“hermanos todos”evangelizacionvalencia.org/wp-content/uploads/2020/...“hermanos todos” ......

10
ITINERARIO DIOCESANO DE FORMACIÓN DE LAICOS “Hermanos todos” CATEQUESIS tercera. UN CORAZÓN ABIERTO UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO: “SI NO TENGO AMOR, NADA SOY” AL MUNDO: “SI NO TENGO AMOR, NADA SOY” 3 ARZOBISPADO DE VALENCIA Vicaría para el Laicado y Acción Caritativa y Social Delegación Diocesana de Apostolado Seglar ARZOBISPADO DE VALENCIA Vicaría de Evangelización

Upload: others

Post on 07-Feb-2021

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • ITINERARIO DIOCESANO DE FORMACIÓN DE LAICOS

    “Hermanos todos”

    CATEQUESIS tercera. UN CORAZÓN ABIERTO UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO: “SI NO TENGO AMOR, NADA SOY” AL MUNDO: “SI NO TENGO AMOR, NADA SOY” 3

    ARZOBISPADO DE VALENCIAVicaría para el Laicado y Acción Caritativa y Social

    Delegación Diocesana de Apostolado Seglar

    ARZOBISPADO DE VALENCIAVicaría de Evangelización

  • catequesis tercera. UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO: “SI NO TENGO AMOR, NADA SOY”2 “Hermanos todos”

    Un corazón abierto al mundo: “Si no tengo amor, nada soy”

    I. Ambientación

    El sueño y el compromiso de construir un mundo en que la fraternidad universal y la amistad so-cial constituyan su eje es la propuesta que el Papa subraya en esta Encíclica. Una tarea imposible si no es desde una nueva visión de la vida que tiene como eje el amor:

    Hechos para el amor, hay en cada uno de nosotros «una ley de éxtasis: salir de sí mismo para hallar en otro un crecimiento de su ser». Por ello «en cualquier caso el hombre tiene que llevar a cabo esta empresa: salir de sí mismo» (FT, 88). El amor implica entonces algo más que una serie de acciones benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Solo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posible la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos. (FT, 94)

    Siguiendo esta dinámica, afrontamos los grandes temas concretos que se hacen carne en la vida de las personas y de los pueblos: el fenómeno migratorio y el valor de cada cultura en un contexto global que a veces puede ahogar la originalidad de cada pueblo. Los cristianos apelamos a una visión del amor que nos permite ponernos en camino para realizar grandes sueños marcados por grandes desafíos. El hecho de la diversidad de dones y la llamada a la unidad, san Pablo nos iluminará al respecto con su propuesta sobre el alcance y significado del amor.

    catequesis tercera

  • catequesis tercera. UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO: “SI NO TENGO AMOR, NADA SOY”3 “Hermanos todos”

    2. Escuchar la Palabra de Dios

    Animador

    La oración, decía santa Teresa, es tratar de amistad con quien sabemos que nos ama. En tu presencia, Señor, comenzamos este tiempo de oración. Deseamos poder escucharte, hablarte con toda franqueza, y tratar de amistad contigo. Abre nuestro corazón, Señor, para conocer las maravillas de tu Palabra. Abre nuestro corazón y haz que arda, como cuando explicaste las Escrituras a los dos discípulos que iban de camino a Emaús. Acércate a nosotros en nuestro camino y explícanos las Escrituras.

    Lectura de la Carta del Apóstol san Pablo a los Corintios (1 Cor 13, 1-13)

    Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde. Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada. Si repartiera todos mis bienes entre los necesita-dos; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría. El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca. Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará. Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios. En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor.

    Palabra de Dios.

    Comentario

    San Pablo dedica dos largos pasajes de su carta a hablar de los carismas o dones extraordinarios del Espíritu Santo. El tema es central para evitar en los miembros de la comunidad cristiana complacen-cias y divisiones. En el capítulo 12, señala el origen, la diversidad y la función de los carismas en la Iglesia de Dios. En la comunidad de Corinto hay muchos dones, pero tal diversidad no solo no daña, sino que manifiesta y posibilita la unidad de todos los cristianos en Jesús, el Cristo. Tras insistir en el resto de los carismas, nos habla del más excelente de todos ellos: el don del amor.

