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Entrevista donde se realiza interesante análisis politico sobre las consecuencias de votar por Arrate en las elecciones presidenciales chilenas de diciembre del 2009.

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Votar por Arrate es votar por Frei.Por Tomy FernándezAgencias

Una discusión que se escucha últimamente entre gente de izquierda en Chile tiene su motivo en la disyuntiva que presenta a ese sector la actual elección presidencial: Jorge Arrate o Marco Enríquez-Ominami (MEO). A muchos les sorprende que gente proveniente de la izquierda extraparlamentaria quiera votar por MEO y no por Arrate, como podría ser el voto lógico de un militante duro de la izquierda tradicional chilena. De igual manera, a muchos les parece extraño que dicha izquierda no se haya sumado a la alternativa declaradamente progresista, que encabeza MEO que, según las encuestas, alcanza alrededor de un 19% de la intención de voto, mucho más de lo que lograron todos los candidatos extraparlamentarios durante los 20 años del sistema binominal chileno. ¿Qué está ocurriendo? Le preguntamos al Sociólogo Hugo Baronti. Este es el diálogo.

Creo que la discusión que aludes es completamente razonable. Son dos candidatos que se disputan un mismo y particular segmento del electorado. Pero capto hacia donde va tu planteamiento. En mi caso, tengo un gran aprecio por la gente que se inclina "naturalmente" por apoyar o votar por la izquierda dura o "tradicional" como tu la llamas, que en este caso es representada por Jorge Arrate. Si no existiera MEO probablemente no habría otra opción que votar, los que votamos, por el candidato del Juntos Podemos, sea quien sea. No obstante, en esta oportunidad yo me inclino por MEO. Pero es una decisión compleja. Ojo, que no tengo ningún aprecio por Arrate, pero sí por el mundo de la izquierda comunista, de la IC, del Frente Amplio, del Juntos Podemos, que son los que han levantado la candidatura de Arrate. Son las personas en las que me reconozco, junto a otras expresiones de la izquierda, en una lucha de largo aliento histórico. Pero... en fin, mi explicación de la opción MEO y no Arrate, implica atender varias aristas del tema.

Revisemos algunas de esas aristas. Te lo vuelvo a preguntar ahora más directamente, ¿Porqué no votarás por Jorge Arrate?

Ok. En primer lugar veamos el tema "la persona" de Jorge Arrate. Creo que en estos tiempos “la persona” es un indicador obligado a considerar. Aún tengo en la retina a un Arrate abucheado por cientos de estudiantes en el patio de la Universidad ARCIS, pidiéndole que dejara su cargo de rector. Finalmente tuvo que renunciar. Todos los argumentos se dirigían a enrostrarle su inconsecuencia, su feble estatura moral. Esa juventud no le perdonaba su complicidad por los 20 años de exclusión de la izquierda, una exclusión en que no solo guardó silencio, sino que fue protagonista. Tampoco le perdonaba el episodio cuando Frei ayudó al dictador Pinochet a volver a casa desde Londres. Arrate era el Ministro Secretario General de Gobierno. No renunció. Se comportó como un funcionario que cuida el puesto.

Te aclaro - en todo caso – que de todos los argumentos el tema de "la persona" es para mí el menos relevante. Cada uno es hijo de su tiempo. Y todos tenemos algo de nuestro pasado que nos gustaría cambiar. Pero forma parte insoslayable de estas aristas de las que se deben analizar. Por lo demás, personalmente no tengo nada en contra de Arrate. Pero él no es Tomás Moulian, tampoco es Tomás Hirsch y mucho menos Gladys Marín. En ellos si que hay una representatividad con consistencia y coherencia.

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¿Y cuales son las otras aristas, entonces?

El tema de fondo es que en esta vuelta todos sabemos finalmente que votar por Arrate es votar por Frei. Arrate es solo un trámite. Y en ese sentido, la candidatura de Arrate es una suerte de comodín, tal vez sin él proponérselo, para mantener el cogobierno de la Concertación con la Derecha. Y es, a la vez, una candidatura que juega en contra de la de MEO, que sí tiene posibilidades reales de pasar a segunda vuelta y que incluso tiene un mejor desempeño que Frei frente a Piñera en la segunda vuelta, como ya lo dicen varias encuestas.

