antología ciencias sociales
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ANTOLOGIA DE SOCIOLOGIATRANSCRIPT
1
MATERIAL DIDACTICO
ANTOLOGÍA
MODULO DE ECOLOGÍA HUMANA
2012
PROFESORES QUE PARTICIPARON EN LA
SELECCIÓN DE LOS MATERIALES
GUADALUPE MARCELA TORRES ESCUTIA
LUIS ANTONIO REY NOELLER SANDOVAL
PROFESORA ENCARGADA DE LA CORRECCIÓN DE ESTILO
CRISTINA GODINEZ CONTRERAS
ANTOLOGÍA APROBADA EN LA SESIÓN ORDINARIA DEL COMITÉ ACADÉMICO DE LA CARRERA DE ENFERMERÍA EL 31 DE AGOSTO DEL
2011 COMO UN MATERIAL QUE APORTA LAS HERRAMIENTAS QUE FACILITAN Y FORTALECEN EL ESTUDIO DE LAS CIENCIAS SOCIALES
EN LAS Y LOS ALUMNOS DE LA LICENCIATURA DE ENFERMERÍA
2
INDICE
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………………..
CONSIDERACIONES GENERALES...................................................................................
1. LAS CIENCIAS SOCIALES………………………………………………………………... 1.2 SOCIOLOGIA……………………………………………………………………………… 1.3 ANTROPOLOGÍA………………………………………………………………………….
1.4 ECONOMÍA…………………...…………………………………………………............... 1.5 PSICOLOGÍA SOCIAL…………………………………………………………………… 1.6 CIENCIA POLÍTICA……...…………………………………………………...................
1.7 HISTORIA…………………………………………………………………………………. ACTIVIDADES………………………………………………………………………………… BIBLOGRAFÍA…………………………………………………………………………………
2. TEORÍAS SOCIOLÓGICAS…………………………………………………………….
2.1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS……………………………………………………… 2.1.1 AGUSTO COMTE……………………………………………………………………... 2.1. 2 EMILIO DURKHEIM…………………………………………………........................
2.1.3 MAX WEBER………………………………………………………………………….. 2.2 SOCIOLOGÍA MODERNA……….……………………………………………………... 2.2.1 LA TEORÍA DEL INTERCAMBIO: HOMANS, MEAD, GOFFMAN…………….…
2.2.2 LA SOCIOLOGÍA CULTURAL………………..……………………………………… 2.2.3 LA SOCIOLOGÍA CRÍTICA……………….………………………………………..... ACTIVIDADES……………………………………………………………………………….
BIBLOGRAFÍA……………………………………………………………………………….
3.1 SOCIEDAD………………………………………………………………………………. 3.1.1 CONCEPTO……………………………………………………………………………. 3.1.2 DINÁMICA……………………………………………………………………………….
3.1.3 ESTRUCTURA………………………………………………………………………….. 3.1.4. CLASES SOCIALES…………………………………………………………………… 3.1.5. ORGANIZACIÓN…………………………………………………………..……………
ACTIVIDADES………………………………………………………………………... ………. BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………………
3.2 FAMILIA…………………………………………………………………………………….. ACTIVIDADES………………………………………………………………………................ BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………………….
4 EDUCACIÓN…………………………………..………………………………………….. ACTIVIDADES……………………………………………………………………….. ……….
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………………. 4.1 ECONOMÍA……...………………………………………………………………………….
ACTIVIDADES………………………………………………………………………………….. BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………………….
3
9 9
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37 38 38
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121 121
123 148 148
149 150
150
151
154 154
3
INTRODUCCIÓN
Esta Antología de Ecología Humana está dirigido a las y los estudiantes de la
carrera de enfermería de la Facultad de Estudios Superiores de la Universidad
Nacional Autónoma México; la cual intenta ser una herramienta que permita fortalecer
el estudio de las Ciencias Sociales.
El objetivo específico de la asignatura es analizar los aspectos sociales,
históricos, culturales y antropológicos a través de los conceptos y teorías que
caracterizan al individuo, familia y comunidad, así como su impacto en la salud;
dentro de las competencias profesionales se quiere que los estudiantes logren
detectar e interpretar las necesidades sociales de mujeres y hombres desde
diferentes enfoques teóricos y su aplicación en el campo de la atención de
enfermería, aspectos que serán abordados en esta antología de forma didáctica.
El fundamento de la materia es que en ecología humana se analiza a la
población adaptada por la cultura y el espacio en donde se observa la organización
social y el desarrollo de la tecnología en el medio ambiente, estos aspectos generan
inestabilidad y conflicto entre los seres humanos y en ese proceso se manifiesta la
adaptación o la enfermedad.
En relación a lo anterior, la Organización Mundial de la Salud ha definido a la
salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la
ausencia de afecciones o enfermedades; esta percepción es importante porque
creemos que el ser humano esta involucrado en diversos ámbito, que precisamente
están vinculados a un concepto integral y ecológico que se tienen que considerar
para lograr un equilibrio y es donde intervienen las diversas disciplinas para
comprender el proceso salud-enfermedad en el individuo, como son: espiritual
(humanismo), mental (psicología), cultural (antropología), social (sociología), laboral
(economía), entre otros.
Hemos procurado no poner capítulos completos de libros o artículos extensos
porque queremos que este documento sea los más accesible y didáctico para las y
los estudiantes que cursan la carrera de enfermería en las 32 horas que dura la teoría
puedan comprender las aportaciones que se hace desde las Ciencias Sociales a la
Licenciatura de Enfermería.
4
En este sentido señalamos cinco aspectos que se deben de considerar en la
lectura del documento: en algunos casos se presentarán breves fragmentos de
algunos estudiosos del tema; en otros son breves definiciones que creemos
permitirán que las alumnas logren alcanzar una idea clara acerca de cada una de las
disciplinas, en otros momentos se observaran algunas aportaciones que realiza en el
documento la Maestra Guadalupe Marcela Torres Escutia quien tiene estudios de
posgrado en Estudios Políticos y Sociales por la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales en la UNAM, esto con la intensión de lograr una mejor comprensión de los
apartados desarrollados y finalmente se plantean una serie de actividades que son
importantes que el estudiante desarrolle para reforzar lo que esta leyendo.
Es relevante señalar que la Maestra desde hace tiempo ha tenido la gran
inquietud de elaborar un documento con estas características pero ha sido hasta
estos últimos meses cuando se ha podido concretar este proyecto.
Cabe señalar que este documento, como muchos otros, es un documento
inacabado y nuestra intensión es ir mejorando la presentación y contenidos año con
año.
Queremos que este trabajo contribuya a despertar el interés de nuestras
estudiantes y los conduzca a consulta otras obras que enriquezcan sus
conocimientos para beneficios de la carrera de Enfermería.
El documento lo hemos organizado de la siguiente manera: en el primer
apartado titulado Las Ciencias Sociales se presentan definiciones sobre diversos
conceptos como son: Ciencias Sociales, Sociología Antropología, Lingüística,
Economía, Psicología Social, Ciencia Política, Historia y Derecho.
En este primer capítulo utilizamos un fragmento de Anthony Giddens quien es un
teórico moderno, que en entre sus principales logros se encuentra haber obtenido el
Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2002; y de una manera muy
sencilla define a la sociología y nos interesa que en un primer momento las
estudiantes tengan una idea básica de lo qué es la sociología y cuál es su campo de
estudio.
Hemos utilizado un fragmento de Richard J. Gelles; Ann Levine, esta aportación
es muy interesante porque describe el campo de acción de las principales ciencias
sociales como son psicología, antropología, economía, ciencia política y parte de la
historia.
5
También utilizamos un fragmento de Levi-Strauss titulado El análisis estructural,
en lingüística que es documento más complejo y que implica que las estudiantes
presten más atención y reflexión en la disertación del autor y seleccionamos este
trabajo por que nos pareció apropiado que las alumnas conocieran a uno de los
teóricos básicos que se deben de leer desde la Antropología.
También utilizamos un breve fragmento de libro Introducción a la psicología de
Wolff Werner, quien describe las diversas vertientes en las que se divide la
psicología, aspecto que creemos permitirá que nuestras estudiantes establezcan un
vínculos entre los contenidos que se imparten en las asignaturas de enfermería, salud
mental y ciencias sociales.
En el apartado correspondiente ha la Ciencia Política rescatamos un fragmento
de la obra La política como ciencia de Rosendo Bolivar Meza, este autor describe en
forma muy sencilla el objeto de estudio de esta disciplina y permite al estudiante de
enfermería tener claridad del lugar que ocupa como un ente organizado en los
elementos que conforman al Estado.
Hemos creído conveniente colocar en el apartado de historia a Martín Heidegger
con un documento que se llama el Concepto del Tiempo que permitirá al estudiante
de enfermería reflexionar en términos de la importancia del pasado histórico tanto en
la carrera como en la vida cotidiana.
Finalmente en este capítulo rescatamos una definición de Efrain Moto Salazar
sobre qué es el Derecho, la cual nos parece relevante retomar porque precisamente
las estudiantes de enfermería tendrán que conocer y analizar a los largo de la carrera
los instrumentos legales que utilizarán en su vida profesional.
En el segundo capítulo que lleva por nombre Teorías Sociológicas se inicia con
una breve presentación que desarrolla la Maestra Marcela Torres y como parte de los
antecedentes se presentan las aportaciones de tres teóricos de la sociología: Agusto
Comte, Emilio Durkheim y Max Weber.
De Agusto Comte se incluye un fragmento de la obra Sociedad a través de los
Clásicos de Alfredo Careño resaltado el concepto de progreso y la Ley de los tres
estados para alcanzar la satisfacción del ser humano; Más adelante se presenta una
obra de Emilio Durkheim en donde se relaciona el trabajo, la felicidad y la salud; en el
caso de Max Weber es analizado por Gina Zabludovsky haciendo énfasis en los tres
“tipos ideales” de dominación legitima y reflexionado sobre el poder.
6
No hemos incluido fragmentos de lectura de Talcott Parsons, en este capitulo
porque queremos que las estudiantes investiguen sus aportaciones y realicen una
actividad que les permita precisar las características de la corriente Estructural
Funcionalista, con miras a resaltar que la sociedad esta en equilibrio y que todos los
seres cumplen una acción social en el sistema.
En este mismo capítulo la Maestra Marcela Torres desarrolla las principales
aportaciones de Homans, Mead y Goffman; los dos primeros dan importantes
aportaciones a la teoría del Intercambio, y Goffman sostiene que todos los seres
humanos viven una gran obra teatral y que en cada momento se representa un papel.
En el apartado de la Sociología Cultural se presenta una obra de Michel Foucault
que lleva por nombre El Ojo del Poder, quien reflexiona sobre la arquitectura
hospitalaria, las clínicas, los médicos y los espacios de poder; otro autor importante
es Louis Althusser quien retoma las teorías marxistas para hacer análisis sobre su
realidad en donde resalta la industrialización, el trabajo y su impacto en el
proletariado aspectos que permite comprende el proceso de industrialización en el
proceso salud-enfermedad de los individuos; Gilberto Gimenéz un importante
investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM aborda las Teorías
de Pierre Bourdie, resaltando el concepto de Habitus, el campo social y los diversos
tipos de capitales con los que cuenta el ser humano
En el apartado la Sociología Crítica se presenta a Regina Jimenez-Ottalengo
quien describe el surgimiento de esta teoría y sus principales exponentes como son
Theodor Adorno, Max Horkheimer y Herbert Marcurse, quienes en la década de los
treinta y cuarenta se cuestionaban el imperio de la violencia, la dureza del estalinismo
y los holocaustos judíos y japonés; y un poco más tarde, Jurgens Habermas, quien ha
ejercido gran influencia con los estudios sobre la comunicación y la cultura, aspectos
que impactan de diferente forma a los seres humanos y permitirán que las
estudiantes de enfermería desarrollen elementos críticos al realizar sus propios
En el apartado tres se presenta un ensayo de la Maestra Guadalupe Marcela
Torres Escutia en donde se presentan varios aspectos de la sociedad desde diversos
teóricos, así como su estructura, las clases sociales y formas de organización:
histórico, institucional y jurídico, en relación a este último se énfasis al Estado
Mexicano, esto con la finalidad de que las estudiantes tenga un panorama general de
la forma en como se ha organizado la sociedad desde el pasado hasta el día de hoy y
7
finalmente se recomendarán una serie de actividades que permitirán a la estudiante
de la salud refuerce lo leído en este capítulo.
En el apartado concerniente a la Familia se presentarán algunos enfoques que
abordan el tema, la Maestra Torres rescata la diversas funciones que tiene la familia
según el punto de vista de Cuahutémoc de Anda, también se presenta un breve
fragmento de Anthony Giddens quien nos describe a la familia y sus efectos en la
globalización y finalmente se presenta un fragmento de Levis Stauss porque
queremos que las alumnas de enfermería conozcan las reflexiones que hace un
teórico clásico de la antropología al tema del parentesco, finalmente se presenta un
apartado de actividades a realizar para fortalecer la comprensión de las lecturas del
capítulo y también se amplían las actividades encaminadas a promover el espíritu de
investigación por parte de las alumnas al solicitar la indagación del concepto de
cultura, tanto popular como tradicional, normas y valores, así mismo se les solicita la
búsqueda de los antecedentes de la religión y su influencia en el campo de la salud.
En este apartado relacionado a la Educación se aborda el concepto de
educación y lo que implica la educación formal e informal, desde un breve fragmento
de Jesús Carlos Reza Trosino y se pide la realización de un ensayo para vincular la
lectura con las experiencias de vida de las alumnas
Finalmente en el apartado asignado a Economía que es desarrollado por la
Maestra Torres se presenta la definición del concepto y sus dos principales campos
para después vincular a la economía al área de la salud; de tal forma que la alumna
de enfermería puedan tener una idea clara de la relación que existe y pueda realizar
las actividades didácticas con más facilidad.
Como se observa este es el contenido de la antología que hoy presentamos y
que esperamos que contribuya a la mejor comprensión de las Ciencias Sociales en la
Carrera de Enfermería de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza
Marce y Toño
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9
CONSIDERACIONES GENERALES
En este apartado se presentarán definiciones sobre diversos conceptos como
son: Ciencias Sociales, Sociología Antropología, Lingüística, Economía, Psicología
Social, Ciencia Política, Historia y Derecho; en algunos casos se presentarán breves
fragmentos de algunos estudiosos del tema, en otros son breves definiciones que
creemos permitirán que el alumno logre alcanzar una idea clara acerca de cada una
de las disciplinas y finalmente se plantean una serie de actividades que son
importantes que el estudiante desarrolle para reforzar lo que está leyendo.
1. LAS CIENCIAS SOCIALES
Guadalupe Marcela Torres Escutia
Las Ciencias Sociales son aquellas disciplinas científicas que se encargan de
estudiar el comportamiento y las actividades de los seres humanos, entre las cuales
se encuentran la Sociología, la Psicología Social, la Historia, la Geografía, la Ciencia
Política, la Demografía, la Economía, entre otras.
Son consideradas como ciencias porque cada una tiene un objeto de estudio
como se podrá observar más adelante.
1.2 SOCIOLOGIA
Fragmento de ¿Qué es la sociología?
Giddens Antony,
“La sociología es el estudio de la vida social humana, de los grupos y
sociedades. Es una empresa cautivadora y atrayente, al tener como objeto nuestro
propio comportamiento como seres sociales. El ámbito de la sociología es
extremadamente amplio y va desde el análisis de los encuentros efímeros entre
individuos en la calle hasta la investigación de los procesos globales”1
Giddens Antony, ¿Qué es la sociología? en Sociología, 4ta ed. Ed. Alianza. Madrid 2002. p. 27
10
Fragmento de ¿Qué es la sociología?
Richard J. Gelles; Ann Levine
“La sociología es parte de la familia de las ciencias sociales, que incluye a la
psicología, antropología, economía, ciencia política y parte de la historia. Todas las
ciencias sociales tienen que ver con el comportamiento humano. Sin embargo,
comparten los mismos temas básicos, cada ciencia social se enfoca en diferentes
aspectos del comportamiento. Los psicólogos están más interesados en las fuentes
internas; los sociólogos en las fuentes externas. Los psicólogos estudian las
funciones del sistema nervioso y los efectos de los neurotransmisores, hormonas o la
tensión de los individuos. Los sociólogos estudian los trabajos de la sociedad y los
efectos que la clase social, roles de género, edad, nuevas tecnologías, cambios de
actitud frente a la religión o revoluciones políticas tienen sobre la gente. Los
psicólogos se enfocan en la personalidad, la conducta y actitudes que son
características de una persona de acuerdo con la situación. Los psicólogos se dirigen
a los roles en el comportamiento y actitudes que son características de los individuos
en una posición social o situación dada en relación con la personalidad de los
individuos.
La psicología social, que une ambos campos, estudia el impacto de los grupos y
el comportamiento individual y de los individuos en el comportamiento del grupo. Los
sociólogos estudian dinámicas, no sólo de grupo, sino también a gran escala, o en
organizaciones “formales” en las que individuos particulares tienen relativamente
poca influencia. La antropología comparte el interés de la sociología en el impacto de
la estructura social y la cultura en el comportamiento; pero los antropólogos estudian
sociedades no occidentales, sociedades sin escritura, comunidades locales o grupos
pequeños. Los sociólogos, también, estudian comunidades de grupos pequeños, pero
también examinan sociedades industriales modernas y organizaciones en gran
escala. Los economistas y científicos políticos señalan tiempos particulares de
actividad social; los sociólogos estudian la naturaleza de la acción social en sí misma,
la manera en que los diferentes tipos de actividades encajan para crear el gran patrón
de la sociedad.” 1
1 Richard J. Gelles; Ann Levine, 1¿Qué es la sociología? en Sociología con aplicación en
países de habla hispana, 6ta. ed. Ed. Mc. Graw Hill. México. 2000. P. 11-13
11
1.3 ANTROPOLOGÍA
Guadalupe Marcela Torres Escutia
La Antropología es la ciencia social que estudia al ser humano de una forma
integral; la Antropología hace uso de herramientas y conocimientos producidos por
las ciencias naturales y las ciencias sociales. Lo que intenta esta disciplina es
producir conocimiento sobre el ser humano en diversos ámbitos, pero siempre como
parte de una sociedad. De tal forma que intenta abarcar tanto la evolución biológica
de nuestra especie, el desarrollo y los modos de vida de pueblos que han
desaparecido, las estructuras sociales de la actualidad y la diversidad de expresiones
culturales y lingüísticas que caracterizan a la humanidad; la antropología se divide en
diversas vertientes como son: la Antropología Física, la Antropología Cultural, en la
cual se encuentran la Etnología, Etnografía y la lingüística.
La Antropología Física estudia las razas, es decir la anatomía y fisiología de los
diversos pueblos y su evolución desde la época prehistórica.
La Antropología Cultural investiga las diversas etapas de cada civilización; al
interior de ella encontramos a la Etnografía y la Etnología;
La Etnografía tiene por objeto la descripción histórica de las sociedades tomando
en cuenta la alimentación, la división del trabajo, la vestimenta, las leyes, las
creencias, etc.
La Etnología realiza estudios comparativos y la clasificación analítica de las
diversas culturas; es parte de su campo de investigación la división de la humanidad
en diversas razas, el origen de los pueblos y naciones, la distribución y característica
de cada sociedad, tales como el idioma, la religión, los productos materiales, las
artes, los oficios, las formas de organización y las costumbres; esta disciplina intenta
descifrar los factores de crecimiento y difusión de cada civilización.
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LA LINGÜíSTICA
Fragmento El análisis estructural, en lingüística y en antropología 1
C. LEVI-STRAUSS
En el conjunto de las ciencias sociales, del cual indiscutiblemente forma parte, la
lingüística ocupa sin embargo un lugar excepcional: no es una ciencia social como las
otras, sino la que, con mucho, ha realizado los mayores progresos; sin duda la única
que puede reivindicar el nombre de ciencia y que, al mismo tiempo, ha logrado
formular un método positivo y conocer la naturaleza de los hechos sometidos a su
análisis. Esta situación privilegiada entraña algunas obligaciones: el lingüista verá
que, a menudo, investigadores de disciplinas vecinas pero diferentes se inspiran en
su ejemplo e intentan seguir su camino. “Nobleza obliga”: una revista de lingüística
como Word no puede limitarse a ilustrar tesis y puntos de vista estrictamente
lingüísticos, se obliga también a recibir a psicólogos, sociólogos y etnógrafos
ansiosos de aprender de la lingüística moderna la ruta que se luce al conocimiento
positivo de los hechos sociales. (Como hace ya veinte años escribía Marcel Mauss:
“La sociología habría avanzado mucho más por cierto, de haber procedido en todos
los casos imitando a los lingüistas”.2 La estrecha analogía de método que existe entre
ambas disciplinas les impone un particular deber de colaboración. Después de
Schrader 3 es inútil demostrar cuál es la asistencia que la lingüística puede aportar al
sociólogo en el estudio de los problemas de parentesco. Son lingüistas y filólogos
(Schrader, Rose) 4 quienes han mostrado que la hipótesis de vestigios matrilineales
1 Publicado con igual título en Word, Journal of the Linguistic Circle of New York, vol.1,
n°2, ag. 1945, pp. 1-21.
2 “Rapports récls et pratiques ...”, en Sociologic et Anthropologie, París, 1951.
3 O. Schrader, Prehistoric Antiquites of the Aryan Peoples, trad. De F. B. Jevons,
Londres, 1890, cap. XII, 4° parte.
4 O. Schrader, loc. cit.; H. J. Rose, “On the Alleged Evidence for Mother-Right in Early
Greece”, Folklore, 22, 1911. Sobre este problema, véanse también las obras más
recientes de G. Thomson, partidario de la hipótesis de supervivencias matrilineales.
www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS.
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en la familia antigua -hipótesis a la que se aferraban aún entonces tantos sociólogos-
era improbable.
El lingüista proporciona al sociólogo etimologías que permiten establecer, entre
ciertos términos de parentesco, lazos no perceptibles de manera inmediata.
Bonfante ilustraba este punto de vista recordando la etimología del nombre del
dios en ciertas lenguas romances el griego o£;0C da en italiano, español y portugués
El sociólogo inversamente, puede hacer conocer al lingüista costumbres, reglas
positivas y prohibiciones que permiten comprender la persistencia de ciertos rasgos
del lenguaje o la inestabilidad de términos o de grupos de términos. En el transcurso
de una reciente sesión del Círculo Lingüístico de Nueva York, Julien zio y tío:
Bonfante añadía que en ciertas regiones de Italia, el tío se llama barba, la “barba” el
“divino” tío ¡Cuántas sugestiones aportan estos términos al sociólogo! Vienen a la
memoria de inmediato las investigaciones del deplorado Hocart sobre el carácter
religioso de la relación avuncular y el robo del sacrificio por los parientes maternos 5.
Sea cual fuere la interpretación que convenga dar a los hechos recogidos por Hocart
(la suya no es, por cierto, enteramen- te satisfactoria), es indudable que el lingüista
colabora en la solución del problema al revelar, en el vocabulario contemporáneo, la
persistencia tenaz de relaciones desaparecidas. Al mismo tiempo, el sociólogo explica
al lingüista las razones de su etimología y confirma su validez. Hace menos tiempo
encarando el problema como lingüista, Paul K.Benediet ha podido hacer una
contribución importante a la sociología familiar de los sistemas de parentesco del Asia
del Sur 6. Al proceder de esta manera, no obstante, lingüistas y sociólogos siguen
adelante independientemente por sus respectivas vías. Sin duda hacen un alto de
tanto en tanto con el fin de comunicarse ciertos resultados, pero éstos provienen de
itinerarios diferentes, y no se hace ningún esfuerzo por conseguir que un grupo
aproveche los progresos técnicos y metodológicos alcanzados por el otro. Esta
actitud podía explicarse en una época en que la investigación lingüística se apoyaba
sobre todo en el análisis histórico. Con respecto a la investigación etnológica tal como
se practicaba durante ese mismo período, la diferencia no era de naturaleza sino más
bien de grado.
5 A. M. Hocart, “Chieftainship and the sister's son in the Pacific”. Amer. Anthrop., n. s.,
vol. 17, 1915; “The Uterine Nephew”, Man, 23, 1923, n° 4; “The Cousin in Vedic Ritual”, Indian
Anticuary, vol. 54, 1925, etc.
14
Los lingüistas tenían un método más riguroso; sus resultados estaban mejor
establecidos; los sociólogos podían inspirarse en su ejemplo “renunciando a tomar
como base de sus clasificaciones la consideración en el espacio de las especies
actuales” 7. Pero, después de todo, la antropología y la sociología sólo esperaban
lecciones de la lingüística; nada permitía adivinar una revelación 8.
El nacimiento de la fonología ha trastornado violentamente esta situación. Ella
no solamente ha renovado las perspectivas lingüísticas: una transformación de esta
magnitud no se limita a una disciplina particular.
La fonología no puede dejar de cumplir, respecto de las ciencias sociales, el
mismo papel que la física nuclear, por ejemplo, ha desempeñado para el conjunto de
las ciencias exactas. En qué consiste esta revolución, cuando tratamos de analizarla
en sus consecuencias más generales? N. Trubetzkoy, el ilustre maestro de la
fonología, nos proporcionará la respuesta a esta pregunta. En un artículo-programa9,
Trubetzkoy reduce en suma el método fonológico a cuatro pasos fundamentales: en
primer lugar, la fonología pasa del estudio de los fenómenos lingüísticos “conscientes”
al de su estructura “inconsciente”
6 P. K. Benedict, “Tibetan and Chinese Kinship Terms”, Harvard Jnl. o Asialtic
Studies,6,, 1942; “Studies in Thai Kinship Terminology”, Jnl. of th Amer. Oriental
Society, 63, 1943.
7 Blunschvieg, Le progres de la conscience dans la philosophic accidentale, II, París,
1927, p. 562.
8 Entre 1900 y 1920, los fundadores de la lingüística moderna, Ferdinand de Saussure y Antoine Meillet, se colocan decididamente bajo el patrocinio de los sociólogos. Sólo
después de 1920, Marcel Mauss comienza, como dicen los economistas, a invertir la
tendencia.
9 Trubetzkoy, “La phonologie actuelle”, en Psychologie du la langage Paris, 1933 [trad.
esp. en: Psicología del lenguaje, Buenos Aires, Ed. Paidós, 1952 cap. III, pp. 145-160 (N. de R).
15
1.4. ECONOMÍA
Guadalupe Marcela Torres Escutia
La Economía es la ciencia social que se encarga de estudiar la producción,
distribución, consumo e intercambio de bienes y servicios; su objeto de estudio esta
dirigido a estudiar la correcta distribución de los recursos escasos para satisfacer las
necesidades del ser humano.
Esto quiere decir que analiza la relación entre los recursos de los que se
dispone, que se presentan de carácter limitado y las necesidades, que son de
carácter ilimitado, aunque jerarquizadas.
La economía aborda temas como son: los precios de los bienes, los factores
productivos como el trabajo, el capital, la tierra, como se asignan los recursos; el
comportamiento de los mercados financieros, la intervención del Estado en la
sociedad y en el mercado entre otros.
Algunos Economistas importantes son: Adam Smith, David Ricardo, Karl Marx,
John Maynard Keynes, Ludwig von Mises, Milton Friedman, Friedrich Hayek, Léon
Walras, Alfred Marshall
1.5 PSICOLOGÍA SOCIAL
La Psicología Social explica la influencia del medio ambiente en la conducta
humana; estudia los sentimientos las emociones, las actitudes y hábitos del ser
humano en conjunto; además de las conductas colectivas en los fenómenos sociales.
Fragmento Introducción a la psicología
Wolff Werner
Los autores más modernos no han intentado aún una definición. Existen
varias razones para tal dificultad, razones que comprendemos mejor después de un
estudio general de los problemas y métodos de la psicología y del distinto modo de
abordarlos en psicología y en ciencias naturales.
En realidad, todas las actividades humanas pueden justificar la investigación
psicológica, pero hay ciertos puntos que emergen del cúmulo de fenómenos:
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La psicología biológica trata de las funciones del sistema nervioso, las
glándulas, los órganos de los sentidos y las reacciones psicológicas.
La psicología de la personalidad, de los rasgos caracterológicos y su
configuración de los métodos de diagnóstico de la personalidad y de las teorías sobre
la estructura y desarrollo de la misma.
La psicología diferencial, de las diferencias entre las acciones y reacciones
de un individuo comparado con otro, utilizando frecuentemente pruebas para medir el
grado de estas diferencias.
La psicología anormal, de los fenómenos psicológicos marcadamente
desviados de la media. Abarca el estudio de las pequeñas inadaptaciones, neurosis,
enfermedades mentales, delincuencia, hipnosis, sugestión, sueños, visiones, ideas de
los pueblos primitivos, manifestaciones del inconsciente en la vida cotidiana y en el
arte, percepción extrasensorial, métodos psicoterapéuticos y psicoanálisis.
La psicología social, de los fenómenos psicológicos de la interacción social, de
los grupos normales y neuróticos, de la conducta social, de la psicología del liderismo,
de la psicología de la moral y de la propaganda, de la de las razas y naciones, de la
psicología de las actividades sociales, estereotipias, prejuicios y opinión pública.
La psicología del niño, de la edad preescolar, escolar y preadolescencia, con
sus fenómenos de crecimiento, el desarrollo, las condiciones ambientales (hogar,
escuela, comunidad), las características emocionales específicas, la imaginación, los
procesos del pensamiento, el lenguaje, las relaciones sociales, el desarrollo sexual,
etc.
La psicología comparada, preponderantemente de la conducta de los
animales comparándolas con las del ser humano.
La psicología aplicada, de los problemas industriales, los vocacionales y los
educativos, de la psicología del personal, del anuncio y de los problemas de la vida
diaria.
Todos los aspectos en cada uno de estos campos de la psicología se tratan
extensamente con muchas subdivisiones.
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1.6 CIENCIA POLÍTICA
Fragmento La política como ciencia
Rosendo Bolívar Meza
Toda Ciencia tiene su propio objeto de estudio. En este caso, el objeto de
estudio de la ciencia política son los hechos políticos, y como éstos son siempre un
producto humano, podría hablarse con mayor propiedad de actos políticos. La política
es ciencia porque tiene un método científico que conduce al conocimiento objetivo de
los hechos políticos. No trata de valor o legitimar ciertas formas de organización
política, sino también de describir la realidad social que las rodea.
La política es una ciencia por ser una disciplina autónoma e independiente, con
una estructura sistemática y teórica propia. Uno de los factores que más ha
contribuido a esto es la aceptación e interacción de los métodos científicos dentro de
la disciplina.
La autonomía de la ciencia política se refiere a una reflexión particular sobre la
política. Tiene el Status científico porque ha alcanzado un nivel especializado sobre lo
político, con un objeto de conocimiento autónomo respecto de otras disciplinas
sociales como la historia, la sociología, la antropología o la propia filosofía. El status
científico se refiere al espacio o la investigación de los diferentes aspectos de la
realidad política con una metodología propia.( 6)
6 Antonio Carro Martínez, Introducción a la ciencia política, Madrid. Instituto de Estudios
Políticos, 1957, pp.257 y 263; David Easton, “Ciencia política” en Lecturas de sociología y
ciencia política, México, UNAM, 1980, pp. 27; así como César Cansino Ortiz, “La ciencia
política Hoy: nuevos desarrollos, problemas teóricos y desafíos”, en Estudios Políticos, núm.
9, México Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM, cuarta época, octubre-diciembre
de 1995, p.72
7 Enrique Suárez-Iñiguez, “La ciencia política academia mexicana” en Revista Mexicana
de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 147, México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-
UNAM, enero-marzo de 1992, p.213
18
A lo largo del tiempo han variado las definiciones sobre la ciencia política y su
objeto de estudio. Algunas de las más importantes la han caracterizado como el
análisis de:
Las condiciones para ser más virtuosos y mejores ciudadanos; El monopolio del
uso de la violencia física legítima.
De acuerdo con Arnaldo Córdova,(8) la expresión “ciencia política es
relativamente reciente. Aparece y se difunde como tal en Alemania y Francia ya
avanzada la segunda mitad del siglo XIX; después se usa en Italia e Inglaterra y
posteriormente en los Estados Unidos y el resto del mundo. Durante mucho tiempo su
significado fue fundamentalmente restringido, como conocimiento especial de ciertos
fenómenos políticos y del Estado. Sólo después de la Segunda Guerra Mundial se
utilizó el concepto de ciencia política como ciencia del Estado y de la vida política en
general.
8. Arnaldo Córdova, “Consideraciones en torno al método de la ciencia política”, en
Arnaldo Córdova et. Al., Ciencia política, democracia y elecciones, México. Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales-UNAM, 1989, p.23.
Guadalupe Marcela Torres Escutia
La Geografía es la disciplina que se encarga de la descripción de la tierra desde
el punto de vista del suelo, el clima, etc.
1.7 HISTORIA
Guadalupe Marcela Torres Escutia
La Historia se encarga de estudiar diversos aspectos como son: el desarrollo de
las sociedades a través del tiempo, la forma cómo los seres humanos han resuelto
sus problemas y limitaciones, las ideas que mujeres y hombres han llevado a la
práctica para organizarse en sociedad, y cómo han transformado el medio ambiente
para aprovechar las experiencias y aplicarlas al presente.
19
Fragmentos de la obra EL CONCEPTO DE TIEMPO
Martin Heidegger
“Hagamos ante todo una referencia provisional al tiempo que encontramos en la
vida cotidiana, al tiempo de la naturaleza y al tiempo del mundo. El interés por la
cuestión de qué es el tiempo se ha despertado nuevamente en la actualidad por el
desarrollo de la investigación física, concretamente en su reflexión sobre los
principios fundamentales acerca de lo que ella tiene que comprender y definir a este
respecto: la medición de la naturaleza en el marco de un sistema de relaciones
espacio-temporales. El estado actual de esta investigación está recogido en la teoría
de la relatividad de Einstein. Veamos entonces algunas proposiciones de la misma: el
espacio no es nada en sí mismo; no existe ningún espacio absoluto. Sólo existe a
través de los cuerpos y de las energías contenidos en él. Coincidiendo con una
antigua afirmación aristotélica, tampoco el tiempo es nada en sí. Sólo existe como
consecuencia de los acontecimientos que tienen lugar en el mismo. No hay un tiempo
absoluto, ni una simultaneidad absoluta. Más allá de lo destructivo de esta teoría,
fácilmente pasa desapercibido el aspecto positivo que demuestra la equivalencia de
aquellas ecuaciones que describen los procesos naturales en cualquier
transformación”.
“…El tiempo es aquello en lo que se producen acontecimientos. Esto ya lo vio
Aristóteles en relación con el modo fundamental de ser de las cosas naturales: el
cambio, el cambio de posición, el movimiento: epei oun ou kínesis, anágken tes
kinéseos ti einai autón. Puesto que el tiempo no es un movimiento, tendrá que ser
algo relacionado con el movimiento. Ante todo encontramos e tiempo en los entes
mutables; el cambio se produce en el tiempo. ¿Como qué se nos presenta el tiempo
en esta forma de encontrarnos con él, quizá como el “en-qué” donde las cosas
cambian? ¿Se muestra aquí el tiempo como él mismo, en lo que él es? ¿Puede una
explicación del tiempo como la que está en juego garantizar que él muestre los
fenómenos fundamentales que lo determinan en su propio ser? ¿O bien en la
búsqueda de los fundamentos de los fenómenos nos veremos remitidos a otra cosa?
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¿Cómo se le muestra el tiempo al físico? La aprehensión que determina el
tiempo tiene el carácter de una medición. La medición indica el “cuánto-tiempo” y el
“cuando”, el “desde-cuándo-hasta-cuándo”. Un reloj indica el tiempo. Un reloj es un
sistema físico en el que se repite constantemente la misma secuencia temporal, con
la condición de que este sistema físico no esté sujeto a cambio por ningún influjo
externo. La repetición es cíclica. Cada período tiene la misma duración temporal. El
reloj ofrece una duración idéntica que se repite constantemente, una duración a la
que uno siempre puede recurrir. La distribución de esta duración es arbitraria. El reloj
mide el tiempo en la medida en que la extensión de la duración de un acontecimiento
se compara con las secuencias idénticas del reloj y, a partir de ahí, es determinada
en su cantidad numérica
Incluso en el presente del ocuparse con las cosas, el ser-ahí es el tiempo
completo, de tal manera que no se deshace del futuro. El futuro es ahora aquello de
lo que está pendiente el cuidado, no es el futuro propio del haber sido, sino aquel que
el presente mismo se configura como el suyo, pues el haber sido, en tanto que futuro
propio, nunca puede hacerse presente. Si fuera presente, entonces sería la nada. El
futuro del que está pendiente el cuidado es tal forma el presente. y el ser-ahí ,
disipándose en el ahora del mundo presente, no está dispuesto a admitir que se ha
deslizado del futuro propio, y esto es así hasta el punto de que él afirma que ha
aprehendido el futuro en la preocupación por el desarrollo de la humanidad y la
cultura, etcétera.”.
“El ser-ahí, en cuanto el presente del procurarse, se mantiene en aquello de lo
que se ocupa. Cansado de llenar el día, se harta del “qué”. Pronto al ser-ahí se le
hace largo el tiempo, a ese ser-ahí descrito como ser-presente, que nunca tiene
tiempo. El tiempo se vuelve vacío porque de antemano el ser-ahí ha hecho largo el
tiempo en la pregunta por el cuánto. En cambio, el constante volver en la anticipación
al haber sido nunca provoca aburrimiento. El ser-ahí desearía que cosas
constantemente nuevas le salieran al paso en su presente. A tenor de la cotidianidad
el acontecer del mundo se produce en el tiempo, en el presente. El mundo cotidiano
vive pendiente del reloj, es decir, el cuidado vuelve incesantemente sobre el ahora;
dice: de ahora hasta entonces, hasta el siguiente ahora.
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El ser-ahí, determinado como un ser con otros, significa a la vez: estar guiado
por la interpretación dominante que el ser-ahí ofrece de sí mismo, por aquello que se
opina, por la moda, por las corrientes, por lo que sucede: por lo que corrientemente
no es nadie, por la moda, o sea, por nadie. En la cotidianidad el ser-ahí no es el ser
que yo soy; más bien, la cotidianidad del ser-ahí es aquel ser que uno es. Y de
acuerdo con ello el ser-ahí es el tiempo en el que se está con los otros: el tiempo del
“uno”. El reloj que uno tiene, cualquier reloj, muestra el tiempo del ser-uno-con-otros-
en-el-mundo.
En la investigación histórica encontramos fenómenos relevantes, aunque todavía
sigan sin clarificar por completo, como el hecho de las generaciones y de la conexión
entre ellas, que guarda relación con tales fenómenos. El reloj nos muestra el ahora,
pero jamás reloj alguno muestra el futuro o ha mostrado el pasado. Toda medición del
tiempo comporta reducir el tiempo a “cuanto”. Si determino con el reloj el momento en
el que ocurrirá un evento futuro, entonces no me refiero el verdad al futuro, sino que
determino el “cuanto” del esperar ahora hasta el ahora indicado. El tiempo que un
reloj hace accesible es visto como presente. Si se intenta deducir qué es el tiempo a
partir del tiempo de la naturaleza, entonces el ahora (nun) es la medida (métron) de
pasado y futuro. De esta manera, el tiempo ya es interpretado como presente, el
pasado es interpretado como ya-no-más-presente y el futuro como un indeterminado
todavía-no-presente: el pasado es irreversible, el futuro indeterminado.
De ahí que la cotidianidad hable de sí misma como algo en lo que la naturaleza
sale constantemente al encuentro. El hecho de que los acontecimientos se produzcan
en el tiempo no significa que tengan tiempo: significa más bien que ellos,
produciéndose y estando ahí, nos salen al encuentro como si transcurrieran a través
de un presente. Este tiempo del presente es explicitado como un decurso que
constantemente pasa por el ahora; secuencia acerca de la cual se afirma que su
dirección es única e irreversible. Todo lo acontecido se desliza desde un futuro sin fin
hacia un pasado irreversible.
