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La construcción tabicada Arte y técnica de la construcción tabicada Ricardo Gulli Desde el punto de vista constructivo, se puede definir la bóveda tabicada como una bóveda constituida por ladri- llos puestos de plano en diversas capas superpuestas, si- guiendo una cierta curvatura fijada para el intradós. En razón del aparejo empleado, la constsxcción procede sin uso de cimbras fijas, aunque sí pueden aparecer algunas de posicionamiento y de control geométrico. Las carac- terísticas de ligereza y de escaso grosor dependen del material y del aparejo constructivo; las dimensiones del ladrillo, denominado rasilla, son aproximadamente, de 30 x 15 x 1,5 cm y de unos 1,2 kg/cm2 de peso. El redu- cido espesor y la peculiar consistencia de la tierra de ar- cilla empleada para la elaboración de las rasillas garanti- zan la considerable ligereza del ladrillo fabricado de esta manera (Fig. 1). En la constnicción tabicada las rasillas se disponen en tres o cuatro capas superpuestas y tomadas con pasta de yeso (o con cemento rápido en épocas más recientes) y mortero de cemento o de cal; la primera hoja, denomi- nada sencillcrdo, que como se ha dicho anteriormente, se realiza sin la ayuda de encofrado, tan sólo de una guía desplazable, se recibe con pasta de yeso. La ligereza del ladrillo, unida a la tenacidad y rapidez de fraguado del mortero, permite que durante la etapa de puesta en obra la rasilla se sostenga manualmente durante unos pocos segundos. Las siguientes capas, denominadas doblado, se reciben con mortero de cemento o de cal. Indepen- Figura dientemente del aparejo constsuctivo para una correcta Fase de la conctnicción de una bóveda tabicada. Recibido del ejecución de las bóvedas tabicadas deben respetarse al- a lo largo del borde de la rasilla gunas reglas fundamentales. En primer lugar debe ase- gurarse siempre el cusnplimiento de una regla general de la construcción de fábrica: el desplazamiento relativo entre las juntas de las diferentes hojas, esto es, deben matarse las juntas (Fig. 2). Además, la cantidad de mor- Traducción de Ignacio Javier Gil Crespo

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Page 1: Arte y técnica de la construcción tabicada - Bóvedas … · concepto de «cohesividad» y de «asimilación» de los materiales componentes, en la que no resulta posible se- parar

La construcción tabicada

Arte y técnica de la construcción tabicada

Ricardo Gulli

Desde el punto de vista constructivo, se puede definir la bóveda tabicada como una bóveda constituida por ladri- llos puestos de plano en diversas capas superpuestas, si- guiendo una cierta curvatura fijada para el intradós. En razón del aparejo empleado, la constsxcción procede sin uso de cimbras fijas, aunque sí pueden aparecer algunas de posicionamiento y de control geométrico. Las carac- terísticas de ligereza y de escaso grosor dependen del material y del aparejo constructivo; las dimensiones del ladrillo, denominado rasilla, son aproximadamente, de 30 x 15 x 1,5 cm y de unos 1,2 kg/cm2 de peso. El redu- cido espesor y la peculiar consistencia de la tierra de ar- cilla empleada para la elaboración de las rasillas garanti- zan la considerable ligereza del ladrillo fabricado de esta manera (Fig. 1).

En la constnicción tabicada las rasillas se disponen en tres o cuatro capas superpuestas y tomadas con pasta de yeso (o con cemento rápido en épocas más recientes) y mortero de cemento o de cal; la primera hoja, denomi- nada sencillcrdo, que como se ha dicho anteriormente, se realiza sin la ayuda de encofrado, tan sólo de una guía desplazable, se recibe con pasta de yeso. La ligereza del ladrillo, unida a la tenacidad y rapidez de fraguado del mortero, permite que durante la etapa de puesta en obra la rasilla se sostenga manualmente durante unos pocos segundos. Las siguientes capas, denominadas doblado, se reciben con mortero de cemento o de cal. Indepen- Figura dientemente del aparejo constsuctivo para una correcta Fase de la conctnicción de una bóveda tabicada. Recibido del ejecución de las bóvedas tabicadas deben respetarse al- a lo largo del borde de la rasilla gunas reglas fundamentales. En primer lugar debe ase- gurarse siempre el cusnplimiento de una regla general de la construcción de fábrica: el desplazamiento relativo entre las juntas de las diferentes hojas, esto es, deben matarse las juntas (Fig. 2). Además, la cantidad de mor- Traducción de Ignacio Javier Gil Crespo

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60 Ricardo Gulli Arte y técnica de la constr~~cción tabicada 6 1

Figura 2 Momento de la construcción de una escalera tabicada. Las jun- tas entre las diferentes hojas se van inatando durante el curso de construcción del se~~cillcído

teso introducido entre las capas de rasillas debe deterini- narse en relación al espesor de la parte en ladrillo, con una relación comprendida entre 0,5 y 1. Con esto se consigue que haya secciones estructurales poi-tantes de espesor reducido y variable desde un mínimo de unos 7 cm para bóvedas de tres capas, a un máximo de 10 u 11 cm para las de cuatro hojas.

Otra invariante constructiva se refiere a la forma de construir las distintas capas. Para la primera capa, y después para las siguientes hojas superpuestas, la construcción crece a partir de un muro de cabeza y continúa hasta cerrarse en el opuesto. La construcción avanza por tanto con la realización simultánea del se~zcilludo y del dobludo, manteniendo un receso en- tre el último estrato y el perfil extremo de la bóveda de unos 60 cm, que corresponde a la longitud media de un brazo tendido (Fig. 3).

La escuela de la Sagrada Familia, realizada en 1909 segiin el proyecto de Antonio Gaudí, constituye el ejem-

Figura 3 Ejecución de tres estratos de una bóveda tabicada cilíndrica

plo mas emblemático de la aplicación de esta técnica (Fig. 4). En esta pequeña arquitectura no hay distinción ni fomal ni constructiva entre los elementos estructura- les que coiuponen el cessan~iento; las paredes externas se curvan según la razón geométrica de la figura espa- cial del conoide. Del inisino iilodo se define la fonna abovedada de la c~ibierta. El aparejo constiuctivo eiii- pleado peimite cumplir, con la misma estructura cons- tructiva, la doble f~~nción de muro poi-tante y de cubier- ta. Antonio Gaudí fue seguramente el arquitecto que mejor interpretó la potencialidad constructiva ofrecida por esta antigua técnica popular española, cuyo más re- moto testimonio se remonta a alguilos edificios del pe- riodo medieval.

