antropología de la ciudad

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    nmero 56, enero-abril, 2013

    Ciudades modernas en Mxico:

    espacios de la interculturalidad

    Jorge Tirzo GmezUniversidad Pedaggica Nacional

    RESUMEN:En Mxico, como en muchos lugares del mundo, las grandes ciudades se convierten

    en zonas donde se dan cita personas de culturas diferentes. Lo econmico es, sin duda, un factorimportante de ese proceso, pero adems, las ciudades han concentrado la educacin, la ciencia,la burocracia, el poder poltico, el arte y el esparcimiento. Estas relaciones han ido generando eldiscurso de la interculturalidad, signado por el contexto de la modernidad, el neoliberalismo yla globalizacin. A un mismo tiempo expresin del encuentro de la diferencia cultural y crticaa ese mismo estado de cosas. La interculturalidad se expresa en espacios concretos, no exentosde conflictos y, sin duda, complejos. Ante esto, sera conveniente reflexionar sobre cuestionescomo: cul es el espacio social que hemos pensado para que se den las relaciones interculturales?,las ciudades son espacios sociales neutros o predisponen a determinado comportamientosociocultural?, son las ciudades latinoamericanas espacios interculturales o simplementeaspiran a ser urbes cosmopolitas? Responder a estas preguntas, a un tiempo que nos formulamosotras, nos situar ante la posibilidad de construir propuestas interculturales que adems de

    prometer futuros idlicos tomen en cuenta realidades y problemticas cotidianas.

    PALABRASCLAVE:ciudades, relaciones interculturales, interculturalidad, globalizacin

    ABSTRACT: In Mexico, as in many parts of the world, large cities have become zones that bringpersons from different cultures together. Economic factors are clearly important in this processbut cities also concentrate education, science, bureaucracy, political power, art and entertainment.These relationships have generated intellectual discourse, in the context of modernity, neo-liberalism and globalization, while simultaneously expressing the meeting of cultural and critical

    differences in this situation. Inter-culturality is expressed in concrete spaces, which, although notfree of conflict, are, nevertheless complex. Therefore, it is advisable to reflect on such questions as:What is the social space we have conceived in which inter-cultural relations are to take place? Arecities neutral social spaces or do they predispose residents to a given socio-cultural behavior?

    Are Latin American cities inter-cultural spaces or do they simply aspire to be cosmopolitancities? By answering these questions, while simultaneously asking ourselves others, it becomes

    possible for us to construct inter-cultural proposals, which, in addition to promising idyllicfutures, take daily realities and problems into account.

    KEYWORDS:cities, inter-cultural relations, inter-culturality, globalization

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    ANTROPOLOGADE LACIUDAD

    Por ciudad entendemos el conglomerado urbano que concentra poblacin,

    servicios y bienes; se la relaciona con conceptos polticos como administra-cin, poder y concentracin poltica. Es posible referirse a ella con de otrostrminos, tales como polis, urbe, metrpoli, suburbio; en mucho se relacio-na directamente con el concepto poltico de capital y se la asocia semnti-camente con desarrollo, civilizacin, alta cultura. De la misma forma, esposible relacionarla con caos, conflictos, decadencia, indiferencia e imperiode la individualizacin.

    Dadas esas caractersticas, podemos derivar que las ciudades respon-den a un determinado desarrollo de las relaciones sociales de produccin.

    Asimismo, dicha reflexin nos lleva a pensar inmediatamente que las ciu-dades no han existido siempre y, por lo tanto, que stas son expresiones delas necesidades de determinados momentos sociohistricos. De las ciudadesde la Antigedad, como Babilonia, Constantinopla, Perspolis, etctera, alas ciudades de la modernidad, como Pars, Hong Kong o Nueva York, lasdiferencias son enormes; sin embargo, es posible apreciar las constantes deconcentracin de poblacin, poder, administracin o demanda de bienes yservicios.

    En los ltimos tiempos el concepto posmoderno de ciudad global hairrumpido con tal fortaleza que se ha convertido en paradigma, anhelo demuchos y signo de decadencia de otros.

    En esta recomposicin de la ciudad como escenario sociocultural, con-ceptos y expresiones fcticas se han convertido en verdaderos retos en labsqueda de explicaciones que nos den cierto grado de tranquilidad epis-temolgica, terica y emprica.

    Los estudios de esta nueva forma de concentracin poblacional son he-terogneos y provienen de diversas disciplinas: de la demografa a la socio-loga de la historia a la comunicacin y de la psicologa a la antropologa,disciplinas que han contribuido a explicar las caractersticas de esta forma

    de convivencia humana, sus crisis, posibilidades, antecedentes y expresio-nes culturales, por slo mencionar algunos temas.

    En el terreno de la antropologa, los estudios sobre la ciudad han pa-sado del tema genricamente denominado urbano a especificidades te-mticas como cultura popular, movimientos migratorios, identidades emergentes,integracin barrial, movimientos populares, etc. No hay que pasar por alto quela antropologa decimonnica y sus vertientes herederas de esa tradicinrelacionaban directamente al trabajo antropolgico con lo opuesto a las ciu-

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    dades; es decir, tal pareca que el objeto de estudio antropolgico se encon-traba en lugares lejanos a las concentraciones urbanas.

    En Mxico, esto se puede derivar del hecho de que la antropologa pos-

    revolucionaria se concentraba principalmente en el estudio de los gruposindgenas, a los que hasta hace relativamente poco tiempo se los pensabainamovibles en sus comunidades, anclados a las una vez llamadas regio-nes de refugio. Bonfil Batalla, al realizar una crtica a la antropologa mexi-cana de esa poca sealaba: En una palabra, su problema es la comunidadindgena, no la sociedad global [Bonfil, 1969:50]. En esta crtica, el concep-to comunidad pareca contrario al de sociedad en trminos abstractos,o al de ciudad en aspectos ms pragmticos.

    Aun con esta condicionante disciplinaria, podemos observar desde la d-

    cada de los setenta trabajos que se ocupan de entidades urbanas; como ejem-plos podemos citar al mismo Bonfil Batalla, Cholula: La Ciudad sagrada enla era industrial [1973]; Larissa Lomnitz, Cmo sobreviven los marginados[1975]; Alejandro Marroqun, Tlaxiaco. La ciudad mercado [1978], o LourdesArizpe, Indgenas en la ciudad. El caso de las Maras [1975], entre otras.

    Los trabajos anteriores sirven de transicin para dirigir la mirada hacialo urbano como un nuevo campo de trabajo antropolgico, ahora caracte-rizado por una visin compleja culturalmente hablando y no slo comoescenario material de la vida social. Garca Canclini define esta antropo-loga de la ciudad como: una visin conjunta sobre el significado dela vida en la ciudad [Garca Canclini, 2005:12]. Es decir, y siguiendo alautor, esta perspectiva antropolgica plantea desbordar los trabajos enla ciudad, por trabajos de la ciudad, cuyo resultado es la edificacinde la antropologa urbana.

