antología de poemas
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ANTOLOGÍA
POESÍA DE LOS
SIGLOS DE ORO
CAROLINA SÁNCHEZ CORDERO
ANTOLOGÍA
POESÍA DE LOS
SIGLOS DE ORO
EDITORIAL TESEUS
MÉXICO
EDITORIAL TESEUS
MÉXICO
2013Por la presente edición para México:
EditorialTeseus, s.a.
ISBN: 42-5374-678-4
Depósito Legal: M. 56.841-2013
Impreso en México
2013. Mitológica impresores, Cerezo, 261, México, D.F.
A MI FAMILIA,
POR LOS BUENOS DÍAS.
Entreme donde no supe
y quedéme no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.
SAN JUAN DE LA CRUZ, Coplas.
INTRODUCCIÓN
Los Siglos de Oro en España se caracterizan por surgir en un
momento histórico realmente interesante, a caballo entre la Edad
Media y el Renacimiento, las artes en España se van a desenvolver
bajo diversas influencias.
CONTEXTO HISTÓRICO
ANTECEDENTES
El Renacimiento es un periodo histórico que comprende todo el siglo
XVI, aunque sus precedentes se hallan en los siglos XIV y XV. La
mentalidad renacentista se caracteriza por una revaloración de la
cultura grecolatina, donde se busca crear nuevos valores para el
individuo, una visión antropocéntrica, en la que el hombre toma sus
decisiones y su destino se adhiere a las consecuencias de éstas.
Además, en ésta época podemos hallar un ideal de belleza que nos dice
cómo debiera ser el mundo, mas no cómo es. La educación eclesiástica
ya no es la única, el hombre renacentista se siente en la necesidad de
aprender.
El cortesano se adhiere a un ideal, debe ser hombre
de armas y de letras.
En los siglos XIV y XV se vive una gran polémica
humanística, producto de los cambios del momento,
ello conduce a la entrada al Renacimiento pleno, que
dejará sentir sus fuerzas algunos siglos más.
El humanismo es un movimiento intelectual que
se inició y alcanzó su apogeo primero en Italia,
protagonizado por Gianozzo Manetti, Marcilio Ficino
y Lorenzo Valla, entre otros. Los humanistas
pretendieron dar respuesta a las interrogantes de la
época y para ello recurrieron tanto al cristianismo
como a la filosofía grecolatina, creando así un
sistema intelectual caracterizado por la supremacía
4
del hombre sobre la naturaleza y el rechazo de las
estructuras mentales impuestas por la religión
medieval.1 La intención del humanismo era
desarrollar en el hombre el espíritu crítico y la plena
confianza en sus propias posibilidades, rasgos que le
habían sido reprimidos durante la época medieval.
De Italia, el humanismo se difundió hacia el norte
extendiéndose por casi toda Europa gracias a la
invención de la imprenta, que facilitó la divulgación
de los textos clásicos y las nuevas ideas con gran
rapidez. El más destacado humanista del norte de
Europa fue, autor de Encomium moriae (1509; El
elogio de la locura), alegato en defensa de la
tolerancia y la libertad de pensamiento que resumía
la esencia moral del humanismo. Entre los
humanistas españoles sobresalió Juan Luis Vives.2
Históricamente, nos encontramos en un periodo
en que la vida urbana adquiere mayor relevancia, los
cambios sociales y económicos de la época darán una
oportunidad enorme al desarrollo artístico y cultural
1 La Edad Media será caracterizada a partir de ese momento como
una época bastante oscura, de profunda ignorancia, y es
impresionante darse cuenta de que aún carga con ese estigma.
2http://mediateca.cl/900/historia/universal/europa/documento/rena
cimiento/enaci1.htm
5
en las urbes. El descubrimiento de nuevos territorios,
no sólo se convierte en una disputa política, sino que
lleva a las sociedades a un cambio de modelo
económico, a un reordenamiento de la sociedad,
surge la burguesía.
La apertura de nuevas rutas comerciales, y la
constante lucha por los territorios descubiertos será
decisiva en el poder político que ostentarán algunos
reinos, España el más grande de ellos.
RENACIMIENTO ESPAÑOL
Aunque en España se hable de que el Renacimiento
comienza en 1492, año en que varios logros tendrán
los reinos de Castilla y Aragón, el Descubrimiento de
América, la caída de Granada, logros intelectuales
como la Gramática de Nebrija, en fin, aciertos que le
valieron al reinado tomar una mayor importancia a
nivel mundial, y el favor de una iglesia que sólo les
permitió a ellos explorar los nuevos territorios.
Sin embargo, parece que las fechas en las que el
Renacimiento ha entrado de verdad a España se
desarrollan hacia el siglo XVI con el reinado de Carlos
6
Antonio de Nebrija impartiendo una clase de gramática en presencia de D.
Juan de Zúñiga. Introducciones Latinae, 1486. Biblioteca Nacional. Madrid.
7
I de España y V de Alemania, y con el de su hijo Felipe
II.
Es en esta época en la que España siente más la
influencia italiana, a través de escritores que habían
vivido en la corte napolitana y que se habían
contagiado de la cultura italiana de la época, donde
Dante, Bocaccio, y Petrarca son los modelos
principales, así como una serie de tópicos que serán
largamente imitados.
POESÍA
La lírica renacentista tiene sus orígenes en la
tradición, que le da continuidad a temas y formas
usadas en el Medioevo. Es una tradición popular,
oral, que se compone de villancicos y canciones de
amor. También podemos hablar de la lírica no escrita
como la del romancero, y la culta de Juan de Mena,
Manrique y del Marqués de Santillana.
PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVI CARLOS I Y V
La influencia italiana aporta a la lírica española
nuevos versos, como la combinación de endecasílabo
con heptasílabo, de estrofas, como, la lira el terceto y
8
la silva, y de poemas como el soneto. Aparecen
géneros como la égloga donde los protagonistas son
pastores idealizados, la oda y la epístola.
Los poetas renacentistas se ocupan de un número
limitado de temas como son el amor, la naturaleza y
la mitología.
