, horrorizado. Había oído todas las historias, escuchado los rumores y susurros que abundaban en el pueblo, pero no había creído que fueran verdad. Alexi había sido su amigo, y Grigori había encontrado una explicación lógica para cada acusación hecha contra Alexi. —Todo es verdad—dijo de nuevo. —Eres un vampiro.

Kristov había sentido, con sus grises ojos fríos y distantes.—Antoinette...Grigori fue hasta ella, pero Alexi le hizo un ademán para apartarlo.—Ella ahora es mía.—No.—Aunque mientras lo negaba, sabía que era verdad. Antoinette le

miraba a través de la palidez de sus ojos sin alma, mientras gotas de sangre rezumaban de dos pequeñas heridas de su cuello. No humana, no vampiro, ya no era más su mujer, no más la vivaz chica de la que se había enamorado. Se había convertido en una criatura de Alexi. Teniendo la orden del vampiro, Grigori sabía que ella le hubiera matado.

—¿Por qué?—Sólo esa palabra angustiada, salió de las profundidades de su corazón y su alma.

Alexi no respondió. Tomando a Antoinette de la mano, se volvió para irse. Con un sollozo, Grigori arremetió contra él, con el único pensamiento de destruir a la criatura que había matado todo lo que él amaba.

Con un siseo, Alexi giró, con un horroroso brillo en sus ojos, sus manos sujetaron los brazos de Grigori a los lados.

—¿Tienes ansias de morir, Chiavari?—Te mataré por lo que has hecho.Alexi rió. —¿Tú? ¿Matarme? Creo que no.Grigori luchó para liberarse, pero Alexi le sujetaba sin esfuerzo.—No tienes fuerza para ir contra mí—se mofó Alexi. Con deslumbrante

velocidad, envolvió sus manos en el cuello de Grigori, despegando sus pies del suelo, mientras sus dedos exprimían lentamente el aliento de su cuerpo. —Quizás podría traerte de vuelta—siseó. —Luego podrías entender.

Grigori miró ferozmente al vampiro. —Yo entiendo, eres un monstruo.Los grises ojos de Alexi cambiaron entonces, ardiendo, hasta que brillaron

en un espantoso rojo. Sus labios retrocedieron, dejando al descubierto sus colmillos.

Podría haber tenido miedo, pero estaba demasiado lleno de ira y desesperación para sentir algo más que odio.

—¡Venga, hazlo!—gritó —Hazme lo que tú eres para que pueda matarte.—Creo que no —replicó Alexi —Siendo un vampiro podrías perseguirme

hasta la eternidad. Pero matarte ahora sería demasiado amable.Grigori peleó para liberarse mientras las manos de Alexi apretaban su

garganta, obstruyendo el aliento de su cuerpo, hasta que se sintió caer, caer, en la oscuridad. En la distancia, oyó la burlona voz de Alexi.

—Te dejaré que vivas por ahora, Chiavari. La vida será bastante más dolorosa para ti que la muerte.

33

Page 34: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Cuando despertó, el vampiro se había ido. No había vuelto a ver a Antoinette...

Grigori abrió sus ojos al sentir que el amanecer se aproximaba. Era el momento de irse.

Comprobó que Marisa estaba aún dormida. Parecía preciosa, vulnerable, tumbada allí, sus pestañas como oscura media luna contra su piel, sus labios cálidos y rosados. Tomó aire profundamente, inhalando su aroma—piel cálida dormida, un débil rastro de la colonia floral que ella prefería. Su mirada se demoró en el cuello, en el pulso que allí latía.

El hambre se agitó dentro de él. Inclinándose, rozó un mechón de pelo de su cuello, sintiendo cómo la anticipación crecía mientras sus colmillos se alargaban. Sólo un sorbo...

Un suave suspiro escapó de los labios de ella al tiempo que empezó a despertarse y se encontró con la mirada de él fija en sus ojos.

—Vuelve a dormir, Marisa—murmuró, con voz baja. —Vuelve a dormirte.Con un suave suspiro sus párpados se agitaron y cayeron.Momentos después, él se había ido.Marisa parpadeó, cerró los ojos y los volvió a abrir. Debía de haber sido un

sueño, pensó, o una pesadilla. Se levantó, su mirada revoloteó por la habitación, pero no había nada allí. Ella podría haber jurado que Grigori había estado a su lado, doblándose sobre ella. ¿Había sido todo un sueño? Tuvo el brumoso recuerdo de su voz diciéndole que durmiera. Había sentido el roce de su boca contra su cuello, una cálida intimidad, un sentido de realización...

Con una sacudida de cabeza, se levantó y fue silenciosamente al salón. —¿Grigori?

Él no estaba allí. Fue a la cocina, pero tampoco estaba allí. Quizás tenía una cita temprano, pensó y se hizo una taza de café. Y luego, como un torrente, todo lo que había pasado la noche anterior volvió a ella.

Grigori diciendo que Alexi Kristov iba tras de ella, que los vampiros eran reales. Recordó que había sentido la misma sensación de mal que cuando estaba en la lavandería. Grigori salió corriendo de su apartamento, volvió un tiempo después, con la cara hecha jirones.

Corrió las cortinas y miró fijamente por la ventana de la cocina, pero no fue la puerta del edificio de al lado lo que vio; fue los largos arañazos de la cara de Grigori, cicatrizando ante sus ojos.

Puede que lo hubiera soñado, así como había soñado que se inclinaba sobre ella. Eso tenía que ser. Lo que había visto, lo que había creído ver, era imposible.

Apuró la taza y se sirvió otra. Fue al salón y se sentó en el sofá, sintió un repentino frío cuando vio la toalla en la mesita. La mancha marrón rojiza parecía muy oscura, muy siniestra, contra la blanca tela.

Tenía que haber sido real, todo.Sintiéndose mareada, dejó la taza sobre la mesita. Tenía que haber una

explicación lógica. Simplemente era eso.Sólo que deseaba saber cual era.Edward Ramsey estaba esperándola cuando salió del ascensor esa noche,

después del trabajo. Llevaba pantalones anchos marrones, con una camisa blanca y una corbata de cachemir, su pelo marrón, cuidadosamente peinado, le mezclaba con los otros hombres que volvían a casa después de un día en la oficina.

—Señorita Richards.Marisa miró alrededor, esperando encontrar al guardia de seguridad. —

¿Qué quiere?

34

Page 35: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Me pregunto si ha pensado sobre lo que hablamos.—No quiero hablar de eso —Le esquivó, buscando las llaves de su coche en

el bolsillo mientras se marchaba.Él bajó por las escaleras detrás.Las manos de ella temblaban mientras abría el coche, luego se deslizó tras

el volante, cerró con un portazo y echó el seguro.Miró por el retrovisor cuando arrancó y salió del aparcamiento hacia al

calle. Un Chevy azul oscuro le siguió por todo el camino. Ramsey lo conducía.Pensó en ir a la policía, o conducir hasta que lo perdiera, pero no serviría

de nada. Él sabía dónde vivía, y ella tenía que ir a casa antes o después.Aparcó en su sitio, notando, que Ramsey lo hacía en el bordillo de enfrente

del edificio.Él le estaba esperando cuando llegó a las escaleras.—Señor Ramsey, ¿Qué es lo que quiere?—Nada, señorita Richards. Simplemente quería verla a salvo en su casa.—Oh. Bien. Yo... gracias.—Y darle esto.Marisa miró fijamente la cruz con su cadena que él le ofrecía. Era cerca de

una pulgada de ancha y pulgada y media de larga. Ella supo sin preguntar que tanto la cruz como la cadena estaban hechas de plata maciza.

Ella quería rehusarla, sabiendo que, si la tomaba, estaría admitiendo que creía en vampiros, que creía en lo que Ramsey le había dicho.

—Por favor, llévela—dijo Ramsey. —Si no para su protección, al menos para la tranquilidad de mi alma.

—Oh, de acuerdo.—Aquí, déjeme que se la ponga.Ella se volvió, sintiéndose tonta, y él abrochó la fuerte cadena de plata

alrededor de su cuello. El metal estaba frío al contacto con su piel.—Estaré en mi coche si me necesita. ¿Tiene mi número?Marisa asintió.—Que tenga una buena noche, señorita Richards.—Gracias.Consciente de su mirada en la espalda, subió las escaleras y entró en su

apartamento. Lanzando el bolso sobre el sofá, fue a la ventana y apartó las cortinas, su mano tocó la cadena. Podía ver a Ramsey sentado en su coche.

Sacudiendo la cabeza, se cambió la ropa del trabajo por unos vaqueros y una camiseta. Empezó a quitarse la cruz, pero le daba un extraño sentido de seguridad, así que la guardó bajo la camiseta, y luego fue a la cocina para ver qué podía cenar.

Se acercó a la ventana varia veces. Le hacía gracia, tener a Ramsey sentado fuera, cuidándola. Pero, cuando la noche comenzó a caer sobre la ciudad, de repente se encontró contenta con su presencia.

Cuando la cena estuvo preparada, levantó el teléfono y marcó el número que él le había dado.

—¿Señor Ramsey? Soy Marisa Richards. ¿Le gustaría subir y comer algo?Hubo una ligera pausa. Ella podía imaginarlo mirando fijamente el auricular

con sorpresa.—¿Señor Ramsey?—Sí, gracias.Unos momentos después, llamaba a la puerta.Marisa abrió la puerta, preguntándose si había hecho lo correcto. —Entre.

La cena está preparada. Espero que le gusten las chuletas de cerdo y los escalopes de patatas.

35

Page 36: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Ramsey la siguió hasta la cocina, sentándose ante su invitación.Marisa se sentó enfrente de él. Era un hombre guapo, decidió. No alguien

que sobresaliera en una multitud, pero de alguna manera bien parecido.Durante un rato comieron en silencio. Ella comenzó a ponerse nerviosa,

teniendo a un extraño en su casa.—¿Por qué está cazando al vampiro?—Preguntó cuando el silencio se hizo

insoportable.—Un vampiro destruyó a una joven mujer a la que le tenía cariño.—No puede referirse a Kristov. Él ha estado indefenso cien años.—No, no fue Kristov.Marisa tragó el creciente nudo en su garganta. —¿Quiere decir que hay más de ellos?Ramsey asintió, con expresión sombría. —Destruí al vampiro que mató a mi amiga, y destruiré a Kristov, también.

Son el mal, todos ellos.—Piensa que vendrá de nuevo, ¿no? Kristov, ¿es así?—Ha estado aquí.—¿Cómo lo sabe?—Lo sé—Sus pálidos ojos azules se encontraron con los de ella. —¿Me

equivoco?—No, estuvo aquí la pasada noche—¿Ha visto a Grigori otra vez?—¿Va a matarle también?—Sí—dijo a media voz—cuando llegue el momento.Ella parpadeó, asombrada de que él hablara con tanta calma. —¿Por qué?—¿Por qué?— Ramsey pareció sorprendido por la pregunta. —¿Por qué?

Porque es un vampiro, por supuesto.Marisa sacudió la cabeza. A pesar de lo que había visto la noche anterior, a

pesar de todo lo que Grigori le había dicho, ella no quería creerlo.—Es verdad—Ramsey la miró bruscamente. —Chiavari estuvo aquí de

nuevo, ¿no?—Anoche.Brevemente, ella le dijo lo que había ocurrido la noche de antes, como

Grigori habría salido detrás de Alexi y había vuelto, sus mejillas abiertas y sangrantes, y cómo los profundos cortes se habían curado ante sus ojos.

Ella se calló, esperando que Ramsey le dijera que ella se lo había imaginado todo.

—Ha visto —dijo —y todavía no quiere creer.—Parece tan imposible —Ella sacudió la cabeza —¿Cuánto tiempo lleva

cazando vampiros?—Desde que tenía dieciséis años.—¡Dieciséis! ¿Qué dijeron sus padres?—Es lo que hacemos —dijo Edward —Los Ramsey han cazado vampiros

durante cientos de años. Es nuestro don. Nuestro destino.—¿Vuestro don?—Ser capaz de sentir su presencia.—¿Entonces por qué no es capaz de encontrar a Alexi?—No lo sé. Eso me inquieta.—Pinchó un trozo de carne, masticó

pensativamente. —¿Va a venir Grigori ésta noche?—No lo sé. No lo dijo.Ramsey levantó la cabeza. —Él está aquí.

36

Page 37: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¿Quién está aquí?—Preguntó Marisa, su corazón retumbó, aunque ella supo que no era Alexi. Hubiera reconocido su maligna presencia.

—Chiavari.—¿Está seguro?—Mientras preguntaba, hubo una llamada a la puerta. —

¿Qué hago?—Déjele entrar—dijo Ramsey. —Está de nuestro lado.Marisa miró al hombre. Las palabras por el momento, quedaron

suspendidas, sin decir, entre ellos.Es un vampiro. Las palabras gritaban en su mente mientras abría la

puerta.—Buenas noches —dijo Grigori.—Hola —Ella le miró, preguntándose cómo un hombre tan guapo, que

exudaba tanta vibrante masculinidad, podía ser un no—muerto. Llevaba unos pantalones anchos de color gris, una camisa blanca abierta por el cuello y mocasines negros.

—¿Puedo entrar?Un estallido de risa histérica burbujeó dentro de Marisa. Era demasiado

tarde para negarle la entrada a su casa. Se movió a un lado, luego cerró la puesta tras él.

—Tengo compañía—dijo.—¿Oh?Marisa asintió. —Acabamos de cenar. ¿Te importaría unirte a nosotros para el café? No

pudo evitarlo, rió tontamente. —Supongo que no bebes café.—No —Los ojos de Grigori se achicaron, estudiándola.Marisa tragó ruidosamente, luego se volvió y se dirigió a la cocina.Ramsey estaba detrás de la mesa, una mano sobre el crucifijo que colgaba

de una cadena alrededor de su cuello.Grigori gruñó suavemente cuando vio al cazador de vampiros.Marisa fue hacia el mostrador, mirando de un hombre a otro. Quien dijera

que las apariencias engañan estaba realmente en lo cierto. Ramsey, de maneras lánguidas y apacibles, parecía más un cajero de banco que un caza vampiros. Y Grigori—alto, oscuro y confiado, siempre bien vestido—parecía que podía salir en la portada de GQ2.

—Supongo que se conocen—dijo Marisa.Grigori asintió bruscamente. —Ramsey.—Chiavari—replicó Ramsey, su tono igualmente tajante. —La señorita

Richards me ha dicho que Alexi estuvo aquí la pasada noche.Grigori se acarició la mejilla distraídamente, y Marisa notó que las heridas

habían curado sin dejar rastro.—Sí—Replicó Grigori. —Sabe que estás en la ciudad. Ten cuidado.—¡Estuvo aquí, y tu dejaste que se marchara!—Yo no dejé que se marchara, y lo sabes. Es más poderoso que la última

vez que nos encontramos. No estoy seguro de que pueda ser destruido.—¿Has perdido tu valor después de todos éstos años, Chiavari?—No he perdido nada— replico calmadamente Grigori. —Nadie desea su

muerte tanto como yo.La mano de Ramsey apretó la cruz, sus nudillos se volvieron blancos. —Hemos de encontrar dónde están sus restos durante el día.

2 Revista masculina de moda

37

Page 38: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Ese se supone que es tu trabajo.—¡Parad, los dos!— Marisa se interpuso entre los dos hombres. —Esto no

está solucionando nada.—Tiene razón, señorita Richards, perdóneme.—Puedes irte a casa ahora, Edward—dijo Grigori. —Yo cuidaré a Marisa.La mirada de Ramsey descansó sobre Grigori por un largo, especulativo,

momento y luego se volvió hacia Marisa. —¿Quiere que me quede?—Estaré bien— dijo Marisa, esperando estar diciendo la verdad —Gracias.—Muy bien. Buenas noches, señorita Richards. Gracias por la cena.—De nada.Ramsey miró a Grigori de nuevo, luego se dirigió a Marisa. —Puedo encontrar el camino de salida. Marisa miró a Ramsey salir de la cocina, luego se volvió a Grigori. —Pensé que vosotros dos supuestamente trabajabais juntos.—Lo hacemos—dijo Grigori con una sonrisa cáustica. —Me temo que

estamos los dos un poco nerviosos.—Un poco nerviosos— farfulló Marisa. —Eso debe ser el eufemismo del

año.

38

Page 39: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 7

—Bien— dijo Marisa, repentinamente incómoda por encontrarse a solas con Grigori en su casa. —¿Quieres ver la tele?

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, sintió el torrente de color elevándose desde su cuello hasta sus mejillas. ¿Los vampiros veían la televisión? ¿Realmente creía que él era uno de los no—muertos? Mirarle hacía que la idea pareciera ridícula. Nunca había visto a nadie, hombre o mujer, que pareciera más vital. Más vivo.

Él le hizo una mueca, como si supiera lo que estaba pensando.Marisa le dejó de lado, ansiosa de tener algo en qué concentrarse.

Cogiendo la guía de televisión, hojeó las páginas, mirando la programación para la noche del viernes.

—Bruce Springsteen estaba bien —murmuró—cincuenta y siete canales y no hay nada para ver.

Saltó cuando la televisión se encendió. Ella no lo había hecho; el mando estaba encima del aparato.

—¿Cómo hiciste eso?Alzó una ceja y se encogió de hombros. —Te lo dije, soy mago.Se sentó en el sofá, tan lejos de él como pudo, sus manos se estrechaban

entre sí en su regazo. El tema de Expediente X les dio un instante de distracción.—¿Es verdad? ¿Eres realmente un vampiro, como dijo Ramsey?Él vaciló sólo un momento, pero no había manera de negarlo, no después

de lo que ella había oído, de lo que había visto. —Sí.El mundo pareció cambiar de alguna manera, y ella supo, en ese instante,

que su vida nunca volvería a ser la misma.—¿Bebes... bebes sangre?—Cuando debo.Habló tan tranquilo, como si su contestación fuera una respuesta ordinaria

a una pregunta ordinaria.Se quedó mirándole, estupefacta. Él era un vampiro. Muerto pero no

muerto. Bebía sangre humana... Iba más allá de la comprensión. Intentó decirse a sí misma que eso no podía ser verdad, incluso aunque supo, en lo profundo de su corazón, que lo era.

—¿Y tu... duermes en un ataúd?Elevó una ceja. —¿Lo haces tú?—Por supuesto que no. ¿Qué vas a hacer conmigo?—La visión de

puntiagudos colmillos perforando su garganta apareció en su mente.Él elevó una fina ceja marrón. —¿Hacer contigo?Elevó una mano a su garganta, el gesto era más elocuente que las

palabras.—¿Temes que beba hasta secarte?—preguntó, una ligera sonrisa curvó sus

labios.—¿Lo vas a hacer?—No ésta noche—Sacudió la cabeza al ver la mirada de horror de ella. —

Estaba bromeando, Marisa. No voy a herirte.—Me gustaría creerlo—murmuró por lo bajo.

39

Page 40: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Créeme. No tengo la intención de dañarte.Su voz parecía envolverse sobre ella, acariciando su piel, ligera y blanda

como un diente de león. Sus ojos... ella nunca había visto ojos tan profundos, tan oscuros, tan hipnotizadores. Oscuras llamas ardían en sus ojos, amenazando con abrasarla, engullirla hasta que no quedara de ella más que cenizas humeantes. Parecía llamarla, prometiéndole los secretos de la eternidad.

Marisa inhaló profundamente, estremecida. Podía oír su corazón latiendo como un trueno en sus oídos, se sentía sucumbir al oscuro poder que llameaba en los indescifrables ojos negros. Intentó mirar a otro lado, su corazón latió al triple de lo normal cuando descubrió que no podía apartar su mirada de él.

—Páralo—dijo con un grito sofocado. —Por favor...Las llamas gemelas de sus ojos ardieron con más fuerza, luego se

desvanecieron.Grigori respiró profundamente al tiempo que rompía la conexión entre

ellos. Sintiendo que ella agradecería cierta distancia entre los dos, se levantó y caminó hasta el lado más lejano de la habitación.

—Lo siento.¿Había dicho las palabras en voz baja o ella lo había imaginado?Marisa cruzó sus brazos sobre el pecho. Estaba sola en su casa con un

vampiro. El silencio se extendió entre ellos. ¿Por qué pedía perdón? ¿Por haber intentado hipnotizarla? ¿Qué le decía uno a un vampiro? Mil preguntas atravesaban su mente. Escogió una de ellas.

—¿Dónde conociste a Ramsey?—Me dio la sensación de que aparecía allí donde yo estaba—contestó

Grigori. —Una noche me acerqué y le pregunté por qué estaba siguiéndome. Al principio, no quiso decirme nada—Se encogió de hombros —Finalmente, decidió decirme lo que yo quería saber.

Marisa se estremeció al imaginarse como había “convencido” a Ramsey para que hablara.

Grigori la miró y suspiró. Sin duda ella siempre esperaría lo peor de él, aunque no podía echarle la culpa. Él era, después de todo, un vampiro. Sin duda, ella le consideraba una amenaza para su existencia. Con desgana, admitió que ella tenía razón en pensar eso. Nunca, en dos siglos, había legado el Don Oscuro a otro, pero con Marisa sintió una gran tentación.

—Cuando Ramsey descubrió que perseguíamos lo mismo, decidió trabajar conmigo.

—Silvano me dijo que Alexi había estado en su familia por generaciones.—Es cierto. Antes, ellos le guardaban en la cripta de una iglesia. La carga

de cuidarle recaía en el miembro varón más viejo de la familia. El año pasado, su familia tuvo malos tiempos. Como cabeza de familia, Silvano decidió llevar a Alexi de gira. No fue una decisión muy sabia. No supe que ellos habían dejado el país hasta hace seis meses.—Un músculo se movió nerviosamente en su mandíbula. —Encontré a Alexi con tres días de retraso.

—¿Crees que serás capaz de destruirle?—Eso espero.—Ramsey dijo que él destruyó otros vampiros.—¿Te habló de Catherine?—¿Ese era su nombre? Sólo me dijo que un vampiro había matado a una

amiga suya.—Marisa sacudió la cabeza. Era tan irreal, sentada ahí teniendo una conversación acerca de vampiros. Hasta hacía unos días, ella habría jurado que no existía tal cosa. Los vampiros no eran más que ficción, criaturas de leyenda, cosas que habían fabricado las películas de miedo y las pesadillas.

40

Page 41: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Su mirada se posó en Grigori. ¿Cómo alguien—algo—tan escandalosamente bien parecido podía ser un no—muerto?

—¿Hay muchos vampiros por aquí?—No demasiados—Se sentó en la gran butaca enfrente del sofá. —Por lo

que sé, hay sólo dos de nosotros en la ciudad.—Eso son dos de más, si me preguntas—farfulló Marisa. Se arriesgó a

mirar a Grigori, sintiendo que sus mejillas enrojecían cuando él elevó una ceja en una expresión que ella había comenzado a reconocer como irónica diversión.

—Si Ramsey tiene suerte, tu ciudad estará pronto libre de los dos.—¿Sabes que piensa destruirte?—exclamó Marisa, sorprendida de que

pareciera tan indiferente.—Por supuesto. Es a lo que se dedica. Nuestro vínculo es sólo temporal.—¿No estás preocupado?—No.—¿Por qué no? Si ha matado a otros vampiros, ¿qué te hace pensar que no

va a matarte a ti, también?Grigori se encogió de hombros. —El vampiro que mató a Catherine estaba recién creado. Los más jóvenes

de nosotros son vulnerables; algunas veces creen tontamente que no pueden ser destruidos. Otras veces olvidan tener cuidado en quien confían, donde eligen dejar sus restos. Tal descuido es normalmente fatal.

—Pero él no fue al único que mató. Debe saber lo que está haciendo.—¿Puedo esperar que eso signifique que estás preocupada por mi

seguridad?—Por supuesto que no. Bueno, puede que un poco— Se calló con una

profunda inhalación. No sabía qué pensar. Todo era tan confuso. Era la verdad pero iba más allá de sus creencias.

Apretando uno de los cojines del sofá contra su pecho, Marisa miró la pantalla de la televisión, pensando que esa clase de cosas podía estar bien para Fox Mulder. Sólo deseaba saber cómo arreglárselas con eso.

Deslizó una mirada furtiva a Grigori. Parecía absorto en el programa. ¿Cuánto tiempo llevaba siendo un vampiro? ¿Había sido una elección suya? ¿Le había gustado?

Preguntas, demasiadas preguntas. Le dieron dolor de cabeza. —Me voy a la cama— Se levantó, observándole con cautela. —¿Vas a

quedarte a pasar la noche?—Si lo deseas—Se levantó con un fluido movimiento que recordaba la

corriente de agua en un embalse.Se mordió el interior del labio, preguntándose quien suponía la mayor

amenaza, si el vampiro que estaba en su casa, o el otro que probablemente estaba merodeando en las sombras de la noche.

—Te traeré algunas mantas.—No te molestes—Su voz llevaba una nota de diversión.—No es molestia.—La noche es mi día—le recordó suavemente. —Duerme bien, Marisa.—De acuerdo—murmuró. Como si pudiera dormir con un vampiro afiliado a

los bebedores de sangre en su casa.Grigori gruñó por lo bajo mientras la veía dejar la habitación. En efecto, un

vampiro bebedor de sangre, reflexionó, y sintió cómo sus colmillos pinchaban su lengua ante la imagen que ese pensamiento le había trasmitido. Aún no estaba lleno. Cruzando la habitación, miró por la ventana y dejó que sus poderes sobrenaturales escanearan la noche. Las tinieblas le llamaban. Unos miles de corazones latiendo le llamaban.

41

Page 42: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Con un suspiro se hundió en el sofá, su cabeza se apoyó en el respaldo y cerró los ojos. Podía oír a Marisa preparándose para acostarse, podía seguir la pista de sus movimientos por los sonidos que hacía, como se lavaba los dientes, se limpiaba la cara, se cepillaba el pelo. Oyó el sonido estridente de su ropa cuando se la quitaba, el suave susurro de la seda deslizándose por la piel cuando se ponía el camisón, el susurro de las ásperas sábanas de algodón cuando se metió en la cama. Podía oír el sonido de su respiración, el firme latido de su corazón.

Respiró profundamente y los orificios de su nariz se llenaron con una abundancia de olores—la comida que ella había cocinado para la cena, el jabón que había usado para lavar los platos, el aroma de flores en la mesa de la cocina, la ropa sucia en la cesta, la ropa limpia en el armario. Y, por encima de todos ellos, el aroma de mujer en sí misma—el temor que intentaba ocultar, el perfume, la laca, el champú, el gel y la pasta de dientes que había usado durante el día, el calor de su cuerpo. Su sangre… eso era una tentación que se le hacía duro resistir, una seducción, que pulsaba y crecía cada vez que ella tomaba aliento.

Apartó sus pensamientos de ella y se concentró en Alexi Kristov. Como siempre, pensar en Alexi trajo a su mente a Antoinette, y reanudaron el dolor de no saber como había muerto. ¿La mató Alexi rápido, compasivamente, o la dejó sola, una criatura sin alma, que no era, ni se tenía en cuenta a sí misma? ¿La dejaría vagando en la oscuridad, perdida y sola? ¿Murió de hambre y negligencia? ¿Había sido lapidada por una turba de asustados campesinos? ¿Quemada como a una bruja?

—Antoinette... —Gimió mientras enterraba en su interior las grotescas imágenes que habían aparecido en su mente.

La rabia le atravesó, quemándole con un calor blanco, chamuscándole de dentro a fuera. La ira alimentó el hambre en su interior, conduciéndole fuera del apartamento de Marisa, hacia la noche.

Marisa se despertó de un salto, su cuerpo estaba empapado de transpiración, el sonido de su grito resonaba en sus oídos. Con mano temblorosa, encendió la lámpara que había en la mesilla, su mirada recorrió la habitación mientras respiraba profundamente varias veces. Solo un sueño, sólo un sueño... pero parecía tan real, y había sido tan horrible.

Imágenes inconexas aparecieron en su mente... una mujer paseando por la playa, bajo la luna llena... una sombra oscura descendiendo en picado sobre ella como una monstruosa ave de rapiña... el grito de terror de la mujer... ojos sangrientos... afilados colmillos perforando la frágil piel del cuello de la mujer...

Marisa sacudió la cabeza para aclararla. Sabía que no podía volver a dormir, fue a la cocina y preparó una tetera. Se estaba poniendo una taza cuando recordó a Grigori.

Llevándose la taza, fue al salón y encendió la luz. La habitación estaba vacía, la puerta estaba cerrada, la cadena de seguridad en su lugar. Las ventanas cerradas.

Revisó el dormitorio, pero él tampoco estaba allí.Frunciendo el ceño, volvió al salón y se sentó en el sofá. El reloj del video

señalaba casi las tres de la mañana.—Valiente guardaespaldas—murmuró. ¿Dónde había ido, y por qué?La contestación le quemó la mente, tan vívida como las imágenes de su

pesadilla.Era un depredador, y había salido a cazar en la noche.

42

Page 43: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 8

Se mezcló con las cambiantes sombras de la noche. Sus pasos no se oían en el pavimento mojado. El olor vivo del océano llenaba su nariz; podía sentir el sabor con la parte posterior de su lengua.

Olió a la mujer antes de verla, y luego él estaba allí, caminando detrás de ella, oliéndola, hipnotizándola con sus ojos.

Con un gemido bajo, ella inclinó la cabeza y le ofreció su cuello. Y él lo tomó, sus dientes se hundieron en la tierna carne fresca, el sonido de su grito se mezcló con el sonido de las olas golpeando contra la orilla.

Y bebió y bebió y bebió, hasta que ella estuvo fría y vacía, y él estuvo caliente y lleno con la esencia de su fuerza vital.

43

Page 44: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 9

Marisa se levantó temprano después de una noche sin dormir, contenta de no tener que ir a trabajar. La noche anterior, ella había vuelto a la cama, sólo para revolverse y dar vueltas hasta el amanecer. Cada vez que cerraba los ojos, veía la imagen de Grigori inclinándose sobre la mujer a la que había cazado en sus pesadillas, sus colmillos hundiéndose en el cuello de la mujer mientras vaciaba su cuerpo de sangre, de vida.

Poniéndose precipitadamente la bata, salió a recoger el periódico. Lo llevó a la cocina, se sirvió una taza de café, luego desplegó el diario en la mesa. Los titulares le gritaban:

 EL VAMPIRO ASESINO GOLPEA DE NUEVO

YA SON NUEVE LOS MUERTOS ATRIBUIDOS AL ASESINO EN SERIE Incluso antes de leer la historia, sabía lo que iba a decir, sabía que lo que

había soñado no era en absoluto una pesadilla. El cuerpo de la mujer había sido encontrado en un vertedero cerca de la playa Huntington. Había dos heridas punzantes en su cuello, y le habían vaciado toda la sangre. La hora de la muerte había sido fijada entre las dos y las tres de la madrugada. No había testigos.

Marisa contuvo la nausea que le subía por la garganta, y miró con atención la foto granulosa en blanco y negro.

Necesitaba algo para ocupar su mente, se puso un chándal, y centró su atención en limpiar su apartamento. Puso la banda sonora de Joseph and the Amazing Technicolor Dreamcoat en el reproductor de CD y comenzó a trabajar. Fregó los suelos de la cocina y el baño, le quitó el polvo a los muebles, pasó el aspirador por las alfombras, cambió las sábanas de su cama, y limpió el frigorífico por dentro.

Y en todo momento, en el fondo de su mente, podía ver la imagen de la mujer con la que había soñado, la mujer en la playa. ¿Cuáles habían sido los últimos pensamientos de la víctima antes de que el monstruo clavara sus colmillos en su cuello? ¿Había dolido? ¿Había sido terrible o el vampiro había nublado la mente de ella con su poder?

Ese monstruo... Se enjuagó las manos en el fregadero, y comenzó a colocar las cosas dentro del refrigerador. Era duro imaginarse a Grigori como un monstruo. Era de lejos el hombre mejor parecido que jamás había conocido. Alto, oscuro y misterioso. Y muerto. O no—muerto.

Sabía que era verdad, aunque en la cocina, con la luz del día, parecía algo descabellado. Vampiros vagando por las calles de Los Ángeles.

Se secó las manos y entró en el dormitorio para cambiarse de ropa. Tenía que salir de la casa. Necesitaba estar rodeada de gente. Necesitaba estar fuera, al sol.

Agarrando su bolso y sus llaves, dejó el apartamento. El sol de la media tarde acarició deliciosamente su piel, y se quedó en el rellano un momento, calentándose con sus rayos.

—Buenas tardes, Señorita Richards.Se asomó por el balcón y vio a su casero regando el césped. —Hola, señor Abbott.—Bonito día—comentó él, mirando el cielo. —Pensé que llovería esta

mañana.

44

Page 45: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Marisa bajó las escaleras y se acercó a él, cuidando de que no se le mojaran los zapatos.

—Es difícil de creer que ya estemos en noviembre.Abbott asintió. —Pronto será navidad. ¿Dónde va el tiempo?—No lo sé.—¿Dónde va con éste día tan bonito?—A ningún lugar en particular. Puede que haga algunas compras. Abbott asintió de nuevo. —Las navidades parecen llegar más temprano cada año.—No puedo negarlo. Hasta luego.—Vale.El centro comercial estaba lleno. Marisa sintió como su espíritu se elevaba

al unirse al gentío de fiestas. La música navideña salía de los altavoces; los escaparates estaban decorados con Papa Noel, los renos y muñecos de nieve. Compró un traje pantalón de color lavanda para su madre, un jersey gris y un par de corbatas para su padre y un juego de escritorio para su jefe. Estaba oscureciendo cuando dejó el centro.

Iba cantando "Have Yourself a Merry Little Christmas" cuando subía las escaleras a su apartamento.

Las palabras murieron en su garganta cuando vio a Edward Ramsey esperándola a la puerta.

—Buenas tardes, señorita Richards.—Hola, señor Ramsey. ¿Ocurre algo?—Él elevó una ceja mientras miraba

con atención las alegres envolturas de los regalos que hacían bulto en varias bolsas. Leyó la silenciosa condena en sus ojos. Un asesino estaba acechando la ciudad, y ella había salido de compras como si fuera un día normal.

—¿Es posible que no haya oído las últimas noticias?—Un temblor recorrió su espina dorsal. —¿No habrá otro?

Él asintió con expresión sombría. —Han encontrado otro cuerpo hace menos de una hora.—¿Otra mujer?—Una adolescente.—Con ésta hace doce en poco más de una semana.Ramsey asintió. Sus ojos, normalmente tan apacibles, resplandecían con

furia impotente. —No puedo creer que todo esto lo esté haciendo Alexi.—¿Qué quiere decir?—¿Tengo que deletreárselo, señorita Richards?Le miró, recordando su pesadilla. Le gustara a no, lo quisiera admitir o no,

Grigori era un vampiro. Y como Alexi, necesitaba sangre para sobrevivir.—No cree que Alexi sea el único involucrado en esos asesinatos.—

Repentinamente se sintió completamente cansada. —Cree que Grigori es responsable de alguno de ellos, ¿no?—Abriendo la puerta, entró en su apartamento. —Pase.—Dejó las bolsas en el suelo y se fue a la cocina.

Ramsey cerró la puerta y echó el cerrojo, luego la siguió. Permaneció en el umbral, con los brazos cruzados sobre el pecho, mirando mientras ella llenaba la cafetera con agua.

—Doce muertes en una semana son demasiadas—recalcó Ramsey. —Incluso para un demonio como Kristov.

—¿Lo son? No puedo saberlo.—Yo puedo.

45

Page 46: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Marisa fue a la sala y se sentó en el sofá. Había estado sola en el apartamento con Grigori las dos últimas noches. Sola con un hombre que era realmente un monstruo a pesar de su hermosa fachada.

Prácticamente se salió de su piel al oír el timbre.—¿Espera a Chiavari?—preguntó Ramsey.—No.—Espera aquí. Yo iré.—De acuerdo. Estrechó sus manos para calmar los temblores, todo su

cuerpo se tensó con alarma cuando oyó la voz de Grigori.Y entonces él estaba allí, apareciendo sobre ella. Como siempre, su

presencia parecía llenar la habitación. Tuvo que echar mano de todo el coraje que tenía para mirarle a los ojos.

—¿Qué ocurre?—preguntó, su voz era aguda.—¿Ha estado Ramsey llenando tu cabeza con más tonterías?—No lo sé. ¿Lo ha hecho?—¿Crees que soy responsable de los crímenes de la ciudad?—¿Lo eres?— Le miró fijamente. ¿Qué estaba haciendo, diciendo?Ramsey se sentó en la silla enfrente de ella, pero su cercanía le ofrecía un

pequeño conforto. Elevó una mano a su pecho, sintiendo la sólida forma de la cruz bajo el jersey. Si Grigori la atacaba, ¿tendría la suficiente fe para creer que la cruz podía protegerla?

—¿Me creerías si te dijera que soy inocente?—No lo sé.Grigori miró a Ramsey. —¿Crees que estoy involucrado en esos crímenes?Ramsey asintió. —Demonios, sí. Alexi no necesita tanta sangre para sobrevivir, no después

de tantos años.—Alexi no mata porque lo necesite—replicó Grigori mordazmente. Mata

porque le divierte hacerlo.Ramsey resopló suavemente. —¿Y tu no?Grigori miró a Marisa. Su cara estaba pálida, sus ojos dilatados con interés

y repulsión. —No he matado a nadie en esta ciudad. Nunca cazo donde vivo.—Sí, ya— murmuró Ramsey.—Es la verdad, lo quieras creer o no.—Sus palabras eran para Ramsey,

pero miraba a Marisa. Por razones que no quería examinar muy de cerca, era importante que ella le creyera.

Marisa se removió en su asiento. La mirada fija de Grigori le hacía sentirse incómoda.

—Voy a por una taza de café. Edward, ¿quieres una?—Sí, gracias.Grigori miró a Marisa y Ramsey ir a la cocina. Sintió una punzada de celos

de que ellos pudieran compartir algo tan ordinario como una taza de café. Por primera vez en mucho tiempo, tuvo conciencia de que no volvería a ser un mortal nunca más.

Manteniendo su rostro inexpresivo, llegó hasta el umbral de la puerta de la cocina. Ramsey y Marisa estaban sentados a la mesa. Ramsey llevaba la taza a sus labios; Marisa miraba por la ventana, sin beber de la copa que tenía en su mano.

—¿Tienes alguna idea de dónde se entierra Alexi?—preguntó Ramsey.—No.

46

Page 47: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Bien, he buscado en los lugares que se me han ocurrido. No estaba en ninguno de ellos.

Marisa apartó su mirada de la ventana. —¿Qué clase de lugares?—Viejos cementerios. Casas y edificios desiertos. Solares vacíos—Edward

se encogió de hombros. —He empezado a comprobar los hoteles locales, pero eso llevará tiempo.

—He sentido su presencia en más de una ocasión—dijo Grigori. —Pero siempre me elude. Creo que está jugando con nosotros. Algunas veces casi puedo oír su risa.

—Reirá de otra manera cuando clave mi estaca en su corazón—Dadas sus palabras y el fervor de su tono, no cabía duda del odio en los ojos de Ramsey.

—Puede que no descanse en la ciudad—murmuró Grigori, pensando en voz alta. —Quizás solo cace aquí, en tal caso estaremos gastando el tiempo buscando su guarida.

Ramsey asintió. —Esa es siempre una posibilidad. Aunque no creo que deba dejar de

buscar por los alrededores hasta no tener la certeza de que no está escondido en algún lugar.

—Sabe que le buscamos—remarcó Grigori, pensando en voz alta. —Puede cambiar su lugar de descanso cada día, o cada semana, y en ese caso, me temo que nunca le encontraremos.

—Yo le encontraré.Grigori sacudió su cabeza. —Creo que la única manera de que le cojamos es que nos deje.La mano de Ramsey se alargó y se enroscó en el crucifijo. —Le veré muerto—prometió solemnemente. —De una manera u otra. Lo

juro. Dime, Chiavari, ¿donde pasas las horas del día?—¿Te parezco un tonto, Ramsey?—No del todo, pero si supiera más sobre ti, quizás eso haría más fácil la

búsqueda de Alexi.—Todo lo que necesitas saber es que nunca cazo en la ciudad donde

descanso.—Será un fastidio para ti.—Bastante.Ramsey terminó su café y se levantó. —Me voy a casa. He tenido un día duro. Señorita Richards, gracias por el

café.—Fue al fregadero y enjuagó la taza, luego la colocó en el mostrador.—Bastante fastidioso—murmuró Grigori.Ramsey le miró con enojo —¿No deberías estar fuera cazando a nuestro amigo colmillo?—Cuando sea el momento. ¿No te ibas?—Cuando sea el momento—Ramsey inclinó la cabeza en la dirección de

Marisa. —Buenas noches, señorita Richards.—Buenas noches, Edward. Gracias por venir.Un pesado silencio cayó sobre la cocina tras la marcha de Ramsey.

Necesitando algo que hacer, Marisa colocó la taza de Edward en el lavaplatos, luego se puso una taza de café que no le apetecía.

—¿Qué pasará si no puedes encontrar a Alexi?—Le encontraré.—Y mientras ocurra, él seguirá matando.Grigori asintió, esperando que ella hiciera la pregunta que leía en sus ojos.—Le has dicho a Edward que no cazas donde vives.

47

Page 48: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Él asintió de nuevo.—Pero…—Elevó una mano a su cuello. —¿Pero tú… cazas?—Hago lo que debo para sobrevivir, Marisa. ¿Te sentirías mejor si lo

niego?, ¿Si niego lo que soy?—Probablemente.—Le contempló por un momento. —No pareces un

vampiro.—¿En serio? ¿Conoces a muchos de nosotros?Dejó la taza en el fregadero, y luego cruzó los brazos sobre el pecho. —Por

supuesto que no.—¿Cómo debería ser?—No lo sé—Sacudió la cabeza cuando una imagen del Drácula de Frank

Langella se formó en su mente: alto y oscuro e indiscutiblemente sexy, con una camisa de lino blanca y una larga y ondulante capa. —Puede que parezcas un… un vampiro, después de todo.

Él sonrió, como si supiera lo que ella pensaba, y luego, cuando un aullido atravesó la noche, se congeló.

—¿Qué era eso?— exclamó Marisa. —Sonaba como un lobo.La miró con indulgencia. —No hay lobos en la ciudad, Marisa.—Es él, ¿no? ¿Alexi?Grigori asintió. —Me está llamando.—¿Vas a ir?—¿Preferirías que me encontrara con él aquí?—¡Cielos, no!—Estarás suficientemente a salvo. Sólo recuerda, no puede entrar a menos

que le invites.—No es mucha ayuda.—Es lo mejor que puedo ofrecerte.Sus ojos oscuros se movieron sobre ella, profundos, fantasmagóricos,

poseían secretos que ella no quería saber. La conciencia de un zumbido entre ellos, su calor lamiendo su piel, cálido y rugoso, como la lengua de un gato. Y luego, de manera abrupta, se había ido.

Marisa parpadeó, sobresaltada por el repentino vacío que sintió en su interior, por la comprensión de que él no había dejado la casa por la puerta, simplemente se había desvanecido ante sus ojos.

Puede que realmente él fuera un mago.

48

Page 49: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 10

Grigori vaciló al llegar a la acera. Había sido bastante sincero cuando sugirió que Alexi estaba jugando con ellos. No dudaba que el viejo vampiro encontrara su incapacidad divertida. Y ellos estaban desvalidos contra él, pensó Grigori desolado. Aunque Alexi bajara la guardia, tenían pocas oportunidades de cogerle. Kristov poseía el conocimiento de incontables siglos, la fuerza de miles de años.

Grigori se pasó la mano por el pelo. Puede que se estuviera engañando al pensar que podía mantener a Marisa a salvo. Había poco que pudiera hacer para protegerla que no pudiera hacer ella misma. Si tenía cuidado de quedarse encerrada en su casa por la noche, Alexi no podría alcanzarla. ¿Pero que clase de vida era esa, prisionera desde el crepúsculo hasta el amanecer?

Rió suavemente. ¿Qué clase de vida, de hecho? Esa era la vida que él vivía, salvo que él se veía obligado a rehuir la luz del sol, esconderse en la oscuridad cuando el sol estaba alto en el cielo.

El aullido de un lobo interrumpió sus pensamientos, giró, sondeando con la mirada las fluctuantes sombras de la noche.

—¿Todavía protegiendo a la hermosa dama?La voz de Alexi sonó detrás de él. Grigori se dio la vuelta, los finos cabellos

cayeron a su espalda por su cuello, sus manos se enroscaron en cerrados puños.—¿Por qué no luchas conmigo, Alexi? Finalicemos esto aquí y ahora.—¿No pensarás que eres mejor que yo?—Replicó Alexi con diversión.—Pruébame.—Oh, lo haré, lo haré, no tengas ninguna duda. Pero no ahora. Encuentro

tus pequeños esfuerzos para destruirme de lo más divertido.—Alexi cruzó sus brazos sobre el pecho y contempló a Grigori con sus ancianos ojos grises. —Dile a Ramsey que no necesita cambiar su lugar de dormir cada noche. Todas las puertas cerradas, todos los ajos y las cruces del mundo no le salvarán. Al final, él será mío.

Grigori asintió. Ramsey no se había quedado en el mismo hotel o motel desde que ellos habían llegado a la ciudad, creyendo tontamente que Alexi no iba a ser capaz de encontrarle.

Alexi rió, un áspero e irritable sonido. —Dile que es fácil de seguir. El aroma de los ajos que arrastra es como el

humo de una pira funeraria.—Así que, si no quieres luchar conmigo, ¿qué es lo que quieres?—¿Qué? Sólo decir hola a un viejo amigo.Despacio, como una serpiente desenroscándose, la rabia creció dentro de

Grigori.—¡Amigo! ¡Te atreves a llamarme amigo después de lo que hiciste!Alexi movió su mano en un elegante gesto de despido. —No me digas que aún estás enfadado por lo de la mujer.—Era mi esposa—Grigori mordió cada palabra.—¿Cómo puedes estar aún enfadado? Debes admitir, que si no hubiera

sido por mí, no serías más que un cadáver—Rió suavemente. —Deberías pensar en darme las gracias. A causa de tu odio tienes un don que miles de mortales matarían por tener, aunque me desprecies por ello.

—¿Gracias? ¿Crees que debería agradecértelo? ¡Mataste a mis hijos! Mi esposa…

—Ella no está muerta.

49

Page 50: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¿Qué?—Grigori se quedó helado, todo lo demás olvidado. —¿Qué has dicho?

Alexi se encogió de hombros. —Ella no está muerta—Sonrió, una lenta sonrisa tan malvada que Grigori

sintió un escalofrío recorriendo su espalda.—¿La trajiste de vuelta?Alexi sacudió su cabeza, con expresión de fastidio.Grigori miró al vampiro con horror. —¿La dejaste como estaba todos estos años?—Necesito de ella de vez en cuando.—¿Dónde está?—Donde no puedas encontrarla.—Demonios, Kristov, ¿dónde está?—Ella es mía ahora, Grigori, como siempre quiso ser.—¿Qué estás diciendo? Ella era mi esposa. No la conociste hasta que te

recibí en mi casa.—¡La amo! Le ofrecí el mundo, la eternal juventud, y ella me rechazó. ¡A

mí! ¡Podía llevarla lejos de aquella cabaña, darle cualquier cosa que deseara! Hacer de ella una reina.—La rabia brillaba en sus ojos. —¡Y ella lo rechazó! Rehusó dejarte a ti y a aquellos mocosos. Bien, ella no me rechaza nada más.

Con un gemido de rabia, Grigori se abalanzó sobre él, sus manos se convirtieron en garras y se alargaron hacia la garganta de Alexi.

Pero sus dedos se cerraron sobre el aire. Alexi se había ido.Grigori juró por lo bajo. Antoinette no estaba muerta. Miró fijamente en la

distancia. Todos esos años, había pensado en su muerte, llorado por ella, llevado luto por ella, odiando a Alexi por destruir a la mujer que había amado, y ella no estaba muerta.

En el interior de su mente, oía parte de las palabras de Kristov: Ella es mía ahora… como siempre quiso ser.

Como si volviera de un oscuro abismo, gradualmente tuvo conciencia del mundo que le rodeaba... el sonido de un coche que pasaba, el estruendo de un avión, la fina lluvia que comenzaba a caer.

Sintiéndose entumecido, subió lentamente las escaleras hasta el apartamento de Marisa. Un movimiento de su mano abrió la puerta. Permaneció en la entrada, su vista recorrió el salón, contemplándolo todo con una mirada. Sólo podía ver a Antoinette como la había visto por última vez… su cara pálida como una muerta, sus ojos vacíos y sin vida, las brillantes gotas de sangre que recorrían su cuello como lágrimas carmesíes.

—¿Grigori? ¡Grigori!Miró a Marisa, sin verla, y luego sacudió la cabeza para serenarse.—¿Qué ha ocurrido?—Marisa le miró, pensando que nunca había visto

tanta angustia en los ojos de alguien en toda su vida. Él parecía como si acabara de escapar del infierno, como si hubiera visto al demonio en persona.

—¿Estás bien?La miró. —Por supuesto.—Por supuesto—repitió ella, con tono escéptico. —¿Qué ha pasado allí

fuera?—Nada. Nosotros… hablamos.—Ha debido ser una buena conversación. Parece que acabas de ver a un

fantasma—Calmó la ola de risa histérica que hervía en su garganta. Vampiros. Fantasmas. ¿Qué sería lo siguiente? ¿El monstruo del lago Ness? ¿Pequeños hombres verdes de Marte?

50

Page 51: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Es tarde—observó Grigori. —¿Por qué no te vas a la cama?—No es tarde, y no quiero irme a la cama.Con una inclinación pasó por su lado. Por un momento miró por la ventana,

hacia fuera, y luego comenzó a pasearse por la habitación. Sus pasos marcaban el ritmo de las palabras que machacaban su mente: No está muerta, no está muerta, no está muerta.

Marisa se sentó en el brazo del sofá, mirándole, preguntándose que había dicho Alexi o que había hecho para causar a Grigori tal aflicción. Le miró pasear, sus movimientos fluidos, tan gráciles como los de un bailarín. Sus pies apenas parecían tocar el suelo. Nada se agitaba a su paso, casi como si no estuviera allí.

Vampiro. La palabra se susurró en el fondo de su mente.Allí sentada, sintió crecer la tensión en su interior, sintió el pesado silencio

sobre ella. Una vez le oyó gemir, un sonido profundo que era casi un gruñido. Y seguía caminando. Imaginó que podía ver el camino que formaban sus pasos en la alfombra. Su ira radiaba de él como el calor de una hoguera de campamento.

Dejó escapar un suspiro y él se giró, sus ojos oscuros ardían con tal odio que ella se sintió abrasada por su calor. Sus labios se elevaron, revelando los blancos y afilados colmillos.

El terror se instaló en su corazón. Con un bajo gemido, sus dedos se cerraron alrededor de la cruz que Ramsey le había dado. La sintió caliente en su palma, tranquilizadora.

Grigori murmuró un vil juramento y paró su agitado paseo. Tomando aire, deseando calmarse, sintió cómo se alejaba la tensión.

—Lo siento—dijo secamente —No pretendía asustarte.Ella le miró con cautela y en silencio.—Alexi me dio noticias inquietantes.Marisa asintió, esperando que él siguiera.—Te hablé de mi mujer y mis hijos.—Sí.—Eso es solo parte de la verdad. Mis hijos están muertos, como te dije.

Alexi les mató. Pensé que había matado a mi mujer también, pero parece que…—Sus manos se apretaron a ambos lados. —Parece que no mató a Antoinette después de todo.

—¿Qué quieres decir?—Ella aún está viva.—Tomó aire. —Es decir, ella no está muerta.Sintiéndose repentinamente helada, Marisa cruzó sus brazos sobre su

pecho. —No te entiendo.

—Ella es una ravenant3, una criatura totalmente en poder de Alexi. No tiene opinión, ni constancia de sí misma. Existe en un mundo entre la vida y la muerte. Él puede convocarla cuando lo desee y ella es incapaz de resistirse a él.

—Pero… si ella no es un vampiro, ¿cómo puede estar todavía viva?—¡Ella no está viva!— Pasó una mano por su cabello, sus ojos de nuevo

brillaban con furia. —No puede morir. No morirá mientras Alexi viva.—¿Y si tú le matas?—Ella también morirá.—Lo siento—Ella sabía que las palabras eran inadecuadas, pero no sabía

que más decir.3 Ravenant es, literalmente, "algo que ha regresado de entre los muertos", o sea, un fantasma o un espectro. Para los sirvientes de los vampiros, la mayoría de las veces se utiliza "necrófago", que son unas criaturas no muertas, pero tampoco vivas, que se alimentan de los cadáveres humanos. (Gracias Lyzz)Como las palabras espectro o necrófago no describen a Antoinette he preferido dejar el original. N. T.

51

Page 52: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Él la miró por un largo instante. —Tengo que irme—Su voz era áspera, raspando sus sentidos como papel

de lija.Grigori acechó las oscuras calles de la pequeña población cercana a la

costa, su mente confusa al pensar en Antoinette. El conocimiento de que ella aún vivía le llenaba de esperanza y pavor. ¿Dónde estaba? ¿Dónde había estado durante el siglo en el que Alexi había sido prisionero de la familia de Silvano? ¿Había vagado por la campiña, perdida y sola, a la merced de supersticiosos aldeanos que la habrían odiado y temido? ¿O había dormido el mismo sueño parecido a la muerte que su amo…?

La rabia impotente creció dentro de él al imaginar el infierno que ella había tenido que aguantar esos siglos pasados. Todo ese tiempo, él había pensado que estaba muerta, y ella había sido la criatura de Alexi.

Buscó en las sombras de la noche, pero no encontró consuelo en ellas. Aclaró su cabeza y soltó su rabia y su ira con un largo aullido que resonó y se repitió a través de la tranquilidad de la población dormida.

Parándose a la orilla del océano, miró a las suaves olas que lamían la costa. La luna llena se reflejaba en el agua como la luz de una vela en un espejo. Permaneció allí por un largo tiempo, oyendo los susurros del agua que besaba la arena a sus pies. Buscando un poco de paz interior, cerró los ojos y tomó aire varias veces, despacio y hondo. Sin invitación, la imagen de Marisa llegó a su mente, y conoció un repentino anhelo de estrecharla en sus brazos, de sentir la calidez de sus manos acariciando su espalda, de oír su voz diciéndole suaves palabras de consuelo.

Pero no se atrevía ir a ella ahora, cuando la ira y el odio por Kristov le quemaba como el ácido, aumentando su impulso para la violencia, despertando una sed de sangre que podía ser satisfecha, pero nunca apagada.

Se dio prisa por las calles oscuras, con sus sentidos buscando una víctima, éstos le indicaron un sórdido bar localizado a pocas manzanas del océano.

Sumido en las sombras de la medianoche, esperó.La mujer estaba riendo cuando dejó el bar, zigzagueando ligeramente se

dirigió al terreno del aparcamiento. Con pasos silenciosos, Grigori se colocó a su espalda. Podría haber corrido, pero él permaneció con ella con un toque de su mano en su brazo.

—¿Quién… quién eres?—preguntó.—¿Qué quieres?Buscó en su mente y encontró su nombre. —Todo está bien, Michelle. No voy a herirte.Contempló profundamente sus ojos, hipnotizándola con una mirada, y

luego caminó hasta el coche. Metiéndose en el asiento detrás de ella, la cogió entre sus brazos. Olía fuertemente a whisky y más fuertemente a perfume. Por un momento, pensó en Marisa, que olía siempre a jabón y flores.

Apartando sus pensamientos sobre Marisa, volvió la cabeza de la mujer y apartó el despeinado cabello, sus labios recorrieron la cálida y tierna carne de su cuello. ¿Cuántas veces había hecho eso? ¿A cuántas mujeres había llamado en dos siglos, tomando de ellas lo que necesitaba para sobrevivir, y dejándolas atrás?

La mujer gimió suavemente y él le susurró, asegurándole que no había nada que temer mientras sus dientes perforaban la piel. Bebió rápidamente, acallando el impulso de beber todo, de consumir no sólo su sangre, sino también sus pensamientos y su memoria, la verdadera esencia de su vida. Ella estaba recién divorciada. Bebía para olvidar, para borrar el dolor de un marido infiel, de unos votos incumplidos, de un hogar roto.

52

Page 53: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Cuando comenzó a soltarla, ella se aferró a él, mirándole fijamente con una mirada aturdida de sus ojos azules.

—No me dejes—rogó, y se oía el crudo filo de la soledad en su voz. —Por favor, no me dejes. No quiero estar sola.

—Ve a dormir, Michelle— dijo bajito. —Estás cansada y debes dormir—Miró profundamente a sus ojos. —Cuando despiertes, no recordarás nada.

—Nada…Movió su lengua por las pequeñas heridas de su cuello, lamiendo los

últimos restos de sangre, sellando sus heridas. Se habrían ido por la mañana.—Nada—repitió, pero ella ya estaba dormida.Dejando el coche, cerró las puertas. Miró a la mujer un momento, sabiendo

que no volvería a verla. Había satisfecho su sed demoníaca, pero su alma permanecía seca y vacía.

—Marisa—Compartió su nombre con la noche, sintió su necesidad de abrazarla, de ser abrazado por ella, creció con fuerza dentro de él. ¿Cómo sería, se preguntó, compartir el Don Oscuro con ella, pasar una eternidad a su lado?

Un sentimiento de anhelo le acompañó mientras recorría la distancia al apartamento de Marisa. Con un movimiento ondulatorio de su mano abrió la puerta, y luego estaba allí, a su lado, mirándola dormir. Aunque la habitación estaba a oscuras, podía verla claramente, oír el tranquilo sonido de su respiración.

—Marisa.Ella se agitó por el sonido de su voz.—Marisa.Sus párpados se aletearon y se abrieron. Por un momento, ella le

contempló, sin comprender, y entonces, en rápida sucesión, llegó el reconocimiento y el temor. Sus ojos se abrieron. Su mano escudriñó bajo su camisón y reapareció empuñando la cruz que Ramsey le había dado.

Grigori suspiró. Por mucho que lo deseara no podía tomarla por la fuerza. —No necesitas eso.—¿No?—Repentinamente despierta, se sentó, sujetando todavía el

crucifijo. —¿Qué quieres?

Sacudió su cabeza. —No importa.Algo en su voz tiró con fuerza de su corazón. —¿Qué pasa? ¿Algo va mal?—Nada.—Ya estoy despierta, así que será mejor que me digas que es lo que

quieres, a menos que hayas venido esperando encontrar un tentempié de medianoche.

Él sonrió burlonamente, débilmente, sorprendido por la habilidad de hacer un chiste sobre algo que le aterrorizaba.

—Sin duda te reirás.—No lo creo. No he sentido ganas de reír desde…—¿Desde que me conociste?Ella no dijo nada, sólo continuó mirándole, esperando una explicación.—Quería preguntarte si harías algo por mí.Inconscientemente ella elevó una mano a su cuello.—No eso—dijo rápidamente, pero el pensamiento de abrazarla, de beber

de ella, ardió en su interior como una brillante llama.Repentinamente consciente de lo que estaba haciendo, ella bajó su mano

hasta su regazo.

53

Page 54: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—No importa—dijo él. —Vuelve a dormir.—Oh, odio cuando la gente hace eso.— Se movió violentamente contra la

cabecera de la cama, sus brazos se cruzaron sobre sus pechos, y le miró fijamente. —Es tan molesto cuando alguien comienza a decir algo y luego cambia de opinión.

Su ira le divirtió.—Sí, supongo que lo es.—Por supuesto, puedes leer mentes, supongo que eso no será un

problema para ti, ¿no?—No.Ella estaba ya completamente despierta. Agarrando la bata de los pies de

la cama, se la puso, luego echó a un lado los cobertores y se levantó.—¿Qué estás haciendo?—Voy a tomar chocolate caliente. ¿Quieres…?—Ella hizo una mueca, su ira

se desvaneció tan rápido como había aparecido. —No importa.Él respiró profundamente cuando ella pasó a su lado, inhalando la

fragancia de su pelo y de su piel, la llamada de la sangre corriendo por sus venas.

