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Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica Departamento de Servicios Parlamentarios Reseña histórica: Héroe Nacional don Juan Rafael Mora Porras Defensor de la libertad de Costa Rica Su herramienta legislativa

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Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica

Departamento de Servicios Parlamentarios

Reseña histórica:Héroe Nacional don Juan Rafael Mora Porras

Defensor de la libertad de Costa Rica

Su herramienta legislativa

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Contenido

Antecedentes ...........................................................................................................................................................................3

Don Juan Rafael Mora Porras declara la guerra a los filibusteros (1856-1857) .............................................. 8

Derrocamiento y fusilamiento de don Juan Rafael Mora Porras .........................................................................12

Asamblea Legislativa de Costa Rica declara Libertador y Héroe Nacional a

don Juan Rafael Mora Porras .......................................................................................................................................... 15

Decreto LXXXVI: Declara al presidente Juan Rafael Mora, Benemérito de la Patria. ....................................17

Proclama del presidente Mora Porras a los costarricenses denunciando la

amenaza del filibusterismo .............................................................................................................................................. 17

Proclama del presidente Mora Porras llamando al pueblo costarricense a

combatir los filibusteros .................................................................................................................................................. 18

Proclama del presidente Mora Porras anunciando al pueblo costarricense

la finalización de la guerra ............................................................................................................................................ 19

Acuerdo Legislativo N.˚ 181: proclama a don Juan Rafael Mora defensor de la

libertad de Costa Rica ......................................................................................................................................................... 20

Acuerdo Legislativo Nº 6445-10-11............................................................................................................................. 20

Elaborado por la historiadora Laura María Rivera Figueroa

Diseño: Sandra Herrera Morales

Unidad de Análisis de la Gestión Parlamentaria

Departamento de Servicios Parlamentarios

Asamblea Legislativa

2010

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Aun cuando Costa Rica era una provincia del Imperio

Colonial Español, el 8 de febrero de 1814, en Villa

Nueva de la Boca del Monte, hoy ciudad de San José,

nació don Juan Rafael Mora Porras, primer hijo del hogar

formado por doña Ana Benita Porras Ulloa y don Camilo

Mora Alvarado, pariente cercano del primer jefe de Estado,

don Juan Mora Fernández (1824-1833). Sus padrinos de

bautizo fueron don José Rafael de Gallegos (Segundo Jefe de

Estado 1833-1835) y doña Teresa Ramó. Además, a escasos

siete años de edad, Juan Rafael Mora Porras, más conocido

como “Juanito”, vivió los acontecimientos que culminaron

con la independencia política de Centroamérica.

Asistió a la escuela de primeras letras, donde no solo

aprendió escritura, lectura y las principales operaciones

aritméticas, sino también adquirió los conocimientos para

mejorar su nivel intelectual y espiritual. Siguiendo los pasos

de su padre, se dedicó al comercio desde los dieciséis años,

un trabajo que le ofreció oportunidades para imponerse

disciplinas y conocer problemas que se resolvían con buen

éxito, a fuerza de iniciativa y voluntad.

En 1832, apenas cumplidos los dieciocho años, don Juanito

Mora pidió y obtuvo de su padre, don Camilo Mora,

la emancipación y se dedicó a los negocios por cuenta

propia. Principalmente, se ocupó de la compra-venta de

propiedades y estableció un negocio de mercaderías en el

portón de la casa de su padre. El negocio de comprador

de tierras permitió a Mora Porras crear una vasta red de

amistades, con lo que obtuvo, además, el conocimiento

particular de todos y cada uno de los personajes influyentes

del país.

Entre tanto, los negocios de su padre habían declinado en

tal forma que lo tenían casi al borde de la quiebra.

“El carácter de don Camilo Mora no era de los más indicados

para hacer fortuna en las lides mercantiles: bondadoso por

naturaleza, a él recurrían pobres y ricos en busca de ayuda

en las horas de congoja. Los Protocolos que se conservan

en los Archivos Nacionales están llenos de las constancias

de préstamos y fianzas dados por el magnánimo de don

Camilo; también se ven allí las hipotecas hechas sobre

sus propiedades, de tiempo en tiempo, sin duda ante el

apremio de los acreedores de sus incumplidos amigos a

quienes fiara. Hay fundamento para creer, que don Juanito

nunca estuvo de acuerdo, con la manera bonachona

que su padre conducía los negocios, de ahí que optó por

independizarse.”(1)

En 1833, murió su madre doña Ana Benita y en 1836 falleció

su padre don Camilo; por lo tanto, don Juan Rafael Mora

fue nombrado albacea y tutor de sus hermanos menores y

también aceptó constituirse en fiador y principal pagador

de las deudas de su progenitor. Propuso a los acreedores

que le otorgaran plazos para el pago total de las obligaciones

contraídas; además, como garantía, su padrino don José

Rafael de Gallegos extendió una fianza.

Frente a esta situación, don Juan Rafael Mora Porras se

multiplicó en sus actividades comerciales. Las transacciones

de las propiedades llegaron al máximo: vendió unas cuantas

para hacer frente a las deudas apremiantes, hipotecó otras

y continuó comprando y vendiendo ardorosamente. Hizo

negocios sobre derechos de minas y comenzó a interesarse

en las transacciones del café, en las que con el transcurso

de los años vendría a ser un potentado.

1. Armando Rodríguez Porras: Juan Rafael Mora Porras y la guerra contra los fili-

busteros. Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, Alajuela, Costa Rica, 1986,

p. 28.

ANTECEDENTES

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Fueron muchas las economías que impuso don Juanito;

aumentaron sus fatigas, ya que la atención vigilante que

estampó a sus negocios fue intensa. No solo defendió

los bienes poseídos, sino cumplió con sus obligaciones,

pagando religiosamente hasta el último peso. “Dos años

fueron suficientes para este logro, al cabo de los cuales

todos los bienes y capital y haciendas de su padre fueron

rescatados de la voracidad de sus acreedores, cumplido el

plazo estipulado, las deudas fueron saldadas, los bienes

rescatados, el crédito restablecido a su viejo prestigio

y la hacienda acrecentada con nuevas y muy valiosas

adquisiciones rurales en Ojo de Agua, Las Ciruelas y Pavas,

a más de la plena restauración de su tienda de abarrotes

situada en la esquina noreste de aquella Plaza Mayor,

en donde se encuentran ubicadas asimismo, sus viejas

propiedades urbanas.”(2)

Don Juan Rafael Mora fue amigo y partidario del jefe de

Estado, el Lic. Braulio Carrillo Colina (1835-1837, 1838-

1842); sin embargo, esta amistad se enfrió en los últimos

años del ejercicio del poder de aquel gobernante, debido

a sus actos de fuerza y al estricto apego a la ley, con lo

cual tocó a la familia Mora, como cuando decretó el 14 de

setiembre de 1840, que consideraba fuera de ley a Joaquín

Mora, quien llegó a Puntarenas en esos días.

Para establecer nuevos vínculos comerciales, don Juanito

Mora Porras viajó a Chile, Colombia, Ecuador y Perú, donde

también se extasió con los relatos de la gesta libertaria

de Simón Bolivar. Además, visitó los Estados Unidos de

América y Europa como nuevos medios de acción para su

actividad comercial.