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Dos son las características de esta interpretación: 1) la irreversibilidad; 2) la
homogeneización en puntos del ahora.
La irreversibilidad comprende en sí aquello que esta explicación todavía acierta
a retener del tiempo propio. Eso es lo que queda del futuro en cuanto fenómeno
fundamental del tiempo como ser-ahí. Este modo de considerar las cosas aparta la
vista del futuro y se concentra en el presente, y a partir de él la consideración del
tiempo que fluye sigue hacia el pasado. La definición del tiempo según su
irreversibilidad se fundamenta en el hecho de que el tiempo ha sido invertido
previamente.
La homogeneización es una asimilación del tiempo al espacio, a la presencia por
antonomasia; es la tendencia a repeler de sí todo tiempo llevándolo a un presente. El
tiempo queda completamente matematizado en términos de la coordenada t junto a
las coordenadas espaciales x, y, z. El tiempo es irreversible. Esta irreversibilidad es el
único factor por el que el tiempo se anuncia todavía, por el que se resiste a una
matematización definitiva. Antes y después no son necesariamente más temprano y
más tarde, no son modos de la temporalidad. En la secuencia aritmética, por ejemplo,
el 3 se da antes que el 4, el 8 después del 7. Sin embargo, no por ello es el 3
temporalmente anterior al 4. Los números no se dan más temprano o más tarde,
porque ni siquiera están en el tiempo. Más temprano y más tarde son un antes y un
después totalmente determinados. Una vez que se define el tiempo como tiempo del
reloj, desaparece toda esperanza de alcanzar jamás su sentido originario.
Pero el hecho de que el tiempo se defina primera y mayormente así, radica en el
propio ser-ahí. El carácter respectivo es constitutivo del mismo. El ser-ahí es el mío
en su propiedad sólo en cuanto posible. Nos encontramos al ser-ahí mayormente en
la cotidianidad. Ahora bien, la cotidianidad sólo puede entenderse como la
temporalidad determinada que huye del futuro genuino, si se confronta con el tiempo
propio del ser futuro del haber sido. Lo que el ser-ahí dice del tiempo, lo dice desde la
cotidianidad. El ser-ahí, anclado en su presente, dice: el pasado es lo que fue, es
irrecuperable. Éste es el pasado del presente de la vida cotidiana, que se demora en
23
el presente de sus trajines. Por ello el ser-ahí, como presente así determinado, no ve
lo pasado.
La consideración de la historia que crece en el presente, sólo ve en ella un trajín
irrecuperable: lo que pasó. La consideración de lo que pasó es inagotable. Se pierde
en la materia. Porque esa historia y temporalidad del presente no logra penetrar en lo
que es el pasado, éste tiene solamente otro presente. El carácter de pasado
permanece cerrado a un presente mientras éste, que en el fondo es el ser-ahí, no es
él mismo histórico. Pero el ser-ahí es en sí mismo histórico en tanto es su posibilidad.
En su ser futuro el ser-ahí es su pasado; vuelve a él a el “cómo”. La manera de tal
volver es, entre otras cosas, la conciencia. Sólo el “cómo” puede reiterarse. El
pasado, experimentado como historicidad propia, es todo menos lo que se fue. Más
bien, es algo a lo que puedo volver una y otra vez.
La generación actual cree estar en la historia, cree incluso estar sobrecargada
de historia. Y se lamenta del historicismo, que es lucus a non lucendo (bosque sin
luz). Pero se da el nombre de historia a algo que no lo es en absoluto. Dado que todo
se disuelve en historia, dicen los hombres del presente, hay que conquistar de nuevo
lo suprahistórico. Por si fuera poco que el actual ser-ahí se ha perdido en la pseudo-
historia presente, tiene que utilizar además el último resto de su temporalidad (es
decir, del ser-ahí) para apartarse por completo del tiempo, del ser-ahí. Y en este
camino fantástico hacia lo suprahistórico se pretende encontrar una concepción del
mundo. (Ahí está lo inhóspito que constituye el tiempo presente.)
La interpretación ordinaria del ser-ahí nos amenaza con el peligro del
relativismo. Sin embargo, la angustia ante el relativismo es la angustia ante el ser-ahí.
El pasado como historia propia se puede repetir en el “cómo”. La posibilidad de
acceder a la historia se funda en la posibilidad según la cual un presente sabe en
cada caso ser futuro. Este es el primer principio de toda hermenéutica. Es un principio
que dice algo sobre el ser del ser-ahí, que es la historicidad misma. La filosofía nunca
averiguará qué es la historia mientras la desmembre como un objeto analizado a
través del método. El enigma de la historia reside en lo que significa ser histórico.
24
Resumiendo podríamos decir: el tiempo es equiparable al ser-ahí. El ser-ahí es
lo respectivamente mío, que puede presentar la modalidad del respectivo ser futuro
en la anticipación del seguro, pero indeterminado haber sido. El ser-ahí siempre se
encuentra en un modo de su posible ser temporal. El ser-ahí es el tiempo, el tiempo
es temporal. El ser-ahí no es el tiempo, sino la temporalidad. Por ello, la afirmación
fundamental de que el tiempo es temporal es la definición más propia, sin constituir
ninguna tautología, pues el ser de la temporalidad significa una realidad desigual. El
ser-ahí es su haber sido, es su posibilidad en el encaminarse a este pasado. En ese
encaminarse soy propiamente el tiempo, tengo tiempo. En tanto el tiempo es en cada
caso mío, existen muchos tiempos. El tiempo carece de sentido; el tiempo es
temporal.
Si el tiempo se comprende en la forma expuesta, entonces se esclarece
debidamente aquella afirmación tradicional sobre el tiempo que dice: el tiempo es el
genuino principium individuationis. Esto se entiende generalmente como una sucesión
irreversible, como tiempo del presente y tiempo de la naturaleza. ¿Pero hasta qué
punto es el tiempo, en cuanto propio, el principio de individuación, o sea, aquello a
partir de lo cual el ser-ahí está en lo respectivamente suyo? El ser-ahí, que vive en el
modo del término medio, se hace él mismo en el ser futuro de la anticipación. En
dicha anticipación el ser-ahí se manifiesta como la única vez en su destino único en la
posibilidad de un pasado peculiarmente suyo. Esta individuación tiene la peculiaridad
de que no permite alcanzar una individuación como formación fantástica de
existencias excepcionales; derriba todo dárselas de algo. Individualiza de tal manera
que nivela a todos. En relación con la muerte cada uno es conducido al “cómo” que
cada cual puede ser en igual medida, a una posibilidad respecto de la cual nadie goza
de preeminencia, al “cómo” en el que todo “qué” se pulveriza.
Para terminar intentemos volver a la historicidad y la posibilidad. Aristóteles solía
resaltar en sus escritos que lo más importante es la recta “paideia”, la seguridad
originaria en una cosa, la que nace de la familiaridad con la cosa misma, la seguridad
del manejo adecuado de la cosa. Para corresponder al carácter ontológico del tema
aquí tratado, tenemos que hablar temporalmente del tiempo. Queremos repetir
temporalmente la cuestión de qué es el tiempo. El tiempo es el “cómo”. Si seguimos
indagando qué es el tiempo, hemos de evitar quedar prendidos prematuramente de
25
una respuesta (al estilo: el tiempo es esto o aquello), lo cual implicaría siempre un
“qué”.
No miremos la respuesta, sino repitamos la pregunta. ¿Qué sucedió con la
pregunta? Se ha transformado. La cuestión de ¿Qué es el tiempo?, se ha convertido
en la pregunta: ¿Quién es el tiempo? Más en concreto: ¿Somos nosotros mismos el
tiempo? Y con mayor precisión todavía: ¿Soy yo mi tiempo? Esta formulación es la
que más se acerca a él. Y si comprendo debidamente la pregunta, con ello todo
adquiere un todo de seriedad. Por tanto, ese tipo de pregunta es la forma adecuada
de acceso al tiempo y de comportamiento con él, con el tiempo como el que es en
cada caso el mío. Desde un enfoque así planteado, el ser-ahí sería el blanco del
preguntar.”
Fragmento Elementos de Derecho
Efraín Moto Salazar
ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA DERECHO.-La palabra derecho viene de
“directum”, vocablo latino que en su sentido figurado, significa lo que está conforme a
la regla, a la ley; es decir, lo que no desvía a un lado ni otro, lo que es recto.
En las diversas lenguas modernas, germánicas y latinas, se usa
indistintamente la palabra derecho y la palabra recto, para significar el Derecho. Así
en inglés, se dice righ, en alemán, recht; en holandés, reght; en francés droit; en
italiano dirito; en rumano; dreptu, etc.
SUS DOS SENTIDOS FUNDAMENTALES.-La palabra derecho se usa en dos
sentidos. Significa; una facultad reconocida al individuo por la ley para llevar a cabo
determinados actos, o un conjunto de leyes, o normas jurídicas, aplicables a la
conducta social de los individuos. En el primer caso hemos dado a la palabra un
sentido fundamental. Cuando decimos, por ejemplo, que una persona tiene un
derecho de propiedad sobre un bien, estamos afirmando que el propietario tiene la
facultad o poder (el derecho) de usar y disponer el dicho para su propio provecho con
exclusión de los demás, y que esta facultad le está protegida y reconocida por la ley.
Lo mismo ocurre cuando hablamos de la patria protestad o del derecho de
26
arrendamiento, o de hipoteca, etc.; en estos últimos casos, el titular del derecho, es
decir, la persona que está en posesión del mismo, tiene la facultad de ejercer el poder
sobre el menor (patria protestad), o usar el bien (arrendamiento), o hacer suyo el bien
hipotecado, en caso de que la obligación garantizada con dicho bien no se cumpla
(derecho hipotecario), etc. La ley reconoce y protege dichos derechos a quien es
titular de ellos.
El Derecho en su segunda acepción, significa el conjunto de reglas o
disposiciones que rigen la conducta de los hombres en sus relaciones sociales. Por
tanto, al conjunto de normas jurídicas, vigentes en un lugar y época determinada, se
le llama el Derecho, según la época o lugar, se agrega a la palabra un calificativo; por
ejemplo: El Derecho Mexicano, El Derecho Francés, El Derecho Romano, El Derecho
de la Edad Media o Medieval.
ACTIVIDADES
1.- Investigue cuál es el objeto de estudio de la enfermería
2.-Elabore un esquema resaltando el objeto de estudio de las ramas de las
ciencias y la sociología
3.- Desarrolle un cuadro donde señale en forma esquemática las semejanzas y
las diferencias de las diversas disciplinas incluyendo a la enfermería.
4.-Elabore un ensayo a manera de conclusión en donde resalte la importancia de
las Ciencias Sociales y su aplicación en las Ciencias de la Salud.
27
BIBLOGRAFÍA
Bolívar Meza, Rosendo, La política como ciencia en Revista de Ciencia
Política
Sexta é poca, septiembre-diciembre, 2001 No.28, p. 52-53
Giddens Antony, ¿Qué es la sociología? En Sociología 4ta ed. Ed.
Alianza. Madrid 2002. p. 27
Heidegger Martin El concepto de tiempo Conferencia pronunciada ante la
Sociedad Teológica de Marburgo, julio de 1924 Traducción y notas de
Raúl Gabás Pallás y Jesús Adrián Escudero. Editorial Trotta S.A. Madrid,
1999.
Levi-strauss, C. El análisis estructural, en lingüística y en antropología
Moto Salazar, Efraín, Elementos de Derecho. Ed. Porrúa, México 1966. P
9-10
-Richard J. Gelles; Ann Levine ¿Qué es la sociología? en Sociología con
aplicación en países de habla hispana, 6ta. ed. Ed. Mc. Graw Hill. México.
2000.
P. 11-13
Wolff, Werner, Introducción a la psicología, 26 ed. Ed. FCE, México 2005,
p. 328-329
28
2. TEORÍAS SOCIOLÓGICAS
Guadalupe Marcela Torres Escutia
En las Teorías Sociológicas se utilizan varias técnicas de investigación para
analizar e interpretar, esto implica hacer uso de diversas perspectivas teóricas para
poder documentar significados e influencias culturales que motivan la aparición de
diversas tendencias de comportamiento en los seres humanos especialmente cuando
se encuentra en convivencia social.
Son muchos los teóricos que han aportado importantes reflexiones como son: de
Henri de Saint-Simon, Auguste Comte, Karl Marx, Herbert Spencer, Émile Durkheim,
George Simmel, Ferdinand Tönnies, Vilfredo Pareto, Max Weber, Talcott Parsons,
Alfred Schütz, entre otros
Entre los sociólogos más destacados del siglo XX han sido Robert K. Merton,
Erving Goffman, Peter Blau, Herbert Marcuse, Wright Mills, Pierre Bourdieu o Niklas
Luhmann; en la actualidad, los análisis y estudios más innovadores de los
comportamientos sociales corren a cargo de autores como George Ritzer, Anthony
Giddens, Zygmunt Bauman, Ulrich Beck, Alain Touraine, Manuel Castells, entre otros.
Existen teorías como: el Interaccionismo Simbólico, la Fenomenología, el
Funcionalismo, el Estructuralismo, la de Sistemas, las de Opresión y Subordinación,
las de Poder, las de Conflicto, etc.
2.1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS
2.1.1 AGUSTO COMTE
Fragmento de la Obra la Sociedad a través de los Clásicos
Alfredo Andrade Carreño
El progreso, el objetivo último de la sociedad humana, es considerado por
Comte, como una creciente especialización de funciones y una tendencia hacia la
adaptación y perfeccionamiento de los órganos. El resultado en que se mide ese
progreso es el perfeccionamiento de la condición y naturaleza humana, es decir,
29
“hacer prevalecer la inteligencia y la sociabilidad, facultad solidarias que distingue la
naturaleza humana de la animalidad” 10
El orden es la garantía del progreso y ambos, a su vez, están garantizados,
por la distribución de funciones. El Estado es la forma intermediaria de asociación
entre la ciudad y el desarrollo pleno del gran ser. La organización política, el gobierno
establece las relaciones sociales permanentes que requiere el progres. S in gobierno
es imposible la existencia de la sociedad, pues su ausencia consumiría a la sociedad en la
anarquía.
La Ley de los tres estados
El progreso, el objetivo de la sociedad, se rige por la ley de los tres estados
según la cual tanto los individuos como todas las formas de asociación atraviesan por
tres estados de evolución intelectual. El teológico, el metafísico y el positivo.
El primer estado, el teológico, correspondiente a “la infancia” de la
humanidad, se caracteriza por la pretensión de explicar la realidad a partir de la
identificación de las causas mediante la atribución de la influencia de agentes
sobrenaturales en el fetichismo, el politeísmo y el monoteísmo. Esta primera etapa se
constituye en una etapa provisional y preparatoria cuyo principal significado es el de
desplegar la inteligencia humana, aunque de manera, aunque de manera
asistemática y dispersa, a consecuencia de la dominación que ejerce la imaginación
sobre los sentidos.
A este estado le sucede, el metafísico, como una etapa exclusivamente
transitoria en la que la explicación de la naturaleza, el origen y destino de todas las
cosas es efectuado por la atribución a “entidades o abstracciones personificadas”.
Las especulaciones filosóficas aquí desarrolladas someten a una crítica radical a las
construcciones del estado teológico, mediante la interacción de la imaginación y la
observación, aunque esta última continúa predominando. Su importancia radica en
que mediante la crítica con la que descompone el sistema teológico prepara el
camino para el desarrollo del espíritu científico. Sin embargo, por su carácter critico y
negativo resulta incapaz de constituir algo propio, por lo que constituye una etapa
retardatoria.
10 Comte. A. Discurso sobre…op. Cit. 78
30
El tercer estado, el positivo científico, es el último de esta cadena evolutiva.
Se caracteriza por que en él la inteligencia abandona la pretensión de buscar
explicaciones absolutas y sobre la esencia de los fenómenos naturales. Se
preocupan, en cambio, por conocimientos accesibles que derivan de las necesidades
reales. En este estado. Las investigaciones descansan en la observación y se admite
como única regla fundamental la subordinación de toda especulación a los hechos
observados. Sólo así es posible descubrir las leyes naturales, universales e
inmutables que rigen el comportamiento de los fenómenos.
Gracias al descubrimiento de las leyes naturales que permiten el espíritu
positivo es posible proveer los fenómenos naturales y, mediante la guía inteligente de
la acción humana, contribuir al progreso de la sociedad y al bienestar colectivo.
En la ley de los tres estados Comte plantea una teoría de la evolución de la
sociedad en la que se considera que los cambios al nivel del intelecto los que
determinan el surgimiento, desarrollo y decadencia de las instituciones sociales y, con
ello, el cambio de la sociedad.
Paralelo a esta evolución intelectual se produce una evolución social: el
estado teológico produjo la familia o sociedad primaria, la ciudad el desarrollo de la
propiedad, la concepción de patria, la supresión del sistema de castas la moral y la
solidaridad humanas; por tanto las bases de la organización social. Sin embargo, la
pretensión del estado teológico por fundar la iglesia antes que la vida cívica
imposibilita un desarrollo más ordenado.
El estado metafísico, por su parte, gracias a la crítica teológica que le
caracteriza hizo posible la revolución occidental, sentó las condiciones para el
desarrollo científico, la industria moderna y el arte; separó la iglesia y el estado
desarrollando a este último sobre la base de la decadencia de la corporación
eclesiástica; contribuyó a la participación de las mujeres, de los civilistas y las
contribuciones negativas de los metafísicos.
El estado positivo con las contribuciones científicas de Condocet, De
Maistre, Lamarck, Bichat, Broussals, Cabants, Gall, entreo otros posibilitó los
descubrimientos de las leyes formuladas en su sociología.
Así el avance hacia formas de interpretación de los fenómenos naturales
desde una actitud más sistemática y concentrada en los problemas reales y la
31
aceptación de sólo aquellos razonamientos fundados en la experiencia, con los
rasgos del espíritu positivo.
Para Comte el desarrollo del espíritu positivo es acompañado a su vez, por
tres estados de desarrollo del sentimiento o la emoción, como base de la moralidad,
para alcanzar la satisfacción de la naturaleza social del hombre.
El altruismo en la sociedad antigua era doméstico para ejercerse hacia la
familia; en la Edad Media colectivo dirigido al estado; en el período positivista es
universal por dirigirse a la especie. Así mismo la sociedad, según su forma de
gobierno pasa de sur una “teocracia” a una “sociocracia”, en la cual los poderes
espiritual y temporal se encuentran separados y adecuadamente coordinados
2.1.2 EMILIO DURKHEIM
Fragmento del libro La División Del Trabajo Social
Emilio Durkheim
Los Progresos de la División del Trabajo y los de la Felicidad
Según los economistas, la división del trabajo tiene como causa la necesidad de
aumentar nuestro bienestar. Esto supone que de hecho vamos siendo más felices.
Nada menos cierto.
En cada momento de la historia, la felicidad que somos capaces de disfrutar es
limitada. Si la división del trabajo no tuviera otras causas, pronto se hubiera detenido,
una vez alcanzado el límite de la felicidad. Este límite retrocede, es cierto, a medida
que el hombre se transforma. Pero esas transformaciones, suponiendo que nos
hagan más felices, no se han producido en vista de ese resultado, pues, durante
mucho tiempo, son dolorosas y no tienen compensación.
¿Producen, además, ese resultado? La felicidad es el estado de salud; ahora
bien, la salud no aumenta a medida que las especies se elevan. Comparación entre el
salvaje y el civilizado. Satisfacción del primero. Multiplicación de los suicidios con la
civilización; qué prueba esto. Consecuencias importantes desde el punto de vista del
método en sociología..
32
¿Procederá el progreso del hastío que ocasionan los placeres que se han hecho
habituales? No confundir la variedad, que es un elemento esencial del placer, con la
novedad, que es secundario. Carácter patológico de la necesidad de novedad,
cuando es muy viva.
CAPITULO II LAS CAUSAS
Los progresos de la división del trabajo tienen las siguientes causas: La
progresiva desaparición del tipo segmentario, es decir, el aumento de la densidad
moral de la sociedad, simbolizado por el aumento de la densidad material; principales
formas de esta última; el aumento de volumen de las sociedades, siempre que vaya
acompañado de un aumento de densidad.
La Teoría de Spencer, según la cual el aumento de volumen no actuará sino
multiplicando las diferencias individuales. Refutación.
El aumento de volumen y de densidad determina mecánicamente los progresos
de la división del trabajo, reforzando la intensidad de la lucha por la vida. Cómo se
forma la necesidad de productos más abundantes y de mejor calidad; es un resultado
de la causa que necesita la especialización, no la causa de esta última.
La división del trabajo no se produce, pues, más que dentro de sociedades
constituidas. Error de los que hacen de la división del trabajo y de la cooperación el
hecho fundamental de la vida social. Aplicación de esta proposición a la división
internacional del trabajo. Casos de mutualismo.
CAPITULO III
LOS FACTORES SECUNDARIOS
INDETERMINACION PROGRESIVA DE LA CONCIENCIA COLECTIVA
La división del trabajo no puede progresar como no aumente la variabilidad
individual, y ésta no aumenta como la conciencia común no retroceda. La realidad de
este retroceso ha sido comprobada. ¿Cuáles son sus causas?
Como el medio social se extiende, la conciencia colectiva se aleja cada vez más
de las cosas concretas y, por consiguiente, se hace más abstracta. Hechos que
33
apoyan esto: transcendencia de la idea de Dios; carácter más racional del derecho,
de la moral, de la civilización en general. Esta indeterminación deja cada vez mayor
lugar a la variabilidad individual
II. La desaparición progresiva del tipo segmentario, desligando al individuo de su
medio natal, lo sustrae a la acción de los antepasados y disminuye así la autoridad de
la tradición.
I. A consecuencia de la progresiva desaparición del tipo segmentario, la
sociedad, rodeando de menos cerca al individuo, no puede contener con tanta
facilidad las tendencias divergentes.
IV. Por qué el órgano social no puede, desde ese punto de vista, desempeñar la
función del segmento.
CAPITULO IV
LOS FACTORES SECUNDARIOS (continuación) LA HERENCIA
La herencia es un obstáculo a los progresos de la división del trabajo; hechos
que demuestran cómo deviene un factor menor de la distribución de las funciones.
¿De dónde procede esto?
La herencia pierde su imperio porque se constituyen maneras de actividad cada
vez más importantes que no son hereditariamente transmisibles. Pruebas: I.a no se
forman razas nuevas; 2.a, la herencia no transmite bien más que aptitudes generales
y simples; ahora bien, las actividades se hacen más complejas al hacerse más
especiales. El legado hereditario se hace también un factor menor de nuestro
desenvolvimiento porque es preciso añadirle algo más.
El legado hereditario se hace más indeterminado. Pruebas: 1ª. El instinto
retrocede de las especies animales inferiores a las especies más elevadas, del animal
al nombre. Hay, pues, motivo para creer que el retroceso continúa en el reino
humano. Así lo prueban los progresos ininterrumpidos de la inteligencia, la cual varía
en razón inversa al instinto; 2.a, no sólo no se forman razas nuevas, sino que van
desapareciendo razas antiguas; 3.a, investigaciones de Galton. Lo que se transmite
de modo regular es el tipo medio. Ahora bien, el tipo medio se hace cada vez más
indeterminado, a consecuencia del desenvolvimiento de las diferencias individuales.
34
CAPITULO V
CONSECUENCIAS DE LO QUE PRECEDE
Carácter más flexible de la división del trabajo social, comparada con la división
del trabajo fisiológico. La causa está en que la función se hace más independiente del
órgano. En qué sentido esta independencia es una señal de superioridad.
La teoría mecanicista de la división del trabajo implica que la civilización es
producto de causas necesarias, y no un fin que por sí mismo atrae la actividad. Pero,
aun siendo un efecto, deviene un fin, un ideal. De qué manera. No hay siquiera razón
para suponer que este ideal adquiera nunca una forma inmutable, que el progreso
tenga un término. Discusión de la teoría contraria de Spencer.
El aumento del volumen y de la densidad, al cambiar las sociedades, cambia
también a los individuos. El hombre está más libre del organismo; por consecuencia,
la vida psíquica se desenvuelve. Bajo la influencia de las mismas causas, la
personalidad individual se desliga de la personalidad colectiva. Puesto que esas
transformaciones dependen de causas sociales, la psicofisiología no puede explicar
más que las formas inferiores de nuestra vida psíquica. Es la sociedad la que en gran
parte explica al individuo. Importancia de esta proposición desde el punto de vista del
método.
LIBRO TERCERO
LAS FORMAS ANORMALES
CAPITULO PRIMERO
LA DIVISION DEL TRABAJO ANOMICO
Formas anormales en las que la división del trabajo no produce la solidaridad.
Necesidad de estudiarlas.
Casos anormales en la vida económica; crisis industriales más frecuentes a
medida que el trabajo se divide; antagonismo del trabajo y del capital. De igual
35
manera, la unidad de la ciencia se pierde a medida que el trabajo científico se
especializa.
Teoría según la cual esos efectos serían inherentes a la división del trabajo.
Según Comte, el remedio consiste en un gran desenvolvimiento del órgano de
gobierno y en la institución de una filosofía de las ciencias. Impotencia del órgano de
gobierno para regular los detalles de la vida económica; impotencia de la filosofía de
las ciencias para asegurar la unidad de la ciencia.
Si, en todos los casos, las funciones no concurren, es que sus relaciones no
están reguladas; la división del trabajo es anómica. Necesidad de una
reglamentación. Cómo, normalmente, deriva de la división del trabajo. Cómo falta en
los ejemplos citados.
Esta anomia procede de que los órganos solidarios no están en contacto
suficiente o suficientemente prolongado. Ese contacto es el estado normal.
La división del trabajo, cuando es normal, no encierra, pues, al individuo en una
tarea determinada, impidiéndole ver nada fuera de ella.
CAPITULO II
LA DIVISIÓN COACTIVA DEL TRABAJO
La guerra de clases. Procede de que el individuo no se halla en armonía con su
función, porque ésta le ha sido impuesta por la fuerza. Qué es lo que constituye la
coacción: toda especie de desigualdad en las condiciones exteriores de la lucha. Es
verdad que no existe sociedad en la que esas desigualdades no se encuentren. Pero
disminuyen cada vez más. La sustitución de la solidaridad mecánica por la solidaridad
orgánica, hace esta disminución necesaria.
Otra razón que hace necesario ese progreso en el camino de la igualdad. La
solidaridad contractual deviene un factor cada vez más importante del consensus
social. Ahora bien, el contrato no liga de una manera verdadera como los valores
cambiados no sean realmente equivalentes, y, para que así ocurra, es preciso que los
que cambian sean colocados en condiciones exteriores iguales. Razones que hacen
esas injusticias más intolerables a medida que la solidaridad orgánica deviene
36
preponderante. De hecho, el derecho contractual y la moral contractual se hacen
cada día más exigentes desde ese punto de vista.
La verdadera libertad individual no consiste, pues, en la supresión de toda
reglamentación, sino que es el producto de una reglamentación, porque esta igualdad
no emana de la naturaleza. Esta obra de justicia es la tarea que se impone a las
sociedades superiores; no pueden mantenerse sin esta condición.
CAPITULO III
OTRA FORMA ANORMAL
Casos en los que la división del trabajo no produce la solidaridad porque la
actividad funcional de cada trabajador es insuficiente. Cómo la solidaridad orgánica
aumenta con la actividad funcional en los organismos, —en la sociedad. De hecho, la
actividad funcional aumenta al mismo tiempo que la división del trabajo, si es normal.
Motivo secundario que hace que ésta produzca la solidaridad.
CONCLUSION
Solución del problema práctico planteado al comienzo. La regla que nos manda
realizar los rasgos del tipo colectivo tiene por función asegurar la cohesión social; por
otra parte, es moral y no puede cumplir su función sino por tener un carácter moral.
Ahora bien, la regla que nos exige especializarnos tiene la misma función; tiene
igualmente, pues, un valor moral.
Otra forma de demostrar esta proposición. Conjetura sobre el carácter esencial
de la moralidad que se induce de las clasificaciones precedentes. La moral es el
conjunto de las condiciones de la solidaridad social. La división del trabajo presenta
ese criterio.
La división del trabajo no disminuye la personalidad individual: ¿Por qué ha de
ser conforme a la lógica de nuestra naturaleza el desenvolvernos superficialmente y
no en el sentido de la profundidad? Es más, la personalidad individual no progresa
sino bajo la influencia de las causas que determinan la división del trabajo.
El ideal de la fraternidad humana no puede realizarse como la división del
trabajo no progrese al mismo tiempo. Hállase, pues, ligada a toda nuestra vida moral
37
III. Pero la división del trabajo no da origen a la solidaridad como no produzca, al
mismo tiempo, un derecho y una moral. Error de los economistas en este punto.
Carácter de esta moral: más humana, menos transcendente. Más justicia.
Consideraciones sobre la crisis actual de la moral.
2.1.3 MAX WEBER
Fragmento de la obra Sociedad a través de los Clásicos
Gina Zabludovsky
En sus escritos políticos, Weber insiste constantemente en la necesidad de
abordar sin ilusiones las realidades del mundo moderno y nos presenta una colección
“cruda” del poder que descansa fundamentalmente en la fuerza. A diferencia de
Durheim que considera que el Estado es primordialmente una institución moral,
Weber lo concibe como aquél que tiene la capacidad de reivindicar por medio de la
fuerza, una área territorial concreta mediante el monopolio de la coerción física
ejercida legítimamente (Giddens, p. 53).
El poder debe entenderse como la probabilidad de que una persona o un
número de personas realicen su propia voluntad en una acción comunal e incluso
contra la resistencia de otros”.
En este sentido, Weber diferencia entre el poder y dominación. Esta última
depende de la “probabilidad de encontrar obediencia en un mandató” y,
consecuentemente tiene que ver con la legitimidad de un orden social: toda
dominación implica el ejercicio del poder pero no a la inversa.
De acuerdo con esta definición y con base en su metodología especifica
Weber distingue tres “tipos ideales” de dominación legítima que no se dan en la
realidad en forma pura pero que constituyen construcciones útiles para que el
sociólogo pueda estudiar la diversidad histórica. Se trata de las formas clásicas de
dominio que son una de las herencias más importante de Weber al pensamiento
socio-político y que a continuación describimos brevemente:
38
Dominación racional: descansa en la creencia de la legalidad de ordenaciones
estatuidas. Es ejercida por una autoridad legal-burocrática
Dominación tradicional: su sustento es la creencia cotidiana en la santidad de las
tradiciones que rigen desde tiempo lejanos. A su vez ésta autoridad se subdivide en
feudal (desarrollo de Occidente) y patrimonial (desarrollo del Oriente). 3
Autoridad carismática: se obedece en razón de una entrega extraordinaria en la
santidad, heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones que ella crea
o revela.
Weber Observa que hay un proceso imposible de frenar que tiene a concentrar
el poder en unas cuantas manos y a separar el ejercicio del poder de aquellos que
trabajan para él –los burócratas. Se trata de un desarrollo similar a lo que ocurre
cuando el proletariado deja de ser propietario de los medios de producción y los
científicos de los instrumentos de investigación.
3 Sobre dominación patrimonial en la obra de Max Weber consulte mis textos,
así titulados publicados por la Facultad de Ciencias Políticas en 1983, 1986
Obras de Max Weber: Sobre la teoría de las ciencias sociales, Historia
económica general, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, la sociología de
la religión, Economía y Sociedad, El político y el científico, Escritos políticos, Ensayos
sobre metodología sociológica
2.2 SOCIOLOGÍA MODERNA
2.2.2 LA TEORÍA DEL INTERCAMBIO: HOMANS, MEAD, GOFFMAN
Guadalupe Marcela Torres Escutia
George Homans y Peter Blau intentan poner a los individuos en el primer plano
de la sociología, en su obra tienen por objetivo: desarrollar una teoría de las formas
elementales de la vida social.
Para Homans, la conducta social es un intercambio de actividad, tangible o
intangible, más o menos gratificante o costosa entre al menos dos personas:
39
Las Proposiciones de Homans son seis y consisten en:
Proposición I: del éxito Cuanto más recompensada sea la acción de una
persona, tanto más probable es que esta lleve a cabo esa acción
Proposición II: del estímulo Si un estímulo/s ha ocasionado en el pasado que la
acción de una persona fuera recompensada, entonces cuanto más semejantes sean
los actuales estímulos a los pasados, más probable es que tal persona realice ahora
esa acción u otra semejante.
Implica la generalización (del estímulo) es decir, la tendencia a ampliar la
conducta a circunstancias similares.
Y la discriminación (distinguir): actor distingue si actuar en circunstancias
específicas eficaces en el pasado
Proposición III: del valor
Cuanto más valioso sea el resultado de una acción para una persona, más
probable es que realice esa acción. El castigo es un medio ineficaz para conseguir
que las personas cambien su conducta pues las personas pueden reaccionar de
maneras indeseadas/inesperadas al castigo. Homans prefiere no recompensar la
conducta indeseada (castigo negativo). Es preferible la recompensa, la clave: su
administración inmediata
Proposición IV: de la privación saciedad
Cuanto más de cantidad de una recompensa recientemente, menos valiosa le
resultará. Solemos saciarnos si recibimos una recompensa durante largos periodos
de tiempo. Dos conceptos aclaratorios:
Coste: (de toda conducta) se define como las recompensas que se pierden
cuando se realizan líneas alternativas de acción.
Beneficio: la proporción en la que las recompensas superan a los costes en los
que se incurre.
Proposición V: de la agresión – aprobación de la agresión – aprobación
Versión A: Si una persona no recibe por su actividad la recompensa que
esperaba o recibe un castigo que no esperaba, sentirá indignación y al sentirse
indignada, los efectos de una conducta agresiva le servirán de recompensa.
Versión B: Cuando la acción de una persona recibe la recompensa que espera,
especialmente una recompensa mayor que la esperada, o no recibe el castigo
40
previsto, se sentirá complacida; lo más probable es que realice la conducta aprobada,
y los resultados de esa conducta se convierten en más valiosos para ella.
Proposición VI: de la racionalidad
Los actores maximizan la utilidad de su conducta:
Al optar entre alternativas de acción, una persona elige aquella para la que sea
mayor el producto del valor V, del resultado, multiplicado por la probabilidad, p, de
obtenerlo.
A= (v*p)
George H. Mead
George H. Mead nace el 27 de febrero de 1863 y muere el 26 de abril de 1931,
es considerado filósofo pragmático, sociólogo y psicólogo social estadounidense.
Nació en South Hadley, Massachusetts. Cursó estudios en varias universidades
de Estados Unidos y Europa e impartió clases en la Universidad de Chicago desde
1894 hasta su muerte.
Con influencias de la teoría evolutiva y la naturaleza social de la experiencia y de
la conducta, recalcó la emersión del yo y de la mente dentro del orden social y en el
marco del simbolismo lingüístico que usan las personas para comunicarse
(interaccionismo simbólico). A partir de realizar una crítica al conductismo de J. B.
Watson denominó su propia corriente como conductismo social. Pensaba que el yo
surge por un proceso social en el que el organismo se cohíbe. Esta timidez es el
resultado de la interacción del organismo con su ambiente, incluyendo la
comunicación con otros organismos.
El gesto verbal es el mecanismo a través del cual se verifica esta evolución.
Pero para él también la mente es un producto social. La mente, o la inteligencia, es
un instrumento desarrollado por el individuo para "hacer posible la solución racional
de los problemas". Mead hizo por ello hincapié en la aplicación del método científico
en la acción y reforma social.
Durante su vida sólo publicó artículos. Sus libros fueron editados póstumamente
a partir de manuscritos y de los apuntes de sus alumnos. Sus principales obras son
La filosofía del presente (1932), Mente, yo y sociedad desde el punto de vista de un
conductista social (1934) y La filosofía del acto (1938).
41
Erving Goffman
Es considerado el padre de la microsociología, porque estudió las unidades
mínimas de interacción entre las personas, centrándose siempre en grupos
reducidos, Goffman es uno de los más importantes sociólogos del siglo XX.
El interés de este teórico de interaccionismo simbólico era estudiar la influencia
de los significados y los símbolos sobre la acción y la interacción humana. Trató de
profundizar en los procesos micro-sociales de interacción.
En su obra utiliza la metáfora teatral, para denominar el comportamiento de las
personas en una realidad determinada. Considera a las personas con un enfoque de
actores dramaturgos, y definir así las actuaciones de los individuos en sus
interacciones. Crea así una distinción básica en la interacción de los individuos, entre
la escena y la trasescena en el escenario existen todas las interacciones que la
gente hace delante de los demás, mientras que la parte trasera domina toda las que
se mantienen ocultas o se guardan.
En Estigma, Goffman trabaja a partir de las interacciones en un grupo en el que
se encuentra un sujeto "estigmatizado" (social o históricamente). El peligro de ruptura
de la interacción es mitigado, o incluso eliminado, mediante una serie de recursos e
informaciones.
2.2.3 La Sociología Cultural
El ojo del poder
Michel Foucault
“El ojo del poder”, Entrevista con Michel Foucault, en Bentham, Jeremías: “El
Panóptico”,Ed. La Piqueta, Barcelona, 1980. Traducción de Julia Varela y Fernando Alvarez -
Uría.
Jean-Pierre Barou: El Panóptico de Jeremías Bentham es una obra editada a
finales del siglo XVIII que ha permanecido desconocida. Sin embargo, tú has escrito
una serie de frases sobre ella tan sorprendentes como éstas: “Un acontecimiento en
la historia del espíritu humano”, “Una especie de huevo de Colón en el campo de la
42
política”. Por lo que se refiere a su autor, el jurista inglés Jeremías Bentham, lo has
presentado como el “Fourier de una sociedad policial”.(1) Para nosotros es un
misterio. Pero, explícanos, cómo has descubierto El Panóptico.
Michel Foucault: Estudiando los orígenes de la medicina clínica; había pensado
hacer un estudio sobre la arquitectura hospitalaria de la segunda mitad del siglo XVIII,
en la época en la que se desarrolla el gran movimiento de reforma de las instituciones
médicas. Quería saber cómo se había institucionalizado la mirada médica; cómo se
había inscrito realmente en el espacio social; cómo la nueva forma hospitalaria era a
la vez el efecto y el soporte de un nuevo tipo de mirada. Y examinando los diferentes
proyectos arquitectónicos posteriores al segundo incendio del Hotel-Dieu en 1972 me
di cuenta hasta qué punto el problema de la total visibilidad de los cuerpos, de los
individuos, de las cosas, bajo una mirada centralizada, había sido uno de los
principios básicos más constantes. En el caso de los hospitales este problema
presentaba una dificultad suplementaria: era necesario evitar los contactos, los
contagios, la proximidad y los amontonamientos, asegurando al mismo tiempo la
aireación y la circulación del aire; se trataba a la vez de dividir el espacio y de dejarlo
abierto, de asegurar una vigilancia que fuese global e individualizante al mismo
tiempo, separando cuidadosamente a los individuos que debían ser vigilados. Había
pensado durante mucho tiempo que estos eran problemas propios de la medicina del
siglo XVIII y de sus concepciones teóricas.
Después, estudiando los problemas de la penalidad, he visto que todos los
grandes proyectos de remozamiento de las prisiones (que dicho sea de paso
aparecen un poco más tarde, en la primera mitad del siglo XIX), retornaban al mismo
tema, pero ahora refiriéndose casi siempre a Bentham. Casi no existían textos ni
proyectos acerca de las prisiones en los que no se encontrase el “invento” de
Bentham, es decir, el “panóptico”.
El principio era: en la periferia un edificio circular; en el centro una torre; ésta
aparece atravesada por amplias ventanas que se abren sobre la cara interior del
círculo. El edificio periférico está dividido en celdas, cada una de las cuales ocupa
todo el espesor del edificio. Estas celdas tienen dos ventanas: una abierta hacia el
43
interior que se corresponde con las ventanas de la torre; y otra hacia el exterior que
deja pasar la luz de un lado al otro de la celda. Basta pues situar un vigilante en la
torre central y encerrar en cada celda un loco, un enfermo, un condenado, un obrero
o un alumno. Mediante el efecto de contra-luz se pueden captar desde la torre las
siluetas prisioneras en las celdas de la periferia proyectadas y recortadas en la luz.
