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Educación

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    DEL PROGRAMA AL CURSO (DEL DEBER AL HACER)

    Alicia Fernndez Labeque [email protected] Posgrado y Maestra en Didctica de

    la Historia, CLAEH; Instituto de Profesores Artigas; Departamento de Investigaciones

    de la Biblioteca Nacional, Montevideo, Uruguay.

    Introduccin

    En las ltimas dcadas la didctica ha sufrido cambios profundos, que han

    llevado a reconceptualizaciones en su campo, y a la redefinicin de su propio objeto de

    estudio. Como consecuencia, se ha abierto paso a una concepcin de la misma como

    una teora acerca de las prcticas de la enseanza socio-histricamente situadas.

    Entendiendo a estas como: una prctica social, histrica y cultural que se concreta en

    un tiempo y en un espacio, en los que se involucran sujetos en unos procesos de

    bsqueda y de construccin cooperativa, los cuales se gestan en el saln de clase.

    Los docentes, suponemos, estructuran ese campo de una manera particular, y

    realizan un recorte disciplinario fruto de sus historias, perspectivas y tambin

    limitaciones. Desarrollando sus prcticas en contextos que las significan y en donde se

    visualizan planificaciones, rutinas y actividades que dan cuenta de ese entramado.

    Desde este punto de vista, se requieren nuevas respuestas, nuevas maneras de mirar y de

    actuar. Esta propuesta apunta a la comprensin de esa realidad compleja.

    Ello slo parece posible en un constante trabajo de ida y vuelta, de las prcticas

    a la teora y de la teora a las prcticas para poder llevar a cabo una mirada

    autorreflexiva y crtica sobre los presupuestos tericos, explicitados o no, en los que se

    asientan y desde los cuales se concretan. Por un lado, nuestra tarea docente se centra en

    la preocupacin de ensear historia como un proceso intencional hacia sujetos diversos,

    pero por otro, ese objeto requiere ser pensado en diversas dimensiones que implican su

    complejidad.

    Del programa al curso es una unidad del programa de tercer ao de Didctica de

    la Historia en los centros de Formacin Docente de Uruguay. Esta se desarroll

    observando la necesidad de los practicantes de tener herramientas que le permitieran

    pensar su prctica, frente a su primer grupo en soledad (sin profesor adscriptor).

    En Uruguay la formacin docente prioriza la prctica desde el inicio de la

    carrera, los tres primeros aos el practicante asiste a un centro educativo junto con un

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    docente experiente, quien lo asesora en todos los aspectos tcnicos, pedaggicos y

    didcticos. En dichos cursos los estudiantes comienzan planificando un tema, luego una

    unidad y al final de los mismos, se trabaja con todo un programa.

    Del deber ser al hacer

    Sin duda a la hora de planificar todo un curso nos enfrentamos al deber ser y al

    hacer. Distinguiendo al deber ser del programa oficial, es decir de lo instituido. El

    mismo nos seala con claridad el marco temporal, espacial y conceptual que debemos

    seguir para asegurar a los estudiantes, un manejo fluido y correcto de los contenidos

    propuestos en dicho curso. Partiendo de la idea de que planificar es una accin

    anticipatoria, una representacin de lo que luego realizaremos, el curso se transforma en

    el escenario real donde desarrollamos todas las ideas, transformndolas en acciones

    concretas.

    Al enfrentarse a planificar todo un programa, los futuros docentes deben mediar

    entre los fundamentos oficiales que surgen desde los marcos institucionalizados, y las

    intenciones propias que guiarn tanto la seleccin temtica, como la metodologa y los

    recursos seleccionados, transformando su planificacin en una construccin personal.