La razón por la cual las bóvedas realizadas con la técnica tabicada se denominan generalmente «catala- nas» no deriva de una cuestión ligada al origen geográ- fico, dado que las consti-ucciones tabicadas han estado

Figura 4 Antonio Gaudí, escuela tlc 121 Sagrada Familia, 1909

I isLila J

I.uis Muncunill, Vapor Aymerich y Ainat Jover, Tai~asa, 1907

presentes en otras áreas del tessitorio español, así como cn el sur de Francia, en Portugal, en la Cei-deña occiden- tal y en muchas zonas de la Italia meridional. Sin eni- bargo, el principal motivo se atribuye al extendido uso de este sistema constructivo en la Cataluña del siglo XIX. En efecto,' la extraordinaria habilidad alcanzada por los maestros catalanes permite a los arquitectos del movimiento moderilista catalán dar vida a soluciones ar- quitectónicas inéditas reunidas bajo un característico y novedoso empleo de estructuras abovedadas tabicadas.

Ha sido, por lo tanto, el prestigio adquirido por la rica y extendida producción arquitectónica inodernista, desde la obra de los maestros Gaudí y Doiiiénech i Montaner, pasando por la de Puig i Cadalfach, hasta la de la abundante multitud de discípulos como Berenguer, Martinell, Jujol, Rubio Bellvei-, Muncunill, u otros como Guastavino, el que lia otorgado fama y admira- ción por la construcción abovedada tabicada fuera de las provincias catalanas. (Fig. 5)

El primer estudio monografico dedicado al análisis constnictivo y al comportamiento estructural de las bó- vedas tabicadas se publica en Boston en 1893. El autor es Rafael Guastavino, un constructor educado en Barce- lona que emigró a los Estados Unidos en 1881. La ((Guastavino Coinpany)) encontró un lugar dentro del mercado americano de la construcción, sobre todo como empresa especializada en el empleo de la técnica tabica- da para la construcción de cubiertas de grandes luces. En un período de cuarenta años realizó cerca de dos mil intervenciones en edificios entre nuevas consti-ucciones y restauraciones parciales de otras ya existentes.

Antes de emigrar a los Estados Unidos, Guastavino ya había experimentado la constiucción tabicada en el

vaba principalmente de dos motivos. Por un lado, en ese momento era una cuestión primordial garantizar la segu- ridad contra el fuego de los edificios industriales que normalinente se construían con una estiuctura portante de acero o iiiadera. En ese contexto, Guastavino propuso emplear conlo elementos de cubierta bóvedas tabicadas con un selzcillado de ladrillos refractarios. El segundo motivo de interés tenía que ver, sin embargo, con las ventajas que la construcción tabicada ofrecía desde el punto de vista de la resistencia estmctural en razón de su exiguo espesor y notable ligereza.

En el estudio citado, Essc~j, on tlze tlzeoly urzd lzisto~y of cohesive constr-iiction, Guastavino intentó dar una ex- plicación estructural de la construcción tabicada de acuerdo con un desaisollo teórico derivado de una serie de ensayos experimentales realizados en laboratorio. La hipótesis teórica de Guastavino se fundamenta e11 el concepto de ((cohesividad esti-~~ctural». A continuación se describirán los aspectos más inipostantes de esta te- sis. Guastavino clasifica la construcción en dos categorí- as: «construcción mecánica)) y «construcción cohesiva». La primera categoría engloba la experiencia constructi- va histórica basada en el sistema «de gravedad)). El ine- canismo estructural está determinado por las acciones recíprocas que ejercen entre sí las distintas dovelas sin que el material interpuesto desarrolle funciones estáticas primarias. En este caso, las distintas dovelas se pueden separar y volver a colocar posterioimente según la dis- posición originaria. En cambio, a la segunda categoría pertenece la construcción cuya estabilidad se basa en el concepto de «cohesividad» y de «asimilación» de los materiales componentes, en la que no resulta posible se- parar uno de otro sin destruir la totalidad de la fábrica. Por esa razón, Guastavino consideró la bóveda tradicio-

proyecto para una fábrica textil en Barcelona, la fábrica ~i~~~~ 6 Batlló, hoy sede de la Universidad de Ingellieros Indus- Rafael Guastavino: Fabrica Batlló. Barcelona, 1870. Sobre triales (Fig. 6). El interés de Guastavino por el empleo una esti-uctura foimada por pilares y vigas de madera, se so- del sistema tabicado, incrementado con el tiempo, deri- poi-ta el sistema de bóvedas tabicadas de cañón

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62 Ricardo Gulli

nal con ladrillos puestos a sardinel, las bóbedas de dove- las, y también las bóvedas de una sola capa con ladrillos sentados de plano como pertenecientes a la primera ca- tegoría ya que implicaban el matado de las juntas a lo largo de la directriz ortogonal al desarrollo curvilíneo de la bóveda; sin éste se hubiera producido una separación fisica entre los elementos resistentes y no se habría ga- rantizado una sólida ligazón constnictiva entre el morte- ro y el ladrillo.

Una serie de ensayos experimentales realizados so- bre bóvedas de ladrillo de dimensiones similares e idéntico espesor, pero realizadas unas con la técnica tradicional y otras con la tabicada, sirvieron a Guastavi- no para coiifirinar la fiabilidad de las hipótesis teóricas relativas sobre todo al mejor comportamiento estructu- ral de la construcción tabicada. Un incidente ocui~ido durante la consti-ucción de los forjados abovedados de la Public Library de Boston (Biblioteca Pública de Bos- ton) (Fig. 7), realizada según un proyecto de McKim, Mead y White por la empresa Guastavino en 1892, fue mencionado por éste como un interesante ejemplo del peculiar comportainiento físico de las bóvedas realiza- das con esta técnica. Un macizo de cerca de dos tonela- das cayó por accidente desde el piso alto hasta una bó- veda tabicada del piso bajo. El sólido traspasó la bóveda produciendo un agujero de cierta magnitud y, no obstante, ni siquiera llegó a provocar el derrumbe. La bóveda fue restaurada mediante una simple opera-

