arte entreguerras

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1 Historia del Arte Moderno y Contemporáneo María Marcos Cobaleda TEMA 19.- EL PERIODO DE ENTREGUERRAS Y LA CRISIS DE LAS VANGUARDIAS 19.1.- Los principios de la modernidad (1900-1920) El siglo XX supone la culminación de un proceso que había comenzado en el siglo XVIII, caracterizado por numerosos cambios políticos, económicos, sociales y de pensamiento. En lo referente al arte, también van a experimentarse importantes cambios, que hunden sus raíces en los movimientos artísticos de finales del siglo XIX, los cuales van a dar origen a las denominadas vanguardias históricas de las primeras décadas del siglo XX. Estas vanguardias se caracterizan por entender que el arte es un medio de expresión de la libertad, gracias al cual se puede llegar al concepto de las cosas, para lo que se van suprimiendo todos los demás añadidos presentes hasta el momento, puesto que el objetivo del arte del siglo XX va a ser la búsqueda de lo absoluto, de la esencia. En los orígenes de la nueva centuria, el cambio de arte va a ser la representación directa del cambio de vida. A partir de este momento, los movimientos artísticos van a ir sucediéndose con una gran rapidez, provocando una gran diversidad en el mundo del arte, basada en la experimentación con el color, la forma y los diferentes materiales. A partir de esta experimentación, se crean nuevos medios visuales y un nuevo lenguaje artístico, basado en la trasgresión y en la ruptura con el vocabulario anterior. Las vanguardias históricas ya no van a copiar la realidad, sino que van a buscar la superación de la naturaleza mediante la abstracción y la depuración de las formas, algo que había sido ya introducido por algunos de los artistas postimpresionistas, como Cézanne. De hecho, durante los primeros años de formación de las vanguardias, los artistas estuvieron muy influenciados, precisamente, por el impresionismo y el postimpresionismo, así como por el arte africano y primitivo, que había sido expuesto

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Page 1: Arte Entreguerras

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Historia del Arte Moderno y Contemporáneo

María Marcos Cobaleda

TEMA 19.- EL PERIODO DE ENTREGUERRAS Y LA

CRISIS DE LAS VANGUARDIAS

19.1.- Los principios de la modernidad (1900-1920)

El siglo XX supone la culminación de un proceso que había comenzado en el

siglo XVIII, caracterizado por numerosos cambios políticos, económicos, sociales y de

pensamiento. En lo referente al arte, también van a experimentarse importantes

cambios, que hunden sus raíces en los movimientos artísticos de finales del siglo XIX,

los cuales van a dar origen a las denominadas vanguardias históricas de las primeras

décadas del siglo XX. Estas vanguardias se caracterizan por entender que el arte es un

medio de expresión de la libertad, gracias al cual se puede llegar al concepto de las

cosas, para lo que se van suprimiendo todos los demás añadidos presentes hasta el

momento, puesto que el objetivo del arte del siglo XX va a ser la búsqueda de lo

absoluto, de la esencia.

En los orígenes de la nueva centuria, el cambio de arte va a ser la representación

directa del cambio de vida. A partir de este momento, los movimientos artísticos van a

ir sucediéndose con una gran rapidez, provocando una gran diversidad en el mundo del

arte, basada en la experimentación con el color, la forma y los diferentes materiales. A

partir de esta experimentación, se crean nuevos medios visuales y un nuevo lenguaje

artístico, basado en la trasgresión y en la ruptura con el vocabulario anterior. Las

vanguardias históricas ya no van a copiar la realidad, sino que van a buscar la

superación de la naturaleza mediante la abstracción y la depuración de las formas, algo

que había sido ya introducido por algunos de los artistas postimpresionistas, como

Cézanne. De hecho, durante los primeros años de formación de las vanguardias, los

artistas estuvieron muy influenciados, precisamente, por el impresionismo y el

postimpresionismo, así como por el arte africano y primitivo, que había sido expuesto

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en París en los primeros años del siglo XX. De este modo, tomando como antecedentes

las obras de Manet, Cézanne, van Gogh y Gauguin, hacia el año 1905 comienzan a

aparecer las primeras vanguardias, sucediéndose desde este momento como

movimientos imbricados.

