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Arte y Literatura Año IV, Nº 37 – Mayo 2010 Portada “Los trabajadores” de Oswaldo Guayasamín, 1942.

Editorial y artículo de: León Danilo

Poesía: Amanda Espejo Guillermo Pizarro Luis Macaya Vanessa García CHILE Alfredo Palacio Amelia Arellano Rolando Revagliatti Rubén Vedovaldi ARGENTINA Jorge Etcheverry CANADÁ Reynaldo García Blanco CUBA Ricardo Díaz FRANCIA Roque Dalton (1935-1975) SAN SALVADOR Artículo: “Identidad y Educación en la literatura de los valles transversales de la región de Gabriela Mistral” por Ana Leyton.

Arte Oswaldo Guayasamín

Dirección y Edición: Luis Macaya Jiménez [email protected] Asesor de Proyecto: Jorge Alberto Collao [email protected] Correspondencia y Canje: Los Aromos 3443 - La Serena, Chile

Correspondencia recibida

Carla Valdés del Río, Guillermo Pizarro, Jorge Etcheverry, Reynaldo García Blanco, Ricardo Ponce Castillo, Vanessa García Seguel,

Revistas virtuales: CañaSanta, Esto no es una Revista Nº11, La Guacha Nº35, Realidades y Ficciones Nº4

Valor del ejemplar: Chile................ $1.000.- Argentina........ $5.50.- América...... US$2.00.- Europa............. €1.50.-

“Más de algún tirón de orejas recibido, algunos momentos

de desánimo y otros agradables momentos de apoyo y fuerzas para continuar en este empeño por abrirnos puertas a nosotros mismos; este 20 de mayo 2011 iniciamos el cuarto año de circulación de la Revista Koyawe”.

Es, en parte, lo que nos dice el Director de la Revista, don Luis Macaya Jiménez, en su invitación a que colaboremos para el número aniversario; “Deja que los perros ladren, señal de que cabalgamos” le dice Don Quijote a Sancho.

Aleluyas por el nuevo aniversario y que sean muchos más para la Revista y su Director.

La Revista nos ayuda en la lectura por la brevedad de sus contenidos, lo que permite un respiro antes de continuar con otro tema; el gusto por la lectura mata el aburrimiento, enriquece el pensamiento y ayuda a vivir. “Nunca tuve una tristeza que una hora de lectura no haya conseguido disipar”, decía Montesquieu. La lectura nos ayuda a pensar y, por consiguiente, a no caer tan fácilmente en las trampas de la política, de la economía y de la religión.

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Cabe preguntarse ¿Qué es lo que agita, vuelve el alma de los

lectores, les seduce y regocija cuando leen una obra? si lo descubrimos ya no solo conviviríamos con los dioses compartiendo la palabra, seríamos dioses y eso nunca será posible, sería atrapar los colores del arcoiris o la belleza del relámpago que vemos en una noche de tormenta; volvamos pues a la tierra y a esperar la lotería de la fortuna para que una de nuestras obras tenga éxito, es decir, sea aprobada por los dioses y acogida por los hombres.

De tanto en tanto, de vez en cuando, aquí y allá, aparece, como salido de la nada un escritor milagroso, uno que convive con los secretos de Dios, y puede expresar algo inexpresable; él dice bellamente aquello que nosotros no pudimos expresar, viene ese alguien, ese envidiado escritor, que habla el lenguaje de la belleza, desbarata las tinieblas y nos dice, de manera única, diferente, conmovedora, lo que siempre deseamos decir; mientras nosotros seguimos buceando en oscuro baúl, que no es un baúl sin fondo, que burlonamente nos entrega un sapo cuando buscamos una golondrina con primavera y todo. Despierta y lee, lee y despierta.

León Danilo

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Amelia Arellano [email protected]

Yaraví

“Cuando el hombre calla frente a la injusticia, se consume en su propia miseria.”

Luis Macaya

No calles alma mía.

Deja que llegue el yaraví a tus playas vírgenes. Cuéntales de los chonos y los cuncos.

De las madres que cantan nanas a sus guaguas ausentes.

Dile de las sangrientas guerras. De las viejas armadas con semillas.

Cuéntales que el cobre no se cobra, ni se vende. Como la Pachamama, la memoria, el olvido.

Cuéntales de tu Chile.

Recuérdales el pájaro con manchas amarillas en sus alas. Diles de la araucaria y el pehuén.

Canta con los chiquillanes y pehuenches. Llora con los mapuches.

Habla de tus amores y dolores.

De tus mujeres, del minero.

De San Martín de O’Higgins. De Allende.

De la bestia innombrable.

Finalmente, alma mía, habla de tus amores. Y canta, dulcemente, canta, la Justicia no es un nombre.

Es un deber…y un hecho.

Amelia Arellano - San Luis - República Argentina 5

Amanda Espejo [email protected]

Casi... - ¡Casi...! - me dijiste. Luego, te deslizaste sobre mi cuerpo y te recostaste a mi lado con tus ojos cerrados. Casi...también pensé yo. Y tal como tú entrecerré mis ojos porque, en ese instante, las paredes del cuarto, las cortinas y hasta el espejo comenzaban a derretirse lentamente, como cera al sol, mientras tu orgasmo nonato se escapaba por la ventana agarrado al último de tus gemidos, robándose para ello una de las pequeñas alas que suelen brotarme en la espalda. Yo, resignada, te regalé mi brazo izquierdo para que anidaras tu sueño en el hueco de mi axila, mientras los dedos de mi otra mano recorrían mi vientre rememorando su antigua tersura, la firmeza huida de mis senos y el calor fulgurante que alguna vez me provocó el sentir socavada, inundada y avasallada por el tamaño preciso la cuenca húmeda que esconde mis secretos entre una y otra pierna.