    Son los aos ochenta del siglo cuando la antropologa mexicana re-toma con mayor nfasis a la ciudad como objeto de reflexin antropolgicay hace motivo de reflexin lo urbano y sus mltiples problemticas socio-culturales. De acuerdo con el estudio introductorio del libro coordinadopor Sevilla y Aguilar [1996] es posible comprender el desarrollo de este

    campo de conocimiento a partir de: 1)el mbito de lo poltico-urbano, y 2)el mbito de lo intelectual-acadmico. El primero se refiere a cuestiones delentorno poltico social prevalecientes en Mxico:

    la crisis socioeconmica, el desarrollo del Movimiento Urbano Popular, el des-medido crecimiento urbano, las reformas del artculo 115 constitucional re-lativas a la autonoma municipal, los efectos de los sismos de 1985, las elec-ciones de 1988, la conformacin de la Asamblea de Representantes del DF y lavigencia del centralismo como un fenmeno casi irreversible. [?]

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    El segundo se refiere al desarrollo de metodologas y perspectivasterico-conceptuales que exploran otros horizontes analticos; tal es elcaso del texto de Manuel Castells La cuestin urbana, Tapalov y Lojkine,

    sobre procesos econmicos de acumulacin capitalista, Henri Lefebvre yAgnes Heller sobre diferentes aspectos de lo cotidiano, Bordieu y concep-tos como campo cultural, hbitus, consumo cultural, produccin simblica,hasta llegar al Seminario Permanente de Antropologa Urbana, en el cual seexploraban temas relacionados con la cultura urbana.

    Heredera de viejas tradiciones disciplinarias, la antropologa aban-donaba delimitaciones empricas y tericas que en mucho confinaban sutrabajo al campo, es decir a un amplio universo que tena que ver con loagrario, como antinomia de lo urbano, as como sus diversas expresiones

    tradicionales, culturales y, fundamentalmente, los diversos grupos tnicosy sus procesos sociales. En todo caso, el trabajo antropolgico era pensadocomo accin de campo y, por lo tanto, lejano a la ciudad.1

    A partir de los estudios culturales adjetivados, las investigaciones so-bre la ciudad se multiplicaron, nuevos temas y posiciones tericas se suma-ron a las viejas inquietudes y fue posible contemplar estudios sobre urba-nizacin, migracin, movimientos populares, procesos polticos, ocupacinde espacios pblicos, etctera. La obra coordinada por Amparo Sevilla yAguilar Daz, est constituida por diferentes trabajos relativos a la culturaurbana en Mxico. La obra integra temas como: Migracin, identidad ycultura urbana, de Teresa Mora; Uso y apropiacin del espacio urbano,de Miguel ngel Aguilar Daz; La dimensin cultural del movimiento ur-bano popular, de Amparo Sevilla; La exploracin antropolgica sobre laconservacin, apropiacin y usos del patrimonio cultural urbano, de AnaRosas Mantecn; Los barrios, de Hctor Rosales; Una aproximacin al es-tudio de las fiestas tradicionales y populares en el mbito urbano, de CarlosPadilla y Carolina Salmern, e Identidad y jvenes urbanos, de MaritzaUrteaga [Sevillla y Aguilar, 1996].

    En este breve panorama, es pertinente ubicar los trabajos de Garca Can-

    clini, desde Culturas hbridashasta La antropologa urbana en Mxico, pasandopor un nutrido conjunto de artculos donde el marco de las reflexiones es la

    1 Antropologa-cultura-urbano, es una relacin que es posible desprender del anlisisque realiz Esteban Krotz cuando reflexiona sobre la cultura adjetivada. El argu-mento se centra en que el concepto cultura desapareci de la discusin antropolgicamexicana, para reaparecer despus de varios lustros acompaada por un adjetivo, porejemplo cultura popular, cultura urbana o cultura obrera.Cfr. Esteban Krotz. El concep-to de cultura y la antropologa mexicana: Una tensin permanente?, [Krotz, 1993].

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    ciudad y la cultura o las culturas que en ella se albergan, y en algunos casoses el eje mismo de la discusin.2

    A partir de las reflexiones que conjuntan argumentos en torno a la mo-

    dernidad, la sociedad post-industrial, la globalizacin, la sociedad de lainformacin, aunados a posiciones tericas modernistas, posmodernas,interpretativas, hermenuticas y simblicas, las grandes metrpolis sonpensadas en estos primeros aos del siglo como ciudades globales, con-glomerados sustancialmente diferentes a otro tipo de concentraciones quehan existido en otros tiempos.

    Este tipo de ciudades emergen de las necesidades de un mundo globali-zado e inmerso en la crisis del proyecto de la modernidad; nace de su crisisy conlleva su esencia. Por cierto, no es que emerjan en sentido literal

    nuevas ciudades, en nuevos espacios, sino que surgen de la recomposiciny readecuacin de las ya existentes, de acuerdo con las nuevas concepcio-nes de las relaciones sociales y, por supuesto, de los nuevos conflictos queesto acarrea.

    El surgimiento de megalpolis es un fenmeno mundial propio denuestra era, de acuerdo con una informacin difundida por la internet,

    El siglo 21 est tomando forma como el Siglo Urbano. Hace cincuenta aos, el30% de la poblacin mundial viva en zonas urbanas. Ahora, por primera vezen la historia de la humanidad, son ms las personas que viven en las ciudadesque las que no.3

    Si eso pasa en el mundo, en Mxico est tendencia se conserva.Parael ao 2000 exista una poblacin de 65 653 241 personas que habitaban encontextos urbanos, en 350 ciudades mexicanas, y de acuerdo con las pro-yecciones del Consejo Nacional de Poblacin (Conapo), en el ao 2030 la

    2

    De la obra de Nstor Garca Canclini solamente indico los siguientes ttulos que versandirectamente sobre lo que podemos denominar como la cuestin cultural urbana:Las culturas populares en el capitalismo,Nueva Imagen, Mxico, 1982; De qu estamoshablando cuando hablamos de lo popular?, , Montevideo, 1986; Cultura transnacional

    y culturas populares, Ipal, Lima, 1988; Culturas hbridas. Estrategias para entrar y salir dela modernidad, Grijalbo, Mxico, 1990; Cultura y Comunicacin: entre lo global y lo local,Ediciones de Periodismo y Comunicacin;Las industrias culturales en la integracin la-tinoamericana; La globalizacin imaginada, Paids, Barcelona, 1999, y; Ciudadanos y con-sumidores: conflictos multiculturales de la globalizacin, Grijalbo, Mxico, 1995 y de la quefue coordinador, La antropologa urbana en Mxico, Conaculta--, 2005.

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    poblacin del pas ascender a 127.2 millones de habitantes, de los cuales90.2 millones residir en alguna ciudad. [Conapo, 2004].

    Actualmente en Mxico las cinco ciudades con mayor densidad de po-

    blacin son: Ciudad de Mxico, con 19 231 829 habitantes; Guadalajara, 4 095853; Monterrey, 3 664 331; Puebla, 2 109 049, y Toluca, 1 610 786 habitantes[Conapo, 2005]. Aumento poblacional que se nutre de los flujos migratoriosde los ms diversos rdenes, que van desde la frmula clsica campo-ciudad,hasta el movimiento poblacional transnacional, expresado en la baja peroconstante presencia de los movimientos migratorios de extranjeros queubican al pas como trnsito y destino.