Ahora, en lo que respecta a contenidos, levantar un programa de gobierno sobre la base de conceptos legitimados, pero sin una formula concreta para llevarlos a la práctica, es un saludo a la bandera. Yo sé que el PC debe evaluar positivamente la exposición pública de algunas ideas programáticas que se han sostenido desde siempre. Lo paradójico es que esas ideas de alguna manera son también formuladas por MEO, sin muchas variaciones. Lo que cambia es la manera de presentarlas. Arrate dice, “yo estoy por la igualdad”, MEO dice “Yo quiero que cualquier niño de Chile tenga la misma educación que un hijo de Diputado”. Ambos hablan de igualdad, pero mientras uno apela al concepto el otro apela a una realidad. Ambos apuntan a lo mismo. Es evidente, en todo caso, cuál de los dos es el que logra finalmente instalar la idea de la igualdad como algo plausible y contemporáneo.

Por otro lado, cuando la Concertación pone el grito en el cielo, al deslizarse la mínima posibilidad de que MEO no apoye a Frei en una segunda vuelta, el argumento es “¿entonces va a llamar a votar por la derecha?”. Lo mismo podríamos preguntarle nosotros al PC: ¿Prefiere coludirse con un candidato neoliberal y conservador como Frei antes que acercarse a un candidato con el que tiene mayor empatía programática y posibilidades de ganar?... El PC no tiene problema, a pesar de la Asamblea Constituyente, el fin al binominal, los derechos civiles, el medio ambiente, la nueva Constitución y la reforma tributaria, que figuran en ambos programas progresistas, y a pesar de que nos arriesgamos, de paso, al triunfo de la derecha en el bicentenario de la república. No obstante todo ello, el convenio es con el ingeniero neoliberal. Los dados ya se lanzaron, lamentablemente.

Volviendo a las aristas, podríamos decir finalmente que el tema es preguntarse que tan bueno es votar por Frei. Sólo dejame decir que votar por Frei es un retroceso, respecto de la tendencia impuesta por la propia presidenta Bachelet. La candidatura de Arrate pro Frei solo se explica por la constante histórica de la cúpula dirigencial del PC: su pragmatismo exacerbado. Y aquí haré una crítica dura pero fraterna. El pragmatismo en la conducción del PC lo lleva incluso, en algunos momentos, a postergar los intereses de los trabajadores para apoyar un candidato instrumental. Yo sé que el objetivo de largo plazo está siempre puesto en los intereses de los trabajadores. Pero en este caso el objetivo inmediato es la obtención de un par de sillas parlamentarias, que ni siquiera están aseguradas, como lo dijo el DC Pizarro. Lo que yo me pregunto, es ¿porqué no operar con el mismo pragmatismo, y optar por una alternativa como MEO que sin ser el clásico “líder izquierdista”, es una opción real de gobierno y que tiene un programa similar a lo que propone Arrate y el propio P.C.?. Es cierto que el pacto del PC con la Concertación se realizó antes de que MEO apareciera en el escenario político con la fuerza que ha venido mostrando. No obstante, lamentablemente, una vez más, como muchas veces en la historia, el Partido Comunista aparece jugando un rol desentonante y desarraigado de la gran mayoría progresista de chile. Una mayoría atípica y díscola, pero progresista. Podremos hacer muchas críticas a MEO, pero de que es una opción progresista, lo es, solo basta mirar su programa.

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El tema es que, al final del día, este PC termina actuando políticamente de una forma que lo reinstala en una política cortoplacista y desideologizada, legitimando, con ello, el modo socialdemócrata de enfrentar los cambios sociales. Esos que nunca llegan.

Pero, en todo caso, no quiero sonar tan tajante, ya que de alguna manera entiendo a los dirigentes del PC, han pasado 20 años, mas los 17 de la dictadura, en que no ha podido ejercer su vocación de siempre: debatir y luchar desde el parlamento. Es entendible. El pacto con la Concertación creo que es producto de una exasperación histórica. La vocación del PC es estar en el parlamento. La exclusión política le ha hecho mucho daño.