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Amanda Espejo Quilicura/26/04/07

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En rouge Cuando calzo en rouge, el deterioro retrocede hasta el comienzo de las ganas, y ya no existe evidencia que entorpezca la urgencia de mis piernas. Lozanas, prietas, mis pantorrillas brincan en dos el sendero culebrón, serpiente ondulante y llevante hasta el dominio de tu nombre. Por el callejón El Campanario un coro de hojas secas cruje y se queja bajo mis pasos de fuego.¿Será gemido o canción? ¿Y...es que no son la misma cosa? Me excita al máximo su requiebro de sometimiento...pienso... en la delicadeza con que he de caminar sobre tu columna. Pienso...en la promesa oculta en cada una de tus vértebras y en el poder de mi andar sobre tu cuerpo, así, en rouge, podré pisarte de punta a extremo, asolarte desde el alma hasta la punta de los dedos, hundirme en tus costillas hasta el pensamiento mismo, zapatearte las nalgas, doblegarte el sexo con la suela y el tacón y, estoy segura de que nada, NADA va a impedir el goce de ambos hasta el momento extremo del descalce, cuando, extasiados y extenuados de tanto goce doloroso, dejemos a la vera del colchón (amorosamente alineados), este par endemoniado de zapatos en rouge.

Amanda Espejo Quilicura / Abril /2010

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Roque Dalton (1935-1975)

Por qué escribimos Uno hace versos y ama la extraña risa de los niños, el subsuelo del hombre que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda, la instauración de la alegría que profetiza el humo de las fábricas. Uno tiene en las manos un pequeño país, horribles fechas, muertos como cuchillos exigentes, obispos venenosos, inmensos jóvenes de pie sin más edad que la esperanza, rebeldes panaderas con más poder que un lirio, sastres como la vida, páginas, novias, esporádico pan , hijos enfermos, abogados traidores nietos de la sentencia y lo que fueron, bodas desperdiciadas de impotente varón, madre, pupilas, puentes, rotas fotografías y programas. Uno se va a morir, mañana, un año, un mes sin pétalos dormidos; disperso va a quedar bajo la tierra y vendrán nuevos hombres pidiendo panoramas. Preguntarán qué fuimos, quienes con llamas puras les antecedieron, a quienes maldecir con el recuerdo. Bien. Eso hacemos: custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.

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Jorge Etcheverry

[email protected]

Tierra de pájaros Ha pasado un gran pájaro, con alas sumamente grises—

Desdigámonos. Ya nos hemos pasado cerca de 50 años entregados a este jueguito idiota—Y no son palabras mías. A eso volveremos más adelante.

No, no es un gran pájaro, ustedes ya sabían. Es que esta zona pasa ahora a través de la punta de un ala de un gran pájaro, y eso hace que la niebla y una suave y tupida nieve se deje caer afuera cubriendo paulatinamente todo y haciendo—a futuro—nuestro regreso por esas calles grises y espaciosas, más chapaleado, nuestra espera de los buses más incómoda. Ya no somos unos niños chicos, una pequeña voz me dice instalada al interior de mi cabeza, acomodándose otro poco, repatingándose en ese asiento gris neuronal donde sus dimensiones parecen haber aumentado, su voz adquirido volumen, así, pronunciado con acento —busca el socorro de lo conocido. Evita lo por conocer. Ésa es otra voz, que sin embargo no habla, que sin embargo parece murmurar, consulta su reloj pulsera, instalado bajo un farol en una esquina eterna, ahora insensible al graznido de las gaviotas, hace décadas, restringidas o autolimitadas a parajes costeros, ahora, válgame Dios— Alguien dice, volando sobre las ciudades, disputando aleros y parques a las palomas, piletas y lagunas a los patos.

Busca el cálido aroma de los usos y costumbres, no el olor denso, ácido y picante del sexo que propone la aventura, como antaño amantes jóvenes de sangre mestiza. A pesar de las piernas aún musculosas “para caminar, para correr”—Ésa es una voz infantil—Pero ya herrumbrosas, avanzando reluctantes hacia horizontes más limitados, como una barca semicaróntica, una nave de los locos se acerca a las aguas más pesadas del Borde del Mundo, y ya se perciben, si uno no se tapa los oídos de cera, el bramido del Behemot sobre el que descansa todo este planeta.

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Y que oliéndonos dilata sus inmensas fosas nasales y nos hace

llegar el calor de sus hambres, vislumbrar las oquedades casi sin fondo de su garganta y estómago.

