apuntes de un alpinista - ...fauna y flora, habrá de contentarse el lector con estas impresiones...

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,í * t « *• • * á La Punta de los Ladrones (2.580 m.) vista desde la Torre de Cerredo que señala á 2.642 m., el punió culminante de ios Picos de Europa APUNTES DE UN ALPINISTA ADA nuevo puedo deciros el cronista trepador y andariego del laberíntico macizo monta- ñoso que alza alguna de sus cumbres á más de los 2.600 metros. Ayuno de una sólida preparación científica que pudiera informaros délos detalles de geología, de mineralogía, de fauna y flora, habrá de contentarse el lector con estas impresiones ligerísimas, á las que falta hasta ol saber describir la honda emoción que en el alma del que escribe han producido los panoramas que ias han inspirado. Se trata, pues, de las notas sobrias y concisas de un alpinista, que en su cua- derno ha ido manuscribiendo el horario, alturas y detalles necesarios para que el lector pueda repetir la bellísima excur- sión que aquél ha realizado. En los confines de las provincias de Santander, Asturias, León y Falencia

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La Punta de los Ladrones (2.580 m.) vista desde la Torre de Cerredo que señala á 2.642 m., el punió culminantede ios Picos de Europa

APUNTES DE UN ALPINISTA

ADA nuevo puedo deciros elcronista trepador y andariegodel laberíntico macizo monta-ñoso que alza alguna de sus

cumbres á más de los 2.600 metros.Ayuno de una sólida preparación

científica que pudiera informaros délosdetalles de geología, de mineralogía, defauna y flora, habrá de contentarse ellector con estas impresiones ligerísimas,á las que falta hasta ol saber describir lahonda emoción que en el alma del que

escribe han producido los panoramasque ias han inspirado.

Se trata, pues, de las notas sobrias yconcisas de un alpinista, que en su cua-derno ha ido manuscribiendo el horario,alturas y detalles necesarios para que ellector pueda repetir la bellísima excur-sión que aquél ha realizado.

En los confines de las provincias deSantander, Asturias, León y Falencia

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LOS PICOS 1)K EUROPA 393

elévanse los renombrados Fieos do Eu-ropa, hendidos por cerrados valles,plenos de verdor y lozanía, y por ceñu-das canales y desfiladeros, que tajan lacorpulencia de aquellos roquedales con.espantables precipicios, de paredes quesuelen medir muy cerca de los 1.000metros de altura.

Mi pasión, tai vez locura, por la mon-taña, me lia llevado en los primerosdías de Septiembre, junto con dos que-ridos camaradas, maníacos como yo detrotar por tierras fragosas y ásperas,hasta esta escondida comarca cantábri-ca, de una belleza tan sublime, que nun-ca hubiera supuesto encontrar en Es-paña.

Son los Picos de Europa un fiel tra-sunto de esos prodigiosos panoramasalpinos que portfolios y postales handivulgado, y que sólo creíamos exclusi-vos de Suiza.

Sus valles se arrebujan entre hayedosy pinares espesísimos, seguro cobijo deosos, lobos y jabalíes. Por sus hondona-das corren ríos de cristalino caudal, queso despeñan cien y cien veces en reso-nantes cataratas y chorreras.

Cierran el horizonte ingentes monta-ñas, de quebrada silueta, cuyas escarpasson asilo inaccesible del montaraz re-beco.

Y si no fuera aún bastante este gran-dioso panorama que á vosotros, los fer-

vorosos contemplativos de la Naturaleza,ofrece aquel portensoso escenario, Ios-Picos de Europa guardan en su entrañaprodigiosas riquezas minerales, que yalos hombres explotan, trepanando lamontaña con las profundas galerías delas minas.

Salimos de Santander á las ocho de lamañana. El ferrocarril del Cantábriconos deja en la estación de Unquera, paralo cual han bastado dos horas y mediay 4,50 pesetas de un billete de terceraclase.

Junto á la estación, un ómnibus auto-móvil aguarda; por cinco pesetas en elinterior y 3,50 en la baca os lleva hastaPotes, donde rinde el viaje.

Dos horas invierte en recorrer Jos 41kilómetros, y á la una y media de latarde os halláis frente a la fonda delRubio, en Potes, donde os servirán unconfortable almuerzo.