Figura 7 Rafael Guasta~iilo. Biblioteca Pública de Boston, 1892. El es- pacio de la biblioteca, cubierto con bóvedas tabicadas

ción de «recosido» de la parte que cayó aisollada por el bloque. (Fig. 8)

En suma, las consideraciones teóricas propuestas por Guastavino se basan en el concepto genérico de «cohe- sividad esti-uctural», entendido coino propiedad consti- tutiva de la consti-ucción de varias capas o estratificada, a inatajuntas y con una deterininada relación entre el es- pesor del mortero y el ladrillo, que constituye la primera explicación del coinportaniieiito estructural de las bóve- das tabicadas. Es una formulación teórica que aunque se apoya en pruebas experiinentales y, sobre todo, en ejem- plos extraordinarios de estructuras abovedadas que cu- bren luces del orden de veinte metros con secciones re- sistentes de 8 a 10 cin, no basta para describir y determinar iiuinéricainente el fi~ncionainiento mecánico global de estas estructuras. La teoría elaborada por Guastavino, y recogida en el ensayo antes mencionado (Cohesive constr~ictior?), relativa a la descripción de un método de cálculo y de verificación de las estructuras tabicadas de ladrillo, se presenta como una aproxima- ción y privada de un valor científico fiable.

No es éste, por supuesto, el contexto de estudio doii- de resulta posible y oportuno profundizar en este aspec- to, cuya discusión interesa en otros ámbitos disciplina- rios. Por lo tanto, quedará liriiitada la disertación sólo a una sucinta descripción de algunas cuestiones teóricas que fueron objeto de discusión en el debate abierto entre los estudiosos y los proyectistas españoles en el trans- curso de los años 40 y 50. En primer lugar se plantea la cuestión relativa a la falta de estudios teóricos fiables en aquella época que permitieran describir el comporta- miento mecánico de las bóvedas tabicadas a través del einpleo de u11 método matemático de cálculo. De hecho, se manifestó una crítica de fondo por parte de algunos expertos de aquel periodo en la confrontación de las hi- pótesis basadas en el eiiipleo de la teoría de la elastici- dad coino modelo matemático de referencia.'

La presencia simultánea de tres materiales diferen- tes, esto es, yeso, cemento y ladrillo, ponía en discusión la correcta identificación de los valores de los coefi- cientes numéricos que describen las características me- cánicas de una fábrica construida de esta manera. Parti- cularinente, los estudios desai~ollados por Luis Moya Blanco, un arquitecto madrileño que concentrará su in- vestigación arquitectónica en el constante empleo de bóvedas tabicadas, tendieron a demostrar, mediante en- sayos llevados a cabo en laboratorio, la discordancia existente entre los resultados analíticos obtenidos apli- cando un método de cálculo fundameiitado en la teoría de la elasticidad lineal y aquellos deducidos de las veri- ficaciones experimentales. Por lo tanto, la propuesta que argumentó Luis Moya se limitó a proporcionar, so- bre una base empírica, algunos esquemas generales de referencia que articulasen las condiciones de carga con

,4i-te y técnica de la coiisti.ucción tabicada 63

el ensayo de Rafael Guastaviilo relatixos al coiiiporta- miento estructural de las bóvedas tab1cadas.j

Coino ya se ha señalado anterionneiite, según Guas- tavino el peculiar comportamiento estructural de las bó-

*, vedas tabicadas deriva, en priiiier lugai, de la «cohe-

7 sión)) conseguida entre las diferentes capas de iasillas -- - con las juntas de inortero interpuesto y, en segundo lu- gar, del constante niatado de estas misnias juntas entre

, - las capas.

lbig~ira 8 I<;ii"ael Guastavino, Biblioteca Pública de Boston, 1892. Iina- gcii de la época en la que se representa el boquete producido 1""' la pieza caída sobre la bóveda del piso bajo

1:) relación eiitre la flecha y la luz con-espondiente a las varias configuraciones de bóvedas.' No obstante, las vnriantes constructivas introducidas por Luis Moya res- pccto al tradiciohal sistema tabicado, tuvieron que ver con el empleo de ladrillos huecos, de un espesor cerca- iio a los 4 cin, en sustitución de las rasillas. Además, coi1 la utilización en las bóvedas cilíndricas en paiticu- I:ir, de un aparejo coiistructivo que preveía la puesta en obra de las capas del doOlaclo a lo largo de directrices diagonales, se garantizaba siempre el constante matado de las juntas, con lo que se producía una sustancial re- tliicción del tiempo de ejecución y, por lo tanto, del coste. (Fig. 9)

El probleiiia del abaratamiento de los costes de mer- cado de la coiistrucción española de los años 40 y 50 se convirtió en un referente importante en las decisiones de proyecto de los arquitectos de este periodo. Estos sor1 los años eri los cuales, a causa de la crisis económica re- siiltante de la Guerra Civil y del consecuente y notable iiicreniento del coste de algunos niateriales constiucti- vos, como el hierro y el cemento, se renueva el interés por el einpleo de las técnicas consti-uctivas tradicionales.

Es en este periodo cuando tiene lugar la experiinen- iación desarrollada por el arquitecto catalán Ignacio I3oscli Reitg, centrada en el estudio de una variante constructiva del sistema tabicado. Esta iiivestigación ex- perimental de Ignacio Boscli tuvo como objetivo la creación de un elemento constructivo económico, ligero y estructuraliiiente resistente. La elección recae en el elemento constructivo abovedado con doble curvatura, de una sola capa y realizado, del mismo modo que lo hacía Luis Moya, con ladrillos huecos (Fig. 10). La hi- pótesis teórica sugerida por Ignacio Bosch corno apoyo a su propuesta constiuctiva se fundaba principalniente en la discusión de los argumentos teóricos propuestos en

La crítica de Ignacio Bosch se refería principalmente a dos cuestiones: la primera tenía que ver con la investi- gación de una configuración estructural idónea para el elemento abovedado en razón de la optimización de los materiales einpleados; mientras que la segunda ponía en evidencia la falta en aquellos años de estudios científi- cos fiables que pudiesen dar respuesta cierta al corupor- taiiiiento esti-uctural real de las bóvedas realizadas con esta técnica.

