archipiélago (afinidad, organización informal y proyectos insurreccionales)

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"¿Por qué regresar a las preguntas acerca de la afinidad y organización informal? Ciertamente no es porque nuestros intentos de explorar y profundizar estos aspectos del anarquismo sean deficientes, no es porque las discusiones de ayer, así como las de hoy, no estén siendo inspiradas por éstas, y tampoco es porque haya una escasez de textos – cierto, la mayoría de las veces en otros idiomas- que se acerquen a estos cuestionamientos de una manera más dinámica. Sin embargo, ciertos conceptos requieren de un permanente esfuerzo analítico y crítico, si es que no quieren perder su significado al ser usados y repetidos con demasiada frecuencia. De lo contrario, nuestras ideas corren el riesgo de convertirse en un lugar común, en “pruebas”, en un terreno fértil para el estúpido juego de la competencia de identidad, donde la reflexión crítica se hace imposible. También suele suceder que la elección de afinidad para algunos se rechaza rápidamente como si se tratara de una relación que no permitiría un contacto con la realidad ni con los compañeros. Mientras que se agitan alrededor de una bandera, como en una especie de eslogan – y como en todos los eslogans, por lo general es el significado real, profundo y propulsivo, del que son la primera víctima."

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  • ARCHIPILAGOAfinidad, organizacin informal

    y proyectos insurreccionales

    Salto, subversin & anarquia

  • ARCHIPILAGOAfinidad, organizacin informal y proyectos insurreccionales

    Por qu regresar a las preguntas acerca de la af inidad y organizacin infor-mal? Ciertamente no es porque nuestros intentos de explorar y profundizar estos aspectos del anarquismo sean def icientes, no es porque las discusio-nes de ayer, as como las de hoy, no estn siendo inspiradas por stas, y tampoco es porque haya una escasez de textos cierto, la mayora de las veces en otros idiomas- que se acerquen a estos cuestionamientos de una manera ms dinmica. Sin embargo, ciertos conceptos requieren de un per-manente esfuerzo analtico y crtico, si es que no quieren perder su signif i-cado al ser usados y repetidos con demasiada f recuencia. De lo contrario, nuestras ideas corren el riesgo de convertirse en un lugar comn, en prue-bas, en un terreno frtil para el estpido juego de la competencia de identi-dad, donde la ref lexin crtica se hace imposible. Tambin suele suceder que la eleccin de af inidad para algunos se rechaza rpidamente como si se tra-tara de una relacin que no permitira un contacto con la realidad ni con los compaeros. Mientras que se agitan alrededor de una bandera, como en una especie de eslogan y como en todos los eslogans, por lo general es el signif icado real, profundo y propulsivo, del que son la primera vctima.

    Ninguna actividad humana es posible sin la organi-zacin, siempre y cuando entendamos por organi-zacin la coordinacin de esfuerzos fsicos y men-tales que se consideren necesarios para alcanzar una meta. A partir de esta definicin podemos de-ducir un aspecto importante, que a menudo es ol-vidado: la organizacin es funcional, sta se dirige haca la realizacin de algo, haca la accin, en el sentido ms amplio de la palabra. Todos aquellos que hoy insisten en slo organizarse, en ausencia de objetivos claros y en espera de que a partir de ste primer momento de la organizacin el resto de las circunstancias se desarrolle de forma autom-tica, ponen en un pedestal el hecho de organizarse como un fin en s mismo. En el mejor de los casos, tal vez esperan que a partir de esto brotar una perspectiva; una perspectiva que no son capaces de imaginar por s mismos o al menos establecer, pero que se convertira en posible y palpable slo dentro de alguna especie de entorno colectivo y organiza-do. No hay nada menos cierto. Una organizacin es fructfera cuando es nutrida, no de una banal pre-sencia cuantitativa, sino de las individualidades

    que la usan para realizar un objetivo comn. Dicho en otras palabras, no tiene sentido creer que, slo por organizarnos, las preguntas de cmo, qu, dn-de, y por qu, luchar sern resueltas por la mgia de la colectividad. En el mejor de los caos o en el peor, dependiendo del punto de vista quizs alguien po-dra simplemente encontrar un carro al cual saltar (subirse al carro) [1], un carro conducido por otra persona, y simplemente quedarse ah cmodamente en el desagradable papel del seguidor. Entonces, es slo cuestin de tiempo antes de que alguien, dis-gustado e insatisfecho rompa con esta organizacin.