    En las ciudades mexicanas, la composicin poblacional se ha vistoinfluenciada por la presencia de inmigrantes de diversos pases y migran-

    tes de todos los grupos tnicos nacionales. En relacin con los extranje-ros, tenemos que su presencia aumenta de manera constante: En Mxicola poblacin nacida en otro pas asciende a 961 mil 121 personas lo queequivale a 0.85 por ciento de los residentes del pas; esta poblacin casise ha triplicado en los ltimos 20 aos [, 2010]. En lo que respectaa los grupos indgenas originarios, los datos oficiales nos indican que:En Mxico viven 6 millones 913 mil 362 personas de 3 aos y ms quehablan alguna lengua indgena, este nmero significa 6.6 por ciento de lapoblacin en estas edades Instituto Nacional de Estadsticas y Geografa[ibidem].

    En Mxico, los pueblos indgenas contribuyen de manera importanteen los movimientos poblacionales que ubican a las ciudades como su des-tino: En la actualidad, de los 56 grupos indgenas salen por lo menos unoo dos miembros de cada familia Instituto Nacional Indigenista [; 2006].Lo que en trminos absolutos representa que para el ao de 1980 se re-gistraron 548 000 indgenas asentados en diversos estados de la repblicaInstituto Nacional Indigenista [ibidem]. Esto significa que migrantes de di-versos pueblos ocupan espacios urbanos y ponen en juego sus identidadesy sus diferentes formas de ver el mundo.

    El ejemplo ms claro lo tenemos en la Ciudad de Mxico. Las ltimasdcadas del siglo se presentaron las siguientes cifras: es la receptorams importante de los emigrantes indgenas. En 1980 se registraron 323 000hablantes de 39 lenguas indgenas; lo que significa que en esta ciudad seconcentra el mayor nmero de poblacin indgena del pas [ibidem].

    En los primeros aos del siglo , la Secretara de Desarrollo Ruraly Equidad para las Comunidades, del Gobierno del Distrito Federal (Se-derec) plantea que: En el Distrito Federal se encuentran hablantes de 55agrupaciones lingsticas, lo que fortalece la diversidad cultural en el te-

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    rritorio de la entidad. De acuerdo con el Censo de Poblacin y Viviendadel ao 2000 [, 2000], exista en el Distrito Federal una poblacinindgena de 141 710 habitantes; sin embargo, el II Conteo de Poblacin y

    Vivienda de 2005 registr una poblacin de 118,424 hablantes de lenguaindgena, de los cuales 55 487 son hombres y 62 937 mujere [Sederec;, 2010].

    Si bien las cifras no son definitivas y se mantienen cambiantes en loque se refiere a la poblacin indgena en la Ciudad de Mxico, la presenciacultural y lingstica de estos grupos se mantiene vigente y en aumento.

    La misma Sederec nos indica que en 2010, viven en el Distrito Federal122 411 hablantes de lengua indgena [, 2010], poblacin que princi-palmente se distribuye de la siguiente manera: Iztapalapa, 30 266 indgenas;

    Gustavo A. Madero, 14 977 y Tlalpan, 10 290. En general, es posible sealarque: 55 de las 68 agrupaciones lingsticas del pas, entre las que predomi-nan el nhuatl, mixteco, otom y mazateco [Sederec, , 2010].

    Este xodo ocasiona, entre otras muchas problemticas, que las ciuda-des se conviertan en espacios de confluencia de personas, grupos, etnias yculturas diversas.

    En este contexto, encontramos que es posible establecer la relacin en-tre grupos indgenas y las principales ciudades, teniendo como resultadoque de las cinco ciudades ms grandes en el pas, cuatro de ellas (Ciudadde Mxico, Guadalajara, Monterrey y Puebla) han sido consideradas polos deatraccin de los grupos indgenas. [, 1996].

    Las ciudades modernas son comunidades humanas que, consecuentescon los procesos globalizadores y modernizadores que las promueven, noson el reflejo de desarrollo y bienestar que se pudiera pensar; paradjicamen-te, y en muchos sentidos, son expresiones de conflictos, crisis y un sinfn deproblemticas. Esos conglomerados urbanos conjuntan desarrollo, tecnolo-ga, mercado y comunicaciones, al mismo tiempo que citan desigualdades,escasez de empleos, lucha por el uso de espacio y servicios, y presentacinde inditas formas de relaciones de personas, grupos y culturas.

    Debido a los movimientos poblacionales y las crisis que los encuentrossociales desencadenan, en Mxico, como en todo el mundo, las ciudadesmodernas son los espacios de encuentro entre los diferentes espacios denuevas relaciones interculturales.

    La interculturalidad encuentra en las ciudades territorios de encuentrode personas portadoras de culturas diferentes, convirtiendo los escenariosurbanos en espacios de la interculturalidad.

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    INTERCULTURALIDADYGLOBALIZACIN

    En los ltimos aos en Mxico, la cuestin intercultural se ha convertido en

    una inagotable veta terico-metodolgica que ha dado lugar a reflexionesteorticas, reuniones de especialistas, libros, artculos, cursos, programasde estudio, oficinas gubernamentales, grupos acadmicos e incluso uni-versidades.4Se la ha visto como un ideario cultural que a su vez aglutinamuchas otras ideas (educativas, polticas, filosficas, etc.), para convertirseen un complejo paradigma de concepciones de naturaleza sugerente y pro-positiva.

    El paradigma intercultural ocup de manera paulatina lugares de dis-cusin, generando acciones que pretendan llevar al terreno de la prctica

    las ideas y postulados de esta forma de comprender las relaciones entre losdiferentes espacios. En esta primera dcada del siglo muchas institu-ciones se dieron a la tarea de impulsar programas sociales, pensando que,al contener la idea de lo intercultural, promoveran una nueva forma deconvivencia social, de tal forma que uno de los primeros pasos de este pro-ceso consisti en conceptualizar la interculturalidad, lo que constituy, enmuchos casos, una re-conceptualizacin re-significar el concepto, actua-lizarlo de acuerdo con los paradigmas tericos y las inditas expresionessocioculturales de estos tiempos.

    Para comprender el concepto de interculturalidad se hace necesario ha-cer referencia al de multiculturalismo, ambos asociados a la idea de diversi-dad e interrelacin de las sociedades contemporneas. Si bien no se intentacitar en este momento las profundas y polmicas diferencias entre ambosconceptos, es necesario referir el origen del primero, para posteriormentecentrarnos en el segundo.

    Un punto de partida lo seala Gunther Dietz cuando fecha en el mtico68 la aparicin del multiculturalismo como nuevo movimiento social[Dietz, 2003]. Antes del multiculturalismo, la sociedad y las teoras socialesno haban advertido cambios y crisis tan profundas que se expresaran en la

    reunin de grupos con problemticas y con identidades afines; este nuevomovimiento [] rechaza el nfasis puesto hasta entonces en el actor indivi-dual completamente racional para explicar el surgimiento de movimientos

    4 Ejemplo de esa efervescencia han sido: el diplomado en Educacin Intercultural Bilin-ge(organizado como parte de los acuerdos de la Coordinacin Interinstitucional, eimpartido por la , 2001-2005); el establecimiento de La Coordinacin General deEducacin Intercultural y Bilinge(, 2001), y la creacin de la Universidad Inter-cultural del Estado de Mxico (, 2004).