    Esta tarea se construye en un permanente pensar, hacer y nuevamente en

    replanificar, siempre atentos al contexto donde se realiza la accin educativa, el perfil de

    Del programa al curso

    Marco temporal

    Espacial

    conceptual

    Acciones

    Construccinpersonal

    situadas

    Proyecto--- sujeto---objeto--trayecto

    Anticipacin

    Representacin

    Enseanza

    de la historia

    Trayecto de

    formacin

    Contexto

    Perfil del alumno

    Recursos

    Tareas

    Docente

    mediador

    Dimensin tcnica

    Dimensin tica

    Dimensin afectiva

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    los alumnos que integran los grupos, los diversos recursos de los que disponemos y que

    van surgiendo a medida que avanzamos en nuestra profesin. Esto la transforma en una

    construccin personal y situada. Tarea que sin duda forma parte de nuestro trayecto de

    formacin constante, pues requiere del desarrollo de mltiples capacidades.

    Los estudiantes del profesorado a lo largo de su formacin, han experimentado

    con la preparacin de clases puntuales y de toda una unidad temtica, as a la hora de

    planificar un curso ya tienen ideas previas sobre planificacin, guin, recursos

    didcticos, metodologas, etc. Rica experiencia, donde la asignatura Didctica es un

    espacio de encuentro de distintas miradas interpretativas y de diferentes expectativas, a

    veces contrapuestas y otras veces complementarias.

    Con el riesgo que implica toda generalizacin puede afirmarse, que una de las

    expectativas de mayor peso por parte de los alumnos, es encontrar las recetas que los

    saquen de su condicin de novatos (cmo motivar y lograr la atencin de los alumnos,

    cmo hacer frente a problemas de inconducta en el aula, cmo cumplir con su guin de

    clase, cmo evaluar, cmo seleccionar los contenidos a ensear, cmo trabajar los

    diferentes recurso, etc.). Esto sumado a las expectativas de autoridades y colegas de la

    prctica docente, que esperan que vayan adquiriendo los hbitos necesarios para ser un

    buen funcionario (puntualidad, asistencia, cumplimiento con el programa, tener al da la

    libreta, etc.).

    A partir de la planificacin del programa, se genera un espacio de trabajo en

    donde surge la complejidad de planificar todo un curso, y de lograr una representacin

    del mismo que le permita al estudiante centrar su desarrollo y completar sus

    inquietudes. Instrumento de comprensin sobre la complejidad de la construccin del

    sujeto que ensea. Entendindola como un largo trayecto sobre un escenario

    permanente donde un sujeto enseante se construye, se forma, de acuerdo a sus

    circunstancias (que son cambiantes), en el sentido de que cada uno se inserta en un

    espacio y tiempo que lo rodea e integra, dndole as identidad al sujeto (autonoma-

    responsabilidad-coherencia entre el pensar y el hacer)

    Como centro aparece la cuestin del propio sujeto de la accin: el docente, pero

    debemos agregar sin duda la complejidad del conocimiento que se ensea: la historia.

    Se trata, adems, de un espacio desafiante, pues no alcanza con dominar el

    saber y el saber hacer, tambin debemos incorporar otra dimensin dentro de esta

    complejidad que es el cmo se aprende. Para esto debemos agregar el contexto social de

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    aquellos que aprenden, es decir el marco institucional y comunitario desde donde lo

    hacen, hablamos de una enseanza situada.

    La formacin del docente se realiza por el desarrollo de complejas competencias

    profesionales, de pensamiento y de accin. Es decir que las situaciones educativas que

    afrontan los profesores/as deben considerarse como complejos e inciertos procesos

    sociales, cargados de opciones de valor, de intereses en conflicto, que se presentan en

    parte como casos nicos y singulares. (Schn, 1987; Zeichner y Liston, 1996; Elliot,

    1995).

    Por tanto, una buena intervencin, no se puede realizar mediante la aplicacin

    directa de una teora genrica, ni de normas tcnicas o de una rutina preestablecida sino

    que requiere el ejercicio del saber prctico, es decir, la habilidad intelectual para

    discernir la apropiada respuesta a una situacin compleja abierta a la duda y a la

    incertidumbre de toda accin de enseanza.