Jurando suavemente, la siguió a la cocina, mirando mientras cogía una taza con leche, le añadía cacao y lo removía con una cuchara.

Marisa intentó concentrarse en lo que estaba haciendo, pero era agudamente consciente del hombre que permanecía en el umbral de la puerta, mirándola. Podía verle con el rabillo del ojo. Él permaneció allí, inmóvil, sin parpadear. Se preguntó si estaba respirando, si él necesitaba respirar. Era bastante desconcertante. Tan clandestinamente como pudo, tocó la cruz que pendía entre sus pechos, preguntándose, como ya había hecho, si realmente podría protegerla.

Cuando la leche estuvo lo suficientemente caliente, la vertió en un tazón, luego se sentó en la mesa de la cocina. Y él todavía permanecía allí, tan inmóvil como una roca, tan callado como una tumba.

Él sabía sus pensamientos. Ella lo leyó en la suave sonrisa que curvó sus labios, en la mirada de conocimiento de sus ojos.

Con manos temblorosas, puso la taza en la mesa y él disminuyó la distancia entre ellos.

Moviéndose suavemente para no asustarla, Grigori la tomó de las manos y la puso de pie, luego la tomó entre sus brazos.

—Abrázame, Marisa—susurró con una voz tensa por la emoción. —Necesito que me abraces.

Era la última cosa que hubiera esperado que dijera. Ella le miró, sintiendo que su corazón se desgarraba ante el dolor que veía reflejado en sus ojos.

No había nada espantoso o inhumano en él en ese momento. Era solo un hombre que estaba herido, profundamente herido. Se preguntó cómo había aguantado tanto, viviendo solo en la oscuridad, temiendo que alguien supiera lo que era.

Sin palabras, ella pasó sus brazos sobre él y lo acercó. Él bajó la cabeza hasta que descansó sobre el hombro de ella, su cara se volvió hacia su cuello. Ella acarició su espalda, con mano gentil. Estaba sorprendida de lo bien que se sentía teniéndolo tan cerca, del inexplicable impulso de aliviarle y confortarle.

El tiempo perdió su significado mientras permanecieron allí, encerrados en silencio. Su cabello era cálido contra su mejilla; era consciente de lo alto que era, de los duros músculos de su cuerpo que presionaba contra sí. Pasó lentamente sus dedos por su espalda, a través de los hombros. Anchos y poderosos hombros.

54

Page 55: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Y luego sintió como se ponía tenso en sus brazos. Su cabeza se sacudió y miró a la ventana de la cocina. Ella siguió su mirada, sorprendida de que el cielo estuviera volviéndose gris.

—Debo irme—Tomó sus manos con las suyas y la miró. —Gracias.—No hice nada.La más vaga de las sonrisas merodeó por sus labios. —Hiciste más de lo

que nunca sabrás—dijo calmado, y luego, como una sombra corriendo con el sol, se había ido.

Grigori compitió con el sol para volver a su guarida, agradecido a su velocidad sobrenatural que le permitía moverse rápidamente, y pensando irónicamente que no hubiera tenido necesidad de temer al sol si fuera mortal.

A salvo en el interior, paseó por su habitación, con cada pensamiento centrado en Marisa. ¡Que criatura tan poco frecuente! Y que maravilla había sido permanecer en sus brazos, sentirlos a su alrededor, su mano acariciando su espalda. ¿Había algo igual al gentil toque de una mujer, algún consuelo más completo?

Había hecho el amor a muchas mujeres en doscientos años. La mayoría habían tenido un precio—una suma de dinero, una pieza de joyería cara, una costosa piel. Otras habían ido hacia él con nada más que lujuria, pintada en la oscura promesa de su poder sobrenatural. Había sentido satisfacción en sus brazos, pero nunca placer. Pasión, pero nunca amor. Ellas habían conocido las necesidades de su cuerpo, pero ninguna había tocado su corazón.

Hasta esa noche. La dulce aceptación de Marisa a sus necesidades, la humana necesidad básica de ser abrazado, de ser amado, había llegado directamente a su alma. Antes de esa noche, Antoinette había sido la única mujer que le había abrazado y aliviado con tanta ternura. Antoinette, quien había amado su corazón y su alma, su mente y su cuerpo.

Antoinette. Su nombre quemó su alma, haciendo añicos la frágil paz que había encontrado en los brazos de Marisa.

—Te maldigo, Alexi—murmuró. —Que ardas en el infierno.Y en lo más profundo de su mente, como el susurro de hojas cayendo, oyó

la quebradiza risa de Alexi, y las palabras que continuaban atormentándole: Ella es mía ahora… como siempre quiso ser…

55

Page 56: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 11

El domingo por la mañana, Marisa se levantó temprano y fue a la iglesia. Aunque su fe en Dios siempre había sido fuerte, ella raramente iba a los servicios religiosos del domingo. Pero ahora, cuando su vida parecía girar rápidamente fuera de su control, comenzó a sentir la necesidad de la paz y la tranquilidad que la iglesia proporcionaba.

Oyendo las consoladores palabras de los familiares himnos, oyendo las fervientes plegarias del ministro en nombre de la congregación, sintió una sensación de paz, de renovación, y la pregunta de por qué se había mantenido lejos de allí tanto tiempo.

Levantó la vista hacia la ventana con vidriera que había sobre el altar. Era una maravillosa pieza de arte, representando al Redentor del mundo sosteniendo un diminuto cordero blanco en sus brazos. Al fondo, un rebaño de ovejas pacía en la ladera de una colina.

Sentada allí, era difícil creer los acontecimientos de la pasada semana, difícil de creer que los vampiros y los cazadores de vampiros pudieran existir.

Se sintió renovada en mente y en espíritu cuando dejó la iglesia.En casa, pasó una buena hora al teléfono, charlando con sus padres.

Estaban bien, felizmente enredados en el juego del bridge y en torneos de tenis.Su madre quería saber si había encontrado por fin a alguien especial; su

padre quería saber como le iban las cosas en el trabajo. Prometió irles a visitar por navidad y colgó, luego llamó a su hermano a Colorado.

Mike contestó el teléfono, y hablaron durante unos minutos, poniéndose al día con sus vidas. Marisa habló con sus sobrinos y sobrinas, preguntó a la mujer de Mike, Bárbara, que quería Nikki para su cumpleaños; luego se fue a la cocina a prepararse el almuerzo.

Canturreando suavemente, mezcló mayonesa con una lata de atún.Se preparó el sándwich, luego fue al fondo de la habitación y se sentó en el

suelo para leer el periódico.

EL VAMPIRO ASESINO ATACA DE NUEVO, EL NÚMERO DE VÍCTIMAS MORTALES ASCIENDE A 13

Rápidamente, su sensación de bienestar fue destruida.Leyó lo que se había convertido en una historia familiar. El cuerpo de una

mujer joven había sido encontrado en la falda de la montaña detrás del parque Griffith, su cuerpo no tenía sangre. No había signos de lucha, ninguna evidencia de juego sucio, salvo por dos pequeñas heridas en su cuello.

Perdió el apetito, Marisa apartó el sándwich, odiándose a sí misma por preguntarse si Grigori era responsable de alguna de esas muertes.

No le gustaba pensar en el lado oscuro de Grigori, no le gustaba admitir que se sentía físicamente atraída por un hombre que no estaba vivo en el sentido normal de la palabra. Y parecía tan vivo, tan vital. Y sentía cariño hacia él, bastante más de lo que parecía prudente.

Le había tenido entre sus brazos la pasada noche, sintiendo su pena y su dolor mientras le confortaba.

Se preguntó dónde dormía durante el día, si en su descanso se entremezclaban los sueños o si estaba envuelto en la silenciosa oscuridad de la muerte.

56

Page 57: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Se preguntó que dirían sus padres si les contara que había conocido a un vampiro. Besado a un vampiro…

Miró el reloj. Casi las dos. Se preguntó por qué Ramsey no había llamado, y luego se encogió de hombros. Incluso los cazadores de vampiros necesitaban un día libre.

Mientras ese pensamiento cruzaba su mente, el teléfono sonó.—¿Sí?—¿Señorita Richards?—Hola Edward. ¿Está bien?—Sí, bien —Le oyó bostezar. —Estuve fuera hasta bastante tarde anoche.—¿Encontró algo?—No. Supongo que habrás oído las noticias.Miró el periódico y se estremeció. —Sí, es horrible.Él gruñó suavemente. —Estaré allí antes de que oscurezca.—De acuerdo. Adiós.Edward apareció justo antes de la puesta de sol. Compartieron una pizza

de masa fina con pepperoni; luego Edward sacó una baraja de cartas y jugaron a la canasta. Marisa mantuvo su mirada en el reloj, preguntándose dónde estaba Grigori.

A las diez, Marisa fue a la cocina e hizo un cuenco de palomitas.Sentados en el sofá, con el cuenco entre ellos, vieron las noticias. Parecía

que las historias eran siempre las mismas: problemas en el Oriente Medio, incremento del desempleo, políticos que hacían promesas que no podían mantener.

“Y en las noticias locales, los cuerpos de dos adolescentes fueron encontrados en un yacimiento petrolífero cerca de la playa Huntington hace sólo unos instantes, elevando el número de víctimas atribuidas al vampiro asesino a quince. La policía está pidiendo a quien pueda tener alguna información relativa a alguno de esos asesinatos que se pongan en contacto con ellos de inmediato llamando al número que aparecen en sus pantallas.”

“El jefe Harrison ha publicado una declaración pidiendo que todo el mundo permanezca en sus casas si es posible, entre las seis de la tarde y el amanecer, hasta nuevo aviso. Cuando le preguntamos si creía que los asesinatos eran debidos a un vampiro, el jefe indicó un claro No, pero dijo que el departamento estaba trabajando con la suposición de que la persona o personas que perpetraban esos crímenes estuvieran probablemente operando bajo tal ilusión. En otras noticias…”

—Todo esto es por mi culpa—exclamó Marisa. Levantándose se dirigió a la ventana y corrió las cortinas. Él estaba fuera, en algún lugar y era por su culpa. De alguna manera, su sangre le había revivido, y ahora estaba merodeando por la ciudad, matando a gente inocente, y era por su culpa, su culpa…

Un rápido movimiento capturó su ojo. Al mismo tiempo, sintió de nuevo la sensación de mal que ella había sentido con anterioridad dos veces, y luego la sensación de que alguien estaba intentando abrirse paso dentro de su mente.

Marisa… ábreme…—¡No!—Señorita Richards, ¿qué ocurre?—Edward se levantó corriendo, y luego

se quedó repentinamente quieto, sus sentidos afinados por el conocimiento de que un vampiro estaba cerca.

—¡Él está aquí fuera!—Ella tiró de las cortinas para cerrarlas, y rápidamente se apartó de la ventana.

57

Page 58: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Ramsey fue hacia la ventana y se esforzó por ver, su mirada se movió rápidamente arriba y abajo de la oscura calle. ¿Era Alexi, o Grigori, o quizás otro de los no muertos?

—Yo… Oí su voz en mi mente. La voz de Alexi. ¿Qué estás haciendo?—Ver si puedo encontrarle.—¿Estás loco? No puedes salir de aquí.Ramsey suspiró. —No es necesario. Se ha ido.Ella no podía creer que realmente se hubiera ido; la sensación de mal aún

era demasiado fuerte. Pero Edward tenía más experiencia que ella. —¿Estás seguro?Edward asintió, luego volvió a su asiento. —¿Algún cazador de vampiros en su familia, Señorita Richards?—No que yo sepa.—¿Ha intentado hablarle antes?—No, pero he sentido su presencia.—Cruzó los brazos, repentinamente

helada. —Es tan espeluznante. Me recuerda a una de esas viejas películas de ciencia—ficción en las que los alienígenas llegan a la tierra y se apoderan de las mentes de la gente.

—Excepto que Kristov no es ciencia—ficción, murmuró Edward.Grigori llegó un poco después.—Estaba aquí—dijo Edward. —Hace solo unos minutos.—Lo sé.—¿Le viste?—Sí. Le perseguí durante varias millas, y luego le perdí.Ramsey sacudió la cabeza. —He cazado vampiros antes. Nunca había tenido tantos problemas para

seguirle la pista a uno. Grigori asintió, con su atención puesta en Marisa. Ella parecía distraída. —¿Estás bien?—Me habló.—¿Le viste?—No, no, pero le oí. En mi mente. —¿Qué te dijo?—Quería que le dejara entrar.—Alzó la mirada, sus ojos estaban

oscurecidos por el miedo. —Era horrible. Me siento como si me hubiera violado de alguna manera.

Grigori no dijo nada, pero parecía haberse retirado de su lado y que hubiera un invisible abismo entre ellos, que Marisa no podía ver, no podía cruzar.

—No me siento de esa manera cuando tu lees mi mente dijo ella despacio. —Lo siento como, no sé, de alguna forma está bien, cuando tú lo haces.—Le miró, rogándole silenciosamente que la abrazara, que protegiera su debilidad con su fuerza. —Estoy asustada.

—Lo sé—Cruzó el puente que las palabras de ella habían construido, y la tomó entre sus brazos. —No dejaré que te hiera, Marisa, lo juro.

Ramsey se aclaró la garganta. —Creo que debo, uff, irme a casa.—Buenas noches Edward—dijo Marisa. —Gracias por haber venido.—Ha sido un placer—Ramsey miró a Grigori con los ojos llenos de

reproches.—Llámame si me necesitas.

Grigori asintió, consciente con interés de la evidente desaprobación de Ramsey que ocultaba su envidia. Y Ramsey no tenía razón para estar celoso. Por

58

Page 59: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

mucho que él, Grigori, lo deseara nada podía llegar de su creciente afecto por Marisa. No existía una manera de que pudieran tener una vida juntos, ninguna razón para que ella quisiera pasar más tiempo con él que el que debía. Él nunca podría ser una parte de su mundo; ella no querría compartir el suyo.

Aún así, mirándola ahora, viéndose reflejado en las profundidades de sus ojos esmeralda, deseó, efímeramente, ser un mortal de nuevo, capaz de darle una casa, una familia. Pero no había ninguna esperanza de eso, y él no tenía ningún derecho a pensar lo que podría ser, no ahora, cuando Antoinette merodeaba en el infierno entre la vida y la muerte.

—Es tarde—dijo Marisa, perturbada por su silencio, por la tensión que sintió en los brazos que la rodeaban. —Creo que sería mejor que también me fuera a la cama. Mañana he de levantarme temprano para ir a trabajar.

Con un cabeceo, Grigori le dejó. —Duerme bien, Marisa.La miró mientras se iba, y aunque sabía que era sólo un truco de su

mente, pareció como si ella se hubiera llevado toda la calidez del mundo.

59

Page 60: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 12

Ramsey despertó con un sobresalto, todos sus sentidos repentinamente alerta. Y luego lo oyó de nuevo, el débil llanto de dolor de una mujer.

Arrojando hacia atrás los cobertores, se deslizó fuera de la cama y fue hacia la puerta.

—¿Quién está ahí?—Presionó su oreja a la madera. —¿Quién es?—Ayúdeme. Por favor ayúdeme.—No puedo, lo siento.—¡Por favor! Estoy tan asustada.Con el corazón latiendo rápidamente, Edward fue hacia la cómoda. Cogió

una afilada estaca y la introdujo en la cintura de su pijama; luego, una mano empuñando su cruz, abrió la puerta.

Una joven mujer agachada en el corredor, su cara medio cubierta por una cascada de enmarañado cabello negro.

—Por favor—dijo con un jadeo, su voz con marcado acento. —Por favor, ayúdame—Ella extendió una esbelta mano hacia él, una mano cubierta de sangre.

Prudentemente, Edward miró atentamente arriba y abajo del corredor. No viendo nada, llegó hasta la chica y la empujó hacia la habitación, luego cerró la puerta y echó el cerrojo.

La chica se acurrucó en el suelo, sollozando, su cara oculta por el pelo.—¿Qué te ha pasado?—Preguntó Edward. —¿Necesitas un medico?Ella no contestó, solo continuó sollozando como si se le hubiera roto el

corazón.Arrodillándose a su lado, Edward apartó el pelo de su cara, abriendo la

boca con horror al ver dos reveladoras heridas en su cuello.Arrastrándose sobre sus pies, se apartó de ella, sus manos empuñando la

cruz con tal fuerza que le cortó la piel. —¿Quién eres tu?Ella le miró a través de unos ojos azul verdosos que no dejaban duda de

que una vez fue bella, pero que ahora estaban vacíos de toda humanidad. Y luego, moviéndose lentamente, se levantó y se acercó a él, sus pasos envarados, como los de un robot.

—¡No!Él alcanzó la estaca de su cintura. En una imagen borrosa, ella le embistió.

Agarrando la estaca de su mano con una fuerza que contradecía su esbelta constitución, la rompió por la mitad arrojó los pedazos.

Aterrorizado ahora, Edward arremetió contra ella, su puño sujetó el mentón de la mujer. Con un salvaje gruñido, ella le levantó y le arrojó a través de la habitación.

Ramsey gimió cuando su cabeza golpeó la esquina de la cómoda. Ignorando el dolor, agarró una silla y golpeó la cabeza de la mujer, una, dos, tres veces, conduciéndola hacia atrás hasta que cayó de rodillas, un horrible e inhumano sonido emergió de su garganta mientras la sangre caía desde la frente hasta sus ojos.

Sabiendo que pronto se recobraría, se dio la vuelta y arrojó la silla por la ventana. Agarrando su chaqueta y las llaves, salió corriendo por el alfeizar hacia el gris amanecer de la mañana, agradecido de haber insistido en una habitación a nivel del suelo.

Corrió deprisa hasta su coche, sin atreverse a mirar atrás.

60

Page 61: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Edward, ¿qué ha pasado?—Marisa se echó hacia atrás para que pudiera entrar en su apartamento, luego cerró la puerta y echó el cerrojo detrás de él.

—Te lo diré en un momento—Respirando ruidosamente, se tambaleó en la habitación y se derrumbó en el sofá.

—Estás perdiendo sangre—exclamó Marisa.—No—dijo con un jadeo. —Estoy bien. No es… no es mi sangre.—¿De quien entonces?Él elevó una mano temblorosa parando sus preguntas. —Espera… solo… espera.Con un asentimiento, Marisa fue a la cocina y encendió la cafetera. Una

mirada al reloj le reveló que eran apenas las seis de la mañana. Tamborileó con las yemas de los dedos en el mostrador, preguntándose que le había ocurrido a Ramsey. Parecía como si hubiera visto un fantasma. O un vampiro… pero era por la mañana. Seguramente Alexi dormía en su ataúd, dondequiera que pudiera estar.

El pensamiento le hizo estremecer. Pensar en Alexi le trajo a la mente a Grigori. Él le había dicho que no dormía en un ataúd, pero ella no podía evitar imaginarlo tendido en un ataúd forrado de seda, sus brazos cruzados sobre el pecho, muerto pero no muerto.

Cerró los ojos para evitar la nausea que irritaba su estómago. Había dejado que Grigori la besara, le había devuelto el beso, se había preguntado cómo sería hacer el amor con él. ¿Cómo había podido considerar algo parecido? ¿Cómo había podido olvidar, incluso por un momento, lo que él era?

Vertiendo dos tazas del fuerte café negro, fue hacia la sala.Ramsey sonrió débilmente y tomó la taza que ella le ofreció. —Gracias.Se sentó en el otro extremo del sofá, acunando el tazón entre sus manos.

Le confortaba de alguna manera. —¿Te sientes mejor?Él asintió, luego, usando tan pocas palabras como era posible, le contó lo

que había ocurrido.—¿Pero cómo pudo ella estar fuera a la luz del sol si era un vampiro?Edward sacudió la cabeza. —Ella no es un vampiro. Es una ravenant. Sospecho que Alexi la envió.—¿Para matarte?—No lo sé. No lo creo. Creo que ella debía entregarme a él.—Una

enfermiza sonrisa cruzó su pálido rostro. —Tengo el presentimiento de que yo debía de ser su cena.

Marisa miró fijamente a Ramsey. Era horrible incluso pensarlo, aunque no podía parar las terribles imágenes que sus palabras trasmitían.

—Una ravenant—Marisa dijo las palabras en voz alta sin darse cuenta de que lo había hecho.

—Sí. Terribles criaturas. Sólo había visto unas cuantas, pero son más espantosas que sus amos.

—Grigori me dijo que Alexi había convertido a Antoinette en una ravenant. ¿Crees que…?—Miró a Edward con horror.

—No lo sé.— Dio un sorbo al café. —Es posible. Pero no lo sé.—¿Tú la… ella está…?Él la miró, su cara pálida, sus ojos turbulentos. —¿Muerta?—Despacio, sacudió la cabeza. —No. Sólo hay dos maneras de

matar a un ravenant. Extraer su cabeza y su corazón o matar a su amo.—¡Me siento como si estuviera viviendo en medio de una pesadilla!—

Exclamó Marisa. —Nada de esto puede ser verdad. Es imposible.

61

Page 62: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Desearía que lo fuera.—¿Qué vas a hacer ahora?—No debería haber huido. Debería haber intentado dominarla, hacer que

me dijera dónde dejaba Alexi sus restos.—¿Estás loco? Por lo que me has dicho, ella parecía más fuerte que

nosotros dos juntos.—Tengo que ser capaz de dominarla el tiempo suficiente para inmovilizarla

—Elevó un hombro y lo dejó caer. —Me entró pánico. No hay excusa para eso.—Puedo pensar en varias—murmuró Marisa.—Grigori lo verá como una debilidad de mi parte.—Bien, nosotros los mortales nos permitimos tener una debilidad de vez

en cuando.Ramsey sonrió desmayadamente. —¿Te importaría si paso el día aquí?—No, por supuesto que no.—No creo que debas ir a trabajar.—No creo que ella vaya a venir por mí, ¿no?—No lo sé. Parece poco probable que Alexi pueda mandarla a la ciudad

bajo la luz del día, pero… me sentiría mejor si permanecieras en casa.—Estamos realmente ocupados en la oficina—dijo Marisa —pero me puedo

tomar algún tiempo por enfermedad. Supongo que no pasará nada si pierdo un día.— Miró el reloj. —Aún no hay nadie allí. ¿Por qué no descansas un poco?

—¿Te importa si me ducho primero?—Claro que no. El cuarto de baño está siguiendo el pasillo, primera puerta

a tu izquierda.Asintiendo, él llevó su taza a la cocina. Ella oyó como la dejaba en el

fregadero. Unos minutos más tarde oyó el agua de la ducha.Poniendo la taza en la mesita, se echó hacia atrás y cerró los ojos. No

debería haber estado de acuerdo con quedarse en casa. Habría estado mejor en el trabajo. Al menos allí, ella habría podido hacer algo más que pensar en lo ocurrido.

Ramsey volvió quince minutos más tarde. —Gracias.—Tienes mejor aspecto.—Me siento mucho mejor—La miró por un momento, con expresión

meditabunda. —¿Quieres jugar a cazar vampiros?—¿Yo? ¿Cuándo?—Ahora. Estaremos a salvo mientras permanezcamos juntos.—¿Vas a ir así?Ramsey miró hacia abajo a su camiseta y su pijama y sonrió ampliamente. —No, tengo una muda en mi coche.—Le guiñó el ojo. —Me pagan para

estar preparado.—¿Puedo desayunar primero?Ramsey sonrió lentamente. —Por supuesto. Lo prepararé mientras te vistes. ¿Qué te apetece?—Tostadas francesas.Elevó el pulgar mostrando aprobación y se fue a la cocina. Ella permaneció

allí por un momento; luego, con un suspiro, se fue al cuarto de baño y cerró la puerta.

—Así que, ¿dónde vamos a mirar primero?—preguntó Marisa. Eran poco más de las nueve. Se había duchado mientras Edward preparaba el desayuno; luego, mientras limpiaba la cocina, Edward se había cambiado de ropa. Hizo una rápida llamada al trabajo para decirles que no podría ir.

62

Page 63: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Ahora estaba sentada en el asiento del pasajero del coche de Ramsey, su corazón corría rápidamente mientras ella anticipaba su primera cacería de vampiros.

—Creo que deberíamos empezar por mi habitación—Edward cambió de marcha pisando el embrague y enfiló la calle. —Necesito coger el resto de mis cosas de todos modos. Quizás ella dejara un rastro de alguna clase.

Marisa asintió. Aquello tenía sentido.Edward había estado en un pequeño hotel de la parte alta de la ciudad.

Pagó la cuenta, inventó una excusa acerca de la ventana rota, luego empacó sus pocas pertenencias en una raída maleta marrón.

Marisa permaneció en el umbral, su mirada barrió la habitación. Excepto por la ventana rota, no había signos de lucha.

—Ella debe haber limpiado el lugar—dijo Edward. —¿Ves esto? Puedes ver donde intentó fregar la sangre de la alfombra. Todavía está húmeda.—Juró por lo bajo. —Parece como si se hubiera ido sin dejar ningún rastro.

—¿Y ahora qué?Edward restregó una mano sobre su mentón. —He cubierto

aproximadamente una milla del parque Griffith y del área que le rodea, la mayoría de los asesinatos ocurrieron en esa parte de la ciudad. También he revisado la mayor parte de las playas cercanas. Nunca he buscado por aquí, pero pienso que él debe estar en las cercanías.

—¿Qué te hace pensar eso?—La ravenant. Dudo que sea capaz de conducir un coche. Tampoco puede

tomar un autobús.—Puede que un taxi.—Puede—Se estremeció al recordar la mirada de esos ojos sin alma.

Ningún taxista en sus cabales la habría recogido después de echar un vistazo a esos ojos sin vida. —Estoy pensando que el lugar de descanso de Alexi debe estar a distancia de paseo desde mi hotel.

—Vale, ¿dónde miramos primero?—No estoy seguro. Puedo estar operando bajo una falsa suposición. Puede

que no se esté escondiendo lejos. Quizás ha alquilado una casa. Vamos.Volvieron al coche, Ramsey arrojó su equipaje al maletero y luego se

encaminaron a la zona residencial de la ciudad.—¿Qué estamos buscando?—preguntó Marisa.—Una casa en la que parezca que no viva nadie. Quizás una con barrotes

en las ventanas. Ciertamente una con las cortinas corridas. Probablemente con un patio vallado. Con un gran perro.

Pasaron las siguientes cuatro horas conduciendo despacio arriba y debajo de cada calle. Ramsey señaló dos casas que pensó parecían sospechosas. Anotó las direcciones, así como las matrículas de los coches que estaban aparcados en los caminos de entrada.

Luego fueron a un McDonald por hamburguesas de queso y patatas fritas. Marisa pidió un batido de chocolate; Edward un café.

Encontraron una mesa cerca de la ventana en la parte de atrás. —¿Qué vas a hacer después de… despachar a Alexi?—preguntó Marisa

mientras desenvolvía su hamburguesa.—Tomarme unas largas vacaciones, creo.Marisa puso ketchup en sus patatas fritas, tomó un sorbo de su batido. —¿Dónde vives?—En ninguna parte.—¿Ninguna parte?

63

Page 64: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Tengo un apartamento en Chicago, pero realmente nunca he vivido allí. Es sólo un lugar donde recoger el correo.

—¿Nunca has querido asentarte?—Nunca he tenido tiempo de pensar en eso.Finalizaron la comida en silencio. Edward pidió una taza de café para

llevar, y dejaron el restaurante.Condujeron hacia las colinas. Era la zona más lujosa, y las casas eran más

caras y bastante más apartadas. A menudo, era necesario conducir por un largo y serpenteante camino para llegar a la casa. En dos ocasiones, llegaron a caminos de entrada cerrados con puertas de metal. Dejando el coche, hicieron el camino por la ladera desde donde podían ver las casas. Las dos veces eran casas familiares, con niños jugando en el exterior.

Estaba oscureciendo cuando volvieron al apartamento de Marisa. —Bien—dijo mientras abría la puerta, —ha sido un día desaprovechado.—No realmente. Al menos sabemos donde no está.—¿Dónde no está quien?Marisa se llevó la mano a la garganta cuando Grigori se materializó fuera

de las sombras del salón.—¡No hagas eso!—exclamó mientras encendía la luz.—Me has dado un

susto de muerte.—¿Dónde habéis estado?Ella tiró su bolso en el sofá. —Fuera. Voy a coger una Coca cola, Edward.

¿Quieres una?—Sí, por favor.Grigori miró ferozmente a Edward. —¿Quieres decirme dónde habéis estado?Edward se sentó en el sofá y dejó escapar un suspiro de cansancio. —¿Dónde piensas? Hemos estado buscando a Alexi.—¡Te la llevaste contigo!—Parecía la mejor opción. Grigori estudió a Ramsey por un momento. —Él te encontró, ¿no?Ramsey asintió. —Mandó a alguien detrás de mí.Grigori permaneció quieto, sabiendo lo que debía preguntar, pero

temeroso de conocer la respuesta.Marisa entró en la habitación. Le dio a Edward un vaso, luego se sentó en

el sofá a su lado.El silencio envolvió la habitación como un sudario. Y Grigori aún

permanecía quieto allí, su mirada fija en Edward, aunque era agudamente consciente de Marisa también. Podía oír el latir de sus corazones, oler la sangre que corría por sus venas. Los minutos pasaron. Se daba cuenta del malestar de los dos mientras el silencio crecía de manera insoportable, sabiendo que ellos, también, se daban cuenta del enorme abismo que se abría entre ellos, un abismo sobre el que nunca podría tenderse un puente.

Ramsey tamborileó con sus dedos en el brazo del sofá.Marisa jugó con un mechón de su cabello.—¿Quién?— Preguntó Grigori con voz apenas audible. —¿A quien mandó?—Una mujer—replicó Ramsey con voz igualmente baja.Grigori cerró los ojos por un momento, pidiendo la fuerza necesaria para

oírlo todo. —¿Cómo era?—Alta. Largo pelo negro. Ojos azul verdosos.No pudo contener el gemido de angustia que se elevó en su garganta.

64

Page 65: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Antoinette… ¿Tú la…? ¿Ella está…?—Un músculo se movió en su mandíbula. —¿Está aún viva?

Ramsey asintió.Abriendo y cerrando las manos a ambos lados, Grigori gimió de nuevo. —Annie… Annie…Marisa sacudió la cabeza, con su corazón rompiéndose ante el dolor que

leía en los ojos de Grigori. No podía ni comenzar a imaginar lo que él estaba sintiendo, lo terrible que debería ser que alguien al que has amado se haya transformado en algo que no es ni siquiera humano.

Y luego el dolor de sus ojos desapareció, consumido por la rabia. —Dime todo lo que ha pasado—demandó Grigori, con voz áspera. —Todo

lo que habéis hecho hoy.Ramsey accedió a ello, hablando con cortas y tajantes frases, como si

pudieran penalizarle por una palabra innecesaria.—¿Me has dicho todo lo que recuerdas?Ramsey asintió.—¿Y no habéis encontrado rastro de Alexi?—preguntó Grigori, con voz dura

y amarga, como el ácido.—No, nada.—¿Crees que la volverá a mandar detrás de Edward?—preguntó Marisa.—Sí, y le estaremos esperando.—¿Nosotros?—preguntó Edward, claramente sorprendido.Grigori asintió. —Esta noche encontraremos un nuevo lugar para quedarnos. Si la ha

mandado una vez, puede hacerlo de nuevo. Y esta vez yo estaré esperando.—No estará pensando en pasar el día en mi habitación, ¿no?—Exactamente.Edward bramó. —¿Cómo vas a hacer eso?—No te preocupes por mí.—Créeme, no lo hago.—Bien—dijo Marisa, incómoda por la repentina tensión entre los dos

hombres. —No sé vosotros, pero yo estoy hambrienta.Ramsey se levantó. —Sí, yo también. Mientras él está aquí, creo que iré a tomar algo.—No creo que sea buena idea—dijo Marisa. —¿Qué impedirá a Alexi

encontrarte?—Ella tiene razón—dijo Grigori. —No debes salir solo. —Tengo algunos filetes—dijo Marisa—o podemos pedir algo.—Supongo que es una buena idea. Edward estuvo de acuerdo.—Bueno, ¿Qué va a ser?—Me da lo mismo—dijo Ramsey —lo que tú quieras.—Bueno, realmente no me apetece cocinar. Podemos pedir comida china.—Suena bien—dijo Edward. —Me encargaré de ello.—De acuerdo.—¿Quieres algo en particular?—No. Bueno, pollo en salsa agridulce, si es posible.—Vale. Dijo él y se fue a la cocina para usar el teléfono.Marisa miró a Grigori. Él aún se encontraba en el centro de la habitación,

sus pensamientos estaban ocultos. Ella se preguntó que estaba pensando, y luego, viendo la oscuridad embrujada en sus ojos, decidió que realmente no quería saberlo.

Había sido un día muy largo, meditó con pesar, y la noche que quedaba por delante no parecía que fuera a ir mucho mejor.

65

Page 66: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 13

Marisa se sentó en el sofá, sobre sus pies y con una almohada apretada a su pecho. Más temprano, habían salido todos para encontrarle a Edward una habitación. Mañana, los dos hombres podrían pasar el día allí, esperando a Antoinette. Edward había murmurado algo despectivo por lo bajo acerca de compartir la habitación con un cadáver. Grigori había hecho una mueca, pero lo dejó pasar. Una vez volvieron al apartamento, Edward se había ido a la cama, alegando dolor de cabeza, aunque Marisa sospechó que era sólo una excusa para no estar en la misma habitación que el vampiro.

—¿Qué pasa si es Antoinette?—Preguntó Marisa al cabo de un rato. —¿Qué pasará entonces?

Grigori había permanecido en la ventana, mirando fuera hacia la oscuridad. Ella vio como respiraba profundamente y luego se volvió para mirarla.

—Es ella—replicó calmadamente. —Estoy seguro.—¿Qué vas a hacer?—Destruirla.Marisa se le quedó mirando con sorpresa. Oyó el tormento en su voz. La

determinación. ¿Cómo podía incluso pensar en hacer algo así a la mujer que amó?

Grigori dejó escapar un suave suspiro. —Lo haré porque la amo—dijo él con calmada convicción. —Es la única

manera de liberar su alma del infierno en el que está viviendo.—Desearía que dejaras de leer mi mente.—Perdóname.Su voz, baja y profunda, se movió sobre ella como rico terciopelo negro,

haciendo que cada nervio de su cuerpo hormigueara. Le miró a los ojos, y luego, recordando cómo le había acogido en sus brazos, lo bueno que había sido abrazarle, rápidamente apartó la mirada, temerosa de que pudiera ver más de sus sentimientos de lo que ella desearía, temerosa de que pudiera saber que llenaba cada pensamiento cuando estaba despierta, cada uno de sus sueños, buenos o malos, desde la noche en la que se habían conocido.

—Ven a mí, Marisa.Atrapada en la sedosa red de su voz, se levantó, con el corazón latiendo

con fuerza. Podía sentir su poder atravesando el suelo, sentirse a sí misma anhelando estar en sus brazos.

Los brazos de él la rodearon, ligeramente, cuidadosamente. Colocó sus dedos bajo la barbilla de ella, haciendo que inclinara la cabeza hasta que sus miradas se encontraron, y ella se encontró hundiéndose, cayendo, en las oscuras profundidades de sus ojos.

Sintiéndose como si se estuviera moviendo a cámara lenta, apoyó sus manos en la cintura del hombre y esperó su beso. Sus labios eran fríos cuando se inclinaron sobre los suyos, aunque el calor creció en espiral en su interior. Un pequeño estremecimiento de excitación desenfrenada en su vientre mientras sus manos le acariciaban la espalda, dibujando su cuerpo contra el de él. Era duro y fuerte, y aún así la abrazó como si estuviera hecha de frágil cristal. Su lengua era como una llama lamiendo su labio inferior y ella se abrió sin ningún escrúpulo, saboreando su sabor. El tiempo se ralentizó, se paró, y ella sólo fue consciente de lo maravilloso de su beso, el bienvenido toque de sus manos acariciando su espalda, enroscándose en su pelo, el ronco temblor de su voz cuando él susurró su nombre.

66

Page 67: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Era como estar en otro mundo, un lugar donde el tiempo había dejado de existir, donde no había día ni noche, ni correcto o incorrecto. Capturada por sus maravillosos besos, ella se aferró a él, deleitándose en el tacto de sus manos que acariciaban su piel, sus largos dedos despertando un hambre profunda en toda su alma, una necesidad de ser abrazada y tocada, de sentir sus manos sobre ella. Temblores de placer se ondulaban en su interior. Sus manos vagaban sobre la espalda y los hombros de él, impaciente, deseosa de explorar, de tocar y ser tocada a cambio.

Se quedó sin respiración cuando él apartó su boca de la de ella. Lentamente sintió que la tierra paraba de rotar, sintió que el tiempo volvía con sigilo a su lugar.

Confusa, le miró, buscando su mirada. —¿Estoy aquí porque quiero estar, o porque tu…tú me has hipnotizado?Grigori le sonrió, con expresión infinitamente tierna, infinitamente triste.—Ah, Marisa—murmuró por lo bajo. —Si estuvieras bajo mi poder, no

podrías pensar en otra cosa, menos en preguntarlo—Apartó un mechón de pelo de su rostro, acariciando la curva de su mejilla. —¿Piensas negar la atracción que hay entre nosotros?

—No, no lo niego, pero tampoco tengo la intención de llegar más lejos.—¿Por qué soy un vampiro?Con el corazón saltándole, ella asintió, preguntándose si él podría ejercer

su poder y tomarla en contra de su voluntad.Las manos de él se apartaron de ella y dio un paso hacia atrás. —¿Crees que podría tomarte de esa manera? ¿Quererte de esa manera?—No lo sé.Él quería decirle que jamás podría hacer algo así, pero no pudo. Había

habido veces en las que el deseo de carne no podía ser negado, veces en las que había usado la fascinación de ser vampiro para seducir a una mujer que había querido. Pero nunca había empleado esas tácticas con una mujer por la que sentía cariño, y él no había sentido verdadero cariño por una mujer mortal desde hacía dos siglos. No desde Antoinette…

Se dio la vuelta. Pensar en Antoinette le había llenado de amarga ira, y la ira avivó al Cazador, un Cazador que no había comido en varios días.

Sin una palabra, dejó el apartamento.Marisa parpadeó con asombro. Un minuto Grigori había estado allí; y al

siguiente se había ido. Puede que realmente fuera un mago, pensó con una irónica sonrisa. Y luego una voz dentro de su cabeza susurró. No, él es un vampiro.

¿Cómo podía sentirse atraída por un vampiro? ¿Por qué quería abrazarlo y confortarlo, ser abrazada por él? ¿Por qué el pensamiento de lo que era no le provocaba repulsa o le ponía enferma? ¿Por qué no se encogía ante su toque? La respuesta era simple. Se estaba enamorando de él. Alejó esos pensamientos, renunciando a reconocer esa posibilidad.

Se dirigió a la ventana, y miró hacia fuera, hacia la oscuridad de la noche. Permaneciendo allí, se recordó a sí misma que él era un vampiro, un no—muerto. Había salido a cazar, a buscar una víctima que pudiera saciar su ansia de sangre… ¿Cómo podía beber la sangre de otro humano? El pensamiento murió a medio terminar, se recordó a sí misma que Grigori ya no era humano, y se preguntó de nuevo si él se había convertido en vampiro en contra de su voluntad. Seguramente nadie se hacía vampiro de buena gana.

Estaba a punto de irse a la cama cuando la sinuosa amenaza del mal se extendió como el humo negro. Corrió las cortinas de un tirón y se apartó rápidamente de la ventana, agarrando la cruz que colgaba de su cuello.

67

Page 68: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

¡Vete! Su mente gritaba las palabras.Te tendré. Ella oyó la voz del vampiro en su interior. No puedes escapar de

mí. No creas que Grigori te mantendrá a salvo.—¡Vete, maldito seas! —Gritó. —¡Déjanos solos!—¡Marisa!—Ramsey entró corriendo en la habitación, agarrando una

estaca de madera con una mano. —¿Qué ocurre? Es…—Se quedó quieto, sintiendo como los cortos cabellos se le ponían de punta. —Maldición, es Alexi. Está aquí.

—¡Edward, no!—Cogió sus manos cuando avanzó hacia la puerta. —¡No puedes salir de aquí! Te matará.

Ramsey dudó. Ella tenía razón. Sería una gran imprudencia seguir los pasos de Kristov durante las horas de oscuridad. Y todavía podía sentir la presencia del vampiro, reptando sobre su piel como los dedos de la muerte.

—Se ha ido—Marisa dejó de agarrar a Ramsey y se hundió en el sofá, todo su cuerpo temblaba.

Edward asintió. La noche estaba vacía de nuevo, desprovista de mal. Marisa presionó sus manos contra sus sienes. Él había estado en su mente y se sentía sucia.

Ramsey entró en el dormitorio, volvió con una manta, con la que cubrió los hombros de Marisa.

—Te prepararé algo caliente para beber—dijo. —¿Qué te apetece?—Ch—chocolate… caliente.—Trata de relajarte.Asintió, preguntándose si podría sentirse limpia de nuevo. Alexi había

invadido su mente, sus pensamientos, amenazándola…—Aquí tienes—Ramsey empujó el tazón en sus manos—Bébetelo; te

sentirás mejor. Miró a su alrededor. —¿Dónde diablos está Chiavari?—Él… salió.—¿Ha ido a buscar a Kristov?—No… no lo creo.Edward gruñó por lo bajo, su expresión decía que comprendía dónde había

ido Grigori.Sintiéndose inquieto, Edward paseó por el apartamento, comprobando,

hasta estar seguro de que las ventanas estuvieran cerradas y las cortinas corridas.

Cuando volvió al salón, Grigori estaba sentado en el sofá al lado de Marisa. El vampiro miró a Edward cuando entró en la habitación.

—¿Disfrutaste la cena?—Preguntó Edward con la voz dura entretejida con sarcasmo.

—Ten cuidado, Ramsey, al menos que quieras dos vampiros buscando tu destrucción.

Las palabras fueron dichas sin malicia pero eso no las hacía menos amenazantes porque lo eran. La cara de Edward se volvió pálida, luego se sonrojó de ira.

—No tengo miedo de ti, bebedor de sangre.—¿No?—Grigori le miró durante un momento. —Así que eres más tonto de

lo que había pensado. Marisa me ha dicho que Kristov estuvo aquí.Edward asintió.—Creí sentir su presencia cuando volví—Grigori juró por lo bajo. ¡Si hubiera

vuelto más pronto! —Marisa, creo que deberías acostarte. Ramsey te llevará mañana al trabajo. Quédate dentro del edificio hasta que él te recoja.

—De acuerdo.—Te veré al atardecer.

68

Page 69: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Ella asintió, demasiado cansada para hablar, para pensar.—Todo irá bien.—¿Irá? Alexi parece muy seguro de sí mismo.—No dejaré que te hiera—Sin esfuerzo, Grigori la levantó en sus brazos y,

a pesar de sus protestas de que podía andar, la llevó por el pasillo al dormitorio y la dejó en la cama.

Se quedó junto a ella un momento y ella se sintió caer de nuevo en su mirada, sintiendo la atracción que zumbaba entre ellos.

Grigori dejó escapar un profundo suspiro. —Duerme bien, Marisa—murmuró, y, inclinándose, besó su frente.Con un suspiro contenido, cerró los ojos, y se quedó dormida de inmediato.Grigori se quedó mirándola durante un largo momento, admirando su

serena belleza, el roce de sus largas pestañas contra sus mejillas, la exuberante plenitud de su labio inferior. Su mirada se dirigió a la elevación y el descenso de su pecho, y sintió un revoloteo de deseo, de anhelo por tenerla en sus brazos, de hacerle el amor hasta que el sol le robara a la noche el cielo.

Pero Ramsey esperaba en la otra habitación. Y Alexi vagaba por las calles de la ciudad, buscando una presa con la que apagar su monstruosa sed.

Y en algún lugar, perdida en un mundo de sombras sin fin, esperaba Antoinette.

Arropó a Marisa hasta la barbilla. El simple acto removió la memoria de otras noches, mucho tiempo atrás, y sintió un puntiagudo retortijón al recordar las noches en las que llevaba a sus hijos a la cama, contándoles una historia. Como, antes de buscar su propio descanso, se aseguraba que estuvieran arropados sin incidentes. Marisa no era una niña, aunque comparada con él era joven, demasiado joven. Y muy vulnerable. Los instintos protectores que había abrigado por sus hijos crecieron en ese momento en su interior, y juró otra vez mantenerla a salvo, sin importar lo que costara.

—Descansa bien, cara—murmuró.Edward levantó la mirada del periódico que estaba leyendo, un destello de

intranquilidad pasó por sus ojos, cuando Grigori entró en la habitación.Buscando en su bolsillo, Grigori encontró una llave y se la arrojó a Ramsey. —Te estaré esperando después de que lleves a Marisa al trabajo.Ramsey asintió con dificultad, claramente no le gustaba la idea de

compartir una habitación con un vampiro. —¿Piensas realmente que él volverá a enviarla contra mí?—Nada es cierto excepto la muerte—replica Grigori. —Deberías saberlo ya.—¿Dejarás de creer que está sólo utilizando a Antoinette como un cebo

para ti?—¿Me tomas por un tonto?—Grigori hizo un sonido seco. —Por supuesto

que lo sé. —¿Por qué está haciendo esto?—Te lo diré, es un juego, uno que está seguro de ganar.—Un juego…—Edward sacudió la cabeza. —Está jugando con la vida de la

gente.—No tiene respeto por la humanidad—dijo Grigori —o por cualquier otra

cosa. Ha existido por mil años, quizás más. La eternidad puede ser muy aburrida, incluso para un vampiro, por eso ha ideado un juego, en el que tú y Marisa sois los peones.

—¿Y qué eres tú?—Soy el premio.—¿Y qué pasa con Antoinette?—Como has dicho, ella es el cebo.

69

Page 70: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Pero él debe de preocuparse por ella. La ha mantenido a su lado durante doscientos años.

—El no siente cariño por nada ni por nadie—Grigori elevó la cabeza, las ventanas de su nariz destellaban mientras analizaba el aire. Podía sentir que la noche cambiaba a día, sentir la primera burla del calor del sol. —Es hora de que me vaya. No dejes a Marisa sola ni por un momento.

Edward miró la llave de su mano. —¿No necesitaras un ataúd para descansar?Grigori elevó una ceja oscura. —Has visto demasiadas películas, Ramsey.—Desnudó sus colmillos con

una sonrisa lobuna. —Pero gracias por tu preocupación.Edward dijo algo obsceno por lo bajo.—Cuida bien de Marisa—le advirtió Grigori, y dejó el apartamento.Fuera, el cielo se estaba volviendo gris. Podía sentir el amanecer

aproximándose, la promesa del calor del sol en el repentino picor de su piel, en cada terminación nerviosa.

Con velocidad sobrenatural, atravesó la ciudad.La puerta del motel se abrió ante un gesto de su mano. Después de cerrar

la puerta tras él, deshizo una de las camas y usó las mantas para cubrir la única ventana de la habitación. Examinó el baño, notando los barrotes de la estrecha ventana sobre la bañera.

Retornando a la habitación principal, observó a su alrededor con una larga y somnolienta mirada. Era extraordinariamente fea, desde el apagado marrón de la alfombra hasta el beige pálido de las paredes y de la cortina haciendo juego. Una pintura barata colgaba encima de la cama. Había una cómoda con espejo y una silla tapizada con un atroz diseño a cuadros.

Sentándose en el medio de la cama, encendió la televisión, cambiando a un programa de noticias locales. Como se temía, otro cuerpo, sin sangre, había sido encontrado cerca del zoo.

Apoyando la espalda, miró, sin ver, la pantalla de televisión, sus sentidos examinando el área buscando alguna indicación de que Antoinette estuviera cerca. Antoinette…

… Ella le miró con sus ojos azul verdosos radiantes. —Vamos a tener un hijo, Grigori—susurró trémulamente. Y él la atrajo a sus brazos, con el corazón henchido de amor por su mujer, por el hijo aún no nacido. Estuvo a su lado cuando su hija nació, humilde ante el milagro del nacimiento, por la buena voluntad de Antoinette de andar a través del valle de las sombras de la muerte para traer una nueva vida al mundo. Y un año después, le dio un hijo… La vida era perfecta, mejor que perfecta. Adoraba a su mujer, a sus hijos, y sabía que ese amor era correspondido, hasta aquella funesta noche en la que llegó a casa para encontrar a sus hijos muertos en sus camas, y a su esposa como un mecánico caparazón de mujer…

—Maldito seas, Alexi—murmuró. —Pensaba que éramos amigos. Podías haber tenido a la mujer que hubieras querido.

Incluso ahora, más de doscientos años después, se maldecía a sí mismo por haber llevado a Alexi a su casa la primera noche. La gente le había advertido que había algo peculiar en el conde Alexi Kristov, pero él no lo había visto. Puede que no quisiera verlo. Le había gustado tener a Alexi Kristov como amigo. Alexi había sido a menudo un huésped en su casa. Siempre bien educado, de buenas maneras. A pesar de las peculiaridades de Alexi, Grigori nunca había sospechado que fuera otra cosa que lo que parecía, un caballero de un lejano país que guardaba horarios peculiares. ¿Cómo había podido estar tan ciego? ¿Por qué Antoinette no le había dicho que Kristov le había pedido que se fuera con él? ¿Se

70

Page 71: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

había sentido asustada de su reacción? ¿Temerosa de que él no la creyera? ¿Y qué podría haber hecho si ella se lo hubiera dicho? Había sido un mortal, no estaba a la altura de un vampiro de mil años.

Recordó los horribles primeros días después de enterrar a sus hijos. No había comido, o dormido, no había sido capaz de obligarse a dejar el cementerio en el que reposaban sus restos, no podía dejar a su hijo y a su hija allí, solos, en la oscuridad de la eternidad.

Había estado sentado allí hasta tarde, una noche de niebla, cuando sintió una frialdad que se arrastraba sobre él. Volviéndose, vio una figura esbelta envuelta en una capa oscura que se movía en silencio entre las lápidas.

Grigori dio un grito sofocado, seguro, por un espantoso momento, que estaba viendo un fantasma. Sólo que estaba bien lejos de ser tan malo como un fantasma. Entre un parpadeo de sus ojos y el siguiente, la misteriosa criatura estaba delante de él. Vio entonces que era una mujer de cintura delgada, cabello como la plata y piel tan blanca como los sudarios en los que había envuelto a sus hijos.

¿Qué estás haciendo aquí? Preguntó ella, aunque él nunca había tenido la certeza de si ella habló en voz alta o si oyó sus palabras en la mente.

Capturado por las llamas gemelas que quemaban sus pálidos ojos azules, le contó lo que les había pasado a su mujer y a sus hijos.

¿Deseas unirte a tus hijos en la muerte? Preguntó.¡No! Declaró con vehemencia. Quiero vengarles. ¿Pero cómo? Su voz se

rompió cuando intentó reprimir las lágrimas. ¿Cómo?Cómo, efectivamente, replicó ella despacio. ¿Puedo enseñarte cómo?El tono de su voz, la chispa de su mirada, le causó un escalofrío de

intranquilidad por su espalda. Sólo enséñame, replicó él con una bravuconería que no sentía, y haré cualquier cosa que me pidas.

Ella le sonrió entonces, una sonrisa cargada de compasión. En ese momento, vio los colmillos que ella no se había molestado en ocultar.

Retrocedió con horror. ¡Eres uno de ellos!¿No te unirás a mí, querido? Es la única manera en la que serás lo

suficientemente fuerte para encontrar la venganza que buscas. ¡Me estás pidiendo que me convierta en la misma clase de monstruo que

es él! Exclamó Grigori.No todos somos monstruos, dijo ella con calma. Mírame. ¿Te parezco un

monstruo?No, dijo él despacio. Ella no parecía un monstruo. Parecía una reina, con su

majestuoso porte y su piel de alabastro. ¿Quién eres? Preguntó.Khira, replicó ella. Le tendió una esbelta y enguantada mano. ¿Te unirás a

mí? Preguntó de nuevo, con voz baja y gentil y llena de compasión.Y él ladeó la cabeza hacia un lado, ofreciéndole un acceso fácil a la larga

vena de su cuello. Hubo un pinchazo, un fugaz momento de dolor, seguido por felicidad y por la bendición del olvido. Y cuando volvió a despertar, era un vampiro con toda la eternidad desplegándose ante él.

La maravilla de eso le dejó estupefacto, mucho más que eso, en los primeros meses, olvidó todo excepto el milagro de sus nuevas habilidades. Veía el mundo a través de nuevos ojos, ojos que podían penetrar en las sombras de la noche, ver detalles que pasaban por alto los simples mortales. Los colores eran más brillantes; se pasaba horas mirando danzar el fuego y las parpadeantes velas. Oía sonidos que los oídos mortales jamás habían oído: una araña reptando por el suelo, una hoja cayendo del árbol. Su sentido del olfato se había desarrollado, y cada inhalación le llevaba el rico y dulce aroma de la sangre… ah, cómo ansiaba su sabor, deseándola, seguro de que nunca bebería lo suficiente.

71

Page 72: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Nunca estaba enfermo. Tenía la fuerza de diez hombres fuertes. Podía moverse con increíble velocidad, leer los pensamientos de los mortales si lo deseaba.

Y entonces, una tarde, vio a Khira inclinándose sobre un niño perdido, con los colmillos descubiertos, con sus ojos brillando de deseo.

Con un rugido bajo, había apartado al niño de sus manos. ¡No! Apretando al asustado niño contra su pecho, le había gritado la palabra a ella, y en ese terrible momento, cuando vio su propia muerte reflejada en los ojos ensangrentados de ella, recordó porque había querido convertirse en un vampiro.

Esa misma noche, más tarde, después de dejar al niño en su casa, había ido en busca de Alexi…

El pasado se alejó cuando un aroma que él había llevado consigo a través de los siglos flotó hacia él en una vagabunda espiral de aire.

Levantándose, vio abrirse la puerta, sintió que su corazón se helaba ante lo que vio.

Estaba tan bella como la recordaba. Esbelta como un sauce, con su piel olivácea clara y sin defectos. El pelo tan suave como un edredón caía por debajo de su cintura como un río de seda negra. Sus ojos, tan azul verdosos como el mar, le miraron sin reconocerle.

—Antoinette—El dolor acuchilló su corazón y agujereó su alma. De haber sido un hombre vivo habría muerto por eso.

Esperó, esperanzado a que el amor que una vez habían compartido pudiera, de alguna manera, volverla a ser ella misma.

—Antoinette, soy yo, Grigori. Recuérdame, amor—suplicó. —Por favor, recuerda.

Ella le miró durante un largo momento mientras él esperaba, rogaba, por un vislumbre de humanidad. Y luego ella levantó su brazo, y él vio la larga y fina hoja del cuchillo que llevaba. Un rayo de sol llegó a través de la puerta abierta, destellando en la fina y afilada hoja de plata, iluminando el gran crucifijo que descansaba entre sus pechos, brillando como la luna llena en la plata. Llevaba anchos brazaletes de plata en sus muñecas; un grueso collar de plata protegía su cuello.

Convocando todo su poder, Grigori capturó su mirada, pero no pudo tocar su mente, no pudo influir en sus pensamientos, porque ella no tenía nada propio. Sin mente, sin alma, ella pertenecía a Alexi, no oía más voz que la suya.

Dio un paso hacia él y Grigori miró detrás de ella, preguntándose si podría salir por la puerta antes de que ella le abatiera. La luz del sol quemaba sus ojos, cegándole momentáneamente.

Una delgada sonrisa sin humor apareció en los labios de ella, viendo su aprieto, dio una patada a la puerta y la abrió de par en par.

Grigori juró por lo bajo. ¿Dónde diablos se había metido Ramsey? Sintió como el calor del sol penetraba en su ropa y dio un paso hacia atrás, buscando la esquina más oscura de la habitación.

Preguntándose que podía ser peor, si el choque de la cortante plata con su corazón o los rayos del sol encendiendo su piel y volviéndole cenizas, la miró fijamente, mirándola, esperando.

Ella se movió con una velocidad que le sobresaltó, arremetiendo contra él, con los labios curvados en una horrible mueca, arremetió contra él con el cuchillo. Se movió bruscamente a un lado, y la hoja, destinada a su corazón, penetró en su hombro derecho, luego cortó su pecho, dejando un largo y sangriento surco de sangre oscura. Ella arremetió una vez y otra, y cada vez la hoja encontraba su marca.

72

Page 73: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Desesperado, agarró la mano del cuchillo, sus dedos se quemaron al estar tan cerca de los brazaletes que ella llevaba en la muñeca. Haciendo una mueca por el dolor, él intentó arrancar el cuchillo de sus garras.

Con un feroz gruñido, ella agarró el crucifijo y lo clavó en su cara. La plata quemó su mejilla izquierda como los fuegos del infierno, y se derrumbó hacia atrás, con su nariz llena del olor a su propia carne quemada.

Ella estaba de nuevo sobre él, el cuchillo reflejando la luz del sol. No había esperado que ella fuera tan fiera, tan fuerte. Cayeron sobre la cama, y la mente de Grigori se llenó repentinamente con la imagen de ellos dos, yaciendo uno en brazos del otro en una mañana invernal, mucho tiempo atrás, y luego le miró a los ojos y supo que la mujer a la que había abrazado y amado nunca más existiría.

Ella se removió frenéticamente bajo él, volcando la lámpara de la mesita, mientras le apuñalaba una y otra vez.

Apretó los dientes contra el dolor que le engullía, echó hacia atrás el puño y lo estampó en la cara de ella. La sangre chorreó de la nariz, rociándole como gotas de lluvia carmesí.

Con un gemido que solo podía ser llamado gruñido, ella le hirió con el cuchillo y él le golpeó de nuevo, y otra vez, hasta que ella quedó tendida debajo, con la ropa y la cama inundadas de la sangre de él.

Fue un esfuerzo levantarse. Podía sentir cómo el sol se elevaba en el cielo, sentía que la oscuridad probaba los filos de su conciencia cuando se quedó mirando a la mujer que había sido su esposa. Necesitaba sangre, pero no podía tomar la de ella, sabiendo que podía matarla y sabiendo, sin duda, que no podría hacerlo.

Fue hacia el armario, alcanzó las mantas plegadas en el estante. Con manos temblorosas, se introdujo en el sofocante envoltorio de fina lana, luego se tambaleó hacia fuera. Utilizando cada pizca de su rápidamente menguante fuerza se propulsó a través de la ciudad. Teniendo el sol en lo alto del cielo, supo que nunca podría hacerlo. Aún así, pudo sentir la luz del sol buscando su carne a través de la gruesa ropa. A pesar del calor que le tragaba, el temor de no poder alcanzar la casa de Marisa a tiempo enfriaba el fondo de su ser.

Parecía como si hubieran pasado horas antes de alcanzar el apartamento de Marisa. Apenas entrar, careciendo de la fuerza para derribar la puerta y sin ser capaz de convocar su poder para abrirla con la mente, arrojó un tiesto contra la ventana, luego inclinándose hacia delante y sin fuerzas se dejó caer a través del alfeizar al suelo, duramente consciente de los fragmentos del cristal roto que cortaban ligeramente su piel. Permaneció tumbado durante un largo rato, mientras que la blanca luz del sol le quemaba a través de la ropa y chamuscaba la sobrenatural carne de su espalda y piernas. Permaneció allí durante un largo momento, viendo su sangre filtrarse en la alfombra, dejando una oscura y desagradable mancha en la alfombra azul.

El instinto de supervivencia, la necesidad de ver a Marisa una última vez, le dio un último estallido de energía. Arrastrándose por el suelo, se metió en el dormitorio. Fue un esfuerzo abrir la puerta del armario, gatear hasta dentro, cerrar la puerta tras él.

Atormentado por el dolor, se acurrucó bajo las mantas, preguntándose, en una parte lejana de su mente, si quedaría algo para que Marisa lo encontrara al llegar a casa.