En 1842, Mora Porras regresó al extranjero en viaje de

negocios, ya no solo por cuenta propia sino también por

la de don Vicente Aguilar, acaudalado hombre de negocios

con gran influencia en el campo político, con quien firmó

un convenio para trabajar en una sociedad comercial,

donde cada uno puso un capital de dieciocho mil pesos.

Este fue un convenio privado por el cual Mora Porras se

encargó de comprar y vender mercadería en el exterior,

mientras Aguilar la manejaba en Costa Rica.

La vida en el comercio le permitió a don Juanito Mora ser

un gran conocedor de sus conciudadanos y más que de las

bondades de ellos, de sus lados débiles. Además, le brindó

la oportunidad para tener un trato frecuente con las clases

altas, con las dirigentes, que entonces se dedicaban, en su

mayoría, al comercio.

A partir de 1845, con el cultivo y el negocio del café, comenzó

a acentuarse una diferencia notoria entre los capitales

privados de ciertos costarricenses de fortuna y el menguado

de los otros desposeídos de ella. Desde entonces el dinero

y el poder tomaron la misma senda. “El año de 1845 marca,

en la Historia de Costa Rica, el último en que un Jefe de

Estado no ambiciona el poder y teniéndolo, lo renuncia

voluntariamente. Desde entonces la Primera Magistratura

de la Nación irá a ser el puesto ambicionado, a veces con la

intención de llevar a cabo sanos y luminosos proyectos de

bien público pero también, y en mayor escala todavía, para

satisfacer necesidades personales y de grupo.”(3)

El 7 de junio de 1846, don José Rafael de Gallegos fue

derrocado por los militares Florentino Alfaro y José

Manuel Quirós, quienes nombraron como jefe de Estado

Interino a don José María Alfaro Zamora, quien convocó a

una Asamblea Constituyente encargada de reestablecer el

orden constitucional. Entre los diputados constituyentes

estuvo don Juan Rafael Mora Porras, quien ostentaba como

propietario la representación de San José.

2. Octavio Castro Saborío: Laude evocación de Mora: el hombre, el estadista, el

héroe, el mártir. Comisión de Investigación Histórica de la Campaña de 1856-1857.

Editorial Aurora Social Ltda., San José, Costa Rica, 1955, p. 20.

3. Ibídem, pp. 41-42.

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Como los miembros de esta Asamblea Constituyente

fueron elegidos también como diputados, al terminar las

funciones estos integraron el Congreso Constitucional,

que se instaló el 4 de mayo de 1847. En la primera sesión,

le correspondió al Congreso elegir a los ciudadanos que

ejercerían la Presidencia y la Vicepresidencia del Estado,

que durarían en sus funciones seis años. En la votación de

ese día se obtuvieron los votos necesarios; para Presidente,

el Dr. José María Castro Madriz y para la Vicepresidencia,

don José María Alfaro Zamora. Este resultado desconcertó,

pues Alfaro Zamora fue el alma de la revuelta contra

Gallegos y en virtud de ello estaba en el ejercicio temporal

de la Presidencia.

El 8 de mayo de 1847, asumió el Gobierno el Dr. Castro

Madriz. Pronto tuvo dificultades, pues el 1° de octubre

dimitió el vicepresidente don José María Alfaro Zamora

y fue aceptada su renuncia. Esta situación provocó una

revuelta en Alajuela, ciudad natal de Alfaro Zamora.

El 24 de junio de 1847, don Juan Rafael Mora Porras se

casó con la señorita Inés Aguilar Cueto, hija del ex jefe de

Estado, Lic. Manuel Aguilar Chacón (1837-1838).

La convocatoria para elegir al nuevo vicepresidente fue

cumplida. La elección de los Colegios Electorales recayó

en el ciudadano don Juan Rafael Mora Porras, a quien el

Congreso dio por elegido el 13 de noviembre de 1847. Don

Juanito no aceptó el cargo, pues no compartía la política

interna del Gobierno, pero el Congreso no acogió su

renuncia. Así, Mora Porras llegó a jefear el Congreso, del

cual era presidente nato el vicepresidente de Estado, según

la Constitución Política de 1847.

El 29 de febrero de 1848, el Dr. José María Castro

Madriz dejó temporalmente el poder, con motivo de un

viaje a Puntarenas, cargo que asumió al día siguiente el

vicepresidente Mora Porras. El 28 de marzo, un grupo de

revolucionarios, acaudillados por don Juan Alfaro Ruiz, don

Pedro Saborío, don Benito Rojas, don Plácido Suárez, don

Ramón Fernández, don Ramón Ugalde y otros, se apoderó

de unas armas en tránsito de Puntarenas a la capital y tomó

luego el cuartel de Alajuela, donde se firmó un acta en la

que se desconocía el Gobierno del Dr. Castro Madriz.

Enterado de lo sucedido, don Juanito decretó, al día

siguiente, la suspensión de las garantías constitucionales y

el estado de guerra en todo el país, a la vez que llamó a las

armas a los hombres hábiles, de 14 a 50 años, costarricenses

o centroamericanos. Este 29 de marzo envió el Ejecutivo

fuerzas armadas a Alajuela, al mando del coronel Simón

Orozco. Estas fuerzas lograron batir a los alzados, en una

refriega donde murió Orozco y quedaron varios heridos,

entre los cuales posteriormente hubo bajas.

El 6 de abril de 1848, el presidente del Estado, Dr. Castro

Madriz, promulgó un acuerdo en el que reconoció varios

premios a los defensores de su Gobierno y a la vez dio las

gracias a quienes participaron en la acción. En este acuerdo

hay una omisión muy notoria, pues no se nombró ni una

sola vez al héroe de la jornada de Alajuela, don Juan Rafael

Mora Porras, vicepresidente en el ejercicio del poder quien

demostró entereza, capacidad y dotes de mando.

El 21 de junio del mismo año, don Juanito Mora presentó

su renuncia al Congreso, y esta fue aceptada.

El 30 de agosto de 1848, en la Administración del Dr.

José María Castro Madriz (1847-1849), el Congreso, a

pedido de las municipalidades, dictó el Decreto N.˚ 134,

por medio del cual cambió su título de Estado por el de

República, rompiendo en forma definitiva con la República

Federal Centroamericana. Al día siguiente, Castro Madriz

lo sancionó.

A finales de este año y principios de 1849 se disolvió

violentamente la sociedad comercial Mora y Aguilar,

donde los socios cosecharon pleitos, odios insalvables y

resquemores que trascendieron a la política. En una carta

que don Juanito Mora le envió a su cuñado, don José María

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Cañas Escamilla, le comentó lo sucedido: “Tengo mucho

que contarle, pues el tal Aguilar ha tratado de arruinarme,

pues además de quedarse con mi capital y utilidades

que tenía en la compañía, se pensaba apropiar más de

sesenta mil pesos, que maliciosamente dejó sin cargar en

el inventario o balance que forjó muy a sus anchas. ¡Qué

hombre tan descarado! Pero le aseguro que hasta por la

prensa he de publicar todos sus manejos.”(4) Este fue el

origen de un largo litigio, conocido en la historia jurídica

de Costa Rica con el nombre de “Cuestión Mora-Aguilar”.

El ambiente político era subversivo, se repitieron trastornos

públicos en Heredia y Alajuela. El 26 de octubre de 1849,

el vicepresidente de la República, don Manuel José Carazo

renunció a su cargo y su abdicación fue aceptada por el

Congreso.