    Es fundamental entonces, la capacidad de comprensin que el docente tiene

    sobre su prctica. Interpretaciones de las situaciones particulares como un todo, que no

    puede mejorarse si no se mejoran dichas interpretaciones.

    A modo de ejemplo, una docente practicante situada en un contexto sumamente

    crtico, como lo es un asentamiento en una ciudad del interior, debi reflexionar

    permanentemente su prctica exigida por un grupo de adolescentes, quienes fuertemente

    motivados por las clases de historia, asistan, se interesaban y construan su propio

    saber. Para lograr que estos estudiantes absolutamente carenciados, tanto material como

    intelectualmente, pudiesen obtener logros educativos, la docente permanentemente

    utilizaba conocimientos de su vida cotidiana. La mayora de ellos pertenecan a familias

    vinculadas a la actividad hpica de la ciudad de Las Piedras. All el hipdromo es un

    emblema identitario. Gran parte del pas conoce este lugar por la Batalla de las Piedras

    (18 de mayo de 1811) y por las carreras de turf que en esta sede se desarrollan. Es as

    como la docente logr construir un proceso mediador entre lo que realmente le

    interesaba al entorno, y la enseanza de la historia que institucionalmente deba dictar.

    Educ sobre la civilizacin griega y romana desde el punto de vista del inters de estos

    pueblos por las carreras de caballo. Construy su planificacin del programa oficial en

    un curso situado. Llev lminas ilustrativas de dichos torneos y relatos histricos, de lo

    que suceda por aquellos aos en espacios histricos como Bizancio. Fui testigo

    presencial de la fascinacin que les causaba la lectura de dichos acontecimientos. Se

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    interesaban, preguntaban, comparaban, buscaban informacin. Cuando el timbre que

    anunciaba el fin de la clase sonaba, ellos lamentaban por lo rpido que haba

    transcurrido aquel encuentro. Sencillamente, una maravilla. Requiri de mucho trabajo

    de reflexin, el ir procesando los cambios necesarios que conlleva adaptar el programa

    oficial a la propuesta en el aula. Por supuesto esto surgi del apoyo de los colegas, de

    las autoridades liceales y de comprender la propuesta, pero sobre todo de la docente y

    del grupo de estudiantes que advirtieron que se puede ensear y aprender historia de

    formas diversas.

    El docente es un profesional, no un mero ejecutor, y como tal, debe tomar

    decisiones. La complejidad, versatilidad y dinamismo de la tarea de ensear, hace que

    las situaciones de enseanza y aprendizaje no puedan ser controladas ni programadas

    minuciosamente.

    La formacin del docente como profesional reflexivo requiere por tanto el

    desarrollo de su capacidad de comprender las situaciones complejas. La intervencin

    inteligente en los problemas complejos de la prctica educativa no se deriva

    directamente de las proposiciones tericas como propone la perspectiva racionalista, ni

    se reduce al dominio de conductas previamente entrenadas como propone la perspectiva

    tcnica. Requiere ms bien, el desarrollo y construccin de esquemas flexibles de

    pensamiento y actuacin, que posibiliten el juicio razonado en cada contexto singular, y

    la experimentacin reflexiva de propuestas alternativas y fundamentadas. Comprender

    la complejidad de la intervencin docente en la situacin concreta exige un proceso

    especfico de construccin de teora, de esquemas interpretativos, que pueden apoyarse

    en las teoras producidas por otros o en las generalizaciones derribadas de experiencias

    previas, pero que no pueden confundirse ni reducirse a las mismas, puesto que se exige

    abarcar la singularidad de la concreta situacin actual (Schn, 1987; Elliot, 1995;

    Zeichner y Liston 1996).

    La reflexin es la base del accionar. Dicha reflexin se debe sostener en

    fundamentos tericos y en el conocimiento prctico. La autonoma y la responsabilidad

    de un profesional no se entienden sin una gran capacidad de reflexionar en la accin y

    sobre la accin. Esta capacidad est en el interior del desarrollo permanente, segn la

    propia experiencia, la competencia y los conocimientos profesionales de cada uno.