73

Page 74: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 14

Ramsey sintió como el pelo se le ponía de punta cuando estaba en el umbral e inspeccionó la habitación del motel. Ella no había hecho ningún esfuerzo para limpiarla esta vez. Las sábanas de la cama estaban empapadas de sangre. Una lámpara rota yacía en el suelo.

Moviéndose con cautela, entró en la habitación y se quedó mirando las sábanas. Demasiada sangre. ¿Sería de ella?

Fue al cuarto de baño, y luego volvió a la habitación principal. Sacando un pañuelo del bolsillo, limpió todo lo que Grigori pudo haber tocado, y luego dejó la habitación. Cerró la puerta detrás de él, frotando el pomo de la puerta.

¿Dónde estaba Grigori?Metiéndose en su coche, condujo hasta el apartamento de Marisa.Juró por lo bajo cuando vio la ventana rota. ¿Había ido allí Antoinette

buscándole? Juró de nuevo cuando abrió la puerta con la llave que le había dado Marisa.

Agarrando su cruz fuertemente con la mano, estudió la ventana rota. Suciedad y fragmentos de loza yacían dispersos por la alfombra, pero fue el rastro carmesí dejado por el suelo lo que atrajo su atención.

Inhalando profundamente, siguió el sangriento camino. Este le condujo hasta el dormitorio de Marisa, desapareciendo dentro del armario.

Permaneció allí varios minutos, con el corazón latiendo como un trueno en sus oídos mientras reflexionaba sobre quien o que, esperaba tras la puerta.

Encendió la luz y luego, tomando aire, abrió la puerta.Al principio, no notó nada inusual, y luego vio las mantas. No estaba

seguro de querer ver lo que había debajo, descorrió la ropa de cama con manos temblorosas, y se estremeció ante lo que vio. Grigori yacía enroscado en el suelo, tan quieto como un muerto. Sangre seca manchaba su camiseta y sus pantalones, dejando un oscuro charco bajo él. Su mejilla izquierda había sido gravemente quemada.

Ramsey miró a Grigori por un largo rato, preguntándose si el vampiro era capaz de sentir dolor cuando estaba perdido en su sueño como la muerte.

Por un fugaz momento, estuvo tentado a clavar una estaca en el negro corazón de la criatura, cortar su cabeza y luego quemar su cuerpo, de ese modo se aseguraría que ese vampiro no volvería a beber sangre humana de nuevo.

Murmurando una palabrota, Edward sacudió su cabeza. Aunque odiaba admitirlo, necesitaba la ayuda de Chiavari. Era algo amargo de admitir. Había cazado vampiros por todo el mundo. Ninguno le había eludido, o asustado, hasta Alexi Kristov.

Con una última mirada al vampiro, Edward colocó los cobertores, y cerró la puerta del armario.

Necesitaba estar ocupado, fue a una ferretería y compró una lámina de contrachapado para cubrir la ventana rota. Cuando eso estuvo hecho se puso a trabajar fregando la sangre de la alfombra, una tarea imposible, pero le dio algo que hacer.

Una y otra vez consideró ir en busca de Antoinette y Alexi, pero no le pareció acertado dejar a Grigori solo y desprotegido. No sabía qué le había pasado a Antoinette, no sabía si ella volvería a golpear.

Cuando terminó, se sentó y contempló los resultados. No creía que Marisa estuviera contenta cuando viera las pálidas manchas marrones. Puede que un limpiador de alfombras profesional pudiera quitarlas.

74

Page 75: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

A las tres llamó a Marisa al trabajo.—Sí, ¿Hola?—Marisa, soy EdwardHubo un momento de silencio: luego él la oyó tomar aire. —¿Qué ocurre?—¿Hay alguna oportunidad de que dejes tu trabajo más temprano hoy? No

creo que debas estar fuera después del atardecer.—¿Qué ha ocurrido?—Grigori fue atacado.—¡Atacado! ¿Por quien? ¿Está…?—No. Sus heridas son bastante malas, pero no sé qué hacer por él—gruñó

por lo bajo. —En cuanto a quién le ha atacado, supongo que fue Antoinette. Una de las razones por las que los vampiros hacen ravenants es por su capacidad de moverse durante el día. ¿Cuándo podrás escaparte?

—En media hora.—De acuerdo, iré a recogerte.—No. No creo que dabas dejarle solo. Tomaré un taxi. Estaré en casa cerca

de las cuatro y media.—Ten cuidado.—También tú.Marisa colgó el aparato, y luego se quedó sentada mirando el teléfono.

Grigori estaba herido. ¿Qué quería eso decir exactamente? Ella sabía que podía ser herido. Había visto los arañazos inflingidos por Alexi. Pero también había visto lo rápido que se curaba…

Dejó el ordenador, llamó a un taxi, luego reunió sus cosas y fue a decirle al señor Salazar que había habido una emergencia en su casa y que tenía que irse. Ella le había dicho a Grigori, en broma, que su jefe era un ogro, pero eso no era realmente verdad. Salazar podía ser un tirano en lo que al trabajo concernía, pero era extremadamente indulgente con sus empleados.

—Bien, Marisa—dijo—Tómate también mañana si lo necesitas. Donna puede sustituirte.

—Gracias, señor Salazar.—Bien, bien, no hay problema. ¿Has pasado a máquina la declaración de

Wendall?—Sí, está en mi escritorio, preparada para mandarla.—Estupendo, estupendo. Hazme saber si hay algo que pueda hacer.—Lo haré, gracias.El taxi estaba esperando cuando dejó el edificio. Le dio al conductor su

dirección, y luego se metió en el asiento de atrás, moviéndose nerviosamente cuando el taxi se coló en el tráfico de la autopista. Vio como el cielo pasaba de azul a gris y deseó que el verano y la luz del sol le dieran más tiempo.

Se sintió con ganas de gritar por el tiempo que tardaba en llegar al apartamento. Pagó al conductor, luego corrió escaleras arriba, sus ojos se ensancharon cuando vio el contrachapado en la ventana delantera.

El corazón le latía con fuerza cuando abrió la puerta. —¿Edward?—¿Sí?—Él salió de la cocina—Pensé en hacer la cena. Espero que no te

importe.—No, no me importa—replicó Marisa. —Harás de una mujer una estupenda

esposa—Arrojó su bolso en el sofá, murmurando, —¿Qué demonios pasa?—cuando vio las pálidas manchas marrones en la alfombra. —¿Dónde está Grigori?

—En el armario de tu habitación.

75

Page 76: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¿Qué está haciendo en el armario?— preguntó, la respuesta se le ocurrió antes de terminar de formular la pregunta.

—No sé si querrás verle.—¿Por qué no?—Está bastante mal—Edward sacudió la cabeza. —Parece como si alguien

le hubiera masticado y después escupido.—Así es como me siento.Marisa elevó la mirada para ver a Grigori apoyado en el marco de la

puerta. Había oído a menudo a la gente decir que alguien parecía un muerto viviente. En ese caso, era la verdad. Su cara era más que pálida, de piel seca y aspecto quebradizo, como papel chamuscado. Su camiseta estaba a tiras, la ropa manchada de tanta sangre que no podía decir cual era el color que se suponía era. La piel de su mejilla izquierda había sido gravemente quemada.

La nausea se instaló en su estómago, haciéndola sentir débil. Su primer instinto fue volverse y comenzar a correr, más y más lejos, hasta donde sus piernas pudieran llevarla. Y él lo sabía. Leyó el conocimiento en sus ojos, oscuros ojos negros llenos de angustia, ardiendo de rabia y agonía, de lejos más profunda que el dolor físico.

—Ven y siéntate—dijo Marisa. Caminó hacia él, extendió una mano para ayudarle.

—Mantente alejada.Su voz la golpeó, parándola en mitad de un paso. Miró a Edward, que

estaba cerca de la puerta principal, con el crucifijo agarrado con ambas manos.—Ramsey, llévate a Marisa fuera de aquí.—Dijiste que no era seguro para nosotros estar fuera de noche—le recordó

ella.—No estás segura aquí tampoco.—¿Qué quieres decir?—Mírale, Marisa—Dijo Edward, poniéndose a su lado. —Ven vámonos.—¿Estás loco? Necesita ayuda.—¡Ramsey, llévatela de aquí! Llévala a un lugar abarrotado y bien

iluminado. El centro comercial. Comprarme una muda de ropa.—No necesitaba nuevas camisas o pantalones, tenía un extenso guardarropa en su casa, pero necesitaba que permanecieran fuera de la casa. Esperaba que el recado les diera algo más en lo que pensar.

Asintiendo, Edward cogió la mano de Marisa. —Venga, vamos.—No—Ella soltó la mano. —Necesita ayuda.—No necesita nuestra ayuda—dijo Ramsey. —Necesita sangre.No quería creerlo, pero la verdad saltaba a la vista.—Tiene razón—dijo Grigori bruscamente. Apretó sus manos; el aroma de la

sangre, su sangre, avivando el hambre que le roía, demandando ser alimentada, demandando que repusiera la que había perdido para que su cuerpo pudiera curarse.

Marisa le miró viendo las heridas que cruzaban su cuerpo, el dolor de sus ojos por el hambre que crecía dentro de él. Desde algún lugar en su interior llegó la urgencia de ir hacia él, de ofrecerle la sustancia que necesitaba. El pensamiento le horrorizó incluso antes de formarlo.

—No—Grigori sacudió la cabeza. —No ahora, Marisa.Y antes de que ella pudiera descifrar el críptico mensaje, Ramsey la

empujó fuera del apartamento.Agarrando fuertemente su auto control, Grigori les vio marcharse, vio

cómo ella se marchaba. Ella había querido ayudarle, había querido ofrecerle su

76

Page 77: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

sangre vital. Y él había querido tomarla, hubiera querido tomarla salvo por el horrible temor de que, una vez que la hubiera tocado, que la hubiera probado, no hubiera sido capaz de parar.

Pero ya no había necesidad de autocontrol, cambió de actitud como una serpiente cambiaba de piel, rindiéndose al dolor que zumbaba en cada centímetro de su cuerpo, perdiéndose en el hambre que arañaba su fuerza vital. Sintió el puntiagudo pinchazo de sus colmillos contra su lengua, sabía que sus ojos ardían rojos, con la necesidad que pulsaba a través de él.

Arrancando lo que quedaba de su camiseta, la lanzó a la basura, luego tambaleándose entró en el baño y lavó la sangre de su cara, su pecho y sus brazos. Se miró al espejo. Elevando la mano hacia su mejilla, sintiendo los bordes irregulares de la piel carbonizada. Pasarían semanas antes de que la quemadura curara. Pero lo haría y no le quedaría cicatriz.

Sin camisa, dejó la casa. El descanso había restablecido algo de su fuerza. Ocultó su presencia a aquellos que pasaban, hasta que encontró lo que estaba buscando, un saludable hombre joven andando solo por la desierta calle. Normalmente, nunca cazaba en la misma ciudad en la que dormía, pero ahora la necesidad invalidaba tal precaución.

Dejó en blanco la mente del hombre, se inclinó sobre él, tomando lo que necesitaba, bebiendo larga y profundamente. La tentación de tomarlo todo creció con fuerza en su interior, pero no tomó más de lo que el hombre podía prescindir. Recorrió con su lengua las heridas para cerrarlas, limpió toda memoria de su presencia de la mente del hombre.

Vagabundeó por las calles de la ciudad, tomando sus víctimas ignorantes. Hubiera sido mucho más simple tomar a un mortal y dejarlo seco hasta la muerte, beber no solo su sangre, sino también su vida, pero había jurado, un siglo atrás, que nunca tomaría una vida humana de nuevo, a menos que su propia vida estuviera en peligro.

Era después de medianoche cuando volvió al apartamento de Marisa. Había esperado encontrar a Ramsey y a Marisa dormidos, pero estaban en la sala. El diálogo de una película que no estaban viendo llenaba la silenciosa habitación.

Sintió la censura en sus ojos cuando le vieron cerrar y asegurar la puerta. Cuando se dio la vuelta, los dos miraban a otro lugar. Eso le hizo sentir como si no existiera.

Por largos segundos, ninguno habló. Y luego Ramsey se levantó. —Tus ropas están en una bolsa en la cocina.Grigori asintió.—Me voy a la cama.—Espera, Ramsey. ¿Dónde estabas esta mañana?Edward dejó salir un largo suspiro, y Marisa tuvo la impresión de que había

estado esperando toda la noche por esa única cuestión. Y mientras él reunía el coraje para contestar, ella se preguntaba si las cosas hubieran sido diferentes si él hubiera estado en el motel esa mañana.

—Había cinco autos amontonados en la autopista—dijo Ramsey, con los ojos fijos en los de Grigori por primera vez. —Dos víctimas mortales. Estaba retenido por el tráfico.

Grigori asintió. —Buenas noches.Edward lanzó una mirada a Marisa, luego dejó la habitación.—Bien—dijo Marisa, sin mirarle a los ojos. —Creo que me iré a acostar

también.—Marisa.

77

Page 78: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¿Qué?—Mantuvo la cabeza baja, sus dedos jugaban con la cruz que colgaba entre sus pechos.

—Mírame.Era imposible resistir el poder de su voz. Despacio, elevó la cabeza y le

miró a los ojos. —¿Duele?—preguntó, haciendo un gesto hacia su mejilla.—Sí. ¿Por qué? ¿Piensas que soy incapaz de sentir dolor?—No lo sé.—No duele más que la desconfianza de tus ojos.Ella apartó los ojos, luego volvió a mirarlo. —¿Leeré en el periódico de mañana que ha habido más muertes?—No por mi mano.Ella no dijo nada, pero él supo que no le creía.—No he matado a nadie, excepto para preservar mi propia existencia,

desde hace cerca de cien años.Ella le miró un momento. Las heridas el cuchillo estaban curándose.

Algunas no eran más que pálidas rayas contra la pálida piel. Sólo la quemadura de su mejilla parecía inapropiada, con la carne chamuscada y negruzca.

Él deseó de repente haber pensado en parar en su lugar de descanso y ponerse una camisa, pero había tenido otras cosas, más urgentes, en su mente. Ella estaba observando su cara. Viendo la repulsión en sus ojos, se cubrió la herida mejilla con la mano.

—¿Hay algo que yo pueda hacer con eso?—preguntó.Él sacudió su cabeza. —La piel se regenerará, con el tiempo. Las quemaduras siempre son más

lentas en curarse.—Oh.—Marisa…—No.—¿No, qué?—No me mires así. No hagas que me quede aquí.—No te estoy reteniendo.Ella llevó sus rodillas a su pecho y pasó sus brazos alrededor de ellas,

manteniendo sus ojos fijos en los de él, ojos muy abiertos y asustados, ojos llenos de duda y confusión. Y una reacia preocupación.

—¿Querías ser un vampiro?—Sí.—¿Por qué?—Porque sentí que era la única manera de poder vengar la muerte de mis

hijos.—¿Cuántos años tenían?—Mi hija cinco, mi hijo un año menos.—Lo siento.—De eso hace mucho tiempo —murmuró —aunque el dolor permanece —

El se sentó en el suelo, su espalda contra la pared, una rodilla doblada. La miró, con expresión sombría. —Todos estos años, y aún no he sido capaz de destruirle. Le perseguí durante cien años y entonces, cuando le encontré, era demasiado tarde. La familia de Silvano le había enterrado en las entrañas de una iglesia y no pude alcanzarle. ¡Ahora, él está aquí, y todavía no puedo encontrar su rastro, no puedo acercarme lo suficiente para destruirlo!

Apretó las manos. —En el pasado, era capaz de sentir la presencia de otros vampiros, era capaz de seguirles la pista hasta el lugar donde descansaban. ¿Por qué no puedo encontrar a Alexi?

78

Page 79: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Ella no tenía respuestas, sólo podía quedarse allí, mirando con ojos incrédulos cómo las laceraciones de sus mejillas continuaban curándose ante ella, las rojas cicatrices se volvían pálidas y luego desaparecían, hasta que sólo permaneció la fea herida de su mejilla.

—¿Qué es?—preguntó—¿Qué ocurre?Sacudió su cabeza con asombro, luego señaló a su pecho, a sus brazos. —Se han ido. Las heridas, como si nunca hubieran estado ahí.Grigori bajó la mirada, luego se encogió de hombros. —Ya te lo dije, nosotros nos curamos rápido.—Lo sé.—Pero aún así era algo asombroso de ver.—¿No es solitario ser un

vampiro? ¿No poder decirle a nadie quien eres? —Algo así como ser Superman, pensó, siempre pretendiendo ser Clark Kent.

—Puede ser solitario, algunas veces—admitió. En el principio, había perdido su casa, su familia, pero, gradualmente, se había acostumbrado a su solitaria vida, incluso había comenzado a disfrutarla. Nunca había carecido de compañía femenina. El Don Oscuro le aportaba un aura de poder. Cualquier mujer que había deseado había sido suya. Las había seducido, pero no había amado a ninguna. Había viajado por el mundo, visto los cambios que dos siglos habían conseguido, viendo cosas, haciendo cosas, más allá del poder de un mortal.

—La eternidad es mucho tiempo. ¿No se hace…pesada? ¿Cómo pasas el tiempo?

Sonrió con sarcasmo.—¿Me imaginas merodeando en las sombras, siempre mirando desde

fuera, deseando de nuevo ser parte de la humanidad?—Bien, sí, supongo.—No es así, Marisa. Piensa en la gente que conoces y trabaja por las

noches. ¿Qué hacen ellos?—No lo sé. Las mismas cosas que yo, supongo.Asintió. —Leo, libros, periódicos, los clásicos, de misterio. Voy al cine. He viajado

por el mundo. Quedarme en casa y ver la televisión—Le sonrió. —Los mejores programas son por la noche, ¿sabes?

No pudo evitarlo, le devolvió la sonrisa.—No todos nosotros somos los monstruos malvados representados en las

películas y las novelas.—¿Cómo Kristov?Grigori asintió. —Como Kristov.—¿Ha sido siempre como ahora?—No lo sé. Cuando le conocí, parecía un fino caballero. No podía entender

por qué quería pasar el tiempo en nuestra pobre casa.Pero lo sabía ahora. No había sido su compañía lo que buscaba Kristov,

sino la de Antoinette. Y cuando ella le había rechazado, había arremetido con rabia, matando todo lo que era querido para ella. Pudo oír la voz de Alexi gritando en su mente: …ella rechazó… dejarte a ti o a aquellos mocosos… Bien, ella no me rechazará más. El dolor le desgarró al imaginar a Antoinette compartiendo cama con Alexi, incapaz de resistirse a él, obligada a rendirse a cada deseo suyo.

—¿Grigori?—¿Qué?—¿Dónde estabas?—Recordando.

79

Page 80: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Ella asintió. Considerando su expresión, no eran recuerdos agradables.—¿Has convertido alguna vez a alguien en vampiro?—No.—¿Por qué no?—Nadie me lo ha pedido, y no es algo a lo que se pueda forzar.—¿Cómo es, beber… beber sangre?—Es algo natural para mí, Marisa. No es repulsivo. El sabor puede ser…—

Miró fugazmente la esbelta curva de su cuello. —Dulce, especialmente cuando es ofrecida de buena gana.

—Suena como si te gustara ser un vampiro—Sacudió la cabeza, incapaz de aceptar la idea. —No puedo creer que no eches de menos ser capaz de salir por el día, o comer una buena comida, o… o…

—Para mí, convertirme en vampiro fue una bendición. Nací en un pobre pueblo de la Toscaza. No sabía leer o escribir, y tampoco tenía esperanzas de aprender, nada por delante más que duro trabajo y una muerte temprana. Cuando me convertí en vampiro, se abrió un nuevo mundo ante mí, literalmente, todo un nuevo mundo. El vampiro que me hizo me enseñó como cazar, como sobrevivir. Y cuando me enseñó todo lo que necesitaba saber para sobrevivir, me enseñó a leer y a escribir. Me enseñó a comportarme como un caballero, a apreciar el arte y la literatura. Cuando me di cuenta de que no podía alcanzar a Alexi, viajé a los lejanos rincones del mundo, viendo lugares y gentes que nunca había soñado que existieran.

—¿Cómo encontraste al vampiro que te creó?—Ella me encontró a mí—Sus labios se curvaron en lo que podría haber

sido una sonrisa. —Solía ir a las tumbas de mis hijos por la noche, porque no me gustaba pensar que estuvieran allí solos, en la oscuridad.—La tristeza de doscientos años llameaba en sus ojos. —Mi hijo pequeño tenía miedo de la oscuridad.

—Grigori, lo siento tanto.Sin darse cuenta se movió, se levantó del sofá y se arrodilló a su lado,

abrazándolo. —Lo siento…Le atrajo más cerca, una mano acariciando arriba y abajo su espalda hasta

que, gradualmente, ya no le confortaba, sino que le acariciaba. Su piel era cálida y firme bajo sus dedos; los músculos de su espalda y sus hombros eran duros y definidos con precisión.

Permaneció inmóvil en sus brazos, quieto cuando sus manos se deslizaron por sus brazos, sobre su vientre, colándose a través de su vello. Sintió el primer despertar de deseo extendiéndose dentro de ella, oyó el repentino cambio en su respiración cuando se dio cuenta de que el cuerpo del hombre reaccionaba ante su toque. ¿Pensaba que él era incapaz de sentir deseo? La sangre de ella se calentó, un rubor tiñó sus mejillas.

Cuando ella se apartó, él deslizó sus manos alrededor de su cintura para mantenerla cerca.

—No pares.—No puedo…—Porque soy un vampiro—dijo él mordazmente.—No… porque… porque apenas te conozco. Porque yo…—El rubor de sus

mejillas creció y su mirada se apartó de la de él. —No soy. Yo no…—No tienes nada que temer de mí. No tengo ninguna enfermedad, Marisa.

—Dijo, leyendo los pensamientos que ella no podía poner en palabras. —Tampoco puedo engendrar un hijo.

—Oh—Ella le miró entonces, y él vio el temor en sus ojos.

80

Page 81: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Despacio, reacio, la puso en libertad. —No te tomaré contra tu voluntad, cara.—Has debido conocer a muchas mujeres en doscientos años. —Muchas—admitió. —Pero cuando estoy contigo, no puedo recordar a

ninguna de ellas.—Excepto Antoinette.—Sí—dijo duramente. —Antoinette.—Ella todavía es tu esposa, ¿no?Tomó aire profunda y dolorosamente y lo dejó ir lentamente en un largo

suspiro. —La chica con la que me casé está muerta. No queda de ella más que una concha vacía, una sombra de la mujer que amé.

Apartó la mirada de ella y la enfocó en la ventana. —He de irme. Que Ramsey te lleve al trabajo y te recoja. No vayas a

ningún sitio sola.—¿Te vas a quedar aquí otra vez?—No.—¿Dónde vas a… dormir?—Es mejor que no lo sepas—Acarició su mejilla con el dorso de su mano,

sus nudillos se deslizaron sobre su piel, haciéndola temblar de placer. —Ten cuidado.

—Tú también.—Siempre—Se levantó suavemente, luego le ofreció su mano, para que

ella se levantara a su lado. —Recuerda lo que te he dicho. No vayas a ningún sitio sola.

—Estaré bien—le sonrió, luego fue a la cocina y volvió al momento con una bolsa marrón. —No olvides tus ropas.

Cogió la bolsa, ciertamente no había cuidado por el gusto de Ramsey en ropa, la cual iba desde aburridos marrones a repugnantes trajes.

—Da las gracias a Ramsey de mi parte.—Lo haré. ¿Habría habido alguna diferencia esta mañana, si él hubiera

estado allí?Ella sintió cómo se tensaba al considerar la pregunta. Y luego asintió. —Él hubiera podido matarla sin reparos. —¿Y tú no pudiste, no?—No. Incluso sabiendo que es la única manera de que su alma descanse

en paz, no pude hacerlo.—Me alegro.—¿Sí? ¿Porqué?—Sólo es así.—¿Me hace eso menos monstruo a tus ojos?—No eres un monstruo.—Lo pensabas no hace mucho.No tenía respuesta para eso.Colocó sus dedos bajo su barbilla, elevó su cabeza y acarició sus labios con

los suyos. —Hasta la noche, cara—susurró suavemente, y luego el se había ido.

81

Page 82: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 15

Por la mañana, antes de irse al trabajo, llamó al señor Abbott, y le hizo saber que había roto accidentalmente una ventana. Él le dijo que no se preocupara por ello y le aseguró que lo arreglaría tan pronto como fuera posible. Luego, llamó y pidió hora para llevar sus alfombras a limpiar, imaginándose, supuso, que haría falta un milagro para que las manchas de sangre se fueran de las alfombras.

Pensó en Grigori mientras se duchaba.Pensó en él mientras se vestía, poniéndose un jersey azul con mangas

largas y cuello alto. Se puso las medias, unos zapatos de tacón de color beige, y dejó la habitación.

Pensó en Grigori mientras tomaba el desayuno. Miró el tazón de cereales en la mesa e imaginó un tazón de sangre. Había dicho que tomar sangre era de lo más normal para él, pero la mera idea le disgustaba. Elevó una mano a su cuello, intentando imaginar cómo sería sentir sus dientes ahí. ¿Sería doloroso el alimentar a un vampiro? Había dicho que la sangre era más dulce si se ofrecía de buena gana. ¿Había habido muchas mujeres ofreciéndole su esencia vital?

Ella le conocía por poco tiempo, y aún así ya había tomado el control de su vida, de sus pensamientos, de sus sueños.

Su vida nunca había sido más peligrosa, o más excitante.Se estaba preguntando si debía ir a despertar a Edward, cuando éste entró

en la cocina con mirada llorosa.—Buenos días—murmuró —¿Hay café?—En la hornilla. ¿Estás bien?—Sí, sí, estoy bien. Sólo estoy cogiendo un resfriado.—Te ves horrible.—Me siento horrible—Cogió una taza de café. —¿Estás preparada para

salir?—Sí. Deja que coja mi bolso.El se sorbió la nariz y estornudó durante todo el trayecto al centro de la

ciudad—Será mejor que pares en una farmacia y compres algo para eso.—Sí. Lo haré—Aparcó en el bordillo, enfrente del edificio de oficinas. —Te

veré a las cinco.—De acuerdo. Descansa algo.—Sí, creo que lo haré.Sacudiendo la cabeza, Marisa vio cómo se introducía en el tráfico.Ramsey paró en la farmacia y compró su marca favorita de pastillas para

el resfriado. Estuvo considerando si conducir hasta La Habra, para ver si podía encontrar algún rastro de Kristov, pero cuando salió de la autopista, estaba ardiendo de fiebre. Se tomaría las tabletas para el resfriado, descansaría una hora o dos, y luego buscaría hasta que fuera la hora de ir a recoger a Marisa.

Cuando llegó al apartamento de Marisa, tomó un par de aspirinas para el dolor de cabeza, se tragó dos tabletas para el resfriado, y bebió un vaso de zumo de naranja.

Se fue al salón, encendió la televisión y se estiró en el sofá. Descansaría por unos minutos…

Edward se levantó con un gruñido bajo. ¿Cómo era posible sentirse peor después de una siesta?

82

Page 83: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Tambaleándose se dirigió a la cocina y se tomó otro par de aspirinas, haciendo que bajaran con un vaso de zumo de naranja.

Miró el reloj de la cocina, parpadeó, miró de nuevo, y juró por lo bajo.Maldición, había quedado en recoger a Marisa, y debería haber salido

quince minutos antes.Fue al baño, se echó agua fresca en la cara, y prácticamente salió

corriendo de la casa. Si se daba prisa, si el tráfico no tenía atascos, podía estar allí a tiempo.

Grigori se levantó cuando el sol se fue, sus pensamientos estaban en Marisa cuando se duchó. Estaría en el camino a su casa después del trabajo en ese momento. Saliendo de la bañera se fue al dormitorio. Gruñó por lo bajo cuando vio la bolsa de compras en el suelo, al lado de la cama. Sintió curiosidad por ver qué le había comprado Ramsey, así que vació el contenido sobre la cama, e inmediatamente supo que había sido Marisa quien había seleccionado el ajustado suéter de cuello alto azul marino y los vaqueros.

Se vistió rápidamente con las ropas que ella había elegido, sintiéndose como si estuviera deslizándose entre sus brazos cuando pasó el jersey por su cabeza.

Dejando su guarida, la cual estaba localizada en la casa de invitados detrás de una mansión bastante cara, se dirigió al apartamento de Marisa.

Supo inmediatamente que ella no estaba allí. Un movimiento de su mano abrió la puerta, y entró dentro para esperar que volviera del trabajo. Se preguntó cómo había pasado el día Ramsey, si se le había ocurrido alguna cosa sobre dónde podría haber dejado sus restos Alexi.

Deambuló por el apartamento, notando que el cristal de la ventana había sido reemplazado. La cocina estaba limpia y ordenada, como siempre. El dormitorio de invitados olía fuertemente a Ramsey. Ramsey, quien estaba enamorándose de Marisa. Dijo una palabrota, molesto por que la idea le llenara de celos, porque su primer impulso era matar al hombre por tener la audacia de sentir cariño hacia ella.

Dejando la habitación, dio un portazo detrás de él.Fue al dormitorio de Marisa, y su aroma le envolvió, cálido con vida.

Recorrió con sus dedos la almohada de su cama, sintió como su conocimiento de ella crecía agudamente mientras la imaginaba durmiendo allí, imaginaba cómo sería tumbarse a su lado, hacerle el amor durante toda la noche…

Su cabeza se elevó con un movimiento brusco, cada sentido alerta, al oír abrirse la puerta de la calle, el sonido de pasos familiares.

En menos de un parpadeo, se encontró en el salón.—Debo destruirte—Su voz, tan diferente, y al mismo tiempo la misma.—Antoinette, no.—Debo hacerlo.—¡Recuerda, maldición! Recuerda quien eres. Acuérdate de mí.Ella sacudió la cabeza, la oscura nube de pelo flotaba sobre sus hombros. Y

luego ella elevó sus manos. Había una pistola en la izquierda, y un afilado cuchillo muy largo, en la derecha.

Él dijo un taco cuando ella disparó el arma. Sintió la bala penetrar en su pecho, rasgando su carne, sus músculos y sus tejidos. Se tambaleó hacia atrás, golpeándose con la pared que había detrás de él, mientras ella apretaba el gatillo de nuevo.

83

Page 84: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Con un gemido sin palabras, arremetió contra ella. Golpeó la pistola de su mano, le arrancó el cuchillo y lo arrojó al otro lado de la habitación. Ella luchó contra él de manera salvaje, sus uñas arañaron su cara, le mordió, le dio patadas, pero esa vez ella no era un contrincante para su fuerza, y él la arrancó del suelo, una de sus manos aprisionando las dos de ella, el peso de su cuerpo hizo que ella cayera al suelo bajo él.

—Antoinette— Murmuró su nombre, con un gruñido bajo, enterró sus colmillos en el cuello de la mujer.

Ella gimió una vez, un llanto lleno de angustia y dolor, y luego se quedó sin fuerzas bajo él.

Mientras bebía, su esencia se extendió sobre él, llenándole, calentándole, Y con la sangre le llegó el conocimiento de cual había sido su existencia los últimos doscientos años. Años vacíos, sin memoria de su pasado, sin recuerdo de quien era, eso, al menos, era una bendición.

Sus lágrimas cayeron sobre su cara como lluvia roja, mientras su corazón latía cada vez más despacio, letárgico, tan débil que él apenas podía oírlo.

Cuando hubo tomado suficiente, pero no demasiado, la cogió entre sus brazos y la apretó contra él, con su mano acariciando su pelo. Y luego clavó sus colmillos en su propia muñeca. Abriendo una vena, presionó la boca de ella contra la herida, diciéndole que bebiera.

Por favor, pensó, por favor haz tu trabajo.

Marisa miró el reloj por tercera vez. Llevaba esperando a Edward veinte minutos. Estaba apunto de volver dentro y llamar a casa cuando vio su coche parando en el bordillo.

—A tiempo—murmuró mientras abría la puerta y se sentaba en el asiento del pasajero. —¿Por qué te has re…? Oh, Dios mío.

Le miró, preguntándose por qué no había sentido su presencia como le había ocurrido en el pasado.

Se agarró al tirador de la puerta cuando el coche se alejaba del bordillo, pero la puerta no se abría. No estaba cerrada, pero no podía abrirse.

—Por favor—susurró, con el corazón en la garganta. —Por favor.—Siéntate, querida y disfruta del viaje.Como un ratón hipnotizado por una serpiente, miró a Alexi Kristov, incapaz

de apartar la mirada, incapaz de creer que fuera realmente él. Su piel, tan pálida cuando le había visto por última vez, era ahora rosada con la ilusión de la vida. Su pelo marrón rojizo, ya no era lacio, caía pasando sus hombros. Llevaba pantalones negros, una camiseta blanca suelta con mangas largas y llenas, y un chaleco de seda negro.

—Alexi—el nombre se deslizó por sus labios.Él inclinó la cabeza en su dirección. —El placer es todo mío, querida.—¿Dónde está Edward?Alexi hizo una mueca con los labios que sólo podía clasificarse como

obscena.—¿Le has matado?—Ay, no.—¿Dónde me llevas?—A un lugar donde Grigori jamás podrá encontrarte.—Por favor, no…Él rió por lo bajo.

84

Page 85: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—No voy a matarte, querida.—¿Qué has hecho con Antoinette?—La he mandado matar a Grigori, por supuesto—Alexi ladeó la cabeza

hacia un lado, como si escuchara una voz que sólo él podía oír. —Ha fallado. Me temo que ya no va a serme útil—murmuró con una punzada de remordimiento. —Ya sea que él la mate para liberarla de mi poder, o la traiga de vuelta. Ah, bien, ya no me entretenía, y me he cansado del juego. Y de esta ciudad.

La miró, su mano derecha se deslizó por el brazo y sobre el muslo de ella. —Antoinette está perdida para mí, pero tomarás su lugar encantada. Y comenzaremos un nuevo juego, en un nuevo lugar.

La idea de ser como Antoinette, alguien sin alma, una criatura sin mente, llenó a Marisa de horror. Agarró el tirador de la puerta de nuevo, y le dio un desesperado tirón, pero no ocurrió nada. Con un gemido, bajó la ventanilla, con la intención de saltar fuera del coche. Mejor correr y morir que mirar el destino que Alexi guardaba para ella.

—No—La voz la envolvió, colocándola en su sitio, mientras que la ventanilla volvía a cerrarse, al parecer por su propia decisión.

Grigori, ayúdame… Se sentó derecha en el asiento, incapaz de moverse. Por favor, óyeme, Grigori, estoy muy asustada…

Ramsey abrió los ojos, sorprendido de encontrarse aún con vida. Luchando con el dolor, se levantó y miró alrededor. No había nada que ver… ni casas, ni luces, ni tráfico de cualquier clase. ¿Dónde demonios estaba?

¡Marisa!Juró por lo bajo y miró su reloj. Eran más de las seis.Se tambaleó sobre sus pies, solo entonces se dio cuenta que el coche no

estaba.—¡Alexi, maldito seas!— En ese momento recordó, lo recordó todo. Estaba

de camino para recoger a Marisa cuando sintió un escalofrío que cruzaba su espina dorsal. Sabiendo lo que iba a ver, miró por el retrovisor.

El terror le había dejado helado, un duro nudo se formó en la boca de su estómago cuando vio a Alexi detrás de él. Era la última cosa que recordaba. —¡Mierda!—Con las dos manos examinó su cuello, buscando signos de los dientes, pero no había mordiscos, al menos ninguno que pudiera ver. Examinó ambas muñecas, el pliegue de su codo. Nada.

Casi enfermo de alivio, comenzó a caminar hacia el este, hacia la ciudad. Era un hombre muerto, pensó con abatimiento, tan seguro como si Alexi

Kristov le hubiera matado. Porque no había manera de que Grigori le dejara con vida después de lo que había pasado.

85

Page 86: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 16

Antoinette recuperó la conciencia despacio. Por un largo momento miró al hombre que la abrazaba y después sonrió.

Fue una expresión que el jamás había pensado que volvería ver, una expresión de tanto amor y devoción que podría romperle el corazón, si aún tuviera uno.

Ella elevó una mano a su mejilla destrozada. —¿Qué ha ocurrido?—Una quemadura. No es nada.—¿Duele mucho?—No cuando la tocas.Ella le sonrió de nuevo, luego frunció el ceño. —Grigori, he tenido el más horrible de los sueños.—¿En serio, cara mia?Ella asintió. —Has estado llorando.Él no lo negó, sólo la abrazó para tenerla más cerca, como si nunca

pudiera dejarla ir.—¿Qué ocurre?—Miró a su alrededor. —¿Dónde estoy? ¿Dónde están los…?

—Su voz se perdió. Sus ojos se llenaron de confusión, y luego gritó. —¡Él los mató! ¡Alexi los mató!—Se removió entre sus brazos. —¡Déjame ir! ¡Le mataré! ¡Le mataré!

—Antoinette, para.Ante el sonido de su voz, ella se quedó quieta inmediatamente. Ella era

ahora su criatura. Haría cualquier cosa que él le ordenara.Él miró profundamente a sus ojos, calmándola con el poder de su mente.—Escúchame, cara. No recordarás otra vez a nuestros hijos, ni tampoco

cualquier cosa que pase esta noche. ¿Me entiendes?—Sí.—Harás cualquier cosa que te pida, me dirás cualquier cosa que desee

saber, ¿de acuerdo?—Sí.—¿Dónde has estado?—Vivo en una pequeña casa de la avenida Hartadle.—¿Vive Alexi también allí?—No. Estoy allí sola, esperando su mandato.—¿Dónde pasa Alexi las horas del día?—Me dijo que no se lo dijera a nadie.—Pero yo soy tu amo ahora. Debes decírmelo.—Duerme en la bodega de nuestra casa.—¿Nuestra casa?—Grigori frunció el ceño. La única casa que ellos habían

compartido estaba en Italia. Había vuelto a su viejo hogar cerca de treinta años antes. Todas las casas del viñedo, incluida la suya y la de su tío Pietro, habían sido derribadas y reemplazadas por una bodega y acres de viñas. —Eso no es posible.

Ella asintió. —Él es su propietario ahora.—¿Alexi es el propietario del viñedo?Ella le miró con extrañeza. —Nosotros no tenemos un viñedo, Grigori.

86

Page 87: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¿Cómo es ahora, nuestra casa?—Es la misma que era cuando me llevaste por primera vez.Él sacudió la cabeza, intentando encontrarle un sentido a eso.—¿Cuándo fue la última vez que estuviste allí?Ella lo pensó un momento. —Hace cinco días.—¿Qué mes era?—Noviembre.—¿Y el año, recuerdas el año?—Mil setecientos noventa y ocho. Alexi me despertó y me dijo que íbamos

a ir a buscarte—Una débil sonrisa bailó en las comisuras de su boca. —Dijo que iríamos a través del tiempo hasta el año mil novecientos noventa y ocho, pero no le creí. Eso no es posible, ¿no?—Ella paró y miró a su alrededor, su mirada se turbó cuando vio el aparato de TV, el estéreo, las lámparas. —Aunque, todo es muy extraño aquí.

Grigori se echó hacia atrás, aturdido. Alexi había viajado a través del tiempo. ¿Cómo? Recordó haber preguntado a Alexi dónde estaba Antoinette, y Alexi había contestado: Donde no puedes encontrarla.

¡No era extrañó no poder encontrar el lugar de descanso de Alexi! No estaba durmiendo en la misma ciudad en la que cazaba, ¡ni siquiera dormía en el mismo siglo!

—¿Dónde está ahora?La mirada de ella le atravesó, sus cejas se fruncieron, su expresión en

blanco. —Ha vuelto.—¿Sólo?—No. Tiene a la mujer con él.—¿Está planeando volver a por ti?—No. Después de destruirte, he de destruirme a mí.—Dijo las palabras sin

emoción, como si no significaran nada para ella.Grigori juró por lo bajo, luego se levantó, arrastrándola con él. —¿Cómo te sientes?—No lo sé.—Ella le miró con los ojos llenos de confusión. —¿Estoy muerta?—No— Él no estaba seguro qué era ella ahora. Al tomar su sangre y darle

la suya, había roto la posesión de Alexi sobre ella. Ahora estaba obligada a él, hasta que él muriera. Al menos él la había traído y la había convertido en lo que él era. Y eso, pensó, era la única respuesta real, la única manera de hacer que ella recuperara el control de su propio destino. Pero no ahora… no cuando necesitaba su ayuda. —Siéntate, Antoinette. Relájate.

—¿Qué vamos a hacer?—preguntó.—¿Sabes dónde está Ramsey?—¿Ramsey?—Pensó durante un momento, luego sacudió la cabeza.—¿Iba Alexi a matarlo?—No lo sé.Con un suspiro, se fue hacia la ventana y miró hacia fuera, hacia la noche.

Permaneció allí, inmóvil, quieto como sólo uno que es Vampiro puede estarlo, sus pensamientos agitados. Alexi tenía a Marisa. Antoinette estaba todavía viva. Ramsey estaba perdido. Alexi tenía a Marisa…

Marisa. ¿Cuándo se había convertido en alguien tan importante para él? Ella era una mujer mortal, separada de él por siglos de sangre y muerte. Y aún así ella le había mecido entre sus brazos, haciéndole sentir cosas que hacía doscientos años que no sentía.

87

Page 88: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Oyó el crujido de la falda de Antoinette como si hubiera cambiado de posición en el sofá y sintió una repentina punzada de culpabilidad. Ella era su mujer, pero ya no sería más la mujer de la que se había enamorado. No volvería a ser nunca esa mujer. Y el tampoco era el hombre con el que ella se había casado… no era aquel hombre en absoluto.

Pero ella todavía era su esposa, y él era responsable de ella.Permaneció allí durante una hora, mirando hacia la noche, sumido en sus

pensamientos. Antoinette estaba a salvo por ahora, pero Marisa…Se volvió despacio cuando la puerta se abrió y Edward Ramsey entró

súbitamente.—¿Está ella aquí?—Preguntó sin respiración. —Dime que ella está aquí.—Alexi la tiene—replicó Grigory con calma, y necesitó hacer acopio de

todo su control para evitar que su mano se alargara hacia el otro hombre, para agarrarle y hacerle picadillo. —¿Qué ha ocurrido?

Ramsey estornudó y se sonó la nariz. —Me dormí. Cuando desperté, fui al coche y me dirigí al centro. Alexi

estaba en el asiento de atrás. Es todo lo que recuerdo.Grigori dio un paso hacia él y Edward retrocedió, su mano agarrando el

crucifijo. Gritó cuando Antoinette llegó por detrás de él, sus brazos le envolvieron, inmovilizando sus brazos a los lados. Se esforzó por liberarse, pero ella era demasiado fuerte para él.

Grigori se aproximó a Edward. Agarrando la mandíbula de Ramsey entre su pulgar y su índice, volvió la cabeza del hombre de un lado a otro, examinando su cuello buscando marcas de mordiscos.

—Ya he mirado yo—dijo Edward.Estrechando los ojos, Grigori miró a Ramsey, escuchando el ensordecedor

latido de su corazón. No había marcas de mordiscos en el cuello, pero eso no quería decir nada.

Ramsey le miró con odio, un gatito escupiendo en la cara de un tigre.—¡Venga, bebedor de sangre, hazlo!—Le echó en cara Edward —No eres

mejor que él.Grigori sonrió abiertamente ante la bravuconería de Edward. —No puedo dejar de admirar tu coraje, Ramsey—Le hizo un gesto a

Antoinette. —Déjale ir.Tan pronto como Antoinette le liberó, Ramsey cruzó rápidamente la

habitación. —¿Qué le has hecho a ella?—Es mía ahora.—¿Le ha hecho eso a ella? ¿A tu propia mujer?—¿Preferirías que aún fuera la criatura de Alexi?—¿Qué vamos a hacer ahora?—He pasado la última hora tratando de decidirlo. Nada de lo que dice

Antoinette tiene sentido—¿Qué quieres decir?—Dice que la razón por la que no éramos capaces de encontrar a Alexi es

porque deja sus restos en la bodega de nuestra vieja casa.—¿Qué vieja casa? ¿Dónde?—Los ojos de Edward se ensancharon. —¿No

querrás decir en Italia?Grigori asintió. —Pero eso no es posible. La casa ya no existe. Aunque…Edward agarró la cruz con ambas manos, deslizándola de un lado a otros

entre sus palmas. —¿Qué? ¿En qué estás pensando?

88

Page 89: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Viaje en el tiempo—sugirió Grigori.—¡Eso es imposible!—¿Lo es?—Grigori miró de nuevo hacia afuera, hacia la oscuridad de la

noche. Khira lo había mencionado una vez, diciendo que algunas veces, cuando se encontraba triste o sola, volvía a su antiguo hogar. Cuando él le había preguntado cómo era capaz de hacer una cosa así, ella se había encogido de hombros y había dicho que ella pensaba en sí misma allí. Frunció el ceño, recordando… Pero sólo puedes ir hacia atrás hasta el momento en el que fuiste creado. Le había advertido. Más allá no puedes ir. Ni tampoco aventurarte en el futuro.

¿Era posible? ¿Sería capaz de hacerlo? ¿Podía volver en el tiempo? Y si podía, ¿A qué punto? Kristov había poseído el Don Oscuro más tiempo que él. Si Khira había dicho la verdad, Alexi podía volver en el tiempo dos mil años, mientras que Grigori sólo podía viajar hacia doscientos años antes.

Y aunque lo que Antoinette había dicho fuera verdad, Grigori había construido su propia casa, en los años en que se casaron. Alexis debía tener un perverso placer en dejar sus restos allí, en dejar a Antoinette prisionera allí todos estos años.

—No estarás considerándolo en serio, ¿no?— preguntó Ramsey.Grigori asintió. Por el bien de Marisa, tenía que intentarlo.—Voy contigo.—¿Sí?Edward echó el mentón hacia adelante. —Estamos juntos en esto, ¿recuerdas? Si estás pensando en llevarte a ti

mismo al pasado, voy a ir contigo.Grigori levantó una ceja. —¿En serio? Ni siquiera sé si puedo trasportarme a mí mismo allí.Ramsey sonrió. —Tengo fe en ti, Chiavari. El odio es un motivador poderoso, y entre los

dos, tenemos el suficiente odio como para conseguir un milagro.—Tal vez—Grigori extendió la mano. —Antoinette, ven hacia mí.Como una sonámbula, ella se fue a su lado y puso su mano en la de él.—Ramsey, cógele la mano—Grigori sonrió débilmente. —Si conoces

algunas oraciones, éste puede ser un buen momento para rezarlas.Edward cogió la mano de Antoinette, y con la que le quedó libre apretó su

cruz.—¿Asustado, cazador de vampiros?—Preguntó Grigori.—Demonios, sí.Grigori rió por lo bajo y luego, inspirando profundamente, cerró los ojos.Pensó en Alexi.Pensó en Marisa.Y entonces centró todos sus pensamientos, toda su energía, en su casa de

Italia tal y como estaba doscientos años atrás, en noviembre de mil setecientos noventa y ocho.

La oscuridad le envolvió en espiral, haciéndole caer, hacia abajo, dentro de un abismo más profundo que la oscuridad que le envolvía mientras dormía. No tuvo sensación de movimiento, aunque supo que se estaba moviendo a través del tiempo y del espacio.

Y luego, de manera inexplicable, sintió que el tiempo iba más despacio.Abrió los ojos, sabiendo, incluso antes de ver la casa, que había sido

transportado hacia el pasado.—¡Demonios! ¡Funcionó!—Ramsey sonreía como un tonto mientras miraba

a su alrededor.

89

Page 90: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Grigori juró por lo bajo. —No está aquí.—Le encontraremos.—¿Lo haremos? Ni siquiera sabemos si él ha venido aquí.— Pero él no

estaba pensando en ese momento en Alexi. Miraba la casa, recordando. Los recuerdos se precipitaron sobre él, recuerdos de sus padres, del día en que se casó con Antoinette, de las risas que habían compartido en la tranquilidad de la noche. Recordó cómo había cambiado su cuerpo, cómo creció su vientre con la nueva vida que ella había llevado bajo su corazón, la maravilla de sostener a su diminuta hija recién nacida entre sus brazos, y luego, un año después, a su hijo. En su mente, pudo ver sus sonrisas. Oír el sonido de sus jóvenes voces llamándole. “Papá, papá” y su corazón, muerto tanto tiempo atrás, sufrió con renovado dolor.

—¿Chiavari, estás bien?Tragó el nudo que se le había formado en la garganta y se volvió hacia

Ramsey. –Sí.—¿Dónde empezamos?Grigori respiró profundamente, inhalando el familiar aroma del hogar—ajo

y aceite de oliva y orégano, el olor de las ovejas, de las cabras y del abono, el fresco y claro aroma de la tierra en sí misma.

—Vamos dentro—dijo.—Puede que podamos saber si él ha estado aquí esta noche.

La casa estaba tal y como la recordaba: cuatro habitaciones escasamente amuebladas, casi todos los muebles los había hecho con sus propias manos.

Entró en el dormitorio que una vez compartió con Antoinette. No había señales de Alexi.

Se volvió sobre sus talones, dejando la habitación y salió fuera. La bodega de los vinos estaba localizada detrás de la casa. Empujando la puerta de madera, descendió por las escaleras. La bodega apestaba a polvo y aire rancio, a corcho, a uvas y a vino viejo.

Y a Alexi.El vampiro había estado allí. Podía ver el contorno del lugar de descanso

de Kristov en la suciedad. Grigori gruñó por lo bajo. Alexi era un vampiro del viejo mundo, uno que dejaba sus restos en un ataúd.

Pero el ataúd se había ido. Al igual que Kristov.—¿Has encontrado algo?—Preguntó Ramsey cuando Grigori volvió a la

casa.—Ha estado aquí, pero se ha ido. Dudo que vuelva.—Debe de haber sabido que veníamos.Grigori miró a Antoinette, la cual estaba en medio de la sala de estar con

la expresión vacía. Estaba preciosa, con una blusa roja y una desordenada falda blanca. Roja. Siempre había sido su color favorito.

—¿Cómo le vamos a encontrar?Grigori miró a Ramsey. —Él nos encontrará a nosotros.—No creo que me guste cómo suena eso.—No tenías que haber venido.—Sí, tenía que hacerlo. Sólo que me gustaría saber qué es lo que él va a

hacer.—Está jugando al mismo juego que antes.—Al escondite, quieres decir.—Algo así.—¿Qué hacemos ahora?—Esperaremos— replicó Grigori. —Esperaremos a que él venga a nosotros.

90

Page 91: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 17

Marisa parpadeó por la luz. Se sintió desorientada, confusa. Y entonces oyó el sonido de la risa. Una risa baja, teñida de maldad. Era una voz que conocía.

—Te acostumbrarás a eso—dijo Alexi. Se movió hasta entrar en su campo de visión, sus brazos estaban cruzados sobre su pecho, sus malévolos ojos grises la miraban con diversión.

—¿Qué ha ocurrido?—miró a su alrededor. —¿Dónde estamos?—Italia.—¡Italia! Eso es imposible.—Para mí, mi dulce Marisa, nada es imposible.Miró de nuevo a su alrededor. Había una pequeña cómoda de cuatro

cajones, un aparador con una jarra y una palangana, y la estrecha cama que ella ocupaba. Podía decir, por el contorno descolorido del papel de la pared, que había habido un crucifijo encima de la puerta.

Se sentó, abrazándose a sí misma contra el frío de la habitación. —¿Es esta tu casa?—Lo es ahora.Algo en el tono de voz le dijo a ella que había matado a los antiguos

propietarios.Se encogió cuando él se movió hacia ella, se estremeció cuando su mano

acarició su mejilla.—Una criatura tan preciosa—murmuró—pero bueno, Grigori siempre ha

tenido buen gusto con las mujeres. Buen gusto.—Sonrió mientras sus dedos se cerraban sobre el cuello de ella, inclinando su cabeza hacia atrás para exponer el pulso de su cuello.

El terror se apropió de Marisa cuando miró en los ojos de Alexi. —No—dijo con un grito sofocado. —Por favor, no.—Sólo un sorbo—prometió.—¡No! No quiero ser como Antoinette. ¡Por favor!—Antoinette… La amaba, lo sabes— Hizo un vago gesto con su mano libre.

—La amaba mucho más de lo que me creí capaz.—¿Por eso es por lo que mataste a sus hijos y la convertiste en un zombi

sin mente? ¿Porque la amabas?—Le pedí que le dejara, que se viniera conmigo, pero ella no quiso— Su

mirada pareció arder. —Me temo que tengo bastante mal genio—Su mano apretó alrededor del cuello de ella hasta que duramente pudo respirar. —Deberías ser prudente y recordarlo.

Ella intentó hablar, pero no pudo, sólo pudo mirarle mientras él inclinaba su cabeza. Sus ojos estaban cambiando, las pupilas se hicieron más grandes, cambiando de color, hasta que sus ojos eran rojos y candentes. Sus labios se abrieron, y ella vio sus colmillos.

—¡No!—Gritó la palabra cuando sintió su aliento quemándole la piel. ¡Esto no puede estar pasando! Arañó la mano que se cerraba sobre su garganta, quebró sus uñas en sus mejillas, chillando con terror cuando sintió sus colmillos agujereando su carne.

La oscuridad se extendió por su mente, retorciéndose en un baile de maldad y muerte.

Y luego, abruptamente, él la dejó ir. Tambaleándose hacia atrás, él se quedó mirándola.

—¡Te ha marcado como suya!

91

Page 92: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¿Qué? ¿De qué estás hablando?—Él ha tomado tu sangre.Marisa le miró. —No.—¡Sí!—Es imposible. El nunca…— Las palabras murieron en su garganta. Había

imaginado a Grigori inclinándose sobre ella una noche. Pero eso había sido un sueño. ¿No? —Es imposible—dijo ella de nuevo. —Si hubiera tomado mi sangre, ¿No sería como Antoinette?

Alexi sacudió su cabeza. Con las manos apretadas, paseó por la habitación. —No tomó lo suficiente para eso, ni te dio más de una gota de la suya a

cambio. ¡Sólo una gota de la suya!—Gritó las palabras. —Lo suficiente como para que yo pudiera notar su sabor en tu sangre como un veneno.

Alexi giró sobre sí, sus ojos ardiendo de furia. —Podría haberte tomado y dejarle a él a Antoinette— rugió —¡pero ahora

no! ¡No ahora! Llámale, Marisa. Llámale a tu lado.—No sé que quieres decir.—Di su nombre—Le cogió el brazo y lo retorció a la espalda. —¡Llámale! Te

oiráElla sacudió la cabeza, demasiado asustada para hablar, todo su cuerpo se

agitaba por la repulsión al pensar que Grigori le había dado su sangre. ¿Cómo podía haber hecho una cosa así sin su consentimiento?

Gritó de dolor y terror, olvidando cualquier otra cosa, cuando Alexi giró de nuevo su brazo cruelmente.

—Llámale—Los ojos grises del vampiro ardieron en su mente, destruyendo toda su resistencia.

—Grigori.—Más alto.—¡Grigori! ¡Ayúdame!Sollozando, gritó su nombre una y otra vez, hasta que sintió la garganta

áspera, hasta que el temor y la extenuación se la llevaron, hasta la oscuridad.

92

Page 93: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 18

La cabeza de Grigori se elevó bruscamente, sus ojos se estrecharon cuando oyó la voz de Marisa gritando en su mente.

—¿Qué ocurre?—preguntó Ramsey.—Marisa.—¿Qué pasa con ella?—Sé donde está.Ramsey se le quedó mirando, don las manos apretadas. —¿Cómo lo sabes?—Alexi se lo ha dicho a ella y ella me lo ha dicho a mí.Ramsey miró fijamente al vampiro durante un momento, y luego juró por

lo bajo. —Has bebido de ella.Grigori encontró la mirada del otro hombre y luego asintió. —No lo suficiente como para herirla.—No puedo creer que hicieras algo tan despreciable. No puedo creer que

ella te dejara. ¿O primero jugaste con su mente?—Hice lo que tenía que hacer.—Sí, ya.—La marqué como mía—replicó Grigori fríamente. —Y por una muy buena

razón.Ramsey frunció el ceño, confuso. —Pero ella no es como Antoinette.—No. Yo no quería robar su mente, su ser.—Pero Alexi puede hacerlo, ¿no?Grigori asintió. El viejo vampiro podía hacer de ella un ravenant, o forzarla

a aceptar el Don Oscuro. Cualquier cosa que anulara el poder de Grigori. Ramsey se le quedó mirando, su ira perdía intensidad. —¿Dónde está?—Alexi la ha llevado a un pequeño viñedo a unas tres millas de aquí. Solía

pertenecer a mi tío Pietro.—¡Tres millas! Eso es más que un paseo.Grigori arqueó una ceja. —Nosotros no vamos a andar.—¿A qué estamos esperando? Vamos.—Todo a su tiempo—Grigori miró a Antoinette. Estaba sentada en el sofá,

sus manos plegadas en su regazo. Una marioneta esperando que alguien tirara de los hilos. Era duro verla así, ella que siempre había tenido fe en sí misma, que había sido vibrante y llena de vida. Pensó en las fogosas discusiones que habían tenido, la manera en que los ojos de ella flameaban cuando él provocaba su temperamento, el placer de reconciliarse después.

Cruzando el suelo, se arrodilló ante ella. Elevando una mano, acarició su mejilla, dejando que sus dedos se introdujeran en su pelo.

—Antoinette, cierra los ojos.Ella le miró, confiada como un cachorro, y luego bajó sus párpados

lentamente.—¿Qué vas a hacer?—preguntó Edward.—Liberarla.—¿Qué? Espera un momento, no querrás decir que…

93

Page 94: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Voy a traerla de vuelta— Grigori miró a Edward por encima de la cabeza de Antoinette. —¿Has visto alguna vez a alguien convertirse en vampiro, Ramsey?

Edward sacudió la cabeza.—¿Quieres quedarte?Edward dudó un momento, luego asintió.Grigori tomó aire y luego se sentó en el sofá al lado de Antoinette.

Envolviéndola en sus brazos, la dobló hacia atrás y la besó.Ramsey permaneció donde estaba, incapaz de moverse, mientras miraba

cómo el vampiro inclinó la cabeza de Antoinette hacia un lado, gentilmente apartó el cabello de su garganta. Sintió una energía en el aire, un creciente poder sobrenatural, cuando Grigori se inclinó sobre el cuello de su mujer. Los escalofríos corrieron por la espina dorsal de Ramsey al imaginar los colmillos del vampiro agujereando la piel de un lado de la garganta de Antoinette, y luego, con repulsión, imaginó los colmillos de Grigori en su propio cuello, bebiendo su sangre vital.

Edward se limpió el sudor de las cejas. No había ningún ruido en la habitación salvo el sonido estridente de su propia respiración.

Miró fijamente al vampiro y a la mujer, su mano agarró fuertemente la cruz, la estaca que llevaba en la cintura de los pantalones empujaba, pareciendo cada vez más pesada. Ese era el momento perfecto para destruir a Chiavari y a la mujer… para liberar el alma de la mujer de la malvada influencia de Chiavari y mandar al vampiro al infierno al que pertenecía. Pero Edward no podía moverse, duramente podía respirar.

Chiavari pareció amenazar a la mujer como una gran ave negra de rapiña, aunque no había cambiado de forma. Antoinette se había quedado sin fuerzas en los brazos del vampiro. La cara de ella se volvió hacia Edward. Estaba mortalmente pálida, no podía decir siquiera si respiraba.

Un profundo suspiro se elevó desde la garganta de Grigori. Se volvió de espaldas, pero Edward pudo vislumbrar unos ojos de fuego rojo y unos largos colmillos con sangre.

Se dio cuenta de que estaba aguantando la respiración, que sus manos dolían por la fuerza con la que agarraba la cruz. Sintió cómo la bilis llegaba a su garganta cuando el vampiro se mordió su propia muñeca, y luego presionó la herida contra la boca de Antoinette.

