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NÚM. 9, DESEMBRE, 03 Í N D E X PAG. ARTICLES La educación en la perspectiva Kantiana de la Ilustración ANA MARÍA ANDALUZ ROMANILLOS 7/37 Representaciones sociales e interacción social. Una perspectiva crítica sobre el efecto de los mass media JOSÉ RAMÓN BUENO ABAD Y FRANCISCO JOSÉ MESTRE LUJÁN 39/62 La relación entre medios de comunicación y poder en el Perú durante la última etapa de la presidencia de Alberto Fujimori LUIS AMADOR IRANZO MONTÉS 63/86 Investigació antropològica i patrimonialització ALBERT MONCUSÍ FERRÉ 87/106 Sistemas de recursos humanos de alto compromiso, aprendizaje organizativo y gestión del conocimiento: hacia un modelo integrador VÍCTOR OLTRA COMORERA 107/135 Religión, política y construcción étnica en Chiapas, México JAUME VALLVERDÚ 137/153 “Llevar los tacones por dentro”. Identidad, ironía y resistencia FERNANDO VILLAAMIL 155/173 Perspectivas y desafíos del desarrollo social MIRTHA YORDI GARCÍA 175/184

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NÚM. 9, DESEMBRE, 03

Í N D E XPAG.

ARTICLES

La educación en la perspectiva Kantiana de la IlustraciónANA MARÍA ANDALUZ ROMANILLOS 7/37

Representaciones sociales e interacción social.Una perspectiva crítica sobre el efecto de los mass media

JOSÉ RAMÓN BUENO ABAD Y FRANCISCO JOSÉ MESTRE LUJÁN 39/62

La relación entre medios de comunicación y poder en el Perúdurante la última etapa de la presidencia de Alberto Fujimori

LUIS AMADOR IRANZO MONTÉS 63/86

Investigació antropològica i patrimonialitzacióALBERT MONCUSÍ FERRÉ 87/106

Sistemas de recursos humanos de alto compromiso, aprendizajeorganizativo y gestión del conocimiento: hacia un modelo integrador

VÍCTOR OLTRA COMORERA 107/135

Religión, política y construcción étnica en Chiapas, MéxicoJAUME VALLVERDÚ 137/153

“Llevar los tacones por dentro”. Identidad, ironía y resistenciaFERNANDO VILLAAMIL 155/173

Perspectivas y desafíos del desarrollo socialMIRTHA YORDI GARCÍA 175/184

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FINESTRA OBERTA

El porter davant de l’abismeGERARD HORTA 185/198

Una antropóloga entre nativos. Encuentros y desencuentrosBEATRIZ SANTAMARINA CAMPOS 199/216

RECENSIONS

Bleda García, José María (2002):El Estado de Bienestar en la Comunidad de Castilla-La Mancha,

Cortes de Castilla-La Mancha, Toledo, 2002, 174 pp.por MERCEDES ÁVILA 219/220

ABSTRACTS 221/225

NOTES BIOGRÀFIQUES 227/230

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ANA MARÍA ANDALUZ ROMANILLOS

UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE SALAMANCA

LA EDUCACIÓNEN LA PERSPECTIVA KANTIANA

DE LA ILUSTRACIÓN

R E S U M E N

ESTE ARTÍCULO VERSA SOBRE LA RELACIÓN ENTRE EDUCACIÓN E ILUSTRACIÓN EN KANT. DE

ACUERDO CON SU CONCEPTO DE ILUSTRACIÓN, LA EDUCACIÓN SE ARTICULA EN LA PERS-PECTIVA DE UN PROGRESO DEL GÉNERO HUMANO HACIA SU PERFECCIÓN MORAL. ABORDA-REMOS, DESDE ESTE PUNTO DE VISTA, LOS SIGUIENTES ASPECTOS: LA NECESIDAD DE LA EDU-CACIÓN PARA EL PROGRESO DE LA HUMANIDAD; SU OBJETIVO, QUE ES EL BIEN UNIVERSAL

DE LA HUMANIDAD; LA CRÍTICA QUE KANT FORMULA, EN ESTE SENTIDO, A LOS PODERES

PÚBLICOS; LAS DIMENSIONES DE LA EDUCACIÓN Y, ESPECIALMENTE, SU DIMENSIÓN MORAL,QUE SE CONCRETA EN LA CONFIGURACIÓN DEL CARÁCTER, SEGÚN LOS CONCEPTOS DEL DEBER

Y EL DERECHO. TODOS ESTOS ASPECTOS SON ESTUDIADOS ARTICULÁNDOLOS Y FUNDAMEN-TÁNDOLOS EN EL PENSAMIENTO ANTROPOLÓGICO, FILOSÓFICO-HISTÓRICO, ÉTICO-JURÍDICO

Y ÉTICO DE KANT.

IntroducciónEn cierto modo toda la filosofía de

Kant es expresión de lo que, según suspropias palabras, constituye “el lema dela Ilustración”: “Sapere aude! ¡Ten elvalor de servirte de tu propia razón!

(Kant 1978: 25; Ak. VIII: 35)1. El concep-to de Ilustración significa para Kant unmodelo de perfección al cual debenaspirar tanto el individuo como las so-ciedades y que el género humano ha-brá de conquistar a través de su desa-

1 Citaremos las obras de Kant por la versión castellana y por la edición alemana de las ObrasCompletas de Kant de la Academia de Berlín. A la edición alemana nos referimos con la abrevia-tura Ak., seguida del volumen y la página de la misma.

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rrollo histórico (Kant 1978: 32-33; Ak.VIII: 39-40)2. Kant considera la educa-ción como uno de los dos medios3 (aveces, incluso el único)4 por el cual seráposible un progreso en esa dirección.

En el pensamiento kantiano se es-tablece una correspondencia entre lasdimensiones del progreso de la histo-ria de la humanidad y las dimensionesde la educación: disciplina, instrucción,civilidad y moralización. Ésta últimaconstituye el ideal del progreso y tam-bién la meta de la educación. El fincomún a la historia y a la educaciónes la mejora del mundo en el planomoral, que, a su vez, comprende ladoble vertiente de la ética y del dere-cho.

Puede decirse que Kant compartecon los ilustrados su fe en la educación5.A pesar de todo, no escribió una peda-gogía sistemática; la “Pedagogía” de quedisponemos son los apuntes tomadospor un alumno suyo, Fr. Th. Rink, en lasclases que Kant, como el resto de losprofesores, tuvo que impartir sobre estamateria en la Universidad de Königs-berg. Rink los publicó con la autoriza-ción de Kant en 1803. Pero aunque noescribiera una pedagogía sistemática,Kant hace abundantes referencias a la

importancia de la educación a lo largode sus escritos, especialmente en los defilosofía de la historia y en los de an-tropología, como tendremos ocasión dever.

En general, su teoría de la educa-ción se articula sin dificultad dentro dela Ilustración (Fernández 1983: 24);coincide con los ilustrados en “el obje-tivo de desarrollar en el alumno unaautonomía de juicio, la idea de enseñara pensar en vez de enseñar pensamien-tos ya hechos, cierta tolerancia, ciertarepugnancia por los castigos y la prima-cía de la formación (educación moralen Kant, cultivo de la virtud en Rous-seau, formación de las costumbres enLocke...) sobre la instrucción, cuandomenos” (Fernández 1983: 24). Sus in-fluencias más notables en el campoeducativo son Rousseau y Basedow, conquien Kant está de acuerdo en algunosaspectos, discrepando en otros, comoseñalaremos en su momento; el ilustra-do Juan Bernardo Basedow (1723-1790)fue el promotor del movimiento peda-gógico llamado Filantropismo, conside-rado como el máximo impulso al pro-greso educativo alemán en el siglo XVIII(Fernández 1983: 24-25; Abbagnano1974: 410-412). Basedow fundó en

2 Sobre los distintos sentidos del término Ilustración en Kant, puede consultarse el trabajo deFlórez 1989: 207-208.

3 El otro medio es el establecimiento de un orden político basado en el derecho, tanto porparte de cada Estado, como por parte de los distintos Estados entre sí.

4 Así, en las “Lecciones de Antropología” escribe: “En definitiva, por lo que al bien del mun-do se refiere, todo proviene de la educación” (Kant 1990: 92). Cf. también, Kant 1988: 302; Ak.XXVII.1: 471).

5 En la Ilustración el interés converge en el hombre y, “como consecuencia de ello, los pro-blemas educativos pasan a ocupar el primer plano. Los ilustrados tienen una gran fe en la poten-cia de la educación” (Abbagnano 1974: 367).

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Dessau el Instituto Filantropinum, alcual dedicó Kant dos artículos6.

Pero, por otra parte, no es correctoconsiderar a Kant sólo como un repre-sentante del movimiento cultural de laIlustración, al menos desde el punto devista del alcance especulativo y sistemá-tico de su construcción filosófica.

No es posible tratar en Kant ningúnaspecto de su filosofía sin articularlodentro de las grandes coordenadas queconfiguran su sistema; y el problema dela educación no es una excepción alrespecto. Su reflexión sobre la educa-ción se funda en una concepción delhombre, en un ideal de vida humana yen un proyecto de progreso histórico delgénero humano, de los que dan cuentasu filosofía moral en su doble vertiente,ética y jurídica, y su pensamiento filo-sófico-histórico. De ahí el enfoque quehemos dado a este trabajo: la articula-ción de la teoría kantiana de la educa-ción en su antropología, en su pensa-miento filosófico-histórico y jurídico-político y en su filosofía ética.

1. Educación y progresoEl modelo antropológico presente

en la “Pedagogía” parte de la contrapo-sición entre animalidad y humanidad,para subrayar la necesidad de la educa-ción para la formación y el desarrollode la humanidad.

Animalidad significa, según la “In-troducción a la Pedagogía”, dependen-cia y determinación de la conducta por

la naturaleza. Así, la conducta de losanimales está predeterminada por el ins-tinto; la misma conducta del hombrepuede ser también una conducta ani-mal, si se rige meramente por los im-pulsos sensibles, inclinaciones o capri-chos. Humanidad significa, en cambio,autonomía racional, esto es, capacidadpara conducirse a sí mismo siguiendola propia razón: “Un animal lo es yatodo por el instinto; una razón extrañale ha provisto de todo. Pero el hombrenecesita una razón propia; no tiene nin-gún instinto, y ha de construirse él mis-mo el plan de su conducta” (Kant 1983:29-30; Ak. IX: 441).

Pues bien, el supuesto antropológi-co central de la “Pedagogía” es que, adiferencia del instinto en los animales,la humanidad no es algo definitivamen-te formado, sino sólo un germen, dis-posición o capacidad que hay que de-sarrollar.

En “Ideas para una historia univer-sal en clave cosmopolita”, uno de susescritos principales de filosofía de lahistoria, Kant utiliza la expresión “dis-posiciones naturales que tienden al usode su razón”(Kant 1994: 6; Ak., VIII: 18).En realidad, los términos humanidad yrazón son en este contexto conceptosequivalentes. De hecho, en “Ideas” apa-rece el mismo modelo antropológicoque en la “Pedagogía”: “La razón es enuna criatura la capacidad de ampliar lasreglas e intenciones del uso de todas susfuerzas por encima del instinto natural,

6 Ambos artículos, publicados en 1776, se incluyen como “Apéndice I” y “Apéndice II” en la“Pedagogía” de Kant.

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y no conoce límite alguno a sus proyec-tos” (Kant 1994: 6; Ak., VIII: 18); esdecir, gracias a la razón el hombre pue-de superar los límites de una existenciameramente animal. Aparece también elmismo supuesto antropológico central,según el cual la razón no es algo defi-nitivamente formado, sino algo que ten-drá que ir desarrollándose: “Ahora bien,ella misma (la razón) no actúa instintiva-mente, sino que requiere tanteos, entre-namiento e instrucción, para ir progre-sando paulatinamente de un estadio aotro de conocimiento”( Kant 1994: 18;Ak., VIII: 18).

Con este modelo antropológico sevinculan otras dos ideas fundamentales.Por un lado, la idea de un destino o finde la existencia humana y, asociada aella, la idea de progreso, entendidocomo avance en la realización de esedestino. El destino o fin de la existen-cia humana es el desarrollo pleno de lasdisposiciones de la humanidad o, lo quees lo mismo, de la razón o disposicio-nes que tienden al uso de ésta: “Se en-cuentran muchos gérmenes en la huma-nidad; y a nosotros toca desarrollarlos,desplegar nuestras disposiciones natura-les y hacer que el hombre alcance sudestino”(Kant: 1983: 33; Ak., IX: 447).

Por otro lado, la idea de que el hom-bre tiene necesidad de la educación. Nosólo no viene al mundo con su huma-nidad ya formada, sino que “las dispo-

siciones naturales del hombre no sedesarrollan por sí mismas. La naturale-za no le ha dado para ello ningún ins-tinto” (Kant 1983: 35; Ak. IX: 447).Constituye una firme convicción deKant que todo lo que el hombre consi-ga por encima de los límites de unaexistencia meramente animal, toda per-fección, incluso toda felicidad, tieneque venir de su propio esfuerzo; ha deprocurársela él mismo por medio de surazón; debe ser obra y mérito suyo, yen ello radica justamente su valor y dig-nidad por encima de toda otra criatura(Kant 1994: 7-8; Ak., VIII: 20)7. Peroademás la “Pedagogía” añade —y ellonos conduce directamente a la necesi-dad de la educación— que el hombre,cuando nace, no está en disposición dehacerse inmediatamente por sí mismoun plan de conducta, sino que “vieneinculto al mundo” y “se lo tienen queconstruir los demás” (Kant 1983: 30;Ak., IX: 441). Por eso escribe Kant enla “Pedagogía” (es decir, Rink en nom-bre de Kant) que “el hombre es la úni-ca criatura que ha de ser educada(erzogen)”( Kant 1983: 29; Ak., IX: 441);la misma idea aparece en las “Leccio-nes de Antropología”: “Cualquier ani-mal sabe, merced al instinto, lo queha de hacer… La primera diferenciacon el animal estriba en que al hombretodo ha de serle enseñado”(Kant 1990:74).

7 He aquí algunos textos más en ese sentido: “El género humano debe sacar poco a poco desí mismo, por su propio esfuerzo, todas las disposiciones naturales de la humanidad” (Kant 1983:30; Ak., IX: 441). “La segunda diferencia (con los animales) consiste en que el hombre debe agra-decerse todo a sí mismo. Esto representa una gran muestra de respeto por parte de la naturaleza,pero también constituye al mismo tiempo una pesada carga” (Kant 1990: 74).

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De este modo, Kant asigna a la edu-cación la función de posibilitar el de-sarrollo de las disposiciones naturales dela humanidad. Su confianza en la edu-cación, en este sentido, queda refleja-do en frases como las siguientes: “Úni-camente por la educación (Erziehung)el hombre puede llegar a ser hombre.Él no es sino lo que la educación lehace ser”(Kant 1983: 31; Ak., IX: 443).

En la “Pedagogía” la educación esinterpretada en la perspectiva de unprogreso del género humano haciamejor. Dicha perspectiva es la mismaque expone Kant en sus escritos de fi-losofía de la historia: así, en “Ideas parauna historia universal en clave cosmo-polita” Kant se propone expresamenteinterpretar la historia de las accioneshumanas “al nivel de la especie comouna evolución (Entwicklung) progresivay continua, aunque lenta, de sus dispo-siciones (Anlagen) originales”(Kant1994: 4; Ak., VIII: 17). Pero en sus es-critos de filosofía de la historia, si bienhay importantes alusiones sobre la ne-cesidad de la educación como mediopara llegar al pleno desarrollo de lasdisposiciones de la humanidad, Kant

centra su atención en otro medio, quees la organización política entre loshombres, tanto a nivel interindividual,en lo que se refiere a cada Estado, comoa nivel de los distintos Estados en susrelaciones mutuas8.

Educación y organización políticaentre los hombres coinciden en el mis-mo fin: hacer posible el desarrollo detodas las disposiciones de la humanidad(Kant 1994: 11; Ak., VIII: 17). Sin em-bargo, esta coincidencia desde el pun-to de vista del fin contrasta notablemen-te con el pesimismo de Kant respectode la obra educativa de los poderespúblicos. Trataremos de esta cuestiónmás adelante, en otro apartado.

Kant enfoca el progreso en el desa-rrollo de las disposiciones de la huma-nidad desde el punto de vista históricode una evolución a través de las suce-sivas generaciones; de modo que eldesarrollo completo de la razón se lo-grará, no a nivel de los individuos, sinoa nivel de la especie, a lo largo de laserie de las generaciones. Este enfoquese hace especialmente explícito en el“Segundo principio” de “Ideas”9. En elescrito “¿Qué es la ilustración?” apare-

8 Según la filosofía de la historia de Kant, a este orden legal interindividual e interestatal noson conducidos los hombres directamente por la razón, sino que son forzados al mismo por el“antagonismo” mutuo o lo que denomina la “insociable sociabilidad de los hombres” (Kant 1994:8; Ak., VIII: 20). Dicho antagonismo entre los hombres y los Estados fuerza a unos y a otros aentrar en un estado de coerción legal, en el cual la libertad salvaje de cada uno es sustituida poruna libertad bajo leyes (cf. Kant 1994: 13-15; Ak., VIII: 24-25). De todos modos, hay también tex-tos en los que Kant señala como vía una educación adecuada de los gobernantes; ver, en estesentido, Kant 1988: 302; Ak., XXVII. 1: 471).

9 “Cada hombre habría de vivir un lapso de tiempo desmesuradamente largo para aprendercómo emplear cabalmente sus disposiciones naturales; en otro caso, si la naturaleza sólo ha fija-do un breve plazo a su vida (como ocurre de hecho), ella precisa entonces de una serie —acasointerminable— de generaciones para terminar por conducir los gérmenes depositados en nuestra

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ce incluso la idea de que cada genera-ción tiene la responsabilidad de asegu-rar (y, desde luego, no impedir) a la si-guiente el progreso en la ilustración(Kant 1978: 34; Ak., VIII: 39). El desa-rrollo pleno de la razón se presenta,pues, como un proyecto histórico; unproyecto que, en la intención de Kant,no es quimérico, sino real en sentidopráctico, es decir, en el sentido de quesu consecución ha de servirnos comocriterio orientador y meta de nuestrosesfuerzos (Kant 1994: 6-7; Ak., VIII: 19).

Es en esta perspectiva de progreso,en la que la “Pedagogía” articula elpapel de la educación, ésta es el me-dio “para que la naturaleza avance unpoco hacia la perfección” (Kant 1983:32; Ak., IX: 444): “Encanta imaginarseque la naturaleza humana se desenvol-verá cada vez mejor por la educación,y que ello se puede producir en unaforma adecuada a la humanidad. Des-cúbrese aquí la perspectiva de una di-

cha futura para la especie humana”(Kant1983: 32; Ak., IX: 444).

Hay, pues, en Kant un ideal de edu-cación, a saber, “una educación quedesenvuelva en los hombres todas susdisposiciones naturales” (Kant 1983: 33;Ak., IX: 445). Y un ideal no es nuncapara Kant algo ilusorio e irreal, sino “elconcepto de una perfección no encon-trada aún en la experiencia”, pero quees posible realizar y, en esa medida, esverdadero en sentido práctico (Kant1983: 32-33; Ak., IX: 444-445).

También la realización de eseideal de educación es enfocada porKant desde un punto de vista históri-co-evolutivo: “Es probable que la edu-cación vaya mejorándose constante-mente, y que cada generación dé unpaso hacia la perfección de la huma-nidad; pues tras la educación está elgran secreto de la perfección de lanaturaleza humana” (Kant 1983: 32;Ak., IX: 444)10.

especie hasta aquel grado de desarrollo que resulta plenamente adecuado a su intención” (Kant,1994: 6; Ak., VIII: 19). Lo mismo puede leerse en la “Antropología práctica”: “Entre los animales,cada individuo alcanza su destino ya en esta vida. Entre los hombres, sólo la especie puede al-canzar el destino de la humanidad a través del relevo generacional, de modo que cada genera-ción dé un paso en el camino de la ilustración con respecto a la precedente y logre transmitir unorden de cosas más perfecto” (Kant 1990: 74). Y en la “Pedagogía” se escribe igualmente: “Laadquisición de este destino es totalmente imposible para el individuo” (Kant 1983: 33; Ak., IX:445).

10 He aquí otros dos textos más expresando la misma idea: “la educación es un arte, cuyapráctica ha de ser perfeccionada por muchas generaciones. Cada generación, provista de los co-nocimientos de las anteriores, puede realizar constantemente una educación que desenvuelva deun modo proporcional y conforme a un fin, todas las disposiciones naturales del hombre, y con-ducir así toda la especie humana a su destino” (Kant 1983: 34; Ak., IX: 446); “la educación es elproblema más grande y difícil que puede ser propuesto al hombre … la educación no (puede)avanzar sino poco a poco; y no es posible tener un concepto más exacto de ella, de otro modoque por la transmisión que cada generación hace a la siguiente de sus conocimientos y experien-cia, que, a su vez, los aumenta y los pasa a las siguientes. ¿Qué cultura y qué experiencia tangrandes no supone este concepto? No podía nacer sino muy tarde; nosotros mismos no lo hemospodido obtener en toda su pureza …

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Al tiempo que expresa esta interpre-tación histórico-evolutiva, la “Pedago-gía” deja constancia de las deficienciasde la educación en la época. La princi-pal deficiencia es la falta de lo que Kantdenomina “un arte11 de la educación opedagogía” “razonado”; un arte razona-do es un arte fundado en un plan o fin,y que Kant opone a mecánico, esto es,sin plan o fin que le sirva de fundamen-to. Carecemos, pues, denuncia Kant, deun proyecto de educación coherente ysistemático, concebido con arreglo a unplan o fin a realizar por medio de ella(Kant 1983: 33,35; Ak., IX: 445, 446).Ahora bien, “El arte de la educación opedagogía, necesita ser razonado, si hade desarrollar la naturaleza humanapara que pueda alcanzar su destino”(Kant 1983: 35; Ak., IX: 447).

2. Educar para un mundo mejorÉste es uno de los puntos en los que

se constata que Kant establece una es-tricta correspondencia entre el plano dela educación y el de la historia: ambastienen como fin la mejora del mundo12.Comentando las carencias de la educa-ción en su época, Kant llega a la formu-

lación de lo que, según él, debería serel punto de referencia del arte de laeducación. “Un principio del arte de laeducación, que en particular debíantener presente los hombres que hacensus planes es que no se debe educar losniños conforme al presente, sino con-forme a un estado mejor, posible en lofuturo, de la especie humana; es decir,conforme a la idea de humanidad y desu completo destino. Este principio esde la mayor importancia” (Kant 1983:36; Ak., IX: 447).

Aquí, como en muchos otros luga-res de su obra, se patentiza el alcancetransformador del pensamiento kantianorespecto del estado existente de cosas.La verdadera educación no debe con-sistir, según Kant, en una mera adapta-ción del niño al estado presente o con-diciones de hecho13.

En este sentido, Kant formula unacrítica, tanto a los padres, como a lospoderes públicos (o como él dice, a lospríncipes). Ni los padres ni los prínci-pes se ponen como fin de la educación“un mundo mejor (Weltbeste) ni la per-fección a que está destinada la huma-nidad y para la cual tiene disposiciones”

El hombre puede considerar como los dos descubrimientos más difíciles: el arte del gobiernoy el de la educación y, sin embargo, se discute aún sobre estas ideas” (Kant 1983: 34-35; Ak., IX:446).

11 Kant hace aquí uso del término arte (Kunst) contraponiéndolo a naturaleza, y entendiendonaturaleza en el sentido de aquello que se desarrolla por sí mismo, como el instinto: “Toda edu-cación es un arte, porque las disposiciones naturales del hombre no se desarrollan por sí mismas.—La Naturaleza no le ha dado para ello ningún instinto—.” (Kant 1983: 35; Ak, IX: 447).

12 En relación con la historia, Kant escribe en sus “Reflexiones sobre Antropología”: “La his-toria de los Estados ha de escribirse poniendo de relieve el provecho que sus respectivos gobier-nos hayan proporcionado al mundo … la propia historia debe entrañar el plan para la mejora delmundo” (Kant 1991: 114, Reflex. 1438; Ak., XV: 628; cf. también Kant 1994: 23; Ak., VIII: 30-31).

13 Sobre este aspecto de la teoría educativa de Kant, puede verse Abbagnano 1994: 426.

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(Kant 1983: 36; Ak., IX: 447). En gene-ral, los padres sólo se preocupan de quesus hijos prosperen en el mundo; de ahíque sólo eduquen a sus hijos con vis-tas al mundo presente y no para quemás tarde pudiera producirse un mun-do mejor. De los príncipes dice Kantque “no consideran a sus súbditos másque como instrumentos de sus deseos”(Kant 1983: 36; Ak., IX: 447). Con ello,Kant se está oponiendo a la idea deentender la educación como meroadiestramiento para hacer buenos súb-ditos (Abbagnano 1974: 426).

Más allá de la casa y del Estado,Kant pretende dar a la educación unalcance cosmopolita: “Las bases de unplan de educación han de hacersecosmopolitamente”, es decir, con vistasal “bien universal” de la humanidad(Kant 1983: 36; Ak., IX: 447); en esteaspecto Kant alaba la obra del ilustra-do Basedow14.

Así planteada, la educación —portanto, “una buena educación”— es “elorigen de todo el bien en el mundo”(Kant 1983: 36; Ak., IX: 447-448), en elsentido de que se convierte en el me-dio adecuado para que pueda producir-se el desenvolvimiento de los gérmeneso disposiciones para el bien que yacenen los hombres.

Según Kant, en el hombre no haygérmenes para el mal, sino sólo para elbien: “no se encuentran en sus disposi-

ciones los fundamentos para el mal…En los hombres sólo hay gérmenes parael bien (Guten)” (Kant 1983: 36-37; Ak.,IX: 448). En este punto, es decir, en loque se refiere a la bondad de la natura-leza humana, Kant comparte conRousseau y con la Ilustración, en gene-ral, el optimismo que caracteriza a ésta(Abbagnano 1974: 426). Por supuesto,ello no significa que Kant niegue elhecho del mal. De éste dice en la “Pe-dagogía” que su única causa es “nosometer la Naturaleza a reglas” (Kant1983: 36-37; Ak., IX: 448); según su fi-losofía ética, esto significa lo siguiente:tener como fundamento de determina-ción de la voluntad las inclinaciones, lascuales se fundan en nuestra naturalezasensible, en vez de tener como funda-mento de determinación las leyes mo-rales, las cuales se fundan en nuestrarazón. El mal consiste propiamente enesa inversión de los fundamentos dedeterminación de la voluntad15.

En cambio, Kant, como Rousseau,es pesimista (y en esto ambos se sepa-ran de los otros ilustrados, en general)en lo que se refiere a la obra educativade los poderes públicos (Abbagnano1974: 427). Sin embargo, en su perspec-tiva de un progreso del género huma-no hacia lo mejor, concede una impor-tancia central a la dimensión política.Vamos a abordar este aspecto en elapartado que sigue.

14 Sobre la intención cosmopolita del instituto de Dessau, tal como la ve Kant, ver el “Apén-dice I” a Kant 1983: 95-101. En estas mismas páginas Kant hace un llamamiento a los poderespúblicos para que presten su apoyo a una escuela como ésta.

15 Para el problema del mal es fundamental su obra “La Religión dentro de los límites de lamera razón”.

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3. Educación y poderes públicosPor un lado, tal como se constata

en la “Pedagogía” y en otros lugaresde su obra, Kant desconfía de la obraeducativa de los poderes públicos,pues considera que “(los príncipes,como dice él) no tienen tanto a la vis-ta un mejor mundo (Weltbeste) comoel bien (Wohl)16 del Estado, para al-canzar sus fines” (Kant 1983: 37; Ak.,IX: 448). Es por esto, porque descon-fía de los fines de los príncipes (re-cuérdese que también desconfía de

los fines de los padres), por lo queKant se opone a que la organizaciónde las escuelas dependa del Estado17.Para que de una educación organiza-da por el Estado pudiera venir unmundo mejor, sería necesario mejorarantes la educación de los príncipes18.Kant es partidario, al menos dado elestado actual de cosas, de la iniciati-va privada, y en esto se separa deBasedow19. Pero no es partidario deuna iniciativa privada cualquiera, sinosólo de una iniciativa ilustrada20.

16 Como apunta Kant mismo en su “Crítica de la razón práctica”, el término alemán Wohl nosignifica “bien”, en sentido moral, para el cual se emplea el término Gute, sino “bien”, en el sen-tido de utilidad, bienestar (cf., Kant 1995: 81-82; Ak., V: 59-60). Obsérvese que el beste de laexpresión Weltbeste es el superlativo de gut, por lo que Weltbeste es “mundo mejor”, en el sen-tido moral de bueno.

17 Kant prefiere la educación pública a la privada, pero entiende por esta última la educacióndoméstica (cf., Kant 1983: 41-42; Ak., IX: 452).

18 “Si los príncipes deben introducir la mejora, hay que mejorar primero su educación, por-que durante mucho tiempo se ha cometido la falta de no contrariarles en su juventud. El árbolplantado solo en un campo, crece torcido y extiende sus ramas a lo lejos; por el contrario, elárbol que se alza en medio de un bosque, crece derecho por la resistencia que le oponen losárboles próximos, y busca sobre sí la luz y el sol. Lo mismo ocurre con los príncipes. Sin embar-go, es mejor que los eduque uno de sus súbditos, que uno de sus iguales. Sólo podemos esperarque el bien venga de arriba, cuando su educación sea la mejor” (Kant 1983: 37; Ak., IX: 448).

19 “Por esto, lo principal aquí son los esfuerzos de los particulares, y no la cooperación de lospríncipes, como pensaban Basedow y otros; pues la experiencia enseña que no tienen tanto a lavista un mejor mundo como el bien del Estado, para poder alcanzar así sus fines. Cuando dandinero con este propósito hay que atenerse a su parecer, porque trazan el plan. Lo mismo sucedeen todo lo que se refiere a la cultura del espíritu humano y al aumento de los conocimientos delhombre. El poder y el dinero no los crean, a lo más, los facilitan; aunque podrían producirlos, sila economía del Estado no calculara los impuestos únicamente para su caja. Tampoco lo han hechohasta ahora las Academias, y nunca ha habido menos señales que hoy de que lo hagan” (Kant1983: 37; Ak., IX: 448).

20 “Según esto, la organización de las escuelas no debía depender más que del juicio de losconocedores más ilustrados. Toda cultura empieza por los particulares, y de aquí se extiende a losdemás. La aproximación lenta de la naturaleza humana a su fin, sólo es posible mediante losesfuerzos de las personas de sentimientos bastante grandes para interesarse por un mundo mejor,y capaces de concebir la idea de un estado futuro más perfecto. No obstante, aún hay más de unpríncipe que sólo considera a su pueblo, poco más o menos, como una parte del reino natural,que no piensa sino en reproducirse. Le desea, a lo más, cierta habilidad, pero solamente parapoder servirse de él, como mejor instrumento de sus propósitos” (Kant 1983: 37-38; Ak., IX: 449).Como veremos más adelante, más allá de la habilidad sitúa Kant la moralidad, como meta última

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Sin embargo, toda esta desconfian-za respecto de la obra educativa del Es-tado contrasta, como indicábamos másatrás, con la importancia que concedeKant a la organización política para laposibilidad del desarrollo completo delas disposiciones de la humanidad yprogreso del género humano hacia sudestino, en lo cual la organización po-lítica coincide con la función asignadaa la educación. A ello hay que añadirque uno de los criterios que formula la“Pedagogía” es, como veremos másadelante, la necesidad de educar en laidea del derecho. Ahora vamos a in-tentar aclarar el mencionado contraste.

Kant atribuye una importancia cen-tral a la organización política, debido aque considera que el gran obstáculopara el desarrollo de todas las disposi-ciones naturales de la humanidad es laguerra (o la constante amenaza de lamisma) y que evitar ésta es el fin de laprimera. En este sentido, sostiene que elantagonismo mutuo fuerza a los hom-bres a entrar en un estado de coerciónlegal, en el cual la libertad salvaje decada cual es sustituida por una libertadbajo leyes. Ello ha de producirse tantoen el ámbito interindividual como en elinterestatal, de modo que los hombresson llevados a establecer, primero, “una

‘constitución civil’ perfectamente justa(Kant 1994: 11; Ak., VIII: 22) y, luego,“un estado cosmopolita de seguridadpública” o, como dice también, una“confederación de Estados” (Kant 1994:16; Ak., VIII: 26)21.

Así pues, la contribución de la in-tegración legal de la especie humana aldesarrollo progresivo de sus disposicio-nes naturales consiste en quitar el obs-táculo de la guerra o amenaza constantede ésta: “lo que hiciera el estado carentede finalidad de los salvajes reprimien-do todas las disposiciones naturales ennuestra especie hasta que, finalmente,a causa de los males que en dicho es-tado sumía a la especie, sus miembrosse vieron obligados a abandonarlo eingresar en una constitución civil don-de esos gérmenes pueden ser desarro-llados, viene a ser lo mismo que lo quehace la bárbara libertad de los Estadosya civilizados obstruyendo el plenodesarrollo progresivo de sus disposicio-nes naturales al emplear todas las fuer-zas en armamentos contra los otros, porcausa de la devastación que acarreatoda guerra y más aún por la necesidadde mantenerse en un continuo estadode alerta; mas también ahora los malesque se originan de todo ello obligan anuestra especie a buscar en esa mutua

de la educación, tal como ponen de manifiesto las siguientes palabras: “Los particulares, sin duda,han de tener presente, en primer lugar, el fin de la naturaleza; pero necesitan mirar, sobre todo, eldesenvolvimiento de la humanidad, y procurar que ésta no sólo llegue a ser hábil, sino tambiénmoral y, lo que es más difícil, tratar de que la posteridad vaya más allá de lo que ellos mismoshan ido” (Kant 1983: 38; Ak., IX: 449).

21 En varias ocasiones Kant se hace eco de la ridiculización de que fue objeto esta idea porparte de Rousseau y del Abbé de Saint Pierre, “quizá —dice— porque creyeron que su realiza-ción era inminente” (Kant 1994: 14; Ak, VIII: 24).

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resistencia de muchos Estados…una leydel equilibrio y un poder unificado quela respalde, forzándola por consiguien-te a establecer un estado cosmopolitade la seguridad estatal pública” (Kant1994: 16; Ak., VIII: 25-26).

Kant sostiene que sólo en un esta-do de paz perpetua puede tener lugarel pleno desarrollo de las disposicionesnaturales de la humanidad. Precisamen-te, su pensamiento político-jurídico estápresidido por la formulación del fin dela paz perpetua: esto es, un estado depaz duradera y universal, que en “LaMetafísica de las costumbres” es presen-tado como el “fin final de la doctrina delderecho” y el “bien político supremo”(Kant 1989: 195, 196; Ak., VI: 355).

Ahora bien, la realización o, al me-nos, la aproximación a la realización delideal de un estado de paz perpetua sóloes posible si la práctica política discurreconforme a ciertas condiciones; Kantformula expresamente dichas condicio-nes en su tratado “Sobre la paz perpe-tua”22. Estas condiciones expresan la exi-gencia central de una práctica y organi-zación políticas perfectamente ajustadasal derecho y, por tanto, a la moral, puesel derecho es para Kant una de las dos

partes de que consta la moral, siendo laotra parte de ésta la ética23.

Pero mientras esa exigencia de unaconformidad de la política al derechoo a la moral no se cumpla, seguirá exis-tiendo el obstáculo de la guerra; de ahí,por otro lado, la desconfianza de Kanten la obra educativa de los poderespúblicos y su denuncia de la falta dedinero para los establecimientos de en-señanza pública, debido a que los go-bernantes hipotecan todos los recursospara la próxima guerra (Kant 1994: 17,19-20; Ak., VIII: 26, 28).

Kant no puede por menos que opo-nerse a que los mandatarios, en vez detener a la vista un mundo mejor, lo quepersigan sea el bien (Wohl) del Estadopara alcanzar sus fines; pues, según supensamiento jurídico-político, toda lalegitimidad de la política se funda en elderecho, que, a su vez, y en tanto queparte de la moral, se funda en la liber-tad, entendida como autonomía o ca-pacidad de autolegislación. Veamos.

El Estado civil, considerado comoestado jurídico, se funda, según Kant, enlos siguientes principios a priori: “1. La‘libertad’ de cada miembro de la socie-dad, en cuanto ‘hombre’24. 2. La ‘igual-

22 Esas condiciones son las que en este tratado Kant denomina “artículos preliminares” y “ar-tículos definitivos” para la paz perpetua.

23 También la persecución de la paz perpetua es un fin moral, pues la razón legislativo-morallo prescribe como un deber. Me he ocupado de estos aspectos, en el contexto del ideal kantianode la armonía de la política con la moral, en mi trabajo “Kant: la armonía de la política con lamoral”, en Andaluz 1998: 85-108.

24 La libertad es, según Kant, un derecho innato. En “La Metafísica de las costumbres” escri-be: “no hay sino un derecho innato”: “la libertad (la independencia con respecto al arbitrio cons-trictivo de otro), en la medida en que puede coexistir con la libertad de cualquier otro según unaley universal, es este derecho único, originario, que corresponde a todo hombre en virtud de suhumanidad” (Kant 1989: 48-49; Ak., VI: 237).

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dad’ de éste con cualquier otro, encuanto ‘súbdito’. 3. La ‘independencia’de cada miembro de una comunidad,en cuanto ‘ciudadano’”. Y de estos prin-cipios afirma que “no son leyes quedicta el Estado ya constituido, sino másbien las únicas leyes con arreglo a lascuales es posible el establecimiento deun Estado en conformidad con los prin-cipios racionales puros del derechohumano externo, en general” (Kant1986: 27; Ak., VIII: 290). Estos mismosprincipios aparecen en “Sobre la pazperpetua” como principios de la cons-titución republicana, que es, segúnKant, la única que tiene su origen en lapura fuente del derecho y la única quepuede conducir al resultado de la pazperpetua (Kant 1991b: 15-17; Ak., VIII:350-351). En suma, sin conformidadcon el derecho ninguna práctica políti-ca tiene validez (Kant 1986: 49; Ak.,VIII: 306).

A su vez, el derecho se funda en lalibertad: “El concepto de un derechoexterno, en general, procede entera-mente del concepto de ‘libertad’ en lasrelaciones externas de los hombres en-tre sí … El ‘derecho’ es la limitación dela libertad de cada uno a la condiciónde su concordancia con la libertad detodos, en tanto que esta concordanciasea posible según una ley universal; yel ‘derecho público’ es el conjunto de‘leyes externas’ que hacen posible talconcordancia sin excepción. Ahorabien: dado que toda limitación de lalibertad por parte del arbitrio de otro sellama coacción, resulta que la constitu-ción civil es una relación de hombres

libres que (sin menoscabo de su liber-tad en el conjunto de su relación conotros) se hallan, no obstante, bajo leyescoactivas; y esto porque así lo quiere larazón pura, que legisla a priori” (Kant1986: 26; Ak., VIII: 289-290).

La ausencia de contradicción entrecoacción y libertad se explica, en efec-to, por la noción kantiana de la liber-tad como autonomía de la voluntad ocapacidad autolegisladora de la razónpráctico-moral. Así, Kant escribe que “lalibertad jurídica (externa, por tanto) nopuede definirse, como suele hacerse,como la facultad de hacer todo lo quese quiera, con tal de no perjudicar anadie… Mi libertad exterior (jurídica)hay que explicarla, más bien, de la si-guiente manera: como la facultad de noobedecer ninguna ley exterior sino entanto en cuanto he podido darle miconsentimiento”(Kant 1991b: 15-16;Ak., VIII: 350).

El concepto de libertad como auto-nomía, que es común al campo de laética y del derecho, se traduce en elcampo jurídico-político en las nocionesde “voluntad pública” y “contrato ori-ginario”. De la voluntad pública, que es“la voluntad del pueblo entero” o “uni-dad de la voluntad de todos”, “proce-de, según Kant, todo derecho” (Kant1986: 33-34; Ak., VIII: 294-295). El con-trato originario se define como la “coa-lición de cada voluntad particular y pri-vada, dentro de un pueblo, para cons-tituir una voluntad comunitaria y públi-ca (con el fin de establecer una legisla-ción, sin más legítima)” (Kant 1986: 36;Ak., VIII: 297). Kant considera que no

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hay que suponer que el contrato origi-nario sea un hecho que una vez tuvolugar en la historia, sino que hay quetenerlo por una “ ‘mera idea’ de la ra-zón” (Kant 1986: 37; Ak., VIII: 297).Pero, como sucede siempre en Kant conel concepto de idea de la razón, se tra-ta de una idea “que tiene, sin embargo,su indudable realidad (práctica), a saber,la de obligar a todo legislador a quedicte sus leyes como si éstas ‘pudieran’haber emanado de la voluntad unida detodo un pueblo, y a que considere acada súbdito, en la medida en que éstequiera ser ciudadano, como si hubieraexpresado su acuerdo con una volun-tad tal. Pues ahí se halla la piedra detoque de la legitimidad de toda ley pú-blica” (Kant 1986: 37; Ak., VIII: 297). Elcontrato originario no es un “factum”,sino un criterio o “principio racionalpara juzgar toda constitución jurídicapública, en general” (Kant 1986: 44;Ak., VIII: 303). En este sentido, Kantescribe: ”La piedra de toque de todo loque puede decidirse como ley para unpueblo se halla en esta interrogación:¿es que un pueblo hubiera podido im-ponerse a sí mismo esta ley?” (Kant1978: 32; Ak., VIII: 39). Kant sostienetambién que la constitución republica-na es “la única que deriva de la idea delcontrato originario” (Kant 1991b: 15;Ak., VIII: 349). La constitución republi-cana es aquella en que el Estado esadministrado “según leyes análogas a

las que el pueblo se hubiera dado a símismo conforme a leyes jurídicas uni-versales” (Kant 1994b: 91; Ak., VII: 88).De ahí que Kant considere que la cons-titución republicana es la única capazde conducir a la paz perpetua (Kant1991b: 17; Ak., VIII: 351).

En suma, el referente último de lalegitimidad del proceder político no esotro que los hombres en su condiciónde seres autónomos o dotados de capa-cidad autolegisladora o libertad, sobrela cual, en definitiva, se funda, segúnKant, el concepto de derecho.

Todo este planteamiento jurídico-po-lítico se traduce en el campo de la edu-cación en la necesidad de inculcar alalumno la idea del derecho. Por otrolado, la necesidad de inculcar al alum-no el concepto del derecho hace referen-cia a lo que constituye la dimensión fun-damental de la educación en Kant: su di-mensión moral. A su vez, que la di-mensión fundamental de la educaciónsea la dimensión moral tiene que ver conel modo kantiano de entender el pro-greso, a saber, como progreso moral.Hablaremos de todo esto en lo que sigue.

4. Las dimensiones de la educaciónSegún un pasaje de la Introducción

a la “Pedagogía”, la educación com-prende las siguientes dimensiones: dis-ciplina, cultura o instrucción25, civilidado prudencia y formación moral (Kant1983: 38-39; Ak., IX: 450)26.

25 En general, “cultura” (Kultur) e “instrucción” (Unterweissung) aparecen en la “Pedagogía”como nociones equivalentes; dicha equivalencia se afirma expresamente en Kant 1983: 32; Ak.,IX: 444). Si bien, un poco más adelante, Kant afirma también que “la cultura comprende la ins-trucción y la enseñanza (Belehrung)” (Kant 1983: 38; Ak., IX: 449).

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La disciplina (Disziplin) tiene comoobjetivo la sumisión de la animalidad ala humanidad: “Disciplinar es tratar deimpedir que la animalidad se extiendaa la humanidad, tanto en el hombreindividual, como en el hombre social.Así, pues, la disciplina es meramente lasumisión de la barbarie” (Kant 1983: 38;Ak., IX: 449). “La disciplina convierte laanimalidad en humanidad” (Kant 1983:29; Ak., IX: 441). Animalidad hace re-ferencia a conducta determinada por loscaprichos momentáneos; humanidades, en cambio, conducta dirigida por lospreceptos de la razón27.

Kant subraya el carácter meramentenegativo de la disciplina: “La disciplinaimpide que el hombre, llevado por susimpulsos animales, se aparte de su des-tino, la humanidad. Tiene que sujetarle,

por ejemplo, para que no se encamine,salvaje y aturdido, a los peligros. Así,pues, la disciplina es meramente negati-va, esto es, la acción por la que se borraal hombre la animalidad” (Kant 1983:30; Ak., IX: 441-442); la disciplina cons-tituye la parte “negativa” de la educa-ción, pues “meramente impide las faltas”Kant 1983: 40; Ak., IX: 452).

El concepto de disciplina conlleva elconcepto de coacción o sometimientodel educando a ciertas normas o leyes:“La barbarie es la independencia respec-to de las leyes. La disciplina somete alhombre a las leyes de la humanidad ycomienza a hacerle sentir su coacción”(Kant 1983: 30; Ak., IX: 442).28 En esteaspecto de la coacción se expresa clara-mente el carácter meramente negativo dela disciplina: “Así, por ejemplo, se envían

26 En el tratado Kant divide la teoría de la educación o pedagogía en Física y Moral. Pero eldesarrollo de esta clasificación presenta ciertas irregularidades; por eso, hemos optado por atendera la perspectiva de las dimensiones de la educación, mejor que a la de las partes de ésta; de todosmodos, procederemos de forma que los aspectos más significativos de esas dos partes -educaciónfísica y educación moral- queden articulados en las dimensiones de la educación. Pero incluso enlo que se refiere a las dimensiones de la educación, la “Pedagogía” no siempre enuncia las cuatroque hemos mencionado más arriba. Así, según otro pasaje del comienzo del Tratado, los aspectosde la educación son estos tres: a) la formación escolástico-mecánica o instrucción, que se refiere ala habilidad para los propios fines, y da al hombre un valor como individuo; b) la formación prag-mática o prudencia, que se refiere a la dimensión social, y da al hombre un valor como ciudadanoy c) la formación moral, por la cual el hombre adquiere un valor como miembro de la especie hu-mana (Cf., Kant 1983: 45-46; Ak., IX: 455); puede observarse que en esta otra enumeración de losaspectos de la educación no aparece la dimensión relativa a la disciplina. Otras veces incluye en elconcepto de la educación los cuidados (sustento, protección) que requiere el niño antes de que seacapaz de valerse por sí mismo (Cf., Kant 1983:29; Ak., IX: 441). Incluso en algunas ocasiones men-ciona como aspectos de la educación sólo dos, la disciplina y la instrucción (Cf.,Kant 1983: 31; Ak.,IX: 443); o también, la instrucción y la formación moral (Cf., Kant 1983: 41; Ak, IX: 452). Consideroque la clasificación más completa y coherente con el desarrollo de la “Pedagogía” en su conjunto esla que he anotado en el cuerpo del presente artículo.

27 Sobre las nociones de animalidad y humanidad puede recordarse lo que se dijo de ellas enel primer apartado de este trabajo.

28 En este aspecto de la coacción, la educación coincide con el establecimiento de una cons-titución civil, en virtud de la cual la libertad salvaje de cada cual es sustituida por una libertadbajo leyes.

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al principio los niños a la escuela, no yacon la intención de que aprendan algo29,sino con la de habituarles a permanecertranquilos y a observar puntualmente loque se les ordena, para que más adelan-te no se dejen dominar por sus caprichosmomentáneos” (Kant 1983: 30; Ak., IX:442).

Kant insiste en la idea de que ladisciplina ha de aplicarse al hombredesde temprano, porque, de lo contra-rio, se acostumbra a seguir los caprichosy “es muy difícil cambiar después alhombre” (Kant 1983: 30; Ak., IX: 442)30.Así, comparando la disciplina con lacultura, afirma: “El que no es ilustradoes necio, quien no es disciplinado essalvaje. La falta de disciplina es un malmayor que la falta de cultura; ésta pue-de adquirirse más tarde, mientras que labarbarie no puede corregirse nunca”(Kant 1983: 32; Ak., IX: 444).

La cultura (Kultur) o instrucción (Un-terweissung) constituye “la parte positi-va de la educación” (Kant 1983: 30; Ak.,IX: 442). Con ella se trata de proporcio-nar al hombre las habilidades necesariaspara conseguir los fines que se propone(Kant 1983: 38; Ak., IX: 449)31. Algunas

habilidades, por ejemplo, leer y escribir,son aptas para todos los fines; otras, encambio, sólo lo son para fines determi-nados (Kant 1983: 38; Ak., IX: 455).Como veremos más adelante, la dimen-sión moral de la educación añade a ladimensión de la instrucción el criteriopara elegir sólo los fines buenos.

La civilidad hace referencia a lacapacidad del hombre para adaptarse ala sociedad. Ello requiere aspectoscomo la amabilidad, los buenos moda-les y una cierta prudencia (Kant 1983:38; Ak., IX: 455)32.

Antes de pasar a tratar de la forma-ción moral, vamos a anotar algunas delas pautas educativas contenidas en la“Pedagogía” en relación con las citadasdimensiones de la educación33.

La primera educación tiene que sersólo negativa34. Hay que dejar al niñolibertad para que aprenda a usar susfuerzas y habilidades naturales, evitan-do la ayuda de instrumentos.

La disciplina debe anteceder a lainstrucción. En lo que atañe a la prime-ra, no hay que acostumbrar a los niñosa ver realizados todos sus caprichos. Loideal es no quebrantar su voluntad, sino

29 Esto otro corresponde a la instrucción, que, como veremos, constituye la parte positiva dela educación.

30 En este sentido, considera perjudicial un exceso de mimos durante la infancia. Tambiénafirma que la falta de disciplina constituye un defecto habitual en la educación de la aristocracia:“pues por nacer destinados a mandar, nunca se les contraría” (Kant: 1983: 699; Ak., IX: 443).

31 Cf. tamb., Kant 1983: 45; Ak., IX: 455, donde Kant denomina a esta dimensión “formación‘escolástico-mecánica’” y también “didáctica”.

32 Cf., tamb., Kant 1983: 45; Ak., IX: 455), donde se denomina a esta dimensión “formación‘pragmática’”.

33 Sobre ellas, Cf., Kant: 1983: 50-70; Ak., IX: 458-475.34 Éste es uno de los aspectos en los que se nota la influencia de Rousseau (Cf., Fernández

1983: 24).

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sólo guiarla de modo que cedan antelos obstáculos naturales; lo primeroconduce a un modo servil de pensar; losegundo, en cambio, acarrea la docili-dad. La disciplina es necesaria, pero sinque esclavice al niño; éste ha de sentirsiempre su libertad, de tal modo que noimpida la de otro. Es preciso hacerle versus faltas, pero sin que sienta muchonuestra superioridad y dominio. Hayque acceder a los deseos del niño, si nose tiene nada en contra; pero si existenmotivos para no acceder a los mismos,no hay que dejarse convencer por sussúplicas; y si se les niega algo, ha de serde modo irrevocable, pues lo contrarioconduce a tener que estar negandocontinuamente.

Otra de las pautas educativas seña-ladas por Kant es que no hay que ha-cer tímidos a los niños; ello sucede sise les injuria y avergüenza con frecuen-cia; en este aspecto, Kant admite unaexcepción: sólo se les debe avergonzarcuando mienten (la repugnancia queKant siente por la mentira no podía pormenos que ponerse de relieve tambiénen su “Pedagogía”; veremos más ade-lante que aparece también en la dimen-sión de la formación moral).

En lo que atañe a la instrucción, for-mación intelectual y métodos pedagógi-cos, Kant no está de acuerdo con la ideade que los niños tengan que aprendertodo jugando. El niño debe jugar y tenersus tiempos de recreo, pero también tie-ne que aprender a trabajar. En la escue-

la debe cultivarse la afición al trabajo.Además Kant señala que el hombre, adiferencia de los animales, tiene necesi-dad de trabajar. El cultivo de la memoriaes necesario; pero como mero ejerciciocarece de valor; es mejor ejercerla re-flexivamente. Más importante es fortifi-car la atención. Hay que aprender com-prendiendo. Por otro lado, el aprendizajeteórico es mucho más efectivo si seacompaña de su puesta en práctica (porejemplo, poniendo en práctica una re-gla gramatical que se ha aprendido).

Los niños no pueden razonar todo,esto es, conocer todo derivándolo desus fundamentos. Pero sí deben cono-cer algunos principios, por ejemplo, losfundamentos del deber. En la “Pedago-gía” se habla de dos clases de métodos:el mecánico-catequístico, consistente enintroducir en la razón el conocimientode los principios, y el socrático, queconsiste en extraer de la razón el cono-cimiento de los principios racionales. Elprimero es el método que correspondea la enseñanza de los principios deldeber y también a la enseñanza de lareligión universal o racional; en cambio,para la religión revelada y todo lo quese tiene que enseñar históricamente, elmétodo adecuado es el mecánico-catequístico.

Puede decirse que todas estas pau-tas educativas van orientadas a dos ob-jetivos principales: guiar al niño en eluso de su libertad —tal es propiamentela función de la disciplina35— y, en lo

35 Éste es, según Kant, uno de los mayores problemas de la educación: “conciliar, bajo unalegítima coacción, la sumisión con la facultad de servirse de su voluntad. Porque la coacción

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que se refiere a su formación intelectual,potenciar la capacidad para servirse desu propia razón. Ambos objetivos enca-jan perfectamente en la perspectivakantiana de la Ilustración y apuntanhacia el nivel máximo de la educacióny hacia el nivel máximo en el progresode la humanidad, que son la educaciónmoral y el progreso moral, respectiva-mente.

5. Educación y progreso moral: la for-mación del carácter

La moralización representa paraKant el aspecto específicamente huma-no de la educación: “Al hombre se lepuede adiestrar, amaestrar, instruir me-cánicamente o realmente ilustrarle. Seadiestra a los caballos, a los perros ytambién se puede adiestrar a los hom-bres. Sin embargo, no basta con eladiestramiento; lo que importa, sobretodo, es que el niño aprenda a pensar(Kant 1983: 39; Ak., IX: 450).

En este criterio educativo —que elniño aprenda a pensar— confluyen lanoción kantiana de Ilustración, comocapacidad para servirse de la propia

razón (Kant 1978: 25; Ak., VIII: 135),con su concepción de la ética, tal comose desarrolla en la “Fundamentación dela metafísica de las costumbres” y en la“Crítica de la razón práctica”. Es sabi-do que en estas dos obras mayores desu filosofía moral Kant rechaza toda éti-ca heterónoma, esto es, toda ética quesitúe el fundamento moral de las accio-nes en instancias exteriores a la propiarazón, por ejemplo, en la instancia teo-lógica, entre otras36.

En coherencia con su concepciónde una ética autónoma, la “Pedagogía”interpreta el mencionado criterio edu-cativo (que el niño aprenda a pensar) deesta forma: “Que obre por principios, delos cuales se origina toda acción” (Kant1983: 39; Ak., IX: 450); y rechaza, enconsecuencia, la idea de fundar la for-mación moral en la teología: “Habitual-mente, se cultiva poco aún la morali-zación en la educación privada; se edu-ca al niño en lo que se cree sustancial,y se abandona aquélla al predicador.Pues qué, ¡no es de una inmensa im-portancia enseñar a los niños a aborre-cer el vicio, no sólo fundándolo en que

—sigue diciendo— es necesaria. ¿Cómo cultivar la libertad por la coacción? Yo debo acostum-brarle a sufrir una coacción en su libertad, y al mismo tiempo debo guiarle para que haga unbuen uso de ella. Sin esto, todo es un mero mecanismo, y una vez acabada su educación, nosabría servirse de su libertad. Ha de sentir desde el principio la inevitable resistencia de la socie-dad para que aprenda lo difícil de bastarse a sí mismo, de estar privado de algo y de adquirir paraser independiente” (Kant 1983: 42-43; Ak., IX: 453). Éste es también uno de los puntos en los queKant se pronuncia expresamente a favor de la educación pública, prefiriendo ésta a la privada,que, como sabemos, entiende en el sentido de doméstica: “La educación pública tiene aquí susmás evidentes ventajas, pues en ella se aprende a medir sus fuerzas y las limitaciones que imponeel derecho de otro; no se disfruta de ningún privilegio porque se halla resistencia por todas partes,y no se sobresale más que por el propio mérito; es la educación que mejor imagen da del futurociudadano” (Kant 1883: 43; Ak., IX: 454).

36 Ver sobre ello, Kant 1973: 101-108; Ak., IV: 440-445 y Kant 1995: 35-78; Ak., V: 19-56).

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lo ha prohibido Dios, sino en que esaborrecible por sí mismo! De otromodo, les es fácil pensar que podríanmuy bien frecuentarlo, y que les seríapermitido, si Dios no lo hubiera prohi-bido; que, en todo caso, bien puedeDios hacer alguna excepción37 en suprovecho. Dios, que es el ser más san-to y que sólo ama lo que es bueno,quiere que practiquemos la virtud porsu valor intrínseco y no porque él lodesee” (Kant 1983: 39; Ak., IX: 450-451).

Kant sitúa la dimensión de la “mora-lización” por encima de las otras dos di-mensiones de la educación ((Kant 1983:38, 45-46; Ak., IX: 450, 455)38.

La formación moral está por encimade la instrucción. En este sentido, des-pués de establecer que la instrucciónconsiste en dotar al hombre de las ha-bilidades necesarias para alcanzar susfines, la “Pedagogía” presenta la dimen-sión de la moralización de este modo:“El hombre no sólo debe ser hábil paratodos los fines, sino que ha de tenertambién un criterio con arreglo al cualsólo escoja los buenos. Estos buenosfines son los que necesariamente aprue-ba cada uno y que al mismo tiempopueden ser fines para todos”. Por tanto,la dimensión moral de la educación

añade a la dimensión de la instrucciónel criterio para elegir sólo los fines bue-nos. Dicho criterio no es otro que elprincipio de la universalización, queconstituye, según la ética de Kant, elfundamento del valor moral de las ac-ciones39.

La formación moral está tambiénpor encima de la disciplina. La “Peda-gogía” afirma, en este sentido, que laeducación moral “no se apoya en ladisciplina, sino en máximas” (Kant1983: 67; Ak., IX: 475); “la cultura mo-ral tiene que fundarse en las máximas,no en la disciplina”(Kant 1983: 71; Ak.,IX: 780).

Éste es uno de los aspectos más in-teresantes de la teoría educativa de Kanty que, como veremos, está en perfectaconsonancia con su filosofía moral. La“Pedagogía” explica así la afirmación deque la educación moral no se basa enla disciplina sino en máximas: “Todo sepierde si se quiere fundarla sobre ejem-plos, amenazas, castigos, etc. Sería en-tonces mera disciplina. Se ha de procu-rar que el niño obre bien por sus pro-pias máximas y no por la costumbre;que no sólo haga el bien, sino que lohaga porque es bueno. Pues el únicovalor moral de las acciones está en lasmáximas del bien. La educación física

37 Precisamente uno de los objetivos más visibles de la obra ética de Kant es la fundamentaciónde la universalidad de la obligación moral.

38 Kant no es partidario de dejar la formación moral en manos de la educación doméstica; laformación moral debe ser parte de la educación pública (Cf., Kant 1983: 41-42; Ak., IX: 452);según Kant, “una educación pública completa es aquella que reúne la instrucción y la formaciónmoral” (Kant 1983: 41; Ak., IX: 452).

39 Según la “Crítica de la razón práctica”, la “ley fundamental de la razón pura práctica” es lasiguiente: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre, al mismo tiem-po, como principio de una legislación universal” (Kant 1995: 49; Ak., V: 30).

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se diferencia de la moral en que aqué-lla es pasiva para el alumno, mientrasque ésta es activa. Ha de comprendersiempre el fundamento y la derivaciónde los actos por la idea del deber” (Kant1983: 67; Ak., IX:475).

En su ética Kant se ocupa del con-cepto del deber especialmente en elcapítulo primero de la “Fundamenta-ción de la metafísica de las costum-bres”; en este lugar lleva a cabo unanálisis del concepto de deber que co-rresponde al de una voluntad bue-na40. Es sabido que Kant distingue en-tre obrar conforme al deber y obrar pordeber; sólo en este segundo caso tienela acción un valor moral. Según la se-gunda proposición de dicho análisis, elvalor moral de una acción hecha pordeber no radica en lo que nos propo-nemos conseguir por medio de ella o enlos efectos que esperamos de la misma,sino en el fundamento de determina-ción de la voluntad o máxima por lacual resolvemos llevar a cabo dichaacción (Kant 1973: 37-38; Ak., IV: 400);dicha máxima o fundamento de deter-minación de la voluntad no debe serotro, según el momento tercero delmismo análisis, que la representaciónde la ley en sí misma, legalidad, engeneral, o aptitud de la máxima paraconvertirse en ley universal: “Yo nodebo obrar nunca más que de modo

que mi máxima deba convertirse en leyuniversal” (Kant 1973: 41; Ak., IV: 401);es de esta idea del deber de donde de-riva, según Kant, el valor moral de lasacciones. La ética kantiana funda elconcepto de bien sobre el principio dela universalización, en tanto que funda-mento de determinación de la voluntad.

En su ética excluye como funda-mento del valor moral toda referenciaa estímulos externos, como premios ocastigos; ello significaría heteronomía ypodría producir, a lo sumo, un obrarconforme al deber, pero no un obrar pordeber. La moralidad tiene su fundamen-to en principios a priori, que nacen dela propia razón y que todos los hombresconocen. Dicho de otro modo, el fun-damento de la moralidad es la autono-mía de la voluntad, según la cual elhombre, obedeciendo y sometiéndosea la ley, en realidad no obedece y sesomete más que a su propia razón le-gisladora41.

En consonancia con este punto devista, la “Pedagogía” sostiene que “lamoralidad…no se puede rebajar y po-ner a la misma altura que la disciplina”(Kant 1983: 72; Ak., IX: 480). Lo prin-cipal en la educación moral es la for-mación de un carácter, que Kant suelellamar también talante o modo de pen-sar moral, y que se corresponde tam-bién con lo que entiende por la educa-

40 Me he ocupado de este punto en Andaluz 1999: 139-143.41 “La razón pura es por sí sola práctica y da (al hombre) una ley universal que nosotros de-

nominamos ‘ley’ moral” (Kant 1995: 50; Ak., V: 32). “La ‘autonomía’ de la voluntad es el únicoprincipio de todas las leyes morales y de los deberes conformes a ellas” (Kant 1995: 52; Ak., V:33). Para toda esta fundamentación es imprescindible todo el capítulo primero de la “Crítica de larazón práctica”.

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ción de la “personalidad” (Kant 1983:45; Ak., IX: 455). Personalidad alude ensu filosofía ética a la condición autole-gisladora del hombre en el terrenomoral, por la cual el ser humano se ele-va por encima de la naturaleza y de lamera animalidad (Kant 1995: 110-112;Ak., V: 86-88). El objetivo de la educa-ción moral es formar un carácter omodo de pensar moral. “La moralidad—dice expresamente— concierne alcarácter (Charakter)” (Kant 1983: 80;Ak., IX: 487); y el medio adecuado parafundar un carácter no es la disciplina:“Ésta impide los vicios”, pero no formael “modo de pensar” (Kant 1983: 71;Ak., IX: 480). “Con la disciplina —escri-be también— sólo queda una costum-bre, que se extingue con los años” (Kant1983: 72; Ak., IX: 480).

El carácter “consiste en la facilidadpara obrar por máximas” (Kant 1983:72; Ak., IX: 480). Por eso, hay que en-señar a los niños a “obrar por máximasy no por ciertos estímulos” (Kant 1983:71-72; Ak., IX: 480); en este sentido,Kant se opone a basar la enseñanza delbien y del mal en la expectativa de pre-mios o castigos; en relación con lossegundos, escribe: “Si se quiere funda-mentar la moralidad no hay que casti-gar” (Kant 1983: 72; Ak., IX: 480). Di-cho de otro modo, al obrar por ciertosestímulos opone Kant el obrar basándo-se en el convencimiento de lo que estábien o mal, que es, en realidad, lo quesignifica obrar por máximas, tal comopuede apreciarse en estos textos de la“Pedagogía”: “El niño debe aprender aobrar por máximas, cuya justicia com-

prenda él mismo” (Kant 1983: 72; Ak.,IX: 480). “Es preciso que las máximasnazcan del hombre mismo. En la cul-tura moral se debe inculcar pronto a losniños el concepto de lo que es buenoo malo” (Kant 1983: 72; Ak., IX: 480).Ya indicamos más arriba que en la éti-ca kantiana el concepto de bien se fun-da en el de la ley moral, en tanto defundamento de determinación de lavoluntad; las máximas, como tambiénnos recuerda la “Pedagogía”, no sonsino las leyes morales mismas tomadassubjetivamente, es decir, como funda-mentos de determinación de la volun-tad, y derivan de la razón misma decada hombre, en tanto que ser racional(Kant 1983: 72; Ak., IX: 481).

