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1 Revista ÁPICES DIGITAL REDACCIÓN Magdalena Cámpora Susana Fernández Sachaos Diego Ribeira Luis Ángel Della Giovanna Luis Biondini Raúl Lavalle Editor responsable: Raúl Lavalle Dirección de correspondencia: Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentina tel. 4811-6998 [email protected] nº 6 - 2010 Nota: La Redacción no necesariamente comparte las opiniones vertidas en esta publicación.

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Revista ÁPICES DIGITAL

REDACCIÓN

Magdalena Cámpora Susana Fernández Sachaos

Diego Ribeira Luis Ángel Della Giovanna

Luis Biondini Raúl Lavalle

Editor responsable: Raúl Lavalle Dirección de correspondencia:

Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentina tel. 4811-6998

[email protected]

nº 6 - 2010

Nota: La Redacción no necesariamente comparte las opiniones vertidas en esta publicación.

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ÍNDICE

Fernando Sorrentino. Groussac y Güiraldes: Una anécdota embellecida por la imaginación de Borges p. 3 Carlos María Romero Sosa. Soneto ilusionado p. 5 Carlos María Romero Sosa. Recordando a Sarah Bianchi p. 6 Anahí Celeste Cao. La muerte me persigue p. 7 Julia Garzón Funes. Oda a mi ropero p. 8 Carlos Pasero. El “Auto brasileño de Navidad” del poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade p. 9 Carlos María Romero Sosa. A propósito de un libro de Carmen Verlichak p. 17 Luciano Maia. Poema em regresso p. 20 Notas y reseñas p. 21 Minucias varias p. 23

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GROUSSAC Y GÜIRALDES: UNA ANÉCDOTA EMBELLECIDA POR LA IMAGINACIÓN DE BORGES

FERNANDO SORRENTINO

La que fuera, allá por la década de 1960, la excelente Editorial Universitaria de Buenos Aires, más conocida por el acrónimo de EUDEBA, publicó, entre otras muchas de singular valor, la simpática e ilustrativa colección Genio y Figura.

Una considerable cantidad de esos libros fueron leídos por mí en

aquella época de mi juventud, pero las circunstancias de la vida (es decir, el mero azar) provocaron que muchos otros fueran omitidos para siempre y que a otros llegara con un atraso cercano a los nueve lustros.

Tal el caso de Genio y figura de Ricardo Güiraldes, muy agradable obra de Ivonne Bordelois, publicada en 1967, y cuya lectura realicé en algunos pocos días de marzo de 2010. En la página 147 leemos:

Al domingo siguiente [19 de septiembre de 1926], en el

mismo suplemento de La Nación, habla sobre Don Segundo el otro magister de las letras argentinas,1 que acogió los primeros versos de Lugones en las páginas de La Biblioteca.2 En una entrevista que Paul Groussac concede a Ernesto Mario Barreda, éste le pregunta su opinión sobre las letras argentinas. “No se puede negar —le dice— que se trabaja mucho por la cantidad de libros que se publican.”

“—Es cierto —contesta Groussac—. Yo los recibo en abundancia. Allí tengo, precisamente, el de Güiraldes. Un libro que trata del gaucho […] pero un libro completamente silvestre, algo —busca la palabra— cimarrón. Sin embargo, al autor se le escapan algunas frases de pueblero. Diría, sin intenciones de crítica, que se le ha olvidado el smoking encima del chiripá. Tiene cosas buenas […]”.

1 Se refiere, claro está, a Paul Groussac. El primer magister era, precisamente, Leopoldo Lugones, que había publicado, sobre Don Segundo Sombra, una muy elogiosa reseña en el suplemento literario de La Nación del domingo anterior, es decir del 12 de septiembre de 1926. 2 La Biblioteca, revista oficial de la Biblioteca Nacional argentina. Groussac dirigió esta institución desde 1885 hasta su muerte, en 1929. Dentro de ese ámbito fundó y dirigió dos revistas: La Biblioteca (1896-1898) y Anales de la Biblioteca (1900-1915).

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Sin duda, la lengua acerada de Groussac logra un hallazgo al contrastar el smoking del hombre de clase alta con el chiripá del paisano argentino y al dar a entender que la identificación del literato Güiraldes con el gaucho era falsa o, al menos, ortopédica.

Lo cierto es que yo conocía otra versión de ese mismo episodio,

relatada por Jorge Luis Borges:

Puedo contarle una anécdota de Groussac. Fueron a hacerle una entrevista. […]. Le hablaron de Don Segundo Sombra. Dijo: “Un libro cimarrón escrito por un hombre de sociedad, pero tiene que estirar” —reeditando alguna broma contra Hernández, sin duda, o contra Estanislao del Campo—, “tiene que estirar el poncho para que no le vean la levita”. Y digo reeditando una broma porque la levita ya no se usaba en 1926.1 Naturalmente, la versión auténtica es la primera. Es muy

probable que Borges haya leído la entrevista de La Nación del año 1926. Luego, gradualmente, su memoria (inventiva, como la de todos los mortales) haya ido, con el correr de casi cuatro décadas, modificando detalles (poncho que debe estirarse sobre la levita, y no smoking olvidado sobre el chiripá) y, en suma, mejorando la anécdota, haciéndola más graciosa y más gráfica (recursos, eso sí, que no son patrimonio de todos los mortales).