    Concluye su descripción de los carismas con una propuesta novedosa: “¡aspirad a los carismas supe-riores! Pero voy a mostraros un camino más excelente” (1Cor 12, 31). Es el camino del amor fraterno, cuyo desarrollo será objeto de este capítulo 13.

  • catequesis tercera. UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO: “SI NO TENGO AMOR, NADA SOY”4 “Hermanos todos”

    Hay dos temas que aparecen con insistencia en las cartas de san Pablo: la oración y el amor. Una oración sencilla y confiada a Dios Padre. Un amor humilde y sin aspavientos a cuantos nos rodean. Un amor para todos los días y para las veinticuatro horas del día. Este es el camino que enseñó Jesús con sus palabras y con su ejemplo. Lo extraordinario del cristianismo es que todos nosotros estamos llamados al amor. Los distintos dones tienen su importancia pero lo único esencial es el amor.

    En este capítulo 13, estamos llamados a salir “del pantano del sentimentalismo” en el que tantas veces se ha hecho del amor que describe san Pablo quede reducido a buenos sentimientos, expresados especialmente con motivo de la celebración del matrimonio u otros encuentros entre personas que se quieren. San Pablo cuando habla del amor no lo identifica con un estado de emoción sino como una actitud que trata de promover activamente el bien de la persona a la que se ama. El amor no significa experimentar buenos sentimientos sino buscar el modo de hacer el bien a la persona. En la tradición de la Iglesia muchos han identificado el amor que describe san Pablo en esta Carta con Jesús mismo, Él es el que lo encarnó y vivió tal como aquí se describe. El amor es la condición sin la cual ningún don tiene valor para nosotros; es decir, señala que sin amor los gestos más deslumbrantes y maravillosos se reducen a nada.

    En lugar de definir el amor desde la razón expone ejemplos concretos cotidianos, formas de actuar, cosas sencillas. Frente a la manera de ver las relaciones humanas que tiene la sociedad, Pablo descri-be el ideal cristiano de la caridad. La caridad es un amor que se manifiesta en pequeños detalles, en gestos muy concretos. Un amor que se pone en actitud de servicio, es decir, que invita a los demás a pedir favores. Se puede contar con él. Un amor desinteresado y gratuito que renuncia a sus propios derechos, a tomarse la justicia por su mano, y se dirige precisamente a aquellos que no le devolverán nada: los pobres y los enemigos. Un amor que evita las palabras y los gestos ofensivos. Un amor que busca la verdad y la acepta, incluso si la encuentra en los propios enemigos. Un camino que es nece-sario aprender cada día para lo que necesitamos un ambiente en el que sea posible crecer y ejercer este estilo de vida. La vida comunitaria tiene aquí su singularidad: la vida parroquial, la familia, los grupos de amistad…

    Al final del “himno a la caridad” recuerda que el amor “disculpa, se fía, espera y aguanta sin límites”. Esto significativa progresión: es mucho disculpar siempre, no tener en cuenta cuando nos sentimos tan inclinados a ver mala intención en los demás. (Piensa mal y acertarás, suelen decir algunos). Supone todavía más creer en los otros, es decir, fiarse de ellos, darles la confianza de antemano sin sospe-char malas intenciones. Puede suceder que nos tengamos que rendir a la evidencia del mal. Entonces —recuerda san Pablo— el amor espera sin límites: es decir, tiene la seguridad de que lo que hoy no es posible mañana puede ser una realidad. Cuando la esperanza del cambio se ve defraudada una y otra vez, el amor cristiano no se hunde, no se desanima: aguanta sin límites. Imita la paciencia misma de Dios, porque sabe que el amor nunca falla y que llegará un día en que brille con todo su esplendor lo que ahora permanece todavía oculto en el corazón. Si no tenemos amor, no somos nada.

