arte y la literatura de la iglesia católica, surgió en el

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Una de las más excitantes y poderosas manifestaciones de belleza en el arte y la literatura de la Iglesia Católica, surgió en el renacimiento cultural católico en Inglaterra durante los dos últimos siglos. Desde sus orígenes en el auge del romanticismo inglés a fines del siglo XVIII, a su culminación a mediados del siglo XX, el renacimiento católico inglés produciría algunas de las obras maestras artísticas más importantes de todos los tiempos. POR JOSEPH PEARCE, Profesor Asociado de Literatura. Escritor Residente de la Universidad de Ave María en Florida, EE.UU. Es autor de libros sobre Tolkien, William Sahkespeare, Oscar Wilde, entre muchos otros. Profesor de la Red Cultural UGM. Traducción: Enrique Romo.

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Una de las más excitantes y poderosas manifestaciones de belleza en el

arte y la literatura de la Iglesia Católica, surgió en el renacimiento cultural

católico en Inglaterra durante los dos últimos siglos. Desde sus orígenes

en el auge del romanticismo inglés a fines del siglo XVIII, a su culminación

a mediados del siglo XX, el renacimiento católico inglés produciría algunas

de las obras maestras artísticas más importantes de todos los tiempos.POR JOSEPH PEARCE, Profesor Asociado de Literatura. Escritor Residente de la Universidad de Ave María en Florida, EE.UU. Es autor de libros sobre Tolkien, William Sahkespeare, Oscar Wilde, entre muchos otros. Profesor de la Red Cultural UGM. Traducción: Enrique Romo.

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Renacimiento Católico Inglés del Siglo XX

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Hace más de diez años que Juan Pablo II escribiera su Carta a los Ar-tistas, lo que nos recuerda el poder de la belleza del cristianismo para evangelizar la cultura en la que vivimos. Sólo hombres insensibles no admitirían o no admirarían la gran belleza producida por la cultura católica a través de los siglos. Desde el gran arte de Giotto, Miguel Angel, Leonardo y Fra Angélico, a la gran arquitectura de San Pedro en Roma o Chartres en Francia; la Iglesia le ha entregado a la huma-nidad magníficos monumentos culturales, inspirados por el amor al único y verdadero Dios y el más grande artista de todos. En el campo de la música y la literatura, tanto como en el campo del arte y la arquitectura, el genio de la Iglesia ha brillado en los trabajos de sus hijos más talentosos. Desde la simple serenidad del canto gregoria-no a la complejidad integral de la polifonía y la pasión ascendente del romanticismo; desde Palestrina, Thomas Tallis y William Byrd, a Bach, Mozart y Bruckner; la más grande expresión musical continúa a resonar en el corazón solitario de los hombres; Y lo que es verdad en el caso de la música, es igualmente verdad en el caso de la litera-tura; desde la Divina Comedia de Dante y los Cuentos de Canterbury de Chaucer en la época gloriosa de la Edad Media, a las obras de Shakespeare en los tiempos tormentosos de la Reforma iconoclasta, los escritores católicos han producido grandes obras de literatura cristiana, poniendo sus palabras al servicio de La Palabra! Sin embargo la belleza católica no florece sólo en el apogeo de la Edad Media católica, o en la magnificencia de la contra reforma; florece también en medio del desierto de la modernidad. Una de las más excitantes y poderosas manifestaciones de tal belleza surgió en el renacimiento cultural católico en Inglaterra durante los dos últimos siglos. Desde sus orígenes en el auge del romanticismo inglés a fines del siglo XVIII, a su culminación a mediados del siglo XX, el renacimiento católico inglés produciría algunas de las obras maestras artísticas más importantes de todos los tiempos.

