arqueolgía de las islas canarias

32
Espacio, Tiempo y Forma, Serie I, Prehistoria y Arqueología, t. 10, 1997, págs. 447-478 Arqueología de las Islas Canarias JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS* RESUMEN Presentamos cómo ha evolucionado la ciencia arqueológica en las Islas Canarias y la situación actual de la disciplina. A continuación nos centramos en algunos de los temas claves de su prehistoria: los grandes problemas en torno al poblamiento antiguo del Archipiélago y la variabilidad cultural entre las islas. ABSTRACT We present in this paper the evolution of the Archaeological Science on the Canary Islands and its present situation. Indeed we plant the most important problems about the arrival of the ancient Berberian peoples to the archipiélago and the cultural variations between them, which has been watched in the seven islands. PALABRAS CLAVES Islas Canarias, Prehistoria, Arqueología, Poblamientos Insulares. KEY WORDS Canary Islands, Prehistory, Archaeology, Islands Colonization. 1. PASADO Y PRESENTE DE LA ARQUEOLOGÍA CANARIA 1.1. El pasado La arqueología canaria es singular en la medida en que tiene como objeto de estudio unas culturas insulares, con procesos específicos, vin- Departamento de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua. Universidad de La Laguna. 447

Upload: lebasi1939

Post on 21-Nov-2015

32 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Ensayo sobre la Arqueología en Canarias.

TRANSCRIPT

  • Espacio, Tiempo y Forma, Serie I, Prehistoria y Arqueologa, t. 10, 1997, pgs. 447-478

    Arqueologa de las Islas Canarias JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS*

    RESUMEN

    Presentamos cmo ha evolucionado la ciencia arqueolgica en las Islas

    Canarias y la situacin actual de la disciplina. A continuacin nos

    centramos en algunos de los temas claves de su prehistoria: los grandes

    problemas en torno al poblamiento antiguo del Archipilago y la

    variabilidad cultural entre las islas.

    ABSTRACT

    We present in this paper the evolution of the Archaeological Science on the Canary Islands and its present situation. Indeed we plant the most important problems about the arrival of the ancient Berberian peoples to the archipilago and the cultural variations between them, which has been watched in the seven islands.

    PALABRAS CLAVES

    Islas Canarias, Prehistoria, Arqueologa, Poblamientos Insulares.

    KEY WORDS

    Canary Islands, Prehistory, Archaeology, Islands Colonization.

    1. PASADO Y PRESENTE DE LA ARQUEOLOGA CANARIA

    1.1. El pasado

    La arqueologa canaria es singular en la medida en que tiene como objeto de estudio unas culturas insulares, con procesos especficos, vin-

    Departamento de Prehistoria, Antropologa e Historia Antigua. Universidad de La Laguna.

    447

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    culadas a un mbito geogrfico y cultural ajeno al ibrico y, por tanto, con problennas metodolgicos particulares (C. del Arco, M.C. Jimnez y J.F. Navarro, 1992; L. Diego, 1972 y 1977; R. Gonzlez y A. Tejera, 1986; M.S. Hernndez, 1984; C. Martn, 1984). La disciplina ha tenido en el Ar-chipilago una trayectoria ms que centenaria, que en ciertos aspectos y pocas discurri por cauces semejantes al resto del Estado, aunque tam-bin ha conocido perodos en que estuvo ms vinculada a tendencias, es-cuelas, intereses cientficos o instituciones de otros pases, como sucedi en la etapa inicial.

    Sus preludios precientficos abarcan un segmento temporal compren-dido entre finales del siglo xv y mediados del xix, marcado por el anticua-rismo, que al principio slo conoci espordicas y tmidas manifestacio-nes. A finales del perodo esta tendencia se hizo ms evidente, ya que en unos pocos individuos puede hablarse de anticuarismo cientfico, con una observacin de los restos algo ms detenida, y algunos objetos y res-tos humanos antiguos empezaron a figurar en los gabinetes de eruditos. Las momias despertaban una curiosidad mayor y, desde el siglo xvii, em-pez a crecer progresivamente el inters por ellas y su exportacin a pa-ses europeos.

    Sabin Berthelot tuvo un protagonismo de excepcin en el final de esa etapa y fue el precursor de la antropologa y la arqueologa canaria. Inter-pret la sociedad aborigen desde la actitud nostlgica del romanticismo y contribuy a propagar la imagen del guanche como buen salvaje, que ha durado en buena medida hasta la actualidad. Hacia 1840 empez a publi-car sobre los antiguos habitantes, aunque usando slo las fuentes et-nohistricas; luego fue el primero en interesarse por la naciente antropo-loga biolgica y la arqueologa, de manera que a partir de 1860 empez a publicar sobre estos temas, seguido de otros investigadores canarios ms jvenes. Su ltima obra, Antiquits Canariennes (1879), fue el primer libro de carcter enteramente arqueolgico.

    De hecho el nacimiento de la arqueologa canaria se gest, no slo por influencia de Berthelot, sino porque en las islas exista un ambiente in-telectual favorable a ello y porque llegaron los ecos de fenmenos anlo-gos que se estaban produciendo en Europa. En ese caldo de cultivo, pe-queos grupos de intelectuales en Gran Canaria, Tenerife y La Palma dirigieron su inters hacia los vestigios materiales del pasado, deseosos de conocer a travs de ellos el modo de vida de los antiguos canarios. Era comn a todos ellos un espritu patriota de recuperacin de las races, su juventud discurri durante el romanticismo y se esforzaron por obtener una slida formacin universitaria. Los ms fieles representantes de esta

    448

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    generacin eran mdicos de profesin, que haban asunnido los ms avan-zados postulados cientficos, como el darwinismo.

    Crearon tres sociedades cientficas: el Gabinete Cientfico (Tenerife, 1877), El Museo Canario (Gran Canaria, 1879) y la Sociedad La Cosmo-lgica (La Palma, 1881), cuyo objetivo era fomentar el conocimiento de las ciencias, las letras y las artes, con especial referencia a la historia y la prehistoria del Archipilago, para lo cual, entre otras cosas, se fundaron otros tantos museos. De aquellas vetustas instalaciones hoy se conserva el Museo Canario; el Gabinete Cientfico desapareci y sus fondos consti-tuyeron el germen del Museo Arqueolgico de Tenerife; mientras que La Cosmolgica sobrevive, aunque sus colecciones recientemente han pasa-do a integrarse en el Museo Insular.

    De aquella generacin destacaron Juan Bethencourt Alfonso y Gregorio Chil y Naranjo. J. Bethencourt era responsable de la Seccin de Antropo-loga y Arqueologa Prehistrica de Canarias, la ms activa del Gabinete Cientfico. Le quedaban resabios romnticos y estaba muy apegado a su tierra. Por eso fue, sobre todo, un gran investigador de campo, que com-binaba las prospecciones y excavaciones arqueolgicas con los estudios etnogrficos, y a veces no estableca distincin clara entre ambas discipli-nas, pues consideraba que una buena parte del campesinado isleo ate-soraba la memoria histrica de los guanches. Recientemente se ha publi-cado se gran obra Historia del Pueblo Guanche, que constituye una importantsima fuente de informacin, por el cmulo de datos que aporta, aunque sus interpretaciones sobre el origen y el parentesco cultural de los antiguos canarios no resisten hoy la ms leve crtica.

    G. Chil fue el primer director del Museo Canario. Durante su mandato y hasta los inicios de este siglo, en el Museo se investigaba con intensidad, acogiendo a diversos antroplogos, entre los que sin duda destaca la fi-gura de Rene Verneau, atrados por la presencia de rasgos cromaoides entre la poblacin prehistrica de las islas. Chil posea una slida forma-cin cientfica como historiador y antroplogo, siendo un investigador bas-tante activo y relacionado con crculos acadmicos franceses antes de surgir el Museo. Era un hombre de su tiempo: claramente positivista, que pretenda reconstruir la prehistoria con todos los medios de que dispona la ciencia, en el que subyacan los postulados de la arqueologa racista. Fue ms un investigador de gabinete que de campo, en lo que sin embar-go descollaba el conservador Vctor Grau-Bassas y Mas, muy preocupado por registrar el contexto de los hallazgos.

    Despus de ese impetuoso arranque que dur toda una generacin, la arqueologa canaria padeci un largo perodo de languidez. Durante las

    449

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    cuatro primeras dcadas del siglo xx disminuy la intensidad de las in-vestigaciones, marcadas cada vez ms por posiciones tericas como el difusionismo y, en general, por los postulados propios de la escuela his-trico-cultural, que tendrn una larga implantacin (R. Gonzlez y A. Te-jera, 1986).

    En 1942 se inaugur la etapa del Comisariado de Excavaciones Ar-queolgicas, dando lugar a una fuerte revitalizacin de las actividades ar-queolgicas y, aunque algunos tpicos de la vertiente negativa de ese perodo sean extensibles al Archipilago, debemos reconocer que aqu tuvo cierta repercusin positiva e incluso singularmente enriquecedora. La mayor parte de este perodo estuvo marcado por las figuras de Luis Diego Cuscoy y Sebastin Jimnez Snchez, quienes desarrollaron la mayora de la labor investigadora y patrimonial en las provincias de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria , respectivamente. Sobre ellos ejerci cierta influencia el catedrtico de La Laguna Elias Serra R-fols, alumno de P. Bosch Gimpera y gran maestro de historiadores cana-rios. Pero, sobre todo, durante mucho tiempo pes la tutela de Julio Mar-tnez Santaolalla, quien inculc un objetivo concreto: darle a la prehistoria canaria una visin secuencial, cosa que no lograron; y un mtodo: ordenar las evidencias segn esquemas tipolgicos, para luego distribuirlas cro-nolgicamente.

    S. Jimnez Snchez y L. Diego Cuscoy representaron dos maneras bien distintas de hacer arqueologa. El primero qued anquilosado, por lo que sus trabajos de campo y sus publicaciones acusaban notables defi-ciencias; cabe destacar una ardua labor de prospeccin en las islas orien-tales y algunas campaas de limpieza para sacar a la luz grandes con-juntos arqueolgicos (figura 1). Por el contrario, L. Diego constituy un paradigma de constante superacin y en muchos aspectos se adelant a su tiempo. Fue poeta, etngrafo, historiador y, sobre todo, arquelogo. Comenz participando activamente en los Planes Nacionales del Comisa-riado, buscando escondrijos con cermica en los campos de pastoreo es-tacional y cuevas sepulcrales, que suministraban espectaculares ajuares cermicos y restos humanos, respectivamente. Pero a fines de los cin-cuenta ya se planteaba cuestiones tericas y metodolgicas, como la et-nologa comparada y el determinismo ambiental: consideraba a los guan-ches como pastores que se comportaban de forma anloga a los viejos cabreros tinerfeos que l entrevistaba, cuyo modo de vida estara muy condicionado por el medio natural. No se detuvo ah, sino que rpidamen-te evolucion atrado por varias tendencias y acab adoptando una postu-ra eclctica.