    Por lo tanto, la organizacin est subordinada a lo que uno slo quiere hacer. Para los anarquistas, te-nemos que aadir tambin los vnculos directos que necesitan ex istir entre lo que uno quiere hacer, el ideal por el que se lucha y la forma de obtenerlo. A pesar de las actuales formas de disfrazar y jugar con las palabras en los crculos ms o menos marxistas, formar partidos sigue siendo considerado como un medio adecuado para luchar contra el resto de los partidos polticos. Todava los vemos hoy presentan-

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  • do la afirmacin poltica de las fuerzas productivas (en tiempos en los que la magnitud de catstrofes industriales estn bajo los ojos de todos) como un camino para terminar con las relaciones capitalis-tas. A lgunos quieren tomar decisiones para hacer superf luas todas las posibles medidas. Los anar-quistas no tienen nada que ver con este tipo de tru-cos mgicos, para ellos los fines y los medios nece-sitan coincidir. La autoridad no puede combatirse por medio de formas autoritarias de organizacin. Aquellos que pasan su tiempo criticando negativa-mente y encuentran en su afirmacin argumentos en contra del uso de violencia, una coartada, o una capitulacin de acciones por parte de los anarquis-tas, demuestran, a travs de esto su profundo de-seo de orden y armona. Toda relacin humana es conf lictiva; esto no significa que por consiguiente tenga que ser autoritaria. Hablar de estas cuestio-nes en trminos absolutos es verdaderamente dif-cil, esto, sin embargo no ignora el hecho de que la tensin haca la coherencia es de necesidad vital.

    Si hoy pensamos que la afinidad y los grupos de afinidad son la forma ms adecuada para la lucha y la intervencin anarquista en la conf lictividad so-cial, es porque tal consideracin est ntimamente relacionada a la forma en la que concebimos esta lucha y esta intervencin. De hecho, ex isten dos formas de enfrentar este cuestionamiento, cami-nos que no son diametralmente opuestos, pero que tampoco coinciden totalmente. Por un lado, ex iste la necesidad no negociable de coherencia. A partir de esto surge la interrogante haca las formas or-ganizativas anarquistas (tomando como ejemplo la organizacin de los anarquistas de sntesis y sus programas, algunas declaraciones de principios y algunos congresos como las federaciones anar-quistas, o las estructuras anarco-sindicalistas) res-pondiendo a nuestra idea de anarquismo. Por otro lado, est la adecuacin de ciertas estructuras or-ganizativas. Esta adecuacin pone en el suelo de nuestras condiciones histricas los cuestionamien-tos de las metas que se quieren alcanzar (y por lo tanto la forma organizativa que es considerada ms apta para esto) en anlisis de la situacin social y econmica En cuanto a las grandes federaciones hubiramos preferido, tambin en otras pocas, pe-queos grupos capaces de moverse con autonoma y agilidad, pero en un nivel adecuado a la situa-cin, con gran dificultad uno puede excluir a priori en ciertas condiciones, la eleccin de una organi-zacin anarquista de lucha, especfica y federada o de una constelacin de guerrillas puede (o ms bien podra tener) respuesta a las necesidades.

    Creemos que contribuir a rupturas insurrecciona-les y desarrollarlas es hoy es la ms adecuada in-tervencin anarquista para luchar en contra de la dominacin. Por rupturas insurreccionales, quere-mos decir rupturas intencionales, incluso tempo-rales, en el tiempo y el espacio de la dominacin; por lo tanto son necesariamente rupturas violentas. Aunque este tipo de rupturas suponen tambin un aspecto cuantitativo (ya que son fenmenos sociales que no pueden ser reducidos a unas cuantas accio-nes aleatorias de un puado de revolucionarios), es-tos son dirigidos haca la calidad de la confrontacin apuntando a las estructuras y a las relaciones de po-der, rompen con el tiempo y el espacio y permiten, a travs de las experiencias realizadas y los hechos usados para la auto-organizacin y la accin direc-ta cuestionar nuevamente y atacar ms aspectos de la dominacin. En resumen, las rupturas insurrec-cionales nos parecen necesarias en el camino ha-cia la revolucionaria transformacin de lo ex istente.