En suma, se invierte el principio de la mazmorra. La plena luz y la mirada de un
vigilante captan mejor que la sombra que en último término cumplía una función
protectora.
Sorprende constatar que mucho antes que Bentham esta preocupación existía
ya. Parece que uno de los primeros modelos de esta visibilidad aislante había sido
puesto en práctica en la Escuela militar de París en 1755 en lo referente a los
dormitorios. Cada uno de los alumnos debía disponer de una celda con cristalera a
través de la cual podía ser visto toda la noche sin tener ningún contacto con sus
condiscípulos, ni siquiera con los criados. Existía además un mecanismo muy
complicado con el único fin de que el peluquero pudiese peinar a cada uno de los
pensionistas sin tocarlo físicamente: la cabeza del alumno pasaba a través de un
tragaluz, quedando el cuerpo del otro lado de un tabique de cristales que permitía ver
todo lo que ocurría. Bentham ha contado que fue su hermano el que visitando la
Escuela militar tuvo la idea del panóptico. El tema de todas formas estaba presente.
Las realizaciones de Claude-Nicolas Ledoux, concretamente la salina que construye
en Arc-et-Senans, se dirigen al mismo efecto de visibilidad, pero con un elemento
suplementario: que exista un punto central que sea el lugar del ejercicio y, al mismo
tiempo, el lugar de registro del saber. De todos modos si bien la idea del panóptico es
anterior a Bentham, será él quien realmente la formule, y la bautice. El mismo nombre
de “panóptico” parece fundamental. Designa un principio global. Bentham no ha pues
simplemente imaginado una figura arquitectónica destinada a resolver un problema
concreto, como el de la prisión, la escuela o el hospital. Proclama una verdadera
invención que él mismo denomina “huevo de Colón”. Y, en efecto, lo que buscaban
los médicos, los industriales, los educadores y los penalistas, Bentham se lo facilita:
ha encontrado una tecnología de poder específica para resolver los problemas de
vigilancia. Conviene destacar una cosa importante: Bentham ha pensado y dicho que
su procedimiento óptico era la gran innovación para ejercer bien y fácilmente el poder.
De hecho, dicha innovación ha sido ampliamente utilizada desde finales del siglo
XVIII. Sin embargo los procedimientos de poder puestos en práctica en las
44
sociedades modernas son mucho más numerosos, diversos y ricos. Sería falso decir
que el principio de visibilidad dirige toda la tecnología de poder desde el siglo XIX.
Michelle Perrot: ¡Pasando por la arquitectura! ¿Qué pensar por otra parte de la
arquitectura como modo de organización política? Porque en último término todo es
espacial, no solo mentalmente, sino materialmente en este pensamiento del siglo
XVIII.
Foucault: Desde finales del siglo XVIII la arquitectura comienza a estar ligada a
los problemas de población, de salud, de urbanismo. Antes, el arte de construir
respondía sobre todo a la necesidad de manifestar el poder, la divinidad, la fuerza. El
palacio y la iglesia constituían las grandes formas a las que hay que añadir las plazas
fuertes: se manifestaba el poderío, se manifestaba el soberano, se manifestaba Dios.
La arquitectura se ha desarrollado durante mucho tiempo alrededor de estas
exigencias. Pero, a finales del siglo XVIII, aparecen nuevos problemas: se trata de
servirse de la organización del espacio para fines económico-políticos.
Surge una arquitectura específica. Philippe Aries ha escrito cosas que me
parecen importantes sobre el hecho de que la casa, hasta el siglo XVIII, es un
espacio indiferenciado. En este espacio hay habitaciones en las que se duerme, se
come, se recibe..., en fin poco importa. Después, poco a poco, el espacio se
especifica y se hace funcional. Un ejemplo es el de la construcción de las ciudades
obreras en los años 1830-1870. Se fijará a la familia obrera; se le va a prescribir un
tipo de moralidad asignándole un espacio de vida con una habitación que es el lugar
de la cocina y del comedor, otra habitación para los padres, que es el lugar de la
procreación, y la habitación de los hijos. Algunas veces, en el mejor de los casos,
habrá una habitación para las niñas y otra para los niños. Podría escribirse toda una
“historia de los espacios” -que sería al mismo tiempo una “historia de los poderes”-
que comprendería desde las grandes estrategias de la geopolítica hasta las pequeñas
tácticas del habitat, de la arquitectura institucional, de la sala de clase o de la
organización hospitalaria, pasando por las implantaciones económico-políticas.
Sorprende ver cuánto tiempo ha hecho falta para que el problema de los espacios
aparezca como un problema histórico-político, ya que o bien el espacio se reenviaba
a la “naturaleza” -a lo dado, a las determinaciones primeras, a la “geografía física”- es
decir a una especie de capa “prehistórica”, o bien se lo concebía como lugar de
residencia o de expansión de un pueblo, de una cultura, de una lengua, o de un
Estado. En suma, se lo analizaba o bien como suelo, o bien como aire; lo que
45
importaba era el sustrato o las fronteras. Han sido necesarios Marc Bloch y Fernand
Braudel para que se desarrolle una historia de los espacios rurales o de los espacios
marítimos. Es preciso continuarla sin decirse simplemente que el espacio
predetermina una historia que a su vez lo remodela y se sedimenta en él. El anclaje
espacial es una forma económico-política que hay que estudiar en detalle. Entre
todas las razones que han inducido durante tanto tiempo a una cierta negligencia
respecto a los espacios, citaré solamente una que concierne al discurso de los
filósofos. En el momento en el que comenzaba a desarrollarse una política reflexiva
de los espacios (finales del siglo XVIII), las nuevas adquisiciones de la física teórica y
experimental desalojaron a la filosofía de su viejo derecho de hablar del mundo, del
cosmos, del espacio finito e infinito. Esta doble ocupación del espacio por una
tecnología política y por una práctica científica ha circunscrito la filosofía a una
problemática del tiempo. Desde Kant, lo que el filósofo tiene que pensar es el tiempo -
Hegel, Bergson, Heidegger-, con una descalificación correlativa del espacio que
aparece del lado del entendimiento, de lo analítico, de lo conceptual, de lo muerto, de
lo fijo, de lo inerte. Recuerdo haber hablado, hace una docena de años de estos
problemas de una política de los espacios, y se me respondió que era bien
reaccionario insistir tanto sobre el espacio, que el tiempo, el proyecto, era la vida y el
progreso. Conviene decir que este reproche venía de un psicólogo -verdad y
vergüenza de la filosofía del siglo XIX-.
M. P.: De paso, me parece que la noción de sexualidad es muy importante tal
como señaló Ud. a propósito de la vigilancia en el caso de los militares; de nuevo
aparece este problema con la familia obrera; es sin duda fundamental.
Foucault: Totalmente de acuerdo. En estos temas de vigilancia, y en particular
de la vigilancia escolar, los controles de la sexualidad se inscriben en la arquitectura.
En el caso de la Escuela militar las paredes hablan de la lucha contra la
homosexualidad y la masturbación.
M. P.: Siguiendo con la arquitectura, ¿no le parece que individuos como los
médicos, cuya participación social es considerable a finales del siglo XVIII, han
desempeñado de algún modo un papel de organizadores del espacio? La higiene
social nace entonces; en nombre de la limpieza, la salud, se controlan los lugares que
ocupan unos y otros. Y los médicos, con el renacimiento de la medicina hipocrática,
se sitúan ente los más sensibilizados al problema del entorno, del lugar, de la
46
temperatura, datos que encontramos en la encuesta de Howard sobre las
prisiones.(2)
Foucault: Los médicos eran entonces en cierta medida especialistas del
espacio. Planteaban cuatro problemas fundamentales: el de los emplazamientos
(climas regionales, naturaleza de los suelos, humedad y sequedad: bajo el nombre de
“constitución”, estudiaban la combinación de los determinantes locales y de las
variaciones de estación que favorecen en un momento dado un determinado tipo de
enfermedad); el de las coexistencias (ya sea de los hombres entre sí: densidad y
proximidad; ya sea de los hombres y las cosas: aguas, alcantarillado, ventilación; ya
sea de los hombres entre sí: densidad y proximidad; ya sea de los hombres y los
animales: mataderos, establos; ya sea de los hombres y los muertos: cementerios); el
de las residencias (habitat, urbanismo); el de los desplazamientos (emigración de los
hombres, propagación de las enfermedades). Los médicos han sido con los militares,
los primeros gestores del espacio colectivo. Pero los militares pensaban sobre todo el
espacio de las “campañas” (y por lo tanto el de los “pasos”) y el de las fortalezas. Los
médicos han pensado sobre todo el espacio de las residencias y el de las ciudades.
No recuerdo quién ha buscado en Montesquieu y en Augusto Comte las grandes
etapas del pensamiento sociológico. Es ser bien ignorante. El saber sociológico se
forma más bien en prácticas tales como las de los médicos. Guepin ha escrito en los
mismos comienzos del siglo XIX un maravilloso análisis de la ciudad de Nantes.
De hecho, si la intervención de los médicos ha sido tan capital en esta época, se
debe a que estaba exigida por todo un conjunto de problemas políticos y económicos
nuevos: la importancia de los hechos de población.
M. P.: Es chocante además la gran cantidad de personas que se ven
concernidas por la reflexión de Bentham. En distintos sitios dice haber resuelto los
problemas de disciplina planteados por un gran número de individuos a cargo de unos
pocos.
Foucault: Al igual que sus contemporáneos Bentham se encuentra con el
problema de la acumulación de hombres. Pero mientras que los economistas
planteaban el problema en términos de riqueza (población-riqueza ya que mano de
obra, fuente de actividad económica, consumo; y población-pobreza ya que
excedente u ociosa), Bentham plantea la cuestión en términos de poder: la población
como blanco de las relaciones de dominación. Se puede decir, creo, que los
mecanismos de poder, que intervenían incluso en una monarquía administrativa tan
47
desarrollada como la francesa, dejaban aparecer huecos bastante amplios: sistema
lacunar, aleatorio, global, que no entra en detalles, que se ejerce sobre grupos
solidarios o practica el método del ejemplo (como puede verse claramente en el
sistema fiscal o en la justicia criminal); el poder tenía pues una débil capacidad de
“resolución” como se diría en términos de fotografía, no era capaz de practicar un
análisis individualizante y exhaustivo del cuerpo social. Ahora bien, las mutaciones
económicas del siglo XVIII han hecho necesaria una circulación de los efectos de
poder a través de canales cada vez más finos, hasta alcanzar a los propios
individuos, su cuerpo, sus gestos, cada una de sus habilidades cotidianas. Que el
poder, incluso teniendo que dirigir a una multiplicidad de hombres, sea tan eficaz
como si se ejerciese sobre uno solo.
M. P.: Los crecimientos demográficos del siglo XVIII han contribuido sin duda al
desarrollo de un poder semejante.
J.-P. B.: ¿No es sorprendente entonces saber que la Revolución francesa a
través de personas como La Fayette, ha acogido favorablemente el proyecto del
panóptico? Se sabe que Bentham, como premio a sus desvelos, ha sido hecho
“Ciudadano francés” en 1791.
Foucault: Yo diría que Bentham es el complemento de Rousseau. ¿Cuál es, en
efecto, el sueño rousseauniano que ha animado a tantos revolucionarios?: el de una
sociedad transparente, visible y legible a la vez en cada una de sus partes; que no
existan zonas oscuras, zonas ordenadas por los privilegios del poder real o por las
prerrogativas de tal o tal cuerpo, o incluso por el desorden; que cada uno, desde el
lugar que ocupa, pueda ver el conjunto de la sociedad; que los corazones se
comuniquen unos con otros, que las miradas no encuentren ya obstáculos, que la
opinión reine, la de cada uno sobre cada uno. Starobinski ha escrito páginas muy
interesantes respecto a este tema en La Transparencia y el obstáculo y en La
invención de la libertad.
Bentham es a la vez esto y todo lo contrario. Plantea el problema de la
visibilidad, pero pensando en una visibilidad totalmente organizada alrededor de una
mirada dominadora y vigilante. Hace funcionar el proyecto de una visibilidad
universal, que actuaría en provecho de un poder riguroso y meticuloso. Así, sobre el
gran tema rousseauniano -que es en alguna medida el lirismo de la Revolución- se
articula la idea técnica del ejercicio de un poder “omnicontemplativo” que es la
48
obsesión de Bentham. Los dos se unen y el todo funciona: el lirismo de Rousseau y la
obsesión de Bentham.
M. P.: Hay una frase en el Panóptico: “Cada camarada se convierte en un
vigilante”.
Foucault: Rousseau habría dicho justamente lo inverso: que cada vigilante sea
un camarada. Véase El Emilio: el preceptor de Emilio es un vigilante, es necesario
que sea también un camarada.
J.-P. B.: La Revolución francesa no sólo no hace una lectura próxima a la que
hacemos ahora sino que incluso encuentra en el proyecto de Bentham miras
humanitarias.
Foucault: Justamente, cuando la Revolución se pregunta por una nueva justicia
el resorte para ella será la opinión. Su problema, de nuevo, no ha sido hacer que las
gentes fuesen castigadas; sino hacer que ni siquiera puedan actuar mal en la medida
en que se sentirían sumergidas, inmersas, en un campo de visi-bilidad total en el cual
la opinión de los otros, la mi-rada de los otros, el discurso de los otros, les impidan
obrar mal o hacer lo que es nocivo. Esto está presente constantemente en los textos
de la Revolución.
M. P.: El contexto inmediato ha jugado también su papel en la adopción del
panóptico por la Revolución: en este momento el problema de las cárceles está a la
orden del día. A partir de 1770 tanto en Inglaterra como en Francia existe una fuerte
inquietud respecto a este tema como puede constatarse a través de la encuesta de
Howard sobre las prisiones traducida al francés en 1788. Hospitales y cárceles son
dos grandes temas de discusión en los salones parisinos, en los círculos ilustrados.
Se ha convertido en algo escandaloso el que las prisiones sean lo que son: una
escuela del vicio y del crimen; y lugares tan desprovistos de higiene que en ellos se
muere uno. Los médicos comienzan a decir cómo se deteriora el cuerpo, cómo se
dilapida en semejantes sitios. Llegada la Revolución francesa, emprende a su vez
una encuesta de alcance europeo. Un tal Duquesnoy es el encargado de hacer un
informe sobre los establecimientos llamados “de humanidad”, vocablo que comprende
hospitales y prisiones.
Foucault: Un miedo obsesivo ha recorrido la segunda mitad del siglo XVIII: el
espacio oscuro, la pantalla de oscuridad que impide la entera visibilidad de las cosas,
las gentes, las verdades. Disolver los fragmentos de noche que se oponen a la luz,
49
hacer que no existan más espacios oscuros en la sociedad, demoler esas cámaras
negras en las que se fomenta la arbitrariedad política, los caprichos del monarca, las
supersticiones religiosas, los complots de los tiranos y los frailes, las ilusiones de
ignorancia, las epidemias. Los castillos, los hospitales, los depósitos de cadáveres,
las casas de corrección, los conventos, desde antes de la Revolución han suscitado
una desconfianza o un odio que no fueron subestimados; el nuevo orden político y
moral no puede instaurarse sin su desaparición. Las novelas de terror en la época de
la Revolución, desarrollan todo un mundo fantástico de la muralla, de la sombra, de lo
oculto, de la mazmorra, de todo aquello que protege en una complicidad significativa,
a los truhanes y a los aristócratas, a los monjes y a los traidores: los paisajes de Ann
Radcliffe son montañas, bosques, cuevas, castillos en ruinas, conventos en los que la
oscuridad y el silencio dan miedo. Ahora bien, estos espacios imaginarios son como
la “contra-figura” de las transparencias y de las visibilidades que se intentan
establecer entonces. Este reino de “la opinión” que se invoca con tanta frecuencia en
esta época, es un modo de funcionamiento en el que el poder podría ejercerse por el
solo hecho de que las cosas se sabrán y las gentes serán observadas por una
especie de mirada inmediata, colectiva y anónima. Un poder cuyo recorte principal
fuese la opinión no podría tolerar regiones de sombra. Si se han interesado por el
proyecto de Bentham se debe a que, siendo aplicable a tantos campos diferentes,
proporcionaba la fórmula de un “poder por transparencia”, de un sometimiento por
“proyección de claridad”. El panóptico es un poco la utilización de la forma “castillo:
(torreón rodeado de murallas) para paradójicamente crear un espacio de legibilidad
detallada.
J.-P. B.: Son en definitiva los rincones ocultos del hombre lo que el Siglo de las
Luces quiere hacer desaparecer.
Foucault: Indudablemente.
M. P.: Sorprenden también las técnicas de poder que funcionan en el interior del
panóptico. La mirada fundamentalmente, y también la palabra puesto que existen
esos famosos tubos de acero -extraordinaria invención- que unen el inspector central
con cada una de las celdas en las que se encuentran, nos dice Bentham, no un
prisionero sino pequeños grupos de prisioneros. En último término, la importancia de
la disuasión está muy presente en el texto de Bentham: “Ës preciso -dice- estar
incesantemente bajo la mirada de un inspector; perder la facultad de hacer el mal y
casi el pensamiento de quererlo”. Nos encontramos de lleno con las preocupaciones
50
de la Revolución: impedir a las gentes obrar mal, quitarles las ganas de desearlo, en
resumen: no poder y no querer.
Foucault: Estamos hablando de dos cosas: de la mirada y de la interiorización.
Y, en el fondo, ¿no se trata del problema del precio del poder? El poder, de hecho, no
se ejerce sin gastos. Existe evidentemente el coste económico, y Bentham lo dice.
¿Cuántos vigilantes hacen falta? ¿Cuánto, en definitiva, costará la máquina? Pero
está además el coste propiamente político. Si se es muy violento se corre el riesgo de
suscitar insurrecciones; si se interviene de forma discontinua se arriesga uno a dejar
que se produzcan, en los intervalos, fenómenos de resistencia de un coste político
elevado. Así funcionaba el poder monárquico. Por ejemplo, la justicia que detenía una
proporción irrisoria de criminales, argumentaba diciendo: conviene que el castigo sea
espectacular para que los demás tengan miedo. Poder violento por tanto que debía,
mediante el ejemplo, asegurar las funciones de continuidad. A esto contestan los
nuevos teóricos del siglo XVIII: es un poder demasiado costoso y con muy pocos
resultados. Se hacen grandes gastos de violencia que en realidad no tienen valor de
ejemplo, se ve uno incluso obligado a multiplicar las violencias, de forma tal, que se
multiplican las rebeliones.
M. P.: Esto es lo que sucedió con las insurrecciones contra el patíbulo.
Foucault: Por el contrario, se cuenta con la mirada que va a exigir pocos gastos.
No hay necesidad de armas, de violencias físicas, de coacciones materiales. Basta
una mirada. Una mirada que vigile, y que cada uno, sintiéndola pesar sobre sí,
termine por interiorizarla hasta el punto de vigilarse a sí mismo; cada uno ejercerá
esta vigilancia sobre y contra sí mismo. ¡Fórmula maravillosa: un poder continuo y de
un coste, en último término, ridículo! Cuando Bentham considera que él lo ha
conseguido, cree que es el huevo de Colón en el orden de la política, una fórmula
exactamente inversa a la del poder monárquico. De hecho, en las técnicas de poder
desarrolladas en la época moderna, la mirada ha tenido una importancia enorme,
pero como ya he dicho, está lejos de ser la única ni siquiera la principal
instrumentación puesta en práctica.
M. P.: Parece que, respecto a esto, Bentham se plantea el problema del poder
en función sobre todo de grupos pequeños. ¿Por qué? ¿Por qué piensa que la parte
es el todo, y que si se logra el éxito a nivel de grupos puede luego extenderse al todo
social? ¿O bien es que el conjunto social, el poder a nivel de todo social es algo que
entonces no se concebía realmente? ¿Por qué?
51
Foucault: El problema consiste en evitar los obstáculos, las interrupciones; al
igual que ocurría en el Antiguo Régimen, con las barreras que presentaban a las
decisiones de poder los cuerpos constituidos, los privilegios de determinadas
categorías, desde el clero, hasta las corporaciones, pasando por los magistrados. Del
mismo modo que las barreras que, en el Antiguo Régimen presentaban los cuerpos
constituidos, los privilegios de determinadas categorías a las decisiones de poder. La
burguesía comprende perfectamente que una nueva legislación o una nueva
Constitución no son garantía suficiente para mantener su hegemonía. Se da cuenta
de que debe inventar una tecnología nueva que asegure la irrigación de todo el
cuerpo social de los efectos de poder llegando hasta sus más ínfimos resquicios. Y en
esto precisamente la burguesía ha hecho no sólo una revolución política sino que
también ha sabido implantar una hegemonía social que desde entonces conserva.
Esta es la razón por la que todas estas invenciones han sido tan importantes y han
hecho de Bentham uno de los inventores más ejemplares de la tecnología de poder.
J.-P. B.: No obstante, no se sabe a quién beneficia el espacio organizado tal
como Bentham preconiza, si a los que habitan la torre central o a los que vienen a
visitarla. Se tiene la sensación de estar ante un mundo infernal del que no escapa
nadie, ni los que son observados ni los que observan.
Foucault: Esto es sin duda lo que hay de diabólico en esta idea como en todas
las aplicaciones a que ha dado lugar. No existe en ella un poder que radicaría
totalmente en alguien y que ese alguien ejercería él solo y de forma absoluta sobre
los demás; es una máquina en la que todo el mundo está aprisionado, tanto los que
ejercen el poder como aquellos sobre los que el poder se ejerce. Pienso que esto es
lo característico de las sociedades que se instauran en el siglo XIX. El poder ya no se
identifica sustancialmente con un individuo que lo ejercería o lo poseería en virtud de
su nacimiento, se convierte en una maquinaria de la que nadie es titular. Sin duda, en
esta máquina nadie ocupa el mismo puesto, sin duda ciertos puestos son
preponderantes y permiten la producción de efectos de supremacía. De esta forma,
estos puestos pueden asegurar una dominación de clase en la misma medida en que
disocian el poder de la potestad individual.
M. P.: El funcionamiento del panóptico es, desde este punto de vista, un tanto
contradictorio. Está el inspector principal que desde la torre central vigila a los
prisioneros. Pero, al mismo tiempo, vigila a sus subalternos, es decir, al personal;
este inspector central no tiene ninguna confianza en los vigilantes, e incluso se refiere
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a ellos de un modo un tanto despectivo pese a que, en principio, están destinados a
serle próximos. ¡Pensamiento, pues, aristocrático!
Pero, al mismo tiempo, quisiera hacer esta observación en lo que se refiere al
personal subalterno: ha constituido un problema para la sociedad industrial. No ha
sido cómodo para los patronos encontrar capataces, ingenieros capaces de dirigir y
de vigilar las fábricas.
Foucault: Es un problema considerable que se plantea en el siglo XVIII. Se
puede constatar claramente en el caso del ejército, cuando fue necesario fabricar
“suboficiales” que tuviesen conocimientos auténticos para organizar eficazmente las
tropas en caso de maniobras tácticas, con frecuencia difíciles, tanto más difíciles
cuanto que el fusil acababa de ser perfeccionado. Los movimientos, los
desplazamientos, las filas, las marchas exigían este personal disciplinario. Más tarde
los talleres vuelven a plantear a su modo el mismo problema; también la escuela con
sus maestros, sus ayudantes, sus vigilantes. La iglesia era entonces uno de los raros
cuerpos sociales en el que existían pequeños cuadros competentes. El religioso, ni
muy alfabetizado ni totalmente ignorante, el cura, el vicario entraron en lid cuando se
necesitó escolarizar a centenas de millares de niños. El Estado no se dotó con
pequeños cuadros similares hasta mucho más tarde. Igual sucedió con los hospitales.
No hace aún mucho que el personal subalterno hospitalario continuaba estando
constituido en su mayoría por religiosas.
M. P.: Estas mismas religiosas han desempeñado un papel considerable en la
aplicación de las mujeres al trabajo: aquí se sitúan los famosos internados del siglo
XIX en los que vivía y trabajaba un personal femenino bajo el control de religiosas
formadas especialmente para ejercer la disciplina de las fábricas.
El Panóptico está lejos de estar exento de estas preocupaciones ya que se
puede constatar la existencia de esta vigilancia del inspector principal sobre el
personal subalterno, y esta vigilancia sobre todos, a través de las ventanas de la
torre, sucesión ininterrumpida de miradas que hace pensar en “cada camarada se
convierte en un vigilante”, hasta el punto de que se tiene la impresión, un poco
vertiginosa, de estar en presencia de una invención que en alguna medida se va de
las manos de su creador. Bentham, en un principio, quiere confiar en un poder único:
el poder central. Pero, leyéndolo uno se pregunta, ¿a quién mete Bentham en la
torre? ¿Al ojo de Dios? Sin embargo Dios está poco presente en su texto; la religión
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no desempeña sino un papel de utilidad. Entonces, ¿a quién? En definitiva es preciso
decir que el mismo Bentham no ve muy claro a quien confiar el poder.
Foucault: Bentham no puede confiar en nadie en la medida en que nadie debe
ser lo que era el rey en el antiguo sistema, es decir, la fuente del poder y de la
justicia. La teoría de la monarquía lo suponía. Era preciso confiar en el rey. Por su
propia existencia, querida por Dios, él era la fuente de la justicia, de la ley, del
poder.El poder que radicaba en su persona no podía sino ser bueno; un mal rey
equivalía a un accidente de la historia o a un castigo del soberano absolutamente
perfecto, Dios. Por el contrario, no se puede confiar en nadie cuando el poder está
organizado como una máquina que funciona según engranajes complejos, en la que
lo que es determinante es el puesto de cada uno, no su naturaleza. Si la máquina
fuese tal que alguien estuviese fuera de ella, o que tuviese él solo la responsabilidad
de su gestión, el poder se identificaría a un hombre y estaríamos de nuevo en un
poder de tipo monárquico. En el Panóptico, cada uno, según su puesto, está vigilado
por todos lo demás, o al menos por alguno de ellos; se está en presencia de un
aparato de desconfianza total y circulante porque carece de un punto absoluto. La
perfección de la vigilancia es una suma de insidias.
J.-P. B.: Una maquinaria diabólica, como has dicho, que no perdona a nadie. La
imagen quizá del poder de hoy. Pero, ¿cómo crees que se ha llegado hasta aquí?
¿Por voluntad de quién y con qué objeto?
Foucault: La cuestión del poder se simplifica cuando se plantea únicamente en
términos de legislación o de Constitución; o en términos de Estado o de aparato de
Estado. El poder es sin duda más complicado, o de otro modo, más espeso y difuso
que un conjunto de leyes o un aparato de Estado. No se puede comprender el
desarrollo de las fuerzas productivas propias del capitalismo, ni imaginar su desarrollo
tecnológico, si no se conocen al mismo tiempo los aparatos de poder. En el caso, por
ejemplo, de la división de trabajo en los grandes talleres del siglo XVIII, ¿cómo se
habría llegado a este reparto de tareas si no hubiese existido una nueva distribución
del poder al propio nivel del remodelamiento de las fuerzas productivas? Lo mismo
sucede con el ejército moderno: no basta con que exista otro tipo de armamento, ni
otra forma de reclutamiento, fue necesario que se produjera a la vez esta nueva
distribución de poder que se llama disciplina, con sus jerarquías, sus cuadros, sus
inspecciones, sus ejercicios, sus condicionamientos y domes-ticaciones. Sin esto, el
ejército tal como ha funcionado desde el siglo XVIII no hubiera sido posible.
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J.-P. B.: De todos modos, ¿existe alguien o algunos que impulsan el todo?
Foucault: Se impone una distinción. Está claro que en un dispositivo como el
ejército, el taller o cualquier tipo de institución, la red del poder adopta una forma
piramidal. Existe pues una cúspide. Sin embargo incluso en un caso así de simple,
esta “cúspide” no es la “fuente” o el “principio” de donde se derivaría todo el poder
como de un centro luminoso (esta es la imagen según la cual se representa a la
monarquía). La cúspide y los elementos inferiores de la jerarquía están en una
relación de sostén y de condicionamiento recíprocos; se “sostienen” (el poder como
“chantaje” mutuo e indefinido). Pero si lo que me preguntas es si esta nueva
tecnología de poder tiene históricamente su origen en un individuo o en un grupo de
individuos determinados, que habrían decidido aplicarla para servir sus propios
intereses y utilizar así, en su beneficio, el cuerpo social, te responderé: no. Estas
tácticas han sido inventadas, organizadas, a partir de condiciones locales y de
urgencias concretas. Se han perfilado palmo a palmo antes de que una estrategia de
clase las solidifique en amplios conjuntos coherentes. Hay que señalar además que
estos conjuntos no consisten en una homoge-neización sino más bien en un juego
complejo de apoyos que adoptan los diferentes mecanismos de poder unos sobre
otros permaneciendo sin embargo en su especificidad. Así, actualmente, la
interrelación entre medicina, psiquiatría, psicoanálisis, escuela, justicia, familia, en lo
que se refiere a los niños, no homogeneiza estas distintas instancias sino que
establece entre ellas conexiones, reenvíos, complementariedades, delimitaciones, lo
que supone que cada una conserva hasta cierto punto las modalidades que le son
propias.
M. P.: Ud. rechaza la idea de un poder que sería una super-estructura, pero no
la idea de un poder que es, en cierto modo, consustancial al desarrollo de las fuerzas
productivas, que forma parte de él.
Foucault: Por supuesto. Y el poder se transforma continuamente con estas
fuerzas. El Panóptico era una utopía-programa. Pero ya en la época de Bentham el
tema de un poder espacializante, vigilante, inmovilizante, en una palabra,
disciplinario, estaba desbordado por mecanismos mucho más sutiles que permitían la
regulación de los fenómenos de población, el control de sus oscilaciones, la
compensación de sus irregularidades. Bentham es “arcaizante” por la importancia que
da a la mirada, es muy actual por la importancia que concede a las técnicas de poder
en general.
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M. P.: No existe un Estado global, existen micro-sociedades, microcosmos que
se instauran.
J.-P. B.: ¿Es preciso entonces, frente al despliegue del panóptico, poner en
cuestión la sociedad industrial? ¿O conviene hacer responsable a la sociedad
capitalista?
Foucault: ¿Sociedad industrial o sociedad capitalista? No sabría responder si no
es diciendo que estas formas de poder se encuentran también en las sociedades
socialistas: la transferencia ha sido inmediata. Pero, sobre este punto, preferiría que
intervenga la historiadora.
M. P.: Es cierto que la acumulación de capital surge por una tecnología industrial
y por la puesta en marcha de todo un aparato de poder. Pero no es menos cierto que
un proceso semejante aparece de nuevo en la sociedad socialista soviética. El
estalinismo, en cierto modo, corresponde también a un período de acumulación de
capital y de instauración de un poder fuerte.
J.-P. B.: De nuevo encontramos, como de pasada, la noción de beneficio; en
este sentido, la máquina inhumana de Bentham se muestra como algo muy valioso, al
menos para algunos.
Foucault: ¡Evidentemente! Habría que tener el optimismo un poco ingenuo de
los “dandys” del siglo XIX para imaginarse que la burguesía es tonta. Por el contrario,
conviene tener en cuenta sus golpes de genio. Y, entre ellos justamente, está el
hecho de que ha sido capaz de construir máquinas de poder que posibilitan circuitos
de beneficios los cuales, a su vez, refuerzan y modifican los dispositivos de poder, y
esto de forma dinámica y circular. El poder feudal, funcionando por deducciones y
gasto, se minaba a sí mismo. El de la burguesía se mantiene no por la conservación
sino mediante transformaciones sucesivas. De aquí se deriva que la posibilidad de su
caída y de la Revolución formen parte de su historia prácticamente desde sus
comienzos.
M. P.: Se puede señalar que Bentham concede una enorme importancia al
trabajo, al que se refiere una y otra vez.
Foucault: Ello responde al hecho de que las técnicas de poder se han inventado
para responder a las exigencias de la producción. Me refiero a la producción en un
sentido amplio (puede tratarse de “producir” una destrucción, como en el caso del
ejército).
56
J.-P. B.: Cuando, dicho sea de paso, empleas el término “trabajo” en tus libros,
raramente lo haces en relación al trabajo productivo.
Foucault: Porque se da el caso de que me he ocupado de gentes que estaban
situadas fuera de los circuitos del trabajo productivo: los locos, los enfermos, los
prisioneros, y actualmente los niños. El trabajo para ellos, tal como deben realizarlo,
tiene un valor predominante disciplinario.
J.-P.B.: El trabajo como forma de domesticación. ¿No se da siempre?
Foucault: Por supuesto. Siempre se ha hablado de la triple función del trabajo:
función productiva, función simbólica y función de domesticación o disciplinaria. La
función productiva es sensiblemente igual a cero para las categorías de las que me
ocupo, mientras que las funciones simbólica y disciplinaria son muy importantes.
Pero, lo más frecuente, es que coexisten los tres componentes.
M.P.: Bentham, en todo caso, me parece muy seguro de sí, muy confiado en el
poder penetrante de la mirada. Se tiene incluso la sensación de que no calibra muy
bien el grado de opacidad y de resistencia del material que ha de corregir, que ha de
integrar en la sociedad -los famosos prisioneros-. Además, ¿no es el panóptico de
Bentham, en cierto modo, la ilusión del poder?
Foucault: Es la ilusión de casi todos los reformadores del siglo XVIII que han
concedido a la opinión un poder considerable. Puesto que la opinión necesariamente
era buena por ser la conciencia inmediata de cuerpo social entero, los reformadores
creyeron que las gentes se harían virtuosas por el hecho de ser observadas. La
opinión era para ellos como la reactualización espontánea del contrato. Desconocían
las condiciones reales de la opinión, los “media”, una materialidad que está
aprisionada en los mecanismos de la economía y del poder bajo la forma de la
prensa, de la edición, y más tarde del cine y de la televisión.
M. P.: Cuando dices que han desconocido los “media”, quieres decir que no se
han dado cuenta de que les haría falta utilizarlos.
Foucault: Y que esos media estarían necesariamente dirigidos por intereses
económicos-políticos. No percibieron los componentes materiales y económicos de la
opinión. Creyeron que la opinión sería justa por naturaleza, que se extendería por sí
misma, y que sería una especie de vigilancia democrática. En el fondo, es el
periodismo -innovación capital del siglo XIX- el que ha puesto de manifiesto el
carácter utópico de toda esta política de la mirada.
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M. P.: En general los pensadores desconocen las dificultades que van a
encontrar para hacer “prender” su sistema. Ignoran que siempre habrá escapatorias y
que las resistencias jugarán su papel. En el terreno de las cárceles, los detenidos no
han sido gente pasiva; es Bentham quien nos hace pensar lo contrario. El discurso
penitenciario se despliega como si no existiese nadie frente a él, como si no existiese
más que una “Tábula rasa”, gente que hay que reformar para arrojar luego al circuito
de la producción. En realidad hay un material -los detenidos- que resiste de un modo
formidable. Lo mismo se podría decir del taylorismo, sistema que constituye una
extraordinaria invención de un ingeniero que quiere luchar contra la gandulería, contra
todo lo que hace más lento el ritmo de producción. Pero en última instancia, se puede
uno preguntar:¿ha funcionado realmente alguna vez el taylorismo?
Foucault: En efecto, otro de los elementos que sitúa también a Bentham en lo
irreal es la resistencia efectiva de las gentes. Cosas que Vd., Michelle Perrot, ha
estudiado. ¿Cómo se ha opuesto la gente en los talleres, en las ciudades, al sistema
de vigilancia, de pesquisas continuas? ¿Tenían conciencia del carácter coactivo, de
sometimiento insoportable de esta vigilancia? ¿O lo aceptaban como algo natural? En
suma, ¿han existido insurrecciones contra la mirada?
M. P.: Sí, han existido insurrecciones contra la mirada. La repugnancia de los
trabajadores a habitar las ciudades obreras es un hecho patente. Las ciudades
obreras, durante mucho tiempo, han sido un fracaso. Lo mismo sucede con la
distribución del tiempo tan presente en el Panóptico. La fábrica y sus horarios han
suscitado durante largo tiempo una resistencia pasiva que se traducía en el hecho de
que, simplemente, no se iba. Es la prodigiosa historia del San Lunes en el siglo XIX,
día que los obreros habían inventado para “tomar aire” cada semana. Han existido
múltiples formas de resistencia al sistema industrial obligando a los patrones a dar
marcha atrás en el primer momento. Otro ejemplo: los sistemas de micro-poderes no
se han instaurado de forma inmediata. Este tipo de vigilancia y de encuadramiento se
ha desarrollado, en un primer tiempo, en los sectores mecanizados que contaban
mayoritariamente con mujeres o niños, es decir, con personas habituadas a
obedecer: la mujer a su marido, el niño a su familia. Pero en los sectores digamos
viriles, como la metalurgia, se observa una situación muy distinta. La patronal no llega
a implantar inmediatamente su sistema de vigilancia, y debe, durante la primera mitad
del siglo XIX, delegar sus poderes. Establece un contrato con el equipo de obreros a
través de su jefe que es generalmente el obrero más anciano o más cualificado. Se
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ejerce un verdadero contra-poder por parte de los obreros profesionales, contra-poder
que comporta algunas veces dos facetas:una contra la patronal en defensa de la
comunidad obrera, la otra, a veces, contra los mismos obreros ya que el jefecillo
oprime a sus aprendices o a sus camaradas. En realidad, estas formas de contra-
poder obrero existieron hasta el momento en que la patronal supo mecanizar las
funciones que se le escapaban, pudiendo abolir así el poder del obrero profesional.
Existen numerosos ejemplos: en el caso de los laminadores, el jefe de taller tuvo los
medios para resistir al patrón hasta el momento en que entraron en escena máquinas
casi automáticas. El golpe de ojo del laminador -de nuevo aquí la mirada- que
juzgaba si la materia estaba a punto será sustituido por el control térmico; basta la
lectura de un termómetro.
Foucault: Sabido esto, hay que analizar el conjunto de las resistencias al
panóptico en términos de táctica y de estrategia, pensando que cada ofensiva que se
produce en un lado sirve de apoyo a una contra-ofensiva del otro. El análisis de los
mecanismos de poder no tiene como finalidad mostrar que el poder es anónimo y a la
vez victorioso siempre. Se trata, por el contrario, de señalar las posiciones y los
modos de acción de cada uno, las posibilidades de resistencia y de contra-ataque de
unos y otros.
J.-P. B.: Batallas, acciones, reacciones, ofensivas y contraofensivas, hablas
como un estratega. Las resistencias al poder, ¿tendrían características esencialmente
físicas? ¿Qué pasa con el contenido de las luchas y las aspiraciones que se
manifiestan en ellas?
Foucault: En efecto, esa es una cuestión teórica y de método importante. Me
sorprende una cosa: se utiliza mucho, en determinados discursos políticos el
vocabulario de las relaciones de fuerza; el término “lucha” es uno de los que aparecen
con más frecuencia. Ahora bien, me parece que se duda a la hora de sacar
consecuencias, e incluso, a la de plantear el problema que subyace a este
vocabulario. Quiero decir: ¿Hay que analizar estas “luchas” en tanto que peripecias
de una guerra? ¿Hay que descifrarlas a partir de un código que sería el de la
estrategia y de la táctica? ¿La relación de fuerzas en el orden de la política es una
relación de guerra? Personalmente no me siento de momento preparado para
responder sí o no de una forma definitiva. Pienso solamente que la pura y simple
afirmación de una “lucha” no puede servir de explicación primera y última en los
análisis de las relaciones de poder. Este tema de la lucha no es operativo más que si
59
se establece concretamente, y respecto a cada caso: quién está en la lucha, en qué
lugar, con qué instrumentos y con qué racionalidad. En otros términos, si se toma en
serio la afirmación de que la lucha está en el corazón de las relaciones de poder, hay
que tener presente que la brava y vieja “lógica” de la contradicción no basta, ni con
mucho, para desembrollar los procesos reales.
