apología de lo iniciático donaciano martínez Álvarez

25
Apología de lo iniciático Opción por una catequesis iniciática por Donaciano Martínez Alvarez (tomado de Catequética, noviembre-diciembre 2007, pp. 362-375) Presentación La revista "Catequética" en "Punto de vista" nos está ofreciendo un conjunto, rico y fecundo, de documentos y reflexiones que iluminan la necesaria reconversión que la catequesis debe ir realizando en el comienzo del tercer milenio. Entre la documentación ofrecida están los cuatro talleres del Coloquio Internacional con el que el Instituto Católico de París celebró su cincuenta aniversario en Febrero de 2003. Concretamente el taller 3, "Por una catequesis iniciática", fue publicado en noviembre-diciembre de 2006. Hoy intentamos hacer una relectura de dicho taller. No está demás que el lector retome la publicación del taller indicado y que, después, lea nuestra reflexión. Estas páginas pretenden primariamente ser un comentario de la propuesta del taller. Un comentario elaborado desde cuatro intencionalidades. La primera, extraer las líneas mayores que el trabajo del taller presenta o sugiere; hacemos esta afirmación porque el significado y alcance de este tema es de tal densidad, complejidad y futuro que merecería la pena desarrollarlo con más sistematización que la que allí encontramos. La segunda, aclarar las implicaciones que entraña la 1

Upload: jose-de-la-nuez-jimenez

Post on 01-Dec-2015

38 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

Apología de lo iniciáticoOpción por una catequesis iniciática

por Donaciano Martínez Alvarez

(tomado de Catequética, noviembre-diciembre 2007, pp. 362-375)

Presentación

La revista "Catequética" en "Punto de vista" nos está ofreciendo un conjunto, rico y fecundo, de documentos y reflexiones que iluminan la necesaria reconversión que la catequesis debe ir realizando en el comienzo del tercer milenio.

Entre la documentación ofrecida están los cuatro talleres del Coloquio Internacional con el que el Instituto Católico de París celebró su cincuenta aniversario en Febrero de 2003. Concretamente el taller 3, "Por una catequesis iniciática", fue publicado en noviembre-diciembre de 2006.

Hoy intentamos hacer una relectura de dicho taller. No está demás que el lector retome la publicación del taller indicado y que, después, lea nuestra reflexión. Estas páginas pretenden primariamente ser un comentario de la propuesta del taller. Un comentario elaborado desde cuatro intencionalidades.

La primera, extraer las líneas mayores que el trabajo del taller presenta o sugiere; ha-cemos esta afirmación porque el significado y alcance de este tema es de tal densidad, complejidad y futuro que merecería la pena desarrollarlo con más sistematización que la que allí encontramos.

La segunda, aclarar las implicaciones que entraña la convicción con la que se inicia el taller: "pasar de una catequesis de mantenimiento y enseñanza a una catequesis de iniciación"1.

La tercera, señalar los elementos de la iniciación indicados en el "excursus etnológi-co" del taller. Intentaremos hacerlo de forma concentrada y organizada, de forma inteligible y actualizada.

La cuarta, completar lo expuesto siempre que el título de esta reflexión nos lo exija. El título del taller "Por una catequesis iniciática"- junto al título de los otros tres talleres, pudiera dar a entender que se orienta a describir una modalidad o una característica de la catequesis, pero su contenido va mucho más allá, como veremos. Por esta razón hemos titulado este artículo "Apología de lo iniciático". Estamos ante un tema de fuerte in-

1

Page 2: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

terpelación y decisiva perspectiva de futuro; ya lo hemos tratado en esta revista, hemos impulsado que se reflexione en otros foros y prometemos volver sobre él.

La cuestión de fondo

Lo primero que se proponen los integrantes del taller es la hipótesis de salir del marco de pensamiento existente en el que Trento forja el catecismo e ir más allá del movimiento de renovación catequética, tanto del iniciado tras la Segunda Guerra mundial como del llevado a cabo tras el Vaticano II, que cambió necesaria y muy adecuadamente la pedagogía y el lenguaje provenientes de la época del catecismo2.

Valorando mucho toda esta renovación, los responsables del taller afirman que, a pe-sar de tal avance, el problema catequético sigue sin resolverse3. Yo diría, pretendiendo precisar más, que el problema catequético de fondo y actual sigue sin ser afrontado. Y esto es así, porque no se plantea directa y explícitamente "el déficit de iniciación cristiana de nuestras sociedades que, desde hace 30 años, viven una auténtica crisis de transmisión de la fe"4.

Cualquier intento devuelta atrás, y los hay, supone una anacronismo que siempre encontrará respuesta en quienes se refugian en nostalgias del pasado en vez de responder al hoy al que el Señor de la misión nos envía. Y, lo que es más grave, así no avanza la "nueva evangelización", es decir, la evangelización en la nueva etapa de la historia que nos ha tocado en suerte vivir.

Opción por la iniciación

Entre quienes se plantean con rigor una pastoral evangelizadora son dos las cuestiones que se formulan con más claridad: la urgencia del primer tiempo de la misión y la inspiración evangelizadora de la pastoral habitual. Lo que no aparece habitualmente afirmado con la misma intensidad es la necesidad de hacer un nuevo planteamiento de la iniciación cristiana y de todos sus destinatarios.

No afirmamos que la pastoral haya llegado a desarrollar con creatividad la presencia, el testimonio, el diálogo y el anuncio misionero en los foros de la nueva sociedad; pero, al menos, el reto está claramente expuesto y la propuesta reiteradamente repetida.

