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Revista del Centro PEN Guatemala Año 9, No. 21 / Abril 2018 CÓDICE

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  • Revista del Centro PEN Guatemala

    Año 9, No. 21 / Abril 2018

    CÓDICE

  • El pasado 6 de diciembre de 2017, cinco miembrosde la Junta Directiva de nuestro Centro PEN sereunieron en el Hotel Pan American del CentroHistórico con una pequeña delegación del PENInternacional y PEN Canadá, instancias queimplementaron el “Taller para periodistascomunitarias”, dirigido principalmente acomunicadoras del área rural, por ser este un grupovulnerable debido al ejercicio de su laborperiodística. Este encuentro se realizó en elFundación Guatemalteca de Escuelas Radiofónicas,FGER del 5 al 10 de ese mes, en el marco delProyecto de Defensores de Derechos Humanos.En esa ocasión y a propósito de la visita, se concretóun acercamiento con Emma Wadsworth-Jones,Encargada de Programas Asia y Américas del PENInternacional; Alicia Quiñones, asistente ejecutivade la Encargada de Programas y Brendan De Caires,Director Ejecutivo del PEN Canadá. El encuentrodio como resultado el estrechamiento de lazos entrelos Centros, a la vez que permitió afianzar lazos deamistad y apoyo en nuestra lucha por la defensa dela libertad de expresión en todas sus formas. Losvisitantes patentizaron su apoyo al PEN Guatemalay dejaron un grato mensaje de solidaridad y empatíacon nuestro quehacer.

    Noticias delCentro PEN Guatemala

    El Centro PEN Guatemala lamenta profundamentela muerte de la escritora Margarita Carrera y sesuma a las voces que celebran el legado literario yperiodístico que nos dejó a los guatemaltecos. Nosregocijamos de que nuestro país haya tenido a unaescritora de su talla. A la vez, enviamos a su fami-lia, especialmente a sus hijos, nuestras muestrasde condolencia. Que descanse en paz MargaritaCarrera.

    Saludos, hermanos.

    Según nota de elPeriódico, Francisco Morales Santos,reconocido escritor y editor guatemalteco, PremioNacional de Literatura 1998 enfrenta una delicadasituación de salud por la que se encuentra hospitalizado ypróximamente deberá ser intervenido quirúrgicamente.Ante esta situación, artistas, amigos y familiares solicitanapoyo para cubrir los gastos del tratamiento médico.Los donativos pueden hacerse en Banrural, en la cuentamonetaria 3005-0498-38 a nombre de FranciscoMorales Santos.Morales Santos, poeta y narrador es fundador del grupoliterario Nuevo Signo, que nació en los sesentas. Sutrabajo como director y editor al frente de la EditorialCultura, del Ministerio de Cultura y Deportes ha sidodestacado.

    Fotografía, Carlos René García Escobar

  • CÓDICE / 3

    JUNTA DIRECTIVA 2017-2019Gustavo Bracamonte Cerón

    PresidenteKarla Olascoaga

    VicepresidentaJuan Antonio Canel Cabrera

    SecretarioVíctor Muñoz

    TesoreroCarlos René García Escobar

    Vocal IEduardo Blandón

    Vocal IIMaría Fernanda Sandoval

    Vocal IIICONSEJO EDITORIAL

    Juan Antonio Canel Cabrera, directorKarla OlascoagaEduardo Blandón

    AUTORES DE ESTE NÚMEROBiyú Suárez Céspedes, Sylvestre

    Clancier, Luis Esteban Quel García,Françoise Coulmin,Rómulo Mar,Vicente Antonio Vásquez Bonilla,

    Antonio Morales Nadler, Joëlle Mesnil,Claudine Helft, Daniel Alarcón Osorio,

    Maggy DeCoster, Gabrielle Althen,Catherine Jarrett, Miguel Ángel

    Chinchilla, Juan Antonio Canel Cabrera.

    Revista Códice es un producto editorialdel Centro PEN Guatemala

    Directorio

    PENeditores

    Presentación

    Las opiniones vertidas incumben a los autores y al Consejo Editorial de la RevistaCódice. Apoyamos la reproducción del material publicado en la Revista Códice,siempre y cuando se cite la fuente: Revista Códice del Centro PEN Guatemala.

    er la revista Códice, desde este número 21, provoca una serie de emocio-nes. Este año se cumplirán siete de recorrido desde que apareció el No. 1,correspondiente a los meses de julio y agosto de 2011. En ese andar, a larevista no solo la han acompañado artículos, narrativa, poesía, crónicas,

    pequeños ensayos, noticias, protestas, etc. sino, sobre todo, un espíritu colectivo sinel cual no habría sido posible llegar hasta aquí.

    Para algunos escritores, Códice ha sido una especie de refugio en ámbitos depublicación a veces cerrados o de difícil acceso. Para otros, ha constituido la alegría decompartir con los lectores sus propias creaciones. Para nosotros, ha significado lasatisfacción de haber servido como vehículo sencillo para llevar la palabra de losescritores hacia sus lectores.

    Aún con las dificultades propias de un tipo de revista como la nuestra, nopagamos las colaboraciones, por ejemplo, ni contamos con fondos para la presenta-ción de un diseño profesional, Códice ha salido adelante gracias al apoyo decididotanto por el aporte de los asociados al PEN en sus inicios, como por el financiamientorecibido por el Ministerio de Cultura y Deportes durante dos años. En esta ocasión, elpresente número será financiado con recursos del Centro PEN Guatemala.

    Códice nos ha dado muchas alegrías, satisfacciones y, sobre todo, aprendizaje.Poco a poco se abre la brecha; ahora la revista llega a muchos lugares, gracias a quetambién se distribuye en formato digital. Y ese esfuerzo ha tenido su recompensa en larecepción cada vez más amplia que trasciende nuestras propias fronteras.

    Aspiramos a la excelencia, pero sabemos que eso no se consigue rápido; es unejercicio de tenacidad; se trata de una criatura que queremos y a la cual debemos dotarlade muchos cuidados en sus aspectos externos e internos. Ese es nuestro principaldeseo y trabajamos en ello.

    Códice, a lo largo de estos casi siete años de vida ha tenido tres ConsejosEditoriales; cada uno de ellos, en buena medida, le ha dado su impronta. El primeroestuvo formado por Hugo Gordillo, como coordinador; Eduardo Blandón, DennisEscobar y Guillermo Paz Cárcamo. Con ese Consejo se realizaron los primeros cuatronúmeros. Luego, a partir del número 5, de abril-junio de 2012 hasta el No. 20, dediciembre de 2017, un nuevo Consejo, integrado por Dennis Escobar, como director,acompañado por Karla Olascoaga y Eduardo Blandón, a quienes al final se les unióJuan Antonio Canel Cabrera condujeron a Códice en su segunda etapa. Este número 21inaugura una nueva fase que, en buena medida, recoge las experiencias y frutos cose-chados a lo largo de este andar editorial. Está formado por Juan Antonio Canel Cabrera,como director; Karla Olascoaga y Eduardo Blandón.