Desde Unquera el trayecto es un ca-mino de ventura y bendición. La biencuidada carretera permite aí auto mar-char con una relativa celeridad porconstante cuesta arriba, que subimosdurante todo el itinerario.

Se cruza el pueblecillo de San Pedrode Balneras, á cuatro kilómetros, y yapenetramos en la provincia de Oviedo,do la que atravesamos los pueblos de

("735 m) ; ;1 ,,„ '

COSGAYA (796 m) ^u, Tf"

Ensayo de croquis def macizo oriental de los Picos de Europa por el autor del articulo

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394 POR ESOS MUNDOS

están separadas una deotra una veintena de me-tros.

El río Deya corre á ladiestra de la carretera; álas veces, sus aguas bu-llidoras mátense debajode aquélla, deshaciéndo-se en una blonda de es-pumas al doblar un re-codo de la angosta gar-ganta. Obsérvase desdeel coche la erosión delagua en la roca, su bár-baro trabajar durante si-glos y más siglos, hastaromper aguel dique ci-

"1

Detalle de! desfilajero de La Hírmidí

* •

Buelles (kilómetro 7), Mazo (ki-lómetro 9) y Panes (kilómetro 12),donde para el auto unos minutos.

Nueve kilómetros más allá noshallamos de nuevo en la provin-cia de Santander, sorprendiendoal viajero un expresivo cartelónque en letras rojas dice: «Carre-tera muy peligrosa.»

Ya desde Panes observamoscómo á los verdes montes suce-den las gríseas montañas. Duran-te unos minutos vemos allá lejos,á la derecha, la irregular pirámi-de de Peña Mellera, alta, esbelta,que clava su puntiagudo remateen las nubes negras y amenazan-tes.

Caminamos ya junto al ríoDeva, de cauce tumultuoso aho-ra, antes aquietado en anchos re-mansos, en su proximidad al mar,cuando las aguas salobres se mez-clan con las dulces y clarasque beben en. la madre montaña.

Entramos en el desfiladero de la Iler-ínida. Las paredes del estrecho barrancoparecen próximas á juntarse; apenas si

Puente Urdón

clópeo y salir por otros valles en buscadei mar, que á muy pocos kilómetrosrompe sus olas en negruzcos acantilados.

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EN LOS PIÓOS DE EUROPA 395A cada instante se suceden cavernas

labradas por el río, portentosas marmi-tas de gigantes, maravillosas grutas de lasque penden prodigiosas estalactitas.

El camino sigue en continuo zigza-gueo y el río viene en dirección contra-ria, besando á voces la linde do piedra.

Un monumento ábrese el desfiladeroy la carretera salta sobre el Deva por elpuente de Urdón.

Aferrada á las escarpas de la monta-ña, una monstruosa tubería de acerobaja desde la cumbre hasta las hondo-nadadas do la garganta: es el salto delUrdún, en el que e) agua de los altoslagos da una descomunal cabriola de400 metros y mueve las poderosas tur-binas de la fábrica que abastece de flui-do eléctrico á la capital de Santander.

Llegamos á la Hermida, lugar de re-nombre por sus Termas, é insustituiblecentro de excursiones al macizo orien-tal de los Picos. Nos hallamos á 120 me-tros de altitud sobre el mar, á cuyo ni-vel estábamos al salir de Un quera.

Sigue el camino en igual forma, ó seaal fondo de la estrecha garganta, y sedeja á la izquierda la Ermita de Lebeña,declarada monumento nacional: cons-truida en el siglo ix, encuéntrase muybien conservada; su estilo es románicoprimitivo; muy cerca de ella están lasruinas del castillo de Piedragita.

Salimos de aquel fantástico desfilade-ro, coronado de caprichosas agujas depiedra y corpulentos y formidables pi-cachos. A sus puertas aún, cruzamos elpueblo de Aniezo, á 37 kilómetros dedistancia de Unquera, y después el de

_ y R "la

Desagüe del salto de Urdón

Hojedo, kilómetros 40, á ¡ilO metros dealtitud.

Sierra de Avenas (fondo izquierda), Collado de Cámara (depresión) y Tabla; de Lechuga]es (rondo derecha). Vistatomada en el mes de Mayo desde la vertiente Sur

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396 POR ESOS MUNDOS

Vísia parcial de Espínama

Ya vemos ¡í nuestro frente la villa dePotes, á la entrada del poético vallode Liébana, agrupado su caserío junto

Casetón de las minas en la vertiente del lagode Andará

la esbelta torre de un castillo, queaún alza sobre sí cuatro gallardos to-rreones. . --.

