argumentos contra el matrimonio entre personas del mismo sexo

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Argumentos contra el matrimonio entre personas del mismo sexo Son básicamente dos: 1) El matrimonio es una institución esencialmente heterosexual. Éste es un dato antropológico del que el Derecho suele limitarse a tomar nota. Una unión formal entre personas del mismo sexo será otra cosa, pero no un matrimonio. 2) La unión entre personas del mismo sexo no cumple las mismas funciones sociales por las que el Derecho regula y protege el matrimonio, por lo que no tiene sentido atribuirle toda la regulación jurídica del matrimonio. Veamos con más detalle los argumentos en favor de la unión entre personas del mismo sexo: “Si se quieren, ¿por qué no dejarles que se casen?” No se trata de negar que dos personas del mismo sexo se puedan querer, sino que eso sea un matrimonio. La razón de ser de la regulación jurídica del matrimonio no es ni la afectividad entre dos personas ni la mera situación de convivencia. Quererse, mantener relaciones sexuales y vivir juntos no justifica el derecho a contraer matrimonio. Son aspectos circunstanciales que rodean el núcleo del matrimonio, pero no son el núcleo, no son los aspectos esenciales. Hay muchos tipos de afectividad (entre padre e hijo, entre hermanos, entre amigos, a un animal querido…) que no son matrimonio. Y afirmar eso no es minusvalorarlos, sino reconocer la diferencia. “Los homosexuales tienen derecho a casarse, como cualquier otra persona” Las personas homosexuales pueden actualmente unirse con los mismos derechos y en las mismas condiciones que las personas heterosexuales. Es decir, con una persona del sexo opuesto que reúna los requisitos legales de edad, que preste su

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Page 1: Argumentos Contra El Matrimonio Entre Personas Del Mismo Sexo

Argumentos contra el matrimonio entre personas del mismo sexo Son básicamente dos:

1)   El   matrimonio   es   una   institución   esencialmente   heterosexual.   Éste   es   un   dato antropológico del que el Derecho suele limitarse a tomar nota. Una unión formal entre personas   del   mismo   sexo   será   otra   cosa,   pero   no   un   matrimonio.

2) La unión entre personas del mismo sexo no cumple las mismas funciones sociales por las que el Derecho regula y protege el matrimonio, por lo que no tiene sentido atribuirle toda   la   regulación   jurídica   del   matrimonio.

Veamos con más detalle los argumentos en favor de la unión entre personas del mismo sexo:

“Si se quieren, ¿por qué no dejarles que se casen?”

No se trata de negar que dos personas del mismo sexo se puedan querer, sino que eso sea un  matrimonio.   La   razón  de   ser  de   la   regulación   jurídica  del  matrimonio  no  es  ni   la afectividad entre dos personas ni la mera situación de convivencia. Quererse, mantener relaciones   sexuales   y   vivir   juntos  no   justifica  el   derecho   a   contraer  matrimonio.   Son aspectos circunstanciales que rodean el núcleo del matrimonio, pero no son el núcleo, no son los aspectos esenciales. Hay muchos tipos de afectividad (entre padre e hijo, entre hermanos, entre amigos, a un animal querido…) que no son matrimonio. Y afirmar eso no es   minusvalorarlos,   sino   reconocer   la   diferencia.

“Los homosexuales tienen derecho a casarse, como cualquier otra persona”

Las personas homosexuales pueden actualmente unirse con los mismos derechos y en las mismas condiciones que las personas heterosexuales. Es decir, con una persona del sexo opuesto que reúna los requisitos legales de edad, que preste su consentimiento, etc. Lo que sería discriminatorio es prohibir al homosexual contraer matrimonio en las mismas condiciones   que   las   demás   personas   por   el   solo   hecho   de   ser   homosexual.

Naturalmente, el argumento no es éste. El homosexual quiere casarse con la persona a la que quiere, que es de su mismo sexo. Pero el simple hecho de que alguien quiera casarse con   alguien   no   supone  necesariamente   que  pueda  hacerlo:   así,   ¿podría   quejarse   de discriminación el varón a quien el derecho le impide casarse con la mujer a la que quiere, sólo por el hecho de que es su hermana? ¿o la mujer a la que el Derecho no deja casarse con   el   hombre   al   que   quiere   por   la   simple   razón   de   que   él   ya   está   casado?