Tampoco evaluamos el alcance de lo logrado en la dimensión evangelizadora de la pastoral dirigida a quienes siguen viniendo a nuestras reuniones; pero, al menos, aparece en todas las programaciones pastorales.

Lo que pretendemos plantear es la urgencia de una opción pastoral a favor de la iniciación cristiana. Hagamos una revisión de ella tal y como se está realizando. Sencilla y claramente deseamos resaltar que el reto de la iniciación cristiana es tan urgente y decisivo como el de la salida a la misión y como el aliento evangelizador de la

2

Page 3: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

comunidad cristiana.

La catequesis, entendida en el sentido de segunda etapa del proceso evangelizador5, "tiene que pensar cómo el hombre de hoy entra en la fe cristiana, cómo trabajar su conversión interior y no únicamente cómo mejorar la comprensión o explicación del mensaje6; en lenguaje del episcopado francés, "cómo se nace hoy a la fe"7.

Al reforzar la opción por la iniciación cristiana no nos estamos refiriendo a la inicia-ción de elites cristianas o a la iniciación de algunos cristianos al compromiso en el mundo o a la iniciación de creyentes en las tareas de la comunidad cristiana. Nos referimos a la "iniciación bautismal", a la iniciación para ser discípulos del Señor, miembros de la comunidad cristiana; a la iniciación que podemos llamar popular de hacerse cristiano hoy, de formar parte del Pueblo de Dios.

Instauración de un nuevo paradigma

El catecismo instaurado por Trento para luchar contra la ignorancia religiosa al co-menzar los tiempos modernos se pensó sobre la base de "un catecumenado social"8. También toda la rica renovación actual de pedagogía y lenguaje puede estar siendo aplicada sobre esa misma hipótesis.

Algunos fenómenos de religiosidad cristiana pueden dar la apariencia de que ese marco social permanece. Pero la realidad socioreligiosa, la praxis catequética, los resultados logrados y la experiencia de catequistas y pastores constatan y confirman que ese supuesto ya no existe.

La hipótesis sobre la que trabaja el taller que estamos comentando es precisamente otra; es la de "salir de ese marco de pensamiento"9. Esto es lo que da al taller 3° un calado y un alcance especiales que deseamos subrayar.

En Europa estamos en otro tiempo, en otra sociedad, en otra cultura, en otro tipo de familia, en otra realidad de pertenencia a la Iglesia. La iniciación no puede ser concebida en el contexto de "una sociedad de práctica cristiana global, una cultura fuertemente impregnada de cristianismo, un espacio marcadamente cristiano, un tiempo ritmado según el calendario de la Iglesia"`. Aquellas condiciones ya no se dan. Esta hora de la sociedad y de la Iglesia es tan nueva que exige un nuevo modelo de iniciación cristiana.

Por esta razón hemos hablado y escrito, debatido y formulado que "en el nuevo contexto socio-cultural-religioso se ha producido una modificación básica de las condiciones anteriormente existentes para la transmisión de la fe; esta modificación exige un verdadero giro histórico en el planteamiento y en la praxis de la iniciación cristiana".

Hoy nos encontramos ante la necesidad y la exigencia de un nuevo cambio en el modelo de transmisión. La nueva época (a la que estamos naciendo) responde a un tránsito histórico tan profundo que nos exige un cambio igualmente profundo del modelo de iniciación cristiana. Se trata de realizar una innovación en la comprensión y en la

3

Page 4: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

realización de la transmisión de la fe que modifique los moldes heredados que han estado vigentes durante mucho tiempo; no basta con limitarnos a simples correcciones; se nos pide un nuevo giro copernicano, se nos pide diseñar un nuevo paradigma"11.

Según esta interpretación, la afirmación que hace el taller: "hay falta de iniciación", la completamos con esta otra: hay falta de un nuevo modelo de iniciación adecuado a la nueva situación.

Referencias para su elaboración

La elaboración del nuevo paradigma de iniciación va a suponer un esfuerzo singular de estudio y diálogos, de experiencias y discernimiento, de programas y evaluaciones. La reflexión está iniciada y contamos con una serie de aportaciones que despiertan interés e ilusión.

El estudio del taller, que ahora comentamos, nos ha servido para señalar las siguientes cuatro referencias importantes a la hora de diseñar el nuevo modelo.

Fidelidad a la realidad de los destinatarios: un modelo pensado para nuestra realidad.

Para elaborarlo es irrenunciable el criterio pastoral de fidelidad a la realidad de los destinatarios porque la cuestión de fondo es que el nuevo modelo sea un modelo de iniciación a la fe para el hombre de hoy. "Lo que permanece en pie es que la catequesis, como camino de iniciación al misterio de Dios en Cristo, se sitúe en el mismísimo centro de la sociedad actual y no en sus márgenes porque esta sociedad le ofrece como oportunidad aquello mismo que parece dificultad"12.

Esta pretensión no entra en un enjuiciamiento de la modernidad; los autores precisan que el cristianismo valora un determinado número de sus rasgos pero, lógicamente, siendo críticos, señalando su complejidad y sin canonizarla tal cual13.

A nuestro modo de entender, ese "situar la catequesis de iniciación en el mismísimo centro de la sociedad actual" significa llanamente la necesidad de conocer el tipo de persona a la que se propone la iniciación cristiana y de tener en cuenta la cultura y la sociedad que habita. Toda pretensión de iniciar hoy a alguien sin encarnarse en el cambio epocal que vivimos, equivale a incumplir la misión que el Espíritu está encomendando a la Iglesia en esta hora de nuestra historia.