En la villa de Potes encontraréis laguía mejor documentada de los Picosde Europa: no es otra que la personatan estimable de Antonio Bustamante,gran aficionado á la montaña y excelen-te conocedor de todas sus cumbres. Nose trata de un guía, sino de un estudio-so, de un hombre que posee datos cien-tíficos de inestimable valor, fotografíasde los más escondidos rincones, deta-lles de alturas, nomenclatura y consti-tución geológica. No en vano fue el

Últimas cumbres de la Tab a de Lechugales (primer término izquierda), el Col ado de Cámara (centro) y la sierrade Avenas (derecha). Al pie y delante el puerto de A iva. En último término la cordillera Cantábrica con Peña Li-

bra y el Pico de Tres Aguas. Vista tomada desde Peña Vieja

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EN LOS PICOS DE EUROPA

Peña Mellera (x): vista tomada desde la carretera del Valle de Llanes. Es la primer cumbre que vé el excursio-nista al salir de Unquera

acompañante durante seis años del sa- El Sr. Bustamante, socio honorariobio francés conde de Saint Saud, que del Club Alpino, os trazará en brevesmuy en breve terminará su mapa de los instantes un itinerario excelente al quePicos de Europa á escala de 1 : 500.000. ajusfar vuestras espediciones; él os dará

Panorama á vista de pájaro del famoso lago de Andará, situado en la vertiente Cantábrica del macizo orientalde ¡os Picos y en cuyas inmediaciones se encuentran las famosas minas de blenda y de calamina, actual-

mente en explotación (1.927 m. ce altitud subre el nivel del mar)

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o93POR ESOS MUNDOS

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l i b a c i o n e s de .a ««lente 0Ccidsi l ta, d e l m a C i z o de P e ñ a Vieia:e n í l t I m 0 t 6 m l n o I a

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EN LOS PICOS DE EUROPA 399

Últimas estriiíaciones de Peña Vieja (S. 0.), camino de Lioroza; en segundo término el Circo de Lloroza, y enúltimo, las Peñas de Juan Toribio (centro) y la punta de Padierna (derecha)

Vista de la cumbre de Peña Vieja tomda desde el cable de las minas de Lloroza

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•Vf-,

400 POR ESOS MUNDOS

Estribaciones S. E. de Peña Vieja y (á la derecha) el desfiladero llamado Canal de! Vidrio

tarjetas para todos los pueblos y perso-nas de la comarca, 61 hará cuanto Le seadable porque la excursión os resulte.amena é interesante; pues además de ser'una gran persona es un enamorado deaquella bendita tierra en que tuvo lafortuna de nacer y ahora de vivir.

Después del almuerzo, en la ya citadafonda del Rubio, en Potes, salimos condirección á Camaleño, al que llegamos.al. término de nueve kilómetros de ca-rretera. Junto á ella, corre en direccióncontraria el río Deva, y muy cerca, al•otro lado de su margen izquierda, álza-.se el elevado macizo do la Tabla de Le-•chwjales, con cumbres de esbelta y difícil.silueta como (de derecha á izquierda,vistos desde valle) el San Melar (2.240 me-•tros),. Silla del Caballo (2.218), Cueto de laFunciana (2.272), Pico de Hierro (2.436),Punía del Evangelista (2.480), Peña Cou-.tés (2.373); en la otra vertiente de las tresprimeras hállunse las minas y el lago deAndará.

Hiéndese el perfil de la Tabla de .Le-.rhtigales en un profundo puerto, el Colla-

do de (Jamara, á 1.705 metros, subiendode nuevo á mayor altura en la denomi-nada Sierra de Avenas, cuyas rocas cimerastienen como altitud máxima 1.873, 1.919y Iyl3 metros, cortadas por dos regula-res depresiones.

Desde Potes (3(50 metros de altitud)hemos subido hasta los 445 metros áque se halla Camaleño, cruzando anteslos pueble-cilios de Turieno (374 metros)y Baró (425 metros). En Camaleño ter-mina la carretera, y de seguir el caminomás corto para el puerto de Aliva, de-biéramos ir entonces por la canal encuyo fondo corre el río Sota, que aquíen el pueblo se une al Deva, y buscar elCollado de Cámara por la aldea de Tana-rrio.