“Negar el matrimonio a los homosexuales es discriminarlos, mantener la marginación

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social que han sufrido en tantas épocas de la Historia”

Según una definición muy antigua y sencilla, pero que sigue valiendo hoy, justicia es tratar de forma igual a los iguales y de forma desigual a los desiguales. Se comete injusticia (y discriminación) cuando se trata de forma distinta (y negativa) sin que exista una razón objetiva,   razonable   y   suficiente   para   ello;   es   decir,   cuando   se   trata   desigualmente   a personas que, en ese aspecto concreto, son iguales. Negar a alguien que pueda casarse con otra persona de su propio sexo no es discriminarle. Tampoco se discrimina al casado porque no se le permita casarse con otra mujer que no es su esposa, mientras que al soltero sí se le permite. No es discriminar al homosexual, sino reconocer y defender que el matrimonio   es   una   institución   esencialmente   heterosexual.

“Al negar a los homosexuales el derecho al matrimonio se les está negando el derecho más básico, más primario y más humano: el derecho a ser felices”

Algunos homosexuales creen que cuando puedan casarse terminarán la discriminación, su inseguridad y la inestabilidad e infidelidad tan frecuentes en las relaciones homosexuales. Desde ese punto de vista, el matrimonio resulta una condición necesaria para lograr la estabilidad   emocional   y,   con   ello,   la   felicidad.   Mucho   nos   tememos   que   esperan demasiado del matrimonio y que la mera sanción legal no da para tanto. Es verdad que el auténtico   matrimonio   heterosexual   proporciona   seguramente   tasas   de   estabilidad, fidelidad y   felicidad mucho mayores  que  las  uniones  homosexuales.  Pero  no hay  que atribuirle esos efectos a la sanción legal. Influyen mucho más la complementariedad entre los sexos y el esfuerzo de los esposos por vivir de acuerdo con unos valores, a lo que se une   (según  entendemos   los   católicos)   la  ayuda  de   la   gracia.   Si   se   llega  a  aprobar  el matrimonio entre personas del mismo sexo, la insatisfacción de los homosexuales con sus relaciones seguirán siendo exactamente la misma. Eso no lo puede arreglar el Código civil.

“El matrimonio entre homosexuales no es algo tan novedoso ni tan ajeno a la Historia occidental”

En Occidente, el primer caso en que se llama matrimonio a la unión entre personas del mismo sexo se ha dado en Holanda y sólo muy recientemente (ley del año 2000, en vigor desde abril  de 2001), y el segundo en Bélgica (ley de 2003). Algunos Estados de EEUU (Massachussets,   Vermont)   están   dando   pasos   en   la  misma   dirección.   En   la   Historia occidental nunca antes se ha considerado que sea matrimonio la relación homosexual, incluso   en   sociedades   y   épocas   en   que   las   relaciones   homosexuales   estaban   bien consideradas moral y socialmente (p. e., en la antigua Grecia). Por tanto, sí que es una novedad   radical.

- “El matrimonio ha cambiado mucho a lo largo de la Historia. La versión que conocemos 

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ahora es fruto de una evolución en la que se han logrado muchas mejoras que en su momento   fueron   inconcebibles   y   hoy   nos   parecen   evidentes.   La   prohibición   del matrimonio de niños pequeños y del matrimonio acordado por los padres,   la  igualdad entre hombre y mujer, el matrimonio interracial, el matrimonio civil, el divorcio, por poner unos   ejemplos,   no   siempre   han   sido   admitidos,   y   hoy   nos   parecen   incuestionables. Permitir que se puedan casar entre sí los homosexuales, ¿no será un estadío más en la evolución y el progreso del concepto occidental de matrimonio?”

Ciertamente,  el  matrimonio  ha  cambiado  mucho a   lo   largo  de   la  Historia,   incluso  sin salirnos de Occidente. Pero ha pasado por etapas muy variadas, y es discutible que su historia se pueda entender como una evolución lineal y coherente hacia mejor, siempre y en todo. Algunas características del matrimonio tradicional (p. e., la indisolubilidad) fueron una   ardua   conquista   cultural   frente   al   divorcio   muy   generalizado   antes.   Todos   los ejemplos  enumerados  en  la  pregunta  han  pasado por   fases  variadas  de  aceptación  o cuestión   a   lo   largo   de   la   Historia   del   matrimonio   occidental.   Todos,   menos   la heterosexualidad, que nunca hasta ahora ha sido cuestionada. Esto hace pensar que se trata de algo más nuclear, más esencial, en lo que está en juego la identificabilidad social misma   de   la   institución;   por   lo   tanto,   una   cualidad  más   indisponible   que   el   resto.