    Con este número hemos querido abrir un poco más la revista, en el sentido deconvocar a un sector más amplio de escritores. Para ello, gracias al apoyo del PENInternacional, hemos recibido colaboraciones de escritores de países como Bolivia yFrancia. Tenemos, además, la esperanza de que en el futuro el número de páginascrezca y nuestra convocatoria llegue a los lugares más apartados del mundo. Con esailusión, pues, les presentamos este número 21 de la revista Códice del Centro PenGuatemala. Y dada la época veraniega en la cual aparece, mostramos en portada unasflores tan propias de nuestro suelo guatemalteco: Petrea volubilis, más conocida comoNazareno.

    Revista Códice No. 21, abril de 2018

    Diseño, diagramación e impresiónEditora Arizandieta

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  • 4 / CÓDICE

    espués de la gran inundación, todo se había perdido. No había maíz, tampoco tierra para cultivarlo. Sumidos en una grantristeza el grupo que se había salvado, flotaba sobre unos troncos que habían arreglado a manera de balsa.

    Eran nueve: el jefe de la tribu y su mujer, el hermano mayor y el hermano menor de ésta y cinco de sus sobrinos máspróximos. La única mujer derramaba amargas lágrimas por haber perdido a sus hijos, especialmente sollozaba por Irupé, la niñaadorada que le había llegado después de doce varones. El jefe no lloraba, tampoco consolaba a su mujer. No era de hombres hacersemejante cosa.

    Irupé

    Ilustración de Juan Antonio Canel Cabrera.

    DBiyú Suárez Céspedes1

    ¡Busquen unos palos! Vamos a remar. No le te-mían al agua, el río siempre había sido su amigo y lesregalaba pescados para saciar el hambre. A la orden deljefe, los hombres trataron de agarrar alguna rama para talefecto. Era imposible. La fuerza del agua hacía peligrar laimprovisada balsa, por lo que decidieron esperar un poco.Nunca la habían visto en semejante cantidad, el río sehabía convertido en un mar que los arrastraba sin rumbo.

    Transcurrió el primer día en silencio. Este era rotopor el ruido de los estómagos vacíos y el crujir de losdientes de los navegantes. La oscuridad cegó a los bal-seros, quienes se habían puesto muy juntos para prote-gerse del viento que los hacía virar y dar tumbos. Nadiehablaba. La mujer ya no lloraba. Tenía una mueca deimpotencia en los gruesos labios.

    Al amanecer del quinto día, ya desfallecientes,sólo atinaban a mojarse la cara los unos a los otros.«Irupé, Irupé». Reclamaba la madre.

    Las aguas habían bajado, pero todavía no se veíala tierra. Los hombres encontraron unos palos y ya po-dían remar con más facilidad y controlar la balsa.

    «Irupé…Irupé…» seguía implorando la mujer. Alséptimo día, exhaustos, debilitados por el hambre, sinfuerzas para remar, el grupo se dejó llevar por la corrien-te. «I- ru- pé, I- ru- pé, I- ru- pé, I- ru- pé, I- ru- pé, I- ru-pé» … Un rayo blanco, otro amarillo y otro dorado ilumi-naron la balsa, extendiéndose por doquier. Kuarahy, eldios sol, ya no estaba enojado.

    «I -r- u - p-e» musitó la mujer dolorida, exigiendoencontrar a su hija. Millones de burbujas rodeaban labalsa, saltaban y estallaban cambiando de colores. Lue-

    go desaparecieron.Unas hojas inmensas con un reborde

    brillante surgieron del agua. Una red de nerva-duras las surcaba a medida que las flores de

    pétalos blancos se abrían lentamente. Todos es-cucharon la voz diáfana de Irupé emergiendo del

    centro de una de las albas flores.Acudía por fin al llamado.

    1 Biyú Suárez Céspedes. Escritora boliviana.

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    Pocas palabras y sentido.¿Sería posible, un día,

    que una voz se elevara palpitante y sonoraque alabe la belleza de este mundo

    la inocencia del niño y el trigo del veranoel flujo y el reflujo del océano

    el sol que nace, súbito, sobre el pradodisipando el rocío y el miedo de la noche

    que el canto del poeta reavive la esperanzay que anime la llama de un mundo más humano?

    La mujer sería la amada y el hombre su aliadoreinaría la infancia al cumplirse sus sueños

    ¿Qué has intentado hacer para que así suceda?

    Poemas

    Fotografía de Marian C. Wasko

    Luz en el árbol,luz bajo la corteza y en la savia,en el grano y en el brote,luz exaltada en el cielo,bebo de ti como de mi lengua materna,te venero como un fanal,luz de los ojos,luz de la mirada y del don,luz en el camino.He cantado en tu idioma.He descubierto en ti el primer alfabeto.

    2 Traducción de Dionysia García.3 Sylvestre Clancier, poeta, ensayista y crítico literario francés.

    Sylvestre Clancier3

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  • 6 / CÓDICE

    esconcertado, Pedro observó cómo unamujer hermosa se acercaba resueltamentehacia él, le daba un beso en la meji-lla y un abrazo caluroso. Segu-

    ramente ella observó el asombro en sumirada y le preguntó:

    —¿Pedro? ¿No me recuerdas?Pedro estaba perdido. A la ma-

    yor velocidad que su mente podía in-tentó reconocer ese rostro. Tardó unossegundos. Por fin su nombre se mate-rializó desde el fondo de su corazón.

    —¡Mónica! Qué bueno verte. Teves… muy bien —estaba feliz de verla.

    —Gracias —dijo ella y sonrió—.¿Cómo estás?

    Pedro recordó algunos momentosjunto a Mónica. Su semblante y su espíri-tu cambiaron. Iba a contestarle que se sentía muy bien enesos momentos, cuando vio acercarse a un hombre junto ados niños empujando un carrito de supermercado.

    —Aquí estás —le dijo el hombre a Mónica. Ella vol-teó y le tomó la mano.

    —Encontré a un amigo que no había visto desdehace mucho tiempo —dijo, mirando a Pedro—. Te presen-to a mi esposo Mario Santos —continuó— y a mis dosniños: Josesito y Martita. Mario, él es un gran amigo, Pe-dro Ramírez.

    Los dos hombres se saludaron con un apretón demanos.

    —Vamos a buscar otras cosas— le dijo Mario a suesposa.

    —Gusto en conocerte, Pedro.—Ahorita los alcanzo —contestó ella—, solo me des-

    pido. Y entonces Pedro ¿cómo estás?Pedro suspiró.—Bonita familia —dijo al fin siguiéndolos con la mi-

    rada.Ese pudo haber sido él, acompañándola al super-

    mercado con sus hijos, ayudándola, abrazándola, dicién-dole que la quería mucho; pero no, no era él, era otro quesí había tenido el valor para quedarse y luchar ¿Cómo pudodejarla escapar? ¿Cuándo el miedo puede negarte la felici-dad?