Pero nuestro proyecto es el de ir áEspinama, pueblo el más lejano y escon-dido del valle de Baró. En Camaleñocomienza un camino de carros, que muyen breve será carretera, y en fuertependiente arriba vamos dejando atráslas aldeas de Los Llanos (615 metros),Besoy (69o metros), Treviño (735 me-tros), Arenas (700 metros), y Cosgaya(780 metros); al salir de éste cruzamospor un puentecillo el riachuelo de Cavo,

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EN LOS PICOS DE EUROPA 401que junta sus aguas con el Deva á lospocos metros. Desde Los Llanos, el ca-mino está abierto entre un bosque espe-sísimo, que nosotros hubimos de cruzarde noche.

A los tres cuartos de hora hemos decruzar otro puente, pero este sobre elDeva, que desde entonces tenemos á laizquierda, y atravesando la aldea de LasIlces (865 metros), sólo nos restan vein-ticinco minutos para llegar á Espinama,pueblo de una situación excelente, á 874metros de altura, rodeado de montañas,á excepción, claro es, de la hendidurapor donde el río Deva escapa.

Hemos invertido cuatro horas y me-dia en recorrer á pie la distancia quesepara á Potes de Espinama. De haberpodido alquilar un caballo que trans-portara nuestros morrales, hubiéramosinvertido una hora menos (1), ya que elpeso de veinticuatro kilos á la espalda

*• J(l) Nuestra excursión coincidió con la recientecacería regia; por ello, todos los caballos alquila-bles de aquellos pueblos estaban ocupados er> eltransporte de la impedimenta considerable de loscazadores. En tiempo ordinario es fácii hallarlosal precio de cinco pesetas por dia.

retrasa la marcha por los obligados fre-cuentes descansos.

En Espinama nos sorprende agrada-blemente una iluminación á la venecia-na de una verbena improvisada porunas señoritas profesoras de instruc-ción primaria, que en este encantadorpueblecillo disfrutan de las vacacionesestivales.

Nos alojamos en la fonda de "Vicentede Celis. Mientras la cena transcurre,vemos cómo en la plazoleta iluminada^que se extiende bajo nuestros balcones]las jovencitas bailan al son de un panldero, que una de ellas hace vibrar habí)lísima y diestra.

Muy de mañana salimos del pueblocon rumbo á la Peña Remoña, esbeltopicacho que la noche antes admiramosdesde Espinama, apenas iluminado porla luna menguante.

Llevamos de guía á Francisco Lloren-te, Quico, gran conocedor del macizooriental.

Cruzamos la aldea de Pido, agregadode Espinama, y siguiendo por un anchocamino carretero llegamos á una enor-me pradera que se extiende al pie de un

W i ¡ : . : s i . J : - • ; • • • - • • •

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S. M. Don Alfonso Xlll en los Picos de Eurupa durante la cacería de principios rte Septiembre

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402 POR ESOS MUSDOS

Tiro de los Machos en la sierra de las Moñas

cerrado circo de montañas formado porla Remoña, la PatUema, el Butrón y la Sie-rra de Valdecoro. Descansamos junto almanantial origen del río Deva, en el lu-gar llamado Fmutedé (contracción deFuente Deva).

En constante borboteo surge el aguaque proviene de una fuente que nace alpie del Butrón, cayendo al valle en unsalto de cerca de 80 metros, para ocul-tarse bajo tierra y surgir después en elmanantial, junto al cual nos hallamos.

-Por un antiguo camino de carros, quegatea en agudos zig-zag por la vertienteSur de la Padierna ó Paviorna (así la llamael guía), nos internamos en la estrechacanal de Liordes.

El camino, abandonado hace ya quin-cenarios, es detestable, muy pedregoso yempinado. Invertimos dos horas y me-dia en coronar 'el puerto de Liordes,llegando junto á un caserón, ya derruí-do, qué "sirvió de albergue á los obreroscuando las minas de Liordes eran ex-plotadas.

En una fuente, próxima ;í las ruinasd-e la casa, merendamos. El termóme-tro marca en el remanso del manan-tial 3'5Ü; el agua es transparente y agra-dable; e?to, unido á su frescor y á quees de caudal perenne, la hacen digna deser anotada, por ser la única fuente quese encuentra desde el manantial delDeva.