En un ensayo publicado en 1949,4 Ignacio Bosch sostenía la tesis de que la resistencia de las bóvedas ta- bicadas no era debida a la conexión establecida entre los diversos estratos de rasillas y el inortero, sino que dependía exclusivamente del valor del momento de inercia de la sección. Por lo tanto, comparando, a igual- dad de sección, una bóveda tabicada ejecutada con es- tratos y una de una sola capa de ladrillos perforados, la segunda resultará ser estructuralinente más resistente.' Sin embargo, siempre según Bosch Reitg, el empleo de un solo material, en razón de la mayor homogeneidad estructural, proporcionará también la posibilidad de de- terminar con exactitud las características resistentes de la sección preestablecida. A pai-tir de estas considera- ciones, Ignacio Bosch propuso la forma constnictiva de

Figura 9 Luis Moya Blanco, Museo de América, Madrid, 1944. Fase de construcciói~ de la cubierta conlpuesta por bóvedas de cuatro capas de ladrillos huecos

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Ricardo Gulli

-dado que también se basaba en algunas aproximacio- iies teóricas- se mostraba congruente con los resulta-

Figura 10 Construcción de una bóveda de una sola capa con ladrillos perforados según la teoría del arquitecto Ignacio Bosch Reitg

la bóveda rebajada «a vela» de una sola capa como la mejor solución estructural para la realización de los for- jados inteimedios de un edificio así como para la cu- bierta (Fig. 1 1).

La opción por esta tipología constructiva derivaba tanto de la consideración de que la doble cuivatura de la bóveda permitía la eliminación de los esfuerzos a fle- xión generados por la presencia de cargas asiinétricas, como del hecho de que el aparejo constructivo emplea- do para la realización de las bóvedas «a vela» satisfacía plenamente los requisitos de rapidez y economía del sis- tema.6 Para otros asuntos constructivos y tipológicos, Ignacio Bosch analizó también los problemas de orden estructural elaborando una inetodología propia de cálcu- lo para la verificación estática de las estructuras above- dadas de una sola capa. La principal obsei-vación crítica, dentro de la comparación de los estudios precedentes concernientes a la determinación del comportamiento estructural de las bóvedas tabicadas, estaba concentrada, como ya se ha mencionado antes, en el hecho de que los resultados obtenidos de tales análisis se basaban en el concepto de que la sección resistente de la estsuctura ta- bicada de más capas pudiese ser considerada como constituida de un material homogéneo y, por tanto, fue- se describible como una estructura con un comporta- miento de tipo elástico, determinable matemáticamente aplicando la ley de Hooke.'

La demostración de que los resultados teóricos así expresados no tienen razón de ser se manifestaba en la discordancia evidente con los éxitos de las pruebas rea- lizadas experimentalmente. Ignacio Bosch Reitg esta- bleció hipótesis que permitiesen resolver el problema del dimensionamiento estiuctural empleando un método de cálculo simplificado, de rápida y fácil aplicación que

dos obteiiidos en los ensayos experimenta le^.^ El estudio realizado por Bosch Reitg se cita en toda

la bibliografía referente al análisis constructivo y es- tnictural del sistema tabicado. Pero más allá del interés suscitado en el ámbito de la discusión teórica, su em- pleo en la arq~iitectura constiuida quedó limitado a dos insignificantes e j e i n p l o ~ . ~ Sin embargo, la peculiar y novedosa hipótesis constructiva propuesta por Ignacio Bosch Reitg también adquiere relevancia desde el pun- to de vista arquitectónico es decir, resulta significativa e importante porque presenta iiiteresantes analogías con las propuestas de Le Corbusier en esos mismos años. (Fig. 12)

Los dibujos y los escritos de Le Corbusier no contie- nen referencias al estudio ni a la experiencia desai-solla- da por Ignacio Bosch Reitg. Por lo tanto, no es posible saber con certeza si Le Corbusier conocía la solución constiuctiva elaborada por el arquitecto catalán. Lo que sí parece impoitante destacar es que más allá de los pre- supuestos proyectuales y de los éxitos arquitectónicos producidos, evidentemente inarcados de una sustaiicial diferencia, tanto en la labor de Le Corbusier coino en la de Ignacio Bosch Reitg, se puede encontrar el rastro de un precedente común de búsqueda a partir de un conoci- miento concreto de una técnica tradicional. Es estimu- lante el poder reinterpretar los contenidos constructivos de una técnica tradicional para poder recuperarlos poste- riormente en los proyectos propios y, por qué no, tam- bién en los de otros arquitectos.

Figura 11 Ignacio Bosch Reitg, Gerona. Fase constructiva de las bóvedas de doble curvatura de una sola capa, «a vela)), con ladrillos huecos

Arte y técnica de la construcción tabicada 65

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I l!lilra 12 I ('oibusier. Maisoil Jaoul. 195 1 . Dibujo de detalle de la solución co~istructiva de las bóvcdas en ladrillo

Alodas de hacer y procedimientos técnicos

( 'oiiio se ha descrito aiiteriornieiite tratando de los oríge- iic-s y de la evolución de esta técnica constiuctiva, la Oó- i ,~~ l t r tal~ictrrln se define corno una bóveda construida con I:itlrillos puestos de plano siguiendo una cuivatura mar- c,i i t l ; i cn el intradós, y en diversas hiladas superpuestas. 1 :i ~~cculiaridad de este género de construcción reside ~~i'iiicipalmente en el sistema utilizado para la puesta en li l ) i . ; i que prevé un uso reducido, incluso la ausencia de i~iiiihras auxiliares. Además, el ser~cillo o serzcillado, t,oiisiruido con rasillas de diinensiones de 30 x 15 x 1,5 ~ , i i i . iio cumple con la única función de encofrado perdi- t l o , coino tenía en la arquitectura romana, si bien se con- ,.itlcrn conio una estruch~ra que colabora eficazmente a la 11-sisicncia de toda la bóveda. Las siguientes capas, cuyo i I ii iiicro puede variar según la necesidad esti-uctural espe- 1 ilicii, se pueden realizar bien con las rasillas o bien con 111s I;iclrillos macizos tradicionales. Coino destaca F. Ca- , . i iicl lo,io la razón del desai-soilo y del frecuente empleo ~ l i - csta técnica en la tradición constructiva catalana se Ib:isii principalinente en tres motivos: la simplicidad ~~~~iisiriictiva, gracias al einpleo de mano de obra especia- Ii/:itl;i, la míiiima utilización de cimbras resistentes; sus 1 ii;ilitlades resistentes, debidas al hecho de que trabaja 1 ' 1 iiicipalineiite a compresión y a su considerable rigidez it.yccto a las deformaciones producidas por la flexión; \,. 1""' último, la economía en el empleo de hiei-so.