    450

  • Arqueologa de las Islas Cananas

    Figura 1. El poblado de Tu fia es un ejemplo de conjunto exhumado y parcialmente reconstruido por el Comisahado de Excavaciones.

    Mientras, los estudios de antropologa fsica de i\/!iguel Fuste e Use Sch-widetzky impactaran fuertemente en el enfoque que los investigadores y, en general, la poblacin canaria daran al problema de los orgenes del po-blamiento y a la configuracin de la variabilidad cultural; planteando la pre-sencia de dos tipos humanos cromaoides y mediterranoides, que ha-bran llegado a Canarias en pocas muy distintas y, en consecuencia, portando culturas arcaicas los primeros y ms desarrolladas los segun-dos. De esta manera, el problema de la prehistoria canaria empezaba a explicarse bajo la perspectiva de la dicotoma racial y la asociacin entre raza y cultura, planteamientos que tardaran algn tiempo en superarse.

    1.2. El presente

    En la dcada de los setenta, la disciplina acaba por integrase al mbi-to universitario, llegando a alcanzar una definitiva consolidacin cuando se cre el Departamento de Arqueologa y Prehistoria de la Universidad de La Laguna \ que haca posible la formacin de especialistas y aseguraba la prosecucin de un quehacer cientfico hasta entonces marcado por la

    ' El Departamento de Prehistoria y Arqueologa se cre en 1969 con esas dos reas, y pos-teriormente se ampli con la incorporacin las reas de Historia Antigua y Antropologa Social, adoptando por nombre el de Dpto. de Preiistoria, Antropologa e Historia Antigua. Hace unos aos se cre la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, cuya rea de Prehistoria est inte-grada en el Dpto. de Ciencias Histricas.

    451

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    discontinuidad. Sus fundadores IVIanuel Pellicer y Pilar Acosta dise-aron una primera estrategia de investigacin, en fases sucesivas y desti-nada a poner cierto orden en los enfoques heredados. Se comenz ha-ciendo la Carta Arqueolgica de Canarias, para tener una representacin objetiva de los yacimientos y los objetos muebles; a continuacin, estudios tipolgicos de unos y otros; y, finalmente, excavaciones en lugares de ha-bitat, para reconstruir la vida del aborigen y no slo su muerte, y que per-mitieran obtener secuencias estratigrficas donde observar la evolucin cultural de las sociedades prehistricas. Aquella labor eminentemente ar-queogrfica gener informacin suficiente para abrir mltiples perspectivas a la investigacin y plantear modelos de interpretacin en el futuro.

    Las casi tres dcadas transcurridas han significado un constante incre-mento de arquelogos canarios y, evidentemente, con profundos cambios de ndole metodolgica. Si en los setenta las influencias de la escuela his-trico-cultural y el neopositivismo alemn eran todava claras, a comien-zos de los ochenta tuvo lugar una transformacin notable, prcticamente una ruptura. A partir de entonces cambi mucho la manera de investigar en Canarias, asistindose a una constante y rpida renovacin, de forma que actualmente no existe en el Archipilago un enfoque monoltico de la disci-plina. Existen, eso s, algunas tendencias predominantes, en las que unos pocos se incluyen de manera explcita y otros no lo hacen, pero lo de-muestran. No podemos negar que an quedan no pocos resabios de neo-po^iitivismo y normativismo, pero desde la dcada pasada un amplio sector de investigadores empezaron a decantarse, sobre todo, hacia la arqueolo-ga procesual y la ecologa cultural, el materialismo histrico, el estructura-lismo y, ms que nada, una cierta variabilidad de posturas eclcticas.

    La singularidad de la arqueologa canaria estriba, sobre todo, en el ob-jeto de estudio y, de manera subsidiaria, en las estrategias de investiga-cin. Cuando aqu se habla de arqueologa nos referimos bsicamente a la arqueologa prehistrica o prehispnica, porque la histrica tiene todava escasa implantacin. Se trata de estudiar unas sociedades que habitaban un archipilago y, adems, alejado de los antiguos circuitos de relaciones, por lo que no se pueden buscar los mismos modelos ni los mismos pro-cesos culturales que hallamos en mbitos continentales, como se intent en otra poca de manera infructuosa. A ello se aade el hecho de la insu-laridad, en relacin al cual la investigacin demuestra que cada isla tuvo una dinmica social y cultural propia, hasta que fueron conquistadas por los europeos en el siglo xv. Por eso, la escala insular acaba siendo, en de-finitiva, el mbito natural de los proyectos, aunque los haya tambin de es-cala archipielgica.

    452

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    Las lneas de trabajo ms activas y no necesariamente por el mismo orden son la etnohistoria, arqueologa del territorio, bioantropologa, pa-leoeconoma, tecnologas, manifestaciones rupestres y secuencias cultu-rales. ltimamente empiezan a descollar la arqueologa de la religin y la arqueoastronoma.

    Disponemos de amplias y variadas fuentes escritas contemporneas a la conquista o inmediatamente posteriores a ella, que constituyen valio-sos documentos para conocer muchos aspectos de aquellas sociedades, sobre todo en lo referido a la estructura social y religiosa, pero tambin sobre otras muchas cuestiones. Eso estimul a algunos investigadores a basar su trabajo en la interpretacin de las fuentes etnohistricas, con re-sultados sin duda interesantes (R. Gonzlez y A. Tejera, 1981 y 1990; A. Tejera, 1988 y 1992; J.J. Jimnez, 1991; J.C. Cabrera, 1992), aunque tambin se les ha imputado el ignorar a veces la documentacin arqueo-lgica, y el caer ocasionalmente en la especulacin y teorizacin excesivas (C. del Arco, 1982; C. del Arco et alii, 1992).

    Superadas las viejas cartas arqueolgicas de los aos setenta, ya en los noventa alcanza bastante fuerza la arqueologa del territorio, de mane-ra que mltiples proyectos tienen como finalidad el estudio integral de un espacio, incluyendo programas de prospecciones y excavaciones de sitios seleccionados de acuerdo a los objetivos. Pero el reto consista, no slo en buscar un marco terico, sino en disear una metodologa de prospeccin y registro especfica para la arqueologa canaria, y el primer paso para ello se dio a lo largo de un extenso y enriquecedor debate en el seno del equi-po que realizaba el inventario del Patrimonio Arqueolgico de las Canarias Occidentales ^. Se elaboraron unas primeras propuestas de sistema de re-gistro, que fueron ensayadas en campo una y otra vez, mejoradas y pues-tas a punto durante aos de prospecciones, para luego ser divulgadas entre los colegas, de forma que lo que hoy se hace en arqueologa del te-rritorio es heredero de aquel experimento, cuyos planteamientos han ido siendo superados (J.F. Navarro, C.M. Hernndez y F. lamo, 1995).

    Entre 1973 y 1995 hubo una cierta intensidad de excavaciones en todas las islas y en el marco de diferentes proyectos, pero sobre todo La Palma, Tenerife y Gran Canaria, con unos sistemas de recuperacin y

    '^ NAVARRO MEDEROS, J.F., LAMO TORRES, F.; HERNNDEZ, C.M.; VALENCIA, V.; MORA, C ; TO-RRES, J.A.; VRELA, P.; FEBLES, J.V.; BORGES, E.; ROSA, F.J. DE LA; CUENCA, A., et alii, 1989-1991: Inventario del Patrimonio Arqueolgico de las Canarias Occidentales (IPACO). Gobierno de Ca-narias. Las propuestas se dieron a conocer en el F Congreso de la Asociacin Canaria de Arque-ologa y Prehistoria (ACAP) (Las Palmas, 1990).

    453

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    registro cada vez ms precisos. En los primeros aos slo se buscaban lecturas verticales, pero a fines de los setenta empez a imponerse la idea de la excavacin en extensin y se propugnaba la excavacin integral de algunos yacimientos. Se ha excavado en Tenerife cavidades sepulcrales, cuevas de habitacin, cabanas, talleres lticos, etc.; en La Palma numero-sas cuevas de habitacin y algunas necrpolis; en Gran Canaria poblados de superficie, algunas cuevas naturales y artificiales, as como necrpolis en tmulos y en cuevas; en el Hierro concheros, aras de sacrificio y cue-vas-vivienda; en La Gomera concheros, cabanas y necrpolis; en Lanza-rote y Fuerteventura poblados de superficie y sepulturas.

    Merced a ello, se posee un cmulo de informacin notable y, entre otras cuestiones, la vieja incgnita de la diacrona empieza a ser desvela-da, ya que conocemos algunas secuencias, aunque con desigual intensi-dad por las diferentes islas. En La Palma se han llevado a cabo varios proyectos interrelacionados y se han excavado una docena de yacimientos con espectaculares depsitos estratigrficos, todo lo cual ha permitido de-sarrollar la ms slida tesis sobre el poblamiento y la evolucin de las cul-turas (M.S. Hernndez, 1978; J.F. Navarro y E. Martn, 1987; J.F. Navarro, E. Martn y A.C. Rodrguez, 1990; J.F. Navarro, 1991; E. Martn, 1992) (fi-gura 2). En Tenerife se haban estudiado algunos interesantes yacimientos en los setenta y ochenta (L. Diego, 1979; M.C. Del Arco, 1985; B. Gal-vn, 1991), y en la actualidad se trabaja con ms intensidad y gran calidad en varios proyectos (C.M. Hernndez et alii, 1996) ^, lo que permite em-pezar a aclarar incgnitas. La monumentalidad de los yacimientos de Gran Canaria y las inversiones en su patrimonio superan con mucho al resto del Archipilago, pero no as la investigacin, que ltimamente ha bajado en intensidad, por lo cual las hiptesis formuladas aos atrs sobre la existencia de varios horizontes culturales (C. Martn, 1984, 1986 y 1988), distan mucho de poder ser comprobadas. Por ltimo, en Lanzarote, la es-tratigrafa de un yacimiento es la base para una primera hiptesis sobre el poblamiento de la isla (P. Atoche et alii, 1989; P. Atoche, 1995), que resta contrastar en otros sitios.