Así, en el año 1905 nace en París el Fauvismo, cuyo máximo representante va a

ser Henri Matisse. Dos años más tarde, en 1907, comenzará el Cubismo, cuyo origen se

ha considerado la pintura de Pablo Picasso de las Señoritas de Avignon. Paralelamente,

en Alemania, hacia 1905, comienza el Expresionismo, movimiento que se materializa

en dos grupos llamados “Die Brücke” (El puente), al que pertenecía Ernst Ludwig

Kirchner, y el grupo “Der Blaue Reiter” (El jinete azul), que nace en Munich en 1910,

al que pertenecían pintores como Wassily Kandinsky o Paul Klee, que pronto

evolucionarán hacia la abstracción.

19.2.- El periodo de entreguerras (1920-1945)

En 1916, surge en Suiza un nuevo movimiento artístico, el Dadaísmo,

movimiento que se desarrollará sobre todo en el campo de la literatura, aunque en el

campo artístico cuenta con autores tan destacados como el fotógrafo Man Ray o Marcel

Duchamp, quien crea un nuevo tipo de arte basándose en el objeto en sí mismo como

obra artística y en la ironía, que ha sido denominado como “Ready-made”. El punto de

partida de éstos fue su obra Rueda de bicicleta sobre un taburete, de 1913, aunque

posteriormente realizó otros muchos, como la controvertida Fuente, de 1917, la cual

firmó como Richard Mutt y mandó a la exposición de los Independientes, organizada en

ese año en Nueva York, siendo esta obra muy criticada. Duchamp desarrolló su arte

durante los dos primeros tercios del siglo XX. En el periodo de entreguerras, realizó una

gran obra sobre vidrio titulada La casada desnudada por sus solteros, incluso o Gran

vidrio (1913-1936). En esta obra trata la temática amorosa, presente en sus obras

posteriores, representando el universo masculino en el panel inferior, y el femenino en

el superior. El resultado de esta obra es una gran complejidad iconográfica, donde los

solteros aparecen representados por numerosos procesos físico-químicos, como la

molienda de chocolate, actividad repetitiva que hace alusión a la masturbación,

combinado con un aparato que produce, destila y canaliza un gas amoroso cuyo destino

final está en el cuerpo de la novia, representado en la parte superior. Pero la relación

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final entre solteros y novia se debe al azar, del cual Duchamp consideraba que había

terminado su trabajo, ya que una rotura accidental en el vidrio generó una serie de

grietas que conectaban ambos paneles. Esta integración del azar en la obra, está muy en

relación con el Dadaísmo del que partió este artista. Su última obra, en la que comenzó

a trabajar después de la Segunda Guerra Mundial, es Étant donnés (1946-1966), obra

que retoma todos los grandes temas de su arte, habiendo sido considerada una versión

realista de la obra esquemática del Gran vidrio realizada años antes. Es una compleja

instalación, en la que en principio sólo se percibe una gran puerta de madera, en la que

hay unos orificios a la altura del rostro, a través de los cuales se percibe una figura

femenina desnuda tendida sobre unas ramas secas. En su mano izquierda porta una

lámpara de gas, y al fondo hay un paisaje montañoso muy realista con una cascada. Esta

obra supone una gran aportación conceptual, en la que la novia es una visión que no se

puede poseer, habiéndose convertido el espectador en los solteros del Gran vidrio.

Con la escisión de los dadaístas a partir del año 1922, nació un importante

movimiento artístico: el Surrealismo. Este movimiento fue entendido como una actitud

vital, como quedó recogido en el primer Manifiesto del año 1924. En este texto, se

habla de que la creación artística debe realizarse a partir del subconsciente, adquiriendo

un importante papel lo irracional, puesto que los artistas surrealistas entienden que su

nuevo arte debe liberar al hombre de la razón. En él se unen lo onírico y lo metafísico, y

adquiere un carácter bastante subversivo, puesto que los surrealistas tienden a buscar un

mundo mejor. Por ello, cuestionan los pilares de la sociedad continuamente, como se

recoge en La revista surrealista (1924-1930). Paradójicamente, el movimiento

surrealista es el más autoconsciente de todas las vanguardias, ya que está respaldado por

una gran producción teórica y literaria.