I)c un modo especial se puede destacar en este últi- iiio ;ispecto el reavivado interés que tuvieron los arqui-

tectos españoles del periodo de posguein en el estudio y empleo de esta técnica constiuctiva. La producción de hierro reducida y de baja calidad en España durante es- tos años indujo a inuchos proyectistas a acercarse a los sistemas constructivos tradicionales basados preferente- inente en el einpleo del ladrillo, lo que supuso una posi- ble respuesta a los problemas ligados a la constsucción de vivieiidas obreras o baratas, las consideradas «vivien- das» o casas de obreros. Hoy día esta técnica, ejemplo notable de la pericia constructiva de los maestros catala- nes, es raramente empleada. Los motivos de esta progre- siva desaparición son múltiples y tienen diferentes orí- genes. En un escrito de 1967, Ángel Tiuñó Rusiñol," sostiene que una de las principales causas de su rápido desprestigio radica en que la maestría ya no va unida a la calidad del trabajo y la economía de la constsucción.

Como se ha dicho, al margen de los inotivos de or- den foimal y estáticos constiuitivos, el frecuente empleo de las bóvedas tabicadas en Cataluña es consecuencia de su rapidez de puesta en obra y, por lo tanto, de la econo- mía de la construcción. El análisis que llevó a cabo Tsu- ñó a mediados de los años sesenta acerca de la rentabili- dad de la técnica catalana, pone en evidencia cómo a la pérdida de calidad de la mano de obra corresponde tam- bién una inayor lentitud en la fase de ejecución y, por consiguiente, una posterior disminución de rentabilidad de esta técnica. Actualmente, el empleo de esta técnica constsuctiva se encuentra confinado al campo de la res- tauración y de la conservación y recuperación de los edificios, porque numerosos son los ejemplos de edifi-

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O O 1Zicardo Ciiilli Arte y técnica de la construcción tabicada 67

cios históricos catalanes (sobre todo aquellos pertene- cientes a la edificación menor) realizados con la técnica de las bóvedas tabicadas. En la consti-ucción contempo- ránea, su empleo se encuentra extremadamente reducido y tiene que ver principalmente con la realización de di- ferentes tipos de escaleras.

Acto seguido, pero siempre en este contexto, se des- cribirán escuetamente algunos problemas relativos a la técnica constructiva y a la puesta en obra, haciendo constante referencia a los textos y a los manuales de la época y también a las valiosas informaciones ofi-ecidas por algunas antiguas fábricas catalanas y pl-uebas expe- rimentales desarsolladas en laboratorio. Por razones de síntesis no resulta posible apuntar de forma detallada y exhaustiva todos los aspectos consti-uctivos inherentes a los diferentes empleos de tal técnica. Este artículo se li- mita a detallar las modalidades constiuctivas para la rea- lización de las dos tipologías más empleadas en la cons- trucción histórica: la bóveda cilíndrica y la bóveda de arista.

Bóveda cilíndrica

Este tipo de bóveda l-ia sido el más frecuentemente utili- zado por la construcción tabicada, tanto por razón de la economía de construcción como de la facilidad y rapi- dez de ejecución. La cuivatura se define por la relación entre la flecha y la luz, que varía, como se cita en los manuales de la época, entre valores de 1/12 y 115. En la consti-ucción de una bóveda cilíndrica se utiliza (aunque no es indispensable, como ya se ha apuntado) una fonna o canión ligero que se desplaza al avanzar la construc- ción sobre dos listones de madera fijados a los muros o insertados en dos rozas laterales de forma adecuada (en catalán se denominan rozas o gcilzes) (Fig. 13).

Para las bóvedas que cubran grandes luces se ayuda la coiistiucción con una guía foimada por tirantes fijados a dos cimbras puestas en los extremos para facilitar la correcta ejecución de la cul-vatura de la bóveda (Fig. 14). En el caso de bóvedas rebajadas (por poner u11 ejemplo: una bóveda de 12 metros de luz con una flecha de 1 ó 1,5 m) es posible utilizar un solo andamio para cada fase constructiva, realizando el sencillado y el doblado a la par. La primera cuadrilla construye el serzcilludo dete- niéndose en la proximidad del borde libre de la bóveda, no más de 60 cm, de modo que se pueda utilizar el mis- mo andamio para la realización de las hiladas sucesivas. Según lo estudiado por F. Casinello,12 la tercera hilada se puede recibir con mortero de cemento Portland de fra- guado normal, o bien con moi-tero de fraguado lento. En este segundo caso es necesario esperar 48 horas antes de poner en obra el siguiente estrato. El autor subraya ade- niás como pasos fundamentales en la fase conshuctiva la

Figura 13 Fase de construcción de una bóveda tabicada cilíndrica. Es evidente la traza marcada provisioilalmente en el muro de tes- tero para fijar el borde libre de la bóveda

simultánea puesta en obra del cloblíido a pai-tir de las im- postas hasta la clave de la bóveda, ya que en el pasado se registraron numerosos derrumbes acaecidos durante la construcción y debidos a la falta de observación de esta regla constructiva.

Hay que añadir, además, que en el caso en el cual la curvatura de la bóveda resulte particularmente rebajada, es oportuno insei-tar, a intewalos regulares en razón de la necesidad concreta de la bóveda en cuanto a su luz, nervios ejecutados con tabiques palomeros de ladrillos perforados tomados con iiiortero de cemento, tanto para contrapesar el incremento de las fuerzas de tracción, coino para rigidizar horizontalmente la estructura com- pleta. Además, en el caso en el cual se deban emplear bóvedas tabicadas como elementos de cierse horizontal intermedios, sobre éstos se ponen arcos de descarga en-

Figura 14 Luis Moya Blaiico, sistcma compuesto de cimbra e hilos para la realización de bóvcdas de gran luz

I iIiili':l 15 I iiis Moya Blanco, sistema de rigidización de las bóvedas con i;iliicliics trasdosados

I i is Iiis paredes, de ladrillo perforado o tabiques, dispues- tos cii fonna de cmz para formar una estiuctura de malla i~ii~s¿ida. (Fig. 15)