    Inexorable destinoLuis Esteban Quel García*

    —Que pasa Pedro ¿Por qué tequedas callado?

    Pedro volvió a la realidad. Le hubie-ra gustado decirle que su primer senti-

    miento al reconocerla había sido demucha alegría; que por un

    momento habíacreído que la vida

    le daba una nuevaoportunidad al reencontrar el amor;

    pero al saber que tenía una familia, sedaba cuenta de que era muy inocente.

    Hubiera querido decirle que ahora que lopensaba mejor, estaba mal des-de que la había dejado.

    Al saberla enferma sealejó y decidió desaparecer, huir

    como un cobarde. Debió habersequedado a luchar pero no quiso sufrir con la pérdida delamor, así que tomó una decisión, y por lo visto, se habíaequivocado otra vez. La arrancó de su vida y la olvidó.Hasta ese día. Él, que nunca iba al supermercado. Mejorhubiera ido otro día a comprar lo que necesitaba. Las coin-cidencias ¿existían? O al maldito destino solo le gusta bur-larse de nosotros. De tantas cosas que tenía en la cabezasolo se le ocurrió preguntarle.

    —¿Y tu enfermedad?—Estoy mejor —le contestó algo perturbada.—¿Ya no estás enferma?—Sigo enferma, pero estoy con un nuevo medi-

    camento que me ha permitido mejorar, aunque recaigo aveces y me pongo mal, pero cada vez es menos frecuente.Gracias a Dios pude, en la medida de lo posible, continuarcon mi vida.

    —Lamento mucho haberte abandonado, pero… —a Pedro se le hizo un nudo en la garganta.

    —No tienes que explicarme nada. Lo entiendo, deverdad, cómo ibas a estar tranquilo con alguien que encualquier momento podía morir. Solo te vi y quise sabercómo estabas y qué era de tu vida, nada más.

    —Quisiera equivocarme, pero creo que solo lo hi-ciste para burlarte de mí y echarme en cara mi cobardía.

    D

    Ilustración de Juan Antonio Canel Cabrera.

    * Poeta guatemalteco.

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    Quisiste demostrarme que habías salido adelante y que solonecesitabas un apoyo que no encontraste en mí. Qué bue-no por ti que ahora sí eres feliz. Te deseo lo mejor, Mónica.Espero no volver a verte nunca más—Pedro dio media vueltay se retiró.

    Imaginó a Mónica, desconcertada, molesta, triste,siguiéndolo con la mirada. A Pedro siempre le había gusta-do hacerla sentir culpable de las cosas que pasaban, sobretodo de aquellas que no concluían de buena manera. Todoesto lo recordaba parado frente al mostrador de una canti-na de mala muerte cerca del mercado Colón. Frente a él,seis octavos vacíos de Quetzalteca. Con la camisa arre-mangada hasta los codos, se recostaba por momentos,empuñaba la mano y blandía el aire. Vio hacia el mostrador,hacía los envases vacíos. Quería irse, pero se sentía tandesolado. Seis octavos. Siete era su límite. Si tomaba ochosabía que no saldría de allí; por lo menos no hasta el otrodía y a saber en qué estado. Entre sus recuerdos y pensa-mientos, reconoció la canción que sonaba estridentementey repitió:

    —Pero sigo siendo el reeeeeeeey —repitió con to-das sus fuerzas mientras se somataba el pecho.

    —¡Ayayaaaaaay Mónica!Pidió otro octavo. Es el último, se dijo a sí mis-

    mo. Sacó unos billetes, escogió uno y pagó. No recor-dó si le dieron el vuelto. Con dificultad abrió el octavo,volvió a pensar en ella, recordó lo feliz que había sido ylos buenos momentos que habían pasado juntos, reme-moró su enfermedad y lo cobarde que había sido. No lamerecía. Brindó por su felicidad y para que Dios le dierafuerzas para seguir luchando, aunque fuera al lado deotro. Se empinó el octavo. Se quedó un momento con lamirada perdida, luego salió tambaleándose del lugar. Nohabía caminado una cuadra cuando una voz lo hizo de-tenerse:

    —Parate allí, hijodelagranputa y dame todo lo quecargás. Al chilazo cerote.

    Pedro recordó que llevaba el sueldo del mes y qui-so hacerse el valiente plantándole cara al ladrón. Intentódarse la vuelta, pero el ladrón le ensartó un cuchillo por laespalda y rápidamente le quitó todo el dinero, luego saliócorriendo por la calle oscura mientras Pedro caía lenta-mente sobre la pared y después en la banqueta, tratandode contener con su mano la sangre que salía de la herida.Llegaron los bomberos, lo revisaron y se lo llevaron alhospital. Pedro apenas se quejaba. Antes de morir recor-dó lo que había hecho en su vida, a su familia, lo quenunca pudo hacer, sus sueños imposibles, los amores per-didos, pero lo que en verdad lo asustó fue que se haríarealidad lo que hacía apenas unas horas le había dicho aMónica: que se le había aparecido y esfumado como unespejismo. Que jamás la volvería a ver.

    Hay una música por la cual daría todo Weber...G. de Nerval

    Hay pueblos por cuales daríatoda la ira del mundo

    Gentes tramposas a quienes daríamil tiros de piedras de honda

    Hay madres y niños a quienes daríaárboles del pan y mares de leche

    Jóvenes soldados a quienes daríapalabras de amor y besos por armas

    Hay tiempos de lágrimas a cambio de los que daríatodos mis tesoros de olvido

    Y momentos de plenitud a cambio de los que daríala más preciosa emoción indecible.

    Yo daríaFrançoise Coulmin5

    4 Traducido del francés por Nicole Laurent Catrice.5 Françoise Coulmin. Escritora, poeta francesa, Miembro del

    PEN Club de Francia.

    Juego con fuego, soy malabarista

    de la vida,intentode un errorsacar una florcomo de un sombreroun conejo.Canto en la orilla

    del barrancoy del viento recojo

    mi aliento.El sendero escapa a lo lejos

    pero nunca lo pierdode vista.

    Juego con fuegoy soy duro en el ruedo.Cada grito que pasaextingue la hoguerapero al instante

    enciendo una nueva.Soy duro en el ruedo,juego con fuegoy que reviente

    el torrente de angustiaque pronto estaré,

    como torero,librando la lucha.

    Juego con fuegoRómulo Mar 6

    6 Rómulo Mar. Poeta Guatemalteco. Locutor profesional.

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  • 8 / CÓDICE

    l león es el rey de la selva. Todo el mundo losabe, los leones se lo creen y viven felices de sucondición, a excepción de Leovigildo, quien noestá conforme.