El amor es platónico, se idealiza a la mujer hasta
tal punto, que se le considera divina. La naturaleza es
considerada un reflejo de la belleza divina, se le
concibe como un lugar armonioso donde la acción
amorosa se desarrolla. Finalmente, la mitología es
inagotable fuente de inspiración para los artistas de
todo el Renacimiento, la elaboración detallada de
estos dan una enorme belleza a la obra, aquí cabe
destacar la importancia de las Metamorfosis de
Ovidio.
El máximo representan de este primer periodo es
Garcilaso de la Vega, pero no hay que dejar de lado a
Juan Boscán.
SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI FELIPE II
La lírica de ésta época refleja las preocupaciones
religiosas que se generaron a partir de la reforma
protestante.
9
Encontramos la literatura ascética que se
caracteriza por describir las actividades que la mente
humana debiera llevar a cabo para llegar un estado
de perfección, y por ende, conseguir la salvación.
Incita a las personas a seguir estrictamente los
preceptos de la iglesia y las instruye en ellos.
Otro tipo de literatura es la mística, que es la
continuación del Ascetismo, en donde Dios puede
conceder a algunas almas una conexión directa, se da
la unión con Dios y esto es la perfección. En América
encontramos que las urbes más grandes competían
por tener el mayor número de monjas que tuvieran
experiencias espirituales con Dios, tal es el caso de
Sor Francisca Josefa del Castillo, con los Afectos
espirituales.
Las características de esta poesía son los temas
religiosos, morales y filosóficos, y el uso de un
lenguaje sencillo bien cuidado, aunque sin muchos
ornamentos. El uso de la mitología es distinto al de la
primera mitad de siglo, sirve de base para poner
ejemplos sobre algún tema religioso, moral o
teológico.
10
Los representantes de esta segunda mitad de siglo
son Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa
Teresa de Jesús.
11
ANTOLOGÍA 12
13
ANÓNIMO
¡O dulce noche! ¡O cama venturosa!
Testigo del deleite y gloría mía,
decid qué os pareció de la porfía
de aquella dama dulce y amorosa.
¡Cómo se me mostraba rigurosa!
¡Cómo dentre mis manos se salía!
¡Cómo dos mil injurias me decía,
la dulce mi enemiga cautelosa!
Pero ¡cómo después me regalaba,
cogiéndome en sus brazos amorosos
y abriendo esas piernas tan delicadas!
¡Con qué suavidad se meneaba!
¡Qué besos que me daba tan sabrosos!
¡Y que palabras tan azucaradas!
ANÓNIMO
SONETO (chiste)
Los ojos vueltos, que del negro dellos
muy poco o casi nada parecía,
14
y la divina boca helada y fría,
bañados en sudor rostro y cabellos,
las blancas piernas y los brazos bellos,
con que al mozo en mil lazos envolvía,
ya Venus fatigados los tenía,
remisos, sin mostrar vigor en ellos.
Adonis, cuando vio llegado el punto
de echar con dulce fin cosas aparte,
dijo:"No ceses, diosa, anda, señora,
no dejes de mene..." y no dijo "arte",
que el aliento y la voz le faltó junto,
y el dulce juego feneció a la hora.
ANÓNIMO
El vulgo comúnmente se aficiona
a la que sabe que es doncella y moza,
porque ansí le parece al que la goza
que le coge la flor de su persona.
Yo, para mí, más quiero una matrona
que con mil arteficios se remoza,
y, por gozar de aquel que la retoza,
una hora de la noche que perdona.
15
La doncella no hace de su parte,
cuando la gozan, cosa que aproveche,
ni se menea, ni da dulces besos.
Mas la otra lo hace de tal arte,
y amores os dirá, que en miel y leche
convierte las médulas de los huesos.
ANÓNIMO
De Adonis el gentil cuerpo desnudo
y Venus con Adonis ingerida;
él encima, debajo ella tendida,
haciendo de dos lazos sólo un ñudo…
El mozo, que de andar muy a menudo
tenía la fuerza y la virtud perdida,
con flaca voz y apenas entendida
dijo, cobrando aliento como pudo:
“Abre las piernas más.” “¿Qué quieres que abra?”
” Ayúdame, que ya no tengo fuerza”.
”El ayudarte más no es culpa mía”.
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Ella que iba a decir: “Mi bien, esfuerza”,
perdió el sentir, faltóle la palabra,
y en el “mi bien…” quedó la lengua fría.
--------
Debajo de un olivo fructuoso
por do se van mil vides retorciendo,
con gran lujuria vide estar hodiendo
a una dama un galán furioso.
Ella los pies al cielo luminoso
tiene, con que en los lomos le va hiriendo,
y con dulces meneos va haciendo
se encienda más el fuego lujurioso.
Y el derramar la esperma y regucijo,
dijo el galán: “Mi vida, pues acabo,
si puedes, di aceituna”, y quedó mido.
Ella, que sin compas menea el rabo,
“Acei…, acei…, acei…, aceite” dijo,
que decir “Aceituna” nunca pudo.
17
ANÓNIMO
Viendo una dama que un galán moría,
padeciendo por ella gran tormento,
concertó de metelle en su aposento
para poner remate en su porfía.
Veniendo pues el concertado día,
o por mucha vergüenza, o por contento,
no pudo alzar cabeza el instrumento
para los dos formar dulce harmonía.
Ella, viéndole, dijo; “¿Tal ansina?
¿Antes tantas recuestas y alcahuetas,
y agora no hacer? Ya me admira”.
El respondió con voz manda y mohína:
“Debe de ser de casta de escopetas,
pues cuanto más caliente menos tira”.
ANÓNIMO DEL SIGLO XVI
SONETO A CRISTO CRUCIFICADO
No me mueve, mi Dios, para quererte,
el cielo que me tienes prometido,
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ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
porque, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.3
GARCILASO DE LA VEGA (1503-1536)
SONETO XIII
A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
3 ELÍAS L. Rivas. Poesía lírica del Siglo de Oro. Madrid: Cátedra, 1980.
p.p. 187-188
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en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;
de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
SONETO I
Cuando me paro a contemplar mi estado,
y a ver los pasos por do me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;
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mas cuando del camino estó olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.
Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme
si ella quisiere, y aun sabrá querello;
que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?
¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas.
¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?
Pues en un hora junto me llevastes
21
todo el bien que por términos me distes,
llevadme junto el mal que me dejastes;
si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende el corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza su costumbre.