La propuesta iniciática de los Padres:un modelo que vuelve la mirada al Catecumenado.

El Concilio Vaticano II plantea la reforma uniendo dos miradas; la mirada a la actualidad y la mirada a las fuentes. En coherencia con esa vuelta a las fuentes, todos los

4

Page 5: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

documentos oficiales sobre el tema presente nos recuerdan el Catecumenado iniciado en el siglo III como una necesaria inspiración para la actual iniciación cristiana. Lo encontramos en el RICA, en los Directorios Generales de Catequesis (tanto en el del 71 como en el revisado de 1997); así habla el Documento `La iniciación cristiana" de la Conferencia Episcopal Española14.

Este criterio conciliar obliga a que nuestro modelo de iniciación sea, por una parte, un catecumenado agraciadamente inspirado en el tesoro de la institución de los Padres; y, por otra, a que sea según un modelo pastoralmente nuevo. Este es el sentido que da el Episcopado Francés a su indicación de que la pedagogía de la iniciación "siga caminos de tipo catecumenal"15.

El testimonio de los SS. PP. nos invita a hacer la propuesta de un nuevo paradigma de iniciación. Ellos respondieron creativamente a un cambio radical de la forma de presencia de la Iglesia en aquella sociedad; nosotros, ante otro cambio de igual magnitud aunque en sentido inverso, debemos responder con su misma creatividad.

El estudio etnológico de la iniciación:un modelo que acoge la sabiduría de la antigua cultura iniciática.

Según nuestro parecer, lo más original del taller 3° , que lleva por título "hacia una catequesis iniciática" (los títulos de los otros son: "hacia una catequesis de la propuesta", "hacia una catequesis más litúrgica" y "hacia una presentación orgánica del misterio cristiano", que ya han sido comentados en esta revista), reside en el "excursus" de tipo etnológico que juzgan de especial interés en relación a la iniciación cristiana.

Opinan que dicho estudio "no tiene prácticamente nada que decirnos en cuanto al 'contenido' de la iniciación cristiana y, evidentemente, no es sin más transportable a nuestra sociedad (post) moderna.. En cambio, pedagógicamente, nos recuerda un cierto número de cosas que, en la medida que constituyen una especie de 'leyes' de toda iniciación, podrían sernos útiles con vistas a una catequesis más iniciática"16 .

En el punto "Pedagogía iniciática" de este artículo os ofrecemos de forma organizada y recreada las indicaciones que al respecto allí fueron presentadas.

La originalidad del Evangelio del Señor: un modelo configurado por la identidad evangélica.

La iniciación está al servicio de la fe, trabaja para hacer posible y efectiva la acogida del del misterio del Señor por parte de la libertad de las personas; es un misterio que se ofrece como don pero "la fe cristiana es la libre acogida de esa iniciativa divina"17.

Necesariamente la originalidad del misterio cristiano ha de conformar la concepción y la realización del nuevo modelo de iniciación. Consecuentemente, es fundamental precisar en qué consiste esa originalidad a la que queremos iniciar o, dicho en otros términos, redescubrir nuestra especificidad cristiana.

5

Page 6: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

Esto no quiere decir innovar sino penetrar en el corazón mismo de la fe, "ir al corazón del misterio de la fe"18. La iniciación propone esa identidad y busca poner a la persona en situación de que se adentre en ella. Claro que una propuesta bien precisa de esa original identidad conlleva "mostrar también que nuestros caminos pueden convergir con los de nuestros contemporáneos cuando ellos reconocen que su vida de hombres y mujeres libres implica unos actos de confianza, unas convicciones, unos compromisos adquiridos y mantenidos"19. La profesión de la fe no es sectaria ni fundamentalista sino abierta a lo universal y a la pluralidad, dialogante y solidaria.

No es el momento de entrar en este tema; sólo deseamos hacer algunas indicaciones. La primera para señalar, citando al DGC, que la iniciación ha de centrar su atención en "lo nuclear de la experiencia cristiana", en "poner los cimientos del edificio espiritual del cristiano", en sembrar "las raíces de la vida de fe"20.

La segunda para afirmar que el núcleo es primariamente el encuentro vital con una Persona, Jesucristo; que el centro es el misterio pascual del Señor, su significación que aúna el rostro de Dios y el rostro del hombre, que revela la Humanidad de Dios y la salvación de los hombres rechazando toda separación entre la causa de Dios y la de los hombres. Por eso, creer es "abandonarse al Dios de Jesucristo". En la Pascua de Jesús descubrimos el amor de Dios hasta el extremo y, a su luz, entendemos nuestro ser y vivir, la humanidad y la tierra, nuestra historia y su futuro"21.

Y la tercera para reseñar la necesidad de formular acertadamente lo que llamamos "gramática cristiana", es decir, la elaboración, en lenguaje inculturado, de lo esencial de la propuesta cristiana, que es al mismo tiempo el conjunto de la fe en su elementalidad22. En el Catecumenado de los Padres encontramos la ritualidad de la entrega del símbolo; nosotros aquí nos referimos a la progresiva entrega de la gramática cristiana en el proceso de iniciación, que también puede tener su momento de expresión ritual".