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    sociales [Dietz, 2003]. La presencia y conflicto de movimientos, grupos,culturas y personas, desencaden una serie de nuevas problemticas ynuevas formas de comprensin. Nstor Garca Canclini lo expone de esta

    forma: Ambos trminos implican dos modos de produccin de los social:multiculturalidad supone aceptacin de lo heterogneo; interculturalidadimplica que los diferentes son lo que son en relaciones de negociacin, con-flicto y prstamos recprocos [Garca Canclini, 2005:15].

    A partir de ah, los estudios sobre la interculturalidad adoptan lneasdistintas; el mismo autor seala que los

    estudios anglosajones se han concentrado en la comunicacin intercultural []En Francia y otros pases preocupados por la integracin de migrantes de otros

    continentes, prevalece la orientacin educativa que plantea los problemas de lainterculturalidad como adaptacin a la lengua y la cultura hegemnicas [] EnAmrica Latina predomina la consideracin de lo intercultural como relacionesintertnicas [] [Canclini, 2005:20].

    Otros autores, como Luis Enrique Lpez amplan el planteamiento an-terior cuando agregan la dimensin educativa:

    [] en nuestra regin est estrechamente relacionada con la problemtica in-dgena latinoamericana, pues fue a partir del anlisis de las relaciones entreindgenas y no-indgenas que la nocin de interculturalidad y su derivada deeducacin intercultural bilinge emergieron desde las ciencias sociales latinoa-mericanas hace casi tres dcadas [Lpez, 1996].

    A partir de lo anterior, es posible plantear que en el mundo llamadooccidental es posible ubicar tres grandes escenarios en los cuales se ge-neran este tipo de movimientos sociales y, por lo consiguiente, su reflexinterica. Europa, Norteamrica y Latinoamrica son realidades que experi-mentan a su manera las crisis y reconversiones sociales que ponen en tela

    de juicio nociones que parecan resistir a los cambios, como las identidadesnacionales y las lealtades patrias. Esto trajo nuevas problemticas, comolas migraciones, el advenimiento de la globalizacin como fase actualizadadel capitalismo y un nuevo embate de un racismo que permaneca latente.Se mencionan estos escenarios no por ser los nicos que vivan este tipo desituaciones, sino porque, como es lgico, resultan ms cercanos a nosotrosy a nuestra forma de comprender lo social y sus conflictos.

    Sin embargo, la cuestin desborda los espacios geogrficos. Esta re-composicin de lo social de las relaciones interculturales cita en un mismo

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    momento tres grandes proyectos: uno filosfico-cultural, la modernidad;otro, de carcter profundamente econmico, la globalizacin, y uno ms,de naturaleza poltica, el neoliberalismo.5

    Si bien es cierto que la globalizacin, a final de cuentas, permite enten-der estas nuevas realidades socioculturales, no es posible su comprensintotal sin el concurso de las narraciones que el proyecto de la modernidaddesencadena, y ambos encuentran terreno frtil en la libertad y la indivi-dualidad que el neoliberalismo pregona.

    Las relaciones interculturales que ahora podemos observar se encuen-tran enmarcadas dentro del proceso de la globalizacin; son el resultado desus crisis. Por otro lado, esas mismas interconexiones culturales que ahoravivimos son relaciones modernas, producto de necesidades modernas, de

    hombres y culturas que viven lo que Berman llam la experiencia de lamodernidad.6

    De esta forma, modernidad y globalizacin se conforman en un marcoque parece y se expresa en una unidad, que puede compartir algunos as-pectos, pero que difiere en otros. La modernidad basa su lgica en la razn,la globalizacin en el poder y el liberalismo en la libertad egocntrica.

    El capitalismo de este nuevo siglo afianz un discurso social que otor-gaba el poder de la decisin en un tipo de individuo que haba venido cons-truyendo a lo largo de un periodo de gestacin, que finalmente se expresaen casi cada rincn del mundo en el ltimo cuarto del siglo pasado, en lascuales la globalizacin, inicialmente tecnolgica y posteriormente econ-mica, embelesaba a todos con el desarrollo, la comunicacin instantnea yel dominio pleno de la informtica.

    De la misma forma, el discurso de la modernidad no solamente se reac-tualizaba, sino que adquira ms bros y se converta en un lenguaje quepermita expresar un presente que se alejaba cada vez ms del pasado y veacon optimismo desmedido el advenimiento del futuro. El complemento deeste panorama vena a ser la poltica econmica; nada ms lgico que pensar

    5 De la amplia bibliografa sobre estos tres temas sealo solamente tres obras que contie-nen reflexiones sobre el tema en s y consideran el contexto sociocultural actual; para elcaso de la modernidad, el texto de Marshal Berman, Todo lo slido se desvanece en el aire;sobre la globalizacin la obra de Hctor Daz Polanco, Elogio de la diversidad. Globali-zacin, multiculturalismo y etnofagia, y respecto al tema del liberalismo, Celso Furtado,Subdesarrollo y estancamiento en Amrica Latina.

    6 En el clebre artculo Brindis por la modernidad, Berman expone sus principalesideas en torno a la vigencia de la modernidad como proyecto filosfico-cultural, que setraduce en un conjunto de experiencias individualizadas que llevan su signo, mismosque expone en extenso en la obra antes citada,Todo lo que es slido se desvanece en el aire.

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    entonces en la vieja frmula ya de sobra probada de dejar hacer, dejar pasar,que posibilit el desarrollo histrico del capitalismo; el liberalismo estaba devuelta, o tal vez nunca se ha ido? Los gobiernos locales, presionados por los

    organismos internacionales, fueron adoptando este nuevo liberalismo en labsqueda del desarrollo sustentablenacional, regional y mundial.

    En el nivel cultural, estos planteamientos fueron construyendo un dis-curso de homogeneidad, unificacin de lenguajes. O ms bien promoviendola postulacin de un lenguaje mundial que permitiera el entendimiento deun tipo de poblacin transnacional, al mismo tiempo que propona cdi-gos comunes y definiera rutas de desarrollo. Las relaciones entre culturasse pensaban como una propuesta que permita a los nuevos sujetos socialessentirse cmodos en cualquier lugar del mundo. De la misma forma, globa-

    lizacin, modernidad y neoliberalismo combinaban perfectamente con esteproyecto impregnado de un aire unificador de gustos, estticas y consumos.En ese contexto, tal pareca que las relaciones entre culturas en este

    siglo se identifican ms con una suma de individuos que pueden transitarde una nacin a otra, de una regin a otra, de una cultura a otra. Per-sonas capaces de transitar transculturalmente sin mayores conflictos,que pueden comprender a todos y pueden convivir sin conflictos en losdiferentes contextos. Por otro lado, esos contextos se iban convirtiendo enescenarios adecuados para el transito de estas personas, borrndose pocoa poco las diferencias locales y convirtindose en espacios homogneos.Personas y espacios que podran adaptarse sin dificultad, tal parece que lomismo da estar aqu, all o en cualquier otro lugar.