El hecho es que, si yo —hacia 1970— hubiera conocido el libro

de Ivonne Bordelois, habría señalado tales diferencias en una nota de pie de página. Como esas circunstancias no se dieron, cumplo ahora —tras siete lustros de demora— con señalarlas en el trabajo que concluye aquí.

FERNANDO SORRENTINO

1 En mi libro Siete conversaciones con Jorge Luis Borges (1.ª edición: 1974: pág. 29; ediciones posteriores —1996, 2002, 2007—: pág. 48).

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SONETO ILUSIONADO

Olvido: de la ausencia el doble fondo, al capricho de un pase sorpresivo. Truco de ilusionismo es estar vivo. (Por la Gracia de Dios no me desfondo.) Cerrado el puño aprieto lo más hondo y ruedo por el tiempo vengativo. Desde un plano inclinado le respondo al dolor que repite su motivo. Mas no todo se implica con la ausencia. Ni ingresa al doble fondo del olvido. Ni palomas encierra en la galera. No hay magia y sí milagro en la experiencia del corazón, al dar algún latido en tono del Amor, la Fe, la Espera… CARLOS MARÍA ROMERO SOSA1 1 Agradecemos al autor el permiso para reproducir el soneto. Pertenece a su último libro, el poemario Fanales opacados (Buenos Aires, Proa Amerian, 2010, p. 13). Mi humilde lectura ve aquí un esperanzado encomio del impulso vital, que descubre más cosas buenas que cosas malas, en el diario peregrinaje. Pero en el caminar nos socorren los sabios engaños (el arte es el truco supremo). [R.L.]

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UN HOMENAJE A SARAH BIANCHI 1

¡Pobre Lucecita! El enanito travieso nacido allá por 1944 que, cuentan, temía convertirse en un objeto más del Museo del Títere, instalado en Piedras 905, en San Telmo; y ello porque su razón de ser fue actuar cobrando vida a partir de las manos mágicas de Sarah Bianchi. Sí. ¡Pobre Lucecita y sus demás congéneres, que perdieron voz, expresión y mensaje de tierna humanidad, cuando el 6 de mayo murió su creadora y co-creadora junto con Mane Bernardo, fallecida en octubre de 1991!

Conocí algunos de esos títeres y marionetas, personajes que no

me atrevería a llamar de ficción, cuando Sarah y Mane vivían en la esquina de Agüero y Gutiérrez, a la vuelta de mi casa. Más de una vez las vi llegar cargadas con ellos de las funciones teatrales en las que interactuaban con esos seres de pasta y tela a los que cedían el protagonismo y dedicaban los aplausos del público. Porque el segundo plano de un titiritero es la condición misma de su arte.

Sarah Bianchi (1922-2010), profesora de letras y Ciudadana

Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, una justa reparación oficial a quien la dictadura cesanteó en sus cátedras por “subversiva”, publicó en 1998 el libro Sin pies pero con cabeza, cuentos breves en los que también reivindica el estrellato para sus muñecos.

CARLOS MARÍA ROMERO SOSA

1 Se publicó en Tiempo argentino el 13 jul. 2010. Por pedido del autor, volvemos a publicarlo aquí. Añadimos una foto de Sarah Bianchi, que tomamos de La Nación (http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1282266). [Nota de la Redacción]

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LA MUERTE ME PERSIGUE

La muerte me persigue, anda de ronda y no se aleja Un destino inquieto, más que el rosal de Alfonsina, más que la muerte de Campana, arde desnutrido y con mal parto llega, determinado como el ángel. Pero manda la sangre y no respeta la sangre, no es Pascua, no es Pascua, ni nada. ANAHÍ CELESTE CAO1 1 La autora es argentina actual. Alfonsina Storni con “La inquietud del rosal” y el poeta italiano Dino Campana han dejado huella en sus versos. Este poema figurado (con el mapa de Argentina) recuerda el lote común de todos los mortales. Quizás la poesía pueda nutrirnos, para recibirla como a un ángel bondadoso. [R.L.]