La pedagogía iniciática

Como hemos indicado en el punto anterior, creemos que la aportación más propia del taller que estamos reflexionando, es la de proponer una pedagogía iniciática para la iniciación cristiana (valga la aparente redundancia). Al pretender describir dicha pedagogía a partir de un estudio etnológico de la iniciación en las sociedades tradicionales, se han de tener en cuenta estas dos observaciones: que su aplicabilidad a la iniciación cristiana ha de pasar por la información cristiana; y que su transportabilidad al hoy tiene que adaptarse a la cultura de la sociedad actual.

El relato publicado presenta dicha pedagogía en un amplio abanico de sugerencias diseminadas; a continuación pretendemos desentrañarlas con cierta creatividad y ordenarlas en los siguientes puntos. (Lo lógico es que encontréis aquí las afirmaciones allí formuladas; optamos por citar ahora las páginas correspondientes24 y no hacerlo en cada una de las frases que transcribamos).

6

Page 7: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

1. Un "escenario" vital.

La iniciación se realiza siempre en una matriz comunitaria; sin ella no es posible ninguna iniciación. En la iniciación cristiana ese seno no puede ser otro que la comunidad cristiana. Esta afirmación se realiza habitualmente en términos de teoría eclesiológica; aquí queremos solicitar, como decisivo, la creación o recreación de una concreta comunidad viviente y el desarrollo de relaciones, bien precisas y metodológicamente aseguradas, entre los iniciandos y esa comunidad.

Más aún, la necesidad de un escenario vital supone una nueva concepción del grupo catequético25 como pequeño espacio vivencial, y, por tanto, cercano y cálido, donde se aprende a experienciar, a experimentar todo aquello que aporta a mi vida y a mi muerte el hecho de aceptar y vivir la fe cristiana.

2. Un tiempo de "retiro".

En todas las iniciaciones arcaicas se da un "alejamiento del pueblo" por parte de aquellos que se inician para entrar en un tiempo que podemos calificar de "retiro" de la aldea y pasar unos días o meses en el "bosque sagrado".

Consideramos muy revelador este elemento iniciático para la comprensión de lo que llamamos "curso, unidad y sesión catequéticas".

Ya hemos hablado en otras ocasiones, siguiendo a Henri Derroitte, de la desesco-larización de la catequesis. Es necesario superar el "esquema escolar", la concepción y la programación, la organización y la realización en formato de curso y de aula escolares. Nuestra revista está publicando la experiencia del "Proyecto de Catequesis de Confirmación. Parroquia San Antonio, Palencia" que, siguiendo de algún modo esa orientación, está organizado en forma de encuentros-talleres26.

En última instancia se trata de crear un "clima nuevo" que rompe la absorción de la persona por el ritmo, la velocidad, el ruido y el bombardeo mediático al que estamos sometidos inconscientemente; se trata de situar a los iniciandos en un "humus" más humanizante que facilite el encuentro con uno mismo, con su interior, con los otros y con la vida, con las preguntas y las propuestas, con el ejercicio de su libertad.

3. El "grupo" de iniciandos.

No señalamos este punto para repetir lo dicho en el precedente punto 1 sobre el grupo como espacio vital. Lo hacemos para desvelar el valor del grupo como "el hecho de estar juntos", en la medida de que esa experiencia es esencial para la iniciación. Los iniciandos no han de situarse como unos individuos junto a otros sino más bien como un mismo cuerpo comunitario. "Es unos con otros e incluso unos por los otros, en cuanto miembros de ese grupo, como van a ser evangelizados e iniciados. El grupo progresa

7

Page 8: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

solidariamente".

Si es indispensable, en razón de la libertad evangélica y de la cultura actual, "respetar e incluso promover la libertad de cada uno respecto del grupo"; si es imprescindible acompañar personalizadamente el camino, los pasos, el ritmo y las tomas de postura de cada individuo; también es verdad que sería antipedagógico "desvincular" a cada persona del ritmo del "grupo como tal", de su avance, de la sensación de progresar juntos y de "juntos atravesar" el pasaje de las distintas etapas.

4. 'La vida misma'.

Según este antiguo modelo, la tradición se transmite mediante una "pedagogía de la vida misma". Durante el tiempo de la iniciación se "hace simbólicamente unos con otros" el ensayo de vivir lo mismo que se quiere transmitir.

"Se aprende haciendo". Se aprende todo lo que es necesario para la iniciación, ha-ciéndolo. El saber que se transmite es un "saber-hacer" y un "saber vivir".

Es así como se supera pedagógicamente el predominio intelectual en la catequesis. Históricamente hablando se ha buscado pasar de "una catequesis intelectual que pretendía luchar contra la ignorancia del pueblo cristiano (Trento) a una catequesis existencial que, cimentada por una parte en la investigación pedagógica y por otra en el Vaticano II, quería enraizarse en la experiencia"; pero que en última instancia "se ha seguido quedando en la vertiente de la inteligencia de la fe".

La pedagogía iniciática, asumiendo todo la riqueza de la renovación catequética, pue-de ser la respuesta decisiva para lograr dar el paso pretendido. Porque, según "podemos definir esta pedagogía, no se trata de decir, siguiendo un método u otro, lo que hay que hacer, sino de hacer lo que se dice; no se trata de proponer lo que hay que vivir sino de vivir lo que se propone"27.

5. El "cuerpo" de cada uno.

Antes o después es preciso que cada persona tome una opción personal, fundamental y consciente, ante la propuesta de la fe. Esta conversión conlleva que la propuesta alcance el cuerpo de cada iniciando. El cuerpo es "el terreno en el que la Palabra ha sido sembrada".