    A final de cuentas, las relaciones interculturales del siglo son ex-presiones de un sistema social que pretende hegemona y que enarbola undiscurso en el cual las personas son arrancadas de su matriz cultural y seinstalan en la lgica del sujeto egocntrico , libre en todo sentido; de atadu-ras culturales, de lastres identitarios y de compromisos polticos.

    Como la antropologa ha documentado en extenso, los grupos huma-nos lase grupos tnicos siempre han mantenido relaciones de diversa

    ndole, de intercambio, comerciales, de parentesco, blicas, etctera. Esasrelaciones las podemos denominar genricamente como relaciones inter-culturales; relaciones que mantienen personas que pertenecen a culturasdiferentes. Sin embargo, dichas relaciones son diametralmente opuestas aaquellas que se producen en el marco de la globalizacin, la modernidad yel neoliberalismo.

    En la historia del mundo, las relaciones interpersonales son inevitables,redundancia fctica del acaecer humano. Sin embargo, cada poca o modode produccin impregna de sus sentidos al conjunto de las relaciones.

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    Las relaciones interculturales actuales llevan el sello de los modernosprocesos econmico-polticos. Daz Polanco seala: la globalizacin haimplicado mutaciones en los fundamentos terico-polticos del liberalismo

    que le da sustento, especialmente por lo que toca a la pluralidad, y en elcomportamiento del capital frente a la diversidad [Daz Polanco, 2006]. Elmercado mundial, el intercambio de mercancas y los procesos de consumohacen que los grupos y los individuos se relacionan bajo premisas que pa-recen venir de otros rumbos, lejos de la relacin cara a cara de los sujetos.Muy lejos tambin de los beneficios del libre mercado. Y dada esa lejana,las personas migran y van en su bsqueda.

    Inmersos en la dinmica social, los grupos humanos han formado cla-nes, grupos, tribus, reinos, naciones y ahora bloques comerciales. De la

    dispersin y el aislamiento pretrito, ahora nos toca vivir un tiempo llenode sociedades annimas, tratados mercantiles y comunidades de consumo,todo bajo el megaproyecto de la globalizacin.

    La globalizacin puede ser entendida como una fase del capitalismo,caracterizada por la hegemona del gran capital, la desnacionalizacin fi-nanciera, la desmedida acumulacin de la riqueza y la falta de lealtades na-cionales. Cosas que desde siempre le han pertenecido al capitalismo, peroque ahora se han acentuado y perfeccionado en ms de un sentido. Si todoeso es ya de por s preocupante, otro ngulo por dems conflictivo lo es elde las culturas y sus relaciones.

    En la poca actual, las relaciones interculturales no slo han sufridolos embates globalizadores, sino que podemos decir que stos las han re-orientado de tal manera que es posible indicar que son producto con copyrigth, en tanto hay instancias, instituciones y empresas que las promueveny patrocinan. Lo podemos ver incluso en instituciones educativas, escuelasque enarbolan el discurso intercultural como el libre trnsito internacional,flexibilidad curricular y la supremaca del individuo transcultural por so-bre aquel que no ha vivido esa experiencia. Por ejemplo, una universidadprivada en Mxico promueve su oferta educativa a travs del lema: La nica

    universidad global de Mxico,y pone mayor nfasis cuando expresa:Tu puertaal mundo. Discurso, trnsito y experiencia que tiene poseedor y para podercompartir esto hay que convertirse en miembro de la comunidad interna-cional. Sin duda, es solamente una forma de pensar la globalizacin y la in-terculturalidad; sin embargo, es la que llega con mayor fortaleza a la gente,en contra de la otra interculturalidad; sa de tercer mundo, de penosasmigraciones, de penurias, de xenofobia y de explotacin.

    En el aspecto cultural y en directa repercusin con los grupos y las per-sonas, la globalizacin ha provocado:

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    La concentracin en las ciudades globales de personas provenientes de distin-tas etnias, naciones, pases, grupos o culturas.La emergencia de espacios transnacionales, espacios dedicados al contacto en-

    tre culturas, yLa generacin de una elite de personas que hacen de estas relaciones y deltransito internacional su modo de vida, convirtindose, de paso, en el nuevomodelo de hombre de mundo.

    Sin duda alguna, la globalizacin ha provocado muchas cosas, pero noprovoc la tan temida homogenizacin cultural, al menos no de maneraradical. En su lugar se aprecian crisis, reordenamientos y resurgimientosidentitarios.

    Las oleadas migratorias provocan severos reacomodos en el terreno delas relaciones entre culturas, los grupos, las personas y sus procesos iden-titarios. Al criticar y negar el futuro global homogneo que algunos va-ticinaron, Daz Polanco dice: contrario a lo previsto aos atrs, el llamadoproceso de globalizacin no est provocando homogeneidad sociocultural;por el contrario, va acompaado de un notable renacimiento de las identi-dades en todo el mundo [Daz Polanco, 2006].

    La cuestin es que ahora los aejos conflictos raciales, nacionales o t-nicos ahora tienen como escenarios a las ciudades globales. Las relacionesinterculturales modernas son la sntesis y resultado de la globalizacin, lamodernidad y el libre mercado. En respuesta directa a esos procesos, loshombres hacen uso de las ciudades estableciendo relaciones intercultura-les que generan nuevos relatos urbanos.

    LACIUDADCOMOESPACIOINTERCULTURAL

    Es un hecho que la interculturalidad est signada por el contexto universal,a un mismo tiempo expresin del encuentro de la diferencia cultural y cr-

    tica a ese mismo estado de cosas. En ese sentido, la interculturalidad tieneuna expresin real y cotidiana, y no slo una visin terica que por momen-tos nos recuerda una visin paradisaca de las relaciones entre hombres yculturas, en donde en algn tiempo todos podamos convivir en armonay respeto. En las grandes ciudades, las relaciones interculturales son ex-presin de conflictos irresueltos, actitudes racistas, orgullos nacionalistas,crisis des-identitarias y re-construccin de las identidades.

    La interculturalidad se expresa en espacios concretos, no exentos deconflictos, y sin duda culturalmente complejos. Ante esto, sera convenien-

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    te reflexionar sobre cuestiones como: cul es el espacio social que hemospensado para que se den las relaciones interculturales?, las ciudades sonespacios sociales neutros o predisponen a determinado comportamiento

    sociocultural?, son las ciudades latinoamericanas espacios interculturaleso simplemente aspiran a ser urbes cosmopolitas? Responder a las ante-riores preguntas, a un tiempo que nos formulamos otras, nos situar ante laposibilidad de construir propuestas interculturales que, adems de prome-ter futuros idlicos, tomen en cuenta realidades y problemticas cotidianas.