El 16 de noviembre del mismo año, el presidente de la

República, Dr. José María Castro Madriz, presentó su

renuncia ante el Congreso y depositó el poder en el

representante don Miguel Mora, pariente de don Juanito.

El 23 de noviembre de 1849, el Congreso declaró electo

popularmente, para el cargo de Vicepresidente de la

República, al ciudadano don Juan Rafael Mora Porras. El

2 de diciembre del mismo año, se efectuaron las elecciones

para elegir el Presidente de la República, en las cuales

resultó elegido don Juanito Mora Porras, quien ya ejercía

en su carácter de vicepresidente.

El 30 de diciembre de 1849, don Juan Rafael Mora Porras

tomó posesión de su cargo de presidente de la República

para el período 1849-1853. Además, el 29 de enero de 1850,

el Congreso declaró electo vicepresidente de la República

a don Francisco María Oreamuno.

El 25 de junio de 1850, mediante Decreto N.˚ LXXXVI,

a don Juan Rafael Mora Porras se le confirió el título de

Benemérito de la Patria, por sofocar la revolución sin

derramamiento de sangre.

En 1852, don Juanito Mora manifestó su carácter autoritario,

no se resignaba a doblegarse ante nadie en el campo de la

política, no concebía que en el Congreso se discutieran

sus iniciativas ni mucho menos, aceptaba críticas para

ellas. Con respecto a la Corte de Justicia, también le

exigió acatamiento a su línea de acción. En el Congreso

de aquellos días, Mora Porras tenía mayoría incondicional;

no obstante, unos cuantos diputados se permitían pensar

por su cuenta y esto no era de su agrado, pues deseaba

unanimidad. A esto deben agregarse los resultados del

sorteo, para la renovación de la mitad del Congreso, donde

salieron eliminados, al azar, muchos de los adictos de su

política, en cuenta algunos parientes.

Juan Rafael Mora Porras

4. Ibídem, pp. 53-54.

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El 28 de enero de 1852 presentó su renuncia a la Presidencia

de la República ante el Congreso, al manifestar que algunos

representantes le obstaculizaban la realización de su labor.

El Congreso no aceptó su renuncia, de manera que el 30 de

enero del mismo año, el presidente de la República, don

Juan Rafael Mora decretó, desde su Hacienda “Frankfort”,

la disolución del Congreso y encargó a las Asambleas

Electorales proceder a nuevas elecciones de representantes

principales y suplentes, para la total renovación de este

alto cuerpo.

A raíz de este decreto y de sus consecuencias

constitucionales, tuvieron que salir del país los

denominados diputados revolucionarios, el Dr. José María

Castro Madriz, don Nazario Toledo, el padre Juan Rafael

Reyes y Bernardo Rivera Cabezas.

En las elecciones de 1853, fue reelegido presidente de la

República don Juan Rafael Mora Porras, para el período de

1853-1859, lo mismo que el vicepresidente de la República,

don Francisco María Oreamuno.

Algunos de los logros de las Administraciones de don Juan

Rafael Mora Porras (1849-1853 y 1853-1859) son: en el

campo eclesiástico nos independizó de Nicaragua, al lograr

que se creara la Diócesis de Costa Rica, y don Anselmo

Llorente y Lafuente fue el primer obispo costarricense; la

Iglesia de San José fue elevada a Catedral; quedó instalada

la Facultad de Medicina, Ciencias Legales y Políticas;

se compuso la música de nuestro Himno Nacional; se

construyó el Hospital San Rafael de Puntarenas y el San

Juan de Dios; se instauró la Junta de Caridad (hoy Junta

de Protección Social); se fomentó el cultivo del café; se

fundó el Cuartel de Artillería; afirmó nuestras relaciones

internacionales al celebrar convenios con Inglaterra

y Francia; logró del Gobierno de España, por medio

de un Tratado de Paz y Amistad, el reconocimiento de

nuestra independencia y nuestra legítima posesión como

Estado soberano y autónomo y luego la demarcación

de nuestros límites fronterizos con la República de

Nicaragua, mediante el Tratado Cañas-Jerez; dispuso

hacer el primer plano de la capital, por los señores Lallier y

Colombel; organizó el alumbrado de San José; promovió

la reparación de la carretera a Puntarenas y a Moín por el

Atlántico; edificó el Palacio Nacional para los poderes del

Estado; creó la Fábrica de Licores; estableció la Casa de

la Moneda, reorganizó la Fiscalía de Hacienda; creó un

Banco Nacional, Hipotecario y de Ahorros, que estimulara

la agricultura, fomentara la industria, acrecentara el

progreso en todas sus formas y procurara todos los bienes

que una institución de esta naturaleza debe ofrecer todo el

tiempo a la comunidad, con esto destruyó y dio el golpe de

gracia a la vieja camarilla de explotadores y especuladores

inescrupulosos que ahogaban toda iniciativa.

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La fiebre del oro californiana, iniciada en 1848,

alteró significativamente el ya turbulento istmo

centroamericano. A partir de la inauguración del

ferrocarril transoceánico en Estados Unidos (1869), el

viaje hacia California y a la costa oeste era más rápido y

fácil mediante un periplo marino que implicaba atravesar

el istmo por Nicaragua (río San Juan, lago de Nicaragua y

luego por tierra desde Granada hasta la costa del Pacífico)

o por Panamá (desde enero de 1855, cuando se inauguró el

ferrocarril transoceánico). Este tráfico movilizó una línea

de vapores controlada por Cornelius Vanderbilt y reactivó

la economía nicaragüense; también reforzó la importancia

estratégica de la región y contribuyó a desatar nuevos y

voraces apetitos.

Los conservadores dominaban la vida política

centroamericana bajo la égida notoria de Rafael Carrera.

Varios intentos liberales por restaurar la Unión, articulados

casi siempre en torno a los hostigamientos británicos,

constituyeron irremediables fracasos.

En 1855, los liberales nicaragüenses acudieron a William

Walker, un aventurero de Tennessee (Estados Unidos de

América), quien con la promesa de jugosas concesiones

de tierras armó una expedición mercenaria (16 de junio

de 1855), que se impuso fácilmente y pronto surgió un

gobierno fantasma en Nicaragua, controlado de hecho por

las fuerzas mercenarias.

Los planes de William Walker para Nicaragua y el resto

de Centroamérica eran la creación de un estado militar y

la implantación de la esclavitud, como él mismo lo expresó

en su obra: “El verdadero campo para ejercer la esclavitud

es la América Tropical; allí está el natural asiento de su

imperio y allí puede desarrollarse con sólo hacer el esfuerzo,

sin cuidarse de conflictos con intereses contrarios.”(5)

William O. Scroggs, en su obra Filibusters and financiers, relató

que William Walker tenía el plan de formar, con las cinco

repúblicas centroamericanas, un fuerte estado federal, al

que proyectaba introducir pobladores norteamericanos

hasta asegurarles la posesión de tierras y el privilegio de

cultivarlas por medio del trabajo esclavo y, por supuesto,

no echaba en el olvido la simpatía que en favor de su causa

iba a despertar su política esclavista en los estados del sur

de los Estados Unidos de América. Además, tenía el plan

de edificar el canal interoceánico, para ligar así su gobierno

a las poderosas naciones marítimas con los fuertes lazos

del comercio.