Todos estos principios se ven reflejados en las obras artísticas, en las que se

combinan la realidad y el deseo, o la figuración y la abstracción, como es el caso de la

obra de Max Ernst Elefante de las Célebes (1921), donde a partir de diferentes

elementos inconexos entre sí, crea una imagen sorprendente, una “nueva realidad”,

basada en el trompe l’oeil o trampantojo, es decir, los engaños al ojo. Esto lo consiguen

a través del uso de una serie de mecanismos, como la búsqueda de inspiración en el

sueño o duremevela, siendo éste un momento idóneo para crear. Esta gran importancia

concedida a lo onírico y a la irracionalidad está muy relacionada con las incipientes

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teorías de Sigmund Freud sobre la interpretación de los sueños y el psicoanálisis. En

algunas ocasiones, los artistas recurrían también a la creación bajo el efecto de las

drogas, utilizadas para profundizar en el subconsciente y escapar de la razón. En la

creación de la nueva realidad plasmada a través del arte juega un importante papel la

ingravidez espacial y las perspectivas infinitas, en las que las figuras parecen flotar. Al

contrario de lo que puede pensarse, los pintores surrealistas tienen una técnica muy

depurada, basada en el dibujo, a veces casi fotográfico.

Entre los artistas más importantes dentro del Surrealismo, podemos contar a

Joan Miró. Este artista evoluciona desde lo que se ha llamado el Surrealismo

automático, muy próximo al realismo mágico, hacia el Surrealismo onírico. Se formó en

la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, y entre las primeras obras podemos contar La

Masía, de 1922. En este lienzo puede verse su pintura prácticamente fotográfica, que

después irá abandonando en favor de las manchas de color. En estas primeras obras,

Joan Miró trata temas del campo, algo que también se observa en La tierra labrada

(1924), donde representa cómo sería el campo visto por un niño. En esta obra ya pueden

verse algunas representaciones de seres alejados de la realidad, basándose en la imagen

real de los animales, combinados en ocasiones con formas geométricas. A medida que

va evolucionando su arte, el cual Miró entiende como un juego, el artista va a ir

buscando la belleza a través de la simplicidad, como ya puede verse en El carnaval de

Arlequín, de 1925. En esta obra ya podemos ver el paso al Surrealismo onírico, en el

que se representa una nueva realidad, que cada vez se irá alejando más y más del mundo

real. La mencionada simplicidad va a obtenerla por la combinación de lo infantil con

otros elementos amenazadores, y por la representación de un mundo que podemos

llamar “sub-real”, que plasma por medio de elementos y figuras femeninas, marinas,

lunas o estrellas, combinados con otros motivos simbólicos muy repetidos en sus obras.

Estos elementos van a estar ordenados en el lienzo sin ninguna referencia espacial,

aunque en el caso de este lienzo, parece que los seres delirantes representados por Miró

necesitan apoyarse en el espacio de la habitación, lo que ha sido expresado como “el

delirio necesita para expresarse la apoyatura de la razón”1. Sobre este lienzo, el propio

Miró decía lo siguiente:

1 RAMÍREZ, Juan Antonio (dir.): “El mundo contemporáneo”. En: Historia del arte. Madrid, Alianza

Editorial, 2001. Pág. 253.

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“Intenté plasmar las alucinaciones que me producía el hambre que

pasaba. No es que pintara lo que veía en sueños, sino que el hambre me

provocaba una especie de trance parecido al que experimentan los

orientales […] En la tela aparecen ya elementos que se repetirán después

en otras obras: la escalera que es la de la huida y evasión, pero también la

de la elevación, los animales y sobre todo los insectos, que siempre me

han interesado mucho. La esfera oscura que aparece a la derecha es una

representación del globo terráqueo, pues entonces me obsesionaba ya una

idea: „¡Tengo que conquistar el mundo!‟; el gato, que lo tenía siempre

junto a mí cuando pintaba. El triángulo negro que aparece en la ventana

representa la Torre Eiffel. Trataba de profundizar el lado mágico de las

cosas”2.

A esto hay que añadir que, con el paso del tiempo, sus representaciones van a ser

cada vez más esquemáticas, basándose en el empleo de los colores primarios planos,

combinados con gruesos trazos de color negro o blanco, que recuerdan al dibujo

infantil, como puede verse en la obra Códigos y constelaciones enamoradas de una

mujer (1941).