Kant se ocupa también del carácteren la segunda parte de sus “Leccionesde Antropología”; la sección titulada “Entorno al carácter específicamente huma-no o de la libertad” (Kant 1990: 30-41)es un buen complemento al texto de la“Pedagogía” que hemos venido traba-jando.

En esta sección de las “Lecciones deAntropología” Kant distingue en el hom-bre tres facultades: talento, tempera-mento y carácter, refiriendo ésta terce-ra a la dimensión moral: “El carácterauténticamente humano está por enci-ma de todo cuanto otorga la naturale-za… Éste viene dado por la voluntadhumana conforme a principios. Lo ca-racterístico de la voluntad libre sí cons-tituye el carácter del hombre en senti-do estricto y es denominado modo depensar. El carácter práctico es indepen-diente del temperamento. Un talento

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puede ser tildado de hábil; un tempe-ramento de afortunado; el carácter debueno o su contrario. El carácter detodo hombre estriba en el dominio delas máximas. El carácter puede versedefinido, por tanto, gracias a la deter-minación del arbitrio humano en virtudde máximas permanentes e inteligibles”(Kant 1990: 31).

En esta misma sección puede apre-ciarse una correspondencia entre las tresfacultades mencionadas y las dimensio-nes de la educación que anotábamosmás atrás: el talento “necesita ser ‘cul-tivado’” (instrucción); el temperamento“precisa ser ‘disciplinado’” (disciplina);pero en virtud del carácter uno “queda‘moralizado’” (Kant 1990: 31).

Del carácter dice también Kant que“sólo hace su aparición en los años demadurez. En la juventud no se ha for-jado todavía, y con frecuencia tardamucho en conformarse, si es que seconsigue alguna vez” (Kant 1990: 33).En todo caso, el carácter no dimana dela naturaleza, sino que debe ser adqui-rido” (Kant 1990: 40-41). Y en las “Lec-ciones de Antropología” Kant nombraexpresamente a la educación como unode los medios necesarios, aunque no elúnico, para su adquisición (Kant 1990:41).

Poseer un carácter significa, segúneste mismo escrito, poseer una “volun-tad propia”, que no equivale a “capri-cho”, sino a voluntad “basada en máxi-mas estables y duraderas” (Kant 1990:32-33). “Un carácter consiste en unalealtad inquebrantable hacia los princi-pios” (Kant 1990: 35-36). La noción de

carácter apunta así a la noción de laautonomía de la voluntad. De hecho, enlas “Lecciones de Antropología” se afir-ma que el carácter se basa en “la liber-tad del ser humano” (Kant 1990: 36).

En la “Pedagogía” Kant articula laspautas educativas para forjar un carác-ter en los niños en torno a dos concep-tos: el concepto de deber y el concep-to de derecho.

El concepto de deber se desdobla endos direcciones: los deberes para con-sigo mismo y los deberes para con losdemás. El criterio de los deberes paraconsigo mismo es no desmentir la dig-nidad de la humanidad en la propiapersona (Kant 1983: 82; Ak., IX: 488).“Consiste el deber hacia sí mismo … enconservar en su propia persona la dig-nidad humana. El hombre se censurateniendo a la vista la idea de humani-dad. En su idea tiene un original con elcual se compara” (Kant 1983: 83; Ak.,IX: 490). Entre los posibles casos en queuno puede separarse de la dignidadhumana, Kant destaca de una maneraespecial la mentira: “cuando realmentese coloca el niño por debajo de la dig-nidad humana, es con la mentira… lamentira hace al hombre objeto de me-nosprecio general y es un medio que leroba a sí mismo la estimación y créditoque cada uno debiera tener consigomismo” (Kant 1983: 82; Ak., IX: 489).Entra dentro de la mentira el no cum-plir las promesas, tanto respecto de símismo (por ejemplo, proponerse haceralgo y no llevarlo a cabo), como respec-to de los demás (por ejemplo, no man-tener la palabra dada) (Kant 1983: 81;

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Ak., IX: 487; Kant 1990: 35). Kant afir-ma de la veracidad que “es lo básico yesencial de un carácter (Kant 1983: 75;Ak., IX: 484) y, del que miente, que“carece de carácter y se vuelve algodespreciable” (Kant 1990: 35).

Los deberes para con los demáshacen referencia al concepto del dere-cho. Según la “Pedagogía”, “hay queenseñar al niño desde muy pronto laveneración y respeto al derecho de loshombres y procurar que lo ponga enpráctica” (Kant 1983: 82; Ak., IX: 489)42.Kant sostiene que no es en la compa-sión, sino en el respeto al derecho delos hombres, donde se ha de basar laenseñanza de los deberes hacia los de-más: “si, por ejemplo, un niño encuen-tra a otro niño pobre y, orgulloso, learroja de sí o del camino o le da ungolpe, no se le ha de decir: “No hagaseso, le haces daño, sé compasivo, es unpobre niño”, etc., sino tratarle con lamisma altanería y hacerle sentir cuáncontraria al derecho de los hombres erasu conducta” (Kant 1983: 82-83; Ak., IX:489). Dicho de otro modo, a la idea decompasión opone Kant la idea de de-ber: “Tampoco hay que ablandar elcorazón de los niños para que se afec-te por la suerte de los demás, sino másbien hacerle fuerte. Que no esté llenode sentimiento, sino de la idea del de-ber. Muchas personas llegan a hacerseduras de corazón, porque habiendo sidocompasivas anteriormente, se vieron

engañadas con frecuencia. …no hace-mos sino cumplir nuestro deber cuan-do socorremos a los pobres” (Kant1983: 84; Ak., IX: 490-491).

Para inculcar a los niños la idea delderecho, Kant es partidario de que exis-tiera en las escuelas algo así como un“catecismo del Derecho”; con él “sepromovería la educación de los niñosen la honradez”. “Habría de contener—añade— casos populares que suce-den en la vida ordinaria, y en los cua-les entrara siempre, naturalmente, lapregunta: ¿es esto justo o no?... Si hu-biera tal libro, se le podría destinar dia-riamente una hora con mucha utilidad,para conocer y aprender de memoria elderecho de los hombres —esta pupilade Dios en la tierra” (Kant 1983: 83-84;Ak., IX: 490). “En la educación —lee-mos en la “Pedagogía”— todo estriba enasentar por todas partes los principiosjustos y en hacerlos comprensibles yagradables a los niños. Han de apren-der a sustituir el odio por el aborreci-miento de lo repugnante y absurdo; conel horror interior43, el exterior de loshombres y castigos divinos; con la pro-pia estimación y la dignidad interior, laopinión de los hombres; con el valorinterno de la acción y la conducta, elde las palabras y movimientos de cora-zón; con el entendimiento, el sentimien-to” (Kant 1983: 86; Ak., IX: 492-493).

En el desarrollo de la temática con-cerniente al carácter Kant reserva un

42 Sobre este aspecto puede recordarse también lo expuesto en nuestro tercer apartado: “Edu-cación y poderes públicos”.

43 Es decir, con el aparecer indigno ante los propios ojos o el percibirse a sí mismo como unser despreciable.

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espacio, tanto en la “Pedagogía” comoen las “Lecciones de Antropología”,para hablar de la educación en materiade religión.

La tesis central de su filosofía de lareligión la presenta él mismo en el Pró-logo a la primera edición de “La Reli-gión dentro de los límites de la merarazón”. Dicha tesis central es la siguien-te: la moral no necesita de la religión;pero la moral nos conduce ineludible-mente a la religión (Kant 1981: 19-22;Ak., VI: 3-6)44; dicho de otro modo, noes la religión la que ha de conducirnosa la moral, sino a la inversa, es la mo-ral la que nos lleva a la religión. Ocomo dice Kant en la última frase deesta obra: “el justo camino no es ir delotorgamiento de la gracia a la virtud,sino más bien de la virtud al otorga-miento de la gracia” (Kant 1981: 196;Ak., VI: 202).

De acuerdo con su filosofía de lareligión, Kant escribe en las “Leccionesde Antropología” que son “contrarios alcarácter” “los preceptos religiosos basa-dos en el temor y el castigo, y no enprincipios morales” (Kant 1990: 39).Según la “Pedagogía”, la educación enel terreno religioso debe ir orientada,sobre todo, a impedir que los niños seformen ideas equivocadas sobre Dios;por ejemplo, “un temor ante su poder”(Kant 1983: 87; Ak., IX: 494). Hay queenseñarles que la religión no es aspira-ción al favor divino de la felicidad, sinmás, sino aspiración a ésta, sólo a con-

dición de que, mediante nuestra con-ducta moral, nos hagamos dignos deella. “La religión sin la conciencia mo-ral —dice en la “Pedagogía”— es unculto supersticioso” (Kant 1983: 88; Ak.,IX: 495). En La “Religión dentro de loslímites de la mera razón” Kant habla deuna religión racional pura o religiónmoral, que no está basada en estatutosy observancias, sino en conceptos mo-rales y en la intención del corazón (Kant1981: 86-87; Ak., VI: 84-85). Esta reli-gión es “una”, es decir, universal, en elsentido de que es cognoscible por larazón moral de todo hombre (Kant1981: 86-87; Ak., Iv: 104). En concor-dancia con esta idea, de gran importan-cia en el contexto de su filosofía de lareligión, Kant indica en la “Pedagogía”que “hay también que mirar que (losniños) no estimen sólo a los hombrespor el cumplimiento de su religión,pues, a pesar de la diversidad de reli-giones, hay una unidad de religión entodas partes” (Kant: 1983: 90; Ak., IX:496). En suma, la educación en lo queconcierne a la religión apunta a unaidea central: el mejoramiento moral,como condición para hacerse agradablea Dios.

Ahora bien, todo este enfoque de laeducación moral, incluida la educaciónrelativa a la religión, se articula dentrode la perspectiva de la tesis kantiana deun progreso del género humano hacialo mejor y, de manera particular, den-tro de su modo peculiar de entender

44 Sobre esta misma tesis puede verse la “Dialéctica de la razón pura práctica” de la “Críticade la razón práctica”. Me he ocupado de este aspecto del pensamiento de Kant en Andaluz 1999.

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dicho progreso: para Kant la cima delprogreso y el progreso verdaderamentetal es el progreso moral. Así en las “Lec-ciones de Ética” escribe: “El destino fi-nal del género humano es la perfecciónmoral en tanto que ésta sea realizadamediante la libertad humana” (Kant1988: 301; Ak., XXVII.1: 470). Aquí mis-mo Kant describe esa perfección moralen los siguientes términos: “Cuando lanaturaleza humana haya alcanzado supleno destino y su máxima perfecciónposible, se instaurará el reino de Diossobre la tierra, imperarán entonces lajusticia y la equidad en virtud de unaconciencia interna, y no por mor deautoridad pública alguna. Ésta es la su-prema perfección moral que puede al-canzar el género humano, el fin últimoa que se halla destinado, si bien sóloquepa esperarlo tras el transcurso demuchos siglos” (Kant 1988: 302-303;Ak., XXVII.1: 471).

En efecto, en la “Pedagogía” puedeleerse: “Vivimos en un tiempo de disci-plina, cultura y civilidad, pero aún noen el de la moralización” (Kant 1983:39; Ak., IX: 451). Lo mismo puede leer-se en “Ideas para una historia universalen clave cosmopolita”: “Gracias al artey la ciencia somos extraordinariamente‘cultos’. Estamos ‘civilizados’ hasta laexageración en lo que atañe a todo tipode cortesía social y a los buenos moda-

les. Pero para considerarnos ‘moraliza-dos’ queda todavía mucho. Pues si bienla idea de la moralidad forma parte dela cultura, sin embargo, la aplicación detal idea, al restringirse a las costumbresde la honestidad y de los buenos mo-dales externos no deja de ser mera ci-vilización” (Kant 1994: 17; Ak., VIII:26)45.

Estos textos muestran que en el pen-samiento de Kant se establece una co-rrespondencia entre las dimensiones delprogreso y las dimensiones de la edu-cación (disciplina, cultura o instrucción,civilidad y moralización). En lo que serefiere a las dimensiones de la educa-ción, decíamos al comienzo de esteapartado que Kant sitúa la dimensiónmoral por encima de las otras tres di-mensiones46; y lo mismo sucede respec-to de las dimensiones del progreso dela humanidad, que Kant trata en el con-texto de su filosofía de la historia. Perolo que sobre todo nos interesa destacaren este momento es la correspondenciaentre la dimensión moral de la educa-ción y la dimensión moral del progre-so, que constituye, como decíamos, elideal del progreso en Kant.

En el escrito “Replanteamiento de lacuestión de si el género humano sehalla en continuo progreso hacia lomejor” Kant escribe que “cuando sepregunta si el “género” humano (en blo-

45 Igualmente en las “Lecciones de Antropología” se dice: “Actualmente la humanidad bor-dea los confines de la civilización, mas no de la moralidad” (Kant 1990: 87).

46 En el presente apartado hemos mostrado expresamente cómo la moralización está por encimade la dimensión de la instrucción y por encima de la dimensión de la disciplina; los textos queacabamos de citar ilustran la idea de que la moralización está también por encima de la dimen-sión de la civilidad o civilización.

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que) progresa continuamente hacia lomejor … lo que nos interesa es la ‘his-toria moral’” (Kant 1994b: 80; Ak., VII:79). Y el progreso hacia lo mejor sólopuede venir de principios morales, con-cretamente, de la formación de un ca-rácter, talante o modo de pensar moral(Kant 1994b: 87-88; Ak., VII: 85).

En este sentido, Kant encuentra enun hecho de su tiempo el indicio de lacapacidad de la especie humana paraser la causa y la autora de un progresomoral. Este “suceso” es la “simpatíarayana en el entusiasmo”, que despier-ta en todos los espectadores la serie delas revoluciones de la época. Semejan-te simpatía demuestra un “caráctermoral de la especie humana” y sólopuede tener como causa “una disposi-

47 He aquí el texto en el que aparecen las citadas afirmaciones: “Este suceso no se cifra enrelevantes acciones o en alevosos crímenes ejecutados por los hombres … Se trata tan sólo de esamanera de pensar por parte de los espectadores que se delata ‘públicamente’ en este juego degrandes revoluciones y muestra abiertamente su simpatía —tan universal como desinteresada—por una de las partes en liza, pese al peligro que pueda reportarles tal toma de postura, demos-trando así (por mor de la universalidad) un carácter del género humano en su conjunto, al tiempoque (a causa del desinterés) un carácter moral de la especie humana, cuando menos en la dispo-sición, que no sólo permite esperar el progreso hacia lo mejor, sino que ya lo entraña, por cuantola capacidad de tal progreso basta por el momento.

La revolución de un pueblo pletórico de espíritu, que estamos presenciando en nuestros días,puede triunfar o fracasar, puede acumular miserias o atrocidades en tal medida que cualquierhombre sensato nunca se decidiese a repetir un experimento tan costoso, aunque pudiera llevarloa cabo por segunda vez con fundadas esperanzas de éxito y, sin embargo, esa revolución —a mimodo de ver— encuentra en el ánimo de todos los espectadores (que no están comprometidos enel juego) una simpatía rayana en el entusiasmo, cuya aparición lleva aparejado un riesgo, que nopuede tener otra causa sino la de una disposición moral en el género humano” (Kant 1994b:87-88; Ak., VII: 85). Kant se está refiriendo, sin nombrarla, a la revolución francesa; así lo sostiene,por ejemplo, Rodríguez 1994: XVI, nota 27. Cabe añadir, que en sus “Reflexiones sobre Antropo-logía”, Kant nombra expresamente “las revoluciones de Suiza, Holanda e Inglaterra” (Kant 1991:114, Reflexión 1438; Ak., XV: 628).

48 He aquí el texto de Kant en este sentido: “Esta causa moral presenta dos vertientes: prime-ro, la del ‘derecho’ de todo pueblo a no ser obstaculizado por poder alguno a la hora de darse laconstitución civil que le parezca más oportuna; segundo, la del ‘objetivo’ (que al mismo tiempoes un deber) de que aquella constitución sólo sea ‘jurídica’ y moralmente buena en sí, cuando sunaturaleza sea tal que pueda evitar por principio la guerra ofensiva —algo que sólo puede lograr

ción moral en el género humano”47.Kant define el entusiasmo como “laparticipación ‘afectiva’ en el bien”, aña-diendo que “el verdadero entusiasmo seciñe siempre a lo ‘ideal’ y en verdad alo puramente moral”.

Concretamente, lo moral es aquí el“concepto del derecho”; el menciona-do entusiasmo es un “entusiasmo por ladefensa del derecho que profesa el gé-nero humano” (Kant 1994b: 89; Ak., VII:86); y dicha defensa del concepto delderecho se explicita en la defensa delideal de una constitución civil perfec-tamente ajustada al derecho, como úni-co medio de evitar la guerra, la cualrepresenta, como ya indicamos másatrás, el mayor obstáculo para el progre-so del género humano hacia lo mejor48.

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la idea de una constitución republicana—, estableciendo las condiciones para establecer trabas ala guerra (fuente de todos los males y de toda depravación de las costumbres), de modo que seasegure negativamente al género humano el progreso hacia lo mejor, a pesar de su fragilidad, puesal menos no se verá perturbado en ese avance” (Kant 199b: 88-89; Ak., VII: 85-86). Sobre la rela-ción entre republicanismo y paz es imprescindible la ya citada obra de Kant “La paz perpetua”,que hay que complementar con “La Metafísica de las costumbres” y la segunda parte de “En tor-no al tópico”: “tal vez esto sea correcto en teoría , pero no sirve para la práctica”, que versa (di-cha segunda parte) sobre el Derecho político.

49 Y lo hace además en un tono que puede calificarse de escéptico (cf., Kant 1986: 56; Ak.,VIII: 310); comentaremos un poco más adelante la razón de dicho escepticismo.

50 Lo mismo, en las “Lecciones de Ética”: “de llevarse a cabo la propuesta del abad de SaintPierre sobre una federación cosmopolita, esto constituiría un notable avance del género humano,un verdadero hito en su camino hacia la perfección” (Kant 1988: 301; Ak., XXVII.1: 470); Cf.,también Kant 1994: 17; Ak., VIII: 26.

En la tercera parte de “En torno altópico: tal vez eso sea correcto en teo-ría, pero no sirve para la práctica”, queversa (esta tercera parte) sobre el Dere-cho internacional, Kant defiende tam-bién la perspectiva de un progreso delgénero humano hacia su perfecciónmoral. Señala como medios para man-tener y acelerar dicho progreso moral,en primer lugar, “la educación que de-mos a la juventud”, aspecto que en esteescrito Kant se limita simplemente amencionar49, y, en segundo lugar, la víadel derecho, como fundamento de lasrelaciones entre los Estados, que es elaspecto en el que Kant se centra aquí.En relación con esto segundo, desarro-lla la idea, ya mencionada por nosotros,de que los Estados, llevados, no por larazón, pero sí por las consecuencias quederivan del antagonismo mutuo, es de-cir, por “las continuas guerras”, se ve-rán forzados a seguir la vía del derecho,esto es, “a ingresar en una constitucióncosmopolita”; o al menos a instituir“una situación jurídica de ‘federación’con arreglo a un ‘Derecho internacio-

nal’ comunitariamente pactado” (Kant1986: 55-56; Ak., VIII: 310-311).

Kant está convencido de que mien-tras los Estados estén alzados en armaslos unos contra los otros se está obsta-culizando el progreso moral del géne-ro humano. Así en sus “Lecciones deÉtica”, tras afirmar que “el destino finaldel género humano es la perfecciónmoral”, se pregunta: “Ahora bien, ¿enqué tramo del camino se halla el géne-ro humano?” Y responde: “Si tomamosla parte más ilustrada del mundo com-probaremos que todos los Estados estánalzados en armas los unos contra losotros. Esto acarrea ciertas consecuenciasque obstaculizan el acercamiento porparte del hombre a ese fin universal dela perfección” (Kant 1988: 301; Ak.,XXVII.1: 470; Kant 1994: 17; Ak., VIII:26). Sólo cuando los Estados en sus re-laciones mutuas se atengan a la vía delderecho, podrá el género humano “pro-gresar siempre a mejor incluso en sen-tido moral” (Kant: 1986: 58; Ak., VIII:311)50. Sólo en una situación de pazduradera y universal podría esperarse,

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51 Y en las “Lecciones de Antropología” escribe: “En definitiva, por lo que al bien del mundose refiere, todo proviene de la educación” (Kant 1990: 92).

según Kant, que el Estado corriera conlos gastos de la educación, en vez dedestinar todos los recursos para la próxi-ma guerra (Kant 1994b: 98; Ak., VII: 92-93).

Kant expresa en más de un lugarque para “propiciar” la perfección mo-ral del género humano “no existe otrocamino” que el de la educación (Kant1988: 302; Ak., XXVII.1: 471)51. Peropara que la educación pueda convertir-se, de hecho, en un medio tal, hacenfalta aún dos cosas: una reforma de losEstados, enfocada hacia la consecuciónde la paz, y una reforma de la educa-ción, orientada hacia la configuracióndel carácter según principios morales; esnecesario además que los gobernantesmismos reciban una educación así en-tendida. La realidad de estas condicio-nes está lejos de ser un hecho y elloexplica, a mi juicio, el tono sensible-mente escéptico con el que Kant se re-fiere a la educación en algunos textos52,en los que a la vez deja constancia deuna gran confianza en la misma.

Así, en el escrito “Replanteamientode la cuestión sobre si el género huma-no se halla en continuo progreso hacialo mejor”, a la pregunta: “¿Cuál es elúnico orden de cosas en el que cabeesperar el progreso hacia lo mejor?”,responde: “Desde luego, no por el cur-so de las cosas “de abajo hacia arriba”,sino “de arriba hacia abajo”. Confiar enque gracias a la formación de la juven-tud (…) se llegue finalmente no sólo a

educar buenos ciudadanos, sino a edu-carlos para el bien —de modo que esatendencia pudiera mantenerse y progre-sar indefinidamente—, es un plan delque difícilmente cabe esperar el éxitodeseado. Pues no se trata únicamentede que, mientras el pueblo consideraque los gastos de la educación de lajuventud no han de correr por su cuen-ta sino por la del Estado, a éste no lequeda dinero suficiente para pagar unsueldo digno que permita a los maes-tros competentes consagrarse gustosa-mente a su tarea (…), dado que el Esta-do necesita destinar todos sus recursosa la guerra, sino que, por otra parte,toda esa maquinaria educativa carecede cohesión alguna, a menos que seponga en marcha conforme a un plantrazado por el poder supremo del Esta-do y se aplique uniformemente deacuerdo con esa directriz; para todo locual convendría que el Estado se refor-marse a sí mismo de vez en cuando y,ensayando la evolución en lugar de larevolución, progresara continuamentehacia lo mejor. Ahora bien, como quie-nes deben llevar a cabo esa educaciónson ‘hombres’ que a su vez han de sereducados para ello y teniendo en cuen-ta la fragilidad de la naturaleza huma-na, sometida a la contingencia de lascircunstancias que favorecen semejan-te resultado, es claro que la esperanzade su progreso sólo puede tener comocondición positiva una sabiduría supe-rior (que, cuando es invisible para no-

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52 Un poco más arriba, en una nota a pie de página, aludimos ya a este tono escéptico enuna referencia de Kant a la educación en su escrito “En torno al tópico” (Kant 1986: 56; Ak., VIII:310).

53 Nótese que aquí no menciona Kant la insociable sociabilidad, sino la educación (de losgobernantes), como medio para llegar a un orden político conforme al derecho y, por tanto, fun-dado en el contrato originario, que es la expresión en el terreno jurídico-político de la libertad oautonomía de la voluntad.

54 También en las “Lecciones de Antropología” se pronuncia Kant sobre las deficiencias de laeducación, al mismo tiempo que deja constancia de su confianza en la misma para el bien delmundo: “En definitiva, por lo que al bien del mundo se refiere, todo proviene de la educación,materia que el gobierno debería cuidar mucho más, atendiendo especialmente a la religión y a la

sotros, se llama Providencia), mas enrelación con el fomento de esa meta loúnico que puede esperarse y exigirsepor parte del ‘hombre’ es una sabidu-ría negativa, a saber, el darse cuenta deque la ‘guerra’ representa el mayor obs-táculo para la moralidad, siendo preci-so humanizarla poco a poco, para quecada vez sea un fenómeno menos fre-cuente y acabe por desaparecer encuanto guerra ofensiva, con el fin deabrir el camino a una constitución cuyanaturaleza, basada en auténticos prin-cipios del derecho, pueda progresar te-nazmente hacia lo mejor sin desmayo”(Kant 1994b: 98-99; Ak., VII: 92-93).

Y en las “Lecciones de Ética”, des-pués de haber afirmado que para pro-piciar la perfección moral del génerohumano no existe otro camino que laeducación, escribe: “Ésta ha de ade-cuarse a todos los fines de la naturale-za y de la sociedad, tanto civil comodoméstica. Sin embargo, la educaciónque recibimos en casa y en la escuelaresulta todavía muy deficiente, tanto enlo que concierne al cultivo del talento,de la disciplina y del adoctrinamiento,como en lo referente a la formación delcarácter con arreglo a principios mora-

les. Se piensa más en la destreza que enla intención de valerse bien de ellos.Mas, ¿cómo puede gobernarse un Esta-do de otra forma sin que sus dirigentesreciban una educación adecuada?Cuando la educación fuese encauzadaa desarrollar correctamente los talentos,se configuraría el carácter moral, puesdichos talentos terminarían por ascen-der hasta los tronos y los príncipes se-rían educados por personas diestras a talefecto. Hasta la fecha ningún príncipeha contribuido jamás en algo a la per-fección de la humanidad, a la felicidadinterior o al valor del género humano,ocupándose únicamente del floreci-miento de su Estado, que para él es lomás importante. Sin embargo, una edu-cación apropiada acabaría con esa cor-tedad de miras, les sensibilizaría anteuna fórmula contractual53 de carácterglobal. Una vez sentadas estas bases, laidea se propagaría hasta calar en el jui-cio de todos y cada uno de los hombres.No es el monarca el único que ha deser formado en esta idea, la cual ha deextenderse a todos los miembros del Es-tado, con objeto de que éste cobre so-lidez” (Kant 1988: 302; Ak., XXVII.1:471)54.

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moralidad, con el fin de mejorar al hombre.- Ahora bien, ellos mismos no se cuidan mucho deactuar conforme a leyes, puesto que, al tener el poder en sus manos, pueden imponer lo inmoralmediante la violencia. Por ello prefieren que en las escuelas se enseñe a leer, escribir y calcularbasando la educación en la religión antes que en el fundamento de la moralidad y su impronta”(Kant 1990: 92).

55 Otras veces, por ejemplo en un pasaje de las “Lecciones de Antropología”, Kant consideradirectamente, como el destino final del género humano, la instauración de una constitución civilperfecta o, lo que es lo mismo, un estado de paz universal; pero la idea es la misma: el reinadodel concepto moral del derecho. (Cf. Kant 1990: 92).

56 “La autonomía es, pues, el fundamento de la dignidad de la naturaleza humana y de todanaturaleza racional” (Kant 1973: 94; Ak., IV: 436); Cf. también Kant 1973: 101 ;Ak., IV: 440.

En suma, educación y paz son paraKant las dos condiciones de posibilidadde un progreso del género humano ensentido moral. Sólo bajo la condiciónde una educación orientada hacia laconfiguración de un carácter moral, estoes, fundado en el respeto a los concep-tos del deber y el derecho, y sólo bajola condición de un orden legal de losEstados perfectamente ajustado al dere-cho, podrá alcanzar la naturaleza hu-mana su máxima perfección posible,que es la perfección moral. Entonces“imperarán… la justicia y la equidad envirtud de una conciencia interna, y nopor mor de autoridad pública alguna”

(Kant 1988: 302-303; Ak., XXVII.1:471)55, es decir, en virtud de la autono-mía o capacidad autolegisladora de larazón humana, que constituye el hiloconductor que recorre toda la filosofíapráctica de Kant y que define tambiénsu concepto de Ilustración. Según supensamiento ético, y que se confirmatambién en su pensamiento filosófico-histórico y jurídico-político, el funda-mento de la dignidad del hombre esprecisamente su voluntad autolegis-ladora o la autonomía de su voluntad56;y no a otra cosa apunta la configuracióndel carácter, que es el nivel máximo dela educación en Kant.

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no se halla en continuo progresohacia lo mejor, en I. Kant, Ideas parauna historia universal en clave cos-mopolita y otros escritos sobre Filo-sofía de la Historia. Madrid, Tecnos.

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JOSÉ RAMÓN BUENO ABAD

CATEDRÁTICO DE UE. ÁREA DE PSICOLOGÍA SOCIAL. UNIVERSIDAD DE VALENCIA

FRANCISCO JOSÉ MESTRE LUJÁN

UNIDAD DE INVESTIGACIÓN DE PSICOLOGÍA COMUNITARIA. UNIVERSIDAD DE VALENCIA

R E S U M E N

ESTE TEXTO PROPORCIONA UN ACERCAMIENTO TEÓRICO EN EL QUE LOS GRUPOS SOCIALES

ADQUIEREN UNA NATURALEZA ACTIVA EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA REALIDAD SOCIAL. DES-CRIBE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN COMO ELEMENTO CARACTERÍSTICO EN LA ELABORA-CIÓN DEL PENSAMIENTO DE SENTIDO COMÚN, POR SU INFLUENCIA ACUMULATIVA SOBRE LA

INTERACCIÓN GRUPAL. DEBIDO A LA ACCIÓN DE LOS DIFERENTES GRUPOS REFLEXIVOS, LOS

MEDIA Y LAS INSTITUCIONES SOCIALES; LAS ACTITUDES, CONDUCTAS Y OPINIONES DE LOS SUJETOS

SE ENCUENTRAN ENMARCADAS EN REPRESENTACIONES COMPARTIDAS QUE TRANSFORMAN LOS

HECHOS SOCIALES EN PRÁCTICAS DE LA VIDA COTIDIANA. LA INFLUENCIA FUNDAMENTAL DE

LOS MEDIA SE PRODUCE A LARGO PLAZO SOBRE LOS VALORES CULTURALES Y SOCIALES. PARA

ENTENDERLA, RESULTA NECESARIO ARTICULAR LAS TEORÍAS COMUNICATIVAS Y LA TEORÍA DE

LAS REPRESENTACIONES SOCIALES. EL TEXTO SUGIERE QUE LOS EFECTOS DE LOS MEDIA Y SUS

RELACIONES CON LAS CONDUCTAS INDIVIDUALES IMPOSIBILITAN, PRESCINDIR DE UN ENFOQUE

INTEGRADOR DE METODOLOGÍA CUANTITATIVA Y CUALITATIVA PARA COMPRENDER DICHO FE-NÓMENO. FINALMENTE, SE RECOMIENDA ADOPTAR UNA PERSPECTIVA CRÍTICA ANTE EL CONTE-NIDO DE LOS MEDIA PARA DESLINDAR LA REALIDAD DEL PRODUCTO INFORMATIVO.

REPRESENTACIONES SOCIALESE INTERACCIÓN SOCIAL.

UNA PERSPECTIVA CRÍTICA SOBRE EL EFECTO DE LOS MASS MEDIA

El precedente teórico de las Represen-taciones Sociales

A menudo pensamos en nuestro en-torno a partir de una dimensión que sederiva del término “realidad objetiva”

en oposición a “realidad subjetiva”. Laprimera de ellas obedece a la existen-cia de un mundo externo a nuestra in-dividualidad, más allá de nuestra per-cepción sensible, que posee una natu-

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del individuo al seno de las elites mi-noritarias, proporcionando una visiónnegativa del hombre masa “que se sien-te bien, sintiéndose igual al resto”.

Sin embargo, la inversión definitivade conceptos vendrá de la mano deEmile Durkheim (1858-1917), al reali-zar un considerable esfuerzo a través desu obra, para fijar las bases de un mé-todo sociológico que tuviera una ampliacomprensión de lo social. El conceptode representación es situado en su obradentro de la esfera de la Sociología,abandonando la orientación psicolo-gicista de pensadores anteriores. Paraeste investigador francés, lo social estáconstituido de hechos observables queno pueden restringirse a una derivaciónde la naturaleza individual o a un pac-to social determinado, sino que obede-ce a la creación de algo nuevo, porencima de las individualidades subjeti-vas y que se expresa en su célebre con-cepto de “conciencia colectiva”. Estaconciencia colectiva son las represen-taciones, creencias y valores que segúnel autor cimientan y cohesionar la so-ciedad.

A diferencia de McDougall, Le Bony Ortega, en los que las redes socialesaparecen como masa irracional presio-nando siempre hacia la conformidad ya la homogeneización de la individua-lidad, Durkheim piensa que lo social essuperior a cualquier individuo y así lorefleja en Las Reglas del Método Socio-lógico (1895): “Como la superioridad dela sociedad sobre el individuo no essolamente física, sino también intelec-tual y moral, no se puede temer nada

raleza propia, una facticidad que noestá sujeta a la voluntad de nuestra vo-lición. A diferencia de ella, la realidadsubjetiva encarna la descripción decómo los seres humanos reaccionan alos hechos sociales según sus creencias,valores y opiniones. Sin embargo, lasociedad como lo objetivo y mensura-ble, el individuo como lo subjetivo yparticular, no son dos elementos de unarealidad compleja sino, más bien dosconceptos teóricos que ni siquiera tie-nen una naturaleza universal.

De hecho, hacemos ciencia con es-quemas un tanto románticos en los que,como resume Adorno (1973), “entendi-dos así, lo objetivo es a la larga, purosubjetivismo, arbitrariedad del científi-co social, irrealidad similar a la metafí-sica”. No obstante, es oportuno preci-sar que en la medida en que consen-suemos la existencia del binomio indi-viduo/sociedad, debemos hacer frente alas consecuencias reales de tal creencia.

Ya en 1920 McDougall, en su obraThe Group Mind, después de describircomo los grupos, las agregaciones so-ciales en forma de masas, rebajan ydenigran la naturaleza superior del in-dividuo, por ser portadoras de un pen-samiento irracional que se propaga através del contagio, reflexionaba sobrela gran aportación científica que signi-ficaría describir las relaciones entre in-dividuo, pensamiento simbólico y socie-dad. También las teorizaciones de Or-tega (1929) y Pareto (1967), aunque conmatices importantes, pertenecen a estecampo de reflexión. Ambos replieganlas características superiores y reflexivas

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del libre examen, con tal que se hagade él, un buen empleo” (1964[1895]:136).

La superioridad de lo social sobre elindividuo es la consecuencia de la ca-pacidad del pensamiento colectivo paracrear un mundo nómico previo al suje-to, que es interiorizado por este, a tra-vés del “hábito” generado en el proce-so de socialización. Por consiguiente, elsuicidio anómico no es para este autorun hecho exclusivamente individual ypatológico, sino que debe entendersecomo insatisfacción o falta de ajuste alas normas sociales, e incluso comoindicativo de anomia y disgregaciónsocial. Es así como las conductas indi-viduales no pueden entenderse sino apartir de la existencia de productos psi-cológicos netamente sociales y queconfluyen en esa “conciencia colectiva”que no es la suma de pensamientosindividuales, sino que adquiere especi-ficidad como construcción social de larealidad.

Pero el pensamiento de Durkheimgravita en torno a la importancia que leconcede a cómo la generación adultasocializa a la generación joven, a latransformación de individuos biológicosen individuos sociales al habituarlos auna serie de normas que provienen dela existencia de valores, creencias yopiniones, que son producto de las Ins-tituciones sociales que replican constan-temente el orden anterior. Sin embargo,si esto es así ¿por qué esa eterna insa-tisfacción de la generación adulta, alcomprobar como los jóvenes rechazaninvariablemente sus creencias y valores?

Más que una transmisión ordenada yhomogénea, este hecho evoca una con-tinua contestación del proceso por par-te de los individuos que se integran alas redes sociales. Se trata de un progre-so rupturista que se transmite, es con-testado y reconstruido nuevamente enla medida en que los adelantos tecno-lógicos y científicos generan nuevasformas de trabajo y de consumo y, portanto, de integración social. Nuevas for-mas relacionadas con la confrontacióny el desajuste entre las representacionessociales que de sí misma genera la so-ciedad, su base material y las institucio-nes de la vida cotidiana.

Durkheim había hecho referencia ados conceptos básicos para explicar estasituación: el hábito y la anomia. Noobstante, era preciso perfilar en detallecuáles son los productos que integranese pensamiento social y cuáles son losprocesos por los que actúa, más allá deun enfoque “orgánico” o normativo.Este esfuerzo vendrá de la mano de otroinvestigador francés, Serge Moscovici,quien en su tesis “El Psicoanálisis, suimagen y su público” (1976), despoja-rá a los presupuestos durkheimianos desesgos mentalistas, acuñando el concep-to de “representaciones sociales” y des-cribiendo los elementos que forman esepensamiento social, sus funciones, pro-cesos de sociogénesis, así como suscaracterísticas específicas.

La teoría de las Representaciones Socia-les

Para Moscovici, las opiniones, ideasy actitudes de los seres humanos no son

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ya una respuesta individual ante un es-tímulo social ni elaboraciones de unsujeto pasivo, sino que este sujeto seconvierte en activo constructor de larealidad social y también de la represen-tación de ésta. De hecho, la represen-tación social no solo supone una res-puesta, sino que en ella misma esta yaprefigurada la construcción del propioestímulo, como resultado de lainteracción grupal de una comunidadpropositiva, activa y reflexiva.

“La elaboración por parte de laComunidad de un objeto social con elpropósito de actuar y comunicarse” esuna de las definiciones de las Represen-taciones Sociales que sugiere Moscovici(1976), donde se evoca el hecho de queéstas son siempre elaboraciones de gru-pos reflexivos, es decir, grupos socialesque se identifican con determinadospostulados, creencias o valores que losdefinen como grupos homogéneos yque permiten su identificación por par-te de los exogrupos con los cuales inte-raccionan (Moscovici 1984). Por ello,las representaciones sociales no se de-finen por sí mismas en tautológicas ex-plicaciones circulares, sino que requie-ren la acción de agentes sociales pro-positivos en los que reside su génesis ydesarrollo, por lo que no todo contactosocial genera una representación socialsi no contiene un determinado objetode significación con importancia social.

Las dimensiones y elementos constituti-vos de las Representaciones Sociales

Los elementos de una representa-ción social se describen como proposi-

ciones, reacciones y evaluaciones quese expresan en un universo de opinio-nes propio de cada grupo social. En estesentido, habrá tantos universos de opi-niones como clases, grupos o mentali-dades existan en la Comunidad. Lo so-cial por tanto, no sólo es la acción desus instituciones sino que también im-plica un “representar” o construcciónsimbólica del sentido que se le asignaa dichas instituciones, derivado de losheterogéneos contextos sociales en losque los individuos se ubican. Ese senti-do se expresa a través de valores, opi-niones, creencias, informaciones, imá-genes, actitudes, categorías, esquemas,estereotipos o juicios, los cuales hansido mencionados por diferentes inves-tigadores como los elementos concre-tos que componen una representaciónsocial (Moscovici 1976; Herzlich 1975;Hewstone 1982; Ibáñez 1988).

Por tanto, denominamos representa-ción social a todos estos componentessimbólicos que interactúan entre sí através de una estructura dimensionalpropia y que define así un objeto conrelevancia social. De este modo, el su-jeto se apropia, explica e integra la in-formación social ambigua o novedosaen su propio marco cognitivo para de-volverlo a la interacción grupal y sim-bólica.

Moscovici (1976) identifica tres di-mensiones existentes en mayor o menorgrado en toda representación: la actitud,la información y el campo de represen-tación. La actitud es citada como elcomponente unidimensional valorativode la representación. Es un marco de

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tendencia conductual, derivado de laimplicación emocional que los sujetoso grupos establecen con el objeto so-cial elaborado. El componente actitu-dinal de la representación actúa aún enlos casos en los que los sujetos no po-seen información suficiente sobre elobjeto social, impulsándoles a la acciónsegún la intensidad y significación de suvaloración y cercanía emocional. Así,las actitudes individuales se generaríanen un marco social más amplio, dondeel juicio emocional es reelaborado yasumido por el sujeto, de acuerdo conlas expectativas provenientes de sus gru-pos de referencia, el marco de valoresideológicos, las creencias y los para-digmas científicos dominantes (Kelley yMichela 1980). De hecho, estas repre-sentaciones sociales operan de mododialéctico, siendo el medio por el quela información social moldea e influyelos esquemas actitudinales del sujeto(Ajzen y Fishbein 1980; Furnhan 1984;Fehater 1985; Budd y Spencer 1985),creando lo que se ha venido en etique-tar como procesos de influencia de lasrepresentaciones sociales sobre lossesgos de la cognición social (Paez1986), por los que se posibilita quedeterminadas creencias y actitudes seancompartidas culturalmente por sujetosde diferentes grupos y clases sociales(Hewstone 1989; Furnham 1982).

Sin embargo, las representacionessociales no se constituyen exclusiva-mente a partir de su componente valo-rativo, sino que estas actitudes compar-tidas están mediadas, tanto en su con-tenido como en su manifestación social,

por la información que los seres huma-nos poseen de un determinado fenóme-no social significativo. Esta informaciónmodula y organiza el contenido de larepresentación. Así, la cantidad y cali-dad de la información que un grupopuede tener sobre un hecho social de-termina el contenido simbólico de larepresentación. La accesibilidad al co-nocimiento científico, a los Medios deComunicación, al contacto cara a cara,el tipo de liderazgo ejercido en los gru-pos, o las ideologías y creencias impli-cadas en la recogida, interpretación ydifusión de la información, determinancualitativamente la representación delobjeto social. Es aquí donde reside laimportancia de los Media como distri-buidores y generadores de conocimien-to, y donde se engarzan con el conte-nido y peculiaridad de las Representa-ciones Sociales, como aspectos ambos,característicos de las sociedades actua-les que no ha tenido parangón en lahistoria pasada de los grupos humanos.

La información en manos de losMedia no solo modifica el contenido delas representaciones sociales sino que através de la presión a la conformidad(Noelle-Neuman 1995), pueden gene-rar una espiral de silencio, capaz deminimizar creencias, opiniones y con-ductas en el marco social o de cristali-zar categorizaciones y estereotipos so-bre los hechos sociales, que los gruposasumen como marco de referencia sim-bólico intergrupal.

De hecho, la importancia de losMedia ya fue puesta de manifiesto enlos trabajos pioneros de Allport en 1924,

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quien señaló que las estimaciones de laspersonas sobre los objetos sociales sue-len ser incorrectas a causa de su sobre-estimación en los Media, y mencionóla importancia de la prensa, el rumor yla proyección social (percepción cua-siestadística del sujeto, sobre cuales sonlas opiniones y actitudes mayoritarias),como elementos fundamentales de lasopiniones y actitudes compartidas so-cialmente (Noelle-Neumann 1995).

Por último, el campo de representa-ción supone el concepto más caracterís-tico de la representación, ya que las ac-titudes y el proceso de informaciónmedial no son novedosos en los tópicosde la Psicología social. En cualquier caso,Moscovici señala la interacción de estostres elementos y apunta al campo de re-presentación como el verdadero núcleoorganizador y descriptivo de la represen-tación social. De hecho, las categoríassemánticas que lo forman, nos ayudan aevaluar el sentido social de la represen-tación, así como los grupos implicadosen su génesis y mantenimiento.

Un hecho social, como la enferme-dad o la salud, el matrimonio, la dro-gadicción o el SIDA puede tener dife-rentes representaciones sociales queguían las conductas y juicios de lossujetos. El Campo de Representaciónresulta fundamental en estos casos, paraque a través de técnicas de análisis decontenido, por ejemplo, podamos dis-criminar la atribución de sentido domi-nante que le es atribuido a dicho fenó-meno por los grupos sociales.

Esta estructura representacional estaconstituida por un núcleo figurativo al-

rededor del cual se organiza el resto deelementos periféricos. Este núcleo con-fiere significado e integra el resto deconceptos, constituyéndose a través delproceso de objetivación. Los elementosdel sistema periférico serán más propi-cios al cambio o no, según la intensi-dad de su relación con este núcleosemántico central (Abric 1994). Estemismo autor señala la función genera-triz y organizadora del núcleo centralcuya característica más saliente es do-tar de estabilidad al sentido atribuido auna representación social.

La organización interna del Campose estructura a través de esquemas queentrelazan los elementos de la represen-tación y permiten explicar la variabili-dad individual dentro de una represen-tación determinada (Flament 1989), yque se relacionan con variables comosexo, edad, profesión o posición social,implicación y cercanía emocional oideológica hacia el objeto representado.

Los procesos específicos de la represen-tación como objeto social

Lo que hace específica a la represen-tación social y la diferencia de otros ob-jetos sociales como las ideologías son losdos procesos básicos por los que las teo-rías de la ciencia, las creencias y las opi-niones elaboradas por los grupos socia-les y difundidas por los Media, se trans-forman en saber popular y que en la for-mulación original de la teoría, se identi-ficaron como: objetivación y anclaje (Fig.1). La objetivación se refiere a la trans-formación de conceptos extraños, ambi-guos o inaprensibles, en imágenes cer-

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canas, conocidas y compartidas por lossujetos. Se trata de reabsorber un exce-so de significados, materializándolos.Los mecanismos que actúan en este pro-ceso son la descontextualización, latransformación icónica y la naturaliza-ción de la información (Jodelet 1986).

La descontextualización reduce ysimplifica la información disponible eli-minando parte de la información reci-bida. Así, el contexto de las nuevas in-formaciones desaparece y se concentraen imágenes sociales (transformaciónicónica), que fundamentalmente resu-men, no la importancia real del objetocomunicado, sino los rasgos identifica-dos como importantes por el cuerposocial (Palmonari y Doise 1986).

Por último, la naturalización se pro-duce al sustituir los conceptos en enti-dades físicas, de modo que lo simbóli-co pasa a ser realidad objetiva, reificada.No percibimos la noción como un con-junto de informaciones sino como unaentidad real, independiente y ontolo-gizada. Sin embargo, no debemos en-tender este hecho como parte de unadegeneración de conceptos prístinosque van perdiendo su pureza, hastaderivar en una imagen imperfecta deloriginal, como proceso inherente a ladevaluada cultura popular, ya que lasrepresentaciones sociales son realmen-te construcciones sociales nuevas, sobreconceptos que también son expresadosy originados a partir de la interacciónsocial y donde los agentes sociales, eru-ditos o no, trasmiten símbolos, cada unosegún sus conocimientos, cada uno se-gún su lenguaje.

El anclaje es el otro proceso por elque actúan las representaciones socia-les. “Proteico” para Moscovici, excesi-vamente dúctil para otros investigado-res, supone en parte, el proceso de in-tegración cognitiva por el que los nue-vos conceptos son insertados en una redpreexistente de significaciones indivi-duales. Por ello, el anclaje se relacionacognitivamente con procesos de inferen-cia y categorización social.

A través del anclaje, se elabora laasignación de significado de la repre-sentación social. La función del ancla-je es, por tanto, acomodar las transfor-maciones que el objeto representadocausa y asume a la vez, a partir de laestructura representacional existente enel individuo y en su contexto. Pero a suvez, de este proceso emerge la fun-cionalidad de lo representado en cuan-to a su instrumentalización social. Pues-to que toda representación es un ma-nual de conocimiento práctico, la ins-trumentalización, determina la funcio-nalidad social de la misma y legitima losprocesos de categorización social(Moscovici y Vignaux 1994; Rouquette1994; Wagner y Elejabarrieta 1995). Laconsecuencia que se deriva de dichautilización es el hecho de que las repre-sentaciones sociales no sólo expresanrelaciones sociales, sino que también lascrean y transforman (Jodelet 1986).

Las funciones de las RepresentacionesSociales

Si anteriormente mencionábamosnuestras objeciones al pensamiento deDurkheim por su excesiva centralidad

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en lo formal y lo institucional, frente ala acción significativa de los grupos so-ciales, que a nuestro juicio, es realmen-te la característica constitutiva de lassociedades humanas, parece incon-gruente señalar insistentemente las fun-ciones sociales de las representacionessociales. Sin embargo, cuando aludimosa las mismas en este contexto, nos re-ferimos esencialmente a la representa-ción como proceso simbólico, donde laactividad de los grupos sociales en laformación de las mismas, denota pre-cisamente la importancia de su signifi-cación para la construcción intergrupalde la realidad, cuyas características másimportantes han sido señaladas ya pordiferentes investigadores (Ibáñez 1988;Paez 1986; Jodelet 1986; Abric 1993;Bueno Abad 1997a).

En primer lugar, es destacable elpapel de las representaciones socialesen la conformación de la comunicaciónsocial. Esta depende de un sistema sim-bólico cotidiano a los interlocutores,pero también estos deben participar deun fondo común representacional sobrefenómenos sociales compartidos. La

transformación o perdurabilidad de loscontenidos del discurso social dependepor tanto, de la capacidad de las repre-sentaciones sociales de integrar la infor-mación nueva o ambigua que resulterelevante para los individuos o grupos.

En un sentido bidireccional, las re-presentaciones sociales también estánpresentes en los procesos de formaciónde las identidades grupales y persona-les y por tanto en la configuración yobjetivos de los agentes sociales. Así, larepresentación de un objeto socialorienta nuestra valoración y conductasobre el mismo (Fig. 2). Nos proporcio-na el marco informativo y valorativosuficiente sobre la asignación de senti-do grupal, sobre el que construir nues-tras actitudes y conductas en interaccióncon el entorno social (Moscovici 1976).

El yo que percibe se encuentra su-mergido ante una heterogeneidad caó-tica de significados a los que debe asig-nar un sentido práctico, aunque solo seapara despreciar posteriormente su signi-ficación. Los conocimientos obtenidosen la socialización primaria, aquellosprovenientes de los universos simbólicos

Fig. 1. Esquema descriptivo de las Representaciones Sociales según Moscovici (1976).

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de sus grupos de referencia, su percep-ción de las opiniones mayoritarias y mi-noritarias del entorno social, y el ordende importancia, centralidad y continui-dad temática determinada por la agen-da informativa de los Media, generan unapresión constante, aunque heterogénea,a la inferencia, en la que solo laobjetivación y el anclaje de la informa-ción procesada, es decir, el convertirtodo ello en su representación, permitea las personas, valorar, tomar postura yenjuiciar un determinado fenómeno so-cial, generando así, un producto de do-ble dirección: la creación o refuerzo derepresentaciones e interacciones socia-les y el ejercicio de una determinadaidentidad individual, que de este modose torna también, en identidad social.

En lo que se refiere al cambio so-cial, es obvio que a través de los pro-cesos de comunicación social, lascreencias y valores atribuidos a un ob-jeto social se transforman y se enrique-cen con conceptualizaciones, valores ycreencias de otros grupos, creando di-ferentes representaciones sociales de larealidad, de manera dinámica y consus-tancial a la actividad económica y cul-tural. (Brewer y Cramer 1985; Doise1973, 1984; Jaspars y Hewstone 1984).Como consecuencia de lo anterior, elconflicto entre grupos no sólo se da porla acumulación de privilegios o recur-sos, sino que también se produce en elcampo de las imágenes sociales quecada fuerza es capaz de transmitir de larepresentación de sus objetivos, inten-

Fig. 2. Los Media como creadores y potenciadores de los procesos de Objetivación y Anclaje repre-sentacional. Ejemplo de Representaciones Sociales en la prensa escrita sobre los trastornos men-tales, según ideología medial y contenidos de la ciencia, sobre 1.115 noticias (1997-1998) (Mestre2002).

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ciones y métodos. Son por ello, proce-sos de comunicación que por su carác-ter social influyen en la preservación oel cambio de los sistemas de creenciasexistentes y por tanto, en la conserva-ción de los actuales grupos de poder osu sustitución, así como en la variabili-dad de un determinado orden simbóli-co y cultural dominante (Ibáñez 1988).

Perspectivas de la investigación en elcampo de las Representaciones Socia-les

Dentro de las tres dimensiones se-ñaladas originalmente como integrantesde toda representación social, sin dudala noción de campo de representaciónes la que ofrece una mayor oportunidadde análisis novedoso y más clara espe-cificidad del concepto de representa-ción social. De hecho, gran parte de lasinvestigaciones realizadas hasta la fechase enmarcan en este ámbito. Por ello,ha servido para realizar, entre otras cla-sificaciones (Jodelet 1986; Martínez yGarcía 1992), una determinada ordena-ción de las investigaciones realizadas eneste campo. El análisis del campo derepresentación nos informa de todosaquellos elementos que, influidos por lacultura, historia e ideología de los gru-pos humanos son recogidos en la mis-ma. En este contexto, las representacio-nes sociales aparecen como un produc-to de la interacción de grupos socialesy su anclaje en un campo de nocionesy conceptos preexistentes (Kaes 1968;Herzlich 1969; Doise 1973, 1984; Mos-covici 1976; Jodelet 1979; Lipiansky1979; Bourdieu 1980; Hewstone 1982;

Potter y Litton 1985; Di Giacomo 1987;Madrigal 2001; Mestre 2002).

Junto a este enfoque, nos encontra-mos con aquellas investigaciones que seacercan a las representaciones socialescon el objetivo de determinar cual es sunúcleo y estructura interna. Bueno Abad(1997b) nos describe esta doble vertien-te de la investigación, señalando que noson opuestas entre sí sino complemen-tarias, ya que la información recogidaen ambas áreas, sin duda, nos informade dos aspectos diferentes del mismofenómeno. El autor identifica ambosacercamientos, bien como investigacio-nes centradas en el campo de represen-tación, que utiliza un acercamiento decorte sociológico, etnológico ypsicosocial a través de cuestionarios,entrevistas y análisis de los Media, obien centradas en el núcleo de la mis-ma. Las investigaciones sobre la rela-ción entre la conducta y las represen-taciones sociales suelen pertenecer aeste último campo de investigación,entre las que podemos citar los traba-jos de Abric (1971, 1984, 1989), Ap-felbaum (1967), Codol (1970 a y b) yFlament (1971,1979).

No obstante, la investigación cien-tífica todavía debe dilucidar con preci-sión algunos aspectos que obligarán sinduda a reformular la teoría, como es elcaso del consenso en los llamados gru-pos reflexivos, los mecanismos desociogénesis y dinámica de cambio delas representaciones, su contexto histó-rico con relación al campo representa-cional y sus conexiones con los proce-sos cognitivos. Pero también es necesa-

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rio que estas investigaciones se produz-can desde la interdisciplinariedad comoelemento absolutamente imprescindibleen esta área de investigación, siendoconscientes de que este diálogo modi-ficará presupuestos teóricos y metodo-lógicos dotándolos de nuevos significa-dos. Este es el caso de las Ciencias dela Información, donde al aplicar susmodelos a esta área de investigación, nohablamos ya, cuando nos referimos alimpacto de los Media, de “audiencias”o “públicos” determinados, sino decambios simbólicos y sociales. Ni tam-poco nos referimos ya a estudios admi-nistrativos sobre el numero de especta-dores o votantes y sus opiniones, sinoa los efectos acumulativos sobre la po-lítica en sí, sobre la totalidad de la po-blación, en la que el contenido de losMedios genera diferencialmente repre-sentaciones sociales y por tanto cam-bios en la conducta grupal e individual.

Por lo que es oportuno exponer, almenos someramente, algunos de losmodelos que describen estos cambios alargo plazo desde la teoría de la Infor-mación y que han supuesto el abando-no paulatino de la teoría informacionalclásica y el auge de estudios de cortecrítico y culturalista así como las con-secuencias que de ello se derivan sobrela conexión entre Medios y Represen-taciones Sociales.

Medios de Comunicación y Represen-taciones Sociales

Hasta la década de los setenta, elestudio sobre los Medios de Comunica-ción se había centrado sobre todo en

sus efectos a corto plazo, es decir, comoacertadamente señala Wolf (1996) sobrelos presupuestos enumerados porSchulz (1982), a saber: a) los procesoscomunicativos son asimétricos, un su-jeto activo emite el estímulo y el sujetoafectado por el mensaje reacciona; b) lacomunicación es individual, por lo quelo individual se convierte en el objetode estudio; c) el comunicador apunta aun efecto concreto y de manera siem-pre intencional; d) por último, los efec-tos son episódicos y por tanto aislablese independientes.

Sin embargo, las investigacionesrealizadas hasta la actualidad han pues-to de manifiesto que “las comunicacio-nes no median directamente el compor-tamiento explícito; más bien tienden ainfluenciar la forma con la que el desti-natario organiza su propia imagen delcontexto social” (Roberts 1972: 361). Eneste sentido, se han hecho algunosacercamientos importantes sobre comolos Media influyen en los procesos ideo-lógicos, de consenso social, de presióna la conformidad o de cómo las rela-ciones intergrupales se encuentran in-fluidas respecto al conflicto, fragmenta-ción y cohesión grupal.

McQuail y Windhal (1997) hanmencionado algunos de los más signi-ficativos al referirse al modelo de culti-vo (Gerbner et al. 1979; Morgan y Sig-norielli 1990), al modelo de la espiralde silencio (Noelle-Neumann 1995) y almodelo de Agenda Setting (McCombs yShaw 1976). El análisis de cultivo sebasa en el paradigma científico de“indicadores culturales” que investiga

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los procesos institucionales subyacentesen la producción del contenido de losMedios, el contenido mismo y la rela-ción entre exposición a la informacióny las creencias y conductas de los gru-pos sociales. De hecho, los mensajes delos Media tienen mayor influencia cuan-do se acercan a la experiencia y a losintereses personales y son consecuen-tes con las normas y el comportamien-to social (Rogers y Shoemaker 1971;Gerbner et al. 1986; Perloff 1993).

El efecto medial se produce comoconsecuencia de la acumulación gra-dual a la exposición de mensajes quegeneran una serie de creencias sobre elmundo real que en realidad respondena la visión estereotipada, fragmentaria ysistemática de un entorno simbólicomediático, que proporciona patrones deconducta y creencias sobre situacionesde la vida real, aproximando con elloambos mundos dentro de una percep-ción cada vez más virtual e irreconoci-ble en sus diferencias y manteniendouna influencia reciproca entre los Me-dia y la realidad social. El resultado fi-nal se traduce en la existencia de repre-sentaciones sociales comunes, dondelos valores periodísticos sobre la validezinformativa de los hechos sociales soncompartidos por periodistas y usuariosde los Media (Katz, Adoni y Parness1977). Los estudios realizados al efectodesde esta teoría mantienen que cuan-to más consistente y coherente sea elapoyo del contexto familiar y de refe-rencia grupal con los contenidos de losMedia, mayor será su influencia sobreel sujeto.

La espiral de silencio se deriva de lasformulaciones iniciales de Allport (1937)que describían las actitudes individua-les como resultado de la percepciónque los sujetos tienen de la opinión ma-yoritaria del cuerpo social. Para NoelleNeumann (1995), existe una interacciónconstante entre la comunicacióninterpersonal en las redes sociales, laexpresión de la opinión y actitud per-sonal y la percepción que las personastienen del clima de opinión dominan-te. En este caso, los Medios de Comu-nicación resultan un factor de sumaimportancia. De hecho, si una opiniónpredomina en los Medios, se sobresti-mará este punto de vista. Esto generauna espiral en que los grupos socialespor temor al aislamiento, experimentanla presión a la uniformidad y a esque-mas de pensamiento social unidimen-sionales. Esta investigadora ha compro-bado empíricamente como las tenden-cias de los Medios preceden a un cam-bio en la opinión pública que a su vez,precede a los cambios de actitudes, porlo que los mensajes de los Media equi-valdrían a una profecía autocumplidade la realidad social a partir de la ex-pectativa de los sujetos sobre las con-ductas y opiniones difundidas medial-mente como hegemónicas.

Por último y en relación con losmodelos anteriores, la hipótesis de laAgenda Setting está alcanzando un re-novado crecimiento y extensión de suspostulados que en síntesis describencomo la interacción social se encuen-tra influida por aquello que es exhibi-do por los Media. La información me-

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dial presenta una centralidad sobre loque es importante o debe ser ignorado,lo inserta en un orden concreto quesugiere las prioridades sobre lo que sedebe hablar, e implanta todo ello den-tro de las categorías validas y defini-torias de lo real. Así, determinados con-tenidos van deslizándose persistente-mente a lo largo de diferentes Medios,creando un efecto de primacía, acu-mulativo y tendente a la uniformidad.Además, ante este proceso la subjetivi-dad del periodista se ve mermada porel hecho comprobado de que personascon diferentes puntos de vista y expe-riencias coinciden en elaborar reporta-jes muy similares si trabajan dentro delas mismas líneas de tratamiento de lasnoticias (Epstein 1973, 1975).

De este modo, los sujetos aprendencontenidos, para también y de mayorimportancia, el sentido simbólico ycategorial que los expresa, que en sucalidad para el desarrollo de contactossociales en la interacción grupal,devienen de la agenda temática medial.Esto se logra gracias al grado de acumu-lación, consonancia y omnipresenciacaracterísticas de las organizacionesmediáticas para la selección, distribu-ción y difusión de contenidos informa-tivos, que suelen preceder, según losautores, a los procesos grupales de cam-bio de actitudes, creencias y hábitossociales (McCombs y Shaw 1976).

Algunos de los efectos negativosimplicados en la influencia de los Me-dia y que además de tener su origen enla producción mediática, responden enbuena medida a los procesos de repre-

sentación social, han sido destacadospor los estudios de corte culturalista ysocial sobre el impacto de los Mediossobre la población. Así, los hechos apa-recen descontextualizados y naturaliza-dos, lo que se muestra parece lo natu-ral, mistificado, con la consiguiente vi-sión reforzada de que el orden social esnatural, inevitable y no modificable(Golding y Elliott 1979). Esto es facili-tado por el hecho de que los Media raravez enfocan su información desde losocial, sino casi siempre en términos demotivaciones humanas y acción indivi-dual (Curran et al. 1980; D’Acci 1994).

Lo disidente se estigmatiza, los gru-pos protestantes aparecen como algoamenazador para la mayoría y contra-dictorio de la normalidad (Halloran etal. 1970); se criminalizan las accionesde oposición popular (Hall 1974, 1977;Morley 1981; Glasgow University Me-dia Group 1976). Las minorías y disi-dentes se presentan dentro de un mar-co hostil (Glasgow University MediaGroup 1976; Hallin 1986). Young(1978) describe una representación es-tigmatizada y delictiva para los droga-dictos y Wathney (1987) llega a pareci-das conclusiones sobre la imagenmediática de la homosexualidad. Así,informes mediáticos sobre el SIDA deaquel momento movilizaron la hostili-dad hacia homosexuales, y la homo-fóbia (Wathney 1978; Kitzinger 1993).

Beharrell y Philo (1977) analizaroncomo las protestas sindicales se enfoca-ban fundamentalmente como irrazona-bles y vulneradoras del desarrollo eco-nómico, ante una patronal siempre dis-

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puesta al diálogo. Golding y Middleton(1982) describieron como los programassobre defraudadores del sistema de pres-taciones sociales, no ilustraban aquellospensionistas con derecho a prestacióny que, sin embargo, no la solicitaban.Las consecuencias simultáneas a estacampaña fue la predisposición de laopinión pública a la aceptación de po-líticas de recorte del gasto en prestacio-nes sociales.

Los mensajes mediáticos favorecíanel patriarcado (Sharpe 1978; Tuchman1978) y apoyaban visiones de género,clase y etnia desde la dominación(Parenti 1993; Downing 1980). Del mis-mo modo, los estudios sobre los men-sajes mediáticos favorecían la existen-cia de creencias y estereotipos racistasen Inglaterra, desde un esquema desubordinación y exclusión social (Dijk1991; Troyna 1981; Hartmann y Hus-band 1974).

