antropología cristiana y misericordia divina

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  • 8/16/2019 Antropología Cristiana y Misericordia Divina

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    Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima

    TALLER:

    La misericordia divina, soporte de los débiles

     Prof. Mg. Alexandre José Rocha de Hollanda Cavalcanti

    Tema 01: Antropología cristiana y misericordia divina

    Introducción

    La primera vez que se celebró el Año de la Misericordia en la historia de lahumanidad fue exactamente en el año cero de la era cristiana, más exactamente,cuando en la pequeña casa de Nazaret el ángel Gabriel en respetuosa actitud deadmiración y amor, pedía, reverente, la aceptación de una niña judía para queDios pudiera cumplir el mayor plan de misericordia que la historia hayaconocido.

    A partir del  sí   de María, la misericordia eterna de Dios pasó a habitarconcretamente entre los hombres, que pueden conocer en Jesucristo, el rostro dela misericordia del Padre1.

    El mundo actual, fundamentado en el dinero, en el consumismo, en quecada uno se siente en la obligación de luchar para conseguir lo necesario ysatisfacer sus caprichos, lleva al hombre moderno a una actitud egocéntrica quese podría resumir con la expresión «sálvese quien pueda». La mentalidadcontemporánea parece oponerse así al Dios de la misericordia y tender cada vezmás a arrancar del corazón humano la idea de misericordia, a tal punto que este

    concepto parece producir una cierta desazón en el hombre que piensa habersehecho dueño de la tierra, mucho más que en el pasado (cf. Gn 1, 28). Debido aesto se hace necesario reencender el sentido de fe en la misericordia de Dios2.

    1. Qué significa Misericordia divina

    La palabra misericordia viene del latín misere – cordis, que significa laactitud del corazón –amor– frente a la miseria y necesidad del otro. Miseria aquí

    1 PAPA FRANCISCO. Bulla Misericordiæ Vultus, de convocación del Jubileo Extraordinario de la misericordia, n.

    1. A partir de aquí MV.2 JUAN PABLO  II. Carta Encíclica  Dives in misericordia , sobre la misericordia divina, del 30 de noviembre de1980, n. 5.

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    tiene un significado preciso que es la imposibilidad de restitución por no tenernada a altura para dar en cambio de lo recibido. En una aplicación más humana,una persona que da una limosna a un pobre que no le puede pagar por esto, tieneun acto de misericordia, por compadecerse de las miserias y sufrimientos ajenos.

    Frente a Dios, la criatura humana no tiene nada que pueda restituir por los donesrecibidos, pues Él es el creador de todo. La misericordia, por tanto, significatodo acto de amor del Creador en relación a las criaturas, que es siempre gratuito,aunque de nuestra parte debamos siempre la retribución y acción de gracias.

    La misericordia hace al misericordioso partícipe de la pena y del dolorajenos, y atrae hacia nuestro corazón la miseria que él padece. Quien produceeste efecto es el amor, el cual, por la virtud que tiene de unir el corazón del queama con el corazón del que es amado, hace con que sus bienes y sus males seancomunes. Esto explica filosóficamente porque la grandeza de la misericordia

    depende directamente del amor que la produce. En el caso de Dios, el amor esinfinito, en el caso de los hombres, este amor puede ser movido por un amor en Dios, es decir, el amor al prójimo por amor a Dios, o un amor simplementehumano, y en este caso se debería llamar con más propiedad filantropía quemisericordia.

    La misericordia divina comienza a manifestarse en la creación, sigue con laRevelación y se consuma con la venida de Cristo que se hace hombre pararedimir nuestros pecados y permitir que volvamos a ser hijos de Dios,sacrificándose totalmente en la cruz como ofrenda por nuestros pecados.

    2. El pecado: ruptura con Dios

    El pecado se caracteriza por un cerrarse el hombre en sí mismo y alejarsede Dios su Creador, no aceptando su propia contingencia. Cuando el pecado segeneralizó y Dios envió el Diluvio, tuvo un acto de misericordia salvando a lahumanidad en la familia de Noé. Después del castigo del Diluvio Noé ofreció unsacrificio a Dios, que lo recibió con bondad y prometió: «Nunca más volveré amaldecir la Tierra por culpa del hombre, ya que, desde su niñez, lleva en elcorazón los signos de la maldad» (Gn 8, 1ss). En ese momento apareció el arco

    iris. Noé y su familia sintieron la bendición de Dios sobre ellos.Dios revela aquí que conoce perfectamente nuestra tendencia al pecado, lo

    que la Iglesia llama concupiscencia. Y considerando esto, nos abre las puertasdel perdón cuando volvemos a Él arrepentidos de lo haberlo abandonado.