“Decir que la heterosexualidad es esencial al matrimonio es una muestra de etnocentrismo europeísta. Hay otras sociedades no occidentales que han permitido y permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo”

Algunos antropólogos han proporcionado ejemplos muy aislados de culturas extrañas en los que algo parecido a una familia tiene como núcleo a dos personas del mismo sexo. Sin embargo,  esos ejemplos  no guardan ninguna relación con el  concepto de matrimonio occidental ni con el matrimonio que tienen en la mente los homosexuales que pretenden casarse.Pero,   aunque   no   fuera   así,   ya   sabemos   que   en   otras   culturas   tienen   conceptos   de matrimonio distinto del nuestro, sin que por ello tengamos que admitirlos. Piénsese en la poligamia en su versión poliginia (un hombre con varias esposas), institución no occidental que por el momento no tenemos ninguna intención de admitir en nuestro sistema. Una cosa es  que podamos comprender   lo  que ha  llevado a otras  culturas  a  adoptar  estas instituciones,   y   otra   que   queramos   admitirlas   como  modalidades   de  matrimonio   en España.

“El Derecho margina a los homosexuales.

Es necesario permitirles el acceso al matrimonio para que puedan disfrutar de algunos beneficios   y   prestaciones,   especialmente   de   tipo   asistencial,   que   hoy   se   atribuyen injustamente   sólo   a   las   parejas   heterosexuales”.

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La lista de cuáles son esos beneficios no es unánime. En EEUU los grupos de gays dicen que   ascienden   al  millar.   Probablemente   no   sean   tantas   o   la  mayoría   de   ellas   sean irrelevantes. En España se habla de concederles derecho de sucesión hereditaria, pensión de viudedad, régimen económico “paramatrimonial”, efectos de la ruptura de la pareja, limitación   de   los   plazos   de   residencia   para   que   la   pareja   adquiera   la   nacionalidad, subrogación en el arrendamiento, preferencia para tener un trabajo en la misma ciudad y posibilidad   de   adoptar.

Muchos de estos efectos beneficiosos se pueden solucionar por la vía privada (p. e., la herencia,   haciendo   testamento;   el   régimen   económico   y   los   efectos   de   la   ruptura, realizando un contrato civil previo entre los convivientes). Otros vienen siendo concedidos ya por la jurisprudencia. Casi todos pueden obtenerse en las CCAA que han aprobado una Ley de Parejas de Hecho, que se aplican tanto a las parejas heterosexuales como a las homosexuales. Sin embargo, es discutible que se les deban reconocer algunas de estas posibilidades (p. e., la de adoptar conjuntamente). Precisamente, los mismos argumentos que sirven para afirmar que no son lo mismo sirven para decir que el Derecho no los debe tratar   con   una   equivalencia   total.Los gays suelen estar de acuerdo en que éste no es el auténtico problema. Aunque las parejas de homosexuales hubieran alcanzado por otras vías el  mismo régimen que las uniones heterosexuales, para ellos el matrimonio es una prioridad. Lo que está en juego no   es   solucionar   unos  problemas   concretos,   sino   su   lucha   por   la   equiparación   total.

“Es necesario admitir que las parejas de homosexuales puedan casarse para que puedan adoptar niños”

En España, quien no puede adoptar es la pareja de homosexuales como tal, salvo en las CCAA con ley de Parejas de hecho que lo permiten (hoy por hoy, Navarra, el País Vasco y, si   se  aprueba una  ley  que está  ahora  en  tramitación,  Cataluña).  Pero un homosexual puede adoptar  un niño él  solo.  Luego no hay  una auténtica necesidad por  este   lado.De todas formas,  la cuestión no es esa, sino si   lo mejor para el  niño adoptado es ser adoptado   por   homosexuales   o   tener   un   padre   y   una   madre   heterosexuales.