Afirmar que debe alcanzar el cuerpo tiene dos significados. Primero: por cuerpo entendemos toda la persona como cuando dice Juan que "La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros"(Jn 1,14); o como cuando el Señor toma pan y dice: "tomad, este es mi cuerpo" (Mc14,24). Así se expresa que la iniciación ha de dirigirse a la totalidad de la persona, "no sólo al cerebro" sino también al corazón, a la memoria y a la misma corporeidad.

8

Page 9: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

Segundo: a través de la iniciación, el don propuesto ha de signar el cuerpo, es decir, ha de lograr que el sujeto quede "tocado" por el misterio desde el interior hasta el exterior. "No hay otro modo de entrar en el misterio de Cristo"; no es suficiente con haber "comprendido", es preciso "dejarse agarrar por él" y que marque nuestro cuerpo.

Estamos ante el nivel personal irremplazable en la fe cristiana; por eso hablamos del cuerpo "de cada cual", de cada original libertad. Y estamos ante el nivel profundo, totalizante y sacramental del acto de creer. El adjetivo sacramental ha de ser entendido en términos antropológicos, existenciales-comportamentales y rituales-celebrativos.

6. La "simbología" cristiana.

La simbología que atraviesa toda la iniciación es la de la muerte/renacimiento. "Es preciso nacer de nuevo aunque se sea viejo" Jn 3,3-4). La iniciación es una prueba para un nuevo nacimiento.

La iniciación cristiana es nuevo nacimiento del Espíritu Jn 3,5); es entrar en hu-manidad según Cristo, primogénito de la nueva creación.

"Aunque la iniciación cristiana se realiza, como toda iniciación, mediante una sim-bolización, ésta no puede ser cristiana si no está informada por la simbología bíblica y litúrgica (podríamos añadir también la testimonial), centradas en el misterio pascual".

El lenguaje simbólico -en todas sus plurales expresiones- que hemos de desarrollar en la iniciación cristiana no puede ser otro que nuestros símbolos, nuestros relatos y ritos, que no funcionan más que cristológicamente estructurados.

En este sentido ser iniciado "no es haber aprendido las verdades que hay que creer" sino "haber recibido una tradición", la tradición que hemos recibido del Señor (1 Cor 15, 3-11) y que se edita de forma nueva en los iniciados. La libertad creadora podrá llevarse a cabo tanto mejor cuanto mejor se haya realizado la estructuración de la identidad cristiana apelando a esa Tradición a partir "del relato de la historia fundante, de sus testigos mayores y de la memoria, incluso de la memorización, de un mínimo de vocabulario y de formulas".

7. "Osmosis" entre los tres cuerpos.

En el comentario que estamos realizando han aparecido tres cuerpos: el cuerpo de la comunidad eclesial matriz, el del grupo de iniciandos y el propio de cada cual. Lo que proponemos con esta séptima afirmación es la "ósmosis constante entre esos tres cuerpos".

Ósmosis entre el cuerpo de la comunidad-Iglesia (que mantiene viva esa historia fundante y que la comunica por los iniciadores), el cuerpo comunitario de los iniciandos

9

Page 10: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

(que experiencia hoy esa historia) y el cuerpo individual de cada uno (que acoge, ejercita, repite y hace suyo personalmente un determinado elenco de expresiones, de actitudes, posturas, conductas y gestos como referentes de la identidad cristiana).

Ese trasvase por contacto nos conduce a un tejido relacional mucho más cuidado que el que actualmente tenemos entre los tres ámbitos. Hemos de plantearnos, programar y realizar con equilibrio, las mutuas presencias, los espacios de encuentro, los cauces de relación, la calidad de las acogidas, las experiencias a compartir y el calor del hogar común.

8. Transmisión "por sabiduría".

Realizar este tipo de iniciación que estamos describiendo no es cuestión de profesores; los antiguos iniciadores transmitían lo que bien conocían por haberlo vivido, lo que habían vivido hasta ser maestros experimentados, lo que habían experimentado hasta alcanzar el arte de saberlo comunicar.

Los responsables de animar este tipo de iniciación son creyentes que se han metido en el sentido, dominan vitalmente la justa precisión de aquello que hay que transmitir y tienen la habilidad práctica de hacerlo. Han alcanzado el nivel de la sabiduría (en nuestro caso, de la sabiduría evangélica) y "transmiten por sabiduría". Así son reconocidos en la comunidad y, por eso, la comunidad en ellos confía.

Ya hemos defendido en otros lugares que esta pedagogía demanda un nuevo tipo de catequista y un nuevo modo de su formación. No creemos que sea más complicado cultivar este nuevo perfil; seguramente es más sencillo, si lo interpretamos hu-mildemente. Se pide al catequista ser un convencido existencial de la fe que se sitúa como un guía que quiere servir, como un despertador y alentador de la experiencia que el Espíritu suscita en los otros, como un acompañante que tiene la paciencia de confiar, reconocer, sostener y animar a crecer.

9. Proceso, etapas y "tiempo".

De hecho, en todos los casos estudiados por la etnología, la iniciación se plantea como un proceso que hay que recorrer, que está jalonado por distintas etapas que hay que ir atravesando y que tiene una duración determinada, limitada.

Es una cuestión muy tratada en Catequética, atestiguada por la Tradición, confirmada por los Documentos actuales del Magisterio de la Iglesia y aceptada por casi todos.

