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6 LA REVISTA AGRARIA / 138
En el número anterior de LRA sostuvimos
que si solo una fracción de los recursos
que invierte el Estado peruano en los me-
gaproyectos de irrigación en la costa, se
invirtieran en mejorar la disponibilidad de
agua en la sierra, se avanzaría mucho en
el objetivo de reducir la pobreza y se da-
ría un paso positivo para prepararnos ante
un escenario de cambio climático. En co-
incidencia, el mes pasado, el ministro de
Agricultura, Luis Ginocchio, anunció
que el gobierno invertirá este año más de
S/.100 millones en la construcción de pe-
queños reservorios de agua en las zonas
más pobres del interior del país. Este anun-
cio es un reconocimiento de la necesidad
de revertir la situación de abandono en
que se encuentra la agricultura en la sie-
rra. Sin embargo, quizá no baste la mera
construcción de reservorios, para asegu-
rar el éxito de estos proyectos a largo pla-
zo. Para reflexionar sobre estos temas con-
versamos con dos especialistas en ges-
tión de recursos hídricos, con amplia ex-
periencia de trabajo en localidades al-
toandinas: el ingeniero Wilmer Huayhua,
especialista en riego del Instituto de In-
vestigación Agraria (INIA), y el ingeniero
Jaime Llosa, consultor en gestión de re-
cursos hídricos.
LRA: Por su experiencia en la implemen-
tación y evaluación de proyectos de ges-
tión de agua en la sierra, ustedes pueden
aportar mucho a la reflexión sobre los fac-
tores que deben tenerse en cuenta para
lograr que proyectos de este tipo tengan
el impacto esperado y sean sostenibles.
¿Qué pueden decirnos al respecto?
JLl: En primer lugar, hay que tener claro
que solo se pueden hacer proyectos de
irrigación si se cuenta con un balance hí-
drico cuenca por cuenca, y si se conoce
con cuánta agua se va a contar. ¿Vamos a
atrevernos a hablar de irrigación en la sie-
rra? ¿Dónde está el análisis de la demanda
de agua real a nivel de una quebrada o una
cuenca o una subcuenta? El Perú es un
país tan heterogéneo, que lo que es válido
para una región puede no ser aplicable en
otra. Incluso, si se conocen esos datos,
«Wilmer Huayhua: No basta ca-
pacitar a los campesinos para que
implementen un sistema de irri-
gación; ellos se toman su tiempo
en apropiarse del sistema, y solo
cuando se convencen de que fun-
ciona, lo adaptan y lo mejoran ellos
mismos.»
Asegurando el agua de riego en la sierra:factores para una mejor gestión y disponibilidad deagua en la agricultura
Beatriz Salazar
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MARZO de 2012 7
estamos ante un escenario climático varia-
ble y existe un alto grado de incertidumbre
acerca de si esos datos continuarán sien-
do válidos en algunos años.
Por otro lado, hay muchísimas experien-
cias de este tipo —de ONG y también del
Estado— de las que podemos extraer lec-
ciones para no repetir errores. Por ejemplo,
he visto casos en que los campesinos han
sembrado especies que resisten la sequía,
pero que se han secado cuando enfrentan
un veranillo largo. Sin embargo, cuando se
construyen zanjas de infiltración y se siem-
bra al costado, estas especies sí han podi-
do sobrevivir. Esas son lecciones aprendi-
das, pero no hay nada escrito.
WH: Los que conformamos el personal
del INIA, en nuestro trabajo de campo,
hemos encontrado reservorios de cemen-
to rajados, de todo tamaño. Es posible que
fueran construidos por presión política de
algún alcalde, y al día siguiente de haberse
inaugurado se rajaron y quedaron inúti-
les; un gran porcentaje de los reservorios
abandonados se explican por eso. La co-
munidad no va a hacer ningún esfuerzo
por reconstruirlos, porque ya no tiene pre-
supuesto de la municipalidad. Frente a eso,
el INIA ha trabajado una propuesta de pe-
queños reservorios a fin de solucionar el
problema de áreas pequeñas. Son reservo-
rios de tierra con geomembranas, que se
amoldan al terreno; si tienen pendiente, son
muy rectangulares. Incluso, si hay un sis-
mo, no hay problema, porque se van aco-
modando. La geomembrana da muy bue-
nos resultados en este sentido.