M. P.: Dicho de otro modo, y para volver al panóptico, Bentham no proyecta sólo
una sociedad utópica, describe también una sociedad existente.
Foucault: Describe en la utopía un sistema general de mecanismos concretos
que existen realmente.
M. P.: Y, para los prisioneros, ¿tiene sentido tomar la torre central?
Foucault: Sí, con la condición de que éste no sea el sentido final de la
operación. Los prisioneros haciendo funcionar el panóptico y asentándose en la torre,
¿cree Ud. que entonces sería mucho mejor que con los vigilantes?
NOTAS
(1) Michel Foucault describe así El Panóptico y a Jeremías Bentham en su obra Vigilar y
castigar. Siglo XXI, México, 1976.
(2) John Howard publica los resultados de su encuesta en su libro: The State of the
Prisions in England and Wales, with Preliminary Observations and an Account of
some Foreign Prisions and Hospitals (1777).
Fragmento de La Ideología y aparatos ideológicos de Estado, Freud y Lacan
Louis Althusser
Acerca de la reproducción de las condiciones de producción 1
En análisis anteriores nos hemos referido circunstancialmente a la necesidad de
renovar los medios de producción para que la producción sea posible. Hoy
centraremos nuestra exposición en este punto.
Decía Marx que aun un niño sabe que una formación social que no reproduzca
las condiciones de producción al mismo tiempo que produce, no sobrevivirá siquiera
60
un año. Por lo tanto, la condición final de la producción es la reproducción de las
condiciones de producción. Puede ser “simple” (y se limita entonces a reproducir las
anteriores condiciones de producción) o “ampliada” (en cuyo caso las extiende).
Dejaremos esta última distinción a un lado.
¿Qué es pues la reproducción de las condiciones de producción ?
Nos internamos aquí en un campo muy familiar (desde el tomo II de El Capital )
pero, a la vez, singularmente ignorado. Las tenaces evidencias (evidencias
ideológicas de tipo empirista) ofrecidas por el punto de vista de la mera producción e
incluso de la simple práctica productiva (abstracta ella misma con respecto al proceso
de producción) se incorporan de tal modo a nuestra conciencia cotidiana que es
sumamente difícil, por no decir casi imposible, elevarse hasta el punto de vista de la
reproducción. Sin embargo, cuando no se adopta tal punto de vista todo resulta
abstracto y deformado (más que parcial), aun en el nivel de la producción y, con
mayor razón todavía, en el de la simple práctica.
Intentaremos examinar las cosas metódicamente.
Para simplificar nuestra exposición, y considerando que toda formación social
depende de un modo de producción dominante, podemos decir que el proceso de
producción emplea las fuerzas productivas existentes en y bajo relaciones de
producción definidas.
De donde resulta que, para existir, toda formación social, al mismo tiempo que
produce y para poder producir, debe reproducir las condiciones de su producción.
Debe, pues, reproducir:
1) las fuerzas productivas
2) las relaciones de producción existentes.
Reproducción de los medios de producción
Desde que Marx lo demostró en el tomo II de El Capital, todo el mundo
reconoce (incluso los economistas burgueses que trabajaban en la contabilidad
61
nacional, o los modernos teóricos “macroeconomistas”) que no hay producción
posible si no se asegura la reproducción de las condiciones materiales de la
producción: la reproducción de los medios de producción.
Cualquier economista (que en esto no se diferencia de cualquier capitalista)
sabe que todos los años es necesario prever la reposición de lo que se agota o gasta
en la producción: materia prima, instalaciones fijas (edificios), instrumentos de
producción(máquinas), etc. Decimos: un economista cualquiera = un capitalista
cualquiera, en cuanto ambos expresan el punto de vista de la empresa y se contentan
con comentar lisa y llanamente los términos de la práctica contable de la empresa.
Pero sabemos, gracias al genio de Quesnay —que fue el primero que planteó
ese problema que “salta a la vista”— y al genio de Marx —que lo resolvió—, que la
reproducción de las condiciones materiales de la producción no puede ser pensada a
nivel de la empresa pues no es allí donde se da en sus condiciones reales. Lo que
sucede en el nivel de la empresa es un efecto, que sólo da la idea de la necesidad de
la reproducción, pero que no permite en absoluto pensar las condiciones y los
mecanismos de la misma.
Basta reflexionar un solo instante para convencerse: el señor X, capitalista, que
produce telas de lana en su hilandería, debe “reproducir” su materia prima, sus
máquinas, etc. Pero quien las produce para su producción no es él sino otros
capitalistas: el señor Y, un gran criador de ovejas de Australia; el señor Z, gran
industrial metalúrgico, productor de máquinas-herramienta, etc., etc., quienes, para
producir esos productos que condicionan la reproducción de las condiciones de
producción del señor X, deben a su vez reproducir las condiciones de su propia
producción, y así hasta el infinito: todo ello en tales proporciones que en el mercado
nacional (cuando no en el mercado mundial) la demanda de medios de producción
(para la reproducción) pueda ser satisfecha por la oferta.
Para pensar este mecanismo que desemboca en una especia de “hilo sin fin” es
necesario seguir la trayectoria “global” de Marx, y estudiar especialmente en los
tomos II y III de El Capital, las relaciones de circulación de capital entre el Sector I
62
(producción de los medios de producción) y el Sector II (producción de los medios de
consumo), y la realización de la plusvalía.
No entraremos a analizar esta cuestión, pues nos basta con haber mencionado
que existe la necesidad de reproducir las condiciones materiales de la producción.
Reproducción de la fuerza de trabajo
No obstante, no habrá dejado de asombrarle al lector que nos hayamos referido
a la reproducción de los medios de producción, pero no a la reproducción de las
fuerzas productivas. Hemos omitido, pues,la reproducción de aquello que distingue
las fuerzas productivas de los medios de producción, o sea la reproducción de la
fuerza de trabajo.
Si bien la observación de lo que sucede en la empresa, especialmente el
examen de la práctica financiera contable de las previsiones de amortización-
inversión, podía darnos una idea aproximada de la existencia del proceso material de
la reproducción, entramos ahora en un terreno en el cual la observación de lo que
pasa en la empresa es casi enteramente ineficaz, y esto por una sencilla razón: la
reproducción de la fuerza de trabajo se opera, en lo esencial, fuera de la empresa.
¿Cómo se asegura la reproducción de la fuerza de trabajo? Dándole a la fuerza
de trabajo el medio material para que se reproduzca: el salario. El salario figura en la
contabilidad de la empresa, pero no como condición de la reproducción material de la
fuerza de trabajo, sino como “capital mano de obra”.3
Sin embargo es así como “actúa”, ya que el salario representa solamente la
parte del valor producido por el gasto de la fuerza de trabajo, indispensable para su
reproducción; aclaremos, indispensable para reconstituir la fuerza de trabajo del
asalariado (para vivienda vestimenta y alimentación, en suma, para que esté en
condiciones de volver a presentarse a la mañana siguiente —y todas las santas
mañanas— a la entrada de la empresa—; y agreguemos: indispensable para criar y
63
educar a los niños en que el proletario se reproduce (en X unidades: pudiendo ser X
igual a 0, 1, 2, etc.) como fuerza de trabajo.
Recordemos que el valor (el salario) necesario para la reproducción de la fuerza
de trabajo no está determinado solamente por las necesidades de un S.M.I.G.*
“biológico”, sino también por las necesidades de un mínimo histórico (Marx seña laba:
los obreros ingleses necesitan cerveza y los proletarios franceses, vino) y, por lo
tanto, históricamente variable.
Señalemos también que este mínimo es doblemente histórico, en cuanto no está
definido por las necesidades históricas de la clase obrera que la clase capitalista
“reconoce” sino por las necesidades históricas impuestas por la lucha de clase
proletaria (lucha de clase doble: contra el aumento de la jornada de trabajo y contra la
disminución de los salarios).
Empero, no basta con asegurar a la fuerza de trabajo las condiciones materiales
de su reproducción para que se reproduzca como tal. Dijimos que la fuerza de trabajo
disponible debe ser “competente”, es decir apta para ser utilizada en el complejo
sistema del proceso de producción. El desarrollo de las fuerzas productivas y el tipo
de unidad históricamente constitutivo de esas fuerzas productivas en un momento
dado determinan que la fuerza de trabajo debe ser (diversamente) calificada y por lo
tanto reproducida como tal. Diversamente, o sea según las exigencias de la división
social-técnica del trabajo, en sus distintos “puestos” y “empleos”.
Ahora bien, ¿cómo se asegura esta reproducción de la calificación (diversificada)
de la fuerza de trabajo en el régimen capitalista? Contrariamente a lo que sucedía en
las formaciones sociales esclavistas y serviles, esta reproducción de la calificación de
la fuerza de trabajo tiende (se trata de una ley tendencial) a asegurarse no ya “en el
lugar de trabajo” (aprendizaje en la producción misma), sino, cada vez más, fuera de
la producción, por medio del sistema educativo capitalista y de otras instancias e
instituciones.
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¿Qué se aprende en la escuela? Es posible llegar hasta un punto más o menos
avanzado de los estudios, pero de todas maneras se aprende a leer, escribir y contar,
o sea algunas técnicas, y también otras cosas, incluso elementos (que pueden ser
rudimentarios o por el contrario profundizados) de “cultura científica” o “literaria”
utilizables directamente en los distintos puestos de la producción (una instrucción
para los obreros, una para los técnicos, una tercera para los ingenieros, otra para los
cuadros superiores, etc.). Se aprenden “habilidades” (savoir-faire).
Pero al mismo tiempo, y junto con esas técnicas y conocimientos, en la escuela
se aprenden las “reglas” del buen uso, es decir de las conveniencias que debe
observar todo agente de la división del trabajo, según el puesto que está “destinado”
a ocupar: reglas de moral y de conciencia cívica y profesional, lo que significa en
realidad reglas del respeto a la división social-técnica del trabajo y, en definitiva,
reglas del orden establecido por la dominación de clase. Se aprende también a
“hablar bien el idioma”, a “redactar” bien, lo que de hecho significa (para los futuros
capitalistas y sus servidores) saber “dar órdenes”, es decir (solución ideal), “saber
dirigirse” a los obreros, etcétera.
Enunciando este hecho en un lenguaje más científico, diremos que la
reproducción de la fuerza de trabajo no sólo exige una reproducción de su calificación
sino, al mismo tiempo, la reproducción de su sumisión a las reglas del orden
establecido, es decir una reproducción de su sumisión a la ideología dominante por
parte de los agentes de la explotación y la represión, a fin de que aseguren también
“por la palabra” el predominio de la clase dominante.
En otros términos, la escuela (y también otras instituciones del Estado, como la
Iglesia, y otros aparatos como el Ejército) enseña las “habilidades” bajo formas que
aseguran el sometimiento a la ideología dominante o el dominio de su “práctica”.
todos los agentes de la producción, la explotación y la represión, sin hablar de los
“profesionales de la ideología” (Marx) deben estar “compenetrados” en tal o cual
carácter con esta ideología para cumplir “concienzudamente” con sus tareas, sea de
explotados (los proletarios), de explotadores (los capitalistas), de auxiliares de la
65
explotación (los cuadros), de grandes sacerdotes de la ideología dominante (sus
“funcionarios”), etcétera.
La condición sine qua non de la reproducción de la fuerza de trabajo no sólo
radica en la reproducción de su “calificación” sino también en la reproducción de su
“calificación” sino también en la reproducción de su sometimiento a la ideología
dominante, o de la “práctica” de esta ideología, debiéndose especificar que no basta
decir: “no solamente sino también”, pues la reproducción de la calificación de la
fuerza de trabajo se asegura en y bajo las formas de sometimiento ideológico, con lo
que reconocemos la presencia eficaz de una nueva realidad: la ideología.
Haremos aquí dos observaciones.
La primera servirá para completar nuestro análisis de la reproducción. Acabamos
de estudiar rápidamente las formas de la reproducción de las fuerzas productivas, es
decir de los medios de producción por un lado y de la fuerza de trabajo por el otro.
Pero no hemos abordado aún la cuestión de la reproducción de las relaciones de
producción. Es éste un problema crucial de la teoría marxista del modo de
producción. Si lo pasáramos por alto cometeríamos una omisión teórica y peor aún,
una grave falta política.
Hablaremos pues de tal cuestión, aunque para poder hacerlo debamos realizar
nuevamente un gran desvío. Y como segunda advertencia señalaremos que para
hacer ese desvío nos vemos obligados a replantear un viejo problema: ¿qué es una
sociedad?
Infraestructura y superestructura
Ya hemos tenido ocasión 4 de insistir sobre el carácter revolucionario de la
concepción marxista de “totalidad social” en lo que la distingue de la “totalidad”
hegeliana. Hemos dicho (y esta tesis sólo repetía célebres proposiciones del
materialismo histórico) que según Marx la estructura de toda sociedad está
66
constituida por “niveles” o “instancias” articuladas por una determinación específica: la
infraestructura o base económica (“unidad” de fuerzas productivas y relaciones de
producción), y la superestructura, que comprende dos “niveles” o “instancias”: la
jurídico-política (el derecho y el Estado) y la ideológica (las distintas ideologías,
religiosa, moral, jurídica, política, etcétera).
Además de su interés teórico-pedagógico (consistente en hacer notar la
diferencia que separa a Marx de Hegel), esta representación ofrece una fundamental
ventaja teórica: permite inscribir en el dispositivo teórico de sus conceptos esenciales
lo que nosotros hemos llamado su índice de eficacia respectivo. ¿Qué quiere decir
esto?
Cualquiera puede convencerse fácilmente de que representar la estructura de
toda sociedad como un edificio compuesto por una base (infraestructura) sobre la que
se levantan los dos “pisos” de la superestructura constituye una metáfora, más
exactamente una metáfora espacial: la de una tópica. 5 Como toda metáfora, ésta
sugiere, hace ver alguna cosa. ¿Qué cosa? Que los pisos superiores no podrían
“sostenerse” (en el aire) por sí solos si no se apoyaran precisamente sobre su base.
La metáfora del edificio tiene pues por objeto representar ante todo la
“determinación en última instancia” por medio de la base económica. Esta metáfora
espacial tiene así por resultado afectar a la base con un índice de eficacia conocido
por la célebre expresión: determinación en última instancia de lo que ocurre en los
“pisos” (de la superestructura) por lo que ocurra en la base económica.
A partir de este índice de eficacia “en última instancia”, los “pisos” de la
superestructura se hallan evidentemente afectados por diferentes índices de eficacia.
¿Qué clase de índices?
Se puede decir que los pisos de la superestructura no son determinantes en
última instancia sino que son determinados por la eficacia básica; que si son
determinantes a su manera (no definida aún), lo son en tanto están determinados por
la base.
67
Su índice de eficacia (o de determinación), en tanto ésta se halla determinada
por la determinación en última instancia de la base, es pensado en la tradición
marxista bajo dos formas: 1) existe una “autonomía relativa” de la superestructura con
respecto a la base; 2) existe una “reacción” de la superestructura sobre la base.
Podemos decir entonces que la gran ventaja teórica de la tópica marxista, y por
lo tanto de la metáfora espacial del edificio (base y superestructura), consiste a la vez
en hacer ver que las cuestiones de determinación (o índice de eficacia) son
fundamentales, y en hacer ver que es la base lo que determina en última instancia
todo el edificio; por lógica consecuencia, obliga a plantear el problema teórico del tipo
de eficacia “derivada” propio de la superestructura, es decir, obliga a pensar en lo que
la tradición marxista designa con los términos conjuntos de autonomía relativa de la
superestructura y reacción de la superestructura sobre la base.
El mayor inconveniente de esta representación de la estructura de toda sociedad
con la metáfora espacial del edificio radica evidentemente en ser metafórica: es decir,
en permanecer en el plano de lo descriptivo.
Fragmento de La Sociología de Pierre Bourdieu
Gilberto Giménez
Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM
2. LA TEORÍA DEL HABITUS SEGÚN BOURDIEU
La obra de Bourdieu constituye, como queda dicho, una variedad particular
dentro de la corriente constructivista en las ciencias sociales, variedad bautizada por
él mismo como “constructivismo estructuralista”. El autor nos advierte que la
referencia al estructuralismo adquiere aquí un sentido muy diferente al de la tradición
saussuriana o levi-straussiana:
“Por estructuralismo o estructuralista entiendo la afirmación de que existen - en
el mundo social mismo, y no sólo en los sistemas simbólicos como el lenguaje, el
mito, etc. - estructuras objetivas independientes de la conciencia y de la voluntad de
los agentes y capaces de orientar o de restringir sus prácticas y sus
representaciones” (Bourdieu, 1987a: 147).
68
En cuanto al constructivismo, Bourdieu lo entiende así:
“Entiendo por constructivismo la afirmación de que existe una génesis social de
los esquemas de percepción, de pensamiento y de acción que son constitutivos de lo
que llamo habitus, por una parte; y por otra de las estructuras sociales,
particularmente de lo que llamo campos o grupos, así como también de lo que
ordinariamente suelen llamarse clases sociales” (ibid.).
Lo que Bourdieu nos ofrece bajo el rótulo de “constructivismo estructuralista” es
una economía general de las prácticas centrada en las nociones de capital, interés,
inversión y estrategia, y una antropología global (en el sentido kantiano del término)
que se propone aprehender la acción social en su integralidad, superando las
dicotomías clásicas que minan por dentro a las ciencias sociales.
1 En este punto se retoma el conocido texto de Marx en El 18 brumario de Luis
Bonaparte: “Los hombres hacen su propia historia, pero no arbitrariamente y en
condiciones elegidas por ellos 4 mismos, sino en condiciones directamente dadas y
heredadas del pasado”.
Quizás la mejor manera de adentrarse en este complejo paradigma sea partir del
concepto mismo de habitus, que además de ser un concepto mediador ocupa un
“lugar geométrico” dentro del sistema conceptual bourdieusiano, y ha sido construido
precisamente para escapar del “círculo mágico” en que nos encierran las antinomias
clásicas: determinismo / libertad; mecanicismo / finalismo; realismo / nominalismo;
condicionamiento / creatividad; conciencia / inconsciencia; individuo / sociedad.
En la sociología de Bourdieu, el habitus constituye la respuesta esencial a una
serie de cuestiones que tiene que plantearse toda teoría sociológica (Mary, 1992: 19 y
ss.):
- ¿Cuál es el principio que rige la lógica de las prácticas sociales?
- ¿Qué es lo que explica la unidad, la regularidad y la homogeneidad de los
grupos sociales?
- ¿Cómo se reproducen las formas de la existencia colectiva en las diversas
formaciones sociales?
Bourdieu condensa su respuesta en el siguiente texto:
“El habitus como sistema de disposiciones en vista de la práctica, constituye el
fundamento objetivo de conductas regulares y, por lo mismo, de la regularidad de las
conductas. Y podemos prever las prácticas [...] precisamente porque el habitus es
69
aquello que hace que los agentes dotados del mismo se comporten de cierta manera
en ciertas circunstancias” (Bourdieu, 1987b: 40).
Por lo tanto, este concepto le permite a Bourdieu postular como principio
generador de las prácticas una intencionalidad sin intención, una regularidad sin
sumisión consciente a una regla, una racionalidad sin cálculo y una causalidad no
mecanicista. Es decir, se trata de descartar, no sólo la explicación mecanicista por la
determinación de estructuras inconscientes u objetivas, sino también el modelo
consensual de la sumisión a reglas, normas y valores que se impondrían desde el
exterior, o, a la inversa, el principio de agregación de decisiones individuales y
racionales postulado por el individualismo metodológico.
2.1.- Filiación histórica del habitus
Bourdieu no presenta su concepto de habitus como un paradigma nuevo, sino
como la explicitación de una idea que siempre estuvo presente en la tradición
filosófica y sociológica, y en cuanto tal “predispuesta” a superar y a la vez conservar
los paradigmas precedentes, incluyendo sus versiones contemporáneas. Más
precisamente, el concepto aparece asociado a una tradición de pensamiento que
puede calificarse como “dialéctica” por su oposición a toda lógica excluyente del tipo
“o bien esto, o bien aquello”. Se trata de la “lógica diluida” de Bachelard, quien se
negaba a inscribir los conceptos científicos en un solo punto de vista, apelando más
bien a una “complementariedad de perspectivas” o a una “síntesis plural”.
Por lo que toca a su filiación histórica, el habitus se remonta a la hexis de
Aristóteles, entendida como una disposición moral generadora de actos. La
escolástica retoma esta misma noción para aplicarla, a través de Santo Tomás, a las
“virtudes” en el sentido de la teología moral católica. Hegel, a su vez, la reasume bajo
el término de “Sittlichkeit”, entendiendo por tal el conjunto de disposiciones
permanentes constitutivas de la “moral realizada”, esto es, de la moralidad objetiva.
Más cerca de nosotros, es evidente que las nociones claves de la segunda filosofía
de Wittgenstein - juego, regla, hábito, aprendizaje - constituyen un aporte masivo a la
comprensión del juego social, y por lo mismo pueden ser comparadas fácilmente con
los significados asociados por Bourdieu precisamente al concepto de habitus: sentido
práctico, sentido del juego, etc. (Taylor, 1995: 554).
En cuanto al uso sociológico del término, éste comienza con Durkheim, quien
insiste sobre su carácter general y duradero, por lo que le asigna un anclaje
70
institucional: los colegios de los jesuitas y la universidad medioeval. En efecto, para
Durkheim toda educación, en tanto que proceso de socialización, “consiste en un
esfuerzo continuo por imponer al niño maneras de ver, de sentir y de actuar a las
cuales no hubieran podido tener acceso espontáneamente” (Durkheim, 1969: 36-37).
A partir de aquí era inevitable la asociación del habitus con el ethos weberiano, que
en los análisis del “ethos protestante” y del “ethos burgués” aparece como un
conjunto de creencias morales generadoras de prácticas. Así entendido, el ethos
weberiano se distingue de la ética y de la doctrina moral definidas como sistema
conceptual de normas, reglas y preceptos.
Dentro de la escuela francesa de sociología, M.Mauss recuperará la dimensión
corporal de la hexis aristotélica, introduciendo una antropología de las “técnicas
corporales” que no disocia las actitudes corporales de su valor simbólico ni de su
función de distinción cultural. Las “técnicas corporales” conformarían, según la
expresión de Mauss, una “idiosincracia social”, es decir, un conjunto de disposiciones
corporales marcadas por la educación recibida.
En fin, el precedente inmediato del habitus de Bourdieu se encuentra en la obra
de E. Panofsky (1967), quien recupera de la escolástica la noción de “hábito mental”
como principio organizador de las formas de expresión y de las creaciones de la
cultura escolástica (desde las catedrales góticas hasta las “Summas teológicas”).
2.2.- El habitus como ”disposición” y “esquema”
En sus primeras definiciones (elaboradas a partir del análisis de las prácticas
rituales de la sociedad kabil), Bourdieu recurre a dos términos claves para definir el
habitus: el de “disposición” y el de “esquema”.
El primer término es una herencia de de la filosofía moral:
“El término disposición parece particularmente apropiado para expresar todo lo
que recubre el concepto de habitus (definido como sistema de disposiciones): en
efecto, expresa ante todo el resultado de una acción organizadora que reviste, por lo
mismo, un sentido muy próximo al de términos como estructura; además designa una
manera de ser, una propensión o una inclinación” (Bourdieu, 1972: 247, nota 28).
El término esquema, más recientemente asociado con la noción de
“competencia” de la gramática generativa de Chomsky, tiene una connotación más
cognotivista y deriva directamente del “esquema” o “sistema simbólico” de Lévi -
Strauss. En efecto, desde sus primeras definiciones Bourdieu caracteriza al habitus
71
como un “sistema de esquemas interiorizados que permiten engendrar todos los
pensamientos, percepciones y acciones característicos de una cultura, y sólo a éstos”
(in Panofky, 1967: 152).
Así entendido, el habitus tiene un carácter multidimensional: es a la vez eidos
(sistema de esquemas lógicos o estructuras cognitivas), ethos (disposiciones
morales), hexis (registro de posturas y gestos) y aisthesis (gusto, disposición
estética). Esto quiere decir que el concepto engloba de modo indiferenciado tanto el
plano cognoscitivo, como el axiológico y el práctico, con lo cual se está cuestionando
las distinciones filosóficas intelectualistas entre categorías lógicas y valores éticos,
por un lado, y entre cuerpo e intelecto por otro. O lo que es lo mismo: se está
superando las distinciones de la psicología tradicional entre lo intelectual, lo afectivo y
lo corporal.
En cuanto esquema, el habitus es sistemático (lo que explicaría la relativa
concordancia entre nuestras diferentes prácticas) y transponible, es decir, puede
transponerse de un ámbito de la práctica a otro, de un campo a otro (lo que nos
permitiría presentir, en cierta manera, cómo va a actuar un agente en una situación
determinada, después de haberlo visto actuar en situaciones previas).
Este es el momento de introducir una observación importante: el habitus
concebido como “esquema” existe en estado práctico; por lo tanto se lo interioriza de
modo implícito, pre-reflexivo y pre-teórico. Como dice el propio Bourdieu, “el sistema
de esquemas clasificatorios se opone a todo sistema de clasificación fundado en
principios explícitos y explícitamente concertados, como las disposiciones
constitutivas del gusto y del ethos, que son sus dimensiones, se oponen a la estética
y a la ética” (Bourdieu, 1979b: 550).
Por lo tanto estamos ante una teoría del “sentido práctico” que no pasa
necesariamente por la conciencia y el discurso, con lo cual se cuestiona las teorías
que reducen la acción al punto de vista intelectual del observador externo, en
detrimento del punto de vista práctico del agente que actúa. Aunque, por otra parte,
no se excluye la posibilidad de que el habitus se explicite conscientemente en forma
de “esquema metódico” por efecto de la educación formal y de la inculcación
sistemática. Con otras palabras: no se puede ignorar el trabajo de codificación y de
formalización que opera sobre el habitus y a partir del habitus.
72
¿Pero qué es un “esquema” en el sentido estructuralista del término? La
respuesta es simple: “cualquiera sea el terreno al que se aplique, el esquema produce
términos opuestos y jerarquizados, y al mismo tiempo la relación que los une”
(Bourdieu, 1976: 39). Así concebido, el esquema se sujeta a las leyes de
equivalencia, de sustitución y de inversión, como nos lo enseñara Lévi-Strauss. Hasta
aquí Bourdieu permanece fiel al principio estructuralista de la oposición distintiva
como generadora del sentido y del “valor” (en sentido semiológico, y no axiológico), y
concibe la función simbólica como un “poder separador, distinción, diacrisis, discretio,
que hace surgir unidades discretas de la continuidad insecable, y la diferencia de la
indiferencia” (Bourdieu, 1979b: 558).
Nuestro autor, sin embargo, generaliza, amplía y distorsiona a su manera el
esquematismo estructuralista introduciendo nuevos elementos como la jerarquización
de las diferencias, el principio de contextualización situacional que decide el sentido y
el valor de una posición distintiva, y la definición no sólo cognitiva sino también
axiológica del “valor” saussuriano. Con otras palabras, la oposición distintiva funciona
también como una jerarquía de legitimidad, y toda categorización es
indisociablemente valorización y estigmatización, generadora de signos de distinción
o de marcas infamantes.
2.3.- El habitus como disposición estratégica
Llegados a este punto podríamos preguntarnos si el concepto de habitus,
inicialmente elaborado a partir de las prácticas rituales de una sociedad tradicional,
puede aplicarse también a las prácticas simbólicas e ideológicas de las sociedades
modernas caracterizadas por la diferenciación de campos y la división en clases
sociales. Para Bourdieu la respuesta no ofrece dudas: “el análisis practicado en Sens
pratique vale también allende las sociedades sin escritura” (Bourdieu,1987b: 41).
Dicho de otro modo: “la «mitología social» de las sociedades modernas y las diversas
visiones del mundo que ella contiene se rigen por la misma lógica simbólica de las
sociedades tradicionales [...]. En efecto, todos los análisis de La distinción tienden a
demostrar la existencia, en el seno de las sociedades modernas, de un mismo
“organon ético”, de una misma “matriz de lugares comunes” o de una misma
“gramática generadora”, conjunto de esquemas que desempeñan una función
integradora capaz de garantizar un minimum de conformismo lógico y moral” (Mary,
1992: 58).
73
Sin embargo, es innegable que las características propias de las sociedades
modernas - que son sociedades individualistas, liberales y clasistas fundadas en la
economía de mercado - han exigido sucesivas correcciones y readaptaciones del
concepto de habitus, todas ellas orientadas a atenuar sus funciones reproductivas y a
subrayar su apertura, su creatividad y su capacidad de improvisación:
“El habitus no es el destino, como se lo interpreta a veces. Siendo producto de la
historia, es un sistema abierto de disposiciones que se confronta permanentemente
con experiencias nuevas y, por lo mismo, es afectado también permanentemente por
ellas. Es duradera, pero no inmutable” (Bourdieu, 1992: 109).
De ahora en adelante el habitus tenderá a ser cada vez más “una creatividad
gobernada por reglas”, una competencia capaz de engendrar una infinidad de
respuestas a partir de un número reducido de principios.
Una primera rectificación consistió en superponer al paradigma estructuralista
inicial el paradigma de la estrategia (ligado al modelo del mercado), por el que el
habitus se concebía también como “disposición estratégica”. Según el propio
Bourdieu, la noción de estrategia le permitió romper con el punto de vista objetivista y
con la idea de “estructura sin agente” que suponía el estructuralismo (Bourdieu,
1987a: 79 ). Al mismo tiempo le permitió flexibilizar la noción de habitus, confiriendo al
agente autonomía, un espacio de juego y una apertura con alternativas.
El modelo estratégico le permitió, además, esbozar una especie de “economía
del habitus” por la que la disposición adquirida podía ser pensada como un capital a
ser invertido y un valor a ser colocado en un determinado “campo” que funcionara
también como mercado de bienes simbólicos o materiales, todo ello en función de un
interés no sólo y no siempre material y utilitario, sino también simbólico. “El capital
cultural es un tener transmutado en ser, una propiedad hecha cuerpo, convertida en
parte integrante de la «persona», un habitus” (Bourdieu, 1979a: 4). En esta
perspectiva el habitus se presenta como operador de cálculo inconsciente, como
“sentido de inversión” (“sens de placement”) que anticipa los beneficios esperados y
sensibiliza a las tensiones del mercado, todo ello en función del lugar que ocupa el
agente en un determinado campo, es decir, en la estructura de distribución del capital
específico correspondiente a dicho campo. Así, por ejemplo, el patrimonio cultural y
lingüístico transmitido por la familia es incorporado en forma de habitus por el
“heredero” mediante un trabajo acumulado que comporta un costo social. El valor de
este costo se mide por el tiempo, el esfuerzo y el sacrificio empeñados en la
74
adquisición y ampliación de dicho patrimonio, que generalmente coincide con el
tiempo dedicado a la socialización. De este modo la familia no es sólo una empresa
de acumulación de capital cultural, sino el primer mercado donde se rentabilizan las
primeras “inversiones”, en el sentido de que es allí donde se fija su primer precio a
través de las sanciones parentales (reconocimiento, valorización de la persona). Este
nuevo paradigma del “valor de cambio” se prolonga en el seno del “mercado escolar”
y del mercado de trabajo.
2.4.- El habitus como “sentido del juego”
Para evitar la connotación intencional y racionalista que ha adquirido la noción
de estrategia en la tradición intelectualista de la filosofía occidental 2, Bourdieu
introduce un nuevo correctivo a los paradigmas precedentes, aunque sin descartarlos
ni desecharlos del todo: la metáfora del juego, que permite reinterpretar la
“disposición estratégica” como “sentido de juego”.
En efecto, nada parece ilustrar mejor la estrategia sin cálculo y sin fines
concientes del “sentido práctico” que el “sentido del juego”:
“La acción que guía el sentido del juego tiene todas las apariencias de la acción
racional que diseñaría un observador imparcial dotado de toda la información útil y
capaz de manejar tal información racionalmente. Y sin embargo no tiene por principio
la razón. Basta pensar en la decisión espontánea del jugador de tenis que se sube a
la red a contratiempo para comprender que no tiene nada en común con la
construcción racional que, luego de analizar dicha decisión, elabora el entrenador
para explicarla y para desprender de allí lecciones comunicables. De hecho, las
condiciones del cálculo racional casi nunca vienen dadas en la práctica, sea por falta
de tiempo, sea porque la información es limitada, etc. Y sin embargo, los agentes
hacen «la única cosa que tenían que hacer» mucho más frecuentemente que si
actuaran al azar...” (Bourdieu, 1987a: 21).
Con respecto a la metáfora del juego aplicada a la vida social cabe hacer las
siguientes aclaraciones (Mary, 1992: 77): 10
a) En un primer sentido, el juego se refiere a una actividad sometida a reglas
generalmente escritas y explícitas. Sin embargo, según Bourdieu el “juego social” no
siempre comporta reglas explícitas. Las normas de legitimidad son reconocidas e
interiorizadas por los agentes y pueden estar muy alejadas de las normas escritas.
75
b) En un segundo sentido, el juego remite al desarrollo mismo de una partida y a
la manera de jugar. Hay juego porque las reglas abren un espacio de juego como
sistema de alternativas a la vez limitado y abierto, regido por la “lógica inmanente” del
juego en cuestión (piénsese, por ejemplo, en un juego de ajedrez). El conocimiento
de esta “lógica inmanente” fundamenta el arte de jugar. Ahora bien, si nos situamos
en esta perspectiva, el “sentido del juego” es una competencia (en el sentido de
Chomsky) cercana a la noción de “habilidad”:
“Este sentido del juego, como lo decimos en francés, es lo que permite hacer
infinidad de «jugadas» adaptadas a la infinidad de situaciones posibles que ninguna
regla, por compleja que sea, podría prever” (Bourdieu, 1987a: 19).
Lo que aquí se afirma, bajo la metáfora del juego, es el poder de invención y de
improvisación del habitus de cara al “espacio de los posibles”.
En un tercer sentido, el juego implica afrontar en cada jugada las probabilidades
abiertas por la situación del juego en un momento determinado. Es decir, la “habilidad
de jugar” se actualiza en las diferentes “situaciones de juego” que restringen el
espacio de las alternativas posibles a las solas alternativas probables en el momento
considerado. Es aquí donde, según Bourdieu, interviene la “disposición estratégica”
propiamente dicha, es decir:
“el arte de estimar y de aprovechar las oportunidades, de ver en la configuración
del presente de la situación el futuro «apresentado» (como dice Husserl para
contraponerlo al futuro imaginario del proyecto), la aptitud para anticipar el porvenir
mediante una especie de inducción práctica e incluso para apostar lo posible contra lo
probable mediante un riesgo calculado” (Bourdieu, 1974: 11).
Por último, la condición esencial para acceder al juego social es el poder, dado
que la capacidad de jugar es solidaria del juego (por ejemplo, de cartas) que se
posee. Podríamos decir que existe una diferencia capital entre el habitus en sentido
restringido y el “sentido del juego”: todo individuo y todo agente social están en cierto
modo “condenados” al habitus; pero el “sentido del juego” está desigualmente
distribuido y depende del capital que se posee. Pero el capital es poder, y por lo tanto
el poder determina la esfera de lo posible.
“En cada momento el estado de las relaciones de fuerza entre los jugadores
define la estructura del campo: se puede imaginar que cada jugador tiene ante sí pilas
de fichas de diferentes colores, correspondientes a las diferentes especies de capital
76
que detentan, de modo que su fuerza relativa en el juego, su posición en el espacio
de juego y también sus estrategias de juego - lo que en francés se llama su «juego»,
las jugadas más o menos arriesgadas, más o menos prudentes, más o menos
subversivas o conservadoras - dependen a la vez del volumen global de sus fichas y
de la estructura de sus pilas de fichas, es decir, del volumen global y de la estructura
de su capital...” (Bourdieu, 1992: 74-75).
2.5.- La génesis del habitus
Hasta ahora hemos centrado nuestra exposición sobre el contenido racional del
concepto del habitus, relegando a segundo plano la problemática de su génesis, es
decir, sus condiciones de producción y de reproducción.
En primera instancia, Bourdieu presenta la génesis del habitus como proceso de
inculcación de un arbitrario cultural y como incorporación de determinadas
condiciones de existencia; lo que parece sugerir dos modos distintos de generación
del habitus: la inculcación y la incorporación.
La inculcación, tal como es analizada en La Reproduction, supone una acción
pedagógica efectuada dentro de un espacio institucional (familiar o escolar) por
agentes especializados, dotados de autoridad de delegación, que imponen normas
arbitrarias valiéndose de técnicas disciplinarias. La incorporación, en cambio, remite a
la idea de una interiorización por los sujetos de las regularidades inscritas en sus
condiciones de existencia. Por lo tanto, diríase que a la “domesticación instituida” se
opone una teoría del condicionamiento por estímulos asociados a las diversas
situaciones encontradas en el curso de la experiencia.
Bourdieu tiende a privilegiar una u otra de estas perspectivas en sus
exposiciones de este proceso genético. Pero insiste siempre sobre su reciprocidad.
De hecho, toda institución ejerce su poder de inculcación a través de la mediación de
condiciones de existencia específicas:
“La acción pedagógica de la familia y de la escuela [...] se ejerce por lo menos
en igual medida a través de condiciones económicas y sociales que son la condición
de su ejercicio, que a través de los contenidos que inculca” (Bourdieu, 1979b: 57).
Además, en la formación del habitus primario en el seno de la educación familiar,
el efecto de inculcación actual de la educación parental integra también el de las
condiciones precedentes de existencia que fueron incorporadas en el curso de la
trayectoria de los padres, ya que “la pendiente de la trayectoria paternal contribuye a
77
modelar la experiencia originaria de inserción dinámica en el universo social”
(Bourdieu, 1979b: 124). Y a la inversa, la experiencia se adquiere en la confrontación
con condiciones de existencia ya informadas por un sistema de significaciones
objetivadas e institucionalizadas. En efecto, los estímulos se presentan como
sanciones positivas o negativas, porque el mundo de la experiencia ya está
previamente estructurado a partir de un orden simbólico. Bourdieu coincide aquí con
la noción husserliana de un mundo “pre-donado”:
“El mundo práctico que se constituye en la relación con el habitus como sistema
de estructuras cognitivas y motivadoras es un mundo de fines ya realizados, de
recetas o de senderos que deben seguirse y de objetos dotados de «carácter
teleológico permanente», como diría Husserl, trátese de herramientas o de
instituciones” (Bourdieu, 1980b: 90)
Lo que Bourdieu postula es, entonces, una articulación dialéctica entre
inculcación e incorporación, entre lo institucional y la experiencia del mundo social.
Al referirse a la génesis del habitus, Bourdieu habla frecuentemente de
“incorporación de las estructuras objetivas”. ¿Pero qué son estas estructuras
objetivas? En el sentido estructuralista del término, sería el sistema de variaciones
diferenciales o de oposiciones distintivas aprehendidas mediante la construcción del
modelo. En sentido sociológico-estadístico, en cambio, sería el sistema de
regularidades y de probabilidades objetivas asociadas a una posición en el espacio
social (Mary, 1992: 97). Si la “estructura objetiva” se entiende en este último sentido
no podría ser incorporada subjetivamente, ya que estaría fuera del orden simbólico,
es decir, sería un universo sin sentido constituido sólo por un conjunto de estímulos
mecánicos. En efecto, el orden simbólico como universo de sentido implica siempre
un sistema de diferencias constituidas por unidades discretas, mientras que las
regularidades estadísticas obedecen a distribuciones continuas constituidas por
variaciones infinitesimales. Por consiguiente, el orden objetivo de las condiciones de
existencia sólo puede ser un orden simbólico “pre-donado”, producto de las
objetivaciones del habitus en una fase precedente. Por eso Bourdieu considera que
las estructuras so0ciales de hoy no son más que las estructuras simbólicas de ayer
producidas por la lucha de clases, que es también una lucha por las clasificaciones
sociales.