    El anlisis de la prctica slo puede tener efectos reales de transformacin si el

    practicante se involucra fuertemente en l. El practicante reflexivo debe trabajar para

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    hacer consciente sus esquemas de accin que son la base de su formacin y desde donde

    plantear sus intenciones de enseanza (Perrenoud, 2004:119-120).

    La formacin del docente, se concibe como un complejo y largo proceso de

    interaccin entre teora y prctica, de desarrollo de la capacidad de comprensin

    situacional, que permita la realizacin de juicios razonados, as como tambin de

    decisiones inteligentes y reflexivas dentro de las situaciones complejas, ambiguas y

    dinmicas de la vida de las aulas. Eso fue lo que sucedi con nuestra joven docente en la

    ciudad de Las Piedras. Transform todo lo instituido en instituyente, dndole sentido y

    significado a su accin de ensear historia. Pero no slo ense, tambin aprendi,

    realiz un trayecto nico e irrepetible, pues esa planificacin personal y situada sirvi

    para ese grupo, dentro de esa institucin y enclavada en ese contexto. Una experiencia

    muy rica, pues le permiti desarrollar una de las capacidades ms costosas en la

    formacin docente, la autonoma. Esta naci de un proyecto personal, el que inscribi, y

    se hizo autora.

    Proyectar, es pensar en nuestras acciones futuras, elaborar un plan, un trayecto

    con intenciones concretas, que hacen de cada uno de nosotros sujetos en el sentido de la

    identidad. Por ello planificar no es ms que una construccin personal. Hemos insistido

    en la importancia del desarrollo del pensamiento prctico y reflexivo del docente, y

    sobre todo en su capacidad de comprensin contextual de las situaciones educativas

    complejas, que incluyan las distintas formas de aprender del estudiante, as como las

    coordenadas de la institucin educativa desde la que ensea, la cual por cierto, tambin

    educa.

    Analizar la prctica implica buscar el cmo, por qu y para qu se ensea un

    conocimiento especfico, trascendiendo la interioridad del sujeto (su identidad),

    ofreciendo significaciones posibles a otros, mediaciones en el trayecto de formacin

    (Ferry, 2008:108). En el construir y reconstruir nuestras prcticas, nunca podemos

    prescindir del dnde, adems del cmo, el por qu y el para qu. Al respecto:

    La formacin del profesorado debe aspirar directamente a educar docentes capaces de identificar

    y organizar sus propsitos, de escoger las estrategias pedaggicas o los medios adecuados, que

    conozcan y comprendan los contenidos que deben ensear, que comprendan las experiencias

    sociales y las orientaciones cognitivas de sus alumnos y con quienes pueda contarse para dar

    buenas razones de sus acciones. Estas justificaciones deben tener en cuenta la actividad docente,

    las comunidades ms amplias de educadores y una comprensin mayor del contexto social y

    poltico de la escolarizacin (Liston y Zeichner, 2001:232)

    Si nos referimos a la historia en particular, vemos que, aunque los historiadores

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    han adoptado un nuevo paradigma de la ciencia a lo largo del siglo XX, que incluye

    aceptar la incertidumbre y plantearse nuevos problemas y enfoques como ya hemos

    visto, la enseanza de la historia parece an marcada por el paradigma anterior. Esta

    afirmacin se puede verificar, en la mayora de los casos, si analizamos las

    concepciones que sostienen los sistemas educativos. En tal sentido podemos analizar,

    entre otros aspectos, la distribucin de los tiempos de enseanza, los planes de estudio,

    los contenidos de historia enseados, los libros de textos usados y las planificaciones de

    clase de los docentes. Pero la situacin es an ms compleja porque los programas han

    ido incorporando los nuevos contenidos de la historiografa pero muchas veces los

    vemos sumados a los anteriores como si prevaleciera la concepcin que entiende al

    acopio de contenidos como sinnimo de ms aprendizajes. Es as que los profesores y

    los estudiantes se ven enfrentados a abordar cada vez ms cantidad de temas y de muy

    diferentes ndole, en programas inabarcables.

