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ANTONIO MARIA ESQUIVEL Y SÚAREZ DE URBINA (Sevilla 1806-Madrid 1857) “Retrato de Raimundo Roberto y Fernando José, hijos de S.A.R. la infanta Josefa Fernanda de Borbón” Óleo sobre lienzo 145 x 103 cm 1855 Inscripciones: firmado y fechado. D. RAIMUNDO ROBERTO Y D. FERNANDO JOSE, HIJOS DE S.A.R. LA INFANTA Dª. JOSEFA FERNANDA DE BORBON. Madrid de octubre 1855. A.M. Esquivel. ft. Y en el collar del perro, inscrito: «LIBRE». Considerado como el gran representante del romanticismo sevillano, Antonio María Esquivel fue, además de pintor, crítico de arte, periodista e historiador. Nombrado académico de mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1832 —para la que publicó su Tratado de anatomía pictórica en 1848 (Esquivel: 1848)—, fue frecuente colaborador de publicaciones como El Siglo XIX y El Panorama, y entró a formar parte del Liceo Artístico y Literario madrileño ya en 1837. Sin embargo, y a pesar de sus éxitos tanto profesionales como personales en la capital, volvió a su Sevilla natal poco después (Banda y Vargas: 2002; Fernández López: 1985; Galán: 1994; Valdivieso: 1981; Guerero Lovillo: 1949 y 1957; entre otros). En ese mismo momento, ya a finales de la década de los '40, Esquivel enfermó de la vista y estuvo a punto de abandonar su carrera artística, un episodio del que afortunadamente logró recuperarse antes de que la enfermedad fuera irreversible (Cotarelo: 1951, pp. 33-58). Entre su producción pictórica, que incluye tanto la pintura de historia, como las escenas religiosas y el retrato, han trascendido con gran fortuna dos retratos colectivos en los que retrata a buena parte de los protagonistas del ambiente cultural madrileño: Los poetas contemporáneos. Una lectura de Zorrilla en el estudio del pintor [Fig. 6, detalle] y Ventura de la Vega leyendo una obra a los actores del Teatro Príncipe, ambos de 1846 y conservados en el Museo Nacional del Prado. El Retrato de Raimundo Roberto y Fernando José, hijos de S.A.R. la infanta Josefa Fernanda de Borbón que presentamos, tras su desaparición pública después de ser expuesto por el artista en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1856 (La época: 19 de mayo de 1856; La Ilustración: 26 de mayo de 1856), es una de las últimas obras de Esquivel, junto al retrato de la propia infanta Josefa Fernanda (1856, 196 x 122 cm) que figura en las colecciones de la Real Academia de la Historia [Fig. 5] (Pérez Sánchez y González Zymla: 2003, nº 27). Mª Josefa Fernanda de Borbón (1822-1858) era hermana del rey consorte Francisco de Asís. Contrajo matrimonio en secreto con el escritor, periodista y poeta José Güell y Renté [Fig. 7, y aparece también retratado tras
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el poeta Zorrilla en el detalle de la Fig. 6] —es decir, matrimonio desigual a efectos de la Pragmática Sanción de 1776— en junio de 1848 en Valladolid, por lo que la reina Isabel II le retiró el privilegio de infanta, así como todas sus condecoraciones, tras un oscuro proceso instigado por el general Narváez, presidente del Consejo de Ministros, motivado por las aspiraciones políticas de la pareja que conspiraba en favor de O'Donnell y Espartero. El matrimonio vivió exiliado durante un periodo de cuatro años en Francia y tuvo dos hijos: Raimundo Roberto [Fig. 3] y Fernando José [Fig. 4]. El primero alcanzó el grado de teniente coronel de Caballería y recibió el marquesado de Valcarlos con Grandeza en 1865. Y el segundo, siguió carrera diplomática y recibio en 1879 el marquesado de Güell. En el retrato de la Academia de la Historia se presenta a la infanta de cuerpo entero y con traje rosa pálido, en un vergel umbroso y apoyada sobre una balaustrada —recurso a menudo empleado por el artista— en cuyo ángulo aparece un angelote sosteniendo el escudo de Castilla y León, como posible alusión a sus privilegios como infanta; privilegios perdidos en 1848 y luego recuperados en febrero de 1855, probablemente gracias a las implicaciones políticas de José Güell que, además, publicó una Defensa legal de la serenísima señora infanta doña Josefa de Borbón en 1853 (Güell: 1853), que sirvió como alegato para su defensa pública. Ambos cuadros están pintados con tan solo unos meses de diferencia y muy poco antes de la muerte de Esquivel. La representación de ambos niños vestidos como pastores con pieles de cordero, acompañados de un perro en cuyo collar se lee «LIBRE» —muy parecido al del Retrato de niña vendido en Alcalá Subastas en 2013 [Fig. 1]—, una jaula jilgueros y un mixto de canario volando libre, con un fondo de boscoso de naturaleza semisalvaje, parece estar ligado a los ideales paternos. Asimismo, Esquivel redunda en la presencia de animales y paisajes que podríamos calificar de 'emblemáticos' o 'emocionales' acompañando a sus retratos, como una forma de completar la representación de sus personalidades desde un punto de vista simbólico y estético, especialmente en sus retratos infantiles; sirva de ejemplo el Retrato de Rafaela Flores Calderón conservado en el Museo del Prado [Fig. 2]. Precisamente es por ello que, al final de esta breve introducción, se incluyen algunos versos del propio Jose Güell y Renté en su poema dedicado a su primogénito, Raimundo, que ilustran a la perfección tanto el sentimiento estético y religioso que se desprende de la obra como los avatares que se derivan de la accidentada biografía familiar en esos años. Alejandro Martínez Doctorando del Depto. de Historia y Teoría del Arte de la UAM
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A mi hijo Raimundo (Hacia 1849-1850) Yo te bendigo en lágrimas bañado sobre tu pura frente, ángel hermoso, miro de Dios el dedo señalado que le marca a tu vida un fin dichoso […] Y en Dios fija tu alma, en Dios tus ojos; Él es el que dispone de la suerte […] Él tiene ya marcado tu destino como señala por el ancho cielo, a las sencillas aves del camino, que trazan en los aires con su vuelo […] Porque vienes de reyes, ¡pobre niño! Acuérdate que vale más que el oro, Más que la adulación, como el cariño de tu querida madre á quien adoro. El placer de hacer bien; y la terneza de un alma pura, humilde y generosa, es aún más que la pompa y la grandeza que se envuelve en la púrpura orgullosa.