La aparente circularidad de esta génesis del habitus (que parece producir las
condiciones que lo producen) se rompe afirmando, como lo hace Bourdieu, una
78
relación dialéctica de determinación recíproca entre estructuras parcialmente
homólogas. Dicho de otro modo: la génesis del habitus está dominada por una
dialéctica en espiral entre “condiciones objetivas” y “disposiciones”. Debe excluirse,
por lo tanto, el modelo mecanicista de engendramiento del habitus a partir de una
situación definida sólo como conjunto de estímulos, porque las “estimulaciones” sólo
podrían ejercer su poder de solicitación a partir de un universo ya dado que las
constituyan como significantes y pertinentes.
3. EL ESPACIO SOCIAL COMO ARTICULACIÓN DE CAMPOS
El concepto de campo es indisociable del de habitus (y del de capital). En efecto,
según Bourdieu “el principio de la acción histórica, - la del artista, la del científico o la
del gobernante, como también la del obrero o la del pequeño funcionario -, no radica
en un sujeto que enfrentaría a la sociedad como a un objeto constituido en la
exterioridad. Dicho principio no radica ni en la conciencia ni en las cosas, sino en la
relación entre dos estados de lo social, es decir, la historia objetivada en las cosas
bajo forma de instituciones, y la historia encarnada en los cuerpos bajo la forma del
sistema de disposiciones duraderas que llamo habitus” (Bourdieu, 1982: 37-38).
Aquí se postula claramente una relación dialéctica entre habitus y campo, en el
sentido de que el uno no puede funcionar sino en relación (recíproca) con el otro. Por
consiguiente, es el encuentro entre habitus y campo, entre “historia hecha cuerpo” e
“historia hecha cosa”, lo que constituye el mecanismo principal de producción del
mundo social. Bourdieu especifica de este modo el doble movimiento constructivista
de interiorización de la exterioridad y de exteriorización de la interioridad. El habitus
sería el resultado de la incorporación de las estructuras sociales mediante la
“interiorización de la exterioridad”, mientras que el campo sería el producto de la
“exteriorización de la interioridad”, es decir, materializaciones institucionales de un
sistema de habitus efectuadas en una fase precedente del proceso histórico-social.
3.1.- El espacio social
Pero ¿qué es un campo? Para entenderlo quizás convenga partir del concepto
de espacio social. Para Bourdieu el espacio social es un sistema de posiciones
sociales que se definen las unas en relación con las otras (v.g., autoridad / súbdito;
jefe / subordinado; patrón / empleado; hombre / mujer; rico / pobre; distinguido /
popular; etc.). El “valor” de una posición se mide por la distancia social que la separa
de otras posiciones inferiores o superiores, lo que equivale a decir que el espacio
79
social es, en definitiva, un sistema de diferencias sociales jerarquizadas (¡”la
distinción”!) en función de un sistema de legitimidades socialmente establecidas y
reconocidas en un momento determinado. Y lo que se llama “orden social” no sería
más que el sistema global de espacios sociales constituido por conjuntos de
posiciones, a la vez vinculadas y contrapuestas entre sí por las distancias que las
separan.
En un espacio social dado, las prácticas de los agentes tienden a ajustarse
espontáneamente - en circunstancias normales - a las distancias sociales
establecidas entre posiciones. Es la dosis de conformismo requerido para el
funcionamiento del sistema social. Lo que no excluye, sin embargo, que en períodos
de crisis, por ejemplo, se transgredan o se redefinan las distancias sociales.
3.2.- El campo social
En las sociedades modernas caracterizadas por un alto grado de diferenciación
y complejidad, el espacio social se torna multidimensional y se presenta como un
conjunto de campos relativamente autónomos, aunque articulados entre sí: campo
económico, campo político, campo religioso, campo intelectual, etc. Un campo, por lo
tanto, es una esfera de la vida social que se ha ido autonomizando progresivamente a
través de la historia en torno a cierto tipo de relaciones sociales, de intereses y de
recursos propios, diferentes a los de otros campos.
Bourdieu recurre nuevamente a la metáfora del juego para dar una primera
imagen intuitiva de lo que entiende por campo: éste sería un espacio de juego
relativamente autónomo, con objetivos propios a ser logrados (enjeu), con jugadores
compitiendo (a veces ferozmente) entre sí y empeñados en diferentes estrategias
según su dotación de cartas y su capacidad de apuesta (capital), pero al mismo
tiempo interesados en jugar porque “creen” en el juego y reconocen que “vale la pena
jugar” (Bourdieu, 1992: 73). En cada momento, las relaciones de fuerza entre los
jugadores definen la estructura del campo. Esto no es todo:
“Los jugadores pueden jugar para aumentar o conservar su capital, sus fichas,
es decir, en conformidad con las reglas tácitas del juego y con las necesidades de la
reproducción del juego y de los intereses en juego; pero también pueden trabajar para
transformar parcial o totalmente las reglas inmanentes del juego” (Bourdieu, 1992:
75).
80
En sentido riguroso, el campo se define - como todo espacio social - como una
red o una configuración de relaciones objetivas entre posiciones diferenciadas,
socialmente definidas y en gran medida independientes de la existencia física de los
agentes que las ocupan (Bourdieu, 1992, 72). Así, el agente que ocupa la posición de
empleado o de patrón, de sub-oficial o de oficial superior, de padre o de hijo, de
dirigente deportivo o de simple practicante, puede muy bien desaparecer físicamente
sin que la posición deje de existir, quedando ésta disponible para otro agente según
el principio: ha muerto el rey, ¡viva el rey!
3.3.- Las tres especies de capital
La especificidad de cada campo viene dada, según Bourdieu, por el tipo de
recursos (o la combinación particular de tipos de recursos) que se moviliza y tiene
curso en su ámbito. A pesar de su aparente diversidad, estos recursos pueden
reagruparse entre tres grandes categorías:
- Recursos de naturaleza económica (entre los que el dinero ocupa un lugar
preeminente por su papel de equivalente universal).
- Recursos de naturaleza cultural (entre los cuales los diplomas escolares y
universitarios han cobrado una importancia creciente).
- Recursos sociales consistentes en la capacidad de movilizar en provecho
propio redes de relaciones sociales más o menos extensas, derivadas de la
pertenencia a diferentes grupos o “clientelas”.
Estos tres grandes tipos de recursos no sólo constituyen los “intereses en juego”
dentro de determinados campos, sino también las condiciones para “entrar en juego”
y hacer jugadas rentables dentro de un campo, de modo que se acrecienten los
recursos inicialmente comprometidos. Lo que implica todo un trabajo de valorización
de los recursos invertidos para obtener beneficios. Por esta razón se da el nombre de
capital a los recursos puestos en juego en los diferentes campos: capital económico,
capital cultural y capital social (la red de relaciones movilizables). (Bourdieu, 1979a: 3-
6; 1980a: 2-3). Por la misma razón, el campo se considera también como un mercado
donde tiene curso y se negocia un capital específico.
Bourdieu introduce una cuarta especie de capital: el capital simbólico. Éste
consiste en ciertas propiedades impalpables, inefables y cuasi-carismáticas que
parecen inherentes a la naturaleza misma del agente. Tales propiedades suelen
llamarse, por ejemplo, autoridad, prestigio, reputación, crédito, fama, notoriedad,
81
honorabilidad, talento, don, gusto, inteligencia, etc. Según Bourdieu, el capital
simbólico así entendido “no es más que el capital económico o cultural en cuanto
conocido y reconocido” (Bourdieu, 1987a: 160). En efecto, lejos de ser naturales o
inherentes a la persona misma, tales propiedades sólo pueden existir en la medida en
que sean reconocidas por los demás. Es decir, son formas de crédito otorgados a
unos agentes por otros agentes.
Aunque claramente distintas, las diferentes especies de capital están
estrechamente vinculadas entre sí, y bajo ciertas condiciones pueden transformarse
unas en otras. Bourdieu habla incluso de cierta “tasa de convertibilidad” entre las
diferentes especies de capital. Así, el capital social puede transformarse en capital
económico (se puede obtener un empleo bien remunerado gracias a la
recomendación de un “padrino” influyente), del mismo modo que el capital cultural
(v.g., los diplomas universitarios dan acceso a puestos bien remunerados de alta
calificación).
Por más de que resulte difícil jerarquizar las especies antes enumeradas de
capital, Bourdieu afirma que una de ellas posee un peso preponderante y decisivo,
como lo atestigua toda la historia: el capital económico. En efecto, es frecuentemente
la posesión de este capital lo que decide el éxito de las luchas en todos los campos.
Esta tesis ha sido asimilada por algunos críticos a la “determinación en última
instancia por la economía” del marxismo tradicional, y le ha valido a Bourdieu ser
etiquetado como “neo-marxista”.
Por último, el capital acumulado de modo específico en un determinado campo
se distribuye ordinariamente de modo desigual entre los agentes según la posición
ocupada. En efecto, lo que se observa en la realidad es una estructura de distribución
del capital específico más o menos dispersa o concentrada según la historia del
campo considerado y, por lo mismo, según la evolución de las luchas por la
apropiación del capital. A partir de aquí puede entenderse la relación entre capital y
poder. La relación de fuerzas resultante de la desigual distribución del capital en
cuestión es lo que define las posiciones dominantes y dominadas dentro de un campo
y, por lo tanto, la capacidad de ejercer un poder y una influencia sobre otros. Con
otras palabras: el hecho de disponer personalmente de bienes económicos y
culturales es fuente de poder con respecto a los que los poseen en menor medida o
simplemente carecen de ellos.
82
En resumen: Bourdieu hace explotar la noción vacía de sociedad para sustituirla
por las de campo y espacio social. “Un campo no es simplemente una estructura
muerta o un sistema de «lugares vacíos» como en el marxismo althusseriano, sino un
espacio de juego que sólo existe en cuanto tal en la medida en que existan también
jugadores que entren en él, que crean en las recompensas que ofrece y que las
busquen activamente. De donde se sigue que una teoría adecuada del campo implica
por necesidad una teoría de los agentes sociales” (Wacquant in Bourdieu, 1992: 26).
Cuadro extraído del libro Capital Cultural, Escuela y Espacio Social de Pierre Bourdieu. Ed.
Siglo XXI, México 2003, p.31
83
2.2.4 LA SOCIOLOGÍA CRÍTICA
Fragmento de la obra Sociología de la Educación
Regina Jimenez-Ottalengo
La Sociología Crítica
Esta teoría nace en la llamada Escuela de Frankfurt, foco de pensamiento
filosófico que no acepta mecánicamente las categorías marxistas, por lo que se
considera como alternativa al marxismo ortodoxo (materialismo dialéctico, doctrina de
Carlos Marx). Se trata de la búsqueda de nuevas formas de expresión sobre la base
de la corriente marxista. Podemos decir que la teoría crítica es heterogénea y que su
articulación es la búsqueda por la emancipación, la no represión, la no explota, así
como la reconstrucción de una sociedad democrática y solidaria. En otras palabras,
es la reflexión que pretende encontrar un agente que produzca los cambios. De ahí
que los pensadores de esta escuela se inquieten por un acercamiento a movimientos
populares como los ecologistas, los derechos humanos y los derechos de las
minorías.
De este modo, el acontecer histórico en el que se desarrolla esta corriente de
pensamiento hace de la emancipación una obsesión. Hay que reconocer que en los
años treinta en el mundo capitalista se estaban produciendo cambios en la clase
trabajadora por lo que los socialistas pensaban que se llevaría a cabo una acción
revolucionaria. En estos años el fenómeno de explosión de los medios de difusión –
radio, cine, circulación masiva de periódicos, música popular- creo una nueva cultura
popular. Esta industria de la cultura así como la comercialización de productos
artísticos tuvieron consecuencias importantes en la conformación de la conciencia
colectiva dada la acción masificadora que se generó a través de los medios. De ahí
que para los seguidores de la escuela crítica sea el proceso educativo formal el único
capaz de contrarrestar los efectos nocivos de la despersonalización producida por la
masificación. Entre los elementos atractivos de esta teoría están la búsqueda de la
emancipación entendida como el desarrollo de la personalidad individual y la
búsqueda de la solidaridad frente a un mundo cada vez más burocratizado que
oprime al individuo y le hace perder el verdadero sentido de la vida.Resultan
sumamente complejos los análisis que hacen los seguidores de la Escuela de
Frankfurt. Por la manera de abordar los temas culturales, lo mismo hacen un
pronunciamiento en contra de la cultura popular que masifica, que en contra de la
84
idea estética de la despersonalización de la belleza que es residuo de una cultura no
socializada. Esta escuela considera que la monotonía de la vida cotidiana busca en el
entrenamiento una salida, para hacer más llevadera la vida de miles de consumidores
pasivos, dando como resultado una forma conformista de utilizar el tiempo libre
originado por la industria y la comercialización de la cultura. Representantes de estas
corrientes son Theodor Adorno, Max Horkheimer y Herbert Marcurse, quienes en la
década de los treinta y cuarenta se cuestionaban el imperio de la violencia, la dureza
del estalinismo y los holocaustos judíos y japonés; y un poco más tarde, Jurgens
Habermas, quien ha ejercido gran influencia con los estudios sobre la comunicación y
la cultura.
Fragmento de la obra Dialéctica del Iluminismo
Iluminismo como mistificación de masas
Adorno, Teodoro y Horkheimer; M
La tesis sociológica de que la pérdida de sostén en la religión objetiva, la
disolución de los últimos residuos precapitalistas, la diferenciación técnica y social y el
extremado especialismo han dado lugar a un caos cultural, se ve cotidianamente
desmentida por los hechos. La civilización actual concede a todo un aire de
semejanza. Film, radio y semanarios constituyen un sistema. Cada sector está
armonizado en sí y todos entre ellos. Las manifestaciones estéticas, incluso de los
opositores políticos, celebran del mismo modo el elogio del ritmo de acero. Los
organismos decorativos de las administraciones y las muestras industriales son poco
diversas en los países autoritarios y en los demás. Los tersos y colosales palacios
que se alzan por todas partes representan la pura racionalidad privada de sentido de
los grandes monopolios internacionales a los que tendía ya la libre iniciativa
desencadenada, que tiene en cambio sus monumentos en los tétricos edificios de
habitación o comerciales de las ciudades desoladas. Ya las casas más viejas cerca
de los centros de cemento armado tienen aire de slums y los nuevos bungalows
marginales a la ciudad cantan ya -como las frágiles construcciones de las ferias
internacionales- las loas al progreso técnico, invitando a que se los liquide, tras un
rápido uso, como cajas de conserva. Pero los proyectos urbanísticos que deberían
perpetuar, en pequeñas habitaciones higiénicas, al individuo como ser independiente,
85
lo someten aun más radicalmente a su antítesis, al poder total del capital. Como los
habitantes afluyen a los centros a fin de trabajar y divertirse, en carácter de
productores y consumidores, las células edilicias se cristalizan sin solución de
continuidad en complejos bien organizados. La unidad visible de macrocosmo y
microcosmo ilustra a los hombres sobre el esquema de su civilización: la falsa
identidad de universal y particular. Cada civilización de masas en un sistema de
economía concentrada es idéntica y su esqueleto -la armadura conceptual fabricada
por el sistema- comienza a delinearse. Los dirigentes no están ya tan interesados en
esconderla; su autoridad se refuerza en la medida en que es reconocida con mayor
brutalidad. Film y radio no tienen ya más necesidad de hacerse pasar por arte. La
verdad de que no son más que negocios les sirve de ideología, que debería legitimar
los rechazos que practican deliberadamente. Se autodefinen como industrias y las
cifras publicadas de las rentas de sus directores generales quitan toda duda respecto
a la necesidad social de sus productos.
Quienes tienen intereses en ella gustan explicar la industria cultural en términos
tecnológicos. La participación en tal industria de millones de personas impondría
métodos de reproducción que a su vez conducen inevitablemente a que, en
innumerables lugares, necesidades iguales sean satisfechas por productos standard.
El contraste técnico entre pocos centros de producción y una recepción difusa
exigiría, por la fuerza de las cosas, una organización y una planificación por parte de
los detentores. Los clichés habrían surgido en un comienzo de la necesidad de los
consumidores: sólo por ello habrían sido aceptados sin oposición. Y en realidad es en
este círculo de manipulación y de necesidad donde la unidad del sistema se afianza
cada vez más. Pero no se dice que el ambiente en el que la técnica conquista tanto
poder sobre la sociedad es el poder de los económicamente más fuertes sobre la
sociedad misma. La racionalidad técnica es hoy la racionalidad del dominio mismo.
Es el carácter forzado de la sociedad alienada de sí misma. Automóviles y films
mantienen unido el conjunto hasta que sus elementos niveladores repercuten sobre la
injusticia misma a la que servían. Por el momento la técnica de la industria cultural ha
llegado sólo a la igualación y a la producción en serie, sacrificando aquello por lo cual
la lógica de la obra se distinguía de la del sistema social. Pero ello no es causa de
una ley de desarrollo de la técnica en cuanto tal, sino de su función en la economía
actual. La necesidad que podría acaso escapar al control central es reprimida ya por
el control de la conciencia individual. El paso del teléfono a la radio ha separado
86
claramente a las partes. El teléfono, liberal, dejaba aun al oyente la parte de sujeto.
La radio, democrática, vuelve a todos por igual escuchas, para remitirlos
autoritariamente a los programas por completo iguales de las diversas estaciones. No
se ha desarrollado ningún sistema de respuesta y las transmisiones privadas son
mantenidas en la clandestinidad. Estas se limitan al mundo excéntrico de los
“aficionados”, que por añadidura están aun organizados desde arriba. Pero todo resto
de espontaneidad del público en el ámbito de la radio oficial es rodeado y absorbido,
en una selección de tipo especialista, por cazadores de talento, competencias ante el
micrófono y manifestaciones domesticadas de todo género. Los talentos pertenecen a
la industria incluso antes de que ésta los presente: de otro modo no se adaptarían
con tanta rapidez. La constitución del público, que teóricamente y de hecho favorece
al sistema de la industria cultural, forma parte del sistema y no lo disculpa. Cuando
una branche artística procede según la misma receta de otra, muy diversa en lo que
respecta al contenido y a los medios expresivos; cuando el nudo dramático de la
soap-opera en la radio se convierte en una ilustración pedagógica del mundo en el
cual hay que resolver dificultades técnicas, dominadas como jam al igual que en los
puntos culminantes de la vida del jazz, o cuando la “adaptación” experimental de una
frase de Beethoven se hace según el mismo esquema con el que se lleva una novela
de Tolstoy a un film, la apelación a los deseos espontáneos del público se convierte
en un pretexto inconsistente. Más cercana a la realidad es la explicación que se basa
en el peso propio, en la fuerza de inercia del aparato técnico y personal, que por lo
demás debe ser considerado en cada uno de sus detalles como parte del mecanismo
económico de selección. A ello debe agregarse el acuerdo o por lo menos la común
determinación de los dirigentes ejecutivos de no producir o admitir nada que no se
asemeje a sus propias mesas, a su concepto de consumidores y sobre todo a ellos
mismos.
Si la tendencia social objetiva de la época se encarna en las intenciones
subjetivas de los dirigentes supremos, éstos pertenecen por su origen a los sectores
más poderosos de la industria. Los monopolios culturales son, en relación con ellos,
débiles y dependientes. Deben apresurarse a satisfacer a los verdaderamente
poderosos, para que su esfera en la sociedad de masas -cuyo particular carácter de
mercancía tiene ya demasiada relación con el liberalismo acogedor y con los
intelectuales judíos- no corra peligro. La dependencia de la más poderosa sociedad
de radiofonía respecto a la industria eléctrica o la del cine respecto a la de las
87
construcciones navales, delimita la entera esfera, cuyos sectores aislados están
económicamente cointeresados y son interdependientes. Todo está tan
estrechamente próximo que la concentración del espíritu alcanza un volumen que le
permite traspasar los confines de las diversas empresas y de los diversos sectores
técnicos. La unidad desprejuiciada de la industria cultural confirma la unidad -en
formación- de la política. Las distinciones enfáticas, como aquellas entre films de tipo
a y b o entre las historias de semanarios de distinto precio, no están fundadas en la
realidad, sino que sirven más bien para clasificar y organizar a los consumidores,
para adueñarse de ellos sin desperdicio. Para todos hay algo previsto, a fin de que
nadie pueda escapar; las diferencias son acuñadas y difundidas artificialmente. El
hecho de ofrecer al público una jerarquía de cualidades en serie sirve sólo para la
cuantificación más completa. Cada uno debe comportarse, por así decirlo,
espontáneamente, de acuerdo con su level determinado en forma anticipada por
índices estadísticos, y dirigirse a la categoría de productos de masa que ha sido
preparada para su tipo. Reducidos a material estadístico, los consumidores son
distribuidos en el mapa geográfico de las oficinas administrativas (que no se
distinguen prácticamente más de las de propaganda) en grupos según los ingresos,
en campos rosados, verdes y azules.
El esquematismo del procedimiento se manifiesta en que al fin los productos
mecánicamente diferenciados se revelan como iguales. El que las diferencias entre la
serie Chrysler y la serie General Motors son sustancialmente ilusorias es cosa que
saben incluso los niños que se enloquecen por ellas. Los precios y las desventajas
discutidos por los conocedores sirven sólo para mantener una apariencia de
competencia y de posibilidad de elección. Las cosas no son distintas en lo que
concierne a las producciones de la Warner Brothers y de la Metro Goldwin Mayer.
Pero incluso entre los tipos más caros y menos caros de la colección de modelos de
una misma firma, las diferencias se reproducen más: en los automóviles no pasan de
variantes en el número de cilindros, en el volumen, en la novedad de los gadgets; en
los films se limitan a diferencias en el número de divos, en el despliegue de medios
técnicos, mano de obra, trajes y decorados, en el empleo de nuevas fórmulas
psicológicas. La medida unitaria del valor consiste en la dosis de conspicuous
production, de inversión exhibida. Las diferencias de valor preestablecidas por la
industria cultural no tienen nada que ver con diferencias objetivas, con el significado
de los productos. También los medios técnicos tienden a una creciente uniformidad
88
recíproca. La televisión tiende a una síntesis de radio y cine, que está siendo
retardada hasta que las partes interesadas se hayan puesto completamente de
acuerdo, pero cuyas posibilidades ilimitadas pueden ser promovidas hasta tal punto
por el empobrecimiento de los materiales estéticos que la identidad apenas velada de
todos los productos de la industria cultural podrá mañana triunfar abiertamente, como
sarcástica realización del sueño wagneriano de la “obra de arte total”. El acuerdo de
palabra, música e imagen se logra con mucha mayor perfección que en Tristán, en la
medida en que los elementos sensibles, que se limitan a registrar la superficie de la
realidad social, son ya producidos según el mismo proceso técnico de trabajo y
expresan su unidad como su verdadero contenido. Este proceso de trabajo integra a
todos los elementos de la producción, desde la trama de la novela preparada ya en
vistas al film, hasta el último efecto sonoro. Es el triunfo del capital invertido. Imprimir
con letras de fuego su omnipotencia -la de sus manos- en el corazón de todos los
desposeídos en busca de empleo es el significado de todos los films,
independientemente de la acción dramática que la dirección de producciones escoge
de vez en cuando.
Durante el tiempo libre el trabajador debe orientarse sobre la unidad de la
producción. La tarea que el esquematismo kantiano había asignado aun a los sujetos
-la de referir por anticipado la multiplicidad sensible a los conceptos fundamentales- le
es quitada al sujeto por la industria. La industria realiza el esquematismo como el
primer servicio para el cliente. Según Kant, actuaba en el alma un mecanismo secreto
que preparaba los datos inmediatos para que se adaptasen al sistema de la pura
razón. Hoy, el enigma ha sido develado. Incluso si la planificación del mecanismo por
parte de aquellos que preparan los datos, la industria cultural, es impuesta a ésta por
el peso de una sociedad irracional -no obstante toda racionalización-, esta tendencia
fatal se transforma, al pasar a través de las agencias de la industria, en la
intencionalidad astuta que caracteriza a esta última. Para el consumidor no hay nada
por clasificar que no haya sido ya anticipado en el esquematismo de la producción. El
prosaico arte para el pueblo realiza ese idealismo fantástico que iba demasiado lejos
para el crítico. Todo viene de la conciencia: de la de Dios en Malebranche y en
Berkeley; en el arte de masas, de la dirección terrena de la producción. No sólo los
tipos de bailables, divos, soap-operas retornan cíclicamente como entidades
invariables, sino que el contenido particular del espectáculo, lo que aparentemente
cambia, es a su vez deducido de aquéllos. Los detalles se tornan fungibles. La breve
89
sucesión de intervalos que ha resultado eficaz en un tema, el fracaso temporario del
héroe, que éste acepta deportivamente, los saludables golpes que la hermosa recibe
de las robustas manos del galán, los modales rudos de éste con la heredera
pervertida, son, como todos los detalles, clichés, para emplear a gusto aquí y allá,
enteramente definidos cada vez por el papel que desempeñan en el esquema.
Confirmar el esquema, mientras lo componen, constituye toda la realidad de los
detalles. En un film se puede siempre saber en seguida cómo terminará, quién será
recompensado, castigado u olvidado; para no hablar de la música ligera, en la que el
oído preparado puede adivinar la continuación desde los primeros compases y
sentirse feliz cuando llega. El número medio de palabras de la short story es
intocable. Incluso los gags, los efectos, son calculados y planificados. Son
administrados por expertos especiales y su escasa variedad hace que se los pueda
distribuir administrativamente. La industria cultural se ha desarrollado con el primado
del efecto, del exploit tangible, del detalle sobre la obra, que una vez era conductora
de la idea y que ha sido liquidada junto con ésta. El detalle, al emanciparse, se había
tornado rebelde y se había erigido -desde el romanticismo hasta el expresionismo- en
expresión desencadenada, en exponente de la revolución contra la organización. El
efecto armónico aislado había cancelado en la música la conciencia de la totalidad
formal; en pintura el color particular se había sobrepuesto a la composición del
cuadro; la penetración psicológica dominaba sobre la arquitectura de la novela. A ello
pone fin con su totalidad la industria cultural. Al no reconocer más que a los detalles,
acaba con la insubordinación de éstos y los somete a la fórmula que ha tomado el
lugar de la obra. La industria cultural trata de la misma forma al todo y a las partes. El
todo se opone, en forma despiadada o incoherente, a los detalles, un poco como la
carrera de un hombre de éxito, a quien todo debe servirle de ilustración y prueba,
mientras que la misma carrera no es más que la suma de esos acontecimientos
idiotas. La llamada idea general es un mapa catastral y crea un orden, pero ninguna
conexión. Privados de oposición y de conexión, el todo y los detalles poseen los
mismos rasgos. Su armonía garantizada desde el comienzo es la caricatura de
aquella otra -conquistada- de la obra maestra burguesa. En Alemania, en los films
más despreocupados del período democrático, reinaba ya la paz sepulcral de la
dictadura.
El mundo entero es pasado por el cedazo de la industria cultural. La vieja
esperanza del espectador cinematográfico, para quien la calle parece la continuación
90
del espectáculo que acaba de dejar, debido a que éste quiere precisamente
reproducir con exactitud el mundo perceptivo de todos los días, se ha convertido en el
criterio de la producción. Cuanto más completa e integral sea la duplicación de los
objetos empíricos por parte de las técnicas cinematográficas, tanto más fácil resulta
hacer creer que el mundo exterior es la simple prolongación del que se presenta en el
film. A partir de la brusca introducción del elemento sonoro el proceso de
reproducción mecánica ha pasado enteramente al servicio de este propósito. El ideal
consiste en que la vida no pueda distinguirse más de los films. El film superando en
gran medida al teatro ilusionista, no deja a la fantasía ni al pensar de los
espectadores dimensión alguna en la que puedan moverse por su propia cuenta sin
perder el hilo, con lo que adiestra a sus propias víctimas para identificarlo
inmediatamente con la realidad. La atrofia de la imaginación y de la espontaneidad
del consumidor cultural contemporáneo no tiene necesidad de ser manejada según
mecanismos psicológicos. Los productos mismos, a partir del más típico, el film
sonoro, paralizan tales facultades mediante su misma constitución objetiva. Tales
productos están hechos de forma tal que su percepción adecuada exige rapidez de
intuición, dotes de observación, competencia específica, pero prohibe también la
actividad mental del espectador, si éste no quiere perder los hechos que le pasan
rápidamente delante. Es una tensión tan automática que casi no tiene necesidad de
ser actualizada para excluir la imaginación. Quien está de tal forma absorto en el
universo del film, en los gestos, imágenes y palabras, que carece de la capacidad de
agregar a éstos aquello por lo que podrían ser tales, no por ello se encontrará en el
momento de la exhibición sumido por completo en los efectos particulares del
espectáculo que contempla. A través de todos los otros films y productos culturales
que necesariamente debe conocer, han llegado a serle tan familiares las pruebas de
atención requeridas que se le producen automáticamente. La violencia de la sociedad
industrial obra sobre los hombres de una vez por todas. Los productos de la industria
cultural pueden ser consumidos rápidamente incluso en estado de distracción. Pero
cada uno de ellos es un modelo del gigantesco mecanismo económico que mantiene
a todos bajo presión desde el comienzo, en el trabajo y en el descanso que se le
asemeja. De cada film sonoro, de cada transmisión radial, se puede deducir aquello
que no se podría atribuir como efecto a ninguno de ellos aisladamente, pero sí al
conjunto de todos en la sociedad. Inevitablemente, cada manifestación aislada de la
industria cultural reproduce a los hombres tal como aquello en que ya los ha
91
convertido la entera industria cultural. Y todos los agentes de la industria cultural,
desde el productor hasta las asociaciones femeninas, velan para que el proceso de la
reproducción simple del espíritu no conduzca en modo alguno a una reproducción
enriquecida.
Las quejas de los historiadores del arte y de los abogados de la cultura respecto
a la extinción de la energía estilística en Occidente son pavorosamente infundadas.
La traducción estereotipada de todo, incluso de aquello que aún no ha sido pensado,
dentro del esquema de la reproductibilidad mecánica, supera en rigor y validez a todo
verdadero estilo, concepto este con el que los amigos de la cultura idealizan -como
“orgánico”- al pasado precapitalista. Ningún Palestrina hubiera podido expeler la
disonancia no preparada y no resuelta con el purismo con el que un arrangeur de
música de jazz elimina hoy toda cadencia que no se adecue perfectamente a su
jerga. Cuando adapta a Mozart no se limita a modificarlo allí donde es demasiado
serio o demasiado difícil, sino también donde armonizaba la melodía en forma diversa
-y acaso con más sencillez- de lo que se usa hoy. Ningún constructor de iglesias
medieval hubiera inspeccionado los temas de los vitrales y de las esculturas con la
desconfianza con que la dirección del estudio cinematográfico examina un tema de
Balzac o de Víctor Hugo antes de que éste obtenga el imprimatur que le permitirá
continuar adelante. Ningún capítulo habría asignado a las caras diabólicas y las
penas de los condenados su justo puesto en el orden del sumo amor con el escrúpulo
con el que la dirección de producción se lo asigna a la tortura del héroe o a la sucinta
pollera de la leading lady en la letanía del film de éxito. El catálogo explícito e
implícito, exotérico y esotérico de lo prohibido y de lo tolerado, no se limita a
circunscribir un sector libre, sino que lo domina y lo controla desde la superficie hasta
el fondo. Incluso los detalles mínimos son modelados según sus normas. La industria
cultural, a través de sus prohibiciones, fija positivamente -al igual que su antítesis, el
arte de vanguardia- un lenguaje suyo, con una sintaxis y un léxico propios. La
necesidad permanente de nuevos efectos, que quedan sin embargo ligados al viejo
esquema, no hace más que aumentar, como regla supletoria, la autoridad de lo
ordenado, a la que cada efecto particular querría sustraerse. Todo lo que aparece es
sometido a un sello tan profundo que al final no aparece ya nada que no lleve por
anticipado el signo de la jerga y que no demuestre ser, a primera vista, aprobado y
reconocido
92
Fragmento del discurso ¿Aprendemos de las catástrofes?
Jürgen Habermas
Las continuidades poderosas El umbral del próximo siglo atrapa nuestra
imaginación porque nos lleva a un nuevo milenio. Este corte del calendario se debe a
una cronología construida por una historia providencial, cuyo punto cero es el
nacimiento de Cristo que, desde esa perspectiva, significó una interrupción en la
historia universal. Al final del segundo milenio los planes de vuelo de las compañías
aéreas internacionales, las transacciones globales de las bolsas de valores, los
congresos mundiales de los científicos, más todavía, los encuentros en el espacio
sideral, se ordenan de acuerdo con la cronología cristiana. Pero estas cifras
redondas, producto de la división de un calendario, no explican los nudos temporales
que son los mismos acontecimientos históricos. Cifras como 1900 ó 2000 carecen de
significado si las comparamos con los datos históricos de 1914, 1945 ó 1989. Pero,
sobre todo, los cortes del calendario ocultan la continuidad de las tendencias —que
vienen de muy atrás— de una modernidad social, que pasarán intocadas el umbral
del siglo XXI. Antes de abordar la propia fisonomía del siglo XX quisiera recordar las
tendencias de larga duración que han recorrido el siglo, tomando el ejemplo de (a), el
desarrollo demográfico, (b) los cambios en el mundo del trabajo y (c) el currículum del
progreso científico y técnico. A) Desde principios del siglo XIX comenzó en Europa un
crecimiento vertiginoso de la población como consecuencia directa del progreso en la
medicina. Desde mediados de nuestro siglo, este desarrollo demográfico —que
mientras tanto se detuvo en las sociedades prósperas— ha continuado en el Tercer
Mundo de manera explosiva. Los expertos no cuentan con un equilibrio antes del año
2030, con una población de diez mil millones de seres humanos. Vale decir, a partir
de 1950 la población mundial se ha quintuplicado. Detrás de esta tendencia
estadística se oculta, en efecto, una fenomenología rica en cambios. A principios de
nuestro siglo, el crecimiento explosivo de la población era percibido por sus
contemporáneos como un fenómeno de masas. Pero aun entonces este fenómeno no
era muy nuevo. Antes de que Gustave LeBon se interesara por la psicología de las
masas, la novela del siglo XIX describió la concentración masiva de individuos en las
ciudades y en los barrios, en las fábricas, las oficinas y los cuarteles, así como
también la movilización masiva de trabajadores y emigrantes, de manifestantes,
huelguistas y revolucionarios. No obstante, a principios del siglo XX por primera vez
esas corrientes, organizaciones y acciones masivas se condensaron en fenómenos
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hegemónicos que dieron lugar a la visión, por ejemplo, de José Ortega y Gasset en
La rebelión de las masas. En las movilizaciones masivas de la Segunda Guerra
mundial, en la miseria masiva de los campos de concentración, así como en las
migraciones masivas de fugitivos y en el caos masivo de las displaced persons se
despliega un colectivismo que se había anunciado en la imagen del Leviathan de
Thomas Hobbes. En esa imagen, los innumerables individuos anónimos se han
fundido en un macrosujeto todopoderoso y colectivo. Sin embargo, desde la mitad de
este siglo se ha transformado la fisonomía de las grandes cifras. La presencia de
miles de cuerpos reunidos y aprisionados en una marcha constante se ha
transformado en la inclusión simbólica de la conciencia de muchos individuos en las
redes de comunicación cada vez más amplias y abarcantes. Las masas concentradas
se convierten en el público disperso de los medios masivos de comunicación. Las
corrientes físicas de tráfico van en aumento: las redes electrónicas y sus puertos o
conexiones individuales han transformado en un anacronismo a las masas reunidas
en las calles y las plazas. En efecto, el cambio de la percepción social ya no se
explica por la continuidad del crecimiento demográfico.
B) De igual modo se han llevado a cabo los cambios en el mundo del trabajo, en
ritmos largos que trasponen el umbral de nuestro siglo. La introducción de métodos
de producción que ahorran trabajo, vale decir: el aumento de la productividad es el
motor de este desarrollo. A partir de la revolución industrial en la Inglaterra del siglo
XVIII, la modernización de la economía ha seguido la misma secuencia. La masa de
la población trabajadora que desde hace siglos laboraba en el campo se desplaza
primero al sector secundario, la industria productora de bienes, luego al sector
terciario, el del comercio, el transporte y los servicios. Mientras tanto las sociedades
postindustriales han desplegado un cuarto sector, el del conocimiento, que domina
muchas actividades y sectores, como las industrias high-tec, los bancos o la
administración pública, que dependen de la afluencia de nuevas informaciones y, en
el último tiempo, de investigaciones y avances en los sistemas de la informática. Todo
esto se debe sin duda a una "revolución en el sistema educativo" que no sólo suprime
el analfabetismo, sino que lleva también a una drástica ampliación de los sectores
secundarios y terciarios. Mientras la educación superior perdía su carácter elitista, las
universidades se convirtieron a menudo en los centros de la rebelión y del
descontento político.
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En el transcurso del siglo XX este modelo no ha cambiado, pero su tempo ha
venido acelerándose. Desde principios de los años sesenta, Corea dio el salto de una
sociedad preindustrial a una sociedad postindustrial, bajo las duras condiciones de
una dictadura del desarrollo y en los años de una sola ronda generacional. Esta
aceleración explica que un proceso tan conocido como la migración del campo a la
ciudad haya adquirido, en la segunda mitad del siglo XX, una nueva y sorprendente
cualidad. Dejando a un lado a China y al continente africano —del Sahara hacia
abajo—, el violento salto productivo de la economía agraria mecanizada casi ha
despoblado al sector agrario. En los países de la OCDE, la población activa en una
economía agrícola altamente subvencionada alcanzó la histórica cifra de -10%. En la
experiencia del mundo de la vida corriente esto significa una profunda ruptura con el
pasado. Desde el neolítico hasta muy avanzado el siglo XIX la vida en las aldeas o
los pueblos imprimió, sin duda, el mismo sello a todas las culturas, y se ha convertido
ahora en una trampa dentro las sociedades industriales. La decadencia del
campesinado ha transformado de raíz la relación tradicional del campo con la ciudad.
Más del 40% de la población mundial vive hoy en las ciudades. Este proceso de
metropolización destruye la ciudad misma, esa forma de vida urbana que se originó
en la antigua Europa. Aunque la ciudad de Nueva York, el núcleo mismo de
Manhattan, nos recuerde de modo incierto al Londres y al París del siglo XIX, las
desbordadas regiones urbanas de la Ciudad de México y de Tokio, de Calcuta y Sao
Paulo, de El Cairo y Seúl o Shangai han destruido para siempre las dimensiones
comunes de "La Ciudad". Los desvanecidos perfiles de estas megalópolis que se
multiplican desde hace dos o tres decenios nos dan la idea de una realidad que no
entendemos y cuyos conceptos nos faltan.
C) Por último, una tercera continuidad es la cadena que forma el progeso
científico y técnico y sus definitivas consecuencias sociales que avanzan a través de
los siglos. As nuevas materias primas y formas de energía, las nuevas tecnologías
industriales, militares y médicas, los nuevos medios de transporte y comunicación que
durante el siglo XX transformaron la economía, así como las formas de vida y del
intercambio social, se debieron al conocimiento científico y los desarrollos técnicos
del pasado. Los éxitos de la técnica, como el dominio de la energía atómica y los
viajes al espacio, las innovaciones, como el descubrimiento del código genético, y la
introducción de tecnologías genéticas en la agricultura y la medicina transforman
nuestra conciencia del riesgo, nuestra misma conciencia moral. No obstante, esas
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conquistas espectaculares permanecen dentro de los mismos caminos trazados
desde hace mucho tiempo. A partir del siglo XVII no ha cambiado nuestra actitud
instrumental ante una naturaleza tranformada por la ciencia. Aun cuando nuestra
intervención en la estructura misma de la materia sea más profunda que antes y
nuestros avances en el cosmos más insólitos que nunca, no ha cambiado tampoco el
modo del dominio técnico, la decodificación de los procesos naturales.