El 20 de noviembre de 1855, el presidente de la

República de Costa Rica, don Juan Rafael Mora Porras

(1853-1859), visionariamente denuncia el peligro y dirige su

primera proclama al pueblo costarricense. El 26 de febrero

de 1856, convocó al Congreso Constitucional, por medio de

un decreto, en cuya sesión les presentó a los diputados un

documento muy extenso, donde les explicaba la situación

interna de Nicaragua y de Centroamérica y les hacía ver

que la independencia, nacionalidad, libertad y derechos

ciudadanos estaban amenazados por los filibusteros.

Dio explicaciones acerca del no reconocimiento del

gobierno de William Walker y concluyó que no quedaba

otra posibilidad que la de las armas, y que dejar pasar el

tiempo le costaría a Centroamérica su independencia y

libertad. Este documento fue suscrito por el ministro de

Gobernación, Joaquín Bernardo Calvo.

5. Rafael Obregón Loría: Costa Rica y la Guerra del 56. Editorial Costa

Rica, San José, 1976, p. 16.

JUAN RAFAEL MORA PORRAS DECLARA LA GUERRA A LOS FILIBUSTEROS (1856-1857)

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El Congreso aprobó por unanimidad aquel documento e

inmediatamente se emitió el decreto del 27 de febrero, que

autorizaba al Poder Ejecutivo para llevar a cabo la guerra

contra Nicaragua, solo o en unión de los demás gobiernos

de Centroamérica, a fin de libertar a sus habitantes de la

opresión filibustera.

El Gobierno de la República, debidamente autorizado por

el Congreso Constitucional, formó un ejército de 9000

hombres, lanzó un empréstito de 100 000 pesos y dispuso

la marcha de un ejército expedicionario hacia la frontera.

Mora Porras decretó levantar este empréstito nacional de

cien mil pesos entre los capitalistas nacionales, y quien

no cumpliera incurriría en la pena de duplo, por lo cual

perdería el derecho de cobrar intereses por las cantidades

prestadas, además de que sería ejecutado.

Asimismo a nivel diplomático, nuestro encargado de

negocios en Washington, don Luis Molina, le solicitó al

Secretario de Estado norteamericano, L. Marcy, que no

fuera indiferente ante lo sucedido en Nicaragua y que

tomara medidas eficaces para impedir que el filibusterismo

siguiera adelante en perjuicio de las demás repúblicas

centroamericanas y lo sancionara “puesto que es el producto

de un crimen complejo, fraguado y comenzado a ejecutar

dentro del territorio de Estados Unidos y continuado sin

interrupción en el ajeno por ciudadanos norteamericanos,

con recursos, auxilios y, hasta cierto punto, con la fuerza

moral de la Nación contra la existencia de Estados pacíficos

y amigos.”(6)

El 2 de febrero de 1856, William Walker publicó en el

periódico El Nicaragüense, editado por él en Granada,

un fuerte ataque contra el presidente de Costa Rica, don

Juanito Mora Porras, al vislumbrarse como adversario

del filibusterismo. Acusó a Mora Porras de ser un

tirano vitalicio “de tener un gobierno sin principios y

sin leyes, de absorber las principales fuentes de riqueza

pública para sí, de concentrar el poder y desacatar las

libertades individuales: monopolizar el negocio del

tabaco, el aguardiente y la carne; de acapararlo y de haber

creado un sistema de hacienda que lo beneficiaba a él

particularmente.”(7)

El 1 de marzo de 1856, don Juan Rafael Mora Porras

dirigió, a todos los habitantes de Costa Rica, una vibrante

y emotiva proclama, en la cual llamaba a sus compatriotas

a tomar las armas en defensa de la independencia de

Hispanoamérica ”¡A las armas! Ha llegado el momento que

os anuncié. Marchemos a Nicaragua a destruir la falange

impía que la ha reducido a la más oprobiosa esclavitud.

Marchemos a combatir por la libertad de nuestros

hermanos.” (8)

Dibujo de Carlos Aguilar Durán

El 4 de marzo de 1856, el ejército costarricense, al mando

del general José Joaquín Mora Porras, inició el duro

trayecto desde San José a Puntarenas. Las tropas debían

pasar por el Departamento de Moracia (llamado así en

honor de don Juanito Mora, hoy Guanacaste) y embarcarse

en Puntarenas para atravesar el golfo de Nicoya.

6. Vladimir de la Cruz de Lemos: Historia General de Costa Rica. Volumen III.

Euroamericana de Ediciones Costa Rica, S. A., 1988, p. 251.

7. Ibídem, pp. 254-255.

8. Annie Lemistre Pujol: Dos bronces conmemorativos y una gesta heroica:

la Estatua de Juan Santamaría y el Monumento Nacional. Museo Histórico

Cultural Juan Santamaría, Alajuela, 1988, p. 78.

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El transporte de las tropas se dificultó a pesar de la

colaboración que, en este sentido, prestó el capitán

Le Lacheur, quien transportaba el café a Inglaterra. Poco

a poco las tropas fueron llegando a Liberia, donde habían

establecido un cuartel general al mando del general don

José María Cañas.

Dibujo de Carlos Aguilar Durán

El 8 de marzo, el presidente Juan Rafael Mora entregó el

poder al vicepresidente Francisco María Oreamuno, para

ponerse al frente del ejército y dispuso situar una fuerza en

el río San Carlos.

Al conocer la actitud de Costa Rica, las fuerzas filibusteras

pasaron la frontera, invadieron nuestro territorio y

llegaron hasta la Hacienda de Santa Rosa. El 20 de marzo,

la vanguardia del ejército costarricense las encontró y

después de un encarnizado combate las obligó a desalojar

su posición y a salir huyendo hacia Nicaragua. Para

justificar su derrota, los filibusteros alegaron que habían

luchado contra tropas francesas y militares europeos.

El nombre de Santa Rosa señala hoy la decisión

inquebrantable de Costa Rica de derrotar y vencer todo

poder extraño que pretenda mancillar su soberanía e

independencia.

Después de esta victoria, el ejército costarricense prosiguió

su marcha hacia el norte y el 29 de marzo atravesó la

frontera dirigiéndose a Rivas, población que ocupó. Al

mismo tiempo se enviaron dos fuerzas: la primera al mando

del Coronel Santos Mora, a ocupar San Juan del Sur, en el

Pacífico, y la segunda al mando del Teniente Coronel don

Juan Alfaro Ruiz, a ocupar el puerto de La Virgen, sobre el

lago, esto se realizó después de sostenerse un combate.

Para vencerlos, era necesario herirlos en el centro principal

de su fuerza ofensiva y defensiva: el Mesón de Guerra.

Surge entonces de la mente del General José María Cañas

la idea de incendiarlo; un soldado alajuelense, llamado Juan

Santamaría, ejecutó tal hazaña. Fue un día de gran gloria

para los costarricenses, pero también fue un día de luto

porque murieron 500 patriotas y 300 quedaron heridos.

Dibujo de Carlos Aguilar Durán

El Presidente de la República, don Juan Rafael Mora solicitó

nuevos refuerzos para reponer dichas bajas y además se

tardó en dar parte de lo ocurrido en Rivas, porque estaba

seguro de que causaría alarma en el país. Asimismo, estos

hechos serían aprovechados por sus enemigos políticos

para atacarlo a él y a su Gobierno, quitándole los méritos

militares.

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Ante la mortandad de la guerra, el clima y las condiciones

de insalubridad, se desató la epidemia del cólera que azotó

violentamente al ejército costarricense y Mora Porras optó

por regresar a Costa Rica.