Mientras los días, o digámoslo mejor, el carrusel de los días rota

cada vez más ligero con cada vuelta que da. Habíamos quedado en realidad en un individuo, un poco

peyorativo en nuestro idioma, una persona más bien: aquí aparece, desde lejos no se le nota la edad y lo agradece. Ahora parece que se ha fijado en nosotros, no sabe cómo tomarnos, pero parece que de todas maneras se nos va a acercar, con las manos en los bolsillos, con la curiosidad de los ojos que todavía después de décadas parecen pinchar, aprestando la legua que se bifurcará cuando esté cerca, a la primera de cambio, la mano en el bolsillo del pantalón, inventariando quizás el sencillo que nos dará para suprimir nuestra voz, nuestra curiosidad y nuestras inquisiciones, cortándolas como el segador ciega las espigas aplastándolas como el martillero martilla la cabeza del clavo.

O bien abriendo en el interior de ese mismo bolsillo, y con una

sola mano la navaja tan acerada que sólo se la ve de perfil, y que dicen que él tan sólo sabe manejar, cuyos cortes no se sienten inmediatamente, algunas veces pasan varios días—pero que en casi todos los casos resultan mortales.

Es a él a quien hemos venido, sin siquiera esperar que tomara el

bus hacia espacios que le son más suyos, desde cuyos asientos y reclinajes nos hubiera podido interpelar de vuelta, con aparente menosprecio e ironía, pero con una aceptación y resignación de base. Todos venimos con nuestra cosa, ahora lo vamos a pillar en despoblado, no podrá negarse a escuchar nuestras voces plañideras, el coro de nuestra necesidad, compuesto de voces tan individuales respecto a su calidad, volumen y timbre, incluso idioma, pero que en realidad—Él se lo ha dicho a alguien a quien conocemos—le parecen provenir de un coro homogéneo de una especie de batracios en vías de extensión y de extinción.

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Pero, se equivoca, medramos bajo la mala hierba, nos multiplicamos como conejos, como los enormes sapos australianos.

—En el borde mismo de la extinción de parte sustancial de la especie

—Bajo la mirada misma de los gerentes y managers que orientan

esa vasta fiesta de la concupiscencia, el momento presente y el desperdicio

—A que se entregan vastas masas—no digamos a medias,

humanas, mejor parcialmente segadas y dormidas, llenando las calles como rebaños de sonámbulos, envueltos en una suave música de fondo—llenado las calles festoneadas de edificios que parecen hechos de cristal, de apariencia frágil, que se recortan contra el smog

Pero en realidad resistentes, erectos, y si pones la mano contra el

frío cristal de las paredes podrías percibir apenas la tibieza, el temblor de máquinas potentes en su interior

Escuchar su zumbido

—Sin saberlo, nosotros somos los que en las márgenes de esas multitudes, medio adentro y medio afuera, como el órgano masculino se ataja en una media copulación, o ese cuerpo del que brota, cargado de decenios o desgastado, o simplemente embebido en otras zonas de presencia. Es sabido que a medida que se envejece la sangre ya no corre dispuesta a todas partes. Elige—o nos vamos al cerebro, o al estómago, o al sexo erecto, esa espada de otrora.

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“IDENTIDAD Y EDUCACIÓN EN LA LITERATURA DE LOS

VALLES TRANSVERSALES DE LA REGIÓN DE GABRIELA MISTRAL”

por Ana Leyton

La región de Coquimbo, el valle de Elqui específicamente vio nacer a una de las más grandes poetas chilenas: me refiero a Gabriela Mistral, una de los dos Premios Nóbeles de Literatura. Pero el premio Nóbel no es todo para recordar a tan insigne poeta, ya que Gabriela es mucho, mucho más que eso, su desarrollo interior, su bagaje intelectual, su visión y carácter habla de ella en todo el mundo, lamentablemente, en Chile muy nombrada, pero desconocida. En Chile, no existe una política de valoración y reconocimiento de su extenso y profundo pensamiento y quehacer, sobretodo en educación, donde la propuesta mistraliana podría insertarse en la política educacional, al menos regional, ya que mi percepción es que se toma a Gabriela como una imagen turística y no como la tremenda persona que fue, con una historia matizada de valores humanos, fortaleza, inteligencia e identidad cultural, y hago notar, fundamentalmente, su presencia indígena y su defensa por la naturaleza, de América, de Chile, del valle que la vio nacer, donde sus raíces se hacen verso, identidad, presencia y literatura, como también su pensamiento trasgresor, su poesía social de verso agudo y asertivo, que en nada se traduce en debilidad o verbo sufriente, como la han presentado, personas que no la conocen realmente y que inclusive, han lucrado a su costa. Lamentablemente, hay desconocimiento no sólo de Gabriela, sino que de otras escritoras y otros escritores con identidad regional, nombro por ejemplo a Estela Díaz, Susana Moya, Oscar Elgueta, Tristán Altagracia, Ramón Rubina, Raúl Kastillo, Mario Ramos, Oscar Espinoza, Guillermo Gálvez, por nombrar algunos. En narrativa: Teresa Blanco, Gabriel Canihuante, Juan Marambio, Ximena Herrera Marín, y muchos más. Lo cierto, es que en esta región de valles transversales, se vive lo que, seguramente, en muchas provincias viven: la falta de difusión y de reconocimiento que se traduce en la ausencia de un trabajo editorial permanente y profesional, como también,