Sobre este punto hacemos tres llamadas de atención. La primera para reafirmar el carácter procesual de la iniciación en toda la densidad de su significado. La segunda sobre las etapas; han de ser señaladas no sólo considerando el itinerario en sí mismo y en abstracto, sino también en función de la edad y de la diversidad de destinatarios.

10

Page 11: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

Y la tercera, sobre el tiempo; la iniciación cristiana es un proceso que, como toda iniciación, se acaba en un determinado momento. Aunque sea verdad que nunca un bautizado termina de hacerse cristiano a lo largo de su vida, para responder a esta permanente maduración está la formación permanente en la comunidad. La iniciación ha de tener un final. Lo que sí creemos es que, atendiendo al hombre de hoy y a su sensibilidad para verificar de forma crítica lo que se le propone, hemos de dar el tiempo necesario para que dicha verificación se realice con seriedad y para posicionarse personalmente con libertad sin, por ello, diferir el compromiso. Esto tiene una aplicación especial para el proceso continuo de iniciación cristiana de los bautizados al nacer.

10. La "integración".

"Los regenerados por la experiencia de la iniciación son ya miembros de pleno de derecho de la tribu", del mundo de adultos. En nuestro caso miembros de pleno derecho del Pueblo de Dios, de la comunidad cristiana, "adultos en la fe".

El problema actual no es la cuestión de derecho sino la praxis de hecho. Al analizar la situación nos encontramos con una serie de preguntas: ¿dónde está esa comunidad? ¿cuál es su configuración y vivencia comunitarias? ¿cuál es su capacidad de acogida de los nuevos iniciados?

Y nos encontramos con una serie de desafíos: ¿qué tiempo dedicamos a esa inte-gración? ¿cuáles son las actitudes que la hacen posible? ¿cuáles son los modos y los medios que progresivamente la convierten en operativa?

No tendremos un iniciado "si en adelante no sabe situarse justamente" en relación con la comunidad, ocupar un lugar, pronunciar su voz, desarrollar sus dones, asumir una misión, tener un reconocimiento, sentirse corresponsable, necesitar la presencia de los otros ofreciendo la suya para los otros y gozar de poderse encontrar con el Señor en la reunión de todos.

Al hablar del encuentro con el Señor nos parece iluminador finalizar este apartado sobre la pedagogía iniciática recordando que esa fue la pedagogía de Jesús cuando, a dos personas que, motivadas por el profeta Juan le buscaban, les dijo: "venid y lo veréis"; fueron y "pasaron un día con él" (Jn 1,37-39). Uno de ellos, a la hora de transmitir el Evangelio de Jesús, lo hizo de la siguiente manera: "lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han tocado nuestras manos acerca de la Palabra de vida...os lo comunicamos para que también vosotros estéis en comunión" (lJn 1,1-3).

La clave de la novedad

Creemos que el estudio etnológico realizado nos sirve para acertar con la pedagogía del nuevo paradigma de iniciación cristiana. Más aún, según nuestro parecer, en el nuevo modelo de iniciación el predominio ha de tenerlo esa pedagogía iniciática que acabamos

11

Page 12: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

de comentar. Lo que es imprescindible es que su aplicación se realice teniendo en cuenta la nueva sociedad y su cultura, la nueva ubicación de la Iglesia en el mundo y su problemática en el ejercicio de transmisión de la fe.

Al hacer la transposición de la riqueza iniciática de aquellas sociedades al proceso actual de iniciación cristiana en nuestra sociedad, descubrimos una novedad que demanda una clave nueva especial que ha de configurar todo el nuevo modelo de transmisión de la fe.

Aquellas sociedades, que hemos llamado tradicionales, eran uniformes en su cos-movisión, tenían como patrimonio común la misma forma de ser y vivir; en ellas la tradición a transmitir era única e indiscutible y dicha transmisión constituía una exigencia necesaria para poder devenir adultos, miembros de pleno derecho de tal sociedad. También, durante muchos siglos, nuestra sociedad occidental ha tenido esa misma unidad uniforme conformada por el cristianismo.

Hoy en día esa situación ha cambiado radical y globalmente. Hemos entrado en una nueva época de nuestra historia en la que la sociedad se caracteriza por tres rasgos - entre otros- que repercuten sustancialmente en nuestro tema.

Es una sociedad secularizada, pluralista y en quiebra cultural que lleva consigo la disociación entre socialización ciudadana, cultural y cristiana y que genera un nuevo tipo especial de persona que es preciso tener en cuenta . En esta sociedad la gran mayoría está bautizada pero, al mismo tiempo, el solo dato de que alguien haya sido bautizado y haya recibido la primera comunión no supone que esté iniciado en la fe cristiana. Existe una crisis generalizada en la transmisión de la cultura y de los valores a las nuevas generaciones.

Ante esta situación, hemos de plantearnos un nuevo modelo de transmisión de la fe. De lo dicho se desprende que la pedagogía más adecuada para este modelo es la ini-ciática. Ahora bien, la clave configuradora de la globalidad del nuevo modelo es otra. Hemos tratado esta cuestión en diversas ocasiones, ahora repetimos lo ya dicho28.

Vamos a formular la clave en terminología de tránsito, porque entraña un giro, que hemos calificado de copernicano, en relación al modelo anterior. El nuevo paradigma pasa de "la reproducción a la recomposición" sustituyendo la transmisión bajo la forma de herencia o mera repetición por la transmisión bajo la forma de propuesta, dirigida a la persona, que reclama de ella no sólo una acogida sino una apropiación personal , mediante una elaboración personalizada sin pérdida de los rasgos característicos de un cristianismo fiel.