    Uno de los primeros problemas, que empezaron a detectarse en las modernas excavaciones canarias, fueron los confusos resultados del C-14.

    ^ La prehistoria de Tenerife careca hasta ahora de una lectura discrnioa de los procesos. El problema empieza a tener visos de solucin gracias a recientes excavaciones de la Universidad de La Laguna, como las de B. Galvn en Santiago del Teide y en varios yacimientos de Buenavista del Norte, y las de C.M. Hernndez y V. Alberto en Candelaria. Desde el Museo Arqueolgico se han iniciado otras en Tegueste.

    454

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    Ib

    / \

    (

    Secuencia cermica prehistrica de la isla de La Palma

    HORIZONTE RECIENTE

    HORIZONTE ANTieOO

    M

    Figura 2. Evolucin de la cermica prehistrica de la isla de La Palma.

    455

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    Niveles que necesariamente eran contemporneos arrojaban fechas muy dispares y, adems, algunas dataciones estaban aparentemente muy re-juvenecidas. Esto hizo sospechar la existencia de agentes contaminantes, de los que hoy ya conocemos algunos. Por eso se comenzaron a ensayar procedimientos de datacin alternativos, como el paleomagnetismo, la ter-moluminiscencia, etc., gracias a la estrecha colaboracin interdisciplinar con la Estacin Volcanolgica del CSIC en La Laguna (V. Soler et alii, 1987), que est dando excelentes resultados.

    Desde que el Gobierno Autnomo asumi las competencias en materia de cultura y patrimonio, las dotaciones para investigacin, dentro de su parquedad, fueron crecieron progresivamente, y por fin se haba conse-guido que las intervenciones quedaran enmarcadas en proyectos pluria-nuales, evaluados por una Comisin Asesora, luego Ponencia Tcnica. Las excavaciones haban disminuido en nmero, pero mejorado en cali-dad, porque as lo aconsejaba la propia investigacin y la lgica de las cosas; pero tambin por los actuales avatares administrativos. En 1995 cesaron repentinamente las tradicionales convocatorias anuales. Ello ha coincidido con la transferencia de la mayora de esas competencias a los Cabildos Insulares, que las ejercen a travs de sus Unidades de Patrimo-nio y/o el personal de sus Museos, quienes realizan casi todas las inter-venciones de urgencia y tambin las regulares, con fondos de la propia Corporacin ". Las funciones de la Direccin General de Patrimonio Hist-rico han quedado bastante reducidas, aunque se reserva la de conceder autorizaciones, concedidas segn su criterio y sin asesorarse por la Po-nencia Tcnica. I\yiientras, las dos Universidades, que hasta ahora haban llevado el peso de la investigacin, han quedado fuera del sistema, y sus posibilidades de obtener financiacin quedan reducidas a eventuales con-venios para temas puntuales.

    La consecuencia inmediata de todo ello es un freno en la investigacin y el colapso de algunos proyectos, mientras que otros se sostienen a pesar de todo. A la vez, se han potenciado las excavaciones u otras acti-vidades accidentales en el marco de lo que podramos llamar arqueologa de gestin.

    La bioantropologa, como antes hemos dicho, es una disciplina que en Canarias ha tenido una tradicin de siglo y medio, pero en los ltimos

    " Hay cierta desproporcin entre los recursos que destina cada cabildo para arqueologa. Los de Tenerife y Gran Canaria estn a la cabeza, con una gran diferencia sobre el resto, la mitad de los cuales ni siquiera contempla el patrimonio arqueolgico en sus presupuestos y, mucho menos, la investigacin.

    456

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    tiempos se ha producido una renovacin e intensificacin, gracias a que se han consolidado equipos interdisciplinares estables y por la gran disponi-bilidad de material de estudio, tanto seo como de otros tejidos conserva-dos por procesos de momificacin. De ah que sea grande el abanico de especializaciones: antropologa dental, paleonutricin, marcadores de ac-tividad, paleopatologa, antropologa gentica, a las que se aade el con-curso de la arqueologa funeraria y antropologa del terreno (J.A. Torres, 1996). Actualmente existen en Canarias dos equipos: uno amplio en la Universidad de La Laguna, en el que estn involucrados miembros de cua-tro Facultades (M. Arnay et all, 1987 y 1988; E. Gonzlez Reimers et alii, 1989 y 1991; J. Velasco et alii, 1996), y otro que acta desde el Museo Ar-queolgico de Tenerife con el respaldo tcnico de especialistas norteame-ricanos (C. Rodrguez Martn, 1990; VVAA, 1994).

    Una activa lnea de investigacin es la economa prehistrica y los es-tudios de paleoambiente, muy vinculado al mencionado enfoque ecolgico de la cultura (C. del Arco, 1982; E. Martn, 1987; C. Del Arco, M.C. Jim-nez y J.F. Navarro, 1992). En el marco de esta lnea, se ha logrado po-tenciar la formacin de profesionales en disciplinas como la zooarqueolo-ga, paleobotnica (C. Del Arco, 1993) y sedimentologa, con diversas especializaciones en las evidencias mastolgicas (F.J. Pais, 1992 y 1996), ictiolgicas (J. Desse y C.G. Rodrguez, 1993; C.G. Rodrguez, 1997), ma-lacolgicas, antracolgicas (M.C. Machado, 1994 y 1996), etc.

    El estudio de las tecnologas ha conocido un viraje metodolgico claro, pero los avances en el conocimiento son bastante disimtricos. Por ejemplo, en el caso de la cermica, hay una til sistematizacin mor-fomtrica para la isla de Tenerife (M. Arnay y E. Gonzlez, 1984 y 1987), empieza a estudiarse la de Lanzarote (P. Atoche, 1992) y La Gomera (J.F. Navarro, 1992), y se conoce la evolucin de la cermica de La Palma (J.F. Navarro y E. Martn, 1987; E. Martn, 1992). En las restantes islas es necesaria una sistematizacin actualizada, que urge ms an si cabe en el caso de Gran Canaria. En situacin similar se encuentran los tejidos, madera, pieles, industria sea y malacolgica. Pero debemos re-conocer que los mayores logros se han producido en la lnea de investi-gacin sobre la produccin ltica, desarrollada por un equipo consolidado desde hace aos en la Univ. de La Laguna. Destacamos su enfoque de anlisis dentro de la economa prehistrica, como instrumentos de pro-duccin, con incidencia en las estrategias de aprovisionamiento, proce-sos de transformacin de las materias primas y, en los ltimos aos, an-lisis funcionales (B. Galvn, I. Francisco y A. Rodrguez, 1987; A.C. Rodrguez, 1993a y 1993b; B. Galvn y C.M. Hernndez, 1997; C.M. Her-nndez y B. Galvn, 1997).

    457

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    En la dcada de 1970 se produjeron los primeros trabajos metdicos y sistematizaciones sobre las manifestaciones rupestres (A. Beltrn, 1971; L. Diego, 1973; A. Beltrn y J.M. Alzla, 1974; M.S. Hernndez, 1975, 1978 y 1981). A partir de los ochenta se produjo un relevo en los investi-gadores, se reanud el trabajo de campo en las islas tradicionalmente estudiadas, como La Palma, El Hierro y Gran Canaria. Pero el avance mayor se produjo en aquellas cuyo arte rupestre era hasta entonces des-conocido, como Tenerife y La Gomera. Si antes se tena ya la perspecti-va de un arte diversificado, hoy los corpora han crecido enormemente y se ha acentuado la complejidad (A. Tejera, 1988; E. Martn, J.F. Navarro y F.J. Pais, 1990; M.C. Jimnez, 1991; E. Martn, 1992; y, sobre todo, VVAA, 1996). A esto hay que aadir los apasionantes logros y conse-cuencias de los estudios de epigrafa aborigen, tanto en lo que se refiere a las inscripciones lbico-bereberes (R. Springer, 1994), como a los nu-merosos epgrafes recientemente descubiertos en las dos islas orientales, en los que se us una escritura cuya filiacin hoy es objeto de debate (W.PichIer, 1992) (figura 3).

    Por ltimo, el campo de la arqueologa histrica no consigue consoli-darse de manera definitiva, a pesar de algunos intentos por abrir esta va (J.F. Navarro, 1987; A. Tejera y E. Aznar, 1989) y, aunque hoy se han multiplicado las intervenciones arqueolgicas en sitios histricos, salvo al-gunas excepciones, suelen estar supeditadas a proyectos arquitectnicos de rehabilitacin del patrimonio y a estudios especficos de arqueologa funeraria (J. Cuenca et alii, 1992; M. Arnay y J.A. Torres, 1992; C.M. Her-nndez et alii, 1996). No obstante, estn en marcha las primeras Tesis sobre materiales histricos, que esperamos tengan continuidad. En peores condiciones an ha estado la arqueologa subacutica.

    2. EL PROBLEMA DEL POBLAMIENTO PREHISTRICO

    2.1. Una preiiistoria reciente

    Los niveles arqueolgicos ms antiguos hasta ahora identificados no van ms all de la mitad del I' milenio a.C. Es posible que algn da se demuestre presencia humana en las islas con anterioridad a esas fechas, pero de momento no es as. Por tanto, la prehistoria de Canarias abarca-ra un espacio temporal que ira desde un momento impreciso en el mile-nio I a.C. hasta la definitiva conquista castellana a finales del siglo xv d.C, en que se impuso un nuevo orden, una nueva cultura y comenzara la historia. Hasta no hace mucho, algunos prehistoriadores peninsulares se

    458

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    PENA DEL LETRERO (Zonzamas, Lanzarote)

    O S c m . AVv^U^

    INSCRIPCIONES DE LA ISLAS ORIENTALES (interpretadas como latinas, pnicas, protolbicas, ...)