22
SONETO XXIII
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena 5
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado 10
cubra de nieve la hermosa cumbre;
marchitará la rosa el viento helado.
Todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
ODA A LA FLOR DE GNIDO
Si de mi baja lira
tanto pudiese el son, que un momento
23
aplacase la ira
del animoso viento,
y la furia del mar y el movimiento,
y en ásperas montañas
con el suave canto enterneciese
las fieras alimañas,
los árboles moviese,
y al son confusamente los trajese:
no pienses que cantado
sería de mí, hermosa flor de Gnido,
el fiero Marte airado,
a muerte convertido,
de polvo y sangre y de sudor teñido,
ni aquellos capitanes
en las sublimes ruedas colocados,
por quien los alemanes,
el fiero cuello atados,
y los franceses, van domesticados;
mas solamente aquella
fuerza de tu beldad sería cantada,
24
y alguna vez con ella
también sería notada
el aspereza de que estás armada,
y cómo por ti sola,
y por tu gran valor y hermosura,
convertido en viola,
llora su desventura
el miserable amante en tu figura.
Hablo de aquel cativo
de quien se debe más cuidado,
que está muriendo vivo,
al remo condenado,
en la concha de Venus amarrado.
Por ti, como solía,
del áspero caballo no corrige
la furia y gallardía:
ni con freno le rige,
ni con vivas espuelas ya le aflige.
Por ti, con diestra mano,
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no revuelve la espada presurosa,
y en el dudoso llano
huye la polvorosa
palestra como sierpe ponzoñosa.
Por ti, su blanda musa,
en lugar de la cítara sonante,
tristes querellas usa,
que con llanto abundante
hacen bañar el rostro del amante.
Por ti, el mayor amigo
le es importuno, grave y enojoso;
yo puedo ser testigo,
que ya del peligroso
naufragio fui su puerto y su reposo;
y agora en tal manera
vence el dolor a la razón perdida,
que ponzoñosa fiera
nunca fue aborrecida
tanto como yo dél, ni tan temida.
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No fuiste tú engendrada
ni producida de la dura tierra;
no debe ser notada
que ingratamente yerra
quien todo el otro error de sí destierra.
Hágate temerosa
el case de Anajérete, y cobarde,
que de ser desdeñosa
se arrepintió muy tarde;
y así, su alma con su mármol arde.
Estábase alegrando
del mal ajeno el pecho empedernido,
cuando abajo mirando,
el cuerpo muerto vido
del miserable amante, allí tendido,
y al cuello el lazo atado,
con que desenlazó de la cadena
el corazón cuitado,
que con su breve pena
compró la eterna punición ajena.
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Sintió allí convertirse
en piedad amorosa el aspereza.
¡Oh tarde arrepentirse!
¡Oh última terneza!
¿Cómo te sucedió mayor dureza?
Los ojos se enclavaron
en el tendido cuerpo que allí vieron;
los huesos se tornaron
más duros y crecieron,
y en sí toda la carne convirtieron;
las entrañas heladas
tornaron poco a poco en piedra dura;
por las venas cuitadas
la sangre su figura
iba desconociendo y su natura;
hasta que, finalmente,
en duro mármol vuelta y transformada,
hizo de sí la gente
no tan maravillada
cuanto de aquella ingratitud vengada.
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No quieras tú, señora,
de Némesis airada las saetas
probar, por Dios, agora;
baste que tus perfetas
obras y hermosuras a los poetas
den inmortal materia,
sin que también en verso lamentable
celebren la miseria
de algún caso notable
que por ti pase, triste y miserable.
JUAN BOSCÁN (1490-1542)
DULCE SOÑAR
Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme.
Dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
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dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme.
¡Oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras, si vinieras tan pesado,
que asentaras en mí con más reposo!
Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.
CAPÍTULO
...Era este tu cuerpo, el cual yo viendo,
tan grande era mi miedo y mi deseo
que moría entre yelo y fuego ardiendo.
Pues ya de tu alma si escribir deseo,
tanto he de andar por lo alto rodeando
que habrá de ser perderme en el rodeo.
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Andaré pues, así como trazando
las figuras por sí, sin las colores
la obra por mis fuerzas conformando.
No basta amor, ni bastan los amores,
a levantar tan alto mi sentido
que muy bajos no queden mis loores.
El saber de tu alma es infinido:
¿cómo podré de vista no perdelle,
con este mi entender que es tan finido?
harto será de lejos sólo velle;
y aun este ver será en mí tan confuso
que su bulto veré sin conocelle.
El cielo acá en el mundo te dispuso
con obra tal que, al tiempo que te hizo,
el bien que en él pusieron en ti puso...
QUÉ HARÉ, QUE POR QUEREROS…
¿Qué haré, que por quereros
mis extremos son tan claros,
que ni soy para miraros,
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ni puedo dejar de veros?
Yo no sé con vuestra ausencia
un punto vivir ausente,
ni puedo sufrir presente,
señora, tan gran presencia.
De suerte que, por quereros,
mis extremos son tan claros,
que ni soy para miraros,
ni puedo dejar de veros.
SONETO XXIX
Pasando el mar Leandro el animoso,
en amoroso fuego todo ardiendo,
esforzó el viento, y fuese embraveciendo
el agua con un ímpetu furioso.
Vencido del trabajo presuroso,
contrastar a las ondas no pudiendo,
y más del bien que allí perdía muriendo
que de su propia vida congojoso,
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como pudo esforzó su voz cansada
ya las ondas habló desta manera,
mas nunca fue su voz dellas oída:
«Ondas, pues no se excusa que yo muera,
dejad me allá llegar, ya la tornada
vuestro furor esecutá en mi vida».
FRAY LUIS DE LEÓN (1529-1591)
ODA A LA VIDA RETIRADA
¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruïdo
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.
33
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado,
si en busca de este viento
ando desalentado
con ansias vivas y mortal cuidado?
¡Oh campo, oh monte, oh río!
¡Oh secreto seguro deleitoso!
roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero.
34
Despiértenme las aves
con su cantar süave no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
quien al ajeno abritrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa
de ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
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Y luego sosegada
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo,
y con diversas flores va esparciendo.
El aire el huerto orea,
y ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso ruïdo,
que del oro y del cetro pone olvido.