    Al momento de considerar las propuestas programticas de los ltimos aos,

    Cristina Martnez Shaw, nos advierte de los riesgos que podemos correr con propuestas

    de enseanza que en principio, parecieran atender las necesidades del sujeto que

    aprende pero que caen en consideraciones de la historia por dems presentistas,

    localistas y/o reduccionistas generando un conocimiento discontinuo y fragmentado que

    no permite reconstruir el mundo.

    En Uruguay, del anlisis de algunos programas de la Enseanza Media podemos

    visualizar una intencin de incorporar nuevos temas, enfoques y metodologa y tambin

    desde el accionar de algunos docentes la bsqueda de mtodos de trabajo que incorpore

    esa nueva visin.

    Se tratar de enriquecer nuestras prcticas desde la reflexin epistemolgica e ir

    dando lugar a nuevos contenidos de la asignatura y tambin comenzar a utilizar una

    metodologa que permita el reconocimiento y la participacin de los sujetos, ya sea

    quien ensea como quien aprende.

    Nadie puede pensar su clase, su curso sin reconocer que enseamos lo que

    sabemos, desde una epistemologa que se ha ido construyendo en nuestro trayecto de

    formacin. Por ello, debemos partir de preguntarnos ante cualquier proyecto, qu es

    para nosotros la historia? Qu historia queremos ensear? Para qu? Por qu? Sin

    duda, cmo lo vamos a concretar?

    Entre los problemas epistemolgicos ms relevantes que encontramos surge la

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    existencia de una clara distancia entre la investigacin histrica y la historia enseada

    que visualizamos a travs del currculum y de las prcticas de los profesores y de los

    alumnos. Esta falta de conexin ha sido estudiada por diferentes autores como una

    posible explicacin al fracaso que se da en el aprendizaje de la Historia y en su

    enseanza: la Historiografa tiene como funcin fundamental proveer de contenidos

    cientficos al currculum, pero ni la Historiografa ni sus desarrollos en tendencias

    diferentes, ni la teora de la Historia que subyace en cada una de ellas, ms o menos

    formalizada, tiene que ver con el mtodo o las estrategias didcticas utilizadas en el

    aula (Ferry, 2008:76).

    La historia como construccin tanto del historiador como del docente, refuerza

    su caracterstica de conocimiento inacabado y en permanente transformacin por el

    sujeto. Los desafos del presente tambin sirven para nutrir el oficio de interrogar el

    pasado, promoviendo tantas preguntas nuevas como la redefinicin de viejas

    perspectivas (Caetano, y Rilla, 1985).

    Sin embargo, en tanto que el conocimiento histrico ofrece distintos niveles de

    conceptualizacin, el manejo de los conceptos constituye una parada obligatoria en la

    clase de Historia. Un tema no menor es cmo llegar a construirlos, desde dnde, por

    qu, etc. y es all el momento en el que los procedimientos y los recursos nos

    proporcionan los caminos y los medios para lograrlo. Sin duda estaramos hablando del

    mtodo, o metodologa de trabajo, tema que segn Edelstein es un debate pendiente,

    pues desde la dcada del 70

    La corriente de la Tecnologa Educativa invade diferentes mbitos de teorizacin, cancelando el

    debate en relacin con temas sustantivos ligados a la teora de la enseanza. En el caso del mtodo,

    se traduce en un corrimiento por el que la atencin se centra en las tcnicas, los procedimientos, los

    recursos y las habilidades en ellos implicadas. Discurso tecnocrtico que encuentra eco y demanda en

    diversos sectores ligados al quehacer educativo, incluso en el caso del docente, que pareciera de este

    modo encontrar la respuesta necesaria a los problemas concretos de su prctica (Edelstein 1996:77).