La vida diaria saturada de tecnologías exige de nosotros los legos, como
siempre, un trato trivial con aparatos y sistemas que no entendemos, una confianza
habitual en el funcionamiento de técnicas y redes de transmisión que ignoramos. En
sociedades altamente industrializadas, todo experto se convierte en un lego frente a
otros expertos. Max Weber había descrito ya la "ingenuidad secundaria" que nos
domina cuando manejamos el radio de transistores, el teléfono celular, las
calculadoras de bolsillo, los videocasettes y sus reproductoras o las computadoras
portátiles. Quiero decir, la manipulación de aparatos electrónicos conocidos cuya
fabricación resume el conocimiento acumulado de varias generaciones de científicos.
A pesar de las reacciones de pánico ante el anuncio de desperfectos y peligros de
estas técnicas y aparatos, la inclusión de lo que no entendemos en el mundo de
nuestra vida diaria apenas se ha visto amenazada, en algunos momentos, por la duda
que nutren los medios masivos de comunicación acerca de la confiabilidad del
conocimiento de los expertos y de la gran tecnología. La creciente conciencia del
riesgo no perturba la rutina diaria.
El perfeccionamiento de las técnicas de comunicación y tránsito tiene una
importancia muy distinta para el cambio a largo plazo del horizonte de nuestra
experiencia cotidiana.
Los viajeros que emplearon, en 1830, los primeros ferrocarriles habían narrado
ya sus nuevas percepciones del espacio y el tiempo. En el siglo XX, el automóvil y la
aviación civil aceleraron todavía más el tráfico de personas y el transporte de bienes
de consumo y redujeron también —de modo subjetivo— las distancias. Nuestra
conciencia del tiempo y el espacio ha sido transformada de otro modo por las nuevas
técnicas de transmisión, acumulación y procesamiento de datos e informaciones. En
la Europa de fines del siglo XVIII la impresión de libros y periódicos contribuyó al
nacimiento de una conciencia histórica global y dirigida al futuro. A fines del XIX,
Nietzsche se lamentaba del historicismo de una élite ilustrada que todo lo convertía
en presente. Mientras tanto, la separación entre el presente y un conjunto de
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pasados, que nuestra vista cosifica, se ha apoderado de las masas de turistas
ilustrados. El periodismo masivo es también resultado del siglo XIX; pero el efecto
"máquina del tiempo" que producen los medios impresos se ha incrementado por la
fotografía, el cine, el radio y la televisión. La distancias espaciotemporales ya no se
"superan": desaparecen sin dejar huella en la presencia ubicua de realidades
virtuales. La comunicación digital supera finalmente a todos los otros medios en
alcance y capacidad. Cada vez más individuos pueden obtener más rápido
cantidades diversas de información, procesarlas e intercambiarlas simultáneamente a
través de grandes distancias. Todavía no podemos apreciar las consecuencias
intelectuales de Internet, que se opone de modo más decisivo a las costumbres de
nuestra vida diaria que un nuevo aparato electrodoméstico.
II. Dos rostros del siglo
Las continuidades de la modernidad social que atraviesan el calendario del siglo
nos enseñan de modo insuficiente lo que caracteriza al siglo XX. Por esta razón, los
historiadores rigen la puntuación de sus narraciones más de acuerdo con los sucesos
que con los cambios de tendencias o de estructuras. El rostro de un siglo va tomando
forma por la irrupción de grandes acontecimientos. Entre los historiadores que todavía
están dispuestos a pensar en grandes unidades existe hoy un consenso: al "largo"
siglo XIX (1789-1914) le ha sucedido un "breve" siglo XX (1914-1989). El comienzo
de la Primera Guerra mundial y el desmoronamiento de la Unión Soviética dan el
marco a este antagonismo que atraviesa dos guerras mundiales y la guerra fría. Esta
puntuación deja espacio, sin duda, para tres diferentes interpretaciones, de acuerdo
con el mundo donde se sitúe al antagonismo: en el espacio de la economía de los
sistemas sociales, en el de la política de las superpotencias o en el espacio cultural
de las ideologías. La elección de esos puntos de vista hermenéuticos está
determinada desde luego por la lucha de las ideas que han dominado el siglo.
En la actualidad la guerra fría continúa con los medios del trabajo historiográfico,
no importa si la Unión Soviética desafía al Occidente capitalista (Eric Hobsbawm) o si
el Occidente liberal lucha contra los regímenes totalitarios (François Furet). Ambas
interpretaciones explican de uno o de otro modo un hecho: sólo los Estados Unidos
salieron fortalecidos de ambas guerras en el mundo de la economía, de la política y
de la cultura, más aún: son la única superpotencia que ha sobrevivido a la guerra fría.
Este resultado le ha dado al siglo el nombre de los Estados Unidos. La tercera lectura
es menos clara. Mientras se use el concepto de "ideología" en un sentido neutral
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detrás del título "la época de las ideologías" (Hildebrand) se esconde sólo una
variante de la teoría del totalitarismo: la lucha del régimen refleja la lucha de las
concepciones del mundo. El mismo título señala en otros casos la perspectiva —que
Carl Schmitt definió— de una guerra civil universal: a partir de 1917 chocaron los
grandes proyectos utópicos de la democracia y de la revolución universales —con
Wilson y Lenin como sus representantes mayores (Ernst Nolte)—. Según esta crítica
de la ideología —cuya filiación de derecha salta a la vista— la historia contrae el virus
de la filosofía de la historia y se extravía de tal forma que sólo a partir del año de 1989
vuelve sobre las vías de las historias nacionales.
Desde cada una de estas tres perspectivas, el siglo XX obtiene su propio rostro.
Según la primera lectura, el más grande experimento político que se haya llevado a
cabo con seres humanos desafía y no le da tregua al sistema capitalista internacional.
La industrialización coercitiva bajo los más crueles sacrificios le permitió a la Unión
Soviética el ascenso político a una superpotencia, pero no le aseguró una base
económica ni una política social superior —o cuando menos una alternativa de
sobrevivencia— al modelo del capitalismo occidental. Según la segunda lectura, el
siglo XX trae los rasgos oscuros de un totalitarismo que suspende el proceso
civilizatorio iniciado con la Ilustración, destruye la esperanza de domesticar el poder
del Estado y el proyecto de humanizar la convivencia social entre los individuos. La
violencia totalitaria de las naciones que hacen la guerra traspasa los límites del
derecho internacional del mismo modo implacable en que la violencia terrorista de los
partidos únicos dictatoriales neutraliza en el interior las garantías constitucionales.
Mientras desde esta perspectiva luz y sombra se reparten por igual entre las fuerzas
totalitarias y sus enemigos liberales, según la tercera lectura —una lectura
postfascista— nuestro siglo se encuentra bajo la sombra de una cruzada ideológica
entre partidos, si no de la misma importancia, sí de una mentalidad semejante.
Ambas partes libran un combate —concepciones del mundo antagónicas— entre
distintos programas de filosofía de la historia, cuya fuerza fanática se debe a sus
proyectos religiosos originales disfrazados de fines seculares.
En todas estas versiones aparecen los rasgos oscuros de un siglo que "inventó"
las cámaras de gas y la guerra total, el genocidio bajo el mandato del Estado y los
campos de exterminio, el lavado de cerebro, el sistema de la seguridad del Estado y
la vigilancia panóptica de pueblos enteros. Este siglo "produjo" sin duda más víctimas,
más soldados caídos, más ciudadanos asesinados, más civiles ejecutados y minorías
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expulsadas, más personas torturadas, violadas, hambrientas y congeladas, más
prisioneros políticos y fugitivos de lo que nadie nunca habría imaginado. La violencia
y la barbarie determinan el signo de la época. De Horkheimer y Adorno hasta
Braudriard y Zygmunt Baumann, de Heidegger hasta Foucault y Derrida, los rasgos
totalitarios del siglo se han convertido en un instrumento de los mismos diagnósticos.
Pero a estas interpretaciones negativas — que se dejan atrapar por el horror de las
imágenes— se les escapa el reverso de las catástrofes.
En efecto, los pueblos que participaron y fueron afectados necesitaron decenios
para llegar a ser conscientes de la dimensión de ese terror que se advirtió primero de
un modo insensible y apático: el holocausto que culmina en el exterminio metódico de
los judíos europeos. Aunque primero se le reprimió y desapareció de la conciencia,
este shock liberó energías y, más tarde, convicciones que en la segunda mitad del
siglo localizaron la geografía del terror. Para las naciones que llevaron al mundo, en
1914, a una guerra de insólitos despliegues tecnológicos, y para los pueblos que
después de 1939 reconocieron los crímenes masivos de una lucha de exterminio
ideológica, el año de 1945 señala un gran viraje. Un viraje hacia una situación mejor,
hacia la domesticación de las fuerzas de la barbarie que florecieron, en Alemania por
ejemplo, en el suelo mismo de la civilización. ¿No aprendimos nada de las catástrofes
de la primera mitad del siglo?
La división del breve siglo XX en capítulos contrae el periodo de las dos guerras
mundiales con el periodo de la guerra fría y sugiere la continuidad de una guerra
incesante de los sistemas, de los regímenes y las ideologías por más de setenta y
cinco años. Sin embargo, aquí desaparece el significado del acontecimiento que
representa un parteaguas histórico, pues no sólo dividió al siglo XX desde la
perspectiva cronológica, sino también económica, política y, sobre todo, normativa.
Me refiero a la derrota del fascismo. Las fuerzas liberales, de izquierda y
revolucionarias sociales se reunieron por primera vez en España para defender la
República. Por las características de la guerra fría se olvidó muy pronto el significado
ideológico de la alianza de las potencias occidentales con la Unión Soviética, una
alianza que luego apareció como "antinatural".
Pero el triunfo y la derrota de 1945 descalificaron por mucho tiempo esos mitos
que,desde fines del siglo XIX, se lanzaron en amplios frentes contra la herencia de la
revolución de 1789. La victoria de los aliados puso no sólo las condiciones necesarias
para el desarrollo democrático de la República Federal de Alemania, de Japón y de
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Italia, sino también de España y Portugal. Todas las legitimaciones —por lo menos
las que de manera verbal le rindieron tributo al espíritu de la ilustración política—
perdieron entonces el suelo de la realidad.
Un cambio de clima tuvo lugar, después de 1945, en el invernadero de las ideas.
Sin él no habría tenido lugar la única, indudable, innovación cultural del siglo: la
revolución de las artes plásticas, la arquitectura y la música. Después de 1945 el arte
alcanzó una validez universal, se habló entonces en la forma del pasado de la
"modernidad clásica". El arte vanguardista había creado hasta principios de los años
treinta un repertorio de formas y técnicas nuevas e insólitas con las que el arte
internacional, en la segunda mitad del siglo, siempre experimentó sin trascender
nunca el horizonte de sus posibilidades creativas. Quizá Martin Heidegger y Ludwig
Wittgenstein fueron los únicos dos filósofos que lograron escribir una obra tan original,
y tener una influencia histórica tan decisiva, como la del arte vanguardista de los
treinta; por cierto, ambos escribieron su obra al mismo tiempo, y ambos se apartaron
del espíritu de la modernidad. Sea como fuere, el cambio en el clima cultural
constituyó el fondo de tres tendencias políticas que, desde el periodo de la postguerra
hasta los años ochenta, cambiaron también el rostro de nuestro siglo: a) la guerra fría;
b) la descolonización; c) la construcción del Estado de bienestar social en Europa.
A) La espiral de la carrera armamentista, tan grandiosa como exhaustiva,
mantuvo a las naciones amenazadas en el terror; pero el cáculo enloquecido de un
equilibrio del terror —MAD era la irónica abreviatura de "mutually assured
destruction"— evitó como sea el comienzo de una guerra caliente. La posibilidad de
que las superpotencias enloquecieran y rompieran el pacto —el acuerdo racional
entre Reagan y Gorbachov en Reikiavik señaló el final de la carrera armamentista—
nos hace ver retrospectivamente a la guerra fría como un proceso de autodominio —
lleno de riesgos— y de alianzas entre países con armas nucleares. De igual modo
puede describirse la pacífica implosión de un imperio mundial —la Unión Soviética—,
cuyos gobernantes reconocieron la ineficacia de un modo de producción —
supuestamente superior— y la derrota en la lucha económica, en lugar de desviar
hacia el exterior los conflictos internos y transformarlos en aventuras militares B) La
descolonización tampoco fue un solo proceso lineal. En retrospectiva, las antiguas
potencias coloniales sólo libraron combates en la retaguardia. Los franceses se
defendieron inútilmente en Indochina contra los movimientos de liberación nacional;
en 1956, los británicos y los franceses fracasaron en su aventura del canal de Suez;
100
en 1975, los Estados Unidos pusieron fin a su intervención en Vietnam, una guerra —
con enormes pérdidas humanas— de diez años. El año de 1945 no sólo se derrumbó
el imperio del Japón derrotado, en el mismo año surgieron Siria y Libia como países
independientes. En 1947, los británicos se retiraron de la India; al año siguiente,
nacieron Burma, Israel, Indonesia y Sri Lanka. Más tarde lograron su independencia
las regiones del Islam occidental, desde Persia hasta Marruecos, poco a poco los
países del Africa central y, por último, las colonias restantes en el sudeste asiático y
en el Caribe. El fin del apartheid en Sudáfrica y el regreso de Hong Kong y Macao a
China clausuraron un proceso que, por lo menos formalmente, destruyó la
dependencia de los pueblos coloniales. Al mismo tiempo estos flamantes países,
muchas veces divididos por guerras civiles, conflictos culturales y luchas tribales,
fueron aceptados como miembros con los mismos derechos en la Asamblea General
de las Naciones Unidas.
C) La tercera tendencia revela una ventaja inequívoca. En las democracias
prósperas y pacíficas de Europa occidental —y en menor escala en los Estados
Unidos y en otros países— surgieron economías mixtas que permitieron la continua
ampliación de los derechos civiles y, por primera vez, una efectiva realización de
derechos sociales fundamentales. Entre principios de los años cincuenta y principios
de los setenta, el explosivo crecimiento económico mundial, la cuadruplicación de la
productividad industrial y el aumento diez veces mayor del comercio internacional
incrementaron a su vez las desigualdades entre las regiones pobres y ricas. Los
gobiernos de los países de la OCDE, que en esos dos decenios contribuyeron con
tres cuartos de la producción mundial y el 80% del comercio internacional,
aprendieron tanto de las experiencias catastróficas del periodo de entre las dos
guerras, que se propusieron una política económica inteligente, volcada hacia la
estabilidad interna, con tasas de crecimiento relativamente altas, construyendo y
ampliando un impresionante sistema de seguridad social. En las democracias
masivas con un Estado de bienestar social, la forma económica altamente productiva
del capitalismo se controló como nunca antes por la sociedad, y se concertó más o
menos con la idea democrática de los Estados constitucionales.
Estas tres tendencias son, desde la perspectiva de un historiador marxista como
Eric Hobsbawm, razón suficiente para celebrar los decenios de la postguerra como
una "época dorada". Sin embargo, a partir de 1989 la opinión pública percibió el final
de esta época.
101
En los países donde el Estado de bienestar social era considerado, por lo menos
en retrospectiva, como una conquista política y social, la resignación ejerce su
dominio. El fin del siglo se encuentra bajo el signo de un Estado de bienestar social y
un capitalismo controlado en peligro, así como la inminente resurrección de un
neoliberalismo implacable. Hobsbawm narra, con el tono de un escritor de la
decadencia del imperio romano, esa atmósfera melancólica y desconsolada donde
sólo se escucha la estridente música tecno.
El corto siglo XX termina con problemas para los que nadie tiene una solución, ni
parece tenerla. Mientras los ciudadanos del fin de siglo se abrieron un camino a
través de la niebla global rumbo al tercer milenio, sólo sabían con certeza que una
época histórica llegaba a su fin. No sabían mucho más que esto.
Los antiguos problemas de la paz y de la seguridad internacional, de las
desigualdades económicas entre Norte y Sur, así como el peligro de los desequilibrios
ecológicos eran desde entonces de naturaleza global. Todos se complican ahora por
otro problema, hasta ahora desconocido, que cubre a los demás. Si en el proceso de
globalización del capitalismo hay un golpe más, esta vez definitivo, se limitará
también la capacidad de acción de ese grupo selecto de Estados que, al contrario de
los Estados económicamente dependientes del Tercer Mundo, habían logrado
conservar una relativa independencia. La creciente globalización económica significa
el desafío más importante para el orden social y político de la Europa surgida de la
postguerra. Una salida podría consistir en que la fuerza reguladora de la política
hiciera crecer de nuevo a los mercados que escaparon al control de los Estados
nacionales. ¿O la falta de una orientación iluminadora en el diagnóstico de la época
nos enseña que sólo podemos aprender de las catástrofes?
ACTIVIDADES
1.- De cada lectura que leas identifica los conceptos claves que utiliza cada
autor y elabora un cuadro.
2.-A partir del cuadro que elaboraste trata de identificar que pensaban acerca del ser humano
3.- Investiga las aportaciones de Talcott Parsons
3.-Relaciona las ideas principales de los autores con la carrera de enfermería.
102
BIBLIOGRAFÍA
Adorno, Teodoro; Horkheimer; M. Dialéctica del Iluminismo, E.U 1944
Andrade Carreño, Alfredo, “Augusto Comte” en la Sociedad a través de los Clásicos. UNAM. México 1988. P. 148-149
Pierre, Bourdieu. Capital Cultural, Escuela y Espacio Social Ed. Siglo
XXI, México 2003, p.31
Durkheim, Emile. La División Del Trabajo Social (Vol. 1) 2da. Ed
Profesionales
Foucault, Michel. “El ojo del poder”, entrevista con Michel Foucault, en
Bentham, Jjeremías: “El panóptico”, ed. La piqueta, Barcelona, 1980.
Traducción de Julia Varela y Fernando Alvarez-Uría.
Habermas, Jürgen. ¿Aprendemos de las catástrofes? Diagnóstico y retrospectiva de nuestro breve siglo XX es un ensayo que Jürgen
Habermas leyó en la Universidad de Magdeburgo. Nota y traducción de José María Pérez Gay
Giménez, Gilberto, La sociología de Pierre Bourdieu, Instituto de Investigaciones. Sociales de la UNAM, San Andrés Totoltepec, Junio de
1997.
Jimenez-Ottalengo Regina; Lucina Moreno Valle, Sociología de la
Educación, Ed. Trillas, México 1997 pp. 32-33
Althusser, Louis, la Ideología y aparatos ideológicos de Estado, Freud y Lacan
Zabludovsky, Gina, “Max Weber” en La Sociedad a través de los
Clásicos. UNAM. México 1988. 242-243
103
3. SOCIEDAD
GUADALUPE MARCELA TORRES ESCUTIA
En esta apartado se revisaran varios aspectos de la sociedad desde diversos
teóricos, así como su estructura, las clases sociales y formas de organización:
histórico, institucional y jurídico, en relación a este último haciendo énfasis al Estado
Mexicano, finalmente se recomendarán una serie de actividades que permitirán que el
estudiante refuerce lo leído en este capítulo.
3.1.1 CONCEPTO
La evolución del concepto sociedad la podemos encontrar a lo largo del tiempo
considerando diferentes enfoques, por ejemplo, la teoría social y política de la época
medieval reducían la vida social a la política. En la época del Renacimiento esa idea
se fue modificando y para el siglo XVIII se consideró al Estado parte de una totalidad
mayor que fue denominada la “sociedad civil”.
El concepto sociedad es una abstracción que se utiliza para referirse a la
totalidad de las relaciones sociales que se manifiestan entre los individuos en un
escenario de espacio y tiempo específicos, es decir, representa el proceso
organizado colectivo que surge de la interrelación de hombres y mujeres en su
ambiente con la finalidad fundamental de asegurar su propia sobrevivencia.
Las definiciones precisas de sociedad son difíciles de encontrar por la
especificidad de la realidad social y por ello diversos teóricos que han escrito al
respecto difieren acerca de sus características; por ejemplo Joserph Fichter en su
libro titulado Sociología sostiene que “Una sociedad es un gran número de seres
humanos que obran conjuntamente para satisfacer sus necesidades sociales y que
comparten una cultura en común.” 2
En relación a lo anterior, se puede deducir que el autor hace referencia a que la
sociedad está constituida por grupos y estos a su vez por personas.
2 Fichter Joserph. Sociología. Ed. Herder. Barcelona. 1974. p. 153
104
En ese sentido, el estudio de una sociedad en específico se enfoca a los grupos
más que a las personas.
Las personas se involucran en diversos grupos y desempeñan diversos papeles
sociales o roles y así mismo se interrelacionan unos con otros, por lo que una
sociedad se puede definir más claramente como “la estructura formada por los grupos
principales interconectados entre sí, considerados como una unidad y participando
todos de una cultura común.” 3
Al respecto, Augusto Comte, quien es considerado como el padre de la
sociología, sostiene que la sociedad es, antes que nada, un organismo colectivo
formado por una multiplicidad de individuos por una natural propensión a la
sociabilidad y al consensus universal. Y que la base de este organismo colectivo es
la familia, lo que equivaldría a ser la célula de un organismo biológico, las fuerzas
sociales serían los tejidos, las ciudades serían los órganos y las naciones serían los
sistemas biológicos.
Según esto, la sociedad como un organismo colectivo depende de la integración
armónica de esfuerzos, mediante la combinación de acciones y reacciones de sus
integrantes y del medio ambiente orientado hacia un fin común.
Augusto Comte fue quien hizo uso de analogías de la siguiente manera:
Este autor identificaba tres planos de la sociedad: al individuo, la familia y las
combinaciones sociales.
Este autor sostenía que la unidad social básica es la familia porque consideraba
que el estudio sociológico debería de estar constituido por fenómenos homogéneos.
La propuesta sociológica de Augusto Comte se dividió en dos grandes
propuestas, estática y dinámica, las cuales fueron extraídas de la biología, disciplina
que en el tiempo de Comte era conocida como fisiología.
3 Ídem.
105
La estática se refiere a las condiciones de la existencia de la sociedad, y en el
caso de la dinámica se refiere al estudio continuo del movimiento o a las leyes de la
sucesión de las etapas individuales.
El acto principal de la estática es el orden y en el caso de la dinámica es el
progreso, como más adelante se explicará en este trabajo.
Dentro de la corriente estructural-funcionalista se considera a la sociedad como
un tipo especial de sistema social “…organizado sobre bases territoriales, cuyos
miembros son reclutados mediante reproducción sexual y que persiste más allá de la
vida de los individuos constituyentes a través de la socialización de los nuevos
miembros de sus instituciones.”4
Talcott Parsons sostiene que la sociedad es el tipo más autosuficiente del
sistema social, y que este último es uno de los subsistemas primarios del sistema
humano de acción.
Es decir el sistema humano de acción esta constituido por: el organismo
conductual, la personalidad del individuo, el sistema cultural y el sistema social.
Este autor también señala que existen una variedad de tipos de sociedades
como son: las sociedades primitivas, las nuevas sociedades supranacionales, el
sistema tradicional de castas de la India y el Imperio Chino.
Además señala que pueden considerarse como subsistema de una
sociedad: las comunidades locales, las escuelas, las empresas de negocios o las
unidades familiares, y a su vez pueden considerarse cada uno como sistemas
sociales.
Parsons sostiene una perspectiva evolutiva en su estudio sobre sociedades en
donde señala que el ser humano es parte integral del mundo orgánico, en el caso de
los conceptos de sociedad y cultura humana señala que pueden analizarse
apropiadamente dentro del marco del proceso vital.
4 Dávalos, Federico; Meza Virginia; Glosario de Ciencias Histórico-Sociales. Parte 2. Ed. Edicol.
México. 1977. p.69
106
3.1.2 DINÁMICA
Agusto Comte toma de la física la palabra dinámica para intentar observar a la
sociedad como un organismo vivo que está en un proceso de cambio como todo lo
que está en el Universo y que precisamente los fenómenos sociales se deben
estudiar dentro de la dinámica de cambio para la mejor comprensión del proceso
histórico, ya que las instituciones, la familia y los modos de producción están
experimentando alteraciones.
Asimismo consideraba a la dinámica social como historia sin nombres de
individuos ni de pueblos, la intención consiste en ir descubriendo en un orden
abstracto los grandes cambios de la civilización humana. A partir del movimiento debe
conservarse la solidaridad, pues de otra forma el movimiento tendría como
consecuencia la completa descomposición del sistema social.
Según Comte, no pueden tener importancia desarrollos aislados de
aspectos individuales de la vida social, ni ser estudiados como tales, pues él
considera que debe de existir la idea sobre los consensus universales.
De acuerdo a Comte, el desarrollo progresivo no transita en línea recta, sino que
puede tener oscilaciones e incluso la velocidad del progreso puede verse afectada
por la intervención del ser humano.
Para este autor, la evolución social es una continuación del progreso general
que inicia en el reino vegetal.
Asimismo, sugiere que el progreso es observable en todos los aspectos de la
sociedad, es decir el progreso es intelectual, político, físico y moral. En este último
caso, se refería al surgimiento de los sentimientos más nobles y generosos. Sostenía
que el desarrollo intelectual producía y lograba estimular el desarrollo material. Creía
que el desarrollo individual pasa a través de las mismas etapas del desarrollo social,
las cuales tienen interrelación entre las etapas intelectuales básicas y las etapas del
desenvolvimiento de la vida material del hombre, asimismo en los tipos de orden
107
social y los sentimientos que predominan en cada etapa y grupo, los cuales fueron
agrupados de la siguiente manera:
En los aspectos intelectuales se encuentran las siguientes etapas: la Teología, la
Metafísica y la Positiva.
En los aspectos materiales se encuentran: lo militar, lo legista y la industria.
En los tipos de unidad social se encuentran: la familia, el Estado y la especie
humana.
En el tipo de orden se encuentran: el doméstico, el colectivo y el Universal. En
los sentimientos predominantes: Cariño, Veneración y Benevolencia.
En relación a la primera etapa, Comte estudió con más detalle a la Teología que
a las otras dos, posiblemente porque la metafísica duró mucho menos tiempo que la
teológica y la positiva estaba empezando.
3.1.3 ESTRUCTURA
La palabra estructura es un concepto que surge desde la arquitectura y es en el
siglo XVI cuando es utilizado en la anatomía y en el siglo XIX en la sociología cuando
se emplea el uso de analogías biológicas.
El concepto estructura es fundamental en todas las ciencias sociales, pues
permite tener una mejor comprensión de la complejidad que es inherente a los
procesos sociales. En términos generales se puede decir que “…es una totalidad
coherente, cuyas partes componentes se encuentran relacionadas en un conjunto
estructural mayor y a su vez, cada uno de sus elementos o componentes es
reductible al análisis estructural.”5
Cabe señalar que cada corriente teórica desarrolla sus versiones particulares,
como es el caso del marxismo, que establece una visión estructural de la sociedad,
en la que resalta el predominio de la estructura económica sobre las demás.
5 Dávalos, Federico; Meza Virginia; Glosario de Ciencias Histórico-Sociales. Parte 1. Ed. Edicol.
México. 1977. p. 52
108
Carlos Marx la vida social esta determinada por tres estructuras: una económica,
una jurídica-política y una ideológica.
A la estructura económica se le ha llamado también infraestructura, porque se ha
considerado como la base donde descansan los otros dos, que a su vez, conforman
la superestructura.
Estructura
Ideológica
Estructura
Jurídico-política
Superestructura
Estructura Económica
Base
La estructura económica es un todo en el que los elementos se encuentran
distribuidos según la organización de conjunto, que a su vez determina la función que
desempeña cada elemento dentro de su totalidad
La estructura económica dentro de la sociedad es entendida como el conjunto de
las relaciones económicas entre los hombres, creadas en el proceso de la producción
material y reproducción de su vida, está integrada fundamentalmente por dos
elementos:
Las fuerzas de producción: éstas expresan las relaciones que existen entre los
hombres, los objetos y las fuerzas de la naturaleza empleadas para producir los
bienes materiales. Sin embargo en el proceso productivo los individuos no sólo
actúan sobre la naturaleza, sino que al mismo tiempo, entran en acción reciproca
unos con otros.
De tal manera que los medios de producción son: el conjunto de los objetos de
trabajo como son los ríos, la tierra, el mar, la flora, etcétera y los instrumentos
109
utilizados para la ejecución de una actividad como son las herramientas, la
maquinaria, el equipo, etcétera
Las relaciones sociales de producción: son el conjunto de relaciones que se dan
entre los individuos, las cuales sirven para producir bienes materiales y los servicios
para satisfacer sus necesidades.
Las características específicas que tienen es que esas relaciones se dan en el
proceso del trabajo. Los individuos para obtener los bienes materiales y satisfacer sus
necesidades, necesitan los medios del trabajo; estos le permitirán actuar sobre los
objetos que han de ser elaborados.
Lo anterior indica que los seres humanos para poder producir los satisfactores
de sus necesidades deben establecer relaciones con los otros miembros de su
sociedad, jamás aislados
Como parte de la superestructura se encuentra la estructura Jurídico-política, las
normas jurídicas son reglas de observancia obligatorias que conforman o sancionan
las conductas de los individuos, estas pueden ser violadas pero su desobediencia
motiva una sanción o castigo.
También dentro de esta estructura se considera al Estado como la instancia
represiva que esta de lado de los dueños de los medios de producción y en contra de
la clase proletaria.
La estructura Ideológica es un conjunto coherente y sistemático de ideas,
creencias y conceptos que pueden poseer o carecer de validez científicas y que es
peculiar a un grupo social, al que proporciona una explicación racional y satisfactoria
de la realidad social y del medio ambiente que le rodea, además de que orienta el
comportamiento de sus integrantes.
La ideología de un grupo es producto de las circunstancias sociales e históricas,
donde se desenvuelve su vida cotidiana.
110
Para el marxismo, la ideología dominante en un sistema social es la de la clase
dominante y sirve para reforzar y justificar la explotación los individuos entre sí.
En relación al concepto de estructura Talcott Parsons sostiene que “… una
estructura es un conjunto de vínculos uniformes relativamente estables.”6
Este autor señala que las estructuras son redes estables de relaciones entre los
hombres, que encausan y condicionan las diversas conductas tanto de individuos
como de grupos para cumplir determinadas funciones necesarias.
Las propias estructuras son quienes dan forma a la sociedad al organizarla para
que cumpla ciertas funciones.
El conjunto de diversas estructuras constituyen un sistema social.
En relación a esto último, sostiene Parsons que “Un sistema social –reducido a
los términos más simples- es una pluralidad de actores individuales que interactúan
entre sí en una situación que tienen, al menos, un aspecto físico o de un medio
ambiente, actores motivados por una tendencia a <<obtener un óptimo de
gratificación>> y cuyas relaciones con sus situaciones –incluyendo a los demás
actores- están medidas y definidas por un sistema de símbolos culturalmente
estructurados y compartidos” 7
3.1.4. CLASES SOCIALES
En toda teoría social, el concepto de clase social es muy importante porque
ocupa un lugar significativo, debido a que es parte de un esfuerzo teórico de
clasificar, de agrupar o encasillar a los diversos miembros de una sociedad de
acuerdo a las diversas características que son consideradas relevantes.
6 Azuara, Leandro. “Análisis estructural funcionalista y Teoría Sociológica Sistemática”, en Revista de Ciencias Políticas, FCPy S-UNAM. enero-marzo. 1968. p 23 7 Parsons Talcott El Sistema Social. Ed. Alianza. 2da. reimpresión Madrid. 1988. p.17
111
Las corrientes teóricas no han establecido un criterio común para la definición de
clase, pues existen divergencias por los aspectos conflictivos, armónicos, cambiantes
o estables que se le atribuyen a la sociedad.
Por ejemplo Vladimir Ivan Lenin en su obra Tres fuentes y tres partes
integrantes del marxismo, define a la clase social como un grupo de personas que se
diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social
históricamente determinado, por las relaciones con los medios de producción, por su
función en la organización social del trabajo, por el modo de vida y la magnitud de la
parte de riqueza que poseen.
Por su parte Carlos Marx, desde el materialismo histórico sostiene que:
Las Clases Sociales se generan a partir de una matriz económica: la propiedad
sobre los medios de producción.
Cuando se relacionan con otras clases por medio de la explotación, existen entre
ellas relaciones antagónicas.
Que las clases sociales, al derivarse de determinados medios de producción
tienen una existencia histórica concreta y una forma especial de relacionarse no sólo
con los medios de producción, sino también con las otras clases: a ciertos modos de
producción corresponden ciertas clases.
Como se puede observar, el enfoque marxista difiere del sociológico de la
estratificación, porque este último maneja la división de las clases altas, medias y
bajas.
Carlos Marx junto con el concepto clase social, desarrolla el concepto de
conciencia de clase que es la conciencia del papel histórico de la clase social.
Para este teórico, el concepto de clase social es una noción clave para
comprender los procesos sociales y se define prácticamente por la relación de
propiedad respecto a los medios de producción (riqueza, instrumentos de trabajo,
tecnología y materias primas)
112
Los individuos de una sociedad que están ordenados de esta manera forman
una serie de cambios interrelacionados en cuyos extremos se encuentran los
propietarios y los que no lo son.
Los propietarios son quienes tienden a dominar los procesos políticos e
ideológicos de la estructura social afectando a los del otro extremo.
En el caso de Max Weber, este utiliza tres órdenes jerárquicos para agrupar y
distinguir a los integrantes de una sociedad:
El orden social: basado en la distribución del honor social, prestigio o
status.
El orden político: basado en la distribución del poder.
El orden económico: es el fundamental y determina la estructura de
clases.
La corriente de pensamiento conocida como estructural-funcionalismo desarrolla
una visión armónica de la sociedad y considera varios criterios de estratificación, pero
no está de acuerdo en que el orden económico sea el más importante.
Para esta corriente, las jerarquías existentes en la sociedad son altamente
funcionales, pues “…permiten orientar a los individuos hacia el desempeño de roles o
papeles sociales desiguales, por los requerimientos educativos, de capacidad,
inteligencia, etc.”8
Sostiene esta corriente que las jerarquías estimulan la aceptación de esos
mismos papeles, a partir de una serie de justificaciones de tipo ideológico que
permiten a los individuos comprender su rol social y lograr ciertas satisfacciones por
su desempeño.
8 Dávalos, Federico; Meza Virginia; Glosario de Ciencias Histórico-Sociales. Parte 1. Ed. Edicol.
México. 1977. p. 25
113
Edward Palmer Thompson, quien elaboró un documento que lleva por nombre la
formación histórica de la clase obrera, en relación a las clases sociales, sostiene que
son categorías del discurso científico, que están constituidas por gente de carne y
hueso, las cuales viven en contextos culturales y que establecen relaciones
interpersonales reales y con el tiempo las vidas individuales van dejando
experiencias, ideas, instituciones y patrones de relaciones, que son parte de una
historia y una cultura 9.
Por su parte, Nicolas Poulantzas, quien tiene un enfoque antropológico,
desarrolla un libro que lleva por nombre Poder político y clases sociales en el Estado
capitalista, en donde plantea que "la práctica es un trabajo de trasformación sobre un
concepto determinado, cuyo resultado es la producción de algo nuevo".10
Sostiene que la práctica social comprende, todas las actividades de los hombres
con las cuales trasforman no sólo la naturaleza sino también la sociedad y el
pensamiento.
De tal manera que las prácticas sociales son procesos de trabajo en las que se
distinguen los elementos constitutivos que son identificados como: los agentes, los
objetos de trabajo, los instrumentos y los productos.
Estas prácticas en los servicios de salud tienen la característica de que el
producto, es decir, las acciones sanitarias, son producidas y consumidas al mismo
tiempo.
En general, pueden caracterizarse dos tipos de prácticas:
1) Aquellas cuya actividad se desarrolla fundamentalmente a nivel de la
conceptualización y de la teorización, tales como la religión, la filosofía y las ciencias.
9 Ver Thompson, Edward Palmer. La formación histórica de la clase obrera. Ed. Lia Barcelona
1977 10 Poulantzas, Nicos. Poder político y clases sociales en el Estado capitalista. 6 ed., México: Siglo XXI, 1973. p. 39.
114
2) Aquellas en las cuales predomina la acción o el hacer; por ejemplo, los ritos,
la política y las prácticas profesionales como la medicina y la enfermería, cuya
realización se apoya en los sistemas de pensamiento producidos por las primeras.
Toda práctica social se desarrolla en un contexto determinado de relaciones
sociales que tienen en común el manejo del poder; es decir, en la dinámica de
interrelaciones se establecen formas de dominación y subordinación.
Para analizar una práctica particular dentro del conjunto de prácticas que
estructura la sociedad, es preciso comprender que:
Las prácticas de todo agente social están insertadas dentro de las
características de la sociedad en la cual se desarrolla su vida. Cuando se habla de
práctica, se hace referencia a esas acciones con sentido que instalan al individuo en
la estructura social.
Las prácticas sociales son esos comportamientos estamentales, expresados
individual o colectivamente como actividades cotidianas, que se constituyen a partir
del tejido de relaciones sociales, en el cual se hallan inscritos los individuos.
De ahí que para identificar una práctica determinada sea necesario distinguir los
determinantes históricos y sociales de su contexto económico, político e ideológico.
3.1.5. ORGANIZACIÓN
En este apartado se definirá lo que se entiende por organización y se resaltaran
básicamente tres tipos de organización: histórico, institucional y jurídico haciendo
énfasis en el Estado Mexicano.
Toda asociación humana posee una organización es decir “…un conjunto
de procedimientos sistemáticos que regulan y dirigen la vida colectiva”11
11 Dávalos, Federico, Meza Virginia; Glosario de Ciencias Histórico-Sociales. Parte 2. Ed. Edicol. México. 1977. p. 36
115
La palabra organización se utiliza exclusivamente cuando se desarrollan
procedimientos formales y explícitos para coordinar las actividades de un grupo con la
intención de alcanzar algún objetivo en específico, el cual puede darse a partir de un
acuerdo colectivo o producto de la actividad persuasiva de una minoría.
Los individuos siempre se han reunido para formar grupos, comunidades y
sociedades y con ello poder satisfacer sus necesidades. Las sociedades se
transforman y se desarrollan, constituyendo la vida social y creando diversas formas
de organización socioeconómica. Es así como surgen las instituciones, las cuales
cumplen funciones específicas en la sociedad
Toda la institución converge en dos aspectos:
1.- La conformidad a patrones normativos de conducta
2.- La sanción negativa, puede ser castigo o indignación que ocasiona el
incumplimiento de esos patrones de acción.
Las instituciones son estructuras sociales más o menos definidas, que exigen
una mayor o menor vigilancia del comportamiento de los individuos involucrados en
ella.
Algunas instituciones son de vital importancia para la existencia de un sistema
social que se ha construido alrededor de ciertos valores y cambia a través del tiempo.
Toda institución social está formada por un conjunto de personas entre las que
se da una interacción recíproca llamado grupo social, es por ello que la sociedad
establece modelos a seguir como pautas colectivas que conforman un rol social.
La combinación de esas pautas de comportamiento practicadas por los
individuos dan como resultado las instituciones sociales.
Las instituciones sociales contienen en sí mismas un conjunto de normas,
relaciones, procesos e instrumentos materiales que forman parte de los intereses de
una sociedad.
INSTITUCIONES SOCIALES
Desde la sociología se pueden considerar seis tipos de instituciones sociales: las
familiares, las políticas, las educativas, las económicas, las religiosas y las
profesionales, las cuales son descritas a continuación
116
1.- Familiares: transmiten pautas de conducta, son las que dan lugar al comienzo
de toda la dinámica de la sociedad, en ellas están contenidas las costumbres y
tradiciones de una organización social.
2.- Políticas: regulan la conducta del grupo, son el centro de la política es el
gobierno o el Estado que cubre todos los campos de acción de los hombres, lo cual
viene a ser las leyes y los reglamentos que rigen a la sociedad
3.- Educativas: que forman y dan pautas, abarcan las actividades relativas a la
cultura, el arte y la educación
4.- Económicas: que transforman y administran los recursos naturales,
constituyen todo lo que involucran la industria, el comercio, la banca y los servicios
encargados de producir, financiar, etc.
