aprender, preparar, comer cocinar en primera clase · turista, convive armónicamente en la agenda...

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N.°:2435299 size:3.078 por444.78 FERITUR SA N.°:2435308 size:3.078 por444.78 MAYDANA, MARIA ROSA N.°:2435304 size:6.414 por926.929 COSTA CRUCEROS SA Cocinar en primera clase La moda de los cursos culinarios exprés e informales, especialmente atractivos para turistas de paso, se expande por las principales ciudades europeas y llega también a la Argentina La comida siempre fue parte esen- cial del viaje, pero últimamente pare- ce haber ganado más protagonismo. Sobre todo desde que el turista glo- bal, más conocedor, demandante de información y dispuesto a aprender, a meterse en todo, ya no se conforma sólo con comer bien: también quiere participar, involucrarse. Ensuciarse un poco. O por lo menos sentir que lo hace y que se lo podrá contar después a los amigos. Quizás un poco hija de pro- gramas de tele como el Sin reservas, del cocinero Anthony Bourdain, si hay una modalidad turística emer- gente es la de las clases de cocina exprés en las que los viajeros, además de probar platos locales, aprenden a prepararlos, guiados por expertos. Y luego, sí, se sientan y disfrutan de lo que suele resultar la comida más divertida del viaje. En Europa, por ejemplo, se multi- plican las escuelas de cocina serias y los restaurantes bien establecidos que desarrollan ahora este otro ne- gocio y abren sus cocinas a grupos de turistas. Y no pocos hoteles cinco estrellas hasta venden paquetes temáticos, que incluyen desde la salida de compras al mercado hasta la degustación de vinos. Pero tam- bién comienzan a surgir lugares específicos, que no funcionan como restaurantes tradicionales ni como el típico instituto gastronómico, aunque tienen mucho de los dos. Francia y España, con sus apre- ciadas culturas gastronómicas, son de los países que más han pulido el concepto, extendido hasta lugares como Malasia y la India. Se trata en general de clases simples y com- pactas, ciento por ciento prácticas, pensadas no para el aspirante a profesional, sino para el comensal inquieto. Una actividad que, para el [ GASTRONOMIA ] Aprender, preparar, comer... Por Daniel Flores De la Redacción de LA NACION turista, convive armónicamente en la agenda con las visitas a los museos y las salidas de compras. Hay que ensuciarse “¿Empezamos a mancharnos?”, propone Diego Gelabert, 27 años, docente de turno en Ni Neu, de San Sebastián (Donostia), País Vasco. Ni Neu, por un lado, es el restaurante del Kursaal, el moderno Palacio de Congresos en plena rambla de esta preciosa ciudad, y sede de su famoso festival de cine. Pero, además, en el primer piso es el espacio donde, por el mismo precio, se ofrecen breves talleres gastronómicos seguidos de pequeños banquetes muy dignos del pueblo vasco. En una cocina de dimensiones y disposición para dar cátedra, Gelabert divide al grupo de quince aprendices en tres brigadas, todos enfundados en sus delantales de la casa. La lección del día es cómo preparar pintxos, es- pecialidad vasca en la que el tamaño no es lo de menos: puede tratarse casi de cualquier receta, lo importante es que sea en pequeña porción, en un concepto similar al de las tapas. Un pintxo será una tortilla de bacalao de- En L’Atelier Des Chefs, de París, con más ganas de pasarla bien que aspiraciones de chef profesional Saint Lazare, una de las casi veinte sedes de L’Atelier Gelabert, el profe en Ni Neu, de San

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N.°:2435299size:3.078 por444.78FERITUR SA

N.°:2435308size:3.078 por444.78MAYDANA, MARIA ROSA

N.°:2435304size:6.414 por926.929COSTA CRUCEROS SA

Cocinar en primera claseLa moda de los cursos culinarios exprés e informales, especialmente atractivos para turistas

de paso, se expande por las principales ciudades europeas y llega también a la ArgentinaLa comida siempre fue parte esen-

cial del viaje, pero últimamente pare-ce haber ganado más protagonismo. Sobre todo desde que el turista glo-bal, más conocedor, demandante de información y dispuesto a aprender, a meterse en todo, ya no se conforma sólo con comer bien: también quiere participar, involucrarse. Ensuciarse un poco.

O por lo menos sentir que lo hace y que se lo podrá contar después a los amigos. Quizás un poco hija de pro-gramas de tele como el Sin reservas, del cocinero Anthony Bourdain, si hay una modalidad turística emer-gente es la de las clases de cocina exprés en las que los viajeros, además de probar platos locales, aprenden a prepararlos, guiados por expertos. Y luego, sí, se sientan y disfrutan de lo que suele resultar la comida más divertida del viaje.