    La interculturalidad se nos presenta ntimamente relacionada con laglobalizacin; es expresin y necesidad derivada de sta. Participar delmercado global, las comunicaciones, las interconexiones, en fin, del discur-so mundial, es pensarse en medio de un mundo en recomposicin, donde

    es posible transitar por sus espacios sin que se ponga en duda la identidadtnica o cultural.Las megalpolis modernas pueden ser ejemplo de lo anterior; Ciudad

    de Mxico, Nueva York, Sao Paulo, Pars, Roma, etctera, son grandes es-pacios sociales donde es difcil identificar de primera vista a los nativos,los migrantes y los visitantes. Todos conviven en el espacio urbano y todosson sometidos a una dinmica cultural integradora.

    En Mxico, como en muchos lugares del mundo, las grandes ciudadesse convierten en lugares donde se dan cita personas de culturas diferentes.Lo econmico es sin duda el factor ms crtico de ese proceso, pero, ade-ms, las ciudades han concentrado la educacin, la ciencia, la burocracia, elpoder poltico, el arte y el esparcimiento, por lo que quien requiere atenderalguna cuestin se ve en la necesidad de hacer de la ciudad un lugar deconvivencia intercultural, por diferentes periodos de tiempo.

    Tal parece que las grandes ciudades de la poca moderna son el espacionatural del hombre moderno, de aquel que puede transmutar su identi-dad y reconfigurarse cuando reconfigura su cultura. Hombre que parece notener un compromiso definitivo con su cultura ni con su identidad, porquestas se han perdido poco a poco, y en su lugar han quedado las ideas de

    cambio, superacin, xito y el futuro como promesa.Es cierto que ocurre que las personas buscan entre s a sus iguales, que

    las ciudades no son homogneas sino que se conforman por barrios, coloniaso comunidades de grupos especficos, pero lo cierto es que esto se presenta aun nivel, pudiramos decir, subalterno o contestatario, porque la accin he-gemnica est marcada por la homogeneizacin de la ciudadana, por la uni-formidad de los espacios pblicos y por la avasallante fuerza del consumo.

    Sin embargo, y aun sin parecerlo, en estos espacios urbanos la inter-culturalidad se expresa vigorosamente; el espacio se colma de hombres y

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    mujeres que provienen de culturas diferentes, de realidades distantes; tantoen lo geogrfico como en lo cultural. La ciudad como espacio social permiteresolver los problemas culturales de manera diferente; no olvidemos que

    lo urbano ha sido el antnimo por excelencia del campo y se asocia a stecon el subdesarrollo, luego entonces pareciera que quienes viven en la ciu-dad son personas civilizadas, sujetos que no mostraran sus tendenciasxenofbicas, si es que las tuvieran; por el contrario, los habitantes de lasciudades saben convivir y respetar.

    Por otro lado, la dinmica de la vida urbana no da tiempo para pensaren los otros; las personas que nos acompaan se funden en la masa y pocasveces observamos su individualidad, mucho menos nos detenemos a pen-sar en su filiacin tnica o sus races culturales. Los extranjeros, los turistas

    o los indgenas son identificados como diferentes; por cuestiones tanevidentes como la vestimenta, cuestiones fsicas o el dominio de la lengua,pero no porque medie una reflexin sobre lo que los hace diferentes oiguales a nosotros. Son diferentes porque es evidente que son diferentes.

    Las grandes urbes exhiben la convivencia cultural como una de suscaractersticas actuales, pero lo hacen ms bien con un matiz de civilizaciny cosmopolitismo. Un ejemplo de lo anterior se observa en un sitio Web,donde se lee la siguiente informacin sobre la ciudad de Londres: Ms deun cuarto de la poblacin no es de etnia blanca, lo que hace de Londres laciudad europea con ms poblacin de otras etnias, un elemento importantepara su carcter de ciudad cosmopolita.7

    Con respecto a la realidad mexicana, el panorama es similar; a la Ciu-dad de Mxico se la define como globaly se la califica decrisol de cultu-raspor la poblacin que la habita y sus vnculos con el mundo. Al referirsea la ciudad, la pgina oficial de gobierno local dice: la ciudad global es hoyun crisol de culturas, opiniones y vidas. Su motor radica precisamente enesa diversidad.8Adems, prevalece una idea de igualar la oferta tursticacon las virtudes del cosmopolitismo: La Ciudad de Mxico ofrece unagran variedad de espacios culturales, comerciales y tursticos en los que po-

    dr realizar todo tipo de actividades que ofrece una ciudad cosmopolita.9En las ciudades globales la poblacin presenta situaciones como las an-

    tes referidas, pero, de inicio, su presencia no tiene que ver con una idea cul-

    7 .

    8 .

    9 .

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    tural de parte de tericos o gobernantes, sino con las necesidades laborales,educativas y de mercado, entre otras. De esta forma, la diversidad cultural,si bien aparentemente se presenta como un motor, en la realidad se la

    trata como un problema, donde an no se aprecia una propuesta de convi-vencia cultural planificada con fines de aprendizaje cultural.

    Como en el resto del mundo, Mxico tambin muestra un reordena-miento en las relaciones interculturales, pero, como se ha sealado prrafosatrs, el pas tiene como referente la diversidad tnica, fundamentalmenteaquella relacionada con los pueblos de origen prehispnico. A partir de lasmodificaciones al artculo donde se indica la composicin pluricultural delpas (artculo 2 de la Constitucin Poltica), los grupos hegemnicos hantenido que modificar ciertas tendencias en la atencin de los indgenas. Sin

    abandonar del todo las viejas formas de accin con intenciones integra-cionistas, el Estado nacional viene ensayando nuevas formas de pensar ysolucionar la problemtica tnica y cultural.

    En Mxico esta discusin se ha perfilado a travs de diferentes polticasde carcter intercultural. Acadmicos, polticos y lderes sociales han inte-grado a sus discursos la perspectiva intercultural como la alternativa teri-ca que ha de orientar las acciones que promovern el cambio y el desarrollode los grupos indgenas mexicanos.

    CIUDADESENMXICO

    En Mxico las ciudades capitales de los estados han tomado un lento perofirme paso hacia la modernizacin, situacin que se presenta en forma deurbanizacin, comunicacin y situacin sociocultural.

    Hasta hace poco era una expresin contundente decir que cada ciu-dad era una especificidad irrepetible; ahora no estoy muy seguro de ello,al menos no en su totalidad. Indudablemente cada sitio es diferente; sinembargo, el peso de la historia, la tendencia modernizadora y las polticas

    homogeneizadoras han hecho su trabajo y es posible apreciar ciertas coin-cidencias en el panorama urbano.10

    10En los ltimos aos que van de 2001 a 2010 he estado en diferentes ciudades dela Repblica Mexicana. Dichas estancias se han debido a motivos de trabajo en el queel tema ha sido la interculturalidad, ya sea participando en seminarios, congresos omesas de discusin. De los estados que componen el pas, he visitado Tepic, Naya-rit; San Luis Potos, San Luis Potos; Mrida, Yucatn; Villahermosa, Tabasco; TuxtlaGutirrez, Chiapas; Autln, Jalisco; Quertaro, Quertaro; Oaxaca, Oaxaca; Ptzcua-