5.- Religiosas: se crean en torno de cultos de fe, son organizaciones
relacionadas con las creencias de los seres humanos; como el protestantismo, el
catolicismo, etc.
6.- Profesionales: que forman cuadros especializados.
Desde el enfoque el enfoque sociológico estos son los tipos de instituciones
que se consideran y desde el enfoque del materialismo histórico se sostiene que la
formación social está integrada por una infraestructura y una superestructura que
forma una totalidad social.
La infraestructura constituye la base real de todo el sistema productivo, siendo
apoyada por la superestructura; mientras que esta última es la base relativa, es decir,
corresponde a los cambios ideológicos de la sociedad.
La superestructura está formada por las instituciones jurídicos-políticas e
ideológicas.
Las instituciones jurídico – políticas son el Estado como derecho de actividad
normativa, por ejemplo si un sistema económico se basa en la propiedad privada, el
Estado en conjunto con el derecho deben proteger la misma implementando sistemas
y normas que rijan la estructura.
Las instituciones ideológicas son consideradas el derecho, la política, la moral, la
religión, etc.; son aquellas instituciones que fundamentan las doctrinas de una forma
de vida determinada de acuerdo a una base económica específica.
Otra forma de organización es la histórica la cual a continuación abordaremos en
forma detallada.
117
FORMA DE ORGANIZACIÓN HISTÓRICA
Cuahtémoc Anda en su libro Introducción a las Ciencias Sociales describe las
características del esclavismo, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo de la
siguiente manera: esclavismo, feudalismo, Capitalismo, Socialismo.
Esclavismo
El esclavismo es un sistema de explotación que termina en el siglo V después de
Cristo. Las culturas que alcanzaron un alto desarrollo fueron: la egipcia, la
mesopotámica, la hindú, la china, la fenicia, griega, romana y hebrea.
Las principales características del esclavismo son las siguientes:
a) Hay predominio de la propiedad individual sobre la propiedad colectiva Se
desarrolla la agricultura, la ganadería y el comercio.
b) La organización política se desarrolla profundamente, de tal manera que
existe un órgano superior que dirige y administra la sociedad.
c) Nace el Estado, con elementos de fuerza para hacer prevalecer los
intereses colectivos
d) sobre los individuos
e) Se transforma la organización familiar, predominando el hombre sobre la
mujer y asegurando la herencia del padre e hijo.
f) Se da una mayor importancia a la guerra como una fuente de riqueza y
de posesión para ampliación de territorio
g) Se encuentra una sociedad claramente estructurada en clases sociales
Que descansan en la esclavitud como sector decisivo para la producción.
118
Feudalismo
El Feudalismo es el régimen de la Edad Media que se ubica en el Siglo V al XV y
se caracteriza por lo siguiente:
a) Se desarrollan grandes extensiones de tierras llamados feudos
b) Los campesinos o siervos se agrupan en torno a un señor feudal que les
brinda protección a cambio de su trabajo.
c) Se da una producción de autoconsumo, de la cual una parte se entrega
al señor feudal y la otra la ocupa el siervo para subsistir.
d) Las clases sociales se estratifican en forma piramidal, que van desde el
siervo de la gleba hasta el rey.
e) Cada clase social le debe obediencia a la superior jerarquía.
La base de todo sistema productivo es el trabajo del siervo, que no es
esclavo, pero tampoco es libre.
f) Se da un profundo dominio de la iglesia, que se convierte en la
g) institución protectora de toda la estructura social.
Capitalismo
Tiene su origen en un periodo mercantil precapitalista, debido a la
importancia que va teniendo el intercambio de mercancías y la acumulación de
riqueza por parte de los Estados. Sus principales características son las siguientes:
a) Es una organización mercantil; es decir, la producción de satisfactores
está destinada al mercado y no al autoconsumo,
b) Se facilita el intercambio de las mercancías,
c) El trabajo es libre, los trabajadores si no tienen propiedad alguna,
necesitan vender su fuerza de trabajo para poder subsistir,
d) La organización social y económica gira en torno a la propiedad privada,
e) Se propugna por la libre competencia,
119
f) El capital financiero adquiere gran importancia como generador del
mismo sistema,
g) Se da un crecimiento desigual, según la clase social a la que se
h) pertenezca.
i) Se generan adelantos tecnológicos que simplifican el proceso de
trabajo,
j) Se desarrolla una dependencia económica y tecnológica de los países
pobres en relación a los países industrializados.
Socialismo
El socialismo es una forma de organización que se caracteriza principalmente
porque los medios de producción de propiedad colectiva y su economía son
centrales, planificada y dirigida en forma importante a la seguridad social.
En el caso específicamente de nuestro país y desde el punto de vista jurídico,
está organizado de la siguiente manera:
El Estado Mexicano
Toda la organización política de México está sustentada en una idea
fundamental, la supremacía de la Constitución. Esto quiere decir que ningún poder en
nuestro país esta por encima de la Carta Magna; de ella emanan las disposiciones
legales de organización, en donde se establece que:
El Estado Mexicano se ha estructurado en la actualidad con tres elementos: la
población, el gobierno y el territorio:
La Población: se divide en mexicanos y extranjeros, los cuales pueden serlo por
nacimiento o naturalización
El Gobierno: Es Federal y Local.
120
El Gobierno Federal: rige a todo el país y está constituido por:
El Poder Legislativo: la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores.
El Poder Ejecutivo: Presidentes de la República, Secretarías de Estado.
El Poder Judicial: La Suprema Corte de Justicia, los Tribunales de Circuito,
Juzgados de Distrito.
El Gobierno Local: únicamente rige a las Entidades Federativas o Estados.
El Poder Legislativo: está constituido por el Congreso local.
El Poder Ejecutivo: el gobernador del Estado.
El Poder Judicial: Tribunal Superior de Justicia y Juzgados de primera instancia
de diversas categorías.
El Territorio: está conformado por las partes que integran a la Federación (todos
los Estados que conforman la República Mexicana), las islas Guadalupe,
Revillagigedos y las adyacentes en ambos mares.
Los Fines del Estado son de dos tipos:
De orden general: la protección de la persona y la consecución del bien común.
De orden particular: múltiples y variados, de acuerdo con las condiciones de
cada país.
El Gobierno es Republicano Democrático Federal: porque el poder radica en el
pueblo.
Como una parte del gobierno en acción se encuentran las actividades de la
administración pública, funciones que están perfectamente definidas en la Ley
Orgánica de la Administración Pública Federal, en donde se describen las funciones
todas las secretarías de Estado entre ellas la Secretaría de Salud, la cuál también
está regida por la Ley General de Salud.
Es importante conocer la organización jurídica del Estado Mexicano
porque el profesional de la salud regirá su actividad ética y funciones con la
normatividad que por muchos años ha emanado del Poder Legislativo y que lo
podemos observar claramente en los instrumentos legales como son: la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, Ley General de Salud, la Ley Federal de la
Educación, la Ley del Trabajo y Los códigos civiles y otros.
121
Actividad
1.- Elabora un cuadro señalando la aportación de cada uno de los teóricos
respecto al concepto de sociedad.
2.- Señala qué influencia ha tenido en tu vida la intervención de cada una de las
instituciones sociales.
3.- Reflexiona si tienes una relación directa con la forma de organización del
estado Mexicano.
BIBLIOGRAFÍA
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ed. Ed. Limusa México. 1996.
Andrade Carreño Alfredo, “Augusto Comte” en la Sociedad a través de los
Clásicos. UNAM. México 1988.
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Parte 1 y 2. Ed. Edicol. México 1977.
Azuara, Leandro. “Análisis estructural funcionalista y Teoría Sociológica
Sistemática” en Revista de Ciencias Políticas, FCPy S-UNAM. enero-
marzo 1968. p 23.
Fichter, Joserph. Sociología. Ed. Herder. Barcelona. 1974.
122
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Obras
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Marx, Carlos. El Capital. Prólogo. Tomo I. Ed. Librerías Salvador
Allende.México 1980.
Moto Salazar, Efraín, Elementos de Derecho.8va ed. Ed. Porrúa, México
1966. p.59-77.
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1988. p.17.
Poulantzas, Nicos. Poder político y clases sociales en el Estado
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Sánchez Azcona, Jorge. Familia y Sociedad. 3ra. Reimpresión. Ed.
Planeta. México.1980.
Talcott Parsons, La sociedad, México. Ed. Trillas. 1974
Timasheff, Nicolas S. La Teoría Sociológica. Ed. FCE. 13 ed. México
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Thompson, Edward Palmer. La formación social de la clase obrera. Ed.
Lia. Barcelona 1977.
Zorrilla, Rubén H. Principios y Leyes de la Sociología. Ed. Emecé. Buenos
Aires 1992
123
3.2. FAMILIA
Guadalupe Marcela Torres Escutia
En este apartado se presentarán algunos enfoques que abordan el tema de la familia,
se rescatan la diversas funciones que tiene la familia según el punto de vista de
Cuahutémoc de Anda, también se presenta un breve fragmento de Anthony Giddens
quien nos describe a la familia y sus efectos en la globalización y finalmente
presentamos a Levis Stauss porque queremos que las alumnas de enfermería
conozcan las reflexiones que hace un teórico clásico de la antropología al tema del
parentesco, finalmente se presenta un apartado de actividades a realizar para
fortalecer la comprensión de las lecturas del capítulo y también se amplían las
actividades encaminadas a promover el espíritu de investigación por parte de las
alumnas al solicitar la indagación del concepto de cultura, tanto popular como
tradicional, normas y valores, así mismo se les solicita la búsqueda de los
antecedentes de la religión y su influencia en el campo de la salud.
En el caso de Cuauhtémoc de Anda sostiene que la familia tiene diversas
funciones dentro de la sociedad, las cuales son: la biológica, la religiosa, la recreativa,
la económica y la educativa.
1. La biológica: se propone la satisfacción sexual de los adultos y de la
perpetuación la especie
2. La religiosa: infunde la formación de valores y prácticas religiosas
3. La recreativa: trata sobre el descanso y recreo de los miembros de la familia
4. La económica: se refiere a la satisfacción de las necesidades del ser humano
5. La educativa: tiene como objetivo la transmisión de la cultura, hábitos,
costumbres, etcétera.
En las primeras sociedades el parentesco fue matrilineal pues no se sabía que era
producto de relaciones sexuales nueve meses anteriores, dificultándose definir la
paternidad por las condiciones de promiscuidad en que vivían. Actualmente el
parentesco puede ser de tres tipos: consaguineo, de afinidad o político y parentesco
civil.
124
1. Al Consanguíneo: se le conoce entre aquellos que descienden de un mismo
progenitor
2. El de afinidad o político: el que surge del matrimonio
3. El de Parentesco civil: el que se establece de la adopción
Desde de hace mucho tiempo se ha dado el parentesco consaguineo como principal
vínculo familia y generalmente se reconoce hasta la cuarta generación.
El parentesco matrilineal se caracteriza cuando la línea materna establece
el lazo de filiación y la descendencia toma en cuenta a la mujer.
Fragmento de la obra Un mundo desbocado. Los efectos de la
globalización en nuestras vidas.
Anthony Giddens*
De todos los cambios que ocurren en el mundo, ninguno supera en importancia
a los que tienen lugar en nuestra vida privada -en la sexualidad, las relaciones, el
matrimonio y la familia-. Hay en marcha una revolución mundial sobre cómo nos
concebimos a nosotros mismos y cómo formamos lazos y relaciones con los demás.
Es una revolución que avanza desigualmente en diferentes regiones y culturas, con
muchas resistencias.
Como en otros aspectos de este mundo desbocado, no sabemos bien cuáles
serán los términos relativos de ventajas y desventajas. En algunos sentidos, son las
transformaciones más complicadas e inquietantes de todas. La mayoría de nosotros
puede aislarse de problemas mayores durante bastante tiempo -una de las razones
por las que es difícil trabajar en común para resolverlos-. No podemos abstraernos,
sin embargo, del torbellino de cambios que llegan hasta el corazón mismo de nuestra
vida emocional.
Hay pocos países en el mundo donde no haya un debate intenso sobre la
igualdad sexual, la regulación de la sexualidad y el futuro de la familia. Y donde no
125
hay discusión abierta es, sobre todo, porque es reprimida activamente por gobiernos
autoritarios o grupos fundamentalistas. En muchos casos, estas controversias son
nacionales o locales -igual que las reacciones sociales y políticas a ellas-. Políticos y
grupos de presión sugerirán que si la política familiar fuera modificada, con sólo que
el divorcio fuera dificultado o facilitado en un país determinado, podrían encontrarse
rápidamente las soluciones a nuestros problemas.
Pero las transformaciones que afectan a la esfera personal y emocional van
mucho más allá de las fronteras de cualquier país, incluso de uno tan grande como
Estados Unidos. Encontramos pautas similares casi en cualquier lugar: varía sólo el
grado y el contexto cultural en el que se desarrollan.
En China, por ejemplo, el Estado estudia poner trabas al divorcio. Como
consecuencia de la revolución cultural, se aprobaron leyes matrimoniales muy
liberales. Según estas normas, el matrimonio se considera un contrato que puede
disolverse "cuando el marido y la mujer lo deseen". Incluso si un cónyuge se opone,
puede concederse el divorcio cuando el "afecto mutuo" haya desaparecido. Sólo se
requiere una espera de dos semanas, después de la cual los esposos pagan cuatro
dólares y son, en adelante, independientes. La tasa china de divorcio es todavía baja
comparada con la de los países occidentales, pero está creciendo rápidamente -al
igual que en las demás sociedades asiáticas en desarrollo-. En las ciudades chinas
es cada vez más frecuente no sólo el divorcio, sino también la cohabitación. En
cambio, en el inmenso campo chino, todo es diferente. El matrimonio y la familia son
mucho más tradicionales -a pesar de la política oficial de limitar los nacimientos con
una mezcla de incentivos y castigos-. El matrimonio es un acuerdo entre dos familias,
fijado por los padres en lugar de por los individuos afectados. Un estudio reciente en
la provincia de Gansu, de bajo nivel de desarrollo económico, descubrió que un 60
por 100 de los matrimonios eran todavía concertados por los padres. Como dice un
refrán chino: Te la presentan, saludas y te casas". Hay situaciones paradójicas en la
China que se moderniza. Muchos de los que se divorcian ahora en los centros
urbanos se habían casado a la manera tradicional en el campo.
En China se habla mucho de proteger la familia. En muchos países
occidentales el debate es aún más ruidoso, pues esta institución conforma un ámbito
para los conflictos entre tradición y modernidad, pero también es una metáfora de
ellos. Hay quizá más nostalgia del refugio perdido de la familia que de ninguna otra
126
institución que hunda sus raíces en el pasado. Políticos y activistas diagnostican
continuamente la crisis de la vida familiar y piden un retorno a la tradición.
La familia tradicional se parece mucho a un cajón de sastre. Ha habido muchos
tipos diferentes de familia y sistema de parentesco en diferentes sociedades y
culturas. La familia china, por ejemplo, siempre fue distinta de las formas
occidentales. El matrimonio concertado nunca fue tan común en los países europeos
como en China o India. Pero la familia en culturas no modernas tenía, y tiene, algunos
rasgos que se encuentran más o menos en todas partes.
La familia tradicional era, sobre todo, una unidad económica. La producción
agrícola involucraba normalmente a todo el grupo familiar, mientras que entre las
clases acomodadas y la aristocracia la transmisión de la propiedad era la base
principal del matrimonio. En la Europa medieval el matrimonio no se contraía sobre la
base del amor sexual, ni se consideraba como un espacio donde el amor debía
florecer. Como dice el historiador francés Georges Duby, el matrimonio en la Edad
Media no debía incluir "frivolidad, pasión o fantasía".
La desigualdad de hombres y mujeres era intrínseca a la familia tradicional. No
se debe pasar por alto la importancia de este fenómeno. En Europa las mujeres eran
propiedad de sus maridos o padres vasallos, como recogía la ley-. La desigualdad
entre hombres y mujeres se extendía, por supuesto, a la vida sexual. El doble rasero
sexual estaba directamente vinculado a la necesidad de asegurar la continuidad del
linaje y la herencia. Durante gran parte de la historia los hombres se han valido
amplia, y a veces conspicuamente, de amantes, cortesanas y prostitutas. Los más
ricos tenían aventuras *amorosas con sus sirvientas. Pero los hombres tenían que
asegurarse de que sus mujeres fueran las madres de sus hijos. Lo que se ensalzaba
en las chicas respetables era la virginidad y, en las esposas, la constancia y la
fidelidad.
En la familia tradicional no eran sólo las mujeres las que no tenían derechos:
tampoco los niños. La idea de consagrar los derechos infantiles en la ley es, en
términos históricos, relativamente reciente. En periodos pre-modernos, al igual que en
culturas tradicionales hoy día, no se criaba a los niños por su bien o para la
satisfacción de los padres. Uno podría casi decir que no se les reconocía como
individuos. No era que los padres no quisieran a sus hijos, pero se preocupaban más
por la contribución que hacían a la actividad económica común que por ellos mismos.
Además, la tasa de mortalidad infantil era aterradora. En el siglo XVII en Europa y
127
América casi uno de cada cuatro bebés moría en su primer año de vida. Casi el 50
por 100 no llegaba a cumplir diez.
Excepto en ciertos grupos elegantes o de élite, la sexualidad en la familia
tradicional estaba dominada por la reproducción. Era una cuestión de tradición y
naturaleza combinadas. La ausencia de contracepción eficaz significaba que para la
mayoría de las mujeres la sexualidad estaba, inevitablemente, vinculada
estrechamente al parto. En muchas culturas tradicionales, incluida Europa occidental
hasta el umbral del siglo XX, una mujer podía tener diez o más embarazos durante su
vida.
Por las razones ya expuestas, la sexualidad estaba dominada por la idea de la
virtud femenina. El doble rasero sexual se suele considerar una creación de la
Inglaterra victoriana. En realidad, en una u otra versión, era básica en todas las
sociedades no modernas. Implicaba una visión dual de la sexualidad femenina -una
división inequívoca entre la mujer virtuosa, por un lado, y la libertina, por otro-. En
muchas culturas la aventura sexual se ha tomado como un rasgo definitorio positivo
de la masculinidad. James Bond es, o era, admirado por su heroísmo sexual, además
del físico. Las mujeres sexualmente aventureras, por contraste, han sido casi siempre
rechazadas, por mucha influencia que las amantes de alguna figura prominente
llegaran a tener.
Las actitudes hacia la homosexualidad también estaban regidas por una
mezcla de tradición y cultura. Estudios antropológicos muestran que la
homosexualidad -al menos la masculina- ha sido tolerada, o abiertamente aceptada,
en más culturas de las que ha sido proscrita. En algunas sociedades, por ejemplo, se
animaba a los chicos jóvenes a establecer relaciones homosexuales con hombres
mayores como forma de tutela sexual. Se esperaba que estas actividades cesaran
cuando los jóvenes se comprometieran o casaran. Las sociedades que han sido
hostiles a la homosexualidad la han condenado normalmente por considerarla
intrínsecamente antinatural. Las actitudes occidentales han sido de las más extremas;
hace menos de medio siglo la homosexualidad era considerada, en general, una
perversión, y así venía descrita en manuales de psiquiatría.
Por supuesto, el antagonismo hacia la homosexualidad todavía es
generalizado, y mucha gente mantiene la visión dual de las mujeres -hombres y
mujeres por igual-. En las últimas décadas, no obstante, los elementos esenciales de
la vida sexual en Occidente han cambiado decisivamente de forma absoluta. La
128
separación entre sexualidad y reproducción es, en principio, total. La sexualidad, por
primera vez, es algo a ser descubierto, moldeado, transformado. La sexualidad, que
solía definirse tan estrictamente en relación al matrimonio y a la legitimidad, tiene
ahora poca conexión con ello. No debemos ver la aceptación creciente de la
homosexualidad sólo como ofrenda a la tolerancia liberal. Es un resultado lógico de la
ruptura entre sexualidad y reproducción. La sexualidad sin objeto ya no está, por
definición, dominada por la heterosexualidad.
Lo que en la mayoría de los países occidentales sus defensores llaman la
familia tradicional fue, en realidad, una fase tardía, transicional, en el desarrollo
familiar durante la década de los años cincuenta. Era un tiempo en el que la
proporción de mujeres con empleo era todavía relativamente baja y en el que aún era
difícil, especialmente para ellas, obtener el divorcio sin estigma. Sin embargo, los
hombres y mujeres de este tiempo eran más iguales de lo que habían sido con
anterioridad, tanto de hecho como ante la ley. La familia había dejado de ser una
entidad económica, y la idea de amor romántico como base del matrimonio había
reemplazado al matrimonio como contrato económico. Desde entonces la familia ha
cambiado aún mucho más.
Los detalles varían de sociedad a sociedad, pero las pautas son visibles casi
en cualquier parte del mundo industrializado. Sólo una minoría de gente vive ahora en
lo que podríamos llamar la familia estándar de los años cincuenta -ambos padres
viviendo juntos con sus hijos matrimoniales, la madre ama de casa a tiempo completo
y el padre ganando el pan-. En algunos países más de una tercera parte de todos los
nacimientos tienen lugar fuera del matrimonio, mientras que la proporción de gente
que vive sola ha crecido exorbitantemente y parece probable que lo haga aún más.
En muchas sociedades, como Estados Unidos o Gran Bretaña, el matrimonio sigue
siendo muy popular -se han calificado, adecuadamente, como sociedades de mucho
divorcio y mucho matrimonio-. En Escandinavia, por el contrario, una proporción alta
de la gente que vive junta, incluida la que tiene hijos, no está casada. Una cuarta
parte de las mujeres entre 18 y 35 años en Estados Unidos y Europa afirma que no
quiere tener niños, y parecen decirlo en serio.
En todos los países se mantiene una diversidad de formas familiares. En
EE.UU mucha gente, inmigrantes recientes especialmente, vive todavía conforme a
los valores tradicionales. Gran parte de la vida familiar, sin embargo, se ha
transformado por el desarrollo de la pareja. El matrimonio y la familia se han
129
convertido en lo que denominé en el capítulo 1 instituciones concha: se llaman igual,
pero han cambiado en sus características básicas. En la familia tradicional la pareja
casada era sólo una parte, y con frecuencia no la principal, del sistema familiar. Los
lazos con los niños y con otros parientes solían ser igual de importantes, o más, en el
discurrir diario de la vida social. Hoy la pareja, casada o no, está en el núcleo de la
familia. La pareja vino al centro de la vida familiar al menguar el papel económico de
la familia y convertirse el amor, o el amor más la atracción sexual, en la base de los
lazos matrimoniales.
Una vez constituida, una pareja tiene su propia y exclusiva historia, su propia
biografía. Es una unidad basada en la comunicación emocional o intimidad. La idea
de intimidad, como tantas otras ideas familiares que he abordado en este libro, suena
vieja, pero es, en realidad, muy nueva. El matrimonio nunca antes se había basado
en la intimidad -comunicación emocional-. Por supuesto, esto era importante para un
buen matrimonio, pero no su fundamento. Para la pareja sí lo es. La comunicación es,
en primer lugar, la forma de establecer el vínculo, y también el motivo principal de su
continuación.
Hemos de reconocer la gran transición que supone esto. Emparejarse y
desparejarse son ahora una mejor descripción de la situación de la vida personal que
el matrimonio y la familia. Es más importante para nosotros la pregunta "¿tienes una
relación?" que "¿estás casado?" La idea de una relación es también
sorprendentemente reciente. En la década de los sesenta nadie hablaba de
relaciones. No lo necesitaban, ni tampoco hablar en términos de intimidad y
compromiso. El matrimonio en ese tiempo era el compromiso, como atestiguaba la
existencia de matrimonios a la fuerza.
En la familia tradicional el matrimonio era un poco como un estado de la
naturaleza. Tanto para hombres como para mujeres estaba definido como una etapa
de la vida que la gran mayoría tenía que vivir. A los que permanecían fuera se les
miraba con cierto menosprecio o condescendencia, especialmente a la solterona,
pero también al soltero si lo era durante demasiado tiempo.
Mientras que estadísticamente el matrimonio todavía es la condición normal
para la mayoría de la gente, su significado ha cambiado totalmente. El matrimonio
significa que una pareja está en una relación estable y puede, en efecto, promover
esa estabilidad, pues hace una declaración pública de compromiso. Sin embargo, el
matrimonio ya no es el principal elemento definitorio de la pareja.
130
La posición de los niños en todo esto es interesante y algo paradójica.
Nuestras actitudes hacia ellos y su protección han cambiado radicalmente en las
últimas generaciones. En parte, apreciamos tanto a los niños porque se han vuelto
mucho más escasos, y porque la decisión de tener un hijo es muy distinta de lo que
era para generaciones anteriores. En la familia tradicional los niños eran un beneficio
económico. Hoy, por el contrario, en los países occidentales un niño supone una gran
carga económica para los padres. Tener un hijo es una decisión más concreta y
específica que antes, y está impulsada por necesidades psicológicas y emocionales.
La preocupación sobre los efectos del divorcio en los niños y la existencia de muchas
familias sin padre han de entenderse en el marco de nuestras expectativas, muy
superiores, sobre cómo han de criarse y protegerse los niños.
Hay tres áreas principales en las que la comunicación emocional, y, por tanto,
la intimidad, están reemplazando los viejos lazos que solían unir las vidas privadas de
la gente -las relaciones sexuales y amorosas, las relaciones padre-hijo y la amistad.
Para analizarlas quiero utilizar la idea de la relación pura. Me refiero a una
relación basada en la comunicación emocional, en la que las recompensas derivadas
de la misma son la base primordial para que la misma continúe. No me refiero a una
relación sexualmente pura. Tampoco a nada que exista en realidad. Estoy hablando
de una idea abstracta que nos ayude a entender los cambios que se están
produciendo en el mundo. Cada una de las tres áreas mencionadas -relaciones
sexuales y amorosas, relaciones padre-hijo y amistad- tiende a aproximarse a este
modelo. La comunicación emocional o intimidad se convierte en la clave de lo que
todas ellas significan.
La relación pura tiene dinámicas bastante diferentes de los tipos más
tradicionales de vínculos sociales. Depende de procesos de confianza activa -abrirse
al otro-. Mostrarse es la condición básica de la intimidad. La relación pura es
implícitamente democrática. Cuando empecé a trabajar en el estudio de las
relaciones íntimas leí mucha literatura terapéutica y de autoayuda sobre el tema. Me
llamó la atención algo que creo no se ha subrayado debidamente. Si uno observa
cómo ve un terapeuta una buena relación -en cualquiera de las tres esferas
mencionadas-, es impresionante el paralelismo directo que hay con la democracia
pública.
Una buena relación, no hace falta decirlo, es un ideal -la mayoría de las
relaciones corrientes tan siquiera se acercan a él-. No estoy sugiriendo que nuestras
131
relaciones con cónyuges, amantes, niños o amigos no sean, muchas veces, liosas,
conflictivas e insatisfactorias. Pero los principios de la democracia también son
ideales que, a menudo, se encuentran bastante alejados de la realidad.
Una buena relación es una de iguales en la que cada parte tiene los mismos
derechos y obligaciones, en la que cada persona tiene respeto y quiere lo mejor para
el otro. La relación pura se basa en la comunicación, de manera que entender el
punto de vista de la otra persona es esencial. Hablar, o dialogar, es la base para que
la relación funcione. Las relaciones funcionan mejor si la gente no se esconde
demasiado de los otros -tiene que haber confianza mutua-. Y la confianza ha de
construirse, no se puede dar por sentada. Finalmente, una buena relación está libre
de poder arbitrario, coerción o violencia.
Todas estas cualidades se amoldan a los valores de la política democrática. En
una democracia todos son, en principio, iguales, y con la igualdad de derechos y
responsabilidades -como principio, por lo menos- viene el respeto mutuo. El diálogo
abierto es una propiedad esencial de la democracia. Los sistemas democráticos
sustituyen al poder autoritario, o al poder sedimentado de la tradición, por la discusión
abierta de problemas -un espacio público de diálogo-. Ninguna democracia puede
funcionar sin confianza. Y la democracia se resquebraja si da paso al autoritarismo o
a la violencia.
Cuando aplicamos estos principios -como ideales- a las relaciones estamos
hablando de algo muy importante: la posible emergencia de lo que llamaré una
democracia de las emociones en la vida diaria. Una democracia de las emociones,
estimo, es tan importante como la democracia pública para mejorar la calidad de
nuestras vidas.
Esto vale para las relaciones padre-hijo igual que para otros ámbitos. Éstos no
pueden, ni deben, ser materialmente iguales. Los padres deben tener autoridad sobre
los niños, en interés de todos. Pero deberían presumir una igualdad como principio.
En una familia democrática la autoridad de los padres debería estar basada en un
contrato implícito. El padre, en efecto, dice al hijo: "Si fueras un adulto y supieras lo
que yo sé, estarías de acuerdo en que lo que te pido es bueno para ti". Los niños de
las familias tradicionales debían -y deben- ser vistos, pero no oídos. Amuchos padres,
quizá desesperados por la rebeldía de sus hijos, les gustaría profundamente resucitar
esa regla. Pero no hay marcha atrás, y no debería haberla. En una democracia de las
emociones los niños pueden, y deben ser capaces de, replicar.
132
Una democracia de las emociones no implica falta de disciplina o ausencia de
respeto. Busca, sencillamente, darles una nueva dimensión. Ocurrió algo muy similar
en la esfera pública cuando la democracia empezó a sustituir el mando arbitrario y el
poder de la fuerza.
Una democracia de las emociones no haría distinciones, por principio, entre
relaciones heterosexuales y homosexuales. Los gays, más que los heterosexuales,
han sido pioneros en el descubrimiento del nuevo mundo de las relaciones y en
explorar sus posibilidades. Han tenido que serlo, porque cuando la homosexualidad
salió del armario los gays no podían depender de los apoyos corrientes del
matrimonio tradicional.
Hablar de fomentar una democracia emocional no implica debilidad respecto a
los deberes familiares, ni sobre las políticas públicas hacia la familia. Democracia
significa aceptación de obligaciones, además de derechos protegidos en la ley. La
protección de los niños tiene que ser el rasgo primario de la legislación y la acción
pública. Debería obligarse legalmente a los padres a mantener a sus hijos hasta la
edad adulta, independientemente de cómo decidan vivir. El matrimonio ya no es una
institución económica, pero como compromiso ritual puede ayudar a estabilizar
relaciones por otra parte frágiles. Si esto se acepta para las relaciones
heterosexuales debe valer también para las homosexuales.
Hay muchas preguntas que hacer sobre todo esto -demasiadas para responder
en un capítulo corto-. La más obvia es que me he centrado principalmente en las
tendencias que afectan a la familia en los países occidentales. ¿Qué pasa con las
zonas donde la familia tradicional permanece casi intacta, como en el ejemplo de
China con el que comencé? ¿Se volverán los cambios observados en Occidente más
y más globales? Creo que sí -de hecho, ya mismo-. No es cuestión de si las formas
existentes de familia tradicional se modificarán, sino de cuándo y cómo. Me
aventuraría aún más. Lo que he descrito como una incipiente democracia de las
emociones está en primera línea del conflicto entre cosmopolitismo y
fundamentalismo que expliqué anteriormente. La igualdad de los sexos y la libertad
sexual de las mujeres, que son incompatibles con la familia tradicional, son un
anatema para los grupos fundamentalistas. La oposición a ello, de hecho, es uno de
los rasgos definitorios del fundamentalismo religioso mundial.
Hay muchas cosas preocupantes en el estado actual de la familia, en
Occidente y fuera de él. Es igual de erróneo decir que toda forma familiar es tan
133
buena como cualquier otra como mantener que la decadencia de la familia tradicional
es un desastre. Daría la vuelta completamente al argumento de la derecha política y
fundamentalista. La subsistencia de la familia tradicional -o de aspectos de ella- en
muchas partes del mundo es más inquietante que su declive. Pues ¿cuáles son las
fuerzas más importantes que promueven la democracia y el desarrollo económico en
los países pobres? Precisamente la igualdad y educación de la mujer. ¿Y qué debe
cambiar para que esto sea posible? Sobre todo, la familia tradicional.
Fragmento de EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL, EN LINGÜÍSTICA Y EN
ANTROPOLOGÍA 1
C. LEVI-STRAUSS
lo que se llama generalmente un “sistema de parentesco” recubre dos órdenes muy
diferentes de realidad. Tenemos ante todo términos por los que se expresan los
diferentes tipos de relaciones familiares. Pero el parentesco no se expresa solamente
en una nomenclatura: los individuos o las clases de individuos las utilizaban, los
términos se sienten (o no se sienten, según los casos) obligados a una determinada
conducta recíproca: respeto o familiaridad, derecho o deber, afección u hostilidad.
Así, entonces, junto a lo que nosotros proponemos llamar el “sistema de
denominaciones” (que constituye, en rigor, un sistema de vocabulario), hay otro de
naturaleza igualmente psicológica y social, que llamaremos “sistema de las actitudes”.
Ahora bien; si es verdad (como lo hemos mostrado más arriba) que el estudio
de los sistemas de denominaciones nos coloca en una situación análoga a la que nos
plantean los fonológicos, pero inversa, esta situación resulta “enderezada”, por decirlo
así, cuando se trata de los sistemas de actitudes. Adivinamos el papel desempeñado
por éstos, que consiste en asegurar la cohesión y el equilibrio del grupo, pero no
comprendemos la naturaleza de las conexiones existentes entre las diversas
actitudes ni alcanzamos a advertir su necesidad 20. En otros términos y como en el
caso del lenguaje, conocemos la función, pero nos falta el sistema.
20 Es preciso excluir de este juicio la obra notable de W. Lloyd Warner “Morphology and function of the Australian Murngin Type of Kinship”, Amer. Antrop. , n. s.
134
Entre “sistema de denominaciones” y “sistema de actitudes” nosotros vemos,
pues, una diferencia profunda. En este punto nos separamos de A. R. Radcliffe-
Brown, si es cierto que éste creía -como le ha sido reprochado a veces- que el
segundo no era más que la expresión -o la traducción en el plano afectivo- del
primero21. En el curso de los últimos años se han ofrecido numerosos ejemplos de
grupos cuyo cuadro de términos de parentesco no refleja exactamente el cuadro de
las actitudes familiares, e inversamente 22. Sería un error creer que en toda sociedad
el sistema de parentesco constituye el principal medio de regular las relaciones
individuales; inclusive en sociedades donde dicho sistema desempeña tal papel, no lo
cumple siempre en igual medida. Además, es necesario distinguir entre dos tipos de
actitudes: ante todo las actitudes difusas, no cristalizadas y desprovistas de carácter
institucional, de las que se puede admitir que son, en el plano psicológico, reflejo o
fruto de la terminología. Junto a las precedentes o además de ellas, están las
actitudes cristalizadas, obligatorias, sancionadas por tabúes o privilegios que se
expresan a través de un ceremonial fijo. En lugar de reflejar automáticamente la
nomenclatura, estas actitudes aparecen a menudo como elaboraciones secundarias
destinadas a resolver contradicciones y a superar insuficiencias inherentes al sistema
de denominaciones. Este carácter sintético se manifiesta de manera particularmente
clara entre los wilk monkan de Australia; en este grupo, los privilegios de burla
sancionan una contradicción entre las relaciones de parentesco que unen a dos
hombres antes de su casamiento, y la relación teórica que sería preciso suponer
entre ellos para dar cuenta de su ulterior matrimonio con dos mujeres que no
mantienen entre sí la relación correspondiente23.
21 A. R. Radcliffe-Brown, “kinship Terminology in California”, Amer. Anthrop., n. s., vol. 37.
1935; “The Study of Kinship Terms”, Jnl. Roy Antrop. Inst., vol. 71, 1941.
22 M. E. Opler, “Apache Data Concerning the Relation of Kinship Terminology to Social
Classification”, Amer. Anthrop., n. s., vol. 39, 1937, A. M. Harpen “Yuma Kinship Terms”, ibíd., 44.
1942.
23 D. F. Thompson, “The Joking-Relationship and Organized Obscenity in North Queensland”, Amer. Anthrop., n. s., vol 37, 1935.
135
Existe una contradicción entre dos sistemas posibles de nomenclatura, y el
interés que recae sobre las actitudes representa un esfuerzo por integrar o superar
esta contradicción entre los términos. No hay dificultad en estar de acuerdo con
Radcliffe-Brown cuando afirma la existencia de real relations of independence
between the terminology and the rest of the system24.
Al concluir, de la ausencia de un paralelismo riguroso entre actitudes y
nomenclatura, que los dos órdenes son recíprocamente autónomos, algunos -al
menos de los críticos de Radcliffe-Brown se han desorientado. Pero esta relación de
interdependencia no es una correspondencia término a término.
El sistema de las actitudes constituye más bien una integración dinámica del
sistema de denominaciones. Aún cuando se sostenga la hipótesis -a la cual
adherimos sin reserva- de una relación funcional entre los dos sistemas, tenemos
derecho por razones de método, a tratar los problemas relativos a uno y a otro como
problemas separados. Es lo que nos proponemos hacer aquí a propósito de un
problema tenido a justo título por el punto de partida de teoría de las actitudes: el
problema del tío materno. Trataremos de mostrar como una transposición formal del
método seguido por el fonólogo permite arrojar sobre este problema una nueva luz.
Los sociólogos le han dedicado una atención especial, y ello debido solamente a que,
en efecto, la relación entre el tío materno y el sobrino era al parecer objeto de un
desarrollo importante en un gran número de sociedades primitivas. Pero no basta
comprobar esta frecuencia; es preciso descubrir la razón. Recordemos rápidamente
las principales etapas de la evolución de este problema.
Durante todo el siglo XIX y hasta Sydney Hartland25, la importancia del tío
materno fue luego interpretada como supervivencia de un régimen matrilineal. Este
era puramente hipotético, y su posibilidad resultaba particularmente dudosa en
presencia de ejemplos europeos. Por otro lado, la tentativa de Rivers26
24 “The Study of Kinship Terms”, op. Cit..., p. 8. Esta última fórmula de Radcliffe-Brown nos parece mucho más satisfactoria que su afirmación de 1935, según la cual las actitudes presentan “a
fairly high degree of correlation whith the terminological classification”, (Amer.Anthrop., n. s., 1935, p. 53).
25 S. Hartland, “Matrilineal Kinship and the Question of its Priority”, Mem. Of the Amer. Anthrop. Assoc., 4. 1917.
26 W. H. R. Rivers. “The Marriage of Cousins in india”, Inl, of the Royal Asiatic Society, Jul.
1907.
136
de explicar la importancia del tío materno en la India del Sur como un residuo del
matrimonio entre primos cruzados llegaba a un resultado desolador: el mismo autor
debía reconocer que esta interpretación no podía dar cuenta de todos los aspectos
del problema, y se resignaba a la hipótesis de que “varias” costumbres heterogéneas
y actualmente desaparecidas (una de las cuales solamente era el matrimonio entre
primos), debían ser invocadas, para comprender la existencia de “una sola”
institución. El atomismo y el mecanicismo triunfaban27.
De hecho, únicamente con el artículo capital de Lowie sobre el complejo
matrilineal28 se abre lo que nos gustaría llamar la “etapa moderna”
Del problema del avunculado. Lowie muestra que la correlación invocada o
postulada entre el predominio del tío materno y un régimen matrilineal no resiste el
análisis; en realidad, el avunculado se encuentra asociado tanto a regímenes
patrilineales cuanto a regímenes matriline-ales. El papel del tío materno no se explica
como consecuencia o supervivencia de un régimen de derecho materno; se trata
solamente de la aplicación particular of a very general tendency to associate definite
social relations with definite forms of kinship regardless of maternal or paternal side29.