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ODA A MI ROPERO A mis primas Ropero: gran ropero que de noche velabas mi sueño a puertas cerradas. Ropero grande: que guardabas cálida y profunda la ropa blanca y la de cada uno. Ropero oscuro y cavernoso: que fuiste mi escondite, rodilla en la nariz y espalda acolchada. Gran ropero mío de la casa de nosotros todos. Ya no hay nadie. Busco las cosas que guardaste y se fueron todas. Te quedaste solo en la casa vacía. Adiós, madera amada, Que te sirva mi abrazo porque yo también me voy desamparada. JULIA GARZÓN FUNES1

1 Agradecezco a la autora el permiso de publicar este poema. Lo tomo de Claroscuro (Buenos Aires, Proa Amerian, 2010, pp. 62-63). Mucho disfruté de su lectura, pero me permito señalar nada más la evocación de la niñez perdida, el sentido de protección y el espíritu de guardar los tesoros del alma. [R.L.]

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EL “AUTO BRASILEÑO DE NAVIDAD” DEL POETA BRASILEÑO CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE

CARLOS ALBERTO PASERO

Una breve obra teatral del poeta Carlos Drummond de Andrade (Minas Gerais, 1902-Río de Janeiro, 1987) aparece en medio de un corpus sugestivo: un volumen misceláneo, predominantemente compuesto de crónicas, tal vez una crónica, de alguna manera, ella misma también. El libro es De notícias & não notícias faz-se a crônica: histórias, diálogos, divagações (Rio de Janeiro: José Olympio, 1974). El texto que presentamos a continuación en versión castellana, rememora dos vertientes, estética e históricamente convergentes: la tradición medieval del auto ibérico (Gil Vicente y continuadores) y los hallazgos de aquel teatro experimental que rompió definitivamente con el realismo: Brecht, Ionesco, Genet.

En el marco de literatura del Brasil, la obrita de Carlos

Drummond de Andrade recuerda, inevitablemente, dos piezas teatrales clave para el desarrollo del teatro en ese país: el poema dramático de João Cabral de Melo Neto, mezcla de moralidad y auto navideño, que revitalizó el antes mencionado auto ibérico: Morte e vida severina (“Muerte y vida severina”)1, y el ineludible Auto da Compadecida (“Auto de la Compadecida”)2 del también pernambucano Ariano Suassuna, ambos trabajos de mediados de los años cincuenta.

En esta pieza teatral “incógnita” de Carlos Drummond de Andrade, se dan cita el metateatro, la reflexión en clave existencial y un análisis crítico del valor del mensaje religioso en la sociedad contemporánea, desprovista de sacralidad. El contexto, como consecuencia, modifica al género. La vigencia del relato y la fuerza de la fe no se cuestionan, pero aparecen inevitablemente interiorizados. Lo que se anula es la posibilidad de la fiesta en la Tierra, la alegría de la buena nueva que el auto de Navidad tradicionalmente celebraba a los ojos de los espectadores.

El aludido carácter brasileño de la obra no sólo puede apreciarse

en sus manifestaciones exteriores pintorescas y de resonancias

1 Traducido en nuestro país al español por Santiago Kovadloff: João Cabral de Melo Neto, Muerte y vida severina. Auto de Navidad pernambucano. Auto del fraile. Poema para voces, Buenos Aires, Legasa, 1988. 2 Versión cinematográfica de Guel Arraes, estrenada en 1999.

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folclóricas: el indio, la bahiana, las pastorcitas; también habría que rescatarlo en esa crítica social y política implícita a la que remite la ubicación de la acción a la vera de una ruta remota (logro pregonado del desarrollismo oficial). Y en la escenificación de un lenguaje que representa aquella expansiva discursividad capitalista y tecnocrática, en el contexto de las transformaciones impuestas por el autoritarismo militar de entonces.

CARLOS ALBERTO PASERO

Carlos Drummond de Andrade

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AUTO BRASILEÑO DE NAVIDAD Al costado de la Ruta Cuiabá-Rio Branco. El camión para; el director desciende e instala el altoparlante. DIRECTOR — Aquí, en este lugar, se realizará el espectáculo. Podría ser en cualquier otro. ¿Los actores todavía no llegaron? (Consulta el reloj.) ¡Pero!, siempre retrasados. No hay problema. Esta es una pieza que se representa por sí misma. No necesita de texto, de productor, de artistas ni de director. Yo mismo, que modestia aparte soy director diplomado, sindicalizado, premiado, etc., estoy aquí de entrometido: me encanta ver las cosas mientras suceden. CORO FEMENINO (lejos) —

Es tarde, mis zapallitos, es tarde, Rita y Ramón. Si no se van a la cama, apago la televisión.

DIRECTOR — ¿Oyeron? Es siempre así: quieren impedir que los niños asistan a los mejores programas. Como si fuera posible un espectáculo sin niños. Los niños son el propio espectáculo. Pero no hay problema. Los chicos crecen por dentro, a escondidas de los adultos. Los chicos se enteran de todo, ellos participan, ellos... CORO MASCULINO (metálico, menos distante) — Índice BV promedio, 45,2 puntos, batiendo nuevo récord. Acciones de la Paraíso Terrestre S.A. se fueron a las nubes, cotizadas a 287 pesos. Cinco apostadores del Pronóstico Deportivo que marcaron el empate de 0 a 0 entre el Santa Teresita de Manaus y el Iñansá de Jequié se llevaron dos mil millones -dije dos mil millones- cada uno. A la hora de lucrar, lucre: coloque bien su 12% del 157, yendo al...

