artl roberto el enfermo profesional(2)

Upload: mariana-soldi

Post on 19-Oct-2015

406 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

El enfermo profesionalRoberto Arlt, hay seores empleados que podran poner en la tarjeta, bajo su nom bre, esta leyenda: enfermo profesional.No hay reparticin de nuestro gobierno donde no prospere el en-fermo profesional, el hombre que trabaja dos meses en el ao, y elresto se lo pasa en su casa. Y lo curioso es esto. Que el enfermo pro-fesional es el motivo de que exista el empleado activo, fatalmente activo que realiza el trabajo propio y el del otro, como una compen-sacin natural debida al mecanismo burocrtico. Y decimos burocr-tico, porque estos enfermos profesionales slo existen en las reparti-ciones nacionales. Las oficinas particulares ignoran en absoluto la vida de este ente metafsico que no termina de morirse a pesar de todoslos pronsticos de los entendidos de la reparticin nacional. Naturalmente, el enfermo profesional jams tiene veinte aos ni hapasado de los treinta. Se mantiene en la lnea equinoccional de la vagan- cia reglamentaria. Es un hombre joven, adecuado para el papel que re- presenta sin exageracin pero con sabidura.Generalmente es casado, porque los enfermos con esposa inspiran ms confianza y las enfermedades con una media naranja ofrecen ms garantas de autenticidad. Un hombre solo y enfermo no es tan respeta- ble como un hombre enfermo y casado. Intervienen all los factores psi- colgicos ms distintos, las ideas crueles ms divertidas, las compasio- nes ms extraas. Todos piensan en la futura viuda.Ahora bien, el enfermo profesional suele ser en el noventa y cinco por ciento de los casos un simulador habilsimo, no slo para engaar a sus jefes, sino tambin a los mdicos, y a los mdicos de los hospitales.Naturalmente, para adoptar la profesin de enfermo siendo empleadode una reparticin pblica hay que contar con la ayuda del fsico.181El enfermo profesional no se hace sino que nace. Nace enfermo (consalud a toda prueba), como otro aparece sobre el mundo aparente- mente sano y robusto, con una salud deplorable.Tiene una suerte, y es la de su fsico, un fsico de gato mojado y con siete das de ayuno involuntario. Cuerpo largo, endeble, cabeza pequea, ojos hundidos, la tez amarilla y la parla fatigosa como de hombre que regresa de un largo viaje. Adems siempre est cansado y lanza suspiros capaces de partir a un atleta.El que cuente con un fsico de esta naturaleza, dos metros de altura,cuello de escarbadientes y color de vela de sebo, puede comenzar la farsa de la enfermedad (siempre que sea empleado nacional) tosiendo una hora por la maana en la oficina. Alternar este ejercicio de laringe con el tocarse suavemente la espalda haciendo al mismo tiempo el gestecillo lastimero. Luego toser dos o tres veces ms y, con todo disimulo, evi- tando que lo vean (para que lo miren) se llevar el pauelo a la boca y lo ocultar prestamente.A la semana de efectuar esta farsa, el candidato a enfermo profesionalobservar que todos sus compaeros se ponen a respetable distancia, al tiempo que le dicen:Pero vos tens que descansar un poco! (ya cay el chivo en ellazo), vos tens que hacerte ver por el mdico. Qu tens? A ver sitens fiebre?Y si el candidato a profesional es hbil, el da que visita al mdico de su oficina, muchas horas antes se coloca papel secante bajo las axilas, de modo que al colocarle el termmetro el mdico, comprueba que tiene fiebre, y como adems el profesional confiesa que tose mucho, y etc.,etc. (Nosotros no le regalamos frmulas para convertirse en enfer- mo profesional).Un mes de farsa basta para prepararse un futuro. Y qu futuro!La enfer medad alternada con las licencias, y las licencias con laenfer medad.182Con este procedimiento en poco tiempo el profesional se convierteen el enfermo protocolar de la oficina. El mdico se aficiona a este clien-te que lo visita asiduamente y le habla del temor de dejar a su esposa viuda, el mdico acaba por familiarizarse con su enfermo crnico quele hace pequeos regalos y que sigue puntualsimamente sus prescrip- ciones, y al cabo de un tiempo, ya el mdico ni lo obser va a su enfer- mo, sino que en cuanto lo ve aparecer por su consultorio le da unas amistosas palmadas en la espalda y extiende la licencia con una sere- nidad digna de mejor causa.Pero el profesional no se calma, sino que alega nuevos dolores, y ya est que el estmago se le pone como un plomo, ya es la garganta quele duele, y si no son los riones, el hgado y el pncreas a la vez, o elcerebro y los callos.El mdico, para no alegar ignorancia ante tal eclecticismo de enfer- medades, lo deriva todo de la misma causa, y finge con el enfermo hacer anlisis que no hace, pues est convencido que el ciudadano muere el da menos pensado.Y el caso es el siguiente: que todos quedan contentos. Contentos los empleados de la reparticin por haberse librado de un compaero pe- ligroso, contento el jefe de ver que con la ausencia del enfermo el traba- jo no se ha obstaculizado, contento el ministro de no tener que jubilarloal enfermo porque alega que se enferm en el desempeo de su trabajo, contento el mdico de tener a un paciente tan sumiso y resignado, ycontento el enfer mo de no estar enfer mo, sino de ser uno de lostantsimos de los enfermos crnicos que en las reparticiones naciona- les hacen decir al portero:Pobre muchacho. se no pasa de este ao.Y el pobre muchacho se jubila... se jubila de empleado nacio-nal... y de enfer mo crnico aunque con un sueldo slo por las en-fer medades.183Roberto Arlt (1900-1942) naci y muri en Buenos Aires, ciudad a la quenarr de manera original, vivaz y nica. Abandon los estudios en tercer grado, perola biblioteca de su barrio fue su refugio y su escuela. Incansable lector de los maes- tros rusos, a los ocho a os escribi sus primeros relatos. Fue cuentista, dramaturgo y periodista notable. Su obra es fundamental para la literatura argentina del siglo XX. Entre sus ttulos m s importantes: El juguete rabioso y Los siete locos (novelas),El jorobadito y Pequeos propietarios (cuentos). Como redactor del diario El mundo escribi una secci n denominada Aguafuertes porteas que dio ori-gen al libro hom nimo (Losada, Buenos Aires, 1958), de donde se tom el relatoque aqu se reproduce.S