('011 la ayuda de la figura 17, se puede hacer una ilcscripción detallada de las distintas fases constructivas clc iina bóveda cilíndrica ejecutada según el aparejo de I;I iinagen 16 A. Se considera para esta explicación una ~)c~i'ción de bóveda cuyo primer estrato viene señalado c*ii la figura 17 como ABCD, que se ha erigido proce-

1:igura 16 I:l cuarto aparejo constructivo aconsejado por Ángel Truñó para la realización de bóvedas cilíndricas

Figura Conecto 17 posicionamiento de las rasillas en una bóveda tabica-

da cilíndrica de cuatro estratos

diendo por arcos con inicio en AF y con las rasillas co- locadas a tizón desde el testero (arco ABEF). Termina- do el primer arco se pasa al segundo estrato con la eje- cución del arco AGHI. Para satisfacer las condiciones del matado de las juntas, se colocan en el borde rasillas AIKJ cortadas por su extremo con el fin de obtener la discontinuidad de las juntas longitudinales. Completado este arco se procede con la continuación del sencillaclo, parte del cual está indicado con FEST, sobre el que se va poniendo a continuación la siguiente hilada señalada como IHUV y, una vez termiriada, se pasa al tercer es- trato ALMN, en el cual, para obtener la discontinuidad de las juntas se disponen las rasillas según las piezas AOXN y OQYX de la figura. Para finalizar, cuando el espesor de la bóveda lo permite, se coloca el último es- trato en diagonal (Fig. 18).

Con la adopción de este sistema se puede obtener la discontinuidad de las juntas en cada estrato sin ninguna dificultad constructiva. El único inconveniente que se puede presentar es que, a causa de la considerable am- plitud de la bóveda al avanzar la construcción se pro-

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68 Ricardo Gulli Arte y técnica de la consti-ucción tabicada 69

Figura 18 R. Gulli, C. Mochi, T. Piamontese, Gano, 1993. Fase de cons- trucción de una bóveda cilíndrica de tres estratos

duzca una supeiposición de las juntas del se71cillado con Figura 19

las del clob/udo, generando por 10 tanto, un importante Luis Moya Blanco, construcción de una bóveda de arista sobre

debilitamiento estructural. En este caso es oportuno in- arcos con la ayuda de hilos y de camones diagonales

ter-iumpir la constiucción y restablecer la discontinuidad cortando algunas rasillas del arco del cloblado preceden- te a aquel en el cual se manifiesta tal superposición. Es Se analizará ahora el proceso constructivo. En la fi- oportuno proceder de manera simétrica de las irnpostas gura 21 se representan los aparejos constructivos de em- a la clave de modo que se cargue unifoimemente y gra- pleo más frecuente. Partiendo de los arranques FEHG se dualmente el sencillado. va avanzando desde los ángulos hasta el centro según la

serie numérica indicada en la figura. Se dobla inmedia-

Bóveda tabicada de arista

Para construir una bóveda de arista o de crucero pueden utilizarse dos métodos distintos. El más simple prevé el posicionamiento de dos camones dispuestos según las diagonales y la ejecución de una traza bajo los cuatro muros laterales para señalar los arranques según la cur- vatura de los cuatro arcos correspondientes. Cada por- ción de bóveda se ejecuta con el auxilio de cordeles ten- sados entre los testeros de los arcos y la cercha (Fig. 19), que tienen la función de generatrices.

El segundo método consiste en levantar los cuatro muros perimetrales hasta que superen la cota de la clave de cada arco de modo que se obtenga un plano horizon- tal en el cual se pueda fijar un sistema de cordeles tensa- dos (Fig. 20). Posteriormente se siguen las mismas ope- raciones expuestas en el caso anterior (trazado de los cuatro arcos en los cuatro muros laterales y posiciona- miento de los camones a lo largo de las diagonales). En este momento se pueden definir ya las generatrices de la bóveda utilizando una plomada colgada de cada uno de los hilos tensados horizontalmente y señalando, por cada generatriz, una longitud fija que marca la distancia entre ésta y el plano horizontal.

Figura 20 Luis Moya Blanco: construcción de una bóveda de arista en un espacio delimitado por nitiros perimetrales. Desde el plano ho- rizontal determinado pos las cuerdas tensas penden plomadas que caracterizan la gcomctría de la bóveda

Figura 22 R. Gulli, G. Mochi, D. Della Chiara, C. Cnicianelli, Ancona, 1998. Momento de la constnicción del sencillado durante la consti-ucción de una bóveda de arista

I - - ¡ rales representados esquemáticamente con arcos de 5- -

i 9 circunferencia en la figura 24- y tras asegurar la con- - - sistencia de los contrafuertes laterales sobre los que iba 3 - ! C'

I a cargar el peso de la bóveda, se levantó en O e l pun- I I 1 1 ' . - .

c' ! to de encuentro entre los dos arcos- un asta de madera

4 OP, que determinaba en O el punto exacto de paso del V

trasdós de la bóveda. Desde este punto se tensaron los

[:¡gura 21 hilos que conectaban los puntos medios de los cuatro la-

Aparejos de mayor uso para la realización de bóvedas de aris- dos perimetrales (OA, OB, OC, y OD) con centro en O,

i;i. Se representan en la figura los aparejos de las cuatro capas señalando de esta forma las cuatro generatrices de clave. s~icesivas Posteriormente se fijaron los hilos EF y GH, perte-

necientes a los dos planos verticales de las elipses cen- trales, y sobre éstos se engancharon dos plomadas (MR

inmente como se muestra en la figura 23, manteniendo Y QR) que se coll-ían gracias a dos anillas fijadas en M Y

siempre las juntas matadas entre las rasillas. De esta ma- en Q. En ese momento se pudo iniciar la construcción

se levantan los cuatro arcos de arranque que au- de los cuatro sectores a partir de las cuatro pechinas es-

iiientarán su espesor según avance la obra. féricas (K, L, S y T). La dirección de las generatrices se

Sin embargo, la construcción de una bóveda de aris- i n puede llevarse a cabo sin emplear en ningún momen- to cimhrac aiixiliarec Para exnlicai- con mavor claridad B. n . . - .. .. - . -. - -. - .. .. .. . .. . - . - . . . . . . . - --. ..- . . -- - - - ~ , - - - - ~ - - - ~ ~

csto, se retomará el ejemplo utilizado por Ángel Truñó cii su texto, que trata de la realización de una bóveda de arista en la cripta de la parroquia del Pilar en Barcelona, TI I construida en los primeros años 60 bajo la dirección del ;irquitecto Antonio Fisas.