Junto con Joan Miró, el otro gran representante del Surrealismo en España es

Salvador Dalí. Este autor desarrolló su arte en varias etapas, dentro del Surrealismo

onírico. Fueron muy importantes en su biografía los años que vivió en Madrid, donde

coincidió en la Residencia de Estudiantes con Luis Buñuel y con Federico García Lorca,

con los que colaboró en algunas de sus obras. Dalí desarrolló en su arte lo que él

denominó el “método paranoico-crítico”, en el que materializa el delirio a través del

empleo de imágenes contradictorias, imágenes dobles que le permiten crear infinitas

realidades dentro del lienzo, y la interpretación de los sueños. Entre sus grandes

obsesiones, las cuales se plasman en sus lienzos, destacan la muerte, la religión o la

sexualidad, a la cual hace alusión en numerosas ocasiones a través de la masturbación,

como en su obra El gran masturbador (1929). En ella se representa una cabeza

tumbada, que es un autorretrato del artista, muy blanda, de forma similar a una ameba,

con una gran nariz sobre la que se apoya en el suelo. Un anzuelo con sedal le coge el

2 Ibídem. Pág. 253.

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cuero cabelludo, que parece aludir a Gala, con quien había mantenido un idilio en

Cadaqués antes de pintar el lienzo. A los paseos de los amantes por la playa aluden los

cantos rodados y las conchas que salen de la cabeza de Dalí. En ella se representa

también el león, símbolo de las pasiones en la pintura daliliana. De la cabeza sale el

torso de una mujer fatal, muy influenciada por el Art nouveau, que se aproxima a un

ente masculino fragmentario, representado en la parte superior derecha del cuadro. En

esta parte puede verse cómo las figuras se transforman y se confunden, algo muy

relacionado con el “método paranoico-crítico” sobre el que teorizó el artista. Bajo la

nariz de Dalí puede verse un saltamontes, cuyo vientre está siendo devorado por las

hormigas, tema muy recurrente en sus obras, que es símbolo de la putrefacción. Bajo

esta representación, en el horizonte infinito, intemporal, característico de la pintura

surrealista, hay unas figuras que se abrazan, símbolo de que el amor es lo único que

puede salvar al hombre, según el pensamiento de Salvador Dalí. Destaca el dibujo casi

fotográfico empleado por Dalí en su representación. De este mismo año es la obra Un

perro andaluz, en la que colaboró con el director Luis Buñuel.

Muy empleadas por Dalí son también las formas orgánicas en su pintura, así

como el tema de Narciso, como trata en su obra La metamorfosis de Narciso (1937). En

él representa la fertilidad frente a la putrefacción, representada por las hormigas que

suben por la pierna de la gran figura repetida. De igual modo, la obra es una

representación del paso del tiempo. En otros casos, Dalí representa la playa de

Cadaqués, como por ejemplo en la obra Aparición de un rostro y un frutero sobre la

playa, de 1933-1934. En este lienzo, el artista recurre a las imágenes imposibles, casi

alucinógenas, que también están presentes en toda su producción pictórica, así como los

paisajes infinitos, en los que introduce algunas figuras para acentuar la sensación de

profundidad.

Dentro del Surrealismo también pueden englobarse las obras de René Magritte.

En su obra, puede verse cómo el artista representa una visión mágica del mundo,

cargada de un erotismo de pesadilla. En sus composiciones no existe la estabilidad que

se atribuye a la realidad, a pesar de utilizar la técnica académica, como puede

comprobarse en La violación (1934). En este lienzo, el cuerpo de la mujer ocupa el

lugar del rostro, o viceversa. Magritte se sirve de la transmutación corporal para

provocar una respuesta violenta en el espectador.