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àà en la inserción de letras con identidad en los programas de estudio de los niños de nuestra región, para que posteriormente, puedan ser difusores de una personalidad regional a través del estudio de nuestras y nuestros escritores y poetas. Esto ocurre porque no existe en Chile una política educativa sociocrítica, que desarrolle en los alumnos la conciencia librepensadora, sino que los gobiernos obligan al profesor a cumplir con programas rigurosos y angustiantes tareas, más bien de un ámbito administrativo curricular, en vez de que pueda permitirse y por ende permitir a sus alumnos la visión de otros conocimientos que puedan ser espontáneos, cercanos y en libertad. El desconocimiento de escritores locales en los colegios, también se puede visualizar como un problema de falta de reconocimiento y valoración, que no permite ver como importante, que la raíz identitaria, se puede fortalecer desde la literatura. Nuestra región, nunca ha quedado exenta de los períodos que podrían reconocerse como períodos de la Literatura Chilena, pero me ha llamado la atención la falta de visión de algunos antologadores actuales, que difunden sus antologías como Chilenas, o sea de ámbito nacional, pero centralizan su visión sólo en las ciudades más grandes de nuestro país, lo que hace deducir que el tema de difusión de la literatura de valles transversales, también pasa por factores de visión, voluntad y oportunidades . Algunas características generales de nuestra literatura regional son: lo testimonial en el relato cotidiano, pero también lo fantástico con utilización de recursos que pueden ser oníricos, donde se confunde lo real con lo irreal; el registro de leyendas rurales y urbanas a través de la visión real maravillosa, pero con marcas de autenticidad local; en poesía, encontramos gritos de defensa telúrica, muestra crítica de sincretismos religiosos, presencias ancestrales y sellos profundamente sociales y contestatarios, pero no queda exenta la visión y lenguaje cosmopolita a partir de lo regional. La literatura se mueve con la vida, con la historia, con los hombres y mujeres que nacen y crecen en un determinado lugar, la literatura no puede ser una cuestión

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àà descontextualizada de su ambiente y de todas las variables que hacen su esencia, por lo tanto toda literatura habla desde la connotatividad de su palabra.

En esta sociedad, que cada vez se hace más consumista, más individualista y que a la vez ratifica el concepto globalizante, se necesita como remedio urgente la búsqueda de la raíz cultural colectiva, la respuesta de nuestra identidad cultural desde una literatura que muestre lo que somos desde lo local como punto de referencia hacia lo global, reconociéndonos y valorándonos, antes de que la situación sea irreversible.

Nuestra Literatura Chilena no parte con La Araucana, sino que parte con la literatura que nuestros antepasados expresaban en códigos hermosos, cargados de vitalidad y de magia, ese código empático con su entorno que dejaron escrito en las piedras, petroglifos que hablan desde el lugar en que se expresan y no en museos, donde piensan muchos que deben estar, principalmente, los que han asesinado este código, arrancando estas expresiones reales y mágicas desde donde se encuentran, porque molestan a sus ansias de poder económico, entonces dan como razón el progreso y la sustentabilidad, me refiero a los mismos que están avasallando nuestra madre tierra.

En nuestros valles transversales de Elqui, Limarí y Choapa, la literatura de identidad se hace indispensable en el devenir de nuestros pueblos, la literatura de contacto con la tierra en empatía con su entorno, una literatura de amor y de defensa de la tierra, de defensa de nuestras raíces, sobretodo, en estos días en que nos amenaza el desarraigo, cuya responsabilidad es de los gobiernos, que permiten la entrada destructiva de tantas multinacionales que han llegado a nuestros valles. Una literatura testimonial de defensa de nuestros antepasados, una literatura con fuerza telúrica, no una literatura que se encuentre dentro de las casas como una cuestión de lujo, tampoco una literatura de farándula literaria ni intimista, que es la que predomina en muchos lugares de Chile, sino un código literario con fuerza transversal identitaria, con sol, con agua, con mar y cordillera, pesca, pirquén minero, cerros y quebradas, o sea, una actividad literaria capaz no sólo de mostrar, sino que de defender lo que somos y que debemos seguir siendo.

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Vanessa García Seguel [email protected]

De ayer a hoy De ayer a hoy ya no conozco tu mirada, esa mirada de pájaro ausente que se posa y trina sobre la misma rama. Yo no soy canto de cielo ni encanto de las montañas ni tú eres lo que yo esperaba. Tú no tienes la boca triste sino la palabra muda el sentido marchito y la verdad menguada. Pero finalmente eso a quien le importa, no me gustas por tener sentido. De ayer a hoy tú me pareces desconocido y conozco que te desconozco y nuevamente no sé como leerte y dar a eso coherente sentido. Razón… Ni tú la tienes ni yo la cultivo. Quizás mañana podríamos jugar a que tú me comprendes y que me interesa lo que de mi entiendes. De ayer a hoy el pájaro en la rama. De ayer a hoy el canto mudo. De ayer a hoy he perdido el nombre, la franqueza, la lógica y la secuencia. ¿Te parece si bailamos? No me gustan las piezas largas y es que de ayer a hoy estas piernas se me han puesto un poco blandas. ¿Te parece si bailamos? Quizás mañana podríamos jugar y después si tú lo quieres sentar al pájaro en la rama. Tus ojos sobre la rama. El trino infecundo de la voz que es mirada. Ni yo te conozco y tú me desconoces.