    El himno concluye vislumbrando la meta de este camino: el amor resplandece por encima de las di-mensiones cristianas de la fe y de la esperanza. Recuerda que mientras vivimos nuestro conocimiento es parcial. La humildad y el sentido del humor son dos elementos fundamentales para no caer en la tentación del perfeccionismo y a confiar siempre en Aquel, quien dará plenitud a nuestro esfuerzo en el camino del amor: Dios, nuestro Padre, que juzgará los secretos de nuestro corazón y los transfor-mará con su amor.

  • catequesis tercera. UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO: “SI NO TENGO AMOR, NADA SOY”5 “Hermanos todos”

    3. Reflexionamos juntos

    La lectura de la Carta a los Corintios sobre la caridad ilumina nuestro camino, pues es la clave para afrontar la realización de la fraternidad universal. Reconocamos que esta es una afirmación que no debemos dejar en el mundo de las ideas sino que debe hacerse realidad en el espesor de la vida cotidiana:

    La afirmación de que todos los seres humanos somos hermanos y hermanas, si no es solo una abstracción, sino que toma carne y se vuelve concreta, nos plantea una serie de retos que nos descolocan, nos obligan a asumir nuevas perspectivas y a desarrollar nuevas reacciones. (FT 128)

    Hay dos grandes temas que el Papa afronta en la Encíclica: el fenómeno migratorio, la supera-ción de las fronteras, del encerramiento en nuestro propio mundo, del olvido del diferente. Una realidad que nos afecta diariamente. El otro tema de gran alcance es el hecho de que vivimos en una “aldea global” y al mismo tiempo cada uno tiene su propia cultura, su propia realidad: la tensión entre lo global y lo local. Este capítulo cuarto de Fratelli tutti invita a tener un corazón abierto al mundo.

    Una de las acciones sobre cómo plasmar el amor es tener la actitud de hacernos y ser prójimo del otro, lo cual supone reconocer al otro y superar la visión del otro como asociado a nosotros. Pero,

    ¿Cómo puede conmover a quienes tienden a organizarse de tal manera que se impida toda pre-sencia extraña que pueda perturbar esa identidad y esa organización autoprotectora y autorre-ferencial? En ese esquema queda excluida la posibilidad de volverse prójimo, y solo es posible ser prójimo de quien permita asegurar los beneficios personales. Así la palabra “prójimo” pierde todo significado, y únicamente cobra sentido la palabra “socio”, el asociado por determinados intereses. (FT, 102)

    Recordemos que

    El individualismo no nos hace más libres, más iguales, más hermanos. La mera suma de los in-tereses individuales no es capaz de generar un mundo mejor para toda la humanidad. (FT, 105)

    Por todo ello, con un corazón abierto a la realidad de la vida de las personas y de sus circuns-tancias puede ser valioso y enriquecernos para construir una nueva humanidad.

    Hay un reconocimiento básico, esencial para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal: percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia. (FT, 106)

    Es la puesta en práctica, las consecuencias de poner el amor como fundamento de nuestro vivir, que nos lleva a preguntarnos: ¿por qué hago esto? ¿Lo hago realmente por amor y en el amor? A veces constatamos que buscando la perfección nos convertimos en fanáticos de una causa pero con olvido del amor.

    Somos invitamos a afrontar el fenómeno de las migraciones:

    La llegada de personas diferentes, que proceden de un contexto vital y cultural distinto, se con-vierte en un don, porque «las historias de los migrantes también son historias de encuentro entre personas y entre culturas: para las comunidades y las sociedades a las que llegan son una opor-tunidad de enriquecimiento y de desarrollo humano integral de todos». (FT 133)

  • catequesis tercera. UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO: “SI NO TENGO AMOR, NADA SOY”6 “Hermanos todos”