Esta es la clave del nuevo paradigma de iniciación; es la clave que ha de determinar el proceso y las etapas, la finalidad y la metodología. Un tránsito de tan grave calado nos exige más estudio y nos pide, en la práctica pastoral, ir sabiamente pasando:

De la mera continuidad cristiana por herencia a la decidida propuesta a la libertad de cada persona.

12

Page 13: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

La iniciación exige que, de forma más puntual o de forma más evolutiva, acontezca la oferta, se realice la propuesta del seguimiento del Señor y su Evangelio; una propuesta dirigida a la libertad de la persona para que desde su interior, en un ámbito social de pluralidad, responda y se defina, se convierta y se comprometa. Así recuperamos el ada-gio según el cual "el cristiano no nace, se hace"29 sin, por ello, olvidar la importancia decisiva de la familia cristiana.

Del patrimonio social de la fe a la libre pertenencia por convicción.

Entre nosotros durante la infancia -y más allá-, cierta fenomenología sociocristiana está generalizada. Ahora bien, la calidad, la consistencia y, sobre todo, el futuro de la comunidad cristiana pende sólo de aquellos que se definan como miembros de la comunidad por convicción. La iniciación tiene que desarrollar el gesto inicial de ofrecer el don del Evangelio de Cristo y acompañar la respuesta hasta que la persona tome la alternativa, haga la opción de ser su discípulo en la comunidad de los hermanos.

De la reproducción mecánicamente repetitiva a la acogida elaborada personalizadamente.

En una sociedad como la que hemos descrito, secularizada y pluralista, en crisis de tradición y en autonomía psicológica desregulada, es preciso superar el planteamiento de transmitir la fe mediante la simple reproducción repetitiva de lo anterior. Cada cual ha de acoger la integralidad de la fe y hacerla "personalizadamente suya" en fidelidad eclesial.

Del predominio iniciático en el campo de la infancia al prototipo de iniciación adulta-juvenil.

El progresivo advenimiento del nuevo modelo reclama ya, sin olvidar el proceso continuo de iniciación, la creación de procesos de verdadera y estricta iniciación ( y no sólo reforzada o renovada) de jóvenes-y-adultos que, bautizados al nacer, no llegaron a elaborar una opción personal por la fe, que están en búsqueda sincera, que quieren dialogar, que, situados lejos de la Iglesia o con cierta cercanía, desean pensar el Evan-gelio de Jesús o sienten cierta empatía con Él . Igualmente cada día aparece con más urgencia la necesidad de que la evangelización juvenil incluya con seriedad la etapa de la iniciación a la fe.

A modo de conclusiones

Hemos podido comprobar que el taller sobre "la catequesis iniciática" despierta especial interés y abre nuevos caminos. La iniciación en el proceso evangelizador es el reto más apasionante que tiene planteada la catequesis y una ilusión pastoral cargada de esperanza para el futuro de la comunidad cristiana. Estamos ante un tema sobre el que

13

Page 14: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

escriben los episcopados, aunque lo hacen desde distintas sensibilidades y con diversidad de propuestas. También ocupa la temática de nuestras charlas, algunos hemos iniciado un esfuerzo de reflexión y todos dialogamos sobre esta interpelación.

La preocupación nos alcanzay la búsqueda nos motiva aunque no siempre la claridad brilla en el lenguaje de nuestro conversar y opinar. Esperamos que este artículo nos enriquezca y ayude para madurar planteamientos y acciones. Motivados por esta finalidad vamos a concluir el comentario con cinco conclusiones, presentes explícita o implícitamente en el texto comentado. Cada una refleja una dimensión de las distintas que contiene "una apología de lo iniciático". Que las conclusiones nos sirvan para decantar las cuestiones tratadas, precisar distintas líneas de orientación e iluminar y motivar nuestro quehacer.

1. Compromiso pastoral por "la iniciación".

Reconocemos como irrenunciable el reto del primer movimiento del proceso evan-gelizador: la presencia, el testimonio y el dialogo misioneros porque, según ya afirmó el Congrego de "Evangelización y hombre de hoy", somos también nosotros tierra de misión. Pero ¿qué es lo que estamos haciendo catequéticamente cuando alguien está interesado, llama, de una u otra manera, a nuestra puerta o pasa por nuestra comunidades si entonces para ellos no tenemos planteada con seriedad la iniciación o cuando está planteada no funciona? Urge una decidida entrega al tiempo y a la tarea de la iniciación cristiana.

2. Necesidad de "un nuevo paradigma" de iniciación

El modelo de iniciación que ha podido servir desde hace siglos ha caducado. La situación que lo facilitaba, las condiciones que lo validaban y los factores que favorecían su eficacia han desaparecido. ¿Cómo pretender que el compromiso con la iniciación funcione si el modelo no sirve? Urge una reflexión profunda para elaborar un paradigma nuevo y adecuado a los distintos destinatarios de hoy que necesitan iniciación.

