arens - asia menor en tiempos de pablo, lucas y juan

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Un estudio básico basado en las convicciones básicas de los textos bíblicos, momentos y situaciones concretas.

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  • CORDOBA

    EDICIONES EL ALMENDRO

    Aspectos sociales y econmicospara la comprensindel Nuevo Testamento

    VOLMENES PUBLICADOS: ASIA MENOREN TIEMPOS DE

    PABLO, LUCAS y JUAN

    1. Jess Pelez: La otra lectura de los Evangelios, I.2. Juan Mateos-Fernando Camacho: El horizonte humano. La pro-

    puesta de Jess.3. Jess Pelez: La otra lectura de los evangelios, II. Ciclo C.4. Juan Mateos-Fernando Camacho: Evangelio, figuras y smbolos.5. Jos LuisSiete-jos MaraCastillo-JuanAntonio Estrada: La Iglesia y

    los Profetas.6. Alberto Maggi: Nuestra Seora de los Herejes.7. Rafael J. Garca Avils: Llamados a ser libres ...Seris dichosos.

    Ciclo B.8. Juan Mateos: La utopa dejess.9. Rafael J. Garca Avils: Llamados a ser libres ...No la ley, sino el

    hombre. Ciclo B.10. Jack Dean Kingsbury: Conflicto en Marcos. Jess, autoridades, dis-

    cpulos.11. Josep Rius-Camps: El xodo del hombre libre. Catequesis sobre el

    Evangelio de Lucas.12. Carlos Bravo: Galilea ao 30. Para leer el Evangelio de Marcos.13. RafaelJ. Garca Avils: Llamados a ser libres. "Paraque seis hijos.

    Ciclo C.14. Manuel Alcal: El evangelio capto de Felipe.15. Jack Dean Kingsbury: Conflicto en Lucas.Jess, autoridades, disc-

    pulos.16. Howard Clark Kee: Qu podemos saber sobre jess?17. Franz AIt:jess, el primer hombre nuevo.18. Antonio Piero y Dimas Femndez-Galano (eds.): Los Manuscri-

    tos del Mar Muerto. Balance de hallazgos y de cuarenta aos de es-tudios.

    19. Eduardo Arens: Asia Menor en tiempos de Pablo, Lucas y juan. As-pectos sociales y econmicos para la comprensin del Nuevo Tes-tamento.

    EN TORNO AL NUEVO TESTAMENTOSerie dirigida porJESUSPELAEZ

    EDUARDO ARENS

  • 108111120

    4952596368788588929498103

    Printed in Spain. Impreso en EspaaLAxES,S. L. Fotocomposicin. Ediciones. Donoso Corts, 22 - 28015 MADRID

    1. Recursos naturales en AsiaMenor Occidental ..2. Vida en las ciudades .3. El sistema y desarrollo econmico ..

    ISBN:84-8005-022-5Depsito legal: M. 7.718.-1995

    EL ASPECTO ECONMICO

    Donoso Corts, 22, 2.0 dcha.Telfono y fax (91) 593 26 9428015 MADRID

    El Almendro, 10Telfono y fax (957) 27 46 9214006 CRDOBA

    1. Clasessociales? ..2. Estructuracin de la sociedad grecorromana ..3. La aristocracia ..4. LaAdministracin Local .5. Los esclavos .6. Los libertos " "'" .7. La familia. Lasmujeres ..8. Los pobres ..9. Los campesinos .10. Ciudadanos y extranjeros ..11. El ejrcito .12. La educacin .

    Copyright by EDlJAHDOARENSEDICIONES ELALMENDRODE CORDOBA, S. L.

    EL ASPECTO SOCIAL

    Primera parteDESCRIPCION

    PRLOGO 9PRESENTACIN 13INTRODUCCIN 15Descripcin de las condiciones socioeconmicas en unaciudad tpica"en AsiaMenor en la segunda mitad del primersiglo d. C. 34

    CONIENIDORevisin literaria:RUFINO GODOY

  • 221223225

    1 En su resea del libro de H. Moxnes, TbeEconomy 01tbe Kingdom,D. Hamm concluy diciendo que "necesitamos con urgencia estudios rigu-rosos sobre el contexto cultural del tratamiento de pobres y ricos en Lucas-(1beol. Studies 51 [1990J 173). A esta justa peticin responde, al menos par-cialmente, este estudio.

    2 Vanse a este propsito algunas obras que muestran claramente la im-portancia del estudio socioeconmico para la comprensin de Lucas, como

    207209212215216217

    176179182183187189196

    Este estudio se basa en un par de convicciones bsicas: lostextos bblicos se originaron en momentos y en situaciones his-tricas concretas, y sus escritores se dirigieron a comunidadesque vivan dentro de coordenadas socioeconmicas, polticas yreligiosas determinadas. Cuando el escritor compuso su textolo hizo en su tiempo y en su mundo, teniendo presente unacomunidad especfica de ese tiempo y ese mundo. As, porejemplo, si se quiere comprender lo que un autor como Lucasquiso comunicar a su auditorio (la comunidad para la cual es-cribi) acerca de la pobreza y la riqueza, es necesario tomarconciencia de que no trat en su evangelio esos temas porquese le ocurrieron espontneamente o porque los consider deinters teolgico. Lo hizo ms bien porque respondan a unasituacin concreta: haba un conflicto en dicha comunidad, re-lacionado con las diferencias socioeconmicas entre sus miem-bros 1. Para empezar a comprender, por tanto, el mensaje deLucas sobre la relacin del hombre con los bienes materiales,ser necesario familiarizarse con las condiciones socioecon-micas del mundo en que vivan los miembros de la comunidadde Tefilo, para quienes Lucas escribi su obra 2.

    145152154159164166170

    PROLOGO122126130137

    1. El cinismo .2. El estoicismo ..3. El epicuresmo .4. El neoplatonismo ..5. El neopitagorismo .6. Religiones .REFERENCIAS:Principales testigos literarios del primer siglo. Em-peradores romanos. Equivalencias monetarias ..ABREVlATURAS .BIBLIOGRAFA .

    LA VlSINSOCIALDELASFILOSOFASy RELIGIONES

    1. Migraciones judas .2. Privilegios imperiales ..3. Las Comunidades judas """""",,""""""""""""""""""""'"4. La sociedad juda ..5. Judos: Ricos o pobres? """"",,"""""""""""""""""""""'"6. El hechizo judo y los proslitos ..7. Manifestaciones anti-judas , ..

    Los JUDOSENLADISPORA

    1. Quin era un pobre? .2. El "honor" del pobre " .3. El rico frente al pobre ..4. El Estado y los pobres ..5. Asociaciones ..6. Filantropa ..7. Caridad juda ..

    RICOSy POBRES

    Segunda parteRELACIONES

    4. Ocupaciones e industrias .5. El mundo comercial .6. Ingresos y tributos ..EXCURSO:Romanizacin o helenizacin? .

    Contenido8

  • Ph. F. Esler, Community and Cospel in Luke-Acts, Cambridge 1987; J. H. Ney-rey (ed.), Tbe Social World 01Luke-Acts, Peabody 1991; H. Moxnes, Tbe Eco-nomy of tbe Kingdom, Filadelfia 1988; ms brevemente, R. Aguirre, Del movi-miento de fess a la Iglesia Cristiana, Bilbao 1987, cap. VI.

    3 Doy por supuesto que la comunidad de Juan estaba en Efeso, como loafirma la tradicin. Estoy convencido, adems, de que Lucas escribi para unacomunidad de cristianos que se encontraba tambin en Asia Menor, ya fueraen Efeso o cerca de esta ciudad. No sabemos si Lucas escribi desde allmismo o desde otro sitio, por ejemplo Roma. Pero el hecho de que en suevangelio y en I:Iechos se dirija a Tefilo se comprende mejor si se aceptaque Lucas y Tefilo vivan en sitios diferentes y distantes.

    calor de su "hogar...El profesor Martin Hengel, reconocido eru-dito en este tipo de estudios, me dio valiosas orientaciones ysugerencias. Fue l quien me anim a publicar este trabajo. Sino lo he hecho antes ha sido por la falta de tiempo para darleforma final y por no haber contado antes con el apoyo nece-sario para que viese la luz. En este sentido, mi gratitud se ex-tiende a un entraable amigo y compaero de estudios en ]e-rusaln, Jess Pelez del Rosal, quien ha hecho posible supublicacin. Finalmente, este trabajo no habra llegado a sutrmino de no haber sido por las oportunidades y las facili-dades que, con sacrificio por su parte, me proporcionaron mishermanos Marianistas en el Per (la ausencia de un miembrode la familia hace que la carga de trabajo recaiga sobre losdems, y pesa ms cuando stos son pocos). A todos ellosgracias! '

    Para entender las condiciones humanas en que viva unacomunidad en un determinado momento histrico es nece-sario conocer suficientemente los diversos estratos sociales dela poca y los diferentes niveles econmicos, sus causas, posi-bilidades y consecuencias. Exista la aristocracia y el pueblo ovulgo; haba ricos y pobres; hombres y mujeres; algunos eranlibres, otros libertos, yel resto, esclavos. Cules eran las con-diciones de vida y los diferentes estratos sociales en las comu-nidades de Pablo, Tefilo y Juan (todas ellas en Asia Menor)?El propsito de este estudio es responder a esa y otras pre-guntas conexas, esbozando las condiciones sociales y econ-micas de Asia Menor durante la segunda mitad del siglo I d. c.,con el fin de ayudar a una mejor comprensin de ciertos as-pectos de los escritos de Lucas y Juan, as como de las cartasde Pablo (y deutero-paulinas) 3.

    Una generosa beca, concedida por la Fundacin CatlicaStipendieruuerle Lateinamerilea-Deutscbland, me dio la oportu-nidad de llevar a cabo en la Universidad de Tubinga durantemi ao sabtico (1988/89) la investigacin que constituye elncleo de este libro. Es justo, pues, que muestre mi gratitud alos miembros del -curatorium- de la mencionada Fundacinmuy particularmente al profesor Peter Hnermann, su presi-dente, quien adems me anim en repetidas ocasiones a conti-nuar con este proyecto. Debo igualmente expresar mi gratitudhacia dos personas que no dejaron de brindarme su apoyo(que se extiende hasta hoy) durante mi estancia en Alemania:la secretaria de la Fundacin, la seora Mara Below, y el padreToms Begovic, que me ofreci alojamiento y amistad en el

    11PrlogoPrlogo10

  • Las analogas entre las grandes ciudades suramericanas ylas metrpolis de Asia Menor en la poca del Imperio romanoson probablemente mayores de lo que podemos imaginar. AsiaMenor era entonces una provincia floreciente: en esta reginse llevaron a cabo grandiosas construcciones y, frente a losagitados siglos anteriores de las monarquas helensticas y dela brutal dominacin del imperio, la -pax romana trajo consigola tranquilidad y una cierta seguridad jurdica. La burguesaacomodada de las ciudades viva relativamente contenta, peroal mismo tiempo haba grandes sombras. Los sencillos agricul-tores de los grandes latifundios de Frigia, Bitinia o Galacia, noeran normalmente ms que arrendatarios semi-libres que vi-van al da. Cuando, huyendo de la pobreza en el campo, lle-gaban a las grandes ciudades, carecan en ellas de todo de-recho civil y con frecuencia chocaban con el desprecio y elrechazo de la poblacin urbana.

    Incluso ciudades como Efeso, Esmirna o Prgamo, tenanen sus arrabales barrios marginados de sencillas chabolas debarro, en las que habitaba una poblacin que slo a duraspenas poda sobrevivir, aun cuando los magistrados de las ciu-dades y los gobernadores de las provincias romanas procu-raban en todo momento evitar grandes tensiones sociales y, almenos de vez en cuando, se ofrecan pan y espectculos noslo en Roma, sino tambin en Asia Menor.