Ténganse su tesoro
los que de un flaco leño se confían:
no es mío ver al lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna; al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
36
A mí una pobrecilla
mesa, de amable paz bien abastada
me baste, y la vajilla
de fino oro labrada,
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserablemente
se están los otros abrasando
en sed insacïable
del no durable mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
A la sombra tendido
de yedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.
ODA A FELIPE RUIZ
¿Cuándo será que pueda
libre de esta prisión volar al cielo,
Felipe, y en la rueda
que huye más del suelo
37
contemplar la verdad pura sin duelo?
Allí, a mi vida junto,
en luz resplandeciente convertido,
veré distinto y junto
lo que es y lo que ha sido
y su principio propio y escondido.
Entonces veré cómo
la soberana mano echó el cimiento
tan a nivel y plomo,
do estable y firme asiento
posee el pesadísimo elemento.
Veré las inmortales
columnas do la tierra está fundada,
las lindes y señales
con que a la mar hinchada
la Providencia tiene aprisionada;
por qué tiembla la tierra,
por qué las hondas mares se embravecen,
dó sale a mover guerra
el cierzo, y por qué crecen
38
las aguas del océano y decrecen;
de dó manan las fuentes,
quién ceba y quién bastece de los ríos
las perpetuas corrientes;
de los helados fríos
veré las causas, y de los estíos;
las soberanas aguas,
del aire en la región, quién las sostiene;
de los rayos las fraguas;
dó los tesoros tiene
de nieve Dios, y el trueno dónde viene.
¿No ves cuando acontece
turbarse el aire todo en el verano
el día se ennegrece,
sopla el gallego insano,
y sube hasta el cielo el polvo vano?
Y entre las nubes mueve
su carro Dios, ligero y reluciente,
horrible son conmueve,
relumbra fuego ardiente,
39
treme la tierra, humíllase la gente.
La lluvia baña el techo,
envían largos ríos los collados;
su trabajo deshecho,
los campos anegados,
miran los labradores espantados.
Y de allí levantado,
veré los movimientos celestiales,
así el arrebatado
como los naturales;
la causa de los hados, las señales.
Quién rige las estrellas
veré, y quién las enciende con hermosas
y eficaces centellas;
por qué están las dos Osas
de bañarse en el mar siempre medrosas.
Veré este fuego eterno,
fuente de vida y luz, dó se mantiene;
y por qué en el invierno
40
tan presuroso viene;
quién en las noches largas le detiene.
Veré sin movimiento
en la más alta esfera las moradas
del gozo y del contento,
de oro y luz labradas,
de espíritus dichosos habitadas.
SAN JUAN DE LA CRUZ (1542-1591)
QUE MUERO PORQUE NO MUERO…
Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero
que muero porque no muero.
En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo;
pues sin él, y sin mí quedo,
este vivir, ¿qué será?
Mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo porque no muero.
41
Esta vida, que yo vivo
es privación de vivir;
y así, es continuo morir,
hasta que viva contigo;
oye, mi Dios, lo que digo:
que esta vida no la quiero,
que muero porque no muero.
Estando absente de ti,
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padescer,
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí,
pues de suerte persevero,
que muero porque no muero.
El pez que del agua sale
Aún de alivio no caresce,
que en la muerte que padesce,
al fin la muerte le vale.
¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo, más muero?
Cuando me empiezo aliviar
de verte en el Sacramento,
42
háceme más sentimiento,
el no te poder gozar;
todo es para más penar,
por no verte como quiero,
que muero, porque no muero.
Y si me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
en ver que puedo perderte,
se me dobla mi dolor;
viviendo en tanto pavor,
y esperando, como espero,
muérome porque no muero.
Sácame de aquesta muerte,
mi Dios, y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero
que muero porque no muero.
Lloraré mi muerte ya,
y lamentaré mi vida
en tanto que detenida
por mis pecados está.
43
¡Oh mi Dios! ¿Cuándo será,
cuando yo diga de vero:
vivo ya porque no muero?
COPLAS A LO DIVINO
Tras de un amoroso lance,
y no de esperanza falto,
volé tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
Para que yo alcance diese
a este lance divino,
tanto volar me convino,
que de vista me perdiese;
y con todo, en este trance,
en el vuelo quedé falto;
mas el amor fue tan alto
que le di a la caza alcance.
Cuanto más alto subía
deslumbróseme la vista,
y la más fuerte conquista
en oscuro se hacía;
44
mas por ser de amor el lance,
di un ciego y oscuro salto,
y fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido,
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba.
Dije: ¡No habrá quien alcance!
Y abatíme tanto, tanto
que fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
Por una extraña manera
mis vuelos pasé de un vuelo,
porque esperanza de cielo
tanto alcanza cuanto espera,
y esperé solo este lance,
y en esperar no fui falto,
pues fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
45
COPLAS...
Entreme donde no supe
y quedéme no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.
Yo no supe dónde entraba
pero cuando allí me vi
sin saber dónde me estaba
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí
que me quedé no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.
De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida vía recta
era cosa tan secreta
que me quedé balbuciendo
toda ciencia trascendiendo.
Estaba tan embebido
46
tan absorto y ajenado
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo
toda ciencia trascendiendo.
El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece
y su ciencia tanto crece
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Cuanto más alto se sube
tanto menos se entendía
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
47
Este saber no sabiendo
es de tan alto poder
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer
que no llega su saber
a no entender entendiendo
toda ciencia trascendiendo.
Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber
que no hay facultad ni ciencia
que le puedan emprender
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Y si lo queréis oír
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo
toda ciencia trascendiendo.
48
NOCHE OSCURA
Canciones del alma que se goza de haber llegado al
alto estado de la perfección, que es la unión con Dios,
por el camino de la negación espiritual.
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquésta me guïaba
49
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
50
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
CANCIONES DEL ALMA EN LA ÍNTIMA COMUNICACIÓN DE
UNIÓN DE AMOR DE DIOS
¡O llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
¡O cauterio süave!
¡O regalada llaga!
¡O mano blanda! ¡O toque delicado
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida has trocado.
¡O lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
51
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
color y luz dan junto a su querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!
GIL VICENTE (1465-1536)
CANCIÓN
Vánse mis amores, madre,
luengas tierras van a morar..
Yo no los puedo olvidar.
¿Quién me los hará tornar?