A mediados de junio de 1856, se levantó un sumario por

los delitos de sedición, comprobaron que varios individuos

promovían un cambio en la administración, además querían

tomar un cuartel y poner en la Presidencia de la República,

al Dr. José María Castro Madriz y en la Vicepresidencia a

Bruno Carranza o bien al Coronel Luz Blanco.

También se descubrió la conjuración de Francisco María

Iglesias y Saturnino Tinoco, se decomisó una acta plagada

de acusaciones contra la Administración de don Juan Rafael

Mora Porras. Lo acusaban de caer en el despotismo militar

y de dejarse sorprender por el enemigo, así de empirismo

e ineptitud en la Batalla de Rivas, además de coartar la

libertad de pensamiento y de prensa, la libre discusión y

demás garantías individuales y de paralizar el desarrollo

del país.

Ante esta situación Mora Porras decidió expulsar

del país a los jefes de esta conspiración: Dr. José María

Castro Madriz,

Saturnino Tinoco y

Federico Fernández,

y a Francisco María

Iglesias se le castigó

con cuatro años

de confinamiento

en el Golfo Dulce.

Posteriormente en

1858, fue señalado

como cómplice de

esta conspiración

al Obispo Anselmo

Llorente y Lafuente, por lo que fue expulsado.

Una vez apaciguada la efervescencia política y la epidemia

del cólera, el Presidente de la República, don Juan Rafael

Mora Porras, decidió que era el momento de reanudar la

guerra contra los filibusteros, contando con la aprobación

unánime del Congreso, se inició nuevamente en Costa Rica

el reclutamiento del ejército, para ir esta vez a la zona del

río San Juan.

Debe señalarse que la mayor gloria de los costarricenses

consistió en aniquilar en forma definitiva el dominio que

los filibusteros mantenían sobre la ruta que, a través del

territorio nicaragüense, se extendía de océano a océano,

la famosa Vía del Tránsito como se le llamaba, y por cuyo

medio les llegaba toda clase de ayuda militar remitida

por amigos de William Walker residentes en los Estados

Unidos de América. Era evidente que mientras los

filibusteros tuvieran bajo su dominio dicha vía, podían

considerarse invencibles. En esta ocasión, los ejércitos

de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, a los

que se unió Honduras, meses después, le declararon la

guerra a William Walker y lo eliminaron del escenario

histórico.

Imagen tomada del Museo Nacionale de Costa Rica

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A principios de 1859, fue elegido por tercera vez

presidente de la República, don Juan Rafael Mora

Porras, lo cual exasperó a sus enemigos políticos, una

vez pasada la euforia del triunfo contra los filibusteros,

empezaron a difamarlo y rápidamente prosperaron las

hostilidades. La madrugada del 14 de agosto del mismo

año, el coronel Lorenzo Salazar comandante del Cuartel de

Artillería y el mayor Máximo Blanco, comandante del Cuartel

Principal, desconocieron el Gobierno de don Juanito Mora

Porras, nombraron como presidente provisorio al Dr. José

María Montealegre y acordaron expulsar inmediatamente

del territorio nacional a don Juan Rafael Mora Porras, a don

José María Cañas y a don Manuel Argüello Mora. Además,

suspendieron de sus funciones al Congreso y se convocaría

pronto una Asamblea Nacional Constituyente.

Entre los firmantes del acta revolucionaria que desconoció

el Gobierno de Mora Porras estaban Vicente Aguilar (su

antiguo socio), Julián Volio, Ramón Quirós, Manuel José

Carazo, Manuel Alvarado Barroeta, Ramón Esquivel,

Napoleón Escalante, Francisco Echeverría, Concepción

y José Antonio Pinto y el Pbo. Antonio Fernández, entre

otros.

El 19 de agosto los condenados al exilio fueron embarcados

en el vapor “Guatemala”, donde el presidente derrocado, don

Juanito Mora, dirigió una protesta a los ministros y cónsules

acreditados cerca de los gobiernos de Centroamérica “el

pueblo de Costa Rica no ha tomado ninguna parte en este

atentado; que lejos de eso voló a mi defensa después de que

salió de su primera sorpresa, fue debido en primer lugar, a

las órdenes dictadas por mí, prohibiendo ensangrentar el

país con una lucha fratricida; y en segundo lugar al rumor,

esparcido en la República, de que me asesinarían los facciosos

en el momento en que el pueblo hiciese alguna tentativa

para liberarme, teniendo también en consideración, que

nada podrá legitimar esta sublevación puramente militar y

este procedimiento ilegal basado en la traición de algunos

soldados sin honor.”(9)

El presidente de El Salvador, general Gerardo Barrios,

recibió a los costarricenses desterrados; colmó de honores,

homenajes y tributos a don Juanito Mora, lo condecoró con

el título de Capitán General de los Ejércitos Salvadoreños y

lo declaró Benemérito de la Patria.

A mediados de setiembre, Mora Porras visitó los Estados

Unidos de América y fue invitado por el presidente

norteamericano, Mr. James Buchanan (1857-1861), a

visitar la Casa Blanca, donde fue recibido con los honores

correspondientes a su condición de Presidente de Costa

Rica y le propuso llevarlo a ser el Presidente de la República

Unida de Centroamérica, brindándole la ayuda económica

y militar, a garantía de que el presunto Canal de Nicaragua

fuera obra reservada a su nación. Esta propuesta pudo halagar

su orgullo y amor propio, al poner los medios abundantes

e inmediatos para la reintegración de su autoridad; sin

embargo, don Juanito Mora la rechazó al manifestar: “Señor

Buchanan, agradezco de corazón la oferta que usted me hace,

pero mi nombre está ligado en la historia como defensor de

Centroamérica y no podría ser el invasor de esas patrias que

defendí.”(10)

9. Rafael Obregón Loría: Hechos militares y políticos. Museo Histórico Cultural

Juan Santamaría. Alajuela, Costa Rica, 1981, p. 122.

10. Manuel Francisco Soto: “Una noche antes de la entrega de Mora, Cañas y

Arancivia.” En Costa Rica de Ayer y Hoy. Año 3. Febrero-Marzo 1952. No. 10,

San José, Costa Rica, 1952, p. 11.

DERROCAMIENTO Y FUSILAMIENTO DE DON JUAN RAFAEL MORA PORRAS

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Don Juan Rafael Mora Porras fijó su residencia en El Salvador,

y se dedicó a labores agrícolas; cultivó café y tabaco; sin

embargo, constantemente recibía correspondencia de sus

amigos, quienes le manifestaban las violencias inauditas de

que eran víctimas, que eran despojados arbitrariamente de

sus derechos y, por lo tanto, le instaban a que dirigiera un

movimiento revolucionario con el objeto de restablecer su

gobierno.