En Europa, por ejemplo, se multi-plican las escuelas de cocina serias y los restaurantes bien establecidos que desarrollan ahora este otro ne-gocio y abren sus cocinas a grupos de turistas. Y no pocos hoteles cinco estrellas hasta venden paquetes temáticos, que incluyen desde la salida de compras al mercado hasta la degustación de vinos. Pero tam-bién comienzan a surgir lugares específicos, que no funcionan como restaurantes tradicionales ni como el típico instituto gastronómico, aunque tienen mucho de los dos.

Francia y España, con sus apre-ciadas culturas gastronómicas, son de los países que más han pulido el concepto, extendido hasta lugares como Malasia y la India. Se trata en general de clases simples y com-pactas, ciento por ciento prácticas, pensadas no para el aspirante a profesional, sino para el comensal inquieto. Una actividad que, para el

[ GASTRONOMIA ] Aprender, preparar, comer...

Por Daniel FloresDe la Redacción de La NacioN

turista, convive armónicamente en la agenda con las visitas a los museos y las salidas de compras.

Hay que ensuciarse“¿Empezamos a mancharnos?”,

propone Diego Gelabert, 27 años, docente de turno en Ni Neu, de San Sebastián (Donostia), País Vasco. Ni Neu, por un lado, es el restaurante del Kursaal, el moderno Palacio de Congresos en plena rambla de esta preciosa ciudad, y sede de su famoso festival de cine. Pero, además, en el primer piso es el espacio donde, por el mismo precio, se ofrecen breves talleres gastronómicos seguidos de pequeños banquetes muy dignos del pueblo vasco.

En una cocina de dimensiones y disposición para dar cátedra, Gelabert divide al grupo de quince aprendices en tres brigadas, todos enfundados en sus delantales de la casa. La lección del día es cómo preparar pintxos, es-pecialidad vasca en la que el tamaño no es lo de menos: puede tratarse casi de cualquier receta, lo importante es que sea en pequeña porción, en un concepto similar al de las tapas. Un pintxo será una tortilla de bacalao de-

En L’Atelier Des Chefs, de París, con más ganas de pasarla bien que aspiraciones de chef profesional

Saint Lazare, una de las casi veinte sedes de L’Atelier

Gelabert, el profe en Ni Neu, de San Sebastián

N.°:2435293size:6.414 por926.929MEDIA PLANNING S.A.

Otras visitas

● Ni Neu. Restaurante y talle-res gastronómicos. Las clases duran entre 1.30 y 2 horas, y aunque en principio se ofrecen para grupos vale la pena con-sultar también por casos indivi-duales. El costo de la clase, más un menú de tres pasos, es de 65 euros. Av. Zurriola 1, San Sebas-tián (Donostia), Guipúscoa, País Vasco, España. www.restaurantenineu.com● L’Atelier Des Chefs. Clases y cursos de todo tipo, con unas veinte sucursales en Francia, In-glaterra y hasta Dubai.www.atelierdeschefs.fr● Cookin’ With Class. Clases exprés, en París, para un máxi-mo de seis por grupo, con visi-tas al mercado. Desde macarro-nes hasta vinos & quesos.www.cookinwithclass.com

DatOs UtiLEs

construida, un poco a lo Ferran Adrià, y otro será la clásica gilda, milagrosa combinación de tres guindillas, una aceituna y una anchoa atravesadas por un palillo.

A diferencia de un curso convencio-nal, en este caso el alumnado sigue las instrucciones del profesor tomando tragos y vino, además de mancharse un poco y de ensamblar los dichosos pintxos sólo para devorarlos en el mis-mo momento. Y después del taller de una hora y media, todos egresan hacia otro salón para degustar un menú de tres pasos (ahora sí, preparado por expertos) con tinto de Rioja.

Como en cualquier clase de cual-quier materia están los alumnos que eligen el fondo del salón, tratando de

Teresita es maestra de grado, vi-ve en Adrogué y después de ju-bilarse, hace seis años, comen-zó a dar clases muy diferentes. Con el impulso de su hija creó la propuesta Cooking With Teresita. “Siempre me gustó cocinar, pero no había imaginado dedicarme a eso”, cuenta la mujer, que tres veces por semana abre las puer-tas de su hogar –especialmente la de su cocina– para brindar los secretos cotidianos de la gastro-nomía criolla.Los lunes enseña a hacer empa-nadas. Los miércoles también, aunque seguidas por un buen asado. Y todos los viernes propo-ne un tour culinario. “Nos junta-mos a las 11 en casa y vamos de compras a la feria, a la carnicería, a la panadería... Después volve-mos para cocinar y disfrutar del almuerzo en el jardín”, detalla la mujer, cuya propuesta es un ex-traño hito en TripAdvisor.com: se ubica en la cuarta posición entre las atracciones de Buenos Aires, más recomendada, por ejemplo, que el cementerio de la Recole-ta, el Palacio Barolo, el Malba y Temaikèn.En todos los casos, los turistas la