    (segn J.de Len y MAP^reraj BCO.de LAS PILETAS

    (Giienia, Lanzarote)

    BARRANCO de BALOS (Gran Canaria) Panel con textos l b C O - b e r b e r e S , motivos

    arboriformes y antropomorfo superpuestos

    GRABADOS RUPESTRES: ALFABTICOS

    Figura 3. Una muestra de ios dos grandes grupos alfabticos existentes en Canarias.

    sorprendan cuando se empleaba el trmino prehistoria para referirse a un espacio temporal que nada tena que ver con el de la prehistoria euro-pea. De hecho, no pocas veces se ha suscitado el debate interno sobre la

    459

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    propiedad del trmino, teniendo en cuenta que en algn momento todava impreciso tiizo su aparicin en las islas la escritura, por lo que alguno ha propuesto usar protohistoria, aunque todava esos textos estn por des-cifrar con cierta fiabilidad. De hecho, hoy consideramos que la protohisto-ria canaria es ese corto perodo de contactos, en el que otras gentes ya escriben sobre los aborgenes, como abajo indicaremos. Durante un tiem-po fue empleada como alternativa la expresin prehispnico, tomada de la arqueologa americana, pero a fines de los setenta muchos vean en ella connotaciones inaceptables, y se aminor su empleo sin desapa-recer. Otras propuestas, como poca precolonial, historia antigua, etc. tienen un uso restringido. Finalmente, acab mantenindose de mo-mento prehistoria, porque ninguna alternativa ha resultado aceptable.

    La destruccin de aquellas culturas no fue un fenmeno tan brusco como pudiera parecer. Desde fines del siglo xiii los europeos haban re-descubierto el Archipilago, comenzando as un perodo de contacto o protohistoria, en el que ya se generaron ciertos procesos de acultura-cin que en algunas partes, como Gran Canaria, seguramente fueron ma-yores porque estuvo establecida all una comunidad de mallorquines; mientras que en otras zonas estaran ms atenuados. Ese perodo tuvo una duracin variable, ya que la conquista franco-normanda de las islas orientales se inici en 1402 y las restantes fueron ocupadas de manera es-calonada a lo largo de casi un siglo .^ Luego, la cultura de los indgenas, ms o menos contaminada, pervivi durante algn tiempo, en la medida que se mantuvo su modelo econmico en algunas comarcas nada o es-casamente colonizadas por los recin llegados, y es probable que en al-gunas pocas reas marginales, como buena parte de La Gomera, esa si-tuacin se dilatara al menos hasta el s. xvii.

    2.2. La bsqueda de los orgenes

    Probablemente en pocas partes sucede lo que en Canarias, donde ha habido desde siempre un inters social por el origen de las antiguas po-blaciones, en su mayor parte de manera espontnea, aunque con variada intensidad segn las pocas. Evidentemente, una de las razones esencia-les es la bsqueda de la identidad y que los canarios sentimos, en dife-rente grado, que tenemos ciertos vnculos con quienes estaban aqu antes de la conquista. Por tanto, el inters es proporcional a ese sentimiento y

    La ltima, Tenerife, fue conquistada por Castilla en 1496.

    460

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    aumenta ms an con el despertar del nacionalismo. Por eso es un tema de inters general, que suele trascender al terreno de lo poltico y que, en consecuencia, puede ser manipulable en una direccin u otra, como ha sucedido en varios momentos de nuestra historia.

    Los cronistas y primeros historiadores de la conquista ya haban ad-vertido que las formas dialectales y muchos otros aspectos de las culturas indgenas que ellos conocieron, recordaban bastante a la manera de ha-blar y a algunas costumbres de pueblos mazigios ^ o bereberes de la poca del vecino continente. Por tanto, el origen norteafricano de las anti-guas poblaciones canarias, con todos los matices que puedan introducirse, es algo que ha estado siempre claro y que a lo largo de un siglo y medio no han hecho ms que confirmar cada vez ms la arqueologa, la filologa y la antropologa.

    En algunos momentos del pasado, este viejo convencimiento ha que-dado momentneamente eclipsado por fugaces modas, inspiradas en co-yunturas de diverso cariz, que buscaban en otra parte los orgenes. Nues-tro rusoniano J.Viera y Clavijo volvi a resucitar el manoseado mito de la Atlntida y convirti a los guanches en los ltimos atlantes, de igual estir-pe que los hroes homricos; pero enseguida las generaciones siguientes volvieron a mirar a frica. En los albores del siglo xx, el anciano J. Bet-hencourt Alfonso no pudo sustraerse a la tentacin de emparentar a los guanches y bereberes con los celtas, que el espritu de la poca haba colocado en tan alta estima; pero el tiempo volvi a dejar a celtas e ima-zighen en sus respectivos continentes. Por ltimo, en la dcada de los no-venta, en las puertas del milenio, han brotado, como por ensalmo y con mucho mpetu, los espontneos que hacen disparatadas interpretaciones de la prehistoria canaria; o quienes dicen haber descubierto huellas ar-queolgicas de las ms pintorescas culturas, colectividades y hasta fen-menos paranormales, que slo ellos han visto.

    Las pruebas lingsticas relacionan con el mundo protobereber y be-rber. Tenemos, por un lado, las listas ms o menos extensas de voca-blos y algunas frases, que transcribieron los relatores de la conquista con sus respectivas equivalencias al castellano; en segundo lugar estn

    ^ Tradicionalmente se viene usando el vocablo berber (plural bereberes), derivado de la denominacin que los rabes dieron a los indgenas norteafricanos, pero ellos se llannan a s mis-mos imazighen (en singular amazigh). Por tanto, a lo largo del texto los usaremos indistinta-mente, as como el adj. castellanizado mazigio, para referirnos a los grupos tnicos magrebes no rabes. Adems, empleamos los trminos protobereberes o bereberes antiguos, cuando aludimos especficamente a sus ancestros preislmicos del I"' milenio a.C. y primeros siglos de la Era, que entraron en contacto con las grandes civilizaciones mediterrneas.

    461

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    los antropnimos, etnnimos y topnimos que aaden las fuentes docu-mentales; por ltimo, un porcentaje alto de la toponimia mayor y menor actual es de origen prehispnico-mazigio, siendo hoy en da objeto de estudio por varios especialistas. Aunque, no debemos perder de vista que esas formas dialectales son las que haba en el momento epigonal de aquellas culturas, y no sabemos cmo hablaban uno o dos milenios antes.

    A ello se aade que, desde el siglo xix, no han parado de descubrirse inscripciones con escritura lbico-bereber (figura 3), ampliamente difundi-das por el Archipilago, donde se han identificado varios alfabetos (R. Springer, 1994), lo que redunda en la variabilidad del poblamiento.

    La organizacin social y religiosa que nos describen las fuentes remite directamente a modelos norteafricanos. Lo mismo sucede con el material arqueolgico y antropolgico. Basndose en estos dos ltimos, entre 1938 y 1960, aproximadamente, tuvo bastante aceptacin la tesis de que el pri-mer poblamiento canario se haba producido hacia el 2500 a.C, protago-nizado por cromaoides neolticos portadores de una Cultura de las Cue-vas norteafricana, que ocuparan todas las islas y, ms tarde, vendran otras oleadas de mediterranoides inmersos en la Cultura Mediterrnea, que se distribuiran deiorma heterognea por el Archipilago; a eso se aadan posibles llegadas de navegantes del Bronce Atlntico a puntos muy concretos. Y esa era la explicacin a la diversidad arqueolgica: en unas islas se habra mantenido con ms fuerza el sustrato neoltico norte-africano, mientras que en las islas orientales, particularmente, en Gran Canaria se observaran ms improntas mediterrneas con diversas filia-ciones (figura 4). Por tanto, de una parte, se buscaban los paralelos en culturas neolticas norteafricanas, como el mencionado Neoltico de las Cuevas, cuyas semejanzas se encontraron en muchas partes del Archi-pilago, y el Neoltico de Tradicin Capsiense, que se crey ver reflejado en Tenerife (figura 7). De otra, se rastreaban paralelismos para Gran Ca-naria y algunos elementos concretos de otras islas, a lo largo de todo el Mediterrneo, desde culturas neolticas hasta el Bronce. Y, a los petrogli-fos de La Palma se les buscaba el parentesco a lo largo de la fachada atlntica europea (figura 5).

    Luego, empez a comprenderse que muchas cosas no encajaban en ese esquema y, cuando empez a emplearse el C-14, la antigedad pro-puesta dej de sostenerse y todo se vino a abajo. Se haba olvidado que el Maghreb tambin est en el Mediterrneo y, aunque la prehistoria y protohistoria norteafricana est mal estudiada, se conoce lo suficiente como para no necesitar ir mucho ms lejos.

    462

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    \

    tl^AAAlUXlX..fiA.^5j^, 3 cm.

    DOLOS (A-B) y SELLOS-PINTADERAS (C-F) (Gran Canaria)

    [igrr M.C.JimTies y M.C.del Aico -C y F-; J.Cijrica -B-; J.F.Maysrro -A-l

    Figura 4. Las Figurillas (antropomorfas y zoomorfas, llamadas comunmente dolos) y los sellos de cermica grancanarios, fueron relacionadas en el pasado con el neoltico del

    Mediterrneo Oriental, tesis hoy superada.

    463

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    CASOCO DE LA Z A R Z A l>.-im'l 16

    f/-qr, E.M^rtr, y F.J.Pai/J

    EL JURADO Pi iml 2

    f/.-j(r.E.M.r':;'r.-/J.F.Hayarro)

    V, , riJ^r^

    [GRABADOS RUPESTRES (La Palma) |

    Figura 5. Los grabados geomtricos de La Palma fueror) emparentados con ia Europa Atintica, pero hoy se vaiora ia via norteafricana.

    464

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    2.3. Conjeturando sobre las causas y medios del pobiamiento.

    Se ha debatido hasta la saciedad sobre las causas y los procedimien-tos del pobiamiento canario, como es habitual en el caso de las islas, y sobre todo en unas cuyos habitantes no eran navegantes a la llegada de los europeos. Pero era un esfuerzo intil seguir especulando sobre ello, mientras se desconociera la evolucin cultural de cada isla y, por eso, al-gunos hemos defendido la necesidad de profundizar en los procesos dia-crnicos, en lo cual ha sido pionero y casi exclusivo el equipo que viene in-vestigando en la isla de La Palma (M.S. Hernndez, 1978 y 1984; J.F. Navarro y Martn, 1987; J.F. Navarro, E. Martn y A.C. Rodrguez, 1990; E. Martn, 1992).

    Los grupos humanos que llegaban a Canarias lo hacan con la inten-cin de instalarse, porque trajeron todo lo necesario para ello, como el ga-nado y las semillas para cultivar. Los motivos para ello pudieron ser varios: ecolgicos, econmicos, estratgicos, sociales, polticos, ideolgicos, etc.