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àà Quizás, tal vez, ya sabes, ¿Te parece si bailamos? Pero dirige tú, a mí se me escapan los pasos, la coordinación… -Ya sabes- No me conoces pero lo sabes. De ayer a hoy El pájaro. De ayer a hoy no hay canto, no hay trino. De ayer a hoy dos socavones en los ojos del que antes pecho erguido reposaba el cuerpo en mi pedazo de rama y la voz en mi oído. Y es que tanto ha pasado de ayer a hoy que hasta me parece que las palabras pierden el sentido. Pero palabra es palabra. Razón, razón también es palabra. Un día me han contado, un día miré a la palabra y le dije

- yo no esperaba que ese, el pájaro amargo se posara en mi rama,

Ni tú ‘palabra’ que yo te vejara- Quizás mañana podríamos jugar -me presento- No soy canto de cielo ni encanto de las montañas ni eres tú menos lo que yo esperaba. II De ayer a hoy sujeto mil bocas entre mis manos y ninguna es la tuya, Esa boca muerta, de labios resarcidos, opacos, secos…fenecidos. Son las bocas de otros. De esos otros…los pájaros nuevos y mis palmas su nido. De ayer a hoy quisiera en silencio escuchar su trino. El canto del ave no esconde el sentido. La palabra del hombre en cambio, es una elucubración constante y carente de todo raciocinio.

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àà Y es que tanto… Tanto busca el hombre el verso en la verdad que acaba por perder el tino. -¿Y entonces…?- Entonces miente. -¿Tú has mentido? - Antes de morir el pájaro en la rama, antes de perforar en él dos socavones, antes, antes incluso de ser “silencios”, antes del trino, antes de que el verbo se clavase en la carne, antes de ti y de mí, antes, antes de sabernos desconocidos, desde mucho antes… Supe que me habías mentido. III Los ecos de las voces ajenas se pierden entre los rumores propios. El nido se rompe, las manos no resisten el picoteo de las aves entre los dedos. Hay sangre en el suelo y en el cuerpo, mi sangre. Mi sangre impregnada en la tierra es ahora también tierra, fragmento de polvo, pieza del barro del que habrán de sacar nuestras costillas cuando los cuerpos, los nuestros, se levanten del letargo nunca eterno de esas deleznables lógicas fugases. Y es que de ayer a hoy mi lengua efímera pronuncia versos de verbos inestables, Acciones que no son acciones. Hemos profanado la palabra en el peor de los capitolios, los vocablos sagrados se desprenden sobre nuestras cabezas y el pájaro, el pájaro ausente trina a lo lejos la más insigne de sus melodías,

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àà con el pico rebozante de amargura, con el pecho henchido de lamentos, con el susurro atorado en la garganta y el canto, el canto saliendo, brotando, escupiendo, escupiéndole canto al cielo. Y yo ¡Yo no quiero el canto de otro! IV En silencio los hombres recogen los escombros de la palabra, a suelo muerto han quedado tendidos. Parte de mi yace entre ellos también y otra parte como ya antes mi sangre…Se ha vuelto tierra. Tu mirada y la del ave se trocan en una. Yo sostengo la mía. V Epitafios invernales se asientan sobre nuestras cabezas, las hojas caen, maceran los suelos y las aves construyen sus nidos. Nidos en el aire, aire de negro vapor impregnado. ¡Hierven las plumas y las carnes a medio vuelo emprendido! Caen sobre los techos de las casas sus cuerpos pequeños, heridos, muertos. El cielo ya no es ahora el mismo de antaño, el sol se pone entre nubes de fuego y los hombres elevan sus súplicas al suelo, nunca más los ojos se yerguen hacia el infinito. Las hojas tendidas y revueltas se amontonan blandiendo la tierra, ya no luchan contra brisas frías, son arrancadas como antes jamás lo fueron, exudadas…

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àà Exudadas de sus cortezas, de sus maderas, de sus ramas y cual sangre empapa las abiertas heridas así la savia fluye desde sus yagas. El corazón del hombre perece, se pudre y sus latidos callan. Mueren el pájaro, el hombre, la hoja y el árbol. Son sus restos alimento de la tierra, In memoriam de pasos cansados y ecos extintos, febril abono del último respiro de un alguien que no es ave ni individuo ni verde ramaje. ¡Es el verbo!, el verbo penetrando la carne, la carne de la palabra que violada, robada, torcida, arrastrada hasta convertirse en verso y en Dios de todos los siglos, se asienta solitaria y poderosa sobre los cadáveres de sus hijos.

“Conversos” en http://rojanota.blogspot.com/

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Rolando Revagliatti

Sí... A Rudyard Kipling

Si puedes desacomodarte y no instalar, sin afán capcioso, cosas tales como Sintió la brisa suave Mi humilde pero sincero homenaje Suprema instancia Los caminos de la Patria Las semillas de la Libertad; Si puedes desajustarte y no verter, sin guiño literario La dulce caricia o El dulce mirar Su generosidad sin límites Se rompió en mil pedazos Una noche oscura y cerrada o Un día luminoso y abierto o Noches consteladas de estrellas o Noches