“Un homosexual puede ser tan buen padre como un heterosexual”

Dos hombres, por muy buenos padres que sean, estarían privando al niño del cuidado y del   cariño  de  una  madre.  Tal   vez  puedan  ser  buenos  padres,  pero  nunca  una  buena madre.

- “Si sólo estamos discutiendo sobre un nombre, ¿vale la pena realmente esta discusión? ¿Qué   más   da,   en   el   fondo,   llamarlo   de   una   forma   o   de   otra?”.

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La misma tenacidad que tienen los homosexuales por lograr que se les permita casarse entre ellos indica que el nombre les importa o que para ellos es más que un nombre lo que está en juego. Si el nombre es irrelevante, debería serlo también para cambiar la ley actualmente   vigente.En cualquier caso, para el Derecho es muy importante mantener el sentido propio de las palabras.  El matrimonio es  la unión comprometida entre un hombre y una mujer.  Dos homosexuales no pueden casarse porque no son hombre y mujer, sino dos hombres o dos mujeres. La unión entre homosexuales no es matrimonio, del mismo modo que no es una sociedad   anónima.   Si   incluimos   en   el   concepto   de   sociedad   anónima   la   unión comprometida de dos personas,   lo  único que conseguimos es  que el  concepto pierda virtualidad. Si el matrimonio es todo (también la unión entre dos varones, o dos mujeres, o tres o más personas en combinaciones variables), pronto pasa a no ser nada. Y esto no supone un juicio de valor respecto de las uniones homosexuales, del mismo modo que para   un   contrato   de   permuta   no   supone   nada   malo   no   ser   compraventa.

“La discusión sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo no puede reducirse a una mera cuestión de significado según el diccionario.

Las palabras y sus sentidos están vivos en la medida en que se relacionan con la evolución de la sociedad misma. Las palabras nacen, “se reproducen” y desaparecen, y su sentido se amplía o se reduce, pasa a ser peyorativo o positivo, se especializa o se generaliza, etc. Reducir la discusión sobre esta materia a la discusión sobre el significado de una palabra es quedarse en un marco muy superficial y puntual que podría arreglarse si, simplemente, la RAE cambiara su definición en su próxima edición. Más bien, parece que encubre una negativa   a   reconocer   la   evolución   de   la   vida   y   la   sociedad   mismas”.

La discusión sobre esta materia no se centra sólo en una palabra. Pero sí en el concepto y la   institución   a   las   que   la   palabra   se   refiere.   No   se   trata   de   negar   el  matrimonio homosexual porque lo dice la Real Academia de la Lengua, sino porque la realidad a la que se   refiere   esa   palabra   (una   realidad   antropológica,   social   y   jurídica;   es   decir,   no meramente lingüística) tiene un fundamento en las cosas que se entiende que no debe ser cambiada así  como así.   Lo  que se  quiere proteger  es   la   institución,  no  la  palabra.   La palabra es más bien  la cáscara del concepto,  es decir,  parte de  lo que  lo protege. No queremos que cambie   la  palabra  porque no queremos que cambie  el  concepto;  y  no queremos que cambie el concepto porque pensamos que eso afectará a la concepción de qué es un matrimonio en la sociedad, y en último término a lo que piensan que es un matrimonio las personas que se plantean casarse y las personas que se casan. Y todo ello supera   el   ámbito   de   lo   lingüístico.

“Admitir el matrimonio entre personas del mismo sexo no afecta en nada a los

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matrimonios heterosexuales.

El Proyecto de ley del Gobierno permite que se acojan a esta institución otras personas, pero no cambia en lo más mínimo la regulación del matrimonio heterosexual. Y nadie ha demostrado que este cambio pueda afectar a ningún matrimonio concreto que ya se haya celebrado   o   se   vaya   a   celebrar   en   el   futuro”.