    Al respecto nos aclara Daz Barriga (1985:14) que De ah proviene una visin

    simplificada de lo metodolgico en didctica, como un modelo de instruccin basado en

    tcnicas que predefinen pasos organizados rigurosa y linealmente para lograr diseos

    que permitan obtener productos ptimos y vlidos en diferentes contextos.

    Sintticamente: el centro es la instruccin; el soporte, la tcnica; el efecto buscado, la

    efectividad en los resultados.

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    Hoy en da, las posiciones ms avanzadas en materia de Didctica de la Historia

    plantean tanto la necesidad como la posibilidad de ensear la Historia tal cual se

    investiga. Lo cual no supone ensear a investigar ni investigar en clase, sino

    simplemente ensear la Historia de los investigadores, y no una mascarada escolar,

    contaminada de fines cvicos, patriticos, y algo ms.... El punto es que esa historia es

    compleja, y, por lo tanto, requiere un enorme esfuerzo de la didctica para ponerla en

    medio de una clase y al alcance de los alumnos.

    Tampoco podemos olvidarnos a quin est dirigida dicha accin. El sujeto

    destinatario cuyas caractersticas son fundamentales a la hora de seleccionar los

    contenidos, recursos y tareas en la accin de ensear.

    Nuestro trabajo se desarrolla dentro de una institucin educativa, y con la

    vigilancia epistemolgica del colectivo docente que comparte la tarea. Por ello si bien es

    fundamental la autonoma profesional, lo que comnmente denominamos libertad de

    ctedra, esta nos lleva a una autonoma responsable. Que implica que debo asegurar el

    cumplimiento de los ejes consensuados y habilitantes para que todo estudiante pueda

    acceder a su proceso continuo de formacin.

    El docente debe ser un mediador entre lo que considera su tarea, sus intereses y

    porque no decirlo sus necesidades, con la de los otros. Entendiendo por otros, a sus

    colegas, alumnos, autoridades, padres, etc. Esos otros son los que validan nuestras

    acciones reconociendo la pertinencia de las mismas. Es entonces necesario en ese pasaje

    del programa al curso redimensionar los tres ejes estructurantes. La dimensin tcnica,

    tica y afectiva.

    Este abordaje que implica un posicionamiento epistemolgico, pretende incluir y

    pensar la tarea del docente a partir de lo que hemos elegido como tres ejes orientadores

    y subjetivantes de la prctica del aula. Los cuales oficiaran en nuestra opinin y aporte

    como lneas de pensamiento y reflexin de nuestro quehacer. Pese a que aparecen

    discriminados solo con un fin analtico, seran inmanentes a la tarea de enseanza. En

    una institucin de enseanza el docente est obligado por la institucin a acompaar a

    los alumnos a relacionarse con el saber (Blanchard, 2010). Si bien los docentes no

    estamos acostumbrados a pensar nuestros mandatos ticos, existe, en el imaginario

    social una idea de lo que un docente debe hacer en el marco del y de su aula. En este

    sentido nos planteamos y nos debemos un debate al respecto. Sobre esto Hannah Arendt

    nos habla de la tica de la responsabilidad en oposicin a la tica de la culpabilidad.

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    Nosotros apostamos a la dimensin reflexiva, de revisin compartida, interdisciplinaria,

    responsable y autnoma como algunos de los mandatos ticos sobre los cuales iluminar

    nuestro hacer.