/melancólicas y tristes; Si puedes desacatarte y no asentar sin, por lo menos, sorna Un día de crudo invierno Desgranando días Una sombra fugaz El murmullo de los pájaros; Si puedes insurreccionarte cuando te acometa la viscosidad de redactar Han manchado con sangre tu hospitalario suelo Sus ojos color verde mar o El mar tapizado de olas; Si eres capaz de interceptarte y sacarte del juego cuando no atines más que a Un perverso juego o Jugar con mis ilusiones o Alimentar mis ilusiones o Mustia mi alma o

/Transportó mi espíritu o Tu espíritu fogoso;

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àà Si puedes desestimar, oponiéndote al torrente demencial de la resaca, no siempre solemne, pero sí /infecciosa de El paisaje pleno de vida y encanto o Asomarte a la vida o El milagro de la vida y aún alcanzado por tu flaqueza, repudiar Ver brillar el sol y El sol broncea mi piel Algarabías juveniles y Cegados por la ambición; Si puedes encabritarte y no atiborrar con Palabras que se agolpan en mi interior Mensajes de Paz que llenan el aire o Lleno de esperanzas o Llenará con alegría o Llenando de /emoción; Si eres capaz, a costa de tu desasosiego, de renunciar definitivamente a Tu profundo amor y Caer en sus redes La raíz de todos los males y Prodigar sonrisas; Si puedes abstenerte del Sembrador de sueños Del hielo de la soledad y así subvertirte y no dotar a tus textos del Por qué tan cruel es el destino; Si nadie, ni enemigos ni amantes amigos, logran incitarte a Estallar en miríadas de capullos vírgenes; Si puedes, expulgándote de linajes parasitarios, abolir Dispuesto a darte esa fiel mano o En tu piel rosada; Si puedes acometerte con fiereza y desterrar de tu escritura indefensa Se callen sentimientos Se enmudezcan las voces;

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àà Si eres capaz de rebuscar en ti la imprescindible disconformidad y ni por pasteles te avienes a Palpitar en el ritmo de su corazón o Compartir tus íntimos deseos: ¡Tuya será la poesía y cuanto ella revele y –lo que vale más- serás, acaso, un poeta, hijo mío! Rolando Revagliatti http://www.revagliatti.net http://www.youtube.com/rolandorevagliatti

“El sembrador”, óleo de Vincent van Gogh

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Juan Disante [email protected]

Plumada Cómo diferenciar lo que en este momento escribo del papel en el cual escribo, de la pluma con que escribo, de mi puño quien escribe, de mi brazo que está escrito, de mi mente que me escribe, de mis años sobrescritos, de todo el universo subrayado, aposentado, descripto. Cómo diferenciarlo del último y final borrón...

www.juandisante.blogspot.com Buenos Aires

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Luis Macaya Jiménez*

[email protected]

La causa Yo escribiré este poema aunque me roben tu nombre y desaparezcan mis pasos. Yo dispararé estos versos certeramente y sinceramente porque si tú pones el pecho abriendo el corazón... ¿qué he de hacer? Amenazas con devolverme la vida con días nuevos, iluminados y yo sé... YO SÉ QUE ME AMAS ¿por qué? Qué horror de pecado habré en esta vida o en otra cometido sin saber... que me condenas. Yo escribiré este poema para eximirte de culpa y que no exista duda alguna en caso que de amor muera.

Cupido y Psique

*Luis Macaya Jiménez, nacido en Coquimbo en 1955. Reside hace más de 10 años en el populoso sector de Las Compañías, al norte de la ciudad de La Serena. Actual presidente del Círculo Literario Carlos Mondaca Cortés de La Serena. Dirige la Revista Koyawe.

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Rubén Vedovaldi [email protected]

Oficios de tierra celeste

"La música es incapaz de expresar nada por sí misma" Igor Stravinsky

toma un turrón dame lugar en la bicicleta nunca he visto una tarde más linda de sol ¿y esa música? ¿quién diablos sangra esa bendita música? de veras estoy empezando a creer que esto no es cierto mi suerte es tanta soñé que me ataban a la noria daba cien mil y mil cien vueltas subiendo el agua volcando estrellas un agua clara como amor de loca dame un turrón toma lugar en la bicicleta te he soñado una hembra de cisne embarazada ruido muchos críos y un nido en lo alto volábamos un cielo desatado y profundo salvajemente fundidos hermoso hermoso un sueño claro como ojos de niño de veras estoy empezando a creer que eso era cierto: mi muerte es tanta! ¿y esa luz? ¿de dónde cuernos vuelve tanta luz?

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Ricardo Díaz [email protected]

Asi cuenta la leyenda….

La casa de los silencios, cobija nuestras dudas nuestras angustias nuestras soledades. Viven en ella, los fantasmas de nuestros sueños del pasado que pronto llegará… las lágrimas y las risas que ya fueron… los corazones enfermos de esperanzas . En la casa de los silencios, algo nos queda algo nos anima… nuestras miserias . En la casa de los silencios viven seres… gusanos de seda, esbozos de un destino . La casa de los silencios… cementerio de recuerdos, de números de teléfonos, todo es sombrío… todo es mañana el futuro quedó atrás . La casa de los silencios, poema sin vida.