Ül ascenso á La Peña Memoria no es muyfuerte desde el puerto; únicamente el

escalar las agujas terminales del picachoofrece alguna dificultad, y ésta es solorelativa, pues influye mucho la contem-plación del cortado á pico que cae porla Canal de Pedaga.

Ya en la cumbre, el panorama que seofrece á la vista es prodigioso; á los piesel valle de Baró, con el verde lujuriosode las praderas moteado de los puntosrojos y blancos de los pueblecillos; porlas dos laderas de monte que limitan elvalle, trepan los espesos bosques dehayas y pinos hasta la cumbre de la pri-mera barrera montañosa; tras ésta, ánuestra derecha, mirando al Este, ál-zanse los picos de Korücas, Los Embudos,El Sestil y Peña de las Pértigas; más atrásaún, Peña Lara y el llamado Pico de TresAguas (1),

A nuetra espalda, los montes de Fa-lencia y de León, desgarrando sus cum-bres un espeso mar de nubes que sobreellos se cernía, y á mano siniestra laespléndida filigrana de piedra de losPicos de Europa, y como reina de ellos,elevando sus torreones cimeros sobreaquel encrespado oleaje de montañas, laPeña Vieja, con manchas de nieve en lasumbrías.

El descenso lo hemos realizado por la

. (1) Asi llamado por nacer en él el rio Saja,queda aguasal Cantábrico; un arroyo afluentede! Ebro, que desemboca en el Mediterráneo, y elPisuerga, que por el Duero, desagua en el Atlán-tico.

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EN LOS PICOS DE EUROPA 403pedregosa Canal de Pedaga, en cruzar lacual se invierte media hora de marcharápida, casi corriendo, desembocandoen una inclinada pradera para internar-nos después en un bosque muy nutridode encinas, á cuya salida encontramosel camino de Pido, llegando al ano-checer á Espinama.

La niebla, espesísima, acompañadade una ligera llovizna, nos acompañadurante las primeras horas de la maña-na siguiente.

Subimos por el tortuoso camino queconduce al Puerto de Aliva; al pocotiempo de marchar por él alcanzamos áun arriero, que en dos borriquillos con-duce una descomunal provisión de pany vino para la cantina de las minas deAliva.

Muy amablemente nos invita á quedejemos nuestros morrales (¡que pesanuna tontería!) sobre los pollinos de sucargo. Llámase el anciano Alejo López,y con una encantadora parla, nos dicede sus correrías por la montaña en lostiempos en que él iba áreléeos.

Habíanos de aquelloshayedos que son guari-da de osos; de las sendaslobiegas (1), de las cum-bres por él y nosotrostan admiradas , ahoraencaperuzadas por unasnieblas tenazmente den-sas.

Aquella noche comen-tamos mis camaradas yyo en la caseta que nossirvió de albergue la vir-tud hospitalaria y cari-ñosa de todas las gentesde esta comarca, que nocesan en sus atencionesafabilísimas para el ex-cursionista. En los cami-nos, encontráis unos chi-cuelos que cuidan deunas vacas, y los niñosse descubren á vuestropaso y os despiden conun ¡buen viaje!, extra-ñando sobremanera lacortesía de estos peque-

ños montañeses. En las casucas perdidasen el espesor del bosque ó en las altaspraderías, sus moradores os invitan á re-posarla fatiga de la jornada, y os brindanuna herrada de leche fresca y pura y untrozo de borona (pan de maíz). Y vuestroasombro crece, cuando os devuelven lamoneda con que queréis recompensaraquella atención, y se indignan hon-radamente si persist ís en dejarla enmanos de los niños que juegan en lapuerta.

Al término de una hora de caminoatravesamos el lugar de Igüedri, desti-nadas sus casetonas para albergue deganado durante el invierno.

Ya el ancho sendero nácese menospendiente y se interna en un breve des-filadero, el Boquerón (en el diseño apa-rece su nombre equivocado, dice Bogue-jón), por donde escapa con dirección áEspinama el Arroyo Sargüeso, que nace ápocos pasos del estrecho que ahora cru-zamos.

Las nubes, enredadas en las escarpasde los picachos, nos impiden contem-plar el panorama que las cumbres debenofrecer.