En enero de 1860, don Juanito Mora envió una proclama a

sus partidarios para llamar a las armas: “Vengo a vuestro

llamamiento resuelto a vencer o a morir con vosotros,

para lavar las manchas de fango con que jefes y oficiales

traidores han salpicado nuestro pabellón y menguado el

nombre de nuestra patria, he escuchado vuestros votos por

el restablecimiento de la legitimidad y no he debido ser

indiferente a ellos. ¡A las armas costarricenses! Vuestro

patriotismo y vuestro sufrimiento han sido la palanca que

levantó mi espíritu, así es que habrá perdón general para

todos, menos para los traidores Salazar, Rodríguez, Pacheco

y Zarret, porque perdonar a tales malvados sería renunciar

para siempre del orden y de la estabilidad de las cosas.”(11)

El 15 de setiembre de 1860, el Comité Central Morista

dispuso un alzamiento general y definitivo, para cuyo buen

resultado era indispensable que los señores Cañas y Mora

llegaran a Costa Rica y animaran al pueblo. Para facilitar

esa llegada se tomarían antes los cuarteles de Esparza y

Puntarenas; Ignacio Arancivia, un chileno que vivía hacía

muchos años en Esparza, era el jefe del asalto. Mora y

Cañas en Puntarenas se harían fuertes con los soldados que

del interior irían a reunirse con ellos y de esta manera se

efectuaría un levantamiento en masa en San José y Alajuela.

El gobierno se enteró del plan revolucionario dos días antes

de la fecha señalada para su realización, debido a que en las

filas moristas había un traidor quien le reveló el proyecto

revolucionario con todos sus detalles al ministro, don

Vicente Aguilar (antiguo socio de Mora). Inmediatamente,

el gobierno arrestó los principales cabecillas moristas de

San José y las demás poblaciones del país. El general Pedro

García Oreamuno salió con tropas a controlar la carretera

nacional, a fin de impedir que los partidarios de Mora Porras

se trasladaran al puerto. Desde luego, no hubo levantamiento

en ninguna parte a favor del ex presidente Mora.

El 17 de setiembre en la noche llegó a Puntarenas el ex

presidente Mora Porras, acompañado de los generales don

José María Cañas y don José Joaquín Mora, de don Manuel

Argüello Mora, del coronel salvadoreño don Francisco Sáenz,

de don Antonio Argüello y de don Clodomiro Montoya,

todos ellos desarmados.

Para dominar este movimiento revolucionario, el gobierno

hizo un gran despliegue de fuerzas militares y despachó para

Puntarenas un ejército de más de mil hombres perfectamente

armados, al mando del general Máximo Blanco, quien tendría

que actuar en conjunto con dos civiles que le acompañaban,

don Francisco Montealegre y don Francisco María Iglesias,

el primero vicepresidente de la República y el segundo

ministro de Relaciones Exteriores.

El 28 de setiembre del mismo año, el general Máximo Blanco

y el oficial Rafael Gómez en asalto decisivo derrotaron a

los insurgentes, en la trinchera de la Angostura, quienes

perdieron sus posiciones y se vieron obligados a la pronta

retirada. Don Juan Rafael Mora Porras logró asilarse en el

Consulado de Inglaterra, Mr. Richard Farrer era un buen

amigo suyo, que incluso le propuso sacarlo del país. Sin

embargo, el ministro Francisco María Iglesias le envió a don

Juanito una nota que decía: “Don Juan, con dolor cumplo un

deber terrible; acabo de demorar la ejecución de dos personas.

La vida de usted salva de la muerte a muchos de los suyos. Si

usted se presenta o es descubierto será ejecutado tres horas

después, los demás se salvarán y tendrán gracia.”(12)

11. Rafael Obregón Loría: Hechos militares y políticos. Museo Histórico Cultural

Juan Santamaría. Alajuela, Costa Rica, 1981, p. 129.

12. Carlos Jinesta: Juan Rafael Mora. Imprenta y Librería Alsina, San José,

Costa Rica, 1929, p. 20.

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El ex presidente Mora Porras decidió entregarse para salvar

la vida de sus compañeros y amigos, estaba seguro de que

con su sacrificio no habrían de correr peligro porque era una

promesa formal que le hizo el ministro Iglesias.

Para mantener las apariencias, se constituyó en Puntarenas

un Tribunal Militar para juzgar a don Juanito Mora, el

cual lo integraron don Francisco Montealegre Fernández,

don Francisco María Iglesias Llorente, el general Máximo

Blanco Rodríguez, el general Florentino Alfaro Zamora y el

general Pedro García Oreamuno. A los señores Montealegre

e Iglesias se les asimiló a generales de división para que

formaran parte del Tribunal. Este Consejo de Guerra,

reunido a mediodía el domingo 30 de setiembre condenó

a muerte al ex presidente de la República, don Juan Rafael

Mora Porras, sin darle oportunidad de defenderse, fue

sentenciado a ser fusilado.

Dibujo de Carlos Aguilar Durán

Horas antes de morir don Juanito Mora le escribió una carta

a su esposa doña Inés Aguilar Cueto que decía: “Cuida de

nuestros hijos y háblales siempre de su desgraciado padre,

para que jamás se mezclen en la política, porque ella es un

verdugo que destroza a sus servidores... No puedes figurarte

lo indiferente que me es morir, sólo siento la muerte por ti

y por mis hijos, Dios les protegerá y la Patria aunque cruel

conmigo tal vez más tarde no será lo mismo con mis hijos,

pues vendrá tiempo en que valgan algo los pocos servicios

que he prestado en casi la mitad de mi vida.”(13)

A las tres de la tarde de ese 30 de setiembre de 1860 y en

un lugar de las playas del estero denominado Los Jobos, se

cumplió la fatal sentencia y fue fusilado don Juan Rafael Mora

Porras, prócer de la Patria, defensor de la independencia de

Centroamérica. La promesa no fue cumplida por Iglesias,

pues también fueron fusilados don Ignacio Arancivia y don

José María Cañas.

Don Juan Rafael Mora Porras fue el caudillo y visionario que

comprendió con claridad el enorme peligro que se cernía

sobre Centroamérica; dio la voz de alarma a los pueblos

centroamericanos; declaró inmediatamente la guerra a los

usurpadores y marchó a la cabeza de la cruzada por la libertad.

Ni los costarricenses ni el resto de los centroamericanos

estaban preparados para la guerra, pero el ejemplo de Mora

Porras los fortaleció, los inspiró con su coraje, abnegación y

patriotismo y los transformó en heroicos soldados.

La firme resolución de don Juanito Mora de marchar a

la guerra seguido de su pueblo y asumir todas las graves

responsabilidades que aquella heroica actitud entrañaba

para los destinos de la nación, tuvo una trascendencia

histórica.

El 24 de junio de 1926, la Administración del Lic. Ricardo

Jiménez Oreamuno (1924-1928), decretó que se erigiera

una estatua de bronce a don Juan Rafael Mora Porras, en el

centro de la plaza situada al frente del edificio de Correos y

Telégrafos y esta se denominó Plaza Juan Rafael Mora, en

gratitud por los eminentes servicios brindados en defensa

de la independencia de todo Centroamérica.

El 6 de mayo de 1957, durante el Gobierno de don

José Figueres Ferrer (1953-1958), la Asamblea Legislativa

proclamó a don Juan Rafael Mora Porras, Defensor de la

Libertad de Costa Rica en la gesta heroica de 1856-1857,

mediante el Acuerdo Legislativo N.˚ 181.

13. Francisco Castañeda: El centenario del Benemérito de la Patria, ex Presidente

de la República General Don Juan Rafael Mora 1814-1914. Tipografía Nacional,

San José, Costa Rica, 1915, p. 19.

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El 11 de agosto de 2010, durante la Administración de la

MSc. Laura Chinchilla Miranda (2010-2014), veintinueve

diputados integrantes de las ocho fracciones parlamentarias

que conforman la Asamblea Legislativa, presentan el

proyecto de acuerdo número 17.815, proponiendo declarar

héroe nacional a Juan Rafael Mora Porras, por su gesta

heroica de dirigir el ejército costarricense en la Campaña

Nacional de 1856-1857 que triunfó sobre la invasión de las

fuerzas filibusteras esclavistas, encabezadas por William

Walker.