    Él dice que hay muchos leones y muy pocas selvas.Que ser el rey de una simple parcela de la jungla, no tieneninguna gracia. Que al ostentar el título de rey, en dondehay innumerables reyes, dicha categoría pierde su valor yque es lo mismo que nada. Cree que debería existir un sólosoberano y que él está predestinado a jugar tan importantepapel.

    Así que Leovigildo aspira a ser emperador. Conmenos, no se conforma.

    Dispuesto a llegar a la meta clara de su pretensión,se inscribe en un gimnasio para adquirir una figura atléticay aprender karate, se afila las uñas y embellece su melena,lavándola a diario con champú y aplicándole fijadores paralucir a la moda.

    «Para estar por encima de los reyes,debo ser temido, más que amado —sedice—. Contar con una envidiable estam-pa, digna de respeto y al mismo tiempo,ser admirado por las leonas, para así estaren posibilidad de seleccionar a la más lin-da de ellas; ya que será la futura empera-triz de mi glorioso imperio y la madre ge-neradora de una larga y célebre dinastía.»

    Sólo con la realización de su inci-piente sueño, se sentirá satisfecho.

    Empieza con muy buena pata arecorrer el camino de la gloria. Losdemás leones lo ven con respetoy con temor; pues, aunque nolo dicen, con disimulo, en-vidian su desarrolladamusculatura y sabenque, gracias a suesfuerzo y dedica-ción, se ha conver-tido en maestro delas artes marciales,ostentando el títulode cinta negra y,como si fuerapoco, lo respaldansus bien afiladasgarras. Si su figura

    Leovigildo, el león inconformeVicente Antonio Vásquez Bonilla7

    7 Vicente Antonio Vásquez Bonilla. Escritor guatemalteco.

    es respetable ante los otros reyes —los del montón—, nodigamos la fascinación que causa ante las féminas de suespecie que, al verlo pasar, suspiran con admiración.

    El león inconforme, considera que pronto llegará eldía en que se impondrá ante los demás reycitos y que serácoronado como Leovigildo I, emperador de la selva.

    Y pobre del que se oponga a su glorioso destino.Con férrea disciplina, continúa ejercitándose y culti-

    vando su presencia personal. Después del baño cotidiano,utiliza secadoras eléctricas de pelo y se aplica todo tipo defijadores, copiando de las revistas los más sofisticados pei-nados. Y a solas, practica su futuro e imponente rugido.

    Pero una mañana, la fatalidad se hizo presente. Secontempla en el espejo y de sopetón, siente que el firma-mento completo se desploma sobre él y abatido, llora sudesgracia. Debido a la gama indiscriminada de geles quepor largo tiempo se aplicó en la melena, más la acción pro-longada de las nefastas secadoras de cabello, ha perdido sufrondosa melena.

    Leo, ¡está calvo! Y no hay nada peor que un leóncalvo. De inmediato, fue el hazmerreír de la jungla y has-ta las leonas que antes lo veían con admiración, empe-zaron a evadirlo y a sonreír con mal disimulada burla.No faltó alguien que lo calificara de ser una leona que,a través del engaño, pretendía ser rey de reyes.

    Leovigildo, avergonzado,dio por terminado su reinadoaun antes de empezarlo y seretiró a rumiar su desconsue-lo a una apartada sabana yni siquiera tuvo ánimos

    para fabricarse o com-prar una peluca que losacara del brete al quelo condujo su falta dehumildad y desmedidaambición.

    La falta de hu-mildad, la desmedida am-

    bición y la vanidad, nos puedenllevar a hacer el ridículo y ser objeto

    de dolorosas burlas.

    San Isidoro (560-636): Aunque seas el más alto,ten humildad.

    E

  • CÓDICE / 9

    La tierraDe ayer a siempre, en cálida hermosuraesta morena tierra sin pecado,ofrenda al campesino enamoradoel cuerpo limpio: su verdad más pura.

    La grávida manzana de ternurajugos concentra a párpado cerrado,mientras la besa Mayo estructuradoen lluvia de mojada arquitectura.

    En tanto, Adán labriego con aradolo surcado penetra y se perduraen sucesión del grano cosechado,salda en sudor la deuda a su locurade horadar fruto en el Edén sagradorecobrando de Dios, progenitura.

    El simple ritmo de pezuña lentala sed redonda de la tierra, astilla;anidado en morral el grano brillacuando la tarde en nubarrón revienta.

    Húmeda y simple posesión sencilladel trigo suave despuntando alientapunta de espada recta y amarilla.

    Y en la panoplia del altiplano, ostenta,su estirpe íbera de eterna maravillael grano germinado, que Alimenta.

    La cosechaAires de cuna cantan las espigas…sueña el futuro Pan, muslos de harina,y entre mareas de oro, en disciplinalas Gentes van y vienen como hormigas.

    Ya se olvidó la piel de las ortigasdel sol ahora a flor de la colina.En la ovejuna aldea con neblinamuele el molino viejo las intrigas.

    8 Antonio Morales Nadler (1914-1975), fue un escritor guatemaltecodel grupo literario «Los Tepeus», a quienes también se les conociócomo «Generación de 1930». Su ejercicio literario lo desarrolló, sobretodo, en poesía y teatro. Los poemas que aquí se presentan están inclui-dos en el libro Los nombres que nos nombran (Tipografía Nacional,Guatemala, 1983), de Francisco Morales Santos.

    Los escritores de ayerPoem

    as de Antonio M

    orales Nadler

    8

    La agrícola impaciencia campesinatiene en la Hoz y la Guadaña, amigasen la dura faena cantarina.

    Tordos, palomas blancas como migasde pan, sobre pirámides de hacinarecogen los residuos de fatigas.

    El pan(La oración)En tu bondad, Señor, a tu herederopremio concedes cuando el Pan trabaja,y en la guirnalda que en la frente cuajaTú sonríes, Señor, de cuerpo entero.

    La harina justa, Molinero quiero,sin más ni menos desigual rebaja,el compartido Pan, ese que atajala violencia del Hombre en u sendero.

    Conforme estoy, Señor, con mi rodajadignamente ganada y con esmero;mas cuando miro la balanza bajasin cambio alguno de quien fue primero,algo se rompe en mí, y se desgajasabiéndote, Señor, el Panadero.

  • 10 / CÓDICE

    l éter en la mesilla de noche enArgentan.

    Abría con delicadez el frasco,respiraba despacio, con prudencia,porque sabía que había que dejarseir lo suficiente como para que la ex-periencia valiera la pena, pero notanto como para perder el conoci-miento.

    Tenía que ser capaz de cerrarel frasquito de nuevo.

    Durante largos años tuve querespirar éter para poder dormir.

    A veces tenía la impresión deque la noche se hacía más espesa,hasta el punto de volverse palpable.