La bóveda se levantó sobre una planta cuadrada de 15 rn de lado, sobre arcos elípticos. La flecha de los ar- cos generadores es de 30 cm, mientras que la de los ar-

D cos mayores mide 2,5 m. La estructura portante de la hóveda se compone de dos capas de rasillas y otras dos (le ladrillo mediano. El trasdós se rellenó hasta conse-

I guir un espesor de 45 cm, con dos arcos de hormigón ar-

-.-------.----e-..-----

inado como contrarresto horizontal. La característica principal de esta construcción resi- Figura 23

r de en el hecho que fue realizada sin el empleo de cim- Representación gráfica del ataque de la bóveda tabicada al

bias. Después de haber levantado los cuatro arcos late- arco de arranque

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70 Ricardo Arte y técnica de la construcción tabicada 71

obtuvo lanzando visuales desde los lados libres de las rasillas a través de la regla dispuesta bajo la clave. Los puntos que determinaban el arco diagonal se obtuvieron de la intersección de las dos generatrices, XY y ZW, con la vertical MN (en la figura viene indicado el punto V que pertenece al plano vertical de la diagonal GH).

La distancia YV (y también VN en la otra dirección) se dimensionó en relación a la longitud de la rasilla y al tipo de aparejo constructivo empleado (15 cm o 30 cm). Por lo tanto, las dos plo~nadas que se corrían a lo largo de GH y de EF permitían señalar la intersección plana.

Por último se explicará el posicionamiento de las ra- sillas haciendo referencia a la figura 25, que muestra la situación en la cual ya se habían levantado 6 arcos (y que ya se habían recubierto con una segunda hilada) y se estaba procediendo a la ejecución del séptimo arco con la colocación de la rasilla ABCD. La rasilla se colocaba entera en el lado AB, y después, con una plomada, se ob- tenía el punto D. A continuación se coitaba cada rasilla con la forma ABCD. La puesta en obra se realizó del si- guiente modo: se colocaba cada rasilla con el lado AB a lo largo del arco GN, asegurándose que la cuerda a plo- mo pasase por D y que el lado libre BC quedase alineado en vertical con el listón horizontal PQ (que deteirninaba la dirección de las generatrices). De esta manera se fue procediendo hasta que la bóveda quedó completada.

Figura 24 Trazado preliminar de la geometría de una bóveda de arista por medio de hilos tensados

Figura 25 Ejemplo de colocación de las rasillas en una fase avanzada de construcción

Notas

1. Se refiere particularinente a los estudios desarrollados por: Jaime Bayo, «La bóveda tabicadan, Antrn~*io del co- legio de Arqlritectos de Cc~taltifia, Barcelona (1 9 10); Jo- seph Goday i Casals, Estzidi IlitOric i metodes de ccilcril de les voltes de ienlaO de pln. Barcelona, 1934; Buenaventura Bassegoda Musté, La bóverla cataluna. Barcelona, 1947; Luis Moya Blanco, Bóveclas tubicadas. Madrid, 1947; Ig- nacio Bosch Reitg, <(La bóveda vaída tabicada)), Revistci Nucioiial de Arqziitectzira 9, Madrid (mayo de 1949); Ángel Pereda Bacicalupi, Bóijedas, ejenzplos 1% ccilciilos restreltos. Santander, 195 1 ; Juan Bergós Maso, Tabicudos I~t~ecos. Barcelona, 195 1.

2. Los resultados de las verificaciones concernientes a las bóvedas de cañón y al arco rebajado vienen resumidas en el diagrama de la figura 15 (Luis Moya, Bóveclcts tubica- das, 23), que iii~iestra tres configuraciones diferentes, re- presentadas por las parábolas P l , P2 y P3, correspondien- tes a relaciones dc 11 12, 115 y 113 entre la flecha y la luz, y por las circunfeiciicias C 1, C2 y C3, obtenidas respetan-

do las mismas relaciones. Según la clasificación dada por el autor, se consideran norimal~iiente tres tipos de condi- ciones de carga: a. Carga unifori~nemente repartida b. Carga concentrada en la zona central c. Carga concentrada en los lados Para el primer caso, la forma más idónea es la parábola de segundo grado con flechas comprendidas entre los valores de 118 y 1/12 de la luz y, co~iio se muestra en el diagrama, la curva puede ser sustituida por un arco de circunferencia en el caso en el cual la luz a cubrir no supere los nueve metros. También en el caso b) la curva, formada por la unión de dos ramas de parábola, puede ser aproximada al arco de circunferencia C2, debido a que la diferencia, siempre en el caso de luces inferiores a nueve metros, es desprecia- ble. De manera especial, el tercer caso muestra cómo, con una relación igual a 115 entre la flecha y la luz, se obtiene una curva correspondieiite a un arco de tres centros, im- posible de aproximar a un arco de circunferencia.

3. Rafael Guastavino Moreno, Essay o11 tlze theory and his- t o ~ y of cohesive construction, Boston, 1893

4. Ignacio Bosch Reitg, «La bóveda vaída tabicadan, 185-199

5 . Sobre tal resolución coiiienta Ignacio Bosch Reitg en «La bóveda vaída tabicada)), 186: «[ ...] No es el mortero y la hilada superior contrapuesta al se~lcillado lo que da capa- cidad resistente a la bóveda. Es el mayor moriiento de inercia conseguido, pues hoy disponemos de cementos que unen perfectamente los ladrillos con resistencia supe- rior a la de ellos. Siguiendo este razonamiento, vemos cómo sustituyendo la bóveda que hemos supuesto de rasilla de 1,5 cm por la- drillo hueco mediano, coi~ierite o doble hueco, obtendre- mos, sin necesidad de doblados, bóvedas con inucha ma- yor capacidad resistente. He aquí, pues, la solución del problema. La economía y ligereza así obtenidas 110 pue- den ser igualadas por ningún otro sistema)).