Todo comienza con la desilusión de ciertos poetas ingleses con respecto a las falsas promesas de la llamada Ilustración o era de la razón. Poetas como William Wordsworth y Samuel Taylor Coleridge estaban horrorizados por los crímenes masivos del Gran Terror que surgiera después de la Revolución Francesa. Si bien Wordsworth y Coleridge habían sido atraídos al comienzo por la causa revoluciona-ria francesa, los horrores de la carnicería y el totalitarismo llevados a cabo en nombre de la “razón” contra la religión les hizo retroceder y refugiarse en el cristianismo. Ambos poetas rechazaron su agnos-ticismo y panteísmo juveniles y abrazaron la causa del cristianismo anglicano, expresando su redescubrimiento de la belleza de lo que llegaría a conocerse como poesía romántica. En los albores del romanticismo, surgió el neomedievalismo, un redescubrimiento de la belleza de la Edad Media católica por una nueva generación de artistas y pensadores ingleses. La primera de estas manifestaciones de neo-medievalismo fue el renacimiento gótico en la arquitectura, siendo el Parlamento Inglés en Londres, el más famoso ejemplo. La figura más prominente del renacimiento gótico, August Pugin, seguiría sus sensibilidades estéticas a su lógi-ca conclusión, convirtiéndose al catolicismo. Es el primer converso famoso a la fe en un renacimiento que muy pronto vería un diluvio de conversiones. Otra manifestación de neo-medievalismo fueron los pre-Rafaelistas, quienes, según sugiere el nombre, buscaban una visión más pura de las artes, inspirándose en artistas medievales y del Renacimiento temprano anteriores a las innovaciones del pintor renacentista Rafael. La tercera manifestación de medievalismo, y la que tendría el más grande impacto en el renacimiento cultural católi-co, fue el Movimiento de Oxford. Este consistía en un movimiento al seno de la iglesia anglicana que buscaba un entendimiento y una interpretación católicos de la liturgia y la eclesiología. A los miem-bros del Movimiento de Oxford se les llegó a llamar anglo-católicos,

William Wordsworth, reproducido del original de Margaret Gillies, 1839Cardenal Newman por Ouless, 1874

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insistiendo en que el anglicanismo era parte de la iglesia católica. Uno de los líderes de este movimiento, John Henry Newman, se con-venció a través del estudio de la historia y de los primeros patriarcas, que el movimiento se equivocaba en pensar que el anglicanismo era en verdad católico. Siguiendo la lógica de sus propias conclusiones, Newman fue recibido en el seno de la iglesia católica en 1845, con lo que se anunciaba el verdadero renacimiento cultural católico. A Newman se le reconocía universalmente, tanto por sus partidarios como por sus detractores, como una mente brillante y un gran esti-lista en prosa del periodo victoriano. La revelación de que este gran hombre se había convertido al catolicismo, causó serios impactos en todos los estratos de la sociedad inglesa. Esto causó tempranas de-serciones significativas. La novela semi autobiográfica de Newman Loss and Gain (Pérdida y Ganancia), que describe el paso de un joven por la conversión, sigue siendo un clásico de la literatura de conver-sión, tal como lo es otra de las novelas de Newman: Apologia pro Vita Sua, una defensa magistral de las razones de su conversión. Mucha de la poesía de Newman es considerada como de la más refinada del

periodo victoriano, ejemplificada en The Dream of Gerontius (El sueño de Gerontius), una expresión potente en la tradición de Dante que más tarde fuera usada como texto de una composición musical por Sir Edward Elgar.En 1866, un poco después de su conversión, Newman recibiría al joven Gerard Manley Hopkins en la iglesia como converso. Hopkins, quien se hiciera Jesuita, estaba destinado a ser el más grande e importantes de los poetas de su generación. En poemas de sublime belleza como “The Wreck of the Deutschland”, combina la filosofía franciscana de Duns Scotus con el misticismo de St. Ignatius de Loyola en un esplendor continuo. El renacimiento cultural católico tomó un rumbo inesperado en la década final del siglo XIX, con la conversión al catolicismo de muchos escritores y artistas del movimiento decadente inglés. Huyendo horrorizados de sus incursiones en el lado más oscuro de la vida, estos decadentes buscaban liberarse de sus pecados en el seno reconciliador de la madre iglesia católica. Entre los escritores decadentes conversos estaban el artista Aubrey Beardsley, y poetas como Ernest Dowson y Lionel Johnson. Pero el más famoso de los conversos decadentes fue el inimitable Oscar Wilde quien fuera reci-bido en la iglesia en su lecho de muerte. En su famoso poema, “The Ballad of Reading Gaol”, Wilde vertió su corazón desolado y pecador como una bebida para el Cristo: “How else but through a broken heart may Lord Christ enter in?” (¿De que otro modo entrarías señor Cristo si no a través de un desolado corazón?). Hay que entender que los decaden-tes ingleses seguían en los pasos de los decadentes franceses en su camino a Roma. Charles Baudelaire, Paul Verlaine and Joris Karl Huysmans fueron todos recibidos en la iglesia, el último de éstos pasando sus últimos años en un monasterio.En los albores del siglo XX, el gran G.K.Chesterton llegó a ser la voz más poderosa del renacimiento católico. En novelas como The Man