(El coro enmudece, a un gesto de impaciencia del director, que se dirige al camión y saca de ahí una calavera de vaca y una máscara de burro, para colocarlas en el medio de la ruta.)

DIRECTOR — Estas sí que son las mejores figuras del elenco, no dicen ni a y cumplen religiosamente su obligación. Vinieron para ser testigos oculares silenciosos. (Vuelve al camión y retira de ahí un farol, que cuelga alto, en el aire, entre la calavera y la máscara. El farol se enciende, con brillo intenso.)

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Digan lo que digan, no hay fiesta más simple, más linda que esta. La luz del cielo entona una serenata que llega a lo más profundo de la floresta.

(Música de fondo. Surge a la izquierda el indio Kadiueu, asustado, trayendo plumero y cencerro.)

INDIO — Go-noeno-hodi se está ligando una paliza enlazado en el pantano. Go-noeno-hodi, nuestro creador, compañero nuestro. Y no reacciona. Él es débil, él es pobre como nosotros. A nosotros nos parece que no merecemos tener un creador más forzudo que él.

(Se inclina, mueve el plumero, sacude el cencerro delante del farol, en señal de reverencia, y sale por la derecha, conservando expresión de recelo, mientras aparece del mismo lado la Bahiana, pura ondulación.)

BAHIANA —Yo vine a bailar en las siete líneas de los siete planetas, con mi collar de siete vueltas, de cuentas de siete colores, de violeta y de amarillo, de azul y de rosa, de verde y de rojo y de naranja, yo vine a bailar. ¡Saravá, hijo mío!

(Samba delante del foco de luz y sale por la izquierda, sambando siempre. Aparecen en el centro y avanzan acompasadamente el Fabricante de Ropa Super, el Fabricante de Calzado Maximus y el Productor de Leche en Polvo Marvellous, trayendo ofrendas.)

1er. FABRICANTE — Él no puede, él no puede quedar vestido de nube.

2º FABRICANTE — En absoluto puede quedar calzado de espinos.

PRODUCTOR — De ninguna manera puede quedar alimentado de fiebre.

1er. FABRICANTE — La ropa que yo voy a darle es toda de la plata más fina de Santo Domingo del Plata.

2º FABRICANTE — Los zapatos que yo traje para él son de oro puro de la Mina del Paso.

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PRODUCTOR — La leche que yo fabriqué personalmente para él es muy especial, sacada de la Vaquita Encantada.

1er. FABRICANTE — Primero él tiene que vestirse.

2º FABRICANTE — No señor. Primero tiene que calzarse.

PRODUCTOR — Negativo. Antes que nada, tiene que beber. (Se agarran.)

DIRECTOR — ¿Qué es eso? ¡Calma en el Brasil y en la América Latina! Calma en el globo terrestre y en el espacio sideral ya ocupado. El resto del cosmos debe estar tranquilo, a lo que presumo. ¿No se puede festejar sin pelear? ¿Amar sin guerrear?

(Se oye al coro que se acerca, alegre.)

¿Pero qué barullo agradable es ese? ¿Qué alegría es esa, que parece brotar del suelo? Ah, ya veo, son las Pastorcitas que vienen a dar sus cumplidos.

(Se apartan los contendientes, todavía agitando los brazos, mientras irrumpen por todos lados las Pastorcitas, formando tres grupos.)

1er. GRUPO —

El día quedó más claro, la noche más transparente. El caracol en la playa se volvió joya de repente.

LOS TRES GRUPOS — Se volvió joya de repente.

2º GRUPO —

Baila, baila, baila, baila, oh morena, que el arroyo lavó, que el arroyo llevó tu pena.

LOS TRES GRUPOS —

que el arroyo llevó tu pena

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3er. GRUPO —

¡Oh canta, mi zorzal! ¡Oh canta, mi jazminero! ¡Oh canta, mi vestido nuevo! ¡Oh canta, mi vida

nueva! ¡Es hora de cantar, es hora, es hora, es hora! ¡Oh canta, mi pueblo!

LOS TRES GRUPOS —

¡Vine de Santa Catalina, de Río Grande del Norte, vine de Goiás, vine de Minas, de Sergipe, de Alagoas, de San Pablo y Pernambuco, de Roraima roraimundo, de más allá del fin del mundo, a pie, a caballo, en avión y en tren, a dedo y con pasaje, vine nadando, vine remando, vine volando, vine cantando, voy cantando el amor, la paz!

(Bailan alrededor de la luz y se retiran con el mismo entusiasmo. Aparece el Ángel Triste, de una sola ala.)