Todos estos estudios demuestran laexistencia de un discurso medial queentiende la diferencia social fundamen-talmente desde la hipérbole, acrecen-tando las características negativas de losfenómenos de diferencia, exclusión odisidencia como constitutivas de unarealidad ontologizada.ƒEstos enfoqueshan supuesto en la práctica, un mayorinterés en el análisis de los efectos di-rectos y a largo plazo, respecto a la in-vestigación de los efectos inmediatossobre la conducta individual y la utili-zación de metodologías integradas, tan-to en su aspecto cualitativo como cuan-titativo, así como la subordinación delanálisis de las actitudes y opiniones

grupales frente el análisis crítico y cul-tural de los efectos mediáticos, orientan-do la investigación hacia el conocimien-to de los procesos por los que los sereshumanos modifican su representaciónde la realidad social (Noelle-Neumann1983).

De hecho, Gurevitch y Levy (1986)han demostrado que tanto “la audien-cia” como los periodistas poseen meta-mensajes preexistentes por los que sonreunidas, procesadas y decodificadas lasinformaciones de los Media. Los auto-res mencionados denominan a estosmetamensajes “marcos de significado”o “teorías tácitas”, que enmarcan lacomprensión de los sucesos del mundoreal. De este hecho se deriva necesaria-mente una premisa inicial, en el reco-nocimiento de la necesidad de integra-ción entre Teoría de las Representacio-nes Sociales y análisis de los Media:

La necesidad de que la investigaciónsobre las actitudes y opiniones se tratendentro del contexto teórico de las Re-presentaciones Sociales, como elemen-tos de las mismas, cuando dichas inves-tigaciones se refieran al contenido, di-fusión y efectos de la información Me-dial como procesos de influencia social.

Otro aspecto crucial de la teoríaMedial, es aquel que hace referencia altipo de efectos producidos por los Me-dios. Si en un principio se trataba deexploraciones sobre universos de opi-niones y actitudes compartidas, en estemomento la preocupación común sonlos efectos sobre la cognición.

El tipo de efecto se desarrolla sobrelos sistemas de conocimiento que el

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individuo estructura establemente(Rouquette 1997) como resultado delconsumo de la comunicación de masas.Es, por tanto, un efecto cognoscitivo deorigen social y representacional, en tan-to que genera nuevos marcos de signi-ficado. Las representaciones sociales ylas ideologías, como marcos simbólicossignificativos y estables de los queemergen las actitudes y opiniones indi-viduales, estarían siendo afectados porla información Medial y con ello, lapropia estructura social y las relacionesintergrupales.

Golding (1981), haciendo referenciaa esta cuestión, elabora un modelo quepermite identificar los efectos diferencia-les de los Media, de acuerdo con latendenciosidad y los afectos a corto ylargo plazo de los mismos, en el que ladistribución de conocimientos estaríainfluida por la política del Medio. Sinembargo, el control social, la socializa-ción, la definición de la realidad y elcambio institucional y cultural resulta-rían afectados por la ideología mediá-tica. De este contexto se deduce unasegunda premisa :Las representacionessociales asumen en su contenido opi-niones, actitudes e ideologías comoproductos de la interacción social quese transforman en elementos cognitivosa través de los procesos de objetivacióny anclaje. Las propias representacionesposeen una naturaleza social estable apartir de la existencia de un núcleo es-tructurante y un campo de significados.Por lo que los efectos a largo plazo delos Media, como proceso socialcog-nitivo, indisolublemente forman parte

del campo teórico de las Representacio-nes Sociales.

Otro de los aspectos cruciales quesobresalen por su significación en elestudio de los Mass Media, se refiere alarco temporal donde se producen losefectos mediáticos. Ya no es posibledeterminar el efecto de un mensajeconcreto y rastrearlo de manera puntual.Los efectos, por su carácter social, solopueden entenderse como efectos a lar-go plazo y por tanto insertos en un sis-tema precedente de significados y a lainteracción social simultanea a este pro-ceso (Wolf 1996; McQuail 1999), gene-rando con ello unos efectos acumula-tivos y a largo plazo, donde todos losproductos sociales interactúan en laconstrucción de la realidad social. Ladificultad de este análisis es obvia sipretendemos fijar estos efectos con re-lación a la conducta humana en uncontexto social complejo. Sin embargo,las representaciones sociales, nos brin-dan el marco teórico adecuado paraestablecer las relaciones entre los pro-ductos cognitivos y la conducta indivi-dual, proporcionando conceptos que sesitúan precisamente entre lo social y loparticular, entre los cambios cognitivosy su plasmación en campos de repre-sentación aceptados socialmente y sig-nificativos para las personas y los gru-pos de los que emergen y construyen.Por lo que resulta necesario puntualizaruna tercera premisa en la tarea de acer-camiento entre la teoría representacio-nal, el análisis Medial y la conductasocial: El estudio de los efectos mediá-ticos como proceso social atañe, tanto

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a la interacción grupal como a las con-ductas individuales en un proceso alargo plazo que no se refiere exclusiva-mente al análisis de actitudes individua-les ni tampoco a volátiles estados deopinión pública. Este hecho hace perti-nente el abordaje de estos efectos comoun producto temporal y recurrente que,sin embargo, no nos informa de unacaracterística social intrínseca, sino másbien, de la cambiante dinámica socialen un momento dado. Esto es, de la so-ciogénesis y transformación de las re-presentaciones sociales respecto a undeterminado objeto social y de las con-ductas y actitudes individuales de lossujetos, con cuyo objeto social guardanuna relación dinámica de significación.

Por último, existe un elemento apor-tado por los estudios sobre los Mediosde Comunicación, que en parte se ori-gina de las reflexiones anteriores y ata-ñe al marco disciplinar y al enfoquemetodológico que permita abordar lacomplejidad de la tarea que acabamosde describir en sus líneas generales. Dehecho, nos encontramos ante un con-texto de análisis que permite analizar lasconductas individuales en un marcosocial de significados que son produc-to y proceso a la vez, que deben ras-trease en un contexto cultural determi-nado y cuyos efectos se determinan porigual en el campo de la interacciónsocial y medial. Además, dichos efec-tos se producen de manera directa eindirecta, a corto y a largo plazo, en losque participan señaladamente variablescognitivas y sociales. Esto implica nece-sariamente tener en cuenta procesos

como el de individualización y catego-rización social, pero también variablessociales como los sistemas tecnológicos,burocráticos e institucionales, lo queevidentemente hace necesaria la coope-ración entre diferentes disciplinas, abor-dando cada una de ellas su particularobjeto de estudio, pero manteniendouna fluida conversación que deberíaestar exenta de rígidos formalismos oposiciones “territoriales”.

No solo esta necesidad se traduceen una integración teórica sino tambiénen una integración metodológica entrelo cuantitativo y lo cualitativo más alláde una mera adición, sino más bien,como ya fuera utilizado por Adorno(1973), es decir, como la manera idó-nea para la autocorrección y depura-ción de las hipótesis y resultados de laactividad investigadora. Desde este pun-to de vista, no existen síntesis ilusorias,sino acercamientos que permiten tomarel pulso de ese fluir social, que posibi-litan la reconstrucción comunicativa dela racionalidad social y que tan difícilse le hace al positivismo con sus gene-ralizaciones y apriorismos que acabanpor ser tautológicos. En este contexto escomo debe entenderse que una inves-tigación social no se sostiene si no sesimultanean las perspectivas cuantitati-vas y cualitativas (Rodríguez Ibáñez1989; Bueno Abad 1999). La recogidade la información a través de cuestio-narios o entrevistas, a fin de recogeractitudes y opiniones individuales paraluego generalizarlas como parte de unarepresentación social, devienen indefec-tiblemente en una proyección de los

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propios axiomas y principios del inves-tigador, puesto que los mismo gruposanalizados son seleccionados de mane-ra opinática, de lo que es imposiblegeneralizar nada. Por otro lado, el aná-lisis cuantitativo de los Medios de Co-municación nos dará frecuencias y por-centajes sobre ítems y categorías, perosin relacionar dichas categorías con elcontexto y sentido social en el que apa-recen, estos elementos se quedan enmuestras administrativas de un determi-nado fenómeno, que sin un examencualitativo y una perspectiva crítica so-bre la significación social de la activi-dad de los grupos humanos, vuelve denuevo, paradójicamente, a permanecermoldeable a los esquemas previos delinvestigador y a su subjetividad.

A fin de evitar estos efectos negati-vos, la investigación cuantitativa a par-tir de técnicas estadísticas de Correspon-dencias Múltiples y también los análi-sis de Regresión Multinivel, permitendepurar de sesgos ideológicos los con-tenidos de las investigaciones sociales,a la vez que facilitan la incorporaciónde las relaciones entre conductas indi-viduales y los contextos sociales. Dehecho, el Análisis de Niveles Múltiplesha demostrado su eficacia en este sen-tido en diferentes campos de las cien-cias sociales, como la educación(Aravena et al. 2003; Goldstein, H.1987,1999; Murillo, F.,1999); salud (Tobler2000; Kreft y De Leeuw 1998), en pro-gramas preventivos a la drogadicción(Springer, F.J. 2002), así como el análi-sis del bienestar psicológico (Bliese yHalverson 1998).

Junto a estas técnicas, el análisiscualitativo de contenido o las entrevis-tas en profundidad permiten, en el es-tudio de los Media, descubrir las rela-ciones entre representaciones sociales,conductas individuales, contenidosmediáticos y el sentido atribuido a undeterminado orden simbólico.

Experiencia y ciencia se disuelvenen el campo del análisis psicosocialcuando no empleamos críticamente unametodología integrada por los aspectoscualitativos y cuantitativos de la realidadsocial, “puesto que lo único que puedeayudar en la objetivación de la cienciaes el reconocimiento de las relacionessociales que en ella laten” (Adorno1973). Por lo que desde el punto devista metodológico se plantea una últi-ma premisa, ya mencionada en origenpor Habermas (1973): El estudio de lasRepresentaciones Sociales y sus corre-latos mediáticos se debe concebir comoparte del proceso social analizado ycomo su posible autoconciencia crítica.

Un enfoque crítico que no deberesolverse simplemente en un tomarpartido, ni tampoco en permanecer enel escepticismo perplejo o en la congojaimpotente, ni mucho menos en el ser-món o el academicismo, sino más bien,en la capacidad para poner al descu-bierto la razón práctica de los grupossociales y la significación de su capaci-dad de representación, puesto que lalegitimidad social y por tanto, el podersobre la categorización de lo normalproviene precisamente, de la capacidadpara representar la sociedad dentro dela sociedad (Luhmann 1987).

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Como vemos, la interacción grupaly el efecto de los Media se relacionany mantienen una interacción mutua-mente influyente que genera ese pro-ducto simbólico al que hemos llamadorepresentaciones sociales. Producto queen si mismo resulta de la negociaciónde las respectivas agendas de los gru-pos, instituciones y Medios de Comu-nicación y que en un círculo sin fin, seconvierte en elemento de la realidadcotidiana y de la orientación de opinio-nes, actitudes y conductas individuales.Sin embargo, estamos muy lejos de lo-grar la integración teórica y metodoló-gica que propugnamos en este artícu-lo. Como un eco de las preocupacionesde McDougall a principios del siglo pa-sado, Berger y Luckmann (1997), nosrecuerdan como, todavía hoy, la inves-tigación empírica sobre la relación delas instituciones con los universos sim-bólicos legitimadores contribuiría gran-demente a la comprensión de las rela-ciones sociales. Por su parte, McQuail

(1999) deja en evidencia como a pesardel progreso realizado en las últimasdécadas, los procesos por los que losefectos indirectos, acumulativos y a lar-go plazo de los Media se producen,necesitan un esfuerzo teórico e investi-gador para su correcta interpretación.Estos retos deberían tomarse no comoun problema insalvable sino como unincentivo para mejorar esta área de in-vestigación, ya que nos encontramosante la teoría de las representacionessociales, que permite deslindar los fe-nómenos de comunicación social y sim-bólica, contribuyendo así a desentrañarla ligazón entre procesos sociales y psi-cológicos desde una perspectivaholística e integradora, donde el análi-sis del discurso mediático evidenciacomo la comunicación simbólica con-centra lo objetivo y lo subjetivo, lo co-tidiano y lo institucional, mostrando asíla universalidad tanto moral como em-pírica de las conductas humanas (Ha-bermas et al 1973).

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LUIS AMADOR IRANZO MONTÉS

R E S U M E N

ALBERTO FUJIMORI, ROMPIÓ LAS REGLAS DEL JUEGO DEMOCRÁTICO CON SU AUTOGOLPE

DE 1992. DESDE ENTONCES, SU MANDATO SE CARACTERIZÓ POR LA FALTA DE PLURALISMO

INFORMATIVO. SU POLÍTICA CON RESPECTO A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SE PUEDE

RESUMIR EN: CONTROL DE LOS MEDIOS CON MAYOR AUDIENCIA (TELEVISIÓN Y PRENSA ‘CHI-CHA’ O SENSACIONALISTA) Y HOSTIGAMIENTO A LOS MEDIOS IMPRESOS DE CALIDAD. UTILI-ZÓ DIVERSOS MECANISMOS ECONÓMICOS PARA CONTROLAR LOS MEDIOS DE COMUNICA-CIÓN, QUE SE CONVIRTIERON EN VÍCTIMAS PROPICIATORIAS DEBIDO A LA DEBILIDAD DE SU

ESTRUCTURA EMPRESARIAL. UTILIZÓ LA DEUDA TRIBUTARIA DE LOS MEDIOS PARA PRESIO-NARLOS, Y FINANCIÓ ENCUBIERTAMENTE LOS PERIÓDICOS SENSACIONALISTAS QUE DEFENDÍAN

LA POLÍTICA FUJIMORISTA, A TRAVÉS DEL SERVICIO DE INTELIGENCIA. DE TODOS LOS MECA-NISMOS ECONÓMICOS EMPLEADOS POR EL GOBIERNO DE FUJIMORI EL MÁS IMPORTANTE FUE

EL USO DE LA PUBLICIDAD ESTATAL, QUE DISTRIBUÍA TENIENDO EN CUENTA LA MAYOR O

MENOR CERCANÍA A SUS PROPIAS POLÍTICAS.

LA RELACIÓN ENTRE MEDIOSDE COMUNICACIÓN Y PODER

EN EL PERÚ DURANTE LA ÚLTIMAETAPA DE LA PRESIDENCIA

DE ALBERTO FUJIMORI1

1 Este artículo es parte de un trabajo de investigación realizado con una beca del Programade Cooperación Interuniversitaria-EAL de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI).

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LA RELACIÓN ENTRE MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y PODER EN EL PERÚDURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE LA PRESIDENCIA DE ALBERTO FUJIMORI

La frontera en la que se ubica laprensa, entre la sociedad y el Estado,es difícil de trazar en cualquier demo-cracia desarrollada, pero aún más enLatinoamérica, donde periodistas y me-dios todavía negocian sus relacionescon las autoridades públicas tratandode lograr un espacio libre de intromi-sión estatal y restricciones legales(Conaghan 1999).

En el Perú, la situación política haañadido durante años un plus de com-plejidad al contexto en el que desarro-llan su labor los medios de comunica-ción. La elección del aparentementeindependiente y desconocido AlbertoFujimori2 como presidente en 1990 su-puso un hito importante en la historiareciente de la nación. Dos años mástarde, el 5 de abril de 1992, el auto-golpe de Fujimori quebró la situaciónde pluralismo político y marcó el retor-no del caudillismo a la esfera estatal(Planas 2000). Fernando Tuesta afirmaque, con las modificaciones introduci-das en la Constitución de 1993, el Perúno hizo sino “ahondar la crisis de lospartidos y mantener un sistema institu-cional débil. El sistema electoral quecombina el distrito nacional único, elvoto preferencial y la cifra repartidorasin barrera mínima con un Parlamentounicameral ha facilitado la debilidad delsistema partidista y ha fortalecido elpresidencialismo” (Tuesta 1999).

La labor de los medios de comuni-cación se vio notablemente entorpeci-

da desde el autogolpe de 1992. Así, lafalta de un auténtico pluralismo infor-mativo se convirtió en una característi-ca más del escenario de pluralismo res-tringido característico del país duranteel mandato de Alberto Fujimori. Planasenumera varias situaciones que definie-ron la restricción del pluralismo infor-mativo: copamiento de los medios decomunicación, limitación informativa,financiamiento de diarios-basura confondos estatales para realizar ataquespersonales contra dirigentes de la opo-sición, uso del servicio de inteligencia(SIN) en la entrega de información amedios pro-gubernamentales, capturadel Canal 2 de televisión, ausencia deprogramas políticos, fastuosa publicidadestatal para comprar o sostener a losprincipales medios de comunicación ycoacción a los canales de TV de señalabierta para que no contrataran propa-ganda política de la oposición en épo-ca electoral.

Desde el año 1997, las conexionesentre el Gobierno, el SIN, el poder ju-dicial y los medios de comunicaciónllegaron a un punto jamás conocidohasta ahora en la historia del Perú(Fowks 2000). Merece especial atenciónla dependencia de Fujimori de los ser-vicios de inteligencia militar, que lo lle-varon a respaldar iniciativas de esosaparatos para limitar la información dis-ponible para la prensa y la ciudadanía(Conaghan 2000). Jacqueline Fowksdestaca que el Gobierno utilizó el apa-

2 La destrucción del mito de Fujimori como candidato independiente y desconocido y la ex-plicación de su relación con Alan García y los círculos apristas se puede encontrar en el libro dePedro Planas «La democracia volátil». Fundación Friedrich Ebert. Lima, 2000.

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rato del Estado —la SuperintendenciaNacional de Administración Tributaria(Sunat), el SIN y el poder judicial3—como principales instrumentos para pre-sionar a los periodistas. Las amenazasy las intimidaciones en persona, máscomunes en fechas anteriores, pasarona un segundo plano en los últimos añosdel mandato de Fujimori.

En su defensa, Fujimori aducía quela existencia de medios que mostrabansu oposición al Gobierno era un ejem-plo claro de la existencia de libertad deprensa en el Perú. Sin embargo, Cathe-rine Conaghan asegura que “los conflic-tos producidos muestran que, a pesardel respeto formal a la libertad de pren-sa, las autoridades gubernamentales par-ticiparon en una amplia gama de prác-ticas destinadas a debilitar la autonomíade la prensa y sus capacidades fisca-lizadoras”.

Para la investigadora Úrsula Freundt-Thurne, la relación que se establecía enPerú entre medios de comunicación ypoder se caracterizaba por su “escasaautonomía”, hasta el punto que se po-día llegar a advertir con cierta anticipa-ción cuál iba a ser el comportamientode un gran número de medios de co-municación. En este sentido, la televi-

sión era la medio más débil ante elpoder (Freundt-Thurne 1999).

Los canales abiertos de televisión,sometidos casi en su totalidad a los dic-tados del Gobierno, eran, en efecto, unbuen ejemplo de lo que Planas deno-mina “copamiento de los medios decomunicación”: cinco de los ocho ca-nales le debían su administración a unaresolución judicial, mientras que losotros tres también estaban sujetos a lavoluntad del régimen fujimorista (Valen-zuela, 2000). Asegura Planas que nohabía neutralidad en los medios de co-municación, al menos en la televisión.Según esta visión, Fujimori reeditó elpacto mediático que ya puso en marchaAlan García durante su periodo presi-dencial (1985-1990), llevándolo hasta elextremo de arrasar los límites del plu-ralismo informativo4.

Por lo que se refiere a los mediosescritos, había grandes diferencias en-tre la prensa seriay la prensa sensacio-nalista o “chicha”5. Mientras en la pri-mera subsistían varios medios que, bajonumerosas presiones, intentaban unalabor de control del Gobierno (“El Co-mercio”, “La República”, “Caretas”), lagran mayoría de los diarios adscritos alsegundo grupo eran utilizados por el

3 El 82% de los jueces y el 86% de los fiscales del Perú son provisionales o suplentes, segúnlas estadísticas de la Academia de la Magistratura. Las comisiones encargadas de su designaciónestaban controladas por personas de la confianza del asesor presidencial Vladimiro Montesinos.Diario “Expreso”, 5-11-2000.

4 Con ocasión de varios sucesos de importancia crítica para su Gobierno, Alan reunió a losdueños de los medios de comunicación para recomendarles la pauta informativa, metodologíaque recogerá Fujimori en su régimen, particularmente al informarles con anticipación del golpedel 5 de abril de 1992. Planas, op. cit.

5 Para un análisis sobre la asignación de este término a la prensa sensacionalista peruana yun repaso de sus características básicas, consultar Gargurevich (2000).

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poder como arietes contra periodistas opolíticos de oposición. En este sentido,Juan Gargurevich calificaba de perver-sa a la prensa “chicha” por participar encampañas políticas difamatorias y ase-guraba que en esos medios laborabanprofesionales que eran una especie demercenarios del periodismo6.

La política con respecto a los me-dios de comunicación puesta en prác-tica por el Gobierno de Fujimori sepodría resumir pues, en dos premisas:control de los medios con mayor au-diencia (televisión y prensa “chicha”) yhostigamiento a los medios impresosque son reducto del ciudadano másinformado y concienciado políticamen-te (“La República”, “El Comercio”, “Ca-retas”, “Liberación”.) El interés mostra-do por el Gobierno por controlar losmedios masivos no es baladí si tenemosen cuenta que, a través de los mediosde comunicación, los ciudadanos asu-men la realidad. El sistema político pre-cisa del servicio que brindan los me-dios, ya que, gracias a ellos, se estruc-tura la percepción política de los votan-tes (Freundt-Thurne, 1999).

En este sentido, es importante des-tacar la situación de vulnerabilidad eindefensión en la que se encuentra laaudiencia (televidentes, lectores, radio-escuchas), debido a su desconocimien-to de los entresijos de los medios decomunicación (relaciones de los propie-tarios con el poder, fuentes de ingresos,etc.), que tienen una influencia decisi-va sobre la información elaborada por

esos medios. En definitiva, se podríadecir que el ciudadano carece de todaslas claves necesarias para interpretar elrelato periodístico, definido por Freundt-Thurne como la manifestación físicaprincipal de las huellas o marcas de lasintencionalidades, ángulos y perspecti-vas de los enunciadores involucrados(Freundt-Thurne, 1999).

Sin embargo, durante el último añodel mandato de Fujimori, surgieron al-gunas iniciativas que pretendían mejo-rar la situación de la prensa en el Perú.Con el objetivo general de mejorar lacalidad del producto que ofrecen losmedios de comunicación, un grupo deinstituciones y personas pusieron enmarcha el 7 de enero de 2000 laVeeduría Ciudadana de la Comunica-ción Social, entidad fundada con trespropósitos principales:

1) Sostener mecanismos que permitana la ciudadanía expresar sus opinio-nes, críticas y propuestas, respectoa la oferta de los medios de comu-nicación masivos.

2) Devolver estas opiniones de mane-ra sistematizada a los profesionalesde los medios y a la sociedad en suconjunto, con propuestas concretasque contribuyan a mejorar la cali-dad de los contenidos.

3) Contribuir a un real ejercicio de lalibertad de expresión y del derechoa la información a partir del fomento

6 Información aparecida en el diario “La República”, 6-9-2000.

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de una comunicación enriquecedo-ra basada en un consumo más ana-lítico y propositivo.

Además delas iniciativas de la socie-dad civil, desde las instituciones oficia-les se empezó a trabajar en la mejoradel marco en el que desarrollaban sulabor los medios de comunicación y enla resolución de algunos conflictos queenfrentaban al Gobierno con propieta-rios de empresas informativas. Así, el 4de septiembre de 2000, la mesa de diá-logo auspiciada por la Organización deEstados Americanos (OEA) acordó lacreación de cuatro grupos de trabajo,integrados por representantes del Go-bierno, la oposición y la sociedad civil.Uno de esos grupos estaba dedicado aanalizar el caso Ivcher y la situación delos canales abiertos de televisión 2 (Fre-cuencia Latina) y 13 (Red Global). Trasla huida del país y posterior destituciónde Alberto Fujimori (noviembre de2000), y como consecuencia de estostrabajos, el Canal 2 y el Canal 13 fue-ron devueltos a sus propietarios, BaruchIvcher y Genaro Delgado Parker, respec-tivamente.

La caída del presidente Alberto Fuji-mori supuso un vuelco en el sistema demedios de comunicación del Perú ypuso punto y final a una etapa crucialen la historia peruana reciente.

Características de la empresa informati-va peruana

Los medios de comunicación en elPerú se caracterizan, en su mayor par-te, por la debilidad de su estructura

empresarial. Este rasgo es especialmentevisible en las canales de televisión deseñal abierta, lastrados todos ellos pordeudas que alcanzan cifras millonarias.En agosto de 2000, sólo la deuda tri-butaria de los tres principales canales detelevisión peruanos superaba los 93millones de dólares (Vivas 2000), distri-buidos de la siguiente forma:

Canal 4 (incluyendo Ámerica Pro-ducciones): 61 millones de dólares.

Canal 2: 4 millones de dólares.

Canal 5: 28 millones de dólares.

La debilidad económica de los me-dios es la principal amenaza a su inde-pendencia y un importante condicio-nante que los acerca al poder: La pe-riodista Cecilia Valenzuela, directora dela agencia Imedia Perú, describía de estaforma el panorama durante la presiden-cia de Fujimori: “La situación financie-ra de los canales de televisión y sus mi-llonarias deudas con la Sunat convier-ten a los propietarios en colaboradoresdel régimen y fanáticos de la autocen-sura, aunque ellos prefieran definirsecomo fujimoristas ontológicos. Aunquealgunos dueños de diarios y revistaspugnen por su independencia, no esca-pan a la presión tributaria” (Valenzuela2000). Jorge Salazar, director ejecutivodel Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) deLima, tenía una opinión parecida. Enmayo de 2000, a escasos días de la se-gunda vuelta electoral, informó a lamisión Carter de que la visión parciali-zada de los canales de televisión de

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señal abierta tenía directa relación conla situación económica de las empresastelevisivas7.

Santiago Pedraglio, periodista y di-rector del área de Libertad de Prensa enel IPYS,da su visión sobre este punto:“Las empresas de comunicación en elPerú, muchas de ellas, han tenido pro-blemas económicos gravísimos. Sonempresas débiles en términos empresa-riales. Estas empresas débiles, frágiles,fueron presionadas y cayeron: su super-vivencia a cambio de darle las mayo-res garantías al Gobierno de que ibana ser sus voceros”. Junto a la debilidadempresarial de los medios de comuni-cación, aparece lo que Pedraglio defi-ne como un “cambio en el tipo de pro-pietario de los medios, sobre todo en latelevisión”. Este fenómeno se puederesumir en una frase: “Los dueños sonantes empresarios que periodistas”. Elhecho de que este cambio afecte mása la televisión se debe, en opinión deeste analista, a que este medio “es mu-cho más ‘marketing’, se hace más pen-sando en sectores [socioeconómicos] Cy D; es toda una lógica de mercadodistinta”. Según Santiago Pedraglio, enla prensa escrita ha habido una mayorresistencia a este cambio, aunque, frentea proyectos periodísticos sólidos comolos de “El Comercio”, “La República” oel semanario “Caretas”, hay casos comoel de “Expreso”, “cuyo proyecto se hamodificado sustancialmente”8.

Para Fernando Vivas, sociólogo ycolumnista de “Caretas”, la debilidadempresarial de los medios de comuni-cación, especialmente los televisivos,tiene su origen en que se trata de em-presas “con una conformación de lapropiedad familiar que las hace pocosólidas para responder a los retos delmercado, de la política, del poder judi-cial”. Vivas destaca que se trata de fa-milias “a veces peleadas y con juiciosinternos”; en definitiva, con “problemasde propiedad que las hacen particular-mente vulnerables y sensibles”. Vivasexplica: “No es necesario presionar auna empresa en su conjunto, puedesexplotar las diferencias internas, que aveces se expresan en juicios intestinosterribles. Además, hay que tener encuenta que estos juicios tienen que serresueltos por un poder judicial que estáen manos del Gobierno”9.

Ricardo Uceda, jefe de investigacióndel diario “El Comercio”, afirma queFujimori fomentó una relación de “cor-tesía mutua” con los dueños de los ca-nales de televisión, facilitada porque aestos últimos “les encanta estar cercadel Gobierno, porque es una manera deconseguir publicidad, informaciones...”.Uceda insiste en que, durante la presi-dencia de Fujimori, no existía un “es-píritu crítico” y recuerda que había em-presarios que podían tener otros nego-cios que podían verse favorecidos poresa relación con el Gobierno. Destaca

7 “Cronología de enero a julio de 2000”. Inter Prensa (Boletín del Instituto Prensa y Socie-dad), edición especial de agosto de 2000.

8 Entrevista personal a Santiago Pedraglio. Lima, 21 de septiembre de 2000.9 Entrevista personal a Fernando Vivas. Lima, 21 de septiembre de 2000.

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que, cuando Fujimori dio el golpe, re-unió antes a los empresarios de televi-sión, “dio el golpe con ellos”10.

Cecilia Valenzuela también denun-cia el sometimiento del empresariado alpoder en el Perú: “Es muy difícil hacerempresa periodística en este país. Laque hay existe porque los propietariosson periodistas. En este sentido, la fami-lia Miró Quesada con ‘El Comercio’constituye un ejemplo”11.

Mecanismos de control económico delos medios

Unos medios de comunicación dé-biles, ahogados por las deudas, y unempresariado dócil ante los designiosdel poder constituían el terreno idealpara que el Gobierno pudiera poner enpráctica su “acción persuasora” a travésde múltiples mecanismos. En este sen-tido, Manuel Caro Romero, director deldiario económico “Gestión”, se queja-ba de la existencia de elementos “distor-sionadores”, y citaba, entre otros, los“privilegios tributarios, financieros ypublicitarios” que recibían una serie demedios12. Estas eran las principales ar-mas de índole económica que emplea-ba el Gobierno para conseguir el con-trol o presionar a los medios de comu-nicación:

1) Impuestos. Genaro Delgado Parkerasegura que el Gobierno “deberíacobrar menos impuestos a los me-

dios”, ya que “ellos son una razónde sometimiento al poder”. A con-tinuación, el magnate de la televi-sión da su visión sobre la situaciónde los últimos años: “Desde el 63al 90 hubo lo que podríamos llamaruna garantía fiscal a la libertad deexpresión. En el 92, Fujimori pusolos primeros impuestos. Luego vinie-ron las partidas publicitarias paracompensarlos y así se creó un sis-tema pernicioso” (Vivas 2000).Los impuestos crean, incluso, situa-ciones discriminatorias dentro delsector de las empresas de comuni-cación. Así, por ejemplo, aunque to-dos los medios están obligados apagar el Impuesto General de Ven-tas (IGV, 18%), sólo las editoras dediarios y revistas lo hacen efectivorealmente, lo que las coloca en cla-ra situación de desventaja frente alos medios electrónicos (Valenzuela2000).

2) La presión de la deuda. Los mediosde comunicación, especialmente loscanales de televisión de señal abier-ta, tienen contraídas aplastantesdeudas con diversos organismos delEstado (Sunat, Seguro Social, etc.).“En otro sistema de puro mercadodeberían haber cerrado, porque te-nían deudas elevadísimas con elEstado que a otras empresas se lashan ejecutado. Eso creo que ha sidocrucial”, asegura Santiago Pedra-

10 Entrevista personal a Ricardo Uceda. Lima, 18 de septiembre de 2000.11 Entrevista personal a Cecilia Valenzuela. Lima, 2 de octubre de 2000.12 ‘Gestión de fiesta’, semanario “Caretas”, 22 de septiembre de 2000.

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glio13. De esta forma, el Gobiernomantenía una amenaza constantesobre los medios, que sabían que,en cualquier momento, podían verpeligrar su existencia.Un ejemplo de esta presión la pro-porciona el diario “Referéndum”.Este periódico fue creado en sep-tiembre de 1998 por un grupo deperiodistas que trabajaron en Fre-cuencia Latina (Canal 2), durante laadministración de Baruch Ivcher(Valenzuela 2000). El diario, de lí-nea claramente opositora, se vioobligado a cerrar “por las fuertespresiones de la Sunat sobre sus prin-cipales accionistas, que concluye-ron con un trueque por un millona-rio contrato para impresiones”14.Según la versión facilitada por “Li-beración”, el 1 de octubre de 1999,el presidente del directorio de “Re-feréndum”, Boris Romero, “reunió alos responsables del área periodísti-ca y les comunicó que se veía for-zado a cerrar el diario debido a lasfuertes presiones de la Sunat”15.La Sunat también fue utilizada porel Gobierno para intentar acallar elCanal 2 en 1997, en un momentoen el que el entonces canal de Ba-ruch Ivcher lanzaba duros ataquescontra el poder a través del progra-ma ‘Contrapunto’. En pleno enfren-tamiento, la entidad recaudadora de

impuestos empezó a solicitar infor-mación contable del Canal 2. Cuan-do los medios informativos empeza-ron a dar cuenta de esta investiga-ción, la Sunat retrocedió y cedió eltestigo intimidatorio a las Fuerzas Ar-madas (Conaghan 1999).

3) Canje de deuda por publicidad. Unsistema ideado por el Gobierno paraaliviar la situación financiera de losmedios y, al mismo tiempo, aumen-tar su dependencia del poder, con-sistía en llegar a acuerdos para can-jear deuda por publicidad. Bajo estafórmula, durante 1999, el SeguroSocial condonó a las empresas decomunicación cerca de 21 millonesde dólares, de los que la mitad co-rrespondían a canales de televi-sión16. Este mecanismo tenía unefecto perverso: la publicidad se co-locaba preferentemente en los me-dios deudores en detrimento deaquellos que tenían números azules.En definitiva, se castigaba, de mane-ra indirecta, la buena gestión.

4) Financiación encubierta de los me-dios. La prensa “chicha” o popularempezó a ser utilizada de forma sis-temática con fines políticos contralos candidatos de oposición y losperiodistas independientes en 1997,meses antes de las elecciones mu-nicipales de 1998 (Fowks 2000 yGargurevich 2000). Estos ataques

13 Entrevista personal a Santiago Pedraglio. Lima, 21 de septiembre de 2000.14 ‘Referéndum nació para luchar por la democracia y hoy lidera prensa basura’. Diario “Li-

beración”, 30 de agosto de 2000.15 Liberación, Op. Cit.16 Datos facilitados por Santiago Pedraglio.

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alcanzaron su máxima virulencia apartir de 1998. En mayo de 2000,circulaban en el área metropolitanade Lima 17 diarios populares, de losque quince tenían una clara líneaoficialista (Fowks 2000). Esta infla-ción de prensa “chicha” coincidien-do con su descarado uso políticoenseguida hizo sospechar que estosdiarios eran alimentados por fuen-tes externas de financiación necesa-riamente vinculadas al Gobierno.De otra forma, no se podía explicarsu supervivencia con tiradas cortas,con el precio de los ejemplares si-tuado en medio sol (tres veces me-nos que la prensa seria), y escasapublicidad. La estrecha relaciónentre buena parte de los diarios“chicha” y el Gobierno quedó con-firmada en octubre de 1999, cuan-do ocho trabajadores del diario “ElChato”, inmersos en un conflictolaboral con su empresa por atrasosen sus salarios, presentaron su re-nuncia y denunciaron que este me-dio recibía apoyo económico delSIN a cambio de titulares difamato-rios contra los principales políticosde oposición. Según estos trabajado-res, Augusto Bresani, propietario deuna importante empresa publicitariay con vínculos directos con el Go-bierno, pagaba 6.000 dólares por

cada portada amañada que publica-ba el diario (Fowks 2000)17. HugoBorja, editor de policiales de “ElChato”, declaró a “La República”que los trabajadores del diario te-nían pruebas de que el propietariodel medio, Rafael Documet, partici-paba de esta campaña difamatoriacontra los políticos de oposiciónprevio pago de 180.000 dólaresmensuales. Borja agregaba que losdirectivos del diario llevaban diezmeses recibiendo dinero de Bresanide forma clandestina18. Las cantida-des destinadas por el Servicio deInteligencia para financiar estascampañas de los diarios “chicha”son difíciles de cuantificar. El con-gresista Alejandro Santa María cal-culó que los pagos a “El Chato”, “ElChino”, “El Tío”, “La Chuchi”, “ElMañanero” y “El Diario Más” suma-rían, aproximadamente, un millónochenta mil dólares mensuales, di-nero que habría salido de los 54 mi-llones de dólares que tenía comopresupuesto el SIN y que escapabana cualquier tipo de control19. Unode los principales afectados por estacampaña, el político opositor LuisCastañeda Lossio, elevaba, por suparte, la cantidad gastada por el SINa los dos millones de dólares men-suales. Según los cálculos del can-

17 Fowks utiliza como fuente las informaciones sobre la denuncia publicadas por “El Comer-cio”.

18 ‘Ex trabajadores de El Chato denunciarán guerra sucia’. “La República”, 24 de octubre de1999.

19 ‘SIN tiene US$ 54 millones para financiera guerra sucia’. “La República”, 27 de octubre de1999.

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didato de Solidaridad Nacional, elServicio de Inteligencia habría gas-tado, en total, 15 millones de dóla-res20.La similitud de los ataques publica-dos por los diarios “chicha” y suaparente coordinación avalan, conescaso margen para la duda, que nosólo “El Chato” se beneficiaba deesta financiación encubierta. Dehecho, un periodista de “El Tío”denunció, amparado en el anonima-to, la misma práctica en su medio(Fowks 2000). Sin embargo, OwenCastillo, director del diario “El Chi-no”, caracterizado por su firme ad-hesión al oficialismo, negaba rotun-damente, antes de la caída deFujimori, que su periódico hubierarecibido financiación del Gobiernoa cambio de la venta de titulares deportada. De todas formas, Castillono veía nada anormal ni ilícito enesta práctica, que equiparaba conun aviso publicitario. “A nosotros,Toledo [candidato que disputó lapresidencia a Fujimori en las elec-ciones de 2000] nos llegó a ofrecer20.000 dólares por un titular en pri-mera página, pero no aceptamosporque estaba en contra de nuestralínea ideológica”, explicaba el di-rector de El Chino21.

No obstante, la financiación “sub-terránea” de los medios parecía nolimitarse únicamente a la prensa“chicha”. Otro caso sería el de “Re-feréndum”, diario que, a pesar devenderse a 50 céntimos, no se po-día encuadrar de forma estricta den-tro de esa categoría. Después delcierre del periódico, forzado por laspresiones de la Sunat, la cabecerafue comprada por el periodista JoséReyes Apesteguía, quien actuócomo testaferro del almirante Hum-berto Rosas Bonucchelli, jefe nomi-nal del SIN (Valenzuela 2000). Deesta forma, el diario, que en su pri-mera etapa se había caracterizadopor sus críticas al régimen fujimo-rista, reapareció al cabo de un mes(noviembre de 1999) como medioclaramente oficialista dedicado aatacar con saña a la oposición. Sureducida lectoría22, su precio deventa al público de 50 céntimos ysu escasa publicidad23 parecían, sinembargo, claramente insuficientespara garantizar su supervivenciaeconómica. Según la versión facili-tada por personas vinculadas a esemedio, su director, José Reyes, ex-plicó a los redactores que habíansido contratados para la nueva eta-pa que el diario tenía su financia-

20 “La República”, 30 de enero de 2000.21 Entrevista personal a Owen Castillo. Lima, 12 de septiembre de 2000.22 6.400 lectores en Lima metropolitana, la mayoría de los sectores bajo y muy bajo. Compa-

ñía Peruana de Investigación (CPI), junio de 2000.23 La Supervisora de Medios y Publicidad carece de datos sobre “Referéndum”. De todas for-

mas, un simple vistazo a cualquier número permite comprobar su escaso éxito publicitario. Porejemplo, el número 657, del 7 de septiembre de 2000, apenas contaba con dos avisos de reduci-das dimensiones (inferiores al cuarto de página) y un edicto matrimonial.

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ción asegurada, vendiera o no, has-ta el 28 de julio de 2000. Al pare-cer, su existencia fue prorrogada porla eficacia con la que desarrolló sulabor24.Esta financiación encubierta de losmedios a cambio del apoyo de lalínea editorial pudo haber afectadoincluso a un periódico pretendida-mente serio como “Expreso”. Dehecho, su director, Eduardo Calmelldel Solar, fue detenido tras la caídade Fujimori por su presunta relacióndelictiva con el régimen.

5) Presión sobre los anunciantes. ElGobierno utilizaba otros mecanis-mos más sutiles para intentar acallarla prensa de oposición. FernandoVivas cuenta la experiencia de “Ca-retas”: “En un momento dado, la re-vista era prácticamente el único me-dio de oposición. Tardábamos encobrar y no había avisaje. Algunasempresas llamaban y decían: ‘Que-remos anunciar, pero ustedes entien-den, no podemos’. A ese extremollegamos”. Según Vivas, el Gobier-no presionaba a las empresas paraque no se anunciaran en medios deoposición, o las empresas se auto-censuraban para evitar esas presio-nes, para no estar mal vistas. En suopinión, “en cualquier Gobierno au-toritario se infunde un miedo, y elmiedo recorre todos los niveles dela sociedad. Los empresarios son

especialmente susceptibles, porqueel miedo se traduce en riesgo eco-nómico”25. En otras ocasiones, lasempresas podían decidir retirar susavisos publicitarios de los medios deoposición, simplemente, porque noquerían que sus firmas fueran aso-ciadas a reportajes conflictivos (Co-naghan 2000).

6) La publicidad estatal. La segundamitad de la década de los 90 ofre-cía el marco ideal para que esta tác-tica resultara especialmente efectiva:la crisis económica que sufría el paísobligó a reducir la inversión publi-citaria del sector privado. De estaforma, la supervivencia de los me-dios de comunicación se hacía to-davía más dependiente de la publi-cidad del sector público, en especialde los ministerios y otros organismosdependientes del Gobierno, queexperimentó un crecimiento super-lativo coincidiendo con dos citaselectorales: las comicios municipa-les de 1998 y los presidenciales de2000, con la polémica segunda re-elección de Alberto Fujimori en jue-go. La Defensoría del Pueblo alertósobre este sistema de presión: “Laexperiencia ha demostrado que eluso de la publicidad por parte delEstado puede incidir en la vigenciade la libertad de expresión, más aúnsi se considera que, desde el año1999, quien efectúa mayores gastos

24 ‘Referéndum nació para luchar por la democracia y hoy lidera prensa basura’. “Liberación”,30 de agosto de 2000.

25 Entrevista personal a Fernando Vivas. Lima, 21 de septiembre de 2000.

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en publicidad en los medios de co-municación es el Estado”26.Genaro Delgado Parker, principalmagnate de la televisión peruana,describía de la siguiente forma esteperiodo: “La televisión sufre la gra-ve crisis económica por la que atra-viesa el país, su facturación se ha re-ducido en más de un 50% con re-lación a años anteriores. Simultá-neamente, el Gobierno ha iniciadouna campaña publicitaria millona-ria, sin precedentes —esto ayuda ala televisión—, pero ha convertidoa todas las emisoras en dependien-tes del cliente principal que es elGobierno, que dicta hasta los titu-lares de los principales noticiosos”(Vivas 1999).

Desde un punto de vista oficialista,Jorge Trelles, ex ministro de Educa-ción y presidente del directorio dela televisión pública Canal 7 durantelos últimos meses del mandato deFujimori, daba una explicación si-milar: “Creo que lo que ha pasadoes que los grandes barones de latelevisión se han venido abajo:Ivcher [propietario del Canal 2, quele fue arrebatado por el Gobierno]se cae, los Delgado Parker se pe-lean, problemas en Canal 13... Hahabido una gran crisis, y en esta si-tuación de fuertes quebraderos, lapublicidad del Estado es vista comouna fuente para sobrevivir, y eso losobliga a una amistad forzada con elGobierno”27.

26 “Elecciones 2000. Balance de la segunda vuelta electoral”. Defensoría del Pueblo.27 Entrevista personal a Jorge Trelles. Lima, 13 de septiembre de 2000.

Cuadro 1

Inversión publicitaria Incremento con respectoMinisterios/Ent. Públicas (1) al año anterior

1996 21.154.472 -

1997 29.970.328 41’67%

1998 38.615.298 28’84%

1999 68.869.486 78’34%

2000 (2) 33.903.659 -

(1) Cantidades en dólares americanos.(2) De enero a agosto.Fuente: Supervisora de Medios y Publicidad

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Las cifras de inversión publicitariaque ofrece la Supervisora de Mediosy Publicidad28 certifican el aumen-to de la publicidad del sector públi-co y el descenso de la del sector pri-vado. En 1996, la inversión publici-taria de la marca Ministerios / Enti-dades Públicas (formada, fundamen-talmente, por ministerios y otrosorganismos dependientes del Go-bierno) ascendía a poco más de 21millones de dólares. En 1999, lacifra situada bajo el mismo epígrafehabía engordado hasta situarse cer-ca de los 69 millones de dólares. Encuatro años, la publicidad de losprincipales organismos del Gobier-no había crecido un 225’55% (vercuadro 1).El incremento de la publicidad gu-bernamental iba ligado a un descen-so de la inversión publicitaria pro-cedente de las empresas privadas29.Los datos de la Supervisora de Me-dios y Publicidad muestran cómo lapublicidad privada se congela en elaño 97 y empieza a descender apartir de entonces a un ritmo aproxi-mado de un 10% anual. Así, entre1997 y 1999, la bajada llega al

21’93% (ver cuadro 2). El año 2000muestra un incremento de esta ten-dencia. Durante los ocho primerosmeses de ese año, el gasto publici-tario de las empresas rozó los 483millones de dólares, muy lejos delos más de 685 millones de dólaresque se contabilizaron durante elmismo periodo de 1997. Es decir,una reducción del 29’55%.Otro dato significativo a tener encuenta es el lugar que ocupa la in-versión publicitaria procedente delEstado dentro de la clasificación portipos de productos, dominada entre1996 y 1998 por las empresas cer-veceras, los bancos y las bebidas ga-seosas. Así, en 1996, la marca Mi-nisterios /Entidades Públicas se sitúaen el decimotercer lugar, con un1’99% de la inversión publicitariatotal. En 1997, asciende al sexto lu-gar; en 1998, al cuarto, y, en 1999,el Estado se convierte ya en el prin-cipal anunciante del Perú, con un7’68% de la tarta publicitaria. Du-rante los ocho primeros meses de2000, la marca Ministerios/Entida-des Públicas se mantiene en primerlugar de la tabla, con un 6’34% de

28 La Supervisora de Medios y Publicidad es una empresa privada. Las cifras que manejacorresponden siempre a tarifas impresas, es decir, las tarifas oficiales de los medios de comunica-ción. Estas tarifas pueden ser objeto de rebajas que, en el caso de la televisión, pueden llegar al40%. Para el año 2000, se han analizado únicamente los meses de enero a agosto, debido a que,a partir de mediados de septiembre, el régimen fujimorista entró en descomposición, lo que pudoafectar al uso partidista de la publicidad estatal.

29 Para obtener la cifra de inversión publicitaria de empresas privadas se han restado del totalgeneral las siguientes categorías: Ministerios/Entidades Públicas, Instituciones/Dependencias Pú-blicas (que agrupa, fundamentalmente, a las municipalidades), Programas Políticos, Partidos Polí-ticos y Campañas de Gobierno (sólo aparece en los años 1996 y 1997 con cantidades poco sig-nificativas).

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la inversión publicitaria total. En esteaño electoral, destaca el notable in-cremento de la partida Partidos Po-líticos, que se sitúa en el octavopuesto con más de 14 millones dedólares, lo que representa el 2’65%del gasto publicitario.La distribución de la publicidad es-tatal durante la presidencia de Fu-jimori no respondía a ningún crite-rio objetivo previamente estableci-do. El Gobierno era totalmente librepara decidir qué cantidad invertía ya quién la destinaba. No debía ren-dir cuentas por su actuación. Deesta forma, la pauta publicitaria erautilizada con un amplio margen dediscrecionalidad para favorecer a los

medios amigos. Santiago Pedraglioinsiste en este punto. En su opinión,la publicidad estatal era un mediode financiación para los medios.Además, se desconocían los crite-rios por los que se distribuía máspublicidad a unos que a otros30.A continuación, vamos a analizar laprincipal partida presupuestaria dela categoría Ministerios/EntidadesPúblicas durante los años 1999 y200031. Durante este periodo se pro-duce el mayor crecimiento de lapublicidad estatal, justo en el mo-mento en el que el enfrentamientoentre el Gobierno y la oposiciónalcanza sus cotas más altas ante lainminencia de las elecciones presi-

Cuadro 2

Inversión publicitaria Diferencia con respectode las empresas privadas (1) al año anterior

1996 1.035.825.413

1997 1.045.041.727 + 0’88%

1998 936.980.908 - 10’34%

1999 815.837.885 - 12’92%

2000 (2) 482.984.642

(1) Cifras en dólares americanos.(2) De enero a agosto.Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la Supervisora de Medios y Publicidad

30 Entrevista personal a Santiago Pedraglio. Lima, 21 de septiembre de 2000.31 Datos de la Supervisora de Medios y Publicidad. Las cifras del año 2000 corresponden a

los ocho primeros meses.

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denciales (la primera vuelta se ce-lebró el 9 de abril de 2000).Un datoimportante a tener en cuenta, másallá del mero valor simbólico, esque los organismos gubernamenta-les que contaron con mayor presu-puesto para publicidad durante esosaños fueron el Ministerio de la Pre-sidencia (1999) y la Presidencia delConsejo de Ministros (2000). Duran-te 1999, el Ministerio de la Presi-dencia invirtió en publicidad más de24 millones y medio de dólares (el35’67% del total de la categoríaMinisterios/Entidades Públicas deese año). El cuadro 3 muestra elreparto entre los canales de televi-sión de señal abierta y los principa-les medios escritos.El grueso del presupuesto de publi-cidad del Ministerio de la Presiden-cia durante 1999 se distribuye en-tre los principales canales de señalabierta. Esto resulta lógico si tene-mos en cuenta que la televisión esun medio masivo con mucho másimpacto sobre el ciudadano que laprensa escrita o la radio. Ahora bien,dentro de la televisión, observamosalgunos datos significativos. En pri-mer lugar, sólo dos canales se lle-van más del 46% del presupuesto.Estos dos canales (Canal 4 y Canal2) son los que se significaron enmayor medida por servir los intere-

ses del Gobierno y atacar a la opo-sición. Canal 5, con una línea edi-torial algo menos parcial (sin dejarde ser oficialista), se queda en ter-cer lugar, muy lejos de Canal 2, apesar de que tenía mejores resulta-dos de audiencia que esta últimacadena32. Resulta también significa-tivo que Canal 13 (Red Global) re-ciba alrededor del 50% más depublicidad que Canal 11, cuandoambos canales alcanzaron en 1999resultados de audiencia parecidos33.Esta diferencia podría ser explicadacomo un “premio” para Canal 13,después de que el poder judicialdespojara de esta televisión a Ge-naro Delgado Parker y entregara suadministración a Julio Vera. A partirde ese momento (7 de junio), RedGlobal desmanteló su producciónpropia, principalmente programasperiodísticos con una línea críticacon el Gobierno (Valenzuela 2000).Por lo que se refiere a la prensa dia-ria, llama la atención que “El Sol”,que desde su fundación en 1995 fueevolucionando hacia una línea cla-ramente oficialista (Fowks 2000), sesitúe incluso por encima de “ElComercio”, el periódico de referen-cia del país y la principal platafor-ma publicitaria, con diferencia, dela prensa escrita. Del mismo modo,la única razón que explica que “Ex-

32 En 1999, el 17% de los encuestados en Lima metropolitana señaló el Canal 5 como el mássintonizado en los últimos tres meses, frente al 14% que se decantó por el Canal 2. “Actitudeshacia la televisión”. Apoyo, Opinión y Mercado SA, agosto de 2000.

33 En ambos casos, el 2% de los encuestados los señaló como los más sintonizados en losúltimos tres meses. Ibídem.

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Cuadro 3

Cantidad recibida (1) % sobre el total Puesto en el ránking

Canal 4 6.343.227 25’82 1Canal 2 5.146.696 20’95 2Canal 5 3.634.327 14’79 3Canal 9 1.435.100 5’84 4Canal 13 1.259.339 5’13 5Canal 7 1.144.722 4’66 6Canal 11 879.757 3’58 7El Sol 367.507 1’50 10El Comercio 341.471 1’39 11Expreso 268.904 1’09 14La República 218.282 0’89 16Ojo 194.239 0’79 17El Chino 157.582 0’64 19Gestión 139.381 0’57 21Ajá 129.633 0’53 22Gente 59.600 0’24 27Canal 15 48.248 0’20 29Caretas 28.800 0’12 32Otros 2.768.648 11’27 -

TOTAL 24.565.463 100’00 41

(1) Cifras en dólares americanos.Fuente: Supervisora de Medios y Publicidad

preso” reciba aproximadamente un25% más de publicidad que “LaRepública” es su descarado alinea-miento con el oficialismo. Por loque se refiere a la prensa “chicha”,“El Chino”, cuya cabecera deja bien

a las claras hacia dónde se decan-tan sus simpatías34, se coloca tam-bién por encima de “Ajá”, diariocon menos vínculos con el oficialis-mo, a pesar de contar con una lec-toría inferior35. En el sector de las re-

34 El Chino es el apelativo con el que es conocido popularmente Fujimori en el Perú.35 En 1999, el 25% de los encuestados en Lima metropolitana aseguró leer habitualmente

“Ajá”, mientras que el 14% declaró que era el diario que leía con más frecuencia. En el caso de“El Chino”, los porcentajes se reducían al 19 y 10%, respectivamente. “Actitudes hacia la prensaescrita”. Apoyo, Opinión y Mercado SA, mayo de 2000.

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vistas, la también oficialista “Gente”duplica los ingresos de publicidadde la crítica “Caretas”, la líder delmercado con gran diferencia.En el año 2000, la principal partidadentro de la categoría Ministerios/Entidades Públicas la reparte la Pre-sidencia del Consejo de Ministros:poco más de nueve millones y me-dio de dólares (el 28’25% del total).El cuadro 4 muestra la distribuciónde este dinero entre los canales detelevisión de señal abierta y los prin-cipales medios escritos.

Los datos que refleja el cuadromuestran como la inminencia de laselecciones presidenciales acentúa laarbitrariedad del Gobierno a la horade distribuir los fondos de la publi-cidad. Por lo que se refiere a la te-levisión, Canal 4 y Canal 2, los prin-cipales apoyos del oficialismo, man-tienen o aumentan su posición deprivilegio en el reparto de la tartapublicitaria con respecto a las cifrasdel año 1999 que muestra el cua-dro 3: Canal 4 se lleva casi el 33%del presupuesto (siete puntos por-

Cuadro 4

Cantidad recibida (1)(2) % sobre el total Puesto en el ránking

Canal 4 3.140.796 32’79 1Canal 2 2.001.226 20’90 2Canal 5 1.575.419 16’45 3Canal 9 705.729 7’37 4Canal 11 429.501 4’48 5Canal 7 267.452 2’79 6Canal 13 113.648 1’19 11Expreso 46.557 0’49 15Ojo 35.834 0’37 17Gente 28.800 0’30 19Ajá 26.218 0’27 20El Chino 24.528 0’26 22Gestión 21.776 0’23 24La República 12.726 0’13 26El Comercio 2.960 0’03 29Canal 15 180 0’001 34Otros 1.144.155 11’95 -

TOTAL 9.577.505 100’00 34

(1) Cifras en dólares americanos.(2) De enero a agosto.Fuente: Supervisora de Medios y Publicidad.

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centuales por encima de la partidaque obtuvo del Ministerio de la Pre-sidencia en 1999), mientras Canal 2se mantiene en torno al 21%. Ca-nal 5 también aumenta ligeramen-te la porción que le corresponde dela tarta publicitaria. Canal 9 se man-tiene en cuarto lugar y Canal 11desbanca al Canal 13 del quintopuesto merced a sus mejores resul-tados de audiencia y a la situaciónde precariedad en la que estaba in-merso Red Global36.Pero donde se aprecia mejor el sec-tarismo del Gobierno a la hora dedistribuir sus recursos publicitarioses en la prensa escrita. “Expreso”,con apenas 88.900 lectores en Limametropolitana37, se convierte en elmedio escrito más favorecido en ladistribución de los fondos publicita-rios de la Presidencia del Consejode Ministros. En el lado contrario,“El Comercio”, el principal diariodel país38, casi desaparece del repar-to: se lleva menos de 3.000 dólares,cifra que le sitúa en el puesto 29 (deun total de 34) de la clasificacióngeneral de medios de comunicación

por el dinero recibido.También lla-ma la atención que la revista “Gen-te” se sitúe como tercer medio es-crito receptor de publicidad (sólopor detrás de “Expreso” y “Ojo”).Por el contrario, “Caretas”, que mul-tiplica por 2’5 la cifra de lectores de“Gente”39, no se lleva ni un solodólar. Otro medio opositor como“La República” recibe menos dine-ro que periódicos o revistas oficia-listas o independientes con menorlectoría40.

La coyuntura electoralLas elecciones presidenciales del

año 2000 (la primera vuelta se celebróel 9 de abril y la segunda el 28 de mayo)aumentaron el papel distorsionador ju-gado por la publicidad estatal. Además,un nuevo factor irrumpió con fuerza: losgastos de la propaganda electoral de lasfuerzas políticas que se presentaron alas elecciones.

La carrera electoral para alcanzar lapresidencia de la República se iniciócon la negativa de los canales televisivosde señal abierta a vender espacios paralas agrupaciones políticas que compa-

36 En 2000, el 8% de los entrevistados en Lima metropolitana eligió Canal 11 como el mássintonizado en los últimos tres meses, mientras que sólo el 1% declaró que Canal 13 había sidoel canal que más había visto. “Actitudes hacia la televisión”. Apoyo, Opinión y Mercado SA, agostode 2000.

37 Compañía Peruana de Investigación (CPI), junio de 2000.38 588.700 lectores en Lima metropolitana. Compañía Peruana de Investigación (CPI), junio

de 2000.39 Según los datos de la CPI de junio de 2000, “Caretas” registró 265.300 lectores, frente a los

106 mil de la revista “Gente”.40 “La República”, con 179.000 lectores, recibió menos dinero que los diarios “Expreso” (89.000

lectores), “El Chino” (157.000), “Gestión” (28.700) y “Síntesis” (12.900), así como que de la revis-ta “Gente” (106.000). Compañía Peruana de Investigación (CPI), junio de 2000.

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recían en las elecciones. El director eje-cutivo de la Asociación de Radio y Te-levisión (ARTV), Daniel Linares, justifi-có esa postura asegurando que “loscanales de señal abierta no están obli-gados a pasar determinada publicidad”y que, con esa decisión, se limitaban aejercer su “derecho de libre contrata-ción”. La réplica no tardó en llegar. ElDefensor del Pueblo, Jorge Santistevan,aseguró que los canales no podían ne-garse a transmitir la publicidad de lospartidos porque así lo señala la Consti-tución y la ley orgánica de Telecomu-nicaciones. Por su parte, el Colegio deAbogados de Lima expresó su preocu-pación por la decisión de los canales ypidió a estas empresas la reconsidera-ción de su postura41. A partir del 6 demarzo, dos meses después de iniciadala campaña, los canales de televisiónabierta decidieron ofrecer espacios gra-tuitos de 15 minutos para los grupospolíticos42, mientras que la venta deespacios publicitarios no se regularizóhasta días después. De esta forma, du-rante varios meses, unos canales de te-levisión enormemente endeudados seprivaron, de forma aparentemente vo-luntaria, de una importante fuente deingresos. Esta decisión se hace difícil-mente comprensible desde argumentospuramente económicos, y deja la puer-ta abierta a la hipótesis de que fue lapresión gubernamental la que forzó a

los canales de televisión abierta a adop-tar esa postura.

Pero esta no fue la única irregulari-dad, en cuanto a la propaganda electo-ral, detectada durante la campaña.Durante un tiempo, el Instituto Nacio-nal de Radio y Televisión del Perú (IRTP,televisión pública) negó la posibilidadde contratar publicidad a la agrupaciónpolítica opositora Perú Posible43. Segúnel relato de los hechos que realiza laDefensoría del Pueblo, la Oficina Na-cional de Procesos Electorales (ONPE),a través de un oficio con fecha 3 deabril, respondió a una consulta realiza-da por el gerente general del IRTP so-bre la posibilidad de contratar propa-ganda electoral con las agrupacionespolíticas. En su comunicación, la ONPEdaba a entender que los medios decomunicación estatales no podían ven-der espacios de publicidad a las agru-paciones políticas. La Defensoría delPueblo destaca la falta de sentido de laconsulta del IRTP ya que, en una cartaremitida a la propia Defensoría el 24 deabril, el organismo público admitía te-ner un contrato publicitario con la alian-za electoral oficialista Perú 2000. Laprimera comunicación de la ONPE fueaclarada un mes después, el 3 de mayo,mediante un oficio que rectificaba supostura anterior e indicaba que sí pro-cedía difundir propaganda políticasiempre y cuando fuera contratada. La

41 Declaraciones recogidas de la “Cronología de enero a junio de 2000”. Inter Prensa (Boletíndel Instituto Prensa y Sociedad), edición especial de agosto de 2000.

42 Ibídem.43 “Elecciones 2000. Balance de la segunda vuelta electoral”. Defensoría del Pueblo.

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Defensoría del Pueblo resume así elincidente: “Ello evidencia que duranteun tiempo el IRTP negó la contrataciónde propaganda electoral a una agrupa-ción política [opositora] cuando sí sehabía contratado con la otra [oficia-lista]”44.

Durante los dos meses anteriores ala fecha de la primera vuelta electoral,los candidatos presidenciales gastaronalgo más de dos millones de dólares enla propaganda electoral difundida a tra-vés de los medios de comunicación (te-levisión, radio y prensa escrita)45. Elcuadro 5 muestra la distribución entrelos candidatos.

Las cifras muestran un aplastantedominio del presidente Alberto Fujimo-ri. En esa misma línea se encuentra eltiempo total dispuesto por cada candi-dato en las cuñas de propaganda de loscanales de televisión abierta. De las casionce horas y media de propaganda di-fundida en televisión, Fujimori copónueve horas, 46 minutos y 3 segundos,casi el 80% del total. En segundo lugarse situó Alejandro Toledo, con el 12%del tiempo, y, por detrás, Andrade, conel 8% del tiempo. San Román y Salinasapenas aparecieron en pantalla46.

El análisis de las cifras muestra tam-bién una gran desproporción entre la

Cuadro 5

Cantidad gastada (1) (2) %

Fujimori 1.685.234 82’95Andrade 137.221 6’76Toledo 124.610 6’13San Román 32.293 1’59Salas 23.365 1’16Castañeda 23.189 1’14Salinas 3.180 0’15García B. 2.584 0’12

TOTAL 2.031.676 100’00

(1) Cifras en dólares.(2) Del 1 de febrero al 31 de marzoFuente: Supervisora de Medios y Publicidad

44 Ibídem.45 Asociación Civil Transparencia. “Datos electorales”, número 35, 3 de mayo de 2000. La

cifra procede de la información facilitada por la Supervisora de Medios y Publicidad a partir delas tarifas oficiales de los medios. Gastos realizados entre el 1 de febrero y el 31 de marzo. No seconsidera el gasto total realizado por las agrupaciones políticas.

46 Asociación Civil Transparencia. “Datos electorales”, número 35, 3 de mayo de 2000.

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inversión realizada en propaganda porlas dos fuerzas (Perú Posible y Perú2000) que se enfrentaron en la segun-da vuelta electoral47. En el mes de mayo,el valor total de la propaganda políticadifundida en los medios de comunica-ción ascendió a 5.050.486 dólares48. Deesta cantidad, la alianza oficialista Perú2000 gastó el 85’16% (4.300.866 dó-lares), mientras que Perú Posible invir-tió 746.874 dólares (el 14’79%). Los2.746 dólares restantes (0’05%) corres-ponden a otras formaciones.

Ambas agrupaciones destinaronmás del 90% de su partida presupues-taria a la televisión. La comparaciónentre la distribución efectuada por Perú2000 en mayo y la realizada por la Pre-sidencia del Consejo de Ministros a lolargo de los ocho primeros meses de2000 entre los distintos canales de se-ñal abierta nos muestra una pauta decomportamiento muy similar (ver cua-dro 6). Pareciera como si la formaciónpolítica de Alberto Fujimori actuara, ala hora de repartir los fondos de propa-ganda, casi como otro organismo guber-namental. De esta forma, al unir publi-cidad estatal y propaganda electoral, laestrategia de control y presión sobre losmedios organizada desde el poder au-mentaba en efectividad.