—Bebe, Antoinette—Grigori ordenó suavemente. —Debes beber.Un escalofrío de repugnancia se deslizó por la espina dorsal de Edward al

ver cómo la mujer bebía la sangre del vampiro. Miró con mórbida fascinación cómo el color retornaba a sus mejillas. Cómo sus manos aferraban los brazos del vampiro, apretando su muñeca contra sus labios.

—¡Está hecho!—Grigori apartó la mano de Antoinette y se levantó. Pasó su lengua por la herida de su muñeca, lamiendo la sangre, la de ella y la suya, de sus labios.

Edward Ramsey juró por lo bajo cuando Antoinette se levantó, sus mejillas rosadas con vida, sus ojos llenos de conciencia e inteligencia. Y confusión.

Miró a Grigori con incertidumbre, y luego sonrió. —Mi amore—murmuró —Te echaba de menos.Grigori asintió. —Yo también te echaba de menos—Él permaneció allí, esperando a que su

memoria volviera, y lo haría, toda, todo lo que había pasado. Se preguntó si ella le odiaría por lo que había tenido que hacer.

—Me siento muy extraña—murmuró.

94

Page 95: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Él supo el momento en el que la memoria volvió. Vio el horror en sus ojos, oyó el ronco gemido que se formó en su garganta.

—Antonio—susurró. –Martina—Salió corriendo de la habitación.Grigori la siguió hasta el dormitorio. Ella estaba en la puerta de la

habitación que sus hijos habían compartido, con las lágrimas derramándose por sus mejillas.

—Él los mató—dijo. —Y yo le mataré a él.Él vio sus manos apretadas, oyó el acero en su voz.Lentamente ella se volvió hacia él. —¿Qué es lo que me has hecho, Grigori?—Te he convertido en lo que soy—replicó. —En lo que es él.—¿En qué?—Lo sabes—le contestó.Ella le miró y él vio cómo el conocimiento crecía dentro de ella. ¿Aceptaría

ella el Don Oscuro? ¿O le conduciría a la locura?Ella levantó una mano y la estudió cuidadosamente. Y luego, muy

despacio, sus dedos se cerraron en un puño. —Le arrancaré el corazón.—Y yo te ayudaré.Ella le sonrió. —Gracias, Grigori, por liberarme.—¿No me odias entonces, cara?—Nunca podría odiarte. Pero dime, ¿cómo te convertiste en vampiro?Él le relató la historia rápidamente, y le contó todo lo que había pasado

desde que Alexi había escapado de la feria. —Y ahora él ha traído a Marisa hasta aquí—dijo, concluyendo, —y he de

encontrarla.La comprensión vaciló en los ojos de Antoinette. —La amas.El no había querido admitirlo, ni siquiera ante sí mismo, pero no podía

mentirle a Antoinette. —Si.Ella lo aceptó con un movimiento de la cabeza. —¿Qué quieres que haga?—No estoy seguro.—Estamos tres en esto—dijo Antoinette con determinación. —No escapará

de nosotros.—No subestimes su poder—advirtió Grigori. —Mi fuerza no es igual a la

suya, y la tuya es menos que la mía.—No le tengo miedo—replicó Antoinette sacudiendo la cabeza. —No

descansaré hasta haber vengado la muerte de mis hijos.—Ni yo.—Te pediré una cosa, Grigori, y debes prometerme que la cumplirás.Se quedó completamente quieto esperando que ella siguiera. Sabía lo que

le iba a pedir. Sabía que no podría hacerlo.—Cuando él esté muerto, cuando nuestros hijos hayan sido vengados, me

destruirás.Era lo que él había estado esperando. —Cara, no me pidas eso.—Por favor, Grigori, no quiero vivir entre tinieblas. No puedo vivir de las

vidas de otros. Prométemelo.Dudó un momento antes de decir —Lo prometo.

95

Page 96: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Un largo instante pasó entre ellos, y luego ella le sonrió.—Está en el viñedo del viejo Pietro y Marisa está con él—dijo Grigori. –

Vamos.—¿Estás loco?—exclamó Ramsey. —Es una trampa.—¿Crees que no lo sé?—Preguntó Grigori con voz aguda. —Pero no podría

dejarla allí. No sabes lo que él le hará si no voy.—¡Lo hará de cualquier forma!—Quizás, pero ya te lo dije antes, nunca le cogeremos hasta que él nos

deje. Esta podría ser nuestra única oportunidad.—Necesitamos un plan—dijo Ramsey, con mayor agitación. Agarró la cruz,

moviéndola entre sus palmas.—Mi plan es matarlo—dijo Grigori.—Estamos perdiendo el tiempo—dijo Antoinette.—Tienes razón, como siempre, cara—replicó Grigori con una mueca. —

Vamos.

Marisa despertó en la oscuridad. Cuando intentó moverse, descubrió que sus manos estaban atadas a su espalda. Luchando con el miedo que amenazaba con ahogarla, se sentó y miró a su alrededor. Sus ojos sólo se encontraron con oscuridad. Forcejeó contra las cuerdas que aprisionaban sus muñecas, pero nada cambió.

¿Dónde estaba Alexi?¿Dónde estaba Grigori?¿Dónde estaba ella?Tenía el vago recuerdo de andar en una casa pequeña, de yacer en una

cama mientras Alexi merodeaba por las habitaciones. ¿Era esta la misma casa?Con esfuerzo, se puso de pie y luego, apoyando un hombro contra la pared

comenzó a andar despacio, buscando una puerta. Gimió cuando su rodilla golpeó algo. Dándose la vuelta, tocó el obstáculo con sus manos. Era una escalera. Moviéndose con cuidado comenzó a subirla, gruñendo cuando se dio un golpe en la cabeza. Estaba en un sótano. Podía ver un atisbo de cielo azul oscuro a través de una grieta en la puerta doble que había sobre su cabeza.

—¿Hola? ¿Hay alguien ahí?—Oyó el pánico en su voz. —¡Hola! ¡Socorro! ¡Que alguien me ayude!

—Alguien viene, Marisa.La baja voz le sobresaltó. Giró, sus pies resbalaron con los escalones. Con

un chillido, calló por la escalera hasta aterrizar en el suelo de barro. El sonido de una risa suave llenó sus oídos.

—Grigori vendrá por ti—dijo Alexi. —Y entonces terminaremos el juego. Le quitaré la vida, y la del cazador de vampiros, también, y entonces te haré mía.

—¡No!—Oh, sí, Marisa. No lo dudes —Levantó su cabeza hacia un lado y sonrió.

—¡Escucha! ¡Ellos vienen!Grigori permaneció en la entrada de la bodega, sus sentidos sondeando la

oscuridad. Marisa estaba allí, al igual que Alexi. Miró a Antoinette, que permanecía serenamente a su lado, luego a Ramsey. La tensión llegaba desde Ramsey en ondas, pero mantenía controlado su miedo. La luz de la luna hizo brillar la cruz que rodeaba su cuello. Llevaba una estaca de árbol espinoso en una mano, un martillo en la otra. Una botella de agua bendita estaba metida en el bolsillo de su abrigo.

Grigori soltó aire.

96

Page 97: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

No había nada que decir. Tenían que rescatar a Marisa y matar a Alexi, o ellos podían morir.

Besó a Antoinette, y luego se volvió, agarró las puertas de la bodega y las arrancó de sus bisagras.

Marisa estaba tendida en el suelo, al pie de las escaleras. Había sangre en su mejilla, en su brazo, en su pierna. El aroma inflamó sus sentidos.

—¡Alexi!—Estoy aquí, Chiavari.—Muéstrate.—Ven, búscame.—Cobarde.—Ven, ven, Chiavari, sígueme el juego.Con un rugido, Grigori se arrojó escaleras abajo. Agarró a Marisa entre sus

brazos y la llevó fuera de la bodega hasta dejarla en los brazos de Ramsey. —¡Llévatela de aquí! ¡Ahora!No esperó una respuesta, se volvió a la bodega, su mirada examinando la

oscuridad, las ventanas de su nariz brillaban, sus colmillos descubiertos.—Estoy aquí— dijo Alexi, y antes de que Grigori pudiera localizar su voz,

Alexi estaba sobre él.Grigori cayó hacia atrás por el ataque violento del otro vampiro. Alexi

había comido recientemente y el aroma de la sangre provocaba los sentidos de Grigori. Alexi arañó su cara y sus mejillas, sus uñas y sus dientes rasgaron la piel hasta llegar a la carne y al músculo. La ira creció en Grigori. Sus colmillos se alargaron, sus manos se convirtieron en garras, acuchillando con ellas el aire. El sonido de la risa burlona de Alexi sonó en sus oídos. El aroma de la sangre llenaba su nariz.

Sintió los salvajes dientes del vampiro en su cuello, rasgando su garganta. Pensar que el vampiro bebiera de su sangre le llenó de furia, arrojó a Alexi de su lado, oyendo con satisfacción el ruido sordo que hizo el vampiro al golpear la pared. Casi de inmediato, Alexi volvió, sus ojos llameaban rojo sangre en la oscuridad, y sus labios estaban manchados de carmesí.

Sangre. En todas partes. La de Marisa. La suya propia. La de Alexi. El aire estaba espeso por el cálido y dulce aroma de la sangre. El hambre creció dentro de Grigori como una brillante llama carmesí, cegándole de todo excepto de la tremenda necesidad que hacía sombra a cualquier otra cosa. Sintió las uñas de Alexi rasgando su garganta de nuevo, abriéndose paso entre su carne, rompiendo su yugular, y él cayó hacia atrás, su fuerza perdiéndose en un torrente rojo oscuro.

Un agudo chillido llenó el aire cuando Antoinette arremetió contra Alexi. Grigori se sentó a tiempo de ver cómo ella introducía una gruesa estaca de madera en la espalda de Alexi. Con un rugido de dolor y rabia, Alexi se dio la vuelta hasta quedar frente a ella.

Con un feroz rugido Antoinette se lanzó contra Alexi. Toda traza de humanidad había desaparecido de sus ojos y se arrojó contra la criatura que había matado a sus hijos. Sus brazos y piernas se curvaron sobre él, agarrándole con la tenacidad del hierro.

Alexi se tambaleó hacia atrás, sus ojos ardiendo de dolor, la estaca de madera sobresaliendo de su espalda. Intentó deshacerse de ella, pero de alguna manera ella se mantuvo agarrada a él. Sus colmillos mordieron profundamente su cuello. Sus uñas arañaban sus mejillas, sus ojos…

Grigori miró, impotente, cómo luchaban Alexi y Antoinette. Aun cuando Alexi había perdido sangre, aun cuando ella había introducido una estaca en su cuerpo, su fuerza, la fuerza de un nuevo vampiro, no era nada comparada con la

97

Page 98: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

de Kristov. Un hondo gruñido creció en el pecho de Alexi y clavó sus dientes en la yugular de ella.

—¡No!—Gateando con la poca fuerza que le quedaba, Grigori consiguió levantarse y agarró los brazos de Alexi, pero el vampiro se desprendió de él. Grigori se tambaleó hacia atrás, su cabeza colisionó con el filo de la escalera. Sintió la piel rasgándose y un hilo de sangre caliente bajando por su cuello.

—Esto no ha terminado, Chiavari—declaró Alexi, y cogiendo el cuerpo desvanecido de Antoinette con un brazo se desvaneció en la noche.

Grigori intentó levantarse, pero no tenía la fuerza suficiente. La sangre empapaba sus ropas, el suelo. Miró hacia el cielo, evaluando el tiempo, y supo que tenía que encontrar un lugar para esconderse antes de que el sol le encontrara a él.

Apoyándose en sus manos y sus rodillas se arrastró hacia las escaleras a través del húmedo suelo, buscando un refugio.

98

Page 99: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 19

—Edward, tenemos que volver.—Ahora no—dijo firmemente. —No hasta que amanezca. Arriba.Marisa vaciló mientras Edward lavaba la sangre seca de los numerosos

rasguños de sus brazos, sus piernas y su cara.Se refugiaron en una pequeña capilla al lado del camino con la que

tropezaron en su fuga. Edward mojó de nuevo su pañuelo en la pila de agua bendita. Ella había protestado al principio, pero él había desechado sus objeciones insistiendo en que eso podía protegerla de las infecciones y de los vampiros.

Edward se sentó sobre sus talones. —¿Alexi… bebió de ti o hizo que bebieras de él?

—No—Se frotó las muñecas, que aún estaban doloridas por las ataduras. Se miró el vestido, que estaba rajado y manchado por la sangre. —Necesito un cambio de ropa.

—No sé dónde podremos encontrar algo. ¡Diablos! Ni siquiera sé dónde estamos.

—Edward, cuida tu lenguaje.—¿Qué? Oh, lo siento—Miró a su alrededor. La capilla era pequeña.

Construida con madera oscura y piedra, se encontraba en el centro de un claro de árboles. Una estatua de una triste Virgen al lado de un altar chapuceramente esculpido. Una sencilla vidriera de colores en la pared este. Un gran crucifijo de madera colgaba encima de la ventana. Hizo que se sintiera a salvo, protegido.

—No podemos permanecer aquí—dijo Marisa.—Oh, sí, podemos—dijo Edward. Se sentó apoyando la espalda en el altar.

—He cazado vampiros la mayor parte de mi vida—meditó. —Nunca había conocido a uno tan fuerte como Alexi. Me pregunto cuantos años tendrá.

—No pensarás que ha matado a Grigori, ¿verdad?—No lo sé. Espero que no. No quiero pasar el resto de mi vida en la Italia

del siglo dieciocho.—Oh, Señor— Ella había olvidado por un momento que estaban en el

pasado.—Si— Miró hacia la vidriera y sonrió cuando vio que los colores brillaban y

volvían a la vida cuando el sol se elevó tras el cristal. Motas de polvo danzaban entre los reflejos rojos, oro y verde de la luz. —Vamos.

Marisa se quitó los tacones, luego se desprendió de sus arruinadas medias, contenta de no haber llevado panties. Edward cogió sus zapatos y los guardó en los bolsillos de su chaqueta.

Fuera, la mañana era brillante y clara, y el aire fresco era limpio. Una débil brisa acariciaba las hojas de los árboles.

La turbación de Marisa se incrementaba a cada paso que daban. ¿Cómo podían encontrar el camino de vuelta al viñedo?

El sol estaba alto en el cielo cuando llegaron a la bodega.—Quédate aquí—dijo Edward.Marisa asintió. No tenía ningún deseo de ver qué había en la bodega, si es

que había algo...Agarrando su cruz con ambas manos, Edward descendió los estrechos

escalones de madera. El aroma de la sangre llenó su nariz. Pudo ver parches oscuros salpicando las paredes y sobre el suelo de tierra. Con una sola mirada se dio cuenta de que la estancia estaba vacía.

99

Page 100: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¿Edward?Subió las escaleras, llegando los dos al mismo tiempo. El día parecía

increíblemente brillante y hermoso, tomó aire profundamente, contento de estar vivo.

—No hay nadie allí abajo.Ella le miró, temerosa de preguntar lo que eso podría significar. —¿Qué hacemos ahora?Ramsey estudió la posición del sol, luego movió el pulgar sobre su hombro. —La casa de Grigori está en esa dirección. Debe de haber un pueblo cerca.—¿A qué distancia está?—preguntó Marisa—¿Su casa? No estoy seguro. Creo que Chiavari dijo que había como tres

millas a la casa de Pietro—Edward hizo una mueca mientras contemplaba el camino—debería pasar más tiempo elaborando un plan.

—Vamos, tres millas son un trozo de pastel—El pensar en la comida hizo que su estómago gruñera. —Desearía tener un trozo de pastel—murmuró, aunque parecía equivocado sentir hambre en un momento como ese.

—Si, a mí también—Ramsey sacudió la cabeza. – Ha sido una noche muy difícil.

El pueblo estaba a media milla de lo de Pietro. Era temprano y había solo una poca gente por los alrededores. La gente con la que se encontraban les miraba con descarada curiosidad. Marisa no podía culparles. Solo sus ropas hacían que la gente les mirase fijamente. Su vestido era demasiado corto para la moda del momento; aún peor, estaba rasgado y manchado de sangre. Su pelo estaba revuelto, su cara magullada. Ramsey parecía más presentable. Sus pantalones grises estaban sucios, pero su camisa y su abrigo estaban notablemente limpios, considerando todo por lo que habían pasado

Se le ocurrió de pronto que cualquier moneda que tuvieran no sería aceptada o reconocida.

Pasaron por una pequeña panadería y su estómago gruñó de manera audible ante el aroma del café y del pan recién hechos que se elevaba por el aire.

—Jesús, mataría por una taza de café—murmuró Ramsey—Quizás podríamos ofrecerles algo a cambio del desayuno— sugirió

Marisa.—¿Sí? ¿El qué?—No lo sé. ¿Mis pendientes quizás?—Merece la pena intentarlo.—Espero que hablen inglés.—Yo hablo un poco de Italiano— dijo Edward. —Lo aprendí sobre la

marcha, en mis viajes.Marisa se recogió el pelo con los dedos y lo puso detrás de sus orejas. —¿Qué tal estoy?Ramsey sonrió abiertamente. —¿Quieres la verdad o una respuesta diplomática?—Así de mal, ¿no?—Bien… aquí, ponte mi abrigo. Tapará un poco la sangre de tu vestido.Marisa se deslizó dentro del abrigo, y luego fueron a la panadería.Les llevó un tiempo, pero al final Ramsey consiguió explicarle al propietario

que ellos querían cambiar los pendientes de Marisa por algo de comer.El hombre llamó a su mujer, la cual examinó las joyas y luego asintió.Marisa y Ramsey se sentaron en una de las mesas. Marisa miró a su

alrededor. Era un lugar pequeño, una mezcla entre panadería y cafetería. No había más clientes.

100

Page 101: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Un poco más tarde, la mujer del propietario salió de la cocina llevando dos tazas de café y un plato de pasteles. Marisa notó que la mujer llevaba puestos sus nuevos pendientes.

—¿Qué vamos a hacer cuando salgamos de aquí?—preguntó Marisa.—Volveremos a la casa de Chiavari y les esperaremos, supongo—

respondió Ramsey. —¿Tienes alguna idea mejor?—Realmente no—Tomó un sorbo de café. Estaba caliente y fuerte. No

podía recordar cuando había tomado un café mejor.—Vi como la traía de vuelta—dijo Ramsey.—¿Qué?—Antoinette, vi a Chiavari traerla del otro lado.—¿Me estás diciendo que viste como él la convertía en vampiro?Ramsey asintió. —Fue…—Sacudió la cabeza. —No se cómo explicarlo. Fue horrible

aunque…—recorrió la cruz con sus dedos. —De alguna manera… no sé… fue místico.

—¿Cómo lo hizo? ¿Es como en los libros?—Sí, se parece bastante. Él bebió su sangre hasta que ella estuvo a las

puertas de la muerte, y entonces se rasgó su propia muñeca con los dientes y ella bebió su sangre.

Ramsey miró a Marisa con expresión agitada. —Me sentí como si estuviera viendo a alguien volver a nacer, pero eso no

es cierto, ¿verdad? Ella ahora está maldita.—¿Lo está?—¡Sabes que sí! Los dos lo están. Es una vida en contra de la naturaleza.

Una vida en contra de Dios.—Siempre me pregunté por qué beber sangre te convierte en vampiro. No

va a tus venas cuando la bebes, va a tu estómago. Pensaba que sólo, ya sabes, que saldría de nuevo.

—A menudo me lo he preguntado—admitió Ramsey. —Lo único que se me ocurre es que una vez que el vampiro bebe, la sangre no se digiere, como la comida. De esa manera es absorbida por todo el cuerpo.

—Es muy extraño, difícil de creer. ¿Cuántos vampiros has matado, Edward?

—Trece.—¿Cómo puedes hacerlo?—Porque hay que hacerlo, y no hay nadie más que lo haga. No hay nadie

más que sepa, o nadie más que crea.—¿Qué le ocurrió a tu amiga, a Catherine?—Se enamoró de un músico de rock. Era un vampiro, nuevo. No me di

cuenta de que él era un iniciado. Los jóvenes pueden pasar algunas veces por humanos. Vestía de una manera extraña y ella solo le veía por las noches, pero eso no parecía raro en un muchacho de una banda de rock. Con el tiempo me di cuenta de lo que era, pero era demasiado tarde.

—Y le mataste.—Le clavé una estaca en el corazón y le corté la cabeza—Los ojos de

Ramsey brillaron con fervor. —No seducirá a ninguna otra jovencita hasta la muerte.

Marisa tragó con dificultad. El entusiasmo de Edward le hizo sentirse repentinamente enferma, revolviéndole el estómago.

—¿Estás preparado para irte?—Sí—Respiró hondo. —Lo siento, Marisa. No era mi intención incomodarte.

101

Page 102: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Está bien—Tomó la mano que él le ofrecía y juntos salieron de la cafetería.

Por una vez, caminaron en silencio. El toque del sol en su espalda y la belleza del campo la tranquilizaron. Por un momento imaginó que todo estaba bien, que se encontraba en la Toscana de vacaciones, que sabía cómo volver a su hogar.

Profundizó en su memoria, intentando recordar lo que sabía sobre Italia. Nombres famosos le vinieron a la mente de inmediato: Dante y los Medici, el David de Miguel Ángel, El palacio de los Pitti con los jardines de Boboli, los canales de Venecia, las ciudades de Roma, Nápoles y Florencia, Firence, que era conocida como la ciudad de las flores. Estaba el puente Vecchio y la torre inclinada de Pisa. Italia era la cuna de muchos lugares históricos y de obras de arte y ella siempre había querido verla.

Pero no de esa manera.Al volver una curva del camino la casa de Grigori se elevó ante ellos.

Parecía una pintura con la temprana luz. Situada entre campos en barbecho, un estrecho riachuelo corriendo por detrás y un cielo lleno de esponjosas nubes, le recordaba algo salido de una película de Disney. Casi esperaba ver a Blanca Nieves en la puerta besando a Dopey4 en la cabeza y despidiendo a los siete enanitos al ir a trabajar.

Estaba bastante oscuro dentro. ¿Dónde estaba Grigori? ¿Alexi le había matado? ¿No sentiría ella si él hubiera muerto?

Entró en la cocina y buscó a su alrededor hasta que encontró una toalla y jabón.

Sentada en la mesa de madera, comenzó a limpiar la sangre de su vestido.—¿Has mirado en el dormitorio? Deberías poder encontrar algo que

ponerte allí.—Oh, buena idea. Levantándose, Marisa fue al dormitorio. Encontró tres

vestidos colgados en unos ganchos detrás de la puerta. Escogió uno, de algodón color lavanda, con mangas largas y cuello redondo.

Quitándose su jersey azul, se puso el vestido de Antoinette por la cabeza. Era un poco largo y un poco ajustado en el pecho, pero aparte de eso, era bonito y le quedaba bien. Y estaba limpio.

Se cambió rápidamente, pensando que se sentiría mejor una vez que se hubiera quitado su arruinada ropa. No ocurrió. Llevando la ropa de Antoinette se sentía nerviosa. E incómoda.

—Y por una buena razón—murmuró Marisa. —Estás en su casa. Te estás enamorando de su marido…—Apartó el pensamiento. Ella no podía enamorarse de Grigori. Cuando todo terminara, ella no le volvería a ver.

Volviendo a la sala se encontró con Ramsey sentado en el banco con la cabeza entre las manos. La miró cuando ella entró en la habitación.

—Creo que voy a intentar echarme una siesta—dijo MarisaRamsey asintió. —Buena idea. Puede que yo también lo haga.—Bien—Jugó con un pliegue de la falda. —¿Crees que está bien?—No lo sé, pero si no es así, lo mejor que podemos hacer es empezar a

aprender una nueva lengua…

Le tomó más tiempo de lo normal arrastrarse desde las tinieblas. Extendió sus sentidos por la noche, probando el aire, buscando la presencia de mortales.

4 Uno de los siete enanitos. N.T.

102

Page 103: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Cuando estuvo seguro de que se encontraba solo, emergió de la tierra, hurgando hasta que su cabeza y sus hombros estuvieron fuera. Incluso con tan poco esfuerzo se quedó agotado. Nunca antes había perdido tanta sangre. O se había sentido tan débil, tan vulnerable.

Cerró los ojos, profundizó en su interior, reuniendo la fuerza que le quedaba. Con un esfuerzo sacó los pies, y entonces se puso a caminar. Los pensamientos aparecían en su mente como los cambiantes colores de un calidoscopio.

Necesitaba sustento… ¿Dónde estaba Alexi?... ¿Antoinette estaba muerta?... ¿Dónde estaba Marisa?

La necesidad de su oscuro alimento se propagaba a través de él, clavándose en su esencia, hasta que todo su cuerpo clamaba por alimentarse.

Aún estando tan débil, se movía a mayor velocidad que un mero mortal. Un poco después, permaneció fuera de la casa que una vez había compartido con Antoinette. Ramsey y Marisa estaban dentro. Podía sentir su olor, oír el sonido de sus corazones. El hambre luchaba por tomar el control, urgiéndole a entrar en la casa y tomar lo que necesitaba, beber y beber hasta que el profundo y vacío pozo de su necesidad estuviera lleno.

Permaneció escondido en la oscuridad, una parte de la noche, la muerte encubierta por la apariencia de un hombre. Permaneció allí, con las manos apretadas, las uñas clavándose en las palmas, hasta que recuperó el control, y entonces abrió la puerta.

Ramsey le vio el primero. Agarrando la cruz, Ramsey se levantó. Como un sacerdote guerrero, se colocó delante de Marisa. Sosteniendo el crucifijo en una mano, levantó la otra, la que tenía una cruz tatuada en la palma.

—¿Edward, qué estás haciendo?—Protegerte—respondió Ramsey cortante. —¡Mírale Marisa! Mírale y ve lo

que realmente es.Marisa se inclinó un poco a la derecha, tratando de ver. Grigori permaneció

de pie en el dintel, una visión de una pesadilla. Pedazos de suciedad colgaban de su cabello y de sus ropas; su piel estaba tan pálida como la de un muerto; sus ojos oscuros quemaban como los fuegos de un inolvidable infierno. Su mejilla izquierda aún estaba ennegrecida donde el crucifijo de Antoinette le había quemado.

—Permanece fuera de aquí, Chiavari—dijo Ramsey.—No puedo. Necesito vuestra ayuda.—No es ayuda lo que tú necesitas. Es sangre. Ve a buscarla a cualquier

otro lugar. Nosotros no tenemos nada para ti.—Edward…—Marisa se adelantó.—¡Quédate detrás!—No quiero dañarla—dijo Grigori cansadamente. —Ni a ti.—Sí, ya—Edward dio un paso hacia atrás, manteniéndose entre Marisa y el

vampiro. —Fuera de aquí.—Veo que olvidas algo, Ramsey, ésta es mi casa—replicó Grigori, una

tenue nota de diversión se evidenciaba en su tono.—Edward, necesita nuestra ayuda.—¡Maldita sea, Marisa, mírale!—Sí, Marisa—dijo Grigori—Mírame—Su voz era baja y profunda, como

había sido la noche en que le conoció. La voz de un ángel, como había pensado entonces. —Ven a mí.

Ella se encontró con su mirada, sintió su voz envolviéndose en ella como una fina y sedosa tela, se sintió inexplicablemente atraída por él.

Grigori levantó una mano.

103

Page 104: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Ven a mí, cara.—¡No!—Edward agarró a Marisa por el brazo, pero ella se revolvió hasta

quedar fuera de su alcance y fue como una flecha hacia Grigori, quien rápidamente la envolvió entre sus brazos.

—¡Déjala, demonios!—Ramsey, cálmate. No voy a hacerle daño.Edward retrocedió hasta que sus piernas dieron con el banco. Luego, sin

mirar hacia atrás, buscó una de las estacas de madera que había hecho antes.—No necesitas eso—dijo Grigori.—Un infierno.—Ramsey, escúchame. No tomaré su sangre a menos que ella quiera.Edward resopló. —¡Mírala! Ella está bajo tu hechizo.—La liberaré—Si ella rehúsa, me iré a cualquier otro lugar.La mano de Edward se apretó sobre la estaca. —No te creo.Grigori cogió la barbilla de Marisa con su mano. —¿Marisa?Ella le miró y él rompió el vínculo que había entre ellos.—Marisa, necesito tu ayuda.—¿Qué?—Confusa, miró por encima de su hombro a Edward. No recordaba

haberse movido. ¿Cómo había llegado hasta allí?—¿Marisa?—¿Qué ha pasado?—preguntó frunciendo el ceño. —¿Cómo he llegado

hasta aquí?—Te he convocado.Sacudió la cabeza, desconcertada. —No lo recuerdo.—Él puede controlarte ahora—explicó Edward.—Hacer que hagas cosas

que no quieres hacer.Ella miró a Grigori. —¿Es eso verdad?Grigori asintió.—Porque tomaste mi sangre. Lo hiciste, ¿no? Alexi lo dijo.—Lo siento, pero era necesario.—¿Por qué?—Te lo explicaré todo más tarde. En este momento, necesito tu sangre.Ella sabía que él estaba pidiéndoselo. Se preguntó por qué se lo pedía. Un

momento antes ella había estado en su poder. ¿Por qué no había tomado lo que quería? Se preguntó amargamente. Era lo que había hecho antes.

Grigori sonrió débilmente. —La sangre dada libremente es más dulce y más poderosa.—¿Y quieres la mía?—Se le revolvió el estómago. Miró fijamente su boca,

imaginando sus colmillos hundiéndose en su garganta.—Créeme, Marisa, no te haré daño.—No lo hagas—dijo Ramsey.Marisa miró a Grigori, intentando ver el monstruo que Edward veía. A pesar

de la pálida piel y de los oscuros ojos que ardían con un hambre que ella nunca podría entender, lo que veía era un hombre atormentado, un hombre que podía tomar lo que quisiera sin pedirlo, un hombre que podía haberla matado mucho tiempo atrás. Un hombre que nunca le había hecho ningún daño.

—¿Marisa?

104

Page 105: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Oyó la necesidad de su voz, recordó los besos que habían compartido, la noche en la que ella le había sostenido entre sus brazos. Despacio asintió.

—Marisa, ¿estás segura que quieres hacerlo?—La voz de Edward estaba llena de incredulidad.

—Todo está bien, Edward. Sé lo que estoy haciendo.Grigori tomó su mano y la condujo al banco de madera. Ella se sentó y él

se sentó a su lado.Edward permaneció cerca, con la estaca apretada en su puño.—Relájate, Marisa—dijo Grigori, con calma. —No voy a hacerte daño—Miró

sobre su hombro a Ramsey. —Si quieres matarme será mejor que lo hagas ahora, mientras tienes oportunidad.

—No me tientes, Chiavari.Grigori rió por lo bajo, luego se volvió hacia Marisa. Cogió un mechón de su

pelo y se lo apartó del cuello, besó el pulso que latía allí. Sintió como el hambre le subía, llenándole, una oscuridad que trataba de engullirlo, tomó aire calmándose. Podía sentir a Marisa temblando entre sus brazos, sentir a Ramsey merodeando detrás de él.

Sus músculos se tensaron mientras esperaba que el cazador de vampiros introdujera una estaca en su espalda hasta el corazón, de ese modo finalizaría su existencia de una vez por todas. Un largo momento que pareció una eternidad. En ese tiempo, Grigori se preguntó cómo sería la muerte. ¿Ardería su alma toda la eternidad? ¿Había alguna oportunidad de ser perdonado en el otro lado?

Miró sobre su hombro a Ramsey, y luego, con un suspiro, atrajo a Marisa a sus brazos.

No había dolor. Sabía que él le había mordido, podía sentir la sangre saliendo de su cuerpo, pero no sentía dolor, solo una extraña sensación de placer ingrávido. Cerró los ojos, y su mente se llenó de inconexos pensamientos e imágenes… vio a Grigori cuando era un muchacho joven, le vio reuniendo el rebaño de ovejas, practicando lucha con su padre, nadando desnudo en una pequeña piscina, besando a su madre por las noches. Vio cómo crecía, le vio sentado en un campo iluminado por la luna con Antoinette, sintió la excitación de un amor joven, el despertar de la pasión cuando besó a la mujer que se convertiría en su esposa. Experimentó su dolor, su rabia, cuando encontró los cuerpos de sus hijos. Vio al vampiro que le había convertido en lo que era, vio y entendió por qué había pedido el Don Oscuro. Comprenderlo, descubrió, era diferente a simplemente saberlo.

—¿Marisa?Ella le miró. Había sabido que Grigori era un vampiro, había visto la

prueba, lo había oído de sus propios labios, pero solo en ese momento realmente comprendió lo que él era.

—¿Estás bien?Ella asintió.Él acarició su mejilla, sus dedos recorrieron la marca que su mordisco

había dejado en su cuello. Él no había tomado más que unos pocos sorbos, aunque la pureza de su sangre, la generosidad de su espíritu, había quitado el afilado filo al hambre que ardía a través de él, llenándole con una sensación de calor, una sensación de luz que nunca antes había conocido. Jamás en sus doscientos años, había probado algo tan dulce, tan satisfactorio, aunque lo poco que había tomado no era suficiente para calmar su sed. Él quería agarrarla entre sus brazos y beber y beber, hasta tenerla en su interior.

—Gracias.

105

Page 106: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Marisa asintió de nuevo, y luego miró a Edward. Estaba como antes, con la estaca fuertemente agarrada en su puño. Había pena por ella en sus ojos, repulsión y odio, por lo que Grigori era y por lo que le había hecho a ella.

—Está bien, Edward—dijo, sorprendiéndose de lo difícil que le resultaba formar las palabras, de la debilidad que sonaba en su voz. —Estoy bien.

—Ramsey, tráele algo para beber.—No soy tu esclavo—murmuró Edward, pero fue a hacer lo que él le había

dicho.—¿Qué le pasó a Alexi?—preguntó Marisa. —¿Dónde está Antoinette?—Aquí tienes—dijo Edward. Empujó un vaso de vino tinto a Marisa. —Bebe

esto.Bebió el vino despacio, sintiendo como su calor se extendía por su interior.—De acuerdo, Chiavari, escúpelo. ¿Qué es lo que no nos estás diciendo?—Él tiene a Antoinette.—¿Cómo lo sabes?—Lo sé—dijo Grigori.—¿Qué le está haciendo?—Ha puesto una estaca en su corazón. Su cuerpo yace en una cripta

detrás de la iglesia.—Entonces ella está muerta, pero no destruida.—¿Qué quieres decir?—preguntó Marisa—Todo lo que tenemos que hacer es quitar la estaca de su corazón y ella

se levantará de nuevo.—Ella no desea volver a levantarse—dijo Grigori tranquilamente.—¿Cómo lo sabes?—preguntó Edward, y luego deseó no haberlo hecho. El

vampiro le miró con unos ojos llenos de un perdurable dolor y condenación del infierno.

—Lo sé.—Ella dijo que quería vengar a sus hijos.—Ella está ahora en paz. Es el momento de liberar su alma, ante de que

vuelva a la vida, antes de que la oscuridad destruya la luz que le llena—Grigori hizo una pausa. —El nombre del enterrador es Amadeo. Quiero que te asegures que ella no se levanta de nuevo; luego comprueba que sea sepultada con propiedad—La tristeza llenó sus ojos. —Mis hijos están enterrados allí, bajo un árbol cerca de la pared de atrás. Ponla al lado de ellos.

—¿Yo? ¿Por qué yo?—Pensé que estarías deseoso de hacer el trabajo—le recriminó Grigori

cáusticamente. —¿No es ese el motivo de tu vida? ¿Destruir a los de mi especie?Ramsey asintió. Haría lo que tuviera que hacer, pero no sería fácil. Nunca

se había desecho de un vampiro que conociera personalmente.—La iglesia está a unas dos millas al sur. No tiene pérdida.—Será la primera cosa que haga por la mañana. ¿Dónde está Alexi?—No lo sé. Antoinette le introdujo una estaca en la espalda, pero no

alcanzó su corazón. Creo que ha ido al pasado a curar sus heridas.—Así que no nos queda nada que hacer aquí—murmuró Edward.Las palabras nada excepto la muerte de Antoinette parecieron flotar en el

aire.—Quiero irme a casa—dijo Marisa por lo bajo. Miró a Grigori. —Por favor,

llévame a casa.—Mañana por la noche—prometió Grigori.—¿Y hasta entonces?—Hasta entonces nos quedaremos aquí.

106

Page 107: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 20

—Bueno, estoy hecho polvo—murmuró Ramsey. —Creo que me voy a la cama.

—Buenas noches Edward.—No me falles mañana, Ramsey.—No te preocupes, me encargaré de ello.Grigori asintió.—Hasta mañana—dijo Ramsey. Salió de la habitación, luego hizo una

pausa y miró a Marisa por encima de su hombro. —¿En qué habitación quieres dormir?

Marisa pensó que intentaría dormir en una de las camas de los niños pero supo que no podría hacerlo, no iba a poder dormir en una cama donde alguien hubiera muerto. Tampoco podía obligarse a dormir en la cama que Grigori había compartido con Antoinette.

—Creo que dormiré aquí fuera, en el banco.—De acuerdo. Buenas noches.—Buenas noches.Grigori fue hacia la pequeña ventana al fondo de la casa y miró hacia la

oscuridad. Tan claro como si fuera de día, podía ver los campos más allá, las malas hierbas que crecían en los surcos donde una vez había plantado la cosecha que daba sustento a su familia. Oyó el batir de las alas de un búho cayendo en picado hacia la tierra, con las garras extendidas, oyó el aterrorizado chillido de la presa del pájaro. El cazador y el cazado. Predador y presa. El interminable ciclo de la vida y la muerte.

Todos eso años había pensado que Antoinette estaba muerta. En su mente, él la había enterrado y había llorado por ella cuando no estaba muerta en absoluto. Había vivido como una criatura de Alexi durante doscientos años, y ahora, por su causa, ella debía ser destruida. Deseó tener derecho a rezar, deseó poder entrar en la capilla del pueblo donde sus hijos habían sido bautizados y encender una vela por el alma inmortal de Antoinette. Pero no tenía derecho, ni esperanza de ser oído.

—¿Grigori?Despacio, se volvió hacia Marisa. Qué criatura tan rara y maravillosa. Un

ser frágil, envuelto en su humanidad. Y aún así, su vida, su calor, le atraían como el fuego del hogar en una noche de invierno, llamándole, invitándole a entrar desde la oscuridad y el frío.

—Siento lo de Antoinette.—No es culpa tuya.—Tampoco tuya.—¿No?—El pesar y la culpabilidad se posaron sobre él, enredándole en una

tela de remordimientos de la que no había escapatoria. Él le había dado el Don Oscuro. Él debería ser el que la destruyera, aunque no se hubiera atrevido a entrar en la cripta esa noche, no cuando podía encontrar a Alexi de nuevo. No se encontraba lo suficientemente fuerte como para resistir otro ataque del vampiro. Y, en lo profundo de su corazón, temía que le faltara el coraje de hacer lo que debía de hacer. ¿Cómo podía quitarle el corazón, cortarle la cabeza? ¿Cómo podía profanar el cuerpo de la mujer que había compartido su cama, que había dado a luz a sus hijos?

—Deberías descansar algo—dijo Marisa en voz baja.—Estoy bien.

107

Page 108: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Seguro.—Marisa…—Estoy aquí—Ella le ofreció sus brazos. Él la miró por un momento, y

luego, incapaz de resistir el confort que ella le ofrecía, cruzó la habitación, sintió que el peso de su culpabilidad se aliviaba un poco cuando Marisa envolvió sus brazos alrededor de él.

Permanecieron así por un largo rato, la frente de él apoyada en su cabeza, la mano de ella acariciaba ligeramente su espalda.

—He de salir—dijo él al fin.—¿Por qué?Él alzó su cabeza y le miró a los ojos.—Oh, pero yo pensé…—Se llevó una mano al cuello.—Fue dulce, cara, pero no fue suficiente.—No creo que debas salir. ¿No puedes esperar hasta mañana por la noche

cuando estemos en casa?—Estoy en casa.—Sabes lo que quiero decir.Grigori sacudió la cabeza. —No puedo esperar.—¿Por qué no?—Ella le miró sin entender.—Necesito alimentarme—dijo, preguntándose cómo explicárselo. —No es

como el hambre que sienten los mortales. Es… es una necesidad que no puede ser negada. Especialmente ahora. Lo necesito, Marisa, de una manera que no puedes comprender.

—¿Duele? ¿Cuándo no… bebes?—No tienes idea—Dolor no era suficiente para describirlo. Dudaba que

existiera alguna palabra que retratara completamente la agonía que sentía con la abstinencia. El hambre era un anhelo que no podía ser negado, una necesidad que iba más allá de la mera agonía física, especialmente en ese momento, cuando se encontraba malamente herido, cuando su fuerza estaba bajo mínimos.

—Entonces bebe de mí.—No.—Entonces toma algo de sangre de Edward.Grigori gruñó por lo bajo. —Sí, estoy seguro que a él le encantaría.—Bueno, esto es una emergencia. No quiero que salgas fuera, no esta

noche. Estás demasiado débil.Él elevó una ceja. —Pareces mi madre.—Espera aquí. Iré a hablar con Edward.Ella no esperó a que Grigori asintiera, sino que salió corriendo de la

habitación.Ramsey despertó en el momento en que ella abrió la puerta del dormitorio,

con su mano empuñando la cruz. —¿Qué pasa?—Necesito tu ayuda.—Vale—Él se sentó, borrando el sueño de sus ojos. —¿Qué es?—Quiero que le des a Grigori un poco de tu sangre.—¿Estás loca? No soy comida para ese demonio.—Por favor, Edward. No quiero que salga esta noche. Está demasiado

débil. No sería capaz de enfrentarse a Alexi.—Ese no es mi problema.

108

Page 109: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Oh, sí que lo es. ¿Has olvidado que es nuestro billete de vuelta al siglo veinte?

—Sí, supongo que lo hice—Pasó una mano por su pelo, luego sacudió la cabeza. —No puedo hacerlo. He pasado toda mi vida destruyendo a los de su especie. No estoy dispuesto a comenzar a alimentarles.

—Por favor, Edward—imploró quedamente.—Aún te preocupas por él, ¿no? ¿Cómo puedes? Sabes lo que es.—Lo sé—replicó sintiéndose miserable. —Pero no puedo ayudarle. Está tan

solo.—Marisa…—Por favor, Edward.Él juró entre dientes. —De acuerdo, de acuerdo. Lo haré. Por ti.Levantándose, metió la camiseta dentro de sus pantalones, se pasó la

mano por el pelo. Y luego, cogiendo la estaca que estaba al pie de la cama, siguió a Marisa fuera de la habitación.

Grigori gruñó por lo bajo cuando Edward salió de la habitación. Incluso si él no hubiera sido capaz de escuchar la conversación en el dormitorio, la cara de Ramsey lo decía todo. Estaba haciendo eso por Marisa, y por ninguna otra razón.

—¿Planeas usar eso?—preguntó Grigori señalando la estaca en la mano de Ramsey.

—Si tengo que hacerlo. No me importa ser un aperitivo, pero no tengo la intención de ser todo el banquete.

Grigori rió a pesar de sí mismo.—Esto no es divertido—replicó mordazmente Edward. Se sentó en el

banco, con el cuerpo estremeciéndose de la tensión, con ojos cautelosos. —Venga, vamos a ello.—Ramsey titubeó cuando Grigori se sentó a su lado.

—No tienes que hacer esto—dijo Grigori bruscamente.Edward miró a Marisa, y luego se volvió al vampiro. —Sí, creo que sí.—Dame tu brazo izquierdo.Edward gruñó. —¿Estás seguro de que no prefieres ir por mi garganta?Grigori sacudió la cabeza. Husmear en el cuello de Ramsey era lo último

que le apetecía hacer.Ramsey tomó aire y después elevó su brazo.Grigori arremangó la camisa de Ramsey. Miró la muñeca del hombre,

despreciándose por su necesidad, por la fuerza del hambre que no podía ser negada.

—Es demasiado tarde para cambiar de opinión—dijo Grigori, con la voz áspera por la necesidad que se agitaba en su interior. El hecho de que Ramsey supiera lo que estaba sintiendo sólo lo hacía sentirse peor.

—Sólo hazlo—Edward siseó las palabras entre sus dientes apretados con fuerza.

—Haz un puño.Edward hizo como le ordenó, mirando con mórbida fascinación, cómo el

vampiro se inclinaba sobre su muñeca. Nunca, ni en un millón de años, había imaginado que él pudiera ser el sustento de uno de los no muertos.

Grigori maldijo en silencio cuando alzó el brazo de Ramsey. Podía oír el rápido latir del corazón de Ramsey. El aroma de la sangre del hombre, el temor que intentaba mantener controlado, llenaba sus fosas nasales.

Sintió sus colmillos alargándose cuando se dobló sobre el brazo de Ramsey.

109

Page 110: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

La mano derecha de Edward se apretó con fuerza alrededor de la estaca hasta que sus nudillos se volvieron blancos por la presión.

Marisa permaneció al otro lado de la habitación, con una mano en su garganta, sintiéndose como si hubiera sido atrapada en una pesadilla viviente que no tenía fin. Edward levantó la vista, haciendo una mueca cuando sus miradas se encontraron. Ella intentó sonreír; en cambio sintió cómo las lágrimas llenaban sus ojos. Lágrimas de gratitud por el sacrificio de Edward, lágrimas de pena por Grigori.

Después de lo que pareció una eternidad, aunque probablemente fue menos de un minuto, Grigori dejó el brazo de Ramsey y se levantó.

—Gracias. Sé lo difícil que ha sido para ti—dijo Grigori rígidamente. —Debes beber algo.

Edward se deslizó la manga hacia abajo. —¿Quiere esto decir que ahora eres capaz de leerme la mente?—Siempre he podido leerte la mente, Ramsey.Edward se levantó. Miró a Marisa, luego a Grigori. —Me vuelvo a la cama.—Ramsey.Edward se volvió —¿Qué quieres ahora, vampiro?—Mañana—dijo Grigori con voz rasgada por el dolor—Se rápido. Y

misericordioso.Con un brusco cabeceo, Edward dejó la habitación.—Ella no lo sentirá, ¿no?—preguntó Marisa, horrorizada al pensar que

Antoinette pudiera ser consciente de lo que le pasara,—No lo sé. Espero que no.—¿Dónde dormirás mañana?Grigori se encogió de hombros. —No lo sé. Encontraré un sitio, no te preocupes.Ella fue a sentarse a su lado, en el banco. —¿Habías vuelto alguna vez convertido en vampiro?—No—Se había divertido siendo un vampiro. Nunca estaba cansado, ni

enfermo. No había padecido los dolores y penas que atormentaban al género humano. Podía moverse a velocidad sobrenatural. Había visto elevarse imperios, los había visto caer, había visto al hombre dejar la tierra y tomar las estrellas. Y ahora… Su mirada se movió sobre Marisa en una larga y ardiente caricia. —Nunca había regresado—dijo lentamente. —Hasta ahora.

—¿Volverías a ser mortal de nuevo? ¿Si pudieras?—No lo sé, pero eso no es posible, incluso si lo deseara.—Oh—Repentinamente cansada, se echó hacia atrás y cerró los ojos,

deseando con todo su corazón, no haberse aventurado fuera de casa en una lluviosa noche de Halloween.

Pasaron varios minutos y luego sintió el brazo de Grigori deslizándose por sus hombros. Agradecida por su cercanía, se puso cómoda contra él, sintiendo su mano acariciándole la mejilla.

Él todavía la abrazaba cuando se quedó dormida.Se despertó con el aroma del café haciéndose. Con el ceño fruncido se

sentó. Por un momento casi se había imaginado en su casa. Apartándose el pelo de la cara se levantó. Fue entonces cuando vio el vestido a los pies de la cama. Era algo precioso. El cuerpo era de una rica y lustrosa seda verde con largas y abullonadas mangas y la línea del escote cuadrada, adornada en el filo con una hilera de lazos blancos; toda la falda estaba hecha de una mezcla de verde oscuro y verde claro, de seda y satén. Había una nota a su lado. Curiosa, la cogió.

110

Page 111: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

El mensaje era breve: No deberías tener que llevar las ropas de otra mujer. Espero que los zapatos te queden bien.

El nombre de Grigori estaba garrapateado al pie del papel.¿Cómo había sabido que le incomodaba llevar las ropas de Antoinette?Quitándose rápidamente las ropas prestadas, se puso el vestido por la

cabeza, alisándolo sobre sus caderas. La falda caía hasta el suelo como un susurro de seda. Encontró los zapatos al pie de la cama. Eran botines, realmente, de cabritilla.

—Una pequeña fantasía para cada día—observó. Pero la seda verde se sentía celestialmente contra su piel. Las botas, descubrió, le quedaban perfectamente.

Sintiéndose un poco como Julieta, se dirigió a la cocina.—Buenos días—dijo Edward.—Buenas a ti también—Replicó Marisa con una sonrisa. —Veo que también tienes un nuevo guardarropa.Ramsey gruñó mientras contemplaba su equipo, la camisa era de lino

blanco almidonado con una cascada de lazos cayéndole por delante. Los pantalones de color mostaza, eran más ajustados de lo que normalmente llevaba. Grigori le había provisto de un abrigo también. Hecho de lana marrón, colgaba en el respaldo de una silla.

—No es exactamente mi estilo—murmuró.—Te ves muy vistoso.—Tú pareces una princesa.Marisa se le quedó mirando sobresaltada por el cumplido. —Gracias—Miró a la comida que había en la mesa. —Si no lo supiera,

pensaría que tenemos un hada madrina.Ramsey hizo una mueca. —Grigori duramente puede ocupar esa posición. Aquí tienes—dijo Edward,

tendiéndole una taza de café.—Gracias—Tomó un sorbo, sintiendo como su calor se extendía por su

interior. Movió la barbilla hacia la sartén que había en la hornilla. —¿Quieres que haga algo?

—No, siéntate y tómatelo con calma. Ya casi está hecho.Marisa miró por la ventana, tratando de averiguar qué hora era. Parecía

temprano. Sentándose a la mesa tomó un sorbo de café.—Espero que estés hambrienta—dijo Edward.Marisa miró el plato que él le puso al frente. Era una alta pila de huevos

revueltos, salchichas y panecillos dulces. Edward se sentó enfrente de ella, con una taza de café en las manos.

—¿No tienes hambre?—preguntó Marisa.—No—Una débil sonrisa movió la comisura de sus labios. —He hecho

suficiente para los dos, pero no tengo mucho apetito.—¿Lo… lo has hecho?—Aún no. No creo que sea algo que quiera hacer con el estómago lleno.—No te envidio.Se encogió de hombros. —Lo he hecho antes. Esta es la primera vez que es una mujer.Marisa miró por la ventana. El cielo estaba azul. Podía oír a los pájaros

cantar. —Es bastante difícil de creer. —Murmuró.Edward asintió. Era difícil de aceptar. Incluso ahora, después de cazar a

criaturas durante casi treinta años, parecía irreal. Había visto cosas que nadie debería ver, hecho cosas que ningún humano debería haber hecho. Bajó la

111

Page 112: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

cabeza y se miró las manos, asombrado de que no estuvieran manchadas por la sangre que había vertido. Pensó en Antoinette, en la vida que le había sido robada, en el tormento que debía haber sufrido mientras era esclava de Alexi. Era tan injusto, y hasta ahora nadie había dicho que la vida fuera justa.

—¿Edward? ¿Quieres que vaya contigo?—No—Apuró la taza, se levantó. —Bueno…Ella le miró, deseando saber qué decir. Buena suerte parecía demasiado

ligero. —Ten cuidado.—Siempre—Se puso el abrigo y permaneció allí por un momento más,

pareciendo inseguro. Luego se inclinó y la besó. Fue un beso extraordinariamente gentil, lleno de ternura y de incertidumbre.

Marisa le miró con los ojos entornados cuando él se alejó, preguntándose si parecía tan sorprendida como se sentía.

Edward pareció turbado. —Yo… lo siento.—Está bien.—Marisa, yo… metió las manos en los bolsillos de los pantalones. —

Supongo que será mejor que me vaya.—Vuelve pronto—dijo Marisa. Se quedó con la mirada fija hasta que él dejó

la habitación, sus pensamientos eran caóticos. Presionó sus dedos contra los labios. Edward Ramsey le había besado. Sacudió la cabeza con asombro, preguntándose qué se había apropiado de él para hacer tal cosa.

Ramsey se llamó a sí mismo tonto de diez maneras distintas mientras recogías sus materiales y dejaba la casa. Ella probablemente pensaba en él como en un viejo tonto, y estaba en lo cierto. Tenía cuarenta y dos años y nunca había estado enamorado. Nunca había tenido tiempo para el amor. Había estado cazando vampiros desde que era un adolescente, viajando por todo el mundo, yendo a cualquier lugar en el que era necesario. Había visto la mayor parte del mundo, pero era totalmente ignorante en lo que se refería a mujeres.

Ramsey no pudo evitar hacer una mueca cuando vio el caballo atado a una mata enfrente de la puerta. Grigori era como un hada madrina, después de todo, murmuró. Primero les había provisto del desayuno, ahora de montura.

Tomando las riendas se sentó. Arrojó la bolsa con la estaca, el mazo y la cuchilla sobre el cuerno de la silla, volvió el caballo hacia el sur, hacia el cementerio. Dos millas, había dicho Grigori.

Era sorprendentemente agradable montar a través del campo una temprana mañana. El caballo parecía una bestia tratable, caminando despacio en una velocidad bastante buena. Llevaba un cuarto de milla cuando adelantó a un granjero en la carretera. El hombre le hizo un ademán y Edward se lo devolvió. Más adelante, encontró a una mujer que acarreaba agua del arroyo. Ella le miró y sonrió. Vio un pequeño rebaño de ovejas y otro de cabras.

La iglesia destacaba en la distancia, la alta cruz del tejado se elevaba, como una oración, hacia los cielos.

Edward cabalgó hasta la parte de atrás de la pequeña capilla blanqueada. Desmontando, ató el caballo a la valla. Cogiendo su bolsa del cuerno de la silla, comenzó a andar a través de las puertas de hierro forjado y entró en el cementerio. Una pesada tranquilidad se sentía en el camposanto, rota solo por el sonido de sus propios pasos.

Sintió como el pelo de la nuca se le ponía de punta cuando entró, buscando el sepulcro que albergaba el cuerpo de Antoinette.

112

Page 113: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

La cripta estaba en una esquina apartada del cementerio, cubierta de viñas. Tomando aire pasó la bolsa sobre su hombro y puso la mano en el picaporte.

La puerta se abrió con un herrumbroso crujido, y él sonrió, a pesar de si mismo. Perfecto, pensó.

Desde donde estaba, en el dintel de la puerta, vio a Antoinette. Yacía en el suelo. Una estaca de madera estaba clavada en su corazón. Él supo, de alguna manera, que era la misma que ella había usado contra Alexi.

La miró durante bastante rato, contento de que la mitad de su trabajo estuviera hecho. Dejándola como estaba, ella no se levantaría de nuevo, pero puede que alguien encontrara el cuerpo y sacara la estaca… No podía dejar que eso pasara.

Tomando aire profundamente, sacó la cuchilla de su bolsa. Una estocada rápida lo haría. Ella era un vampiro recién hecho. A diferencia de los vampiros viejos, quienes no dormían muy profundamente, quienes algunas veces despertaban al sentir su presencia, ella estaba indefensa, vulnerable. Totalmente inmersa en el sueño oscuro, ella podía estar insensible, desprevenida.

Inclinando la cabeza, presionó el crucifijo contra sus labios y pronunció las oraciones rituales que su padre le había enseñado. Las antiguas palabras le llenaron de una sensación de poder, de paz. Sintió la certeza de lo que tenía que hacer recorriéndole, dándole fuerzas.

Cruzando la habitación, se quedó al lado de ella un momento, y luego le cubrió la cara con una pieza de tela.

—Espero que tu alma encuentre la paz—murmuró y alzó la cuchilla.Grigori se despertó con un estrangulado grito de dolor y pesar y supo, en

su corazón, que Antoinette había sido destruida. Como si le hubiera pasado a él, sintió la hoja hundirse en la yugular. Sintió su alma dejar su cuerpo, vislumbrando el júbilo que a él le sería denegado para siempre, cuando el espíritu de ella fue bien recibido en el paraíso, donde ella se reuniría con sus hijos. A diferencia de él, Antoinette no había pedido el Don Oscuro. Ella no había trocado su alma por venganza. Siempre una leal y devota madre y esposa, ella cosecharía las eternas bendiciones por haber llevado una vida virtuosa.

Con un suspiro se sumergió en la oscuridad que le rodeaba. Esa noche, él la llevaría a su sepultura y le diría adiós, a ella y a sus hijos.

113

Page 114: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 21

Marisa sintió como su respiración se quedaba parada en la garganta cuando levantó la vista y vio a Grigori delante de ella.

Vampiro.Su mirada se encontró con la de él, preguntándose si estaría recordando lo

que ella le había dicho en una ocasión, que no parecía uno de los no muertos.—Bonita capa—murmuró.Él levantó una ceja con una familiar expresión de torcida diversión. —¿Parece que soy uno de ellos ahora?Ella asintió. Iba vestido completamente de negro salvo por la camisa

blanca, que parecía de seda. Una larga capa colgaba de sus hombros. Llevaba botas de piel blanda que le llegaban hasta las rodillas. Era la imagen de Frank Langella en Drácula.

Los labios de Grigori se curvaron en una sardónica sonrisa. —Esperemos que no me encuentre con el mismo destino.—Para—dijo Marisa. Era desconcertante tenerlo ahí, conociendo cada uno

de sus pensamientos.Él se inclinó, con un gesto lleno de gracia natural. —Perdóname—Su mirada la recorrió con vulgar admiración. El vestido le

quedaba perfecto, resaltando cada esbelta curva. El rico color verde hacía que sus ojos relucieran como esmeraldas. —Se te ve encantadora.

—Gracias—Pasó sus manos por la falda de seda. —Nunca antes había llevado algo tan fino. ¿Dónde lo encontraste?

—París.—¡París! ¿Cuándo estuviste en Paris?—La pasada noche. ¿Dónde está Ramsey?—Está cuidando el caballo—Le hizo una mueca. —¿Encontraste el caballo

también en París?Él rió suavemente, y ella pensó que rara vez le había oído reír. —No, es un italiano nativo. Se lo pedí prestado a mi vecino.—Has debido tener una noche ocupada.—Cierto. ¿Dónde te gustaría cenar?—No lo sé.—¿París? ¿Venecia? ¿Londres?—¿Lo dices en serio?Él asintió. —Sólo tienes que nombrarlo.Estaba intentando decidirse cuando Ramsey entró en la casa.—Bueno, el caballo está acostado ahora—dijo Edward. —Maldición, estoy

hambriento. ¿Dónde está el demonio…? Oh—dijo, su voz se perdió cuando vio a Grigori. —Estás aquí.

—Estaba preguntándole a Marisa donde quería cenar—comentó Grigori.—No puedo decidirme si quiero italiano o francés—dijo Marisa sonriendo

abiertamente.—No me importa lo que cenemos mientras sea pronto—murmuró Edward—

estoy hambriento.—Siempre he querido comer en la terraza de algún pequeño café del

Bulevar de St. Germain—decidió Marisa.—¿Qué año?—¿En serio?

114

Page 115: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Del todo—Mil ochocientos setenta y cinco—dijo Marisa rápidamente. —Enero de mil

ochocientos setenta y cinco.—¿Mil ochocientos setenta y cinco?—repitió Ramsey. —¿Por qué?—Ese año fue en el que se terminó el edificio de la ópera de París. Me

gustaría ver cómo era cuando era nuevo. ¿Crees que podríamos ir allí después de cenar?

—Podemos ir incluso al ballet si te apetece—ella le sonrió con los ojos brillantes por la excitación. ¡París! La cuna de Notre Dame, del Louvre, la torre Eiffel y el Panteón.

Grigori cogió su mano. —Vamos—dijo alargando la mano para tomar también la de Ramsey.—Bromeas, ¿no?—La mirada de Edward pasó rápidamente de la cara de

Marisa a la de Grigori. —Toda esa charla acerca de ir a Paris a cenar y al ballet… es solo hablar por hablar.