    Fuera de toda esta lgica deriva la cuestin de saber cmo es que los anarquistas pueden organizarse ellos mismos para contribuir a tal ruptura. Sin renunciar a la, siempre importante, difusin de las ideas anar-quistas, de acuerdo con nosotros, hoy en da, no se trata de recolectar a toda costa la mayor cantidad de gente posible alrededor del anarquismo. En otras palabras, nosotros no creemos que lo que se necesi-ten fuertes organizaciones anarquistas con una am-plitud brillante capaces de atraer a los explotados y los excluidos, como preludio cuantitativo para estas organizaciones que a su vez darn (cuando el tiempo est maduro) la seal de la insurreccin. Adems, creemos que es impensable, en nuestros das, que las rupturas insurreccionales puedan comenzar a partir de organizaciones que defiendan los intereses de un grupo social en particular, por ejemplo, como sucede con las formas anarco-sindicalistas. La in-tegracin de este tipo de organizaciones dentro de una gestin democrtica, de hecho perfectamente respondidas dentro de la economa capitalista con-tempornea; es en esta integracin donde se hace imposible potencializar el cruce de una posicin de-fensiva a una ofensiva. Por ltimo, nos parece im-posible que en la actualidad una fuerte conspira-cin sea capaz, a travs de diferentes operaciones quirrgicas, de hacer temblar a la dominacin y de arrastrar a los explotados a la aventura insurreccio-nal; ms all de las objeciones que se pueden hacer en contra de esta forma de considerar las cosas. En contextos histricos en donde el poder estaba clara-mente muy centralizado, como en la Rusia Zarista, todava podra ser posible imaginar de alguna mane-

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  • ra la hiptesis de un ataque directo en contra del corazn (en este caso el asesinato del Zar) como preludio de una revuelta generalizada. En un con-texto de poder descentralizado, como el que cono-cemos, la cuestin ya no puede tratarse acerca de estrangular el corazn, hipotetizndo un escenario en donde un tiro, bien dirigido, pudiera sacudir a la dominacin en sus fundamentos (los cuales ob-viamente no le restan validez a un tiro certero). Por lo tanto, otros caminos deben de ser explorados.

    A f inidad y grupos de a f in idad.

    Hay muchas desventajas de frente a la afinidad. De hecho es mucho ms fcil y mucho menos ex igente que inscribirte a algo, ya sea a una organizacin o a una asamblea permanente y asumir y reproducir caractersticas formales, en lugar de llevar a cabo una larga e inagotable bsqueda de compaeros con quienes compartir ideas, anlisis y proyectos eventuales. Porque la afinidad es exactamente eso: un conocimiento recproco entre compaeros, un anlisis compartido que conduce a las perspec-tivas de la accin. La afinidad, se dirige, por un lado, hacia la teorizacin profunda y por el otro, hacia la intervencin en la conf lictividad social.

    La afinidad se coloca radicalmente en el plano cualitativo. Aspira a compartir ideas y mtodos, y no tiene como meta el crecimiento infinito. Para algunos compaeros, una de las principales pre-ocupaciones, aunque bien escondida, parece se-guir siendo el nmero. Cuntos somos? Qu de-bemos hacer para ser ms? Desde la polarizacin de tal cuestin y desde la confirmacin de que el da de hoy no somos muchos, dado por el hecho de que muchos otros no comparten nuestras ideas (tampoco inconscientemente), deriva la conclusin de que deberamos crecer numricamente, evitan-do poner un esfuerzo en la acentuacin de ciertas ideas. Hoy en da es raro encontrar personas que trataran de venderte una tarjeta de membresa para alguna organizacin revolucionaria destina-da a crecer cuantitativamente y aspirando a re-presentar a la mayor cantidad de explotados; sin embargo son muchos los que piensan que esa es la mejor manera de dar a conocer a los dems en qu consiste la organizacin consensual en ac-tividades como bares auto-organizados, talleres, conciertos, etctera. Seguramente, estas activi-dades tienen su papel, pero cuando enfrentamos el tema de la afinidad estamos hablando de algo ms. La afinidad no es lo mismo que la amistad. Por supuesto que las dos no se excluyen la una de

    la otra, pero no es porque compartamos determina-dos anlisis que vamos a dormir juntos, y vicever-sa. De la misma manera, slo porque escuchemos la misma msica no significa que queramos luchar en el mismo camino en contra de la dominacin.