Perú Posible, por el contrario, sigueuna estrategia muy diferente. De los

fondos que destina a canales de televi-sión (el 91’11% de la cantidad totalgastada en mayo), el 47’96% se lo lle-va Canal 11, cuyo presentador-estrella,Beto Ortiz, se significó por sus críticasal Gobierno desde su programa “Betoa Saber” durante los últimos meses decampaña electoral. Canal 7 aparece ensegundo lugar, con un significativo31’89% de los fondos, mientras Canal5 se lleva el 12’06%. Los canales másligados al Gobierno se llevan la peorparte: Canal 4, a pesar de su posiciónde liderazgo, sólo obtiene el 8’09% deltotal (poco más de 55.000 dólares),mientras que Canal 2 se queda en blan-co.

Además de la propaganda electoralde las formaciones políticas, la publici-dad estatal jugó un importante papel enlas elecciones del año 2000: entre ene-ro y marzo, su cuantía casi se fue du-plicando con respecto al mes anterior:3.970.990 dólares en enero, 6.790.334dólares en febrero y 12.638.483 dóla-res en marzo49.

Durante la segunda vuelta electoral,la Presidencia del Consejo de Ministrosanunció la suspensión de la publicidadestatal. De esta forma, seguía las reco-mendaciones de distintos observadores,entre ellos de la Defensoría del Pueblo,y se hacía eco de los deseos de la so-ciedad: una encuesta realizada por la

47 Los datos sobre gastos en propaganda de Perú 2000 y Perú Posible que se citan a continua-ción pertenecen a la Supervisora de Medios y Publicidad y aparecen recogidos en el informe dela Defensoría del Pueblo: “Elecciones 2000. Balance de la segunda vuelta electoral”.

48 Valor calculado a partir de la tarifa oficial de los medios.49 Datos de la Supervisora de Medios y Publicidad recogidos en el informe de la Defensoría

del Pueblo “Elecciones 2000. Balance de la segunda vuelta electoral”.

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Cuadro 6

Presidencia Consejo de Ministros Agrupación Perú 2000

Cantidad recibida (1) (2) % Cantidad recibida (1) (3) %

Canal 4 3.140.796 38’15 1.567.304 39’3Canal 2 2.001.226 24’31 761.412 19’09Canal 5 1.575.419 19’13 825.655 20’7Canal 9 705.729 8’57 264.729 6’64Canal 11 429.501 5’21 311.289 7’81Canal 7 267.452 3’24 204.384 5’13Canal 13 113.648 1’38 52.993 1’33Canal 15 180 0’01 0 0

TOTAL 8.233.951 100’00 3.987.766 100’00

(1) Cifras en dólares americanos.(2) De enero a agosto de 2000. (3) Mayo 2000.Fuente: Supervisora de Medios y Publicidad

Veeduría Ciudadana de la Comunica-ción Social indicaba que el 66’5% delos encuestados estaba a favor de lasupresión de la publicidad estatal duran-te la segunda vuelta electoral50. Sinembargo, el seguimiento realizado porla Defensoría del Pueblo demostró que,si bien la inversión publicitaria del Es-tado disminuyó, durante abril y mayo sesiguieron difundiendo campañas de laPresidencia del Consejo de Ministros,del Ministerio de la Presidencia, delMinisterio de Transportes y Comunica-ciones y del Ministerio de Defensa,entre otros organismos públicos. Para la

50 “Opiniones ciudadanas: hacia una segunda vuelta con equidad informativa”. Veeduría Ciu-dadana de la Comunicación Social, abril de 2000.

51 Defensoría del Pueblo. Op. Cit.

Defensoría del Pueblo, “ello evidencióque la Presidencia del Consejo de Mi-nistros no cumplió íntegramente con elofrecimiento de retirar toda la publici-dad estatal durante la segunda vueltaelectoral”51.

De todas formas, el descenso de lapublicidad estatal durante los meses deabril y mayo quedó compensado con laenorme inversión realizada por los par-tidos políticos (fundamentalmente porPerú 2000), que desplazaron al Estadocomo primer anunciante del país duran-te estos dos meses. Este hecho viene aavalar la teoría de la acción conjunta de

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publicidad estatal y propaganda electo-ral formulada anteriormente.

Conclusiones1) La debilidad de la estructura empre-

sarial de los medios de comunica-ción peruanos, lastrados en su ma-yor parte por cuantiosas deudas,junto a la docilidad mostrada pormuchos de sus propietarios ante losdesignios del poder, propiciaron elacercamiento de un gran número demedios al fujimorismo como garan-tía de su supervivencia.

2) El Gobierno se valió de numerososmecanismos de carácter económicopara presionar o controlar los me-dios de comunicación. Entre ellosdestaca la financiación directa delas empresas a través de organismosdel Estado como el Servicio de In-teligencia Nacional (SIN) o el repar-to arbitrario de la publicidad estatal.La crisis económica de la segundamitad de la década de los 90 pro-pició un descenso de la publicidadde las empresas privadas e hizo a losmedios de comunicación más de-pendientes del avisaje delEstado,que se incrementó de forma nota-

ble coincidiendo con las eleccionesmunicipales de 1998 y las presiden-ciales de 2000. Entre 1996 y 1999la publicidad estatal aumentó un225%, mientras que el avisaje de lasempresas privadas disminuyó casiun 30% entre 1997 y 2000.

3) El Gobierno distribuía la publicidadestatal de acuerdo con criterioscomo la composición del acciona-riado, el grado de adhesión o la lí-nea editorial del medio. La audien-cia o lectoría eran considerados fac-tores secundarios.

4) La propaganda electoral de la for-mación oficialista Perú 2000 com-pensó la reducción de la publicidadestatal que se produjo durante la se-gunda vuelta de las elecciones de2000 (meses de abril y mayo) tras laspresiones de instituciones como laDefensoría del Pueblo, que alerta-ron sobre los efectos distorsionado-res de esta práctica. De hecho, elpartido de Alberto Fujimori actuócomo un organismo más del Estado,distribuyendo su partida para propa-ganda siguiendo los mismos crite-rios que utilizaba el Gobierno pararepartir la publicidad institucional.

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LA RELACIÓN ENTRE MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y PODER EN EL PERÚDURANTE LA ÚLTIMA ETAPA DE LA PRESIDENCIA DE ALBERTO FUJIMORI

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INVESTIGACIÓ ANTROPOLÒGICA I PATRIMONIALITZACIÓ

NÚM. 9, DESEMBRE, 03

NÚM. 9, DESEMBRE, 03

ALBERT MONCUSÍ FERRÉ

DEPARTAMENT DE SOCIOLOGIA I ANTROPOLOGIA SOCIAL

UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

R E S U M E N

AQUEST ARTICLE TRACTA SOBRE LA RELACIÓ ENTRE INVESTIGACIÓ EN ANTROPOLOGIA SOCI-AL I PATRIMONIALITZACIÓ. DE PRIMER, ES DEFINEIXEN ALGUNS CONCEPTES CLAU, COM ET-NOLOGIA, CULTURA I PATRIMONI ETNOLÒGIC, NECESSARIS PER SABER EN QUÈ CONSISTEIXEN

ELS PROCESSOS D’INVESTIGACIÓ ANTROPOLÒGICA I PATRIMONIALITZACIÓ. EN SEGON LLOC,ES POSA ESPECIAL ATENCIÓ A LA RELACIÓ HISTÒRICA ENTRE PATRIMONIALITZACIÓ, TERRITORI IIDENTITAT. A PARTIR DE LA CONSIDERACIÓ DE DIFERENTS CASOS, I SOBRETOT A PARTIR DE

DUES RECERQUES ESPECÍFIQUES, ES CONCLOU QUE PER A DUR A TERME UN PROCÉS DE

PATRIMONIALITZACIÓ ES FA IMPRESCINDIBLE LA TASCA D’AGENTS DIVERSOS, ENTRE ELS QUALS

ES COMPTEN ELS ANTROPÒLEGS I LES INSTITUCIONS POLÍTIQUES. AIXÍ MATEIX S’APUNTA QUE

SENSE EL SUPORT D’UN “ETHNOS”, TANT ELS PROCESSOS DE PATRIMONIALITZACIÓ COM LA

INVESTIGACIÓ ETNOLÒGICA PERDEN SENTIT. FINALMENT, LA INVESTIGACIÓ EN PATRIMONI ES

PRESENTA COM UNA ACTIVITAT RELACIONADA AMB UN COMPROMÍS PEL DESENVOLUPAMENT

D’UNA SOCIETAT EN UN TERRITORI DETERMINAT.

INVESTIGACIÓ ANTROPOLÒGICAI PATRIMONIALITZACIÓ1

IntroduccióL’Antropologia Social i Cultural té

com un dels seus camps de treball elPatrimoni etnològic. Com ha suggeritMontserrat Iniesta (1994), tant la defini-ció dels patrimonis i la seva institucio-nalització a través dels museus com el

desenvolupament de la disciplina sónprocessos històrics profundament rela-cionats. La definició del camp etnolò-gic està vinculada en diversos païsoseuropeus, abans de mitjans del segleXX, als estudis sobre societats i culturestradicionals en societats rurals. Les ma-

1 Una de les recerques en què es basa aquest text s’està realitzant en conveni amb la Dipu-tació Provincial de València. L’altra va ser efectuada per encàrrec de la Fundació Reig i sota lacoordinació d’Isabel de la Parte. A tots ells, gràcies.

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teixes que eren font de patrimonialitza-ció. La història de la disciplina acadè-mica i la de les polítiques de patrimonicultural i etnològic en diversos païsoscorren camins que coincideixen. Elspunts de confluència són, fonamental-ment, les definicions de patrimonis,identitats i cultures.

L’objectiu d’aquest article és explo-rar la relació entre investigació antropo-lògica i patrimonialització. Un primerpas en la reflexió passa, precisament,per la definició dels conceptes d’Etno-logia, Patrimoni etnològic i cultura. Unsegon pas va en la línia de mostrar comla investigació etnològica té un paper enels processos de patrimonialització, altemps que aquests estan relacionatsamb una definició d’identitat col·lectiva.Enfocarem la relació entre el procésd’investigació antropològica i els pro-cessos de patrimonialització, tot distin-gint agents i pràctiques que conflueixenen els nivells polític i acadèmic. Unapart de la reflexió en aquesta segonalínia partirà de dues recerques concre-tes en el camp del patrimoni ubicadesa Andorra i al País Valencià.

Etnologia i culturaDes que treballo en el camp de

l’Antropologia Social i Cultural, en mésd’una ocasió m’han preguntat en quèconsisteix la meva feina. Segons elscasos he respost que feia una mena deSociologia, que estudiava les cultures o,més pròpiament, pràctiques culturals o,quan m’ha fet la pregunta una personafrancesa, que feia recerca en “Ethnolo-gie”. Quan la professió no està molt

consolidada, cal cercar recolzament ensinònims, i un dels que he anomenat(Etnologia) és especialment important enla definició d’un dels possibles campsde treball de l’antropòleg: el Patrimonietnològic. Però, què és l’Etnologia?

A grans trets, podem adoptar dosgrans criteris a l’hora d’assajar una de-finició. El primer té a veure amb unaconcepció de les diverses fases que sesegueixen en els estudis antropològics,el segon, amb la història de l’Antropo-logia. El criteri de les fases el suggereixel postulat de Lévi-Strauss segons el quall’Etnologia és el coneixement i explica-ció de les pràctiques i maneres de pen-sar d’un grup humà particular, mentrel’Etnografia en seria la descripció. Per laseva banda, l’Antropologia esdevindrial’establiment de conclusions universalsen l’estudi dels trets socials i culturalsde la humanitat en el seu conjunt, te-nint en compte el coneixement etnolò-gic sobre diferents grups particulars(Lévi-Strauss 1979). Segons aquest pri-mer punt de vista, l’Etnologia seria unafase específica d’un procés de coneixe-ment més general, que partiria fona-mentalment de l’estudi de societats allu-nyades en l’espai i/o el temps respected’una societat de la qual procedia l’in-vestigador. L’especialització en l’alteri-tat i la instauració del treball de campcom a mètode bàsic serien els dos pi-lars de la constitució de la ciència an-tropològica com a disciplina específica,amb diferents fases: etnogràfica, etnolò-gica i antropològica.

El segon criteri en la definició d’Et-nologia se centra bàsicament en la his-

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tòria de la disciplina antropològica endiferents contextos acadèmics. Aquestdesenvolupament històric ens ha deixatcom a herència una multiplicitat denoms per a parlar d’una mateixa cosa.Per exemple, la “Encyclopedia of Soci-al and Cultural Anthropology” (escritaper autors que han fet carrera, en lamajoria de casos, en universitats anglo-saxones) comença de la següent mane-ra la seva definició de “Ethnology”:

En un sentit ampli, un sinònim deAntropologia Social o Cultural (Bar-nard i Spencer, 2001:604).

Allò que a França es denomina Etno-logia, a Anglaterra rep el nom d’Antro-pologia Social i, a Estats Units, Antropo-logia Cultural. Per la nostra banda, a l’Es-tat espanyol parlem bàsicament d’Antro-pologia Social i Cultural, i en alguns ca-sos d’Etnologia. Tots aquests noms fanreferència a l’estudi de les societats hu-manes i de les seves pràctiques culturals,que implica enfocar, sovint de formacomparativa, les estructures, institucions,composició, normes, rols, creences, va-lors i relacions internes, la tecnologiad’una societat i també la relació entresocietats diferents. D’on arribem a laconclusió que qualsevol producció hu-mana (social, cultural) pot ser objected’estudi antropològic. Des d’aquest puntde vista, Etnologia esdevé sinònim d’An-tropologia Social i Cultural.

En aquest text adoptarem el segoncriteri. Per tant, considerarem que Etno-logia és sinònim d’Antropologia Sociali Cultural i, en conseqüència, que el co-neixement i l’estudi antropològic degrups humans particulars constitueixtant l’Etnologia com l’Antropologia So-cial i Cultural. La institucionalització idesenvolupament de la disciplina aca-dèmica han anat molt lligats a diversesfonts de reflexió sobre la humanitat,d’entre les quals destaquen els proces-sos de colonització i el sorgiment de laideologia romàntica constitutiva delfolklorisme (Lévi-Strauss 1976). Així, apartir del darrer quart del segle XIX, ifins els anys cinquanta del segle XX, elsantropòlegs europeus ens vam dedicara l’estudi de formes d’organització so-cial i cultures “tradicionals”, concebu-des com a relatives a l’àmbit del passati caracteritzades sovint per la transmis-sió oral del coneixement2.

Avui, no obstant, les unitats d’obser-vació antropològiques es poden trobaren el terreny de les antigues metròpolisi de les societats urbanes modernes. Pertant, estudiem societats humanes mésproperes al que seria un reconeixementen elles d’un “nosaltres” present. Així,tota recerca etnològica implica l’estra-nyament davant “l’altre” o a causa unamirada diferent sobre la pròpia realitat.Dit d’una altra manera, els antropòlegsestudiem quelcom que ens és estrany omirem allò quotidià com si fos insòlit.

2 Aquest punt cronològic —mitjans de segle XX— vindria marcat a Europa pels estudis del’Escola de Manchester. A Estats Units aquest salt epistemològic l’havia realitzat anteriorment l’Es-cola de Chicago.

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Bona part d’aquest coneixement passaper la descripció i anàlisi de pràctiquesculturals. Per això, i perquè en algunscasos els patrimonis es defineixen coma “cultura”, es fa necessari que miremde definir a què ens referim quan utilit-zem aquesta paraula.

La primera definició antropològicade cultura és la que el 1871 formulà Ed-ward B. Tylor, per qui es tractava de for-mes de comportament, hàbits, lleis, pro-duccions materials i creences d’un gruphumà. Franz Boas afegí, el 1898, la ideaque hi havia múltiples cultures formadesper síntesis històriques d’elements origi-nats en espais i temps diferents. Les cul-tures, aleshores, no serien quelcom in-nat, sinó après. El desenvolupament pos-terior de l’Antropologia Social i Culturalpresenta la cultura en un sentit latent,com un entramat que dóna significat almón en cada societat humana; un filtrepel que es reconeix el món que ens en-volta, els objectes, les pràctiques i elsdiscursos que el constitueixen. En unsentit manifest, la cultura és concebudacom un conjunt de símbols que visibilit-zen la diversitat humana. En aquest sen-tit, es relaciona amb la identitat.

A partir d’Antoni Ariño (1997), po-dem suggerir una definició que conden-sa el que s’ha vist fins aquí: les culturessón síntesis històriques d’elements diver-sos, en constant actualització, que prac-tiquen els membres de societats huma-nes. Es tracta d’estris de coneixement iclassificació de la realitat, pels qualspassa la seva concepció en un nivellsimbòlic (de llenguatge, normes, expli-cacions, interpretacions…), que externa-

ment es manifesten com a diverses, ique practiquen i comparteixen grupsespecífics. Són apreses i aprehensiblesi, sobretot, no són essències immuta-bles, sinó quelcom que canvia.

Són els subjectes, en la seva vidaquotidiana, els qui, amb pràctiques idiscursos, fan aprehensibles les cultures,i els antropòlegs mirem de sistematitzaruna descripció d’aquest procés d’apre-hensió a través de la recerca. Per tant,les cultures no són entitats homogèni-es. La seva unitat té un caràcter formalque es manifesta en pràctiques i discur-sos amb els quals s’organitza la diversi-tat en la conducta. Aquesta organitza-ció pren cos a través de reiteracions iconvencionalismes que els propis ac-tors, o un observador extern, poden pre-sentar com a prova d’homogeneïtat in-terna i d’unitat. De manera que les cul-tures són recursos que es transmeten,s’hereten, es modifiquen, desapareixen,s’expressen en la pràctica i es constru-eixen quotidianament (Garcia 1998:13-14). Des d’un punt de vista “etic”, lescultures són canviants i heterogènies,mentre que des d’un punt de vista“emic” són percebudes com homogè-nies, estàtiques i immanents. En aquestdarrer cas, propis i estranys les lliguena la identitat de grups particulars alsqual es considera que pertanyen. Laconstrucció social del Patrimoni etnolò-gic entra de ple en aquesta relació en-tre cultura i identificació col·lectiva.

Antropologia i Patrimoni etnològicEn un article recent, Joan Prat es feia

ressò dels diferents noms amb què es

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denomina un mateix tipus de patrimo-ni. Citava, concretament, els termespatrimoni etnogràfic, Patrimoni etnolò-gic, patrimoni antropològic, patrimonimodest, patrimoni cultural i Cultura(Prat 1999:96). Els dos darrers tenen l’in-convenient de confondre cultura i pa-trimoni, quan en realitat es tracta decoses diferents3 . El nom que aquí utilit-zarem serà el de Patrimoni etnològic.Fonamentalment l’escollim perquè és elque probablement més s’usa tant en elmón acadèmic com en el terreny de lamuseologia. Ara bé, què és allò queanomenem així?

En referència al terme genèric de“patrimoni”, podem dir que es tracta debéns que es transmeten intergeneracio-nalment. D’acord amb Joan Prat, elsdiferents tipus de patrimoni esdevenenbéns simbòlics que en cada momenthistòric son considerats susceptibles deser investigats, conservats, difosos i res-tituïts. La selecció resulta, en bona part,d’un consens en cada disciplina cientí-fica (Prat 1999:94). És a dir que amb laseva pràctica els arqueòlegs, per exem-ple, tenen clar quins béns integren elpatrimoni arqueològic, els artistes l’ar-tístic i els arquitectes l’arquitectònic.Així, els etnòlegs hauríem de ser capa-ços de definir quins béns conformen elconjunt simbòlic constitutiu del Patrimo-ni etnològic.

Seguint el mateix criteri, el campd’estudi de l’Etnologia delimitaria elcamp de creació de Patrimoni etnolò-gic. Montserrat Iniesta (1994) ha expli-cat, per exemple, com en el cas deFrança la definició de l’Etnologia coma disciplina implicà una preocupacióinicial per l’estudi i conservació de lasocietat tradicional francesa. Posterior-ment, els anys cinquanta i seixanta,s’institucionalitzà aquest tipus d’estudis,amb la pràctica d’una Etnologia de sal-vament d’urgència. El focus central pas-sava a ser l’estudi de les societats ruralsfranceses i l’Etnologia s’interessava pre-dominantment per la tradició (Iniesta1994:216-217). Pel cas d’Espanya, elmateix Joan Prat (1999) ha destacat queel concepte de Patrimoni etnològic ésuna herència dels folkloristes decimonò-nics que restringí el camp de la seva de-finició a l’èmfasi en elements rurals, endetriment dels urbans, a l’interès per lescostums tradicionals front les modernesi, en general, a la valoració dels ele-ments propis d’un passat pre-industrial,camperol i artesanal, per davant d’allòpropi d’una societat industrialitzada icapitalista (Prat 1999:96).

Un altre exemple és el cas de Cata-lunya, a on de la fal·lera recol·lectora il’esperit arxiver dels primers folkloristeses va passar a la tasca de recol·lecció imostra d’objectes contextualitzats duta

3 Llorenç Prats, per exemple, defineix Patrimoni etnològic com “el conjunt de recursos cultu-rals fruit de la diversitat cultural humana i formalitzats pel coneixement científic, com una granmemòria col·lectiva de la humanitat de cada poble (Prats 1995:28). Aquesta afirmació converteixpatrimoni i cultura en sinònims, la qual cosa pot generar equívocs perquè el conjunt objecte depatrimonialització esdevé sempre una selecció més restringida que tot allò que es pot incloure enel concepte de cultura.

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a terme per Ramon Violant i Simorra, elsanys trenta i quaranta. Posteriorment esva viure un període d’allunyament deles institucions acadèmiques respectedels museus, centres vitals de valoraciódel patrimoni. La democratització impli-cà una revifalla de la cultura popular, ique la festa i el museu es convertissinen formes de recuperació de l’espaipúblic i d’expressió d’identitats locals iregionals (Iniesta 1994:221-224). Poste-riorment s’ha anat consolidant l’Inventa-ri del Patrimoni Etnològic de Catalunya(IPEC), un projecte polític que vinculaacadèmia, govern autonòmic i agentslocals en el procés de valoració i difu-sió del patrimoni i, a través d’ell, de di-namització i desenvolupament local.

L’espina dorsal del projecte desen-volupat a Catalunya és, precisament, laimplicació d’agents diversos. Un fet ques’havia donat també a França. En aquellcas, el procés d’institucionalització dela disciplina etnològica no va ser unila-teral. L’acadèmia es va implicar en eldesenvolupament de polítiques cultu-rals, especialment a partir dels anys se-tanta, i aquesta implicació va contribuira la definició política de la disciplina.Iniesta situa en aquest període una re-flexió política i acadèmica sobre la de-finició del Patrimoni etnològic, que par-tia d’una crisi econòmica en relació ala qual “emanava una crisi de consci-ència social amb fortes repercussionssobre la representació col·lectiva delfutur i sobre el significat social del pas-sat”. La conseqüència va ser un interèsper un estudi etnològic ubicat en terri-tori francès i que col·laborava en la va-

loració i promoció del patrimoni fran-cès. Des dels anys vuitanta, el Patrimo-ni etnològic ha estat identificat en aquellpaís amb “el conjunt de les expressionsmaterials i immaterials de cultures quo-tidianes dels diversos grups que compo-nen la comunitat nacional francesa”. Lespolítiques culturals en matèria de patri-moni han anat lligades directament a larecerca, especialment pel que fa a lapublicació de revistes i llibres (Iniesta1994:217 i 220).

La definició de patrimoni etnològicque acabo de citar assenta les bases perdefinir un tipus particular de patrimonique es pot emmarcar dins l’epígraf “pa-trimoni cultural”. Com suggereix AntoniAriño (2002), el patrimoni cultural es de-fineix, des de la segona meitat del segleXX, com tota manifestació o testimonisignificatiu d’un grup humà, i inclou di-versos tipus de béns materials i immate-rials: creacions artístiques, béns arqueo-lògics i béns etnològics. Aquest darrertipus de béns engloba, segons la legisla-ció espanyola, manifestacions tradicio-nals populars, enteses com a illetrades,associades al folklore, i amb un valor fo-namentalment històric. De fet, la legis-lació espanyola inclou el Patrimoni etno-lògic (denominat, en aquest cas, etnogrà-fic) dins de l’històric. Per altra banda, s’in-sisteix en el seu caràcter tradicional i enla seva transmissió consuetudinària(García 1998). En el cas concret del PaísValencià, el Patrimoni etnològic es rela-ciona directament amb una idea de cul-tura i formes de vida tradicionals. Així,la llei 4/1998, de 11 de juny, del Patri-moni Cultural Valencià diu textualment:

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Títol I, Capítol I, Article 1: El patri-moni cultural valencià està consti-tuït pels béns mobles i immobles devalor històric, artístic i arquitectònic,arqueològic, paleontològic, etnolò-gic, documental, bibliogràfic, cien-tífic, tècnic o de qualsevol altra na-turalesa cultural, existents al territo-ri de la Comunitat Valenciana o que,trobant-se fora d’aquest, siguen es-pecialment representatius de la his-tòria i la cultura valenciana (…)També formen part del Patrimonietnològic, les creacions, coneixe-ments i pràctiques de la cultura tra-dicional valenciana (1998:17)Títol II, Capítol III, Secció quarta(Règim dels béns immaterials d’in-terès cultural), Article 45: Aquellesactivitats, coneixements, usos i tèc-niques que constitueixen les mani-festacions més representatives i va-luoses de la cultura i les maneres devida tradicionals dels valenciansseran declarats béns d’interés cultu-ral (1998: 39).

El text fa referència a “valor etnolò-gic”, sense especificar en què consisteixaquest valor. Més endavant esmenta elPatrimoni etnològic en relació directa aelements caracteritzats com a immate-rials i com a part de “cultura i maneresde vida tradicionals” o “cultura tradicio-nal valenciana”. Es podria entendre coma criteri de definició d’allò etnològic laqualificació de quelcom com a tradici-onal, i la inclusió de béns que restenfora d’aquells clarament inventariablessota la resta d’epígrafs (històric, artístic,

arquitectònic, arqueològic, etc…). Defet, els béns etnològics només apareixenquan es fa referència a béns immateri-als, i sempre en relació al qualificatiu“tradicional”.

En el text, el Patrimoni etnològic (i,més extensament el patrimoni cultural)es vincula directament a un territori i aun grup determinat, per tal com es con-sidera que n’ha de ser representatiu.Allò “tradicional dels valencians” seriael que tindria, aleshores, valor etnolò-gic. És a dir que els béns etnològics se-rien tots aquells propis de la manera deviure tradicional dels valencians. En laseva primera part (“manera de viure tra-dicional”) aquesta definició podriaportar a establir una equivalència entreEtnologia i Folklore, la qual cosa con-tradiria la definició d’Etnologia que hemfet més amunt. I ho faria, perquè ubi-caria allò etnològic en el terreny d’unpassat “tradicional”, i la pràctica de l’Et-nologia en l’estudi de la tradició, sensemés. Per evitar aquesta contradicció, calun enfocament metodològic i epistemo-lògic que inclogui la pràctica investiga-dora en el present, i també la memòriai el record del passat i la visió que elssubjectes tenen del seu entorn quotidiàactual; el sentit que li donen. L’entrevistaal vellet/a, al savi/a del poble, i l’acu-mulació d’elements recollits en tant quepertanyents a una descripció de la vidaquotidiana passada no poden ser l’úni-ca via; el passat no és pas l’únic tempsde conjugació que interessa a l’antropò-leg social. La seva pròpia pràctica i elsprocessos de patrimonialització s’estandonant en la dinàmica del present,

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construint futur i interpretacions delpassat i del propi present.

Investigació antropològica i patrimo-nialització

La definició de Patrimoni etnològicrecollida per Iniesta i que hem citat mésamunt, tenia com a suport la comuni-tat nacional composada per grups diver-sos, i consistia en les expressions mate-rials i immaterials de les cultures quoti-dianes d’aquests grups. La quotidianitatimplica un camp de significació queinclou tot allò experimentat i percebuta diari com a no extraordinari. Es tractad’allò que quedaria fora d’una definiciórestringida i elitista de la cultura confe-gida d’obres d’art i un compendi deconeixements d’història, geografia, cièn-cia, etc. En el procés de patrimonialit-zació, aleshores, es dóna un valor es-pecial a allò quotidià, tot caracteritzant-ho com a representatiu d’un col·lectiu.Com suggereixen Agudo i Fernández dePaz, consisteix en ressenyar béns comd’especial significació dins d’un deter-minat context cultural, dotant-los de fortcontingut ideològic com a símbol dereferència identitària, la utilització delqual és susceptible de revisió i és sem-pre una manipulació ideològica (Agudoi Fernández de Paz 1999:8). Una mani-pulació, per altra banda, raonable sipensem que els símbols existeixen pre-cisament perquè són manipulats, i pera ser-ho.

De fet, històricament, amb la cons-trucció de l’Estat-nació modern, el pa-trimoni col·lectiu s’ha definit en relacióa la identitat col·lectiva, i més particu-

larment, a la identitat nacional. L’acte dereconeixement i preservació d’un patri-moni representa una forma de patri-monialitzar cultura (Hernàndez 2002).De manera que el patrimoni esdevé unaeina de reproducció simbòlica de lacol·lectivitat, un recurs per a la referèn-cia a un “nosaltres”, a través d’un dis-curs en el que es representa al grup através d’una representació del que homconsidera és part de la seva cultura.Com diu Montserrat Iniesta:

El concepte de patrimoni vehiculaun discurs ideològic relatiu al col-lectiu social, mitjançant la selecciói marcatge “d’objectes”, que sónpreservats del pas del temps, orde-nats i mostrats, en nom del bé comúi a causa de la capacitat d’evocacióde la col·lectivitat, allò que, en ter-mes revolucionaris, expressava lanació (INIESTA 1994:18)

El patrimoni està, doncs, privat desentit si no es refereix a un col·lectiu, ité una funció representativa que el di-ferencia de la cultura, sense més. Per-què quelcom sigui considerat Patrimo-ni etnològic s’ha d’haver donat abans unprocés de selecció, investigació, conser-vació, difusió i restitució d’objectes,comportaments rituals, costums, interac-cions i altres elements que els membresd’un grup social consideren propis d’uncontext sociocultural, en relació amb undeterminat territori. Tots aquests ele-ments obtenen un valor social com arecurs simbòlic o material pels membresd’un col·lectiu que els consideren dig-

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nes de ser tractats de manera especial(Cruces 1998:82). Dit d’una altra mane-ra, investigació, conservació, difusió irestitució són els passos en un procésgeneral de valoració d’elements ambsignificat representatiu. Patrimonialitzarés construir de forma dinàmica una re-presentació de pràctiques culturals, totgenerant recursos a partir d’herènciatransmesa i d’innovació; de passat i depresent (GARCÍA 1998:14). I en això elsantropòlegs, com especialistes en elcamp etnològic, hi tenim alguna cosaa dir.

El procés de patrimonialització noés resultat d’un trajecte atzarós, sinó del’acció reflexiva d’agents concrets i deles seves valoracions i interessos. Comha indicat Ariño (2002:45), és també unprocés inestable perquè implica nego-ciació entre grups d’identitats dinàmi-ques i fluïdes, i a on juguen diverses lò-giques. Una adaptació d’una propostade Cruces (1998:79-80) és útil per dis-tingir les lògiques que intervenen: la delmercat, la de les institucions polítiques,la de la ciència i la del sentit comú. Laprimera, fa referència a béns escassos ique, com a tals, esdevenen prestigiosos.La lògica de les institucions polítiques(i particularment de les estatals i regio-nals) permet definir formalment i públi-ca què és o no objecte de patrimonialit-zació i quin tractament mereix. La ci-ència construeix el camp patrimonial entermes de coneixement, amb articulacióde teories explicatives amb un marcabstracte de representació, de caràcterracional i acumulatiu. Aquesta darreralògica, la del coneixement més enllà del

sentit comú, pot ser particularment en-riquidora pels agents locals i pels sub-jectes de cara a establir prioritats deconservació i de difusió cultural, en lamesura que parteix de concebre el pa-trimoni com una representació constru-ïda, i la patrimonialització com a pro-cés dinàmic. Per últim, el sentit comúes regeix per referències a les coordina-des espai/temps en les quals s’ubiquenels elements que són patrimonialitzats.En aquest punt és fonamental la seva na-turalesa com a part d’un passat del quales vol guardar una herència. En aquestcas es tracta dels criteris segons els qualsels membres d’una societat, com a tals,consideren que una cosa és digna deformar part de la representació que esfan d’ells mateixos, i del que conside-ren és la seva cultura. Aquesta lògica delsentit comú està marcada actualmentper un buit de sentit, pel risc de pèrduad’orientació amb la desaparició de l’an-coratge del passat (Hernàndez 2001) iper la consegüent inseguretat respectede la pròpia identitat i de la seva repre-sentació. El sentit comú es regeix,doncs, per la idea de la transmissió in-tergeneracional d’una herència culturaltradicional, en aquest context marcatper la incertesa.

A nivell local, la posada en pràcti-ca d’aquestes lògiques és un procés his-tòric en què participen diversos agents.Així, per exemple, associacions i cen-tres d’estudis locals i ajuntaments demo-cràtics han tingut molt a veure amb larecuperació de festes, llegendes i ele-ments de la cultura popular en alguneszones de l’Estat espanyol, després del

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Franquisme. En alguns casos aquestexercici de recuperació va representarun esforç per recobrar o instaurar sím-bols de la identitat local. Els agents cen-trals en aquesta tasca van ser, més quepersones, estructures a partir de lesquals es feu possible implementar polí-tiques d’abast local i regional (Matas iBover 1997:22). Així, els anys vuitantai noranta s’assentaren les bases per al’establiment d’eixos prioritaris i plani-ficació de les intervencions en el terrenydel patrimoni en diverses ComunitatsAutònomes.

Matas i Bover, des de la seva expe-riència en el cas de Catalunya, desta-quen el paper d’agents diversos en ini-ciatives de patrimonialització que sem-blen efectuades mirant al passat, peròque es fan amb clau de present i queimpliquen una tasca de desenvolupa-ment econòmic, de cara al futur. El pa-trimoni, en mans de la col·lectivitat, potesdevenir un recurs quan genera activi-tats de difusió, i formació, i activitatseconòmiques i de millora de condicionsde vida dels habitants d’un territori.Amb tasques de formació es difon elconeixement d’un context socioculturali històric i es pot generar participació enla valoració d’aquest coneixement, a lavegada que es pot facilitar la cohesióentre generacions per l’interès compar-tit pel passat, el present i el futur. Eldesenvolupament socioeconòmic potveure’s afavorit per la generació d’infra-structures i de serveis de cara a residentsi visitants. I tot això des d’una gestióoberta del Patrimoni etnològic a empre-ses turístiques, associacions, ajunta-

ments…, i des d’una concepció integralque col·loca en un mateix pla diferentstipus de patrimoni. Els autors destaquenel cas del projecte “Gavarres: memòriai futur”, a on patrimoni cultural i natu-ral són tractats de forma conjunta perdefinir projectes de desenvolupamentlocal (Matas i Bover 1997:26-27).

Tal com els hem definit fins aquí, elsprocessos de patrimonialització van lli-gats a la definició d’identitats col·lectivesen un determinat territori. És obvi, enaquest punt, que les institucions políti-ques tenen un paper central com aagents en la patrimonialització. Les po-lítiques culturals i de patrimoni s’imple-menten sobre el territori de forma quees poden reproduir les representacionsd’aquest i l’articulació territorial de di-verses institucions hi té molt a veure. Siens centrem en el cas del País Valencià,podem assajar algunes reflexions al res-pecte. El pes que hi tenen les tres pro-víncies es reflecteix en la importànciapolítica de les Diputacions provincials.Aquest pes específic no es dóna, perexemple, en el cas de Catalunya a on,a més, la Generalitat ha desenvolupatpolítiques actives de coneixement i con-servació del Patrimoni etnològic.

En el cas valencià, la Generalitat haelaborat i publicat la llei sobre patrimonia què fèiem referència més amunt, peròno ha desenvolupat encara òrgans decoordinació d’iniciatives etnològiquesen tot el territori. Pot ser que un delsproblemes es trobi en la concepció po-lítica del territori mateix, en la seva ar-ticulació. En aquest sentit, la dificultatde definició d’un projecte polític col·-

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lectiu particular es palesa en el desacordsobre el nom que es dóna a un mateixterritori (País valencià, Comunitat valen-ciana, Regne de València…). L’acció endefensa del Patrimoni etnològic per partd’entitats que denominen el territori demanera diferent és, en una situació comaquesta, difícilment coordinable. El pro-cés històric de construcció d’identitatsi d’institucions polítiques i la concepciódel territori tenen el seu corol·lari en elpoc desenvolupament de polítiquescoordinades en el terreny del patrimo-ni i en la manca de reconeixement isuport públics a agents i iniciatives enaquest camp. Ara per ara, en el Paísvalencià, hi ha molta tasca a fer enaquest sentit.

Tot i les diferències que hi ha ambaltres casos, pot ser interessant fer-hi unaullada per veure quines mesures s’estanprenent de cara a una patrimonialitzacióassentada sobre una participaciód’agents múltiples. A França, per exem-ple, s’ha creat la figura d’etnòleg regio-nal, agent local en el coneixement ivaloració del patrimoni, in situ. Tambéhi ha hagut la convocatòria de progra-mes de recerca en temes concrets. Peraltra banda, hi ha una densa xarxa ins-titucional de tractament del patrimonien les diverses regions i a nivell estatal.A Mèxic es mostra una participació enla construcció d’una concepció hege-mònica de cultura nacional. Així ma-teix, assistim a la definició d’un dobleobjecte: «cultures exòtiques» i «altresinteriors», en les que s’articula la crea-ció de museus etnològics o etnogràfics.La lògica científica i disciplinària té molt

a veure amb la construcció social delspatrimonis i en la definició de polítiquesculturals i la creació d’òrgans adminis-tratius al respecte (INIESTA 1995). ACatalunya, el Centre de Promoció de laCultura Popular i Tradicional Catalana,creat per la Generalitat, coordina, con-juntament amb diverses entitats arreudel territori, programes de recerca pera un inventari del Patrimoni Etnològic deCatalunya. Una de les línies prioritàriesconsisteix a promoure l’elaboració deprojectes amb implicació d’agents lo-cals (museus, centres d’estudis, associ-acions…) i món acadèmic, l’objectiudels quals és investigar, conservar, difon-dre i restituir elements del Patrimonietnològic de pobles i comarques arreude Catalunya. La restitució es dóna enforma de creació d’exposicions, museuso publicacions. També hi ha hagut in-tents en la línia de crear un museu d’Et-nologia que, ara per ara, no ha vist lallum.

No és casualitat que a on hi ha po-lítiques actives en el camp del patrimo-ni apareguin projectes de museus. Elmuseu representa la institucionalitzacióper excel·lència dels processos de patri-monialització. Esdevé tot un instrumentde reproducció simbòlica de la socie-tat en un context de dinàmica dialècti-ca de les hegemonies (Iniesta 1994:18).La selecció i conservació d’elements apatrimonialitzar, la difusió en un discursi la seva restitució són possibles en uncontext en què interactuen agents ambmés o menys poder. La patrimonialitza-ció té aleshores un caràcter eminent-ment polític. A nivell de tot l’Estat, per

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exemple, es pot reconèixer una majorvaloració del patrimoni artístic i d’ele-ments de la cultura d’elit, en la recentsubstitució del Museo Nacional deAntropología, pel Museo Nacional de laModa. Així mateix, una comparació deles despeses que representen els museusd’art respecte de museus etnològics endiversos casos probablement evidenci-aria tant el diferent preu com la valora-ció que es dóna als diversos patrimonis.Dins la definició hegemònica dels pa-trimonis, probablement l’Etnològic noocupa un lloc preponderant.

Al País Valencià, la descoordinaciód’iniciatives ha estat una de les carac-terístiques del treball en el camp delPatrimoni etnològic, a la vegada que elmón de l’Etnologia acadèmica (d’altrabanda, poc institucionalitzat) ha estatlluny dels processos de patrimonialtiza-ció4. Amb aquest desplaçament de l’Et-nologia acadèmica es perden aportaci-ons significatives. I és que la investiga-ció antropològica sobre patrimoni nopot ser vista sinó amb el reconeixentdels antropòlegs (els acadèmics i els queno ho són) com a agents actius en elsprocessos de patrimonialització.

La recerca en patrimoni té, com hemvist més amunt, quatre grans fases: inves-tigació, conservació, difusió i restitució(Cruces 1998 citant Garcia 1993). La dar-rera etapa té un interès especial. La res-titució resulta d’una negociació sobreallò que cal guardar, i sobre l’interès i el

valor de guardar-ho. I tot aquest treballes fa sobre la base de la reflexivitat en quèla cultura pròpia és vista des de fora, enla seva representació, i en que els seussubjectes són capaços de veure’s a ellsmateixos. Tot el procés de patrimonialit-zació escindeix objectes d’un fluxe devida social per retornar-los després a ella,prèvia mediació de diversos agents pera la seva codificació i normalització(Cruces 1998:78). És aquí a on els antro-pòlegs tenim un paper específic, ja quedisposem d’instruments per a la investi-gació sobre el patrimoni, per al seu mi-llor coneixement, i també podem efec-tuar reflexions sobre el procés mateix depatrimonialització, per a la seva avalua-ció crítica i per a la millor implementacióde polítiques al respecte.

La investigació antropològica impli-ca a un subjecte que s’insereix en unarealitat, conscient de la seva pròpia sub-jectivitat. És, ara per ara, una activitatreflexiva. L’antropòleg, com a subjecte,interacciona amb actors locals en undeterminat territori. La recerca es loca-litza en un context sociocultural i en undeterminat univers de significació depràctiques, discursos i elements. Aques-ta pràctica reflexiva, duta al terreny dela patrimonialització, ens habilita perendegar projectes en els quals es reco-neguin els múltiples agents en la tascade definició i valoració dels patrimonis.

Per tant, la nostra feina passa no no-més per investigació i conservació, sinó

4 Resta per fer una reflexió detallada sobre el desenvolupament acadèmic de l’AntropologiaSocial i Cultural al País Valencià i la seva relació amb la investigació sobre Patrimoni Etnològic. Elque en aquest article es suggereix constitueix només un assaig parcial de reflexió sobre una qües-tió de resposta imprescindible.

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també per restitució. Urgeix que com ainvestigadors reconeguem en el patrimo-ni un recurs en construcció. Per això caluna reflexió epistemològica i metodolò-gica a on es tinguin en compte diversoscriteris. D’entrada, és imprescindible laimplicació d’agents locals que són elsqui, en definitiva, reconeixen el patrimo-ni com a propi. Per altra part, els propisactors locals poden ser agents dedinamització i desenvolupament, totdonant vida al seu propi patrimoni, apro-piant-se’l com a recurs. La creació d’unmuseu, d’una exposició, d’una publica-ció o de trobades o congressos a nivelllocal són formes de restitució. A més, calreconèixer el “ethnos” que esdevé sub-jecte de restitució, perquè sense la refe-rència al “ethnos” el Patrimoni etnològicno té sentit, i sense la implicació delsagents locals i la consideració del con-text social en el qual té significat, un ele-ment tendeix a ésser una cosa morta o,a tot estirar, artificiosa.

El procés de patrimonialització ésun procés dinàmic de creació de sen-tit, i una cosa semblant es pot dir de lapràctica investigadora. Per acabaraquest text, voldria plantejar algunesreflexions des de la meva experiència endues recerques particulars en el terrenydel patrimoni, a tall d’exemple de compoden confluir aquests dos processos.

La fàbrica vella i l’Arxiu de la MemòriaOral Valenciana5

Bona part del procés de patrimo-nialització tal i com l’hem presentat fins

aquí, implica la valoració d’elements enun procés de construcció quotidiana iactiva de la identitat, en el present, mi-rant el passat i el futur. Aquest fet estàpresent en els projectes “La fàbrica ve-lla. Estudi etnogràfic de la indústria deltabac” i en el “Arxiu de la Memòria Oralvalenciana. Museu de la Paraula”. Elsdos projectes parteixen d’iniciatives pri-vades. En el primer cas, una família pro-ductora de Tabac a Sant Julià de Lòria(Andorra) posa en marxa la creació d’unmuseu del tabac en l’edifici que anteri-orment servia com a fàbrica. L’equipd’antropòlegs que va treballar ho feu encontacte amb antics treballadors quevan ser entrevistats i que van visitar lafàbrica després d’haver-la abandonatfeia anys. També es va recollir materialde l’arxiu familiar dels propietaris.

Tot plegat ha desembocat en l’ober-tura d’un museu que gira al voltant d’unproducte emblemàtic de l’Andorra con-temporània: el tabac. El projecte remeta un context sociocultural específic, i aun territori particular. La temàtica esco-llida no n’és independent. El tabac coma patrimoni esdevé símbol indestriablede la memòria familiar dels antics pro-pietaris de la fàbrica, però al mateixtemps pot esdevenir un símbol de laidentitat andorrana contemporània. Amés, s’insereix indirectament en la ins-titucionalització recent dels processosde patrimonialització a Andorra, desque, com a Estat independent, ha fun-dat un organisme públic destinat ínte-grament a la investigació, conservació

5 Les taules annexes a aquest presenten alguns detalls tècnics sobre els dos projectes.

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i restitució del patrimoni, amb una uni-tat destinada específicament al Patrimo-ni etnològic. La població local, enaquest cas, es beneficia indirectamentd’un servei que s’ofereix als visitants deSant Julià de Lòria, i hi han col·laboratactivament algunes de les persones quetreballaren a la fàbrica abans dels anyscinquanta del segle XX. Aleshores, elmuseu com a recurs s’insereix en laxarxa nacional andorrrana de museus,però també en un entramat de recursosturístics com l’esquí i els centres termals,la qual cosa converteix el projecte enuna iniciativa de desenvolupament.

El paper dels antropòlegs ha estat,en aquest cas, el de contactar amb elsantics treballadors i d’ubicar la seva veuen el contingut museològic. Hi ha ha-gut també un treball documental cen-trat en l’entorn familiar a redós del qualva néixer i es va desenvolupar la fàbri-ca. Tot i que el projecte neix de la vo-luntat de conservació de la memòria perpart d’una família concreta, la produc-ció i distribució de tabac (i particular-ment el contraban) són temes recurrentsno només en la memòria dels laure-dians, sinó de gent d’arreu d’Andorra.L’aspecte concret de la distribució i, defet, la producció mateixa de tabac, vaníntimament lligats al caràcter d’Andorracom a país de frontera. La recerca hatingut una aplicació directa com a re-curs en la creació d’una infrastructuraconcreta (el museu), però el seu fona-ment original ha estat la centralitat del’aspecte seleccionat per a la patrimo-nialització —el tabac— que propis ivisitants poden reconèixer com un as-

pecte cultural característic d’una pobla-ció, en un determinat territori.

L’altre projecte, l’Arxiu de la Memò-ria Oral Valenciana, Museu de la Parau-la, procedeix també, però només enpart, de fons privats. Primer TelevisióValenciana S.A. i després la Caja deAhorros del Mediterráneo (CAM) hanestat finançant la recerca des que co-mençà, fa aproximadament quatre anys.La col·laboració en el projecte d’antro-pòlegs del món acadèmic és, però, re-cent. L’objectiu és recollir discursoscontextualitzats en biografies individu-als, però ubicats en el territori en el quals’han compartit fets històrics i tambéformes d’activitat socio-econòmica. Elpropòsit original és generar un Arxiu pera ús científic i museològic.

Inicialment, i abans de la incorpo-ració en l’equip de personal del Depar-tament de Sociologia i AntropologiaSocial de la Universitat de València, esva definir com una mostra de 1000persones amb l’únic criteri de buscar larepresentativitat territorial en les entre-vistes, i que es tractés meitat d’homes,meitat de dones, nascuts abans de 1933,i que haguessin viscut al País Valenciàal menys trenta anys abans dels anyscinquanta. Amb la recerca es crea unconjunt d’enregistraments audiovisualsd’entrevistes sobre experiències viscu-des en els nivells familiar, laboral i co-munitari/associatiu. Vivències que po-den ser confluents, i que han articulatl’existència social de cada persona en-trevistada, en un territori particular. Elsenregistraments són transcrits i el seucontingut es fragmenta segons una clas-

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sificació temàtica i uns descriptors. Pos-teriorment els fragments s’han d’incor-porar a una base de dades que podràser consultable públicament.

L’atractiu del projecte i la seva raóde naixement passa per la memòria i elseu valor sentimental. Però hi ha algu-nes contradiccions fruit de condicio-nants de caràcter metodològic. Perexemple, l’amplitud temàtica i l’obliga-ció plantejada d’entrevistar gent en to-tes les poblacions del país dificulten eltreball. La primera dilueix els esforços ifragmenta excessivament els continguts,a l’hora que converteix les entrevistes enrelats puntuals de vegades desconnec-tats entre ells. Excepte en alguns casosen què es realitzen històries de vida mésaprofundides, amb una o dos trobadesmés amb l’informant, les entrevistesacaben convertint-se en unitats gairebéindependents en què es toquen diversesqüestions seguint el fil del cicle vital dela persona entrevistada. Pel que fa elcondicionant d’entrevistar gent de totesles poblacions, contribueix també afragmentar la informació perquè moltesvegades no es pot entrevistar més queuna sola persona en un poble, amb laqual cosa es condiciona el criteri temà-tic al geogràfic, i es contribueix nova-ment a desconnectar les persones entre-vistades entre elles.

Aquestes dificultats metodològiquessón l’herència d’un projecte dissenyatamb anterioritat a la constitució de l’ac-tual equip d’investigadors, format per tèc-

nics de la UV i del SIECT6 . Les reflexionsque aquí es reflecteixen estan sorgint enel propi equip per tal de millorar la re-cerca. S’està manejant la possibilitat deperfilar temes específics sobre els qualsfocalitzar esforços. La distribució mostralpel territori entronca amb una concep-ció política considera que el territori elconstitueixen ajuntaments. Qui va disse-nyar el projecte el va oferir a la Diputa-ció de València amb coneixement queaquesta institució es podria identificaramb un territori definit com dividit enprovíncies formades per pobles, ambdiputació i ajuntaments en relació direc-ta. Per això es considerà prioritari quecada poble estigués representat en lamostra.

Per altra part, el que s’obté, és, finsara, una visió general amb una interven-ció relativament passiva dels actors con-siderats com a «informants». Els contac-tes efectuats amb agents locals tenencom a finalitat la recerca de personesadients per a les entrevistes i un millorconeixement del territori, però no hi haun contacte amb elles en tant queagents patrimonialitzadors.

El projecte, doncs, presenta una de-finició d’unitats temàtiques i del territo-ri de caràcter fonamentalment extensiu,feta sobre la base d’una concepció po-lítica en què la unitat més gran esconsidera que és la província. Els agentsactius a tenir en compte són, inicial-ment, de caràcter polític, tècnic i aca-dèmic. Per tal de superar totes aquestes

6 Servei d’Investigació en Etnologia i Cultura Tradicional, del Museu de Prehistòria i de lesCultures de València, integrat en la Diputació Provincial de València.

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qüestions, s’està revisant la definiciód’unitats temàtiques i la seva aplicacióterritorial, i s’està plantejant com a pos-sibilitat el coneixement d’iniciatives depatrimonialització que s’estan donantsobre el territori. Es tractaria de recol-zar i incorporar projectes sostinguts perla població local tot reconeixent el seucaràcter actiu. El seu paper seria de pro-ductors d’iniciatives que generarienmaterials per l’arxiu. Així, el projecte noes limitaria a recollir narracions enregis-trades, sinó que col·laboraria en ladinamització de propostes de recercaetnològica i en la implicació en elles dela població local. Es tractaria, en defi-nitiva, de reconèixer l’agència de la prò-pia investigació i de la població local,en el procés de patrimonialització. Unaaltra qüestió és que en altres Comuni-tats Autònomes s’estan promovent esfor-ços en aquesta línia des d’organismescreats pels governs autonòmics. Enaquest sentit, aquest projecte topa ambproblemàtiques vinculades al desenvo-lupament de l’Etnologia al País Valencià,i al desenvolupament de les polítiquesde patrimoni particularment en el campde l’Etnologia.

Cada projecte d’investigació particu-lar desperta, en definitiva, reflexions queentronquen amb la patrimonialitzaciócom a procés en què participen múlti-ples agents. El primer projecte d’inves-tigació que he presentat breument tél’avantatge de focalitzar els esforços enuna temàtica que és identificada fàcil-ment amb un determinat “ethnos” en unterritori particular. D’altra banda, tot i serun projecte privat, s’emmarca en una

promoció política patrimonial més àm-plia, i ofereix perspectives de futur decara al desenvolupament local. El segonprojecte presenta dificultats en la rela-ció entre patrimoni i col·lectiu, i en ladefinició clara d’una finalitat que es vin-culi amb l’agència de les persones quehan de reconèixer com a propi un pa-trimoni. Però, a més, es dóna en uncontext de manca de polítiques de pa-trimoni etnològic clarament articuladesi coordinades a nivell de tot un país. Lamemòria biogràfica té possibilitats coma patrimoni col·lectiu, però la seva de-finició com a tal s’emmarca en un pro-cés en què cal definir agències en unterritori particular.

Conclusions: recerca, patrimoni i desen-volupament

Hem definit l’Etnologia com a inves-tigació de processos socials i culturals,i el patrimoni com a resultat, precisa-ment, d’un procés de construcció socio-cultural. El Patrimoni etnològic, particu-larment, és una part del patrimoni cul-tural que inclou el conjunt de les ex-pressions materials i immaterials de cul-tures quotidianes dels diversos grupsque componen una determinada comu-nitat. La seva definició és el resultat d’unprocés dinàmic en què actuen associa-cions, centres d’estudis, museus, entitatspolítiques locals i supralocals i científics.La promulgació de lleis que regulen ladefinició i usos del patrimoni és la pri-mera via de política per la patrimonialit-zació. En segon lloc, hi ha la creaciód’organismes i institucions que promo-uen activament la investigació, conser-

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vació, difusió i restitució del patrimoni.En aquest segon punt un dels aspectesa promocionar és la relació entre elmón acadèmic i la resta d’agents impli-cats en la patrimonialització.

Cruces (1998) afirma que la defini-ció del subjecte de restitució patrimo-nial és un acte polític en què es consi-deren o no legítimes les representacionsproposades com a patrimoni. En darre-ra instància, amb la patrimonialitzacióes dóna legitimitat a símbols, imatges irepresentacions, reconegudes com apròpies d’un grup de referència. És,doncs, una tasca vinculada a la cons-trucció d’identitat i a la relació entreterritori i comunitat. Hem vist, de duesrecerques específiques, que la funciórepresentativa del patrimoni està assegu-rada en un cas, mentre que en l’altre hiha encara molta tasca a fer. A banda dela qüestió metodològica, un elementcentral és la definició que es fa del ter-ritori, i la manera com la investigaciós’hi articula. I en aquest punt confluei-xen responsabilitats de caràcter polític.La investigació antropològica participa,en qualsevol cas, en els processos depatrimonialització, però en cada cas hofa de forma diferent. En el cas de la fà-brica vella, hi ha una articulació de pro-jectes i una restitució clarament defini-da. En l’altre cas hi ha indefinicions re-

lacionades (entre altres coses) amb alprocés de construcció d’una comunitatpolítica i d’una identitat específica alPaís Valencià. Un fet, per altra banda,relacionat amb la manca, fins ara, d’unapolítica global de patrimoni etnològic alPaís Valencià i amb el distanciament del’Etnologia acadèmica respecte dels pro-cessos de patrimonialització etnològica.

Tota recerca etnològica implica quees restitueixi d’alguna manera allò que hapres a uns subjectes amb els quals haquedat en deute. Això pot ser possiblequan es dóna al patrimoni un valor en tantque element de representació comunità-ria i en tant que quelcom que incentivaactivitats de desenvolupament socio-econòmic. La voluntat de preservar la tra-dició i la memòria, unida a aquest dobleinterès, pot motivar iniciatives públiquesi cíviques fetes a nivell local, comarcal,regional, i amb col·laboració d’agents po-lítics i acadèmics, entre d’altres. Podria serun bon punt de partida per a una recercaetnològica intensiva i rigorosa en el campdel patrimoni, lligada a processos de di-namització sociocultural. La investigacióantropològica en Patrimoni pot adquirir,d’aquesta manera, una doble dimensiócom a part d’una activitat científica i coma forma de compromís amb el desenvo-lupament social i cultural en un determi-nat territori i per a una societat.

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INVESTIGACIÓ ANTROPOLÒGICA I PATRIMONIALITZACIÓ

PRATS, Llorenç (1993): “El estudio y lagestión del patrimonio etnológicoen España. El caso de Cataluña”, aPRATS, Llorenç i Montserrat INIESTA

GONZÁLEZ (coords.), El patrimonioetnológico. Actas del VI Congreso deAntropología, Tenerife, FAAEE; ACA,pp.151-163.

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VÍCTOR OLTRA COMORERA

DEPARTAMENT DE DIRECCIÓ D’EMPRESES

UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

R E S U M E N

ANTE LA ELEVADA TURBULENCIA DEL ENTORNO, EL APRENDIZAJE ES UNA FUENTE ESENCIAL

DE VENTAJA COMPETITIVA PARA LAS ORGANIZACIONES DEL SIGLO XXI, JUGANDO LAS PERSO-NAS Y EL CONOCIMIENTO UN PAPEL CLAVE COMO RECURSOS ESTRATÉGICOS. EL PRESENTE

ARTÍCULO SE CENTRA EN LA RELEVANCIA DE CONECTAR TANTO APRENDIZAJE ORGANIZATIVO

(AO) COMO GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO (GC) CON LA EFICAZ IMPLANTACIÓN DE PRÁC-TICAS DE DIRECCIÓN DE RECURSOS HUMANOS (DRH) DE ALTO COMPROMISO, DE MODO

QUE LA DRH PUEDA TRADUCIRSE FEHACIENTEMENTE EN UNA MEJORA DE LOS RESULTADOS

ORGANIZATIVOS. ASÍ, SE PROPONE UN SISTEMA BASADO EN CUATRO PRÁCTICAS ESPECÍFICAS

DE DRH: CONTRATACIÓN SELECTIVA, RETRIBUCIÓN BASADA EN CONOCIMIENTOS Y HABILI-DADES, COMUNICACIÓN AVANZADA Y DELEGACIÓN DE PODER PARA LA TOMA DE DECISIONES

(EMPOWERMENT). FINALMENTE, SE PRESENTA UN MODELO BASADO EN EL CAMBIO EFICAZ DE

COMPORTAMIENTO ORGANIZATIVO, CON EL OBJETO DE INTEGRAR LA DRH CON EL AO YLA GC.

SISTEMAS DE RECURSOS HUMANOSDE ALTO COMPROMISO,

APRENDIZAJE ORGANIZATIVOY GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO:

HACIA UN MODELO INTEGRADOR1

1 Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación “Generación de ca-pacidades dinámicas en la empresa a través de la gestión de la calidad y la gestión del conoci-miento” (SEC 1999-1097), financiado por la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología(CICYT).

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IntroducciónLa problemática fundamental que

motiva nuestra investigación es que, ennúmero creciente, multitud de organi-zaciones, pertenecientes a muy diversasindustrias se ven forzadas a hacer fren-te a una situación de elevada turbulen-cia. En este sentido, el cambio organiza-tivo resulta esencial para lograr la super-vivencia de la organización a largo pla-zo (Ansoff 1979, Hamel y Prahalad1994). No obstante, no es útil cualquiercambio, sino sólo aquél sostenible yque facilita el continuo ajuste entre or-ganización y entorno.

En este contexto, destacamos la po-pularidad creciente del aprendizaje or-ganizativo (AO) en la literatura (Easter-by-Smith 1997, Tsang 1997), problemá-tica que desde distintos frentes ha sidoexplícitamente relacionada con proce-sos de cambio, ya sea éste organizativoen general (Hendry 1996, Mohrman yMohrman 1993), cultural (Cook y Yanow1993), estratégico (Kuwada 1998), deestructuras cognitivas (Nicolini y Mez-nar 1995), o de conducta organizativa,tanto potencial (Huber 1991) como real(Swieringa y Wierdsma 1992). Destaca-mos la afirmación ya clásica de que lacapacidad de una organización paraaprender más rápidamente que sus com-petidores puede ser la única fuente deventaja competitiva sostenible (De Geus1988, Stata 1989). En esta línea, diver-sos autores han relacionado explícita-mente el AO con los resultados organi-zativos (Argyris y Schön 1996, Barrie yPace 1997, Carley 1992, Hayes y Allin-son 1998, Synder y Cummings 1998).

Por otra parte, la gestión del cono-cimiento (GC) también resulta de máxi-ma importancia. En este trabajo la rela-cionamos estrechamente con el AO, yde hecho la incluimos en la definiciónde éste. En estrecha conexión con es-tas cuestiones, la consideración de laspersonas como un activo clave de la or-ganización goza de creciente acepta-ción (Bartlett y Ghoshal 1995, Becker yGerhart 1996, Cappelli y Crocker-Hefter1996, Gubman 1995, Mueller 1996,Pfeffer 1994). En esta línea, se ha defen-dido el factor humano como el agenteindividual más relevante en la determi-nación de los resultados empresariales(Neill y Borell 1999, West y Patterson1999). La consideración del conoci-miento como recurso clave se relacio-na estrechamente con estas cuestiones,y así la GC aparece como un nexo fun-damental entre dirección de recursoshumanos (DRH) y AO.

La DRH asume entonces una impor-tancia crucial, al más alto nivel estraté-gico. En este sentido, constatamos laabundancia de estudios empíricos queabordan la conexión entre DRH y resul-tados organizativos (Arthur 1994, Be-cker y Gerhart 1996, Delaney y Huselid1996, Delery y Doty 1996, Huselid1995, Lado y Wilson 1994, West y Pat-terson 1999). En concreto, considera-mos de sumo interés la defensa de losllamados sistemas de DRH de alta im-plicación, que persiguen el compromi-so activo, motivación intrínseca y parti-cipación de todos los empleados haciala consecución de los objetivos organi-zativos (Arthur 1994, Lawler 1993,

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Mohrman y Lawler 1993, Wood y Me-nezes 1998). En cuanto a la relaciónentre DRH y AO, destacamos la existen-cia de importantes trabajos que tratande modo explícito la conexión entredichos campos (Barrie y Pace 1997,Kamoche y Mueller 1998, McGill,Slocum y Lei 1992, Winter, Sarros yTanewski 1997).

En definitiva, con este trabajo pre-tendemos ofrecer una aportación origi-nal de la integración de tres campos deestudio —AO, GC y DRH— que, des-de una perspectiva estratégica, poseenimportantes elementos en común y sonasí susceptibles de enriquecimientomutuo sinérgico. Así, en primer lugar,dedicamos sendos epígrafes a revisarAO y GC, de modo muy sintético e ins-trumental para nuestros objetivos. Pos-teriormente ofrecemos nuestra defini-ción instrumental de AO, desde un pun-to de vista amplio que engloba la GC.Más adelante entramos en el cuerpoprincipal del trabajo: la defensa de laconexión de DRH con AO y GC, asícomo de las prácticas de DRH de altaimplicación. Alcanzamos el punto álgi-do del trabajo con la presentación deun modelo dinámico integrador deDRH con AO y GC, antes de procedera la exposición de las conclusiones.

1. Aprendizaje organizativo: revisión sin-tética instrumental

El aprendizaje individual de losmiembros de la organización sirvecomo metáfora y punto de partida parala comprensión del AO. Por ejemplo, encuanto a la existencia de distintos nive-

les de aprendizaje —de bucle único,doble (Argyris 1994, Argyris y Schön1996) o incluso triple (Swieringa yWierdsma 1992), según se resuelvansíntomas, causas de los problemas ocriterios de evaluación de los problemasrespectivamente—, o la cuestión de teo-ría de acción expuesta versus teoría deacción en uso —diferencia entre lo quese dice que se hace y por qué se hacey lo que realmente se hace y por quése hace— (Argyris y Schön 1996). Porotra parte, el aprendizaje individual escondición necesaria pero no suficientepara la existencia de AO, el cual con-forma una realidad mucho más comple-ja (Crossan, Lane y White 1999, Fiol yLyles 1985, Hedberg 1981; Kim 1993,Mohrman y Mohrman 1993, Nicolini yMeznar 1995).