Grigori sacudió la cabeza. —¿En serio?—Id vosotros—murmuró Edward. —Esperaré aquí.—No creo que sea una buena idea—dijo Grigori, tensándose al coger la

mano de Ramsey. —Hasta que no volvamos a vuestro tiempo, creo que estaremos mejor juntos.

—Sí, probablemente tienes razón.—Ramsey miró enfurecido a Grigori. —Eso duele, lo sabes.

—¿Qué? Oh—dijo, aflojando el apretón en la mano del otro hombre. —Lo siento.

Ramsey gruñó luego miró a Marisa y sonrió. —Estás preciosa—comentó, su voz y su expresión se enternecieron cuando

posó su mirada en ella.—Gracias.Grigori sintió una oleada de celos que le recorrió cuando Marisa le devolvió

la sonrisa a Ramsey. —Vamos—dijo bruscamente.Marisa cerró los ojos y se sintió caer en el poder de Grigori. El mundo se

alejó, y le pareció estar girando a través de un interminable vacío donde el tiempo como ella lo conocía había dejado de existir, donde no había nada más que tinieblas y la sensación de movimiento. Se imaginó a sí misma yendo hacia atrás a través de un largo y oscuro túnel y le pareció oír voces del pasado, su abuela deseándole una feliz Navidad, su padre diciéndole que condujera con cuidado…

La conciencia volvió tan bruscamente que se sintió ligeramente mareada. —Esto fue increíble—murmuró.—Es malditamente desconcertante—dijo Ramsey lacónico.—Pero increíblemente rápido—comentó Grigori.Estaban en la acera de un pequeño café. Era plena tarde y el lugar estaba

atestado. Marisa miró y escuchó maravillada, fascinada por el pintoresco café, el rítmico sonido de la lengua francesa, los tentadores aromas que flotaban del café.

—No hay mesas vacías—dijo, mirando a su alrededor.—Las habrá—Grigori fijó su mirada en dos hombres jóvenes que mantenían

una profunda conversación en una mesa cercana. Bruscamente los dos se levantaron y se fueron. Grigori hizo un dramático gesto con su brazo. —Su mesa aguarda, mademoiselle.

115

Page 116: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¿Cómo has hecho eso?—preguntó Marisa cuando Grigori le retiró la silla para que se sentara.

—No hice nada.—No digas eso. Quiero saberlo.—Simplemente planté en sus mentes la idea de que ya era hora de irse.—Práctico—murmuró Ramsey cuando se sentaba a la derecha de Marisa,—Efectivamente—Grigori se sentó enfrente de Marisa. Ella estaba radiante.

Sus ojos verdes brillaban de excitación. Sus mejillas estaban sonrosadas, sus labios ligeramente abiertos mientras miraba a su alrededor, tomando nota de todo. Le complacía más de lo que había imaginado poner esa mirada en sus ojos.

Apareció un camarero. Él habló rápidamente en francés Marisa miró a Edward y sonrió cuando Grigori conversó con el hombre. El camarero sonrió y luego se marchó rápidamente.

—Me he tomado la libertad de pedir por vosotros— dijo Grigori.—No caracoles, espero—dijo Edward con una mueca.—No. Boeuf bourguignon y una botella de vino tinto,—Es perfecto, dijo Marisa. —No puedo creer que realmente está aquí —

Miró a Ramsey que estaba sentado a su lado, mirando con el ceño fruncido. —Sonríe, Edward. Trata de aparentar que lo estás pasando bien.

Ramsey gruñó por lo bajo. —Lo siento, supongo que no estoy de buen humor.Marisa alargó la mano y cubrió la de él. —Lo siento Edward. Claro que no lo estás. Quizás no deberíamos haber

venido aquí. No pensé…—Apretó la mano de él. ¿Cómo podía haber olvidado tan rápidamente lo que él había hecho solo unas horas antes? Miró a Grigori. —Quizás deberíamos irnos a casa.

—Lo que se tenía que hacer, está hecho, Ramsey—dijo Grigori. —Olvídate por esta noche.

—Para ti es fácil decirlo—replicó Edward, su voz tensa por la ira. —Tú no has sido el que ha tomado su cabeza o sacado su corazón.

Marisa sofocó un grito. Sintió como el color se iba de su cara cuando la imagen de una hoja acuchillando destelló en su mente.

Grigori miró a Ramsey. —¡Suficiente!Por un momento los dos hombres se miraron peleándose como perros por

un hueso.Ramsey fue el primero en apartar la mirada. —Lo siento Marisa.—No —dijo Marisa—soy la única que debe pedir disculpas.—No has hecho nada por lo que tengas que disculparte—dijo Grigori. Miró

la mano de Marisa, que aún cubría la de Ramsey. La de ella, pequeña y color miel, la de Ramsey grande y callosa. Le llevó cada onza de autocontrol no separar sus manos. —Edward puso el alma de Antoinette a descansar. Es lo que ella quería. Ahora es libre.

Grigori miró fijamente la calle. Un carruaje tirado por caballos pasó por allí, la joven y acaudalada pareja del interior era despreocupada y feliz. Les envidió su juventud, su inocencia. Su mente se apartó de ellos y captó una imagen de luces brillantes y parejas girando alrededor de una sala de baile. A Antoinette le había encantado bailar…

Antoinette. Ella no habría encontrado la felicidad en el Don Oscuro. Siempre había sido una mujer piadosa, devota a su familia, a su iglesia.

Alzó la vista cuando el camarero llegó con la cena. Grigori acarició la mejilla de Marisa.

116

Page 117: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Disfruta de la cena, cara—dijo suavemente.Con una sonrisa, ella alcanzó su servilleta y la extendió en su regazo.Le complació gratamente que ella no siguiera agarrando la mano de

Ramsey.Tomó un sorbo de su copa de vino mientras ellos comían. El aroma de sus

platos le llenaba la nariz, mezclándose con el aroma del vino. Y por encima de todo, más tentador, más atormentador, estaba el aroma de la sangre… la sangre calentada por el vino. Pudo detectar el aroma de Marisa por encima del resto, más dulce que la vida, más intoxicante que una bebida fuerte, más satisfactorio que cualquier cosa que hubiera conocido.

Cuando terminaron de comer, Grigori les transportó fuera del café. Marisa tuvo que sonreír al imaginar al camarero volviendo a la mesa, solo para descubrir que sus clientes habían desaparecido.

Momentos después estaban frente a la casa de la ópera de París. Marisa solo pudo mirar fijamente, asombrada, el magnífico edificio. Había visto ilustraciones en los libros. Amigos que habían ido a Francia le habían enviado postales, pero nada de eso le hacía justicia. Era todo lo que había imaginado y más.

—¿Conseguiste entradas para la ópera de la misma forma que obtuviste nuestra mesa?—preguntó ella cuando comenzaron a andar hacia la entrada.

Grigori sonrió con picardía. —Aprendes rápido.—¿Pagaste las entradas?Él pareció ofendido de que ella hubiera preguntado, pero no estaba segura

de por qué. ¿Estaba ofendido porque ella había sugerido que él había pagado, o por que no lo había hecho?

“El encargado será más que feliz de acomodarnos” dijo Grigori con una amplia sonrisa. “Nos dejará su propio palco”. Habló al hombre que estaba en la puerta, quien soltó una rápida ronda en francés, sonrió a Marisa y luego les hizo gestos para que entraran. Ella lanzó una mirada por encima de su hombro para estar segura de que Edward iba con ellos. Él sacudió la cabeza, obviamente disgustado con la idea de ir al ballet.

Dentro, no pudo evitar comportarse como la típica turista, con la boca abierta mientras subían la escalera. Miró fijamente las luces de gas, las pinturas del techo, los candelabros. Elegantes hombres y mujeres, vestidos de etiqueta, pasaban a su lado, y ella les miraba también.

Grigori les llevó al palco número cinco. Marisa no pudo evitar una sonrisa cuando se sentó. Palco cinco, de hecho. El palco que había pertenecido al fantasma de la ópera. Sonrió cuando miró afuera, hacia la muchedumbre. Si los vampiros eran reales, puede que el misterioso fantasma hubiera vivido de verdad. Puede que, en ese momento, estuviera merodeando por los sótanos bajo la casa de la ópera.

Sus extravagantes pensamientos llegaron a su fin cuando los bailarines tomaron el escenario. Era como un sueño, sentada en un palco privado, oyendo música, mirando a la bailarina que era tan ligera sobre sus pies que parecía flotar a través del escenario como una hoja empujada por el viento.

En el intermedio, Ramsey fue a buscar algo de beber.—Entonces—preguntó Grigori —¿Es todo como esperabas?Su voz se deslizó sobre ella como oscuro raso, toda sedosa y suave.—Si. Es precioso.—Tú eres preciosa.—No—Ella sacudió la cabeza, consciente de que estaba ruborizándose. —

Pero me alegra que lo creas.

117

Page 118: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Él le sonrió. Era una sonrisa triste, pensó ella, que no lograba borrar el dolor que había en sus ojos desde que Edward había destruido a Antoinette. Se preguntó a cuantas mujeres había amado, cuanta gente le había preocupado. A cuanta gente había visto morir mientras él permanecía para siempre joven, para siempre el mismo.

Inclinó la cabeza hacia un lado, buscando su mirada. —¿En qué estás pensando?—¿No lo sabes?—replicó con voz más cortante de lo que había previsto. —

¿No estás leyendo mi mente?—No.—¡Oh!—Alisó su falda, deleitándose con el sensual tacto de la seda bajo

sus dedos. —¿Por qué no?—Me pediste que no lo hiciera— le recordó él—Además, no creo tener

ganas de saber a dónde va tu mente en éste momento. —Bueno, será la primera vez—Sonrió para quitarle el aguijón a sus

palabras y frunció el ceño—¿Por qué no?—La mirada de tus ojos lo dice todo—¿Qué quieres decir? ¿Qué mirada?—Pena—dijo sucintamenteElla sacudió la cabeza. —Yo no era… yo no…Él hizo un movimiento tajante, enfadado, con su mano, cortando sus

palabras. —No quiero tu pena, Marisa.—¿Qué quieres?—Te quiero a ti.Tres palabras, dichas en voz baja.—Eso es imposible.—¿Lo es? ¿Por qué? ¿Por lo que soy?Ella asintió.—Elegí ser lo que soy, Marisa, y no hay vuelta atrás.—¿Ninguna?—Encontró su mirada directamente. —Estuviste casado.

Tuviste hijos. Parece que les amabas. ¿No echas de menos eso? ¿No quieres volver a casarte de nuevo? ¿Tener hijos otra vez?

Él sacudió la cabeza. —No.Se encogió ligeramente de hombros. —Yo no he estado casada. Quiero un hogar y una familia.—Yo no puedo dártelos, pero eso no es razón para que no tengas las dos

cosas.—Entonces lo que tú quieres es una aventura, y cuando termine, supongo

que he de ir a buscar a otro. ¿Es eso lo que me estás diciendo?—Marisa…—Lo siento. No puedo—Son embargo, a pesar de haberse negado, oía una

pequeña voz en lo más profundo de su mente: baja, ronca y afilada por la soledad. Te quiero a ti.

—Espero que os guste el vino blanco—dijo Ramsey al entrar en el palco. Le dio una copa a Marisa, ofreció otra a Grigori, quien la dejó a un lado.

—Gracias, Edward—dijo Marisa.Ramsey frunció el ceño, asombrándose ante el repentino cambio de

actitud. Unos minutos antes ella había estado burbujeante como el champán. Ahora parecía tan desinflada como los globos de cumpleaños el día después. Miró a Grigori, pero no pudo leer nada en la expresión del vampiro.

118

Page 119: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Marisa tomó un sorbo de vino, teniendo cuidado de evitar la mirada de Grigori. Centró toda su atención en el escenario, pero era completamente consciente de Grigori sentado a su lado. Él se movía en su silla, y su muslo rozaba su vestido. El contacto hacía que su boca se secara y las palmas de sus manos se humedecieran. ¿Qué era lo que tenía que le afectaba tanto? ¿Qué hacía que quisiera tomarlo por los hombros y sacudirlo hasta que admitiera que estaba arrepentido de ser un vampiro?

Sacudió los pensamientos de su mente. Él era lo que era y eso no podía ser cambiado. Ella no debía dejarse enamorar por él, o preocuparse por él.

—¿Marisa?Elevó la vista hacia el sonido de su voz, sólo entonces se dio cuenta que el

ballet se había acabado.—¿Preparada para ir a casa?—preguntó Grigori.—¿Casa?—Volver a tu tiempo.—Oh, sí.—Yo sé que lo estoy—musitó Ramsey. Alargó la mano – Vamos.

119

Page 120: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 22

Marisa parpadeó varias veces, animada por encontrarse de vuelta en su propio apartamento. Alargó la mano buscando un interruptor, pero las dos lámparas de la mesa de al lado del sofá se encendieron antes de que ella pudiera darle al interruptor.

Las luces se encendieron también en la cocina y luego en el dormitorio.Despacio se volvió para mirar a Grigori. Él se encogió de hombros y le

dedicó una sonrisa burlona.Marisa miró el reloj del VCR. Eran más de las dos de la mañana.—¿Qué días es hoy?—preguntó.—Lunes—respondió Grigori—¡Lunes!—Era miércoles cuando Alexi se la llevó. Había perdido tres días

de trabajo. ¿Qué debía pensar su jefe? Se dirigió a comprobar los mensajes del contestador. Como esperaba, había varios del trabajo, también uno de su madre recordándole que había prometido ir a visitarlos por Navidad.

La escasez de sueño y los acontecimientos de los últimos días cayeron sobre ella rápidamente, quitándole la energía.

—No sé qué haréis vosotros—dijo, sofocando un bostezo, —pero yo tengo que dormir algo.

—Sí— Ramsey bostezó también y luego hizo una mueca. – Estoy muy cansado. Te recogeré mañana, a las cinco.

Marisa asintió. —De acuerdo. Buenas noches, o buenos días o lo que quiera que sea.Edward dudó; luego colocando las manos ligeramente en los hombros de

ella, la besó en la mejilla. —Dulces sueños.—A ti también.Con un cortante cabeceo en dirección a Chiavari, Ramsey dejó el

apartamento.—Está enamorado de ti, lo sabes —comentó Grigori.—Lo sé.—¿Qué vas a hacer con eso?—Nada. Es un buen hombre y me gusta mucho, pero eso es todo lo que

hay—bostezó de nuevo. —Estoy agotada. ¿Vas a pasar aquí la noche?Él asintió.—No puedes estar vigilándome cada noche.—¿No?—¿Piensas que volverá?—No lo sé—Cruzó los pocos pasos que había entre ellos y la miró. —Vete a

la cama, Marisa. Podemos hablar de eso más adelante.Ella le miró. Él iba a darle un beso de buenas noches. Sólo el pensarlo hizo

que su corazón comenzara a saltar de anticipación. Parecía como si pudiera sentir a miles de mariposas en su estómago, con sus alas batiéndose frenéticamente.

Ella miró en sus ojos, profundos y oscuros ojos, llenos de poder y conocimiento, ardiendo de deseo.

Su mano se ahuecó detrás de su cabeza y luego se inclinó hacia ella, bloqueando cualquier otra visión excepto su cara. Sus labios tocaron los de ella y sintió como si la tierra estuviera cayendo de nuevo, llevándola a la deriva en un

120

Page 121: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

mar oscuro donde no había arribo o abajo, ni acierto ni error, sólo el increíble toque de su boca en la suya.

Se balanceó contra él, apenas consciente de haberse movido. Sus párpados se agitaron. Desde muy lejos oyó el sonido de la voz de una mujer gimiendo con placer y se dio cuenta, en una parte lejana de su mente, que el sonido estaba elevándose desde su garganta.

Sus manos estaban alrededor de la cintura de ella. Era la única cosa que le mantenía en pie.

Perdió la noción del tiempo. ¿Su boca se había estado moviendo sobre la suya un minuto? ¿Una hora? ¿Toda la vida? No lo sabía y no le importaba.

Él giró con ella entre sus brazos, sus labios sin apartarse, y la llevó del salón al dormitorio.

Apartó la colcha y luego, muy suavemente, la tumbó sobre la cama. —Descansa bien, cara—Rozó con un beso su frente y la tapó hasta la

barbilla.Ella estaba dormida antes de que apagara la luz.

Tomando aire, Marisa se dirigió a la oficina del señor Salazar. —Buenos días.Estaba sentado en su silla y la miró a los ojos. Era un hombre guapo,

rondando la cincuentena, con ondulado cabello negro y ojos marrones. Trabajar fuera le mantenía en forma.

Él la miró con los ojos entrecerrados. —Confío en que tendrá una explicación válida para su ausencia.—Sí, señor. Me llamaron de fuera de la ciudad con bastante precipitación.Él dio un golpe con sus dedos en el teléfono. —¿No pudo usted llamar?—Lo siento señor. Sé que debí llamar y explicarlo, pero no hubo tiempo.—No deje que vuelva a ocurrir.—Sí, señor.—Necesito ver ésta mañana la declaración de Walburg. Y necesito una

copia de la bancarrota de Meekins. Oh, y llama a Brownes y dile que no me puedo reunir con él mañana por la tarde. Pregúntale si le viene bien el viernes.

—Sí, señor.—Y tráeme una taza de café cuando tengas tiempo.—Sí, señor.Movió la cabeza bruscamente hacia la puerta. —Venga.Con un asentimiento, Marisa dejó la oficina, cerrando sin hacer ruido la

puerta detrás de ella.—Bien, ¿te ha despedido?—No—dijo Marisa haciéndole una mueca a Linda Houlf. Linda estaba

casada y tenía cuatro hijos. Había comenzado a trabajar en Salazar y Salazar dos años atrás, cuando el más joven de sus hijos se había graduado en el instituto. Había comenzado trabajando media jornada, pero entonces la secretaria de Joe Salazar había sido dimitida y éste le había preguntado a Linda si quería trabajar a jornada completa. Ella y Linda se habían convertido en buenas amigas el año anterior, aunque no solían verse mucho fuera de la oficina.

—Eres afortunada— dijo Linda, rotando los ojos. —Deberías haberlo visto el viernes. Estaba segura de que eras historia.

121

Page 122: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—No me puede despedir—replicó Marisa, riendo. —Sé dónde están enterrados todos los cuerpos—se arrepintió de su elección de palabras tan pronto como las dijo.

—Entonces, ¿dónde has estado?—Me llamaron de fuera de la ciudad—Fuera de la ciudad, meditó Marisa.

Estando ahí, rodeada de toda la tecnología que el mundo le podía ofrecer, su viaje al pasado parecía un sueño, pero había sido completamente real. —Te lo contaré durante la comida

—De acuerdo.Volviendo a su escritorio, Marisa encontró la declaración de Walburg y los

impresos de la bancarrota de Meekins, preparó una taza de café, sin azúcar y con un poco de leche. Entregó los papeles y el café a Salazar, luego volvió a su escritorio y comenzó a responder el correo.

Era bueno volver al trabajo, bueno verse inmersa en la rutina, en los asuntos de cada día.

Fue a comer con Linda. Comieron en el centro comercial del otro lado de la calle, y luego deambuló por una de las tiendas de regalos. Marisa compró un presente para el intercambio de regalos de la oficina, y eligió una delicada tetera pintada a mano para su madre.

De regreso a la oficina, se puso al día con el correo. Se sentó en una reunión, tomando notas. Salazar recordaba todas sus reuniones, pero aún así le gustaba que ella estuviera presente, tomando notas de los puntos pertinentes, anotando la reacción de los clientes ante las cosas que eran discutidas.

Volviendo a su escritorio, pasó a máquina sus notas, con la mente perdida, como le había ocurrido varias veces en el día, en Alexi. ¿Dónde estaba? ¿Volvería? ¿Qué iba a hacer ella con Edward y Grigori? No podía tenerlos siguiéndole la pista noche y día. Grigori había dicho que Edward estaba enamorado de ella, y no le apetecía tener que tratar con eso. Tampoco quería tratar con Grigori. Se sentía atraído por él como nunca se había sentido atraída por otro hombre, pero él no era un hombre. Era un vampiro.

Miró fijamente la pantalla del ordenador. Les diría esa noche que apreciaba lo que estaban haciendo, pero que ella no necesitaba que siguieran cada uno de sus movimientos.

Terminó de mecanografiar sus notas, las dejó sobre el escritorio de Salazar y le deseó buenas noches.

Edward le esperaba fuera. Llevaba un jersey marrón oscuro, unos pantalones normales y mocasines. Sonrió cuando la vio.

—Supongo que no te han despedido después de todo—comentó.—No.Le abrió la puerta del coche, luego volvió al lado del conductor y se deslizó

tras el volante. —¿Cómo te ha ido el día?—Bien. Ocupado—Ella le sonrió. —Un montón de cosas que hacer.Edward asintió. —¿Te gustaría cenar?—Creo que no.Sus manos se apretaron contra el volante. —¿Tienes una cita con Chiavari?—No. ¿Por qué?—Se volvió hacia él en su asiento. —No habrás… Dime que

no lo has hecho.—Es un vampiro, Marisa. Tenemos que matarlo antes de que él nos mate.

Es así de simple.—¡No! Le debo la vida.

122

Page 123: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Demonios, Marisa, el hombre es maléfico.—No creo eso.—Estás enamorada de él, ¿no?—¡No!Edward aparcó enfrente de su apartamento y paró el motor. —Escúchame.

Él es un vampiro. Ha tomado tu sangre. Puede leer tu mente. Puede hacer que hagas todo lo que él quiera, hacer que pienses que estás enamorada de él. No puedes confiar en él, Marisa. ¡No puedes confiar en ninguno de ellos! No son humanos. No tienen moral, ni escrúpulos para tomar cualquier cosa que quieren.

—Edward, aprecio tu preocupación y todo lo que has hecho por mí, de verdad lo hago, pero…—tomó aire profundamente. —No creo que quiera volver a verte. Ni a Grigori tampoco. Sólo quiero olvidar todo lo que ha pasado.

—No puedo abandonarte ahora. ¿Qué pasa si Alexi vuelve?—No lo sé. Puede que no lo haga.—¿Y si lo hace?—Supongo que tendré que cruzar ese puente cuando lo encuentre. Todo lo

que sé es que no puedo seguir así, sintiendo miedo todo el tiempo.Edward suspiró hondo. —De acuerdo, Marisa, si es lo que quieres.—Lo siento, Edward.—Sí, yo también—le sonrió, una melancólica sonrisa llena de culpabilidad.

—Ten cuidado.—Lo tendré.—¿Estará bien que te llame alguna vez, solo para estar seguro de que

estás bien?—Por supuesto—se desabrochó el cinturón, se inclinó sobre el asiento y le

besó en la mejilla. —Adiós Edward.—¿Tienes mi número en caso de que me necesites?—Sí.—No dudes en usarlo.—No lo haré—abrió la puerta y salió del coche. —Buenas noches.—Buenas noches, Marisa.Permaneció en el bordillo, mirándole alejándose, preguntándose si había

hecho lo correcto.Dentro de su apartamento, puso la banda sonora de Braveheart en el

reproductor de CD’s. La película era un poco demasiado sangrienta para su gusto, pero la música era preciosa.

Se quitó la ropa de trabajo, luego se fue a la cocina y abrió el frigorífico.—Bien—murmuró—parece que la despensa está vacía.Cerrando la puerta, agarró su bolso y se dirigió hacia lo de Angelo. No

estaba de humor para estar sola de todas formas.—Hey, dulces mejillas, hace tiempo que no se te ve.Marisa sonrió al camarero. —¿Cómo estás Tommy?—Bien, como siempre. Estás estupenda.—Bueno, tú también. No necesito la carta.—¿No? Bueno, ¿qué va a ser?—Solo un plato de spaghetti.Tommy asintió mientras tomaba nota. —¿Y una copa de chianti?—Estupendo.—Enseguida la traigo.

123

Page 124: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Marisa se sentó en el reservado y miró por la ventana. La música de Navidad llegaba desde los altavoces. Los brillantes colores de las luces adornaban los escaparates en la acera de enfrente. ¿Dónde había ido el año? Tenía que ponerse las pilas y hacer las compras de Navidad pronto. Comprar algunas postales. Papel de envolver, adornos…

—Hey, Marisa, ¿Porqué esa cara larga?—Supongo que estoy cansada.—Bueno, disfruta de la cena.—Gracias, Tommy.—Dame un grito si necesitas algo.—Lo haré.—Una chica tan guapa como tú no debería comer sola.Marisa estaba a punto de responder cuando una voz profunda dijo:—Estoy de acuerdo.Mirando detrás de Tommy vio a Grigori, que estaba en el pasillo.—¿Te importa si me uno a ti?—preguntó.—Supongo que no—tomó un sorbo de su vino cuando él se sentó enfrente

de ella.Tommy miró a Grigori. —¿Puedo traerte algo esta noche?—Sólo una copa de vino. Tinto. Muy seco.—Vino de nuevo—comentó Tommy con una sacudida de la cabeza. —

¿Nunca come?—Cuando es necesario.Tommy frunció el ceño, sacudió la cabeza y se alejó de la mesa

murmurando por lo bajo.—Parece que hemos hecho esto antes—dijo Grigori.Marisa asintió. Parecía que habían pasado años desde aquella noche, en

cambio sólo habían pasado semanas. Muchas cosas habían cambiado desde entonces. Todo su mundo se había vuelto al revés.

—¿Dónde está Ramsey?—Le dije que se fuera.—¿Qué quieres decir?—Le dije que no quiero más guardaespaldas—tomó aire. —Y no creo que tú

y yo debamos volver a vernos.Grigori la miró arqueando una ceja. —¿En serio? ¿Puedo preguntar por qué?Tomó otro sorbo de vino, esperando que pudiera calmar el rápido latir de

su corazón. —Estoy empezando a sentir claustrofobia.—¿Qué pasa con Alexi?—Se ha ido.—¿Sí?—¿No?Grigori se encogió de hombros. —En un principio, podría parecer eso.Tommy se acercó a la mesa y colocó una copa de oscuro vino tinto delante

de Grigori. —¿Quiere alguna otra cosa?Grigori sacudió la cabeza, con la mirada centrada en Marisa.—No, Tommy, gracias—miró su cena, y luego apartó el plato. Había

perdido el apetito.—Alexi volverá, lo sabes.

124

Page 125: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Me preocuparé cuando ocurra. Hasta entonces, no quiero pensar en vampiros, cazadores de vampiros o…

—¿En mí?—O en ti—sacando la cartera de su bolso, puso diez dólares en la mesa y

se levantó. —Buenas noches, Grigori.—Te acompaño a tu casa.—No es necesario.Él vio cómo ella dejó el restaurante y luego, con un suspiro, la siguió fuera,

procurando ocultar su presencia. Paró cuando ella alcanzó su apartamento, sus sentidos sondearon el área, pero no percibió ninguna amenaza. Esperó hasta que estuvo a salvo dentro, y luego subió las escaleras. Ella podía pensar que el peligro había pasado, que Alexi se había ido, pero él le conocía mejor.

Con un suspiro, se sentó en lo alto de las escaleras y fijó la mirada en la oscuridad. Así que ella quería deshacerse de él ¿no? Sonrió a las estrellas, porque él todavía no estaba preparado para librarse de ella.

125

Page 126: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 23

Grigori se levantó antes de la puesta de sol la tarde siguiente. En el tiempo en que tardó en ducharse y vestirse la noche había llegado. Una llamada telefónica le proporcionó la información que necesitaba. Una artificial explicación de por qué debía ver la propiedad por la noche, la promesa de un pronto pago, y estaba hecho.

Se encontró con la vendedora media hora después. Ya había explorado la casa desde la bodega hasta el ático, pero volvió a recorrerla de nuevo con la agente, y luego le dio un cheque por la entrada. La casa no había estado habitada durante varios años. El papeleo tardaría treinta días y luego sería suya.

Deseó buenas noches a la vendedora, le estrechó la mano y miró como se alejaba conduciendo. Cuando estuvo seguro de que se había ido, volvió a la casa. Un gesto de su mano abrió la puerta delantera.

Era una vieja casa de dos pisos, probablemente construida a comienzos del siglo XX. El exterior estaba pintado con un tono oscuro de verde que había perdido intensidad y estaba desconchado. Las contraventanas, una vez blancas, se veían grises.

Tenía el rancio olor de una casa largamente vacía. El lugar necesitaba una mano de pintura, tanto dentro como fuera, un tejado, nuevo enmoquetado. La cocina y el baño necesitaban ser remodelados, pero ninguna de esas cosas era importante. Lo más importante era que la casa estaba rodeada por un alto muro de ladrillos. Una casa que se alzaba sola en un acre de tierra. Altos árboles daban sombra a la parte de delante y a la de atrás, proporcionando una privacidad añadida.

Comenzando por el sótano, caminó por la casa de nuevo, memorizando la localización de cada puerta y ventana, desde la bodega hasta el ático. Aunque el lugar era viejo, estaba en buenas condiciones, de arriba abajo, salvo por el tejado. Le iba perfectamente.

Treinta días, había dicho la vendedora. Grigori sonrió ligeramente. Por lo que a él se refería la casa ya era suya. El hecho de que no hubiera teléfono, electricidad o agua corriente, no le importaba en absoluto. Él no tenía necesidad de esas cosas.

Tomaría posesión de la casa esa noche.

Marisa miró el reloj al contestar la puerta, preguntándose quién sería tan tarde. Eran casi las once.

—¿Quién es?—Grigori.Apoyó la frente contra la puerta y cerró los ojos. No le había visto en una

semana, y había pensado que le había perdido, estaba aliviada de que él estuviera fuera de su vida. No importaba cuan atractivo le encontrara, era un vampiro. Relacionarse con un hombre normal era suficientemente difícil, ella no necesitaba añadir la carga de una cita con un no muerto.

Con un suspiro abrió la puerta. —Es tarde.—Lo sé—le tendió un ramo de rosas. —¿Puedo entrar?—Es tarde—dijo de nuevo. —Estaba a punto de irme a la cama.—Marisa…

126

Page 127: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Ella le miró, no queriendo oír la soledad de su voz, no queriendo recordar los besos que habían compartido, o la noche que ella le había mantenido entre sus brazos.

—Por favor, Grigori…Empujó con fuerza las flores hacia ella. Una docena de perfectas rosas

blancas y en el centro, como una gota de sangre, una única flor roja.—Son preciosas—dijo ella.—Como tú.Recordó que le había dicho palabras muy parecidas la noche que habían

paseado juntos por el parque. Recorrió con sus dedos los pétalos de la rosa. —¿Qué quieres?—Verte, nada más.—No—sacudió la cabeza. —Te lo dije, no quiero volver a verte.Sintió la ira agitándose dentro de él. Recordó una escena de la película La

guerra de las Galaxias, algo así como que no era prudente enfadar a un Wookie. Obviamente, la misma advertencia se aplicaba a los vampiros.

—Te lo dije una vez—dijo Grigori, con la voz tan dura como el acero templado. —Nunca te tomaría contra tu voluntad.

—¡Y yo te dije que dejaras de leerme la mente!—Lo siento—dijo suavemente. —Me temo que he llegado a acostumbrarme

a hacerlo a mi manera. Ella le miró a los ojos, tan profundos, oscuros, y en el fondo de su mente

oyó la voz de Edward advirtiéndole que Grigori podía leer su mente, que podía hacerle todo lo que deseara. No tienen moral, había dicho Edward, ni escrúpulos para tomar cualquier cosa que desean. Grigori podía hipnotizarla con la mirada, pensó. Quizás lo estaba haciendo en ese momento.

Apartó su mirada de él. —Creo que será mejor que te vayas.—Como desees—su mirada le acarició, calentando su piel. —Buenas

noches, Marisa.—Buenas noches.Cerró la puerta, y se reclinó contra ella, su nariz llena del aroma de las

rosas.En la distancia oyó el melancólico lamento de un lobo.

Los sueños comenzaron esa noche, sueños eróticos y sensuales que hacían que diera vueltas en la cama hasta que se levantaba empapada de sudor; sueños que permanecían en su mente mucho después de que se despertara; sueños que le dejaban sintiéndose como su hubiera hecho algo perverso en la noche. Sueños que le hacían enfadarse porque sabía que él se los estaba mandando, sabía que era su manera de decirle que si ella no quería verle mientras estaba despierta, le vería cuando fuera más vulnerable.

Incluso si pudiera olvidar esos sueños—y no había ninguna posibilidad—él encontraría otra manera de mantener el contacto. El día después de que los sueños comenzaran, él empezó a mandarle flores al trabajo. Siempre rosas. Blancas, rojas y rosas, hasta que la oficina parecía una floristería.

Le mandó flores a su casa. Docenas y docenas de rosas rojas de tallo largo.

Le mandó cajas con forma de corazón llenas de bombones.Y más flores.Linda y las otras chicas de la oficina comenzaron a tomarle el pelo sobre su

nuevo novio, reclamando saber su nombre y cuando iban a conocerle.

127

Page 128: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Se alegró cuando llegó el Día de Acción de Gracias. La oficina cerró jueves y viernes, dándole un largo fin de semana. Intentó pasarlo finalizando sus compras de Navidad. Sus padres le habían pedido que fuera a pasar sus vacaciones con ellos en Florida, pero ella no estaba para viajes. Linda invitó a Marisa a que pasar el día con ella, pero ella no aceptó, decidiendo que necesitaba pasar algún tiempo sola.

Estar sola había parecido una buena idea el miércoles, después de un ocupado día de trabajo. El jueves por la mañana pensó que apestaba. Sabía que todo el mundo estaba pasando el día con sus amigos y familia, y ella iba a estar sentada en casa consigo misma.

Bueno, era por su culpa. Pasó la mañana envolviendo los regalos de Navidad, almorzó y vio el desfile del Día de Acción de Gracias.

Más tarde, aburrida, decidió poner una lavadora. Estaba doblando la ropa cuando sonó el teléfono.

Contestó al segundo timbrazo. —¿Sí?—¿Marisa?—Edward, ¿cómo estás?—Bien, ¿y tú?—Estoy bien. Pensé, bueno, pensé que seguramente ya habrías dejado la

ciudad.—No—no le dijo porqué aún estaba en la ciudad, pero ambos sabían que la

causa era que él estaba preocupado por ella.—Yo… esto…, sé que probablemente estarás ocupada, pero me estaba

preguntando si no tienes nada que hacer… ¿te gustaría cenar conmigo?—lo último lo dijo rápidamente, como si estuviera seguro de que ella se iba a negar y quisiera pasar por eso lo antes posible.

—Me encantaría—dijo ella, sorprendiéndoles a los dos.—¿En serio? Genial. ¿A qué hora te recojo?—¿A las cinco?Estaba canturreando cuando colgó el teléfono.Edward llegó puntualmente a las cinco, llevando un ramo de flores y una

botella de vino. Estaba bastante guapo, con un traje gris claro. Ella le miró fijamente durante un momento, intentando explicarse por qué parecía diferente, y entonces se dio cuenta de que no iba de marrón.

—Hola—dijo –pasa.—Gracias—le entregó las flores y la botella de vino. —¿La abro ahora?Marisa asintió. —Voy a ponerlas en agua.La siguió hasta la cocina y sirvió dos copas mientras ella sacaba un jarrón

de uno de los armarios.—Son preciosas—Arregló el ramo en el jarrón de cristal que había

pertenecido a su abuela, y luego lo colocó en la mesa de la cocina. —Gracias.—De nada—le tendió una copa. —No has tenido noticias de Alexi, ¿no?—No. ¿Por qué? ¿Crees que ha vuelto?Ramsey se encogió de hombros. —No lo sé, pero si lo hace, probablemente serás la primera en saberlo.—Es un consuelo. No ha habido información sobre más muertes en los

periódicos— Ella leía el Times cada mañana, siempre temerosa de ver aquellos horribles titulares EL VAMPIRO ATACA DE NUEVO.

—¿Has visto a Chiavari?Marisa negó con la cabeza. —No —excepto en sus sueños, pensó. Pero no podía decirle eso a Edward.

128

Page 129: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Bueno—dijo Edward. —¿Dónde vamos a comer?—Me da lo mismo. Depende de ti.—¿Quieres pavo con toda la guarnición?—Preferiría langosta.Fueron a una marisquería. Edward pidió gambas fritas; Marisa, langosta.—¿Cuánto tiempo estarás en la ciudad?—preguntó Marisa.—No lo sé. He alquilado una casa en la playa.—¡Lo hiciste!Él asintió, un tanto avergonzado, pensó ella. —Me gusta bastante aquello. Nunca he vivido cerca del océano. Es… no sé,

en cierto modo tranquilo.—En cierto modo caro también. Te lo aseguro.—Ya, pero puedo permitirme el lujo.—Nunca he pensado en eso, pero supongo que hay dinero en la caza de

vampiros.—Sí, es un campo especializado—agregó Ramsey. —La gente está

dispuesta a pagar bastante por deshacerse de un vampiro.—¿Tienes familia en algún lugar?—Aquí y allí. Tengo una vieja tía soltera en Chicago, y una par de primos

en Boston. ¿Y tú?—Mis padres viven en Florida. Se mudaron hace dos años, cuando mi

padre se retiró. Mi hermano, Mike, vive en Denver, es corredor de bolsa. No le he visto desde las navidades pasadas.

—Navidades—murmuró Ramsey.—Voy a ir a Florida a pasarlas con mis padres—dijo Marisa. —No estoy de

humor, pero ellos me esperan. Mi hermano y su familia estarán allí. Son las únicas fechas del año en las que estamos todos juntos.

—Debe ser bonito—comentó Edward.—¿Qué vas a hacer tú?—No lo sé. Puede que vuelva a Chicago y vea a mí tía, me deshaga de mi

piso, recoja mi correo, cambie mi dirección— Sonrió abiertamente, con una sonrisa torcida. –Suena a unas vacaciones divertidas, ¿verdad?

—Lo siento.—Hey, no hay problema. Suelo hacerlo.—Podemos reunirnos cuando yo vuelva—sugirió Marisa.—Sí. Me gustaría.Charlaron de cosas sin importancia durante la cena. Marisa mencionó que

iba a recibir un aumento a primeros de año; Edward dijo que estaba pensando en comprarse un coche nuevo.

—¿Quieres ver una película?—preguntó Edward cuando dejaron el restaurante.

—Vale, ¿Por qué no?Condujeron hacia la parte alta de la ciudad. Marisa miraba por la ventana,

admirando las luces y los decorados de las casas. Era difícil de creer que ya casi era Navidad, que otro año estaba llegando a su fin.

—Sabes, todavía no puedo creer que fuera real—dijo ella cuando Edward aparcó el coche. —Todo parece tan extraño.

—Lo sé. Algunas veces ni yo mismo puedo creerlo.Salió del coche y lo rodeó para abrirle la puerta. —Es tan irreal, quiero decir, estamos aquí ahora, yendo a ver una película

como si nada hubiera pasado. No puedo creer que hace solo dos semanas estábamos luchando con un vampiro. Dime, —dijo ella mientras andaban hacia el

129

Page 130: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

cine —¿Cómo se pone la gente en contacto contigo? No tienes un anuncio en la guía telefónica, ¿no?

Él rió de la ocurrencia. —No exactamente. Normalmente es de palabra. Hay gente a lo largo del

país que sabe lo que soy. Cuando oyen acerca de asesinatos poco comunes, me lo notifican.

Compró dos entradas para la última película de Mel Gibson y entraron. —¿Palomitas?—preguntó.Marisa sacudió la cabeza. —No ahora. Aún estoy llena por la cena.—Sí, la langosta era casi tan grande como tú.Marisa le sonrió abiertamente.Se cogieron de la mano durante la película y más tarde se tomaron un

helado.—Gracias—dijo Marisa cuando llegaron a su apartamento. —Me lo he

pasado muy bien.—Yo también. Podemos repetirlo.—Me encantaría—Ella le miró y supo que iba a darle un beso de buenas

noches. —Marisa…—Puso sus brazos a su alrededor y la acercó. No había indecisión en sus movimientos, ni duda.

Marisa cerró los ojos cuando la boca de él cubrió la suya. Era un beso agradable, que no le evocaba ni pasión ni repulsión.

—Buenas noches—susurró.—Buenas noches y gracias por todo.Él asintió. —Nos vemos.—Nos vemos.Ella le miró entrar en el coche y marcharse, y aún así permaneció en el

rellano, mirando hacia la distancia, hacia las centelleantes luces del otro lado, hacia las destellantes estrellas sobre su cabeza.

Deseó poder amar a Edward, pero no sentía pasión por él, solo afecto. Puede que fuera la diferencia de edad. Después de todo él tenía dieciocho años más que ella, reflexionó, y luego rió alto. Grigori era doscientos años mayor y ella no tenía ningún problema en sentir de repente una gran pasión por él.

Cruzó los brazos sobre la verja y dejó escapar un largo y lento suspiro. ¿Por qué se sentía tan melancólica? ¿Por qué le había perdido?

—Más vale que lo admitas—murmuró —Vampiro o no, estás enamorada de él. Pero está bien. Tendré que olvidarlo.

—¿Olvidar el qué?Se giró con el corazón en la garganta ante el sonido de su voz. —¿Qué estás haciendo aquí?—Vengo cada noche.—¿Qué?—Me oíste—¿Para qué?Elevó una ceja en un gesto bastante familiar. —¿Para qué demonios crees?—Te dije que no te quiero aquí.—Dejé de hacer lo que la gente me decía hace mucho tiempo.—Vale, es tarde. Buenas noches.—Dulces sueños, Marisa.

130

Page 131: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¡Mantente alejado de mis sueños!—Abriendo la puerta, entró y la cerró de un portazo tras ella, solo para encontrarse que él le estaba esperando al darse la vuelta.

—Marisa.—¡Oh! Te odio cuando haces eso—arrojó su bolso en la silla y luego cruzó

los brazos sobre su pecho. —¿Qué quieres?—Te deseo.—Bueno, eso está mal.—Dime que no me deseas.—No te deseo.—Mentirosa.Le miró enfurecida, toda su ira y frustración salieron a la superficie. Antes

de darse cuenta de lo que estaba haciendo le abofeteó.El sólido golpe de su mano pareció retumbar en el silencio que se instaló

entre ellos.Ella le miró, horrorizada por lo que había hecho, por lo que él podía hacer

como represalia.—¿Te sientes mejor?—preguntó él en voz baja.—No —parpadeó para alejar las lágrimas que brotaban de sus ojos. —Por

favor, déjame sola.—No puedo—¿Por qué no? ¿Por qué estás haciendo esto?—Te lo dije. Te deseo.—No puedo. No creo en aventuras ocasionales.—¿Es eso lo que crees que quiero?—No lo sé. No quiero saberlo.—Marisa…Su voz la recorrió, un susurro bajo, un susurro suave. Sacudió la cabeza, su

corazón latiendo como una cometa atrapada por un viento fuerte, cuando sus nudillos acariciaron su mejilla.

—No—forzó la palabra desde la boca seca.—Tú me deseas también.—No está bien—tragó saliva. —No es natural—Le había herido. Pudo verlo

en la profundidad de sus ojos, esos demoníacos ojos negros que podían parecer tan suaves como el terciopelo o tan duros como el granito.

—No hay nada antinatural en lo que deseo de ti—contestó él, con la voz áspera como el papel de lija. —¿Niegas que has pensado en eso, que te has preguntado cómo sería?

Anhelaba negarlo con cada fibra de su ser, pero sabía que no podía mentirle. Podía mentirse a sí misma tanto como deseara, podía incluso decírselo a Grigori en voz alta, pero sería inútil, porque él podía leer la verdad en su mente, los sentimientos en su corazón.

Grigori le tendió la mano. —Ven a mí, Marisa.—Por favor, no me lo pidas—él estaba cerca, tan cerca. Demasiado cerca.

Ella introdujo sus manos en los bolsillos de los pantalones para mantenerlas apartadas de él, y aún así, a pesar de todo lo que pudiera hacer, se sentía inexplicablemente atraída hacia él. ¿Era el poder inherente a Grigori el que ejercía su influencia sobre ella, se preguntó o era su imprudente corazón desautorizando a su mente?

Sintiéndose como si estuviera moviéndose a cámara lenta, sacó sus manos de los bolsillos y las colocó en las de él, sintiendo sus largos y fríos dedos cerrándose sobre ella.

131

Page 132: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Su brazo se deslizó en su cintura, su toque era ligero, aunque ella sentía la latente fuerza de su brazo, sabía que él podía romperla por la mitad con solo pensarlo. Pero no había violencia en él en ese momento.

Suavemente, tan suavemente como nunca, la envolvió en su abrazo y cubrió su boca con la suya. La magia se movió entre ellos, envolviéndoles en un mundo que era lo suficientemente grande para solo ellos dos, un mundo en el que no había noche ni día, ni error o acierto, solo un hombre y una mujer que no deberían haberse conocido

Se apretó contra él, sintiendo su brazo estrecharse alrededor de su cintura cuando él profundizó el beso. Su mano libre rozaba su espalda, deslizándose hacia arriba hasta rozar la curva de su pecho. Su corazón retumbaba profundamente en su interior, cuando cada nervio, cada fibra de su ser, respondió a su cercanía, a la silenciosa invitación de sus labios. Nunca antes, pensó, nunca antes se había sentido así. Había sido besada, había sido acariciada, pero nunca se había excitado como con el tierno toque de las manos de Grigori, la gentil persuasión de sus besos.

Sintió el calor de la pasión calentando su piel, coloreando sus mejillas. Sintió dolor en su interior, dolor por su toque, por su posesión. Él era la razón por la que nunca había dormido con otro hombre. Le había estado esperando, esperando por el encantamiento que llegaba con su tacto masculino.

—Marisa—su respiración rozó su mejilla. Sus labios acariciaron ligeros como una pluma, su frente, la punta de su nariz, la curva de su mejilla. —Cara mia, mi vita, mi amore.

Un gemido bajo creció en su garganta ante el deseo de su voz, ante el deseo que atronaba a través de ella con cada latido de su corazón.

Sintió sus labios en su garganta, su lengua explorando el pulso que le latía en el hueco del cuello.

Él gimió cuando, bruscamente, la separó de él. —Lo siento—dijo roncamente.—¿Qué pasa?—ella le miró, aún cautivada por la pasión que había ardido

con fuerza entre ellos.—Creo que vamos a posponer esto para otra ocasión.—¿Por qué?—Incluso mientras preguntaba sabía la respuesta. Él estaba

mirando su cuello. Las ventanas de la nariz se movían, sus manos estaban fuertemente apretadas.

—Debería haberlo sabido y no venir a ti cuando no tengo el completo control—se pasó una mano por el pelo, odiando la furiosa hambre que le recorría, las imágenes que le perseguían—imágenes de Marisa envuelta en sus brazos, imágenes de él doblándose sobre ella, desnudando sus colmillos. —Buenas noches, Marisa.

—Buenas noches —replicó ella, pero él ya se había ido, dejándola desconsolada e insatisfecha.

132

Page 133: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 24

Esa noche se quedó levantada hasta tarde. Se dijo a sí misma que era porque no estaba cansada, que quería ver a Jay Leno porque Mel Gibson iba a aparecer.

Cuando terminó el show de Leno se puso el camisón y sacó un libro de la estantería. Ya lo había leído antes, pero era uno de sus favoritos. Logró pasar el primer capítulo antes de que su mente se apartara y se encontrara a sí misma preguntándose dónde estaba Grigori. Admitió entonces que la razón por la que no quería ir a la cama era porque no quería dormir.

Y no quería dormir porque sabía que él podía llegar a ella en sus sueños, cuando era más receptiva y más vulnerable.

A las dos de la mañana supo que luchaba en una batalla perdida. Se metió en la cama y miró a la ventana.

—Por favor, Grigori—susurró. —Por favor, déjame sola.

Caminaba por el parque a la luz de la luna, y estaba asustada. Cada esquiva sombra le llevaba una amenaza de peligro. Cada sonido le mandaba el corazón a la garganta. Estaba asustada… asustada de la oscuridad, temerosa por su vida.

Le llamó, sabiendo que era el único que podía salvarla, dijo su nombre una y otra vez hasta que sollozó. Y entonces él estaba allí. Alto y oscuro y vestido por completo de negro. La capa que había llevado en Italia caía sobre sus hombros, golpeando sus tobillos aunque no hubiera viento. Su piel resplandecía bajo la luz de la luna. Pero era el hambre que se veía en sus ojos oscuros como la medianoche lo que la mantenía cautiva.

—¿Por qué luchas contra esto?—preguntó y su voz era como el trueno lejano. —¿Por qué luchas contra mí?

Ella le miró y él dio un paso hacia ella.—Estamos conectados, tú y yo—se acercó. —Tu sangre circula por mis

venas, conozco tus pensamientos. Puedo sentir tu deseo—levantó la mano. —Ven a mí, Marisa; déjame enseñarte mi mundo.

—¿Qué ocurre si me niego?—No dejes que tus temores te aprisionen.—No puedo evitarlo. Tengo miedo de la oscuridad, de lo desconocido.—No temas, Marisa. No dejaré que nada te haga daño.Él dio otro paso hacia ella, con la mano todavía extendida. —Ven a mí. Es

lo que quieres.—Sí—puso su mano en la de él y sintió la fuerza que corría a través de él,

la fuerza de doscientos años.—¡Marisa!Elevó la cara para su beso. Sus labios chamuscaron los de ella,

marcándole, y ella le conoció. Le conoció como se conocía a sí misma. Vio su infancia en Italia, supo que había amado a sus padres, que había estado celoso de su hermano mayor. Experimentó su amor por la tierra, su ansia de viajar a otras partes del mundo. Sintió su alegría y su orgullo por sus hijos, su dolor cuando los perdió, su culpabilidad por la muerte de Antoinette, su rabia porque no pudo vengarse de Alexi. Y, sobre todo, el Hambre que se enroscaba profundamente en su vientre, en cada parte de él, influyendo en sus

133

Page 134: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

pensamientos, en sus necesidades. Era consciente del deseo que latía en su sangre, sintió lo que corría por sus venas, en la tensión que causaban sus brazos al ajustarse alrededor de ella.

Él la tumbó sobre la tierra, solo que no había hierba bajo ella, sino un ataúd, y él seguía presionando contra ella, tumbándose encima. Sus manos y sus labios la hipnotizaban y excitaban y sintió que perdía su identidad, convirtiéndose en una parte de él, en una parte de su mundo.

Sintió sus dientes en su cuello, supo que él iba a beber su sangre, beber y beber, hasta que no quedara nada de ella…

Se despertó sobresaltada con el corazón retumbándole como un trueno, todo el cuerpo empapado de sudor. Apartando los cobertores, buscó la luz y la encendió, revelándole que estaba en su propia cama, en su propia casa.

—Un sueño—dijo las palabras en voz alta, confortada por el sonido de su voz. —Sólo un sueño.

Pero no pudo evitar preguntarse si más bien sería una advertencia de las cosas por venir.

El viernes amaneció claro, brillante y fresco. Marisa se levantó tarde después de una noche sin descanso. Se tomó tres tazas de café, se vistió y limpió el apartamento, el cual le pareció repentinamente grande y vacío.

Se preparó un bocadillo para comer, deseando tener algunas sobras de pavo, pero era difícil tener sobras cuando no se había cenado en casa.

Encendió la televisión y vio la última parte de Tal como éramos, y luego, sintiéndose melancólica, se fue a dar un paseo por el parque.

Intentó clasificar lo que sentía por Ramsey, por Grigori, pero parecía imposible concentrarse. En lo único en lo que podía pensar era en la última vez que había visto a Grigori y en los besos que habían compartido. El sueño aquel estaba, incluso en ese momento, demasiado vívido en su mente.

Con un suspiro, se sentó bajo un árbol y miró hacia la distancia. Ella no estaba preparada para tomar la clase de decisión trascendente que acarrearía involucrarse con Grigori. No se había sentido enamorada, ni siquiera atraída, por muchos hombres. En el instituto se había dedicado a los deportes y a la danza. Ela no hacia nada en la muchedumbre, ocupada toda la hora. Había ido a la residencia, hecho nuevos amigos y luego había comenzado a trabajar para Salazar y Salazar.

Había tenido su cuota de citas, pero no había conocido a ese alguien especial. Sabía que probablemente era una rareza, una virgen de veinticuatro años, aunque nunca había conocido a alguien por quien perder la cabeza. Ninguno de ellos la había tentado como Grigori le tentaba… pero sucumbir a su oscuro poder podía costarle mucho más que su virginidad. Muy bien podía costarle la vida.

Tal pensamiento le hizo sonreír. Una de las razones por las que había evitado la intimidad era la muy real amenaza del SIDA. El sexo no era algo por lo que mereciera la pena morir… aunque involucrarse con Grigori podía ser tan peligroso como amenazante para su vida.

Se tumbó en la hierba y miró el cielo, el cual estaba, por una vez, limpio de smog. Era extraño, que pareciera atraer a hombres mayores que ella. Grigori era cientos de años mayor que ella, aunque pareciera no tener más de treinta. Edward estaba en los cuarenta. Aún así, era atractivo a su manera, y uno de los mejores hombres que había conocido. Lo malo es que era demasiado mayor para ella.

134

Page 135: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

El sol calentaba su cara. Sintiéndose somnolienta cerró los ojos...

Grigori paseó por las oscuras habitaciones de su nueva morada, esperando a que el sol se ocultara. En la última mitad del siglo, había sido capaz de levantarse un poco antes cada año, aunque todavía sucumbía al sueño oscuro cuando el sol estaba en lo alto del cielo. ¿Era posible que, con el tiempo, no tuviera que dormir en absoluto? ¿Había alcanzado Alexi ese plano de existencia?

Alexi. ¿Estaría todavía en el pasado, lamiendo sus heridas?Grigori llegó a la ventana que daba al patio trasero. Pudo ver el último

toque de color contra el cielo occidental, sentir la llegada de la noche, moviéndose lentamente sobre la tierra, sintió todos sus sentidos llenarse completamente de vida. La conciencia fluyó a través de él. Pudo sentir la energía de miles de personas pulsando a través de él. Oír los latidos de sus corazones, oler su sangre. Pudo oír el ladrido de un perro a más de un kilómetro, el constante zumbido del motor de los coches, el zumbido de la electricidad que cruzaba los cables. Supo que llovería antes de que terminara la noche.

Supo que Marisa estaba pensando en él.Se centró en ella, sintió su pulso aumentar cuando su corazón comenzó a

latir al mismo ritmo que el de ella.Marisa… era una parte de él, le gustara a ella o no.Cerró los ojos y su imagen saltó en su mente. Lo preciosa que era, su

Marisa, con su pelo castaño oscuro y sus conmovedores ojos verdes. Su piel floreciente con la vibrante belleza de la juventud; sus labios cálidos y rosados. Había soñado con ella la última noche. Eso en sí mismo era un signo de que sus poderes sobrenaturales aumentaban su fuerza. Los vampiros recién hechos no soñaban. Encerrados en el sueño oscuro, tenían un negro y vacío descanso.

Recordaba esos primeros años en los que le tenía pavor a las horas de la nada, cuando había temido a las tinieblas, se había asustado de la indefensión que se cernía sobre él, temeroso de que cualquier mortal excesivamente entusiasmado pudiera encontrarle mientras era vulnerable.

Recordó noches en los que la conciencia retornaba con tal rapidez que le dejaba sin respiración a causa del miedo.

Pero esos días habían pasado. El sueño oscuro ya no le asustaba, no le dejaba sin poderes en una maraña de inexistencia. Podía moverse durante las horas del día, siempre que se mantuviera alejado de la luz del sol; incluso cuando dormía, era consciente de lo que pasaba a su alrededor.

Ya no le tenía miedo a nada. Excepto al toque del sol y el pensar en perder a Marisa.

¿Cuándo se había convertido ella en alguien tan importante para él? ¿Y qué iba a hacer con eso? ¿Cómo iba a convencerla de que no mirara al vampiro y viera al hombre?

Ah, musitó, pero ¿el hombre todavía existe o sólo se estaba haciendo ilusiones?

Sintió agitarse su hambre cuando caía la noche, extendiendo su manto de oscuridad a través de la tierra.

Se cambió de ropa y dejó la casa. Internándose en las sombras de la noche, se fue en busca de una presa.

Estaba oscuro cuando se despertó. Se levantó, asombrada de haber dormido tanto tiempo, pero claro, no había descansado mucho durante la noche.

135

Page 136: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Se sacudió los pantalones y comenzó a caminar hacia su casa. Eran sólo las seis, pero parecía más tarde. Las nubes ocultaban la luna. Sintiéndose repentinamente nerviosa, miró por encima de su hombro, asegurándose a sí misma que se encontraba sola. El parque, que le había parecido tan bonito y romántico cuando Grigori estaba a su lado, ahora era amenazadoramente oscuro y premonitorio.

Realmente estaba oyendo pasos detrás de ella, comenzó a caminar más rápido.

Gritó cuando sintió una mano cerrándose sobre su brazo.—¡Silencio! No voy a hacerle daño, señora. Sólo quiero su dinero.—Yo… yo no tengo… nada.—¡No me mienta! Y no se vuelva.—Yo… no… no miento—estaba temblando. Sus piernas estaban débiles y

sentía calor y frío a la vez. El temor atenazaba su estómago. Sofocó un grito al sentir algo pequeño y redondo presionando su espalda.

—Tengo una pistola y la usaré si tengo que hacerlo. Ahora deje de entretenerme y deme su dinero. Todo.

—Honestamente, yo no… no… por favor…—Iba a morir. Y no estaba preparada. Por favor, no ahora…

Su mano apretó su brazo y ella hizo una mueca de dolor.—Por favor… no traje la cartera.—No…Sus palabras murieron en un estrangulado sollozo y repentinamente él no

la estaba agarrando. Oyó la que pudo ser un gruñido seguido de un agudo grito de dolor.

El terror la mantuvo sujeta en el sitio. Reuniendo todo el coraje que tenía sólo fue capaz de mirar por encima de su hombro.

Lamentó haberlo hecho.Dos oscuras sombras permanecían a pocos pasos de ella, juntos en un

macabro abrazo. El más alto estaba doblado sobre el otro. Oyó un apagado sollozo, sintió el olor a sangre, y oyó una voz, baja e hipnótica.

—Vete de aquí y no vuelvas. No recordarás nada de esta noche. Nada. ¿Me entiendes?

Vio al más bajo de los hombres asentir, luego volverse e irse.Temblaba violentamente cuando Grigori la tomó entre sus brazos.—¿Estás bien?—su voz era suave y tranquilizadora.—S—sí.—¿Te hizo daño?Sacudió la cabeza, sabiendo de alguna manera, que si decía que sí, el

hombre que había intentado robarle moriría. —No. Yo sólo…tanto frío.Sin palabras, la abrazó. Sus fuertes brazos la mantendrían a salvo. Ella

ocultó su cara en el hueco de su hombro. Hubo un zumbido en sus oídos, una sensación de moverse rápidamente. Se acurrucó contra él, con los ojos cerrados, su corazón latiendo con fuerza. No preguntó dónde la llevaba. En ese momento no le importaba. Él era cálido y seguro. Él podía protegerla.

Momentos u horas después, ella no estaba segura, la dejó.Sintió una sensación de poder pasar a través de ella y la habitación se

llenó repentinamente con la luz de una docena de velas.—¿Dónde estamos?—preguntó Marisa.—En mi casa.Ella miró a su alrededor. La habitación era grande con un alto techo

abovedado y ventanas emplomadas pasadas de moda. Las cortinas eran verdes, apagadas, igual que la alfombra verde y oro que cubría el suelo. Las paredes

136

Page 137: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

fueron en algún momento amarillo pálido. Una enorme chimenea con una repisa de mármol ocupaba una buena porción de una pared.