La conversión al catolicismo de John Henry Newman, uno de los líderes del Movimiento de Oxford, a quién sus partidarios y sus detractores,

reconocían como una mente brillante, causó serios impactos en todos los

estratos de la sociedad inglesa.

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Londres cuna de una literatura magnífica

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Sin duda, el logro más grande de todo el renacimiento

cultural católico, es The Lord of the Rings (Señor de los

Anillos) de J.R.R. Tolkien, un trabajo ejemplar que con su palpitante teología católica,

fuera consistentemente elegido como el trabajo más

importante del siglo XX.

Who was Thursday (El Hombre que fue Jueves) y The Ball and the Cross (La Esfera y la Cruz), y en ensayos como Orthodoxy (Ortodoxia) y The Everlasting Man (El Hombre Eterno), el humor y humildad de Ches-terton, y su incisiva inteligencia y sabiduría , ayudaron a convertir muchos lectores a la Iglesia Católica. El gran amigo de Chesterton, Hilaire Belloc, también fue una voz poderosa y estridente, llamando a la gente a la sanidad y al asilo de Roma. Otros conversos de los albores del siglo XX, incluyen a R.H. Benson, autor de las novelas clásicas Come Rack! Come Rope! y Lord of the World; Maurice Ba-ring, autor de varios trabajos de ficción católica; and Ronald Knox, satirista, que tradujera más tarde la Biblia, en lo que esperaba fuera “un inglés imperecedero”. Las Confesiones de un Converso de Benson y La Eneida Espiritual de Knox, son verdadero clásicos de literatura conversa, en el espíritu de la Apologia que Newman escribiera en los primeros días. En el periodo entre las dos guerras mundiales, dos de los más grandes novelistas del siglo, serían acogidos en la iglesia: Graham Greene, quien escribiera en forma sombría sobre patéticos pecado-res hambrientos del amor de Cristo, siendo quizás el más memorable

John Ronald Reuel Tolkien

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las divagaciones del cura borrachín en; The Power and the Glory, y por supuesto Evelyn Waugh quien escribiera Brideshead Revisited, quizás la mejor novela de todo el período, en la cual la mano escondida de la gracia, hace sus milagros en la vida turbulenta de una familia. Sin duda, el logro más grande de todo el renacimiento cultural ca-tólico, es The Lord of the Rings (Señor de los Anillos) de J.R.R. Tolkien, un trabajo ejemplar, recientemente llevado a la pantalla en una serie de tres episodios. Tolkien describió su obra maestra como un trabajo religioso y católico, y sin duda es elogioso que con su palpitante teo-logía católica, fuera consistentemente elegido como el trabajo más importante del siglo XX. Aún en la moderna Inglaterra altamente secularizada, la verdad del catolicismo brilla como un faro de espe-ranza para un mundo oscuro. Al comienzo del renacimiento cultural católico, la iglesia fue marginalizada y ejercía mínima influencia en la cultura de Inglaterra. Pero al término de ese proceso con la publi-cación de la obra maestro de Tolkien, el catolicismo no sólo estaba de vuelta en el centro de la vida cultural inglesa, si no también en su cima. Ese es el poder de la bondad, la verdad y la belleza de la iglesia para evangelizar la cultura secular de hoy. •

Perséfone, de Dante Gabriel Rossetti, un ejemplo de Prerafaelismo, 1873. Tate Britain, Londres

especial

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