    Posteriormente, cuando Dios libera al Pueblo elegido de la esclavitud deEgipto, se presenta a Moisés y revela su amor por los hombres como el «Dioscompasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex34, 6). Esta misericordia ha acompañado toda la acción de Dios hasta que en la plenitud de los tiempos (Cf. Ga 4, 4), Dios envía a su Hijo nacido de mujer , en

    todo semejante a nosotros excepto en el pecado.

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    En cada acción y en cada palabra de Cristo se revela la misericordia deDios que, a pesar de nuestras culpas, busca a la oveja perdida y, como el buen pastor , la reconduce al redil.

    3. Cristo: único camino de salvación

    El pecado rompe la unidad entre Dios y los hombre y de los hombres entresí, generando la duda, la aflicción y el conflicto. Esta unidad sólo puede serreconstituida por el misterio pascual de Cristo, cuyos méritos recibimos por lamediación de la Iglesia. Cuando se recibe el perdón, se vuelve a la unidad conDios alcanzando la alegría, la serenidad y la paz.

    El misterio pascual está constituido por tres eventos salvíficos:

    •  Pasión

     

    Muerte•  Resurrección de Jesucristo.

    El sacrificio de Cristo que se ofrece por nosotros en la cruz permite el perfecto equilibrio entre la justicia y la misericordia. Efectivamente la redenciónno se ha dado sólo por uno de los actos de misericordia de Cristo, sino por todoslos innumerables actos de amor y de dolor que sufrió hasta la muerte en la cruz,

     para hacernos partícipes de su gloria, entregando la totalidad de su naturalezahumana, de modo que jamás nadie pudiese quejarse de haber faltado la divina

    misericordia a un solo de los hombres3

    4. Justicia y Misericordia: ¿Confrontación dialéctica o unión complementaria?

    La justicia es el primer paso, necesario e indispensable4 . Existe unarelación intrínseca entre  justicia y misericordia.  No son dos momentoscontrastantes entre sí, sino dos dimensiones de una única realidad que sedesarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor. En laBiblia, muchas veces se hace referencia a la justicia divina y a Dios como juez,como también innúmeras veces a su misericordia y amor 5.

    Efectivamente, Dios es el ser necesario y absoluto. En Él todas las perfecciones habitan en grado infinito, por tanto, Él es la Misericordia y estambién la Justicia. Su misericordia desea perdonar a todos, pero su justicia pidela reparación del pecado. Sin embargo, tal es su misericordia que Él entregó a su

     propio Hijo para ofrecerse por nosotros y cumplir con la justicia debida por lagravedad de nuestros pecados. Así, el deseo de perdonar en Dios es total y,consecuentemente, la entrega de Cristo por nosotros es total.

    3 Cf. SAN FRANCISCO DE SALES. Tratado del Amor de Dios. Buenos Aires: Starveritas, p. 24.4 Cf. MV, n. 10.5 Cf. MV, n. 20.

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    ¿Qué falta entonces para que cada uno de nosotros pueda gozar de los bienes de esta misericordia?: Creer en ella, aceptarla y entregarse con confianzaen las manos del Creador, con la certeza de que seremos siempre amados por Élde modo ilimitado, no obstante el límite de nuestros pecados. Es bueno recordar

    que la desconfianza de la misericordia divina está calificada entre los pecadosmás graves, puesto que, quien no confía en la misericordia, no busca el perdón y por tanto nunca lo encontrará.

    4.1. Dos ejemplos prototípicos

    La Biblia presenta dos ejemplos de pecados que podríamos llamar prototípicos: el pecado original y la traición de Judas. En ambos los casos,encontraremos la misericordia divina actuando de forma muy clara. En el

     pecado original el hombre y la mujer se esconden del Señor y no buscan su

    misericordia, reconociendo su culpa, intentan lo imposible: esconderse de Dios.Por este camino no encontrarán nunca la misericordia, pues ella está plenamenteen Dios y no la encontraremos si nos alejamos de Él. Sin embargo, a pesar delos castigos impuestos al pecado, de los cuales nacen las 4 grandes inarmoníasde la naturaleza, Dios no quiso dejar a la humanidad a merced del mal y pensóen María, santa e inmaculada en el amor, para que fuese Madre del Redentor delhombre. Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón6 y por eso, la primera acción divina fue anunciar al Salvador al decir: « Enemistad pondré en ti y la mujer […] Ella aplastará tu cabeza».