    Sin embargo, la -pax romana no poda impedir que sur-gieran disputas entre las ciudades y, dentro de ellas, tensionesy persecuciones religiosas de ciertas minoras; un bandole-

    PRESENTACION

  • 4 Vase C. Mesters, Florsin defensa, Bogot 1984, donde el autor discuteesta manera "popular ..ele leer la Biblia.

    En Latinoamrica hemos aprendido a leer la Biblia en es-trecha relacin con las realidades humanas en las que es-tamos inmersos. Muchas de estas realidades, en particular lasde orden social y econmico, que estn inseparablementeunidas, son muy duras para quienes no se aslan en unmundo protegido -incluso literalmente con paredes y rejas-de la cruda realidad de pobreza y miseria, de marginacin yabandono. Es un mundo que "ha invadido nuestras grandesciudades, nuestros parques, incluso las aceras o veredas. Poreso, desde hace algn tiempo, se habla de una lectura de laBiblia "desde el pobre, es decir, tomando seriamente esta rea-lidad socioeconmica en la que estamos inmersos como unpunto fijo de referencia, y dialogando desde ella con la Biblia.Es un crculo hermenutico pragmtico. Quizs el ms cono-cido expositor de esta manera de leer la Biblia sea CarlosMesters 4.

    Este modo de leer -comprender e interpretar- la Biblia,que tiene como punto de partida una serie de presupuestos yun contexto humano muy diferente del que tienen muchosestudiosos, profesores, incluso clrigos y predicadores de laPalabra, ha producido (como era de esperar) las ms va-riadas reacciones. Algunos lo atacaron con ms o menos apa-sionamiento. Otros vieron en l un reto; de hecho, no pocosrepensaron su enfoque y apreciacin de la Biblia, particu-

    MARTIN HENGEL

    INTRODUCCIONrismo en alza haca inseguras amplias zonas de la provincia, yel florecimiento de las ciudades slo era con frecuencia apa-rente y fugaz. En este entorno creci, desde la misin dePablo, la comunidad cristiana de AsiaMenor, y lo hizo con msfuerza que en cualquier otra provincia del Imperio Romano.All se produjeron tambin, desde la poca de Domiciano y deTrajano y luego sobre todo bajo Marco Aurelio, intensas perse-cuciones contra los cristianos. Pero, a pesar de la opresin ofi-cial y de hostilidades incesantes, amplias regiones de AsiaMenor eran en la segunda mitad del siglo III algo as como unpas "cristiano.

    El libro del profesor Eduardo Arens ha surgido en Lima, yall, desde donde el autor describe acontecimientos histricosque tuvieron lugar hace casi dos mil aos, no ha perdidonunca de vista el presente. As pues, su libro es al mismotiempo histrico y actual. Da testimonio de la predicacin, dela vida comunitaria y de las tribulaciones de los primeros cris-tianos en la poca en que creci all la fe cristiana, y relacionaestos hechos con la exposicin de su trasfondo social y econ-mico, en el que tambin el judasmo, como religin madre delcristianismo, ejerce un papel esencial.

    Al mismo tiempo, este libro quiere interpelar al lector res-pecto a nuestro cristianismo poniendo de manifiesto cmo seviva la fe en aquel tiempo y como debera vivirse hoy. Es unlibro que ha nacido de muchas tribulaciones y que por esopuede no slo instruir a los cristianos atribulados, sino tambinfortalecerlos en su fe.

    Presentacin14

  • Ii J. D. G. Dunn ofrece una transparente exposicin de los puntos men-cionados en Tbe Living Word,Londres 1987.

    7 Vanse, por ejemplo. los estudios reunidos en N. K. Gottwald, TbeBibleand Liberation. Political and SocialHermeneutics, MaryknoIl 1983.

    s Vanse los fundamentos tericos expuestos por C. Mesters, op.cit.; tam-bin S. Croatto, Hermenutica Bblica, Buenos Aires 1985; E. Arens, -La Bibliaes para todos, en P. Thai Hop - E. Arens (eds.), El quehacer teolgicodesde elPer, Lima 1986,73-94. Un estudio que evala desde Europa este enfoque loofrecen C. Rowland - M. Comer, LiberatingExegesis,Louisville 1989.

    Para comprender lo que est en juego, es necesario tenerpresentes algunas observaciones:

    1. Como ya he indicado, los textos bblicos fueron es-critos en un contexto histrico, en unas circunstancias y condi-cionamientos muy concretos, y en dilogo con ellos. Ms an,no pocos textos bblicos fueron redactados teniendo precisa-mente en cuenta esas condiciones polticas, sociales, econ-micas y religiosas, a fin de proporcionar orientaciones directaso indirectas a sus destinatarios, para ayudarles a vivir su fe enlas circunstancias en que se encontraban. El ejemplo ms clarode esto son las cartas de Pablo, pero otro tanto sucedi connuestros cuatro evangelios.

    2. La inspiracin divina no aisl en modo alguno alautor humano de sus condicionamientos histricos, sociales yculturales.

    3. Los escritos bblicos eran palabra inmediata de Diospara los destinatarios inmediatos y directos de los escritos encuestin: la comunidad de Lucas, los cristianos en Corinto, Fi-lemn, etc. Para nosotros son palabra mediada de Dios, estoes, no somos sus primeros destinatarios. De aqu la impor-tancia de la exgesis y la hermenutica.

    El origen y la naturaleza de los escritos bblicos es algosobre lo cual ha sido y es necesario reflexionar, dejando delado dogmatismos infundados y tomando seriamente en cuentamuchos aspectos antes ignorados, como los que precisamenteresultan de los estudios socioeconmicos de la cuna de lostextos bblicos, entre otros. Los escritos bblicos y su inspira-

    cron no se materializaron en un escritorio de una torre demarfil construida en una remota isla de! Mediterrneo 6.

    En esta lnea de reflexin y observacin debe compren-derse la tan discutida Teologa de la Liberacin, que trata dehacer un serio esfuerzo para dar una respuesta cristiana a si-tuaciones de grandes injusticias socioeconmicas. Fueron pre-cisamente las condiciones de vida de una gran parte de la po-blacin sumida en la pobreza, el abandono y la impotencia, laexplotacin, la discriminacin y la opresin, las que desper-taron las conciencias de quienes eran sensibles a esa realidaden el continente latinoamericano, para buscar una respuestacristiana enraizada en la Biblia. De estas condiciones hablaronclaramente los obispos latinoamericanos, reunidos primero enMedelln (1968) y diez aos despus en Puebla, y de nuevo,aunque ms tmidamente (por razones conocidas), en la reu-nin de Santo Domingo (1992). De cara a esta realidad se fueforjando la Teologa de la Liberacin como un intento de refle-xin y de orientacin cristiana que, gracias a las crticas reci-bidas, se fue puliendo. Esta lnea de reflexin no cesar mien-tras existan las condiciones socioeconmicas que la producen,es decir, mientras no haya "liberacin" de las situaciones des-humanizantes, contrarias a la voluntad salvfica integral deDios. Se trata de una tarea proftica -perseguida y difamadacomo lo fue en tiempos bblicos- que no puede concluir,pues e! verdadero discpulo de Cristo no cesa de seguirlo "pordonde quiera que vaya, adoptando su misma opcin prefe-rencial donde hay pobres, ciegos, paralticos, prostitutas, niosabandonados ..., donde todava no est implantado e! reino deDios. Pues bien, uno de los rasgos de la Teologa de la Libera-cin es precisamente su slido anclaje en la Biblia, resultadode lecturas que toman seriamente en cuenta las situaciones ycondiciones de vida concretas de aquellos remotos tiempos(bblicos) para percibir y expresar sus analogas con nuestropropio tiempo 7

    LOS TEXTOS BIBLICOS y SU CONTEXTO HISTORlCO

    larmente de acuerdo con sus experiencias propias o comuni-tarias 5.

    17Los textos bblicosy su contexto histricoIntroduccin16

  • La consideracin de aspectos sociales y econmicos,adems de polticos e histricos, en los estudios sobre el An-tiguo Testamento se est extendiendo, particularmente cuandose trata de los profetas, dada la naturaleza de los temas tocadosen la mayora de sus escritos. Sin embargo, cuando se abordael Nuevo Testamento, por alguna misteriosa razn, se observauna intensa concentracin en los textos mismos y en su his-toria (especialmente literaria y redacconal), en su mensajeteolgico y en sus derivaciones ticas. Segn el texto que seestudie, se incluirn consideraciones tomadas de la realidadpoltica e histrica. Pero los aspectos sociales y econmicossuelen brillar por su ausencia. En realidad, la mayora de loscristianos entiende el Nuevo Testamento de la misma maneraque los judos ortodoxos el Antiguo: desconectado de las cir-cunstancias humanas en las que los textos se forjaron y cre-cieron. En otras palabras, los cristianos no tenemos reparos enestudiar el Antiguo Testamento desde la perspectiva socoeco-nmica y poltica, adems de la religiosa, pero no estamos dis-puestos a tomar esas mismas perspectivas seriamente encuenta cuando se trata del Nuevo Testamento. Basta revisar loscomentarios bblicos. Lo que en realidad est en juego aqu es

    Aspectos socialesy econmicos en el estudio de la Biblia

    Para Europa la cruda realidad de una pobreza desgarradoraque existe en el llamado Tercer Mundo queda muy distante.Ver una pelcula acerca de las barriadas o favelas, o escucharuna conferencia sobre la pobreza en el mundo, no acorta ladistancia que separa de la realidad misma, que slo se podrcomprender en toda su crudeza cuando se la vea de cerca. Noextraa, pues, que los estudios bblicos en Europa slo excep-cionalmente tomen en cuenta las dimensiones polticas, so-ciales y econmicas en las que vivan los autores (y quieneslos precedieron) y sus respectivas comunidades. Estos estudiosan se concentran primordialmente en el texto en cuanto tal yponen el acento en los aspectos teolgicos (tica, cristologa,escatologa, etc.), Sin embargo, por fortuna, poco a poco laexgesis europea -y ms la norteamericana- se va liberandode la camisa de fuerza del mtodo histrico-crtico, ms preo-cupado por el pasado que por el futuro del texto, aunque esaliberacin se traduzca para muchos en una concentracin enlas dimensiones lingsticas y comunicativas del texto. Inclusoel concepto de contexto o situacin vital (Sitz im Leben) per-manece vago e impreciso para la mayora. Siguiendo las hue-llas de sus mejores exponentes, M. Dibelius y R. Bultmann, elcontexto vital sigue reducido al mbito religioso (catequesis,parenesis, apologtica, predicacin, etc.) dentro de la comu-nidad que supuestamente dio origen y forma a los textos estu-diados. La hermenutica en Europa est dominada por la filo-sofa y la lingstica; es altamente intelectual e idealista. Unaancdota ilustrar lo dicho. Poco despus de mi llegada a Tu-binga, al inicio de mi ao sabtico, el profesor Walter Gross(de la ctedra de Antiguo Testamento) me indic que enAle-mania no hay sensibilidad para los aspectos sociales y econ-micos entre los estudiantes y los eruditos. Esta frase me llamla atencin e incluso me pareci exagerada, pues haba ledolos estudios de G. Theissen. Sin embargo, pocos das despustuve que dar la razn al profesor Gross. Un conocido profesorde all, a quien haba pedido que me asesorara inicialmente enmi proyecto de investigacin sobre la realidad socioeconmica

    de la comunidad de Lucas, despus de una larga conversacinresumi su apreciacin dicindome que el trasfondo social yeconmico del texto del Nuevo Testamento es secundario ypuede ser ignorado porque es irrelevante. En cambio, son pri-mordiales las razones teolgicas que motivaron a Lucas asubrayar la importancia del desprendimiento y el reparto de lasriquezas. Mi sorpresa y desengao fueron enormes. No pudeevitar recordar lo que unos das antes o decir al profesor ErnstKasernann en una conferencia: Muchos alemanes viven unaesquizofrenia: hablan acerca de un cristianismo idealista, almismo tiempo que viven una vida que califican de realista,pero ambos estn desconectados.. Esto es exacto no slo enAlemania.