¿Cómo puede pensarse que un cambio que suprime un elemento estructural identificativo de una institución desde que ésta existe no va a afectar en absoluto a la institución? De hecho, lo que se pretende con este cambio es una modificación del concepto mismo de matrimonio. Y sobre si eso afectará o no a los matrimonios concretos, no hay más que pensar  si   la  emisión de moneda falsificada afecta  o no a   los  que tienen en su poder moneda verdadera, o si la puesta en circulación de vino de una denominación de origen que no lo es realmente afecta o no a los verdaderos productores, o si el ejercicio de una profesión que exige unos conocimientos determinados (medicina, ingeniería, arquitectura, abogacía) por parte de una persona que carece del título oficial afecta o no a los que sí la tienen. Llama la atención que en una sociedad como la nuestra, que tanto se preocupa por   los   controles   y   certificados  de   calidad,   la  etiquetación   correcta   y   la  exigencia  de información completa al usuario se descuide el “certificado de calidad” de una institución tan   central   para   la   sociedad   como   el   matrimonio.

“Si estamos discutiendo sobre la esencia del matrimonio, hay que profundizar en cuál es ésta dejando al margen el requisito de heterosexualidad. Si <> (Pedro Zerolo, El Mundo digital, 25-6-2001) o <> (Gavidia Sánchez, La Ley, 3-12-2001), no hay motivo para que no se   deba   admitir   el   matrimonio   entre   personas   del   mismo   sexo”.

Estas   definiciones   de   matrimonio   tienen   el   problema   de   que   han   sido   elaboradas precisamente para excluir la heterosexualidad del concepto. Por tanto, más que hablarnos del concepto de matrimonio vigente en nuestra sociedad, indican el concepto que a los autores   de   esas   frases   les   gustaría   que   estuviera   vigente.Es verdad que el matrimonio es un “negocio jurídico con una forma especial”, pero es algo más que eso, entre otras cosas porque también hay otros “negocios jurídicos con una forma especial”  que no son matrimonio (p.  e.,  el  testamento o  la donación de bienes inmuebles). Tampoco son matrimonio todas las uniones “para la ayuda y socorro mutuo”, como   las   que   pueden   resultar   de   los   contratos   de   sociedad   civil,   del   vitalicio,   de aprendizaje. Parece que el concepto de matrimonio no se reduce a eso, sino que indica mucho   más   –incluida   la   heterosexualidad.

“En nuestra sociedad pluralista y democrática no se debe imponer una determinada concepción cultural o antropológica concreta del matrimonio”

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Esto no es correcto. Que nuestra sociedad sea democrática y pluralista no significa que no tenga una determinada concepción de  las  instituciones que regula y protege. Antes al contrario:   las   regula   y   las   protege   precisamente   porque   tiene   una   determinada concepción   “fuerte”   de   ellas.   ¡Claro   que   nuestra   sociedad   impone   una   determinada concepción   del  matrimonio!   Por   eso   no   se   admite   la   bigamia   (que   no   sólo   no   está permitida, sino que es delito),  ni  la inscripción del matrimonio polígamo, ni el  repudio unilateral. Nuestro concepto de matrimonio tiene unas raíces muy variadas que incluyen lo antropológico y lo religioso, pero han cristalizado en algo distinto que nos es común a todos.

“Impedir el matrimonio homosexual es imponer una concepción cristiana del matrimonio (respetable, pero minoritaria en la sociedad española actual) al resto de la sociedad”

Ciertamente, en algunos aspectos importantes de la regulación del matrimonio existen discrepancias de fondo entre creyentes y no creyentes (p. e., respecto al divorcio). Pero el concepto de matrimonio que tenemos unos y otros es el  mismo y se ha forjado en la misma tradición jurídico-cultural, y ese concepto incluye la heterosexualidad como rasgo determinante.En este punto, no es una minoría con fuerte presencia en la sociedad (la cristiana) la que pretende imponer su concepción del matrimonio a una mayoría no cristiana (o que no se considera tal) de la sociedad. Más bien, lo que ocurre es que una minoría mucho menor (la gay) pretende imponer su propia concepción de matrimonio a la abrumadora mayoría de   la  sociedad   (tanto  creyente  como no creyente).  Dicho de  otro  modo:   también  los heterosexuales   que   apoyan   el   matrimonio   homosexual   tienen   una   concepción heterosexual   del   matrimonio.Ellos sabrán por qué están dispuestos a ceder en esto. Probablemente se piense que es lo que parece más moderno, mayoritario,  tolerante y progresista, pero no es descartable que haya algo de falta de reflexión. El análisis de las respuestas de la gran mayoría de los que apoyan el matrimonio homosexual apuntan en ese sentido.