DIRECTOR — ¿Cuál es tu papel, mismo? Yo esperaba un ángel todo jubiloso, con una trompeta radiante.

ÁNGEL — Él no pudo venir, está ocupado con un festival allá arriba. Entonces me mandó en su lugar, sin darme instrucciones.

DIRECTOR — Deberías haber llegado antes que todos, para anunciar. Ahora no es más necesario. Pero te puedes quedar por ahí algunos instantes.

ÁNGEL — Debía anunciar... ¿todo?

DIRECTOR — Todo no. Claro que no se debe anunciar todo, para que haya esperanza. Sólo el comienzo, la alegría del comienzo, y el deseo de que el comienzo dure indefinidamente.

ÁNGEL — Cosas muy desagradables sucederán con él.

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DIRECTOR — Ya sé.

ÁNGEL — Nadie puede evitarlas, parece.

DIRECTOR — Hay cosas que no pueden ser evitadas.

ÁNGEL — Si fuese posible, bien que me gustaría contarles a todos. Por lo menos, quedarían alertados, sufrirían menos después.

DIRECTOR — La cuestión es que, sin después, nada sería necesario que sucediera.

ÁNGEL — Si yo me quedase más tiempo aquí abajo... y a la hora señalada lo sustituyera, muriera por él...

DIRECTOR — Eso no figura en el texto, querido mío. Pero, con el debido respeto, ¡qué pretensión la tuya! Vamos, ni pienses en algo como eso.

ÁNGEL — Entonces me vuelvo allá de donde vine. Fallé en el cumplimiento de mi misión. Ni siquiera vi eso que la vaca y el burro vieron: la luz encendiéndose.

DIRECTOR — (golpeándole el hombro) Los ángeles fallan, como los hombres, querido.

(Desaparece el Ángel. Uno por la derecha, otro por la izquierda, entran los Hermeneutas, portando libros, diarios, carteles, debajo del brazo.)

1er. HERMENEUTA — La lección de los textos es clarísima. Él viene para instaurar la paz entre los hombres.

2º HERMENEUTA — Entre los hombres, no. Solo entre los hombres de buena voluntad. Es clarísima la lección de los textos.

1er. HERMENEUTA — Pero, los otros se rendirán a la mansedumbre de su palabra.

2º HERMENEUTA — ¿Mansedumbre? Él empuñará el látigo, expulsará a los mercaderes, derrumbará las mesas.

1er. HERMENEUTA — Viene a predicar el amor.

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2º HERMENEUTA — Viene a proclamar la justicia.

1er. HERMENEUTA — La justicia con misericordia.

2º HERMENEUTA — La justicia, por el combate.

1er. HERMENEUTA — Su reino (atención a este punto) no es de este mundo.

2º HERMENEUTA — Esto es muy importante: su reino comienza en este mundo.

1er. HERMENEUTA — ¿En qué quedamos?

2º HERMENEUTA — Quedamos en la misma. En divergencia.

(Se muestran mutuamente sus libros, diarios y carteles, y amenazan con pelear, pero el Director los aparta hacia afuera, con delicadeza.)

DIRECTOR — Discuten hace muchos años, sin llegar a un acuerdo. El espectáculo no terminaría, si siguiesen hablando. Y quieren ir más allá de la obra. ¡La obra es tan simple! Seguro ya notaron que falta algo... No, no falta. Busquen bien y habrán de encontrarlo. En el texto no está escrito, pero tal vez esté en ustedes mismos. Por otra parte, todo pasa más dentro de nosotros que en esta ruta. Hay una gran soledad, que se puebla siempre que sepamos llenarla, y, como la ruta, se llena sin que sea preciso llamar a nadie, tocar ninguna campana... ¿Para qué fue que traje este altoparlante, si no lo precisaba?

(Vuelven todos, lentamente, en silencio, y se ponen alrededor del farol, como en el pesebre. Música de fondo.)

FIN

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A PROPÓSITO DE UN LIBRO DE CARMEN VERLICHAK

CARLOS MARÍA ROMERO SOSA

Los libros de bolsillo tienen el encanto de la miniatura y suelen despertar, en forma semejante a lo que ocurre con la medicina homeopática, una ilusión de cura al abrevar en ellos, para el caso de mejoría de las tensiones y pesares cotidianos.

Es que, frente a la invitación de su brevedad, de entrada nomás se asume que puede ser leído el volumen de un tirón, sin tener que suturar con los hilos de la memoria las interrupciones, inevitables cuando los capítulos se extienden en demasía. La profesora en letras Carmen Verlichak es una creadora que no le esquiva a escribir y publicar obras de cierta extensión, si los temas y sus desarrollos así lo exigen. Y para muestra la novela María Josefa Ezcurra, el amor prohibido de Belgrano (1998, 2000 y 2007), y asimismo sus Crónicas de campo y pueblo (2008) o sus completos estudios Los croatas en la argentina (2006) y Croacia, cuadernos de un país (2009).