(1) Frecntn tadas p o r losobos. Cieos ¿e Aüaiz (fondo) y Hoyo sin Tierra (derecha segunt'o término)

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404 POR ESOS MUNDOS

El Naranco de Bulnes, vertiente Sur

Seguimos por la ancha se-nday damosvista al chalet que la Real Compañía As-turiana de Minas ha hecho ^construir enla planicie del Puerto de Aliva, y en eLcual se alojan el Rey y sus invitados.

Ha sido una fatalidad coincidir ennuestra excursión con la cacería regia.En todo el sendero, desde el puesto,hállanse destacadas innúmeras parejasde Guardia civil; en torno al chalet deDon. Alfonso, varias tiendas de campañase agrupan en número de doce; multitud<*e gente pulula por la explanada delCampamento, trayendo y llevando órde-nes; ,de una tienda surge una chimeneametálica, que vomita un humo densísi-mo, es la cocina; á la.puerta de otra, va-rios soldados de Administración ríen yse divierten; con nosotros se cruzan dosembozados, caballeros en trotadores po-tros; van acurrucados en los capotes demonte, las manos forradas con peludosguantes la testa medio oculta por un

gorro de lana y piel; van ca-mino de Espinaraa.

El contraste que con nos-otros ofrecen es curioso: ellosasomando tan sólo las naricespor entre el fardo de capotesy mantas con que se resguar-dan de un frío imaginario;nosotros con la pelambre aiviento, en mangas de camisay los brazos morenos y curti-dos al aire. ¡Qué diferenciaentre los que vienen á la mon-taña á satistacer sus ansias devida sana, de aire puro, depanoramas salvajes y bravios,y los que por obligación hande llegar á ella en su calidadde acompañantes ó servido-res de otros!

Lo gracioso es que huboquien nos miraba con aire deridicula superioridad. ¿En quésería superior?

Almorzamos junto á unafuente que brota en la faldade las Peñas de Juan Toribio. Alas dos de la tarde reanuda-mos la marcha, y después desubir y cruzar la depresiónde Horcadina de Guevarrobres,en que se hunde una estriba-ción Sur de la Pefia Vieja paraunirse á Sierra Arredonda, se-

guimos por un sendero casi llano, quenos lleva hasta otro portillo, llamadoHorcada d$ la Poza, en el cual hacemosalto y desde donde escuchamos el atro-nador estampido de los disparos de loscazadores y el griterío de los ojeadores.De allí no podemos pasar hasta que lacacería no termine. Hacemos tiempo su-biendo á una pequeña torre de la faldade Peña Vieja y de ella á otras mayores.

Cesa el tiroteo y nos dirigimos aicasetón de Lloroza, donde esperamosalbergarnos aquella noche. Llegamos áél y tenemos la desgracia de no encon-trar á ningún ingeniero de los que allíresiden habitualmente á quien poderpresentar las tarjetas de Alberto Oettli,ingeniero de la Siemens-Sucker, de JoséManuel Kindelán, ingeniero industrial,y de! colaborador de POR Esos MUNDOSy redactor de La Tribuna, José FernándezZabala.

Las reciben unos conserjes ó encarga

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EN LOS PICOS DE EUROPA 405dos que no quieren leer la carta de re-comendación que ha dado á su parienteKindelán el ingeniero don Benigno Ar-ce, descubridor de casi todas aquellasminas y organizador de su explotación,y á quien en toda la comarca veneran,respetan y quieren.

Lamentando que aquellos desgracia-dos vengan á manchar con su nota degrosera estupidez las maravillas delpaisaje que nos rodea, nos marchamosá otra parte con los morrales (aquellosmorrales asesinos que encerraban lasvituallas para tres días de alta montaña).Toma nota del casetón de Lloroza, parano incluir en tus expediciones el pasopor aquella sucursal de Zululandia, almenos mientras siga habiendo allí con-serjes ó criados tan insolentes.

Nuestro guía, Francisco Llórente, nosindica la relativa proximidad de un al-bergue abandonado, el de Fuente Escon-dida, á 2.043 metros de altura, donde aúnquedan los restos de un cable de con-ducción aérea de mineral en las ya ago-tadas minas de AUaiz y Hoyo sin Tierra.A él nos dirigimos, y á medio caminonos cruzamos con la comitiva de caza-dores, al frente de los que marcha, á unpaso fuerte y duro de montaguard, S. M. ei

Rey, que nos saluda afabilísimo. En elgrupo marcha don Pedro Pidal, marquésde Villaviciosa, el conquistador del Na-ranco de Bidnes.