Doce argumentos para decir no al matrimonio homosexual

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  Desde el respeto a la persona homosexual, recordamos 12 razones por las que no es justo equiparar las relaciones gay al matrimonio. -Los homosexuales, actualmente, ya se pueden casar en cualquier país -Los homosexuales pueden casarse igual que cualquier otro, con los mismos derechos y obligaciones que los heterosexuales. Es decir, sólo con otra persona y sólo del sexo opuesto y que tenga cierta edad y dé su consentimiento. Que un homosexual se queje de discriminación porque no le dejan casarse con alguien del mismo sexo es como si un polígamo se queja de discriminación porque no le dejan casarse con varias mujeres, o un pederasta con un niño, o un secuestrador con su secuestrada (en muchos países aún se practica el secuestro de mujeres para casarse). No hay discriminación con ninguno: la ley es igual para todos y la sociedad tiene un modelo de matrimonio que ha demostrado su eficacia durante siglos.

 -Casar homosexuales es un experimento social inédito

 -Casar personas del mismo sexo es un experimento social que nunca antes se ha intentado. Ninguna civilización ha practicado jamás el matrimonio homosexual. Incluso sociedades que permitían la homosexualidad y hasta la fomentaban en ciertas edades y clases sociales, como los griegos antiguos,  entendían claramente el matrimonio como la unión estable entre un hombre y una mujer abiertos a tener hijos. Una cosa eran las prácticas sexuales de los ciudadanos y otra muy distinta la familia y la generación/educación de hijos. La homosexualidad ha adoptado muchas formas en distintas sociedades, pero nunca se le ha relacionado con el matrimonio. Experimentar con la sociedad es irresponsable y peligroso. Como dice la prudencia popular, los experimentos, mejor en casa y con gaseosa. - Sólo un hombre con una mujer generan niños y los crían de forma idónea 

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-El matrimonio es un status especial que la sociedad reconoce a la unión comprometida entre un hombre y una mujer por una razón: porque su relación corporal es la única capaz de generar nuevos miembros de la especie humana y porque su relación interpersonal es la idónea para criarlos, protegerlos y educarlos. Este servicio es tan importante y benéfico para la sociedad que merece protección legal. Por el contrario, ningún acto corporal entre homosexuales puede generar nuevos seres humanos, y tampoco dos personas del mismo sexo son idóneos para la cría y educación de los niños, que carecerían de referente paterno/masculino (si son dos lesbianas) o materno/femenino (si son dos homosexuales). Son los homosexuales los que deben cargar con el peso de la prueba y demostrar que pueden cumplir las mismas funciones que el matrimonio. -Para evitar abusos contra/entre homosexuales o desamparo legal no hace falta aprobar el matrimonio homosexual Casi todos los beneficios de un matrimonio a nivel de herencias, transmisión de bienes, propiedades compartidas, etc... pueden regularlo dos (o más) personas con acuerdos legales ante notario, independientemente de que tengan relaciones sexuales. De hecho, las pocas parejas homosexuales realmente interesadas en estos temas ya han establecido acuerdos así ante notario. Es de destacar que en el contrato matrimonial hay limitaciones, por ejemplo,  los cónyuges se comprometen a ser fieles el uno al otro y a la ayuda mutua; en cambio, dos (o más) homosexuales o un grupo de amigos que viven juntos pueden, ante notario, regular muchas de las ventajas del matrimonio sin comprometerse ni a fidelidad ni a ayuda mutua. -Legalizar el matrimonio homosexual establece un agravio comparativo con las personas que viven juntas sin relaciones sexuales  -Dos ancianas que viven juntas, tres hermanos en una casa, cuatro amigos que comparten piso desde hace seis años... Tienen una relación con afectividad, compromiso y convivencia, igual que puedan tener dos homosexuales. Sin embargo, se ven privadas de las ventajas legales del matrimonio gay porque no practican sexo entre ellos. El matrimonio gay en realidad premia a los practicantes de cierto tipo de sexo, privilegiándoles sobre otras convivencias afectivas y estables. Es evidente la diferencia con el matrimonio verdadero, que premia la complementariedad hombre-mujer estable y abierta a la generación y crianza de los hijos. -Legalizar el matrimonio homosexual establece un agravio comparativo con los polígamos... y con cualquier otra combinación numérica -Al contrario que el matrimonio homosexual, que nunca ha sido aceptado por ninguna civilización, la poligamia tiene una larga tradición en numerosos países y sociedades, incluso en nuestros días. Si casamos a dos hombres, ¿con qué argumentos impediremos a nuestros ciudadanos islámicos o de origen subsahariano que no se casen con dos o más mujeres? ¿Puede un emigrante pedir por reagrupación familiar que vengan sus tres 