    La bsqueda de la afinidad ocurre en un nivel in-terpersonal. No es un hecho colectivo, un asunto de grupo, donde siempre es ms sencillo seguir a otros que pensar por uno mismo. La profundizacin de la afinidad es evidentemente cuestin de pensamiento y de accin; sin embargo al final la afinidad no es el resultado de llevar acabo una accin en conjunto, sino que es un punto de partida del que partimos a la accin. Ok, es obvio, algunos diran, pero entonces esto significa que no se conocera personas que po-dran ser buenos compaeros porque, de alguna ma-nera, me gustara limitarme con la afinidad. Es cierto que la bsqueda y profundizacin de la afinidad re-quieren una gran cantidad de tiempo y energa y por lo tanto no es posible generalizar a todos los compa-eros. El movimiento anarquista de un pas, de una ciudad, o incluso de un barrio, no puede convertirse en un gran grupo de afinidad. No se trata de ampliar diferentes grupos de afinidad con ms compaeros, sino de hacer posible la multiplicacin de grupos de afinidad autnomos. La bsqueda, la elaboracin y la profundizacin de la afinidad conduce a pequeos grupos de compaeros que se conocen los unos a los otros, comparten anlisis y pasan juntos a la accin.

    Est la palabra el aspecto del grupo de un gru-po de afinidad que por lo general es criticado, tan-to en buenos y malos aspectos. Por lo general hay compaeros que comparten la nocin de afinidad, pero se vuelve complicado cuando se comienza a ha-blar de grupos que por un lado, van ms all de un aspecto inter-individual, mientras que por otro lado, parece ser una gran limitante el crecimien-to. La mayor parte del tiempo las objeciones con-sisten en connotar los perversos mecanismos del interior/exterior, del interior/exterior que ta-les grupos de afinidad pueden generar (como, por ejemplo, el hecho de renunciar a la propia ruta a seguir impuesta por los dems, la esclerosis y los mecanismos que pueden surgir como ciertas for-mas de competencia, jerarqua, sentimientos de su-perioridad o inferioridad, miedo). Pero estos son problemas que se presentan en cualquier tipo de organizacin y que no estn ligadas exclusivamen-te a la afinidad. Se trata de ref lex ionar acerca de la forma de evitar que la bsqueda de la afinidad lleve a un estancamiento y a una parlisis en lu-gar de una expansin, extensin y multiplicacin.

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  • Un grupo de afinidad no es lo mismo que una clu-la de un partido o de una guerrilla urbana. Desde su bsqueda es permanente; la afinidad evoluciona en la permanencia. sta puede aumentar hasta el momento en el que un proyecto compartido se vuelva posible, pero por otro lado puede tambin disminuir hasta el punto en el que sea imposible hacer cosas juntos. El archipilago de grupos de afinidad, por consiguiente, cambia constantemen-te. Este cambio constante ha sido a menudo sea-lado por sus crticos: uno no puede construir nada a partir de esto, porque no es estable. Nosotros estamos convencidos de lo contrario: no hay nada que pueda ser construido alrededor de formas de organizacin que giran en torno a s mismas, lejos de las individualidades que forman parte de sta. Porque tarde o temprano, en los primeros alien-tos, las excusas y los engaos saldrn siempre a la superficie. El nico terreno frtil para construir es la bsqueda de reciprocidad para la afinidad.

    Por ltimo, nos gustara sealar que sta forma de organizacin tiene la ventaja adicional de ser par-ticularmente resistente a las medidas represivas del Estado, ya que no tiene bastiones representa-tivos, estructuras o nombres que defender. Dnde las formaciones cristalizadas y las grandes orga-nizaciones pueden ser fcilmente desmanteladas con un slo golpe, debido al simple hecho de que son estticas, los grupos de afinidad permanecen giles y dinmicos incluso cuando la represin golpea. Desde la afinidad los grupos estn basa-dos en el conocimiento mutuo y la confianza; los riesgos de infiltracin y manipulacin son mucho ms limitados que en una gran estructura organi-zacional en la que las personas pueden unirse al-rededor de vagas abstracciones en donde slo es necesario reproducir cierto comportamiento para ser parte del club. La afinidad es una base muy difcil de corromper precisamente porque par-te de las ideas y evoluciona de acuerdo a ellas.

