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Actitudes y conducta ¿Las actitudes determinan la conducta? Preguntar si las actitudes determinan la conducta plantea una cuestión básica acerca de la naturaleza humana: ¿Cuál es la relación entre lo que somos (en el interior) y lo que hacemos (en el exterior)? La suposición prevaleciente, que subyace en la mayor parte de la enseñanza, asesoría y crianza de los niños, ha sido que nuestras creencias y sentimientos privados determinan nuestra conducta pública. Así, si deseamos alterar la manera en que las personas actúan necesitamos cambiar sus corazones y sus mentes. Al principio los psicólogos sociales concordaban en que conocer las actitudes de las personas es predecir sus acciones. En 1964 Leon Festinger concluyó que la evidencia no mostraba que el cambio de las actitudes cambiara la conducta. Festinger creyó que la relación actitud-conducta funciona de manera opuesta, con nuestra conducta como el caballo y nuestras actitudes como la carreta. “Estamos muy bien entrenados y somos muy buenos para encontrar razones para lo que hacemos, pero no muy buenos para hacer aquello para lo cual encontramos razones". Si las personas no juegan el mismo juego que hablan, no es de extrañar que los intentos por cambiar la conducta cambiando las actitudes fallen con frecuencia. Las advertencias acerca de los peligros del tabaquismo sólo afectan mínimamente a aquellos que ya fuman. El aumento de la conciencia del público acerca de los efectos insensibilizadores y brutalizadores de una dieta prolongada de violencia por televisión ha estimulado a muchas personas a expresar el deseo de una programación menos violenta, sin embargo, siguen viendo asesinatos en los medios masivos tanto como antes.

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Actitudes y conducta

¿Las actitudes determinan la conducta?

Preguntar si las actitudes determinan la conducta plantea una cuestión básica acerca de la naturaleza humana:

¿Cuál es la relación entre lo que somos (en el interior) y lo que hacemos (en el exterior)?

La suposición prevaleciente, que subyace en la mayor parte de la enseñanza, asesoría y crianza de los niños, ha sido que nuestras creencias y sentimientos privados determinan nuestra conducta pública. Así, si deseamos alterar la manera en que las personas actúan necesitamos cambiar sus corazones y sus mentes.

Al principio los psicólogos sociales concordaban en que conocer las actitudes de las personas es predecir sus acciones. En 1964 Leon Festinger concluyó que la evidencia no mostraba que el cambio de las actitudes cambiara la conducta. Festinger creyó que la relación actitud-conducta funciona de manera opuesta, con nuestra conducta como el caballo y nuestras actitudes como la carreta. “Estamos muy bien entrenados y somos muy buenos para encontrar razones para lo que hacemos, pero no muy buenos para hacer aquello para lo cual encontramos razones".

Si las personas no juegan el mismo juego que hablan, no es de extrañar que los intentos por cambiar la conducta cambiando las actitudes fallen con frecuencia. Las advertencias acerca de los peligros del tabaquismo sólo afectan mínimamente a aquellos que ya fuman. El aumento de la conciencia del público acerca de los efectos insensibilizadores y brutalizadores de una dieta prolongada de violencia por televisión ha estimulado a muchas personas a expresar el deseo de una programación menos violenta, sin embargo, siguen viendo asesinatos en los medios masivos tanto como antes.

Algunos psicólogos a diferencia de Wicker que describía la impotencia de las actitudes, sostenían que los rasgos de la personalidad también fallaban para predecir la conducta. Si deseamos saber cómo va a ser el personal de servicio, por lo general no aprendemos mucho aplicándole pruebas de autoestima, ansiedad o defensividad. Si la situación plantea demandas definidas, estaremos mejor conociendo cómo reacciona la mayoría de las personas, los psicoterapeutas comienzan a afirmar que las terapias basadas en el diálogo como el psicoanálisis, rara vez "curan" al paciente. De modo que en lugar de analizar los defectos de la personalidad buscan cambiar la conducta problema.

Nuestras actitudes predicen nuestras conductas si otras influencias son minimizadas, si la actitud es específica para la acción y sí la actitud es potente cuando actuamos, debido a que algo nos la recordó, debido a que la situación activó una actitud inconsciente que sutilmente guía la manera en que percibimos y reaccionamos ante los acontecimientos o debido a que la obtuvimos de una forma que la hace fuerte.

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Ahora está claro que, de acuerdo con las circunstancias, la relación entre las declaraciones de actitud y la conducta pueden variar desde la ausencia de relación hasta una fuerte. La Rochefoucalud, escritor francés del siglo XVII, estaba en lo cierto: “Es más fácil predicar la virtud que practicarla".

Actitudes y comportamiento

La actitud es un tema que ha sido objeto de especial atención en la psicología social. Thomas y Znaniecki en 1918 llegaron a considerar la psicología social como “el estudio científico de las actitudes”.• Ya en 1935, Allport llegó a recopilar más de cien definiciones del término.

Las actitudes constituyen valiosos elementos para la predicción de conductas Ayudan a formar una idea más estable de la realidad Son base de una serie de situaciones sociales, como las relaciones de amistad o

de conflicto Protegen al yo de conocimientos indeseables La consecución del bienestar general requiere cambios de actitud

Definiciones clásicas de actitud

“La intensidad de afecto a favor o en contra de un objeto psicológico” Thurstone, 1928

“Un estado mental y neurológico de atención, organizado a través de la experiencia, y capaz de ejercer una influencia directiva o dinámica sobre la respuesta del individuo a todos los objetos y situaciones con las que está relacionado”Allport, 1935“

Una respuesta afectiva, relativamente estable, en relación con un objeto” Murphy, Murphy & Newcomb, 1935

“Una organización duradera de procesos motivadores, emocionales, perceptivos y cognoscitivos, en relación con el mundo en que se mueve la persona” Krech & Crutchfield, 1948

“Una orientación relativamente duradera en relación con algún objeto de la experiencia” Schellenberg, 1970