En términos muy generales, pode-mos afirmar que el AO —especialmen-te desde una perspectiva estratégica—está íntimamente ligado a procesos decambio (Tsang 1997) orientados haciala mejora de resultados organizativos(Cangelosi y Dill 1965; Dixon 1994,Dodgson 1993, Levitt y March 1988,Nevis, DiBella y Gould 1995, Simon,1969). El papel de la experiencia endicho proceso es fundamental, en espe-cial para percibir el estímulo que incitaal aprendizaje y así ayudar en la deci-sión de la mejor acción al respecto(Barnett 1994, Cyert y March 1963,March y Olsen 1976, McGill y Slocum1993, Mohrman y Mohrman 1993, Ne-vis, DiBella y Gould 1995, Shrivastava1983). En este sentido, el cambio orga-nizativo es condición necesaria pero no

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suficiente para el AO. Por otra parte, elAO es más ambicioso que la adaptaciónorganizativa, ya que aquél se centra enmayor medida en la consecución decambios de mayor profundidad, en lamejora de resultados a largo plazo y enel ajuste con las exigencias de un en-torno turbulento (Fiol y Lyles 1985,McGill y Slocum 1993). Tanto adapta-ción como AO requieren cambioorganizativo, sin embargo éste puedeexistir sin implicar adaptación ni AO.

Por otra parte, a pesar de las con-notaciones positivas de la palabra“aprendizaje” (Tsang 1997:78), enten-demos que el AO no es condición ninecesaria ni suficiente para la mejora deresultados organizativos. Mediante elaprendizaje, la organización incrementasu potencial para la mejora de los re-sultados, que se hará efectivo en lamedida en que el proceso de desarro-llo del AO interactúe sinérgicamentecon políticas organizativas deliberadasorientadas la mejora de resultados —es-pecialmente si estas políticas están re-lacionadas, implícita o explícitamente,con el cambio organizativo—. En estecontexto, el desaprendizaje — olvidar,borrar o eliminar conocimientos y/ocomportamientos adquiridos anterior-mente que ya no son adecuados anteuna situación distinta (Hedberg 1981,McGill y Slocum 1993)— debe formarparte integrante del mismo proceso deAO. Así, existe AO cuando la organiza-ción está inmersa en una dinámica dedesarrollo de aprendizaje apropiado —y, en su caso, también de desaprendiza-je apropiado, con el objeto de reforzar

al primero— y gestiona adecuadamen-te los procesos de implementación decambios relacionados con el conoci-miento desarrollado (Tsang 1997).

2. Gestión del conocimiento: revisiónsintética instrumental

El conocimiento es algo mucho máscomplejo que la información (McGill,Slocum y Lei 1992, Nonaka y Konno1998, Von Krogh 1998, Starbuck 1992).Mayor subjetividad, existencia de unfiltro de creencias y compromiso, asícomo conexión con la acción haciaunos objetivos concretos son los prin-cipales rasgos que diferencian al cono-cimiento de la información (Nonaka yTakeuchi 1995). Así, el conocimiento—como información y experiencia di-versa profundamente procesada y trans-formada— es el principal resultado in-mediato del proceso de AO, y a su vezel conocimiento impacta en el AO, demodo que se crea un efecto de influen-cia recíproca sinérgica entre ambos.

La consideración del conocimientocomo un recurso clave para la organi-zación implica la necesidad de adop-ción, por parte de la dirección, de me-canismos adecuados para optimizar suutilidad, y en este sentido entendemosla GC. Multitud de autores han aporta-do diversas definiciones (por ejemplo,Hernangómez 1998, Quintas, Lefrere yJones 1997, Revilla y Pérez 1998, Sel-va, Carmenate y Cabrera 1998). Aunqueciertamente diversas en forma, podemossintetizar las mismas en definición sen-cilla, amplia e integradora: la gestión delconocimiento viene determinada por el

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conjunto de políticas organizativas quetienen por objeto la optimización de lautilidad del conocimiento como recur-so estratégico de la organización. Des-tacamos la existencia de una importan-te corriente de la literatura que, desdeel marco general de la dirección estra-tégica y, partiendo de la teoría de laorganización basada en los recursos(Fernández, Montes y Vázquez 1997,Fernández y Suárez 1996, Grant 1991),se centra en la elaboración de una “teo-ría dinámica de la empresa basada enel conocimiento” (Grant 1996 y 1997,Spender 1996). También destacamos lostrabajos que se centran explícitamenteen la creación de conocimiento (Choo1998, Nonaka y Konno 1998, Nonakay Takeuchi 1995, Von Krogh 1998) y, enespecial, la ampliamente conocida y yaclásica teoría dinámica de creación deconocimiento (Nonaka 1994, Nonaka yTakeuchi 1995)2.

Identificamos dos funciones funda-mentales de la GC en relación con elAO: (1) facilitación de la conversión deinformación y experiencia en conoci-miento, a nivel tanto individual comogrupal, y (2) maximización del valor delas interrelaciones entre personas y gru-

pos en la organización, en la medida enque estas interrelaciones potencien lacreación de valor añadido por parte delconocimiento, y así constituyan la cla-ve para que el AO sea superior a lasuma de aprendizajes individuales. Eneste sentido, la GC es mucho más am-biciosa que la formación tradicional, yasí contempla políticas en cuanto a, porejemplo, socialización, gestión de lacultura empresarial o la transmisión efi-caz de visión y misión de la organiza-ción. Así, las políticas y prácticas con-cretas en el campo de la DRH adquie-ren un papel fundamental en la GC; engeneral, por la consideración de tantoGC como DRH como elementos dediseño organizativo y, en particular, porla interconexión explícita del conteni-do operativo entre prácticas concretasde DRH y de GC. En definitiva, la GCconstituye un nexo de unión fundamen-tal entre DRH y AO.

3. Definición instrumental de aprendiza-je organizativo

Definimos de modo instrumental alAO como un proceso dinámico a tra-vés del cual la organización, a partir deestímulos diversos —especialmente la

2 Según esta teoría, con el claro objetivo de fomento de la innovación como fuente funda-mental de ventaja competitiva sostenible en un entorno altamente turbulento, se identifican y di-ferencian claramente los tipos de conocimiento tácito y explícito. Éstos interactúan a través de losprocesos de socialización —tácito a tácito—, externalización —de tácito a explícito—, combina-ción —explícito a explícito— e internalización —de explícito a tácito—. Todos estos procesos deconversión del conocimiento constituyen la espiral de creación de conocimiento en su nivelepistemológico. En el nivel ontológico, se produce una amplificación de la espiral de creación deconocimiento, desde el nivel individual, a través de los niveles grupal, organizativo einterorganizativo. Además, los constantes procesos de retroalimentación, tanto en el nivelepistemológico como en el ontológico, fomentan la evolución continua de la espiral de creaciónde conocimiento.

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aparición de problemas, a su vez oca-sionados principalmente por la turbu-lencia del entorno—, utiliza informa-ción y experiencia para desarrollar co-nocimiento apropiado que, a su vez,define y/o modifica rutinas organizativasmediante las cuales el comportamien-to de la organización se orienta mejorhacia la consecución de sus objetivos.

En cuanto a las rutinas, Nelson yWinter (1982) las definen como la ca-pacidad colectiva de desarrollar pautasde acción reconocibles. Pentland yRueter (1994) las consideran el “nexocrucial entre estructura y acción, entrela organización como objeto y la orga-nización como proceso”, afirmandoademás que “las rutinas se han conver-tido en una piedra angular en las teo-rías de la adaptación y el aprendizajeorganizativo” (ibíd.: 484). Desde unaperspectiva de AO, Levitt y March(1988) ofrecen una definición muy am-plia, incluyendo reglas, procedimientos,convenciones, estrategias, tecnologías,estructura de creencias, marcos de re-ferencia, paradigmas, códigos y cultu-ras. Destacamos otras contribuciones enel contexto del AO: rutinas como sopor-te de codificación del conocimiento(Barnett, 1994: 14), como el componen-te operativo de los modelos mentalescompartidos (Kim 1993)3, como un ele-mento burocratizador que puede serbeneficioso combinado equilibrada-

mente con autonomía del individuo, yestructura igualitaria en tanto que seproteja de la imitación por la compe-tencia (Stabuck 1992), o como la mis-ma memoria procedimental que guardael conocimiento de este tipo —más tá-cito y perdurable, diferenciado del co-nocimiento declarativo, más explícito yfugaz (Cohen y Bacdayan 1994)—. Aefectos instrumentales, diferenciamosentre asunciones, valores y creencias —que determinan la cultura— y pautasespecíficas de acción y conducta —ru-tinas en sentido estricto—. Así, defini-mos a las rutinas como pautas identifi-cables de comportamiento colectivo enla organización, no dependientes direc-tamente de la influencia específica demiembros individuales, y desarrolladastanto de modo tácito como explícito enel contexto del esfuerzo de la organiza-ción por lograr sus objetivos.

4. Dirección de recursos humanos: co-nexión con aprendizaje organizativo ygestión del conocimiento

Relevantes expertos defienden demodo explícito la conexión existenteentre DRH y AO. En este sentido, Mi-lliken, Dutton y Beyer (1990) aboganpor el papel crucial de la DRH comonexo entre los cambios del entorno y larespuesta organizativa a los mismos,todo ello en el marco del proceso deAO. A su vez, la misma definición de

3 El otro componente de los modelos mentales compartidos, de carácter cognitivo, estaríaconstituido por las visiones compartidas del mundo (ibíd.). No obstante interpretamos que, a efec-tos prácticos, este componente cognitivo lo configuran las asunciones y creencias determinantesdel sistema de integración interna de la cultura, según el clásico modelo de cultura empresarialde Schein (1985).

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AO de Dodgson (1993) incorpora laasunción de que el desarrollo de la es-trategia de recursos humanos resultacentral para la política de la empresa.En esta línea, Jones y Hendry (1994) de-fienden la necesidad de, en el contextode la organización que aprende4, “cen-trarse en cuestiones relacionadas con laimplicación de los empleados y, engeneral, en la creación y desarrollo deun cambio de actitudes ligado al apren-dizaje, y cómo éste se manifiesta a símismo en cuanto a una estrategia derecursos humanos en expansión” (ibíd.:160). Por su parte, Barrie y Pace (1997)asumen la importancia del desarrollo delos recursos humanos en la mejora deresultados organizativos y la facilitacióndel aprendizaje, de modo que DRH yAO aparecen como dos cuestiones ín-timamente ligadas. Con una teoría máselaborada —la llamada perspectiva delaprendizaje-apropiación—, Kamoche yMueller (1998) defienden que, en elcontexto de la DRH, es precisamentebajo el marco del aprendizaje como sepuede lograr la auténtica transformacióndel conocimiento poseído por las per-sonas en valor añadido para la organi-

zación —conectando así además con laGC.

Entrando en mayor detalle, Mohr-man y Mohrman (1993) proponen demodo explícito en favor del desarrollodel AO la implantación de ciertas prác-ticas con claras implicaciones para laDRH, por ejemplo: incentivos que pro-mocionen la asunción de riesgos, traba-jo en equipo, autonomía de los emplea-dos dentro de amplias guías de acción,comunicación y formas de compartirinformación extensivamente, coopera-ción interfuncional y objetivos compar-tidos, participación de múltiples sta-keholders en procesos de diseño, etc. Enesta línea, McGill, Slocum y Lei (1992)se centran en las prácticas directivasrecomendables para la construcción dela organización que aprende, y en estemarco identifican una serie de prácticasde DRH que, orientadas en la direccióncorrecta, ayudan a la organización alograr el aprendizaje generativo5. Estasprácticas son: sistema flexible de evalua-ción del desempeño —con especial én-fasis en la valoración del potencial y ca-pacidades de las personas—, recompen-sas basadas en el desarrollo financiero

4 Nos referimos a la llamada learning organization en la literatura anglosajona. (por ejemploSenge 1990). En adelante utilizamos la que consideramos más adecuada traducción al españoldel término: organización que aprende —no obstante, en español también se habla de organiza-ción inteligente, organización capaz de aprender y organización aprendedora—. Aprovechamosahora para dejar clara nuestra conciencia de la distinción entre la literatura descriptiva, estricta-mente centrada en la explicación de la dinámica del AO en las organizaciones, y la literaturaprescriptiva, centrada en la identificación de las características definitorias de un tipo ideal deorganización, precisamente la llamada organización que aprende (DiBella 1995, Easterby-Smith1997, Tsang 1997). Sin embargo, para no desviar en exceso el curso de la exposición obviamosdicha distinción en el tratamiento del AO en este trabajo.

5 Según estos autores el tipo de aprendizaje que precisamente define a la organización queaprende.

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y de los recursos humanos a largo pla-zo así como en la búsqueda de siner-gia, estatus adquirido según el mérito ylogros, movilidad a través de distintasdivisiones o funciones, mecenazgocomo parte integral del proceso de eva-luación del desempeño, y cultura tipoclan6 —fomento de valores comparti-dos. Por su parte, Ulrich, Jick y Von Gli-now (1993: 62) otorgan a las prácticasde recursos humanos relacionadas conla selección, la remuneración y la eva-luación del desempeño —entre otrascuestiones— un papel clave para cons-truir capacidad de aprendizaje en laorganización.

Así mismo, sin hacer referencia ex-presa a la DRH como tal, pero tratan-do cuestiones específicas de esta mate-ria, Leonard-Barton (1992) defiende queen un laboratorio de aprendizaje7 resul-ta fundamental la remuneración segúnresultados —incluyendo, entre otrascuestiones, la compensación por adqui-sición de habilidades y la posesión deacciones por parte de los empleados8—, el fomento del aprendizaje y la edu-cación de los empleados9, así como unaespecial atención a la contratación y ala gestión de planes de carrera. En estalínea, Crossan, Lane y White (1999:534) afirman que existen muchos factores

que pueden facilitar e inhibir el proce-so de AO, algunos de los cuales sonparte del mismo aprendizaje institucio-nalizado —asentado en el ámbitoorganizativo—, por ejemplo, sistemasde recompensas y sistemas de informa-ción, aspectos importantes para la DRH.

En esta línea, Becker y Gerhart(1996) exponen que, a pesar de existiruna amplia literatura que defiende laconexión entre DRH y mejora de resul-tados organizativos, desafortunadamen-te no se ha realizado ningún intentoimportante de explicar el proceso me-diante el cual ciertas prácticas de DRHimpactan en los resultados, y así dotarde contenido a las famosas “cajas ne-gras” que aparecen frecuentemente enla literatura. A nuestro juicio, el AO esprecisamente un elemento clave a teneren cuenta para explicar la dinámica delproceso de impacto de las prácticas deDRH en los resultados.

Por otra parte, apreciamos un am-plio consenso —en términos genera-les— acerca del impacto positivo deuna eficaz DRH sobre la mejora de re-sultados organizativos (por ejemplo,Becker y Gerhart 1996, Delery y Doty1996, Huselid 1995, Pfeffer, 1994,1998a; Schuler 1992). En un importan-te trabajo de revisión, Huselid (1995),

6 Concepto desarrollado en los trabajos clásicos de Ouchi (1980) y Wilkins y Ouchi (1983).7 Asimilable a efectos prácticos, a nuestro juicio, a la más extendida denominación de orga-

nización que aprende.8 Dado el sentimiento de propiedad que despierta y por tanto un mayor compromiso.9 Tanto proporcionar oportunidades para el aprendizaje continuo en el trabajo, como facilitar

la educación formal de los empleados en cuanto a estudios universitarios, asistencia a seminariosy conferencias tanto de contenido técnico como no, etc. Se trata, en definitiva, de potenciar almáximo a las personas como clave de futuras capacidades distintivas de la organización y así deventaja competitiva.

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a partir de un análisis de trabajos em-píricos existentes, propone un conjun-to de prácticas laborales de alto rendi-miento como conexión entre DRH yresultados organizativos: procedimien-tos extensivos de contratación y forma-ción, compartición formal de informa-ción, evaluación de actitudes, diseño depuestos, procedimientos de resoluciónde agravios, participación; así como sis-temas de evaluación del rendimiento,promoción y compensación con incen-tivos que reconozcan y recompensen elmérito de los empleados. En esta línea,Delaney y Huselid (1996) refinan elcontenido de las prácticas de alto ren-dimiento y proponen tres dimensionesde agrupamiento de las mismas, segúnsu impacto sobre (1) las habilidades, (2)motivación de los empleados, y (3) laestructuración del trabajo. En el primergrupo incluyen la contratación selecti-va y la formación, en el segundo lacompensación por incentivos y la pro-tección a los empleados de tratamientoarbitrario, y en el tercero la participa-ción, el trabajo en equipo y la seguri-dad en el empleo.

Siguiendo con esta perspectiva cen-trada en las mejores prácticas de DRH,y entrando en una mayor concreción enel contenido y dirección de las mismas,destacamos las aportaciones de Pfeffer(1994, 1998a), quien defiende la vali-dez universal de un amplio conjunto deprácticas de DRH como mecanismo de

mejora de resultados organizativos. Ensíntesis: seguridad en el empleo, contra-tación selectiva, diseño organizativo entorno equipos autogestionados y des-centralización, salarios elevados y remu-neración por incentivos (también enibíd., 1998b) participación de los em-pleados en la propiedad de la empre-sa, mínimas barreras y distinciones deestatus, baja dispersión salarial (tambiénen Pfeffer y Laugton 1993), comparti-ción extensiva de información financie-ra y acerca de los resultados a través detoda la organización, participación yempowerment10, y promoción interna.

Entrando en la cuestión de cómo lla-mar exactamente al conjunto de mejo-res prácticas de DRH, relevantes exper-tos le han otorgado nombres distintos.Así, los especialistas se han referido a esteconjunto de prácticas como a sistemasde DRH basados en el compromiso—en contraposición a los sistemas decontrol— (Arthur 1994), prácticas labo-rales de alto rendimiento (Huselid 1995),prácticas progresivas de DRH (Delaneyy Huselid 1996), sistemas de DRH de altaimplicación (Lawler 1993, Mohrman yLawler 1993), y hay quien ha optado porusar las distintas etiquetas de modo in-distinto (Pfeffer, 1998a). En este trabajonos inclinamos por la denominaciónconcreta de prácticas de DRH de alta im-plicación.

Procedemos a realizar una selecciónde las principales prácticas específicas

10 Por empowerment nos referimos a la delegación y autonomía en la toma de decisioneshasta los niveles más bajos posible combinadas con la adecuada capacitación de las personaspara poderlas asumir. En adelante usamos la versión original del término en inglés.

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de DRH que se citan con mayor asidui-dad como conducentes a la mejora deresultados organizativos11:a) Contratación rigurosa y selectiva.

Consideración del proceso de con-tratación y los gastos a él asociadoscomo una inversión estratégica. Esnecesario un ajuste entre el perfilpsicológico y actitudinal del candi-dato y los valores y creencias fun-damentales que conforman la cul-tura empresarial, con el objeto desentar las bases de una elevadamotivación e implicación del em-pleado por la consecución de los re-sultados organizativos12 (Delaney yHuselid 1996, Huselid 1995, Lawler1993, Leonard-Barton 1992, Pfeffer,1994, 1998a; Terpstra y Rozell1993).

b) Seguridad en el empleo. Sin defen-der del empleo de por vida, se tratade adoptar una orientación estraté-gica de la organización según lacual la flexibilidad no se base de

modo miope en la reducción depersonal, sino en la combinaciónsinérgica de optimización del poten-cial de dicho personal y conserva-ción del tamaño de la plantilla13

(Delaney y Huselid 1996, Delery yDoty 1996, Lawler 1993, Pfeffer,1994, 1998a).

c) Salarios elevados. Se debe desterrarla errónea ecuación entre paga ycoste laboral, que por desgraciaconlleva con frecuencia la alimen-tación de un círculo vicioso entre in-satisfacción laboral y disminuciónde la productividad. Es importantela superación de la barrera que —amodo de prerrequisito— supone unmínimo nivel higiénico en el sala-rio para que cualquier otra prácticacentrada en la búsqueda de moti-vación de carácter más avanzado—en especial de carácter intrínse-co— pueda tener éxito (Arthur1994, Cappelli y Crocker-Hefter1996, Pfeffer, 1994, 1998a,b).

11 La progresión en la enumeración de las prácticas es, según nuestro propio criterio, funcióndirecta de la complejidad y dificultad de implementación de la práctica y/o nivel de motivaciónde los empleados pretendida.

12 Por supuesto, existe la posibilidad —y así lo recomendamos— de perseguir deliberadamenteuna cierta variedad controlada de valores y perspectivas, con el objeto de maximizar las capaci-dades de los empleados en momentos de crisis, buscando así una verdadera flexibilidad estratégi-ca, coherentemente a lo que se expone de inmediato en cuanto a la seguridad en el empleo. Eneste sentido, más allá de las evidentes ventajas de una cultura empresarial fuerte —en cuanto a laeficacia de los valores compartidos como mecanismo de coordinación y control— (Ouchi 1980,Wilkins y Ouchi 1983) tratamos de superar los puntos débiles que se esgrimen desde posicionescríticas que —huyendo del simplismo de las propuestas en favor de la defensa universal de unacultura empresarial fuerte— achacan a una cultura fuerte las desventajas de inhibición del cam-bio y de falta de flexibilidad organizativa, argumentando la necesidad de buscar constantementeel mejor ajuste entre cultura y estrategia de la organización (Kilmann, Saxton y Serpa 1985, Martin1985, Morgan 1993, Scholz 1987).

13 Obviamente, la implantación de esta práctica se ve favorecida por la contratación rigurosay selectiva, de modo que se minimice el riesgo de tener que recurrir al despido por razones aje-nas al desempeño del empleado.

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d) Formación extensiva. Es ampliamen-te reconocida la necesidad de con-siderar la formación como un aspec-to estratégico de la máxima relevan-cia, estableciendo planes formales alrespecto, y abarcando todos los ni-veles jerárquicos y técnicos de laorganización (Delaney y Huselid1996, Huselid 1995, Lawler 1993,Nevis, DiBella y Gould 1995, Sans1989).

e) Trabajo en equipo. Combinacióndel fomento de valores compartidos,clima de cooperación y diversidadde puntos de vista e interacción so-cial, en la búsqueda simultánea deriqueza y flexibilidad estratégicas, yde la motivación intrínseca de losempleados (Cohen, Ledford y Spreit-zer 1996, Delaney y Huselid 1996,Hiltrop 1995, Lembke y Wilson1998, Nahapiet y Goshal 1998, No-naka y Takeuchi 1995, Pfeffer, 1994,1998a; Randolph 1995, Rodríguez1989; Ulrich 1998).

f) Participación de los empleados enpropiedad o beneficios de la empre-sa. Se trata potenciar la máxima pre-ocupación personal de modo direc-to por parte de los empleados porla mejora de resultados organizati-vos (Cappelli y Crocker-Hefter 1996,Delery y Doty 1996, Lawler 1993,Pfeffer, 1994, 1998a).

g) Remuneración por incentivos. Prác-tica relativamente tradicional comomecanismo básico de motivación

extrínseca, que consideramos nomerece mayores aclaraciones(Huselid 1995, Delaney y Huselid1996, Pfeffer, 1994, 1998a,b; Ulrich1998, Von Krogh 1998). Ahora bien,como enfoques específicos de dichapráctica sí destacamos:

h) Incentivos colectivos a equipos. Setrata de aprovechar las sinergias en-tre las ventajas del trabajo en equi-po y de la remuneración por incen-tivos (Mohrman y Lawler 1993, VonKrogh 1998, Pfeffer, 1994, 1998a,b).

i) Incentivos por conocimiento y habi-lidades. Se trata de superar las limi-taciones e inconvenientes de los in-centivos tradicionales, centrados enevaluaciones a corto plazo con me-didas cuantitativas de resultados eco-nómico-financieros. Así, se debe fa-cilitar la verdadera flexibilidad estra-tégica14 —recompensando la capa-cidad de contribución futura de losempleados en la mejora de resulta-dos organizativos—, fomentando lainiciativa de los empleados por me-jorar su conocimiento y habilidadesy estableciendo mecanismos perió-dicos y amplios de evaluación de di-chos logros (Galbraith y Lawler 1993,McGill y Slocum 1993, Mohrman yLawler 1993, Von Krogh 1998).

j) Mecanismos formales para compar-tir extensivamente la información.Información fluida, transparente,multidireccional, en todos los nive-les y fácil y rápidamente accesible

14 Objetivo especialmente compartido con las prácticas de contratación selectiva y rigurosa yde seguridad en el empleo.

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debe ser la norma, como base esen-cial para que cualquier política, pro-grama o cambio pueda ser implan-tado eficazmente con el consenti-miento expreso y el conocimientoprofundo de su significado e im-plicaciones por parte de todas laspersonas. Así, la información debedar pie a una estrategia avanzada decomunicación que sustente la pues-ta en práctica de las ideas resultan-tes de la planificación (Huselid1995, Delaney y Huselid 1996,Pfeffer, 1994, 1998a).

k) Participación y empowerment. Setrata de optimizar la motivación in-trínseca y las capacidades y habili-dades de los empleados para la me-jora de resultados organizativos me-diante la delegación generosa deautoridad y el otorgamiento sincerode autonomía hasta los niveles másbajos en la jerarquía de la organiza-ción (Argyris 1998, Arthur 1994, Da-vis, Schoorman y Donaldson 1997,Delaney y Huselid 1996, Huselid1995, Lawler 1993, Mohrman yLawler 1993, Pfeffer, 1994, 1998a;Quinn y Spreitzer 1997, Randolph1995, Winter, Sarros y Tanewski1997).

Enfatizamos la conexión de prácti-cas de DRH de alta implicación con AOy GC, constatando que muchas de lasreferencias citadas en esta lista de prác-ticas son a su vez trabajos cuyo campocentral es precisamente el AO o la GC.En este sentido, con frecuencia los con-tenidos esenciales de los elementos teó-

ricos y/o propuestas prácticas que semencionan en la literatura son altamen-te convergentes. De este modo, la prin-cipal diferencia residiría más bien en elcampo de origen o afiliación formal delos trabajos —estudio y/o propuestasacerca de bien AO bien organizaciónque aprende bien desarrollo de cono-cimiento versus DRH de alta implica-ción— que en el contenido profundo yobjetivos de los mismos —análisis y/omaximización del impacto de las per-sonas y sus interrelaciones hacia lamejora de resultados de la organización.

En resumen, la asunción central delos sistemas de DRH de alta implicaciónes la existencia de un enorme potenciallatente de motivación de las personas.Esto quiere decir que a partir de unmayor esfuerzo y compromiso por par-te de las personas y de un clima labo-ral más favorable, se pueden lograr im-portantes mejoras en los resultadosorganizativos, al margen ceteris paribus—es más, como base fundamental parala optimización eficaz— de inversionesen tecnología, maquinaria y del acopiode otros recursos.

5. Dirección de recursos humanos dealta implicación, aprendizaje organiza-tivo y gestión del conocimiento: pro-puesta de desarrollo de cuatro prácticasfundamentales

En este epígrafe, a partir de las prác-ticas acabadas de mencionar, propone-mos el desarrollo de cuatro prácticasespecíficas de DRH, dado su especialpotencial de facilitar la motivación in-trínseca de los empleados y así la im-

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plicación de carácter más profundo, asícomo su especialmente relevante co-nexión con el AO y la GC.

5.1 Contratación selectiva y rigurosaEs incuestionable la importancia de

una adecuada política de contratación.Ahora bien, en el caso que nos ocuparesulta especialmente crucial la evalua-ción cuidadosa de los perfiles psicoló-gicos de los aspirantes, de modo que setenga en cuenta la compatibilidad devalores y actitudes entre candidatos yorganización, además de la correctaevaluación del potencial intelectual y/o técnico para adquirir nuevas habilida-des y colaborar de modo proactivo enla consecución de los objetivos orga-nizativos. Así, el eficaz desarrollo de AOy GC es en gran parte una cuestión devalores y actitudes, y la contrataciónselectiva y rigurosa constituye uno delos pilares fundamentales al efecto.

De este modo, defendemos estapráctica como un prerrequisito, basefundamental para el desarrollo de otrasprácticas. Así, partiendo de la contrata-ción de personas con alta capacidad decompromiso y las actitudes adecuadas,puede confiarse en una mayor probabi-lidad de éxito en la implantación deprácticas tales como, por ejemplo, laestabilidad en el empleo, la formacióno el trabajo en equipo. Además, se

crean las condiciones necesarias parapoder plantearse el desarrollo de prác-ticas más complejas y avanzadas, enespecial las otras tres que, junto con lacontratación selectiva y rigurosa, formanel núcleo de prácticas de DRH en rela-ción con el AO y la GC15.

5.2. Retribución contingente en conoci-miento y habilidades

A pesar de estar esta práctica cen-trada en la motivación extrínseca de losempleados, consideramos que por sucarácter especialmente avanzado y es-tratégico merece la pena que formeparte del núcleo central de la conexiónentre DRH, AO y GC.

Dado que los cambios en el entor-no y la aparición constante de proble-mas y anomalías que necesitan resolu-ción son los estímulos básicos que pro-pician la necesidad de AO, el fomentode la adquisición de nuevo conocimien-to y habilidades por parte de los em-pleados resulta esencial al efecto. Así,más allá de la garantía de un nivel hi-giénico de retribución, creemos que unaproporción de la retribución basada enincentivos a conocimiento y habilidadeses un elemento a tener muy en cuentaen la estrategia general de retribución dela organización. En este sentido, dadoque el resultado inmediato fundamen-tal del AO es el desarrollo de conoci-

15 También destacamos un papel más sutil de la contratación selectiva y rigurosa en cuanto asu potencial de motivación intrínseca. En este sentido, cuando una organización destina una can-tidad importante de recursos a la contratación, adoptando una concepción estratégica de la mis-ma, los empleados pueden ser más proclives a interpretar que de modo efectivo las personas sonun activo importante para la organización, más allá de afirmaciones puramente retóricas, redun-dando en el desarrollo de un clima laboral altamente positivo.

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miento, mediante esta práctica se fo-menta el desarrollo de conocimiento enel nivel individual16, contribuyendo asíde modo directo en la consecución deuna condición necesaria para el AO.

Así, mediante la retribución contin-gente en conocimiento y habilidades sefacilita enormemente la capacidad de laspersonas para contribuir a solucionarproblemas, cambiar de tareas, moversea través de distintas funciones o divisio-nes, etc., de un modo más eficaz quemediante tradicionales y limitados pro-gramas de formación que, desafortuna-damente, con frecuencia provocan des-interés o incluso rechazo por parte de losempleados. En este sentido, asumimosuna filosofía de desarrollo personal másallá de la formación, de modo que laorganización reconozca fehaciente-mente el esfuerzo de las personas poracceder a oportunidades de aprendiza-je externas al entorno inmediatamentelaboral, y en este sentido promueva esetipo de actitud entre la plantilla, que endefinitiva aumenta la flexibilidad estra-tégica de la organización.

5.3. Comunicación interna avanzadaEsta práctica y la próxima —empo-

werment— constituyen el “núcleo den-tro del núcleo” de la DRH en relacióncon el AO. Así, las dos prácticas anterio-

res constituyen las bases fundamentalespara edificar estas dos últimas, más com-plejas y difíciles de poner en práctica ycentradas en la motivación intrínseca.

Tomamos el establecimiento de me-canismos formales para compartir exten-sivamente información como el punto departida para el planteamiento de una es-trategia de comunicación interna avanza-da, algo todavía más ambicioso. Así, en-tendemos que las dos principales funcio-nes tradicionales de la comunicación enla organización, por un lado la transmi-sión de información y por otro la motiva-ción de las personas (Menguzzato yRenau 1991) deben ser objeto de unaprofunda transformación. Consiguiente-mente, mediante una estrategia de comu-nicación interna estrechamente interrela-cionada con el proceso de AO, la trans-misión de información debe devenir endesarrollo de conocimiento17, y la moti-vación debe dar pie al desarrollo de co-hesión organizativa a través de la existen-cia de valores compartidos18. El ejerciciode un adecuado liderazgo por parte de ladirección es fundamental, y así enfati-zamos las características del liderazgo detipo transformador19 (Álvarez 1997, Bass1990, Bass y Avolio 1990, Pawar y East-man 1997) como cruciales al efecto.

En este contexto, destacamos la re-levancia de la retroalimentación conti-

16 El primer pilar de la GC, mencionado anteriormente en el epígrafe 3.17 El segundo pilar de la GC, mencionado anteriormente en el epígrafe 3.18 Concretamente, los principales valores que deben fomentarse son precisamente la flexibi-

lidad y la cooperación —creándose una cultura organizativa simultáneamente fuerte y adapta-ble—, con el objeto de facilitar al máximo el desarrollo del AO.

19 El líder transformador es aquél que muestra las características de inspirador —más allá delcarisma—, ofrecer consideración individualizada y estímulo intelectual a los subordinados, y en

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nua y multidireccional, de modo que laspartes implicadas en el proceso de co-municación se encuentren cada vezmás comprometidas a aportar informa-ción adicional, resolver las dudas delinterlocutor y, en definitiva, la estrictatransmisión de información evolucionehacia la utilidad de la comunicacióncomo medio para la creación de unclima de confianza y entendimientomutuo. En este sentido, en el contextode la comprensión de la comunicacióncomo un proceso continuo (Young yPost 1993) de carácter estratégico, des-tacamos la importancia de la difusiónde una conciencia común de pertenen-cia a una organización que persigue, enúltimo término, el bienestar y progresopersonal de sus miembros. Así, en defi-nitiva, la comunicación adquiere la fun-ción de otorgar una mayor transparen-cia, reciprocidad y justicia en las rela-ciones entre los miembros de la orga-nización.

En este contexto, destacamos laimportancia del diálogo en el procesocontinuo de comunicación, y destaca-mos su dimensión estratégica, apare-ciendo así el concepto de diálogo es-tratégico (Martin 1993, Schein 1993,

Williams y Byrne 1997). De este modo,resulta esencial del escuchar sincera-mente a las personas subordinadas,dedicar una cuidada atención a la co-rrecta gestión del conflicto en la orga-nización, y así tratar de encontrar solu-ciones a los problemas —o mejor, evi-tar la proliferación de posibles causas deproblemas20— mediante la cooperacióny el consenso (Gubman 1995, Williamsy Byrne 1997, Young y Post 1993)21.

5.4. EmpowermentHablamos de empowerment y no

de participación porque consideramosque el primer término —incluyendo alsegundo— es mucho más ambicioso.Esta práctica es verdaderamente com-pleja, y su gran dificultad estriba prin-cipalmente en el cambio de mentalidadrequerido en la alta dirección, la cualindudablemente y de modo decididodebe dar el primer paso.

Entendemos que existe una cone-xión clara entre AO y empowerment, yaen la propia definición de este término:“el reconocimiento y transmisión a laorganización del poder que las personasya tienen en su riqueza de conocimien-to útil y motivación interna” (Randolph,

definitiva trata de lograr su propia prescinibilidad y así que los seguidores lleguen a ser líderes(Bass y Avolio 1990). En este sentido, “la esencia de un liderazgo transformador que levanta elpunto de mira y persigue objetivos de largo alcance, es ayudar a los dirigidos a descubrir su pro-pia potencia intelectual y afectiva, que espera y necesita ser provocada por una filosofía de gober-nar estimulante y ambiciosa” (Álvarez, 1997: 52).

20 En clara conexión con los niveles más elevados de aprendizaje (ver mención en epígrafe 2).21 En este sentido, el diálogo es algo mucho más ambicioso que el debate; mientras este úl-

timo representa una competición dialéctica centrada en la persuasión y la defensa racional de laspropias ideas y puntos de vista, aquél persigue la búsqueda de soluciones cooperativas, haciendogala de empatía, humildad —más allá de la comprensión— y verdadera apertura ideológica eintelectual (Isaacs 1993).

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1995: 20); el conocimiento aparece enesta definición como el nexo directo —a modo de elemento común— entreAO y empowerment. Por otra parte, elempowerment se ha considerado porparte de distintos autores como un ele-mento clave facilitador del cambioorganizativo (Duck 1993, Kotter 1995).Vemos así cómo de la combinación detérminos tales como motivación interna,conocimiento y cambio organizativo, elempowerment aparece como un puntode unión natural entre DRH y AO. Enesta línea, el empowerment también seha defendido explícitamente en la lite-ratura como un input básico para el AO(por ejemplo, Watkins y Marsick 1993).

Destacamos que la compleja prác-tica del empowerment implica la nece-sidad de que las personas puedan asu-mir distintas tareas, roles y responsabi-lidades de modo eficaz. Así pues, undiseño de puestos de tipo polivalente esfundamental, aportando una mayor ca-pacidad organizativa para el cambio, yasí también con una mejor disposiciónal logro de verdadera flexibilidadorganizativa estratégica.

Destacamos que el empowermentciertamente no es innato a la naturale-za humana. Es por ello que su puestaen práctica es doblemente compleja.Por una parte, necesita un compromisoauténtico y efectivo por parte de la altadirección. Ésta debe creer honestamenteque la puesta en práctica de los precep-

tos del empowerment puede resultar útilpara la organización, como prerrequi-sito básico para que esta creencia setransmita a los empleados. En este sen-tido, debe evitarse a toda costa la per-versión de esta práctica, para que no seconvierta en retórica estéril acompaña-da de “más de lo mismo, pero más ele-gante” en cuanto a hechos y compor-tamientos22. Por otra parte, apostamosfirmemente por superar la resistencianatural —muy fuerte en ciertas ocasio-nes— que frecuentemente ejercen losempleados. Creemos que cuanto mayorsea el grado de compromiso —especial-mente interno— hacia la organización,menos difícil resultará la puesta en prác-tica del empowerment.

6. Modelo dinámico integrado de co-nexión de dirección de recursos huma-nos con aprendizaje organizativo y ges-tión del conocimiento

Coherentemente con los comenta-rios del inicio de este trabajo, la turbu-lencia del entorno y la existencia depresiones competitivas extremas demodo continuo son la raíz profunda ydetonante original del constante plan-teamiento de la necesidad de cambioorganizativo. En este contexto específi-co proponemos la necesidad del desa-rrollo eficaz, por parte de las organiza-ciones, de un proceso adecuado de AO—en un sentido amplio, incluyendo laGC—, así como una estrategia cuidado-

22 Recordemos la distinción entre teoría de acción expuesta —lo que se dice que se hace,fundamentado en enunciados explícitos de valores— y teoría de acción en uso —lo que realmen-te se hace, fundamentado en creencias y asunciones profundas e implícitas (Argyris 1994, Argyrisy Schön 1996).

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sa de DRH —específicamente la im-plantación de prácticas de DRH de altaimplicación—. Estas ideas se esque-matizan en la figura 1, donde destaca-mos el impacto de la turbulencia delentorno en términos de determinaciónde la necesidad de, por una parte, laadopción de las prácticas de DRH dealta implicación23 y, por otra parte, eldesarrollo del proceso de AO.

En este contexto, la concepción delas personas como un activo clave enla organización conduce a la necesidadde gestionar dicho activo desde unaperspectiva avanzada de dirección es-tratégica de recursos humanos. Así, asu-mimos que existe una importante co-nexión entre DRH y AO, y precisamentela puesta en práctica de prácticas deDRH de alta implicación ayuda al de-sarrollo eficaz del proceso de AO. Porotra parte, el desarrollo del proceso deAO ofrece un marco adecuado para laimplantación de las prácticas de DRHde alta implicación, desde tres frentes:(1) la conciencia directiva acerca de lanecesidad de implantación de las prác-ticas de DRH de alta implicación, (2) laeficaz separación entre retórica y polí-

tica real en cuanto a las prácticas deDRH24, y (3) la consecución con éxitode la implantación de las mismas25. Enla figura 1 hemos resumido estas in-fluencias recíprocas mediante una fle-cha bidireccional que une las prácticasde DRH de alta implicación con el pro-ceso de AO.

Así, el desarrollo sinérgico eficaz delas prácticas de DRH de alta implicacióny del proceso de AO —al cual llamamos“tándem DRH de alta implicación” (AO)ayuda a que la organización logre suspropósitos en cuanto al cambio organi-zativo, problemática frecuentemente en-focada desde los expertos desde el pun-to de vista del cambio estratégico. Esprecisamente el cambio estratégico nues-tro punto de partida para definir nuestropropio constructo conceptual de “cam-bio efectivo de conducta organizativa”,como algo distinto y más ambicioso quelos términos de cambio organizativo ocambio estratégico26. A continuación ex-ponemos las principales característicasdistintivas del cambio efectivo de con-ducta organizativa.

• Éxito claro y firme de la puesta enpráctica del cambio organizativo, de

23 En concreto, la implantación de las cuatro prácticas específicas expuestas en el epígrafeanterior, no incluidas en la figura 1 con el objeto de simplificar la representación gráfica.

24 Recordemos la distinción entre teoría de acción expuesta y teoría de acción en uso. Me-diante el adecuado desarrollo del proceso de AO, una tendencia hacia la convergencia entre ambasteorías de acción debe facilitar que las prácticas de DRH no se contemplen sólo como proyectossino que se lleven a cabo fehacientemente.

25 Ya que el impacto sobre los resultados organizativos depende de la implantación eficaz delas prácticas de DRH de alta implicación, más allá del comienzo de la puesta en práctica de lasmismas.

26 Sin perjuicio del reconocimiento expreso de la influencia que importantes trabajos en elárea del cambio organizativo ejercen en nuestras propias ideas y razonamientos (por ejemplo, Beer,Eisenstat y Spector 1990, Castejón y García-Durán 1996, Duck 1993, Ordóñez 1989; Schneider,Brief y Guzzo 1996).

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modo constatable y fehaciente —me-diante la identificación de cambios con-cretos en aspectos específicos de la ar-quitectura organizativa27—, más allá dela correcta planificación del mismo.

• Cambio real y efectivo, si así esrequerido por el plan estratégico decambio —o equivalente tácito del mis-mo—, en estilos y procedimientos degestión en la organización, no tan sóloun giro en las afirmaciones de la direc-ción al respecto.

• Perspectiva general sistémica de laorganización, otorgando una atenciónimportante hacia otras áreas o cuestio-nes relacionadas, aunque en principiono constituyan elementos fundamenta-les del programa de cambio —o equi-valente tácito del mismo.

• Enfoque hacia la mejora de resul-tados a largo plazo, con la clara metadel ajuste sostenible al entorno turbu-lento.

Así pues, el cambio efectivo de con-ducta organizativa impacta directamen-te en una mejora de resultados organi-zativos, cuestión que a su vez alimenta

diversos procesos de retroalimentación,representados por líneas discontinuas enla figura 1. Distinguimos entre tres dis-tintos procesos de retroalimentación.Mediante el primero de ellos —que lla-mamos retroalimentación de bucle úni-co28— (figura 1) la organización, graciasa la consecución de mejores resultados,incrementa sus recursos y capacidadespara reforzar y mejorar la definición ypuesta en práctica de las prácticas deDRH de alta implicación. El segundoproceso de retroalimentación —retroa-limentación de bucle doble29—, (figura1) funciona de modo análogo con res-pecto al AO.

El tercer proceso de retroalimenta-ción es más complejo y ambicioso.Apelando a la misma esencia del apren-dizaje más avanzado y de mayor nivel,mediante la retroalimentación de bucletriple30 (figura 1). se trata de que mayo-res y mejores recursos y capacidadespermitan a la organización adoptar unaactitud verdaderamente proactiva, anti-cipándose a los cambios del entorno, eincluso ejerciendo una cierta influencia

27 Destacamos que uno de estos aspectos concretos puede ser —y especialmente lo es en elmarco específico de nuestro trabajo—, precisamente, el éxito indiscutible en la puesta en prácticade las prácticas de DRH de alta implicación.

28 Con una intención ilustrativa, denominamos a los tres procesos de retroalimentación comode bucle único, doble o triple, estableciendo una analogía con los distintos niveles del AO. En elcaso concreto de la retroalimentación de bucle único de nuestro modelo, se pretende mejorar encuanto a DRH pero sin cuestionar la dinámica actual del proceso de AO —sin perjuicio de lainfluencia intrínseca de la DRH en el AO, plasmada en el extremo derecho de la flecha bidireccionalque une ambas cajas en la figura 1, que sería una extensión de la retroalimentación, pero no elflujo principal de la misma.

29 Ya que se pueden llegar a cuestionar y modificar los propios mecanismos que definen ladinámica del AO.

30 El cuestionamiento de los mismos criterios de evaluación de los marcos de referencia. Eneste caso consistiría en una actitud proactiva hacia la averiguación de las raíces y mecanismosmás profundos que determinan la necesidad de cambio y aprendizaje.

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en la determinación de sus característi-cas, con el objeto de hacerlo menoshostil para los intereses concretos de laorganización.

Destacamos la naturaleza dinámicadel modelo, de modo que los procesoscontinuos de retroalimentación adquie-ren una importancia fundamental en laconstante redefinición y mejora de lainteracción entre DRH y AO, para endefinitiva lograr un impacto positivo sos-tenido en los resultados organizativos.En este sentido, cuanto mayor sea el ni-vel de retroalimentación logrado, másavanzará la organización en la conse-

cución eficaz de ventajas competitivassostenibles y en el ajuste —y reajuste—constante a largo plazo con un entornoaltamente turbulento.

ConclusionesComenzamos este epígrafe desta-

cando la interacción entre, por unaparte, DRH de alta implicación y, porotra, AO y GC, como base fundamen-tal para que cambios organizativos im-portantes —especialmente de carácterestratégico— puedan avanzar eficaz-mente en el proceso de puesta en prác-tica, más allá de la etapa de planifica-

Figura 1. Modelo integrado dinámico de dirección de recursos humanos, aprendizaje organizativoy gestión del conocimiento a través de prácticas de alto compromiso.

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ción. En este sentido, la planificaciónmás elegante puede resultar totalmenteinútil si no se actúa adecuadamente enla búsqueda de la auténtica implicación—más allá de un tímido logro de unatitubeante aceptación de los cambios—de las personas que constituyen el gru-po social que define a la organización.

En este sentido, identificamos elcambio efectivo de conducta organiza-tiva como la concepción más ambicio-sa del cambio organizativo, que se cen-tra en (1) el éxito de la puesta en prác-tica del cambio organizativo, (2) el cam-bio real y efectivo en estilos y procedi-mientos de gestión, (3) una perspectivageneral sistémica de la organización, y(4) un enfoque hacia la mejora de re-sultados a largo plazo, en el marco dela turbulencia del entorno.

En este contexto, resulta fundamen-tal la distinción entre información yconocimiento. Así, la diferencia no ra-dica en el soporte físico —documentosen papel, archivos informáticos, mapasmentales tácitos, habilidades técnicas,etc.—, sino en la eficacia en la creaciónde valor añadido y la utilidad para laresolución de problemas concretos a losque se enfrenta la organización. Consi-guientemente, teniendo en cuenta laconsideración del conocimiento comoresultado más inmediato de AO, es im-portante desarrollar una política adecua-da de GC que, incluyendo la formaciónen sentido tradicional, vaya más lejos y,en estrecha conexión con la DRH dealta implicación incorpore aspectos desocialización, gestión de la cultura em-presarial o difusión eficaz de visión y

misión de la organización —entre otrascuestiones.

Así mismo, enfatizamos la importan-cia de una cuidadosa jerarquización delas distintas prácticas de DRH. Así, eldesarrollo de ciertas prácticas relativa-mente elementales sienta las bases sobrelas cuales implantar otras prácticas máscomplejas y ambiciosas, a modo de pro-ceso acumulativo y progresivo. En estesentido, proponemos la implantación delas siguientes prácticas como esenciafundamental de la DRH de alta implica-ción en estrecha conexión con AO y GCdesde una perspectiva estratégica: con-tratación rigurosa y selectiva, retribuciónpor conocimiento y habilidades, comu-nicación avanzada y empowerment.

Además, destacamos que la interac-ción entre DRH de alta implicación yAO-GC es un proceso de mejora conti-nua. En este sentido, ni lograr la implan-tación de ciertas prácticas de DRH, nilograr una alta capacidad de AO signi-fican que se haya llegado a un estadioideal y que por fin se pueda bajar laguardia. Todo lo contrario, ya que cree-mos que ni la DRH ni el AO se pueden“lograr”, sino que su adecuado desarro-llo constituye un proceso a través delcual la empresa es capaz de cambiaradecuadamente en consonancia de susnecesidades estratégicas. Aquí jueganun relevante papel los procesos conti-nuos de retroalimentación, mediante loscuales los resultados devienen inputs deuna nueva iteración en un ciclo perma-nente de cambio y transformación.

Por último, en cuanto a implicacio-nes para la investigación futura, estima-

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mos especialmente interesante comoobjetivo más inmediato la realizaciónde estudios empíricos desarrolladosmediante la metodología del caso—aplicada, eso sí, con el máximo rigorinvestigador— con el fin de analizardetalladamente la dinámica de los pro-

cesos implicados, el sentido de las prin-cipales relaciones causales existentes y,en definitiva, desarrollar teoría a partirde las ideas presentadas en este traba-jo, proponiendo las hipótesis pertinen-tes (Bonache 1999, Yin 1994).

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RELIGIÓN, POLÍTICA Y CONSTRUCCIÓN ÉTNICA EN CHIAPAS, MÉXICO

NÚM. 9, DESEMBRE, 03

NÚM. 9, DESEMBRE, 03

JAUME VALLVERDÚ

UNIVERSITAT ROVIRA I VIRGILI

UNIVERSITAT OBERTA DE CATALUNYA

R E S U M E N

DESDE MEDIADOS DE LOS SETENTA, LOS PROCESOS DE CONFLICTO POLÍTICO Y VIOLENCIA

RELIGIOSA EN CHIAPAS (MÉXICO) HAN TENIDO COMO PROTAGONISTAS DESTACADOS A CATÓ-LICOS TRADICIONALISTAS, NEOCATÓLICOS PARTIDARIOS DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN,PROTESTANTES O EVANGÉLICOS Y MIEMBROS DE LAS CONFESIONES PARACRISTIANAS. SUS DIS-CURSOS Y PRÁCTICAS HAN ACTIVADO IMPORTANTES DINÁMICAS DE REELABORACIÓN SIMBÓ-LICA E IDENTITARIA EN EL SENO DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS Y HAN RECONFIGURADO

DECISIVAMENTE SU VIDA COTIDIANA Y ORGANIZACIÓN SOCIO-POLÍTICA. LAS CONVERSIONES

PROTESTANTES Y MILENARISTAS EN PARTICULAR HAN SIDO FUENTE CONSTANTE DE CONFLIC-TOS, MIGRACIONES Y EXPULSIONES, POR IMPLICAR NO SOLAMENTE DISIDENCIA RELIGIOSA SINO

TAMBIÉN POR DESAFIAR LAS ESTRUCTURAS DE CONTROL POLÍTICO Y ECONÓMICO TRADICIO-NALES.

RELIGIÓN, POLÍTICAY CONSTRUCCIÓN ÉTNICA

EN CHIAPAS, MÉXICO1

1 Los mimbres de este artículo son los excelentes trabajos antropológicos e históricos publica-dos en los últimos años sobre el tema, de los que yo no fui más que un aprendiz durante de miestancia en México en el período 1998-99, y que aquí trato modestamente de sistematizar guiadopor mis actuales intereses en los campos del conflicto social y la violencia religiosa. En el planoacadémico, se inscribe en el marco de un proyecto de investigación sobre movimientos religiososcarismáticos desarrollado en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, que incluyó el tra-bajo de campo en dos iglesias de filiación pentecostal de la ciudad de Cuernavaca: La Luz delMundo y La Iglesia de Dios Cristiano Apostólica Pentecostés (Even-Ezer). Quiero agradecer espe-cialmente la ayuda profesional que me brindaron Manuela Cantón, cuyos artículos son una refe-rencia obligada en este caso, y una vez en México, Carlos Garma, toda una autoridad sobre reli-giosidad y protestantismo.

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RELIGIÓN, POLÍTICA Y CONSTRUCCIÓN ÉTNICA EN CHIAPAS, MÉXICO

1. Con la Biblia en la mano: La configu-ración del campo religioso chiapaneco

Chiapas, uno de los estados máspobres de la república mexicana es sinembargo uno de los más ricos en cuan-to a diversidad cultural. Dentro de suterritorio se incluyen trece naciones in-dígenas y cuatro grupos étnicos princi-pales: tojolabales, tzotziles, tzeltales yzoques. Junto al análisis de las estruc-turas políticas y los procesos económi-cos que le han relegado a una situaciónmarginal en el conjunto del país, sinduda, uno de los aspectos más críticosen el sudeste mexicano han sido y si-guen siendo las dinámicas de cambioreligioso. Y, más concretamente, la plu-ralidad y la competencia simbólica di-bujadas por católicos tradicionalistas (ocostumbristas), católicos (o neocatóli-cos) seguidores de la teología de la li-beración, protestantes (o evangélicos) ymilenaristas (o paracristianos)2.

Los católicos tradicionalistas han se-guido una línea muy conservadora a lolargo de los años y mantienen las prácti-cas religiosas tradicionales sincréticas delllamado catolicismo popular. En su ma-yoría han preservado las ceremonias ylos rituales creados en el siglo XIX, aldebilitarse la presencia en la región dela Iglesia católica. En los Altos de

Chiapas, buena parte de ellos se decla-ran los “católicos auténticos” sin recono-cer la autoridad espiritual de la Iglesiaromana ni tampoco la del obispo de SanCristóbal de las Casas (Viqueira 1998).Constituyen una minoría de indígenasricos y caciques que generalmente tienenel control político y económico en suscomunidades, acaparan las tierras, con-trolan los medios de transporte, el comer-cio, el trabajo y el poder local, y hanestado vinculados tradicionalmente a lasautoridades estatales y federales (lo quedurante muchos años equivale decir alPartido Revolucionario Institucional).

La tendencia progresista de la Igle-sia católica partidaria de la teología dela liberación, por su parte, ha ejercidouna considerable influencia en la re-gión. El compromiso ideológico y prác-tico con los indígenas ha situado a susseguidores en un lugar central del cam-po político-religioso chiapaneco. Dichocompromiso tiene su origen en el Con-cilio Vaticano II y en los planteamien-tos de los obispos latinoamericanos enla Conferencia Episcopal de Medellín(1968). A partir de los años setenta, lossacerdotes de la diócesis de San Cristó-bal de las Casas empezaron a retomarlas propuestas de teólogos brasileños yperuanos como Leonardo Boff y Manuel

2 Según el Censo General de Población y Vivienda de 1990, el estado de Chiapas reunía un67.63% de católicos y un 16.25% de protestantes; en la región de los Altos la población católicarepresentaba el 64.58% y la protestante el 19.84% (Viqueira, 1998). El cambio religioso en el sudestese reflejó de forma significativa en el censo de 1980, donde aparece una caída del 10% de cató-licos y un aumento de los protestantes hasta el 15 % de la población. En los noventa, el retrocesode los católicos en Chiapas giró en torno al 20 o 25 %. Desde entonces el crecimiento de losgrupos religiosos no católicos se ha mantenido, situándose alrededor del 30 % de la población enel caso protestante.

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Gutiérrez, defendiendo la necesidad deque la Iglesia católica diese un girodecidido a favor de los pobres3.

Esta postura se reiteró en el Congre-so Indígena de 1974 con motivo delhomenaje a Bartolomé de las Casas.Desde ese momento se establecieronescuelas catequistas indígenas en lascomunidades, y el acento se puso enestimular el aprendizaje y la reflexióncrítica en consonancia con las caracte-rísticas culturales y la realidad de cadauna de ellas4. La Diócesis de San Cris-tóbal de las casas se planteó la necesi-dad de respetar y apoyar el desarrollode las culturas indígenas y de emplearsu propia lengua como medio de evan-gelización. Para ello, se sustituyeron tan-to los métodos pastorales como los ins-trumentos para hacerlos efectivos en elámbito de la participación colectiva.

El uso de la lengua y la enseñanzacon fines evangelizadores nos hace re-troceder, igualmente, a la acción de losprimeros misioneros protestantes norte-americanos. La punta de lanza del pro-testantismo se remonta a las actividadesdel Instituto Lingüístico de Verano (ILV)a partir de 19385. Sus misioneros con-taron entonces con el apoyo y la auto-rización del gobierno mexicano, que así

respetaba el derecho constitucional a lalibertad de culto y entregaba sus teóri-cas responsabilidades respecto a la po-blación india en manos de los predica-dores protestantes (Cantón 1994).

Los pastores del ILV trabajaron ini-cialmente en las zonas de los tzetales ycholes, para ampliar después su radiode acción hacia la región tzotzil, que semostró mucho más resistente. Teníancomo objetivos principales difundir la feprotestante y traducir la Biblia a las len-guas autóctonas, para lo cual se valie-ron fundamentalmente de la medicinamoderna y la alfabetización. Con suprograma “modernizador” querían aca-bar con los que consideraban los trespilares del atraso indígena: el alcoholis-mo, la brujería y el monolingüismo (Rusy Wassestrom 1979). Las actividades delInstituto, no obstante, tuvieron comoconsecuencia directa la deculturaciónprogresiva de las comunidades. Losmisioneros protestantes fueron sustitu-yendo las creencias y prácticas religio-sas tradicionales, y las nuevas conver-siones indígenas pronto desencadena-ron violentos conflictos y enfrenta-mientos políticos intracomunitarios6.

Además del recurso a las lenguasautóctonas en las tareas misioneras, el

3 Sobre la génesis, evolución histórica y principales planteamientos de la teología latinoame-ricana de la liberación véase, por ejemplo, Lois (1986), Berryman (1987), Smith (1994) y Dussel(1995).

4 Respecto a la importancia y los pormenores de la reflexión crítica de la Biblia, véase Ruiz(1974).

5 Institución introducida por William Cameron Towsend (1896-1982), que inició su labormisionera en 1917 entre los cakchiqueles de Guatemala. El ILV entró en México en 1935 duranteel gobierno de Lázaro Cárdenas, e inició sus actividades entre los Nahuas de Morelos.

6 Sobre las controversias respecto a la pastoral del ILV en medio indígena y a su papel comosupuesto instrumento del imperialismo norteamericano, véase Stoll (1984, 1988).

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éxito inicial de las confesiones protes-tantes se explica por otros factores,como su oposición a los excesivos gas-tos que representaban las fiestas tradi-cionales, la lucha contra el consumo dealcohol, la prevención de la salud y laasistencia de los enfermos, la intensidadde los cultos religiosos, el fomento dela participación indiscriminada en losmismos y el rápido nombramiento depastores indígenas (Viqueira, 1998). To-dos estos factores han tenido una impor-tancia sostenida en lo que respecta a laimplantación y el desarrollo de las igle-sias evangélicas en las comunidades y,como veremos, algunos de ellos se hansituado en la base misma de las contro-versias y los conflictos sociales.

A principios de los sesenta, otro fac-tor importante de conversión a los nue-vos grupos religiosos en Chiapas fueronlas secuelas provocadas por la migra-ción a la selva. Para muchos indígenasdesposeídos, las organizaciones protes-tantes representaron un espacio de co-hesión y sustituyeron redes de solidari-dad comunitarias que se habían disuel-to (Hernández 1998). Como preceden-te de procesos sucesivos y más recien-tes, en aquel entonces, la fragmentacióny la disolución de la conciencia comu-nal a causa de conflictos en el interiorde las comunidades, junto con la rup-tura del sistema de autoridad tradicio-nal, se reconvirtieron, de la mano de losnuevos conversos, en nuevas formas dearticulación comunitaria.

Dentro del campo religioso chiapa-neco actual, el catolicismo se mantienecomo dominante a pesar de haber per-dido la hegemonía; conservándose, porsupuesto, impregnadas de elementossincréticos, las manifestaciones religio-sas propiamente indígenas. Entre protes-tantes y paracristianos conjuntamenteabarcan el compromiso religioso de unatercera parte de la población. Para losAltos de Chiapas más concretamente, lazona indígena por excelencia, los índi-ces de adscripción al protestantismo sonbastante elevados (un total de 46.504personas, el 10.5% de todo el estado yel 12% del total regional). Las iglesiaspentecostales se mantienen como mayo-ritarias por encima de las denominacio-nes históricas, si bien los gruposmilenaristas constituyen el sector demayor crecimiento en la actualidad. Laiglesia adventista es la dominante y, jun-to con los testigos de Jehová, ejerce unalabor constante entre la población ruralindígena; los mormones, por su parte,han optado preferentemente por las ca-pas medias y bajas de las zonas urbanas.

El abandono del alcohol y la supe-ración de enfermedades de manera es-pecial, son los factores que más favore-cen la conversión a los grupos no cató-licos, sobre todo los pentecostales, queademás se constituyen en intensos gru-pos de participación, experiencia reli-giosa y ayuda mutua7.

Otro aspecto importante a señalar esla gran capacidad adaptativa de las

7 Esto es así en el caso de muchas zonas rurales, aunque no es exclusivamente propio deellas. La conversión en estos términos también guarda relación con fenómenos migratorios hacia

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nuevas confesiones cristianas en loscontextos donde operan. En el mediorural especialmente, esto les permiteevaluar la realidad de las comunidadesindígenas y ajustar a las mismas susparticulares creencias y prácticas. Losdiferentes mensajes religiosos no seaceptan pasivamente, sino que nacende una selección entre los aspectos dela nueva ideología que los participan-tes están dispuestos a aceptar o recha-zar. Cada comunidad reinterpreta deforma selectiva los discursos y progra-mas religiosos adaptándolos a las cir-cunstancias y situaciones sociales espe-cíficas, sin abandonar por ello su sus-trato cultural y tradicional.

Siguiendo esta dinámica, la acciónevangelizadora de los diferentes gruposreligiosos ha generado importantestransformaciones en las comunidadeschiapanecas. La influencia ideológicade católicos, protestantes y cristianos, hasido decisiva en muchos aspectos de lavida social y política de la región, aun-que en el análisis de fondo de dichoscambios, como decíamos, siempre seanprioritarios los procesos reelaboradoresy creativos activados por los propiosindígenas, utilizando muchas veces losagrado como instrumento de transfor-mación, optando ellos mismos por elcambio y reinventando sus identidadescolectivas. Esta capacidad de eleccióny creación contrasta abiertamente con

los postulados de la llamada “teoría dela conspiración”, que a partir de losaños sesenta empezó a victimizar ynegar cualquier iniciativa a los nuevosconversos protestantes apelando expre-samente a la manipulación imperialistanorteamericana.

2. Entre la competencia simbólica y laresistencia política: Disidencias, migra-ciones y expulsiones

La coexistencia y la competenciaentre los diferentes grupos religiosos nohan sido simplemente simbólicas en lascomunidades chiapanecas. Muchas ve-ces, aunque no siempre, se han mani-festado de forma violenta. Los neocató-licos se han enfrentado claramente a losprocesos evangelizadores de los gruposprotestantes y milenaristas; y éstos, a suvez, se han rebelado contra las acusa-ciones de sus competidores. Las diferen-cias entre ellos también se han puestode manifiesto en lo relativo a implica-ción política y social, de modo que lainiciativa de las confesiones cristianasha diferido en términos de su ideologíaparticular, o incluso variado en su inte-rior coyunturalmente. En este ámbitocabe destacar, no obstante, un procesorelevante relacionado con la creatividady la capacidad de movilización queacabamos de mencionar: la tendenciahacia la unificación de intereses de lasminorías cristianas y neocatólica frente

la ciudad. Carlos Garma (1992) señala en este sentido que el pentecostalismo es un puente útilentre la vida rural y urbana. La experiencia de la vida en la ciudad contribuye decisivamente alcambio en la adhesión religiosa de los migrantes, proporcionándoles la integración en un gruposocial cohesivo y protector en un medio potencialmente hostil.

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a los católicos costumbristas, represen-tantes —como apuntábamos al princi-pio— de los cuadros de poder y con-trol tradicionales.