¿Quién me los hará tornar?
Yo soñara, madre, un sueño
que me dio en el corazón.
que se iban los mis amores
a las islas de la mar.
52
Yo no los puedo olvidar.
¿Quién me los hará tornar?
¿Quién me los hará tornar?
Yo soñara, madre, un sueño
que me dio en el corazón:
Que se iban los mis amores
a las tierras de Aragón.
Allá se van a morar
y no los puedo olvidar.
¿Quién me los hará tornar?
¿Quién me los hará tornar?
LOS AMORES DE LA NIÑA…
Los amores de la niña
que tan lindos ojos ha,
que tan lindos ojos ha.
Ay Dios, ¿quién los servirá?
Ay Dios, ¿quién los haberá?
Tiene los ojos de azor,
hermosos como la flor;
quien los sirviere de amor,
no sé como vivirá,
53
que tan lindos ojos ha.
Ay Dios, ¿quién los servirá?
Ay Dios, ¿quién los haberá?
Sus ojos son naturales
de las águilas reales,
los vivos hacen mortales,
los muertos suspiran allá,
que tan lindos ojos ha.
Ay Dios, ¿quién los servirá?
Ay Dios, ¿quién los haberá?
MUY GRACIOSA ES LA DONCELLA…
Muy graciosa es la doncella,
¡cómo es bella y hermosa!
digas tú, el marinero
que en las naves vivías
si la nave o la vela o la estrella
es tan bella.
Digas tú, el caballero
que las armas vestías,
si el caballo o las armas o la guerra
es tan bella.
54
digas tú, el pastorcico
que el ganadico guardas,
si el ganado o los valles o la sierra
es tan bella.
LETRILLA
Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.
Mas quiero vivir segura
n'esta tierra a mi soltura,
que no estar en ventura
si casaré bien o no.
dicen que me casé yo:
no quiero marido, no.
Madre, no seré casada
por no ser vida cansada,
o quizá mal empleada
la gracia que Dios me dio.
dicen que me case yo:
no quiero marido, no.
No será ni es nacido
tal para ser mi marido;
55
y pues que tengo sabido
que la flor ya me la só.
Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.
JUAN DEL ENCINA (1468-1530)
MÁS VALE TROCAR PLACER…
Más vale trocar
placer por dolores
que estar sin amores.
donde es agradecido
es dulce morir;
vivir en olvido
aquel no es vivir;
mejor es sufrir
pasión y dolores
que estar sin amores.
Es vida perdida
vivir sin amar;
y más es que vida
saberla emular;
56
mejor es penar
sufriendo dolores
que estar sin amores.
La muerte es vitoria
do vive afición;
que espere haber gloria
quien sufre pasión:
más vale prisión
de tales dolores
que estar sin amores.
el que es muy penado
más goza de amor;
que el mucho cuidado
le quita el temor;
así que es mejor
amar con dolores
que estar sin amores.
No teme tormento
quien ama con fe,
si su pensamiento
sin causa no fue;
habiendo por qué,
57
más valen dolores
que estar sin amores.
Amor que no pena
no pida placer,
pues ya le condena
su poco querer:
mejor es perder
placer por dolores
que estar sin amores.
NO TE TARDES QUE ME MUERO
No te tardes que me muero,
carcelero,
no te tardes que me muero.
Apresura tu venida
porque no pierda la vida,
que la fe no está perdida.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
58
Sácame d'esta cadena,
que recibo muy gran pena,
pues tu tardar me condena.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
La primer vez que me viste,
sin te vencer me venciste;
suéltame, pues me prendiste.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
La llave para soltarme
ha de ser galardonarme,
propiniendo no olvidarme.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
Fin
Y siempre cuando vivieres
haré lo que tú quisieres
si merced hacerme quieres.
59
Carcelero,
no te tardes que me muero.
GASPAR GIL POLO (+ 1591)
CANCIÓN PASTORIL
En el campo venturoso,
donde con clara corriente
Guadalaviar hermoso
dejando el suelo abundoso
da tributo al mar potente;
Galatea, desdeñosa
del dolor que a Licio daña,
iba alegre y bulliciosa
por la ribera arenosa
que el mar con sus ondas baña,
entre la arena cogiendo
conchas y piedras pintadas,
muchos cantares diciendo
con el sol del ronco estruendo
de las ondas alteradas;
Junto al agua se ponía,
y las ondas aguardaba,
60
y en verlas llegar huía;
pero a veces no podía
y el blanco pie se mojaba.
Licio, al cual en sufrimiento
amador ninguno iguala,
suspendió allí su tormento
mientras miraba el contento
de su pulida zagala.
Mas cotejando su mal
con el gozo que ella había
el fatigado zagal
con voz amarga decía:
Ninfa hermosa, no te vea
jugar con el mar horrendo;
y aunque más placer te sea,
huye del mar, Galatea,
como estás de Licio huyendo.
Deja ahora de jugar,
que me es dolor importuno:
no me hagas más penar,
que en verte cerca del mar
tengo celos de Neptuno.
Causa mi triste cuidado
61
que a mi pensamiento crea:
porque ya está averiguado
que si no es tu enamorado
lo será cuando te vea.
Y está cierto, porque amor
sabe desde que me hirió,
que para pena mayor
me falta un competidor
más poderoso que yo.
Deja la seca ribera,
do está el alga infructuosa:
guarda que no salga afuera
alguna marina fiera
enroscada y escamosa.
Huye ya, y mira que siento
por ti dolores sobrados;
porque con doble tormento
celos me da tu contento
y tu peligro cuidados.
En verte regocijada
celos me hacen acordar
de Europa, ninfa preciada,
del toro blanco engañada
62
en la ribera del mar.
Y el ordinario cuidado
hace que piense continuo
de aquel desdeñoso alnado,
orilla el mar arrastrado,
visto aquel monstruo marino.
Mas no veo en ti temor
de congoja y pena tanta;
que bien sé por mi dolor
que a quien no teme al amor
ningún peligro le espanta.
Guarte, pues, de un gran cuidado:
que el vengativo Cupido
viéndose menospreciado,
lo que no hace de grado,
suele hacerlo de ofendido.
Ven conmigo al bosque ameno,
y al apacible sombrío
de olorosas flores lleno,
do en el día más sereno.