—¿Vives aquí?— Su voz retumbó por el alto techo.Él asintió. —Pero no será mía legalmente hasta dentro de una semana o así.—Oh—Ella estaba temblando de nuevo.Él susurró su nombre y la tomó entre sus brazos. —No tengas miedo. Ahora estás a salvo.—Él… él tenía una pistola.—Ya no.—¿Se la quitaste?Grigori asintió.—Bebiste de él, ¿no?—Sí. Y luego lo borré de su mente—ella sintió cómo se tensaban los

músculos de sus brazos. —Eso te preocupa, ¿no?—Un poco—ella le sonrió trémulamente. —Pero me estoy acostumbrando a

eso.—Ah, Marisa, ¿tienes idea de lo mucho que te necesito?—¿Tú? ¿Me necesitas?Él asintió. —¿Sería poético si te dijera que te necesito como las flores necesitan el

sol, como un hombre hambriento ansía sustento? ¿Puedo decirte lo bella que eres para mí, lo mucho que te deseo?

Ella le miró olvidando momentáneamente al atracador. La luz de las velas danzaba en el espeso pelo negro como la tinta de Grigori, y arrojaban sombras doradas en su cara. Y sus ojos… sus ojos ardían con un calor radiante que hablaba con más elocuencia que las palabras.

—No te voy a meter prisa, cara. No voy a pedirte más de lo que desees dar. Sólo te pido que me dejes verte cada noche y soñar contigo cada día.

Él elevó una mano, un largo dedo delineó amorosamente los contornos de su cara.

—Di sí, cara mia. He vivido solo demasiado tiempo.Era tentador, demasiado tentador. Él la necesitaba como nadie lo había

hecho, como nadie lo haría, y aún así, ella no podía olvidar lo que él era.—Lo siento—susurró las palabras, temerosa de herirle, temerosa de

incurrir en su ira. —Por favor, trata de entender. No quiero herirte. Desearía poder…

Él le puso los dedos en los labios, silenciando sus palabras, y luego, muy despacio y deliberadamente, bajó sus brazos y dio un paso hacia atrás.

—Entiendo.—Grigori, por favor, déjame explicártelo…—No es necesario—dijo rotundamente. —Soy un Vampiro. Sé lo que

piensas, Marisa, mejor de lo que te conoces a ti misma. Te lo aseguro, no tienes nada que temer por mí. Vamos, te dejaré a salvo en tu casa.

137

Page 138: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 25

No hubo más flores después de aquello, ni más sueños eróticos que le llenaran de turbación y placer. Se ocultó en el trabajo, pasando los fines de semana haciendo las últimas compras de Navidad. Mandó las postales de Navidad, tarde como siempre, fue a una fiesta por las vacaciones a casa de Linda, e intentó pretender que se lo estaba pasando bien.

Repasaba los periódicos cada mañana y escuchaba las noticias cada noche, pero no había más asesinatos de vampiro, ninguna señal de que Alexi Kristov hubiera vuelto.

Salió a cenar y al cine con Edward unas cuantas veces, y entonces llegó la semana de Navidad.

La oficina cerró temprano el miércoles, y Marisa preparó su equipaje y se fue a Florida a pasar las navidades con sus padres, su hermano Mike, su mujer y sus hijos. Aguantaría la gentil insistencia de su madre de que sentara la cabeza, escucharía las quejas de su padre sobre el destino de la nación, intentaría no tener celos de Mike, quien parecía tenerlo todo: una amante esposa, cuatro hijos preciosos, un coche nuevo, un negocio floreciente.

Siempre se había asombrado cómo se convertía en una niña pequeña en cuanto entraba en la casa de su madre. Por una parte eso no le gustaba, pero por otra, la parte de ella que nunca había crecido, que nunca crecería, estaba feliz de dejar a su madre hacer tanto alboroto a su alrededor.

La Navidad pasó placidamente. Intercambiaron los regalos, salieron fuera a ver a los niños montar en sus nuevas bicicletas. Más tarde, tomaron un gran desayuno, seguido de una enorme cena, y luego, demasiado pronto, el día terminó. Montañas de papel de seda y de cinta, llenaron los cubos de basura. Los chicos, agotados de un día de juegos y de la cena, se fueron pronto a la cama.

Marisa se quedó levantada después de que todo el mundo se fuera a la cama. Sentada en la sala, enfrente de la chimenea, miró las danzantes llamas. Se preguntó dónde habría ido Alexi, cómo habría pasado Edward el día. Le habría pedido que pasara las navidades con ella y con sus padres. No habría habido ningún problema el que lo llevara, pero no había querido alentarle, no quería que pensara que podían ser más que amigos.

Echándose hacia atrás, intentó formular sus propuestas para el año nuevo. Más ejercicio, menos chocolate. Ir a la iglesia. Ayudar a los pobres. Llamar a casa más a menudo…

Finalmente, se dejó llevar y pensó en Grigori. ¿Cómo habría pasado el día? ¿Los vampiros celebraban la Navidad, o era solo otro día en una interminable sucesión de días? O noches.

¿Cómo había podido soportarlo por doscientos años? ¿Cómo sería ser joven para siempre, no estar nunca enfermo, no tener que preocuparse por la muerte? ¿Cómo sería saber que todo el mundo que conoces envejecería y moriría mientras permanecías siempre igual?

Cerró los ojos, adentrándose en el sueño por lo avanzado de la noche y el calor de las llamas…

Era Nochebuena y él andaba por una calle residencial. Vestía un jersey y vaqueros que ella había escogido para él, se movía silenciosamente a través de la noche, sin tener conciencia del intenso viento y de la lluvia. Las luces de navidad brillaban en los porches y los tejados de las casas, reflejando la

138

Page 139: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

humedad. Y a su alrededor podía oír el sonido de los villancicos y las risas de las familias reunidas para celebrar el día más alegre del año.

Paseó kilómetros, sus manos dentro de los bolsillos de sus vaqueros, su cara vuelta al viento. Ella sintió su soledad, su separación del resto del mundo. Sintió su hambre, vio que el se paraba delante de una farmacia de guardia, su nariz se abrió cuando vio al viejo de pie en la puerta. Sintió el hambre arañándole, urgiéndole a que tomara lo que necesitaba, a satisfacer su sed. Ella sintió su indecisión y entonces, con un juramento por lo bajo, pasó de largo, y ella supo que era porque era Navidad, porque el viejo iba de camino a su hogar con su esposa inválida.

Y ella le vio en la casa que él había comprado, y supo que la había comprado por ella, que él había esperado que la compartiera con él.

Ella le vio paseando por las oscuras y vacías habitaciones, oyó su voz susurrando que le necesitaba, que su vida había perdido toda esperanza, todo sentido.

Y entonces ella le vio mirando de nuevo hacia fuera, su cabeza se volvió, sus manos se apretaron fuertemente a ambos lados. Él dijo su nombre, y luego, conducido por las alas del viento, ella oyó el melancólico lamento de un lobo…

Se despertó con un sobresalto, su corazón latiendo con fuerza mientras miraba a su alrededor en la oscura habitación.

—¿Grigori?—pero por supuesto él no estaba allí. Estaba en Los Angeles.Elevó una mano a su mejilla, sorprendiéndose de encontrarla húmeda por

las lágrimas.—¿Por qué lloras, Marisa?Debería haberse asustado, o, al menos, sorprendido. En cambio, el suave y

ronco sonido de su voz le mandó un cálido resplandor atravesándola. —¿No lo sabes?—Estoy intentando no leer tu mente, desde que eso te disgusta tanto.—Estaba soñando—se abrazó a sí misma por la cintura y le miró. Él

permaneció al lado del sofá. Envuelto en una ondeante capa negra, se le veía alto, oscuro y peligroso. La luz del fuego bailaba en su pelo. —Pero tú ya lo sabes, ¿no?

Él sacudió la cabeza. —No. ¿Qué pasa?—No importa. ¿Qué estás haciendo aquí?—¿Qué piensas?Su corazón empezó a saltar en su pecho. Su boca se quedó seca. —Yo…—tragó saliva. —No lo sé.Él se arrodilló a su lado, la capa arremolinándose a su alrededor como una

laguna de tinta negra.—Te he echado de menos—dijo tranquilamente. —Vine a ver si tú también

me habías echado de menos—encontró su mirada y la mantuvo. —¿Lo hiciste?Ella no podía mentirle, no cuando la miraba de esa manera. Podía sentir su

soledad como si fuera la suya propia. La hizo sentirse poderosa y humilde al mismo tiempo, el pensar que él había tenido que ir allí. Era aterrador, saber que ella tenía la capacidad de hacerle daño, de hacer añicos su orgullo y herir su ego.

Le miró y se recordó a sí misma que él era un vampiro, pero todo lo que vio fue un débil rayo de esperanza en un par de profundos ojos negros.

Ella le miró e intentó ver a un monstruo, pero todo lo que vio fue a un hombre que había estado solo mucho tiempo, un hombre que la necesitaba.

—¿Has pensado en mí mientras estabas aquí?

139

Page 140: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Sí—ella había pensado en él constantemente. En la iglesia en Nochebuena, ella había deseado que él pudiera estar a su lado. Todo ese día ella había pensado en él, perdido en el Sueño Oscuro, solo, mientras el resto del mundo celebraba el asombroso nacimiento del salvador del mundo.

—¿Entonces me has echado de menos?Ella asintió. —Sí. No quería, pero no podía evitarlo.La esperanza de sus ojos ardió brillantemente, su calor la envolvió. —Marisa.—Feliz Navidad, Grigori—susurró y abrió sus brazos.Él solo pudo mirarla fijamente, momentáneamente aturdido por el amor

que leía en sus ojos, y luego, con un gemido, la atrajo a su regazo y envolvió sus brazos alrededor de ella.

—Marisa… Marisa…—enterró su cara en la sedosa nube de su cabello y la mantuvo apretada.

Ella se aferró a él, sintiendo los temblores que sacudían su cuerpo mientras susurraba su nombre una y otra vez.

—¿No vas a besarme?Él se echó hacia atrás un poco, una débil sonrisa curvó sus labios. —Tan a menudo como lo desees.La felicidad burbujeó en su interior como el champán. —Lo deseo—murmuró—deseo que me beses ahora.—Ah, cara—dijo fervientemente—tus deseos son órdenes.Cerró los ojos cuando su cabeza se inclinó hacia ella, suspiró cuando sus

labios se encontraron. Había anhelado eso, tenía hambre de eso. ¿Por qué había combatido tanto tiempo?

Sin apartar sus labios de los de ella, él la volvió en su regazo hasta que ella quedó de cara a él, sus piernas alrededor de su cintura, sus pechos aplastados contra su pecho. Sus manos vagaban por su espalda y sus hombros, bajando por sus brazos, a lo largo de sus muslos, atormentándola con su toque, excitándola hasta que ella estuvo dolida por la necesidad.

Él se estaba quemando del mismo deseo. Ella lo podía sentir en cada músculo tembloroso, oírlo en el entrecortado filo de su respiración, en lo áspero de su voz al decir su nombre.

Ella estaba sin respiración cuando él apartó sus labios de los suyos. —Grigori… ¿siempre has tenido este poder sobre las mujeres?Sus nudillos acariciaron su mejilla. —¿Qué poder, cara?—Sabes muy bien lo que quiero decir. Un beso y ardo.—Eso no es poder, mi amore.—¿Magia entonces?Él le sonrió, con expresión tierna. —Mejor un milagro.—¿Un milagro?—ella trazó sus labios con un dedo, y luego acunó su cara

con las manos.—Que puedas amarme.—Te amo— dijo ella —pero…Él colocó una mano sobre su boca. —No nos preocupemos esta noche por el futuro—dijo—solo déjame

abrazarte hasta el amanecer.Ella lamió su palma y un gemido bajo salió de la garganta de él. —No puedo creer que estés aquí.—Tú me querías aquí, ¿no?

140

Page 141: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Ella asintió y se acurrucó en sus brazos, su cabeza descansando en su hombro.

—Creo que estas es la mejor Navidad que he tenido.Sus brazos la rodearon con fuerza. —Para mí también—dijo, su respiración calentando su nuca. —Para mí

también.Estuvieron sentados durante horas, contentos de mantenerse cerca el uno

del otro y de mirar danzar las llamas en la chimenea. Grigori le habló de su infancia en Italia, de su padre que era zapatero, de su hermano mayor que llegó a ser sacerdote. Le habló de los lejanos lugares que había explorado en los siglos pasados, y ella pudo ver en su mente, la casa donde había nacido, a Grigori como un chico joven, alto, oscuro y guapo, incluso entonces. Vio el mundo a través de sus ojos, las pirámides de Egipto y los canales de Italia, las grandes catedrales de Europa, las junglas de África. Qué maravilloso, haber vivido tanto y haber visto tanto.

Después de un tiempo él quedó en silencio y ella supo que el amanecer estaba cerca. Ella miró el hogar, solo para darse cuenta que, aunque ellos no le habían añadido más madera, el fuego había ardido durante toda la noche.

—Debo irme—la besó en la mejilla. —¿Cuándo estarás en casa?—El domingo por la noche. Desearía que no tuvieras que irte.Él se encogió de hombros. —No puedo evitarlo. Te veré cuando vuelvas, ¿vale?—Sí.La mantuvo cerca, respirando su aroma, jurando silenciosamente que le

concedería cualquier deseo, de manera que ella le dejara estar a su lado.Se levantó con un movimiento fluido, llevándola con él. —Me temo que te he robado el descanso.Ella cerró sus brazos alrededor de su cuello y le sonrió.—No me importa. Puedo dormir hasta tarde mañana.—¿Soñarás conmigo?Ella sonrió. —Siempre lo hago.Él la besó de nuevo, largo y duro y después, muy gentilmente, la dejó

sobre sus pies. —Hasta el domingo por la noche, cara mia.—¿Un beso más?Él la arrastró hasta sus brazos y la besó hasta que ella se quedó sin

respiración, y entonces, en un remolino de seda negra, él se había ido.Con la cabeza dando vueltas, y el corazón lleno de docenas de emociones

conflictivas, subió las escaleras y se metió en la cama.Estaba enamorada.De un vampiro.Y era la cosa más excitante del mundo.

Pasaban un poco de las ocho cuando el avión aterrizó. Llevando su bolso y una pequeña maleta siguió a los otros pasajeros por la rampa. Había sido divertido pasar los últimos tres días con su familia, pero se alegraba de estar de nuevo en su casa. No podía esperar para ver a Grigori.

El aeropuerto estaba atestado de gente volviendo a casa. Tomando aire se dijo a sí misma que debía tener paciencia. Ella no era la única con prisa.

Se dirigía a la cinta de equipajes cuando vio a Grigori.

141

Page 142: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Sonrió y se dirigió hacia él.—Bienvenida a casa, cara mia—dijo y tomándola entre sus brazos, la

envolvió como si no se hubieran visto en años en lugar de días. Le hizo ridículamente feliz saber que él le había echado de menos tanto como ella le había añorado a él.

—¿Qué estás haciendo aquí?—Quería verte. Vamos a por tu equipaje.Por primera vez en su vida, sus bultos fueron los primeros en bajar por la

rampa.Grigori cogió las dos maletas y las metió bajo un brazo; luego cogió su

mano. —Ven, he alquilado una limusina para llevarte a casa.—Bromeas, ¿no?—No, está fuera.—Pero mi coche…—Te lo llevé a tu casa la pasada noche.—¿Por qué?—Para poder tenerte en mis brazos cuanto antes.Eso era, posiblemente, la cosa más romántica que nadie había dicho o

hecho.Marisa se sintió como una estrella de cine cuando una elegante y extensa

limusina blanca se detuvo en el bordillo. El conductor salió y les abrió la puerta, guardó el equipaje en el maletero. Minutos después estaban en la autopista 101 de camino a casa.

Marisa se acurrucó contra Grigori. —Esto es maravilloso.—¿Tienes sed? ¿Hambre?—No. Estoy bien.Su brazo se apretó sobre su hombro. —¿Te lo pasaste bien con tu familia?—Uh—huh. Mi madre siempre hace comida suficiente para un regimiento.

Probablemente habré engordado cinco kilos—le miró. —Supongo que eso no es problema para ti, ¿no?

—No.—Afortunado.—De hecho, lo soy.Sintió una ola de calor inundando sus mejillas cuando la mirada de él se

movió sobre ella, posesiva, admirativa. —La dieta del vampiro—se mofó ella. —Proteína líquida.Un lado de su boca se elevó en una irónica sonrisa. —No hables hasta que no lo hayas probado.—No, gracias— Frunció el ceño. —Espera un momento. Cuando fuimos a

North Word Inn, comiste un filete—Hizo una mueca al recordar. —Un filete muy raro, pero te lo comiste.

—¿Lo hice?—Por supuesto que lo hiciste. Te vi.Él sonrió con indulgencia. —No probé bocado. Solo planté la idea en tu mente.Ella le dio un puñetazo en el brazo. —Metiéndote de nuevo con mi cabeza.Él se encogió de hombros. —No lo haré más.—¿Lo prometes?

142

Page 143: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Sí.—¿Puedo preguntarte una cosa?—Lo que quieras, cara.—¿Diste un paseo en Nochebuena?—¿Por qué lo preguntas?—Te vi.Grigori frunció el ceño. —¿Qué quieres decir?—Te vi en un sueño. Paseabas por una calle, completamente solo. Pasaste

por una farmacia y había un viejo de pie en la entrada. Llevaba una gabardina marrón y una bufanda roja el cuello.

Sintió tensarse los músculos de su brazo. —Sigue.—Tu ibas a… ya sabes, pero entonces leíste su mente y viste que su mujer

estaba sola en su casa, y enferma y él había salido fuera bajo la lluvia para recoger una receta para ella.

—¿Soñaste eso?Marisa asintió. —Pasaste de largo y te fuiste a casa.Sus brazos eran como el acero alrededor de ella mientras esperaba a que

continuara.Ella le miró, buscando su mirada. —Dijiste que la vida había perdido su significado para ti y dijiste mi

nombre. Y entonces…—Se estremeció ante el sonido del solitario llanto del lobo que resonaba en su mente.

—¿Y entonces?—Oí el aullido de un lobo y desperté. ¿Fue real o solo un sueño?Un músculo latió en su mandíbula. Tomó aire profundamente y ella sintió

como la tensión salía de él. El brazo que rodeaba su hombro se relajó. —Fue real, cara mia. Ocurrió exactamente como lo has descrito.—¿Pusiste esa imagen en mi mente?—Te dije que no lo hice.—Eso es por lo que sueño contigo, ¿no? Porque me diste algo de tu sangre.

¿Quiere eso decir que puedes hacer que yo haga lo que quieras?—Siempre pude doblegar tu voluntad, Marisa. El pequeño sorbo de sangre

que te di era solo para marcarte como mía, para permitirme encontrarte, para dejarme hablar a tu mente.

—Alexi dijo que podía notarte.—Alexi—Grigori miró por la ventanilla hacia la oscuridad, preguntándose si

su viejo enemigo estaba escondido. ¿Había dejado el juego? ¿O simplemente estaba aguardando su tiempo, adormeciéndoles en una falsa sensación de seguridad antes de atacar de nuevo?

—Hey, ¿dónde estabas?Le sonrió. —Aquí, a tu lado, durante el tiempo que quieras.—Eso puede ser mucho tiempo.Su sonrisa se volvió agridulce. —Tengo mucho tiempo.—¿Y Ramsey?—¿Qué pasa con él?—Dijo que iba a destruirte.—No será el primero en intentarlo. Seguramente no será el último.—¿Qué quieres decir?

143

Page 144: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—He sido cazado antes, en el pasado. Aquellos que buscaron destruirme están muertos.

Ella se encontró cara a cara con la realidad de nuevo. La otra noche, enfrente del fuego, todo parecía mágico, romántico, un cuento de hadas.

—¿Mataste a los otros?—Por supuesto.—¿Matarás a Edward?—Es su elección.—¿Pero cómo? Si ellos fueron a por ti durante el día… Quiero decir,

pensaba que los vampiros estaban indefensos cuando el sol estaba alto.—No. Es natural para nosotros dormir durante el día, pero sólo los muy

jóvenes están indefensos. Puedo sentir la presencia de otros cuando duermo. El instinto de supervivencia es tan fuerte con nosotros como contigo. Todavía no he conocido a un mortal que no pueda derrotar.

Ella tembló, repentinamente helada al imaginar a Edward inclinándose sobre Grigori, sus ojos ardiendo con virtuoso ardor, al hundir una estaca de madera en el corazón del vampiro.

Él no tuvo que leerle la mente para saber qué era lo que estaba pensando. Abriendo uno de los compartimientos de los lados, sacó una botella de vino tinto. Llenó dos copas, calentando una con su mirada y se la alargó a Marisa.

—Bebe esto—dijo —y luego hablaremos de algo más placentero.Ella hizo lo que él sugirió. El vino la calentó, haciéndola sentir somnolienta

y relajada.Él le sonrió por encima del borde de la copa. —¿Mejor?—Sí, bastante.Cuando ella terminó, él colocó las copas a un lado y la tomó entre sus

brazos. —Estaremos pronto en casa.Casa. Nunca había sonado tan bien la palabra.Llegaron al apartamento en tiempo record. El chofer le subió el equipaje

por las escaleras. Grigori llevó a Marisa. Ella protestó, diciendo que podía andar, pero él insistió en llevarla. Y ahora ella estaba sentada en su regazo en el sofá. Él había encendido el fuego simplemente con desear que ocurriera.

—Serías genial para una excursión por el campo—dijo Marisa—nunca tendría que preocuparme por recordar llevar cerillas.

Grigori gruñó por lo bajo. —Me temo que nunca he estado de acampada.—No, supongo que no.Ella deslizó su brazo alrededor de su nuca y apoyó la cabeza en el hombro

de él. —Desearía no tener que ir mañana a trabajar.—Pensé que te gustaba tu trabajo.—Oh, sí me gusta. Pero cada vez que me tomo unos días, el comenzar se

me hace cuesta arriba.—Si no quieres ir, quédate en casa.—Sí, ya.—Lo digo en serio. Deja tu trabajo si no eres feliz allí.—¡No puedo hacer eso! Tengo facturas que pagar, lo sabes. Alquiler y

cosas así.—Ven a vivir conmigo, cara. Déjame cuidar de ti.Ella le miró al tiempo que se le ocurría un nuevo pensamiento. —¿De dónde sacas todo tu dinero? No parece que tengas un trabajo.

144

Page 145: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Él se encogió de hombros. —Si uno es juiciosos, se puede acumular bastante riqueza en doscientos

años.—Supongo que sí.—Venga, cara, déjame cuidar de ti.Era tentador, oh, demasiado tentador. Ella lo consideró durante sesenta

segundos, luego sacudió la cabeza con pesar.—Me encantaría, pero no puedo—Vio la pregunta en sus ojos y le cubrió los

labios con la mano. —No es porque seas un vampiro. No tiene nada que ver contigo. Soy yo. Te lo dije antes, no tengo sexo casual.

Él le cogió la mano y la besó. —No te estoy pidiendo que duermas conmigo—su lengua acarició su

palma, mandándole escalofríos que corrían arriba y abajo por su espina dorsal. —Sólo te estoy pidiendo que compartas mi casa, que me dejes cuidarte. No hay necesidad de que trabajes.

—¿Pero qué voy a hacer todo el día?—Lo que quieras—él acarició su mejilla con el dorso de su mano,

deleitándose con la suavidad de su piel. La llamada de sirena de su sangre provocaba en él su hambre, tan seguro como que el cálido aroma femenino de su cuerpo provocaba su deseo. —Ir de compras. Dormir hasta tarde. Ir al masajista. Sentarte al sol. Dar un paseo por la playa. Dar largas caminatas por el parque—él sonrió. —Por la mañana.

Ella le miró, con el corazón rompiéndose porque, incluso si ella aceptara su oferta, él nunca sería capaz de sentarse al sol con ella, o andar tomados de la mano por la playa, o pasear a través del parque en un cálido día de verano.

—Aprecio tu oferta, realmente lo hago, pero no puedo aceptar. Echaría de menos trabajar y me gusta tener mi propio dinero. No estás enfadado, ¿verdad?

—No, cara.Sus labios rozaron su mejilla, la punta de su nariz, luego se deslizaron

hacia abajo hasta cubrir su boca. Sus brazos se apretaron alrededor de su cintura cuando profundizó el beso, y ella olvidó el trabajo, olvidó cualquier cosa excepto al hombre que la abrazaba tan fuerte, besándola tan completamente, haciendo que su corazón volara de felicidad. Se apretó contra él, queriendo estar más cerca, aún más cerca.

Un gemido bajo surgió de la garganta de Grigori al absorber el calor de ella en su interior. El sonido de su corazón rugía en sus oídos; la verdadera esencia de su vida le llamaba como el aroma de su sangre llenaba las ventanas de su nariz. El hambre y el deseo guerreaban en su interior. Sintió sus colmillos crecer cuando el hambre bramó a la vida dentro de él. Sólo un sorbo, pensó. ¿Qué daño podía hacer? Un sorbo de su dulzura. Tan fácil, meditó, tan fácil tomarla, mirar profundamente en sus áridos ojos, dejar que el poder de su mente eclipsara la de ella. Nunca necesitaría saberlo…

La tensión que radiaba Grigori penetró en la bruma de pasión que la envolvía. Sintiéndose como si estuviera moviéndose a través de una espesa melaza, se echó hacia atrás, su mirada examinó su cara.

—¿Qué ocurre?Con gran esfuerzo, él dominó su hambre, sintió que sus colmillos se

retraían. —Creo que lo mejor sería decir buenas noches.—Pero si aún es temprano.—Eres demasiado tentadora, Marisa—se levantó y la dejó con cuidado de

pie. —Te veré mañana por la noche.

145

Page 146: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—De acuerdo—ella se balanceó contra él, elevando su cara para un beso. —Gracias por recogerme.

—Ha sido un placer—tiernamente, como si ella hubiera estado hecha del más frágil cristal, él rodeó su cara con sus manos y la besó. —Dulces sueños, cara.

—Igualmente—dijo ella, y entonces frunció el ceño. —¿Tú sueñas?Él trazó la línea de sus labios con sus dedos. —No lo hacía—contestó suavemente —hasta que te conocí. Buono notte,

cara mia.—Buenas noches.Con un suspiro cerró la puerta tras él. Sintiéndose mareada como una

escolar, se sentó en el sofá y miró soñadoramente al fuego, con un cojín apretado contra su pecho.

Estaba enamorada de Grigori Chiavari. El pensamiento era al mismo tiempo emocionante y espantoso.

Marisa Chiavari… Señora de Grigori Chiavari… Señora Marisa Chiavari…Riendo tontamente, besó el cojín. Nunca en su vida se había sentido así.

Era maravillosos y daba miedo, estimulante y espantoso, todo al mismo tiempo. Y, sobre todo, era imposible. ¿Cómo podía estar enamorada de un vampiro?

146

Page 147: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 26

Perdido en sus pensamientos paseó por las oscuras calles. Antes de que Alexi escapara de Silvano, antes de Marisa, su vida había seguido un sendero marcado. Había viajado por el mundo persiguiendo al viento, cuando las tinieblas se extendían a lo largo de la tierra. No era un eunuco, ni un monje. Había habido mujeres en su vida. Había sentido un cálido afecto por todas ellas, pero ninguna había reclamado su corazón o hablado a su alma. Había perseguido el conocimiento, abrazado las artes, disfrutado del teatro y de la ópera. Sus deseos eran pocos y fácilmente satisfechos.

Pero cuando Silvano había llevado a Alexi de gira, sus pacíficos días se habían hecho añicos. Y luego había conocido a Marisa… ah, Marisa, con su belleza besada por el sol y sus claros ojos verdes. Marisa, cuya sangre cantaba una canción de sirena a su hambre, cuya belleza tiraba de su corazón y de su alma incluso mientras su cuerpo susurraba al deseo de la carne. Pero era más que belleza exterior o lujuria lo que le arrastraba a su lado una y otra vez. Era la pureza de su alma, su innata dulzura, la compasión que le permitía mirar más allá de lo que se había convertido y ver al hombre que una vez había sido.

Marisa… ¿Podía tenerla, hacerle el amor como anhelaba y no destruirla? Desde que se había convertido en Vampiro había hecho el amor a muchas mujeres, pero ninguna a la que amara.

Una oleada de culpa le atravesó. ¿Cómo podía pensar en amar a Marisa cuando había estado ante la tumba de Antoinette solo unos días antes? Y aún así, para él, ella llevaba muerta siglos.

El conocimiento le atravesó, se giró, sus ojos estudiaron las sombras. —Sal, Ramsey. Sé que estás ahí.Una oscura forma se materializó desde detrás de un árbol.Edward Ramsey encorvó los hombros. Permaneciendo bajo el resplandor

de la farola, se sintió expuesto, vulnerable. —Chiavari.—¿Querías verme?—preguntó Grigori. Y entonces vio la bolsa que colgaba

del hombro de Ramsey. —Deja que adivine ¿No llevarás un martillo y una estaca en el saco?

Edward se aclaró la garganta. El sudor goteaba sobre su ceja y se reunía bajo sus brazos, pero mantuvo la expresión en blanco.

Grigori dio un paso hacia él —¿Asustado, cazador de vampiros?Ramsey elevó su barbilla un grado y sacudió la cabeza.—Mentiroso—la palabra, dicha suavemente, pareció permanecer en el aire

entre ellos. —¿Quizás pensaste que yo sería lo suficientemente tonto como para conducirte a mi guarida?

Edward se encogió de hombros. Podía sentir su pulso corriendo. Qué era peor, el saber que el vampiro podía oler su miedo u oír el latido frenético de su corazón.

—Así que—murmuró Grigori —eso me lleva a que has decidido que ya no me necesitas más.

—Alexi se ha ido. Ahora no es una amenaza. Pero tú sí.—Tengo la intención de no hacerte daño, Ramsey. A ti o a cualquier otro.—¡Eres un asesino! ¡Todos vosotros sois asesinos!—Yo no he matado a nadie—¿Quién está mintiendo ahora?

147

Page 148: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Excepto a aquellos que han intentado destruirme, no he matado a nadie en ciento cincuenta años.

—No te creo.—No me importa que me creas. Es la verdad.Grigori dio un paso adelante. Edward permaneció en el sitio, con una mano

agarrando el crucifijo que le colgaba del cuello. —Mantente alejado de mí.Despacio, Grigori sacudió la cabeza. —Edward, ven a mí.—No—Ramsey dio un paso atrás. —¡Mantente alejado de mí!—¿Por qué me temes? Tu sangre me ha alimentado, haciéndote parte de

mí.—¡No! ¡No, maldito seas! Déjame solo—lágrimas de frustración salieron de

los ojos de Edward cuando la voz de Grigori le arrastró hacia delante hasta que, indefenso, todo su cuerpo temblaba de terror, Edward permaneció delante del vampiro, mantenido en el sitio por un par de oscuros e impenetrables ojos.

Grigori cruzó su mano sobre el hombro izquierdo de Ramsey. Pudo sentir el poder sonando monótonamente a través de todo su cuerpo, fortaleciéndole. Sus colmillos pincharon su lengua cuando el hambre se elevó a través de él. Ramsey permaneció allí, sin moverse, cuando los colmillos del vampiro penetraron en su carne.

Grigori bebió rápidamente, en poca cantidad, y luego puso en libertad a Ramsey.

—Vete a casa, Edward. Vete a casa y acuéstate.Ramsey asintió. —Sí —murmuró. —Casa.Parpadeó varias veces, se volvió y se fue por el camino por el que había

llegado.Grigori le miró hasta que le perdió de vista, preguntándose si debería

haberle borrado la memoria a Ramsey, limpiando cada recuerdo de sus encuentros de la mente del hombre. Era tentador, y podía haberlo hecho si no fuera por una cosa: Ramsey le había dado su sangre cuando la necesitaba desesperadamente. Le gustara o no, tenía una deuda de gratitud con el cazador de vampiros. No podía pagársela robando parte de su mente.

Grigori soltó un suspiro. Deuda o no, haría lo que debiera para sobrevivir y si eso significaba matar a Edward Ramsey, que así fuera. No podía dejar que le destruyera, no ahora, cuando Marisa casi era suya.

Edward despertó en su cama la mañana siguiente sin recuerdos de cómo había llegado allí.

Incorporándose, miró a su alrededor. Que… Y entonces vio su bolsa en el suelo, cerca de la puerta y todo volvió a él. Había ido al apartamento de Marisa con la esperanza de encontrar allí a Grigori, se había alegrado de su buena fortuna, cuando el vampiro sintió su presencia.

Farfullando un juramento, Edward bajó de la cama y corrió al cuarto de baño. No podía ser verdad. Pero lo era. Volviendo la cabeza hacia un lado, vio las dos pequeñas marcas en su cuello. ¡Demonios! Grigori había tomado su sangre. ¡Maldición, una cosa esa que el vampiro tomara su sangre cuando se le ofrecía, y otra cosa completamente distinta era que la tomara como si pensara que tenía derecho!

148

Page 149: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

El pensamiento le hizo sentir frío y sobre todo se sintió forzado, como debía sentirse una mujer violada. Temblando, agarró su bata y se la puso. Ahora lo recordaba, lo recordaba todo, el sonido de la voz del vampiro impregnando su mente, doblegando sus pensamientos, hasta que no fueron sus pensamientos en absoluto. Como si él no tuviera voluntad propia, sus piernas le llevaron al vampiro. Se estremeció al recordarse a sí mismo ofreciendo su cuello a ese monstruo bebedor de sangre, permaneciendo allí como un zombi sin mente mientras Grigori bebía hasta llenarse.

Una fría ira le engulló. Pensar que una vez le había dado su sangre a ese monstruo libremente, y esas eran las gracias que recibía. Ah, pero no había sido libremente. Había sido el ruego de Marisa. Ella había suplicado tan bella, sonreído tan dulcemente… juró por lo bajo. ¡Marisa!

Marcó su número, moviendo los pies con impaciencia mientras esperaba a que contestara al teléfono.

—¿Sí?—Marisa, soy Edward. ¿Estás bien?—Por supuesto. ¿Por qué? ¿Ocurre algo?—No, no, nada. Yo estaba… uh, solo preocupado por ti. No te he visto

desde hace tiempo.—Fui a Florida a ver a mis padres, ¿recuerdas? Te dije que me iba.—Sí, ya, supongo que lo olvidé. ¿Todo va bien?—Bien. Mira, tengo que irme. Voy a llegar tarde al trabajo.—¿Puedo verte después? ¿Para cenar?—Oh Dios, me encantaría, pero no puedo.—¿No puedes?—Lo siento, tengo una cita.—¿Oh?—Sintió como su boca se secaba. —¿Alguien que yo conozca?—Bien, estoy esperando a Grigori, si debes saberlo.Edward cayó contra la pared. —¿Crees que es inteligente?—Creo que es maravilloso—replicó con voz suave y distraída—tengo que

irme. Adiós.Él miró fijamente el receptor y luego lentamente lo colocó en su lugar. Ella

pensaba que era maravilloso. ¡Maldito Chiavari! Él la había hipnotizado.—Puedes haber ganado esta batalla, Chiavari—refunfuñó Edward. —¡Pero

no has ganado la guerra!

Se encontró a sí misma sonriendo en la oficina un lunes por la mañana, canturreando mientras trabajaba. Pasó a máquina un informe de una bancarrota, pero todo lo que podía oír era el sonido de la voz de Grigori susurrando su nombre. Contestó los teléfonos, abrió el correo, pero en todo momento una parte de su mente estaba pensando en él, contando las horas hasta poder volver a verlo.

Grigori…Se saltó la comida y en cambio se fue de compras. Necesitaba algo que

ponerse en la fiesta de Noche Vieja de la oficina, pero lo que realmente quería era algo nuevo que ponerse para Grigori. Eligió un seductor vestido verde azulado sin mangas para la fiesta. Se lo probó, y supo que tenía que tenerlo. Estaba dejando la sección cuando un conjunto de pantalones y top de seda negro capturó su ojo.

149

Page 150: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Perfecto —murmuró. Rápidamente encontró su talla y llevó el conjunto a la vendedora antes de poder decirse a sí misma que estaba haciendo otra extravagante compra.

Las siguientes horas transcurrieron en una bruma y luego llegó el momento de irse a casa. Apagó rápidamente el ordenador, agarró su bolso y los paquetes, dijo un apresurado adiós a Linda y prácticamente corrió hasta el ascensor.

Ya en casa, tomó una ducha rápida y se puso el nuevo conjunto. La seda se sentía maravillosa contra su piel, lisa y sexy.

Se acababa de rociar con perfume cuando sonó el timbre de la puerta.Sintiendo como si un millón de mariposas revolotearan en su estómago,

corrió a abrir la puerta.Grigori sintió que le faltaba el aliento cuando la tomó entre sus brazos.

¡Bellísima! Sus manos se deslizaron por su espalda, el tacto de la cálida seda negra que llevaba hacía que le hormiguearan las palmas de las manos. Una exótica fragancia se elevaba de la nube oscura de su pelo. Sus labios sabían a sol y fresas, calidez y dulzura que le habían sido negados durante doscientos años.

Él profundizó el beso, y ella se sintió viva entre sus brazos, una llama viva y ardiente que amenazaba con consumirle como los rayos del sol.

La cogió entre sus brazos y la llevó al sofá. Ella oía un débil sonido silbante, y un fuego saltó a la vida en la chimenea.

Magia, pensó ella, magia vampírica.Sus brazos la acercaron más, sus manos jugaron con su cuerpo, sus largos

dedos exploraban la curva de su muslo, su pecho, deslizándose arriba y abajo por su espalda en largas y temblorosas caricias que la dejaban tambaleante, ahogándose en una erótica sensación.

Sus propias manos se movían agitadas sobre él, midiendo la anchura de sus hombros, la dureza de los músculos de sus brazos, la sólida extensión de su pecho. Sus dedos acariciaron su nuca, deslizándose en su pelo.

Y durante todo el tiempo los labios de él no dejaron los suyos. Sus lenguas se batían en una danza que era a la vez vieja y nueva, y ella estaba ardiendo, abrasándose en sus manos.

Él la dobló sobre el sofá, cubriéndola con su cuerpo, sus manos y sus labios, excitándola hasta que apenas podía pensar, escasamente respirar.

Ella abrió los ojos y se encontró con su mirada y el evidente deseo que leyó en ella le llenó de temor y regocijo.

—Marisa. Cara…—Sus palabras eran ásperas e irregulares por la necesidad que pulsaba a través de él.

Ella parpadeó, sus bellos ojos verdes oscurecidos por la pasión. —Grigori.Él dejó escapar su respiración irregular. —Te deseo.Marisa le miró, incapaz de hablar, un revoltijo de pensamientos e

imágenes atravesaron su mente: Grigori doblándose sobre Edward, tomando su sangre; Grigori como le vio la primera vez, alto, oscuro y misterioso; Grigori yaciendo en el suelo de su armario; Grigori, sus ojos llenos de angustia al rogarle a Edward que fuera misericordioso. Ella pensó en Alexi. Era un monstruo, un asesino, una criatura que se deleitaba con la muerte y la miseria. Y pensó en Edward, que afirmaba que todos los vampiros eran malos y que debían ser destruidos.

—Marisa…—Te deseo también, sabes que lo hago—se humedeció los labios

repentinamente secos. —Yo…

150

Page 151: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Él vio la duda en sus ojos, la oyó en su voz. Combatiendo la urgencia de tomar lo que deseaba, tal y como había hecho desde que se había convertido en vampiro, se alejó de ella, de manera que su cuerpo no la cubriera. Pero no pudo dejarla ir, no del todo.

Tomando su mano esperó a que siguiera.—Yo… no puedo.—Me deseas.Elevó su mano hasta su boca y su lengua acarició la palma, haciendo que

un escalofrío le recorriera por entero.Ella asintió, incapaz de negarlo. —Pero desearte no es suficiente.Sus ojos se estrecharon. —Ah—murmuró y se preguntó cómo podía haber estado tan ciego. —Tú

quieres las palabras—su mano libre acarició su mejilla. —Te quiero, cara mia.La ira penetró entre las capas de la pasión. —¿Piensas que puedes tenerme con unas pocas palabras?Él frunció el ceño. —¿Qué quieres de mí?—¡Quiero más que palabras vacías!—No son vacías, Marisa—le soltó la mano y se levantó, volviéndole la

espalda. —He vivido solo durante doscientos años. Y no he amado a ninguna mujer durante ese tiempo, ni he fingido hacerlo. No soy un eunuco, ni he vivido como tal. He tenido mujeres en mi cama cuando me apetecía.

—¿Cuántas mujeres?—preguntó ella —¿Cuántas en doscientos años?Despacio, él se volvió hacia ella. —Salvo Antoinette, nunca le he dicho a una mujer que la amaba. No lo

hubiera dicho si no fuera verdad.—Oh, Grigori, lo siento.Él se levantó con la gracia de un maestro de baile. —Ven—dijo, ofreciéndole la mano. —Te llevaré a cenar.Ella sacudió la cabeza, pensando que nunca en su vida se había sentido

tan miserable ni desgraciada —No tengo hambre.—No hagas pucheros, cara. Es de lo más inapropiado.—No estoy haciendo pucheros. No tenía la intención de herir tus

sentimientos.Él le sonrió. —Prometo no meterte prisa, ni forzarte a hacer algo que no desees hacer.

Alargó la mano y tiró de ella para ponerla de pie. —Estás preciosa. Me gustaría llevarte fuera y lucirte. ¿Dónde quieres ir?

—¿No estás enfadado conmigo?—No —rozó sus labios con un beso. —Coge tu abrigo. Hace frío fuera.Él la llevó al Velvet Turtle para cenar, tomó una copa de vino tinto

mientras ella comía. Marisa no pudo evitar darse cuenta que cada mujer del lugar no le quitaba los ojos de encima a Grigori. Alto y oscuro, vestía pantalones grises y un jersey de lana blanco, parecía como si acabara de salir de las páginas de una revista de moda.

Después de cenar, condujeron hasta la playa. Ignorando el frío, se quitaron los zapatos y los calcetines, se enrollaron los pantalones y caminaron por la orilla. Marisa chilló cuando una ola se arremolinó en sus tobillos.

Enseguida estaba en los brazos de Grigori. Sus ojos eran como lagunas de ébano líquido a la luz de la luna, su boca cálida y húmeda cuando la besó. El

151

Page 152: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

calor de sus labios alejó el frío y ella elevó los brazos hasta su cuello y le besó hambrientamente.

Él la levantó sin esfuerzo, su lengua deslizándose sobre su labio inferior, profundizando en su boca.

La besó y pareció como si fuegos artificiales estallaran en su cabeza. Todos los colores del arco iris llegaron al mismo tiempo, hasta que fue engullida por una brillante luz blanca. Y Grigori permaneció en medio de esa luz, con sus ojos ardientes como el sol.

Se sintió como un niño perdido sin esperanzas en la oscuridad y de pronto es hallado. Era un pensamiento peculiar, siendo Grigori un hombre nacido de las tinieblas, tan misterioso como la noche que le rodeaba, tan escurridizo como los rayos de luz de luna que bailaban sobre le mar.

—¿Marisa?—Dímelo—susurró—dime que me amas.—Ti amo, cara mia. Mi vita, mi amore.—Grigori—su voz era ronca, su cálida respiración le hizo cosquillas en la

oreja. —Vamos a casa.Asintiendo, recogió los zapatos y los calcetines y la llevó al coche.

Poniéndola cómoda en el asiento del pasajero, la besó en la mejilla, luego dio la vuelta y se sentó tras el volante.

Él sintió su mirada mientras conducía a la casa. Su mano descansaba en el muslo de ella, tan ligero como la seda, cálido y vivo, manteniéndole en un estado de constante excitación. Ella le deseaba. Podía sentirlo, olerlo, palparlo, saborearlo. Esa noche, ella seria suya. Había desterrado cualquier temor o duda que la turbara y ahora estaba madura, como un melocotón preparado para ser cogido.

Ella se inclinó y una lluvia de besos cayó en sus mejillas, su cuello, su hombro, y cada toque fue como un rayo de sol quemándole le piel. —Te quiero.

Dos palabras, dichas en voz tan baja, que un mero mortal no las hubiera oído. Pero incendiaron su corazón, su alma. Dejó escapar el aire. Ella era suya ahora, suya para tomarla.

Y en ese momento supo que no podía mancharla, supo que no podía llevarla a su cama como si ella no significara más que cualquier otra mujer que él hubiera usado para satisfacer sus deseos carnales.

Sacudió casi sin control la necesidad cuando llegaron al apartamento. Él salió del coche y tomó aire profundamente, luego fue al lado de ella y le abrió la puerta.

Ella le sonrió, una sensual y preciosa sonrisa, cuando le tomó la mano y le ayudó a salir del coche.

La siguió al subir las escaleras, todo su cuerpo temblando, cada sentido puesto en la mujer que llevaba delante, en el suave balanceo de sus caderas, la curva de su bien proporcionado trasero.

Él abrió la puerta, pero no la siguió al interior.Marisa frunció el ceño. —¿No vas a entrar?Con las manos apretadas a los lados, sacudió la cabeza.—Pero pensé…—No esta noche—dijo con voz áspera. Y luego, llamando a una fuerza de

voluntad que había desarrollado durante doscientos años, la besó para darle las buenas noches.

—Domani, Marisa—prometió y la dejó allí sola e intacta.Domani… mañana.

152

Page 153: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 27

—Tengo que ir a la casa de mi jefe en Nochevieja—dijo Marisa. Se sentó sobre sus piernas y tomó un sorbo de vino. —¿Vendrás conmigo?

Grigori elevó una ceja. —¿Crees que sería buena idea?—¿Por qué no?Se encogió de hombros. —Pensaba que sería evidente.—Por favor, ven.—Si así lo deseas. ¿Qué debo llevar?—El traje y la corbata son obligatorios en estas cosas.—Tendré el honor de acompañar a la mujer más bella.—Adulador.—Sólo digo la verdad.Estaban sentados en el sofá de su apartamento, compartiendo un vaso de

vino. Salvo por un pequeño beso, él no la había tocado desde que llegó dos horas antes. Habían estado viendo una vieja película de John Wayne en la tele, y él había sido consciente de la diversión de ella al hacer algo tan mundano como ver la televisión, con un hombre que era un vampiro. No había tenido la intención de sondear su mente, pero cuando ella se sentó tan cerca, cuando sus pensamientos se centraron en él, fue difícil resistirse. La había conocido hacía casi dos meses, meditó, y aunque ella había expresado su amor por él, había una parte de ella que aún pensaba que era algo menos que un humano. Encontraba asombroso que paseara por el parque, leyera libros, viera la televisión, fuera al cine, visitara museos. Parecía pensar que su vida únicamente consistía en poco más que frecuentar las sombras envuelto en una gran capa negra, y asustar a los imprudentes mortales.

Respiró profundamente, dispuesto a ser paciente, a darle tiempo. No era fácil, aceptar algo que uno siempre ha considerado imposible.

Ella se estaba sirviendo otro vaso de vino cuando sonó el timbre de la puerta.

—Dios, me pregunto quién será—murmuró Marisa. —Son casi las nueve.—¿Quieres que vaya yo?—Si no te importa.Él le acarició la mejilla y se levantó, sintió un hormigueante deseo

extendiéndose por ella. Alto, oscuro y guapo, pensó. Él era perfecto. Le miró alejarse, pensando que nunca había conocido a un hombre que se moviera como él lo hacía.

Grigori cruzó la habitación, consciente de la mirada de Marisa en su espalda. Podía sentir el deseo que emanaba de ella. Sonreía cuando abrió la puerta. Y entonces frunció el ceño.

—Es Ramsey— dijo sobre su hombro.—Dile que entre.Grigori dio un paso atrás. —Un poco tarde para una visita, ¿No, Ramsey?—Tú estás aquí.Encogiéndose de hombros, Grigori dio un paso atrás. —Entra.Edward entró en el recibidor y Grigori cerró la puerta. Tan pronto como el

vampiro se volvió, Edward le placó. Tomado por sorpresa, Grigori se golpeó con

153

Page 154: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

el suelo de cara. Moviéndose rápidamente, Edward pasó alrededor del cuello del vampiro una gruesa cadena de plata y tiró de ella con fuerza. Hubo un feo siseo cuando la plata atravesó la carne sobrenatural.

Con un rugido de indignación, Grigori rodó sobre su espalda, pero Edward estaba preparado. Se puso a horcajadas sobre las piernas de Grigori, y colocó un pesado crucifijo sobre el pecho del vampiro.

Grigori se quedó rígido cuando la plata quemó su carne. Aunque la cruz no fuera pesada, podía sentir su peso sobre él, nublando sus poderes vampíricos.

—Edward—chilló Marisa. —¿Qué estás haciendo?—Matando un vampiro.—¡Para!—No interfieras, Marisa.—¡Para esto, Edward! ¿Estás loco?—¡Mírale, Marisa! Acércate y ve lo que realmente es.Los labios abiertos, los colmillos desnudos, Grigori miró a Ramsey, pero

Ramsey evitó encontrarse con su mirada.—¡Es malvado, Marisa! ¡Un asesino! Tiene que ser destruido.Grigori espiró aire profundamente. La plata quemaba su piel como una fina

llama blanca. —Edward, libérame.—Tus juegos mentales no van a funcionar, vampiro—Ramsey sacó una

estaca y un mazo de madera de dentro de su chaqueta. —No esta vez.Grigori se quedó repentinamente quieto. Marisa, quien había estado

mirando con horror sintió un palpable temblor en el aire, una vibración, como de electricidad estática, y supo que Grigori estaba convocando su poder.

Fue algo impresionante de ver. O de no ver. No hubo nada tangible, nada visible a simple vista. Aunque ella sintió el poder creciendo en el interior de Grigori, bullendo a la superficie como la lava de las profundidades de un volcán dormido. ¿Por qué no lo sentía Edward?

Contuvo la respiración, temerosa de mirar, incapaz de apartar la vista.Y entonces Grigori elevó sus brazos, colocando sus manos alrededor de la

cintura de Ramsey, y se levantó en un único movimiento fluido, llevándose a Ramsey con él. El crucifijo cayó del pecho de Grigori hasta el suelo. Envolvió el cuello de Ramsey con una mano y levantó al hombre del suelo, luego arrancó la pesada cadena de plata de su garganta.

Marisa jadeó cuando vio el cuello de Grigori. Estaba en carne viva.Ramsey se revolvió en el apretón del vampiro, su cara se tornó púrpura,

sus ojos sobresalían, mientras se ahogaba lentamente. La estaca y el mazo cayeron al suelo con un ruido sordo, y agarró con sus manos la de Grigori, tratando de aflojar el mortal apretón del vampiro a su cuello.

—¡Grigori, no le hagas daño!—Iba a matarme.—Por favor…—Marisa apretó sus manos en una actitud de oración, no se

sabía si le estaba rogando a Grigori que fuera misericordioso o implorando la intervención divina. —Por favor.

Grigori centró su mirada en la cara de Ramsey. —¿Puedes oírme, Ramsey?Edward asintió como pudo.—No me dejas otra opción que matarte.Edward le miró, con los ojos llenos de resignación.—Grigori, no—Marisa suplicó en voz baja. —Por favor, déjale ir.El vampiro volvió la cabeza y la miró, y ella sintió su poder deslizarse por

su piel. Sus ojos oscuros estaban llenos de ira y dolor. Ella quiso apartar la

154

Page 155: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

mirada, correr lejos, pero se quedó donde estaba, sabiendo que la vida de Edward dependía de ella. —Por favor, no le hagas daño.

Grigori la miró por un largo instante, y luego bajó su brazo, dejando que los pies de Ramsey tocaran el suelo. Preguntándose si viviría para arrepentirse de lo que iba a hacer, relajó el apretón del cuello del hombre, aunque no le soltó.

—Mírame Edward, y presta mucha atención a lo que te voy a decir. No te cruces de nuevo en mi camino. No te gustará lo que ocurrirá si lo haces.

Su mano se apretó contra el cuello de Edward. —¿Me comprendes?—S—sí.—No hagas que te mate.Grigori mantuvo agarrado a Ramsey un momento más, y luego le dejó en

libertad.Edward jadeó y dio un traspié hacia atrás, sus manos masajeaban su

garganta, sus ojos brillaban de odio.—Edward, ¿estás bien?Ramsey asintió, pero no apartó la mirada del vampiro. Nunca, pensó,

nunca había visto la muerte tan cerca. Pensó en todos los vampiros a los que había cazado y destruido, pensando en las veces en que se había felicitado a sí mismo por librar al mundo del mal. Sólo ahora se daba cuenta de la suerte que había tenido. Ninguno de los monstruos que había destruido había poseído la clase de poder que Chiavari tenía. Si ellos lo hubieran tenido, no le cabía ninguna duda de que le habrían matado mucho tiempo atrás. En todo ese tiempo, había pensado en sí mismo como un maestro en matar vampiros. En ese momento supo que todas las criaturas a las que había destruido, que habían sido tan fáciles de encontrar, fáciles de matar, era porque habían sido vampiros jóvenes, hechos recientemente, vulnerables.

Grigori movió bruscamente la cabeza hacia la puerta. —Vete.Edward evitó la mirada del vampiro y se volvió hacia la puerta.Una tirante sonrisa curvó los labios de Grigori cuando abrió la puerta con

su voluntad. —Recuerda lo que te he dicho, Ramsey. No te cruces de nuevo en mi

camino.Asintiendo, Edward se deslizó hacia la oscuridad.Grigori se quedó allí durante un momento, luego cerró la puerta. Tomó aire

profundamente, con temor de mirar la cara de Marisa después de lo que había pasado.

Ella le miraba a él, a las horribles quemaduras de su cuello. La plata le había quemado a través de la camiseta; podía ver la oscura mancha en su pecho donde el metal le había quemado la piel.

—¿Hay algo que… que yo pueda hacer?— su voz era débil, temblorosa.Él sacudió la cabeza, maldiciendo en silencio a Edward Ramsey.

Condenado hombre. Su sentido de la oportunidad no podía haber sido peor.Con las piernas temblorosas, Marisa se fue al salón y se dejó caer en el

sofá. Quería ponerse algo de vino, pero sus manos temblaban tanto que no creía que pudiera conseguirlo sin derramarlo.

Indeciso sobre lo que debía decir o hacer, Grigori le llenó su copa de vino y la puso en su mano.

—Bebe.Ella tomó varios sorbos, luego se echó hacia atrás y cerró los ojos,

induciéndose a relajarse. Había terminado. Grigori aún estaba vivo. Edward aún estaba vivo.

155

Page 156: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Marisa…Ella le miró, sin decir nada.—¿Quieres que me vaya?—No lo sé.—Sabías lo que era. Lo que soy.Oh, sí, lo sabía, pero en los últimos días había conseguido empujar la

realidad a una esquina lejana de su mente. Él había sido tan amable, tan atento. Nunca había salido con un hombre que la tratara con tanta ternura, con tanto respeto, que escuchara tan atentamente lo que ella tenía que decir, que valorara sus opiniones, que necesitara tanto su amor. Ella nunca había salido con un hombre como éste hombre, que no era un hombre en absoluto.

Nunca habría nada que hacer, se dio cuenta Grigori. Ella nunca le vería como a otra cosa que como a un monstruo, y ¿por qué debía hacerlo? Para ella, eso es lo que él era. Había sido tonto por pensar que ella podía amarle, aceptarle. Un tonto por creer que podía tener alguna clase de vida con una mujer mortal.

Tomó aire profundamente, manteniéndolo durante bastantes segundos, luego lo dejó escapar con un suspiro. Era el momento de dejar de engañarse a sí mismo, de recordar quién y qué era. Tiempo de ir a casa, de volver a la Toscana, a donde pertenecía.

—Adiós, Marisa.Ella le miró, entrecerrando los ojos.Había algo definitivo en el tono de su voz, como si él quisiera decir adiós

para siempre y no solo por esa noche.Se levantó. El pensamiento de que no volvería a verle de nuevo anuló sus

dudas. —¿Dónde vas a ir?—A casa.—No voy a volver a verte, ¿verdad?—No—deslizó sus dedos bajo su barbilla. Echándole la cabeza hacia atrás

le besó en los labios. —Sé feliz, cara. Encuentra un buen hombre de tu edad. Alguien que pueda darte un montón de niños—sus nudillos acariciaron su mejilla. —Alguien que pueda envejecer a tu lado.

Se volvió, y ella supo que en el momento en que saliera de su vista, saldría de su vida.

—¡Grigori! ¡Espera! No me dejes.—Es lo mejor.—No, no, no lo es. Por favor—No pudo soportar el pensar que nunca le

volvería a ver, que jamás oiría su voz, sentiría su toque. Las lágrimas brotaron de sus ojos, cayendo por sus mejillas. Ella las alejó rápidamente con el dorso de su mano. —Por favor, no te vayas.

—Ah, Marisa—murmuró—no llores. No puedo soportar tus lágrimas.—Te quiero. Nunca he amado a nadie como te amo a ti. No me importa

que seas un… un vampiro.—¿No?Ella sacudió la cabeza.—Cara—despacio, la envolvió entre sus brazos. —Cara.—¿Estás enfadado porque no quise hacer el amor?—Marisa mia, eres tan joven, tan inocente.—No soy joven. Y no soy tan inocente.—Comparado conmigo eres una niña—le besó en la coronilla. —Ah, Marisa,

si todo lo que yo quisiera fuera tu cuerpo, podría haberlo tenido en cualquier momento.

156

Page 157: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Entonces, ¿por qué me estás dejando?—Porque lo que ha pasado esta noche me ha hecho darme cuenta que

esto no va a funcionar nunca. Puedes amarme, cara, pero dudo que alguna vez seas capaz de aceptarme por lo que soy. Y no puedo cambiar eso, mi amore, ni siquiera por ti.

—Puedo. ¡Lo haré! Prométeme que nunca me dejarás—le miró a través de las lágrimas. —Ibas a ser mi cita de Nochevieja.

Sintió que su resolución se debilitaba al posar su mirada en ella. ¿Cómo podía dejarle? En doscientos años no había hablado con nadie de lo que era, no había encontrado a nadie al que poder confiar la verdad de su identidad. Dándole tiempo quizás ella fuera capaz de aceptarlo totalmente. Tiempo… no significaba nada para él. ¿Qué era otro mes, otro año, para alguien que era un Vampiro?

—Ah, mi dolce amore, por favor, no llores.—Di que te quedarás.—¿Estás segura, cara?—Sí. Bésame, Grigori…Se apretó contra él, y las manos de él la rodearon con fuerza. Espirales de

calor le recorrieron cuando sus pechos se aplastaron contra el suyo. Ella era la luz para su oscuridad, sol para su luna. Nunca la dejaría ir, no mientras hubiera una oportunidad de que ella fuera suya, totalmente, completamente suya.

—¡Carisima! —la besó como no la había besado antes, dejándola sentir la urgencia de su deseo, el fuego de su pasión. Dejando que sintiera el hambre salvaje que se elevaba de las profundidades de su alma, dejándola sentir el dolor que llegaba por negarse a tomar el amor que anhelaba, el néctar de la vida que necesitaba para sobrevivir.

—Grigori…—ella se echó hacia atrás, sin respiración, cuando él quitó sus labios de los de ella. —¿Cómo soportas el dolor?

—No era tan duro soportarlo hasta que te conocí.—Te amo.Su mirada recorrió su cara. Se deleitó con la calidez de sus ojos, le fascinó

el conocimiento de que él la deseaba, de que él la encontraba deseable. El mismo conocimiento también le hizo sentir miserable, porque eso le causaba dolor a él.

Inclinó su cabeza hacia un lado, ofreciéndole su cuello. —Bebe de mí, Grigori. No quiero que sufras por mi causa.—No es una buena idea, cara.—¿Por qué no? Estás herido. Solo quiero ayudarte.—¿Sí?—Su mirada se hizo profundamente intensa.—Dije que lo haría.—¿Quieres ser mi mujer, Marisa? ¿Mía en todos los sentidos?—¿Qué quieres decir?—Deseo que seas mía.—¿Me estás pidiendo que me case contigo?—Es una manera de decirlo. Me comprometeré a darte mi amor y mi

protección por tanto tiempo como lo desees.—Pero…—le miró, con miedo a negarse, temerosa de hacer que se

marchara.—Quieres un matrimonio real, en una iglesia.Ella asintió. Toda su vida había soñado con una gran boda por la iglesia,

andando por la nave adornada vestida de inmaculado raso blanco. Su padre la acompañaría; su madre tendría lágrimas en los ojos; Mike sonreiría con orgullo. Sus amigos del trabajo estarían allí para desearle lo mejor.