    La noche se materializaba.Compacta. Mi cuerpo se incrustabaen una masa de la que no se des-prendía ya. Era incapaz de mover-me, igual que un muerto.

    Cuando no respiraba éter, tar-daba mucho en dormirme. Leía losCuentos y leyendas de Bretaña yno me atrevía ya a apagar la luz. Eldiablo se había colado en la habita-ción.

    No recuerdo haber conciliadoel sueño con facilidad ni una solavez.

    Empecé a sufrir de insomnio alos catorce años. Hasta muy entra-da la noche, me ocupaba con misdeberes de clase. Y cada vez mecostaba más. En 1º de BUP fui laprimera de la clase e incluso me eli-gieron para participar en un viaje aLondres organizado para los mejo-res alumnos de los colegios de la ciu-dad de Asnières. Pero me fui ago-tando. Empecé por no poder termi-nar mis redacciones; mi padre fuequien, cada vez más a menudo, tuvoque terminarlas por mí.

    Le ponían buenas notas.

    Nada sale bien.

    Mis palabras no me otorgabanya una verticalidad, una columna ver-tebral.

    Mi madre quiere que deje losestudios y, por segunda vez desde mientrada en el Colegio, tengo que re-currir a clases de refuerzo; solicitola ayuda de mi profesora de lengua.Ésta convoca a mi madre y obtienede ella lo que yo quería: entraré en2º de BUP.

    El colegio mixto representapara mí todo un reto. Uno que acasosobrepase mis fuerzas.

    Se me va toda mi energía enproteger mi rostro.

    No ser vista. Que no se me veala cara. Se convirtió en mi única pre-ocupación.

    Preocupada.

    Pre-ocupada: extraña palabra.

    Sí, me pre-ocupé. No había enmí el menor espacio para acogercualquier otro tipo de acontecimien-to. Nada nuevo podía acontecerme.

    Estoy petrificada.

    Un día, el profesor de historianos enseña fotografías de deporta-dos de un campo de concentraciónnazi. Intento transmitir una impresiónde holgura y aplomo. No quiero quetrasparezca la menor de las emocio-nes.

    Pero estoy a punto a desmayar-me.

    Por una vez, la sangre se retirade mis mejillas y apenas tengo tiem-po de dar la voz de alarma. Apenasalcanzo a decir:

    —Me siento mal.

    Un compañero avisa a la pro-fesora.

    —R., acompañe a Moulin a laenfermería.

    Tan mal me siento que ni siquie-ra soy capaz de sonrojarme.

    Así que me siento bien.

    Aprovecho al máximo este ben-dito paréntesis.

    Al día de hoy, decenas de añosmás tarde, dos fotografías se super-ponen: la del campo de concentra-ción, en que se divisa un prisioneroataviado con el pijama de rayas ymirada vacía.

    Y la del orfanato.

    La foto tomada delante del edi-ficio, donde tengo la mirada de al-guien con aspecto de querer discul-parse por existir.

    El año de 2º es una tortura.

    El de 3º un completo desastre.

    Pierdo el hilo de las clases. Yano tengo memoria. Olvido las lec-ciones a medida que las aprendo.No consigo retener nada. Siento,físicamente, una falta de espa-cio en mi interior.

    Claro: ¿cómo podría unbloque compacto acogernada en su interior? Las lec-ciones resbalan sobremí como sobre uncanto rodado.Sencillamen-te no quedaen mí espa-cio para lamás mínimaasimilación.Ni tiempotampoco.

    E s t o yprisionera deun tiempo yun espaciototalmentecerrados.

    Repito3º de BUP.

    E

    Dibujo de Ern

  • CÓDICE / 11

    Mi vida cotidiana se ha conver-tido en un infierno.

    Aparte del miedo constante asonrojarme, temo volverme loca.

    A veces, mi cuerpo se convier-te en una máquina.

    Hacia la edad de 16 o 17 añostengo que contar la calderilla para ira por el pan; de hecho, será una si-tuación que habría de prolongarselargos años aún.

    De repente, el espanto.

    Observo cómo mis manos ac-túan sin mí. Han ganado una auto-nomía que me horroriza. Se acercanal cuello.

    Creo que esas manos habríanpodido estrangularme.

    En otra ocasión miro mi rostroreflejado en el espejo y, de repente,siento que es otro quien me está mi-rando.

    Después, repito voluntariamen-te la experiencia. Miro mis ojos en

    el espejo hasta el momento enque el vuelco se opera. Como

    cuando caía hacia el cielo.

    Son los ojos del espe-jo los que me miran.

    Me estoy volvien-do loca.

    Me pregunto luego, si no habráninstalado cámaras en el cuarto debaño. El perímetro en el que puedosentirme mínimamente tranquila aca-ba reduciéndose a mi cama.

    Un buen día, el médico escolarme manda al centro Claude Bernardpara que me vea una psicóloga.

    Por aquel entonces, mi miedoa sonrojarme ha cobrado ya talesproporciones que todo desplaza-miento, toda salida, se convertía paramí en una auténtica tortura. Me obli-go a salir. Voy al centro Claude Ber-nard en tren. Siempre con miedo ano llegar; y con una única preocu-pación: dar con un sitio en el que losdemás viajeros no puedan verme lacara.

    Así no se percatarán de lo queacaba de estallar bajo mi piel.

    Siento algo en mí. Algo queestá de más. Algo que no debieraestar ahí. Algo con lo cual se haceimposible vivir. Algo que, a cadapaso, en cada instante, amenaza conagrandarse, con desbordar y aso-marse, aunque deba, a toda costa,permanecer oculto. Algo que ter-minará delatándome. Algo que seresiste a dejarse encerrar, que em-puja, que pide y reclama, que es-cuece y quema.

    Joëlle Mesnil10

    Ser unguijarro 9 Traducido por Pablo Posada Varela. Revisión

    estilística y ortotipográfica por Julia ValienteGarrido.10 Escritora francesa.

    esto Boesche.

    Que me quema.

    Quisiera que la cosa saliese deuna vez por todas.

    Pero la cosa se resiste.

    Se resiste como me resistiría yomisma a dar a luz si estuviese em-barazada.

    Suelo pensar en ello.

    ¿Están siempre de acuerdo, lasmujeres, con dar a luz? ¿Acaso nohabrá alguna que se resista a ello?

    El bebé ahí, dentro.

    ¿Y si una no quiere? ¿Si noquiere que esté ahí? ¿Y si decide unaque eso, ahí dentro, no existe?

    Pero es que ¡ahí ESTÁ!

    ¡¿Cómo negarlo?!

    Está ahí y se hace sitio. Comoalgo que quiere vivir por muchoque queramos que muera o des-aparezca.

    Es algo que se impone.

    Que quiere asomar, mostrarse.

    Que reclama lo que se le debe:vivir a cielo abierto como vive todoel mundo.