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Reynaldo García Blanco [email protected]

Me gusta esa casa al borde la carretera Siempre he vivido en casas difíciles en una de ellas mi padre hacía carbón en el patio y el humo asustaba a mi hermana En otra de ellas un día cementaron el portal y dejé la marca de una moneda de cuarenta centavos años después regresé y allí estaba pero el Banco Nacional la había sacado de circulación Ahora vivo en un cuarto piso con un gato un perro mis suegros mi mujer y mis libros Pero me gusta esa casa con su techo rojo con su patio a medio cercar ni muy lejos ni muy cerca de la ciudad ahí al borde la carretera.

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Hombre que mira a su sobrino preso Dime algo del pasto de la tarde de los vestigios de cielo que te permiten dos veces al mes las gripes y del miedo a la oscuridad Sobre la mesa de mármol hemos puesto las bebidas y los dulces los cansancios y la distancia Dime de la heredad de las veces que te vi caer los juguetes imposibles esos agostos de cumpledías No me digas nada he comenzado a ser un hombre amargo que pisa con cierto desdén el cesped pone en duda el reino celestial acumula fiebres y sombras Soy eso un hombre que mira a su sobrino preso y le regalo mi cuota de libertad.

Enfermeras Mis primeros amores fueron enfermeras. Yo las adoro. Les doy el asiento en los ómnibus. Ahora recuerdo la sala de un hospital. Cirugía reconstructiva. Un segundo piso. Mi padre afuera. Había que hablar por señas por el tema de los cristales. Mi madre con su bata verde acurrucada en un sillón verde. Lo que más adoro en las enfermeras son sus medias y ese olor a almidón en sus vestidos recien lavados. Delicadas manos. Vago perfume a la hora de tomar la presión arterial. Si yo fuera chofer diera preferencia a las enfermeras que entran o salen de los hospitales.

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Guillermo Pizarro Vega [email protected]

Soledades Construimos este espacio por costumbre, pensamos adornarlo, colocamos objetos fotografías de antiguos tiempos, recuerdos; pero nos falta un orden que satisfaga este ritual desnudo. Los muros nos interpelan, sentimos que es falso. Sin embargo lo habitamos, día a día nos reunimos sin mirarnos, lo usamos indiferentes. Los impasibles muebles nos contemplan en nuestra soledad, cuando las palabras se deshacen como erráticas volutas sin destino y las horas transcurren vacías. Respiramos este aire denso, cerramos todas las puertas. La oscuridad nos envuelve en su silencio. Hubo un tiempo Hubo un tiempo en que los peces salían cada día a desovar; largas filas se formaban en las márgenes de los ríos donde todos respetaban sus lugares. Cada pareja cobraba su regalo y juntos emprendían la constancia de sus milagros. Era todo armonía en el bosque primero. Una canción naciendo al cielo abierto en primavera. Pero vino la lluvia en la estación del frío, los raudales de agua turbia inundaron cada una de nuestras ciudades cuando el torrente del desbordado río arrasó, cada escondite donde guardábamos nuestros tesoros.

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León Danilo

Solo nos queda la poesía

para oponernos a la barbarie.

Cabe preguntarse sobre qué le pasa y qué le ha pasado al

hombre, individual y colectivamente, que ha acabado produciendo un daño irreparable a todo el entorno; toda la naturaleza lucha por sobrevivir en condiciones cada vez más precarias, la lista de especies que se han extinguido o están en peligro de extinción es interminable; claro está, el problema es responsabilidad de todos, de todos y cada uno de nosotros.

Los reactores nucleares una y otra vez presentan fallas que afectan y deforman la vida del hombre; los políticos hacen uso de la palabra, palabras que en boca de ellos son pellejos vacíos y con esto pretenden explicar lo inexplicable.

Aceptar el hecho de que somos depredadores implica tristeza, rabia, pena, lamentamos lo sucedido sin saber por dónde se nos ha filtrado la perversidad para con la naturaleza.

Es que deseamos ser dioses, sublimamos nuestra perversidad interior, aunque colectiva, en sueños, en perfecciones que perdonen nuestra malicia; debemos encaminarnos en sentido contrario para detener la barbarie, para aspirar a que la naturaleza tenga esperanzas.

Debemos ensayar otras veredas o seguir las ya trazadas hasta tener, cada uno de nosotros, una muerte horrenda, entre horrendas catástrofes, como ya nos está ocurriendo, sin que nos inmutemos siquiera.

Por no ser capaces de renunciar a nuestros hábitos y costumbres, a nuestra avaricia desmedida, a querer tener más y más cada día, estamos afrontando graves consecuencias; nadando viajaremos a la eternidad o tendremos un enterramiento gratuito quedando bajo los escombros.

Necesitamos, para no terminar tan trágicamente, dar a la naturaleza una compensación equivalente al daño que causamos; es una idea delirante e inútil, nos asombraremos con la resistencia que ofrece la realidad a nuestros sueños.

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Para no caer en el desánimo necesitamos clarividencia, pero

ésta es difícil de adquirir, debemos perseverar, perseverar, las ideas no son más inútiles que las cosas.

Tal vez algún día podamos celebrar la victoria de la naturaleza que, desde tiempos inmemoriales, hemos reducido a la esclavitud; injusticia que pesa en nuestras espaldas y debiera pesar mucho más en nuestras conciencias.

Dos ejemplares en peligro de extinción

Colibrí, construyen elaborados nidos, sus huevos son pequeñísimos, hermosos, leves, si bien no tanto como la levedad del ser.