¿Pero acaso la crítica al PC no sería más bien una crítica a la política propiamente tal? ¿Acaso la política no es precisamente eso?

Todo tiene un límite, incluso la política. Hoy se está poniendo de moda, y enhorabuena, eso de la política con arreglo a valores, dejando en segundo plano la política con arreglo a fines. La conducta del Partido Humanista en ese sentido es muy ejemplar, también la de Navarro. En una contienda electoral de varios candidatos, siempre decimos, ¿y porqué este candidato no se baja para apoyar al otro que le esta yendo mejor, si plantean mas o menos lo mismo?. Es como lógico. La “unidad” siempre ha sido un valor y un objetivo en la política de la izquierda..

Pero pongámonos en el lugar del PC. Si hacemos el cálculo político clásico, tampoco creo conveniente votar por Frei. Y aún cuando le creamos a Frei y su paquete de medidas "progresistas" que debió asumir por el alza en las encuestas de MEO, y las advertencias oportunistas de los operadores políticos de la concertación, Frei va en contra del progresismo respecto de casos tan emblemáticos como Pascua Lama (Fue Frei el que le abrió la puerta a Barrick Gold), Hidroaysén, el pueblo Mapuche, las plantas nucleares, la propiedad del agua, el royalty a las mineras, el impuesto a las hidroeléctricas, la propiedad intelectual, etc. etc. hay un conjunto de temas en los que Frei va a tener una postura al estilo Piñera, en su eventual segundo gobierno. La base del financiamiento de la política social – para Frei - será el crecimiento económico. ¿Eso garantiza cumplir con las políticas sociales iniciadas por Bachelet? No, porque cuando no haya un crecimiento económico adecuado se va a decir que no es el momento de hacer reformas tributarias. La formula de Frei será, como siempre, la reducción presupuestaria, eso es lo que él sabe hacer. ¿Acaso hay una opción mas neoliberal que esa? No. No la hay. El problema es que con esa lógica en tiempos de vacas flacas lo primero que hacen estos señores es cortar los programas sociales. Jamás acometer contra las utilidades multimillonarias de las grandes transnacionales de la energía y de la minería. Me parece necesario que a estas alturas, hagamos trabajar a los empresarios, para que sean ellos, de EEUU, de España y de Canadá, los que tengan que pagar los impuestos que deben pagar por usar el suelo y la gente de Chile. El impuesto a las mineras y a las hidroeléctricas no es algo que deba rifarse en una elección, es algo que debemos trabajar por conseguir. Porque ellos ganan mucho más de lo que ellos mismos habían proyectado ganar. La reforma tributaria debe ser una exigencia de todos los chilenos. Está en el programa de MEO y también de Arrate. En el caso de MEO, gran parte de los ingresos se van a Educación, porque según él, ahí esta la base de las desigualdades. Yo pienso lo mismo. Mientras más educación, más inteligencia tiene el pueblo para identificar por que quiere luchar, y que debe hacer para lograr sus objetivos. Esa es una constante histórica. La reforma tributaria permite obtener 2200 millones de dólares anuales adicionales al presupuesto actualmente vigente. De esos, MEO propone destinar 1700 millones adicionales, a

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educación. Vale decir, un 300% más de lo que se destina hoy en día, por cada año de gobierno. Eso, aquí y en Korea del Norte, es una revolución presupuestaria. Y si un candidato presidencial lo propone justificadamente, es porque se puede hacer, y si se puede hacer, entonces luchemos por ello. Chile es uno de los países con la peor distribución del ingreso a nivel mundial. Irónico, cuando tenemos el movimiento popular que más batallas ha debido asumir en la historia contemporánea de occidente.