No escuches dulces concentos,
sino el espantoso estruendo
con que los bravosos vientos
63
con soberbios movimiento
van las aguas revolviendo.
Y tras la fortuna fiera
son las vistas más suaves
ver llegar a la ribera
la destrozada madera
de las anegadas naves.
Ven a la dulce floresta,
do natura no fue escasa:
donde haciendo alegre fiesta
la más calurosa siesta
con más deleite se pasa.
Huye los soberbios mares;
ven, verás cómo cantamos
tan deliciosos cantares
que los duros pesares
suspendemos y engañamos;
y aunque quien pasa dolores,
amor le fuerza a cantarlos,
yo haré que los pastores
no es enojoso el Estío.
Si el agua te es placentera,
hay allí fuente tan bella,
64
que para ser la primera
entre todas, sólo espera
que tú te laves en ella.
En aqueste raso suelo
a guardar tu hermosa cara
no basta sombrero o velo;
que estando al abierto cielo
el sol morena te para.
Allí, por bosques y prados,
podrás leer a todas horas,
en mil robles señalados
los nombres más celebrados
de las ninfas y pastoras.
Mas sérate cosa triste
ver tu nombre allí pintado,
en saber que escrita fuieste
por el que siempre tuviste
de tu memoria borrado.
Y aunque mucho estés airada,
no creo yo que te asombre
tanto el verte allí pintada,
como el que ver que eres amada
del que allí escribió tu nombre.
65
No ser querida y amar
fuera triste desplacer;
mas ¿qué tormento o pesar
te puede, Ninfa, causar
ser querida y no querer?
Mas desprecia cuanto quiera
a tu pastor, Galatea;
sólo que en estas ribera
cerca de las ondas fieras
con mis ojos no te vea.
¿Qué pasatiempo mejor
orilla el mar puede hallarse
que escuchar el ruiseñor,
coger la olorosa flor
y en clara fuente lavarse?
Pluguiera a Dios que gozaras
de nuestro campo y ribera,
y porque más lo preciaras,
ojalá tú lo probaras,
antes que yo lo dijera.
Porque cuanto alabo aquí
de su crédito lo quito;
pues el contentarme a mí
66
bastará para que a ti
no te venga en apetito.
Licio mucho más le hablara,
y tenía más que hablalle,
si ella no se lo estorbara,
que con desdeñosa cara
al triste dice que calle.
JUAN DE TIMONEDA (¿-1583)
CANCIÓN
Soy garridica
y vivo penada
por ser mal casada.
Yo soy, no repuno,
hermosa sin cuento,
amada de uno,
querida de ciento.
No tengo contento
ni valgo ya nada
por ser mal casada.
Con estos cabellos
67
de bel parecer
haría con ellos
los hombres perder.
Quien los puede haber
no los tiene en nada
por ser mal casada.
SANTA TERESA DE JESÚS (1515-1582)
VERSOS NACIDOS DEL FUEGO
DEL AMOR DE DIOS QUE EN SI TENÍA
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
GLOSA
Aquesta divina unión
del amor con que yo vivo,
hace a Dios ser mi cautivo
y libre mi corazón;
mas causa en mi tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.
68
¡Ay! ¡qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero
que muero porque no muero.
¡Ay! ¡qué vida tan amarga
do no se goza el Seños!
Y si es dulce el amor,
no es la esperanza larga;
quíteme Dios esta carga
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza
no te tardes que te espero
que muero porque no muero.
69
Mira que el amor es fuerte;
vida, no seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte;
venga ya la dulce muerte,
venga el morir ligero,
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva;
muerte, no seas esquiva;
vivo muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es perderte a ti,
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues a El solo es el que quiero,
70
que muero porque no muero.
Estando ausente de ti,
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí,
por ser mi mal tan entero,
que muero porque no muero.
COLOQUIO AMOROSO
Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?
-Alma, ¿qué quieres de mí?
-Dios mío, no más que verte.
-Y ¿qué temes más de ti?
-Lo que más temo es perderte.
Un alma en Dios escondida
71
¿qué tiene que desear,
sino amar y más amar,
y en amor toda escondida
tornarte de nuevo a amar?
Un amor que ocupe os pido,
Dios mío, mi alma os tenga,
para hacer un dulce nido
adonde más la convenga.
DICHOSO EL CORAZÓN ENAMORADO
Dichoso el corazón enamorado
que en sólo Dios ha puesto el pensamiento,
por Él renuncia todo lo criado,
y en Él halla su gloria y su contento.
Aún de sí mismo vive descuidado,
porque en su Dios está todo su intento,
y así alegre pasa y muy gozoso
las ondas de este mar tempestuoso.
72
DILECTUS MEUS MIHI
Ya toda me entregué y di
y de tal suerte he trocado,
que es mi Amado para mí,
y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó rendida,
en los brazos del amor,
mi alma quedó caída.
Y cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que es mi Amado para mí,
y yo soy para mi Amado.
Tiróme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedo hecha
una con su Criador.
Yo ya no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
73
y mi Amado es para mí,
y yo soy para mi Amado.
HERNANDO DE ACUÑA (¿1520?-1580)
SONETO AL REY NUESTRO SEÑOR
Ya se acerca señor, o es ya llegada
la edad gloriosa, en que promete el cielo
una grey, y un pastor, solo en el suelo,
por suerte a vuestros tiempos reservada.
Ya tan alto principio, en tal jornada
os muestra el fin de vuestro santo celo,
y anuncia al mundo, para más consuelo
un monarca, un imperio y una espada.
Ya el orbe de la tierra siente en parte:
y espera en todo vuestra monarquía,
conquistada por vos en justa guerra:
que a quien ha dado Christo su estandarte
dará el segundo más dichoso día,
en que, vencido el mar, venza la tierra.
74
SONETO SOBRE LA RED DEL AMOR
Dígame quién lo sabe: ¿cómo es hecha
la red de Amor, que a tanta gente prende?
¿Y cómo, habiendo tanto que la tiende,
no está del tiempo ya rota o deshecha?
¿Y cómo es hecho el arco que Amor flecha,
pues hierro ni valor se le defiende?
¿Y cómo o dónde halla, o quién le vende,
de plomo, plata y oro tanta flecha?