    La exgesis en Europa

    19Los textos bblicos y su contexto btstorico

  • 10 Por ejemplo, H.-J. Degenhardt, Lukas Euangelist der Armen, Stuttgart1965; W. E. Pilgrim, Good News to (he Poor, Minneapolis 1981; D. P. Sec-combe, Possessions and the Poor in Luke-Acts, Linz 1982; F. W. Horn, Glaubeund Handeln in der Tbeologie des Lukas, Gotinga 1983. Pero vanse los estu-dios mencionados en la n. 2.

    11 Die Mitte der Zeit, Tubinga 1954, 117.

    8 Por ejemplo, los estudios de Joaqun Jeremias, de Emil Schrer, y losque aparecen reunidos en Compendia Rerum Iudaicarum (Assen 1974ss).

    9 Las advertencias de P. S. Alexander (Rabbinic judaism and the New Tes-tamenr-, en ZNW74 [1983] 237-246) deben ser tomadas seriamente en cuenta.Comprese, por ejemplo, el estudio de E. P. Sanders, jesus and fudaisrn (Fila-delfia 1985) con los estudios de J. Jeremias y la manera en que recurren a laliteratura juda.

    Estudios sobre las condiciones socioeconmicasde Palestina y Asia Menor

    A todo lo observado hay que aadir algo ms: aunque te-nemos excelentes y minuciosos estudios sobre las condicionessocioeconmicas en la Palestina del siglo 1 d. C. 8, sin embargo,(hasta donde s) no se ha hecho un estudio similar sobre AsiaMenor en relacin con el cristianismo en esta regin, o sobrelos escritos del Nuevo Testamento relacionados con esa impor-tante parte del Imperio Romano. Una de las posibles razonesque explican ese vaco es que -a pesar de tantos estudios-no nos hemos desprendido an suficientemente de la prioridadabsoluta que realmente le otorgamos al Jess histrico, el pa-lestino. No tomamos con la seriedad que deberamos, y con elpeso normativo que su canonicidad exige, al Jess de los evan-gelistas, al Jess predicado despus de los acontecimientos entorno al ao 30 en Palestina. Y no faltan quienes piensan inge-nuamente que el judasmo conocido por los evangelistas eraidntico al judasmo que conoci Jess en Palestina".

    En el mundo de habla inglesa, particularmente en EstadosUnidos, se han llevado a cabo estudios sobre las condicionessociales y econmicas de las comunidades en las que vieron la

    luz algunos de los escritos bblicos. En Europa, sin embargo, sesigue viendo con frecuencia a los evangelistas como telogosde universidades. No sorprende que a menudo exgeta s, pro-fesores y biblifilos proyecten su propio mundo hacia el de losevangelistas. Como ya indiqu, el mtodo exegtico predomi-nante es el histrico-crtico, aunque algunos de sus supuestosestn siendo cuestionados, y los estudios lingsticos de di-versa ndole han ido ganando terreno. Sin embargo, la ex-gesis sigue siendo una especie de trabajo de arqueologa, enbsqueda de los orgenes de los textos y la reconstruccin desu evolucin ideolgica y literaria. Se tratan los textos comolos arquologos tratan en el Cercano Oriente un tell o yaci-miento arqueolgico. Prueba clara de esto es que en los estu-dios sobre el tema de la pobreza y la riqueza en el evangeliosegn Lucas slo ocasionalmente se toma en cuenta la dimen-sin socioeconmica, mientras que se pone el acento en el as-pecto teolgico, como si la pobreza no fuera una realidad y unproblema de carcter econmico, y como si Lucas hubiese es-tado escribiendo acerca de una pobreza espiritual o asctica yno de una pobreza crudamente material 10.

    El supuesto con el que frecuentemente se leen ciertos es-critos bblicos est muy distante de la realidad que los en-gendr. Se suele suponer que fueron escritos debido a preocu-paciones doctrinales. Sin embargo, la realidad es que muchospasajes, incluso escritos enteros, se escribieron por alguna si-tuacin concreta, por alguna preocupacin humana inmediata,social, poltica o econmica que exiga una respuesta u orien-tacin para los creyentes. Un ejemplo de esta falta de sensibi-lidad humana se observa en el influyente libro de H. Conzel-mann, El centro del tiempo: para el autor, el evangelista (Lucas)"fijala posicin histrico-salvfica de la iglesia y deduce de alllas reglas para su actitud hacia el mundo-!'. Quien es cons-

    la manera concreta de apreciar y valorar escritos como losEvangelios y los Hechos de los Apstoles, el papel desempe-ado por sus escritores y su relacin con sus respectivas co-munidades, as como ciertos conceptos bsicos como los rela-tivos a la inspiracin, la autoridad de la Biblia y su calidad dePalabra de Dios. Estamos tocando los supuestos operativos delos estudiosos de la Biblia, y no pocos de ellos son incons-cientemente ms fundamentalistas de lo que admitiran ser.

    21Los textos bblicos y su contexto histricoIntroduccin20

  • "Lacomprensin precisa de la crtica de las formas se basaen la opinin de que la literatura por la que una determinadacomunidad, incluso la primitiva comunidad cristiana, tomforma, brota de condiciones y necesidades muy concretas de la12 Community and Cospel in Luke-Acts, 2.

    Volvamos a los mtodos de estudio de los evangelios. Lacrtica redaccional busca destacar la aportacin particular delescritor: su teologa, sus preocupaciones, inquietudes e inte-reses, que se deducen de los retoques hechos al material quel hered y del material que le es propio, as como de la es-tructura que dio a su obra. El hecho mismo de haber admitidoel material que incluy, habiendo tenido la libertad de omitirlo que no convena o era innecesario para su propsito, es ens indicativo de la relacin evangelista-comunidad: ste es-cribi para esa comunidad, no para otra, teniendo presentessus necesidades concretas (de orientacin, apoyo, correccin).A propsito, es ah donde hay que situar bien la inspiracin b-blica: en ese aqu y ahora concretos.

    La Formgeschichte o crtica de las formas se interesa por eltipo de situacin que dio origen al empleo de una determinadaforma literaria, es decir, la llamada situacin o contexto vital"(Sitz im Leben). As lo expres R. Bultmann, el exegeta ms in-fluyente de nuestro siglo:

    LOS METODOS DE ESTUDIO DE LOS EVANGELIOS

    entonces la interaccin evangelista-comunidad sera muchoms acertadamente comprendida, y el evangelio mismo seraentendido dentro del marco de la interaccin entre el evange-lista, su comunidad y el mundo concreto donde vivan, se mo-van y escribieron. Y, como el evangelista de hecho escribirespondiendo a realidades concretas e inmediatas -como loindica Lucas en las primeras lneas de su evangelio (1,1-4, esp.v. 4)-, resulta indispensable que no se pierdan de vista las re-laciones mencionadas, para comprender que la composicindel texto bblico estaba motivada por la comunidad-realidad,que exiga una respuesta orientadora por parte del evangelista-telogo.

    ciente de los presupuestos mentales y de los diferentes fac-tores que influyeron en el evangelista, as como de las causas ylas razones de su comportamiento, notar que los evangeliosson producto de una relacin dialogal entre una determinadarealidad y la mentalidad vigente; que los comportamientos quereflejan y aun sus discursos son respuestas a situaciones y con-dicionamientos concretos. Para los evangelistas, esto significaque sus escritos fueron producto de ese dilogo entre la rea-lidad en la que estaban inmersos o que conocan bien (que amenudo fue la causa o razn por la que escribieran, porejemplo, en lo relacionado con el uso y el abuso de las ri-quezas en una comunidad integrada por pobres y ricos) y su fecristiana. La realidad "mundana" que vivan influy en su com-prensin y apreciacin del acontecimiento-jesucristo, del con-cepto de salvacin, etc. Al mismo tiempo, su compromiso conCristo y su misin influy sobre su comprensin y apreciacindel mundo en el que vivan. Por eso, con una apreciacin muydiferente de la que expres Conzelmann acerca de la relacindel evangelista con el mundo, Ph. F. Esler pudo afirmar conrazn que los factoressociales y polticos fueron significativosen la motivacin de la teologa lucana; en otras palabras, Lucasdio forma a las tradiciones evanglicas que estaban a su dispo-sicin como respuesta a presiones sociales y polticas experi-mentadas por su comunidad" 12.

    Cuando se habla de la relacin evangelista-comunidad, sesuele hacer de una manera muy abstracta. El trmino comu-nidad" suele esconder una totalidad amorfa, vista y definidadesde el ngulo religioso. En otras palabras, no se suele des-tacar -al menos de manera suficientemente clara y conse-cuente- la dimensin humana de la comunidad en cuestin,es decir, el hecho de que los cristianos (personas reales, noficticias) que constituan la comunidad de Efeso, por ejemplo,vivan en un momento poltico concreto, en una geografa de-terminada, en el seno de estructuras sociales y en niveles eco-nmicos delimitados, etc. Si se entendiese comunidad" en susentido integral, encarnada y no abstrada de su mundo real,

    23Los mtodos de estudio de los evangeliosIntroduccin22

  • 17 La literatura sobre este enfoque es vasta y fcil de encontrar. Vase lacrtica, por ejemplo, en W. Egger, Methodenlehre zum Neuen Testament, Fri-burgo 1987, 30, n. 4. Es notorio que el mtodo estructuralista de interpreta-cin de textos empez y se desarroll particularmente en Francia casi almismo tiempo que surga otro enfoque, uno ms bien sociolgico, desarro-llado en otro continente: los Estados Unidos.

    13 Tbe History 01 tbe Synoptic Tradition, trad. inglesa de J. Marsh, Oxford1968, 4.

    14 Esto lo haba observado tambin G. Theissen en sus Estudios de socio-loga del cristianismoprimitivo, 14.

    15 D. Slle, Teologapoltica, Salamanca 1969.16 -The Social Description-, 19.

    Sin embargo, la situacin vital que, desde Bultmann enadelante, ha centrado la atencin ha sido casi exclusivamentela interna a la comunidad misma (y sta entendida desde suaspecto religioso): predicacin, parenesis, ~atequesis, .pol?;i-cas, etc. Es decir, lo que se buscaba determinar era la situacionen la vida religiosa, totalmente separada del conjunto de situa-ciones ms amplias que en gran medida determinaron el estilode vida de las personas que vivan en la gran comunidad hu-mana de Efeso, Roma o Antioqua 14. La palabra vida(Leben)ha sido inconscientemente reducida a dimensin religiosa, enuna especie de docetismo, debido a la casi obsesiva concen-tracin en la teologa y la fe expresadas en los textos; esto oca-sion el olvido de la vida real subyacente a esa teologa y esafe, vida que en gran medida dio a los textos la forma y elacento que tienen. Esto es muy claro en los estudios exeg-ticas de Bultmann, especialmente en su interpretacin existen-cialista, (heideggeriana) que justamente fue criticada por D~-rothee Salle como falta de realismo y de conciencia social 1).Toda la atencin se concentraba en el texto mismo, aislado delcontexto al que responda, yen el autor del texto, el hombre,igualmente aislado del contexto en el que humanamente viva.Como acertadamente afirm J. Z. Smith,

    El mtodo de estudio exegtico que se ha impuesto, lla-mado "histrico-crtico, con todos los grandes aciertos quetiene ha concentrado la atencin en el estudio literario deltexto' yen una visin crtica de la supuesta historia narrada porel mismo, entendida como historia fctica, esto es, lo que su-cedi realmente. Es cierto que haba inters por conocer elcontexto poltico y las costumbres de la poca. Pero, una vezms, stos se trataron como datos intrascendentes y se ignorla dimensin social y ms an la econmica. Como ya he indi-cado, es verdad que algunos estudiosos han mostrado interspor estos aspectos en sus estudios sobre el Antiguo Testa-mento, o sobre el mundo de Jess de Nazaret, en la lnea de]. Jeremias. Pero, con algunas notables excepciones, no se hatomado en consideracin seria y consecuentemente el mundoreal en el que vivieron los autores de los escritos neotestamen-tarios y las comunidades para las cuales escribieron. Y, cuandose busca la razn o causa por la que se escribi lo que leemosen talo cual texto bblico, se piensa casi exclusivamente (ex-cepto cuando es demasiado obvio) en trminos teolgicos y enalguna situacin vital religiosa de la vida interna de la comu-nidad (sta tambin entendida en trminos religiosos). Esdecir, los enfoques ahora considerados como clsicos por lamayora han disociado inconscientemente texto, comunidad ymundo. Esta disociacin es ms obvia an en la exgesis es-tructuralista, que se interesa nica y exclusivamente por eltexto en su estado actual, aislado de todo contexto que no seael literario 17.