    La progresiva desecacin del Sahara y el consiguiente aumento de la sequedad en el Maghreb ha sido un proceso largo, que desde el milenio I a.C. ha evolucionado muy lentamente y de manera poco perceptible. Pero sus pequeas pulsaciones han influido en los movimientos migratorios afri-canos, como actualmente tenemos la oportunidad de comprobar, aumen-tando la presin antrpica sobre las tierras ms frtiles, a la vez que favo-reciendo algunos desplazamientos y tensiones intergrupales. De hecho, hemos comprobado que a La Palma recalaron gentes de origen sahariano alrededor de los siglos ix o x d.C, coincidiendo con un perodo de apa-rente sequedad en la isla; y actualmente empiezan a aparecer indicios de ciertos cambios climticos en el Sahara por esas fechas.

    El estado Cartagins presion territorialmente sobre los indgenas de su entorno inmediato, e impuso tributos y reclutamientos a protobereberes orientales, que reaccionaban con revueltas. Pero con los occidentales los contactos fueron ms superficiales, aunque haba fondeaderos hasta el Es-trecho de Gibraltar y alguna colonia ms al Sur. Por tanto, no puede des-cartarse que los cartagineses tuvieran conocimiento y contacto con las Ca-narias, e incluso que se interesasen en algn momento por su control, pero de eso no hay constancia escrita ni testimonios arqueolgicos fidedignos. Desde que T. Bravo y M. Garca Borges encontraran hace ms de cin-cuenta aos varias cuentas de material vitreo en cuevas de Tenerife^, y

    Informacin del Prof. Telesforo Bravo y Miguel A.CIavijo Redondo.

    465

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    creyeran que eran fenicias, inasta hoy, no han cesado los intentos por en-contrar pruebas de la presencia de fenicios y cartagineses en las islas, pero siempre de manera infructuosa. En la actualidad, un grupo de inves-tigadores se esfuerzan en encontrarlos, y relacionan con ello la llamada Piedra Zanata y un supuesto santuario rupestre (R. Gonzlez et alii, 1996) .^ En fin, existe la probabilidad de que los pnicos intervinieran en el poblamiento de Canarias, pero sera conveniente contar con pruebas de su presencia ms fidedignas.

    La ocupacin romana del Norte de frica tuvo un impacto muy superior y muchos pueblos indgenas se resistieron con mltiples levantamientos armados entre los siglos i a.C. y iii d.C, que fueron sofocados violenta-mente y seguidos a menudo por deportaciones masivas o de las lites gue-rreras. Sabemos que a principios del s. i a.C. unos marinos gaditanos des-cribieron a Sertorio dos islas que parecen Lanzarote y Fuerteventura, y aos ms tarde Juba II de Mauritania, un maghreb romanizado, envi una expedicin a reconocer el Archipilago. La presencia romana en aguas del Archipilago est documentada, como hemos dicho, a travs de unos pocos hallazgos de nforas de pocas distintas (G. Escribano y A. Mede-ros, 1996), e incluso un yacimiento de Lanzarote aport unos poco frag-mentos cermicos que su excavador considera romanos (P. Atoche, 1989).

    En el siglo vii comenzaron las incursiones rabes, a menudo con gran virulencia, que en los siglos posteriores llegaran a alcanzar niveles muy exacerbados por motivos religiosos. Algunos grupos imazighen sin islamizar o tibiamente islamizados fueron perseguidos por su heterodoxia religiosa, al menos hasta el siglo xv. Es muy probable que en ese tiempo se desplaza-ran nuevas gentes a las islas, como se ha propuesto para La Palma.

    Hemos defendido que los medios para llegar a Canarias pudieron ser tanto propios como ajenos, sin que debamos excluir ninguno de los dos. En el supuesto de haber usado sus propios medios, contemplamos dos varia-bles: 1) que lo hicieran voluntariamente, con la intencin de instalarse o con otra, pero con ese resultado; 2) que llegaran accidentalmente, por error, por una navegacin de fortuna, posibilidad que no se descarta, aunque nunca habra tenido un papel destacado como motor del poblamiento. El empleo de medios ajenos ha sido el argumento ms cmodo para explicar el por qu

    " El supuesto santuario es un grupo de rocas que hace aos fueron arrastradas por una m-quina, y las estras producidas por el deslizamiento han sido interpretadas como grabados. El es-cndalo ha rodeado a la piedra Zanata desde que un particular la vendi al Museo de Tenerife como originaria de un lugar, que otros testigos negaban. Luego se propuso la lectura ZN (zana-ta) de los dos signos grabados en una de sus caras, lo cual ha sido rebatido por los ms reputados especialistas en inscripciones lbico-bereberes; que no descartan fueran hechos recientemente.

    466

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    los canarios desconocan la navegacin o tenan conocimientos de ella muy rudimentarios. Tambin aqu caben dos variables: 1) fueron trados volunta-riamente, con la intencin de establecerse; 2) los trajeron a la fuerza, es decir deportados, procedimiento que us Roma en el continente. Un trabajo reciente (R. Gonzlez et alii, 1996) va en esa lnea, al especular con que los pnicos vendran a explotar las pesqueras de tnidos, y traeran pastores y agricultores indgenas para su abastecimiento, pero lo cierto es que no hay pruebas de tales factoras ni de la pesca de tnidos.

    Un caso singular de encendido debate, espoleado por intereses extra-cientficos, es el de las morras de Chacona (Gimar, Tenerife), unas cons-trucciones de piedra volcnica, en forma de pirmides escalonadas (figura 6), de las que hubo otras muchas en la isla. Su monumentalidad ha des-pertado el inters social, ciertas expectativas econmicas en su entorno y un debate periodstico de proporciones slo parangonables al del caso an-terior. Sobre ellas han especulado aficionados a la historia, a las ciencias alternativas y a temas esotricos, y un sector del nacionalismo, todos los cuales quieren demostrar que sus autores fueron los guanches. Thor He-yerdhal se interes por el asunto, ya que sus tesis incluan a Canarias en el circuito trasatlntico que, segn l, habran recorrido hasta Mesoamrica los adoradores del sol que construan observatorios astronmicos pirami-dales. La hiptesis de antroplogos, arquelogos e historiadores canarios, basada en estudios previos, era que estas y otras manifestaciones anlo-gas de Lanzarote y La Palma sirvieron para acumular ordenadamente las piedras, al poner en cultivo en poca histrica esos terrenos volcnicos muy pedregosos pero frtiles. La demanda social empuj a un equipo de la Universidad de La Laguna a colaborar con el antroplogo noruego en un proyecto comn, con excavaciones que confirmaron nuestras hiptesis y una antigedad de menos de dos siglos (M.C. Jimnez y J.F. Navarro, 1995). Pero las especulaciones continan como si nada hubiera pasado.

    3. SIETE PREHISTORIAS

    Los exploradores medievales y los conquistadores observaron que las culturas de cada isla tenan muchas singulares dentro del conjunto, exis-tiendo incluso diferencias abismales en algunos casos ;^ les sorprendi

    " Los europeos captaron enseguida esa variabilidad. Pero, cuando en el proceso de con-quista grupos de indgenas de una isla ocupada fueron llevados a otra por conquistar, como in-trpretes o como tropas auxiliares, ellos mismos detectaron las diferencias que les separaban. El

    467

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    Figura 6. Los majanos construidos por nuestros campesinos, que aliora algunos rebautizan como pirmides, se usan para apoyar determinadas tesis difusionistas.

    que su lengua pareciera ser la misma, pero hablaban formas dialectales distintas, de manera que al principio les costaba entenderse entre ellos; y que incluso su aspecto fsico, an siendo anlogo, variaba algo de unas islas a otras ^. La arqueologa confirma hoy esa heterogeneidad. Una vi-sin rpida de las evidencias arqueolgicas, nos pone de manifiesto que existen notables diferencias entre las islas (figura 7). Luego, si nos dete-nemos ms, observaremos que, tras esa primera impresin, en muchas manifestaciones es posible encontrar parentescos, que estn bien claros en unos casos y en otros bastante desdibujados ya. Mientras que, por el contrario, hay elementos que son claramente distintos de unas islas a otras. Eso significa que, al margen de que todas o muchas de las islas hu-bieran estado involucradas en un mismo proceso colonizador, luego cada una de ellas qued inmersa en su propia dinmica interna. Como ya hemos sealado, de momento slo conocemos con precisin la secuencia cultural y de poblamiento de La Palma, y empezamos a tener detalles par-ciales para otras.

    caso ms conocido es el de los canarios (de Gran Canaria) que se esforzaban por no ser confun-didos con guanches, gomeros y benahoaritas (palmeros), cuyas culturas y costumbres considera-ban muy ajenas a las suyas, e incluso inferiores.

    '" A ttulo de ejemplo, los relatores de la conquista destacan algunas particularidades, como la gran estatura de palmeros, canarios y majoreros (Fuerteventura); la piel clara y aspecto robus-to de los palmeros; la altura relativamente baja de los gomeros, anloga a la de los propios cas-tellanos; etc. Cuestiones que la moderna antropologa biolgica se ha encargado de confirmar.

    468

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    Las causas de la variabilidad cultural entre las islas hay que atribuirla a la combinacin de procesos exgenos (migracin, contactos) y endge-nos (dinmica interna). Con lo que sabemos, creo que es factible aceptar una primera migracin, que se distribuy por las islas, probablemente de manera escalonada y en un tiempo breve. Luego sigui un proceso de adaptacin, colonizacin de los respectivos territorios, aislamiento y for-macin de las culturas insulares. Entretanto, se debieron producir contac-tos con visitantes externos, generalmente discontinuos, que a lo mejor du-rante un tiempo fueron regulares y en otros momentos de forma irregular; en unos casos afectando a toda la colectividad, y quizs en otros con cier-ta discriminacin, por ejemplo beneficiando a la oligarqua local. Pero todo esto es difcil de detectar.

    Ya hemos mencionado la posibilidad indemostrada todava de que los fenicios occidentales tuvieran algn contacto. De los primeros navegan-tes que hay testimonios arqueolgicos, aunque muy parcos y controverti-dos, es de romanos y/o norteafricanos romanizados, cuyo contacto posi-blemente facilitara el desarrollo de algn rasgo tecnolgico o ideas de otro tipo. Pero no sera un trfico regular y constante, ni stos llegaron a fundar establecimientos de carcter estable, o al menos no han aparecido, a pesar de los mprobos esfuerzos por encontrarlos.