Y si dicen que es niño, ¿cómo viene
a vencer los gigantes? Y si es ciego,
¿cómo toma al tirar cierta la mira?
Y si, como se escribe, siempre tiene
en una mano el arco, en otra el fuego,
¿cómo tiende la red y cómo tira?
75
MIGUEL DE CERVANTES DE SAAVEDRA (1547-1616)
AL TÚMULO DEL REY FELIPE II EN SEVILLA
Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla;
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?
Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!,
Roma triunfante en ánimo y nobleza.
Apostaré que el ánima del muerto
por qozar este sitio hoy ha dejado
la gloria donde vive eternamente.
Esto oyó un valentón, y dijo: "Es cierto
cuanto dice voacé, señor soldado.
Y el que dijere lo contrario, miente."
Y luego, incontinente,
76
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
OVILLEJOS
¿Quién menoscaba mis bienes?
¡Desdenes!
¿Y quién aumenta mis duelos?
¡Los celos!
¿Y quién prueba mi paciencia?
¡Ausencia!
De ese modo en mi dolencia
ningún remedio me alcanza,
pues me matan las esperanzas,
desdenes, celos y ausencia.
¿Quién me causa este dolor?
¡Amor!
¿Y quién mi gloria repugna?
¡Fortuna!
¿Y quién consiente mi duelo?
¡El cielo!
De ese modo yo recelo
morir deste mal extraño,
77
pues se aúnan en mi daño
amor, fortuna y el cielo.
¿Quién mejorará mi suerte?
¡La muerte!
Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
¡Mudanza!
Y sus males, ¿quién los cura?
¡Locura!
De ese modo no es cordura
querer curar la pasión,
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.
REDONDILLA CASTELLANA
Cuando dejaba la guerra
libre nuestro hispano suelo,
con un repentino vuelo
la mejo r flor de la tierra
fue trasplantada en el cielo;
y, al cortarla de su rama,
el mortífero accidente
fue tan oculto a la gente
78
como el que no ve la llama
hasta que quemar se siente.
FERNANDO DE HERRERA (1534-1597)
YO VI UNOS BELLOS OJOS, QUE HIRIERON…
Yo vi unos bellos ojos, que hirieron
con dulce flecha un corazón cuitado,
y que para encender nuevo cuidado
su fuerza toda contra mí pusieron.
Yo vi que muchas veces prometieron
remedio al mal, que sufro no cansado,
y que cuando esperé vello acabado,
poco mis esperanzas me valieron.
Yo veo que se asconden ya mis ojos
y crece mi dolor y llevo ausente
en el rendido pecho el golpe fiero.
Yo veo ya perderse los despojos
y la membrana de mi bien presente
y en ciego engaño de esperanza muero.
79
SONETO I
Yo voy por esta solitaria tierra,
de antiguos pensamientos molestado,
huyendo el resplandor del sol dorado,
que de sus puros rayos me destierra.
El paso a la esperanza se me cierra;
de una ardua cumbre a un cerro vo enriscado,
con los ojos volviendo al apartado
lugar, solo principio de mi guerra.
Tanto bien presenta la memoria,
y tanto mal encuentra la presencia,
que me desmaya el corazón vencido.
¡Oh crüeles despojos de mi gloria,
desconfïanza, olvido, celo, ausencia!;
¿por qué cansáis a un mísero rendido?
PENSÉ, MAS FUE ENGAÑOSO PENSAMIENTO…
Pensé, mas fué engañoso pensamiento,
armar de puro hielo el pecho mío;
porque el fuego de Amor al grave frío
no desatase en nuevo encendimiento.
80
Procuré no rendirme al mal que siento,
y fue todo mi esfuerzo desvarío;
perdí mi libertad, perdí mi brío,
cobré un perpetuo mal, cobré un tormento.
El fuego al hielo destempló, en tal suerte,
que, gastando su humor, quedó ardor hecho;
y es llama, es fuego, todo cuanto espiro.
Este incendio no puede darme muerte;
que, cuando de su fuerza más deshecho,
tanto más de su eterno afán respiro.
CRISTÓBAL DE CASTILLEJO (1495-1550)
¿QUIÉN NO LLORA LO PASADO?
¿Quién no llora lo pasado
viendo cual va lo presente?,
¿Quién es aquel que no siente
lo que ventura ha quitado?
Yo me vi ser bien amado,
mi deseo en alta cima;
contemplar en lo pasado
La memoria me lastima.
81
Y pues todo me es ausente
no sé cual remedio escoja;
bien y mal todo me enoja,
¡cuitado de quien lo siente!
Tiempo fue y horas ufanas
las que mi vida gozaron,
donde tristes se sembraron
los simientes de mis canas.
Y pues si tiene por bueno,
bien puedo decir así.
SONETO IV
Si las penas que dais son verdaderas,
como lo sabe bien el alma mía,
¿por qué no me acaban? y sería
sin ellas el morir muy más de veras;
y si por dicha son tan lisonjeras,
y quieren retoçar con mi alegría,
decid, ¿por qué me matan cada día
de muerte de dolor de mil maneras?
Mostradme este secreto ya, señora,
82
sepa yo por vos, pues por vos muero,
si lo que padezco es muerte o vida;
porque, siendo vos la matadora,
mayor gloria de pena ya no quiero
que poder alegar tal homicida.
GUTIERRE DE CETINA (1520-1557)
AMOR MUEVE MIS ALAS, Y TAN ALTO
Amor mueve mis alas, y tan alto
las lleva el amoroso pensamiento,
que de hora en hora así subiendo siento
quedar mi padescer más corto y falto.
Temo tal vez mientra mi vuelo exalto,
mas llega luego a mí el conoscimiento
y pruébase que es poco en tal tormento
por inmortal honor un mortal salto.
Que si otro puso al mar perpetuo nombre
do el soberbio valor le dio la muerte,
presumiendo de sí más que podía,
83
de mí dirán: «Aquí fue muerto un hombre
que si al cielo llegar negó su suerte,
la vida le faltó, no la osadía.»
CUBRIR LOS BELLOS OJOS…
Cubrir los bellos ojos
con la mano que ya me tiene muerto,
cautela fué por cierto,
que así doblar pensastes mis enojos.
Pero de tal cautela
harto mayor ha sido el bien que el daño;
que el resplandor extraño
del sol se puede ver mientras se cela.