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Además de los surrealistas, otros artistas desarrollan su arte en el periodo de

entreguerras, como los que se han agrupado en la denominada Escuela de París. Así se

ha llamado a un grupo de artistas que coincidieron en las primeras décadas del siglo XX

en la mencionada ciudad. Éstos desarrollaron un arte de carácter muy personal, que en

ocasiones resulta difícil encasillar en las diferentes corrientes artísticas. Tal es el caso de

Paul Klee, quien entabló una gran amistad con Kandinsky tras trabajar con él en la

Bauhaus. Para su creación artística, basada sobre todo en el color, fue fundamental el

viaje que realizó al Norte de África y Túnez. Este pintor trabaja con gran tranquilidad, y

pretende crear una armonía similar a la de la música a través del color. Sus

composiciones están basadas en líneas de gran fuerza, que salen del fondo del lienzo,

realizadas con un pincel muy fino, que deja huella en el cuadro, combinadas con los

grandes campos de color. A pesar de su academicismo de su etapa en la Bauhaus, a

partir de los años 30, Klee vuelve a lo artístico de sus composiciones de los primeros

años, como es el caso de Flora sobre arena (1927), similar a una vidriera multicolor. En

esta escuela también puede incluirse a Amedeo Modigliani, quien introduce un toque

poético en su arte, muy influenciado por el expresionismo y por el cubismo en el

tratamiento de sus retratos, como puede verse en el caso de Mujer con abanico (1919).

En sus obras, este artista trabaja por capas, tratando al mismo tiempo las figuras y el

fondo, y crea la atmósfera por medio del color. A este grupo de artistas también

perteneció Marc Chagall, quien realiza una pintura onírica, inspirada en el

expresionismo, en la que aparecen numerosas referencias a su Rusia natal. En sus

lienzos emplea colores muy poéticos, que parecen recrear sueños en los que sus figuras

parecen flotar en un espacio irreal, como da muestras El ángel caído (1923).

19.3.- La crisis de las vanguardias (1945-1970)

Durante la Segunda Guerra Mundial, muchos autores surrealistas emigraron a

Estados Unidos, donde desarrollaron su arte en la segunda posguerra. Estos artistas cada

vez tendieron más a la búsqueda del automatismo, evolucionando así hacia el

Expresionismo Abstracto. En esta nueva corriente, adquiere un valor fundamental la

acción de pintar en sí misma, aunque en muchos casos se hace bajo los efectos del

alcohol, las drogas o el sueño, teniendo como resultado una pintura muy pasional.

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Quizá el autor más interesante dentro del Expresionismo Abstracto sea Jackson

Pollock. Este artista consideraba que el cuadro tenía vida propia, siendo la función del

artista el sacarla afuera, considerando el momento en que esto se cumplía como el

estado de perfecta armonía. Por ello, en sus obras ocupa un lugar fundamental el

momento de la creación de las mismas, creando de este modo la corriente que se ha

denominado Action painting. Estas ideas fueron expresadas por el pintor del siguiente

modo:

“Mi pintura no nace en el caballete. Casi nunca, antes de comenzar

a pintar, se me ocurre extender la tela sobre el bastidor. Sobre el suelo me

siento más a gusto, más cerca, más parte del cuadro; puedo caminar en

torno suyo, trabajar por cuatro lados distintos, estar literalmente dentro del

cuadro […] Cuando estoy dentro del cuadro no me doy cuenta de lo que

estoy haciendo. Sólo después de cierto periodo, empeñado, digámoslo así,

en trabar conocimiento, consigo ver qué dirección he tomado. Y no tengo

miedo de hacer cambios, ni siquiera de destruir la imagen, porque sé que

el cuadro tiene vida propia y yo trato de sacarla afuera. Solamente cuando

pierdo contacto con la tela el resultado es un desastre. De otro modo se

establece un estado de pura armonía, de espontánea reciprocidad, y la obra

sale bien”3.

Sus lienzos, de grandes dimensiones, tienen como protagonista a la materia, a la

propia pintura, la cual es fresca y fluida, ya que la vierte sobre el lienzo desde el propio

bote, creando así una nueva técnica pictórica, denominada dripping (pintura por goteo),

que empleó en sus obras realizadas entre los años 1945 y 1951. Pollock empleaba el

movimiento de todo el cuerpo para pintar, acto que realizaba en muchas ocasiones bajo

los efectos del alcohol y escuchando jazz, música que le servía de inspiración. Al

moverse mientras pintaba, cubría sin interrupción toda la superficie de la tela,

denominándose a este tipo de composición all over. Estas características pueden verse

en obras como Echo (Number 25) de 1951, donde el cuadro es como una composición

infinita, que se escapa del propio marco, conseguida a través del goteo de la pintura

semilíquida. Esta acción se intensifica por el hecho de que Pollock pintaba con los

3 Ibídem. Pág. 340.

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lienzos extendidos sobre el suelo, y después los recortaba según el resultado que

buscara.