    Aunque no tenga derecho aexistir.

    Aunque no deba estar en elmundo.

    Esa cosa, no puedo sacármelaporque forma parte de mí. ES yo.

    Soy la cosa que nunca llegó anacer.

    9

  • 12 / CÓDICE

    A Hélène Mayer, 5 de octubre 1977

    Amputada de su muerte

    violada en la gloria de su carne

    exclaustrada

    vestida con una piel desconocida

    apoyada sobre la otra

    avanzaba

    halo dislocado de una vieja decoración

    estibando su corazón como un pavor

    caminando por dignidad.

    (En: L’Entre-Deux/Entre dos)

    CUANDO EL HOMBRE NO TUVO MÁSQUE DECIR,

    dejó hablar a la tierra

    y sus gestos se volvieron pesados.

    Se arrodilló en lo profundo

    del surco, arrumó su rostro,

    recubrió su ternura.

    Esperó mucho tiempo

    bajo la amplitud del manto abierto.

    Y llegó el tiempo del verde

    y de los ruidos de la cosecha,

    y llegó el tiempo del trigo,

    el tiempo del pan y de la palabra,

    y ese tiempo en que el hombre tiene

    la tierra entre sus manos.

    (En: Métamorphoses de l’ombre/Metamorfosisde la sombra)

    La decías cercana a la muerte,

    La decías fuerte como el mar,

    y decías que el mar no es de nadie.

    Decías oscuras sus velas.

    «Navego en solitario» otra morada,

    allí plantarás tus cantos de sol; hablaremos

    bajo los naranjos de flores febriles por este azul,

    más azul aún que el azul,

    de incierta eternidad.

    «Navego en solitario».

    Decías:

    «ella me es extraña, navego en solitario».

    Decías que el amor ancla en la libertad,

    y que la vida no tiene puerto.

    He visto en un mar muerto

    a una mujer altiva que llevaba un navío triste a la guerra.

    (En: L’infinitif du Bleu/El infinivo del Azul

    Niña y bicicleta lilaUna mujer morena y solitaria

    se cruza con la sonrisa de una niña

    sombría; una pequeñísima niña

    —subida a una bicicleta lila—

    que se abre en la sombra

    como un fruto de alba, creada

    en una sola risa, un río,

    donde viene a bañarse una mujer lila

    y solar.

    (En: Une indécente éternité/Una indecenteeternidad).

    11 Poeta, novelista y periodista francesa.

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    asC

    laud

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    1

  • CÓDICE / 13

    Caín y AbelEn el país donde he nacido: Caín mató a Abel y no loacepta.

    Abel pide justicia. Caín la bloquea.

    Abel hace resistencia. Caín le llama terrorista.

    Y eso, que ya pasaron los oscuros años de Caín-Caín.

    Ahora inventan partidos políticos para que Caín sigagobernando. Grabado de Alberto Durero.

    Rel

    atos

    Las prisas, diránEse día, se levantó tarde, sí. Leyó la noche y esa

    súper luna, resolviendo el acertijo de los problemas de lasobrevivencia. Abordó el Transmetro ¿cuándo tendremosmetro?

    Como sopa instantánea bebió esos hermosos ydulces senos, melocotones jugosos.

    Pero su estómago acostumbrado a no vivir en lacaverna del hambre, ni en las sombras de Platón, hizo unruido tan grande de emergencia, por el engaño mentalrealizado, que hasta la muchacha se dio por aludida.

    Dan

    iel A

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    ón O

    sori

    o12

    12 Daniel Alarcón Osorio (Guatemala). Poeta, narrador, promotor cul-tural, profesor universitario.

  • 14 / CÓDICE

    Dibujo las formasdel pasadoMaggy De Coster 14

    13 Poema tomado de: Les vendangesvespérales, Editions Silex/Nouvellesdu Sud, 2003. Traducido por Juana y Tobías Burghardt.14 Maggy de Coster, poeta, escritora y traductora francesa.

    Dibujo las formas del pasadosobre la página chafadade los días agitadosy en la trama de los añosinserto la factura del presente

    Mi alma abreva un instante de silenciodentro del atolladero de la esperanzapara conjurar la parodia del sufrimientomi sangre en mis venas ondeay mi corazón canta la súplica del viento

    En el campo del deliriolas puertas del vacío se abrensobre el escalón de mis sueñosy los pétalos de mis recuerdos proliferanen el taller de mi memoria

    Sobre la pista negrayo empiezo el cambio de sitioentre los espinos de la incertidumbrey resbalo sobre las vertientes del olvidotitubeo antes de conquistarun piquete de esperanza.

    Ilustración de Juan Antonio Canel Cabrera.

    13

  • CÓDICE / 15

    a muerte, no, sino matarla y hacerla morir: apesar de las rosas la paz se retuerce bajo elciclón… Entre tenazas y sueños, el canto delo improbable, entre lágrimas y frutos, entre

    mentira gritos, y más allá de las lágrimas del valle oblon-go, el deseo de la BELLA MENDIGA: una sonata conholgura podía allí muy bien correr.

    Y la Mendiga en la orilla del mundo al mendigarse volvía bella. Bella Mendiga, bajo el desastre haciendofrente, crecía como una torre… En el centro de sí en laclaridad vacante se edificaba la fortaleza del llamado.

    Ser belleza de lo que no se lleva a cabo. Perdida-mente mendigar: la única embellecedora palabra. Mendi-gar, la elección lúcida del diamante.

    15 La traducción del francés al español de estos poemas es de MyriamMontoya.16 Poeta, novelista y ensayista francesa.

    La bella mendigaGabrielle Althen16

    IHay días categóricos donde la luz arroja arena blancasobre la evidencia. Sólo los árboles no enceguecen, escomo si para ellos, la purificación no golpeara jamás enfalso.

    IIMi pobreza siempre hubiera sido sólo solar y soli-

    tariareunidas riman. Es el sol el que rompe sin hechizo

    por el patio de ninguna espera, y el vuelo enérgico de lospájaros es demasiado seguro para el aburrimiento.

    **Hay hacia lo agudo, las virutas de la alegría que

    ruedan con el viento y se desnudan… Hay luego muylejos al lado del corazón y de las astillas del aire, el cami-no atento de las raíces del bronce.