    El segundo ejemplo es también muy característico. Jesús, en su eternasabiduría sabía perfectamente que Judas lo iba a entregar a los fariseos y deforma muy bondadosa dejó claro al traidor que conocía sus designios y asíofrecerle el perdón: primero  al ocultarle el lugar de la cena, después  al decirclaramente durante la cena que conocía quien lo había de traicionar y por fin directamente a Judas: «lo que tienes que hacer, hazlo pronto». Esta frase dejabaa Judas la oportunidad abierta de volver al colegio apostólico si se arrepintierade su actitud, pues pareciera que había salido por un mandato del Señor y quevolvía luego de lo haberlo cumplido. Sin embargo, esto no fue suficiente y el

     pecado fue concretizado.En el momento de entregar a Jesús a los soldados, Judas utilizó el signo del

    amor humano hasta hoy tan común en las manifestaciones de cariño familiares:el beso. Cristo lo miró con bondad y preguntó: «¿Amigo, a qué vienes?» Él lollamó de amigo, es decir, no dejará de amarlo a pesar de su pecado y esperabacon ansía la posibilidad de perdonarlo. Infelizmente Judas no fue sensible a estainvitación y Cristo, como último recurso, le presentó las graves consecuenciasde su acción: « Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?».

    6 Cf. MV, n. 3.

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    El pecado fue cometido y la consciencia de Judas no lo dejaba en paz.Reconocía su culpa, pero no supo buscar la misericordia donde ella vivía enabundancia: en el Corazón de Jesús y en el inmaculado Corazón de María.Buscó solución para su problema entre los fariseos del templo que lo rechazaron

    sin piedad ni misericordia, cosa que no existía en sus corazones duros como laslápidas de los sepulcros blanqueados.

    Cuando nuestra debilidad nos lleva al pecado, al fracaso o a laincertidumbre, se abre frente a nosotros dos caminos para salir del drama en quenos encontramos:

    •  Procurar la misericordia y el perdón donde ellos no existen o,

    •  Buscar el perdón donde él existe en abundancia.

    Estos dos caminos se presentaron a Judas. Si él se presentase arrepentido a

    Jesús crucificado, o a María, dolorosa por la muerte de su Hijo, no sóloalcanzaría de inmediato el perdón, sino que daría a Cristo y a María una granalegría, pues el Señor mismo había lamentado anteriormente que de todos losque a Él habían sido confiados, solo se perdiera «el que debía perderse» paraque se cumpliera la Escritura (cf. Jn 17, 12).

    Los salmos habían predicho que « El que comparte mi pan se volvió contramí » (Jn 13, 18). Hay que observar aquí que la profecía indica lo que aconteceráen el futuro, pero no lo determina. El profeta había dicho esto porque Dios sabíaque el pecado iba ser cometido, lo que no significa, de modo alguno, que Dios lo

    deseara, sino que Dios lo había permitido. Él conocía el desenlace de la decisión personal de Judas y estaba dispuesto a perdonarlo si hubiera buscado sumisericordia, como perdonó a María Magdalena, símbolo prototípico de la peorsituación de una mujer, y perdonó al ladrón crucificado, símbolo también de la

     peor situación de un varón.

    La misericordia es por tanto uno de los principales atributos divinos y quemás caracteriza todas las acciones de Dios en relación a la humanidad.

    En el discurso de clausura de la primera etapa del sínodo de las familias, elPapa Francisco dejó claro que misericordia sin justicia no es verdadera

    misericordia, cuando afirmó que debemos evitar:«La tentación del buenismo destructivo, que en nombre de una misericordiaengañadora venda las heridas sin antes curarlas y medicarlas; que trata lossíntomas y no las causas y las raíces. Es la tentación de los “buenistas”, de lostemerosos y también de los así llamados “ progresistas y liberales”»7. 

    5. La debilidad humana

    El autoconocimiento es el punto de partida para la buena orientación de la

    7 PAPA FRANCISCO.  Discurso en la clausura de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de losObispos, del 18 de octubre de 2014.

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    vida humana. Sin conocer el verdadero sentido de su vida, el ser humano seencuentra como si lo hubieran soltado en medio del escenario de un teatro, llenode espectadores, sin saber siquiera el papel que debía representar.

    Al conocerse a sí mismo, el hombre llega a la constatación evidente de que

    en su propia esencia él «no es», es decir, no existe de modo absoluto, pues suexistencia siempre ha dependido de otros seres. En otras palabras él es NADA.

    ¡Sí! Si yo puedo ahora conocerme y decir que existo, puedo tambiénconstatar la evidencia de que hace algunos años atrás no existía y dentro dealgunos años ya no estaré en el mundo de los vivos, es decir, la vida humana esun período, es un paso, mucho menor que todo el período anterior y posterior asu existencia. Por eso dice la escritura: «eres polvo y al polvo volverás».