    Por otra parte, cuando se acoge de corazón a la persona diferente, se le permite seguir siendo ella misma, al tiempo que se le da la posibilidad de un nuevo desarrollo. Las culturas diversas, que han gestado su riqueza a lo largo de siglos, deben ser preservadas para no empobrecer este mundo. Esto sin dejar de estimularlas para que pueda brotar algo nuevo de sí mismas en el encuentro con otras realidades. No se puede ignorar el riesgo de terminar víctimas de una esclerosis cultural. Para ello «tenemos necesidad de comunicarnos, de descubrir las riquezas de cada uno, de valorar lo que nos une y ver las diferencias como oportunidades de crecimiento en el respeto de todos. Se necesita un diálogo paciente y confiado, para que las personas, las familias y las comunidades puedan transmitir los valores de su propia cultura y acoger lo que hay de bueno en la experiencia de los demás». (FT 134)

    Las personas migrantes provienen de pueblos y culturas diferentes. Precisamente la interrelación y comunicación con ellos puede ayudar a comprender mejor su situación y ofrecerles aquel diá-logo y amistad que hace posible un encuentro en el que se logra una forma de mestizaje que beneficia a todos. Abrir nuestro corazón a la realidad cultural de los pueblos desde la valoración y realidad concreta del nuestro:

    Un país que progresa desde su original sustrato cultural es un tesoro para toda la humanidad. Necesitamos desarrollar esta consciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie. (FT, 137)

    En este camino para acoger, proteger, promover e integrar a las personas migrantes, el amor que manifiesta su gratuidad en la relación es la actitud cristiana. No limitemos nuestro planteamiento a la utilidad de su llegada. No podemos considerar a los otros como un recurso del que aprovecharse.

    Existe la gratuidad. Es la capacidad de hacer algunas cosas porque sí, porque son buenas en sí mismas, sin esperar ningún resultado exitoso, sin esperar inmediatamente algo a cambio. Esto permite acoger al extranjero, aunque de momento no traiga un beneficio tangible. Pero hay países que pretenden recibir solo a los científicos o a los inversores. (FT, 139)

    Junto al fenómeno migratorio, el Papa reflexiona sobre la realidad global de nuestro mundo y, al mismo tiempo, el reconocimiento de las culturas y formas de vida locales, concretas. Al respecto de esta interacción hay que aceptar la tensión entre el “todo” y la “parte”:

    La solución no es una apertura que renuncia al propio tesoro. Así como no hay diálogo con el otro sin identidad personal, del mismo modo no hay apertura entre pueblos sino desde el amor a la tierra, al pueblo, a los propios rasgos culturales. No me encuentro con el otro si no poseo un sustrato donde estoy firme y arraigado, porque desde allí puedo acoger el don del otro y ofrecerle algo verdadero. Solo es posible acoger al diferente y percibir su aporte original si estoy afianzado en mi pueblo con su cultura. Cada uno ama y cuida con especial responsabilidad su tierra y se preocupa por su país, así como cada uno debe amar y cuidar su casa para que no se venga abajo, porque no lo harán los vecinos. También el bien del universo requiere que cada uno proteja y ame su propia tierra. De lo contrario, las consecuencias del desastre de un país terminarán afectando a todo el planeta. Esto se fundamenta en el sentido positivo que tiene el derecho de propiedad: cuido y cultivo algo que poseo, de manera que pueda ser un aporte al bien de todos. (FT, 143)

    Puede que resulte una propuesta irrealista. ¿Qué hubiera sido de nuestra historia sin la búsqueda de grandes metas e ideales? Ampliar nuestra mirada es una actitud clave:

  • catequesis tercera. UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO: “SI NO TENGO AMOR, NADA SOY”7 “Hermanos todos”