Esta reacción colectiva, cuyo origeny desarrollo abordamos a continuación,ha sido interpretada en un sentido eman-cipador y como un paso muy importan-te hacia la democratización de los pue-blos indígenas (Hernández 1994); comoel surgimiento, en definitiva, de un nue-vo sujeto colectivo: “La afirmación de un‘nosotros’ que destruye los viejos lazosde dependencia y combate un adversa-rio común (el Estado, los caciques, losintermediarios, los ladinos ricos), la for-ma de un ‘nos-otros’ que en ese comba-te (re)construye su realidad y su diferen-cia” (Le Bot 1997: 52).

En efecto, con independencia de susdoctrinas particulares, la común posi-ción disidente ha aglutinado en más deuna ocasión a las minorías religiosas dela zona. La perspectiva crítica y trans-formadora que aportan los neocatólicoslos sitúa en una postura desafiante, ocuanto menos molesta, para quienespretenden conservar sus privilegios porencima de todo. De forma similar, elsupuesto inmovilismo y conformismo

ideológico atribuido a protestantes yparacristianos (mucho más aparente quereal), no excluye su confrontación conlos poderes locales, porque “se apartandel mundo” comunitario y rompen conla tradición que los costumbristas pau-latinamente han ido pasando a instru-mentalizar para sus intereses.

No cabe duda de que en el desarro-llo de los conflictos han jugado un pa-pel decisivo los nuevos hábitos y com-portamientos adoptados por los nuevoscreyentes protestantes. La mayoría deestos nuevos hábitos y comportamientostienen que ver con la vida privada, peroinciden directamente en la vida públicadesafiando la organización comunitaria,la “costumbre” y en particular los siste-mas de control de las autoridades tradi-cionales. Las conductas más controver-tidas han sido dejar de comprar “cande-las” (velas) para las ofrendas a los santos(que dejan de venerarse), mantener unaactitud crítica respecto al control de lostransportes locales y, de manera especial-mente significativa, abandonar el consu-mo regular de alcohol8 y renunciar a losfuertes gastos que supone el sistema decargos para atender las ceremonias de lasfiestas religiosas9.

8 En la denuncia puesta por representantes de setecientos chamulas ante el Procurador Gene-ral de la República, se relata lo siguiente: “Estando la mayoría de nosotros en nuestros hogares,sin ninguna explicación ni causa justificada, fuimos agredidos salvajemente y encarcelados porlas autoridades municipales por el sólo hecho de haber abrazado la fe cristiana y, en consecuen-cia, haber cambiado de vida, dejando sobre todo el aguardiente, motivo por el cual dejamos deser fuente de ingresos para quienes explotan este vicio como es el cacique de nombre José LópezPérez, quien controla las bebidas alcohólicas y se aprovecha de las costumbres de nuestro pue-blo. Los cristianos chamulas han abandonado las costumbres de su raza y por eso el resto de latribu no nos quieren y desean matarnos” (Manguen, García de León, Ichín: 1980: 37-38).

9 El sistema de cargos es una organización político-religiosa tradicional de las comunidadesindígenas. Surge en el siglo XIX para garantizar la organización y el financiamiento de las fiestas

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Dichas posturas han resultado sermuy problemáticas en la vida cotidia-na e inseparables de las expulsiones sis-temáticas de fieles y familias protestan-tes de los municipios y comunidades.Con la negativa a participar en el siste-ma de cargos en particular, los evangé-licos se ven liberados de la presión eco-nómica y de la responsabilidad que estemodelo de organización social implica.Pero dar la espalda a la tradición espercibido por otros como una amena-za a la propia reproducción simbólicade la comunidad, por lo que muchos deellos pagarán el agravio con la expul-sión. Incluso en ocasiones los mismoscargos han sido utilizados para hacerlaefectiva, saturando progresivamente dedeudas a quienes desafían a los caci-ques (Tickell 1991).

En estas condiciones, y bajo la for-ma de ese “nuevo sujeto colectivo”, lasconfesiones no católicas habrían servi-do para oponerse al catolicismo domi-nante vinculado a las familias terrate-nientes y a los prósperos comerciantes,convirtiéndose al mismo tiempo en unfuerte mecanismo de resistencia de losindígenas marginados contra las presio-nes y la explotación a las que se vensometidos. No cabe duda de que la

existencia de grandes desigualdadessociales y económicas en las comuni-dades ha sido una de las causas deléxito protestante, especialmente en loque respecta a su oferta de nuevas es-tructuras organizativas y como instru-mento de legitimación de movimientospolíticos locales en lucha contra losproblemas de clase (Medina 1986;Bastian 1997b).

Con estos contenidos reivindicativosy de resistencia, el discurso y los sím-bolos religiosos pasan a utilizarse confines explícitamente políticos, para cri-ticar o desprestigiar enemigos políticos.Las migraciones y expulsiones que des-de la década de los setenta del pasadosiglo se han ido sucediendo en las co-munidades deben entenderse, en estecontexto, como causa y consecuenciano sólo de un conflicto religioso sinotambién de otros factores adicionales,como pugnas por tierras, pleitos entrefamilias, problemas inter-étnicos y dis-putas por el poder político. No son denaturaleza estrictamente religiosa, aun-que las nuevas creencias y conductas delos fieles hayan jugado un papel funda-mental. No tienen que ver únicamentecon la sustitución de las prácticas tra-dicionales del catolicismo popular por

de los santos, y como institución su objetivo es expresar y mantener la cohesión comunitaria. Loscargos jerarquizados se renuevan cada año y son alternativamente políticos y religiosos. Con elascenso de un cargo a otro aumenta el prestigio individual. Se espera que todo miembro adultode la comunidad participe en el sistema y desempeñe al menos un cargo durante su vida. Nosólo no tienen remuneración alguna sino que implican una gran inversión de tiempo y de dinero.Con frecuencia generan el endeudamiento de sus participantes y, puesto que se clasifican segúnlos costos que producen, les fuerzan a posteriores ahorros si quieren seguir ganando prestigio. Laspersonas que han terminado de desempeñarlos son consideradas “pasaros”, entre los cuales seelige a los “principales”, ambos investidos de gran influencia social y política en las comunidades(Robledo 1997).

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prácticas y creencias cristianas o neo-católicas, sino que encierran un clarocomponente político y de lucha social.

Una de las claves del conflictochiapaneco consiste, en suma, en quelas conversiones implican no sólo disi-dencia religiosa sino también política.La disidencia, inicialmente manifestadamediante la lucha política acaba poridentificarse con la causa religiosa; “sevuelca hacia uno de los tradicionalesbastiones de la resistencia indígena: lareligión” (Robledo 1997: 30).

En su análisis de las relaciones en-tre protestantismo y violencia, ManuelaCantón (1994) consideró comparativa-mente el papel jugado por las confesio-nes protestantes en Guatemala y enChiapas en lo que se refiere a transfor-mar las condiciones sociales de los in-dividuos y las comunidades indígenas.Sobre Chiapas concretamente, apuntaque se trata de un exponente extremode la llamada “guerra de religiones”. Laviolencia cotidiana —nos dice— partede acusar a los nuevos conversos deminar los cimientos culturales, socialesy organizativos tradicionales de las co-munidades. La religión ha sido el “pre-

texto” más óptimo o visible para legiti-mar los exilios forzosos, pero las acu-saciones no dejan de esconder los in-tereses partidistas de quienes los hanfomentado y puesto en marcha, los ca-ciques indígenas locales.

En el caso particular de San JuanChamula —el paradigma por excelen-cia de la situación conflictiva— se haseñalado la formación de un cacicazgoapoyado en instituciones tradicionalescomo el sistema de cargos y la confa-bulación de los sectores enriquecidoscon las cooperativas de transporte ycomerciales. De forma similar, enZinacantán, las familias ricas dominan-tes, con la misma instrumentalizaciónde los cargos tradicionales, han recibi-do el respaldo añadido de parte de lasinstituciones indigenistas estatales y fe-derales para consolidarse y legitimarseen el poder (Medina 1986)10. SegúnBastian, la situación no es nueva: “Des-de los años veinte, los caciques recono-cidos o impuestos por el estado se handado cuenta de que una de las mane-ras de conservar y de incrementar supoder consistía en el uso de las institu-ciones político-religiosas tradicionales

10 Para comprender mejor la formación de los cacicazgos nativos, Robledo (1997) se refiere ala política indigenista en la región, que, según ella, favorece la diferenciación social y la luchapor el poder político en las comunidades. En ellas, dice, los maestros y promotores bilingües habríancanalizado muchas veces su papel mediador hacia su propio beneficio, se habrían vinculado alos grupos de poder locales y convertido eventualmente en caciques. Por otro lado, el control queejercen los caciques —que se presentan como defensores de la tradición y la costumbre— seexpresa en el ámbito político o de contactos con el gobierno, en el económico y en el de la jerar-quía tradicional e ideología popular. Con todo, María Isabel Pérez matiza que no se puede iden-tificar siempre y plenamente la estructura tradicional con la estructura caciquil. Que “si bien algu-nos sujetos ascienden y después se convierten en los sujetos dominantes que van a someter a losdemás, y a ejercer un control económico y político en detrimento de los intereses comunitarios,existen autoridades tradicionales que al contrario, tienen un interés que intenta ante todo, defen-der la reproducción del grupo en lo económico, social, político y cultural (1998: 151).

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para su propio provecho. Así, con elapoyo político del estado, se han servi-do de la fiesta ritual para reforzar uncontrol social cuyos límites se reflejan,ayer como hoy, por la arbitrariedad yuna violencia intra-étnica continua”(1997b: 23).

Desde principios de los ochenta,más de veinte mil habitantes de Cha-mula, entre seguidores de la teología dela liberación y evangélicos, han sidoexpulsadas de sus tierras por las autori-dades tradicionalistas vinculadas al po-der. Esta forma de control político me-diante las expulsiones ha supuesto queen un pasado no muy lejano una terce-ra parte de su población —la mayor dela región— se haya visto obligada aabandonar sus posesiones por discre-pancias políticas o religiosas con losrepresentantes municipales11.

Los primeros expulsados —unos dos-cientos— fueron acusados de “evange-listas” y “quemasantos” contrarios a lacostumbre. La primera expulsión masi-va se produjo en 1974. Entre ese mismoaño y 1976 la población mestiza se vioobligada a huir del municipio de SanAndrés Larráinzar (ahora San Andrés “Sa-camch’en de los Pobres”) hacia San Cris-tóbal de las Casas. A partir de 1980 si-guieron las expulsiones por conflictosreligiosos en el mismo San Andrés y tam-bién en San Pedro Chenalhó. Otras ex-pulsiones se dieron también en las po-blaciones de Anatenango del Valle, Te-nejapa, Chalchihuitán, Mitontic, Zina-cantán, Huixtán, Chanal, Oxchuc, Can-cuc, Pantelhó, Teopisca y Ocosingo12. En1982 eran ya unos 5.000 los expulsadosy dos años más tarde unos 10.000. En1991 se cuentan en 17.000 los indígenas

11 El desarrollo de los acontecimientos a lo largo de los años setenta es detallado de formaexhaustiva por Robledo (1997: 60-67). La revitalización de conflictos políticos precedentes em-pieza a finales de 1970, cuando llega a la alcaldía local el profesor Mariano Gómez Pérez, pro-movido por católicos, evangélicos y dirigentes de otras zonas del municipio anteriormente relega-dos. Pero el apoyo de las autoridades indigenistas estatales permitió a los caciques tradicionalesrecuperar el poder en las elecciones municipales siguientes. Desde ese momento, con el fin deacabar con la oposición política en su contra, los caciques procedieron a expulsar violentamentea los catequistas católicos, a los evangélicos y a los afiliados al Partido de Acción Nacional (Viqueira1998). Algunos datos más concretos se pueden encontrar en un documento popular recogido porManguen, García de León e Ichín (1980), donde se relata que el sábado 14 de agosto de 1976,por “motivo religioso” y de “defensa de la religión tradicional”, se persigue a 250 adventistas “queenseñan la abstención del alcohol”, y a 630 familias presbiterianas y 50 católicos por “ofender aSan Juan” y poner en duda que dicho santo “tenga sangre”. Se mencionan como delitos el saqueode casas, golpes, dos violaciones a mujeres e invasión de la comunidad “La Cañada” y una colo-nia de Zinacantán para capturar a los nuevos conversos. Las autoridades de Chamula respaldaronla acción y el gobernador y subgobernador regionales decidieron no intervenir por considerar quese trataba de un “asunto religioso”. La Iglesia, por su parte, condenó la violencia acontecida ennombre de la religión.

12 La situación marginal compartida por los disidentes después de las expulsiones, posibilitóque las confesiones católicas y protestantes se unieran en una misma lucha por el retorno a sustierras o en defensa de sus hermanos forzados al exilio. El Comité de Refugiados Indígenas de losAltos de Chiapas (CRIACH) los aglutinó con este fin.

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exiliados de sus lugares de origen, entremigraciones forzosas y expulsiones (Pé-rez 1998), y hacia finales de la décadaaumentan hasta 20.000 (Cantón 1997a).

Los destierros se han ido sucedien-do casi sin interrupción hasta la actua-lidad, y han afectado no solamente aprotestantes o fieles de otras confesio-nes no católicas. Muchos catequistas dela teología de la liberación y autorida-des de partidos de la oposición muni-cipales han sufrido igual suerte.

3. La construcción de la identidad ét-nica: Movimientos sociales y recompo-siciones comunitarias

Cuando hablamos de transformacio-nes políticas y sociales en el medio indí-gena chiapaneco no podemos olvidar laaparición progresiva —y decisiva— deorganizaciones estimuladas por militan-tes de izquierda o de extrema izquierda,que han coexistido con las diferentesmisiones religiosas en las comunidades.Los indígenas mayas de Las Cañadas, enconcreto, mencionan cuatro caminos ensu experiencia de movilización social: Laconcienciación procedente de la tareaevangelizadora de los teólogos de la li-beración a partir de la década de los se-senta; la fuerte organización socio-polí-tica que surgió de dicho proceso y devarios movimientos de izquierda desdela década de los setenta; el impulso delEZLN a partir de los años ochenta, y,desde luego, la propia identidad étnicapreservada y estimulada por los pueblosindígenas (De Vos, 1997).

En el ámbito de la implantación denuevas formas organizativas y de lide-

razgo en las comunidades indígenas, lapastoral dirigida desde la Diócesis deSan Cristóbal de las Casas ha tenido unpapel muy importante. Como apuntaYvon Le Bot, “aún cuando desde laperspectiva de la ‘teología indígena’ seconsidera que los catequistas se debenal servicio de la comunidad, y no alcontrario, éstos se convierten en líderessociales y políticos, tanto como religio-sos, y conforman una jerarquía que lle-na en vacío heredado de la descompo-sición o el rechazo del añejo sistema deautoridades políticas y religiosas. Suinserción en las estructuras de la Igle-sia y su conocimiento del español loshacen intermediarios obligados con elexterior” (1997: 47).

El 14 de diciembre de 1975, bajo elamparo de los teólogos de la liberación,surge la primera organización campe-sina, “Unidos para el progreso” (Quipticta Lecubtesel), con el objetivo inicial debuscar la mejora económica, social ycultural de la población indígena. Peroa finales del 79, según nos explica JanDe Vos (1997), el movimiento adquirióun rumbo diferente, mucho máspolitizado, reivindicativo y resistente.Fue entonces cuando los agentes depastoral se desentendieron del mismo,pensando que no les correspondía en-cabezar directamente y de forma abier-ta un movimiento popular. Así, una vezencendida la mecha de la conciencia,la iniciativa socio-política y la respon-sabilidad para afrontar los problemas ylos conflictos étnicos se retornó a lasmanos del pueblo, de los propios indí-genas, muchos de ellos ya por entonces

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integrados en las organizaciones maoís-tas Unión del Pueblo y Política Popu-lar.

Así pues, a partir de la pastoral libe-racionista, las conversiones religiosas ylas luchas sociales es como mejor pue-de comprenderse la génesis del zapa-tismo. Unas y otras habrían preparadoel terreno para su surgimiento. El origene impulso del movimiento zapatista(como movimiento social y político) selocalizaría en las conversiones, las di-sidencias y las divisiones comunitariasque se han ido apuntando. Nació y cre-ció en el seno de los sectores enfrenta-dos a los tradicionalistas posteriormen-te, como hemos visto, exiliados de susmunicipios o comunidades.

Con el paso de los años, esta pobla-ción desplazada y expulsada ha idoconstituyendo sus propias comunidadesy dando forma a nuevas recomposi-ciones culturales e identitarias, ya sea enlas zonas de colonización de la selva,en su misma comunidad o cerca deella, o bien en la periferia de algunasciudades. Prueba de ello, por ejemplo,es el considerable reasentamiento evan-gélico en los alrededores de San Cris-tóbal de las Casas, con la fundación de

13 Al parecer, con el paso de los años, los nuevos asentamientos en torno a San Cristóbal delas Casas se han vuelto cada vez más estables, en gran medida debido a la nueva identidad reli-giosa adquirida y a su refuerzo del sentido comunitario. Esta situación, según se nos comunicópersonalmente, habría ido atenuando poco a poco la voluntad de regreso a las comunidades ori-ginales, o al menos, el ímpetu inicial de protesta y reclamaciones hacia las autoridades estatalesy federales en este sentido. Con todo, la solución a los problemas de las expulsiones concreta-mente de San Juan Chamula se explica, según García (1997), gracias a la importancia económica,capacidad organizativa y presión política crecientes de los exiliados. Esto habría tendido a equi-librar la correlación de fuerzas en la localidad, obligando a las autoridades municipales a detenermomentáneamente las expulsiones y a declarar, por ejemplo, que aceptan la construcción de untemplo evangélico en Chamula.

diversas comunidades: “Betania”, “Nue-va Jerusalén, “Vistahermosa” o “Gali-lea”, entre otras13. Tales procesos de re-construcción —con un fuerte conteni-do de supervivencia— no han dejadode estimular, además, la creación de unliderazgo alternativo al tradicional, asícomo la fundación y dinamización denuevas organizaciones intercomunita-rias (organizaciones étnicas modernas)(Le Bot 1997).

Tras asentarse en el terreno de ladiferenciación social creciente, con laconsiguiente formación de grupos socia-les que se oponen a cumplir con lasnormas comunitarias, los grupos religio-sos protestantes y milenaristas habríanedificado algo nuevo. Habrían ofrecidoa los desplazados la posibilidad de re-cuperar un espacio simbólico y políti-co propio, reorganizado la vida comu-nitaria entorno a indígenas conversos ycon sus propias autoridades civiles yreligiosas. La religión compartida, ade-más de ofrecer atractivas promesas desalvación y renovación colectivas, refor-zaría anteriores lazos de parentesco y devecindad y contribuiría a buscar la so-lidaridad en las nuevas realidades co-munitarias.

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14 En este ámbito, se ha señalado el posicionamiento “progresista” o “izquierdista” de ciertasiglesias protestantes históricas (como las metodistas y presbiterianas), o el hecho de que algunosde sus pastores hayan sido presidentes municipales o se hayan convertido en destacados dirigen-tes de movimientos sociales independientes (Viqueira 1998). El elemento aglutinador de las ex-pulsiones ha permitido incluso la “insólita” aproximación entre protestantes y zapatistas (Cantón1997a), para rebelarse, junto con los catequistas católicos, contra una misma situación demarginación y privación de derechos. Al parecer, en la misma zona zapatista muchos miembrosde confesiones presbiterianas y pentecostales forman parte de las filas insurgentes, contrariamentea lo que proponen los discursos de sus pastores (García 1997).

Sin embargo, también se ha señala-do que la fuerte competencia por estenuevo liderazgo comunitario habríaacentuado en cierto sentido el facciona-lismo político. Muchos de estos líderesy militantes tratarán, como es lógico, departicipar en la dirección de los asun-tos públicos municipales o regionales.Aunque en ocasiones sus afiliacionesideológicas y políticas serán bastantedivergentes: desde abrazar la causazapatista con todas las consecuencias,hasta integrarse en los cuadros de po-der más conservadores.14 Otros, segúnBastian (1997a), incluso habrían “reto-mado” pautas de control social simila-res a las de los caciques —si bien des-plazadas desde la “oligarquía” al “plu-ralismo”— para manifestar su carismay autoridad dentro de las organizacio-nes religiosas.

Este autor sugiere, asimismo, que losdirigentes indígenas utilizan los nuevosgrupos religiosos como instrumentopara imponer una diversidad religiosaque a largo plazo puede estimular la“modernización” de las comunidadesindígenas. En dicho papel moderniza-dor, los nuevos movimientos religiososse distinguirían, no obstante, del catoli-cismo progresista de la teología de laliberación, que —según Bastian— tam-

bién pretende una modernización (ca-tólica) y combate a los caciques, peroguiada por un clero no indígena y deacuerdo a estrategias pastorales muchomás globales, aparentemente ajenas a laidiosincrasia étnica.

Resumiendo, en Chiapas, los cam-bios religiosos han repercutido y reper-cuten directamente en los cambios po-líticos, con la creación de nuevas élites,participación en movimientos sociales,surgimiento de organizaciones campe-sinas, luchas contra los caciques, etc.De la misma manera, las dinámicaspolíticas dependen en buena medida delas identidades moduladas por la diver-sidad religiosa en el seno de las comu-nidades y municipios. Y en este contex-to, los procesos de reconstrucción ycreación de los nuevos espacios comu-nitarios desembocarán en la reconstruc-ción y reinvención de la propia identi-dad étnica como construcción cultural(Hernández 1989; 1994).

A lo largo de estas páginas se hatratado de poner de manifiesto, una vezmás, las estrechas relaciones entre po-lítica y religión. En el marco de los con-flictos y las conductas violentas ligadasa las relaciones de poder y los meca-nismos de control social, los diversosdiscursos y símbolos religiosos sirven

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para legitimar o para negar una situa-ción determinada (que en lo referenteal mundo indígena chiapaneco, se ex-presa fundamentalmente en términos dedesigualdad social y marginación acen-tuadas); y lo hacen básicamente en fun-ción de sus intereses y mediante lasestrategias oportunas, para mantener oaumentar su prestigio e influencia en losdiferentes ámbitos y espacios socialesdonde operan.

Finalmente, la situación de Chiapas,

analizada en el contexto del cambioreligioso como respuesta a las estructu-ras de dominación políticas tradiciona-les, vuelve a hacer patente la importan-cia de la religión como instrumento deresistencia y apoyo para el cambio so-cial, como factor utilitario al servicio delos intereses simbólicos y materiales dequienes la representan institucional-mente o comparten sus creencias ycomo elemento clave en la construc-ción social de la identidad étnica.

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LLEVAR LOS TACONES POR DENTRO. IDENTIDAD, IRONÍA Y RESISTENCIA

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FERNANDO VILLAAMIL

UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

R E S U M E N

ESTE ARTÍCULO SE PROPONE UNA REFLEXIÓN EN TORNO A LA POSIBILIDAD DE CONSTRUC-CIÓN DE UNA IDENTIDAD SOCIAL A PARTIR DE LA INVITACIÓN A LA NO-EXISTENCIA DEL MASCU-LINISMO. LA PLUMA, VISTA COMO FORMA DE RESISTENCIA, DESACTIVA EL ESTIGMA AL EXPRE-SAR PERFORMATIVAMENTE LA ARTIFICIOSIDAD DE LA NORM(ALIDAD), PERMITIENDO AL SUJETO

REAPROPIARSE DE LOS SENTIDOS QUE LE DEFINEN. PERO AL MISMO TIEMPO, POR SER PURA

NEGATIVIDAD, RESULTA POLÍTICAMENTE IMPOTENTE, Y FINALMENTE REPRODUCE ESTEREOTIPOS.ADEMÁS, COMO PRÁCTICA ARTICULA RELACIONES DE PODER Y EXCLUSIÓN AL SENO DEL

COLECTIVO GAY. EL ANÁLISIS DEBE RECOGER ESTA COMPLEJIDAD SIN TRATAR DE REDUCIRLA

NI A UNA MERA REPRODUCCIÓN DE RELACIONES DE PODER NI A UNA SUBJETIVIDAD PRÍSTINA.

LLEVAR LOS TACONESPOR DENTRO.

IDENTIDAD, IRONÍA Y RESISTENCIA

IntroducciónEn el presente texto vamos a tratar

las ambigüedades inherentes a ciertasprácticas de resistencia desde el estudiode uno de los rasgos más característicosde las interacciones entre gays: una mo-dalidad de comunicación basada en elempleo de un tipo de humor peculiar,la “pluma” o el “petardeo”, caracteriza-da por el uso amplio del doble sentido,el sobreentendido y sobre todo, losenunciados irónicos.

La “pluma” o “petardeo” ofrecenuna perspectiva interesante para acercar-

se al fenómeno relativamente novedo-so de la consolidación de una identidadgay y, más en general, a la temática delas identidades estigmatizadas comoprocesos de resistencia. En este sentido,la identidad gay no es algo ni muchomenos dado, sino construido a través deuna serie de prácticas cuyo resultado oefecto de conjunto son la subjetividadgay y el imaginario dominante de lacomunidad, con sus exclusiones y exi-gencias. Se trata de comprender a tra-vés de qué prácticas concretas se creauna identidad a partir de la total desva-

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lorización del ‘maricón’ del masculinis-mo, y después, qué exclusiones generaeste, como cualquier otro, proceso deconstrucción grupal. Desde este enfo-que, la “pluma” y la ironía pueden seruna clave para comprender algunos as-pectos fundamentales de los modos enque la posición de sujeto gay, inexistenteo abyecta desde la construcción norma-tiva, se reapropia para construir unaidentidad social viable. Pero puede in-dicar también el camino para una mi-rada compleja y políticamente informa-da acerca de las relaciones de poder.

Conviene aclarar la distinción entrela “pluma” como modalidad comunica-tiva gay, y la representación del homo-sexual desde y para la mirada hetero-normativa como “mariquita”, hombreafeminado, disminuido por tanto; suexistencia se justifica ante todo desde lapropia economía masculinista, como lí-mite y otro fantasmal de la masculinidad.El “mariquita” es una pieza central delmasculinismo. Se trata de un mecanis-mo de vigilancia y control de los límitesde la sexualidad legítima que, aunquetiene efectos fundamentales sobre la re-lación entre sociedad general y minoríahomosexual, sitúa su mayor virtualidadfuncional en la producción y control dela masculinidad normativa1.

Entendemos entonces la “pluma”, enprimer lugar, como un modo de relacióncon la norma. A la vez, es un modo fun-damental para muchos gays de señalaruna interacción y su contexto como gay,como implica el empleo de verbos como“petardear”, “viborear”, pero especial-mente “mariconear”, exclusivamentepara referir un modo de actuar y de crearperfomativamente contextos y sujetosgays. Por último, es excluyente para quie-nes se sitúan en una posición de doblemarginalidad respecto a la normamasculinista y la comunidad gay. El pre-sente análisis sigue esta triple determina-ción a través de su consideración desdeel punto de vista de la ironía.

Pluma y subjetividad gayEn concreto la “pluma” es una ca-

tegoría emic que podemos caracterizarcomo reutilización de los códigos detodo tipo que significan en su contextohabitual normalidad (lingüísticos, estilís-ticos, gestuales, verbales y vestimenta-rios, así como en general, los códigosque prescriben un comportamiento ade-cuado (Goffman 1974) en situaciones,especialmente con relación a la corres-pondencia entre los roles de género yla orientación sexual. Esta reutilizaciónque tiene sus propios fines2, como en-

1 La relación entre heteronormatividad y minoría de HSH (hombres que tienen sexo conhombres) va desde la figura del mariquita, que contiene una activa desaprobación de una posibleexpresión gay autónoma, a la del armario, o secreto a voces, que es una especiosa invitación a lano existencia en el espacio de lo público.

2 En el grado mínimo, para atribuir algún grado de intencionalidad a la ironía, basta con to-mar en consideración que (1) es contextual, es decir, es apropiado su empleo sólo en determina-dos contextos, y (2), los sujetos son conscientes de utilizar un registro especial de comunicación,como se expone a continuación. La intencionalidad viene a marcar la diferencia con la reproduc-ción sin más de los signos de género Butler (1993).

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seguida veremos. Su producción se rigepor los principios de la parodia y labufonada. Es en definitiva un estilo li-gado a una forma de mirar cuya estruc-tura básica es la ironía.

En términos más generales, se pro-pone, con Abu Lughod (1990) y Ortner(1995, 1999), que la categoría de resis-tencia es imprescindible para compren-der los procesos culturales en términosde relaciones de poder y marcados porel conflicto tanto como por el consen-so (Comaroff y Comaroff 1991). Si asu-mimos además que los fenómenos deresistencia nos ofrecen una atalaya pri-vilegiada desde la que establecer undiagnóstico de las relaciones de podervigentes (Ortner 1995, Abu-Lughod1990, Comaroff 1985, Scott 1990, Kee-sing 1992, Gledhill 2000), los contex-tos relevantes se caracterizarían no sólopor su ambigüedad, sino también por sucarácter complejo: reflejarían la creati-vidad de un grupo humano desde unaposición de subalternidad, los gays conrelación a la norma heterosexual, perotambién la consolidación de una normagay, una definición moral y pragmáticade lo que es ser gay que, como todaconstrucción de identidad, produce suspropios otros y sus propias exclusionesen una dialéctica que le es constitutiva.

En 1998, en Carnavales, en la esqui-na en la que se sitúa uno de los cafésde mayor tradición en la zona gay deMadrid, Chueca, observamos la siguien-te escena: Un hombre maduro especta-cularmente disfrazado de estrella feme-nina del espectáculo o de diva en trajede fiesta, se aleja repentinamente de su

grupo y se dirige hacia un coche queacierta a pasar, deteniéndolo, al grito de:“¡A ver qué tal está este macho!” [entrelos homosexuales, especialmente los decierta edad, ‘macho’ es aproximada-mente sinónimo de heterosexual]. Elconductor es un señor de edad, no es-pecialmente agraciado. “¡Uy, qué feo!Lo siento, bonita, pero contigo, no melo hacía yo ¡ni gratis!”, exclama, girán-dose y volviendo a su grupo entre lascarcajadas generales de decenas demirones. Obsérvese que ‘ni gratis’ esuna transformación irónica de la frase‘ni por todo el oro del mundo’, conefectos grotescos, autoparódicos. Lonormal, implica este homosexual deunos cincuenta años, es pagar; el dine-ro establece, por tanto, una escala deequivalencias respecto a la deseabilidadsexual: si cuanto más deseable, máscaro, gratis equivale a nada deseable.

La “pluma” es performativa, susefectos sobre los implícitos de sentidocomún en torno al sexo y el género noson el fruto de una intencionalidad po-lítica, ni de una reflexión, sino en acto.Es “hacer las cosas maricas” (como ad-verbio): una expresión de Jesús, uno denuestros informantes, al observar que,en Chueca, las maricas hasta para sa-car a pasear al perro lo hacen marica.Es a lo que se refiere Antonio cuandodice, a la pregunta de qué es petardear,“¿Es la típica loca imposible, divina delos pies a la cabeza, discutiendo con lade los huevos en el mercado, … o algoasí, no? O... no se, gente superarreglada,regia, yendo a comprar el periódico porla mañana ahí, al estanco de la travesti

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de la esquina de la plaza (de Chueca).[…] Es como llevar los tacones por den-tro. Eso es petardear”. La incongruencia,la yuxtaposición de opuestos que seña-la Newton o la estilización que la ca-racteriza según Sontag (1996) formaparte de su carácter centralmente iróni-co: La “pluma”, como la ironía es siem-pre “mención”3, esto es, inclusión en eldiscurso propio de discursos ajenos ymarcados como tales por la estilizacióno la incongruencia.

Existe una amplia tradición de aná-lisis de la ironía como objeto de la re-tórica (Ballart 1994, Ducrot 1987, Booth1986). Peña Marín (1989) señala comocaracterística central de la ironía el in-vertir “...los mecanismos y hábitos deque nos servimos normalmente parausar e interpretar las expresiones signi-ficativas. Así toda pirueta expresiva queobligue a alterar la perspectiva habitualen la interpretación puede ser califica-da de irónica. Es una suerte de anoma-lía difusa que, como todo comporta-miento desviado pone de manifiesto lospresupuestos y mecanismos insertos enlos usos conformes con la norma, eneste caso, los caracteres básicos del in-tercambio comunicativo” (Peña Marín,1989:26). Existe entonces ‘algo’ que esblanco de la ironía (el sentido literal,tomado en serio, del enunciado iróni-co y en definitiva los mecanismos deproducción de normalidad que susten-tan esa seriedad), y debe darse tambiénun conjunto de sentidos alternativo en-tre el ironista y su cómplice. Además,

para que un enunciado o un acto decomunicación en general pueda ser in-terpretado como irónico, el ironistadebe ofrecer a su audiencia privilegia-da, cómplice, indicios que permitancomprender que se toma distancia res-pecto del mismo enunciado en los con-textos en que es producido seriamente.Newton (1979, p. 106) en su interesan-tísima aproximación etnográfica, seña-la tres temas en el camp, expresión in-glesa que viene a coincidir con la es-pañola de petardear: incongruencia,teatralidad y humor. Son desde estaperspectiva, otros tantos índices de lapresencia del fenómeno irónico.

En este sentido, la entonación afec-tada y el empleo del femenino caracte-rísticos de la “pluma” son en este pri-mer nivel de análisis, indicios de la in-tención paródica. Si bien es cierto quesin la presencia de un índice, la ironíano es tal, la inversión del género es uníndice mas de la presencia de la ironía,pero basta con el establecimiento deuna incongruencia que suspenda las ex-pectativas de rol normales para conse-guir el efecto chocante de “una buenpluma”. Por eso es que cualquier cosao casi puede ser petarda una vez pasa-da por la maquinaria de sentido apro-piada. Entre la feminidad afectada y el“petardeo” puede existir una relaciónprivilegiada, pero no necesaria. De he-cho, la masculinidad misma puede ob-tener una representación paródica y“petarda”. Por el contrario, Tyler (en Fuss1991) argumenta que la hipermasculini-

3 La exposición clásica de la ironía como mención se encuentra en Sperber y Wilson (1981).

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dad es más bien una defensa del estig-ma del afeminamiento que viene a su-brayar la identidad de género, reprodu-ciendo la misoginia implícita en lasdicotomías de género.

Recientemente, una exposición enun bar de Chueca reunía cuadros de unpintor que retrataban deportistas abra-zándose a partir de fotografías obteni-das en los periódicos deportivos. Al serel gesto del abrazo recontextualizado,se revela una mirada distinta sobre elmismo objeto, que es la excluida - in-cluida en el contexto original. Es esecontexto que marca el abrazo comoheterosexual, el que se convierte en elblanco de la ironía. Buena parte de laiconografía de la pornografía gay seestructura sobre el eje de la explici-tación de los contenidos homoeróticosde figuras de masculinidad que en con-textos normales están sólo implicados.Otra vuelta de tuerca es la representa-ción de un icono gay muy conocidocomo es un cuerpo bello que sirve deanuncio de una marca de ropa, simple-mente al trasladarlo a un cuadro con di-mensiones alteradas, agigantadas: lamera descontextualización marca lamención, la teatralidad de su tamaño yel estar meramente puesto en otro con-texto lanza una mirada irónica sobre unobjeto que habitualmente se toma a símismo en serio, desviando la miradadesde el objeto de deseo hacia el actomismo de mirar y desear. Los clicks deFamóbil son recontextualizados comogays y lesbianas en el cartel del Orgu-llo gay 2001. En el mismo sentido, Bar-bie no se lía con Ken, sino con... otra

Barbie, como el propio Ken, cuya tea-tral masculinidad (¿o feminidad?) que-da así expuesta. El petardeo es suspen-sión de lo auténtico y, de rebote, lamostración de lo auténtico como unartificio más: resulta por ejemplo ex-traordinario comprobar cómo se escu-cha en ciertos locales a Mónica Naran-jo (antes de que se convirtiera en mains-tream), con su gestualidad extrema yteatral, destacando su carácter inautén-tico. La “música chochi” (categoría emicde difícil delimitación, que incluye des-de Rafaela Carrá a Montserrat Caballé,desde Concha Piquer a las Grecas, can-tantes contemporáneos como el grupoAzúcar Moreno y de épocas pasadas,como Manolo Escobar, y que compar-ten esa falta de voluntad de autentici-dad), es rescatada precisamente por sufalta de autenticidad, su total falta depretensión de reflejar realidades psico-lógicas profundas, su plena superficia-lidad. Artificiosidad y superposición deelementos incongruentes que definetambién el fenómeno de las dragqueens. Impostura, tramoya y escenarioson nociones que están presentes enmuchas de estas interacciones en lasque se activa el petardeo. A Antonio,por ejemplo, le encanta “recibir. Soyuna persona que soy muy social, siem-pre estoy preocupado de dar un aspec-to, de producir una sensación. Agrada-ble. Atractiva, o inquietante. Siempre mepreocupo por eso”.

La “pluma” es en este sentido mu-cho más la descontextualización yreempleo irónico de discursos ‘reales’,enteramente al modo de la citación, que

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a través de la conformación de un vo-cabulario específico, que en Madrid almenos y en la población a la que sehace referencia es limitado y no cree-mos que sea característico del petardeo.La “pluma” tiende a ser idiosincrásicamás allá del empleo de unas pocaspalabras y giros, que juegan un papelmás bien indexicalizador. La buena“pluma” se asemeja más a la ocurren-cia que al empleo deliberado de un cier-to vocabulario. Por ejemplo, Federicoconstruye su “pluma” a partir del em-pleo en contextos triviales de expresio-nes de un lenguaje superculto y algopasado de moda. El empleo del feme-nino no está excluido, pero no es másque un recurso más, como la entona-ción afectada.

El sentido del disfraz es definidor: sehabla así de “pluma machirula” para re-ferirse al gay extravagantemente mascu-lino, o “pluma lederona”, que hace lomismo respecto al gay identificado conla subcultura sadomasoquista, y tienensentido frases como “vamos a vestirnosmuy maricas”. El sentido del disfraz nosólo afecta a roles y situaciones. Puedeapoderarse asimismo del cuerpo lo quese refleja en expresiones como hacer,trabajar el cuerpo o alguna de sus par-tes (hacer piernas/pectorales, etc.), sien-do la frecuentación del gimnasio unaactividad muy identificada con la iden-tidad gay central: el cuerpo como pro-

ducto de la intencionalidad, objeto dedeseo. Un informante preguntaba enuna ocasión a un chico con músculosdesarrollados: es “natural” o de “gimna-sio”; contrapone natural a “pluma”,como muchos gays.

Por otra parte, el ironista no afirmanada, no se compromete, sino que selimita a dejar en suspenso; sólo impli-ca que existe un sistema de valores al-ternativos, pero no los formula, sino quetan sólo los apunta. No se hace un dis-curso sobre la relación adecuada entreroles de género y sexualidad, sino quese limita a indicar el carácter de repeti-ción compulsiva y obligatoria (Butler1993) de los existentes cuando son in-corporados seriamente. En este gesto,afirmado e insinuado a la vez, reside lafuerza y la profunda ambigüedad polí-tica de la ironía4.

Pluma y comunidad gay“Cuando están un grupo de amigos,

pues ¿qué haces? Pues petardeas, puessueltas pluma, y te ríes y tal” (David).

Parece preciso, a partir de esta in-terpretación en paralelo a la retórica,centrarnos en sus aspectos más socia-les, a los que habitualmente se prestamenos atención (Kulick 2000). Con Baj-tin, el lenguaje es el terreno de luchassociales. En un nivel, la “pluma” es lareapropiación y resignificación del es-tigma, de forma que es hecho habita-

4 La ambigüedad de la ironía es identificada por de Man en la imposibilidad de detener elflujo de negatividad que la figuración irónica pone en marcha, porque cuando la ironía es com-pleja y conseguida, no existe modo de saber cuándo hay que detener la interpretación: serio oirónico, lo único auténtico que afirma el ironista es su propia inautenticidad (De Man 1998[1996],cif. Ballart 1994)

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ble como posición de sujeto. Es sinduda un modo peculiar de dar expre-sión discursiva a la comunidad gay, unaforma de articular performativamente ala comunidad y ejecutar las exclusionesque marcan sus límites. Por eso mismono tiene el mismo sentido para todos losque desde diferentes posiciones com-parten el “ambiente”5, y sólo desde unacomprensión de cómo se articula en lalucha por la definición de la legitimidadde una posición de sujeto gay podemosobtener nuevas claves que permitan suinterpretación en términos de prácticassociales de construcción de la comuni-dad.

En primer lugar, es útil distinguir,con los propios gays, la “pluma petarda”,“petardeo”, “petardear”, del “amanera-miento”: Mientras que el amaneramien-to va ligado a un rol social, un modoidentitario ‘pre gay’, la “pluma”, talcomo es delimitada desde el punto devista de los sujetos se liga a la identi-dad gay. La diferencia estriba en que la“pluma”, a diferencia del amaneramien-to, es contextual y depende de una au-diencia aprobatoria o cuando menosreceptiva. Requiere la construcción dela sexualidad y la identidad sexual des-de la valoración de la diferencia frentea la heterosexualidad, mientras que elamaneramiento va mucho más estre-chamente ligado a los roles de género.Por decirlo de una forma breve, el ama-nerado es un rol social, construido des-

de el paradigma masculinista como unhombre incompleto o una mujer insu-ficiente, mientras que el gay, cuandosaca “pluma”, representa al maricón, lafigura diferente y hasta un cierto puntodisidente de los roles tradicionales dehombre tanto como de mujer del dis-curso masculinista.

Básicamente, la “pluma”, a diferen-cia del amaneramiento, se controla,como refleja las expresiones “sacar plu-ma”, “soltar una pluma”, “tirar pluma”.Ello no es necesariamente una visiónemic para los gays en general, sin em-bargo sí lo es para los que dominan el“petardeo”. Por ejemplo, una conversa-ción observada entre un abogado y al-guien que quiera realizar una consultaprofesional, ambos gays, sigue un pa-trón típico en el que el petardeo puedepreceder o suceder al momento serio dela consulta. La transición la marcaráprecisamente el cesar o retomar de lagestualidad y las expresiones de ironía.La conversación sobre el tema de laconsulta sin embargo adoptará un tonoserio. Un segundo ejemplo: Al llamarpor teléfono a Federico a su lugar detrabajo, me encuentro con una voz muymasculina. Le hago ver que estoy sor-prendido, a lo que responde, sardónica-mente, que no soy el primero que se lohago ver, y se refiere a la cuestión entérminos de sacar “la voz de macha”.

A veces, es incontrolable, pero en-tonces puede ser motivo de preocupa-

5 “El ambiente” es una categoría emic que se refiere no sólo a lugares y momentos en los quese producen interacciones gays, sino también a un manejo estratégico y contextual de la identi-dad.

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ción, distanciada pero cierta, acerca dela posibilidad de “tener pluma” o seramanerado. Cuando preguntaba a losentrevistados por la “pluma”, la pregun-ta a menudo era devuelta en el sentidode si yo creía que se le notaba: “Yo nose si tengo pluma, tu crees que tengopluma?” Otro ejemplo: en el gimnasio,veo que Leo está en la cinta fija cami-nando a buen ritmo en lugar de correr;le pregunto por qué no corre, y dice quees porque le “sale con pluma, de ver-dad, de lo más escandaloso. ¡Y no lopuedo evitar!” -enfatiza. Me cuenta queun día se lo comentó a un amigo mu-tuo, y le dijo que no se preocupara, quese fijase en cómo lo hacía el y le imita-se. Le miro con asombro y le preguntosi no cree que a nuestro amigo común“se le van cayendo las plumas” cadavez que corre. Me mira con malicia yme responde que sí, que “yo tambiénme quedé muerta, si P. es una señorade los pies a la cabeza”, que por esosigue él caminando. La “pluma” puedeser incontrolable, pero es desde luegosiempre consciente.

Por lo mismo que se desactiva oactiva contextualmente, podemos con-cluir que este aspecto de la “pluma” esesencial a la misma. La “pluma” esintersticial: crea espacios sociales y cul-turales en los que el estigma es hechovivible a través de la estilización, lamención irónica de aquello que resultaopresivo6. En primer lugar, porque comose viene insistiendo, el sacar “pluma”

marca en sí mismo, performativamente,al locutor y a la concurrencia como gay.Además, porque es una actitud lúdicay distanciadora ante la imposibilidad deconstruir un mundo de sentido para ydesde la experiencia de la subordina-ción a partir de sentidos de abyeccióny tampoco completamente fuera deellos: toda una política de gestión de lavergüenza. La “pluma” encarna, da cor-poreidad a la experiencia de ese poderlo mismo que hace palpable la imposi-bilidad de revertirlo.

En efecto, el ser capaz de petardear,de estar cómodo en situaciones en lasque el sujeto ve a sus iguales como“marica” y es tratado como tal por ellosconstituye una auténtica graduación dela pertenencia al “ambiente”: en estetipo de interacciones, la expresión‘mari’, que a la vez es el diminutivo deMaría y de maricón, ‘las maris’, genéri-co para homosexuales, y maricón comointerjección muy similar en cuanto a loscontextos y el modo en que es inserta-da en la oración a la interjección “ma-cho” de la “pluma heterosexual” (“Peromaricón, qué dices, si ... Maricón, tusabrás lo que vas a hacer, pero...”) sonmodos de nombrar y explicitar, de su-perar la vergüenza en dosis cada vezmás fuertes, al menos al seno del gru-po de iguales. Por ello mismo, es mar-cador de los límites del grupo.

En cierto modo, ello es una formade conseguir que los sujetos que estánen proceso de conformación de su iden-

6 “... The camp ideology ministers to the needs for dealing with an identity that is well definedbut loaded with contempt” (La ideología del petardeo (camp) atiende a la necesidad de manejaruna identidad a un tiempo bien definida y marcada por el desprecio) (Newton 1972:105).

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tidad muestren conformidad con la nor-ma gay. No hay que olvidar que la “plu-ma” requiere un proceso de aprendiza-je, de enculturación. Es un talentoaprendido, enseñado y cultivado para laironía. He podido observar que a me-nudo se trata de un auténtico procesode aprendizaje por ensayo y error. Alprincipio, se admite al novicio por asídecirlo como mero espectador, porquela “pluma” exige una audiencia. Pocoa poco se irá soltando, aprendiendo adistinguir una buena de una mala “plu-ma” y los contextos en que es bienve-nida o no, cuándo una “pluma” es bienrecibida y cuándo está de más, cuándoprovoca una carcajada generalizada, ycuándo un silencio embarazoso. Des-pués irá intentando hacer sus propiosintentos.

Pero también exige una separacióny ruptura de la normalidad, en la me-dida en que un efecto claro del pe-tardeo es la evidenciación de la normacomo tal norma, la norma como unaforma más de la desviación, tanto comola representación de la desviación. Nosólo exige la adopción de modos deexpresión o vestido: la incorporación dela “pluma” implica una identificacióndesde un posicionamiento distinto alnormativo heterosexual:

“Es que con los heterosexuales meaburro mucho. Les interesan otrascosas, hablan de otras cosas, tienenotro tipo de humor... yo no creo quesean ni mejor, ni peor, pero desdeluego es diferente. Su tipo de humor,las cosas que hacen, y sobre las

cosas que hablan a mí no me inte-resan nada. Que se jodan” (risas).(Emilio)

Delimita también por último com-portamientos aceptables y no aceptablesen el seno del grupo: la censura inter-na y explícita es parte central del pe-tardeo, aspecto este que tiene su propiapalabra: “vivorear”, o “lorear”, “maru-jear”… que es percibido como quinta-esencia de la “pluma” por los informan-tes críticos. Por ejemplo, petarda o rei-na, son calificativos claramente dero-gativos.

“Discrepancias”. La pluma como demar-cador de grupo

Ya se ha advertido que esta prácti-ca del petardeo no es incorporada portodos los sujetos, sino que más bienresulta de una concreta vivencia de laidentidad. Para Fernando, que pone elénfasis en el manejo de una apariencia“normal”, la “pluma” no es distinguibledel amaneramiento, se relaciona direc-tamente con roles de género comocomportamientos femeninos, y para élla cuestión se establece en términos desi es o no innata:

“Creo que todos en el fondo todostenemos algo de pluma, porque to-dos tenemos una parte femeninabastante (risas) importante, nos gus-tan los chicos. Yo creo que eso… yse tiene que notar, y tiene que salirpor algún lado. Unos más, otrosmenos, no sé por qué tienen unosmás que otros, no me voy a parar a

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pensar si es por razones fisiológi-cas… tampoco me importa”.

En el caso de Ernesto, es identifica-da como vivoreo, superficialidad, coti-lleo y crítica por la crítica por quien nose siente partícipe de la comunidad. Lasuya es una estrategia a partir del des-marque de la comunidad, de no ir “dan-do el cantazo”, que contrapone a la ac-titud de “ir proclamándolo a los cuatrovientos”, con la de los que reivindican“el gay por el gay, a mí evidentementeme jode el que actúe diferente y mejode todo ese tipo de cosas, lasmariquitas hablando de lo que se hacomprado no sé quien, que se hacomprao no sé cual y criticando afulanito porque se han enterao que y...entonces ese tipo de rollos no me gus-tan. Y no lo aguanto vamos”.

Por el contrario, para Federico es elfruto de un aprendizaje, parte de laenculturación en el mundo gay:

“La pluma es una vacuna que te tie-nes que poner, por lo menos ennuestro caso [con su grupo de ami-gos con el que se socializó comogay]. O sea, fueron tantos años deintentar tapar, disimular, hacer vidaB, que la pluma es un manifiesto deque tú realmente no eres... un repri-mido. Tú tienes unas maneras de sermuy específicas y las puedes decir.Entonces el poder soltarlas, el podersoltarlas, porque todo cansa, efecti-vamente, al principio la pluma esuna sensación de ‘soy libre....’, y tal.Luego se te va bajando evidente-

mente y luego la pluma la utilizasa voluntad, como quieres, cuandoquieres. La pluma es esa expresiónoral y gestual que denota que tú eresgay, denota al exterior”. (Federico)

Contrástese la visión de Federicocon la de Enrique, desde una posiciónmucho más excéntrica respecto a lacomunidad:

“Sí, muy pose, la gente muy… o seauna vida muy absurda, de a lo me-jor por ejemplo que no puedanvivirse ellos mismos en el resto desu vida, y vienen a Chueca y enton-ces viven como un personaje por-que ellos en su vida privada no sonasí y tampoco a lo mejor quierenmezclar la vida, su vida laboral o suvida familiar con la vida de Chue-ca. Y luego también me he relacio-nado con gente demasiado jovenque están en esa explosión delasumirse en un grupo. Porque a lomejor siempre han sido gente muyasocial, y al encontrase aquí, puesese contagio de pluma de dar gri-tos, que yo nunca ni lo he necesi-tado, ni me he sentido muy cerca-no a eso, o sea, me produce unpoco de rechazo. Quiero decir yollamo la atención porque llamo laatención porque me apetece llamarla atención pero no porque me pon-ga a gritar en un bar, es una falta derespeto y la verdad es que molestaa casi todo el mundo que yo conoz-co, y por eso no sé, la gente quetiene ahora 18, 19, 20, 21, 22,

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cuando tenga 25 se haya centradoya un poquito y se le haya pasao esemomento y esté un poquito más…”

El petardear es conformador en actode grupo, en más de un sentido. Nosólo es que es posible sólo en ciertoscontextos de interacción, sino que losseñala como tales, distingue una in-teracción como gay: mariconear, petar-dear, y excluye al “reprimido”. Ello for-ma parte de la estructura básica de laironía, como se señaló: para que seentienda como tal, como mención y noliteralmente, es preciso, tanto más cuan-to más perfecta es la actuación, que elironista y su audiencia compartan ununiverso de valores dentro del cual undeterminado acto comunicativo no pue-de ser más que irónico. Cuando la iro-nía no es interpretada como tal, cuan-do no se reconocen los valores y mo-dos de ver desde los que un acto co-municativo debe ser irónico, surge elefecto cómico: el destinatario que espuesto en evidencia porque no compar-te una forma de ver considerada nece-sariamente superior en algún aspectoEste tercer personaje, el que se tomaríala ironía de forma literal, aunque ausen-te, es tan necesario para que la ironíatenga éxito como el propio ironista y suinterlocutor.

El petardeo es, para quien lo incor-pora por tanto, ante todo contextual: la“pluma”, sacada en un contexto erró-neo, puede ser payasada, conseguir jus-tamente el efecto contrario al que seconsigue entre iguales. Cuando se tratade una audiencia heterosexual, la cues-

tión adquiere otras dimensiones y entraen dinámicas de poder y representaciónque no se controlan en ningún caso porcompleto, y que ponen en primer pla-no la impotencia política de la ironía.Parece claro que la estructura de poder,la dirección de los vectores de fuerza,no son creados por la ironía salvo encontadas ocasiones. Los gays poniendoen solfa el carácter compulsivo y ficti-cio de los roles de género no puedenincidir en la jerarquía que articula ladiferencia sexual. Si el ironista tiene unacapacidad menor para imponer su pro-pia definición de la situación y de losvalores superiores, entonces la ironía esuna ‘representación seria’, esto es, no esun gay petardeando, sino un mariquitahaciendo bufonadas para una audien-cia heterosexual. Ello que puede estarenteramente en las antípodas de la in-tención del ironista, en este caso falli-do, pero eso es, verdaderamente, irre-levante. Los ejemplos de personajespúblicos que sacan “pluma” en un es-pacio de representación o interacciónno gay son múltiples y a la mano: la“pluma” puede pasar de petardeo a afe-minamiento, según el contexto, confir-mando estereotipos. “La ironía es unarma de débiles entre débiles”.

Pero además de demarcar y vigilarlos límites en los que la interacción gayes segura, la “pluma” es también unmodo de controlar y legitimar, al inte-rior del grupo, la conformación de unanorma gay. Así, el petardeo tambiénpuede ser extraordinariamente clasista.De hecho en cierta medida esestructuralmente clasista. Una buena

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“pluma” requiere un conocimiento ex-tenso de la posición de sujeto que semenciona y parodia en el discurso.Como afirma Peña Marín, “la mayor fi-delidad sirve a la máxima traición”(Peña Marín, 1989:31). Antonio, comomuchos otros gays de clase media alta,reproduce irónicamente o parodia losroles y posiciones de sujeto que le sonnecesariamente más familiares: la seño-ra burguesa. Así, hace fiestas de Cele-bración del Santo en lugar de cumplea-ños, invita a soirées en lugar de a me-riendas cuando la convocatoria es aprimera hora de la tarde, se refiere a lapamela y el echarpe por el gorro deinvierno y la bufanda; por otro ladoparodia el acento y el vocabulario y elmodo de ver el mundo de una sirvien-ta prototípica de la zona de Andalucíadonde su familia posee tierras. Son otrastantas instancias de mostración de laposición social mientras se distancia iró-nicamente de ella. Juan parodia a unamaruja de su ciudad natal de Andalu-cía, con acento, giros y expresionescaracterísticas. En otra ocasión la paro-dia es la de una presentadora de televi-sión de un reality show, Isabel Gemio,un personaje esencialmente parodiable.Antonio narra la siguiente interacción:

“Una vez le dije a Juan, que medijo: ‘anda que no eres petarda -, ledije ‘ estoy muerto, estoy harto dela vida que llevo, todo el día liado’.Y me dice Juan ‘¿Sí? Yo también’. Ledigo ‘sí, pero la diferencia entre tú

y yo es que tú has llegado al lugardonde yo he nacido, y para ti es ungran logro, y yo tengo que llegar aun lugar y no sé cuál es, porquetengo que dejar el sitio donde tú hasllegado, porque no quiero ser comotú. Y Juan me dijo eres mala, mari-cón. Petarda y mala. Y yo le dijeJuan reconócelo, salir de un barriomarginal y llegar donde has llega-do exige mucho trabajo y tesón,pero no es el lugar donde yo henacido”.

No hay que olvidar que, al mismotiempo, el petardeo es con todo unalingua franca para los iniciados en él. Enalguna medida, el mundo gay esinterclasista, como lo es la propia orien-tación homosexual, y si hago referenciaa conflictos de clase que se explicitanen situaciones que he podido observaro que me han sido relatadas por lossujetos más críticos, es porque el en-cuentro social y la interacción son, pri-meramente, posibles e incluso frecuen-tes7. En este nivel, las cuestiones de cla-se se hacen presentes en la medida enque las ocasiones para la confrontaciónfuera de contextos institucionales con-cretos ‘clásicos’, como el medio labo-ral, se dan no en menor, probablemen-te, sino en mayor medida que en la “so-ciedad normal”. En una ocasión, Anto-nio en una de sus reuniones sociales alas que acudió Juan, se enfrasca en unaparodia del hundimiento del Titanic. Losasistentes se transforman en un momen-

7 Salvo, quizás, en el caso de la pareja.

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to en marquesas, madames y ladies. Algrito de ‘esto se hunde, todos a babor’,realiza una pequeña representación queincluye a los presentes, que deben ir deun lado a otro de la habitación. ‘Bajadlos botes, dejadme a mí primero, quetengo billete de primera’. Juan me co-menta: “mira que es petarda, siempresacando a marquesas y a señoronas,qué obsesión. Pero le queremos mu-cho”. Siendo consciente de las conno-taciones clasistas de la actuación, nodejó de celebrar la gracia, y Antonio nodeja de considerarle uno de sus mejo-res amigos.

Enrique tiene una postura fuerte-mente ambigua y más explícitamentecrítica. Él mismo afirma que sacar “plu-ma” fue parte de su proceso de “asu-mirse”, pero percibe claramente que elgrupo que construye performativamenteel petardeo le deja fuera. La “pluma”,para él es a menudo clasista, snob.

[Le pido que me ponga un ejemplode situaciones en las que no está a gus-to]: “Conversaciones absurdas, yo quesé. Uno es licenciado en Bellas Artes yel otro en Historia [dos amigos suyos]y de repente se ponían a hablar de, ‘ah,al final de la noche ligué con uno, tanmajo que parecía. Pues subió a mi co-che y dijo ‘soy peluquero, vivo enAluche’, y dije, ‘ay, bájate, yo no merelaciono con peluqueros’, ‘qué pocaclase’, ‘que no se qué’. Y lo más increí-ble es que era verdad. Era de Aluche ypeluquero, y le bajó del coche. Sabes,ese esnobismo, absurdo y ridículo”.

Por otra parte, la “pluma” es a me-nudo contundentemente misógina, re-

cordándonos que posiblemente no espreciso ser heterosexual para construir-se a sí mismo desde la superioridad mas-culinista sobre las mujeres. Jesús, que seidentifica rotundamente como gay perose distancia de la norma gay de Chueca,se distancia de lo que considera un modoestereotipado y machista de expresión,reproduciendo una enjundiosa discusióndel activismo gay (Tyler, en Fuss 1991,Escoffier 1998, Kullick, 2000). Por el con-trario, David petardea con sus amigos enChueca, pero se distancia enteramentede los comportamientos afeminados.Distingue muy claramente actuar comomarica de actuar como una mujer, sobrela dicotomía contextual-controlado per-manente-incontrolable. Lo primero espetardear, lo segundo, tener “pluma”. Loprimero es aceptable, lo segundo, in-aceptable.

“Me encanta el petardeo, eso sí. Yoen Chueca petardeo como el quemás. Tu me conoces en Chueca y di-ces, joé vaya locaza. Yo voy petar-deando cuando voy con mis amigos,vamos de risa, ‘chipichusqui, que tevoy a coger’, ‘ay, mari, no seas ton-ta’ y cosas de esas. Bobadas, lo típi-co. El petardeo que nos gusta a to-dos. Petardear. Pero pluma y historiasde esas no. A lo mejor sí se me notaun poco en la forma de vestir. No sé.La pluma no la soporto. Con todo elasco que me da una mujer. Encimala mujer folla, la loca no”. (David, 25)

Además, desea una apariencia muymasculina ante otras audiencias, en es-

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pecial heterosexuales, como en el casode la marcha del orgullo lésbico y gay.

“...mientras pasábamos, la gentedecía qué asco, míralos, qué dege-nerados pobrecitos, qué pena dan.Acabas como diciendo, uf, te dacomo asco. Me molestó el royo cir-co. Comparsas fiesta, cachondeo, yla gente vestida de mamarracha.Ponerse un tanga, o en cueros, yhala, soy la más marica y la mástonta”. (David, 25)

La “pluma” juega un papel ambiguoen las estrategias identitarias de los gays,como refleja David. A él, le encantapetardear, pero ello no es incompatiblecon el desprecio por aquéllos que in-corporan roles ‘femeninos’ siendo ‘hom-bres’. Ser hombre, incluso francamentemisógino, como expresamente manifies-ta en otro momento, no es incompati-ble con las manifestaciones contextua-les y lúdicas de las transgresiones de lanormatividad masculina. Ya no es perci-bida tanto como ‘comportamiento fe-menino’ como ‘comportamiento ma-rica’. Los roles de género son importan-tes ante otras audiencias

“No tengo por qué colgarme ningúncartelito. No lo oculto, pero tampo-co se me nota, no voy por la calle conla mano así (gesto ‘mariquita’). Lagente cuando me conoce me dice,pero ¿tú eres gay? Digo, Sí. Pues nose te nota. Pues tampoco voy a ir enplan de o sea tía te lo juro qué gaysoy” (impostado, afeminado).

En este mismo sentido, es importan-te destacar también que excluye el de-seo, aunque puede tener contenidosgroseramente sexuales. Esto se expresacon especial fuerza en los lugares deencuentro sexual, en los que la identi-dad social está explícitamente puestaaparte, suspendida. En saunas, de modoevidente, en cuanto el sujeto deja lossignos externos de su identidad socialen el vestuario, zona liminal, de tránsi-to. Pude observar que personas que alvestirse o en su gestualidad resultabanfuera “muy gays”, en la sauna o cuartooscuro procuraban mantener una acti-tud “más viril”, y que como relatan al-gunos informantes frecuentadores de es-tas instituciones, se puede acudir a ellascon amigos y entre sí petardear, pero, yesto es lo significativo, a la hora de laverdad el grupo se disgregará y se aban-donará todo “plumerío”. Un bar conoci-do como lugar en el que se practica unsexo ‘duro’ mantuvo durante años en supuerta un cartel que rezaba: “prohibi-do el paso a reinas, petardas y rebaños”.

“Mis amigos pueden ser chicos conpluma, (risas) como yo digo plu-mífero, que uno que no la tenga, meda igual, es algo que no me… Hom-bre, voy a ser sincero, no quieromentir tampoco, tener una parejaque tuviera muchísima pluma creoque no la tendría, creo. Soy muysincero, lo siento: creo que no latendría, porque… pero bueno, es ungusto particular, me gusta la genteque sea un poco masculina”. (Fer-nando)

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“Nunca saldría con hombres másaltos que yo, qué horror, hacer demujer. Ni con pluma. Yo soy unhombre, y me gusta estar con hom-bres” (David)

Conclusión: la ambigüedad de la resis-tencia

La “pluma” es por tanto un fenóme-no de una profunda ambivalencia polí-tica y moral. Si la interpretación ofreci-da es correcta, contiene verdades pro-fundas acerca de la identidad comoestrategia y como resistencia. Es a la vezrepresentación del estigma compartido,y desactivación de tal estigma entrepersonas que comparten una concep-ción de la identidad gay y el sexo entrehombres más allá de la vergüenza —almenos dentro de los límites del ambien-te.