    La organizacin in formal y la proyectualidad

    Creemos que los anarquistas tendran una ma-yor cantidad de libertad y autonoma para in-f luir en la conf lictividad social si se organiza-ran en pequeos grupos basados en la afinidad, en lugar de organizarse en grandes formacio-nes o en formas organizacionales cuantitativas. Por supuesto, es deseable y a menudo necesario que estos pequeos grupos sean capaces de llegar a un entendimiento mutuo. Y no bajo el propsito de ser transformados en una molocha o una palanca, sino

    para darse cuenta de los objetivos especficos y com-partirlos. Estos objetivos, por lo tanto, determinan la intensidad de la cooperacin de la organizacin. No se excluye que un grupo que demuestre afinidad organice una accin; sin embargo, en muchos casos, la coordinacin entre diferentes grupos podra ser deseable y necesaria para la realizacin de una meta en especfico anclada en el tiempo. La cooperacin, puede tambin ser muy intensa en el caso de una lu-cha concebida a mediano plazo, como, por ejemplo, una lucha especfica en contra de una estructura de poder (la construccin de un centro de deportacin, una prisin, una base militar). En estos casos po-dramos hablar de organizacin informal. Organiza-cin, porque estamos lidiando con una coordinacin de individuos, con mtodos y capacidades entre dife-rentes grupos de afinidad e individuos que comparten un proyecto especfico. Informal, porque no estamos preocupados con promocionar algn nombre o cuan-titativamente fortalecer una organizacin, o firmar un programa o una declaracin de principios, sino de manera gil y lcida coordinarnos para responder a las necesidades de un proyecto o de una lucha.

    En cierto modo, la organizacin informal se encuen-tra a s misma en el terreno de la afinidad, pero va ms all del carcter inter-individual. Existe nica-mente en la presencia de una proyectualidad com-partida. Por lo tanto, una organizacin informal est directamente orientada hacia la lucha y no puede ex istir fuera de esto. Como hemos mencionado an-teriormente, ayuda a responder a requerimientos particulares de un proyecto o de una lucha que no pueden ser del todo, o difcilmente, sostenidos por un nico grupo de afinidad. Puede, por ejemplo, permitir poner a disposicin los medios que se con-sideren necesarios. La organizacin informal, por lo tanto, no tiene el objetivo de reunir a todos los compaeros detrs de la misma bandera, o de re-ducir la autonoma de los grupos de afinidad y de las individualidades, sino de permitir la autono-ma de dialogo. Este no es un llamado para hacer todo juntos, pero es una herramienta para mate-rializar el contenido y la sensacin de un proyecto en comn a travs de las particulares intervencio-nes de los grupos de afinidad o de los individuos.

    Qu significa tener un proyecto? Los A narquistas quieren la destruccin de la autoridad, a partir de esto podemos deducir que estn en la constante bs-queda de formas de lograrlo. En otras palabras, es ciertamente posible ser un anarquista y estar acti-vo sin un proyecto de lucha en especifico. De he-cho, esto es lo que pasa por lo general. Ya sea que

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  • los anarquistas estn siguiendo las directivas de las organizaciones a las que pertenecen (algo que parece pertenecer ms al pasado), o que mientras estn esperando la llegada de las luchas a las que pueden participar, o que estn en el intento de in-cluir a la mayor cantidad de anarquistas dentro de la cotidianidad de sus organizaciones: ninguna de estas actitudes presume de la presencia real de la proyectualidad, algo que, dejmoslo claro, no hace a estos compaeros menos anarquistas. Un proyec-to se basa en el anlisis del contexto social, poltico y econmico del que nos encontramos y desde el cual se refinan las perspectivas que permiten inter-venir a corto y mediano plazo. Un proyecto, por lo tanto, sostiene un anlisis, ideas y mtodos coordi-nados para conseguir un propsito. Podemos, por ejemplo, publicar un peridico anarquista porque somos anarquistas que queremos difundir nues-tras ideas. Bien, pero un acercamiento ms proyec-tual requerira del anlisis de las condiciones en las cuales esta publicacin se adecuara para inter-venir en la conf lictualidad y que forma debera to-mar Nosotros podemos decidir luchar en contra de las deportaciones, del deterioro de las condicio-nes de supervivencia, en contra de las prisiones porque todas estas cosas simplemente son incom-patibles con nuestras ideas; el desarrollo de un proyecto requerira un anlisis para entender des-de donde una intervencin anarquista sera mucho ms interesante, qu mtodos usar, como pensar en darle un impulso o intensificar la tensin en el actual conf licto que nos da un periodo de tiempo determinado. No hace falta decir que la similitud de proyectos es, por lo general, la ocasin para or-ganizarse informalmente, en coordinacin entre los diferentes grupos e individualidades anarquistas.