    En algn/os momento/s se produjeron otras nuevas inmigraciones, que en unos casos pudieron ser duras, en otros blandas, etc., y que posible-mente no afectaron a todas las islas. Una de ellas ha sido detectada en La Palma hacia fines del milenio I de la Era (J.F. Navarro y E. Martn, 1987), y otras han sido sugeridas para Gran Canaria (C. Martn, 1984 y 1988).

    Buena parte de la diversidad canaria puede deberse a la variabilidad cul-tural norteafricana de origen. Los pueblos magrebes y saharianos del \^' milenio a.C. que describen los textos clsicos, presentaban una notable di-versidad cultural, cuestin que la arqueologa se ha encargado de confirmar y ampliar. De hecho, incluso los imazighen actuales siguen constituyendo un complejo entramado cultural, en el que hasta su propia lengua, que consti-tuye el mayor nexo entre todos los grupos, en realidad es pluridialectal.

    Pero a esto se aaden otros procesos histricos. En trminos hipotti-cos, suponiendo que una misma arribada afectara a ms de una isla, el impacto cultural en cada una de ellas no sera necesariamente igual, por-que: A) La distribucin de un mismo contingente de poblacin por varias islas no tuvo por qu ser equitativa en composicin, cualificacin, etc. B) El impacto cultural de los recin llegados sera diferente segn hubiera o no gente ya instalada; segn el nivel de consolidacin del grupo ya estableci-do, su receptividad frente a extranjeros e ideas nuevas, y la capacidad de

    469

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    I t _

    10 cm.

    Cermica de Tenerife Grupo I

    (segn M.Aniay ct aiii)

    Cermica pintada de Gran Canaria (sogiin M.S Hcm'mdc^ -A y i - : y J.Cuciici -C-)

    Figura 7. La cermica es uno de los elementos donde ms se detecta la variabilidad interinsular.

    470

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    imposicin de un grupo sobre el otro; en definitiva, dependera en buena medida del sistema de relaciones que se establecieran entre ambos. Por ejemplo, en Tenerife exista un mito de origen social (A. Tejera y R. Gon-zlez, 1987; A. Tejera, 1988), segn el cual la preeminencia del grupo do-minante sobre el dependiente, que no tena derechos sobre los medios de produccin, se justificaba mticamente porque Dios los haba puesto a ellos primero sobre la tierra, dndoles todo el derecho sobre el terreno y el ga-nado, y ms tarde cre a los otros, que tuvieron que trabajar al servicio de los anteriores. No descarto la posibilidad de que este mito enmascare la arribada a la isla de un nuevo grupo, cuando el anterior ya se ha apropiado del derecho sobre el territorio y tiene medios para imponerlo a los recin lle-gados, que para sobrevivir deben asumir una situacin de dependencia.

    Sin embargo, concedemos ms importancia a los factores endgenos, de manera que los habitantes de cada isla fueron desarrollando sus propios modelos adaptativos, sus estrategias de explotacin y, con el paso del tiem-po, fueron evolucionando en gran medida de manera autnoma, y cada vez ms alejados del resto de los isleos. Los pobladores tenan como base de partida su bagaje tecno-cultural de origen, pero fueron ajusfndolo a su nueva situacin social, y a las condiciones ambientales de cada territorio " .

    Un ejemplo de lo anterior lo encontramos, como ya hemos dicho, en La Palma donde, desde el primer poblamiento humano, comenzaron a pro-ducirse transformaciones culturales y ecolgicas ^^. Los lentos procesos de cambio cultural que caracterizan al Horizonte Antiguo '^ fueron debidos mayoritariamente a causas endgenas, pero posiblemente tambin algn rasgo tecnolgico pudo deberse a contactos externos. Cinco siglo antes de la conquista llegaron nuevos contingentes de poblacin de origen saharia-no, que provocaron transformaciones culturales muy perceptibles ^^.

    " Existen notables diferencias ecolgicas de unas islas a otras. '^ De entrada, la presencia humana en la isla debi contribuir a la desaparicin de algunas

    especies animales, como los lagartos gigantes, segn se observ en la excavacin del Roque de Los Guerra. La introduccin de especies domsticas (cabras, ovejas, cerdos, perros, ...) y el de-sarrollo del pastoreo gener algunos cambios en el medio.

    '^ Los primeros pobladores, posiblemente procedan del Magtireb occidental y, al instalarse en la isla desarrollan una cultura en lenta evolucin, que hemos denominado Horizonte Anti-guo, el cual se iniciara hacia 1/2 I'milenio a.C. y dur hasta los ltimos siglos del !' milenio d.C. En esos ms de mil aos la cermica va cambiando, de tal manera que hemos distinguido hasta tres fases o estilos sucesivos, a su vez divididos en subfases. Lo mismo sucede con los graba-dos geomtricos.

    '* Con ellos se inaugura nuestro Horizonte Reciente, con un nuevo estilo cermico (Fase IV), algunos cambios ideolgicos (aparicin de idolillos, crisis de los grabados, etc.) e incluso so-ciales (transformaciones en los patrones de asentamiento).

    471

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    Ese aislamiento poda haber quedado mitigado si hubiese existido una navegacin regular y masiva entre las islas. Pero no fue as y, a lo sumo, lo que pudo existir en tiempos inmediatamente anteriores a la conquista, fueron travesas espordicas y con embarcaciones muy elementales. La tradicin oral recogi citas de travesas entre Tenerife, La Gomera y El Hierro usando balsas de odres inflados; y hay una dudosa descripcin de canoas hechas en Gran Canaria con corteza de drago. En 1988 identifi-camos ^^ en La Palma un grabado (figura 8) que recuerda determinadas embarcaciones de la antigedad, integrado en un conjunto de espirales y meandros que, de ser realmente un barco y no slo parecerlo ^^ sera el primer motivo figurativo que observamos inmerso en un contexto de gra-bados geomtricos de esta isla. En poca histrica ya empiezan a ser nu-merosos los grabados de barcos, realizados por pastores tradicionales, probablemente aborgenes en su mayora, de los que el de la figura 8b es posiblemente uno de los ejemplares ms antiguos.

    Lo antes dicho no quiere decir que los indgenas no navegasen o que siempre fuera en las condiciones descritas; aunque, de hecho, existen cier-tas dificultades tcnicas en la navegacin interinsular, y probablemente los canarios en origen nunca fueron un pueblo de grandes navegantes. Pero empiezan a existir algunos pocos indicios arqueolgicos de conexiones entre islas, como una pieza de obsidiana identificada en La Gomera y que pudiera ser originaria de Tenerife. Por otra parte, los indgenas de La Palma tenan calculada la cantidad de personas que la isla poda sostener y, una vez alcanzada esa cifra, se sacrificaba a los recin nacidos y a todos aque-llos que arribaran por el mar, lo cual quiere decir que esto se producira de vez en cuando, quizs slo navegantes de paso, quizs verdaderas inmi-graciones desde el continente y, por qu no, desde otras islas.

    4. ORIENTACIN BIBLIOGRFICA

    4.1. Revistas especializadas

    Tabana. Revista de prehistoria y arqueologa (Departamento de Prehistoria, Antropologa e Historia Antigua, Universidad de La Laguna). Desde 1972.

    '5 En el marco del proyecto Corpus de Grabados Rupestres de la Isla de La Palma (Cana-rias) (E. Martn, J.F. Navarro y F.J. Pais, 1990)

    "5 Los grabados prehistricos son abundantsimos en La Palma. La inmensa mayora se ads-criben al grupo de ideogramas geomtricos (espiraliformes, meandriformes, circuliformes, lineales y reticulados), como sucede en este caso. A menudo, los intrincados trazos y composiciones se asemejan vagamente a cosas concretas, pero siempre es una semejanza formal producto de una

    472

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    Investigaciones Arqueolgicas en Cananas (Direccin General de Patrimonio Histrico, Go-bierno de Canarias). Desde 1988.

    Eres (serie arqueolgica) (Museo Arqueolgico de Tenerife, Cabildo Insular). Desde 1990.

    4.2. Revistas miscelneas

    El Museo Canario (Museo Canario, Las Palmas de Gran Canaria). Desde 1880. Revista de Historia Canaria (Facultad de Geografa e Historia, Universidad de La Laguna).

    Desde 1924. Anuario de Estudios Atlnticos (Museo Casa Coln-CSIC, Las Palmas-Madrid). Desde 1956. Almogaren (Institutum Canariarum, Hallein, Austria) Desde 1970. Su contenido es mayori-

    tariamente arqueolgico. Vegueta (Facultad de Geografa e Historia, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria).

    Desde 1992.

    4.3. Monografas regionales

    ARCO AGUILAR, M . C ; JIMNEZ GMEZ, M . C , y NAVARRO MEDEROS, J.F., 1992: La arqueologa en Canarias: del mito a la ciencia. S/C de Tenerife.

    NAVARRO MEDEROS, J.F., y DEL ARCO AGUILAR, M.C, 1987: Los aborgenes. Historia Popular de las Islas Canarias, 1. S/C de Tfe.

    TEJERA GASPAR, A., y GONZLEZ ANTN, R., 1987: Las culturas aborgenes canarias. S/C de Te-nerife (Interinsular Canaria).

    4.4. Monografas insulares

    CABRERA PREZ, J . C , 1992: Lanzarote y los Majos. Coleccin Prehistoria de Canarias, 4. S/C de Tenerife (Centro de la Cultura Popular Canaria).

    CABRERA PREZ, J.C, 1993: Fuerteventura y los Majoreros. Coleccin Prehistoria de Cana-rias, 7. S/C de Tenerife (Centro de la Cultura Popular Canaria).

    DIEGO CUSCOY, L., 1968: Los Guancfies. Vida y cultura del primitivo habitante de Tenerife. S/C de Tenerife.

    GONZLEZ ANTN, R., y TEJERA GASPAR, A., 1990: Los aborgenes canarios. Tenerife y Gran Ca-naria. Madrid.

    JIMNEZ GMEZ, M.C, 1993: El Hierro y los Bimbaches. Coleccin Prehistoria de Canarias, 6. S/C de Tenerife (Centro de la Cultura Popular Canaria).