h. Respecto a este asunto, Bosch Reitg dice: «[...]Vemos, pues, que desaparece totalmente el cemento Portland y el hierro queda reducido a un máximo de 1,5 kg por metro cuadrado de techo: su conshucción es realmente tabicada, pues que con tabique podemos conshuir toda la casa -mu- ros, techos, cubiertas, etc.-, luego su ejecución puede hacerse con gran rapidez, factor hoy día de gran impor- tancia en las construcciones. Al construir bóvedas independientes por las distintas de- pendencias, suprimiinos total~neiite los cielo-rasos, y po- demos colocar por encima, fácilmente, las instalaciones eléctricas y desagües de sanitarios, aprovechando la pen- diente existente en las misnlas y por debajo del tablero de enrase. El criterio antiguo de que al usar sistemas de bóvedas ta- bicadas, para que resulte económico, es necesario some- terse, en cuanto a su distribución, a normas marcadas con la necesidad de respetar una estmctura que debe ser más sencilla y clara posible, desaparece totalmente, pues he- mos visto la gran libertad de distribución, tanto en el caso de viviendas como de estructuras libres sobre pies dere-

chos)), Ignacio Bosch Reitg, «La bóveda vaída tabicada)), 190

7. El autor vuelve a retomar somerainente el análisis proce- dente de algunos estudios de autores que tratan de este tema. En el estudio de Jaime Bayó, «La bóveda tabica- da», aparece definida la hipótesis del cálculo de las bóve- das tabicadas basándose en la teoría del arco elástico, ar- ticulado en los apoyos, y capaz de absorber las solicitaciones de flexión producidas de los momentos en las diversas secciones. Por el método gráfico se determi- nan los momentos flectores en razón del espesor y del momento de inercia de la sección en estudio. La crítica hecha por Ignacio Bosch tiene que ver con la deteimina- ción del valor del módulo elástico calculado aplicando los coeficientes de estabilidad de la ley de Hooke considera- dos, sin embargo, válidos sólo en caso de secciones defi- nidas como isótropas y homogéneas. Los estudios sucesi- vos, desde el de Love o los de Reisser y Meissiicr, Dischinger-Finsterwalder, hasta el de Buenaventura Bas- segoda Musté de 1947, han intentado resolver el proble- ina considerando la estructura tabicada como una estruc- tura laminar, aplicando por lo tanto las hipótesis de cálculo válidas en el caso de membranas. Estos estudios teóricos son concluyentes, pero de escasa relevancia prác- tica, tanto por la dificultad de aplicación por la vasta can- tidad de casos que se pueden presentar, como por lo que apunta Ignacio Bosch, esto es, por la falta de ensayos que consideren los resultados científicos producidos por aque- llos estudios. Para profundizar en estas consideraciones, véase: Ignacio Bosch Reitg, «La bóveda vaída tabicada)), 190-1 93.

8. «Todo cuanto hemos indicado nos da idea de lo comple- jo del cálculo exacto de estas bóvedas, el cual, por su misma complicación, nos haría llegar a soluciones poco prácticas, con sistemas de integrales dobles, reñidas con el espíritu práctico que ha de prevalecer en la técnica ar- quitectónica. Así, pues, procuraremos simplificar su cálculo con soluciones aproximadas, cuyos resultados se hallen en concordancia con sus coinportamientos rea- les)). Ignacio Bosch Reitg, «La bóveda vaida tabicada)), 193.

9. El primero es una fábrica de vino en Gerona, con poco interés arquitectónico, pero de relevancia desde el punto de vista constructivo. Esto se debe a la presencia de bó- vedas tabicadas de una sola capa, con dimensiones de 8 m x 4,5 m, equilibrando los empujes en los arranques con dos tirantes inetálicos paralelos que permiten perfo- rar el centro para ubicar un lucernario. El segundo ejem- plo, conservado aunque incompleto, es la construcción del Hospital de Gerona. Las imágenes que reproducen al- gunas fases de construcción de las bóvedas del piso bajo describen claramente el sistema constructivo utilizado. Es especialmente interesante y sugestiva la imagen que recoge al proyectista subido al trasdós de una de esas bó- vedas, con un gesto de querer mostrar la superior resis- tencia estiuctural expresada en ese elemento constructi- vo, sin la capa de relleno ni el solado, que también colaboran estructuralmente. En realidad, los ensayos Ile- vados a cabo durante las obras no proporcionaron sufi-

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72 Ricardo Gulli

cientes garantías para la seguridad estática y por lo tanto 11. Ángel Trufió Rusiñol, Constrt~ccióii de bóvedc~s de ri.asillc~ los trabajos se interrumpieron definitivamente y el edifi- tabicadc~s. 1967. Manuscrito inédito. cio no se llegó a terminar. 12. F. Cassinello Pérez, «Bóvedas de ladrillo», Mctli~tales

10. F. Cassinello Pérez, Bóvedas y ciipzilas de lurlrillo. Ma- Norl17as del Ilzstift~to E d ~ ~ a ~ * d o Torl-oja de la Coizstrtrcción drid, 1969, 101-1 02. y del Ceniento, Madrid (1969): 110.

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5 . l b n k a l Monir-l. Monimat. 1, 0. w M, K,,,,, M~~:I,% \vhltr : l t i 1 1 1 1 : -r in l f A. 1 r - ~ l - r ~9 EIC~,I,~T,$ II,L,,-, lt,,,tt. t , . , rk , Y - , . ),,.L < S:, ,A i 6, ch.,.:~ 01 sr. --,a, Hr.-irn. K. y . ~ ~ ~ ~ S ~ I ~ C fi I~UIC*, s12fi,-,, I,.-I,V ~I,,,.,II, x Y m, 4~

1 I r i r z r ~ i Tni.1 Contpznv. I'hlla<lclohir. P.. lo1 \frK*nl. Lln i ! k H'lt i ir I < I 1 jprn,3vn ~ I - Z ~ ~ ~ ~ , . ~ I l l17mr, r n i l A l l o l 1:rini %u l l . t r l ~ , r , S S

«Algunas cúpulas construidas por R. Guastavino Co». Dibujo publicitario mosiiaiido las iuayores cUpulas construidas por la compañía (ca. 191 5). AVL

Las bóvedas de Guastavino en América

Libro publicado con ocasión de la exposición:

Guastavino Co. (1 885-1962). La reinvención de la bóveda

Comisario de la exposición: Javier García-Gutiéi-sez Mosteiro

Edición a cargo de: Santiago Huerta

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