Seguimos senda arriba, y mucho antesde anochecer llegamos á la caseta deAltaiz, completamente desmantelada, yque arreglamos de cualquier modo.

Entre los ojeadores de la cacería regiahemos escogido uno, Pedro López, paraguía en nuestra expedición de mañana.Después de acarrear leña á un depar-tamento que fue cocina, el guía Francis-co se despide, y parte camino de Espi-nama, por la canal de la Gendua, en lavertiente Sur de la Sierra Arredonda ypor Fuente Deva.

Decirte, lector, que lo pasamos bienaquella noche sería engañarte: durmien-do (V) sobre unos tablones, á 2.040 me-tros de altura, en una noche de vientoformidable, y sin más abrigo que lapelerina ó capa de montaña, no es posi-ble exigir que el sueño llegue.

A las seis de la mañana estamos dis-puestos para marchar. Descendemosvertiginosamente por la empinada ypedregosa ladera de Hoyo sin Tierra,sorprendiéndonos en el trayecto unaavalancha de pedruscos, promovida por

.'••J- * . * •- * • • -

La Torre del Madrileño: en su cúspide el autor de este articulo; subiendo por el flanco el ingeniero Oetli y el guiaLa fotografía es de Don José M. Kindelán, que realizó ¿espites la misma ascensión

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406 POR ESOS MUNDOS

un rebeco que huye en los altos de lamontaña.

Después del descenso comienza lasubida fuerte y un tanto penosa por lavertiente Sur de Peña Vieja. Entramosen la angosta hondonada de la Ganalmia.A un lado y otro se alzan imponenteslas agujas de Santa Ana, algunas inacce-sibles absolutamente; otras, brindandocon sus grietas emocionantes escaladas.

En una gruta natural reposamos lajadeante ascensión; desde allí contem-plamos en derredor nuestro el majes-tuoso circo de montañas que rodean olHoyo sin Tierra: de izquierda á derechaelévanse las cumbres afiladas de PuntaMadejuna (2.521 metros), Tiro Llago (2.503metros), la Torre del Llambrión (2.638 me-tros), Punta de Horcados Rojos (2.469 me-tres), la Punta de Santa Ana (2.565 metros),á cuyos pies nos hallamos; volviendomás á la izquierda, se admiran las torresagudísimas que la Peña Vieja lanza al Sur,y entre ellas, al fondo, el mar de nubesque se cierne sobre el valle de Baró.

Proseguimos el ascenso por una es-trecha grieta de Santa, Ana, y consegui-mos alcanzar el Collado de la Ganalona,

donde descansamos junto á un extendi-do nevero.

A las once emprendemos el ataque alPico de Santa Ana p^r la falda que miraal Collado, y á la media hora ya hemosdominado varias de las gigantescas to-rres que le circundan; aún restan varias,de las que podemos prescindir parallegar á la cumbre; pero hay una, quese yergue esbelta y cuya gallardía pare-ce invitarnos á conquistarla; nos decideá realizarlo el mohín de incredulidadque el guía hace cuando le proponemosatacarla.

/.Cómo hemos subido? No lo podríaexplicar; sólo só deciros que hubieraquerido ser miriápodo, porque habíamomentos en que necesitaba tres ó cua-tro manos más y otros tantos pies.

La torre innominada ha sido vencida;nosotros, por ese derecho de primerosocupantes, la hemos bautizado con elnombre de Torre del Madrileño; hemosdejado sobre su cimera una pirámide dopiedras y bajo ellas nuestras tarjetas.Ahí queda rememorada la conquista enuna fotografíapara la íntima satisfacciónnuestra. ¡Oh vanidad délos humanos!

JOSÉ FERNÁNDEZ ZABALA(Da\ Cu i Alpin i lísípafiol)

NOTA.—Las valiosas fotografías que ilustran este artículo se deb;n principalmente á si¡ autor, alilustre alpinista D. Antonio Prast, D. José M. Kindelán, D. A. Fernández y á D. Leopoldo Alonso. Esteúltimo las tomó en una reciente excursión organizada por Nuevo Mundo, en la cual prestó extraordi-mrias facilidades y amable compañía D. Dionisio Ajenio, secretario de la Asociación Protectora delViajero, en Santander, entidad dj la cual lia de ocuparse en breve esta revista con ia extensión que elasunto merece.