Ayer nomás, Frei, salía aclarando en la prensa que su candidatura no se había izquierdizado. Y eso es evidente, sobre todo para quienes seguimos la elección presidencial de cerca. Toda promesa progresista de Frei ha sido acuñada sobre la base de la perdida de votos según las encuestas. Frei no es un candidato progresista, y en ese sentido, no es el continuador del gobierno de Bachelet y mucho menos un buen representante, ni si quiera como “mal menor”, de la izquierda chilena. Por ese motivo, la táctica pro Frei del PC lo tenderá a aislar aún más – a la larga - de la gran mayoría progresista, manteniendo su 1 o 2 % de votos ideológicos y teniendo que trabajar por obtener un 5% de votantes adicionales logrados en base al marketing y el espectáculo circense de la política.

Pero, a ver, tú dices que votar por Arrate es votar por Frei, ¿Tú crees que eso es lo que realmente piensa un comunista?

En primer lugar, hay que separar lo que piensa "un comunista" y lo que piensa la cúpula del PC. Yo tengo mucho respeto por el pueblo comunista, adoro al viejo comunista, ese que ha luchado toda la vida, me saco “la capucha” ante ese militante disciplinado que en cada frase nos da una lección de cómo vivir. No me animo a decir yo lo que ese militante piensa. Prefiero hablar de la dirigencia del PC que es la que expresa su opinión en los medios de comunicación y por tanto opinión disponible para debatir. Claramente el objetivo último de la dirigencia es terminar votando por Frei, en eso consiste el acuerdo con la Concertación. Eso es lo que aparece en los medios y eso es lo que los dirigentes del PC reclaman, cuando le exigen a la Concertación seguridad en la elección de los diputados que supuestamente fueron comprometidos en el pacto con ellos. No hay ninguna duda de eso. Ahí no corre ni Pascua Lama, ni el medio ambiente, ni la situación futura de los trabajadores. El pueblo comunista se entusiasma honestamente con un candidato que los deja bien parados, como ocurre con Arrate, pero no se está midiendo la consecuencia de hacer el juego una vez más al DC neoliberal, con los votos del pueblo comunista, existiendo hoy en día una alternativa real, que puede reconfigurar el cuadro político nacional y superar esta transición que ha dejado el país derechizado hasta decir basta.

¿Cuando hablas de alternativa real te refieres a MEO?

Sí, por su puesto. Como tú señalaste inicialmente, MEO cuenta, más menos, con el 20% de las preferencias de las personas que ya tienen decidido su voto, y ese porcentaje puede crecer conforme las personas vayan decidiéndose. En la última encuesta La Segunda – UDD, aparecida al día siguiente del primer debate presidencial, MEO aparece con un 19% y Frei con un 23%. una diferencia para nada dramática.

¿Qué tan gravitante es el voto del "pueblo comunista", como tú le llamas, en este contexto?

Lo veo muy gravitante, ya que, curiosamente, el paso a la segunda vuelta de MEO pudiera depender de un 3, 4 o 5% de los votos de Arrate. La última encuesta pone a Arrate precisamente con el 4% que le falta a MEO para alcanzar a Frei. Los votos que capture

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Arrate serán clave. Puede terminar siendo el Cura de Catapilco de esta elección. Pero dejame soñar. La situación ideal sería que el PC le quitara el apoyo a la Concertación, apoyara a MEO y dejara que la Concertación colapse en diciembre. Eso sería muy bueno para el mundo progresista, el cerrar filas por levantar una fuerza con vocación real de cambio. Te puedo asegurar que en cuatro años más no tendríamos 3 diputados, que incluso se pueden conseguir ahora, tendríamos un tercio del parlamento, porque, entre otras cosas, en ese entonces, la Concertación habrá desaparecido como proyecto político, ya que lo único que la sustenta hoy es el control del gobierno... pero es un escenario imposible porque el acuerdo ya está hecho. Lo que es factible, en todo caso, es que una parte importante del electorado de izquierda “tradicional” vote finalmente por MEO. A eso convocamos, y esa es la esperanza.

Pero explícame eso de que MEO es un candidato verdaderamente de izquierda, como creo entender de tus argumentos.