    Por lo tanto, una organizacin informal no pue-de ser fundada, constituida u abolida. Nace de una manera completamente natural, cumplien-do con las necesidades de un proyecto de lucha y desaparece cuando ya no es posible o relevan-te realizarlo. Esto no coincide con la totalidad de la lucha en curso: con la mayora de las orga-nizaciones, con los diferentes puntos de encuen-tro, con las asambleas, etctera, producidos por una lucha que ex iste independientemente de la organizacin informal, lo cual no significa que esos anarquistas no puedan estar presentes ah.

    Los otros

    Hasta ahora hemos hablado principalmente acerca de las formas organizativas entre los anarquistas.

    Sin duda, muchas revueltas proporcionan sugeren-cias preciosas que son paralelas a lo que acabamos de decir. Tomemos como ejemplo las revueltas de los ltimos aos en ciertas metrpolis. Muchos re-beldes se organizan a s mismos en grupos peque-os y giles. O pensemos en las revueltas del otro lado del mediterrneo. No hubo necesidad de una fuerte organizacin o de algn tipo de representa-cin estructural de los explotados para provocar los levantamientos, su columna vertebral fue construi-da a partir de mltiples formas de auto-organizacin informal. Por supuesto, en todo esto no nos expresa-mos a nosotros mismos en el contenido de estas revueltas, pero sin formas organizativas anti-autori-tarias sera completamente impensable que ellos hu-bieran tomado una liberadora y libertaria direccin. Es tiempo de decir adis, de una vez por todas, a todos los ref lejos polticos, ms an en estos tiem-pos en los que las revueltas no responden (no ms) a prerrogativas polticas. Las insurrecciones y las revueltas no deben de ser dirigidas, ni por los au-toritarios ni por los anarquistas. Nadie pide que se organicen todos en una gran formacin. Esto no qui-ta su contribucin a estos eventos (fenmenos que son realmente sociales) y que no pueden simple-mente permanecer espontneos si se aspira a una contribucin cualitativa esto requiere una cierta cantidad de organizacin y proyectualidad. Sin em-bargo, los explotados y los excluidos no necesitan de anarquistas para rebelarse o insurreccionar-se. A lo mucho nosotros ponemos ser un elemento adicional, bienvenidos o no, una presencia cuali-tativa. Pero que, sin embargo, sigue siendo impor-tante, si lo que queremos es hacer las rupturas in-surreccionales minar en una direccin anarquista. Si los explotados y los excluidos son perfectamente capaces de rebelarse sin los anarquistas y su pre-sencia, no por eso estamos dispuestos a renunciar a nuestra bsqueda de algunos puntos y terrenos en los que podemos luchar con ellos. Estos puntos y estos terrenos no son consecuencias naturales o automticas de las condiciones histricas. El en-cuentro entre grupos de afinidad, as como de or-ganizaciones anarquistas y explotados dispuestos a luchar se produce en la lucha misma o al menos en una propuesta de lucha. La necesidad de difundir y profundizar las ideas anarquistas es innegable y en ningn momento se debera ocultar confinndolas en un callejn o disfrazarlas en el nombre de una es-trategia determinada. Sin embargo, en un proyecto de lucha insurreccional no se trata de convertir a la mayor cantidad de explotados y excluidos en nues-