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    Se podra decir que en ciudades como las indicadas en la nota de re-ferencia se dan cita dos grandes perspectivas: La primera, aquella que lebrinda especificidad a cada regin, que inmediatamente nos hace saber

    que nos encontramos en una determinada ciudad y no en otra; aquella quenos remite al pasado especfico y que nos narra a travs de edificaciones,lugares, sitios y centros histricos la importancia que una vez conquisty ahora es motivo de orgullo; aquella que ahora sirve para atraer a losvisitantes, convirtindolos en turistas ansiosos de conocer datos, fechas ynombres, y relacionarlos con cada ciudad y cada espacio: el Monumentoa la Patria en Mrida, el Parque Garrido Canabal en Villahermosa, el Con-vento de Santo Domingo en Oaxaca, el Palacio de Corts en Cuernavaca oel Zcalo en la Ciudad de Mxico, por ejemplo. Y la segunda, la que brinda

    uniformidad urbana, que da inicio con una nomenclatura de calles en laque nunca faltan los nombres de los prceres nacionales, fechas o momen-tos histricos:Hidalgo, Cuauhtmoc, Carranza, 20 de noviembre, Independencia,o circuitos denominados as,bicentenarios,etctera. Nomenclatura quese relaciona directamente con el trazo urbano, que en aras de la vialidadautomotora uniformiza el trazo, dando como resultado el advenimiento decalles, avenidas, bulevares, ejes viales, circuitos y perifricos. Perspectivauniformizante que de pronto nos confunde y nos hace pensar: en qu ciu-dad estoy?, cuando circulamos en autos adquiridos en cuotas mensuales,taxis tolerados, colectivos repletos de rostros y cuerpos sudorosos, en callesy avenidas que generalmente trazan recorridos de la periferia al centro yviceversa. Rutas que nos llevan a escenarios compuestos de tiendas y su-permercados omnipresentes, lo mismo que publicidad nacional y supra-nacional. Sin duda, la modernidad tiene en la comercializacin una puntade lanza que sirve para modificar gustos, estticas y prcticas culturales.El malles el ejemplo por excelencia de mercado, modernidad y unificacinsociocultural. Existe alguna diferencia entre la Plaza Victoria de Puebla, laPlaza Morelia, en Morelia Michoacn, y la Plaza Mocambo, en Veracruz?Aun cuando la publicidad lo muestra como logro de la sociedad local, ex-

    presin y convivencia del lugar, lo cierto es que el trazo del espacio, la ofer-ta comercial y las prcticas que propicia son similares. Las cadenas hotele-ras, los complejos cinematogrficos, la televisin por cable y las franquicias

    ro, Michoacn; Ensenada, Baja California; Cuernavaca, Morelos; Ecatepec, Estado deMxico; Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo; Puebla, Puebla; Durango, Durango, y elDistrito Federal. Muchas de estas ciudades son capitales y, por lo tanto, presentan unalgica en su ritmo de vida que cada vez ms atrae e integra no slo a los indgenas,sino a personas que buscan lo que las urbes ofrecen.

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    comerciales hacen el resto ya otros estudiosos lo han dicho; lo importantede viajar y conocer otros lugares es sentirse como en casa.

    En la homogeneizacin y la especificidad de los espacios urbanos es

    posible encontrar acciones y espacios sociales donde la interculturalidadexpresa sus propias contradicciones. Podemos encontrar ciudades con unsello marcadamente criollo, como San Luis Potos, Morelia o San Cristbalde las Casas, que histricamente han servido de bastiones aculturizadorespero que, sin embargo, han retomado el discurso del pasado indgena comouna forma de configuracin de las identidades locales. Parecera un con-trasentido, pero es una realidad que ciudades como las antes citadas ha-cen gala del pasado y el presente indgena como sello de identidad y comouno ms de los atractivos que hoy pueden ofrecer al visitante, donde la

    diversidad se plantea como diferencia, localidad y especificidad, signo deconvivencia, de respeto y justicia social. Por ejemplo, se puede hablar de lapresencia de los tenek, lospurhpechaso los tzeltalescomo parte del compo-nente cultural de estados y regiones; sus imgenes impregnan de coloridoa folletos, guas y mapas tursticos; pero si observamos la ciudad en s, suscalles y sus plazas, el panorama es otro: paisajes urbanos que no dan cabidaa la diferencia tnica, exclusin social y una discriminacin que, si bien sedisfraza, sigue vigente.

    Tal es el caso de Tuxtla Gutierrez, Chiapas. Su oferta turstica dice: Lacapital y mayor ciudad chiapaneca que tambin muestra en el fondo de sualma la esencia Zoque, es un lugar de apariencia moderna pero cuandouno camina por la ciudad no se logra apreciar esa alma, a no ser por unoscuantos indgenas zoques que andan como alma en pena entre el trnsi-to, o tratando de comercializar alguna artesana.

    Si bien es cierto que cuando hablamos de San Luis Potos inmediata-mente evocamos a los tenek, que si decimos Chihuahua la relacionamos conlos rarmuris, o que si citamos a Nayarit es ineludible hacer referencia a loswirrrica, stos no tienen presencia social en los diferente mbitos de podery decisin de los estados y sus capitales.

    Presencia indgena que no trasciende ms alla de los folletos que pro-mueven los lugares tursticos, que con diseos, colores y referencia directaa los grupos autctonos: ojos de dios en Nayarit; fotos de indgenas rarmu-risen primer plano con una monumental barranca de fondo, para el casode Chihuahua, o glifos y estelas mayas en Quintana Roo, nos prometenaventura, conocimiento y diversin. Ya sea por carretera o por avin, elrecibimiento es similar, bienvenida que no coincide cuando uno se adentraen las entraas de las ciudades y no encuentra concordancia entre el pasado

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    y el presente, entre la propuesta esttica del trptico y la importancia socialdel indgena vivo.

    Es como si se reprodujera el modelo del centro del pas: enarbolar al

    grupo tnico ms representativo, hacerlo motivo de falso orgullo, destinar-le una casa de la cultura, crearle un espacio museogrfico y, a la par deesto, seguir mantenindolo en el rezago social.

    Tal parece que las ciudades experimentan la incertidumbre del desarro-llo: por un lado, quieren seguir siendo nutrientes del orgullo local, lo queparece implicar una cerrazn al efecto contaminante de las grandes urbes,y, por otro lado, la aspiracin a convertirse en centros de desarrollo y ejem-plos de modernidad.

    Ciudades que fincan su orgullo en la historia y su participacin en la

    consolidacin del pas son, por ejemplo: Quertaro, que hace gala de haberalbergado al Congreso Constituyente (1917); Veracruz, que ha sido califica-da como heroica por las luchas que ah se han librado (1825, 1838, 1847 y1914), o Puebla, por haber acontecido en ese lugar el triunfo de la repblicacontra el intervencionismo extranjero (1862). As, un conjunto de hechossirven de base para fincar el orgullo regional que ha de permitir estructurarun baluarte de especificidad, que pueda resistir los fuertes embates de lamodernizacin que uniformiza el presente y los gustos culturales.