    Reconozcamos que una persona, mientras menos amplitud tenga en su mente y en su corazón, menos podrá interpretar la realidad cercana donde está inmersa. Sin la relación y el contraste con quien es diferente, es difícil percibirse clara y completamente a sí mismo y a la propia tierra, ya que las demás culturas no son enemigos de los que hay que preservarse, sino que son reflejos distintos de la riqueza inagotable de la vida humana. Mirándose a sí mismo con el punto de refe-rencia del otro, de lo diverso, cada uno puede reconocer mejor las peculiaridades de su persona y de su cultura: sus riquezas, sus posibilidades y sus límites. La experiencia que se realiza en un lugar debe ser desarrollada “en contraste” y “en sintonía” con las experiencias de otros que viven en contextos culturales diferentes. (FT 147)

    En conclusión, se trata de afrontar de una forma positiva, en el sentido más pleno, esta nueva realidad que estamos viviendo, en la que cada uno es y desarrolla su ser desde un contexto cultu-ral determinado, pero al mismo tiempo se dispone a la globalidad del conjunto. Una visión muy acorde y en línea en lo que vive la Iglesia en la que se integran multitud de culturas en una misma confesión de fe. Abrirnos a la realidad global no debe atentar necesariamente a la identidad propia de cada pueblo ni de cada individuo.

    En realidad, una sana apertura nunca atenta contra la identidad. Porque al enriquecerse con elementos de otros lugares, una cultura viva no realiza una copia o una mera repetición, sino que integra las novedades “a su modo”. Esto provoca el nacimiento de una nueva síntesis que finalmente beneficia a todos, ya que la cultura donde se originan estos aportes termina siendo re-troalimentada. Por ello exhorté a los pueblos originarios a cuidar sus propias raíces y sus culturas ancestrales, pero quise aclarar que no era «mi intención proponer un indigenismo completamente cerrado, ahistórico, estático, que se niegue a toda forma de mestizaje», ya que «la propia identi-dad cultural se arraiga y se enriquece en el diálogo con los diferentes y la auténtica preservación no es un aislamiento empobrecedor». El mundo crece y se llena de nueva belleza gracias a suce-sivas síntesis que se producen entre culturas abiertas, fuera de toda imposición cultural. (FT 148)

    4. Orar juntos

    Jesús no pidió solo “hacer el bien al prójimo” sino amarle.

    Es difícil poner en práctica estas lecciones, por eso pedimos al Señor: “dilata nuestro corazón para que quepan todos; grábalos en ese corazón para que queden inscritos en él para siempre”1.

    Abre, Señor, nuestro corazón para ser perseverantes en la oración.Abre, Señor, nuestro corazón, para bendecir y no maldecir, para cuidar a quien nos resulta pesado. Abre, Señor, nuestro corazón para llorar con quien lloray alegrarnos con quien está alegre.Abre, Señor, nuestro corazón, para acoger a los diferentes.Abre, Señor, nuestro corazón para anunciar al mundo que no hay en medio de esta tierra solo tristeza y corrupción, no solo hay escándalos, sino que hay dones gratuitos, personas generosas, que se entregan sin recibir nada a cambio.

    1 Madeleine Debrêl. La alegría de creer, Sal Terrae, Santander 2003, 206.

  • catequesis tercera. UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO: “SI NO TENGO AMOR, NADA SOY”8 “Hermanos todos”

    Ábrenos Jesús tu corazón y haz que te conozcamos a Ti y llevemos a nuestros ambientes el amor que tú nos enseñas.

    Recitamos juntos la oración con la que el Papa concluye la Encíclica:

    Señor y Padre de la humanidad,que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad,infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal.Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz.Impúlsanos a crear sociedades más sanasy un mundo más digno,sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras.

    Que nuestro corazón se abraa todos los pueblos y naciones de la tierra,para reconocer el bien y la bellezaque sembraste en cada uno,para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes,de esperanzas compartidas.

    Amén.