Sin embargo, ahora entrega Edipo y sus hermanos; Conversaciones (in)verosímiles,1 una obra de interrogación y de ficción resuelta en algo menos de una treintena de páginas en castellano, porque otro tanto cuenta la incorporada versión en lengua croata; circunstancia esa del bilingüismo que da otro toque de originalidad al libro. Carmen Verlichak resume pero no simplifica. Intuye que hay misterios que inmovilizan y otros que incitan a ser develados: por ejemplo la hondura de ciertas almas a las que se acerca con actitud empática. Con apelación al recurso de jugar con el anacronismo, reúne en otro “Banquete” intelectual, con el Mar Adriático de fondo en una tenida donde también se habla de Amor –aunque no participen Erixímaco, Agatón, Fedro, Sócrates, Alcibíades o Aristófanes– a varios nombres de resonancia universal.

Igual que Apolodoro en el diálogo platónico, Carmen no ocupa la mesa pero en tanto narradora omnisciente conoce bien los detalles de la reunión. En ella Sigmund Freud, nostálgico de la Viena imperial de

1 Buenos Aires, Krivodolpress, 2009.

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Francisco José y Sisí, atiende las inquietudes del mítico Edipo, el hijo del rey tebano Layo, obsesionado por la sinrazón de sus amores equivocados y trágicos y su destino de ser un eterno errante, no sólo por los bosques de Tracia sino también en la terminología del psicoanálisis. Luego se presentan, frente al autor de La interpretación de los sueños y a cara descubierta, tanto la fantasía y la locura por momentos feliz de Don Quijote, cuanto la pesadilla del crimen y de la dolorosa expiación de Raskolnikov. Cambian pareceres, en un desdoblamiento de la personalidad se diría de cuño borgeano, Kafka y su personaje Gregorio Samsa.

En otro sector de la reunión, en Comala, Juan Rulfo filosofa sobre la soledad, el fuego aniquilador y “el rencor vivo” en que se trasmutó Pedro Páramo, con Karamazov que sólo ve caer la nieve lentamente sobre su propia angustia. Y es entonces como si dos desiertos se extendieran ante las miradas de ambos: el de las tierras calientes y bárbaras de México y el de la Rusia feudal de Dostoievski. Y hablan –o callan mucho, dibujando espectrales silencios– el homérico Héctor y el “pálido Hamlet”, según lo llamó Rubén Darío. Otro tanto sucede con Ovidio y Dante, al identificar en la rueda de los siglos el paralelismo de sus tristes destinos de exiliados. Y sin olvidar el parlamento de El Principito por boca de Saint-Exupéry, o al revés; en el ángulo grave que forma la sombra cuando alguien está de pie aguardando un encuentro imposible, debaten sobre sus fatalidades dos símbolos del confinamiento y la espera: el teniente Drogo de “El desierto de los tártaros” –la lenta ficción de Dino Buzzati– y Hans Kastorp, el héroe o mejor dicho antihéroe burgués de la Montaña Mágica, esa “novela del tiempo” como la definiera el propio Thomas Mann. Lúcidamente, Carmen Verlichak encuadra y subraya momentos y situaciones determinantes de sus protagonistas –una suerte de sus “momentos estelares” a lo Zweig– y lo hace con concisión e intensidad casi epigramática. De allí que los diálogos presentados resulten disparadores de ideas y sentimientos; a la vez admirativos y compasivos para con cada uno de los fantasmas invocados. “Y luego todos callaron porque el crepúsculo era dulce y conmovedor”, concluye. No es un logro menor que exhalen las páginas del libro piedad y compasión hacia las sombras allí convocadas para testimoniar sobre los inframundos donde se hallan sumergidas; en situaciones imaginadas con sentido espiritual más cercano al visionario Swedemborg que al juzgador Dante.

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Piedad y compasión, algo que generalmente la literatura actual no busca despertar en los lectores.

CARLOS MARÍA ROMERO SOSA

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POEMA EM REGRESSO Do poema em regresso fez-se o instante mais desejado pelos meus sentidos e os matizes mais vivos da memória abriram sugestões inacabadas. Trouxe o poema encontros remarcados pelas bocas-da-noite de outras datas e um antigo perfume... E que frescor tomou os ares pródigos da tarde que acolheu o poema e dele fez mais tantos outros! E se multiplicam as viagens por sobre o território do país do desejo, onde a lembrança a vastidão da inspiração alcança.

Mil novecentos e cinquenta e nove: este ano me convida a regressar às pretéritas horas, aos passados momentos que a memória glorifica e fica a glória – ou resta a ilusão de um ter vivido e ainda um que viver. Chegam, como num sonho, acontecidas palavras proferidas em proveito de um tempo sublimado: e escutá-las é fazer caminhar o pensamento tangido pelo sopro das vogais e consoantes de um fala ancestra. Sou menino. A lua me comove e uma canção inédita se escuta às horas madrugadas desse então penetrado de luz e de paixão.