Asimismo, este proyecto de acuerdo propuso que el Consejo

Nacional de Educación y el Ministerio de Educación de

la República debían incorporarlo a los planes de estudio

escolar y colegial. Finalmente, el Directorio de la Asamblea

Legislativa de la República encargaría la realización de un

retrato al oleo de este héroe nacional para exhibirlo en el

Salón de Los Libertadores de la Asamblea Legislativa de la

República.

A nivel nacional esta iniciativa, tuvo gran acogida, las

manifestaciones en los medios de comunicación no se

hicieron esperar, la Junta Directiva del Museo Juan

Santamaría, manifestó al Directorio Legislativo su

complacencia: “La guerra contra los filibusteros constituye

sin duda alguna la página más gloriosa de la historia de Costa

Rica, destaca en esa gesta con caracteres inmarcesibles la

figura extraordinaria de Juan Rafael Mora, el más destacado

adversario de la causa filibustera. Fue él quien con clara

inteligencia, coincibió la ocupación de la Vía del Tránsito,

que constituyó el plan militar más importante puesto en

práctica durante la guerra contra los filibusteros, el golpe

decisivo que estos recibieron.” (14)

Se enfatizó que la designación de don Juan Rafael Mora

Porras como héroe nacional no excluía o empañaba la hazaña

heroica de Juan Santamaría, tal y como lo señaló años

atrás el ex Presidente de la República don Cleto Gónzañez

Víquez (1906-1910 y 1928-1932): “Como capítulo glorioso de

la campaña contra Walker y sus filibusteros, vivirán siempre

en la memoria nacional como símbolos el nombre de don

Juan Rafael Mora, el hombre de Estado, el estratega que

percibío el peligro para nuestra libertad, e independencia y

que ardiendo en amor patrio corrió con sus inexpertas pero

valerosas tropas a salvarlas. Y el nombre de Juan Santamría,

el oscuro soldado que representando y dignificando nuestra

clase popular mostró al pie del Mesón lo que es capaz de

realizar el espíritu patriótico y de sacrificio de los humildes.”

(15)

El 16 de setiembre de 2010, la Asamblea Legislativa de

Cosrta Rica declaró libertador y héroe nacional a don Juan

Rafael Mora Porras, mediante el Acuerdo Legislativo

N.º 6445-10-11. La señora Nora Echeverría Loría, bisnieta

de don Juan Rafael Mora Porras manifestó: “Creemos que

esta declaratoria coloca a Don Juanito en el lugar que le

corresponde históricamente como el gran líder político y

militar que condujo a su pueblo a la gesta patriótica más

importante de nuestra historia.” (16)

Además el 30 de setiembre de 2010, la Asamblea Legislativa

en sesión solemne rindió homenaje al ex Presidente de la

ASAMBLEA LEGISLATIVA DE COSTA RICA DECLARA LIBERTADOR Y HÉROE NACIONAL A

DON JUAN RAFAEL MORA PORRAS

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República don Juan Rafael Mora Porras, al conmemorarse

el 150 aniversario de su muerte, como un esfuerzo para

rectificar el crimen de Estado cometido al fusilarlo en

Puntarenas y que aún nos avergüenza.

Durante dicha sesión, los señores y señoras diputados se

dedicaron a honrar a don Juan Rafael Mora Porras, como

libertador y héroe nacional, por salvaguardar nuestra

soberanía, libertad y paz ante la invasión de las fuerzas

filibusteras esclavistas, encabezadas por William Walker.

Retrato de la Asamblea Legislativa

14. Acta de la Sesión Plenaria Ordinaria Nº 78 (Primera Legislatura 2010-2011).

Asamblea Legislativa de Costa Rica. San José, Costa Rica, 2010, p. 36.

15. Ibídem, p. 40.

16. Acta de la Sesión Plenaria Extraordinaria Nº 3 (Primera Legislatura 2010-

2011). Asamblea Legislativa de Costa Rica. San José, Costa Rica, 2010, p. 35.

Los documentos históricos originales que se presentan en esta investigación,

fueron recopilados en el Archivo y en la Biblioteca de la Asamblea

Legislativa.

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“Juan Rafael Mora Presidente de la República de Costa

Rica.- Por cuanto el Excelentísimo Congreso Constitucional

ha decretado lo siguiente.

El Excelentísimo Congreso Constitucional de la República

de Costa Rica, teniendo en consideración:

1º-Que el Presidente de la República, Don Juan Rafael

Mora acaba de sofocar, sin efusión de sangre, la revolución

que puso en peligro el órden interior, al Gobierno y á las

instituciones; y

2º-Que ha derrocado el ominoso poder que algunos

militares se habían arrogado, convirtiendose desde tiempo

ha en árbitros de los Gobiernos, y de la seguridad pública,

decreta.

ART. 1.-El Presidente, Don Juan Rafael Mora ha merecido

bien de la Patria.

ART. 2.-Se le confiere el título de Benemérito.

ART. 3.-Se le promueve á General de Division del ejército

de la República.

ART. 4.-Una comision del Excelentísimo Congreso pondrá

en manos de S.E. el Presidente de la República el presente

decreto.-

Al Poder Ejecutivo.- Dado en el Palacio de los Supremos

Poderes en San José á los veintiun dias del mes de junio de

mil ochocientos cincuenta.- Francisco Maria Oreamuno,

Presidente.- Por tanto

EJECUTESE. Palacio Nacional, San José junio veinticinco

de mil ochocientos cincuenta.- Juan Rafael Mora.- El

Ministro de Estado en el Despacho de Hacienda y Guerra,

Manuel José Carazo.”

Declara al Presidente Don Juan Rafael Mora “Ben-

emérito de la Patria”

21 de junio de 1850

Costarricenses:

La paz, esa paz venturosa que, unida á vuestra laboriosa perseverancia, ha aumentado tanto nuestro crédito, riqueza y felicidad, está pérfidamente amenazada.

Una gavilla de advenedizos, escoria de todos los pueblos, condenados por la justicia de la Unión Americana, no encontrando ya donde hoy están con qué saciar su voracidad, proyectan invadir Costa Rica para buscar en nuestras esposas é hijas, en nuestras casas y haciendas, goces á sus feroces pasiones, alimento á su desenfrenada codicia.

¿Necesitaré pintaros los terribles males que de aguardar fríamente tan bárbara invasión pueden resultaros?

No: vosotros los comprendéis; vosotros sabéis bien que puede esperarse de esa horda de aventureros apóstatas de la Patria; vosotros conocéis vuestro deber.

¡Alerta, pues costarricenses! No interrumpáis vuestras nobles faenas, pero preparad vuestras armas.

Yo velo por vosotros, bien convencido de que en el instante del peligro, apenas retumbe el primer cañonazo de alarma, todos, todos os reuniréis en torno mío bajo nuestro libre pabellón nacional.

Aquí no encontrarán jamás los invasores, partido, espías ni traidores. ¡Ay del nacional o extranjero que intente seducir la inocencia, fomentar discordias o vendernos! Aquí no encontrarán más que hermanos, verdaderos hermanos resueltos irrevocablemente á defender la Patria como á la santa madre de todo cuanto aman, y á exterminar hasta el último de sus enemigos.