    5. Actuar

    Los otros son constitutivamente necesarios para la construcción de una vida plena. La conciencia del límite o de la parcialidad, lejos de ser una amenaza, se vuelve la clave desde la que soñar y elaborar un proyecto común. Porque «el hombre es el ser fronterizo que no tiene ninguna frontera». (FT, 150)

    Desde este criterio para la acción, proponemos algunas líneas:

    1. Cómo vivimos la realidad plural de nuestra sociedad en los distintos ambiente de vida en los que participamos:

    a. En el ámbito familiarb. En la comunidad parroquialc. En los grupos sociales (asociaciones, grupos de amistad…)d. Como ciudadanos

    ¿En qué medida pongo el amor como clave de mis decisiones y comportamientos?¿Acepto y valoro la diferencia del otro, su originalidad?A veces, como las redes sociales, buscamos comunicarnos con los que compartimos visiones parecidas. Vamos así creando un círculo cerrado.

    2. La comunidad parroquial y la Iglesia diocesana: ¿cómo vivimos la diversidades de dones y carismas en nuestra Iglesia diocesana? ¿Cómo vivimos la diversidad de movimientos en nuestra parroquia y cómo fomentamos la unidad?

  • catequesis tercera. UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO: “SI NO TENGO AMOR, NADA SOY”9 “Hermanos todos”

    “Siendo muchos, somos uno” afirma san Pablo. Cuando los cristianos vivimos abiertos a la gran Iglesia y convivimos realmente con nuestros hermanos dentro de ella, con verdadera comunicación y caridad fraterna, a pesar de las diferencias que se den entre nosotros, unos a otros nos purificamos y enriquecemos en un esfuerzo constante por conseguir y conservar la verdadera unidad. Pero cuando nos alejamos unos de otros por evitar dificultades y disminui-mos la comunión real con la Iglesia concreta, nos endurecemos en nuestras propias ideas y terminamos quedándonos solos con nuestra pobreza (cf. 1Cor 12, 22-26).

    3. Conocer los programas que desarrolla Cáritas en relación con el mundo de la inmigración y de las personas necesitadas de encuentro y relación con otras personas. Se trata de concretar el programa que propone el papa Francisco respecto del fenómeno de la migración: acoger, proteger, promover e integrar.

    Nuestros esfuerzos ante las personas migrantes que llegan pueden resumirse en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Porque «no se trata de dejar caer desde arriba progra-mas de asistencia social sino de recorrer juntos un camino a través de estas cuatro acciones, para construir ciudades y países que, al tiempo que conservan sus respectivas identidades cul-turales y religiosas, estén abiertos a las diferencias y sepan cómo valorarlas en nombre de la fraternidad humana». (FT 129)

    4. Como ciudadano, cómo promover experiencias de intercambio que permitan ampliar la red de relaciones.

    En algunos barrios populares, todavía se vive el espíritu del “vecindario”, donde cada uno siente espontáneamente el deber de acompañar y ayudar al vecino. En estos lugares que conservan esos valores comunitarios, se viven las relaciones de cercanía con notas de gratuidad, solida-ridad y reciprocidad, a partir del sentido de un “nosotros” barrial. Ojalá pudiera vivirse esto también entre países cercanos, que sean capaces de construir una vecindad cordial entre sus pueblos. Pero las visiones individualistas se traducen en las relaciones entre países. El riesgo de vivir cuidándonos unos de otros, viendo a los demás como competidores o enemigos peligrosos, se traslada a la relación con los pueblos de la región. Quizás fuimos educados en ese miedo y en esa desconfianza. (FT 152)

  • El modelo no es la esfera, que no es superior a las partes, donde cada punto es equidistante del centro y no hay diferencias entre unos y otros. El modelo es el poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad. Tanto la acción pastoral como la acción política procuran recoger en ese poliedro lo mejor de cada uno. Allí entran los pobres con su cultura, sus proyectos y sus propias potencialidades. Aun las personas que puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que no debe perderse. Es la conjunción de los pueblos que, en el orden universal, con-servan su propia peculiaridad; es la totalidad de las personas en una sociedad que busca un bien común que verdaderamente incorpora a todos. (EG, 236)

    ARZOBISPADO DE VALENCIAVicaría para el Laicado y Acción Caritativa y Social

    Delegación Diocesana de Apostolado Seglar

    ARZOBISPADO DE VALENCIAVicaría de Evangelización