LUCIANO MAIA1

1 En otras ocasiones he hablado de este poeta brasileño que me honra con su amistad. Le agradecemos nos haya permitido anticipar su próximo libro. “Poema em regresso” es para mí una perfectísima síntesis de lo que siento por la poesía: un camino hacia delante y hacia atrás, porque no podemos prescindir de nuestras lecturas, de nuestros viajes, de nuestras amistades, de nuestras ilusiones; tampoco de nuestras ‘cosas angostas’, como decía Horacio. Creo que está bien no poner una traducción española, porque no es malo que Latinoamérica cultive sus añejas lenguas. [R.L.]

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NOTAS Y RESEÑAS Roberto Alifano. Tirando manteca al techo (Vida y andanzas de Macoco de Álzaga Unzué). Buenos Aires, Proa Amerian, 2010, 276 pp.

El presente libro ha sido muy comentado, incluso por la radio. Por ello me abstendré de hacer una reseña convencional e intentaré simplemente sintetizar las impresiones que me produjo. Lo primero que me dio su lectura fue un mejor conocimiento –reconozco que no era muy fuerte– sobre Macoco de Álzaga Unzué, el célebre playboy argentino. Ahora bien, Alifano prefirió dar los datos no en forma de ensayo histórico sino de diálogo. Es cierto que él mismo mantuvo en casa de Macoco varias conversaciones con él; pero me gustó especialmente que se usara la conversación literaria, jugosa recreación del protagonista. El propio Alifano no se resigna a ser simple entrevistador, sino que se hace deuteragonista en el contrapunto e intercala también deliciosas vivencias y comentarios personales. Otro aspecto que me agradó es que devuelve a la vida a personajes notables de entonces, tanto argentinos como del mundo. Largo sería nombrarlos; digamos solo que desfilan aquí artistas, hombres de letras, políticos, deportistas, bellezas del cine y del espectáculo,

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cabezas del crimen organizado, actores y millonarios. Y todos ellos tuvieron relaciones cercanas –a veces muy íntimas– con Macoco. El uso del género anécdota, tan común en la historiografía antigua, surge de modo natural. También me pareció bien –esto lo hablé con el propio autor– que Alifano no haya tratado mal a su héroe antihéroe. Ya dijimos que construyó diversos diálogos literarios que no necesitaron de la ficción, pues esta biografía supera largamente la historia del común de los mortales. Pero muy pocos reproches se hacen a tan alocada existencia y a tamañas irresponsabilidades. Quizás sea cierto que Don Martín Máximo Pablo de Álzaga Unzué fue en realidad un niño perpetuo, que jugó con muchas barajas y supo disfrutar a su modo.

Pido entonces la venia por una última impresión. Macoco siembra en mí cierto escrúpulo de conciencia: quizás yo debería, en parte al menos, haberlo imitado; quizás mi vida de casi sexagenario tuvo mucho de trabajo y poco de locos placeres. No interesa esto al lector pero me permito recomendarle esta lectura, que es crónica y también novela de un hombre y una época que nunca volverán.

R.L.

José Gobello. Mensajes de texto. Buenos Aires, Marcelo Héctor Oliveri Editor, 2010, 10 pp.

No tiene este librito el aspecto habitual, pues son cincuenta (número mitológico) breves pensamientos de Gobello, impresos en tres hojas dobladas en forma de cuadernillo. Para cumplir con la bella formalidad de libro, están envueltos en una suerte de tríptico de cartulina blanca. Allí figuran los datos de autor, título y referencias citados. Tal cubierta está embellecida por un dibujo de Gobello hecho por Roberto Selles, de la Academia Porteña del Lunfardo, igual que el escritor y el editor. Ruego disculpas por mi muy mala descripción. No citaré muchos de tales pensamientos sino solo tres, botón de muestra: El nº 10: “Procuro prevenir la enfermedad de la opinosis que contagian tenazmente los medios de comunicación”; sin duda sabio, pues la “opinosis” va en contra de la máxima latina non multa sed multum, ‘no muchas cosas sino mucho.’ El nº 27: “Conozco gente que tiene pavor de deber favores”; sin duda aplicable a mí y prometo enmendarme. El nº 31: “Ejemplos de machismo sintáctico: ese área, ese acta, esa agua”; sintáctico o morfológico, siempre es bueno aspirar al orden formal, aunque la barbarie imperante no lo vea así. En suma, cálidas felicitaciones a los tres académicos: uno puso el pensamiento; otro, el arte del dibujo; el editor, un bello marco que realza el cuadro.