    Dos observaciones adicionales. Por un lado, antes de quese redactara el primero de los escritos que constituyen elNuevo Testamento, el cristianismo existi como una realidadvivencial. No fueron los escritos neotestamentarios los quedieron inicialmente forma al cristianismo, sino a la inversa.

    "hemossido cautivadospor una descripcinde un Sitz imLehen que carecede un "asiento"concreto(i.e., no-teolgico)yofrece solamentela ms abstractacomprensinde "vida",16

    vida de la cual se forja un estilo bien definido, con formasycategoras muy especficas.... El Sitz im Lehen no es, sin em-bargo, un acontecimientohistricoparticular,sino una situa-cin tpicau ocupacin en la vida de una comunidad13,.

    25Los mtodos de estudio de los evangeliosIntroduccin24

  • se concentra en mi decisin de fe y mi obediencia a la Palabrade Dios dirigida a m, entendida como una relacin vertical,que ignora (o al menos minimiza) las dimensiones horizontalesde la vida. Consecuentemente, esta lectura deja de lado todapreocupacin por las dimensiones concretas de la vida hu-mana, como la poltica y la socioeconmica; a pesar de su dis-curso acerca de la importancia del Sitz im Leben de los textos,ignora las implicaciones sociales de la Palabra de Dios (la jus-tificacin por la fe era el concepto central; ni una palabra sedeca sobre justicia social). A esto se aade otro factor: la in-comprensin de la naturaleza de los evangelios mismos, quese despej paulatinamente en torno a la discusin sobre elJess histrico a mediados de siglo. Mientras los evangelioseran tomados como historias de Jess, y mientras toda la aten-cin se centr en los textos en s mismos, no se prest aten-cin al mundo del evangelista.A lo sumo el inters se fij en lapatria de Jess de Nazaret y en el mundo de san Pablo. Pocointeresaba conocer las condiciones socioeconmicas de unacomunidad en relacin con un evangelio, mientras no se reco-nociese que ste era un testimonio de la fe vivida en un aqu yahora concretos, dentro de una comunidad humana ms en-globante, yen la trama de una serie de condicionamientos.

    Un tercer factor que explica la falta de inters por las di-mensiones sociales y econmicas ha sido -y todava lo es enalto grado-- la excesiva preocupacin de corte fundamenta-lista por la historicidad de los relatos en la Biblia, que ha idode la mano de la fiebre por los descubrimientos arqueolgicos,para sustentar la tesis de la total veracidad (inerrancia) y, portanto, fiabilidad de la Biblia. Este factor est hermanado conuna ingenua concepcin de la Biblia como "la Palabra de Diospara mi- en sentido estricto, de tal modo que no tiene impor-tancia alguna conocer el mundo en el que fue humanamenteformulada ni (lo que es ms grave an) las posibles situacionespolticas, sociales, econmicas y afines, que pudieron determi-narla. Segn esto, la inspiracin bblica es una especie de po-cin mgica que protege al escritor sagrado de todo contagiohistrico y cultural que pudiese distorsionar el carcter abso-luto de esa Palabra de Dios. Este enfoque sostiene que su pa-

    IR Vase particularmente la coleccin de estudios de H. Frankemlle, Bi-blischeHandlungsweisungen, Maguncia 1983.

    Adems los escritos del Nuevo Testamento fueron compuestosdesde un presente y para ese presente; desde un cristianismoreal y concreto y para comunidades concretas 18. El aconteci-miento-Jesucristo fue actualizado, de modo que se testimo-niaba hayal Jess de ayer, no como alguien que se qued ha-blando y actuando para el pasado, sino para el presente ... elaqu y ahora del redactor y de su auditorio. No un Jess del re-cuerdo, sino un Jess vivo aqu y ahora. Por otro lado, los es-tudios realizados desde la perspectiva de la comunicacin hanpuesto en claro que la relacin emisor-receptor implica tomaren serio el mundo real de cada uno de ellos, incluido el socio-econmico en que vivan. De hecho, los estudios lingstico-comunicativosde los textos bblicos poco a poco se han ido acer-cando a los estudios sociolgicos de los mismos. En ciertoscrculos se ha salido de una lectura exclusivamente intra-tex-tual para fijar la atencin en una lectura histrico-sociolgica,adems de la teolgica, que considera al texto como un testigode la fe vivida de forma concreta en momentos, lugares, cir-cunstancias y condicionamientos concretos.

    Adems de las razones mencionadas, hay otras por lascuales no se ha prestado la debida atencin a la dimensin so-cioeconmica de la situacin vital que fue parte integral de laformacin de los textos bblicos. Los estudios bblicos han es-tado dominados particularmente por las posiciones y opinio-nes de los eruditos alemanes, que heredaron una visin idea-lista de la realidad, que todava perdura. De hecho, en granmedida han sido las diferentes corrientes filosficas las quehan marcado el rumbo para los estudios humansticos en ge-neral; una determinada filosofa siempre ha sido el supuestocon el que se ha operado. No har la historia de los vaivenesen la exgesis bblica o en las ciencias aledaas, pero s cabedestacar la gran influencia que durante varias dcadas a lolargo del segundo tercio de nuestro siglo ha ejercido la lecturae interpretacin existencialista, propuesta y practicada porR. Bultmann y sus discpulos: es una lectura individualista, que

    27Los mtodos de estudio de los evangeliosIntroduccin26

  • 20 Una buena sntesis se encontrar en la coleccin de artculos reunidospor W. A. Meeks en Zur Soziologie des Urchristentums,Munich 1979 (con bi-bliografa).

    19 Una sencilla pero amplia presentacin de los diferentes ngulos desdelos cuales se interpreta hoy la Biblia se encuentra en V. Hochgrebe - H. Mees-mann (eds.), Warum VerstehtIhr Meine Bibel Nicht? Friburgo 1989. Cf. tam-bin la revista Concilium, nm. 158 (1980).

    Con esa falta de inters por conocer la situacin real y con-creta en que vivieron tanto el autor bblico como su comu-nidad, no se podan esperar estudios sociolgicos (y menosan econmicos) de ese mundo. No haba razn aparente quellevase a hacerlos, a no ser la curiosidad arqueolgica. y estono se superar mientras se est exclusivamente preocupadopor la inmediata validez del mensaje del texto como tal 19.

    No es de extraar que en los diccionarios y enciclopediasde la Biblia se busquen en vano apartados dedicados a con-ceptos y realidades sociolgicas: familia, madre, jornalero,pobreza, esclavitud, ciudadana, profesiones, aristocracia, aso-ciaciones, etc. Incluso en publicaciones dedicadas a la presen-tacin del mundo-ambiente de la Biblia o de los inicios delcristianismo, no pasan de unas pocas pginas las dedicadas alaspecto social y econmico. As, E. Lohse, en su libro Umweltdes Neuen Testaments (Gotinga 51980), apenas le dedica es-pacio. Igual sucede con el informativo libro de S. Freyne, TheWorld of the New Testament (Wilmington 1980), y la seccinque]. Giblet dedic al mundo helenstico y romano en la fa-mosa Introduccin crtica al Nuevo Testamento (Barcelona1986), editada por A. George y P. Grelot (menos de dos p-ginas). En la ms reciente y amplia Introduccin al Nuevo Tes-tamento "en el marco de la historia de las religiones y de lasculturas en el tiempo helenstico y romano (Salamanca 1989),escrita por H. Koester, a pesar de su enfoque y subttulo, sor-prende que apenas dedique al aspecto socioeconmico unascuantas pinceladas en las que se mezclan rasgos de diferentes

    tiempos y lugares. Koester es mucho ms extenso en lo que serefiere al perodo helenstico anterior al cristianismo (un par desiglos), dando la impresin de que no hubo diferencias conlos siglos posteriores. Un poco ms amplio es ]. Leipoldt yW.Grundmann (eds.), en Elmundo del Nuevo Testamento vol. I(Madrid 1973), que, sin embargo, se queda ms en el mundode las ideas que en el de las realidades sociales. Obras comolas de ]. Finegan, The Archeology of the New Testament. TheMediterranean World of the Early Christian Apostles (Boulder-Londres 1981), se concentran en los restos arqueolgicos ydatos histricos, pero no ofrecen datos sobre la situacin socialy econmica que se desprende de esos vestigios. A pesar desus ttulos, estudios como los de E. Lohmeyer, Soziale Fragenim Urchristentum (Leipzig 1921) y de]. Leipoldt, Der sozialeGedanke in der altchristlichen Kirche (Leipzig 1952), no pasande ofrecer unas someras pinceladas sobre la realidad social,quedando atrapados una vez ms por el mundo de las ideas deaquella poca sin descender a la cruda realidad de la vida enese tiempo.

    Han sido bsicamente dos corrientes de pensamiento sociallas que impulsaron a los estudiosos a interesarse seriamentepor la realidad social y econmica de la antigedad en relacincon los escritos bblicos. Una fue la corriente socialista delprimer tercio de nuestro siglo en Europa (E. Troeltsch, 1. Ra-gaz, K. Kautsky, H. Freissig); la otra surgi casi al mismotiempo entre un grupo de estudiosos que constituy lo que sellam -la Escuela de Chicago- (S.]. Case, S.Matthews, F. Grant,1. Wallis). Un cierto nmero de norteamericanos a partir de ladcada del sesenta retom el hilo de "la escuela de Chicago-(J. G. Gager, H. C. Kee, A. Malherbe, W. A. Meeks, N. K. Gott-wald), a los que hay que aadir los nombres de G. Theissen enAlemania y E. A. Judge en Australia 20. Si se observan laspocas en las que surgieron estudios sociolgicos relativos a laBiblia, se caer en la cuenta de que coinciden con momentosen los que hubo gran preocupacin de orden social. Una vez

    EL ESTUDIO DE LA REALIDAD SOCIAL y ECONOMICADEL MUNDO DEL NUEVO TESTAMENTO

    labra no fue histricamente encarnada ni condicionada; setrata de un supuesto filosfico, no teolgico.

    29Estudio de la realidad social y econmicaIntroduccin28

  • 21 Cf. R. Aguirre, ..El mtodo sociolgico, 330, y W. A. Meeks, Primeroscristianos, 22.

    22 En este sentido se han hecho repetidas advertencias. Cf. por ejemplo,A. Malherbe, Social Aspects, 11-20; J. G. Gager, Kingdom and Community, 3-9;W. A. Meeks, Primeros cristianos, 10ss, y ya antes E. A. ]udge, Social Pattern, 7-10.