    ¿Qué es el hombre comparado con el tamaño de la tierra, con lasdimensiones de las galaxias, con la extensión de la historia? No hay otra palabra

    a no ser: NADA.Pero por otro lado, ¿qué es el hombre para sí mismo?, ¿qué es el hombre

     para Dios, que llega a enviar a su Hijo unigénito que muere en la cruz parasalvarlo?

    En nuestra propia esencia, por nuestras propias fuerzas somos nada, nuestradebilidad es total. Todos somos no sólo débiles, sino la debilidad encarnada. Sinembargo, Dios es todo, es el totalmente otro y en Él, unidos a Él, nuestra nadatoma todo sentido y se transforma en todo, con minúsculas, por ligarse al Todocon mayúsculas.

    5.1. La inseguridad del hombre

    En la sociedad actual que a cada día busca «emanciparse» de Dios, la nadadel ser humano se va tornando cada vez más real. Al encontrarse solo, delantede su propia personalidad, el hombre muchas veces siente temor e inseguridadrespecto a las realidades de la vida. La cadena lógica de su existencia, si no estáunida a Dios, está colgada en el vacío. Esta inseguridad frente a la realidadexistencial es un problema que alcanza hoy gran parte de nuestra población que

     parece sentirse como una persona que edificó su casa sobre la arena y cuya ruinaes inevitable (cf. Mt 7, 26-27; Lc 6, 47-49).

    Esta inseguridad provoca inestabilidad emocional llevando muchas veces acuadros patológicos de TAG (trastorno de ansiedad generalizada), trastorno de

     pánico y depresión, enfermedades que alcanzan en nuestros días records nuncaconocidos en la historia de la humanidad. Esta constatación deja claro quecuanto más el hombre confía en sus propias fuerzas, más conoce su propiadebilidad y aumentan las enfermedades consecuentes de esta constatación. Porotro lado, cuanto más el ser humano entiende el sentido real de su vida,

    considera la realidad de su contingencia, acepta su dependencia del Creador,encuentra el verdadero soporte para su incontestable debilidad.

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    5.2. El hombre: un ser ansioso

    El hombre es un ser ansioso, un ser que está proyectado fuera de sí mismo,más allá. El hombre no coincide con sus propios límites, su propia conciencia lo

    revela como misteriosamente inacabado, en una tensión permanente hacia su plenitud, en necesaria actitud de búsqueda8.

    La debilidad natural es una realidad inevitable del hombre en su existenciaterrenal. Esta sensación de ser incompleto, además de innata al ser humano, esdeseada por el propio Creador que nos ha hecho incompletos, limitados ydependientes.

    La debilidad puede ser mayor en unos que en otros, no hay duda; pero escierto que no hay hombre en la faz de la tierra, que no tenga puntos mayores omenores de debilidad.

    Un espíritu poco profundo podría suponer que esta debilidad representa unafalla en la capacidad creativa de Dios, pero esto seria una deducción sinfundamento en la ciencia o en la teología.

    Las criaturas dotadas de inteligencia (ángeles y hombres) tienen unatendencia innata a cerrarse en su proprio ser, prescindiendo del Creador. Ladebilidad es un factor que nos obliga a abrirnos hacia Aquél que nos sacó de lanada para la existencia.

    El Papa Benedicto XVI en su homilía sobre el Apóstol San Pedro, afirmaque la debilidad propia del hombre es, a su vez, la fuerza de Dios: El Señormanifiesta su fuerza precisamente en la debilidad de los hombres, demostrandoque Él es quien construye su Iglesia mediante hombres débiles9.

    El propio Pedro, escogido para ser cabeza de la Iglesia naciente, demostrósu debilidad al negar, por tres veces a Cristo. Aunque Pedro parece capaz yvaliente, fracasa ya en el primer momento de la prueba.

    Cuando falta la certeza vivencial de que Dios es nuestro Padre y que noscreó para una misión superior a nuestra existencia, nace en el espíritu humanoun destructivo temor a la desgracia y a la muerte. «Para los que aman a Dios – 

    dice San Pablo– todas las cosas contribuyen para el bien» (Rm 8, 28). Sin Diosla vida no tiene cimientos sólidos; puede temblar o desmoronarse delante decualquier viento o tempestad, con Él tendremos siempre la certeza de la victoria.

    8 Cf. BENZO MESTRE, Miguel. Teología para Universitarios. Madrid: Cristiandad, 1963, p. 42.9 Cf. BENEDICTO XVI. Homilía en la Solemnidad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo , 29 de junio de 2012.