    Nuestra disciplina como otras ha elaborado y sistematizado infinidad de

    herramientas que hacen al cuerpo metodolgico de la historia y su enseanza. Esto

    refiere a las corrientes historiogrficas existentes, a los historiadores y sus categoras,

    conceptos, anlisis y aportes, como a los procedimientos que los docentes utilizamos

    para su enseanza. El trabajo con fuentes histricas como historiogrficas, el uso y

    construccin de lneas de tiempo, el trabajo con la simultaneidad histrica, el manejo y

    decodificacin de mapas histricos, son algunos y slo algunos de los cientos de

    saberes tcnicos que de oficio maneja un docente de historia. Pero por excelencia la

    mdula de este eje es el construir una clase en la que circule el saber histrico, dnde

    como adultos, profesionales formados en esta disciplina tenemos el deber y la

    responsabilidad de acercar a nuestros estudiantes a la problemtica y contenidos del

    saber histrico. Finalmente, no por menos importante, el eje afectivo. Los vnculos que

    se desarrollan dentro del aula y que comienzan justamente en ese acto de planificar mi

    accin futura. Nos habla de responsabilidad, de respeto hacia esos jvenes estudiantes

    que si bien no son los mismos estudiantes que ramos nosotros, pues tienen acceso a

    nuevas tecnologas y formas de vida diferentes, a con un proceso cognitivo, perceptivo

    y emocional diferente, a modo de ejemplo: Los jvenes contemporneos han crecido

    mirando pasivamente ms que viendo activamente, y viendo ms que escuchando o

    leyendo. Han crecido en medios familiares donde la pantalla del televisor encendido se

    constituy frecuentemente en fondo, y en ocasiones, tambin en figura (Allidire,

    2004:69). Agrega que

    La lectura profunda y analtica de un libro necesita tiempo y paciencia para capturar el hilo

    argumental y las ideas vertidas por el autor. Tiempo que hoy es sentido como inexistente debido

    a la aceleracin del ritmo social, y paciencia que no resulta un atributo frecuentemente

    encontrado entre los hombres y las mujeres de la cultura contempornea. Sintetizando: tiempo,

    paciencia, humildad (restriccin del narcisismo), concentracin de la atencin y capacidad de

    simbolizacin, no son caractersticas de los jvenes actuales.

    Sin embargo tienen la misma necesidad de reconocimiento y apoyo afectivo a la

    hora de afrontar su proceso de crecimiento intelectual.

    Estas dimensiones se logran frente a un docente con compromiso profesional

    que ensea en el marco de la autorreflexin, en el trabajo sobre s mismo y sus

    prcticas. Sabemos que la preparacin pedaggica y disciplinar no garantiza una

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    buena enseanza o la mejor transmisin. Cada docente deber encontrar las formas de

    cmo intervenir en su aula. Por ms que esto implique, si se compromete en la revisin

    de las mismas con otros, un pivotear entre angustia, creatividad, reflexin, colegas,

    opiniones, revisiones y cambio.

    Practicante, sobrenombre inventado que lo convierte en un caballero que tiene que aprender en

    plena guerra a montar bien. Descubridor que no tiene que fatigarse por lo que le asombra. Porque

    viene precisamente a eso: a descubrir, a descubrirse. Hecho de vigilia que se soporta en soledad

    puesto que ya no es el espejo lo que cuenta, sino la re-fundacin de los sentidos.

    Soportar en soledad la doble crisis: la del conocimiento del objeto y la del conocimiento del

    conocimiento, vuelve inocua a la palabra practicante.

    Sencillamente se empieza a ser maestro, si se acepta la estatura intelectual y se reconoce las

    limitaciones impuestas por el amor propio (Extractado de las ideas de Mara Saleme, 1995)

    Referencias

    Blanchard Laville, C. (2001) Les enseignants entre plaisir et souffrance, Paris, PUF. Caetano, G. y Rilla, J. P. (1985) El sistema de partidos. Races y permanencia, en: De la

    tradicin a la crisis. Pasado y Presente de nuestro sistema de partidos, Montevideo,

    CLAEH/EBO.

    Daz Barriga, A. (1985) Didctica y currculum, Mxico, Ediciones Nuevomar.

    Edelstein, G. (1996) Un captulo pendiente: El mtodo en el debate didctico contemporneo, en: Camillioni, A. Corrientes Didcticas contemporneas, Buenos Aires, Paids.

    Ferry, G. (2008) Pedagoga de la formacin, Bs. As., Novedades Educativas.

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