Pájaro Carpintero, ya no quedan árboles para su carpintería ni para enseñar su arte a la prole en los frondosos talleres del boscaje.

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Efemerides Mayo

3 de mayo de 1931 Nace en Piedra Blanca, Curicó, uno de los poetas más significativos de la llamada generación del 50. Sergio Efrain Barahona conocido con el seudónimo de Efraín Barquero. Efrain Barquero es poeta que teje sus trabajos a partir de la visión de las cosas simples del acontecer cotidiano, El año 2008 se le otorgó el Premio Nacional de Literatura.

6 de mayo de 1893 Nace Sady Zañartu, escritor y periodista. Su carrera comenzó a los 18 años. En 1915 apareció su primer libro, Desde el vivac, cuyo fundamento son anotaciones de cuartel. En 1940 fue nombrado Agregado Cultural de Chile en Lima. En 1974 recibió el Premio Nacional de Literatura. Falleció el 5 de marzo de 1983.

11 de mayo de 1891 Nace Hernán Díaz Arrieta, escritor chileno nacido en Santiago, conocido por el seudónimo de Alone. Su influencia como crítico literario ha sido enorme, tarea que llevó a cabo sobre todo en los diarios El Mercurio y La Nación, abarcando todos los géneros y épocas. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1959.

12 de mayo 1882 Nace en Tongoy, el poeta, novelista, cuentista, dramaturgo y periodista, Víctor Domingo Silva. En 1905, publicó Hacia allá, su primer libro de poesía. Su labor como novelista quedó reflejada en Golondrina de invierno (1912), Recibió el Premio Nacional de Literatura en el año 1954 y el Premio Nacional de Teatro en 1959. Falleció en Santiago, el 20 de agosto de 1960.

17 de mayo de 2009 Fallece Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia, más conocido como Mario Benedetti. Este escritor y poeta uruguayo nació el 14 de septiembre de 1920, en la localidad de Paso de los Toros. Integrante de la Generación del 45.

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Alfredo Palacio [email protected]

Ella avanza en puntas de pie sobre la fina cuerda en las alturas sin trapecio ni red ningún sostén si su paso decide equivocarse. Va erguida y triunfal su bello pecho de proa el cabello negro entre cintas rojas sus labios dibujando un beso de fuego. Yo oscuramente especulo con algún error de cálculo alguna vacilación una caída que me permita abandonar mis dados y el cuchillo sostenerla entre mis brazos ser su salvador casual que nada pase a mayores. Y luego del sobresalto jugar con mi copa de vino entre sus piernas que aún estarán temblando.

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©ALFREDO PALACIO inédito

pintura

Ríos de Sangre Nº 3. 1976. Óleo sobre tela. 137 x 188 cm. La Edad de la Ira. Colección Fundación Guayasamín. Quito. Ecuador

Oswaldo Guayasamín Nació en Quito el 6 de julio de 1919. Hijo de padre indígena y madre mestiza. Oswaldo fue el primero de diez hijos. Su aptitud artística despierta a temprana edad. Antes de los ocho años, hace caricaturas de los maestros y compañeros de la escuela. Ingresa a la Escuela de Bellas Artes de Quito. Es la época de la "guerra de los cuatro días", un levantamiento civico militar, del valeroso pueblo ecuatoriano en contra del gobierno de Arroyo del Rio. Durante una manifestación, muere su gran amigo Manjarrés. Este acontecimiento inspirará su obra "Los niños muertos", que marca su visión de la gente y de la sociedad. Continúa sus estudios en la Escuela y en 1941 obtiene el diploma de pintor y escultor, tras haber seguido también estudios de arquitectura. En 1942 expone por primera vez a la edad de 23 años en una sala particular de Quito. Entre 1942 y 1943 permanece seis meses en EEUU. Posteriormente, viaja a México, en donde conoce al maestro Orozco, quien acepta a Guayasamín como asistente. Su producción fue muy fructífera y realizó alrededor de 180 exposiciones individuales. Su obra humanista, señalada como expresionista, refleja el dolor y la miseria que soporta la mayor parte de la humanidad y denuncia la violencia que le ha tocado vivir al ser humano en este monstruoso Siglo XX marcado por las guerras mundiales, las guerras civiles, los genocidios, los campos de concentración, las dictaduras, y las torturas.

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La máquina del tiempo (The Time Machine) es una novela de ficción del escritor británico Herbert George Wells, publicada por primera vez en Londres en el año 1895 por William Heinemann. Está basada en la teoría del Eternalismo.- Al contrario que Julio Verne, padre del detalle y la explicación minuciosa, Wells describe (a propósito) la máquina de modo superficial y a la ligera, con algunas pinceladas de color (como cuando comenta que tenía partes de metal, cristal de roca y marfil), que dejan al lector con curiosidad por saber más del invento y su mecanismo.- Fue la primera novela de uno de los considerados como padres de la ciencia ficción y, con su mezcla de aventuras y doctrina social y política (los morloks y los eloi), alcanzó un notable éxito, contribuyendo así a la estabilidad de Wells, que a partir de ese momento pudo dedicarse plenamente a la escritura. Una parte del libro, la que versa sobre la explicación del invento y en la que se discute sobre la cuarta dimensión, fue publicada en el año 1893 en el Henley's National Observer.

REVISTA KOYAWE Nº37

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