    Repetidas veces se ha objetado que un estudio, sea social osociolgico, de la Biblia es "reductor, que margina el elementode la Revelacin y descarta lo sobrenatural para reducirlo todoa causas y consecuencias de orden sociolgico y antropol-gico. Esto es cierto si se limita a ese enfoque, como se observaen las publicaciones de los autores socialistas y liberales sobrelos orgenes del cristianismo. Pero igualmente "reductor es unestudio que se limite al enfoque teolgico. Como se ha adver-tido repetidas veces, no tomar en cuenta la dimensin humanade los orgenes del cristianismo y de los escritos neotestamen-tarios equivale a caer en una especie de docetismo 21. Siempreque un estudio de la Biblia se centre en el mundo de las ideas(teologa) y se olvide de las realidades materiales y afectivas,disociando lo espiritual de lo material, tiene el riesgo de caeren el dualismo. En otras palabras: una lectura e interpretacinintegral de la Biblia debe tomar en cuenta tanto su aspectoteolgico como el humano (que es inseparable del social, eco-nmico y poltico). Para que un texto pueda ser comprendidoe interpretado correctamente, se debe situar en la trama de susdiversos contextos 22.

    Lamentablemente, el estudio sociolgico, igual que el so-ciohistrico, de la Biblia, sobre todo del Nuevo Testamento,ha sido con frecuencia sospechoso de ser hertico, y, portanto, se le ha denigrado o simplemente ignorado. Esto se ob-serva all donde todava hay retazos del idealismo filosfico,como en la exgesis alemana, o donde el prejuicio teolgico ydogmtico es dominante. En ltima instancia, todo dependerdel concepto que se tenga sobre la Biblia misma. Si se la de-fine poniendo nfasis en su condicin Palabra de Dios, seacentuarn los aspectos teolgicos y se hablar de los dife-rentes "sentidos ms que literales en el texto bblico. Si se laconsidera como Palabra de Dios en palabras de hombres, de-pender de lo que se entienda por "hombres; si se los ve

    ms la situacin en la vida ha determinado la concentracinde la atencin en la realidad que exiga una respuesta urgenteen ese momento.

    Uno de los problemas que he venido observando en mislecturas es el descuido que se tiene en cuanto a las coorde-nadas espacio-temporales de la informaci~ manejada. As~,con toda tranquilidad se habla de la esclavitud "en la Anti-gedad como si hubiesen sido iguales las condi~ion~s en lasque vivan los esclavos en Roma, Atenas y. AleJa~dna, o entiempos de la Repblica y del Principado. Es ilustrativa de estola Harper's Encyclopedia 01Bible Life (ed. revisada, Nueva York1978), que divide su obra temticamente as: -How the Peopleof the Bible (=?) lved/worked/etc. nivelando todos los mo-mentos como si las condiciones de vida bajo Salomn hu-biesen sido iguales que bajo los persas o los griegos '. En re-sumen se habla de "la gente de la Biblia, en "los tiemposbblicos- como si fueran bloques uniformes y monolticos.

    Por lo expuesto hasta aqu, debe quedar claro que no s~lose justifica, sino que es necesario procur~r ~onocer l,? mejorposible las condiciones sociales y econo~l~as relacionadascon el mundo de los diferentes autores bblicos. Para podercomprender el alcance y los posibles lmites de aquello queun determinado autor bblico (o la tradicin de la que fue he-redero) expuso, y aun para comprender lo que qui~o decir y larazn por la que lo dijo (aquello a lo que responda), es nece-sario conocer su mundo concreto, humano, real, que es el queen buena medida determin su visin del mundo, su hori-zonte conceptual sobre el mundo en el que vivan l ~ aq~e-110scon quienes se comunicaba. Recordemos C).uela msplr~-cin divina no sustrajo al autor de ese mundo, smo que se dioen l y para l, como Jesucristo que se encarn ~n ~n mur:doconcreto. Esos viejos textos fueron Palabra de DlOSinmediatay viviente en ese mundo en el que se compusieron y al que sedirigieron; para que lo sean para nosotros hay que empezarpor comprenderlos en su mundo. De lo contrario cor~~I_?0selriesgo de interpretarlos mal, de proyectar nuestra vrsion delmundo como si fueran idntica a la de los autores de lostextos.

    31Estudio de la realidad social y econmicaIntroduccin30

  • 23 -The Social Interpretation- 170. En su artculo -Social Identty.E. A.Judge tom esas preguntas de Scroggs y respondi con una advertencia:-Esta objecin se basa en el presupuesto de que los contenidos de los evan-gelios fueron configurados por los interesesde las comunidades para las quese compusieron. Por eso, s los evangelios condenan la riqueza, esto SUpone

    No se debera dar ms peso al material sinptico (porejemplo, la marcada protesta contra las riquezas), aun si no re-fleja el mismo contexto urbano helenstico de las cartas pau-linas? Los sinpticos ciertamente hablan para sectores impor-tantes de la iglesia del primer siglo y en su forma final noreflejan necesariamente slo un marco rural..23.

    tambin en Jess: en su marcada opcin preferencial por lospobres y los marginados, las viudas y los indefensos, en todosu proyecto de hacer un mundo de hermanos sin barreras, ensu presentacin del reinado de Dios al alcance de los hom-bres ya desde ahora. Esta preocupacin se prolong en laiglesia naciente, como lo atestiguan los escritos neotestamenta-rios, que no pretendieron (ni siquiera Romanos o Hebreos) sertratados teolgicos, sino orientaciones para la vida cristiana enaquel mundo concreto en que vivan, con todas sus vicisitudes.Lo mismo se observa en un buen nmero de escritos de losPadres de la Iglesia.

    Cuando se reflexiona sobre el origen del cristianismo, la-mentablemente se suele hacer dentro de la matriz de lahistoria de las ideas, es decir, se enfoca su origen teolgico(por ejemplo, el papel del Espritu Santo) y teleolgico (porejemplo, en el esquema historia de la salvacn-), pero pocasveces se incluye su carcter de movimiento social. Y es notorioque se suele conceder poca importancia a los evangelios al estu-diar el origen y desarrollo de la iglesia; la concentracin sueleestar en los Hechos de los Apstoles y en las cartas, especial-mente las paulinas. y cuando se recurre a los evangelios sueleser para buscar una supuesta intencin fundadora (de la iglesia)de parte de Jess de Nazaret, destacando textos sobre el primadode Pedro, por ejemplo, como si Jess se hubiese propuestofundar una nueva secta.Con justa razn R. Scroggspona sobreel tapete una serie de preguntas que en realidad son retos:

    33Estudio de la realidad social y econmicacomo individuos o como cuerpo social, en abstracto o en su si-tuacin y condicionamientos histricos

    El enfoque sociolgico o el sociohistrico en el estudio de laBiblia, incluida la dimensin econmica, no significa necesaria-mente que se menosprecie o incluso se descarte la aportacinhistrico-crtica de la exgesis tradicional. Al contrario, se tratams bien de un complemento de la exgesis histrico-crtica,que busca darle su justo valor al aspecto social de lo histrico.

    El enfoque sociolgico de la Biblia no significa a fortiorique se ignoren sus aspectos teolgicos o se los considere se-cundarios. Al contrario, fue la excesiva concentracin en el as-pecto teolgico la que condujo a un idealismo que se desinte-res del mundo real en el que el hombre en cuanto serhumano tiene que vivir, es decir, del mundo social. Esto des-lig al hombre del mundo concreto donde vive y se mueve, yes contrario a lo que se lee tanto en el Antiguo como en elNuevo Testamento, y no menos a la actividad de Jess, que es-taba totalmente orientada hacia el hombre integral, a condu-cirlo a Dios mediante el amor al prjimo precisamente poramor a Dios. Jess dej como nico mandato el amor al pr-jimo, inseparable del amor a Dios y expresin de la autenti-cidad del mismo.

    La actitud idealista frente a la Biblia hace que se ignoren as-pectos tocantes a la justicia social y que, sobre todo en el lla-mado Primer Mundo, la atencin se concentre casi obsesiva-mente en los aspectos teolgicos, entendidos como el mundode las ideas. La ignorancia de la dimensin social inherente alos textos bblicos hizo que stos sirvieran (y todava sirvan ensectores conservadores y fundamentalistas) de opiodel puebloy que se intelectualizaran, y as la exgesis bblica se redujotambin a una aventura intelectual desligada de las realidadessociales y afectivas, por no decir que la fe misma se convirtipara muchos en una ideologa, como se observa en ciertosgrupos hoy, particularmente de laderecha conservadora (O.

    La preocupacin social ya estaba claramente presente enlos profetas, que para mi sorpresa reciben en Alemania muchamenos atencin que otras partes del Antiguo Testamento,como el Pentateuco o los escritos sapienciales. Se encuentra

    Introduccin32

  • 24 Aunque este estudio se propone ser fundamentalmente de carcter his-trico y no sociolgico, eso no significa que no se interpreten ciertos datos.Esto es inevitable y soy consciente de ello. Toda historia es una interpretacinde hechos y datos. Una buena discusin de la relacin y las diferencias entrehistoria y sociologa, aplicada a los tiempos bblicos, se encontrar en el ar-tculo de R. Aguirre, "El mtodo sociolgico-, 313-324.

    25 Cf. E. A. Judge, -The Social Identity of the First Christians-: B. J. Malina,-The Social Sciences and Biblical Interpretation-, y C. S. Rodd, -On Applying aSociological Theory to Biblical Studies-, en [ournal lar tbe Study 01the OldTestament 19(981),95-106.

    26 Cf. W. A. Meeks, Primeros cristianos, 16, y K.R. Bradley, Slaves, 13.

    sobre la relacin pobreza-riqueza, que es una relacin de ca-rcter socioeconmico 24.

    Las fuentes a las que he recurrido, como se podr observaren l~ bibliografa y en las notas al pie de pgina, han sido sus-tancialmente los numerosos estudios ya realizados por dife-rentes especialistas y eruditos sobre los aspectos que nos inte-resan y dentro de los lmites en los que nos movemos: lascondiciones socioeconmicas en Asia Menor en la segundamitad del siglo 1d. C. Me apoyo, pues, fundamentalmente enlos trabajos de otros autores que merecen mi confianza yaportan lo que yo difcilmente podra obtener dentro de mis l-mites de tiempo y de conocimientos. Tambin me baso en losdatos arqueolgicos pertinentes y en los escritos de autores dela poca.

    Este no es un estudio sociolgico en el sentido estricto deltrmino. No recurro a modelos sociolgicos para interpretar lascondiciones sociales y econmicas y su influjo sobre la vidade las personas. No recurro a modelos o teoras sociolgicasporque, entre otras razones, tengo reparos al respecto. Por unlado, los modelos sociolgicos son construcciones occidentalesy modernas, estructuras conceptuales basadas en observa-ciones y deducciones, pero realizadas en el Occidente de hoy,en relacin con culturas e idiosincrasias de hoy, con la suposi-cin de que mientras el hombre sea hombre, las leyes so-ciales deben haber sido siempre anlogas a las nuestras. Esdecir, se pasa a la induccin casi a fortiori 25. Los supuestos(Vorverstandnisse) filosficos, antropolgicos y otros, son ine-vitables y se entretejen con los modelos sociolgicos 26. Por

    35Estudiode la realidadsocialy econmica

    una comunidad que no la tiene. Pero basta recordar a Sneca para reconocerla capacidad de los acomodados e instruidos para admirar las crticas de la fi-lo~ofa mientras estaban cmodamente a salvo de sus consecuencias. No ha-bria que admitir tamt;>i.n la posibilidad de que un compilador evanglicofuera severame_nte eritreo frente al uso de la riqueza entre aquellos paraquienes escribio (cf. la carta de Santiago)? (p. 208; la cursiva es ma). Estoy deacuerdo coI_11}lsegunda mitad de la respuesta de judge (excepto con laseudo-deflnI:_lOn del ev~ngehsta como -compilador-), pero no con la primera:la condenacin de las nquezas no necesariamente tiene que ser el resultadod~ una supuesta condicin d~ pobreza de la comunidad; no podra ser, porejemplo, debido a envidias o impotencra o resentimiento, o incluso venganza?