acompañan a hacer las compras. “La clase de asado argentino co-mienza con una visita (transpor-te incluido) a la carnicería para una lección sobre cómo elegir la carne ideal, basándose en el color, el tamaño, la cantidad de grasa y la frescura. ¡Usted llega-rá a conocer achuras que nunca había visto!, así presenta el curso de los lunes en su página www.try2cook.comDesde el sitio también se advierte

que la visita al mercado de Adro-gué está lejos de ser un paseo tu-rístico como en general se conoce. “Es un lugar donde los puesteros todavía venden el producto local, y los clientes aún sonríen y saludan. No encontrará puestos de queso francés ni aceite de oliva italiano. Es un verdadero mercado barrial, que elegimos para acercarlos más a nuestra cultura.”De vuelta en la cocina se prepara en conjunto la ensalada criolla y

también chimichurri. El asador que colabora con Teresita explica cómo encender el fuego: “Con madera, por supuesto, porque le otorga un sabor especial a la carne”. También detalla cómo sazonarla, los tiem-pos de cocción y a servirla de ma-nera “bien argentina”.El almuezo es de cinco pasos e incluye la degustación de cuatro vinos argentinos: un espumante de la Patagonia, un Torrontés sal-teño y, desde Mendoza, un Malbec y un vino de postre. El 80% de sus alumnos-comensales es de Esta-dos Unidos; el 10 o 15 de Canadá y Australia, y el resto, europeo.Desde Buenos Aires hasta Adro-gué muchos viajan por su cuenta o un vecino de Teresa los pasa a buscar por el hotel, como un ser-vicio aparte. “La mayoría viene en tren, aunque en todos los hoteles les metan miedo y adviertan que no lo hagan. Pero viajan perfecta-mente, como lo hago yo hace 60 años”, continúa.Los detalles están en su Web, jun-to con fotos, videos y testimo-nios. El precio de la experiencia, con almuerzo y vino incluidos, es de 55 a 130 dólares, según el día elegido.

El fenómeno llamado TeresitaBrindis en varios idiomas, para terminar la lección

De Adrogué al mundo, una maestra jubilada enseña a extranjeros los secretos del repulgo

ser invisibles, y están los proactivos, ansiosos por preguntar, tocar y hacer. Pero acá el docente se las arregla para que todos colaboren en algún momento. Claro, con la motivación extra de cocinar la propia comida, de que si alguno falla en su función no sólo puede llegar a comer mal, sino que los demás sufrirán también y probablemente lo responsabilicen...

“Como amante de la gastronomía me pareció una experiencia formi-dable. Aprendí, entendí conceptos, sentí sabores únicos y, sobre todo, me divertí”, fue la confesión de Ezequiel Martín, consultor de viajes rosarino y uno de los satisfechos graduados en una hora y media de Ni Neu.

La receta francesaEl modelo académico del caso vasco,

informal, lúdico y hasta posmoderno, tiene mucho que ver con el impuesto desde hace casi diez años por L’Atelier Des Chefs desde Francia. Fundada en 2004, la compañía de referencia en cursos de cocina modernos cuenta hoy con una veintena de sucursales, incluidas seis en París, una Londres y otra en Dubai.

No es una escuela para turistas, en absoluto. Pero sus propuestas de clases únicas con degustación in situ fueron un hit inmediato entre los extranjeros de paso por París, particu-larmente en su sede de Saint Lazare, donde los profes hablan inglés.

La fórmula es simple y efectiva: locales compactos con una cocina-aula y un salón comedor, todo más pare-cido a un restaurante sin personal de cocina que a una escuela. De acá no te llevarás un diploma, pero vas a aprender algo rápido y simple que podés hacer esta noche en tu casa es el lema de la compañía, según repiten en el claustro de Saint Lazare.

L’Office, en Toulouse, al sudoeste de Francia, fue otra pionera entre las escuelas de cocina pop, aunque hace apenas meses cambió de nombre al sumarse al equipo de L’Atelier Des Chefs.

“A las clases vienen muchos turistas que quieren aprender algo de cocina francesa, pero también vecinos soli-tarios del barrio que quieren conocer gente”, cuentan en el local, que se divide en tres sectores: una sala casi como la de cualquier restaurante; una cocina-salón de clases, y una especie de habitación-pecera con una larga mesa, para degustaciones de vino. En la decoración prolifera un blanco tipo laboratorio y cierta austeridad; un ambiente despojado y propicio para el trabajo duro.

Otra escuela pop parisiense, Cook’n With Class, más decididamente enfo-cada en el turismo, comienza algunos de sus cursos con una visita a la feria callejera más cercana, donde estudiantes y titulares de cátedra deciden juntos qué cocinarán.

Gelabert, el profe en Ni Neu, de San Sebastián