Pero Jackson Pollock no fue el único representante del Expresionismo Abstracto.

Otro pintor de gran importancia, que desarrolló su arte en los Estados Unidos fue

Willem de Kooning, quien concedía gran importancia a la fuerza y a la dirección de las

pinceladas, que eran muy rápidas, realizadas con un gesto bastante arbitrario, como

puede observarse en su obra Woman I, de 1950-1952. En el caso de España, destacan

otros artistas, como Antonio Saura, quien trabaja mayoritariamente en blanco y negro,

ganando así mucha expresividad, acentuada por la combinación del pincel y la espátula,

o Antoni Tàpies, quien evolucionará hacia la pintura matérica.

En las décadas de los 50 y los 60 nacerá en Estados Unidos una nueva corriente

artística como respuesta al Expresionismo Abstracto, que ha sido denominada Pop Art,

cuyo máximo representante es el artista Andy Warhol. Esta corriente trabaja sobre las

imágenes ya dadas, por la imagen en sí misma. Está muy relacionada con las

vanguardias anteriores, como el Dadaísmo o el arte de Marcel Duchamp, que se

dedicaban a investigar el mensaje artístico. A través de los objetos, los artistas buscan lo

objetivo, lo impersonal, para lo que se sirven de iconos contemporáneos, dando por ello

la sensación de ser un arte fácil de entender. Sobre estos objetos, los artistas llevan a

cabo un trabajo sistemático, por lo que el resultado se caracteriza por la frialdad. En el

caso de Andy Warhol, el artista lucha contra el planteamiento burgués de que la obra de

arte debe ser entendida como una cosa única, y por ello se sirve de elementos

cotidianos, como los botes de Sopa Campbell o las cajas del detergente Brillo. Pero no

sólo utiliza objetos cotidianos para sus obras de arte, sino que también recurre a grandes

estrellas convertidas en iconos, como hace en su obra Díptico de Marilyn, de 1962,

donde desmitifica y convierte a la actriz en una “mujer objeto” por la multiplicación de

la imagen. En este caso, utiliza la técnica de la serigrafía, trabajando con plantillas, por

lo que desmitifica también el papel del artista, puesto que este proceso podría ser

realizado por otros.

Durante la segunda posguerra, nacen otros movimientos artísticos, como el

Hiperrealismo, en el que destaca Antonio López, la Abstracción postpictórica, en la

que pueden englobarse las obras de Albers, el Op-Art o arte óptico, el Minimalismo,

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preocupado sobre todo por el espacio, en el que destacan los trabajos de Donald Judd, o

el arte conceptual, que tiende a la obra sin objeto, puesto que lo único importante es el

concepto en sí mismo. En este contexto se encuentran las obras de Joseph Kosuth, como

Una y tres sillas, de 1965, en la que el autor presenta tres maneras diferentes de

aparición de una silla: el objeto propiamente dicho, su definición y una imagen del

mismo.

19.4.- La neovanguardia (1970-1990)

El término “neovanguardia” hace referencia a la posmodernidad, la cual bebe

directamente de las variadas manifestaciones artísticas desarrolladas durante los dos

primeros tercios del siglo XX, aunque las reinterpreta. Esta reinterpretación se basa,

sobre todo, en la idea de poner fin al vanguardismo, es decir, de terminar con la filosofía

de ruptura que había caracterizado a los movimientos anteriores. De este modo, a partir

de mediados de los años 70 y más explícitamente en la década de los 80, los artistas

hacen un arte introspectivo, que mira sobre su propia historia, incorporando a sus obras

algunos guiños a lo anterior o ciertas apropiaciones. El arte neovanguardista ya no busca

la generalidad, sino que en este momento se desarrolla un tipo de arte basado en el

individuo, mucho más subjetivo, y de carácter más localista. Así, existe una

coexistencia pacífica entre tendencias muy diferentes, que provocó una importante

revitalización del mercado de arte, ya que muchos individuos y empresas comenzaron a

invertir en obras de arte. Además, durante estos años comienza a cobrar protagonismo la

fotografía, que va a convivir a partir de este momento con el resto de las artes.