Ese tesoro santo y escogido no se lo quita el mundo al que lo tiene; ni se compra con oro; ni vendido el malvado con crímenes lo obtiene. La riqueza, el poder; son dos placeres buenos para la sórdida codicia […] Consérvala purísima, hijo mío [el alma] llena de caridad y de ternura; y resguardada del veneno impío cuya copa fatal el malo apura. Y no adornes tu frente con laureles, la luz del almo sol nunca te vea, ridículo, vestido de oropeles ni del poder llevando la librea. Que al mérito es oprobio tanto dije: y el relumbrar del oro le amancilla… La virtud soberana siempre rige, y donde está con lucero brilla.
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Fig. 1 Fig. 2
Fig. 3 Fig. 4
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Fig. 5
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Fig. 6
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Bibliografía relacionada: Alcalá Subastas. Catálogo de la venta del 10 de mayo de 2000, lote 116, pp. 71-‐72. Álvarez Lopera, José. «1842: Esquivel contra los Nazarenos. La polémica y su trasfondo». Anales de Historia del Arte, 6, 1996, pp. 285-‐316. Banda y vargas, Antonio de la. Antonio María Esquivel. Sevilla: Diputación de Sevilla, 2002. Banda y vargas, Antonio de la. «Un posible Esquivel en la parroquia de la Concepción de La Laguna». Archivo Hispalense, nº 186, 1978, pp. 183-‐185. Cotarelo, Armando. «La ceguera de Esquivel». Boletín de la Real Academia de la Historia, vol. CXXVIII, 1951, pp. 33-‐58. La Época, 19 de mayo de 1856. Español Boluche, Luis. Nuevos y viejos problemas en la sucesión de la Corona española. Madrid: Instituto Salazar de Castro y Editorial Hidalguía, 1999, pp. 68-‐70. Esquivel y Suárez de Urbina, Antonio María. Tratado de anatomía pictórica. Madrid: Imprenta de Francisco Andrés y Compañía, 1848. Esquivel y Suárez de Urbina, Antonio María. Observaciones acerca del estado actual de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid: Imprenta de la Compañía Tipográfica, 1838. Fernández López, José. «La pintura de historia en Sevilla en el siglo XIX». En: Arte Hispalense, vol. 39. Sevilla: Diputación Provincial, 1985. Galán, Eva V. Pintores del romanticismo andaluz. Granada: Universidad de Granada, 1994. Gaya Nuño, Juan Antonio. «Arte del siglo XIX». En: Ars Hispaniae, tomo XIX. Madrid: Plus Ultra, 1996, pp. 209-‐216. Grosso, Alfonso. «Un siglo después de la muerte de Antonio María Esquivel». Archivo Hispalense, tomo XXVII, nº 86, 1957, pp. 147-‐157. Guerrero Lovillo, José. «Los pintores románticos sevillanos». Archivo Hispalense, tomo XI, nº 36-‐38, 1949, pp. 35-‐84 (pp. 40-‐47). _____. Antonio María Esquivel. Madrid: CSIC, 1957. Güell y Renté, José. Defensa legal de la serenísima señora infanta doña Josefa de Borbón. Madrid: Firmin-‐Didot hermanos, 1853. La Ilustración. Periódico Universal, 26 de mayo de 1856. Mattoni, Virgilio. Sevilla en sus pintores. Quién no vio Sevilla… Sevilla: Tipografía Girones, 1920. Pantorba, Bernardino. «Antonio María Esquivel». Arte Español, 1959, segundo cuatrimestre, desglosado. Pardo Canalís, Enrique. «Apuntes para el estudio de Esquivel». Revista de Ideas Estéticas, nº 110, 1970, pp-‐ 41-‐49. Pérez Calero, Gerardo «Consideraciones estéticas en torno a la obra del pintor Antonio M. Esquivel». Laboratorio de Arte: Revista del Departamento de Historia del Arte, nº 24, 2012, pp. 527-‐536. Pérez Sánchez, Alfonso E, y González Zymla, Herbert. Catálogo de pinturas de la Real Academia de la Historia. Madrid: Real Academia de la Historia, 2003 (nº 27, pp. 74-‐75). Valdivieso González, Enrique. Pintura sevillana del siglo XIX. Sevilla: Server-‐Cuesta, 1981. Valverde Madrid, José. «Tres documentos sobre el pintor Antonio María Esquivel». Boletín de Bellas Artes de la Academia de Santa Isabel de Hungría, VII, 2ª época, 1979, pp. 235-‐240.