Para empezar, aquí el tema no consiste en determinar quien es el representante legítimo de la izquierda. Si convenimos que hay varias izquierdas, mal podría haber un solo representante de todas ellas. Lo que creo que hay es un representante del progresismo. Y no un representante designado por decreto, o en una mesa política, sino simplemente por la capacidad de convocatoria y su programa de gobierno. Aclaro que el concepto "progresismo" nunca me ha gustado, por eso del "progreso" como antítesis de la "barbarie" tan criticada históricamente en nuestra América. Hablemos simplemente de progresismo como aquello que nos lleva "hacia mejor", como decía Kant, esa tendencia en la historia que hace que finalmente las mujeres voten, los negros se liberen, los pobres tengan comida y techo, los homosexuales puedan tener una vida digna y que se respete la biosfera, que es el lugar donde vivimos.

¿Y tú no asocias todo ello con las luchas históricas de la izquierda tradicional?

Si y no. Porque ocurre que muchos procesos que son parte del desarrollo de la libertad humana, la igualdad y la justicia social no siempre son encarnados por los mismos actores, y muchas veces se interrumpe lo que Gabriel Salazar llama la lucha de larga duración histórica. Hoy vivimos la apertura de una nueva época, la sociedad de la información, y ocurre que en esta época, la gente de izquierda a ratos aparece apoyando el pasado, los enclaves tradicionales del poder, incapaz de mirar las nuevas tendencias, como es el caso del derecho de autor en el nuevo escenario, la propiedad privada de los bienes inmateriales y la difusión universal del conocimiento. Es curioso que las actuales peleas por los derechos de los cibernautas las den sectores que no se inscriben en los movimientos sociales tradicionales de la izquierda. Son ciudadanos “de a pie”, muy disímiles en su opinión política y en su matríz sociocultural, pero muy claros en defender sus derechos como personas. Y esto lo traigo a colación para decir que nadie tiene el monopolio de “las luchas progresistas”. El progresismo se expresa en circunstancias coyunturales particulares. Si la sociedad cambia, hay que cambiar con ella, de lo contrario nos transformamos en conservadores, seamos de izquierda o de derecha.

¿Pero como se engancha esto con la alternativa MEO?.

Te respondo diciendo que todo proceso de cambio curiosamente nunca surge como "la revolución". Guardando las distancias ideológicas, es el caso de Chávez, de Correa y de Evo, por poner los más emblemáticos. En esos y otros casos, siempre ha habido una

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izquierda tradicional crítica que se opone inicialmente a las nuevas maneras de expresión de líderes que optan por promover cambios para mejor. MEO, de manera atípica pero muy actual, ha logrado instalar la plausibidad de realizar cambios sociales, y lo ha echo en un público despolitizado o desideologizado. En un ambiente derechizado como el que vivimos, es un acierto instalar la necesidad de un cambio en los derechos civiles de las personas, intentar un escenario más justo para los trabajadores, tener una política regional latinoamericanista, dar dignidad y reconocimiento a la Nación Mapuche, terminar con la discriminación de género, frenar la depredación del medio ambiente, y preocuparse de otros aspectos como por ejemplo terminar con el maltrato animal o promover la libre circulación de conocimiento en Internet. Todo eso está en el programa de MEO.