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  • tras propias ideas, sino ms bien de hacer posible experiencias de lucha con metodologas anarquis-tas e insurreccionales (ataque, auto-organizacin, y conf lictualidad permanente). Dependiendo de las hiptesis y de los proyectos, es necesario ref lex io-nar efectivamente en que formas organizacionales se dar este encuentro de anarquistas y aquellos que quieren luchar en una base radical que pue-dan tomar. Estas formas de organizacin pueden, ciertamente, no ser exclusivas de anarquistas, ya que otros rebeldes pueden tomar parte en ellas Por lo tanto, no son un soporte para promover el anarquismo, sino que tienen el propsito de darle forma y contenido a la lucha insurreccional. En algunos textos elaborados a partir de una se-rie de experiencias, hay una mencin acerca de ncleos de base formados dentro de un proyecto de una lucha especfica, de formas de organizacin basados en tres caractersticas fundamentales de la metodologa insurreccional. Los anarquistas for-man parte, pero junto con otros. En cierto sentido, en su mayora son puntos de referencia (no del anar-quismo, sino de la lucha en curso). Ellos funcionan como pulmones de la lucha insurreccional. Cuando esta lucha se intensifica involucra mucha gente, y disminuye el numero cuando la temperatura baja. El nombre de este tipo de estructuras de organiza-cin tiene poca o ninguna importancia. Hay que dis-cernir dentro de ciertos proyectos de lucha, si las formas de organizacin similares son imaginables o necesarias. Debemos destacar tambin esto no se trata de colectivos, comits populares, asambleas, etc., previamente formados y que tienen como pro-psito durar en el tiempo, y cuyas composiciones son raramente anti-polticas y autnomas (desde que hay elementos institucionales involucrados). Los ncleos de base se forman dentro de un pro-yecto de lucha y slo llevan a un propsito concre-to: atacar y destruir un aspecto de la dominacin. Por lo tanto, no hay organizaciones sindicalistas que defiendan los intereses de un grupo social de-terminado (en los comits de un desempleado, en las asambleas estudiantiles), sino ocasiones de organizacin orientadas al ataque. Las experien-cias de auto-organizacin y ataque obviamente no garantizan que en un futuro la lucha de los explo-tados dejara de aceptar o de tolerar elementos ins-titucionales. Pero sin estas experiencias, este tipo de reacciones seran prcticamente impensables.

    En resumen, de acuerdo con nosotros no se trata de construir organizaciones que podran atraer a las masas o de organizarlas, sino desarrollar

    y poner en prctica propuestas concretas de lucha. Dentro de estas propuestas de carcter insurreccio-nal, es importante ref lex ionar acerca de las formas organizacionales consideradas necesarias y ade-cuadas para realizar una propuesta de ataque. Subrayamos, una vez ms, que estas formas de organizacin no necesariamente implican es-tructuras con reuniones, lugares de encuentro, etctera, sino que pueden nacer directamente de la calle, en momentos de lucha. En ciertos lugares, por ejemplo, puede ser ms fcil crear algunos puntos de referencia o un ncleo de base con otros explotados interrumpiendo la rutina, poniendo una barricada en la calle en lugar de esperar a que todos lleguen a la re-unin para discutir acerca de la colocacin una barricada. Estos aspectos no se pueden dejar totalmente al azar y a la espontaneidad. Una proyectualidad permite la ref lex in y la evalua-cin de diferentes posibilidades y su relevancia.

    En breve

    Si la pregunta se aleja haca cmo organizar a la gen-te para la lucha, se convierte en la forma de organi-zar la lucha. Nosotros creemos que los archipila-gos de grupos de afinidad, independientes uno de otro, pueden ser asociados de acuerdo a sus pers-pectivas de difusin y proyectos de lucha concretos, constituidos en la mejor forma para pasar directa-mente a la ofensiva. Estos conceptos ofrecen la ms grande autonoma y el campo de accin ms amplio posible. En el mbito los proyectos insurreccionales es necesario y posible encontrar formas de organi-zacin informal que permitan el encuentro entre anarquistas y otros rebeldes, formas de organiza-cin no intencionadas a perpetuarse a si mismas, sino orientarse a un fin especifico e insurreccional.

    N. de la T [1] bandwagon/subirse al carro: El efecto bandwagon, tambin conocido como el efecto de arrastre, efec-to de la moda, de subirse al carro est relaciona-do cercanamente al oportunismo, es la observacin que a menudo las personas hacen y creen acerca de ciertas cosas fundndose en el hecho de que muchas otras personas hacen y creen en esas mismas cosas. El trmino bandwagon es un anglicismo que significa: un ca-rro que lleva una banda en un desfile, circo u otro espectculo.

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  • Tomado de: Salto, subversin & anarquia, numero 2,noviembre del 2012 (Bruselas) y traducido de la versin en Ingles

    Traductora: compaera anonima- Edicin: Sin retorno ediciones y distro anarquista, [email protected]