JLl: Otro factor de importancia en estos
proyectos es no limitarse a los aspectos
meramente técnicos; los aspectos sociales,
culturales y organizacionales son tan o más
importantes para la sostenibilidad del pro-
yecto. En todo el país existen muchos reser-
vorios construidos con apoyo de las ONG
y el Estado, que han sido abandonados
porque no se tomaron en cuenta esos as-
pectos. En este sentido, concuerdo con el
ingeniero Jan Hendricks (especialista en sis-
temas de riego y manejo del agua en zonas
rurales) cuando afirma que la obra física es
importante, pero si no hay mercado, asis-
tencia técnica y no se dispone de otros ser-
vicios de apoyo, los proyectos de irriga-
ción corren un alto riesgo de fracasar. No
solo hay que capacitar a los campesinos
para que rieguen o apliquen dieciocho tec-
nologías, sino también para interactuar con
aquellos que pretenden articular sus flujos
económicos. No se ha apoyado a los cam-
pesinos para que ellos mismos transformen
y exporten asociativamente.
WH: No basta capacitar a los campesi-
nos para que implementen un sistema de
irrigación; ellos se toman su tiempo en
apropiarse del sistema, y solo cuando se
convencen de que funciona, lo adaptan y
lo mejoran ellos mismos. Por ejemplo, en
Cusco, una comunidad hizo un reservorio,
y ha trasladado agua por varios kilómetros
con tuberías de PVC y unos sifones gigan-
tes pegados; ese reservorio genera una
caída a través de tuberías, para hacer fun-
cionar una bomba Pelton y generar electri-
cidad, y luego los comuneros vuelven a
captar esa agua para usarla en consumo
humano y agricultura.
Otra medida necesaria es la recuperación
de la organización ancestral. Antes las co-
munidades se reunían para planificar y
decidían qué sembrar. Había todo un plan
de manejo del suelo, había rotación de zo-
nas de cultivo. Pero las nuevas generacio-
nes han perdido esos saberes. Habría que
ir recuperando el conocimiento de nues-
tros abuelos.
JLl: La fortaleza de la organización co-
munal en cada zona es importante y deter-
mina la forma en que se gestionan estos
proyectos. Por ejemplo, el Instituto de Cuen-
cas ha implementado cerca de 800 reservo-
rios en Cajamarca, que son administrados
por familias en un 90%, mientras que en
Cusco o Puno los reservorios suelen ser
comunitarios, pues las comunidades cam-
pesinas no son fuertes en Cajamarca y, por
el contrario, en Cusco o Puno sí lo son, tie-
nen capacidad de convocatoria y allí los
reservorios pueden ser comunitarios.
LRA: ¿Y qué opinión tienen de la recupe-
ración de tecnologías ancestrales?
JLl: Existen prácticas vigentes que se
«Jaime Llosa: Un factor de impor-
tancia en estos proyectos es no
limitarse a los aspectos meramen-
te técnicos; los aspectos sociales,
culturales y organizacionales son
tan o más importantes para la sos-
tenibilidad del proyecto.»
Ingeniero Wilmer Huayhua.Ingeniero Jaime Llosa.
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remontan a la época preincaica: es el caso
de las amunas. Por ejemplo, en Huarochirí,
tres comunidades captan el agua en la par-
te alta, por encima de los 4,000 metros, y la
encausan a las entrañas de un cerro a tra-
vés de unas acequias, que llaman amune-
ras, y en las quebradas construyen peque-
ños diques para que el agua baje más len-
tamente y se infiltre. Esa agua infiltrada la
recogen kilómetros más abajo, donde es-
tán los cultivos, en la zona quechua. De
esta forma, tienen agua todo el año, y re-
cientemente han construido más reservo-
rios y están cultivando frutales. En otras
zonas del Perú deben existir casos simila-
res. En la alturas de Santa Eulalia también
hay amunas. En la comunidad de Tupico-
cha, en Huarochirí, nos comentaron que
los habían visitado representantes de tres
comunidades de la cuenca de Huaura, en
el distrito de Paccho, arriba de Sayán, para
reaprender la técnica de las amunas, que
habían olvidado. Ahora habría hasta die-
ciocho amunas en Paccho.