Es práctica de resistencia, prácticaintersticial en la que los elementos deldiscurso normalizador, sus valores ysentidos centrales, son puestos en evi-dencia, a la vez que representan la for-ma de comunicación de una comuni-dad que se dota a sí misma de un modo

de ver la vida y modos de interacciónalternativos, a partir de la experienciacompartida de la profunda arbitrariedadde lo normal8 . De Man, desde la pers-pectiva de la retórica, viene a coincidircon Newton o Butler cuando le otorgaun valor epistemológico extraordinario:“lo que está en juego en lo tocante a laironía es la posibilidad de la compren-sión, la posibilidad de la lectura, lalegibilidad de los textos, la posibilidadde decidir sobre un significado, sobreun conjunto múltiple de significados, osobre una polisemia controlada de sig-nificados. La ironía puede ser, en efec-to, muy peligrosa” (De Man, [1996]1998:236). Pero para De Man, la ironíaes pura negatividad, pura distancia9, unmodo de discurso que no permite laestabilización del sentido, y por ello,cabe añadir, políticamente impotente.Con todo, como expresión de la expe-riencia compartida y como rebeldía enpotencia, puede ser el sustrato de laarticulación política de los gays, por elelemento de comprensión inmediata yno agresiva que puede comportar10. Laironía crea de una forma muy cargada

8 Es por ello que tanto Newton como Sontag sugieren un paralelismo entre el humor gay y elde otras minorías, como la judía o la afroamericana. Ver también Goffman, in passim, al referirseal ‘upkeying’, p. 367, Bronski, 1998. Peña Marín afirma que la ironía “tiene en cuenta la perspec-tiva del adversario y la introduce en el propio enunciado. Implica por tanto una conciencia de ladiversidad de los modos de concebir, valorar y hablar” (...). Si bien la conciencia de la polifoníay dialogicidad de todo discurso puede ser parte de la experiencia moderna en general, no hayduda de que existen posiciones de sujeto más expuestas a ello, y que deben hacer recurso a lacapacidad de la ironía para la ‘conexión humana’ que señala Gramsci (ver más arriba).

9 En una tradición de estudio de la ironía que se remonta a Kierkegaard y Schlegel. Ver Ballart,1994 y Booth, 1986.

10 Por otra parte, puede formar parte de estrategias discursivas de clara confrontación yaceradamente críticas, como ocurre en la obra de Mendicutti, especialmente Siete contra Georgia,1987, ed. Tusquets, y recientemente, en la obre de Vidarte y Llamas.

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de afecto una complicidad de sentidoscompartidos. Resulta interesante recor-dar que, por su parte, Gramsci opone ala ironía, entendida como ejercicio deestilo puramente negativo, el “sarcasmoapasionado”, que “intenta dar al núcleovivo de las aspiraciones contenidas enaquellas creencias [de las clases subal-ternas, ilusiones] una forma nueva – deinnovar, pues, de determinar mejoraquellas aspiraciones y no de destruir-las”, porque mantiene” el contacto conlas expresiones humanas subalternas”(Gramsci 1977:307-309). La “pluma”,como manifestación subalterna, escapaa un modelo teórico general.

La “pluma” es en definitiva una for-ma de resistencia colectiva a la estig-matización, un modo de trabajar la invi-tación a la no-existencia del masculinis-mo a través de la resignificación delestigma y hacia la construcción de unaidentidad social viable. Es por ello quepodemos considerarla como práctica deresistencia al carácter excluyente y obli-gatorio de la norma sexual: contieneuna afirmación acerca del valor de ladiferencia y de las alternativas a la nor-ma. Pero a la vez, genera sus propiasexclusiones sobre las líneas de fracturade la configuración de las relaciones depoder al interior de un colectivo, el gay,a menudo tratado desde los medios decomunicación, desde el discurso polí-tico y a veces desde la academia, comocolectivo homogéneo, ignorando susfuertes divisiones internas. Es así quehemos argumentado una doble ambi-güedad, que probablemente es inheren-te a todo fenómeno de resistencia: por

un lado, la ambigüedad que resulta deun modo de transacción con la normaque, como la ironía, ratifica y reprodu-ce su legitimidad en el mismo gesto quela pone en cuestión. El gay que lanzauna “pluma” parece decirnos: todo espura apariencia, un hombre/una mujerno es otra cosa que lo que hace unhombre/una mujer, detrás del envolto-rio, no hay nada. Recordemos que noson sólo se ironizan los roles de géne-ro, sino cualquier comportamiento ‘nor-mal’. Si la naturalización de los senti-dos culturalmente construidos es un me-canismo fundamental de construcciónde hegemonías, entonces no podemosminusvalorar los efectos liberadores ytransgresores de la “pluma”/la ironía.Pero tampoco es conveniente romanti-zarlos. Caben pocas glorificaciones masextremas de la feminidad más rancia,que la de una drag queen, o desde elplumerío divino de Antonio. Es el pro-pio Foucault el que en un memorablepasaje nos recuerda que poder y resis-tencia son mutuamente indisociables,de modo que no deja de ser una fanta-sía liberal el considerar que los fenóme-nos de resistencia pueden ser una ma-nifestación pura de la agencia subjeti-va, constituida desde algún punto fuerade las relaciones de poder. Las cosassuelen ser bastante más complejas y po-líticamente menos claras cuando se lasexamina de cerca.

Una segunda ambigüedad, a la quehemos venido haciendo referencia, de-riva de la toma en consideración de lasdiferencias internas del grupo. El analis-ta olvida sólo a costa de la profundidad

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11 El petardeo dice ‘yo no soy como los opresores’. Pero al decirlo, está de acuerdo con ladefinición del opresor de lo que es (Newton 1979:111,n21).

de su análisis el hecho de que el grupodel que se predican las prácticas de re-sistencia, desarrolla su propia agendapolítica, su propio sistema de exclusio-nes, sus propias prácticas de construc-ción de hegemonía, a través de precisa-mente las mismas prácticas que desdeotro punto de vista son articulaciones deresistencia. Es por ello que las mismasprácticas que capacitan a un sector ena-jenan y excluyen a otros sectores.

En definitiva, es preciso insistir enque la “pluma” es más un símbolo con-centrador de lo gay. Señala que la im-posible posición del hombre que deseaa otros hombres, del hombre que dis-fruta siendo deseado por otros hombres,es, en acto, de hecho; en cierto modo,el petardeo es una imitación del mari-quita de la economía masculinista. Peroal mismo tiempo, marca esa posicióncomo imposible, como abyecta. ParaNewton, el petardeo (camp) es proto opre-político, porque “The camp says Iam not like the opressors. But in sosaying he agrees with the oppressorsdefinition of who he is”11. Bien puedeser, sin embargo, que la “pluma” sea lacondición previa de la noción de per-

tenencia, y el expediente de las mino-rías desempoderizadas de alcanzar unasuerte de conciencia acerca de las con-diciones culturales y sociales de su po-sición. Ello no deja de resonar con lacrítica de Gutmann (1993) al influyen-te trabajo de Scott (1990), en la medi-da en que señala que, sin negar la im-portancia de los actos de resistenciaencubierta, el desenfatizar los compo-nentes de articulación de los movimien-tos abiertamente políticos puede tenerconsecuencias desmobilizadoras y al finy a la postre, conservadoras. El argu-mento de Gutmann, según creo, es con-vincente. Viene a coincidir con el aná-lisis antropológico de los rituales de in-versión (Augé, Balandier) y de lo carna-valesco (Bajtin), que identifican tanto larepresentación de otras realidades po-tenciales como la final confirmación delStatu Quo. En la bufonada hay un tras-fondo de resignación ante lo que, demanera profunda, es concebido comonecesidad. De la misma manera, en lamisma elección de la diana de la “plu-ma” hay un reconocimiento derrotadodel carácter necesario de las relacionesde poder tal como son.

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MIRTHA YORDI GARCÍA

CÁTEDRA UNESCO 2002, UNIVERSIDAD DE VALENCIA

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES, UNIVERSIDAD DE CAMAGÜEY, CUBA

R E S U M E N

EL ARTÍCULO HACE REFERENCIA A ALGUNAS PARTICULARIDADES DE LO SOCIAL COMO FORMA

DE EXISTENCIA DE LO REAL Y FUNDAMENTA LA NECESIDAD DEL ANÁLISIS DE LAS CARACTERÍSTICAS

UNIVERSALES DEL DESARROLLO SOCIAL. MEDIANTE UN ANÁLISIS DE LA CONCEPCIÓN FILO-SÓFICA DEL DESARROLLO, ESBOZA SUS REGULARIDADES, RECURSOS TEÓRICOS Y MOMENTOS

ESENCIALES. SE RECONOCE QUE EL DESARROLLO SOCIAL SE MANIFIESTA COMO FORMA DE LA

ACTIVIDAD HUMANA LO QUE ENRIQUECE EL CONTENIDO DE SU CONCEPCIÓN Y LO HACE

MÁS COMPLEJO, COMO PROCESO. POR ELLO SE ADMITE QUE EL PROCESO DE DESARROLLO

SOCIAL PUEDE SER CONSCIENTEMENTE ESTUDIADO SOBRE LA BASE DE LOS COMPONENTES

ESTRUCTURALES DE LA ACTIVIDAD HUMANA. ADEMÁS DE OTROS, SE DESTACAN ENTRE ELLOS:SUJETO, OBJETO, META, OBJETIVOS, MÉTODOS Y RESULTADOS. EN EL ARTÍCULO SE EXPRESAN

TAMBIÉN ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DE LAS PERSPECTIVAS Y DESAFÍOS QUE LAS

ACTUALES CONDICIONES DE LA ECONOMÍA MUNDIAL IMPONEN A LOS PAÍSES EN VÍAS DE

DESARROLLO, QUE INFLUYEN Y CONDICIONAN SUS PROCESOS DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL.

PERSPECTIVAS Y DESAFÍOSDEL DESARROLLO SOCIAL

La incursión en el desarrollo socialse hace necesaria en aras de esclareceralgunas particularidades de lo socialcomo forma de existencia de lo real. Lahistoria de la humanidad es el resulta-do de las múltiples voluntades, aspira-ciones y motivaciones que se expresanen diferentes direcciones. En la historiade la sociedad nada se realiza por loshombres de manera inconsciente, sindeterminados fines u objetivos.

Los hombres producen, crean me-dios de vida, disfrute y desarrollo quejamás habría llegado a producir la na-turaleza por sí sola. En la actualidad seha llegado a un nivel tal de producciónde medios de vida, disfrute y desarro-llo que las sociedades mismas ya nopueden consumir por varias razones,entre ellas: se produce sin concebir lasnecesidades básicas de los hombres yen segundo lugar a la gran masa de pro-

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ductores que constituyen la mayoría delas poblaciones de las sociedades mo-dernas se les cierra violentamente elacceso a esos medios.

Todos los sistemas de producciónconocidos hasta ahora han tratado ex-clusivamente de obtener un rendimientodirecto e inmediato del trabajo huma-no, desdeñando los efectos causadospor este proceso unilateral. Ahora bien,en la actualidad la acumulación gradualde estos efectos obliga a considerar muyen serio y enseña a ver con claridad lasconsecuencias sociales y naturales delos actos humanos, las consecuenciasde la actividad productiva de los hom-bres.

Los capitalistas dueños de la pro-ducción y el mercado solo se preocu-pan en un inicio de la utilidad que rin-den los artículos producidos y comer-cializados, para luego convertir en pre-ocupación de primer orden la gananciaque el mercado produce. En absolutointeresa a este régimen social lo quepueda en el futuro ocurrir con la mer-cancía o el comprador. De igual modoocurre con las consecuencias naturalesde los actos capitalistas de producción.

Los programas de ayuda y modelosde desarrollo social propuestos y prac-ticados en los países en “vías de desa-rrollo”, diseñados por los teóricos de las“economías” capitalistas hacen énfasisen el efecto inmediato y tangible de laproducción mercantil —ganancia inme-diata— y les produce extrañeza el quelas repercusiones tardías de los actosdirigidos a conseguir más gananciassean otras y a veces opuestas, por ejem-

plo el que la armonía entre oferta ydemanda se trueque en su reverso; elque la propiedad privada basada en eltrabajo propio se trueque con su desa-rrollo histórico necesariamente en ca-rencia de propiedad de los que produ-cen para convertirse en propiedad delos que no producen, pero sí puedendisfrutar de las ganancias por ser susdueños; o el que les tenga sin cuidadoel que las condiciones naturales del pla-neta hayan cambiado enormemente (lossuelos, el aire, el agua, la fauna, la flo-ra y los hombres mismos), como resul-tado de la actividad productiva-mercan-til con fines exclusivos de ganancia. Seextrañan de los niveles de pobres, po-breza y marginación de las poblacionesactuales conquistadas en el pasado porellos, resistiéndose a reconocer que eserégimen de producción mercantil másque ningún otro concentró la riqueza enmanos de la minoría y la miseria dellado de la inmensa mayoría. También seresisten a admitir que con sus conquis-tas y aspiraciones de expansión territo-rial han hecho resucitar en los paísesconquistados por ellos problemas yasuperados en sus países metrópolis yhan alterado el equilibrio socioculturaly la identidad de las poblaciones some-tidas a modelos foráneos de desarrollo.

La dura y traumática experienciavivida enseña a ver con nitidez las con-secuencias sociales indirectas y a largoplazo de la actividad productiva, el aná-lisis y la investigación de esta experien-cia permite, sin lugar a dudas, la bús-queda de alternativas para poder enfren-tar e interactuar con esos efectos. Para

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ello es preciso en primer lugar conoceresas consecuencias y valorar sus causas.

No es posible hablar en la actuali-dad de desarrollo social sin conocer loque este concepto engloba y la comple-jidad teórica del mismo. Para entenderal desarrollo social es preciso partir delas características universales del desa-rrollo entendido como proceso de larealidad existente. Esas característicasuniversales han sido analizadas en lasdiversas concepciones filosóficas.

A pesar de la reacción que pudieraproducir hoy el hacer mención a clási-cos del pensamiento filosófico resultanecesario destacar que en las obras deHegel se nos ofrece un compendio delo que es la dialéctica. El mérito dehaber destacado en otra etapa posteriora Hegel el relegado método dialécticocorresponde a Marx, quién supo apli-car este método a los hechos de unaciencia, la Economía Política. “El hechode que la dialéctica sufra en manos deHegel una mistificación, no obsta paraque este filósofo fuese el primero quesupo exponer de un modo amplio yconsciente sus formas generales demovimiento”. (Engels 1990:28). La dia-léctica despojada de todo misticismo seconvierte en una necesidad para lasinvestigaciones sociales y en particularen una necesidad para el análisis de lateoría del desarrollo social.

La interpretación dialéctica objetivadel desarrollo lo define como un pro-ceso sistémico, real, objetivo deautotransformación de todo lo existen-te y en correspondencia con la natura-leza de los fenómenos y procesos rea-

les, de carácter gradual y dirigido alsurgimiento de nuevas y superiores cua-lidades en la realidad.

Fundamentos filosóficos del desarrollo

a) Proceso real, objetivo y universal,inherente a toda la vida natural,social y espiritual.

b) Autocambio como manifestación delas contradicciones reales.

c) Proceso de despliegue de esas con-tradicciones.

d) Procesos de revelación de nuevosaspectos y relaciones de la realidad.

e) Paso de una forma de existencia yde interdependencia de lo real aotra forma más profunda.

f) Proceso de repetición en las etapassuperiores de ciertos rasgos y pro-piedades de lo anterior.

De los fundamentos que se acabande exponer, se concluye que realmenteel desarrollo es un proceso complejo ysujeto a determinadas regularidades queexpresan sus rasgos esenciales. Entreestas regularidades se resaltan aquellasque se refieren al por qué, (a la causadel desarrollo), al cómo, (a la forma enque este proceso transcurre, a su meca-nismo); al hacia dónde (a la dirección,sentido y orientación del proceso).

El desarrollo es un proceso quetranscurre como consecuencia de lacontrariedad interna, implícita a todoslos fenómenos y procesos de la vida realy, por ello, es también un proceso deautocambio y autotransformación queocurre mediante saltos graduales que

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conllevan a la destrucción de cualida-des existentes y a la aparición de otrasnuevas que superan por su nivel de or-ganización las antes existentes.

Varios momentos aparentementecontrarios caracterizan al proceso deldesarrollo. Cada uno de ellos resultanecesario e imprescindible para que elproceso se realice, de tal modo queconforman una integración sistémicamuy compleja.

Los momentos esenciales del desarrollocomo proceso

A. Destrucción: desaparición, elimina-ción de la cualidad existente en pro-ceso de autotransformación. Se debeprecisar que esa destrucción, esa des-aparición no es la destrucción de lanada sino de un algo concreto, conun determinado contenido que estadejando de ser para ser otro.

B. Conservación: preservación de ele-mentos, momentos del determinadocontenido que se este auto transfor-mando y que pasaran a conformarla nueva cualidad resultante.

C. Transformación: adaptación de loconservado del anterior contenidoen proceso de autocambio.

D. Surgimiento: aparición de lo nuevo,no existente anteriormente y queaparece como resultado del auto-movimiento de transformación delanterior contenido.

Por tanto, el desarrollo es un proce-so de auto negación de los fenómenosy procesos reales.

Es preciso aclarar que aunque eldesarrollo es un proceso endógeno,determinado por las características de lanaturaleza interna de los fenómenos yprocesos reales, condiciones externas aesa naturaleza endógena ejercen su in-fluencia en los procesos de autotransfor-mación, tales como condiciones medio-ambientales que han variado significa-tivamente de una época histórica a otra,o las influencias de las acciones delhombre en el mundo real, entre otras.

Sin los elementos anteriormentedescritos y brevemente comentados se-ría incompleta cualquier interpretacióndel proceso de desarrollo social, enten-dido este como el proceso específico deautotransformación de la vida socialmediante la actividad consciente de loshombres en determinados contextossocioculturales.

Precisamente la Dialéctica Socialdebe ser reconocida como la rama dela Filosofía que se encarga del estudiode la teoría del funcionamiento especí-fico de las leyes universales del proce-so de desarrollo en su manifestación através de la actividad consciente de loshombres en la vida real. Es la dialécti-ca objetiva del desarrollo social.

En la sociedad al igual que en lanaturaleza y el pensamiento se com-prueba a cada paso el carácter dialéc-tico de las transformaciones de los fe-nómenos y procesos de la vida social através de sus propias contradicciones. Elprogreso se presenta como la negaciónde lo existente.

Para la comprensión del desarrollosocial es necesario partir del reconoci-

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miento de algunos postulados teóricosimportantes:

1) Carácter consciente de la vida hu-mana.

2) La vida social no es otra cosa queel resultado de las múltiples y com-plejas interacciones de los hombresentre sí y con la naturaleza con fi-nes predeterminados por sus propiascondiciones reales y concretas devida.

3) Multiplicidad y diversidad de esfe-ras componentes de la vida social.

4) El hombre actúa conscientementesobre la naturaleza, la transforma yse crea con ello nuevas condicionesde existencia. Muy poco queda hoyen pie de la naturaleza de Américaen los tiempos de la conquista.

5) Carácter activo y creador de la ac-tividad humana, lo que se eviden-cia en la existencia de una “segun-da naturaleza” creada por el hom-bre, como resultado de su actividadcon fines preestablecidos. El hom-bre de hoy es más dependiente deesta segunda naturaleza.

6) Todo en la vida social se manifiestamediante y a través de la actividadhumana. Por esta razón el procesode desarrollo social se manifiesta através de esa actividad. En este sen-tido es posible hablar de un sujetoactivo y consciente del desarrollosocial, de un objeto, de instrumen-tos y medios, de métodos y de re-sultados sin dejar de admitir que lascondiciones históricas concretas enlas que el proceso transcurre mati-

zan, cualifican e influyen en dichoproceso.

Toda actividad humana indepen-dientemente de su forma (cognoscitiva,valorativa, comunicativa, productiva,científico-investigativa, etc.) integra unaserie de elementos en su estructura su-jeto, objeto, medios, métodos, y resul-tados

Para el desarrollo social entonces seadmite la existencia de un sujeto crea-dor capaz de llevar a determinados re-sultados el proceso real de autotrans-formación de la vida social. Este sujetopuede seleccionar los medios y el mé-todo más conveniente al proceso enrelación con la naturaleza del fenóme-no en particular y con las condicionesexternas propias del momento en el quetranscurre el proceso. En otras palabrasen la vida social el hombre, sujeto y ala vez objeto de transformación partici-pa, interviene activamente en ese pro-ceso, es capaz de determinar el cursode su influencia en el mismo. El desa-rrollo social resulta entonces, el conjun-to de múltiples acciones de los hombresen la sociedad con el fin de transformar-la para garantizar con esa transforma-ción mejores condiciones de vida, másbienestar y una calidad de vida supe-rior en correspondencia con sus nece-sidades básicas reales.

Ningún hombre actúa en la vidasocial sin determinados móviles, entién-dase sin determinados fines, intereses,objetivos o aspiraciones. Cada resulta-do de la acción humana esta en ciertacorrespondencia con sus móviles idea-

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les que facilitan una imagen previa delresultado deseado en la cabeza de loshombres.

Es posible entonces admitir que elproceso de desarrollo social puede serconscientemente estudiado sobre labase de los componentes estructuralesde la actividad humana.

Componentes esenciales del proceso dedesarrollo social

a. Sujeto del desarrollo (¿quiénes par-ticipan responsablemente en el pro-ceso transformador?).

b. Metas del desarrollo (¿Para qué?,¿qué se quiere lograr?).

c. Objeto del desarrollo (¿qué serátransformado?).

d. Medios del desarrollo (¿Con qué setransformará?).

e. Método de desarrollo (¿Cómo?, ló-gica del proceso).

f. Resultados del desarrollo (apariciónde lo nuevo, que puede ser pareci-do o diferente a lo esperado).

Diversas han sido las interpretacio-nes del desarrollo social que han dadolugar ha múltiples propuestas y mode-los entre ellas las más comunes han sidolas de corte “economicistas” queabsolutizan el componente económicoy reducen el desarrollo a indicadoreseconómicos. El factor económico esimportante y necesario pero no suficien-te para el desarrollo social. El desarro-llo social por su carácter múltiple enesferas no puede ser medido exclusiva-mente en lo económico. Estas interpre-

taciones han permitido la conformaciónde diversos mitos acerca del desarrollosocial:

a. Los modelos de desarrollo aplicadosen los países mas desarrolladosmuestran la meta el camino a seguirpor los países en vía de desarrollo.

b. Desarrollo implica una correlacióndirecta entre crecimiento cuantitativodel producto bruto y la disposición debienes por parte de la población, yentre esta disposición y bienestar so-cial. Sin embargo la realidad cotidia-na muestra que esta correlación no esdirecta, solo una parte de la poblaciónpuede y tiene el privilegio de accedera los bienes producidos.

c. A mayor industrialización más de-sarrollo. O sea, la industrializaciónes un criterio importante de desarro-llo tal y como ocurre en los paísesconsiderados de mayor desarrolloen la actualidad.

d. La urbanización de la vida social esotro indicador importante de progre-so social, condicionado por lo an-terior.

e. El desarrollo nada tiene que ver conla disposición de los recursos natu-rales estos son infinitos, solo hay queadecuar sus proporciones.

f. El saber tecnológico y la tecnologíamisma son medios, instrumentos dedesarrollo, sin importar sus implica-ciones o consecuencias sociales. Amás tecnologías más progreso.

Existen además, otras concepcionesque han tratado de dar una imagen inte-

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gral del desarrollo social, refiriéndose alas diversas esferas que componen lavida social y que funcionan en sistema.Se ha hablado de aspectos del desarro-llo (biológico, económico, político y cul-tural) y el criterio ha sido las esferas dela vida social. El desarrollo se ha conce-bido por separado haciendo énfasis soloen uno de esos aspectos, pero tambiénse ha hablado de la necesidad de inte-grar esos aspectos del desarrollo socialy buscar un indicador que lo refleje.

Un elemento importante del desa-rrollo social que debe ser incorporadoa esos aspectos lo es la actividad cien-tífico-tecnológica. La ciencia y la tecno-logía se han convertido en elementosesenciales del desarrollo social, inclu-so son valorados como indicadoresimportantes del nivel de desarrollo delos países. Y en realidad son elementostan determinantes en la vida modernaque los países con poca o nula produc-ción científico-tecnológica son realmen-te dependientes de los países producto-res de nuevas tecnologías. La indepen-dencia de las naciones hoy no significatener himno, bandera y gobierno pro-pios, aún con esas cosas son tan depen-dientes del mundo altamente desarrolla-do como lo fueron un siglo atrás cuan-do eran colonias y neocolonias. Unnuevo colonialismo está presente en elcolonialismo científico-tecnológico.

Los años ochenta del pasado siglose caracterizan por un conjunto deacontecimientos que no son otra cosaque respuestas a múltiples cambios yproblemas, manifiestos en los años cin-cuenta. Entre estos se destacan:

1) Revolución científico-tecnológica,(nueva tendencia en el procesocientífico-tecnológico, aparición delas tecnociencias, etc.).

2) Repercusión social de la segundaguerra mundial(la ciencia, la tecno-logía y el saber humano son instru-mentos de poder y hegemonía po-lítica).

3) Repercusión social amplia por losdaños ocasionados al medioam-biente natural y social de la vida

4) Se agotan algunos recursos natura-les y otros están en serios peligrosde extinción

5) Crecen aceleradamente los nivelesde pobreza, marginación, violencia,drogadicción, etc.

6) Los modelos de desarrollo aplicadosse tornan insostenibles en los aspec-tos económico, ambiental, cultural,y social. No es posible mantener losritmos y niveles actuales de creci-miento económico y derroche social.

La realidad actual impone a los paí-ses en vías de desarrollo profundos yvariados desafíos.

Desafíos a los países de economía emer-gente

1) Buscar modelos alternativos de de-sarrollo social que reduzcan los ni-veles de consumo y derroche quecaracterizan al Norte desarrollado yque fueron impuestos como la metaa seguir.

2) Cuidar y preservar al medio ambien-te mientras que los que más consu-

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men y derrochan siguen destruyén-dolo.

3) Ajustar el crecimiento económico (sies que se puede lograr en los paí-ses en vía de desarrollo) a la satis-facción de las necesidades básicas,mientras los que ya se desarrollaroncontinúan produciendo satisfactorespara las necesidades (básicas yaquellas no tan básicas, producidaspor el consumismo mercantilista)con los recursos que se necesitan enel sur para crecer económicamentey poder satisfacer las necesidadesbásicas humanas de sus habitantes.

4) Lograr sistemas de producción ydistribución de los bienes equitati-vos mientras los más desarrolladosderrochan y producen a ciegas sininteresarles el carácter equitativo delproceso productivo, sino exclusiva-mente la demanda del mercado.

5) Los modelos de desarrollo socialaplicados en los países desarrolladosy exportados en numerosas varian-tes y formulas al sur han transforma-do al hombre y lo han convertidoen hombres más dependientes ydefensores del mercado que de lanaturaleza que nos rodea y nos pro-vee de recursos para el bienestarhumano. Mucho costaría reeducaral hombre moderno para enseñarlea convivir, respetar y preservar elambiente socio natural, para ayudar-le a rescatar las habilidades necesa-rias para una vida en la que el am-biente natural es parte y no-recurso.

6) Romper con los mitos del desarro-llo. Las interpretaciones “economi-

cistas” del desarrollo social han da-do lugar a diversos mitos, alimenta-dos e ilustrados por las economíasde los países desarrollados, difícilesde modificar en la conciencia de loshombres y que han contribuido aconformar una imagen refleja falsadel desarrollo social.

7) No cambiar el sistema capitalista eco-nómico de libre mercado. Los mo-delos alternativos de desarrollo que sediseñen tienen que mantener las es-tructuras sociopolíticas y económicasque caracterizan al Norte desarrolla-do, o sea, se debe lograr un desarro-llo con las mismas características eco-nómicas sociales del Norte pero nopor el camino ni con los mecanismosque ellos utilizaron. Sin apoderarnosde otros territorios (entiéndase sincolonias ni neo colonias), sin explo-tar los recursos naturales ajenos, sinafectar o causar daños a otros.

No obstante, es preciso destacar quelas perspectivas de desarrollo dependendel nivel de análisis y razonamiento quelos desafíos provoquen en los hombresde pensamiento y en los gobiernos delos países en vías de desarrollo paraencontrar caminos propios y auténticos,que respondan a lo que sus poblacio-nes necesitan y demandan y no a losrequerimientos de copias foráneas im-portadas desde otras realidades y ajus-tadas a demandas ajenas.

Sin embargo, es posible aún hablarde perspectivas de desarrollo social paralos países en vía de ello; entre estas seseñalan las siguientes:

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1) Diseñar modelos de desarrollo so-cial donde el centro sea el hombreente activo y creador de su propiarealidad y de sus medios de vida ydisfrute.

2) Los modelos deben considerarcomo criterio esencial del desarro-llo económico la producción de bie-nes para satisfacer de manera inte-gral las necesidades humanas fun-damentales, entiéndase aquellasde ser, tener, hacer, estar, subsisten-cia, protección, afecto, entendi-miento, participación, ocio, crea-ción, identidad y libertad. Estas ne-cesidades humanas conforman unsistema en el que todas se interrela-cionan e interactúan.

3) Los modelos de desarrollo deben serconstruidos desde las realidadesmismas o sea, deben ser diseñados,por los sujetos implicados en losprocesos de transformación, consi-derando las condiciones endógenasy externas en el momento del cam-bio.

4) La participación de los implicadosy los beneficiarios del proceso dedesarrollo debe ser real y responsa-ble. Esto se logra cuando ellos mo-delan el proceso, seleccionan losrecursos, determinan prioridades, yemprenden las acciones de cambio,

o sea se sienten partes activas ydecisivas del proceso.

5) Los modelos deben considerar lasposibilidades reales de los ecosiste-mas para el desarrollo. Dejar deconsiderar este elemento sería unautopía en el mundo de hoy.

6) Los modelos de desarrollo (que con-sideren al hombre, sus necesidadesbásicas esenciales, su calidad devida y el bienestar humano) exigenrevolucionar el orden social delmundo actual.

En el mundo actual se hace nece-saria una organización consciente de laproducción social, en la que se produz-ca y se distribuya con arreglo a un plan,en función de las necesidades básicasde los humanos y no de las demandasdel mercado capitalizado. El desarrollode la historia humana hace que seme-jante organización sea cada día másinexcusable y, al mismo tiempo, másposible. Hace falta una nueva época dela historia en la que los hombres mis-mos, y con ellos todas las ramas de susactividades, alcancen un nivel tal degestión y participación que permita re-invertir, modificar y reemplazar partien-do de las realidades concretas de cadaregión lo que en materia de desarrollosocial se ha venido haciendo.

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GERARD HORTA

EL PORTERDAVANT DE L’ABISME*

R E S U M

EN AQUEST ARTICLE ES VOLEN POSAR EN RELLEU ALGUNES DE LES MANERES COM ES PODEN

ANALITZAR ELS PORTERS I LES PORTERIES, EN QUALITAT D’INSTITUCIÓ I D’ESPAI A TRAVÉS DELS

QUALS ÉS POSSIBLE COPSAR UN CONJUNT DE CONTRADICCIONS I TENSIONS DE LA MODER-NITAT. ÉS A DIR, ES PRETÉN FER VEURE COM AQUESTS ESPAIS I AQUESTES PERSONES MORALS

SE SITUEN EN EL CENTRE D’UNA SÈRIE D’OPOSICIONS CLÀSSIQUES A LA MODERNITAT. EL

QUE S’ANALITZA A CONTINUACIÓ ÉS LA MANERA COM ELS PORTERS I LES PORTERIES SORGEI-XEN HISTÒRICAMENT COM A INSTITUCIONS DINTRE DE LA CIUTAT I SE SITUEN EN EL LLINDAR

DE LES OPOSICIONS SEGÜENTS: PÚBLIC / PRIVAT; COMUNITAT / CONTRACTE; FORMAL / IN-FORMAL; I ORDRE / DESORDRE.

Henry Maine plantejà el 1861 dinsAncient Law que moltes institucions dela societat moderna es van establir mit-jançant contracte, mentre que la socie-tat antiga es basava en l’estatus. L’estatuss’adquiria per naixement —la posició dela família i el lloc que cada persona hiocupava— i determinava els drets i lesobligacions de la persona. És a dir,l’estatus derivava del sistema de paren-tiu —inserit en el procés del feudalis-me—. Ara bé, gradualment l’estatus fou

reemplaçat pel sistema de contracte, osigui, pel sistema de drets i obligacionsestablerts mitjançant transaccions indi-viduals o contractes —Maine estudià eldret romà i algunes comunitats d’eco-nomia sense mercat de l’Índia oriental:no féu treball de camp, es fonamentà enetnografies d’altres autors—. La seva in-fluència sobre el pensament europeus’expressà indirectament a través delsociòleg alemany Ferdinand Tönnies,qui el 1887, dins Gemeinschaft und

* Text elaborat en el marc de la recerca “Les porteries a Barcelona: entre espai públic i espaiprivat”, dirigida pel professor de la Universitat de Barcelona Joan Bestard al bienni 2002-2003,junt amb Nadja Monnet, Flora Muñoz, Pili Díaz, Mar Margall, Gastón Bosio, Gabriela de la Peña,Pablo Romero, Laura Núñez i Julie Rouault, per a l’Inventari del Patrimoni Etnològic de Catalunya.

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Gessellschaft (comunitat i societat), esreferí a “societat d’estatus” quan deiacomunitat (o comunitat de vida), i a “so-cietat de contracte” quan deia societat(Tönnies 1984[1887]). Maine havia si-tuat el tribalisme com una edat fosca dela humanitat, ja que segons ell enaquesta condició es trobava en un estatprecontractual. Per ell, la introducciódel contracte significava un alliberamentde la submissió de l’individu a la tribu(entesa com a grup homogeni). Tönnies,per contra, considerava més acollidorsper a les persones els llaços de les per-sones amb la comunitat que no els lla-ços establerts amb la societat a través decontractes. Idealitzava la comunitat comuna situació en què els éssers humansestan units pel fil de l’experiència co-muna, en la mesura que la societat decontracte no s’aparta mai de laimpersonalitat del mercat, en la qual lespersones estan connectades només perrelacions de tipus mercantil. L’ideal deTönnies consistia a restablir la comuni-tat, però no pas retornant a una etapapreindustrial, sinó avançant cap a unaforma superior de comunitat que millo-rés la civilització, tot reflectint en certamanera l’ideal col·lectivista del segleXIX. Per ell, la comunitat seria una menade fase cooperativa de civilització quetindria tots els avantatges del progréstecnològic i que, al mateix temps, res-pectaria la llibertat individual de lespersones a fi de restablir la integritat dela vida, la vida de les persones ambelles mateixes i amb les altres, on el po-tencial dels humans se situa més enllàde viure per poder satisfer les necessi-

tats de subsistència. A fi d’entendrel’evolució històrica de la societat moder-na, les idees de Maine i de Tönnies vanser especialment preses en consideracióen el context antropològic del seu temps(Polanyi 1994[1977]). En realitat, lapostulació de l’ordre social contempo-rani com a conflictiu —o, més exacta-ment, la percepció de la història enqualitat de conflicte— s’inscriu en l’ar-rel de l’obra de Karl Marx i FriedrichEngels.

Reprenent, tanmateix, l’oposicióentre estatus i contracte i entre comu-nitat i associació cal remetre a ÉmileDurkheim. En el context del XIX, a di-ferència de Comte —que interpretà l’es-pecialització laboral i del coneixementcom una amenaça contra el sistemaordenat a causa dels efectes divisorisque genera sobre el consens moral dela comunitat—, l’any 1893 Durkheimmaldà per demostrar que, en canvi, ladivisió del treball implica una formamés complexa d’organització social,que anomenà “solidaritat orgànica”(Durkheim 1995[1983]). Junt amb elterme “solidaritat mecànica”, el francèsutilitzà aquesta parella conceptual percomprendre les dinàmiques evolutivesde la societat moderna. Així confrontà,des de la distinció d’una oposició binà-ria, la solidaritat mecànica amb la soli-daritat orgànica. La mecànica és pròpiad’associacions humanes amb una divi-sió del treball força baixa —si no nul·-la—, amb una estructura social en apa-rença no gaire complexa, en què lasocietat i l’individu es relacionen sensegrups intermediaris pel mig, i on l’ho-

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mogeneïtat social s’expressa basant-seen una reglamentació rigorosa per partde la consciència col·lectiva sobre lesemocions i els pensaments de cadapersona, i on tota transgressió individu-al es concep com una violació del con-sens social, allí on una divisió inexistentdel treball provoca la realització gene-ralitzada de tasques idèntiques i, pertant, una uniformització social de la ma-nera com cada persona es representa elmón i hi interactua, la qual maneramanifestaria, en definitiva, l’hegemoniad’aquesta consciència col·lectiva.

Altrament, el model de solidaritatorgànica es distingeix del primer, segonsDurkheim, per la diferenciació de lesdiverses tasques que les persones hiduen a terme. Xarxes de cooperacióinterrelacionen les funcions diverses dela vida social i grups secundarisintermedien entre la persona i la socie-tat global: el sistema normatiu es basaen aquesta diferenciació entre l’indivi-dual i el col·lectiu, i en els movimentsestablerts en les relacions que mantenen—entre ells i des d’una categoria ambles altres— individus, grups professio-nals i col·lectivitat. Com que els ele-ments socials no són de la mateixa na-turalesa, ni estan constituïts per merarepetició i de la mateixa manera,Durkheim oposà els òrgans diferents iles seves funcions diferents, trets carac-terístics de la solidaritat orgànica, a larepetició de segments semblants i ho-mogenis pròpia i distintiva de la solida-ritat mecànica. Per Durkheim, l’especi-alització creixent de la societat moder-na crea al seu torn major divisió del tre-

ball, més transformacions, i l’aparició denoves funcions. Alhora que s’alliberal’autonomia individual enmig d’un pro-cés constant de diferenciació i innova-ció, la connexió i l’equilibri entre elsindividus, els grups professionals il’“òrgan central” —“que exerceix sobrela resta de l’organisme una acció mo-deratriu”(Durkheim 1995[1893]: 216)—esdevé més sofisticada, igual que eldesenvolupament de les diferències ésmés alt, llavors la interdependència en-tre els diversos òrgans del social resul-ta, com més va, més elevada. Si la so-cietat i la moral són per Durkheim elfruit de la necessària interdependènciad’uns individus sobre uns altres, llavorsel desenvolupament del model que en-carna la solidaritat orgànica representa-ria en la societat moderna una afirma-ció del procés de racionalització i inno-vació (Durkheim 1995[1893]: 468)—d’acord amb el postulat que recullWeber el 1922 i més endavant Elias(Weber 1993[1922]; Elias 1977)—, i almateix temps comportaria l’afirmaciódels drets del ciutadà. Si bé la propostaexplicativa durkheimiana de la moder-nització des de l’oposició entre solida-ritat mecànica i solidaritat orgànica haestat llargament superada per l’antropo-logia —igual que la divisió inicial lévi-straussiana entre societats “fredes” i “ca-lentes”, que ell mateix aclarí i rectificàamb el temps—, per tal com és impos-sible fer-ne una aplicació universal ate-sa la complexitat distintiva de les soci-etats extraoccidentals no industrialitza-des, sí que és cert que resulta viableutilitzar aquestes categories per “pensar”

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el procés de complexificació de la so-cietat occidental en el seu procés demodernització, entenent-hi que totacèl·lula modernitzadora neix de l’uni-vers que classifiquem com a tradició.

En aquest sentit, doncs, i malgrattotes les relativitzacions possibles, lainvestigació sobre els porters aBarcelona duria a copsar-hi el conjuntde processos descrits: des de la transmis-sió de la tasca de porter pels vincles deparentiu fins a relacions socials unidespel fil de l’experiència humana —ine-xorablement unides, d’una manera ouna altra (també, doncs, a través delconflicte), perquè justament les societatshumanes són això: el lligam entre per-sones i societats a partir d’experiènciescompartides—, passant per la divisiómateixa del treball, les transformacionsque s’hi produeixen i l’aparició històri-ca de noves funcions que s’encomanenal porter.

A més, el desenvolupament d’unateorització possible entorn de la figuradel porter i les categories que encarnapodria donar-se atenent-hi la seva con-dició paradoxal com a manifestaciód’un esquinçament social profund.D’una banda, el porter encarnaria, efec-tivament, el procés social envers l’espe-cialització de les funcions. Amb tot, enprimer terme, no és pas en un contextd’integració social ni de cura col·lectivapel seu benestar laboral que això té lloc,sinó en un context històric de precarit-zació i manca de garanties respecte ala seva estabilitat material, per exemplela lligada a l’esfera del futur (deslligat del’habitatge un cop es jubila, expulsat a

l’exterior de l’edifici on ha treballat iviscut, llençat al riu tumultuós de la su-pervivència).

El canvi social que es reflecteix enel trànsit històric a través del qual esconfereixen al porter diverses feines es-pecífiques, centrades genèricament enla vigilància, la neteja, el control de lesentrades i les sortides de l’edifici i ladistribució dels transeünts al seu interi-or, és interpretat sovint com la consa-gració del seu paper en qualitat d’inter-mediador entre l’edifici, l’interior, lacomunitat de veïns, i el carrer, l’exteri-or, els visitants transeünts. Podria supo-sar-se, però, que aquesta intermediacióno és del tot homogeneïtzable en lamesura que, més enllà de les connota-cions sobre l’estatus simbòlic superiorque un edifici i la seva comunitat deveïns instrumentalitzen pel fet que dis-posi de porter, s’hi donaria la condicióconflictiva del porter arran del paperque exerceix com a receptor de deman-des distintes per part d’uns veïns que nide bon tros manifesten ells mateixos uncaràcter homogeni. És a dir, fora de lestasques instituïdes per la comunitat deveïns mitjançant les quals s’expressal’assignació de funcions que ha de dura terme el porter, podria entreveure’sque el porter apareixeria, més que coma intermediador amb l’exterior, coml’objecte central de les tensions que s’es-devenen entre els veïns. Com assenya-la un dels porters entrevistats en el marcde la recerca duta a terme: “no tens uncap, en tens 12”.

Així, la figura del porter com a su-bordinat d’un agrupament humà

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freqüentment heterogeni en la multipli-citat de divergències que s’hi compre-nen —distant, tremendament distant, dela comunitat d’emocions i d’accions(allà on l’únic vincle mínimament per-manent consisteix a viure dins el mateixedifici [de vegades, durant lapses detemps relativament curts; d’altres, alllarg d’amplis períodes vitals])— esde-vé factualment la dipositària de l’arbi-trarietat, l’autoritarisme, el caprici, lavolubilitat i les situacions de brega,implícita o explícita, entre els mateixosveïns.

Si la societat moderna occidentalnormativitza simbòlicament i per mitjàde la coerció física la “normalitat” de-sitjable enfront de la “anormalitat” aestigmatitzar —vigilar i castigar (Fou-cault 1976) (en el cas del porter, negantentrades de transeünts, renyant els su-posats propiciadors o causants de des-ordre, atribuint vies de circulació o bécurtcircuitant trànsits—, el porter, coma parallamps dels processos socials en-closos en una comunitat de veïns —llui-tes, estranyaments, insolidaritats, com-petències, rivalitats, hostilitats, agres-sions1— es converteix en el blanc de laprojecció de la banda ombrívola de lasocietat sobre ella mateixa.

El porter, per tant, significaria l’ordresocial observant i alhora participant delritu de pas que representa per a tot tran-seünt penetrar un edifici amb porter per

la porta principal. Potser Arnold VanGennep, el 1909, s’hauria avançant unacinquantena d’anys a la teoria proces-sualista amb el desenvolupament teòricdels ritus de pas com a transicions iprocessos (Van Gennep 1986[1909]). Enel context de què es tracta aquí, el tran-seünt, “miserable” per la seva condiciócircumstancial de “persona sense edifi-ci” s’endinsa en la primera fase, la se-paració del carrer, la qual cosa implicala suposada purificació del transeünt.L’acte de la purificació és en realitatmolt simple: el porter li obre la porta obé permet que el transeünt obri la por-ta d’entrada de l’edifici. Aquesta ober-tura des del carrer a un món nou és ensi mateix el pas figurat de la foscor a lallum. Amb tot, no està clar que el visi-tant sigui acceptat com a habitant tem-poral de la llum: prové de l’exterior, del’espai brut, obscur, de l’univers social.Ha de ser descontaminat sobre la basede la constatació que qui entra en l’edi-fici no és impur: això remet a les cate-gories de control visual, control gestuali de rigor analític per part de l’exami-nador. Aquí, els mecanismes psíquicsper part del porter i així mateix del tran-seünt hi tenen un paper destacat.

La segona fase, de transició o llin-dar, assenyala inqüestionablement laliminaritat paradigmàtica del transeüntentre dos móns. El llindar es palesaespacialment al rebedor, dins l’edifici.

1 Aquesta idea la suggereix una lectura de Ballard (1983). Es tracta d’una novel·la de ciència-ficció en què els processos d’agressions i perversions inherents a la societat contemporània pre-nen cos en un modern gratacel —refugi teòric del caos urbà: la guerra establerta entre tres grupsantagònics de veïns condueix a la degradació física i moral, absoluta, de l’edifici i els seus habi-tants.

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Entre un tresillo plastificat, o per ventu-ra una planta artificial il·luminada perllum de neó, o un taulell potser, hi te-nen lloc certs tabús relacionats amb lamort simbòlica: fora de la societat, perbé que al mateix temps fora de l’edificimalgrat ser-hi a dins, el transeünt —enun medi en què les normes del mónexterior han quedat suspeses— és inter-rogat per confirmar-ne o bé per conèi-xer-ne el nom i també el del destinataride la visita, i de vegades fins i tot persaber els motius d’aquest endinsamenta l’univers de l’edifici.

Si el transeünt-visitant no es pot jus-tificar enfront del porter —que aquíencarnaria el que se’n podria dir, enparaules de Joan Bestard, un “sacerdo-ci secular”—, aleshores no solamenthaurà mort simbòlicament, a més seràexpulsat de l’edifici, la qual cosa deter-minaria la seva mort literalment física enqualitat de visitant a l’espai dels esta-dants de la llum —l’edifici—.

Per contra, si el transeünt involucraten la mort simbòlica ha observat correc-tament les prescripcions —el seguit detabús vinculats amb el control de la im-puresa que perpètuament assetja l’edi-fici—, és en aquest moment i no en capaltre que les restriccions són aixecadesi que experimenta un nou naixement,a partir, és clar, de la incorporació a lesentranyes de l’edifici (ascensors, passa-dissos, apartaments, escales, sales redis-tribuïdores). La glòria que hom li guar-da té a veure tant amb la realització dela trobada desitjada, com amb l’honorde compartir amb els veïns un espai, o,pel seu nou estatus adquirit en el renéi-

xer a un altre món, l’honor de fruir dela possibilitat de dir “hola”, “bon dia”,“bona nit” en encreuar-se amb algunveí, sense deixar de ser percebut mai deltot com si ell fos fins a cert grau l’indicid’una sospita, el rastre d’una supervi-vència, o, més ben dit, l’adaptació delmón exterior a un nou ordre —el del’interior de l’edifici— seguint estratègi-es fosques lligades a l’ocultació.

Si mitjançant la figura del porter lacomunitat de veïns pretén apaivagar elcaos de l’exterior social, atorgant-li elpoder de pacificar l’ordre convuls de lasocietat negant l’entrada del tremolorsocial a l’espai comunal de l’edifici, lacondició de la mateixa comunitat coma escletxa a través de la qual el conflic-te social penetra l’edifici acaba consti-tuint el porter, ell mateix, en un transe-ünt condemnat a autorepresentar-seenmig del procés d’anomia generalitza-da, en què ha de mantenir un equilibriaparent com a víctima estructural ade-quada, per la seva posició social, perpart dels veïns.

No seria menystenible ni del totagosarat acudir a Durkheim per sugge-rir un paral·lelisme entre l’oposició bi-nària que encarnen els dos models demodernitat en conflicte al XIX —el col·-lectivista i el liberal— i la relació queel sociòleg francès estableix entre pro-grés i anomia. Durkheim, el 1897, prenaquest terme de l’obra de Jean-MarieGuyau «L’esbós d’una moral» (1885)(Duvignaud 1990: 78). Segons JeanDuvignaud, el sentit que Guyau dónaa aquest concepte està lligat a la crea-ció de noves formes de relacions huma-

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nes, obertes no pas a les normes cons-tituïdes, sinó a una creativitat possible(Duvignaud 1990: 81).

Si el progrés entès no com el plan-teja Durkheim, sinó com a expressió delcol·lectivisme, implicaria estructuració,consistència, estabilitat, integració i afir-mació de la satisfacció de les necessi-tats de la majoria, l’anomia en termesdurkheimians remetria a la mena d’es-tat social en què la confusió i la con-tradicció de les normes que hi prevalenprovoquen una desorientació greu enles persones, la qual cosa afecta inte-gralment el seu codi de conducta. Enfases d’acceleració social, l’anomia n’ésconsubstancial: la societat capitalistacontemporània comportaria un desbor-dament, un afluixament de les conten-cions. L’anhel il·limitat de l’economia demercat es convertiria en finalitat per simateix, l’objectiu no seria ja el mercatveí, sinó el món (Durkheim 1995[1897]: 274-275). Per això seria raona-ble qualificar el liberalisme com aanòmic: força desestructuradora de lasocietat mateixa que certs àmbits de lessocietats encarnen i que des de la Re-volució Industrial del XIX revela unapotencialitat disgregadora, destructiva,desreguladora i desestabilitzadora sen-se precedents, fent-ne un període crític,de canvis paorosos i formidables mésaccelerats que no ràpids, de tremendesconvulsions socials. És aquí que s’had’insistir en la capacitat clarivident deDurkheim i Weber com a pensadors im-mergits en la realitat que estan vivint ique avui dia es pot reconèixer en elpresent, des del qual s’albira un futur tan

incert com el que s’albirava a l’inici delsegle XX.

Seguint Duvignaud, “el concepted’anomia designa precisament els fetsirregulars que no corresponen a capviolació de la regla perquè, en aquestcas, la mateixa regla es posa en entre-dit. Aquests fets irregulars corresponena una situació global (econòmica o so-cial) caracteritzada per l’esfondramentdels sistema d’organització dels valorsi, més àmpliament, de la societat matei-xa, afectada per una ‘mutació’ lenta osobtada” (Duvignaud 1990: 42-43). Osigui, quan la coherència social es de-bilita pels efectes d’una crisi s’assisteixa l’aflorament d’esdeveniments o fetsincompatibles amb els sistemes de con-trol o regulació admesos comunamentfins aleshores: es tracta de fets individu-als distribuïts discontínuament en la so-cietat, però que són de la mateixa na-turalesa, tant si la crisi és de degrada-ció o de progrés.

Segonament, hom constata que dinsles societats organitzades i més o menysconsolidades el sistema social o el siste-ma de valors controlen i defineixen lasatisfacció que els desigs col·lectius iindividuals troben en els objectes i lesconductes familiars i establertes. Tot pe-ríode de mutació és alhora un període dedesorganització dels conjunts que com-ponen la totalitat orgànica, per conse-güent dins una societat desintegrada o envies de descomposició les necessitatssocials ja no troben els objectes sobre elsquals es projecten i se sadollen. En elcontext del liberalisme a ultrança del XIX,Durkheim qualificava aquestes necessi-

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tats de “infinites”. És això, doncs, el queporta a la multiplicitat extrema de la frag-mentació, innombrables actes i esdeve-niments “anòmics” que cap regla, llei ocategoria racional pot comprendre o es-gotar-ne el contingut (a propòsit d’aixòrecordem, en català, el terme “con-sergeriada”, documentat el 1905 (Ala-dern 1905-1909), per definir “el fet ino-portú d’un conserge”). El succés anòmicneix de la desigualtat extrema que esdóna entre el grau de necessitat (en el casde la societat occidental contemporània,infinita, a causa de “la destrucció dels sis-temes establerts per les mutacions”) i allòque la societat traumatitzada pel canvipot oferir per apaivagar-la. Fora dels ter-mes un pèl vagues de “necessitat” i “de-sig” —però alhora tant concrets en l’am-plitud de camps de la vida social queabracen— com a elements de pertorba-ció social, Duvignaud assenyala la im-portància veritablement central del fetque “Durkheim, ‘sense saber-ho’, pres-sent que al moment en què les instituci-ons d’una societat es desestructuren i do-nen pas a l’efervescència dels individus,de les agrupacions i de les classes dinà-miques i orientades en múltiples sentitsper intencionalitats igualment múltiples,es revela o es manifesta una necessitat‘infinita’ que cap satisfacció admesa finsaleshores pot sadollar o apaivagar.L’anomia resultaria, en conseqüència,del punt d’imputació estadísticamentrecognoscible d’aquesta infinitat de de-sig sobre una personalitat que ha esde-vingut, per aquesta mateixa raó, indivi-dual i malferida” (Duvignaud 1990: 44-45).

D’aquesta manera, una comunitatde veïns adolorida, emmalaltida, deso-rientada, superada pel vertigen socialdel que es percep com una aglomera-ció inacabable de necessitats infinites,mira d’articular inconscientment l’anheld’una pràctica integradora, que lacohesioni enfront de la fragmentarietatdel procés social, i que sovint es dona-ria en termes simbòlics encomanant alporter l’atribució d’aquelles tasques que,en comptes d’esdevenir el resultat depossibilitar la materialització del camíque condueixi a la superació del con-flicte mitjançant la resolució consensua-da dels antagonismes i les divergències—tornem-hi: una unió ideal pel fil del’experiència humana—, resol el verti-gen col·lectiu en cerca d’un ordre,d’una neteja i d’una vigilància que alcapdavall serien l’expressió de la jerar-quia i la imposició.

La jerarquia social es transfereix enla jerarquia autoritària dels veïns sobreel porter: heus ací, sovint, l’única efer-vescència materialitzada de la comuni-tat de veïns, la mesquina exigència de“més vigilància”, a la fi quasi l’únicacommunitas possible en els termes enquè la societat actual es produeix. Elcontrol de la propietat privada i la mo-nopolització de la violència per part del’estat es transmeten al porter, al qual esconfereix la capacitat, l’obligació, desotmetre els transeünts a l’ordre social/ordre veïnal establert.

I així la societat sencera, revelada enla comunitat de veïns, escup la sevacondició de liminaritat estructural —deconjunt social al caire de l’abisme—

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sobre el porter, el qual és obligat a exer-cir en si mateix, des del seu cos, unpaper paradigmàticament liminar a cau-sa de la seva inestabilitat estructural. Laseva tasca pot ser revocada per l’admi-nistrador o pel grup de veïns, pot serdoncs desprestigiada, qüestionada, devegades desplaçant-lo al límit de l’uni-vers exterior. Sens dubte, en un procéssimultani, el porter apareix com un per-sonatge fins a cert punt “estrany” a laresta de la societat, atès que reflecteixla liminaritat de la societat mateixa: niés veí, ni és transeünt.

En termes simbòlics el porter, comel mèdium —però també com tot actorsocial—, no seria plenament i contínu-ament “conscient” del seu discurs: elseu cos és ocupat, investit, penetrat perun “ens invisible” que l’utilitza per pro-pagar un missatge. Aquest ens és, endefinitiva, la comunitat de veïns, o, en-cara més: la societat. Cal insistir que elporter, en si mateix i al llarg de la jor-nada laboral, no és ni un habitant del’edifici ni un habitant del carrer: abo-leix fronteres entre dos plans distints, lessintetitza, per bé que justament el fetque cara “enfora” no recordi ni sàpigani sigui conscient del seu discurs, aixòel col·loca al llindar. Seguint MarcelMauss i Henri Hubert (1903), i aplicant-ho a la figura del porter, aquest sembla-ria “sempre com transportat a regions nohumanes. Des dels jocs malabars preli-minars fins al despertar, el públic l’ob-serva, atent i ansiós” (Mauss i Hubert1991[1902]: 58). El porter que encomptes d’assajar jocs malabars llegiael diari —distret o fastiguejat, endormis-

cat o perdut als confins de la galàxiamés llunyana—, desperta de sobte i pre-figura la condició terrenal dels humans,els humans sotmesos, subordinats, ali-enats: i a continuació el porter barra elpas al visitant transeünt, recull un pa-quet del carter o d’un missatger, escom-bra el terra del rebedor. És llavors quetot és possible, és a dir, és llavors quel’extraordinari es mostra des de la sevacondició perenne d’imprevisibilitat—igual que el místic, el porter és inca-paç de preveure els viaranys pels qualsrodarà en el seu viatge social amb elstranseünts de l’espai exterior i amb elsveïns de l’espai interior—. Es pot esta-blir, aleshores, un paral·lelisme entre elsestats psíquics del porter i del mag. Comindiquen Mauss i Hubert, “és un errorcreure que el mag d’ocasió es trobasempre, al moment en què executa elseu ritu, en el seu estat normal; sovint,precisament perquè ha deixat d’estar-ho, és per això que actua amb èxit”(Mauss i Hubert 1991[1902]: 56).

Aplicat al porter, no és la persona enquè s’encarna aquesta funció, aquestaestructura i aquest procés qui veiem,sinó la funció, l’estructura i el procésmateixos, convertits en pont amb “l’al-tra banda”, una altra banda doblementclarobscura: la de la societat, i la de lacomunitat de veïns. El porter n’és elpont, i la liminaritat es generalitza perraó del reconeixement dels assistentsd’aquesta capacitat de la persona quefa de porter d’autorepresentar-se.

Certament, el reconeixement fàctic—més actiu o més passiu— dels veïnsrespecte de la missió personal del por-

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ter s’origina en la consagració a l’extra-ordinari i inaudit que encarna la seva fi-gura: en un home es corporifica el con-trol social total, fins i tot la caiguda lliurede l’experiència humana sota les formesde la catàstrofe contemporània. SiMauss i Hubert ens en donen una novaclau en explicitar l’atribució dels podersmàgics no a persones, sinó a “corpora-cions” (metges, barbers, ferrers, pastors,actors o enterramorts) (Mauss i Hubert1991[1902]: 59), podríem concebreigualment que els poders de coerció fí-sica i simbòlica s’atribueixen a militars,policies, soldats, legisladors, administra-dors, «serenos», polítics, mestres, met-ges, vigilants —a la ciutadania mateixa,representant-se col·lectivament com elque no és, com el que mai no hauriahagut de ser, com el que tristament és—i, entre tantes altres corporacions... aporters. El porter esdevé aleshores pounegre del social, dipòsit de la fal·làcia,consagració de la vida quotidiana a lasupervivència de la impostura.

Ell representa la negació de la co-munitat d’organitzar-se per ella matei-xa —l’autogestió—, la seva manca devoluntat, de consciència o bé de neces-sitat de repartir-se entre tothom la nete-ja de l’escala, el manteniment dels ser-veis, la interacció amb els transeünts: laintegritat de la vida com a rerafons im-plícit. Quin serà el reclam del porter,vella cantarella gastada, sinó verbalitzarla demanda que hi hagi “més policia albarri”? El porter, llavors, apareix com elcos de la derrota, pres veritablement pelseu paper, incapaç d’espolsar-se la so-cietat de les seves espatlles.

Victor Turner es refereix a la com-munitas com un fet de l’experiència decada persona —i, alhora, com la pers-pectiva ideal de cada cultura, un mo-ment dins i fora del temps— i, a conti-nuació, estableix els tres aspectes cul-turals —liminaritat, intrusisme i inferio-ritat cultural— que li permeten cabus-sar-se en el desenvolupament compren-siu d’aquell terme (Turner 1988: 517).Turner distingeix “el model d’un tot di-ferenciat, les unitats del qual són éssershumans, [que] s’oposa al sistema dife-renciat, les unitats del qual són estatusi papers, i on la persona social se seg-menta en posicions dins d’una estruc-tura”. Justament aleshores Turner remeta “aquestes nocions gnòstiques d’una‘caiguda’ no terrenal en què una ‘For-ma Humana Divina’ originàriament nodividida, es dividí en funcions contràri-es, cada una incompletament humanai dominada per una sola tendència,‘intel·lecte’, ‘desig’, ‘habilitat’, etc., sensecap balanç harmònic amb les altres”(Turner 1988: 519). Amb tot, és la ca-pacitat autotranscendent de cada in-dividu allò a què apel·la, de vegadessense saber-ho, el porter mateix.

El porter autotranscendint-se perquè,com assenyalà Jakob Böhme al comen-çament del XVII, arrenglerant-se en l’an-tic corrent de pensament gnòstic, en ellhi rauen el cel i l’infern: altrament, elporter canviant de feina. Somni d’unaltre món, anhel de realitzar una altravida, un altre paisatge, un viatge nou.En el porter, en definitiva, afloraria lacondemna —i al mateix temps únicapossibilitat de salvació— eterna de la

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humanitat a la necessitat del moviment:una civilització empresonada, aturada,engarjolada rere el taulell de la recep-ció, llençada a les dinàmiques transfor-madores de la naturalesa i la cultura.

¿Què fa el porter quan s’escapa dela seva feina deu minuts per fer un tombsinó atansar-se, recuperar, donar curs,alliberar el seu espai intern per afirmarla seva condició eterna d’ésser humàcapaç de desafiar l’ordre social i afron-tar la gran tempesta de l’univers, perso-nificada ara i aquí en la trobada ambaquell veí de la cantonada, amb el por-ter company del carrer del costat, ambels infants que juguen a futbol sobre lavorera, amb el gos que sempre marcael seu territori a la mateixa porta tot

expulsant-hi residus orgànics de caire bésòlid bé líquid?

¿Què fa el porter efectuant una in-cursió al bar proper per fer un tallat, amig matí, sinó assenyalar que ell, comtothom qui l’ha perduda, també va so-miar un dia l’existència practicada, sa-grada i col·lectiva de la llibertat fetaamiga de tots els temps i tots els espais?La fugida del porter, així, apareix comla imatge de l’home de qui ell mateixha de defensar la comunitat de veïns:milers de transeünts entrant i sortint, ointentant-ho, caminant cap endavant icap endarrere sobre una espasa de do-ble fulla: la de l’amor i la mort. I, a l’ex-trem de la fulla, el porter davant del’abisme.

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BEATRIZ SANTAMARINA CAMPOS

DEPARTAMENT DE SOCIOLOGIA I ANTROPOLOGIA SOCIAL

UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

R E S U M E N

ESTE TEXTO ESTÁ PENSADO PARA LOS ESTUDIANTES QUE SE ACERCAN POR PRIMERA VEZ A LA

DISCIPLINA ANTROPOLÓGICA. EN ÉL SE INTENTA PRESENTAR LO COTIDIANO COMO EXÓTICO

Y LO EXÓTICO COMO COTIDIANO A PARTIR DEL TRABAJO DE CAMPO REALIZADO EN UN PE-QUEÑO GRUPO. EL ARTÍCULO PERSIGUE ROMPER CON LOS VIEJOS TÓPICOS QUE RODEAN LA

PRÁCTICA ANTROPOLÓGICA. EN CLAVE DE HUMOR Y CON CIERTA DOSIS DE IRONÍA, LA AUTORA

PROPONE A LOS LECTORES QUE DESCUBRAN DE QUÉ COMUNIDAD SE ESTÁ HABLANDO. AL

FINAL SE DESVELAN LAS INCÓGNITAS QUE HAN IDO APARECIENDO A LO LARGO DEL RELATO.

UNA ANTROPÓLOGAENTRE NATIVOS.ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

1. Introducción. Propuesta de un acertijoEste texto está pensado especial-

mente para mis alumnos y alumnas quese encuentran por primera vez frente auna disciplina de la que sólo tienen al-guna idea vaga y a veces desacertada,más que algún otro estereotipo y expec-tativas muchas veces frustradas. El tra-bajo de la antropología, o de los antro-pólogos, suele ser desconocido por la

1 Desde la década de los cincuenta comenzaron a realizarse, en Estados Unidos, estudiossobre las actitudes de la población que responden a lo que Mills denominó el ‘empirismo abs-tracto’ ([1959]1986:68). Bajo esa denominación Mills denunciaba los distintos peligros de losprocedimientos estadísticos, que empezaban a consolidarse, afirmando que con dicha perspecti-

mayoría, un problema que puede estarocasionado por la falta de fluidez en lacomunicación entre la práctica antropo-lógica y la sociedad. Los estudios cul-turales no suelen tener la resonanciapública de otras disciplinas afines. Lasinvestigaciones sociológicas, e inclusolos sociólogos, son más populares. Encierta medida, esto se debe a la burocra-tización1 de esta disciplina que ha he-

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cho de la opinión pública un objeto deestudio no sólo cuantificable sino tam-bién rentable. De hecho, los medios decomunicación han contribuido a sunormalización e institucionalización,con esa afición, no inocente, a publi-citar las encuestas como vehículos deconformación de la realidad2. El interéspor medir las respuestas sociales, losvalores y las actitudes ante distintosacontecimientos ha permitido sacar a laluz el trabajo de algunos sociólogos através de las encuestas estadísticas. Ade-más, la mayoría de los espectadores yase han acostumbrado a tener a un so-ciólogo como contertuliano en los fa-mosos debates que surgen después dealgún acontecimiento considerado deinterés social (por no decir de interésnacional).