Este principio, que Lowie introduce por primera vez en 1919, según el cual existe una
tendencia general a calificar las actitudes, constituye la única base positiva de una
teoría de los sistemas de parentesco. Pero, al mismo tiempo Lowie dejaba ciertas
cuestiones sin respuesta: ¿qué se denomina, exactamente, avunculado? ¿No se
confunden bajo un mismo término costumbres y actitudes diferentes? Y si es verdad
que existe una tendencia a calificar todas las actitudes, ¿por qué solamente ciertas
actitudes se encuentran asociadas a la relación avuncular y no, según los grupos
considerados, cualesquiera actitudes posibles?
Abramos aquí un paréntesis, con el fin de subrayar la sorprendente analogía
que se manifiesta entre el itinerario de nuestro problema y ciertas etapas de la
reflexión lingüística: la diversidad de las actitudes posibles en el ámbito de las
relaciones interindividuales.
27 Op. Cit. p. 624.
28 n. 11. Lowie, “The Matrilineal Complex”, Univ. of California Publ. in Amer. Archacol and
Ethnol, 16,1919, n. 2.
29 “De una tendencia muy general a asociar definidas relaciones sociales con formas definidas
de parentesco, sin considerar el matrilinealismo o el patrilinealismo” (N. del R.).
137
Es prácticamente ilimitada; lo mismo vale para la diversidad de sonidos que
puede articular el aparato vocal, como efectivamente se produce en los primeros
meses de la vida humana. Cada lengua, sin embargo, sólo retiene un número muy
reducido entre todos los sonidos posibles y a este respecto la lingüística se plantea
dos interrogantes: ¿por qué han sido seleccionados ciertos sonidos?; ¿qué relación
existe entre uno o varios de los elegidos y todos los demás?30 Nuestro esquema de
la historia del problema del tío materno se halla precisamente en esta misma etapa: el
grupo social, como la lengua, encuentra a su disposición un material psicofisiológico
muy rico; al igual que la lengua, conserva solamente ciertos elementos —algunos de
los cuales, al menos, permanecen idénticos a través de las más diversas culturas— y
los combina con estructuras siempre diversificadas. Se pregunta, pues, cuál es la
razón de la elección y cuáles son las leyes de las combinaciones.
En cuanto al problema particular de la relación avuncular, conviene dirigirse a
Radcliffe-Brown; su célebre artículo sobre el tío materno en Africa del Sur31 es la
primera tentativa de captar y analizar las modalidades de lo que podría llamarse el
'principio de la calificación de las actitudes'. Aquí bastará recordar rápidamente las
tesis fundamentales de este estudio hoy día clásico.
Seqún Radcliffe-Brown, el término 'avunculado' recubre dos sistemas de
actitudes antitéticas: en un caso, el tío materno representa la autoridad familiar; es
temido, obedecido, y posee derechos sobre su sobrino; en el otro es el sobrino quien
ejerce sobre su tío privilegios de familiaridad y puede tratarlo más o menos como a
una víctima. En segundo lugar, existe una correlación entre la actitud hacia el tío
materno y la actitud con respecto al padre. En ambos casos hallamos los dos
sistemas de actitudes, pero invertidos: en los grupos donde la relación entre padre e
hijo es familiar, la relación entre tío materno y sobrino es rigurosa; y allá donde el
padre aparece como el austero depositario de la autoridad familiar, el tío es tratado
con libertad. Los dos grupos forman, pues, como diría el fonólogo, dos pares de
oposiciones. Radcliffe-Brown proponía, para terminar, una interpretación del
fenómeno: la filiación determina, en último análisis, el sentido de estas oposiciones.
30 Roman Jakobson, Kindersprache, Aphasie und allgemeine Lautgesetze,
Upsala, 1941.
31 A. R. Radcliffe-Brown, “The Mother's Brother in South Africa”, South African
jnl. Of Science, vol. 21, 1924.
138
En el régimen patrilineal, donde el padre y la línea del padre representan la
autoridad tradicional, el tío materno es considerado como una 'madre masculina',
tratado generalmente de la misma manera que la madre, e inclusive llamado a veces
con el mismo nombre de ésta. En el régimen matrilineal se encuentra realizada la
situación inversa: allí el tío materno encarna la autoridad, y las relaciones de afecto y
familiaridad se fijan sobre el padre y su línea.
Difícilmente puede exagerarse la importancia de esta contribución de Radcliffe-
Brown. Tras la crítica despiadada que Lowie dirigiera tan magistralmente contra la
metafísica evolucionista, hallamos aquí el esfuerzo de síntesis retomado sobre una
base positiva. Afirmar que este esfuerzo no ha alcanzado en seguida su término no
es ciertamente atenuar el homenaje debido al gran sociólogo inglés. Reconozcamos
entonces que el artículo de Radcliffe-Brown deja abiertos ciertos problemas
inquietantes: en primer lugar, el avunculado no está presente en todos los sistemas
matrilineales y patrilineales, y a veces aparece en sistemas que no son ni una cosa ni
otra32. Además, la relación avuncular no es entre dos, sino entre cuatro términos:
supone un hermano, una hermana, un cuñado y un sobrino. Una interpretación como
la de Radcliffe-Brown aisla arbitrariamente ciertos elementos de una estructura global,
que debe ser tratada como tal. Algunos ejemplos simples pondrán de manifiesto esta
doble dificultad.
La organización social de los indígenas de las islas Trobriand, en Melanesia,
se caracteriza por la filiación matrilineal, relaciones, libres y familiares entre padre e
hijo y un antagonismo marcado entre tío materno y sobrino33. Los circasianos del
Cáucaso, por el contrario, que son patrilineales, colocan la hostilidad entre padre e
hijo, mientras que el tío materno ayuda a su sobrino y le regala un caballo cuando
éste se casa34.
32 Así, por ejemplo, entre los mundugomor de Nueva Guinea, donde la relación entre tío
materno y sobrino es constantemente familiar, mientras que la filiación es alternativamente patrilineal y
matrilineal. Cf . Margaret Mead. Sex and Temperament in Three Primitives Societies, Nueval York,
1935, pp. 176-185.
33 B. Malinowski, The Sexual Life of Savages in Northwestern Melanesia, Londres, 1929, 2
vols.
34 Dubois de Monpereux (1839), citado según M. Kovalevski, “La famille matriarcale au
Caucase”, L’ antropologie, t. IV, 1893.
139
Hasta aquí, nos mantenemos dentro de los límites del esquema de Radcliffe-
Brown. Consideremos, empero, las demás relaciones familiares implicadas:
Malinowski ha mostrado que en las islas Trobriand, marido y mujer viven en una
atmósfera de tierna intimidad y que sus relaciones tienen un carácter recíproco.
Las relaciones entre hermano y hermana, en cambio, están dominadas por un
tabú extremadamente riguroso. ¿Cuál es la situación en el Cáucaso? La relación
tierna se establece aquí entre hermano y hermana, hasta tal punto que entre los
pshav, una hija única 'adopta' un 'hermano', el cual desempeñará junto a ella el papel,
propio del hermano, de casto compañero de leche35. La relación entre los esposos
es, en cambio, completamente distinta: un circasiano no se atreve a mostrarse en
público con su mujer y la visita exclusivamente en secreto. Según Malinowski, no hay
en las islas Trobriand insulto peor que el de decirle a un hombre que se parece a su
hermana; el Cáucaso ofrece un equivalente en la prohibición de preguntar a un
hombre por la salud de su mujer.
Cuando se consideran sociedades del tipo 'circasiano' o 'trobriandés', no basta,
pues, estudiar la correlación de las actitudes padre/hijo y tío /hijo de la hermana. Esta
correlación es solamente un aspecto de un sistema global compuesto por cuatro tipos
de relaciones orgánicamente ligadas entre sí, a saber, hermano/hermana,
marido/mujer, padre/hijo, tío materno/hijo de la hermana. Los dos grupos que nos han
servido de ejemplo proporcionan aplicaciones de una ley que puede formularse de la
siguiente manera: en ambos grupos la relación entre tío materno y sobrino es a la
relación entre hermano y hermana, como la relación entre padre e hijo es a la relación
entre marido y mujer, de tal manera que, conociendo un par de relaciones, sería
siempre posible deducir el otro par.
Veamos ahora otros casos. En Tonga, Polinesia, la filiación es patrilineal como
entre los circasianos. Las relaciones entre los cónyuges parecen públicas y
armoniosas: las querellas domésticas son raras, y la mujer, no obstante tener a
menudo un status superior al del marido, “no alimenta a su respecto la más mínima
idea de rebelión...; en lo que concierne a todas las cuestiones domésticas, se adapta
de muy buena gana a su autoridad”.
35 Dubois de Monpereux (1839), citado según M. Kovalevsky, “La famille matriarcale au
Caucasse”, L'Antrophologie, t. IV, 1893.
140
De igual modo, reina la mayor libertad entre el tío materno y el sobrino:éste es
fahu por encima de la ley, con respecto a su tío. y con él le está permitido todo género
de intimidad. A estas relaciones libres se oponen las existentes entre un hijo y su
padre. Éste es tapu; al hijo le está prohibido tocarle la cabeza o los cabellos, rozarlo
mientras come, dormir en su lecho o sobre su almohada, compartir su bebida o su
comida, jugar con los objetos pertenecientes al padre. El tapú más fuerte de todos es,
sin embargo, el que prevalece entre hermano y hermana, quienes no deben ni
siquiera hallarse juntos bajo un mismo techo36. No obstante ser igualmente
patrilineales y patricolores, las indígenas del lago Katabu, en Nueva Guinea, ilustran
una estructura inversa a la precedente: “No he visto jamás asociación más intima
entre padre e hijo”? escribe sobre ellos F. E. Williams. Las relaciones entre marido y
mujer se caracterizan por el status muy bajo acordado al sexo femenino, una
separación neta entre los centros de interés masculino y femenino”. “Las mujeres,
dice Williams, deben trabajar duro para su amo...; a veces protestan, y reciben una
paliza.” Contra el marido, la mujer goza siempre de la protección de su hermano, y
busca refugio junto a él... En cuanto a las relaciones entre el sobrino y el tío materno:
“El término que mejor las resume es el de 'respeto'... con un matiz de temor”, porque
el tío materno tiene el poder (como entre los kipsigi de Africa) de maldecir a su
sobrino y el de hacerle sufrir una grave enfermedad37.
Esta última estructura, tomada de una sociedad patrilineal, es sin embargo del
mismo tipo que la de los siaui de Bougáinville cuya filiación es matrilineal: entre
hermano y hermana, “vínculos amistosos y generosidad recíproca”; entre padre e hijo,
“nada indica una relación de hostilidad, de autoridad rígida o de respeto temeroso”.
Pero las relaciones del sobrino con su tío materno se sitúan “entre la disciplina rígida
y una interdependencia reconocida de buen grado”. Sin embargo, “los informantes
dicen que todos los muchachos experimentan un cierto miedo ante sus tíos maternos,
y que les obedecen mejor que a sus padres”. En lo que respecta al marido y la mujer,
no parece reinar entre ellos un buen entendimiento:
36 E. W. Gifford. “Tonga Society”, B. P. Bishop Museum Bulletin n 61, Honolulu, 1929, pp. 16-
22.
37 F. E. Williams, “Natives of Lake Kutubu, Papua”, Oceania, vol. XI, 1940-41 y 12, 1941-42,
pp. 263-280. Del vol. 11; “Group sentiment and primitive Justice”, Amer. Antroph., vol. XLIII,
n 4 parte 1, 1941.
141
“Pocas esposas jóvenes son fieles; los maridos jóvenes son siempre
desconfiados, inclinados a la cólera celosa; el matrimonio implica toda clase de
adaptaciones difíciles”38.
Un cuadro idéntico pero aún más marcado aparece entre los dobu,
matrilineales vecinos de los trobriandeses, que también lo son, pero que poseen una
estructura muy diferente. Los hogares dobu son inestables, practican asiduamente el
adulterio, y marido y mujer viven siempre en el temor de perecer por obra de la
hechicería del otro.
En verdad, la observación de Fortune según la cual “es un insulto grave hacer
alusión a los poderes de hechicería de una mujer de modo que pueda escuchar el
marido”, parecería una permutación de las prohibiciones trobriandesa y circasiana
citadas más arriba.
El hermano de la madre es considerado en Dobu el más severo de los
parientes: “Pega a sus sobrinos mucho tiempo después que sus padres han dejado
de hacerlo”, y está prohibido pronunciar su nombre. Sin duda la relación tierna existe
no tanto con el padre mismo, sino más bien con el 'ombligo', el marido de la hermana
de la madre, es decir, con un doble del padre. Con todo, se considera que el padre es
'menos severo' que el tío y, contrariamente a la ley de transmisión hereditaria, trata
siempre de favorecer a su hijo a expensas de su sobrino uterino. En fin, el lazo entre
hermano y hermana es “el más fuerte de todos los lazos sociales”39.
¿Qué se debe inducir de estos ejemplos? La correlación entre formas de
avunculado y tipos de filiación no agota el problema. Formas diferentes de
avunculado pueden coexistir con un mismo tipo de filiación, patrilineal o matrilineal.
Pero hallamos siempre la misma relación fundamental entre los cuatro pares de
oposiciones que son necesarias para la elaboración del sistema. Esto resultará más
claro mediante los esquemas de la figura 1, que ilustran nuestros ejemplos; el signo +
representa las relaciones libres y familiares y el signo - las relaciones marcadas por la
hostilidad, el antagonismo o la reserva.
38 Douglas L. Oliver, A. Salomon Islands Society, Kinship and Leadership among the Siuai
39 Reo F. Fortune, The Sorcerers of Dobu, Nueva York, 1932, pp. 8, 10, 45, 62, 64, etc.
142
Dicha simplificación no es enteramente legítima, pero puede ser utilizada
provisionalmente. Más adelante haremos las distinciones indispensables.
La ley sincrónica de correlación así sugerida puede ser verificada
diacrónicamente. Si se resume la evolución de las relaciones familiares en la Edad
Media, tal como se desprende de la exposición de Howard, se obtiene el siguiente
esquema aproximativo: el poder del hermano sobre la hermana disminuye, aumenta
el poder del marido prospectivo. Simultáneamente se debilita el lazo entre padre e
hijo, y se refuerza el lazo entre tío materno y sobrino40.
Los documentos reunidos por L. Gautier parecen confirmar esta evolución,
puesto que en los textos 'conservadores' (Raoul de Cambrai, Geste des Loherains,
etcétera) la relación positiva se establece más bien entre padre e hijo, y sólo
progresivamente se desplaza hacia el tío materno y el sobrino 41.
Vemos, pues, que el avunculado42 para ser comprendido, debe ser tratado
como una relación interior a un sistema, y que es el sistema mismo el que se debe
considerar en su conjunto para percibir su estructura. Esta estructura reposa a su vez
en cuatro términos (hermano, hermana, padre, hijo) unidos entre sí por dos pares de
oposiciones correlativas y tales que, en cada una de las dos generaciones implicadas,
existe siempre una relación positiva y otra negativa. Ahora bien, ¿qué es esta
estructura y cuál puede ser su razón? La respuesta es la siguiente: esta estructura es
la más simple estructura de parentesco que pueda concebirse y que pueda existir. Es,
hablando con propiedad, 'el elemento de parentesco'.
En apoyo de esta afirmación puede aducirse un argumento de orden lógico:
para que exista una estructura de parentesco es necesario que se hallen presentes
los tres tipos de relaciones familiares dadas siempre en la sociedad humana, es decir,
una relación de consanguinidad, una de alianza y una de filiación; dicho de otra
40 G. E. Howard, A Historty of Matrimonial Institutions, 3 vol. Chicago, 1904.
41 Léo Gautier, La Chevalerie París, 1890. Sobre el mismo tema, puede consultarse con
provecho F. B. Gummere, “The Sister's Son” en An English Miscellany presented to Dr. Furniovall,
Londres, 1901; W. O. Farnsworth, Uncle and Nephew in the Old French Chanson
42 Los parágrafos que preceden han sido escritos en 1957, en reemplazo del texto inicial, en
respuesta a la prudente observación de mi colega Luc de Heusch, de la Universidad Libre de Bruselas,
según la cual uno de mis ejemplos era materialmente inexacto. Dejo aquí constancia de mi
agradecimiento.
143
manera, una relación de hermano a hermana, una relación de esposo a esposa, y
una relación de progenitor a hijo. Es fácil darse cuenta de que la estructura aquí
considerada es aquella que permite satisfacer esta doble exigencia según el principio
de la mayor economía. Sin embargo, las consideraciones que preceden tienen un
carácter abstracto y puede invocarse una prueba más directa para nuestra
demostración.
El carácter primitivo e irreductible del elemento de parentesco tal como lo
hemos definido resulta, en efecto, de manera inmediata, de la existencia universal de
la prohibición del incesto. Esto equivale a decir que, en la sociedad humana, un
hombre únicamente puede obtener una mujer de manos de otro hombre, el cual la
cede bajo forma de hija o de hermana. No es necesario, pues, explicar cómo el tío
materno hace su aparición en la estructura de parentesco: no aparece, sino que está
inmediatamente dado: es la condición de esa estructura. El error de la sociología
tradicional, como el de la lingüística tradicional, consiste en haber considerado los
términos y no las relaciones entre los términos.
Antes de proseguir, eliminemos rápidamente algunas objeciones que podrían
presentársenos. En primer lugar, si la relación de los cuñados forma el eje inevitable
en torno del cual se construye la estructura de parentesco, ¿para qué hacer intervenir
en la estructura elemental al niño nacido del matrimonio? Debe entenderse que el
niño representado puede ser tanto el niño nacido como por nacer. Pero, esto sentado,
el niño es indispensable para atestiguar el carácter dinámico y teológico de la etapa
inicial, que funda el parentesco sobre la alianza y por medio de ella. El parentesco no
es un fenómeno estático; sólo existe para perpetuarse. No pensamos aquí en el
deseo de perpetuar la raza, sino en el hecho de que en la mayoría de los sistemas de
parentesco el desequilibrio inicial que se produce, en una generación dada, cede a
una mujer y el que la recibe, únicamente puede estabilizarse mediante las
contraprestaciones que tienen lugar en las generaciones ulteriores. Aun la más
elemental estructura de parentesco existe simultáneamente en el orden sincrónico y
en el diacrónico.
En segundo lugar, ¿no es posible concebir una estructura simétrica, de igual
simplicidad, pero en la cual haya inversión de sexos, es decir, una estructura en la
que intervengan una hermana, su hermano, la mujer de este último y la hija nacida de
esa unión? Sin duda alguna; pero esta posibilidad teórica puede ser eliminada
inmediatamente sobre una base experimental: en la sociedad humana son los
144
hombres quienes intercambian a las mujeres y no a la inversa. Queda por investigar
si ciertas culturas no han tendido a realizar una especie de imagen ficticia de esta
estructura simétrica. Los casos tienen que ser raros. Llegamos ahora a una objeción
más grave.
En efecto, podría ocurrir que solamente hubiéramos dado vuelta el problema.
La sociología tradicional se ha empeñado en explicar el origen del avunculado, y
nosotros nos hemos librado de esta búsqueda tratando al hermano de la madre no
como un elemento extrínseco, sino como un dato inmediato de la más simple
estructura familiar. ¿Cómo se explica, entonces, que no encontremos siempre y en
todas partes el avunculado? Porque si bien el avunculado tiene una distribución muy
frecuente, con todo no es universal. Sería inútil haber evitado la explicación de los
casos en los cuales se halla presente, nada más que para fracasar ante su ausencia.
Observemos, en primer término, que el sistema de parentesco no posee igual
importancia en todas las culturas. En algunas proporciona el principio activo que
regula todas las relaciones sociales o la mayor parte de éstas. En otros grupos, como
nuestra sociedad, dicha función está ausente o bien muy reducida; en otros, como las
sociedades de los indios de la llanura, sólo se cumple parcialmente. El sistema de
parentesco es un lenguaje; no es un lenguaje universal, y puede ser desplazado por
otros medios de expresión y de acción. Desde el punto de vista del sociólogo, esto
quiere decir que, en presencia de una determinada cultura, se plantea siempre un
interrogante preliminar: el sistema, ¿es sistemático? Una pregunta semejante, a
primera vista absurda, sólo sería realmente referida a la lengua; porque la lengua es
el sistema de significación por excelencia; ella no puede no significar y su existencia
se agota en la significación. El problema debe, en cambio, ser examinado con rigor
creciente a medida que uno se aleja de la lengua para tomar en cuenta otros
sistemas que aspiran también a la significación, pero cuyo valor de significación
resulta parcial, fragmentario o subjetivo: organización social, arte, etcétera.
Hemos interpretado además el avunculado como un rasgo característico de la
estructura elemental. Esta, resultante de relaciones definidas entre cuatro términos,
es, en nuestra opinión, el verdadero átomo de parentesco43.
43 Sin duda es superfluo subrayar que el atomismo, tal como nosotros lo hemos criticado en
Rivers, es el de la filosofía clásica y no la concepción estructural del átomo tal como se la encuentra en la física moderna.
145
Carece de toda existencia que puede ser concebida o dada fuera de las
exigencias fundamentales de su estructura y, por otra parte, es el único material de
construcción de los sistemas más complejos.
Porque hay sistemas más complejos, o para decirlo más exactamente, todo
sistema de parentesco es elaborado a partir de esta estructura elemental, que se
repite o se desarrolla por integración de nuevos elementos. Es necesario, pues, tomar
en cuenta dos hipótesis: cuando el sistema de parentesco considerado procede por
yuxtaposición simple de estructuras elementales y, en consecuencia, la relación
avuncular permanece siempre manifiesta y cuando la unidad de construcción del
sistema es ya de orden más complejo. En este último caso, si bien la relación
avuncular sigue estando presente, es susceptible de diluirse en un contexto
diferenciado. Puede concebirse, por ejemplo, un sistema que tome como punto de
partida la estructura elemental, pero que agregue, a la derecha del tío materno, a la
mujer de este último, y a la izquierda del padre, en primer término, a la hermana del
padre y luego al marido de ésta. Se podría demostrar fácilmente que un desarrollo de
este orden produce, en la generación siguiente, un desdoblamiento paralelo: el hijo
debe entonces ser diferenciado en hijo varón e hija, unido cada uno, por una relación
simétrica e inversa, a los términos que ocupan en la estructura las demás posiciones
periféricas (Posición preponderante de la hermana del padre en la Polinesia,
nhlampsa sudafricana y herencia de la mujer del hermano de la madre). En una
estructura de este orden, la relación avuncular sigue siendo manifiesta, pero ha
dejado ya de ser predominante. Puede borrarse o confundirse con otras, en
estructuras de una complejidad aún mayor. Pero precisamente porque pertenece a la
estructura elemental, la relación avuncular reaparece con nitidez y tiende a
exasperarse cada vez que el sistema considerado presenta un aspecto critico: ya sea
por hallarse en transformación rápida (costa noroeste del Pacifico), ya porque se
encuentra en el punto de contacto y de conflicto entre culturas profundamente
diferentes (Fidji, India del Sur); ya, en fin, porque se halla próximo a una crisis fatal
(Edad Media europea).
Cabe agregar que los símbolos, positivo y negativo, que hemos empleado en
los esquemas precedentes, representan una simplificación excesiva, aceptable sola-
mente como una etapa de la demostración. En realidad el sistema de las actitudes
elementales comprende por lo menos cuatro términos: una actitud de afecto, ternura y
146
espontaneidad; una actitud resultante del intercambio recíproco de prestaciones y
contraprestaciones; y, además de estas relaciones bilaterales, dos relaciones
unilaterales correspondientes, una a la actitud del acreedor, la otra a la del deudor.
Dicho de otra manera: mutualidad (=); reciprocidad (+); derecho (+); obligación
(—). Estas cuatro actitudes fundamentales pueden ser representadas, en sus
relaciones recíprocas, de la siguiente manera:
En muchos sistemas, la relación entre dos individuos se expresa a menudo no
por una sola actitud, sino por varias, que forman, por así decirlo, un haz (en las islas
Trobriand, hay entre marido y mujer mutualidad más reciprocidad). Esta es una razón
suplementaria que puede hacer difícil aislar la estructura elemental.
Hemos tratado de mostrar todo lo que el análisis precedente debe a los
maestros contemporáneos de la sociología primitiva. Es preciso, sin embargo,
subrayar que, en el punto fundamental, nuestro análisis se aparta de las enseñanzas
de estos maestros.
Citemos, por ejemplo, a Radcliffe-Brown: “La unidad de estructura a partir de la
cual se construye un parentesco es el grupo que yo llamo una 'familia elemental',
consistente en un hombre y su esposa y su hijo o hijos. La existencia de la familia
elemental crea tres tipos especiales de relación social: entre padre e hijo, entre los
hijos de los mismos padres (siblings) y entre marido y mujer en tanto padres del
mismo niño o niños. Las tres relaciones existentes dentro de la familia elemental
constituyen lo que denomino el primer orden. Relaciones de segundo orden son las
que dependen de la conexión entre dos familias elementales por la mediación de un
miembro común; tales como el padre del padre, el hermano de la madre, la hermana
de la mujer, etcétera. Se ubican en el tercer orden relaciones tales como el hijo del
hermano del padre y la mujer del hermano de la madre. Podemos trazar así, si
contamos con información genealógica, relaciones de cuarto, quinto o enésimo
orden.44“
La idea expresada en este pasaje, según la cual la familia biológica constituye
el punto a partir del cual toda sociedad elabora su sistema de parentesco, no es por
cierto original del maestro inglés; sería difícil hallar otra que recogiera en la actualidad
una unanimidad mayor. A nuestro juicio no hay tampoco otra idea más peligrosa. Sin
duda, la familia biológica está presente y se prolonga en la sociedad humana.
44. A.R. Radcliffe-Brown, op. Cit. P.2
147
Pero lo que confiere al parentesco su carácter de hecho social no es lo que
debe conservar de la naturaleza: es el movimiento esencial por el cual el parentesco
se separa de ésta. Un sistema de parentesco no consiste en los lazos objetivos de
filiación o de consanguinidad dados entre los individuos; existe solamente en la
conciencia de los hombres; es un sistema arbitrario de representaciones y no el
desarrollo espontáneo de una situación de hecho. Esto no significa, por cierto, que
dicha situación de hecho resulte automáticamente contradicha, ni siquiera
simplemente ignorada.
Radcliffe-Brown ha mostrado, en estudios que hoy son clásicos, que aún los
sistemas de apariencia más rígida y artificial, como los sistemas australianos de
clases matrimoniales, toman en cuenta cuidadosa-mente el parentesco biológico.
Pero una observación indiscutible como ésta de Radcliffe-Brown deja intacto el
hecho, a nuestro juicio decisivo, de que en la sociedad humana el parentesco sólo es
libre de establecerse y perpetuarse por medio y a través de determinadas
modalidades de alianza. En otros términos, las relaciones tratadas por Radcliffe-
Brown como relaciones de primer orden son función de aquellas que él considera
secundarias y derivadas, y dependen de éstas.
El rasgo primordial del parentesco humano consiste en requerir, como
condición de existencia, la relación entre lo que Radcliffe-Brown llama 'familias
elementales'. No son entonces las familias, términos aislados, lo verdaderamente
'elemental', sino la relación entre esos términos. Ninguna otra interpretación puede
dar cuenta de la universalidad de la prohibición del incesto, de la cual la relación
avuncular, bajo su forma más general, no es otra cosa que un corolario, unas veces
manifiesto, otras implícito, debido a su carácter de sistemas de símbolos, los sistemas
de parentesco ofrecen al antropólogo un terreno privilegiado en el cual sus esfuerzos
pueden casi alcanzar (insistimos sobre este 'casi') los de la ciencia social más
desarrollada, es decir, la lingüística. Pero la condición de este acercamiento, del que
puede esperarse un mejor conocimiento del hombre, consiste en no olvidar nunca
que, tanto en el estudio sociológico como en el estudio lingüístico, nos hallamos en
pleno simbolismo. Ahora bien, si es legítimo, y en cierto sentido inevitable, recurrir a
la interpretación naturalista para tratar de comprender la emergencia del pensamiento
simbólico, una vez dado éste, la explicación debe cambiar de naturaleza tan
radicalmente como el nuevo fenómeno aparecido difiere de aquellos que lo han
precedido y preparado.
148
ACTIVIDADES
1.-Elabora un cuadro sinóptico en donde rescates lo más representativo de las
lecturas de familias que ha realizado.
2.-Describe que opinas de cada enfoque de familia que hacen los autores
anteriores.
3.-Platica con tus compañeros de clase y en forma grupal elaboren una tipología
de familia de acuerdo a la experiencia de vida que cada uno de ellos tiene
4.- los alumnos Investigarán diversos conceptos de cultura
5.-Señalarán las diferencia entre Cultura tradicional y popular
6.-Establecerán las características de la Cultura y la Sociedad
7.- Indagarán en diversos textos los conceptos de normas y valores
8.- Investigarán y elaborarán una cronología señalando los antecedentes de
religión y su Influencia en la normatividad social en el campo de la salud
BIBLIOGRAFIA
Anda Gutiérrez, Cuauhtémoc. Introducción a las Ciencias Sociales. 2da. ed. Ed. Limusa. México. 1996
Giddens, Anthony. Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización
en nuestras vidas. Capítulo 4. Taurus, Madrid, 2000. pp. 65-80.
Levi-strauss, C. El análisis estructural, en lingüística y en antropología
149
4.3 EDUCACIÓN
En este apartado se abordara el concepto de educación y lo que implica la
educación formal e informal, desde un breve fragmento de Jesús Carlos Reza Trosino
y se pide la realización de un ensayo para vincular la lectura con las experiencias de
vida de las alumnas
Fragmento del libro Diagnóstico de las necesidades de capacitación en las
organizaciones
Jesús Carlos Reza Trosino
Si ubicamos a la capacitación y al adiestramiento de los trabajadores al interior del
campo de la educación, entendida ésta como un “proceso de formación social, a
través del cual los hombres se informan sobre el medio en que viven y sobre la
historia, a la vez que se capacitan sobre el medio en que viven y sobre la historia, a la
vez que se capacitan para aplicar dicha información en su realidad circundante con
objeto de influir en ella1; es interesante resaltar que la educación siempre deberá tener
un objetivo, ya que no se educa para un mundo abstracto, sino para influir
participando de una manera u otra dentro de una colectividad de la cual se forma
parte. Es aquí cuando se liga el aspecto educativo con el laboral, si se considera que
el hombre es planamente social cuando pasa a formar parte de las fuerza productiva
de un país, para lo cual habrá de utilizar los conocimientos adquiridos durante su
proceso educativo.
En este sentido, habrá de considerarse que no toda información que se adquiere
dentro del proceso educativo formal, proporciona los medios necesarios para
adaptarse íntegramente a las formas de producción y a las condiciones de trabajo;
esto es, no todos los conocimientos adquiridos durante la fase educativa, facilitan a
los individuos su acceso a un puesto de trabajo, por lo que se hace necesario
establecer un puente entre el sistema educativo regular y el aparato productivo. Esto
exige un perfeccionamiento constante en la medida en que se desarrolla la
tecnología y evolucionan las formas de producción, por lo que se puede concluir que
la educación regular proporciona los conocimientos generales a las que desarrolla la
capacidad mental básica, mientras que la capacitación y el adiestramiento, tiene
como función primordial el desarrollo de especializaciones cambiantes y redefinidas
de acuerdo con las necesidades del desarrollo social y económico.
150
El término educación entonces, abarca toda la actividad humana, ya que es un
proceso continuo de enseñanza-aprendizaje por medio del cual un individuo o grupo
de ellos, van adquiriendo un repertorio tal de comportamiento que les hace posible su
supervivencia en la sociedad en la que se desenvuelven
Por los tanto, la meta de la educación es dar herramientas (conocimientos, hábitos,
habilidades, aptitudes y actitudes) útiles a los individuos, para poder subsistir
socialmente de una manera digna y satisfactoria.
Los procesos educativos varían en cuanto a su temporalidad y forma de aplicación,
esto es, existe un tipo de educación llamada formal y ora informal.
A.1) Educación Formal
“Es un proceso de enseñanza-aprendizaje, estructurado y sistematizado, que se
imparte a través de instituciones que se rigen, en el caso concreto de México, bajo los
criterios establecidos por la Secretaría de Educación Pública y la Universidad
Nacional Autónoma de México; la función de estas instituciones es la de proporcionar
al individuo elementos teóricos que le permitan un adecuado desenvolvimiento en su
vida cotidiana. Los individuos sujetos a este tipo de educación, obtiene un grado de
calificación reconocido en todo el país con la opción de ingresar a sistemas
educativos formales en otros países”.1
A.2) Educación informal
“Es un proceso de enseñanza aprendizaje, sistemático, desligado del sistema
educativo nacional y dependiente del campo en donde se desenvuelve un individuo. A
este punto corresponden los términos: experiencia, práctica, habilidad y todos
aquéllos que dan idea de una aptitud o destreza adquirida por el individuo”.2
1 Reza, Trosino, J. Carlos. “Hacia un concepto integral de Formación Profesional” En Pedagogía para
Adiestramiento. Sevicio Nacional ARMO. Vol. X, abril/junio 1980. No. 39. Pp.13-14 2 Idem.
ACTIVIDADES
1.-Escribe un ensayo en donde expliques los espacios de educación formal en los
que has estado en tu vida y los espacios informales que más han influido en tu vida
BIBLIOGRAFÍA
Reza Trosino Jesús Carlos, Diagnóstico de las necesidades de capacitación en las
organizaciones, 2da reimpresión. Ed Panorama. México. 1998
151
4. ECONOMÍA
GUADALUPE MARCELA TORRES ESCUTIA
En este apartado se abordará la definición de economía y sus dos
principales campos para después vincular estos conceptos en el área de la salud; de
tal forma que la alumna de enfermería pueda tener una idea clara de la relación que
existe y pueda realizar las actividades didácticas con más facilidad. Empecemos con
definir el concepto:
La Economía es la ciencia social que estudia el comportamiento
económico de elementos relacionados a la producción, intercambio, distribución y
consumo de bienes y servicios, entendidos estos como medios de necesidad humana
y resultado individual o colectivo de la sociedad.
La literatura económica puede dividirse en dos grandes campos: la
macroeconomía y la microeconomía.
La macroeconómica estudia el ingreso nacional, la producción nacional, el
nivel general de precios, el desempleo, los impuestos, la cantidad de dinero en
circulación y el costo del dinero, grandes conglomerados de consumidores,
productores, factores que afectan el total de consumo, etc.
La microeconomía estudia el comportamiento individual de los agentes
económicos, principalmente las empresas y los consumidores; explica cómo se
determinan variables como los precios de bienes y servicios, el nivel de salarios, el
margen de beneficios y las variaciones de las rentas. Los agentes tomarán decisiones
intentando obtener la máxima satisfacción posible, es decir, maximizar su utilidad.
ECONOMÍA DE LA SALUD
La economía de la salud es la ciencia que estudia las consecuencias de la
escasez en el sistema de salud; se entenderá por sistema de salud la forma en que
152
se organizan las instituciones que proveen, aseguran, regulan y supervisan los
servicios de salud en un país.
MICROECONOMÍA DE LA SALUD
La microeconomía estudia el comportamiento económico de los productores
y consumidores individuales. Asimismo, estudia el comportamiento económico de
grupos de productores y consumidores, los que se denominan “mercados”, por
ejemplo, el “mercado de servicios de salud”.
Por productores son: Médicos, enfermeras, psicólogos, odontólogos y otro
personal de salud; Clínicas ambulatorias, clínicas rurales; Laboratorios, bancos de
sangre; Centros de diagnóstico por imágenes; Hospitales con servicios de
internamiento (ya sean de segundo, tercero o cuarto nivel).
Por consumidores son: todas las personas que demandan servicios de
salud, vale decir, casi toda la población de un país. Generalmente, se les llama
“pacientes”; en los últimos años se utilizan más los términos “cliente” o “usuario”.
A nivel del productor individual, la economía de la salud con ayuda de la
contabilidad nos ayuda a conocer los costos de la producción; En base a ello y a las
condiciones del mercado, el productor puede determinar sus precios o tarifas.
En el sector salud hay varios mercados importantes, sujetos a
características propias. Algunos de ellos son: Mercado de servicios de salud,
Mercado de seguros, Mercado de productos farmacéuticos y otros insumos, Mercado
de equipos y tecnología.
Los mercados se rigen por la teoría de los precios. En una economía
capitalista, el mecanismo libre de los precios determinados por las leyes de la oferta y
la demanda -- guía las acciones de los agentes económicos y decide qué producir,
cómo producir y para quién producirlo. En los mercados donde hay competencia, este
mecanismo es muy eficiente para asignar los recursos.
El sector salud produce una amplia gama de bienes y servicios, desde agua
limpia hasta cirugía estética y trasplante de órganos.
Esta producción puede clasificarse en: Bienes públicos, Bienes meritorios
Bienes privados, Bienes públicos
153
Los bienes públicos son aquellos que benefician a toda la colectividad, sin
que se pueda identificar una persona en particular. Como ejemplo de ello tenemos la
producción de agua limpia, alcantarillado sanitario, control de vectores, limpieza del
aire, educación masiva para la salud.
Los bienes meritorios son aquellos cuyo consumo produce un efecto social
mayor que el beneficio del individuo que lo consume. Por ejemplo, los servicios de
planificación familiar, las vacunaciones, el control de las enfermedades de transmisión
sexual, la educación para el control de los accidentes de tránsito, los servicios de
emergencia para trauma.
Los bienes privados Los bienes privados son los que benefician
exclusivamente a la persona que los consume. La mayoría de los servicios curativos
que ofrece un sistema de salud, así como los insumos, medicamentos y tecnología,
caen dentro de la categoría de bienes privados.
Los bienes públicos y meritorios deben ser financiados por el gobierno,
porque el sector privado no tiene ningún interés en hacerlo y la sociedad los necesita.
Los bienes privados pueden ser financiados por el sector privado con mayor
eficiencia. Sin embargo, incluso este mercado tiene grandes imperfecciones y
requiere intervención estatal.
Los pacientes no tienen conocimiento médico como para saber si necesitan
o no un tratamiento o un medicamento, ni tampoco pueden escoger entre alternativas
de medios de diagnósticos o de medicamentos. Las decisiones sobre el consumo de
estos bienes o servicios las decide el médico, no el consumidor final.
El médico hace de “agente” del consumidor, asesorándolo sobre cuál bien o
servicio consumir. Pero el médico también “provee” el servicio y vive de ello, por lo
que hay un conflicto de interés. Hay una relación imperfecta en este mercado y el
médico puede inducir un consumo innecesario.
La macroeconomía analiza las variables agregadas, como la producción
nacional total, la producción, el desempleo, la balanza de pagos, la tasa de inflación y
los salarios, comprendiendo los problemas relativos al nivel de empleo y al índice de
producción o renta de un país.
154
MACROECONOMÍA DE LA SALUD
La macroeconomía estudia los fenómenos económicos en función de todo
el sistema; En el caso del sector salud, le interesa conocer los flujos financieros en
todo el sistema de salud; De aquí se obtienen conclusiones de política, tales como la
importancia del sector en la economía y quiénes reciben los beneficios de las
acciones públicas.
El estudio de la macroeconomía de la salud permite sacar conclusiones
entre la situación de salud, su financiamiento y el potencial de desarrollo económico
de un país; la mala salud y una carga financiera excesiva para la población,
constituye un lastre que obstaculiza el desarrollo económico.
Mediante la macroeconomía de la salud podemos saber si ésta se
distribuye equitativamente entre toda la población o si hay grupos menos favorecidos;
A través del financiamiento público, el Estado tiene el potencial de mejorar la equidad
y reducir la pobreza, de esta manera, contribuye al desarrollo de la sociedad.
ACTIVIDADES
Desarrolla un ensayo en donde señales qué relación existe entre la economía y la enfermería
BIBLIOGRAFÍA
Case. Fair. PRINCIPIOS DE MACROECONOMIA. Editorial Prentice Hall Hispanoamericana, México, 1997.
Dornbusch. Fischer. MACROECONOMIA. 5ta Ed. Madrid: Mc
Graw Hill Interamericana de España, S.A. 1993.
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