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MINUCIAS VARIAS Muestra pictórica de Daniel Sedita

El retorno

El 26 de agosto de 2010 Daniel Sedita presentó “Reflejos y colores de la naturaleza.” Este pintor impresionista exhibía en la ocasión varios óleos de paisaje principalmente serrano, aunque había también representaciones de otros sitios y hasta una bella marina con tres barcas. Es difícil para mí elegir alguno pero, quizás por propia nostalgia, menciono Tarde de contraste, donde se ve el suave galope de un jinete en el campo, con un bello fondo de sierras. Por último, unas palabras sobre el lugar de la muestra. Fue en la Sala Recoleta de Rajadell Art Gallery. Recordemos que tanto esta como la Sala San Telmo están dirigidas por Roberto Rajadell. Aconsejo la visita de ambas, pues será posible ver también algún cuadro de Jorge Rajadell, hermano de Roberto y uno de los más destacados animalistas hiperrealistas, autor de Cebras en el Kilimanjaro, para mencionar su pieza quizá más conocida.

R.L. Recuerdo de un gran matemático y humanista (Nicolae Popescu)

Días pasados falleció Nicolae Popescu, insigne matemático rumano (1937-2010). No es este el lugar para exponer su vastísimo curriculum vitae. Baste con decir que era doctor y docente de matemáticas en la Universidad de Bucarest, académico, creador de una fuerte escuela matemática de algebra y teoría de números; que fue profesor visitante de varias importantes universidades del mundo; que fue autor de seis libros y de más de cien artículos. Pero, desde mi humilde lugar, me permito nada más destacar su bonhomía y gran calidad humana. Casado con Elena Liliana Popescu (también doctora en

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matemáticas y eminente profesora), con quien tuvo tres hijos, hizo de su vida un servicio y un permanente conocimiento.

Nicolae Popescu Todavía recuerdo ese febrero de 2007. En compañía de los esposos Popescu conocí sitios de Bucarest, la París del Este, y también viajamos al Mar Negro, donde ya se sabe que estuvo desterrado el poeta Ovidio, y a otros lugares de la maravillosa Rumania. En esos recorridos solía escuchar con atención (me hablaba en un elegante francés) sus enseñanzas sobre la historia, geografía y costumbres de su patria. No era solo un matemático de prestigio mundial (¡no es poca cosa!). Se elevaba, con su afabilidad y sabiduría profunda, a las cumbres del más puro humanismo. En la Edad Media española Don Jorge Manrique, hablando de su padre difunto, escribió: Así, con tal entender, todos sentidos humanos conservados, cercado de su mujer y de sus hijos y hermanos y criados, dio el alma a quien se la dio (en cual la dio en el cielo en su gloria), que aunque la vida perdió dejónos harto consuelo su memoria. Pues bien, por este famoso poema sé que el dolor actual dará poco a poco paso a una alegría profunda. Agradezco entonces a Dios la suerte de haber conocido a Nicolae, quien ahora percibe sin velos la música de las esferas celestes y sus números perfectos.

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Patoruzú, Asterix y exceso de argentinidad

Días pasados vi en el canal oficial de televisión (mi afición por el fútbol me lleva a eso) un micro sobre el humor en Argentina a lo largo de su historia. Se decía allí que Patoruzú había inspirado a Asterix. Más aún, el locutor afirmaba que los franceses “se lo afanaron”, en buen lunfa. Sobre si hubo o no tal influencia, expondrán los expertos en historieta (La Nación ha publicado varios artículos: el 7 de agosto de 2010 Armando Capalbo escribió “Asterix todavía da pelea a los 50”). Pero me parece desproporcionado hablar de “robo”. Supongamos que Goscinny se inspiró en Dante Quinterno, para crear un héroe indestructible. Pues bien, esto es solo una parte pequeñísima. Poco puede aprenderse de la cultura tehuelche con Patoruzú (con Isidoro aprendemos sobre todo viveza criolla). En cambio Asterix hasta es usado en las clases, para aprender cosas sobre celtas, sobre romanos y sobre todo el mundo antiguo (¡incluso fue traducido al latín!). Creo que el caso que nos ocupa es uno más de un excesivo empeño en complacernos, sin perjuicio de la genialidad de nuestro querido indio.

R.L. Política, deportes y sustantivos nuevos

Nuestra lengua tiene muchos sustantivos terminados en –e. Varios trae el diccionario de la Academia. Tales, arrime, enjuague, ataque, empuje, agarre, enganche (este último no aparece en la acepción del juego de Riquelme), achique (no en el sentido de táctica futbolística que practicaba cierto entrenador pelilargo y fumador). Pero últimamente entre nosotros aparecieron algunos no académicos. Por ejemplo escrache y apriete, que están en el Diccionario del habla de los argentinos de la Academia Argentina de Letras. Pero me han sorprendido dos nuevos, que no están en ninguna corporación idiomática. Uno es el acampe, como el que realizan a veces ciertos grupos piqueteros en el Obelisco; otro es el arrugue, como el “arrugue de barrera” que decía el popular relator José María Muñoz. Sin duda, como dice el lema de la Academia Porteña del Lunfardo, “el pueblo agranda el idioma.”

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