Pero, la verdad, es difícil encontrara alguien que sepa, de forma más omenos certera, lo que es la antropolo-gía social o cultural. Sirvan como ejem-plo algunas anécdotas que creo habre-

mos experimentado más de uno. Cuan-do era estudiante y salía, lo más comúnera hacerlo en el círculo propio de lacomunidad universitaria, en más de unaocasión me preguntaron sobre mi carre-ra (al igual que se habla del tiempo enel ascensor, toda presentación va unidaa la retórica formulación del ‘trabajas oestudias’) y cuando les decía lo quehacía, la mayoría de gente me imagina-ba con bermudas, botas y sombrero deexploradora, situándome en el futuro enalgún punto perdido de África, al máspuro estilo livingstoniano. Más allá deese cuadro romántico desconocían enrealidad el trabajo de los antropólogos,más parecido en sus cabezas a la de losmisioneros o a la de los grandes explo-radores de la época victoriana. Por otraparte, no sólo el trabajo sino la formade llevarlo a cabo suscitan anécdotas,en mi casa cuando decía que me iba de‘trabajo de campo’ más de una risa ymás de un chiste caían: ‘Mamá dile aBea que traiga tomates y alguna lechu-

va “la teoría social en conjunto se convierte en una recolección sistemática de tales conceptos, esdecir, de variables útiles en las interpretaciones de los datos estadísticos” ([1959]1986:80). De hecho,para él, el empirismo abstracto no era más que la representación de la burocratización del estu-dio social ([1959]1986:132). Por su parte, Ortí (1998) considera que la encuesta estadística se con-solida a mitad de siglo XX, ‘en el marco del reformismo neocapitalista occidental’ como herra-mienta para el control social. De tal forma que “la investigación social tiende a pasar de todas lasdimensiones subjetivas y simbólicas profundas, no formalizables unívocamente y no cuantificables”(Ortí 1998:399).

2 Desde un punto de vista ideológico, podemos decir que la encuesta estadística se ha con-vertido en el motor para operativizar la llamada ‘opinión pública’. En este sentido, tienen unmarcado carácter autoevidente, es decir, existe un sentido sobredeterminado que normaliza elfenómeno a tratar. Así, podríamos decir, que las encuestas forman, in-forman y con-forman y almismo tiempo de-forman y des-informan. Además configuran lo que se perfila y presenta como laopinión publica. Una opinión publica, que siguiendo a Bourdieu (1986), sencillamente no existe,sino que se construye, performa y alimenta a través de las investigaciones. Con ello no pretende-mos negar el valor de éstas, porque por otra parte permiten obtener datos descriptivos muy perti-nentes para diferentes objetos de estudio.

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ga’ o ‘No te canses mucho ya se sabeque el trabajo del campo es muy duro’.Por poner un último ejemplo y máscercano, antes de partir hacia la comu-nidad que quería estudiar, a la que mereferiré en este artículo, me acerqué ala carnicería del mercado donde suelocomprar, al comentarle a la carniceraque me iba durante unos meses mepreguntó a qué me dedicaba y cuál erael motivo del viaje (una práctica muycomún en los mercados tradicionales,un lugar donde se establecen relacionesde proximidad amigables creando untrato personalizado, frente al espacio delsupermercado donde se priorizan lasrelaciones comerciales y prevalece laeconomía del tiempo, de la eficienciay del cliente). Tras contestarle, un de-pendiente me dijo: ‘Oye, si eres antro-póloga sabrás que tipo de homínidotengo aquí al lado (referido a su com-pañero de trabajo), si quieres te lo pres-to, seguro que es un buen ejemplar paraestudiar, debe ser muy primitivo por lomenos del neandertal’. La verdad es queel comentario me sorprendió, pero dadala enorme publicidad que están reci-biendo los estudios de Atapuerca di porsentado que la antropología física, enestos momentos, es más popular que laantropología cultural (que, por otra par-te, creo, nunca lo ha sido).

El caso es que cuando mis estudian-tes acuden al aula no saben bien quése van a encontrar. No me refiero a mipersona, pues la práctica totalidad deellos ya han hecho labor de investiga-ción y se han informado debidamentesobre las cualidades del profesorado,una tarea que consiste mayoritariamenteen conocer cual es el grado de facili-dad de la asignatura y el tanto por ciende aprobados. Ya se sabe que el alum-no aprueba pero el profesor suspende:‘he aprobado, me han suspendido’.Muchos esperan, al igual que en el es-tilo livingstoniano arriba comentado,una lista geográfica de tribus y pueblosprimitivos. En el mejor de los casos,confían en conocer sus costumbres, aser posible lo más exóticas y excéntri-cas que se pueda. La magia, la supers-tición, el canibalismo o la brujería sontemas que despiertan gran interés, so-bre todo en lo que se consideran cultu-ras ancestrales (he de reconocer que elpaternalismo y naturalismo que despier-tan los procesos culturales lejanos, enel tiempo y el espacio, son dignos deestudio). Creo que en cuanto empiezoel curso los defraudó en gran medida:los esperados pueblos primitivos lossustituyo por la burguesía catalana3, laselites valencianas4 o los conflictos eco-lógicos en la Albufera5. La superstición

3 Mcdonogh, G., (1991): “Una noche en la ópera” en Fernández-Martorell, M.(Ed.): Leer laciudad. Icaria. Barcelona.

4 Cucó, J., (1996): “Los jornaleros y el molt honorable (sobre redes informales y equipos detrabajo)”. Actas del VII Congreso de Antropología. IV Simposio. Zaragoza.

5 García, E. y Cabrejas, M., (1996): “Medio ambiente y conflicto social: El caso de la Albuferade Valencia”. Política y Sociedad. Nº23. Univ. Complutense

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la transformo en creencia (como porarte de magia) y los rituales más rocam-bolescos los sitúo en su propia prácticacotidiana. Es cierto, que también leensobre las peleas de gallos6 o la socie-dad de la opulencia7, pero siempre conun contrapunto buscado en procesosculturales cercarnos. Así, que al final nosé si la otredad la sufren con los ‘otrostradicionales antropologizados’ o con lapráctica antropológica que les muestro.El caso es que pese a todo, me da lasensación de que mis alumnos y alum-nas siguen teniendo una imagen estáti-ca y anacrónica de la práctica antropo-lógica (mea culpa).

Muchas veces hemos hablado deesto en el grupo de antropólogas yantropólogos que formamos una peque-ña isla en el Departamento de Sociolo-gía y Antropología de la Universidad deValencia (aproximadamente tres, sincontar, por supuesto, con todos nuestrosadmiradores que nos denominan gra-ciosamente los antropófagos, no sé quehay de verdad y de mito en esto último).Nos preocupa la imagen que nuestrosestudiantes tienen de la disciplina asícomo del trabajo que desarrollamos. Undía, tomando café, a mi vuelta de ha-ber realizado trabajo de campo, comen-taba las pequeñas historias ocurridascon mis informantes. A veces esas his-torias se convierten en una parte impor-tante del análisis y otras veces se trans-forman en parte de la leyenda que siem-pre acompaña al antropólogo, esa es-

pecie de chistera recurrente y ocurren-te de la memoria etnográfica que a to-dos gusta tener. Después de haber trans-mitido mi entusiasmo y mi sorpresa antealguna de las reacciones de los infor-mantes, mi ‘jefa’ me pidió que escribie-ra un texto dirigido a los estudiantes enel que narrara todo lo ocurrido al estilode Barley en el antropólogo inocente.Me sugirió cómo hacerlo: la clave esta-ría en no decir hasta el final cual era elobjeto de mi estudio.

Las buenas novelas policíacas man-tienen en vilo al lector hasta el final, lalógica es simple: el asesino nunca ha deser quien esperamos. Desde mi perspec-tiva y dadas mis limitaciones literarias,es evidente que pretender crear una tra-ma emulando al género negro me es, atodas luces, imposible. Y pese a que novoy a crear un ambiente de suspensetipo Hitchcock, tampoco voy a desve-lar hasta el final el misterio que aquí sesugiere. Así que pido a los lectores unaalta dosis de paciencia y, porqué no,algo de confianza para ir descubriendolas claves de este trabajo. En realidad loque aquí se propone es un juego y losjuegos siempre tienen un carácter di-dáctico, al final se sabrá el por qué delmismo, aunque desde el principio sehaya dejado caer más de una eviden-cia.

El viaje, la primera rupturaTal y como es sabido, todo antropó-

logo que se precie debe realizar traba-

6 Geertz, C., (1987): La interpretación de las culturas. Gedisa. Madrid.7 Sahlins, M., (1983) : Economía de la Edad de Piedra. Akal. Madrid.

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jo de campo para consagrarse. Así co-mienza, por ejemplo, el relato de Barley,que asumiendo su carrera futura en lamateria, parte hacia el Camerún con elfin de estudiar a los dowayos. En micaso, sospechando que había algo deverdad en dicho enunciado me conven-cí a mi misma de la necesidad de rea-lizar una investigación en una peque-ña comunidad, a la manera tradicionalmalinoswkiana, algo tan legendario yfolklórico en nuestra disciplina, comoconsagrado y mitificado.

Para mi tesis doctoral no había rea-lizado una monografía de corte clásico,e incluso lo que yo consideré trabajo decampo podía ser para otros una suertede sacrilegio. Lo cierto es que para elobjeto de estudio que yo había propues-to, la construcción del fenómeno me-dio ambiental, era fácil comprender quelas técnicas e instrumentos a utilizar te-nían que ser cuanto menos heterodoxas.En aquel momento partí de lo que creíuna etnografía abierta, que permitieramúltiples lecturas, a partir de una flexi-bilidad metodológica (combinación detécnicas y de tipos de datos) que pudie-ra ofrecer la posibilidad de observarcómo se construía el discurso ambien-tal en diferentes espacios. Entonces con-sideré, y sigo considerándolo, que lareestructuración del capitalismo, contodas sus implicaciones (políticas, eco-nómicas, morales y teóricas), nos fuer-za a la práctica de una etnografía ima-ginativa. De tal manera que el discursoantropológico “pueda usarse como uninstrumento para la reflexión crítica ycomo una herramienta para la libera-

ción humana” (Scheper-Hughes 1997:39).

Desde esta perspectiva, entendí queel medio ambiente era un fenómenoque nos permitía hablar de muchascosas a la vez, que se caracteriza porsu producción mestiza e híbrida, queescenifica la heterogeneidad práctica ydiscursiva y que estaba lleno de vocesreferidas no sólo a distintos actores, sinotambién a las múltiples facetas de nues-tra vida social. El hecho de prestar aten-ción al fenómeno medio ambiental ennuestro contexto, tuvo un doble obje-to: por un lado, comprender los meca-nismos que imponen una racionalidadpolítico-económica única y un discur-so ecológico homogéneo y universalistay, por otro, atender a otros discursosmarginales que contienen otras lógicasposibles. Mi idea de todo ello era seguirreclamando lo que la antropóloga Sche-per-Hughes había expresado de formaclara, “la práctica de una etnografía‘moralmente responsable’ ” (1997:38).

Ahora mi trabajo iba a ser otro. Yano iba a investigar sobre un fenómenosino sobre una comunidad y eso en cier-ta medida me pedía un cambio de chip,aunque las ideas y el planteamiento defondo no cambiaran radicalmente. Eneste sentido, mi viaje se transformó enmás de una ruptura. Pero, bien, por par-tes, volvamos al relato. Salí de Valenciadirección Barcelona cargada de male-tas y buenos propósitos (el aeropuertode nuestra ciudad es una especie deminiatura de coleccionista y los vuelosinternacionales brillan por su ausencia).Tenía una doble elección ir vía Madrid

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o vía Barcelona, a esta última ciudadme unen fuertes vínculos familiares, asíque opte por ella y disfrutar del tiempode espera entre el tren y el avión enfamilia, como Dios manda). Al día si-guiente cogí el avión hacia mi destinofinal, sólo me preocupaban las maletas,ya que generalmente con las líneas aé-reas tienes más papeletas para extra-viarlas que para encontrarlas. Esta socie-dad de la tecnociencia, de la informa-ción, de la mal llamada globalizaciónno deja de ser paradójica: es capaz dehaber conquistado el espacio y es almismo tiempo incapaz de almacenar ydistribuir unas maletas con un ciertoorden, ironías del destino. La verdad esque, contra todo pronóstico, llegué pun-tual y con mis maletas. El vuelo habíasido espectacular gracias al tiempo.Desde el avión era posible observar lasinmensas cadenas montañosas con suspicos nevados, la grandiosidad del pai-saje me hacía pensar más en mi traba-jo anterior que en mi nueva aventura et-nográfica. Sólo cuando empezamos adescender entre aquellos extraordinariosriscos me di cuenta de que empezabaa aterrizar en otro lugar tan exótico paramí como fascinante. Dos días de viajepor fin me trasladaban a un nuevo es-cenario.

Mi comunidad se situaba en la fron-tera, justo en el límite entre dos países,dividida en dos, con una parte en cadauno de ellos. Así que desde el princi-

pio me di cuenta de que iba a podertrabajar sobre diversos aspectos quesiempre han interesado a los antropólo-gos, como los estudios sobre las fronte-ras o los límites8. Las buenas perspecti-vas se confirmaban, algunas ideas seagolpaban en mi cabeza nada más lle-gar.

Inmersión en la comunidad. El informan-te clave: Daq

A diferencia del antropólogo ino-cente, a mí no me costó decidirme porla comunidad que quería estudiar. Laidea me rondaba en la cabeza desdehacia varios años. En la vida, a veces,te encuentras con un cúmulo de cir-cunstancias que hacen que te propon-gas retos que de otro modo nunca lle-garías ni a plantearte. En una ocasión,una amiga de la infancia me presentóa una compañera suya de trabajo, nadade especial por otra parte, las redes in-formales se van tejiendo con estos en-cuentros fortuitos. Pero esta última mepresentó a su vez a un amigo, conven-cida de que me iba a interesar conocer-lo desde mi condición de profesora deantropología de la universidad. El hechoes que no me defraudó y gracias a esteencuentro, empecé a tomarme muy enserio la posibilidad de irme con él a co-nocer mejor a su comunidad.

De todos modos, antes tenía queresolver problemas urgentes como erala finalización de mi doctorado. Ese

8 Este interés se encuentra, por ejemplo, en los trabajos de Turner (1990) o Douglas (1973).Más recientemente, y con un enfoque más centrado en fronteras culturales y políticas están, porejemplo, los trabajos de Donnan y Wilson (1999), Rosaldo (1991) o Michaelsen y Johnson (2003).

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tiempo de demora me fue muy útil paraestudiar las posibilidades de marcharmey, sobre todo, para preparar el terrenoen dos sentidos. Por una parte, se ha-cía necesario realizar una búsquedabásica de bibliografía al respecto, asícomo elaborar un pequeño esquema demi proyecto y mis objetivos a llevar acabo. Por otra, esto más sutil, debía in-tentar convencer a mi nuevo amigo demi interés como antropóloga por cono-cer su pequeña tribu. Para ello le expli-qué someramente el tipo de trabajo querealizábamos, mi compromiso de inter-ferir lo menos posible en su labor coti-diana y mis buenas intenciones acadé-micas. Además, utilicé una técnica per-suasiva infalible: apelé a la necesidad demi formación y la consolidación en micarrera universitaria, algo oscura graciasa la última reforma emprendida pornuestro gobierno en el marco de unconjunto de reformas de corte neolibe-ral. Del nuevo imperialismo, bautizadocomo globalización, parece que no seescapa nadie.

Francamente, Daq, como así se ha-cía llamar, no entendía qué interés po-día tener yo en su grupo. Según él, erannormales, no hacían nada extraño, notenían creencias, ni rituales ni nada quepudiera interesar especialmente a unaantropóloga. Desde su perspectiva, nopracticaban canibalismo, ni real ni ri-tual; decían cumplir las reglas de la pro-hibición del incesto a rajatabla; no te-nían mitos de origen ni de ningún otrotipo y convivían en una sociedad pre-tendidamente igualitaria y exogámica.Daq, muy serio, me decía, quizá pue-

das encontrar otra comunidad próximadonde saborear de cerca esas ceremo-nias de las que tanto gusta hablar a losantropólogos.

Mi insistencia a lo largo del tiempotuvo al fin su recompensa. Después dehaber entablado diversas conversacio-nes con Daq acordamos que iría des-pués del verano del 2003 a pasar unosmeses con ellos. El otoño era una bue-na estación ya que me permitía asistira dos grandes rituales colectivos. Daqse me presentaba como un informanteclave, era serio, formal y trabajador,estaba dispuesto a dispensarme todo laayuda necesaria, a cambio, eso sí, deinsinuarme que quería pasar un veranoen España en una vieja casa de campoque hacia poco yo había adquirido. Eltrato me pareció a todas luces razona-ble y fue así como poco a poco fuimossentando las bases de nuestro intercam-bio. La reciprocidad es clave en losasuntos etnográficos.

La verdad es que como informanteera ejemplar, paciente, buen observadory excelente conversador. Sí, le gustabahablar, hacer de traductor (traidor), in-troducirme en los aspectos que se mehabían escapado, aconsejarme sobredonde tenía que ir… De hecho, muchasveces por las noches me preguntabasobre lo que había visto y me repren-día si no había observado o comenta-do algo que él considera fundamental.Y, sobre todo, estaba vivamente conven-cido de las virtudes, casi innatas para él,de su grupo, lo que le hacía enorgulle-cerse del mismo y corregirme cuandoconsideraba que estaba haciendo un

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juicio inoportuno de su comunidad.Nada más lejos de mi intención, porquesi algo debe hacer la práctica antro-pológica es evitar los juicios y prejui-cios.

En cuanto llegué, Daq ejerció lasfunciones de introductor y guía en elgrupo. La verdad es que uno se sientemás observado que observador. De re-pente descubres que en realidad eres túla que está siendo investigada, quienestá en boca de todos, quien, en defi-nitiva se ha convertido en el ‘otro exó-tico, curioso y lejano’. Y esa incómodasensación se va perdiendo conformeuno se sitúa en un nuevo espacio, vaconociendo las claves del lugar y vasiendo admitido por el grupo. Al fin yal cabo, la extrañeza es un procesocompartido, tanto para el que llegacomo para él que recibe la visita. Ade-más, no fue fácil explicar a todos losmiembros de la comunidad mi presen-cia allí, la mayoría no la entendía ydesconocía por completo por qué meinteresaba por ellos. Eso, como es lógi-co, levantó enseguida suspicacias y uncierto miedo hacia lo extraño. En estecaso, hacia la extraña.

En este sentido, la labor de Daq fuefundamental. Él se encargó de ir despe-jando las dudas hacia mi persona y concierta habilidad fue internándome en suscostumbres y usos particulares. En reali-dad, yo iba a estar conviviendo en unatribu, el Tracker, dentro de un clan, elTrigger, y era necesario empezar a fami-liarizarme con todos sus miembros. Esefue mi primer trabajo, una aproximacióna través de sus redes informales.

La perplejidad mutuaComo he señalado más arriba, mi

llegada levantó más de un recelo, cosatotalmente comprensible si pensamosque no sólo llegaba una extranjera sinoque además aparecía con intención deestudiar a un grupo, su grupo. De he-cho, mi presencia supuso una auténti-ca revolución, especialmente, entre losmiembros más jóvenes del clan, losneófitos. De la perplejidad inicial sepaso al interés por saber qué hacía ycómo lo hacía. Así, una vez habíantranscurrido los primeros días y losmiembros ya empezaban a aceptar mipresencia, me encontré ante un conti-nuo interrogatorio sobre lo que me ha-bía parecido una cosa u otra. Pero qui-zás lo que más me sorprendió era quetodos demostraban un gran interés porsaber lo que pensaba de unos y otros,en especial, de los que no estaban pre-sentes.

Era curioso que todos se sintieran enel punto de mira y que todos creyeranque en el fondo estaba haciendo unaespecie de radiografía personal de cadauno de ellos. Hasta tal punto que unmiembro del grupo, que no había teni-do ocasión de hablar conmigo hasta tressemanas después de serme presentado,se disculpó por haber hablado demasia-do el día en que yo lo había conocido,razón por la que suponía que quizás mehabía forjado una imagen no del todocorrecta de él. O, por explicar otra his-toria más, un día alguien vino a pregun-tarme sobre lo que pensaba de ciertapersona, ya que ésta última parecía muyafectada, en sus palabras: le había cos-

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tado mucho conciliar el sueño la nocheanterior por lo que yo pudiera pensar deella tras haberla visto intervenir en unareunión. Mi sorpresa fue mayor cuan-do descubrí que la razón de las dudas‘sobre lo que yo pudiera pensar’ surgióporque mientras esa persona interveníayo tomaba notas en mi libreta de cam-po. Simplemente había sido una coin-cidencia, en el momento en que yo mehabía puesto mis mejores galas paraejercer de etnógrafa, o sea me habíapuesto a anotar como una loca todo loque allí acontecía para no olvidarlo, esapersona había tomado la palabra y esasimple casualidad levantó todo tipo desospechas acerca de lo que yo anota-ba, dibujaba o escribía en el cuaderno.¿Quizás no me había gustado su inter-vención? ¿Apuntaba lo que creía o veíamal? En definitiva, mientras avanzabami estancia lo que más intrigaba ya noera mi persona sino mis notas ¿Quéapuntaba en esa libreta maldita que lle-vaba a todas partes y que nunca solta-ba?

Pronto descubrí que algunos miem-bros del grupo querían hacerse con misanotaciones para salir de dudas y saberqué tipo de cosas apuntaba. Algo asícomo ‘En busca del cuadernillo perdi-do’ se había convertido en una suertede misión imposible y en una cuestiónprioritaria entre varios individuos delclan. Además, Daq, entre bromas, mehabía comentado que los interesados enllevar la acción estaban dispuestos acompensarle si conseguían la libreta yles traducía lo que allí pusiera (Daq erael único del clan que conocía mi len-

gua). El caso es que a partir de esemomento no pude dejar de echarle elojo a mis papeles todo el día. Mi inten-ción no era ocultarles información nicrear falsas expectativas sobre mi traba-jo, pero estaba convencida que dejar-les leer mis registros hubiera condicio-nado de modo inexorable sus respues-tas y actuaciones.

En cualquier caso me acostumbrépronto a sus interrogatorios, porque elcaso es que cada vez que asistía a al-gún ritual o alguna asamblea sabía queenseguida tendría preguntas al respec-to: ¿Qué me había parecido? ¿Qué pen-saba? ¿Era diferente en mi tribu? ¿Iba aescribir algo sobre aquello? ¿Cuándo loiba a escribir? ¿Para qué y para quiénlo iba a escribir? Al fin y al cabo, si sepiensa bien, yo no hacía otra cosa quepreguntar, por lo que podría decirse queestábamos empatados. Además, una vezpasado cierto tiempo, los interrogantesfueron evolucionando en una propor-ción inversa: cuanto menos pregunta-ban ellos más lo hacía yo. Ya se sabe,cosas del oficio.

El tracker, mi pequeña tribuLa comunidad que quería estudiar

era demasiado grande, así que decidíintegrarme en un clan para, a partir deél, empezar a conocer sus particulari-dades. En este caso, dentro del Tracker,el clan del Trigger, se me hacía accesi-ble gracias a Daq. De todas formasapuntaré que en la tribu había dos cla-nes dominantes, el Trigger y el Ladder,con buenas relaciones entre ellos quese traducían en el intercambio de do-

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nes y en una endogamia que practica-ban desde hacia años y que contribuía,en gran medida, a reforzar los lazosentre ellos. En cada clan, existía unajefatura que ostentaba un individuo queera reconocido por el grupo y que man-tenía su poder gracias a la legitimidadobtenida por su grado de sabiduría. Susconocimientos sobre los sacra de lacomunidad y su capacidad de relacio-narse con otras tribus vecinas, le con-vertían en líder indiscutible de su clan.Además, el jefe era de los que más edadtenían dentro del grupo y, por lo quepude observar, este cargo recaía, desdelos referentes ancestrales, exclusivamen-te en los varones del grupo. De hecho,pronto descubrí que aquí, al igual queen otros lugares, el rol, la posición y lapresencia de las mujeres era socialmen-te insignificante. Pese a existir una lar-ga tradición en la comunidad que ex-cluía a las mujeres de las tareas con másprestigio social, su discurso enfatizabaque nada justificaba, en ese momento,la invisibilidad que de hecho seguíanpadeciendo. Muchas veces me encon-tré con un discurso muy parecido al queyo conocía en mi sociedad de origen:los varones me indicaban que las mu-jeres no tenían mucha presencia porqueellas mismas renunciaban tanto al espa-cio como a las tareas que los varonesdesempeñaban.

El clan Trigger estaba formado porun grupo de individuos altamente jerar-quizado y con funciones bien delimita-das. La jerarquía estaba establecida se-gún los grupos de edad, género y co-nocimientos. La labor del jefe era fun-

damental en el desarrollo del clan, supapel no sólo consistía en la transmisióncuidadosa de todo lo referente a supráctica cultural sino también en con-seguir la armonía del grupo a través deuna clara definición de sus roles. Erauna comunidad básicamente cazadora,formada por hábiles tramperos y gran-des artesanos que permitían con susinstrumentos realizar incursiones enespacios desconocidos con grandesposibilidades de éxito. Los artesanosestaban orgullosos de los artefactos queiban ideando y destinaban la prácticatotalidad del día a la realización de di-cha actividad. Según ellos, su trabajorequería mucha destreza y conocimien-to: había que conocer bien las técnicas,el saber acumulado durante decenios yla propia experiencia en el campo. Seconsideraban, a sí mismos, como autén-ticos ‘manitas’, capaces de construir lasherramientas más precias y eficaces.Además, según sus palabras, construíanobjetos únicos, muchas veces irrepeti-bles, en los que invertían incluso me-ses de laboriosa dedicación. Y, desde suóptica, eso les confería un valor espe-cial, casi sagrado. Todo con una ideamuy clara de lo que pretendían alcan-zar, ya que tenían una concepción es-pecial de la cinegética: el ideal de lamisma pasaba por encontrar y dar pre-sa a algo desconocido. Y esperaban,siguiendo esta particular concepción,conseguir algún día cazar algo que fueravivido como único y como una nuevaconquista.

Después del jefe, los miembros quese dedicaban a la elaboración de los

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útiles y a la caza eran los que más pres-tigio tenían en el grupo, eran los llama-dos maestros, por traducirlo de algúnmodo. Tras ellos estaban, los neófitos9,pendientes de todo, a la espera deaprender todas las claves y misterios desu grupo a través de un peculiar rito depaso. Van Gennep (1986)10 puso demanifiesto que en todo rito de paso losaspirantes pasan por tres fases: separa-ción, margen y agregación. En estecaso, a los neófitos los solían tenerasilados en una especie de habitacionesseparadas del resto; las había de dostipos: las denominadas blancas y lasgrises. Los que estaban en periodo deiniciación accedían a la habitación grispara más tarde, una vez adquiridas cier-tas destrezas, pasar a la blanca. Su ais-lamiento se rompía cuando acudían alos consejos convocados por el jefe,porque el clan consideraba necesarioestablecer una comunicación fluida contodos sus miembros. Donde no asistíanera a las asambleas de las tribus, seconsideraba que no estaban preparados,y estos eventos se reservaban para losjefes y maestros. La aceptación de casaneófito como miembro adulto del gru-po y como posible candidato a maes-tro pasaba por una prueba, en la quetenían que demostrar todo la sabiduríaaprendida.

Las grandes ceremonias del otoñoEl clan Trigger, como ya hemos di-

cho, pertenecía a la tribu del Tracker yésta a su vez formaba con otras la pe-queña comunidad del Ams. Los miem-bros del Tracker mantenían de formaespecial muchas relaciones con otrasdos tribus, el Rich y el Tof. Pero pese aque los conocí en varios encuentrosesporádicos y, sobre todo, en los dosgrandes rituales celebrados a finales deoctubre, apenas tuve oportunidad deentablar relaciones con ellos, aunque sílos pude observar de cerca, sobre todoen el ritual que describiré a continua-ción.

El primer ritual al que asistí consis-tió en una gran caza que duró diez días.Todos los miembros de los diferentesclanes tenían repartidos sus papeles deforma bien definida. Los que más po-der ostentaban se encargaban de lasestrategias y de trazar los caminos aseguir, mientras que los miembros yaconsagrados del grupo se responsabili-zaban de que los instrumentos para labatida estuvieran listos y a punto, reali-zando comprobaciones hasta últimahora para que los mismos no fallaran.En juego estaba el prestigio y la habili-dad de los artesanos y cazadores de lasdiferentes tribus. De hecho, instantesantes de darse por iniciada la cacería se

9 Turner nos ofrece una definición de los neófitos como los que: “no tienen ni status, ni pro-piedad, ni insignias, ni vestidos normales, ni rango ...” “...puesto que no son ni una cosa ni otra;o tal vez son ambas al mismo tiempo; o quizás no están aquí ni allí; o incluso no están en ningúnsitio (en el sentido de las topografías culturales reconocidas), y están, en último término, ‘entre yen mitad de’ todos los puntos reconocibles del espacio-tiempo de la clasificación estructu-ral”(1990:108,109).

10 Fue el primero que los definió como los “ritos que acompañan todo cambio de lugar, esta-do, posición social y edad”.

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vivieron momentos de tensión con lasúltimas pruebas de los distintos artilu-gios y su puesta en marcha. Por último,los neófitos del grupo, siguiendo estric-tamente las instrucciones y los conse-jos recibidos, realizaban la tarea másdura: el rastreo de huellas a lo largo detodo el día, en tres turnos que permi-tían cubrir todas las horas del día y dela noche para no perder ningún rastrodel camino.

Durante todo el ritual los jefes de lasdistintas tribus sólo aparecieron en losprimeros compases para dar el vistobueno a sus distintos clanes. Fue comouna pequeña ceremonia de bendición,luego se retiraron y no se mostraronmás, esperando que al final les llevaranlos resultados de la caza. Por su parte,los que he denominado maestros seturnaban para seguir de cerca de losneófitos, la falta de experiencia de és-tos requería una supervisión permanen-te para evitar que perdieran alguna pre-sa. El resultado final de la cacería fueespectacular para el Tracker: habían ba-tido sus propias marcas y estaban a to-das luces satisfechos consigo mismos yfrente a las demás tribus. Los compo-nentes de la Rich habían cometido al-gún error y eso les había hecho perdertiempo, pero aún con todo también sa-lieron airosos de la prueba. Y, por últi-mo, la tribu del Tof fue la que más de-bilidad demostró frente a las otras.Tuvieron problemas desde el principio,les costó adaptarse al terreno y no mon-taron sus instrumentos hasta el últimomomento lo que provocó que se retra-saran al menos dos días con respecto a

las otras tribus. En cualquier caso, elritual me sirvió para conocer de cercacómo estas tribus se interrelacionan,cómo construyen sus mitos y manejansus símbolos y cómo trabajan jerárqui-camente desde una lógica de la efica-cia.

El segundo ritual consistió en unareunión de los jefes y maestros más des-tacados de todas las tribus y clanes queformaban la zona geográfica del Ams.Dichas reuniones se suelen celebrar tresveces al año y sirven para abordar susdistintos problemas y para proponersoluciones, sobre todo en lo referido ala caza y a las técnicas empleadas enlas mismas. Pero no sólo son cónclavespara hablar de sus actividades por ex-celencia, estos encuentros también sir-ven, al menos, para cubrir otras dos fun-ciones. En primer lugar, ayudan a crearlazos afectivos y de colaboración, a re-afirmar su identidad y a proponer inter-cambios materiales y técnicos entre lasdistintas tribus. Y en segundo lugar, sonutilizados como una demostración defuerza y poder por parte de los quecontrolan, en mayor medida, los distin-tos recursos del Ams. Por encima detodas las tribus existe una figura quedetenta el poder y la autoridad máximade todas las tribus, el gran jefe. El granjefe fue el encargado de abrir y cerrarla asamblea, además fue él el que pre-sentó a los distintos jefes locales, a quie-nes fue cediendo la palabra. Dada sucondición, era el único que tenía elprivilegio de levantarse e ir de un sitioa otro, de moverse por el lugar sin res-tricciones, de hablar con quien quisie-

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ra y de actuar según su criterio. El restode los asistentes tenían que cumplir ri-gurosamente con las normas y valorestradicionales propios de este tipo deceremonias, las cuales pese a que noestaban escritas en ninguna parte, seiban transmitiendo de generación engeneración. Los principios establecían elorden de intervención, la distribuciónde los miembros en el espacio sinodaly los comportamientos propios en ellugar. Cualquier violación de las normassuponía cuanto menos una reprimendadel gran jefe.

La disposición del espacio dondetuvo lugar el encuentro era semicircular.En el centro estaba situado el gran jefey frente a él, ocupando las primeras fi-las, se situaban los jefes más importan-tes de las distintas tribus. Era fácil dis-tinguirlos porque iban ataviados con lasvestimentas ceremoniales. A partir deahí se colocaban aleatoriamente losdistintos miembros invitados. Los queacudían iban sentándose y ya no podíanlevantarse hasta que el gran jefe lo or-denara. No estaba permitido hablar, nihacer ruido, ni cualquier otra cosa querompiera el orden impuesto. La ceremo-nia duró cuatro días y finalizó con laspalabras del gran jefe. En ese momen-to, todos volvieron a sus tribus, algunostenían más de un día de viaje, peroparecían contentos del encuentro. Des-de mi perspectiva, esta asamblea mesirvió para comprender mejor las rela-ciones de dominación. Es cierto que en

ambas celebraciones quedó patente elgrado de autoridad de los distintos je-fes locales y la distribución piramidaldel poder. Pero, sobre todo, fue en estaúltima donde mejor pude observar losprimeros escalones de la pirámide, o loque es lo mismo, su vértice. En la ca-beza de este poliedro simbólico estabasituado el gran jefe, con un prestigioreconocido más allá de las fronteras desu propia comunidad y con un halo degloria propio de los que ejercen el po-der y se creen superiores por el mismohecho de detentarlo. Su posición sobrelos demás, no solo quedó patente en suforma de conducir el evento sino tam-bién fue palpable en el ambiente por-que un gesto suyo hacía movilizar a sucorte11.

La solución al enigma. El viaje de vueltaComo dije al principio el propósito

de este artículo era orientar o desorien-tar a mis alumnos y alumnas, que ubi-can la práctica antropológica comosiempre situada más allá, en un tiempoy espacio que podríamos denominarcuasi-mítico. La propuesta de partidaera conocer o reconocer de quién esta-ba hablando a partir de mi narración.Ahora ha llegado la hora de desvelar elmisterio.

Hacía años que me rondaba por lacabeza realizar algún trabajo de antro-pología de la ciencia, cuando conocí aDaq, el nombre ficticio que eligió élmismo para este texto (porque su trabajo

11 Es interesante ver cómo la práctica del poder se realiza en distintos lugares y es necesarioatender a cómo se distribuye y legitima. Y digo que es necesario e interesante porque en el mun-do de hoy es urgente invertir las fórmulas asimétricas de dominación.

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consiste en gran medida en el diseñoelectrónico para la adquisición de da-tos), se me abrió la posibilidad deaproximarme a dicho campo. En aquelentonces Daq desarrollaba su trabajo enCERN, el Laboratorio Europeo de Físi-ca de Partículas12. Así que como ya hecontado, puse todo mi empeño en po-der desplazarme hasta allí. En realidad,podríamos decir que el CERN es unapequeña ciudad formada por una co-munidad relativamente grande de físi-cos, ingenieros y mecánicos. Aproxima-damente se calcula que unos seis milquinientos investigadores, de más dequinientas universidades y de ochentanacionalidades diferentes, hacen uso desus instalaciones. El laboratorio está si-tuado en la frontera entre dos países,Francia y Suiza, y se define por los dosgrandes instrumentos que utiliza: losaceleradores y los detectores de partí-culas. De hecho, si el CERN es conoci-do internacionalmente se debe a queposee el acelerador circular más gran-de del mundo, con 27 kilómetros de cir-cunferencia y situado a cien metros bajotierra.

Durante todo el relato he utilizadolas experiencias que acumulé a partirdel trabajo de campo realizado en elDepartamento de Física Nuclear de laUniversidad de Ginebra13 y en el CERNdentro de un experimento, el AMS (Al-

pha Magnetic Spectrometer) que se vie-ne realizando desde el año 1995 y queestá dirigido por Samuel C.C. Ting, pre-mio Nobel de Física. El experimentotiene como objetivo último, simplifican-do en exceso, instalar en abril del 2007un espectrómetro en la Estación Espa-cial Internacional (ISS) para estudiar lacomposición de los rayos cósmicos. Enmi caso, asistí a los preparativos y larealización de un test beam en el CERN.Asimismo, tuve la oportunidad de pre-senciar el meeting del AMS que reunióa más de doscientas personas vincula-das al proyecto, y procedentes de dife-rentes universidades, laboratorios e ins-titutos de distintas partes del mundo.

Así pues, la comunidad a la que he-mos estado haciendo referencia la com-ponen los físicos de partículas de altasenergías. Concretamente, los que hedenominado el clan Trigger, son el equi-po de físicos que, desde el departamen-to de física nuclear de la universidad deGinebra, colaboran en la construccióndel Tracker. Les he denominado Trigger,nombre buscado también con Daq,porque el Trigger es la condición nece-saria para tomar un suceso y ellos tra-bajan para conseguir este fin. El clanLadder son el grupo de gente que seocupa en la universidad de Perugia deeste mismo detector y que, codo concodo con sus colegas ginebrinos, están

12 El CERN fue creado en 1954. En su origen contó con 12 miembros, pero el número deEstados miembros ha aumentado a lo largo de su corta historia y hoy cuenta con la participaciónde 19. España se incorporó en 1961.

13 Agradezco a todos los miembros del grupo de investigación del Tracker del departamentode Física Nuclear de la Universidad de Ginebra su disposición a tenerme como una incómodaintrusa. En especial a Edu, Martín, Divic, Catherine, Daniel, Sonia, Mercedes, Philipe, Ruud y Hayk.

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desarrollando el Tracker. La palabraLadder hace referencia a una parte dela estructura interna del detector queellos diseñan en gran medida. Junto aellos, dentro del proyecto del Tracker,hay un sinfín de colaboraciones entreellas universidades e institutos de mu-chas nacionalidades (como la de launiversidad de Montpellier, a los quetuve también ocasión de conocer enalguna reunión).

Les he llamado cazadores, ellosmismos utilizan la expresión ‘cazar’ yexisten incluso guías para la caza14,porque su trabajo está destinado a ladetección de partículas a través de laconstrucción de detectores. La física departículas elementales es una subdivi-sión relativamente joven de la física, quenace a partir de la física nuclear, conapenas algo más de cien años de exis-tencia. Su investigación se basa en quetoda la materia puede estudiarse comoagregados de unas limitadas entidadesfundamentales, las partículas elementa-les, que no tienen estructura ni puedenser divisibles. Para la investigación dedichas partículas son necesarias altasenergías, de millones de electrón-vol-tios, que permitan acceder al mundosubatómico. Los aceleradores de partí-culas son el instrumento que utilizan losfísicos experimentales para explorar estemundo microcósmico, porque es nece-sario tener bajo control un haz y some-terlo a las condiciones de un laborato-

rio (Ynduráin 2000). En este sentido, elLaboratorio Europeo de Físicas de Par-tículas es un importante referente eneste campo y allí se realizó el testbeam15, al que hemos hecho alusión,utilizando para el mismo el aceleradorSPS (Super-Proton-Synchrotron). El testtenía como finalidad comprobar partede la electrónica de tres de los detecto-res16 que conforman el AMS: el RICH(Ring Imaging Cherenkov), el TOF (Timeof Fligth) y el Tracker (Ahora ya sabe elporqué de los apodos utilizados a lolargo del relato). Los detectores son losque permiten captar los sucesos, cazarlas partículas, los que las identifican ymiden. En este caso, el Tracker, comosu nombre indica, es un detector de tra-zas. Por eso nos hemos referido a elloscomo cazadores, porque están constru-yendo un instrumento que les permitacazar partículas en el espacio.

Asimismo, también hemos aludidoa su condición de artesanos, en la me-dida en que para salir a cazar debenfabricar ellos mismos sus herramientas.De hecho, están ahora en ese proceso,y se prevé que para finales del 2004todo el detector del AMS esté montadopara poder probar en la tierra, a travésde más tests beam, su viabilidad antesde ser instalado en la Estación EspacialInternacional. Por último, me quedaaclarar el trabajo de los ‘neófitos’ en lassalas gris y blanca. Dichas salas llevanesos nombres por el grado de limpieza

14 Grunion, J.F., (Ed.)(2000): The Higgs Hunter’s Guide. Perseus Publishing.15 Entre el 22 y el 31 de octubre del 2003, en la zona experimental Área Norte (North Area),

en el sector H 8, con un beam T 4.16 En realidad el AMS está formado por cinco detectores y dos imanes.

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que tienen: la sala blanca tiene menosde 100.000 partículas de polvo pormetro cúbico y la sala gris tiene menosde 500.000 partículas de polvo pormetro cúbico. Los detectores son muysensibles a la suciedad y por eso se uti-lizan estos espacios, libres de polvo,para la construcción de los mismos. Losbecarios, junto con los técnicos y me-cánicos, son los que trabajan fundamen-talmente en ellas.

Antes de finalizar, me gustaría apun-tar que, como para cualquier trabajo, enéste partí de ciertas premisas que meparece importante señalar. En primerlugar, que el antropólogo/a puede a tra-vés de su trabajo de campo estudiardesde una perspectiva sociocultural lacomunidad científica tratándola comocualquier otra comunidad, sin que ellosuponga banalizar ni trivializar a locientífico, cosa que algunos temen. Elhecho de poner una comunidad que seautodenomina científica bajo la miradaantropológica implica lógicamente ha-cerlo desde las categorías y distincionesde la práctica antropológica, pero esono desmerece el esfuerzo, ni desvirtúael objeto. En segundo lugar, que cuan-do hablamos de la ciencia o de las cien-cias, o más concretamente del trabajocientífico, estamos refiriéndonos a un

conjunto de prácticas, discursos e insti-tuciones que conforman la categoría yel mundo de lo científico. Y en tercerlugar, consideramos que la ciencia esconstitutivamente social y que cualquierdivisión o polarización entre el ‘mun-do social’ y el ‘mundo científico’ es elresultado de un proceso sociohistóricoque ha derivado en la hegemonía deciertos discursos.

A partir de esas premisas inicié unviaje y en estos momentos me encuen-tro ordenando ideas y papeles y plan-teándome cuándo volver de nuevo. Enclave de humor y con cierta dosis deironía hemos querido abarcar al menosdos objetivos: por un lado, desdrama-tizar un mundo, el mundo científico,que se nos presenta a menudo como os-curo, la caja negra. Y por otro, como seha reiterado, descontextualizar los tópi-cos etnográficos o mejor dicho contex-tualizar la práctica antropológica. Eneste sentido, no hemos pretendido ha-cer un relato a la manera de Barley, por-que en nuestro caso no pretendíamoshacer un ejercicio de autoreflexibilidadsino más bien entablar un nuevo diálo-go con los estudiantes. Ojalá que nues-tro jeroglífico haya valido la pena paradespertar más de un interrogante. Ahíqueda.

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BLEDA GARCÍA, José María (2002).EL ESTADO DE BIENESTAR

EN LA COMUNIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA.Cortes de Castilla-La Mancha, Toledo, 2002, 174 págs.

MERCEDES ÁVILA

Existen muchas y muy variadas pu-blicaciones sobre el Estado del Bienes-tar en el ámbito estatal e incluso supra-estatal, pero en el ámbito autonómicoson aún escasas, sobre todo en algunasComunidades. Y eso en un momento enel que se han transferido gran parte delas competencias relacionadas con di-cho Estado del Bienestar. Por eso creoque esta investigación de José MaríaBleda, solicitada y publicada por lasCortes de Castilla-La Mancha y realiza-da desde el área de Sociología de laUniversidad de Castilla-La Mancha, eranecesaria, pues no sólo permite profun-dizar en el estudio de esta Comunidad,sino también comparar con otras Comu-nidades, contribuyendo así a un cono-cimiento más pormenorizado de la rea-lidad nacional.

José María Bleda se centra en tres delas áreas más básicas y fundamentales

del Estado del Bienestar: salud-sanidad,educación y servicios sociales, si bienpara el autor, el Estado del Bienestarincluye todos los siguientes aspectos: elpleno empleo, la prestación de serviciosuniversales (sanidad, educación, vivien-da, rentas y servicios sociales) y el sis-tema de atención social. Los objetivosque se plantea en esta obra son: 1) Des-cribir el Estado del Bienestar en la Co-munidad de Castilla-La Mancha tenien-do en cuenta el contexto nacional e in-ternacional; 2) Analizar la evolución delos sectores sanitario, educativo y social;3) Identificar las necesidades y proble-mas más importantes; y 4) Prever lastendencias y líneas de desarrollo futu-ras. En resumen: analizar la situaciónactual, valorar los resultados obtenidosde las políticas sociales realizadas y pre-ver tendencias futuras.

El libro comienza con un breve re-

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corrido histórico por la conceptualiza-ción y teorías del Estado del Bienestar.En segundo lugar describe el marco le-gislativo regional, recopilando de formaexhaustiva la normativa elaborada sobrelas distintas materias que se integran enla administración sanitaria (consumo,salud laboral, farmacias, etc.), de edu-cación y cultura (universidad, educa-ción, archivos, bibliotecas, deporte, etc.)y de bienestar social (accesibilidad, in-tegración social, mayores, menores,mujer, etc.).

En el tercer capítulo se describe laevolución y situación actual del Estadodel Bienestar en Castilla-La Mancha.Dicho capítulo se halla dividido en dospartes. En la primera se analizan losindicadores con los que se pretendenmedir el estado de la salud-sanidad, laeducación y los servicios sociales. Parael área de salud-sanidad los indicadoreselegidos son: esperanza de vida, mor-talidad infantil, mortalidad materna,mortalidad por causas, morbilidad yconductas relacionadas con la salud(como consumo de tabaco, alcohol,etc.). Para educación: tasas de alumna-do, tasas de profesorado, recursos físi-cos e indicadores económicos. Por úl-timo, los servicios sociales se han divi-dido en servicios sociales básicos y ser-vicios sociales especializados. Los pri-meros se analizan a través de los dosplanes que elaboró la Junta de Comu-

nidades en relación con esos serviciossociales básicos: el Plan Regional de Ac-ción Social y el Plan Concertado de Ac-ción Social. Mientras que en los segun-dos están las actuaciones dirigidas acolectivos específicos: menores, mayo-res, mujeres, discapacitados, inmigran-tes, emigrantes, minorías étnicas y gru-pos con problemas de integración so-cial. La segunda parte del capítulo ter-cero se dedica a la “identificación denecesidades y problemas” en las tresáreas de siempre: salud-sanidad, educa-ción y servicios sociales.

En el cuarto y último capítulo seanalizan posibles tendencias para lospróximos quince años (2000-2015).Para ello se envió un cuestionario a unamuestra de expertos seleccionados yclasificados en tres paneles: a) represen-tantes políticos, sindicalistas y empresa-rios; b) responsables de organizacionessociales (asociaciones de vecinos, depadres de alumnos, de vecinos, demujeres, de la tercera edad, Cruz Rojay Cáritas); y c) profesionales de los tressectores analizados (salud-sanidad, edu-cación y servicios sociales).

Creo que José María Bleda alcanzalos objetivos que se propone al iniciode la obra, la cual, además, está expues-ta con gran claridad y concisión, ofre-ciendo gran cantidad de datos pero sinque esto reste fluidez a la lectura, algoque es de agradecer.

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Ana María ANDALUZ ROMANILLOSLa educación en la perspectiva Kantiana de la IlustraciónEDUCATION IN THE KANTIAN PERSPECTIVE OF THE ENLIGHTMENT

This article deals with the relationship between Education and Illustration in Kant.According to Kant’s concept of Illustration, Education is considered from the per-spective of Mankind’s progress towards moral perfection. From this point of view,we shall be looking at the following aspects: the need for Education for Mankind’sprogress; the aim of Education (which is to achieve universal well-being for Man-kind); the critique formulated by Kant against public powers and authorities; thedimensions of Education and, in particular, its moral dimension (whose ultimateexpression is the composition of individual character, according to the conceptsof Duty and Rights). All these aspects are studied articulating them and basingthem on the anthropoligal, philosophical-historical, ethical-judicial and ethicalthought of Kant.

José Ramón BUENO ABAD y Francisco José MESTRE LUJÁNRepresentaciones sociales e interacción social. Una perspectiva crítica sobre elefecto de los Mass MediaSOCIAL REPRESENTATIONS AND SOCIAL INTERVENTION A CRITIC VIEW ON THE EFECTS OF THE MASS

MEDIA

Considering the Investigations on the Social Representations developed by theCommunity Psychology Investigation Unit of the University of Valencia, the authorsprovide a theorical approach where social groups acquire an active nature towardthe construction of a social reality. The article also describes the CommunicationMedia as a characteristic element in the shaping of the thought of common sense,as this Media exercises an accumulative influence over group interaction. As resultof the “agenda” negotiation in different reflexive groups, Media and Institutions;attitudes, conducts and opinions of the individuals are surrounded by a series ofshared representations which transform social facts into everyday life practices, auto-

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generated social reality. The authors remark that the Media’s long-term influence isfundamentally over the cultural and social values, and we need to understand itfrom a methodical point of view, by means of the approach and articulation of theCommunication Theories and the Social Representations. They also remark theTheorical problems of a multi-discipline plan execution like the one.

Gerard HORTAEl porter davant de l’abismeTHE DOORMAN IN FRONT OF THE CHASM

This report is about analysing porters and porter’s lodges as institutions and spaceswhere tensions and contradictions of modernity can be shown. I would like to pointout how theses intermediate spaces and moral persons are situated in the middle ofa classical oppositions serie of modernity. The main purpose of this work is analysehow porters and porter’s lodges appear historically like institutions of the city, andhow the are positioned within the following oppositions of modernity: public / pri-vate; community / contract; formal / informal; and order / disorder.

Luis Amador IRANZO MONTÉSLa relación entre medios de comunicación y poder en el Perú durante la últimaetapa de la presidencia de Alberto FujimoriRELATIONSHIP BETWEEN MASS MEDIA AND POWER IN PERU DURING THE LAST STAGE OF ALBERTO

FUJIMORI’S PRESIDENCE

Elected president of Peru in 1990, Alberto Fujimori broke the rules of democracywith the self-organized coup to take extra powers in 1992. After that, his man-date was characterized by a lack of media pluralism. Fujimori’s policy with re-gard to the mass media can be summarized by two points: control of the mediawith the highest audience ratings and sales -television and tabloid press, called‘chicha’ (literally, alcoholic maize drink)- and harassment of the quality press.Fujimori used diverse economic mechanisms to control the mass media, whichbecame ideal victims - especially the open signal television channels- due to theweakness of their managerial structure. For example, the Peruvian Governmentused the media tax debt to pressure them. The intelligence service also secretlyfunded tabloids that defended Fujimori’s policies. Nevertheless, of all the economicmechanisms used by the Fujimori Government, the most important was the useof the state advertising. The Government distributed stateadvertising in a completelyarbitrary way, without considering audience or media sales, but rather accordingto how closely they adhered to Fujimori’s policy. In the second half of the nine-ties, the economic crisis affecting Peru caused a significant reduction in privatesector advertising investment. This made the media increasingly dependent onpublic sector advertising. In fact, the Peruvian State progressively increased me-

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dia advertising expenditures, becoming the largest advertiser in 1999, just beforethe presidential elections of 2000, when Fujimori was up for reelection

Albert MONCUSÍ FERRÉInvestigació antropològica i patrimonialitzacióANTHROPOLOGICAL RESEARCH AND PATRIMONIALISATION

This paper gives some suggestions about anthropological research and ethnologi-cal heritage, departing from two research projects. In the first part the author outlinesome key concepts: culture, Ethnology and Ethnological heritage. In the secondpart, the author analyses the convergence between historical processes ofpatrimonialisation and research in anthropology. Departing from different cases,and especially from two specific research projects, he pays attention on the rela-tionship between those processes and the socio-political construction of heritage,territory and identity. One of the main conclusions is that for patrimonialisationthere must be the agency of different actors: Social anthropologists, centers ofstudies, museums, associations and political institutions. Another conclusion is thatindefinitions in processes of patrimonialisation in some cases are related withproblematic projects of constrution of identity and political community.

Víctor OLTRA COMORERASistemas de recursos humanos de alto compromiso, aprendizaje organizativo ygestión del conocimiento: hacia un modelo integradorHIGH COMMITMENT HUMAN RESOURCES SYSTEMS, ORGANIZATIONAL LEARNING AND KNOWLEDGE

MANAGEMENT: TOWARDS AN INTEGRATIVE MODEL

Under high environmental turbulence, learning is an essential source of competi-tive advantage in 21st century organizations —people and knowledge playing akey role as strategic resources. This paper focuses on the relevance of linkingOrganizational Learning (OL) and Knowledge Management (KM) with the effec-tive implementation of high commitment Human Resource Management (HRM)practices, so that HRM is truly translated into an improvement of organizationalperformance. Hence, a system based on of four specific HRM practices is pro-posed, namely: selective recruitment, knowledge and skill-based rewards, advancedcommunication, and empowerment. A model based on effective organizationalbehaviour change is eventually presented to integrate HRM with OL and KM.

Beatriz SANTAMARINA CAMPOSUna antropóloga entre nativos. Encuentros y desencuentrosAN ANTHROPOLOGIST AMONG NATIVES. ENCOUNTERS AND MIX-UPS

This text has been thought for students who approach to anthropologic disciplinefor the first time. The article attempts to present like something exotic what is daily,

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and vice versa from a fieldwork carried out in a small group. It tries to break withold topics that surround anthropologic practice. In a humorous tone and with acertain proportion of irony, the author proposes to the readers the discovery ofwhich community is she speaking about. Finally, the question-marks that appearedthrough the text are revealed.

Jaume VALLVERDÚReligión, política y construcción étnica en Chiapas, MéxicoRELIGION, POLICY AND ETHNIC CONSTRUCTION IN CHIAPAS, MEXICO

Ever since the middle of the 1970s, the main protagonists in the processes ofpolitical conflict and religious violence in Chiapas (Mexico) have been tradition-alist Catholics, neocatholics in favor of the theology of liberation, protestants orevangelicals, and members of parachristian creeds. Their discourses and practiceshave led to a considerable reworking of the symbols and identity of indigenouscommunities and have decisively reshaped daily life and sociopolitical organiza-tion. The protestant and millenarian faiths in particular have been a constant sourceof conflicts, migrations and expulsions, not only for reasons of religious dissidencebut also because they challenge traditional structures of political and economiccontrol.

Fernando VILLAAMILLlevar los tacones por dentro. Identidad, ironía y resistenciaWEARING HEELS INSIDE ONESELF. IDENTITY, IRONY AND RESISTANCE

This article discusses the possibility of a viable social identity considering theinvitation to non-existence that masculinism implies for gays. The focus is oncamp(pluma), a form of communication among gays based on an extensive useof irony. Camp as a form of resistance deactivates stigma by performatively ex-pressing the contrived character of the norm/al, empowering the subject as it al-lows a reappropiation of stigmatising meanings . Being pure negativity, irony ispolitically disempowering and finally contributes to the reproduction of oppres-sive stereotypes. Moreover, considered as a practice, it conveys power relationsand exclusions internal to the gay community. Analysis should embrace this com-plexity without trying to reduce it neither to a mere reproduction of power rela-tions nor to a fictitious pristine subjectivity.

Mirtha YORDI GARCÍAPerspectivas y desafíos del desarrollo socialPERSPECTIVES AND CHALLENGES OF SOCIAL DEVELOPMENT

This article deals with some particularities of social elements like a kind of exist-ence of real elements, and shows the need for an analysis of the universal char-

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acteristics of the social development. It drafts the regularities, theoretical resourcesand essential moments of that development, through an analysis of the philosophi-cal conception of development. The author recognizes that social development ismanifest like a kind of human activity. This manifestation enriches the content ofthe conception of social development and makes it more complex, as a process.So, the author says that social development can be conscientiously studied onthe basis of the structural components of human activity. She makes stand out, inaddition to others, subject, object, goal, objectives, methods and results. She alsoexpresses some considerations about perspectives and challenges that currentconditions in world economy impose to developing countries, influencing andconditioning their processes of social transformation.

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Ana María ANDALUZ ROMANILLOS es Catedrática de Filosofía de la Universi-dad Pontificia de Salamanca. Autora de diversos estudios de filosófos modernos(especialmente Descartes y Kant) en obras colectivas y revistas especializadas. Entresus libros destacan: «Historia de la Filosofía a partir de los textos (1987)», «Lafinalidad de la naturaleza en Kant», «Un estudio sobre la crítica del juicio (1990)y «La Filosofía contra la pretensión monopolística de la ciencia moderna (1995).

José Ramón BUENO ABAD es Catedrático de Escuela Universitaria en el Área dePsicología Social de la Universidad de Valencia (UV). Es diplomado en Psicolo-gía Social por la Universidad de París y diplomado por la École des Hautes Étudesen Sciences Sociales de París. Ha sido galardonado con diversos premios. EsDirector de la Unidad de Investigación de Psicología Comunitaria de la UV y hasido profesor invitado de varias Universidades extranjeras entre las que citamos:L’École des Hautes Etudes Sciences Sociales de París, L’École des Servicies Socia-les de Toulon, Université de Montreal, Quebec. y Universidad Centroamericanade Managua, Nicaragua. Es profesor de distintos programas de doctorado en lasUniversidades de Castilla la Mancha, Granada e Internacional del Mar. Entre suspublicaciones destacan: Hacia un modelo de Servicios Sociales de Acción Co-munitaria (Ed. Popular 1991), Los Servicios Sociales como Sistemas de protecciónSocial (Ed. Nau 1992) o Psicología para Trabajadores Sociales (Ed. Gules 2001).

Gerard HORTA (Barcelona, 1962) és doctor en Antropologia Social per la Uni-versitat de Barcelona, poeta i articulista. Ha publicat els llibres De la mística a lesbarricades, que obtingué el XXII Premi Carles Rahola d’Assaig (Proa, 2001); Car-rer, festa i revolta, Els usos simbòlics de l’espai públic a Barcelona (1951-2000),junt amb Manuel Delgado i altres (Departament de Cultura de La Generalitat deCatalunya, 2003) i Cos i revolució. L’espiritisme català o les paradoxes de la mo-dernitat (Edicions de 1984, gener de 2004). Com a poeta, ha publicat Queda’t aMacau i aprèn-ne! (L’Aixernador, 1991); L’erecció de l’instint espiritual (o l’amor

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dels trobadors) (L’Aixernador, 1995); i Nit a Chiapas (Empúries, 2000). Col·laboraassíduament al suplement setmanal de Cultura del diari AVUI.

L. Amador IRANZO MONTÉS (Valencia, 1968), es Licenciado en Ciencias de laInformación, sección Periodismo, por el CEU San Pablo-Universidad Politécnicade Valencia (1986-1991). Trabajó como redactor en el diario Levante-El MercantilValenciano (1988-1998), donde pasó por diferentes secciones del periódico. En1993 recibió el primer premio a la difusión de la labor investigadora de laUniversitat de València. Realizó un proyecto de investigación en la PontificiaUniversidad Católica del Perú (Lima) con una beca del Programa de Coopera-ción Interuniversitaria de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI)en el año 2000. Ha trabajado como profesor de enseñanza secundaria para elDepartament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya (2001-2002). En laactualidad, es profesor adjunto de Comunicación en la Escola Superior de Disseny(ESDI) de Sabadell, centro adscrito a la Universitat Ramon Llull. Realiza el docto-rado en la Universitat Autònoma de Barcelona.

Francisco MESTRE LUJÁN es Doctor en Psicología por la Universitat de Valencia(2002), colaborador de la Unidad de Investigación de Psicología Comunitaria,Psicólogo de la Asociación de Enfermos Mentales de la provincia de Valencia yDirector del CRIS de Afem Valencia. Es coautor, junto con J.R Bueno, del libroPrensa y Enfermedad Mental: más que noticias (Cuadernos de Investigación Psi-cología Comunitaria 2003). En la actualidad ejerce de Psicólogo en los ServiciosSociales Municipales del Ayuntamiento de Valencia.

Albert MONCUSÍ FERRÉ (Reus, 1972) és llicenciat (1995) i doctor (2002) enAntropologia Social i Cultural per la Universitat Rovira i Virgili. És professor aju-dant a l’Àrea d’Antropologia Social del Departament de Sociologia i Antropolo-gia Social de la Universitat de València, des d’octubre de 2000. Ha estat investi-gador convidat a la Queen’s University of Belfast (2003). Com a investigador s’hainteressat principalment en les fronteres i els processos de construcció i repro-ducció d’identitats nacionals. La seva tesi es basa en un treball de camp a laCerdanya (Pirineu Català, 1997-2002) sobre aquest tema. Ha investigat també sobreImmigració i Inserció Residencial (País Valencià, 2002-03) i actualment codirigeixel projecte “Arxiu de la Memòria Oral Valenciana. Museu de la Paraula”, fruitd’un conveni entre la Diputació de València i la Universitat de València.

Víctor OLTRA COMORERA és professor d’organització d’empreses al departa-ment de Direcció d’Empreses “Juan José Renau Piqueras” de la Universitat deValència. Doctor en Ciències Econòmiques i Empresarials per aquesta mateixa

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Universitat, imparteix docència a les titulacions de Relacions Laborals, CiènciesEmpresarials i Administració i Direcció d’Empreses. En la vessant investigadora,Víctor Oltra se centra als àmbits dels recursos humans i el comportament humàa les organitzacions. Més concretament, li interessen especialment els aspectesestratègics de la gestió dels recursos humans i la connexió d’aquestos temes ambla gestió del coneixement i l’aprenentatge en el context organitzatiu. El professorOltra ha participat activament a projectes de recerca d’alt nivell, ha realitzat es-tades d’investigació a institucions de prestigi, tant a Espanya com a l’estranger(per exemple a l’Aston Business School del Regne Unit) i és un assidu participantde congressos científics nacionals i internacionals.

Beatriz SANTAMARINA CAMPOS es licenciada en Ciencias Políticas y Sociolo-gía y Geografía e Historia y doctora en Sociología por la Facultad de CienciasPolíticas y Sociología de la Universidad Complutense. Actualmente desarrolla suactividad docente e investigadora como profesora ayudante en el área de Antro-pología del Departamento de Sociología y Antropología Social de la Universidadde Valencia. Sus intereses se centran en antropología del medio ambiente y an-tropología de la ciencia. Recientemente ha sido investigadora invitada en laUniversidad de Ginebra.

Jaume VALLVERDÚ i VALLVERDÚ, nascut a Tarragona el 15 d’octubre de 1965.És doctor en Antropologia Social i Cultural per la Universitat Rovira i Vigili (URV)(1997). Actualment és professor d’Antropologia Social de la mateixa Universitat ide la Universitat Oberta de Catalunya. Està especialitzat en l’àmbit de l’Antropo-logia simbòlica i de la religió. El seu treball de recerca s’ha centrat fonamental-ment en l’estudi dels moviments religiosos contemporanis a Espanya i a Mèxic.

Fernando VILLAAMIL PÉREZ (Las Palmas, 1967) es doctor en Antropología So-cial por la Universidad Complutense de Madrid, donde es profesor del Departa-mento de Antropología Social desde 1999. Ha realizado una etnografía de lacomunidad gay madrileña que verá próximamente la luz en forma de libro. Ade-más es activista en el campo de los derechos gays y trabaja en la prevención delSIDA y la lucha contra el estigma en ese colectivo.

Mirtha YORDI GARCÍA es doctora en Filosofía y Master of Arts por la UniversidadEstatal de Minsk, Bielorrusia. Ocupa el puesto de Profesora Auxiliar de la Universi-dad de Camagüey (Cuba) y es profesora investigadora del Centro de Estudios deTrabajo Comunitario de la misma universidad. Durante el curso 2002-2003 ha sidoprofesora de la Cátedra UNESCO-Bancaixa en la Universitat de València, dondeimpartió el “Curso sobre Desarrollo, desarrollo social y sostenibilidad”.

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