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esposas? Al menos, las uniones polígamas tradicionales tienen hijos y suelen ser estables, lo cual es un bien social. ¿Con qué argumento los defensores del matrimonio gay lo impedirían? Después de todo, “si se quieren...” Pero lo cierto es que en los ambientes homosexuales lo que ya se pide es la aprobación de la poligamia bisexual. Un famoso escritor lo ejemplificaba en un número de la revista homosexualista Zero: un amigo suyo está casado con una mujer, madre de sus hijos, y la quiere; pero es homosexual, y tiene una relación con un hombre. ¿Por qué esconderlo? ¿Por qué no casarse todos entre ellos? Así, los niños tendrían dos papás, que siempre es mejor que uno. Cuando el matrimonio deja de ser lo que naturalmente se ve (un hombre y una mujer unidos en un acto de amor que puede generar nuevas vidas–el coito natural está diseñado para uno con una, nadie más- ), entonces puede re-definirse para ser cualquier cosa. Una palabra que sirve para todo ya no sirve para nada.  

 -Legalizar el matrimonio gay debilita la fortaleza del matrimonio natural, igual que la moneda falsa debilita la moneda verdadera  -Muchas personas piensan que no les afecta en nada que los homosexuales se casen. Es lo mismo que pensar: “no me afecta en nada que haya gente que haga circular falsos billetes de 100 euros, yo soy honrado y no los usaría, de hecho casi nunca veo billetes de 100 euros”. Sin embargo, es evidente que la circulación de moneda falsa nos afecta a todos, porque se pierde confianza en esa moneda, la gente la usa con reticencias, prefiere usar otras monedas (dólares, por ejemplo) o no comerciar o no aceptar ciertos billetes y al final la economía de todos se resiente porque todo es más costoso. Lo mismo pasa cuando se hace circular un matrimonio falso como si fuese matrimonio real. En los países nórdicos, donde el matrimonio entre homosexuales hace años que existe, la mitad de los niños nacen fuera del matrimonio. Al aprobar el matrimonio homosexual se da el mensaje a la sociedad de que en realidad casarse no significa nada (mensaje 

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reforzado en cualquier país donde exista el divorcio). Como consecuencia la gente no se casa y su compromiso (de pareja y a menudo social) es débil. Igual que la moneda falsa crea desconfianza en el sistema económico, el matrimonio falso crea desconfianza en el compromiso inter-personal y social. Una sociedad basada en la desconfianza, la desvinculación y la falta de compromiso nunca funcionará tan bien como una basada en familias fuertes, comprometidas de por vida por el bienestar de los cónyuges, hijos y parientes. -En realidad, pocos homosexuales se casan; el objetivo del movimiento gay es destruir el matrimonio heterosexual -Lo han reconocido muchas veces los líderes homosexuales en España y en el resto del mundo. En realidad muy pocos de ellos quieren “casarse”. Pero el movimiento del homosexualismo político se vuelca en la exigencia del matrimonio para cambiar la sociedad y eliminar una institución (el matrimonio monógamo y de por vida) en la que no creen. 

“Luchar por el matrimonio del mismo sexo y sus beneficios y entonces, una vez garantizado, redefinir la institución del matrimonio completamente, pedir el derecho de casarse no como una forma de adherirse a los códigos morales de la sociedad sino de desbancar un mito y alterar radicalmente una institución arcaica. [...] La acción más subversiva que pueden emprender los gays y lesbianas [...] es transformar por completo la noción de familia”  [Michael Signorile, activista homosexual y escritor, citado en Crisis Magazine, 8 de enero de 2004] 