    L 15

    El temple(El remojo)

  • 16 / CÓDICE

    Al pasoYo soycara de arcilla mojadael niño extrañonacidode una cavernade una loba grande yde un hombreque ya me quiereretener

    Miro la lobael padresoy yo quien los une

    A mi sombrase iluminará la cavernacrecerán árbolesahí se alzara el cielo

    Seré la loba blancay juntos iremos al pasoyo y la madre estrellami gran madre lobay las estaciones vendrán

    Algunos lobos moriránPadre me querrá siempreMadre sufrirá un poco

    La arcilla se habrá escurridoHabré puesto mi cara

    Poemas de La Catherine Jarrett18

    de niña luego de mujerloba de raza depuradabailarina de las cavernas

    ———

    De arenaDe arena tus brazosde arena tus manostu cuellotu rostrotus ojos

    De arena clara

    De arena tu bustotu cuerpoen el cúmulode una ola pesada

    De arena tu sonrisade luz

    De roca tus dedos cristalque me incitanagritar¡Tu NO!en el infinito de preguntas levadas

    De arena tu miradaque se derramay se derramaen la mía

  • CÓDICE / 17

    memoria desnuda

    17 Los poemas aquí contenidos son del Poemario La memoria desnuda.La traducción del francés al español es de José Muchnik.18 Novelista francesa, actriz de teatro, cine y televisión; pintora.

    De espinas tus dedos en mi carnetu silencio y tu fraseúnica repetida

    Lobaen la ausencia de los vientosde las selvastu frasede fiebredicha y redicha sin finque él no entendía

    En la blancura dispersa de las sábanastu fijasyo el otroimplorasTu arena en miríadas vuelay la habitación te sofocalloras deseando la lluvialloras deseando la vida

    Ilustración de Mauro Osorio.

    17

    Ilustrtación de Ernesto Boesche.

    Vientre de losgalopesVientre de los galopesSed de sueñosAliento de los lobosFuria de los mitosAusencia de alberguesVientos en las orejasGolpeteo de picosCanto de hierbas profanadasHálito breve y risas mezcladas

  • 18 / CÓDICE

    El principio primero y fundacional de la Acta Consti-tutiva de PEN afirma que “la literatura no conoce fron-teras”. Estas fronteras se concibieron tradicionalmentecomo los límites entre los países y los pueblos. Paramuchas mujeres en el mundo —y hasta hace relativa-mente poco tiempo para la mayoría—, la primera,última y quizá la más poderosa frontera era el umbralde la casa que habitaban: el hogar de sus padres o suesposo.

    Para que las mujeres tengan libertad de expresión, elderecho a leer, el derecho a escribir, deben tener elderecho a deambular física, social e intelectualmente.Hay pocos sistemas sociales que no miren con hosti-lidad a una mujer que camina sola.

    PEN cree que la violencia en contra de la mujer, entodas sus formas, presente tanto en los muros de unhogar o en la esfera pública, crea peligrosas formasde censura. Alrededor del planeta, la cultura, la reli-gión y la tradición son con frecuencia valoradas porencima de los derechos humanos, y usadas como ar-gumentos para alentar o defender que se dañe a mu-jeres y niñas.

    PEN cree que el acto de silenciar a una persona esnegar su existencia. Es un tipo de muerte. Sin la plenay libre expresión de la creatividad y el conocimientode las mujeres, la humanidad está llena de carencia yaflicción.

    PEN endorsa los siguientes principios acepta-dos internacionalmente:

    NO VIOLENCIA: Acabar con laviolencia contra las mujeres y las ni-ñas en todas sus formas, incluyendolas legales, físicas, sexuales, psicoló-gicas, verbales y digitales; promover

    Manifiesto de las mujeres de PENInternacional

    las condiciones en las cuales mujeres y niñas puedanexpresarse con total libertad, y asegurar que toda vio-lencia de género sea investigada y castigada y que lasvíctimas sean compensadas.

    SEGURIDAD: Proteger a las mujeres escritoras yperiodistas y combatir la impunidad ante los actos deviolencia y acoso contra mujeres escritoras y perio-distas en el mundo y en las redes.

    EDUCACIÓN: Eliminar la disparidad en todos losniveles educativos, promoviendo el acceso a una edu-cación de calidad para mujeres y niñas y asegurandoque las mujeres puedan ejercer plenamente su dere-cho a leer y escribir.

    IGUALDAD: Asegurar que las mujeres tengan igual-dad con los hombres ante la ley, condenar la discri-minación contra las mujeres en todas sus formas ytomar todas las medidas necesarias para eliminar ladiscriminación y asegurar la plena igualdad de todaslas personas para el avance y desarrollo de las muje-res escritoras.

    ACCESO: Asegurar que las mujeres tengan el mis-mo acceso a la gama completa de derechos civiles,políticos, económicos, sociales y culturales; facilitan-do así su plena y libre participación y su reconoci-miento en los medios y en el amplio espectro de lasdiversas formas literarias. Asimismo, garantizar el ac-ceso igualitario de mujeres y niñas a todos los mediosde comunicación, como vehículo para la libertad deexpresión.

    PARIDAD: Promover la igualdaden la participación económica y ga-rantizar que las mujeres escritoras yperiodistas sean empleadas y remu-neradas a la par de los hombres ysin ninguna discriminación.

  • CÓDICE / 19

    Tres puñospor la tierra

    Miguel Ángel Chinchilla

    or invitación de laJunta Mantenedorade los Juegos Flora-les del Carnaval Ma-

    zateco en Guatemala, fuimosLuis Melgar Brizuela, RicardoCastrorrivas y este servidor, aparticipar como jurados califica-dores en el LV Certamen Litera-rio de los Juegos Florales delCarnaval de Mazatenango, de-partamento de Suchitepéquez.

    En tal oportunidad deci-dimos otorgar el Premio Únicode Poesía a la obra “Desde lasaceras de una ciudad” calzadacon el seudónimo El Bohemio;y el Premio Único de Cuento ala obra “El Cristo” calzada conel seudónimo Gama. Ambos pre-mios los establecimos luego deponderar los méritos y deméri-tos de los 14 poemarios y los 12trabajos de cuento que se pre-sentaron al certamen.

    El jueves 8 de febreropor la noche fue el evento de gala realizado en el Centro deCultura de Mazatenango, en el cual se premió a los escritoresganadores, pero además se eligió a la musa de los juegos flora-les, escogida entre un ramillete de jóvenes preciosas represen-tantes de los diferentes municipios de aquella ciudad. Cadauna tenía que pronunciar un discurso alusivo a su localidad yademás representar un acto artístico que pusiera de manifiestosu gracia y creatividad. Un requisito para ser candidata enestas contiendas, es que las señoritas sean estudiantes dealguna carrera universitaria y que lleven buenas notas. Asi-mismo en dicha velada hubo participación de algunos artistaslocales y también se presentó un grupo de danza chiapaneco,con una serie de bailes regionales del sur de México que hicie-ron el deleite del público presente.

    El viernes 9 de febrero tuvimos un encuentro literarioen el Centro Universitario de Sur occidente (CUNSUROC),durante el cual se hicieron algunas valoraciones sobre los tra-bajos triunfadores de este año, con la participación de losescritores galardonados, el jurado calificador, algunos poetaslocales y autoridades del Centro Universitario, como el licen-ciado Luis Arias, uno de los organizadores del evento, a quienespecialmente agradecemos sus atenciones.