Por otro lado, si algo hemos constatado últimamente, es que se pueden hacer cambios interesantes desde el propio gobierno, ejemplos son los que señalaba antes, Bolivia, Ecuador y Venezuela. El caso de Honduras nos enseña que una acción golpista – en este contexto - es rechazada por toda la comunidad internacional, dejando a ese país en la ingobernabilidad absoluta, lo que de alguna manera es un signo de los tiempos que vivimos, en que la comunidad internacional está mucho más abierta a defender los gobiernos progresistas de la región. Los golpes de estado y las violaciones a los derechos humanos calaron muy ondo en la democracia occidental. Para mí es muy extraño ver en el cable la propaganda de PDVSA de Venezuela, que dice que están construyendo el socialismo... al mejor estilo de la Cuba de los 70, siendo que es un país estructuralmente capitalista, como cualquier otro de Sudamérica. Como decía un amigo, “misteriosos son los caminos de la revolución”. La revolución siempre se abre paso, sea como sea. Y en una sociedad derechizada y neoliberalizada como Chile, me parece que MEO es un excelente envión para fortalecer la pelea histórica de los trabajadores. Lo demás vendrá con los años, con la lucha y con la conciencia creciente de la gente que sabe finalmente lo que le conviene. No me convoca continuar apoyando a los burócratas de la Concertación, ni si quiera instrumentalmente. Me parece, por lo demás, que instalar una candidatura progresista, con un liderazgo transversal en la sociedad chilena es un gran éxito, sobre todo mirando lo que pasa con el avance de la derecha en todo el mundo, y considerando además, que gran parte de la población chilena tiene como referente ideológico el Morandé con Compañía, la Teletón y los éxitos de la selección de fútbol. Lo peor que podemos hacer nosotros, la gente de la “izquierda dura” es criticar la adhesión amplia que MEO ha logrado en este contexto. La gente ha cambiado, las formas de lucha han cambiado. Ahora el que gana es el que maneja mejor la “imagen-presidente”, el lenguaje que seduce, el que logra instalar una idea de cambio, sin que ello implique traumas, violencia o ruidos que no nos dejan dormir. Te pongo en el siguiente caso: imagínese UD. un plesbicito que sancione la nacionalización del agua, esa que privatizó Frei, a partir de un proyecto de ley surgido desde la propia ciudadanía. Eso es factible en un gobierno de Marco, según su reforma política. mpensable en un gobierno de Frei. Lo que Marco propone es abrir los canales para que sea la propia ciudadanía la que promueva la profundización de la democracia.

Pero además, yo creo en una radicalización de MEO, antes que en una izquierdización de señores como Escalona, Auth, o de la propia Concertación, que tiene sus días contados: ellos están desgastados, se acostumbraron al canapé y al chardonnay que sirven en el Patio de los Naranjos. El leitmotif de ellos es mantenerse en el poder, para eso estudian y trabajan. El poder por el poder. De ahí que optar por Frei como candidato fue un ejercicio de cálculo político para frenar a Piñera: ante el avance del derechista-empresario, pongamos otro derechista-empresario, para no perder votos por la derecha, si total “los votos de la izquierda los tenemos asegurados”. Con ese versito llevan 20 años gobernando y excluyendo al mismo

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tiempo. Esa apuesta antes que un proyecto de profundización de la democracia es una jugada para perpetuarse en el aparato estatal, sea cual sea el programa.

Estoy seguro que el verdadero fin de la transición coincidirá con el fin de la Concertación, un 13 de diciembre por la noche, cuando se abra un nuevo escenario con una alternativa progresista que gane o pierda terminará aglutinando a todos los que queremos ir por cambios verdaderos en nuestra sociedad. Ese será el momento en que no tendremos que mendigar una silla en ese parlamento desprestigiado de la República de Chile. Vamos a golpear la mesa y exigir una Asamblea Constituyente y una nueva Constitución para Chile.

Por último, te quiero recordar que Marco es hijo de Miguel Enríquez, uno de los grandes de nuestra historia, solo comparable con Allende, Manuel Rodríguez y Víctor Jara. Eso pesa, le pesará al propio Marco y a todos los que lo siguen.

¿Algo que agregar sobre esta discusión, para concluir?

Solo invitar a una reflexión profunda, histórica. Hoy, como nunca en estos 20 años, el voto es verdaderamente importante. No nos confundamos con el voto-castigo, el voto-testimonio, el voto-táctico o el voto-inútil. Votemos – los que votamos – con el voto-ganar.

Ya se abrió la época en que las personas podemos ser más libres, porque nos hemos liberado de las ideologías omnicomprensivas. La libertad es la conciencia de la necesidad, decía Marx. Por muchos años no entendía esa frase. Ahora sé que el tema es la conciencia y no la necesidad. Mientras más conciencia tengamos de que hay muchas necesidades artificialmente inducidas, más libres seremos y más aptos estaremos para luchar por un mundo mejor.

Permitida su copia y reproducción por cualquier medio.Santiago de Chile, Octubre de 2009

Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva del autor.

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