    Hasta hace poco, los arquelogos clsicos han credo msrazonable la recuperacin de monumentos famosos y ms ren-table el descubrimiento de mosaicos que las excavaciones sis-temticas de barrios residenciales o industriales, y los historia-dores polticos y militares de la Antigedad han sido muchoms numerosos que los historiadores sociales. Por eso nos faltaun cuadro, no ya general, sino detallado de la vida en unaciudad de provincias del siglo 1, donde poder insertar nuestrasescasas piezas sueltas cristianas. Poseemos slo una serie dehechos aleatorios y de descripciones fragmentarias, a los quepodemos aadir unos pocos detalles (p. 54).

    Pues bien, las pginas que siguen apuntan en esa direccinprecisamente. El enfoque e inters de este estudio es primor-dialmente histrico-descriptivo, no sociolgico. Es un estudiode investigacin histrica sobre las condiciones sociales y si-tuacin econmica, que prcticamente se limita a recogerdatos y situarlos correlativamente en la trama de la vida de en-tonces. Como resultado, presento el cuadro de la vida de lasciudades de Asia Menor en el primer siglo, en el que deberanencajar nuestras piezas sueltas del cristianismo primitivo. In-sisto: este estudio no es sociolgico, es decir, no pretende ana-lizar las causas subyacentes de las estructuras de dicha so-ciedad y los dinamismos que explican los diversos fenmenossociales, sus interrelaciones y tensiones, aunque al final dec~entas nos interesa determinar las causas inmediatas que mo-vieron a autores como Lucas a escribir con tanta insistencia

    En su libro Losprimeros cristianos urbanos, W. A. Meeksseala:

    Introduccin34

  • las facilidades que dieron lugar a una gran movilidad de laspoblaciones, nuevas influencias culturales, ideolgicas, expan-siones comerciales ..., Asia Menor no era Roma, Atenas o Ale-jandra, ni la segunda mitad del siglo 1 d. C. era igual que elsiglo anterior o el posterior.

    otro lado, los modelos y las teoras sociolgicas suelen univer-salizarse, por lo que no tienen debidamente en cuenta las par-ticularidades de una determinada poca y sociedad. No sloeso, sino que no pueden tener en cuenta las particularidadesde la personalidad e idiosincrasia de los individuos de esemundo, muy diferente del nuestro. En los modelos sociol-gicos se suele partir de situaciones idlicas, como los pro-blemas de los manuales de Fsica. Esa manera de proceder,metiendo a las personas o a la sociedad en un molde preesta-blecido (aunque sea por deduccin), es frecuente. Ese mismofenmeno se observa hoy, por ejemplo, cuando desde un des-pacho se quiere reglamentar la vida para todo el mundo y seespera la misma manera de reaccionar en cualquier sociedad,sea en Asia o en Europa, como si se tratara de robots.

    Una ltima y casi superflua observacin. Este trabajo secentra en un tiempo y en una regin concretos: AsiaMenor, ensu costa occidental (egea), en la segunda mitad del primersiglo d. C. Pues bien, la tentacin de proyectar la informacin(abundante) que poseemos sobre las condiciones sociales yeconmicas en Egipto o en Roma en particular es muy grandey a ella han sucumbido, en mi opinin, muchos estudiosos.Nada nos permite suponer que las condiciones de vida fuesenidnticas all y en Asia Menor. Todo lo contrario. Asia Menorera una regin marcadamente diferente de Roma o Egipto porsu carcter e idiosincrasia; Asia Menor era mucho ms cercanaa Grecia. Esto se aclarar cuando se estudie la situacin geo-grfica y las condiciones naturales de la regin. Un estudio desu historia (que no es nuestro tema) lo ilustra de sobra. Pero,como es natural, se encontrarn muchos rasgos comunes entreciertas instituciones y situaciones de Asia Menor y de otraspartes del Imperio, particularmente Grecia. Tambin es grandela tentacin de proyectar lo que conocemos acerca de unapoca sobre otra, por ejemplo, de la Grecia clsica sobre eltiempo que nos ocupa, como si el paso del tiempo no hubieseproducido cambios significativos. Un giro importante en mu-chos aspectos se dio a partir del Principado romano, desdeJulio Csar, y ms netamente an a partir del emperador Au-gusto; medio siglo despus ya era manifiesto: la pax romana,

    37Estudio de la realidad social y econmicaIntroduccin36

  • Este ttulo exige varias aclaraciones. En primer lugar, se tratade una descripcin. Por tanto, no me detendr en pormenoresy particularidades, que se podrn hallar en las obras citadas enlas notas a pie de pgina, que por esa razn son bastante nu-merosas. En contraste con muchos de los estudios eruditossobre la situacin socioeconmica (y poltica, entre otras) de laAntigedad, el lector de este estudio no encontrar ejemplosconcretos de talo cual aspecto de la vida de antao. Los ejem-plos son propios de un momento y un lugar especficos, y nose pueden transferir globalmente a otro momento y/o lugarporque suelen ilustrar lo que no era comn, lo que era dife-rente de lo ordinario (por eso llam la atencin), aunque,desde luego, son hasta cierto punto ilustrativos. Adems, ba-sndose en un par de ejemplos, no se puede ni se debe gene-ralizar, tendencia que se da con frecuencia en muchos estudios.Las descripciones que constituyen el tema de este estudio sonpropias de lo que podra considerarse como una situacincomn"o una costumbre normal; son el resultado de un pro-ceso deductivo sustentado por mltiples testimonios. El lectortampoco encontrar abundantes citas de fuentes literarias deaquella poca que apoyen mis afirmaciones. Esto obedece alsimple hecho de que, por un lado, se trata de descripcionesbreves, sucintas, no de un estudio dedicado a demostrar lo queotros ya han puesto en evidencia con todo lujo de detalles. Y,por otro lado, confo en los trabajos minuciosos que muchosautores han publicado. A ellos remitir con frecuencia al lectorinteresado en los fundamentos eruditos de mis afirmaciones.Me apoyo, pues, en muchos e importantes estudios.

    DESCRIPCION DE lAS CONDICIONESSOCIOECONOMICAS EN UNA CIUDAD I1PICA))

    DE ASIA MENOR EN lA SEGUNDA MITADDEL PRIMER SIGLO D. C.

  • 1 W. A. Meeks Cap. cit., 33s) llama acertadamente la atencin sobre elhecho de que las ciudades del Imperio romano oriental eran similares en mu-chos aspectos, y de que muchas costumbres, la organizacin, y el arte, porejemplo, se asemejaban bastante, ya fuera en Tarso, en Alejandra o en Co-rinto. Esto, obviamente, no significa que fueran idnticas en todo, pues cadaciudad preservaba sus particularidades. D. C. Verner C Tbe Household, 43) des-tac con razn que "no se puede dar por supuesto que lo que era verdad de lasociedad romana lo haba sido tambin de ciudades como Prgamo y Efeso-.

    tan ntimamente relacionados (igual que hoy) que de ordinariolos mencionar como si se tratara de una sola realidad. Erasobre todo en estos campos, el social y el econmico, ademsdel propiamente religioso, donde las actitudes del cristianismo,y la tica en general, tenan que definirse claramente, como esfcil percibir en los escritos del Nuevo Testamento.

    Soy consciente tambin de que, en sentido estricto, noexiste una ciudad tpica" especialmente cuando se trata deuna regin como Asia Menor, con tantas diferencias debidas asu historia y a la existencia de una multiplicidad de pequeosreinos, diversidad de razas y variedad de idiosincrasias. Sinembargo, como tendremos ocasin de observar ms adelante,las diferentes ciudades de Asia Menor se asemejaban mucholas unas a las otras conforme se avanzaba a lo largo del siglo 1de nuestra era, particularmente a lo largo de la costa, desde eltiempo de Augusto, y ms an despus. Haba una notoriaunidad poltica (dominacin romana, precedida por tendenciasunificadoras en la corriente cultural helenstica), que conlle-vaba una creciente unificacin econmica y una decrecientediferenciacin cultural, tal como los trabajos arqueolgicos ylos estudios literarios y afines han puesto en evidencia. Los pa-trones socioeconmicos eran similares en casi todas las ciu-dades de Asia Menor, y ms all. As pues, las estructuras so-ciales, las condiciones de vida y las costumbres que describircorresponden ms o menos a las de las ciudades donde es-taban muchas de las comunidades paulinas, y a las de Lucas,Tefilo y Juan. Desde hace mucho tiempo qued demostradoque stas eran comunidades urbanas, establecidas en ciu-dades, no en pueblos, aldeas, o villorrios, o en el campo.

    Las grandes ciudades eran en su mayora costeras por ob-vias razones de carcter econmico (Corinto, Efeso, Tarso,Atenas, etc.). Puesto que el intercambio, sobre todo por ra-zones comerciales, era muy fluido en ese tiempo, paulatina-mente las grandes ciudades llegaron a compartir muchosrasgos que las asemejaban unas a otras. No creo que, si un ha-bitante de una de esas ciudades en el mundo oriental del Im-perio romano, y ms an de la costa en Asia Menor, hubieseido a otra ciudad de la regin, hubiera sentido que entraba en

    Estas pginas no son ms que un esbozo, pues soy cons-ciente de las limitaciones de toda visin panormica como essta y de que la situacin y las costumbres no siempre eranidnticas en una ciudad y en otra, ni en un tiempo y en otro. Dehecho las condiciones de vida eran diferentes en muchos as-pecto; en la costa occidental de AsiaMenor y en la zona central,en la ciudad de Efeso y en la regin de Galacia, por ejemplo,como lo eran tambin en Galilea y en Judea, o en tiempos deHerodes el Grande y en tiempos de los procuradores romanosms tarde, a pesar de no haber transcurrido un siglo. Obvia-mente, en muchos aspectos sociales y econmicos no se detec-taban grandes diferencias, como podr comprobar cualquieraque conozca las condiciones de vida en las diferentes partes delImperio romano. En otras palabras, no todos los aspectos de lavida eran siempre y en todas partes idnticos l.