    Más tarde nos dirigimos hacia Quetzaltenango ubicadaa 62 kilómetros de Mazatenango, con la diferencia del clima encada una de estas ciudades, ya que Mazatenango está ubica-do a una altitud media de 374 m.s.n.m, mientras Quetzaltenan-

    go se ubica a una altura de 2333m.s.n.m. Durante el trayecto pa-samos almorzando en un lugarturístico de aguas termales lla-mado Fuentes Georginas en elmunicipio de Zunil, cuyo nom-bre según nos relataba LuisArias, se debe a una hija del dic-tador Jorge Ubico.

    Ya en Quetzaltenango, apesar de que Castrorrivas y yohabíamos obtenido hace bastan-tes años reconocimientos lite-rarios en los tradicionales jue-gos florales de esta ciudad, noconocíamos la casa donde na-ció el poeta revolucionario OttoRené Castillo, ni el Museo Mu-nicipal de Antropología, ni tam-poco el nuevo Museo de Histo-ria de Quezaltenango, ubicadoen la antigua estación del ferro-carril de Los Altos, y sobre elcual Domingo Betancourt com-puso su famoso foxtrot Ferro-carril de Los Altos que junto aLuna de Xelajú de Paco Pérez,

    forman parte del repertorio patrimonial de la música en aqueldepartamento. En relación a la visita que realizamos a la casadonde nació Otto René Castillo, es que va el título de estanota: TRES PUÑOS POR LA TIERRA, en alusión al poemarioque escribieron juntos Otto René Castillo y Roque Dalton: Dospuños por la tierra, la parte de Dalton dedicada al caciquenonualco Anastasio Aquino, y la parte de Castillo dedicada aAtanasio Tzul.

    El sábado por la noche tuvimos una tertulia con poetasquezaltecos del grupo Los Quijotes, en la cual leímos poemasnuestros y compartimos comentarios y publicaciones con elpúblico presente.

    Sin lugar a dudas el breve viaje fue una experiencia másque agradable por haber compartido con estos hermanos de lapalabra pertenecientes a una generación anterior a la mía, unfin de semana provechoso por lo que aprendimos, por la genteque conocimos, por el buen humor, las carcajadas, las buenasvibras y las endorfinas que uno emana en este tipo de eventospoéticos. Además el acontecimiento va en abono de nuestragran utopía cual es conjugar un movimiento literario en tornoal trifinio: Guatemala, Honduras, El Salvador, como en el anti-guo reino de Payaquí; por lo que andamos moviendo volunta-des en beneficio de la palabra literaria en Centro América, másallá de acuerdos aduanales o de estrategias militares del impe-rio; y concluyo entonces esta nota con la interjección favoritade Melgar Brizuela ¡Ohuaya, Ohuaya!

    P

  • Margarita Carreran marzo se celebra eldía internacional dela mujer en muchospaíses del mundo; es

    una conmemoración en honora las luchas protagonizadas por las mujeres para lograr lareivindicación de la plenitud de sus derechos. En esa fe-cha anual confluyen luchas heroicas, enormes sacrificios,martirios, desafíos, manifestaciones solitarias y multitudi-narias. Se recalca la memoria de la tenacidad de tantasmujeres que, desde la antigüedad, creyeron que la igual-dad de sus derechos era algo que debían exigir; lo hicie-ron a pesar de todas las trabas que las diversas etapashistóricas les fue poniendo. No era algo imposible, aun-que lo pareciera, lograr lo que por justicia les correspon-día. Las mujeres con su intelecto, con talento, con deci-sión le demostraron al mundo que no había ninguna razónpara ser discriminadas; para ser consideradas ciudada-nas de segunda. Ni siquiera para que se les considerase«el sexo débil». No obstante, lo que parecía imposibledemostrar lo consiguieron. Justo es decir que algo se haavanzado, aunque la lucha que queda pendiente no seplantea menos ardua; implica vencer taras culturales, re-mover ese machismo que parece tatuaje y asoma hastaen las cosas inanimadas; transformar leyes, impregnar dejusticia todos los ámbitos humanos; es decir, la tarea noes fácil: implica una verdadera revolución. Ahora, esasluchas de las mujeres para que se respeten sus derechosdebe ser una tarea no solo de ellas sino de toda la huma-nidad.

    Desde tiempos remotos y en todo el mundo hanpasado por la historia mujeresemblemáticas; de las que creye-ron en la posibilidad de cambiarel mundo por medio de la justicia.Guatemala no ha sido la excep-ción; nos ha dado abundantesejemplos de esas mujeres tenacesen todos los ámbitos del queha-cer humano. No obstante, en estanota, quiero rendirle un homenajey darle un adiós a una mujer cu-yos campos de lucha fueron, en lofundamental, la literatura y el pe-riodismo: Margarita Carrera lamujer que, el último día de marzo,dejó físicamente este mundo.

    Por Juan Antonio Canel Cabrera

    Conocí personalmentea Margarita Carrera allá por1984. En ese entonces yo tra-bajaba en la Tipografía Nacio-nal; ella andaba en los afanes

    de la publicación de los tomos de su obra Toda la poesíade Margarita Carrera. Siempre que llegaba a la Tipo-grafía Nacional a hablar con Juan Fernando Cifuentes,que en ese tiempo era el director, nos saludaba a todos ynos regalaba sus sonrisas acompañadas de la plática cor-dial. Cuando salió su libro, lo primero que llamó la aten-ción fue el color verde del papel en el cual se imprimió.Aun guardo con afecto esos libros que ella tuvo a bienobsequiarme. Por ese tiempo, también, ella ya andabaenfrascada en el estudio de Freud: una pasión que la acom-pañó durante muchos años y de la cual tuvo el acierto depublicar sus reflexiones en incontables artículos de pren-sa. Pude ver, en su casa de la zona 10, el celo y fervorcon que guardaba las obras completas de Freud y escu-char su voz entusiasmada explicando algún tema freudia-no; sobre todo los muchos tocantes a la literatura.

    Muy importante fue en Margarita Carrera su de-fensa y conciencia del papel que debían cumplir las mu-jeres en este mundo. Proveyó muchas ideas acerca deese tema por medio de sus libros, artículos y en la cáte-dra.

    De su valioso legado han quedado innumerablestestimonios de alumnos, lectores, amigos y del mundoacadémico. Ella fue un ejemplo de coherencia entre susideas y la práctica humana, algo tan raro de practicar en

    este mundo agonizante de valo-res éticos y morales. Solo por esomerece convertirse en un ser in-olvidable.

    En esta última página de laRevista Códice, solía publicarse,sobre todo en los números másrecientes, un artículo de Marga-rita Carrera para que iluminaranuestras reflexiones. Por eso, enhomenaje a ese ser extraordina-rio que fue en vida, publico estaslíneas que llevan un íntimo agra-decimiento por su obra fecunday por su calidad humana.

    E

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