3. Opción preferencial por "una pedagogía iniciática".

Este nuevo modelo también pide una nueva pedagogía. La renovación pedagógica en la segunda mitad del siglo pasado ha sido muy rica ¿pero no estaremos llamados a dar un nuevo paso en la pedagogía de la iniciación? Es la propuesta del taller 3° del Coloquio de París: optar preferentemente (por tanto sin exclusión de los avances pedagógicos y metodológicos precedentes) por una pedagogía iniciática tal y como estamos intentando describir y que, volviendo sobre lo ya dicho, consiste en dar la mano a un grupo, a alguien para que empiece a vivir una experiencia y se adentre en ella. Urge ensayar ya

14

Page 15: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

esta pedagogía aunque su desarrollo y aplicación sean progresivos.

4. Acentuación de toda catequesis por "la marca de iniciar".

Hablamos de catequesis evangelizadora unas veces entendiéndola como oportunidad de anuncio misionero y otras entendiéndola como catequesis de inspiración catecumenal. La reflexión que estamos desarrollando nos invita a cuidar ambos sentidos y a sellar todo proceso formativo por el planteamiento y la pedagogía iniciáticos. Así lo da a entender el subtítulo del artículo. Urge imprimir este sello iniciático a la pluralidad de nuestros programas catequéticos.

5. Vivencia de la comunidad cristiana como hogar "en estado de iniciación".

Las comunidades cristianas han de ser misioneras en el mundo y han de ser seno gestante de nuevos miembros y matriz nutriente de sus hijos. Reafirmamos que nuestras comunidades son para la misión pero, en este momento, queremos llamar a la comunidad a que sea fecunda y ejercite una maternidad responsable. ¿Cómo hacer que comunidades envejecidas den a luz? La historia de la Salvación está llena de paradigmas. Urge conformar nuestras comunidades cristianas como comunidades en estado de iniciación.

Donaciano Martínez Alvarez

NOTAS

15

Page 16: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

1. LOUIS MARIE CHAUVET y JOEL MOLINARIO, "Por una catequesis iniciática", en Catequética, noviembre-diciembre 2006, n° 6, p. 362.

2. Ibid., p. 362-363

3. Ibid., p. 364

4. Ibid., p. 364

5. Directorio General para la Catequesis, n° 49 y 63-68, CC. Editrice Vaticana, 1997; LXX Asamblea plenaria de la CEE, La iniciación cristiana, nn. 16-20, Edice, Madrid 199.

6. LOUIS MARIE CHAUVET y JOEL MOLINARIO, art. cit., p. 364.

7. Proponerla fe en la sociedad actual, Carta de la Conferencia Episcopal francesa, de 9 de noviembre 1996, en DONACIANO MARTÍNEZ, PELAYO GONZÁLEZ y JOSÉ LUIS SABORIDO (compiladores), Proponer la fe hoy, Ed. Sal Terrae, Santander 2006, p. 57

8. Ibid., p. 362

9. Ibid., p. 362

10. Ibid., p. 362.

11. DONACIANO MARTÍNEZ, "La crisis en la catequesis y el nuevo paradigma", en Catequética, noviembre-diciembre 2003/6; "La transmisión de la fe en la sociedad actual , en Sínite, V. XLV, n° 135, enero-abril 2004, p. 34; "Hacia un nuevo paradigma de iniciación cristiana", en Otero, n° 8, 2006, pp. 32-33.

12. LOUIS MARIE CHAUVETY JOEL MOLINARIO, art.cit., p. 366

13. Ibid., p. 365

14. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA (CEE), LXX Asamblea Plenaria, La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, 22, 112 ss., Madrid, 27-11.98, Edice 199.

15. CONFÉRENCE DES EVÉQUES DE FRANCE, Texte National pour i'orientation de la catéchése en fgrance et principes d'organisation (TNOC), Paris, Bayard y vv., 2006, 3,5.

16. LOUIS MARIE CHAUVET Y JOEL MOLINARIO, art.cit., p. 364

17. LOS OBISPOS DE FRANCIA, Catecismo para adultos, n. 29,

18. Proponer la fe en la sociedad actual, Carta de la Conferencia Episcopal francesa, de 9 de noviembre 1996, en DONACIANO MARTÍNEZ, PELAYO GONZÁLEZ y

16

Page 17: apología de lo iniciático Donaciano Martínez Álvarez

JOSÉ LUIS SABORIDO (compiladores), Proponer la fe hoy,Ed. Sal Terrae, Santander 2006, p. 61 (Ecclesia, nn. 2835-2836, 5 y 12 abril 1997, pp. 32-40.

19. Ibid., Segunda parte, 1.

20. Directorio General para la Catequesis, n. 67, CC.; Editrice Vaticana, 1997

21. Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL FRANCESA, Proponer la fe en la sociedad actual, 1, 1.1. y 1.4.

22. CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA (22.06.2004), La catequesis en un tiempo de cambio (3.1), en Proponer la fe hoy, Ed. Sal Terrae, Santander 2006, p. 91.

23. Cf. DONACANO MARTÍNEZ, "Hacia un nuevo paradigma de iniciación cristiana", en Otero, n° 8,. 2006, p. 38-39.

24. Cf. LOUIS MARIE CHAUVET Y JOEL MOLINARIO, art.cit., p. 367-370

25. Cf. DONACIANO MARTÍNEZ, "Hacia un nuevo paradigma de iniciación cristiana", en Otero, n° 8,. 2006, p.39, n.4.

26. Catequética, desde septiembre-octubre 2006 a lo largo de 2007.

27. Cf. DONACIANO MARTÍNEZ, "Hacia un nuevo paradigma de iniciación cristiana", en Otero, n° 8,. 2006, p.40, n.5

28. Ibid., p. 32 y ss.

29. TERTULIANO, Apologeticum, 18.

17