Juan Rafael Mora

San José, noviembre 20 de 1855.

Del Presidente Mora Porras a los Costarricenses

denunciando la amenaza del filibusterismo.

20 de noviembre de 1855

DECRETO LXXXVI PROCLAMA

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Compatriotas:

¡A las armas! Ha llegado el momento que os anuncié.

Marchemos á Nicaragua á destruir esa falange impia que la

ha reducido á la más oprobiosa esclavitud. Marchemos á

combatir por la libertad de nuestros hermanos.

Ellos os llaman, ellos os esperan para alzarse contra

sus tiranos. Su causa es nuestra causa. Los que hoy los

vilipendian, roban y asesinan, nos desafían audazmente é

intentan arrojar sobre nosotros las mismas ensangrentadas

cadenas. Corramos á romper las de nuestros hermanos y á

esterminar hasta el último de los verdugos.

No vamos á lidiar por un pedazo de tierra; no por adquirir

efímeros poderes; no por alcanzar misérrimas conquistas,

ni mucho menos por sacrílegos partidos. No. Vamos á

luchar por redimir á nuestros hermanos de la más inicua

tirania: vamos á ayudarlos en la obra fecunda de su

regeneración, vamos á decirles: Hermanos de Nicaragua,

levantaos: aniquilad á vuestros opresores. Aquí venimos

á pelear á vuestro lado por vuestra libertad, por vuestra

Patria. Union, nicaragüenses, union! Inmolad para siempre

vuestros enconos; no más partidos, no más discordias

fratricidas! Paz, justicia y libertad para todos! Guerra sólo

a los filibusteros!

A la lid pues, costarricenses. Yo marcho al frente del

ejército nacional. Yo, que me regocijo al ver hoy vuestro

noble entusiasmo, que me enorgullezco al llamaros mis

hijos, quiero compartir siempre con vosotros el peligro y

la gloria.

Vuestras madres, esposas, hermanos é hijos os animan. Sus

patrióticas virtudes os harán invencibles. Al pelear por la

salvación de vuestros hermanos, combatiremos también

por ellos, por su honor, por su existencia, por nuestra

Patria idolatrada y la independencia hispano-americana.

Todos los leales hijos de Guatemala, El Salvador y Honduras,

marchan sobre esa horda de bandidos. Nuestra causa es

santa, el triunfo es seguro. Dios nos dará la victoria,

y con ella la paz, la concordia, la libertad, y la unión de la

gran familia centro-americana.

Juan Rafael Mora.

San José, marzo 1º de 1856.

PROCLAMA DEL PRESIDENTE MORA PORRAS LLAMANDO AL

PUEBLO COSTARRICENSE A COMBATIR LOS FILIBUSTEROS

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Compatriotas:

La guerra ha concluido. La amada paz vuelve a nosotros

con los vencedores del filibusterismo. Hemos lidiado largo

tiempo por los más santos derechos con unión y constancia.

Dios nos ha concedido la victoria.

Ya no hay filibusteros en Centro América. Los centenares

que existen, inermes y rendidos, están bajo el sagrado de

nuestra protección y clemencia.

Libre de sus fieros invasores, Nicaragua vuelve a quedar

bajo la justa voluntad de sus hijos. ¡Que el Ser Supremo

los inspire y una como hermanos! Hasta su completa

reorganización, nuestros fieles aliados de Guatemala,

San Salvador y Honduras permanecerán en el continente,

mientras nuestras guarniciones custodian los vapores y

fortalezas de la línea que se extiende desde las aguas del

gran lago de Nicaragua, hasta la bahía de San Juan sobre

el Atlántico.

Costa Rica no patrocinará jamás partidos fratricidas,

usurpadores vandálicos. Exigirá garantías de paz, de

integridad, de unión centroamericana; procurará que se

extinga ese espíritu revolucionario que ha sido el mayor

de nuestros enemigos; que se sostengan las autoridades

legalmente constituidas y, en todo caso, cumplirá su deber

nacional.

Permanezcamos armados, fortifiquémonos más y más, para

avanzar con denuedo al porvenir.

Ya vuelven nuestros hermanos a sus familias, a sus pacíficos

hogares que con tanto tesón han sabido defender.

Hijos de la capital, de Cartago, de Heredia, Alajuela, Liberia

y Puntarenas, de toda la República, regocijaos, reuníos a mí

con vuestro civismo, con vuestros espontáneos donativos

para pagar sin demora a esos valientes los sueldos que

tan heroicamente han ganado. Preparemos todo nuestro

tributo para socorrer las necesidades, para atenuar los

padecimientos, para premiar las virtudes de esos nobles

hijos de la Patria que todo lo han sacrificado en sus aras

veneradas. Que nuestra fecunda unión no se altere jamás y

que su ejemplo se imite siempre que sea preciso combatir

por el honor y la independencia de Costa Rica.

Juan Rafael Mora.

San José, 8 de mayo de 1857.

PROCLAMA DEL PRESIDENTE MORA PORRAS ANUNCIANDO AL

PUEBLO COSTARRICENSE LA FINALIZACIÓN DE LA GUERRA

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6 de mayo de 1957

La Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica

Con motivo de celebrarse en estos días el Centenario de

la rendición de los filibusteros, que al mando de William

Walker intentaban esclavizar a nuestro pueblo, frente

a las gloriosas fuerzas nacionales y centroamericanas,

habiéndose sellado así, con la sangre de nuestros

antepasados la decisión de libertad de la Patria recién

nacida a la vida independiente, la Asamblea Legislativa se

acoge a la facultad que le da el artículo 121, inciso 16) de la

Constitución Política, y

ACUERDA:

Proclamar a don Juan Rafael Mora, don José María Cañas

y don José Joaquín Mora, esclarecidos ciudadanos que

dirigieron los destinos nacionales en aquella época de gran

trascendencia histórica, “Defensores de la Libertad de

Costa Rica.”

Publíquese

Dado en el Salón de Sesiones de la Asamblea Legislativa.-

Palacio Nacional.- San José, a los seis días del mes de mayo

de mil novecientos cincuenta y siete.- Estela Quesada

Hernández, Vicepresidente.- Marco Antonio Quesada

Chacón, Primer Secretario.- Joaquín Garro Jiménez,

Segundo Secretario.

La Asamblea Legislativa De La República De Costa Rica

Acuerda:

Declaración De Libertador Y Héroe Nacional a Juan Rafael

Mora Porras

Artículo único.- Declárase Libertador y Héroe Nacional a

Juan Rafael Mora Porras.

Transitorio único.- El Consejo Nacional de Educación y el

Ministerio de Educación de la República deberán incorpo-

rarlo a los planes de estudio de la Educación General Básica

y la Educación Diversificada.

El Directorio de la Asamblea Legislativa de la República

encargará la realización de un retrato al oleo de este héroe

nacional que será exhibido en el Salón de Los Libertadores

de la Asamblea Legislativa de la República.

Rige a partir de su aprobación.

Asamblea Legislativa, San José a los 16 días del mes de

setiembre del 2010.

Publíquese

Luis Gerardo Villanueva Monge

Presidente

Mireya Zamora Alvarado Ileana Brenes Jiménez

Primera Secretaria Segunda Secretaria

16 de setiembre de 2010

ACUERDO LEGISLATIVO Nº 6445-10-11

ACTA N.° 181

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