Otro caso de tecnología hidráulica pre-
hispánica es el de cuarenta represas en la
Cordillera Negra, que drenan sus aguas a
la cuenca del río Nepeña, aunque tan solo
seis de las cuarenta son utilizadas en for-
ma parcial, para regar cultivos. Se trata de
estructuras ciclópeas ubicadas, casi en su
totalidad, sobre los 4,000 m.s.n.m., que es-
tán dotadas de una capacidad de almace-
namiento variable: la de mayor capacidad
puede almacenar 1’350,000 m3, y la menor,
12,950 m3.
El caso de las amunas de Huarochirí re-
salta la importancia de la organización so-
cial y los aspectos culturales. Los campe-
sinos organizan la fiesta del agua, renue-
van su compromiso con la madre tierra y
con el agua y esto refuerza la capacidad de
convocatoria. La gente va y hace la obra,
las acequias, y después distribuye el agua
de forma equitativa. Si no existiera esa tra-
dición —lo que se llama gestión social del
agua—, no habría capacidad de convoca-
toria y la obra física quedaría abandonada.
WH: Existe un resto arqueológico cono-
cido como Tipón, en Cusco, que es valiosí-
simo para el Perú porque es como una ma-
queta gigante de lo que debe hacerse para
manejar el agua con eficiencia, consideran-
do presiones y caudales. Tipón tenía ande-
nes a ambos lados y recibía, en un pequeño
reservorio natural, el agua que venía de las
filtraciones. Los incas no tenían tuberías de
PVC, como las que tenemos ahora para con-
ducir el agua en grandes cantidades y a gran-
des distancias, pero sí tenían piedra y la
usaban muy eficientemente. El INIA ha ido
recuperando esos principios y ha ido cons-
truyendo un diseño de sistema de riego a
baja presión. También se ha experimentado
con el sistema de riego por exudación, con
cántaros de arcilla, que son porosos y que
van siendo succionados por la fuerza de la
gravedad, y el agua va directo a las raíces;
así se logra una eficiencia de más de 95% en
el riego. Ese tipo de iniciativas recogen ele-
mentos de la sabiduría prehispánica.
LRA: ¿Y qué rol juega la articulación en-
tre las instituciones y organizaciones que
trabajan en este campo?
WH: La falta de una política de Estado
causa que las instituciones caminen solas.
Por ejemplo, al inicio, el INIA coordinaba
con el PSI, porque considerábamos que era
un proyecto interesante. Ha habido coor-
dinaciones, pero no hemos concretado una
acción conjunta, con el PSI en un rol pro-
motor y el INIA generando y transfiriendo
tecnología. Además, nos falta trabajar con
ONG que tienen una proyección de traba-
jo interesante y con gobiernos regionales
que deberían cumplir un rol de facilitado-
res de procesos tecnológicos, pero las
agencias agrarias están debilitadas.
Otros actores fundamentales en este
proceso deberían ser las organizaciones de
productores, porque el involucramiento de
la población local es esencial; es lo que va
a hacer sostenible el proyecto.
JLl: Hay lecciones aprendidas, como las
de Desco o el Instituto Cuencas, que de-
ben ser compartidas con otras entidades
que desarrollan proyectos similares. Exis-
te ya una masa crítica para extraer leccio-
nes aprendidas y evitar repetir errores.
Mas información en: http://www.larevistaagraria.org/agua-sierra
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Las capacitaciones en sistemas de irrigación son importantes, pero los campesinos también necesitan
tiempo para apropiarse de las tecnologías