157

Page 158: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Marisa—él la agarró entre sus brazos y la mantuvo cerca. —¿Quieres casarte conmigo?

Ella asintió. Sí, si me aceptas.—¿Sabes lo que significa ser la mujer de un vampiro? Hay muchas cosas

que no puedo compartir contigo. Piensa con cuidado antes de aceptar. Una vez que seas mía, realmente mía, no te dejaré. Puedes cansarte de tener un marido que solo podrá compartir una parte de tu vida.

—¿Cómo sabes que querrás estar conmigo? ¿Cómo te sentirás cuando sea vieja, tenga el pelo gris y arrugas, y tú aún seas joven?

—Te amaré como ahora.Ella le miró a los ojos y supo que era verdad. —¿Te casarás conmigo, Grigori? ¿Estarás a mi lado en la iglesia y jurarás

que serás mi marido mientras viva?—Si ese es realmente tu deseo. Pero piénsalo detenidamente, carissima.

Piensa en lo que te he dicho, en lo que soy, en lo que quieres.Él le dio un beso ligero, saboreando la suavidad de sus labios, la manera

en que se mecía contra él, rindiéndose suavemente, y entonces la apartó de él.—Mañana por la noche—le dijo en voz baja. —Mañana por la noche vendré

a por tu respuesta.

158

Page 159: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 28

Tuvo problemas para concentrarse en el trabajo al día siguiente. En lo único en lo que podía pensar era en Grigori. Oh, ella no tenía ninguna duda de que lo amaba, pero ¿era lo suficientemente fuerte para vivir con un vampiro? Él no le podía dar hijos, o hacer algunas de esas cosas más mundanas que los maridos y mujeres hacían juntos. No habría días de verano en la playa, ni paseos en bicicleta a través del parque Griffith, ni partidos de tenis. Él no podía ir con ella a la iglesia los domingos por la mañana…

El sonido del teléfono la sacó bruscamente de sus ensoñaciones. Era Edward, preguntándole si podía llevarla a cenar.

—Lo siento, pero no puedo.Hubo una larga pausa —Le estás viendo, ¿no?—el tono de Edward no disimulaba la censura.—Sí.—No te entiendo. ¿Cómo puedes salir con él?Marisa dejó escapar un suspiro. Bien, podría superarlo. —Estoy enamorada de él, Edward. Sé que no lo apruebas, pero no puedo

evitarlo.—¡Qué!—Escucha, Edward. No puedo hablar ahora. Por favor, solo trata de

aceptarlo. ¿No puedes estar feliz por mí?—¿Feliz? ¿Estás loca? El hombre es un vampiro.—Dime algo que yo no sepa—murmuró. —He de irme. Adiós.Marisa se quedó mirando el receptor. Aunque pareciera extraño, la

llamada de Edward le había ayudado a decidirse.Corrió a su casa después del trabajo, se dio una ducha rápida, y se puso

unos pantalones blancos y un jersey verde. Se cepilló el pelo deprisa, comprobando su maquillaje. Sus manos temblaban tanto que duramente pudo utilizar el lápiz de labios.

Supo que él estaba allí antes de oír la puerta de delante. Él no necesitaba llave, pensó, y se preguntó cómo sería ser capaz de abrir las puertas con el pensamiento, leer mentes. Beber sangre…

Miró su reflejo en el espejo, durante un momento, luego corrió al salón. —Hola.Él deslizó su mirada sobre ella, cálida por la admiración. —Hola.Ella se mordió el labio inferior, consciente de la repentina tensión entre

ellos. Normalmente él la tomaba entre sus brazos, pero no esa noche, y ella comprendió que él no la tocaría hasta que ella le hubiera informado de su decisión. Pero seguramente él la sabía. Él podía leer su mente… y entonces recordó que le había prometido no invadir sus pensamientos.

—Siéntate —hizo un gesto con mano vacilante hacia el canapé, preguntándose por qué se sentía tan nerviosa.

Grigori se sentó y ella lo hizo a su lado. Por un momento jugó con la idea de fastidiarle, de hacerle esperar, de fingir que le iba a responder que no. Pero entonces le miró a los ojos, aquellos profundos ojos oscuros que podían ser tan insondables como una pared de ladrillos. No eran oscuros ni impenetrables en ese momento.

—¿Marisa?—Te quiero, Grigori. Y quiero ser tu esposa.

159

Page 160: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Con un silencioso gemido la cogió entre sus brazos y la acercó a él. Había tenido esperanzas, pero no se había atrevido a creer…

—¡Cara!—Acercándola, la besó. La besó hasta que los dos estuvieron sin respiración. —¿Estás segura?—se echó un poco hacia atrás para poder ver su cara.

—Estoy segura—le sonrió, pensando lo adorable que era que él hubiera tenido dudas. —¿Pensaste que iba a cambiar de opinión?

—Me había preparado para lo peor—admitió. Y porque tenía el poder, porque tuvo que saber cómo se sentía realmente, dejó que su mente indagara en la de ella. El amor que sentía por él ardía como una pura llama blanca, más brillante y fuerte que los temores que le atormentaban.

—Haré todo lo que pueda para hacerte feliz, cara mia—prometió. —Te amaré mientras vivas. Te amaré hasta mi último aliento.

—Oh, Grigori, dicen las cosas más dulces.—¿Cuándo? —él le besó la punta de la nariz.—¿Es mañana demasiado pronto?—No para mí—miró sus ojos. —Pero creo que necesitarás más tiempo. —Lo supongo. Tengo que encontrar un vestido. Y hablar con el reverendo

Stacy para la fecha—Deslizándose fuera de sus brazos, encontró papel y lápiz y comenzó a tomar notas. —Tendré que llamar a mis padres y a Mike. Preguntarle a Bárbara si va a ser mi dama de honor. Y a Linda si va a ser mi madrina. Dos acompañantes serán suficientes, ¿no crees? Va a ser una boda pequeña. Necesitaremos un fotógrafo, y un pastel. Y yo necesitaré pedir algún tiempo en el trabajo para la luna de miel. Y…

Grigori cruzó la habitación y cogió el lápiz de su mano. —Haz tus listas mañana—dijo con un gruñido.Ella rió cuando él la cogió entre sus brazos. —¿Ya mangoneándome?—Tengo sólo unas pocas horas para pasar contigo—murmuró él, su

respiración calentaba su oído. —No quiero gastar ni un minuto.Ella le pasó los brazos alrededor del cuello. —¿Hay alguien al que quieras que invite?—No—él se sentó en el sofá y la acunó entre sus brazos.—¿No tienes amigos? ¿Alguien que pueda ser tu padrino?Un profundo suspiro escapó de sus labios. —Solo he estado en este país unos pocos meses—le recordó. Pero podía

haber estado allí durante años y no hubiera habido ninguna diferencia. Por naturaleza era una criatura solitaria, nunca había confiado en uno de su especie, dudaba en confiar en el ser humano.

—Puede que Edward—reflexionó, y entonces, recordando la llamada de teléfono de esa mañana, ella sacudió la cabeza. —Puede que no. Estoy segura de que mi hermano y su hijo estarán felices de estar a tu lado.

—Si lo deseas.—¿No te importa?—No, cara.Se acomodó contra él, contenta de estar entre sus brazos, de sentirlos

rodear su cintura.—Tenemos que ir de compras—dijo Grigori. —Tengo una casa grande y

vacía para que la llenes—él la besó en la coronilla, sabiendo que ningún mueble podía transformar su casa en un hogar, solo Marisa por sí misma.

—Será caro.—Gasta lo que quieras.

160

Page 161: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¿De verdad?—Ella se enderezó un poco, con los ojos chispeantes. —¿Te gustan las antigüedades?

—Yo soy una antigüedad—murmuró.—Muy gracioso. Amo las antigüedades, pero nunca he tenido recursos para

comprarlas.—Ahora puedes.—Oh, esto va a ser muy divertido.Grigori examinó el apartamento. —Había supuesto que pintarías las habitaciones de azul—Su mirada se

posó en la alfombra de delante de la ventana. Ella la había llevado a limpiar, pero las manchas de sangre que él había dejado eran evidentes si uno miraba de cerca.

Su mirada se dirigió a la oscuridad, más allá del cristal. ¿Qué derecho tenía él de pedirle en matrimonio a esa mujer? Había entrado en su vida y no le había traído más que problemas.

—¿Grigori?—¿Cara?—¿Dónde has ido?Él frunció el ceño. —¿Ir?—Parecías estar muy lejos. No habrás cambiado de opinión, ¿verdad?—No, pero quizás tú sí deberías hacerlo.—¿Por qué? ¿Qué anda mal?Él sintió el cambio en ella, el incremento de los latidos de su corazón

cuando le miró, repentinamente aprensiva. —No quiero herirte, Marisa.—Entonces no me dejes.—No lo haré—Atrajo su cabeza hacia él. —No lo haré.Su beso fue muy gentil, dulce y ligero. Sus lágrimas fluyeron cuando se

rindió a sus labios. El calor inundó sus miembros; escalofríos de éxtasis la engulleron cuando su lengua se deslizó por su labio inferior.

—Más—ella susurró la palabra en su boca. —Más…Con un gemido, él profundizó el beso. No había nada gentil en él en ese

momento. Sus brazos eran como bandas de acero que la mantenían cerca. Su boca asoló la suya, magullando sus labios. Sintió el pinchazo de sus colmillos, probó su propia sangre en su lengua.

Grigori se echó hacia atrás de inmediato, su mirada buscó la de ella. —Perdóname.Marisa lamió la sangre de su labio inferior, sintiendo el repentino

estremecimiento en sus brazos. Ella le miró a los ojos, vio el hambre que ensombrecía su mirada.

—¿Estás bien?—le preguntó—Sí. ¿Te he hecho daño?Ella sacudió la cabeza. —¿Te molesta?Él no pretendió ignorar qué quería decir. Dejó escapar el aire. —No, pero…—pasó la punta de uno de sus dedos por su labio, y luego

lamió la sangre del dedo. —Me tientas de maneras que no puedes imaginar.—Oh. Tú… hiciste… ya sabes.—Sí—su mirada bajó hasta el pulso en el hueco de su cuello.—¿Pero todavía estás… ah, hambriento?—De alguna manera. Me temo que el hambre de sangre crece mano a

mano con mi deseo por ti. No puedo separar las dos cosas.

161

Page 162: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¿Eso qué significa exactamente?—Significa que he de tener mucho cuidado.—Dijiste que era doloroso si pasabas largo tiempo sin… sin ya sabes. ¿Es

más placentero para ti cuando bebes—forzó la palabra a salir—sangre?—Mucho. Y la tuya es el néctar más dulce de todos.Parecía raro sentirse orgullosa por tan extravagante cumplido, pero no

pudo evitarlo. —¿Cuándo?—él susurró, con la voz baja y áspera de deseo. —¿Cuándo?—El dieciséis—replicó ella sin aliento. Podía ser precipitado, pero una gran

boda perdía color ante la necesidad de él. De cualquier manera ella sólo tenía unos pocos amigos cercanos. No necesitaba docenas de conocidos casuales como testigos. No necesitaba una ronda de brindis nupciales. Todo lo que necesitaba era a Grigori.

Quedaban algo más de dos semanas para el dieciséis. Les daría a sus padres, su hermano y su familia, tiempo suficiente para llegar. Le preguntaría al señor Salazar si podía tomarse las vacaciones pronto. Necesitaba comprarse un vestido. Algo largo y blanco, con cuello redondo y mangas ajustadas. Raso, o quizás seda. Y un velo. Y zapatos blancos. Y algo viejo y algo nuevo, algo prestado y algo azul.

Dos semanas y tres días. Y entonces ella sería suya.Él la besó de nuevo, sus manos se movieron ligeras sobre sus pechos, sus

muslos. Sintió la rugosidad satinada de su lengua deslizándose por su cuello, sintió todo su cuerpo temblar cuando la acercó contra él, dejando que sintiera la prueba de su deseo. Sintió un dolor dentro, muy dentro, dolor por la necesidad de tenerle por completo en la más profunda parte de su ser.

Dos semanas y tres días… ¿Cómo iba ella a poder esperar tanto?

La víspera de año nuevo fue clara y fría. Marisa permaneció delante del espejo, intentando verse a través de los ojos de Grigori.

El vestido verde azulado hacía que sus ojos parecieran más oscuros, más profundos. La seda se ajustaba a su figura, delineando cada curva, desnudando los hombros y una buena parte de escote.

Un estremecimiento de anticipación se extendió en su interior cuando oyó la puerta de la calle abrirse. ¡Él estaba allí!

Vio su reflejo en el espejo cuando él entró en el dormitorio. Sus miradas se encontraron y se mantuvieron, y ella vio la admiración en sus ojos, el amor, el deseo.

—¿Te gusta?—preguntóÉl dejó salir un largo y bajo silbido. —Gustar es poco.Era una visión, un ángel caído en la tierra, una seductora que iba a

producir el caos en su autocontrol. El pelo le enmarcaba la cara como una nube de seda oscura. Sus ojos verdes eran luminosos, su piel del color de los melocotones maduros. Su mirada se movió sobre ella despacio, por sus hombros, sus pechos, la curva de sus caderas, bajando por sus largas y bien formadas piernas.

Juró por lo bajo y sintió cómo el hambre crecía con su deseo.—Tú también estás muy guapo—dijo Marisa sonriendo.—¿Guapo?Ella asintió. Él llevaba un traje negro que obviamente estaba hecho a

medida, camisa blanca y corbata de seda color granate.

162

Page 163: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Guau—murmuró —Guau. Voy a tener que apartar a las otras mujeres con un palo.

—¿En serio?—una esquina de su boca se elevó en una irónica sonrisa. —Y yo voy a tener que mantenerte cerca de mí si no quiero que otro hombre trate de robarte.

—Eso nunca ocurrirá. Me voy a pegar a ti como una lapa—le sonrió y cogió su abrigo. —¿Preparado?

Los Salazar vivían en lo que uno podría llamar una mansión. Marisa tenía la certeza de que todo su edificio de apartamentos, incluidos el jardín y los aparcamientos, cabía dentro. Las habitaciones estaban lujosamente decoradas, desde las fastuosas alfombras color crema, hasta los techos abovedados. Caros cuadros colgaban de las paredes; había estantes de cristal llenas de costosas figuritas de cristal e importaciones chinas.

Una camarera cogió el abrigo de Marisa. El señor Salazar fue hasta ella para darle la bienvenida, y después Marisa le presentó a Grigori, la señora Salazar le dio un abrazo a Marisa y les dijo que estaban en su casa.

—Es un bonito lugar, ¿no crees?—Sí—Grigori miró alrededor, tomando nota de un cuadro en una de las

paredes. Dudando entre si era un Picasso original o una copia extremadamente buena.

—Mira, allí están Linda y su marido. Vamos—dijo Marisa, agarrando su mano. —Quiero presentarte.

Linda Haulf era una mujer alta y espelta con pelo rubio rizado y brillantes ojos azules. Su marido, Jim, era agente de bienes raíces.

Grigori murmuró que estaba encantado de conocerles y estrechó la mano del marido, entablando en un momento una absurda charla con el hombre mientras Marisa le preguntaba a su amiga si quería ser su dama de honor.

—¡Casarte!—exclamó Linda —¿Has oído eso, Jim? Se van a casar—miró a Grigori como si estuviera considerando sus méritos para casarse con su amiga, y luego le dio un abrazo a Marisa —¿Cuándo ha ocurrido? ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Jim Haulf rotó los ojos. —Ven, Chiavari, vayamos a por un trago—sugirió. —Toda esta charla

nupcial les puede llevar horas.Encogiéndose de hombros, Grigori siguió al hombre al bar. Pidió un

borgoña, permaneció cuidando su bebida, escuchando cuando el hombre comenzó a hablar de las Rose Bowl5. Grigori asentía de vez en cuando, pero su atención estaba en Marisa. La suave luz de las velas acariciaba su cara y resplandecía en su pelo. Miró su risa, notando la manera en que sus ojos chispeaban, la forma en que sacudía la cabeza, la manera en que su pelo flotaba sobre sus hombros. Incluso a través de la habitación podía oler el aroma floral de su perfume, la cálida y femenina fragancia de su piel.

Una vez ella le miró, su mirada capturó la suya y sintió como una embestida de deseo que casi le hace caer de rodillas. En poco más de dos semanas ella sería suya.

La cena se sirvió veinte minutos después. Opulenta era la única palabra para describir la habitación en que cenaron. Porcelana cristalina y translúcida, y

5 Partido de fútbol universitario, jugado normalmente el 1 de Enero

163

Page 164: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

cubiertos que destellaban oro y reflejaban la luz de los enormes candelabros que colgaban sobre el centro de la mesa.

Grigori se sentó enfrente de Marisa, entre una anciana matrona con el pelo azul y una joven mujer que reconoció como una modelo de televisión. La conversación en la mesa fue animada. Había mucho buen humor mezclado com la sopa de langosta y vino. La matrona quería saber si era soltero sin compromiso; la modelo quería saber si estaba libre más tarde.

Se dio cuenta de que Marisa le miraba fijamente y se encogió de hombros. No es por mi culpa.

Ella le hizo una mueca, luego se volvió para contestar una pregunta que le había hecho el marido de la matrona.

La comida duró una hora. Grigori estaba incómodo, estando tan cerca de tanta gente. Sus sentidos se tambaleaban por el sonido de tantos corazones latiendo. Su nariz le molestaba con el harto aroma del perfume, el aftershave y la transpiración. El olor de tanta comida, de tantas clases de comida, le ponía enfermo. Intentó recordar la última vez que había comido, la última cosa que había comido, pero el recuerdo se había perdido en doscientos años. Apenas podía recordar qué se sentía al comer o beber alguna otra cosa que no fuera sangre o un ocasional vaso de vino.

Se dio cuenta de que Marisa le miraba, y entonces oyó su voz en su mente. ¿Estás bien?

Asintió débilmente. Sí, pero podría tomar un poco de aire fresco. Ella le miró, sus ojos ardían con malicia y se preguntó qué pensarían sus

compañeros si supieran que había un vampiro compartiendo la mesa. Pero lo más divertido de todo era ser capaz de mandarle sus pensamientos a Grigori, y ser capaz de recibir su respuesta.

Eres preciosa, carissima.Y tú eres muy guapoQuiero hacerte el amor…Ella sintió una oleada de color en sus mejillas. Sus palabras sonaban tan

claras en la mente que miró a su alrededor, convencida de que el señor Abercrombie y los otros habían oído cada palabra. Déjalo. Me estás haciendo ruborizar.

Te favorece mucho.Grigori…¿Cuánto hemos de quedarnos?Hasta después de la cena. Podremos escaparnos después.Después de la cena. Raramente había visto tanta comida junta. Llegaba y

llegaba, platos y fuentes cubiertas. Su pueblo de la Toscana podía haber comido una semana con la comida que pasaba delante de él.

Por fin, la comida terminó y los invitados se dirigieron al salón de baile. Tan pronto como salieron de la habitación en la que habían cenado, Grigori agarró a Marisa de la mano y tiró de ella hacia fuera, alejándola de la aglomeración de gente.

Inhaló profundamente, llenando sus pulmones de aire fresco. Y entonces cogió a Marisa entre sus brazos y la besó. Y la volvió a besar. Y otra vez.

—Oh, Grigori, cuando me besas de esta manera…—¿Qué?—Husmeó en su cuello, sintiendo el pulso que corría. Cerró los ojos

y respiró profundamente, inhalando el aroma de su pelo y de su piel, la fragancia de su perfume.

—¿No lo sabes? ¿No puedes sentir lo que estoy sintiendo?—Sí, amor—contestó con voz espesa. Sentía cada cosa que ella sentía y

más. La llamada de la sangre se movía por sus venas removiendo su hambre.

164

Page 165: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Estaba dolido por la necesidad de saborear su dulzura, sintió sus colmillos crecer en respuesta a sus pensamientos.

Ella suspiró y apoyó la mejilla en su pecho. —No estoy segura de poder esperar dos semanas.Luchando por suprimir la oscura necesidad de su interior, tomó aire,

respirando calmadamente, luego le besó la punta de la nariz.—Pero esperaremos—prometió —serás mi esposa cuando te tenga en mi

cama, cara mia, y una vez que seas mía, nunca, nunca te dejaré ir.Suspiró cuando él la besó de nuevo, con la certeza de que toda una vida

en sus brazos no sería suficiente.La música empezó a tocar. Marisa se meció contra Grigori.—¿Bailas conmigo?—murmuró y lo siguiente que supo fue que su mano

derecha estaba en su cintura, la izquierda cogió la suya y estaban danzando.Él bailaba divinamente. Parecía que sus pies apenas tocaban el suelo

mientras giraban. Se movía con gracia, sin esfuerzo, guiándola como si hubieran bailado juntos durante años.

Fue una noche gloriosa. El cielo era como un lecho de oscuro terciopelo salpicado con un millón de centelleantes luces. Bailaron durante horas, inconscientes de todo salvo el uno del otro.

Hubo un redoble de tambores cuando se acercó la medianoche y el líder de la banda comenzó la cuenta atrás.

Diez. Nueve. Ocho.Marisa miró a Grigori a los ojos, preguntándose si él sentía la misma magia

que ella, la misma sensación de maravilla.Siete. Seis. Cinco.Él acarició su mejilla con el dedo, y ella sintió el toque por todo su cuerpo.Cuatro. Tres. Dos.Uno.—Feliz año nuevo, Grigori—susurró.—Feliz año nuevo, cara mia.Él la besó gentilmente. —Cierra los ojos.—¿Por qué?—Cierra los ojos, cara.Ella esperó con la excitación atravesándola, y él cogió su mano.—Ya puedes abrirlos—dijo, y ella miró el anillo que él había deslizado en su

dedo.—Oh, Grigori—murmuró. —Es precioso.Ella nunca había visto un diamante tan grande en toda su vida. Elevó la

mano, volviéndola de un lado a otro, mirando cómo reflejaba las luces del salón de baile.

—¿Te gusta?—Lo adoro. ¡Te quiero!—Ah, Marisa, cuando me miras de esa manera, creo que todo es posible.—No tienes dudas sobre nosotros, ¿verdad?¿Dudas? Tenía docenas, cientos, pero las apartó. Marisa estaba ahí, en sus

brazos. Había prometido ser su esposa, y nada más importaba.

Pasaron los siguientes días comprando muebles. Marisa estaba encantada con la casa que Grigori había comprado. Las habitaciones eran grandes, con techos abovedados y suelos de madera. Había una gran chimenea de piedra en el salón y otras más pequeñas en los dormitorios. Había una enorme despensa

165

Page 166: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

en la cocina, un invernadero con una gran cristalera y una claraboya, una anticuada sala de música.

Grigori aprobó todo lo que ella llevó a la casa: un antiguo dormitorio de roble con una cama de cuatro postes, una gran mesa redonda de roble con cuatro sillas para la cocina, otra mesa más formal y sus sillas para el comedor, y un aparador de roble intrincadamente tallado.

Compraron sábanas y toallas, platos y cubiertos. El dinero no era un problema. Varias veces, dejaba lo que realmente quería y cogía algo menos caro, y cada vez, Grigori insistía en que comprara la lámpara, la mesa o la silla que ella prefería.

—Ahora eres una mujer rica—le recordaba —Compra lo que desees.—Me estás mimando—murmuró una noche mientras dejaban una exclusiva

tienda de muebles.Ya fuera, él la cogió entre sus brazos y sus labios se juntaron. —Eso, mi

dulce, es exactamente lo que planeo hacer.

166

Page 167: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 29

Los siguientes días transcurrieron en un barullo de excitación. Marisa llamó a sus padres y a su hermano y escuchó pacientemente sus objeciones a que se casara con un hombre al que conocía tan poco tiempo. Pasó tres horas de la comida de compras, buscando un vestido de novia; luego pasó el sábado por la tarde con Linda escogiendo los vestidos que Linda y Bárbara llevarían. No hubo suficiente tiempo para encargar invitaciones impresas, por lo que las mandó manuscritas a unos pocos amigos íntimos. Encargó un pastel pequeño, hizo arreglos para la iglesia, pidió cita para arreglarse el pelo y hacerse las uñas. Habló con el señor Salazar, invitándole a la boda y preguntándole si podía tomarse dos semanas para la luna de miel. Refunfuñó un poco, pero al final, aceptó.

Si sus días fueron febriles, no lo fueron sus noches. Grigori llegaba cada tarde y entonces, entre sus brazos, encontraba la paz que le eludía durante el día. No fallaba en llevarle algún tipo de regalo: flores—docenas de rosas blancas, otras amarillas, otras rosas, una única y perfecta rosa roja; bombones y perfumes; un encantador corazón de plata afiligranado con una delicada cadena; un collar de diamantes tan hermoso que la dejó sin respiración.

—No tienes que regalarme algo cada vez que vienes—le reprendió una noche, pero él desechó sus objeciones con un movimiento de su mano.

—Me complace traerte cosas—replicó. Y entonces le sonrió, una taimada y pícara sonrisa que hizo que su interior se fundiera y que los dedos de sus pies se enroscaran. —Además, me encanta la manera en que me expresas tu gratitud.

Marisa sacudió la cabeza. —¡Tonto! Te besaría aunque no me trajeras regalos.—¿Lo harías?—Por supuesto. Te he besado esta noche, ¿no? Y no me has traído nada.Él elevó una ceja. —¿No lo he hecho?—¿Lo has hecho?Con una floritura, buscó en su bolsillo y retiró una pequeña caja cuadrada.

Se la alargó con un guiño.—¿Qué es?—preguntó Marisa.—Ábrela y lo verás.Su estómago se agitaba de excitación, elevó la tapa. Una llave descansaba

en una cama de terciopelo azul. Le miró. —Déjame adivinar. Es la llave de tu corazón, ¿verdad?Él rió por lo bajo. —No, bella, es la llave de tu nuevo coche.—¡Nuevo coche! ¿Me has comprado un coche?Grigori asintió. —Está aparcado enfrente.Marisa fue rápidamente hacia la ventana, descorrió las cortinas y miró

hacia fuera. Había dos coches en el bordillo. Un elegante Corvette negro y un Corvette rojo descapotable.

—¿No te referirás a uno de esos?—preguntó, mirándole sobre el hombro.Grigori se situó detrás de ella y deslizó sus manos por su cintura. —¿Cuál de ellos te gusta?—¿Cuál de ellos? ¿Has comprado los dos?Él asintió.

167

Page 168: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Pensé que podías preferir el descapotable, pero puedes tener el otro, si te gusta.

No sabía qué decir.Grigori puso sus manos en su cintura y la giró para mirarla a la cara. —¿Preferirías alguna otra cosa?—No. No. ¿Quién no querría un Corvette?, pero…—¿Pero?—Son muy caros. Y está el seguro. Nunca podré permitírmelo.—Cara, está todo pagado.—Pero… debe haberte costado una fortuna comprar dos coches, y el

seguro y…Colocó un dedo sobre sus labios. —Tengo una fortuna, cara mia. Déjame gastarla en ti.Le miró, preguntándose cómo había pensado alguna vez que era un

monstruo. La trataba como a una reina, consintiéndola descaradamente, y no solo comprándole regalos. Estaba atento a sus deseos, a sus necesidades. Valoraba sus opiniones, escuchaba lo que tenía que decir.

—Grigori, eres demasiado bueno conmigo.Le sonrió. —Ah, cara, eres tú quien es buena conmigo. Ha pasado mucho tiempo

desde que tuve alguien a quien querer, alguien a quien cuidar. Había olvidado lo maravilloso que es.

—Me encanta la manera en que me cuidas— murmuró y atrajo su cabeza hacia ella y le besó.

Como siempre, el toque de sus labios la inundó de calor, haciéndola ansiar el día en que pudiera ser suya en cuerpo y alma.

—Tres días más—susurró. Era miércoles. Se había tomado el jueves y el viernes libre para pasarlo con su familia y poder hacer los recados de última hora. Recogería su vestido de novia al día siguiente por la tarde; por la noche saldrían a cenar para que Grigori conociera a su familia. El sábado por la mañana recogería las flores e iría a la peluquería. La boda era a las seis de la tarde en la iglesia metodista que había al volver la esquina.

—Tres días más—repitió él con voz baja, y la idea le llenó de tal añoranza, que pensó que podía morir del dolor.

Tres días más. Podía esperar ese tiempo. Con esfuerzo acallaría el hambre de su interior.

—Así que—dijo —¿Cuál de ellos será? ¿El rojo o el negro?—¿Qué? Oh, los coches—sonrió —El rojo. Siempre soñé con tener un

Corvette— inclinó la cabeza hacia un lado. —Pero tú lo sabías, ¿no?—¿Qué quieres decir?—¿Has estado leyendo mi mente de nuevo?—No—replicó —Me pareció que te gustaría.—¿De verdad?—De verdad.—Mis padres estarán aquí mañana—apoyó la cabeza en su hombro y cerró

los ojos. Amaba a su gente, realmente lo hacía, pero no esperaba con ansia compartir el techo con ellos durante los próximos días. Por una cosa, no iba a ser capaz de sentarse por la noche y besuquearse con Grigori en el sofá, no con su padre viendo las noticias de las once. Su hermano y su familia tendrían que ir a un motel. No había habitaciones en su apartamento para Mike, Barbara y sus hijos, a menos que ella se fuera. Lo cual podía no ser mala idea, meditó, si pudiera irse con Grigori.

168

Page 169: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Sonrió ante el pensamiento. Aunque era tentador, no podía hacerlo. A sus padres les daría un ataque. Solo estarían allí por tres días. Podía soportar cualquier cosa en ese tiempo. Y luego pertenecería a Grigori para siempre.

—Ven—dijo, cogiendo su mano. —Vamos a dar una vuelta.Era el coche más lujoso que jamás había visto. El interior era de cuero

color mantequilla, y olía sólo como un coche nuevo podía oler. Se abrochó el cinturón, deslizó la llave en el contacto, sintió un estremecimiento de excitación cuando el motor cobró vida. Ronroneó sería la mejor palabra, meditó cuando se apartó del bordillo.

—¿Te gusta?—Me encanta—el coche respondía como un suelo —¿Por qué compraste

dos?—Uno para ti y otro para mí.—Pensaba que sólo con desearlo ibas a donde querías.—Bueno—admitió con una sonrisa —después de probar el tuyo, en cierto

modo me enamoré de él. Quiero decir…—se encogió de hombros. —Nunca había conducido algo como esto.

—Típico de hombre—murmuró y luego rió. No había nada típico en Grigori. —¿Qué haré con mi coche viejo?

—Lo que quieras. Véndelo. Tíralo. Regálalo.Ella rió entonces, rió porque era feliz, porque Grigori estaba a su lado,

porque en tres días sería su esposa.

Era feliz, tan feliz. Debería haber sabido que no podía durar.Eran las siete de la mañana. Jueves. Edward Ramsey llamó a la puerta de

Marisa.—Hola Edward—dijo Marisa, bostezando. —¿Qué estás haciendo aquí tan

temprano?—No has visto los periódicos, ¿verdad?—Colocó una copia de L. A. Times

en su cara. —Creo que ha vuelto.No tuvo que preguntar quien. Sus manos temblaban cuando cogió el

periódico y comenzó a leer.

EL VAMPIRO ASESINO ATACA DE NUEVO

Los titulares gritaban la noticia. Leyó la historia rápidamente. El cuerpo de una mujer joven había sido encontrado en el área del parque Griffith la noche anterior. No había signos de lucha, ni indicaciones de violencia, salvo por las pequeñas heridas de la garganta y el hecho de que el cuerpo carecía de sangre.

Marisa miró a Edward, el periódico cayó, inadvertido, al suelo. Había vuelto. Alexi había vuelto. Cruzó los brazos sobre el pecho, de repente estaba completamente claro.

Había vuelto.—¿Chiavari revolotea todavía por aquí?Ella asintió. —Entra —frotando sus brazos con las manos, fue a la cocina y se sirvió una

taza de café.Sus padres llegarían en media hora. Mike y Bárbara lo harían hacia el

mediodía.Se iba a casar en dos días.Alexi Kristov había vuelto.

169

Page 170: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Después de todo lo que ha ocurrido, no puedo creer que aún continúes viendo a Chiavari. El hombre es un vampiro —clamó ruidosamente.

—Lo amo—Tomó aire. —Vamos a casarnos.—¡Casaros!—Edward la miró como si le hubiera crecido otra cabeza. —

Bromeas, ¿no? Dime que estás bromeando.Edward había recogido el periódico y entrado con él en la cocina. Ahora lo

sacudía en su cara. —¡Vampiro, Marisa! ¿No te resulta familiar? No hay diferencia con Kristov.

Seguro, es bien parecido como el infierno, pero aún así es un muerto viviente. Es capaz de asesinar, al igual que Kristov. Nunca estarás a salvo con él. ¡Nunca! Alguna noche no será capaz de controlar su hambre y se volverá hacia ti.

—¡Para!—Puso las manos en sus oídos para bloquear su voz. —¡Para! No quiero escuchar.

—¡Escucharás!—Arrojó el periódico y le cogió las manos, apretándolas contra su pecho. —Es un asesino, lo sabes. Deja de pensar con las hormonas y comienza a usar la cabeza. Solo porque venga en un bonito paquete no cambia lo que es. Es un vampiro, y ellos son asesinos por naturaleza.

—¡Él no! Me ha dicho que no ha matado a nadie en ciento cincuenta años, excepto para preservar su vida, y le creo.

—Eres tonta. Te quiere, Marisa, te quiso desde el principio y hará cualquier cosa, y digo cualquier cosa, para tenerte.

Ella sacudió la cabeza. —Si fuera como tú dices, podría haberme tenido en cualquier momento. No

tendría que casarse conmigo. Me ama.—Maldición, Marisa, es un vampiro. Es incapaz de amar.—¡No, no, no!— Intentó liberar sus manos de su agarre. —¡Déjame ir,

Edward!—No hasta que escuches lo que te estoy diciendo.—Te estoy escuchando.—¿En serio?—Sí—replicó hoscamente. —Te escucho, pero eso no cambia nada. Le amo

y voy a casarme con él.Edward la miró durante un momento y entonces, con un suspiro de

derrota, soltó sus manos. —Es tu vida—dijo entre dientes —supongo que puedes arriesgarla si

quieres. Pero antes de cometer un error fatal, pregúntale. Pregúntale a cuanta gente ha matado en los últimos doscientos años. No escuches esa mierda de que no caza donde vive, o que solo mata en defensa propia. Sólo pregúntale. Pregúntale cuantas vidas ha robado para su sustento. Y luego pregúntate a ti misma si quieres ser la siguiente.

—Edward…Le llamó pero era demasiado tarde. Se había ido.Apenas se había cerrado la puerta tras él cuando llegaron sus padres.

170

Page 171: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 30

—¡Marisa!—su madre la abrazó fuertemente, luego dio un paso hacia atrás y la miró de arriba a abajo. —Bien, estás…—Las palabras se perdieron —¡No, no estás bien en absoluto! ¿Qué ocurre, Marty? ¿Te lo has pensado dos veces? Bien, no puedo decir que te culpe. Acabas de conocer al hombre…

Jack Richards cogió a su hija entre sus brazos y le dio un abrazo de oso. —Déjala en paz, Marge, acabamos de llegar—le hizo un guiño a Marisa. —A

mí me pareces bien. Un poco cansada, puede, pero tu madre parecía un muerto viviente dos días antes de que nos casáramos. ¿Tienes café?

—Claro, papá.Marisa fue a la cocina. Muerto viviente. Era interesante que su padre

hubiera usado esa frase. Miró por encima de su hombro cuando su padre entró en la cocina y se sentó a la mesa.

—Terribles esos asesinatos—extendió el periódico fuera de la mesa, el mismo periódico que Edward había arrojado antes al suelo, a juzgar por las arrugas que tenía.

—Sí, terribles—Marisa estuvo de acuerdo. Le dio a su padre una taza de café y se sentó enfrente de él. Pregúntale a cuanta gente ha matado… Nunca cazo donde vivo… Pregúntale cuantas vidas ha tomado para su sustento… No he matado a nadie en unos ciento cincuenta años…

—¿Qué es Marty? ¿Qué anda mal?—Nada, papá, solo nervios prenupciales, supongo.—¿Dónde conociste a es muchacho?—En la feria, justo antes de Halloween.Jack Richards rió alto. Era un buen sonido, profundo y rico, que le

recordaba a Marisa viajes al campo, excursiones por el bosque y fiestas de cumpleaños.

—Lo siento—dijo —no quería reírme—sacudió la cabeza. —¿Le amas?—Sí—Sólo hay una cosa mala en él. Es un vampiro.—¿El te ama?—Sí—Piensa que mi sangre es el néctar más dulce de todos. Apartó el

pensamiento de su mente. —¿Dónde está mamá?—Deshaciendo el equipaje—se inclinó sobre la mesa y le cogió la mano. —

Si os amáis el uno al otro, si realmente lo hacéis, todo resultará. Créeme. Y si no ocurre, bien, ya sabes que tu madre y yo siempre estaremos aquí para ti.

—Lo sé, papá. Gracias—apretó su mano, pensando en lo afortunada que era por tener a ese hombre como padre. Siempre había estado para ella. Le había enseñado a montar en bicicleta, llevado a su primer concierto, confortado cuando había roto con su primer novio, le había comprado su primer ramillete. Le había enseñado a conducir un coche, persuadido a su madre de que le dejara depilarse las piernas porque todas las otras chicas lo estaban haciendo, deslizado uno o dos dólares extra cuando su paga no le llegaba, ayudado con sus deberes.

—Bueno, Marty, ¿llegamos tarde para desayunar?—preguntó su madre cuando entró en la cocina.

—No, Mamá. ¿Qué te apetece?—Siéntate y deja que te cuide yo.—Mamá, eres mi invitada.—No seas tonta. No soy una visita, soy tu madre. Ve a vestirte y yo

prepararé el desayuno. ¿Qué quieres?Marisa sonrió a sus padres, pensando en lo afortunada que era.

171

Page 172: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Cualquier cosa que quiera papá me parece bien.—Esa es mi chica—dijo Jack con una sonrisa, —Tostadas francesas y

beicon. ¿Qué tal suena?—¡Perfecto!—Marisa le guiñó el ojo a su padre y dejó la habitación con una

sonrisa.Mike, Barb y sus hijos llegaron un poco después. Marisa abrazó a sus

sobrinos. Con diez años, Mike Junior era el mayor; luego venía Nikki, que tenía ocho, Mindy, con seis y Danny que acababa de cumplir los dos.

—No sé por qué vives aquí—se quejó Mike mientras la abrazaba. —El tráfico es terrible.

—Pero el clima es maravilloso.—Ya supongo. ¿Por qué no te casas en verano? De esa manera podríamos

aprovechar la playa.—Lo siento, Mike.—Sí, sí.—Ignórale—aconsejó Barbara. —Ha estado quejándose desde que el avión

aterrizó. Ya sabes cómo detesta dejar Colorado.—¿Cómo estás, Barb?—preguntó Marisa, abrazando a su cuñada.—¿Cómo estoy? Embarazada, así es como estoy.—¡Es maravilloso!—exclamó Marisa, y apartó de su mente a Grigori

instándole a que se casara con un hombre que pudiera darle hijos. Miró a los hijos de Mike. Eran preciosos, educados.

—¡Otro bebé!—Marge Richards corrió y abrazó a Barbara. —Pensé que el siguiente lo tendría Marisa.

—Yo también—dijo Barbara. —Realmente no lo habíamos planeado ni nada de eso, pero... —se encogió de hombros. —Esas cosas pasan.

Mike sonrió abiertamente —Sí.—Felicidades, hijo—Jack estrechó la mano de Mike y luego tiró de él y lo

abrazó —Buena cosa el que tengas tres acres.—Hay una habitación para ti y mamá.—No, gracias, mis días de cavar en la nieve han terminado.—¿Por qué no lo dijiste en Navidad?—preguntó Marisa.—Si me enteré ayer. Pensaba que tenía la gripe.—¿Podemos ver una película, tía Marty?—Claro, Mindy. Ya sabéis dónde están—Yo no quiero ver la tele—dijo Mike Junior —¿Podemos jugar Nikki y yo con

el ordenador?Marisa sonrió a su sobrino —Claro, Mike.Con los dos sobrinos menores sentados ante el televisor viendo La bella y

la bestia, los adultos fueron a la cocina para tomar café y conversar.—No puedo esperar para conocer a Grigori—dijo Barbara —¿Cómo es?—Como un modelo de GQ6

—¿En serio?—Barbara sonrió lascivamente —Ya era hora de que hubiera un hombre guapo en la familia.

—¡Hey!—exclamó Mike —¿Qué pasa conmigo?—¿Tú?—Barbara chilló cuando Mike le dio un codazo en las costillas. —

¿Qué pasa contigo?—Yo soy guapo, ¿No, Marty?—Bien…

6 Revista masculina de moda, coches, imagen…

172

Page 173: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Hey, vamos, soy tu hermano. Supuestamente has de respaldarme.—Vale. Como la vez que me respaldaste cuando te pregunté si le gustaba

a Steve Ronoulf y tú propagaste por todo el colegio que yo había perdido la cabeza por él.

—¿Todavía no has olvidado aquello?—No, y nunca lo haré.—De acuerdo, niños, calmaos—dijo Jack —No quiero tener que mandaros a

vuestras habitaciones.Marisa y Mike cambiaron miradas y luego estallaron en risas y Marisa

pensó de nuevo en lo maravilloso que era tener a su familia allí y en sentir el amor que compartían los unos por los otros.

Rememoraron viejos tiempos, intercambiaron noticias y hablaron sobre la boda. Antes de darse cuenta tuvieron que prepararse para la cena. La mujer del señor Abbot había accedido a ir y estarse con los niños mientras los adultos salían a cenar.

Marisa pidió pizza para los niños y entonces dieron las seis.Millones de mariposas revoloteaban por su estómago cuando llegó Grigori.

¿Le gustarían sus padres? ¿Le gustaría él a ellos? ¿Se darían cuenta de que había algo diferente en él?

Le besó en la mejilla cuando abrió la puerta. —Estás encantadora—susurró, y su respiración se sintió cálida e íntima

junto a su oreja.—Gracias. ¿Preparado para conocer a todo el mundo?Él asintió. ¿Preocupada?—Un poco.Le sonrió. —Te quiero, cara.Palabras. Eran solo palabras. Palabras corrientes que se decían cada día,

pero que caían sobre ella como un bálsamo, calmando las mariposas.—Yo también te quiero—Tomó su mano y lo llevó al salón. —Hey, todos,

éste es Grigori.¿Fue su imaginación o repentinamente hubo escasez de oxígeno en la

habitación? Su padre y su hermano intercambiaron miradas que no pudo interpretar. Su madre presionó la mano contra el corazón. Barbara murmuró:

—Oh, tenías razón.La mirada de Grigori se deslizó hacia Marisa. —¿Razón? ¿Acerca de qué?—Les dije que parecías un modelo de GQ.—Ahhh.Rápidamente presentó a Grigori a todo el mundo, incluidos los niños, y

luego el grupo salió.Mike lanzó un largo y bajo silbido cuando vio el Corvette de Grigori. —¡Caramba! Bonito cacharro.—Deberías ver el mío—Marisa lanzó las palabras sobre su hombro mientras

se deslizaba en el asiento del pasajero. —Es rojo.Mike miró a Grigori —Está bromeando, ¿verdad?Grigori sacudió la cabeza.—Pero… pero ¿cómo?—Y es descapotable—añadió Marisa.Sonrió ante la cara atónita de su hermano.

173

Page 174: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Mike, Barb y sus padres se subieron a la camioneta que Mike había alquilado y Grigori arrancó del bordillo. Miró por el retrovisor hasta que estuvo seguro de que la familia les seguía, luego dio un estrujón a su rodilla.

—Pareces el gato que se comió al canario.—No puedo evitarlo—le sonrió. —Es la primera vez que tengo un coche

mejor que el de Mike—Se inclinó y besó su mejilla. —Gracias por eso.—No hay de qué. ¿Cómo te ha ido el día?—Bien…—las palabras murieron en su garganta cuando recordó la visita de

Edward esa mañana. Con la confusión de la llegada de su familia se le había olvidado todo.

Grigori la miró, dándose cuenta de las líneas de preocupación de su frente. —¿Algo va mal?—No quiero hablar de eso ahora.—Como desees.El resto del camino lo hicieron en silencio.La cena transcurrió bien. Marisa miraba a Grigori detenidamente.

Recordaba la vez en la que fueron a comer al North Woods Inn. Él había pedido un bistec y ella hubiera jurado que se lo había comido. Ahora le conocía mejor. Jugueteó con la comida de su plato, pero realmente no comió nada. Aunque ella sabía que si le preguntaba a sus padres acerca de eso más tarde, asegurarían que se lo había comido todo.

La conversación de la mesa fue diplomática y moderada al principio, pero gradualmente todos se relajaron. Hablaron sobre la boda; luego Jack y Marge hablaron sobre su boda y Mike y Barb rememoraron la de ellos. El champagne circuló libremente, como hicieron la conversación y las risas.

—Bueno—dijo Barbara —¿Dónde vais a pasar la luna de miel?—Nos quedaremos en casa.—¡En casa!Marisa asintió. —Grigori me dijo que podíamos ir donde yo quiera, pero

quiero quedarme en casa, en nuestra propia casa, solo nosotros dos.—Siempre has dicho que querías ir a Italia de luna de miel—comentó

Marge.Marisa miró a Grigori y sonrió —Ya he estado en Italia.—¡Lo has hecho!—exclamó su padre—¿Cuándo?—No hace mucho. Fue un viaje rápido e inesperado.—¿En serio?—Mike frunció el ceño —Nunca lo mencionaste.—¿No lo hice? Estoy preparada para el postre. Mamá, ¿qué vas a tomar?Grigori sonrió cuando ella cuidadosamente cambió de tema.Era tarde cundo volvieron al apartamento de Marisa. Mike y Barbara

recogieron a los niños y se fueron al motel. Jack y Marge les dieron a Marisa y a Grigori las buenas noches y se fueron a la cama.

Marisa se sentó en el sofá y colocó una almohada en su regazo. —Bien—dijo —por fin solos.—Cierto—la miró pensativamente un momento y luego se sentó a su lado.

—¿Quieres decirme qué te está molestando?—Nada, realmente.—¿Realmente?Tomó aire profundamente. —Edward vino esta mañana.—Ya veo.—Ha habido otro asesinato. ¿Lo sabías?Él asintió.

174

Page 175: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Sigue.—Dijo un montón de tonterías. No importa.—Creo que importa mucho. ¿Qué dijo?Marisa miró hacia la puerta. —No podemos hablar de eso aquí—sofocó un grito cuando él la tomó entre

sus brazos y se levantó. —¿Qué estás haciendo?—Ir a donde podamos hablar.Antes de poder protestar o de poder preguntar a dónde iban, ya estaban

allí.La colocó sobre sus pies y encendió las luces. —Nadie nos puede oír por casualidad ahora.—En realidad no quiero discutirlo.—¿No? Algo te está turbando. Llevo sabiéndolo toda la noche. Es más que

otro asesinato. ¿Qué es?Hacía frío en la casa. Cruzó los brazos sobre su cuerpo, preguntándose si

estaba temblando a causa del frío del aire o por la frialdad en los ojos de Grigori.Él se dio la vuelta. Vio cómo movía su mano y, en el instante siguiente,

había fuego en la chimenea. Tomó aire varias veces, despacio, profundamente y entonces se dio la vuelta hacia ella.

—Dime, Marisa.—Dijo que estaba loca por casarme contigo, que debería preguntarte a

cuanta gente has matado…—apretó las manos en su cintura. —Me preguntó si quería ser la siguiente.

Grigori juró por lo bajo. —Demonios, Marisa, ¿qué me quieres decir?—Sólo quiero la verdad.—Te he dicho la verdad. He matado gente. Te lo dije. Puede que lo

encubriera para respetar tus sentimientos, pero nunca te mentí acerca de eso. Hubo una época, al principio, antes de aprender a controlar el Hambre, en la que la gente moría. No puedo hacer nada con eso. Sus muertes me atormentaron entonces. Me atormentan ahora. Pero no puedo cambiar el pasado.

Cruzó la habitación hasta la ventana. Corrió las cortinas y miró hacia la oscuridad.

—Puede que me esté mintiendo a mí mismo—murmuró —pensé que podríamos hacerlo. Quizás estuviera equivocado.

La angustia de su voz, la soledad, tiró de su corazón. Se colocó detrás de él.

—Te amo, lo sabes.Pudo sentir su cercanía. Su calor le envolvió; su aroma le rodeó.—Puede que eso no sea suficiente.—¿Qué otra cosa?—Confianza.—Confío en ti.—¿Lo haces? ¿Puedes decirme, honestamente, que no me temes, que no

hay una parte tuya que no se pregunta si Ramsey tiene razón?—Busca en mi mente, Grigori y encuentra la verdad por ti mismo.—Marisa…—Despacio, se volvió a mirarla. —Si no estás segura, si tienes

alguna duda, dímelo ahora, antes de que sea demasiado tarde. Te lo dije antes, una vez que seas mía, no te dejaré ir. No habrá divorcio si decides que has cometido un error—Su mirada atrapó y mantuvo la de ella. —Debes estar segura.

Él la necesitaba. Toda su vida quiso que alguien la necesitara, alguien que no pudiera vivir sin ella.

—Estoy segura.

175

Page 176: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Con infinito cuidado, él la cogió entre sus brazos. —Te quiero, cara mia. Nunca amaré a otra.Con un suspiro, ella descansó la cabeza contra su pecho, sintió su amor

sobre ella, cálido y dulce. Todo estaba bien. Estaba donde pertenecía.

El viernes fue un día agradable. Mike y su familia llegaron para desayunar. Después, los niños vieron la televisión mientras los adultos jugaban a las cartas. Era justo la clase de día que Marisa necesitaba. Un tiempo para pasarlo con su familia, para relajarse y pasarlo bien con la gente que más amaba.

Hablaron de nombres para el nuevo bebé. Comenzó a convertirse en una discusión seria y surgieron nombres como John o Mary. Finalmente, cuando intentaron sobresalir unos sobre otros, se lanzaron nombres como Heathcliffe o Hildegarde. Eso les hizo reír.

Pidieron pizza para comer y luego salieron para tomar un helado.Al volver a casa, Barb puso a Danny a dormir la siesta. Mike Junior y Nikki

fueron a jugar con el ordenador. Mindy se fue al dormitorio a jugar con sus Barbies. Cuando los niños estuvieron instalados en otras habitaciones, comenzaron las preguntas.

—Bueno—preguntó su padre —¿en qué trabaja Grigori?—Es un mago.—¡Un mago!—exclamó su madre —¿De verdad? Nunca he conocido a un

mago.—¿Hace fiestas para niños?—preguntó Bárbara.—No creo.—Nunca he oído hablar de él comentó Mike —¿Usa nombre artístico?—No lo sé.—¿Qué no lo sabes?Marisa se encogió de hombros. —Asumí que usa su propio nombre. No lleva mucho tiempo en este país. Es

de Italia.—¿No irás a mudarte a Italia, verdad? —preguntó Marge.—No. Bien, no lo creo. Nunca hemos hablado de eso.—Pensé que él vendría hoy—dijo Mike.—Él tenía unos recados de última hora que hacer.—Pienso que es precioso—dijo Nikki. Se sentó en el brazo del sofá, al lado

de Marisa. —¿Es de verdad un mago? ¿Hará algunos trucos para nosotros?—No lo sé, encanto; tendrás que preguntárselo a él. Pensé que jugabas a

Doom7 con Mike.—Está acaparando el ordenador. ¿Va a venir Grigori después? Me gusta.—A mí también.—No vas a dejar tu trabajo, ¿verdad?—No, papá. ¿Por qué?—Bueno…—Bueno ¿qué?—Bueno, ¿Puede mantenerte? Quiero decir, no parece estar trabajando.—Tiene dinero, papá. Acaba de comprar una gran casa antigua en las

colinas. ¿Y quién crees que compró mi coche? Y desde luego no sería capaz, no con mi salario.

7 Juego de ordenador con guerreros y luchas.

176

Page 177: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—No quiero decir nada que te ofenda, dulzura, pero no hace mucho que conoces a ese chico. Parece bastante agradable, pero creo que hay algo con él. No sé qué es. Hay algo que no logro definir, pero creo que deberías mantener tu trabajo hasta… bien, ya sabes.

—Jack, Marty ya es mayor—dijo Marge. —Sabe lo que hace.—Gracias Mamá.—De nada, Marty—Marge jugó con su collar un momento. —Aún así tu

padre lo hace por tu bien.—Siempre lo hace—dijo Marisa. —Voy por una coca cola.—¿Puedo tomar una?—preguntó Nikki—Claro, encanto.Marisa fue a la cocina y presionó la frente contra el frigorífico. No podía

culpar a sus padres por preocuparse por ella. También ella tenía dudas. El matrimonio era un gran paso. No quería ser una de esas mujeres que cambian de marido como de zapatos. Quería que fuera para siempre.

—Para siempre—murmuró. Era divertido. Grigori realmente podía darle ese para siempre, si ella quería.

—¿Estás bien?Marisa se enderezó y abrió la puerta del frigorífico. —Estoy bien, Mike—sacó dos latas de coca cola. —¿Quieres algo?—No. No dejes que papá llegue a ti. Él sólo, ya sabes, está haciendo de

padre.—Lo sé—cerró la puerta de la nevera y se volvió hacia su hermano. —Todo

está bien.—Bueno, pareces un poco trastornada.Marisa sacudió la cabeza. —En realidad no.—Papá tiene razón en una cosa. No conoces a Grigori desde hace mucho

tiempo. ¿Por qué esta repentina prisa en casarse? Quiero decir, ya has esperado mucho tiempo.

—¡Tú también, no!—¡Hey, no estoy criticando! Solo estoy preguntando.—Le amo y quiero casarme con él. ¿Por qué es tan difícil de creer? Sólo

porque a Barb y a ti os llevó dos años decidiros no quiere decir que me deba llevar ese tiempo también. Mamá y papá se conocían menos de un año cuando se casaron.

—Lo sé, pero…—Mike colocó las manos en sus hombros. —Papá tiene razón acerca de algo más. Hay algo extraño en Grigori. Es diferente de alguna forma.

—Mike, déjalo, ¿vale? Sé lo que estoy haciendo.Apretó sus hombros —Sé que lo haces. Te queremos, hermana, eso es

todo.—Lo sé—su amor era como una manta, normalmente cálida y bienvenida,

pero otras veces le asfixiaba.

Grigori llegó al caer el sol. Marisa estaba en la cocina con su madre y Bárbara, intentando decidir qué hacer para cenar, cuando sonó el timbre de la puerta.

Un revoloteo en su estómago, un súbito cambio en la atmósfera le dijo que era Grigori incluso antes de abrir la puerta. Como siempre, a primera vista le quitaba la respiración. Era tan alto, tan increíblemente bien parecido. Y su

177

Page 178: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

sonrisa… una sonrisa que era sólo para ella, que hacía que su interior se reblandeciera.

—Cara—se inclinó y colocó un beso en sus labios.—Hola—Llevaba pantalones negros, botas y un voluminoso jersey gris que

resaltaba sus anchos hombros. —Entra. Intentamos decidir qué comer.Su mirada se deslizó sobre su cara hasta el pulso que latía en el hueco de

su garganta. Sintió el agudo pinchazo de sus colmillos en la lengua y se preguntó si sería capaz de controlar el hambre una vez que ella fuera completamente suya.

El corazón de Marisa brincó ante la mirada que le recorría. Él no había dicho nada, pero sabía en qué estaba pensando Sin ser invitada ni querida, la voz de Edward se elevó en el fondo de su mente. Entonces pregúntate si quieres ser la siguiente.

Elevó su mirada hacia él. El sonido de las noticias de la tarde, las voces de su familia, el tráfico de la calle, todo se perdió en la distancia, dejó de existir, hasta que sólo quedaron ellos dos en la entrada de la casa.

—Marisa…—Ahuecó su cara entre sus manos, sus dedos se movieron ligeramente sobre su piel. —Dame una oportunidad, cara. Te haré feliz, te lo prometo.

Ella no sabía qué decir. Sus ojos eran oscuros y vulnerables, llenos del dolor y de soledad de doscientos años.

—Te quiero, cara mia.—Sé que lo haces—Demonios, Marisa, es un vampiro. La voz de Edward

sonaba en su mente. Es incapaz de amar. Se movió en el abrazo de Grigori y colocó sus manos alrededor de su cintura. —Y yo te amo.

—¿Sin dudas?—Solo las dudas normales que tiene toda novia.—¿Eso es todo?Sus miradas se encontraron de nuevo. —Eso es todo. No tengo miedo de ti, Grigori. No temo lo que eres, sólo

decepcionarte.—¡Nunca!La besó suavemente, dulcemente, y cuando la alejó de su lado, el mundo

volvió.Como no lograron ponerse de acuerdo en lo que quería para cenar,

pidieron pizza para los niños, comida china para Marge y Bárbara e italiana para los demás.

—Así que, Grigori, mi hija dice que eres mago— comentó Marge.La cena había terminado y estaba en el salón.—Sí.—¿Puedes hacer un truco para nosotros?—preguntó Nikki—¿Qué te gustaría que hiciera? ¿Partirte por la mitad?Nikki rió tontamente. —No, no lo creo—le dio un golpe a Mike Junior en el brazo. —Quizás

pudieras hacer que mi hermano desaparezca.—Puedo—replicó Grigori solemnemente —pero no estoy seguro de poder

traerlo de vuelta.—Eso está bien por mi parte. ¡Ouch! Mamá, Mike me ha pegado.—Es suficiente, los dos—advirtió Bárbara.Grigori miró a Marisa. Ella le sonrió, una ceja alzada por la diversión.

Grigori le devolvió la sonrisa, aceptando el silencioso desafío de sus ojos.—Necesitaré un ayudante—dijo levantándose —¿Marisa?Ella rodó los ojos, luego se levantó y se unió a él en el centro del salón.

178

Page 179: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Mírame a los ojos—dijo Grigori —Olvídate de dónde estás. Estamos solos en esta habitación, sólo nosotros dos. Concéntrate en el sonido de mi voz… De acuerdo… ahora estás en mi poder. Sólo me ves a mí, me oyes sólo a mí.

—Sólo te veo a ti—murmuró —Sólo te oigo a ti.—Harás cualquier cosa que te diga.—Sí.Grigori miró a Marge y a Jack, que estaban sentados en el sofá. —¿Quieren levantarse, por favor?Los padres de Marisa intercambiaron miradas y luego se levantaron y se

quedaron de pie cerca de la chimenea.Grigori cogió a Marisa entre sus brazos y la llevó al sofá. La tumbó y pasó

su mano por su cara. —Dormirás ahora, Marisa, y no despertarás hasta que yo te llame por tu

nombre.Los ojos de ella se cerraron.Él permaneció a su lado en el sofá y entonces, muy lentamente, elevó sus

brazos, con las palmas hacia arriba. Y ella flotó del sofá, quedando suspendida en el aire.

—¡Wow! —Exclamó Mike Junior —Esto es impresionante.—¡Asombroso!—¡Imposible!—¿Cómo puede hacer eso?Despacio, Grigori bajó las manos. Ligera como una pluma, Marisa aterrizó

en el sofá.—Marisa —él la llamó suavemente.Sus párpados se agitaron hasta abrirse y se sentó parpadeando hacia él.—¿Qué ha ocurrido?—Ha hecho que levitaras, demonios —dijo Mike —¿Cómo hiciste eso? He

visto hacerlo en el escenario, pero… pero siempre pensé que se hacía con alambres —Sacudió la cabeza —He de aplaudirte, es lo más asombroso que jamás he visto.