    Aqu estudiar el aspecto socioeconmico. La situacin po-ltica era en realidad bastante estable, sin grandes perturba-ciones polticas (o militares) durante el siglo 1 d. C. Eso ayudsin duda al libre intercambio en todo el Imperio. El aspecto re-ligioso, por su parte, desempe indudablemente un papel im-portante en aquellos tiempos, y fue una de las grandes reali-dades con las que se vea directamente confrontada esa nuevareligin que era el cristianismo. El aspecto religioso, al igualque el poltico, ha sido estudiado con frecuencia; no as el as-pecto socioeconmico, que ha sido bastante ignorado en laexgesis (especialmente neotestamentaria), a pesar de habertenido mucha mayor relevancia que la que se le reconoca,pues determinaba la vida cotidiana de las personas de una ma-nera directa e inmediata -ayer igual que hoy- y fue con fre-cuencia un factor determinante en la expansin y en la forma-cin del cristianismo. Los aspectos social y econmico estaban

    41Descripcin de las condiciones socioeconmicasDescripcin de las condiciones socioeconmicas40

  • 3 Esto lo ha dejado claramente entrever W. Elliger en Paulus in Griechen-land, estudio de cuatro ciudades representativas: Filipos, Tesalnica, Atenas yCorinto. En mis lecturas he observado que a menudo se nivelan los diferentesperodos o tiempos histricos: se pasa alegremente de un siglo o etapa a otro,en un admirable desorden, pensando quiz ingenuamente que todos eranms o menos iguales, es decir, que no ocurran mayores cambios sociales. Notodos los estudios publicados distinguen claramente el tiempo de la Greciaclsica (Platn como representativo para muchos) del helnico del cuartosiglo en adelante, y del influjo del Imperio romano. Se pasa fcilmente de S-crates a Platn y a Sneca; y de Roma a Antioqua y a Alejandra. En el primersiglo d. c., por ejemplo, la situacin social y el nivel econmico no eraniguales en tiempos de Julio Csar que en el perodo de los Emperadores Fla-vios (que es el que nos concierne), y luego en el de los Antoninos. Ha sidotarea nuestra determinar en los diversos estudios especializados lo quecorresponde propiamente al perodo que nos concierne o cercano a l. Elproblema es el mismo que se suele observar en los estudios basados en los

    cabo actividades espectaculares. Por eso Pausanias poda decirque un pueblo que no tiene edificios gubernamentales, ni te-atro, ni gora, ni agua que vaya a una fuente ... (y donde) lagente vive en chozas", no puede llamarse polis (X, 4.1).

    A pesar de que en la Antigedad el trmino polis inclua ensu connotacin una extensin ms amplia que nuestro trminociudad", me concentrar en la metrpolis misma, es decir,emplear el trmino ciudad" en su sentido moderno, y encontraste con el campo. Su caracterizacin nos ocupar msadelante.

    Las descripciones que siguen se limitan a Asia Menor, pre-dominantemente la regin de la costa occidental (vase elmapa en la pg. 110), en la segunda mitad del siglo 1d. C: setrata del mundo de las comunidades para las cuales Pablo,Lucas y Juan escribieron. Por tanto, tratar de evitar la tenta-cin de proyectar la situacin propia de otro perodo poltico ode otra realidad cultural sobre se. As, por ejemplo, es cono-cido que las condiciones de vida y las costumbres en la ciudadde Roma eran claramente distintas de las que se daban en elEste. Sera errneo, pues, transferir a Asia Menor lo que sa-bemos sobre el trato que se daba en Roma a los esclavos, porejemplo. Igualmente errneo sera proyectar al tiempo de losEmperadores Flavios lo que conocemos sobre las condicionesde vida en tiempos de Pompeyo un siglo antes 3. Aunque la

    43Descripcin de las condiciones socioeconmicas

    2 Vase M. 1. Finley, -Ancent City-; A. H. M. jones, Roman Economy, 4;D. Norr, -Herrschaftsstruktur-, 4.

    un mundo extrao para l: la configuracin, los tipos de edifi-caciones, la organizacin y administracin, las estructuras so-cioeconmicas y la mayora de las costumbres eran bsica-mente iguales que las de su ciudad de origen, aunque, desdeluego, no idnticas. Obviamente, dependiendo de adndefuese, se poda encontrar con otro idioma (adems del comna todos, el griego) y otras divinidades, adems de costumbresy celebraciones propias del lugar.

    Hay una aclaracin importante que hacer, sobre la cual hanllamado la atencin varios estudiosos: el significado y la exten-sin de la realidad que se designaba con el trmino polis, quetraducimos por ciudad".Cuando en la Antigedad se hablabade polis, se trataba de un territorio que constitua una unidadpoltica con una extensin geogrfica delimitada, dentro de lacual se inclua la regin dedicada a la agricultura y al pastoreo(el campo), as como los pueblos y las aldeas que estabanunidos al centro administrativo-poltico 2. En extensin, unapolis sola ser ms que una ciudad, y no se opona al campo,sino que ciudad y campo estaban unidos en lo administrativo yen lo econmico. Todos los pueblos que estaban poltica y ad-ministrativamente unidos, as como los campos que les perte-necan, constituan juntos una polis. Lapolis tena un centro ad-ministrativo, donde residan los magistrados y estaban losedificios en torno a los cuales se expresaba la unidad ciuda-dana. Este centro era llamado por los romanos urbs. Pero lapolis no se limitaba a esa ciudad".Rara era la polis constituidapor un solo pueblo, y ms an la que no contara con un terri-torio dedicado a la agricultura y el pastoreo. Para ser calificadacomo polis, era necesario que tuviese un mnimo de autosufi-ciencia econmica y de autonoma poltica, condicin que losemperadores respetaron durante varios siglos en casi todos susterritorios. Deba contar, adems, con un gobierno formadopor gente de la polis, y sus habitantes deban mostrar un clarosentido de identidad y de orgullo de suciudad". Una polis evi-denciaba su categora en sus edificaciones y actividades. Lgi-camente, sus habitantes procuraban embellecerla y llevar a

    Descripcin de las condiciones socioeconmicas42

  • escritos judos: aspectos propios del Judasmo Rabnico posterior al 70 (d. e.)se trasponen y proyectan con ligereza hacia la primera mitad del mismo siglo,como si prcticamente no hubiese habido cambio alguno despus de la des-truccin de Jerusaln y la gran dispersin. O se toman textos de la Misncomo si automticamente fueran testigos indiscutibles de costumbres de porlo menos un siglo antes, por no mencionar cualquiera de los Talmud. Sobreesto, cf. las acertadas observaciones de G. Vermes, -jewish Literature andNew Testament Exegesis: Reflections on Methodology-, en [ournal ofJewishStudies 33 0982: FS. Y.Yadin), 361-376, que mutatis mutandis se puedenaplicar en gran medida al estudio que nos ocupa.

    4 Entre las fuentes mencionadas por S. Benko en su artculo -The Sourcesof Roman History Between 31 B.e. - A.D. 138,en S. Benko y J. J. O'Rourke(Tbe Catacombs and the Colosseum,27-34), hay que destacar concretamente aTcito, Flavio Josefa, Filn de Alejandra (para Egipto), Estrabn, Din Criss-tomo y Plinio el Joven. Ms cautelosamente, por ser posteriores al tiempo quenos ocupa, arrojan algo de luz Luciano de Samosata, Filstrato, y los satricosMarcial y Juvenal (si bien se concentran en Roma). Por cierto, a estos testimo-nios hay que aadir los de los papiros encontrados, aunque la gran mayoraprovienen de Egipto y se refieren naturalmente a la vida en esa parte delmundo. Ms provechosas son las inscripciones, incluida la numismtica.

    s Debo advertir que es muy frecuente encontrar estudios sobre diferentesaspectos de la vida en el Imperio romano basados fundamentalmente en in-formacin obtenida de papiros de Egipto,como si la realidad socioeconmicay las costumbres en Egipto hubiesen sido las mismas en otras partes del Im-perio. Esto obedece, al menos en parte, al hecho de que poseemos una grancantidad de papiros hallados en Egipto, gracias al clima seco de la zona, quenos ha permitido formarnos una idea bastante clara de las condiciones devida all, mientras que (lamentablemente) no poseemos ni siquiera la vig-sima parte de ese material para todo lo que cubre Asia Menor. Por estoconocemos mucho sobre Alejandra y Oxyrhynchus, gracias a los papiros ha-llados, preciossima fuente de informacin de primera mano, pero no te-nemos nada parecido para el Oriente. R. MacMullen, uno de los ms desta-cados estudiosos de las condiciones socioeconmicas en el Imperio romano,en su estudio sobre el campesinado CPeasants-, 2535, 260s), lamentaba entono triste la caresta de ese tipo de informacin sobre la vida en otras partesdel Imperio, ya que los papiros provienen de diferentes estratos sociales y re-presentan productos de las ms diversas facetas de la vida.

    segunda mitad del primer siglo d. C. Hay que leer entre lneaso extrapolar y valorar cuidadosamente las diversas alusionesque se pueden encontrar 4. La mayora de las obras literarias,adems, fueron escritas por intelectuales, filsofos o personajesextraos a los escenarios a los que se referan. No son testimo-nios de la inmensa mayora, del pueblo(plebs), y menos ande los amplios sectores indigentes de la poblacin, de los sinvoz,por ejemplo. Hablaban ms bien --como no ha cesado deser cierto en la historia universal- de los grandes personajes,los potentados, gobernadores y generales 5.

    Por razones de claridad, me concentrar sucesivamente enlos dos aspectos que nos interesan: en un primer momento, elenfoque ser predominantemente social, y en un segundo,econmico.

    vida de antao discurra a un ritmo muchsimo ms lento quela nuestra, es decir, las costumbres e idiosincrasia sufranmenos mutaciones que las nuestras hoy da, en que los mediosde comunicacin nos ponen casi de inmediato en contacto conel resto del mundo, eso no significa que no hubiese muta-ciones. Pensar que apenas haba cambios en las condiciones ymodos de vida en aquellos tiempos es, en mi opinin, un su-puesto infundado. De hecho, determinados acontecimientospolticos, con sus mltiples impactos, podan producir cambiosnotables en la manera de vivir y, en consecuencia, de pensar.Tales fueron, por ejemplo, la destruccin de Jerusaln en elao 70 d. C. para el judasmo, la dominacin romana un sigloantes en todo el Este --como lo haba sido tres siglos antes laconquista de Alejandro Magno-- y el inicio del gobierno de losemperadores romanos, empezando por Augusto (en el tiempoen que naci Jess de Nazaret).

    Mi enfoque es primordialmente pragmtico, es decir, meconcentrar en la descripcin de las condiciones de vida enaquel tiempo, de acuerdo con la informacin que nos han pro-porcionado los restos arqueolgicos descubiertos y los testi-monios literarios de la poca que han sobrevivido. Con estoquiero advertir que no es mi intencin llevar a cabo una valo-racin sistemtica de aquel mundo. Se trata de una historia so-cial (y econmica), y no de un estudio sociolgico de la his-toria, como ya he anticipado en la introduccin.

    Para terminar, debo decir algo sobre las fuentes literarias.Estas son muy vagas y parcas en lo referente a nuestro tema:pocas se refieren directamente a las condiciones socioecon-micas de las ciudades de Asia Menor y alrededores durante la

    45Descripcin de las condiciones socioeconmicasDescripcin de las condiciones socioeconmicas44

  • PRIMERA PARTE

    DESCRIPCION

  • 1 El reconocido socilogo de la historia antigua E. A. Judge escribi en suartculo -The Early Christians as a Scholastic Cornmunity-, en journal 01Reli-gious History 1(1960),que "la teora de las clases sociales es anacrnica, apli-cada a la sociedad de la poca cristiana primitiva" (p. 7). M. I. Finley discuteampliamente el problema en Ancient Economy, 35-61, pasando revista a lostrminos y conceptos de Ordo, Clase y "Status",para recomendar el empleode este ltimo. Ms sucintamente, yen la lnea de Finley, vase W. A. Meeks,Primeros cristianos, 96-100.

    2 El trmino "grecorromano" es una simplificacin, como tantas otras, delo que en realidad constitua un mundo complejo. Se emplea primordial-mente para referirse a la parte oriental del Imperio Romano, donde predo-min la cultura de raz griega.

    Repetidas veces se ha advertido que el trmino "clasenoes acertado si se emplea para referirse a las clasificaciones ocatalogaciones sociales de la Antigedad 1.