Así que, aunque pensastes
cubrir vuestra beldad, única, inmensa,
yo os perdono la ofensa,
pues, cubiertos, mejor verlos dejastes.
ESTA GUIRNALDA DE SILVESTRES FLORES…
Sobre la cubierta de un libro donde iban escritas
algunas cosas pastoriles...
Esta guirnalda de silvestres flores,
84
de simple mano rústica compuesta
en los bosques de Arcadia, aquí fue puesta
en honra del cantar de los pastores,
a los cuales, si Amor en sus amores
quiera jamás negar demanda honesta,
ruego, si bien el don tan bajo cuesta,
pueda este olmo gozar de mis sudores.
Que si algún tiempo con más docta mano
las acierto a tejer como maestro,
guardando a los pasados el decoro,
espero, y mi esperar no será en vano,
que el nombre pastoral del siglo nuestro
será tal cual fue ya en la Edad del Oro.
FRANCISCO DE LA TORRE (HACIA 1534)
AL SILENCIO DE LA NOCHE
Sigo, silencio, tu estrellado manto
de transparentes lumbres guarnecido,
enemiga del sol esclarecido,
ave nocturna de agorero canto.
85
El falso mago amor con el encanto
de palabras quebradas por olvido
convirtió mi razón y mi sentido;
mi cuerpo no, por deshacelle en llanto.
Tú, que sabes mi mal, y tú, que fuiste
la ocasión principal de mi tormento,
por quien fui venturoso y desdichado,
oye tú solo mi dolor, que al triste
a quien persigue cielo vïolento,
no le está bien que sepa su cuidado.
ÉSTA ES, TIRSIS, LA FUENTE DO SOLÍA…
Ésta es, Tirsis, la fuente do solía
contemplar tu beldad mi Filis bella;
este el prado gentil, Tirsis, donde ella
su hermosa frente de su flor ceñía.
Aquí, Tirsis, la vi cuando salía
dando la luz de una y otra estrella;
allí, Tirsis, me vido; y tras aquella
haya se me escondió y ansí la vía.
86
En esta cueva deste monte amado
me dio la mano y me ciñó la frente
de verde hiedra y de violetas tiernas.
Al prado y haya y cueva y monte y fuente
y al cielo desparciendo olor-sagrado,
rindo de tanto bien gracias eternas.
LA BLANCA NIEVE Y LA PURPÚREA ROSA…
La blanca nieve y la purpúrea rosa,
que no acaba su ser calor ni invierno,
el sol de aquellos ojos, puro, eterno,
donde el amor como en su ser reposa;
la belleza y la gracia milagrosa
que descubren del alma el bien interno,
la hermosura donde yo discierno
que está escondida más divina cosa;
los lazos de oro donde estoy atado,
el cielo puro donde tengo el mío,
la luz divina que me tiene ciego;
87
el sosiego que loco me ha tornado,
el fuego ardiente que me tiene frío,
yesca me han hecho de invisible fuego.
NOCHE, QUE EN TU AMOROSO Y DULCE OLVIDO
¡Noche, que en tu amoroso y dulce olvido
escondes y entretienes los cuidados
del enemigo día y los pasados
trabajos recompensas al sentido!
Tú, que de mi dolor me has conducido
a contemplarte, y contemplar mis hados
-enemigos ahora conjurados
contra un hombre del cielo perseguidoasí
las claras lámparas del cielo
siempre te alumbren, y tu amiga frente
de beleño y ciprés tengas ceñida,
que no vierta su luz en este suelo
el claro sol mientras me quejo ausente;
¡De mi pasión bien sabes tú y mi vida!
88
BIBLIOGRAFÍA
___. Las mejores poesías de la lengua española.
Desde los albores al Siglo de Oro. Tomo 1.
Barcelona: Ediciones 29. 1988.
RICO, Francisco (ed). Historia y Crítica de la Literatura Española. vol.2, Renacimiento. Por Francisco
López Estrada. Barcelona: Crítica.1980.
ALZIEU, Pierre, et. al. Poesía erótica del Siglo de Oro. Barcelona: Crítica, Bibliotteca de Bolsillo,
2000.
FUENTES DIGITALES
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http://www.devocionario.com/textos/p_juan_1.html
http://www.los-poetas.com/
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http://amediavoz.com/poesiadeoro.htm
http://mediateca.cl/900/historia/universal/europa/d
ocumento/renacimiento/enaci1.htm#La difusi—n del
arte renacentista
http://www.espanolsinfronteras.com/LenguaCastella
na-RD02-
Literatura05LTEspanolaRenacimiento.htm#IMITACIÓ
N_Y_ORIGINALIDAD_EN_LA_POÉTICA_RENACENTIST
A 90
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN….……………………….……………………1
ANTOLOGÍA………..…………………………………………….1
DE ANÓNIMOS…………………………………………………13
GARCILASO DE LA VEGA…….…………………..18
JUAN BOSCÁN………………………………………..28
FRAY LUIS DE LEÓN………………………………..32
SAN JUAN DE LA CRUZ……………………………40
GIL VICENTE…………………………………………..51
JUAN DEL ENCINA………………………………….55
GASPAR GIL POLO………………………………….59
JUAN DE TIMONEDA………………………………66
SANTA TERESA DE JESÚS………………………..67
HERNANDO DE ACUÑA………………………….73
M. DE CERVANTES DE SAAVEDRA…………..75
FERNANDO DE HERRERA……………………….78
CRISTÓBAL DE CASTILLEJO……………………..82 91
GUTIERRE DE CETINA…………………………….78
FRANCISCO DE LA TORRE……………………….84
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES………………………………..88 92
93 ESTA OBRA SE ACABÓ DE IMPRIMIR EN EL
AÑO DE 2010 EN LAS IMPRENTAS DE GUTIERRE
IMPRESORES S.A.
CON UN TIRAJE DE 3,000 EJEMPLARES.
SE UTILIZÓ LA FUENTE
CALIBRI 11 Y 13 Y ARIAL 8 Y 9
94
95
DANIELA RÍOS (MÉXICO,
1992) ES PASANTE DE LA
CARRERA DE LENGUA Y
LITERATURAS HISPÁNICAS
DE LA UNAM.
Este libro es su primera
publicación.