—Házmelo a mí —dijo Mindy, tirándole de la pernera del pantalón a Grigori —Yo también quiero volar.

—Yo creo que no —Bárbara tiró de su hija y la colocó en su regazo. —No eres lo suficiente mayor como para volar.

—Venga, tío —dijo Mike Júnior—dinos cómo lo has hecho.—Me temo que los magos juran que nunca revelarán sus secretos.Bárbara miró el reloj y se levantó. —Se está haciendo tarde. Niños, recoged vuestras cosas. Nos espera un

gran día mañana. Mike, ¿estás preparado para irnos?—Sí, encanto.Hubo una ráfaga de actividad cuando Mike y Bárbara reunieron a sus hijos

y se despidieron. Unos minutos más tarde, Jack y Marge fueron a acostarse.—Parece que preparé la habitación —dijo Grigori. —Esto podía ser un

problema si fuera un mago real.—¿Tenías que hacer algo tan aparatoso? Quiero decir, ¿no podías haber

hecho algo que pudiera ser explicado? Y ¿por qué me hiciste dormir? Nunca he levitado antes y me lo he perdido.

—Tenía miedo de asustarte.Marisa tiró de su jersey. —Voy a casarme con un vampiro —dijo con una sonrisa —si eso no me

asusta nada lo hará.Él no pudo discutir eso, así que la besó.

179

Page 180: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—He de irme —dijo—Es temprano.—Ten una buena noche de sueño, cara. Te mantendré levantada hasta

tarde mañana por la noche.Le sonrió con su interior temblando de anticipación.—Domani, Marisa —susurró —mañana serás mía.El calor de sus ojos, el ronco temblor de su voz, mandaron escalofríos de

placer por su espina dorsal.Mañana.

180

Page 181: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 31

El día de la boda amaneció brillante, claro y precioso. —Feliz es la novia que brilla bajo el sol —murmuró cuando salió de la cama

y se puso la bata. Había oído ese viejo dicho a menudo. Esperaba que fuera cierto.

Demasiado nerviosa para comer, bebió dos tazas de café. Estaba empezando la tercera cuando su padre entró en la cocina.

—Buenos días, dulzura.—Buenos días, papá.—¿Cómo has dormido?—¿Dormir? ¿Qué novia duerme la noche antes de la boda?Jack Richards se rió. —Ninguna, supongo. Fue un buen truco el que preparó Grigori la otra

noche. Sí que me gustaría saber cómo lo hizo.—Sí, a mí también. ¿Está mamá levantada?—No, está roncando a pierna suelta.Marisa soltó una risita. Era una broma habitual entre sus padres cual de

ellos roncaba más fuerte.—¿Estás segura de esto?—preguntó su padre. —Si no lo estás, no es

demasiado tarde para cambiar de idea.—Estoy segura, papá.—Sólo quiero que seas feliz, Marty.—Lo soy.—Deberías comer algo.—No puedo —comprobó el reloj, se tomó rápidamente el resto del café. —

He de irme. Mi cita es a las nueve y media.—Tómate el tiempo que necesites. Mantendré el fuerte hasta que regreses.—Gracias, papá —besó a su padre en la mejilla y corrió hacia su

dormitorio. Se dio una ducha rápida, se vistió y dejó el apartamento.Su primera parada fue en el salón de belleza para los trabajos —manicura,

pedicura, lavar y marcar.Del salón de belleza fue a la floristería. Había encargado rosas blancas y

baby's breath8 para su ramo. Linda y Nikki llevarían rosas rosa y claveles. El florista entregaría las flores para el altar en la iglesia más tarde.

A las doce y media se encontró con su madre y Bárbara en la iglesia. Pusieron grandes lazos de raso en los tres primeros bancos, comprobaron con el ministro para estar seguras de que el corredor blanco estuviera en su lugar, en el centro de la nave, vieron las canciones que el organista tocaría.

Eran casi las dos cuando llegaron a casa. Bárbara las dejó para ir al hotel a coger a los niños, darles de comer y vestirles.

—Tienes que comer algo—dijo Marge Richards. —Siéntate y relájate un momento mientras te preparo alguna cosa.

—Mamá, no te molestes.Marge Richards sacudió la cabeza. —Yo tampoco comí nada el día de mi

boda. Podía oír mis tripas gruñendo todo el camino de vuelta desde la iglesia.Jack Richards rió. —Sí, se inclinó mientras el ministro hablaba y dijo que deseaba tener un

Big Mac.

8 Planta con pequeñas hojas en forma de lanza y numerosas flores minúsculas rosas o blancas.

181

Page 182: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Marisa rió. —Bromeas, ¿verdad?Su padre sacudió la cabeza. —No. Es la pura verdad.—¿Estás segura de que no quieres comer nada?—preguntó Marge.—Puede que más tarde. Voy a intentar echarme una siesta. Despertadme

en una hora, ¿vale?—De acuerdo, dulzura.Marisa fue al dormitorio y cerró la puerta. Se quitó los zapatos, se estiró en

la cama y cerró los ojos. En poco más de tres horas sería la mujer de Grigori…Marisa, yo también estoy contando las horas.—¡Grigori!—se sentó en la cama y miró alrededor.Duerme, cara MIA, te veré pronto.—¿Dónde estás?Estoy en casa, soñando contigo.Con un suspiro, se volvió de lado y cerró los ojos. Momentos después

estaba dormida.

Marge Richards se sorbió la nariz suavemente cuando colocó el velo en la cabeza de Marisa.

—Estás preciosa. Sencillamente preciosa.—Gracias mamá. ¿Qué hora es?—Cinco en punto. Deja de preocuparte. No pueden empezar sin la novia.

Ahora, veamos… ¿Llevas algo viejo?—El broche de la abuela.—Vale. ¿Algo nuevo?—Mi vestido.—¿Algo prestado?—Un pañuelo de Barb.—¿Algo azul?—La cinta de mi liga.Marge Richards dio un paso atrás y suspiró. Marisa parecía una princesa de

cuento de hadas. El vestido era de blanca seda, con un corte bajo alrededor del cuello, largas mangas ceñidas y falda amplia. El velo era como un rayo de luna, claro y frágil.

—Bueno, ¿cómo me veo?—Perfecta, cariño, simplemente perfecta.—¿Papá está preparado?—Ha estado haciendo un camino en tu alfombra los últimos veinte

minutos. Ya sabes que tu padre siempre está preparado una hora antes. Creo que la gran pregunta es ¿estás preparada tú?

Marisa asintió y pasó su brazo alrededor de la cintura de su madre. —Gracias por toda tu ayuda, mamá.—Tú hiciste todo el trabajo.—No quiero decir hoy. Siempre has estado ahí para mí.Marge Richards parpadeó para alejar las lágrimas. —Se feliz, Marty.—Lo seré —Marisa parpadeó para alejar sus propias lágrimas. —Vamos.Mike, Bárbara y los niños estaban esperando en la iglesia.—¿Está Grigori aquí? —preguntó Marisa. —¿Le habéis visto?

182

Page 183: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Estaba aquí cuando llegué —dijo Bárbara. —Dios, deberías ver lo que este hombre entiende por un traje.

—Hey —dijo Mike —¿Qué pasa conmigo? Yo luzco condenadamente bien, si es que yo puedo decirlo.

—Desde luego, cariño —dijo Bárbara. Miró a Marisa y rotó los ojos. —Hombres, tienen el ego de la talla del Gran Cañón.

—¿Y Linda? ¿Está aquí ya?—No la he visto.—Oh ¿no crees que se haya olvidado?—Seguro que no —dijo Jack Richards. —Cálmate Marty.A las cinco y media el organista comenzó a tocar. Mike y los chicos fueron

a sus puestos. Unos pocos minutos después, Linda llegó a la iglesia.—Perdona por la tardanza. La niñera lo canceló en el último momento y he

tenido que pedir a la madre de Jim que viniera y se quedara con los niños. Marty, estás magnífica.

Pasaron los siguientes minutos repartiendo las flores y asegurándose que cada pelo estaba en su lugar. Y entonces su madre la dejó para sentarse.

Y empezaron a tocar su música.—¿Preparada, cariño?—preguntó su padre.Marisa asintió.—¿Ninguna duda?—Ninguna.—De acuerdo entonces—dijo, tomándola del brazo. —Allá vamos. Sonríe.Se pararon en el umbral y Marisa lo abarcó todo con una rápida mirada…

los pocos amigos cercanos y compañeros de trabajo sentados en los bancos, las flores en el altar, el ministro, Linda y Bárbara sonriéndole, Mike y Mike Júnior mirándole solemnemente y con orgullo, y entonces vio a Grigori y todo lo demás desapareció de su vista.

Salvo por la camisa blanca, era un estudio en negro, tanto su pelo, su traje o sus zapatos. Sintió el poder de sus ojos cuando él la miró acercarse bajo la nave, sintió el poder del hombre en sí mismo. Que le alcanzó, envolviéndola en un abrazo de amor.

Su corazón estaba latiendo como un objeto salvaje cautivo en una trampa en el tiempo en el que llegaba al altar.

Difícilmente oyó una palabra de las dichas, fue solo vagamente consciente que su padre colocó su mano en la de Grigori. Sintió los dedos de Grigori cerrarse sobre los de ella, firmes y fríos, sintió una rápida sacudida entre ellos. Y entonces estaban intercambiando los votos que les atarían el uno al otro.

Grigori miró profundamente en sus ojos cuando colocó el anillo en su dedo y dijo las palabras que le convertían en su esposa. Pero fueron las palabras que dijo en su mente las que ella oyó.

Te quiero, cara. Te amaré y querré hasta tu último aliento, te protegeré con mi vida. Mientras yo viva, tendrás todo lo que desees.

Y entonces la ceremonia terminó. El ministro sonrió a Grigori. —Puedes besar a la novia.

Ella miró a los ojos de Grigori mientras le levantaba el velo. Gentilmente, como si estuviera hecha del más frágil cristal, tomó su cara entre sus manos y la besó. Hubo un rugido en sus oídos. El calor explotó a través de ella y él la marcó con su beso.

Sus sentidos se tambalearon cuando él apartó su boca de la de ella. El ministro les presentó entonces como señor y señora Grigori Chiavari, y entonces caminaron por la nave hacia la salida

183

Page 184: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Él la besó de nuevo tan pronto salieron de la iglesia. No hubo nada gentil en ese beso; estaba lleno de tal pasión y fuego que se sorprendió de no fundirse en sus brazos.

Y entonces sus amigos y su familia estaban allí, deseándoles lo mejor, abrazando a Marisa, apretando la mano de Grigori.

Fueron al Milton para la recepción, la cual fue pequeña e íntima. Su padre había insistido en pagar la cena. La comida fue excelente; el champagne corrió como el agua. Hubo una banda, un baile, brindis por la novia y el novio. Cortaron el pastel.

Marisa vaciló cuando ofreció a Grigori un trozo de su pastel. Su mirada buscó la de él y entonces oyó su voz en su mente, asegurándole que todo estaba bien, que él podía comer un pequeño trozo de pastel de boda.

Posaron para las fotografías, hubo más brindis y llegó el momento de irse. Los regalos de boda se cargaron en el maletero de la limusina.

Marisa abrazó a su familia, diciéndoles adiós. Su hermano y su familia se irían a su casa por la mañana; sus padres irían a Carmel unos días antes de volver a Florida.

Abrazó a sus sobrinos, ignorando la pequeña voz sin importancia en el fondo de su mente, una voz que sonaba raramente como la de Edward Ramsey, advirtiéndola que se había casado con un vampiro y que probablemente no viviría lo suficiente para ver a los que amaba de nuevo.

Un último adiós y Grigori la cogió entre sus brazos y la llevó hasta la limusina que esperaba fuera en medio de una lluvia de arroz y buenos deseos.

Habían decidido pasar la noche en su casa en lugar de ir a un hotel.—Cara —la cogió entre sus brazos y el coche arrancó.Ella le sonrió. Una multitud de emociones se agitaron vigorosamente a

través de ella. Era devastadoramente guapo. Sus ojos negros, su mirada completamente dominada por el deseo. Pronto estarían en la casa de él… la casa de ella, también, en ese momento. Era su noche de bodas… ¿Cómo harían el amor los vampiros?

—Relájate, Marisa, no voy a comerte.Le sonrió, era increíblemente sexy, una sonrisa para romper corazones, y

todos sus temores se disolvieron. Se acomodó contra él. —Fue una boda preciosa, ¿verdad?

Grigori asintió. —¿Te dije lo hermosa que estás?—No —él no había dicho las palabras, pero lo había visto en sus ojos.—Molto bella.—Gracias —frunció el ceño —las fotos…—¿Qué pasa con ellas?—¿Salen los vampiros en las fotos?—No soy un fantasma, cara.—Bien. Parecería tonta parada delante del pastel sola. ¡El pastel!

¿Realmente lo comiste o fue solo una ilusión?—No fue una ilusión, cara. No esta vez.—No le dijo lo repugnante que

había sido, o que, incluso en ese momento, podía sentir que el trozo de azúcar y harina finamente escarchado se asentaba duramente en su estómago.

Llegaron a la casa unos minutos después. Grigori y el conductor llevaron los regalos adentro.

Ella se quedó en el salón, que era la única habitación de la casa que carecía de muebles. Oyó a Grigori desear al conductor buenas noches, oyó cerrarse la puerta delantera y entonces él estaba allí, tomándola entre sus

184

Page 185: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

brazos, su oscura mirada buscando la suya. Había pasión en esos profundos ojos negros, pasión y una insinuación de temor.

Marisa frunció el ceño —¿Qué ocurre?—¿Ocurrir?—Me estabas mirando como si me temieras.—No a ti. A mí mismo. Temo hacer algo que te hiera o —tomó aire

profundamente —o que te asuste.—¿Asustarme?Él le sonrió. —Hace mucho tiempo desde que hice el amor a una mujer que me

importara —él recorrió con un dedo su mejilla. —Intentaré ser cuidadoso —juró por lo bajo —Sólo estoy haciendo que te asustes más, ¿verdad?

Ella sacudió la cabeza, pero era mentira.—¿Te he dicho lo mucho que te quiero, lo agradecido que estoy de que

estés aquí?—No.—Si hago cualquier cosa que te asuste, sólo tienes que decírmelo.Ella deseó que él parara de decir eso.Sus manos se deslizaron por su espalda y comenzaron a desabrochar los

pequeños botones cubiertos de tela de su vestido. Despacio apartó el vestido de sus hombros, lo bajó por sus brazos, hasta que con un susurro de satén sobre seda cayó alrededor de sus tobillos. Su combinación le siguió.

Grigori sorbió aire profundamente cuando su mirada se movió sobre ella. Vestida en con un sostén de encaje, bragas de biquini, un liguero blanco, medias y tacón, era la cosa más sexy que jamás había visto.

Él comenzó a quitarle el sujetador, pero ella le cogió la mano. —Aún no —murmuró.Él la miró preguntando —¿Cambiaste de opinión?—No, ahora es mi turno.Le quitó la corbata y la arrojó a un lado, luego despacio desabrochó la

camisa. Él no llevaba camiseta y ella dejó que sus dedos se deslizaran por su piel, haciendo que él sintiera escalofríos por su toque.

Tiró de los faldones de la camisa hacia fuera, recorrió con sus manos su espalda y luego arrojó la camisa junto a la corbata. Mantuvo su mirada en la de él mientras desabrochaba el cinturón.

Él sorbió aire profundamente cuando ella comenzó a desabrochar sus pantalones.

—Estás jugando con fuego, lo sabes.—¿Lo estoy?—abrió la cremallera de la bragueta y empujó los pantalones

sobre sus caderas, dejándolos caer en un charco alrededor de sus tobillos. Llevaba unos calzoncillos negros que dejaban poco a la imaginación.

—Mi turno de nuevo —dijo él. Pasó sus labios sobre su mejilla y entonces se arrodilló, sus manos se deslizaron por sus muslos y pantorrillas, acariciaron sus tobillos antes de quitarle los zapatos y arrojarlos encima de la creciente pila de ropa descartada.

Despacio, se elevó, besándola desde el ombligo hasta los pechos. Sus manos eran rápidas y seguras cuando le desabrocharon el sujetador.

Hizo con él una bola, su respiración se quedó en la garganta cuando su hambrienta mirada la recorrió. Su piel era suave y clara, perfección sobre perfección, y pensó que nunca había visto algo tan tentador en toda su vida.

185

Page 186: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

El calor entre ellos era potente, inflamable. Él comenzó a quitarse los zapatos, pero ella apartó su mano, se arrodilló y le quitó los zapatos y los calcetines. Le miró y él elevó una pierna y luego la otra, de esa manera ella pudo arrojar los pantalones a un lado.

Él la tomó de las manos y la ayudó a levantarse, su corazón sonaba salvajemente cuando ella desabrochó su liguero y lentamente, OH, tan lentamente, sacó fuera sus medias para quedar de pie ante él llevando nada más que un trozo de cordón blanco.

—Marisa—su voz era cálida y densa, como la melaza calentada por el sol, cuando la cogió entre sus brazos y la llevó escaleras arriba hacia el dormitorio. Paró al pasar el umbral y dejó caer una ligera lluvia de besos sobre sus mejillas, su nariz, sus cejas.

Miró a la chimenea y ésta se llenó de vida. El crepitar de las llamas era el único sonido de la habitación cuando él la llevó a la cama.

Las cubiertas habían sido apartadas. Había una botella de champagne, una botella de vino tinto y dos copas en la mesa de al lado, junto con un esbelto vaso de cristal que contenía una única y perfecta rosa roja.

La dejó sobre el colchón y la siguió, manteniéndola entre sus brazos. —No puedo creer que estés aquí —susurró —que seas mía.Sus ojos ardían de ferviente calor cuando la besó, el toque de sus labios

encendió una fiebre de deseo bajo toda su piel. Sus brazos le rodearon el cuello, acercándolo más a ella, mientras le devolvía los besos. Sus manos la acariciaron, la excitaron hasta que se retorció bajo él en dulce agonía.

Se arrancó los calzoncillos y le quitó las bragas, entonces se quedó suspendido sobre ella, sus ojos oscuros absortos en su cara.

—Dime —dijo roncamente —dime que me quieres.—Te quiero—elevó sus caderas en silenciosa invitación. —¡Te quiero, te

quiero!—Ah, cara—susurró las palabras y la hizo suya.Ella sofocó un grito, luego lo agarró en su interior, temblando cuando su

cuerpo se estiró para acomodarlo.—Shhh, cara—murmuró —nunca te volveré a hacer daño.Ella asintió, enterrando su cara en su hombro cuando él comenzó a

moverse despacio en su interior, la tensión se esfumó cuando el placer se acumuló dentro de ella. Él susurró dulces palabras en sus oídos, palabras de amor en francés y en italiano. Sintió su respiración caliente contra su cuello, sintió su lengua lamiendo su ardiente carne. Gimió con deleite, moviendo su cuerpo contra él.

Cerró los ojos, inundada de un mar de placer y él estaba allí, a su lado, su respiración áspera, su cuerpo bañado en sudor, su voz moviéndose sobre ella como oscuro terciopelo. Estaba llegando, llegando, y él estaba allí, llevándola más alto, llevándola a donde quería ir, hasta que estuvo planeando sobre el borde. Ella gimió su nombre, sintió sus dientes en su cuello y entonces ella estaba volando, alzándose, mientras el éxtasis caía sobre ella a oleadas.

Despacio, como una pluma vagando por el aire, flotó de vuelta a la tierra. Estaba sonriendo y no podía parar de hacerlo. Adormilada, aunque profundamente consciente. Toda su vida había esperado ese momento. ¿Había sido tan maravilloso para él como lo había sido para ella?

Pasó una mano por el pelo de él. Le acarició un hombro. Él comenzó a levantarse, pero ella le mantuvo cerca.

—Aún no.—Debo ser pesado.—No, me gusta.

186

Page 187: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Descansando sobre sus codos volvió la cabeza de manera que pudo ver su cara, frunció el ceño cuando vio las lágrimas en sus ojos.

—Cara —exclamó suavemente —¿te hice daño?—No. Oh, no. Fue maravilloso.Una sonrisa de puro deleite masculino curvó sus labios.Marisa elevó una mano a su cuello. ¿Lo había imaginado o había sentido

sus dientes mordiendo su cuello?Le sintió ponerse tenso cuando el pensamiento cruzó su mente.La mirada de él se encontró con la suya. —Perdóname cara.Ella le acarició la mejilla, sus dedos la recorrieron hasta sus labios. —Todo está bien, de verdad.—Había esperado…—sacudió la cabeza. —¿Esperado qué?—Había esperado poder separar mi amor por ti del hambre, pero mi deseo

por tu dulce carne despertó una sed a la que no pude resistirme—recorrió con los dedos las dos pequeñas marcas de su garganta. —Tomé, pero solo un poco.

No sabía qué pensar o qué decir. Intentó sentirse engañada, traicionada. De hecho, sentía una sensación de plenitud ante el conocimiento de que había surtido su hambre y había satisfecho su deseo.

Movió sus manos por los brazos de él, maravillándose de la fuerza latente que sentía en ellos. Su piel estaba cálida bajo sus dedos.

Grigori cerró los ojos y se rindió al toque de sus manos. Sus dedos exploraron los músculos de sus brazos, viajaron sobre su pecho, masajearon sus hombros, se deslizaron por su espalda, sus nalgas.

Él gruñó por lo bajo, sintiendo la rápida respuesta de su cuerpo al puro placer de su toque mientras ella continuaba la exploración. Tomó aire hondamente, combatiendo para mantener su hambre bajo control cuando ella comenzó a besarle el cuello. Su respiración le hizo cosquillas en la piel; sus pechos eran cálidos y suaves contra su pecho. Y él la quería de nuevo, quería tenerla y besarla, introducirse profundamente en su interior, beber de su dulzura una y otra vez.

—Marisa…—¿Hmmm?Él la besó hasta dejarla sin respiración, hasta que ella le gritó que la

tomara. Él no se contuvo esa vez, vencido por la necesidad de poseerla, de marcarla como suya para siempre. La llevó hasta el borde y la empujó, su mente se mezcló con la de ella, haciendo de ellos una mente y un cuerpo y, cuando, al final, ella cayó dormida en sus brazos, él supo que nunca la dejaría ir.

187

Page 188: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 32

Permaneció fuera de la casa, su cuerpo ligero como el aire, lleno de sangre de su última víctima. Así que Chiavari había convertido a la mujer en su esposa. Era una interesante vuelta de los acontecimientos.

Había pensado terminarlo rápidamente, destruiría a Chiavari de una vez por todas. Ramsey ya no era una amenaza. La mujer podía ser tomada en cualquier momento. Pero ella era la mujer de Chiavari ahora.

Permaneció frente a la casa largo tiempo, su odio creciendo, hinchándose, extendiéndose a través de él. Después de la batalla en el viñedo había tenido que ir bajo tierra para curar sus heridas y cuidar su cólera. Le había llevado semanas para que el enorme agujero dejado por la estaca de madera cicatrizara. Ramsey, maldita fuera su alma, había mojado la madera en agua bendita.

Era el momento de elevar las apuestas, de llevar el juego a su fin. Estaba cansado del mundo moderno, de la prisa constante, el ruido. La polución que llenaba su nariz, que quemaba sus ojos. Anhelaba los románticos días del pasado, los elaborados trajes, la ostentación, la ignorancia de la gente corriente.

Mañana, murmuró, mañana le mandaría a Chiavari una sorpresa y cuando el vampiro estuviera muerto, tomaría a la mujer.

188

Page 189: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capítulo 33

Marisa despertó despacio, con una sonrisa en la cara, cuando los vestigios de un maravilloso sueño se apagaron lentamente. Había hecho el amor con Grigori y había sido la experiencia más asombrosa de su vida. Se volvió de lado, quedando cara a cara con el hombre de sus sueños y supo que no había sido un sueño en absoluto.

Empujó la sábana bajo sus brazos y miró al hombre que estaba dormido a su lado. ¡Qué guapo era! Sonrió cuando recordó la noche pasada, feliz de haber esperado, feliz de que él fuera el primer hombre en hacerle el amor.

Había sido tan gentil, tan tierno, tan ansioso de dar placer y recibirlo. Le había hecho el amor tres veces y cada vez había sido mejor que la anterior.

Había sentido su mente sondeándola, unirse con la suya. Había sido increíble. Había sentido cada latido de su corazón, cada respiración, conocido la misma excitación, el mismo éxtasis que él. ¿Había sentido él su respuesta?

Miró hacia la ventana. Las cortinas verde oscuro con rayas negras dejaban fuera la luz de la mañana, recordándole que ella no se había casado con un hombre ordinario. Miró a Grigori de nuevo. Parecía estar dormido pero, ¿era eso o estaba atrapado en alguna clase de tinieblas, incapaz de moverse?

Elevó una mano, dudando, y luego la colocó sobre su corazón. Latía muy lentamente, a ritmo constante, pero él no se movía. ¿Podía sentir su toque?

—¿Grigori?Sus párpados se abrieron. —¿Cuál es tu deseo?—Nada, sólo me preguntaba…Elevó una ceja. —¿Qué?—Pensé que tal vez… quiero decir, bien…Ella comenzó a apartar su mano pero él la cubrió con la suya. —¿Hay algo que necesites?—Es por la mañana.—Lo sé—su cuerpo se sentía pesado, flojo.—Pensé que…—se encogió de hombros —¿Cómo puedes estar despierto?—No es fácil—replicó él con una irónica sonrisa. De hecho, podía sentir la

oscuridad llamándole—debo descansar, cara mia. —De acuerdo—se inclinó y le besó. —Te veo más tarde.Él le besó la palma de la mano y sus párpados se cerraron.Le miró por un momento. Sus pestañas eran cortas y espesas, su pelo

estaba desordenado. Era guapísimo.Saliendo de la cama, Marisa se fue a darse una ducha. Le dolía un poco el

cuerpo, recordándole la noche pasada. Hacer el amor con Grigori había sido todo lo que había esperado que fuera y más.

Él estaba profundamente dormido cuando salió al dormitorio. Se vistió rápidamente, besándole suavemente la mejilla y fue escaleras abajo.

Había estado ocupado desde la última vez que ella había ido a la casa. La nevera y los armarios estaban llenos de comida.

Abrió un cartón de huevos y encontró una nota en su interior. La desplegó. Te quiero. Sonrió y la guardó en el bolsillo del pantalón.

Había otra nota dentro del bote del café. Te quiero. Eres preciosa. Otra dentro del azucarero. Estoy soñando contigo. Dentro del cajón de la vajilla de plata encontró su Mastercard, unos doscientos dólares en efectivo y una nota: Ve

189

Page 190: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

a comprar algunos muebles para el salón, algo para que podamos acurrucarnos frente al fuego.

Se preparó el desayuno, encendió la radio, se sentó y comió. Quizás debería dejar el trabajo, meditó. No tendría que trabajar nunca más. Sería divertido estar en casa.

Podía dormir hasta tarde por las mañanas, pasar los días leyendo o en el jardín, o comprando o haciendo cualquier cosa que le apeteciera.

Miró por la ventana hacia fuera. El patio trasero era enorme. Había una piscina, una gran parte cubierta, un cenador, un jardín de rosas. Por supuesto, el jardín estaba cubierto de malas hierbas.

Puso los platos en el lavavajillas, se sirvió otra taza de café y luego salió a por el periódico.

Lamentó el momento en que lo abrió.

EL TERROR ACECHA LAS CALLESEL VAMPIRO ASESINO ATACA DE NUEVO

Ya dentro, se sentó y leyó la historia. El cuerpo de un hombre joven había sido encontrado en una zanja cerca de West Road.

Marisa miró los titulares. Había perdido la cuenta de los asesinatos que había habido. En las últimas dos semanas se había negado a pensar en Alexi, se había negado a dejarle a él o a cualquier otra cosa introducirse en lo que supuestamente era el tiempo más feliz de su vida. Pero ella no podía ignorar, de ninguna manera, no podía olvidar que había sido el aroma de su sangre lo que le había despertado de un siglo de sueño.

¿Cómo podía haber estado gozosa, preparando el día de su boda, pasándolo bien, cuando la gente estaba siendo asesinada, cuando era en parte responsable?

Tenía que hacer algo. Pero ¿Qué? Si él volvía al pasado durante el día, ellos nunca le encontrarían. Y si Edward y Grigori no habían sido capaces de encontrarlo, ¿Qué esperanza había de que ella lo hiciera?

Y aún así ellos tenían que encontrarle, que pararle. ¿Pero cómo?Sintiendo una repentina necesidad de ver a Grigori, puso el periódico a un

lado y subió las escaleras.Permaneció en el marco de la puerta, observándole dormir. ¿Cómo era eso

para él? Se preguntó. ¿Cómo sería vivir por cientos de años? ¿No llegaba uno a cansarse de vivir, de ser joven para siempre? A menudo había deseado poder vivir eternamente, ahora el significado estaba a su alcance. ¿La convertiría Grigori en vampiro si se lo pedía?

Se movió cerca de la cama, mirando la casi imperceptible subida y bajada de su pecho. ¿Cómo sería ser un vampiro, ver a sus amigos y a su familia envejecer y morir? ¿Poder vivir para siempre valía el precio de perder a todos a los que amaba? Podía ser divertido, si pudiera seguir como ahora, pero sería imposible. Tendría que estar siempre de guardia, no sería capaz de decirles a sus amigos lo que era. No habría más fiestas de verano en la playa, no más mañanas de Navidad con su familia. No más picnic de empresa el cuatro de julio, o vacaciones en el lago. Sin niños…

Sintió un tirón en el corazón. No habría niños en ningún caso, no mientras estuviera casada con Grigori.

Si ella decía su nombre, ¿él la oiría? Si ella trepaba a la cama, a su lado, ¿él se despertaría y la tomaría entre sus brazos?

—¿Grigori?Se movió más cerca de la cama y le llamó un poco más alto.

190

Page 191: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—¿Grigori?Sus párpados se abrieron y la miró. —Cara, ¿algo va mal?—No —encogió un hombro—me encontraba solitaria sin ti.Extendió un brazo en silenciosa invitación y ella se deslizó bajo los

cobertores.—¿Te molesta estar despierto durante el día?—No, pero es difícil cuando el sol está alto.—Quizás deba dejarte descansar.—No—la abrazó —pensé que habrías salido de compras.—Era eso lo que iba a hacer, pero entonces leí el periódico. Tenemos que

hacer algo, Grigori. Hemos de pararlo.—Alexi.—Tiene que haber una manera. No puede ser infalible.—Si tuviera una debilidad ya la habría encontrado—sonrió perezosamente

cuando tomó su mano y lamió la palma. —Yo tengo una debilidad, cara mia. ¿He de decirte cual es?

Sintió un escalofrío de deleite cuando él lamió la parte interior de su muñeca.

—Creo que puedo imaginarlo.—¿Puedes?—dejó caer una lluvia de besos sobre su brazo, lamiendo la

curva de su codo.Se inclinó más cerca y le besó, sintiendo su brazo libre deslizarse en su

cintura y entonces ella se encontró tumbada encima de él, sus pechos aparatados contra el de él.

—Pensé que los vampiros eran débiles y vulnerables durante el día.—Tú me haces débil—murmuró —débil de deseo.—¿Lo hago?—Cara…Recorrió con sus manos su pelo, ligeros besos sobre su frente, sus mejillas.

Sus manos se deslizaban pausadamente arriba y abajo de su espalda, y entonces él le cogió la cara entre sus manos y la besó, su lengua provocó sus labios hasta que, con un gemido bajo, ella los abrió para él.

La acarició sobre la ropa y entonces no hubo nada más entre ellos que el deseo y la boca de él en la suya. Sintió su poder a su alrededor, sintió que el mundo se alejaba, hasta que sólo quedaron ellos dos, cautivos en una esfera mágica donde tocarse lo era todo. Su cuerpo entero zumbaba con el conocimiento y entonces fueron uno, unidos carne con carne, corazón con corazón. Él la llevó hasta el borde y cuando estaba oscilando en el filo, sintió el toque de sus dientes en su cuello, oyó el gemido de placer cuando se zambulleron juntos en el abismo. Fue como una caída libre a través de un arco iris.

Sin respiración, ella cayó sobre él. Él murmuró su nombre, sus manos acariciaban su espalda. Sintió su lengua recorriendo su cuello y entonces recordó que él le había mordido.

—¿Te molesta?—preguntó—¿Leyendo mi mente de nuevo?—preguntó ella con tono acusador—Es difícil no hacerlo, especialmente ahora—sus brazos se tensaron a su

alrededor.—Bueno, no importa. Desearía ser capaz de leer los tuyos también.—Puedes, si quieres.—¿De verdad? —se apoyó sobre sus codos. —¿Cómo?—Te he dado mi sangre. Sólo necesitas concentrarte.

191

Page 192: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

No pudo evitarlo. Al recordar que él le había dado su sangre, que ella la había bebido, aunque no pudiera recordarlo, hizo que se sacudiera de repulsión.

Él no se movió, pero ella sintió cómo se apartaba.—Lo siento.Él no dijo nada, sólo la miró con expresión impasible.—Alexi me dijo que podía sentirte en mi sangre.—Fue necesario.Ella miró su cuello, preguntándose cómo sabría su sangre. —¿De verdad puedo leer tu mente?—Inténtalo.Frunciendo el ceño por la concentración, ella le miró, luego sacudió la

cabeza. —Esto no funciona.—No lo intentes con tanta fuerza. Sólo relájate y deja que tus

pensamientos toquen los míos.No fue como antes, cuando él implantaba pensamientos en su mente. Ella

intentó conectar sus pensamientos a los de él, y falló. Y entonces, como si él hubiera abierto una puerta, ella oyó su voz dentro de su cabeza.

—Puedes hacerlo, cara— dijo y sus pensamientos ardieron en una estela para que ella los siguiera.

—¿Qué estoy pensando, cara mia?—Que podríamos ir de nuevo a Italia.Él sonrió. —¿Ves? Puedes hacerlo.—Y todo porque me diste un poco de tu sangre—ella trazó la línea de su

boca con el dedo. —¿No te repulsaba la idea de beber sangre al principio de convertirte en vampiro?

—No. Una vez el cambio tiene lugar, me moría por ella como un borracho se muere por el vino. Fue dulce a mi lengua, más dulce que cualquier cosa que hubiera probado.

Al principio, cuando el hambre le controlaba, cuando temía que nunca sería capaz de satisfacer el ansia, había tomado más de la necesaria, y de esa manera, también había tomado vidas. Finalmente, había aprendido a tomar menos y de esa manera dejó las vidas de aquellos que usaba. Las vidas de aquellos que había matado innecesariamente, aún le perseguían.

—Cara…—¿Soy pesada?—No —retiró un mechón de pelo de su mejilla. Podía sentir loas tinieblas

reptando sobre él, arrastrándole hacia el olvido. —me temo que debo descansar un poco más.

—De acuerdo—le besó y salió de la cama. Recogiendo sus ropas se fue al baño y cerró la puerta.

Cuando salió, duchada y vestida veinte minutos después, él estaba dormido.

Pasó la tarde en el centro comercial. Era divertido vagar de tienda en tienda, sabiendo que no tenía que mirar el precio de las etiquetas, que podía comprar cualquier cosa que cautivara su fantasía. Compró dos lámparas y un cuadro para el salón, un vestido nuevo para sí misma, una chaqueta negra para Grigori, un par de compactos para Mike Júnior, una Barbie Lo que el viento se llevó para Nikki, una muñeca bebé para Mindy, un osito de peluche para Danny.

192

Page 193: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Compró una negligé azul para Bárbara y una negra para sí misma, un jersey para Mike. También compró un par de vídeos de John Wayne para su padre, y un nuevo albornoz para su madre.

—Navidades en enero—murmuró mientras colocaba los paquetes en el maletero del Corvette. —Puedo acostumbrarme a esto.

Era bastante agradable ser una dama ociosa, dormir hasta tarde, hacer el amor con su marido a última hora.

Su marido, el vampiro. El pensamiento le hizo sonreír. Imaginó ir a comer con Linda y dejar caer casualmente esa pequeña información en la conversación.

Sentándose al volante, encendió el coche y salió del aparcamiento, preguntándose si Linda le creería o pensaría que se había vuelto completamente loca. Lo último, lo más seguro. Aún había gente que creía en vampiros. Había revistas de admiradores y sitios web, todos dedicados a los no muertos. La gente aparecía en los talk shows, diciendo que eran vampiros. Siempre había pensado que eran una pandilla de gente estrafalaria, buscando sus quince minutos de fama, pero ahora… puede que fueran vampiros de verdad. Puede que el mundo entero estuviera lleno de no muertos. Y si los vampiros existían, puede que hubiera extraterrestres y hombres lobo. Puede que todas las criaturas de los mitos y leyendas existieran.

Eran casi las cinco cuando inicio el camino a su casa. Cogiendo sus cosas del maletero se paró un momento y estudió la casa, notando, por primera vez, que se parecía un montón a las viejas y sombrías casas donde Drácula tenía su guarida en las películas. Quizás pintándola se pudiera hacer brillar el lugar, haciéndolo menos parecido a una guarida y más a un hogar. Miró la desconchada pintura verde, intentado imaginar cómo sería la casa pintada de azul con adornos blancos. El jardín delantero estaba plagado de malas hierbas. Puede que al día siguiente comprara algunas herramientas de jardinería y comenzara a trabajar. O puede que contratara a alguien que lo hiciera. Mirando el camino, pensó que le gustaría plantar rosas en el patio delantero y quizás poner algunos árboles frutales en el trasero.

Con los pensamientos llenos de plantas para redecorar, avanzó por los escalones del porche. Deslizó la llave en la cerradura, pero antes de que la moviera, la puerta de madera se abrió.

Se quedó preparada en el umbral, preguntándose si debía entrar o darse la vuelta y correr.

—¿Grigori?Dio un paso dentro, forzando el oído. —¿Grigori?No oyó nada. No sintió nada. Seguramente, si Alexi estuviera allí, ella lo

sabría.Moviéndose despacio puso las bolsas de la compra en el suelo, recorrió de

puntillas la planta baja, encendiendo las luces a su paso.Nada.Por un momento, permaneció al pie de la escalera, una mano en la

barandilla, y empezó a subir los peldaños.

193

Page 194: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Capitulo 34

—¿Grigori?Se quedó quieta, fuera del dormitorio, con la mano en el pomo. Ella supo,

supo, que algo andaba mal.Tomando aire abrió la puerta y dio un paso dentro.Las pesadas cortinas de las ventanas mantenían fuera la luz, por lo que la

habitación estaba prácticamente a oscuras. Tan pronto como entró, la luz del techo se encendió.

La tensión salió de ella en un siseo cuando Edward se le puso delante.—¡Edward! Tu susto me ha costado un año de vida. ¿Qué estás haciendo

aquí? ¿Edward?El alivio que había sentido al verle se tornó rápidamente en alarma cuando

él pasó detrás de ella y cerró la puerta. —¿Edward?—Ve a sentarte, Marisa.—¿Qué ocurre?—Nada y todo.—No tiene sentido.—Lo entenderás en seguida—le dio un pequeño empujón y ella trastabilló

hacia delante. Y fue entonces cuando vio a Grigori. Aún yacía como muerto en la cama,

atado por una fuerte cadena de plata… una cadena que se parecía mucho a la que una vez había atado a Alexi.

—¿Qué le has hecho?Edward sacó una jeringuilla del bolsillo de su abrigo. —Le puse a dormir, y luego le sangré—señaló con la cabeza hacia el

cuenco que había en la mesa al lado de la silla de ella. Era un gran cuenco, y estaba lleno de sangre. Sangre de Grigori. Suficiente para debilitarle. Suficiente para…

—Él no… ¿no está muerto?—Aún no.—Edward, por favor…Él la empujó hacia la silla de la esquina. —Siéntate, Marisa. Alexi estará aquí pronto.—¡Alexi! ¿Viene?Edward asintió, su expresión era de infinita tristeza. —Lo siento, Marisa.Se sentó pesadamente. —¿Por qué estás haciendo esto?—No tengo elección.—¿Qué quieres decir? Por supuesto que tienes…—las palabras murieron en

su garganta. —Él te ha hecho algo, ¿no? Oh, Señor, eres como Antoinette.—No. Ella no tenía pensamientos por sí misma. Alexi me ha dejado mi

mente, Marisa, pero me ha robado la voluntad—su voz era áspera por el tormento. —Eso es lo peor. Sé lo que estoy haciendo e incluso aunque no quiera hacerlo, no puedo evitarlo.

—¡Lucha contra él, Edward! Tienes que combatirle.—No puedo—comenzó a pasear de un lado a otro. —Es demasiado fuerte—

se paró frente a ella, sus ojos salvajes, sus manos cerrándose y abriéndose. —

194

Page 195: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Tomó mi sangre, me hizo así. Puedo oír sus pensamientos en mi mente. ¡No puedo dejarle fuera!

—Va a matarnos, ¿no?—Va a matar a Grigori. Me temo que tiene peores cosas en la mente para

ti—Edward se arrodilló delante de ella. —Lo siento—sacó una pequeña cuerda del bolsillo del abrigo. —Lo siento tanto.

El instinto se sobrepuso al temor. Con un gemido elevó su rodilla. Le dio en la mandíbula. La cabeza de él se fue bruscamente hacia atrás y ella le empujó en el pecho con toda su fuerza. El aire se salió de sus pulmones cuando cayó al suelo.

Poniéndose de pie corrió hacia la puerta. Gritó cuando sintió su mano cerrándose en su brazo.

—¡Déjame ir!—chilló —¡Déjame ir!Luchó contra él, pero era demasiado fuerte para ella. Le retorció el brazo

en la espalda, rápidamente ató sus muñecas juntas, luego la llevó a la silla y la sentó en ella.

—¡Marisa, lo siento!Ahora estaba temblando, asustada más allá de las palabras. Alexi venía.

Sintió una ondulación en el aire, una agitación contra su piel y supo que Grigori estaba emergiendo de su sueño oscuro.

Edward también lo sintió. Buscando en su abrigo sacó una afilada estaca.—¡Edward, no!—No lo haré. No a menos que tenga que hacerlo—miró sobre su hombro.

—Alexi quiere el placer para sí mismo.—Edward, por favor, por favor, no lo hagas. Por favor. Preferiría estar

muerta antes de convertirme en su criatura.—Marisa—un gemido se elevó de la garganta de Edward. Ella vio la lucha

contra la posesión de su mente por Alexi, vio el tormento en sus ojos.—Por favor, Edward. Me hará como Antoinette.Él la miró, incapaz. Cada músculo de su cuerpo tenso. El dolor fluctuaba en

sus ojos, y ella supo que Alexi estaba leyendo la mente de Edward, supo que el vampiro estaba ejerciendo su influencia.

—Yo… No puedo luchar contra él—dijo, jadeando con fuerza—es demasiado fuerte.

Con movimientos entumecidos, se levantó y se volvió. —No puedo ayudarte—el dolor distorsionaba sus rasgos y se dobló sobre

su cintura, agarrando su estómago. —Para —imploró —Por favor, para.Ella le vio retorcerse de agonía. ¿Qué le estaba haciendo Alexi? Luchando

contra la urgencia de gritar, de dejar que el pánico se apoderara de ella, comenzó a trabajar con sus manos a la espalda, tirando, haciendo un esfuerzo para aflojar la cuerda.

Marisa…Su cabeza se elevó al escuchar la voz de Grigori. Miró hacia la cama. Sus

ojos estaban cerrados. Por lo que ella podía decir, no se había movido.“¿Estás herida?No. ¿Estás bien?Débil… Alexi viene… Debes ser fuerte.¿Te duele?La plata… quema… me debilita…¿Qué puedo hacer?No luches con Alexi.¿Estás loco?

195

Page 196: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Tú eres la única que está loca si crees que puedes vencerle. Sólo eres una mortal, y una mujer, de todos modos. Si luchas contra él sólo será peor para ti.

¿Quieres que me someta? ¿Dejar que te mate y que luego me convierta en alguna clase de zombi? ¡Creo que no!

Sólo la idea le hacía hervir. Estaba indignada porque Grigori pudiera siquiera sugerir que se entregara sin luchar. La adrenalina corrió a través de ella y tiró de las cuerdas y entonces, para su sorpresa, sintió que los nudos cedían, sintió la cuerda aflojarse, sólo un poco. La siguiente cosa que supo era que sus manos estaban libres.

Miró de nuevo a Grigori. No se había movido, pero le podía sentir sonriendo en su mente.

¿Te crees muy listo al irritarme de esa manera?Tus manos están libres, ¿no?Marisa se tragó una sonrisa, él la conocía demasiado bien.Una repentina ligereza pareció pulsar a través del aire y supo,

hundiéndose en el pavor, que Alexi había llegado. Tan pronto como el pensamiento cruzó su mente él estaba allí, en la habitación. Las tinieblas dejaron su rastro en su despertar, como vapores malsanos.

—Así que—dijo Alexi —por fin estamos todos juntos.Marisa luchó contra la urgencia de encogerse en la silla. Cerrando los

puños le miró, obligándose a sí misma a ser fuerte. La vida de Grigori dependía ahora de ella. Edward no sería ayuda. Incluso en ese momento estaba arrodillado frente a Alexi, aceptando las lacónicas alabanzas de su amo por un trabajo bien hecho.

—Edward, es el momento de hacer mía a la mujer. Dejarás la habitación. Espérame en el rellano—Alexi olfateó el aire, su nariz se arrugó ante el olor de la cálida sangre que alcanzaba su olfato. Elevó la barbilla hacia el cuenco. —Líbrate de eso.

—Sí, amo.Despacio, Edward se elevó. Moviéndose como un robot, cogió el cuenco y

se dirigió a la puerta.—Edward—gimió Marisa —¡no me dejes! ¡Por favor, ayúdame!—No puedo— intentó volverse a mirarla, todo su ser ansiaba ayudarla,

golpear a Alexi, pero el poder del vampiro era demasiado fuerte para resistirlo. Se ordenó a sí mismo parar, volverse, pero su cuerpo rehusó obedecer. Un paso después de otro, se movió hacia la puerta.

—¡Edward!—el temor y la angustia en su voz le apuñalaron el corazón. Pero no había nada que pudiera hacer. Nada…

¡Ramsey! Tomé tu sangre, te hice parte de mí. Escucha mi voz. Recoge mi fuerza. Puedes luchar contra él. ¡Piensa! Combina tu voluntad con la mía. Juntos podemos derrotarle.

No puedo. Edward miró el cuenco, y la sangre era tan oscura que casi era negra.

¡Puedes! Marisa necesita ayuda, ayuda que yo no le puedo dar. ¡Maldito seas! ¡Lucha!

Cogiendo el cuenco con un brazo, Edward abrió la puerta y salió al rellano. Oyó el chillido de terror de Marisa cuando cerró la puerta tras él.

Alexi miró a Marisa con expresión maligna cuando tiró de ella y la puso de pie. Cerrando un brazo sobre su cintura, cogió su barbilla en su mano y la besó, su lengua se zambulló en su boca, asfixiándola.

Luchó contra él, su sabor la amordazaba. Había una oscuridad en su beso que parecía cubrir cualquier luz de su alma. Le dio un puntapié, pero el sólo rió.

196

Page 197: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Sacudiendo la cuerda de su muñeca, le arañó la cara, rasgando sus ojos, pero el sólo rió más fuerte.

—Lucha contra mí cuanto desees, mujer; no puedes escapar. Te tomaré aquí, ahora, y no hay nada que puedas hacer. Nada que Chiavari pueda hacer para salvarte—una malvada risa burbujeó en su garganta. —Conozco el poder de esas cadenas. No tiene suficiente fuerza para deshacerse de ella. Incluso ahora, la plata quema su carne y debilita sus poderes. Sólo un vampiro que ha vivido tanto como yo puede resistirlas. Y él es como un bebé comparado conmigo.

Él la miró, sus ojos resplandecían de odio. —Él tomó a Antoinette de mi lado, y ahora te tomaré yo del suyo. Te

contaminaré aquí, en su presencia, y entonces le destruiré. Y cuando esté hecho, serás mía por cien años. Y él lo sabrá. Cualquiera que sea el infierno en el que se encuentre, él lo sabrá.

La dobló sobre su brazo y lamió su cara, riendo cuando ella tembló de asco.

—Es la hora de terminar el juego.Agarrándola del pelo la forzó a arrodillarse. —Desnúdate.—No.—¡Hazlo!Marisa sacudió la cabeza. Lanzó una mirada a Grigori. Sus ojos estaban

oscuros por el odio. Podía verle intentando atraer su poder, sabía que intentaba dejar a un lado el dolor, la pérdida de sangre, intentaba encontrar la fuerza para liberarse de la pesada cadena que le mantenía atado.

¡Puedes hacerlo! Sé que puedes. Ella intentó darle su fuerza, echándose hacia atrás sobre sus talones cuando Alexi le cruzó la cara de una bofetada.

—¡Hazlo!Estaba llegando a la cremallera cuando la puerta de la habitación se abrió

violentamente y Edward entró. Su boca estaba manchada de sangre, sus ojos salvajes, se arrojó contra Alexi, con la estaca en la mano, apuntando al corazón del vampiro.

Con un gemido, Marisa se levantó. Corrió hacia la cama, elevó la pesada cadena del pecho de Grigori y colocó su brazo en su cara. —¡Rápido!

No discutió. Sintió el pinchazo de sus colmillos en su muñeca, la curiosamente sensual salida de sangre de sus venas. Pareció beber indefinidamente, aunque sólo fueron unos segundos, y entonces la apartó y se levantó.

En ese momento era completamente un vampiro. Sus ojos llameaban en una pura llama roja.

Marisa lo miraba todo, demasiado aterrorizada para moverse.Edward y Alexi estaban enzarzados en un fiero abrazo. La estaca no había

dado con el corazón de Alexi. Él la sacó de su cuerpo con un gemido salvaje y la arrojó a un lado. Sin pensar en la sangre que chorreaba de su pecho en un oscuro torrente, arrojó a Edward contra la pared, lo mantuvo allí con un brazo mientras inclinaba la cabeza de Edward a un lado y hundía sus colmillos en su cuello.

Un gemido estrangulado se elevó de los labios de Edward cuando el vampiro comenzó a beber.

Y entonces Grigori estaba allí. Como un ángel vengador apartó a Alexi de Edward. Con un grito triunfante, Grigori hundió la estaca en el corazón de Alexi.

Un horrible grito de angustia e ira se elevó en la garganta del vampiro. Con una mirada de satisfacción, Grigori retorció la estaca, conduciéndola más y más profundamente. Alexi se puso de rodillas, sus ojos se nublaban. Intentó sacar la

197

Page 198: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

estaca, pero le faltaban fuerzas. Un horrible siseo salió de sus labios cuando cayó al suelo. Su cara se volvió una horrorosa sombra de gris.

—¡Marisa, tráeme la cadena!Ella miró a Grigori, una mano presionando su boca.—Ahora, Marisa.Incapaz de apartar los ojos del horror que tenía delante, levantó la cadena. —Arrójala sobre él.Hizo lo que le había dicho, aunque le parecía innecesario. Alexi Kristov

estaba verdaderamente muerto esta vez.—Marisa. ¡Marisa!Ella le miró y luego cayó entre sus brazos, sollozando. —Edward… ¿qué pasa con Edward?—miró sobre un hombro a Edward

quien yacía extendido en el suelo, un enorme agujero en su cuello. —¿Está…?—No todavía, pero será pronto.—No podemos dejarlo morir. Por favor, Grigori, tienes que hacer algo.—Él no querría.—¡Por favor! Ha salvado nuestras vidas.—Muy bien. Pero tú tendrás que asumir la responsabilidad.—Lo haré. Por favor, rápido.—Como desees, cara.La apartó y luego puso una mano sobre su hombro. —¿Estás bien?—Bien. Estaré bien.Cogiéndola entre sus brazos, la llevó a través de la habitación y la sentó en

la silla. Tirándo de la colcha, la cubrió con ella. —Descansa—apartó un mechón de pelo de su mejilla. —Deberías cerrar los

ojos.Ella asintió, pero no lo hizo. Sus manos agarraron la colcha, vio a Grigori

arrodillarse en el suelo y atraer a Edward a su regazo. Con sorprendente gentileza, volvió la cabeza de Edward a un lado. Vio cómo Grigori tomaba aire y luego se inclinó, su largo cabello negro cayó sobre la cara de Edward, bloqueándole la visión. Pasaron varios minutos. El tic—tac del reloj del lado de la cama sonaba muy alto en la quietud.

Una vez miró el cuerpo de Alexi, medio esperando verlo desvanecerse en el aire. Deseó que Grigori hubiera pensado en cubrirlo.

Un movimiento hizo que sus ojos volvieran a Grigori. Presionó sus nudillos contra su boca cuando Grigori se mordió la muñeca y luego colocó la sangrante herida en los labios de Edward.

—Bebe Ramsey—su voz era suave aunque irresistible, tan tranquilizadora como el arrullo de una madre. —Está bien, bebe hasta llenarte.

Y Edward estaba bebiendo, su boca sujetaba la muñeca de Grigori, sus manos apretaban el brazo de Grigori, como si temiera que repentinamente se lo arrebatara. Sus ojos estaban abiertos, su expresión era cercana al éxtasis.

Grigori volvió la cabeza, su mirada se encontró con la de Marisa.Esto es lo que soy, lo que siempre seré.Y Marisa se encontró con su mirada, sin miedo, aceptándole, amándole por

quien era y por lo que era.—Suficiente—Grigori tiró de su brazo fuera del alcance de Edward, recorrió

con su lengua las heridas de su muñeca.Edward se sentó. Parecía confuso. —¿Qué ha pasado?

198

Page 199: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

Marisa se inclinó hacia delante en la silla. El color se extendió por las mejillas de Edward; la horrible herida de su cuello se cerró, cicatrizando en pocos minutos.

Edward miró de Chiavari a Marisa. —¿Qué diablos ha pasado?—¿Cómo te sientes, Edward?—preguntó Marisa.—Me siento bien—replicó. —Quiero saber qué…—su voz se apagó cuando

vio el cuerpo de Alexi. —¿Está muerto?Marisa se encogió de hombros. —Eso espero.—Está muerto—comentó Grigori. Miró a Edward a través de los ojos

entornados. —¿Cómo te sientes?—¿Por qué los dos me preguntáis eso? Me siento…—frunció el ceño—me

siento alegre—miró de nuevo a Alexi. —Le apuñalé y entonces él…—Edward se llevó una mano a su garganta. —Me mordió. Rasgó mi yugular, recuerdo… ¿Qué ha pasado?—Agonizabas—dijo Marisa.Ramsey miró a Grigori, una mirada de horror se extendió por su cara. —¿Lo hiciste? Por el amor de todo lo que es sagrado, ¡dime que no lo

hiciste!—Fue idea mía—dijo Marisa —Él no quería. —¿Tú le dijiste que me convirtiera en uno de ellos? ¿Cómo pudiste?Marisa se levantó, apretando la colcha contra su pecho —¿Preferirías estar muerto, Edward?Se levantó y les dio la espalda. —Por supuesto que lo preferiría—comenzó y luego sus hombros cayeron y

enterró la cara entre las manos.—Edward, lo siento.Levantándose, Grigori se fue al lado de Marisa. —No te preocupes, cara. Si él prefiere estar muerto, estaré feliz de

complacerle.La cabeza de Edward se elevó. —Sí, apostaría que lo estarías.—Es tu elección, cazador de vampiros.Edward resopló. —No más, supongo que esto me deja fuera del negocio.—Supongo que sí.Edward levantó sus manos, las volvió de un lado a otro. Cruzando la

habitación se paró frente al espejo del tocador. —Parezco el mismo—murmuró —¿Cómo puedo parecer el mismo y

sentirme tan diferente?—Deberás acostumbrarte.—No sé qué decir.—Deberías darle las gracias a Grigori—sugirió Marisa —por salvar tu vida.Edward se volvió. —Iba a matarte, lo sabes.Grigori asintió —Sé que ibas a intentarlo.Edward hizo un gesto hacia el cuerpo de Alexi. —¿Qué vamos a hacer con él?—Arrojaré el cuerpo por el balcón. El sol se cuidará de lo que queda.Edward se estremeció y cuadró los hombros.

199

Page 200: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Bueno, supongo que he de irme —dio un paso hacia Marisa, pero se paró, como si dudara que ella pudiera recibirle ahora.

Marisa sacó una mano y sonrió. —Mantente en contacto, Edward.Tomó la mano entre las suyas y la apretó. —Lo haré. Buenas noches, Marisa.—Buenas noches, Edward.—Ten cuidado, Ramsey.Edward se encontró con los ojos de Grigori, sorprendido por la genuina

preocupación en la voz del otro hombre. —Tú también. Y… gracias.Grigori asintió.—¿Estará bien?—preguntó Marisa cuando se quedaron solos.—Depende de él—le dio un apretón en el hombro; luego tiró el cuerpo de

Kristov por el balcón, cuidando de no tocar la cadena que se enroscaba en su pecho.

Marisa estaba sentada en la cama cuando él volvió.Grigori le sonrió. —Vaya luna de miel.—Bueno, no puedes decir que no haya sido excitante.—¿Aún eres feliz siendo la señora Chiavari?—Sería más feliz si estuvieras abrazándome—Ella salió de la cama y colocó

sus brazos alrededor de él. —¿Podemos dormir en otra habitación?Con un asentimiento, cogió las mantas de la cama, con esfuerzo la levantó

entre sus brazos y la llevó por el pasillo hasta uno de los otros dormitorios.Colocando las mantas en la cama, se sentó y la acunó entres sus brazos.—Eres la mujer más extraordinaria—dijo.—Y tú, marido, eres el hombre más extraordinario.—Me alegro de que pienses eso.—Te quiero—acarició su mejilla —Nada cambiará eso.—Cara…—¿Crees que Edward será feliz siendo vampiro?—Depende de él. La vida es como la hagas, cara, tanto si eres hombre o

vampiro.—¿Eres feliz?Él asintió. Antes de Marisa estaba meramente contento. Había aceptado lo

que era, aprendido a vivir con ello. Había hecho la mayoría de las cosas buenas, y gastado poca energía preocupándose de los inconvenientes.

Ella ladeó la cabeza hacia un lado, sus ojos reluciendo de amor. —Así que, ¿crees que yo sería feliz como vampiro?—¡Marisa!—¿Lo crees?Él la miró, no atreviéndose a creer en sus oídos. —¿Estás hablando en serio?Ella asintió. Hasta ese momento, no se había dado cuenta de lo seriamente

que lo había considerado, cómo había querido desesperadamente compartir su vida, toda ella, cómo había querido desesperadamente que él compartiera la suya. Había solo una manera de que eso fuera posible.

—¿Me cambiarías si te le pidiera?—Sólo si tienes la certeza de que es lo que quieres—él miró en sus ojos.

¿Cuántas veces había soñado que le entregaba a ella el Don Oscuro? ¿Cientos? ¿Miles? Aunque nunca lo había sugerido, convencido de que ella rehusaría. —¿Es eso lo que quieres?

200

Page 201: Ashley Amanda 03 - Shades Of Gray Castellano.doc

Traducción: Maria JoséCorrección: Gabriela y Conxa

—Sí, pero no ahora mismo. Quiero pasar la Pascua con mi familia en la cabaña una vez más, puede que ir de vacaciones con papá y mamá el próximo verano, y pasar unas navidades con Mike, Barbara y los niños.

Grigori asintió —No hay prisa, cara. Tenemos todo el tiempo del mundo.—Todo el tiempo del mundo —repitió despacio. —Me gusta como suena

eso.—Ah, Marisa, nunca sabrás lo mucho que significa para mí. Desearía tener

palabras suficientes para decírtelo.Ella le miró, sus labios se separaron en una sensual sonrisa cuando deslizó

las manos alrededor de su cuello. —Puedes mostrármelo.Y fue un placer hacerlo, no sólo esa noche, sino cada noche de los siglos

por venir.

201