    El trmino "clasees utilizado hoy predominantemente parareferirse al nivel econmico, como lo entenda Karl Marx, quedividi a la humanidad en dos clases opuestas, la obrera (pro-letariado) y la capitalista (burguesa). Hoy hablamos de "clasemedia.. para denotar una posicin econmica intermedia. Lascatalogaciones sociales en el mundo grecorromano 2 no respon-dan a factores econmicos, es decir, a un estado de pobreza,de riqueza o intermedio entre ambos, si bien a partir del siglo Isa fue una consideracin cada vez ms influyente. Aunque unesclavo y un hombre libre trabajasen ambos para un mismo

    1. CLASES SOCIALES?

    EL ASPECTO SOCIAL

  • 4 Cf. n. 1, arriba; G. Alfldy, Sozialgeschichte, 1, 124, propone hablar deScbicbten. niveles.. 5Vanse las atinadas observaciones recogidas por W. A. Meeks, Primeros

    crtstianos, 99s.

    3 Es curioso, aunque comprensible, si nos situamos en un plano neta-mente ideolgico para juzgar y catalogar los diversos estamentos de una so-ciedad, que en los estudios publicados por autores marxistas, y socialistas engeneral, se clasifique y juzgue a la sociedad de antao proyectando criteriosde catalogacin moderna, sin respetar la idiosincrasia del tiempo histrico es-tudiado. Esto se observa ya en el ttulo del voluminoso libro de G. E. M. deSte Croix, The ClassStruggle in the Ancient Greek World, y en el de J. Gag,Lesclassessociales dans l'mpireRomain, por ejemplo.

    "niveles (Alfldy) 4. Podramos hablar de categoras, posi-ciones, o estamentos sociales. En todo caso, queda claro quedeben respetarse los criterios de aquellos tiempos, y que se tra-taba fundamentalmente de posiciones dentro de su escala.Pero, qu determinaba que alguien formara parte de ese nivelo estamento que llamamos aristocracia, y que otro fuera cata-logado como -pobre-?

    Por lo pronto, sabemos que en la Antigedad grecorro-mana, el factor econmico no era el determinante de la posi-cin (estamento o nivel) social en la que se situaba a una per-sona. En realidad, se naca en una categora o posicin social:el nivel social de la familia en la que se naca determinaba -almenos en principio-Ia posicin social de la persona. Este erael criterio ms importante. Por cierto, esa posicin implicabatambin un determinado nivel econmico: si se era aristcrata,por ejemplo, si se era acaudalado, con poder e influencias, yse era considerado por los del mismo nivel (que eran quienesfijaban precisamente las diferencias) como una persona dexito. La posicin social se expresaba por un determinado es-tilo de vida y se expanda en un crculo de personas de esamisma posicin social.

    La condicin social de la familia en la que se haba nacidoera en muchos casos el factor decisivo para la catalogacin so-cial. Pero haba otros factores que, directa o indirectamente,podan influir posteriormente en la valoracin social de la per-sona: su educacin, su ocupacin, sus xitos y logros, suorigen tnico, su ciudadana y, especialmente, su grado (o pri-vacin) de libertad. Por tanto, debemos cuidarnos de juzgar deun modo simplista las categoras sociales de antao definin-dolas demasiado estrechamente 5. Abundan los ejemplos depersonas cultas que eran esclavos o libertos (por ejemplo,Epicteto, Livio) y que, por tanto, estaban mejor consideradassocialmente que los esclavos incultos; prueba de ello es que noeran vendidas, sino tratadas con admirable respeto y con fre-

    seor, no por eso ambos pertenecan a lo que hoy denomi-namos como "la clase trabajadora. Por tanto, es anacrnico, in-cluso errneo, identificar las catalogaciones sociales de antaocon las nuestras, ya que los criterios para hacerlas eran dife-rentes. Despus de todo, somos nosotros quienes catalogamosa las personas, y somos tambin catalogadas por ellas 3. Enciertos pases, como en los que constituyen Amrica Latina,"clase social incluye un aspecto racial y el renombre (al-curnia) adquirido por la familia: la aristocracia es gente de ape-llidos altisonantes, de alcurnia, gente acomodada y (en su ma-yora) de raza blanca.

    "Clasees, adems, una categora rgida, que a la postre sepodra considerar como correspondiente a las catalogacionessociales en Roma, donde las separaciones e incluso oposicionesde categoras sociales eran ntidas. En Roma, y por extensinentre los romanos, existan ordines que, ms que categoras so-ciales, eran categoras jurdicas claramente definidas para cata-logar a la "aristocracia.Destacaban el ardo senatorius y el ardoequester, pero no se hablaba de un ardo plebis, por ejemplo.Queda por demostrar que la categora de ordines existiese en elmundo no romano, es decir, fuera de la ciudad de Roma y alre-dedores, y de la sociedad propiamente de arraigo romano.

    Surge, naturalmente, la pregunta qu trmino y, con ello,qu categora utilizar para designar las clasificaciones socialesde un mundo ms griego que romano, diferente del nuestro ensus conceptos, criterios y valoraciones? Esto es ms que unacuestin de etiquetas; para ello hay que tener en cuenta los cri-terios que se usaban para las catalogaciones sociales. Quedandescartadas las categoras "clasey -ordines-. Se han propuesto,entre otros, los trminos status o estamento (Finley, Meeks) y

    51"Clasessociales?El aspecto social50

  • 6 Puede verse al respecto A. H. M. Jones, Tbe GreekCity, caps. IV, VIII YIX, donde se detalla el hecho de que la colonizacin romana de Asia Menorintrodujo cambios poltico-administrativos, mas no culturales, y trajo consigo

    un mayor flujo y afluencia econmicos. El cambio cultural, como se ver msadelante, fue en el sentido inverso: del Oriente hacia Roma. Lamayora de loshabitantes de Asia Menor seguan siendo helnicos orientales. Cf. tambinA. D. Macro, -The Cities of Asia Minor-, 660-663.

    7 No puedo llamar la atencin suficientemente sobre la tentacin de pro-yectar lo propio de una cultura, un tiempo y/o lugar, a otra. Debido a laabundancia de testimonios literarios sobre la vida en Roma, es grande la ten-tacin de generalizar los rasgos y condiciones de vida de esa ciudad y alre-dedores a todo lo largo y ancho del Imperio Romano, como tambin es ten-tador proyectar anacrnicamente lo propio de un tiempo a otro.

    R G. Alfoldy (Sozialgeschichte I, 124) calcul que la cspide de la pir-mide social no sumaba en todo el Imperio Romano ms de doscientos mil, loque no habra representado siquiera el uno por ciento del total de la pobla-cin. Pero Alfoldy, al igual que otros estudiosos, no tiene en cuenta a las fa-milias nobles de las ciudades de las provincias romanas. Un caso claro es l;familia de Herodes en Judea, por ejemplo. Segn Duncan-Iones (Tbe Eco-nomy, 284s), los decuriones en el norte de Africa constituan aproximada-mente el dos por ciento de la poblacin.

    Para empezar, hay que tomar conciencia de que las ciu-dades de Asia Menor eran predominantemente helnicas, esdecir, culturalmente -yen buena proporcin tambin tnica-mente- el resultado de la simbiosis de la cultura populargriega que, a partir de su gran apstol, Alejandro Magno, seenraiz y adquiri carta de ciudadana en todo el imperio deAlejandro, al lado de las culturas indgenas,que en buenamedida incluan aspectos orientales, especialmente relativos ala mstica. Los romanos respetaron las culturas de otros pue-blos, incluso sus estructuras sociales y administrativas, y se li-mitaron a supervisar el buen orden de la ciudad y, sobre todo,el pago de los impuestos requeridos 6. Por tanto, no debemos

    Estamentos o niveles

    Al igual que en la gran mayora de sociedades humanas,tambin en AsiaMenor la sociedad era piramidal: en la cspidede la pirmide, la aristocracia, y en la ancha base, el conjuntodel proletariado;los honorables y los humildes.

    La aristocracia (honestiores) estaba compuesta por las fami-lias de abolengo, que por lo general eran acaudaladas y de unau otra manera se movan en las esferas de poder: la familia im-perial, los senadores, los ecuestres y los decuriones, segn elesquema social romano, as como las familias honorables de laciudad. En total no llegaban a sumar el dos por ciento dela poblacin global 8.

    2. ESTRUCTURACION DE LA SOCIEDAD GRECORROMANA

    proyectar las caractersticas de la sociedad romana tipificadasen Roma y ciertos enclaves coloniales, hacia el grueso de lapoblacin de Asia Menor 7. Digo el grueso de la poblacinporque la aristocracia, como casi siempre ha sucedido, procu-raba amoldarse al mundo de sus seores,en este caso al delos romanos. Pero en la sociedad netamente helnica de AsiaMenor, las posiciones o estamentos sociales eran notoriamentemenos rgidos y no estaban tan claramente marcados como enla sociedad propiamente romana.

    cuencia puestas a cargo de la educacin de los hijos de la fa-milia de sus seores. Por otra parte, no todos los acaudaladosformaban parte de la aristocracia, ni todos los aristcratas eranacaudalados (aunque generalmente lo eran, y se apoyabanentre s). Abundan los ejemplos de esclavos que eran ms ricosque muchos libres, como veremos. En el esquema romano, nofaltaban ex esclavos que eran ms acaudalados que personasdel ardo senatorial, y no por eso tenan acceso a un ordo su-perior (senadores o ecuestres). No todos los acaudalados eranciudadanos romanos. Ni los extranjeros ricos tenan los mismosderechos que los pobres nacidos en esa misma ciudad. En mu-chos lugares se discriminaba a los judos por razones diversas,tnicas y religiosas. Las mujeres ocupaban, particularmente enAsiaMenor, una posicin social inferior a la de los hombres desu casa. Este hecho revela que los privilegios y derechos es-taban relacionados fundamentalmente con la posicin social dela persona y con determinados aspectos socio-polticos: los deun aristcrata eran diferentes de los de un plebeyo, como losde un ciudadano diferan de los de un extranjero residente.

    53Estructuracin de la sociedad grecorromanaEl aspecto social52

  • 9 Empleo el trmino -proletariado- adrede, pues se trata de la manera enque eran considerados por la aristocracia todos aquellos que tenan que tra-bajar para poder vivir, fueran ricos comerciantes o simples albailes. En Romase hablaba de la plebs en tono despectivo.

    10 Segn W. A. Meeks (Primeros cristianos, 40s), sta era una distincinsocial fundamental. San Pablo hizo frecuente referencia a ello en sus cartas.

    11 En la opinin de A. Burford (Craftsmen, 18), era sta la distincin socialms importante. Por cierto, depende de quin lo ve as y con qu fines, yaque no oculta un aire de superioridad y un espritu de dominacin. Retorna-remos sobre el tema de la ciudadana.

    12 Sozialgescbicbte, Il, 94; cf. tambin R. MacMullen, Social Relations,88ss.

    l.l Cf. H. Glzow, -Sozale Gegebenheiten-, 189-192. Solamente en el cultooficial los diversos niveles sociales estaban unidos, mas no as en el resto desu vida religiosa, aunque venerasen a las mismas divinidades.

    11 Vanse al respecto las observaciones ms amplias de J. P. D. V. Bals-don, Rornans and Aliens, cap. 8.

    15 A. Burford lo ha expresado magistralmente: "Elartesano no naca arte-sano, sino ciudadano, hijo de esclavo, a metic, o extranjero total. Como cual-quier otro miembro de la comunidad, estaba sujeto a todos los prejuicios opresiones psicolgicas que la sociedad ejerce sobre las preocupaciones delindividuo respecto a si pertenece o no a un grupo concreto dentro de la co-munidad ..., a la naturaleza de sus derechos y deberes ..., a su papel en la co-munidad, al reconocimiento que puede esperar y a las posiciones a las quepuede aspirar (Craftsmen, 28).

    ocupaban puestos administrativos municipales ni eran candi-datos a ellos 12. Aquel que no era admitido por la aristocraciade abolengo como miembro de su mismo nivel, es decir, elque no era reconocido como "honorable, por ms dinero quepudiese tener, no poda llegar