    Si bien es cierto que en las ciudades mexicanas no existe una correspon-dencia entre el discurso de la diversidad y la realidad cotidiana, lo cierto esque la composicin pluricultural es una realidad que todos los das se ex-presa en los espacios urbanos. Las relaciones interculturales se dan dondelas personas interactan, ya sea en una comunidad rural, una plaza cvica odentro de un transporte pblico; de esta manera se expresan y se apropiande las grandes ciudades

    Una interpretacin ortodoxa de la cultura y sus interrelaciones nos lle-vara a pensar que los hombres establecen sus relaciones con otras culturasen espacios y momentos predeterminados o hasta prefijados, como el ejerci-cio de un ritual o el establecimiento de relaciones de parentesco; pero ahora

    no es as, sino que las posibilidades y las necesidades de migrar hacenque las relaciones se den en las rutas de los transportes, las plazas y jardines,las calles, los mercados, las escuelas, la fbrica, la maquiladora, el restauran-te, las iglesias, los cines y casi cada espacio que brinda la ciudad. De esta ma-nera, las ciudades se ven convertidas en centros de relaciones interculturalesdonde las personas conviven con otras, que pueden ser de origen indgena ono, del mismo estado o de otro, o incluso de ste u otro pas.

    Me detengo un momento slo para sealar que, puesto de esta manera,parecera que las relaciones interculturales son solamente eso: relaciones

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    que implicaran intercambio en un plano de igualdad y reciprocidad; perono, pues desafortunadamente nos encontramos ante contactos que no es-tn exentos de presiones ideolgicas, explotacin, determinacin de clase

    e incluso racismo.Teniendo como contexto los espacios urbanos, las relaciones intercul-

    turales debern de pensarse en su complejidad: esto es, debern concebirsecomo relaciones donde la asimetra y la explotacin son una constante, nodeseable, s presente. De esta forma se superara el viejo discurso median-te el cual se edifican visiones idlicas de la diversidad cultural, aquellasque ensamblan espectculos para turistas a travs de ballets folclricoso guelaguetzas montados como representaciones y lejanos a los propiosgrupos.11Con esto parecera que la interculturalidad es la expresin de un

    proyecto bien estructurado, pensado y redactado. Pero, por ahora, tienemuy poca traduccin con las relaciones empricas, pues en ese nivel pa-recera que no hay modificaciones sustanciales. En el mejor de los casos,parecera que la interculturalidad se convierte en una utopa, posible yalcanzable, que implica solamente la coincidencia de voluntades para ha-cerla posible.

    Regresando a nuestro punto de discusin, tendramos que indicarque, en el marco de los espacios de las ciudades, las relaciones intercultu-rales se dan de una manera arbitrara, catica y hasta confusa. Gente quese quiere integrar al mundo del desarrollo pero que no puede hacerlo,personas que no quieren pero son integradas, y otras ms que luchan paraque tal cosa no suceda.

    En las metrpolis modernas, los grupos parecen ocupar un lugar prede-terminado; en muchas ciudades mexicanas los criollos continan con unadominacin que, si bien ya no centraliza el factor econmico, s es expre-sada en trminos abstractos como posicin, abolengo y clase. Losindgenas son arrinconados en espacios de venta y exhibicin de artesanas,participando de las bondades de la aglomeracin urbana, pero no integra-dos totalmente a la ciudad y sus bondades, y en medio de estos como

    siempre los mestizos, catalizador de inconformidades y frustraciones, y,

    11Discurso que se moderniza a travs de la voluntad poltica, tal es el caso de la Guela-guetza. Para 2012 tenemos que las autoridades del estado la difunden como el pro-ducto turstico emblemtico donde en espectculos de tres horas, el visitante podrapreciar el mosaico de la diversidad de todos los pueblos oaxaqueos. Para dichamodernizacin, la tecnologa aporta su colaboracin: Lo primero es que despus de79 aos ahora se puede adquirir boletos en lnea y elegir el asiento que se prefiera.(Diario Reforma, Empresas, p. 2, 15 de julio de 2012.)

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    sin embargo, cada da ocupando puestos claves en la economa, la poltica,la cultura y otros aspectos relevantes en la sociedad.

    A decir de indgenas, campesinos y hasta de habitantes de localidades

    y ciudades pequeas del interior de la repblica, las grandes ciudades sonespacios desprovistos de cultura, en tanto todo parece indicar falta devalores, solidaridad y fuente de una desmedida discriminacin. Este lti-mo punto de vista identifica una especie de negatividad de las prcticasurbanas, donde se plantean generalizaciones y se hacen juicios fciles.

    La composicin plural de la sociedad est en todas partes del pas; ade-ms de las expresiones locales o sea, nosotros es posible apreciar cadavez ms extranjeros o sea los otros, residentes, visitantes o empresa-rios, sin embargo, las ciudades se han convertido en lugares de cruce, pero

    tambin en lugares de la indiferencia. Tal parece que el exotismo ya noest ms en las ciudades globales; revestido de diversidad, lo otrora extra-o ahora es parte del nuevo paisaje multicultural. Todo cabe en una ciudadcosmopolita.

    Sin embargo, la ciudad siempre ha servido para el establecimiento derelaciones interculturales; antes como ahora, estas ciudades han servidocomo foco centralizador para la realizacin de diferentes actividades: eco-nmicas, polticas, oficiales, educativas, religiosas, etctera. Son las ciuda-des y sus espacios los lugares donde las personas se relacionan, convivene interactan; pero, de igual forma, antes como ahora, sobreponiendo unalengua sobre otras, una cultura sobre otras, una cosmovisin sobre lasdems. De tal forma que se crea la imagen de que las ciudades son homo-gneas y que no es el lugar adecuado para que se expresen las relacionesentre culturas.

    Una vertiginosa mirada a lo que ocurre en las ciudades las muestracomo espacio donde se dan cita hombres y mujeres. Las prcticas culturalesson la expresin natural de la convivencia, sus problemticas y los deseosde trascendencia humana. Las ciudades son el moderno escenario de ri-tuales, mitos de origen, relaciones de parentesco, explotacin, vicios, acu-

    mulacin de riqueza, prcticas religiosas, trabajo, variaciones lingsticas,procesos endoculturales y ms.

    Dada la concentracin de servicios, las ciudades se convierten en imnque atrae a diversos tipos de personas, de lugares dismiles, con proble-mas y expectativas tambin variadas. Esto ha dado como resultado lo queCanclini denomina proceso de hibridacin cultural, entremezcla de lasprcticas e ideas culturales.

    Muchas ciudades mexicanas han sido producto de este proceso, elresultado actual es la existencia de una poblacin heterognea: personas

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    originarias con muchos aos de residencia pero que no pierden o noquieren perder sus recuerdos que los atan a poblados o comunidades queaoran pero a los cuales es casi seguro que no regresarn; otras que son

    producto de la migracin; otros tantos, son viajeros o turistas que van enbusca de descanso y conocimiento de lugares diferentes, y otros que pue-den ir en plan de aventura o de negocios. Todos de alguna forma compar-tiendo el espacio urbano.

    En Mxico las grandes ciudades son lugares donde se da cita una am-plia gama de seres humanos, que buscan a sus semejantes para hacer frentea las demandas urbanas, recreando su cultura y refigurando sus procesosidentitarios.

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  • 7/26/2019 Antropologa de la ciudad

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