    JIMNEZ GONZLEZ, J.J., 1990: Los Canarios. Etnohistora y arqueologa. S/C de Tfe. JIMNEZ GONZLEZ, J.J., 1992: Gran Canaria y los canarios. Prehistoria de Canarias (Centro de

    la Cultura Popular Canaria), 2. S/C de Tfe. MARTIN DE GZMN, C , 1984: Las culturas prehistricas de Gran Canaria. Las Palmas, MARTN RODRGUEZ, E., 1992: La Palma y los ahuaritas. S/C de Tenerife (Centro de la Cultura

    Popular Canaria). NAVARRO MEDEROS, J.F., 1992: Los gomeros: una prehistoria insular S/C de Tenerife (Vice-

    consejera de Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias).

    percepcin selectiva. Podra ser este el caso, o de veras estamos ante un barco? En este res-baladizo mundo, donde tantas interpretaciones errneas se han producido en el pasado, toda la cautela es poca.

    473

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    Grabado naviforme (?) prehistrico EL CERCADO (La Palma)

    Piiiel 5

    Grabado de nave (poca de la conquista)

    GALIN (La Gomera) Panel 6-1

    GRABADOS RUPESTRES: EMBARGAGIONES

    Figura 8. Grabados rupestres con motivos naviformes, prehistrico e liistrico.

    NAVARRO MEDEROS, J.F., 1993: La Gomera y los gomeros. Coleccin Prehistoria de Cana-rias, 5. S/C de Tenerife (Centro de la Cultura Popular Canaria).

    TEJERA GASPAR,. A., 1992: Tenerife y los guanches. S/C de Tenerife (Centro de la Cultura Po-pular Canaria).

    474

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    4.5. Seleccin de publicaciones sobre temas ms especficos

    ARCO AGUILAR, M , C , 1982: Aproximacin a la economa aborigen de Tenerife. 50 Aniversario del Instituto de Estudios Canarios, II, S/C de Tenerife, pgs. 51-87

    ARCO AGUILAR, IVI,C, 1985: Excavaciones en la Cueva de don Gaspar (Icod de los Vinos, Tene-rife). Noticiario Arqueolgico Hispnico, 20, Madrid, pgs. 259-377.

    ARCO AGUILAR, M . C , 1993: De nuevo el enterramiento canario prehispnico. Tabona, VIII, pgs. 59-75.

    ARCO AGUILAR, M.C, 1993: Recursos vegetales en la prehistoria de Canarias. S/C de Tenerife. ARNAY DE LA ROSA, M., y GONZLEZ REIMERS, E., 1984: Vasos cermicos prehispnicos de Tenerife:

    un anlisis estadstico. Anuario de Estudios Atlnticos (Madrid-Las Palmas), 29, pgs. 79-107 ARNAY DE LA ROSA, M., y GONZLEZ REIMERS, 1987: La cermica decorada preiispnica de Te-

    nerife. Tabona, VI, pgs. 241-277. ARNAY DE LA ROSA, M.; GONZLEZ REIMERS, E.; GALINDO, L., y DEL VALLE, V., 1987: Oligolemen-

    tos y masa sea en los cadveres prehispnicos de El Portillo (Tenerife): aportacin al co-nocimiento de la dieta aborigen. Tabona, VI, pgs.458-464.

    ARNAY DE LA ROSA, M. ; GONZLEZ REIMERS, E.; GALINDO, L., y DEL VALLE, V., 1988: Bone stron-tium contents in the population of the Canary Islands. Journal of Anthropology, 3. Firenze.

    ARNAY DE LA ROSA, M., y TORRES PALENZUELA, J . A., 1992: Excavacin arqueolgica de la Iglesia de N- Sra de la Concepcin, Santa Cruz de Tenerife. Investigaciones Arqueolgicas en Ca-narias, 4, pgs. 199-216.

    ATOCHE PEA, P., 1992: Anlisis morfomtrico y funcional de los recipientes cermicos de los an-tiguos habitantes de Lanzarote. Investigaciones Arqueolgicas en Canarias, 3, pgs. 39-81.

    ATOCHE PEA, P., RODRGUEZ, M.D., y RAMREZ, M.A., 1989: El yacimiento arqueolgico de El Bebedero. S/C de Tenerife.

    BELTRN MARTNEZ, A., 1971: Los grabados rupestres del Barranco de Balos. Zaragoza. BELTRN MARTNEZ A., y ALZLA GONZLEZ, J.M., 1974: La Cueva Pintada de Gldar. Zaragoza. CORTS VZQUEZ, M., 1987: Los petroglifos podomorfos de la Montaa de Tindaya: caracters-

    ticas formales y significacin. / Jornadas de Historia de Lanzarote y Fuerteventura (Puerto del Rosario), i l , pgs. 13-63.

    CUENCA SANABRIA, J , et alii, 1983: Trabajos en pieles y fibras vegetales de los aborgenes ca-narios. Catlogo de la exposicin del mismo nombre. Las Palmas.

    CUENCA SANABRIA, J . et alii, 1992: La investigacin histrico-arqueolgica del desaparecido Con-vento de San Francisco de Las Palmas de Gran Canaria, investigaciones Arqueolgicas en Canarias, 4, pgs. 9-198.

    DESSE, J. , y RODRGUEZ SANTANA, C.G., 1993: La arqueoictiologa: investigaciones preliminares en Canarias. Tabona, VIH, tomo I, pgs. 117-137.

    DIEGO CSCOY, L, 1972: D.Elias Serra Rfols y la poca heroica de la arqueologa canaria. Rev. de Historia Canaria, XXXIV, pgs. 14-19.

    DIEGO CUSCOY, L., 1973: El Roque de Tenegua y sus petroglifos. Noticiario Arqueolgico His-pnico (Prehistoria), 2, pgs. 57-141.

    DIEGO CUSCOY, L, 1977: Notas para una historia de la antropologa canaria. Historia General de las Islas Canarias, de A. Millares Torres, I, S/C de Tenerife, pgs.267-290.

    DIEGO CUSCOY, L., 1979: El conjunto ceremonial de Guargacho. S/C de Tenerife. DIEGO CUSCOY, L., y GALAND, L., 1975: La Necrpolis del Hoyo de los Muertos (Guarazoca, El

    Hierro). Noticiario Arqueolgico Hispnico (Madrid), 4. pgs.11-33. DIEGO CUSCOY, L. et alii, 1960: Trabajos en torno a la cueva sepulcral de Roque Blanco. S/C de

    Tenerife (Cabildo Insular). ESCRIBANO COBO, G. , y MEDEROS MARTN, A., 1996: nforas romanas en las Islas Canarias?

    Revisin de un aparente espejismo histrico. Tabona, IX, pgs. 75-97. ESTEBAN, C , BELMONTE, J.A., y APARICIO, A., 1994: Canarias: del legado escrito a la evidencia ar-

    queolgica. Arqueoastronoma Hispnica, captulo 6. Madrid (Sirius). ETVEZ GONZLEZ, F, 1987: Indigenismo, raza y evolucin. El pensamiento antropolgico cana-

    rio (1750-1900). S/C de Tfe. FUSTE ARA, M. , 1962: Diferencias antropogeogrficas en las poblaciones de Gran Canaria.

    Anuario de Estudios Atlnticos (Madrid-Las Palmas), 8, pgs. 67-86. FUSTE ARA, M., 1962: Estudio antropolgico de los esqueletos inhumados en tmulos de la re-

    gin de Gldar (Gran Canaria). EL MUSEO CANARIO, 77-84 (1961-62), pgs. 1-122.

    475

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    GALVN SANTOS, B., 1979: Breve ensayo de sistematizacin tipolqica de la industria sea de los aborgenes canarios. XV Congreso Nacional de Arqueologa, Madrid, pgs. 337-346.

    GALVN SANTOS, B., 1980: El trabajo del junco y la palma entre los canarios prehispnicos. Re-vista de Historia Canaria (La Laguna), XXXVll, pgs.43-81.

    GALVN SANTOS, B. (1991): La Cueva de Las Fuentes (Buenavlsta del Norte Tenerife), i. S/C de Tenerife.

    GALVN SANTOS, B.; RODRGUEZ RODRGUEZ, A . C , y FRANCISCO ORTEGA, I., 1987; Propuesta me-todolgica para el estudie de las industrias lticas talladas prehistricas canarias. Jabona, VI, pgs. 9-89.

    GALVN SANTOS, B., y HERNNDEZ GMEZ, C.M., 1996; Aproximacin a los sistemas de aprovi-sionamiento y transformacin de las industrias lticas canarias. Tahona, IX, pgs. 45-74.

    GARCA, Carlos, 1993; Las enfermedades de los aborgenes canarios. S/C de Tenerife (Centro de la Cultura Popular Canaria).

    GONZLEZ ANTN, R.; BALBN, R.; BUENO, P., y DEL ARCO, M . C , 1996; La piedra Zanata. S/C de Tenerife.

    GONZLEZ ANTN, R., y TEJERA GASPAR, A., 1986; Interpretacin histrico-cultural de la arqueo-loga del Archipilago Canario. Anuario de Estudios Atlnticos, 32 (Madrid-Las Palmas), pgs. 683-697.

    GONZLEZ REIMERS, E., ARNAY, M. ; GALINDO, L.; DEL VALLE, V.; JORGE, J . , y SANTAOLARIA, F., 1989; Oligoelementos en el hueso del aborigen canario; consideraciones acerca del rgimen diettico de los mismos. V Congreso Nacional de Antropologa Biolgica, Len.

    GONZLEZ REIMERS, E.; ARNAY, M.; GALINDO, L.; BATISTA, N.; NAVARRO, J.F.; CASTRO, V., y SAN-TULARIA, F., 1991: Trabecular bone mass and bone conten of diet-related elements among the Prehispanic inhabitants of the western Canary Islands. Human Evolution, VI, 2. Firenze, pgs.177-188.

    HERNNDEZ GMEZ, C.M.; ALBERTO, V.; BARRO, A.; BORGES, E.; EUGENIO, C.M.; VELASGO, J . ; R I -VERO, M.D.; MATOS, L.; FEBLES, J.V., LARRAZ, A., Y GONZLEZ, M.C, 1996: Las cuevas de Achbinic (Candelaria, Tenerife): un proyecto de arqueologa prehistrica e histrica. El Museo Canario, Ll (Las Palmas), pgs. 29-58

    HERNNDEZ GMEZ, C.M., y GALVN SANTOS, B., 1997; Materias primas y fuentes de aprovisio-namiento de recursos lticios en la prehistoria de Tenerife (Islas Canarias). 2- Reuni de tre-ball sobre aprovisionament de recursos litios a la prehistoria (Barcelona-Gav), 15 pgs.