El activismo homosexual no quiere formar “familias como las demás”. Más bien, quiere llegar a que todas las familias sean como las suyas, para lo cual la clave es desmontar concepto arcaicos y caducos como fidelidad, monogamia, compromiso, fecundidad, paternidad/maternidad, etc... -Legalizar el matrimonio homosexual significa legalizar la entrega de niños a homosexuales -Hay gente que dice “yo veo bien que los gays se casen pero no que adopten niños”. Es un error pensar que se va a legalizar el matrimonio sin la adopión: si se legaliza el matrimonio incluirá siempre la adopción. Quien apoye una cosa estará apoyando, quiera o no, la otra. Aunque algunas lesbianas tienen hijos de anteriores relaciones o los han buscado (mediante inseminación artificial o con la cooperación de un hombre) la adopción se plantea para que los homosexuales que, obviamente, no tienen niños, accedan a la educación de niños que, obviamente, eran de parejas heterosexuales. La adopción de homosexuales tiene diversas desventajas para la sociedad que la permita, empezando por que la escasez de niños hace que se traigan de China, Rusia y otros países... que no van a dar niños a países donde los homosexuales adopten. Así, el deseo 

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de una minoría ínfima va a dificultar a miles de matrimonios que quieren adoptar. Pero el punto clave es que un niño tiene derecho a un padre y una madre, derecho conculcado si se le entrega a dos hombres o a dos mujeres. -Legalizar el matrimonio homosexual significa poner toda la maquinaria educativa y mediática del Estado al servicio del homosexualismo político-Si el matrimonio gay es legal, se enseñará en las escuelas. Los libros de texto de los niños explicarán la doctrina que las asociaciones homosexualistas hayan indicado: que la homosexualidad es normal, que es bueno tener dos papás y dos mamás, que los niños deben experimentar con su sexualidad para descubrir qué sexo les atrae más y que las personas que se oponen a la homosexualidad (como los papás de los niños cristianos) son intolerantes. Por supuesto, cada serie de televisión tendrá su pareja de homosexuales o lesbianas con niños, conviviendo felices para ejemplo y edificación de tantos matrimonios con problemas. De hecho, hay en España centros de scouts y de ocio infantil que activamente difunden ya esta ideología. -Legalizar el matrimonio homosexual implicará a medio plazo multas y penas de cárcel para quien critique la actividad homosexual -En Suecia, donde hay uniones gay desde 1995 con adopción de niños desde 2002, se decretó pena de cárcel para un pastor pentecostal que básicamente se limitaba a predicar las palabras de San Pablo sobre la homosexualidad. Otro país donde criticar la homosexualidad ha significado multas y juicios es Canadá.  El grado de respetabilidad de la relación gay (no ya de la persona, que obviamente es merecedora de respeto simplemente por ser persona) será extremo y su crítica punible. La libertad de expresión se verá recortada y probablemente también la libertad religiosa. -Legalizando el matrimonio homosexual, España ensanchará su abismo con otras civilizaciones y la propia cultura occidental  La mayoría de los musulmanes del mundo conocen poco de Occidente y de su democracia. Lo que conocen es básicamente lo peor: que producimos pornografía, que la exportamos en grandes cantidades, que –a sus ojos- nuestras mujeres visten impúdicamente, y que estas mismas mujeres, cuando se les da un cargo en una prisión (ver Abu Ghraib en Irak), vejan, humillan, desnudan y filman pornografía con los prisioneros y la hacen circular. Algo parecido piensan en la China comunista, incluso en las masas populares de la democrática y anglohablante India. Tiranos y fundamentalistas islámicos o comunistas señalan con razón estos y otros elementos para justificar en sus países que “lo que los occidentales llaman democracia es vicio y degeneración”.Casar homosexuales y destruir la familia no va a ayudar nada al diálogo Oriente-Occidente ni a mostrar las bondades de la democracia. Llamar “derechos humanos” al matrimonio homosexual va a servir para erosionar los verdaderos derechos humanos, para que el mundo no Occidental vea que Occidente impone una moral (o una inmoralidad, desde su punto de vista) no basada en la naturaleza común del ser humano sino en el 

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individualismo, el materialismo y el hedonismo. Millones de musulmanes y de chinos (y la autoridad moradle Occidente) van a ser perjudicados por esta piedra en el camino de extender una auténtica democracia y unos derechos humanos auténticos.Hay pues muchas razones perfectamente prácticas para que una sociedad responsable diga "no" al matrimonio entre homosexuales desde el respeto a estas personas.