    HERNNDEZ PREZ, M.S., 1975: Pinturas y grabados rupestres del Archipilago Canario. Historia de Canarias de A.Millares Torres, 1. S/C de Tenerife, pgs. 323-338.

    HERNNDEZ PREZ, M.S., 1978; La Palma prehispnica. Las Palmas. HERNNDEZ PREZ, M.S., 1980: El poblamiento prehispnico de las Islas cananas, recientes

    aportaciones. // Coloquio de Historia Canario-Americana. Las Palmas, pgs. 15-46. HERNNDEZ PREZ, M.S., 1981: Algunas consideraciones sobre la cronologa del arte rupestre

    canario. Altamira Symposium (Santander). 495-504. HERNNDEZ PREZ, M.S., 1984: Estado actual de la investigacin sobre el Archipilago Canario

    prehispnico. V Coloquio de Historia Canario-Americana, pgs. 9-31. JIMNEZ GMEZ, M.C, 1981; Aspectos generales de la prehistoria de Gran Canaria. El Museo

    Canario, XXXVIll-XL, pgs. 57-72. JIMNEZ GMEZ, M.C, 1991: Magia y ritual en la prehistoria de El Hierro. Tabana, Vil, pgs. 159-172. JIMNEZ GMEZZ, M.C, y DEL ARCO AGUILAR, M.C, 1984: Estudio de los dolos y pintaderas de

    la Aldea de San Nicols. Tabona, V, pgs. 47-92. JIMNEZ GMEZ, M.C, y NAVARRO MEDEROS, J.F., 1996: El complejo de las Morras de Chacona

    (Gimar. Tenerife); Resultados del proyecto de investigacin. Coloquio de Historia Canario-Americano (Las Palmas, 1996).

    JORGE GODOY, S. , 1996; Las navegaciones por la costa atlntica africana y las Islas Canarias en la Antigedad. Estudios Prehispnicos, 4. S/C de Tenerife.

    MACHADO YANES, M.C, 1994; Primeros estudios antracolgicos en las Islas Canarias. Tesis Doctoral. Universidad de La Laguna.

    MACHADO YANES, M.C, 1996; Approche paloecologique et ethno-archologique de site El Tendal (En de l'ile de La Palma, Archipel des Canaries), d'apres l'analyse anthracologique. Actes du 120 Congrs des Socits Historiques et Scientifiques. Aix-en-Provence.

    MARTN DE GUZMN, C , 1986a: La navegacin en la fachada atlntica africana y Canarias. VI Co-loquio de H- Canario-Americana. Las Palmas.

    476

  • Arqueologa de las Islas Canarias

    MARTIN DE GUZMN, C , 1986b: La arqueologa prehistrica de Gran Canaria sometida al anli-sis estructural. VI Coloquio de Historia Canario-Americana (Las Palmas), pgs. 7-88.

    MARTN DE GUZMN, C , 1988: El horizonte cultural Cueva Pintada y el sustrato mediterrneo (Ensayo de aproximacin y estrategia epistemolgica). VI Coloquio de Historia Canario-Americana (Las Palmas, 1984), tomo 2 ,1 , pgs. 204-298.

    MARTN DE GUZMN, C , ONRUBIA PINTADO, J. , y SAENZ SAGASTI, J.I., 1992: Excavaciones en el Parque Arqueolgico Cueva Pintada de Gldar, Gran Canaria. Investigaciones Arqueolgi-cas en Canarias, 4, pgs. 307-346.

    MARTN OVAL, M. ; ARNAY, R.; PONTE, E.; ZEROLO, I., y JIMNEZ, M . C , 1987: Estudio preliminar de la fauna del Conchero de Guinea (Frontera, El Hierro). Jabona, VI, pgs. 227-240.

    MARTN RODRGUEZ, E., 1987: La economa prehistrica de ia Isia de La Palma. Un enfoque ecolgico sobre la explotacin del territorio. (Resumen de Tesis Doctoral). La Laguna.

    MARTIN RODRGUEZ, E., 1993: Adaptacin y adaptabilidad de las poblaciones prehistricas ca-narias. Una primera aproximacin. Vegueta, 1, pgs. 9-19.

    MARTN RODRGUEZ, E., y NAVARRO MEDEROS, J.F., 1984: El Barranco de San Juan y el Arte Ru-pestre palmero: un doble proyecto de investigaciones arqueolgicas en la isla de La Palma. El Museo Canario, XLV, pgs. 9-32.

    MARTN RODRGUEZ, E.; NAVARRO MEDEROS, J.F., y PAS PAS, F.J., 1990: El Corpus de Grabados Rupestres de la isla de La Palma como instrumento para el estudio y conservacin de este tipo de manifestaciones. Investigaciones Arqueolgicas en Canarias, II.

    NAVARRO MEDEROS, J.F., 1987: Una experiencia de Arqueologa Histrica en Canarias: la iglesia de La Asuncin en San Sebastin de La Gomera. RHC, XXXVIII, Homenaje al pro-fesor Jos Peraza de Ayala, vol.l l, pgs.587-604.

    NAVARRO MEDEROS, J.F., 1991: l poblamiento prehistrico. Historia de Canarias, i, Madrid (Ed. Prensa Ibrica), pgs. 41-60.

    NAVARRO MEDEROS, J.F., HERNNDEZ GMEZ, C.M., y LAMO TORRES, F., 1995: Las manifesta-ciones rupestres de Tenerife: un enfoque desde la arqueologa del territorio. / Symposium sobre manifestaciones Rupestres del Norte de frica y Canarias (Las Palmas, 1995).

    NAVARRO MEDEROS, J.F., y MARTN RODRGUEZ, E., 1987: La prehistoria de la isla de La Palma (Canarias): propuesta para su interpretacin. Tahona, VI, pgs.147-184.

    NAVARRO MEDEROS, J.F.; MARTN RODRGUEZ, E., y RODRGUEZ ^ODRGUEZ, A . C , 1990: La prime-ra fase del programa de excavaciones arqueolgicas en Cuevas de San Juan y su aporta-cin a la diacrona de la prehistoria de La Palma. Investigaciones Arqueolgicas en Cana-rias, II, pgs. 187-202.

    ONRUBIA PINTADO, J. , 1986: El complejo arqueolgico de la Cueva Pintada de Gldar (Gran Ca-naria). Estudio preliminar de los materiales exhumados en 1970. Noticiario Arqueolgico Hispnico (Madrid), 28, pgs. 243-285.

    ONRUBIA PINTADO, J . , 1987: Les cultures prhistriques des fies Caarles. Etat de la question. L'Anthropoiogie, 91, n'2. Pars, pgs. 653-678.

    PAS PAS, F.J., 1992: Los estudios zooarqueolgicos en la isla de La Palma. Ei Museo Canario, XLVIII (1988-1991), pgs.11-18.

    PAS PAS, F.J., 1996: La economa de produccin en la prehistoria de la isla de La Palma: la ganadera. S/C de Tenerife (Viceconsejera de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias).

    PICHLER, W . , 1992: Die Schrift der Ostininseln. Corpus der Inschriften auf Fuerteventura. Aimo-garen, XXIII. Hallein, pgs. 313-451.

    RODRGUEZ MARTN, C , 1990: Una perspectiva histrica de la paleopatologa en Canarias. Eres-Serie Arqueolgica, 1, pgs. 21-50.

    RODRGUEZ RODRGUEZ, A.C, 1993a: La industria ltlca prehistrica de ia isla de La Palma: Cue-vas de San Juan, un modelo de referencia. Tesis Doctoral ntegra publicada en microfi-chas. La Laguna.

    RODRGUEZ RODRGUEZ, A .C , 1993b: Analyse fonctionnelle d'outiis lithiques en basalte de l'ie de la Palma (les Caarles): premiers resultis. Traces et fonction: les gestes retrouvs. Colio-que international de Lige. ditions ERAUL, vol. 50, pgs. 295-301.

    RODRGUEZ SANTANA, C.G., 1996: La pesca entre los canarios, guanches y auaritas. S/C de Te-nerife (Cabildo Insular de Gran Canaria).

    ScHWiDETZKY, I., 1963: La poblacin prehispnica de las Islas Canarias. S/C de Tenerife. SPRINGER BUNK, R., 1994: Inscriopciones lbico-bereberes de las Islas Canarias. Tesis Doctoral.

    Universidad de La Laguna.

    477

  • JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROS

    TEJERA GASPAR, A., 1986; Estado actual de las investigaciones arqueolgicas en las Islas Ca-narias. Vil Coloquio de Historia Canario-Americana (Las Palmas), pgs. 259-296.

    TEJERA GASPAR, A., 1988: La religin de ios guanches. Ritos, mitos y leyendas. S/C de Tenerife. TEJERA GASPAR, A., 1996: La religin de los gomeros. Mitos, ritos y leyendas. S/C de Tenerife. TEJERA GASPAR, A., y AZNAR VALLEJO, E., 1987: El asentamiento franconormando de San Marcial

    del Rubicn (Yaiza, Lanzarote). S/C de Tenerife. TORRES PALENZUELA, J.A., 1996: Arqueologa de gestos funerarios y antropologa del terreno:

    nuevas consideraciones para la investigacin de yacimientos sepulcrales en Canarias. Ta-hona, IX, pgs. 197-228.

    VELASGO VZQUEZ, J.; ARNAY DE LA ROSA, M., y GONZLEZ REIMERS, E., 1996: El estado nutricio-nal de la poblacin prehistrica de Gran Canaria: estudio de las lneas de Harris. Jabona, IX, pgs. 229-238.

    VVAA, 1994: Actas del Primer Congreso Internacional sobre estudio de momias. S/C de Tene-rife.

    VVAA, 1996: Manifestaciones rupestres de las Islas Canarias. S/C de Tenerife, (Direccin Ge-neral de Patrimonio Histrico). 417 pgs. Contiene: A.Beltrn Martnez: Introduccin. M.S. Hernndez Prez: Notas historiogrficas. A. Tejera Gaspar y M.A. Perera Betancor: Fuer-teventura. J. Cuenca Sanabria: Gran Canaria. J.J. Jimnez Gonzlez: Tenerife. J.F. Nava-rro Mederos: La Gomera. E. Martn Rodrguez y F.J. Pas Pas: La Palma. M.C. Jimnez Gmez: El Hierro. R. Springer Bunk: Inscripciones alfabticas Ubico-bereberes.

    478